74.2.
Era el inicio del semestre y esa semana, pese a ser la primera, podría resultar la más importante en muchos aspectos. Naoto se encontraba lista para cualquier asunto académico que tuviera que solucionar. Como una joven genio con experiencia en el mundo exterior, contaba con las habilidades necesarias para rendir otro semestre más sin contratiempos. Sin embargo, la presente clase que se encontraba esperando era la que más la tenía dubitativa.
Llegó temprano al salón, donde vio a sus compañeros sentados y distraídos en lo que el jefe de práctica se aparecía. Dicho horario era la parte práctica de un curso de métodos analíticos e instrumentales aplicados a las ciencias forenses, por lo cual, a diferencia de la hora de teoría, era un horario para pruebas, repasos de los temas y algunas prácticas en laboratorios. La leve inquietud de Naoto partía del hecho que había escogido un horario de práctica según el jefe de práctica a cargo del mismo.
Era normal esperar una pelea entre los estudiantes de universidad por alcanzar cupo en alguna clase de un profesor con prestigio, y Naoto no tendría problemas asegurando un espacio en cualquier curso. Pese a ello, la chica optó por tomar una decisión poco ortodoxa, ya que se interesó en la clase de un jefe de práctica con reviews muy inconsistentes.
Algunos estudiantes habían pintado a dicho jefe de práctica como un desagradable instructor, un desalmado, o alguien simplemente insoportable, y recomendaban a futuros alumnos a evadirlo. Por otro lado, si bien no encontró ningún review completamente positivo, había otros que, pese a darles la razón a los primeros sobre el tipo de persona que era, juzgaron que su método difícil de enseñanza les había ayudado tremendamente y terminaron aprendiendo los temas complicados mejor bajo su tutelaje. Naoto lo había meditado cuidadosamente, y terminó por optar darle una oportunidad y arriesgarse. Las opiniones no tildaron a ese jefe de práctica como un mal maestro fuera de su personalidad, y decidió creer que dicho comportamiento sería el único detractor de su decisión, lo cual de todos modos le tocaría aprender a lidiar en su futuro laboral.
Como esperó, no observó a los otros estudiantes más estudiosos de su carrera, quienes seguramente optaron por seguir al jefe de práctica ‘recomendado’ para dicho curso, el cual ella decidió no tomar por un conflicto con uno de sus electivos. Su leve duda con respecto a esa clase persistía, pero decidió no prestarle importancia y asumir que, por su forma disciplinada y estudiosa de ser, no iba a tener problemas.
Sin embargo, estaba por averiguar que quizás esa misma razón sería la que le dificultaría el semestre.
En poco tiempo, vio que un joven peligris de ojos celestes ingresó con una carpeta y caminó al podio de ese salón con organización de auditorio, para organizar sus papeles antes de dar por comenzada la sesión. Bastó notar a los demás rumorearse sobre ese chico en voz baja para comprender que era el infame jefe de práctica al cual esperaban.
“Ehem, hola con todos,” dijo con una voz frustrada aunque severa, y miró a los presentes casi inquisitoriamente. Se tomó un leve silencio a manera de acaparar la atención y también con intenciones de intimidación. Entonces, alzó una ceja. “¿Qué? ¿Acaso todos ustedes son pobres diablos con bajos promedios que no pudieron evadir mi horario?”
Hubo varios intercambios de miradas por la ligereza del chico al expresarse. Naoto desde ya sintió un tic en la ceja. Comenzaba a lamentar su decisión, y eso que ni había empezado.
“Hm, bueno, todos ustedes, menos uno…” dicho esto, el jefe de práctica miró fijamente a Naoto, quien se confundió por la atención. Ello a su vez hizo que el resto de la clase la mirara. “Al revisar la lista de alumnos, me topé con tu nombre. Tú vendrías a ser una celebridad en el ámbito policial, ¿cierto? ¿Cuál es tu nombre?”
“Eh, Naoto Shirogane…” luego del pedido, miró al otro con incomprensión. “Pero, si dice que usted me reconoció en su lista, ya lo sabía, ¿verdad?”
“Ah, nada mal, Shirogane,” el peligris sonrió con intriga y entretenimiento. “Yo lo sé, pero tus ilusos compañeros seguramente no lo sabían,” entonces, él pasó para dirigirse a los demás. “Pero ya lo saben. Para información de ustedes y antes de que lo revisen en Wikipedia… ¡hablo en serio!” dijo tomando una vara de madera para apuntar a un par de estudiantes que justo quisieron revisar su celular. Luego de detenerles, apuntó a Naoto. “Esta chica fue conocida hace algunos años como el ‘Detective Prince’ por su gran ayuda en un par de casos que ayudó a resolver, y por ende tiene mucha más experiencia en el medio y en las ciencias forenses que ustedes. Aunque esa no es tu única experiencia, ¿verdad?”
“Es suficiente que me hayas puesto en la mira,” dijo con frustración. “No estamos aquí para hablar de mí.”
“Es verdad que no, pero cabe resaltar que pienso poner nota en curva, así que a los demás les concierne saber a quién tienen que igualarse, ¿no es así?” preguntó con una sonrisa maligna. Ello bastó para que los demás se congelaran y un sentimiento de tensión se cementara en los presentes. Luego de darse aquel ‘gusto’, el peligris borró su sonrisa y se encogió de hombros. “Ahora si la señorita popular me lo permite, me toca presentarme.”
“¿Qué estás diciendo?” preguntó escandalizada.
“Mi nombre es Izumi Sena, como bien sabrán desde haberse inscrito conmigo, asumiendo que no sólo agarraron el único horario con cupo,” dijo con pereza e indiferencia. “Les explicaría los horarios de clases, los exámenes, las prácticas e indumentaria y preparación necesarias, pero por algo todo está en archivos en la internet, así que léanlo bajo su discreción. Ah, aunque la próxima sesión a primera hora les tomaré una prueba sobre el tema del primer laboratorio, están advertidos. Sé que ya tuvieron su primera clase de lectura, así que comenzaré a repasar sobre ello,” tomó una tiza y se puso a escribir. “No les preguntaré si tuvieron dudas porque el tema es regalado, sólo presten atención.”
Siguió un medio silencio donde leves comentarios bajos de inconformidad y hastío se oyeron a discreción, aunque estos se callaron ni bien ese frío y antipático peligris se giró.
“Como primer tema y también primer laboratorio, ¿qué instrumento vamos a utilizar? ¿Alguien se acuerda de lo que dijo el profesor?” preguntó indistinto. Observó los rostros nulos de los presentes y pasó a dar un exasperado suspiro. “Shirogane…”
“…” esta entrecerró los ojos. “Un espectrofotómetro.”
“Bien, princesito,” dibujo una sonrisa traviesa y claramente se vio a gusto por notar la molestia y frustración crecer en la estudiante. Ello le hizo volver a mirar a los demás. “Ahora que mi estudiante estrella se llevó la respuesta y participación de hoy más fácil del planeta, ¿quién se atreve a decirme la ley que utilizaremos para cuantificar las muestras que mediremos?”
Siguió otro silencio incluso más incómodo que el anterior.
“Tsk, ¿acaso no tienen neuronas o qué? ¡Está escrito en la maldita pizarra!” exclamó, con lo cual los presentes observaron dichas anotaciones. Había el título de la temática y una ecuación simple de pocas variables, aunque el nombre de la misma no estaba por ningún lado.
“…” Naoto, pese a condenar su forma de ser y trato a los estudiantes, supuso que acabaría ese silencio y levantó su mano.
“No, tú cállate, Shirogane,” Izumi le apuntó con la vara. “Sé responsable con estos tontos y no les hagas la vida fácil. Déjalos que sufran y aprendan como se hace en este mundo.”
“¿Pero acaso esa es forma de enseñar?” le reclamó.
“¿Heh?” él sonrió complacido. “Si alguien tiene problemas con mi método, bien debieron haberme evadido desde ya. ¿Acaso no tengo reviews honestos en internet? Y habré dicho que no encontraron otros cupos, pero hay tantos horarios de práctica que fácil pude no haber tenido ningún estudiante,” miró al público con una sonrisa cruel. “¿Qué sucede? ¿Es que no quisieron inscribirse a esos horarios en los sábados, a las nueve de la noche o las seis de la mañana? ¿Es que piensan que ese jefe de práctica pronto a celebrar su onomástico a quien apenas se le entiende cuando habla es peor maestro que yo?”
Ello causó la suficiente indignación en algunos, y antes de que Naoto misma le reclamara, otro estudiante lo hizo.
“¿Cómo se atreve a decir eso?” exclamó iracundo. “¡El profesor Sakaki es dedicado y compasivo pese a su edad! ¡Él me enseñó mis cursos de cachimbo y nos ayudó mucho!”
“¡Lo mismo digo!” exclamó otra chica.
“¡Y deje de insultarnos como se le dé la gana!” otro chico se puso de pie. “¡Pese a ser un estudiante con reconocimiento y ya unos semestres como jefe de práctica, no tiene derecho a tratarnos de este modo!”
“Heh, está bien lo que dices, créeme, mocoso,” Izumi sonrió complacido. “Entonces contesta la pregunta que hice. Anda, hazlo.”
“¿Eh?” ello lo dejó perplejo brevemente. “¡E-eso no tiene nada que ver!”
“¿Cómo que no?” el jefe de práctica pasó a enojarse y golpeó la pizarra con la punta de su vara, lo cual causó un ruido intimidante y ensordecedor. “¡Alguien dígame cómo demonios se llama esta ecuación o juro que uno de ustedes no sale vivo de aquí!”
“¡E-e-es la ley de Beer-Lambert!” dijo una chica asustada y queriendo parar la riña.
“Hehe, gracias por el favor,” Izumi le miró desde arriba y con una sonrisa irónica. “Agradécele a tu servicio de datos del celular por esa búsqueda, que no creas que no te vi.”
“E-ehh…” la estudiante se retrajo y desvió su mirada.
“Pero ya, al menos intentaste responder, pero te falta carácter,” negó. “Pero lo contaré para tu nota de participación. Ah, y ahora que me doy cuenta, a partir de la próxima clase, todos y cada uno de ustedes tendrán que apagar sus celulares y dejarlos boca abajo y encima de sus mesas donde los pueda ver. Es admirable que se aprovechen para hacer trampas mientras no creo reglas, pero desde ahora está terminantemente prohibido buscar respuestas en mi horario,” se cruzó de brazos y les miró con ojos aterradores. “Espero que entren tontos y despistados, pero por mi orgullo de jefe de práctica, no van a salir iguales de aquí al término del semestre,” volvió a apuntar a Naoto. “Ahora aprendan de este princesito si quieren aprobar el curso.”
“Tch…” ella resintió de nuevo la atención. Parecía que ese peligris tenía alguna fijación en intentar fastidiarle.
“Pero antes de que me hagas quedar mal…” Izumi caminó donde Naoto y le extendió la vara. “Demuéstrame que tienes el potencial que aparentas y ve a la pizarra a explicar cada constante.”
“¿Acaso no dijiste que ya había cumplido con la participación?” preguntó la chica.
“Participación es por todo el semestre, y si te pasas del mínimo te vale extra, ahora no desperdicies más de mi tiempo, sabelotodo,” dijo con hastío.
“…” Naoto se amargó más pero optó por no oponerse. Ella recibió la vara y observó a los demás mirarle, en su mayoría de manera nula, pero vio a un par dirigirle miradas que le imploraban que aprovechara la vara para golpearle en la cabeza. Dio un suspiro y procedió a cumplir con el pedido del otro.
Se dedicó a hacer la explicación más simple y concisa, la cual seguramente no bastaba para los demás por tratarse de la primera clase, pero enseñar no era su trabajo. Naoto se confundió al oír unos pausados aplausos ni bien terminó con su deber.
“Bravo, me has convencido,” dijo, acompañado de esa sonrisa sardónica de siempre. Él extendió su mano para recibir la vara de vuelta. “Suena a que sabes lo que dices. Casi recuperas mi fe en la humanidad, Shirogane.”
“…” la chica atinó a dar un pesado suspiro. “Si no hay más, ¿puedo retornar a mi sitio?”
“Claro, adelante,” movió una mano para indicarle que se marchara, y pasó a regresar a mirar a los demás. Su sonrisa persistía. “Bien, ya vieron lo que espero de cada uno de ustedes, y recibir esta eficacia de alguien desde el primer día me ha puesto de buen humor. Es más, me siento inspirado, casi quisiera ser maestro de por vida, al menos este semestre se sentirá así,” él pasó a agitar su vara frente a sí para recibirla con su otra mano, mientras observaba con placer a sus ‘víctimas’ y afilaba sus ojos. “Si es que en verdad no vivimos en un mundo decadente donde los smartphones y el internet nos quitan atención y neuronas y todavía existen personas que dan un bledo por la educación, me aseguraré de aprovechar esta oportunidad. Shirogane, por más que te vea como inferior a mí, te considero superior a todos tus demás compañeros.”
“¿Qué estás diciendo?” preguntó sorprendida, y pasó a amargarse. “No digas eso.”
“Heh, me refiero a que quisiera que veles por ellos si en algún momento te piden ayuda. Claro, claro, mientras ello mismo no te dificulte tu propio horario. ¿Harías eso por mí?”
“Enseñar no es mi meta aquí, pero podría intentar ayudar…” dijo exasperada. De por sí, pese a considerarse una buena educadora, Naoto también solía tener poca paciencia si la gente no le seguía la corriente.
“Bien…” Izumi adoptó un goce perverso en su expresión. “Entonces está decidido. Dejaré de ser el Miss Simpatía que todos conocieron hasta este momento, y este semestre seré un profesor incluso más difícil y alguien que hasta te hará aprender algo a ti, princesito prodigio. Eso significará que tendré que actualizar nuestro plan de estudio, nuestros laboratorios y hasta la prueba que tendrán la próxima clase, y no sólo me aseguraré que salgan ya no siendo tontos e ilusos…” ensanchó su sonrisa. “Serán los espartanos de criminalística. Les recordarán de aquí a varias generaciones…”
“¿Q-qué está diciendo?” preguntó un chico.
“¡N-no puede ser! ¡N-ni es la hora de lectura!” exclamó una chica, con pánico.
“Y pueden agradecerle a Shirogane por inspirarme y ofrecerse como tutora. Nada hubiera de esto hubiera sido posible sin ella,” declaró.
“Tsk, ¡e-espera, no estoy de acuerdo con esto!” reclamó ella, comprimiendo los puños.
“¡Suficiente habla!” sentenció Izumi, quien regresó a escribir en la pizarra. “Tenemos mucho más material que cubrir hoy y les haré tragarse esta ecuación a lo más profundo de su ser. Además les presentaré su uso en un par de casos reales que andaba leyendo por ocio y les evaluaré por ello también. Ahh, verdad que tengo mucho que planear para ustedes~”
Fue una sentencia rotunda e irrefutable. Ni bien terminara ese horario, varios intentarían rogarles a los de secretaria por un cambio muy improbable de salones o expresarían su disconformidad en busca de prevenir dicho plan malévolo.
Naoto sólo atinó a hundir su cabeza entre sus brazos sobre su pupitre.
La práctica del club de drama siguió por alrededor de hora y media y llegó un corto descanso antes de la segunda parte de la reunión. Nuevamente, los integrantes se pusieron a conversar entre ellos y darse un respiro.
Yuzuru regresaba al auditorio acompañado de otros chicos que habían salido a comprarse algo para tomar, con quienes estuvo conversando animadamente todo el rato.
“Comprendo. Ustedes desean ser actores al nivel de Hibiki-sama,” comentó el peliazul. “Estoy convencido que lo lograrán. Han demostrado una gran habilidad el día de hoy.”
“Vaya, gracias por el comentario,” dijo uno de los chicos.
“Pero lo mismo podemos decirte. Tienes mucha habilidad, Yuzuru,” agregó otro. “También mucha suerte para ti. Sé que Hibiki-senpai te apoyará en todo lo necesario.”
“Agradezco su amabilidad,” hizo una reverencia. “De todos modos, nos corresponde apreciar la ayuda de nuestros superiores y dar lo mejor de nosotros, ¿no es así?”
“Claro, por supuesto,” dijo el primero, quien miró hacia sus amigos que esperaban las bebidas. “Bueno, hablamos luego.”
Así, Yuzuru partió del par y caminó hacia Tori. El señorito pelirrosa había desdoblado una de las sillas y estaba sentado y revisando su Smartphone para matar el tiempo.
“Bocchama, le traigo una botella con agua. Recuerde rehidratarse debidamente,” observó con sutileza y extendiéndole el frasco.
“Uhh, agua, ¿no podías traerme algo más delicioso ahora?” preguntó con reproche y entrecerrando sus ojos. “Tengo suficiente amargo luego de lo que hiciste, esclavo rebelde,” hizo un puchero y desvió su mirada. “¿Y acaso no te habías vuelto el mejor amigo de todos aquí? ¿Qué haces viniendo ahora?”
“Sólo me encuentro extendiendo y devolviendo cortesía mientras conozco a otros compañeros con metas semejantes a las nuestras,” explicó tranquilamente. “Usted debería hacer lo mismo, bocchama, o corre el riesgo de aislarse desde el primer día, y aquello no sería más que angustiante y contraproducente para usted.”
“Uhh…” podría saberlo por dentro, pero a Tori le quedaban más horas de pataleta y resentimiento como para dignarse en admitir que había sido emboscado. Estar en buenos términos con los demás era secundario.
“Bocchama, no desperdicie su tiempo, por favor,” Yuzuru borró su sonrisa y tensó su expresión, para mirarle con una mezcla de molestia y preocupación. Entonces, él notó a otros acercarse a ellos y se sorprendió al ver a Syo. “Kurusu-sama, ¿necesita algo?”
“Hola,” dijo el rubio, alzando una palma. “Pues no realmente, más bien nos preguntábamos si querrían venir a almorzar con nosotros luego de esta sesión,” sonrió incómodo. “Siento que quizás no comenzamos del mejor modo con todo el ajetreo de hoy, así también aprovechamos para conocernos un poco.”
“Sí, me haría mucha ilusión,” agregó Shinano, animado. “¿Qué dicen?”
“¿Nos invitan?” Tori alzó una ceja, incrédulo.
“Personalmente pienso que es una gran oportunidad, bocchama,” dicho esto, Yuzuru asintió y hizo una reverencia. “Me siento halagado. Con gusto aceptamos la oferta.”
“Tsk, ¿qué haces tomando decisiones por mí nuevamente?” le reclamó el menor.
“¡Ahh, pero me encantaría que fuéramos a comer juntos!” exclamó Natsuki, emocionado. “Ustedes se ven muy simpáticos, Yuzuru-chan, Himegimi-chan~”
“¿P-perdón?” Yuzuru se vio perplejo por ser llamado así.
“Ahh, ignoren a Natsuki. Llama a la gran mayoría de personas con ese sufijo…” comentó Syo, negando repetidamente.
“¡¿Y qué haces llamándome Himegimi también?! ¡Ya dije que no es mi nombre!” estalló el pelirrosa, malhumorado.
“Lo entiendo, pero Wataru-chan te llamó así y pues…” Natsuki lo meditó un poco y pasó a asentir con una infantil seriedad. “Es muy cute y te va perfecto, sí.”
“¡Te estás tomando muchas libertades conmigo!” Tori se cruzó de brazos y movió su rostro en señal de negación. “Hmph, pues no, no quiero ir con ustedes a ningún lado. Esfúmense.”
“Ahh, Natsuki, ya te dije que te comportes mejor,” Syo se dio un facepalm.
“Ehm…” Yukko se preocupó. “P-pues, no te tomes lo que Natsuki dijo a mal, ehh…”
“No se inquiete, por favor,” Yuzuru negó apesadumbrado. “Bocchama tampoco es la persona más abierta y comprensiva…”
“¡Oye, tengo la razón ahora, esclavo!” exclamó este, amargado.
“Tendrá que ser en otra oportunidad,” dijo el mayordomo, haciendo una reverencia. “De igual manera, agradezco su atención. Quizás podría ser para alguna otra actividad que no sea comer, debido a que he preparado un muy nutricional y riguroso bento y no quisiera que una salida informal lleve a bocchama a consumir comida chatarra y alta en calorías en vez de algo saludable.”
“Ihh…” Tori pasó a recordar ese bento que su sirviente había traído.
“Me aseguro de limitar y monitorear de cerca todos los consumos de bocchama, lo cual sólo me resulta imposible ante la amable invitación de otros individuos como ustedes,” dio un suspiro. “Supongo incluso la irracional negación de bocchama tiene un leve lado positivo al permitirme a mí obligarle a comer su bento y nada más el día de hoy, pero…”
“¡Y-ya, está bien! ¡Acepto almorzar con ustedes, uhhh!” exclamó impaciente y claramente incómodo por esa sutil amenaza.
“Ehh…” Yukko ladeó su cabeza.
“¡Ahh, qué alegría!” exclamó Natsuki, muy feliz y no comprendiendo la sutil obligación que llevó a Tori a aceptar. “¡Sí, justo hay un hermoso y enorme restaurante dentro de Rizembool de gran categoría y venden cosas deliciosas ahí!”
“P-pues espero que tengas razón, grandulón,” Tori se retrajo un poco por las energías de Natsuki y desvió su mirada.
“Ahh, quisiera que no fuera tan propenso a rechazar mi rigurosa dieta, bocchama…” se lamentó Yuzuru, con tristeza.
“Dices eso pero es evidente que lo usaste para que aceptara, ¿no es así?” le cuestionó Syo, mirándole con escepticismo.
“Hmhm, no lo puedo negar,” el mayordomo pasó a sonreír gustosamente.
“Hehe, puedo ver lo mucho que te preocupas por tu superior,” Shinano sonrió. “Eres una persona admirable, Yuzuru, y me gusta cómo te llevas con él. Es como tu hermanito.”
“Dudo que seamos cercanos de aquel tipo, Shinano-sama, pero aprecio sus observaciones,” asintió humildemente. “Pese a las diferencias que podamos tener, bocchama es mi principal prioridad y sólo velo por lo mejor para él.”
“Uhh, pero podrías ser más amable…” el menor comprimió sus puños. “Ya sé que ese hentai kamen me hará sufrir aquí. ¿Acaso no te pusiste a pensar en eso?”
“Nuevamente, tomé una decisión beneficiosa para usted. Es lo que le conviene más.”
“A veces creo que sólo quieres verme miserable…” sintió un tic en la ceja.
“Ehm, pero…” Natsuki se puso a pensar, confundido. “Tú mismo aceptaste unirte al final, ¿no es verdad, Himegimi-chan?”
“¡Trátame con más respeto!” reclamó. “¡Pues al final me obligaron! ¡Fue por eso!”
“Mejor no toquemos el tema, Natsuki,” dijo Syo, frustrado. “Obviamente Tori no quiere hablar de eso.”
“Pero lo dije porque Himegimi-chan se vio muy, pero muy contento por un pequeño momento,” continuó el rubio alto, quien se expresó con una genuina confusión.
“¿A qué te refieres, Natsuki?” preguntó Yukko, perpleja.
“Me refiero a que cuando vino el amigo de Wataru-chan a vernos y se puso a hablar con Himegimi, este se alegró mucho,” Natsuki se sonrojó de alegría. “¡Se vio incluso más adorable de lo que ya es!”
“¿Qué tienes con molestarme, grandulón?” reclamó Tori.
“Ahh, lo siento, él es así, insiste en que todos somos adorables por más que no lo seamos,” explicó Syo, frustrado.
“P-pues, yo si pienso que lo son, siendo sinceros…” dijo Shinano, sonriendo incómodo. Él tuvo que detenerse al notar las miradas molestas del par.
“Y además de adorable, en verdad fuiste dichoso al recibir la atención de Tenshouin, ¿no es verdad?” continuó Natsuki. “Sí, él significa mucho para ti, y pude apreciar que eres correspondido. No es sólo Wataru-chan, sino también su amigo se preocupa por ti y espera a que te mejores, y por eso mismo pienso que eres muy afortunado.”
“Ehh, y-yo…” Tori se confundió un poco por esas palabras tan honestas y bajó su mirada algo ofuscado y avergonzado.
“Tiene un alma muy sensible, Shinomiya-sama, le agradezco por su amabilidad a bocchama,” dijo Yuzuru, sonriente.
“Gracias, pero no es que estaba siendo amable. Sólo dije lo que me pareció,” contestó animado. “Es genial sentirse feliz, después de todo.”
“Es una apreciación elemental aunque muy cierta,” Yuzuru asintió. “Bocchama y Eichi-sama son del mismo círculo de familias de alto nivel y bocchama admira a Eichi-sama, y anhela seguir sus pasos. Junto con Hibiki-sama, los cuatro estamos pronto a hacer debut como una unidad de idols, lo cual en muchas formas es un sueño cumplido para bocchama.”
“Wow, qué impresionante,” Yukko abrió sus ojos con incredulidad. “Les deseo mucha suerte. Hehe, ojalá pueda verlos pronto. Me acabo de enterar sobre la fama de Eichi Tenshouin, y Hibiki-senpai también tiene sus experiencias. Suena a que están encaminados.”
“Es criminal que no supieras sobre Eichi-sama, campesina,” decretó Tori, apuntándole.
“Ehh, ¿eh?” la chica se inquietó.
“Oye, no seas mala con ella, por favor,” Shinano se alarmó. “Yukko no es de la ciudad y recién está integrándose al club también.”
“Hmph, como sea,” dicho esto, Tori volvió a hacerse aires y sonrió autosuficiente. “Les haré saber que Eichi-sama es una persona increíble y que sobresale todos los estándares. Sólo admirarlo como un magnate o como un idol es un insulto para él. La familia Tenshouin es de las más ricas alrededor del mundo y sólo los dignos y apropiados para Eichi-sama osan de contar con su presencia. Por eso yo mismo me esfuerzo todos los días para honorar su atención hacia mí y merecerme su ayuda. ¡Más les vale que entiendan la gran e increíble persona que es!”
“Es imposible no conocerlo en nuestro círculo,” dijo Syo, quien sonrió con nostalgia. “Hace unos años, cuando solía estar más activo, se le observaba en propagandas por varios rincones de la ciudad. A su vez, se sabe que es una persona enfermiza, lo cual nunca fue un impedimento para él. No lo pareceré, pero también tengo algunos problemas de salud, así que verle triunfar me inspiró a dar lo mejor de mí.”
“Heh, veo que tienes buen gusto,” Tori sonrió satisfecho.
“Vaya, sí que tengo mucho de lo que enterarme,” dijo Yukko, dando un suspiro. “Suena a alguien muy genial.”
“Dudo estar tan al tanto de él como Syo-chan,” meditó Natsuki. “Así que nos toca ponernos al día juntos, Yukko-chan.”
“Hehe, claro, gracias.”
“Ojalá podamos contar con sus presencias en nuestro debut, sería un honor para nosotros,” dijo Yuzuru, asintiendo. El amable mayordomo se notaba a gusto al ver que ese grupo había podido explotar la burbuja que su especial señorito solía construir a su alrededor. Desde ya, entre el presente diálogo y la aprobación de Eichi, la llegada de ambos a ese club había superado sus expectativas.
“Oh, Hibiki-senpai ha salido de su oficina, estaremos por iniciar la segunda mitad de la práctica,” comentó Shinano.
De aquel modo, el grupo se acercó hacia el centro del auditorio al igual que los demás. El pelirrojo no dejó de meditar sobre el próximo debut de esos cuatro y también sobre el misterioso Eichi Tenshouin, quien sonaba a un ser humano élite casi salido de su mundo. Shinano deseó convertirse en alguien merecedor de conocer a personas como él algún día, ya que seguramente su círculo de amigos y allegados eran personas tan destacadas e increíbles como él…
…
En medio de la jungla sintética de Rizembool U se encontraba la cima verde de un edificio exclusivo con áreas de esparcimiento para los más adinerados de la universidad. La misma alta azotea era una propiedad privada de un estudiante en particular, cuyo nombre, poderío y gran afluencia le permitió reservar ese ambiente para su uso personal.
Dicha azotea se asemejaba a un deslumbrante y caprichoso edén con múltiples jardines y un invernadero con plantas exóticas por doquier, además de un set de mesa y sillas sumamente vistoso debajo de una pérgola blanca de acabados griegos. Un riachuelo artificial y un par de piletas adornaban el ambiente, y bancas también estaban disponibles para aprovechar cada rincón de ese espacio.
Eichi yacía en su sitio predilecto en una banca adjunta a la mesa debajo de la pérgola. El joven heredero de su respetable familia revisaba el diario que intercambió con Wataru en lo que esperaba a sus invitados. Unas criadas acababan de venir para alistar la mesa y traer agua hervida, por lo cual sólo faltaban quienes esperaba, y ellos no se hicieron esperar.
Tres jóvenes salieron del ascensor que iba directo a ese piso y caminaron hacia el rubio.
“¡Eichi, trajimos milhojas!” exclamó Namazuo con alegría.
“…” este sonrió un poco y cerró el diario, para recibirles. “Ah, gracias, justo me habían dado ganas de dicho postre. Adelante.”
“Te ves de buenos ánimos, Ecchan,” observó Ritsu. Él se sentó al costado de Eichi en la misma banca mientras que Namazuo y Naoto tomaron sillas individuales frente al par. Curiosamente, el chico de ojos rojos le miró con cierto juicio. “¿Qué travesura habrás cometido?”
“Fufufu, no entiendo por qué deberías asumir lo peor de mí tan rápidamente, Ritsu-kun,” dijo el dueño de casa con un tono entretenido y sosegado, y sonriendo con torpeza. Eichi alzó su mirada y observó el cielo azul como si aspirara vida. “Hmm, supongo puedo decir que todo está en su lugar en mi vida. Ello mismo me da un gran placer, así de simple.”
“¡Ohh, entiendo lo que dices, y me alegro por ti!” Namazuo asintió un par de veces. “¡Creo que me siento igual así que comenzamos el semestre de la mejor manera!”
“Que así sea,” Eichi entonces pasó a mirar a Naoto y se vio confundido. “¿Oh? Percibo que no compartes la alegría colectiva, Naoto-kun. ¿Sucedió algo?”
“Ahh, lamento no mantener el mismo nivel de ánimos, Eichi-san, pero me resulta difícil…” dijo con desaire. “Realmente había esperado nuestra hora del té con ansias, pero…”
“¿Pero…?”
“No quisiera inquietarte con mis problemas…”
“Vamos, Naoto,” Namazuo le sonrió y le dio un par de codazos para reavivarle. “Hehe, estamos en confianza. Ya nos habías comenzado a contar que tuviste un jefe de práctica muy pesado, pero continúa con el relato.”
“Siempre es de esperarse de ti que te guardes secretos o pareceres, pero suena a algo perfectamente casual y trivial,” Ritsu se encogió de hombros. “Y si no perdemos el tiempo hablando de cosas sin sentido, ¿para qué más está la hora del té que nos damos? Tú misma has sido testigo de las conversaciones raras que tenemos aquí con Ecchan, Nao-chan.”
“Uhh, supongo, si tanta curiosidad les da…” dio un pesado suspiro. Miró de reojo a Ritsu por aquel apodo suyo que no aprobaba, pero ya lo había escuchado tantas veces que comenzaba a perder el interés en pedirle que no le llamara así. “Hoy tuve mi primer horario de práctica del curso de métodos analíticos forenses, y me llevé un gran amargo con el instructor. No sólo yo, sino todos los presentes.”
“Vaya, siento que hayas comenzado así, Nao-chan,” Namazuo le agarró de un hombro.
“Suficiente tengo con Ritsu llamándome así, no te aproveches,” espetó la chica.
“Fufufu…” Ritsu rió traviesamente.
“Pero gracias por la simpatía…”
“No tengo interés en excusar a dicha persona, pero los estudiantes en Rizembool poseen todas las facilidades para revisar el historial y los reviews de los jefes de prácticas disponibles para sus cursos, en especial estudiantes con altos promedios como tú,” observó Eichi, quien había procedido a servir té en las tazas de los presentes. Él observó atentamente a la chica con una simple sonrisa. “Dudo que no hayas podido al menos ver en dónde te metías.”
“Puedes tener razón, Ecchan, pero no es el momento de hacérselo ver,” Ritsu se encogió de hombros.
“Sólo digo la verdad, Ritsu-kun,” le contestó simpáticamente.
“Eichi-san tiene razón,” Naoto negó y se puso a pensar. “Estuve consciente que dicho jefe de práctica ha causado problemas y roces con previos estudiantes y no tenía reviews muy favorables, pero entre los mismos había personas que dijeron que su manera de ser y clases difíciles les habían ayudado después. Incluso me aseguré de revisar los estudiantes que lo decían, y varios de ellos también rindieron bien en la carrera. Por ello mismo me arriesgué al desafío, pero…” sintió un tic en la ceja. “Este instructor fue más allá de ser exigente o complicado. Realmente se dedicó a atacar e insultar a los estudiantes, y parece intentar fastidiarme a cada rato. No entiendo cómo así es un jefe de práctica.”
“Eso suena feo, lo lamento…” dijo Namazuo, frustrado. “He tenido la suerte de no tener a ningún instructor así, pero qué raro que Rizembool no revise los profesores que tiene.”
“En serio, no he dejado de preguntarme lo mismo,” la peliazul llevó una mano a su frente, cansada. “Algunos de la clase dijeron que irían a quejarse a secretaría, aunque ese chico ha sido jefe de práctica varias veces. No creo que saquen algo de eso.”
“No me gusta hablar de parte de Rizembool, pero ellos valoran el potencial e intelecto por encima de lo demás,” observó Eichi. “Te ves como una persona razonable y sensata, Naoto-kun, así que entiendo que tus quejas son válidas y dicha persona debe merecérselo, pero si Rizembool ha optado por tolerar las idiosincrasias de ese jefe de práctica es porque lo que carece en tacto lo tiene en masa gris. En el fondo podrá ser justamente el desafío que deseabas, aunque te tocará llevarte lo malo del asunto al mismo tiempo.”
“Supongo que sí…” Naoto se resignó. “No dejo de sentir que me apunta a propósito. Ya ha dicho que sabe de mi experiencia policial y por mi intelecto piensa hacer la clase incluso más difícil de lo usual, y no deja de hacer comentarios de ese tipo, como si quisiera causarme problemas…”
“Será su forma insana de divertirse…” Eichi negó frustrado. “Entiendo…”
“Pues suena a un terrible bully,” Namazuo frunció el ceño y llevó sus manos a sus caderas. “No te mereces eso. Ritsu-chan y yo podemos acompañarte a tu próxima clase para que no se meta contigo.”
“No, no hagan eso, chicos,” Naoto sintió un tic en la ceja. “¿Acaso no creen que eso sería peor?”
“Fufufu, quizás, pero considera nuestras buenas intenciones, Nao-chan~” canturreó Ritsu.
“Sé que sólo me estás tomando el pelo,” le chica le miró con desapruebo.
“Se nota que lo conoces bien,” Eichi se vio entretenido, y tomó un sorbo del té antes de continuar. “Ritsu-kun siempre ha sido de incomodar, aunque es su manera de ser. No hay nada de malo en ello.”
“Sin duda no eres alguien para quejarte de otras personas, Ecchan. Ellos todavía ni te conocen,” observó Ritsu, cansado.
“No estamos aquí para hablar sobre temas ajenos a nuestras ocasionales horas de té,” le recordó el rubio, quien miró de reojo a su amigo. “Ya te prometí que me llevaría bien con tus nuevos amigos, Ritsu-kun. Dejémoslo así.”
“¿Hm?” Namazuo se confundió e intercambió miradas con Naoto.
“Aunque ya suficiente palabrería. Partamos el pastel,” Ritsu se puso a desempacarlo.
“Hehe, cierto, había pensado hacerlo,” Namazuo sonrió torpemente. “Por nuestros horarios no llegamos a escaparnos a una pastelería de la ciudad, pero la facultad culinaria también hace repostería de gran calidad. Ritsu-chan le dio el visto bueno.”
“Sin duda confiaríamos en él, ¿no es así?” Eichi volvió a animarse. “Ya ha sido un tiempo desde que te dedicaste a prepararnos un postre. Espero que te des el trabajo dentro de poco.”
“Uhh, no te gusta que los decore según mi estética personal, y hacerlos presentables es extenuante,” dicho esto, Ritsu dio un profundo bostezo. “…ahh, menos mal no tengo clases por un buen rato. Podría quedarme durmiendo en tu regazo si no tienes más que hacer, Ecchan.”
“Fufu, no precisamente, aunque sabes que mis piernas se entumecen si te echas por mucho.”
“Entonces la próxima trae una almohada…”
“Tú deberías ser quien lo hiciera si tanto quieres ocupar mi propio espacio,” observó de manera juiciosa.
“Pues soy aquel que fastidia a otros. Tú mismo lo dijiste~” canturreó.
“Y luego me dices que no me queje de ti…” dijo con leve desaire.
“Ehm, ya no se peleen, por favor,” dijo Naoto, impaciente. “Yo puedo encargarme de cortar el milhojas si prefieren.”
“No, no, el milhojas es difícil de maniobrar y tengo más habilidad que tú Nao-chan,” Ritsu se encogió de hombros. “Tan overachiever como siempre. Deberías dejarme disfrutar de mis esperados comentarios, ¿no lo crees?”
“Hehe, tampoco trates de tomarle el pelo a otros todo el tiempo,” dijo Namazuo, sonriendo incómodo. Él pasó a notar la agenda que Eichi había estado leyendo durante su llegada. “Oh, ese es tu diario, ¿verdad? Hm, pero se ve distinto al de la vez pasada.”
“Eres perceptivo,” Eichi sonrió amenamente mientras lo tomaba. “Es el diario de un amigo cercano y solemos intercambiar para mantenernos comunicados y compartir nuestros pareceres. Justo realicé el cambio hoy en la mañana, así que debo contestarle.”
“Es un pasatiempo interesante…” Naoto se mostró perpleja. “Debo admitir que no lo hubiera esperado de alguien como tú.”
“Fufufu, tienes mucha razón al decirlo,” Eichi sonrió amablemente. “Aunque a veces uno realiza acciones impensables si se encuentra con buena compañía, ¿no te parece? Ello es lo que he observado de mi persona, ya que realmente nunca me he considerado ocurrente de aquel modo.”
“Será, ya puedo imaginar con quién lo andas compartiendo…” Ritsu rodó los ojos.
“¡Ohh, pero me encanta lo que dices, Eichi!” Namazuo se emocionó y levantó sus pulgares. “¡Totalmente lo apruebo! ¡Es genial sentirse tan libre y cercano con otros! ¡Te deseo muchos pares más de diarios a partir de ahora, y toda la felicidad de por medio!”
“¿Oh?” Eichi se impresionó por sus ánimos y pareció ligeramente confundido por aquellas simples y alegres palabras, aunque terminó por sonreír con torpeza y animado. “Fufu, eres una persona muy buena, Namazuo-kun. Agradezco tus deseos.”
“Sí, es de esperarse que diga algo así,” comentó Ritsu, mientras se encontraba partiendo el pastel.
De aquel modo, Ritsu continuó con la repartición mientras Naoto le alcanzaba los platos y Namazuo soñaba con la idea de forzar a su mellizo a compartir diarios con él. Eichi rió para sus adentros por aquella hora del té que nunca fallaba en llenarle de energías y abrió una vez más el diario donde la cinta marcaba la última página escrita.
La previa respuesta de Wataru terminaba expresando su emoción ante el futuro debut que iban a tener, lo cual le hizo sonreír. El sentimiento era mutuo.
…
Después de la accidentada mañana y de haber atendido y tranquilizado a Ayesha, siguió un día de clases mayormente pacífico y usual. Luso intentó tomar sus cursos con atención al menos esa primera semana en lo que se aclimataba (y se le pasaba la culpa de los acontecimientos) y así terminó su primer día de clases.
La última hora se acabó y el profesor se despidió luego de dejarles la tarea. Entonces, los estudiantes comenzaron a salir con tal de ir de regreso a sus casas o a participar en sus actividades extracurriculares.
“Ahh, tarea…” Luso dio un pesado suspiro.
“Vamos, es de esperarse,” Nio sonrió un poco. “No puedes esperar que la gente sea extra amable contigo sólo porque es tu primer día.”
“Sí, yo sé, pero por todas las cosas que debo hacer para mañana, ya voy entendiendo que este colegio es más difícil que el de mi casa,” se lamentó. “Aunque me toca esforzarme. Mi tía ya habló por teléfono con la escuela y espera que me porte mejor.”
“Las clases son aburridas, pero ya sabes que cuentas con nosotros,” Elise asintió y colgó su mochila en un hombro. “Pues, ya me tengo que ir, se me hace tarde.”
“Es verdad que tu hermano suele venirte a recoger,” recordó Hirano, sonriendo modestamente. “Eres muy afortunada.”
“Hehe, sí~ y no debo hacerle esperar~ ¡Nos vemos mañana!”
“¡Mándale saludos!” dijo Nio, quien vio a su amiga salir corriendo del aula. “Ehm, pues onee-chan no viene tan seguido por mí, pero por lo ocurrido hoy seguro que si no me apuro me vendrá a buscar,” revisó la pantalla de su celular y se frustró un poco. “Ahh, tantos mensajes y eso que la campana acaba de sonar.”
“Siento los problemas, Nio-chan. Prometo que no volverá a suceder,” dijo Luso, cabizbajo.
“Está bien, pero tú e Ima-chan no pueden incentivarse mutuamente, por favor,” dijo la chica, quien dejó su pesadez de lado y pasó a sonreír. “Otro día salgamos a pasear fuera del colegio y ahí sí me uno a ustedes, ¿de acuerdo?”
“¡Hehe, claro!” ello animó al chico.
“Yo también debería regresar, quería comprar un par de cosas antes de ir a casa,” recordó Hirano. “Te acompaño, Nio-san.”
“Gracias. ¿Vienes, Luso?”
“Pues, me daré una vuelta por el colegio, aparte que mi primo y sus amigos ya me dijeron que vendrían a recogerme. Quieren hablar conmigo,” rodó los ojos. Sabía que no tendrían más que reclamos que darle.
“Está bien, hasta mañana,” Hirano asintió profundamente y se retiró con Nio.
Luego de atenderles, Luso regresó a su carpeta para guardar sus cosas y recapacitó en que su salón ya estaba casi vacío. Sonrió con ironía ya que sabía que en pocos días iba a ser uno de los primeros en salir y correr a la hora de salida, pero de momento se lo tomaría con más calma.
Entonces, cuando se dispuso a marcharse, notó que sólo quedaban dos personas más en ese salón. Imanotsurugi se encontraba hablando con un chico peliazul de mirada severa, quien no se veía nada flexible en la conversación. Luso alzó una ceja porque ambos parecían ser opuestos, pero la alegría y torpeza de Imanotsurugi al hablarle delataba que se conocían, pese a que el otro chico parecía muy huraño en general.
“Entiendo que te preocupé, Sayo,” se lamentó Imanotsurugi. Este juntó sus palmas. “Mil disculpas. Créeme que sí pensé en lo que hacía. Nio-chan es atlética y hubiera podido saltar esa brecha bajo circunstancias normales sin problemas.”
“Las circunstancias de la mañana fueron normales, Imanotsurugi-san,” recalcó Sayo, con su tono de voz apagado y sombrío. Él desvió su mirada. “Y ella no quiso tener que ver con sus travesuras. Fue ello mismo lo que causó el descuido. Además, no era momento para juegos.”
“Sí, Nio-chan me dijo lo mismo…” dio un suspiro. Entonces pasó a sonreír un poco. “No pienso justificarme, en serio voy a portarme mejor. Tienes razón al decir que tengo más responsabilidad que otras personas.”
“…pero te ves contento,” alzó una ceja.
“Hehe, no hay nada de malo en sonreír y animarse incluso en momentos como este. Te aseguro que no es equivalente a descuido,” dicho esto, el pelicenizo sonrió y abrió sus brazos a los costados. “¡Vamos! ¡A ti te falta sonreír! ¡No dolería intentarlo!”
“…” el peliazul se vio perplejo y bajó su mirada. “No tengo motivos para sonreír ahora…”
“Eso no es cierto. Sonreír es su propio motivo. ¡Sólo hacer el ejercicio llena a uno de mucha dicha! ¡Tienes que intentarlo!”
“No…” negó meditativo. Finalmente, Sayo se levantó de su pupitre. “Debo ir de regreso. Tengo que ir al supermercado.”
“¡Oh, te acompaño!”
“No gracias, necesito tiempo a solas…” el chico pretendió irse, pero se detuvo al notar una tercera persona en su camino. Sayo alzó su usualmente baja mirada para observar y reconocer al nuevo de la clase.
“Eh, hola,” Luso le saludó con una palma, sonriendo. Notó el otro mirarle fijamente y con ese rostro serio y reservado que le intimidó un poco. “Ehm, pues, yo soy Luso, Luso Clemens. ¿Cuál es tu nombre?”
“Sayo Samonji…” asintió respetuosamente. “Es un gusto, Luso-san.”
“No tienes que tratarme con formalidad, está bien.”
“…ya veo,” asintió como afirmación, y siguió un leve silencio. “¿Necesitas algo, Luso?”
“No realmente, pero todavía no nos conocemos, así que tenía curiosidad.”
“…”
“Y pues… o sea, parece que conoces a Imanotsurugi. Quisiera conocer a sus amigos, si es que no es mucho pedir,” confesó amenamente.
“…” Sayo alzó una ceja. “Aunque ya los conociste. Has estado hablando con ellos.”
“¿Eh?”
“Lo que Luso intenta decir es que tú también eres uno de mis amigos, Sayo~” canturreó Imanotsurugi, animado. “Lo cual es muy cierto. A excepción de Hirano-chan, te conozco desde antes que ellos.”
“…” Sayo desvió su mirada. “No por decir que no lo seamos. Es sólo que… yo soy un amigo tuyo, pero el grupo de tus amigos no me incluye a mí. A eso me refiero.”
“¿Por qué dirías eso?” Luso se confundió y preocupó un poco. Ello le hizo pensar e intentar comprender en vano lo que decía. “O sea, no es bueno que digas que eres menos amigo o menos importante que los demás. ¿Es eso lo que dices?”
“…” Sayo reservó contestarle.
“No, no, no está diciendo eso, Luso, tú tranquilo,” sin embargo, Imanotsurugi sí lo comprendió y se apenó un poco. “Te he invitado con frecuencia a que te nos unas. Deberías hacerlo.”
“No gracias, no pertenezco ahí…” negó. “No soy una persona bienvenida.”
“Puede que no sea fácil acercarse a ti en un inicio, pero sólo son apariencias,” le aseguró con una simpática sonrisa.
“Está bien, no estamos aquí para hablar sobre mí, Imanotsurugi-san,” afirmó Sayo con calma, para nuevamente mirar a Luso. “¿Necesitas algo más?”
“Ehm, n-no, o sea, sólo quería conocerte,” comenzó a ponerse nervioso, e intentó animarle con alguna ocurrencia. “Me pareces interesante y misterioso. Heh, casi podrías ser un Rebel por el aura que te traes.”
“…” esa mención hizo que Sayo entrecerrara los ojos.
“Ahh no…” e Imanotsurugi se puso nervioso.
“¿Eh? ¿Qué dije?” Luso se quedó perplejo al notar que el tiro le salió por la culata.
“Sayo, no te lo tomes a mal, ehm…”
“Luso, una pregunta,” Sayo recobró su compostura y se le dirigió neutralmente.
“S-sí…”
“¿Por qué has venido a estudiar aquí? Es por la guerra, ¿no es verdad?”
“Ehm…” sentía que estaba caminando derecho a alguna emboscada, aunque no tenía intenciones de mentir. “Pues sí. Hace poco a mi primo que estudia en la universidad se le escapó todo el rollo y por eso quise venir.”
“…”
“B-bueno, y de paso dos de sus amigos fueron Rebels, es una larga historia,” se puso a pensar. “No sé mucho en sí, pero me dio mucha curiosidad.”
“Hm…”
“Y-y en serio te aseguro que no quisiera ser un Rebel. O sea, estoy en Hanasaki. Me caerán mejor sus amigos que mi primo en sí, pero nunca me metería en ningún embrollo,” dijo con cierta inquietud al verse intimidado por los ojos fríos del chico. No ayudó el hecho que este se mantuvo callado y congelado en su punto. “S-Sayo, ¿todo bien?”
“Se nota que Luso dice la verdad y es inocente…” dijo Imanotsurugi apenado.
“…” luego del suspenso, el reservado peliazul dio un corto suspiro y regresó a mirarles inmutado, con aquella intensidad ya olvidada. “Sí pareces una persona honesta e inocente. Entiendo por qué querrías venir luego de enterarte del secreto, Luso-san.”
“Sí, o sea, es muy interesante,” Luso sonrió aliviado.
“Pero…” ello hizo regresarle la intensidad. “Es irresponsable que minimices el impacto de la guerra sólo porque no te ha afectado a ti. El descuido de ustedes dos en la mañana se asemeja a la presente actitud que tienes.”
“S-sí…” se confundió y le miró atentamente. “Ehm, ¿te hice sentir mal? ¿Por qué dices todo esto, Sayo?”
“…” desvió su mirada. “Son asuntos personales. No espero que entiendas…”
“…” ladeó su cabeza.
“Como la persona sincera que eres, ruego que te encuentres bien. Te estás exponiendo a un gran riesgo sólo por estar aquí, y es uno que a diferencia de varios de nuestros compañeros escogiste adrede. Sólo no olvides al conflicto. No dejes que te haga daño, o que se apodere de ti,” dijo con tranquilidad y pausadamente.
“Sí, gracias, Sayo…” Luso asintió todavía perplejo.
“Hmm…” Imanotsurugi frunció el ceño y fue donde el peliazul para agarrarle de ambos hombros.
“Imanotsurugi-san…” Sayo se extrañó.
“Sí, tienes mucha razón, y por ello mismo tú tampoco te descuides, Sayo,” observó el pelicenizo. Este le sonrió. “¡Es más! ¡Bajo ese principio con más razón deberías unírtenos y pasar los recreos con nosotros! ¡La soledad no le viene bien a nadie!”
“…”
“¿Qué dices? Es la mejor manera de pasar cualquier amargo, ¿verdad?”
“Lo siento mucho,” Sayo se soltó y negó, manteniéndose inmutado. “Yo no soy como los demás. Es ya muy tarde para algunos de nosotros.”
“¿Eh?”
“Con permiso…” así, el lúgubre peliazul se retiró de ese salón.
…
Luego de esa breve conversación, Imanotsurugi se ofreció a pasear a Luso por las áreas del colegio que quería ver antes de que ambos se retiraran. Durante el trayecto, el peligris le explicó levemente la actitud de Sayo.
“Entonces…” Luso se puso a pensar, cabizbajo. “¿Dices que los dos se conocieron cuando estudiaban en Rizembool?”
“Sí, siento que fue hace una eternidad,” Imanotsurugi asintió. “Hehe, supongo cinco años lo es para niños como nosotros, ¿verdad?”
“En verdad que sí, ni puedo pensar qué hacía hace cinco años…” dio un suspiro. Justo pasaron al costado de otras máquinas dispensadoras de comidas y bebidas entre un edificio de clases y un auditorio. Normalmente habría curioseado la segunda estructura, pero tenía mucha curiosidad sobre el presente tema. “¿Y cómo así terminaron en Hanasaki?”
“Pues, en ese entonces, muchas cosas ocurrieron…” Imanotsurugi sonrió con tristeza. “Iwatooshi, uno de mis parientes, fue un Rebel. Por su experiencia y lo que ocurrió con su HiME, todos en casa decidimos que no me quedaría en Rizembool.”
“Y-ya veo…” se incomodó ya que realmente quería saber todo el asunto. Llevó una mano a su nuca. “Ehm, bueno… ¿podría preguntar qué pasó con su HiME?”
“Menos mal nosotros no tenemos tabús al respecto, pero procura no ser tan curioso con otras personas, por favor…” dijo apenado.
“Eh, sí, sé que quizás no debería preguntarlo, perdón…” se frustró.
“Está bien. Iwatooshi tuvo un enfrentamiento fuerte y lastimó severamente a su HiME,” recordó Imanotsurugi. Él comenzó a caminar dando saltitos como quien jugaba un mundo imaginario. Sin embargo, pese a sus movimientos juguetones, el chico estaba meditabundo. “¿Sabes? Yo conocí a su HiME. Si bien ella siempre trató a Iwatooshi con reserva y agresividad, realmente era una buena persona,” se quedó parado de un pie y se giró para mirar a Luso, con su sonrisa triste. “Deseé que los dos pudieran conocerse fuera del campo de batalla. Ambos son muy buenos, espero que conozcas a Iwatooshi muy pronto.”
“Sí, ojalá así sea,” Luso asintió.
“No quería que uno lastimara al otro, pero la guerra fue mayor a los buenos sentimientos de ambos al final… supongo eso es lo que Sayo quiso decirte al advertirte que no dejes que se apodere de ti, ni por un momento…” dio un par de saltos más, dando la impresión que había llegado al final de su mundo. “Iwatooshi reparó en cuánto lastimó a su HiME y logró encontrarle asistencia médica que impidió que ella falleciera. Aun así…” bajó su mirada. “Ella se recobró y rumores dicen que no quería darse por vencida. Se cree que quiso volver a ser HiME para encarar a Rizembool y vengarse en nombre de los caídos en Hanasaki… y al final desapareció y nadie la volvió a ver…”
“¿E-en serio?” Luso se quedó en shock. Este se quedó perturbado y desvió su mirada. “Ehm… que se haya desaparecido así… ¿por qué? Había oído que las batallas eran hasta la muerte o la incapacidad de uno de los lados… ¿cómo así desaparecería?”
“No lo sé, sinceramente…” dijo cabizbajo y sin seguir avanzando. “Puede que haya algo más de este conflicto que no sepamos, puede que ella misma decidió abandonar su vida e irse, puede que no tenga absolutamente nada que ver… Iwatooshi se siente culpable por ello hasta el día de hoy, y yo nunca querría causarle daño a nadie… así es como llegué a Hanasaki.”
“…” se apenó. “Uno puede comprender la seriedad mínimamente, pero es difícil oírlo… t-también…” sonrió incómodo y con ironía. “Sonará terrible decirlo, pero oír que no murió y que desapareció… lo hace más real. Me aterra más que oír un final más desastroso.”
“Entiendo…”
“Ehh, s-siento decir algo tan insensible, Imanotsurugi…” se puso nervioso.
“No, no lo dices porque eres insensible, Luso,” Imanotsurugi levantó su mirada y le sonrió comprensivamente. “Más bien pienso que es lo opuesto. Sí eres alguien sensible. Hehe, estoy seguro que Sayo te perdonó porque se dio cuenta de eso en ti.”
“Ehh…” se confundió y ladeó su cabeza.
“Es sólo que no estás informado y no sabes las cosas como realmente son, pero tienes buenas intenciones,” asintió. “No sé con qué historia habrás llegado hasta aquí. Puede que tus amigos hayan sido más afortunados, pero todos nosotros tenemos mucho por aprender aún, así que sé cuidadoso, por favor.”
“Sí, lo prometo,” Luso asintió decidido, y volvió a inquietarse. “Sobre eso de que Sayo me perdonó… ¿a qué te refieres?”
“Sayo ha tenido experiencias más amargas en Rizembool, de lo poco que sé,” explicó el pelicenizo, alzando su mirada al cielo. “Él nunca ha querido compartirlo y lo respetaré, pero me preocupo por él. Hace cinco años, uno de sus hermanos mayores fue un Rebel. Este hermano había estado internado en Rizembool por bastante tiempo. Más bien Sayo llegó con ilusiones de reconectar con él, o algo así…” llevó una mano a su mentón, intentando hacer memoria, aunque terminó rindiéndose y sonrió frustrado. “Pues, mis recuerdos son esporádicos. Sayo también fue más hablador en un inicio, pero sé que algo muy severo ocurrió con él y su familia.”
“¿Cómo así?”
“No lo sé. Sospecho que Iwatooshi sabrá algo, pero nunca me lo quiso decir,” admitió decepcionado. “Sayo estuvo fuera de la ciudad por unos años antes de regresar e internarse en Hanasaki,” sonrió un poco. “Me encantó la sorpresa y esperé hablarle y ayudarle con lo posible, pero él no está aquí en plan de ser amigo de nadie. Más bien, al intentar hablarle del pasado, Sayo me dijo algo que me preocupó bastante…”
“…”
“Dijo que nunca olvidará lo que Rizembool le hizo a sus hermanos, que no los perdonará. Desde entonces, él ha odiado la sola mención de ese colegio, por eso es mejor no mencionarle nada del asunto,” Imanotsurugi dio un suspiro. “Quisiera oírle y comprender por qué lo dice, pero entiendo que él no quiere hablar.”
“Tendrá mucho con lo que lidiar…” Luso asintió. “Debería disculparme con él.”
“Sayo es una buena persona, no te dejes engañar por su apariencia, sé que te entiende,” asintió alegremente y convencido. “Bueno, vamos saliendo. Ya debería ir de regreso.”
El par caminó hacia la salida. Luego de esa conversación, el camino se pasó en silencio hasta poco antes de llegar a las puertas.
“Eh, Imanotsurugi.”
“¿Sí?” le preguntó amenamente.
“Gracias por decirme todo esto. Creo que hubo mucho que no entendía, y no le rendí la importancia que debería tener,” admitió con torpeza. “Lamento si te incomodé.”
“Está bien, está bien, ya te dije que yo no tengo tabús,” le aseguró, asintiendo. “Más bien, te lo dije todo porque me has inspirado mucha confianza, Luso, y porque tú también debes tener tu conocimiento y pasado con este conflicto.”
“En verdad no, apenas sé las vivencias de gente cercana a mí.”
“Aun así, te ves sensato. Sayo con frecuencia me dice que él y yo tenemos mayor responsabilidad por el conocimiento que tenemos, y en parte se molestó un poco conmigo por eso luego de nuestra travesura en la mañana. Espera que nos portemos mejor.”
“Sí, es entendible…” Luso dio un suspiro.
“Bajo ese principio, quizás tú también debas tener un poco más de responsabilidad. Dudo mucho que nuestros amigos se involucren en esta guerra, pero estoy cometido a ayudar si en algún momento algo así sucede,” el pelicenizo asintió. “Por eso mismo desearía que Sayo fuera más abierto. No sólo los Rebels y las HiMEs participan, y las secuelas están por todos lados. Él también ha tenido sus propias experiencias a pesar de ser de nuestra edad.”
“Esa es una gran voluntad, aunque no me gustan las responsabilidades,” confesó Luso. Pese a ello, se mostró impresionado. “Eres una gran persona, Imanotsurugi, para decir algo así. Hehe, te me haces muy sabio. Sí que entiendes mucho.”
“Ehm, lo dudo, soy muy joven y hay mucho que no sé, sólo hago lo que puedo,” confesó, un poco apenado. Bajó su mirada. “Cuando Sayo me informó de su odio a Rizembool, recordé a la HiME de Iwatooshi. Creo que este odio, este rencor, es una manera en la cual esta pelea gana sobre nosotros… el propio Sayo parece haberlo reconocido. Ojalá hubiera una manera de liberarle de lo que siente, antes de que le suceda algo a él también.”
“…”
“Eh, pero no quiero preocuparte con mis ideas,” el pelicenizo movió sus palmas para no incomodarle. “¡Bueno, ya llegamos a la salida! Perdón, pero ya se me hace tarde. Tengo que encontrarme con mis parientes en Rizembool porque me regreso a casa con ellos.”
“Está bien, muchas gracias por todo,” Luso sonrió.
“¡No hay de qué~! ¡Hasta mañana!”
Así, Imanotsurugi cruzó las rejas rápidamente y se esfumó entre la muchedumbre de estudiantes. Luso caminó a una banca cercana a la salida y se sentó para revisar su celular. Kytes le había escrito que estarían llegando en unos diez minutos, por lo cual podría darse un respiro en lo que les esperaba.
Luego de aquel día, tendría mucho más por aprender y entender. Recién acababa de llegar, e informarse sólo probó lo muy poco que sabía, tanto sobre el conflicto, como sobre las personas en general. No se equivocó sobre su idea de tener una aventura, pero Luso comprendió que había mucho más de por medio.
Sentía una leve tristeza sobre esos relatos, y entendió que si no participaba en la guerra en sí, quizás su lugar tendría un punto de vista distinto. Dudaba apuntarse a tener dicha ‘responsabilidad’ que Imanotsurugi había aceptado, pero a su vez deseó conocer más sobre todo lo que se perdía y realmente comprender el lugar al cual había llegado.
Sin embargo, era cuestión de tiempo antes de que tanto él como sus otros compañeros de clases se toparan con el hecho que esa pelea no perdonaba a nadie.