Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252690 times)


Cho

91.2.


Luego de completar sus clases del día, Hotarumaru caminaba hacia el área de deportes en Rizembool. El pequeño pelicenizo ya se sentía agobiado por su miedo a perder las prácticas que llevaba con su maestro y su encuentro en la mañana con su superior no le había resultado de consuelo. El señor Kotetsu era una persona impresionante e intimidante por donde se le viera, lo cual en un inicio había sido admirable para él, pero en el presente no dejaba de preguntarse si en verdad era digno de su tiempo y tutelaje.

Llegó al dojo donde se encontraría con su maestro en lo cual debía ser una práctica decisiva para probar su valor como aprendiz. Miró las puertas cerradas frente a él y luego de meditar su predicamento un poco, negó para sí y se aventuró adentro. Ya no podía postergarlo más.

Sin embargo, Hotarumaru se encontró cara a cara con dos personas distintas a su mentor, una de ellas conocida, aunque sabía bien quiénes eran cada uno de ellos.

“¡Hotaru-chan, ha sido mucho tiempo!” exclamó Urashima, quien corrió a darle el alcance. El rubio sonreía contento y con grandes energías. “¡¿Cómo has estado?!”
“M-mo… ¿Urashima?” preguntó en shock y ladeando su cabeza.
“Así que este es el niño al que papá está dando clases,” comentó Hachisuka acercándose a los dos con una mano en su mentón. El pelilila observó a Hotarumaru brevemente como quien estudiaba a un espécimen y terminó formando una sonrisa corta en su rostro, una que invocaba una mezcla de simpatía e ironía. “Te ves más lindo de lo que imaginé.”
“Eh…” Hotarumaru le miró perdido y pasó a desviar su mirada con reserva. “Se supone que estoy aquí para practicar… no quiero que me digan que soy lindo ahora…”
“Hachisuka-niichan no quiere faltarte el respeto. ¡Se puede ser lindo y super fuerte a la vez!” exclamó el Kotetsu menor alegremente y le sonrió incómodo. “Lo que pasa es que papá tuvo un contratiempo. Descuida que todavía viene, pero mientras lo esperamos pensaba que podíamos divertirnos,” Urashima asintió y alzó un puño al aire. “¡Hay que hacer calentamiento! ¡Comencemos limpiando todo el piso del dojo!”
“¿E-en serio?”
“¡Dojo limpio, mente limpia! ¡Ya he alistado los materiales de limpieza y descuida!” se apuntó a sí mismo. “Te ayudaré, me vendrá muy bien a mí también.”
“Ehh…”
“Te he dicho que tú no tienes que ensuciarte las manos, Urashima, pero no insistiré,” Hachisuka sonrió frustrado. “Los miraré de un costado. Diviértanse mucho.”
“¡Por supuesto!”

Sorpresivamente, el plan fue llevado a cabo de inmediato. Los dos pequeños tomaron unos trapos y corrieron de extremo a otro. El lugar de por sí era regularmente mantenido por la universidad, por lo cual casi no había trabajo que realizar, aunque pese a ser apenas una simple y rápida limpieza, Hotarumaru notó cómo el Kotetsu se movió a mil por hora y avanzaba su mitad mucho más rápido que él. Urashima gritaba a manera de canalizar sus ánimos y energías y corría con mucha destreza. El pelicenizo se esforzó más para avanzar más rápido y mantenerle el ritmo al otro, pero simplemente no podía. Sus energías se le agotaban con rapidez, su dominio en esa forma tradicional de limpiar el dojo era pobre y su poca velocidad era una de sus escasas debilidades.

“¡Ya está! ¡Terminado!” exclamó Urashima con alegría ni bien terminó de cubrir su mitad. Él miró al menor quien continuaba en su penúltima recta, aunque estaba jadeando y se le notaba extenuado. “Oye, Hotaru-chan, espera.”
“No, imposible…” Hotarumaru se sentó sobre el piso rendido. “Lo intento hacer tan rápido como tú, pero no puedo hacerlo.”
“Está bien, está bien,” Urashima sonrió con torpeza. “Te aseguro que ni Nagasone-niichan ni Hachisuka-niichan pueden igualarme en velocidad. Sólo ve a tu ritmo.”
“Pero…”
“Además entiendo que a pesar de pelear con espadas y ser un pequeño prodigio, no has tenido nuestra misma educación,” asintió comprensivamente. “Quiere decir que este ejercicio te será un tanto extraño, ¡por lo cual no debes sentirte en falta!” levantó un pulgar. “¡Haz lo que puedas!”
“…” le miró perplejo, cuando notó al pelilila acercárseles.
“Fue un buen calentamiento, a mi parecer,” observó Hachisuka, quien extendió una botella de agua a su hermanito. “Urashima, toma, recuerda mantenerte hidratado.”
“¡Gracias~ aunque creo que es muy pronto para eso!” dijo aunque igual recibió el contenedor.
“Uno puede perder un porcentaje considerable de agua corporal durante el ejercicio, no debes descuidarte,” dicho esto, el mayor se dirigió a Hotarumaru y le extendió otra botella.
“Eh, estoy bien, muchas gracias,” este agitó sus palmas con incomodidad.
“No seas modesto, es por tu bien,” insistió. Hachisuka continuó expresándose con su tono sutil y dulce, pero a ello se le agregó una ligera demanda y expectativa.
“S-sí…” le tocó aceptar y tomó la botella con ambas manos. Miró la tapa de la misma ensimismado.
“Creo que el calentamiento no te ayudó de mucho para limpiar tu mente, ¿verdad?” le preguntó Urashima. Este se sentó en el piso junto al otro. “Dime, dime, ¿qué te tiene distraído?”
“Eh, no es nada, estoy bien,” se alarmó. No podía decir si ellos sabrían lo que su padre le había dicho la práctica anterior, y aun si fuera el caso tampoco les correspondía.
“Hmm, no suenas a que estés bien, Hotaru-chan,” le sonrió. “Vamos, quiero oírte. Realmente quisiera que seamos amigos. Hehe, si papá ha decidido entrenarte es seguro que nos veremos un montón así que puedes confiar en mí.”
“Pero…” dio un suspiro y agachó su mirada. “Espero que sí, pero sí soy distinto en comparación con una familia como ustedes… puede que no tenga el mismo potencial.”
“¿Hm?” Urashima ladeó la cabeza.
“Por supuesto que no lo posees, pequeño,” declaro Hachisuka, sonriendo con superioridad y alzando su mentón. “Los Kotetsu somos un linaje especial y resaltante incluso dentro del Japón. Sería iluso para cualquiera compararse a nosotros.”
“Ehh, Hachisuka-niichan…” su hermanito sonrió incómodo.
“¿Pero es que acaso esa simple verdad te va a detener antes de desarrollar un potencial que sí es propio de ti?” continuó el pelilila. Le miró desde arriba con ojos severos y sin borrar su sonrisa. “Pienso que si nuestro padre se molestó en dedicarte atención en primer lugar, es porque ha visto potencial en tu persona, así que espero que no le decepciones. En particular, espero que tú no te decepciones por no ser alguien quien nunca vas a ser.”
“…” se quedó sorprendido. A pesar del aura intimidante y poco amigable del pelilila, le había dicho palabras muy ciertas. Asintió y le miró decidido. “Tienes razón.”
“Entonces, supongo tenemos tiempo antes de que nuestro padre llegue,” Hachisuka se cruzó de brazos. “Quiero que me enseñes tu fortaleza, no como el pupilo de mi padre o como alguien que aspira a ser como un Kotetsu. Demuéstrame quién eres tú en realidad.”
“Sí,” se levantó y pasó a confundirse. “O sea,” se puso a pensar. “¿Quieres retarme a una pelea?”
“No, no me malinterpretes,” se encogió de hombros y sonrió entretenido. “No he venido para pelear con nadie, sólo estoy de observador,” fue donde su hermanito y le extendió una mano con una cálida sonrisa. “Urashima, seguramente a ti te divertiría un montón. Hazme el favor.”
“¡Enseguida!” este aceptó su ayuda y al ponerse de pie asintió obedientemente. “Será un placer. ¡Oh!” pasó a mirar a su fiel tortuga en su hombro y se la dio a su hermano. “Hachisuka-niichan, cuídame a Kamekichi, por favor. ¡Siento que esto se va a poner muy movido!”
“Claro, no te preocupes,” así, el hermano mayor tomó a la mascota y caminó de regreso a su punto de observación.
“¿Eh? ¿Contra ti?” preguntó Hotarumaru, perdido por ese desarrollo. “Ehm, ¿has traído tu arma? No veo que lleves una…”
“Vengo directo de Hanasaki y no pensé en traer una de práctica conmigo, así que estoy desarmado, ¡pero no importa!” asintió y comprimió sus puños. “¡Tengo una gran idea! ¡Para seguir calentando, hagamos un combate cuerpo a cuerpo!”
“Cuerpo a cuerpo…” no dejaba de sorprenderse. Ese chico estaba yendo a mil por hora.
“¿Puedes hacerlo? Entiendo que te especialices más en peleas de espadas,” llevó sus manos a su nuca. “O sea yo también, pero parte de nuestra habilidad es ser adeptos a defendernos sin contar con nuestras armas todo el tiempo.”
“Sí puedo, no lo practico mucho, pero puedo defenderme,” asintió aunque se mostró perplejo. “Es sólo que me sorprende.”
“Hehe, entonces no lo pienses mucho,” hizo un poco de distancia y se puso en posición de defensa. “Tómalo como un divertido juego, Hotaru-chan. ¡Sólo déjate llevar!”

Así, inició un ágil enfrentamiento. Urashima fue quien dio inicio y se acercó, a lo cual Hotarumaru se puso a esquivarle mientras estudiaba sus movimientos. Al igual que antes, el Kotetsu le ganaba en velocidad y destreza, pero no estaba del todo indefenso. Todavía podía mantener una segura distancia y reaccionar debidamente.

En eso, se agachó al esquivar un puñete del rubio e intentó una patada de barrido para derribarle, pero su oponente predijo su acción y saltó por encima de él para aterrizar con una mano y en el aire propinarle una patada. Hotarumaru apenas posicionó ambos brazos para proteger su rostro y se deslizó hacia atrás por la gran fuerza del otro.

“¡Hehe, estuvo cerca!” Urashima celebró y volvió a ponerse en posición de defensa para mirarle decidido. “¿Listo?”
“…” el otro frunció el ceño y se preparó nuevamente. “Eres fuerte…”
“¡Aquí voy!”

Continuó otra tanda de ataques y respuestas. Por la exigencia, Hotarumaru comenzó a tomarse dicho ‘calentamiento’ con la debida seriedad y ya sin pensar en su presente situación. Estaba inmerso en esa batalla. De repente, su misión de probarse a sí mismo o ante el otro Kotetsu presente se escapó de su mente. El pequeño peleaba con todo su ser por el simple hecho de pelear, porque tenía a un oponente formidable que no se la dejaba fácil y podía derrotarle ante el menor descuido… porque Hotarumaru no sólo era un niño pequeño y adorable y realmente tenía el don de pelear como un guerrero de antaño, y lo sabía bien.

Sus ánimos y su vida resurgieron en sí mismo y sonrió en plena apreciación de su propio ser.

Entonces, vio una apertura y no perdió esa oportunidad. Preparó sus piernas, tomó un brazo de Urashima con sus dos manos y de un solo movimiento lo levantó por los aires. El chico se sorprendió aunque no le dejó concretar su técnica y le correspondió el agarre con su otro brazo. Ello paró la inercia de lo que hubiera sido una azotada inmovilizadora contra el piso y así ambos terminaron sobre el mismo. Hotarumaru rodó y se libró del otro, pero Urashima fue más rápido y el rubio extendió ambos brazos como si fuera a atraparlo. El pelicenizo reaccionó lento y sólo fue capaz de encontrar sus manos con las de su mayor y así los dos se quedaron haciendo fuerza.

“Tsk…” Hotarumaru sentía que no podría sostenerle por mucho. Sonrió amargamente. “Eres un Kotetsu, de eso no hay duda…”
“Y tú un niño que puede hacerme frente…” contestó Urashima, lentamente haciendo al otro retroceder, aunque no con facilidad. Le devolvió una sonrisa, una más amena. “Te gusta pelear, ¿no? Mejoraste mucho luego del inicio. Quieres seguir haciéndote más y más fuerte…”
“Por supuesto…” dijo, y apenas pudo contener el empuje del otro, pero siguió poniendo resistencia. Frunció el ceño. “Toda mi vida he sido dicho todo lo que tengo que hacer… debo ser estudioso, inteligente… ahora el heredero también… pero mi verdadera pasión es el kendo…” asintió para sí, sin dejar de sonreír. “¡Así que no me rendiré! ¡Quiero ser tan fuerte como ustedes! ¡Quiero seguir los pasos de alguien que también fue un heredero en algún momento, y que ahora es un líder y guerrero y alguien famoso por ambas cosas! No quiero correr el riesgo de perder sus enseñanzas… ¡pero si fuera a darse igual no dejaré de esforzarme!”
“Heh, bien dicho…” Urashima ensanchó su sonrisa y de un momento a otro terminó con su gran presión y se hizo a un costado.
“¡Wahh!” al no haber parado, Hotarumaru se cayó estrepitosamente de cara al piso.
“Oh, ¿no te enseñaron que no debes ser muy avaro con tu fuerza?” preguntó el otro. Se agachó y le sonrió con torpeza. “Eh, lo siento, te dejé ir muy repentinamente. He estado en tu lugar varias veces, pero asegúrate de estar preparado para retroceder o rendir tu empuje. Como puedes ver, es una buena manera de desestabilizar a tu oponente.”
“Uhh, ya veo…” dijo afligido y vio que el otro le extendió una mano.
“Fue un excelente ejercicio, ¡ha sido divertido!” exclamó con grandes ánimos. Ambos se pusieron de pie y Urashima se dirigió al pelilila. “¡Hachisuka-niichan, ¿qué te pareció?!”
“Ha sido tan placentero como siempre, te sigues volviendo fuerte, Urashima,” dijo afectivamente, aunque sus ojos se afilaron un poco. “Pero sí abriste una vulnerabilidad demasiado grande al final. Tendré que repasarlo contigo después.”
“Eh, lo sé, pero eso lo podemos ver en casa,” se rascó la nuca. “Me refiero a qué piensas sobre Hotaru-chan.”
“No es que realmente sea un juez para esta pelea, mi opinión no importa mucho,” dijo alegremente y con gran irrelevancia. “Aunque sí tiene el espíritu necesario, por no decir que la habilidad. No me preocuparía mucho de que decepcione a nuestro padre si se mantiene así.”
“Es por ser así que no hay forma que eso ocurra,” declaró Urashima con energías y miró al pequeño. “Hehe, me hace feliz escuchar que tienes en mente seguir los pasos de mi papá. Personalmente siento que los dos se llevarían de maravilla. ¡Estoy encantado de que estés aprendiendo de él! ¡Ya quiero ver qué tan fuerte te volverás!”
“Eh…” se sorprendió un poco de sus palabras, y sonrió un poco. “Ehehe, muchas gracias, Urashima, ojalá sea así.”
“¡Y lo será!” Urashima miró hacia Hachisuka, aunque con su mirada enfocada en otro lado, a una puerta lateral que conducía a un almacén y baños dentro del dojo. “¡¿No es así, papá?!”
“¡Eh!” Hotarumaru se sobresaltó.

El llamado fue toda la invocación que necesitó. El señor Kotetsu salió de su escondite y caminó hacia los menores.



“M-Maestro,” dijo el pequeño, atónito. “¿Usted estaba aquí?”
“…” Taroutachi se detuvo y le miró inmutado. “De haber tenido algún contratiempo, te hubiera contactado personalmente. Este preámbulo no fue precisamente mi idea, pero sigue siendo mi responsabilidad. Siento las incomodidades.”
“Eh, no, está bien… pero…” frunció el ceño y miró a Urashima. “¿Qué sucede aquí?”
“Mai-chan me envió un mensaje en la mañana diciéndome que te encontrabas estresado y temías que mi papá fuera a rechazarte,” explicó amenamente. “Como un Kotetsu, ella me pidió que hablara contigo y viera qué podía hacer. Sonaba preocupada por ti.”
“Mai…neechan…” se puso a pensar, ensimismado. Su amiga sí tenía una relativa cercanía con esa familia por medio de una prima, no lo había pensado. “Me sorprende que haya dicho algo…”
“Al parecer temías que fueras a ser rechazado. Recuerdo que la vez que fuimos de visita al templo tenías las mismas inseguridades,” observó con sus manos en su nuca. “Pero no tenía por qué ser así, y sin duda no puedes dedicarte bien a un entrenamiento si andas cuestionándote, ¡así que vine para divertirme un poco contigo y espabilarte!”
“Urashima me expresó sus preocupaciones, y ello fue lo que refrescó mi memoria,” dijo Taroutachi, asintiendo pausadamente. “La última práctica te pedí que meditaras sobre tus metas como mi pupilo y tus motivos de entrenar para que pudieras contestarme ni bien nos volviéramos a encontrar.”
“Sí,” asintió y frunció el ceño. “Maestro, mis motivos…”
“Ya no tienes que explicarte. Te escuché claramente,” dijo alzando una palma. Entonces, Taroutachi esbozó una sonrisa. “No solamente eres el niño disciplinado y prodigio que conocí en un principio. Posees el espíritu que esperaba y en demasía. Siento mucho haber dudado de ti,” hizo una venia. “Y lamento las inquietudes. Comprendo que mi tarea de auto-reflexión te hizo pensar que tenía intereses de rechazarte.”
“Ehh…” se sorprendió y bajó su mirada. “Pero, recuerdo que usted había dicho que quizás no éramos compatibles… quizás no iba a poder enseñarme…”
“Creo haber dicho algo semejante, es cierto,” se puso a pensar, alzando su mirada. “Fue una reflexión personal, algo que tal vez no debí haber dicho en voz alta. No estaba aludido a tu persona, más bien lo contrario,” le miró con su seriedad de siempre. “No es frecuente que actúo como instructor, en especial con personas fuera de mi círculo familiar. Podré ser conocido por mi habilidad, pero dudo ser el mejor maestro. Me cuestionaba si yo realmente podría atender tus necesidades y ser el mentor adecuado para ti.”
“¡P-por supuesto!” Hotarumaru asintió decidido y con rapidez. Luego de su exabrupto, se retrajo y volvió a agachar su cabeza. “Quiero decir… usted es una persona muy fuerte, muy capaz, un respetable líder de su familia que no tuvo que abandonar su habilidad para pelear. No puedo pensar en nadie más de quien quisiera aprender…”
“…” asintió. “Entiendo. Mis dudas personales terminaron por transmitirse a ti. Incluso en una tarea tan básica para mí, fallé en presentarme como un superior seguro y responsable.”
“Mo…” Hotarumaru se sorprendió al sentir a su mentor acariciarle los cabellos.
“No volverá a suceder, lo prometo,” le aseguró con una voz calmada y cálida.
“…” le miró sorprendido, al comprender que todo había sido un malentendido.
“¡Ahh, qué alegría!” Urashima no se contuvo y abrazó al pelicenizo con fuerza.
“Eh…” el pequeño fue zarandeado levemente.
“Sabía que no había que preocuparse. ¡Verás que te divertirás mucho y te harás muy fuerte! ¡A este ritmo seguro que te harás más fuerte que yo cuando llegues a mi edad!” dijo sin dejar de apachurrarle. “¡Muchas felicidades, Hotaru-chan~!”
“G-gracias…” contestó con torpeza.
“A pesar de tu siempre incansable trabajo, es verdad que algunos detalles suelen escaparse de ti, padre,” observó Hachisuka, acercándose al grupo. El pelilila sonreía despreocupado. “Hiciste que tu nuevo alumno se preocupara de más. Aun así, es de esperarse que alguien fuera a temer perder la oportunidad de entrenar con un Kotetsu con gran renombre como tú, por lo cual puedo simpatizar con la situación.”
“Te pido que seas amable con mi pupilo, Hachisuka,” dijo Taroutachi, tranquilamente y mirándole de reojo. “Pese a tu cordialidad, puedes resultar intimidante e hiriente en ocasiones.”
“¿Oh? ¿Me habré presentado así hoy?” se sorprendió genuinamente y regresó a su sonrisa. “No sería más que otro malentendido. Aprecio a las personas que nos rinden el homenaje respectivo, pero más que ello…” observó al Kotetsu menor dejar de abrazar al pequeño y continuar hablando amenamente con él. “Aprecio a quien sea que se gane el cariño de Urashima y sea merecedor de las atenciones de mi querido hermanito. De igual forma, no es que tenga malas intenciones con mi forma de ser.”
“Lo sé bien, sólo te comento que vigiles tu propia presentación con más cuidado.”
“Lo haré, nunca querría hacer ver mal a nuestro linaje,” Hachisuka se dirigió a su hermanito. “Urashima, tu juego ha terminado. Es mejor que nos vayamos y les dejemos practicar.”
“Oh, ¿no podemos quedarnos a ver?” preguntó el rubio, con curiosidad. “De paso me gustaría que todos fuéramos a tomar algo luego de la práctica.”
“Pienso que has cansado a mi pupilo demasiado por hoy, por lo cual no pretendo postergar la práctica de hoy,” observó el padre. “Si deseas que tomemos algo, quédense por los alrededores. Les avisaré ni bien terminemos.”
“¡Entendido!” Urashima dio un saludo militar y miró a Hotarumaru. “¿No es genial? ¡Así podremos conocernos mejor! Ya que tú estudias aquí ve pensando a dónde vamos a ir. Seguro que hay un montón de restaurantes deliciosos al igual que en Hanasaki.”
¿E-en serio?” Hotarumaru ladeó su cabeza.
“Urashima, ni sabemos si el pequeño tiene el tiempo para acompañarnos,” observó el pelilila, negando frustrado. “Te estás adelantando a que él acepte tu propuesta.”
“Ah, es cierto, perdón,” miró al pelicenizo. “Sí puedes, ¿verdad?”
“…” todavía perdido, asintió. “Sí puedo y me gustaría, sólo me sorprende un poco.”
“¡Entonces no lo pienses mucho! ¡Hehe, lo esperaré con ansias!”
“Sí…” Hotarumaru asintió y sonrió. “Yo también, muchas gracias…”

De aquel modo, la práctica de la tarde dio inicio antes de que todos fueran a compartir un pequeño momento. Con ese encuentro, Hotarumaru pudo finalmente librarse de sus dudas y concentrarse en su entrenamiento como debía.





El día avanzó y el ocaso empezaba a apreciarse en Rizembool. Los tonos cálidos del sol del final de verano que se despedía del día se apreciaban mucho mejor a ligera altitud, como en la azotea perteneciente a Eichi Tenshouin. El joven magnate contaba con la presencia de su grupo de té usual y además de sus tres invitados había un periódico abierto en el centro de la mesa, para que todos lo pudieran ver con claridad. Dicho objeto era de vital importancia para la conversación, o más bien acusación, que estaban teniendo.

“Eh…” Namazuo estaba cabizbajo y muy nervioso por las constantes observaciones y llamadas de atención hechas por los demás.
“Sinceramente…” Eichi se expresó con lástima y gravedad expresados en su ceño fruncido. “Me compadezco de las personas que se han encargado de ponerte en libertad…”
“Ehh…”
“Fufu, mejor compadécete de todos nosotros que tenemos que lidiar con el desquiciado en persona,” comentó Ritsu, sonriendo gatunamente.
“Ehhh…”
“Se podría simpatizar con ambas partes, para ser sinceros,” Naoto se encogió de hombros.
“¡Ahh, lo siento, lo siento mucho!” suplicó el Toushirou, agarrándose los cabellos. “¡No quería lastimar a nadie, tienen que creerme!”
“No es como si debas disculparte con nosotros, Namazuo,” observó la peliazul, frustrada. “Pusiste a un amigo de tu familia en riesgo y has causado difamación a tu apellido por el hecho que un artículo, por más corto que fuera, llegara al periódico.”
“Ihh, lo sé, realmente no sé por qué no lo pensé en su momento, pero juro que aprendí mi lección y que esto no volverá a suceder,” dijo torturado. “Tan sólo espero que los demás lo puedan dejar de lado y no involucrar a mis hermanos.”
“Concuerdo con lo segundo, pero como terrorista es necesario que internalices el caos e inconsciente maldad en lo que hiciste,” observó Ritsu, objetivamente y mirándole desde arriba. “Te viene bien cargar con tu consciencia sucia un poco más, Nama-kun. De lo contrario, presumo que lo olvidarás ni bien te vayas a dormir.”
“Uhh, tienes muy poca fe en mi, Ritsu-chan…” se encogió un poco, apesadumbrado.
“A pesar de que el escritor del artículo puso tu nombre, no llegaste a las noticias en la televisión o en páginas de internet,” observó Eichi, quien dio una nueva ojeada al periódico. “Sólo puedo imaginar que tus hermanos llegaron a callar a la prensa en su mayoría, así que puede que esto caiga al olvido tarde o temprano.”
“Aun así es algo que no debió haber ocurrido para empezar,” Naoto dio un suspiro. “Y en verdad me inquieta pensar que algo como esto pueda callarse tan fácilmente.”
“No que sea muy extraño,” Ritsu se encogió de hombros con naturalidad. “Uno sólo puede imaginarse cuántos secretos ocultará Ecchan del resto de seres humanos, ¿no lo crees? A mayor riqueza, mayor oscuridad.”
“Me frustra que trates de tildarme como desconfiable ante tus amigos cada vez que puedes, Ritsu-kun,” observó Eichi, frustrado. “Y yo que intento tener una agradable hora del té.”
“Fufufu, creo que tú no tienes tanto derecho de quejarte qué hace Nama-kun a espaldas de la gente común.”
“Y tú tampoco por animarte a ser un Rebel.”
“Algo que nuevamente tú mismo has hecho, Ecchan~” dijo juguetonamente.
“Ya, ya, cambiemos de tema, por favor,” reclamó Namazuo, incómodo. “Yo también quiero tener una hora del té donde no me recriminen sobre esto y podamos olvidarlo un poco…” entonces, desvió su mirada con nervios. “…aunque me preocupa y asusta pensar en que mis queridos hermanos lleguen al extremo de callar a los medios. ¿Cuándo adoptaron ese poder? ¡E-en fin!” negó rotundamente para evacuar ese pensamiento, pero rápidamente volvió a desinflarse. “Uhh… me parte el alma saber que he preocupado a mis lindos hermanitos por lo que hice, sobre todo a los más pequeños. Houchou y Hakata me miraron como si no me reconocieran. Akita y Maeda estaban muy preocupados por mí. Por su parte, Hirano se notaba exasperado y me evitó. ¡Y lo que más me duele es que mi precioso Gokotai se me acercó con lágrimas en los ojos para suplicarme piedad por Fudou-chan! ¡Ahora seguro que piensan que ni tengo remedio y para colmo todos me han prohibido conducir en el paseo familiar como si fuera alguna especie de amenaza! ¡Me duele, me desgarra, no lo puedo soportar!”
“Fufufu, recordando el drama que hubo en el inicio del viaje anterior por tenerte de conductor, creo que el hecho que te prohíban conducir luego de esto es una conveniente excusa,” Ritsu sonrió con ironía. “Pero ya, tú a diferencia de mí eres un ser que pretende velar por aquellos a quienes llamas hermanos. Creo que ya te hemos dado suficiente café. Te dejaré en paz.”
“Realmente no querría dejarte en paz tan rápidamente, pero quizás tengas a tus parientes haciéndote suficientes reclamos,” Naoto dio un pesado suspiro.
“Por la forma de ser de Namazuo-kun, presumo que suelen ser muy permisivos con él, así que no sé cuán prudente sería ser suaves luego de lo ocurrido,” Eichi se puso a pensar distraídamente.
“Ahh, clemencia, Eichi, por favor,” el Toushirou juntó sus manos en rezo, acción que despertó al dueño de la azotea.
“Está bien, tampoco quiero pasar mi tiempo libre castigando a alguien que no ha cometido transgresiones en mi contra,” dijo tranquilamente, sonriendo un poco. “Perdonado estás, aunque asegúrate de compensar a tus hermanos por el amargo y preocupaciones producidas. Es el consejo que puedo darte.”
“¡Sí, definitivamente!” le dio un saludo militar. Dicho esto, Namazuo sonrió con alegría y añoranzas. “Como les dije, justo estamos por salir en un viaje familiar, así que pasaré el fin de semana con todos. ¡Me esforzaré en ser el mejor hermano posible!”
“Ya pareciera que te olvidaste del asunto, qué rápido,” Naoto rodó los ojos.
“Fufufu…” Ritsu rió por lo bajo con una mano cubriendo su boca.
“¡E-en serio que no, se los juro!” exclamó nervioso. “¡Me comportaré, tienen mi palabra!”
“Hai, hai, continúa con tu relato,” Ritsu se encogió de hombros. “¿Y a dónde están yendo?”
“Pues, Ichi-nii dijo que estaba viendo eso con Shinano y que nos avisaría ni bien se pusieran de acuerdo,” contestó y sonrió incómodo. “Me resulta un poco raro que ya todavía no lo sepamos. Normalmente Ichi-nii suele tenerlo todo bajo control, aunque creo que Shinano tenía muchas ganas de poner de su parte en la organización del viaje. Me da intriga.”
“Se van pronto, así que sólo es cuestión de tiempo. Mientras no regresen al bosque de las vacaciones imagino que no importa mucho a donde vayan.”
“Haha, no hay forma que volvamos tan pronto,” Namazuo rió un poco. “O sea, lindo lugar, pero tú sabes que sería raro,” en eso se vio interrumpido ya que su celular comenzó a sonar. “Oh, es Ichi-nii. Un momento, por favor.”

Él se levantó y contestó la llamada fuera de la pérgola donde tomaban té.

“Dejando este asunto de lado…” Eichi procedió a doblar el periódico y dejarlo a un costado fuera de la mesa. “¿Qué se cuentan ustedes? Fufu, desde ya les felicito por no hacer las noticias de esta forma, pero sí tengo más esperanzas de los dos.”
“Da pena decir que no le tenemos grandes expectativas, pero en fin…” Naoto se encogió de hombros. “Nada que contar, lo cual es bueno, supongo…” desvió su mirada. “Pero el jefe de práctica como siempre hace la clase difícil. Ocurren mil y un cosas ahí, aunque no puedo pensar en nada que desee compartirles,” alzó una ceja. “¿Será que me estoy acostumbrando?”
“Muy bien, Nao-chan, es así como uno debe sobrevivir a Secchan. La habituación es un instinto primordial de la vida,” dijo Ritsu, sonriendo entretenido. “De paso si no le das mucho caso lo fastidias y siempre es bueno verle fastidiado.”
“No que intente fastidiar a nadie, Ritsu.”
“¿Hm?” Eichi alzó sus cejas ligeramente con curiosidad. “Ritsu-kun, ¿acaso el instructor de Naoto-kun es tu viejo amigo?”
“¿Ustedes también se conocen?” preguntó la chica, sorprendida.
“No precisamente, pero eso explica mucho de tus relatos. Sí tiene la reputación de ser un ser complejo,” Eichi asintió, sonriendo despreocupado. “Ciertamente no es alguien de quien quisiera depender o tener por encima de mí o se volvería tiránico.”
“Creo que tengo que pararte ahí, Secchan,” Ritsu le miró con reproche. “Presiento que a muchas personas les indignaría que te quejes de alguien más por esos mismos motivos.”
“No que me esté quejando, sólo digo la verdad,” se frustró. “¿Y qué insinúas sobre mí?”
“Digo la verdad también, Ecchan, dejémoslo así,” el pelinegro regresó su atención a la chica y le sonrió amablemente. “Diría que lo peor debe haber pasado ya, aunque no bajes la guardia. Pero, a diferencia de Nama-kun, tú eres sensata y muy inteligente. Presiento que sabrás lidiar con Secchan tarde o temprano.”
“Eso espero…” dio un suspiro. Se sintió brevemente confundida ya que los apodos de su amigo a esas dos personas aparentemente distintas eran muy similares.
“Por mi parte, una prima mía acaba de ingresar a Hanasaki, apenas me encontré con ella ayer,” continuó Ritsu, de buenos ánimos. “Vino guiada por Maa-kun y tuve un momento agradable. Se aprecia mucho ver a la familia de vez en cuando.”
“¿En verdad?” preguntó Naoto, ladeando la cabeza.
“¿Por qué desconfías de mí, Nao-chan?” Ritsu se vio perdido. “¿Dije algo raro?”
“Eres quien desconoce a su hermano mayor todo el tiempo y para diciendo que los amigos y conocidos son los más importantes,” se puso a pensar. “O sea, no puedo juzgar cómo te llevas con cada pariente en particular, pero sí me choca un poco.”
“Tu juicio me desanima un poco. Soy más altruista de lo que parezco,” dijo cansadamente y encogiéndose de hombros. “Sólo porque un desagradable como mi anija existe en mi panorama existencial no quiere decir que odiaré a todos lo que comparten mis genes, ¿no es así?”
“Entiendo lo que dices, pero altruista no es la palabra que deberías usar…” alzó una ceja.
“Fufufu…” Eichi rió encontrando gracia a la conversación. “Definitivamente no es la palabra, Naoto-kun, y creo entender de dónde parten los ánimos rebosantes de Ritsu-kun,” llevó una galleta al filo de sus labios en lo que se dirigía al chico. “Esta prima tuya te debe haber traído un montón de regalos hechos a tu medida además de engreírte en demasía. Conozco tu estado anímico lo suficiente para adivinarlo.”
“Huh…” Ritsu le miró con leve odio. “Me fastidia que no puedo refutarlo…”
“Sí, fue así de simple.”
“Sí suena a algo de esperarse de Ritsu…” observó Naoto.
“Pero igual, sí me alegro de ver a Rinrin fuera de los obsequios que me dedicó, no que sea desalmado,” recalcó, marcando sus palabras. “Es una chica buena. No sé cuándo la veré porque está al otro lado de la barricada, pero como su primo senpai me siento responsable de ella. Ahora déjenme alegrarme por eso, ¿está bien?”
“Eh, no es que intente cuestionarte, sólo me dio curiosidad, perdón,” dijo la chica.
“Ya, Ritsu-kun, te fastidiábamos tal y como tú nos fastidias, eso es todo,” Eichi comió la galletita antes de continuar. “Si es una prima querida para ti y alguien agradable, podrías traerla un día aquí para conocerla.”
“No, tú eres un mal elemento, Ecchan,” Ritsu negó y dio un suspiro. “Además seguro la espantarás. No confío en que sería lo mejor para ella.”
“Te estás tomando mi fastidio con mucha seriedad, diría yo.”
“Nope, es una reacción razonable. Somos amigos, pero mis amigos no suelen ser tus amigos, y diría que viceversa pero no creo conocer a muchos amigos tuyos, Ecchan.”
“Pienso que Namazuo-kun y Naoto-kun son muy simpáticos, razón por la cual puedo considerarlos unos amigos míos, aunque si quieres probar que puedo hacer amigos por mi cuenta, con gusto invitaré a alguno uno de estos días,” dijo indistinto. “Aunque si quieres tildarme de mal elemento, te haré recordar que tú no te estás portando muy bien. Eres un Rebel, al igual que un par de tus amigos. Me compadezco por tu prima, debe estar preocupada.”
“¿Par de amigos?” dijo Naoto en voz baja. Sabía sobre su jefe de práctica, aunque desconocía quién sería la otra persona.
“Sobre eso, Rinrin no lo sabe y apreciaría si nadie se lo fuera a decir,” declaró Ritsu, cruzándose de brazos. “Es más, lo demando. No es algo que le concierne.”
“No tienes que preocuparte por nosotros, aunque tarde o temprano te tocará sentarte a hablar con ella y decirle toda la verdad,” observó la peliazul, pacientemente. “Y ya que quieres responsabilizarte de mantenerle un ojo encima, hazlo antes que algo serio fuera a ocurrir. La información, por más que duela averiguarla, sirve para evitar problemas y complicaciones.”
“Como un ser racional, quisiera recriminarte por hacerme ver lo opuesto, Nao-chan. Lo tendré en cuenta,” dijo cansadamente. Entonces Ritsu miró fijamente a Eichi.
“Ni me has dado validez para conocer a tu prima, y no tengo motivos por los cuales ir detrás de tus espaldas. No te preocupes por mí,” contestó con tranquilidad. “Con mi silencio te daré la contra a tu acusación de que soy un mal elemento.”
“Eso espero…”
“Tranquilo, sabes que puedes contar con nosotros,” Naoto frunció el ceño. “No que haya sido algo bueno, pero Namazuo pasó dos años sin saber que tú eras un idol famoso y hasta todos sus hermanos siguieron el juego.”
“Fufufu…” Ritsu rió por lo bajo con leve maldad. “Me has regresado los ánimos, Nao-chan. Te agradezco por recordarme sobre ese valioso momento en nuestra historia.”



“……” Namazuo estaba parado frente a ellos con su celular en una mano y sus ojos desorbitados, claramente bajo estado de shock. “¿Por qué tienen que hablar sobre eso…?”
“Namazuo, ¿qué sucede?” preguntó Naoto, mirándole extrañada.
“Tu voz de ultratumba regresó, quiere decir que el shock todavía no pasa, ¿no?” preguntó Ritsu, simpáticamente. “Tú también sabes cómo animarme sin siquiera intentarlo, Nama-kun.”
“No creo conocer a tu amigo mejor que tú, pero diría que su shock se debe a algo adicional,” observó Eichi, con una mano en su mentón y mirando al atónito Toushirou como espécimen. “Este tema sólo parece haber agravado su estado.”
“¿Será?” Ritsu alzó una ceja. “Ya, Nama-kun, ¿qué sucede? ¿Tu hermano te dijo algo?”
“E-esperaba su llamada para que me dijera qué comprara para el viaje, pero…” miró a su celular y regresó su atención a su amigo. “¡Ritsu-chan, no puede ser, estamos regresando al bosque!”
“¿Qué dices?” se sorprendió un poco.
“¡Ahh, parece ser en serio!” Namazuo se agarró sus cabellos. “Al parecer, Shinano le convenció pero no estoy para nada de acuerdo con esto, ¡¿qué se supone que debo hacer?!”
“¿Sobre qué hablan?” cuestionó la chica, ladeando la cabeza.
“Pues…” Ritsu frunció el ceño con pesar mientras su amigo seguía torturado. No sabía si podía hablar sobre ello, pero oír otras opiniones podría venir bien. “Es una larga historia…”





Era el anochecer y Shinano llegó a la casa de Fudou. El pelirrojo se sorprendió al encontrarse tanto con Gotou como con Monoyoshi en dicho lugar, a quienes no había esperado ver.

“Creo que ustedes sobreestiman mi hospitalidad,” comentó Tharja con ligero fastidio al traer una bandeja con bebidas para su hermano y los visitantes, quienes estaban sentados rodeando el kotatsu. “Aquí tienen. No esperen más de mi parte.”
“Muchas gracias, realmente lo apreciamos,” contestó Atsushi, sonriente.
“Sí, siento venir tan repentinamente, Tharja,” dijo Gotou, dando un suspiro. “Sólo quería asegurarme que todo iba bien, y no confiaba en que Atsushi fuera el mejor tutor.”
“Oye…” el mencionado le miró alzando una ceja.
“Pero fue una sorpresa ver que Monoyoshi también está aquí para auxiliar, así que veo que no debía preocuparme,” sonrió un poco. “Y no se olviden que traje un quiche para más tarde.”
“Ha sido una gran fortuna encontrarme contigo, Gotou-san,” dijo el pelirrosa, sonriente y con sus dos palmas sobre su pecho. “Hehe, yo también traje una tartaleta de frutas. Vamos a tener un buen refrigerio.”
“Heh, menos mal no coincidimos con dulces o salados.”
“Justo pensaba lo mismo.”
“¿Y qué es eso de que no confías en mí, Gotou?” cuestionó Atsushi.
“Eh, no te lo tomes personal. Sólo creo que si bien eres disciplinado, no eres el mejor enseñando las materias del colegio. Soy tu hermano, lo sé bien,” dijo encogiéndose de hombros. “Aunque no lo dije con malas intenciones, lo lamento.”
“Hmm, bueno,” Atsushi desvió su mirada. “Sí hemos mejorado el ritmo desde que Monoyoshi llegó. Tendré que ver cómo mejorar si quiero ayudar a nuestros hermanitos con sus clases.”
“Ehh, desde ya haces un buen trabajo, y nadie te gana al practicar con espadas, Atsushi,” Shinano sonrió con torpeza. Si bien había sido afortunado toparse con Gotou ya que tenía que decirle sobre el viaje antes del anuncio oficial, a su vez los ánimos estaban tan altos que se sentía un poco mal de tocar el tema.
“Tsk…” Fudou chasqueó su lengua mientras resolvía el presente ejercicio de matemática. “¿Cuándo terminaremos con este curso del mal? Ya ni tengo cabeza para hacer multiplicaciones. ¿No puedo usar una calculadora?”
“Hay una parte del examen que no tiene calculadora, así que te viene bien practicar,” observó Atsushi. “Pero tú tranquilo que esto es muy fácil. Sólo no te hagas líos.”
“Vamos, Fudou-kun,” Monoyoshi asintió y comprimió sus puños. “¡Esfuérzate! Todos estamos aquí para alentarte.”
“Ni pedí que vinieran, y me distraen…” dijo a regañadientes. “¿Acaso tengo cara de templo en año nuevo o algo?”
“¿Cómo se supone que sería una cara así?” Gotou se extrañó. “No te viene mal tener apoyo, aparte que tengo que ser sincero y sin la supervisión todos temeríamos que salgas a buscar alcohol. Es el momento de concentrarse.”
“Tch…”
“Es verdad,” Tharja terminó de servir los vasos y recogió la bandeja. “Si no se les ofrece nada más, tengo lavandería que hacer. Nos vemos en un rato.”
“Sí, gracias nuevamente,” dijo Shinano, alegremente. La partida de la mayor le hizo pensar en conversar al respecto, aunque Atsushi se le adelantó.
“Ahora que lo pienso, ustedes tres estudiaron juntos durante un tiempo, creo que hasta en el mismo salón,” observó algo perplejo.
“Sí,” Monoyoshi asintió, contento. “Nos apoyábamos mutuamente. Eh, creo que yo no tenía mucho que aportar, aunque Fudou-kun es bueno en letras y Gotou-san en matemáticas. Entre los tres no teníamos problemas haciendo las tareas.”
“No que haya aportado tanto, en verdad…” Fudou dio un suspiro, hastiado. “Y no es que sea tan especial ser bueno en letras con nueve años de edad. O sabes leer o eres analfabeto.”
“Pienso que nuestro idioma es mucho más complejo que eso, realmente fuiste un gran apoyo, Fudou-kun,” le aseguró decididamente. “Muchas gracias por tu ayuda en ese entonces.”
“Eh, no hice nada, en serio…” se ofuscó y desvió su mirada. “No fue especial. Más sorprendente eres tú con tu suerte sobrenatural o ese Gotou que paraba recitando multiplicaciones complejas.”
“¿Qué es eso de multiplicaciones?” preguntó Shinano, confundido.
“No sé de qué hablas, Fudou,” Gotou frunció el ceño.
“¿Cuánto es catorce por diecisiete?” le cuestionó el pelivioleta.
“Eh, doscientos treinta y ocho…” dijo de inmediato, algo perdido. Gotou se ofuscó al ver a Fudou de inmediato tomar nota del resultado en su ejercicio. “O-oye, no me uses. Se supone que tú lo resuelvas por tu cuenta.”
“Ahh, haha, ya recuerdo,” Atsushi rió un poco. “Sí, Gotou practicaba multiplicaciones a cada rato. Durante un tiempo no dejaba de recitar sus respuestas o de preguntarnos a Yagen y a mí. Mamá le ponía a prueba y nunca fallaba en dar la respuesta correcta.”
“Ohh, no sabía eso, suena muy adorable,” Monoyoshi sonrió.
“Ya, es el pasado…” Gotou desvió su mirada, algo avergonzado. “Sé que me gustaba ufanarme cuando era un niño, pero eso ya fue…”
“¿Cuánto es veintitrés por once, Gotou-san?” preguntó el pelirrosa.
“Doscientos cincuenta y tres… ¡oigan!” exclamó colérico al ver a un sonriente Fudou tomar nota de esa multiplicación. “¡Les digo que no me usen! ¡Y esa ni era difícil para empezar!”
“Hehe, gracias por el favor, Mono-chan~” canturreó Fudou, sonriendo traviesamente.
“Sin lugar a dudas, Gotou-san es muy admirable,” dijo Monoyoshi, juntando sus palmas y con los ojos brillantes.
“¡Ohh! “¿Y cuánto es-?” comenzó Shinano.
“¡Ya no lo voy a hacer! ¡No me preguntes!” estalló el pelimarrón, colérico.
“¡Ihh, y-ya, perdón!” se asustó e hizo hacia atrás. Luego del susto, sonrió incómodo. “Tranquilo, Gotou. No es que esté resolviendo ejercicios. Más bien concuerdo con Monoyoshi y creo que es genial que tengas tan buena habilidad con los números. Creo que Hakata me dice que también resuelves cosas más difíciles como integrales en la cabeza.”
“Sabes que soy bueno en matemáticas, pero pienso que en poco tiempo Hakata me superará,” recalcó Gotou. Al pensar en su hermanito, sonrió con leve orgullo. “En serio cada vez me sorprende más. Siempre anda calculando los impuestos y cargos adicionales a cualquier orden o cuando salimos a comprar cosas. Incluso para haciendo operaciones matemáticas con las placas de los autos distraídamente.”
“Sí suena impresionante,” Atsushi alzó sus cejas. “Heh, ha seguido tus pasos, sin duda.”
“Uhh, pero cuando salgo con él, también me exige que me ponga a calcular esas cosas…” Shinano dio un suspiro. Hubo un silencio un tanto prolongado en el cual pensó hablar sobre el viaje, pero esta vez fue Gotou quien se le adelantó.
“Qué curioso que nos encontremos, Monoyoshi,” dijo de buenos ánimos. “Y muchas gracias por venir. Sé que sueles estar muy ocupado.”
“Lo mismo digo, Gotou-san,” el pelirrosa asintió. “Tú tienes más obligaciones que yo. Realmente aprecio que estés aquí para apoyar a Fudou-kun en este momento tan importante.”
“Ya párenla, ni que fueran mis padres…” observó Fudou, frustrado e impaciente.
“Monoyoshi se ha ofrecido a ayudar a Fudou con los estudios en estos días que estaremos de paseo con nuestros hermanos,” explicó Atsushi. “Creo que esta tarde marca la posta entre nosotros dos.”
“Podríamos decirlo así,” Monoyoshi sonrió con torpeza y asintió respetuosamente. “Haré mi mejor esfuerzo. Desde ya, me gusta ayudar y estudiar, y pasar tiempo con uno de mis amigos siempre es un privilegio para mí.”
“Pienso igual que tú,” Gotou asintió con energías. “Bien, entonces cuando regresemos del viaje, haré un poco de tiempo y vendré a ayudarles. Será como los viejos tiempos.”
“¡Claro, me encantaría!” exclamó alegremente. “Y por cierto, ¿a dónde están yendo?”
“¿Eh? Pues, Ichi-nii todavía no nos dice nada, ¿verdad?” Gotou miró a Atsushi.
“No, aunque ya nos estaremos enterando,” el hermano mayor revisó su celular, aunque no vio ninguna notificación. “Definitivamente no puede pasar de hoy si es que viajamos mañana en la tarde, igual qué raro que no sepamos nada…”
“…” ahí estaba, el momento indicado. Shinano comprimió sus puños, se armó de valor y se alistó mentalmente, pero justo coincidió con Monoyoshi. “Eh…”
“Eh…” Monoyoshi le miró perdidamente. “Ah, perdón, Shinano. Tú primero, por favor.”
“Ehh…” el pelirrojo perdió su inercia y se intimidó al ver que todos le miraban. Agitó sus manos. “E-está bien, tú primero, Monoyoshi. No es…” ‘no es nada importante’ era lo que estaba en su cabeza, pero ni podía decir que era el caso…
“¿Qué sucede, Shinano?” preguntó Gotou, extrañado.
“P-pues, ahorita les explico,” dijo con torpeza. “Sigue, Monoyoshi, ¿qué tienes en mente?”
“Ehm, bueno, perdón…” su sonrisa se incomodó y pasó a sacar una bolsa de supermercado de su maletín de colegio. “Además de la tartaleta, traje unos dulces para degustar. Hehe, Gotou-san, ya que estás aquí también, seguramente los recordarás.”
“Ohh…” este se impresionó al ver unos dulces baratos y sintéticos, los cuales, sin embargo, eran más que bienvenidos. Sonrió ampliamente. “Vaya, qué recuerdos. Siempre los comprábamos en el konbini después de clases.”
“¿Ah?” Fudou levantó su mirada y sus ojos brillaron un poco. “¿En serio? ¿Siguen haciendo estas cosas?” tomó uno e inspeccionó la envoltura por ambos lados. “Juraba que hasta los habían dejado de producir.”
“Yo también lo pensé, será que prestábamos atención a otras cosas de pequeños,” Monoyoshi asintió y sonrió tranquilamente. “Pueden no ser los mejores dulces. Pese a eso, por las añoranzas que nos dan, es bueno de vez en cuando darnos un gusto. Los traje para ti, Fudou-kun, así te animan un poco y te dan más energías para continuar estudiando. Y ya que Gotou-san ha venido, los podemos compartir.”
“Ya no soy de comer cosas así, pero con gusto acepto uno. Muchas gracias,” dijo este, quien no paraba de sonreír con nostalgia.
“Realmente no tenías que hacerlo, aunque va contigo…” Fudou dio un suspiro y sonrió frustrado. “Cambiaré un vicio con otro por ahora. Gracias, Mono-chan.”
“Me alegro de verles felices. No hay de qué.”
“Esperen, estos dulces tienen demasiados preservantes y aditivos,” dijo Atsushi, quien revisaba la información nutricional con espanto. “Mejor no se los coman.”
“Es de esperarse, aunque los químicos andan por todos lados,” Gotou se encogió de hombros. “Y es un gusto ocasional.”
“Aparte algunos de nosotros no esperamos vivir para siempre,” comentó Fudou, desinteresado en lo que abría la envoltura. “¿Y para qué querrías hacerlo, Atsu? El mundo se va a morir de polución o plagas y las nuevas generaciones ni te van a entender cuando hables.”
“Sí que dices cosas muy raras de vez en cuando,” le cuestionó el pelinegro, confundido.
“Yo también los recuerdo, en algún momento habré probado alguno,” dijo Shinano. “Aunque era más de dulces extranjeros, pero igual me siguen gustando cosas así.”
“Adelante, Shinano, puedes probar uno,” le ofreció Monoyoshi.
“Eh, gracias…” asintió aunque sintió pesar. Luego de ese momento tan lindo entre los amigos, tenía un cargo de consciencia.
“Oh, verdad que ibas a decirnos algo,” recordó el pelirrosa. Le sonrió. “Ya terminé, así que soy todo oídos.”
“S-sí, mejor eso antes…” tragó saliva. “V-verán…”

En eso, oyó un celular que una vez más le detuvo.

“Oh, esperen, tengo que tomar esta llamada,” dijo Gotou, quien se levantó. “Ahora vuelvo.”
“…” ni bien el pelimarrón se marchó, Shinano precipitó su cabeza sobre el kotatsu, ya mentalmente extenuado por tanta anticipación.
“Shinano, ¿estás bien?” preguntó Atsushi, algo preocupado.
“Ahh… ya no puedo…” musitó.
“Vamos, dinos, y levántate por favor,” frunció el ceño. “Tienes que vigilar tu postura.”
“Lo sé, hermano…” Shinano se levantó. “Es que… bueno, esperaba decírselo a Gotou también así que quisiera que este regresara antes de tocar el tema…”
“Estoy seguro que Gotou-san no tardará en regresar, así que no te preocupes,” Monoyoshi asintió. “No tienes que frustrarte tanto. Estás en confianza. Todo estará bien.”
“E-eso espero…” sonrió inquieto.
“¿Y cómo te va en la universidad?”
“¿Eh? Pues, bien hasta ahora,” contestó amenamente. “Es un nuevo semestre así que está por verse, aunque tengo un buen presentimiento. Gracias por preguntar.”
“Dices eso, pero faltaste a tus clases dos días esta semana por acompañarnos,” observó Atsushi. “No te descuides, Shinano.”
“Sí, prometo que no lo haré, sólo pasaba un poco de tiempo con ustedes,” dio un suspiro. “No tienes que ser tan exigente, sé lo que hago. Igual pronto voy a comenzar mi entrenamiento con un idol en Rizembool así que tengo que ponerme las pilas.”
“Ah, suena muy interesante, ¿quiere decir que alguien del medio te va a entrenar?” el pelirrosa se impresionó.
“Sí, eh, o sea…” Shinano se puso nervioso y desvió su mirada. “Ya ando entendiendo que es alguien muy temperamental y difícil de lidiar y me intimida un poco.”
“Bien,” Fudou le miró juiciosamente. “Eres muy engreído, necesitas que alguien te ponga en tu lugar y te enseñe a comportarte. Creo que tu área es también competitiva, así que viene bien.”
“Habría esperado esas observaciones de Atsushi…”
“Pues pienso lo mismo, siendo sincero,” el pelinegro asintió. “Así que sí, te toca ponerte serio, Shinano. No puedes dejar pasar esta oportunidad, que es muy importante.”
“Sí, haré lo mejor de mí,” Shinano asintió con ánimos renovados. “Significa un montón que tú me alientes. No te decepcionaré.”
“Hehe, me inspiras, Shinano,” Monoyoshi rio un poco. “Yo también quisiera tener a alguien de quién aprender. Sinceramente, a veces pienso que debería buscar a algún mentor.”
“¿Cómo así?” preguntó el pelirrojo, curiosamente.
“Pese a no ser el heredero de mi familia, tengo que actuar como un representante muchas veces y siento que tengo mucho que aprender, a eso me refiero. Espero tener una oportunidad como la tuya y mejorarme a mí mismo.”
“Ojalá que sí, te deseo suerte con eso.”
“Igualmente.”
“¿Eh? ¿Acaso no andas demasiado ocupado desde ya, Mono-chan?” Fudou alzó una ceja. “Deja de darte tantas expectativas a ti mismo y, no sé, obliga a tu hermanito a ayudar.”
“Taikogane-san tiene más por aprender que yo. Sería mejor si nuestros superiores le enseñen. Dudo poder ser un buen maestro para él todavía,” se puso a pensar. “Hmm, aunque… Shinano, dijiste que un idol te ayudaría, ¿cierto? ¿Quiere decir que deseas ser uno?”
“No es mi meta oficial aunque tal vez me anime después,” confesó Shinano, con torpeza. “Los idols tienen tantos requisitos y es una carrera tan competitiva y restrictiva que me pregunto si me gustaría llegar a eso. Tendría que trabajar en mi voz también.”
“Estoy consciente de algunas cosas. Tengo un amigo cercano que es un idol.”
“¿En serio?” Fudou se extrañó. “Nunca lo he oído antes.”
“Ohh, ¿quién es?” Shinano se sintió intrigado. “A ver si he oído sobre él.”

Sin embargo, ahí se terminó la conversación. Tanto Shinano como Atsushi recibieron un mensaje a sus celulares, el cual fue revisado por el segundo inmediatamente.

“Oh, es Ichi-nii en la conversación familiar,” observó este, abriendo la aplicación. “Seguro que tendrá noticias sobre el viaje.”
“…” su sangre se heló. Por un instante se olvidó de lo que tenía que hacer y ni Gotou había regresado todavía. Shinano extendió su mano hacia Atsushi con la intención de decirle que dejara de leer, aunque era demasiado tarde.

Atsushi demostró gran sorpresa e incomprensión al ver la pantalla y su rostro adoptó angustia y vacío, lo cual le dio un semblante perdido e incómodo.

“Atsu…” Fudou se preocupó por tal cambio y se le acercó. “¿Qué sucede?”
“Fudou…” este le miró sin disipar su sorpresa, lo cual hizo al otro leer ese mensaje.
“¿Qué cosa?” el pelivioleta se sorprendió con sus ojos clavados en la pantalla. “¿Regresar al bosque de las vacaciones? ¿A ese mismo lugar donde se perdió tu hermano? ¿En serio?”
“¿Eh?” Monoyoshi se quedó en blanco.

De inmediato vieron mensajes de otros hermanos, principalmente de Midare y los pequeños quienes habían ido de visita al hospital, al haber oído la decisión de antemano. Fue por ellos que aprendieron que Shinano había sido el de la idea.

“Shinano… tú…” Atsushi se le dirigió todavía en shock y perdido.
“A-Atsushi, ¿estás bien?” fue lo primero que atinó a decir. No había esperado ver una reacción tan evidente en su expresión, en especial porque él no era de mostrar debilidad. Bajó su mirada. “Pues, sí, le dije a Ichi-nii que sería bueno regresar al bosque, a-aunque es sólo para revisar el pasado y finalmente dejarlo detrás. Está bien, Midare me dio su aprobación y nuestros hermanitos también estaban de acuerdo…” en su mayoría, pero no le convenía decirlo.
“P-pero…” el pelinegro entrecerró sus ojos y miró a la mesa. Nada más siguió a esa reacción, ninguna protesta, ningún parecer, nada. Fue un silencio muy incómodo.
“…” Fudou se puso de pie. “Nee-san andará ocupada así que prepararé el refrigerio. Shinano, ven y ayúdame.”
“¿Eh?” Shinano se confundió e intercambió miradas perdidas con Monoyoshi.
“Puedo ayudarles…” comenzó ofreciendo pero Fudou le extendió una palma.
“No, tú quédate donde estás,” dijo y volvió a mirar a Shinano con ojos gélidos. “Apúrate.”
“S-s-sí…” tenía un mal presentimiento, pero se vio obligado a aceptar. Se levantó y miró una vez más a Atsushi, quien seguía cabizbajo, y siguió a Fudou hasta llegar a la cocina. “Ehh, no me molesta ayudarte, p-pero tal vez debería buscar a Gotou…”

Fue rápido. Ni bien la puerta de la cocina se cerró, Fudou arremetió contra Shinano al agarrarle de su camisa con ambas manos y estamparlo contra la pared.

“¡Ihhh!” soltó un alarido.
“¡¿Qué diablos has hecho?!” estalló el pelivioleta, colérico y gritándole cerca del rostro. “¡¿Regresar a ese bosque apenas encontrando a tu hermano, sin dar el tiempo a que sanen las heridas?! ¡¿Acaso has perdido la cabeza?!”
“¡E-ehh!” le miró aterrado. Supo que su aparente calma al inicio no podía ser cierta.
“¡¿No se supone que eres el sensible que se da cuenta de cómo se sienten sus hermanos?!” le recriminó, comprimiendo su agarre. “¡¿Acaso tú no eres más cercano a Atsu que la mayoría de ustedes?! ¡Como mínimo debiste haberle preguntado qué pensaba sobre regresar ahí!”
“P-pues…” desvió su mirada, lo cual le costó que Fudou volviera a estamparlo. “¡Ahh!”
“¡Habla de una vez, carajo!”
“¡E-es que pienso que es importante hablar sobre todo este tema, y Atsushi y Yagen son tan densos y tan reservados que nunca lo harían a menos que se les presione!” contestó asustado.
“Tch, veo que tu decisión ha sido producto de un capricho infantil, no has usado la cabeza,” finalmente le soltó y vio al pelirrojo precipitar y caerse sentado al piso. Le miró desde arriba con ojos asesinos. “Eres un idiota, Shinano. Si bien estoy cien por ciento de acuerdo con lo que has dicho sobre ese par de imbéciles, detesto que hayas fallado en pensar lo serio que esto es para tus hermanos. Si ni piensas en ellos, ¿con qué derecho te sientes de decidir en su lugar?”
“L-lo hice, por eso me aseguré de preguntarle a Midare antes de formalizar el viaje…” comenzó tímidamente y abrazando sus piernas.
“¡Pues qué bien que tú y ese Midare sean los únicos dos Toushirou en la faz de la tierra a quienes les corresponde tener voz en este asunto!” volvió a estallar y le gritó de cerca.
“¡Piedad!” Shinano se hizo un ovillo.
“¡Ya metieron la pata una vez yendo a ese maldecido lugar donde hasta un oso los amenazó y ahora bien sabiendo que es tierra de nadie para ustedes pretenden ir de nuevo!” se cruzó de brazos y desvió su mirada ofuscado. “Tch, tremendo tonto que es ese Ichigo por oírte. Ya le estará dando demencia senil.”
“¡Oye!” eso hizo que Shinano se levantara y comprimiera sus puños. “¡Fue mi idea, no metas a Ichi-nii en esto!”
“Y hasta tú te pones en plan de defenderle, bien lavado tienen el cerebro en tu familia,” rodó los ojos, indiferente.
“¡No soporto que insulten a mis hermanos, hablo en serio!”
“¡Y yo también!” Fudou le encaró, lo cual desapareció la valentía de Shinano en un saque, quien se inclinó hacia atrás. “Sé más sobre este asunto que tú o Gotou o todos los demás en tu familia. Lo de Midare afectó a Atsu y al maligno más de lo que crees. Yo soy quien tuve que verlos llegar a términos con lo sucedido,” desvió su mirada. “O fallar en hacerlo…”
“Eh…” Shinano se preocupó.
“Como sea,” volvió a mirarle. “A diferencia del demonio de tu familia, Atsu tiene sentimientos y sé que sólo regresar a ese sitio va a ser muy difícil para él. Tsk, maldición, acaba de regresar de un entrenamiento de como diez años que se vio forzado a seguir por el hecho de haber perdido a Midare en primer lugar.”
“¿E-en serio?” se quedó en shock. “¿Atsushi se fue por esa razón?”
“¿Qué? ¿No lo sabías?” le miró desconcertado, y dio un suspiro. “Ahh, sí que tienes a necios de hermanos que no hablan las cosas, pero igual, cualquiera con media neurona en su cabeza lo hubiera pensado dos veces antes de ir a espaldas de todos y planear un viaje tan tabú. ¡Y no! ¡Sólo porque te doy la razón de que esos dos no hablan no quiere decir que tienes que lanzarles a una boca del lobo psicológica para que lo hagan!” le dio un zape. “¡Insensible!”
“¡Ihh, perdón!” se cubrió la cabeza. “¡E-es que… o sea… fuera del hecho que no quiso decirnos la verdad, Yagen fue muy tranquilo y maduro al respecto, y pues…!”
“Tch… no te dejes engañar por ese miserable…” Fudou frunció el ceño. Su perpetuo fastidio al pensar en el doctor cedió un poco y soltó un suspiro exasperado y frustrado. “Y dudo que se mantenga tan tranquilo esta vez, no con su mellizo ahí…”
“…” le miró perdidamente. “¿Qué quieres de-?”



“¡Maldición, Shinano!” gritó Gotou, quien abrió la puerta de la cocina con tanta cólera que hizo temblar los propios cimientos de la casa.
“¡G-Gotou, ehh!” retrocedió preventivamente, pero ya nada podía hacer para evitar su ira. Su hermano le agarró de los hombros y le zarandeó con fuerza.
“¡¿Cómo te atreves a tomar esta decisión sin consultarnos y sin pensar en nuestros hermanos?! ¡¿Qué te crees para decidir por encima de nosotros?! ¡No eres más que un tremendo idiota!”
“¡E-espera, t-tienes que oírme!”
“¡Nada que tenga por oír de ti cambia el desastre que has hecho!” dicho esto, Gotou chocó sus frentes con fuerza. “¡¿Es que acaso no tienes masa gris?!”
“D-duele…” sus ojos se llenaron de lágrimas y se tambaleó un poco por el fuerte golpe.
“¡¿Y acaso esperabas que se anunciara formalmente para no darnos la oportunidad a reclamar?! ¡¿Cuándo pensabas decirnos?!”
“¡J-juro que estaba a punto de hacerlo antes de tu llamada!” pese a su desesperada respuesta, el otro le soltó los hombros para tomar una de sus orejas y tirar de esta. “¡Ah, ah, ahhh!”
“¡Eso es lo mismo que nada!” exclamó histérico.
“¡Gotou-san!” finalmente, Monoyoshi ingresó corriendo a la cocina, seguido por Atsushi y Tharja. El pelirrosa se acercó y separó a los hermanos, para ponerse en medio y dirigirse al pelimarrón. “Tranquilízate por favor, esa no es forma de reaccionar.”
“Tsk, no te metas, Monoyoshi, esto es muy serio,” recalcó Gotou, apretando los dientes y comprimiendo sus puños. “Ese lugar es un tabú en mi familia. Por más que algunos puedan querer cambiar la percepción del pasado o sacar algo positivo de ese sitio, no dudo que siga siendo todavía hiriente para algunos de nosotros. Shinano ha fallado en contemplarlo y ahora nos impone un paseo que ni podemos rehusar.”
“Tiene mucho sentido lo que dices. Tampoco me corresponde hablar sobre asuntos de tu familia y dudo poder entenderlo lo suficiente, pero en vez de caer a riñas tendrían que sentarse y evaluarlo como la familia que son,” le suplicó. “Con Shinano, con Atsushi-san, con Yagen-san también. Ichigo-san es una persona muy sabia. Si él mismo terminó por aceptar, fuera del pedido de tu hermano menor, siento que tendrías que oírle.”
“Pero…” se quedó temblando de cólera en su sitio y bajó su mirada.
“No veo por qué deberían verse obligados a ir al viaje,” opinó Tharja.
“¿Eh?” Shinano se asustó.
“…” la chica miró al pelirrojo con desaprobación antes de seguir. “Si son una familia tan unida y perfecta como pretenden ser, seguramente sus hermanos van a comprender si algunos de ustedes tienen las suficientes reservas como para asistir. La ausencia tampoco sería culpa de quienes no decidan ir. Hubo una mala organización del paseo. A lo mucho se puede postergar e ir a otro sitio. Ya no se hagan líos.”
“Aprecio lo que dices, nee-san, pero…” comenzó Atsushi, incómodo.
“Tú estás ayudando a mi hermano a estudiar. Tienes mejor pretexto que todos.”
“Igual, no hay forma que no fuera a ir, si es que Midare ha optado por viajar…” frunció el ceño. “Si es que Yagen se resignará igual. Sé que lo hará…”
“…” Fudou dio un suspiro. Por más incómodo que se sintiera, sabía que igual no se echaría para atrás. Siempre había sido así de obstinado, para bien o para mal. “Como sea…” miró a Shinano de reojo. “Al menos podemos desquitarnos matando a Shinano, ¿qué dicen?”
“E-esperen…” este se asustó y se escondió detrás de Monoyoshi.
“Lo siento mucho, siento esta amarga sorpresa,” el pelirrosa sonrió apenado. “Sólo me queda desearles lo mejor. Sea lo que sea que decidan o con lo que tengan que lidiar, no se olviden que se tienen mutuamente.”
“…”
“…”

El silencio se prolongó como una barrera que dejó ese tema detrás. Tharja optó por preparar el refrigerio también para olvidar el amargo y en poco tiempo se regresó el enfoque a los estudios de Fudou. Sin embargo, se mantuvo un aura sombría y reservada en lo que duró la reunión.

El tema todavía no había terminado y se extendería al mismo paseo.


Eureka

Quería hacer mas pero la vida es dura y la noche es oscura Y EL MUNDO SE ENFRIA CUANDO TU NO ESTAS




54.1




Los murmullos y rumores a su alrededor la obligaban a rodar los ojos, pero Eureka no podía negar que era válido que el equipo estuviera tan curioso al respecto: andaba demasiado distraída durante el entrenamiento y no había forma de esconder aquel —pequeño— detalle. Era imposible culpar a los miembros del equipo por su curiosidad, porque contando esa, era la tercera vez que iba a llenar las botellas de agua… tarea que había realizado unos quince minutos atrás, y que luego había intentado repetir sin querer. Lo más indignante era que faltaba al menos media hora más para que terminara aquel partido de práctica, así que no existía motivo de apuro.

Suponía, sin darle muchas vueltas, que se debía a su necesidad de estar en constante acción para evitar que sus pensamientos la nublaran. Unos días sin Oikawa —más allá de los mensajes de texto y de Whatsapp— le habían sentado de maravilla, pero regresar a los entrenamientos había sido el perfecto recordatorio de que tenía que seguir viéndolo a la cara por el resto de sus días. Tenía sentido: la excusa de un resfriado no podía durarle mucho. Sin embargo, no podía negar lo raro que se sentía verlo frente a frente y entrar en cortocircuito, tomando en cuenta que los días pasados habían estado conversando por redes sociales muy tranquilos.

Eureka no se arrepentía de haberle confiado sus secretos; al contrario, se sentía aliviada de haberlo hecho. El tema de su sexualidad era algo que la perturbaba desde hacía un buen tiempo, y pese a la cercanía con sus amigos, nunca había sido capaz de discutirlo con nadie al ser algo muy íntimo para ella. Extrañamente, Oikawa le había dado la impresión, desde el primer día, de que nunca se burlaría de sus problemas, por más ridículos o extraños que fuesen. Y así había sido: Oikawa le había creído todo y hasta le había otorgado su ayuda. De una forma controversial, por supuesto, pero era ayuda al fin y al cabo, y Eureka no podía menospreciarla.

Luego de suspirar hondamente, la HiME hizo una nota mental de conversar sobre aquel tema en su siguiente sesión con Jakurai. No tenía idea de cuán preparado estaba el psiquiatra para aquellos tópicos de conversación —y sabía que sería una charla muy incómoda—, pero era necesario discutirlo, más aún cuando la situación andaba atormentándola a ese nivel. Sin duda, era un tema extraño para una segunda sesión, y hasta dudaba un poco de sacarlo a la luz, pero debía confiar en el terapeuta: Jakurai había demostrado que era muy capaz y que sería sencillo adaptarse a él.

“Oooooh, Eureka, ¿por qué suspiras así de hondo~?” una voz insoportable se manifestó cerca de ella y no necesitó alzar la mirada para confirmar sus sospechas: era Tendo, quien hizo un espacio entre los maletines al lado de la HiME para poder sentarse con ella. Para su mala suerte, Kokichi optó por desligarse de sus responsabilidades también, y se sentó al otro lado de Eureka, muy feliz.

Se le hacía increíble lo rápido que el gremlin se había adaptado a la dinámica del equipo, puesto que para su regreso, Kokichi se había mostrado completamente cómodo alrededor del resto. Oikawa le había comentado que, después de aquel partido que tuvieron, Kokichi había ido a entrenar con ellos solo un día, lo que terminó sorprendiéndola aún más: había esperado, un tanto preocupada, que el equipo lo ignorara o excluyera para evitar lidiar con los problemas que su presencia acarreaba, pero Kokichi contaba con un carisma que le permitió interactuar tranquilamente con todos, como si no hubiese volado en pedazos el gimnasio mes y medio atrás. Además, Eureka no demoró en notar que Kokichi ya tenía amigos dentro del club: Tendo y Sho, los que suponía le habían dado información sobre su HiME desde hacía un buen tiempo.

Era algo que debió haber visto venir… pero que nunca pudo predecir.

Y era demasiado irritante.

“Sí, sí~ ¡Mira, vine al entrenamiento! Deberías estar súper feliz~” dijo Kokichi, muy alegre.
“Y encima vamos a tener otra mánager, eso debería animarte.” Tendo sonrió.
“…Mi princess,” remarcó Eureka, enojada.
“Bueno, no se puede ganar siempre,” le recordó Kokichi.
“…Lo sé, pero pensé que te saciarías con antagonizarnos por tu cuenta.”
“Ohhh, pero mi presencia aquí es sólo dañina para Oikawa-chan, no tanto para ti.” Kokichi le sonrió ampliamente. “Himiko-chan te va a molestar 24/7. Eso no pienso perdérmelo~”
“Viene el lunes, ¿no?” preguntó Tendo, un tanto distraído.
“Ah, sí, el lunes se unirá formalmente al equipo,” le respondió Kokichi.
“…” Eureka quería asesinarlo.

Y, siendo sincera consigo misma, la idea de homicidio no era tan… ¿terrible? como sonaba. Destruirlo de una sola descarga eléctrica era un pensamiento que le daba cierta calma en medio de la crisis mental en la que seguía. Parecía que el universo no quería dejarla en paz.

Las puertas del gimnasio se abrieron, mostrando a Madara Mikejima, mientras ingresaba al recinto como Pedro por su casa. Algunas fans de Oikawa, que no habían podido ingresar a la hora por llegar tarde, aprovecharon las puertas abiertas para seguirlo… y Eureka no demoró en notar que estaba equivocada en sus suposiciones: se trataban de fans de Mama, más que de su amigo.

Efectivamente, el universo no planeaba dejarla tranquila ni un segundo.

“Ooooh, Mikejima-kun ha venido a visitarnos,” murmullo Tendo, curioso.

A su alrededor, varios miembros del club comenzaron a saludar de lejos a Madara, recordándolo del rodaje del videoclip y del after party. El cantante le ondeó la mano a todos, sonriendo mientras devolvía los saludos con mucha energía. Detrás de él, las chicas intentaban alcanzarlo, emocionadas con la idea de sacarse un selfie con él o de pedirle un autografo suyo. Eureka rodó los ojos: sin duda, era exasperante que nueve de cada diez alumnos de Rizembool perteneciera a la farándula o algo similar.

¿Por qué ningún idol estudiaba en Hanasaki? ¿Qué tenía su institución que los espantaba a todos?

Con aquellos pensamientos, Eureka se distrajo lo suficiente como para no percatarse de que Tendo y Kokichi la habían dejado a solas. Aquellas ratas traidoras, de seguro, habían notado en un santiamén que Madara venía a buscarla a ella, y no querían entrometerse en asuntos ajenos.

…Curioso, porque ambos eran muy chismosos. Pero tal vez su extraña actitud se debía a su falta de ganas de lidiar con Oikawa luego: lo más probable era que su key andaría mendigándoles por detalles de la conversación con el cantante. Y poco le importaría que Kokichi era el rebel de ambos: antes que su dignidad, estaba su odio y su tirria hacia aquellas personas con más fama y popularidad que él. Si había sido casi imposible lograr que Oikawa aceptara a Ushijima, Eureka no quería imaginar cómo iba a ser con Madara, que visiblemente, andaba robándole fans. Y encima, le robaba a su mánager.

Wow, qué drama.

Aún a pesar de que la idea del club de música era un tanto alocada, Eureka agradecía involucrarse con Madara. En lo más profundo de su ser, adoraba molestar a Oikawa: sentía que su sufrimiento era una prueba de que existía justicia divina. Por supuesto, nunca se iba a atrever a bromear con temas importantes para él —como el vóley—, pero si se trataba de pequeñas derrotas de vez en cuando, no había problema con ello. Y, sin duda, esta era una de ellas: no había mujer dentro del gimnasio que le prestara atención al capitán del equipo. La prioridad de todas era de llegar a Mama, pero el idol andaba con la atención en otro lado. No que la situación fuese agradable, pero saber que Oikawa andaba retorciéndose de la envidia al otro lado de la cancha, conseguía calmarla un poco.

“¡Eureka-san~!” canturreó Madara, ni bien llegó a ella. “Ah, espera.” El idol se giró hacia las fans, y caminó hacia ellas. “¡No había notado que me andaban siguiendo, haha!”

“Mikejima-san, ¿podríamos tomarnos una foto con usted?”
“¡Ah! ¡Y si me firma mi polo sería genial!”
“No tienes plumón, tarada.”

“¡Yo tengo!” anunció Madara, muy alegre.
“¡Ahhh!”
“¡Mikejima-san~!”
“¡Tan perfecto!”

A unos metros de allí, Eureka rodó los ojos.

Tal vez burlarse de Oikawa había sido en vano, porque la actitud del cantante conseguía irritarla a ella también. Su instinto de mánager —algo que no sabía que tenía— la llevó a indignarse al notar que los entrenamientos siempre se interrumpían de alguna forma. Aquella época dorada del complejo de Shibuya, donde nadie ajeno al equipo se había atrevido a visitarlos, iba a ser difícil de olvidar. Quien diría que Kokichi había hecho algo bueno en medio de todo.

Eureka optó por distraerse con su celular, en vista de que la charla inminente con Mama se había retrasado un poco gracias a las fans. Revisó sus notificaciones sin mucho interés, notando que Morgana le había mandado un mensaje desde el celular de Soul. Al parecer, había ido de visita a la mansión de los Vi Britannia. Eso podía justificarse con que se llevaba bien con todos, familia vi Britannia e inquilinos, pero Eureka sabía que, en el fondo de su ser, extrañaba sus peleas y aventuras con el gato de Kanone.

“Haha, qué bobo,” se burló la HiME, en voz alta. La relación tóxica entre Aka y Morgana siempre sería motivo de risas para ella. Pero hey, no podía culparlo: entendía que a su Child le divertía tener un compañero de aventuras gatunas… por más aburridas que fuesen para un ente en el cuerpo de un gato. Después de todo, Aka no tenía el nivel cognitivo de Morgana.

Sin embargo, le hacía compañía y eso era difícil de negar.

Luego de la mudanza, Morgana había empezado a pasearse por Hanasaki durante el día, puesto que odiaba la idea de quedarse en la mansión HiME los días que no podía acompañar a Eureka a la universidad. Su HiME le había propuesto que interactuara con el resto de Childs —si es que los encontraba—, pero Morgana había planteado que era una tarea casi imposible y no se sentía cómodo con ello. Y no lo culpaba: sentía que sus palabras eran como los consejos absurdos de sus padres, que argumentaban que ella y los otros niños de kínder podían ser amigos porque tenían la misma edad.

Tal vez. Pero todos eran unos ricachones engreídos y siempre se había sentido un tanto perdida entre ellos. Hasta que conoció a Lelouch y a Suzaku, quienes le demostraron que no todos los hijos de familias adineradas eran así.




“Eureka-saaan~” la voz de Madara la sacó de sus pensamientos en el acto, llevándola a alzar la mirada para encararlo.
“Mama…” Eureka lo observó, perdida.
“¿Estás bien?” le preguntó él, un tanto preocupado. Tomó asiento a su lado, y le ofreció sus brazos, con una gran sonrisa. “Descuida, un abrazo de Mama te curará las penas~”
“…” Ingenua, Eureka se acercó y le hizo caso, abrazándolo en contra de su lógica. Madara le dio un par de palmaditas en la cabeza.
“Yosh, yosh~”
“…Espera.” Eureka se separó de golpe. “¡N-NOOOO! ¡Caí redonda!”
“¡No sé de qué hablas, pero espero que te haya calmado un poquito!” Madara sonrió.
“…” Eureka suspiró. Era imposible no seguirle la corriente al cantante, o así parecía. “Descuida, estoy bien. Solo me quedé pensando en algo.” Eureka sacudió la cabeza levemente. “¿Qué haces aquí?”
“Ah, venía a preguntar si el plan de hoy sigue en pie~” canturreó,
“¿…Pudiste mandarme un mensaje?”
“…Es cierto.” Madara se llevó una mano al mentón. “No lo pensé, haha~ Me encontré yendo al gimnasio y pensé que sería bueno visitarte.”
“…Estamos en pleno entrenamiento. Y…” Eureka se movió ligeramente para poder divisar, a lo lejos, a las fanáticas de hace un rato, que estaban sentadas en las gradas de losa de la parte superior del gimnasio. “Como verás, eres una gran distracción… Tú y tu séquito de fans.”
“¿No son mis faaans~?” recalcó Madara. “Son las fans de Tooru-san. Habían venido por él, pero cuando me vieron, se emocionaron porque también son mis fans, haha.”
“…” Eureka suspiró pesadamente: por un momento, contempló corregirle y repetirle que sí eran sus fans, pero optó por callarse. “Okay, pero no puedes venir cuando quieras, ¿sí? Interrumpes el entrenamiento.”
“¿Pero todos están jugando tranquilamente?”
“…Lo dudo. Le va a caer un pelotazo a Oikawa en cualquier momento.”
“Suenas muy segura de ello.”
“Créeme, ya he vivido esto un par de veces,” comentó ella, observando a su amigo a través de la cancha. Oikawa parecía enfocado en lo que hacía, pero no costaba nada notar que estaba intentando hacerse el interesante. Su atención, por supuesto, andaba centrada en lo que ocurría en las bancas. Más, específicamente, entre ella y el cantante a su lado.
“Lo siento, no volveré a hacerlo, entonceees~,” le aseguró Madara, con una sonrisa. “Pero… ¿almuerzo?”
“Sí, claro.” Eureka le sonrió. “Aunque… no estoy tan cómoda con que te hayas ofrecido a invitarnos. Es lo mismo que con Jinguji-sensei: siento que no deberías.”
“Oh, no, por supuesto que debo~ Debo admitir que lo de Jakurai-san fue un error de mi parte. Pero esto es lo mínimo que puedo hacer para retribuirles por el tiempo que están invirtiendo en mi proyecto.”
“…Bueno, es cierto.” Eureka asintió, no muy convencida. “¡Pero espero que no sea muy caro!”
“Tranquila~ pensaba llevarlos a este local de comida coreana que siempre frecuento cuando almuerzo por acá. La familia me conoce y se llevan bien con Mama~ ¡Tienen una sazón increíble!”
“Seven se sentirá como en casa, entonces.”
“Luciel-san es de Corea, ¿no?”
“Mm.” Eureka asintió. “Se mudó a Japón diez años atrás, junto a su mamá y a su hermano… pero esa historia no terminó tan bien que digamos.”

“Me puedo imaginar. Justo iba a verlo después, así que le preguntaré si está bien…”
“Tranquilo, dudo que rechace tu elección, aún si fuese un tipo de comida que no le guste.” Eureka rio. “Seven es así de simple. Y se que extraña la comida de su país. No es muy abierto con el tema, pero por ahí se le escapan ciertos comentarios.”
“Espero, entonces, que apruebe mi elección.”
“Oh, va a empezar a comer ahí de ahora en adelante. Más encima que dices que queda cerca de aquí.”
“¡Sí! Desde Hanasaki, supongo que tomará quince minutos llegar a ese restaurante.”
“Mm. Ya me entró la curiosidad.”
“¿Has probado platillos coreanos?” preguntó Madara, curioso.
“Una vez, hace… wow. No sé. ¿Seis años? Encontré un restaurante en el centro de Oxford. La mayoría de restaurantes de comida asiática de allí son de comida japonesa o comida china, así que me sorprendió. No sé… qué tan fiel haya sido a la verdadera comida coreana, eso sí.”
“Me alegra que hayan puestos así, aunque tengo mis dudas,” admitió Madara. “Peor aún, tratándose de Europa. Es normal que varíen un poco las recetas y eso le quita originalidad. ¿Sabes si el local le pertenecía a una familia coreana?”
“Debo suponer que sí, pero no recuerdo mucho. Sólo sé que me gustó el sabor.”
“Espero que este también te agrade, entonces~” Madara le sonrió. “Entonces, te dejo, Eureka-san. No quiero incomodarte más~”
“Mm-mm.” Eureka negó con la cabeza. “No me molestas. Sólo… deberías avisar con anticipación, eso es todo. Al menos no me raptaste, cosa que es muy positiva.”
“No podía.” Madara le sonrió. “Entiendo que tienes un deber con el equipo.”
“Sí—”

La conversación se vio interrumpida de un momento a otro por el estruendoso sonido de la pelota impactando contra la cara de Oikawa, tal y como Eureka había predicho. El capitán cayó al piso por el impacto, y se quedó allí unos instantes, un tanto mareado. Los miembros de su equipo de aquel partido de práctica no demoraron en acercarse a él, preocupados por su estado. Eureka y Madara se sumaron al grupo alrededor del capitán, corriendo a auxiliarlo lo más pronto posible.





“Despejen,” les pidió Eureka, y Tendo, Kuroo, Arakita y Saeran se hicieron a un lado para dejarla pasar. La HiME se arrodilló al lado de su amigo, incorporándolo con cuidado para que se sentara en el piso. La sangre que caía de su nariz le indicó que era un golpe un tanto más fuerte de lo normal: alguien le había hecho un mate en la cara, al parecer. Al girarse hacia el otro lado de la cancha, sus suposiciones la llevaron a pensar que se trataba de Iwaizumi o Ushijima, pero el culpable no era importante en esos momentos. “¿Cómo te sientes? ¿Puedes hablar?” le preguntó a Oikawa, ni bien volvió a enfocarse en él.
“Ehhh… podría estar mejor. ¿Pero el mundo me da vueltas?”
“Okay. Le pediré a alguien que me acompañe para llevart—”
“Yo podría,” se ofreció Madara, sin dejarla terminar. “Lo quieres llevar a un tópico, ¿no?”
“Sí.”
“Creo que estaría bien, Eureka,” comentó Tendo. “Así no interrumpes tanto el partido.”
“Sí, podemos reemplazar a Oikawa por mientras,” ofreció Kuroo. “No hay problema.”
“…Okay, entonces. Volveremos en un rato.”

Madara se agachó para ayudarla a levantar a Oikawa entre ambos, pero no demoró en encargarse del peso del capitán por su propia cuenta: tal parecía que no le afectaba en lo absoluto. Por su lado, Oikawa sólo atinó a rodear el cuello de Madara con su brazo para poder sostenerse, resignado a su destino y a su mala suerte.

Ante esto, Eureka prefirió tomar distancia y dejar que Madara le sirviera de apoyo en el trayecto a la enfermería, y juntos salieron del gimnasio rumbo al tópico más cercano.

Rizembool tenía varios tópicos esparcidos por el campus, pero para suerte de los deportistas, habían dos localizados a una corta distancia de la zona de los gimnasios y las losas deportivas, por si los alumnos necesitaban atención médica inmediata. Para temas más serios como enfermedades crónicas o accidentes graves estaban los centros médicos de la universidad, similares a los que Hanasaki tenía también en su campus.

El trayecto fue silencioso: ante la expresión mareada del capitán, Eureka y Madara se apiadaron de él, optando por guardarse sus comentarios para luego. Lo más importante en esos instantes era que su golpe fuese tratado por la enfermera lo más pronto posible.

Al llegar al tópico, la encargada de turno no mostró ni una pizca de sorpresa ante lo que veía: a esas alturas, era muy común que Oikawa se apareciera por ahí de vez en cuando. Era cierto que habían dejado de verlo durante el mes de entrenamientos en el complejo deportivo de Shibuya, pero antes de eso, esos golpes en la cabeza habían sido lo suficientemente recurrentes como para que todas las enfermeras de los tópicos cercanos al gimnasio lo reconocieran. Nunca eran heridas graves como para ameritar una visita al centro médico, pero sí era necesario aplicar un ungüento en el chichón y dejarlo descansar un rato, así que requería, de todas formas, algún tipo de atención médica. Por ello, habían logrado llegar a identificarlo con facilidad.

La enfermera se apuró en tratar la herida de Oikawa y finalizó el proceso colocando una venda en su cabeza. Le ordenó que descanse y, eventualmente, Oikawa se durmió en una de las camas del tópico.




“…” Eureka lo observó, un tanto preocupada.
Sentado a su lado, Madara rio. “Es muy tierno ver el cariño que le tienes, Eureka-san~”
“…” La mencionada se giró hacia él, sumamente avergonzada. “¿¡Q-qué d-d-dices!?”
“No sabía cómo describir ese sentimiento que me transmitiste cuando afirmaste muy segura de que Tooru-san se haría daño en algún momento. Era extraño, pero no lograba identificarlo. Ahora entiendo que te incomodó que apareciera en el gimnasio porque eso lo distrajo y le ocasionó el golpe.”
“No es tu culpa, Mama,” le aseguró Eureka. “Oikawa es un tarado, que es distinto.”
“Un tarado que te preocupa muchísimo, por lo que veo.”
“…Sí.” Eureka suspiró. “Tiene sentido. Es mi mejor amigo.”
“¿Solo eso~?”
“¡Mama!” le reclamó ella, indignada. “No sé qué estarás pensando, pero te aseguro que no es como crees.”
“Hehe, lo sientooo~ Pero no miento cuando digo que no cuesta nada notar lo importante que es para ti.” Madara sonrió.
“Sí, somos amigos por medio año, más o menos, pero le he agarrado mucha confianza y un gran cariño rápidamente. Siempre me pareció peculiar, pero supongo que fue por las circunstancias.”
“¿Cómo así?” Madara la observó, curioso. “Oh, claro, si me puedes contar~”
“Siento que te cuento un montón sobre mí y no sé nada de ti,” le reclamó Eureka, un tanto irritada. “…No que deberías compartirme algo si es que te incomoda, pero siento un poco injusto que sepas más de mí que yo de ti.”
“Ohhhh, tienes razón.” Madara se llevó el puño al mentón, pensativo. “Ahora que lo pienso, nunca llegué a contarte mi drama de la secundaria, ese día del videoclip.”
“¡Es cierto!”
“Te cuento, entonces~” Madara rio.
“¿Seguro?” Eureka se mostró un poco preocupada. “No quiero que sientas que es una obligación…”
“Por supuesto que nooo~” Madara le dio un par de palmaditas en la cabeza. “Yosh, yosh, que linda hija tengo, cómo se preocupa por mí~”
“¿Desde cuándo me adoptast—?”
“Entiendo que te preocupe,” comentó Madara, un tanto serio. “Pero te aseguro que no me siento incómodo con contártelo. Al contrario, si puede ayudar a que tengas más confianza en mí, yo feliz.” Madara le sonrió. “Vamos a trabajar juntos por un buen tiempo y me gustaría que te sientas cómoda a mi alrededor.”
“…” Eureka suspiró. “…Okay. Reitero que no quiero obligarte a nada. No nos conocemos mucho y no tienes responsabilidad de abrirte conmigo.”
“Pero quiero hacerlo.” Madara rio. “Ahí cambian un poco las cosas, ¿nooo~?”
“…Sí.” Eureka sonrió. “Entonces, te escucho.”
“Graciaaas~” Madara le esbozó una sonrisa sincera y, luego, desvió la mirada hacia un punto en la pared, sumido en sus recuerdos. “…La verdad es que yo siempre he querido ser un idol. Mi familia estaba en contra de la idea porque soy el hijo mayor de dos hermanos y tenía que continuar con la línea de carrera de mis padres. Con suerte, uno de mis tíos se apiadó y me inscribió en un instituto que formaba idols, a la par de ser una escuela secundaria como todas. Allí conocí a dos chicos de los que me hice muy amigo y formamos una unit juntos.”
“Oh, de eso no hay registros en ningún lado.”
“Sí. Me encargué de que no los hubiese para evitar que me relacionaran con ellos, ahora que son profesionales al igual que yo. No me habría gustado que nos ligaran por el hecho de que no quiero robarles fama con un escándalo innecesario.” La mirada de Madara era muy apenada, lo que la conmovió. “Pero… ahora es un poco difícil de evitar esa conexión, haha~”

Eureka recordó la presentación del reciente festival de MaM, en donde Madara había compartido escenario junto a dos miembros de Ryuseitai y una de las jóvenes de The Sweet Angels. Su cerebro no demoró en atar los cabos sueltos, y se giró hacia el cantante, iluminada.

“Estás hablando de Ryuseitai, ¿no?”
“Sí~” Madara rio. “Difícil que no te dieras cuenta, la verdad. Con lo notorio que fue por la presentación improvisada de mi festival.”
“Bueno, tiene sentido. Creo que muchos nos quedamos un poco confundidos, pero sí se podía notar el cariño que se tenían entre ustedes.”
“Me alegra que haya sido sencillo de notar.” Madara sonrió. “Porque los quiero mucho, la verdad~”
“¿Entonces tú formaste Ryuseitai con ellos?”
“Exacto. Chiaki-san me convocó, y junto a Kanata-san, los tres formamos Ryuseitai y empezamos a tomar todos los trabajos que podíamos. Eventualmente, se unió Maria-san, quien nos ayudó como mánager. Y todo iba bien, pero en algún momento noté que yo no pintaba nada ahí.”
“¿Cómo… así?” Eureka se mostró un tanto confundida ante las palabras de Madara.
“Por un lado, no me sentía el héroe que pretendía ser. Ryuseitai es una unit muy noble y sincera. Yo era todo lo contrario a lo que predicábamos. Por otro lado, había encontrado que ellos llegarían lejos por su cuenta. No me necesitaban y no les aportaba nada, realmente. Mi problema fue que no tuve el coraje necesario para decirles frente a frente cómo me sentía. Y bueno, eso causó malentendidos y lo tomaron como falta de interés.”
“…Cuando habías estado pensando en dejarlos por su bien.”
“Mm.” Madara asintió. “Eventualmente, lo hice, y fue muy… abrupto, pero necesario. Ahora me doy cuenta de que hice bien, pero tal vez el método no fue el correcto. Igual, hace poco logramos reconciliarnos~”
“En el festival, ¿no?”
“Sí~ Y no pude evitar juntarme con ellos y abrazarlos, así que bueno, no me sorprende que existan rumores sobre eso.” Madara rio. “Pero bueno, por suerte esto no llegó a mis superiores ni nada. Y aún si lo habría hecho, no me arrepiento de haber compartido escenario con ellos y salirme de lo establecido.” Madara se veía muy sincero en sus comentarios, tal y como lo había visto en la grabación de aquel número que había compartido con los otros dos miembros de Ryuseitai y la joven de The Sweet Angels.
“Bueno, sé que Sakuma-san habría avalado por ti si surgían problemas con tus superiores.”
“Es cierto~ Aunque Sakuma-san me engríe mucho a veces. He cambiado de estilos en tantas ocasiones que, a estas alturas, debería haber perdido la afiliación a New Dimension. Pero ni bien entró Sakuma-san, él logró que ese se volviera mi trademark, por así decirlo.”
“Tienes razón, ahora te promocionan más como un idol en constante cambio. Aunque tu estilo de vaquero fue bien tierno, eso no puedo negarlo.”
“Hehe, me alegra~ Sigue siendo mi favorito hasta hoy. Mucho del MaM de ese entonces ha quedado aún, porque me gusta seguir cantando sobre los mismos temas.”
“Sí, aunque también se siente la influencia de Sakuma-san en tu música, a la par de eso.”
“¿Pudiste escuchar a Nittle Grasper?” Madara se mostró interesado en ello.
“¡Sí!” asintió Eureka, emocionada a más no poder: Seven y Mama no habían mentido al afirmar el nivel de aquella banda. Ryuichi Sakuma era un genio musical: su presencia, su voz y su dominio escénico eran incomparables. No había necesitado más que un MV para volverse fan de él y de su banda. Recordar que lo había tratado como a cualquier otra persona la indignaba a más no poder, realmente. “¡Fueron increíbles! Todas sus canciones son excelentes. Adoro la voz de Sakuma-san, es admirable y transmite mucho sentimiento.”
“Sí, Sakuma-san tiene una voz increíble~ Fue y sigue siendo una de mis mayores inspiraciones, y en serio me alegra tener la oportunidad de contar con él como mi mánager. A veces me sorprende haber llamado su atención, haha~”
“No debería. Tú eres muy talentoso. Me alegra que tengas la suerte de tenerlo como mentor y mánager.”
“Hoho~” Madara rio. “Gracias, Eureka-san~”
“Y también me hace muy feliz que hayas podido reconectar con tus ex-compañeros de Ryuseitai.” Eureka le sonrió. “Debo admitir que te siento más animado desde ese entonces.”
“Curioso que lo puedas notar tomando en cuenta que sólo nos hemos visto dos veces después de eso~”
“Mm… no sé. Tal vez soy muy perceptiva.”
“¿O tal vez me prestas mucha atención~?”
“…Puede ser.” Eureka suspiró. Había algo en Madara que conseguía irritarla de la misma forma que Oikawa lo hacía… lo que no dejaba de sorprenderle. Pensó, tal vez, que su admiración por el cantante la cegaría ante cualquier error de este, pero parecía que las similitudes entre Oikawa y Madara eran demasiadas como para dejarlas pasar desapercibidas. “Pero… quiero aclarar una cosa.”
“¿Mm?” Madara ladeó la cabeza, confundido.
“Me cuesta creer que nunca fuiste digno para Ryuseitai. No puedo afirmarlo ciegamente porque nos conocemos poco, pero nunca me has dado la sensación de que me escondes cosas o que tienes malas intenciones. Eres muy noble en tu actuar y te encanta ayudar a las personas, ¿ese no es el rol de un héroe?”
“…” Madara guardó silencio, sorprendido por las palabras de Eureka. Su reacción la avergonzó, obligándola a desviar la mirada hacia un lado.
“No puedo creer que te dije todo eso sin titubear,” dijo ella, tapándose la cara. “Yo hablándote como si te conociera de años… lo siento, eso ha sido muy desatinado de mi part—”
“No, al contrario. Me halagas, Eureka-san.” Madara le sonrió, sincero. “Y me alegra muchísimo que me veas así. Pero no soy todo lo que has visto de mí, lamentablemente.”
“Me imagino que hay más,” afirmó Eureka, destapándose para volver a mirarlo de frente.  “Pero no me creo tu cuento de que eres malo y terrible.” Por timidez, volvió a evadirlo, si bien continuó hablando con tranquilidad. “Desde el inicio me has inpirado confianza, aún a pesar de la extraña forma en que nos hemos conocido y cómo hemos llegado a interactuar más. Si me sales con el cuento de que vienes de parte de los rebels o que tienes intenciones escondidas, no voy a creerte.”
“Haha, tal vez se debe a tu inocencia~” Madara rio despreocupadamente. “Te sorprendería ver cuántos idols son muy distintos de lo que muestran en público.”
“Me imagino que sí, pero Nejire y tú se me hacen muy genuinos.” Sus miradas volvieron a cruzarse, y a Madara volvió a sorprenderle la actitud decidida de la joven. “Te lo dije el mismo día que te conocí y sigo pensando igual.”
“La pregunta es cuánto durará eso, entonces.” Madara sonrió.
“¿Sabes que con todo esto me desanimas de trabajar contigo?”
“…Lo siento. Tal vez no debí pintarme así de mal. Es sólo que no quiero decepcionarte eventualmente.”
“Tranquilo. Tal vez si fuera una persona común… todo sería distinto. Pero al ser HiME, es normal ver cincuenta mil cosas locas a diario. Ya nada me sorprende. No espero que confíes en mí plenamente, nos conocemos casi nada… pero si en algún momento surge la oportunidad de ayudarte a cargar con algo, no dudes en contar conmigo. ¿No dijiste que querías que fuéramos amigos? Eso es lo que hacen.”
“Es cierto, me hiciste jaque mate~” Madara rio. “Y sigo pensando lo mismo. Me gustaría conocerte más poco a poco, Eureka-san. Gracias por ofrecerme tu ayuda, pese a ser un extraño para ti.”
“No lo eres.” Eureka suspiró. “A veces… me cuesta creer que tengo la oportunidad de hablar contigo así como lo hacemos ahorita. Y no voy a negar que aún me da mucha vergüenza… hasta hace poco eras MaM, un idol inalcanzable para mí. Ahora… tengo la oportunidad de conocerte poco a poco, y sí, sigues siendo uno de mis idols favoritos, pero notar que también puedes ser un completo bobo te ha humanizado muchísimo, aunque no lo creas.”
“Hoho~ ¡Me alegra mucho, Eureka-san!” Madara la tomó de las manos, emocionado. “¡Prometo no defraudarte! Y haré lo imposible por ayudarte con tus propios proyectos. No quiero que tomes todo esto como que sólo tú me apoyarás a mí. Si puedo hacer lo mismo contigo, lo haré.”
“Gracias… aunque no sé cómo podrías—”
“Estuve pensando en dos cosas… darles clases particulares a ti y a Luciel-san, así como darles un sueldo a cada uno. Es lo mínimo y lo jus—”
“¿¡CLASES!? ¿¡S-SUELDO!?” gritó Eureka, y a lo lejos pudo ver a la enfermera haciéndole una seña para que guarde silencio.
“¿Sí?” Madara ladeó la cabeza, confundido.
“¡Pero no somos profesionales! Con las clases bastaría, la verdad. Y, aún así, no…” Eureka desvió la mirada, preocupada. “No me sentiría cómoda quitándote tiempo libre. Debes estar a full con el single próximo a salir y encima el club de música te quitará más tiempo—”
“Yo me las arreglo,” le afirmó, muy seguro, obligándola a prestarle atención de nuevo. “El deber de Mama es encargarse de sus hijos, ¿no crees? Y debo darles el tiempo que merecen y necesitan.”
“…Sigo incómoda con que me hayas adoptad—”
“Hoho~” Madara la atrajo a su cuerpo, abrazándola en contra de su voluntad y acariciando sus cabellos. “Yosh, yosh, qué linda hija la mía~”
“…”

Eureka suspiró.

Tal vez Seven y el resto de sus amigos estaban equivocados y las cosas eran al revés. Madara no tenía ningún interés en ella: era ella la que andaba pintándose castillos en el aire en base a dos o tres interacciones con su idol favorito. Y es que Madara, pese a su actitud alocada, su falta de prioridades y su obsesión insana con secuestrar gente, era atento y amable y perfecto a sus ojos. Podía irritarla la mayoría del tiempo, pero eso no era suficiente para negar las cosquillas en el estómago que andaba sintiendo en esos instantes.

“…” Eureka lo apartó con cuidado, avergonzada a más no poder. “D-debo… debo regresar al entrenamiento. De seguro me necesitan…”
“Oh, cierto~ ¡Descuida! Mama se quedará cuidando a Tooru-san, lo prometo.”
“¿No tienes clases o algo?”
“Tengo una en una hora, así que puedo cuidarlo por cuarenta minutos, no hay problema.”
“…Okay, gracias Mama. Nos vemos luego, entonces.”
“Cuídate, Eureka-san~”

De un salto, Eureka se levantó de su sitio, rígida como una tabla. Sus movimientos fueron de lo más mecánicos: hacer la silla a un lado y caminar hacia la entrada de la enfermería se le hicieron de lo más difícil, pero logró cumplir con su cometido y, además, fingir que todo andaba bien al ondearle la mano al cantante a manera de despedida. 

Una vez fuera del tópico, aprovechó que andaba sola para darse un par de palmadas en las mejillas, intentando disipar así aquellos pensamientos extraños que habían surgido en su mente. La prioridad en esos instantes era el entrenamiento y debía regresar a ayudar al equipo lo más pronto posible.

Con aquella idea en mente, comenzó a trotar de regreso al gimnasio.
« Last Edit: August 28, 2023, 04:12:25 AM by Eureka »


Apple

Me siento muy irresponsable asaadsd

Confrontation part #2

Hasta hacía unos minutos el día había ido de maravilla. Todo se fue al carajo en un instante. Kallen se sentía culpable de no haberle advertido a sus amigos de que el grupo de Rizembool también se encontraba en el parque de diversiones ese día.

Todo había comenzado en la casa embrujada donde se terminaron separando. Kallen oportunamente terminó junto a Athos, Reinhard y Minmay. Estaban haciendo el recorrido de la típica escuela embrujada cuando una explosión rompió una de las paredes de donde salieron Sheryl y una chica peleando como perros y gatos. Kallen no tardó mucho en deducir que se trababa de su la Princess de Sheryl.

-¡Perdí a Inojin!- fue lo único que alcanzó a gritarles la rubia antes de seguir en combate, seguido de más explosiones.

La gente empezó a correr, a gritar y llorar. Los dragones habían llegado. No obstante no había señales ni de Aramis ni Loki.

“Probablemente estén planeando un ataque sorpresa” especuló Kallen. Daba igual, en estos momentos lo importante era distraer a los dragones mientras los civiles evacuaban. Eso incluía a Athos, Reinhard y Minmay.

-Reinhard, lleva a Minmay a un lugar seguro. Yo me quedaré apoyando a las chicas- ofreció Athos

-Nada de eso- le interrumpió Kallen. –Ustedes tiene que ir a refugiarse, las cosas se pondrán peor cuando los Rebels aparezcan.

-Pero ¿y mi hermana?- Reinhard parecía mortificado.

Kallen negó con la cabeza. Ante un Rebel, Orphan o Princess no había mucho que se pudiera hacer.

-¡Kallen! Necesito una distracción para invocar a Okami- le gritó Sheryl. Aparentemente su Princess había pasado todo el verano practicando pues sus ataques eran formidables.

-¡Oi! ¿qué está pasando?- en ese instante Souji apareció junto a Hajime. El pelinegro cruzó la mirada con la chica que atacaba a Sheryl reconociéndola en ese instante como su vecina de al lado.

La realización de que esa huraña, casi misántropa ex idol estuviera involucrada en la pelea entre Hanasaki y Rizembool le impactó un poco. Mikumo  parecía ser el tipo de chica a la que no le importara ningún asunto mientras no le afectara directamente.

Mikumo también perdió el temple unos momentos al ver a su vecino en el lugar. No esperaba que estuviera en el grupo de las HiMEs, pero lo que más le molestaba es que alguien ahí la hubiera reconocido cuando hubiera preferido mantener el poco anonimato que tenía.

De repente, entre tanto caos, el atardecer había perdido sus colores y el cielo se empezó a nublar. Los dragones sobrevolaban sobre el parque de diversiones esparciendo sus llamas sobre las atracciones y juegos.

-¡Perdí a Inojin y no puedo concentrarme para invocar a Okami!- volvió a gritar Sheryl desesperada. Mikumo no le daba tregua y las llamas subían entre los escombros.

Sin pensarlo mucho Kallen invocó su arma y se lanzó al ataque, dispuesta a ganar unos minutos para Sheryl.

-¡Sheryl invoca a Okami!

La distracción sirvió. Ya sin Mikumo encima de ella Sheryl logró invocar a su Child con éxito. El combate sería más parejo con dos HiMEs y un Child versus una Princess y dos Orphans.

Para cuando Okami apareció el parque había quedado desolado y apenas se escuchaban los gritos y llantos de los demás a lo lejos.

Entre todo el caos el grupo de Sheryl se vieron sin estar seguros de que hacer.

-¡Tengo que regresar a lo que queda de la casa embrujada!- Reinhard insistía en ir a buscar a Inojin que seguía sin aparecer.

-Es peligroso sí vas solo- Souji le detuvo –quiero encontrar a Inojin tanto como tú pero quien sabe si los Rebels están por acá.

-¿Qué dices? ¿Pretendes dejar a Inojin solo por ahí?- Reinhard se puso colérico.

-No, pero yo tengo más experiencia enfrentando a los Rebels. Preferiría ir solo mientras ustedes se refugian. Hajime llévatelos a un lugar seguro.

El pelinegro vio a Souji sin estar seguro de que hacer. No quería irse a esconder como un cobarde y dejar ahí a sus amigos y a un niño abandonado, pero en esta situación su presencia tampoco sería de mucha ayuda a las HiMEs… si acaso, les causaría una distracción y más preocupación.

-Yo me quedo- insistió Reinhard. –Mi hermana y mi primo están aquí.

-¡Maldita sea hombre! ¿Cuándo dejaras de ser tan necio?- Souji estaba a punto de perder el quicio con el hermano de Sheryl y soltarle un puñetazo.

-¡Solo busquen a Inojin!- les suplicó Sheryl. –Nosotras podremos controlar la situación por unos momentos. Cuando lo encuentren salgan todos de aquí.

La rubia sentía un nudo en la garganta. Inojin estaba perdido en medio de la batalla y era por su culpa.  Al entrar a la casa embrujada se habían separado del grupo y entrado a la parte de la casa con temática de espejos. Era un cuarto algo perturbador con espejos que los hacían ver más anchos o esbeltos o deformes, pero se estaba divirtiendo con Inojin y haciendo bobadas al punto de que no se dio cuenta de la presencia de la otra chica que causo una explosión en el cuarto separándolos.

------

Los dos Rebels veían la batalla desde un punto privilegiado. Aramis observaba los movimientos de su Princess con ojo crítico mientras Loki hacia pucheros con los labios. Le parecía ridículo que su día de relajación se hubiera ido al carajo por los berrinches de Aramis y Mikumo. Se había negado a participar en la pelea y se había limitado a invocar a su Orphan para crear  una distracción y dejar que Mikumo se luciera en combate frente a frente con Sheryl. Hubiera preferido terminar su día con una cena agradable con sus amigos pero esto estaba resultando bastante interante para él...



« Last Edit: August 31, 2020, 09:59:12 PM by Apple »


Mery

Con evidente enojo, Kentin estiró su mano para alcanzar el teléfono y colgar, pero fue detenido por Alexy.

“No.” Murmuró Alexy de inmediato.
“¿Estás demente? ¡No vale la pena!”
Alexy lo sostuvo firmemente. “Ponlo en altavoz.” Le indicó a Alice con voz seria.

Kentin le dirigió una mirada exasperada y molesta al chico, pero Alice sabía a qué se refería. Siendo hijo de un empresario y una reconocida diseñadora, no era del todo inusual para él recibir mensajes amenazantes; Alexy en el pasado le había hablado de esto a Alice, incluso Levi también lo hizo en su momento, así que ella tenía noción de cómo actuar si las cosas parecían salirse de control.

El celular sonó por cuarta vez cuando Alice asintió y finalmente aceptó la llamada.

“Oh, sí contestó.”

La voz del otro lado sonaba pausada y lejana. La oración fue muy corta y era difícil decir si había sorpresa real en ella o no. Los tres en el departamento se miraron hasta que la otra persona volvió a hablar.

“¿Me dirijo a Alice Basckerville-san?”

Al escucharlo mejor, fue evidente que se trataba de una voz masculina, aunque su entonación era sumamente ausente e incluso mecánica. Por un segundo Alice dudó, casi había creído que el extraño hablaría en inglés como hizo anteriormente en los mensajes de texto, pero terminó usando japonés. Ella decidió hacer lo mismo.

"¿Quién?" Dijo simulando desconocer el nombre.
"Debes ser tú, el número está registrado a tu nombre."
"Pues no habría razón de preguntar si estuviese tan seguro."

Se escuchó una especie de risa y los tres se quedaron en silencio. Kentin se veía incómodo, pero ni él ni Alexy abrieron la boca.

"Claro, tiene sentido."
"Además, es de cortesía decir el nombre de uno primero antes de preguntarle a otra persona."
"Ah no no, yo pregunté primero."
Alice alzó una ceja ante el tono de voz casi caprichoso usado por el extraño. "No me importa. ¿Qué quiere?” Preguntó sin titubear.
Él rió. “Siendo sincero, muchas cosas, pero no es el momento.”
Alice chasqueó la lengua.
“¿No deseas saber cómo obtuve tu información, al menos?”
“¿Me respondería?”
El silencio fue corto, pero evidente. “Tal vez.”
“Además de mi número y mi nombre, ¿qué más podría saber?”
“Varias cosas, Basckerville-san, por ejemplo de tu situación en Hanasaki.”
“Realmente eso no es algo muy difícil de averiguar, no me interesa.”
“¿Tampoco te interesaría obtener información sobre alguien?”
“No.”
“¿En verdad? Me parece que tengo algo que podría interesarte.”
“NO, y si eso es todo, puede irse-”
“¿Ni sobre Amane-san?” Dijo casi tarareando.
Alice hizo una pausa larga. "¿Qué?"

Su rostro se volvió pálido, que mencionara ese nombre la había tomado desprevenida. El hombre hizo un sonido de aprobación, pero Alice no dijo nada. Kentin miró alarmado a Alexy y éste sólo atinó a darle una fuerte palmada a Alice en la espalda.

“Piérdete.” Dijo secamente.
“Ah, qué aguafiestas.” Se quejó la otra voz, Alice no le dio tiempo de decir nada más y colgó.

Luego de bloquear aquel número y dejar el celular en la mesa, Alice se mantuvo quieta en lo que parecía ser una posición pensativa. Kentin miró a Alexy en busca de alguna respuesta, pero éste negó con la cabeza. Al cabo de unos largos segundos, Alice soltó un suspiro entre dientes.

“Chicos, ¿están libres mañana?”


*


Mientras tanto en una de las habitaciones de Rizembool, un joven de cabello claro cerraba su laptop sobre el escritorio frente a él, al hacerlo la única fuente de luz se apagó. El chico se estiró perezosamente en su silla giratoria y dio vueltas hasta quedar viendo en dirección a la puerta justo antes de que ésta se abriera de un fuerte golpe -o una patada, él no le dio mucha importancia-.

"¿Por qué hiciste eso, Fran?"

Una figura salió de entre las sombras dirigiéndole una mirada acusadora. Fran cerró su puño en torno al celular con el que había estado jugando y lo llevó hasta su pecho antes de ponerse de pie e inclinarse en una extravagante reverencia.

"La gente suele llamarlo cortesía." Dijo el menor con una sonrisa. "Incluso chibi-senpai debería saberlo."
 
Sin pensarlo dos veces, Fran arrancó el llavero del celular en sus manos y lanzó el aparato a los pies de aquella persona, quien de inmediato lo hizo añicos bajo la presión de su brillante calzado.
 
El otro joven volvió a alzar la voz. "¿Te das cuenta de lo que has hecho?"
"No pasa nada. Aún si rastrea la llamada, lo cual dudo, sólo sabrá que provenía de Rizembool y, vamos, ¿no es eso de esperarse viniendo de un rebel?"
"Sabes a lo que me refiero, Fran."
"No dije nada que pueda estropear el plan, es más, tenía mi diálogo escrito con anticipación por eso." Fran sacó de su manga un papel enrollado que estiró para señalar los pequeños párrafos separados con resaltador, apenas visible por la luz que se colaba desde el pasillo por la puerta aún abierta. "¿Ves? Incluso lo hice con código de colores, cada uno cambia dependiendo de la respuesta que ella pudiese darme."

El sujeto empujó los restos del celular a un lado y caminó hasta estar en frente del rebel.

"Esto no es un juego, Fran."
El chico fingió asombrarse. "No sabía que chibi-senpai estaría tan preocupado por mí al punto de espiarme."
“No lo haría si no me dieras razones.”
"¿Uh? Pero no lo hago.” Fran lo miró de forma inocente. “No me arriesgaría a desprestigiar a nuestra señora."
"Más te vale que sea cierto."
“Senpai se preocupa demasiado~”

El senpai, aunque de menor estatura, lo tomó del cuello y lo alzó sin problemas.

"Oh.” Fran parpadeó, casi divertido por ello. “¿Debería poner una demanda por acoso?"
El otro sonrió de forma sombría y la mano que sujetaba a Fran empezó a brillar en una tonalidad roja intensa. “¿Tantas ganas tienes de morir?”
"No, mi papel apenas está por dar inicio.” Respondió tranquilamente. “Además, aunque en verdad quisieras hacerlo no me matarías. Tu honor se iría al suelo por ello y no lo soportarías."
Chasqueando la lengua, el mayor lo soltó y la habitación volvió a oscurecerse.
“No me des más problemas.”
Fran sonrió. “Nop, sólo los necesarios.”


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #694: September 10, 2020, 04:58:07 PM »

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~





Sayi :: 1364 palabras
Kora :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 18859 palabras
Kana :: 1683 palabras
Eureka :: 5591 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1462 palabras
Mery :: 1032 palabras
Apple :: 944 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #695: September 19, 2020, 07:51:45 PM »
Lo modificaré en algún momento.

EDIT: Ahora sí está completo.

#Friday

—¡Otra vez me quedé dormida! —

Nene Kise saltó de su cama como si el diablo reclamara su alma. Corrió como pudo al baño para alistarse a la velocidad de la luz y salir de la minka donde vivía con otras familiares femeninas dentro del distrito de la familia Kise. Al ser Nene hija de uno de los miembros más místicos y relevantes del clan Kise, a ella la mantenían en su propia minka custodiada por otras miembros de su familia por parte de padre. Años atrás, había compartido una casa tradicional japonesa propia con su hermano mayor, Ryota, pero cuando éste fue llevado al distrito Nakiri, creció y buscó su “propio” destino, Nene quedó desamparada en esa gran casa y pidió ser trasladada a una minka más humilde donde pudiera compartir con otras miembros. Su hermano mayor la había aterrado por años con historias de fantasmas que habitaban su casa, por lo que la muchacha no pasaría una noche en su casa sola ni aunque le pagaran una millonada.

Fue hasta la cocina donde inmediatamente comenzó a preparar desayuno. Afortunadamente la noche anterior había picado la verdura y dejado todo a mano para no tener contratiempos en la preparación. Armó, fritó y aliñó todo lo cual fue agregando en distintos bentou a los que dedicó mucha atención en su decoración. Guardó todo en su randoseru y emprender la carrera.

Salió del distrito Kise donde se despidió de sus guardianes con amabilidad y pasó inmediatamente al distrito Nakiri. Allí entró con cuidado, subió la eterna escalera que tanto odiaba y llegó al templo principal (no sin la ayuda del gentil Hyakkimaru quien la cargó en su espalda y subió las escaleras con ella a costa) Nene le dio unos daifuku a Hyakkimaru cuando se despidió de él.

La joven entró en el templo, fue hasta la cámara principal donde se veía a Nakiri-sama detrás del corredor shoji, sus guardianes estaban a cada lado de él y la silueta de todos ellos se veía a través de la cortina de papel gracias al fuego de las lámparas. Cuando Nene era pequeña, le daba mucho miedo esas siluetas detrás de la cortina de papel. Pensaba que eran demonios que se hacían pasar por persona, pero, sin lugar a dudas, su tío Azami era el que más le daba un terror irreparable. Con el tiempo ese miedo infantil se fue difuminando y se convirtió en respecto por su familiar.

—Nakiri-sama. — Nene se arrodilló frente a la silueta. No esperaba respuesta de su familiar pues nunca contestaba, pero Nene sabía que la estaba escuchando. —Le deseo una hermosa mañana. He traído esto para que inicie su día. — deslizó la pequeña loza que contenía cuatro daifukus. Uno de los guardianes del líder Nakiri rodeó la cortina de papel, como era de esperar su identidad estaba cubierta por la máscara que llevaba pero Nene presentía que podía ser el hermano de Hyakkimaru, éste guardían recibió la loza de Nene. Ella esperó hasta que su tío hiciera un gesto de leve inclinación de cabeza para darse por sabida que le había llegado su presente. Se puso de pie, le hizo una reverencia y se retiró.

Posteriormente corrió nuevamente escaleras abajo, para su mala suerte ya no estaba Hyakkimaru para que la ayudara en su osadía. Perdió el equilibrio en los últimos peldaños y cayó, pero tuvo “suerte” de chocar contra la espalda de alguien.

—¡AH! —
—…— Mahiro se giró mostrando una expresión de enfado a la menor. —Ten cuidado…—
—¡Mahiro-kun!— Nene buscó entre sus cosas y sacó el bentou que le preparó a su primo. —¡Ten!
—Ahhh… Te he dicho que no me gustan estas cosas. — musitó hastiado recibiendo lo que le entregaba su prima.
—Que tengas un lindo día. — Le hizo una reverencia y se fue corriendo. De todos los Nakiri y el resto de la humanidad, parecía que Nene Kise contaba con cierta indulgencia de parte de Mahiro.
—…— La observó hasta que se le perdió de vista. —Más le valía no olvidarse…— guardó el bentou de su prima entre sus cosas.

Nene salió del distrito Nakiri y corrió hasta alejarse de todo el recinto privado. Llegó hasta las calles donde ya se le permitía a la urbanidad “común y corriente” forjar sus viviendas y buscó con desesperación algo o alguien que la auxiliara en su llegada a clases. Una de las grandes desventajas de vivir en un distrito familiar privado era la lejanía de este con todos los dispositivos educacionales y de salud, por eso tanto los Kise como los Nakiri tenían sus propios médicos y profesores dentro de sus distritos para atención y educación particular.

Entre la gente yendo y viniendo fue que vio a un rostro conocido. Era la peor opción de todas, pero, era eso: una opción.

—¡JIRO! — Gritó su nombre fuerte para que la oyera. Tuvo que correr un par de metros detrás de él hasta que el chico se detuvo, no por haberla escuchado sino porque se le desconectó el audífono del iphone. —¡JIRO! 

—¿Hm? — El chico de cabellos negros y ojos bicolor se giró alzando una ceja. Vio a una chica que conocía, era la hermana menor del mejor amigo de su hermano y con quien él había compartido parte de su infancia, pero Jiro gustaba de hacer como que no se acordaba de ella. —¡Ah! Nene-chan, eres tú. — Sonrió de lado un poco para no mostrarse tan agresivo. Jiro no era del tipo de chicos que le agradaran a los demás y por tanto tenía poco tacto con las personas, pero intentaba ser gentil con aquella chica, aunque intentara verse distante. —¿Qué hay? —

—Jiro-kun, ¿Me puedes llevar en tu bicicleta? Es que me han abandonado y estoy tarde. Ryo-nii prometió venir por mí pero evidentemente eso no pasará.— Se apresuró a pedirle. El chico pasmó una expresión de sorprendido que era digna de retratarla. 

—¿No te sentirías incómoda en ir en bicicleta? — Más si usaba uniforme de falda. 

—Ryo-nii a veces me llevaba así a clases antes de que se graduara de secundaria. No me incomoda pues estoy acostumbrada. Además, Yamada-san solía llevar a Ryota en su bicicleta... Creo que tú podrías imitar el gesto de tu hermano mayor y demostrar que eres amable igual que él. 

—Ha pasado tiempo desde la última vez que los vi juntos yéndose a la escuela... — Se pasó una mano por la nuca, nostálgico, recordando esas memorias donde estaba su hermano Ichiro y Ryota, el hermano mayor de Nene, riendo y dándose algún coscorrón antes de subir a la bicicleta de Ichiro e irse juntos a la escuela. Parecía tan lejano... —Sube. — Jiro se inclinó un poco más en su bicicleta para que Nene tuviera más espacio en la parte trasera cediéndole el sillín. La muchacha de cabellos platinos se subió con cuidado y se abrazó de joven con suavidad. Un leve rubor rosa cubrió las mejillas de Jiro al sentir el contacto de Nene. —Mejor te sujetas un poco más fuerte en vista de la hora. —

—¿No viste a Ryota hoy? — Se le hacía ilógico que Ichiro haya llevado a Ryota a clases y que Jiro ahora estuviera dando vueltas sin sentido en la calle sin seguir a su amado hermano Ichiro. A menos que estuviera de vago, como siempre. 

—Lo vi temprano en la mañana. Estaba practicando basketball en la cancha antes de irse a clases. Me volví a casa a buscar los audífonos porque los otros se estropearon y cuando llegué a la cancha ya no estaba. Seguramente se ha ido en autobús. Creo… Que te olvidó. — Jiro soltó una risita al escuchar el reclamo de la más bajita. 

— ¿Por qué no me despertó? Últimamente me llamaba por teléfono para hacerlo.— Nene alzó la vista hacia el cielo, pensativa.

—Está muy ensimismado en su mundo de balón y canasta últimamente. Ryota y nii-san se están esforzando mucho por sus metas.— Alzó los hombros. — ¿Te sabes algún atajo para llegar a tu escuela? ¿Academia Kamome, cierto?—
—Hanasaki. Jiro, que despistado. Me cambiaron de escuela hace muchos años.—

—¿Cómo? — Parpadeó incrédulo. Hace tan poco tenía la noción de ver a Nene en esa escuela. —Ah, creo que Ryota habló algo de que te transfirieron de escuela por mérito académico o algo así. Felicidades… Supongo. — 

—Ahá— Asintió un par de veces moviendo su cabeza de arriba abajo en gesto afirmativo. —Existe la posibilidad de que el próximo año tenga un cupo especial en Hanasaki U, más ahora que gané el segundo lugar en las nacionales estudiantiles de literatura. Lotto-san me ha pedido que pase a su oficina después de clases para conversar sobre mi futuro en Hanasaki. Ella es una mujer tan elegante y admirable.

—¿Lotto? Esa bruja siempre me ha dado mala espina. — Frunció el ceño y torció el labio inferior hacia abajo en un gesto de desagrado. 

—¿Por qué te desagrada, Jiro-kun? Es una mujer educada y muy culta. Además, no parece vieja. Parece una mujer joven con un gusto elegante en vestir. El negro siempre inspira intelectualidad. — Nene se había fascinado con los modales e inteligencia de la dama de negro. Tal vez algún día podría ser una persona interesante como ella... Aunque con un look más fresco. —¿Por qué no te gusta?— Insistió después de los segundos de silencio que dedicó en pensar en la importancia de Miranda. 

—Pues…— Comenzó a pedalear lentamente. —Tal vez tengo un mal presentimiento...—

—Pero debe haber un motivo en específico. — Insistió

—Pehw. Iba en la escuela de Hanasaki y me expulsaron. No me tuvieron paciencia y pues les tengo rencor. Era la primera escuela privada a la que fui luego de que Ichi-nii se esforzara tanto para conseguir pagar una. Ella tiene la culpa de que lo desilusionara.

—Pero ahora estás en Rizembool. Incluso un marginal como tú ha logrado reivindicarse. —

—Nene-chan, a veces eres muy cruel conmigo. Deberías dejar de creer que soy un caso perdido— Puso los ojos en blanco. 

—Lo siento, Jiro-kun, rompiste mil veces tus promesas sobre cambiar. Me es difícil creer en tu palabra. — Se le asomó por el hombro derecho

—Uhm…— Ladeó el rostro hacia atrás para mirarla a los ojos encontrándose con el rostro de la muchacha cerca del suyo. —¿Qué tengo que hacer para que creas en mí, Nene-chan?— Bajó la vista un poco incómodo. Miró hacia el frente y siguió pedaleando. 

—¿De verdad quieres tratar de que vuelva a creer en ti, Jiro-kun?— habían sido muchos años en que Nene gastó energía y emociones tratando de que Jiro no fuera un pandillero problemático y que volviera a sus clases, pero Jiro siempre la defraudaba y Nene optó dar por perdida la misión. Pero ahora estaba un poco más tranquilo, al menos. —Si es así... ¡un año!

—¿Un año?—

—Si me pruebas que en un año no te expulsan de la escuela ni te metes en graves problemas, tal vez vuelva a confiar en ti. 

—No suena tan complicado... Aunque. —

—¿Aunque?

—¿A quién le interesa recuperar tu confianza? — soltó una risita, apretando los dientes y divirtiéndose con la reacción de Nene. 

—¡Eres un pesado!— dijo enojada. Fue rápida en sujetar la gorra de Jiro evitando de que ésta volara con el viento al bajar a gran velocidad por una perpendicular en caída. 

—¡Gracias!— le dijo, aliviado. —¡Sujétate bien!— dicho esto, pedaleó con más rapidez y fue conduciendo magistralmente por la bajada de las calles de la ciudad, evadiendo personas y vehículos y encontrando rutas alternativas que les dieran, además de un atajo, una vista agradable de la ciudad en la mañana. 

—¿Jiro-kun, haz jugado al juego del "teléfono"? — Apoyó la mejilla en la espalda del chico al sentir que aumentaba la velocidad. 

—Noupe, ¿Cómo se juega? —

—El juego inicia con una historia en una ronda de personas y la primera persona inventa una historia y debe contársela a la siguiente en el oído y así sucesivamente. Cuando se llega a la última persona la historia ha cambiado diabólicamente y es muy gracioso en lo que queda.

—Nene, ¿A qué viene eso?— Levantó la vista hacia el cielo, como si buscara algo entre las nubes, como si de verdad encontrara allí  una explicación al comentario fuera de lugar de la chica. Siguió pedaleando sin detenerse. 

Jiro siempre había conducido su bicicleta rápidamente y se batían en carreras con otros chicos, llegar a cierto punto le significaba hacerlo en una fracción menor de tiempo que otros chicos. Nene se aferró fuertemente a su cintura, la peliplateada sabía el nivel de velocidad a los que su hermano, Ichiro y Jiro estaban acostumbrados, pero era un riesgo que debía de tomar considerando la hora. 


—¿Si tuvieras la posibilidad de escoger algo que va a cambiar radicalmente tu vida lo tomarías?— Nene lanzó la pregunta que le calaba hondo en los últimos minutos. Antes había estado tan emocionada y orgullosa de sí misma que su decisión había sido un sí definitivo. Pero ahora que las cosas se habían calmado, pensaba más fríamente las cosas. Ella quería tomar esa opción, porque la dejaba de posicionar en un rol pasivo y olvidado, pero tal era su confusión en esos momentos que le preguntaba, quizá, a la persona menos indicada.

—¿Eh? ¿Lo dices por tu secreto vergonzoso de ser HiME?

—Ya no estoy tan segura... — Ocultó su rostro en la espalda del chico como una niña pequeña que no sabe qué hacer. —Tengo miedo de dañar a una persona querida con mis actos. A mi Key.
—…— el joven sintió una especie de presión en el pecho. Por un segundo tuvo la fantasía de que Nene se refería a él puesto que, quisiera o no, eran amigos y pasaron gran parte de la niñez juntos. Pero era demasiado iluso creer en ello y eso lo frustró: seguramente alguien más era el Key de Nene. —Yo... No soy el más adecuado para aconsejar.— Dijo Jiro sonriendo algo apenado. —Creo que quizás debas preguntarle a una buena amiga. 

—Me gustaría saber qué opinas tú.

—¿En...serio?— Jiro intentó voltear para verla, sin caber en su sorpresa, pero era un conductor prudente y se limitó en mirar hacia adelante. —Y-yo creo... Que deberías hacer lo que tu corazón te dicte. Probar esa experiencia nueva y si no resulta bien, siempre puedes dejarlo. No es bueno quedarse en donde no te sientas bien. Seguramente tu Key lo entenderá. — Suponía que el Key de Nene podía ser el hermano mayor de ésta, Ryota o… alguno de sus “novios” de fantasía como algún alumno de un grado superior que ni sabía la existencia de Nene. —Llegamos. — detuvo la bicicleta y ambos se bajaron.
—¡Gracias, Jiro-kun! Ya puedes ir a tu escuela.
—¿Qué pasa que no quieres que te deje en la puerta de tu escuela? Kise se molestaría mucho conmigo si no cuidara a su pequeña hermana.
—¡N-no… n-no es necesario! — Nene movió las manos exageradamente, tratando de escapar. —¡Adios, Jiro-kun! —
—¿Ehhh? ¿Por qué me…? ¡AH! ¡Nene-chan! ¡¿Te da vergüenza que te vean llegar conmigo?! ¡Por favor! ¡Yo debería ser el que se sienta avergonzado de que me vean contigo! Soy una celebridad. — Jiro la miró enfadado.
—¡Pero sigues metiéndote en problemas! — se quejó Nene. —¡Además! ¡Eres torpe y siempre me dejas en ridículo!
—¡Ne-chan! ¡Por favor! ¿Cuándo fue la última vez que te avergoncé?
—…— Nene entrecerró los ojos —¿En serio quieres que te lo recuerde? ¿En serio, Jiro?
—Pwh, claro. Apuesto que no tienes nada. — Jiro se cruzó de brazos, sintiéndose seguro que Nene le sacaría alguna pelea con algún matón como “algo vergonzoso” cuando le hacía sentir en realidad muy orgulloso.
—Mhg... — Nene sacó su teléfono celular y le mostró una captura.

*meme de Jiro encontrado en la web. le hice una pequeña modificación y la calidad quedó muy mala.
—…— el pelinegro puso una cara de asco. —¿Por qué tienes guardado eso, Nene?
—El señor Ayamado me agregó y mandó mensajes por Facebook preguntándome si su hijo era gay y si yo podía tener una cita contigo para que dejaras de serlo o, en su defecto, para que te apoyara en tu salida del closet. Me pareció divertido sacarle una captura de sus inicios, además se me hizo adorable que tu padre quisiera apoyar tu "homosexualidad".
—…— Jiro debió haberle hecho caso a su hermano Ichiro quien le prohibió tajantemente acercarse a ese hombre a quien Ichiro daba por muerto y ocultaba su existencia a sus hermanos menores desde siempre. Ichiro le hizo prometer a Jiro (cuando se enteró que su padre no estaba muerto como les hizo creer Ichiro) nunca buscar al padre que los había abandonado cuándo pequeños. Pero, no, Jiro fue y lo hizo. Quiso reencontrarse con su progenitor y lo buscó por todos lados hasta llegar a conocerlo: al final su padre había resultado ser un grandísimo idiota como él y estaba lejos de ser el padre idealizado que él imaginó siempre. Ahora ya no podía evitar su contacto, pero más que verlo como un padre lo veía como un amigo... viejo. Como esos viejos que buscan ser eternamente jóvenes.
—¡Nene-chan! — un chico de cabellera negra y ojos color miel se acercó a Nene y la abrazó por la espalda. —¿Por qué demoras tanto en entrar? — evidentemente había notado que ella estaba con un chico alto y extraño, el joven se había puesto algo celoso de que Nene no entrara a clases y se quedara con él.
—Hanako-kun, buenos días. — Nene le sonrió, luego se empalideció al darse cuenta que tenía a Jiro y a Hanako en el mismo escenario. —¡AH! — colapsó al ver que ambos se miraban fijamente.
—¿Nene-chan, no me presentas a tu amigo? —
—Es-Es el hermano menor del mejor amigo de mi hermano.— Nene negó a Jiro.
—Nene-chan, que chistosa. Nos conocemos desde que éramos pequeños. — Jiro sonrió socarrón. —¿Eres amigo de la boba?
—¡Oye! — Nene sacó entre sus cosas un bentou que le preparó a Hanako. Pensó que con eso distraería al más bajito y saltaría feliz yéndose, pero el joven lo recibió y siguió allí sonriéndole a Jiro.
—Sí. Sí. — Asintió Hanako, feliz. —Más bien, soy su Key.
—Ahh.. — el más alto no le creyó.
—¿No me cree, joven?
—Es que nunca te había visto con Nene antes. Pensé que los Key eran… Gente vinculada a las HiMES hace muchos años.
—Yo también pensaba eso. — asintió Hanako, sonriéndole ampliamente. —Pero, que curiosidad, Nene-chan y yo nos conocemos de este año y nuestra amistad ha sido tan intensa que me he vuelto su Key.
—Ahhh, haha… Que loco. — Jiro se pasó una mano por su cabello.
—Por cierto, me llamo Amane Yugi, pero mis cercanos me conocen por “Hanako” si gustas, me puedes llamar así. — extendió su mano para ofrecérsela a Jiro en señal de saludo cordial.
—…— Jiro le estrechó la mano. —Yamada Jiro. — se presentó a secas.
—Espero que seamos buenos amigos, joven Yamada.
—¡Claro! — ambos se sonrieron mutuamente.
—…— Nene estaba clara que eran sonrisas cínicas.
—¡Bueno! ¡Ya debo entrar! ¡Apuesto que el joven Ciel debe estar extrañando mis comentarios pícaros mañaneros! No puede vivir sin ellos.
—¡Hanako-kun, no molestes a Cieru-kun! ¡Sabes que odia tus chistes en doble sentido!
—¡Los ama, yo lo sé! — Hanako le hizo una reverencia a Jiro y se retiró.
Cuando Hanako se perdió de vista, Jiro miró irritado a Nene.
—¿En serio, Nene? ¿En serio? ¿Con ese enano? ¿De cuando lo conoces? ¿Kise sabe de esto? ¡Le contaré inmediatamente! —
—¡NO LO HAGAS! —
—Apuesto que ni conoces a ese mocoso. ¡Además parece menor que tú!
—¡Es mi amigo!
—¿Y qué? ¡No es suficiente para que sea tu Key! No lo conoces de nada, ¿cómo sabes si no es un psicópata de Rizembool que quiere venir a matarte? Kise tiene que enterarse de esto. Oh, DIOS, ¡un momento! KANA. Ella tiene que enterarse de esto. ¿Qué diría tu hermana al respecto?
—¡Por favor, no les cuentes!
—¡Bah! —
—Jiroooo. — se le colgó del brazo. —¿Recuerdas que todavía soy tu esclava a cambio de que no le cuentes a nadie de que soy HiME?  ¿Qué tal si te doy mis mesadas además? — pero pese a su pérdida de dignidad, parecía que Jiro no la escuchaba. No entendía como se podía molestar tanto por algo tan simple. Él estuvo a punto de subirse a su bicicleta, pero Nene se lo impidió. —¿Qué quieres que haga por ti para que guardes silencio?
—¡NADA! ¡Debería publicarlo en Facebook para que todos se enteren!
—¡Ya sabes que cuando publicas cosas en Facebook el que sale trasquilado siempre eres tú!
—…—
—Jiro. — se abrazó del brazo del más alto. —No estés así de enojado conmigo.
—…—
—Por favor… Aunque te niegue con mis conocidos tú sí eres mi amigo y para mi significa mucho si estás enojado conmigo. — los ojos de Nene se entristecieron. Aunque el otro fuera cabeza hueca era una persona que, quisiera o no, formaba parte de su vida.
—Tendrás que prepararme uno de esos todas las mañanas. Y tiene que ser más bonito que el de él. — haciendo referencia al bentou que Nene le entregó a Hanako.
—¡El más grande y hermoso será para ti!
—Más te vale. — esperó que la chica lo soltara para subirse completamente en su bicicleta. Hizo un gesto de despedida con su mano.
—Jiro-kun, ¿vas directamente a tu clase, si?
—¿A dónde más voy a ir? — y echó a pedalear.
Nene ingresó a su salón de clases donde encontró a Hanako acosando a Ciel con sus comentarios que al inglés le desagradaban. Por la expresión de Ciel suponía que en su interior estaba pensando la manera de asesinar a Hanako. Afortunadamente Nene llegó a tiempo y se sentó entre los dos para evitar que una matanza se iniciara.
—¿Se van a inscribir en algún club este año? — preguntó Hanako mirando con atención a los otros dos.
—Yo ni siquiera pienso pasar un segundo semestre aquí. —
—Awww, anímate joven Ciel. Apuesto que dices eso como si quisieras no vernos más, pero en el fondo, MUY, en el fondo, nos tienes un mínimo aprecio.
—…— Ciel lo miró alzando una ceja, su expresión irónica apuntaba a que era todo lo contrario de lo que decía Hanako. Parecía que deseaba con todas las fuerzas del mundo no verlos nunca más.
—Está bien, está bien. — Hanako movió sus manos, riendo divertido por la expresión del otro. —Bueno, y si imaginas que pasas más allá de este semestre en Japón, ¿te llama la atención algún club?
—No.
—…Ah. Eres un caso muy especial, joven Ciel. — el pelinegro suspiró. —¿Kise?
—Yo seguiré en el club de jardinería. — dijo la joven con una gran sonrisa en su rostro. —Puedes venir a mi club, Cieru-kun.
—¿Jardinería? ¿Crees que soy un plebeyo?
—Yo… Ya te inscribí. —
—…—
—Es que como soy tu guía en la escuela me pidieron que te inscribiera en algún club para que te integraras y pensé que te gustaría el de jardinería.
—¿Qué te hace pensar que me gustan esas cosas, Kise?
—Cuando estuve en casa del señor Vincent, vi que tenían un hermoso jardín en su mansión y noté que tu hermosss---que tu buen hermano mayor es muy dedicado a la jardinería. Pensé que a ti también te gustaría.
—…— Hanako y Ciel se miraron entre ellos para luego compartir una mirada desaprobadora en torno a Nene.  Los dos soltaron un prolongado suspiro.
—Kise está encantada con un chico mayor que ella. — Hanako dijo con tristeza.
—Henry jamás se fijaría en alguien menor que él…Es demasiado correcto. Y no puedo creer que te guste mi hermano mayor… ¿Es por eso que únicamente me toleras tan siquiera? ¿Para poder acercarte a él?— Ciel sacó a relucir su lado plástico dramaqueen emomillennial aprendido de Cain. Tal vez era un mecanismo defensivo que usaban los Lancaster menos “apreciados” el victimizarse para luego, cuando el otro sintiera compasión y se acercaran a consolarlos, los apuñalaran como alimañas para sacar un beneficio de sus víctimas. Típico Lancaster.
—No pienses así, Cieru-kun. De verdad eres mi amigo. — le dio unas palmaditas en el hombro.
—También eres mi amigo, joven Ciel.
—No me importa ser tu amigo. — miró con los ojos entrecerrados a Hanako. Antes que la ilusión en Nene aumentara, le aclaró también a ella. —Ni tuyo…—
—Tsk, dices esas cosas para verte frío y distante, pero sé que nos quieres. Además… Debemos ser tus únicos amigos en toda la vida.
—Tengo amigos reales y significativos.
—¿Ah, sí? Pues enséñanos algunos. Debes tener imágenes con ellos.
—…—
—¡Touché! — festejó Hanako.
—Aoi.
—Aoi no es tu amiga, joven Ciel. Es amiga de Kise.—
—N-no. Y-yo, la estaba saludando. — Ciel le indicó con la mirada a una joven de cabello largo y purpura quien los observaba con una sonrisa dibujada en el rostro.
—¡Buenos días! — la muchachita sonrió encantadoramente a los presentes, seguido fue hasta donde Nene y le dio un abrazo amable y breve. Aoi había faltado los dos días anteriores por tener fiebre y si bien su recuperación fue corta, esos pocos días bastaron para extrañar a su amiga. —Nene-chan, te extrañé mucho.
—¡Yo también, Ao-chan! ¿Ya te sientes mejor?
—Mucho mejor. — Asintió. —Escuché que estarás en el club de jardinería con nosotras.— miró a Ciel.
—…— Ciel desvió la mirada, avergonzado, hacia la ventana. —Esas cosas son para chicas…
—Yo que tú me apresuro y me inscribo en el club de béisbol. ¡Seriamos los mejores compañeros! — Hanako se le aferró, recibiendo inmediatamente una reacción engrifada por parte de Ciel. Claramente no estaba acostumbrado a la cercanía social.
—¿Qué es eso? — Nene aprovechó de mirar por la ventana en un reflejo cuando estuvo a punto de regañar a Hanako para que soltara a Ciel. Fue en eso que vio un brillo en la parte del bosque de Hanasaki.
—Yo no veo nada, Nene-chan. — Aoi trató de agudizar su mirada para ver mejor.
—Es una… especie de luz. —  dijo Nene.
—Yo también la puedo ver. — para alivio de Nene, Hanako también se quedó observando en la misma dirección.
—Tengo que ir a ver de qué se trata. — Nene salió corriendo del salón.
—¡Nene-chan, la clase está por comenzar! — le indicó Aoi pero fue en vano.
—Iré con ella. — dijo Hanako con el fin de tranquilizar a Aoi. Sin pedir autorización, tomó del brazo a Ciel y lo arrastró con él.
—¡H-Hey! — se quejó el inglés al ser arrastrado por Hanako.
—También iré. — Aoi salió detrás de ellos.
Después de correr siendo guiada por la luz, Nene llegó a un punto alejado del bosque de Hanasaki donde encontró que aquel punto iluminado se expandía mucho más. No encontraba una explicación lógica para su visión, siendo la única idea que se le venía a la mente su primo Mahiro puesto que sabía que, como Rebel, manejaba la luz a su antojo, pero era extraño que se apareciera en la escuela de Hanasaki sólo por gusto o para intimidar a menores. Su primo podía ser muchas cosas, pero no caía en esas condiciones.
La luz extrañamente le trasmitía tranquilidad y familiaridad, incluso no sentía nada aversivo que le indicara la sensación de peligro. Se fue acercando lentamente hasta la luz, pero de pronto sintió que alguien la tomaba de la mano. Al mirar a un costado se encontró que Hanako le sujetaba su mano, entregándole con su mirada apoyo y protección. Nene le agradeció en silencio, aunque la luz no la sentía como una amenaza siempre agradecía que Hanako la acompañara sea donde sea para protegerla. Ciel y Aoi se habían quedado un par de pasos más atrás, observando con atención. A ese punto no podían negar que también veían la luz frente a HiME y Key y supusieron que era asunto justamente de aquello: de HiME y Key.

La luz disminuyó en su intensidad y permitió que Hanako y Nene se pudieran acercar un poco más. Si bien Nene se sentía tranquila y curiosa, una extraña sensación melancólica invadió de pronto a Hanako.

De la luz apareció una figura juvenil un tanto más alto que ellos. HiME y Key esperaron a que todo se tranquilizara para mirar con atención a esa persona y ver si se trataba de un Rebel u otra situación. Nene se quedó maravillada al ver frente a ella a un joven de cabellos castaños claros, ojos azules y una sonrisa orgullosa que iluminaba su rostro aun cuando la luz se había disipado.

—¿Quién eres? ¿Estás bien? — Nene se preocupó de que aquel chico se sintiera mal después de su extraña aparición.
—…— Hanako se mantuvo en silencio, sin creer lo que estaba viendo.
—Vaya…— el chico se rascó la cabeza. Hasta ahora Nene y Hanako notaron que tenía una especia de orejas animalescas en su cabeza. —¿No me recuerdas?
—¿Eres un osito?
—¿…Osito? — el chico miró extrañado y frustrado a la HiME. Nene le apuntó sus orejas pequeñas, peludas y adorables sobre su cabeza. —Mh…—
—Parece más un felino. — puntuó Aoi, acercándose.
—Aléjense de él. Puede ser peligroso. Apareció de la nada. — les advirtió Ciel. Quien estaba seguro que su religión le indicaba que sólo las cosas demoniacas se aparecían de esa manera. —O puede estar enfermo…— porque si era mitad animal, quizá de qué laboratorio había salido.
—No tengo idea porque tengo estas orejas. No las recuerdo de nada. — No tenía casi recuerdos. En verdad. —Parece que soy una especie de conexión entre dos almas. Una invocación. Por eso… Puedo estar ahora aquí.
—Es decir, ¿eres mi… Child? —
—Vaya… Parece que esa era la única manera de presentarme, je. — sonrió levemente. Extendió su mano y tomó la de Nene. —Soy tu Child, entonces. —
—¿Cómo te llamas? — Nene le sonrió con amabilidad al ver que no había peligro.
—No recuerdo mi nombre. — miró a Hanako, quien estaba en silencio. —Pero pronto te lo diré.
—Estoy feliz de conocerte si bien aún no sé tu nombre. El mío es Nene Kise y me emociona tener mi Child tan pronto.
—Nene, trataré de ser el mejor Child que imaginas.
—Kise, puede ser peligroso. — volvió a insistir Ciel.
—Ah, Cieru-kun, no seas tan suspicaz. — Nene le restó importancia. Tomó las manos de su Child y lo llevó hasta donde sus amigos. —Te presentaré a mis amigos.
—Gracias, Nene. — le sonrió. Pasó por un lado de Hanako quien seguía en shock. —¿Recuerdas mi nombre? — le susurró en voz baja sólo para que él le escuchara. El Child le sonrió pretensioso.
—…—
—Ellos son Cieru-kun y Ao-chan. — Nene no cabía en su propia emoción. No sabía realmente si era o no era su Child pero el chico a su lado le trasmitía una extraña sensación de tranquilidad que le hacía difícil pensar que fuera malo. —¿Hanako? — volteó a ver a su Key.
—¡Ah! ¡Me distraje tanto que me quedé muy ensimismado! Es que no todos los días ves una aparición como esta salir de la nada. ¡Es increíble que tengas a tu Child, Kise! —  Hanako saltó detrás de ellos sonriéndoles a ambos. —Debemos festejarlo. El joven Ciel nos invita a todos a desayunar. ¡Es millonario!
—Vaya, me hubiera gustado que mi “papi” fueras tú. Así viviría en una mansión. — el chico con orejas de “león”  miró a Ciel.
—¡Oye! — Nene le miró con desaprobación. —No debes menos preciar a tus padres. — se apuntó a sí misma y a Hanako. —Somos pobres pero humildes (?)—
—¿No se supone que un Child aparece cuando la HiME o el Key están en extremo peligro? — A Ciel no le lograba encajar la situación.
—¿Creo que sí? Pero parece que todo está tranquilo por aquí, ¿no? Los dos están a salvo por lo que veo. — el rubio observó a Hanako y a Nene.
—Todo bien aquí. — asintió Hanako.
—Entonces… Alguien aldededor de nosotros puede ser una amenaza para ustedes dos. — dijo Ciel. —Tal vez esté oculto entre los árboles. No hay que bajar la guardia.
—¿Es de familia ser paranoico? — le preguntó Hanako a Ciel.
—No me tomo todo a la ligera. — Ciel lo miró con desprecio. Si Hanako era un payaso despreocupado era otra cosa.
—Cieru-kun tiene razón… Lotto-san me explicó que un Child aparece cuando la HiME y el Key están en inminente peligro, pero es demasiado extraño que él allá aparecido de la nada si todo está calmo. — dijo Nene, analítica. —Puede ser…— sus ojos se abrieron enormemente. —¡Que uno de los presentes sea un impostor! ¡Como Among us! — ella miró a Hanako.
—S-se supone que soy tu Key, ¿por qué soy del primero que sospechas?
—Porque eres el más charlatán y estafador. — se abrazó de su Child para protegerlo.
—Oh, yo pensaría que el enemigo tiene que tener un perfil distante, sin emociones y plano en el área afectiva. Que su silencio pareciera que planea como aniquilar una civilización. Yo sospecharía del joven Ciel. Es el que más pinta a villano.
—¿Yo? — Ciel lo miró alzando una ceja. —Por mi parte sospecharía de…— miró al Child.
—Okay, siempre sospechen de la bestia primero. Típico. — el rubio puso una expresión apenada.
—¡Cieru-kun! — Nene lo miró enojada.
—No puedo fiarme de algo que aparece de una luz.  Es demoniaco.
—¿No que tu señor cristiano apareció de una luz de estrella que los condujo a Belén? — Hanako soltó una risita.
—No metas a Jesús en esto. —
—Bueno, Lucifer también fue una luz que cayó a la tierra. Tiene sentido la teoría de Lancaster-san. — Aoi asintió. Ciel le sonrió orgulloso de sí mismo al tener un voto a favor. —Aunque me cuesta pensar que alguien tan adorable como él pueda ser malo. —
—Eres linda. — dijo el rubio, sonriéndole encantador.
—¿Le estás coqueteando a Ao-chan? — la HiME se quedó boquiabierta. Parecía que su Child no era tan puro e inocente como se lo estaba imaginando.
—¿Qué tal si vamos a beber un poco de té? Sé que tenemos clases, pero este acontecimiento nos ha dejado sorprendido a todos y creo que necesitamos un momento para reflexionar. — indicó Aoi. —Además, tenemos que planificar donde te dejaremos. No eres alumno de nuestra escuela, será sospechoso que de pronto aparezcas en el salón. — la joven miró al Child. —No creo que Nene-chan te pueda tener en su hogar, sospecharían inmediatamente que es una HiME.
—¿En tu familia no lo saben? — miró a su HiME.
—No. Sólo mis amigos aquí presentes saben. Bueno, ellos y alguien más. Para el resto es un secreto. Pero apenas mis hermanos sepan de que soy HiME te presentaré a tus tíos. Los vas a amar.  Por otro lado, Aoi-chan tiene razón. Odio tener que perderme una clase, pero creo que es necesario conversar sobre lo que pasó.
—Conozco un salón de té cercano. — Aoi comenzó a caminar en esa dirección y los demás le siguieron.
12:00 y supuestamente debía estar en clase, pero Jiro no se presentó en la mañana y mucho menos iría a presentarse al segundo bloque de clases si ya había perdido toda la mañana. No era poco común que se saltara clases, Jiro solía hacerlo a menudo, pero siempre se preocupaba de llegar por la tarde a la clase de educación física y, por nada en el mundo, se perdía las prácticas de fútbol de la tarde.
Pero ese día no tenía ánimos de nada. Después de haber dejado a Nene Kise en Hanasaki, Jiro se dedicó a recorrer la ciudad en su bicicleta tratando de distraerse. Fue tanta su distracción que llegó incluso a su división de niñez pero hasta zona donde limitaba con la división rival. Encontró un local donde se podía beber y, al ser una barrio marginal lleno de delincuentes, evidentemente estaba abierto aunque fuera mediodía: los borrachines de esa zona no esperaban hasta caer la noche.

Dejo encadenada la bicicleta y se sentó en una de las mesas de afuera. Se echó en la silla a esperar ser atendido.

—OE, Yamada2, ¿qué mierda haces aquí? Esto no es tu territorio. Y es muy temprano para que un pendejo de tu edad se ponga a beber.
—…— Ni había pasado un minuto y ya lo estaban echando. Estaba emputado y no quería que nadie lo molestara, pero su rostro de pocos amigos cambió cuando se le hizo conocida la voz (y el apodo denigrante). Observó hacia un costado, en la mesa que estaba cerca de la puerta del local, vio a un joven pelinaranja, esbelto y lleno de tatuajes que lo miraba enojado. Llevaba una polera tipo “musculosa”, la gorra hacia atrás y en su mano una cerveza a medio tomar.  —Ito-san— lo saludó sin mucha energía. —Sólo ignórame.
—Es difícil ignorar a alguien tan feo como tú. — Satsuki arrugó la nariz. Se bebió el resto de su cerveza.
—Uhhh, lo siento. — Jiro se encogió de hombros y expresó un rostro entre apenado e indiferente, si eso podía ser posible.
—…— El pelinaranja lo siguió mirando con odio, pero evidentemente su hostigamiento no lograría sacarlo de allí. —Oe, Yamada2, ¿por qué pareciera que te hubiera arrollado un camión?
—Ah, Ito-san, la verdad… No sé qué me pasa. — lo observó después de suspirar. —Hace un rato que me siento algo irritable y, a la vez, con un desánimo en general, pero no logro encontrar una explicación. — Jiro se puso de pie y fue a sentarse a un lado de Satsuki con la intención de contarle su malestar, pero la mirada furiosa del otro lo alertó.
—¡Oye! ¡Oye! Esto no es una invitación a conversar a mi lado. Quédate en ese rincón donde estabas destruido hace un rato.
—P-Pero…— la mirada de Satsuki siguió rechazándolo. Jiro suspiró apenado y volvió a sentarse donde estuvo antes.
—Ahora, sí, desde lejos, cuéntame que te pasó. — le apuntó con su vacía botella.
—¿De verdad quieres escucharme, Ito-san? — su mirada se iluminó de pronto.
—No me queda de otra… Pero después te largas de aquí o te saco a patadas. Al jefe no le gusta ver cucarachas de otras partes. —
Satsuki siempre había sido un perro rabioso de mal genio a quien todos preferían evitar. Más los que eran cercanos a Ichiro puesto que Satsuki e Ichiro eran eternos rivales de pandillas enemigas (aunque, en extrañas ocasiones, se aliaban para un propósito en común como lo fue la misión de Amanda por Jyushi)
Sin embargo, era curiosa la ecuasión que se daba entre Jiro y Satsuki. Yamada no tenía la misma adveración que su hermano sentía por Satsuki, todo lo contrario, a Jiro le daba mucha risa los comentarios desatinados y groseros de Satsuki. Le gustaba su estilo de pelea, su hip hop y su look con tatuajes, en parte quería parecérsele un poco. Por lado de Satsuki, él no soportaba a nadie y a todos les gruñía, pero tenía una extraña (mínima-ínfima) paciencia con Jiro. Tal vez se veía reflejado en ese iluso en cierto modo: los dos eran considerados como los más tontos en sus respectivos círculos sociales, pero ambos se sabían que eran los mejores y los demás simplemente los envidiaban (?)
—Dos sojus. — dijo Satsuki al ver que el tendero apareció. En poco volvió con dos botellas de soju coreano. Satsuki le lanzó una a Jiro. —¿Y bien?
—…— Jiro no estaba seguro de contarle a Satsuki sus problemas, tal vez necesitaba un poco de valor para ello porque sabía que el otro se burlaría cruelmente. Bebió el soju dejando la botella hasta la mitad. Al sentir un poco de su efecto pensó que era momento de conversar. Con la peor persona del mundo, pero Jiro tenía el peor sentido común de la galaxia. —Nada. Supongo que me estoy dando cuenta que las cosas no son tan fantásticas como pensaba. Bueno… Tú sabes lo de mi padre. Nos hacías burla cuando éramos niños diciendo que nuestro padre nos abandonó y que era un vagabundo. Hace poco… Me reencontré con él y en mi mente pensaba que era un hombre maravilloso que tuvo que irse para salvarnos o algo por el estilo. Como en los animé cuando el padre se va porque es el único modo de que sus enemigos no dañen a su familia.
—¿Ese viejo sigue vivo? Yo pensé que se murió en alguna esquina borracho.
—…— Jiro sintió que casi se pone a llorar. Parecía que era el único que le tenía fe a su padre. Ichiro lo odiaba y Saburo, por suerte, no sabía nada de él puesto que Ichiro le obligó a Jiro no contarle sobre su existencia. —Al final resultó ser todo lo peor que me pude esperar.
—Ah, Yamada2… En ese sentido tu estúpido hermano mayor tenía razones en ocultarte la verdad sobre tu padre. Para qué fuiste a buscarlo. — Satsuki giró los ojos.
—Lo sé… Ahora no puedo quitármelo de encima. Me escribe para preguntarme como puede ponerse al día con la tecnología, me pide favores, dinero… Y cuando le pido ayuda me deja en visto.
—¿No se ha acercado a tus otros hermanos?
—No. Ichi-nii no lo quiere ver y Saburo no sabe de él. Pensé que tenía cercanía conmigo creyendo que yo soy su hijo favorito, pero cuando le dije eso él se rio de mi y me dijo: “hijo, a ti te cuido más que tus otros hermanos porque eres el más estúpido y necesitas más atención por ello”
—…Vaya viejo.
—Y no es todo. Hace poco descubrí el secreto de una amiga y pensé que eso nos uniría más, pero ella sigue tratándome como escoria y… pensé que los años de conocernos le haría considerarme como alguien importante en su vida. Resulta que conoció a un gromo y en pocos meses se volvió su mejor amigo y Ke---Kerido.
—¿Querido? ¿Su novio?
—NO. Nunca tanto. JAJA. Que feos. Pero sí un amigo MUY especial.
—¿Qué tan especial? — Satsuki quería entender más.
—De… de esos amigos… ¿Cómo te lo explico? — sin tener que entrar en la historia de las HiMEs y los Key que seguro el otro no tenía idea. —"Que juntos hacen magia." — por así decirlo.
—Ah, haha que lujuriosos. —
—¿Eh?
—Nada. Nada. — Satsuki le había visto el doble sentido a una frase que realmente no tenía nada de picardía. —¿Por qué te molesta que tu amiga tenga a alguien más especial que tú? No es tu única amiga. Siempre te veo rodeado de engendros.
—No es lo mismo. Ella es una amiga de toda la vida. Casi como una hermana. — se zarpó el resto de soju. —y realmente ODIO, pero ODIO, que prefiera a ese enano maldito antes que a mi. ¿Qué puede tener de especial?
—Quizá te gusta.
—QUE—
—Si no fuera así, no estarías tan molesto.
—NO me puede gustar esa pigmeo.
—En fin. Dejando de lado si te gusta o no. Todo esto debe tener un significado: te sientes menos preciado por todas partes.
—¡Claro! ¡Exactamente! ¡Por eso me gusta hablar con Ito-san! Es tan sabio.
—Lo sé, lo sé. — Satsuki asintió, sonriendo engreídamente. —Vienes con el mejor.
—Mi padre, mis hermanos, mis amigos. Todos. Me ven como escoria estúpida.
—…— iba a decir que él también pero no quería meterle el dedo en la llaga.
—Siempre he pensado que soy todo lo contrario, claro… Pero últimamente estoy empezando a creer que sí tienen razón. ¿Para que me esfuerzo por superarme? A veces pienso que debería dejar la escuela y el grupo musical porque nadie espera nada de mí. Debería irme a las calles a ser el “el idiota caso perdido” que todos dicen.
—Oe, tarado. No dejes que nadie te haga sentir como basura. Escúchame bien, estúpido: ellos son basura. Todo el mundo puede decir que somos los más estúpidos del planeta, pero, recuerda esto Yamada2, toda esa gente se puede meter sus mierdas de comentario donde no les llega el sol. No abandones tu oportunidad— Satsuki acercó su silla hacia Jiro para mirarlo directamente a los ojos. Le dio un par de bofetadas suaves en su mejilla a modo de ánimo cuando lo vio cabizbajo. —No abandones tus sueños ni desperdicies los esfuerzos de tu hermano mayor por sacarte de este basurero. No abandones los estudios ni la música. Tu familia cree en ti y eso es lo que importa. Te lo dice alguien que sus propios padres dieron por olvidado cuando niño y quien no pasó de primaria porque nadie creía en él. No dejes que los demás te hagan caer en la decadencia cuando tienes gente que cree en ti.— La mirada de Jiro le indicaba que no estaba seguro de creerle, Satsuki frunció el ceño y se mordió la lengua porque sabía que se arrepentiría el resto de su vida por lo que iba a decir: —Y-yo... creo en ti.—
—I-Ito-san. — Jiro lo miro emocionado, al punto de casi ponerse a llorar. Era lo más lindo que le habían dicho en la vida y venía de la persona más grosera y malandra del planeta. —¡Eres grandioso!—
—Lo sé. — suspiró, ni él mismo se esperaba ser tan amable con Jiro. —Y supongo que tanta emoción de tu parte es porque te hizo efecto el Soju. Ahhhh— suspiró otra vez. —Tomá tu estúpido triciclo, te llevaré a tu casa. Si caes muerto por allí tu larva-hermano pensará que es culpa mía y vendrá a buscar problemas por aquí y las cosas están temporalmente en paz.
—Creo que Amanda los unió a ustedes dos.
—¿Quién es Amanda?
—El peluche de Aimono.
—AHG ESA MIERDA DA PESADILLAS. — arrugó la nariz al recordar esa porquería. Se puso de pie y de un jalón levantó a Jiro. —Vamos, tus hermanos no pueden enterarse de que estar mareado a medio día.
—Eres el mejor, Ito-san, estoy muy agradecido de ti.
Después de un día eterno en Rizembool, Yato sólo quería dedicarse a descansar. La larga escalada a su templo no ayudaba en nada a su agotador día, pero agradecía tener que hacer ese recorrido cada día para mantenerse en forma. Se bañó con aguas cálidas y se puso su yukata simple.

Ya en su templo, se dio cuenta de que Kana no estaba por ningún lado, pero le dejo el agua hirviendo y el té listo para servir. Seguramente la HiME estaba encerrada en su habitación leyendo mangas de dudosa reputación –yaoiomegaversequeperturbabanayato- así que prefirió ponerse cómodo, beber su taza de té sin preocupación y después ir a fastidiarla.
Fue en ese instante que algo le hizo ponerse alerta. Una extraña presencia atípica que le indicaba que nada humano andaba merodeando. Pensó que se trataba de una “aparición” por lo que se aseguró de palpar el amuleto que llevaba de colgante y de un solo movimiento abrió la puerta corrediza que conectaba el pasillo que daba al patio del estanque.

—Ahhh, eras tú. — Yato soltó un suspiro sin ocultar su molestia. —Yugi, hace años que no te aparecías de ese modo.
—¿Por qué él? —
—Mh. — miró al chico sentado de rodillas frente a él, con su uniforme escolar de los años cuarenta y su gorra que oscurecía su rostro. Si bien el chico le sonreía de oreja a oreja, Yato se dio cuenta de que era una sonrisa melancólica. —…—
—¿Cómo es que lograste encadenar un alma con una aparición producto de una HiME y un Child? Eso es un sacrilegio.
—Veo que se completó la transición. —
—Kurogami-san… Pese a que han pasado los años, tu corazón sigue siendo oscuro y maligno.
—Je. — Yato soltó una sonrisa leve, frotándose las cienes. —Pensé que sería piadoso darles una segunda oportunidad.
—Tus actos sin imperdonables, Kurogami-san. Si no fuera porque fueras una deidad mucho de nosotros te habríamos aniquilado por tus acciones inhumanas. — Hanako mantuvo su sonrisa, sin abrir sus ojos. Parecía un gatito negro que acechaba a un humano.
—Ah, no lo veas así. — Yato ladeó el rostro, soltando un suspiro. —Creo firmemente que ambos merecen una segunda oportunidad. Ve con calma, ve conociéndolo de a poco y verás que las cosas se pueden remediar de algún modo. Yugi, a veces tengo que hacer cosas como esta para que aprendas un poco más de humanidad y puedas seguir conectado a este mundo. De otro modo, siempre terminas… caminando a un lado oscuro al que cada vez me cuesta más alcanzarte. Necesito que, por medio de esta prueba, puedas recuperar tu humanidad.
—…—
—¿Yato? — Kana se asomó en la sala de té al escucharlo hablar con alguien.
—…— Yato se giró rápidamente al escucharla, pero en cosas de un abrir y cerrar de ojos volvió a mirar hacia donde estaba Hanako para pedirle discreción, pero para fortuna de ambos Hanako desapareció. —Ah, ¡Kana-chan! Qué bueno que estás despierta. —
Yato se puso de pie y corrió donde Kana, ya tranquilo de saber que no había necesidad de ponerse alerta.
« Last Edit: September 26, 2020, 10:12:12 AM by Kana »


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #696: September 20, 2020, 05:37:45 PM »
Ahora: este en algún momento lo modificaré (?)

#Saturday

—Tal vez debería hacerme un cambio de look…—
—Estás bien tal como estás…—

Ken se acomodaba el cabello de una forma y luego de otra. Al final no se lograba convencerse con ninguno de los improvisados cambios que se iba aplicando. Sho a su lado lo observaba resignado, en vano había intentado convencerlo de que estaba perfecto tal cual, pero tampoco le debatiría su intención de un cambio de imagen, después de todo, Kaneki había tenido el mismo corte desde toda la vida.
Repentinamente había nacido en Kaneki el deseo de cambiar de apariencia, pero no porque de un día a otro ganara interés por su aspecto por algo vanidoso, sino más bien porque comenzaba a preocupar a los demás por culpa del parche en su ojo. Era notorio que aquel parche ocular había durado en su rostro más de lo normal.
Tal vez podría inventar que era gótico o visual kei.

—Quizá si me despejo la frente y corro mi flequillo hacia los costados, así como Eren. — dicho esto, despejó su frente y ubicó su negro cabello hacia los costados.
—NO. — su hermano se opuso rotundamente, cruzándose de brazos.
—¿Por qué no? — Ken miró confundido a Sho.
—Porque ese estilo es conocido como “el corte virgo” si adoptas el look de Jaeger te irá muy mal con las conquistas.
—P-pero, no me interesa conquistar a nadie.
—Eso dices ahora, pero después me agradecerás que te prohíba usar el look de ese tonto. —Sho se acercó a él y se encargó de eliminar el peinado de Ken.
—Eh, bueno…— el pelinegro se alzó de hombros, vencido. —De todos modos, Eren se está dejando el cabello largo ahora… Quizá también quiere ocultar algo. — aunque en el caso del castaño no se trataba de ningún parche que cubriera un extraño ojo como el que actualmente tenía Kaneki gracias a la mutación genética del corregidor de ADN instaurado en él como Rebel. Kaneki recordó con algo de frustración que, en su caso, tuvieron que utilizar dicha implementación genética debido a que era ineficiente como Rebel y sus poderes lo sobrepasaban. Dicha modificación genética le ayudó a controlar sus poderes y sentirse a gusto con tanta capacidad, pero había dejado aquella extraña mutación ocular que lo hacía ver como un monstruo. Kaneki pensó en Eren, siendo extranjero y con poco entrenamiento era un Rebel de excelencia. Desde el día que lo había conocido al ahora Eren también había cambiado mucho y seguía haciéndolo: ahora lo veía un poco más alto, más serio y con una musculatura más trabajada. En cambio, él… Seguía quedándose atrás y sus únicos cambios lo hacían ver como alguna aberración escapada de un laboratorio.
Daba asco.
—Mh.— Sho le restó importancia a lo que hacía o dejaba de hacer Jaeger y se centró en la preocupación de su hermano. —Ken… Tarde o temprano más personas fuera de mi se van a enterar sobre lo de tu mutación ocular…—
—Lo sé. — Ken suspiró. —Pero, al menos, esperaría distraer con otras cosas a mis compañeros de trabajo… No creo que se tomen a bien que uno de los empleados tenga este aspecto tan… monstruoso. Espantaré a los clientes.— Ken se quitó lentamente el parche ocular, parpadeó un par de veces con dificultad cuando su ojo, constantemente cubierto, recibió algo de luz por fin. Al mirarse al espejo se encontró con lo de todos los días: toda su esclera ocular negra en su totalidad y un iris extrañamente rojo que le daba un aspecto demoniaco. Ken sentía rechazo y perturbación por su propia imagen, por lo que prefirió bajar su mirada antes de seguir observándose.
Sho inmediatamente le sujetó de forma suave del mentón y le alzó el rostro.
—Yo ya te he dicho que te ves bien como sea, Ken. No pienses nunca que eres horrible o das miedo. — Sho le mantuvo la mirada sobre la suya. —Y si alguien te dice lo contrario le romperé la cara.
—No es necesario que te metas en peleas. — Kaneki negó con la cabeza para, acto seguido, cubrirse su ojo con el parche ocular. —Creo que seguiré manteniéndolo así por un tiempo… Aunque, tienes razón, los chicos en algún minuto comenzaran a sospechar que esta lesión ocular no es pasajera. — y en algún momento le tocaría contarles a los chicos del grupo la verdad detrás de su parche ocular y la modificación genética que escondía. Kaneki caminó hacia la sala donde tomó su chaqueta del perchero.
—¿A dónde vas, Ken?
—Voy a caminar un poco. No he hecho ejercicio hace mucho tiempo debido a las licencias médicas del señor Liebheart y no quiero perder movilidad. — entendía que el rubio se preocupaba por su salud y le recomendaba reposo, pero Ken ya sentía que descansó suficiente. 
—Ya va, iré contigo entonces— era demasiado temprano como para que Sho se quitase la ropa de dormir, pero si era por acompañar a Ken se podía cambiar en menos de dos minutos. Se quitó la playera y la lanzó al suelo al mismo tiempo que caminaba a su cuarto para ir a buscar que ponerse. Luego se ocuparía de la prenda olvidada o… bien Kaneki lo haría por él y la metería en la lavadora. Tomó una polera deportiva que usaba para el club de basket, se asomó por el marco de su puerta mientras medio se la ponía para seguir hablando con Ken. —Podemos hacer algo de elongación en el parque y…— el pelirrojo sintió la puerta de la salida cerrarse. Al asomarse a la sala aun colocándose la polera notó que Ken ya no estaba allí. —…— era extraño que su tranquilo y dependiente hermano saliera de casa dejándolo a él solo.
La mayoría, por no decir todos, odiaban el turno de las ocho de la mañana de un día sábado, DECIM era un club de elite que abría sus puertas en horario tarde noche, pero tenía también un turno de mañana donde aceptaban a sus miembros VIP para que bebieran café en el exclusivo lugar mientras estaban en sus reuniones o planificaciones.

A Eren le tocó aquel turno del que todos huían. No le quedó otra opción, puesto que durante los turnos de la semana tuvo que cambiar varias veces turno con Kaneki, con otros compañeros de trabajo e incluso con Kurusu. De este último se sorprendía que aceptara cambiar turno con él puesto que significaba que Kurusu tomara los turnos de la mañana y era el horario donde había menos movimientos y menos propinas lo cual era imperdonable para el pelinegro.

—Jaeger, ¿cierto? — dentro de los pocos presentes en ese horario, había un empresario muy bien vestido y que llamaba la atención a los pocos que se encontraban en DECIM a esas horas.
—Disculpe…— Eren no lo había notado. Lógicamente era el único no que no dio cuenta de su existencia lo cual, por la expresión seria del adinerado, parecía ser una clase de pecado. Durante todo ese momento Eren estuvo haciendo limpieza de suelos y mesas con el esmero que lo caracterizaba y durante todo momento le había dado la espalda. Se aproximó hacia ese sujeto, manteniendo su distancia. —¿Se le ofrece algo, señor? Lamento no haberlo atendido con anterioridad.
—…— Aquel sujeto lo miró con seriedad. El joven parecía ser muy bueno, excelentemente bueno, limpiando, incluso lo había encontrado algo obsesivo con la limpieza. Se empeñaba con que todo quedase brillante e impecable, cosa que no había notado en los otros trabajadores de ese turno. Sin embargo, parecía distraído y torpe socialmente. No era un punto a su favor si se trataba de atender a gente de renombre.  —¿No sabes que soy uno de los dueños de DECIM?
—…— el joven notoriamente lucía confundido. DECIM y Anteiku había cambiado de dueño hace poco, siendo una mujer la que compró la franquicia, pero, ¿acaso habían vuelto a vender la línea de clubs de lujos DECIM? De Anteiku se lo podía esperar, era una cafetería humilde y tradicional japonesa, pero DECIM era peso pesado.
—Veo que no estás al tanto…— el hombre entrecerró los ojos, con la calma que lo definía. —DECIM y… aquella cafetería vinculada a este contrato, ahora es propiedad de la familia Morningstar.
—¿Usted… es el nuevo jefe?
—Algo así…— el pelinegro dejo el periódico sobre la mesa, dando término a su lectura de finanzas. —Si vas a trabajar para nosotros debe quedarte algo en claro: la sala VIP sólo estará habilitada para mi familia. No importa que venga la misma princesa japonesa solicitando esa área, de ahora en adelante es exclusividad de la familia Morningstar. ¿Entendido?
—Entendido…— asintió levemente. No tenía idea quienes eran los Morningstar. Tendría que preguntarle a Kaneki para ponerse al día.
—Evidentemente no eres oriental. Debo suponer que estás de intercambio cultural, espero que tengas todos tus documentos al día.
—Sí. — asintió. —Estoy de intercambio estudiantil en Rizembool. Tengo todos los documentos en orden.
—Bien allí.
—No debe preocuparse por esos temas, prometo que tendré todo en orden respecto a mi estadía en Japón.
—Espero que así sea. — se tomó un par de segundos de silencio con la intención de esperar a que el joven le aportara mayor información. Al no ser así, prosiguió. —Y que también tengas los temas en orden con la tobillera GPs que llevas.
—…— Eren quedó petrificado. ¿Cómo lo había descubierto tan fácilmente y en tan poco tiempo? Si no fuera por las ojeras y el rostro serio que llevaba ese día, la sorpresa en su rostro sería aún más dramática.
—¿Pensaste que no me daría cuenta, mh? — Lucifer mantuvo su seriedad, pero moldeó una sonrisa socarrona. —Dicen que nada se escapa al ojo del faraón. Tampoco pasé desapercibido que Kurusu tuviera una. Supongo que tú también tienes una historia detallada que contar respecto a ese GPs.
—Mi historia es incluso más penosa que la de Kurusu… Supongo que él le contó que fue porque un hombre adinerado quiso perjudicarlo de ese modo manchando su hoja de vida… En cambio, lo mío es porque…— ¿Por qué Jean Otus le había dado una historia tan patética para ocultar el GPs? Pudo haber pensado en algo mejor, un mínimo esfuerzo, pero ya había dejado la “coartada” como tal. —Me avergüenza confesarle esto en nuestro primer encuentro, pero llevo esta infracción por haber conducido en estado de ebriedad en mi país. Como me vine de intercambio tuve que aceptar el GPs.
—Interesante. —
—…— Aunque el señor Morningstar parecía tranquilo y con una reacción menos severa de la que se esperaba, Eren pensó que quizá no le había creído.
—Ve. Vuelve a tu trabajo. Hay un par de clientes por esa mesa. — apuntó con la mirada hacia un par de jóvenes. Lucifer tomó el periódico y se puso de pie.
—Sí, señor Morningstar. — le hizo una corta reverencia cuando se retiró. Acto seguido miró hacia la mesa de los clientes que indicó el empresario, para su desgracia se trataba de los mellizos Nakiri. Lamentablemente no podía rehusarse de atenderlos.
Después de ir a asearse, ponerse el traje de mozo y acomodarse el cabello hacia atrás, fue hasta dicha mesa y esperó a que hicieran su pedido. Erina Nakiri se veía fina como siempre, mientras su hermano Mahiro llevaba un look más casual-rebelde —…—
—¿No se supone que debes decir “buenos días, ¿qué se les ofrece?” parece que los campesinos no aprenden modales. — dijo Mahiro.
—¿Qué quieres, Nakiri?
—Jaeger, si no nos atiendes correctamente podemos dejar una queja hacia su persona. — indicó Erina.
—Señores Nakiri, ¿qué puedo hacer por ustedes? — Eren los miró con odio. Podía ser más “educado” pero no podía ser cínico y el rechazo hacia esos dos no lo iba a ocultar.
—Té de jazmín para mí y Appelflap—
—¿Y el señor… Nakiri?
—Café irlandés.
—Mahiro…—
—Eso, Jaeger, y apresúrate.
—Vuelvo con sus pedidos en un momento.
—Jaeger, no estamos aquí precisamente para observarte trabajar y desayunar.
—¿Perdón? — Eren observó con confusión a Erina.
—Llevamos bastante tiempo esperando a que vengas a conversar con nosotros ya que, en otras circunstancias, es imposible que hablemos con alguien como tú. Finge que nos das la bienvenida a este lugar y que te dedicas a recomendarnos cada uno de los lujos que ofrecen en DECIM.
—¿Por qué querrían precisamente hablar conmigo?
—Es por lo que pasó el otro día… Cuando estábamos con nuestra HiME y apareció aquella otra HiME con su acompañante.
—Y luego apareció aquel extraño Rebel— El castaño recordó la escena que por varios días intentó olvidar. Todavía le hervía la sangre y se prometió a sí mismo encontrar a ese Rebel enfermo mental y vengarse por todo lo que hizo.
—Exacto. Ni tú ni yo conocemos la identidad de ese lunático y es imperioso que lo denunciemos a Rizembool. Ningún Rebel puede entrometerse en la misión de otro Rebel. Este tipo no sólo entorpeció nuestro trabajo contra nuestra HiME. — Erina pensó en Zero Two, a quien no le había dado espacios de tranquilidad desde que la nombraron Princess. Erina se había esmerado demasiado en su rol para enorgullecer a su padre como para que un demente Rebel apareciera y le arruinara todo. —Sino que también está entorpeciendo la misión de Mahiro al atacar a su HiME y, suponemos, que a su Key.
—Entiendo. — Eren asintió. —Yo mismo me encargaré de encontrarlo y darle su merecido. Nadie…— “Nadie que toque a mi amigo sale vivo” es lo que estuvo a punto de decir, pero recordó que debía simular. —Nadie que se meta en mi camino se va libre.
—Tranquilo, Jaeger. Hay medios legales a los que podemos apelar en Rizembool para encontrar la identidad de ese Rebel y sancionarlo como se debe. Ambos somos estudiantes de Derecho, debemos hacer bien las cosas.
—Yo. — Mahiro, quien se había aburrido magistralmente con la plática de esos dos, por fin habló. —Concuerdo con el campesino, aunque suene delirante. Por mi parte también buscaré a ese tipo para ponerlo en su lugar.  Últimamente todo el mundo se entromete en mi oficio, primero ese tal Doma, ahora este Rebel incognito.
—¿Tienes alguna idea de quien pueda ser ese Rebel? — Erina miró a Eren.
—No se me ocurre… Pero debe ser de los cadetes novados que quiere lucirse para ganarse un puesto y dejar de ser suplente. Aunque… Notoriamente tiene mucho potencial.
—Puede ser. — la joven asintió, pensativa. —Si lograr dar con la identidad de ése sujeto házmelo saber.
—No prometo nada. — Tampoco les diría nada. —Volveré con sus pedidos. — entendió que ya el mensaje fue entregado por parte de los mellizos. Se dio la vuelta y fue hasta la barra para dejar los pedidos de esos dos.
—Tengo la impresión de que Jaeger oculta muchas cosas. No entiendo por qué padre no lo ha mandado a investigar.
—¿Tal vez porque es insignificante? — el rubio entrecerró los ojos. —Padre debería contactar a ese sujeto, Doma, y solicitarle que no se involucre en mis temas. Eso sí es de relevancia.
—Mahiro, has pensado que… ¿Quizá fue padre quien le pidió a Doma-san interferir con tu HiME?
—¿Qué?
—Es extraño que nuestro señor padre no haya activado ciertos… “movimientos” después de sucedida la intervención de Doma-san con tu HiME. Sabes cómo es él, no deja que nada vaya en desmedro de nuestra familia… Para él es muy importante que cumplamos nuestras misiones y altas expectativas. Tal vez… Quiere hacerlas cumplir sea como sea.
—Como si no me tuviera fe…— masculló.
—¿Qué?
—Nada. Dudo que nuestro padre no confíe en nuestras capacidades. Aquel sujeto Doma, creo que anteriormente ya había interferido con la HiME de otro Rebel, no sería novedad para él. Quien sabe, estaba aburrido y sólo vino a molestar.
—Esperemos que vuelva a su templo y no haga aparición por un buen tiempo.
—Sí… esperemos. — Mahiro miró hacia otra dirección, frustrado. No sólo había sido Doma quien atacó a Historia hace un tiempo que ya había pasado. Ahora, recientemente otro evento se había dado donde su hermana y Jaeger atacaban a la HiME de éste (aunque Jaeger de hace un tiempo era un mero observador) y la tonta HiME de Mahiro había aparecido en ese escenario por azar siendo víctima de otro Rebel del cual nadie conocía su identidad.


Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #697: September 30, 2020, 04:56:17 PM »
Ha sido dificil escribir este mes y no entiendo por qué jaja rip
Probablemente lo edite con más pero eso será el proximo mes u_u


54.2




Madara regresó su mirada hacia Oikawa, quien yacía imperturbable en la cama.

Una pequeña risita se coló por sus labios, mientras se cruzaba de piernas. Con el codo en el muslo, apoyó su mentón en su mano para observarlo con más detenimiento, sonriendo divertido al recordar las reacciones que este había tenido ante la charla de hacía un rato.

Oikawa había pasado desapercibido para su amiga, pero Madara era demasiado perceptivo como para ignorar que había estado despierto todo el tiempo. Suponía que se había quedado así para aprovechar la oportunidad y escuchar todo lo que conversaban, pero Madara no podía negar que sentía curiosidad por sus verdaderas intenciones.

Ahora que al fin andaban a solas, tenía sentido aprovechar el momento para preguntar al respecto.

“Ji…” Madara sonrió, divertido.
“…”
“Jiii~”
“…”
“¡Tooru-san, Eureka-san ya se fue!” le aseguró Madara, muy alegre. “Ya no hay necesidad de fingir que andas dormido, haha~”
“…No estoy despierto.”
“¿Eso no es contradictoriooo~?”
“…” Oikawa abrió los ojos, irritado.

Se incorporó levemente en la cama, cansado, y cruzó los brazos con un puchero. Oikawa agradecía que Eureka priorizara el entrenamiento, pero quedarse a solas con Madara no era una situación agradable a su parecer.

“¿Por qué te quedaste tú?”
“De seguro escuchaste nuestra conversación, así que no necesito explicarte.” Madara le sonrió. “¡Lamento lo del golpe, Tooru-san! No tenía idea de que mi presencia te distraería tanto.”
“¿…Ah, no?” Oikawa lo juzgó con la mirada. “Te pusiste a tomarte selfies con mis fans y a firmarles autógrafos en plena práctica. Creo que eso habría distraído a cualquiera.”
“Sospecho que no sólo fue eso~”
“…” Oikawa bufó, desviando la mirada con visible indignación en su rostro.
“Tooru-san, no tengo ánimos de pelear contigo.” Madara sonrió. “Puede que me veas como un rival, pero no tengo las intenciones que crees.”
“Ohh, claro que sí, con lo mucho que la abrazas a cada rato y lo atento y galante que eres.” Oikawa lo señaló, enojado. “¡SÉ QUE QUI—! Oh, no.” El capitán se tomó el rostro, preocupado. “Soy el más grande tarado. ¡VIENES DE RIZEMBOOL! Y ME VAS A AMENAZAR, ¿NO? ¡PERO NO DEJARÉ QUE ME LAVES EL CEREBRO!”
“Haha, me divierte lo creativos que son~” Madara rio, despreocupado. “No, no estoy afiliado a Rizembool. Y no, no te lavaré el cerebro.”
“¿Seguro?” Oikawa lo observó con recelo. “¿No estás vinculado con los rebels y eso?”
“No, no. Tengo… un tema que no me gustaría que salga a la luz. Siento que decepcionaría a Eureka-san, pero puedo asegurarte que no está asociado a Rizembool ni a los rebels ni nada de eso. Aún no entiendo mucho del conflicto, pero sé que es un tema delicado para ustedes y no bromearía con algo así.”
“Bueno, con tanta cosa de que eres malote y eso, no pude evitar sospechar,” comentó Oikawa, sin descuidar su mirada de recelo. “¿Entonces? ¿Qué es lo que escondes?”
“No puedo contarlo así como si nada.” Madara le sonrió. “Más aun, a un civil como tú.”
“¿…Civil?” Oikawa arqueó una ceja. “¿Qué—? Bueno, nada. No me cuentes. No tengo por qué enterarme, yo sólo quería asegurarme de que Eureka-chan no se meta en problemas.”
“La cuidas mucho, por lo que veo.”
“Es mi mejor amiga, es natural—”
“Hoho~” Madara rio abiertamente.
“…Siento que sabes algo que yo no sé.”
“¿Probablemente?” Madara le sonrió. “Luego de la fiesta post-rodaje, les di un aventón. En la conversación, escuché que Souji-san y Hajime-san hablaron sobre lo mucho que te gusta Eurek—”
“¿¡QUÉ TE PASAAA!?” Oikawa corrió a taparle la boca, avergonzado a más no poder. “¿Y AHÍ ESTABAS TÚ? ¿¡Y NO TUVIERON LA DECENCIA DE HABLARLO A SOLAS!?”
“Bdfkuendkfjlo surdfjkldgió—” Madara removió las manos en su rostro con cuidado. “…Bueno, surgió porque andábamos teorizando los motivos detrás de sus terribles decisiones. Yo expliqué que de seguro Eureka-san había tomado mucho por lo de su ruptura y por sus inseguridades, pero no sabía sobre Luciel-san y sobre ti. Y ahí salió Souji-san a contarnos el motivo detrás de tu despecho.”

“¡…Pinche Souji-chan!” Oikawa bufó, enojado. “Ya perdí, entonces….”
“¿Perdiste qué?”
“No te hagas.” Oikawa volvió a bufar, ahora más por indignación que por cólera. “Te gusta Eureka-chan, ¿no?”
“…” Madara lo observó, confundido. “¿…No?”
“…” Oikawa le devolvió la mirada, una mezcla de sorpresa e intriga en su expresión.

Por un momento, Oikawa contempló la posibilidad de que Madara se estuviese haciendo el idiota, pero su reacción había sonado demasiado real como para ser una broma.

No tenía sentido. Con todos los cuidados y la atención que le dedicaba a su amiga, era lo más lógico suponer que había cierto interés de por medio.

…Las emociones en su rostro devinieron en indignación, eventualmente.

“¿¡ESTÁS LOCO!? ¿Por qué otra razón te acercarías a ella así de rápido? ¡No te hagas el tonto, Madara-chan!”
“Haha, me llamaste ‘Madara-chan’~” Madara rio. “Y okay, no te mentiré. Si… siento esta necesidad de protegerla y ayudarla… Al inicio supuse que era mi instinto maternal—”
“Que no tienes porque eres un hombr—”
“Pero me cuesta creer que es sólo eso, porque me pasa solo con ella.” Madara se tomó el mentón, pensativo. “Es muy raro…”
“…” Oikawa se llevó las manos a la cara, una vez más. “Wow, yo pensé que era idiota, pero todos ustedes se llevan el premio.”
“¿Mm~?” Madara se veía muy confundido.
“¿Por qué la gente a mi alrededor es tan estúpida? ¡Con razón yo también lo soy! ¡Me lo contagian!”
“Lo dudo~”
“…Ugh, siento que me va a dar una migraña insoportable.” Oikawa se masajeó las sienes. “Sea como sea, no dejaré que me ganes, Madara-chan.” volvió a retarlo, señalándolo muy enojado. “¡No voy a dejar que lo hagas!”
“Sigo sin entender de qué hablas, Tooru-san~” Madara rio. “Pero no quiero llevarme mal contigo. Espero que me puedas tolerar eventualmente.”
“¡Nunca! ¡Eres el enemigo! Felizmente no de Rizembool, es cierto…” Oikawa asintió para sí mismo. “¡Pero igual eres mi enemigo! Así que te estaré observando.”
“Haha~ Eres muy divertido, Tooru-san~”
“¡No evadas el tema!”
“Un gusto, entonces~ Me alegra que podamos ser amigos.”
“¡MADARA-CHAN! ¡QUE HE DICHO TODO LO OPUESTOOO!”







El camino de regreso al gimnasio fue de lo más angustiante.

Por más de que había intentado hacer a un lado aquellos pensamientos ridículos, la pequeña posibilidad de que sintiese algo por Madara no la dejaba en paz. Era algo aterrador, tomando en cuenta todo el tiempo que iba a pasar junto a él de ahora en adelante.

Era sumamente irónico, además, porque se veía incapaz de identificar la raíz de sus sentimientos. Lo más probable era que la mezcla de admiración, respeto y alegría que sentía por él la andaba confundiendo y la llevaba a una conclusión errada, pero Eureka no podía afirmar aquella teoría por completo… y aquel simple hecho no hacía otra cosa que frustrarla aún más.

Esas cosquillas en el estómago las conocía a la perfección. Y le preocupaban tomando en cuenta que Nejire y Hiyori no habían producido ese efecto en ella.

Eureka suspiró: si ya andaba algo ansiosa por el tema de Oikawa, aquella revelación sobre Madara no hacía más que empeorar su estado emocional.

¿Desde cuando su vida era una comedia romántica? ¿No que habían rebels y peligros cerca de ella? El ciclo pasado no había podido descansar en lo absoluto y ahora andaba de lo más campante por el campus de la institución enemiga. Era cierto que aún ni terminaba la primera semana de clases, pero le preocupaba la falta de acción por parte de su rebel. Era muy extraño.

Al encontrarse con Kokichi en los caños fuera del gimnasio, supo que el universo andaba muy pendiente de su falta de suerte… e inmediatamente, agradeció la distracción. Kokichi era perfecto para sacarla de aquel hueco donde se había metido. La locura era tan grande que hasta andaba ansiosa por una batalla contra él.

Quién diría que, efectivamente, el conflicto se había vuelto un escape de sus problemas.

Irónico, sin duda.

“Ah, Eureka-chan~” Kokichi sacudió sus cabellos mojados y se irguió luego de cerrar el caño. “Ya decía yo, te andabas demorando más de lo normal~”
“¿Cómo sabes eso? Si llevas unos días en el club— ah, no.” Eureka rodó los ojos. “Supongo que Tendo y Suzuki te contaron que esto era muy común en los entrenamientos.”
“Oh, sí~” Kokichi sonrió, muy alegre. “Debo agradecerte por lo de hoy. Me encanta cómo tú solita saboteas a Oikawa-chan sin necesitar mi ayuda, eso es excepcional~”
“…No ha sido mi culpa siempre.”
“¿No?” Kokichi se llevó un dedo al mentón, pensativo.
“No.” La respuesta de Eureka fue tajante y concisa.
“¿Noooo?” Su rebel ladeó la cabeza para más énfasis, irritándola aún más.
“¡Que noooo!” repitió Eureka, indignada.
“Nishishi~” Kokichi cruzó sus brazos detrás de su cabeza, juzgándola con la mirada. “Tal vez no necesitaba involucrar a Himiko-chan en todo esto.”
“…Lo hubiera agradecido, pero sé que no puedo esperar nada bueno de ti. Ni me quiero imaginar qué tienes preparado para mí a futuro.”
“Pues mira, tienes suerte.” Kokichi sonrió de lado. “Voy a ser un caballero y te contaré mis planes y todo~”
“¿…Qué?” Eureka arqueó una ceja, recelosa. “No hay forma. De seguro estás tramando algo.”
“¡Me duele lo mal que piensas de mí!” Kokichi fingió un llanto, llevándose las manos a la cara para restregarse los ojos. “¡Y yo que sólo quiero ser tu amigo!”
“…Déjate de payasadas.”
“¡Buaaaaah!” Kokichi lloró más fuerte, para el martirio de su HiME.

La mala suerte de Eureka consiguió que las fans de Oikawa —y de Madara— optaran justo por salir del gimnasio en esos momentos, topándose con aquella extraña escena. La chicas se apiadaron de la cara de bebé de Kokichi y de su buena apariencia para ir a ofrecerle ayuda, como si mereciera algo como así. Sus reacciones inmediatas fueron girarse hacia Eureka y mirarla con desprecio, juzgando la actitud de la chica y la causa detrás del llanto de su rebel.

No era nada extraño suponer que su visible desdén nacía originalmente de su cercanía con Madara y sólo había aumentado a partir de su mal trato con Kokichi.

“Eh—” empezó Eureka, pero las preguntas de las chicas la interrumpieron.
“¿Estás bien, Ouma-kun?”

¿Cómo conocían a Kokichi? ¿Ya lo habían tratado en los días que había faltado a los entrenamientos? Pero no tenía sentido. Él sólo había asistido a uno…

“¿Qué podemos hacer por ti?” preguntó una de las chicas, visiblemente preocupada.
“¡Sí! Solo dinos y te ayudamos, Ouma-kun.”
“¡Buaaaaaah!” Kokichi seguía llorando.
“Uh…”
“¿Qué le hiciste?” una de las jóvenes se dirigió hacia ella. “¿Qué pasó?”
“Nada. Está siendo un exagerado como siempre. Al contrario, la pregunta debería ser qué me hizo é—”
“Eureka-chan, ¡qué mentirosa eres! ¡Cómo puedes decir que te hice daño! Si yo… yo no puedo matar ni una mosca,” dijo Kokichi, llevándose los puños a la cara en un gesto sumamente… tierno. O al menos eso suponía.
“…” Eureka se llevó una mano a la cara, frustrada. “Bueno, te veo en el entrenamiento.”

La decisión de extraerse de la situación era la más pertinente y lógica y Eureka no demoró en girarse hacia las puertas del gimnasio y caminar hacia su destino original. Ante esto, Kokichi fue rápido en excusarse con las chicas y agradecerles por su apoyo, todo para poder alcanzar a su HiME antes de que se escapara de sus garras.

“¿No te ibas a quedar con ellas para que te den mimitos?” le reclamó Eureka, irritada. Un momento libre de él... y se había esfumado más rápido de lo que esperó.
“Pues era tentador, ¡pero más divertido es molestarte! Y siento que ya lo logré~”
“Siempre lo logras.” Eureka rodó los ojos.
“I live to serve~” canturreó el rebel, muy animado. “Y relacionado a eso, quería contarte mis planes. La verdad es que… tengo una sorpresa para ti, nishishi~”
“¿Qué cosa?”
“Himiko-chan y yo te esperaremos en las losas luego del entrenamiento para dártela.” Kokichi le sonrió de lado y luego rio levemente. “Estoy seguro de que te va a encantar.”
“No soy idiota. Se que será una pelea. ¿Y honestamente? Ya era hora—”
“¿Pelea?” Kokichi mostró visible confusión en su rostro, confundiéndola levemente. “¡Qué tan poco creativa eres, Eureka-chan!”
“…No tengo ánimos de imaginar las cosas terribles que planeas hacerme así que discúlpame por eso.”
“Aww, andas toda deprimida. Qué aburrido.” Kokichi la juzgó con la mirada. “Pero bueno, espero que la sorpresa te anime un poco. Nos vemos luego~”

El rebel corrió hacia su equipo y no demoró en integrarse de nuevo en la dinámica y en el partido de prueba.

Eureka optó por retomar sus responsabilidades, haciéndose cargo de las botellas de agua de nuevo. La acción mecánica logró disipar un poco sus tensiones, pero no fue capaz de hacerlas desaparecer, y eventualmente regresaron a ella. Tal parecía que iba acumulando cada vez más preocupaciones y eso le angustiaba.

Tal vez la temporada de vacaciones debía haber durado un poco más, y con ella, su calma y su paz.
« Last Edit: October 18, 2020, 08:03:09 PM by Eureka »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #698: September 30, 2020, 08:15:51 PM »
Adivinen quien tiene COVID ;_;

Pero estoy bien, mañana termina mi cuarentena pero me siento tan exhaustaaaaa. Ahora un pedo de fic que momma quiere esos espacios a fin de año~


Episode 32 — Ace Under Your Sleeve (Part I)

Llevaban trece días en esa cabaña cuando un grito mandó a todos corriendo en dirección a la habitación de Sayi. Pero para la alegría del grupo, no se había tratado de un ataque sorpresa de Rizembool, sino de la sorpresa de la HiME al haberse podido parar de la cama por su cuenta.

Las risitas de la pelirrosa vinieron acompañadas de lagrimas por el alivio que significaba recuperar el uso de sus piernas. El doctor le había advertido que podían demorar meses —un peligro enorme con su Rebel acechándole— pero habían bastado dos semanas para ver una mejoría. Hige se apresuró en abrazar a su HiME, dejándola sentarse en la cama. El doctor también había sido muy claro en que tampoco podía forzarse y debía tomar su recuperación con calma.

Pero tres días después Sayi se sentía mucho más cómoda caminando por prolongados periodos de tiempo, al punto en que tanto ella como Kenshin empezaron a retomar las prácticas de combate.

Desde que habían llegado a la cabaña, la HiME se había lamentado por no poder dar caminatas por el frondoso bosque que rodeaba la residencia. Se había contentado con las experiencias de Hige, quien solía salir con frecuencia en compañía de Kenshin. Pero ahora que finalmente podía caminar sin dolor, Sayi le había rogado a su tutor a que aprovecharan el buen clima para que entrenaran en el bosque.

Kenshin había aceptado, considerando que un cambio de ambiente podría ser beneficial para su pupila.
Ambos dejaron la cabaña poco después del desayuno, con la promesa que regresarían antes del anochecer.


“¿Qué quieres ver ahora?” le preguntó Hige “Se que me mami me pidió ponerme al día con Candy Candy, pero ya me cansé de ver a Candy llorar…”

Ichigo rio sin despegar la vista de su historieta. Con el VHS y la televisión siendo el único entretenimiento en el que Hige quería participar, no tenían muchas opciones además de animes y películas de antaño.

“Me pregunto por qué Kenshin me pidió que me quedara… yo podría ayudar a entrenar a Sayi…”
“Todos sabemos eso Hige, pero viendo que Sayi finalmente se siente mejor, era hora que ambos tuvieron tiempo a solas” le dijo Ichigo “No han conversado seriamente desde antes del ataque del Rebel”

Hige tensó los labios y bajó la mirada. Otro motivo por el que se lamentaba de no haber ido era el hecho que Sayi ahora estaba fuera de vista. No le agradaba la idea de no saber dónde estaba, ante la posibilidad que su Rebel ya la hubiera ubicado.

Una idea corrió por la cabeza del Child.

“¡Hey, Ichigo! ¿Te gustaría ayudarme a entrenar?”

El rubio levantó la mirada de su revista.

“¡No tienes que hacer mucho! Podríamos hacer algo sencillo. Puedes lanzar piedras o madera al aire, y yo puedo intentar golpearla antes que toquen el suelo”
“…¿Me estás pidiendo jugar fetch?” rio Ichigo, pero Hige respondió con un puchero frustrado.
“¡No es un juego! ¡Cosas como esas ayudan! Aunque sea para practicar mi agilidad…” explicó el Child “Anda, ¿qué dices?”

Ichigo alzó la mirada, pensativo. Entonces dejó descansar la historieta, y buscó sus zapatos al pie del sofa. Emocionado, Hige se levantó de un brinco y empezó a correr hacia la puerta… cuando Ichigo lo sorprendió con una pregunta que el Child jamás pensó escuchar.

“Y mejor, ¿por qué no practicamos pelea cuerpo a cuerpo?”

Hige lo miró confundido y seguidamente rió. Pero Ichigo dijo que iba en serio.

“Supongo que… ¿puedo enseñarte si eso quieres?”
“Gracias, pero creo que se defenderme” Ante la mirada confundida del Child, finalmente aclaró “Yoruichi me ha estado enseñando los pasados seis meses”

La boca del Child por poco y golpeó el suelo.

“¿Hablas en serio?”
“Si, hablo en serio. Y me da curiosidad ver si puedo darte pelea”

Ichigo se colocaba sus zapatillas mientras Hige intentaba sacar cuenta de cuándo había podido entrenar sin que él se percatase. Y es que no era que pasaran todo el tiempo juntos, pero el Child siempre había pensado que estaba al tanto de los pasatiempos de su amigo.

Pero una noticia así era una sorpresa que bloqueaba todo razonamiento, sin embargo, así que solo pudo dejarse llevar por el shock.

“¿¡POR QUE NO ME HABIAS DICHO!?”
“Porque… …no había oportunidad” dijo Ichigo "Entrenar con Yoruichi es algo que salió a colación en una conversación casual. Y decidí tomarlo
“COMO QUE—“ Ichigo golpeó el hombro del Child, obligándole a caminar hacia la puerta "¡¡Espera!!"

Hige se detuvo en la entrada, su cuerpo bloqueando la salida. Ichigo dejó de empujar. No había manera que el Child colaborara con el sin una explicación más contundente.

"Hemos vivido cerca durante esos seis meses, no te creo que no había oportunidad. ¿Acaso Sayi sabe? ¿Kenshin? ¿Taikoubou?" fue una negativa ante todos "Ok eso me hace sentir mejor PERO ¡POR QUE!"

Ichigo se sobó la nuca. Había pensado para si mismo, una y otra vez, en cuál era la explicación que más sentido tenía para haberse guardado esos entrenamientos como un secreto.

"Sonará tonto, pero preferiría ser un as bajo la manga. Y quizás en una situación crítica ayudar de una manera que Rizembool no se esperaría. Y para sorprenderlos a ellos, nisiquiera Sayi debería saber"

Hige lo perforaba con la mirada. Entonces, se dio media vuelva y continuó caminando, buscando un sitio donde entrenar.

"No me parece tonto" murmuró el Child para sí mismo.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Apple

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #699: September 30, 2020, 08:43:37 PM »
asdasd super retrasada :( edito con iconos el finde

SAYI GET BETTER

#? Confrontation part #3

Souji corría desesperado entre el caos de la pelea buscando por Inojin. A su lado Reinhard con ojos nerviosos buscaba al niño entre los escombros. ¿Cómo era que una inocente salida había resultado tan mal? El rubio parecía estar al borde del colapso, Souji ya un poco más acostumbrado al desmadre que era estar junto a una HiME, trataba de mantener la compostura y enfocar sus sentidos. Esperaba que Inojin en algún momento lanzara un grito de auxilio o se cruzara en su camino; su plan era encontrar al chico y pedirle a Reinhard que lo sacara de ahí mientras él regresaba a ayudar a Sheryl.

Los minutos pasaban y Souji y Reinhard seguían corriendo por el parque sin encontrar a Inojin. Pronto salieron de la zona de juegos y llegaron a una arboleda donde se podía descansar y hacer picnics. Para sorpresa de ambos Inojin estaba recostado contra un árbol inconsciente. Temiendo lo peor ambos se acercaron, y Reinhard le tomó el pulso al chico lanzando un suspiro de alivio al comprobar que se encontraba con vida.

-Inojin- Souji se acercó al niño para comprobar que no tuviera heridas visibles. -Despierta, Inojin. 

-¿Qué pasa?- el chico no tuvo dificultades para volver en sí, despertó y se frotó los ojos como quien hubiera tomado una siesta bien larga.

-Inojin, ¿puedes caminar? Debemos salir de aquí, es peligroso- le advirtió Reinhard.

-¿Qué pasa?- volvió a preguntar el niño en un estado de confusión. -¿Dónde está Sheryl?

-Debes sacarlo de aquí- le dijo Souji a Reinhard.

 -¡No esperen!- Inojin se puso de pie de un golpe, recordando todo lo sucedido. -Hubo una explosión y una chica atacó a Sheryl. Quise salir corriendo pero me desmayé… no sé cómo llegué aquí. ¡Debemos ayudar a Sheryl!

De un golpe el niño se levantó como que sí hacía unos minutos no hubiera estado desmayado y corrió hacia donde transcurría la batalla. Reinhard y Souji en vano intentaron atraparlo y empezaron a correr tras él.
----------------------------

A pesar de que su espionaje HiME había disminuido bastante, Loki seguía tras los pasos de Kallen y sabía que durante el verano la chica no había perdido el tiempo y había entrenado en su típica manera metódica y disciplinada. Y se notaba, la chica lograba controlar mejor su elemento y su velocidad era más controlada y precisa. Casi le daba orgullo ver como la chica podía arreglárselas con los dos dragones, aún con dificultades, pero hacía un par de meses no habría tenido oportunidad.

La HiME de Aramis no lo hacía nada mal tampoco. Aunque no era tan disciplinada como Kallen, podía darle batalla a Mikumo. Posiblemente aun no podía controlar su habilidad, pero su manejo del fuego no estaba mal. También parecía haber ganado fuerza por los movimientos con su espada habían mejorado aunque aún había cierta torpeza en ellos.
Y Mikumo… Mikumo era Mikumo. Había sido excelente idol, cantante, compositora, bailarina y músico; y demostraba la misma excelencia siendo Princess. Ella parecía estar consciente de ello pues sus ademanes denotaban cierta arrogancia y orgullo que solo los prodigios que estaban al tanto de sus habilidades conocían. No era de sorprenderse que el señor Aizen hubiera tratado de convencer al consejo de Rizembool que aceptaran a una Rebel femenina con Mikumo en mente.  Cuando se lo negaron, se puso furioso pero la enlisto como la Princess de Aramis.

Para Loki había algo muy frío en Mikumo, cierta calidez que las chicas de su edad tenían mientras aún eran jóvenes y no habían sufrido por los infortunios de la adultez. Tal vez era porque empezó en el medio del espectáculo siendo muy chica pero la mirada de Mikumo le indicaba que ella estaba buscando algo que nunca encontraría porque nada nunca sería suficiente para ella. Y toda esa frustración y agresividad se veian reflejadas en el desempeño de Mikumo en la batalla. Era cruel, casi despiadada.

-Aramis...- Loki se volvió hacia el rubio que veía la batalla con atención.

Aramis lo vio de reojo pero no dijo nada. Pero Loki lo sabía. Lo veía en sus ojos. Aramis estaba listo para intervenir si la batalla se le salía de las manos a Sheryl y debía parar a Mikumo. Aunque ello significara la furia de Aizen.

Unos pasos mas atrasas Sasori y Deidara tambien observaban la batalla. Deidara mas por curiosidad pero Sasori estaba tomando notas sobre Mikumo. Se habia ofrecido como voluntaria para pobrar uno de los sueros de Naraku y el resultado hasta ahora era bueno... y aterrador.

En sus ojos no se veía mas que el deseo de pelear y ganar. Por ratos acorralaba a Sheryl y parecía que en cualquier momento tomaría la ventaja absoluta de la batalla. Ya habían dejado de lanzarse ataques de hielo y fuego para pasar a la batalla con armas. Mikumo con una espada de hielo y Sheryl con su espada, Falchion.


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #700: September 30, 2020, 08:55:00 PM »
Aw you be well, COVID sister~ Felicidades por llegar a postear~~

Vengo con una parte de un fic. Ando terminándolo, pero mejor no lo apuro y de paso posteo antes que la luz se vaya y mi laptop se muera en 5 minutos *paranoia*

92.1.



Flashback


Era alrededor del mediodía y una tranquila y suave brisa mecía el césped y las flores de aquel amplio claro del bosque. Luego de insistencias de los tres pequeños, ellos habían sido dejados solos por los mayores de su familia con quienes habían viajado. Esa pequeña libertad, la cual fue un tanto abrumadora al inicio, no tardó en sentirse cómoda, aunque tal vez demasiado…

Como un pequeño de seis años, Atsushi no tardó en considerar la quietud de ese bosque aburrida. Él estaba sentado en medio del campo de flores con el ceño fruncido, mirando de un lado a otro para buscar y fallar en encontrar algo que le llamara la atención. A poca distancia de él, su mellizo yacía sumergido en la lectura de un libro simple mientras que su hermano menor estaba en pleno trabajo de seleccionar las flores que más le gustaban.

Pese a haber pensado que quedarse sin la supervisión de los mayores resultaría más divertido, sus dos hermanos estaban ocupados con sus labores personales y a diferencia de él parecían disfrutar de la tranquilidad.

“¡Ahh!” soltó una queja en voz alta y se recostó en el campo, lo que llamó la atención de los otros dos. “¿Qué se supone que hacen? Estamos aquí solos. Juguemos a algo, lo que sea.”
“¿Jugar? ¿A qué quisieras jugar, Atsushi?” preguntó Midare con curiosidad, ladeando su cabeza. El rubio miró a las flores que recolectaba en sus brazos y sonrió. “Hehe, perdón, es que ya oíste que Honebami-nii me prometió que me hará una corona de flores cuando regrese, ¡por eso quiero escoger las mejores! ¿No te gustaría una corona de flores también?”
“No, no me gustan esas cosas, Midare,” le contestó frustrado y dio un suspiro.
“Midare, quizás tengas que cortar un poco más de tallo con tus próximas flores,” observó Yagen. “Algunas se ven muy cortas.”
“Oh, ¿tú crees?” las miró brevemente y asintió. “¡Sí, lo haré!” con ello, regresó a su trabajo de recolectar más.
“Atsu…” luego de atender a su hermanito, Yagen sonrió con ironía. “¿Qué sucede? ¿No te gusta el bosque? Estás muy inquieto.”
“¿Por qué me miras así?” frunció el ceño. “Tú me conoces. No me gustan las cosas aburridas y no me puedo quedar quieto para algo como admirar un bosque. En el último Hanami con todos me aburrí demasiado.”
“Heh, yo pensé que aprovechaste el tiempo muy bien,” comentó con gracia. “Te quedaste dormido casi de inmediato y Namazuo-nii tuvo que cargarte de regreso.”
“Tsk…” se avergonzó y desvió su mirada. “Se supone que somos guerreros. No debemos quedarnos mirando pétalos caer, ni entiendo por qué a la gente le gusta…”
“Creo que es algo que apreciaremos cada vez más mientras crezcamos, pero tal vez ya lo puedo entender,” Yagen asintió y miró hacia el árbol más alto en los límites del bosque. “Me gusta darme una pausa y absorber el momento. Dejas de pensar en cosas del pasado o de imaginar el futuro, y simplemente te concentras en el presente. De la nada, hasta el arrullo del viento se vuelve muy agradable…”
“Hmm…” frunció el ceño no convencido y volvió a mirar a sus alrededores.

Siguió otro momento de silencio en lo que trataba de comprender las palabras de su mellizo. Corrió una brisa más fuerte que le refrescó al encontrarse bajo el sol, aunque esta pasó y todo regresó a la calma, una que comenzaba a exasperarle.

“¡Ahh, no, no lo entiendo!” exclamó ofuscado y revolviéndose los cabellos.
“¡Hahaha! ¡Qué débil eres!” Yagen pasó a reírse de él mientras le apuntaba.
“¡No te burles!”
“Ya, ya, no se peleen,” les pidió Midare, sonriendo incómodo.
“¿No podemos hacer otra cosa, por favor? Ya casi creo que hubiera sido mejor acompañar a papá y a nuestros hermanos.”
“No, seguro nos habríamos aburrido, al menos Midare y yo,” Yagen se encogió de hombros. Este se rindió y dejó su libro sobre el césped. “Ya, te acompaño. ¿Qué quieres hacer?”
“Eh…” se sorprendió al verle acceder tan pronto y se puso a pensar. “No lo sé… ¿qué hay que hacer por aquí…?”
“Es tu decisión, no tengo ideas…” llevó una mano a su mentón. “Hubiera sido bueno traer espadas de práctica, pero todavía no nos dejan practicar sin supervisión…”
“¡Entonces te reto a una carrera!” declaró Atsushi, apuntándole desafiantemente.
“¿Hm?” Yagen se impresionó ligeramente y miró al campo de un extremo al otro. “Puede ser del camino hacia las casas hasta el árbol más grande… es una buena distancia.”
“No, sería demasiado fácil, no hay emoción en eso,” frunció el ceño y lo pensó un poco más, hasta venirse con la fatídica decisión. “¡Ya está! ¡Será desde aquí mismo hasta el puente colgante que vimos ayer!”
“¿Hasta el puente?” le cuestionó confundido.
“Esperen,” Midare les interrumpió. “Ichi-nii nos dijo que no podemos irnos de este campo,” frunció el ceño. “Los tres debemos quedarnos aquí y eso es lo que haremos.”
“No lo sé…” Yagen desvió su mirada perdidamente, sin saber qué pensar. “Tampoco quiero problemas con Ichi-nii, pero papá es el que más me asusta…”
“¿Acaso le tienes miedo al bosque?” Atsushi se extrañó. “Ya varias veces hemos corrido por el bosque en la residencia de los Sanjou. ¿Qué tan diferente sería este?”
“No es eso…”
“¿O es que sabes que vas a perder?” declaró sonriendo con superioridad.
“¿Ah?” ello probó despertar su espíritu competitivo. Yagen se puso de pie. “¡No me ganarás!”
“¡Eso lo veremos!” Atsushi me imitó.
“¡Escúchenme, no podemos salir de aquí!” insistió Midare, alarmado.
“Está bien, Midare, regresaremos al toque,” le aseguró Atsushi, amenamente, y volvió a mirar a su mellizo. “¡Empecemos! ¡En marcha!”
“¡Oye!” Yagen se sorprendió al verle ponerse a correr de inmediato y le siguió lo más rápido que pudo. “¡Eso es trampa!”
“¡Ahh, hermanos!” Midare se inquietó y miró de un lado a otro. Lamentablemente, no veía a los mayores por ningún lado. El rubio temió lo peor y dejó sus flores al costado del libro de Yagen para así seguirles. “¡Se supone que no debemos separarnos! ¡Regresen!”



Lo que había sido un camino tranquilo el día anterior hasta ese mismo puente resultó completamente distinto en aquel momento. Dicho bosque probó ser desnivelado y traicionero, y la distancia a cubrir fue mayor a la que esperaron. Después de esa hazaña, Atsushi llegó al comienzo del puente colgante y se giró para esperar a sus hermanos. Pasaron alrededor de cinco minutos hasta que vio a un cansado Yagen finalmente darle el alcance.

“Te adelantaste…” dijo respirando agitado. Se detuvo y se apoyó en sus rodillas. “No es justo.”
“Fueron apenas unos segundos, Yagen, ¿qué estás diciendo?” Atsushi se apuntó a sí mismo y sonrió ampliamente. “No importa por dónde lo veas, ¡yo gané! ¿Y ahora quién es el débil?”
“Eso no se quedará así,” le miró con reproche y terminó por sentarse en el piso. “Ah, pero casi tomo el camino equivocado y me tropecé con unas raíces. Sabía que había sido una mala idea.”
“Ya pasó, ya pasó~” sacudió su palma. “Bueno, regresemos o Midare se preocupará.”
“¿Eh?” Yagen se extrañó. “Pero si Midare nos siguió, ¿no le escuchaste que nos seguía?”
“¿Quería correr con nosotros?” se confundió.
“Creo que quería detenernos,” dio un suspiro. Yagen miró hacia el bosque por donde habían llegado hasta el puente.
“Bueno, esperémosle, no tardará en llegar,” se encogió de hombros y se sentó junto al otro. Regresó un momento de quietud que continuó alargándose minuto a minuto. Atsushi alzó una ceja. “¿Por qué se está demorando tanto…?”

Fin del Flashback








Era el viernes al atardecer, momento en el cual los Toushirou llegaron a su destino. Los viajeros llegaron en dos vanes. En el auto principal fue Ichigo como conductor, acompañado de Midare y la mayoría de los pequeños, salvo Hakata quien se apuntó a viajar con los demás. Todo el camino lo pasaron conversando sobre sus actividades en el colegio y con sus amigos, y la atención principal no tardó en volcarse sobre Midare.

El rubio se confundió un poco ante las preguntas, aunque bastó observar los ojos curiosos y atentos de sus hermanitos para contestarles sus interrogantes con gran gusto. Así se sumergieron en una conversación amena y muy interactiva por las ganas de los pequeños y los turnos que cada uno se tomó para conocer mejor al hermano reaparecido. Con el viaje avanzado, Midare también les enseñó algunas canciones simples para amenizar el trayecto y de aquella manera llegaron al bosque con los ánimos en alto y de muy buen humor.

Por otro lado, el carro secundario conducido por Honebami había pasado por una experiencia muy distinta. Shinano casi podía tocar la tensión suspendida en el aire ya que el silencio de parte de Yagen, Atsushi y Gotou, sus hermanos más cercanos, le carcomía la consciencia. Luego de la accidentada revelación del viaje en la casa de los Yukimitsu, Gotou se había retirado sin darle posibilidad de continuar hablando al respecto, y pese a haber regresado con Atsushi a su casa, este tampoco quiso hablarle y simplemente recalcó en que debió haberle consultado previamente. Con Yagen ni había cruzado miradas, al haberse aparecido únicamente para el viaje. Sabía bien que le tocaría conversar al respecto con ellos tres ni bien llegaran a su habitación, algo que temía al no saber qué esperar.

Fuera de eso, un incómodo Namazuo de copiloto, quien claramente compartía la frustración de aquel viaje sorpresa, hizo lo posible para mantenerlos animados y traer conversaciones a flote. Felizmente Hakata se encontraba presente y el pequeño muy amenamente se puso a contestarle y de paso iniciar conversaciones y trivia por sus múltiples temas de interés como el pequeño genio que era. Este, en medio de su inocencia (o quizás no al ser un niño muy despierto), era el único quien se atrevía a hablar con Gotou o preguntarle su parecer sobre la presente conversación, y el pelimarrón sólo participaba en dichos momentos casi como obligación y para no rechazar al menor en el auto. Mientras, Yagen y Atsushi, sentados en los dos asientos de atrás de la van, se pasaron el camino con sus miradas en las ventanas y completamente fuera de la interacción. Por momentos, Shinano pudo oírles intercambiar un par de palabras, aunque sus conversaciones nunca fueron largas y en un volumen muy bajo como para captar lo que decían.

El martirio terminó al mismo tiempo que la travesía del auto principal ya que se estacionaron frente a la misma casa que los albergó durante el verano. Para bien o para mal, se encontraban de regreso en ese bosque.

“¡Finalmente!” exclamó Houchou, quien fue el primero en bajar de un salto. El pequeño extendió sus brazos hacia arriba en señal de victoria. “¡Ahora tendremos un fin de semana muy divertido!”
“Sí, me alegro mucho,” Gokotai sonrió y asintió.
“Lo mismo digo, pero… Houchou…” Hirano le miró con incomprensión. “¿Podrías moverte a un costado, por favor? No podemos salir.”
“Oh, eh, perdón,” se despertó y se hizo a un lado.
“Está bien, todos estamos igual de contentos que tú,” le aseguró Akita, sonriente. El pelirosado bajó y miró hacia el cielo. Aspiró profundamente con grandes esperanzas. “Me pregunto si volveremos a encontrar escorpiones por el lago…”
“Ihhh…” Houchou se estremeció ante la idea e intercambió miradas con los otros pequeños.
“Haha, realmente te admiro por la valentía que tienes con los insectos, Akita,” comentó Maeda.
“Sean bienvenidos, queridos hermanos,” Ichigo se les acercó con una sonrisa angelical e hizo una reverencia. “Luego de un agradable camino en compañía, sé que disfrutaremos de la compañía mutua. Vamos, tenemos que descargar nuestras pertenencias y los víveres.”
“Sí, en marcha~” Midare alzó un puño al aire. “Si todos ponemos de nuestra parte, lo terminaremos al toque.”
“¡Sí, enseguida, Midare-niisan!” los pequeños asintieron con gusto y efusivamente y de inmediato acudieron hacia la maletera.
“Hehe~” Midare rió con torpeza y pasó a agarrarse los cachetes. “Son tan lindos~ no puedo creer que tengo hermanitos tan adorables~”
“Sin duda somos muy afortunados,” Ichigo sonrió y le agarró del hombro. “Y de igual forma, nosotros somos dichosos de tener a un hermano tan bondadoso como tú, Midare. Muchas gracias por estar al pendiente de los pequeños.”
“¡Un gusto, Ichi-nii!”

“Oye, Hakata, eso puede esperar,” dijo Shinano, algo perplejo de ver que su hermanito había instruido a Honebami y Namazuo excavar entre todas las cosas de la maletera para encontrar un paquete en particular.
“No, es de vital importancia,” declaró ajustándose las gafas. “Tenemos que sacarlo e instalarlo lo antes posible o no podré estar tranquilo,” frunció el ceño. “No hay forma que lo haya dejado en casa… ¿verdad?” el nerviosismo comenzó a inundar su rostro.
“¡Oh!” Namazuo dio con un paquete y lo alzó. “¿Será esto?”
“¡Ahí está!” al reconocerlo, Hakata rompió con su supuesta seriedad y recibió el paquete para abrazarlo como si fuera un niño pequeño en navidad. “¡Gracias, Namazuo-nii! ¡Ya, no hay tiempo que perder!” asintió para sí y se dirigió al peliblanco. “Honebami-nii, eres mi técnico, cuento con tu ayuda.”
“…” este asintió.
“Hakata, hay que ayudar a desempacar lo demás primero,” le cuestionó Gotou, frustrado.
“Está bien, dejemos que nuestro hermanito haga lo suyo. ¡Yo les cubro~!” declaró Namazuo juguetonamente y dio un saludo militar. “¡Soy el botones de la familia!”
“Muchas gracias, Namazuo-nii,” dijo Shinano, sonriendo.
“Tampoco podemos dejarte hacer todo el trabajo,” Gotou negó y agarró algunas de las compras para proceder a bajarlas sin molestarse en dirigirse a los demás.
“…” el pelirrojo se desanimó por verle así y al notar tanto a él como a Hakata y Honebami partir decidió agarrar lo primero que vio con tal de ayudar con la descarga.
“Vaya, vaya…” Namazuo resopló, pero antes de cumplir con su función, reparó en cierto par de hermanos. Se giró y vio a Yagen y Atsushi dándole la espalda y mirando hacia el club social frente a la casa, ensimismados.

Dicha imagen le dio deja vu al verano. En aquel entonces, ni bien habían llegado, Yagen había tenido la misma reacción de observar dicho club social, aquel lugar que seguramente tenía algún significado adicional en sus recuerdos. Durante las vacaciones, Ritsu había sido el único que había notado que algo andaba mal, y de no ser por su amigo era muy probable que no se hubieran enterado de la significancia de aquel bosque.

Sin embargo, pese a no tener la sensibilidad de Ritsu, al menos Namazuo sabía sobre la presente situación, y tomaría su lugar. No podía dejar que ese par se aislara de aquel modo.

“Estamos aquí, ¿verdad?” cuestionó Atsushi, en voz baja, vacíamente.
“…” Yagen le miró de reojo brevemente y regresó su atención al edificio. “Sí, una estructura como esta no se olvida…”
“…” bajó su mirada. “Todo está tal y como lo recuerdo…”
“Atsu…” Yagen regresó a mirarle, pero en ese momento Namazuo se apoyó en los hombros de ambos y puso su cabeza entre los dos.
“¿Se puede saber qué están haciendo?” les cuestionó, alternando su atención entre el par. Vio que efectivamente los había sorprendido. “No es el momento de contemplaciones, hermanitos. Vamos, ayudemos a bajar las cosas.”
“Eh, s-sí, perdón…” Atsushi desvió su mirada, incómodo.
“No, no seas tan delicado, Atsu,” Yagen dio un suspiro y se libró del agarre de Namazuo. “Nuestro hermano sólo se encuentra fastidiándonos. Imaginaría que tú lo pondrías en su lugar.”
“No es fastidiar en verdad, pero sí buscaba espabilarlos,” Namazuo llevó sus manos a las caderas y les sonrió comprensivamente. “Sé que lo que hizo Shinano no estuvo nada bien, y me compadezco que se vean obligados a estar aquí, pero sea donde sea que estemos, eso no cambia las cosas en nada, ¿de acuerdo?” asintió y levantó un índice. “Todos estamos juntos y el pasado ya no es importante. Estén tranquilos, ya todo está bien.”
“…” Yagen se vio perplejo y dio un suspiro. “Sí, lo comprendemos. Gracias por los ánimos.”
“Lo sé…” Atsushi se le dirigió y sonrió apenado. “Gracias, Namazuo. Siento que tengas que preocuparte por nosotros.”
“No lo sientas, no digas eso,” les dio un saludo militar. “¡Estoy a la orden!”
“Oigan, no se olviden de sacar su equipaje,” les avisó Gotou, quien se encontraba recogiendo el suyo. “Por cierto, recuerdo que había un cuarto con dos camarotes. Ahora que somos cuatro podríamos ocuparlo.”
“Ah, sí, el cuarto de Honebami y yo,” Namazuo sonrió. “Ya que Ritsu y Ai no han venido pueden tomarlo. No es que tengamos preferencia dónde quedarnos.”
“¿Camarotes?” Atsushi se sorprendió y sonrió un poco. “Ah, verdad, cuando viajábamos de niños solíamos ocupar cuartos así. Haha, qué recuerdos,” entonces se extrañó al ver que Gotou le miraba con reproche. “¿Qué dije?”
“Gotou no parece recordar ello con tanta añoranza como nosotros,” Yagen se encogió de hombros. “¿Por qué será…?”
“Ustedes dos siempre fueron unos abusivos y nos forzaban a Shinano y a mí a ocupar las camas de abajo. Me fastidia que se hayan olvidado de ello tan rápido,” les reclamó.
“Bueno, ya que tú lo trajiste a flote, no duele inspeccionar esa habitación, por los viejos tiempos,” Yagen sonrió con simpleza y recogió su maletín. “Veamos si seguimos con la tradición y ustedes vuelven a ocupar las camas de abajo.”
“¡No creas que me dejaré!”
“Yagen te está tomando el pelo, ya no somos así,” observó Atsushi, recogiendo su mochila. “Pero vamos, viendo que ya han llevado lo demás.”

Así ellos tres se retiraron y Namazuo se quedó asegurándose que lo que quedaba eran artículos que recién usarían en el paseo al lago. Aparte de ello recogió su equipaje junto con los de Hakata y Honebami. Estuvo por tomar el de Shinano cuando este llegó.

“Oh, nuestros hermanos ya se fueron,” comentó este. “¿Dónde están?”
“Se acaban de ir,” Namazuo sonrió con torpeza. “Se emocionaron por los camarotes y fueron para allá. Tal vez tengamos que cambiar habitaciones esta vez.”
“Ahh, esos tontos,” frunció el ceño y recogió su mochila. De inmediato partió para darles el alcance.



Shinano siguió a los otros tres hacia el segundo piso y los encontró dentro de dicha habitación, donde se encontraban un tanto confundidos por el hecho que ya no había camarotes.

“¿En serio había camarotes aquí?” preguntó Atsushi, alzando una ceja.
“En verdad que sí, ¿qué está ocurriendo?” Gotou se extrañó.
“Hm…” Yagen se acercó a las dos camas simples y las inspeccionó. “Sí son parte de un camarote. Las camas de arriba han sido retiradas y unos topes decorativos han sido puestos en las columnas para aparentar ser camas normales.”
“Ah, veo lo que dices, tienes razón,” dijo el pelimarrón, pensativo. “¿Pero por qué?”
“¿Por qué? Ustedes nunca paraban de pelearse por ese motivo, por eso mismo pedí que los removieran,” explicó Shinano, con actitud demandante y con sus manos en sus caderas. “No quiero que nuestros hermanitos tengan que verles discutir al respecto y yo tengo muchos recuerdos amargos…” dio un pesado suspiro. “Uhh, yo que nunca quise pelearme por ocupar una cama de arriba o de abajo e igual me metían en medio de su lío…”
“Comienzo a entender que era un problema más grande del que recuerdo,” Atsushi llevó una mano a su mentón y alzó su mirada. “Nunca pensé haber sido tan duro con ustedes, aunque a veces Yagen y yo nos dejábamos llevar por la competencia.”
“Más que dejarse llevar, por eso quiero dejar las cosas en claro y finalmente tener mi revancha,” declaró Gotou, decidido. Él apuntó a los mellizos acusatoriamente. “Así que hoy no podrá ser, pero juro que la próxima les ganaré. Ustedes no serán los ganadores para siempre,” vio al par mirarle perdidos, para entonces intercambiar miradas y sonreír con gracia, algo que le amargó. “¡¿Ahh?! ¡¿Qué hay con esa reacción?!”
“Haha, justo que pensaba que habías madurado, pero todavía te queda algo de esa competitividad del pasado,” comentó Atsushi, riéndose. “Vaya, qué nostalgia.”
“Gotou sigue siendo nuestro hermano menor quien ansía probarse a sí mismo,” observó Yagen, sonriendo con superioridad. “Estamos obligados a entretenerle, ¿no es así?”
“Ya, ya, lo vas a fastidiar, haha,” Atsushi sacudió una palma.
“Par de imbéciles, ¡¿cómo se atreven?!” Gotou apretó los dientes y les encaró.
“¡Gotou, tranquilo!” Shinano se asustó y le agarró para prevenir que fuera a lanzárseles encima.
“Pero ya, si quieres ocupar la cama de arriba en el próximo camarote que nos encontremos, por supuesto que puedes hacerlo,” le aseguró Atsushi, amenamente. “No es que tengamos todavía el interés de competir por ella y claramente es algo que te importa más a ti que a nosotros,” miró a su mellizo. “No es verdad, ¿Yagen?”
“Precisamente. Fuera de bromas y fastidios, la próxima vez ustedes dos pueden dormir en las camas de arriba,” dijo tranquilamente. “No hay necesidad de continuar con esta riña.”
“Es fácil para ustedes decirlo, pero no les creo,” dijo Gotou, frunciendo el ceño.
“Tú también eres parte de esta riña, Gotou, entiéndelo,” le reclamó Shinano, finalmente soltándole. Él apretó sus puños. “Pero ya, escúchenme, no quiero que se pongan a discutir entre ustedes. No hemos viajado hasta aquí para este asunto, ¿de acuerdo?”

Luego de sus palabras, Shinano vio a sus tres hermanos mirarle y siguió un silencio gélido. Fue como si hubiera roto una burbuja en la cual los tres pudieron olvidarse de dónde estaban y recordar una conflictiva, aunque a su vez grata, rivalidad. El menor se inquietó y preocupó por verles retornar a su estado anímico reservado y solemne.

“Tienes razón, Shinano,” Yagen dio un suspiro y le miró a los ojos con frialdad. “Este viaje no se trata de nosotros. No nos meteremos en tu camino.”
“Eh…” se sorprendió. Era la primera vez que su hermano doctor se le dirigía y comprendía lo molesto que este se encontraba. Yagen pasó a su costado.
“En fin, una habitación con sólo dos camas no basta. Ocupemos la misma de la vez pasada,” dijo mientras regresaba al pasillo.

Tanto Atsushi como Gotou mostraron leve frustración y agobio y siguieron al doctor hacia la habitación donde se quedarían. Shinano les siguió de inmediato. No podía dejar que se quedaran así. Debía hablar con ellos.


Luego de bajar todas las compras y de poner sus artículos personales en sus habitaciones, la mayoría de hermanos de inmediato se dirigió hacia el club frente a la casa, al contar con la llave para ingresar a dicho ambiente lleno de salas, unos juegos de salón y el gran piano. Namazuo salía de la cocina acompañado de Hirano y Maeda.

“Realmente los guardabosques confían en nosotros para habernos dado la llave al edificio,” observó Hirano, pensativo.
“Es verdad,” Namazuo sonrió incómodo. “Hehe, considerando el oso, el disparo que Honebami hizo en pleno lago y el comentario de Ai sobre Ritsu rompiendo las lunas frente a ellos, admito que me sorprende un poco.”
“Creo que a todos nos sorprende un poco, Namazuo-niisan,” comentó Maeda, sonriendo nervioso.
“Aw pero con lo bellos y petizos que son todos ustedes, nadie podría negarse~” canturreó y los abrazó de costado. “Qué lindos por querer quedarse a preparar el té, pero no sabemos cuánto nos tomaremos inspeccionando al club social así que mejor no hay que adelantarnos. Ichi-nii va a terminar una llamada con los guardabosques y ahorita nos da el alcance.”
“¿Y Atsushi-niisan y los demás?” preguntó Hirano.
“Pues…” Namazuo dio un suspiro y sonrió apenado. “No han venido con los mejores ánimos así que creo que mejor los dejamos descansar. Seguro que mañana se sentirán mejor.”
“Sí los vi apagados cuando llegamos aquí…” Maeda bajó su mirada, inquieto.
“Está bien, no te preocupes por ellos, Maeda,” Namazuo le agarró de un hombro y le sonrió simpáticamente. “Ha habido una falta de comunicación entre ellos, así que creo que lo mejor es dejarles solos para que arreglen las cosas. Estarán bien, serán difíciles pero también son cercanos entre ellos. Démosles tiempo.”
“Ya veo…”
“Hakata y Honebami también deben andar todavía ocupados, no sé cuánto tomará esa instalación,” dijo Hirano.
“Hehe, Honebami es muy hábil con esas cosas, seguro lo terminarán pronto,” justo llegaron a la puerta y Namazuo la abrió. “Ahora en marcha que nos esperan~”
“Sí, eh, se me olvidó algo arriba, ahora vuelvo,” dijo Maeda, sonriendo incómodo.
“¿Qué cosa, Maeda?” Hirano ladeó la cabeza. “Voy contigo.”
“Está bien, no me tardo. Ustedes vayan adelantándose, por favor,” dicho esto, el pequeño se apuró hacia las escaleras. El par intercambiaron miradas pero optaron por hacerle caso.

Pese a lo que le había dicho Namazuo, Maeda no estaba convencido. Imaginaba que sus mayores no se encontraban cómodos en ese lugar y no quería dejarles desatendidos sin saber realmente cómo se sentían. Iría a asegurarse que en verdad no tenía de qué preocuparse primero.



Los cuatro hermanos estaban dentro de la habitación que les tocaba compartir por el paseo. Luego de alistar los futones guardados en el armario, cada uno se terminó sumergiendo en su mundo. Atsushi se sentó en el filo de la ventana y miró hacia el bosque, mientras Yagen y Gotou desempacaron algunos documentos para avanzar con sus respectivas obligaciones. Shinano miró impotente a sus hermanos, quienes no levantaban sus miradas ni salían de su ensimismamiento.

No le gustaba discutir con ellos, pero sabía que tenía que oírles y hacerles hablar, y si le esperaba alguna llamada de atención, en el fondo se la merecía.

“Hermanos…” comenzó haciendo un puchero. Vio a Atsushi mirarle de reojo, aunque los otros dos no levantaron sus miradas. “Sé que no quieren hablar al respecto, pero les he hecho sentir mal, ¿verdad? Entiendo que estén molestos conmigo, pero tenemos que hablar las cosas, por favor. Es por eso que quise que regresemos.”

Se frustró cuando Atsushi se mostró incómodo y regresó su mirada hacia fuera. No querían atenderle y ya ni sabía cómo pedírselos, pero tenía que insistir.

“Vamos, escúchenme…”
“No te molestes en hacerlo, Shinano,” dijo Yagen, cansadamente y sin dejar de leer un documento en sus manos. “El silencio será incómodo para ti, pero déjanos aceptar la situación y que se nos pase el amargo. No creo que podamos hablar sobre algo constructivo ahora. Estoy consciente que Gotou ya te hizo las suficientes observaciones cuando se enteró. Quizás lo más saludable sea hablar cuando nuestras cabezas estén frías.”
“No, no me parece bien que me lo digas, Yagen,” Shinano negó. Bajó su mirada. “Ya veo que hice mal y que no les consideré, así que quiero disculparme con ustedes, pero además de eso, quiero saber cómo se sienten y entenderles. Comprendo que seguía siendo muy pronto para regresar al bosque al ser un tema sensible, pero deseo entender el porqué…” apretó sus puños con impotencia. “Todos podemos imaginarlo a cierta medida, pero presumo que no lo consideré lo suficiente…” asintió y volvió a mirarles. “Así que no quiero esperar a que este traspiés pase, por favor. Es importante que se expresen y me lo dejen saber. No somos apenas conocidos, somos una familia, y realmente quiero lo mejor para ustedes.”
“Shinano, espera,” Gotou se frustró y dejó lo que hacía para dirigírsele debidamente. “Si ellos no quieren hablar, no les obligues.”
“Pero Gotou…”
“Lo creas o no, estoy de acuerdo contigo,” dio un suspiro. “Sin duda no me ahorré las ganas de decirte todo lo que tenía por decir cuando Ichi-nii nos envió el mensaje y pienso que ser sinceros es lo más saludable, pero tampoco es algo que puedes exigir,” frunció el ceño. “Ya te hice ver que fuiste insensible y precipitado al tomar esta decisión en nuestro lugar, pero ni yo ni nadie puede hablar por nuestros hermanos. Mejor respétales y espera el momento.”
“Es que…”
“Si insistes sólo quiere decir que no has aprendido tu lección y sigues imponiendo tu voluntad,” entrecerró sus ojos. “Me volveré a molestar contigo si eres tan obstinado.”
“…” se impresionó y apenó considerablemente. Miró al piso mientras recordaba esa sorpresa hace casi un día. Fuera de las explosivas reacciones de Fudou y Gotou, Atsushi se retrajo desde el inicio y apenas habló para rechazar la idea de Tharja de ausentarse al viaje.

Maeda se encontraba escuchándoles por la rendija de la puerta junta. El pequeño les miraba atentamente, preocupado aunque entendiendo que no era su asunto. Igual, quería asegurarse que ellos pudieran llegar a una resolución pacífica.

“Perdón… perdón, Atsushi, debes sentirte muy mal por esto,” continuó el pelirrojo. “Pensé en preguntarle a Midare, pero fallé en considerarte. Sí te viste apagado ayer, y ahora no debes sentirte mucho mejor. Está bien si no quieres hablarlo… sólo quiero disculparme contigo.”
“…no lo menciones…” le contestó agobiado y sin dejar de mirar hacia fuera. “Me fastidia que hayas ido detrás de nuestras espaldas y estoy seguro que no tuviste malas intenciones, pero igual es incómodo. Sólo déjame procesar todo esto.”
“Perdón… la próxima lo pensaré mucho mejor, lo prometo.”
“…” Atsushi frunció el ceño. “Sólo déjalo ir, y considera en dejar que quienes estén más involucrados con algo sean quienes lo decidan. Ya no te disculpes, no quiero que lo hagas.”
“…pero…” se agarró un brazo y desvió su mirada, incómodo. “Está bien que no quieras tocar el tema ahora, pero quisiera que eventualmente lo hagas. Me preocupo por ti. Todos nuestros hermanos se preocuparían por ti igualmente, Atsushi.”
“No quiero que nadie lo haga, Shinano,” espetó impaciente.
“Eh…”
“Y a todo esto, ¿desde cuándo yo soy el único quien importa aquí?” le cuestionó, dirigiéndosele debidamente. Atsushi le miró con ojos afilados y gélidos. “¿Puedes asegurarme que Midare se encuentra de verdad conforme con este paseo y no se vio obligado por ti?”
“S-sí lo está, sí hablé con él…” contestó atolondradamente.
“¿Y por qué no le extiendes consideración alguna a Yagen?”
“¿Eh? N-no es que no lo esté haciendo…” sí había fallado en mencionarle.
“No te preocupes por mí, Atsu. No esperaba que lo hiciera, a decir verdad,” dijo Yagen, sonriendo con ironía y encogiéndose de hombros. “No después de este desastre. Como mínimo, el hecho que se muestre remotamente preocupado por ti ya es un avance.”
“No digas esas cosas, Yagen, tú ya tuviste que venir aquí durante el verano sin que nadie supiera nuestro dilema,” recalcó Atsushi, apretando los dientes. “Tsk… al menos tú pudiste haberte ausentado para no tener que regresar.”
“¿Hm? No es que haya un requisito a cumplir con nuestra presencia como para que tú tengas que venir a diferencia de mí, o algo por el estilo. Vine porque tú te apuntaste y estoy convencido que tomaste la misma decisión que yo. También, Midare aceptó, y si nuestro hermano que desapareció en este bosque ha decidido venir, no hay forma que ninguno de nosotros tenga una excusa válida para no hacer lo mismo, ¿no es así?” el doctor se encogió de hombros. “¿Será esa irracionalidad la que nos trajo aquí? Suena plausible.”
“Sí es irracional y si ustedes dos han venido con eso en mente entonces debieron haberse ausentado,” comentó Gotou, sumamente frustrado. “Ustedes no le deben nada a nadie.”
“Sin embargo, parece que es así, ya que Shinano no nos dio opción,” Yagen miró al pelirrojo sin borrar su perspicaz sonrisa. Dejó sus documentos a un costado. “Ya estamos hablando como quisiste. Si tanto lo buscabas, está bien, te entretendré.”
“…” asintió mínimamente, sorprendido y un poco aprehensivo ante la intensidad del otro. “Yagen, yo… yo no…”
“No me importa qué tengas que decirme a estas alturas, Shinano. Estoy molesto contigo, y al igual que Atsu, no quiero tus disculpas,” recalcó severamente. “No quiero que te lleves la impresión que esta falla de juicio se perdona y se olvida, no con facilidad. Sé responsable, asume tu error y acepta que nos tienes enfadados contigo justamente. Aprende algo de todo esto.”
“…”
“¿Qué demonios te poseyó para pensar que esto era una buena idea?” preguntó Atsushi, dándose un facepalm con un rostro agobiado. “¿Por qué consideraste necesario ocultarnos esto?”
“Eh…” bajó su mirada, perdidamente.
“¿Acaso tenías un concepto de qué sería lo mejor o lo correcto y lo seguiste ciegamente?” agregó Yagen, mirándole con desdén. “Tiene sentido, es una visión infantil. Es un capricho, y tú siempre has sido un niño engreído. Veo que tus expectativas de nosotros se ajustan a tus planes. Y tanto dices que quieres hablar con nosotros cuando no tenemos voces válidas en realidad…”
“E-espera…” Shinano se asustó.
“Yo que pensaba que habías crecido, pero no has cambiado en nada,” Atsushi negó con desaprobación. “Y nuevamente, no te perdono que fallaras en pensar en nuestros hermanos.”
“N-no, yo…” negó repetidamente.
“Heh, como dije antes, no me importa mucho que no pienses en mí, aunque igual puedo recriminarte por tu falta de tacto en algo tan sensible,” Yagen volvió a sonreír y se encogió de hombros. “Quiere decir que esta desidia dirigida a mi persona puede repetirse con nuestros otros hermanos, y con quien sea, en realidad. Como tu mayor, me corresponde preguntarte, ¿hay algún motivo en particular por el cual no te has preocupado por mi persona?”
“¿Eh?”
“O-oigan…” Gotou se alertó. Tenía una mala espina. “Mejor dejemos esto de lado.”
“Quiero saber lo que Shinano tiene que decir, Gotou,” dijo el doctor, tranquilamente.
“No es que no me haya preocupado por ti, Yagen…” dijo con conflicto. “Es que…”
“¿Qué cosa?” le presionó Atsushi, tensando su expresión.
“…” Shinano tembló ligeramente. Sentía que no había una respuesta correcta y sólo se seguiría metiendo en problemas. “Es que…” miró al piso por inspiración que no llegaba. Le quedaba ser honesto. “Ya entiendo que estoy mal en pensarlo. Mis ideas sobre este viaje fueron incorrectas, ya me lo han dicho. O sea…” miró al doctor. “Este es un asunto ya resuelto. Midare ha regresado a casa. Él puede haber tenido reservas de venir por ser el lugar donde se perdió, pero se vio conforme con la decisión. Atsushi estuvo presente ese día y realmente quería que él pudiera venir para llegar a una resolución, pero sí temía cómo se lo tomaría. Por otro lado… tú también fuiste testigo de lo que pasó, Yagen, pero en las vacaciones de verano, cuando terminamos por enterarnos de todo… tú estuviste muy tranquilo y actuaste con mucha madurez. No creo que esto no haya sido duro para ti también, pero creo que ya has llegado a términos con esto, por eso…” se detuvo. Shinano recordó la advertencia de Fudou, quien le había hecho entender que quizás no sería igual que la vez pasada…
“Por eso no te preocupaste por mí, ya veo. No tienes que mentirme al decir que lo hiciste, y realmente no estoy molesto contigo por no hacerlo. Mi fastidio se debe a algo más, ya lo debes entender muy bien.”
“…” se quedó en blanco. Su miedo e inquietud persistían desde un inicio, y entendía que había sido insensible y un tanto invasivo con respecto al viaje, pero igual, sentía que no comprendía a sus hermanos en lo absoluto.
“Aun así…” le observó con una sonrisa irónica. “Sabía que me darías esa respuesta, Shinano. Me viste bien y conforme con todo por más que no quise compartir la verdad con ustedes. Por eso es que concluyes que estoy bien. Heh, es una conclusión caprichosa y ciega. De nuevo me impusiste algo según tu punto de vista. Esa tendencia tuya es muy peligrosa. Quieres ser un apoyo a otros y entenderles, pero tienes este lado que falla en hacerlo y se antepone a lo que tu razón y sensibilidad dicen. No dejes que se vuelva a repetir. De lo contrario, percibo que tú, al igual que yo, posees un pequeño demonio que preside sobre los derechos de los demás.”
“¿Demonio…?” sintió una estaca en su corazón.
“Suficiente, Yagen,” reclamó Gotou. “No le llames demonio a Shinano.”
“Ciertamente tú has sido un modelo a seguir, Gotou,” comentó con gracia.
“Tch…” entrecerró sus ojos. Su hermano se estaba molestando cada vez más. No podía dejar que esa conversación siguiera. “Tú mismo dijiste que nada productivo saldría de esto así que no hay que continuar. Mejor detente antes que digas más cosas hirientes.”
“Está bien, tienes razón, así será,” Yagen se levantó y miró a Shinano desde arriba con una gélida ira. “Que te conste que estoy molesto contigo y no olvidaré este atrevimiento de tu parte. Me enfurece que no hayas considerado siquiera compartir tu idea.”
“Sí…” tenía la cabeza gacha y los ojos tristes.
“Yagen, ¿a dónde vas?” le preguntó Atsushi.
“Daré una vuelta por los alrededores, necesito un poco de aire,” le miró de reojo. “Te ves agobiado, Atsu. Podemos ir juntos.”
“No, paso…” desvió su mirada. “No tengo ánimos ahora.”
“Lo entiendo, lamento que hayas tenido que presenciar esto,” sonrió apenado y procedió a retirarse. Sin embargo, a menos de un metro de llegar a la puerta, esta se abrió y los cuatro fueron sorprendidos por un par de personas.



Ichigo ingresó a la habitación, seguido de un asustado Maeda. El primogénito se presentó ligeramente alarmado y confundido.

“¿Qué está ocurriendo aquí?” preguntó el peliceleste, preocupado.
“…” Yagen se detuvo y le regresó su atención con leve sorpresa. Al igual que él, los otros tres miraron al mayor con atención e incluso se pusieron de pie.
“Ichi-nii…” Shinano se afligió y bajó su mirada. “Perdón…”
“Maeda me informó sobre la conversación que tenían. Por favor, no te disculpes a mí, Shinano,” Ichigo negó. “Quiero hablar con ustedes, queridos hermanos. Tomemos asiento.”

El mayor de todos se sentó en un círculo amplio con los demás. Ya sabía lo suficiente del asunto para iniciar un diálogo tranquilo.

“Lo entiendo, según lo que he oído de sus hermanos, entiendo que regresar a este bosque no ha sido lo mejor para ustedes, no de momento,” Ichigo asintió lentamente. Llevó una mano a su pecho, con solemnidad. “Como el mayor de ustedes y la persona que ha llevado a cabo esta actividad familiar, me disculpo por no consultárselos.”
“N-no, no es tu culpa, Ichi-nii, en serio…” Shinano agachó su mirada, torturado. “Yo fui quien te dijo que viniéramos. Quise hablar en lugar de todos al decir que era una buena idea… al final apenas revisé con Midare y no lo pensé del todo… perdónenme todos…”
“Shinano-niisan…” Maeda le miró apenado. “No dudo que hayas tenido las mejores intenciones. Aun así, estaba preocupado…”
“Pese a haber sido tu idea, creo que puse demasiado sobre tus hombros, Shinano,” continuó el peliceleste. “Esperaba que pudieras darme el parecer de nuestros hermanos y el punto de vista más correcto. Entiendo que hubiera sido mejor darnos un tiempo para dialogarlo debidamente,” pasó a mirar a cada uno. “Es un poco tarde para corregir lo que hemos hecho. No debimos haber venido, aunque irnos de inmediato tampoco sería lo mejor. No hagamos de este lugar un mayor tabú de lo que ya es.”
“Pienso lo mismo, Ichi-nii. Si Midare esperaba conocer este lugar junto con los demás y pasar un buen fin de semana, no podemos arruinarle el paseo, ni a él ni al resto de los pequeños,” Atsushi dio un suspiro, resignado. “Esto es algo que nos corresponde sólo a nosotros. No quiero que involucremos a los demás.”
“…” Gotou desvió su mirada, inconforme.
“Sólo porque ustedes se sienten más comprometidos con lo sucedido en el pasado, no quiere decir que debemos dejarles desatendidos, Atsushi. Somos una familia y nuestros asuntos son compartidos por todos. Yo no tengo el suficiente tiempo para estar al pendiente de cada uno y menos de ustedes tres, al ser mayores, pero es algo que me gustaría cambiar,” dijo Ichigo. “Gotou, se ve que tienes algo que decir. Adelante, dinos.”
“Pues… no realmente,” resopló y se encogió de hombros con leve fastidio. “Es cierto que no puedo cambiarles la idea de que estén más comprometidos a algo, pero es como dices, Ichi-nii. La familia es un tema que nos concierne a todos,” afirmó decidido y se dirigió a Atsushi. “Me sabe mal que digas que es algo personal porque no lo es. No puedes seguir pensando que fue algo que ha sido tu responsabilidad o la de tú y Yagen. Si sigues con esa idea, no hay nada que podamos hacer por ustedes. Nos rechazarán y se seguirán sintiendo peor consigo mismos,” dio un suspiro. “Habría querido evadir este mismo escenario, pero ya que estamos aquí, quiero que entiendan que no están solos en esto.”
“Eh, sí… gracias…” Atsushi se vio perplejo.
“No es que no hayas tenido nada que decir, Gotou. Tienes mucha razón,” Ichigo asintió y sonrió un poco. “Temo que te sientas en falta por el pasado, Atsushi. El hecho que hayamos venido aquí sin haberte consultado los planes te podría hacer sentirte más alienado de nosotros y definitivamente no es lo que queremos,” negó y se le dirigió con firmeza. “No puedo dejar que ninguno de mis hermanos se sienta así, por nada del mundo. Este paseo fue planeado con la intención de volvernos más unidos y ya que estamos aquí quisiera estar al pendiente de ustedes para asegurarme que te sientas lo mejor posible.”
“Lo entiendo…” musitó Atsushi, cabizbajo.
“…” Shinano sintió un gran peso en su pecho al verle así.
“Por supuesto, no eres sido el único que recuerda los eventos de aquel fatídico día,” Ichigo se dirigió a Yagen. “¿Cómo te sientes? Comprendemos que no te sientas conforme con este paseo. Será un error que no volverá a ocurrir, pero ahora deja que estemos a cargo de ti. Quisiera escucharte, hermano.”
“Aprecio tu dedicación a todos nosotros, Ichi-nii. Es algo que esperamos de tu parte casi incondicionalmente, somos muy afortunados,” observó el doctor. Yagen sonreía tranquila y profesionalmente. “Lamento que tengas que preocuparte por nuestra discusión, en particular…” miró al menor. “Te debo una disculpa, Maeda. Debo haberte inquietado.”
“No, yo estoy bien, Yagen-niisan,” le aseguró el pequeño, negando repetidamente. “Sabía que no habían llegado con los mejores ánimos y deseo apoyar a mis hermanos en todo lo posible.”
“Sin duda estás siguiendo el ejemplo de Ichi-nii. Me alegro de notarlo.”
“Eh, sí, hago lo que puedo…” asintió pronunciadamente con algo de timidez.
“Yagen, es realmente injusto lidiar contigo a veces,” comentó Ichigo.
“¿Hm? ¿A qué te refieres?” preguntó el doctor.
“Posees un semblante tan correcto y formal, y una actitud tan respetuosa que me cuesta realmente leer lo que tienes que decir. Soy tu hermano mayor y pese a contar con un poco de intuición hacia ustedes, continúas siendo muy difícil de cuidar,” sonrió con torpeza. “Durante el verano pasado, pasaron días antes de que fuéramos a enterarnos sobre lo sucedido en este bosque, y aún así, fueron noticias que se averiguaron casi de casualidad,” se apenó un poco. “Considerar que pudiste mantenerte tan inmutado, por más que se tratara de un capítulo tan triste en nuestra historia. A su vez, por esta falta de comunicación, noto que he cometido una gran falta. Lamento mucho que hayamos llegado aquí sin investigar lo suficiente y siento no haberte dado mayor comprensión en su momento, Yagen.”
“No, no es algo que corresponde, Ichi-nii, por favor…” el doctor se incomodó un poco y levantó una palma. “En el verano, por más que apenas me enteré de nuestro destino con el viaje, la culpa es mía por no haber sido sincero con ustedes.”
“Es cierto que pudo haber habido mejor comunicación, pero ahora que hemos regresado, has sido nuevamente dejado sin decisión. Ya no somos inconscientes de la verdad, así no es algo que podría justificar,” asintió con seriedad. “Sólo porque te mantienes tan recto e inmutado no quiere decir que este asunto te sea de menor urgencia que a Atsushi o a cualquiera de nosotros. Te pido disculpas también por no pretender hacerte más partícipe de estas decisiones.”
“Tanto tú como yo tenemos muchas cosas que hacer, Ichi-nii,” le recordó Yagen. “Gotou también suele estar ocupado todo el tiempo. Entiendo que Shinano actuó como una especie de representante de nosotros al momento de decidir el destino,” se encogió de hombros. “Ya no hay más punto de discutirlo. Las cosas salieron así, y si tú mismo aceptaste la sugerencia de nuestro hermano debe ser porque tuviste una buena razón. No dudo en tu juicio.”
“Creo plenamente en el ideal de Shinano de conversar sobre las cosas, y de cerrar este capítulo ahora que Midare ha regresado a casa. Es un propósito productivo, aunque veo que no leí bien la atmósfera. Por lo tanto, no hay nada que espere de este paseo además de pasar un tiempo en familia,” contestó Ichigo, sonriendo amablemente. “A lo mucho, les pido que sean abiertos con Midare e intenten conocerlo tal y como nuestros hermanitos. Ustedes son más cercanos a su edad y pienso que se llevarían muy bien.”
“Sí, de todos modos, no lo estaré viendo mucho así que tengo que aprovechar el tiempo,” dijo Gotou, pensativo, y miró a los otros tres. “Aunque ustedes deben haber pasado más tiempo con él. Podrían presentarme.”
“S-supongo…” dijo Shinano, reservado y cabizbajo.
“Pues, fuera de la semana en que lo cuidé en el hospital, no es que le conozca mucho,” confesó Atsushi, incómodo.
“Igual lo conoces mucho mejor que yo, Atsu,” observó Yagen, sonriendo indistinto. “Es de esperarse. No me sorprendería que nuestro hermano me tenga cierto recelo.”
“Lo dices como si te sintieras orgulloso de eso,” Gotou alzó una ceja. “¿Qué tienes espantando a los demás? No creas que he olvidado la forma en la cual la amiga de Shinano te teme.”
“Sea algo de lo que me pueda enorgullecer o no, te aseguro que en varios casos, como ese en particular, no es algo que he hecho a propósito,” se encogió de hombros. “Comienzo a entender que espanto a los demás por naturaleza, por eso lo digo.”
“Pero no descartas que te da algo de orgullo, Yagen…” entrecerró sus ojos.
“Ya párenla ustedes,” les recriminó Atsushi, impaciente. “Ichi-nii y Maeda están aquí. Les vamos a preocupar más de lo que ya están.”
“Descuida, Atsushi, no me inquieta verles discutir,” Ichigo sonrió agradecido. “Es más, me alegra verles ser abiertos, y pese a tratarse de una discusión, sólo dos personas tan cercanas se pondrían a renegar de esa manera.”
“No precisamente,” Gotou se ofuscó y se cruzó de brazos. “Este de acá siempre me ha hecho la vida imposible. No es algo grato para mí.”
“Hmhm…” Yagen rió por lo bajo y le miró de reojo.
“Tsk, cállate de una vez…”
“Ehm pues,” Maeda sonrió incómodo y se animó a tomar la palabra al notar que los ánimos se habían recuperado un poco. “Midare-niisan sí ha expresado que quiere conocerlos a todos. Nuestro hermano es una gran persona y ha podido conectar con todos de inmediato. Sin duda es uno de nosotros. Y también…” asintió y frunció el ceño. “Hablo en el lugar de nuestros hermanos al pedirles que no se reserven con nosotros. Ustedes siempre están ahí para apoyarnos para lo que sea que necesitemos, pero nunca llegamos a oír sus problemas o inquietudes…” bajó su mirada. “Puede que no haya mucho que podamos hacer por ustedes todavía, pero sólo estar ahí es una gran ayuda. Queremos devolverles los cuidados que nos dan y llegar a conocerles mejor, por favor.”

Las súplicas del menor causaron que los hermanos le miraran y se decidieran a atenderle para así dejar ese amargo de lado, o al menos restarle importancia.

“Lo entiendo, ya no te preocupes…” Atsushi dio un suspiro y le sonrió un poco. “No por nada te dije la semana pasada que he regresado a casa con la intención de cuidar de todos, y también declaré que te ayudaría a entrenar junto con Hirano. Quiero serles un buen hermano mayor, pero a la vez, espero también conocerles cada vez más.”
“No es que tengan que hacer nada por nosotros, además tú lo has dicho, Maeda,” le alentó Gotou, con buenos ánimos. “Lo más importante es estar ahí, ¿verdad? Pues, no es que pueda estarlo todo el tiempo, aunque espero aprovechar momentos como este. Te aseguro que ustedes ya hacen bastante por nosotros.”
“Me sabe un poco mal decirte que por más que seamos mayores a ustedes, realmente dejamos mucho que desear. Lamento decir que tendrán que ser pacientes con nosotros,” admitió Yagen, encogiéndose de hombros. Pasó a sonreír amablemente. “Así que me parece bien que seas honesto, Maeda. Tienes un buen carácter y una buena actitud para lidiar aun con personas a quienes ves como superiores a ti. Te elogio por ello.”
“Sí, muchas gracias, hermanos,” Maeda asintió respetuosamente y pasó a desviar su mirada, sonriendo incómodo. “Aprecio lo que me dicen. Es un poco extraño ser tan directo…”
“Ehm, no es algo que debería serlo,” Shinano se le acercó y le agarró de un hombro. “Nos gusta mucho oír de ustedes y espero que podamos ser más sinceros entre todos y más unidos,” sonrió con torpeza. “Aunque pues, igual yo causé esta discusión. Lamento mucho haberte hecho preocupar por nosotros.”
“No, está bien, Shinano-niisan.”
“Es normal que todos queramos velar por nosotros. No quiero que sigan sintiéndose como externos a nuestra familia o que pretendan que este asunto sólo les corresponde a ustedes. Y por supuesto, yo deseo estar ahí por ustedes, mis queridos hermanos,” observó Ichigo, con una mano sobre su pecho y una suave sonrisa en su rostro. “Estoy aquí para oírles y prevenir que se lastimen o se olviden de lo mucho que todos nos apreciamos mutuamente. No hubo malas intenciones de por medio. Shinano tomó la decisión de venir con las mejores intenciones en mente. Apoyo que deseen dialogar al respecto y le expliquen el porqué de su error, pero me entristece que terminen en una discusión hiriente para ambas partes.”
“Tienes razón en eso, Ichi-nii, me dejé llevar, reconozco mi falta.” Yagen asintió y se levantó. “Te agradezco por tu ayuda en solucionar nuestro altercado. Has sido un gran apoyo.”
“¿Oh? Yagen, ¿a dónde vas?” le preguntó perdidamente y de inmediato poniéndose de pie.
“No quisiera faltarte el respeto, pero iba a darme una vuelta por el bosque,” contestó, sonriendo cortésmente. “No tardaré.”
“Ya que estamos todos aquí, esperaba que pudieras ayudarnos a alistar la hora del té,” dijo amigablemente. “Pienso que colaborar en esta simple labor es la mejor manera de calmar las aguas y retornar nuestra atención al paseo. Nuestros hermanos regresarán pronto, así que hay que darles nuestra dedicación.”
“Si lo dices de ese modo, no puedo negarme,” dio un suspiro. “Está bien. Iré a darme una vuelta más tarde.”
“Alistar para el té…” Atsushi se puso de pie al igual que los demás y se mostró perplejo. “Les ayudo en lo que pueda, aunque no sabría cómo hacerlo bien…”
“Está bien, Atsushi-niisan, es mi especialidad,” le aseguro Maeda, sonriendo decidido. “Vamos todos, soy muy feliz de compartir este momento con ustedes.”

Así, los seis fueron camino hacia la cocina. Ichigo esperó a que sus hermanos tomaran la delantera y les siguió al final. Conforme bajaron las escaleras, vio que Gotou se le dirigió.

“Gracias por venir, Ichi-nii, admito que necesitamos de tu punto de vista,” le dijo, aliviado. “Quedarnos enojados entre nosotros no nos iba a venir bien.”
“No tienes que agradecerme, Gotou,” el peliceleste le sonrió. “Maeda fue quien estuvo al pendiente de ustedes y me avisó sobre lo que sucedía. Más bien, te agradezco por cuidar de Shinano y actuar como mediador antes de mi llegada.”
“Eh, pues…” frunció el ceño, con pesar. “Agradezco tus palabras, pero no las merezco. Ya había hablado sobre esto con Shinano y le había dicho mi parecer ayer. Más bien, me molesté mucho con él y choqué nuestras frentes de cólera…”
“¿E-en serio?” Maeda se asustó. “¿Están bien, hermanos?”
“S-sí, no te preocupes, Maeda,” Shinano sonrió incómodo y agitó sus palmas. “No es nada muy sorpresivo, supongo.”
“No lo es, suena a algo que nuestro hermano haría,” Yagen sonrió con leve gracia y miró a Gotou de reojo. “Ya iba a decir que actuabas muy civilizado para tratarse de ti.”
“¿Civilizado? ¿No pudiste venirte con una palabra más decente?” le criticó alzando una ceja. “También deja de pretender que me puedes leer como un libro.”
“La verdad es que sí puedo.”
“¡No creas que me conoces del todo!”
“Bueno, tal vez tengas razón,” se encogió de hombros. “Igual, soy un científico, y como tal tengo la autoridad de decir que tu cabeza es una de las sustancias más duras en la faz de la tierra. Casi me compadezco por Shinano.”
“¡¿Cómo te atreves?!” pretendió acercarse al doctor aunque Shinano se puso en medio.
“Hehe, ya, Gotou, no le hagas caso,” dijo el pelirrojo, sonriendo nervioso.
“¡Y tú no te rías!”
“Ahh, qué disparates dices, Yagen…” Atsushi sonrió para sí mientras se daba un facepalm. “Igual es algo que no me sorprende de ti.”
“Me alegra que estén de mejores ánimos, pero no se fastidien, por favor…” Ichigo rió un poco y sonrió alegremente. Percibía que los cuatro contaban con una unión especial al conocerse tan bien y poder dejar el traspiés de lado. Asimismo, el hecho que se hayan vuelto a enfocar en el paseo en conjunto le hacía recordar a la gran unión en su familia. No dejaba de sentirse afortunado por los hermanos que tenía.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #701: September 30, 2020, 08:56:06 PM »
92.2.

...



Pasaron las horas y luego del té comenzaron los preparativos para la cena, para así irse a dormir temprano con la idea de pasear por el bosque al día siguiente. Los pequeños se pusieron a alistar el cuarto que ocuparían antes de que la cena estuviera lista y fue ahí que Hakata les demostró la instalación en la cual se había ocupado ni bien había llegado.

“¡Ahh, funciona!” exclamó Gokotai, maravillado mientras miraba su celular. “¡Tengo señal!”
“Hehe, por supuesto,” Hakata ajustó sus gafas y sonrió con superioridad. “¿Ya ven que era necesario? En el verano contamos con el auto de Tsurumaru donde había señal de internet y celular, pero ahora que sólo somos nosotros supe que fue necesario invertir en un amplificador portátil. Así tendremos acceso dentro de la casa.”
“Hehe, gracias por el trabajo. ¡Ahora puedo revisar mis juegos de gacha!” exclamó Houchou victoriosamente.
“No deberías jugar tanto esas cosas, Houchou,” observó Hirano, inquieto. “No son buenas para ti y toman mucho tiempo.”
“¿Y qué? Es divertido,” se defendió frunciendo el ceño. “Está bien que a ti no te guste, pero respeta mis gustos. Ya me mortificaba no entrar al menos para los login bonuses que están regalones últimamente.”
“Ah, cierto, podría revisar eso,” Akita asintió y sacó su celular.
“Akita, ¿también te has puesto a jugar con Houchou?” preguntó Maeda, con curiosidad.
“Sí, él me introdujo a su juego favorito,” contestó sonriendo con torpeza. “Todavía me pierdo un poco y tengo equipos débiles, pero los diseños son lindos y no me duele entrar al menos para cuando regalan cosas.”
“Pero deberías jugarlo más, Akita. Todavía celo ese UR que te sacaste el otro día,” insistió Houchou. “¡Ah, pero ya que hablamos sobre esto podría hacerles abrir sus cuentas!”
“Eh, no, no gracias, temo mucho que consuma mi tiempo,” dijo Hirano, agitando sus manos y con ligera aprehensión.
“Haha, no es para que le temas a una aplicación, Hirano,” Maeda rió un poco al ver a su gemelo asustado y sonrió apenado. “Pero tampoco es algo para mí, Houchou. Lo siento mucho.”
“Aw, ¿pero no te gustan las cartas, Maeda? ¡En estos juegos se coleccionan!”
“Oh, tienes razón,” Maeda asintió y sus ojos brillaron. “Me encanta jugar Karuta. Justo traje esas cartas por si quieren jugar.”
“Uhh, paso,” Houchou hizo una mueca de dolor. “Estamos de mini-vacaciones y esta vez no me harán estudiar,” dio un suspiro. “Ahh… hermanitos, tienen gustos de ancianos. Ya veo que no son compatibles con los gachas.”
“No creo que sea bueno que categorices nuestros gustos como de gente mayor,” Hirano se puso a pensar.
“Pues es más de esperarse de mayores, pero no es para que se lo tomen a mal,” Hakata se encogió de hombros. “Igual tampoco soy de estos pasatiempos modernos como los gachas. Yo también tengo mis propias aspiraciones.”
“Ehh, con aspiraciones, ¿te refieres a revisar la bolsa de valores?” preguntó Gokotai, curiosamente.
“¡Por supuesto!” dicho esto, Hakata se sentó sobre su futón y abrió su computadora. “Un chequeo ahora no duele, además que esperaba leer un review sobre una transnacional que ha arrasado con el mercado asiático estos últimos meses. Tengo que ver si ya lo han posteado.”
“Ehehe…” Gokotai sonrió amenamente. “Todos tenemos nuestros gustos, ¿verdad? Se ven tan felices con sus pasatiempos.”
“¿Y tú no te animas a jugar mi juego?” le preguntó Houchou, mostrándole la pantalla de su celular. ¿Ves? Este es el gacha limitado de ahora. ¿Verdad que es lindo?”
“Ohh…” Gokotai miró el dibujo anonadado.
“Qué insistente eres, Houchou,” Hakata se frustró.
“Ya, ya, no le obligues, por favor,” le pidió Akita, sonriendo incómodo.
“S-se ve muy bonito, pero no puedo por ahora, perdón…” Gokotai se retrajo. “Mis notas no han sido las mejores últimamente. Ehm, pero si mejoro sí me gustaría intentarlo. M-más bien,” se dirigió a Maeda. “P-podría jugar Karuta contigo, aunque…” se puso a pensar perdidamente. “Tendrás que recordarme las reglas…” se deprimió. “Y dudo ser un buen contrincante para ti. Lo siento mucho…”
“Muchas gracias por ofrecerte, Gokotai, no hay problema, más bien lo aprecio,” Maeda asintió. “Hirano, ¿podrías actuar del referee?”
“Claro, con mucho gusto,” este sonrió. “Me alivia no tener que ir contra ti para variar. Te pones intenso a veces.”
“Ehh, intentaré no serlo esta vez…” se rascó la nuca. “Admito que me dejo llevar…”


“Menos mal Honebami pudo instalar ese amplificador. Costó una pequeña fortuna,” Gotou dio un suspiro mientras veía su bandeja de entrada en la pantalla de su laptop. Él había regresado a la habitación junto con Atsushi para darse un momento a revisar su correo.

Por su parte, Atsushi había regresado a mirar hacia fuera por la ventana. La noche había caído hace poco aunque la luz de la luna brindaba la suficiente visibilidad. Siguió un silencio prolongado en ese ambiente por unos minutos hasta que Gotou le miró y se animó a hablarle.

“Atsushi.”
“¿Hm?” este le miró de reojo y notó su mirada desaprobatoria. “¿Qué pasa, Gotou?”
“Ni sé en qué estarás pensando ahora, pero detente. Te ves miserable,” observó impaciente. “La mejor manera de dejar las cosas ir es dejando de pensar en ellas.”
“…” dio un suspiro y desvió su mirada. “Lo siento, Gotou, no puedo evitarlo…”
“No te disculpes conmigo. Realmente ni puedo imaginar cómo sería estar en tu lugar,” resopló y bajó su mirada. “No quiero defender lo que hizo, pero perdona a Shinano. Él todavía es un niño que no sabe lo que hace.”
“No te preocupes por eso…” le observó perplejo. “Veo que sueles estar al pendiente de él.”
“Sí, intento mantener sus pies sobre la tierra. Igual, no es que pueda hacerlo todo el tiempo…”
“Tampoco es tu responsabilidad, Gotou, descuida…” dio un pesado suspiro. “Luego de la conversación, no es que él me siga frustrando o molestando. Ya lo conversamos…” negó frustrado. “Pero me fastidió que no pensara en Yagen, sólo porque lo vio inafectado la vez pasada. Es como si no lo conociera. Él nunca fue fácil de leer, y sólo porque se mantiene inmutado no quiere decir que no tenga sentimientos.”
“…”
“Sé que le ha hecho sentir mal,” bajó su mirada con tristeza. “Yo tengo mis reservas con este lugar y Yagen también, pero sé que él tiene otro punto de vista.”
“Bueno, no es que lo podamos entender si él se mantiene tan al margen todo el tiempo,” concluyó el pelimarrón, encogiéndose de hombros. “Tiene sentido que Shinano no lo haya pensado mucho por ese motivo, aunque no es por justificarlo.”
“Tú tampoco le restes importancia, por favor,” se frustró y llevó una mano a su sien. “Quisiera que tú y Yagen dejaran de antagonizarse tan espontáneamente.”
“No es que haya querido hacerlo, Atsushi, perdón,” dijo incómodo. “Sólo decía. Shinano se deja llevar y sus impresiones internas sobre los demás gobiernan su juicio. Si él vio a Yagen inmutado habrá pensado que estaba conforme con todo y pasó a pensar en Midare y en ti. Eso es todo. Shinano está intentando pensar más en los demás especialmente por estar a cargo de nuestros hermanos, pero todavía es infantil y le falta delicadeza.”
“Eh, ya veo…” volvió a sorprenderse. “Sí, definitivamente estás al pendiente de él. Sin duda eres más despierto que Shinano.”
“Serás el único de la familia que lo piensa,” rodó los ojos. “Shinano ya me ha tildado de despistado y ahora todos creen que tengo la cabeza en las nubes. Qué pesado…”
“Haha…” Atsushi se animó por su queja y rió un poco. “Pues sí eres un poco distraído a veces. Más bien, ustedes dos prestan atención a cosas completamente distintas.”
“Será…” le miró con leve desconfianza al oírle reírse.
“Ya, perdón, no quiero fastidiarte,” alzó sus palmas.
“En fin, a lo que iba…” regresó su atención a su laptop. “Me han llegado unos correos relacionados a los negocios familiares. Esperaba revisarlos contigo.”
“¿Eh?” ello le cayó a Atsushi como un balde de agua fría. Su cuerpo se congeló y se inclinó hacia atrás. “¿D-de dónde salió eso?”
“No tienes nada que hacer ahora, ¿verdad? Estaré a cargo de este tipo de responsabilidades, pero tampoco pretendo hacer el trabajo solo,” se explicó y miró al otro con incomprensión al notarle todavía petrificado. “Eh, tranquilo, tampoco te estoy dando una tarea. Sólo quiero mostrarte en qué ando últimamente. No hay forma que te vaya a dejar algo de la nada.”
“Y-ya veo…” su aprehensión bajó aunque siguió mirándole confundido. “Está bien, pero… ¿por qué de la nada?”
“Si esto te ayuda a mantener tu mente ocupada con algo más, vale el intento,” dicho esto, Gotou le apuntó. “No creas que he olvidado que tú y Yagen solían declarar que ayudarían a Ichi-nii con los asuntos familiares, y por más que en aquel entonces no me gustaba admitirlo, sí creo que tienes madera para esto, Atsushi. No te intimides y dale una ojeada. También comparto estas cosas con Hakata de vez en cuando.”
“Bueno, tienes razón, me tocará tarde o temprano…” dio un suspiro. La mención del pasado le dio nostalgia y tristeza al pensar en la conversación que tuvo con Yagen luego del rescate de sus hermanos. “…aunque Yagen ya no tiene esa meta.”
“Es obvio que no, me lo ha dejado claro, pero no pienses en él ahora. Tú sí deseas hacerlo,” asintió decididamente. “Vamos, no creas que sólo porque yo ando al pendiente de la mayoría es únicamente mi rol. Me considero apenas un apoyo a Ichi-nii en lo que termina de estudiar. Tarde o temprano, cuando él saque sus títulos y nuestros hermanos crezcan, todos pondremos de nuestra parte,” sonrió con energías. “Para entonces, como los mayores, nos tocará apoyar a los pequeños con estas cosas que son intimidantes al inicio. Es lo mínimo que podemos hacer por ellos, ¿no te parece?”
“Heh, tienes razón,” le imitó al asentir y sonreír con certeza. “Todavía tengo mucho con lo que ponerme al día, pero es verdad, ya me toca, y sí espero ser el soporte para nuestros hermanos. De por sí, gracias por todo lo que haces, Gotou.”
“No hay de qué. Ahora quiero ver lo que tú eres capaz de hacer.”
“¡Por supuesto!” exclamó. Muchas cosas se le hacían un mundo pero agradecía que su hermano le hubiera levantado el espíritu.



Mientras tanto, un grupo de hermanos estaba terminando con la preparación de la cena.

“¡Ichi-nii, ya está~!” canturreó Namazuo, trayendo un bowl de ensalada.
“Ah, justo terminé con el aderezo, qué coincidencia,” comentó el peliazul, alegremente. “Muchas gracias, Namazuo.”
“Hehe, no hay de qué~” le dio un guiño y pasó a revisar la olla. “Hmm, creo que la sopa está yendo muy bien. Sólo un poco más,” asintió y luego de pensarlo un poco, le agregó más zanahoria rayada, para agitar la comida. “Mejor le agrego más fibra. Quiero que mis lindos hermanitos coman lo más saludable posible~”
“Pienso que tenía suficiente, lo hubiéramos puesto en la ensalada,” observó Ichigo, mirando la sopa con curiosidad.
“Oh, verdad, no lo había pensado…” Namazuo también miró a la olla y luego de alternar su atención entre esta y la ensalada, comenzó a recoger la zanahoria con la cuchara.
“Haha, ya se está cocinando. Hay que dejarlo ahí, no te preocupes.”
“¡Ichi-nii! ¡Terminamos el jugo de frutas!” reportó Midare, acompañado de Shinano. El rubio sostenía la jarra. “Es una de mis bebidas favoritas y muy nutritiva. Espero que a los pequeños les guste mucho.”
“De todos modos lo hará y gracias por enseñarme una nueva receta, Midare,” dijo Shinano, sonriente. “Sabes hacer tantas cosas saludables que me gustaría si pudieras pasarme algunos consejos de cocina.”
“¡Por supuesto! Para ser un buen guerrero hay que saber alimentarse, con mucho gusto~” juntó sus palmas y entonces miró a Namazuo. “Por cierto, ¿qué ha sido de Honebami? Apenas se quedó con nosotros un momento para el té.”
“Ah, pues,” Namazuo sonrió frustrado y dio un suspiro. “Me dijo que iría a monitorear los alrededores del bosque para descartar la presencia de osos. Le dije que no era necesario, aunque insistió. Seguramente regresará pronto.”
“Honebami siempre está al pendiente de todos a distancia,” observó Ichigo, amablemente. “Él aparece para ayudarnos en los momentos menos pensados. Creo que pienso en él como nuestro ángel guardián.”
“Ahh~” los ojos de Midare brillaron por esa descripción y se alegró considerablemente. “¡Sí! Pienso lo mismo. Cuando estuve internado, él estuvo ahí haciendo guardia y me escuchó atentamente. A pesar de ser tan serio y frío sí me siento a gusto con él. Es como si tuviera una calidez muy distinta.”
“Hehe, estoy completamente de acuerdo,” Shinano asintió efusivamente. “Ahora espero que no tenga problemas si realmente se encuentra con un oso en el bosque.”
“Considerando lo que ocurrió la vez pasada, más temería que se diera la libertad de matar al oso que se cruce por su camino,” Namazuo dio un suspiro, torturado. “Mi querido mellizo no es el más cuidadoso cuando percibe peligro. Ojalá no nos cause problemas…”



“No nos causará tantos problemas como tú al dañar un medio de transporte público, Namazuo,” dijo Yagen, con cierto juicio en su voz. Él acababa de llegar a la cocina.
“¡Ihh, ya dije que me siento muy arrepentido, Yagencito! En serio no volverá a suceder…”
“No me llames así, ten más respeto,” le miró cansadamente.
“Yagen, ¿qué te trae por aquí?” preguntó Ichigo, con mucho gusto. “Es una grata sorpresa.”
“Vengo porque pensaba darme una vuelta antes de la cena. Les aviso para que no se pregunten a dónde he ido.”
“¿Seguro? Pero no debe tardar mucho más en estar listo,” dijo Shinano, confundido.
“No tomaré mucho tiempo tampoco,” se encogió de hombros. Entonces, el doctor vio que Midare le observaba con una mezcla de curiosidad e inquietud y le sonrió amablemente. “Te ves a gusto con nuestros hermanos. Me alegro.”
“Eh, sí…” le contestó lentamente. Midare se extrañó ya que a diferencia de los demás no le salían palabras. Era como si ese doctor no le inspirara la misma familiaridad.
“Bueno, no les distraigo más, con permiso.”
“Eh, espera, Yagen,” Shinano le detuvo. “Voy contigo.”
“No gracias. Quiero ir a caminar solo.”
“Pero…” sin embargo, el doctor ya no le esperó y se marchó de la cocina. Ello desanimó al pelirrojo, quien bajó su mirada.
“Ah, qué obstinado es…” Namazuo dio un suspiro y sonrió con torpeza. “Eh, no te dejes intimidar por él, Midare. Veo que no te sientes muy cómodo con nuestro hermano.”
“Pues…” Midare se puso a pensar perdidamente. “Estoy seguro que es una buena persona, pero todo este tiempo me ha tratado más como un paciente que como un familiar. Es distante como Honebami, pero no me da ese sentimiento de familiaridad o comodidad…”
“Midare…” Shinano le observó algo preocupado.
“Dale un poco de tiempo. Yagen es uno de nosotros. Entiendo que sea difícil de conocer para otras personas, pero también se comporta como Honebami,” Ichigo asintió. “Está ahí cuando lo necesitamos.”
“Sí, pero mientras Honebami es un ángel guardián, Yagen es más el mean cat de la familia,” opinó Namazuo. Pese a haber dicho el comentario con reproche, de inmediato pasó a agarrarse los cachetes. “Aww~ ahora quiero ponerle una guincha de orejitas~”
“Eh, haha…” Midare rió un poco. “Qué ocurrencias dices.”
“¡No puedo evitarlo, es que igual es mi hermanito!”
“Tienes razón. A pesar de ser nuestro hermanito más profesional, hay un lado de él que también considero muy adorable,” dijo el peliceleste, sonriente.
“Y-ya veo…” Midare sonrió incómodo. “Deben estar muy familiarizados con él para decirlo.”
“…” Shinano miró hacia la dirección por donde el doctor se había marchado. “Ehh, voy a seguirle. Regreso para la cena.”
“Pero ya se fue,” Namazuo se vio perplejo. “Ten cuidado o volverás a fastidiarle.”
“S-sí, no te preocupes, Namazuo-nii,” asintió y fue en marcha.


El pelirrojo tuvo la suerte de que su hermano se hubiera detenido a observar el club social cerrado antes de adentrarse en el bosque. Le vio con la intención de hacerlo y se apuró.

“¡Yagen, espera!” le llamó. Vio al otro mirarle inmutado. “¡Voy contigo!”
“Dije que quiero pasear solo, Shinano,” repitió tranquilamente, aunque con una expresión severa. “Déjame darme un respiro.”
“Es que…” bajó su mirada. “No quiero que estés solo, por favor, no después de la discusión que tuvimos en la tarde.”
“Eso ya ha sido arreglado. Ichi-nii se vio obligado a actuar como nuestro mediador y se aseguró de que estuviéramos bien y no nos sintiéramos como ajenos a los demás,” miró hacia el bosque, dando la espalda al otro. “Ya no hay más punto de hablarlo.”
“No, seguro que lo hay,” insistió con urgencia. “Ichi-nii se apareció para velar por la paz e impedir que ustedes fueran muy duros conmigo, pero siento que no está del todo bien. Por supuesto que tienen el derecho de molestarse y reclamarme… sólo porque se han resignado a aceptar que este paseo es para la familia no quiere decir que han dejado de sentirse mal o tener reservas es haber regresado. No sería justo que se obliguen a estar felices si no lo están.”
“…”
“En especial fui muy injusto contigo, Yagen. Asumí que estabas bien con todo, que ya no tenías más reservas por el pasado, que ahora que Midare ha venido con nosotros tal vez hasta podrías ayudarnos a hacerle a él y a Atsushi sentirse mejor con lo ocurrido…”
“Has esperado demasiado de mí,” finalmente se giró lo suficiente para mirarle de reojo. “Soy incapaz de ayudarles, Shinano.”
“…” le miró anonadado y perdido, aunque no se dio tiempo para meditarlo. Ahora que tenía su atención, tenía que hablarle. “Pero ya, esto no se trata de ellos. Quiero acompañarte y hablar contigo, realmente entenderte esta vez. Ehh, ¡y pedirte perdón!” exclamó llevando sus manos a su pecho, lo cual reflejó su aflicción. “Ya me dijiste que me merezco tenerles molestos conmigo y no espero que dejes de estarlo. Sólo quiero que sepas que me siento mal por lo que hice.”
“Olvídalo, no espero tu atención ni tus disculpas. Entiendo que no tuviste malas intenciones,” se encogió de hombros, indistinto. “Ahora regresa donde nuestros hermanos. No quiero distraerte.”
“No, hermano, eh…” se angustió al ver al otro darle la espalda y empezar a alejarse. Sabía que ya había cometido una imprudencia por obligarle a regresar y que no debía darse más de esas libertades, pero no quería olvidarse del asunto. Comprimió sus puños y corrió para ponerse en su camino.
“Tsk…” entrecerró sus ojos.
“No puedo dejar que te vayas, Yagen,” afirmó estirando sus brazos a los costados. “¿Vas de regreso al campo de flores? La vez pasada no dejaste de visitarlo obsesivamente y en soledad y sé que es un lugar con un significado muy duro para ti.”
“A un lado.”
“¡No! ¡Si quieres seguir avanzando tienes que aceptar mi compañía! ¡O al menos acepta la de uno de nuestros hermanos, pero no te dejaré ir solo! ¡No podrás disuadirme!”
“Resulta que sí puedo hacerlo, Shinano,” dicho esto, el doctor afiló sus ojos y adoptó una expresión fría. “Ya estás pasando de descuido a insolencia. Tus palabras pierden validez por tu actitud infantil y tus caprichos. No estás aceptando nuestra molestia y mis intenciones de mantenerme alejado de ti. Si continúas persistiendo, no creas que te perdonaré tan fácilmente.”
“…” sintió escalofríos. Era extraño para él observar el lado más intimidante de su hermano, pero tenía que mantenerse firme. “Será caprichoso, pero hago esto porque me preocupo por ti. Ya no quiero que te apartes de mí o de los demás. Midare te tiene reserva y no te conoce todavía. ¿Cómo se supone que él o cualquier otra persona te pueda conocer si siempre eliges esfumarte? ¡Tú eres quien está siendo egoísta!”
“Ya veo, así que esa es tu elección,” pasó a mirarle desde arriba con gran desdén, frialdad y fastidio. “Vete o atente a las consecuencias.”
“Yagen…” observar a su hermano mirarle con tal odio le partió el alma. Sintió un temblor en su garganta. “No… no quiero que me odies, pero… cuando llegamos y dijiste que te saldrías de mi camino… ¿qué quisiste decir con eso? ¿Por qué ahora de nuevo insistes en alejarte y en decirme que no pierda el tiempo contigo? ¿Acaso tú crees que estás de más? ¿Te he hecho sentirte menospreciado? ¿Es por eso que estás molesto conmigo ahora?”
“…” al oír sus preguntas, Yagen aligeró un poco su severidad y le escuchó atentamente.
“Porque si es así no hay forma que yo quisiera excluirte a ti o a cualquier persona. ¡Sí pensé en ustedes tres más que en los pequeños ya que sabía que ellos no tendrían mayores reservas, pero ahora veo que tampoco pensé bien, o lo suficiente, o no sé!” agitó sus brazos de arriba hacia abajo, a manera de expresar la frustración que sentía. “¡Quiero saberlo! ¡Quiero saber cómo te sientes con todo esto, en qué estás pensando! ¡Pensé que les comprendía lo suficiente para saber que se molestarían pero que en el fondo aceptarían mis motivos, pero al final no lo hice! Eso… sólo eso…” levantó sus palmas y las miró con impotencia. Su rostro empezó a enrojecer. “Me frustra tremendamente. Yo que los conozco mejor, que los siento tan cercanos a mí, que me preocupo por ustedes y que quiero que sean más unidos con los demás, ¡porque han estado demasiado tiempo fuera de casa! ¡Pero…!” sus ojos se llenaron de lágrimas.
“Shinano…” Yagen se alertó.
“Pero ahora no he hecho más que lastimarles, mucho más que los demás…” dijo sollozando y secándose sus lágrimas compulsivamente con sus puños, sin poder parar de llorar. “No… no quiero… es lo último que querría… sólo soy un niño que ha sido engreído por ustedes, pero que nunca les he dado nada a cambio… y ahora que buscaba hacer algo útil o importante sólo les hago más líos. Perdón, perdóname…” su llanto se intensificó. “Ahh… ¿por qué estoy llorando? Se supone que estoy siendo serio y teniendo una discusión…”
“…” el doctor sonrió un poco y se le acercó, para ofrecerle un pañuelo.
“…” Shinano miró el objeto con leve sorpresa.
“Ya, es suficiente, no me puedo quedar molesto contigo si te pones así, y si así es como estás pensando…” dijo rendidamente aunque en paz. “Perdonado estás, acepto tus disculpas.”
“Yagen…” le miró en shock, con sus ojos temblorosos. Terminó por tomar el pañuelo con lentitud y timidez, como si temiera quebrar ese momento.
“Sí eres un niño engreído, pero tal vez estés comenzando a entender algunas cosas, poco a poco. Sin embargo, todavía tienes un largo camino por delante. La humildad es una virtud, Shinano. No la descuides.”
“…” asintió un par de veces y se dio la libertad de darle un fuerte abrazo.
“¡O-oye!” Yagen se petrificó por aquel inesperado contacto físico, pero volvió a resignarse. Tenía un leve cargo de consciencia por haber llevado a su hermanito al llanto, así que le soportaría un poco.
“Seré un niño todavía, pero ya he crecido, me sabe mal…” dijo el pelirrojo, sonriendo tranquilamente. “Recuerdo que cuando solía abrazarles, podía enterrar mi rostro en sus pechos como cuando abrazo a Ichi-nii. Quisiera que fueran aún más altos.”
“Estás al borde de que te expulse, Shinano. No digas tonterías,” rodó los ojos.
“Eh, perdón,” se despertó y le soltó. Le vio dar un pesado suspiro.
“Con esto imagino que estamos en paz. Ya no te inquietes,” regresó su atención al bosque. “Ahora vuelvo.”
“Espera, en verdad quiero acompañarte,” insistió haciendo un puchero. “Sí quiero hablar contigo y entender las cosas, al menos desde tu punto de vista. Tampoco estoy de acuerdo que vayas ahí solo, Yagen.”
“…” este le miró inmutado y en silencio un momento antes de contestarle. “Ya, está bien. Puedes venir conmigo.”
“¡Sí!” sus ojos se iluminaron y asintió efusivamente.

Los dos se pusieron en marcha por el corto sendero que les llevaba a dicho campo. A pesar de no ser una distancia muy larga, ya caída la noche la ausencia de luz y el estrecho camino intimidaban con gran facilidad. Shinano pasó de alegrarse por el permiso a aterrarse por la oscura inmensidad a su alrededor.

“Ehh… yo pensé que estaba más cerca…” musitó inquieto.
“Apenas comenzamos. Sigue caminando. Y cuidado por donde pisas. Hay raíces sobresalientes.”
“S-sí…” siguió caminando mientras miraba aprehensivamente hacia los costados. Shinano no se perdía de la resplandeciente luna en los pocos momentos que se asomaba entre las ramas y abundantes hojas de los árboles. Continuaron el trayecto un par de minutos hasta que oyeron un leve ajetreo en un arbusto cercano. Por instinto de supervivencia, Shinano se aferró a un brazo de su hermano.
“¿Qué haces?” se quejó.
“¡¿Qué fue eso?!” preguntó aterrado.
“¿Qué habrá sido…?”
“¡No le restes importancia! ¡¿Y si es un oso?!”
“Un ruido así no es producto de un oso, era muy chico,” se encogió de hombros, todavía caminando. Intentó sacudir su brazo para soltarse pero Shinano no le dejó. “Tsk… tranquilo. Los osos ven bien en la oscuridad. De haber habido uno, seguramente habría huido ni bien nos divisó sin que nos diéramos cuenta de su presencia. Y ni que fueran abundantes aquí.”
“P-pero el oso en las vacaciones fue de frente a atacarnos…”
“Heh, sí lo hizo,” sonrió con ironía y miró al otro de reojo. “Y aun así decidiste que regresaríamos. Es como si dieras por sentado que Gotou y yo somos inmortales.”
“¡No lo hago, pero en serio, dale seriedad! ¡Yo no puedo pelear contra un oso!”
“Ninguno de los dos, pero yo al menos puedo huir, pero en serio, sería demasiado improbable que volviera a ocurrir,” se confundió al sentir que Shinano apretaba más su brazo. “¿Qué? ¿Te estás preparando a lanzarme al oso por si aparece?”
“¡¿Cómo te atreves a acusarme de eso, Yagen?!” gritó indignado. “¡Te abrazo porque tengo miedo! ¡Bien tú puedes huir pero yo no soy tan ágil para saltar entre ramas de árboles!”
“Ya, lo entiendo. Si aparece uno, moriremos los dos. Comprendo lo que haces.”
“¡Tampoco te abrazo por eso, maldición!”
“Bromeo. Ah, mira, ya llegamos al claro.”
“¡Luz!” Shinano finalmente le soltó y corrió hacia el campo de flores como si su vida dependiera de ello.
“…” negó ofuscado. “Debí haberme negado a su compañía…”

Una vez en el destino, Yagen caminó hacia un punto en medio del campo de flores y Shinano terminó siguiéndole. Este último se sentó sobre el suelo y admiró el esplendor.

“Ahh… todo es tan lindo…” dijo maravillado e hipnotizado por la naturaleza. “Tiene una belleza muy distinta a la del día.”
“Lo es, te aseguro que ese fue mi motivo de venir,” comentó indistinto. “No tenías que preocuparte por mí.”
“Pese a eso, si vienes solo y andas por aquí, no hay forma que no fueras a pensar en el pasado. Debe ser un recuerdo muy vívido para ti,” afirmó decididamente.
“Es inevitable, Shinano, pero ya es algo que he aprendido a aceptar. Como tú dijiste, vine aquí muchas veces durante nuestro paseo anterior. Este lugar ya no posee la misma urgencia.”
“Y este punto donde estamos…” el menor miró a una piedra grande a poca distancia. “Es fácil identificar esta posición… ¿Significa algo especial?”
“Sí, es junto a esta piedra donde estuve aquel día con Atsu y Midare antes de que nuestro hermano desapareciera,” Yagen terminó por tomar asiento. Él miró hacia el árbol gigante hacia el extremo opuesto del campo y sonrió con nostalgia. “Será un campo amplio, pero en aquel entonces parecía un mar de flores. Éramos muy pequeños…”
“Yagen…” Shinano le observó sorprendido y bajó su mirada con pena. “No es justo. Dices estas cosas con tranquilidad y añoranza. Es muy fácil para mí pensar que no te aflige en lo absoluto.”
“Es apenas una observación, nada más. Tranquilo.”
“Pero…” le miró con reproche. “Sí quiero que seas honesto conmigo, por favor. Déjame entender cómo te sientes. ¿Por qué estuviste tan en contra de volver? Sé que sonará un poco tonto que lo pregunte, pero no suelo oír lo que tienes que decir. ¿Qué reservas todavía tienes de este lugar?”
“…” Yagen cerró sus ojos. “Reservas… dudo tenerlas personalmente. Mi inquietud, lo creas o no, se parece mucho a la de Gotou.”
“¿C-cómo así?” ladeó su cabeza.
“…” le miró y sonrió frustrado. “No quería que nuestros hermanos regresaran aquí, Shinano. Sí me considero en una mejor posición que Atsu o Midare y me preocupo mucho sobre lo que ellos piensen. Al menos, Midare ha logrado conectar con todos y no dudo que nuestros hermanos le darán el apoyo que fuera a necesitar. Sin embargo, estoy preocupado por Atsu. Él nunca aceptará ayuda ni querrá hablar al respecto, pero lo que ocurrió fue mucho más pesado para él que para mí, nuestros padres o nuestros hermanos mayores en aquel entonces, y dudo que su cargo de consciencia por la desaparición de Midare se haya disipado.”
“¿Por qué?” preguntó impresionado y perdido. “¿Por qué Atsushi lo sentiría mucho más y cargaría con una culpa mayor?”
“Va con él, es parte de su carácter, podrías decirlo…” dio un suspiro y regresó su atención al árbol más grande del contorno del campo. “Pero sí hay una razón. Atsu fue el que tuvo la idea de la carrera al puente colgante y quien nos alentó a participar aquel fatídico día. Él tomó esa decisión pese al pedido de nuestro padre de esperarles dentro de este lugar. Por eso, él considera que es su culpa. Está convencido de ello.”
“…” el menor bajó su mirada y observó las flores que le rodeaban con desolación. “No lo sabía.”
“No ibas a poder saberlo. Nunca hemos hablado sobre esto.”
“Sí, nunca lo han hecho,” frunció el ceño. “¿Por qué no? ¿Por qué son tan necios para aceptar que los oigan? Dirás que te preocupas por Atsushi porque no incomoda a otros, pero tú eres igualito a él,” apretó sus puños que estaban apoyados en sus muslos. “Es por esta necedad de ustedes que quise venir aquí a como diera lugar para forzarles a hablar y ser sinceros. Nunca hubiera imaginado que sería una imprudencia.”
“Si es así, tal vez ser sincero contigo ahora sea contraproducente,” observó el doctor distraídamente, mirando hacia el cielo nocturno. “No quiero darte el gusto.”
“Uhh, no te cierres, por favor. Juro que les consultaré la próxima vez.”
“Nos hemos expresado lo suficiente para que entiendas que fue una imprudencia y una falta de consideración. No tengo que reincidir…” Yagen dio un suspiro. “Pero tampoco es tan fácil decirlo. Ichi-nii consideró tus motivos válidos. La idea de que uno regrese a un lugar con un significado negativo no tiene por qué ser una mala idea. Es una buena manera de hablar sobre lo sucedido y llegar a términos personales. Es sólo que no fue lo prudente para nosotros.”
“Sí, lo siento… se ve que tengo mucho por aprender todavía.”
“No llamaría a esto aprendizaje. Estoy seguro que en algunos casos sí habría sido una buena idea. Tal vez habernos dicho al respecto y haberlo discutido bien con nosotros y con los demás lo hubiera hecho más aceptable y provechoso. No podemos saberlo ahora. Quizás hubo una forma de haberlo hecho mejor… pero en fin, lo hecho hecho está. Dejémoslo así.”
“Definitivamente hay algo de sabiduría en todo eso, Yagen,” comentó torturado y miró al otro con ojos curiosos. “Pero… fuera de preocuparte por nuestros hermanos, debe haber algo todavía pendiente para ti en este lugar, ¿verdad? Al menos… tal vez te hice sentir mal, ¿no es así?”
“Hmhm…” el doctor rió por lo bajo y le miró comprensivamente. “No te inquietes por mí, Shinano. Sí me molesté un poco contigo, pero ya pasó. Ya no tengo motivos para estarlo.”
“Pero…” hizo un puchero y le vio ponerse de pie.
“Creo que es hora de volver. Les haremos esperar si tres de sus hermanos todavía no se aparecen para la cena.”
“¿Tres?” entonces, Shinano vio que Honebami estaba de pie detrás de los dos. Se asustó ya que este casi se había aparecido como un espectro. “¡H-Honebami-nii! ¿C-cuándo viniste?”
“Acabo de llegar…” reportó inmutado y miró al doctor. “No hay osos en los alrededores. Estamos a salvo.”
“Gracias por el reporte,” Yagen asintió. “Tan sigiloso como siempre, Honebami.”
“Comprendo que les asusté…”
“No a mí, ya me acostumbré a tu presencia, aunque Shinano sí se sorprendió un poco.”
“Eh, bueno, sólo cuando te vi, pero estoy feliz de que estés aquí,” el pelirrojo se levantó y sonrió ampliamente. “Me sentiré a salvo si nos acompañas de regreso. Hehe, realmente eres como nuestro ángel guardián.”
“…” Honebami mostró una mínima confusión en su rostro.
“En marcha…” Yagen sonrió entretenido y caminó hacia el sendero que les llevaría de regreso.



Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #702: September 30, 2020, 09:48:26 PM »
a pocos minutos del final orz, la musa inspiradora se fue de vacaciones este mes xDDD


Naru había terminado de hablar por teléfono con María que le había explicado acerca del estado de Tsubasa , de la llegada de Arjuna y como ella accedió irse con él por ahora. La joven estaba entre preocupada y aliviada, preocupada porque ahora Tsubasa no quiere ver a ni uno de sus amigos y era algo comprensible, después de las acciones desconsideradas de Leo y aliviada porque al menos estaba segura al lado de Arjuna, conociendo los antecedentes del príncipe y su interés amoroso hacia ella;asi que por ahora dejaría las cosas tal cual están.

Suspiro pesadamente observando su celular y observando las conversaciones de Ritsu y Leo en el whattsap, cuando Izumi se entere de que el Ousama asistiría a Rizembool y ahora es un Rebel le iba a dar un tic nervioso en el ojo y estaría detrás de ellos queriéndoles dar un lapo por apoyar en las tontetrias , cuando iba a dejar el celular de lado e iba a empezar a hacer sus deberes, una llamada entrante hizo que detuviera sus planes

Alo?-

Ha pasado un buen tiempo linda Naru…-

Faith tan coqueto como siempre…y no ha pasado mucho tiempo, si siempre nos vemos en el campus de Hanasaki…-

Es verdad, pero cada vez que hablamos siempre te vas rápido y apenas tienes tiempo para tener una charla decente conmigo…-

Es que últimamente había tenido sesiones de modelaje y tuve un reencuentro con mis queridos amigos, pasaron algunas cosas pues que apenas tenia tiempo de andar en la universidad

Eso parece porque por fin me contestas, pero dejemos eso de lado, tengo maravillosas noticias y es que Anastasia ya se encuentra en Japón y va a vivir aquí indefinidamente, como el dia de hoy es su cumpleaños, vamos a ir a mi lugar de trabajo en la noche para celebrarlo, ya avise a Nazu y me dijo que irá, asi que falta que confirmes tú para estar todos juntos

No sabia que Anastasia vendría a vivir aquí, son maravillosas noticias…-dijo emocionada- y claro que iré a celebrar su cumpleaños, estoy segura que se va a divertir mucho

Eso es lo que queremos, también va para Nazu que andaba muy decaído últimamente…-

Ya me debo de imaginar por quienes esta de esa manera…-

Dijiste algo?-

No nada…entonces me alistaré para comprar una torta y estar en primera fila para cuando hagas tu presentación…-

Puedes demorarte todo lo que quieras Naru, ya la mesa ha sido reservada y todo estará pagado por mí, asi que si puedes busca a nuestra princesa de hielo para que puedas guiarla hacia la disco

Lo haré no te preocupes…también debería de ir por Nazu-chan asi nos juntamos los tres…-

De Nazu no te preocupes , porque lo veré dentro de un rato y luego iremos juntos a la disco antes que ustedes

Te lo encargo mucho…y ni pienses en aprovecharte de él o sino ya lo veras-rio suavemente-

Claro que no lo haré…por ahora…-rio también divertido- pero ya sabes que si quiero ir en serio con él, solo que aún no tengo la oportunidad de poder cortejarlo como quiero, asi que hoy también tendré una nueva oportunidad

Veremos si Nazu-chan cae en tus redes como lo hacen las chicas que frecuentan tu trabajo- rio divertida- bueno ahora si nos vemos Faith-chan…-colgó el teléfono – hoy me divertiré un poco y mañana iré a casa de Maria-chan para planear algunas cosas.

Un par de horas después había caído la noche y era el momento de ir por Anastasia al hotel donde se estaba hospedando por el momento antes de mudarse a un departamento propio, llevaba puesto una polera negra y unos jeans de color azul, debido a su belleza natural siempre captaba las miradas de atención de las demás personas, cuando llego al lobby del hotel vio a su amiga que la estaba esperando

Naru-san!...-dijo la joven de piel palida, cabellos largos y plateados, ojos de color azul claro, llevaba puesto un vestido azul hasta las rodillas, en sus manos llevaba una muñeca extraña de cabellos largos plateados y vestia similar a ella-

Anastasia-chan!!...-se acercó a ella y la abrazó cálidamente- que grande y bella te has puesto…-sonriendo ampliamente-feliz cumpleaños!!...-se separo de ella y de su bolsillo sacó una pequeña caja de color celeste- espero te guste…-

Gracias, no debiste de haberte molestado…-dijo la joven con una suave sonrisa, sujetando a su muñeca con un solo brazo para abrir el regalo el cual era un broche en forma de trébol de 4 hojas que ella tanto quería-es tan bello como lo vi en el catálogo online que me mandaste, iba a comprármelo después de organizar mis gastos, gracias por hacerme feliz Naru-san ahora no me sentiré sola lejos de mi familia, porque los tengo a ustedes y este trébol me dará la suerte que necesito…-

Me alegra que te haya gustado Anastasia-chan…-le sonrio- bueno vamos a la disco donde Faith-chan y Nazu-chan nos están esperando…-

Antes de que nos vayamos, tienes que decirme por que no has traido a tu novio a la reunión? Tenia muchas ganas de conocerlo…-dijo con un puchero de molestia-

Mika-chan en estos días esta muy ocupado con algunos trabajos y no pude invitarlo porque siempre se siente presionado y no quiero ponerle otra carga-

Tan considerada como siempre…-dijo volviendo a sonreir suavemente- ya me lo presentarás otro dia deacuerdo? Después de las fotos que me has mandado de él se ve que es una buena persona y tiene que tener mi aprobación personal…o sino se las verá conmigo-

No te preocupes que seguro le darás su aprobación…-

Y tus amigos con serios problemas mentales se encuentran bien? Se solucionaron los problemas que tenían?-
Creo que eso si tomará mucho tiempo, las cosas se han vuelto peor, pero prefiero no hablar de eso por ahora…-dijo con una gota en la cabeza-

Si mejor no hablemos de esas personas…es mi cumpleaños y todos debemos de pasarlo bien, ya mañana me contaras de todas maneras lo que sucede porque hay muchas cosas que no me cuadran y no quiero que te metas en problemas…-cruzándose de brazos-

Bueno ahora si vamos que los chicos nos están esperando

Mientras que en la discoteca donde Faith trabajaba, este se encontraba junto a Nazuna que lucia algo avergonzado, cual seria la razón? La razón es simple y clara

Quiero que seamos novios Nazu…-

Uhmnya? Que acabas de decir Faithchiin??-

Desde la primera vez que te vi me enamoré de ti, asi que hoy es un momento oportuno para decírtelo y no quiero un no como respuesta…-

El rubio de ojos rojizos se sonrojó mucho y no sabia que decir, esperando a que sus amigas vinieran o su amigo terminaría por abrumarlo, cerro los ojos y recordó la primera vez en la que ambos se conocieron…

Continuara

--------------------------

matta ne!!
« Last Edit: October 31, 2020, 01:28:16 PM by Mimi Tachikawa »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #703: October 12, 2020, 10:00:06 AM »
Gracias por los buenos deseos Apple TAT ya estoy como nueva <3


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~





Sayi :: 900 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 14252 palabras
Kana :: 10730 palabras
Eureka :: 2159 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1148 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 810 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #704: October 15, 2020, 12:25:19 PM »
Uhh finalmente termino con este fic *se agarra de algo* (?)

92.3.



La noche pasó y llegó la mañana siguiente. Era todavía temprano, aunque Atsushi había quedado para entrenar con Hirano y Maeda desde alrededor del amanecer en el jardín trasero de la casa. Los hermanitos estaban ya terminando, con Hirano practicando junto con Atsushi y Maeda dándose un necesitado respiro mientras les observaba.

El hermano mayor actuaba de un paciente y receptivo maestro que se encontraba listo a interceptar los ataques de su hermanito con su propia arma. Hirano no paraba de dar una serie de ataques y retroceder cuando se acercaba demasiado, para retomar su posición de ataque, volver a concentrarse y venirse con otra estrategia. El desafío había durado varios minutos, pero pese al cansancio, el pequeño estaba sumamente enfocado en lo que hacía y su inercia le conducía a seguir intentando.

“¡Hahhh!” exclamó al dar otro ataque.
“¡Muy lento!” observó su mayor al momento de chocar sus dagas de práctica. La tensión no duró ya que el pequeño dio un saltito para retroceder y persistir. Recibió una serie de ataques, los cuales respondió sin problemas. Sin embargo, vio que su oponente ya no estaba pensando en lo que hacía producto del cansancio, así que decidió terminarlo. Con un preciso y calculado golpe, Atsushi desarmó a su hermanito. La daga de madera salió disparada hacia arriba y el menor cayó sentado.
“Ehh…” Hirano estaba impresionado.
“Nada mal para hoy. Llevamos casi dos horas en este plan, pero ya ha sido suficiente,” Atsushi sonrió ampliamente y le extendió su mano. “De pie, Hirano. Buen trabajo.”
“Sí…” aceptó su ayuda y una vez de pie, Hirano hizo una pronunciada reverencia. “Muchas gracias por el entrenamiento, Atsushi-niisan. Estoy muy agradecido.”
“Hehe, no seas tan formal conmigo, yo feliz de entrenarlos a los dos,” declaró agitando una palma. Finalmente, miró hacia el sol y aspiró profundamente. “Ahh, no hay nada como el entrenamiento matutino. Es la mejor manera de disipar todos los males.”
“Sin duda el ejercicio es bueno en muchos aspectos,” observó Maeda, amablemente, quien se acercó con botellas de agua. “Aquí tienen. No se olviden de hidratarse.”
“Muchas gracias, Maeda,” Hirano aceptó el agua y sonrió apenado. “Lo siento. Creo que mi práctica con Atsushi-niisan se prolongó mucho más que la tuya.”’
“No tienes que disculparte, Hirano,” Maeda negó. “Tú eres mucho más hábil que yo en muchas cosas y sin duda un mejor luchador. Realmente terminé cansado con lo que hice, así que debo seguir ejercitándome.”
“Yo también…” dio un suspiro. “Sí fui muy lento en ese ataque.”
“Eso se arregla con más práctica, no seas tan duro contigo mismo,” le alentó Atsushi. “Lo dije porque el ataque que intentaste hacer requiere de un factor sorpresa. Si quieres lanzarte a atacar el frente de una persona en su mismo centro, te pones muy vulnerable si tu oponente te está prestando atención y careces de un plan B. Fuera de eso, tanto tú como Maeda se han esmerado en no romper sus posturas y seguir la teoría al pie de la letra,” les levantó un pulgar. “¡Muy bien hecho! Familiarizarse al modo de pelea y la técnica es una de las cosas más tediosas, por lo cual van en muy buen camino. Felicidades.”
“¡Sí!” Hirano asintió e intercambió miradas con Maeda. Ambos se emocionaron.
“Significa un montón viniendo de ti, Atsushi-niisan,” dijo Maeda, alegremente.

En ese momento, los tres vieron a Midare, Shinano y Akita darles el alcance.

“¡Buenos días!” saludó el rubio. “¡Hirano, te vi pelear de lejos y sí que eres fuerte!”
“¿E-en verdad?” Hirano se avergonzó y desvió su mirada. “Muchas gracias, Midare-niisan.”
“Midare-niisan, hay que entrenar juntos,” le pidió Akita, animado.
“Sí, con mucho gusto,” él asintió y sonrió con torpeza. “Todavía ando recuperando mi tobillo, pero ya en unos días podremos hacerlo,” revolvió los cabellos rosas del pequeño. “Hehe, quiero ver lo fuerte que eres, Akita.”
“¡Sí, haré lo mejor de mí!”
“¡Atsushi-nii, eres un genial hermano mayor!” exclamó Shinano, conmovido y con sus palmas juntas. “¡Me encanta cómo alentaste a nuestros hermanitos~!”
“Ya te he dicho que no me llames así,” este le miró con reproche. “Más bien, ¿cuándo te animas a entrenar conmigo? No hay forma que vaya a ayudar a nuestros hermanos y tú sigas descuidando tus habilidades.”
“Uhh…” el pelirrojo se incomodó e hizo un puchero. “Tengo miedo. Temo que no seas tan buenito conmigo. Gotou ya es muy duro y seguro que tú más…”
“Vamos, no es que quiera ensañarme contigo. Creo que soy bueno entrenando a otras personas,” dijo encogiéndose de hombros. “Pero si te pones pesado conmigo sí podría darte una lección. Ya no eres un niño.”
“Sí que no me alientas, hermano…” se vio torturado.
“Espera, Atsushi, ¿no estás siendo un poco severo con él?” preguntó Midare, ladeando la cabeza.
“¿Eh?” este se extrañó al verse cuestionado y dio un suspiro. “Recién lo andas conociendo, Midare, pero Shinano no es muy disciplinado y le gusta que lo engrían. Eso es algo que yo no pienso hacer, por eso tengo que ser firme.”
“Pero estoy seguro que Shinano apreciaría si pudieras tratarle con más amabilidad,” argumentó el rubio, mirando al otro de cerca. “Sigue siendo nuestro hermanito, ¿verdad? Entonces hay que ser comprensivos con él.”
“No creo que sea una buena idea,” alzó una ceja. “Puedes tratarle como gustes, pero te pido que no te metas, por favor.”
“Pues no, ayer oí que entre ustedes se pusieron a renegar y Shinano estaba muy mortificado cuando preparábamos la cena,” dijo Midare, frunciendo el ceño. Levantó una mano y negó con su índice. “Eso está mal. No hemos venido para pelearnos. Hay que hablar las cosas con calma y en armonía. Seguro que ustedes mismos se hacen daño con esa actitud.”
“Ehh…” curiosamente, Atsushi se mostró en aprietos, sin saber ni qué contestar. “Ehm, fue un asunto personal. Es que…”
“¿Qué cosa?”
“…nada…” desvió su mirada.
“M-Midare, está bien,” Shinano se puso en medio y agitó sus palmas. Sonrió nervioso. “Gracias por apoyarme, pero sí me merecía la llamada de atención. Más bien, muchas gracias por tu comprensión. Con frecuencia quisiera que Atsushi no fuera tan severo, aunque él es así y en parte aprecio que lo sea,” tocó las puntas de sus índices entre sí. “Tengo mucho que aprender y si no fuera por mis hermanos tal vez nunca tendría la vocación de hacerlo.”
“Ya veo,” al oírle, Midare sonrió animado. “Pensaba que tal vez fueron muy duros contigo, pero te oyes bien, Shinano. Hehe, me gusta la manera en la cual todos se apoyan en nuestra familia.”
“¡De todos modos!” el pelirrojo asintió.
“En fin…” musitó Atsushi, claramente incómodo. “He terminado aquí. Con permiso.”
“Atsushi-niisan…” Maeda se alertó, pero el mayor no le hizo caso y se marchó de regreso al interior de la casa. Intercambió miradas con los otros dos pequeños.
“¿Qué pasó?” preguntó Midare, confundido. “Shinano, ¿nuestro hermano durmió bien?”
“Diría que sí, pero este nunca quiere decirme nada,” dijo un pesado suspiro. “Ahh, sólo espero no haberle causado más líos nuevamente. Seguirá pensando en lo de ayer…”
“Hmm…” se puso a pensar.
“Oh, hermanos, no se olviden que el desayuno iba a salir pronto,” recordó Akita. “Houchou andaba haciendo los últimos preparativos junto con Ichi-nii.”
“Ah, me alegro,” Hirano se animó. “Vayamos para ayudarles a terminar y a poner la mesa.”

Así ellos pasaron a ocuparse con tal de llevar a cabo el desayuno, para luego ir hacia el bosque.








Durante el desayuno, luego de ponerse de acuerdo entre todos, los Toushirou optaron por preparar un picnic para así almorzar en el campo de flores y disfrutar de ese ambiente. El picnic consistió de sándwiches, refrescos y ensaladas de frutas y vegetales. Los pequeños fueron libres de salirse de la sombra de los frondosos árboles una vez terminaron con esa ligera merienda. Ellos optaron por recostarse sobre el manto de flores, tomar algunas fotos de las mismas o las mariposas que merodeaban y, en particular, decidieron ver si podían hacer coronas de flores. Ichigo se ocupó con dicha actividad en lo que los pequeños trataban de imitarle.

Namazuo se había quedado a terminar un sándwich cuando vio que Honebami acababa de llegar proveniente del bosque.

“Oh, finalmente te apareces,” comentó animado y le extendió un plato amplio con varios sándwiches. “¡Ten! Tú todavía no has comido. Seguro te faltarán energías.”
“No gracias, no tengo hambre,” contestó mientras se sentaba al costado del otro. Pasó a observar al grupo de pequeños con el primogénito y se quedó inmutado.
“Ahh, puedes relajarte un poco, Honebami,” Namazuo estiró sus brazos hacia arriba a manera de desperezarse. “Hace un hermoso día y un sol brillante. Ya me dan ganas de darme una siesta, y eso es algo que no te caería mal. Pero ya, ¿qué hacías?”
“Revisaba los alrededores para confirmar la ausencia de depredadores,” contestó monótonamente y sin dejar de mirar a los demás.
“Ehh, ¿sigues con eso?” Namazuo sonrió incómodo. “Tú tranquilo, Honebami. Si fuera a aparecerse otro oso, ahora estamos todos juntos para protegernos mutuamente. Ya no vamos a descuidarnos como la vez pasada. Los guardabosques también nos aseguraron que no ha habido actividad de animales por esa área.”
“No lo sabemos con certeza… yo…” él sintió a su mellizo agarrarle de un hombro y le miró con ligera confusión.
“Ahora tú sí sabes como actuar, Honebami. No vas a cometer el mismo error. Tampoco es que haya sido tu culpa. Además, fuiste quien salvó a nuestros hermanos ese día,” asintió con certeza. “Por eso mismo estamos todos a salvo. Heh, y yo con mucho gusto te ayudaré a pelear si es necesario, ya lo sabes.”
“…” asintió y movió un poco el hombro para que le soltara.
“A ver, de nuevo, ¿quieres un bocadillo?”
“No tengo hambre…” negó y su atención pasó a Gokotai, quien se les acercó con uno de sus tigres en sus brazos.
“Honebami-niisan, qué bueno que has regresado,” dijo alegremente. “Eh, ¿podrían acompañarnos? Ichi-nii puede hacer una corona de flores, pero nosotros estamos teniendo problemas…”
“Hehe, Honebami es el experto, aunque yo podría volver a practicar también,” Namazuo asintió y se levantó junto con su mellizo.

Los tres llegaron al grupo y se incorporaron al mismo de inmediato.

“A ver, a ver~ ¿cómo era esto?” preguntó Namazuo mientras tomaba un par de flores del piso y miraba curiosamente a los tallos.
“Ah, han llegado en un buen momento,” Ichigo sonrió incómodo. “Creo que me está saliendo, pero no estoy seguro. Tampoco puedo intentar enseñar a todos nuestros hermanitos.”
“…” Honebami asintió y observó la corona que llevaba haciendo. “Vas bien, Ichi-nii.”
“Hemos intentado seguir lo que Ichi-nii hace, pero ya se está deshaciendo…” comentó Hirano, desanimado por ver las primeras flores que había intentado atar cayéndose.
“Sin duda requiere de mucha práctica,” Maeda sonrió. “Sólo tenemos que seguir intentando.”
“Uhh…” por su parte, Hakata estaba enfocado en la labor, aunque fruncía el ceño y se veía muy frustrado. “No puede ser… sé que es una cosa inútil, pero me rehúso a no saber hacerlo…”
“Eh, Hakata, se supone que esto es divertido…” dijo Namazuo, algo preocupado.
“¡Trajimos más flores!” anunció Midare, quien vino junto con Akita. Los dos se sentaron y soltaron las flores que habían escogido en medio de todos.
“Tienen un buen ojo, son flores muy llamativas,” observó Ichigo, ligeramente sorprendido. “Les agradezco por su trabajo.”
“No hay de qué, Ichi-nii,” Akita asintió. “Yo también encontré algo muy bonito.”
“¡Ohh, ¿qué cosa?!” Houchou se entusiasmó, aunque vio que el pelirrosa abrió la palma de su mano y se encontró cara a cara con un caracol. “¡AAAAHHHH!” pegó un grito al cielo y se cayó hacia atrás.
“Houchou, ¿estás bien?” preguntó Maeda, quien apenas pudo sostenerle.
“Eh, perdón, Houchou, debí haberte advertido,” Akita se inquietó.
“¡¿Por qué te tienen que gustar los insectos, Akita?! ¡Son horrendos!” reclamó y oyó a los otros hermanitos reírse.
“Imaginaba que sería algo así, debí decir algo también,” Hirano sonrió incómodo. “Y pues, técnicamente, los caracoles no son insectos, Houchou. No los confundas.”
“¡No me importa a qué reino animal pertenecen, Hirano! ¡Sólo los quiero lejos!”
“Houchou, ese caracol es especial para Akita. Lo trajo aquí para compartirlo con nosotros,” observó Ichigo, amablemente. “Por favor sé comprensivo con los gustos de los demás.”
“Sí, perdón…” dijo cabizbajo y haciendo un puchero.
“Ven, ayúdame a terminar esta corona. No te quedes triste,” le invitó e Ichigo esperó a que su hermanito se sentara a su costado para continuar.
“Esto me trae recuerdos,” Midare se sentó y comenzó a escoger entre las flores que había recogido. “Sé que en algún momento me puse a recolectar flores y hacer muchos distintos adornos con Miki-chan y varios niños del orfanato donde estuve, pero no recuerdo muy bien cómo hacerlos.”
“Honebami nos puede ayudar, es muy bueno con estas cosas,” dijo Namazuo. “La vez pasada le hizo coronas a casi todos nuestros hermanitos. ¡Oh! ¡Podría hacerte una corona a ti también!”
“¿A mí?” Midare se confundió.
“Se te vería muy lindo, Midare-niisan,” comentó Gokotai, sonriente.
“También me gustaría verte con una,” dijo Akita, asintiendo.
“¡Está decidido!” afirmó Namazuo, quien miró a su mellizo. “Honebami, hazle una corona a Midare. ¡Nuestro hermanito va a verse un millón de veces más lindo!”
“…” Honebami miró a Midare atentamente y sin decir nada.
“Ehh…” ello probó incomodar al rubio, quien sonrió con torpeza. “Está bien, no tienes que hacerlo si no quieres. Muchas gracias, pero a los pequeños les gustaría más.”
“Haha, no te intimides,” Namazuo rio un poco. “Seguro que Honebami anda calculando el tamaño de tu cabeza o algo así. Oye…” le dio un suave codazo a su mellizo. “Di algo. No te reserves más.”
“…” asintió. “¿Quisieras una corona de flores?”
“¿Eh?” Midare ladeó su cabeza y sonrió. “Claro, me gustaría. Ehh, si no es una molestia.”
“…” negó. “Enseguida…”

Mientras tanto, Shinano y Gotou estaban de pie al frente del enorme árbol. El pelirrojo se encontraba palpando el tronco del mismo.

“El tronco es demasiado alto, ni puedo alcanzar la primera rama saltando,” dijo pensativo y dio un suspiro. “Me di de cara la última vez así que ni quiero intentarlo…”
“No tienes que hacerlo. Fudou ya te dijo que no es para ti. Primero practica con el árbol en casa antes de intentar este,” Gotou se encogió de hombros y dio un vistazo más a las ramas altas. “No, ellos dos no están aquí, ya los habría visto. ¿A dónde se fueron?”
“Bueno, no deben haberse ido muy lejos,” Shinano sonrió. “Aparte que hablé con Honebami-nii luego del desayuno y le pedí que mantuviera a Yagen vigilado. Si se hubiera marchado de este ambiente tal vez habría ido detrás de él.”
“¿Ah?” Gotou alzó una ceja y le miró con reproche. “Primero lanzas a Namazuo a torturar a Fudou, ¿y ahora le dices a Honebami que no deje a Yagen en paz? ¿Por qué andas mandando a nuestros hermanos a hacer cosas?”
“Ehh, créeme que no quiero causar problemas, todavía me siento mal por el embrollo en el que Namazuo-nii terminó. No ha sido mi intención, en serio. Y pues, pedirle un favor a Honebami-nii es distinto. Él sí es responsable, y pues, Yagen también para pidiéndole cosas.”
“No por eso tú deberías hacerlo, pero ya…” resopló y miró al grupo de hermanos en el centro del campo. “Es verdad que sigue las indicaciones de Yagen demasiado. Creo que la mejor manera de pedirle que haga algo es mencionándole a él,” dicho esto, miró al pelirrojo de reojo con recelo. “Tienes tu lado astuto, Shinano.”
“Hehe, gracias, Gotou,” Shinano asintió, contento.
“No, no fue un cumplido,” entrecerró sus ojos. “Eres un sabandija de vez en cuando.”
“¡Uhh, oye, sólo tengo las mejores intenciones, en serio!” reclamó haciendo un puchero.
“Por cierto, ¿ocurrió algo en la mañana con Atsushi?”
“¿Eh?” se sorprendió por la pregunta y se puso a pensar. “Pues… él tuvo su entrenamiento con Hirano y Maeda, y fui a visitarle con Midare y Akita. Aparte de hablar un poco con él, no creo que mucho. Midare también le tomó un poco el pelo,” entonces frunció el ceño. “Pero ahora que lo pienso, se marchó algo reservado e incómodo. No creo que el tono juguetón de Midare le haya caído bien.”
“Hmm…” Gotou lo pensó un poco. “Ya veo…”
“¿Por qué lo preguntas?”
“Sólo se vio apagado durante el desayuno, tenía curiosidad,” dio un suspiro. “Pero gracias por contestarme. Temía que hayas vuelto a hacer algo para fastidiarle, pero veo que no.”
“¡Oye!” se amargó. “¡Ya sé que metí la pata con este viaje, pero no es para que desconfíes tanto de mí! ¡¿Acaso tiendes a pensar que he hecho algo a tus espaldas o que tengo segundas intenciones?!”
“¿Hm?” curiosamente, Gotou se vio confundido y volvió a meditarlo. Alzó su mirada al árbol. “Hmm, siendo sincero, sí lo pienso.”
“¡¿Eehhh?!” Shinano se petrificó y pasó a sentarse en posición fetal. “Ihh… no es justo, Gotou-nii… no me gusta que no me tengas confianza… apuesto a que es por tu actitud que Hakata me trata tan mal…”
“Ahh, ya no te deprimas, Shinano, perdón…” dio un suspiro y pasó a sentarse al costado del otro. “Es normal que tenga esas dudas de la gente, a decir verdad, y ya te he dicho que no eres del todo sincero cuando tramas algo. O sea, estamos de vuelta aquí…”
“Me pregunto si estás intentando hacerme sentir mejor…” le miró con reproche.
“Escúchame hasta el final, Shinano, no seas engreído,” luego de esa pequeña llamada de atención, se encogió de hombros y adoptó una actitud más tranquila y asequible. “Pero luego de lo que me dijiste, te creo. Ahora no es un momento en que nos mentirías. Los tres ya te llamamos la atención lo suficiente y estoy seguro que sí te sientes mal por todo esto. No es como si no te importáramos.”
“Sí pues…” asintió frustrado y dio un suspiro para descargarse. “¿Tú crees que Atsushi-nii se habrá sentido mal al encontrarse con nosotros en la mañana?”
“Antes que nada, ya te hemos dicho que no nos llames ‘-nii’.”
“Uhh, no es el momento, Gotou. Qué pesado que no me dejes llamarte así,” su puchero regresó.
“En fin…” rodó los ojos. “Creo que es como dijiste. Quizás Atsushi no haya respondido bien a la informalidad de Midare con él.”
“Eso pensé, pero no me convence,” Shinano se extrañó. “A pesar de tener su lado serio, Atsushi es alguien muy despreocupado y tiende a tomarse las bromas bien. O sea, congenia bien con Yagen y él anda fastidiando sutilmente a todos.”
“Sí, dímelo a mí,” se frustró un poco. “Pero no te olvides que hablamos de Midare, aparte que estamos en este lugar. Es posible que no sienta que tiene el derecho de responderle, o podría tomarse algunas cosas personales. No ha sido mucho tiempo desde que nos reencontramos con Midare, o con los dos, a decir verdad. La familiaridad no está ahí.”
“Pero debería estarlo…” Shinano se apenó. “Espero que no sea así, Gotou. Midare me comentó que le había dado la impresión de que Atsushi lo evitaba.”
“Tal vez lo sea, yo qué sé…” Gotou trajo sus piernas hacia sí y apoyó su cabeza en sus rodillas, ensimismado. “Este no es mi fuerte, Shinano. Tal vez no sea algo con lo que podamos ayudar.”
“Entiendo… quisiera que fuera mi fuerte, pero todavía hay mucho que no entiendo…” sonrió un poco. “Pero gracias, Gotou.”
“¿Eh?” alzó una ceja y le miró de reojo. “¿Por qué me agradeces?”
“Gracias por decirme lo que piensas. Ayer me dijiste que es bueno hablar las cosas y que estabas de acuerdo con mis intenciones de hacerlo, pese a que nuestros dos hermanos no lo están. Si es así espero que sigas iluminándome,” juntó sus palmas. “Quiero serles un mejor apoyo, pero sólo puedo apuntar a esa meta si me permiten conocerles mejor.”
“…” dio un respiro y volvió a estirar sus piernas y enderezarse. Sonrió un poco. “No es nada, Shinano. Podrás seguir siendo un niño, pero estás bien como eres, en verdad. Ya creo que haces mucho por nosotros. No sientas que tienes que hacer algo especial,” negó. “No es saludable pensar así, tampoco justo, y puede llevarte a cometer errores. Nadie es perfecto y nuestras metas son una guía, no un deber.”
“Vaya…” sonrió incómodo. “Es un poco injusto escucharlo de ti. Suena a algo que ya sé, pero con ustedes no puedo evitarlo. Creo que me siento muy agradecido.”
“¿Qué quieres decir con eso, Shinano?” le preguntó con desconfianza.
“Hehe, perdón, pienso en ti como un despistado con frecuencia que me olvido que sí eres despierto para algunas cosas.”
“Tsk, gracias a ti otros también se llevan esa impresión de mí. ¿Cómo te atreves?”
“¡P-pero en verdad son palabras muy sabias!” dijo inquieto y levantando sus palmas. “Perdón, y pues, muchas gracias por tu apoyo. Creo que es algo que todos necesitamos oír a veces.”
“Sé que sólo lo dices para no meterte en problemas conmigo…”
“¡Es en serio!” reclamó.
“Como digas…” regresó su atención hacia los demás hermanos.
“Hehe, los pequeños ya están armando sus coronas, qué adorables~” canturreó Shinano. “Ya quisiera ir y hacerme una corona también. Están muy lindas.”
“Puedes darles el alcance, no tienes que acompañarme.”
“Estás en plan de buscar a nuestros necios hermanos, así que quiero ir contigo,” afirmó y sonrió decidido. “Aparte que no es bueno que tú solo te expongas a Yagen y Atsushi. Ellos siempre te fastidiaban de niños. ¡Por eso yo estoy aquí para protegerte!”
“…” le mandó una mirada fría y ruin.
“Ihhh…” se estremeció. “Sabes que bromeo. No es que yo haya podido detenerles. Te acompaño porque también quiero ver cómo están. No deberían aislarse.”
“A veces me pregunto por qué me molesto. Verdad que ustedes tres me dan más fastidio que otra cosa,” se quejó amargamente.
“Uhh, no me pongas en el mismo saco.”
“Fastidiarás de forma distinta, pero es fastidio igual.”
“Ya, lo siento, Gotou…” dijo apenado y tocando las puntas de sus índices.
“Olvídalo,” negó y se puso de pie. Vio a su hermano hacer lo mismo. “En fin… creo que no hemos revisado por allá.”
“Este campo sí es enorme, y pese a la visibilidad es muy fácil esconderse entre las ramas… si es que uno sabe trepar,” dio un suspiro. “Ah, pero es un lugar tan bonito que quisiera invitar a varios de mis amigos de la universidad. Hehe, Hotarumaru se vio muy adorable con esa corona de flores. Me encantaría repetirlo.”
“Estamos lejos de la ciudad, no sería un lugar muy práctico,” negó y caminó en la dirección que había dicho.
“No es que tengamos que hacerlo, sólo lo comentaba,” le siguió. “¿Y acaso no te gustaría invitar a alguien? Hm, aunque es verdad que los pocos días que te das tiempo libre sueles ir al arcade o jugar videojuegos o ver series…”
“Sólo porque lo hago no quiere decir que no me guste la naturaleza, creo que me gusta más que a ti,” se encogió de hombros. Contempló el ambiente un poco antes de contestar con una sonrisa. “Pero justo pensaba en que a Monoyoshi le gustaría mucho este bosque.”
“¿Eh?” Shinano se sorprendió. No había esperado que le contestara.
“Él gusta de lugares así y lo imagino emocionarse por el campo de flores. Aun así, no creo que le gustaría arrancar las flores para hacer una corona. Creo que es algo que le haría sentirse mal,” comentó y sonrió frustrado. “Es ese tipo de persona.”
“Hehe, sí me da esa impresión,” asintió entretenido. “Verdad que tienes un amiguito muy sensible y adorable. Es gracioso lo distintos que ustedes son.”
“¿Qué haces llamándole adorable?” le cuestionó. “Es mayor que tú.”
“Eso no le quita lo adorable. ¿Acaso tú no crees que lo es?”
“¿Por qué pensaría que mi amigo es adorable? ¿Qué cosas dices?” se extrañó.
“Sí, tú sabes, como nuestros hermanitos. Es adorable de ese tipo.”
“Tampoco es que vea a nuestros hermanos así, pese a que tú y Namazuo no dejen de decirlo.”
“¿Ni a nuestros hermanos los ves adorables?” Shinano se quedó en shock y pasó a indignarse. “Es inaudito. Tenemos a seres preciados como ellos, más te vale que los reconozcas.”
“No es que los menosprecie, no hagas bulla.”
“Sí que eres despistado para esas cosas.”
“¿Quieres parar de llamarme así?” le cuestionó, impaciente.
“Bueno, bueno, tal vez sólo seas tsundere y sí pienses en todos como adorables en el fondo.”
“¡Tch, no soy tsundere, maldición!”
“Y-ya, no te amargues…” sonrió nervioso. “Ehh, p-pero sí podrías invitar a tu amigo aquí uno de estos días…”
“No, más te vale que esta sea la última vez que ninguno de nosotros vaya a pisar este bosque. Es suficiente que tengamos que estar aquí ahora. Por eso andamos buscando a ese par…” dicho eso, Gotou se detuvo, agudizó su vista y dio un suspiro. “Finalmente, están ahí.”
“¿Eh? ¿Dónde?” vio al otro apuntar hacia un grupo de árboles con ramas bajas que daban una sombra intensa. Pudo divisar a Yagen sentado apoyado en un tronco y parcialmente cubierto por el mismo. “Buena vista, yo no me habría dado cuenta. Vamos donde ellos.”



Atsushi yacía echado bajo la sombra de esos tupidos árboles. Él miraba hacia las ramas encima de él, entre ensimismado, aburrido e impaciente. Su estadía en ese lugar empezaba a hacérsele eterna, pero sí le resultaba más cómodo estar ahí en vez de unirse al grupo principal. Sin embargo, la quietud nunca había sido su mejor compañía.

“Siempre tienes algo que leer, ¿verdad?” cuestionó al aire.
“Siempre se puede leer algo,” contestó Yagen, sentado a su costado y apoyado al árbol que les proveía de sombra. Él estaba siendo entretenido con la lectura de un libro pequeño. “Entiendo que te encuentras aburrido, Atsu. De ser así, podrías regresar a la casa. Te puedo acompañar.”
“No…” frunció el ceño. “Todos están aquí. No hay forma que me vaya a excusar.”
“El hecho que estemos por nuestra cuenta ya es una especie de excusa,” explicó tranquilamente. Detuvo su lectura al percibir que el otro se incomodó. “No, no es para que te sientas mal por ello. Aprende a darte un respiro. Aquí nadie necesita que te presentes intachable o que te esmeres en sentirte bien. Nuestros hermanos comprenden tu inquietud.”
“Supongo que lo harían, pero pienso esperarles a que terminen…” miró a un costado. “Me sabría mal si me retiro prematuramente.”
“Si es así, sólo continúa relajándote. No puedes negar que hace un buen clima,” Yagen miró hacia el campo y lo contempló un momento antes de seguir. “No te gustará admitirlo, pero sí te gusta darte una siesta en momentos como este.”
“Vamos, no soy un niño,” frunció el ceño. “Ya no me quedaría dormido durante un Hanami y no hay forma que fuera a dormir en vez de estar listo a atender a nuestros hermanos.”
“Lo digo porque te haría bien,” sonrió un poco. “Aparte de ti, nadie te juzga.”
“Paso…” se mostró ofuscado y apenado.
“…” Yagen le miró atentamente. “Es difícil estar aquí, lo sé. Lo fue durante el verano. Como tu primera vez aquí en mucho tiempo, entiendo que posees esa incomodidad.”
“Nunca debiste haber venido aquí solo, Yagen…”
“Lo sé…” sonrió con ironía. ‘Solo’ al no haber estado Atsushi en ese momento, ya que la compañía de todos los demás en el previo viaje no había contado. “Pero ya no estoy solo, y tú tampoco. Estoy aquí por si me necesitas.”
“…” se sentó sobre el piso y miró hacia el grupo central de hermanos. Atsushi se vio sorprendido e incómodo al ver a Honebami coronar a Midare con una corona de flores, mientras los demás hermanos celebraban.
“…” Yagen compartió su inquietud levemente antes de regresar a su tranquila inmutabilidad. Terminó por sonreír con cansancio. “Realmente es muy pronto para nosotros regresar a este sitio. Sin embargo… tal vez algunas cosas se arreglarán por su cuenta y ocurrirán sin nuestra intervención, ¿no es así?”
“Aquel día Midare había estado recogiendo flores para que Honebami le hiciera una corona…” meditó Atsushi, cabizbajo.
“Al final no es que la acción en sí sea lo más importante,” observó el doctor. “Es apenas un símbolo de nuestra hermandad y la familiaridad entre nosotros. De todos modos, ha terminado ocurriendo,” cerró sus ojos y sonrió tranquilamente. “Sólo espero que el Honebami de aquel entonces, si es que sigue presente en nuestro hermano, haya encontrado paz al completar esta acción que había prometido…”
“…”
“No podemos borrar lo que sucedió, pero ya es momento que empecemos a aceptarlo, Atsu,” le miró detenidamente. “Sé que no estás dispuesto a dejarlo ir, pero entiende que Midare está de regreso en casa y con menos de dos semanas ya se ha integrado a nuestra familia. Él tiene la dicha de conocerlos a todos y es apreciado como se lo merece. Nuestro descuido de aquel día, por más incorregible que resulte, no evitó que regrese a nosotros.”
“Pero…” entrecerró sus ojos. “Han sido trece años… tanto tiempo, prácticamente una vida sin conocer sus raíces… fue incluso víctima de una persona tan horrenda como esa Princess…”
“De no ser por tu arduo trabajo y tus cuidados durante su estadía en el hospital, dudo que Midare haya podido recobrarse como lo hizo. Ello no cambiará toda la historia, pero date un poco de crédito. Siempre has hecho todo lo posible.”
“Tsk, no intentes consolarme…” le reclamó frustrado e impaciente.
“Sólo digo la verdad…” dio un suspiro. “Eres un cabeza dura, Atsu. Esta actitud no te llevará a ningún lugar y lo sabes.”
“…”
“No tienes que esforzarte a hacer nada que pueda lastimarte. Por ello mismo, vuelvo a sugerir que vayamos de regreso a la casa. Ya has estado presente demasiado.”
“Ya dije que no iré a ningún lado,” afirmó subiendo el tono de voz. Le miró desafiantemente. “No insistas, Yagen. No puedo ser un engreído. Si tengo problemas apenas estando en un lugar común como este bosque, ¿qué clase de guerrero se supone que soy?”
“…” le miró con leve sorpresa ante su reacción, y pasó a frustrarse. “Un guerrero sabe qué batallas tomar…”
“Esto no es una batalla, no exageres.”
“Lo es…” ajustó sus gafas. Al hacer esa acción, Yagen levantó su mentón y miró al otro con desdén, con sus lentes brillantes. “Pero ya veo que tú no lo entenderías. No, siempre lo supe. Tú nunca te has dignado a compartir tus inquietudes. Siempre has batallado solo y te has encerrado al punto de desconocernos a todos nosotros. Deja de pensar que tu sufrimiento nos es indistinto.”
“Yagen…” siguió mirándole con reserva, pero podía percibir que el otro estaba molestándose progresivamente.
“Aunque…” resopló para descargar su fastidio y desvió su mirada. “No te culpo por pensar así,” hundió sus ojos en sombras. “Haber regresado aquí sin la posibilidad de decidirlo… especialmente luego del viaje del verano… me hace sentir lo mismo…”
“Oye…” era muy extraño oír los pensamientos de su hermano, en particular cuando algo le incomodaba. Se apenó y bajó su mirada. “Es cierto que tú también tienes tus reservas aquí… lo había olvidado por un momento… perdón…”
“No te disculpes, entiendo tu pesar…” sacudió su cabeza para despejarse y alzó su mirada a las ramas encima de los dos. “Sólo quisiera serte de un mejor apoyo. Lamentablemente, nunca he llegado a serlo. Lo sé bien.”
“Eh…” se quedó en blanco. La conversación de los dos se cortó ya que Gotou y Shinano les dieron el alcance.
“Finalmente los encontramos,” dijo el primero. “¿Qué hacen escondiéndose en las sombras?”
“¿Nos buscaban?” Atsushi se confundió. “¿Por qué? ¿Sucede algo?”
“No tiene que estar sucediendo algo, Atsushi,” Shinano negó y sonrió ampliamente. “Sólo soy feliz de verlos a los dos. Díganme, ¿están bien? ¿Qué tal si los acompañamos?”
“…” Yagen sonrió con ironía. “No creo ser la mejor compañía, aunque si Atsu se anima a aceptarles no me opondré.”
“¿Qué dices, Yagen?” le cuestionó su mellizo, extrañado. Dio un suspiro y miró a Shinano. “Ya no tienes que preocuparte por nosotros. Lo menos que quiero es que presten atención a lo sucedido. Y me sorprende que no estés con los demás haciéndote una corona.”
“Se ve que me conoces, Atsushi-nii…” tocó sus índices entre sí. “Sí quisiera una, pero no hay nada que quiero más ahora que acompañarlos a ustedes.”
“No me llames así…”
“No te veías nada bien durante el desayuno, y pues, tampoco te ves mejor ahora…” admitió Gotou, dolorosamente. “Y siento decírtelo, pero me preocupas un poco. ¿Qué tal si vamos a hacer algo más? Podemos ir a dar una vuelta, o regresar a la casa, o tal vez un poco de entrenamiento,” asintió y sonrió decidido. “Heh, verdad que todavía no tengo el honor de pelear contra ti. Debes haberte vuelto muy fuerte.”
“Eh…” Atsushi se sorprendió un poco y sonrió agradecido. “Tienes razón, es algo que me gustaría. Aunque…” dio un pesado suspiro. “Estoy con las energías demasiado bajas ahora. Creo que no tengo ánimos de nada.”
“Para variar, Gotou nos ha dado una buena idea. Te caería muy bien,” observó Yagen.
“¿Para variar?” le cuestionó con molestia.
“Ehh, ya, Gotou, no le sigas,” Shinano sonrió incómodo.
“En fin…” este rodó los ojos. “Si no quieres pelear, vamos a la casa. Creo que no llegaste a comer nada, así que a diferencia de los sándwiches hay unas pizzas precocidas en la refrigeradora. Eso te subirá los ánimos.”
“Ah, suena tentador,” Atsushi se dio un facepalm y sonrió para sí. “Gracias, Gotou, en serio, pero me sabría mal comer algo como eso ahora…”
“Ya sé que eres obstinado,” se encogió de hombros. “Aun así, vamos para allá. No creo que estar aquí te resulte cómodo.”
“Pero…”
“Vayan, no me oirás a mí, pero haz lo que Gotou dijo,” Yagen se puso de pie.
“Yagen…” Shinano se preocupó.
“¿A dónde vas?” preguntó Atsushi, también levantándose.
“Iré a dar una vuelta por el bosque. Nos vemos más tarde.”
“E-espera…” el pelirrojo dio un par de pasos hacia él.
“Quiero ir solo, Shinano. Les daré el alcance más tarde,” dijo seriamente. Al ver que el otro no persistió, se dio media vuelta.
“…” Atsushi se desanimó. Temía haberle molestado por la conversación que habían tenido. Sin su mellizo presente, repentinamente sintió angustia e inquietud. Miró hacia el campo donde estaban los demás y sacudió su cabeza con desdicha. La idea de unírseles se tornó demasiado pesada. Encaró el camino de regreso a la casa. “Ya no puedo estar aquí…” musitó y se marchó.
“Oye, espera,” Gotou se apresuró.

Por su parte, Shinano alternó su mirada entre los dos mellizos yéndose en direcciones opuestas. Por más que estaba en mejores términos con ellos, no cambiaba lo que había hecho. El asunto estaba muy lejos de terminarse y debía seguir asumiendo su culpa por el estado de sus hermanos, por más que estos ya no estuvieran molestos con él. Terminó por seguir a los dos a la casa.

“…” Honebami alzó su mirada.
“¿Qué sucede, Honebami?” preguntó Namazuo. El otro se había alertado silenciosamente aunque con gran atención, semejante a un animal salvaje detectando peligro. Le vio ponerse de pie.
“Con permiso,” dijo y caminó en la dirección en la cual se había retirado el doctor.
“Eh…” pensó en preguntarle, pero no tardó en comprenderlo. Cuatro de los hermanos se habían ido. Dio un pesado suspiro.




Pasó un largo rato y los demás también regresaron a la casa. Los hermanos se dieron un tiempo libre, con algunos tomándose una siesta mientras otros estaban por empezar a preparar el lonche. Una vez de regreso, Atsushi fue servido esas pizzas personales prometidas por Gotou, y Shinano se pasó hablándoles y buscando subirles los ánimos. Terminado ese almuerzo improvisado, subieron a su habitación, donde Shinano le facilitó mantas y almohadas casi obsesivamente para acomodarle y dejarle darse una siesta. Habiendo cumplido con sus cuidados, el pelirrojo bajó ni bien los demás llegaron para presentarse a ellos y no causarles preocupaciones, mientras los otros dos se mantuvieron arriba.

Sin embargo, Atsushi llevaba todo ese rato con sus ojos pegados en el techo sin poder conciliar el sueño. A poca distancia, Gotou estaba ocupado con su laptop lidiando con asuntos de los negocios familiares. Luego de perder el tiempo, se sentó cabizbajo.

“No, no puedo dormir ahora…” negó frustrado.
“…” Gotou le miró algo incómodo. “No me sorprende…”
“…”
“Pero, ¿no eras tú el que se quedaba dormido durante los Hanami?”
“¿Ah?” se sorprendió y ofuscó. “Tsk, ¿es así como me recuerdan?”
“No quiero fastidiarte, pero, o sea…” alzó una ceja. “Siempre has sido alguien muy energético y atlético. Era curioso cómo te quedabas dormido en momentos de quietud. A diferencia de ti, yo nunca paraba de moverme,” dio un suspiro y sonrió con nostalgia. “Mamá se preocupaba de que no pudiera dormir, así que solía jugar conmigo en la noche para cansarme. Qué recuerdos.”
“Creo que recuerdo eso, es verdad,” sonrió un poco y dio un suspiro. “No lo sé… no tolero el silencio tan bien como tú o como Yagen. Es algo que me impacienta.”
“No es que siempre sea cómodo,” cerró su laptop. “Ya, ¿entonces qué hacemos? Te acompaño.”
“Eh, no, muchas gracias, pero no necesitas hacerlo,” se vio incómodo y desvió su mirada. “Andas ocupado ahora.”
“No es urgente, puede esperar.”
“Insisto…” sonrió apenado. “Muchas gracias, Gotou. Eres menor a mí, pero también tratas de cuidarme. Lo aprecio un montón. Es sólo que…” miró hacia la ventana. “Yagen lleva mucho tiempo en el bosque. No creo que haya regresado aún.”
“¿Qué se puede hacer?” preguntó frustrado. “El viaje anterior fue igual. Él se iba a cada rato a pasear por su cuenta. Hasta se iba después de la cena o cuando nos íbamos a dormir, y no había forma de decir cuándo regresaba.”
“Ehh…” se preocupó.
“Pero no te inquietes, así es, no te sientas responsable por su manera de ser.”
“Él estaba incómodo también en el campo de flores, quizás algo molesto, y fallé en notarlo.”
“¿Qué dices?” alzó una ceja, extrañado. “Bueno, no que lo pueda leer. Sólo recuerdo que estaba igual de fastidioso que lo usual.”
“Creo que te dejas llevar por sus fastidios demasiado, así no le entenderás,” negó. “Pero bueno, quiero ir a buscarle. La caminata me hará bien, no tardaré.”
“¿Seguro que quieres ir solo? En serio, no tengo nada importante que hacer.”
“Estoy seguro, ahora vuelvo.”

Así, no tardó en salir y caminar hacia las escaleras. Gotou le miró con recelo y negó para regresar a su trabajo. No estaba para nada convencido…

Una vez en el primer piso, Atsushi caminó hacia la entrada donde se pondría sus zapatos para salir, aunque vio de reojo hacia las puertas de vidrio que daban al jardín trasero. Vio a Midare conversando con Shinano, Akita y Houchou. Habría seguido de largo de no ser por sus rostros tristes e inquietos. Decidió acercarse a oírles y asegurarse que estaban bien.



Houchou estaba acongojado al oír los relatos de Midare y Akita sobre lo que les había ocurrido. No era la primera vez que lo hacía, pero no dejaría de afectarle.

“¿Pero están bien, no es verdad?” insistió el pequeño, aterrado. Tenía sus ojos llorosos. “Suena terrible, yo no podría soportar algo así… perdón, hubiera querido ayudarles en algo…”
“Por supuesto que me ayudaste, Houchou,” Akita asintió, sonriente. “No dejaste de visitarme todo el tiempo que estuve internado. Me hiciste sentirme acompañado y me diste muchas fuerzas. Ahora también, gracias por oírnos,” bajó su mirada. “Todavía son recuerdos aterradores, pero poco a poco me siento mejor y puedo desahogarme.”
“¡Claro, ni lo menciones!” Houchou le agarró de las manos. “¡El otro día tú me escuchaste hablarte sobre mis gachas por más de una hora! ¡Estamos aquí para oírnos!”
“¿Gachas?” Akita le miró perplejo y rió un poco. “Haha, pues sí, somos hermanos y nos oímos.”
“Qué gracioso que eres, Houchou,” comentó Midare, amenamente.
“También agradezco que me hayan dicho todo esto,” Shinano asintió. “No les había oído antes, pero me alegro de que ya se sientan mucho mejor, y nos tienen a todos por si nos necesitan.”
“En verdad que sí…” Akita le miró y ensanchó su sonrisa, aunque sus ojos se nublaron por lágrimas. “Siempre ha sido así y siempre lo repetimos, pero esto me ha hecho entender lo cercanos y afortunados que todos somos. Esos recuerdos borrosos y aterradores se disiparon ni bien vi a Yagen-niisan y Atsushi-niisan aparecerse frente a mí y rescatarme. Luego de eso desperté en el hospital, los volví a ver a todos y no me dejaron solo.”
“…” Midare sonrió incómodo y desvió su mirada. Casi podría decir lo mismo, aunque la primera vez que había visto a esos dos, por más que fue el fin de su tortura, los había reconocido como enemigos y tratado como tales. Era un sentimiento amargo.
“Midare, ¿te sientes bien?” preguntó Shinano, mirándole con curiosidad.
“Ah, eh, sí, perdón, me distraje,” dijo inquieto y sonrió nerviosamente. “Oh, pero Shinano, creo que oí que a ti también me pasó algo similar, ¿no es así?”
“¿Eh?” se sorprendió.
“Es cierto, también te secuestraron,” recordó Houchou. Este se estremeció. “Uhh, ha ocurrido demasiado, no me gusta…”
“O-oigan, no se preocupen por eso. Ya fue hace como tres meses y se resolvió el mismo día,” Shinano agitó sus palmas y sonrió con torpeza. “Ichi-nii y Gotou me han dado todo el apoyo y estoy bien. Más bien, estoy aquí para cuidarlos a ustedes. No seré un buen luchador ni un hermano mayor como Ichi-nii, pero quiero apoyarles.”
“Hehe, de por sí eres muy lindo, Shinano,” Midare rió un poco. “Se nota que eres una persona muy dulce y positiva, así que me gusta pasar el tiempo contigo.”
“¿Eh?” dicho esto, los ojos de Shinano brillaron y juntó sus palmas, emocionado. “¿En serio piensas que soy lindo~?”
“Pero no eres tan lindo como Akita o yo,” declaró Houchou, apuntándole acusatoriamente. “Se supone que eres nuestro hermano mayor, no lo olvides, ¿ya?”
“E-ehh, n-no te preocupes, Houchou, nunca lo olvidaría,” Shinano sonrió con pesar. “Ahh, pensé que la ausencia de Hakata me libraría de comentarios así. Duele un poco…”

Los hermanos rieron un poco y Houchou se disculpó algo apenado. Atsushi les oía por el otro lado de la puerta. Parecía que estaban bien pese a todo, aunque no tardaría en oír algo más.

“Pero, Midare-niisan, estuve pensando…” siguió el pelimarrón, frunciendo el ceño. “Tú estuviste mucho tiempo solo en el hospital. Recién nos encontramos contigo casi una semana después. ¿Por qué?”
“¿Eh? Es que…” se incomodó por esa pregunta. Era algo que todavía no les explicaba.
“Supongo que necesitabas descansar, ¿verdad?” Akita lo meditó con su mirada hacia arriba. “Estoy seguro que Yagen-niisan tomó la mejor decisión a su parecer. Él es un gran doctor.”
“Él siempre anda velando por nosotros, pero no es muy fácil entender por qué hace las cosas como las hace,” dijo Shinano. “Verdad, podría preguntárselo.”
“Ehh, no tienen que hacerlo, creo que ya se los puedo decir,” Midare asintió, aunque miró a un costado perdidamente. “Me sabe mal admitirlo, pero es la verdad…”
“¿Qué cosa?” preguntó Houchou.
“Pues… luego de lo ocurrido, yo…” agachó su cabeza, con desdicha. “Estaba convencido que ustedes eran mis enemigos. Era algo que la persona que me secuestró me hizo creer…”
“¿E-en serio?” preguntó Akita, asustado e intercambiando miradas con los demás.
“¿Cómo así?” Shinano llevó una mano a su boca, al no poder creerlo.
“No lo sé, sólo quería hacerme creer esa mentira y lo peor es que me convenció y pensé que estaba en peligro si regresaba a ustedes. Por eso… Yagen me lo explicó. Me dijo que no quería que me conocieran hasta que yo me hiciera mis propias ideas sobre ustedes. Dijo que no merecían que yo los viera como mis enemigos y les antagonizara.”
“…” Houchou se afligió. “Pero no es así, nosotros somos hermanos. Realmente quisimos volverte a ver. Siempre oímos relatos sobre Midare-niisan quien desapareció y a quien estábamos buscando. ¿Por qué alguien querría convencerte de lo contrario?”
“Houchou, tranquilo, por favor,” Midare le agarró de los brazos y le sonrió con tristeza. “Eso ya lo sé, ya me convencí que lo que me dijeron no es verdad y ahora los conozco como la hermosa familia a la que soy dichoso de pertenecer. Es sólo que… me siento mal por haberlo pensado en primer lugar…” le soltó para revolverle los cabellos. “Lo siento mucho, siento haber dudado de ustedes sin siquiera conocerlos. Me siento en falta con todos. Ustedes no han sido más que amables y cariñosos conmigo pese a recién encontrarnos… casi siento que no lo merezco. Yo no he hecho nada por ustedes, ni he estado aquí.”

“…” Atsushi comprimió sus puños.

“Eso no es verdad. La casa no ha estado tan animada en mucho tiempo, Midare,” le aseguró Shinano, sonriente. “Y todos te queremos mucho. Puede que recién hayas llegado a casa, pero es casi como si siempre hubieras estado aquí. ¿No es verdad?”
“Sí, pienso lo mismo,” Akita asintió. “Por favor, no te disculpes, Midare-niisan. Pasaste por una situación muy difícil y en medio de todo eso es normal desconfiar de gente que no conoces. Ahora que eso se acabó y que todos estamos a salvo y en casa, tú eres nuestro hermano. Compartimos el mismo sentimiento y eres parte de nosotros.”
“Sí, sí, definitivamente. Sentí que éramos hermanos cuando nos vimos en el paseo que tuvimos con nuestros amigos, y eso que ni lo sabíamos entonces,” afirmó Houchou. Se cruzó de brazos. “Así que esa persona que te mintió ha perdido, porque nos hemos reunido y estamos más unidos que nunca. No nos volveremos a separar.”
“No lo vamos a hacer, bien dicho,” Shinano se puso de pie y abrió sus brazos. “Group hug!”
“Group hug!” le imitó Houchou y junto con Akita los tres abrazaron a Midare un buen rato.
“Muchas gracias, hermanos, hehe…” Midare rió con torpeza y finalmente le soltaron. Llevó unos dedos a sus ojos para secarse unas lágrimas. “Ah, qué lindos son, me van a hacer llorar.”
“Ahora no te sientas mal, Midare-niisan. Todos estamos muy felices de tenerte,” le aseguró Akita, con alegría. “Y muchas gracias por ser honesto con nosotros.”
“Sí, nos hace falta sinceridad con frecuencia…” Shinano se cruzó de brazos e hizo un puchero. “Uhh, ahora Yagen me debe muchas explicaciones. Él no puede ocultarme estas cosas.”
“E-está bien, él y Atsushi ya me acomodaron bastante, y me alegro de haber sido yo quien lo dijo,” dicho esto, Midare pareció acordarse de algo. “Por cierto, Shinano, ¿sabes cómo está Atsushi? Se fue repentinamente durante el picnic y no lo he visto. Temo que realmente me esté evadiendo…”
“Sobre eso…” lo meditó y se acordó de la conversación que había tenido con Yagen, lo cual le desanimó. “Pues… es posible que sí te esté evadiendo un poco, Midare.”
“¿Por qué?” preguntó preocupado.
“¿Cómo así?” Akita intercambió miradas con Houchou.
“Eh, es que…” Shinano se incomodó al acordarse de los pequeños presentes, pero ya que estaban siendo honestos, supuso que no les vendría mal saberlo. “Hablé con Yagen anoche. Fuimos al campo de flores un momento y pues, le pregunté sobre ese lugar. Él me dijo un poco sobre lo que ocurrió el día en que desapareciste.”
“Sí…” Midare se impresionó y pasó a inclinarse hacia él con gran curiosidad. Los dos pequeños también lo hicieron. “Sí quisiera oír sobre eso. Me da mucha intriga.”



“Shinano… yo me encargo…” finalmente, Atsushi abrió la puerta de vidrio del todo. Su repentina llegada efectivamente asustó a los cuatro quienes le miraron como si estuvieran en aprietos. Él se extrañó por esa reacción. “Descuiden, es normal que tengan curiosidad, sólo quiero decírselos…” se dirigió a Midare. “Al menos te debo la verdad a ti, hermano.”
“Eh, sí…” musitó algo impresionado por su severidad.
“Hace trece años, el día en que te perdiste… tú estabas con Yagen y conmigo en el campo de flores. Nuestro padre y hermanos mayores nos dejaron ahí en lo que se encargaban de una emergencia telefónica. Ese día, yo…” frunció el ceño, cabizbajo. “No pensé bien las cosas. Yagen y tú andaban ocupados con sus actividades y disfrutando del ambiente. En cambio, yo me impacienté y quise hacer una competencia para distraerme, así que me vine con un desafío. Íbamos a correr desde ese punto hasta el puente colgante más dentro del bosque…”
“Atsushi…” pensó en observar algo, aunque Houchou se le adelantó.
“¿Y qué pasó después?” preguntó a la expectativa de la historia, con ojos curiosos.
“Eh, Houchou, espera…” Akita se preocupó ya que su hermanito no había entendido que esa era toda la historia, o al menos toda la historia que realmente se sabía.
“Partimos de ahí. Yo comencé y Yagen y Midare me siguieron. Y pensar que ni estuve al pendiente de Yagen. Él también tuvo una pequeña caída por esa corrida…” se lamentó y miró a su hermanito, apenado. “Lo siento mucho, Houchou. No sé qué fue lo que pasó con Midare, sólo sé que nos siguió, pero ya no lo volvimos a ver. Él ni había querido competir y trató de que nos quedemos donde estábamos. Ni Yagen quiso desobedecer a papá… esto fue por mi culpa.”
“No digas que es tu culpa, Atsushi. No puedes responsabilizar a un niño de esto,” dijo Shinano.
“Es la verdad, Shinano. Y realmente…” comprimió sus puños. “Ha sido cobarde de mí no aceptarlo. Por eso, Yagen y yo terminamos no compartiendo el pasado con ustedes. Si habríamos sido honestos, tal vez Houchou y Akita hubieran podido reconocer a Midare antes que todo esto sucediera. Es más…” entrecerró sus ojos, con odio dirigido hacia adentro. “Midare hubiera podido conocer a todos y nunca hubiera caído por esa vil mentira. Nunca habría tenido por qué sufrir tanto como lo hizo.”
“Espera un momento, tú no eres quien me lastimó, Atsushi,” dijo Midare, alarmado. “Tú me rescataste y estuviste cuidando de mí en el hospital. ¿Acaso no lo entiendes?”
“Ello no compensa nada en lo absoluto…” desvió su mirada.
“¡No, mírame!” le encaró. “¡Estoy bien, lo que ocurrió cuando éramos niños no fue tu culpa! ¡Lo que me hicieron mucho menos lo es!” no le hacía caso. Veía que sus palabras no le alcanzaban. Midare se afligió y llevó una mano a su pecho. “Por favor, has sido muy amable conmigo por más que yo no te traté igual. Veo que no me oyes, será porque no nos conocemos, pero quiero hacerlo. ¿Acaso me estás evadiendo? No quiero eso, por favor. Somos hermanos, quiero conocer a la persona que me trajo de regreso a casa. Deja de actuar como si fueras mi guardián o me debieras algo. No te disculpes conmigo, no quiero disculpas.”
“…supongo que soy un extraño para casi todos a estas alturas…” dijo en voz baja.
“¿Eh?” Midare se preocupó.
“A-Atsushi, eso no es verdad,” Shinano negó rotundamente.
“¿Qué quieres decir?” preguntó el rubio. Frunció el ceño. “No digas esas cosas, estamos en casa, en familia, nuestros hermanitos siempre me cuentan cosas muy lindas de ti. Eres un buen hermano mayor. ¿Por qué quieres excluirte? ¿Es que acaso eres tú quien no quiere ser cercano a nadie? ¿Es que quieres que sigamos siendo extraños?”
“N-no, no digo eso… yo…” Atsushi se despertó, con un rostro perdido y consternado. Se agarró la cabeza con una mano y miró hacia abajo como si hubiera sufrido mareos. Reconocía que su mente se había ido a otro lado por un instante. “Por supuesto que no, es sólo…” frunció el ceño. Su desorientación se acabó al sentir otro martilleo interno proveniente de su culpa. “…tú has tenido que ser un extraño por mi equivocación. A la vez, no me debes nada. No pienses en mí como tu salvador… yo nunca fui necesario para que regreses…” soltó su cabeza y volvió a comprimir sus puños. Sus ojos se cubrieron en sombras. “Yagen recibió la notificación de los secuestradores de ambos en el momento en que fui a verle. Fue una mera coincidencia. Si yo no hubiera estado ahí, él les habría rescatado igual, te habría hecho ver la verdad y estarías de regreso en casa sin ninguna diferencia.”
“…” hubo un silencio sepulcral y aterrador en los demás. Su hermano se encontraba hundiéndose y no podían hacer nada para evitarlo.
“…” Atsushi se dio media vuelta. “Perdón, tengo que irme. Tenía algo que hacer.”
“¡No te vayas!” Shinano le agarró de un brazo, pero el otro le sacudió con tanta fuerza que Midare tuvo que atrapar al pelirrojo. “¡Ahh!”
“…” Atsushi le miró brevemente, algo sorprendido por haber sido tan brusco, y terminó por marcharse más rápidamente.
“¡Hermano! ¿Estás bien?” preguntó Houchou, asustado. El pequeño volvió a estremecerse casi al punto de llorar. “Ahh, ¿qué pasa?”



Pasaron alrededor de diez minutos. Fueron a avisarle sobre lo ocurrido a Ichigo y Namazuo, quienes habían estado alistando la cocina para la hora del té. Namazuo se llevó a los pequeños a reunirse con los demás para consolarles y animarles, mientras Shinano y Midare pusieron al primogénito al tanto de la conversación, cuando Gotou llegó a la cocina.

“¿Sucedió algo?” preguntó confundido.
“¡Gotou!” Shinano corrió hacia él y le abrazó.
“O-oye, ¿qué te pasa?” preguntó perdido.
“Tal parece que Atsushi se marchó hacia el bosque en un estado anímico grave,” observó Ichigo, preocupado. “De haberme dado cuenta… no debimos haber dejado que se fuera así.”
“Esperen…” Gotou se soltó de Shinano. “Díganme qué pasó.”