Author Topic: Shot thru' the heart..! 🌠 (and you're to blame..)  (Read 12717 times)


Airin



Casar, follar, matar.
- CFM — Soldier version -
Crescent 01
Hope + Accidental Family
       Crescent 02
       Hope + Accidental Family


Drive 'round
Cloud x Anir (+ Cid)
Out of line 01
Sephiroth x Airin (+ Angeal)
       Out of line 02
       Airin + Cloud + Genesis
Going down with the sickness 01 
Anir x Angeal (+ Prompto + Cloud)
       Going down with the sickness 02
       Anir x Angeal (+ Prompto + Cloud)
The Gift of the Goddess
Anir x Genesis (+ Angeal)
Hellish hours
Kanon x Milo (+ Gato)
I’m going my way
(Idol Things OCs AU)
Baby, the Stars Shine Bright
(Milo x Afrodita)


You Make Me Thirsty
Shruikan ¿x? Gaara
Amhrán na Farraige 01
Nyx x Airin (Selkie Marriage)
       Amhrán na Farraige 02
       Nyx x Airin (Selkie Marriage)
Deep down my Soul 01
Airin + Fëanorian Haunted House
       Deep down my Soul 02
       Airin + Fëanorian Haunted House
       Deep down my Soul 03
       Airin + Fëanorian Haunted House
I’ll make you say wow 01
Airin + BBQ DemonCheeseBacon
       I’ll make you say wow 02
       Airin + BBQ DemonCheeseBacon
I dream in a dream every night 01
Demon Party Under the Bed
       I dream in a dream every night 02
       Demon Party Under the Bed
Oceanide 01
(Witches & Mers AU)
       Oceanide 02
       (Witches & Mers AU)
Don't call my name 01
Kanon + Afrodita (Summon AU)
       Don't call my name 02
       Kanon x Sorrento (Summon AU)



 
2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0
   - Compilation vol. 1 - 
        2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0
        - Compilation vol. 2 - 
 
   
#promptactivity 2020 - ❤
   - The Compilation -








« Last Edit: March 31, 2024, 06:28:08 AM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Drive 'round
- katu baten hodeiak ikusten -
Cloud
x
Anir
+
Cid
      



—Oh venga ya. —murmuró entre dientes el joven cuando dobló la esquina del taller.

Sus ojos se encontraron de frente con una escena que no podía ser más cliché. Una chica (al menos físicamente, como cualquiera hubiera podido observar sin ningún tipo de impedimento que supusiera margen de duda) estaba inclinada, o más bien metida dentro del capó de una camioneta pick-up que había visto días mejores. Muchos días, a juzgar por su pintura pelada llena de rascones oxidados. La chica, o lo que podía ver de ella, llevaba unos pantalones de tela vaquera tan mínimos que a lo mejor no merecían llamarse así, no era como si contribuyesen a cubrir demasiado aquel trasero apetecible y respingón. Tenían una mancha de grasa oscura con la forma excepcionalmente distinguible de una mano en un lado, y en el otro, un pañuelo sucio colgaba más que asomaba del bolsillo.

—Hmmhmmm... oh, estabas aquí!

Cloud no pudo evitar ladear ligeramente la cabeza cuando la chica, de quien hasta entonces no se había dado cuenta que estaba subida a un neumático, se estiró un poquito más hacia el interior de la máquina moviendo la cadera y poniéndose de puntillas sobre el caucho. Doblando la pierna que menos apoyaba, sacó un brazo grasiento hasta el codo y culebreó por encima del parachoques buscando desesperadamente la forma de alcanzar el calcetín que se le escurría por debajo de la rodilla, sin caerse de lado. Tras varios intentos en los que sólo consiguió mancharse la pierna de grasa, lo dejó por imposible con una maldición, y el calcetín se escurrió inexorablemente hasta el borde de la zapatilla, haciéndose un charco de punto arrugado sobre la lona.

Empezando a notar calor subiéndole por el cuello, Cloud se aflojó un poco la cremallera de la chaqueta. Era todo tan… Podrían haberlo sacado del principio de una de aquellas películas de su compañero de piso. Sólo hacía falta que la chica se diera la vuelta y llevase una de esas minúsculas camisetas de tirantes rasgadas.
Ridículo.
Resolvió seguir su camino en busca del dueño del taller para terminar su trabajo por hoy, y continuar con algunos otros asuntos menos urgentes, y dejar de mirar aquellas nalgas redondas y firmes antes de buscarse un problema.

Tomó aire y carraspeó. Y entonces pasaron dos cosas al mismo tiempo.
El dueño del taller salió a zancadas largas de su oficina dando tal portazo que la puerta se cerró y volvió a abrir de la fuerza, y la chica se incorporó de golpe dentro del capó, pegándose con la cabeza en la chapa levantada de la camioneta.

—¡Strife! ¡Llegas tarde! ¿Te piensas que tengo to’l puto día pa’sperarte o qué? —ladró el hombre con un cigarro sin encender apretado entre sus colmillos.

Sin mediar palabra el joven señaló el reloj en la pared, que marcaba la hora y media, con una ceja arqueada.

—Cagüen la puta, otra vez llevo la hora en la oficina adelantada. —masculló frotándose una mano por la frente. Se giró a mirar a la chica, que también se sobaba la cabeza con cara de indignación.— Anir, ¿qué t’he dicho mil veces? Quítate los putos cascos pa’trabajar joder, que algún día tendremos una desgracia y la sangre no se quita fácil.

La chica, que afortunadamente para los anteriores temores de Cloud llevaba una camiseta normal, le dirigió una mirada cargada de un odio tan potente que habría fundido a cualquier ser de menor calibre. Pero el hombre sólo apunto un dedo hacia la oficina.

—Ponte hielo en eso.

Anir se estiró de los bordes del pantalón hacia abajo, devolviéndole la apariencia de corto pero respetable que perdía en cuanto se inclinaba y se subió el calcetín insumiso hasta el muslo con saña. Dejó la bujía que había pescado sobre la bandeja metálica de una caja de herramientas, y con un movimiento que habría llenado de envidia a muchas mujeres se echó las largas coletas de pelo dorado encendido hacia atrás, haciendo que cayeran por su espalda de forma sugerente.

—Hasta luego guapo. —sonrió moviendo los deditos engrasados y lanzó un guiño coqueto en dirección al joven, que tragó saliva.

Cloud se vio repentinamente agarrado por el brazo y sacado a la calle casi a rastras. Una vez fue liberado en la puerta del taller, justo frente a su motocicleta, hizo el intento de prepararse mentalmente para lo peor.

—Cid… —comenzó el chico, pero el mecánico hizo un gesto con una mano, silenciándolo, mientras se encendía el cigarro y daba una larga calada.

—Aahh joder… qué falta me hacía salir a fumar —dijo saboreando el humo.— Toda la puta mañana poniendo facturas al día. ¿Tienes lo mío?

Cloud se inclinó sobre su moto, abrió unos de los maleteros y le entregó un paquete envuelto en papel marrón sin decir nada. La cara de Cid se iluminó con una sonrisa grande y aniñada, casi fuera de lugar en un hombre corpulento de apariencia ruda, a la par que abrazaba el embalaje con mimo.

—Maquetas nuevas, —confirmó alrededor del cigarro.— Esta es tu última entrega del día ¿no? Quédate a comer, que t’estás quedando jodidamente esmirriau, y luego te doy tus recambios.

—Pero… —volvió a intentarlo Cloud.

—Nah, ni puto caso a mi hija, que lleva la cuenta de los chavales a los que deja tontos y se le está subiendo el pavo a la cabeza demasiado —desestimó con una risita palmeando el hombro del chico con fuerza— Y luego así le va.

—¿Tu hija? —preguntó el repartidor con los ojos muy abiertos y la mente en blanco.

—Seh, no me vas a decir que no se parece, —Cid lo observaba con expresión curiosa.

—¿Desde cuándo tienes una hija?

—Desde que nació, ¡joder chaval, a ver si voy a tener que apuntarte a la lista de atontunaos! —Cid empujó un poquito a Cloud, que basculó sobre sus pies, manteniendo el equilibrio.

—No parece una niña pequeña, —dijo éste entrecerrando los ojos con sospecha.

—Me cagüen la puta Strife, no mires a mi niña con mente sucia...— amenazó Cid ladeando el cigarro entre sus dientes.

—¡No, no! —se apresuró a negar Cloud con una mano— ¡Es por la edad! Tú… eres joven aún.

El mecánico hinchó el pecho orgulloso y flexionó un brazo con descaro, para soltar su tabaco momentáneamente quitar la ceniza sobrante y volver a llevárselo a la boca, pagado de sí mismo. Luego se rió un poquito, relajando la postura de nuevo.

—Fue una sorpresa accidental de adolescencia, qué te voy a decir. Tiene veintiún añazos ya y la misma mala leche que su padre. —Cid se encogió de hombros.

—Ah. —Cloud no tenía muy claro cómo reaccionar a eso, así que decidió que lo mejor sería no mostrar ninguna reacción.

—Recuérdame luego que te pague, rubiales. —dijo el hombre dando la última calada al cigarro antes de tirarlo a un charco en la calzada. Después volvió a agarrarlo por el brazo y estiró de vuelta al taller— Hala, tirando p’adentro.

Cloud se dejó arrastrar sin oposición, pensando aún en la revelación que acababa de presenciar, y al doblar la esquina de la estancia, ahí estaba otra vez la chica. Anir, la había llamado su padre. ¡Su padre, Cid! El muchacho sintió su respiración ahogarse unos centímetros antes de las cuerdas vocales, cuando vio que la chica no sólo no se había limpiado las manchas de grasa del muslo, sino que además se había cambiado la camiseta. Por una camisa. De botones   desabrochados hasta el límite de la decencia por arriba, y anudada a la altura de las costillas por abajo.

—¡Anir, por el amor del planeta! —gruñó Cid sin haber soltado aún el brazo de Cloud, al que zarandeó un poco.— ¡Espérate a que me llame suegro por lo menos antes de querer recrear películas pornos en el taller, coño!

Ahora sí, el joven dejó escapar el quejido de animal moribundo que había creído ser capaz de retener. Nop, hoy no.

—Joder papá, así no hay quien se busque la vida —renegó la chica levantando los brazos al aire.

—¡Strife! —exclamó Cid agarrando su paquete de maquetas con ambas manos— El pajarito quieto en horas y lugar de trabajo, ¿me oyes? No quiero tener q’ir con cuidao en mi puta casa.

—¿Cid?! —Los ojos azul intenso de Cloud no podían abrirse más.—¡Pero..! Escucha hombre..

—Que da igual, que no m’interesa, tú dame la factura, lárgate de aquí, y ven a comer con las manos lavadas. ¡Hala, escampa!

La chica se lo llevó tirando de sus manos con una sonrisa predadora y llena de dientes, pero igualmente irresistible.

—O sea que eres Cloud Strife… mi padre me ha hablado mucho de tí.. ¡Y de tu moto!

—A-Anir, oye ...—el joven intentó protestar inútilmente, ante el entusiasmo de su inesperada fan.

—Me encanta como dices mi nombre —suspiró la chica mirándole con expresión casi extasiada.

—Ah… ¿ah sí? —descolocado, Cloud se llevó una mano a la nuca y frotó su pelo desordenado.—Es bonito, Anir. Hm. Rima con Fenrir.

—Oooh.. ¿Fenrir es el nombre de tu moto? —pregunto Anir mordiéndose el labio inferior mientras observaba la máquina aparcada a la entrada del taller y pasaba un dedito limpio sobre el cuero del asiento.— Oh, joder. Quiero una así. Es lo puto sexy.

Cloud se rió en voz alta, un poco azorado, pero con confianza en su vehículo.

—La verdad es que sí.

—¿Me llevas a dar una vuelta? Me gusta correr. —dijo la chica sentándose a horcajadas sobre el asiento, admirando el guardabarros trasero.

Y por qué no, pensó Cloud. Al menos no les faltaría tema de conversación. Montó delante de ella y se puso las gafas de sol, mirando hacia atrás por encima de su hombro con una leve sonrisa.

—Agárrate bien, Anir.

Y aunque conducir con una chica abrazando su cintura y pegada a su espalda no era ni de lejos lo más arriesgado que había hecho sobre su moto, llevar sus piernas desnudas apretadas contra sus muslos y verlas de reojo era ciertamente un motivo de distracción más que potente.

Tendría que acordarse de lavarse bien antes de ir a comer.





'sup
« Last Edit: September 29, 2023, 01:13:07 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

@Shruikan , @Neko , porque no sabía dónde dejaros ésto, y no lo acabé el 23, pero llego a tiempo del 25 y que no sea ya demasiado tarde ;o; dice 3 meses después de haber vendido la idea Felices cumpleaños :3

Y porque OTP es One True Party fight me




Casar, follar, matar.
- CFM — Soldier version -

Zack
+
Cloud
+
Angeal
+
Sephiroth
+
Genesis
            



—Venga ya Spike, ¿de verdad pretendes que me crea que no has jugado nunca? Oops —dijo Zack mordiendo casi al vuelo la porción de pizza que había terminado por desmembrar de tanto zarandearla.

El rubio se encogió ligeramente de hombros.

—No es como si hubiera tenido con quién. Ewgh Zack, no hagas eso con el queso, es asqueroso. —Cloud arrugó la nariz juzgando con severidad a su mejor amigo, que le hacía cosas obscenas a su comida.

El moreno se rió con la boca llena y estiró el brazo en busca de una servilleta, tirando el mando de la televisión por el camino y haciendo presión accidental sobre el botón de silencio.

—Eh, bueno, qué más da, —se limpió los labios y cogió otro pedazo de pizza, sonriendo,— ¡pero ahora eres un chocobito que ha encontrado una buena familia y su hogar para siempre, y ya no te va a faltar buena compañía que cuide de tí!

La mirada de Cloud decía muchas cosas sobre aquello, y pocas buenas.

—Me tienes a mí, ¿no? —Zack ladeó la cabeza en un movimiento que junto con sus ojos brillantes le había ganado el apodo de cachorro de forma muy justificada. Y su efecto rara vez fallaba.

—Supongo, —dijo Cloud suavizando el gesto en una pequeña sonrisa cohibida.

—¿Cómo que supones? ¡Eres mi mejor amigo! —la declaración del mayor hizo que el rubio enrojeciera satisfactoriamente.

Al otro lado de la pared, en el apartamento contiguo, tres soldados de primera clase con habilidades altamente implementadas y sentidos hiper sensibles habían empezado a prestar atención a la conversación ajena.

—Aaww, mira Angeal, tu cachorrito tiene una mascota propia a la que incordiar, ¿no es adorabl- —una mano grande de dedos largos y elegantes tapó la boca del pelirrojo a mitad de subida de tono.

—Shh, Genesis baja la voz que te van a oír. —Angeal miró con el ceño fruncido a su compañero.

Éste, ofendido, lamió la mano de Sephiroth con saña y extra de saliva. El general se limitó a mirarlo con una pizca de asco en su indiferencia habitual, y procedió a su vez a limpiarse la mano denigrada en la ropa de Angeal, que intensificó un par de puntos su desaprobación.

—Es nocivo, pero tú ya estás acostumbrado a sus cosas desagradables. —Sephiroth se excusó sin que fuera realmente sentido.

—Calláos vosotros, plebeyos, que no me dejáis oír a mí, y esto me interesa. —replicó Genesis mirándolos a ambos con altivez, y empujando la puntera de su bota contra la pierna del más joven.

Sephiroth simplemente apartó el pie que presionaba su rodilla y levantó una ceja mientras ladeaba la cabeza en dirección a la pared compartida entre ambos apartamentos, contra la que el pelirrojo no perdió tiempo en apretar una oreja.

Angeal rodó los ojos, se llevó una mano a la cara, y suspiró mortificado. Pero prestó atención igualmente.

—Pero ahora piénsalo con detenimiento, ¿vale? Cé Efe Eme. Casar, follar, matar. —explicó Zack alegremente mientras robaba pequeños trozos de piña de la pizza todavía en la caja.— Con quién te casarías, a quién le echarías un polvo, y a quién le harías morder el polvo, jeje.

—¿Y tú? —Cloud le devolvió la pelota sin pestañear.

—No sé si lo haces por llevar la contraria o porque realmente eres así —murmuró el moreno a medio masticar.

En el apartamento de al lado Angeal miraba muy fijamente a un Sephiroth que se hacía el desentendido, ante la risa disimulada de Genesis.

—Es que no sabría qué decirte, ¿de todo ShinRa? ¿de las tropas de Infantería? ¿de SOLDIER? —el chico encogió un hombro— Hay demasiada gente.

—¡Y demasiados pocos que te gusten! —Zack se echó a reír después de tragar.— ¿A cuánta gente le patearías el culo si pudieras, Spike?

—Me faltan pies, —admitió Cloud con una pequeña curva en la comisura de sus labios,— por eso, empieza tú.

Zack guardó silencio durante unos momentos mientras sopesaba su respuesta, terminó de comer lo que tenía aún entre manos, y agarró una de las latas de refresco que había en la mesa de café.

—Lo mantenemos en SOLDIER entonces, —dijo. Se frotó un nudillo contra la nariz y sonrió.— Obviamente me casaría con Angeal.

Al otro lado de la pared se hizo el silencio pero no la quietud.
Los hombros de Genesis se agitaron con entusiasmo, y Sephiroth observó a su compañero con una mirada insidiosamente interesada. Sin defensa, Angeal sólo pudo levantar el dedo índice y vocalizar un tajante NO.

—Hmm, ya veo —comentó el chico rubio entre mordiscos.

—Ey, no Cloudy, sin intenciones raras, que yo sí que te veo a ti. Angeal es mi mentor. Lo conozco bien, es un tipo genial, y es totalmente material de esposo y padre. Si tuviera que elegir casarme con alguno de los tres comandantes sería él. Sé que se esforzaría por querer y cuidar a quien fuera a compartir su vida. —la vehemente defensa del carácter del comandante Hewley por su pupilo no pudo menos que sacar una sonrisa al menor.

—La verdad es que parece un hombre agradable —concedió Cloud, a lo cual Zack asintió satisfecho.

En la vivienda contigua, el mencionado soldado se tapaba la cara con una mano, intentando aguantar su risa enternecida, mientras con la otra intentaba espantar al pelirrojo que hacía gestos fervorosos de adoración hacia su persona. El general tenía una pequeña sonrisa divertida en los labios. Mamá pato y su patito, después de todo.

—Lo es, —corroboró Zack en su salón,— no estaría donde estoy si no fuera por él.

—Entonces, —el rubio robó una rodaja de pepperoni de la porción de su amigo, implacable,— a quién te… ¿hm?

—¿A quién me? —Zack sonrió con muchos dientes blancos y perfectos asomando— Dílo.

Cloud señaló su boca llena en un intento de evitar lo inevitable, pero el moreno le empujó varias veces, primero con el codo y luego con el hombro.

—¿A quién te tirarías? —preguntó por fin el menor esquivando su mirada con una sensación acalorada subiéndole por el rostro.

Zack le dio un sorbo a su refresco, subiendo y bajando las cejas con socarronería, sin saber que su amigo no era el único pendiente de su respuesta.

—A Seph. Esas tetas con tirantes, ese todo. Tú lo has visto, yo lo he visto, ¿quién no lo haría? —el chico arrancó la arandela de la lata, tras doblarla varias veces hasta ceder el aluminio. Y lo pensó mejor.— Bueno, probablemente me follaría él a mí, pero tampoco es como si fuera a quejarme; son detalles sin importancia, lo que cuenta es el polvo. Hum.

En el otro apartamento, un Sephiroth con los ojos muy abiertos y sin pestañear permanecía completamente inmóvil, respirando lo más quedamente posible sin darse cuenta, bajo el par de miradas fulminantes al que se había visto expuesto sin aviso. De repente se sentía comprometido en terreno hostil.
Finalmente Genesis palmeó su mano con delicadeza, como absolviéndolo de sus culpas.

—Angeal, —susurró el pelirrojo sin dejar de acariciar la mano del más joven de los tres como si fuera un gato huidizo,— va a haber que castrar a tu perrito si no sabes educarlo para comportarse entre gente civilizada.

—¡Gen! —el moreno se tapó la boca a sí mismo, recordando no levantar la voz.— Eres tú el que ha insistido en fisgonear.

—Y mira, ahora no sé si Sephiroth está cachondo o aterrorizado. —se defendió Genesis.

Sephiroth recuperó su mano, se recompuso con dignidad, y miró mal a su comandante.

—Ninguna de las dos cosas, muchas gracias. —replicó huraño.— Soy perfectamente consciente de la imagen que tienen otros de mí, no gracias al departamento de márketing. No habría esperado algo así de Zackary, pero tampoco es que me sorprenda.

—¿Estás rojo? —preguntó Angeal, ligeramente confundido por su actitud.

—De ninguna manera, confundes la realidad. —contestó Sephiroth inclinando la cabeza en el ángulo justo hasta que el cabello le tapó la cara.

El resoplido de Genesis dejó muy clara la inexistente credibilidad que le daba a sus palabras, pero por una vez no buscó la confrontación con él, demasiado interesado en la conversación que sucedía en el apartamento de Zack.

—No me vas a decir que no lo has pensado nunca, —se oyó decir al chico con una risita nerviosa.

Sin contestar, Cloud estudió un trozo de piña muy de cerca, con el ceño fruncido, y las mejillas calientes.

—¿No lo has pensado nunca? —preguntó Zack con incredulidad.— Pero si tienes un poster suyo en el armario.

—No te lo voy a decir. —Aclaró el rubio mordiendo la fruta con saña.

Zack dejó escapar una carcajada larga y triunfal, levantando su lata hacia el techo en señal de brindis.

—¡Lo sabía!

—¿Eso quiere decir que matarías al comandante Rhapsodos? —la deducción deliberada de Cloud cortó el festejo victorioso del chico.

—¡Eh, eh, espera un momento! —Zack miró a su amigo con un poquito de indignación, percatándose de la pequeña sonrisa astuta que se asomaba en los labios del rubio.

Aunque no tanta indignación como la que blandía el mencionado comandante al otro lado de la pared. Ésta vez fue Sephiroth quien lo agarró por los hombros para mantenerlo en su sitio, y Angeal quien se lanzó raudo y veloz a taparle la boca. De haber sido al revés el general no tenía dudas de que habría perdido un par de dedos como mínimo. Al menos no le había dado tiempo a invocar un hechizo de fuego. Esta vez.

—¡No es eso lo que quería decir! —la protesta de Zack a través del tabique puso en pausa momentánea el drama, haciendo que los tres hombres se relajasen ligeramente.

—Ah, ¿mno? —Cloud le miró con duda mientras mordía dos pedazos de pizza de forma intermitente, primero el de pepperoni y luego el de piña. No le había convencido mucho la teoría del estilo tropical de Gongaga en un principio, pero se había dejado seducir por la fruta rápidamente.

—A ver, Genesis no es mala persona. Es un muy buen líder para tener al mando, se preocupa por sus hombres; es buen estratega y tiene muy buena intuición en combate. —El rubio le observaba asintiendo a la par que masticaba su comida con calma.

En la vivienda adyacente Angeal suspiró e intercambió una mirada en blanco con Sephiroth, consiguiendo que el nuevamente apaciguado Genesis volviera a su sitio refunfuñando pero sin violencia.

—Pero me odia. —la frase de Zack, a medio camino entre confesión y sentencia, hizo estragos en las dependencias de su mentor.

—No me mires así Angeal, yo nunca he dicho que le odie. —se excusó el pelirrojo con las cejas arrugadas.

—La semana pasada le amenazaste tres veces de muerte o desfiguración. —Sephiroth se llevó una patada como pago por su servicial contribución a la verdad de los hechos, a lo que con mucha madurez respondió con otra patada de vuelta.

—¡No es lo mismo! —Protestó Genesis.— Amenazo a mucha gente a diario, eso no es equivalente a odiarlos, ¿si no cómo es que Sephiroth sigue vivo?

—Porque soy mejor combatiente que tú. —se desquitó el aludido.

Angeal se frotó las manos por la cara, negando con la cabeza, y los golpeó a ambos al mismo tiempo y repetidas veces más con un par de cojines del sofá, ahogando sus acusaciones entre ruidos sordos y acolchados mullidos.

—Y como me odia, —siguió diciendo Zack con la voz más alegre y sin muchos complejos,— he decidido que sea de vuelta. Así no hay problemas. Además él seguro que me habría quitado del medio nada más empezar el juego, la semana pasada me amenazó con matarme dos veces, y otra con un piro++ al jeto, tú dirás.

—Entiendo. —comentó Cloud con la boca llena y el ceño fruncido, pensativo.

Zack aprovechó para agarrar un par de porciones más que apartó hacia su lado y dar un trago largo a su refresco.

—Y bien, mi pequeño chocobo, —dijo el moreno lamiendo el queso fundido hasta que dejó de estirarse y se separó de la masa horneada,— es tu turno, elige con sabiduría.

Cloud se limpió los labios y la barbilla con una servilleta, estudiando sus opciones con detenimiento.

—Hmm, supongo, —comenzó,— supongo que me casaría con el comandante Hewley.

—¿Con Angeal? —Zack se echó a reir, frotando el pelo rebelde de su amigo con un poco más de fuerza de la necesaria.

¡Zaaack! —se quejó Cloud intentando escapar sin éxito, y murmuró algo cohibido,— si tu dices que lo harías, me fío de ti.

—Oh, Spike… —ignorando su sonrojo deslumbrante, el moreno le rodeó los hombros con el brazo libre y lo atrajo hacia su cuerpo, apretándolo unos momentos antes de dejarlo ir.— Está bien si eres tú. Te comparto a Angeal si quieres.

—Gracias. —contestó Cloud rodando los ojos pero sólo con un poco de ironía. Pensar que Zack sería capaz de compartir con él las cosas más importantes de su vida resultaba un poquito abrumador.

En el apartamento vecino casi podría decirse que había sentimientos flotando. Ya habían pasado por esa decisión antes, y no por ser el otro muchacho les parecía menos correcta. ¿Quién no estaría de acuerdo en que Angeal era un buen partido matrimonial? Podía ser tacaño y refunfuñón, daba sermones interminables y no apreciaba la lírica lo suficiente; pero el hombre tenía un corazón de oro que no se encontraba en mucha gente. Genesis apoyó la cabeza en el hombro de Angeal, satisfecho de que apreciasen a su más viejo amigo como era debido.
Y entonces la voz de Zack volvió a romper la calma.

—Ahora viene lo interesante, jejeje. ¿A quién te follarías Cloudy?

El rubio dejó escapar un ruido agónico y atormentado que hizo que los tres hombres prestasen toda su atención completa a lo que ocurría más allá del muro.

—¿Qué? Repíteme eso, que sólo te han entendido criaturas nocturnas pequeñitas, —dijo Zack atragantándose con la comida por culpa de la risa.

Cloud, que se había caído de lado sobre un costado cara al suelo, se giró muy despacio y murmuró algo tapándose la cara con las manos. Ante el sonido interrogante del moreno, se quitó las manos del rostro y lo miró mal, frunciendo el ceño y arrugando los labios hacia afuera. Finalmente se incorporó.

—Rhapsodos. —dijo únicamente.

¿Rhapsodos? ¡¿Te follarías a Genesis?! —exclamó Zack en voz bastante alta y quedándose con la boca abierta.

Del mismo modo que quedaron sus vecinos. El pelirrojo levantó la cabeza de repente con sorpresa, golpeándose con la barbilla de Angeal cuando éste se giró a mirarle, y ambos hicieron mueca de dolor apretando sus respectivas partes magulladas.

—¡Zack! —se oyó recriminar a Cloud con aprensión.

A pesar del golpe Genesis hacía gestos victoriosos, señalando a Sephiroth, quien observaba la escena perplejo. El que en su expresión no hubiera rastro de disconformidad con la elección del chico sirvió en gran medida para apaciguar el orgullo herido del comandante. Parpadeando un par de veces, posando su mirada de uno a otro, Sephiroth decidió que le daba igual. Agradecía el hecho de que hubiera alguien más a parte de sus dos amigos que no lo considerase simplemente un cuerpo atractivo sobre el que fantasear. Aunque el comentario previo de Zack le había picado la curiosidad, y era consicente de su físico deseable, el general no tenía ningún afán en establecerse como icono sexual masculino. Ni en ShinRa ni en ninguna otra parte. Más bien lo contrario.

—Es que… —la voz tenue de Cloud llegó desde su lado de la pared— Es guapo.

—Y se come a los novatos para desayunar. —bromeó Zack.

—He coincidido antes con él, y es cierto lo que has dicho de que se preocupa por sus tropas, ¡hasta castea hechizos de cura si hay heridos! Y además… —Cloud miró los restos de su cena sobre la mesa muy fijamente.

—¿Ajá?

—Que… tiene una voz muy… agradable. Cuando recita. —Era más fácil robar un caramelo de las manos pegajosas de un niño enrabietado que sacarle palabras a Cloud cuando se ponía tímido y obstinado.

Pero mientras el chico cruzaba los brazos en un gesto defensivo, Genesis estaba siendo arrebatado en éxtasis por la justicia divina en el salón de Angeal.

—¿Habéis oído eso? —susurró el pelirrojo embelesado, con la mano derecha apretando sobre su corazón— Un muchacho que aprecia la poesía, que disfruta escuchándome recitar, no como vosotros herejes. ¡Ah, qué encanto! Infinito en misterio es el don de la Diosa…

Angeal y Sephiroth volvieron a mirarse entre ellos con gesto ligeramente exasperado y rodados de ojos. Encogiéndose de hombros, el moreno palmeó la cabeza de Genesis, quien entre el logro de la victoria frente a su némesis y el dulce reconocimiento de sus habilidades había olvidado por completo su animosidad anterior.

—Ooh... —Al otro lado del tabique Zack se frotaba las manos, y no sólo metafóricamente hablando.— Espera a que se lo cuente a Gen-ouch!

—Zack. —dijo Cloud con voz gélida y cargada de acero.— Si sabes lo que te conviene, no vas a contárselo. Nunca. ¿Queda claro?

—Joder Spike. Vale, queda claro como el cristal. —el moreno no se amedrentó, pero se puso serio.— Era sólo una broma.

Cloud pareció desinflarse poco a poco hasta apoyar el codo en la mesa de café, y la cabeza en la mano.

—Lo… lo siento. Sé que tú no me la jugarías así, pero… es que… —Zack le cortó la disculpa manoteando con un movimiento dismisivo, quitándole hierro al asunto.

Sabía por qué había reaccionado así. Y aunque no pensaba asustar al menor con la falsa idea de que esparciría sus secretos por el mundo, eso no quería decir que no fuese a intentar cruzar su camino con el comandante pelirrojo más a menudo. Cloud tenía derecho a tener cosas de las que disfrutar y que le hicieran comportarse como el chiquillo adorable que podía ser a veces, y él se encargaría de que así fuera.
Además como amigo que era, Zack se reservaba el derecho a incordiarle y tomarle el pelo con su pequeño capricho.

—¿Y entonces matarías a…? —preguntó, reconduciendo la conversación de vuelta a su cauce.

—Hm, —con el ceño fruncido y los ojos entornados, Cloud se llevó primero una mano a la barbilla, y después se rascó la cabeza, alborotando sus mechones rubios ya de por sí desordenados.— La verdad es que hay mucha gente que mataría. O dejaría incapacitada de alguna forma.

Zack resopló y asintió con comprensión divertida.

—Pero… supongo. Tal vez. No sé.

—¿Sí?

—A.. ¿Sephiroth?

—¡¿QUÉ?! ¿Por qué? ¡Cloudy! —Y de nuevo fue Zack el portavoz de la expresión popular en la habitación contigua.

Los tres hombres cesaron todo su movimiento, Angeal y Genesis girándose a observar a Sephiroth con estupefacción.

—¿Le has hecho algo al chaval? —preguntó Angeal con suavidad,—¿le has regañado alguna vez?

Sephiroth negó con la cabeza, sabiendo que nunca se había dado el caso en que hubiera tenido que amonestar a Strife, por acción u omisión. Genesis lo miraba terriblemente desconcertado, casi podría decirse que compungido en su nombre.

—Seph… —el general sin embargo se encogió de hombros.

Era un simple juego, y quedaba claro que ellos tres habían sido elegidos como objeto de discusión; no iba a ofenderse por su posición resultante de un mero sorteo de gustos cuando no había malicia tras ello. Además parecía que Zack ya estaba ofendiéndose por él.

—Pero, pero… ¡pero Cloud! —el muchacho agarró a su amigo del hombro para mirarlo cara a cara, repitiendo palabras que ya había dicho antes.— ¡Tienes un poster suyo en el armario!

—¿Y qué? —contestó el rubio a la defensiva y sonrojándose.

—Pues que… ¿por qué? —sin saberlo Zack parafraseó a su mentor con seriedad.—¿Te ha hecho algo? ¿Te ha reñido alguna vez? A mí me ha echado montones de broncas, pero Sephiroth siempre lo hace en privado en su oficina, nunca avergüenza a un soldado en público.

—¡No es eso! —Cloud no sabía cómo explicarse sin hacer el ridículo.— Es que… una cosas es tener un poster de alguien a quien admiras, y otra es… verlo de cerca.

—¿Verlo de cerca? ¿A qué te refieres?

—Es que mira muy fijamente, y… su mirada me pone nervioso.

—¿Sus ojos?

—No no, sus ojos son muy bonitos. —Cloud se sonrojó un poco más.— Es su expresión. Me… me da como... escalofríos.

En el apartamento de al lado, dos de los tres hombres se miraron entre ellos empezando a comprender algo que el tercero aún no había procesado.

—Cloud, —empezó Zack intentando ser delicado con su amigo y no reirse,— ¿me estás diciendo que Sephiroth, te da miedo?

—¡No!

—¿No?

—...si. —acabó por admitir el rubio, torciendo las comisuras de sus labios hacia abajo en un mohín avergonzado de fastidio.

—Eres… —a Zack se le terminó por escapar la risa, y abrazó a Cloud, frotándole el pelo y obligándole a recostar la cabeza contra su hombro.— Eres jodidamente adorable.

—No lo soy. —la voz del menor sonó reacia y amortiguada contra la camiseta de Zack, quien le dio un beso ruidoso en la cabeza que resonó con un audible “smuackh”.

—Lo más adorable del mundo, cállate.

—No me dirás lo mismo cuando vuelva a patearte el culo, pollo lentorro. —desde su prisión de comodidad, los ojos entrecerrados de Cloud miraban a Zack  con una expresión retadora.

—Oh no, ¡todavía me debes la revancha a Chocobo Racers! El juego está en la estantería, yo enciendo la consola, —el moreno soltó a su amigo y se levantó a conectar el equipo de videojuegos al televisor, devolviéndole el volumen al aparato,— Vas a ver lo que es bueno chaval.

—¡Me pido el verde! —se apresuró a demandar Cloud.

—¡Eh, no fastidies Spike! ¡El verde es el más rápido! Siempre haces lo mismo.

Más allá del muro de ladrillo, los tres soldados que tan atentamente habían seguido la conversación ajena se vieron privados de su entretenimiento cuando los dos chicos dieron por finalizada su cena y aquella charla para empezar una ronda de juegos.
Angeal miró primero a Genesis, que había pasado nuevamente de la ofensa a la risa y hacía lo posible por disimularlo, y luego a Sephiroth, que aún parecía estar sopesando las revelaciones de esa noche. Finalmente, Angeal suspiró, rascándose la nuca.

—Vaya, —comentó reposando los pies sobre la mesa baja.— Eso ha sido…

—No puedes quejarte Ang’, —dijo Genesis pasando los brazos por el respaldo del sofá con una risita,— parece que eres el soltero de oro de ShinRa. Todos quieren que hagas de ellos hombres honestos.

—¿No son honestos ya? —preguntó Sephiroth saliendo de su ensimismamiento y apoyándose en un brazo de su butaca, mirando a los otros dos.

—Ah, no le hagas caso a Gen, claro que son muchachos honestos; es sólo una frase hecha, una forma de hablar. —desestimó Angeal con los pómulos ligeramente rosados.

—Querido amigo, —Genesis le puso una mano en el hombro, que fue bajando lentamente por su clavícula hasta su pecho, donde palmeó suavemente sus músculos,— en tu caso tan honorable, es más apropiado todavía.

—Hm, —aquello pareció satisfacer la duda del general.— Mientras Strife no tenga realmente nada en mi contra, todo bien. Sería un lástima tener que licenciarlo por conducta inapropiada antes de que alcanzase todo su potencial, el amigo de Zackary es un muchacho prometedor, tiene mucha voluntad.

—Sephiroth, —comenzó Angeal con una pequeña sonrisa y una mirada de reojo al pelirrojo.

—Seph, —se sumó Genesis habiendo captado lo que el otro quería decir.— si el chico dice que le das miedo es porque le intimidas. Y si le intimidas, pero se ha fijado en lo bonitos que son tus ojos… ¿Me vas a hacer deletreártelo?

—...oh. —el más joven de los tres se llevó un nudillo a los labios, y dejó que el cabello le ocultase la cara a la vista de los otros.

Genesis acabó estallando en carcajadas, dejándose caer sobre el regazo de Angeal y empujando varias veces las piernas de Sephiroth con sus pies.

—¡Por el amor de la Diosa, seréis los hombres más atractivos del Planeta pero sois densos sin remedio! Amigos míos, los hados son crueles… ¡Ah!

La ráfaga de cojines que llovió sobre él por ambos flancos indefensos fue suficiente para cortar sus palabras, pero no sus risas.



4k25 palabras. El mismo número de veces que me ha sonado One Winged Angel en la última semana. Ahora sí que tengo el cerebro exprimido de verdad. Si muero antes de acabar el cosplay, quemadlo sobre mi tumba, el cabrón se lo merece.
« Last Edit: September 29, 2023, 01:14:24 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Out of line
- 1. lehenengo kapitulua -
Sephiroth
x
Airin
+
Angeal
      



El colchón se hundió ligeramente bajo el peso del hombre y las mantas se movieron cuando éste se tapó y dio un par de vueltas hasta acomodarse en la cama. Su mujer parecía realmente dormida, pero no habría sido la primera vez que simplemente lo aparentaba.
Suspiró, rodeando su cintura con un brazo para atraerla contra su cuerpo, y dejó un beso suave sobre la piel desnuda de su hombro.

—¿Sigues enfadada? —preguntó con cautela.
 
—¿Hmm? —La joven estaba al borde del sueño profundo, pero la voz de Sephiroth la trajo de vuelta.

—Me has quitado de tu lista de amigos en facebook. —Aquellas palabras terminaron de espabilarla.

—Sólo he solucionado el problema, cielo. —Y aunque su marido no podía ver su cara, Airin rodó los ojos haciendo un gesto de hartazgo.— Ahora ya no tienes que avergonzarte por mis publicaciones; si no somos amigos no puedes verlas.

Dejó un par de palmaditas a medio camino entre aburridas y compasivas sobre la mano que pretendía colarse bajo su pijama y volvió a abrazarse a su almohada, cerrando los ojos otra vez.

—Ahora ya no puedo ver las fotos de nuestra boda. —Sephiroth nunca lo admitiría, pero por su voz era obvio que ahora estaba de morros.

—Hmhmm, las tienes en las estanterías del salón. —el resoplido enfurruñado que rozó su nuca le indicó lo cerca que estaba el hombre de hacer pucheros en la oscuridad.





Angeal gruñó con satisfacción al hacer crujir su espalda tras dejarse caer sin delicadeza sobre el sofá de la oficina de su “sólo técnicamente sobre el papel” jefe, en realidad socio mayoritario. Los vuelos de muchas horas empezaban a ser enemigos tan temidos como las reuniones del departamento de contabilidad.   
La sorpresa se la había llevado al volver de su viaje de negocios y encontrarse con el ambiente tenso que se respiraba en el edificio central de la empresa, sin que nadie supiera darle respuesta a qué había pasado. Al parecer no había ocurrido nada fuera de lo habitual; la máquina de café de la quinta planta se había vuelto a estropear, las luces de uno de los ascensores parpadeaban de manera irregular y cargante, y de alguna forma su ahijado había conseguido prender fuego a la fotocopiadora de la sala de becarios.

—¿Y bien? —preguntó por fin.

Sephiroth le observó por encima de sus gafas de lectura, bajando ligeramente los papeles que había estado revisando. Su expresión contrariada le delató.

—Ahora ya estoy aquí, ¿no piensas contarme qué esta pasando? —Insistió Angeal sabiendo que tenía a su presa arrinconada.

—No está pasando nada. —luego pareció pensarlo mejor y concedió,— Salvo Zack. Tu sobrino es una amenaza.

Angeal sonrió con benevolencia pensando que sí, el muchacho se las apañaba para esparcir el caos involuntariamente, de unas formas que no serían creíbles si hubieran estado planeadas. Pero era un adolescente y tenía demasiada energía que gastar en ideas descabelladas. Era lo que los chavales hacían.

—Sobrino honorario, pero bueno, eso no es nada que no supieras antes de darle el trabajo. Me refiero a qué está pasando contigo. —Supo que había dado en el clavo cuando Sephiroth torció los labios en un gesto de molestia.

—Es una tontería —intentó esquivar el hombre sin éxito.

—Ajá.

—...Airin me ha quitado de su lista de amigos en facebook. —confesó Sephiroth en voz queda.

—¿Qué has hecho? —las cejas de Angeal se perdieron allá por la estratosfera.

Su jefe lo miró enfadado. Aunque si se fijaba bien, más que enfadado, lo que parecía estar era enfurruñado. Como si supiera que estaba recibiendo las consecuencias de haber cometido un error pero no quisiera admitirlo. Pero Angeal había hablado con la mujer de su amigo esa mañana, y nada indicaba que hubieran tenido una riña, ella no parecía de mal humor en absoluto.

—No he hecho nada, —respondió Sephiroth irritado.

—Seph, no mientas, es indigno de tí y lo sabes. ¿Qué has hecho? —repitió Angeal poniéndose serio.

—Es posible que… haya cometido un error. —murmuró el otro hombre a regañadientes.

—Un error.

—Un error de cálculo, —especificó Sephiroth reorganizando sus informes a un lado de la mesa, quitándose después las gafas de leer.

—¿Has dicho algo que no deberías y ahora que el resultado no te gusta estás arrepentido? —Angeal palmeó el asiento libre a su lado indicando a su amigo que se sentase junto a él.

El grado de precisión con el que había analizado la situación resultaba increíblemente exacto, y la mirada alarmada de Sephiroth así se lo hizo saber.

—He hablado con tu mujer esta mañana, pero no me ha dicho nada de que hubierais discutido.

—No discutimos.

—De hecho, —prosiguió Angeal haciéndole sitio en el sofá y señalando una bolsa de papel reciclado que había dejado en la mesa de café— me ha pedido que te trajera chocolatinas si ibas a estar mucho rato aquí encerrado.

El rostro de su amigo dejó entrever una curiosa expresión mezcla de agradecimiento, indignación y tristeza. El moreno resopló con resignación y le pasó uno de los dulces, que Sephiroth desenvolvió con cuidado y mordió en silencio.

—No sé que le dijiste, pero parece que te ha perdonado.

Sephiroth asintió.

—Me ha dado un beso antes de irme.

—¿Me vas a contar qué demonios le dijiste? —ante la tozudez de su socio Angeal se frotó el cuello con una mano.— Seph, eres uno de mis mejores amigos, sabes cuánto te aprecio, pero puedes ser igual de bocazas que mi marido, y conoces a Genesis, y sabes que eso es mucho. Si ya te ha perdonado, es que no has hecho un daño irreparable. Así que cuéntamelo de una santa vez, o no podré ayudarte a sacar la pata de donde la metiste.

El otro hombre dobló con precisión el envoltorio de la chocolatina varias veces mientras buscaba las palabras adecuadas para expresarse.

—Que debería medir mejor sus palabras y no compartir publicaciones inapropiadas. —el resoplido incrédulo de su amigo le hizo levantar la vista del plástico de colores.

—Seph.

—¿Sí?

—Yo, que te conozco desde que eras un mocoso arrogante que no me llegaba al hombro, te habría mandado a casa con un ojo morado.

—Ya lo has hecho antes. —Sephiroth observó el ceño fruncido de Angeal, y su leve expresión de ofensa por terceros.

—No sé cómo hiciste para casarte con ella, si sigues siendo semejante inepto social. Pensaba que a estas alturas estabas curado. —el moreno se llevó una mano a los ojos.

Fue el turno de poner mala cara de Sephiroth.

—No me mires así, —comentó Angeal dejándose engullir por el sofá y echando la cabeza hacia atrás,— eres tú el que va a tener que arrastrarse y disculparse con muchas palabras.

—No pensé que se lo fuera a tomar tan a la tremenda. —musitó el más joven contrito. El moreno rodó los ojos.

—Eso demuestra lo poco que entiendes a la gente. No recuerdo que tu hayas tolerado algo así nunca.

—Ah.

Sephiroth empezaba a ver el dónde de su error, y el por qué de la reacción de su mujer. Y era cierto que él nunca habría consentido un trato así por parte de otros; si no permitía a nadie decirle lo que podía o no hacer en su vida privada, con mucho menos motivo podía esperar imponer su criterio y voluntad de esa forma sobre su igual.
No había tenido en cuenta que a veces Airin podía ser tan visceral y drástica como él mismo.

—Voy a tener que suplicar, —dijo lleno de descontento.

—Y disculparte, sobre todo disculparte. Y puede que unas cuantas flores tampoco estén de más. —Angeal se encogió de hombros.— Puedo darte el número de un par de tiendas, si sabes cuáles le gustan.

Sephiroth le miró ofendido.

—Por supuesto que sé qué flores le gustan. Todas las malas hierbas.

Seph.

—Disculparme. Lo sé.

A veces Angeal se preguntaba por qué se sentía como un padre soltero, estando casado. Otras veces miraba a su marido y a su mejor amigo y lo tenía cristalinamente claro.





'sup
« Last Edit: September 29, 2023, 01:16:37 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

1525 w. Parte de tu regalo de cumpleaños... mañana más! Ahora a seguir muriendo, GAUPASA XTREME!



Going down with the sickness
- la enfermedadddd -
Anir
x
Angeal
+
Prompto
+
Cloud
         



«Estoy enfermo», pensó Angeal. Ladeó la cabeza para obtener mejor perspectiva y apreciar a pleno detalle la forma en que se marcaban las líneas de aquellos muslos suavemente musculados a la vista bajo los shorts vaqueros. «Muy, muy enfermo».

—¿Es éste, señor Hewley? —la chica levantó sin muchos esfuerzos un paquete embalado más bien tirando a grande del rincón del almacén y se giró hacia él.

—Ah, llámame Angeal, no soy tan viejo todavía como para ser un señor, —dijo llevándose una mano a la nuca con una sonrisa azorada. Mientras tanto algo gritaba «¡asaltacunas!» en su interior. Vergüenza. Deshonra.

—Oh, de acuerdo, Angeal; pero no creo que seas viejo hasta dentro de mucho tiempo, aunque seas todo un señor digno y respetable, hmm. —la risa coqueta de la chica y la forma en que se le entrecerraban los ojos cuanto más amplia era su sonrisa hicieron que el calor le subiera por el cuello.— Fírmame aquí.

El hombre agarró el bolígrafo que le ofrecía, y mientras escribía su nombre intentó no pensar en que se lo había desenganchado del escote de la blusa del uniforme.

—¡Listo! Ya puede irse a casa contigo. —dijo ella recogiendo el recibo de entrega.

«Ojalá pudiera llevarte a tí también...», Angeal tragó saliva.

—Hasta otro día entonces, Anya. —se despidió con la voz ligeramente ronca y la cabeza llena de ruido, cargando su caja precintada a un solo brazo.

La chica le saludó moviendo los dedos de una mano y apartándose el pelo del cuello con la otra.

La campanita de la puerta de la paquetería tintineó con un sonido alegre y metálico, y Anir se dejó caer sobre el mostrador con un gemido atormentado. Prompto asomó la cabeza desde la pequeña oficina con una mirada astuta.

—Estás fatal de lo tuyo Anir.

—¿Pero tú lo has visto? ¿Pero tú lo has oído? ¡Ojalá fuera yo un paquete para que me llevase a su casa con él!

—¿Y te desembalase? —preguntó el rubio riendo.

—¡Sí! ¡Aargh!

—Estás un poquito enferma.

—Lo que estoy es hambrienta, sedienta y necesitada. —dijo la chica con el ceño fruncido y cara de indignación.— Y aburrida de que sólo me entren niños de secundaria cuando yo lo que busco es un hombre hecho y derecho.

—¿Y que se llame Angeal Hewley, le gusten las plantas y hacer galletas? —Prompto cogió un caramelo de la cestilla del mostrador y lo sacó de su envoltorio estirando con los dientes.— Digo, así, sin más.

—Te ríes Argentum, te ríes. —para desgracia de Anir el dedo amenazante ya no surtía efecto con él.

—Nah, sólo un poquito. —el chico le frotó la cabeza revolviéndole el pelo con cariño.— Es verdad que está que se cae de bueno.

—¡Proooom! —Anir le abrazó fingiendo un lloriqueo.

—Ya veo cómo trabajáis. —la voz suave pero sólida de su jefe casi los hizo saltar por los aires del susto.— Nada de confraternizar en horas de oficina ¿eh?

—¡Cloud!






—Ni siquiera tendrías que cambiarte la inicial del apellido.

—¿Huh?

Anir cesó por unos segundos de apretar el gatillo de la pistola de pegar etiquetas con toda la saña que podía acumular un trabajador del turno de tarde, y se giró a mirar cómo su compañero daba lentas vueltas en su silla de oficina con la cabeza echada hacia atrás, mientras mordisqueaba un lápiz con actitud indolente y perezosa.

—¿Te ha dado mucho el sol hoy, Prompto?

El chico plantó el pie en el suelo deteniendo el movimiento de la silla y volteó la cabeza en su dirección, observando a Anir con un ceño fruncido y una mirada intensa que juzgaba con severidad todas las elecciones de su vida pasada presente y futura en tan sólo dos lacónicos parpadeos. Señaló hacia la ventana donde se veía la lluvia que había estado cayendo de forma incesante durante todo el día, y que seguía golpeando sin tregua contra el cristal.

—Tía. —alargó la í alrededor del lápiz entre sus dientes, hasta que finalmente lo cogió y empezó a rodar entre sus dedos.— Me refiero a Angeal.

—¿Eh? ¡Mierda de pistola, que no tira! —la chica agitó la máquina como si fuera un bicho pegado a su mano, y algo encajó de nuevo en su sitio con un chasquido agudo.— ¿Qué pasa con mi futuro marido?

Prompto rompió a reír dejándose caer hacia adelante, pero sus carcajadas se convirtieron en gemidos de dolor cuando su frente hizo contacto accidental con el borde de la mesa.

—¡Ouch, ouch, joder, ouwch! —el retroceso del impacto hizo que el chico se dejase caer con violencia contra el respaldo y perdiese el equilibrio, haciéndolo de caer hacia atrás.

La mano enguantada de su jefe sujetando la silla frenó en seco su terrible trayectoria en dirección al suelo.

—¡Cloud!

El hombre dejó escapar un suspiro casi inaudible y devolvió el asiento con su ocupante a su posición segura habitual, acercó un taburete donde se sentó y se quitó los guantes y la cazadora mojada.

—Déjame ver eso. —dijo con gesto serio.

Anir contuvo una exclamación de sorpresa al ver la linea agresivamente roja que se marcaba en una ligera línea diagonal a ras del nacimiento del cabello en la frente de su compañero.

—¿Traigo el botiquín? —preguntó preocupada.

Cloud asintió sin mirarla.

—Y hielo. O una lata de cerveza de la nevera, si está muy fría. —sus dedos palparon con cuidado alrededor del golpe, y frunció el ceño.— ¿Tienes algún tipo de alergia médica?

—N-no, que yo sepa. —Prompto se sorbió los mocos en un intento poco efectivo de contener las lágrimas que querían escapar.

—Pues tómate algún antiinflamatorio, y siéntate un rato en el sofá ahí quieto. Luego te llevo a casa.

—¡Pero hoy me toca cerrar a mí! —protestó el chico.

Cloud lo observó con intensidad, y Prompto acabó por agachar las orejas metafóricas. Su jefe no era muchos años mayor que él, ni tenia la decencia de aparentarlo, y desde luego no era ni más alto ni más corpulento. Bueno, no mucho, aunque le había visto realizar esfuerzos de los que no hubiera creído capaz a gente más grande. Pero tenía una especie de aire de autoridad tranquila, como quien se ha visto obligado por las circunstancias a llevar el peso del mundo sobre sus hombros y ha salido victorioso.

—Con el ostiazo que te has dado no estás en condiciones Prompto. —Tampoco nadie habría acusado nunca a Cloud de no hablar claro.— Por un día que cierre Anir no pasa nada.

La mencionada le tendió una pastilla blanca, un botellín de agua, y una lata de cerveza casi congelada para que se pusiera sobre el golpe.

—Largáos los dos enseguida y así me puedo ir a casa pronto, antes de que se inunde el universo y me tenga que mojar las zapatillas. —dijo apretando los labios hacia afuera.

Cloud asintió en silencio y esbozó una sonrisa fugaz. Por un día… eh.

Cuando hubo puesto orden en sus archivos y recogido sus cosas y las de Prompto lo ayudó a levantarse y a ponerse la chaqueta.

—Hay un paquete que falta por entregar, pero puede esperar a que lo recojan mañana, nadie en su sano juicio va a querer salir con este tiempo. No te ahogues de vuelta a casa, ¿me oyes?

Anir desestimó su voz cargada de humor con un gesto desdeñoso.

—¡Los Highwind estamos hechos a prueba de agua, Strife! —como despedida, hasta la campanita de la puerta sonó con un ruido casi húmedo. Ugh, qué diluvio.

La chica se acercó a mirar el paquete desertor de última hora que iba a dormir bajo la mesa, y leyó el nombre de la etiqueta distraídamente. Y lo volvió a leer de nuevo, esta vez reparando en el significado de aquellas letras, en que conocía al destinatario, y en que su dirección estaba escrita bajo el número de apartado de correos de la paquetería.

Angeal Hewley.

Anir se llevó ambas manos a la cara y dejó escapar quejido agudo y lastimero.

—Maldita sea mi estampa, con la que está cayendo… —entreabrió los dedos para mirar sucesivamente del paquete hacia la calle, y de nuevo hacia la caja de embalaje marrón que parecía burlarse de ella.

Se levantó, recogió su mesa, guardó sus cosas en la mochila, se puso el chubasquero y la gorra, y cogió las llaves dispuesta a irse a su casa con la cabeza alta y la dignidad mojada pero por lo demás intacta.
Abrió la puerta y apagó las luces, comprobando de reojo que su moto seguía aparcada donde la había dejado. Con el porta-equipajes cerrado.
Volvió a mirar la caja, que reposaba inocente como si la tragedia no fuera con ella.

—Todo mi odio, —escupió Anir.— A la mierda.



Con el paquete bien guardado y a salvo en su pequeño maletero, la dirección mejor memorizada que su menú favorito del burger, la lluvia cayendo contra sus ojos y las ruedas de la moto partiendo el agua como si fueran olas a sus costados, más le valía al hombre estar en su casa cuando Anir llegase.
O ni siquiera su maravilloso físico lo salvaría de la ira infinita que conllevaba esperar semáforos calándose hasta las bragas.





« Last Edit: September 29, 2023, 01:18:14 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
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Airin

Out of line
- 2. bigarren pausoa -
Airin
+
Cloud
+
Genesis
      


—Eso no es lila, Cloud

—¿Ah, no?

—Es lavanda.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó el chico después de unos cuantos segundos de silencio cargado de juicio desfavorable.

—Porque son flores completamente diferentes. Y además porque tienes las muestras de colores ahí delante y son distintas.

—Ah.

El muchacho acercó la silla sobre la que daba medias vueltas de un lado a otro con desgana hasta el borde de la mesa, apoyó los codos sobre la madera y observó con el ceño fruncido las cartas de colores con sus códigos y nombres correspondientes. Efectivamente, en el recuadro un poco más claro y rosado se podía leer claramente ‘LILA – AC80BE’ mientras que en el que había señalado antes ponía ‘LAVANDA – 7966A8’.

—Bueno, pues me sigue gustando más éste, como sea que se llame.

Airin mordisqueó el lápiz una última vez y con una mirada divertida le pasó el par de hojas sobre el que llevaba un rato haciendo números.

—A ver pequeñajo, échame un ojo a esto, que tú estás aquí para sufrir mi explotación laboral.

—Soy más alto que tú. —pero Cloud se encogió de hombros y empezó a repasar las líneas de materiales y costes con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Hmm, atesora ese conocimiento, que no puedes decirlo muy a menudo. A ver, ¿qué te pido? ¿Has comido algo? —preguntó la joven mientras encargaba almuerzo a domicilio desde el móvil.— Si tu madre se entera de que vienes la mitad de los días sin desayunar, te mata a tí por tonto, me mata a mí por consentirlo, Seph la mata a ella por matarme a mí, Angeal se ve obligado por su honor a entregarlo a la policía y Genesis se queda con la empresa; y eso si que no puedo consentirlo.

—Me da un poco de igual, comida es comida… Err, aquí hay algo que no cuadra.— dijo Cloud subrayando un par de líneas con el lápiz mordido y mostrándole los papeles de vuelta.— ¿Ves? Extra de tapicerías, cambios de iluminación. Estas cosas no estaban en el presupuesto original.

Airin dejó el móvil sobre la mesa, y mirando fijamente los números que parecían querer reírse de ella, se retiró el pelo de la cara e inspiró con profundidad.

—Cambia el plan, que soy yo la que va a cometer el primer crímen. ¡GENESIS RHAPSODOS, HIJO DE MAL DORAMA, SAL DE TU ANTRO DE TERCIOPELO Y VEN AQUÍ AHORA MISMO!

Cloud se echó un poquito hacia atrás, apartándose de la mesa pero sin mover la silla, cambiando la mirada de la pelirroja a la puerta de la oficina y de vuelta a la joven. ¿Por qué todas las mujeres de su familia tenían el mismo temperamento?

El ruido de pasos delató al intruso antes de que la puerta se abriera de par en par con un golpe dramático.

—¿Cómo osas, bruja? Que sepas que tengo un gusto filmográfico exquisito, y mi despacho es un oásis hedonista en esta ordinariez de catálogo corporativo salido de Mi Primer Negocio Con Encanto, un himno a la decadencia de los sentidos…!

—¡La decadencia está prohibida! —cortó Airin dando un golpe sobre la mesa con el puño cerrado y lanzándole un pañuelo de papel arrugado que hizo blanco en la cara del hombre.

—¡Ah, joder qué asco! —Genesis manoteó y se sacudió la americana con disgusto.

—¿Qué te dije de volver a cambiarme los presupuestos después de aprobados? —la joven se levantó y en vez de cruzar los brazos sobre el pecho, se llevó las manos a los lados de la cintura, caminando lentamente hacia su socio.

—Erhm...

Cloud observó el duelo inminente de pelirrojos de hito en hito, sabiendo que Genesis acababa de reconocer su error demasiado tarde para ser compatible con la vida, y cogió el móvil de su prima para acabar de encargar su pedido de comida. Era un adolescente aún en edad de crecimiento, le daba hambre cuando se mascaba la tragedia. Si había  espectáculo de combate a muerte gratuíto quería verlo comiendo como quien iba al cine con palomitas.

—Mira, Genesis.

—Pero la estética… —intentó sin mucha esperanza.

MIRA. —el dedo que se clavó en la pechera de su camisa con saña le hizo recalibrar su estrategia  sobre la marcha y decidió que una retirada a tiempo era una victoria para salir con vida y luchar otro día.

—Eres una mujer maravillosa y te adoro. Un auténtico regalo de la diosa. —Genesis atrapó la mano de su socia entre las suyas y con su mejor cara de corazón roto apeló con voz afligida.— Por favor no me mates, Angeal lloraría.

—Eres lo peor. —Airin lo miró con cara de hartazgo.

—Rectificar es de sabios mi vida. Lo siento mucho, no volverá a suceder.

—Y además mientes y lo sabes. —la joven resopló, volviendo a golpear el pecho de Genesis con el dedo índice de la mano que tenía libre.

—Pero lo hago bien, que es lo importante. —dijo éste con una sonrisa satisfecha, ya más relajado.— Prometo avisar la próxima vez que necesite hacer cambios.

—¿Quieres decir que prometes preguntar si puedes

—Exactamente.

—Rápido, que alguien le dé un oscar a este farsante. —Airin rodó los ojos.

En eso Cloud tenía que darle la razón, Genesis podría haberse dedicado a la interpretación si no le hubiera ido bien el negocio de decoración de interiores. Tal vez un poco sobreactuado, pero era carne de teatro.
El ruido repentino del timbre hizo que los tres se mirasen entre ellos. El chico se encogió de hombros y se levantó en dirección a la entrada, pensando que su almuerzo había llegado muy rápido, pero cuando abrió la puerta se encontró con algo que no tenía nada que ver.

—Eh, Airin… —Cloud se asomó a la oficina, con algo colorido entre manos.— ¿Tienes algo donde poner esto?

—Oooh… ¿Es que el pajarito está listo para volar del nido y tiene una cita más tarde? —preguntó Genesis con una sonrisa indagadora en busca de salseo ajeno.

Cloud rodó los ojos con la misma expresión exasperada que compartía con el resto de miembros de su familia, y le tendió el ramo de margaritas, acianos y brezo a su prima. Airin cogió las flores y rápidamente los despachó a ambos de la habitación con los ojos brillantes y morritos temblorosos.

—No entiendo nada, —dijo Genesis confundido.

—Si me pagas la comida te lo cuento.

—¡Pequeño extorsionador!

—Se dice joven emprendedor. —replicó Cloud mirando hacia arriba a través de su flequillo rubio e indomable.

—Maldita sea... llegarás lejos. —Genesis le pasó el brazo por los hombros conduciéndolo a su propia oficina.— Esto tiene algo que ver con tu cuñado ¿verdad?

—Mhmhmm.

—Está bien, yo te pago la comida. ¿Que ha hecho ahora Sephiroth?

—¿Otra vez? En realidad creo que ya no está castigado.





'iep
« Last Edit: September 29, 2023, 01:24:12 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

IT'S STILL MERMAY with a plot-twist

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
“Oops, dropped your coat!” You cheerfully pick up the soft fur coat off the floor and carefully drape it back over the person’s chair. They stare at you with wide, stunned eyes. They’re remarkably attractive. You awkwardly wave at them and go sit down at your table.
They’re a selkie, you “gave” them back their coat, you now have a gorgeous and besotted selkie spouse.
Hey, they don’t make the rules.
———
The next day, the attractive person you met shyly approaches you and gives you a little box with a ring inside. You blush, a little confused, and stare at them.
“I… Isn’t this… An engagement ring?”
“Well… We… We should get married by human customs as well.”




Amhrán na Farraige
- Song of the Sea -

   



Nyx sintió un toque suave en la nuca que detuvo su trago a la botella de cerveza en el momento en que ésta se posaba en sus labios. El problema era que tenía la espalda apoyada contra varias cajas de madera apiladas y no era posible que hubiera nadie detrás de él.
La sensación casi fantasmagórica de una caricia inexistente dirigió su vista de forma fija y certera a un par de metros de distancia, donde una joven pasaba la mano con delicadeza por lo que parecía una chaqueta de pieles y la depositaba con cuidado sobre el respaldo de la silla en la que había estado hasta hacía unos segundos.

—Ah, perdona, —Airin tragó saliva y agachó un poco la cabeza, avergonzada,— no pretendía tirarla, de verdad que lo siento.

Era uno de esos días desordenados en los que habría perdido la cabeza si no la llevase pegada al cuello. Estaba tan agobiada por todo a su alrededor que había decidido volver a su embrollado día a día antes de que la tila perdiese su efecto y se sintiera aún más culpable por el descanso no programado; y sin darse cuenta se le había enganchado la mochila con la chaqueta del hombre, tirándola al suelo.
Para su mala suerte, no había podido dejarla en su sitio sin que éste se diera cuenta. Y ahora el atractivo desconocido, la estudiaba atentamente con los ojos azules y brillantes muy abiertos, casi podría decirse que estupefacto. Era realmente injusto que fuera tan guapo.

La chica se apartó de la cara varios mechones rojizos escapados de su trenza revuelta y levantando la mano con expresión cohibida hizo un gesto de despedida antes de darse la vuelta y salir del local con paso atropellado.

Observando la puerta por donde había desaparecido hacia el mundo exterior, Nyx se llevó una mano al pecho aún sin aliento y por una vez sin palabras, la frotó contra su esternón. La extraña emoción que parecía echar brotes desde detrás de sus costillas al mismo ritmo que el latido de su corazón palpitaba en sus sienes, se hizo patente cuando tomó aire de nuevo. Era una mezcla abrumadora de terror e incredulidad, y algo más que no habría sabido nombrar, apretando en torno a sus pulmones.
Le había devuelto su piel.
Su pelaje, su abrigo, su forma. Había estado fuera de su alcance por unos momentos, indefensa ante cualquier daño en manos ajenas.
Pero la chica había sido cuidadosa y le había devuelto su piel.
Casi mareado ante la enormidad del suceso, Nyx cogió su pelliza y acabando su cerveza en un trago largo, dejó el dinero de su consumición junto al botellín vacío y salió con prisa del establecimiento.


Incapaz de decidirse entre llevarse las manos a la cabeza con desesperación o echarse a reír hasta las lágrimas, y proseguir de una a otra en un bucle infinito, Libertus resopló y optando por la siguiente acción más satisfactoria le soltó a Nyx una sonora colleja.

—¿Pero al menos sabrás cómo se llama, no?

—Uhm...

Tras varios segundos y ante el silencio cada vez más incómodo de su amigo, Libertus levantó la mirada hacia los cielos, se limpió las manos en el trapo que colgaba de su delantal, y volvió al fogón.

—Más tonto y no flotas, chaval.


Airin se lamió los dedos llenos de sal y pescó otra patata frita de la bolsa, arrugando la nariz ante el sabor grasiento de su merienda cena improvisada. Aunque a mitad del día había hecho calor, a esas horas hacía ya fresco como para estar sentada en el muelle con los pies descalzos colgando sobre el agua, y se arrepintió de no haber llevado alguna prenda de abrigo consigo. Pero no se levantó porque por una vez no tenía prisas.
Tampoco tenía un trabajo que le esperase al día siguiente, pero con el estrés de vida que se había visto obligada a soportar en los últimos meses, eso casi le resultaba un alivio.

—Me van a sentar mal, —murmuró comiendo otra patata. Y probablemente se iba a acabar enfriando, pero no tendría que preocuparse de tener que llamar y aguantar la consiguiente bronca y matarse a recuperar las horas perdidas.

De repente oyó un chapoteo bajo el muelle y algo mojado le tocó un pie, haciéndole soltar la bolsa sobre su regazo y recoger las piernas al mismo tiempo.

—¡Iiiiiiiiihhhhhhhhh-jo de put-! —retrocedió como pudo intentando al mismo tiempo arrastrarse hacia atrás y mirar hacia abajo sin caerse al agua.

Sobresaliendo entre las olas atisbó una cabeza con morro afilado y peludo, grandes ojos almendrados, y unas  orejas diminutas y adorables.

—Foca. —acusó Airin con tono indignado.

El animal ladeó la cabeza, observándola con curiosidad, y se sumergió de nuevo. Después de unos minutos de ver su sombra moviéndose bajo la superficie por los alrededores del muelle, Airin juzgó que sus pies no debían correr tanto peligro y sacudiéndose las migas de la falda, volvió a sentarse como antes. Era habitual ver focas en la bahía y en la zona del puerto, pero nunca había estado tan cerca de una salvaje.

Escupió la patata frita que acababa de meterse en la boca en el instante en que notó el cosquilleo de lo que ahora supo reconocer como unos bigotes mojados contra sus pies.

—¿¡Pero cuál es tu problema!? —Airin se agarró a uno de los postes de madera, asomándose a mirar al agua, y con el ceño fruncido le tiró una patata al insistente animal.— Maleante.

El bicho sacudió la cabeza y abrió la boca con algo parecido a una expresión de sorpresa ante el ataque repentino, pero inspeccionó el snack que flotaba frente a su nariz y acto seguido se lo tragó sin rastro de duda. E inmediatamente levantó la mirada hacia la chica, expectante.

—Huh, osea que era esto lo que buscabas, ¿eh? —dijo Airin balanceando los pies divertida. Agitó la bolsa y vio como la foca se acercaba, olisqueando el aire, pero volvió a alejarse otra vez cuando no cayó nada más comestible.— Tch, ya no quedan caballeros.

Y en el momento en que se dio la vuelta hacia el muelle de madera en busca de sus zapatos, algo pesado y empapado aterrizó a su lado haciendo temblar los tablones con un traqueteo estremecedor. Airin tragó saliva y se giró muy despacio esperando no encontrarse frente a su cara lo que efectivamente se encontró, un morro peludo que goteaba sobre su vestido con un aire travieso de satisfacción.

—¿En serio? Eh, no que me estás mojando entera. —intentó apartarse sin éxito del curioseo, y finalmente abrió la bolsa de patatas fritas que apretaba en una mano.— Toma, tu botín de guerra, por favor no me comas a mi.

Definitivamente no era una simple foca, debía de medir un par de metros más o menos y probablemente se trataba de alguna clase de lobo marino. Con mucho descaro, porque se estaba zampando las patatas como si fuera la cena compartida de cada jueves. Con el aperitivo saqueado y el vestido echado a perder, Airin se aventuró a acercar una mano al cuello del animal, y palmeó con cuidado un par de veces. Cuando éste no se inmutó, le rascó con suavidad tras una oreja.
Aquello debió de gustarle porque abandonó las migas y recostó la cabeza sobre los muslos de la chica, cerrando los ojos y relamiéndose como si fuera un perro doméstico.

—Oye, que me quiero ir a casa, ya es de noche y ahora sí que tengo frío. —dijo Airin tras varios minutos de acariciar a su inesperado compañero y con las piernas medio dormidas del peso.

La foca abrió un ojo y se levantó con un bostezo perezoso. Y sin darle tiempo a moverse de su sitio le acercó el morro a la cara, y hociqueó desvergonzadamente, haciéndole cosquillas con los bigotes y sacándole una risa incrédula.

—¡Venga ya, no te voy a dar un beso en la primera cita! —rió la chica apartando la cabeza del animal con la mano y levantándose.— Vas a tener que currártelo más. Si ni siquiera sé cómo te llamas.

El lobo marino rodó por el muelle y se frotó contra sus piernas mientras Airin se ponía los zapatos.

—¿Mañana, misma hora, mismo sitio? —le rascó bajo la barbilla, ya sin miedo.— Pero esta vez vas a tener que invitarme tú.

Sin esperar a que el animal decidiera seguirle a casa por toda la ciudad, Airin echó a correr muelle adentro. Cuando llegó a tierra firme se giró a mirar en dirección al mar, y sintiéndose un poco estúpida, pero de mejor humor, levantó la mano en un saludo de despedida. La foca pareció responder cabeceando un par de veces, antes de echarse al agua y desaparecer bajo las olas.





'ddup

« Last Edit: January 13, 2024, 04:13:26 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

whattehell.9thcircleofwtf



The Gift of the Goddess
- Loveless, not Soulmate-less -
Anir
x
Genesis
+
Angeal
      



—Amigo mío, los hados son crueles… —había leído Anir, ya hacía años, escrito en el interior de su brazo derecho.

La letra era bonita, con cierta inclinación, algo de floritura… parecía de caligrafía antigua. Pero la frase seguía tras los puntos suspensivos.

—¿¡Qué crees que estás haciendo!?

Así fue como Anir aprendió que “qué” siempre se acentúa cuando puedes ponerle detrás un “cojones” y quedar perfectamente bien en la frase.
Ese día lo volvió a leer, como siempre que se peinaba y no llevaba manga larga. Suspiró y se estiró un poco más la coleta alta. Después se miró al espejo y apretó los labios. Al final acabó por decidir que ese día prefería peinarse con una sola coleta baja, sobre el hombro izquierdo. Diecisiete años ya era una edad respetable, tenía que empezar a arreglarse de acuerdo con su edad.

—Oh, que le fucken. —refunfuñó, y aunque dio vueltas a la idea de cambiar otra vez de estilo, pasó de todo y la coleta se quedó donde estaba. Además, hacía frío y quería ponerse un gorro de lana bonito. Con todos los colores que cupiesen. ¡Todavía era joven!

Y mientras se vestía volvió a mirar la marca de su alma gemela, las supuestas primeras palabras que le diría. La primera frase tenía una letra perfecta y cuidada, pero la segunda parecía escrita con prisa, con algo de rabia. Anir tenía doce años la primera vez que había notado que algo se estaba formando sobre su piel, y tardó casi un mes en tener las dos frases completas y bien visibles.
Había odiado al tipo casi de inmediato, sobre todo porque conocía a la perfección de donde salía la primera parte. Le había tocado estudiar “Loveless” en el colegio y se lo habían metido con calzador. No le tenía ningún agrado. Pero de vez en cuando se sorprendía murmurando partes del poema.

—No hay sueños, ya no queda honor. —continuó la cita antes de suspirar, para luego gemir frustrada.

Se puso el gorro a rosca y se enfundó en el abrigo y la bufanda. Llevaba puestas sus botas favoritas e iba a comerse el mundo.

—¡Me voy! —saludó cuando ya estaba en la puerta, con la mochila colgada de su espalda.

—¿Ese gorro no es muy infantil? —le preguntó su madre, secándose las manos con un paño de la cocina—. Ay hija, podrías hacer algo con ese pelo tuyo, por lo menos hoy no llevas coletas altas.

Anir rodó los ojos y levantó el dedo de en medio antes de hacerlo bailar en eses rápidas hacia abajo. Y salió por la puerta sin decir nada más. Tal vez el portazo hablase por ella.  Su madre se llevó la mano al pecho.

—Jesús, ¿pero yo qué he criado, una niña o una criatura bárbara?



Ese día Genesis se sentía de buen humor. Aquella era una rara ocurrencia, pero Angeal conocía el motivo y no quería tener nada que ver.

—¡Angeal! ¡Amigo mío! —dijo Genesis, dándole una palmada en la espalda a su supuesto mejor amigo.

—¿Los hados son crueles? —preguntó Angeal, con los brazos cruzados y mirando hacia el infinito.

—Sí, querido. Pero eso será para más adelante —informó Genesis, con una sonrisa de oreja a oreja y un colmillito afilado brillándole entre sus dientes perfectamente blancos y alineados—. Ahora mismo me sonríe la diosa. Su don recae sobre mí.

Genesis se quitó los guantes y lo puso dentro de los bolsillos del abrigo, que colgó detrás de la puerta de lo que servía tanto de almacén como de sala de descanso para los trabajadores de la librería donde estaban. Una nueva re-edición de “Loveless” se presentaba ese día y grupo selecto del club de fans oficial había sido seleccionado para leer el poema entero, en todas sus versiones. A Genesis le había tocado el tercer canto de la versión traducida de la revisión y modernización de hacía unos cincuenta años. Estaba que se salía de su cuerpo de lo contento, vibraba de felicidad.
Angeal tenía que sentarse entre el público y aplaudir durante no sabía cuántas horas y esperar con paciencia a que Genesis socializara con otros adictos a “Loveless” porque, obviamente, tenía que llevarlo a casa en coche, no iba a ir en transporte público con ese frío. ¡No, no!
¿Algún día se sacaría el carnet de coche? Angeal no lo creía, Genesis prefería lo de tener chófer. Cualquier día iba a empezar a cobrarle.

Genesis no tardó mucho en remangarse la camisa e inmediatamente después ponerse un guante corto y oscuro en la mano derecha. Era un guante elegante, como todo él; pero que sólo tenía dedos enteros para el pulgar y el índice, el resto iban cortados.
Unos años atrás, Angeal había podido ver de reojo algo oscuro pintado en el pulgar de Genesis y desde entonces había empezado a llevar guantes, o al menos uno en la mano derecha, hasta en verano. Él nunca le había querido decir qué ponía, pero Angeal suponía lo que era. Él también tenía una marca, después de todo.
“¿Me estás jodiendo? Yo creía que me había dado contra la pared pero es un hombre de dos por dos.” rezaba la marca de su soulmate en letra alargada, claramente cursiva y cada vez más pequeña, como si se le fuera apagando la voz. Hacía un año que la chica se había dado de lleno contra su torso bien formado y sí, había hablado así mientras intentaba asegurarse de que su nariz estuviese todavía en su sitio. “No es mi intención… ¿todavía?” le había respondido Angeal. Y su mundo había cambiado para siempre. Oh y ya habían jodido.
Varias veces, de muchas y muy creativas maneras.


Angeal frunció el ceño e intentó no seguir pensando en su novia, así que se centró de nuevo en Genesis, que estaba hablando con otro miembro del club de fans lo suficientemente afortunado para leer uno de los fragmentos del poema original. Aquel que era tan antiguo que no lo entendía ya nadie, pero el chico parecía entusiasmado y Genesis le palmeó el hombro con la mano enguantada, dándole ánimos antes de girarse y rodar los ojos.

—Lo va a hacer fatal. —murmuró cuando llegó hasta Angeal.

—¿Y por qué no te quedaste con su parte? —preguntó él con morbosa curiosidad.

Genesis se cruzó de brazos, levantó la barbilla y entrecerró los ojos, intentando no fruncir los labios.

—Por que mal que me pese no tenemos a nadie que lo pueda hacer mejor.

Y Angeal sonrió antes de negar con la cabeza y salir del almacén para sentarse entre el público, en una de las últimas filas. De todas formas se le iba a ver, como decía Airin, era un hombre de dos por dos.



Anir entró en la librería con los auriculares puestos y “#Cookie Jar” sonando a todo volumen dentro de su gorro de colorines superinfantil, como lo llamaba su madre, aunque a ella le parecía más que adecuado. Quedaba bien todo, ¡tenía tantos colores que siempre era un acierto!

Estaba mirando la sección de novedades de fantasía cuando alguien chocó con ella y fue entonces cuando se dio cuenta de lo llena que estaba la librería. Se quitó el gorro, metiéndolo en la mochila y dejó colgar los auriculares desde su bufanda por encima de su pecho.
¿Qué mierdas estaba pasando en el local? ¿Sería una firma de libros? O la presentación de un nuevo autor…

Y entonces lo escuchó, la cadencia de la poesía narrada en alto. Y un verso que se le hacía muy familiar.

—Aunque el mañana se halle vacío de promesas, ¡nada podrá detener mi regreso!

Y un montón de personas empezaron a aplaudir. Los ojos de Anir se centraron en un stand y tuvo que acercarse, metiéndose entre el montón de gente para asegurarse de lo que estaba viendo era cierto. Al lado de un pequeño escenario improvisado con un atril, se encontraba una mesa con la última y novísima re-edición de “Loveless”.
La plaga de los días de Anir.

No podía ser cierto. No, no… y justo acaban de leer el canto anterior al que Anir tenía en su brazo. ¡No estaba preparada para conocer a su alma gemela! ¡Era demasiado joven para cualquiera de aquellos viejos estudiosos!
En su ansiedad, había cogido uno de los libros de la mesa y estaba ojeándolo. En algún lugar de sus procesos mentales estaba apreciando lo bonito de la portada y la calidad del papel a regañadientes. Después de todo era hija de un impresor y había cosas que no podía evitar.
La gente dejó de aplaudir y alguien recolocó bien el micrófono antes de carraspear y tomar aire.

—Amigo mío, los hados son crueles…

Y si a Anir le hubiesen preguntado cómo se imaginaba que sonaba la voz a la que pertenecía aquella letra refinada en su brazo… habría sido exactamente así, pero como con veinte o treinta años más, ¿tal vez? Levantó la vista y se dio de frente con el pelirrojo más pijo que su hubiera cruzado en su corta vida, aunque teniendo en cuenta que había ido a un colegio privado, podía decir que habían sido unos cuantos.
Apretó el libro entre sus dedos y de repente lo vio volar hacia el atril, tirándolo en el proceso, haciendo que el micrófono cayera rodando por el suelo y haciendo ruidos que pertenecían a uno de los círculos más profundos del infierno. Un montón de gente gritó y Anir se dio cuenta de que había acabado de lanzarle un libro nuevo en un arrebato a un chaval que no conocía de nada. Su padre estaría muy decepcionado, pobre libro.
Entonces lo vio enrojecer, al pijo, no al libro. Por la forma en la que se le juntaban las cejas, Anir supuso que lo rojo de sus mejillas vendría de la ofensa o la rabia.

—¿¡Qué crees que estás haciendo!?

Oh. Oh. ¡Oh, no!

Anir levantó un índice y lo movió de un lado a otro formando la palabra con sus labios muchos antes de pronunciarlo.

—¡No! ¡Mira, no!

Y se dio la vuelta para marcharse corriendo antes de que a nadie se le ocurriese hacerla responsable de nada. Genesis levantó las cejas, llevándose la mano derecha al pecho y luego se miró el pulgar enguantado antes de bajar del escenario y empezar a correr tras la chica.

—¡Espera!

Anir se llevó las manos a las orejas, tapándoselas. Quería cerrar los ojos, pero probablemente sólo terminaría chocándose con todo el mundo y acabarían atrapándola y haciéndole pagar muchas multas y acabaría en la cárcel porque no tenía dinero, pero no era mayor de edad y la meterían en un reformatorio acabando con su buena reputación y la oportunidad de ir a una buena universidad y su vida se estaba acabando antes de empezar. ¡No podía detenerse!

—¡Soy demasiado joven para acabar así!

—¿¡Así, cómo!? ¡Espera!

Y entonces la única persona que querría salvarla sería su alma gemela, ¡pero la odiaría porque le había tirado un libro que estaba recitando encima! Obviamente “Loveless” le gustaba mucho y su padre la repudiaría también y en el reformatorio le quitarían su gorro de todos los colores.

—¡Aaaah!

Angeal los vio salir y luego miró de nuevo hacia el escenario, donde los organizadores estaban observándose nerviosos unos a otros sin saber muy bien qué hacer ni lo que estaba pasando. Angeal se levantó, pensando en ir tras la pista de su amigo, pero al final terminó por caminar hacia el escenario, poner en su sitio el atril y asegurarse de que el micrófono funcionaba bien.
Abrió la boca y empezó a recitar de memoria el canto que tantas veces había ensayado Genesis durante el último mes delante de él.

—No hay sueños, ya no queda honor…

Y maravillados por el tono heróico de Angel y su aspecto de príncipe ángel guerrero bajado del cielo, las personas del público volvieron a sus asientos y se dejaron seducir por su adorado poema lleno de misticismo.




« Last Edit: September 29, 2023, 01:38:08 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0  - Compilation vol. 1



❤ Ronda 1
Pacific Rim! AU   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


High School Reunion! AU   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Asesinos a sueldo! AU   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda 3
Bakery/Coffee-shop! AU   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Rival!Idols AU   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Personaje A adopta a Personaje B, un vagabundo sin hogar   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda 4
Zombie Apocalypse AU   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Dos de tus personajes tienen que casarse por un matrimonio arreglado. Arranged Marriage AU.   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.




END PART I
« Last Edit: May 31, 2020, 06:04:35 AM by Airin »

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Airin

2k19 #prompts4everyone ❤ v 3.0  - Compilation vol. 2


❤ Ronda 5 - Valentines!

Personaje A y B terminaron hace tiempo, pero cuando personaje B se entera que personaje A todavía usa su hoodie, los sentimientos regresan como un tren.   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Personaje A escribe carta declarando amor a personaje B con la intención de guardarla eternamente pero algo sale mal.   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda Extra

Personajes de tu lista son arrestados por alteración al orden público. Personaje A tiene que ir a su rescate   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



Personaje A escribe carta declarando amor a personaje B con la intención de guardarla eternamente pero algo sale mal.   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



Dos personajes se conocen en un concierto. Pueden ir a ver al mismo grupo, o uno de ellos puede pertenecer al grupo de interés.   (original here) 
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



Personajes atrapados en un ascensor   (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.






END PART II
« Last Edit: May 31, 2020, 06:05:55 AM by Airin »

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Airin

So, hey boo, surrrrrprise! Lo escribí :'D  FELICIDADES! @Shruikan




You Make Me Thirsty
- Good night, come in here -

Shruikan
¿x?
Gaara



—¡Eh! ¿Por qué no os metéis con alguien de vuestro tamaño?

El grito sacó a los dos jóvenes de su aparente distracción, girándose a mirar de quién provenía la voz. Cuando ubicaron la figura que se acercaba a ellos a zancadas no perdieron más tiempo en echar a correr, confusos por la situación pero con el instinto de supervivencia recién reavivado.

—Ah… —el chico que había estado arrinconado contra la pared dejó caer la cabeza hacia delante y suspiró resignado.

—¿Habráse visto? Ese par de imbéciles… ¡Tú, chaval! ¿Estás bien? —preguntó Shruikan imperiosa, apoyando la mano contra la pared a la altura de la cabeza del chico.

Los ojos verde agua rodeados de unas ojeras oscuras y terribles que le devolvieron la mirada con cansancio parpadearon un par de veces. Shruikan frunció el ceño, súbitamente convencida de que el pobre diablo no dormía las horas necesarias ni se alimentaba en condiciones, estaba demasiado pálido para estar sano. Sólo faltaba que además le hicieran bullying.

—¿En qué residencia estás? Vamos, te acompaño, que es muy tarde. —dijo cerrando la mano por encima del codo del chico, pero sin apretar demasiado no fuera que lo rompiese.

Shruikan competía en el equipo de lucha greco-romana de la universidad y gracias a su meteórico ascenso a los puestos laureados victoria tras victoria, se había ido ganando una brillante reputación digna de su persona. Porque Shruikan Dwalinsdottir era una moza hermosa y potente, alta fuerte y gloriosa como una reina amazona y no tenía paciencia para aguantar las estupideces de nadie que no fuera su familia.

—No hace falta, estoy en un piso por aquí cerca. —contestó el joven soltándose evasivo, con una voz más grave de lo que había parecido al principio. Y aunque era algo más bajito que ella le miró a los ojos sin miedo, esbozando una media sonrisa sesgada que no tenía ningún derecho a ser tan misteriosa y adorable al mismo tiempo.— Pero gracias por el ofrecimiento, no todos los días se me acerca una chica tan guapa.

Y Shruikan se quedó con la boca abierta y las mejillas coloradas viendo como el pelirrojo recogía su mochila vieja y con sus zapatillas gastadas se alejaba tan tranquilamente por el campus a oscuras.
¿Qué demonios?



Gaara se frotó la barriga cuando le sonaron las tripas. Tenía hambre y cero prospectos de encontrar nada nutritivo y fácil de cenar en una noche cualquiera entre semana. Miró de reojo la tienda de comida de la esquina que todavía parecía estar abierta. ¿Tendrían algo que pudiese digerir sin problemas?

—¡Pasa, pasa! Cerramos en nada pero aún tienes tiempo si necesitas hacer compra. —le dijo la viejecita sonriente que limpiaba el mostrador y la caja.

Gaara saludó educadamente con una inclinación de cabeza, y se dirigió hacia la zona de refrigerados donde había fiambres, carnes y a ser posible ingredientes para preparar embutidos caseros de esos que se veían algunas veces casi como por accidente.

—Disculpe, —preguntó desde el fondo del pasillo tras haber mirado en varias cámaras,— ¿no tendrá sangre de cerdo congelada? Es que mi madre…

—¡Oh! ¿Para hacer morcilla casera? —la abuela se acercó hasta él y le abrió un pequeño congelador camuflado entre bolsas de colores, sacando con aire satisfecho el único par de paquetes que quedaba.— Tienes suerte, no suelen traer muy a menudo, ya no se cocina como antes.

—Eso es verdad, la comida ya no es la que era. —Gaara sonrió entrecerrando los ojos y dejándose pellizcar una mejilla con la paciencia de quien no tenía más remedio que soportarlo si quería poder cenar esa noche.

Aprovechó para coger también varias latas de atún, un paquete de arroz al vapor y una botella de salsa de soja. Así su compra parecía más normal.

Cuando llegó a su apartamento se descalzó casi antes de cerrar la puerta y dejó la mochila junto al perchero con un suspiro de cansancio, llevando la bolsa con su botín hasta la pequeña cocina.

—Hola gordo, —saludó a su gato que había ido corriendo nada más oír el ruido de los plásticos y que ahora se le enroscaba entre las piernas esperando algo que llevarse a la boca.

—Mrrow —contestó Shukaku despatarrándose a sus pies y estirándole de un calcetín.

Gaara le volcó una de las latas de atún en su plato sabedor de que sino no le dejaría en paz, y el gato atigrado patinó sobre sus propias patas con las prisas de darse la vuelta y empezar a engullir.

—Tragón, —dijo el muchacho con diversión, pero fue ignorado en favor del pescado.

Descongeló su propia cena y mezcló algo de arroz y soja en la masa gelatinosa para enmascarar un poco el sabor y poder masticar de una forma medio normal. No podía dejar de pensar en la joven que le había interrumpido hacía un rato. Si hubiera sido cualquier otra persona probablemente le habría acabado pegando un mordisco sólo por frustración, pero una mujer así… A una mujer como aquella uno no simplemente iba y la mordía, no. A una mujer como aquella había que cortejarla, seducirla. Hacerle ver todo lo que tenía por ganar a su lado.
Sólo que en realidad... no tenía mucho que ganar con alguien como Gaara. No podía ofrecerle poder o riqueza sin igual; ni siquiera negocios o propiedades inmobiliarias.

El pelirrojo estudió sus calcetines deshilachados mientras cavilaba sobre su situación. A pesar de lo desafortunado de sus circunstancias, era razonablemente atractivo y muy fuerte teniendo en cuenta su relativa juventud. Entre bocado y bocado, sus labios se curvaron ligeramente hacia arriba ante la ironía de que siempre había aparentado menos edad de la que tenía, pero desde luego ahora sí que nadie creería que pasaba de los cuarenta años. Tenía la dudosa ventaja genética de que siempre se había quemado al sol como una gamba, así que ese molesto detalle actual no resultaba especialmente reseñable en él. Y podía dar gracias a todos los poderes sobrenaturales de que no brillaba como la purpurina. Se habría empalado él mismo de ser así.

Sorbiendo el caldillo sangriento del cuenco de su cena sus pensamientos volvieron al principio del círculo, y suspiró con desaliento. ¿Cómo hacía un vampiro pobre y desaliñado, cuyo único aliado era un gato gordo y no demasiado listo, para conseguir enamorar a una diosa guerrera hecha humana, y para más inri universitaria?
Ni siquiera sabía su nombre, y por mucho encanto que pudiera usar, dudaba que lo mirase dos veces.




tbc..?
« Last Edit: September 29, 2023, 01:39:18 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

Solo 1 año más tarde :__D pero también con gaupasa!justified @Neko ANTES DE QUE NOS DEN LAS UVAS!! ok, ya



Going down with the sickness
- la enfermedadddd (now twice)-
Anir
x
Angeal
+
Prompto
+
Cloud
         



Con los hombros encogidos casi hasta las orejas y el agua resbalando por su cabeza, al tercer intento Prompto consiguió por fin abrir la puerta de su portal y se dio la vuelta para mirar a su jefe.

—¿Quieres subir y tomar algo? —preguntó apoyándose contra el marco como si fuera a escurrirse hasta el suelo de un momento a otro.

Cloud lo estudió durante unos segundos con los ojos ligeramente entrecerrados.

—Hm, está bien. —accedió, sujetando la puerta para que el menor pasase delante de él.

—Pero no hace falta que te quedes por obligación, —Prompto frunció el ceño, contrariado consigo mismo— no necesito una niñera, no ha sido para tanto.

—Ah. —Cloud no dijo nada más hasta que estuvieron ambos dentro del ascensor y subiendo hasta el piso. Y cuando la puerta mecánica volvió a abrirse esbozó una sonrisa pequeña pero traviesa y se encogió de un hombro.— Había pensado en la posibilidad de que estuvieras intentando ligar conmigo.

Prompto se atragantó de la sorpresa y dejó escapar una serie de ruidos que aunque claramente mortificados dudosamente habrían podido catalogarse como pertenecientes al género humano, pasando una y otra vez de agitar los brazos en dirección a su jefe a taparse la cara cada vez más roja con ambas manos sucesivamente.
Cloud se echó a reír sin ambages y apretando su mano con suavidad sobre la nuca del sofocado muchacho lo guió hacia la que sabía que era su puerta.

—Dame las llaves y no agites tanto la cabeza, que te vas a marear más. —dijo con voz cálida.


El timbre volvió a sonar, esta vez con dos toques. Angeal se terminó de quitar la camiseta y la dejó colgando de la puerta de la lavadora que estaba cargando, pensando exasperado en quién demonios sería tan insensato de estar en la calle con el diluvio que estaba cayendo. Más le valía a Genesis no ser él, porque no pensaba aguantar su última tragedia acuciante de esa noche, como cada noche desde hacía varias semanas. Que la colada no se hacía sola.

Descalzo y con un bolsillo del pantalón de pijama colgando hacia fuera, Angeal abrió la puerta de un tirón anticipando un nuevo toque al timbre; pero su gesto displicente se convirtió en uno de estupefacción al comprobar que quien se hallaba bajo el pequeño porche de su chalet no era su mejor amigo barra incordio, sino la chica de la paquetería que le hacía sentirse viejo sucio y depravado, y cuya falta de rigidez con el uniforme le traía por la calle de la amargura. Rígida, rígida amargura. 
Soportando la lluvia como un gatito mojado sin otra opción, Anya sujetaba entre sus brazos una caja marrón marcada con pequeñas e innumerables salpicaduras, y lo observaba con los ojos muy abiertos y la boca pequeñita.

Angeal fue repentinamente consciente de lo fresco de su estado de vestimenta, o más bien falta de ella, y tragó saliva. La muchacha tampoco estaba en las mejores condiciones; el chubasquero le había servido de poco, y el agua le escurría muslos abajo desde el borde de sus shorts vaqueros y le goteaba del flequillo a la nariz. Aquello hizo que el hombre saliera por fin de su asombro y se echase hacia atrás, retrocediendo al interior iluminado y seco de la casa.

—¡Pero mujer! ¡Pasa, no te quedes ahí!—exclamó dejando la entrada libre y haciendo un gesto de invitación.— ¿Qué haces repartiendo a estas horas, con éste tiempo del demonio?

Anya entró y dejó la caja con cuidado junto al paragüero.

—Es que era el último paquete que quedaba antes de cerrar y… siendo para tí… —se excusó quitándose la gorra y apartándose el pelo mojado de la cara.

—No hacía falta que te tomases esa molestia por mí. —dijo el hombre, que la miraba con gesto entre asombrado y embelesado, como si su paquete soñado hubiera llegado él solo a su casa. Otro paquete más figurado y real sí que quería llegar a cierta casa, pero no era la suya exactamente.

—Si es por tí no es molestia, Angeal. —dijo la chica con una sonrisa pequeña pero deslumbrante, y por un momento a Angeal el aire se le hizo espeso y el universo le dio vueltas.

—¿Quieres darte una ducha caliente? Deberías entrar en calor, —dejó que se le notase la preocupación en la voz, como haría cualquier ciudadano decente y no un sinvergüenza como él, lleno de pensamientos inapropiados,— iba a poner una lavadora justo ahora, y tengo secadora.

La chica pareció pensárselo, frotando un pie contra el gemelo de la pierna contraria y observando la caja que reposaba en el suelo, y él aprovechó para reacomodarse el pantalón con discreción.

—Pues, igual, si no es mucha molestia… —contestó Anya dudosa.

—Oh, por tí no es ninguna molestia. —Angeal no se lo pensó dos veces ante la oportunidad de devolverle sus palabras y la sonrisa, y como premio pudo contemplar como las mejillas de la joven se coloreaban con rapidez casi instantánea y se restregaba la manga del chubasquero por la nariz, azorada.— Ven, el baño está  por aquí. Deja la ropa fuera y te traeré algo que ponerte mientras.

La muchacha se apresuró a quitarse el impermeable y las zapatillas empapadas para no mojarle toda la casa, y lo siguió escaleras arriba, con los ojos fijos en los músculos de aquella espalda desnuda que podría haberse escapado de una escultura de algún héroe o dios greco-romano.


«AaaAAaahhh!!! Estoy desnuda en la ducha de Angeal Hewley!! AaaAAAaahh!!...», gritaba en un bucle continuo la mente frenética de Anir. Abrió el bote de jabón y lo olisqueó curiosa, y no pudo reprimir el impulso de suspirar y poner los ojos en blanco por la satisfacción. Olía a él. Aspiró más, queriendo llenarse la nariz de ese aroma y que no se le acabase nunca. Entre eso y la maravillosa presión del agua caliente en los chorros de hidromasaje, aquella ducha estaba siendo la mejor y más memorable de su existencia. Diez de diez, repetiría todos los días de su vida, tan sólo le faltaba la compañía del dueño para llegar al bonus.

El ruido de un par de golpes contra la madera la sobresaltó de sus ensoñaciones, haciendo que se aplastase contra la pared en el rincón más escondido de la ducha, pero sin soltar la botella de jabón. La puerta se abrió despacio, apenas una rendija lo suficientemente grande para poder ver la mano del hombre apareciendo entre el vapor y volviendo a retirarse.

—¡Te dejo otra toalla y algo de ropa en la banqueta! —la voz de Angeal resonó desde el pasillo, y después la puerta se cerró del todo con un click sólido y definitivo.

—¡Gracias! —contestó Anir levantando el volumen para que se le oyera por encima del agua. Y después de volver a sus coordenadas perfectas originales murmuró entre dientes en voz baja,— ya que me rompes las fantasías no podrías quedarte y frotarme la espalda…? Ah, lloro.

Pero decidiendo que al menos quería guardar una prueba de aquella situación, ni corta ni perezosa sacó un brazo de la ducha y tanteó hasta donde había dejado el móvil y con cuidado de no mojarlo y que no se le resbalase, se hizo varias selfies con la caída de agua de efecto lluvia como telón de fondo. Como recuerdo, pensó. Para las noches frías y solitarias.
Y para hacer que Prompto chillase de envidia o emoción como un chocobo enloquecido, también.


Apoyado contra la barandilla de las escaleras, Angeal se pasó una mano por la cara, echándose el pelo para atrás y suspirando por enésima vez como si se le fuera a escapar el alma en cualquier momento. Al final iba  a resultar que Genesis tenía razón y leer tantas estúpidas novelas románticas con cero realismo en las relaciones entre personajes le había podrido el cerebro.
Pero la imagen del reflejo de la chica en el espejo, borrosa y silueteada por el vapor no iba a borrarse de su mente en ningún momento cercano.
Oh dioses, estaba enfermo. Muy muy enfermo. ¿Cuántos años le pasaba? ¿Diez, doce, quince? Era un asaltacunas, no tenía honor.

Se puso una camiseta de tirantes y un pantalón de estar por casa limpios, y se enfrentó de nuevo a la lavadora abandonada, intentando sin éxito no prestar demasiada atención a la ropa interior de Anir flotando entre su colada.


—Entonces, —empezó Prompto con los ojos entrecerrados, después de dar un trago a su refresco,— si hubiera estado intentando ligar contigo, ¿habría tenido posibilidades? Quiero decir, si estás interesado en algo conmigo…

Cloud cortó su frase con el ruido de algo que parecía una risa atragantada a medio mordisco, y levantó una mano como gesto dudoso entre pausa y disculpa.

—No. —dijo cuando terminó de toser.— Eh, me refiero a que no busco nada contigo. Sin ofender. Podríamos pasar por hermanos.

—Ah.

Tras varios segundos de silencio incómodo en que ambos evitaron mirar al otro, Cloud se rascó la nuca, sintiendo un calor traicionero subirle por el cuello.

—Es que estoy… viendo a alguien. Podría decirse así.

—Ah, ¡oh! —exclamó Prompto sorprendido y sonriente olvidando la vergüenza a cambio de un cotilleo jugoso.— ¿Prospecto de novio en serio?

—¿Y por qué tiene que ser novio? —preguntó el mayor sorbiendo de su lata a la defensiva.

—Porque si no has hecho ascos a la idea de... yo —se señaló todo entero primero, y después a Cloud,— interesado en tí, doy por hecho que al menos eres bi.

Maldición. Eso mismo me dijo él, y llevamos ya más de un mes con esta historia. —Prompto se echó a reír ante la admisión refunfuñada de su jefe y le dio un par de palmaditas en la rodilla, a lo que este se pasó una mano por la cara y cogió el último pedazo de pizza.

—De todas formas te habría dicho que no… —Prompto se esperó a que Cloud estuviera mordiendo, para añadir con una sonrisa puñetera— sé que no lo aparento, pero tengo novia estable desde hace tres años.

Cloud se giró a mirarle despacio, con los ojos muy abiertos, y un carrillo lleno de queso.

—Argentum. —dijo por fin después de tragar lo que tenía en la boca.— No esperaba que fueras tan cabrón.

—¡Me habéis corrompido entre Anir y tú! —se defendió Prompto levantando las manos.— ¡Yo era un bebé inocente cuando entré a trabajar con vosotros!

Cloud le tiró un par de servilletas de papel hechas una bola, que le rebotaron en la frente.

—¡Ouch! Aún me duele. —Prompto se llevó una mano a la linea roja que bordeaba el nacimiento de su flequillo.

—Ah, mierda es verdad, perdón. —murmuró Cloud contrito.— Pero los bebés accidentados deberían estar en la cama descansando.

Prompto abrió mucho la boca con cara de ofensa, y Cloud esbozó una sonrisa pequeña y victoriosa.




« Last Edit: September 29, 2023, 01:41:26 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Airin

#promptactivity 2020 - ❤ - The Compilation



❤ Ronda # 1

Personaje A termina con dos citas en la noche del día de San Valentín (Personaje B y Personaje C). Mientras tanto, sus amigos no dejan de reventarle el teléfono a punta de mensajes, apostando con quién se irá a quedar...  (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda # 2

Personaje A es un humano normal, personaje B es un ser fantástico (sirenas/hadas/etc) Uno de los dos salva la vida del otro. ¿Qué hacen para saldar la deuda?  (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda # 3

Soulmates AU — Universo donde cuando encuentras a tu soulmate, el primer toque piel con piel se te queda marcado de colores.  (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda # 4

Personaje A recibe una herencia repentina, ahora es dueño/a de una mansión… un tanto peculiar. — Haunted House AU  (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda # 5

A ha vivido toda la vida buscando a su padre a quien no conoce. Cuando le encuentra resulta ser quien menos se lo esperaba.  (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



❤ Ronda EXTRA

Personaje A es Cupido en el día más atareado del año. Cupid's POV.  (original here)
Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.




FINIS
« Last Edit: December 10, 2020, 11:45:52 AM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
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Airin

*sale de entre las mantas chillando como una ballena* MEEERMAAAAAY -segundo año, segundo capítulo-




Amhrán na Farraige
- Song of the Sea -

   



Libertus se metió otra patata frita en la boca, apartando el morro bigotudo e impertinente con el codo.

—Si quieres colesterol extra págatelo tú. ¿Dijo misma hora, mismo sitio?

El ruido de protesta lastimera que obtuvo por respuesta no dejaba lugar a mucha duda.

—Pues me parece que te han dado plantón. Podrías haberle pedido el número de teléfono. O empezar por el principio y preguntarle su nombre y si está dispuesta a casarse contigo de forma legal. —Libertus se levantó y se sacudió los pantalones pero dejó las patatas en el suelo de madera del muelle.— Me voy, que ya va siendo hora de abrir y la cocina del bar no se lleva sola. Si quieres seguir engordando tu culo peludo a base de sodio, tú mismo.

A cambio del insulto se llevó un aletazo húmedo, y se alejó en dirección hacia el puerto comercial ajustándose la coleta y refunfuñando entre dientes.
El lobo marino lo observó marcharse con los ojos entrecerrados, y en cuanto dejó de verlo se aplastó contra las tablas de madera como la masa de un bizcocho sacada del horno antes de tiempo, y rodó perezosamente sobre su espalda un par de veces, moviendo las patas. ¿Es que a nadie le importaba la magnitud de su desgracia? ¡Ya había comprado un anillo, y no era barato! Y ahora quién sabía si volvería a verla. Había perdido su oportunidad. Tendría que consolarse con patatas fritas.


Airin se dejó caer en plancha sobre el sofá, con abrigo zapatos y todo.

—He vuelto. —murmuró con la cara aplastada contra un cojín, y tras un par de segundos de silencio se contestó a sí misma.— Bienvenida a casa.

Sintiendo cómo se le agolpaba el cansancio acumulado se revolvió sin éxito para levantarse del sofá. Terminó por quitarse los zapatos empujándolos con la puntera y dejándolos caer al suelo abandonados, y se las apañó para desenroscarse la correa del bolso de alrededor del cuerpo y zafarse por fin de la trampa de comodidad que amenazaba con engullirla.
De rodillas sobre la alfombra se apartó el pelo de la cara y mirando con desidia todas las cajas marrones de embalar que poblaban su nuevo alojamiento, resopló.

—Ugh.

Al menos ya tenía luz, agua y gas. Después de dos días viviendo con la luz del sol y el fuego de la chimenea, la casa de su abuela volvía a ser un edificio habitable. Y no tenía que pagar un alquiler estratosférico por casi más del triple de metros cuadrados que tenía su antiguo apartamento. Que sí, era más céntrico que una casa junto al mar, y tenía una tienda de conveniencia a la vuelta literal de la esquina en vez de a siete minutos andando. Pero no tenía vistas a los acantilados y la silueta de los edificios contra el cielo al otro lado de bahía, sino a un muro de ladrillo y cemento del bloque de al lado.
Y sobre todo, era muy caro. Más de lo que podía pagar sin vender un riñón o los dos ahora que volvía a ser dueña de su vida y no tenía un trabajo que le sorbiese el alma por horas.

Se quitó el abrigo y en un gesto de buena voluntad para con su yo del futuro, lo colgó en el armario del pequeño recibidor en vez de dejarlo tirado por encima de alguna caja al azar.

—Tengo sábanas, tengo toallas, tengo platos… —enumeró mientras paseaba descalza por entre las cajas que poblaban la cocina comedor y se encaminaba a investigar la nevera.— ¿Tengo cena? Nop, no tengo cena.

Pero entonces recordó que el día anterior había dejado un plato de pasta en un tupper y nunca lo había acabado. Airin no tenía problema en terminar por la noche las sobras del mediodía, aunque fuesen de un día para otro y llamarlo cena fuera ser generoso. Ahora ya tenía una cosa más solucionada. Menos dinero y esfuerzo que gastar ese día, ya había peleado suficiente con la oficina de correos dando de alta su nueva dirección.

Se comió los macarrones recalentados directamente del tupper y sentada en pijama sobre la encimera de la cocina, disfrutando de estar en una casa de la que nadie pudiera echarla y tener libertad para perder la dignidad como le diera la gana, mientras debatía los pros y los contras de empezar a desembalar sus cosas antes de irse a la cama.
Finalmente acabó por dividir los montones de cajas ordenándolas por contenido para organizar al día siguiente; después instaló su ordenador de sobremesa en la habitación más pequeña de la planta baja, que tenía ventana al porche, un enorme escritorio antiguo, un sillón orejero azul y parecía que iba a convertirse en su despacho.

—Miradme, —dijo la muchacha sacudiéndose el polvo de la ropa,— soy mayor y responsable.

Y tras proclamar su prestigioso estado vital, procedió a contradecirlo saliendo de la casa sin apagar la luz ni cerrar la puerta con llave. Descalza como estaba cruzó el jardín asilvestrado, y bajó las viejas escaleras de madera que eran la única entrada accesible por tierra a la pequeña cala que se asentaba a los pies de la escarpada colina.


—Ancho es el mar para cruzarlo a nado, y yo no tengo alas para volar…

Al oír la voz que cantaba desde la oscuridad de la playa Nyx sintió cómo se le erizaba hasta el pelo de la barba mal afeitada que llevaba. Por imposible que fuera, conocía ese timbre. Habría sabido a quién pertenecía en cualquier lugar, y bajo cualquier circunstancia. Aunque ni siquiera supiese su nombre.

—Búscame un bote que nos lleve a los dos, y remaremos, mi amor y yo…

Precisamente aquella canción tan agridulce resultaba extrañamente apropiada y hacía todo un poquito irónico.  Hacía apenas un par de horas que había estado pescando por entre las rocas de esa misma cala que ahora veía de lejos desde su barca. Y por lo visto su chica vivía en la casa abandonada de la colina. Que… ¿ya no estaba abandonada? No podía dejar que se le escapase otra vez.
Nyx se echó la piel todavía húmeda por encima, y sin esperar a haber terminado de cambiar de forma se zambulló en las aguas frías y oscuras.


Airin levantó la vista del castillo de arena que intentaba decorar y escudriñó la mar frente a ella, intentando sin éxito distinguir formas en el agua. Juraría que había oído un sonido que se salía del patrón rítmico, pero a pesar de que la luna casi llena alumbraba con suficiente fuerza para ir y venir por tierra firme, no consiguió ver nada más que sombras y reflejos entre el batir de las olas.

Pasando la mirada de forma intermitente de la arena bajo sus piernas al agua que rompía cada vez más cerca, decidió que ya podía volver a casa a ser mayor y responsable de nuevo. Si no era medianoche estaría rondando y por la velocidad con que parecía subir la marea, la pleamar debía estar cerca.
Se levantó y se sacudió la arena acumulada en los pantalones de su pijama, arrugando la nariz al notarlos húmedos.

Esta vez pudo escuchar el chapoteo con claridad, pero al darse la vuelta solo vio una foca retozando en la orilla.

—En serio, ¿qué demonios pasa en este pueblo con las dichosas focas? No es normal. —murmuró entre dientes.

Se estaba empezando a poner nerviosa, así que se limpió las manos como pudo y se dirigió a pasos rápidos hacia la escalera para subir a casa, dispuesta a ignorar obstinadamente el extraño movimiento de sombras que percibía por el rabillo del ojo. La voz perfectamente humana y masculina que sonó de repente hizo que casi se le parase el corazón del susto.

—Ehm, ¿perdona?

No. No, no no no. De ninguna manera. No había forma de que le obligasen a seguir por ahí. Había visto las suficientes películas de terror para saber cómo podía acabar aquello. Y también sabía que correr por la arena suelta era más complicado, pero si podía llegar a los escalones era capaz de subirlos de tres en tres.

—Oye… —insistió la voz detrás de ella, pero con tono curiosamente avergonzado,— no quiero molestarte, de verdad, sólo es una pregunta.

Y en contra de todos sus pensamientos racionales, a un par de metros de las escaleras, Airin se dio la vuelta, porque pese al miedo algo en su instinto le decía que conocía aquella voz.
Lo que no había esperado era a quién pertenecía.

—Ay... —dejó escapar bajito al encontrarse de frente con el injustamente guapo desconocido a quien hacía unos días le había tirado la chaqueta sin querer.

—No me dijiste tu nombre, —el joven se encogió ligeramente de hombros, metiendo una mano en el bolsillo de sus vaqueros, mojados por las olas.

—Ah, yo… lo, lo siento. —Airin tragó saliva, sintiéndose paralizada bajo la mirada de aquellos ojos brillantes.

El hombre se revolvió las trenzas que asomaban desde su nuca con una sonrisa sesgada y algo crítica.

—Y me dejaste plantado en la segunda cita.

—Eh… ¿qué? —los pensamientos de la chica volaron en todas direcciones, no recordando nada similar. Sus últimos días habían sido un caos, pero no tanto como para no recordar una cita. O dos.

—Me llamo Nyx, —dijo él, parándose a tan sólo un paso de ella.

—Hola Nyx, —contestó ella de forma casi automática. Si estiraba el brazo podría tocarlo.

—¿No vas a decirme tu nombre?

No, no debería decírselo.

—Airin.

—Es muy bonito, —dijo Nyx ladeando la cabeza con una mirada cálida, y agarrando su mano.

—Gracias. —Airin volvió a tragar saliva, con la esperanza de que se le deshiciera el nudo que tenía en la garganta.

—Verás, yo… —comenzó Nyx con suavidad, acariciándole los nudillos con el pulgar, antes de quedarse trabado y mascullar entre dientes,— Maldita sea, nunca había esperado tener que hacer esto así.

La joven lo observaba confusa, a media distancia de camino al miedo, pero sintiendo los pies anclados al suelo.

—Yo no he tenido ninguna cita contigo antes, —soltó de repente en un momento de claridad mental.

—Si, en el muelle, —confirmó Nyx frunciendo el ceño y sacando su otra mano del bolsillo, con algo guardado dentro de su puño cerrado.

Airin abrió la boca para replicar con cierta irritación, pero aquella extraña insistencia se le hizo repentinamente familiar, y su vista recorrió la figura del hombre de arriba a abajo, fijándose en su ropa mojada. La chica apretó los labios y entrecerró los ojos, buscando con la mirada la anterior fuente de los ruidos que ya no podía oír.
La foca no aparecía por ninguna parte, pero a varios metros de ellos había un gurruño oscuro, pequeño y sospechosamente amorfo.

—Mira. Mira, no. —se dio la vuelta y se dirigió a la escalera, a dos segundos de estar dispuesta a rezarle a todas las deidades en las que no creía.— Que es tarde y me voy a enfriar.

—¡Espera!

Sin haber llegado a soltar su mano Nyx tiró de ella, y Airin trastabilló en la arena y se fue hacia atrás, chocando con su espalda contra el pecho del hombre, que la sujetó entre sus brazos evitando su caída.

—Espera, —repitió dejando algo sólido entre sus manos y apartándose lo suficiente de ella como para poder mirarle a la cara.

Airin miró de hito en hito varias veces de la caja pequeña y cuadrada que ahora sujetaba, al rostro ansioso de Nyx.

—Ábrelo, —dijo él.

Y siguiendo con la colección de decisiones cuestionables de la noche, porque por qué no, abrió la cajita.

—¿Qué demonios?! —un claddagh con un ópalo blanco incrustado le hacía burla desde el acolchado rebosante de agua salada. Airin levantó la vista y murmuró con un hilo de voz,— ¿Esto… esto es un anillo de compromiso?

Nyx se llevó una mano a la nuca, y azorado arrastró un pie por la arena.

—Bueno, es que… a lo mejor, ¿tal vez, deberíamos hacer esto legal a la forma tradicional humana?

—Qué. —Airin cerró la caja con un ruido seco, pero no tanto como su garganta en esos momentos.

Nyx señaló con un aspaviento hacia el gurruño oscuro, pequeño y sospechosamente amorfo que seguía tirado en la orilla, casi rebasado por las olas.

—Selkie. —dijo por toda explicación.

Selkie, —repitió Airin sintiéndose mareada.

—¿En serio? ¡Me devolviste la piel! —protestó Nyx con incredulidad,— Venga ya,  ¿no sabes lo que es eso? Es... es un contrato de matrimonio por si mismo. ¡Me devolviste la piel!

Airin se tambaleó ligeramente de lado a lado falta de aliento, y Nyx la sujetó del codo esperando a que se recompusiera del shock.

—Vamos, te llevo a casa. —dijo él con un suspiro tras unos segundos de estudiarla en silencio preocupado, agachándose frente a ella.— Sube.

Obediente por una vez, la chica se dejó cargar a caballito sobre la espalda de su recién adquirido marido marino, que ascendió por los escalones de madera sin decir nada más.

—Ahora tengo el pijama mojado, —murmuró Airin con tono lastimero una vez se encontró en pie en el porche de su casa.

Sin poder reprimir su ternura al mirarla, Nyx le acarició la mejilla suavemente con un nudillo, haciendo que levantase la vista de nuevo hasta él.

—Ahora ya sabes cómo me llamo, ¿puedo tener un beso en la segunda cita?

—Nop. —Airin le apartó la cara con la mano, sonrojándose al notar aquella barba incipiente y esa sonrisa sesgada injustamente atractiva bajo su palma.— Te comiste mis patatas y no me has invitado a cenar.

Nyx dejó escapar una sonora carcajada, y agarrando su mano la giró, depositando un beso cálido sobre la cara interna de su muñeca.

—Eres un encanto Airin. —murmuró aún sonriente y con sus ojos azules brillando encariñados.— ¿Haces algo mañana? Te paso a buscar, te prometo que esta vez sí que invito yo.

—Bueno, entonces supongo que tenemos una cita. —Airin encogió un hombro con las mejillas rojas, apretando la cajita entre sus dedos mientras pensaba si tenía algo con qué combinar aquel anillo para la noche siguiente.




« Last Edit: September 29, 2023, 01:42:48 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
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Airin

Me ha esatdo haunteando hasta que ha conseguido salir al mundo *próximamente más y peor*
Continuación de este engendrito escrito para la #promptactivity 2020.   (aporte original aquí) (Devil eyes come, eyes open, eyes open)

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Crescent
- Devil eyes come, eyes open -

     



—¡Wark!

—¡Que te crees tú eso!

La mujer estiró otra vez de su cazadora hasta conseguir recuperarla de las fauces de aquel pollo gigante venido arriba.

—Cualquiera diría que no te doy de comer. Anda tira, que me tienes contenta.

El chocobo se dejó guiar por la brida con un suave ‘kweh’ resignado, pero sin quitar la vista de aquella cazadora forrada de borreguito suave y rizado que quedaría estupenda en su nido en su establo.

—Ya no nos debe quedar mucho más para llegar a ese maldito agujero.



—Eh, chaval, pásame la trece-catorce. —la voz del piloto sonó casi metálica desde debajo del motor que inspeccionaba.

—¿Me estás tomando por tonto? Son doce-trece y catorce-quince, esa llave no existe. —la indignación del niño que balanceaba las piernas sentado sobre un barril vacío de combustible hizo que a Cid le diera la risa.

—¿Has visto? Aún me servirá p’algo el enano este…

—Como que voy a ser ingeniero.

Cloud escondió una sonrisa divertida tras sus nudillos enguantados y se apoyó sobre el mismo barril que el niño.

—¿Cómo va? —preguntó señalando con la cabeza hacia la maquinaria.

Hope le miró desde debajo de su flequillo en un ademán que las primeras veces había resultado estremecedor por su reminiscencia, pero que de alguna forma ahora ya no podía dejar de asociar a un cachorro despeinado.

—Si vuela, soy un chocobo. —contestó el chiquillo arrugando la nariz.

Cloud se atragantó al intentar aguantarse la risa repentina ante la respuesta, y maldiciendo una sarta de juramentos, Cid le tiró un trapo sucio de grasa que no llegó muy lejos.

—¡Tú lo qu’eres es un pollo despeluchau, sinvergüenza!

Hope le hizo una pedorreta al aire, pero corrió a esconderse tras Cloud en el mismo momento que el piloto hizo amago de ir a por él.

Los pasos que resonaron desde la entrada y una llamada que sonó irreverente en la puerta de chapa hicieron que los tres se girasen a mirar hacia la fuente del sonido.

—Hoooola Strife~

—No me interesa Reno.

—¡A la puta calle maleante!

El turko levantó las manos en un gesto inocente cargado de burla que no engañó a nadie.

—Pero qué ataque tan gratuito. Yo que sólo venía de visita social... —su vista se clavó en la figura pequeña pero extrañamente familiar que se ocultaba tras el cuerpo del ex-soldado.— ¿Ohó? ¿Y éste quién es?

—No te interesa, Reno. —la voz de Cloud llevaba una advertencia que por supuesto el pelirrojo desoyó por completo.

—No, no, al contrario. Me interesa mucho.

El suave silbido del acero deslizándose fuera de su funda llenó el taller y cargó el ambiente de forma ominosa.

—Ven aquí Hope, —llamó Cid con severidad, y el chiquillo se escabulló asustado hasta él.

¿Hope? —la mirada del turko siguió con fijeza el movimiento del niño.

He dicho, —repitió Cloud apretando los dientes y levantando lentamente su espada,— que no te interesa.

Reno se irguió por completo, abandonando su fachada de holgazanería y mirando al soldado con seriedad.

—No lo entiendes Strife, me interesa porque es algo personal. No tiene que ver con Shinra, sino conmigo.

—¿Contigo en qué? —Cloud ladeó ligeramente el filo para poder examinar el rostro del turko sin impedimentos.

—Oh venga ya. Es obvio que todos sabemos quién es el padre del crío, no somos tontos. —Reno resopló rodando los ojos, e insistió con voz impaciente.— Ignora eso por un momento y míranos bien la cara. Tenemos los mismos ojos y la misma nariz.

—¿De qué demonios estás hablando, Reno? —Cid hizo rodar entre sus dedos la llave de tuercas que sujetaba, estirando el brazo para impedir que el chiquillo se arrimase más de la cuenta a la zona crítica antes de que empezasen a volar ostias.

Brightblade.

Hope dejó escapar un ruidito ahogado que hizo que la atención de todos los adultos se desviase momentáneamente hacia él.

—Te llamas Hope Brightblade, rondas los trece años y naciste en Midgar.

El niño asintió con un titubeo.

—¿Cómo sabes tú eso? —Los guantes de Cloud crujieron levemente al apretar el agarre sobre la empuñadura de su espada, que no envainó pese a bajarla.

—Como que es hijo de mi hermana.

¿Qué?!

Hope observó con la boca abierta como el turko se encogía de hombros con una falta de respeto casual y para nada fingida.

Medio hermana por parte de padre, bleh, los detalles del jodido cabrón no le importan a nadie. 

—¿Estás de coña, no? —Cid manifestó claramente el escepticismo que también invadía a Cloud.

—Pues no. Para tu buena o mala suerte no lo estoy. ¿De qué si no iba un sieso como el General a encontrar alguien que le…? Eh da igual.

Tras unos momentos de silencio un tanto icómodo, Hope se aventuró a ponerse frente al pelirrojo.

—¿Entonces tengo que ir contigo? —preguntó con el ceño fruncido y lleno de desconfianza.

Reno esbozó una sonrisa sesgada, pero con un aire que podría llamarse melancólico.

—Nah. Siendo sinceros, estás más a salvo con estos tipejos, se supone que son los buenos.

—Reno, qué demonios.

—Rufus puede dar miedo, no me entendáis mal eh, pero como que el mocoso es hijo de Airin y ella me da más miedo.

Ante la incredulidad de los antiguos miembros de Avalancha el turko se encogió de hombros nuevamente, y guiñándole un ojo pellizcó la mejilla de Hope.

—Vas a estar castigado hasta los treinta, mínimo, renacuajo.




« Last Edit: January 19, 2024, 02:29:08 PM by Airin »

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