Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252672 times)


Cho

82.2.



Por otro lado, el grupo de niños estaba hacia las afueras del escenario para no acercarse a las zonas más densas del público.

“Oh, parece que están por comenzar en cualquier momento,” observó Maeda, animado. “Ya están haciendo algunas pruebas de sonido.”
“Sí, en cualquier momento,” dijo Elise, dando saltitos. “No sé qué esperar, pero va a ser muy genial, estoy segura.”
“Sí, pero estamos muy lejos…” Luso se puso de cuclillas, aunque por un grupo de chicos altos no muy lejos no llegaba a ver bien el escenario. “Qué bueno sería estar más cerca.”
“Ya lo decidimos, Luso-san,” Hirano dio un suspiro. “Aún si nos abrimos entre la gente, en estos conciertos siempre existe el riesgo de agresiones y empujones, y nosotros seríamos vulnerables.”
“Sí, pero pensé que en Japón la gente era más decente que en los Estados Unidos…”
“Hehe, no sabría decir a qué te refieres, Luso-san, pero el riesgo está ahí,” dijo Maeda, sonriendo incómodo. “También, por más cerca que estemos, la densidad de personas hará más difícil de que veamos el escenario.”
“Oh, es un buen punto,” Nio asintió.
“Ah, verdad, no lo había pensado,” Luso se sorprendió.
“Está bien, siento que igual disfrutaremos del show,” le aseguró Elise, sonriente.
“Hm, aunque por la hora en que quedamos con los mayores, creo que no nos alcanzará ir a la feria,” Nio se puso a calcular. “¿Qué deberíamos priorizar?”
“No tenemos que quedarnos aquí todo el rato,” opinó Hirano.
“Es verdad, de todos modos venimos por curiosidad,” Luso sonrió ampliamente. “Sé que podemos aprovechar el tiempo, descuiden.”
“Más bien, antes de que comience, podríamos ir a comprar algo de comer o tomar,” sugirió Maeda. “¿Alguien desearía algo?”
“Yo creo que estoy bien…” Elise alzó sus ojos, meditativa. “Esa gaseosa me llenó.”
“También estoy satisfecho,” dijo Luso.
“Yo también,” Hirano asintió.
“Hm, ahora que lo dices…” Nio dio un suspiro. “Sabía que comprarme las palomitas de maíz grandes fue demasiado. Ahora tengo mucha sed…”
“No hay problema, puedo ir a comprarte algo, Nio-san,” se ofreció Maeda.
“No, no, yo voy, ustedes quédense aquí,” dijo la pelimarrón, negando. “Es mi pedido y no puedo permitir que me traten como una damita…” se frustró. “…por más que mi onee-chan insista en que soy una…”
“Haha, estoy de acuerdo contigo, Nio, pero tranquila,” Elise levantó un pulgar. “Al menos Leo no me consiente de ese modo. Me gustaría, pero quiero valerme por mí misma también.”
“Ojalá mi onee-chan pudiera ser un poco así…”
“Bueno, menos mal estamos al costado de la entrada,” observó Luso.
“Sí, no me perderé,” Nio asintió y sonrió. “Vi unas máquinas cerca de la puerta. Iré por una botella de agua. Ahora vuelvo~”



Poco después de que la pequeña Altugle saliera del estadio, Namazuo llegó junto con Naoto y Yoshiko, y a su vez cargando a un Ritsu que había tomado el gorro de Naoto prestado y usaba gafas y una mascarilla para pasar de incógnito.

“¡Ya, llegamos a tiempo! ¡Todavía no empieza!” exclamó Namazuo con sumas energías.
“¡Ihh, la próxima no corras tan rápido!” le recriminó Yoshiko, quien se cayó de rodillas al piso para recuperar aliento. “Y tú estás cargando a una persona en tu espalda. ¿Cómo puedes correr con tanto peso encima?”
“¡Soy de una familia de guerreros!” respondió radiantemente y con mucha dicha. “Hehe esto no es nada, aparte que suelo andar cargando a Ritsu-chan por Rizembool cuando le da mucho sueño, como ahora mismo.”
“Sí… buen chico, Nama-kun…” musitó el idol, quien tenía una cabeza recostada sobre el hombro de su amigo y los ojos cerrados. “…el live me ha dejado extenuado… no podré caminar por un buen rato…”
“Te dije que sería mejor que descanses en tu camerino, Ritsu,” observó Naoto, frustrada y un tanto preocupada. “Podrías agotarte demasiado. Hace mucho calor.”
“Hay brisa, Nao-chan…”
“Aun así.”
“Nama-kun quiso invitarnos a este festival desde hace días y quería honorarlo… también quiero pasar más tiempo con ustedes,” explicó somnoliento. “Por eso no puedo andar durmiéndome a cada rato. La vida se me escapará.”
“…” ella desvió su mirada. “Bueno, comprendo lo que dices…”
“Ohh, ¿en verdad?” preguntó Yoshiko, ilusionada.
“Ah…” Ritsu se le dirigió. “Hablaba sobre Nama-kun y Nao-chan. A ti apenas te comienzo a dar derechos, kouhai.”
“Uhh…” ella frunció el ceño, inconforme.
“Haha, no te lo tomes a mal, Yoshiko-chan. Ya te corresponderá,” le animó Namazuo.
“Ya, está bien…” dio un suspiro, cuando notó algo. “¡Y es Yohane! ¡Ese es mi nombre!”
“S-sí, verdad, perdón,” sonrió incómodo. Entonces, le llamó la atención que Naoto sacara un mini-kit lleno de llaves y desarmadores enanos. “¿Nao-chan? ¿Qué haces con eso?”
“Nada importante,” dijo la chica, quien se quitó el brazalete y empezó a buscar algún lugar por dónde desmantelarlo.
“¿C-cómo que nada?” se rió un poco. “Haha, ¿piensas desarmar estos cool brazaletes que nos dieron a la entrada? Pero si se iluminan con la música. Ya los viste en el live de Ritsu.”
“…” por su parte, Naoto estaba ensimismada en plena labor.
“¿Nao-chan?” se confundió.
“Tengo un presentimiento… es como si estos brazaletes fueran distintos. Sólo deseo satisfacer mi curiosidad, nada más.”
“Eh, pues…” Yoshiko miró el suyo. “Sí son más avanzados y presentables que brazaletes normales de otros eventos, pero no veo por qué serían tan distintos. Más bien espero que no te metas en problemas por deshacerlos…”
“Piensa en las patentes, Nao-chan…” observó Ritsu entre sueños.
“¿Crees que quiero robar secretos de mercado?” la chica alzó una ceja y sonrió con ironía. Sabía que no podía hacerles ver sus sospechas en pocas palabras. “Olvídenlo. No tienen que prestarme atención. De por sí, veo que la forma en la cual han armado este brazalete no es convencional. Han usado llaves distintas. Hmm, tendré que improvisar algo.”
“¡Ah, ya va a comenzar!” exclamó Yoshiko.

Todos vieron que algunos músicos del acompañamiento empezaron a hacer aparición para tomar sus posiciones. La estrella debía estar entrando en cualquier momento.

“Nama-kun…” Ritsu habló en voz baja, por lo cual sólo su amigo le oyó.
“¿Necesitas algo, Ritsu-chan?”
“En el camerino me dijiste que quien te avisó de este festival fue Gocchan, porque él es muy fan de este músico. ¿Por qué no está aquí?”
“Eh, sí, ya te puedes imaginar. Tenía compromisos por los negocios de la familia,” Namazuo sonrió apenado. “Ichi-nii tenía que aparecerse por otro lado y pues, yo no sabría cómo tomar su lugar. A veces quisiera serle de apoyo, pero sé que sería un desastre.”
“Ya veo…”
“Sí…”
“¿De casualidad Gocchan nunca quiso ser un músico?”
“¿Eh? ¿Perdón?” Namazuo se confundió y pasó a reírse. “Haha, sería increíble. Pues, no puedo decirlo con certeza, pero creo que no.”
“Hm, me dio la impresión…” Ritsu se puso a pensar. “Pero olvídalo. Es cierto que tu hermanito tiene muchas cosas que hacer.”
“Un músico…” nunca lo había considerado.




Observó a sus ayudantes del día instalarse en sus posiciones y ajustar sus instrumentos. Sería pronto su momento de entrar, algo a lo cual ya estaba más que acostumbrado. Sin embargo, por algún motivo, tal vez por su cumpleaños, pudo sentir una efímera soledad.

Conocido como un lobo solitario, Ranmaru Kurosaki era un joven rockero con una impresionante carrera por detrás y poseedor de un talento inigualable en el rock, el género por el cual vivía, aunque en cuestiones de música podía ajustarse a cualquier plan y colaboración. Músicos jóvenes y mayores por doquier le reconocían y rendían respeto y era una figura a seguir por muchos aspirantes. Su imagen fuerte y autosuficiente era única, con muchos queriendo llegar a esa fama de solista que era muy difícil de alcanzar.

Sin embargo, Ranmaru no había nacido como ese lobo solitario que todos conocían. El mundo y sus complicados humanos fueron quienes le empujaron hacia la solitud, pero ni ello le impidió desarrollarse. Más bien, era una persona fuerte e inquebrantable por las dificultades que tuvo que sortear, y empezaba a gustar de su imperio donde él decidía sus acciones. Depender de los demás siempre le había causado interminables líos.

Entonces, oyó un cántico del público, uno que sobrepasaba gustos musicales y culturas. Sus fans se encontraban entonando una canción por su cumpleaños.

Ello le hizo soltar una corta risa. A fin de cuentas, sólo importaba que siguiera con su género, y poder ver a sus fans disfrutarlo tanto como él mismo lo hacía. Sonrió desafiantemente, apretó su bajo, y salió al escenario.

Las personas exclamaron con más dicha al finalmente ver al famoso músico frente a ellos, quien les saludó rejuvenecido en señal de agradecimiento con un puño y el índice y meñique alzados: el gesto inmortal del rock.

Así, la música comenzó sin preámbulos de por medio. Ese escenario se encendió a la vida entre los instrumentos, la potente voz del intérprete y los llamativos juegos de luz. Todos comprendieron una vez más que estaban frente a una leyenda.




“Ahh… ¿ya comenzaron?” se preguntó Nio, inquieta. Las máquinas estuvieron más lejos de la entrada de lo que recordaba y le tocó hacer una cola considerable de varias personas que justamente tuvieron su misma idea de comprar algo antes del show. Por el inicio de la canción, varios se apuraron y algunos desistieron en comprar para correr y no perderse de más. Nio estaba decidida a quedarse, aparte que sólo necesitaba esperar a una persona para que fuera su turno.

Esta se marchó y Nio sacó su pequeña alcancía de su bolsillo, pero su apuro le hizo soltarlo, y este tuvo la mala suerte de caerse a través de una canaleta rejada en el piso, donde sus manos no cabían para alcanzarla.

“¡Ah no!” se horrorizó y sólo le quedó hacer el esfuerzo para intentar agarrar la cuerda con sus dedos, sin fruto. Pasó a sentir a alguien detrás de ella y se inquietó. “¡Ehh, disculpe, p-puede usar la máquina, siento estar en su camino!”
“¿Necesitas ayuda?” era la voz pausada de un chico alrededor de su edad. Nio se giró y no evitó impresionarse un poco. Era un joven pelinegro de ojos grises que vestía completamente de negro, incluso con una capa del mismo color. Su semblante era tranquilo, aunque siniestro, y emanaba seriedad y misterio. Lo que confundió a la pelimarrón fue que este enseñó una ligera sorpresa al observarle, pero rápidamente regresó a su inmutabilidad.
“Eh…”
“Permíteme,” este se arrodilló a su costado y curiosamente sacó un alambre de su manga. Este terminaba en un gancho, con el cual no tuvo problemas jalando el bolsito de su cuerda, y lo recuperó sin inconvenientes. “Aquí tienes.”
“¡Ah, muchas gracias!” Nio lo recibió y se alegró un montón. Ella se levantó e hizo una reverencia. “Gracias, en serio, no sabía qué hacer. Me hubiera tardado la vida en sacarlo de ahí.”
“…” negó. “No es nada…”
“E-espera,” la chica se alertó que este había pretendido irse cuanto antes. “Pues, mi nombre es Nio Altugle. Mucho gusto.”
“Soy Megumi Hanajima,” le correspondió, seriamente.
“Si no tienes a nadie con quien compartir, puedes venir conmigo. Estoy aquí con unos amigos,” le ofreció, sonriente.
“Estoy bien, gracias…”
“O si no, podría comprarte algo para tomar. Hace mucho calor aquí.”
“En serio, no es necesario,” contestó frustrado y un tanto agobiado por la disposición de la otra, levantando ambas palmas.
“Sí, comprendo,” Nio sonrió incómoda al percibir que lo estaba presionando.
“Adelante, ibas a realizar una compra, ¿no es así?”
“Cierto, mis amigos ya estarán preocupados,” Nio regresó su atención a la máquina, y aquello fue suficiente para que el otro se marchara, al no tener más que decirle.

Sólo un rato después, Megumi se volteó, para ver a esa chica correr de regreso al stage principal. Era el inicio. Su percepción le indicaba que ya era inevitable…




Por otro lado del festival, en edificios corporativos, varias personas se encontraban corriendo de un lado a otro mientras armaban habitaciones de monitoreo y alistaban cuartos con camillas y todo tipo de instrumentación médica de primeros auxilios. Izumi estaba en plena labor de supervisar a un equipo de técnicos a dejar unos instrumentos armados.

“Tch, no me digan que ustedes fueron educados en Rizembool si necesitaron mi ayuda,” se quejó el peligris, con hastío. “Bueno, ya está. Revisen el protocolo una vez más para que sepan lo que les corresponde hacer.”
“Eh, sí, muchas gracias nuevamente,” uno de ellos asintió respetuosamente.
“Sí, sí, ya, ya…” se dio media vuelta y caminó hacia otro lugar.

Tuvo una mejor suerte de que los otros grupos de técnicos y científicos ya tenían todo listo. En ese aspecto, su trabajo había terminado. Sólo le concernía asegurarse de la apropiada instalación del equipo de Rizembool para lo que estaba por venir debido a sus conocimientos y especialización en la tecnología médica. Fuera de ello, detestaba el simple hecho de tener algo que ver con el verdadero ‘propósito’ de dicho festival.

Vio de reojo a otro grupo de científicos y observándoles se encontraba Ai Mikaze, aquel ‘idol’ que recientemente había aclamado gran reconocimiento por su habilidad de compositor. Seguramente este se encontraba presente a manera de aprender más sobre su realidad, ya que estaba mayormente desligado al lado turbio de Rizembool. No que le importara mucho, realmente. Era difícil sentir verdadera empatía hacia él.

Al acudir a una pequeña sala de estar para despejar sus ideas, se encontró con Yagen Toushirou, quien distraídamente revisaba un reporte en ese espacio. Al verle, Izumi pretendió darse media vuelta, pero este le llamó.

“Oh, Sena-san, un momento, por favor.”
“¿Qué quieres?” le preguntó de mala gana. “No tengo que reportarme directamente contigo, pero he terminado lo que tenía que hacer. Todo está en orden.”
“Es bueno oírlo. Entonces puedes marcharte. No tienes que quedarte aquí,” observó el doctor, sonriendo profesionalmente.
“¿No debía escribir un reporte o algo así?”
“Juzgo que no. Sé que dices la verdad y que has sido responsable con tu trabajo,” comentó con cierta indiferencia.
“Bueno, si dices que me puedo ir, entonces no me haré de rogar.”
“Antes que lo hagas,” Yagen se puso a pensar. “Ahora que lo pienso, hay algo que podrías hacer por mí.”
“Ahh, ¿piensas que soy uno de tus subordinados o algo?”
“Se ha tomado medidas para asegurarse que ciertas personas de interés sean resguardadas, en especial los músicos que vinieron a presentarse hoy. He recibido el informe que los encargados en invitar a Ritsu Sakuma a retirarse y descansar fuera del recinto fallaron en encontrarlo en su camerino, y en el presente no sabemos dónde está.”
“¿Qué dices?” Izumi se quedó frío. “Eso es imposible. Kuma-kun no hubiera sido capaz de moverse fuera de su camerino después de su show. No tendría las energías. Fácilmente colapsaría por cualquier cosa.”
“Sospecho que Namazuo es parcialmente responsable por esto,” observó el doctor, frustrado. “Me harías un favor si ubicas a tu amigo. Ellos deberían marcharse antes de que el siguiente paso de esta investigación dé inicio.”
“Tsk…” Izumi se amargó. Sí, le estaba en cierta forma usando, pero no podía dejar a Ritsu desatendido. “Veré qué hacer, pero qué fastidio…”

El peligris se marchó y Yagen se mantuvo pensativo. Los planes del presente evento habían sido desarrollados con bastante tiempo de anticipación, pero fue recién hace un par de días que se enteró que algunos de sus hermanos estarían presentes. Ante ello, se aseguró de que Namazuo fuera a marcharse junto con sus hermanitos antes de una hora dada bajo insistencias de Honebami. Normalmente confiaría en que sus hermanos serían cumplidos ante cualquier pedido, pero hablaba sobre su distraído y ocasionalmente irresponsable hermano mayor. Honebami tampoco estaba presente como para ayudarle a rastrearlo. Este estaría llegando al inicio del verdadero evento, al estar ocupado en otra labor…

Estaba decidido a velar por sus hermanos, pero lamentablemente tenía también un rol que cumplir en Rizembool y una anonimidad que proteger en el presente. De todos modos, sabía que todo seguía bajo control. Sólo esperaba que los dos menores no fueran a verse impactados por lo que podrían presenciar…




Leo y Monoyoshi estaban en plena sesión de práctica, la cual había durado bastante tiempo. Los dos se encontraban cansados, pero era evidente que pese al esfuerzo, sus ánimos habían incrementado considerablemente.

“…” Leo estaba de pie, jadeando un poco, y mirando a su espada de práctica en una mano. Se sentía ligero. Esa sensación de practicar y dar lo mejor de sí le resultaba nostálgico.
“Eres bueno, Leo-san,” comentó Monoyoshi, sonriendo ampliamente y secándose el sudor de su frente. Su amena y servicial sonrisa se encontraba contagiada de una ligera competitividad. “Lo sabía, eres de esas personas que son buenas en todo.”
“Debo admitir que eres mejor de lo que pensé, Monoyoshi,” reconoció, aunque pasó a encogerse de hombros y caminar hacia el costado del ambiente. “Pero ha sido suficiente. Elise estará saliendo del festival y debo estar listo para recibirla.”
“Eh, claro, tiene sentido,” Monoyoshi miró al reloj en la pared. “Vaya, la hora ha pasado volando,” dicho esto, hizo una reverencia. “¡Muchas gracias por el entrenamiento! Ha sido muy divertido y enriquecedor.”
“Pues…” Leo alcanzó su maletín y tomó un sorbo de agua. “Estaría mal de mí no reconocerlo.”
“¿Qué cosa?” preguntó el pelirrosa, también yendo por sus pertenencias.
“Hace mucho que no practicaba así con nadie, al menos no con alguien que pudiera darme un desafío,” miró a su maletín abierto, inmerso en pensamientos. “Había olvidado lo mucho que solía gustarme, y cuánto me despejaba,” cerró sus ojos brevemente. “Aun si las cosas han cambiado mucho desde entonces, no debería dejar pasatiempos como este perderse. Tendría que mantenerlo con vida, como prometí que lo haría…”
“…” Monoyoshi le miró con curiosidad y leve preocupación. Su tono de voz, sus palabras… ambos reflejaban la superficie de un enorme témpano que recién se dejaba mostrar. Vio al otro mirarle, y por primera vez, no era una mirada impaciente o indistinta.
“Muchas gracias, Monoyoshi,” le dijo, con una corta y certera sonrisa. “Siento que encontré algo que había perdido.”
“Ah, no es nada, me alegro de haber sido de ayuda,” le contestó radiante de alegría. “Es más, podríamos repetir esta práctica en otro momento. A mí también me vendría muy bien.”
“Sí, podría ser,” luego de su agradecimiento, regresó a su leve indiferencia, y tomó asiento en su banca para sacar una toalla y comenzar a secarse el rostro. “Pero tendrás que mejorar. Noto que tienes algunas falencias.”
“Podría decir algo similar de ti, Leo-san, pero sí creo que eres más fuerte que yo,” Monoyoshi sonrió incómodo. “O más bien, podría avisarle a alguno de mis amigos. Ellos son más hábiles. Uno en particular me entrena de vez en cuando,” llevó su índice al mentón y se puso a pensar. “A decir verdad, creo que me recuerda un poco a ti. Fudou-kun tiene algunas similitudes contigo.”
“¿A qué te refieres?” Leo se extrañó y frunció el ceño. Veía que el otro ya estaba tomando confianza. No que fuera algo nuevo.
“Hehe, tienen un aura semejante, creo que me costaría explicarlo bien, pero… es como si ambos dieran lo mejor de sí mismos, a su manera,” comentó con una amplia sonrisa. “Aun así, siguen siendo muy distintos.”
“Sí, como digas…”
“¿Y cómo así aprendiste a pelear con espadas, Leo-san?”
“Pues…” el rubio pareció inquietarse mínimamente por esa pregunta tan directa, pero se resignó y se animó a decirle. “Mi hermano mayor me enseñó desde mi infancia. Siempre ha sido algo que solíamos hacer los dos.”
“¡Ah, no sabía que tenías un hermano mayor!” Monoyoshi se sorprendió gratamente y juntó sus palmas. “Ehehe, por la presencia que tienes, debe tratarse de una persona muy profesional e intachable. Ya quisiera conocerle.”
“Sí, pues…” Leo miraba hacia el frente, y sonrió con tristeza. “Lo fue, tal y como dices.”
“Eh…” se quedó en blanco. No había necesidad de preguntar…
“Puedo sentir tu mirada, Monoyoshi,” frunció el ceño y le miró de reojo. “No esperes que hable al respecto.”
“No, no espero que lo hagas, perdón,” dijo el pelirrosa, bajando su mirada. “Lamento haberlo mencionado. Espero no haberte incomodado. Eso es todo…”
“No, descuida,” Leo negó y se puso de pie. Mantuvo su mirada en alto hacia los ventanales superiores del gimnasio que ocupaban. “Ha sido hace mucho tiempo. Por más que a veces quiera negar que mi hermano ya no está entre nosotros, es la verdad, pero ya no me afecta como antes. Ello no quiere decir que él ya no exista,” llevó un puño a su pecho. “Sus hazañas, sus vivencias, su propia imagen e identidad, todo ello queda impreso en mis hermanas y en mí, y en todos quienes lo conocieron. Por eso, lo tengo presente,” sonrió un poco. “Él sigue conmigo en una manera especial. Es mi inspiración. Puedo sentir cómo me alienta todos los días.”
“…” Monoyoshi se sorprendió ante ese mensaje y por inercia llevó sus manos a su pecho. Pudo sentir las palabras resonar, un sentimiento que él mismo no había vivido en su vida, pero ello no le impedía sentir admiración por esa esperanzadora resolución ante lo inevitable. “Eres una persona muy íntegra, muy fuerte…”
“¿Hm?” Leo le miró. El otro había pasado a sonreír con tranquilidad y los ojos cerrados.
“Yo me considero como una persona muy afortunada. Por más que intente ayudar a los demás, pienso que me hace falta fuerza y decisión. No sabría cómo seguir adelante si tuviera que encontrarme con una tragedia,” abrió sus ojos y se enfocó en el piso. “Creo que me paralizaría. Pero, oír lo que dices, me inspira. Eres una persona fuerte, Leo-san, pero más que eso, pienso que eres alguien que puede fortalecer a los demás.”
“¿Eh?” se extrañó.
“Creo que tienes un gran camino por delante. Veo mucho de valor en ti, no sólo en lo académico,” asintió. “Siento que te convertirás en una gran persona.”
“¿Q-qué dices?”
“Sí, será por eso que siento que eres tan semejante a mi amigo. Ambos pueden ser así, porque tienen mucho por dentro, y porque les importan varias cosas más que a la mayoría.”
“No digas tonterías…” empezó a frustrarse. “Eso no es verdad. Pregúntale a Elise. Te dirá que soy un descuidado.”
“Lo siento…” sonrió incómodo. “Es lo que pienso, aunque tal vez no debería ser tan honesto al respecto.”
“Ya comprendo que eres así,” rodó los ojos. Comenzaba a entender que ese chico era realmente una buena persona, fuera de su manera levemente pesada de ser. No podía decir que le caía del todo mal. “En fin, iré a cambiarme. No quiero que se me haga tarde.”
“Buen punto, haré lo mismo.”




El término del concierto de Ranmaru Kurosaki marcó el final de las presentaciones en vivo. Debido a ello, varios de los asistentes procedieron a retirarse, aunque por las actividades, los restaurantes y la feria de juegos, seguía habiendo bastante gente presente. Roxas y los demás chicos fueron a degustar takoyakis en un puesto entre varios.

“¡Ahh, quema, quema!” exclamó Urashima. Este empezó a abanicar su boca.
“Toma esto,” Horikawa le extendió una botella de agua, y el Kotetsu de inmediato tomó la mitad del contenido en un par de tragos. “Ten más cuidado. No es la primera vez que lo comes.”
“Uhh, perdón…”
“Está bien, sólo recuérdalo para la próxima,” le sonrió.
“Ah, sí, la primera vez que probé takoyakis terminé con quemaduras de tercer grado en mi boca,” comentó Sora, incómodo.
“Eh, yo también, siendo sinceros,” Kytes sonrió con torpeza.
“Heh, es inevitable,” Tomaj se encogió de hombros. “Los animes los hacen ver como bizcochos redondos y con relleno. Nunca imaginas que en verdad son masa líquida y ardiente por dentro.”
“Hm, nunca lo pensé. He crecido aquí, así que creo que es conocimiento general que hay que tener cuidado,” dijo Roxas.
“Igual yo, a decir verdad,” Riku se encogió de hombros. “También puede que dependa de cada quien. Sí imagino a Sora intentando tragárselo de una sola.”
“Oh definitivamente, haha,” Tomaj rió un poco.
“¡No seas malo, Riku!” reclamó el susodicho.
“Oh, pero creo que Cho-neechan gustaría de comerlos,” dijo Urashima, ya más tranquilo. “¿No deberíamos comprarle algunos?”
“Sería bueno llamar a las chicas. Si se enfrían, no serán tan ricos,” sugirió Horikawa. “Veré si puedo contactar a Kashuu-san… ¿eh?”
“¿Sucede algo?” preguntó Roxas.
“Es un mensaje del señor Kotetsu. Nos convoca a Urashima y a mí de regreso a la casa,” observó Horikawa, confundido. “Dice que es urgente, qué extraño…”
“Sí, papá no es de emergencias. ¡Ahh, sólo espero que todos en la familia estén bien!”
“Deben estarlo. Si fuera algo de ese tipo, él más bien te contactaría personalmente, Urashima,” le aseguró su amigo. “Hmm, me resulta raro, pero si nos lo pide, debemos hacerle caso.”
“Sí, no se preocupen, yo le aviso a Cho,” Roxas asintió. “Ustedes vayan con cuidado.”
“¡Muchas gracias a todos! ¡Ojalá la próxima vez podamos pasar más tiempo juntos!” se despidió el Kotetsu menor, juntando sus palmas. “¡Sigan degustando de los takoyakis!”

Las despedidas fueron rápidas y Sora pasó a recoger otro takoyaki con un palito de dientes.

“Este se ve apetitoso…” comentó.
“Eh, ten cuidado, Sora,” le pidió Kytes.
“Vamos, no te les unas a los dos. Ya no soy tan descuidado,” le reclamó.
“Lo digo porque no hemos abierto ese para que se ventile,” sonrió incómodo. “Pues, la advertencia no está de más.”
“Bueno, es cierto…” sin embargo, sus planes se cancelaron al recibir una llamada. Revisó y alzó una ceja. “¿Eh? ¿Qué hace mi mamá llamándome a estas horas?”
“Sí, qué raro…” Kytes se preocupó un poco.
“Sora, no te atrevas a colgarle,” dijo Riku.
“¿Eh? ¿Por qué me cuestionas?” este se extrañó.
“Haha, en tu rostro se veía toda la intenciones de hacerlo,” Tomaj rió un poco. “Contéstale o luego tendrás que aguantarle sus reclamos.”
“Ya, lo sé,” dio un suspiro y contestó. “¿Aló mamá?”
“¡Hijo, menos mal me contestas!” exclamó Julie, radiante de alegría. “Sé que es inesperado, pero es importante.”
“Okay…” se quedó a la expectativa.
“Ay, ten mejor disposición. Me animé a irte a visitar de nuevo y estoy en el aeropuerto de Narita. Ven a recogerme.”
“¡¿QUÉ COSA?!” gritó en completo shock, el cual fue compartido por todos en la mesa.
“¡¿E-en serio?!” Kytes palideció.
“¡Oh, escucho a Kytes! ¡Dile que ya no puedo esperar a darle un fuerte abrazo!”
“I-increíble…” Riku estaba sin palabras, y vio a Tomaj, quien se encontraba un tanto contento. “¿Acaso no has escuchado?”
“Haha, claro que sí, pero Julie es tan divertida que ya muy poco me sorprende de ella,” comentó el exRebel, entretenido.
“¡Esto no es gracioso, Tomaj!” exclamó Sora.
“Ay, ya apúrate, que me aburriré esperándoles,” insistió la madre. “Y lleva a tu primito que quiero oír qué tal se anda adaptando a su nuevo ambiente. ¡Los espero~!”

Cortó la llamada y hubo un corto silencio sepulcral.

“¡Hay que irnos!” Kytes se levantó como resorte.
“Sí, esto es increíble,” Riku negó repetidamente. “Alguien llame a Luso.”
“Ando en eso,” Tomaj buscaba su número de contacto. “Le diré que nos encuentre en la entrada principal. Seguro se apurará cuando se entere que su tía viene, haha.”
“Maldición, no puede andar haciéndome esto a cada rato…” dijo Sora, desposeído. Este pasó a mirar a Roxas. “Ah, y perdón por irme así. Realmente hubiera querido ver a Cho y las demás. Dale saludos de mi parte, ¿de acuerdo?”
“Eh, sí, ustedes vayan a lidiar con esto, y tranquilos, por favor,” le dijo tratando de calmarles.

Así, ellos cuatro partieron a toda carrera, dejando a Roxas solo en una mesa con dos bandejas de takoyaki a medio acabar. Este dio un suspiro. Le gustaba el aperitivo, pero dudaba tener el estómago para comerlo todo. Mejor informaba a Cho sobre los últimos acontecimientos, a ver si podía ir a encontrarse con su grupo.




Mientras tanto, las chicas se encontraban saliendo de una rueda de la fortuna. Cada una de ellas llevaba un algodón de azúcar, una gaseosa o una manzana acaramelada.

“¿A dónde nos subimos ahora?” preguntó Osaka, emocionada.
“Oh, creo que el carrusel anda menos lleno,” observó Tomo. “Ahora no nos tomaría mucho y fácil lo ocupamos entre sólo nosotros. ¿No se animan?”
“Haha, suena muy lindo, Tomo,” Hotaru asintió gustosamente.
“Ah, no sé, chicas, tal vez deba irme. Mi Nio tiene que estudiar,” dijo Ayesha, quien sacó su celular. “Oh, me contestó… hm, pero dice que está acompañando a que vengan a buscar a sus amigos, y no quiere venir hasta despedirse de ellos. Ay, ¿por qué me da tantos problemas?”
“Pienso que es muy lindo de su parte acompañarles,” opinó Cho, animada. “Nio es una pequeña muy simpática.”
“En verdad que sí, no te lo deberías tomar a mal,” dijo Kashuu a la hermana mayor.
“Lo sé y es propio de damitas entretener a sus respectivos amigos y mostrarse amenamente hacia ellos, pero al menos quisiera que me dijera dónde está…” llevó una mano a sus labios, al borde de morderse las uñas.
“Uhh, párala con eso de damita, por favor,” Tomo frunció el ceño.
“Haha, ya, Tomo, no te fastidies,” Marisa rió un poco. “Es evidente que Nio no quiere que hagas algún papel frente a sus amigos. Se nota que está en su fase rebelde. Lo puedo comprender.”
“¡P-pero…!” ello hizo que Ayesha se quedara pasmada.
“Creo que no estás ayudando, Marisa,” observó Youmu, alzando una ceja.
“Va a estar bien. Si quieres, podemos irle a buscar,” sugirió Reimu, tranquilamente.
“Podría ser, pero este lugar es inmenso…” Osaka miró de un lado al otro. “Y los pequeños tan pequeñitos… temo terminar perdiéndome o algo…”
“Sólo hay que pensar en los lugares de encuentro más probables,” dijo Hotaru, pensativa.
“Aun así, dudo que sea tan fácil,” dijo Youmu. “¿No sería mejor llamarla por el intercomunicador?”
“Uhh, no, terrible idea,” Tomo negó. “Si ahora anda un poco rebelde, siento que nunca nos lo perdonaría si le hacemos eso.”
“¡Haha, justo pensaba lo mismo!” exclamó Marisa, entretenida.
“Vaya, tenían que ser un par de chicas rebeldes sin remedio,” Reimu se encogió de hombros.
“¡No digas eso!” reclamaron ambas.
“Diría que le esperemos un poco más. Si pasa mucho tiempo, podemos preguntárselo,” dijo Kashuu. “¿Qué les parece?”
“Pienso que es sensato, buena idea,” Cho asintió.
“Heh, ¿verdad?” el arma se alegró y sonrió autosuficiente. “Me alegra que te parezca, aruji.”
“No lo sé…” Ayesha dio un giro rápido para inspeccionar sus alrededores, aunque al hacer eso, terminó chocándose con un transeúnte que no pudo evitarla. El impacto de costado fue fuerte, y la empujó hasta el piso. “¡Ahh!”
“¡Ayesha!” exclamó Osaka y todos le prestaron atención. “¡¿Estás bien?!”
“Y esa persona ni se paró a ver si estabas bien…” Youmu miró a dicho descuidado individuo con los ojos entrecerrados.
“Ihh, c-creo que sí, pero me impactó en la muñeca,” Ayesha hacía una mueca de dolor.
“Déjame ver,” Hotaru le quitó el brazalete del evento y le inspeccionó. “Creo que la pulsera te hizo presión y te ha hecho doler, pero no te has hecho daño. Descuida.”
“Menos mal sólo fue un susto,” Marisa dio un suspiro.
“Creo que andas muy tensa por tu hermanita,” dijo Reimu. “Vamos a tomar algo a una cafetería cercana mientras escuchamos noticias de ella. Eso te hará bien.”
“Sí, a todas nos vendría bien algo de tomar,” dijo Cho, quien pasó a oír su ringtone. “Oh, esperen un momento… Hola Roxas, ¿qué tal…? ¿Eh? ¿Urashima y Horikawa se marcharon? ¿Sora y sus amigos también?”
“¿En serio?” Tomo frunció el ceño.
“Qué pena, hubiera querido verlos hoy…” dijo Osaka, un poco triste.
“Vaya, qué raras coincidencias…” Cho sonrió un poco ante el increíble relato de la llegada de la madre de Sora. Sin duda oirían más al respecto. “Puedes venir a buscarnos. Vamos a buscar una cafetería cerca de la rueda de la fortuna en la feria. Te paso el lugar exacto cuando encontremos una… ya, nos vemos.”
“Raro, que Urashima y Horikawa se fueran,” comentó Kashuu, perplejo. “¿Tu hermano te dijo algo al respecto?”
“Sólo que el señor Kotetsu les pidió que regresaran,” dijo la HiME, igual de confundida. “Sólo espero que no sea nada serio.”
“Ojalá que no. De serlo, tal vez hubieran llamado a Roxas también,” observó Ayesha, pensativa.
“¡Oh, buen punto!” Osaka asintió. “Así puedo estar tranquila.”
“Bueno, vamos a buscar algún punto, chicas,” les recordó Marisa, con energías.



“Maldición, lo sabía…” se lamentó Hirano, torturado, por enésima vez.

Llevaban varios minutos esperando a que Namazuo se apareciera para buscarlos e irse del festival, pero no había noticias del Toushirou mayor. Incluso su celular parecía estar apagado.

“Mis más sinceras disculpas, Elise-san,” dijo Maeda, haciendo una reverencia. “Tal vez no debí minimizar la importancia de encontrarnos puntualmente.”
“No es tu culpa, Maeda. Nunca podemos predecir a nuestro hermano…” dijo el otro.
“Está bien, siendo sinceros, puedo comprender cómo así se distraería en un festival. Creo que yo lo haría también,” Elise rió un poco y miró en dirección a la todavía lejana salida. “Hm, pero me preocupa. Leo seguramente ya estará esperándome. Tal vez me saldría mejor ir hacia la estación del metro. No está tan lejos de aquí.”
“Podría ser peligroso si fueras sola, Elise-san,” dijo Hirano.
“Oh, si no podrías venir conmigo y onee-chan,” sugirió Nio. “Hmm, ¿pero dónde estará mi hermana? Tal vez debí decirle que viniera desde el inicio…”
“Hehe, mejor espero un poco más,” la rubia rió un poco. “Hay que ser pacientes con nuestros mayores y sé que Leo entiende. Al menos tiene a su compañero para distraerlo. Sólo espero que se hayan llevado mejor hoy.”
“Monoyoshi-san es una buena persona, espero que sí,” Hirano asintió. “En verdad no lo conozco mucho, pero sí apoyo a mi hermano con los estudios cuando se enfermó. Oh, y verdad que es amigo de Gotou-niisan. Es curioso que no lo supiéramos.”
“Gotou-niisan nunca ha sido muy abierto con nosotros,” comentó Maeda, sonriendo, cuando entonces algo le llamó la atención entre la multitud de gente. “¿Eh?”
“¿Maeda?” preguntó su hermano.
“Ah, no es nada, descuida, Hirano,” este negó. “¿Me disculpan un momento? Ahora vuelvo.”
“¿A dónde vas?” preguntó Nio, ladeando la cabeza.
“Me pareció ver a alguien conocido, sólo quiero asegurarme.”
“Claro, ve, pero regresa al toque, ¿sí?” preguntó Elise.
“Por supuesto, no me tardo,” Maeda asintió y se marchó rápidamente.
“Qué raro…” Hirano se puso a pensar. “Es como si Maeda no quisiera que le acompañemos.”
“Tal vez se trate de alguien no muy afín a otras personas, es comprensible,” observó Elise. “Pero no te preocupes por tu hermanito. Ya va a regresar.”
“Sí, pero justo ahora es un mal momento. Ojalá no se vaya a cruzar con Namazuo-niisan o algo…” Hirano se frustró más.
“Haha, ya, tranquilo,” Nio le sonrió y le dio unas palmaditas en su hombro. Ella decidió que terminaría por avisarle a su hermana sobre su ubicación y abrió su celular, aunque otra insistencia de la misma en su pantalla le frustró un poco. Entonces, su atención se fue a la parte de arriba del display. ¿Se estaba quedando sin señal?





“Nama-kun… estás tarde…” dijo Ritsu, medio dormido y con los ojos cerrados. Todavía estaba siendo cargado por Namazuo.
“En serio, ¿no tenías que marcharte con tus hermanitos?” preguntó Yoshiko, confundida. “Deben andarte buscando.”
“Uhh sí, se me pasó el tiempo, pero tenía que conseguirles algunos premios de feria,” comentó el hermano, quien además de traer a Ritsu en su espalda tenía una bolsa con algunos peluches pequeños y un par de máscaras vistosas. “Seguro Hirano me tratará con reproche, pero sé que cuando vean lo que les conseguí lo dejará ir.”
“No sé… ese hermanito tuyo es disciplinado…” dijo el idol, sin energías.
“Aún sin serlo, podría hasta preocuparse por tu ausencia,” Yoshiko se cruzó de brazos y dio un suspiro. “Y no sé qué hago llamando la atención a uno de mis senpais. Naoto-san es la que debería estar haciéndolo… ¡¿Ehh?!” ella se quedó en shock al ver que Naoto había logrado desmantelar esa pulsera y se encontraba analizando los circuitos y partes internas. “W-wow, ¿cómo has podido hacer eso?”
“No es difícil, tengo un poco de destreza con dispositivos simples,” comentó Naoto, quien no despegaba su atención de su destruida pulsera. “Aunque tampoco poseo tanto conocimiento de esto. Es un diseño muy complicado… quizás demasiado para ser sólo un brazalete con luces…”
“Realmente eres muy capa, Nao-chan,” Ritsu se asomó a ver lo que estaba haciendo.
“Por cierto,” Naoto le miró de reojo. “Tu celular lleva vibrando un largo rato. ¿No piensas contestarlo?”
“Uh, no, tengo sueño…” dijo perezosamente.
“Puede ser algo importante por la insistencia. Te aconsejo que lo hagas.”
“Vaya…” Ritsu se frustró, pero terminó haciéndole caso y sacó su dispositivo. “Hm, Secchan, qué extraño que llame…” lo contestó. “Aló…”
“¡Tremendo pedazo de idiota!” gritó el peligris por al auricular, lo cual hizo que Ritsu cerrara sus ojos con incomodidad y alejara su aparato de su oído. Los demás no necesitaron el speaker para oírle. “¡Te llevo timbrando una eternidad! ¡¿Dónde estás?!”
“¿Qué pregunta es esa? Estoy en festival donde me iba a presentar…”
“¡¿Pero dónde?!” exclamó y apenas se oyó al mismo chasquear la lengua. “No, ya no importa. ¡Tienen que irse de aquí cuanto antes! ¡Es una emergencia!”
“¿Perdón?” preguntó Naoto, sorprendida, e intercambió miradas con los demás.
“Las líneas de comunicación están comenzando a caer. Pronto será el momento d-de…” comenzaron a oír estática y pese a los intentos de Izumi de continuar explicándose, no llegaron a oír más. La llamada se cortó.
“¿Q-qué significa esto?” preguntó Yoshiko, en blanco. “N-no, me da miedo. Siento que algo terrible está por suceder.”
“¿C-cómo qué?” preguntó Namazuo, impresionado. Él empezó a ponerse nervioso.
“No lo sé, pero en marcha,” dijo Naoto, frunciendo el ceño. “Vamos donde tus hermanos.”


“¿Ah?” Ranmaru dio un paso adelante, a manera de espantar a un par de trabajadores, y les miró desde arriba con desdén. “¿Quieren que me vaya?”
“S-señor Kurosaki, ¿n-no le extendieron esa comida que le iban a invitar en un restaurante de cinco estrellas?” preguntó uno, intimidado y parcialmente resguardado con su propio brazo. El legendario rockstar también era reconocido por su legendaria ira.
“P-podemos escoltarlo hasta la salida…” continuó el otro.
“Tch, esfúmense ustedes. Estoy bien en mi camerino,” declaró indistinto. “Puedo comer en cualquier momento, pero disfrutar de mi bajo en momentos de inspiración son pocos. Ahora déjenme solo.”
“Pero señor…”
“¿Y por qué tanto quieren que me esfume?” les preguntó regresando a su actitud agresiva. “Si es algo importante entonces escúpanlo.”
“Ehm…” ambos intercambiaron miradas, sin saber si debían compartirlo, pero dicha señal de debilidad sólo sirvió para impacientar más a la estrella.
“¡Si sólo pierden mi tiempo váyanse de aquí!” les gritó y pasó a golpear un puño en su otra mano. “¡No les daré otra advertencia!”
“¡S-sí!” así, ambos huyeron despavoridos.
“Tch, imbéciles…” les maldijo y regresó a su camerino, para cerrar la puerta.



Por otro lado, en pleno viaje por el metro, Sora y Luso andaban en un completo shock mientras miraban a la pantalla del celular.

“¡Hahaha fue una broma! ¡¿En serio creyeron que había regresado tan pronto?! ¡Qué divertido!” exclamó Julie, quien se partía de risa.
“…”
“…”
“¿U-una broma?” Kytes ladeó su cabeza. Todos sabían lo disparatada que era la señora, pero eso no tenía precedentes.
“Pero nos dio un tremendo susto,” admitió Riku, dando un suspiro.
“Haha, perdonen, es que no pude aguantarme. Tampoco les dejé creerlo por mucho,” la señora miró a su alrededor. “Este es el mall cerca de la casa. ¿Acaso no lo reconocieron?”
“Ehm, tía, estábamos en pleno festival con amigos…” observó Luso, apenado y un tanto contrariado. “¿…estás bien?”
“Ay, qué lisura, mi Lusito,” frunció el ceño. “Pero sí espero no haberles arruinado nada. Tomaj me dijo que les llame alrededor de esta hora, así que asumo ya habían terminado.”
“Un momento…” Sora regresó a la vida y, al igual que los otros tres, miró desconfiadamente a Tomaj, quien sonreía con gusto e impecabilidad. “¡¿Esta broma fue tu idea?!”
“Haha, y Julie hasta lo dijo sin querer, ya veo,” comentó entretenido.
“¿Por qué harías esto?” preguntó Riku, perplejo.
“¡Maldición, Tomaj!” le requintó Sora. “¡Ya es suficiente que tú me molestes! ¡No enlistes a mi mamá para esto! ¡Uno de estos días me va a dar un ataque al corazón!”
“No te me pongas dramático, hijo,” le reclamó, insultada. “Yo me moriré primero.”
“¡Tú no seas la dramática aquí, mamá!” le gritó a la pantalla mientras Kytes sonreía incómodo.
“Ahh, bueno, esta broma me vino bien. Ahora los dejo en paz. No se vayan a dormir tarde~”
“Sigue siendo la tarde aquí, tía…” Luso hizo un suspiro y sonrió cansado. “Pero sí, nos agarraste, fue una buena. Buenas noches a ti, y saludos a mi tío y a Tidus.”
“Aw, tú sí eres lindo, Lusito~” le mandó un beso volado. “Buenas tardes a todos.”

Así, la llamada terminó y hubo un gran silencio en lo que procesaban la realidad.

“Uhh… ¿y ahora?” dijo Sora vacíamente. “¿A dónde vamos?”
“Podríamos ya ir de regreso, pero qué pena…” Kytes dio un suspiro.
“Sí, al menos me hubiera podido despedirme mejor de mis amigos…” se lamentó Luso.

El silencio sólo duro un poco más hasta que Riku decidió romper la burbuja creada por Tomaj.

“Oye, dime,” afiló los ojos. “¿Nos sacaste de ahí a propósito?”
“¿Hm?” Tomaj estaba cruzado de brazos, y le miró de reojo mientras esbozaba una sonrisa autosuficiente. “¿Por qué lo dices?”
“¿Eh?” Kytes se alertó y finalmente pudo percibirlo. “Cierto… suena a algo que harías. No la broma… el hecho que todos nos fuimos de inmediato… y que le dijiste a Julie que nos llamara a esta hora.”
“¿Qué dicen?” Sora se alarmó e intercambió miradas con Luso.
“Bueno, ya estamos en un metro en dirección de regreso, ¿qué me cuesta?” dio un suspiro. “Les diré la verdad…”




Faltaba muy poco. Se avecinaba la tormenta…

“¡Megumi-san!” exclamó Maeda, dándole el alcance.
“…” se sorprendió y se dio media vuelta. “Maeda-san… ¿qué haces aquí?”
“No quisiera ser descortés, pero es un poco más increíble que tú estés aquí,” observó amenamente. “Me costó creerlo cuando te vi caminando. Y pues, vine con Hirano y sus amigos de Hanasaki… hm, aunque creo que todavía no conoces a mi hermano…”
“Ya veo…” regresó a su inmutabilidad.
“Supuse que no querrías conocerlos ahora, aunque esperaba al menos saludarte,” dijo con una sonrisa. “¿De casualidad has venido con tus hermanos?”
“No, he venido solo…” negó. No importaba si le dijera algo o no. Por más que fuera a correr desde ese punto hasta la salida, ya no debía tener el suficiente tiempo para escapar…
“Es un poco curioso que vengas a este lugar por tu cuenta, Megumi-san, pero estoy convencido que tienes tus motivos,” observó, y le hizo una reverencia. “Bueno, no te distraigo más. Nos vemos mañana en clases.”
“Maeda-san…” Megumi le detuvo y tensó su expresión.
“Sí…” se confundió. Comenzaba a entender que algo estaba fuera de lugar. “¿Necesitas algo?”
“Tu pulsera, quisiera verla, por favor.”
“Eh, claro, aquí tienes,” se la quitó y la extendió. “Verdad, tú no pareces tener una.”
“…” negó mientras recibía el dispositivo y lo observaba cuidadosamente. “Soy distinto a los demás aquí. He venido para aprender.”
“¿Aprender?” parpadeó perplejo.
“Me pregunto si este es el dispositivo que piensan usar para hacer este experimento más contenible…” se murmuró a sí mismo.
“Megumi-san… ¿qué sucede?”




Tomó el último sorbo de té de su taza y procedió a guardar su laptop de repuesto. A pesar de haber aprovechado el tiempo para redactar algunos documentos, no expondría su laptop principal a ninguna clase de peligro.

De su presente estatus, sólo lamentaba el hecho que había tenido que postergar una importante llamada relacionada a la publicidad de su círculo más cercano por la creciente falta de señal en el festival. Ya veía a varias personas caminando quejándose sobre ello y revisando viciosamente sus dispositivos.

Fuera de ello, sentía un inesperado incremento de energías, un frenesí por ser testigo e ‘invitado’ a un evento semejante, aunque ínfimo, a lo que fue el ataque a la ciudad tres años atrás. Rizembool era un pionero en innovación, un patrón para aquellos ambiciosos y con hambre por mucho más que el resto de personas, unos perfectos diablos por disponer de los civiles a su regalado gusto.

Sin embargo, no podía esperar para sentirse iluminado por ellos. En un mundo donde, pese al apego humano, los números reinaban y las finanzas movían montañas, él también debía avanzar y rasgar su camino hacia la cima. Tenía que prestar atención, no sólo por el aprendizaje de dichos principios, mas para comprender su nueva realidad y entorno a plenitud.

Miró la hora en su celular. Era el momento de iniciar. En cualquier instante se daría la orden y todos a su alrededor comenzarían a caer como moscas, un paisaje un tanto desagradable, aunque igualmente emocionante.




Se hizo lo que se pudo, estaba seguro de ello. Si algo le ocurría a sus hermanos, sería su responsabilidad. Lo asumía desde ya.

Aunque, a pesar de su preocupación, no se trataba sólo de ellos. Se trataba también de todos aquellos presentes quienes serían victimizados sin haber hecho nada para merecerlo. Se trataba del hecho que la decencia y los derechos humanos sólo eran absolutos si uno los creía como tal. Sin embargo, en Rizembool, como una cuna científica, todo se volvía relativo.

Y a él le tocaba llevar a cabo un rol por encima de quién era, o de quién había sido, en algún momento…

“Doctor Toushirou, ¿comenzamos?” le preguntó un científico, quien trabajaba con otros en un panel de control. Todos estaban al pendiente del dirigente de aquel experimento.
“…” abrió sus ojos y asintió. “Sí, en marcha…”



Había personas saliendo por las tres distintas entradas del festival, aunque el tránsito se cortó forzosamente por una serie de explosiones leves pero impresionantes que dividió la masa de personas como una cortina. La separación entre ambos grupos, aquel espacio vacío y estrecho, igualó a un límite territorial, a una sentencia.

Los asistentes se alejaron de esas rejas deformadas y derribadas en lo que continuaron las explosiones. Por fuera, un grupo aparentemente policial dirigieron a los afectados lejos del festival para resguardarles y a su vez instalar una serie de paredes que obstruyeron y aislaron al lugar por completo.

Por dentro, la mayoría de los encerrados irían a ser mayormente ‘perdonados’ del experimento.

Los brazaletes se activaron e inyectaron un somnífero a las personas por medio de una serie de microagujas indoloras, que les causó grandes mareos y desorientación, para terminar haciéndoles perder el conocimiento.




“¿Eh…?” Elise sintió repentinos mareos y se cayó de rodillas al piso.
“¡E-Elise!” Nio se preocupó y se agachó. “Elise, ¿qué te pasa? ¿Te encuentras bien?”
“Eh, yo…” sus ojos comenzaron a perder vida.
“¿Q-qué sucede…?” Hirano pasó a desplomarse y caerse boca abajo.
“¡Ah, Hirano!” exclamó la pelimarrón, quien continuó horrorizándose al notar que casi todos a la redonda empezaban a perder el conocimiento como si el propio aire estuviera envenenado.
“Ma…” el pequeño Toushirou extendió su mano en dirección hacia donde su mellizo se había ido, con una desesperación que sucumbió al sueño. “Maeda…”
“…” Elise también procedió a cerrar sus ojos y caer, inconsciente.
“¡Ch-chicos!” Nio exclamó y comenzó a sacudirles. “¡¿Qué les pasa?! ¡Despierten, despierten por favor!” les gritaba y lágrimas empezaron a caer de sus ojos. “¿Qué ocurre? ¿Qué está pasando? ¿Por qué, por qué?”

Al igual que la pequeña Altugle, las muy pocas personas despiertas entraron en histeria y trataban de cuidar de sus amigos o seres queridos presentes.

Dentro de todos los asistentes al evento, había una reducida minoría seleccionada aleatoriamente entre los civiles o escogida adrede por ser partícipes de la guerra, quienes no fueron puestos a dormir. Estos se convertirían en los conejillos de indias.

Sus brazaletes monitorearían sus signos vitales y otros parámetros medibles como víctimas y sobrevivientes a una catástrofe a menor escala, una simulación de un ataque a la ciudad, con fines de preparación logística en caso fuese necesario…



“¡¿Eh?!” su corazón se paró al oír el rugir de una bestia. Nio levantó su mirada y miró de un lado a otro. Repentinamente, vio a una mujer correr por su vida, quien era seguida por un lobo orphan gigante. Otro orphan semejante apareció de otra dirección, lo que causó que los conscientes tuvieran que huir por sus vidas.

Nio tuvo el impulso de hacerlo, pero quiso arrastrar a sus amigos, en vano. No tenía la fuerza. Ni podía levantarlos, tampoco procurar ponerlos a salvo o más inaccesibles. No dejaba de llorar, el corazón le latía a mil. Quiso hacer una llamada, pero no tenía señal. Observó a las bestias perseguir a otros y vio cómo estos parecían desinteresarse por aquellos inconscientes.

“Ihhh… lo siento… lo siento mucho…” sollozó y tuvo que ponerse a correr. Sólo podía creer en que serían dejados ilesos. “Lo siento, Elise, Hirano. ¡Lo siento!”






“…” Ayesha temblaba descontroladamente.

La situación era igual a donde se fuera, aunque por la congregación de personas y puestos alrededor de la zona de juegos mecánicos, había más inconscientes, menos visibilidad y mayor incertidumbre.

“Tsk, es obra de Rizembool, no puede ser nadie más,” observó Kashuu, con hastío.
“¿Pero por qué?” preguntó Cho, atenta en caso se acercara un enemigo. Vio otro orphan, pero antes de poder tomar una acción, Youmu se apareció para rebanarlo con sus dos espadas.
“…” la peliblanca se levantó luego de aniquilarlo. “Vienen desde adentro de edificios. Demonios, esto fue planeado.”
“¡Debemos proteger a las personas!” exclamó Osaka.
“No tengo artículos, pero atenderé a quienes salgan heridos,” Hotaru asintió, y se vio incómoda. “Aunque… Tomo perdió el conocimiento al igual que los demás. Qué extraño.”
“Seguramente sólo nos apuntaban a las relacionadas con Hanasaki,” observó Marisa, pensativa.
“Fufu, ni Rizembool la reconoce,” Reimu rió por lo bajo.
“¡Haha, no te aproveches, Reimu!” rió un poco. “Pero Ayesha tampoco fue puesta a dormir.”
“Es por los brazaletes,” dijo Cho, quien de inmediato se quitó el suyo. “No puede ser otra cosa. Por el roce que Ayesha tuvo con ese transeúnte, no pudieron ponerla a dormir. Se había quitado su brazalete luego de ello.”
“Verdad, maldición…” Youmu lanzó el suyo al aire y lo partió en dos con una de sus espadas. Los demás también procedieron a removérselos.
“¡T-tengo que ir a buscar a Nio!” exclamó Ayesha. “¡Por favor, hay que hacerlo! ¡Ella está en grave peligro!”
“¡Sí, cuanto antes!” Osaka asintió. “Eh, pero Tomo-chan…”
“Creo que mejor te quedas con ella, Osaka,” dijo Cho. “Iré con Ayesha. Por favor, alguna HiME cuide de Osaka y Tomo.”
“Yo lo haré,” dijo Youmu, seriamente. “No se preocupen.”
“Yo también me quedaré,” dijo Hotaru, “Aquí es donde había más densidad de personas.”
“Creo que tú también mejor te quedas,” dijo Reimu a Marisa.
“No, voy a acompañarlas,” declaró, frunciendo el ceño y decidida. “Fui una HiME. Puede que las pueda ayudar en algo. Tampoco puedo ser una carga más para Youmu.”
“No lo eres, Marisa,” esta se confundió.
“Bueno, eso es verdad, te tendré que mantener un ojo encima,” Reimu se encogió de hombros.
“¡Ya vamos!” insistió Ayesha.

Así, el grupo se separó en dos, pero incluso esas divisiones no se mantendrían íntegras.





“Ihhh…” Yoshiko lloriqueaba mientras sacudía su muñeca, la cual parecía haber recibido algún tipo de quemadura leve. “¿Alguien puede decirme por qué mi brazalete explotó en vez de ponerme a dormir?”
“Shh, silencio,” le pidió Naoto en voz baja. Ella se asomó a una ventana cercana, mientras los cuatro se resguardaban de unos orphans que acababan de perder. Luego de la neutralización de la mayoría de asistentes, sólo les tocó ponerse a salvo y se escondían dentro de un restaurante que felizmente habían podido cerrar. Sin embargo, no podían quedarse ahí.
“Nada…” Ritsu volvió a fallar otra llamada a Izumi. “No tenemos nada de información.”
“Tch… imposible…” Namazuo recién se acordó de prender su celular, pero no había señal. No podía ponerse en contacto con nadie.
“Se fueron, podemos ver qué hacer ahora,” dijo Naoto, tranquilamente.
“¿Cómo que qué hacer?” preguntó Yoshiko, histérica. “¿No estás insinuando en regresar afuera, verdad? ¡Hay monstruos ahí!”
“Tengo que encontrar a mis hermanos,” dijo Namazuo, comprimiendo sus puños a más no poder. “Es mi culpa… no estaríamos aquí si hubiera mantenido mi palabra…”
“Ya no hay punto de recriminarse, Namazuo,” recalcó Naoto. “Y cuentas con nosotros. Te apoyaremos. No estás solo.”
“No tengo energías, pero haré un esfuerzo…” dijo Ritsu, frustrado.
“Si estás cansado, no puedes salir, Ritsu,” insistió la detective, con severidad. “Te puedes lastimar y sólo te pondrás en riesgo.”
“Soy un futuro Rebel, Nao-chan. Esto me concierne.”
“Pero ya nos dijiste que no tienes tus poderes activos ahora,” le recordó. “Esos orphans no te obedecieron.”
“Lo sé…” entrecerró los ojos. “Pero igual tenemos que buscar a los hermanos de Nama-kun. Me sentiré incluso más enfermo si me quedo aquí sin hacer nada.”
“Está bien, no insistiré…” Naoto negó.
“Uhhh, ya pues… si ustedes van yo también tendré que ir,” se resignó Yoshiko, haciendo un puchero, inconforme.
“No tienes que, kouhai,” Ritsu se encogió de hombros. “¿Tanto te aterra estar sola?”
“¡Ihh! ¡C-claro que me aterra! ¡P-pero igual, intentaré no serles un estorbo!” admitió a regañadientes.
“Nuevamente, baja la voz,” Naoto dio un suspiro y miró a Namazuo, quien estaba ensimismado y muy estresado. Lidiar con su desbalanceado estado emocional sería otro problema más.




“¡¿Qué está sucediendo aquí?!” exclamó Maeda, quien corría mientras era jalado por Megumi. Había evidenciado la caída de personas, pero el otro estaba enfocado en huir cuanto antes. “¡E-espera, tengo que regresar por Hirano y los demás!”
“No podemos ayudarles, y sospecho que estarán bien…” dijo el pelinegro. Hubo un corto silencio, en el cual bajó su mirada y comenzó a murmurar para sí. “…el doctor minimizaría cualquier daño o fatalidad. Estoy seguro de ello…”
“¿De quién hablas?”
“…no, no es nada,” finalmente, Megumi llegó a la puerta trasera de uno de los edificios más altos del recinto. Esta estaba cerrada con llave, pero sacó un pedazo de alambre de su manga para forzar la chapa. “Aquí debemos estar fuera de peligro, Maeda-san. No te preocupes.”
“Ehm, ¿no crees que pueda haber orphans adentro?” preguntó con leve temor.
“Los orphans no serán nuestro problema…” le comunicó sombríamente, en el momento en el cual la puerta se abrió. “Los mayores enemigos de los humanos siempre han sido los humanos mismos…”
“…” esas palabras le aterraron, pero nuevamente no tuvo tiempo de contemplarlo. Su amigo le jaló para ingresar y cerró la puerta detrás de ambos.




Los orphans fueron la apertura del evento, pero ellos apenas causaban daño colateral. El verdadero peligro era humano. Rebels y Princesses pronto harían aparición.

Afuera de la barricada, en un área donde sólo al personal de Rizembool y los agentes encubiertos de la fuerzas del orden, llegó un camión mediano blindado en retroceso. El conductor se bajó para ir hacia las puertas del cargamento. Usó las llaves especiales y empezó a desasegurarlo.

Los trabajadores de la institución miraban atentamente a aquel conductor peliblanco liberar aquel encargo especial del doctor dirigente del ensayo, a aquel Rebel que no podía mostrarse como una persona normal ante los demás y llegar por sus propios medios, un ser desnaturalizado y peligroso de extraordinaria fuerza y características incompatibles con otros.

Y entonces recordaban que el propio conductor era igual a él en todos esos aspectos, con la única diferencia de que el doctor Toushirou había gastado considerable tiempo para condicionarle lo suficiente como para camuflarle en medio de la sociedad, y dentro de su propia familia…

Finalmente, las puertas se abrieron. Ojos rojos luminiscentes provenientes de una figura negra resplandecieron y aterraron a los normales alrededor del par. Izuru Kamukura se puso de pie y caminó al umbral de la parte trasera del vehículo, mirando atentamente a su mentor.

“Hemos llegado,” anunció Honebami.
“…”
“Comencemos…”



Mimi Tachikawa

Vengo con el segundo fic del mes <3



La rubia se encontraba como siempre en los laboratorios de computación recopilando más datos para empezar con sus movimientos, los cuales ya se darían muy pronto, para acompañar a su solitaria velada escuchaba el disco de Trickstar, la unit idol donde se encontraba participando su hermano Subaru del cual estaba muy orgullosa

Observó que en su bandeja de entrada le había llegado en correo electrónico mostrando la imagen de una nueva Hime que había aparecido en Hanasaki

Asi que después de todo si tomaste la prueba Kinomoto Sakura…-rio divertida- ya me imagino el rostro de desesperación de Mashu...aún tengo unas cuentas que saldar con ella…pero mientras tanto me divertiré con su pequeña hermana…- buscó su taza de café que estaba vacia- ya se me acabo…voy a tener que levantarme y salir a buscar mas café, debo de aprovechar que no hay muchos alumnos en la escuela ya que deben de estar en el experimento, hubiese querido ir, pero mis asuntos personales son primero…-se estiro con pereza para salir del laboratrio, mientras bostezaba con flojera, mientras empezó a caminar por los pasillos, observando que algunos alumnos la reconocían y se iban corriendo, sonrio ampliamente al saber que aún conservaba la “popularidad”

Se ve tan tranquilo que hasta aburre un poco, no es como antes…-suspiro pesadamente- años atrás me hubiera topado con Sakuma-san y hubiéramos tenido una conversación muy entretenida…lástima que haya dejado la escuela y no se haya convertido en Rebel…tenia tanto potencial…era igual de genial que Eichi-sama…pero bueno eso pasó a la historia…-rascándose la barbilla -recuerdo que tenia un hermano menor…es cierto!! Es el chico que vi en el paseo de la playa…seria bueno pasar a saludarlo para que me cuente de su hermano…-rio divertida- que poco divertido te has vuelto ahora Rizembool

Pero miren a quien tenemos de vuelta por aquí?...-la puerta de un salón se abrió y dos chicos salieron corriendo acomodándose los pantalones mientras un chico con una larga cabellera, y con solo una camisa desarreglada puesta hablo mientras reia suavemente- la perra mas perra de Rizembool ha vuelto…-

Creo que ya me has quitado ese puesto Eno-senpai…-dijo emocionada para correr a darle una patada el cual el otro chico la esquivo haciéndola caer al piso mientras colocaba un pie en su espalda, haciendo que la rubia se emocionara- como siempre andas buscando tu satisfacción corporal…y como no te conformas con uno ahora son con dos, por eso eras conocido como la super zorra de la escuela -mientras sentía la presión en su espalda- de esa manera consigues a seguidores incondicionales…muy buena estrategia…como esparaba de senpai…pero me parece extraño que una persona como tú este tranquila…eres igual que yo…buscando la desesperación …-mientras se ponía boca arriba y acariciaba la pierna desnuda de su superior- no me digas que también estas retirado como Eichi-sama…-

Creeme que no estoy para nada retirado del asunto…-rio divertido mientras seguía pisando a la rubia con mas ganas- esperaba que una persona como tu apareciera para que me motive…es tan fácil usar los puntos débiles de los demás para conseguir lo que quieres, asi que como ahora mi cuerpo esta satisfecho, es hora de que mi corazón vibre de emoción al ver a los demás sufrir a mi alrededor, pero bueno debemos de celebrar nuestro encuentro…que te parece si nos vamos hoy al karaoke tengo que aflojar mis cuerdas vocales-

Más?- rio divertida- claro que me encantaría ir, pero estoy algo ocupada asi que podemos ir el dia de mañana, además tienes que descansar después de tu faena…- levantándose mientras se acomodaba la falda- hay tantas cosas que quiero conversar con mi zorra favorita, además es hora de hacer vibrar a la ciudad entera- se acerco a Eno y le dio un beso en la mejilla- nos vemos senpai…-

Adios perrita nos vemos mañana-canturreando alegramente mientras empezaba a vestirse-

Junko entro al salón de los maestros para coger un poco de café, cuando empezaba dar marcha atrás observo a través de la ventana que un pequeño conocido estaba cruzando la entrada mirando por todos lados como buscando a alguien con la mirada

Pero que tenemos por aquí? Si es un Toushiro Hanasaki….-sonriendo ampliamente, mientras  tiraba el café- y justo en el momento indicado cuando no hay Toushiro alguno en la escuela- sacando su celular mientras enviaba un mensaje a Kashu- no pensaba dar inicio a mi plan tan pronto pero no importa, tengo que aprovechar esta gran oportunidad para aprovecharme de tan inocente niño…- corrió de prisa hacia donde se encontraba Akita Toushirou

Por que se encontraba solo sin Houchou? Porque el pelirosa quería ir a visitar a Yagen para decirle en que podía ayudarlo ya que después del incidente en la playa, todos sus hermanos estaban preocupados por ellos, aunque les habían dejado su espacio para que no sintieran ansiedad, Houchou aún se sentía un poco asustado por lo cual quiso irse a su casa para que sus hermanos mayores lo consintieran, no pidió guardia personal porque le dijo que se iba a regresar a casa con Yagen, desconociendo que Maeda, Hirano, Namazuo y el mismo Yagen se encontraban en otro lado, observo su celular y no sabia si llamarlo o no para decirle que se encontraba en su escuela, no quería importunarlo asi que esperaba que alguien pudiese ayudarlo

Cuando miro al frente vio como una animada rubia con dos colitas corria alegremente hacia él, no sabia el porque pero sentía un poco de temor, más aún con esa joven se fue acercando más y más , cuando dio la media vuelta para irse,era demasiado tarde ya que Junko tenia una jeringa con una aguja y con una sonrisa siniestra le inyectó un calmante en la yugular que lo dejo desmayado al instante, Junko sostuvo al pelirosa antes de que cayera al suelo, al mismo tiempo se estacionaba un auto de color rojo, donde salía Kashu con ropa casual para ayudar a Junko a llevarse al joven Toushiro, afortunadamente para Junko no había testigo alguno que presenciara el “secuestro”

No crees que debiste a haber esperado a secuestrarlo lejos de Rizembool, los videos pueden delatarte querida Junko…-mientras manejaba y observaba de reojo la parte de atrás donde Akita estaba inconsciente-Si Yagen-kun te descubre estas acabada

No te preocupes por eso querido Kashu-sensei…obvio que antes de que fuera por él-señalando su celular – burle el sistema de seguridad de la escuela por un par de minutos, asi que por aquí Akita-kun no paso…- mientras empezaba a mandar mensajes a sus seguidores- tenia que arriesgarme a tomar esta decisión, no crees que es mas beneficioso para mi tener a dos Toushiro conmigo en lugar que solo uno?-

En eso tienes razón, teniéndolos bajo tu poder es más sencillo conseguir cualquier cosa de parte de Yagen-kun…muy bien jugado…entonces iremos a tu casa para que juegue con Subaru-kun?-

No hables estupideces, lo llevaremos a la casa de la tortura que he ambientado cerca de mi casa…hasta te lo voy a prestar para que realizar tus pruebas con las nuevas drogas que me estabas comentando…-

Aún es un niño…no creo que pueda sobrevivir a todo eso…-

Es un Toushirou, proviene de una casta de guerreros, te aseguro que va a aguantar todo lo que le vamos a hacer…-

En eso tienes razón…a mi me parece que quieres devolvérselo mal de la cabeza…-

Pues claro que si…si lo ven sumido en la desesperación sin haber podido hacer algo para ayudarlo me daré por satisfecha y eso que ya tenemos a Midare en nuestro poder, muy pronto le haré una visita a Kazunari Tsubasa…hablando de ella, pudieron dar con Mafuyu-kun?

No lo hemos ubicado aún…la familia Tsukinaga lo ha ocultado muy bien…hablando de esa familia…el heredero y compositor famoso Tsukinaga Leo-kun pidió su traslado a Rizembool?

EH??...no se supone que es el Key de Kazanari???-rascandose la mejilla- debe de ser algo reciente porque sino Midare nos lo hubiera dicho…pero por el momento podemos hacer nada contra él hasta saber el motivo de su traslado…me parece demasiado extraño, aunque según los rumores es una persona impulsiva además de ser un genio aunque no lo parezca…no me gusta mucho esta situación…-

Por otra parte el príncipe Gilgamesh acaba de llegar a Japón…su Hime ha sido decidida y esta es Sakura Kinomoto…-

Es una lástima para Kinomoto-chan…que le haya tocado tan formidable rival...- observando a su celular y enfocándose en las fotos de la familia Kinomoto y Li- Shinobu Sengoku …es otra pieza valiosa para mis planes y obvio ya estoy preparando mi visita al clan Kinomoto-

Vas a tener unos días muy ocupados querida Junko-chan…-

Lo sé, pero me divertiré mucho…-

Ya dentro del escondite de Junko

El pelirosa abrió los ojos lentamente observando con terror que estaba atado de pies y manos, quiso moverse para poder librarse del apresamiento pero no podia

Es inutil, te hemos amarrado lo suficientemente bien como para que puedas librarte de esto...-sonrio la rubia-

Quien eres tu?? por que me has traido a este lugar?-

Es que acaso no me recuerdas? no recuerdas a la persona que te ha ocasionado tu trauma y de tu pequeño hermano?-

Eh?? no puede ser!!!...-empezo a temblar asustado recordando el incidente de la playa- por que nos quieres lastimar? es por nuestro dinero? te quieres vengar de mis hermanos??-

Solo me gusta divertirme a costa de los mas debiles...y creeme que eres tan adorable que dan ganas de molestarte...-dijo acariciando las mejillas del asustadizo pelirosa,acercandose al oido- y claro a tu hermanito Midare...-

Midare-niisan?? que sabes de Midare-niisan???-

Uhm...no te lo dire...ahora es tiempo de la tortura...sensei por favor danos los honores...-

Kashu se aparecio frente a el mientras terminaba de vaciar el liquido azul que llevaba en su mano para colocarlo en la jeringa, tomando uno de los brazos del pelirosa y empezo a inyectarle

Que es eso?...-dijo empezando a sentir que los latidos de su corazon se agitaba mientras sentia como empezaba a arder todo el cuerpo como si estuviera quemandole-

Akita empezo a gritar de dolor mientras trataba de soltarse sin exito alguno, mientras que Junko estaba filmando

Sensei para que era ese liquido??...-

Es un liquido que se les inyecta a los enemigos en la guerra, para que suelten todos sus secretos, la mayoria de ellos mueren en menos de 15 minutos y los que sobreviven terminan siendo parte del proyecto de supersoldados donde le quitan los recuerdos y se convierten en maquinas de matar, en este caso le he bajado a la composicion para evitar que colapse tan pronto, como deseas divertirte con él lo tendrás en estado catatónico por un par de horas

Eso me gusta...mientras mas lo sometamos, mas dificil será el que lo recuperen...-

El pelirosa cayó al suelo después de haber pasado los efectos de la droga, ya estaba desatado porque no podia moverse y su mirada parecia sin vida, Junko se acercó a él para tomar sus signos vitales

Esta vivo...-sonrio maliciosamente- entonces continuemos con la diversión

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Mimi-chan
« Last Edit: March 30, 2020, 12:51:04 AM by Mimi Tachikawa »


Sayi


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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana


—¿Manju?
—N-no
—¿Seguro?
—…—

Slaine bajó la mirada y la desvió a un costado, inseguro. Sabía que era descortés rechazar un ofrecimiento tan amable de otra persona, lo más lógico era aceptar, pero el rubio temía probar aquel manju y sentir rechazo de su sabor debido a su consistencia extraña.

—¿Manju?

Le volvió a insistir. Continuaba extendiéndole el manju entre los palillos y aproximándolo a él.
El inglés poco a poco comenzó a subir la mirada lentamente después de unos segundos de silencio, el chico pelinegro lo observaba con curiosidad y expectación. A Slaine le recordó la curiosidad del gato negro que el mayordomo de su familia, Sebastian, alojaba discretamente en la mansión.
Slaine amaba los gatos y era difícil resistirse a ellos y no consentirlos. Lamentablemente en su casa los felinos estaban prohibidos y el rubio debía conformarse con acariciar felinos ajenos.
Se encontró con la mirada del chico de cabellos negros azabache. Sí, el chico frente a él era como un felino. La forma de sus ojos, la intensidad de su mirada y esa curiosidad innata que no podía evitar. Sentía que, si no le consentía, luego su conducta sería como la de un gato: indignado por su rechazo se volvería distante y resentido.

—L-lo siento…— se disculpó y volvió a desviarle la mirada, acomplejado.
—Ya veo. —

Akira le sonrió divertido, encantado por las reacciones tan finas y cohibidas del joven inglés. Era muy distinto de lo que había imaginado. No conocía a los Lancaster, pero todo el mundo hablaba de ellos desde el primer semestre como si fuera la novedad más magnífica del año. Increíblemente un espécimen Lancaster había llegado a su clase y podía centrar su curiosidad directamente en su nuevo compañero.
¿Los Lancaster eran todos así de tímidos y callados? La primera vez que conoció a Slaine, cuando Ritsu lo obligó a compartir la responsabilidad de guiarlo, se le hizo un joven muy educado y poderoso, pero ahora que compartían un poco más le llamaba la atención lo adorablemente retraído y tímido que resultaba ser. Percibía que el chico tenía temor de defraudar a los demás o se sentía culpable de algo que no se podía explicar. Miedo a fallar, tal vez.
La disciplina en su familia debía ser muy estricta o venía de una familia muy dañina. Era interesante estudiar la psicología de su procedencia.

—¿Tienes miedo, Slaine?
—¿Eh?
—¿De qué tienes miedo? O… ¿Me tienes miedo a mí?
—Y-yo, no sé… qué quieres decir.
—Ah. — por la disimulada fracción de segundo en que notó que frunció tenuemente el ceño supo que se ofendió de algún modo. Al parecer al rubio no le gustaba mostrarse débil. Pero seguía evadiéndole la mirada. —Pensé que creías que te iba a engañar.
—¿Eh? ¿Eso por qué?
—Porque no confías en mí. — Akira, quien se mantenía inclinado sutilmente hacia delante, volvió a su posición inicial y se hizo hacia atrás. Dejo el manju sobre el platillo en la mesa. —No pienso jugarte una broma o lastimarte. — le aseguró.
—…—
—Estos manjus no contienen ningún aditivo que sea picante. — Ritsu le aclaró al llegar a la mesa junto a ellos después de ir a buscar un poco más de servilletas. Analizó la situación desde lo lejos y tradujo que el rubio temía encontrarse con algún condimento asiático que fuera picante. —Son dulces, y pedimos los más suaves para ti. —
—Ahhhh. — Slaine soltó un suspiro, aliviado. —¿Cómo sabían que…? Ah, debo ser demasiado evidente.
—¿Qué no querías arriesgarte a probar algo que te produjera rechazo? ¿o que no confiaras en Akira?
—Ehw
—Tranquilo, no me ofende que confíes más en Ritsu que en mí. — Akira apretó el hombro de Ritsu quien se había sentado a su lado. —Shikishima tiene el talento de dar confianza en los demás.
—No es que tú no me des confianza, Akira. — aclaró Slaine. —No sé por qué Ritsu hace sentir más protección y cuidados— era extraño porque recién y se conocían. 
—Es como una madre. — aseguró el pelinegro, sonriendo tranquilamente. —Siempre nos va a cuidar y apoyar, aunque se enoje y lo esconda detrás de esa expresión suave.
—No me gusta esa visión maternal… Creo que difiero mucho del simbolismo de imagen materna. Preferiría que me evaluaran como alguien a quien pueden contarles sus problemas.— Ritsu suspiró. Desde que era muy niño sus cercanos confiaban en él y le pedía ayuda, pero inevitablemente tendía a cuidar de los demás como si fueran su responsabilidad.
—Ritsu organiza las reuniones de estudios, nos da planificaciones para sistematizar la semana con productividades de progreso personal, nos excusa con los maestros y mucho más. Admito que abusamos de él y le hacemos cocinarnos, coser nuestra ropa, lo usamos de enfermero, le dejamos la responsabilidad de preparar nuestras cosas para las clases y los clubs… Uhm…— Akira se detuvo un momento, alzando la mirada hacia el techo, pensativo. —Creo que te tenemos de esclavo.
—Ah, qué bueno que lo notaras hasta ahora.— el pelinegro sonrió —Por cierto, volviendo al punto anterior, me alegro de que confíes en mí, Slaine.
—Ustedes dos son fascinantes. Pueden descifrar los pensamientos y conducta de otro así de fácil. Serán psicólogos brillantes. Espero que me permitan aprender de ustedes. Probablemente me falta mucho por aprender.
—Yo creo que nos falta mucho, pero gracias por el cumplido. — dijo Ritsu. —Pienso que eres muy analítico y brillante, Slaine. No estas por debajo de nadie.
—Agradezco tus palabras.— asintió el rubio. Después miró al otro chico. —Akira, lo siento por no aceptar aquel dulce. Me daba curiosidad y quería probarlo, pero pensé que quizá podía ser picante y me preocupaba.
—Me hubieras dicho, no tiene nada de malo expresar tus incomodidades. No deberías reprimirte tanto. — Akira le habló con amabilidad. —Ahora, todavía me da curiosidad el por qué no confías en mí.
—Akira, ya déjalo. — Ritsu sonrió y codeó a su amigo por lo bajo. Le daba gracia que el pelinegro fuera tan curioso.
—N-no sé.
—Dilo, no pasa nada.
—Heh… Creo que te muestras despreocupado e incluso das una imagen de vulnerabilidad, pero ocultas una parte secreta de ti. No es que quisieras hacerme una trampa… pero sentí que quizá disfrutabas con verme incómodo.
—¿En serio? — Akira se rio suavemente. Se le hizo divertida esa observación puesto que, en efecto, había disfrutado verlo tan acomplejado. —Eres brillante, Slaine. Yo debería cuidarme de ti.
—N-no digas eso…— desvió su mirada y la fijó en el manju. —¿Puedo probar?
—Es para ti. — asintió Akira.
—¿Cómo se toma? ¿Con los palillos o con utensilios?
—Como te sea más cómodo, ¿o quieres que lo haga por ti? — le bromeó, pero parecía que el otro sí quería su ayuda ahora. —¿Entonces, sí? — parpadeó impresionado. Volvió a alcanzar el manju con unos palillos y se lo acercó a Slaine quien, esta vez, lo recibió sin temores. —Ya veo que confías un poco más en mí.
—¿Qué tal? ¿Te ha gustado el manju?
—Sí. — asintió el rubio después de la degustación. —Su consistencia es suave y grácil. Su sabor dulce es muy agradable.
“Es como tú”
—Slaine, entonces entiendo que no te gustan las cosas picantes. Para tenerlo presente. — refirió Ritsu, después de probar su té de matcha. 
—No las rechazo del todo, pero prefiero evitar cosas picantes. — Esperaba que aquellos dos no lo vieran como alguien quisquilloso y delicado, pero su rechazo a lo picante tenía una explicación personal. Hace muchos años, sus dos hermanos menores, Leonhard y Licht, le jugaron una broma pesada donde le dieron de probar wasabi mintiéndole sobre que era pasta de menta para dulces. Slaine sintió que murió ese día. De allí su rechazo. —Mejor hablamos de algo más interesante. Tengo entendido que la próxima semana hay un examen.
—Oh, pero el profesor te eximirá de ese examen por el poco tiempo que llevas aquí. Me dijo que te tomará esa prueba a final del semestre.
—Prefiero hacerlo ahora. Estuve estudiando desde antes la materia así que siento que no tendré problemas.
—Le diré al profesor, entonces. — asintió Shikishima.
—¿Quieres ir a la fiesta de psicología?
—Akira…
—No todo es estudios y tarde o temprano se iba a enterar. — Akira miró a Ritsu y luego a Slaine. —Discúlpalo, está evitando llegar a ese punto para no exponerte.
—¿Exponerme? — Slaine alzó una ceja, un poco contrariado. Bebió un poco de su té antes de continuar. —Supongo que una fiesta de carrera no es un gran riesgo. Dudo que los jóvenes de aquí sean… extravagantes. — recordó las fiestas en su país las cuales le desagradaban justamente por la bohemia y descontrol que podía haber.
—Ah, deberías ver quien es nuestro presidente de Psicología. Creo que si lo conocieras comprenderás por qué Shikishima está tratando de no exponerte. 
—…— Ritsu observó disimuladamente a Akira para reprenderlo con la mirada. —No le hagas mala fama a nuestro superior.
—¿Quieres ir? — insistió Akira.
—No sé. Tengo que preguntarles a mis hermanos mayores si no tenemos alguna actividad para ese día.
—¿Tienes hermanos mayores en Tokyo?
—Ah, Akira, verdad que no estás al tanto, pero Slaine tiene dos hermanos mayores aquí en Tokyo. Uno de ellos está en Rizembool, incluso.
—Es raro que no les hayan pedido a ellos que sean tus guías, Slaine. Quizá te sentirías más cómodo con ellos que con nosotros.
—Prefiero que ustedes sean mis guías. Mis hermanos suelen estar muy ocupados y prefiero interaccionar con gente amena como ustedes si no es mucha molestia.
—Para nada. — aseguró Akira. —La verdad no me gustaba la idea de ser guía de alguien, pero le agradezco a Ritsu que me incluyera, ha sido bastante grato conocer a un chico tan interesante como tú. Puedes contar con nosotros. Si te animas a ir a la fiesta podemos pasar por ti y acompañarte, ir los tres juntos y divertirnos.
—Gracias. Consideraré lo de la fiesta. — asintió, tranquilo. —¿Qué más me pueden contar sobre Rizembool?
—Hmh, ¿sabes que varios idols de la música estudian en Rizembool? — Ritsu hizo un repaso mental de los músicos y famosos que estudian en Rizembool.
—No estoy muy al tanto. — Slaine era de esas personas que no estaban actualizadas con esos temas de popularidad. Los chismes y la farándula se le daban más a Leon y Licht, sus hermanos menores.
—Los hermanos Yamada estudian en Rizembool, Ichiro y Jiro. Son muy famosos y causan gran revuelo cuando van a sus clases. Ramuda Anemura también estudia en Rizembool, es muy famoso y es bastante agradable. Hay muchos más idols en Rizembool y quizá te encuentres con ellos en tu periodo de intercambio. También tenemos deportistas famosos que son miembros de los clubs de la universidad, por ejemplo, Oikawa quien es muy popular y un deportista muy conocido, él es capitán del club de volley. Y el senpai de Akira…— miró al joven a su lado, soltando una risa. —Me traicionó y se cambió de club para estar con Kise.
—Estoy en el club de béisbol, pero tengo que estar también en el club de basket por créditos extras. No todos somos alumnos estrellas y populares como Shikishima. Ahhh, y Kise no es mi senpai… Pero sí admito que es un basquetbolista brillante, es seleccionado nacional y tiene contrato con la NBA. Es el capitán del club en Rizembool. Si te animas, te puedes inscribir en el club… Kise siempre quiere tener varios integrantes.
—Mejor te inscribes en el de béisbol.  Somos pocos, pero somos un gran equipo. — Ritsu le ofreció, mirando con resentimiento a Akira
—Lo pensaré.

Mientras los chicos conversaban un grupo de estudiantes de Rizembool entró en la cafetería puesto que era lo más cercano que tenían para comprar algo mientras duraba el tiempo entre bloques. Fue inevitable que el trío diera un vistazo hacia los recién llegados notando que el líder de ellos poseía una actitud de supremacía y arrogancia mientras sus compañeros parecían tolerar su conducta. 

—Aquel joven de cabellos rubios y ojos escarlata es Nakiri Mahiro. Es hijo de un importante empresario del país y miembro de una de las familias más ancestrales de Tokyo. Los Nakiri viven en su propio distrito. — les ilustró Ritsu a sus dos compañeros.
—¿En serio? — Akira parecía contrariado con esa información. Si hubiera sabido que era una persona rica e importante lo habría asechado cuando coincidió con él. Mínimo, le habría sacado su billetera. Ahora que lo veía en persona la información dada por Shikishima le daba lógica: su vestuario era de alta costura y estaba rodeado de chicos adinerados. —Yo pensé que era un miembro del club de animadoras…
—¿Qué? — Ritsu pensó que escuchó mal. —¿De qué me perdí?
—¿Cómo lo explico? Mh— el pelinegro acomodó uno de sus mechones rebeldes de su cabello hacia atrás —El equipo de basket vino bien armado y hasta le pidió a Rizembool que convocara un club de animadoras para que los animara durante las competiciones e incluso, de vez en cuando, durante las prácticas… Creo que mucha gente fue anotada al azar para formar el nuevo club de animadoras… Ann, entre ellas. Al parecer, el tal Nakiri también fue anotado al azar… Siendo el único hombre. Fue el comentario de risas toda la tarde durante la práctica de basket, hasta que su hermana los intimidó y ya nadie más mencionó el hecho.
—Espero que no se entere porque seguro se molestará. — pocas veces Ritsu coincidió con Mahiro, a veces lo veía en los laboratorios de Rizembool, pero el rubio no cruzaba palabras con él. Observó a Slaine. —Es mejor no incomodar a Nakiri. — sabía que, si alguien se le metía entre ceja y ceja, el príncipe de los ricos japoneses les haría la vida imposible.
Ritsu creyó que Mahiro y su grupo no les prestaría atención y se sintió aliviado de no tener que interactuar. Grave error bajar la guardia.
—¿Shikishima? — Kaworu Nagisa, uno de los mejores amigos de Mahiro y quien estaba con él en ese grupo se acercó a la mesa de ellos al notar un rostro conocido. —Que grato verte hoy. Justo quería preguntarte por la fiesta de Psicología.
—Ahhh, aún la estamos planeando. En la tarde me reuniré con el presidente del comité de Psicología para planificar. — últimamente muchas personas se le acercaban para preguntarle lo mismo.
—Hehe, los de psicología siempre queriendo ser enigmáticos. — rio suavemente Kaworu. Notó a los otros dos. —Hola. Me llamo Kaworu Nagisa, mucho gusto.
—Él es un compañero de proyecto. — les dijo Ritsu a sus dos acompañantes. —Kaworu, ellos son mi amigo Akira Kurusu y Slaine Lancaster, un compañero que viene de intercambio cultural.
—Ahw, también han adoptado un Lancaster.
—¿Heh? — Ritsu le sonrió brevemente, tratando de hacer que Kaworu entendiera que fuera piadoso y no dijera nada malo a Slaine de su familiar.
—Nosotros tenemos a tu hermano mayor en nuestra carrera, un encanto. — guiñó un ojo.
—¿Eres compañero de mi hermano? — preguntó Slaine, sorprendido. Pensaba que los compañeros de su hermano lucirían como los típicos científicos japoneses sofisticados pero ese chico parecía bastante relajado.
—Ahá. — asintió mientras llamaba a su grupo de compañeros para que se acercaran a él. Cuando llamó la atención de ellos y se acercaron, Kaworu sonrió con algo de travesura mirando a sus amigos y al grupo de Ritsu. Notoriamente quería causar estragos. —Es el hermanito de Lancaster y también viene de intercambio. Podríamos invitarlo a dar un paseo por Tokyo. —
—Nagisa siendo curioso y asechador como siempre. — dijo Ryuji Korekuni, un chico bajito de melena oscura con un mechón magenta.
—Yo que tú, no me fio de él. — otro joven se posicionó al otro lado de Kaworu, agarró al peligris del brazo para medio colgarse de él. Aquel nuevo individuo tenía el cabello platinado y ojos color magenta. Al igual que Korekuni, Shu Ujigawa llamaba mucho la atención por su estética. —En serio, no confíes en Nagisa… Es perturbador.
—Ahw, que malos. — Kaworu fingió sentirse triste por los comentarios de esos dos petit. 
—¿Recuerdas que te dije que varios idols iban en Rizembool?  Ryuji Korekuni y Shu Ujigawa son músicos famosos. — Ritsu le explicó al rubio.
—Es un gusto conocerlos…— dijo Slaine, siendo afable, pero realmente no tenía idea quienes eran. Incluso se sintió pasmado al pensar que el tal Korekuni y el tal Ujigawa eran unas chicas. Tal vez debía tener cuidado en cómo se dirigiera a las personas en ese país porque resultaban ser bastantes andrógenos y no deseaba ofenderlos.
—Nagisa, ¿en qué te distraes ahora? Ahhh, ya veo…— Shin Hyuga parecía molesto por la dispersión del grupo, justamente él fue enviado por Mahiro a buscarlos puesto que se estaban tardando con esa distracción. —Shikishima, ¿qué tal van los planes para la fiesta de Psicología? — Shin acomodó su larga cabellera tomada en una cola alta. Era bastante elegante y su porte era alto.
—Ohw, parece que es el tema del momento. — Ritsu no pudo evitar soltar un suspiro, divertido con la expectativa que estaba acarreando esa fiesta. Sí o sí debía presionar al presidente del comité de estudiantes de psicología para apresurar la planificación puesto que todos estaban muy expectantes de lo que sería esa fiesta. Seguro Wolfgang tenía algo extravagante y novedoso en mente para dejar la vara en alto respecto a la celebración, pero Shikishima estaba temiendo que tanto suspenso estaba estresando a los estudiantes de las otras carreras que deseaban conocer más detalles. —No puedo adelantar mucho, aún estamos planificando. Sólo puedo decirles que siempre recordarán esta fiesta.
 
En pocos segundos, los miembros restantes de ese grupo de ricos populares se aproximaron al ver que Kaworu y el resto no regresaban con ellos. El peor temor de Shikishima se cumplió al ver que Mahiro Nakiri, al sentirse ignorado por su amigo y sus peones, se acercó a la mesa de ellos a ver que estaba pasando y reclamar la atención que merecía. Seguramente estaría molesto por haber sido abandonado así de pronto y se desquitaría con alguno de ellos.
—Heh, idiotas. ¿Por qué tardan tanto? — Mahiro bajó las gafas de sol con cristales color amatista y los observó soberanamente. No había nada interesante en esos tres que habían captado la atención de su círculo social, parecían simplones, aburridos y nerds.
Mahiro chasqueó los dedos haciendo que un chico que estaba con él se apurara en sus pasos y estuviera cerca suyo.
—No presiones así a Jyushi-kun, Mahiro. — le dijo Kaworu al ver como Mahiro manipulaba a aquel chico alto, de larga cabellera oscura con reflejos amarillos, que llevaba un atuendo digno de un visual kei. Jyushi Aimono era un conocido cantante pero allí estaba, haciendo caso a Nakiri.
—O se apura o lo golpeo…—
—…— Aimono permaneció en silencio, con la intensión de pasar desapercibido, pero a Nakiri no se le escapaba.
—Más le vale hacerme caso. Tengo un rehen.— Mahiro miró con burla a Aimono.
—¿Rehen?— Kaworu quería saber más detalles.
—No dañes a Amanda, por favor...— Aimono le susurró a Mahiro, pidiéndole clemencia.
Un par de chicas reconocieron a Aimono al ser famoso y se le acercaron para pedirle autógrafos (de paso, también a Ryuji y a Shu al notarlos) y con eso pudo zafar momentáneamente del dominio de Nakiri pero éste aún le tenía puesto el ojo encima. Al parecer, Mahiro se había encontrado una nueva entretención y a quien fastidiarle la vida.
Akira tuvo que contener la risa con dificultad, fingiendo que se había atorado con su té. Era difícil imaginar que ese rico engreído que tenía a todos bajo sus órdenes fue el chiste durante toda la tarde del entrenamiento de basket al ser inscrito en el club de animadoras. ¿Estaría al tanto de ello?
—¿Estás bien? — preguntó preocupado Slaine a Akira.
—S-si. Sólo me atoré. —
—Nakiri, tratábamos de tener información sobre la fiesta de Psicología. — le dijo Shin entregándole una explicación del porqué de su ausencia.
—Meh.— Mahiro puso una expresión de aburrido, entrecerrando sus ojos. —Todos sabemos que esa fiesta será igual de aburrida que todas las demás.
—Ah, puede que este año te sorprenda, Nakiri-san. — Ritsu le sonrió amigablemente.
—Mhm.— el rubio alzó los hombros, hastiado. Estaba a punto de decirle a los demás que se fueran, pero fijó su mirada en Slaine. —¿Gringo?
—N-no. Es inglés. Es…—
—El hermanito de Lancaster. — concluyó Nagisa.
—¿Hm? — lo miró con más detención. Estéticamente no se parecía en nada al Lancaster de su clase. Seguro o era un hermano bastardo o que sabía él. Quizá tenía la misma actitud de mierda que el mayor. —Extranjero, supongo que vienes a sorprenderte con las costumbres de nosotros, eh.
—Quiero aprender todo lo que pueda de ustedes. Verdaderamente son mucho más avanzado en ciencias y tecnologías. Admiro su inteligencia.
—…— por lo visto, demostraba tener una actitud más humilde y amable que su engreído hermano mayor. Demasiado inocente, tal vez.
—…— el resto de los presentes estaba expectante de lo que pasaría. La mayoría apostaría con que Mahiro intentaría algo nocivo.
—Ya veo…— Mahiro embozó una sonrisa media, disimulando su jactancia. —¿Quieres conocer algo sorprendente? Mira, ven… Ven aquí. — el rubio observó a su alrededor buscando algo en específico.

Slaine pidió permiso para levantarse de la mesa y acompañar a Mahiro quien lo condujo hasta otro punto de la cafetería. Akira y Ritsu entrecruzaron miradas sabiendo que no podían quitarle la vigilancia a Slaine sobre todo si estaba en compañía de alguien tan disruptivo como Mahiro Nakiri.
Sorprendentemente, minutos después vieron que los dos vigilados se sonreían entre ellos y parecían animados con una “Persocon” que tomaba sus pedidos. Parecía que Mahiro no tenía malas intenciones, incluso… extrañamente parecía estar siendo amable con Slaine.
El grupo comenzó a hablar de temas triviales mientras esperaban que volvieran Slaine y Mahiro. En unos cuantos minutos más Slaine volvió con Akira y Ritsu, y los amigos de Mahiro se fueron con él a otra mesa.

—Parecías encantado con lo que Nakiri te enseñó.— Akira observó a Slaine, quien lucía como un niño fascinado con un caramelo.
—No pensé que esa joven fuera un robot “Persocon” — dijo Slaine, quien aún estaba admirado con el descubrimiento. Miraba con atención una especie de pequeño presente que la Persocon le dio por su compra. —Todo aquí lo hacen tan… bonito.
—Hehe, a pesar de dar una imagen fría eres muy dulce, Slaine. Es encantador que te sorprendas con detalles pequeños. — dijo Ritsu
—¿Q-que?
—Suave y dulce como un manju. — agregó Akira, sin perder la oportunidad de molestarlo.
—¡N-no soy como un manju! — se quejó Slaine, sintiéndose avergonzado por esa comparación. —S-sólo que… No estoy acostumbrado a recibir regalos o cosas así. — menos de un robot.
—Me extraña que Nakiri-san haya sido tan afable y atento…— Shikishima no podía evitar sospechar de Nakiri. Sobre todo, porque conocía a Yoshino Takigawa, quien fue por muchos años el mejor amigo de Mahiro. Yoshino prefirió distanciarse de Mahiro al ser el daño colateral de todas sus acciones, por eso se tuvo que salir del club de Kendo y de la carrera de Ingeniería Genética Humana para no estar en el mismo club ni en la misma carrera que su ex amigo. Si bien Yoshino no decía nada malo de Mahiro, Shikishima sabía que debía haber algo muy profundo e irreparable como para que Yoshino tuviera que salirse de todas las cosas que le gustaban con tal de no estar cerca de Mahiro.
Varias horas después, cuando las clases concluían en Rizebool, los estudiantes se iban para sus casas o actividades y otros se organizaban para pasar el rato juntos. Mahiro estaba sobre su automóvil cuando recibió una llamada de Kaworu.

—Holo, ¿Ya conoces a los Morningstar? Todos los hermanos tienen nombres de demonios.
—¿Qué con ellos? — Mahiro era de esa gente imprudente que manejaba y hablaba por teléfono al mismo tiempo. Suerte que la tecnología le ayudaba y tenía conectado el iPhone al bluetooth de su vehículo y podía tener las manos libres. No pudo evitar sentir rabia al no conocer a los Morningstar en persona. El desgraciado de Lancaster sí los conocía e incluso era parte de ese grupo. Era inevitable que Nakiri compitiera con Lancaster todo el  tiempo aunque fuera una guerra unilateral.
—Shin ha conseguido que nos inviten a jugar a las cartas en su club privado, ¿vas?
—No. — respondió parcamente, aunque sí quería ir. Moría por sacarse la curiosidad de conocer a esos hermanos que estaban causando conmoción en su recién llegada a Tokyo. —Tengo planes… Si me desocupo antes, tal vez vaya.
—¿Qué planes tienes?
—No seas intruso…
—Bueno, espero que te liberes de ellos pronto. Te estaré esperando. Bye. — terminó la llamada.
Mahiro condujo hasta salir de Rizembool, llegando a un punto específico. Encontró a la persona que había citado en la mañana.
—Aquí estás. — dijo el rubio al encontrarse a cierto inglés.

“No le digas a Shikishima. Él suele preocuparse innecesariamente. Mantengámoslo en secreto.”

Slaine repasaba mentalmente las palabras de Mahiro. Ya era tarde para arrepentirse pues estaba sentado de copiloto en su vehículo mientras su dueño conducía apaciblemente. El rubio no podía evitar sentirse culpable y “malo” por no contarle a Shikishima.
A lo menos, Nakiri estuvo condiciendo casi por cerca de una hora por la carretera saliendo hacia un área más rural y solitaria. Por fin detuvo el vehículo cerca de un bosque, sin un alma a su alrededor. Bajaron del vehículo y Slaine le siguió en silencio mientras Mahiro caminaba delante suyo con las manos en sus bolsillos y silbando tranquilamente. Llegaron a las orillas de una cascada.
Mahiro se detuvo y se mantuvo de pie contemplando el agua de la cascada mientras caía.
—¿Qué es lo que me querías enseñar?
—Ah, estabas aquí. — giró para mirarlo, articulando una sonrisa pequeña. —Eres como un niño, ¿sabes? Confías muy fácilmente. —
—Ehhh…—
—Sólo quería mostrarte esto…
—Es un bonito lugar. — el rubio vislumbró lo bonito de la naturaleza de Japón.
—Dijiste que quieres ver más de nuestra ciencia y tecnología. Lamento que no estemos en la misma carrera, pero afortunadamente en la tuya también incluyen muchos avances en el campo de la neurociencia. Slaine, espero que no seas como los demás idiotas. Me refiero a tu hermano mayor.
—¿Qué?
—Todo este tiempo ha visto a Rizembool por sobre su hombro y menospreciado la institución. Incluso sintiéndose demasiado importante como para asistir a clases. Sólo se limita a cooperar en los laboratorios, pero tampoco le toma importancia a ello. Rizembool puede darle mucho, pero él ha rechazado todo.
—Y-yo, me disculpo por su conducta. Él no es así…— Slaine desvió la mirada, sintiéndose avergonzado.
—Ven aquí.
El inglés se acercó más a Mahiro y le prestó atención a lo que quería mostrarle. Mahiro extendió su mano derecha en dirección a la cascada, por unos segundos Slaine pensó que quizá le quería enseñar alguna técnica ancestral de conexión con la naturaleza al estilo asiático y trató de concentrarse en seguirle la lógica, pero para su mayor consternación quedó en shock cuando vio que una especie de luz comenzó a crearse en la palma de la mano de Mahiro.
—¡¿C-cómo?!
—No vayas a pensar que es algo milenario propio de los japoneses. A qué crees eso.
—Perdón…
—No te disculpes. Es demasiado insólito de creer a simple vista. — le dijo Mahiro mientras jugaba con la luz en su palma haciéndola más grande y haciéndola “correr” hacia su brazo y hombro como si fuera una pequeña ardilla que iba trepando. —Aunque no lo creas, esto es puramente tecnología. Rizembool tiene la capacidad de darle estos poderes a personas específicas. Pon atención, ¿ves como puedo controlar la luz haciéndola más grande y más pequeña?
—¡Sorprendente! — Slaine estaba fascinado. —¿Puedo tocarla?
—Eso depende de mí. Si me caes mal, puedo hacer que esta luz te pulverice. Pero como me caes bien, puedo hacer que sea dócil contigo. Tócala.
Un poco inseguro, Slaine extendió su dedo índice y tocó la bola de luz con cautela. Sintió lo cálida y agradable que esta era.
—Nakiri, por favor, cuéntame más de esto. Necesito saber más.
—Verás. Como dije, Rizembool les da ciertos poderes a personas clasificadas. Esto por medio de tecnología muy avanzada. A mí me ha tocado el control de la luz. Puedo hacer plasmas de luz, escudos, hacer que sea cálida y pacífica como para calmarte como lo estoy haciendo justo ahora, como también usarla para otros medios. Mira, apártate unos pasos. — el otro le obedeció y se apartó unos pasos con calma. Mahiro hizo que la bola de luz en su mano se extendiera en una forma larga y puntiaguda como una especie de lanza. Hizo un movimiento ágil y esta se extendió a su máxima plenitud saliendo disparada en forma de rayo hacia la cascada. Cuando la luz tocó el agua de la cascada cayendo, fue tan precisa y perfecta que “cortó” el agua por una fracción de segundos. En un cerrar y abrir de ojos el agua volvió a caer de la cascada.
—¡No puedo creerlo! — Slaine estaba atónito con lo que veía. —Es demasiado increíble y maravilloso. ¡Eres extraordinario! ¿Puedes hacerlo otra vez?
—Claro…— Mahiro creó el mismo plasma de luz que el anterior pero esta vez lo dirigió hacia una roca lejana la cual se partió en dos al ser impactada por la luz. Vio cuan sorprendido estaba Slaine con sus demostraciones. —Eso era lo que te quería mostrar.
—Gracias, Nakiri. Ha sido como estar dentro de un sueño fantástico.
—Quizá tus compañeros ya te contaron, pero en Rizembool hay alumnos que son Rebels.
—¿Rebels? Disculpa mi ignorancia.
—Yo soy un Rebel. Es por eso que tengo estos poderes. Los Rebels somos personas entrenadas y calificadas para ser guerreros de Rizembool.
—Eso suena bastante peculiar…
—Entiendo, debes sentir que todo lo que digo es sacado de una película de ciencia ficción, pero, aunque sea difícil de creer eso es así. Se nos dan estos poderes para desarrollarnos como guerreros que no sólo defienden a Rizembool sino a todos sus allegados.
—¿Y contra quienes luchan?
—Contra nuestra contra parte… Las HiMEs.
—¿Mujeres? — el rubio alzó una ceja, confundido.
—Bueno, contra ellas, sus Keys y sus equipos de lucha. Todo lo que venga de Hanasaki. Verás… Rizembool es el futuro y quiere que todos, sin importar la clase social, podamos tener acceso a poderes y capacidades para proteger a los nuestros. Hanasaki es el pasado, quiere ocultarlo y sólo darles este poder a unas pocas personas “privilegiadas”
—Esto es un poco confuso.
—Me sorprende que tu hermano no te haya hablado de ello. Los Lancaster de generaciones más antiguas estuvieron fuertemente vinculados con todo el desarrollo del proyecto Rebels.
—…—
—Ah, disculpa. Quizá no debí mostrarte esto… Tal vez tu hermano no quiere involucrarte en este sistema.
—Tal vez…— Slaine entrecerró los ojos, desilusionado. —Quizá no me considera apto. Aunque me gustaría conocer más de esta ciencia.
—¿No te interesaría ser Rebel? Parecieras tener buena condición física. No te cansaste en todo el recorrido caminando hasta la cascada.
—Yo… N-no creo que pueda. Parece ser una responsabilidad muy importante y me temo que pueda fallar. No creo ser bueno…— Slaine era diferente a la mayoría de los Lancaster quienes se jactaban de su supremacía. En cambio, él sabía lo “poco que valía” sintiéndose derrotado antes de tiempo. Su padre siempre le había dicho que era un fracaso y un inútil por fallar, su madre le ignoraba todo el tiempo así que Slaine fue creciendo como el hermano fantasma de la familia. Pero lo que Mahiro le acababa de mostrar le llamaba demasiado la atención. —Me gustaría ser un espectador de esta tecnología.
—De acuerdo, respetaré tu postura. Pero si cambias de opinión y quieres ser Rebel, búscame.
Mahiro se había desocupado de sus compromisos al anochecer. Después de haber dejado a Slaine en su residencia, tuvo que atender “otro compromiso” pensando que se libraría pronto de aquello, pero resultó ser un compromiso bastante revoltoso.
Al llegar a su residencial, se alistó con yukata tradicional y salió hacia uno de los templos de su distrito donde encendió un incienso y comenzó a orar. Estuvo allí a lo menos una hora. Al terminar sus plegarias todo estaba muy oscuro y silencioso, Mahiro alzó la mirada hacia las vigas a la vista en el templo observando aquella vieja madera. Esa construcción tenía más de cientos de años de antigüedad.
Cuando era niño, su primo Ryota siempre lo asustaba con historias tontas de onis y fantasmas malignos que supuestamente vendrían por su alma en la noche. Que ingenuo.
Ryota sólo se dedicó a fastidiarlo toda la vida y después lo abandonó como una porquería para irse como un marginal a la vida callejera. No merecía perdón. No entendía por qué su padre lo había admitido en la última ceremonia Nakiri… Sólo daba vergüenza ajena.

Salió del templo. Las luces en los faroles brillaban en el ambiente oscuro y era relajante observarlas. La lluvia comenzó a caer inesperadamente, pero Mahiro no se preocupó por ello. Le gustaba la lluvia. Metió sus manos en las mangas de su yukata y cruzó los brazos mientras caminaba calmo por su distrito. Algún día sería el señor de los Nakiri al igual que su admirable padre.

—Mahiro.
—…Padre. — no lo había visto ni sentido. Su padre poseía ese talento de discreción. Mahiro le hizo una reverencia a su señor padre.
—¿Estabas orando? — Su padre llevaba una yukata negra. Nunca lo había visto usando otro color. Mantenía una sombrilla roja sobre su cabeza para cubrirse de la lluvia. 
—Sí.
—Bien. — Azami asintió. Imitó a Mahiro y se cruzó de brazos, caminando a su lado. —Un hombre que ora antes y después de un duelo es un hombre con el alma limpia.
—¿Sabes lo que hice hoy? — el joven se sintió honrado por el reconocimiento de su padre.
—Lo decía por el duelo de kendo que tendrás mañana con el hijo de Tokasa-san…— dijo Azami pausadamente, manteniendo sus ojos entrecerrados. —Lo de hoy ha sido un juego de niños…
—Padre, ella no lo va a olvidar. Seguro debe estar replanteándose todo en estos momentos. ¡¡No ha sido un juego de niños!!
—Debiste concluirlo. No darle una reflexión de vida.
—¡Pero—¡!—
—Silencio…— lo miró con esa fría severidad que a Mahiro le petrificaba. —La próxima vez, no vuelvas aquí si no has hecho las cosas correctamente. ¿Lo has entendido?—
—Sí, padre…— respondió, apretando los puños dentro de su yukata.
Azami lo miró por una última vez demostrando que su mensaje no era un consejo sino una advertencia. Posteriormente comenzó a caminar dejándolo solo y yéndose a su residencia dentro del distrito. Mahiro permaneció bajo la lluvia un tiempo más, apaciguando su ira interior.
—¡NAKIRI!—
—…—
—¡¿DÓNDE TE ESCONDES?!
—Cállate, Jaeger…
—¿DÓNDE ESTÁ EL BASTARDO DE TU HERMANO?
—…— Erina comprendió que ese salvaje no dejaría de gritar. En tanto, Jaeger seguía buscando a su objetivo por el alrededor. Jaeger volvió a gritar llamando a su hermano y amenazándolo con golpearlo, Erina desconocía el porqué de la furia de Eren. Sabía que Mahiro (y ella misma) lo humillaba y denigraba todo el tiempo, pero Jaeger, increíblemente, nunca arremetía contra Mahiro. Antes de que se armara un escándalo la chica fue hasta donde Jaeger y le dio un puñetazo en el abdomen de improvisto dejándolo sin aire. —Te dije que te callaras.
—¿D-dónde está… Mahiro? — pronunció con dificultad.
—¿Qué tienes contra él ahora?
—No te hagas la idiota… S-saabes lo que hizo.
—¿Lo de ayer? Es lo mismo que has hecho tú con tu HiME. No entiendo tu alboroto.— respondió calmadamente.
—…—
—O es que…— Erina se inclinó, debido a que Eren estaba curvado por el dolor del golpe, llegó hasta sus ojos y le miró con sospecha. —¿Estás molesto porque Mahiro ha atacado a su HiME?
—…—
—¿Es acaso esa chica una conocida tuya?
—…—
—¿Parece que estás afectado porque la lastimó? ¿Sabes lo que pasa cuando un Rebel es amigo de una HiME?
—Sabes perfectamente que lo digo porque se metió con mi HiME también. La otra chica no me importa.
—¿Y por eso el escándalo? — Erina volvió a reincorporarse, arreglando su largo cabello. —Bueno, los Rebels son todos unos imbéciles narcisos que no toleran que otro Rebel toque a su HiME. 
—¿Dónde está el soberbio de tu hermano? — volvió a preguntar, ya parado firmemente.
—Mahiro no vendrá a clases hoy. Tiene un duelo de kendo con el hijo de un importante señor.

Eren apretó los puños por lo bajo. Esa sabandija Nakiri se había sobrepasado. Entendía que en algún momento el día en que Historia fuera atacada por su Rebel llegaría más temprano que tarde pero jamás pensó que su Rebel sería Mahiro Nakiri y que sería tan severo en el primer encuentro.

Historia era una idiota. La idiota más grande de todas.

Había recibido un mensaje de texto supuestamente de un “amigo en dificultades que la texteó desde otro celular” Historia fue al punto de encuentro donde decía que estaba antes de terminarse la carga del celular.
Aún no entendía por qué Historia fue con las intenciones de ayudar a ese extraño. Historia no tenía amigos hombres. Hasta la fecha sólo se había hecho de amigas y éstas existían o: porque eran HiMEs, o, porque eran compañeras del club de animadoras de Hanasaki.

Con el único hombre que conversaba un poco era con él y Eren estaba seguro que Historia nunca iría a ayudarlo por todas las cosas que él había hecho.

Historia fue porque sentía que debía ayudar a esa persona o… Al menos ver de qué se trataba ese asunto.

Pero no la esperaba ningún amigo. La persona que había mandado el mensaje era Mahiro Nakiri.
Seguramente, conociendo la personalidad de Nakiri, se presentó como su Rebel, le dio una advertencia de que se retirara como HiME y que desapareciera de su vida.
Y seguramente Historia le habrá respondido que no lo haría.

Consecuencia de ello tuvieron una batalla. Historia luchaba y se podía decir que era sorprendentemente buena pese a su pequeño tamaño y su contextura delgada, pero no tenía el valor de hacer daño a su oponente.
Pero Mahiro… Mahiro era inmisericordioso. Cumpliría con su deber de Rebel sin importarle que la otra persona saliera dañada.

Eren odiaba a su HiME. Estaba seguro que Zero Two era una persona con un grado de locura preocupante y una inestabilidad emocional que daba miedo. Pero estaba agradecido de ella.

Zero Two se había hecho amiga de Historia hace un tiempo. En silencio la había seguido al encuentro con “ese extraño” para asegurarse de que la pequeña HiME estuviera bien. Fue allí donde Zero Two entró a luchar contra Mahiro, para proteger a Historia cuando notó lo sanguinario que era ese Rebel.
Si Zero Two no la hubiera seguido, Eren sabía que Historia no estaría viva en estos momentos.

Ahora, Historia estaba con lesiones mayores en el hospital, Zero Two estaba lastimada de igual modo pero como era una salvaje huyó del hospital (otra vez).

—Dile a tu hermano que no se meta con mi HiME. Soy yo el que debe pelear con ella.
—Estoy de acuerdo con ese punto. Oh, eso es… increíble. Estar de acuerdo en algo contigo…— Erina asintió. —Por culpa de Mahiro, ya no tendremos actividad. — Ironías de la vida. Erina despreciaba a Eren y lo trataba como un campesino básico. Desde siempre había sido entrenada para ser Princess… Pero le tocó ser Princess de Eren. Su Rebel se había vuelto holgazán últimamente y dejaba la tarea de atacar a la HiME Zero Two en manos de Erina.
Erina gustosa había tomado ese rol. Llevaba ya dos peleas fieras y extremas con Zero Two: había encontrado una digna rival en esa demente HiME. —Jaeger… ¿En serio sólo estás molesto porque ha atacado a tu HiME de paso?
—¿Por qué más me iba a molestar? La otra tipa no me interesa… Es problema de tu hermano.
—… A veces pienso que escondes algo. — lo observó con suspicacia.
La tarde llegó y con ello las clases concluían. Erina Nakiri subió al vehículo manejado por el chofer personal de los Nakiri y durante todo el camino a su casa estuvo pensando en su hermano mellizo Mahiro. Tenían diferencias por minutos de nacimiento siendo ella la mayor de los mellizos, pero siempre sintió a Mahiro como un hermano mucho más pequeño al cual debía cuidar. La madre de ambos había fallecido durante el parto y desde pequeña Erina había tenido un rol maternal sobre Mahiro.

Cuando pequeño era un niño inocente que incluso hasta cierto punto su mal carácter lo hacía adorable.
Mahiro creció queriendo complacer siempre a su padre y esperando ser querido. Con el tiempo se había aferrado bastante a Ryota Kise, su primo, por ser el único niño al que no le daba miedo estar cerca del honorable hijo de Nakiri-sama. Cuando Kise huyó su padre culpó a Mahiro por no haberle notificado apenas verlo escapar.

Primero su madre murió al darlo a luz…
Después Kise se fue…
Y Yoshino…


En el presente él no quería verla y lo había dejado en claro. Desde un par de semanas no le hablaba y las veces que cruzaban palabras era para insultarse. Erina no justificaba la conducta prepotente de Mahiro, pero también sabía que parte de su personalidad era por culpa de muchas ausencias.
Ella también le había fallado. Pero a diferencia de su madre, de Kise y de Yoshino, ella no se iría de su lado.

—Señorita— una sirviente cercana hizo una reverencia al verla llegar.
—Debo suponer que mi hermano ha ganado su duelo de hoy. — intuyó al ver que el domo se encontraba cerrado a esa hora.
—Sí. Su señor hermano hizo una impecable presentación y ganó inmediatamente.
—Mh. — era obvio.
—Pero…—
—¿Pero?—miró con frialdad a su sirvienta.
La fiebre lo tenía abatido sobre su cama.  Ni siquiera se había quitado su traje de lucha de kendo.
Patético. Los sirvientes lo habían lanzado en su cama como si fuera un peso muerto. Ni siquiera en sus peores momentos necesitó de ayuda para llegar a la cama.
Apretó su rostro contra su almohada, manteniendo fuertemente cerrado sus ojos.

“Tus actos tienen consecuencias”

¿Por qué le costaba tanto aprender ese consejo de su padre? ¡Su padre se lo había repetido desde prácticamente su nacimiento!

Pero no lograba aprenderlo.

La noche anterior, después del encuentro con su padre fuera del templo tras orar, Mahiro cambió de parecer y no se fue a dormir para estar descansado para el día siguiente cuando sería su duelo de kendo. En cambio, fue hasta el bosque de su distrito, con su bokken en mano, y comenzó a practicar toda la noche sus posturas bajo la lluvia que caía a torrentes.

Enfermarse no era nada. Otras veces había competido en duelos estando muy enfermo.

El problema fue que, en un acto de ira, después de haber entrenado toda la noche bajo la lluvia, se dirigió hasta uno de los templos dedicado a los Dioses de los Cielos y volvió a orar para ser el mejor en todo, pero al no recibir una señal ni nada golpeó con su bokken algunas figuras del culto y, sin respeto por las deidades, fue hasta donde guardaban el sake conservado por siglos para los dioses.

“Un nihonshu prohibido para los humanos y que sólo los dioses pueden beber. Debe ser mío.”

Se bebió aquel sake sin remordimientos.

Practicar bajo la lluvia, enfermarse, estar lleno de ira y terminar con un mareo con arcadas por beber un sake preparado hace cientos de años le pasó la cuenta.

“Tus actos tienen consecuencias”

Volvió a repetirse mentalmente. Recordando cuando su padre lo aleccionaba golpeándolo con una varilla en la parte trasera de las piernas o en sus antebrazos cada vez que se equivocaba.

Se presentó al duelo. Ganó y ganó como nunca. Derrotó a su adversario con unos pocos movimientos. Todos quedaron maravillados, celebrando su triunfo: su rival no era cualquier rival, era uno de los mejores.
Apenas ganar el duelo fue dirigido por el pasillo para ir a la cámara y cambiarse de ropa a un atuendo tradicional de decoro y así asistir a la ceremonia posterior al duelo en honor al ganador donde lo estarían esperando.
Pero Mahiro se desmayó en el pasillo. La fiebre lo estaba matando. Tuvo que ser sostenido por los sirvientes quienes evitaron que se golpeara contra el piso. Por suerte había pocos testigos, sólo unos pocos sirvientes y su padre. Nakiri-sama ordenó que llevaran a su hijo a su cuarto y lo dejaran allí. Ya vería el modo de excusarlo con la familia perdedora que esperaba en la sala de ceremonia para felicitar al poderoso hijo de Nakiri-sama.

—Huhm…— se abrazó a sí mismo, acostado de lado. Deliraba hace un rato y estaba seguro de que estaba viendo y escuchando cosas que no estaban. La habitación se le hacía grande y pequeña a cada segundo y un pitido en su oído no lo dejaba dormir. El dolor de cabeza se asemejaba a un taladro haciéndole un agujero en el cráneo. Ya no era por el sake, era netamente por la fiebre del resfrío mal cuidado.

Cuando tenía fiebre, siempre escuchaba a su madre cantarle. Acariciarle con sus suaves manos, abrazarlo y darle un beso en la frente diciéndole que todo estaría bien.

Ahora mismo la estaba escuchando hablarle. Tocando su frente y dándole caricias afectuosas.

“Todo va a estar bien”

Pero nunca conoció a su madre.
Y eso era lo más extraño. Porque siempre la sentía, desde pequeño.

—Madre…— musitó con dificultad.
—Shhh… Descansa. —

Erina estaba recostada en la cama, abrazando a su hermano por la espalda y tocando su frente. Comenzó a acariciarle el cabello, susurrándole una canción para que se calmara.

—Madre…— volvió a repetir.
—Todo va a estar bien, Mahiro. Estoy aquí. — La joven pasó una mano hacia el pecho del chico tomando la mano que Mahiro oprimía contra su corazón. —Debes relajarte. Descansa un poco. — estaba aún muy tenso, resistiéndose al resfrío y la fiebre.
—Erina…— reconoció la voz de su hermana. Abrió lentamente los ojos, con dificultad. —Estás aquí.
—Siempre lo estaré.
—Te dije que me dejaras en paz…
—No me importa, idiota… Siempre voy a estar cuidando de ti.
—Mmh.. — Mahiro se resistía a su contacto, pero Erina era más terca y seguía abrazándolo. El joven se rindió. —Haz lo que quieras…
—…—
—Si quieres cuidar a un caso perdido, es cosa tuya.
—Eres el mejor de todos, Mahiro.
—No ante los ojos de padre…
—No… No importa. Padre es demasiado exigente… Pero todo el mundo sabe que tú eres el mejor de todos.
—¿…Eso crees?
—Eso cree todo el mundo. Ahora, trata de dormir un poco. Prepararé una medicina para tratar tu fiebre.
—Te vas a meter en problemas…— Su padre había ordenado a los sirvientes no darle medicación ni atender a Mahiro argumentando que él era suficientemente capaz de resistir su fiebre.
—No importa. Duerme, y cuando despiertes estaré aquí y tendrás que beber la medicina que prepare.
—…— cerró sus ojos, más confiado y por fin dejando de estar tan tenso.
« Last Edit: April 24, 2020, 05:41:33 PM by Kana »


Kana


—¡Wahhh! ¡Eres realmente bueno, Jirocchin! — Kise chocó los cincos con el chico que acaba de hacer una canasta de tres puntos. —¡Definitivamente debes entrar en el club de basket!
—¡Estoy interesado hace años, pero nunca me has considerado!
—Es que antes eras súper malo, jaja.—
—¡Idiota!— gruñó el menor.
—Ara, pero ahora que has crecido y perfeccionado tus tiros eres mi digno discípulo. Ore-sama te va a entrenar para que seas el mejor.
—Oe, Kise… Jiro está en el club de futbol… Y este es su primer año en Rizembool. No puede saturarse con tantas actividades. Tiene que concentrarse en sus estudios y en Buster Bros. Si se une al club de basket terminará por colapsar.
—¡Ahhh, Ichiirin! — Kise lo miró enfadado cuando el pelinegro le arruinó el momento. —¿Por qué andas echando malas vibras antes de tiempo? ¡¿Por qué?! ¡Pensé que eras mi amigo, pero en cambio quieres que en la vida todo me vaya mal! 
—Ya basta, Kise… Deja de ser tan exagerado.
—¡Eres el peor amigo del mundo! ¡El más malo!—
—Kise…—
—Jiro, las prácticas son todos los días en el gimnasio de basket. — apretó los hombros del menor, dándole ánimo. El rubio hizo una barrera de bloqueo visual entre Jiro e Ichiro, ignorando al mayor de los Yamada. —Te estaré esperando y no hagas caso a lo que dice Ichii——AH!
—¡Kise! — Ichiro le piñizcó una mejilla y lo jaloneó.  —¿Qué acaso no escuchaste lo que acabo de decirte?
—¡Para! ¡Eso duele!—  el rubio se sobó su mejilla cuando Ichiro le soltó, lo miró como si le acabase de pegar brutalmente.
—Ya, ya. Ya pasó.— suspiró, revolviéndole el cabello al rubio dándole contención. —Pero no hagas que mis hermanos sean rebeldes conmigo… Eso está mal.—
—Lo siento. — Kise expresó con arrepentimiento.
—Nii-chan, yo quisiera probar en el club de basket. ¡Por favor, confía en mí! Puedo ser responsable con mis estudios como con nuestra banda.
—No lo sé, Jiro…— valoraba que su hermano tratara de esforzarse por él, pero Ichiro sabía que Jiro era un caso perdido y cualquier pequeñez podía mandarlo al diablo. Kise lo miró en silencio, aunque con la mirada decía mucho. —No lo sé, Kise… No es que no confíe en ti, pero ya sabes que Jiro es un problemático.
—Jirocchin se va a comportar. No puede dejarnos más en ridículo a estas alturas. — Alzó las palmas de sus manos, sonriendo alegremente. —Ya nos ha arruinado la vida antes. No puede hacer nada más para superarse como disruptivo. 
—¡Oye! — Jiro lo miró con resentimiento. —Mira quien habla, tú no has sido especialmente un bien comportado en tu adolescencia. Nii-chan tuvo que sacarte de varios problemas.
—Yo sé, yo sé. Pero también he sacado a Ichiirin de muchos problemas. Y aunque sumemos los míos y los de Ichiirin, son mínimos al lado de los tuyos.—dijo orgulloso de ese logro. Volvió a mirar a su amigo. —¿Dejas a tu hermano entrar al club de basket?
—A ver, voy a dejar las cosas en claro… Uno, si te vas a unir al club de basket no quiero que a medio año te salgas diciendo que estás frustrado y cansado. Dos, le vas a hacer caso a Kise en todo. Si te dice que no te pongas a discutir con tus compañeros y rivales, haz caso. Si te saca del equipo porque necesita probar a otros jugadores, sé paciente. Tres, si bajas el rendimiento en tus clases y en la banda, te expulso tanto de la banda como de mi vida y le pediré a Kise que te expulse del club de basket. ¿Estás de acuerdo?
—Sí…— Jiro estaba comenzando a preocuparse por el tono severo de su hermano mayor, pero trataba de mostrarse tranquilo. —Puedo ser responsable en todos mis compromisos. Ya verás.
—Kise, tú tienes que prometerme que le pondrás un ojo extra encima y que si no cumple estas condiciones lo expulsarás sin remordimiento.
—Mh, mh— Kise asintió con la cabeza. —Promise!
—Bien…— Ichiro suspiró, cansado. —Esto va para los dos… Todavía no estoy convencido de esta locura, pero los pondré a prueba. Si me fallan en una sola de las condiciones esto se acaba.
—¡Entendido! — Kise volvió a Jiro. —Te convertiré en el mejor de todos, Jirocchin. Mañana después de clases vamos a hacer compras al centro para conseguirte zapatillas adecuadas y pasar a que te tomen medidas para hacerte el uniforme del club. ¡Ah! ¿Qué digo? Pasaremos la tarde comprando miles de cosas más, ¡será el día de compras! ¿Te nos unes, Ichiirin?
—Sí… No veo por qué no…—podía aprovechar de comprarse unos AirPods.
—¡Genial! ¿Cuáles zapatillas me recomiendas? —preguntó Jiro emocionado.
—Podrían ser unas Jordan Air XXXIV para empezar, pero es cosa de gustos. Mañana veremos cuales se condicen más a tus exigencias. Ahora, práctica unas canastas y te observo desde aquí para que trabajemos en un programa personal para ti.
—¡Okay! — el pelinegro agarró el balón y comenzó a hacer unos tiros libres mientras era supervisado por Kise.
Ichiro se quedó a un lado del rubio observando a su hermano menor. —Quedó viciado al basket desde que te acompañamos a United States en tu temporada en la NBA. Supongo que el hip hop y el basket siempre han ido de la mano.
—Ahám. Los hermanos Yamada deberían ser todos miembros del club de basket.
—Quisiera… Pero apenas tengo tiempo. — expresó con un halo de cansancio y frustración. —No sé cómo te las arreglas para hacer tantas cosas. La selección de basket, tu trabajo de modelo, todas las rutinas de entrenamiento que haces… Ser muy activo en tus redes sociales.
—Es cosa de beber unas veinte latas de RedBull o Monsters, haha.
—¡Hey! ¡Esas cosas adictivas y atentan contra tu salud!
—Sólo bromeaba. La verdad creo que hago tantas cosas porque tengo, de por sí, mucha energía y tengo que condensarla en varias actividades. Tú sabes… Si no presto atención a estas cosas termino metiéndome en situaciones adversas y liosas.
—Lo sé. Te conocí así. — Ichiro sonrió recordando esos eventos “desafortunados” 

*
Eran casi las doce de la noche para cuando unos compañeros le avisaron sobre un chico que se había apropiado de la cancha de basket de su barrio. No era un problema. Al parecer, hasta le permitieron quedarse allí sin interrumpirlo en sus andanzas, pero el chico no se había conformado con esa “tolerable” aceptación y parecía que su real objetivo era buscar peleas. Amenazó a los delincuentes locales y terminaron liándose a golpes: sorprendentemente, el afuerino les ganó.
Allí estaba. Haciendo canastas mientras los demás rufianes lo miraban a lo lejos con una mezcla de rencor por el terreno perdido y admiración por el talento ajeno.

—Hey. Este no es tu barrio. Lárgate. — Ichiro le habló con tono severo al llegar cerca de él.
—¿Eres el dueño o qué? — lo miró burlón, con la misma mirada provocadora que les había dedicado a los caídos.
—Se podría decir que sí. — Ichiro se había ganado el respeto y la sumisión de varios allí a base de peleas callejeras. Observó a ese chico rubio, parecía tener su edad, pero evidentemente no era del barrio y parecía tener una condición social más alta. ¿Qué diablos hacía metido en un barrio marginal? —No quiero verte en mis calles. Lárgate. — repitió.
—Ahhh, eres un chico malo.— apretó el balón de basket con sus dedos, sonriéndole cerrando los ojos. —¿Uno a uno? Así podemos definir quién se queda con la cancha de basket.
—No me importa esa mierda de deporte. L-á-r-g-a-t-e.
—Mh…—
—¡Peleen de una vez! — vociferó uno de los maleantes, cansado de esperar.

—¿Quieres que resolvamos esto a golpes?
—…— el rubio abrió los ojos y lo miró con atención: no parecía igual de patéticos que los otros tipos a los que venció hace un rato en la pelea a golpes. Apretó de nuevo sus dedos sobre su balón. —¿Por qué no? — Era lo que buscaba en el fondo. Lanzó el balón haciendo una canasta.
—…— Ichiro no pudo ver el transcurso del balón, pero comprendió que el otro era jodidamente bueno en ese deporte. —Pareces alguien con mejor condición económica que los de aquí, ¿por qué vienes a practicar en esta cancha de mala muerte?
—El gimnasio de mi escuela lo cierran temprano. — alzó los hombros. —Me gustaba practicar en la cancha a la costa de la playa, pero… me prohibieron la entrada. Vengo aquí porque me gusta tu barrio, ¿algún problema con eso? —
—Idiota… Si sólo vinieras a practicar sin fastidiar a nadie… Pero sé que tus intenciones es tener peleas… Hasta le has ganado a estos que son mayores que tú. ¿Qué pasa contigo, niño rico? ¿Tus papis no te prestan mucha atención en casa?
—Ahw, ¿es necesario ser tan cruel? — fingió una expresión adolorida, pero prontamente un brillo malévolo sobresalió en sus ojos. —¿O lo dices por experiencia propia?
Ichiro perdió el control con un chasquido de dedos, dio un puñetazo en dirección al rostro del otro, pero este lo evadió. Iniciaron la pelea entre los dos, dándose golpes, pero evadiéndolos todos.
—¡Oh, eres realmente bueno! ¿Cómo te llamas?
—C-cállate y pelea.— la actitud relajada e infantil del otro le inquietaba.
—C’mon! Debes tener un nombre. Si no me lo dices, tendré que averiguarlo— evadió una patada del pelinegro. —A ver, a ver… Tienes cara de Megumi.
—¡…!
—¿No? ¿Entonces Sakura? ¿Momo? ¿Reiko?
—¡Deja de ponerme nombres de mujeres! — gruñó.

—Kikyo…
—¡Seguro tú te llamas Ryota o algún nombre de gente idiota como ese! —
—…— parpadeó, quedando atónito.
—¿Acaso…?— Ichiro se detuvo sutilmente. Soltó una carcajada. —¡Sí te llamas Ryota! que nombre más feo y tonto.
—Que malo. Mi nombre no es feo.— curvó sus cejas. —Ya que no me dices el tuyo, te llamaré Inucchin
—¿Me comparas con un perro? ¿Con un animal? Quien lo dice… tienes cara de kitsune.— Ichiro tuvo que esquivar con dificultad un golpe del rubio. —¿¡te ha molestado!?
—Inucchin, ¡siéntate! — Obviamente, el otro no le hizo caso a su orden. Quizá debería dejarlo y que saliera dañado, pero Ryota debía admitir que en pocos minutos aquel chico le simpatizó. Tenía que actuar rápido si se decidía por ayudarlo, ¿o no? Todavía dudaba, quizá el otro seguiría maltratándolo diciéndole cosas feas como hasta ahora. En fin, ¿qué más daba? No se había divertido hace tiempo. Saltó sobre el otro y lo derribó cayéndole encima.
—¡Q-quítate! — gruñó Ichiro, sintiéndose adolorido por el golpe de caer. Al tener al otro encima, lo lanzó a un lado. —¿Qu---— iba a preguntarle qué diablos le pasaba para cuando vio una botella voladora pasar por sobre ellos e impactar al otro lado, quebrándose en miles de pedazos. Si no hubiera sido porque estaba en el piso, esa botella le habría dado en la nuca. —…— no era necesario resumir la situación: esas alimañas traidoras aprovecharon que estaba ocupado peleando con aquel rubio para traicionarlo. —Bastardos…— al ponerse de pie vio que los otros se agruparon dispuestos a atacarlo para quitarle el dominio del barrio. Típico, aprovecharían la primera oportunidad para destruirlo y destituirlo.
Se puso de pie, armándose de sus puños, para pelear contra esos.
—¿Te puedo acompañar? — el rubio se posicionó a su lado. —Uno contra siete no me parece justo.
—Vete a tu casa…— pero no le obedeció. Ichiro no le prestaría más atención, si quería quedarse y salir mal parado era su problema.
La pelea contra los traidores inició, el número de contrincantes era abusivo contra uno sólo, pero debía admitir que la ayuda del afuerino le vino bien: entre los dos en poco tiempo redujeron a la banda de insidiosos.
—No los quiero volver a ver por mis calles. La próxima vez no saldrán vivos de aquí. — escupió con desprecio a esos gusanos quienes como pudieron salieron corriendo. Miró al otro. —Hey… No vayas a creer que te daré las gracias por esto.
—Ahhh, descuida.
—Pero… si quieres, puedes seguir practicando aquí.
—¿En serio? —sonrió encantado. —Gracias.
—Me llamo Ichiro. Bueno, ya sé tu nombre. ¿Ryota, no?

—Ichiirin♥— dijo contento.
—¿…Siempre eres tan extraño? En fin… Ya es tarde. Deberías irte a tu casa. Yo también debería volver con mis hermanos menores. Nos vemos. — se despidió, pero no dio muchos pasos antes de voltearse y ver que el otro continuaba en la cancha haciendo unas canastas más, iluminado por la luz de los faroles. —Hey, Ryota, vete a casa.
—Quiero estar un poco más aquí.
—Tsk, acepta mi consejo: vete a casa. Es mejor que quedarte en la calle hasta tarde. — notó que el otro estaba a punto de buscar una excusa más. —¿O es que… tienes problemas para volver?
—Ehw, no es eso. — alcanzó su balón que rodó hasta él —Es que escapé♥— respondió campantemente.
—¿Y lo dices como si fuera un orgullo? Ya, vuelve. Seguro que tu familia te está buscando.
—Nou. Me fui hace días de esa casa. ¿Cómo lo explico? Primero me escapé de mi casa y luego de la otra casa. Y de la otra casa no me van a buscar porque temen que los de mi casa sepan que escapé de nuevo. Prefieren hacer como que nada paso porque tienen miedo que mi tío se entere de que escapé de la otra casa.
—No entiendo nada. — Ichiro suspiró, mareado por esa explicación tan enredada. No podía dejarlo solo. —Oye, si quieres puedes pasar la noche en mi casa, pero sólo será por hoy.
—Haha, ¿crees que soy como un animal que puedes recoger de la calle? ¡No me interesa quedarme en tu casa! — dijo sonriéndole —Desde que me fui me he quedado en un hotel. ¡Saqué todo este dinero así que no te preocupes! — sacó unos billetes de su bolsillo con los cuales se abanicó alegremente. —No extrañaran sus fondos monetarios en la otra casa.
—¿R-robaste a tu gente?
—¡No es mi gente! — infló las mejillas, ofendido. Esa gente donde su tío lo mandó era lo menos parecido a una familia. Por eso escapó cuando pudo: eran todos cuadrados y molestos. —En fin, Ichiirin, ¿por qué no te quedas conmigo en un hotel? ¡Es súper entretenido! Es como ser una estrella famosa. ¡Me encanta esa vida! Yo nací para eso. He dicho que mi padre es un señor importante y me tratan como si fuera de la realeza.
—¡Eso está mal! — ni él caía tan bajo. Caminó hasta él y lo agarró del brazo. —Nos vamos. —


**
Llevaban unos cuantos meses desde que se conocieron y podría decirse que se volvieron amigos. Era raro pasar un día sin estar con Kise, incluso después de clases pasaba por la escuela del rubio para pasar la tarde juntos. A veces Kise se quedaba en su casa y no quería volver a donde “su tío lo arrojó para esconderlo” y Ichiro lo dejaba quedarse mientras se comportará (aunque en la noche lo lamentaba porque parecía que el rubio no se callaba nunca y no lo dejaba dormir)

Esas últimas semanas no lo había visto y pensó que quizá estaba ocupado practicando basket. No quería admitirlo, pero extrañaba su arrogante existencia. ¿Quién lo diría?
Se sintió como idiota cuando sonrió al encontrarlo en la cancha de basket practicando tiros libres mientras los chicos del barrio intentaban aprender de él. El pelinegro se aproximó al sitio dispuesto a saludarlo cuando notó cierto detalle. Kise se acercó a la banca para chocar (más bien obligar a la otra persona) los cincos con una chica que lo acompañaba.


—¿Tiene novia? Mh, no sería raro…
La chica usaba una chaqueta grande tipo sukeban con diseño de unos peces koi rodeados de petalos de sakura, tenía una falda corta y un suéter tono pastel, usaba zapatillas grandes del tipo que usan los basquetbolistas, además de todo eso tenía una gorra estilo visera que le cubría del sol. Parecía que Kise la había vestido, porque era el mismo estilo del rubio, pero en chica.

Ichiro la observó en silencio por unos momentos antes de decidirse a acercarse a Kise. Cuando fue hasta él, este lo recibió efusivamente como siempre.

—¡Ichiirin! Quiero presentarte a alguien muy importante.
—Ah, Kise…— asintió, mirando en la misma dirección que el rubio. —Tu novia.
—¿N-N-Novia? — parpadeó, en shock, luego soltó una carcajada. —¡Hahaha, que asco! ¡No! —
—¿Eh? —
—Es Kana. — hizo un gesto con los brazos señalándola como si fuera a presentar a una miss universo. —¡Es mi bella hermana!
—…— la joven infló una burbuja con su goma de mascar, bajándose la visera para cubrir la vergüenza que le ocasionaba Kise.
—¡Kana! ¡Este es mi amigo Ichiro del que te he hablado! — le presentó a su amigo.
—Ah. —
—…— Ichiro se sintió un poco incómodo por la confusión inicial, parecía que esa chica era alguien seria y quizá se había ofendido por su torpeza.
—Kana es así, no te preocupes. — meneó una mano en el aire restándole importancia. —Sacó lo linda a su hermano. Pero la personalidad no sé de donde la sacó…
—Kise… No sabía que tenías una hermana.

—¡Tengo una hermanita también! Se llama Nene-chan, es un amor. Ella cocina muy bien.
—¿Qué edad tiene Kana?
—Ehhhw…—
—¿…?
—T-tiene mi edad. — desvió la mirada. —¿Quieres unirte a la partida de basket?
—Ah, no, gracias… Estoy un poco cansado. — negó con una mano.
—Okay. Hazle compañía a Kana por mí. No habla mucho y sólo escucha su música, pero no quiero que esté sola.
—Quizá quiere estar sola.
—Ichiirin, please… Cuando tú estás en tus asuntos yo me he quedado con Jiro y Saburo y con los dos peleándose a golpes encima mío, ¿qué tan complejo puede ser que te quedes con mi hermana unos cuantos minutos?
—…— Ichiro no estaba de acuerdo con esa petición puesto que la chica parecía estar más interesada en mantener su espacio personal, pero se lo debía a Kise después de que sus dos hermanos casi hicieran la tercera guerra mundial arriba de él al estar al medio cuando los cuidó.

Se sentó en la banca y observó el juego por varios minutos en silencio. En todo ese momento le
dio la sensación de que la hermana de Kise apenas se movía. Era demasiado tranquila o muy ensimismada en su mundo.
Era curioso. Era todo lo contrario a Kise. Ella era muy callada, quieta y un poco arisca. Kise era alegre, confiado y muy –MUY- enérgico.
Ichiro la miró de reojo, su largo cabello le llamó la atención. Sus mechones largos incluso recorrían el espacio de la banca entre ambos. Era un cabello muy distinto al de Kise. El de Kana era plateado y las puntas tenía unas iluminaciones en color lavanda. Nunca había visto un cabello así. Tomó inconscientemente un mechón entre sus manos, su cabello era muy suave y agradable, dándole una cálida sensación de delicadeza. 
—A-Ah, yo…— balbuceó al ver la mirada fría de la joven sobre sus ojos exigiéndole una explicación. —Disculpa. — soltó el mechón de cabello. —N-nunca había visto cabello así…—
—…—Kana entrecerró los ojos y lo miró con suspicacia. Para ella, toda amistad de Kise era un rufián, pero este se pasaba. —Weirdo…— se levantó y se fue a sentar en el suelo.
—…— ¿Cómo le explicaría a Kise que su hermana prefería sentarse en el sucio suelo antes de estar cerca de él?


***
No era la primera vez que bebía. Su primera y segunda experiencia con el alcohol fue con Ramuda y era algo que quería olvidar de por vida por lo desastroso en que terminó.
Pensó que tendría más resistencia en esta oportunidad, pero con solo un solo o-choko de sake bastó para soltarle la lengua.

—Mi padre es un bastardo. Nos abandonó cuando éramos muy pequeños y nunca se preocupó de nosotros. Ni siquiera cuando Saburo estuvo muy enfermo. Jamás volvió.
—Entiendo…— Kise asintió, apretándole el hombro. Comenzaba a arrepentirse de invitar a Ichiro a uno de los templos de los Nakiri.

El rubio había robado un tokkuri del templo Nakiri que fue regalado a su tío para honrar al gran señor Nakiri-sama y a los dioses a los que la familia servía. Era un sake único, tipo Junmai Daiginjo, destinado sólo para los señores.
A Ichiro le sirvió una pequeña cantidad en un o-choko (que era más adecuado usar con sake tradicional) para probar primero si el chico podía con ello. En cambio, él se había servido una porción más considerable en un masu. Definitivamente, apartó el tokkuri del alcance de Ichiro.

—Sabía que no teníamos madre… Cualquier padre que ve eso al menos hecha una mirada a sus hijos para ver si necesitan algo, ¿no crees? Pero el muy bastardo prefirió irse y gastar su dinero en sí mismo.
—Huh— Kise bebió un poco de su sake, sin sentirse afectado por el licor. —Suena como un mal tipo. Afortunadamente Ichiirin es todo lo contrario que él. Has sido más que un hermano para Jirocchin y Saburo-kun, eres su ejemplo a seguir y eres su imagen paterna.

—Ahhhh. — le tapó la cara a Kise con la palma de su mano, torpe y brusco, que casi lastima al otro con el gesto. —Pero si me vieran ahora…—
—Hehe, evitaremos que eso pase. Puedes quedarte conmigo. Le puedo pedir a Kana-chan que monte guardia fuera de la casa de tus hermanos para cuidarlos toda la noche.
—¿Qué? ¿Acaso Kana-chan es tu perro guardián o qué? — lo miró molesto. —No puedes tratarla como una empleada, señorito Nakiri. N-no puedes exponer a tu hermana a que pase peligros.
—¡Es una sukeban, Ichiro! ¡Una sukeban! ¿Sabes? Ella puede romperte todos los huesos si así quisiera.  Apuesto que ni Jirocchin ni Saburo-kun se atreverían a ser revoltosos si la conocieran.
—¿Kana es una sukeban? — el pelinegro parpadeó, aturdido tanto por el licor como por la información. —Parece… kawaii para ser una sukeban.
—¡¿Queeee dijiste, Ichiirin?! — Kise puso un gesto exagerado de sorpresa, evitando reírse de su amigo. —¿Encuentras adorable a mi hermana? ¿en serio? ¿A Kana? Hahaha
—…No parece una tipa marginal. 
—Si supieras…— el rubio alzó la mirada, contando con sus dedos las veces que vio a Kana ser una verdadera amenaza para la humanidad.
—Oe, Kise… Yo siempre me quejo de mi padre contigo, pero tú nunca me nombras nada de tus padres…
—¿Q-qué quieres que te diga? Hehe, no son muy interesantes. Ellos siguen casados… Egh.
—Dicen que tu padre es un respetado Yamabushi que vive en las montañas y que tu madre es una sacerdotisa que dedica su vida a la oración por las personas. Es difícil de creer que tengan a un hijo como tú.
—Oe, ¿acaso no me veo como un sabio y templado yamabuchi? Kana y Nene podrían empezar a rezar por mi…
—Pues… Dudo que Kana y Nene-chan dediquen su vida a rezar por un descarriado.


****

—Kise…
—¿Ah?
—¿Te acuerdas cuando me pediste ese humillante favor de que me acercara al pedante de Aimono para que firmara el disco de su grupo para tu colección aun sabiendo que para mí era acercarme al grupo enemigo?
—Ahá. ¿Qué pasa con eso?
—Pensaba pedirte un favor…— Ichiro se pasó una mano por la nuca, despeinándose su cabello. Dudo un poco antes de continuar. Alzó una ceja, ¿cómo reaccionaría Kise? —¿Crees que Kana quiera salir conmigo? Digo, no en una cita… sino salir como conocidos. Así como cuando salgo contigo…
—Ichiirin…— Kise pareció quedarse estático, sin respuesta vital. —¡¿ME ESTÁS PIDIENDO QUE TE CONSIGA UNA CITA CON MI HERMANA?! ¡¿Qué mierda?! Ichiro, ¿Kana? ¡Es mi hermana! Es como si te pidiera una cita con…— no, era muy tonto nombrar a sus hermanos menores. ¿por qué diablo Ichiro no tenía una hermana en estos momentos? —¿En serio? ¿mi hermana? Eso es la traición, hermano. — se cruzó de brazos, ofendido.
—Kise, idiota… Te digo que no es una cita. Sabes que no tengo esas intenciones con ella. Sólo que nos conocemos hace tantos años y nunca hemos compartido realmente. Por favor, Kise, no es gran esfuerzo pedirle algo tan simple. Creo que le debo mucho porque, de algún modo u otro, ha estado involucrada en la crianza de mis hermanos. Eh, como las veces que se quedaba haciendo guarda.
—Já. Y te quejabas porque decías que la usaba como perro guardián. — seguía con los brazos cruzados.
—Ya. Ya. Le tengo que pagar el favor. — se lo debía. Kana a veces cuidaba de Jiro y Saburo cuando él tenía que enfrentarse a sus enemigos. Sabía que, mientras él peleaba con sus rivales, algún otro grupo podría ir a su casa a atacar a sus hermanitos, pero Kana estuvo allí preparada y… nunca esperó que alguien tan delgada y fina les diera una paliza a esos tipos. A veces Ichiro y Kise abusaban y dejaban a Jiro, Saburo e incluso a Nene-chan a cargo de Kana mientras ellos salían a divertirse.  —N-No es una cita.
—Mh, supongo que te debo pagar el favor con Aimono… 


Al día siguiente. Kise se armó de valor y fue hasta el templo de Yato. Encontró a Kana practicando kendo en el jardín. Tuvo que esperarla bastante tiempo hasta que terminara. Yato le dejo una limonada a cada uno y entró de nuevo a su templo a ver su dorama (?) Kise aprovechó el momento.

—Hermanita, ¿cómo estás?
—¿Qué quieres, Kise?
—Ahhhhh, por qué siempre piensas que quiero pedirte un favor. — Kise pasó su dedo índice por sobre la mesa de madera, distraídamente, jugueteando con las gotas que deslizaban desde su vaso.
—…— la chica lo miró suspicaz, luego se sonrió fingidamente. —Okay, entonces como no quieres nada no te molestará que siga entrenando e ignorándote.
—Pues, no. Vuelve a tu práctica y –—¡Necesito que salgas con Ichiro! —
—¿¡QUÉ!?
—¡Eso! — Kise se agarró el rostro con sus dos manos. —Por favor, Kana, di que sí. No es algo tan complicado. Es salir a pasear nada más. No es una cita. Ichiirin es un buen chico, dale una oportunidad para conocerte como amiga.
—¡Kise! —
—¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! ¡Por favor! — se arrodilló en el suelo. —Sólo una vez y ya.
—¡Por qué tengo que ir a salir con tu amigo!
—¡Me lo ha pedido amablemente y con respeto!
—¡Apuesto que le debes algo!
—¡Ay deja de pensar mal de mí!
—¡No voy a salir con Yamada! ¡Ni siquiera es mi amigo! ¿De qué diablos voy a hablar con él? ¿De su música tonta? ¡Déjame en paz! — Kana comenzó a caminar iracunda, pero Kise se le lanzó a las piernas abrazándola y no dejándole caminar. —¡S-S-Suéltame, Kise! ¡No voy a tener una cita con tu amigo! ¡Es indignante!
—¡No es una cita! Es una salida pacífica. ¿Cómo así sales con ese rubio? ¿Qué tiene él que no tenga Ichiirin? Ichiirin es una gran persona. Un chico de esfuerzo que salió de la miseria de la pobreza a punta de trabajo y todo para ayudar a sus hermanitos.
—¡C-Cállate! — le dio una patada sutil, pero Kise ni se movió. Seguía insistiéndole y eso presionó a Kana demasiado con temas que para ella eran sensibles. No salía con chicos con la excusa de que se centraba en sus estudios y en su deber de HiME (eso desde que iba a la escuela) pero realmente era tímida en ese sentido. Kana no había tenido jamás una cita (no podía considerar la salida con Henry como una cita si prácticamente secuestró al rubio para que la acompañara) ¿esta sería su primera cita? ¿con un amigo de su hermano? ¿así de patética? Kana se ruborizó en pensar en esa opción. ¿ella yendo a una cita? —¡AHHHH KISE DEJAME EN PAZ!
—¡¿Woooh?! ¿Qué está pasando para que la calladita de Kana pierda el control de ese modo? —  Yato apareció para ver qué pasaba al escuchar los gritos de los hermanos. —…— al ver al “ore-sama” de Kise casi arrastrándose a los pies de Kana supuso que debía ser algo grave. —¿Qué hizo Kise ahora?
—¡Por qué piensan que yo soy el que hace cosas!
—¡Kise me vendió a su amigo!
—¡No es así! ¡Sólo le pido que salga con mi amigo Ichiirin!
—Eso es vender a tu hermana.
—AHG, ¿por qué no te vas a ver tus novelas, vieja chismosa? — Kise lo miró con rencor.
—Woooh, los hermanos han perdido el control. — Yato se sentó en el corredor. Esto era mejor que su dorama. —Espera, con “Ichiirin” te refieres al gran Yamada de Buster Bros? ¡Kana! ¿¡Estás rechazando a un súper famoso cantante?!
—¡Qué me importa que sea un cantante famoso! — ni siquiera conocía su música.
—¿Puedo ir yo en lugar de Kana?
—Haha, no creo que Ichiro espere a un chico en lugar de Kana.
—¡Entonces si era una cita y no una salida de amigos! — Yato chasqueó los dedos.
—Shhh. — le hizo un gesto de súplica.
—¡Ya te dije que no iré!

**

Kana parecía un espectro esa mañana en la cafetería de Hanasaki. Los días anteriores el odioso de Kise le insistió con el tema de que saliera con Ichiro. Incluso su hermano le mandaba mensajes después de las doce de la noche y tuvo que bloquearlo… Pero el maldito ya le había espantando el sueño y producto de ello había dormido poco.

—Kana, ¿estás bien? Luces un poco cansada. — Minako apareció con Asuka, ambas chicas llevaban sus bandejas y se sentaron en la mesa con Kana.
—Ah, hola. — estaba tan muerta que no las había escuchado. Minako y Asuka eran, por así decirlo, unas especies de amigas para Kana. Las dos fueron ex HiMEs y se habían acercado a ella para conversar sobre sus experiencias para ver si en algo podían ayudarla en su proceso de HiME. Minako era muy linda y educada, una persona realmente dulce. Asuka era un poco más tsundere pero increíblemente a Kana le caía bien. Coincidencias de la vida, Minako conocía a Kise de antes puesto que un tiempo habían salido cuando eran adolescentes. —Estoy bien…—
—Tus ojeras dicen lo contrario. — Asuka sonrió con cierta burla. —¿Por qué te desvelaste ahora? ¿Por el bufón que vive contigo o porque te has quedado viendo el Instagram de Lancaster?
—¿Henry tiene Instagram? — Kana despertó de golpe.
—Ja. Sabía que eso la espabilaría. Por supuesto que ese engendro no tiene redes sociales. ¿Crees que se atrevería a tener contacto con gente que no sea tan “ilustre” como él? —
—Uh, Henry no es así…— Kana suspiro. De nuevo, coincidentemente, Asuka conocía a otra persona que estuvo en el círculo de Kana: Cain. Por supuesto, la alemana tenía la peor imagen del hijo del socio de su padre y parecía que pensaba que todos los Lancaster eran igual que Cain.
—Dah, eso es lo que crees. Todos los Lancaster son copias de copias. Ése Henry es el peor. — Asuka abrió el embace de su sándwich vegano de pepino. —En fin, evidentemente eso no te desveló, ¿entonces?
—¿Por qué tiene que haber un motivo?
—Porque puedes aprovechar de quejarte de ese motivo con nosotras y hacer una especie de té de brujas, jeje. — Minako rio divertida.
—Ah, bueno…— Kana alzó los hombros. —Kise.
—¿Qué hizo Kise ahora? — Minako alzó las cejas.
—O sea, ¿es tan tonto siempre? Kise… Me va a acosar hasta que le diga que si a su petición… Que es salir con su amigo.
—¡Ah, Kana! Es una cita entonces— la rubia chocó sus palmas emocionada.
—N-no es una cita. — bufó, mirando a otro lado. —Dice que quiere agradecerme por cuidar a sus hermanos…
—Que excusa más patética de ese tipo. — Asuka negó con la cabeza, arrugando la nariz y poniendo una cara de asco. —Ese sujeto debe ser un gusano. Inventando excusas tontas para ocultar su real intención.
—¿Qué intención?
—Ese chico está interesado en ti.— dijo Minako, sonriendo.
—…QUE.— Kana pensaba que Ichiro era... gay. Cuando lo escuchaba quejarse con Kise de sus ex amigos parecía más en plano de despecho amoroso que de amistad rota. A veces Kana pensaba que eran sus ex parejas más que sus ex amigos. Quizá era un gay encubierto...
—Deberías salir con él. Creo que no tiene nada de malo distraerse con una cita. Si no te gusta, finalmente no vuelves a salir con él. Así son las citas. — recomendó la rubia.
—Ehhh. No sé… Es que…— suspiró. —Sé que va a sonar super loser pero nunca he tenido una cita.
—¡¿QUÉ?! — tanto Asuka como Minako reaccionaron consternadas.
—Inaceptable. Considerando que ya no eres una jovencita y en los próximos años posiblemente tu vida se sumerja en la miseria con todo lo que pasa en el mundo… Al menos deberías morir con una cita acuestas.
—…— Kana sintió que las palabras de Asuka más que motivarla la deprimían. —Ahh.
—Podemos ayudarte con tu cita.
—N-no lo llamemos así.
—¿Qué tal si después de clases vamos de shopping las tres y buscamos un outfit para que uses en tu cita? También podríamos enseñarte algunos tips. — Minako le giñó un ojo, emocionada con la idea.
—Si hay compras, yo voy. — aseguró Asuka.
—¡Ah! Después podríamos pasar a un salón de té para pasar la tarde. — dijo Kana ilusionada con la idea de ir a un salón de té y conversar sobre las experiencias como HiMEs mientras bebían una infucion en alguna cafetería adorable de Tokyo.
—Ahw, Kana, eres tan dispersa. Lo central será la cita, pero, sí, podemos pasar a un salón de té al final de todo para relajarnos.
—Entonces ya tenemos panorama. — concluyó la pelirroja.
« Last Edit: April 23, 2020, 11:26:46 AM by Kana »


Kana

Luego edito con los iconos.
Este fic supuestamente debía ir antes de mis tres fics anteriores -_-

(EDIT) Sólo añado los iconos

Kaneki le mandó su horario laboral a Jaeger, quien insistía en que ese día no les tocaba trabajar. No tardó mucho la respuesta de Jaeger a través de whatsapp, cuando comprobó que ese día a ambos les tocaba trabajar en Anteiku.
Después de que ambos jóvenes optaron por realizar media jornada en la cafetería tradicional Anteiku y otra media jornada en el pub de lujo DECIM, ambos propiedad del mismo dueño que los empleaba, solían coincidir más a menudo en sus turnos. Al que menos veían era a Akira Kurusu, quien definitivamente prefirió trabajar toda su jornada en DECIM argumentando que las propinas de los señores adinerados obviamente eran más tentadoras que las propinas que podrían recibir de estudiantes en el Anteiku.

El pelinegro permaneció un poco más acostado sobre su cama, observando el techo de su habitación mientras escuchaba música. Su uniforme de Anteiku estaba listo y planchado por lo que no tenía apuros en alistarse.

Cerró los ojos, concentrándose en la canción de Miu. Su letra era bastante melancólica, muy distinto a la canción que la Idol cantó en el auditorio de Rizembool.

—¿Ken? — Sho entró en la habitación de su hermano cuando éste no le respondió los primeros llamados. Ken levantó la cabeza al verlo, sorprendido por no escucharlo.
—Disculpa. Estaba con los audífonos. — se quitó los auriculares. —¿Me dijiste algo?
—Mh. — el joven se acercó al pelinegro y se sentó en la cama. —Todavía no te decía nada. Pero como no me respondías, pensé que…—
—¿Ah? —
—No. Nada. — Sho sonrió. —Haha, no es como si tú te quedases dormido para ir a trabajar.
—Ehw…— Ken le sonrió levemente, tratando de no preocupar al otro, pero sabía la verdadera preocupación de Sho tras sus palabras. Pensó en qué decir a Sho para despejarlo de cualquier duda, pero no tenía palabras en ese momento. No necesitaba una palabra. Se sentó en la cama y rodeó a Sho con sus brazos dándole un abrazo afectuoso. —No tienes que preocuparte por mí, Nii-chan. — apretó su mejilla en el hombro del pelirojo. —Todo está bien. —
—A-Ah. —el joven de hace tiempo no escuchaba a su hermano llamarlo así, por lo que quedó un tanto sorprendido y con cierto rubor en sus mejillas. Desvió la mirada hacia el costado unos segundos antes de volver a atender a Ken. Imitó su gesto y le abrazó también. —¿Sabes que puedes contarme lo que sea, cierto?
—Sí.— asintió, sonriéndole. —Ya no más secretos.— Haberle guardado secretos a Sho infaltablemente había traído consecuencias negativas para ambos. Especialmente para el pelirrojo y aquello era una culpa con la que Kaneki siempre cargaba.
Al no estar su rostro visualizado por Sho, se permitió expresar una mirada más melancólica y vacía, la cual escondió cuando Sho se giró a él. Ken ocultó su rostro en el cuerpo de su hermano, aferrándose a él. Sho percibió la necesidad afectiva de Ken y se giró levemente para abrazarlo por completo, entregándole con ello el mensaje de que siempre estaría con él.


Deseaba permanecer con Sho así por siempre. En su vida no existía nadie más importante que su hermano. Lamentaba no poder retribuirle del mismo modo y que por su culpa Sho haya tenido que pasar por tantas cosas.

No sólo fue el haberle ocultado su viaje a Alemania cuando se desapareció casi por una semana sin dar ni siquiera aviso. Habían otras situaciones que le ocultó a Sho y conllevó a que el pelirrojo pasara malos momentos.

*
Tenía pocos y casi ningún recuerdo de su madre. La veía muy poco y siempre estaba trabajando. Ella tenía dos o tres trabajos para pagar las deudas de su hermana y para mantenerse a duras penas con su hijo. Al ser madre soltera, no fue bien recibida por la comunidad y terminó viviendo en una diminuta casa (si es que se le podía llamar así) prefabricada con materiales de sobras, a las orillas de un río.
Ken pasaba casi todo el día solo, demasiado solo. Sólo lograba encontrar consuelo a su sensación de soledad cuando se ubicaba al borde del río y observaba a los renacuajos. Eran como su familia.

Un día, su madre no volvió más. Pasaron un par de días en que Ken se quedó solo en aquella “casa” hasta que llegó un policía y lo llevó a un orfanato de la localidad, al no encontrar familiares que quisieran hacerse responsable del niño.

El orfanato estaba lleno de niños y personal que trabajaba para el lugar, pero Ken se sentía incluso más solo. Había niños mayores que él, por lo que desde el primer día tuvo problemas con algunos niños al ser él más pequeño y débil. Las burlas y los acosos iniciaron tempranamente.

Los primeros dos días intentó salir lo menos posible del cuarto donde más de doce niños dormían, en lo posible intentaba esconderse de los hostigadores donde pudiera, pero en el tercer día ya no correría con tanta suerte. Tuvo que correr de ellos y esconderse en un armario de un cuarto ubicado en el ala abandonada del orfanato.

—Renacuajo, si no sales de allí ahora lo lamentarás para siempre. — amenazó uno de los niños.
—…— Ken se quedó adentro, abrazándose a sí mismo y esperando a que se fueran para seguir huyendo. Escuchó ruido de cosas, al parecer estaban colocando unas sillas y materiales viejos en la puerta del armario para bloquearle la salida.
—Ya que insistes, te quedarás allí para siempre…—
Prefería que fuera así. 

No pasaron más de cinco minutos en que los otros niños hacían la guardia cuando escuchó que discutían, al parecer, con alguien que acababa de llegar y los desafiaba a que le respondieran sobre lo que sucedía. Los niños le contaron al nuevo niño su plan y éste les ordenó que soltaran al chico dentro del armario, pero se reusaron. En poco tiempo las cosas subieron de nivel en ese grupo y el niño comenzó a amenazarlos físicamente por lo que se enfrascó en una pelea con ese grupo que, al poco tiempo de notar que aquel chico no era fácil de vencer, salieron corriendo del lugar.
El niño comenzó a sacar las sillas y cosas que obstruían la puerta del armario. Ken se tensó, quizá también quería golpearlo por ser tan tonto de encerrarse allí. La puerta se abrió y la luz que entraba del exterior golpeó el rostro del pelinegro lo que le dificultó el poder ver inmediatamente al otro.
Posteriormente lo primero que notó fue una mano extendida y al dueño de ésta sonreírle amablemente.

—Hey, sal de allí. — le insistió, al ver que el otro niño se ensimismaba en un rincón. —Esos idiotas ya se fueron. No te molestarán otra vez.
—¿Cómo puedes estar tan seguro? — se mantuvo escondido, temeroso de salir. 
—Hm… Porque no van a querer meterse conmigo de nuevo. — dijo orgulloso de sí mismo. —Todos saben aquí que si se meten conmigo salen muy mal parados.
—Perdón.
—¿Eh?
—Por… porque tuviste que pelear con ellos por mi culpa.
—Ah, no te preocupes… Se me hacía sospechoso que ese grupo viniera a esta ala abandonada así que los seguí. Me tenían harto con sus juegos abusivos hacia los demás y los he puesto en su lugar. — el niño giró los ojos, con un gesto de desprecio hacia los abusivos. —Mejor sal de allí. Puede haber arañas.
—¡Ihhh! — Ken salió de allí de un salto.
—Sabía que eso te haría salir de allí.
—No me gustan las arañas.
—No son malas. A veces es entretenido observarlas como tejen sus telas. Si las miras a contra sol, los hilos tienen un brillo muy bonito.
—¿Sí? —
—Ahá— Asintió. Extendió su mano. —Me llamo Sho, ¿cómo te llamas tú?
—Ken. — sonrió, ya más tranquilo. El niño infló sus mejillas alzando sus manos a la altura de su rostro mirando con admiración al otro niño. —¡Sho! muchas gracias por ayudarme. ¡Debes ser un súper héroe!
—Hehe, debo ser un héroe súper genial, ¿no? — se rascó la mejilla, mirando hacia un costado al sentir que las mejillas se le tintaban de rubor. Era la primera vez que le decían algo así. Generalmente los comentarios hacia su persona solían ser muy negativos.
—¡Ahá! — asintió, encantado. Sus ojos brillaban de admiración. —Gracias por ayudarme.
—No hay de qué. — asintió, mirándolo contento. Sho comparó el porte del otro niño con el de él, era pequeño por lo que seguramente era menor que él. —En fin, ¿qué te parece si vamos a mirar las telas de araña en el ático? Como faltan pedazos de techo les entra la luz y es muy bonito.
—¿N-no nos pasará nada malo? — pensaba que podía ser peligroso.
—¿Qué nos puede pasar? Además, yo te estaré cuidando. Es más, Ken, ¿qué tal si de ahora en adelante soy tu hermano mayor?
—¿M-mi… hermano?
—Aunque… si no quieres. — “puedo entenderlo” pensó, mirando hacia otro lado. Desde que tenía memoria lo habían rechazado. Sus progenitores a quienes no conocía, el cuidador que prefirió dejarlo en el orfanato antes de seguir soportándolo, los demás niños y personal del orfanato tampoco lo toleraban por ser muy revoltoso…
—¡Si quiero! — se acercó más a él, pero no se atrevió a abrazarlo por timidez. De todos modos, lo observó emocionado. —Siempre quise tener un hermano. Sho-niichan. —

Desde aquel preciso momento ambos se volvieron hermanos inseparables.
Pasaron los años acompañándose en el orfanato. Para el resto de niños ellos dos eran hermanos o místicamente se habían convertido en hermanos de algún modo. Algunos niños pensaban que quizá venían de una misma familia y se habían encontrado allí finalmente. Otros más fantasiosos atribuían ese “milagro” a un cuento infantil muy ilustrado. Otros tantos no le veían la lógica a que esos dos niños, tan distintos entre ellos, fueran hermanos. Pero nadie se atrevía a molestar a Ken puesto que sabían las consecuencias.
El apoyo y protección de Sho, Ken trataba de retribuirlo con ayudarle con sus estudios o encubrirlo cuando hacía un vandalismo dentro del orfanato. Fueron creciendo como auténticos hermanos. Nada los separaría. Ni siquiera ese día en que una pareja de extranjeros llegó al orfanato dispuestos a adoptar. Sus ojos se habían fijado en Ken, quien parecía ser muy tranquilo, obediente e inteligente. Cuando ya estaba todo listo para que fuera adoptado y para que se embarcara en un viaje a Francia con esa pareja, Ken entendió que sólo lo adoptaban a él y no a Sho.
Entonces huyó del orfanato y corrió lejos hasta adentrarse en el bosque. Si esperaba allí hasta el día siguiente, esa pareja ya se habría embarcado a su vuelo y darían por perdido el proceso de adopción.

—¡KEN! — le gritó Sho, corriendo detrás de él. —¡Vuelve! ¡Te están esperando!
—¡No voy a volver! — gritó sin dejar de correr.
—¡Tienes que volver e irte con ellos! ¡Están muy interesados en ti!
—¡No me importa! — las lágrimas se acumularon en sus ojos y no pudo evitar llorar a mares. —¡Yo no me quiero ir! ¡Yo no me voy a ir si no es contigo! —
—E-eso… Eso no importa, ¡Ken! Esta es una gran oportunidad para ti.
—¡Yo sólo me iré contigo! Si no puedes entender eso entonces déjame aquí en el bosque solo hasta que todo acabe. — le respondió lleno de tristeza. Se dejó caer sobre sus rodillas lastimándoselas, pero no le importó. Se cubrió el rostro con sus manos sin dejar de llorar por el dolor de pensar en la posibilidad de separarse de Sho.
—¡Ken! — Sho llegó hasta su lado y al verlo llorar desconsoladamente se confundió por su reacción: cualquier niño estaría feliz de salir de ese maldito orfanato, pero Ken estaba sufriendo. En un acto instantáneo lo cubrió con sus brazos abrazándolo. —Es genial que puedas tener padres. Yo estoy feliz por ti. No sabes lo bien que me siento al saber que te van a cuidar y dar un mejor futuro. Tienes que volver con ellos y ser feliz. — sonrió apenado. Tampoco concebía la vida sin Ken a su lado.
—¡SHO! — lloriqueó, ahogándose con sus propias lágrimas. —¿Acaso quieres que me vaya lejos de ti?
—¡Tonto! ¿Cómo voy a querer eso?
—Entonces, ¿no puedes entender que no puedo vivir sin ti? Si no estamos juntos, no me interesa ser adoptado. ¡Ni siquiera me interesa estar vivo! ¡Somos hermanos! ¡Hermanos para siempre! — siguió llorando. —¡Si no puedes entender eso entonces no me conoces nada! 
—…— Sho sintió un nudo en su garganta. ¿Acaso estaba a punto de llorar igual que Ken? No, no podía mostrarse así frente a su hermano. Lo abrazó fuertemente, jamás lo soltaría. —No digas que no te conozco, sé lo que sientes. Está bien. Los dos nos quedaremos en este bosque hasta que ellos se vayan.
—¿Si? ¿Te vas a quedar conmigo?
—Claro. Tú te estas quedando en Japón por mí, ¿no? ¡Yo también me quedaré donde tú estés! — dijo firmemente. —Eres mi hermano.

**
Finalmente, Sho y Ken vivían solos en un departamento básico arrendado por un tutor del que no conocían básicamente nada, pero un día había aparecido a ofrecer su capital para “apadrinarlos”. Si bien ese tutor era un enigma, los dos estaban conformes de que el apoyo monetario de ese sujeto les ayudara para salir del orfanato y vivir juntos.
Los primeros años conviviendo fueron geniales. Aunque los dos eran muy distintos desde pequeños que habían aprendido a acoplarse. No había inconvenientes en el cotidiano vivir.
Los únicos problemas presentes eran en la escuela. La mala conducta de Sho en la escuela lo que le acarreaba problemas siendo a veces castigado por los profesores obligándolo a quedarse después de clases o limpiando el salón (cosa que de todos modos no hacía)
Por su parte, Ken no tenía dificultades en sus clases, le iba bastante bien en cuanto a rendimiento.

Pero guardaba un secreto.

Jamás le contaría a Sho para no preocuparlo.

Pero tampoco logró proteger a Sho de sus problemas. 

Sho se enteró que había un grupo de malditos que hacían bullying a Ken desde el año pasado, recayendo incluso en situaciones donde lo golpeaban y hostigaban. Ken ocultaba increíblemente bien ese problema, Sho no podía creer que por más de un año su hermano estuviera sufriendo acoso y violencia de esos chicos sin que él se enterara. Ocultaba las marcas de los golpes y siempre fingía estar bien con una sonrisa para evitar preocuparlo.
Pero Sho lo conocía muy bien, sabía que Ken no era feliz. Sabía que algo lo preocupaba más allá de las notas y lo disciplinado que era. Todas las mañanas parecía tener miedo de ir a clases cuando aprender era lo que más le fascinaba al pelinegro. No salía en los recreos y evitaba quedarse solo.   

En casa Ken parecía estar a gusto y contento, siempre sonreía con él. Pero había momentos en que a Sho le daba la impresión de que su hermano se encerraba en su pieza y lloraba en silencio. Así era Ken, siempre que algo le daba tristeza o lo agobiaba se encerraba en su cuarto y sufría en silencio para, después de unas horas de sollozo, salir de su cuarto y fingir que todo estaba muy bien.

No permitiría que nadie lo dañara. Se lo prometió a sí mismo. Por eso aquella tarde se reunió con los matones que acosaban a Ken. Era un grupo de unos cinco tipos que parecían parásitos que se creen delincuentes juveniles. Por un momento Sho tuvo un espejismo del día en que ayudó a Ken en el orfanato.

Sho los amenazó. Quizá con eso bastaba para espantarlos, pero el pelirrojo no podía dejar impune el que esos sujetos hayan golpeado a su hermano. Comenzó a pelear con ellos sin importarle que le superaran en número.
No permitiría que nadie le hiciera daño a Ken.

**


—…— Kaneki levantó la cabeza después de estar varios minutos abrazado a Sho. Con la punta de sus dedos tocó suavemente la cicatriz en el rostro de su hermano. Se mordió el labio inferior, sintiéndose angustiado. Por su culpa esa cicatriz existía. Sho hace años había tenido una pelea para protegerlo y uno de los maleantes lo había cortado con una cuchilla mientras peleaban. —Lo siento.
—Ken, eso pasó hace tantos años. Además, no es tu culpa. — le revolvió el cabello. —Sabes que no puedo evitar meterme en peleas. — se tocó su propia cicatriz. —Y estoy especialmente orgulloso de esta. Le da carácter a mi rostro y siempre me recuerda que, puedo ser un impulsivo –aveces-
—¿A veces?
—Pero que siempre, pero siempre, voy a hacer arder Troya si algo te pasa.
—A veces me sentiría tranquilo si no tuvieras problemas por mi culpa. — Ken suspiró.
—¡Pero! Ken, si te das cuenta hasta eso compartimos. Tú dices que yo tengo problemas por tu culpa, pero si lo vez desde mi perspectiva: tú tienes problemas por mi culpa. Es como… ¿una paradoja?
—Je, puede ser. — asintió.
—¿Qué te tiene decaído estos días?
—¿Eh? Nada. — parpadeó, confundido. —¿Qué te hace pensar que estoy decaído?
—Hm, no me engañar, Ken. Yo te conozco. Además, tengo un centinela que me informa.
—¿Eren? Es… demasiado evidente.
—Ése inútil es estúpido hasta para espiar.
—¡Ah! ¡No me refiero a eso! — rio, negando con ambas manos. —Es que tengo la percepción de que Eren también está preocupado por mí. Por eso noto que me pone más atención. Pero creo que es una parte de su personalidad que quiere ocultar, porque también se preocupa por Kurusu-kun aunque no lo diga libremente.
—…—
—Bueno, Eren está preocupado porque a veces me enfermo del estómago. Pero eso no significa que esté deprimido, uh, aunque ya no puedo disfrutar de las hamburguesas como antes. —
—¿Ves? Eso es preocupante. Porque el día en que Ken Kaneki deje de comer hamburguesas es porque está realmente mal.
—…—
—Mañana te llevaré al doctor ése. Me parece una falta de respeto que ahora te evalúe una vez a la semana.
—Sho, el señor Liebheart ya no puede verme día por medio. Tenía esa atención especial conmigo porque estaba preocupado por mi rehabilitación después de mi accidente, pero ya ha pasado tiempo y estoy mucho mejor como ves. También otros pacientes… No soy único.
—Bien, voy a fingir que es no es el problema. — Sho se cruzó de brazos, sin dejar de mirarlo. —¿Entonces que te preocupa? ¿Rizembool te molesta porque no atacas a tu HiME?
—N-no. No me han dicho nada… Aún. — eso le preocupaba.
No se veía atacando a Kana y era raro que Rizembool le tuviera tanta consideración si no llevaba ni una sola pelea con su HiME. Aunque… Ella le había dicho que un extraño Rebel la había atacado en dos ocasiones: una donde dañó a un amigo de ella, y la otra en la invasión de los Rebels a Hanasaki. Era raro que Rizembool mandara a otro Rebel sin notificarlo. A menos… ¿de que haya sido él y lo haya olvidado? De esos días tenía recuerdos difusos porque perdió la consciencia. No. Era imposible que haya atacado a Kana y lo haya olvidado.
—Pero hay algo que pasa en esta cabecita y no me quieres decir. — Sho le dio un par de golpes en la frente.
—¡Oye! — Ken se sobó. —…—
—¿Qué es?
—Nada.
—Dimeeeee
—Es que… A veces pienso que llegará el día en que tendremos que separarnos.
—¿Eh?
—Me duele pensarlo, pero también me pone feliz de imaginar que puedes independizarte de mí y hacer tu vida. Eso sería lindo… Siempre he soñado con verte triunfar y ser feliz.
—¿De qué diablos hablas, Ken?
—Sho, ¿No piensas que es raro que estés más al pendiente de tu hermano que de tu pareja? Felizmente Souji es la persona más paciente y empática que conocemos y no te hace reclamos al respecto, pero siento que es una falta de respeto para él que siempre vivas al pendiente de mí. No sé si… eso a él le molesta y no quiero pensar en que rompa contigo porque tienes que hacerte cargo de mí.
—¿Era eso todo este tiempo?
—…—
—¿Piensas que me iré con Souji y te dejaré solo? ¿Qué él se puede molestar porque te quiero demasiado?
—Es lo más natural. Como dije, Souji es una persona maravillosa y comprensiva, pero, por ejemplo, si estuvieras enamorado de otro tipo de persona seguramente esa persona no toleraría que le dediques más tiempo a tu hermano que a tu pareja.
—¡Ken ya basta! — Sho lo agarró de los hombros y lo empezó a sacudir. —¿Eres tan inteligente y estás ocupando esa brillante mente en pensar estupideces? ¡Ahhh, no puedo soportarlo!
—S-Sho.— habló con dificultad al seguir siendo sacudido por el pelirrojo. —¡No quiero que toda la vida tengas que cargar conmigo! ¡Es injusto para ti!
—¡Deja de decir tonteras!
—¡No son tonteras! Son pensamientos realistas.
—¡SHHHHH! — le tapó la boca. —Te diré lo siguiente sólo para que estés tranquilo: uno, dudo que Souji esté molesto porque me preocupo por ti. Él no es de ese tipo de persona. Dos, ¿qué con eso de que eres una carga y tengo que alejarme? ¡Yo no me voy a ir a vivir independiente solo porque tú lo digas! Para mí no eres una carga, eres mi hermano. Y si me voy en plan de independizarme, obvio que no duro ni un día porque no puedo vivir un día sin ti. ¿Acaso quieres matarme?
—¡No!
—Entonces…— Sho suspiro, cansado después de tal discurso. —No hagas que tú hermano se maree con estas cosas. Tú y yo siempre estaremos juntos. ¡Y deja de pensar tanto las cosas!
—Perdón por marearte con esto. — Ken suspiró, avergonzado. —Pero me hace sentir feliz saber que Souji no esté incómodo o que nos alejaremos en el futuro. — por fin sonrió contento. —Ah, mira como ha pasado la hora. — dijo al ver el reloj en su pared. —Tengo que irme.
—Te acompaño hasta tu trabajo. —
—No es necesario que me vayas a dejar hasta el trabajo.
—Pensaba quedarme un rato en el Anteiku. Como cuando iba a estudiar allí mientras te cuidaba mientras trabajabas. Y cuando termines tu turno podemos salir a pasear.
—¿Estás seguro que vas para acompañarme y no para molestar a Eren?
—Puedo hacer las dos cosas al mismo tiempo. — Sho alzó los hombros, despreocupado.
—Está bien. — Ken suspiró. —Pero no hagas que Eren se meta en problemas… Es fácil que tú y él terminen al borde del colapso.


Como Ken contaba con tiempo para entrar a su turno, los hermanos optaron por tomar el metro y bajarse un par de estaciones antes del lugar donde se encontraba el trabajo del pelinegro. Lo decidieron de este modo, animados con la idea de caminar juntos a través de la agradable forestación de la plaza que quedaba en aquel camino.
Este espacio fue aprovechado por ambos para conversar durante el transcurso, abordando diversos temas de intereses mutuos. Incluso fue inevitable para ambos darse cuenta de que había pasado cierto tiempo desde que salieron junto a Souji, Oikawa, Kaworu y Eren.
—La última vez creo que fue cuando Oikawa-san quería grabar fantasmas en el bosque.
—¿Creo que si?— Sho frunció el entrecejo cuando recordó ese estúpido paseo al bosque Aokigahara donde tuvieron que seguir las locuras de Oikawa. Cuando Ken se perdió, el pelirrojo sintió que poco faltó para que le diera un infarto.
—Espero que podamos salir juntos de nuevo dentro de lo pronto. — expresó Kaneki sonriendo
—Woh, Ken... Creo que aquella salida al bosque te cambió. Siempre tenemos que rogarte que salgas de la casa con nosotros y ahora pareces anhelar que eso suceda.
—Je, es raro, ¿no? — se tocó con su dedo índice la mejilla, confundido. —Tal vez extraño estar con... todos.
El otro joven parpadeó sin creer lo que escuchaba. Ken no gustaba de salir a menos que fuera con Sho (y Sho de todos modos tenía que rogarle que lo acompañara y se despegara de sus lecturas y estudios) y prefería evitar involucrarse con los demás si era posible, por el temor heredado de sus experiencias traumáticas pero la auténtica sonrisa de nostalgia en su rostro le revelaba que se sentía a gusto con el grupo de chicos. Sho sonrió con una mezcla de emociones.
—Ken, no me vayas a cambiar por uno de ellos...—  expresó mirándolo posesivo.  —O mínimo si me cambias que no sea por el llorón de Jaeger. Ni por él depravado de Nagisa... Ni por el cabeza hueca de Oikawa. Sólo te permitiría que me cambies por Souji... pero tampoco lo aprobaría del todo. — bromeó
—Yo no te cambiaría por nadie. — le dijo francamente. —¡Ah, Souji-san! — exclamó al verlo en la entrada de Anteiku. Corrió hasta el joven y le saludó animadamente
—Creo que me vine muy temprano. — dijo cuando dejó de saludar a través del vidrio de la puerta a Jaeger quien estaba adentro.
—Nosotros nos demoramos. — Ken negó con la cabeza, disculpándose —Perdón por la demora.
—Eh, ¿de qué me perdí? — Sho estaba realmente confundido. No se esperaba encontrarse a Souji. Que recordase, no quedaron en acuerdo de encontrarse ese día.
—Mientras veníamos aquí textee a Souji-san preguntándole si podía venir. — explicó Kaneki. —Pensé que sería buena idea si después de la jornada laboral salíamos con Souji-san. Mientras trabajo, ustedes pueden esperar en una de las mesas y decidir a donde podemos ir. — volvió a mirar a Souji. Le hizo una reverencia juntando sus manos. —Gracias por venir.
—No tienes que agradecerme, Ken. Se me hace amena la idea de pasar el día juntos. — sonrió amablemente.
Jaeger salió al ver que los tres estaban en la puerta. Llevaba una escoba con él puesto que estuvo barriendo el interior de la cafetería —Hola. Lamento interrumpir pero... — miró a Ken —Necesito preguntarte donde guardan el masala chai blanco. Acaban de pedirlo y no lo encuentro.
—Entremos. Te enseñaré donde lo guardan. — dijo Ken, asintiendo. —Ah, Eren... estábamos pensando salir todos después del turno ¿quieres ir con nosotros? — le invitó
—Está bien... Si es que termino a tiempo aquí, podría ser. — asintió. Luego miró a Souji y a Sho. —¿No se van a enojar Oikawa y Nagisa si no los invitamos?
—Tsk... ¿eres una mascota fiel o algo por el estilo? Seguro que nos alcanzan si los texteamos o algo... a menos que... — Sho pensó en cierta maldad —¿Y si sólo invitamos a Nagisa y no le decimos nada a Oikawa? Nos sacamos fotografías, las subimos en el grupo de whatsapp y le sacamos pica.
—Que malo eres... — Souji lo codeó.
—Uh, Kaworu-san pasará el día con Nakiri-san en unas termas.— informó el pelinegro.
—Nagisa siempre haciendo sus homosexualismos y arruinando las bromas perfectas. — Sho frunció el ceño. 
—Mejor entramos mientras seguimos planeando. — acotó Souji. Él y Ken entraron sin problemas pero Sho fue espantado por la escoba de Eren.
—Shuuu, no se admiten animales. — lo miró severamente.
—¡Q-quítate de mi camino, idiota! — amenazo —¿Quien te crees que eres para echarme? Yo venía aquí antes de que tú existieras en nuestras vidas.
—¿Y si salimos los dos y dejamos a estos aquí? — bromeó Souji.
—No suena mal...
—¡KEN! ¡Cuando dije eso de cambiarme conste que era BROMA!
—Lo sé, lo sé. Nosotros también estamos bromeando. — soltó una risita.

 
« Last Edit: May 03, 2020, 11:48:53 AM by Kana »


Eureka

Este fic es la verdadera parte dos que debí completar hace tiempo pero life happened (?)
la parte tres algun día jaja okya

Lo que está en este gris fue contabilizado en las probaciones de meses pasados.


53.2




El estudio de grabación era mucho más amplio de lo que había imaginado. Sorprendente, considerando que se trataba de una de las veinte cabinas de audio que tenía aquella sede de New Dimension, la agencia a la que pertenecían Nejire y Mama.

Eureka no recordaba el preciso momento en que Madara los había dejado caminar por su cuenta, pero en esos instantes, apreciaba contar con la oportunidad de poder movilizarse acorde a su propia voluntad puesto que le permitía apreciar los detalles de la consola y la mezcladora de audio a su gusto. Al estar en los primeros ciclos de su especialidad, aún no contaba con el conocimiento necesario como para manipular los sliders y botones con seguridad, pero Eureka sabía de ciertas funciones básicas. Sin duda, era una maravillosa oportunidad poder observar una consola tan profesional así de cerca.

De reojo, la HiME pudo notar que Seven andaba en una situación similar a la suya, cayendo en cuenta de los detalles de sus alrededores, emocionado por la oportunidad de poder estar en uno de los estudios de grabación. Sabía que su amigo era fanático de varios idols, pero nunca imaginó que compartiría a tal nivel ese amor por las celebridades tal y como ella.

Luego recordó su actitud frente al secuestro de Madara y todo tuvo sentido.

Girándose a buscar al culpable del rapto, Eureka lo halló conversando animádamente con un hombre enternado, de cabello oscuro y de lentes. Su apariencia se le hacía conocida, pero no podía definir exactamente de dónde… hasta que cayó en cuenta de todo y ató los cabos sueltos: se trataba del mánager de Madara. Lo había visto en las noticias junto a él un par de veces, y suponía que eventualmente se verían cara a cara, si es que estaba destinada a cruzarse con el idol.

Unos segundos observándolos le permitieron notar que el hombre era mucho más sereno de lo que imaginaba que sería: el estereotipo de mánager que Eureka tenía en su mente era recto, exigente y muy acaparador. Este hombre, por algún motivo, mantenía un semblante calmado y no tenía intenciones de reclamarle por su actitud alocada de traer extraños a la cabina de audio.

Le hubiera dado más vueltas al asunto de no ser por el chico que se había manifestado a su lado de un momento a otro. Eureka se calló antes de gritar para no espantar a la persona en cuestión: al tomarlo en cuenta a detalle, notó que, al igual que el mánager, se le hacía conocido de algún lado.

El joven se veía igual de intrigado que ella por la interacción entre Mama y el mánager, cosa que le dio curiosidad, pero optó por guardarse sus comentarios al respecto.

“Holaaa~” lo saludó el chico, cambiando su actitud en un giro de 180 grados. La gran sonrisa en su rostro hacia contraste directo con la expresión seria que acababa de ver en él instantes atrás. “Tú eres Eureka, ¿no~?” preguntó, muy curioso y emocionado.
“Uh… ¿Sí?” Eureka arqueó una ceja, confundida.
“¡Ajáaa~!” El chico alzó su puño en señal de victoria, confundiéndola más. “¡Ya decía yo! Yo soy Ryuichi Sakuma, un gusto~” le dijo, dándole la mano.
“Un gusto…” Eureka estrujó su mano, un tanto confundida. “¿Eres sonidista? ¿O formas parte de New Dimension?”
“¡Soy parte de New Dimension!” mencionó Ryuichi, agitando su mano emocionado.
“¿Eres un—?”

Madara no le dejó terminar su pregunta, porque de un momento a otro, el cantante se volteó hacia ellos y los llamó. Luego, volteó hacia el otro lado para hacer lo mismo con Seven.

Eureka observó que el mánager se retiró de la estancia, pero la HiME se distrajo con el grito sorpresivo de Seven al reconocer con sorpresa al chico al lado de su amiga.

“¡RYUICHI SAKUMA!”
“¡ESE SOY YO!” gritó Ryuichi, con una sonrisa inmensa. “¡NO SÉ POR QUÉ GRITAMOS!”
“Eureka-san, Luciel-san, quiero presentarles a Ryuichi Sakuma-san,” dijo Madara, con una sonrisa. “Es mi mánager y—”
“El ex-líder de Nittle Grasper,” completó Seven.
“¿El qué—?” comentó Eureka. “Wow, wow, esperen, ¿ese señor …que se acaba de ir… no era tu mánager, Mama?”
“¡Ah, no!” Mama sonrió. “Tenemos un acuerdo. El mánager que muestro públicamente es un señor que nos apoya, pero Sakuma-san es mi verdadero mánager~”
“Exacto, es un secreto~” Ryuichi sonrió.
“Con razón nunca te he visto en las noticias…” comentó Eureka.
“Mm~” Madara asintió.
“Me puedo imaginar los motivos detrás de ese arreglo, pero igual me da curiosidad. ¿Por qué Sakuma-san no es reconocido como tu mánager?” Eureka los observó, confundida.
“Creemos que llamaría mucho la atención~” canturreó Ryuichi. “Y Mama quiere valerse por sí mismo,” comentó, un tanto serio, para sorpresa de la HiME.
“Supongo que eso está ligado a Nittle Grasper.”
“¡Sí~!” Ryuichi sonrió ante la mención de lo que sonaba como su proyecto musical.

Eureka no había escuchado nada sobre Nittle Grasper, pero intuía que se trataba de una unit de idols, a juzgar por el vínculo de Ryuichi con Madara y por su actitud enérgica y amigable.

Aún a pesar de la diversidad de conceptos y géneros musicales, todos los idols que Eureka conocía coincidían en transmitir siempre un carisma inigualable, y aún a pesar de lo poco que había tratado con Ryuichi, Eureka podía afirmar que el hombre contaba con un aura captivante y admirable al igual que Madara, Hiyori y Nejire.

“Disculpen, pero no recuerdo aquella unit…” comentó, un tanto apenada.
“Eso es porque no fue una unit.” Ryuichi mantuvo su sonrisa. “Nittle Grasper era una banda, haha~ ¡La más grande banda de visual kei hace ocho años!”
“Aww, no te puedo culpar, Eureka~” canturreó Seven. “Eras muy chiquita cuando eran súper populares. Tiene sentido que no te acuerdes de ellos.”
“Seven, tenemos la misma ed—”
“Sakuma-san y sus compañeros me inspiraron mucho a llegar a donde estoy,” comentó Madara. “Son una de mis mayores influencias, de hecho.”
“Wow, me siento como una mal fan.” Eureka suspiró. “Disculpa, Mama.”
“Haha, ¿de qué te disculpas? Es un detalle difícil de notar, y eso no es ninguna base para juzgarte.” Madara le sonrió.
“Mama no nos ha mencionado, además.” Ryuichi sonrió. “Así que tranquila.”
“Gracias…” Eureka suspiró. “Bueno, entonces… el motivo detrás de este arreglo es impedir que los fans los asocien.”
“¡Mm, mm!” Madara asintió. “Sakuma-san es muy famoso y puede que mucha gente se decepcione si comparan a su banda con mi música. Son cosas distintas… más allá de su influencia en mí.”
“¡Exacto!” dijo Ryuichi, colgándose de la espalda de Madara. Parecía ser algo muy común para ambos, porque el idol lo llevó como caballito sin problema alguno. “¡Mama debe brillar por su cuenta!”
“Yo creo que es capaz de hacerlo ahora,” comentó Seven.
“Ahhhh, muchas gracias, Luciel-san~ ¡Realmente me siento muy halagado por tus palabras! ¡Mama se esforzará aún más de ahora en adelante~” Madara sonrió. “Más allá de eso, New Dimension ha establecido que lo mantengamos así por mientras. Llevamos un año con este arreglo y nos va bien, pero si se da la oportunidad de sacarlo a la luz y revelar a Sakuma-san como mi mánager, ninguno se opone a ello.”
“Oh, entonces tuviste otro mánager antes,” comentó Eureka.
“Sí.” Madara asintió. “Sakuma-san me contactó hace un año y medio y comenzamos a barajar la posibilidad de que fuese mi mánager, pero el arreglo se concretó un tiempo después.”
“Igual venía a verlo al estudio siempre~ Mama tiene una voz muy genial~ Salí del retiro sólo por él~”
“Es cierto, hace años no se escuchaba nada de ti, Sakuma-san,” comentó Seven.
“Mm~ Acordé con Noriko-chan y Tohma-chan de que nunca tendríamos giras de reunión o sacaríamos albums de aniversario o cosas así,” comentó Ryuichi, y saltó al piso, colocándose de vuelta al lado de Madara. “Nunca imaginamos llegar tan lejos y no nos veíamos siendo mediocres como para seguir lucrando con nuestra música. Noriko-chan se dedicó a ayudar el negocio de su esposo. Tohma-chan creó su propia agencia… y bueno, yo me dediqué a viajar por el mundo~”
“¿Cuándo se retiraron?” preguntó Eureka, curiosa.
“Mm… ¿Hace cuatro años?” Ryuichi se llevó una mano al mentón, pensativo. “Sí, creo que fue hace cuatro años, más o menos. Hace año y medio escuché a Mama en una radio en Italia, haha~ Me gustó mucho su voz y regresé a Japón a buscarlo. Tohma-chan me ayudó~ Tiene amigos en New Dimension y me contactaron con él el mismo día que regresé de mi viaje.”
“Sakuma-san está siendo muy amable y sencillo. Nittle Grasper es una de las mejores bandas del mundo. Deberías escucharla, Eureka-san.”
“Ahhh, gracias, Mama~” Ryuichi rio.
“Wow… Haré mi tarea y escucharé su música cuando regrese a— ¡WAH!” Eureka gritó, sorprendiendo a todos. “¡Míranos acá todos tranquilos y sin hablar de por qué nos secuestraste, Mama!”
“¡Buen punto!” afirmó Madara, muy alegre.
“No que me moleste, pero sí, admito que me da curiosidad, Mama.” Seven lo observó.
“Ah. Sí. Quería juntarlos a los tres justo para hablar de un tema en específico. Desde hace un tiempo contemplé la posibilidad de ser director de un coro: es algo que siento que me vendría bien y nunca me animé por temas de tiempo. Debo admitir que ese sigue siendo un factor en contra, pero hace un par de horas conversé con Minako-san y me contó que en Hanasaki hay varios chicos que gustarían aprender sobre técnica vocal. Me ofrecí a hacerlo a cambio de que formen parte de mi coro.”
“Woaaaah, eso suena muy cool, Mama~” canturreó Ryuichi. “¡Tienes todo mi apoyo!”
“…” Eureka no pudo evitar observar al mánager, llena de curiosidad. Sin duda, Ryuichi era un hombre poco convencional. Cualquier otra persona en su puesto le habría mentado la madre a Madara, puesto que era poco responsable de su parte dedicarse a hobbies mientras tenía un single pendiente por sacar.
“¡Gracias, Sakuma-san!” Madara sonrió. “Estoy muy emocionado con el proyecto. Pero tengo que hablarlo con la rectora de Hanasaki y… necesito asistentes,” dijo, girándose hacia Seven y Eureka.
“¿Nosotros?” preguntó la chica, confundida.
“¡Exacto!” Madara asintió.
“Yo puedo ayudarte con la logística,” se ofreció Seven. “Eureka podría ser la encargada de supervisar el desempeño de los estudiantes a tu lado.”
“Yo… no sé tanto sobre música—” intentó excusarse Eureka, pero Madara la interrumpió.
“¿No estuviste en un coro?” preguntó Madara.
“Bueno, sí.”
“¿Estuviste en un coro?” preguntó Seven, curioso. Algo en su mirada le indicó a la HiME que utilizaría aquella información para molestarla… lo que la llevó a suspirar hondamente. “¿Cuándo?”
“¡Siii, cuéntanos!” le urgió Ryuichi, curioso.
“Uh… en Middle school, cuando vivía en Inglaterra. Estuve en el coro del colegio antes de mudarme a Japón. No era tan profesional, y honestamente no recuerdo ni cómo se leen las partituras, pero—”
“¡Eso no importa!” Madara sonrió. “También podría enseñarte si gustas. Si ya cantaste antes, se te hará más sencillo captar todo. Y de seguro tienes buen oído, así que eso me basta.”
“¿Estás seguro? Mama, no quiero—”
“Tranquila,” dijo Madara, tomándola de los hombros. “Confío en ti, Eureka-san.”
“…” Eureka recordó el tema del psiquiatra y contempló sacarlo a la luz en esos instantes. Sacudió ligeramente la cabeza, y alzó la mirada para cruzarla con la de Madara.

Craso error.

“…” Eureka se giró de golpe para evitarlo. Asintió furtivamente, un tanto avergonzada por lo que acababa de suceder. “Okay, te ayudaré.”
“¡Genial!” Madara alzó su puño en el cielo, feliz, como si sus acciones tuvieran una lógica infalible y no estuviera improvisando todo. Lo más grandioso era que, conociéndolo, todo iba a salirle de maravillas. Madara Mikejima era un experto en eso: o al menos eso podía rescatar de lo que había tratado con él. “Bueno, ahora que todos lo saben, los puedo regresar a Hanasaki. De paso me acompañan a conversar con la rectora.”
“Eh… Esas son palabras mayores.” Eureka desvió la mirada al piso, decepcionada consigo misma.

No habían motivos para escapar de Miranda, pero sentía que algo había hecho mal y ello le impedía encararla. Tal vez era la culpa que aún la acongojaba por el desastre de biohuertos… o por su rebel convertido en key… o los miles de errores que había cometido y que podían ser motivos válidos para que la rectora la juzgara por sus malas decisiones. De todas maneras, ver a Miranda no estaba en sus planes y no podía hacer una excepción, aún si se tratara de su idol favorito.
 
“No creo que pueda, si te so—”
“Eureka no cree que pueda ser ahorita,” corrigió Seven. “Porque es hora de almorzar y de seguro la rectora está ocupada.”
“¡Wah! ¡Es cierto!” exclamó Ryuichi. “¿Qué tal si almorzamos y luego vamos a Hanasaki?”
“¡Mm, mm! ¡Buena idea, Sakuma-san!” Madara sonrió. “Esta rama de New Dimension tiene una cafetería excelente. Vamos a comer, yo les invito~”
“¡Vamos, vamooos~!” canturreó Ryuichi. Acto seguido, tomó la delantera, caminando hacia la puerta del estudio con dirección hacia la cafetería. Seven lo siguió, distrayéndose por unos instantes con las notificaciones de su celular. Eureka intuía que le habían llegado noticias del trabajo: reclamos por los pendientes que de seguro debía.

Aprovechando que Madara y ella se habían quedado atrás, Eureka se giró hacia el idol, decidida a sacar el tema de la terapia a la luz.

“Mama…”
“¿Mm?” Madara hizo a un lado sus pensamientos para prestarle atención a Eureka, enfocando su mirada en ella. “¿Pasó algo, Eureka-san?”
“S-Sí…” Eureka evadió su mirada mientras continuaron caminando con destino a la cafetería. Por unos instantes, consiguió distraerse con la imagen de Seven y Ryuichi conversando animadamente a unos metros de ellos. No le sorprendía en lo absoluto: ambos contaban con personalidades enérgicas y divertidas y era inevitable que congeniaran tan bien. “Uh…” Al ver de reojo a Madara, recordó el tema de conversación que debía sacar y se arrepintió de su decisión de hacerlo.
“¿Puedo ayudarte?”
“Ese es el problema.” Eureka suspiró, armándose de valor de una vez por todas. “Jinguji-sensei me contó lo que hiciste.”
“Ah.” Madara sonrió, imperturbable. “¿Pudiste verlo? Le pedí que te hiciera un espacio en su agenda.”
“Sí, muchas gracias… Justo fui a verlo hoy en la mañana. Continuaré con la terapia, pero…” Eureka suspiró. “Me siento un poco incómoda con lo del pago.”
“Entendible.” Madara volteó hacia el camino, pensativo. “Disculpa, creo que me pasé.”
“Mm-mm.” Eureka negó con la cabeza. “Aprecio la ayuda, pero con la sugerencia ya era suficiente. Aceptar algo tan costoso es… un tanto difícil para mí. De seguro hay mejores cosas en las que puedes invertir ese dinero.”
“No es una inversión…” Madara se veía un tanto confundido. “Pero míralo de esta forma. Podrías retribuirme con tu rol como asistente, ¿no?” dijo, y volteó a esbozarle una cálida sonrisa.

“¿Qué?”
“¿No te parece lo más lógico?” ofreció, sin demostrar algún cambio en su semblante. “Aunque ahora que lo pienso, puede que lo tomes como que planeé esto, cuando no fue así.” El idol suspiró. “Esa no fue mi intención, te lo aseguro.”
“Te creo. Sí te veo capaz de hacer esto por las personas a tu alrededor.”
“¡Me alegra mucho!” Madara asintió y volvió a cegarla con su sonrisa brillante de siempre. “Espero que no lo tomes como una obligación, eso sí. Si es posible, me gustaría que les convaliden créditos a Luciel-san y a ti por ayudarme.”
“Te diría que lo veo poco probable, pero tu capacidad de convencer a las personas es tan grande que veo a Miranda accediendo a tu propuesta.”
“¿En serio? Ahh, eso me haría muy feliz~” Madara agitó sus puños, lleno de energía. “Yosh, estoy empilado. No puedo esperar a ir a conversar con tu rectora~”
“Yo sí…” Eureka no desconfiaba de las tácticas de convencimiento del idol, pero sí de las pocas probabilidades de tener una reunión con Miranda ese primer día de clases. De seguro habían filas de filas de alumnos quejándose de sus horarios o pidiendo exoneraciones.

…O prospectos de HiME buscando realizar la prueba.

Bueno, esa última opción sonaba inverosímil… pero tal vez habían llegado a ese punto.

Madara se detuvo en seco de un momento a otro, obligándola a dejar sus pensamientos de lado para observar la estancia a la que acababan de ingresar Seven y Ryuichi. La cafetería de New Dimension parecía más un restaurante cinco estrellas que una cafetería de la sede de una agencia, pero suponía que tenía sentido al tratarse de tal prestigiosa entidad. Eureka se mordió la lengua e ignoró, pese a su sufrimiento, a las varias caras conocidas de idols que encontró en el mar de personas almorzando allí.

Una, sin embargo, no tuvo reparos en levantarse de su mesa para ir a saludarla.




“¡Eureka-chaaaan!” canturreó Nejire, muy alegre, mientras caminaba hacia ella y Madara. “Ahhh, Mama, ¡qué lindo verlos juntos!”
“Nejire-san~” Madara no se contuvo y le dio un abrazo a su amiga, el cual fue correspondido en cuestión de segundos. “Pensé que hoy no venías~”
“¡Es cierto!” Nejire se separó para sonreírle. “Pero una melodía vino a mí y sabía que debía comentársela a mi productor. De paso aproveché en conversar sobre el videoclip y otros temas.”
“¡Me alegra!” Madara sonrió. “¿Tienes el resto del día libre?”
“Tengo una entrevista en un par de horas… ¿Creo que tu también tienes algo parecido?”
“Mm, mm~ Salgo en un programa de radio en vivo a las 7.”
“Oh~” Seven fue el primero en notar que Eureka y Madara no los seguían, y regresó hasta darles el encuentro junto a Ryuichi. “¡Hola, Nejire!”
“¡Luciel!” Nejire sonrió. “Oh, y estás con Sakuma-san~”
“Hola Nejire-chaaan~ ¿Nos acompañas a almorzar~?” preguntó Ryuichi, muy alegre.
“¡Claro! Al menos hasta que mi mánager se de cuenta de que lo abandoné.” Nejire sonrió.
“¡Genial!” Madara asintió, y todos juntos caminaron hacia una de las mesas libres, donde tomaron asiento.

Sin duda, prometía ser un almuerzo muy ameno.

Sin embargo, Eureka sentía que tenía la cabeza en otro lado.







Sakura tomó asiento en la larga mesa de la sala de reuniones, observando la vista del campus de Rizembool a través de los ventanales en frente de ella. Por algún motivo, miedo era lo último que sentía, aún a pesar de encontrarse en territorio enemigo. Cuando se trataba de su propia vida, era imposible temer: su familia le había inculcado ideales específicos que anteponían el deber y el orgullo antes que todo. Sin embargo, meses al lado de Alma Karma habían sido suficientes para admitir que también valía la pena luchar por otras personas… motivo por el cual andaba a punto de realizar un pacto con el diablo.

Nea ingresó a la sala de reuniones acompañado de un rubio y un hombre de máscara, saco y sombrero de copa alta. Reconocía al primero de algunos carteles de publicidad en la ciudad, pero el segundo, por su atuendo, era difícil de identificar. Sin embargo, habían llegado a ella los rumores de un encargado de un comité de rebels que contaba con una manera peculiar de esconder su identidad. Especificaban que de seguro se trataba de una figura pública y, por ello, el hombre quería evitar percances con ese tipo de información, por si se ganaba enemigos… y de lo que había oído, eran varios los que andaban detrás de él.

Los Nanamine, en su labor de herreros, no estaban relacionados directamente a los rebels, puesto que la distribución de armamento y otros derivados se realizaba a través de intermediarios, administrativos o supervisores. Era entendible que por ello, Sakura no supiera a ciencia cierta cuántos de esos rumores eran ciertos. Veía innecesario y hasta ridículo que existieran rencillas y peleas internas dentro de Rizembool, pero suponía que tenía sentido cuando caía en cuenta de que la mayoría de la institución estaba dominada por hombres. No que las mujeres fueran seres completamente lógicos y congruentes, pero al menos usaban el cerebro más a menudo.

Aún a pesar de todo, Sakura no podía negar la curiosidad que sentía: la identidad de aquel joven parecía ser muy valiosa y podría probar provechosa para ella en un futuro. En esos instantes, sin embargo, era mejor guardar apariencias y priorizar el motivo de aquella reunión. Era necesario lograr algún tipo de trato con Nea, puesto que la vida de sus amigos primaba por sobretodo.

“Me alegra poder verte de nuevo,” empezó Nea, tomando asiento junto al resto de sus acompañantes. “Tomamos tiempo en encontrarte luego de lo de Kokichi, pero—”
“Me dejé encontrar, que es distinto,” comentó Sakura, muy tranquila. “Aunque honestamente, no era nada difícil hallarme, como pudieron comprobar.”
“Sí, lo de Ouma y Suoh nos lo dejó claro,” comentó el de la máscara. “Pero con las vacaciones y todo…”
“Un poco difícil,” completó el rubio. “Ah, por cierto, no me he presentado. Mi nombre es Hawks Takahiro. De seguro me has visto por ahí en afiches y publicidad, soy un modelo.”
“…Disculpa, no estoy al tanto de esas cosas,” dijo Sakura.
“Ah, no hay problema.” Hawks sonrió de lado. “Mi compañero es Karasu.”
“…Tiene sentido.” Sakura observó la extraña máscara en forma de pico de cuervo y asintió. “Un gusto.”
“El placer es mío,” contestó Karasu. “Llevo meses escuchando de ti sin contar con el honor de verte frente a frente, pero al fin se me ha dado la oportunidad. Eres popular entre los comités, a decir verdad.”
“No me sorprendería, tomando en cuenta la familia de la que vengo.”
“Familia de la cual te has desligado, ¿no?” preguntó Hawks, curioso. “Tengo entendido que has estado viviendo por tu cuenta para evitar que te encontráramos.”
“Sí.” Sakura asintió, imperturbable. “Aún así, mantengo el vínculo con mi familia. O, mejor dicho… lo retomé hace poco.”
“¿Cómo así?” preguntó Nea. “¿Lograste que te perdonaran tu rebeldía?”
“Les comenté lo que pienso hacer… el cual es justo el motivo de esta reunión.”
“Mm.” Karasu asintió. “Prosigue.”
“Pienso seguir trabajando para ustedes,” dijo Sakura. “Continuaré con mi rol de espía, pero esta vez será más provechoso para la institución, porque… pienso postular a ser HiME.”
“Bueno, me lo veía venir,” comentó Nea. “Desde que te encariñaste con tus nuevos amiguitos en Hanasaki, supe que lo harías. He estado preparándome para darte la batalla y ser tu rebel.”
“Y así dice que no siente nada por ell—”
“Hawks.” Karasu lo interrumpió.
“Okay, okay.” Hawks alzó las manos, rindiéndose.
“¿Qué te hizo cambiar de opinión? Juraba que te cambiarías de bando por completo,” dijo Karasu. “Más aún con los actos heróicos de Suoh y su otra amiga HiME.”
“Fue justo eso lo que me convenció de aliarme con ustedes ni bien encontrase el momento indicado. Fueron dos HiMEs, y aún así, tuvieron problemas al protegerme a mí y a mis amigos. No pudieron vencer a aquel rebel. No… puedo permitir que suceda eso con Alma y Yuu. Por eso necesito prevenir. A cambio de servirles, respetarían mi deseo de mantener al margen a esos dos. Con eso, me quedaría más tranquila. Y es beneficioso para ustedes… les doy la oportunidad de usarme como gusten.”
“Mm…” Karasu la observó fijamente, tomándose unos momentos de silencio. “Se me hace muy sencillo leer a la gente, Nanamine. Pero tú eres un caso especial. Ahora entiendo lo que Nea me comentaba hace tiempo. Siento que hay algo más en esta propuesta, pero no puedo descifrarlo del todo.”
“No hay intenciones escondidas ni trampas en lo que acabo de ofrecerles. Sólo quiero proteger a mis amigos y cumplir con las funciones que me designen, eso es todo.”
“¿Puedo preguntar qué fue lo que hiciste en este mes y medio que no supimos nada de ti? Luego de la batalla de Kokichi y Suoh,” dijo Hawks.
“Aproveché las vacaciones para arreglar unos asuntos míos pendientes y, además, reconciliarme con mi familia. Luego de eso, lo primero que hice fue transferirme a Hanasaki y buscarlos.”
“Huh.” Nea la observó. “Lo planeaste todo con sumo cuidado.”
“Por supuesto. No puedo permitir que el más mínimo detalle se salga de lo planificado. Sin embargo, tengo en mente un plan de contingencia por si se niegan.”
“Eso no será necesario,” dijo Nea.
“Nea. No seas impulsivo. Entiendo tu obsesión con Nanamine, pero debemos reflexionar sobre esto detalladamente. Hawks ha sido muy específico: no van a tolerar más fallas nuestras.”
“Es cierto, pero lo que la señorita plantea suena tentador,” comentó Hawks. “Creo que no hemos tenido ninguna HiME de nuestro lado hasta ahora. Lo que es curioso, porque uno pensaría que existírian traidores en todas partes… pero parece que no es así. Bueno, hasta ahora.”
“Igual, no significa que no puedas tomar precauciones, Karasu,” comentó Nea. “Creo que sabes a lo que me refiero.”
“Sí.” Karasu asintió. “Nanamine, a estas alturas, la palabra de alguien no me sirve de nada. No pretendo eliminarte, más sí debo asegurarme de que guardes lealtad con la institución pese a todo.”
“Entiendo. ¿Me lavaran el cerebro, entonces?” comentó Sakura, inmutada.
“No del todo. Valoramos que hayas venido a nosotros, así que no te privaremos completamente de tu libertad.”
“Está bien.” Sakura asintió. “¿Lo harán ahorita?”
“Sí.”
“Mm. Estoy preparada, entonces.”

Hawks, Karasu y Nea asintieron, y este último se levantó de su asiento para dirigirse hacia ella. Karasu sacó una bolsa ziplock con una jeringa de su maletín y se la pasó con mucho cuidado. 

Luego de abrirla, Nea hizo a un lado los cabellos de Sakura para inyectarle el líquido en el cuello. En cuestión de segundos, la joven perdió el conocimiento, tal y como había sido previsto. Nea la acomodó de tal forma que quedara recostada en la mesa, sin causarse daño.

“Bueno.” Karasu sacó otra jeringa y se la pasó a Hawks. “Los veo luego.”
“Mm.” Hawks asintió, con una sonrisa.

El rubio fue rápido en repetir el mismo proceso con él, guardando cuidado en evitar que Karasu se hiciese daño al desmayarse.






La ryokan en la que despertó se le hacía conocida: pertenecía a unos tíos por parte lado paterno de su familia, quienes tenían una cadena de hoteles tradicionales muy populares en las zonas rurales del país. Sus primos mayores se habían hecho cargo de los negocios y eran dueños actuales de las ryokan, heredando así el negocio familiar de varias generaciones.

Sakura había visitado uno de los hoteles en su infancia: no recordaba mucho del tiempo que había pasado allí, pero sí tenía una memoria fotográfica del local y de las aguas termales, por lo que no le sorprendía la vista frente a sus ojos en esos instantes.

El modus operandi de aquel comité al que Nea pertenecía era confidencial para el resto de los involucrados en el proyecto de los rebels. Sin embargo, Sakura había encontrado información al respecto y sabía que aquel cambio de cognición se daba mediante los sueños y un tipo de persuasión emocional específico. A juzgar por lo que veía, el proceso ya había empezado, y se encontraban en su subconsciente.

La joven se levantó del piso de esteras de tatami y, con cuidado, se acercó a la puerta shoji y la deslizó. Aquella salida daba al patio principal del hotel: un precioso lago pequeño decorado de la flora tradicional de aquella zona. Sakura caminó hasta sentarse en el filo del piso, observando el lago con visible interés ya que, enfocando su mirada, podía discernir el movimiento de varios peces pequeños de colores vistosos.

Por andar ensimismada en aquella vista frente a sus ojos, no se percató de la presencia de otra persona hasta que esta tomó asiento a su lado. Girando los ojos hacia la derecha, Sakura reconoció los cabellos oscuros con puntas turquesas y aquellos tatuajes faciales en el rostro de quien tal vez era su primer amigo en mucho tiempo, Alma Karma.

“…” Le sorprendió el extraño silencio entre ambos, pero Alma lo rompió con un lloriqueo y un abrazo que la agarró desprevenida. “¿Estás bien, Sakura?”
“Mm…” Asintió ella, confundida. “Sí… ¿Tú?”
“¡Yo estoy muy bien!” Alma la soltó para hacer unos gestos con sus puños. “Pero… no puedo evitar preocuparme por ti, ¿sabes?”
“Entiendo. Estoy a punto de hacer un trato que no me conviene en lo absoluto, pero debes entender que es por tu bien y por el de Yuu. No podría vivir tranquila si les pasa algo.”
“Igual que yo, si te soy sincero.” Alma le sonrió. “Yuu y tú son muy importantes para mí. Me aterra pensar en el peligro que los rodea… sobretodo a ti.”
“Alma, yo tengo la posibilidad de protegerme. Tú estás indefenso, no puedo dejarte—”
“¿No te preocupes por mí, si? Yo estaré bien pase lo que pase. Lo importante aquí eres tú, Sakura.” Alma mantuvo su sonrisa, si bien sus ojos se mostraron un tanto apenados. “Prométeme que te cuidaras pese a todo. Prométeme que vas a ser tu propia prioridad.”
“Yo…”
“…” Alma tomó su mano y enganchó su meñique con el de ella, agitándolo levemente por unos instantes. “Ya está~ No puedes dar marcha atrás.”
“Alma—”
“Todo va a estar bien, Sakura.”








El primero en levantarse fue Karasu: el joven parpadeó un par de veces, acostumbrándose a la luz de la estancia, hasta que finalmente pudo mantener los ojos abiertos luego de un par de intentos.

La sala de reuniones se mantenía inmutable. Lo único que había cambiado era las posiciones de Nea y Hawks: el primero andaba de brazos cruzados y apoyado en el borde de la mesa, mientras que el rubio yacía sentado en una silla al otro extremo de esta, con las piernas sobre la mesa y con su celular como principal foco de su atención.

Lo último cambió de un momento a otro cuando Hawks notó que Karasu se había despertado. Nea y él lo observaron, expectantes e impacientes, y Karasu sólo atinó a asentir antes de darles explicaciones.

“Todo bien.” Karasu se removió la máscara por unos instantes, sólo para masajearse las sienes levemente. Luego de un suspiro, se la volvió a colocar. “Funcionó, al parecer.”
“Nunca dudé de ti.” Hawks sonrió de lado. “Pero wow, nunca los había visto entrar en acción. Es la primera vez que veo el proceso tan de cerca. He oído que tenemos diversas técnicas, pero esta sin duda es mi favorita.”
“Es la más complicada.” Nea suspiró.
“Es cierto, pero vale la pena.” Hawks observó a Sakura por unos instantes. “Quién diría que la manipulación mental podría darse a la perfección apelando al lado emocional de las personas. Kibutsuji es un genio, sin duda.”
“Lo es. Una pena que hace años se haya retirado como científico. Siento que nos estamos perdiendo de varias innovaciones tecnológicas,” comentó Nea.
“¿No lo hizo para salvarse?” preguntó Hawks, curioso. “No me atrevo a preguntarle al respecto, pero tengo entendido que probó el prototipo de este proceso en su propio hijo y el experimento salió mal.”
“Mm.” Karasu asintió. “El chico falleció como consecuencia directa.”
“Sí, algo así escuché…” Hawks se mostró un tanto pensativo. “Bueno, reportaré esto como una victoria. Aún así, espero que la observen por unos días. Nea, mantente en contacto con ella. Vas a ser su rebel pase lo que pase, así que es necesario que tú seas su vínculo con Rizembool.”
“Sí, no te preocupes.”
“Perfecto.” Hawks se incorporó y guardó su celular en su bolsillo. “Tengo clase en media hora, así que me voy yendo. Pero antes… quería preguntar qué pasó con la HiME de la mañana. Me olvidé de hacerlo con todo el asunto de Nanamine, pero ahora tenemos un poquito de tiempo.”
“Sigue sin despertar,” comentó Nea. “Sospechamos que funcionó, pero no podemos cantar victoria hasta que se levante. El nivel era mucho más riesgoso y complicado que el caso de Nanamine, así que tiene sentido que esté dormida aún.”
“Mm… pero ya son varias horas. Es muy curioso.”
“Realicé el proceso como siempre,” comentó Karasu. “Así que dudo que haya sido una falla por mi lado.”
“Sí, no te preocupes, no dudo de ti. Es sólo que estoy pensando en la posibilidad de que las HiMEs tengan mecanismos de defensa ante esto. Nunca antes habían probado manipulando a una, ¿no?”
“Es la primera vez, sí.”
“…Huh.” Hawks se llevó una mano al mentón, pensativo. “Esperemos que todo bien, entonces. Ahora sí los dejo… lo mejor es que se apuren en trasladar a Nanamine la enfermería.”
“Eso pensábamos hacer,” comentó Nea, mientras levantaba a Sakura del asiento y la cargaba en sus brazos. “Nos vemos luego, Hawks.”
“Hasta luego, chicos~ Buen trabajo~” Hawks les sonrió y se despidió de ellos con un gesto vago de la mano. Salió de la sala de reuniones y se perdió al doblar el pasillo a la izquierda.
“Yo me llevo a Nanamine, no te preocupes,” habló Nea.
“Bien. Cuento contigo, entonces,” le respondió Karasu.
“Mm. Nos vemos más tarde.” Nea asintió, y al igual que Hawks, salió de la sala.

Karasu lo perdió de vista al cabo de unos segundos. Soltó un suspiro, removiéndose la máscara y el sombrero, alistándose para regresar a su trabajo.







Todo había salido de acuerdo a sus planes.

El primer set había sido estupendo: Kokichi no tenía noción de las reglas del vóley y su rendimiento había reflejado este crucial detalle, impidiéndole darle competencia a Oikawa. No podía negar que contaba con mucha agilidad y rapidez de reacción, pero al final de cuentas, no era capaz de recibir bien, de sacar con potencia o de rematar adecuadamente. En el segundo set, demostró mejoras, adaptándose con cierta facilidad al ritmo del juego y sincronizando con Iwaizumi, su compañero momentáneo de equipo. Sin embargo, no fue suficiente como para empatar, y terminó perdiendo ese set también.

Aún así, Oikawa debía darle crédito por sus saltos: si no fuera el rebel de Eureka, tal vez podría haber hecho un esfuerzo por entrenarlo para que fuera útil. Lamentablemente, la situación era distinta, y no había opción de fiarse de él. Kokichi siempre tenía la delantera y era muy riesgoso apostar por un novato que, encima, existía y participaba en el equipo sólo para arruinarle la vida.

“No esperé meterme de lleno al deporte hoy,” comentó Kokichi, y luego, le dio un sorbo a su tomatodo, tomando asiento en las bancas aledañas a la cancha. “Sólo venía a avisarte cómo sería mi estadía aquí, pero supongo que me convenciste, Oikawa-chan~”
“Haha~” Oikawa sonrió de lado. “Me alegra que hayas querido darle una oportunidad pese a todo. Sin embargo, no creas que no te seguiré observando. No pienso dejarte hacer lo que quieras con mi equipo.”
“Awwwn, qué pesado eres.” Kokichi hizo un puchero. “Pensé que ya nos estábamos entendiendo mejor.”
“Y una mierda, Ouma,” le gritó Iwaizumi, mientras ordenaba la cancha junto con Arakita. “Ni creas que vamos a bajar la guardia contigo. No te creemos nada.”
“Eh.” Kokichi se hincó de hombros. “En fin. Ya no tengo clases por el resto del día así que me regresaré a mi casita, yay~ Pero antes… ¿supongo que me agregarán al grupo de Whatsapp?”
“…” Oikawa lo intentó fulminar con la mirada. “Supongo.”
“Aw, yay, intercambiaré números con Oikawa-chan~”

Oikawa caminó hacia su morral para sacar su celular y regresar a la banca donde estaba sentado Kokichi. El rebel se levantó de su sitio, con sus cosas alistadas y su cara de alegría falsa que tanto lo irritaba.

“Okay…” Oikawa entrecerró los ojos y le dio su celular. Kokichi hizo lo mismo con el suyo.

Se demoraron un par de minutos en crear un nuevo contacto con sus nombres e introducir sus números, y luego, se devolvieron los móviles.

“¡Gracias, Oikawa-chan~! Me agregas entonces. Wow, es la primera vez que intercambio números con el key de mi HiME. Aw, espero que Eureka-chan no lo tome como una traición.”
“Sí, sí, lo que sea. Adiós.” Oikawa se cruzó de brazos, irritado.
“Aw, ya me iba, no te enojes más. Te vas a arrugar y eso no le gustará a tus fans. Bueno, adiós~ Cuídense~”

Kokichi le ondeó la mano a todos y luego caminó hasta salir del gimnasio y deslizar la puerta tras de sí.

“…Eso fue… raro,” comentó Iwaizumi, confundido. “Pensé que tenía un as bajo la manga.”
“Yo también,” dijo Oikawa. “Usualmente se manda pendejadas, pero esta vez ha sido un tanto… obediente.”
“Mm. Me cuesta creerme lo que me dicen de que él fue el culpable del desastre del gimnasio.”
“Bueno, no fue sólo él. También estuvo el rebel de la amiga de Eureka…” Iwaizumi suspiró. “Aunque Ouma no es ningún santo. En fin, terminemos de arreglar todo que ya estamos un poco tarde. Quiero comer antes de entrar a clases, sí o sí.”
“¡Wah! Cierto!”

Los tres se dividieron las tareas restantes y, en cuestión de minutos, el gimnasio estaba impecable y ordenado. Sin más que hacer, fueron a las duchas a tomar un baño rápidamente y se alistaron con la misma velocidad para poder correr a comer algo antes de seguir con las clases de aquel primer día.









“Un qué.”
“Un cor—” intentó decir Eureka, pero Madara la interrumpió.
“¡UN CLUB DE CANTO!” gritó Madara, emocionado. “En el camino a Hanasaki me quedé pensando y no, un coro no se alinea a lo que tenía en mente, si les soy sinceros. No quiero que canten canciones aburridas y se queden estáticos ahí en sus sitios. Busco hacer verdaderas presentaciones, con baile y canto incluidos. Quiero darle la misma importancia a ambas artes. Sé que vendrá bien, considerando que los alumnos que me pidieron las clases de canto están en la especialidad de Artes Escénicas. Lo más probable es que tengan más soltura para el baile, lo que me ayudaría a pensar en formaciones en base a eso.”
“…” Eureka se quedó observando a Madara, incrédula. El hombre improvisaba constantemente, pero sabía cómo vender sus ideas y realmente, era muy admirable.

…O ella era muy boba y le sorprendía mucho cada estupidez que su ídolo hacía.

Ambas eran opciones muy válidas.

“¡Mama tiene razón!” salió Ryuichi a defenderlo, aunque no había mucho debate hasta ese momento. Miranda sólo había repetido ciertas frases o preguntado por pequeños detalles, pero su expresión un tanto cansada hablaba más por ella. Eureka esperaba el momento en que los botara a todos: lo veía venir desde hacía veinte minutos y le sorprendía que aún los dejara hablar, tomando en cuenta lo recta que podía ser a veces.
“…Entonces, recapitulando. Quieren abrir un club de canto. Pero ustedes no son alumnos de esta universidad,” dijo Miranda.
“No. Pero Eureka-san y Luciel-san sí.” Madara sonrió.
“…Eso es cierto.” Eureka suspiró.
“Sí~” Luciel sonrió.
“Aún así, Miranda-san, no quiero que lo tome como una unión de alumnos… No sé cómo explicarlo, pero—”
“Yo sí.” Ryuichi lo interrumpió. “Mama es un profesional, y como su guía, se compromete a que el club llegue a contar con un nivel igual de profesional que él. Tal vez incluso podrían tener presentaciones fuera de la universidad…” dijo Ryuichi, pensativo. “Será como un curso extracurricular. Pero le llamamos club porque no pertenece a la malla de ninguna carrera, hehe~”
“¡Ohhh, eso suena muy válido, Sakuma-san!”
“¡A que no~!” Ryuichi sonrió, y los dos chocaron palmas emocionados.
“…” Eureka supo en esos instantes que Miranda los botaría. Ya tocaba, realmente.
“…” Miranda se masajeó las sienes. “¿Tienen un presupuesto?”
“Sí~” canturreó Luciel. “Se lo puedo mandar a su correo en estos instantes.”
“¿En qué moment—?” Eureka arqueó una ceja, sorprendida.
“Okay, por favor.” Luciel se apuró en enviar el correo. Miranda lo abrió desde su computadora estacionaria, y observó las cifras. “Suponía que costaría así por mes. Lamento informarles que no contamos con el—”
“Oh. No hay problema.” Madara sonrió. “Yo pensaba costear todo. Lo único que sí necesito es un salón disponible para los ensayos… y bueno, a futuro, separaré el anfiteatro. Pero más allá de eso, nada. Puedo contratar músicos por mi cuenta y los trajes y otros detalles saldrán de mi bolsillo.”
“¿Estás seguro, Mikejima?” Miranda se veía un tanto dudosa. “No sé qué opina tu mánager,” dijo, observando a Ryuichi, quien sonrió ampliamente.
“Jaja~ Esos detalles yo no los veo. Mama gasta su dinero como él ve conveniente. No tengo por qué meterme donde no me llaman, na no da~”
“…” Eureka juró ver homicidio en los ojos de Miranda, pero su expresión cambió a una resignada en cuestión de segundos. “…Está bien. Pueden abrir el club. Estará bajo el nombre de Suoh y Choi, y a ellos les mandaré la información del salón que tendrán disponible. Contará con la acústica necesaria para clases de música, no se preocupen.”
“¡Ahhhhhh!” Madara sonrió ampliamente. “¡Muchas gracias, Miranda-san!”
“…No hay problema.”
“Antes de retirarnos, me olvidaba de un último punto, eso si. Me gustaría que se puedan convalidar créditos extracurriculares, tomando en cuenta que sería un curso como otros,” dijo Madara.
“…Supongo que tiene sentido.” Miranda suspiró. “Coordinaré con Fran al respecto y les mandaré esa información también.”
“¿Podremos empezar ni bien nos llegue ese correo?” preguntó Luciel.
“Sí.” Miranda asintió. “Así es.”
“…Gracias, Miranda.” Eureka sentía que aquella conversación le había quitado treinta años de vida. “Y disculpa las molestias.”
“No hay problema.” Miranda sonrió levemente. “Ahora, si me disculpan—”
“¡Oh! No se preocupe, Miranda-san~ Ya nos vamos~” Madara se levantó de su sitio y el resto lo imitó.

Los cuatro le hicieron una reverencia y se giraron hacia la puerta. Antes de salir todos, Miranda habló de nuevo.

“Espera, Suoh. ¿Tienes unos minutos?”
“¿Mm?” Eureka se giró hacia la rectora, curiosa.
“¿Podemos hablar? Prometo que no tomará más de diez minutos. Creo que esta es la mejor oportunidad para hacerlo.”
“Sí, no hay problema.” Eureka volteó hacia Madara y el resto. “Mama, ahí los alcanzo.”
“Okay, Eureka-san~ Estaremos esperándote en la puerta del edificio~” Madara aprovechó la cercanía para darle un par de palmadas cariñosas en la cabeza. “Yosh, yosh~ Te irá bien~”
“¿…Gracias?”
“Hoho~ Nos vemos en un rato, Eureka-san.”

Dicho esto, Madara cerró la puerta del despacho, dejando a la rectora y a la HiME a solas. Eureka volteó hacia Miranda, esperando verla enojada, pero la encontró… preocupada, para su sorpresa. La HiME de la electricidad dio unos pasos hasta regresar a los asientos frente a la mesa de la rectora, y tomó asiento en uno de ellos, observándola con curiosidad. Entendía que de seguro se trataba de una charla para actualizarse, pero Eureka no podía evitar tener un mal presentimiento.

“Disculpa que sea tan repentino, pero ví oportuno aprovechar que ya estabas aquí para preguntarte cómo ibas.”
“Oh, bien. Mi nuevo rebel es un graaan problema, pero Oikawa y yo estuvimos entrenando con Mari y Kanan y nos ha ido muy bien. Esta semana estamos descansando para que Mari se adapte mejor a su nuevo ciclo en Hanasaki, pero la siguiente lo retomaremos.”
“Me alegra mucho que Ohara los esté ayudando. Disculpen, más bien, por ofrecerles la ayuda de Kocho sin su permiso. Aún estoy conversando con ella al respecto, pero ya tiene problemas de los que preocuparse.”
“¿Cómo así?”
“Aún cuando no quiere ayudarnos directamente, Kocho se ha aliado con varios ex-Knights y ex-HiMEs con miras a erradicar los peligros producidos por Rizembool, en este caso, la presencia de Orphans en ciertos distritos. Están saliendo de noche y atacando a cualquier transeúnte que se cruce en su camino. Sospecho que son experimentos y los científicos de aquella institución no han visto mejor oportunidad de probar su rendimiento que soltándolos en determinadas horas donde no hay mucha gente por las calles. Kocho, por supuesto, no ha vuelto a pelear desde que fue HiME, y sólo se encarga de curar a sus compañeros, pero está involucrada en eso y según tengo entendido, sigue siendo una maestra de la sanación.”
“¿Cómo así?”
“Su poder principal era el de la regeneración y la curación. No entraré en detalles por puro respeto a su memoria y a su trabajo, pero puedo asegurarte que era muy respetada y admirada por ello. Puede que ya no tenga poderes, pero aprendió a fabricar varios remedios naturales y con ello sigue ayudando a la gente.”
“Eso suena muy admirable sin duda.”
“Lo es. Yo… entiendo que no quiera volver. Me apena, pero es algo con lo que debo reconciliarme. Sin embargo, no pienso rendirme aún. Sé que muchas HiMEs la necesitan… como tú y otras más.”
“Te escucho… preocupada, Miranda.”
“Porque lo estoy. Tengo un terrible presentimiento desde hace unas semanas… Aún no ha sucedido nada que lo confirme, pero temo a que se haga realidad. Por eso estoy citándolas a todas en estos días, para comentarles que tomen precauciones y no bajen la guardia. Es otro ciclo de lucha constante. No pretendo minimizar el trabajo que han hecho en vacaciones, porque estoy segura de que varios rebels han continuado con su trabajo pese a esto. Sin embargo, siempre será más difícil balancear la vida universitaria agitada con la labor de HiME.”
“Es cierto.” Eureka suspiró. “Este semestre estoy llevando más cursos… y ahora que acabo de conseguirme un puesto de asistente sin realmente pedirlo… pues las cosas se ponen un poco más complicadas.”
“Me imagino.” Miranda sonrió. “Pese a mi actitud un tanto cansada, sí le veo varios aspectos positivos a la propuesta de Mikejima. Creo que la creación de espacios como el planteado por ustedes es muy válido, más aún en la situación en la que estamos. Debe darles una sensación de rutina y de tranquilidad, ajena a lo que las HiMEs ven en la batalla. Y los alumnos necesitan eso… sobretodo luego del ataque del ciclo pasado. No sé qué se trae Rizembool, pero estoy muy segura que ahí no ha acabado todo.”
“Lo mismo pienso.” Eureka suspiró. “No podemos confiarnos.”
“Exacto.” Miranda asintió. “Bueno, no te retengo más. Gracias por concederme unos minutos de tu tiempo.”
“Gracias a ti, Miranda.”
“Reitero, eso sí, que aquí estoy para ustedes siempre. Pueden confiar en mí. Entiendo que haya situaciones complejas… como la de los huertos el ciclo pasado.”
“Disculpa.”
“No te preocupes, ya pasó. Lo que quiero decir es que, de todas formas, avalaré por ustedes. Sea lo que sea. Siempre y cuando se adhiera a los ideales por los que luchamos, eso sí. Pueden contar conmigo. Dejaré todo si es necesario para ayudarlas.”
“Gracias, Miranda.” Eureka sonrió, mientras se levantaba. “…Wow. Por un momento pensé que me regañarías por venir de la nada a tu despacho a hacerte escuchar las demandas de un cantante famoso.”
“Al inicio pensé hacerlo. Luego, lo escuché bien y, como te dije, no me pareció tan mal que digamos.”
“No lo es, ahora que me has hecho verlo desde otra perspectiva.”
“Pensé que te gustaba la idea.” Miranda rio.
“Pues no estaba muy segura.” Eureka suspiró. “Hay algo en todo el arreglo que no me cuadra, realmente. Supongo que me gustaba la idea de tener mucho tiempo libre para mí, y ahora no podrá ser así. Pero… Mama es muy apasionado con lo que hace, y no puedo evitar ayudar a la gente que veo que se esfuerza por lo que desea. A este chico se le ocurrió semejante idea y dijo ‘bueno, iré a hablar con la rectora’ el mismo día. Es… sorprendente.”
“O un poco idiota. O ambos.”
“Pues sí. Pero no deja de ser admirable… Y siento mucha curiosidad por lo que logrará. Su música me encanta. Verlo como director… es otra cosa. Quiero estar ahí para presenciarlo.”
“Te escucho más interesada de lo que me has dicho.”
“Tal vez sí estoy interesada y estoy haciendo berrinche por otros motivos. Huh.” Eureka se quedó un tanto pensativa. “Bueno, disculpa. No te quito más tiempo.”
“No te preocupes. Gracias por la conversación. Cuídate mucho, Suoh.”
“¡Gracias a ti! Hasta luego, Miranda.”

Eureka volvió a hacerle una reverencia, se giró y caminó hasta salir del despacho, cerrando la puerta con cuidado. Grande fue su sorpresa al ver a Madara apoyado en la pared, justo al lado de la puerta.




“Mama…”
“Ese soy yo~” Madara sonrió. “Disculpa, me preocupé un poco y regresé hace unos minutos. Escuché… lo último.”
“Ah.” Eureka supo que los colores se le habían subido a la cara, no había duda de ello. Para evitar delatarse, caminó apurada con destino a la entrada del edificio, ignorando las caras curiosas de algunos alumnos que esperaban tener cita con la rectora. “B-bueno, es cierto, no puedo evitar admirarte. Tuviste una idea y no te cansaste hasta lograr tu cometido. Estoy segura de que, de ser posible, le hubieras insistido a Miranda hasta el cansancio si se negaba a apoyarte.”
“Probablemente~” Madara asintió a la vez que la alcanzaba, caminando a su lado. “Eureka-san.”
“¿Mm?” Eureka se detuvo y volteó a observarlo cuando notó que él había dejado de caminar.
“Quiero dejar algo claro. No… pienso obligarte a hacer algo que no quieres. Sé que todo esto es muy repentino. Yo también estoy incluido ahí. Pero agradezco lo mucho que me has apoyado hoy, pese a ese gran detalle. Si aceptas ser mi asistente, prometo que ese apoyo no será en vano.”
“Lo sé. Supongo que me preocupa que me ayudes de maneras controversiales como la terapia. Bueno, es uno de los motivos, o al menos eso creo. La verdad es que no entiendo sinceramente por qué estoy en contra de ser tu asistente. Eres uno de mis cantantes favoritos y es todo un honor… es raro.”
“¿Te incomoda?”
“Mm… Sí, no voy a negarlo. Quiero ayudarte, pero siento que no tiene sentido que YO sea tu asistente, cuando hay gente mucho más experta y preparada para aquel puest— Huh.” Eureka se interrumpió a sí misma al cortarse súbitamente. “Supongo que es eso.”
“Bueno, eso no importa mucho si es que no es alguien que pueda inspirar confianza en los alumnos.” Madara sonrió. “Y siento que tú lo harás perfecto, Eureka-san. Al menos puedo asegurarte que así pasó conmigo, haha~”
“…Estaba… tomada cuando me conociste.”
“Un poco, sí. Yo también~”
“…Eso debió espantarte.”
“¿No realmente? Siempre tienes conversación amena para todos. Y luego, cuando andabas más lúcida, tuvimos una discusión muy interesante~”
“…En la que te solté la historia de mi vida y me diste consejos.”
“Y me alegra haberte ayudado~”
“…No hay manera de aceptes un no, ¿no?”
“Es un poco difícil.” Madara mantuvo su amplia sonrisa. “Por no decir imposible.”
“…” Eureka suspiró. “…Bueno, tú ganas. Gracias por tomarme en cuenta. Espero no defraudarte.”
“Sé que darás lo mejor de ti.” Madara le dio un par de palmaditas en la cabeza, acariciándole el cabello. “Yosh, yosh~”
“…” Eureka alzó la mirada con la intención de asesinarlo, pero la sonrisa grande en el rostro del idol disipó sus intenciones de homicidio. Suponía que el carisma de Madara era más grande que su rechazo a aquel tipo de trato que tanto le irritaba. “…Okay, regresemos con Seve— MI CLASE”
“¿Qué?”
“¿Q-QUÉ HORA ES?” Eureka se apuró en sacar su celular de su morral para revisar si aún estaba a tiempo. “…Ah.”

Era ya demasiado tarde. No había forma de llegar sin pasar vergüenza y, para eso, prefería ir a la siguiente y muy puntual.


“…” Eureka se quedó observando el celular en silencio, decepcionada consigo misma.
“Am… ¿Lo siento?” ofreció Madara, aún a pesar de no demostrar ni una pizca de arrepentimiento.
“…Bueno, confío en que Maka me prestará sus apuntes,” dijo, sin perder las esperanzas.

Podía ser cierto que había perdido la primera clase de ese último bloque del día, pero no iba a permitir que sucediera lo mismo con la segunda, pese a la gran tentación de pasar el resto del día haciendo nada con Madara, Ryuichi y Luciel. Lo más probable era que el cantante y el mánager se habían olvidado de la entrevista a las 7, ahora que se ponía a pensar en ello.

“Mama. Son las cinco y algo… ¿No tienes una entrevista a las 7?”
“…¡Ah! ¡Eso es cierto, Eureka-san!”
“…Wow, no puedo creer que se me pegó tu actitud despreocupada durante estas horas. Tanto como para olvidarme de mis clases.”
“Lo mismo pasó con Luciel-san, intuyo.”
“Sí. La cara que pondrá cuando le haga ver que ya perdió la clase de las cuatro.”
“Mm, mm. No puedo dejarlos perder más clases. Debemos reencontrarnos con Sakuma-san y Luciel-san lo más pronto posible.”
“¿Sí…?”

No debió sorprenderle, si era sincera consigo misma. A esas alturas, el acto de ser cargado por Madara Mikejima sin su consentimiento era ya una rutina. Era curioso que nunca hubiesen mencionado aquel detalle en los magazines y entrevistas donde aparecía el cantante. Suponía que aquel aspecto de su personalidad podía espantar a los fans.

¿O tal vez les causaría ilusión la posibilidad de ser cargados por su idol favorito? Honestamente, ya no sabía qué pensaban los fánaticos actualmente.

De lo único que estaba segura era de que nunca se acostumbraría a ello.
« Last Edit: July 22, 2020, 01:54:35 AM by Eureka »


Apple

Primer fic del año shame. Y saben que es lo peor? es el un fic del verano que todas terminaron hace meses ;_;

#22: Summer Wine


     Los rayos del sol golpearon su cara y la hicieron despertar al instante. Sin perder el tiempo el dolor de espalda la invadió, seguido del dolor en el cuello y articulaciones. De lo segundo que se dio cuenta fue de que Souji dormía a su lado, acurrucado en un rincón del sillón y que Okami estaba a sus pies durmiendo con la misma paz que Souji.
     
 “Al caer el invierno los espíritus de las montañas se revisten de su pelaje más blanco. El blanco más puro en todo el sentido de la palabra. En aquel color no se mezclaba ningún otro. Su blanco nacía como el color de la nieve en este mundo. Y entre todos los cielos y todas las tierras, los espíritus que tomaban formas animales se teñían del blanco más puro". Recordaba el párrafo de memoria, del libro que leía en el Shinkansen antes de que todo esto comenzara; era como  una profecía de lo que se venía con respecto a su Child.   

Recordaba los hechos del día anterior en una sucesión de imágenes; si tuviera que enlistarlos le quedarían más o menos como: pelea con Souji, pelea con Aramis, invocación de Child, patearle el trasero a Aramis, reconciliación con Souji. Claro, las cosas habían sido más complicadas que eso pero le dolería la cabeza si pensaba más.

A pesar de estar adolorida, cansada y frustrada las presencias de Souji a su lado y Okami a sus pies la confortaba. Después de todo habían hablado la noche anterior y durmieron tomados de la mano. Eso tenía que valer algo.
Le hubiera gustado quedarse así el resto del día, pero le llegó el olor de hotcakes, huevos y café de la cocina. Eso bastó para despertar el apetito de Sheryl; se levantó con cuidado de no despertar a Souji y Okami pero titubeó antes de llegar a la cocina.

Era posible que Hijikata estuviera en la cocina. Podría lidiar con su hermana en esos momentos, pero la cosa con Hijikata era más complicada. Él nunca la había tratado como nada menos que una princesa pero en las pocas ocasiones que Sheryl había metido la pata, el no tenía reparos en ser estricto y severo. No cabía duda de que la situación lo tendría molesto.

Aunque la pelea con Aramis empezó  frente a la casa y Sheryl había procurado guiarlo bosque adentro para evitar cualquier daño a sus amigos o la casa, sabía que había sido una situación de alto riesgo para todos.

Justo unos días antes del viaje Souji le había advertido que su hermana y Hijikata se enterarían tarde o temprano de que era una HiME. Por primera vez deseó habérselos dejado saber antes. Pero era una HiME, si tenía el valor de enfrentarse a muerte con Rebels no debería de haber problema en enfrentarse cara a cara con su familia.

Afortunadamente la que estaba en la cocina era Rangiku, ocupada con los preparativos del desayuno. Cuando notó la presencia de su hermana menor en la cocina el tipo se detuvo y las dos rubias se vieron fijamente sin saber que decir. Solo el ruido del tostador expulsando el pan las animó a hablar.

–Tú... ¿estás bien? – preguntó Rangiku señalándose el labio en alusión a la herida que Sheryl tenía en el suyo.

–Oh... esto... es de lo de ayer.

Sheryl trató de restarle importancia al asunto mientras se servía café y se acomodó en la barra de la cocina. Rangiku puso un apetecible desayuno de huevos fritos, hotcakes, pan tostado y frutas frescas frente a ella. Llena de gratitud (y hambre) Sheryl comenzó a comer ignorando el dolor de su labio partido cortesía de Aramis.

–Me hubiera gustado que me lo dijeras antes.

–Me preocupaba la reacción de Hijikata. Y que quisieran enviarme de vuelta a Kyoto con nuestros padres.

Rangiku reflexionó por un momento mientras ponía más pan a tostar. Sí, definitivamente si Sheryl se lo hubiera contado antes Hijikata lo hubiera sabido; no había ningún secreto en su matrimonio después de todo.

–Sobre eso... no tienes que preocuparte por explicarle a Toshi.

– ¿Uh? ¿Ya sabías de las HiMEs?

–Cualquier persona que haya estudiado en Hanasaki lo sabe. De hecho, Hijikata también escuchó algo de los Rebels cuando estudió en Rizembool, pero ya sabes cómo es de escéptico...

–Y ¿cuál fue la reacción de Hijikata?

–Pues al inició Toshi quiso enviarte de vuelta a Kyoto. Me costó trabajo convencerlo de darte una oportunidad ¡así que no lo arruines!

Sheryl sentía como se le llenaban los ojos de lágrimas mientras miraba a su hermana con cara de cachorro rescatado de las calles. No estaba contenta por no poder lidiar con sus propios problemas sola, pero estaba agradecida de que su hermana le hubiera cubierto la espalda con un tema tan delicado cuando estaba herida y cansada.

Las dos hermanas estaban tan entretenidas charlando que no se dieron cuenta del olor a cigarro que presidia a Hijikata que entró como un poseído a la cocina. Sheryl cerró los ojos a la espera de un regaño, pero en su lugar el hombre puso el dorso de su mano suavemente sobre su frente asegurándose de que no tuviera temperatura. Acto seguido examino la herida de su labio y los distintos moretones en sus brazos.

– ¿Te sientes bien? – le pregunto a Sheryl y sin darle tiempo de contestar se dirigió a Rangiku: – ¿No crees que deberíamos llevarla al hospital para que la examinen?

–Estoy bien– le aseguró Sheryl.

–Ya la oíste, está bien– Rangiku le puso enfrente el desayuno a su esposo junto a un café bien cargado.

–Creo que deberíamos despertarlos a todos y regresar a Tokyo– dijo el mientras tomaba un trago del glorioso café negro.

– ¡De ninguna manera!– A Rangiku le estaba costando un poco mantener la paciencia con su marido esa mañana.

–Entonces deberíamos de ir a buscar a un médico para que te examine Sheryl.

– ¡De ninguna manera! – negó Sheryl, tratando se hacer entrar en la razón a su cuñado explicando que ir a un doctor complicaría las cosas, en especial si tenía que dar explicaciones, y que solo deseaba descansar ese día.
 
–Vaya, vaya. Me preguntó si serían tan indulgentes si yo fuera el que me encontrara en esa situación– Souji se encontraba en el umbral de la puerta viendo divertido toda la situación, junto a él Okami estaba sentada. Apenas se había cocido la noche anterior y ya eran mejores amigos.

"Supongo que sabrá que es algo así como su padre" pensó Sheryl.

– ¿Eh? ¿Tú sabías de esto Souji? – exigió saber Hijikata.

–Desde el inicio– de jactó Souji entrando a la habitación. En lugar de sentarse para desayunar fue al refrigerador y saco dos filetes de res, luego saco dos bowls donde deposito la carne y agua y los puso frente a Okami para que comiera.

Todos los presentes de volvieron a ver a Okami con atención. Era demasiado grande como para considerársele un perro común, parecía más la mezcla de un lobo y un zorro. Y por añadidura tenía alas y rayas rojas por todo el cuerpo. Era sin dudas un animal hermoso, pero era esa belleza la que levantaría preguntas.

–Oye Sheryl, tu perro... – habló preocupada Rangiku.

–Okami– aclaró Sheryl.

–Ok, Okami. ¿No crees que llama mucho la atención?

–Pues sí. Pero no veo que haya mucho que hacer. Por el momento la llevare a vivir conmigo al dorm en Hanasaki.

–No puedes hacer eso- le reclamó indignado Souji.

– ¿Cómo qué no? Se supone que debería de estar conmigo.

–La vas a tener encerrada en tu habitación mientras tú estás en clase y entrenas todo el día.

– ¿Y qué sugieres? ¿Que la deje contigo en casa de Hijikata y Rangiku? –

–Es lo mejor, tendrá más espacio y atención.

Sheryl bufó desesperada, Souji seguía siendo el mismo niño de siempre. Cuando se le metía un capricho no cedía hasta que obtenía lo que quería. Hijikata y Rangiku solo se vieron entre ellos aliviados de que la tensión entre Souji y Sheryl pareciera haber menguado.

–Ya están peleando...

– ¿Y sí llegan a un arreglo de custodia compartida? a Toshi y a mí no nos molestaría en absoluto tener a Okami un par de días a la semana.

–Es que ese no es el punto. Okami es un Child, no una mascota. Se supone que esté conmigo todo el tiempo para que me ayude a pelear.

Apenas había terminado de hablar Sheryl y Souji se posición frente a ella en la barra de la cocina. Se inclinó y su cara quedo apenas unos centímetros separada de la de ella. Por si eso no era suficiente, él tomó sus manos entre las suyas.

–Por favor... –  susurró él suavemente –Okami y yo siempre estaremos cerca para cuidarte.

La intensidad de sus ojos verdes hizo que Sheryl se sonrojara y perdiera un poco la compostura.

– ¡Bien! – cedió Sheryl mientras se soltaba del agarre de Souji y fingía levantarse indignada del desayunador –Pero si Aramis y su dragón me matan, nadie tendrá la culpa más que tú Souji.

El resto del desayuno pasó sin más. Los demás huéspedes de la casa aparecieron hambrientos y deseosos de saber todos los detalles de la aventura de Sheryl la noche anterior. Tal como Hijikata, Reinhard demostró una excesiva preocupación por su hermana que una vez más tuvo que rogar que no la llevaran al hospital.

–Bien, hoy es nuestro último día aquí– anunció Rangiku cuando todos finalizaron su desayuno. –Podemos ir a nadar al lago y hacer un picnic allá, regresar en la tarde para preparar la parrillada de hoy en la noche...

Todos apoyaron la moción y regresaron emocionados a sus habitaciones a prepararse para su excursión. Ya con la cocina vacía Rangiku se dirigió a Sheryl.

– ¿Supongo que no querrás ir hoy?

–Definitivamente no, necesito un descanso.

–Bien, Toshi tampoco ira. Olvido su promesa de no trabajar estos días y necesita  revisar unos informes o algo así. Si necesitas algo puedes hablarle, estará en la sala de estar todo el día.

Sheryl esperó en la cocina hasta que todos salieron. El último en irse fue Souji que pasó rozando su espalda en un gesto de complicidad y ella dejo que Okami fuera tras de él. Tenía el presentimiento de que si llegara a necesitarla, ella aparecería.

La rubia aprovecho ese día para por fin relajarse y apreciar el campo. Gracias a las artimañas de Aramis, que estaba intento asustarla y volverla loca, no había podido apreciar mucho hasta ahora. Mientras Hijikata trabajaba, Sheryl dormitó en la sala de estar, vio un par de películas, almorzó con Hijikata una sencilla comida que constaba de queso, ensalada y vino. Sheryl no era muy fan del alcohol, pero ese rosé que Hijikata había seleccionado para ellos tenía notas frutales que evocaba un día de verano perfecto en la Costa Azul.

Después de terminar de comer regresó a la sala de estar con la intención de seguir vagabundeando. Se dejó caer  sobre el abultado sofá que había compartido con Souji la noche anterior y fue a caer sobre el hoodie de él. Su olor estaba impregnado en la suave tela y le trajo un recuerdo que ella hubiera preferido olvidar: en el bosque mientras luchaba con Aramis y su estúpido dragón e iba en desventaja creyó ver a Souji en el bosque. Esa imagen de Souji en ese momento crucial le dio fuerzas para invocar a su Child por primera vez y seguir peleando. Todo iba bien cuando Souji apareció por el lado contrario y Sheryl se dio cuenta con horror de que la persona que la había visto pelear no había sido su Key.

“Era Hachiro…” concluyó Sheryl con un sentimiento de horror y culpabilidad.

Mientras hundía la cara en el hoodie de Souji trató de consolarse a sí misma, técnicamente Okami apareció porque ella pensó en Souji aunque fuera otra persona la que vio… ugh. Esperaba que Souji nunca se enterara de eso o perdería la cabeza.

– ¿Sheryl? – Hijikata se encontraba frente a ella pretendiendo que no veía la escena de ella para no avergonzarla.
Al  verse descubierta la rubia se incorporó rápido escondiendo la prenda tras de ella.

–Quiero hablar contigo- prosiguió Hijikata –No voy a fingir que no me preocupa tu situación. Si en algún momento quieres renunciar a esto puedes acudir a nosotros… ayer lo hablé con Rangiku. Podemos ayudarte a ir a otra universidad o mudarte a otro país.

Sheryl asintió, sabía de lo que Hijikata hablaba: él y Rangiku siempre cubrirían su espalda fuera HiME o simplemente una tonta haciendo bobadas.

–Tampoco voy a negar que me he percatado que esta situación está sacando lo mejor de ti. Después de tu secuestro… nosotros teníamos miedo de que nunca fueras a ser la misma. Pero mírate ahora: te estas forjando tu propio camino y tu carácter ha madurado. Estás en forma, estudias y aparentemente peleas con dragones. Tu hermana y yo no podríamos estar más orgullosos.

Sheryl nunca había visto a Hijikata demostrar su conformidad con tal vehemencia y sintió como las lágrimas empezaban a inundar sus ojos. No solo tenía el respaldo de su hermana y cuñado, tenía su aprobación. Antes de que se pusiera a lloriquear como una niñita Hijikata continuo.

–Cuando regrese a la ciudad renunciare a la asociación de ex alumnos de Rizembool. Un amigo ya me había advertido que ahí pasaba algo raro ahí. Admito que siempre sospeché sobre algunos personajes de la universidad aun cuando era alumno pero nunca pensé que ese asunto tuviera que ver conmigo… HiMEs y Rebels… desde que tu hermana y yo éramos estudiantes había conflictos.

–La directora me explicó que ha habido varias guerras entre HiMEs y Rebels, esta no es la primera…

–Ni será la última Sheryl– interrumpió Hijikata –quiero que te andes con mucho cuidado. En Rizembool no hay solo sujetos comunes y corrientes, hay de todo: desde científicos que se especializan en ingeniería genética hasta yakuzas.

Sheryl asintió reflexionando las palabras de su cuñado y le prometió que tendría cuidado.


–No creí que Sheryl fuera tan… competente– comentó Mikumo mientras bebía un té bien caliente y observaba como Sasori curaba las heridas de batalla de Aramis. Aún no se acostumbraba al frio que emanaba del Rebel.

–Les dije que se había vuelto buena. Ella y Kallen han practicado mucho– aseguró Loki que estaba sentando con las piernas cruzadas comiendo una barra de chocolate.

Aramis asintió apretando los labios. Su expresión no dejaba ver mucho de cómo se sentía en realidad.

–Les dije que no subestimaran a sus HiMEs– les reprochó Sasori –Yo estaba en preparatoria cuando vencieron a los Rebels hace un par de años y causaron bastantes daños aquí en Rizembool.

– ¿Cómo es que no eres Rebel Sasori-sama? – Loki había tomado la extraña y molesta costumbre de llamar a Sasori por apelativos y tratarlo como su superior a pesar de que era un estudiante como él.

–No es lo mío– admitió Sasori. Estudiaba química porque sus padres le habían obligado a tomar una carrera “real”, pero a él solo le interesaba el arte.

– ¿Y bien Mikumo? ¿Aceptaras volverte una Princess después de lo que viste anoche?– preguntó Loki entusiasmado.

Esta vez fue la chica la que asintió con una sonrisa complacida en los labios. Todos se quedaron en silencio mientras Sasori ponía un catéter en el brazo de Aramis para inyectarle un suero intravenoso. Esperaron en silencio por el suero cuando la puerta se abrió y entró un hombre mayor de cabellos negros.

-¡Naraku-sensei!–  le saludó emocionado Loki. Los demás le dieron la bienvenida de una manera más discreta.
El hombre los saludó de vuelta antes de ponerse unos guantes y sacar una bolsa de suero recién sacado del laboratorio.

–Esperamos que sea efectivo – dijo mientras se lo colocaba a Aramis –te ayudará a sanar más rápido. Pasaras la noche aquí en observación, es importante revisar tus signos vitales cada hora y el desempeño del suero. Como no son más que moretones y rasguños esperamos que en cincos horas estés recuperado totalmente, además de que tenemos que evaluar los efectos secundarios.

Aramis asintió y se recostó en la camilla relajándose. En poco tiempo sus brillantes ojos azules se habían cerrado y estaba profundamente dormido.

–Este es uno de los efectos secundarios de los que hablábamos el otro día– le comentó Naraku a Sasori.
El pelirrojo asintió e hizo unas anotaciones en un chart que se encontraba a los pies de la camilla. 

–No me parece del todo negativo, después de la regeneración celular ocurre más rápido durante la etapa de sueño…

–A Aizen no le complacen del todo estos resultados– le interrumpió Naraku –considerando el escenario donde las HiMEs ataquen mientras un Rebel se recupera con el suero.

–Trabajaré en eso– prometió Sasori. A veces se sentía irritado por las estúpidas exigencias de sus superiores, pero necesitaba los créditos extra.

–A veces creo que Aizen-sensei desea que nos volvamos ciborgs o algo así; no creo que presionen tanto a las HiMEs como a nosotros– comentó casualmente Loki poniéndose de pie.
 
–Lo hacemos por su bien–aseguró Naraku poniendo una mano firme sobre el hombro de Loki –en esta misión no pueden haber fallas. Por su bien y por el de Rizembool. Ahora ¿Por qué no vas a entrenar Loki? Y Mikumo, Aizen te está esperando en su oficina.

Cuando los dos jóvenes salieron a sus respectivas tareas, Naraku se volvió a Sasori.

–Eres mi alumno estrella, encontraremos una solución para el problema de los sueros pronto. Mientras necesito que te quedes monitoreando a Aramis.

Sasori apretó los labios  asintiendo. No le gustaba nada tener que lidiar con tipejos como Naraku o Aizen pero le daba la impresión de que ya era muy tarde para echarse para atrás. Resignado a pasar la noche en la clínica junto a Aramis, saco su libro de sketches y se perdió en su propio mundo.


– ¡Kallen!

La pelirroja no esperaba ver a Sheryl de vuelta tan pronto. Esperaba que mínimo pasara unas semanas de vacaciones en casa de su hermana- no que le disgustara que Sheryl estuviera de vuelta ya. No había llamado a Athos, ni había hecho algo significativo hasta ahora. Tampoco tenía planes para el resto del verano.

– ¡Sheryl! regresaste– Kallen no pudo ignorar al nuevo acompañante peludo de Sheryl –Y traes compañía… supongo que es tu Child.

–Sí, se llama Okami- La rubia asintió orgullosa –No vas a creer lo que pasó en las montañas.

Por el look de labio roto y cansancio de Sheryl, no le fue difícil a Kallen imaginarlo. Dejo a un lado el ramen instantáneo y se acomodó en la silla que ocupaba en el comedor de la residencia HiME.

– ¿Tu Rebel? Como se llamaba… ¿Aramis?

–El único e inigualable– Sheryl sacó de su bolsa una botella de vino rosé y se la mostró a Kallen –No bebo mucho alcohol pero este es un vino excelente que bebí con mi cuñado en las montañas ¿Me acompañas a una copa mientras te cuento lo que pasó?

Kallen nunca había bebido vino en su vida. Lo único que había probado de alcohol hasta ahora era cerveza barata que bebió con sus amigos en su pueblo, pero no le desagrado la preposición de Sheryl. Era su primer verano en Tokyo y daba igual sí se tomaban una copa o dos…

Las dos HiMEs subieron a la habitación de Kallen acompañadas de Okami, donde bebieron vino y hablaron el resto del día y la noche. Sheryl nunca había sido tan cálida con Kallen pero no tardaron en charlar como que sí fueran amigas de toda la vida.

El resto del verano transcurrió sin más encuentros entre las dos chicas y sus Rebels; eso no impidió que ambas se volvieran más cercanas y su vínculo de amistad se volviera más estrecho.
« Last Edit: April 29, 2020, 05:59:05 PM by Apple »


Mimi Tachikawa

Vengo a dejar un fic corto porque se me fueron los dias y no pude escribir como queria xD



No puedo creerlo…-dijo Belldandy con una gota en la cabeza- pero que te ha pasado Mayura??-

Yo tampoco lo se mamá…-dijo suspirando pesadamente, la joven ya no lucia su pelirosa cabellera, por el contrario sus cabellos eran mas largos pero eran rubios, pero eso no era todo, su color de ojos ahora eran celestes y su cuerpo estaba mejor formado- será algún tipo de desarrollo tardío al volver a ser Hime??...-

Lo más probable es que has estado bajo un hechizo…como ahora has vuelto a ser hime, con más poder aquel sello se rompió y has vuelto a tu verdadera apariencia…-dijo con normalidad Hajime sin sorprenderse del cambio de apariencia de la ahora rubia-

Con razón que sentía que el nivel mágico de Mayura se había incrementado y era por eso…-dijo Kuro con su apariencia humana examinando con la vista todo el cuerpo de la rubia- aunque no me explico el aumento de tus….-

Ni se te ocurra decir eso!!!- lanzando sus almohadas hacia el peliazul que mejor prefirió quedarse callado-

Ahora como me presentaré ante Otoya-kun?…hasta Mitsuru estaba sorprendido y menos mal que Suga-san logró llevárselo a quedarse a su casa el fin de semana-

Mitsuru lo comprenderá rápido y te tratará igual…-dijo con calma la pelicastaña-aunque no se lo que pasará con Otoya-kun…-se rasco la barbilla-podrias ayudarnos con la explicación lógica Hajime-san?-

Lo haré cuando lo vea en los ensayos…pero como estamos en vacaciones será mejor que Mayura como su novia le explique lo que le acabo de decir…si me disculpan tengo que retirarme, mi esposa y mi hijo deben de estar esperándome-

La próxima semana es el cumpleaños de Hi-kun y ya tengo todo preparado para celebrarle un hermoso cumpleaños Hajime-san!!- dijo animadamente la rubia- mientras que yo estaré en las clases de la universidad tanto mamá como Ami-san van a comprar todas las cosas para que yo pueda decorar y cocinar para que Hi-kun sea muy feliz en su dia…-

Muchas gracias por apoyarnos en esto Mayura…nosotros no somos muy buenos en ese tipo de celebraciones y ahora que Hikari cumple 5 años, queremos que tenga un cumpleaños que recuerde para toda la vida…-

Y claro que será un muy buen cumpleaños Hajime-san …de eso me encargo yo…-sonrio suavemente-

Hajime se despidió de los presentes y se retiro de la casa Daidouji, la rubia suspiró pesadamente

Ánimos hija, el hecho de que hayas cambiado tu apariencia física, sigues siendo la misma chica dulce y alegre…- abrazándola cariñosamente- verdad Kuro-kun? Flaffy??-

Es cierto…-dijo el peliazul bostezando con pereza- yo seguiré estando de tu lado-

Su child se acercó a ella y con sus patas delanteras abrazó una de sus piernas

Gracias Kuro…Flaffy me siento mas tranquila…-dijo suspirando aliviada

Justo en ese momento sono el timbre de la puerta principal

Yo voy!!...-dijo la ahora rubia que se había olvidado de su nueva apariencia-

Abrio lentamente la puerta y vio a su pelirojo especial frente a ella que le miraba extrañamente

Se encuentra Mayura??...-

Otoya-kun? Soy yo Mayura…-dijo señalándose a si misma-

No…tu no eres Mayura…tu eres rubia y Mayura es pelirosa…-dijo extrañado y mirando a otro lado sonrojando de la apariencia de la rubia-

Eh?? Yo soy Mayura Daidoji …Otoya-kun …-dijo con un ceño fruncido con los brazos cruzados- No se que ha pasado con mi organismo que hoy cuando me levanté tenia esta nueva apariencia…-

Eh????? –dijo sorprendido- como…como puede suceder eso? No entiendo nada…Mayura no era Mayura y tu eres Mayura??-

Yo tampoco lo entiendo, pero Hajime-san me dijo que tiene que ver con mi fuerza mágica y el hecho de volver a ser hime…-suspiro pesadamente- en verdad para mi también es algo difícil de comprender, pero en serio creeme yo soy Mayura…solo ahora rubia y con mas pecho…-dijo avergonzada-

Mayura perdóname por no darme cuenta…-dijo para jalar a su novia y abrazarla- no importa que tengas una nueva imagen mientras que seas mi Mayura de siempre…-sentia avergonzado al sentir los pechos ahora mas prominentes-

Ambos se separaron avergonzados mirándo a otro lado avergonzados

Ya terminaron de andar melosos? Belldandy acaba de terminar de preparar la comida y tengo hambre…-dijo Kuro con pereza mientras tenia a Flaffy entre sus brazos- ambos son tan torpes…-suspiro pesadamente- casi me preocupo por nada-

Ambos jóvenes empezaron a caminar juntos tomados de la mano

Ahora me voy a sentir nerviosa cuando vaya a mis clases de la universidad porque no me van a reconocer también…-con una gota en la cabeza-

Bueno bueno no vamos a preocuparnos por eso ahora y disfrutemos nuestro tiempo juntos…-sonrio el pelirrojo- hoy toca noche de películas con Belldandy-san, Kuro, tu y yo…-

Es cierto es cierto…-dijo emocionada-
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María estaba que se mordia los labios preocupada al ver a Tsubasa que yacia desmayada en su habitación, tuvieron que retirarse de la celebración por el cumpleaños de Ritsu, al cual iba a seguir regañando en los días posteriores, ahora lo que le preocupaba era Tsubasa , cuando despertara tendría que contarle las cosas que solamente tendría que saber para no arruinar los planes de su amigo, como siempre por la culpa de su Rey las cosas se complicaban

Tsubasa abrió los ojos lentamente- Que sucedió?...-observo a su amiga pelirosa suspirar aliviada- Maria-san?...no estábamos donde…-empezó a recordar todo lo que había sucedido en el cumpleaños de Ritsu-Tenemos que volver

Maria-san!! Tenemos que hacer que Ritsu cambie de opinión el no puede volverse rebel…-

Cálmate Tsubasa…por ahora necesito que no te alteres has estado inconsciente casi todo un dia por completo…no estas durmiendo como se debe…-

Y como quieres que duerma con todas las cosas que han sucedido?...el paseo en la playa…Ousama desaparecio…y ahora Ritsu es un rebel…acaso todas estas cosas están relacionadas? –observando a Maria que lucia visiblemente nerviosa- entonces es cierto…por favor dimelo…-mientras se levantaba de la cama donde casi se caia pero se mantuvo fuerte- al menos merezco esto no? No somos una familia?? Acaso solo Izumi-kun y yo no lo sabemos?

Solo ustedes y Tsukasa-kun no lo sabían…-suspiro pesadamente- solamente te puedo decir que no estaba para nada deacuerdo con la idea, pero tu sabes como es tu Rey, cuando se le ocurre una idea no hay forma de que alguien lo haga entrar en razón…-

Que acabas de decir? Que Ousama convenció a Ritsu a volverse Rebel??? Acaso no esta consciente de la situación tensa que ya tenia con Izumi-kun que ahora con Ritsu de rebel se va a poner peor…-empezó a rascarse la cien-
Imaginate ahora que él también…-la pelirosa se tapó la boca-

Que me imagine que?...continua por favor Maria-san…no creo que haya algo peor que esto…-

Bueno si hay algo peor…y creo que si te debes de imaginar el peor de los escenarios…-

Dime que no…por favor…-dijo apretando fuertemente los puños-

Es lo que te imaginas…-

continuara....
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matta ne!!!!


Cho

Uhhh este fic me ha llevado a cuidados intensivos varias veces (??) casi hago un NaNoWriMo con esto, pero ya esta, damn it *dead*

Siento el abuso de palabras y posts. Al fin lo terminé (...)

Disclaimer: No orphans were hurt in the making of this fic (what?)

EDIT: Gracias Eureka por prestarme a Kokichi~

83.1.


El festival se apagó de un momento a otro, y en medio de muchos inconscientes, había unos pocos que huían de los orphans por temor a convertirse en víctimas. Una señora huía con su hija inconsciente en brazos. Ella estaba extenuada y era apenas capaz de avanzar por el cansancio y peso de su pequeña, pero la desesperación y terror impresos en su rostro delataban un miedo mortal que le impedía tomar cualquier otra decisión.

Entonces, al dar la vuelta a una esquina, se topó con otro orphan que se percató de ella y fue corriendo a atacarle. La pobre señora cayó paralizada. Sintió su respiración trabajar al máximo y podía sentir su corazón latiendo en su garganta y sienes. No podía hacer nada. Justo huía de otro orphan, el cual también dio la vuelta a la esquina. Sólo le quedó cerrar los ojos.

Poco antes de ser alcanzada, llegó Roxas y con sus dos keyblades rebanó y derrotó a ambos orphans con suma rapidez. Al asegurarse de no haber otros peligros, desapareció sus armas y se acercó a joven madre.

“¿Se encuentra bien?” le preguntó.
“¡Ihhh!” ella se aterró, pero sus revoluciones comenzaron a bajar al corroborar que ese joven se había encargado del peligro. Dio un rápido asentir. “¿C-cómo ha… ehh… q-qué ocurre…?”
“No lo sé, pero sígame, le llevaré a un escondite,” le extendió una mano. “Déjeme cargar a su niña. Descuide…”

Así, corrieron la distancia de poco más de una cuadra a un edificio semi destruido. Roxas le ayudó y llegaron a un segundo piso, donde un puñado de conscientes compartían un reducido espacio que con facilidad pasaba desapercibido. Estos se alertaron al oírles, pero se tranquilizaron de ver que no se trataban de los monstruos.

“Aquí estarás a salvo,” le aseguró. Roxas recostó a la niña inconsciente frente a la señora quien tomó asiento dubitativamente.
“Parece que no le han lastimado, qué bueno,” dijo otra chica.
“Tsk, malditas cosas, ¿qué serán?” preguntó un chico, indignado y asustado a la vez. El grupo se puso a hablar para compartir sus pareceres. Era una conversación empática y también catártica para todos. La presencia de Roxas les daba cierto respiro.
“…” sin embargo, el Key miró hacia fuera por un agujero en la pared. No podía quedarse ahí. Cho podría encontrarse en problemas. “Por favor, manténganse escondidos y no hagan mucho ruido. Tengo que irme.”
“¿Eh? ¿A-a dónde?” preguntó un señor. “E-espere, jovencito, nosotros no podemos lidiar con esas bestias sin usted.”
“¿Acaso sabe algo de lo que ocurre?” le cuestionó una mujer.
“Ehh, pues, no precisamente, pero tengo cierta preparación bélica, dejémoslo así,” dijo sacado de cuadro y moviendo sus palmas con inquietud. No sabía qué decir para darles una explicación que saciara sus interrogantes y evadiera la verdad. Quizás era imposible. “Es que… yo también tengo que buscar a mi hermana y mis amigos. Perdonen, es importante.”

Hubo unos cuantos que quisieron detenerle, pero el consenso general no tuvo de otra que dejarle ir. Ese chico voluntario les había salvado por encima de sus propias prioridades, incluso había rescatado a sus respectivos conocidos inconscientes. Podían entender su preocupación personal.

“Ehh, de todos modos veré si puedo conseguir ayuda. Haré lo posible,” les aseguró en aprietos, y ante un nuevo recordatorio de quedarse en silencio, salió corriendo.

Surcaba el ahora campo de batalla. Tenía ambas keyblades empuñadas y procedía a eliminar a orphans que se cruzaban en su campo de visión, pero todavía no había señales de su hermana. Era un lugar enorme. También trataba de tener mucho cuidado con la multitud inconsciente regada por el piso. Era un milagro que esos orphans no los atacaran.

¿Un milagro? No… tenía el presentimiento que era a propósito. Rizembool seguramente estaba detrás de este ataque. Incluso podrían haber sido quienes organizaron ese festival en primer lugar, para que tantos orphans surgieran desde adentro del mismo evento.

“…” se indignó y apretó sus puños a más no poder. Roxas se detuvo en un ambiente muy abierto cerca de la salida. Miró de un lado a otro. Nada, ninguna alma moviéndose, pero presentía que lo estaban observando. Al no tener que vigilar la seguridad de nadie más, dejó que su frustración e ira florecieran. Agitó ambas keyblades con las cuales envió varias ondas de shock a sus alrededores. “¡Salgan de donde estén, cobardes! ¡¿Cómo se atreven a hacer esto, desalmados?! ¡Vengan a mí!”

Su voz y el impacto de las ondas en estructuras cercanas atrajo la atención de un puñado de orphans menores. No eran lo que esperaba, pero se puso en posición de ataque. Tenía que eliminar a esas alimañas una por una hasta que dejaran de aparecer.


“Está muy oscuro…” dijo Maeda, temeroso y siguiendo a Megumi de cerca por unas escaleras.
“Ya casi llegamos,” le aseguró el otro, inmutado y con la mirada hacia el frente. “Debemos estar a salvo en la azotea. Desde ahí también podemos monitorear la situación y pedir auxilio ni bien este ataque deje de ocurrir. No te preocupes.”

Entonces, al llegar a otro piso, oyeron un violento ajetreo. Un orphan los sorprendió al pie de las escaleras del siguiente piso.

“¡Hay que huir!” exclamó Maeda, retrocediendo. Sin embargo, vio al otro acercarse al orphan y extenderle el brazalete que le había dado. Extrañamente, ese orphan pareció olfatearlo, para retroceder con rechazo y marcharse corriendo por donde había llegado. Era increíble, la reacción de dicha bestia y la tranquilidad de su amigo al lidiar con ella. “M-Megumi-san… ¿q-qué está ocurriendo aquí…?”
“Esa droga que deben haber utilizado en quienes cayeron inconscientes tuvo un segundo uso,” observó el pelinegro, meditativo. “Lo supuse. Es la manera de evitar que los orphans ataquen a aquellos indefensos. Los inconscientes están a salvo.”
“Eh…” se mostró anonadado. “Es un alivio saberlo, pero… no estabas seguro de tu suposición, Megumi-san. Corriste un gran riesgo al acercarte a ese orphan.”
“No…” negó tranquilamente. “Como te dije, los orphans no serán nuestro problema. De quienes no te puedo proteger son los Rebels y las Princesses. Por eso nos escondemos.”
“Pero…” aun así, Maeda bajó su mirada y comprimió sus puños. “Dejé a Hirano y los demás detrás. Todo fue repentino, pero me arrepiento de no ponerlos primero. Tuvimos que volver por ellos cuando todo inició.”
“Maeda-san…”
“Es peligroso, pero debo ir por Hirano,” declaró decidido. “Él haría lo mismo por mí y fallaría a mi familia si no demuestro la lealtad propia de mi nombre. Tengo que hacerlo, debo irme.”
“No, detente.”
“Pero…”
“Escúchame…” Megumi entrecerró sus ojos. El pelinegro adoptó una intensidad intimidante. “Aprende a reconocer tu propia impotencia, Maeda-san.”
“Eh…”
“En las presentes circunstancias no puedes hacer nada por nadie. Decidí probar mi hipótesis para dejarte saber que tu hermano y sus amigos estarán bien. Si vamos por ellos y somos interceptados por un agente de Rizembool estaremos en problemas. No te puedo prometer que pueda ponerte a salvo de múltiples orphans. También, si llegamos a alcanzar a tu hermano y sus amigos, ¿cómo podríamos ponerles a salvo? Nosotros somos blancos andantes. Nuestra proximidad a ellos podría hacerles sufrir de daño colateral.”
“…” se asustó ante esas palabras. “No puede ser…”
“También quiero que entiendas algo fundamental, Maeda-san,” afirmó y asintió, para retornar a su inmutabilidad. “Lo peor que podrías hacer por ti mismo y por los demás es ponerte en riesgo. Tu lealtad implica que tú veles por los intereses de tus hermanos, y un descuido mortal de tu parte es una falta hacia ti, y hacia ellos, quienes se preocupan tanto por tu bienestar.”
“…yo…”
“…”
“Lo comprendo, Megumi-san…” agachó su cabeza con gran desdicha.
“Esto recae más en mí, a decir verdad…”
“¿Perdón?”
“Yo sabía de este ataque. Cuando nos encontramos supe que ya no serías capaz de huir, y te detuve de regresar al decidir que te pondría a salvo,” admitió, con leve incomodidad. Desvió su mirada. “En ningún momento pensé en ir por tu hermano y los demás. Lo lamento…”
“N-no, no te culpes, por favor,” Maeda negó rotundamente. “Te conozco, Megumi-san. Tú habrías querido hacerlo. Es una situación compleja y desconcertante. Ni alguien recatado como tú hubiera sabido qué hacer tan repentinamente.”
“…” Megumi le miró con leve impresión y llevó una mano a su mentón, pensativo. “Tú piensas que soy recatado. Interesante, no sé qué te habrá dado esa idea…”
“Hehe, en verdad lo eres…” rio nervioso. “Tendrás un extraño sentido del humor, pero creo que eres el más maduro de todos entre nuestros amigos. Sí, por eso te encuentras tan equilibrado incluso durante este ataque.”
“Aquel no es el motivo. Tú sabes sobre los vínculos de mi familia con Rizembool. Sus planes no son del todo sorprendentes para mí.”
“Eh, puede ser.”
“Olvídalo,” negó y miró hacia el camino. “Sigamos.”
“Pero Megumi-san…” Maeda le detuvo y miró hacia el costado, cabizbajo. “Pareces estar convencido que Hirano es una de las personas inconscientes. ¿Podemos estar seguros de eso?”
“No lo puedo garantizar, pero es lo más probable,” dijo el otro, sin dirigírsele. “Rizembool no tendría motivos para apuntarte a ti o a tu hermano. Dudo que sean personas de interés para este estudio. No se ajustan a la población que desean observar.”
“Ehh, s-sí dijiste que esto era un estudio…” comentó contrariado y en blanco.
“…” también estaba el hecho que ambos eran Toushirou, lo cual no iría a mencionar. “Ya casi llegamos. Podemos continuar hablando en la azotea.”




“Viniste en un buen momento, Honebami,” observó Yagen. El científico caminaba por los pasillos de las habitaciones donde diversas computadoras monitoreaban las lecturas de los múltiples brazaletes o las cámaras de seguridad disponibles. Era seguido del peliblanco. “Acabamos de comenzar. Presumo que has enviado a Izuru Kamukura a realizar su trabajo.”
“Sí,” le contestó, inmutado pero con intensidad.
“Bien. Como sabes, tu trabajo es de moderar el ataque que llevamos a cabo. Debes asegurarte de garantizar que no habrá víctimas mortales. A su vez, necesitas asegurar una apropiada distribución de los orphans y cerciorarte que los mismos no intenten escapar del confinamiento. Realmente no tengo que decirte todo esto…”
“…”
“Sin embargo, tengo algo adicional que pedirte,” Yagen se detuvo. Su mirada estaba plantada en el piso pese a que su semblante se mantenía tranquilo y despreocupado. “Namazuo, Hirano y Maeda se encuentran dentro de este lugar y están vulnerables. Tú eres capaz de rastrearnos, por lo cual te pido que priorices encontrar a nuestros hermanos menores y rescatarlos.”
“Soy incapaz de rastrearlos en estos instantes, Yagen,” reportó Honebami.
“¿Qué dices?” ello probó sorprender al doctor, quien se le dirigió.
“Presumo que hay actividad solar irregular. El sistema de rastreo no responde,” comunicó, inmutado. “Es el caso desde ayer. No puedo deducir cuánto durará este problema.”
“Ya veo…” llevó una mano a su mentón. “No es la primera vez que esto ocurre. Es un leve y raro inconveniente, pero ahora que sería necesario comprendo que debo renovar el sistema con el cual monitoreamos a nuestros hermanos. Debo tener recursos a mi disposición para ello.”
“…”
“De todos modos, tú tendrás que cubrir grandes áreas dentro del recinto. Con o sin sistema, no tardarás en ubicarlos,” concluyó, tranquilamente. “Ve por Hirano y Maeda y llévalos al área de primeros auxilios que el equipo está instalando. Paramédicos iniciarán con la ayuda a las personas inconscientes en cualquier momento. Ya debería estar listo.”
“Namazuo…”
“Pues… no me preocuparía mucho por él. Namazuo es muy fuerte a pesar de su forma de ser y es probable que ande con sus amigos. Ayudarle podría ser un problema,” observó el doctor. Este sonrió con ironía y negó. “No puedo molestarme con él esta vez. Entre él descuidando su deber de irse con nuestros hermanos ante un riesgo que desconocía y yo llevando a cabo este experimento, es fácil concluir quién tiene la culpa.”
“Él ha fallado…”
“…” Yagen alzó una ceja. “Es una observación poco característica de ti, Honebami. Pretender ser duro con él ahora…”
“…” Honebami negó.
“¿Hm? ¿Entonces a qué te refieres?”





Mientras tanto…

“¡AAAAHHH!” luego de propinarle unos golpes a un orphan de un tamaño semejante al de un humano, Namazuo corrió para agarrarle y darle una vuelta mortal, para azotarlo contra el piso de concreto con todas sus fuerzas. El golpe causó una severa contusión en la bestia, la cual se sacudió brevemente sobre el suelo y se quedó quieta.

Ante ello, los otros tres miraron con leve desconcierto a ese monstruo que les estuvo persiguiendo repentinamente derrotado y fuera de combate. A su costado, Namazuo jadeaba agotado por el sobreesfuerzo de haber peleado contra este. A pesar de no haber sido un orphan muy grande, sus características de un lobo bípedo con visible musculatura lo marcaron como un enemigo formidable y quizás imposible de derrotar o contener para la persona promedio.

El Toushirou era fuerte, ya que sin él los otros tres tal vez no durarían mucho.

“¿E…está… m-muerto…?” preguntó Yoshiko, un poco asustada y con los brazos recogidos.
“Lo dudo, pero debe haber recibido un daño severo,” observó Naoto. Ella se acercó a Namazuo y le extendió una pequeña cantimplora. “Te fue difícil, me cuesta concebir que fuiste capaz de esto. Nos salvaste, muchas gracias…”
“…” Namazuo continuaba recuperando el aliento. Él entrecerró sus ojos, sin despegar su mirada del orphan. “Tsk… si tan sólo tuviera mi wakizashi aquí…”
“No se puede remediar, toma un poco de agua,” insistió la chica. Sin duda sería mucho más fácil con su arma, no había por qué decirlo. Tenía que mantenerle equilibrado. “Seguiremos el camino con más cautela.”
“Suficiente, Nama-kun, veo que te estás matando los nervios…” dijo Ritsu, dando un suspiro. Le miró con leve reproche. “Deja de pensar, no estás logrando nada así. Continuaremos cuando te calmes, ¿de acuerdo?”
“…” les oyó y bajó sus revoluciones para mostrarse arrepentido y triste. “Perdonen…”
“Ehm, no te disculpes con nosotros, sí nos salvaste,” afirmó Yoshiko, algo incómoda por meterse en la conversación, aunque se preocupó más al ver al otro continuar con sus disculpas.
“Lo siento… lo siento…” dijo desposeído y sumamente arrepentido. “Disculpen todos… todo esto es mi culpa…”
“Namazuo…” incluso Naoto se preocupó.
“Nama-kun…” Ritsu frunció el ceño, inconforme.




“Namazuo falló. Falló en su misión de salir del festival a tiempo con nuestros hermanos,” observó Honebami. “Él es como yo. Se rige ante el concepto de cumplir. Si es de fallar, recibirá una carga insoportable sobre sus hombros. Se sentirá responsable de todo. Ello le tornará torpe, atolondrado, inestable, agresivo… se dejará llevar por las circunstancias. Perderá su eficiencia en el combate y estará bajo riesgo de cometer errores garrafales. Él normalmente puede actuar como un soporte en la familia. Me ha ayudado a enfocarme con frecuencia, pero su inestabilidad emocional es su peor enemigo,” asintió. “Lo puedo sentir. Se encuentra contrariado. No sería prudente que lo dejemos desatendido.”
“…” Yagen asintió. “Tiene sentido. Fallé en considerarlo.”
“…”
“Entonces… lo dejo en tus manos,” sonrió con torpeza. “De todos nuestros hermanos, Namazuo es a quien menos puedo comprender. Menos mal tú lo puedes leer a la perfección. Siempre han tenido un vínculo especial. Así que, ni bien puedas garantizar el bienestar de Hirano y Maeda, te pido que cuides de él. Ve enseguida.”
“Entendido,” hizo una reverencia y se marchó rápidamente.
“…” al verse solo, Yagen caminó para iniciar con su monitoreo de las múltiples estaciones de los técnicos. Dio un suspiro. “Soy descortés. Dándole semejante estrés a mis superiores,” sonrió frustrado. “No debería enseñar mi rostro ante ellos…”





Por otro lado, Cho avanzaba junto con su grupo mientras acompañaban a Ayesha a buscar a su hermanita. Al haber la presencia de dos HiMEs, no habían tenido problemas abriéndose camino, hasta el momento. Lamentablemente, ello estaba por cambiar.

De repente, conforme avanzaban, detectaron una silueta levitando en el aire. No llegaron a enfocar su visión como para reconocerle, pero no tuvieron que hacerlo. Esa persona les lanzó un mazo de metal que obligó a todos a saltar a los costados para evadir el fuerte impacto del arma, el cual agrietó el piso considerablemente.

“¡Tsk, maldición!” Reimu comprimió sus puños y oyó a su Princess reír conforme se acercaba.
“¿Qué, miko? ¿Acaso no me extrañaste?” le preguntó con una sonrisa altanera e invocó su mazo de regreso. Seija pasó a mirarlos y contarlos con un dedo. “Hm, ¿pero ustedes se creen hormigas o qué? ¿Por qué siempre andan en rebaños?”
“¡Eres tú la antisocial que no andaría en grupo durante un ataque!” le gritó Marisa. “¡Mas bien somos amigos y nos apoyamos mutuamente! ¡Eso es algo que tú nunca entenderías!”
“¡Haha, qué graciosa, leoncita! ¡Eres igual de fácil de molestar que tu hermano!” exclamó la Princess, riéndose con felicidad.
“¡Cállate!” gritó Marisa, haciendo un puchero. “¡Y no somos hormigas!”
“Y las hormigas no andan en rebaños…” comentó Cho a sí misma en voz baja, meditativa.
“Eh, aruji, no le prestes atención a la Princess, por favor,” Kashuu le miró confundido.
“¡Ihh, por favor! ¡Tenemos que rescatar a Nio!” suplicó Ayesha a sus amigos, agitando sus puños y muy consternada.
“¿Qué dices?” Seija se extrañó y frunció el ceño. “Oye sí, tú tenías una hermanita, ¿no? ¿Qué fue de ella?”
“¡AAAHHH! ¡Soy de lo peor!” Ayesha agarró su cabeza con ambas manos.
“Heh, en fin, no que me importe,” la Princess se encogió de hombros y pasó a apuntar a Reimu. “Vengo por ti, HiME. Como ya debes haber deducido, estamos en un ataque Rizembool y uno genial donde puedo usar mis poderes entre civiles. ¡No creas que perderé esta oportunidad!”
“…” Reimu se tensó y le miró fijamente. “Eres una desalmada si pretendes depredar a personas inocentes así.”
“¡Haha, pero lo soy! ¡Sólo pregúntale a mi hermanita~!”
“¡No somos hermanas, bruja!” le gritó Marisa a todo pulmón.
“¿Acaso los Rebels y Princesses andan atacando a personas sueltas?” preguntó Cho, sorprendida.
“Ihh, ¿tengo que explicarme?” Seija hizo una mueca de dolor. “Ni que nos dejen matar a alguien, pero sí podemos torturar a los conscientes. Los orphans no son los únicos que andan sueltos por ahí, ¿lo sabían?”
“No… Nio…” Ayesha abrió sus ojos como platos y se abrazó a sí misma.
“Ya, pero no te pongas catatónica. Si esa mocosa no es importante para Rizembool seguro que la habrán puesto a dormir, ¿no?” dijo la Princess con gran indiferencia, y se extrañó al ver a todos intercambiar miradas nerviosas. “¿Qué? ¿Me pierdo de algo?”
“Tenemos que buscarla,” dijo Kashuu, preocupado. Todos sabían muy bien la oferta que Miranda le había hecho a Nio hace apenas unos días. Sí era de interés, y estaba completamente indefensa por sí sola.
“Vayan ustedes, yo me encargo de mi Princess,” dijo Reimu, con seriedad. No estaba del todo conforme ya que su enemiga había probado ser más fuerte que ella en diversas ocasiones, pero era un reto que le tocaba a ella sola. “Busquen a Nio.”
“No creas que te dejaré sola, Reimu,” dijo Marisa.
“Oye, estamos frente a mi Princess.”
“¡Sí y es mi bruja estúpida tonta engendro que no para de molestarme!” exclamó la exHiME, colérica. “¡No pelearé pero no creas que me ahorraré mis quejas!”
“Eh, c-claro…” Reimu ladeó su cabeza y sonrió nerviosa.
“Te deseo lo mejor, Reimu. En marcha, Ayesha,” Cho asintió y ellas y Kashuu continuaron con la búsqueda.


Los tres continuaron con el camino. Oyeron un par de golpes del mazo más mientras se alejaban de la escena. No podían perder más tiempo. La pequeña incertidumbre sobre si Nio se encontraba vulnerable había sido resuelta, para mal, y por lo tanto debían esmerarse en encontrarla lo antes posible.

Sin embargo…

“Ah, Cho, finalmente te encuentro,” dijo Komaeda, sonriendo amenamente y saludándole con una palma.
“¡D-demonios!” la peliceleste fue sorprendida por su propio Rebel a corta distancia de un instante al otro. Este se teletransportó y detuvo su corrida al seco. Por más amable que pudiera mostrarse, todos sabían que se encontraba presente para pelear.
“Tenías que estar aquí también…” Kashuu comprimió sus puños.
“Oh, pero es una sorpresa verte aquí, Altugle-san,” el Rebel se impresionó y se puso a pensar con cierta confusión. “Un lugar como este no te sienta en lo absoluto. Me apena mucho que en medio de este experimento que debería involucrar a HiMEs y seres normales exista una estudiante tan inteligente y prometedora como tú,” dio un suspiro. “Vaya, me deprime, casi quisiera ser alguien que te pueda salvar en este momento, pero un inepto como yo no lo podría hacer…”
“¡Nagito, por favor!” Ayesha corrió donde él y se apoyó en su pecho, algo que causó shock en los demás. La rubia se puso a llorar en el acto.
“Ehh, ¿q-qué sucede?” preguntó Komaeda, perplejo.
“¡Nagito, tienes que ayudarme! ¡Nio… Nio está sola y en peligro! ¡Tengo que dar con Nio, por favor!” le suplicó en pleno llanto. “Ihhh… por favor… tú la has visto crecer. Tú sabes que ella significa todo para mí, que es una pequeña intrépida pero delicada… ihh… que es prometedora, que será una hermosa e inteligente damita cuando sea grande… por favor, Nagito… por favor, por favor ayúdame. Tú puedes hacerlo ahora…”
“…” el Rebel le miró perdidamente, sin saber qué hacer.
“Por favor… somos amigos… nos conocemos desde la niñez… no sé qué hacer…”

Siguió un silencio perturbado solamente por los sollozos de la Altugle mayor. Cho llevó una mano a la altura de su pecho. Podía en parte comprender su temor, pero quizás no a su intensidad. Su hermanita parecía serlo todo para ella misma. Era una pena que no pudiera hacer más por ella. En verdad Komaeda podría hacer un mejor trabajo, por su status como Rebel y sus poderes de teletransportación… pero dudaba que lo hiciera.

Y no estaba equivocada.

“Es suficiente, no llores más…” el peliblanco agarró el hombro de su amiga y suavemente la apartó. Ante su acción, la chica le miró atentamente con súplica. Le vio sonreírle triste y frustrado. “Fuera de la delicadeza que irradias, eres alguien fuerte, Altugle-san, tú y tu hermana lo son. No deberías perder la fe así ante adversidad. Es ahora que tendrías que relucir tu fuerza interior. No puedes dejar que un acontecimiento como este te derrumbe.”
“N-Nagito…” le miró con leve incomprensión.
“Me lastima lo que estoy por decirte. Sí, me llena de desdicha. Para oír de alguien tan valioso como tú que somos amigos. Yo que deseo corresponderte y sentirme dichoso de serlo, pero que no lo merezco y que nunca podré hacer nada para merecerlo…”
“¿Q-qué dices, Nagito?” preguntó la chica, alarmada. “No, eso no es verdad…”
“Lo lamento mucho, Altugle-san, espero que algún día me perdones,” dijo apretándose el pecho. “Tch… no te puedo ayudar. Me es imposible. Es porque yo soy un Rebel y aquel nunca será mi rol. Mi misión es pelear por Rizembool, por un bien mejor, para continuar con esta guerra que tanto bien causará por todos…”
“¿E-ehh?” se asustó.
“Las personas de Rizembool tienen una gran esperanza. Desean ser los mejores, continuar desarrollando tecnología sin igual, traer un mundo científico adelante, fuera de las limitaciones de la presente sociedad,” declaró sonriendo inspirado y con gran dicha. “Claro, sus acciones con frecuencia son inaceptables. Son realmente unos villanos bajo los ojos de muchos, pero confío en que son el siguiente paso para la humanidad. Siento que todo esto valdrá la pena. Todos los sacrificios de todos los presentes son importantes. Es más, personas valiosas como tú se volverán más fuertes al sobrevivir este suceso, Altugle-san. Confío en que continuarás creciendo como una miembro funcional de la sociedad. Lo sé bien, nadie podría refutarlo.”
“N-Nagito…” estaba aterrada por sus palabras.
“Mientras tanto, yo…” su sonrisa se quebró y miró al piso al sentir un horror interno dirigido a su persona. “Alguien inútil e incompleto como yo sólo está aquí para dar el primer apoyo que los verdaderos genios tanto necesitan. Soy un Rebel, un enemigo de todos, un ser que debe dar conflicto y desesperanza a los demás… con tal que resurjan con una fe y esperanza renovadas. No puedo fallar a Rizembool. Es más…” alzó su mirada y observó a Ayesha desde arriba. “…sólo por este suceso, no tengo limitaciones. Mis superiores han ordenado que apunte y lastime a todos a mi alrededor…”
“N-no, no puede ser…” Ayesha se quedó en shock y retrocedió un par de pasos.
“¡A-Ayesha!” Cho se asustó y corrió donde su amiga, pero Komaeda fue más rápido. Él agarró a Ayesha de un brazo y ambos desaparecieron en el acto. “¡AAHHH! ¡No, Ayesha! ¡Ayesha!”

Instantáneamente, Ayesha apareció dentro de un edificio vacío, en una oficina dentro del recinto. Ella miró mareada a sus alrededores y recordó los últimos acontecimientos. Ni bien sus ojos se posaron en Komaeda, se cayó sentada al piso.

“¡Ahhh, n-no, no me ataques por favor!” suplicó cubriendo su cabeza con ambos brazos.
“Altugle-san, espera…” el Rebel se mostró genuinamente confundido de su estado anímico y levantó ambas palmas. “Tranquila, no, no te voy a atacar. Nunca lo haría.”
“¿Eh?” ella se sorprendió y le observó.
“Haha, vamos, ¿cómo podría atreverme a lastimar a alguien como tú?” preguntó sonriendo con torpeza. “Es cierto lo que dije que no puedo serte de ayuda ahora, pero me revelaré un poco contra Rizembool. Te traje aquí para que estés a salvo.”
“Ehh…” regresó a su atención a sus alrededores. “Esto es…”
“Un edificio administrativo. No tiene nada que ver con el ataque y Rizembool ha decidido velar por él, por tratarse de una construcción con importancia. Mientras no salgas de este lugar te encontraras bien,” le ayudó a levantarse. “Perdón, no puedo ayudarte a buscar a Nio, pero tengo que hacerte entender que ni yo podría garantizar su bienestar, y menos tú. Que andes corriendo por ahí sin vigilancia y apoyo es peor que esperar a que ella se encuentre bien. Ya viste que tus propias amigas HiME fallarían de ponerte a salvo. De no ser por mí, sus Rebels te atacarían.”
“…” se afligió. “¿Por qué… por qué esto está ocurriendo?”
“Es la forma en la que Rizembool opera, ya lo expliqué,” dijo con la mejor de sus sonrisas.
“Ehh…” no podía concebir que su amigo creyera tan fervientemente en todo lo que dijo.
“Eso es todo, tengo que volver,” dicho esto, Komaeda desapareció.

El shock le duró poco. Ayesha pensó en su hermanita, pero para su pesar la puerta estaba con llave. Forcejeó, aunque no iba a ceder. Tampoco podía ver nada en la oficina que pudiera intentar usar para forzarla. Se puso a pensar mientras se acercó a las ventanas. Eran tres pisos de alto que daban a un suelo de concreto. Saltar sería suicida. No tenía tiempo. De inmediato miró a todos lados para ver qué podría hacer para huir.



“¡Ayesha!” volvió a exclamar Cho, quien buscaba a su amiga frenéticamente.
“Aruji, lo más probable es que el Rebel se la haya llevado lejos,” argumentó Kashuu, inquieto y frustrado, pero tratando de hacer a su ama entrar en razón. “No pierdas la calma, por favor.”
“…sí, perdón…” comprimió sus puños. “Tsk, bajé mi guardia. No esperaba que Komaeda fuera a ayudarnos, pero…”
“Ya no te preocupes por ella,” dijo Nagito feliz de la vida, apareciéndose a un costado.
“…” la HiME le miró entrecerrando los ojos y le lanzó una llamarada que forzó al otro a saltar a un costado.
“Uhh, estuvo cerca…” dijo con leve impresión y sonrió incómodo. “Siempre olvido que compartes esa reactividad con tu hermano, pero deberías aprender a controlarla.”
“¡¿Qué has hecho con Ayesha?!” le reclamó.
“Tranquila, ¿crees que me atrevería a hacerle daño?” le preguntó con una genuina e inocente confusión. “Pues, no te diré a dónde la llevé, pero está a salvo. La encerré en una oficina para que ya no estuviera en peligro.”
“¿Q-qué?” Cho se quedó en blanco. Sabía que no podía fiarse de él, pero no parecía que mentía.
“Al mismo tiempo, Altugle-san es una valiosa amiga para nosotros dos, ¿no es así? Puedo decir que tengo la dicha de que mi propia HiME aprecie a la joven señorita al igual que yo, pero ello es un problema ahora. No podríamos desempeñarnos como Rebel y HiME si andamos al pendiente de ella,” concluyó y miró fijamente a su oponente. “Aunque ahora que no es un inconveniente, comencemos de una vez. Seamos los constructores del futuro, contribuyamos con esta guerra.”
“Tsk…” estaba demente. No podía ni comenzar a entenderle.
“Aruji,” dijo Kashuu.
“Sí,” Cho extendió su zurda y su acompañante se transformó en su katana. Hora de ir en serio.


Nio llevaba avanzando con mucha cautela y un terror permanente. Sólo sabía que su hermana había estado por la zona del festival. No podía contactarla por celular. La conexión estaba muerta. Esperaba que no fueran a cruzarse.

Ella oyó un ruido cercano que la sobresaltó y corrió a esconderse en medio de unos escombros grandes. Con mucho miedo miró cuidadosamente y vio que se trataban de dos personas despiertas e igualmente perdidas como ella, quienes buscaban algún lugar donde ponerse a salvo. Nio estuvo por pasarles la voz, pero un orphan hizo aparición y ambos se vieron forzados a huir despavoridos y aterrados mientras gritaban por ayuda.

“…” la pequeña se encogió y se tapó las orejas. Pudo oír cómo pasaron a su costado, al igual que el orphan. Temblaba y era poseída por un terror indescriptible. Volvía a derramar lágrimas. Cómo quería poder ayudar a esa pobre gente, cómo quería encontrar a su hermana mayor… cómo se arrepentía de no haber respondido al llamado de la directora aquel día… “Onee-chan… onee-chan…”




“Qué extraño, Elise no contesta,” comentó Leo, revisando su celular.

Él y Monoyoshi estaban en la entrada del centro deportivo, esperando a que la pequeña fuera dejada por aquel hermano de su compañero de clase, pero todavía no había noticia alguna.

“Es un festival, pueden haberse distraído con algo,” dijo Monoyoshi, intentando mantenerse positivo. “No te preocupes, Leo-san.”
“Elise siempre me contesta…” frunció el ceño. “Es una lástima que no tenga el contacto de sus amigos…”
“Sí lo es, pero no hay por qué sentirse mal,” le aseguró. “¿Por qué no entramos? Podrías tomar algo mientras le esperas.”
“…” el rubio le miró de reojo. “¿Y qué haces tú aquí?”
“¿Eh? ¿Perdón?” se confundió.
“Ya terminamos, no tienes por qué acompañarme.”
“Hehe, no quiero incomodar, pero pienso que podría tratar de animarte un poco.”
“No necesito que lo hagas, no seas tan necio,” le dijo frustrado y regresando su mirada a su celular.
“Sí, perdón,” sonrió amenamente. La necedad era mutua, aunque no iría a decirlo.
“Pero sí, me ha dado sed. Fue un largo ejercicio,” dio un suspiro. “Comprar una botella de agua no me haría mal.”
“Ah, buena idea,” asintió.

Ambos regresaron al interior del establecimiento, donde notaron de inmediato que todos los presentes miraban anonadados al noticiero. Ellos intercambiaron miradas e hicieron lo mismo.

“…” Leo abrió sus ojos como platos. Era el lugar del evento en cuarentena.
“Las autoridades tienen el perímetro resguardado mientras investigan las causas del ataque e intentan lidiar con los criminales,” informó una reportera en el sitio, rodeada de patrullas y paramédicos. “Se cree que hay un grupo terrorista que ha tomado rehenes. No tenemos información con respecto a la siguiente acción del cuerpo policial, pero de momento están pidiendo que todos mantengan la calma mientras lidian con la situación. Por favor, si conocen a personas que asistieron al festival, no acudan a este lugar. Procuren no llamar por información aún. Dejen que las autoridades se encarguen antes de tomar acción alguna…”

Rumores nerviosos corrían entre los presentes. Una señora de inmediato tuvo un meltdown y se cayó sentada al piso. Otros presentes la rodearon y oyeron sus preocupaciones debido a que su hija debía estar adentro, pero insistieron en que se calmara y escuchara las recomendaciones. Monoyoshi quiso acercársele, pero de inmediato notó a Leo salir corriendo y le siguió.

“¡E-espera, Leo-san!” exclamó al cruzar la puerta de salida.
“No creas que te oiré, Monoyoshi,” dijo el otro. Este se detuvo y comprimió sus puños. “Soy capaz de creer que esto es obra de Rizembool. No hay forma que deje a mi hermana ahí.”
“…” se preocupó y bajó su mirada. “También lo pienso. Lo más probable es que esto sea causado por Rizembool, pero…”
“No tienes por qué venir,” dicho esto, Leo se puso a correr a la estación más cercana. Este no avanzó mucho sin notar que el otro se puso a correr junto a él. “¡Maldición, no necesito tu ayuda, Monoyoshi! ¡No me sigas!”
“Confía en mí, Leo-san,” le afirmó. “Es posible que no haga una diferencia, pero no dejaría a nadie solo si necesitan de ayuda.”
“¿Qué dices?” le miró con incomprensión. “Por cómo eres, esperaría que fueras a detenerme.”
“Creo que no somos muy diferentes, Leo-san…” Monoyoshi miró al camino y sonrió decidido. “Entiendo tu deseo de darlo todo por aquellos importantes a ti. Yo haría lo mismo que tú.”
“…” se extrañó, pero no tenía tiempo para cuestionarlo. “Como digas…”






El estudio había sido mayormente provechoso para Imanotsurugi y Sayo, en parte por las buenas y dedicadas enseñanzas de Kousetsu, pero también por el hecho que el travieso e inquieto pelicenizo había estado muy feliz con la inesperada compañía de su amigo. Una vez completaron el material que habían tenido pendiente, los tres caminaron hacia un cuarto de reuniones con Imanotsurugi de guía. Este iba dando saltitos y moviendo sus brazos de adelante hacia atrás conforme avanzaba.

“Hm~ admito que nunca pensé que estudiar matemáticas pudiera ser tan divertido~” canturreó. Este se giró y juntó ambas palmas, para hacer una pronunciada reverencia a su tutor. “Kousetsu-sama, muchas gracias~ lo has hecho mucho más entendible.”
“No tienes por qué agradecerme, joven Imanotsurugi,” le dijo el peliceleste, pausadamente. “Son ustedes quienes han sido más que cordiales conmigo y mis hermanos. Sólo extiendo una ayuda que todos podríamos brindar a nuestros semejantes. Es así como vivimos en armonía…”
“Hehe, ¿sí verdad?” el pelicenizo ensanchó su sonrisa. “Mikazuki-sama suele decir algo similar, pero también es muy importante agradecer. Así es como nos comprendemos todos,” se giró a Sayo. “¿No es cierto?”
“Eh…” este se vio confundido y bajó su mirada. “Supongo que sí…”
“También te agradezco por ser tan buen amigo de O-Sayo,” dijo Kousetsu, quien esbozó una corta sonrisa. “Posees un alma muy cálida y bondadosa.”
“No realmente, no lo creo. Ustedes son también muy simpáticos,” afirmó Imanotsurugi. “Pero apurémonos, que se nos va a enfriar el te. Hehe, en marcha, O-Sayo~”
“…” este desvió su mirada. “Sólo mis hermanos me llaman así.”
“Hai~ perdón, Sayo~” canturreó juguetonamente.

Ellos continuaron por aquel pasadizo externo y divisaron la sala del té principal, la cual tenía la puerta abierta. Justo se cruzaron con un par de mucamas quienes les saludaron y les invitaron a pasar antes de continuar con su camino.

Y fue así que llegaron a un ambiente donde, para variar, tenían el televisor prendido y sus atenciones al mismo. Imanotsurugi se extrañó y ladeó su cabeza.

“¿Eh? ¿Por qué están viendo televisión? Pensé que la hora del té era inmaculada…”
“No puede ser…” Sayo se alertó ante las noticias.
“Ah, Tengu-chan, bienvenido,” le saludó Higekiri, amenamente, quien era el más cercano a la puerta. “Dime, ¿acaso este no es el festival al cual ibas a asistir?”
“¡A-anija!” Hizamaru se escandalizó. “¡No lo digas con tan poca relevancia, por favor!”
“¿Qué es… esto?” Imanotsurugi estaba boquiabierto. Pese a que el reportaje anunciaba que era un ataque terrorista, él sabía bien la verdad, al igual que todos ahí. En el fondo lo era, ya que se podía considerar que Rizembool era una organización terrorista en varias formas, pero era un suceso que se salía de lo esperado para la gran mayoría.
“Esto es nuevo, ¿cómo se atreven a causar tantos daños y encima en un festival?” preguntó Iwatooshi, indignado.
“Su letargo de tres años no fue desperdiciado, podemos decir. La ambición de Rizembool no deja de crecer…” dijo Souza, inmerso en sus pensamientos. Tenía un leve impulso de querer preguntarle el doctor Toushirou al respecto la próxima que lo viera. Es más, no le sorprendería si él mismo se encontraba involucrado. Rizembool necesitaría sus habilidades si pretendían callar a todos los testigos civiles de aquel ataque.
“Todos pensaríamos que es muy pronto para acontecimientos semejantes, pero nunca podemos saber lo que Rizembool tiene en mente…” comentó Kousetsu. “Es una gran lástima…”
“¡T-tenemos que ir a auxiliarles!” exclamó Imanotsurugi, alarmado.
“Imanotsurugi, toma asiento, por favor,” le pidió Mikazuki, con paciencia.
“¡Mikazuki-sama, esto es una emergencia! ¡Mis amigos están ahí! ¡Temo por Nio-chan! ¡Si es obra de Rizembool, puede que le vaya a ocurrir algo terrible!”
“No podríamos llegar a tiempo. Vivimos muy lejos y esto lleva ocurriendo ya más de una hora,” le explicó calmadamente. “E incluso si llegamos, no podríamos entrar y tal vez ni pelear contra los enviados de Rizembool presentes.”
“P-pero…” el pequeño estaba consternado, pero comenzaba a entender la situación y bajó su mirada. “Pero…”
“Tengu-chan, ven aquí,” Higekiri le extendió sus brazos. “Siéntate a mi costado. Creo que los dos podríamos usar un poco de compañía, ¿no te parece? Estoy seguro que mañana durante clases tendrás mucho tiempo para hablar con tus compañeros y velar por ellos. Ahora lo que debes hacer es cuidar de ti y mantenerte fuerte. Ellos lo necesitarán…”
“Anija, ehh…” Hizamaru desvió su mirada. “No quisiera contradecir tus palabras esperanzadoras… pero…”
“¿Tú temes que alguien importante para Tengu-chan fuera a morir ahí, hermanito?” preguntó Higekiri, con una simpática sonrisa.
“¡Anija!”
“O-oye…” Iwatooshi se puso nervioso y los demás se impresionaron.
“Hmm…” el rubio se puso a pensar. “Siempre es un riesgo, ¿no? Sin embargo, si Rizembool es la institución que todos creemos conocer, no llegaría a causar tan grandes estragos en un evento de este calibre, dentro de una propiedad pública y bajo estas circunstancias en las cuales se encuentra ante los ojos del mundo. No podemos deducir cuál es el punto del ataque, pero ni destrucción masiva ni depredación de víctimas tendría sentido alguno,” asintió convencido. “Hay formas mucho más efectivas y menos problemáticas de llevar ambas a cabo…”
“…” Souza, para variar, mostró interés y cierto desconcierto en aquel volado hermano mayor. Comenzaba a darle una mala espina.
“¿Un mensaje para Hanasaki, quizás? Nuevamente, siento que hay formas más fáciles de hacerlo…” Higekiri pasó a sonreír con torpeza. “Ah, pero no me presten atención. Lo único que deben saber es que los involucrados no podrían haber sido lastimados tan severamente sin grandes consecuencias para Rizembool de por medio.”
“Bueno, las palabras del experto han sido oídas,” concluyó Mikazuki, satisfecho y sonriendo despreocupadamente. “Dejaré prendido el televisor un poco más que para todos se informen, pero les ruego que no se enfoquen demasiado en lo que estamos viendo,” les miró fijamente. “No hay nada que podemos hacer ahora. Hay un momento para todo. Sólo nos toca estar listos.”
“…” Imanotsurugi asintió, cabizbajo.





Llevaban un tiempo inmersas en calma, tal vez demasiada. Luego de la partida de las demás chicas, Youmu sólo necesito eliminar a otros tres orphans y en unas rondas que dio pudo recoger a otras personas conscientes, quienes se sumaron a Osaka y Hotaru como protegidos de bajo de la HiME. Así, había un pequeño grupo de gente escondidos en un restaurante, al pendiente de la guardia de parte de la espadachina.

“Uhh… Tomo-chan no despierta…” dijo Osaka, dando un suspiro. “Espero que esté bien.”
“Lo está, sus signos vitales son normales,” le aseguró la pelivioleta. “Tal parece que sólo ha sido un sedativo.”
“Ojalá que sí,” Osaka asintió y sonrió un poco. “Hehe, muchas gracias, Hotaru-chan. Oírlo de ti me alivia un montón. Siento que mientras esperemos, todo va a estar bien.”
“Me alegra poder tranquilizarte, Osaka,” Hotaru asintió y sonrió tímidamente. “Tú eres quien usualmente me anima a mí. Es agradable saber que te estoy devolviendo el favor.”
“Por supuesto, somos amigas~” le dio un abrazo fugaz.
“Haha es verdad…” la otra rió un poco.

Por su parte, Youmu se encontraba afuera y a unos metros de distancia del punto de escondite de los demás. Se le notaba cometida a defenderles y tenía todos sus sentidos sintonizados en todas las direcciones. No iba a bajar la guardia. Sabía que el peligro era constante, y su Rebel muy probablemente aparecería.

Y efectivamente fue así.

“…” oyó el más mínimo ruido y se giró ágilmente. Lo vio, aquel Rebel, aquella figura oscura de cabellos negros largos y ojos rojos luminosos, quien corría hacia ella. El mínimo ruido que llamó la atención era producto de sus ágiles y casi inaudibles pasos, ya que ese Rebel se acercaba a toda velocidad hacia ella. Youmu preparó sus espadas y corrió para darle un ataque. Sin embargo, Izuru sorprendentemente paró ambas armas de la HiME con dos dedos de cada mano.
“Nos volvemos a ver,” dijo completamente inmutado. Pese al apenas haber usado dos dedos, su tono de voz estaba tranquilo y su agarre no temblaba en lo absoluto.
“Tch…” era la HiME quien temblaba intentando completar su ataque, pero sus armas no avanzaban. Casi podría jurar que estas eran más prontas a quebrarse si insistía.

La tensión terminó cuando Izuru quebró la inercia de la HiME al levantar sus armas hacia arriba, y aprovechó la apertura para darle una contundente patada que la mandó a volar varios metros hacia atrás.

“¡Ahh, Youmu…!” Osaka exclamó pero Hotaru de inmediato cubrió su boca.
“¡Shhh no alces la voz!” le susurró apuradamente. “Nos vas a delatar.”
“P-perdón,” dijo incómoda y al pendiente de la pelea.

“¿Cómo… es posible…?” preguntó Youmu, quien se levantó con una mueca de dolor. Su Rebel estaba parado a varios metros de distancia, pero por su agilidad podría acercársele en una fracción de segundo. ‘Era injusto’ no dejaba de pensar. Había pasado toda su vida entrenando para ser una gran kendoka, pero su Rebel le superaba en todos los sentidos. Dudaba que una persona normal tuviera la posibilidad de hacer lo que él hacía. “T-tú…”
“Aburrido…” calificó Izuru, con completa neutralidad.
“Tsk… miserable…” abrió sus manos para recibir telepáticamente a sus espadas de vuelta. “Alguien como tú, con tus habilidades, no debería ser un Rebel…”
“Puedo regresarte esas palabras.”
“No… ¡esto es completamente diferente!” exclamó la HiME. “¡Ya te lo he dicho! ¡Rizembool son los miserables por hacer estas cosas! ¡Hanasaki intenta proteger a los demás! No me importa si no lo crees tú mismo, pero las HiMEs estamos al servicio de la comunidad y velamos por el bienestar de otros. ¡No sólo somos armas de guerra, a diferencia de ustedes!”
“Tu lógica es ciega, HiME…” sentenció con severa intensidad, aunque una persistente falta de conexión y empatía.
“Ustedes son los irracionales,” se puso en posición de defensa.
“Sin embargo, puedo ver por dónde vienen tus ideas…” asintió pausadamente. “Estás en lo correcto en esta ocasión, con respecto a los Rebels.”
“¿Q-qué cosa?” frunció el ceño y tensó el agarre en sus katanas.
“He venido para ser un arma esta vez, esas han sido mis órdenes,” dicho esto, Izuru sacó una especie de pistola con el cilindro ancho y grueso. Repentinamente, miró de reojo a su costado, directamente hacia las personas que se escondían, y alzó su arma hacia ellas. “Mi blanco son todos aquí…”
“¡D-detente!” exclamó Youmu en shock.

Izuru disparó y salió un proyectil que causó una gran explosión en aquella guarida. La HiME miró en shock a esa estructura caer y oyó con horror a todos, incluyendo a sus amigas, gritar completamente aterrados e impotentes.

“¡M-maldición! ¡O-oigan todos!” Youmu lanzó sus espadas a un costado y se puso a quitar los escombros de encima.
“…” Izuru continuó mirándoles de reojo. Sus ojos rojos empezaron a tener un efecto enloquecedor en las personas, quienes le temieron como la muerte e inmediatamente comenzaron a huir por sus vidas.
“¡No se vayan!” suplicó Hotaru en vano. “¡Hay orphans por todos lados! ¡No, esperen!”
“¡Hotaru-chan!” Osaka abrazó a su amiga y la mandó al suelo con ella misma, apenas esquivando otro proyectil que continuó con el derrumbe de ese restaurante. Las dos fueron bañadas de una nube de humo y polvo y pedazos de concreto comenzaron a caerles encima.
“¡Chicas!” Youmu fue a rescatarlas y felizmente logró sacarlas con rapidez. Ni bien hizo eso, se levantó para encarar a su Rebel, y tuvo un encuentro muy cercano a la muerte, ya que Izuru agarró y lanzó sus dos espadas hacia su rostro.
“¡Youmu-chan!” Osaka se tapó los ojos, pero la HiME felizmente contó con su agilidad superhumana y se agachó a tiempo. Unos cabellos suyos fueron cortados, y no hubo más que lamentar.
“Tch…” Youmu abrió sus manos para invocar sus espadas de regreso. “Lo siento… les fallé.”
“N-no digas eso, Youmu,” Hotaru negó.
“Tienen que irse. Huyan,” regresó a su posición de ataque. “Yo las cubro.”
“Pero Youmu-chan…” comenzó Osaka en un débil intento de protesta. Sin embargo, Izuru volvió a dar otro disparo, el cual la HiME apenas repelió al blandear sus armas y canalizar la energía de su qi para regresarle el proyectil al Rebel. Ello hizo que el disparo estallara en pleno aire y levantara una cortina de humo.
“¡Váyanse ya!” insistió la HiME.
“Sí…” Hotaru asintió.
“¡T-tenemos que llevarnos a Tomo-chan!” dijo Osaka.
“C-cierto,” la pelivioleta asintió.
“Tch…” Youmu comenzaba a desesperarse ya que ellas dos no tenían la suficiente fuerza como para cargar a su amiga e huir rápidamente. Tuvo que arriesgarse y continuar levantando polvo y partículas de concreto a manera de permanecer cegando a su Rebel. No sabía por cuánto más tiempo podría hacerlo.

Ese corto momento fue como una eternidad para la peliblanca, quien terminó por dejar de ver al par. Ello debía significar que estaban fuera de la mira del Rebel. Sólo podía desear que fuera así.

Entonces, Youmu se impresionó al ver un enorme escombro de concreto aparecer en medio de la nube de polvo como un proyectil a toda velocidad. Dio un gran salto y aterrizó a una prudente distancia donde la visibilidad era mayor. Aquel bloque debía pesar cientos de kilos por su enorme masa y la casi explosión en la cual resultó al caer. La HiME volvió a maldecir su situación, y fue que los vio. Los ojos rojos de su Rebel fueron lo primero que divisó en medio de la cortina de polvo que estaba desvaneciéndose.

“…” sintió un miedo primordial ante lo diferente y lo desconocido. No, ningún ser humano podía hacer todo lo que él hacía. Su acción de llegar y arruinar la armonía de esas personas al punto de hacerlas huir en plena histeria hacia un campo de batalla era incomprensible y escalofriante. Su Rebel era un completo monstruo.
“Aburrido…” volvió a decir con una inhumana indiferencia.
“…” Youmu regresó a su formación. Sería de locos, pero seguiría peleando contra ese monstruo de Rizembool mientras pudiera hacerlo. “Ya verás, miserable…”




Por otro lado el lockdown, un grupo de cuatro personas caminaban con cuidado entre otra área de puestos cercanos al área de los juegos mecánicos. Estos tomaron asiento en unas sillas de un restaurante vacío.

“¿Por qué todavía no viene la policía?” se cuestionó uno.
“Tranquilo, de nada te ayudará pensarlo mucho,” argumentó otro.
“Estaremos bien, parece que esos monstruos no andan por aquí,” dijo un tercero.
“Sí, creo que esta zona es segura…” comenzó, y entonces los cuatro oyeron un sonido muy agudo provenir desde el cielo. “¿Eh? ¿Qué es eso?”
“¿Una sirena? No…” uno de ellos se levantó y miró atentamente a los alrededores. No había indicios de qué lo producía, pero el sonido rápidamente pasó a segundo plano cuando algo más aterrador se abrió camino.

Un orphan no tardó en llegar corriendo casi enloquecido hacia los cuatro. Las personas de inmediato se pusieron a huir.

“…” Honebami desactivó la alarma y el sonido paró. Con ella, había atraído a orphans a esa área para ‘balancear’ la presencia de los mismos en aquel rincón olvidado, por motivos de un buen experimento.

Habiendo terminado con ello, el peliblanco siguió surcando el área del festival desde los techos de los puestos, y rápidamente alcanzó la zona de escenarios. Se puso a supervisar que todo estuviera en orden, y la imagen de un señor huyendo del orphan le llamó la atención. Desde el techo, analizó a dicho monstruo atentamente. Los orphans utilizados en el presente ataque, pese a tener la siempre destructiva y agresiva naturaleza, eran a cierta medida ‘debilitados’ para impedir que fueran a matar a sus víctimas. Sin embargo, aquel daba indicios de apuntar al señor por motivos de cacería, con un certero instinto asesino.

“¡AAAHHHH!” dicha persona se tropezó y se giró para observar a aquel orphan reptil saltar y pretender comérselo de un bocado. “¡AAAHHH AYUDAAA!”

El peliblanco desenvainó su espada y cortó la cabeza del orphan en dos horizontalmente con un solo movimiento. Ello bañó a la casi víctima de sangre, quien continuó gritando aterrado al ver los propios sesos del orphan caer al piso. Vio al peliblanco mirarle de reojo con ojos vacíos, pero este no se quedó y de un salto desapareció de ese lugar.

Su patrulla ya había cubierto una gran área, pero continuaba por la búsqueda de la orden imperativa y urgente de su superior. En eso, al acercarse hacia la entrada principal, divisó a una persona que acaparó su atención. Se acercó y vio a Hirano inconsciente boca abajo, al costado de una pequeña rubia de cabellos largos.

“…” los miró inmutado. Finalmente ubicaba a uno de ellos…




Al inicio del experimento, aprovechó el caos inicial previo a la aparición de los orphans para subir a la azotea del restaurante donde estuvo anticipando el ataque. Con todo el espacio libre para observar sin preocupaciones, el joven de cabellos magentas se recostó en el techo y anduvo mirando con unos binoculares al movimiento de personas perseguidas por orphans, incluso al pase de algunos Rebels o HiMEs. Se había informado de antemano sobre los mismos, a manera de saber de quiénes mantenerse alejado, o cuáles serían interesantes de espiar. Fuera de ello, no esperaba inmiscuirse en el evento o pretender ayudar a nadie, a menos que considerara que podría ganar algo de dicha buena voluntad.

Y hablando de ello, su larga vista le dejó ver a un par de chicas que caminaban extenuadas y traían consigo a una tercera inconsciente, a la cual la levantaban en sus hombros. Eran patos sentados si pretendían ayudar a una civil que no estaba en riesgo en primer lugar. Sonrió con cierta simpatía ante la lucha perdida. Un orphan cualquiera las pondría en peligro.

Sin embargo, había tenido suficiente. Se levantó y guardó sus binoculares para ponerse a la acción. Era el momento preciso…

“Ahh… ahh… un descanso… por favor…” pidió Osaka.
“Sí… creo que nos vendría bien…” Hotaru estuvo de acuerdo y se dejaron caer al piso para posicionar a Tomo con cuidado sobre el mismo. “Parece que el Rebel de Youmu no nos siguió. Menos mal…”
“Pero aun así… estoy preocupada…” Osaka agachó su cabeza. “Cómo quisiera ayudar a Cho y Reimu-chan y Youmu-chan… Miranda me dijo que mis poderes han perdido fuerza… aun si fuera HiME sería muy débil…”
“No te sientas mal, Osaka,” le animó Hotaru, mirándole con leve preocupación. “Siempre haces lo que puedes y eres el apoyo emocional para todas. En verdad. Sin ti sería una carga mucho más pesada para nuestras amigas.”
“Espero que tengas razón…” dio un suspiro. “Ahora pobre Tomo-chan que no puede compartir este momento con nosotras. Pese a lo peligroso que los ataques de Rizembool son, ella siempre se ve tan dichosa en medio de ellos.”
“C-creo que a veces se deja llevar por la aventura,” Hotaru sonrió incómoda. “Es bueno que se mantenga esperanzada, pero tampoco son algo que celebrar…”
“Hehe, por eso Tomo-chan es especial,” Osaka rió un poco. “Me anima como es, y pese a ser un poquito pleitista también se preocupa por nosotras a su manera.”
“Pienso lo mismo…” asintió y se puso a pensar. “Pero sí va a estar muy molesta cuando se despierte…”
“Nos tocará ser pacientes, ehehe…”

Entonces, las dos oyeron un gran bullicio cercano, algo que sólo podía ser causado por el andar destructivo y ruidoso de un orphan. Las dos intercambiaron miradas asustadas y procedieron a levantar a Tomo, pero ni pudieron ponerse de pie cuando el monstruo giró la esquina y las encaró a pocos metros de distancia.

“¡Ahh sí era un orphan!” exclamó Osaka, asustada.
“¿Q-qué podemos hacer?” preguntó Hotaru.
“¡No sé, no sé!”

Las dos miraron al orphan indefensas, pero por estar cometidas a velar de Tomo se abrazaron de ella y se prepararon para lo peor al cerrar sus ojos con fuerza.

Entonces, oyeron un par de sonoros disparos seguidos por el alarido de la bestia. Ello las despertó y confirmaron que esta sangraba, para entonces ver a un chico de cabellos magentas y apariencia pulcra aunque aguerrida darles el alcance, con una pistola en mano.

“En serio, ¿sigues con vida?” este sonrió entre frustrado y desafiado. “Mis respetos, bestia.”

El orphan le apuntó y corrió hacia este, quien le dio un par de disparos más, los cuales no sirvieron para ralentizarle. Ante ello, el chico se mantuvo quieto como quien esperaba recibir un ataque frontal.

“¡Cuidado!” exclamó Hotaru, en shock.
“Heh,” a poca distancia, el recién llegado torció su sonrisa al ver al monstruo abrir su amplia boca, y con un tiro acertado le lanzó un explosivo de lleno en la garganta. Luego de ello, dio un salto hacia atrás y los tres humanos oyeron una explosión amortiguada, luego de la cual el orphan cayó sin rodeos ni movimientos adicionales al piso. Se había terminado.
“Ehh…” Osaka ladeó su cabeza, un tanto incrédula de aquel desarrollo.
“Ehm, usted…” y Hotaru pasó a levantarse aunque manteniendo prudente distancia de esa persona. Hizo una reverencia. “M-Muchas gracias por rescatarnos, ehh… usted es…”
“¡Ah, por supuesto!” exclamó el chico con una voz potente, energética y ceremoniosa a la vez. Su vozarrón hizo sobresaltar a la tímida pelivioleta. Ella le vio dar una reverencia más pronunciada que la suya y sonrió profesionalmente. “¡Mis disculpas, estimada dama! Incluso si las circunstancias dejan mucho que desear, no podemos dejar las formalidades a segundo plano. ¡Es un crimen de mi parte!” dio un saludo militar. “Mi nombre es Ibara Saegusa. Lamento mucho presentarme a ustedes de manera tan barbárica, aunque recurrir a las armas me ha resultado inevitable en el presente. ¡Es un placer conocerlas!”
“S-sí…” Hotaru no evitó ladear su cabeza un poco. Su apariencia principal de guerrero se había desvanecido por completo. Más parecía algún aspirante de negocios. “Ehh, perdón,” hizo una rápida reverencia. “Yo soy Hotaru Tomoe. Nuevamente gracias por su auxilio.”
“No, no, para nada, ha sido mi deber,” le aseguró el chico sonriendo con torpeza y agitando sus palmas repetidamente. Entonces, adoptó cierta perspicacia en su expresión. “Más bien es un honor conocer a estudiantes de Hanasaki aquí.”
“¿Eh? ¿Cómo sabes que somos de Hanasaki?” preguntó Osaka, con curiosidad.
“¡Ah, pero de nuevo estoy tomando muchas libertades!” observó con rapidez. “Mis disculpas, pero ha sido una asunción simple. Oí que le llamaste orphan. Sólo personas de Hanasaki o Rizembool lo sabrían, y no me dan vibra de ser del segundo instituto.”
“Ahh, ya veo, hehe, no lo había pensado,” la exHiME rio un poco. “¡Oh sí! Yo soy Ayumu Kasuga, pero todos me dicen Osaka, así que puedes llamarme así. ¡Mucho gusto!”
“El gusto es mío, Kasuga-dono. Les ayudaré a mantenerse seguras,” le dio un saludo militar. “¡Prometo que no le decepcionaré!”
“De casualidad, ¿usted estudia en uno de los institutos?” preguntó Hotaru, quien no se veía tan abierta a confiar en él a diferencia de Osaka. “Parece saber del caso. Hasta vino armado…”
“Ah, comprendo su perfectamente justificable desconfianza, Tomoe-dono. Reconozco que la merezco,” dijo el chico con cierto desaire y desanimándose un poco.
“N-no es mi intención, perdón, es sólo que…”
“¡Está bien, déjeme explicarle todo lo que desee saber de mí!” le aseguró con renovadas energías. “¡A decir verdad, soy un estudiante nuevo en Hanasaki U a partir de este semestre! Un novato y don nadie como yo no debería andar manejando tanta información desconocida. Sin embargo, suelo estar bien informado y tener recursos. Sería una tremenda falta de seriedad y profesionalismo de mi parte si no conozco a mi nueva alma mater en su entereza,” asintió convencido y sus ojos se afilaron levemente, lo cual le dio una apariencia autosuficiente. “A su vez, he recibido formación militar. Se ha vuelto una costumbre mía estar listo para cualquier catástrofe…” y de repente se mostró cansado. “¿Pero quién diría que Rizembool armaría semejante papelón en un evento tan público? Ya me siento cansado de estar aquí…”
“Está bien, está bien, suena que eres de esas personas que dan su mayor esfuerzo,” dijo Osaka, intentando animarle. “Muy buen trabajo. Creo que todos estamos cansados, pero podemos seguir adelante si trabajamos juntos,” le sonrió. “Hehe, hay que hacer un equipo.”
“Osaka, espera…” Hotaru se alarmó por su soltura, aunque el otro se emocionó.
“¡Ahh, pero qué excelente idea, Kasuga-dono! ¡Sólo oír tus amables palabras me renueva las energías! ¡Con mucho gusto colaboraré con ustedes y las pondré a salvo!” declaró Ibara con reverberación y gran inspiración. Ante ello, observó a la chica que yacía echada en el piso. “¡Por supuesto, no puedo olvidar que intentaban resguardar a alguien! ¿Quién es esta señorita?”
“Es Tomo-chan,” dijo Osaka, mirándole con preocupación. “Pero se quedó inconsciente al igual que la mayoría aquí. He intentado despertarla aunque no responde con nada.”
“Hmm, comprendo…” Ibara llevó una mano a su mentón. “Lamentablemente no tengo mucho más que aportar. He revisado a otras personas inconscientes cercanas y supongo que fueron puestas a dormir adrede. Sólo nos queda esperar a que despierte.”
“Es verdad, pero…” Hotaru bajó su mirada. “No podemos descuidarla sólo porque se encuentra inconsciente… si algo fuera a pasarle nunca me lo perdonaría…”
“Hotaru-chan…”
“La devoción que sienten por su amiga en medio del peligro es conmovedora…” declaró Ibara, acongojado. “Pero ya no tienen que temer. Estoy aquí y puedo ayudarles a cargarla.”
“¡¿En serio?!” exclamó Osaka. “¡Muchas gracias!”
“E-espera, no tienes que hacer esto por nosotras…” Hotaru se alarmó.
“¡No es un problema! ¡Permítanme!”

Dicho esto, Ibara se puso a levantar a Tomo y con ayuda de Osaka la cargó en su espalda. La exHiME continuó agradeciéndole y ambos empezaron a hablar amenamente mientras se conocían y seguían dándose cumplidos. Por su parte, Hotaru seguía teniendo ciertas reservas, las cuales le sabían mal por la gran ayuda que esa persona estaba siendo.

En cuestión de segundos, el nuevo equipo procedió a avanzar siendo dirigidos por el chico, quien les aconsejó que fueran hacia la entrada, en caso llegaran las autoridades.

« Last Edit: April 30, 2020, 06:41:17 PM by Cho »


Cho

83.2.



A pesar de las recomendaciones en las noticias, muchas personas preocupadas asistieron al lugar del evento en busca de respuestas. Debido a ello, había guardias y policía presente que contenían a los civiles como podían. No muy lejos del caos, un taxi grande se detuvo, del cual Sora y compañía salieron y comprobaron con sus mismos ojos lo que ocurría.

“Y pensar que esto evolucionó tanto durante nuestra ausencia…” observó Riku, frustrado.
“¡Ah, maldición! ¡Nuestros amigos están ahí!” maldijo Sora, comprimiendo sus puños. “Tsk, no debiste habernos sacado, Tomaj.”
“¿Hablas en serio?” el dirigido estaba impaciente y llevó una mano a su frente. “Yo que me molesté para ponerme de acuerdo con tu mamá y jugarles esa broma por su propio bien, ¿y ahora quieres meterte en la boca del lobo? ¿Por qué tuvieron que saltar en la estación más cercana para ir de regreso? Ya ni hay punto de estar aquí.”
“P-pero todos…” comenzó Kytes.
“No, ustedes dos ya no son Knights. Riku y yo ya no somos Rebels,” recalcó Tomaj, cruzándose de brazos. “Si no hubieran sido sacados de ahí hubieran estado en peligro, asumiendo que Rizembool no les hubiera sedado. De igual forma, estarían de más, y no serían de ayuda para sus amigos ni de interés para el estudio.”
“Pensar que esto fue un experimento, increíble…” dijo Luso, todavía en shock.
“Un estudio para recolectar información sobre el efecto psicológico y social en las personas en circunstancias fuera de lo usual y más allá de su comprensión… eso fue lo que nos dijiste,” dijo Riku, cabizbajo. Este entrecerró sus ojos. “Demonios… me recuerda demasiado a Hojo…”
“Sí, él haría algo así, sin lugar a dudas,” Tomaj negó. Invocaría la existencia de su ahora ‘heredero’ en Rizembool como el posible encargado, pero Sora y Kytes no sabían al respecto. “Komaeda me informó, por eso lo sé. Me pidió que no me involucrara por mi propio bienestar, eso es todo.”
“Aun así…” Sora miró hacia la multitud de gente y se animó a cruzar la calle.
“¡Maldición, Sora!” Tomaj se impacientó y todos terminaron siguiéndole.

El intrépido exKnight se abrió pasó entre la muchedumbre preocupada y casi resignada, hasta que eventualmente llegó frente a los guardias y una barricada de medio cuerpo de alto.

“¡Deténgase ahí!” exclamó uno de los encargados.
“¡A un lado!” Sora quiso abrirse camino, pero este le agarró de un hombro.
“¡Mantenga la calma! ¡Estamos en medio de una intervención policial!”
“¡No me mientas!” Sora se zafó y le miró con odio. “¡Esto es culpa de ustedes, malditos! ¡No me voy a creer que es un ataque terrorista! ¡No me fío de perros de Rizembool!”
“¡No sé de qué está hablando!”
“¡Te las vas a ver conmigo!” Sora quiso arrimarse las mangas, pero Kytes le agarró de un brazo.
“¡O-oye, Sora, espera!” su amigo se veía genuinamente aterrado. “¡T-te van a dar una paliza!”
“Tampoco podemos estar seguros si son enviados de Rizembool, Sora,” le advirtió Riku.
“…” Tomaj se ahorró palabras. Estaba convencido que lo eran, pero no iba a decir nada. Lo importante era que estaban haciendo su trabajo y manteniendo a todos a salvo.

Por otro lado, un camión lleno de agentes acababa de llegar y se encontraban preparando mochilas y realizando algunos ajustes antes de ingresar al recinto. La mayoría no les dirigía atención, aunque uno de ellos que terminaba de atarse los zapatos vio a Luso acercársele.

“Señor, ¿qué ocurre?” preguntó el pequeño, con ojos temblantes y un rostro consternado. “Mi mami está ahí dentro. Nadie me quiere decir nada, por favor…”
“Ehh, n-no se preocupe, nosotros nos haremos cargo,” dijo ese guardia, quien se puso nervioso por tan repentinamente tener que lidiar con un niño perdido. Fue peor al notar que los ojos de este se llenaron de lágrimas. “O-oye, tranquilo. Tu madre debe estar bien…”
“Pero… p-pero… es mi culpa… ¡yo era el que quería venir!” se tapó su rostro con un brazo y lloró con gran potencia.
“Y-ya, o-oye, pequeño… ehh…”
“¿Qué sucede?” preguntó otro soldado.
“Este niño está perdido. Dice que su madre está adentro…”
“Ah, no tenemos tiempo…” se frustró. “Niño, ¿te gustaría si te damos algo para tomar? Tenemos unos jugos en cajita.”
“P-pues…” Luso pasó a sobarse los ojos, mientras lo pensaba. Su leve calma funcionó como una afirmación para los mayores.

Así, el par fueron a contactar con el líder por si todavía contaban con dichos refrescos. Mientras tanto, Luso aprovechó para inspeccionar la parte trasera abierta de ese camión, la cual estaba completamente desatendida…

Luego de que Sora estuviera por tratar de agarrarse a golpes con los guardias, sus amigos le jalaron e hicieron un poco de distancia de todos para tratar de calmarle.

“Ya es suficiente, Sora,” dijo un preocupado Kytes, apenado. “Esta vez no podemos hacer nada. Sólo quedémonos a esperar a todos ahí adentro.”
“Tsk… demonios…” maldijo por lo bajo, poco a poco comprendiendo la situación.
“Te entiendo, tampoco estoy contento con esto…” Riku desvió su mirada. “Pero tengo que reconocer que Tomaj tiene razón. Nosotros no hubiéramos podido hacer nada ahora. La mayoría de gente adentro está inconsciente y fuera de peligro. Aparte de asistir a los indefensos, no tendríamos otro rol.”
“Siempre eres el más equilibrado, Riku. Aprecio tus palabras,” Tomaj se encogió de hombros, con leve alivio. “Entiendo que los niños no anden con ganas de quedarse detrás, pero sólo velo por ustedes.”
“De todos modos no apruebo tu poca alarma ante esto,” le recriminó Sora.
“Todavía desquitándote conmigo, ¿ah?” le miró desde arriba. “Pues sí, no me es del todo extraño. Fui un Rebel y participé en el previo ataque a la ciudad. Y fuera de la familiaridad que pueda sentir por todo esto, inquietarnos no nos sirve de nada. Vaya, y eso que hasta Luso se ha quedado más tranquilo que tú, para variar…” dicho esto, tanto Tomaj como los demás recordaron al nuevo pequeño del grupo. “Espera, ¿qué es de Luso?”
“Ehh, no lo veo por ningún lado,” Kytes se dio varias vueltas. “¿Eh? ¿Y Luso?”
“¡Ah, maldición, se nos debe haber perdido!” exclamó Sora, preocupado. “¡Tsk, si se me pierde mi mamá nunca me dejará en paz!”
“Creo que hablaste demasiado pronto, Tomaj,” observó Riku, frustrado.
“Sí, creo que sí, pero…” quiso tranquilizarles, aunque Tomaj sabía que ese primito de Sora tenía el mismo ímpetu y atrevimiento que su pariente, además de una astucia que le sobrepasaba su edad. Aun así, no podía burlar la vigilancia de Rizembool, ¿cierto?



“¡Abran paso!” anunció el líder de un escuadrón de soldados, los cuales estaban vestidos con chalecos antibalas, traían mochilas, usaban cascos y llevaban rifles. Estos marchaban a velocidad hacia la tranquera, donde los guardias alejaron a los civiles para dejar al escuadrón entrar. Todos observaron al grupo de guerreros pasar el punto de seguridad y comenzar a adentrarse al área restringida, para así acudir al recinto en cuarentena.

Sin embargo, algo que pasó desapercibido para la gran mayoría fue que, un poco más atrás, les siguió otra persona con la misma indumentaria, casco y mochila, aunque sin el rifle. Este por su apariencia pasó sin problemas y se perdió junto con los demás soldados…

…pero Sora y compañía reconocieron su baja estatura y una muy característica cola corta de cabello salirse por el casco. Era Luso…

Los cuatro intercambiaron miradas e instintivamente corrieron detrás de él, pero los de seguridad ya habían cerrado el camino.

“¡Atrás! ¡Nadie más puede entrar!” exclamó un guardia.
“¡No, por favor! ¡Mi primito acaba de ingresar!” suplicó Sora, inmerso en un tremendo shock. “¡Tienen que dejarme pasar!”
“Tú de nuevo,” esa persona le miró con cólera. “¡No creeremos tus excusas! ¡Afuera!”
“¡No, esperen, nooo!” Sora quiso decir algo más, pero otros dos guardias llegaron, lo agarraron de los brazos, y terminaron por alejarlo y botarlo en el piso. “¡Ahhh, malditos!”
“¡Sora!” Kytes le dio el alcance y le ayudó a levantarse. “¿Estás bien…?”
“¡Sí, yo estoy bien pero el idiota de Luso va a morir ahí sin nosotros!” exclamó aterrado y poniéndose de pie de resorte. “¡No sabemos qué hay adentro pero si andan haciendo una barricada es porque es muy peligroso!”
“Pues, Tomaj ya nos dijo que hay orphans, Rebel y Princesses…” Riku se puso a pensar.
“¡AAAHHH! ¡Ya, lo sabía, no tenías que repetírmelo! ¡Es que no puedo procesar lo que está ocurriendo!” reclamó Sora.
“Eh, no es por inquietarte más…” Riku alzó una ceja. “Ya, calma…”
“¡Es como si no hubieras visto! ¡Luso se metió entre un grupo de soldados! ¡Seguro terminará lastimado o peor y yo como su guardián soy el responsable! ¡Temo mucho lo que mi mamá me haga como represalia! ¡Ya se hizo amiga de Dakki así que la creo capaz de todo!”

Sora continuó inmerso en un estado de pánico con Kytes y Riku intentando bajarle sus revoluciones, cuando Tomaj dio un pesado suspiro.

“Ya pues, quédense aquí,” dijo el exRebel caminando hacia la seguridad.
“¿Tomaj? ¿Qué vas a hacer?” preguntó Kytes. “Ehm, ¿vas por Luso?”
“Algo así…” frunció el ceño. “La próxima agradézcanmelo quedándose dentro del tren, ¿de acuerdo?”

Así, Tomaj no perdió tiempo y se acercó al de seguridad. Este se impacientó al reconocerle del mismo grupo del escandaloso.

“Ya le dije a tu amigo que atrás, no pienses que seguiremos siendo pacientes,” le recalcó.
“Déjeme pasar,” dijo Tomaj, con ojos afilados. Sonrió con ironía. “Tiene toda la razón en esfumar a mi torpe amigo, pero yo soy un exRebel y aprendiz de Shinkouhyou, además de un supervisor de un Rebel activo. Este suceso me concierne a mí también.”

Sus declaraciones y presencia hicieron que ese guardia cambiara miradas con otro aledaño. No parecía que mentía, pero de igual forma tenían indicaciones de mantener a todos fuera.





“A él pueden dejarle pasar,” dijo Shinkouhyou, quien llegó casualmente del otro lado de seguridad. El peliblanco vio a los guardias impresionarse por verle presente. “Bien, veo que no sólo son vigilantes y saben quién soy. Este chico es efectivamente mi aprendiz, así que déjenle entrar. Sabrá cuidarse, imagino,” entonces, Shinkouhyou miró a los otros tres con una sonrisa altanera. “Mientras tanto, estos de acá no tienen permitido el pase y si les siguen molestando yo les enseñaré una lección.”
“T-Tú…” Sora apretó los dientes y comprimió sus puños, al mismo tiempo que Kytes y Riku se tensaran por la presencia de aquel infame exRebel y profesor.
“Aprende tu lugar, niño…”
“Heh, gracias, me has hecho un favor,” Tomaj sonrió aliviado. “Pero no sé qué tan bueno sea estar en deuda contigo.”
“Fufufu, tú lo sabrías mejor que muchos, Tomaj,” Shinkouhyou se encogió de hombros. “¿Y bien? ¿No tienes a un forajido que atrapar ahora?”

Así, el exRebel fue permitido el pase mientras los otros tres tuvieron que resignarse a alejarse de la vigilancia. Kytes tomó a Sora del brazo preventivamente para impedirle seguir a Tomaj y felizmente no hubo problemas, aunque él pudo sentir el agobio en sus amigos.

“Tranquilos, por favor…” dijo cabizbajo. “Lo sé, todos estamos preocupados, pero confío en Tomaj,” les aseguró y sonrió esperanzado. “Y también confío en nuestras amigas. Sólo quedémonos para esperarlas y verán que todo estará bien. Las apoyaremos en lo que sea posible, saben que es verdad.”
“Ah, lo sé, pero qué frustrante,” Sora se revolvió los cabellos y desvió su mirada. “Tsk, odio admitir que Tomaj tenía razón, ¡y no creo que la tenga del todo! …pero tal vez sí estuvimos de más esta vez…”
“Sí es frustrante, te comprendo,” Kytes sonrió apenado. “Pero me alivia que seas más sensato que antes, Sora. Sólo hay que hacer lo que podemos, ¿sí?”
“Uhh, sí, ya…” Sora se resignó y pasó a mirar a Riku, quien tenía sus ojos fijos en el puesto de los vigilantes. Este comprimía sus puños y se mostraba tenso. “Riku, ¿estás bien?”
“Ese Shinkouhyou…” entrecerró sus ojos. Su voz delató cierto temor. “…ese maldito… él fue quien intentó asesinarme hace tres años… siempre seremos impotentes ante él…”
“Riku…” Kytes se acongojó. “Por favor, no pienses en eso. A fin de cuentas no ocurrió.”
“Estúpido Rizembool…” maldijo Sora. “Pero sí, no dejes que se te meta a la cabeza,” le agarró de los hombros y lo sacudió un poco. “¿Y acaso no eres tú quien debería decirme eso?”
“Eh… supongo…” el peliplateado se despertó y se soltó de su amigo. Para variar, sonrió frustrado. “Entiendo. Gracias Sora, lo aprecio…”
“Ya te recuperamos de Rizembool, así que no tienes por qué temer más. Y definitivamente no dejaremos que vayan a ganar,” recalcó Sora, decidido. “Ya los vencimos una vez y lo haremos nuevamente.”
“Hehe, es verdad,” Kytes asintió y sonrió con torpeza. Era cierto, pero en su cabeza no dejaba de recordar que había sido Tomaj quien siempre había hecho la mayor diferencia entre los cuatro. A pesar de su comportamiento conflictivo, era un amigo en quien podían confiar. Kytes le debía mucho desde hace tres años y esperaba algún día reponérselo. Casi quería preguntarle a los otros dos cuál era su punto de vista, por más que Sora tuviera problemas admitiéndolo a veces.

Y nuevamente las circunstancias eran injustas, porque Tomaj volvía a ser quien daba la cara por ellos ante la adversidad.





Pese a seguir avanzando, no dejaron de encontrarse con orphans. Curiosamente, Yoshiko parecía haberse convertido en un magneto de los mismos, ya que los monstruos parecían obsesionados con llegar hacia ella y atacarla. Ello sólo ralentizaba el movimiento del grupo, pese a contar con un luchador, quien ya comenzaba a cansarse.

Namazuo agarró el rostro del orphan pequeño pero ágil que les estuvo acechando y lo estampó contra una pared. Dicha acción pareció producir un gran daño al orphan, aunque todavía parecía estar consciente.

Los demás le observaban, con la pobre peliazul apuntada muerta de miedo. Ella llevó sus manos a su pecho, y dicha acción fue casi como una llamada al orphan, el cual soltó un alarido y se zafó de Namazuo, para saltar en dirección hacia ellos.

“¡Abajo!” Naoto agarró a los otros dos y los llevó con ella al piso, apenas evitando el embiste del monstruo. Este mismo aterrizó a pocos metros de ellos y pretendió saltar hacia ellos, pero la esquivada fue tiempo suficiente para que Namazuo se apareciera para contenerlo nuevamente.
“¡AAAHHH!” este se interpuso en su camino y el ágil orphan pretendió rodearle, pero el Toushirou le siguió los pasos. Namazuo tuvo que saltar a la par con el orphan y apoyarse de marcos de ventanas y las paredes derruidas para seguirle de cerca. Finalmente, pudo tomar y lanzar un pedazo de escombro que desestabilizó al orphan en el aire. El pelinegro aprovechó eso para atraparle, nuevamente agarrarle de la cabeza y caer al suelo amortiguando su caída con la bestia, la cual terminó por caer completamente derrotada.
“I-increíble…” dijo Yoshiko, en shock. “¿C-cómo puede hacer eso…?”
“…” Ritsu desvió su mirada. Recordaba cómo le había dicho que Honebami había sido quien derrotó al oso que apareció en el campamento de verano. Luego de ver ello, pese a considerar ambos mellizos muy distintos, no dudaba que Namazuo hubiera sido capaz de la misma hazaña. Aun así, su amigo se veía extenuado, y debía estarlo aún más por dentro. “Nama-kun…”
“¡Ahh maldición!” estalló el Toushirou, cabizbajo y poseído por una gran ira y frustración. Sus ojos estaban cubiertos en sombras. “¡¿Por qué no dejan de venir?! ¡¿Por qué tienen que atacarnos tan incesantemente?!” agarró su cabeza con ambas manos. “¡Así no puedo hacer nada!”
“¡Namazuo, cálmate!” exclamó Naoto. La usual severidad de la chica había cedido un poco y su tono de voz estaba contagiado de leve preocupación. “Vamos, si te desesperas no vas a poder hacer nada,” le vio quedarse quieto y supo que podía acercarse a él. “Tranquilo, por favor, estás con nosotros. Te ayudaremos como podamos.”
“Tsk…” comprimió sus puños. “Perdón…”
“No te disculpes, comprendemos,” le aseguró.
“Ya es suficiente, Nama-kun,” Ritsu le agarró de un hombro. “Aprovechemos la calma, sigamos avanzando de una vez.”

Entonces, los cuatro oyeron un sonido que comenzó muy suavemente, pero que aumentó con rapidez. Para variar, no se trató de un orphan, pero observaron parte de una pared debilitada colapsar. Ocurrió un derrumbe que a simple vista sólo incentivaba mantener distancia, pero Namazuo captó que debajo de la misma había una chica de secundaria inconsciente.

Él se aterró y corrió donde la joven. Apenas llegó y la jaló a tiempo, aunque ello le llevó a estar muy cerca de los escombros impactando el piso con gran fuerza. Aquello le dejó una gran impresión, y luego de depositar a la chica a salvo a una prudente distancia de las estructuras enclenques, se levantó y ensimismó en su más grande temor.

“Hirano… Maeda…” musitó.
“Nama-kun, ¿te encuentras bien…?” comenzó Ritsu, pero tanto él como las chicas se sorprendieron de ver que este partió carrera a toda velocidad, como si se hubiera olvidado de que no se encontraba solo.
“¡Namazuo, espera!” le llamó Naoto, en vano. De inmediato, los tres intentaron seguirle, pero no fueron capaces. La velocidad y agilidad del Toushirou le hizo perderse de vista.
“¡Ahh, se fue!” Yoshiko se puso a temblar y cerró sus ojos con fuerza. “¡No, esto no me gusta! ¡Sin él no podemos defendernos! ¡¿Qué podemos hacer?!”
“Shhh, baja la voz…” Ritsu hizo una mueca de dolor. “Uhh… y eso que ando con las energías muy bajas…”
“Pues…” Naoto llevó una mano a su mentón y miró a sus alrededores precavidamente. “Tendremos que resguardarnos hasta que llegue ayuda. No les prometo mucho, pero les defenderé hasta entonces.”
“¿Eh? ¿Tú puedes pelear, Naoto-san?” preguntó la menor, sorprendida.
“Me defiendo,” dicho esto, Naoto sacó una pistola que estuvo asegurada en su cinturón y camuflada por su casaca larga.
“¡O-oye, ¿qué haces con eso?!” la otra se escandalizó.
“Tch, comienzo a sospechar que nos asechan mucho por tu bocota, kouhai,” se quejó Ritsu, encogiéndose de hombros.
“¡Oye…hmph!” Yoshiko quiso reclamar pero terminó tapándose su boca a sí misma.
“Para responder tu pregunta, Nao-chan ha recibido entrenamiento policial y militar. Entiendo que es una larga historia…” Ritsu dio un sonoro bostezo. “Uhh… muero… no puedo seguir corriendo…”
“Sí… dudo que ustedes dos puedan avanzar más, por eso hay que resguardarnos,” Naoto les hizo una seña. “Por aquí, hay que salir del campo de visión.”
“Creo que tú podrías estar bien si no tuvieras que cuidar de nosotros, Nao-chan…”
“No hay forma que les vaya a dejar, Ritsu,” aseguró frunciendo el ceño. “Sé que Namazuo pensaría lo mismo que yo. En verdad ha hecho un gran trabajo cuidándonos, pero…”
“Sé que no hemos sido más que una carga y no me corresponde decírtelo, pero hubiera sido genial que le hubieras apoyado con algunos orphans…” observó el Rebel, apenado. “Le habrías quitado parte del peso de encima.”
“Hubiera querido hacerlo…” Naoto bajó su mirada. “Pero Namazuo no me daba oportunidad. Él siempre vio los enemigos antes que nosotros y batallaba con ellos cuerpo a cuerpo. Había un gran riesgo que fuera a dispararle por accidente. También traje muy pocas municiones. Mi arma sólo debía ser un último recurso.”
“Uhh…” Yoshiko se afligió. “E-esto en verdad es serio… lo siento, perdonen por no poder hacer nada por ustedes ahora…”
“Suficiente de disculpas. Ninguno de nosotros es responsable de nada…” declaró Ritsu. “Es algo que debimos intentar dejarle en claro a Nama-kun. Él que tuvo la intención de ayudarnos, pero no pudimos retornarle el favor… de haberme dado cuenta de su estrés…”
“Es difícil ayudar a alguien cuando se necesita ayuda uno mismo, pero ten fe en él,” dijo Naoto. Los tres ya se encontraban escondidos entre un edificio y una pila grande de escombros, donde podían huir fácilmente en caso de cualquier ataque. “Él no nos abandonará por mucho. Estoy segura que alguien de su familia no cometería este descuido.”
“¿Hm?” Ritsu le miró de reojo. “Tenía entendido que no conocías a ninguno de sus hermanos, Nao-chan. ¿Por qué lo dices?”
“Es por la reputación que tienen, nada más,” dijo indistinta y manteniendo su vigilia entre los escombros.
“Como digas…” alzó una ceja. Quería saber un poco más de dicha reputación que ella conocía, aunque no era el momento.

Debían mantenerse refugiados hasta que fuera seguro salir.





“¡AAHHH!” Reimu fue impulsada para atrás luego de otro contundente ataque del mazo de la Princess, el cual apenas la perdió como blanco principal. La miko terminó rodando por el piso y teniendo problemas levantándose.
“¿Eh? ¿Ya te cansaste?” Seija sonreía entretenida mientras se mantenía levitando en el aire. Con su mano invocó su mazo de regreso. “Heh, ¿lista para otra corrida?”
“¡Oye, bruja insensible!” le gritó Marisa, a una prudente distancia a su costado. La rubia sacudía sus puños a Seija claramente enfurecida y fastidiada. “¡Deja de ser una estúpida abusiva! ¡Eres inhumana, ridícula, desgraciada, insoportable, contreras, sádica! ¡Ya no seas una cobarde y ponte al nivel de tu oponente!”
“¡Hahaha, tan graciosa tú, hermanita!”
“¡Ya te he dicho que no eres mi hermana, miserable!” le requintó.
“Si tanto quieres ayudar a tu HiME, ¿qué haces haciéndome barra?” le preguntó mirándole de reojo, con una sonrisa complacida. “Somos dos gotas de agua, me conoces bien. Si andas diciéndome todas esas cosas, sólo me satisfaces por precisamente hacerlas sufrir a las dos. ¡Tú crees que me insultas cuando en verdad me estás validando hahaha!”
“¡Ahhh no sabes cuánto te odio!” Marisa se trepó a un puñado de escombros para gritarle lo más cerca posible, acción que hizo que la Princess se riera con más ganas. “¡Párala, no te burles!”
“Uhh…” Reimu se levantó a duras penas. Curiosamente, dicho ‘entretenimiento’ de parte de Marisa, por más que no le salía como quisiera, sí le estaba ayudando ya que así su Princess estaba menos al asecho y le daba unos segundos para reponerse entre ataques. La HiME comprimió sus puños. Seguía entrenando, pero sus poderes no mejoraban, y todavía no podía usar la luz sin que la Princess la convirtiera en oscuridad y la atacara con la misma.
“Ah, pero casi me olvido de ti,” Seija regresó su atención a su oponente. Con dicha acción, sus aparentes ‘buenos ánimos’ de lidiar con Marisa desaparecieron y su sonrisa se enseñó como cruel y maligna. “¿Lista para otra tanda?”
“Tsk, sí eres una desagradable…” Reimu comenzó a invocar luz en sus manos.

A poca distancia de ellas, Izumi corría en lo que buscaba desesperado con la mirada. No había señales de Ritsu por ningún lado y sabía que su débil estado de salud debía estar a su límite. Tenía que darse un descanso y salir del peligro cuanto antes, pero el lugar era inmenso y hasta el momento no había tenido suerte.

Pudo oír que una pelea se estaba dando a una corta distancia de su posición, lo cual no le importaba. Sin embargo, poco pudo hacer para evadirlo cuando un mazo de metal volador embistió y destruyó la cima de unos kioscos que le habían servido de pared. Al mismo tiempo, una HiME cayó estrepitosamente en su camino. Vaya ironía, al tratarse de su propia HiME.

“Ihh…” Reimu volvió a hacer un esfuerzo para pararse y al abrir sus ojos vio a su Rebel frente a ella. Se quedó en blanco un momento y terminó por asustarse. “¡Ahh, d-demonios!” ello le forzó a pararse de golpe, acción que casi le hace caer hacia atrás, e invocar más luz con sus manos. “¡E-estaré rodeada, pero no caeré fácilmente!”
“Tsk, ¡cállate, tremenda diva que eres!” le gritó Izumi, alterado y de mal humor. “¡Ya te he dicho que el mundo no gira a tu alrededor! ¡Me importa un pepino que andes peleando contra alguien! ¡¿Crees que Rizembool contrata a los Rebels como sus mayordomos o qué?!”
“Eh, ¿eh?” Reimu se confundió. “¿En serio no estás aquí para pelear contra mí en este ataque generalizado…?”
“¿Tanto quieres morir, insensata?” se dio un facepalm. “Tch, siento que Rizembool no me tiene nada de respeto por asignarme a una HiME estúpida como tú…”
“Uhh…” la miko infló sus cachetes y las otras dos chicas les dieron el alcance.
“Oh, ¿esta es otra coincidencia?” preguntó Marisa al ver a Izumi, y curiosamente le sonrió. “¡Hola! ¿Qué te trae por aquí?”
“¿Ah?” Izumi le miró como bicho raro. “¿Qué amerita que me trates así de informal?”
“Oigan, esperen, ¿qué sucede aquí?” preguntó Seija, invocando su mazo de regreso. “Chico, tú… ¡oh, pero si tú eres ese amigo de ese Ritsu que es Rebel que tuvo su cumpleaños hace una semana! ¡Haha, que coincidencia! ¿Qué te trae por aquí?”
“¿Eh?” el Rebel se impacientó y las miró con desaprobación. “Dijeron lo mismo, qué poco originales. ¿Son hermanas o algo?”
“¡Uhhh, no lo somos, para nada!” reclamó Marisa haciendo un puchero. Por su parte, Seija se puso a reír.
“¡Haha, gracias por eso, chico!” sonrió entretenida. “Y bueno, esta HiME de acá es mi HiME, ¿y tú cómo la conoces?”
“Ah, tú eres la Princess,” rodó los ojos. “Ya, miren, no tengo tiempo y no quiero quedarme a charlar, pero también es mi HiME, ¿de acuerdo?” resopló. “Soy su Rebel…”
“¡Pero qué pequeño es el mundo!” exclamó la pelinegra, quien luego de la sorpresa frunció el ceño. “Hmm, pues bueno, todas las HiMEs deben tener a Rebels antes de Princesses, pero no me gusta la idea de compartir un ataque. ¿Ya te ibas, no? No quiero planear nada contigo ahora.”
“Y yo no pienso planear nada con nadie nunca,” Izumi entrecerró los ojos. “Escucha, Princess. Tú haz lo que quieras con la HiME. Yo también iré por mi cuenta. Si en algún momento nos cruzamos, el primero que estuvo ahí la ataca o tiramos una moneda o ya veremos qué hacemos entonces. ¿Te parece?”
“Hehe, por mi bien,” Seija sonrió satisfecha y se encogió de hombros. “Verdad que me llegó un correo con tus datos pero lo ignoré. Ahora tendré que revisarlo, pero bueno saber que no nos meteremos en el camino del otro.”
“Bien, así que hasta nunca,” con eso, Izumi regresó a su carrera y las dejó detrás.
“Pucha, pero que tipo más agradable…” la Princess estaba con una brillante sonrisa mientras apoyaba su mazo en un hombro. “Ah, mi mayor temor de ser Princess ya se resolvió. No tengo que andar obedeciendo a nadie, uff, qué alivio.”
“Oye,” Marisa le encaró.
“¿Ah? ¿Qué quieres, pequeña?” le miró de arriba con una minucia de curiosidad. “Heh, ¿de nuevo vas a tratar de insultarme?”
“En el correo que te envió Rizembool con los datos del Rebel, ¿decía algo como ‘Happy Killing’?”
“¿Qué cosa?” Seija se quedó en blanco. “¿Qué andas diciendo tú?”
“¿Sigues con eso?” Reimu cuestionó a su amiga y la miró raro.
“¡Ohh, pero HiME, casi te eché de menos!” exclamó la Princess, sorprendida por haberse olvidado por completo de ella. “¡Haha, qué gracioso que un Rebel que te ningunea haga que todos te pasemos a segundo plano! ¿Refrescante, verdad?”
“Tsk…” Reimu volvió a invocar un aura de luz. “Marisa, mantén distancia.”
“Eh, sí,” esta se despertó y siguió su pedido.
“Ya, bueno, un poco más…” Seija miró a su reloj de pulsera. A ese ritmo, pronto sería su momento de irse.




El experimento continuaba con su curso y el tiempo dado para ser llevado a cabo empezaba a acabarse, aunque por la urgencia y el peligro que representaban los orphans, dicho corto tiempo era relativamente largo, sobre todo para aquellos que sufrían del acoso de los propios seres humanos presentes.

Un grupo pequeño de personas corrían despavoridos ante su enemigo principal, un bizarro joven de baja estatura, cabellos y ojos violetas, y armado de un mazo especial que destruía todo a su paso. A diferencia de todos los orphans que habían podido eventualmente burlar, dicho chico era despierto, y estaba enfocado y ensañado en apuntarles como si fueran sus víctimas.

“¡Ahh, ayuda!” una señora se tropezó, lo cual incitó a un muchacho del grupo a retroceder y jalarle para continuar con la corrida.
“¡V-vamos, no te quedes atrás!” le animó y ellos comenzaron a avanzar. Vieron a los demás observarles atentamente y temiendo por ellos, pero su buena voluntad de esperarles se acabó y se pusieron a correr.

Los dos terminaron por ser impulsados hacia delante por una onda de shock producto del mazo del joven Rebel, quien miró con un goce travieso y malvado al par de personas volar como trozos de papel, para luego levantarse a todo costo y seguir a los demás con gran torpeza.

“Nishishi…” Kokichi les observó huir y les dio unos segundos de gracia como ventaja, como llevaba haciendo desde hace un rato. De lo contrario, ya los habría hecho puré y su diversión se habría dado por terminada. Luego del periodo de gracia, amplió su sonrisa y tomó su mazo con ambas manos. “¡¿Pero a dónde van?! ¡Espérenme~!”

Siguió con su corrida y ocasional uso de su arma para hacerles recordar del peligro y darles más temor. A esas alturas, ya se merecía alguna medalla de los científicos que estudiaban a esa gente.

Entonces, su grupo de presas se detuvo a bruces al ver a un par de orphans saltar desde la cima de un edificio y cerrarles el camino.

“¡AAAAHHHH!” hubo un grito colectivo de todos por verse cerrados por ambas direcciones.
“¡Alguien ayuda!” exclamó una niña, muerta de miedo.
“¡Demonios!” un señor se agarró la cabeza entrando en histeria.

Sus plegarias no serían escuchadas por nadie que pudiera ayudarles, aunque, justo cuando los orphans pretendieron lastimarles, algo un poco inesperado sucedió.

“¡Oigan, no, váyanse!” les gritó Kokichi de mal humor y haciendo señas con una mano, semejante al dueño de un perro indicándole a su mascota que dejara en paz a los invitados. Tal cual, los orphans alzaron sus miradas al Rebel y le miraron atentamente. “¡Shoo, fuera! ¡Estos son míos! ¡Ustedes búsquense a los suyos!”

Como mascotas obedientes, los orphans terminaron por irse corriendo por otra dirección y rápidamente fueron perdidos de vista. Los civiles miraron a dichas bestias con gran desconcierto. Kokichi, luego de dar un suspiro, regresó a sus buenos ánimos y sonrió felizmente, para alzar su mazo. Ello les recordó a todos que su principal peligro seguía presente.

“Nishishi… ¿dónde estábamos?” preguntó con un brillo maligno en sus ojos y en pleno acto de bajar su mazo en dirección a ellos.
“¡AAAAAHHHHH!”

A poca distancia, Roxas continuaba abriéndose camino. Estaba en pleno trabajo de buscar a su hermana, pero no dejaba de perseguir y eliminar a los orphans que encontraba. Ello le tenía un tanto tenso y desconcertado. ¿Cómo fue posible que el festival se llevó a cabo si había tantos orphans escondidos en las instalaciones?

Entonces, vio por una intersección de caminos a un par de orphans correr en una paralela en sentido contrario al suyo. Roxas frunció el ceño y apareció sus keyblades, para prepararse para seguirlos. Corrió la mitad de camino cuando oyó a personas gritar. Se detuvo y las vio huir en el mismo sentido que los orphans. Se extrañó tremendamente. ¿Qué hacían persiguiéndolos?

En eso, oyó claramente a una persona exclamar hacia dichas personas. Frunció el ceño. Debía tratarse de un Rebel…

“¡Hahaha, están demasiado cerca!” exclamó Kokichi, quien saltó para dar otro estruendoso golpe sobre el piso con la fuerza de ambos brazos. Llegó a la altura de la intersección, pero antes de poder concretar su ataque, un recién llegado se interpuso en su camino y con sus dos armas paró su mazo por el mango, lo cual congeló al Rebel en el aire.

Aquel encuentro permitió a los aterrados civiles huir, quienes no perdieron la oportunidad de esfumarse. Los dos jóvenes por inercia saltaron hacia atrás y se miraron, para entonces verse ambos grandemente sorprendidos y anonadados por un motivo en particular…

Los dos se conocían desde antes.

“Ko…¿Kokichi?” preguntó Roxas, en blanco.
“¿Eh? Espera…” le miró extrañado y apoyó su mazo sobre el piso. “No me digas que tú eres…”
“¡Sí eres Kokichi! ¡No puedo creerlo!” exclamó en shock. Roxas desapareció sus armas y extendió sus brazos a los costados. “Soy yo, Roxas. ¿Me recuerdas?”
“¡¿Ehhhh?!” la sorpresa causó que el Rebel retrocediera un paso y se inclinara hacia atrás. “¡Eres Roxas-chan! ¡Oye, ha sido toda una vida! ¡Has crecido un montón! ¡Casi ni te reconozco!”
“T-también me costó un poco hacerlo…” observó Roxas, quien le miró con curiosidad. “Pero no puedo decirte que has crecido mucho, en verdad…”
“¡Oye! ¡No discrimines contra los chatos!” Kokichi pasó a renegar y agitar sus brazos en plena rabieta. “¡Te haré saber que nosotros tenemos nuestras ventajas también!”
“Eh, sí, perdón,” el rubio alzó sus palmas en señal de disculpa y sonrió con torpeza. Sí era él, sus gestos y reacciones seguían iguales. Siempre había sido el chico travieso de su salón en la primaria y la pesadilla de los profesores… lo cual le hizo recordar a aquel mazo a su costado. “Espera un momento, ¿qué haces aquí?” apuntó al arma. “Y eso…”
“Oh, ¿mi mazo?” Kokichi sonrió y lo agarró. “Es un gran arma, ya la he usado de muchas formas. Nishishi~ no te preocupes,” volvió a apoyarla en el piso y llevó ambas manos detrás de su nuca. “Sólo andaba divirtiéndome, en serio.”
“No, espera,” se desconcertó. “No me digas… ¿acaso eres un Rebel?”
“¡Bingo!” exclamó feliz de la vida. “Y por tus armas mágicas presumo que eres un Key, ¿no?”
“Ehh, s-sí…” alzó una ceja, mareado.
“¡Pues míranos a nosotros!” exclamó el pelivioleta, extasiado. “¡No nos vemos desde hace muchos años y ahora nos encontramos y somos Rebel y Key! ¡Sí que nos ha ido bien en la vida!”
“O-oye, Kokichi…” Roxas se frustró.
“¡Pero tranquilo, ya te lo dije!” movió una palma con completa despreocupación. “Mi HiME no está aquí. Sólo perseguía a la gente para probar mi arma y asustarlos, pero no es como si fuera a matar a nadie. Más bien, aquí entre nos…” Kokichi se le acercó y con una sonrisa traviesa y una palma para cubrir su boca le susurró de cerca. “Rizembool nos ha dicho que nadie puede morir ni salir gravemente herido. Ni los orphans son tan peligrosos…”
“¿Qué dices?” Roxas se apartó y le miró con incredulidad. “No hablas en serio…”
“¿Tanto desconfías en mí?” Kokichi frunció el ceño. Su expresión se contagió de inconformidad y una creciente tristeza. “Yo que decidí confiar en mi querido amigo de mi infancia y ser honesto con él pese a mi posible traición a Rizembool… ¡y él no confía en mí! ¡WAAAAHHHH!”
“…” Roxas le miró con una leve impresión por observarle partirse en llanto de un momento a otro. Se confundió sólo un poco, al rápidamente recordar otra faceta de él: el hecho que era un buen mentiroso. “Ahh… ya párala, no me compro tu actuación.”
“Hehe, ¿sí, verdad?” Kokichi volvió a sonreír con sus brazos detrás de su cabeza. “Pero sí te vendría bien reconocer mi buena voluntad de decirte la verdad. A diferencia de mi berrinche, no te mentí antes. Todo esto es un experimento de Rizembool, así que andan disimulándolo por donde se puede.”
“¿Un experimento…?” realmente no creía que le estaba mintiendo, pero continuaba sin poder procesarlo.
“Pero ya, olvidémonos de todo esto. ¡Ha sido una eternidad! ¡¿Qué ha sido de tu vida?!” exclamó el Rebel con grandes ilusiones, las cuales contrastaron con el estado de inmensa confusión del Key. “No tengo mucho que decirte yo. Tú sabes, soy rico, tengo mi forma de conseguir las cosas, same old, same old. ¡Pero tú seguro tienes algo emocionante que compartir! Ah, pero como somos amigos…” levantó su mazo. “¡Trata de usarlo una vez, cortesía de la casa! ¡Verás lo adictivo que se vuelve!”
“Oye, no, no gracias…” Roxas se negó todavía perdido por los últimos desarrollos.
“¡Vamos, no pierdes nada, en serio!” insistió el otro, acercándole el mazo hacia el rostro. “Y es tan raro usarlo fuera de la universidad. No lo desperdicies.”
“Primero dime qué es esto de experimento.”
“¡Ya, pero primero toma mi arma!” insistió sonriendo burlonamente. “Ni que nadie nos esté rodeando. Go wild.”
“Tsk, hay cosas más importantes de qué hablar ahora, Kokichi,” Roxas se impacientó y tomó el mazo para dejarlo sobre el piso. Sin embargo, dicha acción activó sus ondas e inconscientemente causó un shock que derribó la pared exterior del edificio más cercano, además de agrietar todo el piso a su alrededor.
“¡Uwaahh! ¡Eres un natural!” celebró Kokichi dando saltitos y agitando sus puños en lo que escombros no dejaban de caer.
“…” Roxas estaba boquiabierto y horrorizado.
“¡Ni lo intentaste y mira semejante destrucción que causaste! ¡Nishishi, si no fueras un Key te diría que vinieras a Rizembool para convertirte en un Rebel!”
“¡K-Kokichi, n-no, espera!” exclamó el otro, alterado. “¡Te vi apoyar tu mazo sobre el piso como dos veces mientras hablábamos! ¡¿Cómo demonios se activó así?!”
“Nishishi~ tiene truco, como cuando quieres recoger tu iPhone de la mesa sin que el display se te prenda, misma cosa,” dijo indistinto.
“¡D-debes estar bromeando! ¡Yo no quería causar esto!”
“¡Mentira! Tiene un switch discreto para desactivarlo, pero eso es secreto, por eso no te lo dije~”
“…” le seguía mirando con un desconcierto total.
“Haha, ya gracias por esta diversión,” le dio un par de palmadas en la espalda. “Ahora que te hice perder unos años de vida, asumo que andarás buscando a tu HiME o a alguien, ¿no? Dudo que hayas venido aquí solo.”
“Tsk, sí, es verdad…” se estresó. Por un momento se le había olvidado.
“¿Y qué? ¿Tienes novia? No que me interesen esas cosas, pero nunca te vi como de ese tipo.”
“Eh, no, es mi hermana.”
“¿Hermana?” parpadeó confundido. “¿Tienes hermana?”
“Claro que tengo hermana,” Roxas frunció el ceño. “Estaba en otro salón, vivía conmigo… ¿en serio no la recuerdas?”
“Hm, nope, para nada. Y qué raro. ¿Cuántas veces he ido a tu casa para jugar videojuegos después de clases?”
“Quizás era porque tenía varios extracurriculares…” dio un suspiro. “Pero en serio. Qué extraño que no conozcas a Cho.”
“¿Cho dices?” se impresionó.
“Sí, Cho… espera…” le miró con leve desconfianza. “No me digas… ¿acaso ustedes dos se han encontrado antes?”
“Pues sí, así de simple,” Kokichi sonrió humildemente y se encogió de hombros. “Pero qué pequeño es el mundo. Resulta que tu hermana y mi HiME son amigas y toman clases juntas.”
“¡¿Tú eres el que le voló los huertos y causó que Cho hiciera un despair parade en Rizembool?!”
“¡Nishishi con qué desconcierto lo dices!” rió un poco. “No, no, ese no fui yo, pero igual nos andaremos encontrando. Las HiMEs andan de aliadas y yo también ando trabajando junto con Komaeda-chan. Supongo ya conoces al chiflado.”
“Tsk, demonios…” Roxas se quedó frío. El mundo sí era diminuto…
“Pero no te pongas todo de hermano sobreprotector. Si recién tienes a una hermana…”
“¡S-sólo porque tú no sabías que existía no quiere decir que no la tenía!” exclamó el Key, entre molesto y todavía en shock. “Verdad… y si Rebels como tú están aquí, seguro que Komaeda ya habrá ubicado a Cho. Tengo que encontrarla.”
“Ya, te acompaño,” Kokichi asintió con seriedad.
“…” y Roxas le miró como un bicho gigante. “No, tú aléjate de mi hermana.”
“¿Ehhh? ¿Ahora no podemos ser amigos porque tu hermana es una HiME y yo un Rebel?” se cruzó de brazos e hizo un puchero. “Hmph, ni que fuera su Rebel…”
“Pues, no es tan simple…” desvió su mirada.
“¿Hm?” Kokichi sonrió intrigado al ver al otro con leve conflicto. Era todo lo que quería ver. “Ya, entonces a ver si podemos llegar a un acuerdo, Roxas-chan~”
“¿De qué hablas, Kokichi?”
“En serio, te ayudo a buscar a tu hermana. Te prometo que hoy no voy a meterme con ella. Sólo lo haría si mi HiME anduviera por ahí, de todos modos,” admitió amenamente. “Además queda pendiente que te cuente todo el rollo del experimento de Rizembool. Ya jugaste con mi mazo, es justo que cumpla con mi parte, ¿verdad?”




A diferencia de la mayoría de personas, Ranmaru no evidenció el inicio del ataque al mismo momento o de la misma manera. Al haber estado encerrado en su camerino mientras tocaba su instrumento predilecto, pasó un tiempo considerable en su burbuja sin estar consciente del caos. Fue recién cuando quiso contactar a alguien para que le trajeran algo de tomar que se dio cuenta. Su teléfono no tenía señal, y al darse la molestia de ir por agua por su cuenta, se topó con muchos trabajadores inconscientes.

Ello le llevó al exterior, donde observó a la gente inconsciente regada por el piso. Luego de cerciorarse que los más cercanos tenían los signos vitales normales, Ranmaru entrecerró sus ojos al oír un rugido monstruoso a cierta distancia. Ello desconcertaría a cualquiera en su lugar, pero no a él.

Conocía a los orphans a la perfección.

“Tch, Rizembool, siempre tan arrogantes…”

Fue al costado del edificio y de un fuerte tirón desarmó una canaleta de lluvia para armarse de una improvisada vara de metal. En su mente lo más seguro hubiera sido volver a su camerino, el cual por algún motivo había servido de un accidental bunker, pero necesitaba ver lo que sucedía con sus propios ojos. La guerra parecía regresar, y pese a ya no tener más que ver con ello, no podía simplemente ignorarlo.

Tuvo una caminata pausada y alerta, mientras buscaba a ese orphan que había oído, el cual probablemente había seguido de largo. Continuó observando a las personas inconscientes. Todos parecían estar bien, pero no entendía el propósito de esa situación. Dudaba mucho que Rizembool hubiera decidido tener a los asistentes de adorno. No… tenía que haber personas conscientes como blancos. Quizás habría alguna HiME peleando por los alrededores.

Entonces, al dar la vuelta a una esquina, se extrañó y frunció el ceño al ver a una persona. No se trataba de ninguno de esos guerreros de las instituciones, tampoco de un orphan. Es más, sabía quién era pese a no conocerlo personalmente.

Ai Mikaze caminaba a distancia del rockstar, dándole la espalda y en su propio mundo. Miraba con tranquilidad e inmutabilidad a todo a su alrededor. Sus cabellos turquesas y ropas completamente blancas e impecables le hacían un blanco muy fácil. El joven parecía ajeno a la realidad gris y violenta que se llevaba a cabo.

Ranmaru de inmediato tuvo una mala espina. Aquel idol y compositor era un relativamente nuevo integrante de su misma disquera, pero trabajaba bajo una identidad misteriosa y nadie parecía saber nada de él. No tardó en concluir que debía estar arraigado a Rizembool.

Incluso podría no ser una persona normal para empezar…

Entonces, el peliceleste se detuvo y terminó girándose. Ai le miró inmutado y optó por caminar hacia él.

“Ranmaru Kurosaki. Se había previsto que trabajadores te dirigieran fuera del peligro,” observó Ai, neutralmente aunque con una mínima curiosidad. “¿Qué estás haciendo aquí?”
“…” le miró desde arriba con desconfianza. “¿Y tú qué tienes que ver en todo esto?”
“Soy un observador. He venido para aprender.”
“¿Qué quieres decir con eso?” le cuestionó con leve molestia. “¿Qué hay de aprender aquí, un lugar en donde tratan a las personas como trapos?”
“¿Acaso no te encuentras aquí para aprender también?” le cuestionó Ai, viéndose inafectado ante la reactividad del otro.
“¿Huh?”
“Caminar sin dirección o propósito es irresponsable y riesgoso. Sin embargo, lo haces y vienes improvisadamente armado. Tú también deseas comprender lo que te rodea. Eso significa que deseas aprender, Ranmaru.”
“Tch niño insolente,” arrugó su rostro. “Dirigirte hacia mí con mi nombre…”
“¿Hm?” Ai ladeó su cabeza. “Tenía entendido que los humanos dejaban las formalidades de lado en momentos desconcertantes o de emergencia. Es verdad que tú no pareces particularmente mutado por lo que sucede, no obstante…”
“…” apretó sus dientes.
“Si tu cuestión se trata de una falta de mi parte, debo decirte que carezco de la osadía o el interés de faltarte el respeto. Yo llamo a todos por su primer nombre, Ranmaru. Es una particularidad mía,” declaró y le miró juiciosamente. “No tiene nada que ver contigo.”
“Heh, tienes agallas,” apretó su agarre en el tubo de metal. No tenía interés de ponerse a pelear con ese niño, pero pretendía cuestionarle sobre lo que ocurría. “Ya veo que tu existencia como un nuevo idol misterioso en nuestro círculo no sólo era una estrategia de marketing. Tú estás involucrado con Rizembool, ¿no es así?”
“No sería el único aquí.”
“¿Qué cosa?”
“Es la verdad,” Ai le miró con curiosidad y una ligera impresión. “Tus reacciones frente a lo que ocurre a tu alrededor indican un rechazo ante este suceso que no parece ser del todo desconocido para ti. Y no lo es. Sé de tu historial. Deseas que te ilumine, por más que ya debes de comprender la mayoría de lo que está sucediendo aquí. Me resultas un poco incomprensible.”
“No es frecuente que alguien me hable con tu atrevimiento, heh, ha sido un tiempo,” Ranmaru sonrió con amargura. “Veo que no necesitamos introducciones aquí.”
“Supuse que no sería necesario,” Ai frunció el ceño. “Y parecías ser alguien más razonable que los demás. ¿Necesitamos presentarnos?”
“Tsk, no te comprendo,” ello borró su sonrisa. “No, ni que lo hubiera pedido. Y sí, tuve mi tiempo en Rizembool, pero eso está en el pasado,” desvió su mirada y mantuvo un incómodo silencio, para romperlo y mirarle de reojo con cierto juicio. “Tú pareces tener mucho más que ver con Rizembool que yo en aquel entonces.”
“Eso es cierto. Pese a ello, mi conexión con Rizembool no tiene nada que ver con la guerra,” reportó tranquilamente.
“…” no lo compraba del todo. Había algo extraño en ese chico. “Entonces, ¿qué haces aquí?”
“Estoy aprendiendo, como lo dije previamente,” Ai se repitió con una pizca de impaciencia.

Entonces, un orphan llegó desde el mismo camino de Ranmaru. Este monstruo llegó olfateando el aire y terminó por apuntar al músico, para empezar a acercarse lentamente hacia los dos.

“Tch…” Ranmaru apretó los dientes y dio un paso adelante, con el tubo de metal listo para responder ante cualquier ataque. La bestia incentivó su agresividad.
“Espera, ¿qué estás haciendo?” le cuestionó Ai, levemente alarmado. “Te ves físicamente entrenado, pero no posees la misma fuerza que aquel orphan.”
“Cállate,” dijo con sus ojos fijos en los de la bestia. A pesar del peligro no iría a acobardarse. “¿Acaso tienes una mejor idea?”
“…” Ai tensó los labios y terminó por caminar y pasar al costado del otro. “Lo tengo. Aléjate.”
“¿Qué estás haciendo?” esta vez, el peligris se sorprendió por la acción del otro.

El orphan corrió hacia los dos para realizar un ataque, pero a corta distancia Ai alzó un dispositivo y presionó un botón. Este emitió un fuerte sonido desagradable y agudo que enloqueció a la bestia.

“¡Tsk!” Ranmaru también tuvo que soltar el tubo para proteger su audición con ambas manos. Nunca antes había oído algo tan desesperante, y podía ver cómo el orphan se retorcía, para entonces irse corriendo despavorido e sacudiéndose. Ni bien ocurrió, Ai desactivó dicha alarma.
“No estuve consciente que los humanos también experimentarían dolor y agresión de este repelente de orphans,” observó Ai, regresando el dispositivo a su bolsillo del pantalón. “Lo lamento, Ranmaru. De haberlo sabido te habría advertido como mínimo.”
“…si no hubiera funcionado te habría dado una paliza, niño. ¿Qué haces con algo como eso?” preguntó el otro. Entrecerró sus ojos. “Sin duda eres parte de esos científicos de Rizembool.”
“Fueron ellos quienes me proveyeron de esta seguridad, ni bien oyeron sobre mis intenciones de estudiar este atentado,” reportó Ai, perfectamente inmutado y con completa naturalidad. “Sólo fue una precaución. Aquel orphan quiso atacarte a ti, no a mí. Llegó por rastrearte por tu olor. Yo no poseo ni olor, ni presencia.”
“Ahh…” se dio un facepalm. Nunca en la vida había conocido a alguien tan directo e incomprensible a la vez. Ya ni sabía cómo preguntarle para que se explicara con él. “Me agobias. No haces sentido alguno.”
“No pretendo agobiarte, pero entiendo que es inevitable,” Ai miró hacia una dirección. “La salida principal está por aquí. No estás seguro, así que te escoltaré. Puedo darte unas explicaciones en el camino.”




Leo no esperó que les fueran a dejar pasar y estuvo en lo correcto. Él intentó insistirles, y al serle negado el pase, pretendió preguntar por si tenían información de las personas adentro, lo cual fue igualmente en vano. Había pretendido reclamarles y regañarles por su incompetencia, pero Monoyoshi fue pronto en jalarle al probar la paciencia de los de seguridad.

“Tch…” Leo se zafó del otro ya a distancia de la barricada y comprimió sus puños.
“Leo-san…” dijo el pelirrosa, preocupado.
“No hay forma que vaya a quedarme de brazos cruzados,” apretó sus puños un poco para pasar la molestia y miró decidido hacia el lugar vigilado y cerrado. “Tengo que encontrar alguna forma de entrar. Es evidente que estos no hacen nada por velar por quienes están adentro,” entrecerró sus ojos. “Debo encontrar a Elise sin importar qué tenga que hacer…”
“…” Monoyoshi miró también a la multitud inquieta que esperaba por respuestas, quienes estaban aglomeradas en esa entrada principal cerrada. Percibió la desesperación e impotencia de todos, la misma que su compañero de clase se encontraba irradiando. Su rostro se contagió de una efímera tristeza, y pasó a mirar al objetivo con decisión. “Entiendo.”

Leo miraba fijamente a esos guardias mientras pensaba en las posibilidades que tenía su disposición, cuando fue detenido por el otro.

“Leo-san, dudo que podamos hacer algo aquí,” dijo Monoyoshi. “Sígueme, por favor.”
“¿Tienes algo en mente?” le cuestionó alzando una ceja. Este no se explicó y empezó a caminar por la vereda con la intención de rodear el perímetro del evento. El rubio le miró impaciente, aunque ante la falta de opciones se resignó a seguirle.

Pasaron entre otros grupos de personas y algunos reporteros que cubrían los acontecimientos, y entonces la vereda más cercana al recinto se tornó solitaria. Unas paredes cubrían todo el recinto y había una impecable vigilancia incluso en esa área donde no había personas, por lo cual darse la vuelta tampoco parecía ser fructífero.

“Vas a tener que venirte con algo mejor que buscar un hueco por donde escabullirte,” le recriminó Leo, frustrado. “Obviamente no van a descuidar ningún lado,” siguió un silencio. “Oye, Monoyoshi, ¿me escuchas?”
“Oh, perdón…” dijo el otro ausentemente y pasó a mirarle con ojos curiosos como quien regresaba a la realidad.
“¿Te estás tomando esto en serio? ¿Qué tienes en mente?”
“Lamento mucho andarte inquietando incluso más, Leo-san, sólo sigo mi presentimiento,” confesó sonriendo con humildad. A diferencia de sus usuales sonrisas torpes, esta denotaba ensimismamiento y una extraña sabiduría. Monoyoshi regresó su mirada hacia el frente con leve nostalgia. “No será el mejor momento para decirlo, pero siempre he sido conocido como alguien con bastante suerte.”
“¿Qué cosas dices?” entrecerró los ojos. Definitivamente no era el momento.
“Ello también me da muchas corazonadas. Siento que si seguimos caminando, encontraremos una vía de acceso,” dicho esto, se detuvo y miró al otro con grandes esperanzas. “Sí, no tenemos que preocuparnos, Leo-san. Tampoco tenemos que hacer un esfuerzo para ingresar. Sólo debemos encontrarnos presentes en el momento preciso.”
“¿De qué hablas?”
“No lo sé, no sabría explicarlo,” dicho esto, Monoyoshi miró nuevamente a la alta pared provisional que resguardaba el evento. El otro le observó con incredulidad, cuando de repente algo del interior terminó por impactar con una enorme fuerza a la pared, lo cual causó que se quebrara justo en frente de ellos.
“¡Cuidado!” Leo reaccionó rápido y jaló al otro para apenas esquivar el derrumbe. Se cayeron al piso y desde el mismo observaron a un orphan enloquecido y desorientado que sacudía su cabeza viciosamente y no dejaba de moverse.

Era un orphan, tal y como había oído sobre ellos. Había sido narrado historias de los mismos, pero finalmente ver uno le resultó incomprensible. Luego de la impresión, Leo regresó al presente al oír a los guardias cercanos.

“¡Maldición, conténganlo!” exclamó un guardia a cargo de esa área. “¡Se ve alterado por algún motivo, tengan cuidado!”
“¡E-enseguida!” exclamó otro quien alistó su arma. Así, un par de guardias empezaron a disparar a ese orphan que no caería fácil mientras el supervisor llamaba por refuerzos.

Monoyoshi les observó y notó que Leo no perdió la oportunidad para ingresar por la pared agrietada. De inmediato lo siguió.



Cho

83.3.


Llevaba bastante tiempo avanzando, pero luego de muchas escondidas y un miedo perpetuo Nio finalmente se abrió camino al área de la feria. Dicho lugar, a diferencia de los múltiples puestos de tiendas o juegos estaba igual. Personas inconscientes, destrozos causados por orphans… parecía no tener escape alguno.

Esperó poder encontrar a su hermana, aunque la falta de gente de Hanasaki en todo su trayecto le quitaba las esperanzas. Ni sabía qué hacer. La misión de encontrarla era lo único que le mantenía de pie a esas alturas.

Entonces, se alarmó al oír destrucción camino a ella. Nio no lo pensó dos veces y se escabulló en el puesto más cercano, para ver una lluvia de escombros grandes impactar al camino y levantar nubes de polvo.

La pequeña tosió y de inmediato revisó a ver si aquellos inconscientes no habían sido impactados. Así había sido, felizmente, pero quedaba pendiente ver de qué se trataba el peligro.

Poco después, observó a Youmu saltar ágilmente para evadir otros proyectiles de su ominoso Rebel mientras retrocedía y buscaba una apertura para regresarle el ataque. Nio se sorprendió y alivió de verla, pero su leve alegría duró poco cuando uno de los escombros cayó encima del techo de la estructura que le protegía.

“Ihhh…” se cubrió la cabeza con ambos brazos. La estructura no colapsó, pero llovió una cantidad considerable de polvo.

Youmu vio al Rebel verse desabastecido de proyectiles improvisados y demasiado duros para partir con sus poderes y alzó sus espadas a la altura de su rostro. De un pie se impulsó velozmente y cambió inercia a velocidad sobrehumana. La HiME peliblanca poseía una habilidad grande como una luchadora de Hanasaki, la cual era acompañada por su propia experiencia en el combate. Sería una contendora formidable para un Rebel promedio, quien seguramente sería derrotado en el primer encuentro.

Sin embargo, Rizembool sabía lo que hacía y con frecuencia mucho mejor que Hanasaki. Izuru no se inmutó y siguió acercándose. Vio a su oponente avanzar en zigzag hacia él y arremetió con un par de ataques. Izuru las esquivó sin esfuerzo alguno, lo cual le dejó a una distancia muy peligrosa de su HiME en fracción de segundo, pero la HiME esta vez estuvo lista para impulsarse para atrás y evadir el golpe de contraataque de su Rebel.

No era la primera vez que su Rebel trataba sus ataques como insignificantes, y pese a todavía no tener la suerte de hacerle algún daño mesurable, al menos Youmu misma aprendía a esquivar los contundentes golpes de su oponente y mantenerse a sí misma a salvo. Era un progreso, estaba segura de ello.

Dicho intento de ataque falló y la HiME regresó a correr grandes distancias en lo que esperaba otra apertura, con Izuru siguiéndole a una velocidad igualmente incomprensible. La pelea de ambos se extendía en cientos de metros, con ellos surcando en el camino o en el techo de los establecimientos, saltando, agachándose, atacando por el aire, agrietando el concreto. Ambos eran incontenibles y letales al punto en el cual ni otros luchadores podrían pretender meterse para darles una mano. Sería peligroso y no contaban con el sumamente corto tiempo de reacción que ellos dos daban por sentado.

Ocurrió otro choque de los luchadores. Esta vez, Youmu inició un ataque con su espada pero Izuru le tomó del brazo. La HiME apretó los dientes y pudo invocar su elemento para irradiar su energía vital y forzar a su oponente a retroceder. Ello le sirvió para zafarse y recobrar su compostura. Izuru se detuvo a una distancia prudente.

“Te vuelves fuerte…” observó fría y ausentemente.
“…” Youmu se puso en posición de ataque.
“Pero te hace falta más…” dicho esto, Izuru cambió a la ofensiva y volvió a perseguir a la HiME con una serie de ataques.

Ella notó que se había tornado más insistente y vicioso. Youmu tuvo que regresar a mantenerse en defensa y huir en lo que estudiaba sus movimientos. Así poco a poco iba dando saltos mientras Izuru terminaba por destruir cada superficie donde había tenido apoyo. Su exorbitante fuerza y temblor y polvo resultantes le desestabilizaban, pero mientras se mantuviera con todos sus sentidos en la batalla podría remediarlo.

Sin embargo, algo clave le terminó por distraer. Ni bien Youmu se detuvo en el piso y miró de reojo a sus alrededores, reconoció a Nio oculta en un edificio aledaño. Las dos intercambiaron miradas de gran sorpresa y terror, y aquel tiempo adicional le costó caro a la HiME. Izuru le dio el alcance y pese al tardío intento de Youmu de huir, el impacto del puño del Rebel contra el piso generó una leve onda expansiva y levantó escombros que impactaron contra la HiME y la impulsaron a varios metros hacia atrás, donde cayó derrotada.

“¡N-no!” ello bastó para que Nio saliera de su escondite y corriera donde el rebel.
“¡Nio, no lo hagas!” exclamó Youmu, quien trataba de levantarse en vano.
“…” Izuru miró inmutado a la pequeña pararse a pocos metros de él estirando sus brazos, en un pobre intento de resguardar a la HiME. Se veía temerosa, pero decidida.
“Por favor, no hagas esto. No la lastimes. Es mi culpa que se distrajo.”
“…” Youmu tenía la sangre fría. A pesar de su impotencia, esa niña tenía un valor admirable e imprudente a la vez.
“Nos volvemos a ver…” dijo el Rebel.
“¿Eh?” ello dejó a Nio en blanco. Recordó aquel instante, el cual pese al peligro de verse frente a frente con un Rebel de apariencia aterradora, no pensó que desencadenaría a nada significante. Sin embargo… “Tú… esa vez que nos vimos, ¿sabías que yo podía ser HiME?” se sentía martillada por los ojos rojos luminosos de esa figura negra. “D-dijiste… todavía…”
“…” Izuru cerró sus ojos momentáneamente y asintió. “Puedo medir el potencial de las HiMEs.”
“Tch demonios…” maldijo Youmu.
“Y-yo… entonces yo…” siguió Nio.
“Todavía…” se repitió el Rebel. Él pasó a apuntarle muy lentamente. “Eres muy joven. Posees un potencial tremendo… pero todavía no debes despertarlo. No estás lista para contenerlo.”
“¿Qué significa eso?” preguntó la pequeña, temblando ligeramente y afligida ante su respuesta.
“…” Izuru bajó su brazo. “Aburrido…”
“Abu…rrido…”
“Tu pregunta no se debe a incomprensión. Entiendes lo que quiero decir. Pese a ello, tu debilidad humana busca consuelo y entendimiento personal. Te falta demasiado. Es aburrido evidenciar esta predecible debilidad. Eres un recipiente inadecuado para lo que llevas en tu interior.”
“…” Nio se quedó en blanco.
“Tsk…” por su parte, Youmu finalmente se había puesto de pie, pero su gran distancia de la pequeña y del Rebel le impedía actuar. Si intentaba romper esa efímera paz, Izuru tenía el suficiente tiempo para lastimar o incluso llevarse a Nio. Sólo se mantenía atenta. A su vez, quería consolar el temor de la pequeña, pero no sabía ni qué decirle. No era buena para eso.
“Yo…” Nio miraba al piso, afligida. “Yo me quedé despierta porque tengo el potencial de ser HiME, ¿no es así? Rizembool quería ponerme en peligro, o verme en acción… yo fui blanco de ellos por ese motivo, ¿verdad?”
“Lo es,” respondió Izuru.
“¿Eso quiere decir que Rizembool me tiene apuntada incluso si rechacé la oferta?”
“…” asintió. “Si no quieres ser HiME, vete del país. Sin embargo, soy incapaz de garantizar esa seguridad. Es probable que ya no seas un blanco, pero no puedo asegurar nada. Rizembool está expandiendo sus límites. Este ataque es evidencia de ello.”
“…”
“Deja de asustarla,” Youmu finalmente encaró a su Rebel con ambas espadas firmemente agarradas en sus manos. “Ella es sólo una niña. No tiene nada que ver en nuestra pelea.”
“Es verdad…” Izuru miró a su HiME. “No seremos nosotros quienes estaremos de su lado o en su contra.”
“¡Ella no tiene por qué pelear!”
“Tampoco somos los que decidiremos por ella…”
“¡Cállate!” apretó sus armas.
“Es suficiente…” Izuru miró a un costado. “Esto está por terminar. Tengo una última función. Nos veremos la próxima vez.”
“¿Qué dices?” Youmu se extrañó.
“Debo ayudar a contener la anonimidad de Rizembool,” dicho esto, Izuru saltó y huyó a gran velocidad. Fue perdido de vista inmediatamente.

Youmu se olvidó de su enemigo y desapareció sus armas para alcanzar a Nio. La agarró de los brazos y le miró de cerca.

“No puedo creer que has venido hasta aquí por tu cuenta, me alegro que estés bien,” le dijo aliviada luego de que su Rebel se esfumara. “Nio, ¿todo bien? Por favor, no le escuches. Ya no te aflijas más.”
“Youmu… perdón, te distraje,” dijo la pequeña, cuyos ojos se llenaron de lágrimas.
“Eh, no, no, por favor no te disculpes,” la peliblanca se inquietó e incomodó al no saber cómo lidiar con ella. Sonrió incómoda. “Es normal que nos preocupemos entre todos. Sólo me alegro de verte. Si tan solo tu hermana se hubiera quedado por aquí…”
“Mi nee-chan, ¿dónde está mi nee-chan?” Nio se alertó.
“Se fue con Cho y las demás para buscarte. Deben haberse cruzado,” Youmu dio un suspiro. “Pero no te preocupes. Yo te acompañaré. Te prometo que las ubicaremos pronto.”
“S-sí…” asintió. “Realmente quisiera poder ayudarte ahora.”
“Entiendo tus deseos, pero créeme que ya me ayudas mucho. Eres muy fuerte por dentro,” le aseguró para animarla. “Te has mantenido a salvo y activa en medio de esto. Eso es bastante apoyo desde ya.”
“Sí…” se confundió un poco, y terminó por sonreír mínimamente. Entendía que andaba tratando de alegrarle, pero esa peliblanca siempre había sido severa, así que sabía que le decía la verdad. “Muchas gracias, Youmu.”
“No hay de qué. Vamos.”

Así, las dos se acompañaron mientras corrieron en busca de los demás.




Lo prometido es deuda, y Kokichi mantuvo su palabra de informar a Roxas sobre la presente ‘actividad extracurricular’ de Rizembool en aquel sitio. El Key se mantuvo desconcertado ante las varias descripciones, con algunos cuestionamientos sobre si el otro no andaba mintiéndole, pero terminó por confiar en su palabra.

“Por eso te digo, detente un momento, Roxas-chan,” insistió el Rebel, quien andaba un poco cansado de seguir al otro. “Rizembool no puede darse el lujo de lastimar severamente a nadie ahora. Ni tu hermana anda en tanto riesgo.”
“Aun así, no puedo fiarme de su Rebel, es un demente,” recalcó el Key, quien miraba de un lado a otro en el camino.
“Piensa un poco en que tengo que andar cargando este mazo a donde vaya. ¿Qué clase de amigo eres? Al menos ayúdame a cargarlo.”
“No me harás golpearlo de nuevo contra el piso, Kokichi, una vez fue suficiente,” recalcó todavía consternado por ello.
“Nishishi, pero valió la pena el intento~” el pelivioleta sonrió satisfecho aunque volvió a cansarse por notar al otro apurarse. “¡Pero párala un poco! ¡Ya descartamos la dirección de donde viniste y la mía! ¡Sólo puede estar en este tercio que andamos buscando!”
“Sigue siendo un montón, Kokichi, ahh…” Roxas se agarró los cabellos. “Me estoy tardando demasiado. Una pelea HiME no debería ser tan difícil de ubicar.”
“No te recordaba como preocupado, relax~”
“¡Es muy fácil decirlo!”
“En parte está bien que todavía no los encontremos. Todavía no termino de hablar contigo,” Kokichi se detuvo y dejó su mazo a un costado. “Hay algo importante que tenemos que definir antes de dar con tu hermana y el chiflado. Oh, y quítate el brazalete del evento. Rizembool anda estudiando a la gente con ese aparato así que deshazte de él si no quieres que ellos vendan tu información a Google o algo.”
“Ehh…” nuevamente se extrañó aunque se lo quitó de inmediato. Cierto, no lo había pensado. “¿Qué es tan importante, Kokichi?”
“Todo el lío de tu hermana y mi HiME siendo amigas y tomando una clase juntas y Komaeda-chan y yo haciéndoles la vida imposible,” resumió simpáticamente. “Hay que dejar algunas cosas en claro sobre eso.”
“Tsk, verdad…” Roxas se dio un facepalm. “Dime, ¿le vas a dar malas pasadas a Cho?”
“Nishishi~ tú dime, ¿qué clase de alumno era en la primaria? ¿Necesito responderlo?” preguntó con una sonrisa maliciosa.
“¿Qué tienes en mente?” le preguntó mirándole juiciosamente.
“Hm, no sólo los Rebels somos los pesados, por cierto,” se defendió el otro cruzándose de brazos.
“Pero seguro eres el más pesado de los cuatro, por eso lo digo.”
“¡Pero Roxas-chan!” ante ello, Kokichi retrocedió un paso y sus ojos se inundaron de lágrimas. “¿Por qué tienes que pensar lo peor sobre mí? Yo que intento sincerar las cosas y recibo este trato… ¡la gente siempre es tan insensible conmigo! ¡WAAAHHH!”
“…” Roxas sintió un tic en el párpado y se dio media vuelta para marcharse. “Olvídalo…”
“¡Okay, ya, entiendo!” Kokichi se interpuso en su camino dejando su pequeño teatro de lado. “Sí es algo importante así que iré al grano.”
“Más te vale,” entrecerró los ojos.
“En lo que hemos andado buscando, he estado pensando en algún trato al cual podemos llegar. Mi afiliación con Komaeda-chan no va a terminar y vamos a encontrarnos con nuestras HiMEs en varias ocasiones. Puedes querer negarlo con tu lógica de Key o decirme que sí se puede evitar, pero no, ya es un hecho,” se encogió de hombros. “¿Qué le vamos a hacer?”
“…” ¿lógica de Key? Más bien su ‘lógica de Rebel’ era la incorrecta, pero sabía que sólo perdería su tiempo.
“Siendo sinceros, saber que tú eres Key de la HiME de Komaeda-chan me complica un poco las cosas…” Kokichi llevó una mano a su mentón. “Siempre apuntaste a ser un kendoka y ahora que nos encontramos paraste mi ataque casi sin pensarlo. Nishishi~” sonrió traviesamente. “No puedo decir que serás más fuerte que yo, también ando con apoyo de Rizembool y sé que soy más listo que tú, pero ponernos a pelear entre los dos es algo adicional que ni tenemos que hacer. ¿Tú tampoco quisieras lidiar conmigo, verdad?”
“Tengo suficiente con ese Komaeda, en eso haces sentido…” Roxas desvió su mirada.
“¡Precisamente! Yo de paso ya tengo demasiado servido con Oikawa-chan~ Un Key me sobra y basta y encima tengo a una HiME. ¡Ahí es donde viene el trato!” declaró apuntándole. “En nuestras batallas con las HiMEs quizás tenga que cruzar armas con tu hermana, pero prometo que yo no me meteré a pelear contra ti mientras tú tampoco me antagonices,” ante su propuesta, sonrió satisfecho y convencido. “Es una lógica infalible, Roxas-chan. Realmente nunca antes he sido tan generoso con nadie. ¿Y bien? ¿Qué te parece? Te conviene, ¿no es así?”
“Eh, pues…” Roxas frunció el ceño, confundido. “Mejor sería si me dijeras que no te meterás con Cho. Si te veo peleando contra ella y haciéndole daño, ¿realmente esperas que me vaya a quedar de brazos cruzados?”
“¿Y tú crees que me conviene tener a tu hermana atacándome por tratar de atacar a mi propia HiME? De por sí creo que tu HiME no participaría en ningún pacto de este tipo. Se le nota que es toda cuadrada,” Kokichi se encogió de hombros. “Y pues si le hago daño a tu hermana, sácala de la línea de fuego, ¿no? ¿Acaso protegerla y pelear contra mí es lo mismo? No ando pidiéndote nada irracional, ¡por eso es una excelente idea!”
“Ehh…” Roxas casi sentía que algún detalle implícito se le escapaba, por más transparentes que sus palabras parecieran ser.
“En serio, es conveniente, rompe tu burbuja mental de que todos los Rebels son el enemigo. Está impreso en tu rostro escéptico,” dio un cansado suspiro. “Komaeda-chan ya ha probado carecer de algunos pernos en su cabeza. No quisieras perder el tiempo conmigo con él presente.”
“Tienes razón…” lo seguía pensando. Kokichi bien había dicho que era más inteligente que él, razón por la cual no le creía del todo, pero tampoco encontraba motivos para negarse. Sí parecía ser una buena idea.
“¿Y bien? ¿Qué dices?” le preguntó con ganas y acercándose para mirarle de cerca con un amplia sonrisa.
“Ahh, espero no arrepentirme de esto…” ya podía visualizar a Kashuu haciendo drama por confraternizar con el enemigo, o algo por el estilo. “Está bien, acepto.”
“¡Bien dicho!” Kokichi asintió satisfecho y levantó su arma. “Ahora sigamos antes que tu HiME se nos muera~”
“¡Tú dijiste que nadie estaba en grave peligro!” exclamó Roxas, alarmado y regresando a correr.
“¿No puedes aguantar una simple mentira? ¡Era broma!” contestó de buenos ánimos.
“Con tus ocurrencias, ¿cómo se supone que puedo confiar en ti?”
“¿Qué cosas dices?” sonrió ampliamente. “Somos amigos, ¿cierto? Por eso nos fastidiamos.”
“Yo no te fastidio, Kokichi.”
“Sí me fastidias si no me sigues el juego, aburrido,” se quejó haciendo un puchero.

Ellos continuaron avanzando en plena conversación, en busca de la HiME.




Le tomó tiempo orientarse y ubicar el punto de encuentro donde sus hermanitos le iban a esperar, pero después de sortear el irreconocible lugar del festival acababa de llegar. Sin embargo, por más visibilidad y apertura que ese punto tuviera, no divisaba a ninguno de los dos ni a sus amigos por ningún lado.

Su única esperanza y certitud acababa de esfumarse. En plena búsqueda había reparado muy tarde en que por su apuro y desesperación dejó a Ritsu y los demás de lado, pero por la distancia que había recorrido y sus dudas sobre el bienestar de sus hermanos se convenció a sí mismo que regresaría de inmediato, ni bien fuera a recogerles. Dicha rapidez fue inexistente en su cabeza. Los segundos se alargaron, comenzó a perder la paciencia, y luego de darse cuenta que su irresponsabilidad de descuidar a sus amigos no había resultado ni en la seguridad de Hirano y Maeda recayó en cuenta que había fallado en todos los aspectos.

“…”

Durante su autodestructivo ensimismamiento, se oyó el acercamiento de otro ser vivo. Sin embargo, Namazuo no se molestó en levantar su cabeza. Era claramente otro de los monstruos. Aquel andar no era humano.

El orphan se le acercaba lentamente, mirándole con atención, como si estuviera analizándole. A pesar de su avance, este no parecía tener intenciones de atacarle. Olfateó un poco en el aire y pretendió marcharse en otra dirección, pero no tendría la oportunidad.

“Ustedes…” el pelinegro comprimió sus puños a todo poder y levantó su mirada llena de odio. No le dejaría escapar. “¡¿Qué han hecho con mis hermanos?!”




Maeda llevaba tiempo mirando lo que podía desde la azotea del edificio donde se resguardaba con Megumi. Era difícil tener una buena vista al no tratarse de un edificio muy alto y por los tejados de los múltiples edificios menores y kioscos instalados para el evento, pero no fallaba en oír los inquietantes gritos de personas o rugidos y destrozos de parte de los orphans. También habían podido ser testigos de la impresionante batalla entre Youmu e Izuru, a quienes vieron desde gran distancia cuando surcaban por los tejados.

Después de terminada dicha batalla, el lugar en cuarentena había sido sumergido en un incómodo y mortal silencio para el pelimarrón, quien yacía cabizbajo y acongojado en su sitio. Él agarraba su pecho con ambos puños y mantenía una tranquilidad triste y resignada. Entonces, sintió a su amigo agarrarle de un hombro.

“Es suficiente, desiste, Maeda-san,” observó tranquilamente.
“Yo…”
“Tú quisieras estar ahí por todas esas personas. Lo entiendo bien. Entiende que en el presente no hay nada que puedes hacer,” dijo y le soltó, para acercarse un poco más al filo de la azotea que era delimitada por rejas. “Pero ello no debe ser tomado como una falla de tu parte. Mientras seas un estudiante de Rizembool, tendrás que aceptar que estas cosas ocurren y aprender a lidiar con ello a tu manera…”
“…” miró al piso sumergido en silencio brevemente. “Tu hermano mayor fue un Rebel hace cinco años, Megumi-san. ¿Estas palabras las aprendiste desde aquella vez?”
“Podrías decirlo.”
“…” asintió cabizbajo. “Suena muy triste. Yo… me pregunto qué habrás tenido que aprender en aquel entonces. Qué clase de cosas habrás visto… qué habrás tenido que sobrellevar…”
“…” le miró de reojo, inmutado.
“¿Cómo se supone que debemos lidiar con esta impotencia? No lo comprendo.”
“Hay cosas sobre las cuales debemos rendirnos. Ni tú ni yo tenemos control sobre lo que ocurre ahora. Por ello mismo, no somos responsables y no debemos pretender serlo.”
“…”
“Ello no quiere decir que pasemos a ignorarlo,” se detuvo brevemente y miró hacia abajo, a los edificios frente a él. “Por más que te diga que aprendas a aceptar tu impotencia, todos nosotros necesitamos del sentimiento de seguir adelante. En las peores circunstancias de la vida, los humanos requerimos de una voz fuerte y decidida que nos mantenga enfocados y nos haga recordar nuestra ubicación e identidad. Lo mejor es que esa voz provenga de tu interior.”
“Eh…” alzó su mirada, intrigado, y luego la desvió con inquietud. “Es verdad. Tus palabras tienen un sentido perfecto. Sin embargo, siento que me hace falta mucho para ser tan fuerte.”
“Está bien,” dijo con simpleza.
“¿Está bien?”
“Estás admitiendo tu debilidad, Maeda-san, también la reconoces. Espero que aprendas también a aceptarte como eres. Ese siempre será el primer paso,” asintió. “Aquí nadie más que tú te recriminaría por ser débil en momentos así, así que tú tampoco lo hagas.”
“Ehh…”
“Lo digo porque te conozco, y sé que algún día serás alguien con esa fortaleza. Está en tu espíritu.”
“Megumi-san…” en medio del ambiente tan frío y escalofriante, oír aquellas palabras le conmovieron al punto de llenar sus ojos de lágrimas. Con torpeza, Maeda comenzó a secarse los ojos con sus manos. “P-perdón, yo…”
“…” Megumi le miró brevemente y regresó su mirada al panorama.

Hubo otro momento de silencio. La situación no había cambiado, aunque Maeda pudo respirar con un menor cargo de consciencia. El pequeño Toushirou casi regresó a la vida.

“Hay una brisa leve, no la había notado…”
“¿Hm?”
“Megumi-san,” Maeda hizo una reverencia. “Te agradezco mucho por tus palabras. Te agradezco también por salvarme y protegerme.”
“Dudo mucho haber hecho nada excepcional, no lo menciones,” negó y dio un suspiro. Ya veía que había terminado conmoviéndole, aunque aquel chico siempre había sido así de emotivo. “A decir verdad, has tenido que estar consciente y presenciar todo esto porque te quité tu brazalete. Seguramente habrías estado mejor sin mi intervención.”
“No, está bien…” Maeda negó tranquilamente. “Tienes razón. Tengo que aprender a lidiar con todo,” asintió y sacudió un poco su cabeza. Luego, comprimió sus puños frente a sí mismo. “No es el momento de deprimirme. Yo deseo velar por la paz y la estabilidad en mi familia. Esto puede ser un evento extraordinario, pero debo mantenerme fuerte y hacerle frente dentro de mí mismo. Soy inexperimentado aún, siempre me he considerado el más protegido en mi familia, pero aún así, será poco a poco.”
“…” Megumi le miró con leve incomprensión. “Aquel es un cambio radical. Puede que no seas tan frágil como lo pareces.”
“Significa mucho que tú me lo digas.”
“Entiendo cómo te sientes, yo también soy el más joven en mi hogar. Hacemos lo que podemos.”
“Es verdad…” sonrió un poco. Era curioso notar que tenían algo en común, en particular un dato como aquel, considerando que veía al pelinegro como una persona muy sabia. “Megumi-san, si puedo preguntar, ¿cómo te mantienes tan tranquilo? ¿Cuál es tu método?”
“No lo sé…” alzó su mirada, pensativo. “Creo que ya no estoy pensando tanto como antes.”
“¿C-cómo así?” se vio perplejo.
“Es simple. Si tienes algún pensamiento que te causa inquietud por dentro, tienes que apagarlo. Supongo eso sería todo.”
“Nunca lo habría pensado…” lo meditó cabizbajo e intrigado al respecto. “Es cierto. No siempre estamos al pendiente de qué estamos pensando. Deberíamos prestarle más atención…”
“…” regresó su mirada hacia el escenario.
“Te agradezco por el consejo, aunque mi pregunta iba por otro lado,” Maeda se detuvo y se retrajo un poco. “No es que quiera cuestionarte o rendir menos importancia a lo que has dicho. Es que… tú dijiste que debemos tener una voz interior fuerte. ¿Cuál es la tuya?”
“…” un breve silencio. “No lo sé.”
“¿Eh?” ladeó su cabeza.
“Yo tampoco creo ser tan fuerte, Maeda-san. Aunque, habré dicho voz, pero no tiene que ser tan literalmente ello,” afirmó. Megumi miró hacia el frente y agarró la reja con una de sus manos. “Yo poseo una meta, una decisión que me mantiene firme. No quiero contagiarte de mi parecer, puedo estar equivocado en muchas formas…” afiló sus ojos. “Pero siendo sinceros, estoy en búsqueda de mi espacio en medio de esta guerra. Es así como pretendo lidiar con mi propia impotencia.”
“¿Tu… espacio?”
“…” cerró sus ojos. Tuvo unos recuerdos del pasado, unos fríos, unos que le hicieron entender en aquel momento que estaba fuera de las vidas de sus hermanos… “Nosotros pretenderemos ser invencibles e inmortales hasta que seamos presentados con nuestra propia mortalidad en aquel día inevitable. Hasta entonces, idearemos soluciones mágicas a nuestros problemas, fantasías sobre el mejor de los escenarios a los que podemos llegar. Pensaremos que somos omnipotentes y nos creeremos cuentos sobre ser personas únicas y especiales. No creo que todo ello sea algo malo. Necesitamos de las ilusiones para seguir adelante.”
“…” Maeda le miró atentamente con cierta preocupación. La voz usualmente apagada de su amigo se había tornado lúgubre. Sentía un gran peso provenir de ella.
“Han sido unos años desde que conocí a una persona que me dio a entender sobre la importancia de encontrar tu rol a seguir en tu propia vida, aquel enfoque que tanto necesitamos,” abrió los ojos y se detuvo un momento antes de continuar. “No puedo decirte mucho sobre él, pero es alguien quien te haría creer en imposibles, alguien que se sale de todo lo que consideraríamos normal…” dio un suspiro. “Alguien quien también me hizo comprender que la selección puede ser hecha de manera errónea, puede ir en contra de tus propios deseos y del sentido común,” se puso a pensar. “Es frustrante pensar en un fallo de persona como inspiración, a decir verdad…”
“Ehh…” el pelimarrón se confundió más. El tono de su amigo alternaba entre la seriedad y una bizarra ironía, lo cual no era del todo sorprendente por venir de él.
“Sin embargo, es por él que me decidí a buscar mi propio rol y mi propio lugar, y será uno que yo mismo acepte,” concluyó inmutado. “Soy una persona insignificante en medio de todo lo que me rodea y también tengo mucho por aprender. Pese a ello, regresé a desear y tener ilusiones como los demás. Soy un ser imperfecto, podré no hacer ninguna diferencia. Podría incluso estar completamente equivocado. Aun así…” asintió para sí mismo. “He identificado lo que quiero y lo que espero de mí. He conceptualizado mi propio lugar. Avanzaré hacia él sin importar lo que tenga que hacer, por más imposible que parezca.”
“Megumi-san…”
“…” soltó la reja y retrocedió un par de pasos. “Yo también soy un niño, Maeda-san. Deseo imposibles. Estoy cometido a ideales, a pesar de comenzar a aceptar la realidad como es. De todos modos, esa es mi respuesta. Eso es lo que me mantiene firme.”
“…” asintió. “Lo entiendo. Muchas gracias por responderme.”
“De nada…”
“No sé qué es lo que desearás, pero te ves cometido y ya decidido a un rol en particular en tu vida. Pienso que eso es admirable,” le alentó. “Yo todavía no sé qué haré. Ser el ayudante de mis hermanos es todo para mí en el presente, aunque sé muy bien que debo apuntar a algo más. Es lo que deseo de ellos y lo que ellos desearían de mí. Espero poder decidirme por algo al igual que tú, Megumi-san.”
“…” asintió y se sorprendió un poco de que el otro le tomará de las manos.
“Y ánimos, mi querido amigo. Es por ser quien eres que estoy seguro que tendrás un deseo muy noble por el cual piensas seguir adelante,” le aseguró, sonriente. “Te deseo todo lo mejor.”
“Eh, claro,” se soltó y le miró con leve frustración. “Como digas…”

A no mucha distancia, una persona avanzaba a toda velocidad en plena búsqueda, hasta que divisó al par de niños en la azotea del edificio más alto del área. Ello cambió su ruta, y fue hacia dicha estructura. Terminó por correr verticalmente por las paredes del edificio cuesta arriba a una velocidad inconcebible.

De repente, los dos vieron a un individuo saltar por encima de las rejas de la azotea y aterrizar frente a ellos. Megumi de inmediato resguardó a Maeda y sacó unos alambres de sus mangas, pero al observar el recién llegado supo que había sido una falsa alarma. Aquel enviado de Rizembool, a pesar de ser un gran peligro, no se encontraba ahí para lastimarles.


Maeda se sorprendió de ver a su hermano mayor tan repentinamente y fue corriendo hacia él.

“¡Honebami-niisan!” exclamó y le dio un gran abrazo.
“…” este mostró ligera sorpresa ante dicha acción de su hermanito y terminó por esperar un poco antes de apartarle con cuidado. “Finalmente te encuentro, Maeda. ¿Estás bien?”
“Sí, lo estoy, gracias por venir por mí,” asintió contento y agradecido. “Megumi-san me mantuvo a salvo todo este tiempo.”
“Ya veo…”
“¿Pero qué haces aquí?”
“Namazuo falló en llamarme como habíamos previsto. Supe que algo andaba mal,” reportó.
“Sinceramente siempre has sido el apoyo que todos necesitamos,” Maeda asintió. “Pero Hirano y sus amigos se quedaron atrás. Tenemos que ir a buscarlos, por favor.”
“…” negó. “Hirano está a salvo. Ya le encontré.”
“Ah, es un alivio. ¿A sus amigos también?”
“Le encontré con una compañera,” asintió.
“Ya veo…” Maeda decidió no insistir. Hirano había estado acompañado de sus dos amigas. Sólo podía esperar lo mejor del asunto. No podía pretender que su hermano mayor tendría todas las respuestas al recién llegar.
“Seguramente tienen mucho de qué hablar,” observó Megumi. “Entonces mi trabajo termina aquí. Ve con tu hermano, Maeda-san. Él te mantendrá a salvo.”
“¿No quisieras acompañarnos, Megumi-san?”
“Estoy bien, puedo cuidarme a mí mismo,” dijo tranquilamente. “También asumo que esto no durará mucho más.”
“Tú…” Honebami se dirigió al pelinegro.
“…” este le miró.
“Has protegido a Maeda durante nuestra ausencia,” Honebami llevó una mano a su pecho e hizo una respetuosa reverencia. “No tenemos cómo expresar nuestro agradecimiento…”
“No, no lo menciones, no fue nada,” frunció el ceño y entrecerró los ojos con gran escepticismo. Por saber lo que sabía de aquel hermano mayor, se le hacía extraño observarle actuar con tanta normalidad, aunque tampoco podía decir que lo conocía…
“En verdad has hecho mucho por mí, Megumi-san, te lo agradezco,” dijo Maeda, sonriendo. “No te incomodes ante Honebami-niisan, por favor. Entiendo que muchos le tienen algo de temor, pero es una buena persona.”
“Sí, si tú lo dices…”
“En marcha,” dijo Honebami a su hermano menor. “Sube a mi espalda, te llevaré.”
“Eh, sí, enseguida,” Maeda se confundió por el pedido, pero le hizo caso. Era cierto que su mayor avanzaba más rápidamente. Ya siendo cargado por su hermano, se dirigió una vez más a su amigo. “Bueno, sonará un poco extraño decirlo, pero nos vemos mañana en clases, ¿verdad?”
“Sí, vayan con cuidado,” Megumi asintió y entonces reparó en lo que el peliblanco iba a hacer. “Pueden tomar las escaleras del edificio para salir…”

A pesar de su sugerencia, Honebami dio un salto para evadir la reja y fue prácticamente en caída libre hacia un edificio inferior.

“¡N-N-NII-SAAAN!” gritó el pobre Maeda aferrándose al cuello de su hermano mayor a más no poder y cerrando los ojos con fuerza.

“Eh…” Megumi se quedó frustrado y sin palabras. Si la cruda experiencia de su amigo siendo testigo del ataque no le había causado una impresión duradera, caer de un edificio se encargaría de hacerlo. Dio un pesado suspiro.




Después de la precipitada y aterrorizante caída, Honebami llevó a su hermano en dirección a la posta médica improvisada por la entrada principal. Sin embargo, conforme el peliblanco avanzaba saltando entre techos de edificios, ambos pasaron cerca de un amplio claro del lugar, donde reconocieron a Namazuo pelear con sus manos contra un orphan.

“¡Es Namazuo-niisan!” exclamó el pequeño. Por la distancia este no se había percatado de los dos. Fue evidente que el hermano pelinegro estaba agotado y distraído.
“…” Honebami se detuvo y miró la escena. “No debería tener estos problemas… Namazuo no se siente bien…”
“¡Tenemos que ayudarle!”
“Pero…” Honebami miró al menor.
“Ehh…” Maeda comprendió lo que pasaba por su mente. “Temes descuidarme, ¿no es así?” negó y frunció el ceño. “Estaré bien con ustedes dos aquí. Vamos, ayudemos a nuestro hermano.”

Namazuo fue embestido por el orphan, con lo cual se cayó al piso bruscamente. Él hizo una mueca de dolor. Su cuerpo debía tener varios raspones y moretones, aunque no estaba rendido aún. Se levantó decidido a acabar con ese orphan, el cual corrió donde él para darle otro ataque. Entonces, Honebami avanzó a gran velocidad y con un blandeo de su espada cortó al orphan en dos, terminando con la pelea de inmediato.

“¿Eh…?” el shock de ver a su mellizo derritió toda su niebla mental y se quedó en blanco.
“Namazuo…” Honebami caminó donde él y le extendió una mano. “Tus movimientos fueron torpes. Te dejaste llevar por la situación,” negó. “Ya pasó…”
“Honebami, ¿qué haces aquí…?” le preguntó y finalmente procesó que le extendía una mano. Aceptó y se levantó del piso. “Cierto, iba a llamarte, ¿no es así? Perdón…”
“…” volvió a negar. “No hubo forma que hubieras podido predecir esto. Olvídalo.”
“¡Namazuo-niisan!” exclamó Maeda, quien se acercó ni bien el peligro había acabado.
“¡Maeda!” el pelinegro se sorprendió y corrió para darle el alcance. Le agarró de los brazos. “Dime, ¿estás bien? ¿Qué pasó?”
“Estoy bien, me encontré con un amigo. Él me resguardó,” resumió Maeda. “Pero tú te ves herido. Has tenido que enfrentarte a varios orphans, ¿no es así?”
“Mis heridas son lo de menos, estoy acostumbrado a pelear,” le contestó pensativo y apesadumbrado. “¿Y Hirano? ¿Qué es de él? ¿Dónde está?”
“Encontré a Hirano y a una conocida de él inconscientes,” informó Honebami. “Están bien, ya les puse a salvo.”
“Ya veo…” al oír esas palabras, Namazuo dejó caer su cabeza hacia delante, derrotado, extenuado, y se congeló en su sitio.
“Namazuo-niisan…” Maeda frunció el ceño y terminó por darle un abrazo. “Te hemos preocupado bastante. Lo entiendo. Todo este tiempo has debido sentirte responsable de nosotros, ¿no es así? Está bien, estamos bien,” enterró su cabeza en el pecho del mayor. “Siendo sinceros, soy muy dichoso de ver que estás bien y de finalmente encontrarme contigo. Siempre me das muchos ánimos y tranquilidad, Namazuo-niisan. Ya no tenemos por qué extenuarnos más.”
“…” oír esas palabras le inspiraron paz y un leve sentimiento de culpa. Namazuo acarició al pequeño de los cabellos. “Lo siento, Maeda. Debes haber estado muy asustado.”
“No creo haber estado más asustado que tú, a decir verdad,” Maeda se soltó y le miró atentamente. “Percibo lo mucho que nos quieres y cuánto deseas cuidar de nosotros, pero no sólo recae en ti. Por favor, no te culpes más, déjanos poner de nuestra parte.”
“Maeda…” se impresionó ante su pedido, y desvió su mirada. “Hirano va a estar muy decepcionado de mí…”
“Ehh, Hirano sí expresará su decepción cuando despierte, ¿no es así?” preguntó el pequeño, sonriendo incómodo. “Pero él piensa igual que yo. Es cierto que las cosas pudieron haber sido distintas, pero tampoco te culparía. Por favor, hermano…” Maeda le tomó de las manos. “Creo que no le di importancia en su momento, pero un amigo me dijo que tienes que dejar de pensar cuando tus pensamientos te hieren. Silencia tu mente de todo lo cruel e innecesario. Estamos bien, todo ha salido bien. Nos tienes a nosotros, te tenemos a ti,” asintió decidido. “Muchas gracias, Namazuo-niisan, gracias por buscarnos, siento que hayas tenido que enfrentarte a tantos orphans en el camino, ojalá algún día podamos ayudarte a ser fuertes, pero sí, gracias por tu arduo trabajo…”
“Hermanito…” conmovido, Namazuo le dio un fuerte abrazo, con el cual finalmente pudo encontrar el consuelo que necesitaba. Dicha acción le regresó la vida y energías y se soltó, para sonreírle un poco. “En verdad soy muy afortunado de tener a un hermanito tan bueno e inteligente como tú, Maeda. Gracias por tus palabras y por cuidar de mí.”
“No, todavía tengo mucho por aprender, cada vez me doy más cuenta de lo poco que sé,” Maeda asintió. “Vamos donde Hirano. Ya no tenemos por qué seguir aquí.”
“No, perdón, pero tengo algo pendiente,” Namazuo miró en dirección por donde había llegado. “En mi apuro, dejé a Ritsu, Naoto y Yohane descuidados. Tsk, espero que estén bien…”
“…” Honebami asintió. “Ya no te precipites.”
“Ya no lo haré,” le aseguró Namazuo. Sonrió decidido. “Con el aliento de ustedes siento que finalmente puedo pelear de verdad. ¡Vayan con cuidado!”
“Espera…” el peliblanco le extendió su espada. “Cuídala…”
“¿Eh? ¿En serio?” le vio asentir. “Heh, gracias, así será más fácil.”

Así, Namazuo corrió de regreso mientras era visto por sus dos hermanos. Maeda sonrió aliviado. Parecía haber podido servirle de apoyo a su hermano mayor.

“Sigamos,” dijo Honebami.
“Sí, Honebami-niisan.”




Sin duda su primo y amigos no le habían mentido cuando le advirtieron de aquellos monstruos llamados orphans. Luego de pasar la entrada encubierto como un soldado, Luso aprovechó el primer callejón entre edificios para apartarse de ellos sin llamar la atención. Sin duda hacerles buscar por un juguito en cajita en lo que dejaron sus provisiones descubiertas le había servido a la perfección. Luso fue capaz de agarrar un atuendo de soldado y una mochila y esconderlas debajo del propio camión en lo que esos soldados le dieron el juego, para así alistarse con los objetos prestados ni bien ese escuadrón se agrupó para organizarse. Sólo era una lástima que no hubieran descuidado uno de sus rifles también, aunque aquello era entendible.

Luso estaba decidido de buscar a sus amigos, en especial a Nio quien seguramente no había sido puesta a dormir, tal como Tomaj les había explicado, pero entendía que sería difícil dar con ella. El lugar era enorme. De todos modos, el pequeño pelimarrón estaba cometido a explorar ese nuevo continente y ver qué podía hacer.

Sin embargo, su primer avistamiento de un orphan persiguiendo a un civil le dio una gran impresión. No había forma que pudiera hacerle frente. Pese a ello, vio que uno de los soldados le lanzó un dardo con el cual puso a la bestia a dormir, y procedió a seguir los pasos de la persona que había sido perseguida.

Ello le hizo escabullirse a un rincón donde se puso a inspeccionar los contenidos de la mochila. Efectivamente, encontró un par de pistolas de dardos con algunas cargas, pero requerían ser armadas, por lo cual se puso a analizar las partes…

“¿A quién tenemos por aquí?” preguntó Tomaj en voz alta y mirando al pequeño desde arriba con las manos en las caderas.
“¡AAHHHH!” la repentina sorpresa hizo que Luso soltara un gritito, pero al ver de quién se trataba respiró tranquilo y pasó a molestarse. “¡No es gracioso, Tomaj! ¡Me asustaste!”
“¿Ah sí? Pues a nosotros nos diste al menos un aneurisma cuando te vimos infiltrarte. Menos mal hay unas ambulancias afuera por si el corazón de tu primo no da para más,” le reclamó. “¿Qué haces haciéndote pasar por un soldado de Rizembool, ah? ¿Sinceramente crees que puedes ayudar a tus amigos así? Sólo te vas a meter en problemas,” negó repetidamente. “Si bien siempre me has caído bien por tu astucia y osadía, no puedes andar haciendo cosas que sólo un Rebel inmaduro haría.”
“¿Por qué te quejas sobre eso conmigo?” preguntó Luso, con incomprensión. “¿Acaso tú no eras el que pasaba disparándole a Kytes y enviándole a la enfermería como tres veces por semana?”
“¡Hahahaha!” curiosamente, Tomaj se puso a reír por ello, lo cual desconcertó al menor. “Ahh, eso me regresa años de vida. ¿Y cómo se supone que tú sabes eso, Luso?”
“Uhh, ya veo que estás medio loco…” sintió escalofríos.
“Si sigues con estas travesuras, seguirás mis pasos,” se encogió de hombros. “Todavía no tenemos del todo claro cómo así te enteraste de los Rebels y las HiMEs. Dijiste algo de que lo averiguaste de Sora, pero él niega rotundamente habértelo dicho. Seguramente usaste alguna maña, ya que tampoco recuerdo que nos hayamos puesto a añorar contigo.”
“Creo que tú eres el único que añora,” Luso desvió su mirada. “Y no importa cómo lo averigüé, ¿verdad? Estamos metidos aquí.”
“No es que me importe mucho, pero sigue siendo una curiosidad,” admitió con humildad y de manera despreocupada. “O sea, te infiltraste como soldado, da un poco de miedo imaginarse de qué eres capaz, pero en fin,” dicho esto, Tomaj se sentó en el piso junto con el otro y dirigió su atención a la mochila. “Vaya, vaya, somníferos. Bien podría decirle a mi maestro que ponga en problema a esos soldados por descuidarlo.”
“¿Sabes armar esas cosas?” preguntó Luso, sorprendido de verle maniobrar los instrumentos con toda confianza.
“Pues sí, nunca fui un Rebel físicamente fuerte así que me entrené en armas de fuego. Como bien dijiste, era el que le disparaba a Kytes y le enviaba a la enfermería, ¿ah?” dijo amenamente y dándole un ligero codazo.
“Sí estás demente…” tragó saliva.
“Heh, yo no soy tu enemigo. Más bien vine para asegurarte que nada te pase, ¿de acuerdo? Vayamos juntos a hacer lo que quieras,” se encogió de hombros. “No me importa serte de escolta esta vez, pero vuelve a hacer esto en mi vigilia y te enseñaré una lección,” Tomaj le extendió una de las pistolas armadas y cargadas. “¿Has entendido?”
“Sí,” Luso asintió y la recibió. “En marcha, tenemos que encontrar a Nio.”
“Antes de eso…” Tomaj se levantó y se puso la mochila. “Vamos donde ese orphan inconsciente. Te enseñaré a disparar y a apuntarles.”
“¿Eh? ¿No se morirá si le damos sobredosis?”
“Heh, ¿preocupándote por los orphans?” Tomaj sonrió con ironía. “Hah, eso es nuevo. Ni a las HiMEs les importan.”
“Ehh…” Luso se quedó en blanco por esas palabras y el otro le jaló del brazo para avanzar.


A poca distancia, Ayesha se encontraba en plena labor de escaparse de la oficina cerrada por medio de la ventana. Después de probar de todo, decidió sacar las cortinas de las ventanas, y por medio de deshilachar una para conseguir hilos, además de cintas adhesivas y engrampadoras, las había amarrado y asegurado con tal de descender los tres pisos hacia abajo. Sólo en aquel único momento de su vida se arrepentía de no haberle pedido a Nio que le enseñara a trepar. Tenía muy poca fuerza física y la paralizaba el miedo a salir, pero su terror de no ir en busca de su hermana era mayor a todo ello. Poco a poco iba bajando en lo que cerraba los ojos con cada movimiento, pero mientras no mirara hacia abajo no tendría de qué preocuparse.

Estaba cerca del piso cuando una de las ataduras cedió y su soga improvisada se desbarató, lo cual le hizo caerse medio piso de altura al suelo.

“¡AAAHHH!” la rubia se cayó de espaldas y la mitad de cortinas la cubrieron. Ayesha se levantó de inmediato y luchó contra la tela hasta que se liberó. Al poder ver que yacía sana y salva, dio un pesado suspiro. “Mi Nio nunca creerá que hice esto…”

Miró de un lado a otro. No tenía ni idea de en qué lugar del festival se encontraba. Al ser un edificio corporativo sería casi adjunto a la salida. Ello le desmotivó, porque seguramente su hermanita no estaba por esa área. Aun así, Ayesha se dio unos golpecitos en sus cachetes para espabilarse y avanzar… pero vio que un orphan la acechaba desde un callejón cercano.

“¡Ihh!” dejó un gritito escapar aunque de inmediato se tapó la boca. Tal vez había hecho demasiado alboroto. Ese orphan flexionó sus extremidades en señal de aventarse hacia ella y Ayesha comenzó a retroceder. Aquella situación no duró y la pobre chica terminó por correr despavorida ni bien su depredador inició su corrida. “¡AAAHHHH! ¡Ayuda!”

“¿Eh?” Luso pudo oír dicho grito cercano. “¡Es Ayesha!”
“¿Eh? ¿Quién?” preguntó Tomaj, alzando una ceja.
“¡La hermana de Nio! ¡Y actúa si escuchas a alguien gritar, maldición!” le recriminó y de inmediato se puso a correr en dirección al grito.
“Tsk, oye, espera,” negó frustrado y le siguió. “Y luego dices que no te pareces a Sora, huh…”

“¡Alguien sálveme, por favor!” gritó la pobre chica. Sus piernas le temblaban ante el miedo y el duradero susto de escaparse de la oficina por la ventana. Sabía que no podría evadir al orphan si alguien no llegaba por ella. Ella terminó tropezándose por un desnivel y se giró para observar a dicho monstruo acercarse con suma rapidez. Se cubrió con ambos brazos, aterrorizada.
“¡Ayesha!” gritó Luso, quien disparó hacia el orphan. Su disparo falló, pero la bestia se detuvo y miró intensamente al pequeño. Este palideció al ver que era ahora el blanco y continuó con sus disparos. Otros dos más fallaron. Uno tercero le impactó en el brazo, pero por la corta distancia con la bestia no surtiría efecto lo suficientemente rápido. Al verse impresionado por el avanzar del monstruo, las piernas de Luso cedieron y el pequeño cayó sentado. Aun así, apuntó nuevamente.

En ese instante, llegaron otros tres rápidos y precisos disparos que detuvieron al orphan en el acto por apuntar áreas vitales y de gran circulación sanguínea. Ese orphan terminó cediendo y cayó profundamente dormido.

“Uhh, eso estuvo cerca…” Tomaj dio un suspiro. “Te dije que me siguieras, Luso. Menos mal sólo fue un orphan. O al menos jálame si es una emergencia.”
“Me salvaste, qué miedo…” Luso frunció el ceño, todavía asustado.
“Ya, de pie,” el exRebel vio a esa chica levantarse y correr hacia ellos.
“¡Chicos!” exclamó ella. Ni bien acortó la distancia, hizo una reverencia. “¡Muchas gracias por salvarme! ¡No sé qué hubiera sido de mí sin ustedes!”
“No, no es nada, me alegra que estés bien, Ayesha,” le aseguró Luso, sonriendo y levantándose.
“¿Pero qué hacen aquí? Tenía entendido que se fueron temprano por una emergencia,” observó la chica, confundida.
“Pues, es una larga historia, pero Luso estaba preocupado así que quiso entrar y lo estoy vigilando,” Tomaj se encogió de hombros.
“Eh, ya veo, son muy amables,” la chica asintió. “Y seguramente debes tener experiencia y conocimiento por ser un exRebel, Tomaj. Muchas gracias por tu ayuda.”
“No hay de qué,” el chico se rascó la nuca y sonrió con ironía. Así que ella sí recordaba su nombre, casi se sentía mal. “¿Pero estás sola? Me sorprende que las HiMEs no anden cuidándote.”
“Fuimos separados,” Ayesha bajó su mirada al piso con inquietud. “Nagito me teletransportó y encerró en una oficina para ponerme a salvo. Por eso no sé dónde están los demás.”
“Vaya, qué miedo,” Luso se impresionó.
“Así que ese Komaeda tiene consideraciones después de todo,” observó el exRebel.
“¿Ustedes se han topado con alguien? ¿Tienen alguna información?” preguntó la chica.
“Perdón, recién hemos llegado,” dijo el pequeño, apenado. “Pero está bien. Conseguimos estos somníferos. Deben mantenernos a salvo… espero, no sé cuántas cargas tenemos.”
“Es uno por orphan. Sólo usé tres porque estabas demasiado cerca,” dijo Tomaj. “Pero sí, mantente con nosotros. Te cuidaremos.”
“Se los agradezco,” Ayesha juntó sus manos. “Temo mucho por mi Nio. Tengo que encontrarla cuanto antes. Ahhh… si algo le pasa no sé qué haré. No podría vivir conmigo misma…”
“Eh, tranquila, Ayesha, por favor,” le pidió Luso. Bien recordaba, por su propia travesura en la cual Nio casi se cae de un edificio, lo mortificada que era esa hermana mayor. No sabía cómo consolarla, pero recordó el juguito en cajita que había recibido de los soldados, así que lo sacó de su bolsillo y se lo presentó. “Pues, no es mucho, pero espero que te alivie. Aquí tienes.”
“¿Eh?” la chica ladeó su cabeza, y terminó sonriendo con torpeza y aceptándolo. “Hehe, qué lindo. Muchas gracias, Luso.”

Después de ese intercambio, los tres avanzaron juntos. Un poco después, se apareció otro orphan, pero Tomaj no tuvo problemas disparándole certeramente de lejos y este se desplomó antes de pretender atacarles. Fuera de ello, las calles del recinto se habían vuelto demasiado silenciosas y relativamente destruidas. Entonces, vieron a un par de soldados a distancia levantando a los inconscientes y subiéndolos a la parte de atrás de una camioneta con mucho cuidado.

“¿Eh?” Luso se confundió. “¿Esos soldados no entraron para pelear contra los orphans?”
“Será sólo parte de su trabajo, tendría sentido,” mencionó Tomaj. “Controlar a los orphans es importante, pero de lo que sé de la mentalidad de Rizembool, su tarea inicial es de recuperar y auxiliar a los testigos para contenerles y mantener la anonimidad.”
“Pero, ¿es posible?” se extrañó. “Dijiste que hay gente que se quedó consciente y que no pertenecen a ninguna de las dos escuelas. Ellos deben haber tomado fotos y videos. No hay forma que lo vayan a olvidar.”
“…” Tomaj se puso a pensar.
“¿V…verdad?” Luso se asustó ante la posibilidad.
“Lástima que no seas un soldado de verdad, Luso, o te lo preguntaría a ti,” observó el exRebel. “Pero nunca subestimes a Rizembool. Si se han tomado el lujo de hacer semejante experimento, lo tienen todo fríamente calculado.”
“Suena a que esto todavía no termina…”

A pocos metros de ellos, Ayesha caminaba siguiéndoles los pasos. La chica miraba de un lado a otro para no descartar la presencia de su hermana y para analizar su ambiente. Toda la situación y su experiencia personal la tenía con la cabeza en las nubes al punto en el cual ni podía ser partícipe de la conversación.

Entonces, como si hubiera aparecido como un espectro, Ayesha se sobresaltó y se detuvo al observar una figura negra de cabellos largos y lacios y ojos rojos luminosos que le miraba atentamente. Sabía quién era. Se trataba del Rebel de Youmu…

“Pues no, o sea el ataque sí terminó, pero es ahora que llega la parte logística de Rizembool, antes de permitir que los verdaderos policías, paramédicos y noticieros ingresen…” explicó Tomaj, pero tanto él como Luso se alertaron al oír algo impactar el piso detrás de ellos.
“¡¿Qué fue eso?!” Luso se giró como resorte, y se desconcertó. No había nada… “¿Ayesha? ¿Eh? ¿A dónde se fue Ayesha?”
“…” Tomaj afiló los ojos y caminó de regreso.
“¡T-Tomaj! ¡Ayesha se nos esfumó!” exclamó Luso, muerto de miedo. “¡¿A dónde se fue?!”
“Luso, esto fue lo que oímos,” reportó el mayor, recogiendo el juguito en cajita del piso. Ni bien lo hizo, se levantó y elevó el objeto a la altura de su pecho para soltarlo y hacerlo caer nuevamente.
“Tomaj… ¿qué haces?”
“Quien sea que se la haya llevado sólo necesitó el tiempo de la caída para apresarla y desaparecerse junto a ella. No queda de otra,” observó meditativo. “¿Pero por qué…?”
“¡¿Dices que alguien se la ha llevado?!”
“Sí, y un Rebel o alguien muy excepcional, mejor que los soldados a los que burlaste,” llevó una mano a su sien. “Ahh, malditas complicaciones. No entiendo el propósito de esto.”
“¡¿Qué podemos hacer?!”
“Cálmate,” dio un suspiro. “Dijiste que estamos aquí para buscar a tu amiga, ¿cierto?”
“P-pero su hermana…”
“…” dio un suspiro. “No quiero tener que enseñarte cómo son las cosas ahora, Luso, pero no hay nada que podemos hacer por ella. Sólo podemos desear que esto sea un mal entendido o algo de menor relevancia. Recuerda que, en todo momento, siempre debes concentrarte en hacer lo que sí puedes de la mejor manera posible.”
“Pero…” Luso estaba en shock.
“…” Tomaj le revolvió los cabellos, mostrándose frustrado y resignado. “Lo siento, Luso, es lo que nos queda. No creas que soy insensible a esto. Sé bien lo impotentes que todos somos ante Rizembool. Sabes parte de mi historia.”
“…” asintió y comprimió sus puños. “¿Cómo es esto posible…?”
“A lo mucho, puedo decirte que no habría sentido alguno en que Rizembool le hiciera algo a ella. Tal vez fue detenida como varios otros transeúntes aquí, nada más. Sigamos,” miró hacia el frente. “Con suerte, una de las HiMEs ya ubicó a la niña. Vamos por los demás, ¿de acuerdo?”



Cho

83.4.



Después de haber tenido una corta, aunque incierta, paz, los orphans no decepcionaron. Naoto fue capaz de disparar y nulificar a un par, pero ahora lidiaban con otros dos orphans a la vez en dos direcciones distintas.

“Tch…” Naoto estaba armada con su pistola y mantenía una posición alerta y lista para el movimiento, pero alternaba su atención y visión en ambos monstruos para mantenerles lejos. En cualquier momento irían a romper la tensión, por lo cual les había instruido a los otros dos que se escaparan. Pese a ello, por los escombros, a pesar de estar ligeramente protegidos, también tenían limitaciones para huir con rapidez, sobre todo por el cansancio y pocas energías de ambos.
“Senpai, por favor, tenemos que huir,” le suplicó Yoshiko a Ritsu en voz baja, muerta de miedo. El otro mantenía sus ojos fijos en Naoto. “Ahh, escúchame, no nos queda tiempo.”
“…” Ritsu negó.
“¡Pero senpai!”
“Tú huye, kouhai, te doy el permiso de abandonarnos,” dijo frustrado y agotado. “No dejaré a Nao-chan a su suerte.”
“Uhh…” la menor arrugó su rostro con preocupación y culpa. “Yo tampoco quiero hacerlo, pero nuestra presencia se lo está complicando más, y no podemos desperdiciar este momento que nos ha dado.”
“…”
“Ahh, tienes que escucharme. De nada valdrá si algo te pasa,” insistió agitándole de un brazo.

Y ocurrió. Un orphan arremetió contra Naoto, al cual ella disparó en sus articulaciones para inmovilizarle. Logró hacerlo, pero el otro la embistió de costado y pasó a saltar hacia los escombros en búsqueda del par.

“¡Huyan!” gritó la chica. Naoto tuvo que levantarse e ir por su arma, lo que le tomaría un tiempo mortalmente largo en esas circunstancias.
“¡AAAAHHHHH!” Yoshiko se había hecho un ovillo en el piso. Frente a ella Ritsu se había puesto de pie y miraba a la bestia abrirse paso entre los escombros con desafío e incertidumbre. El chico pretendía mantenerse ahí como escudo el mayor tiempo posible.

Ese orphan rugió frente a su rostro y estuvo por realizar un ataque cuando todos oyeron una voz iracunda y conocía.

“¡Estúpido orphan! ¡Vete de aquí!” exclamó Izumi, quien llegaba corriendo casi desfalleciendo hacia ese punto.
“…” Ritsu abrió sus ojos como platos. Su acción temeraria se acabó y se dejó caer sentado al piso extenuado. “¿Secchan…?”

Como arte de magia, ese atrevido orphan terminó por huir. En su lugar, Izumi les dio el alcance.

“¿Eh? ¿Q-qué…?” preguntó Yoshiko, en completo shock. Vio a ese peligris detenerse y respirar profundamente para recuperar el aliento luego de una larga corrida.
“Secchan, sí eres tú…” dijo Ritsu, casi ido.
“¿Qué demonios está ocurriendo aquí?” preguntó el recién llegado con incomprensión. Izumi le agarró la frente. “Tsk, juraría que tienes una fiebre por el sobreesfuerzo. Maldición, Kuma-kun, ¿por qué sales de tu camerino luego de tu show?”
“Yo…”
“¡Pero antes de eso! ¡¿Acaso no eres un Rebel?! ¡¿No puedes comandar a los orphans?!”
“…” Ritsu negó, confundido. “Mis habilidades siguen en estudio, así que mis poderes se desactivan cuando salgo de la universidad de momento…”
“¡¿Q-qué carajos?!” aterrado, Izumi agarró a su amigo de los hombros y le miró con un terror mortal e incomprensible. “Mierda… todo este rato yo preocupado por su salud cuando ni podías espantar a los orphans. ¡Y encima ese amigo tuyo troglodita no está aquí protegiéndote! ¡Si no veo a Shirogane peleando afuera no les habría ubicado! ¡Debes estar bromeando!”
“Veo que no lo sabías, Sena-senpai,” observó Naoto, dándoles el alcance.
“Ah, Nao-chan, me alegro que estés bien,” dijo Ritsu, sonriéndole tranquilamente. “Así es, Secchan está aquí consternado y muerto de miedo por mí. Fufu, me siento muy afortunado~”
“Demonios, no bromees de eso ahora, Kuma-kun…” Izumi apretó los dientes. A pesar de su usual actitud ruda y fría, en ese momento no era capaz de ocultar su enorme tortura.
“Fufufu…” Ritsu sonrió a su amigo. “Muchas gracias por venir por mí, Secchan. Nos salvaste.”
“Sí… qué susto nos dimos…” dijo Yoshiko en voz baja y respirando aliviada. Sin embargo, su tranquilidad se extinguió al ver que el orphan semiderrotado se levantó y saltó a espaldas de Naoto para atacarla. “¡Ahhh Naoto-san, cuidado!”

Todos se giraron y observaron a esa bestia con muy poca anticipación. Naoto se hizo hacia atrás mientras volvía a armarse, pero antes de prepararse para dar un disparo, el orphan soltó un fuerte chirrido. Una espada le atravesó el corazón y terminó cayendo.

“Ahh, demasiado cerca…” dijo Namazuo torturado, encima del lomo del caído orphan. Jaló la espada y saltó para alcanzarles. “¿Están todos bien?”
“Sí, gracias por la ayuda,” contestó Naoto, un tanto aliviada. “Veo que tú también. No estás ofuscado, así que asumo que pudiste encontrar a tus hermanos…”
“Lo hice, pero…” su rostro se apenó y terminó por arrodillarse frente a todos. “¡Perdonen! No sé qué me poseyó, pero terminé abandonándoles y sé que fue una enorme falta de mi parte. No tengo ninguna excusa. Lamento mucho que esto haya ocurrido.”
“Nama-kun…”
“Tch, pues al menos lo reconoces,” dijo Izumi caminando frente a él y mirándole desde arriba. “¡¿Cómo te atreves a abandonar a Kuma-kun en tal grado de debilidad y durante peligro?! ¡Apuesto que fuiste tú quien lo sacó de su camerino en primer lugar! ¡Con este error nos dejas entender que no eres alguien en quien confiar!”
“…” agachó su cabeza. No podía contradecir esas palabras.
“Secchan, suficiente…” Ritsu pretendió ponerse de pie, pero volvió a caerse sentado.
“Oye, no te esfuerces,” le reclamó el peligris.
“Y tú deja de ser un bully,” frunció el ceño. “Nama-kun nos protegió un montón antes de abandonarnos. No hubiéramos estado a salvo sin él. En serio, vinieron como cincuenta orphans y él los derrotó aún si no estaba armado.”
“¿Cincuenta?” preguntó Izumi con gran escepticismo.
“Más bien dieciséis,” corrigió Naoto, cruzada de brazos. “Pero estoy de acuerdo con Ritsu. Namazuo también tenía que velar por sus hermanos y el estrés de pelear contra tantos enemigos terminó nublando su mente. No podemos juzgarle por lo que pasó,” desvió su mirada. “Ciertamente, él terminó sobresaturándose por un peligro que nos correspondía a todos, y nosotros no pudimos ayudarle.”
“…ya, como digan,” rodó los ojos. “Pero dieciséis orphans, asumiendo que no contamos a estos dos, es demasiado. La densidad de orphans en este lugar debía ser mucho menor.”

Ante dicho comentario, todos los demás le miraron. Namazuo incluso dejó de arrodillarse y le observó con gran recelo.

“¿Qué dices?” le preguntó. “¿Acaso tú sabías sobre este ataque?”
“Veo que se me escapó,” dijo frustrado. “Sí sabía sobre esto. Soy Rebel, a todos nos avisaron. Sólo rompí con el secretismo cuando me enteré que Kuma-kun continuaba dentro de este lugar.”
“Hm, eso explica mucho…” Ritsu se puso a pensar.
“Pudiste habernos ahorrado demasiado,” reclamó Yoshiko. “Y toda la gente que ha tenido que pasar por esto, ¿por qué?”
“¿Por qué los Rebels tienen que participar en algo tan cruel como esto?” preguntó Namazuo, perplejo y un poco molesto.
“¿Y quiénes más lo harían, ah?” preguntó impaciente. Izumi negó ofuscado. Si tan sólo ese Toushirou supiera la verdad… “Estoy de acuerdo con que es algo de locos. Seré de fastidiar a la gente, pero me negué de atacar como otros Rebels aquí en primer lugar. Ya, les encontré, así que a irnos de una vez.”
“Sin duda sí eres Secchan, no estarías de acuerdo con esto, me alegro de oírlo,” Ritsu asintió. “Nama-kun, no tienes que disculparte con nosotros, comprendemos. Yo también estaría igual de mortificado si tú o Nao-chan o Secchan estuvieran en peligro. Tampoco pensaría bien y eso que soy un excelente estratega. Ahora tranquilo.”
“Sí… gracias, Ritsu-chan,” asintió conmovido. Naoto también se ofuscó un poco ante esas palabras y la dulce sonrisa de su amigo idol. Por su parte, Izumi chasqueó la lengua, pero se mostró igual de perplejo y avergonzado al oírle.
“Uhh… no me mencionó a mí…” se lamentó Yoshiko en voz baja, pasando desapercibida.
“Eres el más fuerte aquí, Nama-kun, así que cárgame, por favor.”
“¡Sí, enseguida!” Namazuo sonrió y le hizo un saludo militar. “Oh, pero alguien va a tener que llevar esta espada…” miró a la kouhai. “¡Ah, tú puedes ayudarme! ¡Aquí tienes!”
“¿Eh? ¿Yo?” Yoshiko la recibió con rapidez y ella pasó a asustarse. “¡Ihh, pero tiene sangre!”
“¿De dónde sacaste esa espada?” preguntó Naoto.
“Me encontré con Honebami. Él me la prestó.”
“¿Ah sí?” Izumi se vio intrigado. “Dámela, kouhai,” la recibió de la menor y la miró con una siniestra sonrisa en sus labios. “Heh, he oído los rumores más escalofriantes de esta arma por mi entorno. Me da cierta dicha tener un objeto tan maldito en mis manos~” la tomó y la alzó para apreciar su brillo y un muy intricado grabado de un dragón sobre ella. “Dime, Shirogane, ¿no sería excelente que fuera a dar la siguiente clase empuñando esta arma? ¿Crees que tus ineptos compañeros finalmente se pondrían a estudiar?”
“¿Qué cosas dices?” le preguntó Naoto, con gran desaprobación.
“Oye, no lo trates con trivialidad, es un tesoro de mi familia,” observó Namazuo en lo que cargaba a Ritsu en su espalda. “Si algo fuera a pasarle no te lo perdonaría,” desvió su mirada con cierto temor. “Y Honebami seguro me rebanaría…”
“Párala, o me alentarás a romperla con mis poderes de Rebel,” dijo con una sonrisa maligna.
“¡No te atrevas!” se asustó. “¡Ponte a pensar en mi familia!”
“Como si me importaran tus hermanos…” dijo encogiéndose de hombros.
“¡¿Qué has dicho?!” Namazuo de inmediato se indignó.
“Ahh, Secchan…” dijo Ritsu semi-inconsciente con su cabeza recostada en el hombro del Toushirou. “Le he visto destrozar y dar llaves mortales a no sé cuántos orphans. No lo fastidies, por favor…”

Así, el problema para ellos había sido resuelto y todos siguieron a Izumi para ir a descansar en la posta médica.




“Dime tú…” Ranmaru tenía un rostro hastiado y desconcertado, y comprimía ambos puños. Era imposible no indignarse luego de tener al peliceleste explicarle la situación. “¿Qué pretende ganar Rizembool con este estudio?”
“No sabría decírtelo,” Ai le miró de reojo. “Sólo podemos deducirlo según lo obtenido. La respuesta, experiencias y evolución de las personas posterior a la vivencia de este suceso es información útil y difícil de conseguir. A su vez, todos los planes y preparaciones para llevarlo a cabo, contenerlo y monitorearlo a lo largo de su duración sirve de ensayo y de aprendizaje. Rizembool ya perpetuó un ataque generalizado tres años atrás. El hecho que realicen esto, en lo más mínimo, indica que no han descartado un futuro plan semejante al anterior.”
“Tsk…”

Los dos caminaban en dirección a la salida principal y no les faltaba mucha distancia. Desde ya, podían ver que otro escuadrón de soldados ingresaba y empezaba a atender a aquellos inconscientes. Era una organización impecable, como sería de esperarse.

“Presumo que ellos ya deben haberse encargado de los orphans de este sector, así que mi escolta termina aquí,” dijo Ai, deteniéndose. “No soy quién decirte qué hacer, pero no vuelvas a exponerte al peligro. Orphans no discriminan a los humanos, los atacan instintivamente. Ellos sólo están condicionados para obedecer a los Rebels.”
“Lo sé, no tienes que decírmelo,” le contestó impaciente. “Y no esperes que me vaya así nada más. Dejé mis instrumentos en mi camerino.”
“Explica tu situación a los vigilantes de la entrada y ellos te los procurarán. Eres famoso, ¿no?” Ai le regresó el mismo desdén.
“Tch, niño insolente…”
“O si prefieres esperar e ir por tu cuenta, no les tomará más de hora u hora y media para desaparecer todo el peligro. Ya están comenzando a desmantelar el experimento.”
“Ya veré qué hacer…” Ranmaru miró con desapruebo a los trabajadores de Rizembool. Tratarían a las personas con cuidado y atención, pero eran cómplices y por ende igualmente responsables de lo ocurrido. “Ustedes son unos egoístas.”
“Los humanos son egoístas y tú pareces serlo más que muchos.”
“¿Qué dijiste?” le miró desde arriba con fastidio.
“Sólo digo la verdad, Ranmaru,” afirmó con seriedad y se dio media vuelta. “Con permiso. Seguiré con mi inspección. Nos vemos.”
“Oye, espera,” el rockstar se le dirigió firmemente. Su actitud y energía causó que Ai se quedara quieto, aunque este le daba la espalda. “Antes de irte, tsk… esto me lleva molestando un rato, así que contéstame. Tú… ¿qué se supone que eres?”
“…” Ai le miró de reojo, apenas girándose mínimamente. “¿Has deducido algo?”
“Tu manera de hablar, tus observaciones, el simple hecho que esa alarma que utilizaste en contra del orphan no te hizo daño a ti…” frunció el ceño. “En un inicio pensé que serías un erudito, algún aprendiz de científico, o como extremo algún niño rico afiliado a Rizembool como para contar con tal protección. Pero no… no mantengo contactos con mi antigua alma mater, aunque aprendí lo suficiente de ella como para deducir que no eres normal,” desvió su mirada, contrariado. No creía lo que estaba por decir. “Tal vez ni seas humano…”
“Tienes razón.”
“¿Qué?” se extrañó visiblemente y le miró con leve shock. Ai se mantenía igual de inmutado, con esos ojos tranquilos y ligeramente curiosos de siempre. No había señales de que mentía. Una persona no podría mantenerse tan nula ni aunque tratara de pretender.
“Supe que no podría mantener apariencias en el momento que decidí serte de escolta, y no me sorprende que lo hayas averiguado. Como dijiste, estudiaste en Rizembool. No hay más vueltas que darle al asunto.”
“Tú…” pero igual, le resultaba molesto. “Ni te has esforzado en disimularlo.”
“Nunca lo intenté. Decidí que por tratar con una persona como tú, lo mejor fue no hacerlo,” Ai finalmente se giró del todo para dirigírsele más apropiadamente. “Por tu formación, concluirás que soy alguna especie de proyecto de Rizembool, y por lo tanto sólo necesitas mantener discreción y no meterte en mis asuntos. No es mucho pedir.”
“Eres un idol que pertenece a mi misma agencia. ¿Realmente no es algo que me incumbe?”
“Precisamente, sólo por trabajar en el mismo lugar no quiere decir que debamos tener algo en común. Ya de por sí no andas hablando a tus seguidores sobre Rizembool o Hanasaki. Vendría a ser el mismo concepto.”
“Qué fácil es para ti decirlo…” entrecerró los ojos, fastidiado.
“Incomodidades humanas se interponen en medio de la lógica, por más simple que sea esta situación. Pero ya, no tengo más que decirte. Sólo reafirmaré que soy un proyecto no bélico de Rizembool, cuya función es probar el nivel avanzado de tecnología implementado en mí, con fines artísticos. No tienes que saber más.”
“Si en verdad eres algo como un instrumento de Rizembool, estás tomando muchas libertades diciéndome todo esto.”
“Es producto de mi inteligencia artificial. A.I. Soy libre y calificado para tomar las decisiones más sensatas,” asintió. “De no ser capaz de hacerlo, no me dejarían en libertad.”
“…” todo sonaba demasiado convincente, aunque le quedaba una mínima duda del asunto. Sin embargo, al mismo tiempo, se lo compraba. Su manera de actuar ante la presente situación era diferente a los demás. De nuevo, pensó que iba a tener un dolor de cabeza.



“¡Es Ranmaru Kurosaki-san!” exclamó un soldado, quien llegó corriendo acompañado de otro. Ambos estaban anonadados y casi asustados por reconocer a aquel famoso en medio de ese lugar. Los dos cortaron con la conversación para dirigírsele.
“Kurosaki-san, ¿se encuentra bien?” preguntó el otro. “Permítanos, le escoltaremos a salvo.”
“¿Quiénes son ustedes?” preguntó este, con leve fastidio.
“Por favor háganlo,” por su parte, Ai lo consideró como el mejor momento de irse por su camino. “Él se encuentra bien, menos mal. Lo traje hasta aquí para cerciorarme que no fuera a ser atacado.”
“Entendido, muchas gracias,” dijo el primer soldado. “Nos encargamos desde aquí.”
“Antes de que se vayan,” Ai miró a ambos trabajadores atentamente y tranquilo como siempre. “Ranmaru es un exalumno de Rizembool. Él sabe todo sobre el conflicto y juzgo que mantendrá discreción como de costumbre. Por lo tanto, no tienen que alterar su recolección de los hechos.”
“S-sí…” el otro soldado asintió algo incómodo ante las observaciones del peliceleste.
“¿Alterar?” por su parte, Ranmaru se alertó. “Oye tú, ¿qué quieres decir?”
“Nos veremos por la agencia, Ranmaru,” Ai hizo una leve reverencia en señal de despedida. “No tienes por qué saber los detalles.”
“¡No te vayas, niño!” le reclamó, pero este hizo caso nulo a su reclamó y continuó yéndose. “¡Vuelve aquí!”
“Kurosaki-san, por favor, vayamos hacia la posta médica,” dijo un soldado.
“Ustedes infelices…” el peligris les miró con una profunda indignación y odio que les espantó. “¿Quién me va a decir sobre lo que le harán a la gente aquí? ¿Qué se creen ustedes?”
“N-no es nada malo, más bien es para recobrarles y causarles el menor daño posible,” explicó un soldado, nervioso.
“¡¿Y qué se supone que es eso?!” estalló impaciente. Sabía que no podría sacarles mucha información, pero haría el intento.




Realmente era cuestión de buscar una aguja en un pajar, y aquel no era el único problema. Después de ingresar por medio del camino abierto por el orphan enloquecido, tanto Leo como Monoyoshi se sorprendieron al observar ese lugar lleno de personas inconscientes y ligeramente destruido por los ataques de las bestias. Era otra dimensión, un campo de guerra, una realidad incomprensible e injustificable.

A pesar de andar en busca de su hermana, Leo se detuvo más de una vez a asegurarse que las personas inconscientes se encontraban bien. Ello se comprobaba sin dificultades, y se levantó luego de realizar aquella voluntariosa, aunque inútil, labor.

“…” Monoyoshi le miraba atentamente, preocupado.
“Igual. Han podido poner a todas estas personas a dormir masivamente y sin causarles daño,” reportó con seriedad, aunque entrecerrando los ojos. “Seguramente habrán hecho lo mismo con mi hermana…”
“Es posible…” desvió su mirada con tristeza.
“No pareces tener una reacción significante ante esto, Monoyoshi.”
“¿Perdón?” se quedó perplejo.
“Nada, olvídalo,” Leo le restó importancia y se puso a correr nuevamente.
“¡Ah, espera!” el pelirrosa le siguió. “Leo-san, ¿sucede algo? Siento que me pierdo de algo importante.”
“No es nada,” negó con leve impaciencia. “Es sólo… para ser del tipo que ayuda a todos en la escuela, estas circunstancias no parecen inmutarte demasiado.”
“Ehh…” ladeó la cabeza, confundido.
“No te estoy diciendo que debería hacerlo. Sólo pensé que alguien como tú se horrorizaría ante todo esto,” admitió pensativo. “Ya veo que no te conozco muy bien.”
“Comprendo…” al oírlo, Monoyoshi sonrió un poco. “Siendo sinceros, también me sorprende que te mantengas tan tranquilo, Leo-san. Por tu forma de reaccionar, temía que tu preocupación o indignación fuera a desnivelarte.”
“Vaya…” frunció el ceño con inconformidad. De no haber dicho lo anterior tal vez se molestaría en reclamarle. “Supongo me lo merezco. No he sido la persona más asequible últimamente. En verdad, si fuera a tener a los encargados de este desastre frente a mí no me reservaría el fastidio, pero de nada sirve dejarme llevar ahora. Soy mejor que eso.”
“Sí, lo puedo ver.”
“…” miraba con atención a los alrededores, pero no había señales de Elise. “No me importa si han pretendido cuidar a las personas al ponerlas a dormir. Han hecho lo que han querido con ellas, las tratan sin dignidad, violan todos sus derechos. Rizembool no tiene respeto alguno por la vida y la decencia,” entrecerró sus ojos. “Yo no les guardo respeto tampoco.”
“…”
“¿Cuál es tu punto de vista sobre todo esto?”
“Pues, es lamentable…” bajó su mirada, con una sonrisa triste. “Quisiera que nada de esto sucediera. Quisiera que Rizembool no estuviera enfocado en desarrollarse por encima del bienestar de los demás. Eso es todo lo que puedo decir.”
“…” ‘lamentable…’ “Es un enfoque bastante pasivo el que posees, Monoyoshi.”
“Entiendo que quieras reprochar mi actitud, Leo-san, pero no hay nada que podamos hacer al respecto,” dijo tranquilamente y con humildad. “Somos externos al asunto y pretender involucrarnos en el mismo no ayudaría a nadie.”
“Incluso si eso sea verdad, tu parecer no tiene por qué ser tan neutral.”
“Yo admiro a aquellos con convicciones fuertes y principios inquebrantables. El mundo necesita de personas así, y quisiera algún día seguir a alguien verdaderamente valiente y correcto,” observó Monoyoshi, manteniendo su serena sonrisa. “Pero reconozco que yo no soy así. No tengo la fuerza interna para hacerlo. Sonará iluso, pero sólo deseo ayudar a quienes me necesiten. Lamento mucho todo lo que ocurre, pero soy incapaz de juzgar a nadie.”
“Ya veo,” no había punto de discutirlo. Entendía que aquel pelirrosa era simple, aunque al mismo tiempo comenzaba a comprenderle menos. Era casi como hablar con una persona incompleta. Le costaba creer que realmente no tuviera nada más que decir. “Me pregunto si será posible vivir en este mundo anulando tu propio carácter.”
“¿Eh?”
“No, nada, olvida lo que dije…” se agobió. Ni entendía por qué de repente quería hablar con él. Tenía que enfocarse en buscar a su hermana. “También dudo que seamos tan impotentes como crees, Monoyoshi. Incluso si fuera una batalla perdida, ¿tú no estarías dispuesto a darlo todo de ti ante la adversidad?”
“Pues…” lo meditó, cabizbajo.
“…” le miró de reojo. “No pretendo juzgarte. Es cierto que también hay un espacio en la vida para quienes desean apoyar a otras personas. No me parece mal. Lo creas o no, en algún momento fui como tú.”
“¿Eh? ¿En serio?” se confundió.
“Pero también siempre he sido alguien decidido a morir por mis ideales. Pienso que todos debemos seguir adelante con nuestros deseos y nuestra vocación personal. De lo contrario, no vale la pena vivir.”
“…” se quedó impresionado por sus palabras y la decisión que estas transmitían.

De repente, un orphan aterrizó frente a ambos luego de saltar del techo de un edificio aledaño. Era una bestia oscura con apariencia semejante a la de un tigre y gruñía agresivamente mientras se preparaba para atacarles. Los dos chicos se detuvieron y miraron a ese monstruo con aprehensión. Monoyoshi notó al otro tener el interés de abrir su maletín de deporte.

“Leo-san, no lo hagas…” dijo en voz baja y asustado. “Por favor. No has traído un arma real.”
“Tch…” este no dejaba de mirar fijamente al tigre mientras intentaba alcanzar el cierre del maletín con su mano libre.
“Por favor, detente. Aún si tuvieras una espada real aquí, no somos contrincantes para este orphan,” le suplicó, pero vio el momento en el cual el otro finalmente abrió su maleta y sacó su florete de práctica de este. “¡Leo-san!”
“Si no peleamos contra él, igual nos atrapará antes de huir. Apártate,” vio al orphan acelerar y lanzó su maletín para alistarse y correr a su encuentro.

Oyó a Monoyoshi suplicarle que se detuviera, pero no podía hacerle caso. Nadie estaba ahí para ayudarles, así que por más en vano que fuera su acción, era algo que tenía que hacer. A su vez, Leo comprendía que, si se acobardaba ante el primer obstáculo en su camino, se había equivocado al ir a estudiar al Japón. Debía afrontarlo…

Repentinamente, de un momento a otro, el decidido orphan frenó al seco, miró a sus alrededores alertado, y corrió en sentido contrario para huir. Leo se confundió ante aquello. Era como un instinto animal de huir ante una calamidad o un enemigo mayor. Imitó la acción del orphan y, sorpresivamente, bajo el techo de un kiosco aledaño, había un peliblanco que le miraba con ojos inexpresivos y nulos. No evitó retroceder unos pasos al casi pensar que se trataba de un fantasma por su nula presencia. Curiosamente, esa persona pasó a mirar al orphan que huía, alzó una pistola, y le disparó. Dicha bala causó que el orphan tropezara y terminara por caer inconsciente.

“Ustedes…” la sombría persona regresó a mirar a Leo.
“…” este frunció el ceño. Por más que les haya ayudado a derrotar a dicho orphan, le inspiraba peligro y rechazo. Comprimió sus puños y le encaró decidido. “¿Tú quién eres?”




“Ah, Honebami-san,” Monoyoshi les dio el alcance, claramente aliviado de verle. Le sonrió e hizo una reverencia. “Muchas gracias por tu ayuda. Nos has salvado.”
“¿Eh?” Leo estaba perplejo ante el hecho que se conocían.
“…” Honebami se mantuvo inmutado.
“Leo-san y yo ingresamos por medio de una brecha en la pared. Es una emergencia,” reportó el pelirrosa.
“¿Qué haces siendo tan sincero al respecto?” le recriminó el rubio. “¿Podemos confiar en él?”
“Creo que sí,” le aseguró animado. “Y lo mejor es que seamos sinceros. Descuida, Honebami-san es muy fuerte y nos puede entender.”
“Ustedes son los intrusos…” comentó el peliblanco, con una voz inexpresiva e ida.
“…” Leo frunció el ceño. ¿Intrusos? ¿Por qué lo diría de ese modo?
“Lo somos, fue una extraña coincidencia que pudiéramos entrar, pero es importante,” Monoyoshi asintió. “Venimos porque la hermana menor de Leo-san se encuentra en este lugar. ¿De casualidad la has visto? Es una compañera de clase de Hirano.”
“¿Eh?” se confundía más y más. ¿También conocía a ese pequeño?
“…” Honebami miró brevemente a Leo antes de retornar su atención a Monoyoshi. “Rescaté a una niña con apariencia semejante a él. Posee cabellos rubios largos, con mechones lilas…”
“¡E-es Elise!” sus sospechas podían esperar. Leo se alteró ante la descripción. “¡¿Dónde está?!”
“¿Podrías llevarnos donde ella, por favor?” pidió el pelirrosa.
“…” Honebami asintió. “Síganme.”

De aquel modo, el peliblanco les dirigió por el camino más corto a la posta médica. Por ello, pasaron al costado del orphan que estuvo por atacarles. Vieron un dardo somnífero, lo cual delató el proyectil que había sido usado contra él.

Leo comenzaba a entender que, muy probablemente, lidiaban con una de las personas cómplices al ataque, aunque antes de precipitarse, hablaría con Monoyoshi al respecto.

“Oye,” se le dirigió mientras corrían detrás del otro. “Este chico, ¿quién es?”
“Pues… cómo te lo explico…” Monoyoshi lo pensó un poco y terminó por sonreír. “Ah, es el hermano mayor de Gokotai.”
“¿Qué?” nunca había esperado esa respuesta, quizás el dato más extraño de todo el desastre. “¿Este raro peliblanco es hermano del niño temeroso de nuestro salón? ¿En serio?”
“Hehe, son bastante distintos, ¿verdad? Supuse que sería la mejor forma de explicarte quién es.”
“Con razón también es hermano de Hirano,” entrecerraba los ojos. No estaba del todo conforme con la realidad, ya que ninguno de los dos niños emanaba su aura peligrosa. “¿Y cómo lo conoces tú, Monoyoshi?”
“Conozco a varios de sus hermanos, fue inevitable.”
“Entiendo eso, pero no es lo que estoy preguntando precisamente.”
“Leo-san,” asintió pacientemente. “Creo que sé qué preguntas, pero no ahora. Podemos hablarlo después, por favor.”
“…” sólo le quedó asentir y regresó su mirada al camino. Si en verdad le comprendía, tal vez había sido un buen consejo. Aquel peliblanco seguramente les estaba oyendo.




Por otro lado, el grupo de Osaka, Hotaru e Ibara continuaba avanzando camino a la salida. Ya no les faltaba mucho más, y luego de sortear un par de orphans y darse un descanso a medio camino, trotaban lo restante.

“¿Te encuentras bien, Saegusa-san?” preguntó Hotaru.
“Lamento andar preocupándote tanto, Tomoe-dono…” el pelimagenta dio un leve suspiro con desaire. “De encontrarme bien puedo decir que lo estoy, pero la labor de correr cargando a un ser humano inconsciente en mi espalda por tanto tiempo ha resultado más complicada de lo que hubiera deseado…” luego de admitirlo, puso un rostro severo. “¡Aunque no! ¡Por el bienestar de ustedes no puedo acobardarme! ¡Tengo que demostrar que mi entrenamiento militar no ha sido en vano! ¡Es ahora o nunca!”
“Ya lo has demostrado con lo orphans que derrotaste, pero admiro tus grandes energías, Ibara-chan,” le alentó Osaka. “¡Tú puedes, tú puedes~! Fight~!”
“¿I-Ibara-chan?” el chico miró a la exHiME inmerso en un gran shock.
“Ahh, Osaka, no seas tan informal, por favor…” dijo Hotaru, frustrada. Sin embargo, la reacción del otro fue distinta.
“Es sin duda un apodo muy inesperado, ¡pero recibir una condecoración tan especial de Kasuga-dono en un momento tan difícil me regresa el alma al cuerpo!” exclamó con gran dicha. “¡Ahh, el honor de ser llamado Ibara-chan!”
“¿Eh? ¿Te gustó?” preguntó Osaka, gratamente sorprendida. “¡Yay~! Aw es que te me haces tan lindo, Ibara-chan. Tengo a un primito súper adorable y tú eres como lo más lindo después de él~ ¡Todos deberíamos alegrarnos como tú por los apodos!”
“Muchas gracias por su atención, Kasuga-dono. ¡Casi estoy conmovido hasta las lágrimas! ¡Te prometo que no te decepcionaré!”
“Más bien, ya que andamos con apodos, preferiría que me llamaras Osaka como los demás,” dijo la susodicha.
“Si así lo deseas, así va a ser, Osaka-dono. ¡Honoraré tu pedido! Qué magnífico, y pensar que pude conocer a una muy simpática nueva amiga bajo estas condiciones.”
“Aww yo también me alegro mucho~ ¡Eres mi nuevo amigo, Ibara-chan!”
“Agradezco tu gentileza. ¡Entonces es oficial y eres mi nueva amiga, Osaka-dono! Siento que podría reír de gran dicha.”
“¡Hay que reír!”
“¡Que así sea! ¡AHAHAHA!”

Ambos se rieron a todo pulmón detenidos en pleno camino como si no hubiera ninguna preocupación en el mundo.

“Ehh… hehe…” por su parte, Hotaru sonreía incómoda. Podía ver que los dos eran muy distintos, pero habían congeniado muy bien.
“Luego de esta tan necesitada dosis de positivismo, tenemos que seguir avanzando,” observó Ibara, decidido. “Descuiden, mis estimadas damas. Ya no estamos muy lejos de la salida.”
“Sí, ojalá podamos encontrar ayuda por allá. ¡En marcha!” exclamó Osaka. Sin embargo, ni bien terminó de hablar, oyeron una explosión no muy distinta. “¡Wahh, ¿qué fue eso?!”
“Debe ser una pelea HiME,” observó Hotaru, pensativa. “Podría tratarse de Cho. Su Rebel usa explosivos.”
“¿De quién hablan?” preguntó el chico, con curiosidad.
“Cho es mi prima y es HiME ahora,” dijo Osaka, un poco preocupada. “Ibara-chan, si no es mucha molestia, me gustaría espiarles de lejos. Sólo quiero asegurarme que Cho esté bien.”
“Tengo que admitir que admiro la confraternidad en tu círculo de amigos y gente cercana, Osaka-dono,” asintió y luego de mostrar ligero pesar, tensó su rostro. “Bien, entendido, observémosles con cautela. Síganme, por favor.”


Hotaru no estuvo equivocada. Cho había evadido una explosión con dificultad, pero pudo reponerse y mantener su espada en su mano, lista para responder ante otro ataque. Pese a ello, la nube de polvo y humo dificultaba su visión y se mantuvo alerta.

Sin embargo, la HiME se olvidó brevemente del detalle que su Rebel se teletransportaba.

“¿Dónde miras?” preguntó Komaeda detrás de ella.
“¡…!” Cho se giró y observó una granada volar hacia ella. De inmediato se hizo a un costado, pero esta impactó demasiado cerca y resultó en otra explosión. Esta vez, no fue capaz de evadirla y salió impulsada al piso, para arrastrarse en el mismo.

La peliceleste sintió su cuerpo cansado y entumecido, pero hizo un esfuerzo para levantarse. Notó que Kashuu se le había caído de las manos y yacía en el suelo cerca de donde ocurrió la explosión. Frunció el ceño al ver a Komaeda caminar donde su espada.

“Estoy seguro que sí intentabas ubicarme, pero te descuidaste demasiado,” comentó el Rebel, con cierto pesar y frustración. “Y eso que fui yo quien te reveló mi habilidad de la teletransportación. Aparte lo usé hace poco con Altugle-san. ¿Por qué enfocaste toda tu atención erróneamente?”
“…” Cho se reservó comentarios y miró fijamente a su espada, algo que el Rebel notó.
“Y esto…” Komaeda miró la espada con desdén y la pisó. “No tienes la misma habilidad de tu compañera HiME con las espadas y es por ella que deberías saber que no puedes descuidar tu propia arma. Puede ser usada en tu contra.”
“…”

Sin embargo, ni bien dijo ello, Kashuu se transformó de nuevo en humano. Su repentina aparición causó que Komaeda perdiera el balance y se cayera hacia atrás. Ante eso, el arma se hizo a un costado.

“¡Aruji!”
“…” Cho extendió ambas palmas y atacó a su Rebel con un fuerte torrente de juego. Impresionado, Komaeda se teletransportó, aunque el ataque sí llegó a alcanzarle y apareció a cierta distancia mientras trataba de apagar el poco fuego que seguía en sus ropas. Al verse momentáneamente librada del peligro, se levantó.
“Aruji, ¿te encuentras bien?” preguntó Kashuu, dándole el alcance.
“Sí, menos mal,” la HiME dio un suspiro y sonrió un poco. “Veo que nuestro plan funcionó.”
“Heh, no hay forma que vayan a utilizarme en tu contra, aruji,” le aseguró con una sonrisa decidida. “Seré tu arma, pero si puedo ayudarte en otras formas, con mucho gusto lo haré.”
“Sí, te lo agradezco.”
“Es un placer,” asintió de buenos ánimos. Se alegraba de haberle sido de una ayuda especial aquella vez.
“Vaya…” Komaeda revisaba su traje ligeramente chamuscado con cierta decepción y expresaba un poco de dolor en su rostro. “Yo que te recriminaba por tu falta de atención y justo esto sucede,” miró al piso con una sonrisa frustrada. “Heh, por supuesto, una escoria como yo no sabe ni lo que dice. Me precipité al pensar que te habías distraído.”
“Criticas a mi aruji, pero el verdadero en falta aquí es quien desestima a los demás, Rebel,” declaró Kashuu, frunciendo el ceño. “Por eso mismo el ataque fue bien merecido.”
“Justamente ando reconociendo eso,” desvió su mirada. “Qué decepción. Ambos tendríamos que ser más fuertes e inteligentes que esto. Llevamos un semestre peleando. Sólo continuaremos decepcionando a esta guerra si no nos desempeñamos mejor.”
“¿Qué dices tú?” Kashuu alzó una ceja.
“Sólo ignóralo, Kashuu,” la HiME entrecerró sus ojos. “Ha sido demasiado tiempo, Komaeda. No deberíamos continuar peleando. En cualquier momento llegarán las autoridades.”
“Justo pensaba lo mismo, Cho, pero sabes…” frunció el ceño. “Me fastidia. Tendríamos que dejar esta pelea en una mejor nota.”
“Ni sé qué quieres decir, pero exponernos no lo amerita. También puedo ver que andas herido por mi ataque. Tu expresión lo delata.”
“Hm, pues es cierto que sí me sorprendiste esta vez,” a pesar de los comentarios de la HiME, Komaeda pasó a animarse un poco. “Tal vez algo nuevo sí llegó a darse esta vez. ¿Será que estás mejorando como HiME? Ello sólo significa que yo también debo esforzarme.”
“Ehh…” Cho se quedó en blanco. Su Rebel, por más chiflado y aparentemente amable que fuera, realmente prometía ser un peligro. Ya se lo había demostrado.
“Aunque entonces… ¿debería continuar empujándote ahora o lo dejamos para otro momento?” se puso a meditar con una mano en su mentón.
“Uhh, estás loco…” Kashuu le miró cansado y frustrado. “No trates a mi aruji como un objeto. Tú no decides por ella.”
“Descuida, porque sólo deseo velar por la fuerza y el potencial de tu ama,” dijo Komaeda sonriente e ilusionado. “Es verdad que no decido por ella, pero yo soy el obstáculo en su camino y quien le va a hacer levantarse por encima de los demás, como parte de la esperanza de Hanasaki. Sí, un Rebel no debería ser suave. Puede que deba continuar un poco más.”
“Tch…” Cho frunció el ceño y se preparó.

Sin embargo, el enfrentamiento ya se había terminado, lo cual se marcó por la llegada de dos personas, dos que la HiME no hubiera en su vida imaginado que vendrían juntas.



“¡Cho!” exclamó Roxas, quien llegó corriendo junto con Kokichi.
“¿Eh?” la HiME miró a su hermano pasmada por dicha compañía, claramente evidenciando que acababa de sufrir un cansancio mental mucho más intenso que la pelea contra su Rebel.
“¿Ouma-san?” preguntó Komaeda, igualmente sorprendido.
“¡Así que por aquí estabas, Komaeda-chan!” exclamó Kokichi. Este se detuvo frente al Rebel y puso sus manos en sus caderas. “Y yo que pensaba que eras el que traía los explosivos a las fiestas. ¿Qué pasa? ¿Se te olvidó la rata blanca? ¡Yo esperaba ubicarte por tu estruendo!”
“Eh, pues…” el Rebel peliblanco ladeó su cabeza, aunque se enfocó en contestar primero. “Me pidieron que no trajera nada muy destructivo esta vez para que no llame la atención afuera. Pero Ouma-san… ¿por qué vienes junto con el hermano de mi HiME?”
“Sí, ¿qué ocurre aquí?” preguntó Cho, quien miraba a Roxas con gran escepticismo.
“¿Eh?” este se extrañó. “Cho, ¿no reconoces a Kokichi?”
“¿Qué quieres decir con reconocer?” se quedó en blanco. “Roxas, ¿acaso tú…?”
“¡Hola Cho!” le saludó el pelivioleta levantando una palma y en buen plan. “Oye, Roxas-chan dice que es tú eres su hermana. ¿Es verdad?”
“L-lo soy… ¿y tú cómo lo conoces?”
“¡Roxas-chan y yo somos amigos de la infancia!” exclamó y sonrió gustosamente de ver a la otra internarse en shock. “Heh, es culpa de él, ¿no? ¿Por qué nunca nos presentó?”
“¿Cómo que son amigos?” la HiME se giró a su hermano demandando explicaciones.
“Eh, pues, es cierto…” dijo Roxas, confundido. “¿En serio no se recuerdan?”
“Comparto recuerdos con mi aruji, y no, en ningún rincón de su mente sabía esto,” afirmó Kashuu. “Deja de insistir.”
“¿Cómo puedes tú ser amigo del Rebel de Eureka?” preguntó la peliceleste, incrédula.
“¿Y cómo puede Roxas-chan tener una hermana tan aburrida? ¿Esa no debería ser la pregunta?” cuestionó Kokichi, con sus brazos detrás de su cabeza y una traviesa sonrisa que delataba su diversión ante la tremenda confusión frente a él.
“Oye, ya no te pases, Kokichi,” le detuvo Roxas, quien regresó a dirigirse a Cho. “En serio. Hasta invitaba a Kokichi a jugar en casa después de clases. Debe haber venido hasta para nuestro cumpleaños un par de veces.”
“Siempre has tenido muchos amigos y de varios salones, Roxas. No podría recordarlos a todos,” Cho frunció el ceño. “Y con los cumpleaños igual. Eran tus fiestas. Yo nunca gustaba de jugar o salir a ver a toda la gente que tú invitabas.”
“¿H-hablas en serio, Cho?”
“Qué interesante…” Komaeda estaba impresionado ante ese desarrollo. “¿Eso quiere decir que Ouma-san ya conocía nuestra residencia desde hace varios años?”
“Tsk…” al oír al peliblanco, Roxas entrecerró los ojos. “¿Qué haces llamándole ‘nuestra residencia’? ¡Tú nos despistaste y terminaste por adquirirla a nuestras espaldas!”
“¡Verdad que Komaeda-chan le había comprado la casa a su propia HiME! ¡Nishishi, me había olvidado!” exclamó Kokichi, riéndose con ganas. “¡Ahora resulta que era la casa de Roxas-chan! ¡Qué increíble! ¡Hahahaha!”
“¡No te burles de mí!” reclamó Roxas.
“¿En serio…?” Cho se dio un facepalm. “¿Qué está pasando aquí?”
“Pues ya lo dijimos. Roxas-chan y yo somos amigos, deja que se sumerja en tu cabeza un rato,” resumió el pelivioleta. “Ah, y también hicimos un trato, pero que sea él quien te lo explique,” dicho esto, miró a su colega. “No es por aguarte la fiesta, pero ya es hora de retirarnos. Están por levantar la cuarentena aquí.”
“¿En serio?” Komaeda se sorprendió y revisó su celular. “Es más tarde de lo que pensé. Sí que el tiempo pasa rápido cuando uno realiza una actividad provechosa e iluminadora.”
“…” Roxas le miró con odio, algo que el Rebel ignoró por completo.
“Bueno, entonces aquí me despido, Cho,” Komaeda sonrió humildemente. “Iré a buscar a Altugle-san para sacarle de la oficina.”
“Pero antes que hagas lo que sea que es eso, llévame a mí también, Komaeda-chan,” dijo Kokichi. “Estoy cansado de cargar mi mazo a todos lados.”
“No puedes esperar que otros te hagan favores todo el tiempo, Ouma-san,” observó el peliblanco con cierto juicio, como si aconsejara a un pequeño niño travieso. “No siempre estaré ahí, así que cuanto te haga falta, tienes que resolver las cosas por tu cuenta, ¿has entendido?”
“¡Sólo porque soy chato no quiere decir que eres mi superior, tonto!” le reclamó, haciendo berrinche. “¡Ahora sé una buena mula y teletranspórtame!”
“Vaya, tenemos que corregir ese vocabulario,” se lamentó dando un suspiro, aunque terminó por acceder. “Está bien, como digas.”
“Sí, y de paso tengo que explicarte sobre este trato con Roxas-chan,” asintió y miró a los hermanos. “¡Hasta la próxima!”

Dicho esto, ambos Rebels desaparecieron en el acto. Por la ausencia del Rebel de Eureka, tomaron unos segundos para que los presentes se acomodaran al abrumador silencio de aquel semi-destruido claro del recinto.

“En serio no puedo creer que Kokichi sea un Rebel…” dijo Roxas, agotado.
“¿Qué hay de creer? Su actitud y comportamiento gritan Rebel por todos lados,” Kashuu alzó una ceja. “¿Y bien? ¿De qué se trata el trato que has hecho con ese Rebel?”
“¿Viste a Eureka por ahí, Roxas?” preguntó Cho.
“Eh, pues, no, no creo. O sea, Kokichi me dijo que su HiME no estaba aquí, más bien él andaba persiguiendo a civiles y asustándolos con su mazo…” dijo meditativo, y entonces reparó en que el otro par le miraban entre alarmados y desconociéndole. “Ahh, no que ande normalizando lo que Kokichi hizo, en serio…”
“Sí que son amigos…” Kashuu entrecerró sus ojos. “Es la primera vez que tratas a un Rebel con esa trivialidad, por más mal que esté. O sea, dices que asustaba a personas como si nada…”
“Es verdad, casi te desconozco…” Cho se puso a pensar críticamente.
“¿Eh?” Roxas se asustó.
“¿Y podemos confiar en que las ‘asustaba’?” cuestionó Kashuu, cruzándose de brazos. “Siento que nos hacen falta testigos. El Key de mi aruji resulta muy sospechoso a estas alturas. Podría no ser confiable y tratar de encubrir a su amigo.”
“¡Digo la verdad! ¡Deja de hacerme quedar mal a cada rato, Kashuu!” le reclamó molesto. “¡Y sé que Kokichi no pretendía lastimar a nadie porque él mismo me ha dicho en qué consiste este experimento de Rizembool!”
“¿Experimento?” Cho se espantó ante dichas palabras y no evitó acercarse a su arma.
“Descuida, aruji, yo te mantendré protegido,” le afirmó este, poniéndose delante de ella.
“¡Maldición! ¡No les miento! ¡Confíen en mí, los he andado buscando sin parar!” exclamó desesperado. “Ahh, ya veo por qué se asustarían, no pensaba en lo que dije, pero sí, tengo un montón que compartir con ustedes.”
“Antes que cualquier cosa, el Rebel de Eureka dijo que había hecho un trato contigo. Suena a que es muy importante,” recordó Cho. “¿De qué se trata?”
“Ah, verdad, eso…” le tomó procesar un poco la frase ‘el Rebel de Eureka’. Le tomaría acostumbrarse a eso. “Kokichi dijo que un enfrentamiento entre nosotros sería complicado, y que no tenemos que antagonizarnos. Eso me quitaría tiempo de ayudarte a lidiar con Komaeda, y también le haría su trabajo de Rebel más difícil. Por eso me dijo que en los momentos que tú y Eureka vayan a pelear contra sus Rebels, nosotros prometemos no atacarnos mutuamente.”
“¿En serio?” Cho se sorprendió. “No pensé que ese Rebel se vendría con algo así.”
“Me cuesta digerir esta situación, y también me sorprende un poco que se haya venido con una tregua, pero tiene sentido,” Roxas desvió su mirada. “De todos modos, no creo que vayamos a encontrarnos en esa situación de pelear con frecuencia.”
“Pues… puede ser…” la HiME llevó una mano a su mentón. No sabía cómo comenzar a analizar aquel trato.

Sin embargo, Kashuu se encargó de hacerlo por ella.

“¿Qué clase de pacto has firmado con ese Rebel?” preguntó con gran desapruebo.
“¿Por qué te pones así?” le cuestionó el Key, extrañado.
“¿Por dónde empiezo?” negó repetidamente. “Si entiendo bien, ese Rebel te ha dicho para que ninguno de ustedes se ataquen en medio de las peleas que aruji y Eureka tendrán con sus Rebels. Que ustedes no se compliquen la vida puede sonar convincente, ¿pero no te das cuenta que justo le das lo que él quiere?”
“¿Qué quieres decir?”
“Ponte a pensar un poco. Un Rebel que pone a tu propia hermana en peligro acaba de convencerte para que no le hagas daño a él. Él está garantizando su propia seguridad, ¿y a cambio de qué? ¿A quién estás protegiendo tú? ¿A tu propio pellejo?”
“¿Eh? N-no, espera…”
“Con este trato, además, casi le validas a hacer sus fechorías sin cuestionamiento simplemente porque ambos coinciden en el punto que ustedes no se van a pelear. Este Rebel recibe inmunidad tuya y tú ni negociaste nada ni andas ayudando a tu propia causa. Ahora tenemos a dos Rebels que atacarán a sus dos HiMEs y un Key limitado a detenerles del todo,” sintió un tic en la ceja. “Más bien este trato me parece hecho con las meras intenciones de que tú no te pelees con tu amigo por encima de proteger a aruji, ¿será eso cierto?”
“Oye, Kashuu, no, eso no es verdad. Yo no me pondría a mí por encima de Cho…” sin embargo, Roxas empezaba a darse cuenta que era un trato con muchas fallas lógicas. Recordó con leve tortura a Kokichi felizmente recordarle que era más inteligente que él. ¿Acaso era él quien andaba con segundas intenciones?
“Y bueno, no es por menospreciar el rol protector de los Keys, pero ustedes son un tanto secundarios en la imagen central,” Kashuu se encogió de hombros. “Sí son importantes en el sentido que están ahí para apoyar a las HiMEs del modo en el cual las Princesses ayudan a los Rebels, pero si tenemos a uno acordando con un Rebel para no pelearse entre sí, el Rebel no debe molestarse por una ayuda externa y que ni es apuntada en la mayoría de ataques, mientras que el Key pierde gran parte de su validez porque, además de no ser el blanco principal de un ataque, no hace más que garantizar su propia seguridad mediante la inacción. ¿Acaso ello no anula por completo su rol de apoyo?”
“Ehhh…” Roxas retrocedió un paso. Normalmente le contestaría, pero empezaba a sentir que había cometido un grave error.
“Suficiente, Kashuu, no sigas atacando a Roxas, por favor,” pidió Cho, frustrada.
“Pero aruji…” el pelimarrón se tensó aunque le hizo caso y le miró atentamente.
“Todo lo que dices tiene sentido, pero sinceramente está bien. No me fastidia que Roxas haya hecho este trato con ese amigo suyo, por más sorprendente que sea. Podemos verlo en el sentido que el Rebel de Eureka tiene una ventaja sobre nosotros, y quizás así sea, pero me alegra un poco saber que él no le hará daño a mi hermano,” Cho asintió y sonrió un poco. Miró a Roxas. “Sólo eso es un alivio desde ya. Kokichi ha demostrado ser muy calculador y sí me convendría tenerte prestando atención a Komaeda si es que fueras a estar presente en una pelea. Siento que lidiarías mejor con nuestro propio Rebel que con el de Eureka, especialmente si Kokichi en verdad es uno de tus amigos. Eso es algo que respetaré, no te preocupes.”
“Cho…” Roxas se impresionó por la comprensión de su hermana. Asintió y desvió su mirada. “Gracias, y lo siento mucho si sólo te estoy causando problemas.”
“No, está bien, más bien es sorprendente verte ser un poco más flexible con las personas de Rizembool…” dicho esto, dio un pesado suspiro. “No por decir que valido lo que ese Rebel hace, pero no todos en Rizembool son malas personas. Ya quisiera que dejes el pasado detrás y no desconfíes tanto de ellos.”
“…”
“Hmhm…” Cho rió modestamente. “Osaka se va a alegrar un montón cuando escuche que eres amigo de un Rebel.”
“¿Eh?” ello descuadró a Roxas. Aquello iba a ocurrir más pronto de lo que pensó…



“¡Primo! ¡¿Escuché bien?! ¡¿Eres amigo de un Rebel?!” exclamó Osaka, quien se acercaba junto con Hotaru e Ibara. “¡Yay~! ¡Tenemos que celebrarlo!”
“¿O-Osaka?” Roxas ladeó su cabeza. A pesar de su comentario, tanto él como Cho y Kashuu dejaron el tema de lado ante la sorpresa de ver a su prima a salvo, y se acercaron a ellos. “¿Qué hacen aquí? ¿Están bien?”
“Recuerdo que iban a quedarse con Youmu,” observó la HiME. “¿Cómo han estado?”
“Felizmente todo bien, tuvimos mucha suerte,” informó Hotaru, sonriendo con torpeza. “En verdad Osaka y yo no llegamos a hacer nada. Nos encontramos con Saegusa-san quien nos ha protegido del peligro. Él se encargó de enfrentarse a unos orphans en nuestro camino.”
“¿Con quién?” preguntó Kashuu.
“¡Ese vendría a ser yo!” reportó el chico, luego de depositar a Tomo con cuidado sobre el piso. Así, se levantó y le dedicó un saludo militar a los presentes. “¡Ibara Saegusa! Por las observaciones de Osaka-dono, presumo que me encuentro frente a sus primos y el ayudante de su prima HiME! ¡Es un gusto conocerles!”
“Eh, sí, igualmente,” Cho hizo una torpe reverencia al verse un tanto impresionada por la fuerte voz y presencia del chico. “Muchas gracias por ayudar a mi prima y mis amigas durante el peligro, Saegusa-san, en verdad estoy muy agradecida.”
“Ah, no es nada en lo absoluto. Definitivamente no iba a dejarles solas durante el peligro,” afirmó decidido y con muy buenos ánimos. “Y no es necesario que me traten con formalidad alguna. Pueden referirse a mí con mi primer nombre.”
“¡Por supuesto, Ibara-chan!” exclamó Osaka, contenta.
“Ehh, O-Osaka…” su prima estaba un tanto frustrada por su soltura.
“¿Y cómo así pudiste pelear contra orphans?” preguntó Roxas, confundido.
“No es nada realmente especial si supieran sobre mi formación. Crecí en una academia militar, por lo cual poseo licencia de armas y el conocimiento necesario para defenderme ante criaturas semejantes,” declaró, y entonces sonrió incómodo. “Ah, pero no lo piensen demasiado. Como un estudiante nuevo en Hanasaki, pienso que más bien son las HiMEs y sus compañeros Keys los excepcionales entre nosotros.”
“¿Eh? ¿Acaso trajiste armas a este lugar?” preguntó el Key, sorprendido e inclinándose hacia atrás. “¿P-por qué lo harías?”
“Uno nunca puede estar lo suficientemente seguro, y como un exmilitar me considero principalmente responsable de proteger a los civiles que fueran a necesitar de mi ayuda,” le contestó con rapidez y profesionalismo. “Fallaría mis principios si no estuviera listo para asistir como otros necesiten que lo haga. ¡Es mi devoción a los demás!”
“Ehh, c-claro…” alzó una ceja y su desconfianza fue evidente para todos.
“¿Puedes dejar de mostrarte tan escéptico? Ayudó a Osaka y Hotaru, estate agradecido,” observó Kashuu, cansado y dando un suspiro. “Además, ahora que tienes un amigo Rebel has perdido todos tus derechos de quejarte.”
“¿Qué dices, Kashuu?” le miró perdidamente.
“Entiendo que nos encontramos hablando con las carismáticas Osaka-dono y Tomoe-dono, pero ellas dos han venido acompañadas de una persona más,” observó Ibara, algo frustrado. “Asumo que consideran que se encuentra bien.”
“¿Quién?” preguntó Kashuu.
“Ehh, pues ya le habíamos visto inconsciente, pero tienes razón. Ojalá que Tomo no tenga problemas al despertarse,” observó Cho, sonriendo incómoda.
“No es la mejor amiga de todos aquí, aunque sí sería malo que algo le fuera a pasar,” Kashuu se puso a pensar con cierta indiferencia. “Me sabe mal darle poca importancia, pero no es la más colaborativa…”
“Estoy segura que está bien como nosotros, sólo necesita despertarse,” Osaka asintió esperanzada. “Ahora espero que los demás aparezcan pronto.”
“Hmm… el Rebel de Eureka mencionó algo de que esto estaba terminado. Asumo que no tardaremos en verlos,” Cho se puso a pensar y dio un suspiro. “Sospecho que es por este ataque que tanto Sora y sus amigos como Urashima y Horikawa se marcharon temprano. Tomaj sabría algo, sin duda.”
“Cierto, y papá fue un Rebel. Seguramente se lo dirían para resguardar a Urashima,” Roxas asintió. “Pero… si hubiera convocado a Osaka también nos habría ayudado un montón.”
“Tal vez él no piense que Osaka sea tan ajena al asunto o no sé,” Kashuu se encogió de hombros.
“Está bien, me gusta acompañarles a donde ustedes vayan, aparte así Hotaru-chan y yo nos hemos hecho compañía, y si no estaba aquí quizás no habríamos tenido la suerte de conocer a Ibara-chan,” afirmó la prima, sonriente. “Hehe, no se preocupen por mí.”
“Eres muy amable conmigo, Osaka-dono. ¡Yo también me considero afortunado de que nos hayamos conocido!” exclamó Ibara con gran dicha.

Entonces, ellos oyeron la voz de una pequeña, quien corrió para darles el alcance. Ella no había llegado sola.





“¡Cho!” Nio se separó de las HiMEs y Marisa para darle el alcance a la peliceleste. “¡Cho! ¿Dónde está mi nee-chan?”
“N-Nio…” Cho se quedó en shock al verla. Por un instante se había olvidado que la había estado buscando.
“¿Dónde está?” insistió la pequeña, asustada y mirando a un lado a otro. “No la veo. Youmu dijo que se fue contigo a buscarme.”
“Sí, así fue, pero…” bajó su mirada con impotencia.
“¿Eh?” la pequeña se asustó más.
“P-pues, no te preocupes es que…” Cho dio un pesado suspiro. “Mi Rebel apareció y se la llevó. Él me aseguró que la puso a salvo en una oficina aquí, pero no podría verificarlo.”
“¿En serio?” preguntó Youmu, alarmada. Ella frunció el ceño. “Tenemos que ir detrás de tu Rebel, entonces.”
“No, espera, Youmu,” Marisa agitó sus palmas. “No te olvides que el Rebel de Cho se conoce con Ayesha y Nio desde antes.”
“Verdad, puede que haya dicho la verdad…” Reimu se puso a pensar.
“¿Ustedes se encuentran bien?” preguntó Kashuu. “Nos separamos intempestivamente.”
“Eh, sí, eventualmente Seija nos dejó en paz renegando porque el tiempo se le había acabado o algo así,” informó Marisa. “Veo que ustedes también están bien, me alegro mucho.”
“Lamento no haberles protegido como debí, Osaka, Hotaru,” dijo Youmu, asintiendo apesadumbrada.
“No te preocupes, realmente era mucha carga para ti que nos protegieras de tu Rebel. Más bien me alegro que te veas bien, Youmu,” le aseguró Hotaru, amablemente.
“¡Chicas! ¡Les presento a Ibara-chan!” exclamó Osaka, quien se tomó la libertad de agarrar al pelimagenta de un brazo y jalarle. “¡Él nos ayudó al protegernos de orphans!”
“¡Ohh, Osaka-dono, posee mucho ímpetu!” observó Ibara, un tanto descolocado por ser puesto en medio de la atención de todos. Él vio a todos observarle y sonrió con torpeza. “Ahh, haha, vaya, realmente no quería llamar demasiada atención a mi persona en medio de una conversación seria, ¡mis disculpas! Pero sí, mi nombre es Ibara Saegusa. ¡Por favor, sigan con lo que conversaban! Suena a que tenemos que ayudar a la pequeña entre nosotros, hay que darle la debida atención.”
“Ehh…” Nio miraba a todos con ojos llorosos, aunque hacía un intento de mantenerse fuerte. “D-dicen que Nagito se la llevó… e-entonces tiene que estar bien, ¿verdad?” asintió para sí y frunció el ceño. “Sí, lo debe estar, tiene que ser así…”
“Nio…” Cho le miró preocupada. Podía entender mínimamente cómo se sentía, pero ello debía ser incluso más aterrador para ella de lo que imaginaba…

...


Cho

83.5.

Entonces…





“¡Nio!” exclamó Luso. Este se puso a correr ni bien la reconoció.
“¿L-Luso?” la pequeña ladeó su cabeza. “¿Eh? Pero tú te fuiste, ¿qué haces aquí?”
“No había forma que fuera a dejarles detrás en medio de todo esto,” afirmó. “¿Estás bien? Hirano, Elise, ¿qué es de ellos?”
“Ehh, yo… p-perdón…” bajó su mirada, torturada. “No pude protegerles, me tocó huir cuando los orphans comenzaron a aparecer… perdón, Luso…”
“Ehh, n-no, está bien, no te culpes por favor,” el pequeño se alarmó y dio un suspiro. “Ahh, lo siento mucho, Nio. No estoy aquí para angustiarte más ni nada…”
“Ellos estarán bien,” afirmó Tomaj con cierta indiferencia, ni bien les dio el alcance. “Por cómo te expresaste de ellos, han caído inconscientes. Las personas inconscientes no iban a ser atacadas por los orphans.”
“Eh…” Nio le miró perdida y asintió mínimamente.
“¿Qué haces tú aquí, Tomaj?” preguntó Roxas, comprimiendo sus puños. “Tú te marchaste con Sora y los demás sin decirnos nada de lo que ocurría.”
“Pues sí, ¿y qué piensas hacer al respecto?” le miró de reojo.
“Roxas, por favor, no comiences,” le pidió Cho.
“En serio, ¿acaso no te dije que estás banneado?” declaró Kashuu cruzándose de brazos y con un aire de superioridad. Le miró de arriba. “Resulta que eres amigo de un Rebel ahora, así que toda tu actitud y tus quejas de Rizembool ya no son válidas. Cierra el pico.”
“Tsk, cállate tú…” el Key se fastidió y desvió su mirada.
“¿Por qué regresaron, Tomaj?” preguntó Osaka con curiosidad.
“Porque Sora y todos sus amigos se negaron a irse ni bien les solté el rollo y Luso aquí burló a la seguridad,” se explicó Tomaj cansadamente. “A veces ni sé por qué me molesto, pero en fin. No puedo andar ayudando a la gente de Hanasaki, aunque me alivia verte bien, Osaka. Siempre pienso que es un milagro que mi maestro no te haya matado hace tres años. No pruebes tu suerte demasiado, ¿sí?”
“¡Oye!” Roxas se enfadó pero entre Kashuu y Cho lo detuvieron de reclamarle.
“Hehe, Tomo-chan piensa igual que tú, y lo sé, me cuidaré,” Osaka sonrió.
“Ahora que los encontramos, vamos a la salida,” siguió el exRebel. “Ya comenzarán a desmantelar este lugar.”
“No podemos irnos aún,” dijo Nio apresuradamente. “Tengo que encontrar a mi onee-chan.”
“Descuida, no nos iremos a ningún lado sin Ayesha,” le aseguró Marisa, quien sonrió con dulzura le dio un abrazo a la pequeña. “Ya verás que nos encontraremos con ella.”
“Espero que ese Rebel sí sea decente y haya dicho la verdad,” dijo Youmu, frustrada.
“Pues, no lo conozco mucho, pero Komaeda me parece una persona sincera,” dijo Reimu, sonriendo. “Será difícil de leer, pero no es alguien que recurra a mentiras, o al menos esa es la impresión que me dio.”
“Uhh ojalá, pero espero que no le estés dando mucho crédito…” Roxas dio un suspiro.
“¿Qué te he dicho?” le reprochó el arma.
“¡Ya déjame en paz con eso!”

Por su parte, Tomaj y Luso intercambiaron miradas incómodas.

“Tomaj, ¿qué hacemos?” le preguntó el pequeño en voz baja.
“Lo mejor es decirles la verdad…” negó y se dirigió a todos. “Oigan, nosotros nos encontramos con Ayesha al llegar.”
“¿En serio?” preguntó Hotaru, en shock. Todos de inmediato le miraron.
“Luso, ¿viste a mi onee-chan?” preguntó Nio, angustiada. “¿Dónde está?”
“Ehh… es que…” Luso se inquietó y miró al piso con gran nerviosismo.
“Yo me encargo,” Tomaj dio un suspiro. “Confirmo que Komaeda dijo la verdad. Cuando entramos, Ayesha estaba huyendo de un orphan. Logramos rescatarla y ella nos dijo lo mismo, que él la había encerrado en una oficina y tuvo que escapar para ir en búsqueda de su hermana. Los tres los estuvimos buscando, pero de un momento a otro…” negó frustrado. “Ayesha desapareció. La buscamos brevemente, pero no dimos con ella. Fue demasiado rápido.”
“¿Hablan en serio?” Reimu se impresionó.
“¿Acaso no estaba caminando con ustedes?” cuestionó Youmu, alzando una ceja.
“Pues sí, pero en un momento terminó por atrasarse un poco, creo que se distrajo con los edificios… ¡ahh perdonen!” Luso exclamó y juntó ambas palmas en señal de disculpa. “¡Se suponía que la protegeríamos y terminamos distrayéndonos!”
“Eh…” Nio estaba consternada, con una mano sobre su pecho.
“¿Por qué ocurriría esto?” Kashuu se puso a pensar. “Creo que nadie duda que Rizembool está detrás de esto, pero que se fijen en Ayesha de entre todos…”
“P-pero no tiene por qué ser así,” dijo Hotaru, no muy decidida, aunque haciendo un esfuerzo para ver el lado más positivo. “Es posible que Ayesha haya tomado otro camino, o tal vez se perdió… no necesariamente tiene que ser por Rizembool, ¿verdad?”

Hubo un silencio incómodo donde todos intercambiaron miradas. Sonaba a que lo había sido. Cho sin duda lo pensaba, ya que el hecho que un exRebel como Tomaj fuera burlado así (y lo reportara como una desaparición para empezar) era prueba suficiente. Claro, nadie quería dar un paso adelante y decirlo explícitamente.



“Es mi culpa, ¿verdad?” musitó Nio, cabizbaja.
“¿Nio-chan?” Osaka se sorprendió. “No, ¿por qué lo dices?”
“Sí, es mi culpa,” lo afirmó con ojos llorosos. “Si mi onee-chan es apuntada por Rizembool es porque yo tengo el potencial de ser una HiME, ¿verdad? No hay otra explicación,” negó decididamente. “Por más que diga que no y no quiera tener que ver con el tema, es por eso, ¿verdad?” se cubrió los ojos con sus manos y se puso a llorar. “…mi onee-chan va a ser lastimada por mi culpa… ¿por qué? No es justo…”
“Ya, ya, espere un momento, Nio-dono,” ante la inacción e inquietud de los demás, Ibara se abrió paso para llegar donde la pequeña y agarrarle suavemente de los hombros. “Criminal, no hay otra palabra. Es criminal que Rizembool o cualquier otra institución hagan sentir a una pequeña como tú responsable. Definitivamente no lo eres, nunca lo serías. ¿Acaso tú remotamente querrías o intentarías lastimar a tu hermana mayor? No, ¿verdad? Sin lugar a dudas no lo harías, ¿no es así?”
“…” la niña se secó las lágrimas de los ojos y negó lentamente.
“Ahí está entonces, tú no eres a quien culpar. Por más que me resulte incomprensible que alguien de tu edad pueda prestarse al peligro de este conflicto, no eres quien ha ocasionado algo malo o reprimible. Todo ello se escapa de nuestras manos. Así que por favor, sonríe, Nio-dono,” le soltó y le dirigió una sonrisa certera. “No puedes dejar que estos villanos te tumben. Ya has oído a los demás aquí. ¡Ninguno de nosotros nos iremos de tu lado sin antes ubicar a tu hermana!”
“Eso es verdad, Nio,” le aseguró Cho, asintiendo. “Ayesha y yo somos un equipo en nuestras clases de química, y nos hemos vuelto amigas. No hay forma que no las fuera a ayudar con lo que necesiten. Todos pensamos igual.”
“Sí, vamos por ella, Nio,” dijo Marisa, con una sonrisa. “Todas aquí somos como tus hermanas mayores también. ¡Puedes contar con nosotras de la misma manera!”
“Estará bien, te lo prometo,” le aseguró Osaka. “Creo que nos hemos dado muchos sustos mutuamente desde hace cuatro años, pero siempre hemos podido salir adelante porque nos hemos apoyado. Y no, no es por culpa de nadie. Más bien es porque todos somos amigos y todos nos queremos mucho que podemos seguir con todas nuestras fuerzas.”
“Hehe, muy cierto, Osaka,” Reimu sonrió animada. “Ayesha también debe estar esperando a verte. No la hagamos esperar, ¿de acuerdo? Hay que ir todos en marcha.”
“Sí… muchas gracias…” dijo Nio, asintiendo. La preocupación continuaba en su rostro, aunque sus ojos se veían esperanzados. “Tienen razón, no sé qué estaba diciendo. No quiero causarle problemas a mi onee-chan, pero es verdad que no es mi culpa.”
“Precisamente, es bueno que lo entiendas,” Youmu asintió con aprobación. “Y está bien que te ofusques un poco. Lo importante es que puedas reponerte, Nio.”
“Tomaj también dijo que sería extraño que algo le fuera a ocurrir,” observó Luso. “¿No es verdad, Tomaj?”
“¿Eh? Pues…” este negó y dio un suspiro, no muy contento de ser metido en el tema. “Pues sí, no puedo decir que soy todo conocedor de cómo Rizembool hace las cosas, pero no hay sentido de que le hagan nada. Resultaría en complicaciones injustificables para ellos. Sigo confundido que se haya extraviado, pero tampoco ando preocupado por ello.”
“Es un alivio oírlo, Tomaj,” Hotaru asintió. “Muchas gracias.”
“Pudiste haberlo mencionado antes,” observó Roxas, frustrado.
“No es ninguna afirmación, Key, por eso no lo dije,” se encogió de hombros.
“Cierto, pero oírlo de ti nos da esperanzas,” observó Kashuu. “Aruji, sería mejor que apuremos el ritmo.”
“Tienes razón, Kashuu,” Cho asintió y así todos se pusieron de acuerdo para avanzar hacia la salida en lo que se ponían al día sobre las experiencias y los descubrimientos de cada uno.

Ese ataque ficticio comenzaba a cerrar el telón, y sólo quedaban esperar las conclusiones.






Fue como si un profundo y abrumador sueño empezara a liberarle. Elise se movió mínimamente y sus ojos se abrieron con gran pesadez. Su visión borrosa se enfocó y pudo definir el rostro de su hermano, quien le miraba de cerca.

“¿L…Leo…?” dijo perdidamente y trató de sentarse sobre la camilla. “¿Eh?”
“Elise,” Leo le agarró de los brazos. “¿Estás bien?”
“Eh, sí, pero… ¿qué haces aquí?” preguntó y miró a su alrededor. Pudo ver que estaban en un ambiente con un gran número de camillas ocupadas por personas inconscientes o convalecientes, quienes eran atendidas por paramédicos o conocidos. No tardó en entender que era su situación. “Recuerdo… que me quedé inconsciente… ¿qué sucedió?”
“…” su hermano desvió su mirada con disgusto. “Es una larga historia, luego te lo explico.”
“¿Cómo así?” le preguntó con leve inquietud.
“Pero no importa ahora, lo importante es que estés bien,” dio un pesado suspiro. “Estuve muy preocupado por ti.”
“S-sí…” frunció un poco el ceño al no recibir explicaciones, pero podía ver que su hermano estaba extenuado, así que no iba a insistir. Entonces, finalmente vio que Monoyoshi andaba observándoles desde un costado. “Oh, Monoyoshi, ¿también estás aquí?”
“Me alegro de verte despierta, Elise,” dijo el chico, sonriendo. “No fue muy fácil buscarte, pero todo está bien, descuida. Tu hermano debe estar muy feliz de verte.”
“Lo estoy, pero no tienes que hablar por mí,” afirmó el rubio con leve cansancio. “Es de mala educación hablar en lugar de otros.”
“Oh, no fue mi intención,” Monoyoshi se confundió y sonrió incómodo. “Perdón.”
“Uhh, Leo…” Elise le miró con reproche. Supuso que su hermano no cambiaría su chip ni en una situación importante. Sin embargo, fue ahí que le vio desistir un poco en su forma huraña de ser.
“Aunque… tengo que reconocer que fuiste de gran ayuda,” dijo frustrado. “No hubiera podido llegar aquí sin ti. Muchas gracias.”
“No, no es nada. Me alegro de haberte asistido,” el pelirrosa asintió contento. “Estoy feliz de que todo esté bien pese al susto. Y bueno, también te agradezco por la agradable tarde que he tenido. Espero que podamos volver a entrenar juntos.”
“Suenas demasiado casual luego de todo esto,” le miró juiciosamente y terminó encogiéndose de hombros. “Puede ser, lo pensaré. Admito que también me vino bien esa práctica.”
“…” la pequeña observó a su hermano ser más receptivo e incluso abierto a otra práctica más. Considerando que este se había pasado el camino de ida en la mañana renegando y pidiéndole que no se metiera en sus asuntos, comprendía que sus esfuerzos en cierto modo habían valido la pena. Por más que no pudiera entender qué sucedía, se animó al ver que comenzaba a quebrar la pared que su hermano había hecho para apartarse de los demás.
“Ah, podría ir a preguntar si nos pueden brindar algo de tomar,” dijo Monoyoshi. “Sí, algún refresco nos vendría muy bien.”
“¿Tú crees que nos den algo?” Leo alzó una ceja. “Estamos hablando de los mismos que orquestaron este ataque. No sé ni siquiera si los paramédicos presentes son de Rizembool o no.”
“¿Eh? ¿Rizembool?” Elise se alertó. Ambos chicos le miraron como si se hubieran olvidado que les estaba oyendo, a lo cual la pequeña hizo un puchero. “Me dijiste que me lo dirías después, pero quiero saber. Suena serio, sobre todo si andas diciendo Rizembool,” entonces, se alertó. “Verdad, antes de perder el conocimiento, estaba con Nio y Hirano. ¿Qué es de ellos?”
“Cierto, tal vez mejor te lo explico, debes andar preocupada,” Leo se frustró. “No sé qué será de tu amiga, pero Hirano también está bien. Podemos ir a verle, está con sus hermanos.”

Mientras tanto, Hirano había sido puesto al tanto de la situación luego de despertar. El pequeño andaba mareado y un tanto extenuado por todo lo que le habían contado.

“Imposible…” dijo cabizbajo y en shock.
“Hirano…” Maeda se le acercó. “¿Te sientes bien?”
“Yo estoy bien, sin embargo ustedes…” entrecerró sus ojos con gran autodecepción. “Ustedes han tenido que pasar por todo esto y yo no pude hacer nada para ayudarles…”
“No, no digas eso, Hirano,” Namazuo negó con fuerzas, con leve preocupación. “No pienses así. Todos nos alegramos de que estés bien, que todos estemos bien. Es más, esto recae en mí,” bajó su mirada. “Por descuidar el tiempo no llegué a sacarlos a ustedes y a su amiga del festival antes de que esto sucediera…” frunció el ceño. “De haber estado a la hora acordada, no hubiéramos pasado por todo esto…”
“Eso es cierto, Namazuo-niisan, pero no cambia el hecho que no fui más que una carga para ustedes,” Hirano agarró una mano de su hermano mayor con las suyas. “Te han tratado heridas. Tienes unos raspones visibles en tu rostro. Puedes haberte descuidado, pero es evidente que hiciste lo imposible para encontrarnos y salvarnos. No quiero ni imaginar la cantidad de esos monstruos que tuviste que derrotar y sin tu wakizashi,” apretó las sábanas con sus puños. “Me aterra tan sólo pensarlo…”
“Ya es suficiente, Hirano, no digas eso. Entiendo que te parezca que estoy herido, pero estoy acostumbrado a pelear. Heh, salgo más lastimado cuando practico con Iwatooshi,” Namazuo le tomó de las manos y le sonrió con dulzura. “Escucharte me da mucha dicha. Sí que tengo hermanitos muy lindos y cálidos que me quieren un montón, y yo también los quiero mucho a ustedes,” dicho esto, Namazuo le dio un fuerte abrazo. “No te aflijas por cosas que son de esperarse. Por supuesto que nos desviviríamos mutuamente por encontrarnos y velar por nosotros. Ahora no te sientas mal. Sólo quiero que sientas la alegría que yo estoy sintiendo por tenerte aquí, hermanito.”
“Hermano…” Hirano se dejó abrazar, ya un poco calmado, aunque continuaba pensativo. Él miró a Honebami, quien les observaba de pie junto con Maeda. “Honebami-niisan, muchas gracias por ayudarnos a todos. Viniste en el momento preciso.”
“…” este negó, inmutado. “Es mi deber, descuida…”
“Lo aprecio mucho, siempre has sido un gran apoyo para nosotros, pero… no me gusta que nosotros no podamos poner de nuestra parte al igual que ustedes…” bajó su mirada. “Soy uno de los menores. Me hace falta demasiado aún.”
“Pienso lo mismo, Hirano, pero tranquilo,” Maeda le sonrió y asintió. “Me sentí igual en medio del caos, pero mi amigo me dijo que eso no se quedará así, y tiene razón. Está bien admitir que somos jóvenes y sin experiencia, porque eso va a cambiar. Nos esmeraremos a que así sea.”
“Tienes razón…” al oír esas palabras, Hirano se soltó de Namazuo y asintió seriamente. “No es el momento para desanimarme. Y en verdad estoy muy alegre de saber que ustedes se encuentran bien. No tengo por qué lamentar nada, aunque me hubiera gustado estar contigo, Maeda. Debe haber sido muy duro para ti. No deberías ser tú quien me aliente ahora.”
“Yo estuve bien,” le aseguró sonriente. “Megumi-san estuvo ahí por mí.”
“Suena a que tengo que conocerle y darle las gracias,” Hirano sonrió frustrado.
“Espero que sea pronto. Creo que se llevarían bien.”
“En verdad estoy muy orgulloso de los dos. Lo han tomado con mucha madurez, pequeños,” dijo Namazuo, contento. “Bien, creo que podemos irnos, aunque antes de eso hay que visitar a Ritsu-chan y los demás. Menos mal que su amigo le pudo conseguir un espacio especial para que descanse bien.”
“Si todavía anda con compañía, puede que Ritsu-san no desee dormir aún,” observó Maeda, pensativo. “Recuerdo que no le gustaba perderse de actividades cuando viajamos al bosque.”
“Es cierto, si no le visitaremos para recordarles a los demás que tenemos que darle su espacio, es muy cierto,” Namazuo asintió.
“…” de un momento a otro, Honebami miró de reojo a un costado. Su repentina acción llamó la atención de sus hermanos, quienes vieron a Elise correr hacia ellos.
“¡Hirano, Maeda!” exclamó la chica. “¡Me alegra que estén bien!”
“Elise-san,” Hirano se levantó. “Sí, felizmente. Es un alivio verte también.”
“¿Sabes algo de Nio?” le preguntó de inmediato.
“¿Eh? N-no, no he oído nada…” Hirano se quedó en blanco y miró a Maeda, quien negó y bajó su mirada.
“Lamentablemente no hemos dado con ella, Elise-san, siento mucho decirlo,” contestó cabizbajo. “Honebami-niisan dijo que no la vio con ustedes. Eso es todo lo que sé.”
“Ahh, ¿qué será de ella?” la pequeña se sacudió un poco con inquietud.
“Lo lamento mucho, pero al menos he hablado con paramédicos y parece que no hay reportes de personas con heridas mayores,” le informó Namazuo, intentando tranquilizarla. “Tal vez ya haya llegado a la posta.”
“Uhh, la busqué pero no la vi por ningún lado… y tampoco hay señal como para intentar llamarle, no sé qué hacer…” Elise vio que su hermano y Monoyoshi le dieron el alcance. “Leo, tampoco está por aquí, ¿qué hacemos?”
“Lo siento, Elise, sólo nos toca esperar a que regrese la señal,” le dijo rendido. “Por mientras no te angusties de más. Presumo que estaremos escuchando noticias pronto.”
“Sí, esperaré…” la pequeña se rindió y bajó su mirada.
“Vaya…” el rubio dio un suspiro y le acarició los cabellos. “No te ofusques así. Recuerda que vinimos para ver a tus amigos. También estás aquí para algo más.”
“Es verdad…” ella asintió y se dirigió a Honebami. “Mi hermano me dijo que tú eres quien me salvó,” hizo una reverencia. “Muchas gracias.”
“…” el peliblanco le miró atentamente y pasó a negar con un gesto sutil de respeto. Entonces, él desvió su mirada.
“Oye tú…” ello causó que Namazuo se impacientara y le agarrara de ambos brazos para regresarle a mirar a la pequeña. “Sé que no eres el más social, pero dedícale más que una sacudida de cabeza. Ella que vino aquí para hablarte especialmente, por favor…”
“Suéltame…” dijo Honebami, mirando a su mellizo de reojo.
“Ehh, está bien, no le fuerces a decir nada si él no quiere,” Elise sonrió entretenida al ver la interacción de ambos. “Y su sacudida de cabeza me expresó lo suficiente. Hehe, me alegro. Salvarme no fue algo pesado para ti, ¿verdad? Eso quiere decir que eres una buena persona. Muchas gracias por estar ahí por otros, incluso si no son de tu familia.”
“…” Honebami le miró atentamente y volvió a negar. “No es nada…”
“Ah, bueno, al menos dijiste algo,” Namazuo le soltó y se encogió de hombros.
“Eres una persona muy comprensiva, Elise-san,” dijo Maeda, contento. “La gente suele tenerle miedo a mi hermano mayor, pero es porque no lo conocen en verdad.”
“Haha de nada, Maeda,” Elise rió un poco. “Entiendo un poco. Leo es un pesado con frecuencia y eso que ni intenta serlo.”
“¿Qué estás diciendo?” le reprochó su hermano, impaciente.
“Está bien, sólo bromeo~” canturreó alegremente. “Estamos en confianza, Leo.”
“Tsk, eres muy confianzuda…”
“Eh, y lo siento mucho, es por mi retraso que tu hermanita se quedó atrapada aquí,” dijo Namazuo, sonriendo apenado. “Se suponía que la llevaría de regreso…”
“No, olvídalo, sólo viéndote me doy cuenta que la tuviste mucho más difícil que yo,” se encogió de hombros y le restó importancia. “No hay por qué lamentarnos por algo que ya pasó, sobre todo si no hubo nada que lamentar en primer lugar.”
“Sí, pienso lo mismo,” Hirano asintió.
“Hmm, ojalá el teléfono deje de ser pesado y la señal regrese pronto…” Elise regresó su atención a su celular.

Su intento fue en vano y Hirano intentó hacer lo mismo, para toparse con el mismo problema. Ellos se pusieron a tratar de recordar lo último antes de perder el conocimiento, mientras Maeda y los mellizos les prestaban atención.

“…” al verles distraídos, Leo dio un suspiro y miró de reojo a un costado. Le frustraba observar a Monoyoshi al pendiente de todos con una amena sonrisa, a pesar de no haber dicho una sola palabra ni ser partícipe de la interacción. Casi juraba que esos hermanos no se habían percatado de su presencia. “¿Por qué no dices nada…?”
“No considero que tenga que decir algo ahora, Leo-san,” Monoyoshi negó y volvió a mirar a los demás con buenos ánimos. “Vine porque temía por ellos, pero verlos bien y comunicativos me deja saber que no tengo de qué preocuparme. Eso era todo lo que necesitaba.”
“Como digas…” negó frustrado. No tenía remedio. “Ahora no nos están prestando atención. ¿Qué tal si retomamos la conversación?”
“¿Cuál conversación?” preguntó confundido.
“Aquel peliblanco…” miró brevemente a Honebami. “¿Él tiene algo que ver con lo que ocurrió aquí? ¿Está afiliado a Rizembool?”
“…” esa pregunta borró la sonrisa de Monoyoshi, quien observó también a dicho Toushirou con leve tristeza. Pareció ordenar sus pensamientos antes de contestar. “Él no tendría que ver en la organización de lo que ha ocurrido aquí, pero es muy probable que haya hecho algo además de salvar a sus hermanos y a Elise. Honebami-san es un ayudante importante de una persona afiliada a Rizembool. Si está aquí, habrá sido para ayudar a dicha persona.”
“¿De quién hablas?”
“Perdón…” bajó su mirada y sonrió con tristeza. “No puedo decir más que eso, Leo-san. Es una larga historia…”
“¿Qué quieres decir?” se extrañó y le miró con desconfianza. “¿Acaso estás cubriendo al enemigo?”
“¿Enemigo?” Monoyoshi se confundió y le miró con curiosidad. “Si hablas de enemigos al referirte a Rizembool, implicaría que tú estás peleando por Hanasaki. No es por decir que lo que Rizembool hace es justificable, pero sólo las HiMEs y aquellos afiliados a ellas podrían categorizar a Rizembool como sus enemigos personales.”
“…” frunció el ceño. “Entiendo lo que dices. No te lo terminé de decir el otro día, pero Elise y yo conocemos de cerca a una exHiME. Por eso tengo este punto de vista.”
“Ah, es verdad. Perdón, lo había olvidado.”
“…” cada vez sabía menos qué pensar de ese chico y lo más frustrante del caso era que no le parecía del todo malo, pero tampoco podía decir que confiaba abiertamente en él. “¿Acaso, pese a estudiar en Hanasaki, tienes una afiliación mayor a Rizembool?”
“Yo no tengo ninguna afiliación, Leo-san,” negó tranquilamente. “Sólo conozco a más personas de Rizembool que Hanasaki. Mi deseo es ayudar a quienes me necesiten, y como te dije, Honebami-san es un ayudante, al igual que yo. Él también carece de afiliaciones. Sólo está enfocado en ayudar a unas pocas personas en particular, nada más.”
“Ayudar…” ello le dio una mala espina. “¿Dices que justifica ayudar a personas de Rizembool? Dirás que ese peliblanco no es más que un ayudante, pero ayudar en algo como esto…”
“Tienes razón al desaprobarlo, yo tampoco pretendería justificar lo que ocurrió hoy, pero te pido que no le juzgues a él,” dijo Monoyoshi, sonriendo con tristeza. “Él es inocente.”
“…” se perdía de algo. Sólo podía imaginar que se trataba de eso.
“A su vez, me sabe mal pretender juzgar a cualquier persona. La persona a la cual Honebami-san ayuda… él tampoco es malo. Estoy convencido que no lo es, pese a trabajar para Rizembool…”
“Tsk…” chasqueó la lengua y desvió su mirada. “No puedes hacerme entender tu parecer sin explicarte por completo. Entiendo que no hablarás. En fin, no tienes que hacerlo,” dio un suspiro. “Todos tenemos nuestros secretos.”
“…”
“Sólo puedo deducir que tienes gran fe en quienes conoces. Tendrás tus razones, por más que yo no desee entender a Rizembool o lo que ocurrió aquí. Siento que nadie en su sano juicio sería capaz de comprender atrocidades, y por eso mismo no debe comprenderse para empezar. La empatía es polarizadora y peligrosa.”
“Leo-san…” se alarmó un poco al oírle. “Entiendo lo que dices, pero aquel es un extremo. No hay nada de malo en intentar conocer y entender a otros cerca de nosotros a nuestra discreción.”
“Hm, cierto…” Leo miró a los demás dialogar amenamente, mientras el peliblanco se mantenía perpetuamente a una leve distancia, como si fuera el guardián. “La sociedad funciona por aquello mismo que la puede hacer peligrosa. Mejor no demos más vueltas, Monoyoshi. Si ambos hablamos a medias nunca nos comprenderemos.”
“¿A qué te refieres, Leo-san?” le preguntó, ladeando la cabeza.
“Comienzo a entender por qué afirmaste que, al igual que yo, no tienes intenciones de ser amigo de nadie. Estás atado a un rol, un ideal tuyo de ayudar a otras personas. Sin embargo, eres alguien que a su vez trae secretos, y quizás te mires a ti mismo como distinto a los demás. En fin, no que me importe,” se cruzó de brazos. “Has resultado ser más interesante que aquel alumno estrella al cual me asignaron en el salón, para cuidar de mí o lo que sea,” rodó los ojos. “Deberías sentirte insultado por nuestra profesora al disponer de ti así. Tremenda falta de respeto y responsabilidad de su parte, sinceramente.”
“Ehh, pues…” parpadeó perplejo. “Lo dices como si ayudar a un compañero del salón fuera malo, Leo-san…”
“Sé que pierdo palabras contigo, pero no porque no me entiendes,” le miró de reojo. “Creo que no eres tan cabeza hueca como aparentas serlo. Pareces más obstinado a mantener una actitud amena, empática y servil en todo momento,” sonrió con ironía. “Casi me dan ganas de felicitar este rol insano que te propones. Lo haces muy convincente.”
“Ehh…” ante dicha acusación, Monoyoshi se alarmó un poco. “Siento que me acusas de falsedad o de tener segundas intenciones, Leo-san…”
“Si es así entonces deberías molestarte conmigo. Me sorprende que no lo hayas hecho aún,” admitió frustrado. “Aunque no te digo esto para fastidiarte. Quiero decir que eres más que ese estudiante perfecto de nuestro salón. Está bien, es interesante. Sin duda sabes alguna imagen complicada de este lío entre las escuelas y me convendría aprender tu punto de vista. Creo que tu misión de ayudar a otros te ha llevado a saber lo que sabes de aquel peliblanco, y quizás de más cosas que has decidido no compartir conmigo,” hizo una breve pausa, y su tono trivial y hasta entretenido desistió. Miró a su hermanita en plena charla y adoptó seriedad. “Vine a estudiar aquí para comprender algunos asuntos personales, pero yo no estoy en el rol de aquella exHiME cercana a mí. Deseo entender este mundo desde un punto de vista menos polarizado y realmente informarme sobre lo que ocurre a nuestro alrededor. Es lo menos que puedo ser en mi posición ahora. Debo prevenir que algo malo le ocurra a Elise.”
“…” le miró atentamente.
“No pareces una mala persona, Monoyoshi, por más que no confíe mucho en ti,” admitió, mirándole de reojo. “Así que te toleraré. Tal vez tú seas esa fuente de información que necesito para comprender qué es lo que ocurre aquí.”
“Ehm… entonces…” dijo perdido y ordenando lo que acababa de oír en su cabeza.
“Decías algo sobre querer ayudarme, así que puedes contestarme algunas preguntas generales. Nuevamente, no pretendo simpatizar contigo, pero si quiero sobrevivir en este lugar puedo aprender de alguien con conocimiento como tú,” concluyó, no del todo convencido, aunque sin hacerle líos. “No sé cómo esperabas tú ayudarme, pero es algo que puedes hacer por mí.”
“Ehm, pues…” Monoyoshi se mostró algo confundido y se puso a pensar. “Pareces alguien dispuesto a respetar los secretos de otros. Si es así, veré qué hacer.”
“Y te pido que dejes de ser tan insistente al tratar de ayudarme todo el tiempo,” dio un suspiro. “Es suficiente que tengamos que sentarnos en pupitres adjuntos.”
“Entiendo que puedo haberte espantado un poco, Leo-san. Lo siento mucho,” asintió y sonrió apenado. “Te aseguro que no tengo malas intenciones al respecto.”
“Sí, como digas…” rodó los ojos. “Te llevas bien con Elise y ella te aprecia. Te agradezco que seas paciente con ella.”
“No es nada. Tienes una hermana muy amable y ella te tiene mucha estima. El afortunado de conocerlos soy yo.”
“Eres increíble para decir cosas así tan espontáneamente,” se frustró. Ya veía a qué se estaba apuntando…

Entonces, el grupo frente a ellos se les dirigieron. Los Toushirou efectivamente no se habían percatado del pelirrosa y le saludaron a la vez de disculparse por su omisión al no prestarle atención previamente. Los presentes continuaron con una conversación corta mientras esperaban finalmente poder retirarse.



Por otro lado, Ritsu estaba recostado en una cama más presentable que las camillas, en una habitación aparte que Izumi fue capaz de reservar para su amigo. Ahí, el pelinegro estaba recobrando sus energías en sus extremidades mientras tenía la compañía de los demás. Justo en ese momento, Izumi había regresado con una especie de pistola lectora para confirmar las últimas sospechas de Naoto.

“Hmm…” Izumi esperaba pacientemente a que la lectura en el display de dicha pistola terminara de procesar resultados. Finalmente, oyeron un chirrido y observó el veredicto, lo cual le hizo alzar sus cejas con mínima impresión. “Vaya, sí que tienes masa gris, Shirogane. Estabas en lo correcto.”
“¿En serio?” preguntó esta, sorprendida.
“Ehh… eso quiere decir que…” Yoshiko se puso nerviosa.
“Precisamente, kouhai,” Izumi sonrió malignamente. “Debiste desechar tu pulsera ni bien explotó en vez de ponerte a dormir. Las pulseras iban a expulsar un químico que iban a repeler y disminuir la agresividad de los orphans, a manera de mantener a los inconscientes a salvo. Sin embargo, dicha explosión en tu pulsera, además de darte una leve quemadura, causó una reacción química que torció esa sustancia y la volvió antagónica. Esta pistola ha detectado un agente irritante y repulsivo de tu pulsera. Nosotros los humanos no lo podemos oler, pero los orphans debieron haber tenido la intención de atacarte.”
“¡¿E-e-en serio?!”
“Hmm, eso lo explica…” al oír ello, Ritsu se sentó sobre su cama.
“Ritsu, no te esfuerces, por favor,” Naoto se le acercó para apoyarle de necesitarlo.
“Ya me siento mucho mejor, Nao-chan,” este negó. “Desde hace un rato llevo oliendo algo desagradable, pero supuse que nuestra kouhai no se había bañado. Nada más.”
“¡¿Q-qué dices?!” Yoshiko se avergonzó y comprimió sus puños. “¡Yo siempre cuido mi estética, Ritsu-senpai!”
“Bueno, al final el olor vino de ti, así que no podemos decir que estaba del todo equivocado.”
“Uhh, l-lo sé, pero…” desvió su mirada.
“Aunque sí, siento dudarte…” negó y dio un bostezo. “Uhh… sueño… he sido privilegiado de un sentido del olfato muy agudo… como ando medio zombie durante el día, muchas veces reconozco a las personas por su olor antes de mirarles…”
“Verdad que tú podrías darte cuenta, Kuma-kun…” Izumi se encogió de hombros.
“Sena-senpai, para que hayas podido conseguir aquel instrumento y dicho toda esta información, quiere decir que has tenido más que ver en esto que ser avisado por ser un Rebel,” observó Naoto, meditativa.
“Pues sí, el amigo desbalanceado de ustedes no está aquí, así que no me cuesta admitirlo,” contestó frustrado y de mala gana. “Rizembool ha tenido un grupo grande de técnicos trabajando para recolectar toda la información posible de las personas dentro de este lugar. Me pidieron que ayudara a instalar algunos centros de monitoreo por ser alguien con conocimiento de instrumentos y la ciencia detrás de ellos. Eso fue todo lo que hice.”
“Supongo que tiene sentido, pero…” Yoshiko le miró con reproche. “Lo dices muy fríamente.”
“Yo soy así, por si no te has dado cuenta,” le miró con unos ojos gélidos que le intimidaron.
“Ihh…” retrocedió.
“También explica por qué me conseguiste este cuarto privado, bueno…” Ritsu dio un suspiro. “Gracias, Secchan, pero espero que no te metas en más con Rizembool. Si te portas mal, me va a tocar castigarte como lo hice en el verano, ¿de acuerdo?”
“Tch…” Izumi arrugó su rostro y le miró con molestia.
“¿Qué le hiciste en el verano, Ritsu?” Naoto negó frustrada. “Sé lo pesado que puedes ser, no le fastidies mucho…”
“Fufufu, él es tu senpai bully y aún así le defiendes,” Ritsu sonrió entretenido. “Eres buena de corazón, Nao-chan~”
“Tampoco me fastidies a mí,” espetó.
“Bueno, no estoy aquí para socializar, mi trabajo de hacerte descansar terminó,” Izumi resopló. “Date una siesta y de ahí puedes irte. No tienes que reportarte a nadie…”
“Ah, Secchan, antes que te vayas…” el pelinegro extendió una mano, con la cual evitó que este se marchara en aquel discreto berrinche que acababa de lanzar. Al tener su atención, Ritsu puso la mejor y más adorable de sus sonrisas. “Tráeme un jugo, por favor. Me siento aún un poco débil y necesito algo de azúcar.”
“Tsk, ya, iré por tu maldito jugo y de ahí me largo,” dijo a regañadientes y se marchó rápido. Las chicas intercambiaron miradas.
“Wow, sí que te escucha a ti, senpai,” observó Yoshiko, impresionada.
“Fufufu, Secchan es toda una madre por dentro, pero no hay que decírselo en su rostro,” dijo alegremente. “Sí me ha ayudado varias veces en las que necesitaba descansar o me encontraba enfermo, así que sé que puedo contar con él,” se encogió de hombros. “Y si ya le he condicionado a servirme, mejor aún.”
“Ritsu…” Naoto le miró con desapruebo. “Entiendo por qué eres amigo de Namazuo también. Él también anda haciéndote favores.”
“Tienes mucha razón, Nao-chan, pero no dudes en que me gusta reciprocar el cariño a mis mejores amigos. Cada uno recibe algo en su momento,” asintió gustosamente y se puso a pensar. “Hm, pero cómo estará Nama-kun… quisiera ir a verle, pero no debería moverme… tal vez mis piernas no me respondan bien…”
“Puedo ir a buscarle, sé que querrá verte,” dijo Naoto. “Pero Yoshiko y yo le vimos bien.”
“Le vimos de lejos con un pequeño y parecía de buen humor,” mencionó la kouhai, pensativa. “Debe ser uno de sus hermanitos.”
“Ah, qué bueno, ha regresado a ser el bufón que tanto queremos,” al decir esto, Ritsu se echó de regreso en la cama. “Uhh… podría quedarme dormido, pero todavía quiero esperar a que Secchan regrese. También quiero ver a Nama-kun…”
“Lo iré a llamar,” se ofreció Naoto, quien revisaba su celular. “Todavía no hay línea. Espero que lo reparen pronto. Qué problema…”




“Asumo que están poniendo la situación en orden,” comentó Shinkouhyou, entretenido.
“Dentro de lo aceptable, es cierto, pero siempre ocurrirán imprevistos, sin importar cuánto se intente planear de antemano,” observó Yagen, pensativo.

El joven doctor era acompañado por el peliblanco mientras ambos caminaban por un largo pasillo hacia un consultorio, donde se encontraba uno de los casos ‘especiales’ con los cuales Yagen debía lidiar personalmente.

“En lo que respecta a la anonimidad de Rizembool, se han tomado todas las medidas necesarias,” continuó el pelinegro. “Las líneas continúan muertas en los alrededores. Los escuadrones de seguridad recolectaron a todos los testigos del evento y a su vez ayudaron a los inconscientes. Estos se encuentran despertando y serán informados sobre el ataque terrorista que sucedió. Aquellos encargados en lidiar con los civiles tienen experiencia previa de encubrir a Rizembool. Confío en que harán un buen trabajo.”
“Los conscientes reciben un trato especial, en cambio…” dijo con una sonrisa traviesa, y le miró de reojo con expectativas.
“Efectivamente…” Yagen miró brevemente el fólder manila con el caso al cual iba a atender. “Los conocedores del conflicto, tanto de Rizembool como de Hanasaki, ya se rigen bajo el concepto de mantener silencio. Aun así, están siendo observados para confirmar su complicidad. Por otro lado, los civiles no deben salir a esparcir este conocimiento. Debido a ello, fueron todos recogidos por los de seguridad para mantenerlos enclaustrados en lo que ellos dan su reporte de la situación. Es ahí que nuestro equipo se encargará de vaciar cualquier información de sus celulares u otros medios que hayan recolectado. La mayoría de ellos procederán a salir ni bien se confirme que ya no poseen recolección alguna de lo sucedido. Por supuesto, sus vivencias y recuerdos serán documentados para futura evaluación de nuestra parte.”
“Tiene perfecto sentido. No habrías llevado esto a cabo si sólo fueras a asustar a las personas sin motivo alguno,” Shinkouhyou se encogió de hombros. “Rizembool tampoco es un extraño al borrar los recuerdos de personas. Hanasaki también ha recurrido a lo mismo.”
“Asumo que como una institución mágica, ellos lo tendrán más fácil…” dio un suspiro.
“Fufufu, sin embargo, es fácil para ti también, Yagen Toushirou,” declaró con una maligna sonrisa. “Por eso mismo Rizembool te dio la principal responsabilidad el día de hoy. Eres uno de los especialistas.”
“Podrías decirlo,” le miró neutralmente.
“…” sin embargo, Shinkouhyou le podía leer muy bien. Detrás de su inmutado semblante, percibía cierto juicio de su parte. “¿Será que lo estoy tomando con mucha trivialidad?”
“No recurro a mi especialización con frecuencia y me resulta difícil lidiar con tantas personas a la vez. Rizembool posee las herramientas necesarias para permitir que incluso técnicos de menor rango sean capaces de hacer a las personas olvidar, así que no soy tan necesario. Tampoco me gusta andar alterando la percepción de otras personas. Siento que es una falta de respeto y ética de mi parte…” dio un suspiro. “Sin embargo, mi maestro es a quien debo esta habilidad. Soy un instrumento de Rizembool y ello implica que me preste a esta labor, quiera o no.”
“A pesar de lo que dices, el concepto de este ensayo y experimento fue tuyo desde un inicio. Argumentaste perfectamente que es necesario entender la psicología de las personas ante situaciones de peligro o inconcebibles para ellas a manera de anticiparnos a cualquier imprevisto en caso de recurrir a otro evento de mayor escala,” se encogió de hombros, sonriendo con simpleza y tranquilidad. “Me convenciste desde un inicio, por lo cual te concedí de mi aprobación. No todos tienen mi don de saber todo lo que deseo saber y mayor conocimiento permitirá que Rizembool continúe avanzando y siga proveyéndome de gran entretenimiento.”
“Comprendo que tus prioridades nunca cambiarán, Shinkouhyou…”
“Siempre fuiste el verdadero alumno estrella de nuestro maestro. Tú eres quien ha seguido con su trabajo. Es casi nostálgico oírte hablar sobre tus planes. Sin embargo, eres también distinto a él, una diferencia que a todos en Rizembool nos conviene,” le miró con ironía. “Para alguien con tanto potencial, careces de ambiciones. Será potencial perdido para algunos, pero a su vez ello te está manteniendo cuerdo…” su sonrisa se ensanchó y le miró desde arriba. “Todavía me resulta incomprensible que no hayas perdido la cordura, después de la formación que tuviste.”
“Heh, ya somos dos,” Yagen se encogió de hombros. “Será que pese a mi desconexión con mis orígenes, continúo siendo un Toushirou. Ello me ha dado templanza.”
“Dudo mucho que tu resistencia se deba a tus genes,” Shinkouhyou se guardó una risa. Como siempre, mencionando a su familia… “Aunque ni ellos te detuvieron de iniciar el experimento como planeado.”
“Es porque juzgué que no estuvieron en peligro. Honebami también se encargó de protegerles. Me apena exponerles al estrés de un ataque a tan temprana edad, pero tal vez sea momento de que ellos se fortalezcan,” en medio de aquella fría y calculada conversación, Yagen bajó su mirada y sonrió con leve calidez. “Hirano y Maeda poseen el espíritu de mi hermano mayor. Confío en que estarán bien. Esto les hará crecer…”
“Tú has lidiado con mucho más y con menos edad que ellos dos, te haré recordar.”
“Yo soy un demonio, Shinkouhyou,” afirmó sonriendo trivialmente. “No hay comparación.”
“No has dejado de decirlo desde que aquel exRebel te bautizó con dicho denominativo, hace varios años,” Shinkouhyou se vio intrigado. “Me pregunto si esta mentalidad te fortalece o te debilita a estas alturas…”
“Me ayuda a mantener el status quo, como mínimo…” dijo restándole importancia.
“A mi parecer, eres menos demonio que yo, pero no dudo que tarde o temprano llegarás a tu meta, por así decirlo,” el peliblanco miró hacia el frente. “¿Y qué harás con respecto al caso del orphan que traspasó los límites del festival?”
“Es lo más problemático que ha surgido. Menos mal nadie ha salido notoriamente lastimado de este experimento, pero siempre existe la posibilidad que ese orphan haya sido captado por algún transeúnte. Ya hay personas a cargo de encubrir aquel suceso,” contestó Yagen, con leve cansancio.
“Estoy convencido que lo sabrás bien, pero la responsabilidad es infinita ni bien te encargan un proyecto semejante a este. Andarás muy ocupado los próximos días,” Shinkouhyou sonrió entretenido y se encogió de hombros. “Hubo dos intrusos por obra de ese orphan, ambos estudiantes de Hanasaki. Asumo que te lo habrán dicho.”
“Honebami me lo reportó. Como miembros de Hanasaki, presumo que no hay que preocuparse,” pese a sus palabras, dio un suspiro. “Ese Monoyoshi, siempre metiéndose en problemas…”
“Fufufu, ya me estoy acostumbrando a verle rondar por ahí. Menos mal que es de confiar,” comentó y sonrió malignamente. “Es un milagro que siga con vida…”
“…” le miró de reojo. “Pienso lo mismo, aunque ese asunto ya tiene mucha antigüedad y Tsurumaru se mortificaría si algo le ocurre. Por ello ignoraré lo que hizo hoy…”
“Fufufu…” tal vez tenía razón. Aquel pelirrosa sería tema de otro día. Shinkouhyou vio que estaban ya muy cerca al consultorio donde lidiarían con el caso especial. “Ya describiste el destino de la mayoría de los testigos de hoy. Con ellos fuera, ¿cuál es el plan de acción para la minoría que no mencionaste?”
“Son el motivo por el cual realicé este experimento en primer lugar, como bien debes recordar,” Yagen se detuvo frente a la puerta. La miró, aunque no demostró interés de ingresar aún, como si se diera un leve respiro para meditar. “La información obtenida de la mayoría con respecto a sus impresiones, signos vitales, prioridades y entre otros parámetros será importante de analizar mediante tratamientos estadísticos y por profesionales del medio en nuestra universidad. Ello nos puede iluminar sobre más aspectos de la naturaleza humana. Pese a eso, lo que más me interesa son los efectos a largo plazo. De entre los conscientes, se escogieron casos en particular, personas que podrían guardar el secreto, que no están en contacto cercano con nadie y por ende que serían más fáciles de monitorear,” asintió y miró al peliblanco. “Estamos por conocer a uno de ellos.”

La puerta finalmente se abrió y ambos ingresaron a un consultorio donde un señor yacía incómodo y temeroso. Este parecía haberse llevado una gran impresión del asunto y sus ropas se encontraban sucias, con visibles manchas rojas oscuras.

“Usted debe ser el señor Honda, muy buenas tardes,” le saludó Yagen, sonriendo profesionalmente. “Lamento la tardanza. Vine lo antes posible.”
“¿Q-qué ocurrió allá afuera?” preguntó inquieto. Este miró a Shinkouhyou con gran confusión y escepticismo por su bizarra apariencia. Se inquietó más ante el entretenimiento que mostraba en su semblante y regresó su mirada al joven. “Me dijeron que tenía que esperar a un doctor. ¿Acaso usted es esa persona?”
“Supongo mi edad le causa confusión, lo comprendo,” era un poco frustrante, aunque estaba acostumbrado a ello. Al menos su apariencia juvenil le permitía pasar desapercibido. “A pesar de la condición de sus vestimentas, me dijeron que no recibió daños por esa bestia que le atacó. Más bien, fue bañado de su sangre. Me alivia saber que se encuentra bien.”
“¿Qué rayos era esa cosa…?”
“He venido a hablar con usted, todo en su momento. Por favor, mantenga la calma…” Yagen dejó el sobre con la información sobre la persona sobre una mesa, y procedió a sacarse uno de sus guantes. “No podemos esperar que usted vaya a sentirse del todo bien después del tremendo susto que ha sufrido, por lo cual pedimos su colaboración…” caminó donde esa persona y tocó su frente con dos de los dedos de su mano descubierta. “Usted vendrá a consultas periódicas durante los próximos meses para chequeos médicos, a manera de monitorear su estado mental.”
“Fufufu…” Shinkouhyou no se aguantó una pequeña risa. Sabía que lo que fuera a ser dicho en frente de ese civil a partir de aquel punto no cambiaría nada…

Yagen Toushirou poseía una habilidad prohibida de vincular su mente con la de otros y dominarlas a extremos inconcebibles para la mayoría, lo cual sólo requería el contacto físico que el frío doctor rechazaba como principio fundamental. Aquel era la obligación o quizás la maldición dejada por su maestro y el motivo de su gran importancia para Rizembool.

“¿Cuánto pretendes manipular la cognición de esta persona?” cuestionó el peliblanco, con una divertida curiosidad. “Dices que los quieres estudiar, tenerlos de cómplices y hacerles asistir a consultas para monitorear la evolución de la vivencia del ataque, aunque los estudios no podrían ser muy concluyentes si andas alterando aspectos de su personalidad.”
“Es por ello mismo que mi efecto en ellos será mínimo…” Yagen dio un suspiro sin soltar a la persona, la cual estaba con sus ojos ampliamente abiertos en estado catatónico. Prefería no hablar durante pleno trabajo, pero supuso que entretendría a su senpai. “No es mi intención lastimar a nadie. Sólo me encuentro estudiando la naturaleza de nuestra especie. Tengo mis principios.”
“Fufu, ciertamente a Rizembool le conviene tener buenos recursos humanos, ¿no?”
“Lo que implanto en ellos es la voluntad de mantener el secreto, la ‘empatía’ que tanto Rizembool como Hanasaki inculcan en sus miembros para silenciarse ante las atrocidades que ambos lados cometen. Ellos se sentirán cometidos a esconder esta horrible realidad del mundo entero, casi como si protegieran a los demás, por más carga personal que pueda darles. Su único desahogo serán precisamente las consultas que van a tener en Rizembool. De todos modos…” miró a la persona. “Cuando este estudio termine, me aseguraré de borrar toda recolección de los hechos y sucesos relacionados, y librarles de esta cruz.”
“Todos los Rebels y HiMEs son seres fallidos y tan parte del problema como sus respectivos dirigentes, siempre lo he pensado…” concluyó Shinkouhyou, sonriendo malignamente. “Al menos tú sí tienes la decencia de admitir que actúas como un demonio.”
“Los humanos son inocentes, seguramente varios de ellos no se han dado cuenta…” Yagen sonrió un poco, con leve frustración. “Continúo siendo más responsable que la mayoría, aunque me pregunto si esta responsabilidad, complicidad o culpa es importante para empezar. Nada cambia el hecho que un inocente puede hacer más daño que un culpable. Me pregunto si esto en verdad tendrá un final. Tal vez no lo tenga.”
“Tal vez no, mientras haya los inocentes inconscientes y los demonios resignados nunca se acabará, estoy convencido de ello…”



Cho

83.6.






Habían pasado varios minutos y nada. Al encontrarse bien de salud, el grupo de Hanasaki no tuvo que pasar por la posta médica y se encontraba instalada en la salida. Ese ambiente era ocupado por los muchos y confundidos civiles que habían recuperado la consciencia, y que en su mayoría trataban de encontrarse mutuamente o continuaban preguntando por información sobre lo que había ocurrido. El cuento del ataque terrorista circuló y la propia confusión producida por la sustancia química que sirvió de somnífero permitió que se tragaran dicha historia sin mucho escepticismo. Así, ya varios procedían a marcharse ni bien encontraban a las personas con las cuales habían asistido.

Para la gente de Hanasaki todavía quedaba la tarea de esperar encontrar a Ayesha, quien aún no hacía aparición. Estaban ahí desde antes de las hordas de personas y Nio ya llevaba varias rondas para buscar a su hermana, pero regresaba sin nada que reportar, al igual que los demás. Por ello, todos estaban cercanos a la salida, de donde grupos de gente desorientada no dejaban de salir.

“Esto es increíble, ¿dónde puede estar?” se quejó Youmu, comprimiendo sus puños. “Podría ir a esa maldita posta médica a enseñarles una lección…”
“Ehh, no te precipites, Youmu, por favor,” le pidió Hotaru, inquieta. “Seguramente hay varios heridos ahí. Tampoco podemos saber si todos los que trabajan ahí son enviados de Rizembool.”
“Eso es cierto, tal vez algunos enfermeros sean inocentes y no relacionados a mi universidad,” comentó Tomaj, encogiéndose de hombros. “Ha pasado demasiado tiempo. Que Rizembool deje entrar a las verdaderas autoridades tiene todo el sentido del mundo. Hace más real la historia que han tratado de vender.”
“Realmente hablas como si tuvieras toda la experiencia, Tomaj…” Luso dio un suspiro.
“Pues la tengo, no le des mucha importancia…”
“Debo admitir que tu tan preciso conocimiento de lo sucedido ha sido un gran alivio, Sawyer-san,” dijo Ibara, quien le dio un saludo militar en señal de respeto. “¡Lo entiendo perfectamente! Me aseguraré de aprender de tu tan valiosa tutela.”
“Eh, claro, como digas…” Tomaj alzó una ceja. A pesar de sus energías y manera de congeniar con los demás, a él no le engañaba. Ese chico le daba una mala espina, pero como el antisocial del grupo no veía por qué debía informar a los demás al respecto.
“…” Roxas estaba mirando fijamente a la salida donde personas seguían saliendo, al punto de haberse ensimismado.
“¿Qué haces?” le cuestionó Kashuu. “¿Andas buscando a tu amigo Rebel?”
“¿Quieres dejar eso de lado?” se quejó. “No, seguro se habrá ido hasta antes que nosotros. Más bien antes de buscarlos a ustedes, había puesto a salvo a unas personas. Sólo espero que estén bien. Quería regresar por ellos, pero al final el tiempo no me dio…”
“Ya veo…” Cho asintió y sonrió un poco. “Qué bueno que pudiste auxiliarles. Por la cantidad de gente que sale ilesa, dudo que Rizembool haya querido lastimar físicamente a nadie. Imagino que estarán bien, seguramente ya los veremos.”
“Ojalá…”
“¿Y cómo es eso que eres amigo de un Rebel?” preguntó Osaka, quien estaba sentada en el piso al costado de la todavía inconsciente Tomo, a quien le había improvisado un ramito de flores para ponerlo en sus manos. “Al final no nos lo dijiste.”
“Podemos hablar de eso después, Osaka…”
“Pero…”
“Roxas es amigo del Rebel de Eureka,” resumió Cho, sin hacerse rodeos.
“OHMAIGAH,” Osaka se quedó en shock. “¡Pero si ahora recién va a comenzar la parte dos de nuestra accidentada novela por HiMEs y Rebels con clases compartidas!”
“¿Novela?” Kashuu ladeó su cabeza.
“¡¿Ahora tú también vas a unirte al elenco, Roxas?!” preguntó la exHiME.
“Uhh, no quiero ni pensarlo, ya suena a que va a ser un embrollo…”
“Lo más probable es que Komaeda y Kokichi nos ataquen en momentos en los cuales no vas a estar, Roxas. Tenemos clases y actividades muy distintas,” observó Cho. “Seguramente este dato adicional no tendrá una gran repercusión.”
“Y desde ya por decir que es un embrollo delata que no le serás de apoyo a mi aruji, así que mejor que así sea,” Kashuu dio un suspiro.
“Deja de buscarme pelea, por favor…” el Key le miró con recelo.
“Osaka-dono, le oí exclamar, ¿se encuentra bien?” preguntó Ibara, quien se les acercó con suma atención y preocupación.
“Ah sí, está bien, no es nada importante, sólo me enteré de algo sorprendente,” le aseguró Osaka, sonriendo. “Hehe, muchas gracias por preocuparte por mí, Ibara-chan. Por eso y por serle un apoyo a Nio-chan veo que eres bueno cuidando de otros, ¿verdad?”
“Ah, pues, no sabría decirle si es así o no, aunque recientemente me he visto en la posición de estar al pendiente de otras personas,” el chico sonrió con torpeza. “Pero no puedo decir que sea bueno en ello, más bien es algo vergonzoso ser reconocido por eso…”
“Aww, eres muy lindo, en verdad~” canturreó la exHiME.
“Uhh… mi onee-chan…” Nio estaba a poca distancia sentada también sobre el piso y abrazando sus piernas, al pendiente de quienes pasaban.
“Su ausencia preocupa, pero estoy segura que ya está por venir,” dijo Marisa, sonriendo y con energías. Lamentablemente, no era la primera vez que decía lo mismo.
“Preocuparnos no nos sirve de nada, Nio, estate tranquila,” le aseguró Reimu, quien le revolvió los cabellos. “Todos nos quedaremos aquí hasta que la encontremos, ya te lo dijimos…”
“Sí…” Nio asintió y sonrió débilmente. “Gracias a todos. Han sido un gran apoyo para mí.”
“Hehe, por algo somos amigos~” Marisa le dio un guiño.

Entonces, las atenciones de todos se tornaron en una dirección en particular. Luego de una larga espera, Tomo finalmente se movió con gran pereza y comenzó a despertar.

“¡Ahh, Tomo-chan!” Osaka exclamó alegremente y vio a su amiga parpadear y orientarse lentamente.
“¿Eh…? ¿Qué pasó…?” preguntó ella todavía un poco idea y entrecerrando sus ojos. “Uhh… ¿me dormí? No… eh… ¿eh?” se sentó sobre el piso rápidamente. “Estábamos en pleno festival, si mal no recuerdo…”
“Menos mal te oyes bien, Tomo,” Hotaru se le acercó. “Es un gran alivio. Nos preocupaste un montón.”
“¿Por qué lo dices, Hotaru?” le miró perdida y entonces pasó a mirar a sus alrededores. “Esperen…” observó a los demás y se fijó en Tomaj y Luso. “¿Eh? ¿Ustedes no se habían ido?” miró hacia otra dirección y se topó con Ibara. “¿Y tú quién eres?”
“¡Yo soy…!” comenzó este pero vio a Tomo continuar observando los alrededores.
“Está bien, todavía no se despierta del todo, Ibara-chan,” le aseguró Osaka.
“¿Eh? Toda la gente se está yendo a la vez… ¿y hay ambulancias? ¿Hay de seguridad adicionales? ¡¿Esa ahí es una reportera en vivo?!” exclamó y terminó por regresar a Osaka, con un aura demandante. “¡¿Acaso ocurrió un ataque de Rizembool y me pusieron a dormir?!”
“Vaya, bravo, la atinaste de una sola,” comentó Tomaj, sonriendo con ironía y dando unos lentos aplausos.
“¡¿Qué cosa?! ¡¿Acaso me ven con cara de Muggle?! ¡Esta pinche Osaka aquí es más plain que yo y se ve al tanto de todo!” comprimió sus puños y agitó sus brazos en pleno berrinche. “¡No es justo! ¡Demando protagonismo y regalías! ¡¿Qué fue de mis Princess rights?! ¡Estúpido Rizembool, retrocede el tiempo, demonios!”
“Como siempre andas enfocándote en otra cosa, Tomo…” Roxas le miró frustrado.
“¡Tú cállate Key que no entiendes los dramas de una que no tiene poderes! ¡¿Por qué me pondrían a dormir a mí si todos ustedes anduvieron despiertos y fueron testigos de todo?! ¡Exijo respuestas! ¡Este mundo está en mi contra!”
“¿Ella siempre es así?” preguntó Luso, con suma confusión y apuntándole.
“Sí, de toda la vida…” contestó Kashuu, rodando los ojos.
“¡Ahhh ¿por qué?!” Tomo se puso a lloriquear. “¡Me perdí de algo muy genial! ¡Estoy segura de eso! ¡Y ahora por más que oiga del chisme no voy a estar al día con todos!”
“Tranquila, Tomo, lo importante es que estés bien,” dijo Hotaru, intentando calmarle.
“¡Ihhh, no, no estoy bien, Hotaru!”
“Sí lo estás y nos alegramos por eso.”
“Uhh, pero yo no estoy feliz…” dijo en pleno llanto dramático y tapando su rostro con sus ojos. “¿Y quién es ese tipo raro que está mezclado entre nosotros…?”
“¡Oh, es Ibara-chan!” exclamó Osaka, contenta. “Hehe, es muy bueno. Te cargó todo el tiempo y nos salvó de orphans.”
“¡Y ahora también me perdí de los orphans, nooo!” exclamó todavía cubriéndose el rostro. Todos intercambiaron miradas confundidas y frustradas por sus quejas.
“Ehh hehe…” Osaka rió nerviosamente.
“¡Ya no llore, mi estimada dama!” observó Ibara. Este hizo una reverencia. “Aprovecharé para presentarme. Mi nombre es Ibara Saegusa, y efectivamente estuve ayudando a Osaka-dono y Tomoe-dono a mantenerle protegida. Es un gusto finalmente conocerle, bella durmiente.”
“¡Ihh, pero me perdí del show de hoy!” entonces, Tomo dejó su acto para quedarse en shock. Sus ojos se pusieron a brillar. “¿Eh? ¿B-bella… durmiente?”
“¿Ah?” Youmu se extrañó al verle cambiar chips. “¿O sea no estaba llorando de verdad?”
“Hah, ¿te lo creíste?” preguntó Tomaj, entretenido.
“Haha, ¿qué tienes, Tomo?” preguntó Reimu, sonriendo con ironía. “Es como si nunca te hubieran dicho un cumplido en tu vida.”
“¡Cállate estúpida miko!” le gritó colérica.
“¡Hahaha eso me dolió a mí!” exclamó Marisa, riéndose. “¡Qué savage, Reimu!”
“Ehm, chicas, por favor, suficiente,” pidió Cho, incómoda. “Tomo, sí, todo esto pasó, pero no es para celebrarlo.”
“Uhh, es fácil para ti decirlo, tú eres una HiME…” Tomo le miró con reproche.
“Ayesha se extravió. Te pido que seas sensible. Andamos preocupados por ella.”
“¿Eh?” se sorprendió un poco y volvió a mirar a todos. “Verdad, no está aquí…”
“…” Nio fruncía el ceño, cabizbaja, preocupada e inconforme. Todos se sumergieron en un incómodo y preocupado silencio por ella.
“Nio, no te aflijas, por favor,” Luso se le acercó. “Tranquila, estará bien. Sé que tu hermana va a aparecer pronto, lo presiento.”
“…” asintió. “Eso espero.”
“Sí, en verdad que sí,” le sonrió, aunque su sonrisa no le duró mucho porque recibió un golpe en su cabeza por un recién llegado…







“¡Idiota!” exclamó Sora a todo pulmón ni bien él, Kytes y Riku llegaron a ubicarlos. “¡Maldición casi me das un infarto! ¡¿Cómo demonios pudiste escabullirte así?!”
“¡Ihh, duele!” Luso se agarró su cabeza con ambas manos.
“L-Luso, ¿estás bien?” preguntó Nio, en shock.
“¡Sí algo te pasaba mi mamá seguro me colgaba boca abajo a secarme con el sol de Hawai la próxima que regresaba a casa!” continuó Sora. “¡Algo horrible te pudo haber sucedido!”
“Y algo horrible casi le sucedió, ya que andamos gráficos, Sora,” comentó Tomaj.
“¡Ihh, tú cállate, Tomaj, no quiero oírlo!”
“Ya, ya, no peleen, por favor,” Kytes se puso en el medio y sonrió incómodo. “Todo está bien ahora, Sora. Y Tomaj, no le incites. Sabes que es muy fácil hacerlo.”
“Lo sé, ¿por qué más lo haría?”
“Sora, qué alegría verte,” Hotaru se levantó y se le acercó. “Tomaj nos dijo que se dieron media vuelta ni bien se enteraron de lo ocurrido. Espero que estén bien.”
“Nosotros ni pudimos entrar, lamento no estar ahí por ustedes, Hotaru,” dijo el chico, frustrado. “Finalmente dejaron de retener a las personas así que vinimos cuanto antes.”
“¿Cómo se encuentran?” preguntó Riku.
“Bien, menos mal, pero nos separamos de Ayesha,” dijo Cho. “Estamos esperando a ver si podemos ubicarla.”
“Vaya, qué mal…” Riku dio un suspiro y desvió su mirada. “No sé cómo funciona Hanasaki, pero si tienen problemas podrían tratar de llamar a la directora.”
“No sé si ella nos ayudaría, no se trata de una HiME, también la señal todavía no regresa…” dijo Roxas, incómodo.
“Por eso andamos en plan de esperarla… ¿eh?” Kashuu terminó por ver un rostro conocido salir del recinto, aunque no eran quien esperaban.

Sorprendentemente, Komaeda salió y no tardó en encontrarles con la mirada, para acercarse a ellos lo antes posible.

“Ah, felizmente nos encontramos,” dijo el peliblanco, quien sonrió agradecido. “Ha sido una gran fortuna verles.”
“Tsk, ¿qué haces aquí, Rebel?” preguntó Youmu. Ella entrecerró sus ojos y comprimió sus puños. “No te acerques.”
“Ehh, e-espera, no estoy aquí para pelear, en serio,” Komaeda se sorprendió y agitó sus palmas en aprietos. Entonces, dio un pesado suspiro. “Perdón, comprendo que ignoré alguna normativa social si mi presencia les ha incomodado. Ah, soy incorregible…”
“Eres el Rebel de mi aruji y hace sólo un rato nos estuviste atacando. ¿Qué más hay que entender aquí?” cuestionó Kashuu, escéptico.
“¡Nagito!” por su parte, Nio se levantó y le dio el alcance al Rebel. A pesar de su estatus y la no muy cálida recibida por los demás, ella le agarró de un brazo y le miró suplicante. “¿Has podido encontrar a mi onee-chan?”
“No, lo siento mucho, pequeña…” dijo apesadumbrado y revolviéndole los cabellos. “Por eso mismo estoy aquí. Fui a buscar a Altugle-san donde la dejé, pero me llevé con la sorpresa que ella escapó. Esperaba que ustedes supieran algo.”
“No, ya la busqué varias veces entre todas estas personas…” la niña agachó su cabeza.
“Fallé en mantenerla a salvo, perdóname…” Komaeda le agarró de un hombro. “Pero estoy cometido a ayudar a encontrarla, así que me quedaré con ustedes hasta que demos con ella. Protegerla fue mi responsabilidad en un inicio.”
“Sí, gracias,” Nio asintió.
“Oye, tú no eres bienvenido aquí,” reclamó Roxas.
“Eh, Roxas, déjalo quedarse,” dijo Cho.
“¿Qué dices?” él miró a su hermana con gran desconcierto.
“Komaeda es amigo de Nio y Ayesha y su presencia es acogedora para Nio,” dio un suspiro. “Por eso mismo estoy dispuesta a aceptar su compañía.”
“Ah, muchas gracias por la comprensión,” dijo su Rebel, sonriente y asintiendo.
“Tch…” Roxas sólo atinó a apretar los dientes y desviar su mirada. Detestaba cada vez que le veía sonreír como alguien inocente.
“Sí que has resultado más comprensiva que muchas HiMEs, Cho,” observó Tomaj con leve impresión. “Haha, bueno, ya hasta perdonaste a Riku, así que no me sorprende mucho. Riku puede ser bien insufrible y emo cuando se lo propone.”
“No tienes a tantos amigos como para que nos andes insultando así, Tomaj,” le recordó Riku, inconforme.
“Ehh, ya, no le prestes atención…” dijo Kytes, sonriendo incómodo.
“Nunca vas a cambiar…” Sora negó en desaprobación.
“Aunque tenemos actualizaciones para ti, Komaeda,” Tomaj retomó la palabra. “Luso y yo nos infiltramos antes de que todo finalizara y nos topamos con Ayesha justo luego de que ella escapó del lugar donde la encerraste. Ella misma nos lo dijo. Sin embargo, de un momento a otro, Ayesha desapareció de nuestra vista, y eso que estuvimos caminando con ella.”
“¿En serio?” Komaeda se sorprendió. “Me cuesta creerlo, senpai.”
“Pues, sí dijeron que Ayesha había estado caminando un poco más atrás que ustedes,” observó Marisa. Luego de meditarlo, sonrió con torpeza. “¡Ah, pero no se sientan mal por eso! Un descuido puede ocurrir en cualquier caso, perdón.”
“Uhh, siendo sinceros, sí me sorprendió oír que desapareció así…” Cho dio un pesado suspiro. “Tomaj fue un Rebel muy fuerte y hábil hace tres años. Me inquieta que algo haya burlado su vigilia de aquel modo.”
“Sí, justo estaba pensando lo mismo,” declaró Komaeda, asintiendo con energías al verse validado. “Tenía las mismas sospechas. Ello quiere decir que no se trata sólo de Altugle-san extraviándose como cualquier civil. Es como si algún agente especial de Rizembool le hubiera apuntado adrede.”
“Precisamente, así que ando preocupada por eso…” continuó la peliceleste.
“No tendría sentido que Rizembool la apunte. Altugle-san no está involucrada en el conflicto. Así no es cómo sería una estudiante prometedora de Hanasaki.”
“Exacto… sólo espero que esté bien…”
“Eh, aruji, por favor no andes poniéndote de acuerdo con tu Rebel…” pidió Kashuu, algo incómodo al verle coincidir en varios puntos.
“Vaya, no quería decirlo en voz alta, pero tienen razón,” observó Tomaj, frustrado. “Pensé igual que ustedes. De todos modos, creo conocer a mi maestro y su manera de actuar lo suficiente como para concluir que Rizembool no está interesado en Ayesha,” se encogió de hombros. “Más bien, diría que quien sea que se la llevó andaba recolectando a los testigos del ataque. Ella simplemente fue una de varios.”
“¡¿Eh?!” a pesar del intento de Tomaj de calmar las aguas, Nio se angustió más. “¿Dices que Rizembool ha enviado a personas como Rebels a procurar a gente inocente como mi onee-chan?”
“Ehm, pues sí…” admitió el exRebel.
“Sea cual sea el motivo de Rizembool de haber hecho todo esto, su anonimidad es una de sus mayores prioridades,” observó Riku, pensativo. “Estoy convencido que desean lidiar con esas personas para prevenir que vayan a decir algo.”
“Aunque Ayesha es de Hanasaki,” observó Sora, perplejo. “¿Por qué querrían silenciarla a ella? Ya sabía el secreto y no era una persona que fuera a revelarlo.”
“Uhh, tal vez no había forma para los agentes de Rizembool de saber quiénes pertenecen a nuestros institutos y quiénes no…” teorizó Kytes, visiblemente preocupado.
“Será…” Luso se sentía mareado. “Hmm eso quiere decir que Tomaj y yo también pudimos haber sido blancos… aunque en aquel momento andábamos armados con las pistolas de somníferos. Puede que eso despistó a los agentes.”
“¿Pistolas de somníferos?” su primo se asustó.
“¿Eh?” Luso le miró como bicho raro y pasó a sonreír traviesamente. “Heh, verdad que ahora tengo una pistola de somníferos,” le apuntó con la misma. “Vuelve a pegarme en la cabeza y será tu turno de dormir.”
“No, suficiente juego, Luso,” Tomaj le miró con reproche y se la quitó. “Eres muy niño para lidiar con estas cosas.”
“¡Oye, dámela, yo la encontré!”

El grupo pasó a explicar a Sora y los demás qué había ocurrido luego de que Luso se infiltrara y siguieron haciendo hipótesis sobre lo que podría haber sucedido con Ayesha.

“Osaka-dono, si me permite…” Ibara se dirigió a Osaka, quien se había mantenido atenta a lo que estaban diciendo. “Aquel recién llegado es precisamente el Rebel que vimos combatiendo contra tu prima.”
“Sí, ese es Koma-chan,” asintió contenta.
“Sin embargo, mis previas investigaciones al respecto revelaron que los Rebels y las HiMEs son enemigos mortales, pero aún así han permitido que este Rebel les acompañe ahora. ¿Será que estuve equivocado?”
“Ehm, pues no, las HiMEs y los Rebels combaten hasta morir, si no me equivoco…” dijo pensativa y un tanto confundida al punto de verse adorable, a pesar de sus palabras. Entonces, pasó a sonreír. “Pero eso no importa porque yo sé que en el fondo todos podemos llevarnos bien y somos buenas personas. Koma-chan vino preocupado por Ayesha y Nio-chan así que tiene nuestra confianza. ¡Somos un grupo feliz!”
“¿Grupo feliz, huh?” Tomo alzó una ceja, frustrada.
“E-es cierto que nos llevamos bien, aunque sigue siendo un tema serio,” advirtió Hotaru, algo inquieta. “Pero sí, Osaka siempre se ha llevado muy bien con todos en general.”
“Ah, por supuesto, Osaka-dono ha demostrado tener un espíritu noble y gentil. Sin duda es una manera muy provechosa y saludable de vivir. ¡Me siento inspirado!” Ibara exclamó. “¡A pesar de encontrarnos dentro de una incomprensible guerra, seguiré su manera de ser! ¡Le agradezco por haberme iluminado!”
“Hehe, no es nada, Ibara-chan. Realmente no he hecho nada.”
“¡Al contrario, ha renovado mis energías! ¡Hahaha!”
“Uhh, este tipo es demasiado ruidoso…” Tomo frunció el ceño al mirarlo hablar con Osaka.
“Pese a ello, no parece una mala persona,” comentó Hotaru, sonriendo incómoda.
“Tú eres más lista que Osaka, Hotaru, no te dejes llevar por su forma de ser…” la exPrincess miró a todos en el grupo. “Bueno, tenemos a las HiMEs y exHiMEs y allegados y a Sora y su pandilla con dos exRebels, y el Rebel de Cho y un nuevo chico de procedencia desconocida cortesía de Osaka como es la costumbre…” dio un suspiro. “¿Ahora qué? Casi diría que el asunto terminó, pero no hay señales de Ayesha.”
“Sí, ojalá aparezca pronto…”

Entonces, en medio de la conversación, Roxas fue llamado la atención al observar a un grupito de personas que acababan de salir del festival y comenzaban a retirarse.

“Esperen, ahora vuelvo,” dijo apresuradamente y fue a darles el alcance.
“¿Roxas?” preguntó Cho.
“Hm, tal vez sean esas personas que él resguardó,” dijo Kashuu.
“Ah, buen punto,” Reimu asintió. “Entonces, si hemos visto a gente que siempre estuvo consciente salir, posiblemente nos topemos con Ayesha pronto.”
“¿En verdad?” preguntó Nio, esperanzada.

Todos entonces dirigieron su atención a la salida. La gente continuó saliendo, aunque en menor densidad que antes. Tal vez eran los últimos en salir, precisamente aquellos que requerían una ‘intervención’ de Rizembool antes de proceder a irse.

Y no estuvieron equivocados…









Finalmente, observaron a Ayesha salir. Ella salía dudosamente y miraba de un lado a otro consternada, en búsqueda de alguien.

“¡Onee-chan!” exclamó Nio, corriendo a ella.
“¡Nio!” Ayesha le correspondió con gran dicha y fue a su encuentro. Después de tantas preocupaciones, las dos hermanas estaban muy felices de verse. La angustia había terminado para ambas. ¡Ahh qué alegría verte! ¿Dónde has estado?”
“¡Yo podría preguntarte eso!” la pequeña comenzó con intenciones de reprocharle, pero rápidamente comenzó a derramar lágrimas aliviadas. “Ihh… onee-chan, tuve tanto miedo. Temía que algo horrible te hubiera ocurrido.”
“Ohh mi Nio, ya no llores por favor…” se acongojó y la abrazó con más fuerza. Así, la pequeña finalmente se permitió a llorar a pulmón mientras su hermana mayor le acariciaba la cabeza y le decía palabras amables y llenas de cariño.

Los demás intercambiaron miradas y hubo un alivio en general. La mayoría sonrió y se alegró mucho de que ambas hermanas finalmente habían sido reunidas.

Por otro lado, Roxas tuvo que apurarse a encontrarse con parte de las personas que había ayudado a proteger al inicio del ataque. Estos le miraron sorprendidos y le dedicaron atención.

“Eh, hola, ¿c-cómo están?” preguntó Roxas. No sabía ni cómo hablarles ya que al menos la mitad de ellos le vieron usar sus poderes Key, pero tenía que asegurarse que estaban bien. “Espero que se encuentren bien, esto ha sido increíble.”
“Oh, sí, muchas gracias,” dijo una chica, agradecida. “Ehm, ¿tú también estás bien, verdad?”
“Sí, me pude mantener a salvo, y sinceramente me alegro que ustedes también,” Roxas asintió y sonrió un poco al notar que así era. Estaban ilesos. “Ehm y pues… no sé cómo comenzar a explicar lo que ocurrió aquí, pero…”
“Sí, ninguno de nosotros lo sabe,” dijo un señor. “Dijeron que unos terroristas nos tomaron de rehenes y nos pusieron a dormir.”
“¿Eh?” al oírlo, Roxas se quedó frío. “¿Q-qué quieres decir…?”
“Ninguno de nosotros lo sabe con certeza. Vaya…” un chico se agarró el costado de su cabeza e hizo una mueca de dolor. “Ni recuerdo muy bien qué pasó antes de perder el conocimiento. Al menos dicen que el altercado con las autoridades se resolvió pacíficamente. Felizmente no hay nada que lamentar.”
“Ehh…” continuaba perdido y en shock. ¿De qué estaban hablando?
“Disculpe por la pregunta pero… ¿nos conocemos?” preguntó la señora a la cual había rescatado, la que estuvo huyendo con su hijita inconsciente. Esa pequeña ahora la tomaba de la mano y miraba a Roxas con gran curiosidad. “Parece que tienes algo que decirnos.”
“Eh yo…” Roxas dio un paso hacia atrás. No, tenía que ser fuerte… si Rizembool había tomado esa decisión para mantener su anonimato, no le quedaba de otra… tal vez era lo mejor esta vez. “No…” sonrió con tristeza. “S-sólo ando preguntando si todos aquí andan bien. S-soy un estudiante de medicina, a-aunque hay ambulancias aquí, ¿verdad? Ehh, perdón por incomodarles…”
“No, está bien, todos andamos confundidos por lo sucedido,” dijo la primera chica, quien hizo una reverencia. “Muchas gracias por tu trabajo. Me alegra que veles por otros.”
“Sí… no hay de qué…”

“Me alegro tanto que hayas estado acompañada por todos, Nio,” dijo Ayesha. Ella soltó a su hermanita y le sonrió. Pasó a mirar a sus compañeras. “Muchas gracias por cuidarla. Tenía tanto miedo que algo le sucediera pero ustedes son las mejores.”
“Nio también es como nuestra hermanita, justo íbamos diciéndolo~” canturreó Marisa, dándole un guiño.
“Sí, y en verdad fue muy fuerte y valiente,” Reimu asintió.
“Me sorprende su fortaleza, lo debo admitir,” dijo Youmu. “¿Y tú cómo te sientes, Ayesha? Temimos mucho por ti.”
“Yo estoy bien, parece que todos lo estamos. No podría pedir más,” Ayesha asintió.
“Te ves demasiado conforme, onee-chan, pero tienes razón…” Nio sonrió un poco. No podía quejarse. Lo importante era que su hermana mayor estaba de regreso con todos…
“Altugle-san, oírte hablar con espíritus tan elevados me da mucha dicha,” dijo el Rebel, quien se permitió acercársele ni bien sus amigas confirmaron que se encontraba bien. Komaeda sonrió con leve pena. “Puedo imaginar que debes encontrarte muy enfadada conmigo, pero sólo quería garantizar tu seguridad con lo que hice. Como una joven tan inteligente y prometedora, tú lugar no está en un campo de batalla. Espero que entiendas.”
“¿Nagito?” Ayesha ladeó su cabeza.
“Creo que varios de nosotros podemos estar de acuerdo, pero sí te presentaste de forma muy agresiva incluso con ella, como para decir que andabas en plan de antagonizar a todos ahí…” observó Kashuu con cierto juicio.
“Suena a Komaeda para mí, aunque si es amigo con Ayesha, asumo que ella misma estará acostumbrada,” dijo Tomaj, indistinto.
“¿Eh? Esperen…” Ayesha miró de un lado a otro. “Nagito, ¿qué haces aquí? No sabía que habías venido al festival…”
“¿Altugle-san?” Komaeda se quedó en blanco y se impresionó ante una revelación tácita que comprendió inmediatamente.
“Tsk…” Tomaj también fue sorprendido e intercambió miradas con Riku.
“S-será…” por su parte, Cho llevó una mano a su boca y abrió sus ojos como platos. La peliceleste se desconcertó.
“Cho, ¿qué sucede?” preguntó Osaka. “¿Te sientes bien?”
“Onee-chan, ¿qué dices?” preguntó Nio, frunciendo el ceño. “Cho y los demás me comentaron que te encontraste con Nagito y él te puso a salvo en una oficina. Claro que lo has visto.”
“¿De qué hablas, Nio?” preguntó su hermana mayor, confundida. “No recuerdo haber visto a Nagito hoy, ¿o te refieres de hace unos días? Pero… él nunca me ha llevado a una oficina… ¿y de qué me pondría a salvo?”
“¿Q-qué?” la hermanita se alarmó.
“Oh crap…” Tomo lo captó y comenzó a sudar frío.
“¿Será posible que…?” comenzó Hotaru, anonadada.
“¿Eh? Pero sí sucedió. Cho no mentiría,” insistió Nio. “¿Verdad que sí ocurrió?”
“S-sí, por supuesto, pero…” comenzó la HiME.
“No es tan simple, Nio…” Kashuu arrugó su frente con gran frustración. No tenía las agallas para decírselo.
“¿Cómo que no es tan simple? ¿Hay algo que no me dijeron?”
“Nio-chan…” Marisa agachó su mirada al igual que Reimu.
“Demonios…” Youmu apretó los puños.
“Ehm…” Nio miró a todos apenarse y buscó desesperadamente a alguien que le hiciera entender qué estaba pasando o que le diera la razón. Miró a su amigo. “Ah, Luso dijo que se encontraron. Sí, él y Tomaj te protegieron de un orphan…”
“Verdad…” Ayesha miró al pequeño. “Pensé que ustedes se habían tenido que retirar temprano. Sí, Cho nos explicó al respecto. Iban a recoger a la madre de Sora del aeropuerto, ¿verdad?”
“¿Q-qué?” Sora dio un paso hacia atrás. “E-espera, esas son noticias viejas…”
“¿Qué dices… onee-chan…?” Nio tragó saliva.
“Entonces…” Luso se inquietó y decidió probarlo él. Sacó aquel juguito en cajita que le había ofrecido y se lo extendió. “Ayesha, ¿recuerdas esto?”
“Ehh…” Ayesha comenzaba a sentir que se perdía de algo y miró al objeto, aunque no tenía nada que decir. “Es un jugo, Luso. ¿Por qué me lo preguntas?”
“Es… que antes, cuando nos vimos, y-yo…”
“Suficiente…” Tomaj puso un alto a lo que ocurría. La etiqueta de todos de no decir la realidad en voz alta ya estaba llegando al punto de lastimar a la pequeña. “Ayesha no recuerda nada de lo ocurrido. Sus recuerdos han sido borrados por Rizembool.”
“¿Q…qué…?” Nio se congeló. “No… no puede ser…”
“…” Komaeda dio un profundo suspiro.
“¿Rizembool?” esa mención alteró a Ayesha, quien miró de un lado a otro. “¿Está sucediendo algo por ellos? ¿Van a venir Rebels a atacarnos? ¿Qué sucede?”
“¡Onee-chan!” Nio agarró a su hermana de ambos brazos. “¡Dime! ¿Qué pasó aquí? ¿Dónde has estado? ¡¿Qué es lo que recuerdas?! ¡¿Por qué te separaste de Cho y las demás?!”
“Ehh, N-Nio…” Ayesha se apenó y preocupó por verle tan inquieta, pero no sabía qué hacer. Sólo debía contestarle con la verdad. “No lo sé… recuerdo que estábamos todas por la zona de la feria, justo acababa de enviarte mensajes… de la nada perdí el conocimiento y cuando desperté me dijeron sobre el ataque terrorista,” asintió. “Sí, te busqué y cuando no te vi decidí salir. Es ahí que nos encontramos.”
“Increíble…” Osaka se asustó. No, se perdía de mucho, pero Ayesha estaba convencida de lo que había respondido.
“¿Acaso los terroristas que atacaron hoy tienen algo que ver con Rizembool?” preguntó Ayesha. “Ahh, perdón, parece que ustedes tienen una mejor idea de lo que ocurre aquí y creo que estoy angustiando a mi Nio, pero en verdad intento entenderlo. Lo siento.”
“No, no te disculpes, Ayesha,” le pidió Kytes, comprensivamente. “Está bien, entendemos. Ehm, te vamos a explicar lo que pasó aquí. Es… un tanto difícil de creer en tu posición, pero ya no hay de qué preocuparse, en serio…”
“O-onee-chan…” Nio se horrorizó y agarró su cabeza con ambas manos. “No… imposible…”
“¡N-Nio!” su hermana se le acercó. “Ehh, tranquila. Perdón si te he asustado. Lo siento mucho. Pero estoy bien, en serio, en verdad. No me pasó nada…”
“Ihh… no… no puede ser…” la pequeña cerró sus ojos con fuerza aunque lágrimas comenzaron a escaparse de los mismos. “¿Por qué? ¿Por qué te tuvo que ocurrir esto…?”

Al ver su estado emocional, las chicas se acercaron e intentaron ayudar a Ayesha a consolar a la pequeña, a quien le dolía aceptar la realidad. Sora maldijo a Rizembool por lo bajo y él recibió a Roxas para explicarle lo que acababa de ocurrir.

Por su parte, Tomaj miró al grupo un momento y luego desvió su mirada. Si bien las cosas pudieron haber sido mucho peor, luego de su accidentada carrera como Rebel, sabía que haber estado en lo correcto desde el inicio no siempre era un sentimiento agradable.

Con el grupo congregado alrededor de las hermanas, Ibara mantuvo su distancia y se dio media vuelta. Adoptó un porte gacho, distinto a su usual, uno que se podía leer como afligido o empático a la presente situación. No obstante, el pelimagenta atinó a darse media vuelta ya que la revelación dibujó una admiradora y maligna sonrisa en su rostro que no era capaz de disimular. Aquella habilidad, aquella maldad… sabía que se encontraba en el lugar correcto.

A fin de cuentas, fue tal y como Megumi Hanajima temió al conocer a Nio Altugle por primera vez. Era el inicio. Ya era inevitable.



Y el tiempo siguió con su curso.