Author Topic: Shot thru' the heart..! 🌠 (and you're to blame..)  (Read 26082 times)


Airin



Casar, follar, matar.
- CFM — Soldier version -
Crescent 01
Hope + Accidental Family
       Crescent 02
       Hope + Accidental Family


Drive 'round
Cloud x Anir (+ Cid)
Out of line 01
Sephiroth x Airin (+ Angeal)
       Out of line 02
       Airin + Cloud + Genesis
Going down with the sickness 01 
Anir x Angeal (+ Prompto + Cloud)
       Going down with the sickness 02
       Anir x Angeal (+ Prompto + Cloud)
The Gift of the Goddess
Anir x Genesis (+ Angeal)
Hellish hours
Kanon x Milo (+ Gato)
I’m going my way
(Idol Things OCs AU)
Baby, the Stars Shine Bright
(Milo x Afrodita)


You Make Me Thirsty
Shruikan ¿x? Gaara
Amhrán na Farraige 01
Nyx x Airin (Selkie Marriage)
       Amhrán na Farraige 02
       Nyx x Airin (Selkie Marriage)
Deep down my Soul 01
Airin + Fëanorian Haunted House
       Deep down my Soul 02
       Airin + Fëanorian Haunted House
       Deep down my Soul 03
       Airin + Fëanorian Haunted House
I’ll make you say wow 01
Airin + BBQ DemonCheeseBacon
       I’ll make you say wow 02
       Airin + BBQ DemonCheeseBacon
       I’ll make you say wow 03
       Airin + BBQ DemonCheeseBacon
I dream in a dream every night 01
Demon Party Under the Bed
       I dream in a dream every night 02
       Demon Party Under the Bed
Oceanide 01
(Witches & Mers AU)
       Oceanide 02
       (Witches & Mers AU)
Don't call my name 01
Kanon + Afrodita (Summon AU)
       Don't call my name 02
       Kanon x Sorrento (Summon AU)


Dernière Danse
(aka. Neuvillette suffers order)
Bluebeard's wife
(Wriothesley Royaltycore AU)



 
2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0
   - Compilation vol. 1 - 
        2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0
        - Compilation vol. 2 - 
 
   
#promptactivity 2020 - ❤
   - The Compilation -







Disclaimer: El 90% del tema es una oda indulgente a la decadencia del OC/self-insert. Por la ciencia o por las jajas.
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« Last Edit: May 25, 2025, 04:28:43 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Drive 'round
- katu baten hodeiak ikusten -
Cloud
x
Anir
+
Cid
      



—Oh venga ya. —murmuró entre dientes el joven cuando dobló la esquina del taller.

Sus ojos se encontraron de frente con una escena que no podía ser más cliché. Una chica (al menos físicamente, como cualquiera hubiera podido observar sin ningún tipo de impedimento que supusiera margen de duda) estaba inclinada, o más bien metida dentro del capó de una camioneta pick-up que había visto días mejores. Muchos días, a juzgar por su pintura pelada llena de rascones oxidados. La chica, o lo que podía ver de ella, llevaba unos pantalones de tela vaquera tan mínimos que a lo mejor no merecían llamarse así, no era como si contribuyesen a cubrir demasiado aquel trasero apetecible y respingón. Tenían una mancha de grasa oscura con la forma excepcionalmente distinguible de una mano en un lado, y en el otro, un pañuelo sucio colgaba más que asomaba del bolsillo.

—Hmmhmmm... oh, estabas aquí!

Cloud no pudo evitar ladear ligeramente la cabeza cuando la chica, de quien hasta entonces no se había dado cuenta que estaba subida a un neumático, se estiró un poquito más hacia el interior de la máquina moviendo la cadera y poniéndose de puntillas sobre el caucho. Doblando la pierna que menos apoyaba, sacó un brazo grasiento hasta el codo y culebreó por encima del parachoques buscando desesperadamente la forma de alcanzar el calcetín que se le escurría por debajo de la rodilla, sin caerse de lado. Tras varios intentos en los que sólo consiguió mancharse la pierna de grasa, lo dejó por imposible con una maldición, y el calcetín se escurrió inexorablemente hasta el borde de la zapatilla, haciéndose un charco de punto arrugado sobre la lona.

Empezando a notar calor subiéndole por el cuello, Cloud se aflojó un poco la cremallera de la chaqueta. Era todo tan… Podrían haberlo sacado del principio de una de aquellas películas de su compañero de piso. Sólo hacía falta que la chica se diera la vuelta y llevase una de esas minúsculas camisetas de tirantes rasgadas.
Ridículo.
Resolvió seguir su camino en busca del dueño del taller para terminar su trabajo por hoy, y continuar con algunos otros asuntos menos urgentes, y dejar de mirar aquellas nalgas redondas y firmes antes de buscarse un problema.

Tomó aire y carraspeó. Y entonces pasaron dos cosas al mismo tiempo.
El dueño del taller salió a zancadas largas de su oficina dando tal portazo que la puerta se cerró y volvió a abrir de la fuerza, y la chica se incorporó de golpe dentro del capó, pegándose con la cabeza en la chapa levantada de la camioneta.

—¡Strife! ¡Llegas tarde! ¿Te piensas que tengo to’l puto día pa’sperarte o qué? —ladró el hombre con un cigarro sin encender apretado entre sus colmillos.

Sin mediar palabra el joven señaló el reloj en la pared, que marcaba la hora y media, con una ceja arqueada.

—Cagüen la puta, otra vez llevo la hora en la oficina adelantada. —masculló frotándose una mano por la frente. Se giró a mirar a la chica, que también se sobaba la cabeza con cara de indignación.— Anir, ¿qué t’he dicho mil veces? Quítate los putos cascos pa’trabajar joder, que algún día tendremos una desgracia y la sangre no se quita fácil.

La chica, que afortunadamente para los anteriores temores de Cloud llevaba una camiseta normal, le dirigió una mirada cargada de un odio tan potente que habría fundido a cualquier ser de menor calibre. Pero el hombre sólo apunto un dedo hacia la oficina.

—Ponte hielo en eso.

Anir se estiró de los bordes del pantalón hacia abajo, devolviéndole la apariencia de corto pero respetable que perdía en cuanto se inclinaba y se subió el calcetín insumiso hasta el muslo con saña. Dejó la bujía que había pescado sobre la bandeja metálica de una caja de herramientas, y con un movimiento que habría llenado de envidia a muchas mujeres se echó las largas coletas de pelo dorado encendido hacia atrás, haciendo que cayeran por su espalda de forma sugerente.

—Hasta luego guapo. —sonrió moviendo los deditos engrasados y lanzó un guiño coqueto en dirección al joven, que tragó saliva.

Cloud se vio repentinamente agarrado por el brazo y sacado a la calle casi a rastras. Una vez fue liberado en la puerta del taller, justo frente a su motocicleta, hizo el intento de prepararse mentalmente para lo peor.

—Cid… —comenzó el chico, pero el mecánico hizo un gesto con una mano, silenciándolo, mientras se encendía el cigarro y daba una larga calada.

—Aahh joder… qué falta me hacía salir a fumar —dijo saboreando el humo.— Toda la puta mañana poniendo facturas al día. ¿Tienes lo mío?

Cloud se inclinó sobre su moto, abrió unos de los maleteros y le entregó un paquete envuelto en papel marrón sin decir nada. La cara de Cid se iluminó con una sonrisa grande y aniñada, casi fuera de lugar en un hombre corpulento de apariencia ruda, a la par que abrazaba el embalaje con mimo.

—Maquetas nuevas, —confirmó alrededor del cigarro.— Esta es tu última entrega del día ¿no? Quédate a comer, que t’estás quedando jodidamente esmirriau, y luego te doy tus recambios.

—Pero… —volvió a intentarlo Cloud.

—Nah, ni puto caso a mi hija, que lleva la cuenta de los chavales a los que deja tontos y se le está subiendo el pavo a la cabeza demasiado —desestimó con una risita palmeando el hombro del chico con fuerza— Y luego así le va.

—¿Tu hija? —preguntó el repartidor con los ojos muy abiertos y la mente en blanco.

—Seh, no me vas a decir que no se parece, —Cid lo observaba con expresión curiosa.

—¿Desde cuándo tienes una hija?

—Desde que nació, ¡joder chaval, a ver si voy a tener que apuntarte a la lista de atontunaos! —Cid empujó un poquito a Cloud, que basculó sobre sus pies, manteniendo el equilibrio.

—No parece una niña pequeña, —dijo éste entrecerrando los ojos con sospecha.

—Me cagüen la puta Strife, no mires a mi niña con mente sucia...— amenazó Cid ladeando el cigarro entre sus dientes.

—¡No, no! —se apresuró a negar Cloud con una mano— ¡Es por la edad! Tú… eres joven aún.

El mecánico hinchó el pecho orgulloso y flexionó un brazo con descaro, para soltar su tabaco momentáneamente quitar la ceniza sobrante y volver a llevárselo a la boca, pagado de sí mismo. Luego se rió un poquito, relajando la postura de nuevo.

—Fue una sorpresa accidental de adolescencia, qué te voy a decir. Tiene veintiún añazos ya y la misma mala leche que su padre. —Cid se encogió de hombros.

—Ah. —Cloud no tenía muy claro cómo reaccionar a eso, así que decidió que lo mejor sería no mostrar ninguna reacción.

—Recuérdame luego que te pague, rubiales. —dijo el hombre dando la última calada al cigarro antes de tirarlo a un charco en la calzada. Después volvió a agarrarlo por el brazo y estiró de vuelta al taller— Hala, tirando p’adentro.

Cloud se dejó arrastrar sin oposición, pensando aún en la revelación que acababa de presenciar, y al doblar la esquina de la estancia, ahí estaba otra vez la chica. Anir, la había llamado su padre. ¡Su padre, Cid! El muchacho sintió su respiración ahogarse unos centímetros antes de las cuerdas vocales, cuando vio que la chica no sólo no se había limpiado las manchas de grasa del muslo, sino que además se había cambiado la camiseta. Por una camisa. De botones   desabrochados hasta el límite de la decencia por arriba, y anudada a la altura de las costillas por abajo.

—¡Anir, por el amor del planeta! —gruñó Cid sin haber soltado aún el brazo de Cloud, al que zarandeó un poco.— ¡Espérate a que me llame suegro por lo menos antes de querer recrear películas pornos en el taller, coño!

Ahora sí, el joven dejó escapar el quejido de animal moribundo que había creído ser capaz de retener. Nop, hoy no.

—Joder papá, así no hay quien se busque la vida —renegó la chica levantando los brazos al aire.

—¡Strife! —exclamó Cid agarrando su paquete de maquetas con ambas manos— El pajarito quieto en horas y lugar de trabajo, ¿me oyes? No quiero tener q’ir con cuidao en mi puta casa.

—¿Cid?! —Los ojos azul intenso de Cloud no podían abrirse más.—¡Pero..! Escucha hombre..

—Que da igual, que no m’interesa, tú dame la factura, lárgate de aquí, y ven a comer con las manos lavadas. ¡Hala, escampa!

La chica se lo llevó tirando de sus manos con una sonrisa predadora y llena de dientes, pero igualmente irresistible.

—O sea que eres Cloud Strife… mi padre me ha hablado mucho de tí.. ¡Y de tu moto!

—A-Anir, oye ...—el joven intentó protestar inútilmente, ante el entusiasmo de su inesperada fan.

—Me encanta como dices mi nombre —suspiró la chica mirándole con expresión casi extasiada.

—Ah… ¿ah sí? —descolocado, Cloud se llevó una mano a la nuca y frotó su pelo desordenado.—Es bonito, Anir. Hm. Rima con Fenrir.

—Oooh.. ¿Fenrir es el nombre de tu moto? —pregunto Anir mordiéndose el labio inferior mientras observaba la máquina aparcada a la entrada del taller y pasaba un dedito limpio sobre el cuero del asiento.— Oh, joder. Quiero una así. Es lo puto sexy.

Cloud se rió en voz alta, un poco azorado, pero con confianza en su vehículo.

—La verdad es que sí.

—¿Me llevas a dar una vuelta? Me gusta correr. —dijo la chica sentándose a horcajadas sobre el asiento, admirando el guardabarros trasero.

Y por qué no, pensó Cloud. Al menos no les faltaría tema de conversación. Montó delante de ella y se puso las gafas de sol, mirando hacia atrás por encima de su hombro con una leve sonrisa.

—Agárrate bien, Anir.

Y aunque conducir con una chica abrazando su cintura y pegada a su espalda no era ni de lejos lo más arriesgado que había hecho sobre su moto, llevar sus piernas desnudas apretadas contra sus muslos y verlas de reojo era ciertamente un motivo de distracción más que potente.

Tendría que acordarse de lavarse bien antes de ir a comer.





'sup
« Last Edit: September 08, 2024, 03:32:55 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

@Shruikan , @Neko , porque no sabía dónde dejaros ésto, y no lo acabé el 23, pero llego a tiempo del 25 y que no sea ya demasiado tarde ;o; dice 3 meses después de haber vendido la idea Felices cumpleaños :3

Y porque OTP es One True Party fight me




Casar, follar, matar.
- CFM — Soldier version -

Zack
+
Cloud
+
Angeal
+
Sephiroth
+
Genesis
            



—Venga ya Spike, ¿de verdad pretendes que me crea que no has jugado nunca? Oops —dijo Zack mordiendo casi al vuelo la porción de pizza que había terminado por desmembrar de tanto zarandearla.

El rubio se encogió ligeramente de hombros.

—No es como si hubiera tenido con quién. Ewgh Zack, no hagas eso con el queso, es asqueroso. —Cloud arrugó la nariz juzgando con severidad a su mejor amigo, que le hacía cosas obscenas a su comida.

El moreno se rió con la boca llena y estiró el brazo en busca de una servilleta, tirando el mando de la televisión por el camino y haciendo presión accidental sobre el botón de silencio.

—Eh, bueno, qué más da, —se limpió los labios y cogió otro pedazo de pizza, sonriendo,— ¡pero ahora eres un chocobito que ha encontrado una buena familia y su hogar para siempre, y ya no te va a faltar buena compañía que cuide de tí!

La mirada de Cloud decía muchas cosas sobre aquello, y pocas buenas.

—Me tienes a mí, ¿no? —Zack ladeó la cabeza en un movimiento que junto con sus ojos brillantes le había ganado el apodo de cachorro de forma muy justificada. Y su efecto rara vez fallaba.

—Supongo, —dijo Cloud suavizando el gesto en una pequeña sonrisa cohibida.

—¿Cómo que supones? ¡Eres mi mejor amigo! —la declaración del mayor hizo que el rubio enrojeciera satisfactoriamente.

Al otro lado de la pared, en el apartamento contiguo, tres soldados de primera clase con habilidades altamente implementadas y sentidos hiper sensibles habían empezado a prestar atención a la conversación ajena.

—Aaww, mira Angeal, tu cachorrito tiene una mascota propia a la que incordiar, ¿no es adorabl- —una mano grande de dedos largos y elegantes tapó la boca del pelirrojo a mitad de subida de tono.

—Shh, Genesis baja la voz que te van a oír. —Angeal miró con el ceño fruncido a su compañero.

Éste, ofendido, lamió la mano de Sephiroth con saña y extra de saliva. El general se limitó a mirarlo con una pizca de asco en su indiferencia habitual, y procedió a su vez a limpiarse la mano denigrada en la ropa de Angeal, que intensificó un par de puntos su desaprobación.

—Es nocivo, pero tú ya estás acostumbrado a sus cosas desagradables. —Sephiroth se excusó sin que fuera realmente sentido.

—Calláos vosotros, plebeyos, que no me dejáis oír a mí, y esto me interesa. —replicó Genesis mirándolos a ambos con altivez, y empujando la puntera de su bota contra la pierna del más joven.

Sephiroth simplemente apartó el pie que presionaba su rodilla y levantó una ceja mientras ladeaba la cabeza en dirección a la pared compartida entre ambos apartamentos, contra la que el pelirrojo no perdió tiempo en apretar una oreja.

Angeal rodó los ojos, se llevó una mano a la cara, y suspiró mortificado. Pero prestó atención igualmente.

—Pero ahora piénsalo con detenimiento, ¿vale? Cé Efe Eme. Casar, follar, matar. —explicó Zack alegremente mientras robaba pequeños trozos de piña de la pizza todavía en la caja.— Con quién te casarías, a quién le echarías un polvo, y a quién le harías morder el polvo, jeje.

—¿Y tú? —Cloud le devolvió la pelota sin pestañear.

—No sé si lo haces por llevar la contraria o porque realmente eres así —murmuró el moreno a medio masticar.

En el apartamento de al lado Angeal miraba muy fijamente a un Sephiroth que se hacía el desentendido, ante la risa disimulada de Genesis.

—Es que no sabría qué decirte, ¿de todo ShinRa? ¿de las tropas de Infantería? ¿de SOLDIER? —el chico encogió un hombro— Hay demasiada gente.

—¡Y demasiados pocos que te gusten! —Zack se echó a reír después de tragar.— ¿A cuánta gente le patearías el culo si pudieras, Spike?

—Me faltan pies, —admitió Cloud con una pequeña curva en la comisura de sus labios,— por eso, empieza tú.

Zack guardó silencio durante unos momentos mientras sopesaba su respuesta, terminó de comer lo que tenía aún entre manos, y agarró una de las latas de refresco que había en la mesa de café.

—Lo mantenemos en SOLDIER entonces, —dijo. Se frotó un nudillo contra la nariz y sonrió.— Obviamente me casaría con Angeal.

Al otro lado de la pared se hizo el silencio pero no la quietud.
Los hombros de Genesis se agitaron con entusiasmo, y Sephiroth observó a su compañero con una mirada insidiosamente interesada. Sin defensa, Angeal sólo pudo levantar el dedo índice y vocalizar un tajante NO.

—Hmm, ya veo —comentó el chico rubio entre mordiscos.

—Ey, no Cloudy, sin intenciones raras, que yo sí que te veo a ti. Angeal es mi mentor. Lo conozco bien, es un tipo genial, y es totalmente material de esposo y padre. Si tuviera que elegir casarme con alguno de los tres comandantes sería él. Sé que se esforzaría por querer y cuidar a quien fuera a compartir su vida. —la vehemente defensa del carácter del comandante Hewley por su pupilo no pudo menos que sacar una sonrisa al menor.

—La verdad es que parece un hombre agradable —concedió Cloud, a lo cual Zack asintió satisfecho.

En la vivienda contigua, el mencionado soldado se tapaba la cara con una mano, intentando aguantar su risa enternecida, mientras con la otra intentaba espantar al pelirrojo que hacía gestos fervorosos de adoración hacia su persona. El general tenía una pequeña sonrisa divertida en los labios. Mamá pato y su patito, después de todo.

—Lo es, —corroboró Zack en su salón,— no estaría donde estoy si no fuera por él.

—Entonces, —el rubio robó una rodaja de pepperoni de la porción de su amigo, implacable,— a quién te… ¿hm?

—¿A quién me? —Zack sonrió con muchos dientes blancos y perfectos asomando— Dílo.

Cloud señaló su boca llena en un intento de evitar lo inevitable, pero el moreno le empujó varias veces, primero con el codo y luego con el hombro.

—¿A quién te tirarías? —preguntó por fin el menor esquivando su mirada con una sensación acalorada subiéndole por el rostro.

Zack le dio un sorbo a su refresco, subiendo y bajando las cejas con socarronería, sin saber que su amigo no era el único pendiente de su respuesta.

—A Seph. Esas tetas con tirantes, ese todo. Tú lo has visto, yo lo he visto, ¿quién no lo haría? —el chico arrancó la arandela de la lata, tras doblarla varias veces hasta ceder el aluminio. Y lo pensó mejor.— Bueno, probablemente me follaría él a mí, pero tampoco es como si fuera a quejarme; son detalles sin importancia, lo que cuenta es el polvo. Hum.

En el otro apartamento, un Sephiroth con los ojos muy abiertos y sin pestañear permanecía completamente inmóvil, respirando lo más quedamente posible sin darse cuenta, bajo el par de miradas fulminantes al que se había visto expuesto sin aviso. De repente se sentía comprometido en terreno hostil.
Finalmente Genesis palmeó su mano con delicadeza, como absolviéndolo de sus culpas.

—Angeal, —susurró el pelirrojo sin dejar de acariciar la mano del más joven de los tres como si fuera un gato huidizo,— va a haber que castrar a tu perrito si no sabes educarlo para comportarse entre gente civilizada.

—¡Gen! —el moreno se tapó la boca a sí mismo, recordando no levantar la voz.— Eres tú el que ha insistido en fisgonear.

—Y mira, ahora no sé si Sephiroth está cachondo o aterrorizado. —se defendió Genesis.

Sephiroth recuperó su mano, se recompuso con dignidad, y miró mal a su comandante.

—Ninguna de las dos cosas, muchas gracias. —replicó huraño.— Soy perfectamente consciente de la imagen que tienen otros de mí, no gracias al departamento de márketing. No habría esperado algo así de Zackary, pero tampoco es que me sorprenda.

—¿Estás rojo? —preguntó Angeal, ligeramente confundido por su actitud.

—De ninguna manera, confundes la realidad. —contestó Sephiroth inclinando la cabeza en el ángulo justo hasta que el cabello le tapó la cara.

El resoplido de Genesis dejó muy clara la inexistente credibilidad que le daba a sus palabras, pero por una vez no buscó la confrontación con él, demasiado interesado en la conversación que sucedía en el apartamento de Zack.

—No me vas a decir que no lo has pensado nunca, —se oyó decir al chico con una risita nerviosa.

Sin contestar, Cloud estudió un trozo de piña muy de cerca, con el ceño fruncido, y las mejillas calientes.

—¿No lo has pensado nunca? —preguntó Zack con incredulidad.— Pero si tienes un poster suyo en el armario.

—No te lo voy a decir. —Aclaró el rubio mordiendo la fruta con saña.

Zack dejó escapar una carcajada larga y triunfal, levantando su lata hacia el techo en señal de brindis.

—¡Lo sabía!

—¿Eso quiere decir que matarías al comandante Rhapsodos? —la deducción deliberada de Cloud cortó el festejo victorioso del chico.

—¡Eh, eh, espera un momento! —Zack miró a su amigo con un poquito de indignación, percatándose de la pequeña sonrisa astuta que se asomaba en los labios del rubio.

Aunque no tanta indignación como la que blandía el mencionado comandante al otro lado de la pared. Ésta vez fue Sephiroth quien lo agarró por los hombros para mantenerlo en su sitio, y Angeal quien se lanzó raudo y veloz a taparle la boca. De haber sido al revés el general no tenía dudas de que habría perdido un par de dedos como mínimo. Al menos no le había dado tiempo a invocar un hechizo de fuego. Esta vez.

—¡No es eso lo que quería decir! —la protesta de Zack a través del tabique puso en pausa momentánea el drama, haciendo que los tres hombres se relajasen ligeramente.

—Ah, ¿mno? —Cloud le miró con duda mientras mordía dos pedazos de pizza de forma intermitente, primero el de pepperoni y luego el de piña. No le había convencido mucho la teoría del estilo tropical de Gongaga en un principio, pero se había dejado seducir por la fruta rápidamente.

—A ver, Genesis no es mala persona. Es un muy buen líder para tener al mando, se preocupa por sus hombres; es buen estratega y tiene muy buena intuición en combate. —El rubio le observaba asintiendo a la par que masticaba su comida con calma.

En la vivienda adyacente Angeal suspiró e intercambió una mirada en blanco con Sephiroth, consiguiendo que el nuevamente apaciguado Genesis volviera a su sitio refunfuñando pero sin violencia.

—Pero me odia. —la frase de Zack, a medio camino entre confesión y sentencia, hizo estragos en las dependencias de su mentor.

—No me mires así Angeal, yo nunca he dicho que le odie. —se excusó el pelirrojo con las cejas arrugadas.

—La semana pasada le amenazaste tres veces de muerte o desfiguración. —Sephiroth se llevó una patada como pago por su servicial contribución a la verdad de los hechos, a lo que con mucha madurez respondió con otra patada de vuelta.

—¡No es lo mismo! —Protestó Genesis.— Amenazo a mucha gente a diario, eso no es equivalente a odiarlos, ¿si no cómo es que Sephiroth sigue vivo?

—Porque soy mejor combatiente que tú. —se desquitó el aludido.

Angeal se frotó las manos por la cara, negando con la cabeza, y los golpeó a ambos al mismo tiempo y repetidas veces más con un par de cojines del sofá, ahogando sus acusaciones entre ruidos sordos y acolchados mullidos.

—Y como me odia, —siguió diciendo Zack con la voz más alegre y sin muchos complejos,— he decidido que sea de vuelta. Así no hay problemas. Además él seguro que me habría quitado del medio nada más empezar el juego, la semana pasada me amenazó con matarme dos veces, y otra con un piro++ al jeto, tú dirás.

—Entiendo. —comentó Cloud con la boca llena y el ceño fruncido, pensativo.

Zack aprovechó para agarrar un par de porciones más que apartó hacia su lado y dar un trago largo a su refresco.

—Y bien, mi pequeño chocobo, —dijo el moreno lamiendo el queso fundido hasta que dejó de estirarse y se separó de la masa horneada,— es tu turno, elige con sabiduría.

Cloud se limpió los labios y la barbilla con una servilleta, estudiando sus opciones con detenimiento.

—Hmm, supongo, —comenzó,— supongo que me casaría con el comandante Hewley.

—¿Con Angeal? —Zack se echó a reir, frotando el pelo rebelde de su amigo con un poco más de fuerza de la necesaria.

¡Zaaack! —se quejó Cloud intentando escapar sin éxito, y murmuró algo cohibido,— si tu dices que lo harías, me fío de ti.

—Oh, Spike… —ignorando su sonrojo deslumbrante, el moreno le rodeó los hombros con el brazo libre y lo atrajo hacia su cuerpo, apretándolo unos momentos antes de dejarlo ir.— Está bien si eres tú. Te comparto a Angeal si quieres.

—Gracias. —contestó Cloud rodando los ojos pero sólo con un poco de ironía. Pensar que Zack sería capaz de compartir con él las cosas más importantes de su vida resultaba un poquito abrumador.

En el apartamento vecino casi podría decirse que había sentimientos flotando. Ya habían pasado por esa decisión antes, y no por ser el otro muchacho les parecía menos correcta. ¿Quién no estaría de acuerdo en que Angeal era un buen partido matrimonial? Podía ser tacaño y refunfuñón, daba sermones interminables y no apreciaba la lírica lo suficiente; pero el hombre tenía un corazón de oro que no se encontraba en mucha gente. Genesis apoyó la cabeza en el hombro de Angeal, satisfecho de que apreciasen a su más viejo amigo como era debido.
Y entonces la voz de Zack volvió a romper la calma.

—Ahora viene lo interesante, jejeje. ¿A quién te follarías Cloudy?

El rubio dejó escapar un ruido agónico y atormentado que hizo que los tres hombres prestasen toda su atención completa a lo que ocurría más allá del muro.

—¿Qué? Repíteme eso, que sólo te han entendido criaturas nocturnas pequeñitas, —dijo Zack atragantándose con la comida por culpa de la risa.

Cloud, que se había caído de lado sobre un costado cara al suelo, se giró muy despacio y murmuró algo tapándose la cara con las manos. Ante el sonido interrogante del moreno, se quitó las manos del rostro y lo miró mal, frunciendo el ceño y arrugando los labios hacia afuera. Finalmente se incorporó.

—Rhapsodos. —dijo únicamente.

¿Rhapsodos? ¡¿Te follarías a Genesis?! —exclamó Zack en voz bastante alta y quedándose con la boca abierta.

Del mismo modo que quedaron sus vecinos. El pelirrojo levantó la cabeza de repente con sorpresa, golpeándose con la barbilla de Angeal cuando éste se giró a mirarle, y ambos hicieron mueca de dolor apretando sus respectivas partes magulladas.

—¡Zack! —se oyó recriminar a Cloud con aprensión.

A pesar del golpe Genesis hacía gestos victoriosos, señalando a Sephiroth, quien observaba la escena perplejo. El que en su expresión no hubiera rastro de disconformidad con la elección del chico sirvió en gran medida para apaciguar el orgullo herido del comandante. Parpadeando un par de veces, posando su mirada de uno a otro, Sephiroth decidió que le daba igual. Agradecía el hecho de que hubiera alguien más a parte de sus dos amigos que no lo considerase simplemente un cuerpo atractivo sobre el que fantasear. Aunque el comentario previo de Zack le había picado la curiosidad, y era consicente de su físico deseable, el general no tenía ningún afán en establecerse como icono sexual masculino. Ni en ShinRa ni en ninguna otra parte. Más bien lo contrario.

—Es que… —la voz tenue de Cloud llegó desde su lado de la pared— Es guapo.

—Y se come a los novatos para desayunar. —bromeó Zack.

—He coincidido antes con él, y es cierto lo que has dicho de que se preocupa por sus tropas, ¡hasta castea hechizos de cura si hay heridos! Y además… —Cloud miró los restos de su cena sobre la mesa muy fijamente.

—¿Ajá?

—Que… tiene una voz muy… agradable. Cuando recita. —Era más fácil robar un caramelo de las manos pegajosas de un niño enrabietado que sacarle palabras a Cloud cuando se ponía tímido y obstinado.

Pero mientras el chico cruzaba los brazos en un gesto defensivo, Genesis estaba siendo arrebatado en éxtasis por la justicia divina en el salón de Angeal.

—¿Habéis oído eso? —susurró el pelirrojo embelesado, con la mano derecha apretando sobre su corazón— Un muchacho que aprecia la poesía, que disfruta escuchándome recitar, no como vosotros herejes. ¡Ah, qué encanto! Infinito en misterio es el don de la Diosa…

Angeal y Sephiroth volvieron a mirarse entre ellos con gesto ligeramente exasperado y rodados de ojos. Encogiéndose de hombros, el moreno palmeó la cabeza de Genesis, quien entre el logro de la victoria frente a su némesis y el dulce reconocimiento de sus habilidades había olvidado por completo su animosidad anterior.

—Ooh... —Al otro lado del tabique Zack se frotaba las manos, y no sólo metafóricamente hablando.— Espera a que se lo cuente a Gen-ouch!

—Zack. —dijo Cloud con voz gélida y cargada de acero.— Si sabes lo que te conviene, no vas a contárselo. Nunca. ¿Queda claro?

—Joder Spike. Vale, queda claro como el cristal. —el moreno no se amedrentó, pero se puso serio.— Era sólo una broma.

Cloud pareció desinflarse poco a poco hasta apoyar el codo en la mesa de café, y la cabeza en la mano.

—Lo… lo siento. Sé que tú no me la jugarías así, pero… es que… —Zack le cortó la disculpa manoteando con un movimiento dismisivo, quitándole hierro al asunto.

Sabía por qué había reaccionado así. Y aunque no pensaba asustar al menor con la falsa idea de que esparciría sus secretos por el mundo, eso no quería decir que no fuese a intentar cruzar su camino con el comandante pelirrojo más a menudo. Cloud tenía derecho a tener cosas de las que disfrutar y que le hicieran comportarse como el chiquillo adorable que podía ser a veces, y él se encargaría de que así fuera.
Además como amigo que era, Zack se reservaba el derecho a incordiarle y tomarle el pelo con su pequeño capricho.

—¿Y entonces matarías a…? —preguntó, reconduciendo la conversación de vuelta a su cauce.

—Hm, —con el ceño fruncido y los ojos entornados, Cloud se llevó primero una mano a la barbilla, y después se rascó la cabeza, alborotando sus mechones rubios ya de por sí desordenados.— La verdad es que hay mucha gente que mataría. O dejaría incapacitada de alguna forma.

Zack resopló y asintió con comprensión divertida.

—Pero… supongo. Tal vez. No sé.

—¿Sí?

—A.. ¿Sephiroth?

—¡¿QUÉ?! ¿Por qué? ¡Cloudy! —Y de nuevo fue Zack el portavoz de la expresión popular en la habitación contigua.

Los tres hombres cesaron todo su movimiento, Angeal y Genesis girándose a observar a Sephiroth con estupefacción.

—¿Le has hecho algo al chaval? —preguntó Angeal con suavidad,—¿le has regañado alguna vez?

Sephiroth negó con la cabeza, sabiendo que nunca se había dado el caso en que hubiera tenido que amonestar a Strife, por acción u omisión. Genesis lo miraba terriblemente desconcertado, casi podría decirse que compungido en su nombre.

—Seph… —el general sin embargo se encogió de hombros.

Era un simple juego, y quedaba claro que ellos tres habían sido elegidos como objeto de discusión; no iba a ofenderse por su posición resultante de un mero sorteo de gustos cuando no había malicia tras ello. Además parecía que Zack ya estaba ofendiéndose por él.

—Pero, pero… ¡pero Cloud! —el muchacho agarró a su amigo del hombro para mirarlo cara a cara, repitiendo palabras que ya había dicho antes.— ¡Tienes un poster suyo en el armario!

—¿Y qué? —contestó el rubio a la defensiva y sonrojándose.

—Pues que… ¿por qué? —sin saberlo Zack parafraseó a su mentor con seriedad.—¿Te ha hecho algo? ¿Te ha reñido alguna vez? A mí me ha echado montones de broncas, pero Sephiroth siempre lo hace en privado en su oficina, nunca avergüenza a un soldado en público.

—¡No es eso! —Cloud no sabía cómo explicarse sin hacer el ridículo.— Es que… una cosas es tener un poster de alguien a quien admiras, y otra es… verlo de cerca.

—¿Verlo de cerca? ¿A qué te refieres?

—Es que mira muy fijamente, y… su mirada me pone nervioso.

—¿Sus ojos?

—No no, sus ojos son muy bonitos. —Cloud se sonrojó un poco más.— Es su expresión. Me… me da como... escalofríos.

En el apartamento de al lado, dos de los tres hombres se miraron entre ellos empezando a comprender algo que el tercero aún no había procesado.

—Cloud, —empezó Zack intentando ser delicado con su amigo y no reirse,— ¿me estás diciendo que Sephiroth, te da miedo?

—¡No!

—¿No?

—...si. —acabó por admitir el rubio, torciendo las comisuras de sus labios hacia abajo en un mohín avergonzado de fastidio.

—Eres… —a Zack se le terminó por escapar la risa, y abrazó a Cloud, frotándole el pelo y obligándole a recostar la cabeza contra su hombro.— Eres jodidamente adorable.

—No lo soy. —la voz del menor sonó reacia y amortiguada contra la camiseta de Zack, quien le dio un beso ruidoso en la cabeza que resonó con un audible “smuackh”.

—Lo más adorable del mundo, cállate.

—No me dirás lo mismo cuando vuelva a patearte el culo, pollo lentorro. —desde su prisión de comodidad, los ojos entrecerrados de Cloud miraban a Zack  con una expresión retadora.

—Oh no, ¡todavía me debes la revancha a Chocobo Racers! El juego está en la estantería, yo enciendo la consola, —el moreno soltó a su amigo y se levantó a conectar el equipo de videojuegos al televisor, devolviéndole el volumen al aparato,— Vas a ver lo que es bueno chaval.

—¡Me pido el verde! —se apresuró a demandar Cloud.

—¡Eh, no fastidies Spike! ¡El verde es el más rápido! Siempre haces lo mismo.

Más allá del muro de ladrillo, los tres soldados que tan atentamente habían seguido la conversación ajena se vieron privados de su entretenimiento cuando los dos chicos dieron por finalizada su cena y aquella charla para empezar una ronda de juegos.
Angeal miró primero a Genesis, que había pasado nuevamente de la ofensa a la risa y hacía lo posible por disimularlo, y luego a Sephiroth, que aún parecía estar sopesando las revelaciones de esa noche. Finalmente, Angeal suspiró, rascándose la nuca.

—Vaya, —comentó reposando los pies sobre la mesa baja.— Eso ha sido…

—No puedes quejarte Ang’, —dijo Genesis pasando los brazos por el respaldo del sofá con una risita,— parece que eres el soltero de oro de ShinRa. Todos quieren que hagas de ellos hombres honestos.

—¿No son honestos ya? —preguntó Sephiroth saliendo de su ensimismamiento y apoyándose en un brazo de su butaca, mirando a los otros dos.

—Ah, no le hagas caso a Gen, claro que son muchachos honestos; es sólo una frase hecha, una forma de hablar. —desestimó Angeal con los pómulos ligeramente rosados.

—Querido amigo, —Genesis le puso una mano en el hombro, que fue bajando lentamente por su clavícula hasta su pecho, donde palmeó suavemente sus músculos,— en tu caso tan honorable, es más apropiado todavía.

—Hm, —aquello pareció satisfacer la duda del general.— Mientras Strife no tenga realmente nada en mi contra, todo bien. Sería un lástima tener que licenciarlo por conducta inapropiada antes de que alcanzase todo su potencial, el amigo de Zackary es un muchacho prometedor, tiene mucha voluntad.

—Sephiroth, —comenzó Angeal con una pequeña sonrisa y una mirada de reojo al pelirrojo.

—Seph, —se sumó Genesis habiendo captado lo que el otro quería decir.— si el chico dice que le das miedo es porque le intimidas. Y si le intimidas, pero se ha fijado en lo bonitos que son tus ojos… ¿Me vas a hacer deletreártelo?

—...oh. —el más joven de los tres se llevó un nudillo a los labios, y dejó que el cabello le ocultase la cara a la vista de los otros.

Genesis acabó estallando en carcajadas, dejándose caer sobre el regazo de Angeal y empujando varias veces las piernas de Sephiroth con sus pies.

—¡Por el amor de la Diosa, seréis los hombres más atractivos del Planeta pero sois densos sin remedio! Amigos míos, los hados son crueles… ¡Ah!

La ráfaga de cojines que llovió sobre él por ambos flancos indefensos fue suficiente para cortar sus palabras, pero no sus risas.



4k25 palabras. El mismo número de veces que me ha sonado One Winged Angel en la última semana. Ahora sí que tengo el cerebro exprimido de verdad. Si muero antes de acabar el cosplay, quemadlo sobre mi tumba, el cabrón se lo merece.
« Last Edit: September 08, 2024, 03:35:28 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Out of line
- 1. lehenengo kapitulua -
Sephiroth
x
Airin
+
Angeal
      



El colchón se hundió ligeramente bajo el peso del hombre y las mantas se movieron cuando éste se tapó y dio un par de vueltas hasta acomodarse en la cama. Su mujer parecía realmente dormida, pero no habría sido la primera vez que simplemente lo aparentaba.
Suspiró, rodeando su cintura con un brazo para atraerla contra su cuerpo, y dejó un beso suave sobre la piel desnuda de su hombro.

—¿Sigues enfadada? —preguntó con cautela.
 
—¿Hmm? —La joven estaba al borde del sueño profundo, pero la voz de Sephiroth la trajo de vuelta.

—Me has quitado de tu lista de amigos en facebook. —Aquellas palabras terminaron de espabilarla.

—Sólo he solucionado el problema, cielo. —Y aunque su marido no podía ver su cara, Airin rodó los ojos haciendo un gesto de hartazgo.— Ahora ya no tienes que avergonzarte por mis publicaciones; si no somos amigos no puedes verlas.

Dejó un par de palmaditas a medio camino entre aburridas y compasivas sobre la mano que pretendía colarse bajo su pijama y volvió a abrazarse a su almohada, cerrando los ojos otra vez.

—Ahora ya no puedo ver las fotos de nuestra boda. —Sephiroth nunca lo admitiría, pero por su voz era obvio que ahora estaba de morros.

—Hmhmm, las tienes en las estanterías del salón. —el resoplido enfurruñado que rozó su nuca le indicó lo cerca que estaba el hombre de hacer pucheros en la oscuridad.





Angeal gruñó con satisfacción al hacer crujir su espalda tras dejarse caer sin delicadeza sobre el sofá de la oficina de su “sólo técnicamente sobre el papel” jefe, en realidad socio mayoritario. Los vuelos de muchas horas empezaban a ser enemigos tan temidos como las reuniones del departamento de contabilidad.   
La sorpresa se la había llevado al volver de su viaje de negocios y encontrarse con el ambiente tenso que se respiraba en el edificio central de la empresa, sin que nadie supiera darle respuesta a qué había pasado. Al parecer no había ocurrido nada fuera de lo habitual; la máquina de café de la quinta planta se había vuelto a estropear, las luces de uno de los ascensores parpadeaban de manera irregular y cargante, y de alguna forma su ahijado había conseguido prender fuego a la fotocopiadora de la sala de becarios.

—¿Y bien? —preguntó por fin.

Sephiroth le observó por encima de sus gafas de lectura, bajando ligeramente los papeles que había estado revisando. Su expresión contrariada le delató.

—Ahora ya estoy aquí, ¿no piensas contarme qué esta pasando? —Insistió Angeal sabiendo que tenía a su presa arrinconada.

—No está pasando nada. —luego pareció pensarlo mejor y concedió,— Salvo Zack. Tu sobrino es una amenaza.

Angeal sonrió con benevolencia pensando que sí, el muchacho se las apañaba para esparcir el caos involuntariamente, de unas formas que no serían creíbles si hubieran estado planeadas. Pero era un adolescente y tenía demasiada energía que gastar en ideas descabelladas. Era lo que los chavales hacían.

—Sobrino honorario, pero bueno, eso no es nada que no supieras antes de darle el trabajo. Me refiero a qué está pasando contigo. —Supo que había dado en el clavo cuando Sephiroth torció los labios en un gesto de molestia.

—Es una tontería —intentó esquivar el hombre sin éxito.

—Ajá.

—...Airin me ha quitado de su lista de amigos en facebook. —confesó Sephiroth en voz queda.

—¿Qué has hecho? —las cejas de Angeal se perdieron allá por la estratosfera.

Su jefe lo miró enfadado. Aunque si se fijaba bien, más que enfadado, lo que parecía estar era enfurruñado. Como si supiera que estaba recibiendo las consecuencias de haber cometido un error pero no quisiera admitirlo. Pero Angeal había hablado con la mujer de su amigo esa mañana, y nada indicaba que hubieran tenido una riña, ella no parecía de mal humor en absoluto.

—No he hecho nada, —respondió Sephiroth irritado.

—Seph, no mientas, es indigno de tí y lo sabes. ¿Qué has hecho? —repitió Angeal poniéndose serio.

—Es posible que… haya cometido un error. —murmuró el otro hombre a regañadientes.

—Un error.

—Un error de cálculo, —especificó Sephiroth reorganizando sus informes a un lado de la mesa, quitándose después las gafas de leer.

—¿Has dicho algo que no deberías y ahora que el resultado no te gusta estás arrepentido? —Angeal palmeó el asiento libre a su lado indicando a su amigo que se sentase junto a él.

El grado de precisión con el que había analizado la situación resultaba increíblemente exacto, y la mirada alarmada de Sephiroth así se lo hizo saber.

—He hablado con tu mujer esta mañana, pero no me ha dicho nada de que hubierais discutido.

—No discutimos.

—De hecho, —prosiguió Angeal haciéndole sitio en el sofá y señalando una bolsa de papel reciclado que había dejado en la mesa de café— me ha pedido que te trajera chocolatinas si ibas a estar mucho rato aquí encerrado.

El rostro de su amigo dejó entrever una curiosa expresión mezcla de agradecimiento, indignación y tristeza. El moreno resopló con resignación y le pasó uno de los dulces, que Sephiroth desenvolvió con cuidado y mordió en silencio.

—No sé que le dijiste, pero parece que te ha perdonado.

Sephiroth asintió.

—Me ha dado un beso antes de irme.

—¿Me vas a contar qué demonios le dijiste? —ante la tozudez de su socio Angeal se frotó el cuello con una mano.— Seph, eres uno de mis mejores amigos, sabes cuánto te aprecio, pero puedes ser igual de bocazas que mi marido, y conoces a Genesis, y sabes que eso es mucho. Si ya te ha perdonado, es que no has hecho un daño irreparable. Así que cuéntamelo de una santa vez, o no podré ayudarte a sacar la pata de donde la metiste.

El otro hombre dobló con precisión el envoltorio de la chocolatina varias veces mientras buscaba las palabras adecuadas para expresarse.

—Que debería medir mejor sus palabras y no compartir publicaciones inapropiadas. —el resoplido incrédulo de su amigo le hizo levantar la vista del plástico de colores.

—Seph.

—¿Sí?

—Yo, que te conozco desde que eras un mocoso arrogante que no me llegaba al hombro, te habría mandado a casa con un ojo morado.

—Ya lo has hecho antes. —Sephiroth observó el ceño fruncido de Angeal, y su leve expresión de ofensa por terceros.

—No sé cómo hiciste para casarte con ella, si sigues siendo semejante inepto social. Pensaba que a estas alturas estabas curado. —el moreno se llevó una mano a los ojos.

Fue el turno de poner mala cara de Sephiroth.

—No me mires así, —comentó Angeal dejándose engullir por el sofá y echando la cabeza hacia atrás,— eres tú el que va a tener que arrastrarse y disculparse con muchas palabras.

—No pensé que se lo fuera a tomar tan a la tremenda. —musitó el más joven contrito. El moreno rodó los ojos.

—Eso demuestra lo poco que entiendes a la gente. No recuerdo que tu hayas tolerado algo así nunca.

—Ah.

Sephiroth empezaba a ver el dónde de su error, y el por qué de la reacción de su mujer. Y era cierto que él nunca habría consentido un trato así por parte de otros; si no permitía a nadie decirle lo que podía o no hacer en su vida privada, con mucho menos motivo podía esperar imponer su criterio y voluntad de esa forma sobre su igual.
No había tenido en cuenta que a veces Airin podía ser tan visceral y drástica como él mismo.

—Voy a tener que suplicar, —dijo lleno de descontento.

—Y disculparte, sobre todo disculparte. Y puede que unas cuantas flores tampoco estén de más. —Angeal se encogió de hombros.— Puedo darte el número de un par de tiendas, si sabes cuáles le gustan.

Sephiroth le miró ofendido.

—Por supuesto que sé qué flores le gustan. Todas las malas hierbas.

Seph.

—Disculparme. Lo sé.

A veces Angeal se preguntaba por qué se sentía como un padre soltero, estando casado. Otras veces miraba a su marido y a su mejor amigo y lo tenía cristalinamente claro.





'sup
« Last Edit: September 29, 2023, 01:16:37 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

1525 w. Parte de tu regalo de cumpleaños... mañana más! Ahora a seguir muriendo, GAUPASA XTREME!



Going down with the sickness
- la enfermedadddd -
Anir
x
Angeal
+
Prompto
+
Cloud
         



«Estoy enfermo», pensó Angeal. Ladeó la cabeza para obtener mejor perspectiva y apreciar a pleno detalle la forma en que se marcaban las líneas de aquellos muslos suavemente musculados a la vista bajo los shorts vaqueros. «Muy, muy enfermo».

—¿Es éste, señor Hewley? —la chica levantó sin muchos esfuerzos un paquete embalado más bien tirando a grande del rincón del almacén y se giró hacia él.

—Ah, llámame Angeal, no soy tan viejo todavía como para ser un señor, —dijo llevándose una mano a la nuca con una sonrisa azorada. Mientras tanto algo gritaba «¡asaltacunas!» en su interior. Vergüenza. Deshonra.

—Oh, de acuerdo, Angeal; pero no creo que seas viejo hasta dentro de mucho tiempo, aunque seas todo un señor digno y respetable, hmm. —la risa coqueta de la chica y la forma en que se le entrecerraban los ojos cuanto más amplia era su sonrisa hicieron que el calor le subiera por el cuello.— Fírmame aquí.

El hombre agarró el bolígrafo que le ofrecía, y mientras escribía su nombre intentó no pensar en que se lo había desenganchado del escote de la blusa del uniforme.

—¡Listo! Ya puede irse a casa contigo. —dijo ella recogiendo el recibo de entrega.

«Ojalá pudiera llevarte a tí también...», Angeal tragó saliva.

—Hasta otro día entonces, Anya. —se despidió con la voz ligeramente ronca y la cabeza llena de ruido, cargando su caja precintada a un solo brazo.

La chica le saludó moviendo los dedos de una mano y apartándose el pelo del cuello con la otra.

La campanita de la puerta de la paquetería tintineó con un sonido alegre y metálico, y Anir se dejó caer sobre el mostrador con un gemido atormentado. Prompto asomó la cabeza desde la pequeña oficina con una mirada astuta.

—Estás fatal de lo tuyo Anir.

—¿Pero tú lo has visto? ¿Pero tú lo has oído? ¡Ojalá fuera yo un paquete para que me llevase a su casa con él!

—¿Y te desembalase? —preguntó el rubio riendo.

—¡Sí! ¡Aargh!

—Estás un poquito enferma.

—Lo que estoy es hambrienta, sedienta y necesitada. —dijo la chica con el ceño fruncido y cara de indignación.— Y aburrida de que sólo me entren niños de secundaria cuando yo lo que busco es un hombre hecho y derecho.

—¿Y que se llame Angeal Hewley, le gusten las plantas y hacer galletas? —Prompto cogió un caramelo de la cestilla del mostrador y lo sacó de su envoltorio estirando con los dientes.— Digo, así, sin más.

—Te ríes Argentum, te ríes. —para desgracia de Anir el dedo amenazante ya no surtía efecto con él.

—Nah, sólo un poquito. —el chico le frotó la cabeza revolviéndole el pelo con cariño.— Es verdad que está que se cae de bueno.

—¡Proooom! —Anir le abrazó fingiendo un lloriqueo.

—Ya veo cómo trabajáis. —la voz suave pero sólida de su jefe casi los hizo saltar por los aires del susto.— Nada de confraternizar en horas de oficina ¿eh?

—¡Cloud!





—Ni siquiera tendrías que cambiarte la inicial del apellido.

—¿Huh?

Anir cesó por unos segundos de apretar el gatillo de la pistola de pegar etiquetas con toda la saña que podía acumular un trabajador del turno de tarde, y se giró a mirar cómo su compañero daba lentas vueltas en su silla de oficina con la cabeza echada hacia atrás, mientras mordisqueaba un lápiz con actitud indolente y perezosa.

—¿Te ha dado mucho el sol hoy, Prompto?

El chico plantó el pie en el suelo deteniendo el movimiento de la silla y volteó la cabeza en su dirección, observando a Anir con un ceño fruncido y una mirada intensa que juzgaba con severidad todas las elecciones de su vida pasada presente y futura en tan sólo dos lacónicos parpadeos. Señaló hacia la ventana donde se veía la lluvia que había estado cayendo de forma incesante durante todo el día, y que seguía golpeando sin tregua contra el cristal.

—Tía. —alargó la í alrededor del lápiz entre sus dientes, hasta que finalmente lo cogió y empezó a rodar entre sus dedos.— Me refiero a Angeal.

—¿Eh? ¡Mierda de pistola, que no tira! —la chica agitó la máquina como si fuera un bicho pegado a su mano, y algo encajó de nuevo en su sitio con un chasquido agudo.— ¿Qué pasa con mi futuro marido?

Prompto rompió a reír dejándose caer hacia adelante, pero sus carcajadas se convirtieron en gemidos de dolor cuando su frente hizo contacto accidental con el borde de la mesa.

—¡Ouch, ouch, joder, ouwch! —el retroceso del impacto hizo que el chico se dejase caer con violencia contra el respaldo y perdiese el equilibrio, haciéndolo de caer hacia atrás.

La mano enguantada de su jefe sujetando la silla frenó en seco su terrible trayectoria en dirección al suelo.

—¡Cloud!

El hombre dejó escapar un suspiro casi inaudible y devolvió el asiento con su ocupante a su posición segura habitual, acercó un taburete donde se sentó y se quitó los guantes y la cazadora mojada.

—Déjame ver eso. —dijo con gesto serio.

Anir contuvo una exclamación de sorpresa al ver la linea agresivamente roja que se marcaba en una ligera línea diagonal a ras del nacimiento del cabello en la frente de su compañero.

—¿Traigo el botiquín? —preguntó preocupada.

Cloud asintió sin mirarla.

—Y hielo. O una lata de cerveza de la nevera, si está muy fría. —sus dedos palparon con cuidado alrededor del golpe, y frunció el ceño.— ¿Tienes algún tipo de alergia médica?

—N-no, que yo sepa. —Prompto se sorbió los mocos en un intento poco efectivo de contener las lágrimas que querían escapar.

—Pues tómate algún antiinflamatorio, y siéntate un rato en el sofá ahí quieto. Luego te llevo a casa.

—¡Pero hoy me toca cerrar a mí! —protestó el chico.

Cloud lo observó con intensidad, y Prompto acabó por agachar las orejas metafóricas. Su jefe no era muchos años mayor que él, ni tenia la decencia de aparentarlo, y desde luego no era ni más alto ni más corpulento. Bueno, no mucho, aunque le había visto realizar esfuerzos de los que no hubiera creído capaz a gente más grande. Pero tenía una especie de aire de autoridad tranquila, como quien se ha visto obligado por las circunstancias a llevar el peso del mundo sobre sus hombros y ha salido victorioso.

—Con el ostiazo que te has dado no estás en condiciones Prompto. —Tampoco nadie habría acusado nunca a Cloud de no hablar claro.— Por un día que cierre Anir no pasa nada.

La mencionada le tendió una pastilla blanca, un botellín de agua, y una lata de cerveza casi congelada para que se pusiera sobre el golpe.

—Largáos los dos enseguida y así me puedo ir a casa pronto, antes de que se inunde el universo y me tenga que mojar las zapatillas. —dijo apretando los labios hacia afuera.

Cloud asintió en silencio y esbozó una sonrisa fugaz. Por un día… eh.

Cuando hubo puesto orden en sus archivos y recogido sus cosas y las de Prompto lo ayudó a levantarse y a ponerse la chaqueta.

—Hay un paquete que falta por entregar, pero puede esperar a que lo recojan mañana, nadie en su sano juicio va a querer salir con este tiempo. No te ahogues de vuelta a casa, ¿me oyes?

Anir desestimó su voz cargada de humor con un gesto desdeñoso.

—¡Los Highwind estamos hechos a prueba de agua, Strife! —como despedida, hasta la campanita de la puerta sonó con un ruido casi húmedo. Ugh, qué diluvio.

La chica se acercó a mirar el paquete desertor de última hora que iba a dormir bajo la mesa, y leyó el nombre de la etiqueta distraídamente. Y lo volvió a leer de nuevo, esta vez reparando en el significado de aquellas letras, en que conocía al destinatario, y en que su dirección estaba escrita bajo el número de apartado de correos de la paquetería.

Angeal Hewley.

Anir se llevó ambas manos a la cara y dejó escapar quejido agudo y lastimero.

—Maldita sea mi estampa, con la que está cayendo… —entreabrió los dedos para mirar sucesivamente del paquete hacia la calle, y de nuevo hacia la caja de embalaje marrón que parecía burlarse de ella.

Se levantó, recogió su mesa, guardó sus cosas en la mochila, se puso el chubasquero y la gorra, y cogió las llaves dispuesta a irse a su casa con la cabeza alta y la dignidad mojada pero por lo demás intacta.
Abrió la puerta y apagó las luces, comprobando de reojo que su moto seguía aparcada donde la había dejado. Con el porta-equipajes cerrado.
Volvió a mirar la caja, que reposaba inocente como si la tragedia no fuera con ella.

—Todo mi odio, —escupió Anir.— A la mierda.



Con el paquete bien guardado y a salvo en su pequeño maletero, la dirección mejor memorizada que su menú favorito del burger, la lluvia cayendo contra sus ojos y las ruedas de la moto partiendo el agua como si fueran olas a sus costados, más le valía al hombre estar en su casa cuando Anir llegase.
O ni siquiera su maravilloso físico lo salvaría de la ira infinita que conllevaba esperar semáforos calándose hasta las bragas.





« Last Edit: September 08, 2024, 03:37:32 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
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Airin

Out of line
- 2. bigarren pausoa -
Airin
+
Cloud
+
Genesis
      


—Eso no es lila, Cloud

—¿Ah, no?

—Es lavanda.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó el chico después de unos cuantos segundos de silencio cargado de juicio desfavorable.

—Porque son flores completamente diferentes. Y además porque tienes las muestras de colores ahí delante y son distintas.

—Ah.

El muchacho acercó la silla sobre la que daba medias vueltas de un lado a otro con desgana hasta el borde de la mesa, apoyó los codos sobre la madera y observó con el ceño fruncido las cartas de colores con sus códigos y nombres correspondientes. Efectivamente, en el recuadro un poco más claro y rosado se podía leer claramente ‘LILA – AC80BE’ mientras que en el que había señalado antes ponía ‘LAVANDA – 7966A8’.

—Bueno, pues me sigue gustando más éste, como sea que se llame.

Airin mordisqueó el lápiz una última vez y con una mirada divertida le pasó el par de hojas sobre el que llevaba un rato haciendo números.

—A ver pequeñajo, échame un ojo a esto, que tú estás aquí para sufrir mi explotación laboral.

—Soy más alto que tú. —pero Cloud se encogió de hombros y empezó a repasar las líneas de materiales y costes con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Hmm, atesora ese conocimiento, que no puedes decirlo muy a menudo. A ver, ¿qué te pido? ¿Has comido algo? —preguntó la joven mientras encargaba almuerzo a domicilio desde el móvil.— Si tu madre se entera de que vienes la mitad de los días sin desayunar, te mata a tí por tonto, me mata a mí por consentirlo, Seph la mata a ella por matarme a mí, Angeal se ve obligado por su honor a entregarlo a la policía y Genesis se queda con la empresa; y eso si que no puedo consentirlo.

—Me da un poco de igual, comida es comida… Err, aquí hay algo que no cuadra.— dijo Cloud subrayando un par de líneas con el lápiz mordido y mostrándole los papeles de vuelta.— ¿Ves? Extra de tapicerías, cambios de iluminación. Estas cosas no estaban en el presupuesto original.

Airin dejó el móvil sobre la mesa, y mirando fijamente los números que parecían querer reírse de ella, se retiró el pelo de la cara e inspiró con profundidad.

—Cambia el plan, que soy yo la que va a cometer el primer crímen. ¡GENESIS RHAPSODOS, HIJO DE MAL DORAMA, SAL DE TU ANTRO DE TERCIOPELO Y VEN AQUÍ AHORA MISMO!

Cloud se echó un poquito hacia atrás, apartándose de la mesa pero sin mover la silla, cambiando la mirada de la pelirroja a la puerta de la oficina y de vuelta a la joven. ¿Por qué todas las mujeres de su familia tenían el mismo temperamento?

El ruido de pasos delató al intruso antes de que la puerta se abriera de par en par con un golpe dramático.

—¿Cómo osas, bruja? Que sepas que tengo un gusto filmográfico exquisito, y mi despacho es un oásis hedonista en esta ordinariez de catálogo corporativo salido de Mi Primer Negocio Con Encanto, un himno a la decadencia de los sentidos…!

—¡La decadencia está prohibida! —cortó Airin dando un golpe sobre la mesa con el puño cerrado y lanzándole un pañuelo de papel arrugado que hizo blanco en la cara del hombre.

—¡Ah, joder qué asco! —Genesis manoteó y se sacudió la americana con disgusto.

—¿Qué te dije de volver a cambiarme los presupuestos después de aprobados? —la joven se levantó y en vez de cruzar los brazos sobre el pecho, se llevó las manos a los lados de la cintura, caminando lentamente hacia su socio.

—Erhm...

Cloud observó el duelo inminente de pelirrojos de hito en hito, sabiendo que Genesis acababa de reconocer su error demasiado tarde para ser compatible con la vida, y cogió el móvil de su prima para acabar de encargar su pedido de comida. Era un adolescente aún en edad de crecimiento, le daba hambre cuando se mascaba la tragedia. Si había  espectáculo de combate a muerte gratuíto quería verlo comiendo como quien iba al cine con palomitas.

—Mira, Genesis.

—Pero la estética… —intentó sin mucha esperanza.

MIRA. —el dedo que se clavó en la pechera de su camisa con saña le hizo recalibrar su estrategia  sobre la marcha y decidió que una retirada a tiempo era una victoria para salir con vida y luchar otro día.

—Eres una mujer maravillosa y te adoro. Un auténtico regalo de la diosa. —Genesis atrapó la mano de su socia entre las suyas y con su mejor cara de corazón roto apeló con voz afligida.— Por favor no me mates, Angeal lloraría.

—Eres lo peor. —Airin lo miró con cara de hartazgo.

—Rectificar es de sabios mi vida. Lo siento mucho, no volverá a suceder.

—Y además mientes y lo sabes. —la joven resopló, volviendo a golpear el pecho de Genesis con el dedo índice de la mano que tenía libre.

—Pero lo hago bien, que es lo importante. —dijo éste con una sonrisa satisfecha, ya más relajado.— Prometo avisar la próxima vez que necesite hacer cambios.

—¿Quieres decir que prometes preguntar si puedes

—Exactamente.

—Rápido, que alguien le dé un oscar a este farsante. —Airin rodó los ojos.

En eso Cloud tenía que darle la razón, Genesis podría haberse dedicado a la interpretación si no le hubiera ido bien el negocio de decoración de interiores. Tal vez un poco sobreactuado, pero era carne de teatro.
El ruido repentino del timbre hizo que los tres se mirasen entre ellos. El chico se encogió de hombros y se levantó en dirección a la entrada, pensando que su almuerzo había llegado muy rápido, pero cuando abrió la puerta se encontró con algo que no tenía nada que ver.

—Eh, Airin… —Cloud se asomó a la oficina, con algo colorido entre manos.— ¿Tienes algo donde poner esto?

—Oooh… ¿Es que el pajarito está listo para volar del nido y tiene una cita más tarde? —preguntó Genesis con una sonrisa indagadora en busca de salseo ajeno.

Cloud rodó los ojos con la misma expresión exasperada que compartía con el resto de miembros de su familia, y le tendió el ramo de margaritas, acianos y brezo a su prima. Airin cogió las flores y rápidamente los despachó a ambos de la habitación con los ojos brillantes y morritos temblorosos.

—No entiendo nada, —dijo Genesis confundido.

—Si me pagas la comida te lo cuento.

—¡Pequeño extorsionador!

—Se dice joven emprendedor. —replicó Cloud mirando hacia arriba a través de su flequillo rubio e indomable.

—Maldita sea... llegarás lejos. —Genesis le pasó el brazo por los hombros conduciéndolo a su propia oficina.— Esto tiene algo que ver con tu cuñado ¿verdad?

—Mhmhmm.

—Está bien, yo te pago la comida. ¿Que ha hecho ahora Sephiroth?

—¿Otra vez? En realidad creo que ya no está castigado.





'iep
« Last Edit: September 08, 2024, 03:38:09 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

IT'S STILL MERMAY with a plot-twist

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
“Oops, dropped your coat!” You cheerfully pick up the soft fur coat off the floor and carefully drape it back over the person’s chair. They stare at you with wide, stunned eyes. They’re remarkably attractive. You awkwardly wave at them and go sit down at your table.
They’re a selkie, you “gave” them back their coat, you now have a gorgeous and besotted selkie spouse.
Hey, they don’t make the rules.
———
The next day, the attractive person you met shyly approaches you and gives you a little box with a ring inside. You blush, a little confused, and stare at them.
“I… Isn’t this… An engagement ring?”
“Well… We… We should get married by human customs as well.”




Amhrán na Farraige
- Song of the Sea -

   



Nyx sintió un toque suave en la nuca que detuvo su trago a la botella de cerveza en el momento en que ésta se posaba en sus labios. El problema era que tenía la espalda apoyada contra varias cajas de madera apiladas y no era posible que hubiera nadie detrás de él.
La sensación casi fantasmagórica de una caricia inexistente dirigió su vista de forma fija y certera a un par de metros de distancia, donde una joven pasaba la mano con delicadeza por lo que parecía una chaqueta de pieles y la depositaba con cuidado sobre el respaldo de la silla en la que había estado hasta hacía unos segundos.

—Ah, perdona, —Airin tragó saliva y agachó un poco la cabeza, avergonzada,— no pretendía tirarla, de verdad que lo siento.

Era uno de esos días desordenados en los que habría perdido la cabeza si no la llevase pegada al cuello. Estaba tan agobiada por todo a su alrededor que había decidido volver a su embrollado día a día antes de que la tila perdiese su efecto y se sintiera aún más culpable por el descanso no programado; y sin darse cuenta se le había enganchado la mochila con la chaqueta del hombre, tirándola al suelo.
Para su mala suerte, no había podido dejarla en su sitio sin que éste se diera cuenta. Y ahora el atractivo desconocido, la estudiaba atentamente con los ojos azules y brillantes muy abiertos, casi podría decirse que estupefacto. Era realmente injusto que fuera tan guapo.

La chica se apartó de la cara varios mechones rojizos escapados de su trenza revuelta y levantando la mano con expresión cohibida hizo un gesto de despedida antes de darse la vuelta y salir del local con paso atropellado.

Observando la puerta por donde había desaparecido hacia el mundo exterior, Nyx se llevó una mano al pecho aún sin aliento y por una vez sin palabras, la frotó contra su esternón. La extraña emoción que parecía echar brotes desde detrás de sus costillas al mismo ritmo que el latido de su corazón palpitaba en sus sienes, se hizo patente cuando tomó aire de nuevo. Era una mezcla abrumadora de terror e incredulidad, y algo más que no habría sabido nombrar, apretando en torno a sus pulmones.
Le había devuelto su piel.
Su pelaje, su abrigo, su forma. Había estado fuera de su alcance por unos momentos, indefensa ante cualquier daño en manos ajenas.
Pero la chica había sido cuidadosa y le había devuelto su piel.
Casi mareado ante la enormidad del suceso, Nyx cogió su pelliza y acabando su cerveza en un trago largo, dejó el dinero de su consumición junto al botellín vacío y salió con prisa del establecimiento.



Incapaz de decidirse entre llevarse las manos a la cabeza con desesperación o echarse a reír hasta las lágrimas, y proseguir de una a otra en un bucle infinito, Libertus resopló y optando por la siguiente acción más satisfactoria le soltó a Nyx una sonora colleja.

—¿Pero al menos sabrás cómo se llama, no?

—Uhm...

Tras varios segundos y ante el silencio cada vez más incómodo de su amigo, Libertus levantó la mirada hacia los cielos, se limpió las manos en el trapo que colgaba de su delantal, y volvió al fogón.

—Más tonto y no flotas, chaval.



Airin se lamió los dedos llenos de sal y pescó otra patata frita de la bolsa, arrugando la nariz ante el sabor grasiento de su merienda cena improvisada. Aunque a mitad del día había hecho calor, a esas horas hacía ya fresco como para estar sentada en el muelle con los pies descalzos colgando sobre el agua, y se arrepintió de no haber llevado alguna prenda de abrigo consigo. Pero no se levantó porque por una vez no tenía prisas.
Tampoco tenía un trabajo que le esperase al día siguiente, pero con el estrés de vida que se había visto obligada a soportar en los últimos meses, eso casi le resultaba un alivio.

—Me van a sentar mal, —murmuró comiendo otra patata. Y probablemente se iba a acabar enfriando, pero no tendría que preocuparse de tener que llamar y aguantar la consiguiente bronca y matarse a recuperar las horas perdidas.

De repente oyó un chapoteo bajo el muelle y algo mojado le tocó un pie, haciéndole soltar la bolsa sobre su regazo y recoger las piernas al mismo tiempo.

—¡Iiiiiiiiihhhhhhhhh-jo de put-! —retrocedió como pudo intentando al mismo tiempo arrastrarse hacia atrás y mirar hacia abajo sin caerse al agua.

Sobresaliendo entre las olas atisbó una cabeza con morro afilado y peludo, grandes ojos almendrados, y unas  orejas diminutas y adorables.

—Foca. —acusó Airin con tono indignado.

El animal ladeó la cabeza, observándola con curiosidad, y se sumergió de nuevo. Después de unos minutos de ver su sombra moviéndose bajo la superficie por los alrededores del muelle, Airin juzgó que sus pies no debían correr tanto peligro y sacudiéndose las migas de la falda, volvió a sentarse como antes. Era habitual ver focas en la bahía y en la zona del puerto, pero nunca había estado tan cerca de una salvaje.

Escupió la patata frita que acababa de meterse en la boca en el instante en que notó el cosquilleo de lo que ahora supo reconocer como unos bigotes mojados contra sus pies.

—¿¡Pero cuál es tu problema!? —Airin se agarró a uno de los postes de madera, asomándose a mirar al agua, y con el ceño fruncido le tiró una patata al insistente animal.— Maleante.

El bicho sacudió la cabeza y abrió la boca con algo parecido a una expresión de sorpresa ante el ataque repentino, pero inspeccionó el snack que flotaba frente a su nariz y acto seguido se lo tragó sin rastro de duda. E inmediatamente levantó la mirada hacia la chica, expectante.

—Huh, osea que era esto lo que buscabas, ¿eh? —dijo Airin balanceando los pies divertida. Agitó la bolsa y vio como la foca se acercaba, olisqueando el aire, pero volvió a alejarse otra vez cuando no cayó nada más comestible.— Tch, ya no quedan caballeros.

Y en el momento en que se dio la vuelta hacia el muelle de madera en busca de sus zapatos, algo pesado y empapado aterrizó a su lado haciendo temblar los tablones con un traqueteo estremecedor. Airin tragó saliva y se giró muy despacio esperando no encontrarse frente a su cara lo que efectivamente se encontró, un morro peludo que goteaba sobre su vestido con un aire travieso de satisfacción.

—¿En serio? Eh, no que me estás mojando entera. —intentó apartarse sin éxito del curioseo, y finalmente abrió la bolsa de patatas fritas que apretaba en una mano.— Toma, tu botín de guerra, por favor no me comas a mi.

Definitivamente no era una simple foca, debía de medir un par de metros más o menos y probablemente se trataba de alguna clase de lobo marino. Con mucho descaro, porque se estaba zampando las patatas como si fuera la cena compartida de cada jueves. Con el aperitivo saqueado y el vestido echado a perder, Airin se aventuró a acercar una mano al cuello del animal, y palmeó con cuidado un par de veces. Cuando éste no se inmutó, le rascó con suavidad tras una oreja.
Aquello debió de gustarle porque abandonó las migas y recostó la cabeza sobre los muslos de la chica, cerrando los ojos y relamiéndose como si fuera un perro doméstico.

—Oye, que me quiero ir a casa, ya es de noche y ahora sí que tengo frío. —dijo Airin tras varios minutos de acariciar a su inesperado compañero y con las piernas medio dormidas del peso.

La foca abrió un ojo y se levantó con un bostezo perezoso. Y sin darle tiempo a moverse de su sitio le acercó el morro a la cara, y hociqueó desvergonzadamente, haciéndole cosquillas con los bigotes y sacándole una risa incrédula.

—¡Venga ya, no te voy a dar un beso en la primera cita! —rió la chica apartando la cabeza del animal con la mano y levantándose.— Vas a tener que currártelo más. Si ni siquiera sé cómo te llamas.

El lobo marino rodó por el muelle y se frotó contra sus piernas mientras Airin se ponía los zapatos.

—¿Mañana, misma hora, mismo sitio? —le rascó bajo la barbilla, ya sin miedo.— Pero esta vez vas a tener que invitarme tú.

Sin esperar a que el animal decidiera seguirle a casa por toda la ciudad, Airin echó a correr muelle adentro. Cuando llegó a tierra firme se giró a mirar en dirección al mar, y sintiéndose un poco estúpida, pero de mejor humor, levantó la mano en un saludo de despedida. La foca pareció responder cabeceando un par de veces, antes de echarse al agua y desaparecer bajo las olas.





'ddup

« Last Edit: September 08, 2024, 03:39:21 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

whattehell.9thcircleofwtf



The Gift of the Goddess
- Loveless, not Soulmate-less -
Anir
x
Genesis
+
Angeal
      



—Amigo mío, los hados son crueles… —había leído Anir, ya hacía años, escrito en el interior de su brazo derecho.

La letra era bonita, con cierta inclinación, algo de floritura… parecía de caligrafía antigua. Pero la frase seguía tras los puntos suspensivos.

—¿¡Qué crees que estás haciendo!?

Así fue como Anir aprendió que “qué” siempre se acentúa cuando puedes ponerle detrás un “cojones” y quedar perfectamente bien en la frase.
Ese día lo volvió a leer, como siempre que se peinaba y no llevaba manga larga. Suspiró y se estiró un poco más la coleta alta. Después se miró al espejo y apretó los labios. Al final acabó por decidir que ese día prefería peinarse con una sola coleta baja, sobre el hombro izquierdo. Diecisiete años ya era una edad respetable, tenía que empezar a arreglarse de acuerdo con su edad.

—Oh, que le fucken. —refunfuñó, y aunque dio vueltas a la idea de cambiar otra vez de estilo, pasó de todo y la coleta se quedó donde estaba. Además, hacía frío y quería ponerse un gorro de lana bonito. Con todos los colores que cupiesen. ¡Todavía era joven!

Y mientras se vestía volvió a mirar la marca de su alma gemela, las supuestas primeras palabras que le diría. La primera frase tenía una letra perfecta y cuidada, pero la segunda parecía escrita con prisa, con algo de rabia. Anir tenía doce años la primera vez que había notado que algo se estaba formando sobre su piel, y tardó casi un mes en tener las dos frases completas y bien visibles.
Había odiado al tipo casi de inmediato, sobre todo porque conocía a la perfección de donde salía la primera parte. Le había tocado estudiar “Loveless” en el colegio y se lo habían metido con calzador. No le tenía ningún agrado. Pero de vez en cuando se sorprendía murmurando partes del poema.

—No hay sueños, ya no queda honor. —continuó la cita antes de suspirar, para luego gemir frustrada.

Se puso el gorro a rosca y se enfundó en el abrigo y la bufanda. Llevaba puestas sus botas favoritas e iba a comerse el mundo.

—¡Me voy! —saludó cuando ya estaba en la puerta, con la mochila colgada de su espalda.

—¿Ese gorro no es muy infantil? —le preguntó su madre, secándose las manos con un paño de la cocina—. Ay hija, podrías hacer algo con ese pelo tuyo, por lo menos hoy no llevas coletas altas.

Anir rodó los ojos y levantó el dedo de en medio antes de hacerlo bailar en eses rápidas hacia abajo. Y salió por la puerta sin decir nada más. Tal vez el portazo hablase por ella.  Su madre se llevó la mano al pecho.

—Jesús, ¿pero yo qué he criado, una niña o una criatura bárbara?




Ese día Genesis se sentía de buen humor. Aquella era una rara ocurrencia, pero Angeal conocía el motivo y no quería tener nada que ver.

—¡Angeal! ¡Amigo mío! —dijo Genesis, dándole una palmada en la espalda a su supuesto mejor amigo.

—¿Los hados son crueles? —preguntó Angeal, con los brazos cruzados y mirando hacia el infinito.

—Sí, querido. Pero eso será para más adelante —informó Genesis, con una sonrisa de oreja a oreja y un colmillito afilado brillándole entre sus dientes perfectamente blancos y alineados—. Ahora mismo me sonríe la diosa. Su don recae sobre mí.

Genesis se quitó los guantes y lo puso dentro de los bolsillos del abrigo, que colgó detrás de la puerta de lo que servía tanto de almacén como de sala de descanso para los trabajadores de la librería donde estaban. Una nueva re-edición de “Loveless” se presentaba ese día y grupo selecto del club de fans oficial había sido seleccionado para leer el poema entero, en todas sus versiones. A Genesis le había tocado el tercer canto de la versión traducida de la revisión y modernización de hacía unos cincuenta años. Estaba que se salía de su cuerpo de lo contento, vibraba de felicidad.
Angeal tenía que sentarse entre el público y aplaudir durante no sabía cuántas horas y esperar con paciencia a que Genesis socializara con otros adictos a “Loveless” porque, obviamente, tenía que llevarlo a casa en coche, no iba a ir en transporte público con ese frío. ¡No, no!
¿Algún día se sacaría el carnet de coche? Angeal no lo creía, Genesis prefería lo de tener chófer. Cualquier día iba a empezar a cobrarle.

Genesis no tardó mucho en remangarse la camisa e inmediatamente después ponerse un guante corto y oscuro en la mano derecha. Era un guante elegante, como todo él; pero que sólo tenía dedos enteros para el pulgar y el índice, el resto iban cortados.
Unos años atrás, Angeal había podido ver de reojo algo oscuro pintado en el pulgar de Genesis y desde entonces había empezado a llevar guantes, o al menos uno en la mano derecha, hasta en verano. Él nunca le había querido decir qué ponía, pero Angeal suponía lo que era. Él también tenía una marca, después de todo.
“¿Me estás jodiendo? Yo creía que me había dado contra la pared pero es un hombre de dos por dos.” rezaba la marca de su soulmate en letra alargada, claramente cursiva y cada vez más pequeña, como si se le fuera apagando la voz. Hacía un año que la chica se había dado de lleno contra su torso bien formado y sí, había hablado así mientras intentaba asegurarse de que su nariz estuviese todavía en su sitio. “No es mi intención… ¿todavía?” le había respondido Angeal. Y su mundo había cambiado para siempre. Oh y ya habían jodido.
Varias veces, de muchas y muy creativas maneras.


Angeal frunció el ceño e intentó no seguir pensando en su novia, así que se centró de nuevo en Genesis, que estaba hablando con otro miembro del club de fans lo suficientemente afortunado para leer uno de los fragmentos del poema original. Aquel que era tan antiguo que no lo entendía ya nadie, pero el chico parecía entusiasmado y Genesis le palmeó el hombro con la mano enguantada, dándole ánimos antes de girarse y rodar los ojos.

—Lo va a hacer fatal. —murmuró cuando llegó hasta Angeal.

—¿Y por qué no te quedaste con su parte? —preguntó él con morbosa curiosidad.

Genesis se cruzó de brazos, levantó la barbilla y entrecerró los ojos, intentando no fruncir los labios.

—Por que mal que me pese no tenemos a nadie que lo pueda hacer mejor.

Y Angeal sonrió antes de negar con la cabeza y salir del almacén para sentarse entre el público, en una de las últimas filas. De todas formas se le iba a ver, como decía Airin, era un hombre de dos por dos.



Anir entró en la librería con los auriculares puestos y “#Cookie Jar” sonando a todo volumen dentro de su gorro de colorines superinfantil, como lo llamaba su madre, aunque a ella le parecía más que adecuado. Quedaba bien todo, ¡tenía tantos colores que siempre era un acierto!

Estaba mirando la sección de novedades de fantasía cuando alguien chocó con ella y fue entonces cuando se dio cuenta de lo llena que estaba la librería. Se quitó el gorro, metiéndolo en la mochila y dejó colgar los auriculares desde su bufanda por encima de su pecho.
¿Qué mierdas estaba pasando en el local? ¿Sería una firma de libros? O la presentación de un nuevo autor…

Y entonces lo escuchó, la cadencia de la poesía narrada en alto. Y un verso que se le hacía muy familiar.

—Aunque el mañana se halle vacío de promesas, ¡nada podrá detener mi regreso!

Y un montón de personas empezaron a aplaudir. Los ojos de Anir se centraron en un stand y tuvo que acercarse, metiéndose entre el montón de gente para asegurarse de lo que estaba viendo era cierto. Al lado de un pequeño escenario improvisado con un atril, se encontraba una mesa con la última y novísima re-edición de “Loveless”.
La plaga de los días de Anir.

No podía ser cierto. No, no… y justo acaban de leer el canto anterior al que Anir tenía en su brazo. ¡No estaba preparada para conocer a su alma gemela! ¡Era demasiado joven para cualquiera de aquellos viejos estudiosos!
En su ansiedad, había cogido uno de los libros de la mesa y estaba ojeándolo. En algún lugar de sus procesos mentales estaba apreciando lo bonito de la portada y la calidad del papel a regañadientes. Después de todo era hija de un impresor y había cosas que no podía evitar.
La gente dejó de aplaudir y alguien recolocó bien el micrófono antes de carraspear y tomar aire.

—Amigo mío, los hados son crueles…

Y si a Anir le hubiesen preguntado cómo se imaginaba que sonaba la voz a la que pertenecía aquella letra refinada en su brazo… habría sido exactamente así, pero como con veinte o treinta años más, ¿tal vez? Levantó la vista y se dio de frente con el pelirrojo más pijo que su hubiera cruzado en su corta vida, aunque teniendo en cuenta que había ido a un colegio privado, podía decir que habían sido unos cuantos.
Apretó el libro entre sus dedos y de repente lo vio volar hacia el atril, tirándolo en el proceso, haciendo que el micrófono cayera rodando por el suelo y haciendo ruidos que pertenecían a uno de los círculos más profundos del infierno. Un montón de gente gritó y Anir se dio cuenta de que había acabado de lanzarle un libro nuevo en un arrebato a un chaval que no conocía de nada. Su padre estaría muy decepcionado, pobre libro.
Entonces lo vio enrojecer, al pijo, no al libro. Por la forma en la que se le juntaban las cejas, Anir supuso que lo rojo de sus mejillas vendría de la ofensa o la rabia.

—¿¡Qué crees que estás haciendo!?

Oh. Oh. ¡Oh, no!

Anir levantó un índice y lo movió de un lado a otro formando la palabra con sus labios muchos antes de pronunciarlo.

—¡No! ¡Mira, no!

Y se dio la vuelta para marcharse corriendo antes de que a nadie se le ocurriese hacerla responsable de nada. Genesis levantó las cejas, llevándose la mano derecha al pecho y luego se miró el pulgar enguantado antes de bajar del escenario y empezar a correr tras la chica.

—¡Espera!

Anir se llevó las manos a las orejas, tapándoselas. Quería cerrar los ojos, pero probablemente sólo terminaría chocándose con todo el mundo y acabarían atrapándola y haciéndole pagar muchas multas y acabaría en la cárcel porque no tenía dinero, pero no era mayor de edad y la meterían en un reformatorio acabando con su buena reputación y la oportunidad de ir a una buena universidad y su vida se estaba acabando antes de empezar. ¡No podía detenerse!

—¡Soy demasiado joven para acabar así!

—¿¡Así, cómo!? ¡Espera!

Y entonces la única persona que querría salvarla sería su alma gemela, ¡pero la odiaría porque le había tirado un libro que estaba recitando encima! Obviamente “Loveless” le gustaba mucho y su padre la repudiaría también y en el reformatorio le quitarían su gorro de todos los colores.

—¡Aaaah!

Angeal los vio salir y luego miró de nuevo hacia el escenario, donde los organizadores estaban observándose nerviosos unos a otros sin saber muy bien qué hacer ni lo que estaba pasando. Angeal se levantó, pensando en ir tras la pista de su amigo, pero al final terminó por caminar hacia el escenario, poner en su sitio el atril y asegurarse de que el micrófono funcionaba bien.
Abrió la boca y empezó a recitar de memoria el canto que tantas veces había ensayado Genesis durante el último mes delante de él.

—No hay sueños, ya no queda honor…

Y maravillados por el tono heróico de Angel y su aspecto de príncipe ángel guerrero bajado del cielo, las personas del público volvieron a sus asientos y se dejaron seducir por su adorado poema lleno de misticismo.




« Last Edit: September 08, 2024, 03:43:24 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0  - Compilation vol. 1



❤ Ronda 1
Pacific Rim! AU   (original here)
Quote from: y conseguir que no rebosase más allá de 1000 palabras... *llora kaijus*

Die Jaegermutter - OST - 01. Main Theme


—¿Estás de coña verdad?

—Anya, esa boca.

—Ni esa boca ni ese Boco, —replicó la chica echándose el trapo manchado de grasa sobre el hombro y poniendo rumbo a la cúpula del hangar principal a zancadas enfadadas,— más te vale estar de coña, porque como no sea una broma… Mira. Los mato.

—No sé qué estamos haciendo anticipando prevenir ese evento múltiple en caso de reapertura si vienes tú y me rompes las últimas defensas de la humanidad. —El sarcasmo nervioso no hizo que la joven detuviera sus pasos, simplemente levantó un dedo en el aire, acusador.

—A mis jaegers obvio que no los voy a romper, soy su madre, a los idiotas que tripulan mis bebés es otra cosa.

Sephiroth se quitó las gafas, se llevó una mano a la parte alta del puente de la nariz y apretó la zona, masajeando hacia arriba entre sus cejas en un intento de mantener la migraña bajo control. La maldiciones que su hermana iba despotricando se mezclaban con el ruido que hacían sus botas de trabajo al resonar por los pasillos revestidos de metal, en una algarabía ominosa. Pasados unos segundos suspiró, y se encaminó tras ella esperando poder impedir más bajas de las que ya sufrían.

—A lo mejor si soltásemos a tu hermana en campo abierto tendríamos la lucha solucionada. —La inflexión cáustica de la voz del mariscal y la mano pesada sobre su hombro hicieron que Sephiroth perdiese un poco de rigidez.

—Se comería a mordiscos y en crudo al primer kaiju que le mirase mal, la elegirían como su líder y entonces estaríamos realmente acabados.

Cor Leonis se echó a reír, negando con la cabeza y palmeando su espalda suavemente.

—Tus hombres están bien, han vuelto magullados, pero sanos y salvos. Respira Comandante.

La respuesta de Sephiroth se vio interrumpida por un aullido agudo y reverberante cargado de indignación.

—Pero el Fenrir también ha vuelto magullado. —dijo asomándose al hangar donde diversos mecánicos e ingenieros se afanaban por extraer a los pilotos de la cabina del jaeger.

—Ya, bueno. Soltar a Anir ahí fuera sigue siendo una opción. —el mariscal se recostó contra la pared, observando distraídamente el ir y venir de la multitud de operarios trabajando mientras respondía mensajes y consultaba reportes y estadísticas desde su teléfono móvil.

—¿¡Qué le habéis hecho a mi hijo?! —se oyó bramar a la chica que trepaba a mano desnuda por la cubierta metálica del gigantesco robot mientras esquivaba a otros técnicos de mantenimiento y su maquinaria.

El blindaje de la cabina cedió por fin y se abrió de par en par, dejando a la vista a la pareja de pilotos que apenas se las apañaban para mantenerse en pie el uno al otro.

—Hola cariño, ya estamos en casa. —el pelo moreno y desordenado de Zack cayó sobre sus hombros al quitarse el casco. Con un tono falsamente alegre y mucho cuidado depositó a su compañero en los brazos de Anir, mientras él desconectaba los cables que los mantenían sujetos y conectados— Vamos Spike, verás como te remendamos en seguida y puedes ver la repetición de la jugada por la tele.

Cloud rodó los ojos con un gesto de desinterés, pero el esfuerzo que le requerían los movimientos de ser acompañado hasta la grúa ascensor le hicieron dejar escapar un quejido ahogado.

—Oh, joder. —Anir tragó saliva, sujetando al rubio mientras descendían.— Fenrir puede esperar.

—No sé cuándo se te ocurrió poner un escudo sónico, ni cómo has hecho para que sea tan potente, pero eres un genio y te quiero. —Zack se estiró un poco por encima de los hombros de su compañero para besar la cabeza de la chica.

Cloud levantó un pulgar tembloroso en señal de aprobación a todo aquello.

 —Fair, reporte de daños. —la figura seria de Sephiroth esperaba a pie de apeadero.

—N-no es tan grave, comandan-

—Tú te callas, eso es demasiada sangre.—Anir interrumpió al rubio que sujetaban entre ella y Zack.— Eres igual que mi hermano, te estarías muriendo y aún dirías que no es para tanto.

—Anya… —Sephiroth rodó los ojos y se acomodó las gafas.

—No hay daños extremadamente graves, pero si son moderados, estamos peor nosotros que el jaeger, ni caso a Cloud porque Anir tiene razón, —dijo el moreno con una sonrisa cansada,— él probablemente necesite una transfusión de sangre como mínimo y creo que yo tengo varias costillas rotas. Pero de momento parece que efectivamente la Brecha sigue en retroceso. Ninguno de los bichos que consigue asomarse es demasiado para una pelea uno contra uno.

—¡Zack!
 
—Hey, Angeal.

—Bienvenido. —dijo Sephiroth girándose a mirar al recién llegado.— ¿ya estás en condiciones?

—En cuanto Genesis acabe de presentar sus informes pendientes a Leonis, el relevo para patrullar con el Banora está listo.

Aquello hizo respirar aliviados a los otros cuatro.

—Ven aquí chaval, —dijo Angeal cogiendo en brazos a Cloud con extrema delicadeza. El joven perdió tensión visiblemente, y pareció desinflarse con el bajón de adrenalina.— Vamos a la enfermería.

—¿Nos habéis visto desde el centro de mando? —Zack agarró la mano grasienta de Anir y besó sus nudillos ennegrecidos.

Sephiroth carraspeó intencionadamente.

—Vale que seas mi jefe, mi oficial al mando y lo que quieras, pero aunque sea tu hermana, es nuestra novia. —se defendió el chico.

—¿Cuántas costillas rotas has dicho que tenías? —preguntó Anir con dulzura, traduciendo adecuadamente el apunte sin palabras del comandante.

—Ah… mierd-

—A la enfermería tú también, teniente. Ahora mismo. —ordenó Sephiroth mirándole por encima de las gafas. Y añadió  con granujería para su hermana,— Última vez que te dejo mis juguetes Anya, siempre me los rompes todos.

—¡Eh, pero a mí me quieren! —exclamó la chica indignada empujando al mayor de sus novios.

—Hmm, pero Cloud tiene un póster mío,  no tuyo, en su armario.

—¿Estás de coña verdad? —Anir se giró hacia Zack en busca de confirmación, pero al ver que éste reía entre dientes encaró de vuelta a su hermano mayor.— ¿Cómo sabes tú eso? Mira, te mato.

 



High School Reunion! AU   (original here)
Quote from:  también podía haberlo llamado *suavemente* pero... xD

Oh wait til’ I do what I do - Hit you with that ddu-du ddu-du du


—Venga mujer, no seas así. ¡Será divertido ya verás! —Ahí debería haberse dado cuenta de que Shura la estaba volviendo a engañar.

Será divertido, había dicho. Estaremos juntas todo el rato, había dicho. Para empezar Shura ya había desaparecido hacía media hora y aún no había vuelto a dar señales de vida. Seguro que había ido a despegar de la puerta al borde de su novio, donde se había quedado fumando y Sol la había convencido para ir a darse el lote a escondidas por ahí.
Te lo pasarás bien, verás como no es tan grave, no van a castigarte tanto tiempo… Si Kora se ponía a hacer una lista de famosas últimas palabras, le sobraban palabras y le faltaba papel.

Estiró del jersey de color burdeos que llevaba antes de levantarse de la mesa del rincón donde se había atrincherado y se alisó la falda mientras caminaba hacia la entrada del gimnasio de su antiguo instituto. No tenía muchas esperanzas de recuperar a su amiga en algún momento cercano de esa noche, pero con el móvil en la mano y cerca de la puerta daría menos el cante que sola entre un montón de gente ruidosa que parecía no haber pasado de los quince en diez años. Al menos Dante había dejado atrás su fase emo-darks. Pequeños consuelos.

Apenas unos minutos más tarde, el sonido grave de un motor cercano hizo que levantase la vista de la pantalla del teléfono. Levantó una ceja inquisitiva al ver a la joven pelirroja con cazadora de cuero y botas de tacón que se bajó de la moto que acababa de llegar y besuqueó varias veces entre risas al hombre atractivo y desafeitado que la conducía, despidiéndose de él por esa noche, antes de girarse a abrazar a otra chica más bajita y rubia. Huh, el caso es que se le hacían familiares, pero no terminaba de ubicarlas.

—Heeeyy Argentiel~ —Uno, Kora habría jurado por todas sus partidas de Stardew Valley que Argentiel era un chico. Pero habían pasado diez años y ni siquiera habían ido a la misma clase. Dos, habría asegurado que esa voz pertenecía a otra persona, pero el veinteañero que la saludaba ahora y llevaba algo peludo y cuestionable en la barbilla era definitivamente Prompto.

—Heeey Argentum —la pelirroja chocó un puño cerrado con él, mientras su amiga rubia lo observaba con los ojos llenos de estrellitas.— ¿No te cansas de verme todos los días?

Kora necesitaba una guía de forma urgente. Maldita sea, Shura.

—Nah, el curro es otra cosa. —contestó Prompto yendo hacia la puerta donde Kora intentaba no ser demasiado evidente— Nunca vienes a estas cosas Airin, necesito carne fresca para cotillear.

—Uff, es que socializar con la misma gentuza que pasaba el rato buscando formas de putearme no es precisamente mi plan de viernes noche ideal, ya tú sabeh. —Kora experimentó un sentimiento espontáneo de hermandad, viéndose plenamente identificada con aquello.— Si quieres carne fresca Strife es tu chica. A mi hoy me toca presumir de boda.

Espera, ¿Strife? ¿Anir Strife era una chica? Pero si se había pasado la secundaria pareciendo un niño de doce años… Vale, ya iban dos que le salían rana. Lo siguiente sería que su gaydar fallase estrepitosamente. ¿Había dicho boda? ¿El tipo de la moto era su marido entonces? Shura se estaba perdiendo la vida por abandonarla, y pensaba restregárselo por la cara.

—Me engañaste, —se quejó Anir haciendo un puchero y mirando de reojo a Prompto— tanto saltar para coger el ramo, y no venía con novio.

Argentiel se echó a reír, pero entonces una notificación traicionera sonó desde el móvil de Kora y la pelirroja se giró hacia ella, y parpadeó un par de veces.

—¿Kora? —preguntó tentativa, entrecerrando los ojos.— ¿Kora Lionheart?

Kora esbozó una sonrisa incómoda intentando no tragar saliva y se retiró un mechón de pelo pálido tras la oreja de forma compulsiva.

—Uhm…

—¡Hala, qué fuerte! Nunca te dí las gracias por prestarme los apuntes de química, me salvaron el culo para los finales y soy lo peor —exclamó la chica acercándose vivaracha, mirándola como si le hiciera ilusión volver a verla.— ¡Sigues igual de guapa! Con la melenita que llevabas parecías una muñeca, pero el pelo largo también te queda genial.

Kéh. Kora debía de haberse caído por algún extraño universo alterno donde había tenido popularidad en lugares desconocidos para ella. Chúpate esa Shura. O no, que a saber qué estaría chupando ahora… eh, no quería ni imaginarlo.
Con las mejillas sonrosadas y los ojos brillantes por la atención inesperada Kora sonrió encantadoramente.

—La verdad es que ha pasado mucho tiempo… —dijo.

—¿Lionheart? —preguntó una voz de tono elegante. A Kora no le temblaron las piernas porque de repente se vio apretando los muslos, pero cuando volteó a ver al joven que le hablaba no logró identificarlo. Éste se subió las gafas, momentáneamente azorado.— Ah, discúlpame, no sé si me recuerdas, soy Ignis. Ignis Scientia. De un curso más que tú.

A Kora le vino a la mente la imagen de un chico mayor, repeinado hasta el último milímetro, bastante pijo y un poquito snob, pero siempre muy amable con ella. Si era el mismo, había crecido muy pero que muy bien. Seguro que era gay.

—Aah, pues ahora que lo dices… —Shura se iba a comer los mocos cuando se lo contase. ¡Senpai le noticeaba! Kora estiró una mano hacia él educadamente, los buenos modales llevaban a todas partes.— Un placer volver a verte.

Pero Scientia en vez de estrechar su mano la agarró con delicadeza entre sus dedos y la llevó hasta sus labios, como quien besase la mano de una reina, o su futura esposa.

—El placer es mío. —dijo él con la voz grave y el aliento cálido contra los nudillos de la chica.

Kora no se desmayó porque no quedaba bien, pero estuvo cerca. A la tercera va la vencida, pensó, me ha fallado el gaydar. Ignis Scientia seguía sin soltar su mano y no había dejado de mirarla fijamente. Y Shura no estaba para verlo, maldita sea.

—¡Heyy, suaaaveee Iggy! —la voz divertida de Argentum interrumpió el momento de intensidad.— ¡Ahora no te tardes otros diez años en pedirle el teléfono a tu crush!

¿Qué? ¡¿QUÉ?! KÉH. Ahora definitivamente tenía una boda que planear. Y unas bragas que cambiarse. Shura, joder.




Asesinos a sueldo! AU   (original here)
Quote from:  Caw Caw Motherfuckers

What do we say to death? - Not Today


—No es nada personal, simplemente formas parte de mi contrato.

—Entiendo.

Y efectivamente, parecía que el chico no estaba para nada preocupado con su situación de asesinato inminente. Sus ojos verdes y pálidos observaban las sombras desde las que Shruikan empuñaba la katana que presionaba contra su garganta con un brillo tranquilo de comprensión. Era desconcertante.

A no ser que hubiera contado con que Durza acabaría enviando a la mejor de sus sombras a quitarlo de en medio por el motivo que fuera, (a ella no le correspondía saberlo), y supiera que intentar resistirse solo alargaría lo inevitable de forma dolorosa. Eso demostraba cierta sensatez. O un as en la manga.
Shruikan entrecerró los ojos con desconfianza.

—Sin rencores, entonces. —indagó. Ulquiorra habría dicho que la curiosidad siempre mataba al gato, pero qué demonios, prefería no tener a ningún sicario de “por si acaso” tras sus pasos si podía evitarlo. No era un trabajo con el que disfrutase, porque sólo los psicópatas disfrutaban matando, pero era un trabajo al fin y al cabo y le pagaban por ello.

—Gracias. —dijo simplemente el chico, con una leve sonrisa serena. Aquello hizo que se le erizase la piel de la nuca.

—¿Cómo que gracias? ¿Pero tú eres tonto? —Shruikan apartó la espada bruscamente, llena de indignación.— ¿Vengo a matarte y me das las gracias?

El muchacho parpadeó confuso.

—¿Qué se supone que tengo que hacer? ¿No es más fácil así? —ladeó la cabeza como si realmente fuera un perrito estúpido y se llevó una mano al corte que sangraba perezoso al mismo ritmo que su pulso.

La forma ligeramente desinteresada en que observó sus dedos manchados de sangre, levantando un arco ciliar en el cual no había ceja como tal, hizo que a Shruikan le hirviese algo por dentro.

—¡Grrr! Mira chaval, —empezó enfadada. Tampoco pedía que suplicase por su vida, pero con lo que le había costado colarse en semejante apartamentucho de mierda, que las ventanas ni abrían, lo mínimo que podía hacer era reconocer su esfuerzo y tenerle un poco de miedo. Respeto. ¿Interés? Algo.

—En realidad me estás haciendo un favor tú a mí. —el chico se encogió de hombros con una sonrisa vaga y un poco culpable.

De repente muchos pequeños detalles encajaron de golpe. La calma que había sentido al principio de la misión volvió a ella, pero de una forma fría y desagradable. Las pocas prendas de ropa en el armario, los cajones de la cocina desprovistos de cuchillos y utensilios afilados, la nevera prácticamente vacía, la puerta de entrada que inexplicablemente cerraba por fuera y no por dentro, las ventanas de un octavo piso que no se abrían más de un palmo de ancho.

—Quieres que acabe con tu vida. —Shruikan bajó la katana, acercándose a mirar al joven frente a frente.

—Esto no se puede llamar vida. —por un momento su fachada sosegada pareció temblar y resquebrajarse con un suspiro.

—¿Cómo te llamas? —sabía que estaba cometiendo un error. Podía oír la voz de Ulquiorra en su cabeza enumerando la lista de malas decisiones y los motivos por los que eran una mala idea, y apiadarse de un objetivo entraba en el top cinco. O tres. Probablemente era medalla de oro directa.

—Gaara.

—¿Estás bajo vigilancia en prevención de suicidio? —Shruikan frunció el ceño al oír aquel nombre, y los engranajes de su cerebro dieron otra vuelta más cuando vio la inquietud asomándose a la mirada del joven.

—Algo así.

—¿Cuánto tiempo llevas aquí?

Gaara se giró a mirar el calendario que colgaba de la pared y que solo tenía una hoja. De hacía dos meses. Fue entonces cuando la chica vio la marca de un tatuaje de refilón entre aquel flequillo pelirrojo y despeinado, y el estómago se le cayó a los pies. Y probablemente también el cerebro, si le hubieran preguntado a cierto compañero. Pero para Shruikan la decisión ya estaba tomada, por muy mala idea que fuera.

Leto está vivo. —susurró como si la oscuridad pudiera correr a esparcir el rumor entre otro tipo de sombras más peligrosas. Como ella.

—¿Qué? —la voz ahogada de Gaara y el gesto involuntario de agarrarse el cuello de la camisa ensangrentada hablaron por sí mismos.

—Comprenderás que obviamente ya no se llama así. —Shruikan empezó a quitarse ropa ante la perplejidad del pelirrojo, que aunque asintió procesando el concepto, la observaba como si de repente le hubiera crecido otra cabeza.

—Quítate eso, tengo que decorar un crimen.

—¿Cómo? —sin haber soltado aún la espada estiró de la camisa de Gaara hasta conseguir desnudarlo de cintura para arriba.

—Aguanta un momento. —Restregó el gurruño de ropa por el reguero de sangre que aún no había coagulado sobre su pecho para terminar de embadurnar bien el tejido, y procedió a desgarrar la tela por ciertas partes, ayudándose con el filo de la katana.

Después arrastró la camisa hecha jirones por el suelo hasta dejar la habitación hecha unos zorros.

—Vale, ya estás muerto, te he matado. —Shruikan observó su obra de arte con orgullo.

—¿Y ahora? —la voz del chico sonaba esperanzada e incrédula a partes iguales.

—Ahora se te llevan las sombras, tonto.

—¿Estás segura de lo que vas a hacer? —preguntó Gaara sin querer confiar del todo en que aquello fuera de verdad.— Durza…

—Durza no tiene a nadie mejor. Por ahora. —Shruikan le estampó contra los abdominales bien definidos (en los que no iba a fijarse ni un segundo más) lo que parecía ser una chaqueta y una bufanda oscuras, haciendo gesto de que se pusiese las prendas.— En mi contrato ponía “eliminar objetivo”, no encargarme de limpiar sus trapos sucios a cambio de nada y hacerme romper una promesa o dos por el camino. Me juego lo que quieras a que lo ha hecho a sabiendas y la siguiente en lista soy yo. Así que ahora es personal.

El chico abrió mucho los ojos a la par que tragaba saliva.

—Mira, no me gusta lo que hago, pero soy la mejor por algo, y sé que tarde o temprano las sombras cambian. —dijo sacando un móvil desechable y marcando un número de memoria.— Dáte prisa.

Shruikan forzó una de las ventanas haciendo palanca con la funda de su espada y observó la azotea de al lado con una sonrisa sesgada.

—Además, hay un cuervo por ahí que me debe un favor o dos. Vé pensando en otro nombre que te guste, y que no sea Fenris. —dijo sacando un garfio con cuerda de su riñonera y empujando a Gaara hacia la noche abierta.

 




❤ Ronda 3
Bakery/Coffee-shop! AU   (original here)
Quote from: Gracias a Sayi por la inspiración repostera :v

I’m drinking iced americano - But why am I still so hot?


“Menos Lunes, Más Café” era el nombre del comercio que estaba rotulado en el escaparate en una letra cursiva, moderna y adorable pero con encanto retro. MLMC eran las iniciales con serifas entrelazadas que parecían arremolinarse en el logo redondeado de sus cuidados empaquetados.
Y “mlemshi” era como los jóvenes que se afanaban en vivir siempre a la última moda o morir en el intento, habían empezado a referirse a la pequeña cafetería repostería que poco a poco se estaba convirtiendo en un lugar de culto.

Una buena razón para ello, o la razón con mayúsculas, era que los lunes por la mañana todas las bebidas a base de café estaban más baratas. Era un caso claro de buenas personas con amplio estudio de mercado. Su servicio a la comunidad era apreciado con largas colas que en los primeros días laborables después de puente festivo podían dar la vuelta al bloque.
Antes de la mitad de la mañana la cafetería experimentaba un pequeño respiro de entre cuarenta minutos y hora y media, lo que les daba tiempo de sobra a sacar cuatro o cinco mesas con sus respectivas dos o tres sillas, reponer mostradores y dejar el local listo para el siguiente turno de clientes, esta vez con menos ansia viva y un rato para sentarse.

—Café negro sólo, doble, sin azúcar. Y una palmera grande de chocolate, por favor. —Aquella voz era algo menos grave de lo acostumbrado para ese pedido, y Airin levantó la cabeza con curiosidad cruzando su mirada verdegrís con unos ojos de color turquesa claro desconocidos.

—¿Y para tí? —Preguntó con una sonrisa. Ah, clientes nuevos acompañando a los habituales, futuros conversos.

El hombre parpadeó dos veces, y movió la vista hacia la selección de productos sobre el panel luminoso tras la barra. Frunció el ceño ligeramente al no encontrar nada de su apetencia.

—Si quieres algo que no veas en menú, díme, que te lo puedo hacer sin problemas. —dijo mientras ponía la máquina a filtrar el oscuro líquido de los dioses y sacaba una de las piezas de hojaldre sobre un plato de cerámica.

Con las manos a la espalda, Sephiroth levantó discretamente el dedo del medio en dirección a la mesa que compartía, y de donde había oído una risita ahogada tras un periódico.

—¿Un mokaccino con caramelo? —Tentó intrigado. Al no recibir ningún reniego por su falta de respeto contra la integridad del café, más allá de un pestañeo atento, prosiguió.— Y una bomba de crema.

La joven le señaló las diversas botellas de sirope junto a la cafetera y le regaló una sonrisa divertida, antes de girarse hacia la puerta del obrador.

—¡Niiiir! —llamó levantando la voz,— se han acabado los rollos de canela y los conos de chocolate.

—¡Ya van! —contestó otra voz femenina desde dentro de la cocina.

Al ver que el hombre ya había sacado la cartera para pagar, Airin le pasó la cuenta y siguió preparando su pedido. Un ruido de sorpresa le hizo levantar la cabeza.

—Esto es barato. —dijo Sephiroth observando el recibo.

—Es lunes, a nadie nos gustan los lunes. Menos lunes, más café. —la chica se encogió de hombros e hizo primero un gesto hacia las letras del escaparate, y después puso la bomba de crema delante de él.—  Y lo que has pedido es lo mismo que un caramel macchiato con chocolate y canela de cadena genérica.

Sephiroth abrió la boca, pero la cerró sin decir nada. Eso no sabía, lo guardaría en su inventario.

—¿Cuál me recomendarías para la próxima vez? —preguntó intrépido, sabiendo ya que iba a volver al local aunque no tuviera compañía.

—¿Te confieso un secreto? —Airin dejó las tazas listas y decoradas sobre el mostrador y se inclinó un poquito hacia delante. Por inercia Sephiroth se agachó levemente.— No me gusta el café. Y creo que a tí tampoco.

La joven se echó a reír ante la expresión de sorpresa del hombre, que la miró con los ojos muy abiertos, como un gato asustado.

—Pero es una bebida a base de café, aunque el café sea una anécdota en ella, así que está rebajado. Los martes hacemos descuento en infusiones con bollería, por aquello del odio sobrante de los lunes. Y no es por presumir, pero hago un chai-latte espectacular, —dijo un guiño pícaro.

—Lo tendré en cuenta para mañana, entonces. —respondió Sephiroth con los ojos entornados y una sonrisa sesgada.

Airin se dio la vuelta con la intención de intentar controlar su sonrojo inesperado y se dio cuenta de lo mismo que el hombre en dirección a su mesa. Había un niño pequeño, un bebé rubio y adorable como un pollito trepándose a las rodillas de Angeal.

—¡Anir! —Llamó la chica hacia el obrador.— Creo que se te ha escapado algo.

—Los rollitos ya están. —la joven que salió con la nueva hornada de dulces dejó la bandeja y se giró a mirar cuando un ruido demasiado conocido llamó su atención.

—¡Bah! —el niño había conseguido su objetivo con ayuda de Angeal y ahora se erguía orgulloso con los piecitos sobre las rodillas del moreno, sujeto por el brazo firme de éste alrededor de su espalda, y las manitas pringosas siendo pacientemente limpiadas con una servilleta de papel.

—¡Finnian Strife!

—Uuhh, mama~ —el pequeño infló los mofletes y abrió mucho los ojos proyectando más encanto todavía, sabiendo que le habían pillado por sorpresa en plena escapada.

Anir se limpió las manos en el delantal y salió de detrás del mostrador con el ceño fruncido, dispuesta a recuperar a su fugitivo en miniatura.

—¿Cómo demonios te has escaqueado esta vez, Finny?

—¡Jiji!—la respuesta del niño tapándose la boca como si fuera un secreto hizo reír a todos los presentes menos a su madre, que levantó las manos al cielo.

—Verás cuando pille a Cloud. Valiente niñero está hecho.

Angeal levantó la vista hacia la joven de pelo dorado y sonrió como si fuera uno de los eventos promocionales en los que conseguía enamorar hasta a las abuelitas mas gruñonas del barrio.

—Déjalo aquí fuera si quieres, no molesta y no tenemos prisa, y así está entretenido un rato hasta que llegue su padre. —dijo con tono de pregunta, moviendo las rodillas arriba y abajo haciendo reír al crío.

—¡Oh, no! Cloud es mi hermano, no estoy casada, ni con el padre. —contestó Anir retirándose parte del flequillo tras la oreja y dejando un rastro de harina por su mejilla.

—No entiendo quién dejaría escapar a una mujer así. —Los ojos de Angeal siguieron el movimiento con intensidad y su sonrisa se ensanchó mostrando más dientes perfectos y… ¿eso era un hoyito? Anir estaba dispuesta a tener otro hijo ya.

Sephiroth levantó una ceja pero no dijo nada, intercambiando una mirada astuta con Airin por encima del borde de su taza sobrecargada de azúcar. Aprovechando el momento, cogió sus cosas y se trasladó de vuelta a la barra, dejando la silla libre para que Anir tomase posesión.

—Tómate un descanso, que trabajas duro.. —comentó Airin divertida.

—Me doy la mañana libre. Ponme un cortado, hereje, que a mí si me gusta el café. —respondió Anir sin apartar la vista de cómo su hijo manoseaba con alegría y libertad la cara de Angeal. Qué mala era la envidia.

 



Rival!Idols AU   (original here)
Quote from: oh well, recortar o morir



El ruido de alguien haciendo explotar globos de chicle cada siete segundos le estaba poniendo de los nervios. Tanto que consiguió hacerle apartar la vista de la pantalla que mostraba a sus chicas deslumbrando sobre el escenario, cantando en vivo para comprobar el sonido en el ensayo general antes de la gala.
Ravus contó hasta cinco, inspiró y sin defraudar sus expectativas ahí estaba el ‘plop!’ justo cuando levantaba el dedo como si señalase su turno.

Se giró en busca de la persona a quién pensaba abroncar por su falta de decoro, y la encontró al otro lado de la sala común. Y sin poder evitarlo su vista se fue directa a unas piernas que no deberían haber estado permitidas por la ley. Se ajustó la corbata mientras sus ojos recorrían aquellas extremidades desde las botas de combate con tacón hasta el final del muslo donde las medias de red negras se perdían en unos shorts igualmente negros y deshilachados.
Y ‘plop!’ hizo el chicle otra vez.

Ravus entrecerró los ojos observando a la joven. Top de satén verde, cazadora de cuero motera medio colgando de los hombros, uñas pintadas de oscuro, ojos ahumados y largo cabello rojizo, con alguna que otra trencita asomando entre los mechones alborotados. Su personalidad meticulosa se sintió irritada por la forma en que la chica  colgaba descuidadamente al borde de la silla, con las piernas estiradas hacia el frente y los tobillos cruzados encima de una mochila oscura, mientras encorvaba la espalda para permanecer apoyada sin escurrirse al suelo.
‘Plop!’

Idol. Con imagen de niña mala. Resopló por la nariz con desdén. No estaba al corriente de todos los cambios de look que llevaban otros grupos porque sus chicas tenían una imagen consistente y exitosa, y no necesitaban usar esas estrategias de marketing, su talento era suficiente para atrapar la atención de cualquiera. Decidió llamarle la atención por su comportamiento y quitarle uno de los auriculares del móvil con el que parecía chatear y escuchar música, pero unos pasos acelerados le hicieron apartarse.

—¡Tú, tú, tú, ! —Otra jovencita de pelo dorado cruzó la sala como una exhalación y se dejó caer de lado sobre aquellas piernas largas.— ¿A que no sabes a quién he visto?

La recién llegada llevaba el mismo tipo de vaqueros cortos y rotos, una coleta alta a un lado de la cabeza con una bandana roja como diadema, y una camiseta de un grupo de heavy metal que estaba seguro llevaba más de veinte años disuelto. Ravus rodó los ojos. No le sonaban, ni tenía conocimiento de que debutase ninguna formación femenina en la gala, pero al menos parecían seguir una estética coherente.

—Uuff, Anir, que me rompes. —se quejó la pelirroja quitándose los cascos y guardando el móvil.

—Hey, jefe. —la voz de Prompto a su lado le pilló por sorpresa, devolviéndolo al presente lo justo para presenciar cómo su asistente se despistaba con la vista de las chicas.— O-ooohh

Estuvo a punto de chasquear los dedos frente a su cara, pero un joven moreno tatuado e indecentemente descamisado se dejó caer junto a las muchachas, cruzando los brazos tras la cabeza e inclinando hacia atrás el sombrero que llevaba puesto.

—A las buenas señoritas… —flexionando los músculos ostentosamente y haciéndolas reír.

Ravus vio por el rabillo del ojo como Prompto se desinflaba como una flor mustia, hasta que el moreno protestó.

—¡Dame esas baquetas!

—¡No quiero, son mías y llevan mi nombre! —la rubia tamborileó con sus armas sobre el ala del sombrero del chico.

—Aah, qué jolgorio, cuánto alborozo… —Ravus enderezó la espalda como si le hubieran espoleado, y notó a Prompto esconderse discretamente tras él. La mirada insidiosa del director de su discográfica pasó por encima de ellos sin detenerse, fijándose en grupito que se encontraba amontonado al otro lado.— Ya veo que habéis venido a disfrutar.

El moreno abrió la boca haciendo ademán de levantarse, pero la pelirroja le puso una mano en el pecho y lo volvió a recostar.

—Ace, no. Con el enemigo no se habla.

—Airin, mi niña, me hieres en lo más profundo del alma. —dijo Ardyn con tono falso y afectado.

—No mientas, que no tienes de eso. —la chica le echó una mirada cargada de algo a medio camino entre apatía y hartazgo. Los ojos de la rubia se cruzaron con los de Ravus, divertida. ¿Era eso de lo que había querido avisarle antes? Espera. ¿Airin? Un sonido de disco rayado irrumpió en su mente con fuerza.

—Eres mala. Algo has sacado de mí después de todo. —Ardyn sonaba extrañamente satisfecho consigo mismo respecto a ese tema.— ¿Cuándo piensas venir a Crystal Records? Ya va siendo hora, ¿qué tiene Rhapsodos que no tenga yo?

—Uuhh, ¿belleza? ¿Una carrera artística sin igual? No sé, a lo mejor es la libertad creativa y la ausencia de nepotismo. Hmm, si, va a ser eso. —su hija siempre había manejado el sarcasmo con precisión. Era una segunda lengua materna en esa familia.

—Mira nena, hoy no, que tengo prisa y reuniones con inversores pomposos. —Ardyn suspiró pasándose una mano por el pelo rojizo, revolviéndolo más aún.— Ven a cenar a casa un día de estos y me firmas Firestorm y el poster de gira para poder presumir más tarde ¿vale?

—¿El disco? ¿Tienes posters de nuestro grupo? —Airin, la niña que había ido a clases de canto con su hermana pequeña cuando ambas estaban en secundaria, la chica que le había gustado y nunca había invitado a salir, la hija rebelde de la que tanto protestaba su jefe, la joven que miraba de hito en hito la propuesta obvia de tregua que tenía frente a las narices… Era la vocalista del actual grupo de metal favorito de Ravus, y no la había reconocido. Ni al resto. Deshonra.

—Si, bueno, al escenario, pandilla de macarras. —Ardyn salió de las sala haciendo ondear su gabardina con dramatismo.

Las Holy Girls habían terminado con su actuación, y se asomaban mirando con curiosidad por la puerta de los camerinos. Airin se levantó con un movimiento grácil y correteó hasta ellas.

—¡Luna! ¡Fírmame un autógrafo!

—¡Aaaahh! —la hermana de Ravus abrazó a la pelirroja dando saltitos, mientras sus respectivos compañeros de grupos reían.— ¡Nooo, fírmamelo tu a mí!

 Ravus no le dio las gracias a Prompto cuando sacó la libreta y un par de bolígrafos, porque desapareció en busca de firmas sin guardarle papel a él. Lo vio intercambiando números con la portentosa batería de Ever Dream y comparando pecas con el guitarrista, casi cerca de la experiencia religiosa. Cuando finalmente Luna, Aerith y Yeul se retiraron de vuelta al vestuario, oyó un molesto ‘plop!’ de globo de chicle a su lado.

—Hola Ravus. —volteó a ver a Airin sonriendo, con los pulgares en las trabillas del pantalón.

—¿Con el enemigo no se habla? —las comisuras de sus labios se curvaron mínimamente.

—¿Y si quiero confraternizar con éste enemigo? —la expresión intensa en los ojos de la chica le hizo tragar saliva.

 



Personaje A adopta a Personaje B, un vagabundo sin hogar   (original here)
Quote from: Ahora solo le falta la flauta

A dangerous whisper - Now I’m dancing with the devil


El ruido de cristales rotos atrajo la atención del hombre por encima de los gritos entre la música, y rodando de costado, salió de su nido de mantas y plásticos bajo el banco que le servía de techo. Ladeó la cabeza atento al sonido de pasos en una dirección concreta y echó a andar hacia allá, poniéndose bien el gorro de lana y apartándose el pelo de la cara.
Su aliento empañaba el aire frío frente a su cara, y pegándose a la pared en busca de refugio de la lluvia siguió por la acera que compartían varios clubs y discotecas, llenos a pesar del mal tiempo. Sólo la entrada sin consumición de alguno de ellos costaba más que varios paquetes de tabaco, pero estaba claro que había gente con distinto orden de prioridades.
Echó una mirada furtiva a su alrededor para comprobar que no había nadie observando y se escurrió por la entrada al callejón.

—...si me das lo que quiero no tendrás problemas, cariño. —oyó que decía un hombre corpulento y de aspecto grasiento. La botella rota que empuñaba en una mano dejaba claro el tipo de problemas al que se refería.

—¿Y si lo que te doy son dos hostias, imbécil? —espetó con voz cortante de la chica que lo encaraba, con un puño en la cintura.

Medio segundo fue lo que duró la pausa incrédula del matón antes de soltar una carcajada, pero el momento fue más que suficiente para que Pip decidiera que se acababa de enamorar. Platónicamente hablando. Ahí, con dos cojones.

—¿Ah, sí? —preguntó el tipo acercándose más a la joven, que a pesar de la diferencia de tamaño no retrocedió.— ¿Tú y quién más?

Ah, parecía que le habían dejado la entrada a escena a propósito. Le dio un par de golpecitos suaves con el dedo en el hombro y cuando el hombre se volteó con gesto de sorpresa, Pip le descerrajó un puñetazo a bocajarro de tal calibre que le giró la cara con un ruido sordo y un chasquido húmedo, y le hizo caer inconsciente al instante.

—Yo, por ejemplo. Ouch, —Pip sacudió la mano golpeada y se sobó los nudillos pelados. Llevaba mucho tiempo sin tener que hacer cosas así.

—¿Y tú de dónde sales? —La chica le observaba con los ojos muy abiertos.

—Del parque, no te preocupes. —Se encogió de hombros sin darle más importancia y encorvando otra vez la espalda se ajustó el parche del ojo, dirigiéndose hacia la calle principal con intención de volverse por donde había venido.

La chica miró un par de veces del vagabundo que se alejaba, al cuerpo del matón que sangraba por la nariz despatarrado en el suelo, y levantando una ceja con gesto de desagrado pasó por encima de éste último sin titubear. Cuando alcanzó a Pip caminó a su lado hasta llegar al banco bajo el que dormía, y sin hacer caso de la lluvia se agachó frente al montón de mantas con una expresión curiosa.

—No que me ofenda que una chica guapa se quiera venir conmigo a la cama, ni mucho menos, —Pip se acomodó la larga trenza alrededor del cuello como si fuera una bufanda y levantó las manos en un gesto apaciguador para el humor en su voz— pero no sé qué quieres de mi, no puedo ofrecer privacidad exactamente.

—Sueles llevarles las bolsas la compra a un par de abuelas a cambio de algo de comer, ¿no? —dijo ella rodando los ojos.

—No es delito.

—Aguantas la puerta del súper cuando pasan mujeres con carritos de bebé, y dejas a Golfo en la puerta del estanco cuando entras a comprar tabaco. ¿Dónde está hoy?

Sorprendido por es escrutinio de su rutina y el comentario sobre su perro, Pip se rascó la mejilla un poco avergonzado.

—Un amigo me lo guarda. No hace noche como para dormir al raso.

La chica resopló dejando escapar una nube de vaho.

—Venga, coge tus cosas y vamos. —tiró del brazo de Pip y cuando no pudo moverlo tiró de las mantas, llevándoselas.

—¡Oiga señora! —Alucinando estaba.

—Señorita, gracias. Y gracias por lo de antes, —señaló hacia el callejón con la cabeza.— Me llamo Airin, trabajo en la papelería que hay junto al estanco.

—¡Ah, por eso conoces a Golfo!—exclamó Pip. Su perro solía ir a hacer amigos por el barrio y a veces volvía con cartones mulliditos o periódicos atrasados para usar de colchón.— No hay de qué, preciosa, pero de verdad que-

—Que tires.

—Pero-

—No hace noche como para dormir al raso, ¿no? Tirando he dicho. —Airin le bajó el gorro hasta la barbilla ahogándole un farfulleo.

Y como estaba platónicamente enamorado y había comprobado que la chica tenía un par de huevos y no se achantaba ante nada, no le quedó más remedio que obedecer.

—¿A dónde me llevas? —preguntó divertido cuando ya estaban a un par de calles de distancia y se oían sirenas de policía.

—A mi casa —respondió Airin parándose frente a un portal, sacando un manojo de llaves y empujándolo hacia el ascensor.

—¿Y qué piensas hacer conmigo? —Pip se limpió las botas en el felpudo y como hombre educado a la antigua, se quitó el gorro al entrar en la vivienda.

—Cosas calientes. —dijo la chica colgando el bolso y quitándose la bufanda, la cazadora y los tacones. Ignorando las cejas elevadas hasta la estratosfera de su acompañante, abrió una puerta y encendió la luz.— El baño está aquí, hay toallas y el agua caliente es central.

La expectativa de una larga ducha humeante y el pelo limpio de forma gratuita le hizo cosas efectivamente calientes por dentro.

—Tengo arroz con curry y pollo de este mediodía, si no te importa que esté recalentado de microondas.

—¿No tendrás también un trabajo de sobra y una habitación libre que admita animales de compañía? —preguntó sin creerse tanta buena voluntad sólo por echar un cable. Iba a rebozarse en todos los champús y mascarillas que tuviese la chica igualmente, pero puestos a pedir, que no quedase.

—Si no te importa cargar y descargar prensa, abrir los domingos y Golfo no se come mis muebles, podemos llegar a un acuerdo. —dijo Airin rebuscando en la nevera y sirviendo platos.

—Eres un ser de luz y te quiero. Cásate conmigo. —Su ferviente y maravillada declaración le sacó la risa a la joven. Pip no sabía qué había hecho para acumular tan buen karma, pero no pensaba desaprovecharlo.

—Tú dúchate y luego hablamos

Ser de luz.

—¡A la ducha!

—¡Si cariño!

 




❤ Ronda 4
Zombie Apocalypse AU   (original here)
Quote from: cuántos memes caben en un solo prompt?

I'll never stop, freedom tastes so sweet - Run for your life


Prompto vació el cargador de uno de sus revólveres mientras corría de vuelta a su búnker improvisado, esquivó algo que se acercaba por la izquierda y lanzó la mochila por los aires antes de impulsarse él.

—¡Anir! —gritó saltando por encima del muro de cemento con agilidad.

Sin terminar de haber aterrizado, las llamas que habían estado bajo control cercando el foso de su refugio estallaron en el aire como un escudo naranja.

—¡Bienvenidos a mi barbacoa! —exclamó la chica levantando las manos  y moviendo los dedos como si fuera un villano de cómic.

Prompto rodó por el suelo de rejas metálicas sobre tierra prensada y se quedó ahí tirado, recuperando la respiración tras el subidón de adrenalina e intentando ignorar los ruidos perturbadores del otro lado del muro.

La puntera de una bota llena de polvo empujó su brazo suavemente.

—¿Qué has traído? —Anir se agachó y rebuscó en la mochila.— ¡¿Chocolate?!

—Y agua. Y… otras cosas—El chico movió la cabeza con una sonrisa de costado, y se encontró con unos labios sobre los suyos.

—Eres un sol. ¿Sal conmigo? —después del fin del mundo Anir seguía teniendo la cara de gatito kawaii definitiva.

—Mira lo que pasó la última vez que intentamos tener una cita en condiciones. —Prompto se rascó la nariz sucia con una risa cansada.— Yo pensaba que ya eras mi novia.

—Psh, detalles. ¿Esto son…? —la chica sacó una enorme tira enrollada de algo plastificado en paquetitos.— Condones. Vale, me caso. Actualiza el estado, ya estamos casados.

—¿Eso quiere decir que no voy a morir virgen? —sonrojándose con ferocidad, Prompto se sentó como si le hubieran impulsado con un resorte.— Porque no quiero morir virgen.

—A cuatro de mayo del Año Dos Después del Apocalípsis, eso ha dejado de ser oficialmente un problema, vaquero. —Anir se sentó sobre sus rodillas con una sonrisa deslumbrante y le rodeó el cuello con los brazos, pegando sus cuerpos. Prompto tragó saliva.

De repente un ruido agudo y penetrante a cierta distancia hizo que se mirasen con pánico y casi tropezasen por separarse a toda velocidad. La chica corrió a treparse a la torreta de vigilancia mientras que su novio recién ascendido a marido cargó las cosas en la parte de atrás de la furgoneta 4x4 que tenían bajo una lona. El sonido se repitió, y entonces Prompto cayó en la cuenta de que aquello era un silbido. Un silbido humano

—¿Pero qué leches? —Anir se quitó los prismáticos, se limpió primero la cara y luego las lentes y volvió a mirar— Ahí fuera hay dos tipos limpiando la basura.

—Ahora si que vamos a morir. —murmuró el chico entre dientes asomándose a mirar. Y lo que vio le dejó con la boca abierta.— Oh. Joder. Anir ¡Anir! ¡Baja el gas cuando estén cerca!

—¿Qué? —Se llevó las manos a los oídos cuando Prompto devolvió el silbido con dos dedos de cada mano entre los labios, modulándolo en un patrón específico.— ¡Si me come un zombie iré a por tí el primero!

—¡Puedes comerme lo que quieras nena! —hizo pistolitas con los dedos en dirección a la chica, pero por si acaso cogió varias granadas de mano y una de las armas semiautomáticas de su arsenal robado, que se colgó del hombro.

Asomado al parapeto se le hizo un nudo en la garganta al ver entre las llamas aquella forma de luchar tan familiar, y que llevaba casi dos años sin presenciar. Aguantando algo a medio camino entre una carcajada y un sollozo se llevó una mano junto a la boca, ahuecándola para hacerse oír por encima de los gruñidos descerebrados.

—¡Los romances de Harlequin son una mierdaaa! —gritó.

—¡Te voy a dar una paliza, caraculo de chocobo! —bramó de vuelta Gladiolus Amicitia, eufóricamente indignado.

A Prompto se le saltaron las lágrimas al mismo tiempo que la risa, y empuñando la metralleta con dos manos para controlar el retroceso del arma, empezó a disparar alrededor de los dos hombres que paso a paso se abrían camino entre las ruinas, cubriendo los puntos flacos de su avance.

—¿Ese es Nyx? —la voz de Anir le llegó desde arriba,—¡Aaaaahhhhh!!! ¡Ese es Nyx!

Cuando estuvieron lo suficientemente cerca Prompto pudo comprobar que el otro hombre, ligeramente menos enorme que Gladio y que luchaba con dagas, se le hacía familiar. Pero hasta que el final de lo que había sido una avenida no estuvo despejado y Anir salió corriendo como una desesperada a colgarse de su cuello no lo ubicó.

—¡Túuuuu! —berreó la chica pataleando en el aire en los brazos de Nyx.

—Prompto Argentum, —dijo Gladio frente a él con una sonrisa recriminadora, clavando en el suelo la gigantesca espada de dos manos que blandía y abriendo los brazos,— tienes el gusto literario en el culo.

El rubio se lanzó en tromba como había hecho Anir con su otro visitante momentos antes y su amigo se permitió cerrar los ojos mientras lo abrazaba.

—¿Y tu novia? —preguntó la chica cuando volvió a pisar el suelo— ¿Dónde está, qué le ha pasado?

—Uff, es una historia muy larga, de verdad, pero las islas están limpias. —Nyx se pasó una mano por la barba hasta el pelo, revolviendo las trenzas de su nuca.— Y Airin debería de estar al caer.

—¿Al caer?

Como si lo hubieran invocado el zumbido de un motor aéreo se alzó por las calles detrás de la gasolinera que habían estado usando como refugio.

—¿Qué es eso? —preguntó Prompto escabulléndose de las zarpas de Gladio e intentando en vano poner orden en su pelo revuelto.

—¡Eso es mi padre! —exclamó Anir con los ojos brillantes, señalando el híbrido entre nave espacial y helicóptero militar que les empezaba a hacer sombra.

—¿Qué? —el rubio se puso pálido bajo las pecas.

—Mi novia, —explicó Nyx haciendo inventario mental de las provisiones que tenían acumuladas,— era su vecina de toda la vida, y estaba con su padre cuando todo se fue al carajo.

—Aaahh, —Prompto vio la sonrisa ladina de Gladio investigando la tira de condones que había encontrado y se puso colorado, quitándosela de las manos apresuradamente.— ¡Suelta eso!

Una voz femenina resonó desde una rampa metálica más arriba.

—¡Subid, pringaos, tío Cid nos lleva de compras! —el rubio vio como Nyx le lanzaba un beso a la pelirroja que se asomaba desde la aeronave, y esta le devolvía el saludo.

La risa exultante de Anir llenó los sentidos de Prompto cuando ésta se le trepó como una garrapata con las piernas a la cintura y procedió a comerle los morros completamente desvergonzada.

—Vaya, esto sí que no me lo habría imaginado. —rió Gladio. Anir sacudió una mano en su dirección.

—¡Oh cállate chavalote, Prom es mi marido perfecto y hermoso!

¡¿Marido?!

Prompto simplemente se encogió de hombros con Anir a cuestas y dejó que los otros cargasen sus posesiones rampa arriba. Si había sobrevivido al fin del mundo y una horda de zombies, conocer a su suegro no podía ser tan terrorífico. Eh, bueno, eso esperaba.

 



Dos de tus personajes tienen que casarse por un matrimonio arreglado. Arranged Marriage AU.   (original here)
Quote from: check mate (i did the thing)

Everybody's looking for something - Sweet dreams are made of this


Si se encontraba en esa situación era por su culpa, pero pedir asistencia a Lord Ardyn era el único recurso que Ravus había tenido para proteger a su gente del asedio de la guerra. Sabía, como sabía que el sol salía por el Este, que su vecino de frontera pediría algo escandaloso a cambio; el viejo zorro no daba puntada sin hilo.
Lo que Ravus no había anticipado era tener que casarse con su hija. Aunque debería haberse imaginado cuando pidió la mano de su hermana a cambio de apoyo, que aquel no era el objetivo real de Ardyn, y que todo lo que propusiera después como alternativa sería considerado mucho mejor desenlace que entregar a Lunafreya al maldito embaucador.
Ravus selló con su firma la última hoja del contrato, y entregó los papeles a su sonriente padre político.

—Bueno, pues ya está, —Ardyn se levantó tras entregar sus copias del acuerdo a los notarios y alzó su copa de vino, saludando a los presentes en la sala.— Un brindis por los novios.

—¡Por los novios! —corearon los asistentes a la firma, ignorando la obvia incomodidad de éstos. Ravus apuró su bebida, pero el vino le supo agrio.

—Me gustaría, si es posible… —la voz suave de su recién desposada se coló entre la algarabía que empezaba a formarse, reprimiéndola por unos momentos.

—¿Sí, querida? —el ruido finalmente se acalló cuando Lord Ardyn miró a su hija con desconcierto, pero sin perder la sonrisa.

Esa sonrisa que a Ravus le habría gustado borrar de un puñetazo, pero ya no había remedio. Al menos esperaba que la nueva princesa demandase de su padre un regalo de bodas tan escandaloso como las habituales salidas de tiesto del Lord. La joven irguió la espalda sobre su silla y respirando profundamente se dirigió a los notarios de la corte.

—Es mi derecho, y como tal quiero que conste en las actas matrimoniales, que tras haber contraído unión con el príncipe Ravus renuncio a los títulos, señoríos y tierras que tan generosamente me han sido otorgados por su mano, en favor de Lady Lunafreya.

—¿Qué!? ¡Airin no puedes estar hablando en serio! —Completamente incrédulo Ravus vio como Ardyn se ponía blanco, después rojo, y finalmente adquiría un tono ceniciento.

—Asimismo, —la chica apretaba sus manos entre sí, y aunque por sus nudillos blancos era obvio que estaba nerviosa, su voz no tembló,— decido renunciar a mis derechos de sucesión de linaje paterno.

Ravus se atragantó, pero pasó desapercibido entre las exclamaciones de sorpresa y los ruidos de animal moribundo de Lord Ardyn.

—Padre, mis hermanos están mucho mejor preparados que yo para esa responsabilidad, conoces de sobra a Reno y Genesis. —la joven se giró a mirar al gobernante vecino con una pequeña sonrisa, e inclinó la cabeza en un gesto respetuoso.— Prestaste ayuda al príncipe en los momentos más críticos, y a cambio has asegurado un bienestar para tu única hija. Como has dicho antes, mi lugar está ahora con mi señor esposo, mis nuevos deberes como princesa de este pueblo son mucho más que suficientes, y temo no dar abasto.

Ravus se fijó en que el coro de voces que se alzó alabando la sensatez de la joven y encomiando la dulzura de su carácter no la distrajo, observando vigilante hasta que los notarios hubieron apuntado todas sus peticiones, comparado notas, y sellado los documentos de forma definitiva. No sabía qué se traía la muchacha (su esposa, cielos) entre manos, pero les había movido el tablero de juego y salido airosa y grácil, y nadie lo había visto venir.

Cuando la sala se vació de gente Ardyn se dirigió a su hija, y apretando sus hombros con manos temblorosas, depositó un beso sobre su frente.

—Bien jugado Airin, bien jugado. —susurró ofendido y orgulloso a partes iguales.— Ahora sólo espero que no te arrepientas.

La joven tragó saliva.



Finalmente libre de obligaciones cerró tras de sí la puerta de la sala que conectaba con su dormitorio, empujó su calzado hasta poder quitárselo sin agacharse y se soltó la casaca a tirones. Cuando se dio la vuelta retrocedió un paso y estuvo a punto de tropezarse con sus propias botas al ver a su nueva esposa sentada a los pies de la cama ya abierta, ataviada con lo que parecía un camisón de gasa fina y que retorcía nerviosa entre sus dedos.
Ravus tragó saliva, recordando que le esperaba su noche de bodas.

Intentando mantener su dignidad, terminó de desvestirse en silencio, observando como su mujer se sonrojaba violentamente tras mirarle de reojo y el rubor se extendía por su piel bajando de las clavículas y perdiéndose en un rastro más allá de los bordes de la tela sobre su pecho. En ropa interior, no pudo evitar el color en sus propias mejillas y otro tipo de reacciones al pensar en hasta dónde le alcanzaría el sonrojo.
No era un chiquillo inexperto, pero teniendo la reciente guerra en cuenta hacía bastante tiempo que no tenía amantes.

—Airin, —se le hacía extraño decir su nombre en voz alta sin asociarla al resto de su familia, pero en aquellos momentos su linaje no podía estar más lejos de su mente.

—Esposo, —la joven aceptó la mano que le tendía y se dejó levantar de la cama.

—Ravus. —dijo éste acercándola a su cuerpo y notando que apenas le llegaba a la barbilla.— Estamos casados, llámame por mi nombre.

—Bien. Puedo.. puedo hacer eso. —parecía estar convenciéndose a si misma, y dejó escapar un ruidito agudo cuando Ravus puso su mano libre en su cintura, y apoyó la mano de ella contra su pectoral desnudo.

—¿Por qué has renunciado a tu dote? —preguntó Ravus en voz baja contra la curva suave de su cuello, sintiendo el escalofrío recorrer la piel casi bajo sus labios.

—Sé que mi padre me quiere, pero también sé que le puede la avaricia. —murmuró Airin echando la cabeza hacia atrás con el ceño fruncido y los ojos entornados bajo las atenciones de su marido.— Si tiene a bien regalarme libremente sin preguntar mi opinión, me niego a que saque beneficios a mi costa.

Ravus rió suavemente, mordisqueando su garganta con delicadeza.

—Demostrando que a veces un peón puede hacer jaque mate al rey. ¿Hmm?

—¿Es eso lo que estoy haciendo ahora? —los dedos finos de Airin se deslizaron con timidez hasta el bulto firme que presionaba contra su vientre.

Ravus maldijo entre dientes y la besó, bajándole los tirantes del camisón y lamiendo sus labios hasta que pudo profundizar el beso durante varios minutos. Finalmente, la levantó contra él con un solo brazo y arrastrándose por el colchón la dejó sobre las almohadas, cerniéndose sobre ella con la respiración agitada y la sangre encendida.

—Creo que ya va siendo hora de cambiar de juego. —dijo antes de volver a besarla y que los brazos de Airin rodeasen su cuello y su espalda con un suspiro ahogado. 

 





END PART I
« Last Edit: May 25, 2025, 01:38:00 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0  - Compilation vol. 2


❤ Ronda 5 - Valentines!

Personaje A y B terminaron hace tiempo, pero cuando personaje B se entera que personaje A todavía usa su hoodie, los sentimientos regresan como un tren.   (original here)
Quote from: ahí, donde duele, right in the feels

I’m putting on a mask to go see you - But I still want you


Sephiroth se quedó parado en seco, con la cesta a medio llenar en la mano. Cloud se chocó de frente contra su espalda y tuvo que resoplar para escupir pelo grisáceo de su boca.

—Muévete. —apretó su omóplato con un dedo y acabó por rodearle para coger otra caja de cereales de la estantería del supermercado.— Demonios, Crescent, algunos tenemos que estirarnos para llegar a la última balda, ayúdame o quítate de en medio.

Cuando su compañero no hizo ninguna de las dos cosas, ahí plantado como si ni siquiera le hubiera oído, Cloud se preocupó.

—¿Sephiroth? ¿Estás bien? —le cogió la cesta de la compra sin encontrar resistencia.

—No. —dijo el más alto con un hilo de voz, frotándose el pecho bajo las clavículas.

—¿Qué te pasa? ¿Dónde te duele? —Cloud estaba decidido a no entrar en pánico pese a lo alarmante que era todo aquello, pero por si acaso sacó el móvil y  buscó el número de Zack. Solo esperaba que no fuese un infarto.

—Lleva mi sudadera.

—¿Qué? —el rubio levantó la vista a la cara de Sephiroth, y lo vio con las cejas arrugadas y los ojos húmedos como si fuera a ponerse a llorar de un momento a otro.

—Mi sudadera, —repitió el mayor sin apartar la mirada del otro lado del pasillo de refrigerados,— Airin.

Cloud se dio la vuelta para ver a qué se refería, y fue entonces cuando vio a la ex-novia de su compañero.
La chica estaba parada frente al expositor de los yogures y parecía buscar algo sin éxito. Llevaba el pelo recogido en un moño algo despeinado, y zapatillas y leggings de baile, así que probablemente habría salido de un ensayo. Y efectivamente llevaba puesta la sudadera de la equipación de balonmano de Sephiroth, era imposible confundir el número y apellido del jugador en la espalda azul marino del jersey de los Soldiers de Midgar.
Personalmente Cloud nunca se dejaría ver en público con ropa de un ex, pero hacía tiempo que había dejado de preguntarse los motivos de otras personas. Aún así le pudo la curiosidad momentánea.

—¿Te dejó por otro? —antes muerto que admitirlo, pero honestamente su compañero era asquerosamente hermoso.

—No. Corté yo. —aunque a veces resultaba evidente que le fallaba el carácter.

—Hmm. —Cloud no supo que responder a eso, así que cogió un par de cosas más que recordaba haber apuntado en la lista de la compra y se dedicó a mensajear a Zack poniéndole al corriente de la situación.

Tras varios mensajes de texto cada vez más intensos por parte de su novio y suspiros progresivamente más mocosos escondidos entre flequillo grisáceo, Cloud se rindió. A su manera.

—¡Crescent! —llamó la atención de Sephiroth poniéndose delante de él, aunque su altura no le permitía mirarle directamente a los ojos, y le quitó la lista de la compra, barra ítems de quest, sin miramientos.— ¿Te comes nuestra comida y no colaboras en reponerla?

—Ya he dicho que pagaría yo. —el ceño fruncido y la mirada enfadada del mayor no le intimidaban a esas alturas de la vida, pero había jugadores rivales a los que había hecho retroceder más de un paso sólo con esas armas.

—Dame el dinero. —Cloud estiró la mano libre y movió los dedos hasta que Sephiroth sacó la cartera de mala gana y depositó en ella un par de billetes de dos dígitos.— Ahora lárgate.

—¿Qué? —el rubio lo empujó con el hombro hacia el otro lado del pasillo del supermercado— ¡Cloud no! No puedo ir y sin más-

—Puedes y lo harás. —los ojos de Cloud no dejaban lugar a dudas de que lo llevaría él mismo a rastras si fuera necesario. Y de sobra era conocida la infernal obstinación de Strife. Habían ganado partidos sólo porque el rubio había decidido que iba a ser así, y punto.— Ahora vete y dile algo, antes de que se vaya.

Sephiroth respiró con profundidad un par de veces, caminando adelante y atrás mientras se recogía el cabello en una coleta alta. Se frotó la cara con las manos, hizo crujir el cuello y rodó los hombros, como si fuera a salir a la cancha de partido tras un cambio.

Se acercó silencioso hasta donde su ex-novia comparaba las etiquetas de dos envases distintos, se ponía de puntillas y terminaba por dejar ambos productos de vuelta en su sitio, mirando hacia el estante más alto con un resoplido de frustración. Era algo más bajita que su compañero de equipo, así que los yogures para beber que más le gustaban quedaban completamente fuera de su alcance.
Sephiroth estiró el brazo desde detrás de ella y agarró un paquete de seis, bajándolo despacio hasta su altura. Ligeramente inclinado como estaba, podía notar el aroma cítrico y dulce de su colonia, que en otros tiempos había impregnado sus almohadas, y la echó terriblemente de menos.

—Cuánto tiempo, Airin. —dijo con voz grave después de haber tragado saliva.— No sabía que aún tenías mi sudadera.

La chica, que aunque había cogido los lácteos se había puesto recta por la sorpresa, se dio la vuelta con los ojos brillantes y los labios fruncidos.

—Si la quieres de vuelta… —por la forma en que escondía las manos dentro de las mangas era obvio que no se la iba a retornar de buen grado.

—No, no. —Sephiroth fue consciente de que estaba empezando a adoptar ese aire magnánimo pero desapasionado que tomaba cuando las cosas no iban según sus planes pero no quería que otros lo vieran, y decidió cortar por lo sano antes de volver a ponerse la zancadilla a sí mismo. Se llevó una mano a la nuca y se frotó el nacimiento del cabello, bajando la mirada.— En realidad a quien quiero es a tí. Te quiero a tí de vuelta.

Tras unos interminables segundos de silencio, cerró los ojos, derrotado, y dejó escapar el aire poco a poco. Un peso repentino contra su pecho le hizo soltar el resto de golpe.

—Aún no me has pedido perdón, idiota. —Airin se sorbió los mocos con ninguna delicadeza, y Sephiroth escondió una sonrisa aliviada en su pelo rojizo, abrazándola de vuelta.


Oculto tras la nevera de quesos en la esquina opuesta del pasillo Cloud adjuntó una foto al mensaje de texto para Zack: “yo creo que vuelven”.




Personaje A escribe carta declarando amor a personaje B con la intención de guardarla eternamente pero algo sale mal.   (original here)
Quote from: Lunitari plz have mercy on me



Raistlin tenía que admitir que su vida, si bien no era mucho más fácil, era al menos algo más relajada desde que aceptó a regañadientes el tener algo parecido a servicio doméstico en la Torre. Oh, estaba completamente seguro de que sólo se trataba de otro intento de espionaje por parte del Cónclave de Hechicería, pero poco tenían que rascar enviando a alguien sin instruir en la magia.

Se sirvió una cucharadita de miel y la revolvió en su té caliente, riendo entre dientes al pensar que el grueso de sus reportes probablemente consistía en explicar que hacía la comida, fregaba los platos, se dedicaba a la limpieza de las zonas no privadas donde tenía permitido acceso libre (porque por supuesto las áreas restringidas contaban con conjuros de protección), hacía la colada y remendaba la ropa. Aunque la cantidad de calcetines rotos y desparejados que habían habitado los cajones de su cómoda era en sí mismo algo remarcable, ahora que el problema estaba subsanado, no era exactamente un asunto de vital importancia.

Aún acabaría teniendo que dar las gracias, porque librarse de las tareas domésticas diarias por simples que fueran, le proporcionaba más tiempo que dedicar al estudio de la magia. Siempre, desde pequeño, se había encargado del cuidado de sí mismo y de otros sin mayor problema añadido que su salud falible. Encontrar que ahora otra persona se ocupaba de esas pequeñas responsabilidades y lo hacía a su gusto siguiendo sus órdenes… le provocaba una curiosa sensación de desahogo. ¿Sentirían eso los nobles que no tenían otra obligación que dedicarse a sus placeres?
Se llevó la taza a los labios y bebió, entretenido con la idea de que estaba viviendo la buena vida, y satisfecho con que fuera a costa de sus más fieles detractores.

Un grito seguido del ruido de golpes metálicos resonando con eco por el pasillo llamó su atención, y tras varios segundos de silencio incierto, se levantó y salió al corredor a ver qué ocurría. Un maullido interrogante le saludó, pero apartó suavemente al gato naranja con un pie y cerró la puerta tras de sí antes de que pudiera colarse en sus habitaciones. Cuando se asomó al borde de la escalera tuvo un momento de alarma al ver a su ama de llaves tendida en el suelo del siguiente tramo, rodeada por la fregona, el cubo, y un par de espectros que flotaban curiosos alrededor. Bajó las escaleras a toda prisa, y al llegar hasta ella respiró aliviado al ver que aunque desorientada, seguía consciente.

—¿Airin, te encuentras bien? —preguntó Raistlin tanteando la cabeza de la muchacha con delicadeza y evitando mirarla mucho tiempo seguido. Bastante tenía con el susto como para además obligarse a verla perecer.

—Pues... he estado mejor, la verdad. —la joven se dejó ayudar a levantarse por el túnica negra, y quitándose el delantal mojado lo agitó hacia los espectros, a los que habría corrido a mandilazos si la tela no los hubiera atravesado libremente, y amenazó.— ¡Que no encuentre vuestras tumbas porque sal y fuego!

Raistlin se agachó a recoger las cosas que se le habían caído de los bolsillos, pensando que aquella actitud tan irreverente con la mayoría de seres aterradores de la Torre era un cambio refrescante que el Cónclave seguro no había estado planeando. Entre las horquillas de pelo y un par de pañuelos halló una hoja de papel doblada, que se guardó en la manga con discreción, esperando encontrar una carta incriminatoria como prueba de su fallido espionaje. Si además aprovechó para atisbar rápidamente bajo la falda de la moza, nadie tenía por qué saberlo.

—Deberías cambiarte, estás empapada y te vas a enfriar. —dijo el mago agarrándola por el codo y llevándola de vuelta escalones arriba casi a la fuerza.

 —Voy a tomarme eso como un cumplido a mi comida y lo inconveniente que resultaría no tener ropa limpia todos los días. —dijo Airin con una sonrisa dolorida.

Levantando una ceja como respuesta a eso, Raistlin abrió la puerta de su alcoba e ignorando al gato que consiguió colarse señaló hacia dentro.

—Ya sabes dónde están mis túnicas limpias, ponte alguna. —dijo con voz suave.

Airin miró del mago a la habitación y de vuelta a éste varias veces, como si sospechase de algún motivo oculto, pero finalmente entró sin protestas.

Raistlin apoyó la espalda contra una de las hojas de la puerta y dispuesto por fin a leer, sacó el papel con una pequeña sonrisa astuta. Arqueó las cejas al ver que por un lado había ingredientes apuntados, pero lo que encontró al desdoblar el folio y leer su contenido le hizo subir el calor y tragar saliva. No había forma posible en que aquella fuera una misiva dirigida al Cónclave. No cuando llevaba su nombre escrito en la primera línea. No cuando iba seguido por varios párrafos llenos de… sentimientos. Y otras cosas que no podrían considerarse como obscenas ni indecentes pero que le provocaron un sonrojo visible sobre su piel dorada. Aquello no era lo que había esperado, para nada.

Nadie en su sano juicio se enamoraría jamás de un hombre como él, y mucho menos lo admitiría.
Ninguna mujer aceptaría que la magia siempre sería lo primero, lo más importante para él.
Estrujó la carta con una mano temblorosa, y se llevó la otra al pecho, intentando controlar su corazón que golpeaba desbocado, con la mente funcionando a marchas forzadas. Debía comprobar si aquello era cierto. Necesitaba saberlo. Era necesario.

El ruido de la puerta al abrirse hizo que se girase de golpe y contemplase a la joven que se asomaba descalza, vestida con una de sus túnicas negras de montar, que aunque era más corta que las habituales le quedaba grande y le llegaba casi a las rodillas. Los ojos dorados de Raistlin se fueron abriendo más y más al comprobar algo que debería haber sido obvio desde el primer momento y de cuya ausencia sólo se percataba ahora. Tal vez, tal vez…

Dispuesto a llegar al fondo del asunto y hacerse con todo cuanto estuviera a su alcance por el camino, bloqueó la puerta de su habitación apoyando un brazo a cada lado del quicio, con la carta arrugada todavía en su mano.
Esta vez fue ella quien tuvo que tragar saliva, sujeta al escrutinio del mago y sus pupilas de reloj de arena.

—Airin, —Raistlin empujó fuera de la alcoba al gato que ronroneaba contra su pierna y cerrando la puerta a sus espaldas, demandó con voz rasgada,— tienes algo que explicarme.




❤ Ronda Extra

Personajes de tu lista son arrestados por alteración al orden público. Personaje A tiene que ir a su rescate   (original here)
Quote from: Bow wow wow!



—¡Venga, pa’ dentro!

—¡Pero que no ha pasado ni un minuto, y aún no ha cogido! —protestó la chica.

—¡Que me da igual! —de malas maneras el guardia le quitó de las manos el teléfono que aún daba señal y a rastras la llevó hasta la celda donde la obligó a entrar de un empujón que la hizo caer al suelo.

—¡Maldición pa’ tí! —la chica se dio la vuelta y sin levantarse señaló al policía con dos dedos sangrantes. El hombre rodó los ojos.

—Eso no creo que lo cuenten como ‘cooperativo’ —dijo una voz con tono húmedo, nasal y dolorido. Aunque realidad sonó más como “eddo do kgeo ge do kguedteh kgobho kgobheddadibo”.

Airin dejó sus imprecaciones brujeriles por unos segundos para girarse a mirar a su compañero de calabozo, y abrió mucho los ojos al comprobar como éste tenía la cabeza agachada hacia delante y se apretaba la nariz con un pañuelo que goteaba rojo oscuro.

—Joder Prompto, qué te han hecho. —la chica se arrastró casi a gatas hasta el rubio y apoyándose sobre sus rodillas le apartó el pelo de la cara para observar el daño.

—Bah, esto no es nada, tendrías que ver cómo está el otro, —bromeó el joven débilmente.— Ouh, me duelen hasta las pecas.

Airin le acarició el pelo revuelto con suavidad, mientras pensaba en cosas desagradables que utilizar como desquite por el agravio al que les habían sometido.

—¿Has podido hablar con tu padre?

La pelirroja negó con la cabeza.

—No ha llegado a sonar ni cuatro tonos y me han cortado la llamada. Cómo se nota quiénes son los amigos del puto borracho. Aunque la verdad tampoco creo que el inútil de mi padre hubiera cogido el teléfono, menos contestar llamadas, lo usa para hacer de todo lo que sea perder el tiempo.—Prompto le dio la razón con un ruidito lastimero de conmiseración y otro de sorpresa.

—Pero siempre dices que es un hombre ocupado.

—Uy si, ocupado. En hacer el mal y sembrar el caos en el mundo, —contestó Airin con tono ácido, lamiéndose la herida de un nudillo despellejado.

—¿Como mi hermana? —el brillo divertido en los ojos del rubio apaciguó un poco los ánimos alterados de la chica.

—Peor, más sabe el diablo por viejo que por diablo. —Aquello sacó una risita a Prompto, y eso a su vez provocó una sonrisa cómplice en la pelirroja.

—Bueno, está claro que de aquí esta noche no salimos. —suspiró el chico. Cada vez que intentaba tener una cita en condiciones con posibilidades de algo más, el universo le ponía la zancadilla de la forma más imaginativa posible. Aunque fuera como víctimas colaterales en una pelea de borrachos en la que no habían tenido nada que ver. Por lo menos sabía que Anir tenía sus chaquetas, sus móviles y las llaves a salvo.

Transcurrieron varios minutos de silencio con Prompto sentado en el banco y Airin en el suelo usándolo como respaldo y apoyando una mejilla contra el lateral de su rodilla.

—Tengo una idea. —dijo la chica en voz baja.

—¿Pero?

—Aháh… Necesito que no grites, no te asustes, y sobre todo ¿no me odies?

—¿Airi qué vas a hacer? —susurró Prompto con aprensión.

—Tu confía en mi, ¿vale? —dijo ella incorporándose sobre sus rodillas hasta quedar entre las piernas del chico, y agarrando sus mejillas para dejar un beso tentador en la comisura de sus labios.

Prompto asintió por instinto más que otra cosa, y hasta que Airin no se apartó no se dio cuenta de que había estado conteniendo la respiración. En cuanto le dio la espalda se removió en el sitio para acomodarse el pantalón discretamente, pensando que al menos su nariz ya no tenía mucha más sangre que derramar por la subida de tensión como en un anime.

La chica se rascó las heridas de la mano hasta levantar la costra coagulada y abrió y cerró el puño para ayudar a que la circulación fluyera de nuevo. En cuanto la sangre manchó sus dedos empezó a dibujar en el suelo.

—Erhm… ¿eso es un pentagrama?

—No tonto, los pentagramas son para proteger al usuario. Esto es una estrella de ocho puntas. —explicó Airin embadurnando el cemento con florituras.— Avísame si viene alguien.

—Y qué… ¿Qué hace? Quiero decir, ¿para qué sirve? —el rubio se mordisqueó las uñas mientras echaba un vistazo más allá de los barrotes, y sorprendido informó,— Por el ángulo que tiene, creo estamos en el punto ciego de la cámara de seguridad.

—Yay —la chica dio un último repaso a la circunferencia que contenía el resto del dibujo escurriendo el pañuelo manchado, y Prompto contuvo una mueca de asco.— Para invocar.

—¿Qué?!

—Dame la mano. —Airin le agarró, justo cuando los trazos del suelo comenzaron a brillar con un extraño tono rojizo y chispeante que delataba algo sobrenatural.

Del círculo de invocación empezó a surgir una especie de humo negro que se enroscaba en volutas y fue creciendo hasta formar una figura humanoide de apariencia cada vez más sólida. Cuando el ¿hombre con abrigo? terminó de completarse puso los pies en el suelo y dejó de flotar a varios palmos de altura, y los observó a ambos con un gesto de impertinencia que a Prompto se le hizo muy familiar.

—¿No sabes llamar por teléfono como una persona normal? —el hombre preguntó mirando a Airin fijamente, y luego echó una ojeada a su alrededor levantando una ceja.— ¿Qué has hecho ahora?

—No sirve que llame si no coges el móvil, y no tengo el teléfono encima, no puedo llamar a mi hermano para que me saque de aquí. —la chica se excusó combativa.— Y nosotros no hemos tenido la culpa, esto es un flagrante abuso de autoridad. ¿Nos llevas a casa, porfa?

—¿Airi? —Prompto notaba la garganta seca y las paredes cerrarse a su alrededor.

—Hmm, ¿y este apuesto mancebo? —el hombre centró su atención en él y estiró la mano en su dirección.

—Tu futuro yerno si nos sacas de aquí, no me lo asustes o me pondré a llorar,  que éste me gusta, —avisó Airin apartándole la mano, y de repente Prompto recuperó la claridad como si le hubieran echado un jarro de agua fría encima.

—Lo del mal y el caos era... ¿literal? ¡¿Tu padre es un demonio?! —dejó escapar un ruidito incrédulo e indigno, con la boca y los ojos muy abiertos.

—Ahm… si. Pero yo no, y por eso no puedo sacarnos sola. —la chica encogió un hombro con una pequeña sonrisa culpable, y a Prompto se le derritió un poquito el corazón.

—¡Oooh! Sangre fresca para la familia. —Ardyn rió divertido, pero cuando agarró la mano herida de su hija dejó escapar un sonido de desaprobación.— Voy a tener que poner una queja por el trato a mi descendencia.

—Hazlo, me gustaría ver la cara del que tenga que explicar cómo han desaparecido dos personas de un calabozo cerrado con un garabato sangriento en el suelo —rió Airin emborronando el dibujo contra el cemento con la suela de su bota, y entrelazando sus dedos con los del chico al que en ningún momento había soltado.

Lo último que pensó Prompto antes de ver desaparecer los barrotes de la celda entre la niebla oscura que los envolvió es que esperaba que teleportarse no le marease el estómago. Y que nadie le iba a creer cuando lo contase. Desde luego Anir no.





Personaje A escribe carta declarando amor a personaje B con la intención de guardarla eternamente pero algo sale mal.   (original here)
Quote from: Da da da da da

I won’t let you go - You’re like a question


A ver, siendo sinceros, cualquier día a cualquier hora, Suigetsu habría reconocido, afirmado y enfatizado que no tenía un solo hueso romántico en su cuerpo; ni falta que le hacía. Y dependiendo del humor que llevase ese día en esa hora, si no tenía nada mejor que hacer, habría sido capaz de retar a duelo a muerte a quien osase afirmar lo contrario.
Pero estaba dispuesto a hacer excepciones, porque después de todo, las había. Y muy honrosas. Mordisqueó el culo de  bambú del pincel, pensando como seguir con su carta de amor. Tampoco es que nadie además de él fuera a leerla nunca, pero su oscuro y brillante objeto de deseo bien merecía algo hecho con esfuerzo. Nunca sería un poeta, pero desde luego no era un inculto. Sólo necesitaba algo que rimase con aceite. Hmm, ¿incapacite? ¿decapite?

—A lo mejor la palabra que buscas es “deleite” —dijo una voz por encima de él que a punto estuvo de hacerle tragar el pincel del susto.— Y la espada no está en venta.

—La madre que me parió, —tosió Suigetsu escupiendo una mancha de tinta como si fuera un calamar atolondrado.

—Hizo buen trabajo, si.

Para cuando su mente registró el cumplido inesperado, su pincel había dejado un tremendo manchurrón negro en el papel.

—¡Venga ya, es la segunda vez que la escribo! Y además haciendo caligrafía bien... Con lo caro que está el papel. —protestó Suigetsu. Y entonces lo procesó,— Eeehh, soy un hombre atractivo~.

—Pfff, estás escribiendo una carta de amor a una espada. —replicó la chica ajustándose la cinta que sujetaba las mangas de su kimono retiradas hacia atrás.— Una espada que no te vas a llevar.

—¡Pero la quiero! ¡La quiero mucho! —el joven puso su mejor cara de gatito triste— La quiero taaan mucho más que los demás, que es obvio que tiene que ser para mí.

Como respuesta la moza se quitó una sandalia y le atizó en la cabeza con ella.

—Acabas de perder todo el atractivo. —y poniéndose otra vez la sandalia, la chica se dio la vuelta en dirección al templo del que había salido, con las mangas y la coleta pelirroja ondeando tras de ella.

—Tch, que sabrá esa bruja. —Suigetsu se sobó la coronilla arrugando el labio. Una figura se dejó caer a su lado, sentándose con las piernas cruzadas y sin poder aguantarse una risilla.

—“La quiero más que los demás”? ¿En serio? —preguntó Naruto con la boca llena, ofreciéndole un onigiri de la caja que traía.

—¡Yo qué se! Me ha pillado ahí y lo primero que se me ha ocurrido…

—Hmm, —Naruto tragó y se lamió las migas antes de volver a hablar.— Vale que seas un enfermo de las espadas, pero no te llevas una reliquia de un altar así sin más, y hasta yo soy capaz de hacer menos el ridículo ligando.

—¡Eh! Psch, me gustaría verte a tí intentando algo… —dijo Suigetsu torciendo el morro y dejando ver su colmillo puntiagudo a la par que mordisqueaba el arroz.

—¿Seguro? ¡Oi, Raiko! —Naruto hizo gesto de levantarse pero la mano de otro joven en su hombro lo volvió a aposentar contra el suelo.

—No, olvídalo, no quiero ver eso y menos a la hora de comer. —gruñó con con un moflete hinchado mientras el rubio reía.



—La respuesta es no. —La pelirroja resopló sobre el barreño con agua, frotando la ropa mojada contra la tabla de lavar.

—¡Pero si ni siquiera sabes cuál es la pregunta! —Suigetsu levantó los brazos indignado.

—La espada. —contestó Raiko dando una pasada con la pastilla de jabón.

—¡Pues no! Venía a preguntar si necesitabas ayuda, pero ahora no te la ofrezco. ¡Por lista! —el joven se acuclilló frente a ella cruzando los brazos y frunciendo el ceño.

—¿Y qué es lo que buscas a cambio? —Raiko se echó hacia atrás sentándose sobre sus talones, y rodó la tabla hasta el espadachín.

—Sólo saber quién la forjó. —Suigetsu refunfuñó quitándose el kosode y dejando que colgase sobre el hakama, pero cogió la ropa y empezó a frotar de nuevo.

Cuando levantó la vista se dio cuenta de la mirada de la chica fija en su torso desnudo y sonrió sin decir nada más. Raiko se secó la cara con el delantal, y se sacó los bordes del kimono de donde los había recogido hacia arriba con el obi, estirando y volviendo a recoger sin arrugas incómodas. Suigetsu observó desde debajo de su flequillo el brillo de la humedad que se le acumulaba en el cuello.

—Yo. —contestó a regañadientes la chica, apartando espuma de los bordes del barreño.

—Cómo que tú, si eres una miko. —Suigetsu dejó de frotar para mirarla a la cara con las cejas arrugadas.

—De miko nada, la sacerdotisa de Inari es mi tía, no yo. Yo sólo hago las cosas de casa y llevo la forja. —el tono defensivo de la chica le extrañó, hasta que cayó en la cuenta.

—La forja. Tú llevas la forja. —Suigetsu boqueó con los ojos muy abiertos y cara maravillada.— ¡¿Me estás diciendo que tú eres quien ha estado fabricando las kitsune-gatana todo este tiempo?!

—No, en realidad sólo desde los quince. Antes las hacía mi padre. —Raiko se rascó la mejilla, sonrojándose y revolviendo la pastilla de jabón en el agua de la colada.

—¿Y la del templo? —preguntó el joven con vehemencia.— ¿Cuál es su sello?

—U-uzumaki Raiko, esa es mía. —la chica apartó la mirada avergonzada.— Mi padre se llevó la primera katana que forjé porque dijo que le daría suerte en sus viajes, la segunda se quedó aquí.

Suigetsu soltó la tabla y la ropa, que se escurrieron de vuelta al agua salpicando, y se arrastró sobre las rodillas rodeando el barreño hasta quedar frente a Raiko.

—¡Es la katana más bonita que he visto nunca! —exclamó agarrando la mano mojada de la chica entre las suyas.— Su filo brilla como si pudiera cortar un bosque entero sólo con la ráfaga de aire de un chiburi suyo.

—¡P-pero no me digas esas cosas! —Raiko se agarró el delantal con la mano libre y se tapó la cara colorada con él.— ¡Y ponte ropa!

—En realidad la carta iba para tí. —confesó Suigetsu de sopetón. Y luego se pateó mentalmente por no tener filtro del cerebro a la boca. Eh, de perdidos al río, no era romántico pero sí honesto.— pero salió mal.

—Yo te mato, —la risa ahogada tras el delantal le dio esperanzas, y los ojos brillantes que se asomaban por encima terminaron de envalentonarle.

—Podría intentarlo otra vez, si quieres, pero se me da mejor la espada que la pluma. —dijo sonriendo de costado y dejando asomar su colmillo seductor.— Mucho mejor.





Dos personajes se conocen en un concierto. Pueden ir a ver al mismo grupo, o uno de ellos puede pertenecer al grupo de interés.   (original here) 
Quote from: sing the chorus!

Caught up in the moment - I finally made up my mind


Airin apoyó el torso sobre una de las vallas publicitarias del evento esparcidas aquí y allá por el recinto y se dejó escurrir a peso, quedando casi colgada por la mitad. Dio un sorbo largo a su batido de frutas, mordiendo con saña las dos pajitas de la jarra de vidrio donde al menos su reflejo confirmaba que su maquillaje seguía intacto y el spray mágico había sido la mejor inversión de su vida, y cerró los ojos odiando al sol.
La riñonera se le clavaba debajo del pecho y el nudo de la camisa que llevaba a la cadera le apretaba contra el hueso, pero no estaba por levantarse y buscar un lugar de reposo digno.

Era demasiado pronto por la mañana para pensar en comida, pero demasiado tarde como para intentar dormir y que los otros fiesteros le dejasen tranquila, y resentía el sexilio al que su mejor amiga y el novio de ésta le habían sometido aquella noche.
Se había ido de conciertos a solas porque era evidente que sus compañeros de tienda estaban urgentemente necesitados de intimidad y aún no había vuelto a dormir. Cabe decir que su intento de acercarse al amanecer había sido fallido y ahora había sonidos que no podría desoír de su mente jamás. Urgh. Quería a Anir y Gladio como si fueran sus hermanos, pero esto se lo haría pagar; se lo contaría a sus hijos.

De repente algo se posó con suavidad sobre su espalda, pero su cabeza no estaba lo suficientemente cerca del suelo como para mirar del revés por debajo de la valla y entre sus piernas.

—Hey, ¿estás bien? —el algo resultó ser la mano tibia de un hombre, que podía notar haciendo círculos contra su piel a través de los cortes en la tela de la espalda de su camiseta.

—Mluuurgh, —gruñó Airin tras dos o tres segundos de pensar si contestaba o no. Se giró un poco moviendo la cabeza para apartarse el pelo de la cara y sorbió su batido con desidia agresiva.— Muerta de sueño y llena de odio, ¿en qué parte de la escala clasifica eso?

El hombre se echó a reír con cara de sorpresa y después ladeó la cabeza con una sonrisa sesgada. Airin tuvo la certeza de que si esa sonrisa no era ilegal, fijo era peligrosa y terrible. Sobre todo terrible, terrible.

—Por un momento he pensado que te pasaba algo serio. —El hombre se apartó para dejar espacio cuando la chica decidió incorporarse de nuevo a la vida vertical y observó entretenido cómo intentaba recuperar parte de su dignidad humana poniéndose la ropa bien y el flequillo en su sitio.— Estabas tan… no sé, no parecías estar consciente, y no habrías sido la primera intoxicación etílica de hoy.

Además de atractivo, buena persona. Y el universo no tenía la decencia de cruzárselo en un buen día. Qué injusticia.

—Nah, solamente destruida, esta noche he enlazado Soul Society, Burning Cosmos y Soldiers of Gaia. —Airin hizo recuento de su viaje cada vez más épico a través del metal.

—¿Te gusta Burning Cosmos? —el hombre parecía fascinado, y la chica se señaló el frente de su camiseta negra desvaída.

Thorns & Needles es su mejor disco y no puedes convencerme de lo contrario. —y le dio un trago a su bebida con una mirada desafiante.— Aunque Sunion también tiene lo suyo.

—¡Qué dices, Sunion es lo más! Es casi tan bueno como Lifestream, créeme, entiendo de música. —dijo él guiñando un ojo, y le tendió la mano.— Me llamo Nyx.

—Airin, —se presentó la chica estrechándole la mano con los ojos entrecerrados.— Dices que entiendes de música ¿eh? ¿Quién es mejor, Accursed o Calamity?

—Esas son preguntas íntimas, como para la segunda o tercera cita, —Nyx rió entre dientes, frotándose la sombra de barba con un nudillo y levantando una ceja.— Pero te puedo decir que Kingsglaive molan bastante. Lo dan todo en el escenario y sus conciertos son la caña.

—Hmm, no los conozco. —la chica se encogió de hombros y se apoyó contra la valla, sonriendo ante la cara de ultraje de Nyx.— Mis amigos insisten en que me van a gustar mucho, pero no he oído nada suyo aún y hasta esta noche no puedo opinar.

—¿Vais al concierto? —preguntó él con interés.

—Yo sí, ellos no sé. Aunque debería buscarme un rollo para esta noche y sexiliarlos sin piedad como ellos a mí, —dijo Airin acabando su batido de desayuno ignorando el brillo en los ojos del hombre.— Pero me atrae más la música que la venganza. Puedo cobrármelo más tarde, sólo es una más en la lista de deudas de Gladio.

Nyx le pasó un brazo por los hombros con aire despreocupado, y la chica levantó las cejas pero no puso objeción.

—¿Y si te digo que te puedo dar un pase VIP para verlos? —dijo empezando a caminar hacia el área de comidas y restauración.

—¿Trabajas en seguridad? —Eso explicaría su preocupación inicial; Airin se dejó guiar sin resistencia, y con la excusa se agarró de su cintura casualmente.— ¿Qué quieres a cambio?

—Mnop, de hecho soy músico. —comentó Nyx, dándole un empujoncito con la cadera,— Y nada, soy amigo del batería de Kingsglaive desde la infancia.

—Oooh, entiendo. —Airin le empujó de vuelta.— Está bien, presume y considérame apropiadamente impresionada.

Caminaron durante un rato sin prisa entre los asistentes al festival, hablando de música, coincidiendo en grupos favoritos pero discrepando el álbumes. Nyx la invitó a comer brochetas de carne picante maravillosa y un rollo de algo misterioso con salsa. Al darse cuenta de que habían pasado un par de horas sin avisar, Airin decidió que no podía enamorarse sin pedirle el número de teléfono antes, así que lo hizo. Y cuando él le pidió el suyo a cambio, vitoreó en su mente.

—¡Hey, Libs! —llamó Nyx asomándose a la pequeña carpa de sonido donde varios técnicos y algunos miembros de bandas concretaban detalles para esa noche.—Necesito un pase VIP para nuestro backstage.

—¿Se puede saber dónde te habías metido, maleante? —El batería de Kingsglaive se dio la vuelta con cara acusadora, hasta que reparó en la chica que acompañaba a su amigo, y lo miró con humor, lanzándole una pulsera de plástico fosforito.— Ya veo, ya.

—Creo que la he impresionado lo suficiente por mi mismo, pero para asegurarme. —Nyx se giró hacia Airin, le puso el brazalete y después le levantó la barbilla con una mano, suavemente.

Ella se lamió los labios, y él la besó despacio, persiguiendo su lengua, ladeando la cabeza y dejando escapar un ruido gutural cuando Airin le pasó los dedos por entre el cabello de su nuca. Tras unos minutos sin percatarse de las risitas de quienes miraban de reojo el espectáculo, por fin se separaron en busca de aire. Nyx se acomodó el pantalón de cuero y carraspeó, mientras la chica se ordenaba el pelo con cara de perplejidad y las mejillas calientes.

—Ven a verme esta noche, —pidió Nyx acariciándole el labio inferior enrojecido con el pulgar,— te estaré esperando.

—Bueno, —concedió Airin, mirándolo de reojo, coqueta.— Pero porque eso último si que me ha impresionado.

Y ella tenía un pase VIP que aprovechar para alimentar la envidia de Gladio y Anir. Y robarles un par o tres de condones por si acaso.





Personajes atrapados en un ascensor   (original here)
Quote from: mantengan sus objetos personales a salvo~

I saw you far away - Come to rescue me


Cuando las puertas del ascensor se cerraron, Cor tuvo un mal presentimiento casi inmediato. Uno no llegaba hasta donde estaba él sin una dosis de paranoia más que saludable y justificada, pero al echar un vistazo rápido a su espalda la única compañía que encontró fue la de una de las asistentes de Highwind. La mujer, pelirroja y que debía ser al menos una década (tal vez dos?) más joven que él, llevaba un par de carpetas en los brazos, y parecía hacer números con una pequeña calculadora de bolsillo sobre varias piezas de papel. Al sentirse inspeccionada levantó la vista hacia él.

—Buenos días Mariscal.

—Hn. —Cor asintió con la cabeza, dando un trago al termo de café que había traído la noche anterior.

—¿Entra o sale de guardia? —la ¿secretaria?, escribió algunos apuntes antes de guardar las hojas en sus respectivas carpetas, y agacharse para meter ambas en el maletín de trabajo que hasta entonces había descansado junto a sus pies.

—Salgo. —Levantó una ceja amonestándose mentalmente por observar de forma inapropiada al personal en el puesto de trabajo, pero no hizo nada por apartar la vista.

Normalmente Cor no era el tipo de persona que se fijaba en la ropa de los demás más allá de motivos de estricta vigilancia laboral, y le importaba bastante poco qué vestían o cómo se adornaban otros mientras fueran a trabajar mínimamente pasables. Él pedía resultados, no un pase de moda. Pero no dejaba de ser un hombre con sangre en las venas y ojos en la cara, y de vez en cuando se cruzaba con personas con atributos dignos de ser apreciados. Si además coincidía la ocasión con llevar un envoltorio acorde a sus gustos, como esa falda ajustada, pues bonus.
Y entonces, en el momento que el decoro público le obligaba a apartar la vista de aquella cadera tan interesante para fijarse en el número de piso que marcaba el panel luminoso, supo que su día podía proceder a darse por jodido.
“Ñiiiiiiiiiieghh”, hizo el ascensor, frenando su descenso en seco.

—Mierd-

—¡Su puta…! —La mujer se levantó agarrándose al pasamanos de la pared, tocándose la cabeza con gesto de dolor.— Ah, d-disculpas Mariscal.

Cor negó con la cabeza; en sus oídos aún reverberaba su propio golpe y se identificaba plenamente con aquella opinión. Una cosa era quedarse encerrado al entrar a trabajar y perder el día por un accidente. Otra mucho más odiosa era no poder volver a casa, ducharse y acostarse porque la estúpida máquina tenía hipo. Como principal encargado de la seguridad del edificio, tenía derecho a tomárselo como ofensa personal.
Después de haber pulsado la alarma varias veces y esperado un par de minutos entre cada una de ellas, Cor se cruzó de brazos con el ceño fruncido de forma ominosa.

—¿Y ahora qué hacemos? —preguntó la pelirroja quitándose la chaquetilla de punto y buscando su teléfono móvil.— No hay cobertura, no puedo llamar a mantenimiento.

—Sé que trabajas con el Capitán Highwind, pero no sé cuál es tu nombre.

—¡Ah! Brightblade, señor. Airin Brightblade.

—Échate atrás. —avisó Cor dejando su termo de café a un lado. La joven estiró sus cosas hacia atrás y se pegó a la pared con espejo del fondo del ascensor sin esperar a que se lo dijera dos veces.

Pateó la puerta con fuerza varias veces hasta que abolló el metal y la luz del exterior emergió por un hueco entre las placas correderas, pero con cada embestida el ascensor pareció zarandearse. Oyó el “iiiiihh” bajito y aspirado entre dientes de Brightblade cuando su termo cayó y echó a rodar, y se dispuso a intentarlo una vez más.

—¡Mariscal! Por favor no haga eso otra vez, la caja está inclinada. —el timbre asustado de la voz de la joven hizo que se girase a mirarla, y entonces vio como la chaqueta que había colgado del pasamanos colgaba recta, pero en un ángulo que no era perpendicular al suelo del ascensor.

—Oh, joder. —Cor se frotó el cuello y se quitó la americana, empezando a sudar.— Vale, ven aquí, voy a forzar la puerta y vas a salir tú primero.

—Estamos entre pisos —apuntó Airin viendo una división horizontal en el hueco metálico.

—Y luego me preguntan que por qué odio los lunes. —resopló el hombre, haciendo reír a la joven de forma inesperada.

—Voy a tirar la calculadora. —dijo ella acercándose despacio y con cuidado a mirar.

—¿Te ha hecho algo personal?

—Para calcular la distancia. Ah, no ha sido intencional. —Brightblade rió su juego de palabras accidental aún nerviosa, pero dejó caer el trasto con un golpe de muñeca, y aterrizó en el suelo del siguiente piso con una curva y un chasquido de plástico.— Eso es más de un metro tal vez y medio, Cid tira las herramientas así, pero a más distancia.

Cor supuso que trabajar con ingenieros aeronáuticos también debía de proporcionar información curiosa y datos útiles para una partida de trivial, o una situación de supervivencia. Por desgracia se encontraba en la última. Empujó una de las placas con el hombro, y la desmontó del raíl. La caja del ascensor tembló y la joven se aferró de su brazo.

—No vamos a morir aquí, tranquila. —Cor no dijo nada de cómo podía notar la inclinación un poco más avanzada que antes.— Desde luego en lunes no.

—Estaba intentando ignorar esa posibilidad, pero gracias.

Cor no pudo evitar una sonrisa divertida ante el reproche de Airin. Se asomó por el boquete y después de unos segundos se lanzó al piso que quedaba abajo, rodando y levantándose de una. Las chaquetas de ambos y el maletín cayeron donde había aterrizado momentos antes.

—Prefiero una posibilidad de muerte accidental a una certeza de muerte asegurada si pierdo los planos del último proyecto, —explicó la joven agachándose para saltar.

Antes de que pudiera lanzarse ella sola, el hombre la sujetó entre sus brazos y la ayudo a salir, dejándola a salvo en el suelo de baldosa del rellano. Airin pareció desinflarse y se tambaleó sobre sus tacones, apoyando la cabeza contra el hombro de Cor, que palmeó su espalda suavemente.

—Cid no me paga suficiente para estas mierdas. —refunfuñó la pelirroja.

—¿Qué llevas ahi? —preguntó él al ver algo metálico junto a su brazo.

La joven levantó el termo de café de Cor, y este se echó a reír.








END PART II
« Last Edit: May 25, 2025, 01:30:00 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

So, hey boo, surrrrrprise! Lo escribí :'D  FELICIDADES! @Shruikan




You Make Me Thirsty
- Good night, come in here -

Shruikan
¿x?
Gaara



—¡Eh! ¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro tamaño?

El grito sacó a los dos jóvenes de su aparente distracción, girándose a mirar de quién provenía la voz. Cuando ubicaron la figura que se acercaba a ellos a zancadas no perdieron más tiempo en echar a correr, confusos por la situación pero con el instinto de supervivencia recién reavivado.

—Ah… —el chico que había estado arrinconado contra la pared dejó caer la cabeza hacia delante y suspiró resignado.

—¿Habráse visto? Ese par de imbéciles… ¡Tú, chaval! ¿Estás bien? —preguntó Shruikan imperiosa, apoyando la mano contra la pared a la altura de la cabeza del chico.

Los ojos verde agua rodeados de unas ojeras oscuras y terribles que le devolvieron la mirada con cansancio parpadearon un par de veces. Shruikan frunció el ceño, súbitamente convencida de que el pobre diablo no dormía las horas necesarias ni se alimentaba en condiciones, estaba demasiado pálido para estar sano. Sólo faltaba que además le hicieran bullying.

—¿En qué residencia estás? Vamos, te acompaño, que es muy tarde. —dijo cerrando la mano por encima del codo del chico, pero sin apretar demasiado no fuera que lo rompiese.

Shruikan competía en el equipo de lucha greco-romana de la universidad y gracias a su meteórico ascenso a los puestos laureados victoria tras victoria, se había ido ganando una brillante reputación digna de su persona. Porque Shruikan Dwalinsdottir era una moza hermosa y potente, alta fuerte y gloriosa como una reina amazona y no tenía paciencia para aguantar las estupideces de nadie que no fuera su familia.

—No hace falta, estoy en un piso por aquí cerca. —contestó el joven soltándose evasivo, con una voz más grave de lo que había parecido al principio. Y aunque era algo más bajito que ella le miró a los ojos sin miedo, esbozando una media sonrisa sesgada que no tenía ningún derecho a ser tan misteriosa y adorable al mismo tiempo.— Pero gracias por el ofrecimiento, no todos los días se me acerca una chica tan guapa.

Y Shruikan se quedó con la boca abierta y las mejillas coloradas viendo como el pelirrojo recogía su mochila vieja y con sus zapatillas gastadas se alejaba tan tranquilamente por el campus a oscuras.
¿Qué demonios?



Gaara se frotó la barriga cuando le sonaron las tripas. Tenía hambre y cero prospectos de encontrar nada nutritivo y fácil de cenar en una noche cualquiera entre semana. Miró de reojo la tienda de comida de la esquina que todavía parecía estar abierta. ¿Tendrían algo que pudiese digerir sin problemas?

—¡Pasa, pasa! Cerramos en nada pero aún tienes tiempo si necesitas hacer compra. —le dijo la viejecita sonriente que limpiaba el mostrador y la caja.

Gaara saludó educadamente con una inclinación de cabeza, y se dirigió hacia la zona de refrigerados donde había fiambres, carnes y a ser posible ingredientes para preparar embutidos caseros de esos que se veían algunas veces casi como por accidente.

—Disculpe, —preguntó desde el fondo del pasillo tras haber mirado en varias cámaras,— ¿no tendrá sangre de cerdo congelada? Es que mi madre…

—¡Oh! ¿Para hacer morcilla casera? —la abuela se acercó hasta él y le abrió un pequeño congelador camuflado entre bolsas de colores, sacando con aire satisfecho el único par de paquetes que quedaba.— Tienes suerte, no suelen traer muy a menudo, ya no se cocina como antes.

—Eso es verdad, la comida ya no es la que era. —Gaara sonrió entrecerrando los ojos y dejándose pellizcar una mejilla con la paciencia de quien no tenía más remedio que soportarlo si quería poder cenar esa noche.

Aprovechó para coger también varias latas de atún, un paquete de arroz al vapor y una botella de salsa de soja. Así su compra parecía más normal.

Cuando llegó a su apartamento se descalzó casi antes de cerrar la puerta y dejó la mochila junto al perchero con un suspiro de cansancio, llevando la bolsa con su botín hasta la pequeña cocina.

—Hola gordo, —saludó a su gato que había ido corriendo nada más oír el ruido de los plásticos y que ahora se le enroscaba entre las piernas esperando algo que llevarse a la boca.

—Mrrow —contestó Shukaku despatarrándose a sus pies y estirándole de un calcetín.

Gaara le volcó una de las latas de atún en su plato sabedor de que sino no le dejaría en paz, y el gato atigrado patinó sobre sus propias patas con las prisas de darse la vuelta y empezar a engullir.

—Tragón, —dijo el muchacho con diversión, pero fue ignorado en favor del pescado.

Descongeló su propia cena y mezcló algo de arroz y soja en la masa gelatinosa para enmascarar un poco el sabor y poder masticar de una forma medio normal. No podía dejar de pensar en la joven que le había interrumpido hacía un rato. Si hubiera sido cualquier otra persona probablemente le habría acabado pegando un mordisco sólo por frustración, pero una mujer así… A una mujer como aquella uno no simplemente iba y la mordía, no. A una mujer como aquella había que cortejarla, seducirla. Hacerle ver todo lo que tenía por ganar a su lado.
Sólo que en realidad... no tenía mucho que ganar con alguien como Gaara. No podía ofrecerle poder o riqueza sin igual; ni siquiera negocios o propiedades inmobiliarias.

El pelirrojo estudió sus calcetines deshilachados mientras cavilaba sobre su situación. A pesar de lo desafortunado de sus circunstancias, era razonablemente atractivo y muy fuerte teniendo en cuenta su relativa juventud. Entre bocado y bocado, sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba ante la ironía de que siempre había aparentado menos edad de la que tenía, pero desde luego ahora sí que nadie creería que pasaba de los cuarenta años. Tenía la dudosa ventaja genética de que siempre se había quemado al sol como una gamba, así que ese molesto detalle actual no resultaba especialmente reseñable en él. Y podía dar gracias a todos los poderes sobrenaturales de que no brillaba como la purpurina. Se habría empalado él mismo de ser así.

Sorbiendo el caldillo sangriento del cuenco de su cena sus pensamientos volvieron al principio del círculo, y suspiró con desaliento. ¿Cómo hacía un vampiro pobre y desaliñado, cuyo único aliado era un gato gordo y no demasiado listo, para conseguir enamorar a una diosa guerrera hecha humana, y para más inri universitaria?
Ni siquiera sabía su nombre, y por mucho encanto que pudiera usar, dudaba que lo mirase dos veces.




tbc..?
« Last Edit: September 08, 2024, 03:59:22 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Solo 1 año más tarde :__D pero también con gaupasa!justified @Neko ANTES DE QUE NOS DEN LAS UVAS!! ok, ya



Going down with the sickness
- la enfermedadddd (now twice)-
Anir
x
Angeal
+
Prompto
+
Cloud
         



Con los hombros encogidos casi hasta las orejas y el agua resbalando por su cabeza, al tercer intento Prompto consiguió por fin abrir la puerta de su portal y se dio la vuelta para mirar a su jefe.

—¿Quieres subir y tomar algo? —preguntó apoyándose contra el marco como si fuera a escurrirse hasta el suelo de un momento a otro.

Cloud lo estudió durante unos segundos con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Hm, está bien. —accedió, sujetando la puerta para que el menor pasase delante de él.

—Pero no hace falta que te quedes por obligación, —Prompto frunció el ceño, contrariado consigo mismo— no necesito una niñera, no ha sido para tanto.

—Ah. —Cloud no dijo nada más hasta que estuvieron ambos dentro del ascensor y subiendo hasta el piso. Y cuando la puerta mecánica volvió a abrirse esbozó una sonrisa pequeña pero traviesa y se encogió de un hombro.— Había pensado en la posibilidad de que estuvieras intentando ligar conmigo.

Prompto se atragantó de la sorpresa y dejó escapar una serie de ruidos que aunque claramente mortificados dudosamente habrían podido catalogarse como pertenecientes al género humano, pasando una y otra vez de agitar los brazos en dirección a su jefe a taparse la cara cada vez más roja con ambas manos sucesivamente.
Cloud se echó a reír sin ambages y apretando su mano con suavidad sobre la nuca del sofocado muchacho lo guió hacia la que sabía que era su puerta.

—Dame las llaves y no agites tanto la cabeza, que te vas a marear más. —dijo con voz cálida.



El timbre volvió a sonar, esta vez con dos toques. Angeal se terminó de quitar la camiseta y la dejó colgando de la puerta de la lavadora que estaba cargando, pensando exasperado en quién demonios sería tan insensato de estar en la calle con el diluvio que estaba cayendo. Más le valía a Genesis no ser él, porque no pensaba aguantar su última tragedia acuciante de esa noche, como cada noche desde hacía varias semanas. Que la colada no se hacía sola.

Descalzo y con un bolsillo del pantalón de pijama colgando hacia fuera, Angeal abrió la puerta de un tirón anticipando un nuevo toque al timbre; pero su gesto displicente se convirtió en uno de estupefacción al comprobar que quien se hallaba bajo el pequeño porche de su chalet no era su mejor amigo barra incordio, sino la chica de la paquetería que le hacía sentirse viejo sucio y depravado, y cuya falta de rigidez con el uniforme le traía por la calle de la amargura. Rígida, rígida amargura. 
Soportando la lluvia como un gatito mojado sin otra opción, Anya sujetaba entre sus brazos una caja marrón marcada con pequeñas e innumerables salpicaduras, y lo observaba con los ojos muy abiertos y la boca pequeñita.

Angeal fue repentinamente consciente de lo fresco de su estado de vestimenta, o más bien falta de ella, y tragó saliva. La muchacha tampoco estaba en las mejores condiciones; el chubasquero le había servido de poco, y el agua le escurría muslos abajo desde el borde de sus shorts vaqueros y le goteaba del flequillo a la nariz. Aquello hizo que el hombre saliera por fin de su asombro y se echase hacia atrás, retrocediendo al interior iluminado y seco de la casa.

—¡Pero mujer! ¡Pasa, no te quedes ahí!—exclamó dejando la entrada libre y haciendo un gesto de invitación.— ¿Qué haces repartiendo a estas horas, con éste tiempo del demonio?

Anya entró y dejó la caja con cuidado junto al paragüero.

—Es que era el último paquete que quedaba antes de cerrar y… siendo para tí… —se excusó quitándose la gorra y apartándose el pelo mojado de la cara.

—No hacía falta que te tomases esa molestia por mí. —dijo el hombre, que la miraba con gesto entre asombrado y embelesado, como si su paquete soñado hubiera llegado él solo a su casa. Otro paquete más figurado y real sí que quería llegar a cierta casa, pero no era la suya exactamente.

—Si es por tí no es molestia, Angeal. —dijo la chica con una sonrisa pequeña pero deslumbrante, y por un momento a Angeal el aire se le hizo espeso y el universo le dio vueltas.

—¿Quieres darte una ducha caliente? Deberías entrar en calor, —dejó que se le notase la preocupación en la voz, como haría cualquier ciudadano decente y no un sinvergüenza como él, lleno de pensamientos inapropiados,— iba a poner una lavadora justo ahora, y tengo secadora.

La chica pareció pensárselo, frotando un pie contra el gemelo de la pierna contraria y observando la caja que reposaba en el suelo, y él aprovechó para reacomodarse el pantalón con discreción.

—Pues, igual, si no es mucha molestia… —contestó Anya dudosa.

—Oh, por tí no es ninguna molestia. —Angeal no se lo pensó dos veces ante la oportunidad de devolverle sus palabras y la sonrisa, y como premio pudo contemplar como las mejillas de la joven se coloreaban con rapidez casi instantánea y se restregaba la manga del chubasquero por la nariz, azorada.— Ven, el baño está  por aquí. Deja la ropa fuera y te traeré algo que ponerte mientras.

La muchacha se apresuró a quitarse el impermeable y las zapatillas empapadas para no mojarle toda la casa, y lo siguió escaleras arriba, con los ojos fijos en los músculos de aquella espalda desnuda que podría haberse escapado de una escultura de algún héroe o dios greco-romano.



«AaaAAaahhh!!! Estoy desnuda en la ducha de Angeal Hewley!! AaaAAAaahh!!...», gritaba en un bucle continuo la mente frenética de Anir. Abrió el bote de jabón y lo olisqueó curiosa, y no pudo reprimir el impulso de suspirar y poner los ojos en blanco por la satisfacción. Olía a él. Aspiró más, queriendo llenarse la nariz de ese aroma y que no se le acabase nunca. Entre eso y la maravillosa presión del agua caliente en los chorros de hidromasaje, aquella ducha estaba siendo la mejor y más memorable de su existencia. Diez de diez, repetiría todos los días de su vida, tan sólo le faltaba la compañía del dueño para llegar al bonus.

El ruido de un par de golpes contra la madera la sobresaltó de sus ensoñaciones, haciendo que se aplastase contra la pared en el rincón más escondido de la ducha, pero sin soltar la botella de jabón. La puerta se abrió despacio, apenas una rendija lo suficientemente grande para poder ver la mano del hombre apareciendo entre el vapor y volviendo a retirarse.

—¡Te dejo otra toalla y algo de ropa en la banqueta! —la voz de Angeal resonó desde el pasillo, y después la puerta se cerró del todo con un click sólido y definitivo.

—¡Gracias! —contestó Anir levantando el volumen para que se le oyera por encima del agua. Y después de volver a sus coordenadas perfectas originales murmuró entre dientes en voz baja,— ya que me rompes las fantasías no podrías quedarte y frotarme la espalda…? Ah, lloro.

Pero decidiendo que al menos quería guardar una prueba de aquella situación, ni corta ni perezosa sacó un brazo de la ducha y tanteó hasta donde había dejado el móvil y con cuidado de no mojarlo y que no se le resbalase, se hizo varias selfies con la caída de agua de efecto lluvia como telón de fondo. Como recuerdo, pensó. Para las noches frías y solitarias.
Y para hacer que Prompto chillase de envidia o emoción como un chocobo enloquecido, también.


Apoyado contra la barandilla de las escaleras, Angeal se pasó una mano por la cara, echándose el pelo para atrás y suspirando por enésima vez como si se le fuera a escapar el alma en cualquier momento. Al final iba  a resultar que Genesis tenía razón y leer tantas estúpidas novelas románticas con cero realismo en las relaciones entre personajes le había podrido el cerebro.
Pero la imagen del reflejo de la chica en el espejo, borrosa y silueteada por el vapor no iba a borrarse de su mente en ningún momento cercano.
Oh dioses, estaba enfermo. Muy muy enfermo. ¿Cuántos años le pasaba? ¿Diez, doce, quince? Era un asaltacunas, no tenía honor.

Se puso una camiseta de tirantes y un pantalón de estar por casa limpios, y se enfrentó de nuevo a la lavadora abandonada, intentando sin éxito no prestar demasiada atención a la ropa interior de Anir flotando entre su colada.



—Entonces, —empezó Prompto con los ojos entrecerrados, después de dar un trago a su refresco,— si hubiera estado intentando ligar contigo, ¿habría tenido posibilidades? Quiero decir, si estás interesado en algo conmigo…

Cloud cortó su frase con el ruido de algo que parecía una risa atragantada a medio mordisco, y levantó una mano como gesto dudoso entre pausa y disculpa.

—No. —dijo cuando terminó de toser.— Eh, me refiero a que no busco nada contigo. Sin ofender. Podríamos pasar por hermanos.

—Ah.

Tras varios segundos de silencio incómodo en que ambos evitaron mirar al otro, Cloud se rascó la nuca, sintiendo un calor traicionero subirle por el cuello.

—Es que estoy… viendo a alguien. Podría decirse así.

—Ah, ¡oh! —exclamó Prompto sorprendido y sonriente olvidando la vergüenza a cambio de un cotilleo jugoso.— ¿Prospecto de novio en serio?

—¿Y por qué tiene que ser novio? —preguntó el mayor sorbiendo de su lata a la defensiva.

—Porque si no has hecho ascos a la idea de... yo —se señaló todo entero primero, y después a Cloud,— interesado en tí, doy por hecho que al menos eres bi.

Maldición. Eso mismo me dijo él, y llevamos ya más de un mes con esta historia. —Prompto se echó a reír ante la admisión refunfuñada de su jefe y le dio un par de palmaditas en la rodilla, a lo que este se pasó una mano por la cara y cogió el último pedazo de pizza.

—De todas formas te habría dicho que no… —Prompto se esperó a que Cloud estuviera mordiendo, para añadir con una sonrisa puñetera— sé que no lo aparento, pero tengo novia estable desde hace tres años.

Cloud se giró a mirarle despacio, con los ojos muy abiertos, y un carrillo lleno de queso.

—Argentum. —dijo por fin después de tragar lo que tenía en la boca.— No esperaba que fueras tan cabrón.

—¡Me habéis corrompido entre Anir y tú! —se defendió Prompto levantando las manos.— ¡Yo era un bebé inocente cuando entré a trabajar con vosotros!

Cloud le tiró un par de servilletas de papel hechas una bola, que le rebotaron en la frente.

—¡Ouch! Aún me duele. —Prompto se llevó una mano a la linea roja que bordeaba el nacimiento de su flequillo.

—Ah, mierda es verdad, perdón. —murmuró Cloud contrito.— Pero los bebés accidentados deberían estar en la cama descansando.

Prompto abrió mucho la boca con cara de ofensa, y Cloud esbozó una sonrisa pequeña y victoriosa.




« Last Edit: September 08, 2024, 04:00:58 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

#promptactivity 2020 - ❤ - The Compilation



❤ Ronda # 1

Personaje A termina con dos citas en la noche del día de San Valentín (Personaje B y Personaje C). Mientras tanto, sus amigos no dejan de reventarle el teléfono a punta de mensajes, apostando con quién se irá a quedar...  (original here)
Quote from: Bae out! :v

Wrap around me and watch over me - These four letters, it’s right here


—El sinvergüenza de tu hermano pequeño tiene dos citas esta noche. —Por la fuerza del golpe con el que abrió la puerta podría decirse que Tyelko estaba enfadado, pero cuando se dejó caer en sofá y Maglor levantó la vista de sus versos vio que sonreía.

—¿Esta noche? ¿Para san Valentín? ¿Y que haces aquí entonces? —preguntó rascándose la cabeza con el lápiz.

—Yo no idiota, Moryo.

—Pero el sinvergüenza de mis hermanos pequeños eres tú. —replicó Maglor mirando muy fijamente al rubio.

—¿Moryo tiene una cita? —Curufinwë se asomó desde la cocina, levantando una ceja con cara de estar listo para presidir un tribunal de inquisición.— Eso sí que no me lo creo, tiene aún más vergüenza que estupidez, y mira que le pone empeño.

—Curvo, tesoro, creo que te has dejado encendido el proyector. —sonrió el segundo de sus hermanos con una expresión engañosamente apacible, que le hizo torcer el gesto y sentarse junto al rubio.

—Una no, dos. —se regodeó Tyelkormo sacando el móvil con una risita y subiendo los pies al regazo de Curufin, que intentó en vano deshacerse del peso extra.— Y con la chavala esa rubia de tu clase, además.



—Moryo, deja de mirar el móvil y hazme caso que te estoy hablando, —dijo la chica dándole una patadita por debajo de la mesa,— he pagado por tu tiempo y me lo vas a dar.

El joven moreno frunció el ceño, molesto por el asedio constante de avisos de mensaje en el grupo de chat con sus hermanos y que  amenazaba con freír su teléfono.

—A ver, explícame otra vez qué es lo que no entiendes. —Morifinwë se apartó el pelo de la cara por enésima vez ignorando con odio el zumbido impertinente en su bolsillo.

—¡Esto de aquí! ¡Todo esto de aquí! —protestó Anir estampando la mano abierta sobre la página entera del libro y dejando caer la cabeza con frustración sobre la mesa.

—Estás haciendo una ingeniería, me perturba la idea de que no entiendas matemáticas básicas.

—¡Pero es que esto no es hidráulica ni termodinámica! —Anir giró la cara sobre la mesa, para poder mirar a su acompañante y poner morritos con más comodidad.— Es estadística de mierda que no me hace falta para créditos y no sé por qué cogí.

Moryo resopló encogiéndose de hombros. Él tampoco sabía por qué nadie que no fuera de Económicas se autocastigaba así.

—Tu móvil se muere de epilepsia, —señaló la chica, que había decidido dejar por temporalmente imposible su comprensión de la probabilidad matemática.

—Mis hermanos, comportándose como la basura social que son.

Anir levantó las cejas y presa de la curiosidad le arrebató el teléfono de las manos, abriendo la notificación de chat activo y apartándose cuando su legítimo dueño intentó recuperarlo.

—¡Devuélveme eso!

—¡Déjame leer primero! —dijo subiendo hasta el primer mensaje en busca de cotilleos jugosos.



CoMeMiErDa-T: Carnistirrrrrrrr ya es maiorrr jugando alas guarrillasssss
comemierda-COPIA: si has pagado por la compañía no cuenta como una cita
                                                                                                                                               (✔✔ visto por Moco1 y Moco2)
Moco1: Moryo sa io de putas?!
Moco2:  !! K É H
Dramalaurë: Esas bocas.
CoMeMiErDa-T: fijo k sa pagau 2 putiyas
Moco1: woops, xo igual KEDISEUSTE
Moco2: na tio moryo no hasria eso
Moco2: Turko si xq es un marrano xdd
                                                                                                                                               (✔✔ visto por CoMeMiErDa-T)
CoMeMiErDa-T: marrana tu cara moco
Moco2: Bua vas a mamá
Moco1: te rajo
Dramalaurë: Telvo !
Moco1:  sta noxe mira baj la cama
Dramalaurë: Telufinwë ya vale!
CoMeMiErDa-T: tu ami de k medio moco k te rviento
Dramalaurë: TYELKO QUE TE JUEGAS LA VIDA
                                                                                                                                                 (✔✔ visto por Nelyo)
Nelyo: ...estáis todos castigados
Moco2: Nelyo no cambies la cntrseña wifi plz 0-0
Moco2: Turko y curvo se stan mtierndo a szco cn moryo
comemierda-COPIA: no mientas enano
CoMeMiErDa-T: xq anda cn 2pavas ala vez
CoMeMiErDa-T: to pixabrava xddss
comemierda-COPIA: a ver que dice papá cuando se entere de q juega a 2 bandas
CoMeMiErDa-T: lo k pasa sk stas scozido xkle mola la rubia d tu klase
Moco1: Anir? Buaaaaaa no ties na q hcer, anir s 1 ser d luz
Moco2: !!
comemierda-COPIA: alguien tiene que decirle que su hijo sobrante esta deshonrando el nombre de la familia
Nelyo: Curufinwë Atarinkë no vas a hacer tal cosa. Sea buena idea o no, lo que haga tu hermano mayor en su tiempo privado no es de tu incumbencia.

                                                                          (✔✔ visto por Moco1, Moco2, Dramalaurë, comemierda-COPIA y CoMeMiErDa-T)

CoMeMiErDa-T: lol nelyo as matau l xat
Nelyo: Bien.
                                                                                                                                                 (✔✔ visto por Morifinwë)




—Ostras, tenías razón con lo de basura social.—dijo Anir con los ojos muy abiertos, y luego cayó en cuenta de una frase jugosamente implicadora.— Hablan de mí, ¿por qué hablan de mí? Yo soy la única medianamente rubia en clase de tu hermano. ¡¿Le gusto a Curufin?!

Moryo estrujaba su bufanda con las mejillas rojas de ira, como si con su mente pudiera sustituir el tejido de lana por los cuellos de los dos de sus hermanos que habitualmente convertían su vida en un infierno. De repente notó unos dedos fríos  acariciando su cuello donde la coleta indigna y medio deshecha que llevaba dejaba su piel al descubierto, y se le puso la carne de gallina.

—Hola guapo, —murmuró una voz femenina dejando un beso sobre su oreja, que acto seguido se volvió hacia la otra chica— y hola monstruo, gracias por cuidarme la cita.

—¡Airin! —Anir se giró hacia donde su hermana mayor se asomaba por encima de sus hombros, y levantó el móvil hacia su cara tan súbitamente que la pelirroja tuvo que echarse hacia atrás para que no se lo estampase en la nariz.— Oops, bueno, mira aquí. ¡Le gusto a Curufin!

Airin se hizo sitio entre ambos y se sentó, leyendo la pantalla del teléfono con atención y los ojos entrecerrados. Mientras sus cejas hacían turismo por la estratosfera, el moreno escondió la cara contra su hombro, a pesar de la notable diferencia de altura entre ellos.

—Me doy en adopción. —refunfuñó el joven con voz rencorosa.— Soy un adulto legal, puedo hacer lo que quiera con mi estatus.

Su novia le dejó un ruidoso beso en la coronilla, y empezó a teclear.

—¿Qué haces? —preguntó Anir haciendo que Moryo levantase la vista de su refugio.

—Me añado al chat. —contestó Airin poniéndose cómoda e ignorando las miradas alarmadas que se cruzaron por encima de su cabeza.

—¡Dame el móvil! —exclamó su novio intentando, otra vez sin éxito, recuperar su teléfono que fue pasado a la chica más joven.

—Oooohhhh, —dijo Anir observando la pantalla con los ojos muy abiertos a la espera de los fuegos artificiales.


                                                  (Airi ♥ se ha añadido al grupo)
                                                                                                                                                 (✔✔ visto por Morifinwë)

Moco1: ola  num dsconocido nfiltrad ke ase
Moco2:  kien eres? :'o
Airi ♥: holii
Nelyo: … eres Airin?
Airi ♥: hola profe <3
Dramalaurë: ohdioses

                                                      (✔✔ visto por Morifinwë, Airi ♥, Moco1, Moco2, Nelyo, comemierda-COPIA y CoMeMiErDa-T)

CoMeMiErDa-T: lol nos spian yasta moryo iiorando
comemierda-COPIA: y a ti quien te ha dado permiso para entrar a este chat?
Airi ♥: A ver Turkafinwë Tyelkormo y Curufinwë Atarinkë, pareja de cerdos impresentables, como sigáis insultándome a mi y a mi hermana y metiéndoos con mi novio os voy a reventar a ostias, y vuestra madre aún me dará la razón.
Moco2: !!!!!!
Airi ♥: Que os quede claro y brillante como el diamante.
Moco1: TNMOS CUÑADA?? ??!!

                                            (✔✔ visto por Morifinwë, Airi ♥, Dramalaurë, Moco2, Nelyo, comemierda-COPIA y CoMeMiErDa-T)

CoMeMiErDa-T: WTF
Dramalaurë: toda la razón del mundo con nuestra madre.
Nelyo:  Airin, por qué eres así?
Airi ♥: Si ese aspirante a matón de metro y medio que tienes por hermano quiere irle detrás a mi ser de luz, que haga méritos con su hermano inmediatamente mayor, porque en mi familia no va a entrar así <3
Moco1: BURNNNNNNNNN
Moco2: AIUDA AGUA FRIA
CoMeMiErDa-T: xo tu kien ers y de k vas
Airi ♥: La novia de tu hermano y voy a decirle a Irissë que nos has llamado putas a mi hermana y a mi :')
Dramalaurë: Tyelko date por jodido.
Nelyo:  laurë
Dramalaurë: ya, ya perdón. Pero no es mentira.
Airi ♥: cuñada out <3

                                                  (Airi ♥ ha abandonado el grupo)

                                          (✔✔ visto por Morifinwë, Nelyo, Moco1, Moco2, Dramalaurë, comemierda-COPIA y CoMeMiErDa-T)



Anir le devolvió el móvil (finalmente!) a su legítimo dueño, que desplazó el chat de arriba a abajo leyendo el intercambio de hostilidades, y decidió apagarlo una vez hubo terminado. Moryo y Anir se miraron primero entre ellos en silencio, y después a la pelirroja aposentada entre ambos.

—Cásate conmigo. —soltó de repente el joven moreno y Airin se atragantó con su propia saliva.

Moryo fue poniéndose cada vez más rojo según se hacía consciente de lo que había dicho en voz alta. Anir se llevó las manitas a la boca tapando una exclamación de sorpresa.

¿Es una pedida en San Valentín? … ¡Es una pedida en San Valentín!

—¿Qué? —preguntó Airin con voz ahogada y el calor subiéndole por las mejillas.

—No hace falta que sea ya, —murmuró Moryo apartando la vista avergonzado,— pero… eso.

—¡Dí que sí! —Anir zarandeó a su hermana, eufórica

—V-vale, si, —Airin se lamió los labios, volviendo a respirar,— ¿más adelante?

La mirada de adoración e incredulidad del joven hizo que Anir pusiera pies en polvorosa con sus libros de matemáticas antes de que su hermana y Moryo empezasen a tener una verdadera cita en las condiciones de romanticismo adecuadas para la fecha.





❤ Ronda # 2

Personaje A es un humano normal, personaje B es un ser fantástico (sirenas/hadas/etc) Uno de los dos salva la vida del otro. ¿Qué hacen para saldar la deuda?  (original here)
Quote from: Al final sonará la flauta..?

Even if I’m back on the path - I was lost and wandering on all night


Cuando Airin se había comprado un todoterreno porque vivía más propiamente en el monte que en la ciudad habían dicho que era excesiva y caprichosa. Cuando había insistido en poner el seguro del coche a todo riesgo le habían llamado exagerada. La primera vez que un compañero se había quejado porque la nieve le había impedido volver a casa después del trabajo, se había encogido de hombros porque la tormenta no había sido para tanto. Cuando otro había tenido que pagar de su bolsillo un taller de reparaciones después de atropellar a un jabalí que para más inri había salido indemne, se había echado a reír.

Cuando algo grande y blanco impactó de repente contra el lateral de su coche con tal fuerza que lo hizo girar y patinar sobre el asfalto mojado hasta salirse de la carretera, Airin maldijo en todos los idiomas que conocía. Se quitó el cinturón y salió dejando la llave puesta y los intermitentes encendidos, y rezó porque no fuera un animal agresivo.
Varios metros más lejos pudo ver la silueta de algo pálido e inmóvil bajo la lluvia, y se acercó con cautela.

—¡Ay madre mía! —la figura de un hombre desplomado y sangrando medio desnudo no era lo que había esperado encontrarse. Se agachó a su lado y lo tocó cuidadosamente, buscándole el pulso con suavidad y dedos temblorosos.— Por favor, por favor, no estés muerto.

El hombre movió la cabeza ligeramente y Airin tragó saliva cuando al resplandor de los relámpagos vio un ojo azul pálido y otro violeta que la observaban desenfocados entre una mata de cabello blanco o plateado.

—¿Ay amá, Sídhe? —murmuró entre dientes sin querer creerlo del todo. El extraño a sus pies gimió intentando moverse. De acuerdo, aquello no había seguro que lo cubriese, pero creía saber lo suficiente de las supersticiones populares como para al menos salir de esas.— ¿Puedes respirar bien? ¿Cómo te llamas? Agárrate, voy a intentar llevarte hasta el coche.

Aunque era esbelto pesaba bastante y le costó un par de intentos encontrar la forma de levantarlo sin provocarle más daños de los que ya tenía.

—R-ravus, —susurró el hombre con voz grave y áspera cuando lo consiguió montar en el asiento del copiloto. Airin levantó mucho las cejas y le abrochó el cinturón de seguridad.

—Hola Ravus, siento mucho el golpe, —se disculpó apartándole el pelo de la cara con delicadeza, a lo que él negó con la cabeza como quitándole responsabilidad,— ahora nos vamos de aquí, y te vas a poner bien, ¿vale?

Arrancó y salió de nuevo en dirección a su casa, Airin normalmente no tenía problemas en conducir de noche y con lluvia mientras no hubiera imprevistos (como el actual?), pero pisó el acelerador apurando el límite de velocidad cuando se dio cuenta de que Ravus miraba cada pocos segundos por el retrovisor como si pudiese ver algo detrás de ellos.

—¿Seelie o Unseelie? —Preguntó Airin casualmente girando por el camino de tierra de su propiedad.

—Ambas. —contestó él mirándola fijamente durante un momento y la joven se tragó una maldición.

Él volvió a su vigilancia sin decir nada más hasta que pese a las dificultades llegaron a la puerta de la casa, donde abrió la boca sorprendido al ver una enorme flor de cardo silvestre que colgaba junto al ventanuco.

—Vamos, Ravus, tú sí puedes pasar, —dijo Airin empujando el portón con una pequeña sonrisa victoriosa al ver que poco a poco había ido recobrando mejor aspecto.

Cuando cerró la puerta tras él, los dos escucharon claramente un golpe pesado y seco seguido de sonido rechinante. La mano del hombre sujetando firmemente la muñeca de la chica impidió que ésta abriera la mirilla.

—Como lo que sea que anda ahí fuera le haya hecho algo a mi coche va al río con un collar de hierro forjado. —resopló Airin sin que el miedo presente le impidiese amenazar al universo por entero.

El presunto sídhe abrió mucho los ojos y ladeó la cabeza sin decir nada, y aprovechándose de su docilidad momentánea la joven lo dejó sentado en la cocina con una taza de leche caliente mientras buscaba el botiquín. Cuando volvió la leche seguía intacta y Ravus la estudiaba con el ceño fruncido.

—Me invitas a tu casa y me ofreces alimento cuando ya tienes mi nombre y estoy cumpliendo tu orden ¿qué más quieres de mi?

Airin abrió la boca con gesto desganado y rodó los ojos, empezando a desinfectarle con cuidado las heridas a medio cerrar. Huh, de parecer moribundo a volverse respondón, tal vez sí estaba cumpliendo lo de ponerse bien.

—Digamos que eso ha sido sólo un agujero legal para que no te desangrases en mi coche, no quiero nada de tí, me sabe mal haberte atropellado. Aunque técnicamente me hayas pegado tú primero. —replicó poniéndole un parche antibiótico sobre el hombro desnudo.— Y la leche es entera y con nata.

Ravus no esperó a que se lo repitieran y con la mano libre se llevó la taza a los labios, dejando escapar un ruidito de satisfacción.

—¿A qué te dedicas? —preguntó tras lamerse los restos cremosos de las comisuras de los labios.

—Publicidad, y algo de relaciones públicas, —contestó Airin con una sonrisa bastante cínica.

—Ah, eso explica el agujero legal, —musitó Ravus escrutando el fondo de la taza. Durante unos momentos pareció poner en orden sus ideas con cautela, antes de volver a hablar.— Como sea, tengo una deuda de sangre contigo.

—Muy respetuosamente, no estoy interesada. —la chica dejó caer la cabeza sobre la mesa.— Si llegamos a mañana sanos y salvos tuú, mi coche y yo, la doy por pagada.

—¡No puedes hacer eso! —el sídhe golpeó la madera al tiempo que se ponía en pie indignado.

—¡Es mi deuda y me la cobro como quiero! —Airin agarró la taza antes de pudiera caerse por el borde y frenó en seco el amago de estampársela en la cara a su desagradecido deudor.

—Tienes mal carácter. —comentó Ravus apartándose el cabello de la cara y  sentándose de nuevo después de la explosión.

—Y las hadas no pueden mentir, —rezongó la joven, decidida a ignorar aquella sonrisa sesgada y aprobadora, inquietante y atractiva a partes iguales.

—Has salvado mi vida a sabiendas y no quieres nada a cambio. —declaró el hombre. Su anfitriona asintió firmemente.— Sin embargo estoy en mi derecho de ofrecer el pago que yo considere apropiado.

—No me gusta ese tono de voz, lleva muchas implicaciones.

—Eres una joven inteligente, para ser mortal, —la sonrisa de Ravus se fue ensanchando poco a poco,— ¿Qué sabes sobre la Corte de Invierno?

—Nada bueno. —Airin se echó ligeramente hacia atrás.

—Oh, exageraciones sin duda. —el sídhe le acarició la mejilla con una mano de dedos largos y fríos, y la chica tragó saliva alarmada.— Díme tu nombre y te haré mi Reina.

—Ni… ni de coña. —dejó escapar con un hilo de voz sin importarle si lo ofendía.

—¿Y por qué no,  si puede saberse? —Ravus frunció el ceño e irguió la espalda, pero no hizo ningún ademán agresivo hacia ella, parecía más confundido que otra cosa.

—¿Porque soy mortal y eso no puede acabar bien? Y porque una no va y se casa, ajunta, lo que sea, con el primer tío guapo que se le propone, sin conocerse de nada. —Airin levantó las manos hacia el techo frustrada ante la total falta de sentido común que tenía delante.

—Hmm, —la mirada brillante de ojos dispares que la observaba parecía estar sopesando sus palabras después de todo.

—Además, si realmente presides la Corte de Invierno lo primero que deberías hacer es recuperarla.

—Y hacer justicia por la traición. —Ravus inclinó la cabeza concediendo el punto. Parecía que su magia ya se había encargado de devolverlo a un estado saludable.— Es verdad que no puedo ofrecerte un trono que aún no tengo de vuelta. Todavía.

Airin arrugó las cejas. Eso no era lo que había querido transmitir. Malditos sídhe y sus juegos de palabras.

—¿Me concedes un plazo? —Ravus agarró su mano, y girándola suavemente dejó un beso indecentemente lento en la cara interior de su muñeca, justo encima de donde su pulso palpitaba con frenesí.

—Oh joder, —murmuró la chica con voz ahogada ante la repentina intensidad de su presencia,— todo el que necesites.

—Todo a su tiempo, mi prometida. Eres afilada y directa además de hermosa, serás una buena Reina.

—No te he dicho mi nombre.

Todavía. —susurró Ravus con voz grave pero visiblemente satisfecha.— Las hadas no pueden mentir.





❤ Ronda # 3

Soulmates AU — Universo donde cuando encuentras a tu soulmate, el primer toque piel con piel se te queda marcado de colores.  (original here)
Quote from: Tsugaru! JYOOOOuuuuUH!



La joven repasó mentalmente los planos que había estudiado a conciencia durante toda la semana, pero en ninguno recordaba haber visto mencionado un templete como el que acababa de encontrar, y del cual había recuperado varias de sus obras con éxito. Bueno, lo hecho hecho estaba, y sus bebés habían vuelto con su dueña. Rodó los hombros ajustándose los múltiples enseres que se alojaban entre los pliegues de su kimono y esperó a que el sonido de pasos en el patio se alejase.

—Shh, —susurró de repente una voz junto a su oído mientras la yema de un dedo se posaba con suavidad sobre su labio inferior,— ¿no sabes lo que dicen? La curiosidad mató al gato.

—Los gatos tienen siete vidas. —respondió Raiko en un murmullo tenue, manteniendo su posición pero relajando los músculos ligeramente.

La figura que había aparecido a su lado desde entre las sombras se apartó lo justo como para que la joven dejase de notar el aliento a la altura de su sien, y volviese a tener visión periférica por los lados.

—¿Y cuántas has gastado ya, hmm?

—¿Y quién te ha dicho que sea un gato, hmm? —Raiko inclinó el torso apenas diez o doce grados hacia atrás, y saltando hacia el frente se dejó deslizar tejado abajo usando la inclinación de la cresta de pizarra como si fuera la barandilla de unas escaleras, haciendo que su trenza ondease al viento tras ella.

—¡Maldita sea! —el hombre, porque era un hombre con los dientes afilados y no un espectro como le había parecido en un primer momento, no tuvo el tiempo necesario para alcanzarla, pues aunque era muy rápido Raiko ya estaba dos tejados más allá para cuando él empuñó su espada.— ¡Vuelve aquí, zorra!

La chica se echó a reír colocándose de nuevo su máscara en sitio mientras corría, y sin pausar su carrera ni tan sólo un segundo miró por encima del hombro hacia su indignado enemigo, ladeó la cabeza y se llevó un puño cerrado hacia el rostro, imitando la pose de las estatuas de zorros de los templos.

—¡Kon kon! —exclamó burlona con voz aguda, y se perdió entre los árboles en la noche.



—Aún no puedo creer que te robasen el botín en tus propias narices, —el joven rubio se giró a mirar a su compañero de viaje, caminando de espaldas con los brazos cruzados tras la cabeza. Con los ojos entrecerrados y una sonrisa cada vez más amplia, le incordió— verás cómo se va a poner Sasuke cuando se entere, jejeje.

—Mira, cara de zorro, —Suigetsu levantó la mano pero como no llegó a atizarle con el puño cerrado, se contentó con señalarle amenazadoramente con un dedo,— tú y ese medio metro Sarutobi podéis iros a la mierda juntos y de la mano.

Pero Naruto, en vez de echarse a reír como habría hecho habitualmente, frenó en seco y abrió los ojos del todo, observando fijamente al mayor.

—¿Qué es eso que tienes en el dedo? —preguntó intentando agarrar la mano de Suigetsu.— ¿No estás sangrando, no?

Suigetsu lo miró sin comprender, hasta que finalmente el rubio atrapó su muñeca y le obligó a extender el dedo índice de la mano derecha.

—Lo tienes manchado de rojo. —de alguna forma su piel había adquirido un tinte escarlata brillante, pero por mucho que Naruto lo frotaba el color no desaparecía.— ¿Cómo lo has hecho? ¿Has comido bayas?

—No me jodas, —maldijo Suigetsu entre dientes contemplando su dedo entre aturdido y estupefacto.

—Eewww, ni loco, ¿qué es? ¿qué pasa?

—Estoy maldito.

Naruto se apartó un par de pasos como si le hubieran dado una descarga eléctrica.

—¡¿Cómo que maldito?!

Suigetsu se restregó las manos por la cara dejando escapar un gemido agónico de frustración.

—Significa que tengo un soulmate por ahí danzando, que aparentemente se escapó anoche con las armas y a quien nunca más volveré a encontrar. ¿Ya, o te lo tengo que explicar como si tuvieras cinco años?

El rubio torció el morro e hizo los ruidos habituales de preguntarle al sabelotodo de Sasuke más tarde, pero afortunadamente no volvió a sacar el tema.



Las notas punzantes y casi metálicas se deslizaban por el aire del mercado con un ritmo de punteo constante y vertiginoso que sólo podía salir de un shamisen tocado con destreza.

—¡Ooh, Jongara Bushi! —dijo Naruto con la boca llena de dango,—¡Quiero ver, quiero ver!

Conteniendo un suspiro Suigetsu se dejó arrastrar hasta el rincón de la plaza donde se agolpaba la gente en torno al músico, pensando que si no hacían nada útil al menos tendrían la oportunidad de liberar varios bolsillos del peso de sus monedas. Cuando el rubio consiguió hacerse con un sitio privilegiado entre la multitud le hizo señas de que se acercase.

El llamado agudo que en algunos momentos marcaba el ritmo de la melodía pertenecía claramente a una voz de mujer, y por unos segundos Suigetsu experimentó una curiosa sensación parecida al mareo. La joven que tocaba con maestría vestía de forma más bien sencilla, un kimono oscuro de estampado geométrico y un obi verde; pero lo que la hacía llamativa era el color rojizo de su pelo y la marca de un tono violeta intenso en mitad de su labio inferior, que parecía ir a juego con el maquillaje en sus ojos.

—¡Hah! —exclamó la chica al tiempo que el golpeteo de la púa de carey incrementaba su velocidad.

—Ah, kitsune… —murmuró Suigetsu cautivado al mismo tiempo por la visión, el sonido y sus recuerdos, ajeno al par de hombres mayores a su lado que le echaron una mirada conocedora y se aguantaron una risita entre codazos.

No tenía ninguna duda de que era ella quien la noche anterior le había birlado el botín de su golpe en sus mismas narices, si prestaba atención a aquella marca engañosamente artística. Pensándolo bien, tenía sentido después de todo.
 Extrañamente de alguna forma sus miradas se cruzaron entre el gentío, y en el auge de la pieza, Suigetsu se llevó el índice marcado de rojo a la boca y apretó los dientes afilados a su alrededor con una sonrisa, sin dejar de mirarla.

Ella apartó los ojos con falso recato, y sin dejar de puntear con celeridad se pasó la lengua por el labio inferior y lo mordió, ladeando la cabeza para volver a levantar la vista hacia él en un gesto que Suigetsu recordaba con nitidez.

—Huh, parece que no estoy tan maldito como pensaba, —murmuró con una sonrisa sesgada cargada de anticipación.





❤ Ronda # 4

Personaje A recibe una herencia repentina, ahora es dueño/a de una mansión… un tanto peculiar. — Haunted House AU  (original here)
Quote from: We all live in a yellow silmaril.. silmaril? wwwait...

Shaking, shaking, - my heart is beating


Cuando Airin recibió la llamada de un notario al respecto de una herencia, pensó que le estaban tomando el pelo. Al ver que la propiedad procedía de un tío lejano de su madre, empezó a sospechar, porque nunca había tenido contacto con aquel lado de la familia.

—Bueno, pues aquí está el inmueble, y aquí tus llaves, ¡que tengas buena tarde! —dijo el agente inmobiliario entregándole las escrituras y un pesado llavero sin tan siquiera haberle enseñado la casa.

Parecía ansioso por salir de allí, y tal cual estaba cambiando el tiempo la chica no lo culpaba del todo. Faltaba poco rato para que se pusiera el sol, se había levantado un aire molesto y las nubes se habían vuelto oscuras y amenazadoras de lluvia. Airin vio el otro coche alejarse rápidamente y guardó los papeles en el suyo, que dejó abierto pero con el freno de mano puesto, y además de su mochila habitual se aseguró de coger una linterna con recambio. Después observó el edificio con la nariz arrugada por el disgusto.
Había una inscripción grabada en el dintel de la puerta, pero más allá de  C L M   IL y algo que parecía haber sido una estrella, no se apreciaba qué era. Desde luego debía estar bien construido porque parecía un milagro de la ingeniería que no se hubiera venido abajo si se encontraba todo en el mismo estado de abandono que el jardín y la fachada. Si la enorme mansión no podía ser rehabilitada, siempre quedaba la opción de alquilarla para rodar películas de terror.

Tuvo que hacer fuerza para abrir la puerta, que acabó por ceder al enésimo empujón a base de maldiciones.

—¡Que te abras demonios! —con un traspiés Airin se vio entrando casi de cabeza y a oscuras en el recibidor. Se apartó el pelo de la cara y se frotó la nariz con la manga de la chaqueta, encendiendo la linterna.— ¡Gracias!

El lugar a su alrededor no parecía en tan mal estado como el exterior, podía ver algunos muebles cubiertos con sábanas y  las miles de toneladas de polvo esperable por todas partes, pero le extrañó que hiciera un frío tan gélido como para ponerle la carne de gallina. Se dirigió hacia la gran escalinata central sin ser consciente de la figura incorpórea y difusa que empezó a tomar forma a su espalda y la siguió flotando a varios palmos del suelo.

—Si ya sabía yo, —se quejó Airin refunfuñando cuando el tercer escalón cedió bajo sus pies y solo evitó quedarse atascada por pura agilidad de reacción,— sólo se acuerdan de los Brightblade cuando se trata de cargarnos el muerto o usarnos para desquitarse de otros.

La presencia intangible que llevaba detrás pareció frenar en seco y arremolinarse sobre sí misma, doblando su extensión y multiplicándose en varias formas separadas.

—¿Ha dicho Brightblade?

—Eso es una traducción de Calimmacil, ¿no es cierto?

—Se parece a tí.

Los susurros se detuvieron cuando el haz de luz de la linterna atravesó sus formas en un giro repentino.

—Joder qué frío. —Airin se había parado en mitad de la escalera, y alumbraba a su alrededor con cara de desconfianza y promesa de retribución.—Mira, como encima haya fantasmas te juro que…

—¡Nada de juramentos! —La más brillante de las siluetas se irguió alarmada, pero la chica dejó la frase sin concluir, y la masa espectral pareció soltar un suspiro colectivo de alivio.

Algo crujió en la oscuridad y la muchacha se giró en la dirección del ruido, ascendiendo despacio hasta el segundo piso y parándose a sacar de su mochila una pequeña navaja plegable de bolsillo, que escondió entre los dedos de su mano izquierda. Las formas que no podía ver tras de sí asintieron con aprobación.

—Mira, también usa la zurda.

—Pero no hay nada aquí arriba, sólo nosotros.

—No puedo morir aquí, sería demasiado vergonzoso, —murmuró Airin levantando risitas reprimidas entre sus espectrales seguidores, y después convenciéndose a sí misma con firmeza,— y Ravus se llevaría toda la nota del trabajo final de lingüística, una mierda me voy a morir yo aquí.

Si hubieran tenido una forma física más de uno de aquellos seres se habría doblado entre carcajadas al oír la voz cargada de rencor estudiantil, pero en su estado etéreo su contorno sólo podía parpadear.

Encaminándose pasillo adelante con cautela, no fuera que pisase una tabla carcomida y el suelo se hundiera o que lo mismo le saliese un un monstruo del techo como en un videojuego, Airin se fijó en una serie de retratos antiguos que colgaban de las paredes.

—¿Pero qué demonios…? —un escalofrío le recorrió la espalda de arriba a abajo al ver que varias de aquellas pinturas tenían una semejanza a ella que les podrían haber hecho pasar como hermanos, pero una en concreto guardaba un asombroso parecido con su propio rostro. Respiró temblorosa y apretó los dedos sobre la navaja aún doblada.— No seas idiota Airin, en esta familia ha habido pelirrojos desde hace siglos, es sólo genética recesiva pero terca.

—Airin es un nombre perfectamente noldo, apruebo. —dijo la figura que lideraba el grupo.

—Estoy seguro de que le alegrará saberlo, padre —comentó con sorna otra que se había alejado siguiendo a la chica mientras inspeccionaba puertas y cerraduras.— Ah, no no, no entres ahí cielo que el piso se hundió hace muchos años.

—Makalaurë, no te va a oír. —otro de los espíritus se arrimó hacia ellos.

—Pues en vez de estorbar haz fuerza para que la puerta no abra, que tú tienes dos manos. —la pulla desató una bronca repentina como sólo podía pasar en una familia con muchos hermanos, e hizo que el aire del pasillo se enfriase y calentase por turnos y aullase violento por entre las grietas de la madera.

—¡YA BASTA! —Bramó el espectro que parecía ostentar la autoridad, haciendo que la estancia brillase por un segundo.

—Vale, no, en esta casa decididamente hay fantasmas. —Anunció Airin haciendo que todos los que flotaban a su alrededor se girasen a observarla con distinto grado de curiosidad y expectación.— No me pagan por aguantar esta mierda, con mi familia es suficiente.

—Gracias, padre. —dijo la figura más alta viendo como la joven volvía sobre sus pasos abandonando la exploración.

—Oh, cállate Nelyo. —murmuró el líder con tono contrito, y luego añadió vacilante,— Sí que es cierto que se parece  mucho a tí.

—Me pregunto… —fantasmas o no Airin siempre había querido deslizarse por una barandilla como la de aquellas escaleras, aunque el sentido común le gritaba que como mínimo podía matarse, la tentación era muy fuerte.

Posó una mano sobre el barandado de madera. Después se lo pensó mejor, ignorando la angustia que su deliberación estaba causando en los espíritus de la casa, y apoyó su peso intentando en vano agitar o hacer ceder la pieza. Cuando su inspección fue satisfactoria, se subió de costado a la barandilla y se inclinó hacia delante.

—Correr es de cobardes,—dijo balanceándose hasta coger impulso y lanzándose a toda velocidad, enarbolando la linterna en alto—  ¡por el Norteeee!

—¡Se va a matar!

—La falta de neuronas es cosa de familia.

—Habla por tí, Moryo.

Pero para consuelo de los espectros la chica llegó sana y salva al suelo con un saltito. Airin se sacudió la ropa, aseguró su mochila y apuntó con la luz hacia las escaleras. Había creído ver un reflejo de algo que flotaba a su lado mientras se deslizaba, pero extrañamente no había sentido miedo de que le hiciera daño.

—Hm, bueno, esta casa es mi herencia y ahora es mía, y tengo intención de venir a vivir aquí. —notificó diligente a sus incorpóreos habitantes. Después abrió la puerta de entrada, y la sujetó con el pie, por si acaso— Si no estáis de acuerdo manifestáos…? O algo.

Se hizo un silencio sepulcral sólo roto por el aire moviendo hojas y ramas en el jardín, mientras las siluetas se miraban entre sí y hacían gestos de silencio tajantemente.

—Vendré el sábado por la mañana, traeré luces, y pienso ponerme a limpiar. —avisó moviendo su linterna una última vez, haciendo que más de un espíritu esbozase una sonrisa nostálgica.— Mañana no puedo, tengo que exponer un trabajo y poner a un creído impresentable en su sitio.

La puerta se cerró tras ella con un eco profundo y retumbante, y tras unos minutos de calma pensativa, la menos alta de las figuras dejó escapar un suspiro resignado.

—Buena nos ha caído.





❤ Ronda # 5

A ha vivido toda la vida buscando a su padre a quien no conoce. Cuando le encuentra resulta ser quien menos se lo esperaba.  (original here)
Quote from: (Devil eyes come, eyes open, eyes open)

Don’t be sad, no more no more no more - One by one, everyone goes crazy


Hope se frotó la nariz, se subió la bufanda y se caló más el gorro. Había llegado hasta allí, no pensaba rendirse ahora. Era independiente y capaz de valerse por sí mismo. Sólo tenía que averiguar dónde demonios estaba, cómo recuperar su mochila y cómo llegar al lugar que buscaba. Preferiblemente antes de que se hiciera de noche.

—¿Te has perdido? —preguntó una voz amistosa a su espalda.

—¡Ah! —Sobresaltado, Hope se dio la vuelta de golpe y tropezándose con sus propios pies por la inercia del giro repentino acabó cayendo de culo al suelo y perdiendo el gorro.

La exclamación ahogada que recibió como respuesta no fue exactamente lo que había esperado, como tampoco la mirada alarmada que lo observaba con ojos duros pero resueltos.

—Ese pelo, esos ojos… ¡Ah, no! ¡No vas a volver otra vez por aquí, ni lo sueñes! —la mujer morena que le había hablado con amabilidad sólo segundos antes levantó los puños, apretándolos de forma amenazadora.

Instantáneamente aterrorizado ante la perspectiva de una paliza sin motivo Hope no quiso pararse a esperar, agarró su gorro de lana y trastabillando puso pies en polvorosa como si le persiguiera el mismísimo diablo.
Corrió durante varios minutos antes de atreverse a mirar atrás para asegurarse de que no le seguía nadie. Cuando comprobó que efectivamente estaba solo en la pequeña callejuela, se apoyó contra una de las paredes entre varias cajas apiladas, y se dejó caer en cuclillas respirando agitado sin poder contener las lágrimas.

—Odio este estúpido sitio. —se quejó entre dientes frotándose la cara húmeda con la bufanda y metiendo un dedo en el nuevo agujero de la rodilla de su pantalón.

Después de un rato de darse lástima a sí mismo y tener frío, empezó a rebuscar en las cajas que le servían de escondite, buscando algo con lo que improvisarse una forma de pasar la noche. Consiguió encontrar periódicos viejos, bolsas de plástico y trozos de aislante de porexpan del que se usaba en embalaje, y con eso y varias cajas de cartón se fabricó una suerte de refugio a medio camino entre nido de ratón y saco de dormir, que colocó en un hueco discreto bajo el saliente de ventilación de un edificio.

Quizás no era lo suficientemente listo para no meterse en aventuras estúpidas, pero su madre se había asegurado de que por lo menos fuera lo suficientemente avispado como para sobrevivir a ellas. Su madre…

—Mamá estará enfadada...— fue lo último que murmuró antes de quedarse dormido con la certeza de que si conseguía volver a casa sano y salvo, iba a estar castigado para siempre jamás.


—Hmmm… —la figura que lo había estado observando sin ser advertida desde hacía un buen rato, se irguió sobre la cornisa del edificio, y pescando un teléfono móvil de entre sus ropas, contestó un mensaje de texto. Frunciendo el ceño y mirando una vez más de vuelta al chiquillo que ahora dormía escondido, desapareció sin hacer ruido, con el cabello largo y desordenado moviéndose al aire.


—¡Te estoy diciendo que sé lo que ví!

—Y yo te estoy diciendo que te creo, pero que de ser un problema, habríamos sabido algo.

—¿Y me tengo que fiar de que me cuentes tus premoniciones místicas, Cloud?

El rubio se aguantó las ganas de hacerle un saludo de un dedo y se dio la vuelta hacia la puerta del bar.

—Supongo que deberías fiarte de lo que te cuenta tu novio el turco.

Con una inspiración sonora Cid se levantó y pagó su bebida, cortando la respuesta hostil de la mujer antes de que viera la luz.

—Yo me voy, y este se viene conmigo, que tenemos que hablar de cosas.

Sin mediar una palabra más empujó al más joven hacia fuera, y cuando estuvieron en la calle sacó un cigarro del paquete, llevándoselo a los labios para encenderlo.

—Joder chaval, sabía que eras cabrón pero eso ha sido un golpe bajo.

—Ha empezado ella, y yo tampoco soy muy alto, —Cloud se encogió de hombros, aceptando los hechos con cinismo.

—Eso no te lo voy a discutir. —Cid esquivó un codazo, y sacó el móvil que le vibraba en el bolsillo de la cazadora.— Vaaaya.

—Hm?

Como respuesta el piloto señaló hacia el tejado al final de la calle, donde una silueta ominosa se recortada contra el cielo nocturno.

—¡Vince! ¡Déjate de apariciones fantasmales y comparte la información, coño ya!

—Seguidme.

Esta vez Cloud no se contuvo el impulso de echar la cabeza hacia atrás y rodar los ojos, a lo que Cid dejó escapar una risita y le empujó con el hombro.

—Va, tira p’alante, que tu eres igual de dramático qu’el vampiro.


—Ya veo. —murmuró Cloud en voz queda.

Y efectivamente, el chiquillo que dormía entre cartones tenía exactamente el mismo color de cabello que estaba fijado para siempre en su recuerdo. Puede que su subconsciente notase las presencias a su alrededor o que el sonido de sus voces lo hubiera acabado por despertar, pero el niño abrió los ojos soñoliento y miró hacia ellos amodorrado.
Cloud tragó saliva. Aún bajo las luces tenues que llegaban hacia el callejón era capaz de distinguir aquel tono de ojos verdes como menta grisácea. La única diferencia eran las pupilas, redondas, redondas y dilatadas por el miedo y la falta de luz. Y el resto de su cara de rasgos suaves y aniñados. Habían pasado siete años desde aquella última vez. Cloud respiró.

—No puedes dormir aquí, —dijo estirando la mano hacia el hombro del chico, pero deteniendo el movimiento cuando éste se encogió cubriéndose la cabeza con los brazos y cerrando los ojos muy apretados. El rubio frunció el ceño, pensativo.

—Ey, chaval, —Cid se agachó a su lado y sacó al niño de su cama improvisada, echándole su cazadora por encima y enterrándolo bajo ella.— Que te vas a quedar tieso del frío, vamos.

—¿Qué vais a hacer conmigo? —preguntó el chiquillo con voz tenue.

El piloto le pasó un brazo por los hombros, echando a andar hacia la zona de hangares.

—¿Cuando fue la última vez que comiste algo? —el silencio y la mirada de profunda desconfianza habrían resultado cómicos en otra situación.

—¿Qué edad tienes, dónde están tus padres? —preguntó Vincent desde detrás de ellos.

El niño se sobresaltó, y se giró a verlo con los ojos muy abiertos.

—Trece. —tras echar cuentas Cloud ahogó una sarta de maldiciones que habría impresionado a unos cuantos de sus amigos, y se apretó el puente de la nariz con la mano cuando el chico volvió a contestar.— Mamá en casa, supongo. Debería.

Los tres adultos cruzaron miradas entre ellos con un grado parecido de pesimismo.

—¿Y dónde está tu casa? —inquirió Cid.— Porque tu madre estará preocupada si no estás.

El chiquillo bajó la cabeza avergonzado y arrastró los pies al caminar. Cloud no tuvo dudas, hacía quince años él había hecho algo parecido.

—En Galahd. —y después de su confesión reinó el silencio por unos segundos.

—Eso está puto lejos, —lo rompió el piloto. Aquello estaba en una isla al noreste de Mideel, prácticamente al otro lado del continente.

—¿Cómo te llamas? —preguntó por fin Cloud llegando a la rampa del airship.— ¿Qué haces tan lejos de casa?

—Hope. —Ironía de las ironías, fue casi el pensamiento colectivo que no pudieron evitar los tres mayores. El chico se llevó una mano al bolsillo de su abrigo.— Estoy buscando a mi padre.

A Cloud se le cayó el alma a los pies. ¿Cómo decirle a un crío de trece años que su más que probable padre había sido el segundo y casi exitoso peor enemigo del planeta, y que él mismo había tenido que matarlo? Repetidas veces, para más inri, porque el cabrón era peor que una gripe mal curada. Se pasó una mano por la nuca, alborotándose el pelo sin quererlo.

—¿Qué sabes sobre él?

—Que se llamaba Seph, que nunca se casó con mamá, y que me parezco a él. —Hope se mordió el labio inferior, temiendo que sus sospechas fueran confirmadas.— No es… no era buena persona, ¿verdad?

Esta vez fue Cloud quien lo tomó bajo su brazo.

—No siempre fue así, —dijo en voz baja, recordando a Zack y su amistad con el General, y buscando una forma suave de explicarle al chiquillo (al hijo de su némesis!) la historia.— A veces la gente sufre mucho, y cambia para mal.





❤ Ronda EXTRA

Personaje A es Cupido en el día más atareado del año. Cupid's POV.  (original here)
Quote from: Na nanana nananana~

Even if I cover my eyes and ears and force myself to wander - In the end the answer is love


Le dio una última calada larga al cigarro, apurando el filtro antes de tirarlo y restregarlo contra el asfalto bajo la suela de su bota.

—No me pagan suficiente para esta mierda. —murmuró dejando salir el humo con desidia.

—Al menos a ti te pagan, —resopló una voz a su espalda que casi le hizo saltar del susto,— ya te digo que yo mañana no vuelvo, aunque me tenga que morir de hambre.

Gojyo tuvo que mirar dos veces para asegurarse que la vista no le jugaba una mala pasada, porque a primera ojeada habría jurado que los ojos de chaval delgado, rubio y mal despeinado que apilaba palés vacíos junto a la puerta trasera del restaurante eran violetas, pero eso no era posible. Eran definitivamente azules, pero de un tono añil con vetas casi moradas. El chico carraspeó nervioso ante el escrutinio, y se limpió las manos en el delantal rojo que llevaba.

—Si no te pagan las horas deja unas gambas o algo de pescado en el conducto de ventilación de la cocina antes de renunciar, y verás la que se lía en un par de días. —dijo Gojyo con una sonrisa canalla pero llena de experiencia, y se echó a reír ante la cara de asco y horror del chico.

—¡Eso es cruel! —exclamó el rubio. Y después de un par de segundos de consideración añadió,— peeeero se lo merecen.

—Déjalo pronto y sal a dar una vuelta, que hoy hay muchas chicas monas por ahí y seguro que alguna cae. —dijo Gojyo guiñándole un ojo con la certeza de quien nunca volvía solo a casa y se encogió de hombros con despreocupación.

Prompto se rascó el cogote un tanto confundido por la curiosa fé que aquel extraño parecía tener en él, pero echó una mirada calculadora a su reloj de pulsera. El mayor apoyó una mano en la pila de cajas que se ladeaba peligrosamente y las enderezó sin mucho esfuerzo, después le dio la espalda y sacando un cigarro nuevo del paquete puso rumbo hacia la boca del callejón.

—Ah… g-gracias, —la voz del chico le alcanzó pero no se giró a mirarlo de nuevo, solo levantó la mano en señal de despedida y siguió caminando de vuelta a las calles llenas de gente más impertinente de lo normal.

Ah, tantas cosas estúpidas que hacer y tan pocas ganas de hacerlas en el día señalado.





FINIS
« Last Edit: May 25, 2025, 01:24:24 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

*sale de entre las mantas chillando como una ballena* MEEERMAAAAAY -segundo año, segundo capítulo-




Amhrán na Farraige
- Song of the Sea -

   



Libertus se metió otra patata frita en la boca, apartando el morro bigotudo e impertinente con el codo.

—Si quieres colesterol extra págatelo tú. ¿Dijo misma hora, mismo sitio?

El ruido de protesta lastimera que obtuvo por respuesta no dejaba lugar a mucha duda.

—Pues me parece que te han dado plantón. Podrías haberle pedido el número de teléfono. O empezar por el principio y preguntarle su nombre y si está dispuesta a casarse contigo de forma legal. —Libertus se levantó y se sacudió los pantalones pero dejó las patatas en el suelo de madera del muelle.— Me voy, que ya va siendo hora de abrir y la cocina del bar no se lleva sola. Si quieres seguir engordando tu culo peludo a base de sodio, tú mismo.

A cambio del insulto se llevó un aletazo húmedo, y se alejó en dirección hacia el puerto comercial ajustándose la coleta y refunfuñando entre dientes.
El lobo marino lo observó marcharse con los ojos entrecerrados, y en cuanto dejó de verlo se aplastó contra las tablas de madera como la masa de un bizcocho sacada del horno antes de tiempo, y rodó perezosamente sobre su espalda un par de veces, moviendo las patas. ¿Es que a nadie le importaba la magnitud de su desgracia? ¡Ya había comprado un anillo, y no era barato! Y ahora quién sabía si volvería a verla. Había perdido su oportunidad. Tendría que consolarse con patatas fritas.



Airin se dejó caer en plancha sobre el sofá, con abrigo zapatos y todo.

—He vuelto. —murmuró con la cara aplastada contra un cojín, y tras un par de segundos de silencio se contestó a sí misma.— Bienvenida a casa.

Sintiendo cómo se le agolpaba el cansancio acumulado se revolvió sin éxito para levantarse del sofá. Terminó por quitarse los zapatos empujándolos con la puntera y dejándolos caer al suelo abandonados, y se las apañó para desenroscarse la correa del bolso de alrededor del cuerpo y zafarse por fin de la trampa de comodidad que amenazaba con engullirla.
De rodillas sobre la alfombra se apartó el pelo de la cara y mirando con desidia todas las cajas marrones de embalar que poblaban su nuevo alojamiento, resopló.

—Ugh.

Al menos ya tenía luz, agua y gas. Después de dos días viviendo con la luz del sol y el fuego de la chimenea, la casa de su abuela volvía a ser un edificio habitable. Y no tenía que pagar un alquiler estratosférico por casi más del triple de metros cuadrados que tenía su antiguo apartamento. Que sí, era más céntrico que una casa junto al mar, y tenía una tienda de conveniencia a la vuelta literal de la esquina en vez de a siete minutos andando. Pero no tenía vistas a los acantilados y la silueta de los edificios contra el cielo al otro lado de bahía, sino a un muro de ladrillo y cemento del bloque de al lado.
Y sobre todo, era muy caro. Más de lo que podía pagar sin vender un riñón o los dos ahora que volvía a ser dueña de su vida y no tenía un trabajo que le sorbiese el alma por horas.

Se quitó el abrigo y en un gesto de buena voluntad para con su yo del futuro, lo colgó en el armario del pequeño recibidor en vez de dejarlo tirado por encima de alguna caja al azar.

—Tengo sábanas, tengo toallas, tengo platos… —enumeró mientras paseaba descalza por entre las cajas que poblaban la cocina comedor y se encaminaba a investigar la nevera.— ¿Tengo cena? Nop, no tengo cena.

Pero entonces recordó que el día anterior había dejado un plato de pasta en un tupper y nunca lo había acabado. Airin no tenía problema en terminar por la noche las sobras del mediodía, aunque fuesen de un día para otro y llamarlo cena fuera ser generoso. Ahora ya tenía una cosa más solucionada. Menos dinero y esfuerzo que gastar ese día, ya había peleado suficiente con la oficina de correos dando de alta su nueva dirección.

Se comió los macarrones recalentados directamente del tupper y sentada en pijama sobre la encimera de la cocina, disfrutando de estar en una casa de la que nadie pudiera echarla y tener libertad para perder la dignidad como le diera la gana, mientras debatía los pros y los contras de empezar a desembalar sus cosas antes de irse a la cama.
Finalmente acabó por dividir los montones de cajas ordenándolas por contenido para organizar al día siguiente; después instaló su ordenador de sobremesa en la habitación más pequeña de la planta baja, que tenía ventana al porche, un enorme escritorio antiguo, un sillón orejero azul y parecía que iba a convertirse en su despacho.

—Miradme, —dijo la muchacha sacudiéndose el polvo de la ropa,— soy mayor y responsable.

Y tras proclamar su prestigioso estado vital, procedió a contradecirlo saliendo de la casa sin apagar la luz ni cerrar la puerta con llave. Descalza como estaba cruzó el jardín asilvestrado, y bajó las viejas escaleras de madera que eran la única entrada accesible por tierra a la pequeña cala que se asentaba a los pies de la escarpada colina.



—Ancho es el mar para cruzarlo a nado, y yo no tengo alas para volar…

Al oír la voz que cantaba desde la oscuridad de la playa Nyx sintió cómo se le erizaba hasta el pelo de la barba mal afeitada que llevaba. Por imposible que fuera, conocía ese timbre. Habría sabido a quién pertenecía en cualquier lugar, y bajo cualquier circunstancia. Aunque ni siquiera supiese su nombre.

—Búscame un bote que nos lleve a los dos, y remaremos, mi amor y yo…

Precisamente aquella canción tan agridulce resultaba extrañamente apropiada y hacía todo un poquito irónico.  Hacía apenas un par de horas que había estado pescando por entre las rocas de esa misma cala que ahora veía de lejos desde su barca. Y por lo visto su chica vivía en la casa abandonada de la colina. Que… ¿ya no estaba abandonada? No podía dejar que se le escapase otra vez.
Nyx se echó la piel todavía húmeda por encima, y sin esperar a haber terminado de cambiar de forma se zambulló en las aguas frías y oscuras.


Airin levantó la vista del castillo de arena que intentaba decorar y escudriñó la mar frente a ella, intentando sin éxito distinguir formas en el agua. Juraría que había oído un sonido que se salía del patrón rítmico, pero a pesar de que la luna casi llena alumbraba con suficiente fuerza para ir y venir por tierra firme, no consiguió ver nada más que sombras y reflejos entre el batir de las olas.

Pasando la mirada de forma intermitente de la arena bajo sus piernas al agua que rompía cada vez más cerca, decidió que ya podía volver a casa a ser mayor y responsable de nuevo. Si no era medianoche estaría rondando y por la velocidad con que parecía subir la marea, la pleamar debía estar cerca.
Se levantó y se sacudió la arena acumulada en los pantalones de su pijama, arrugando la nariz al notarlos húmedos.

Esta vez pudo escuchar el chapoteo con claridad, pero al darse la vuelta solo vio una foca retozando en la orilla.

—En serio, ¿qué demonios pasa en este pueblo con las dichosas focas? No es normal. —murmuró entre dientes.

Se estaba empezando a poner nerviosa, así que se limpió las manos como pudo y se dirigió a pasos rápidos hacia la escalera para subir a casa, dispuesta a ignorar obstinadamente el extraño movimiento de sombras que percibía por el rabillo del ojo. La voz perfectamente humana y masculina que sonó de repente hizo que casi se le parase el corazón del susto.

—Ehm, ¿perdona?

No. No, no no no. De ninguna manera. No había forma de que le obligasen a seguir por ahí. Había visto las suficientes películas de terror para saber cómo podía acabar aquello. Y también sabía que correr por la arena suelta era más complicado, pero si podía llegar a los escalones era capaz de subirlos de tres en tres.

—Oye… —insistió la voz detrás de ella, pero con tono curiosamente avergonzado,— no quiero molestarte, de verdad, sólo es una pregunta.

Y en contra de todos sus pensamientos racionales, a un par de metros de las escaleras, Airin se dio la vuelta, porque pese al miedo algo en su instinto le decía que conocía aquella voz.
Lo que no había esperado era a quién pertenecía.

—Ay... —dejó escapar bajito al encontrarse de frente con el injustamente guapo desconocido a quien hacía unos días le había tirado la chaqueta sin querer.

—No me dijiste tu nombre, —el joven se encogió ligeramente de hombros, metiendo una mano en el bolsillo de sus vaqueros, mojados por las olas.

—Ah, yo… lo, lo siento. —Airin tragó saliva, sintiéndose paralizada bajo la mirada de aquellos ojos brillantes.

El hombre se revolvió las trenzas que asomaban desde su nuca con una sonrisa sesgada y algo crítica.

—Y me dejaste plantado en la segunda cita.

—Eh… ¿qué? —los pensamientos de la chica volaron en todas direcciones, no recordando nada similar. Sus últimos días habían sido un caos, pero no tanto como para no recordar una cita. O dos.

—Me llamo Nyx, —dijo él, parándose a tan sólo un paso de ella.

—Hola Nyx, —contestó ella de forma casi automática. Si estiraba el brazo podría tocarlo.

—¿No vas a decirme tu nombre?

No, no debería decírselo.

—Airin.

—Es muy bonito, —dijo Nyx ladeando la cabeza con una mirada cálida, y agarrando su mano.

—Gracias. —Airin volvió a tragar saliva, con la esperanza de que se le deshiciera el nudo que tenía en la garganta.

—Verás, yo… —comenzó Nyx con suavidad, acariciándole los nudillos con el pulgar, antes de quedarse trabado y mascullar entre dientes,— Maldita sea, nunca había esperado tener que hacer esto así.

La joven lo observaba confusa, a media distancia de camino al miedo, pero sintiendo los pies anclados al suelo.

—Yo no he tenido ninguna cita contigo antes, —soltó de repente en un momento de claridad mental.

—Si, en el muelle, —confirmó Nyx frunciendo el ceño y sacando su otra mano del bolsillo, con algo guardado dentro de su puño cerrado.

Airin abrió la boca para replicar con cierta irritación, pero aquella extraña insistencia se le hizo repentinamente familiar, y su vista recorrió la figura del hombre de arriba a abajo, fijándose en su ropa mojada. La chica apretó los labios y entrecerró los ojos, buscando con la mirada la anterior fuente de los ruidos que ya no podía oír.
La foca no aparecía por ninguna parte, pero a varios metros de ellos había un gurruño oscuro, pequeño y sospechosamente amorfo.

—Mira. Mira, no. —se dio la vuelta y se dirigió a la escalera, a dos segundos de estar dispuesta a rezarle a todas las deidades en las que no creía.— Que es tarde y me voy a enfriar.

—¡Espera!

Sin haber llegado a soltar su mano Nyx tiró de ella, y Airin trastabilló en la arena y se fue hacia atrás, chocando con su espalda contra el pecho del hombre, que la sujetó entre sus brazos evitando su caída.

—Espera, —repitió dejando algo sólido entre sus manos y apartándose lo suficiente de ella como para poder mirarle a la cara.

Airin miró de hito en hito varias veces de la caja pequeña y cuadrada que ahora sujetaba, al rostro ansioso de Nyx.

—Ábrelo, —dijo él.

Y siguiendo con la colección de decisiones cuestionables de la noche, porque por qué no, abrió la cajita.

—¿Qué demonios?! —un claddagh con un ópalo blanco incrustado le hacía burla desde el acolchado rebosante de agua salada. Airin levantó la vista y murmuró con un hilo de voz,— ¿Esto… esto es un anillo de compromiso?

Nyx se llevó una mano a la nuca, y azorado arrastró un pie por la arena.

—Bueno, es que… a lo mejor, ¿tal vez, deberíamos hacer esto legal a la forma tradicional humana?

—Qué. —Airin cerró la caja con un ruido seco, pero no tanto como su garganta en esos momentos.

Nyx señaló con un aspaviento hacia el gurruño oscuro, pequeño y sospechosamente amorfo que seguía tirado en la orilla, casi rebasado por las olas.

—Selkie. —dijo por toda explicación.

Selkie, —repitió Airin sintiéndose mareada.

—¿En serio? ¡Me devolviste la piel! —protestó Nyx con incredulidad,— Venga ya,  ¿no sabes lo que es eso? Es... es un contrato de matrimonio por si mismo. ¡Me devolviste la piel!

Airin se tambaleó ligeramente de lado a lado falta de aliento, y Nyx la sujetó del codo esperando a que se recompusiera del shock.

—Vamos, te llevo a casa. —dijo él con un suspiro tras unos segundos de estudiarla en silencio preocupado, agachándose frente a ella.— Sube.

Obediente por una vez, la chica se dejó cargar a caballito sobre la espalda de su recién adquirido marido marino, que ascendió por los escalones de madera sin decir nada más.

—Ahora tengo el pijama mojado, —murmuró Airin con tono lastimero una vez se encontró en pie en el porche de su casa.

Sin poder reprimir su ternura al mirarla, Nyx le acarició la mejilla suavemente con un nudillo, haciendo que levantase la vista de nuevo hasta él.

—Ahora ya sabes cómo me llamo, ¿puedo tener un beso en la segunda cita?

—Nop. —Airin le apartó la cara con la mano, sonrojándose al notar aquella barba incipiente y esa sonrisa sesgada injustamente atractiva bajo su palma.— Te comiste mis patatas y no me has invitado a cenar.

Nyx dejó escapar una sonora carcajada, y agarrando su mano la giró, depositando un beso cálido sobre la cara interna de su muñeca.

—Eres un encanto Airin. —murmuró aún sonriente y con sus ojos azules brillando encariñados.— ¿Haces algo mañana? Te paso a buscar, te prometo que esta vez sí que invito yo.

—Bueno, entonces supongo que tenemos una cita. —Airin encogió un hombro con las mejillas rojas, apretando la cajita entre sus dedos mientras pensaba si tenía algo con qué combinar aquel anillo para la noche siguiente.




« Last Edit: September 08, 2024, 04:02:32 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Me ha esatdo haunteando hasta que ha conseguido salir al mundo *próximamente más y peor*
Continuación de este engendrito escrito para la #promptactivity 2020 — ❤ Ronda #5.   
(aporte original aquí) (Devil eyes come, eyes open, eyes open)

Quote from:  pj A ha vivido toda la vida buscando a su padre a quien no conoce. Cuando le encuentra resulta ser quien menos se lo esperaba

Don’t be sad, no more no more no more - One by one, everyone goes crazy


Hope se frotó la nariz, se subió la bufanda y se caló más el gorro. Había llegado hasta allí, no pensaba rendirse ahora. Era independiente y capaz de valerse por sí mismo. Sólo tenía que averiguar dónde demonios estaba, cómo recuperar su mochila y cómo llegar al lugar que buscaba. Preferiblemente antes de que se hiciera de noche.

—¿Te has perdido? —preguntó una voz amistosa a su espalda.

—¡Ah! —Sobresaltado, Hope se dio la vuelta de golpe y tropezándose con sus propios pies por la inercia del giro repentino acabó cayendo de culo al suelo y perdiendo el gorro.

La exclamación ahogada que recibió como respuesta no fue exactamente lo que había esperado, como tampoco la mirada alarmada que lo observaba con ojos duros pero resueltos.

—Ese pelo, esos ojos… ¡Ah, no! ¡No vas a volver otra vez por aquí, ni lo sueñes! —la mujer morena que le había hablado con amabilidad sólo segundos antes levantó los puños, apretándolos de forma amenazadora.

Instantáneamente aterrorizado ante la perspectiva de una paliza sin motivo Hope no quiso pararse a esperar, agarró su gorro de lana y trastabillando puso pies en polvorosa como si le persiguiera el mismísimo diablo.
Corrió durante varios minutos antes de atreverse a mirar atrás para asegurarse de que no le seguía nadie. Cuando comprobó que efectivamente estaba solo en la pequeña callejuela, se apoyó contra una de las paredes entre varias cajas apiladas, y se dejó caer en cuclillas respirando agitado sin poder contener las lágrimas.

—Odio este estúpido sitio. —se quejó entre dientes frotándose la cara húmeda con la bufanda y metiendo un dedo en el nuevo agujero de la rodilla de su pantalón.

Después de un rato de darse lástima a sí mismo y tener frío, empezó a rebuscar en las cajas que le servían de escondite, buscando algo con lo que improvisarse una forma de pasar la noche. Consiguió encontrar periódicos viejos, bolsas de plástico y trozos de aislante de porexpan del que se usaba en embalaje, y con eso y varias cajas de cartón se fabricó una suerte de refugio a medio camino entre nido de ratón y saco de dormir, que colocó en un hueco discreto bajo el saliente de ventilación de un edificio.

Quizás no era lo suficientemente listo para no meterse en aventuras estúpidas, pero su madre se había asegurado de que por lo menos fuera lo suficientemente avispado como para sobrevivir a ellas. Su madre…

—Mamá estará enfadada...— fue lo último que murmuró antes de quedarse dormido con la certeza de que si conseguía volver a casa sano y salvo, iba a estar castigado para siempre jamás.


—Hmmm… —la figura que lo había estado observando sin ser advertida desde hacía un buen rato, se irguió sobre la cornisa del edificio, y pescando un teléfono móvil de entre sus ropas, contestó un mensaje de texto. Frunciendo el ceño y mirando una vez más de vuelta al chiquillo que ahora dormía escondido, desapareció sin hacer ruido, con el cabello largo y desordenado moviéndose al aire.


—¡Te estoy diciendo que sé lo que ví!

—Y yo te estoy diciendo que te creo, pero que de ser un problema, habríamos sabido algo.

—¿Y me tengo que fiar de que me cuentes tus premoniciones místicas, Cloud?

El rubio se aguantó las ganas de hacerle un saludo de un dedo y se dio la vuelta hacia la puerta del bar.

—Supongo que deberías fiarte de lo que te cuenta tu novio el turco.

Con una inspiración sonora Cid se levantó y pagó su bebida, cortando la respuesta hostil de la mujer antes de que viera la luz.

—Yo me voy, y este se viene conmigo, que tenemos que hablar de cosas.

Sin mediar una palabra más empujó al más joven hacia fuera, y cuando estuvieron en la calle sacó un cigarro del paquete, llevándoselo a los labios para encenderlo.

—Joder chaval, sabía que eras cabrón pero eso ha sido un golpe bajo.

—Ha empezado ella, y yo tampoco soy muy alto, —Cloud se encogió de hombros, aceptando los hechos con cinismo.

—Eso no te lo voy a discutir. —Cid esquivó un codazo, y sacó el móvil que le vibraba en el bolsillo de la cazadora.— Vaaaya.

—Hm?

Como respuesta el piloto señaló hacia el tejado al final de la calle, donde una silueta ominosa se recortada contra el cielo nocturno.

—¡Vince! ¡Déjate de apariciones fantasmales y comparte la información, coño ya!

—Seguidme.

Esta vez Cloud no se contuvo el impulso de echar la cabeza hacia atrás y rodar los ojos, a lo que Cid dejó escapar una risita y le empujó con el hombro.

—Va, tira p’alante, que tu eres igual de dramático qu’el vampiro.


—Ya veo. —murmuró Cloud en voz queda.

Y efectivamente, el chiquillo que dormía entre cartones tenía exactamente el mismo color de cabello que estaba fijado para siempre en su recuerdo. Puede que su subconsciente notase las presencias a su alrededor o que el sonido de sus voces lo hubiera acabado por despertar, pero el niño abrió los ojos soñoliento y miró hacia ellos amodorrado.
Cloud tragó saliva. Aún bajo las luces tenues que llegaban hacia el callejón era capaz de distinguir aquel tono de ojos verdes como menta grisácea. La única diferencia eran las pupilas, redondas, redondas y dilatadas por el miedo y la falta de luz. Y el resto de su cara de rasgos suaves y aniñados. Habían pasado siete años desde aquella última vez. Cloud respiró.

—No puedes dormir aquí, —dijo estirando la mano hacia el hombro del chico, pero deteniendo el movimiento cuando éste se encogió cubriéndose la cabeza con los brazos y cerrando los ojos muy apretados. El rubio frunció el ceño, pensativo.

—Ey, chaval, —Cid se agachó a su lado y sacó al niño de su cama improvisada, echándole su cazadora por encima y enterrándolo bajo ella.— Que te vas a quedar tieso del frío, vamos.

—¿Qué vais a hacer conmigo? —preguntó el chiquillo con voz tenue.

El piloto le pasó un brazo por los hombros, echando a andar hacia la zona de hangares.

—¿Cuando fue la última vez que comiste algo? —el silencio y la mirada de profunda desconfianza habrían resultado cómicos en otra situación.

—¿Qué edad tienes, dónde están tus padres? —preguntó Vincent desde detrás de ellos.

El niño se sobresaltó, y se giró a verlo con los ojos muy abiertos.

—Trece. —tras echar cuentas Cloud ahogó una sarta de maldiciones que habría impresionado a unos cuantos de sus amigos, y se apretó el puente de la nariz con la mano cuando el chico volvió a contestar.— Mamá en casa, supongo. Debería.

Los tres adultos cruzaron miradas entre ellos con un grado parecido de pesimismo.

—¿Y dónde está tu casa? —inquirió Cid.— Porque tu madre estará preocupada si no estás.

El chiquillo bajó la cabeza avergonzado y arrastró los pies al caminar. Cloud no tuvo dudas, hacía quince años él había hecho algo parecido.

—En Galahd. —y después de su confesión reinó el silencio por unos segundos.

—Eso está puto lejos, —lo rompió el piloto. Aquello estaba en una isla al noreste de Mideel, prácticamente al otro lado del continente.

—¿Cómo te llamas? —preguntó por fin Cloud llegando a la rampa del airship.— ¿Qué haces tan lejos de casa?

—Hope. —Ironía de las ironías, fue casi el pensamiento colectivo que no pudieron evitar los tres mayores. El chico se llevó una mano al bolsillo de su abrigo.— Estoy buscando a mi padre.

A Cloud se le cayó el alma a los pies. ¿Cómo decirle a un crío de trece años que su más que probable padre había sido el segundo y casi exitoso peor enemigo del planeta, y que él mismo había tenido que matarlo? Repetidas veces, para más inri, porque el cabrón era peor que una gripe mal curada. Se pasó una mano por la nuca, alborotándose el pelo sin quererlo.

—¿Qué sabes sobre él?

—Que se llamaba Seph, que nunca se casó con mamá, y que me parezco a él. —Hope se mordió el labio inferior, temiendo que sus sospechas fueran confirmadas.— No es… no era buena persona, ¿verdad?

Esta vez fue Cloud quien lo tomó bajo su brazo.

—No siempre fue así, —dijo en voz baja, recordando a Zack y su amistad con el General, y buscando una forma suave de explicarle al chiquillo (al hijo de su némesis!) la historia.— A veces la gente sufre mucho, y cambia para mal.







Crescent
- Devil eyes come, eyes open -

     



—¡Wark!

—¡Que te crees tú eso!

La mujer estiró otra vez de su cazadora hasta conseguir recuperarla de las fauces de aquel pollo gigante venido arriba.

—Cualquiera diría que no te doy de comer. Anda tira, que me tienes contenta.

El chocobo se dejó guiar por la brida con un suave ‘kweh’ resignado, pero sin quitar la vista de aquella cazadora forrada de borreguito suave y rizado que quedaría estupenda en su nido en su establo.

—Ya no nos debe quedar mucho más para llegar a ese maldito agujero.




—Eh, chaval, pásame la trece-catorce. —la voz del piloto sonó casi metálica desde debajo del motor que inspeccionaba.

—¿Me estás tomando por tonto? Son doce-trece y catorce-quince, esa llave no existe. —la indignación del niño que balanceaba las piernas sentado sobre un barril vacío de combustible hizo que a Cid le diera la risa.

—¿Has visto? Aún me servirá p’algo el enano este…

—Como que voy a ser ingeniero.

Cloud escondió una sonrisa divertida tras sus nudillos enguantados y se apoyó sobre el mismo barril que el niño.

—¿Cómo va? —preguntó señalando con la cabeza hacia la maquinaria.

Hope le miró desde debajo de su flequillo en un ademán que las primeras veces había resultado estremecedor por su reminiscencia, pero que de alguna forma ahora ya no podía dejar de asociar a un cachorro despeinado.

—Si vuela, soy un chocobo. —contestó el chiquillo arrugando la nariz.

Cloud se atragantó al intentar aguantarse la risa repentina ante la respuesta, y maldiciendo una sarta de juramentos, Cid le tiró un trapo sucio de grasa que no llegó muy lejos.

—¡Tú lo qu’eres es un pollo despeluchau, sinvergüenza!

Hope le hizo una pedorreta al aire, pero corrió a esconderse tras Cloud en el mismo momento que el piloto hizo amago de ir a por él.

Los pasos que resonaron desde la entrada y una llamada que sonó irreverente en la puerta de chapa hicieron que los tres se girasen a mirar hacia la fuente del sonido.

—Hoooola Strife~

—No me interesa Reno.

—¡A la puta calle maleante!

El turko levantó las manos en un gesto inocente cargado de burla que no engañó a nadie.

—Pero qué ataque tan gratuito. Yo que sólo venía de visita social... —su vista se clavó en la figura pequeña pero extrañamente familiar que se ocultaba tras el cuerpo del ex-soldado.— ¿Ohó? ¿Y éste quién es?

—No te interesa, Reno. —la voz de Cloud llevaba una advertencia que por supuesto el pelirrojo desoyó por completo.

—No, no, al contrario. Me interesa mucho.

El suave silbido del acero deslizándose fuera de su funda llenó el taller y cargó el ambiente de forma ominosa.

—Ven aquí Hope, —llamó Cid con severidad, y el chiquillo se escabulló asustado hasta él.

¿Hope? —la mirada del turko siguió con fijeza el movimiento del niño.

He dicho, —repitió Cloud apretando los dientes y levantando lentamente su espada,— que no te interesa.

Reno se irguió por completo, abandonando su fachada de holgazanería y mirando al soldado con seriedad.

—No lo entiendes Strife, me interesa porque es algo personal. No tiene que ver con Shinra, sino conmigo.

—¿Contigo en qué? —Cloud ladeó ligeramente el filo para poder examinar el rostro del turko sin impedimentos.

—Oh venga ya. Es obvio que todos sabemos quién es el padre del crío, no somos tontos. —Reno resopló rodando los ojos, e insistió con voz impaciente.— Ignora eso por un momento y míranos bien la cara. Tenemos los mismos ojos y la misma nariz.

—¿De qué demonios estás hablando, Reno? —Cid hizo rodar entre sus dedos la llave de tuercas que sujetaba, estirando el brazo para impedir que el chiquillo se arrimase más de la cuenta a la zona crítica antes de que empezasen a volar ostias.

Brightblade.

Hope dejó escapar un ruidito ahogado que hizo que la atención de todos los adultos se desviase momentáneamente hacia él.

—Te llamas Hope Brightblade, rondas los trece años y naciste en Midgar.

El niño asintió con un titubeo.

—¿Cómo sabes tú eso? —Los guantes de Cloud crujieron levemente al apretar el agarre sobre la empuñadura de su espada, que no envainó pese a bajarla.

—Como que es hijo de mi hermana.

¿Qué?!

Hope observó con la boca abierta como el turko se encogía de hombros con una falta de respeto casual y para nada fingida.

Medio hermana por parte de padre, bleh, los detalles del jodido cabrón no le importan a nadie. 

—¿Estás de coña, no? —Cid manifestó claramente el escepticismo que también invadía a Cloud.

—Pues no. Para tu buena o mala suerte no lo estoy. ¿De qué si no iba un sieso como el General a encontrar alguien que le…? Eh da igual.

Tras unos momentos de silencio un tanto icómodo, Hope se aventuró a ponerse frente al pelirrojo.

—¿Entonces tengo que ir contigo? —preguntó con el ceño fruncido y lleno de desconfianza.

Reno esbozó una sonrisa sesgada, pero con un aire que podría llamarse melancólico.

—Nah. Siendo sinceros, estás más a salvo con estos tipejos, se supone que son los buenos.

—Reno, qué demonios.

—Rufus puede dar miedo, no me entendáis mal eh, pero como que el mocoso es hijo de Airin y ella me da más miedo.

Ante la incredulidad de los antiguos miembros de Avalancha el turko se encogió de hombros nuevamente, y guiñándole un ojo pellizcó la mejilla de Hope.

—Vas a estar castigado hasta los treinta, mínimo, renacuajo.




« Last Edit: May 25, 2025, 01:57:35 PM by Airin »

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