Siempre quise hacer un fic en el canon de Hakuoki y escribir ficción histórica. Gracias al Shinsengumi por haber existido ;_; 💙
Prompt: In an AU in Edo period Japan. Person 1 is a ninja and Person 2 is a samurai.It's lonely out in Edo; featuring:
Edo, julio 1868 La intensa brisa de verano atravesaba Edo llevando consigo los olores singulares de la época. Había luna menguante, lo que le hacía fácil a las creaturas de la noche moverse de un lado a otro sin ser vistas. Justo lo que ella quería.
Para una kunoichi de algo nivel y con tanta experiencia como ella moverse sin delatar su presencia era fácil; pero ahora se encontraba cansada. Acababa de llevar cartas y testamentos de varios integrantes del ejército Tokugawa a sus respectivas familias. Una práctica penosa y poco agradable. Ahora lo único que deseaba era descansar y dormir un poco- igual la guerra estaba perdida.
Fue su propio comandante, Hijikata Toshizo el que se lo aseguró: "No voy a la batalla para ganar. Con el gobierno de Tokugawa a punto de colapsar, sería una vergüenza si nadie está dispuesto a caer con él. Por eso debo irme. Pelearé la mejor batalla de mi vida para morir por el país". Luego le pidió hacer las entregas respectivas de cartas y finalmente le dio su última orden: "lárgate, sé feliz y ten una vida larga. Nunca olvides a tus compañeros de batalla".
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Por fin había llegado a su último destino, la casa donde se encontraba Okita Souji. Se escurrió por el techo al patio trasero donde el antiguo capitán de la primera división del Shinsengumi pasaba el tiempo tomando té y jugando con los gatos callejeros.
Por su enfermedad lo habían tenido que dejar atrás pero aparte de estar un poco delgado y pálido Okita era el mismo de siempre. Incluso no tuvo problemas para detectar su presencia.
-Con que ahí estas Sheryl-san. Me alegra verte de nuevo.
-Okita-sama- le saludó ella con una reverencia -le traigo noticias de Aizu.
Souji sabía que no eran buenas noticias pero aun así eran bienvenidas. Desde la muerte de Kondo Isami, el hombre más excepcional que había conocido y su modelo a seguir, las cosas no habían ido bien para él. Su salud empeoró y un doctor le llego a asegurar que tenía tuberculosis y no le quedaría mucho. En base a ese diagnóstico Hijikata decidió dejarlo atrás en Edo.
-¿Quieres un poco de té primero? Luces cansada.
-De hecho, señor, si me lo permite quisiera algo más fuerte. Tal vez sake.
Souji sonrió, la chica debió de haber pasado un infierno. Por supuesto que querría algo más fuerte. Aunque él no bebía alcohol, su hermana guardaba una botella de licor de arroz en la cocina y le indicó a Sheryl donde encontrarla.
Una vez Sheryl estuvo instalada en el porche junto a él con un ochoko llego de licor caliente él se atrevió a interrogarla.
-Quiero saber cómo están todos- pidió él. No le importaba tanto la guerra como el estado de sus compañeros del Shinsengumi.
-Lamento informarle que Harada Sanosuke-sama murió hace unos días aquí en Edo. Sus tropas fueron interceptadas camino a Aizu.
Souji asintió suavemente con la cabeza. Con que Harada había muerto... algo difícil de creer de alguien que había sobrevivido un sepukku. No obstante la noticia agregaba mas pesar a su corazón.
-¿Y los demás?
-Shinpachi Nagakura-sama y Hajime Saito-sama se dirigen a Aizu. Probablemente ya se hayan encontrado con Hijikata-sama.
Hijikata... Souji pensó en él, y aunque antes le causaba bastante enojo ahora solo tenía nostalgia por todas las veces que se pasaba regañándolo. Otro hombre extraordinario, sí alguien podía ganar la guerra era él. En seguida pidió noticias de él.
Sheryl tensó los labios y trato de buscar las palabras adecuadas. Hijikata prácticamente ya había escrito su testamento y había entregado mechones de su cabello negro a su paje, además de su katana.
-Hijikata-sama se encuentra en Aizu como ya sabe. Sōma Kazue nos logró alcanzar y sé que unió fuerzas con Iba Hachiro y Otori Keisuke. Aún espera a Nagakura-sama y Saito-sama.
Souji escuchó con atención el nombre de todos los hombres que pelearían por el shogunato Tokugawa para mantenerlos en sus oraciones… no era como que él fuera un hombre religioso pero oraba bastante últimamente en sus horas de soledad y aburrimiento.
-Hijikata-sama recibió una herida grave en el pie pero su recuperación ha sido rápida, las aguas termales en Aizu le han ayudado bastante- Sheryl hizo una pausa. Le estaba costando encontrar palabras –dice que estará hasta el final en la guerra comandando al Shinsengumi. Me ha pedido que le entregue esto personalmente.
Sheryl sacó de su haori una caja lacada negra y se la entregó a Souji que la abrió enseguida. Estaba llena de pequeños paquetitos de ishida sanyaku, la medicina manufacturada por la familia Hijikata. Souji tomó un paquetito entre sus dedos, solo la sensación del fino papel de arroz en sus dedos le traía recuerdos de épocas más felices en el Shinsengumi; cuando se herían Hijikata usualmente les hacía tomarla a pesar de que se quejaban de su amargura.
Souji sintió una punzada en el corazón. No le costó entender que este era el testamento de Hijikata para él. Probablemente pensaba salvar el poco honor que le quedaba al Shinsengumi llegando hasta las últimas consecuencias de la guerra.
Sheryl honró el respetuoso silencio de Souji permaneciendo ella también en silencio por unos minutos. Bebió lentamente de su sake que poco a poco empezó a calentar su estómago y mejorar sus espíritus. O talvez solo se sentía mejor por estar junto a Okita. En los dos años que trabajó para el Shinsengumi en Kyoto le tomó un gran respeto a todos, en especial a Souji, capitán de la primera división, con quien trabajó en incontables ocasiones.
-Hijikata-sama también me pidió que le dijera que pagó todas sus deudas en Kyoto- continuó la rubia –de hecho antes de partir a la batalla, pago las deudas de todos en Kyoto, Edo y en Aizu.
-Típico de Hijikata- Souji sonrió y se levantó del sitio donde estaba –Ya lo decidí entonces. Partiré a Kyoto. Gracias por tus servicios Sheryl-san, puedes retirarte. En la entrada hay una caja con un poco de dinero, considéralo tus honorarios.
-P-pe-pero Okita-sama…
-¿Qué pasa?- Souji tardó un poco en comprenderlo –Ah ya lo sé… no tienes a donde ir ¿verdad?
Sheryl se sonrojó. Su clan había sido aliado al shogun y al Shinsengumi, y los que aún no habían muerto se habían quedado en el campo de batalla en Aizu. Ya no tenía a donde regresar. Pero le avergonzaba admitirlo, así que solo bajo la mirada y trató de ocultar su sonrojo.
-Si quieres puedes venir a Kyoto conmigo- le ofreció Souji –Sé que voy a morir y que es inevitable, y aunque nací aquí en Edo no quiero morir aquí. Si mi cuerpo tiene la fuerza suficiente quisiera morir en Kyoto, donde pase la época más feliz de mi vida. Por lo tanto no podré hacerte compañía por mucho tiempo, ni siquiera sé si lograré llegar, pero si no tienes nada más planeado puedes venir.
Sheryl asintió. No esperaba que Souji la invitara a ir con él y probablemente el viaje seria incierto, pero aceptar le pareció lo más natural del mundo.
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Iniciaron los preparativos del viaje esa misma noche. Partirían dentro de dos días después de que Sheryl se encargara de esparcir los rumores de que Okita Souji había muerto e improvisar un funeral falso. Ambos rieron con ganas mientras llenaban una urna funeraria con cenizas del kamado de la cocina. Viajarían como una pareja de esposos, para el pesar de Souji tendría que dejar su katana pero llevarían su kodachi para protegerse durante el viaje.
La mañana que partieron Souji corto su cabello casi al ras y Sheryl vistió una yukata sencilla encima de su traje de kunoichi, también cubrió su cabello con un pañuelo después de trenzarlo. Llevaron las pocas pertenencias de valor que tenían y partieron para Kyoto después de dejarle comida y agua a los gatos que habían sido los únicos amigos de Souji durante su tiempo en Edo.
Sheryl pensó que talvez sería muy tarde para admitirlo pero estaba muy feliz de poder viajar junto a Okita-sama, aunque fuera por primera y última vez.