91.2.
Luego de completar sus clases del día, Hotarumaru caminaba hacia el área de deportes en Rizembool. El pequeño pelicenizo ya se sentía agobiado por su miedo a perder las prácticas que llevaba con su maestro y su encuentro en la mañana con su superior no le había resultado de consuelo. El señor Kotetsu era una persona impresionante e intimidante por donde se le viera, lo cual en un inicio había sido admirable para él, pero en el presente no dejaba de preguntarse si en verdad era digno de su tiempo y tutelaje.
Llegó al dojo donde se encontraría con su maestro en lo cual debía ser una práctica decisiva para probar su valor como aprendiz. Miró las puertas cerradas frente a él y luego de meditar su predicamento un poco, negó para sí y se aventuró adentro. Ya no podía postergarlo más.
Sin embargo, Hotarumaru se encontró cara a cara con dos personas distintas a su mentor, una de ellas conocida, aunque sabía bien quiénes eran cada uno de ellos.
“¡Hotaru-chan, ha sido mucho tiempo!” exclamó Urashima, quien corrió a darle el alcance. El rubio sonreía contento y con grandes energías. “¡¿Cómo has estado?!”
“M-mo… ¿Urashima?” preguntó en shock y ladeando su cabeza.
“Así que este es el niño al que papá está dando clases,” comentó Hachisuka acercándose a los dos con una mano en su mentón. El pelilila observó a Hotarumaru brevemente como quien estudiaba a un espécimen y terminó formando una sonrisa corta en su rostro, una que invocaba una mezcla de simpatía e ironía. “Te ves más lindo de lo que imaginé.”
“Eh…” Hotarumaru le miró perdido y pasó a desviar su mirada con reserva. “Se supone que estoy aquí para practicar… no quiero que me digan que soy lindo ahora…”
“Hachisuka-niichan no quiere faltarte el respeto. ¡Se puede ser lindo y super fuerte a la vez!” exclamó el Kotetsu menor alegremente y le sonrió incómodo. “Lo que pasa es que papá tuvo un contratiempo. Descuida que todavía viene, pero mientras lo esperamos pensaba que podíamos divertirnos,” Urashima asintió y alzó un puño al aire. “¡Hay que hacer calentamiento! ¡Comencemos limpiando todo el piso del dojo!”
“¿E-en serio?”
“¡Dojo limpio, mente limpia! ¡Ya he alistado los materiales de limpieza y descuida!” se apuntó a sí mismo. “Te ayudaré, me vendrá muy bien a mí también.”
“Ehh…”
“Te he dicho que tú no tienes que ensuciarte las manos, Urashima, pero no insistiré,” Hachisuka sonrió frustrado. “Los miraré de un costado. Diviértanse mucho.”
“¡Por supuesto!”
Sorpresivamente, el plan fue llevado a cabo de inmediato. Los dos pequeños tomaron unos trapos y corrieron de extremo a otro. El lugar de por sí era regularmente mantenido por la universidad, por lo cual casi no había trabajo que realizar, aunque pese a ser apenas una simple y rápida limpieza, Hotarumaru notó cómo el Kotetsu se movió a mil por hora y avanzaba su mitad mucho más rápido que él. Urashima gritaba a manera de canalizar sus ánimos y energías y corría con mucha destreza. El pelicenizo se esforzó más para avanzar más rápido y mantenerle el ritmo al otro, pero simplemente no podía. Sus energías se le agotaban con rapidez, su dominio en esa forma tradicional de limpiar el dojo era pobre y su poca velocidad era una de sus escasas debilidades.
“¡Ya está! ¡Terminado!” exclamó Urashima con alegría ni bien terminó de cubrir su mitad. Él miró al menor quien continuaba en su penúltima recta, aunque estaba jadeando y se le notaba extenuado. “Oye, Hotaru-chan, espera.”
“No, imposible…” Hotarumaru se sentó sobre el piso rendido. “Lo intento hacer tan rápido como tú, pero no puedo hacerlo.”
“Está bien, está bien,” Urashima sonrió con torpeza. “Te aseguro que ni Nagasone-niichan ni Hachisuka-niichan pueden igualarme en velocidad. Sólo ve a tu ritmo.”
“Pero…”
“Además entiendo que a pesar de pelear con espadas y ser un pequeño prodigio, no has tenido nuestra misma educación,” asintió comprensivamente. “Quiere decir que este ejercicio te será un tanto extraño, ¡por lo cual no debes sentirte en falta!” levantó un pulgar. “¡Haz lo que puedas!”
“…” le miró perplejo, cuando notó al pelilila acercárseles.
“Fue un buen calentamiento, a mi parecer,” observó Hachisuka, quien extendió una botella de agua a su hermanito. “Urashima, toma, recuerda mantenerte hidratado.”
“¡Gracias~ aunque creo que es muy pronto para eso!” dijo aunque igual recibió el contenedor.
“Uno puede perder un porcentaje considerable de agua corporal durante el ejercicio, no debes descuidarte,” dicho esto, el mayor se dirigió a Hotarumaru y le extendió otra botella.
“Eh, estoy bien, muchas gracias,” este agitó sus palmas con incomodidad.
“No seas modesto, es por tu bien,” insistió. Hachisuka continuó expresándose con su tono sutil y dulce, pero a ello se le agregó una ligera demanda y expectativa.
“S-sí…” le tocó aceptar y tomó la botella con ambas manos. Miró la tapa de la misma ensimismado.
“Creo que el calentamiento no te ayudó de mucho para limpiar tu mente, ¿verdad?” le preguntó Urashima. Este se sentó en el piso junto al otro. “Dime, dime, ¿qué te tiene distraído?”
“Eh, no es nada, estoy bien,” se alarmó. No podía decir si ellos sabrían lo que su padre le había dicho la práctica anterior, y aun si fuera el caso tampoco les correspondía.
“Hmm, no suenas a que estés bien, Hotaru-chan,” le sonrió. “Vamos, quiero oírte. Realmente quisiera que seamos amigos. Hehe, si papá ha decidido entrenarte es seguro que nos veremos un montón así que puedes confiar en mí.”
“Pero…” dio un suspiro y agachó su mirada. “Espero que sí, pero sí soy distinto en comparación con una familia como ustedes… puede que no tenga el mismo potencial.”
“¿Hm?” Urashima ladeó la cabeza.
“Por supuesto que no lo posees, pequeño,” declaro Hachisuka, sonriendo con superioridad y alzando su mentón. “Los Kotetsu somos un linaje especial y resaltante incluso dentro del Japón. Sería iluso para cualquiera compararse a nosotros.”
“Ehh, Hachisuka-niichan…” su hermanito sonrió incómodo.
“¿Pero es que acaso esa simple verdad te va a detener antes de desarrollar un potencial que sí es propio de ti?” continuó el pelilila. Le miró desde arriba con ojos severos y sin borrar su sonrisa. “Pienso que si nuestro padre se molestó en dedicarte atención en primer lugar, es porque ha visto potencial en tu persona, así que espero que no le decepciones. En particular, espero que tú no te decepciones por no ser alguien quien nunca vas a ser.”
“…” se quedó sorprendido. A pesar del aura intimidante y poco amigable del pelilila, le había dicho palabras muy ciertas. Asintió y le miró decidido. “Tienes razón.”
“Entonces, supongo tenemos tiempo antes de que nuestro padre llegue,” Hachisuka se cruzó de brazos. “Quiero que me enseñes tu fortaleza, no como el pupilo de mi padre o como alguien que aspira a ser como un Kotetsu. Demuéstrame quién eres tú en realidad.”
“Sí,” se levantó y pasó a confundirse. “O sea,” se puso a pensar. “¿Quieres retarme a una pelea?”
“No, no me malinterpretes,” se encogió de hombros y sonrió entretenido. “No he venido para pelear con nadie, sólo estoy de observador,” fue donde su hermanito y le extendió una mano con una cálida sonrisa. “Urashima, seguramente a ti te divertiría un montón. Hazme el favor.”
“¡Enseguida!” este aceptó su ayuda y al ponerse de pie asintió obedientemente. “Será un placer. ¡Oh!” pasó a mirar a su fiel tortuga en su hombro y se la dio a su hermano. “Hachisuka-niichan, cuídame a Kamekichi, por favor. ¡Siento que esto se va a poner muy movido!”
“Claro, no te preocupes,” así, el hermano mayor tomó a la mascota y caminó de regreso a su punto de observación.
“¿Eh? ¿Contra ti?” preguntó Hotarumaru, perdido por ese desarrollo. “Ehm, ¿has traído tu arma? No veo que lleves una…”
“Vengo directo de Hanasaki y no pensé en traer una de práctica conmigo, así que estoy desarmado, ¡pero no importa!” asintió y comprimió sus puños. “¡Tengo una gran idea! ¡Para seguir calentando, hagamos un combate cuerpo a cuerpo!”
“Cuerpo a cuerpo…” no dejaba de sorprenderse. Ese chico estaba yendo a mil por hora.
“¿Puedes hacerlo? Entiendo que te especialices más en peleas de espadas,” llevó sus manos a su nuca. “O sea yo también, pero parte de nuestra habilidad es ser adeptos a defendernos sin contar con nuestras armas todo el tiempo.”
“Sí puedo, no lo practico mucho, pero puedo defenderme,” asintió aunque se mostró perplejo. “Es sólo que me sorprende.”
“Hehe, entonces no lo pienses mucho,” hizo un poco de distancia y se puso en posición de defensa. “Tómalo como un divertido juego, Hotaru-chan. ¡Sólo déjate llevar!”
Así, inició un ágil enfrentamiento. Urashima fue quien dio inicio y se acercó, a lo cual Hotarumaru se puso a esquivarle mientras estudiaba sus movimientos. Al igual que antes, el Kotetsu le ganaba en velocidad y destreza, pero no estaba del todo indefenso. Todavía podía mantener una segura distancia y reaccionar debidamente.
En eso, se agachó al esquivar un puñete del rubio e intentó una patada de barrido para derribarle, pero su oponente predijo su acción y saltó por encima de él para aterrizar con una mano y en el aire propinarle una patada. Hotarumaru apenas posicionó ambos brazos para proteger su rostro y se deslizó hacia atrás por la gran fuerza del otro.
“¡Hehe, estuvo cerca!” Urashima celebró y volvió a ponerse en posición de defensa para mirarle decidido. “¿Listo?”
“…” el otro frunció el ceño y se preparó nuevamente. “Eres fuerte…”
“¡Aquí voy!”
Continuó otra tanda de ataques y respuestas. Por la exigencia, Hotarumaru comenzó a tomarse dicho ‘calentamiento’ con la debida seriedad y ya sin pensar en su presente situación. Estaba inmerso en esa batalla. De repente, su misión de probarse a sí mismo o ante el otro Kotetsu presente se escapó de su mente. El pequeño peleaba con todo su ser por el simple hecho de pelear, porque tenía a un oponente formidable que no se la dejaba fácil y podía derrotarle ante el menor descuido… porque Hotarumaru no sólo era un niño pequeño y adorable y realmente tenía el don de pelear como un guerrero de antaño, y lo sabía bien.
Sus ánimos y su vida resurgieron en sí mismo y sonrió en plena apreciación de su propio ser.
Entonces, vio una apertura y no perdió esa oportunidad. Preparó sus piernas, tomó un brazo de Urashima con sus dos manos y de un solo movimiento lo levantó por los aires. El chico se sorprendió aunque no le dejó concretar su técnica y le correspondió el agarre con su otro brazo. Ello paró la inercia de lo que hubiera sido una azotada inmovilizadora contra el piso y así ambos terminaron sobre el mismo. Hotarumaru rodó y se libró del otro, pero Urashima fue más rápido y el rubio extendió ambos brazos como si fuera a atraparlo. El pelicenizo reaccionó lento y sólo fue capaz de encontrar sus manos con las de su mayor y así los dos se quedaron haciendo fuerza.
“Tsk…” Hotarumaru sentía que no podría sostenerle por mucho. Sonrió amargamente. “Eres un Kotetsu, de eso no hay duda…”
“Y tú un niño que puede hacerme frente…” contestó Urashima, lentamente haciendo al otro retroceder, aunque no con facilidad. Le devolvió una sonrisa, una más amena. “Te gusta pelear, ¿no? Mejoraste mucho luego del inicio. Quieres seguir haciéndote más y más fuerte…”
“Por supuesto…” dijo, y apenas pudo contener el empuje del otro, pero siguió poniendo resistencia. Frunció el ceño. “Toda mi vida he sido dicho todo lo que tengo que hacer… debo ser estudioso, inteligente… ahora el heredero también… pero mi verdadera pasión es el kendo…” asintió para sí, sin dejar de sonreír. “¡Así que no me rendiré! ¡Quiero ser tan fuerte como ustedes! ¡Quiero seguir los pasos de alguien que también fue un heredero en algún momento, y que ahora es un líder y guerrero y alguien famoso por ambas cosas! No quiero correr el riesgo de perder sus enseñanzas… ¡pero si fuera a darse igual no dejaré de esforzarme!”
“Heh, bien dicho…” Urashima ensanchó su sonrisa y de un momento a otro terminó con su gran presión y se hizo a un costado.
“¡Wahh!” al no haber parado, Hotarumaru se cayó estrepitosamente de cara al piso.
“Oh, ¿no te enseñaron que no debes ser muy avaro con tu fuerza?” preguntó el otro. Se agachó y le sonrió con torpeza. “Eh, lo siento, te dejé ir muy repentinamente. He estado en tu lugar varias veces, pero asegúrate de estar preparado para retroceder o rendir tu empuje. Como puedes ver, es una buena manera de desestabilizar a tu oponente.”
“Uhh, ya veo…” dijo afligido y vio que el otro le extendió una mano.
“Fue un excelente ejercicio, ¡ha sido divertido!” exclamó con grandes ánimos. Ambos se pusieron de pie y Urashima se dirigió al pelilila. “¡Hachisuka-niichan, ¿qué te pareció?!”
“Ha sido tan placentero como siempre, te sigues volviendo fuerte, Urashima,” dijo afectivamente, aunque sus ojos se afilaron un poco. “Pero sí abriste una vulnerabilidad demasiado grande al final. Tendré que repasarlo contigo después.”
“Eh, lo sé, pero eso lo podemos ver en casa,” se rascó la nuca. “Me refiero a qué piensas sobre Hotaru-chan.”
“No es que realmente sea un juez para esta pelea, mi opinión no importa mucho,” dijo alegremente y con gran irrelevancia. “Aunque sí tiene el espíritu necesario, por no decir que la habilidad. No me preocuparía mucho de que decepcione a nuestro padre si se mantiene así.”
“Es por ser así que no hay forma que eso ocurra,” declaró Urashima con energías y miró al pequeño. “Hehe, me hace feliz escuchar que tienes en mente seguir los pasos de mi papá. Personalmente siento que los dos se llevarían de maravilla. ¡Estoy encantado de que estés aprendiendo de él! ¡Ya quiero ver qué tan fuerte te volverás!”
“Eh…” se sorprendió un poco de sus palabras, y sonrió un poco. “Ehehe, muchas gracias, Urashima, ojalá sea así.”
“¡Y lo será!” Urashima miró hacia Hachisuka, aunque con su mirada enfocada en otro lado, a una puerta lateral que conducía a un almacén y baños dentro del dojo. “¡¿No es así, papá?!”
“¡Eh!” Hotarumaru se sobresaltó.
El llamado fue toda la invocación que necesitó. El señor Kotetsu salió de su escondite y caminó hacia los menores.
“M-Maestro,” dijo el pequeño, atónito. “¿Usted estaba aquí?”
“…” Taroutachi se detuvo y le miró inmutado. “De haber tenido algún contratiempo, te hubiera contactado personalmente. Este preámbulo no fue precisamente mi idea, pero sigue siendo mi responsabilidad. Siento las incomodidades.”
“Eh, no, está bien… pero…” frunció el ceño y miró a Urashima. “¿Qué sucede aquí?”
“Mai-chan me envió un mensaje en la mañana diciéndome que te encontrabas estresado y temías que mi papá fuera a rechazarte,” explicó amenamente. “Como un Kotetsu, ella me pidió que hablara contigo y viera qué podía hacer. Sonaba preocupada por ti.”
“Mai…neechan…” se puso a pensar, ensimismado. Su amiga sí tenía una relativa cercanía con esa familia por medio de una prima, no lo había pensado. “Me sorprende que haya dicho algo…”
“Al parecer temías que fueras a ser rechazado. Recuerdo que la vez que fuimos de visita al templo tenías las mismas inseguridades,” observó con sus manos en su nuca. “Pero no tenía por qué ser así, y sin duda no puedes dedicarte bien a un entrenamiento si andas cuestionándote, ¡así que vine para divertirme un poco contigo y espabilarte!”
“Urashima me expresó sus preocupaciones, y ello fue lo que refrescó mi memoria,” dijo Taroutachi, asintiendo pausadamente. “La última práctica te pedí que meditaras sobre tus metas como mi pupilo y tus motivos de entrenar para que pudieras contestarme ni bien nos volviéramos a encontrar.”
“Sí,” asintió y frunció el ceño. “Maestro, mis motivos…”
“Ya no tienes que explicarte. Te escuché claramente,” dijo alzando una palma. Entonces, Taroutachi esbozó una sonrisa. “No solamente eres el niño disciplinado y prodigio que conocí en un principio. Posees el espíritu que esperaba y en demasía. Siento mucho haber dudado de ti,” hizo una venia. “Y lamento las inquietudes. Comprendo que mi tarea de auto-reflexión te hizo pensar que tenía intereses de rechazarte.”
“Ehh…” se sorprendió y bajó su mirada. “Pero, recuerdo que usted había dicho que quizás no éramos compatibles… quizás no iba a poder enseñarme…”
“Creo haber dicho algo semejante, es cierto,” se puso a pensar, alzando su mirada. “Fue una reflexión personal, algo que tal vez no debí haber dicho en voz alta. No estaba aludido a tu persona, más bien lo contrario,” le miró con su seriedad de siempre. “No es frecuente que actúo como instructor, en especial con personas fuera de mi círculo familiar. Podré ser conocido por mi habilidad, pero dudo ser el mejor maestro. Me cuestionaba si yo realmente podría atender tus necesidades y ser el mentor adecuado para ti.”
“¡P-por supuesto!” Hotarumaru asintió decidido y con rapidez. Luego de su exabrupto, se retrajo y volvió a agachar su cabeza. “Quiero decir… usted es una persona muy fuerte, muy capaz, un respetable líder de su familia que no tuvo que abandonar su habilidad para pelear. No puedo pensar en nadie más de quien quisiera aprender…”
“…” asintió. “Entiendo. Mis dudas personales terminaron por transmitirse a ti. Incluso en una tarea tan básica para mí, fallé en presentarme como un superior seguro y responsable.”
“Mo…” Hotarumaru se sorprendió al sentir a su mentor acariciarle los cabellos.
“No volverá a suceder, lo prometo,” le aseguró con una voz calmada y cálida.
“…” le miró sorprendido, al comprender que todo había sido un malentendido.
“¡Ahh, qué alegría!” Urashima no se contuvo y abrazó al pelicenizo con fuerza.
“Eh…” el pequeño fue zarandeado levemente.
“Sabía que no había que preocuparse. ¡Verás que te divertirás mucho y te harás muy fuerte! ¡A este ritmo seguro que te harás más fuerte que yo cuando llegues a mi edad!” dijo sin dejar de apachurrarle. “¡Muchas felicidades, Hotaru-chan~!”
“G-gracias…” contestó con torpeza.
“A pesar de tu siempre incansable trabajo, es verdad que algunos detalles suelen escaparse de ti, padre,” observó Hachisuka, acercándose al grupo. El pelilila sonreía despreocupado. “Hiciste que tu nuevo alumno se preocupara de más. Aun así, es de esperarse que alguien fuera a temer perder la oportunidad de entrenar con un Kotetsu con gran renombre como tú, por lo cual puedo simpatizar con la situación.”
“Te pido que seas amable con mi pupilo, Hachisuka,” dijo Taroutachi, tranquilamente y mirándole de reojo. “Pese a tu cordialidad, puedes resultar intimidante e hiriente en ocasiones.”
“¿Oh? ¿Me habré presentado así hoy?” se sorprendió genuinamente y regresó a su sonrisa. “No sería más que otro malentendido. Aprecio a las personas que nos rinden el homenaje respectivo, pero más que ello…” observó al Kotetsu menor dejar de abrazar al pequeño y continuar hablando amenamente con él. “Aprecio a quien sea que se gane el cariño de Urashima y sea merecedor de las atenciones de mi querido hermanito. De igual forma, no es que tenga malas intenciones con mi forma de ser.”
“Lo sé bien, sólo te comento que vigiles tu propia presentación con más cuidado.”
“Lo haré, nunca querría hacer ver mal a nuestro linaje,” Hachisuka se dirigió a su hermanito. “Urashima, tu juego ha terminado. Es mejor que nos vayamos y les dejemos practicar.”
“Oh, ¿no podemos quedarnos a ver?” preguntó el rubio, con curiosidad. “De paso me gustaría que todos fuéramos a tomar algo luego de la práctica.”
“Pienso que has cansado a mi pupilo demasiado por hoy, por lo cual no pretendo postergar la práctica de hoy,” observó el padre. “Si deseas que tomemos algo, quédense por los alrededores. Les avisaré ni bien terminemos.”
“¡Entendido!” Urashima dio un saludo militar y miró a Hotarumaru. “¿No es genial? ¡Así podremos conocernos mejor! Ya que tú estudias aquí ve pensando a dónde vamos a ir. Seguro que hay un montón de restaurantes deliciosos al igual que en Hanasaki.”
¿E-en serio?” Hotarumaru ladeó su cabeza.
“Urashima, ni sabemos si el pequeño tiene el tiempo para acompañarnos,” observó el pelilila, negando frustrado. “Te estás adelantando a que él acepte tu propuesta.”
“Ah, es cierto, perdón,” miró al pelicenizo. “Sí puedes, ¿verdad?”
“…” todavía perdido, asintió. “Sí puedo y me gustaría, sólo me sorprende un poco.”
“¡Entonces no lo pienses mucho! ¡Hehe, lo esperaré con ansias!”
“Sí…” Hotarumaru asintió y sonrió. “Yo también, muchas gracias…”
De aquel modo, la práctica de la tarde dio inicio antes de que todos fueran a compartir un pequeño momento. Con ese encuentro, Hotarumaru pudo finalmente librarse de sus dudas y concentrarse en su entrenamiento como debía.
…
El día avanzó y el ocaso empezaba a apreciarse en Rizembool. Los tonos cálidos del sol del final de verano que se despedía del día se apreciaban mucho mejor a ligera altitud, como en la azotea perteneciente a Eichi Tenshouin. El joven magnate contaba con la presencia de su grupo de té usual y además de sus tres invitados había un periódico abierto en el centro de la mesa, para que todos lo pudieran ver con claridad. Dicho objeto era de vital importancia para la conversación, o más bien acusación, que estaban teniendo.
“Eh…” Namazuo estaba cabizbajo y muy nervioso por las constantes observaciones y llamadas de atención hechas por los demás.
“Sinceramente…” Eichi se expresó con lástima y gravedad expresados en su ceño fruncido. “Me compadezco de las personas que se han encargado de ponerte en libertad…”
“Ehh…”
“Fufu, mejor compadécete de todos nosotros que tenemos que lidiar con el desquiciado en persona,” comentó Ritsu, sonriendo gatunamente.
“Ehhh…”
“Se podría simpatizar con ambas partes, para ser sinceros,” Naoto se encogió de hombros.
“¡Ahh, lo siento, lo siento mucho!” suplicó el Toushirou, agarrándose los cabellos. “¡No quería lastimar a nadie, tienen que creerme!”
“No es como si debas disculparte con nosotros, Namazuo,” observó la peliazul, frustrada. “Pusiste a un amigo de tu familia en riesgo y has causado difamación a tu apellido por el hecho que un artículo, por más corto que fuera, llegara al periódico.”
“Ihh, lo sé, realmente no sé por qué no lo pensé en su momento, pero juro que aprendí mi lección y que esto no volverá a suceder,” dijo torturado. “Tan sólo espero que los demás lo puedan dejar de lado y no involucrar a mis hermanos.”
“Concuerdo con lo segundo, pero como terrorista es necesario que internalices el caos e inconsciente maldad en lo que hiciste,” observó Ritsu, objetivamente y mirándole desde arriba. “Te viene bien cargar con tu consciencia sucia un poco más, Nama-kun. De lo contrario, presumo que lo olvidarás ni bien te vayas a dormir.”
“Uhh, tienes muy poca fe en mi, Ritsu-chan…” se encogió un poco, apesadumbrado.
“A pesar de que el escritor del artículo puso tu nombre, no llegaste a las noticias en la televisión o en páginas de internet,” observó Eichi, quien dio una nueva ojeada al periódico. “Sólo puedo imaginar que tus hermanos llegaron a callar a la prensa en su mayoría, así que puede que esto caiga al olvido tarde o temprano.”
“Aun así es algo que no debió haber ocurrido para empezar,” Naoto dio un suspiro. “Y en verdad me inquieta pensar que algo como esto pueda callarse tan fácilmente.”
“No que sea muy extraño,” Ritsu se encogió de hombros con naturalidad. “Uno sólo puede imaginarse cuántos secretos ocultará Ecchan del resto de seres humanos, ¿no lo crees? A mayor riqueza, mayor oscuridad.”
“Me frustra que trates de tildarme como desconfiable ante tus amigos cada vez que puedes, Ritsu-kun,” observó Eichi, frustrado. “Y yo que intento tener una agradable hora del té.”
“Fufufu, creo que tú no tienes tanto derecho de quejarte qué hace Nama-kun a espaldas de la gente común.”
“Y tú tampoco por animarte a ser un Rebel.”
“Algo que nuevamente tú mismo has hecho, Ecchan~” dijo juguetonamente.
“Ya, ya, cambiemos de tema, por favor,” reclamó Namazuo, incómodo. “Yo también quiero tener una hora del té donde no me recriminen sobre esto y podamos olvidarlo un poco…” entonces, desvió su mirada con nervios. “…aunque me preocupa y asusta pensar en que mis queridos hermanos lleguen al extremo de callar a los medios. ¿Cuándo adoptaron ese poder? ¡E-en fin!” negó rotundamente para evacuar ese pensamiento, pero rápidamente volvió a desinflarse. “Uhh… me parte el alma saber que he preocupado a mis lindos hermanitos por lo que hice, sobre todo a los más pequeños. Houchou y Hakata me miraron como si no me reconocieran. Akita y Maeda estaban muy preocupados por mí. Por su parte, Hirano se notaba exasperado y me evitó. ¡Y lo que más me duele es que mi precioso Gokotai se me acercó con lágrimas en los ojos para suplicarme piedad por Fudou-chan! ¡Ahora seguro que piensan que ni tengo remedio y para colmo todos me han prohibido conducir en el paseo familiar como si fuera alguna especie de amenaza! ¡Me duele, me desgarra, no lo puedo soportar!”
“Fufufu, recordando el drama que hubo en el inicio del viaje anterior por tenerte de conductor, creo que el hecho que te prohíban conducir luego de esto es una conveniente excusa,” Ritsu sonrió con ironía. “Pero ya, tú a diferencia de mí eres un ser que pretende velar por aquellos a quienes llamas hermanos. Creo que ya te hemos dado suficiente café. Te dejaré en paz.”
“Realmente no querría dejarte en paz tan rápidamente, pero quizás tengas a tus parientes haciéndote suficientes reclamos,” Naoto dio un pesado suspiro.
“Por la forma de ser de Namazuo-kun, presumo que suelen ser muy permisivos con él, así que no sé cuán prudente sería ser suaves luego de lo ocurrido,” Eichi se puso a pensar distraídamente.
“Ahh, clemencia, Eichi, por favor,” el Toushirou juntó sus manos en rezo, acción que despertó al dueño de la azotea.
“Está bien, tampoco quiero pasar mi tiempo libre castigando a alguien que no ha cometido transgresiones en mi contra,” dijo tranquilamente, sonriendo un poco. “Perdonado estás, aunque asegúrate de compensar a tus hermanos por el amargo y preocupaciones producidas. Es el consejo que puedo darte.”
“¡Sí, definitivamente!” le dio un saludo militar. Dicho esto, Namazuo sonrió con alegría y añoranzas. “Como les dije, justo estamos por salir en un viaje familiar, así que pasaré el fin de semana con todos. ¡Me esforzaré en ser el mejor hermano posible!”
“Ya pareciera que te olvidaste del asunto, qué rápido,” Naoto rodó los ojos.
“Fufufu…” Ritsu rió por lo bajo con una mano cubriendo su boca.
“¡E-en serio que no, se los juro!” exclamó nervioso. “¡Me comportaré, tienen mi palabra!”
“Hai, hai, continúa con tu relato,” Ritsu se encogió de hombros. “¿Y a dónde están yendo?”
“Pues, Ichi-nii dijo que estaba viendo eso con Shinano y que nos avisaría ni bien se pusieran de acuerdo,” contestó y sonrió incómodo. “Me resulta un poco raro que ya todavía no lo sepamos. Normalmente Ichi-nii suele tenerlo todo bajo control, aunque creo que Shinano tenía muchas ganas de poner de su parte en la organización del viaje. Me da intriga.”
“Se van pronto, así que sólo es cuestión de tiempo. Mientras no regresen al bosque de las vacaciones imagino que no importa mucho a donde vayan.”
“Haha, no hay forma que volvamos tan pronto,” Namazuo rió un poco. “O sea, lindo lugar, pero tú sabes que sería raro,” en eso se vio interrumpido ya que su celular comenzó a sonar. “Oh, es Ichi-nii. Un momento, por favor.”
Él se levantó y contestó la llamada fuera de la pérgola donde tomaban té.
“Dejando este asunto de lado…” Eichi procedió a doblar el periódico y dejarlo a un costado fuera de la mesa. “¿Qué se cuentan ustedes? Fufu, desde ya les felicito por no hacer las noticias de esta forma, pero sí tengo más esperanzas de los dos.”
“Da pena decir que no le tenemos grandes expectativas, pero en fin…” Naoto se encogió de hombros. “Nada que contar, lo cual es bueno, supongo…” desvió su mirada. “Pero el jefe de práctica como siempre hace la clase difícil. Ocurren mil y un cosas ahí, aunque no puedo pensar en nada que desee compartirles,” alzó una ceja. “¿Será que me estoy acostumbrando?”
“Muy bien, Nao-chan, es así como uno debe sobrevivir a Secchan. La habituación es un instinto primordial de la vida,” dijo Ritsu, sonriendo entretenido. “De paso si no le das mucho caso lo fastidias y siempre es bueno verle fastidiado.”
“No que intente fastidiar a nadie, Ritsu.”
“¿Hm?” Eichi alzó sus cejas ligeramente con curiosidad. “Ritsu-kun, ¿acaso el instructor de Naoto-kun es tu viejo amigo?”
“¿Ustedes también se conocen?” preguntó la chica, sorprendida.
“No precisamente, pero eso explica mucho de tus relatos. Sí tiene la reputación de ser un ser complejo,” Eichi asintió, sonriendo despreocupado. “Ciertamente no es alguien de quien quisiera depender o tener por encima de mí o se volvería tiránico.”
“Creo que tengo que pararte ahí, Secchan,” Ritsu le miró con reproche. “Presiento que a muchas personas les indignaría que te quejes de alguien más por esos mismos motivos.”
“No que me esté quejando, sólo digo la verdad,” se frustró. “¿Y qué insinúas sobre mí?”
“Digo la verdad también, Ecchan, dejémoslo así,” el pelinegro regresó su atención a la chica y le sonrió amablemente. “Diría que lo peor debe haber pasado ya, aunque no bajes la guardia. Pero, a diferencia de Nama-kun, tú eres sensata y muy inteligente. Presiento que sabrás lidiar con Secchan tarde o temprano.”
“Eso espero…” dio un suspiro. Se sintió brevemente confundida ya que los apodos de su amigo a esas dos personas aparentemente distintas eran muy similares.
“Por mi parte, una prima mía acaba de ingresar a Hanasaki, apenas me encontré con ella ayer,” continuó Ritsu, de buenos ánimos. “Vino guiada por Maa-kun y tuve un momento agradable. Se aprecia mucho ver a la familia de vez en cuando.”
“¿En verdad?” preguntó Naoto, ladeando la cabeza.
“¿Por qué desconfías de mí, Nao-chan?” Ritsu se vio perdido. “¿Dije algo raro?”
“Eres quien desconoce a su hermano mayor todo el tiempo y para diciendo que los amigos y conocidos son los más importantes,” se puso a pensar. “O sea, no puedo juzgar cómo te llevas con cada pariente en particular, pero sí me choca un poco.”
“Tu juicio me desanima un poco. Soy más altruista de lo que parezco,” dijo cansadamente y encogiéndose de hombros. “Sólo porque un desagradable como mi anija existe en mi panorama existencial no quiere decir que odiaré a todos lo que comparten mis genes, ¿no es así?”
“Entiendo lo que dices, pero altruista no es la palabra que deberías usar…” alzó una ceja.
“Fufufu…” Eichi rió encontrando gracia a la conversación. “Definitivamente no es la palabra, Naoto-kun, y creo entender de dónde parten los ánimos rebosantes de Ritsu-kun,” llevó una galleta al filo de sus labios en lo que se dirigía al chico. “Esta prima tuya te debe haber traído un montón de regalos hechos a tu medida además de engreírte en demasía. Conozco tu estado anímico lo suficiente para adivinarlo.”
“Huh…” Ritsu le miró con leve odio. “Me fastidia que no puedo refutarlo…”
“Sí, fue así de simple.”
“Sí suena a algo de esperarse de Ritsu…” observó Naoto.
“Pero igual, sí me alegro de ver a Rinrin fuera de los obsequios que me dedicó, no que sea desalmado,” recalcó, marcando sus palabras. “Es una chica buena. No sé cuándo la veré porque está al otro lado de la barricada, pero como su primo senpai me siento responsable de ella. Ahora déjenme alegrarme por eso, ¿está bien?”
“Eh, no es que intente cuestionarte, sólo me dio curiosidad, perdón,” dijo la chica.
“Ya, Ritsu-kun, te fastidiábamos tal y como tú nos fastidias, eso es todo,” Eichi comió la galletita antes de continuar. “Si es una prima querida para ti y alguien agradable, podrías traerla un día aquí para conocerla.”
“No, tú eres un mal elemento, Ecchan,” Ritsu negó y dio un suspiro. “Además seguro la espantarás. No confío en que sería lo mejor para ella.”
“Te estás tomando mi fastidio con mucha seriedad, diría yo.”
“Nope, es una reacción razonable. Somos amigos, pero mis amigos no suelen ser tus amigos, y diría que viceversa pero no creo conocer a muchos amigos tuyos, Ecchan.”
“Pienso que Namazuo-kun y Naoto-kun son muy simpáticos, razón por la cual puedo considerarlos unos amigos míos, aunque si quieres probar que puedo hacer amigos por mi cuenta, con gusto invitaré a alguno uno de estos días,” dijo indistinto. “Aunque si quieres tildarme de mal elemento, te haré recordar que tú no te estás portando muy bien. Eres un Rebel, al igual que un par de tus amigos. Me compadezco por tu prima, debe estar preocupada.”
“¿Par de amigos?” dijo Naoto en voz baja. Sabía sobre su jefe de práctica, aunque desconocía quién sería la otra persona.
“Sobre eso, Rinrin no lo sabe y apreciaría si nadie se lo fuera a decir,” declaró Ritsu, cruzándose de brazos. “Es más, lo demando. No es algo que le concierne.”
“No tienes que preocuparte por nosotros, aunque tarde o temprano te tocará sentarte a hablar con ella y decirle toda la verdad,” observó la peliazul, pacientemente. “Y ya que quieres responsabilizarte de mantenerle un ojo encima, hazlo antes que algo serio fuera a ocurrir. La información, por más que duela averiguarla, sirve para evitar problemas y complicaciones.”
“Como un ser racional, quisiera recriminarte por hacerme ver lo opuesto, Nao-chan. Lo tendré en cuenta,” dijo cansadamente. Entonces Ritsu miró fijamente a Eichi.
“Ni me has dado validez para conocer a tu prima, y no tengo motivos por los cuales ir detrás de tus espaldas. No te preocupes por mí,” contestó con tranquilidad. “Con mi silencio te daré la contra a tu acusación de que soy un mal elemento.”
“Eso espero…”
“Tranquilo, sabes que puedes contar con nosotros,” Naoto frunció el ceño. “No que haya sido algo bueno, pero Namazuo pasó dos años sin saber que tú eras un idol famoso y hasta todos sus hermanos siguieron el juego.”
“Fufufu…” Ritsu rió por lo bajo con leve maldad. “Me has regresado los ánimos, Nao-chan. Te agradezco por recordarme sobre ese valioso momento en nuestra historia.”
…
“……” Namazuo estaba parado frente a ellos con su celular en una mano y sus ojos desorbitados, claramente bajo estado de shock.
“¿Por qué tienen que hablar sobre eso…?”“Namazuo, ¿qué sucede?” preguntó Naoto, mirándole extrañada.
“Tu voz de ultratumba regresó, quiere decir que el shock todavía no pasa, ¿no?” preguntó Ritsu, simpáticamente. “Tú también sabes cómo animarme sin siquiera intentarlo, Nama-kun.”
“No creo conocer a tu amigo mejor que tú, pero diría que su shock se debe a algo adicional,” observó Eichi, con una mano en su mentón y mirando al atónito Toushirou como espécimen. “Este tema sólo parece haber agravado su estado.”
“¿Será?” Ritsu alzó una ceja. “Ya, Nama-kun, ¿qué sucede? ¿Tu hermano te dijo algo?”
“E-esperaba su llamada para que me dijera qué comprara para el viaje, pero…” miró a su celular y regresó su atención a su amigo. “¡Ritsu-chan, no puede ser, estamos regresando al bosque!”
“¿Qué dices?” se sorprendió un poco.
“¡Ahh, parece ser en serio!” Namazuo se agarró sus cabellos. “Al parecer, Shinano le convenció pero no estoy para nada de acuerdo con esto, ¡¿qué se supone que debo hacer?!”
“¿Sobre qué hablan?” cuestionó la chica, ladeando la cabeza.
“Pues…” Ritsu frunció el ceño con pesar mientras su amigo seguía torturado. No sabía si podía hablar sobre ello, pero oír otras opiniones podría venir bien. “Es una larga historia…”
…
Era el anochecer y Shinano llegó a la casa de Fudou. El pelirrojo se sorprendió al encontrarse tanto con Gotou como con Monoyoshi en dicho lugar, a quienes no había esperado ver.
“Creo que ustedes sobreestiman mi hospitalidad,” comentó Tharja con ligero fastidio al traer una bandeja con bebidas para su hermano y los visitantes, quienes estaban sentados rodeando el kotatsu. “Aquí tienen. No esperen más de mi parte.”
“Muchas gracias, realmente lo apreciamos,” contestó Atsushi, sonriente.
“Sí, siento venir tan repentinamente, Tharja,” dijo Gotou, dando un suspiro. “Sólo quería asegurarme que todo iba bien, y no confiaba en que Atsushi fuera el mejor tutor.”
“Oye…” el mencionado le miró alzando una ceja.
“Pero fue una sorpresa ver que Monoyoshi también está aquí para auxiliar, así que veo que no debía preocuparme,” sonrió un poco. “Y no se olviden que traje un quiche para más tarde.”
“Ha sido una gran fortuna encontrarme contigo, Gotou-san,” dijo el pelirrosa, sonriente y con sus dos palmas sobre su pecho. “Hehe, yo también traje una tartaleta de frutas. Vamos a tener un buen refrigerio.”
“Heh, menos mal no coincidimos con dulces o salados.”
“Justo pensaba lo mismo.”
“¿Y qué es eso de que no confías en mí, Gotou?” cuestionó Atsushi.
“Eh, no te lo tomes personal. Sólo creo que si bien eres disciplinado, no eres el mejor enseñando las materias del colegio. Soy tu hermano, lo sé bien,” dijo encogiéndose de hombros. “Aunque no lo dije con malas intenciones, lo lamento.”
“Hmm, bueno,” Atsushi desvió su mirada. “Sí hemos mejorado el ritmo desde que Monoyoshi llegó. Tendré que ver cómo mejorar si quiero ayudar a nuestros hermanitos con sus clases.”
“Ehh, desde ya haces un buen trabajo, y nadie te gana al practicar con espadas, Atsushi,” Shinano sonrió con torpeza. Si bien había sido afortunado toparse con Gotou ya que tenía que decirle sobre el viaje antes del anuncio oficial, a su vez los ánimos estaban tan altos que se sentía un poco mal de tocar el tema.
“Tsk…” Fudou chasqueó su lengua mientras resolvía el presente ejercicio de matemática. “¿Cuándo terminaremos con este curso del mal? Ya ni tengo cabeza para hacer multiplicaciones. ¿No puedo usar una calculadora?”
“Hay una parte del examen que no tiene calculadora, así que te viene bien practicar,” observó Atsushi. “Pero tú tranquilo que esto es muy fácil. Sólo no te hagas líos.”
“Vamos, Fudou-kun,” Monoyoshi asintió y comprimió sus puños. “¡Esfuérzate! Todos estamos aquí para alentarte.”
“Ni pedí que vinieran, y me distraen…” dijo a regañadientes. “¿Acaso tengo cara de templo en año nuevo o algo?”
“¿Cómo se supone que sería una cara así?” Gotou se extrañó. “No te viene mal tener apoyo, aparte que tengo que ser sincero y sin la supervisión todos temeríamos que salgas a buscar alcohol. Es el momento de concentrarse.”
“Tch…”
“Es verdad,” Tharja terminó de servir los vasos y recogió la bandeja. “Si no se les ofrece nada más, tengo lavandería que hacer. Nos vemos en un rato.”
“Sí, gracias nuevamente,” dijo Shinano, alegremente. La partida de la mayor le hizo pensar en conversar al respecto, aunque Atsushi se le adelantó.
“Ahora que lo pienso, ustedes tres estudiaron juntos durante un tiempo, creo que hasta en el mismo salón,” observó algo perplejo.
“Sí,” Monoyoshi asintió, contento. “Nos apoyábamos mutuamente. Eh, creo que yo no tenía mucho que aportar, aunque Fudou-kun es bueno en letras y Gotou-san en matemáticas. Entre los tres no teníamos problemas haciendo las tareas.”
“No que haya aportado tanto, en verdad…” Fudou dio un suspiro, hastiado. “Y no es que sea tan especial ser bueno en letras con nueve años de edad. O sabes leer o eres analfabeto.”
“Pienso que nuestro idioma es mucho más complejo que eso, realmente fuiste un gran apoyo, Fudou-kun,” le aseguró decididamente. “Muchas gracias por tu ayuda en ese entonces.”
“Eh, no hice nada, en serio…” se ofuscó y desvió su mirada. “No fue especial. Más sorprendente eres tú con tu suerte sobrenatural o ese Gotou que paraba recitando multiplicaciones complejas.”
“¿Qué es eso de multiplicaciones?” preguntó Shinano, confundido.
“No sé de qué hablas, Fudou,” Gotou frunció el ceño.
“¿Cuánto es catorce por diecisiete?” le cuestionó el pelivioleta.
“Eh, doscientos treinta y ocho…” dijo de inmediato, algo perdido. Gotou se ofuscó al ver a Fudou de inmediato tomar nota del resultado en su ejercicio. “O-oye, no me uses. Se supone que tú lo resuelvas por tu cuenta.”
“Ahh, haha, ya recuerdo,” Atsushi rió un poco. “Sí, Gotou practicaba multiplicaciones a cada rato. Durante un tiempo no dejaba de recitar sus respuestas o de preguntarnos a Yagen y a mí. Mamá le ponía a prueba y nunca fallaba en dar la respuesta correcta.”
“Ohh, no sabía eso, suena muy adorable,” Monoyoshi sonrió.
“Ya, es el pasado…” Gotou desvió su mirada, algo avergonzado. “Sé que me gustaba ufanarme cuando era un niño, pero eso ya fue…”
“¿Cuánto es veintitrés por once, Gotou-san?” preguntó el pelirrosa.
“Doscientos cincuenta y tres… ¡oigan!” exclamó colérico al ver a un sonriente Fudou tomar nota de esa multiplicación. “¡Les digo que no me usen! ¡Y esa ni era difícil para empezar!”
“Hehe, gracias por el favor, Mono-chan~” canturreó Fudou, sonriendo traviesamente.
“Sin lugar a dudas, Gotou-san es muy admirable,” dijo Monoyoshi, juntando sus palmas y con los ojos brillantes.
“¡Ohh! “¿Y cuánto es-?” comenzó Shinano.
“¡Ya no lo voy a hacer! ¡No me preguntes!” estalló el pelimarrón, colérico.
“¡Ihh, y-ya, perdón!” se asustó e hizo hacia atrás. Luego del susto, sonrió incómodo. “Tranquilo, Gotou. No es que esté resolviendo ejercicios. Más bien concuerdo con Monoyoshi y creo que es genial que tengas tan buena habilidad con los números. Creo que Hakata me dice que también resuelves cosas más difíciles como integrales en la cabeza.”
“Sabes que soy bueno en matemáticas, pero pienso que en poco tiempo Hakata me superará,” recalcó Gotou. Al pensar en su hermanito, sonrió con leve orgullo. “En serio cada vez me sorprende más. Siempre anda calculando los impuestos y cargos adicionales a cualquier orden o cuando salimos a comprar cosas. Incluso para haciendo operaciones matemáticas con las placas de los autos distraídamente.”
“Sí suena impresionante,” Atsushi alzó sus cejas. “Heh, ha seguido tus pasos, sin duda.”
“Uhh, pero cuando salgo con él, también me exige que me ponga a calcular esas cosas…” Shinano dio un suspiro. Hubo un silencio un tanto prolongado en el cual pensó hablar sobre el viaje, pero esta vez fue Gotou quien se le adelantó.
“Qué curioso que nos encontremos, Monoyoshi,” dijo de buenos ánimos. “Y muchas gracias por venir. Sé que sueles estar muy ocupado.”
“Lo mismo digo, Gotou-san,” el pelirrosa asintió. “Tú tienes más obligaciones que yo. Realmente aprecio que estés aquí para apoyar a Fudou-kun en este momento tan importante.”
“Ya párenla, ni que fueran mis padres…” observó Fudou, frustrado e impaciente.
“Monoyoshi se ha ofrecido a ayudar a Fudou con los estudios en estos días que estaremos de paseo con nuestros hermanos,” explicó Atsushi. “Creo que esta tarde marca la posta entre nosotros dos.”
“Podríamos decirlo así,” Monoyoshi sonrió con torpeza y asintió respetuosamente. “Haré mi mejor esfuerzo. Desde ya, me gusta ayudar y estudiar, y pasar tiempo con uno de mis amigos siempre es un privilegio para mí.”
“Pienso igual que tú,” Gotou asintió con energías. “Bien, entonces cuando regresemos del viaje, haré un poco de tiempo y vendré a ayudarles. Será como los viejos tiempos.”
“¡Claro, me encantaría!” exclamó alegremente. “Y por cierto, ¿a dónde están yendo?”
“¿Eh? Pues, Ichi-nii todavía no nos dice nada, ¿verdad?” Gotou miró a Atsushi.
“No, aunque ya nos estaremos enterando,” el hermano mayor revisó su celular, aunque no vio ninguna notificación. “Definitivamente no puede pasar de hoy si es que viajamos mañana en la tarde, igual qué raro que no sepamos nada…”
“…” ahí estaba, el momento indicado. Shinano comprimió sus puños, se armó de valor y se alistó mentalmente, pero justo coincidió con Monoyoshi. “Eh…”
“Eh…” Monoyoshi le miró perdidamente. “Ah, perdón, Shinano. Tú primero, por favor.”
“Ehh…” el pelirrojo perdió su inercia y se intimidó al ver que todos le miraban. Agitó sus manos. “E-está bien, tú primero, Monoyoshi. No es…” ‘no es nada importante’ era lo que estaba en su cabeza, pero ni podía decir que era el caso…
“¿Qué sucede, Shinano?” preguntó Gotou, extrañado.
“P-pues, ahorita les explico,” dijo con torpeza. “Sigue, Monoyoshi, ¿qué tienes en mente?”
“Ehm, bueno, perdón…” su sonrisa se incomodó y pasó a sacar una bolsa de supermercado de su maletín de colegio. “Además de la tartaleta, traje unos dulces para degustar. Hehe, Gotou-san, ya que estás aquí también, seguramente los recordarás.”
“Ohh…” este se impresionó al ver unos dulces baratos y sintéticos, los cuales, sin embargo, eran más que bienvenidos. Sonrió ampliamente. “Vaya, qué recuerdos. Siempre los comprábamos en el konbini después de clases.”
“¿Ah?” Fudou levantó su mirada y sus ojos brillaron un poco. “¿En serio? ¿Siguen haciendo estas cosas?” tomó uno e inspeccionó la envoltura por ambos lados. “Juraba que hasta los habían dejado de producir.”
“Yo también lo pensé, será que prestábamos atención a otras cosas de pequeños,” Monoyoshi asintió y sonrió tranquilamente. “Pueden no ser los mejores dulces. Pese a eso, por las añoranzas que nos dan, es bueno de vez en cuando darnos un gusto. Los traje para ti, Fudou-kun, así te animan un poco y te dan más energías para continuar estudiando. Y ya que Gotou-san ha venido, los podemos compartir.”
“Ya no soy de comer cosas así, pero con gusto acepto uno. Muchas gracias,” dijo este, quien no paraba de sonreír con nostalgia.
“Realmente no tenías que hacerlo, aunque va contigo…” Fudou dio un suspiro y sonrió frustrado. “Cambiaré un vicio con otro por ahora. Gracias, Mono-chan.”
“Me alegro de verles felices. No hay de qué.”
“Esperen, estos dulces tienen demasiados preservantes y aditivos,” dijo Atsushi, quien revisaba la información nutricional con espanto. “Mejor no se los coman.”
“Es de esperarse, aunque los químicos andan por todos lados,” Gotou se encogió de hombros. “Y es un gusto ocasional.”
“Aparte algunos de nosotros no esperamos vivir para siempre,” comentó Fudou, desinteresado en lo que abría la envoltura. “¿Y para qué querrías hacerlo, Atsu? El mundo se va a morir de polución o plagas y las nuevas generaciones ni te van a entender cuando hables.”
“Sí que dices cosas muy raras de vez en cuando,” le cuestionó el pelinegro, confundido.
“Yo también los recuerdo, en algún momento habré probado alguno,” dijo Shinano. “Aunque era más de dulces extranjeros, pero igual me siguen gustando cosas así.”
“Adelante, Shinano, puedes probar uno,” le ofreció Monoyoshi.
“Eh, gracias…” asintió aunque sintió pesar. Luego de ese momento tan lindo entre los amigos, tenía un cargo de consciencia.
“Oh, verdad que ibas a decirnos algo,” recordó el pelirrosa. Le sonrió. “Ya terminé, así que soy todo oídos.”
“S-sí, mejor eso antes…” tragó saliva. “V-verán…”
En eso, oyó un celular que una vez más le detuvo.
“Oh, esperen, tengo que tomar esta llamada,” dijo Gotou, quien se levantó. “Ahora vuelvo.”
“…” ni bien el pelimarrón se marchó, Shinano precipitó su cabeza sobre el kotatsu, ya mentalmente extenuado por tanta anticipación.
“Shinano, ¿estás bien?” preguntó Atsushi, algo preocupado.
“Ahh… ya no puedo…” musitó.
“Vamos, dinos, y levántate por favor,” frunció el ceño. “Tienes que vigilar tu postura.”
“Lo sé, hermano…” Shinano se levantó. “Es que… bueno, esperaba decírselo a Gotou también así que quisiera que este regresara antes de tocar el tema…”
“Estoy seguro que Gotou-san no tardará en regresar, así que no te preocupes,” Monoyoshi asintió. “No tienes que frustrarte tanto. Estás en confianza. Todo estará bien.”
“E-eso espero…” sonrió inquieto.
“¿Y cómo te va en la universidad?”
“¿Eh? Pues, bien hasta ahora,” contestó amenamente. “Es un nuevo semestre así que está por verse, aunque tengo un buen presentimiento. Gracias por preguntar.”
“Dices eso, pero faltaste a tus clases dos días esta semana por acompañarnos,” observó Atsushi. “No te descuides, Shinano.”
“Sí, prometo que no lo haré, sólo pasaba un poco de tiempo con ustedes,” dio un suspiro. “No tienes que ser tan exigente, sé lo que hago. Igual pronto voy a comenzar mi entrenamiento con un idol en Rizembool así que tengo que ponerme las pilas.”
“Ah, suena muy interesante, ¿quiere decir que alguien del medio te va a entrenar?” el pelirrosa se impresionó.
“Sí, eh, o sea…” Shinano se puso nervioso y desvió su mirada. “Ya ando entendiendo que es alguien muy temperamental y difícil de lidiar y me intimida un poco.”
“Bien,” Fudou le miró juiciosamente. “Eres muy engreído, necesitas que alguien te ponga en tu lugar y te enseñe a comportarte. Creo que tu área es también competitiva, así que viene bien.”
“Habría esperado esas observaciones de Atsushi…”
“Pues pienso lo mismo, siendo sincero,” el pelinegro asintió. “Así que sí, te toca ponerte serio, Shinano. No puedes dejar pasar esta oportunidad, que es muy importante.”
“Sí, haré lo mejor de mí,” Shinano asintió con ánimos renovados. “Significa un montón que tú me alientes. No te decepcionaré.”
“Hehe, me inspiras, Shinano,” Monoyoshi rio un poco. “Yo también quisiera tener a alguien de quién aprender. Sinceramente, a veces pienso que debería buscar a algún mentor.”
“¿Cómo así?” preguntó el pelirrojo, curiosamente.
“Pese a no ser el heredero de mi familia, tengo que actuar como un representante muchas veces y siento que tengo mucho que aprender, a eso me refiero. Espero tener una oportunidad como la tuya y mejorarme a mí mismo.”
“Ojalá que sí, te deseo suerte con eso.”
“Igualmente.”
“¿Eh? ¿Acaso no andas demasiado ocupado desde ya, Mono-chan?” Fudou alzó una ceja. “Deja de darte tantas expectativas a ti mismo y, no sé, obliga a tu hermanito a ayudar.”
“Taikogane-san tiene más por aprender que yo. Sería mejor si nuestros superiores le enseñen. Dudo poder ser un buen maestro para él todavía,” se puso a pensar. “Hmm, aunque… Shinano, dijiste que un idol te ayudaría, ¿cierto? ¿Quiere decir que deseas ser uno?”
“No es mi meta oficial aunque tal vez me anime después,” confesó Shinano, con torpeza. “Los idols tienen tantos requisitos y es una carrera tan competitiva y restrictiva que me pregunto si me gustaría llegar a eso. Tendría que trabajar en mi voz también.”
“Estoy consciente de algunas cosas. Tengo un amigo cercano que es un idol.”
“¿En serio?” Fudou se extrañó. “Nunca lo he oído antes.”
“Ohh, ¿quién es?” Shinano se sintió intrigado. “A ver si he oído sobre él.”
Sin embargo, ahí se terminó la conversación. Tanto Shinano como Atsushi recibieron un mensaje a sus celulares, el cual fue revisado por el segundo inmediatamente.
“Oh, es Ichi-nii en la conversación familiar,” observó este, abriendo la aplicación. “Seguro que tendrá noticias sobre el viaje.”
“…” su sangre se heló. Por un instante se olvidó de lo que tenía que hacer y ni Gotou había regresado todavía. Shinano extendió su mano hacia Atsushi con la intención de decirle que dejara de leer, aunque era demasiado tarde.
Atsushi demostró gran sorpresa e incomprensión al ver la pantalla y su rostro adoptó angustia y vacío, lo cual le dio un semblante perdido e incómodo.
“Atsu…” Fudou se preocupó por tal cambio y se le acercó. “¿Qué sucede?”
“Fudou…” este le miró sin disipar su sorpresa, lo cual hizo al otro leer ese mensaje.
“¿Qué cosa?” el pelivioleta se sorprendió con sus ojos clavados en la pantalla. “¿Regresar al bosque de las vacaciones? ¿A ese mismo lugar donde se perdió tu hermano? ¿En serio?”
“¿Eh?” Monoyoshi se quedó en blanco.
De inmediato vieron mensajes de otros hermanos, principalmente de Midare y los pequeños quienes habían ido de visita al hospital, al haber oído la decisión de antemano. Fue por ellos que aprendieron que Shinano había sido el de la idea.
“Shinano… tú…” Atsushi se le dirigió todavía en shock y perdido.
“A-Atsushi, ¿estás bien?” fue lo primero que atinó a decir. No había esperado ver una reacción tan evidente en su expresión, en especial porque él no era de mostrar debilidad. Bajó su mirada. “Pues, sí, le dije a Ichi-nii que sería bueno regresar al bosque, a-aunque es sólo para revisar el pasado y finalmente dejarlo detrás. Está bien, Midare me dio su aprobación y nuestros hermanitos también estaban de acuerdo…” en su mayoría, pero no le convenía decirlo.
“P-pero…” el pelinegro entrecerró sus ojos y miró a la mesa. Nada más siguió a esa reacción, ninguna protesta, ningún parecer, nada. Fue un silencio muy incómodo.
“…” Fudou se puso de pie. “Nee-san andará ocupada así que prepararé el refrigerio. Shinano, ven y ayúdame.”
“¿Eh?” Shinano se confundió e intercambió miradas perdidas con Monoyoshi.
“Puedo ayudarles…” comenzó ofreciendo pero Fudou le extendió una palma.
“No, tú quédate donde estás,” dijo y volvió a mirar a Shinano con ojos gélidos. “Apúrate.”
“S-s-sí…” tenía un mal presentimiento, pero se vio obligado a aceptar. Se levantó y miró una vez más a Atsushi, quien seguía cabizbajo, y siguió a Fudou hasta llegar a la cocina. “Ehh, no me molesta ayudarte, p-pero tal vez debería buscar a Gotou…”
Fue rápido. Ni bien la puerta de la cocina se cerró, Fudou arremetió contra Shinano al agarrarle de su camisa con ambas manos y estamparlo contra la pared.
“¡Ihhh!” soltó un alarido.
“¡¿Qué diablos has hecho?!” estalló el pelivioleta, colérico y gritándole cerca del rostro. “¡¿Regresar a ese bosque apenas encontrando a tu hermano, sin dar el tiempo a que sanen las heridas?! ¡¿Acaso has perdido la cabeza?!”
“¡E-ehh!” le miró aterrado. Supo que su aparente calma al inicio no podía ser cierta.
“¡¿No se supone que eres el sensible que se da cuenta de cómo se sienten sus hermanos?!” le recriminó, comprimiendo su agarre. “¡¿Acaso tú no eres más cercano a Atsu que la mayoría de ustedes?! ¡Como mínimo debiste haberle preguntado qué pensaba sobre regresar ahí!”
“P-pues…” desvió su mirada, lo cual le costó que Fudou volviera a estamparlo. “¡Ahh!”
“¡Habla de una vez, carajo!”
“¡E-es que pienso que es importante hablar sobre todo este tema, y Atsushi y Yagen son tan densos y tan reservados que nunca lo harían a menos que se les presione!” contestó asustado.
“Tch, veo que tu decisión ha sido producto de un capricho infantil, no has usado la cabeza,” finalmente le soltó y vio al pelirrojo precipitar y caerse sentado al piso. Le miró desde arriba con ojos asesinos. “Eres un idiota, Shinano. Si bien estoy cien por ciento de acuerdo con lo que has dicho sobre ese par de imbéciles, detesto que hayas fallado en pensar lo serio que esto es para tus hermanos. Si ni piensas en ellos, ¿con qué derecho te sientes de decidir en su lugar?”
“L-lo hice, por eso me aseguré de preguntarle a Midare antes de formalizar el viaje…” comenzó tímidamente y abrazando sus piernas.
“¡Pues qué bien que tú y ese Midare sean los únicos dos Toushirou en la faz de la tierra a quienes les corresponde tener voz en este asunto!” volvió a estallar y le gritó de cerca.
“¡Piedad!” Shinano se hizo un ovillo.
“¡Ya metieron la pata una vez yendo a ese maldecido lugar donde hasta un oso los amenazó y ahora bien sabiendo que es tierra de nadie para ustedes pretenden ir de nuevo!” se cruzó de brazos y desvió su mirada ofuscado. “Tch, tremendo tonto que es ese Ichigo por oírte. Ya le estará dando demencia senil.”
“¡Oye!” eso hizo que Shinano se levantara y comprimiera sus puños. “¡Fue mi idea, no metas a Ichi-nii en esto!”
“Y hasta tú te pones en plan de defenderle, bien lavado tienen el cerebro en tu familia,” rodó los ojos, indiferente.
“¡No soporto que insulten a mis hermanos, hablo en serio!”
“¡Y yo también!” Fudou le encaró, lo cual desapareció la valentía de Shinano en un saque, quien se inclinó hacia atrás. “Sé más sobre este asunto que tú o Gotou o todos los demás en tu familia. Lo de Midare afectó a Atsu y al maligno más de lo que crees. Yo soy quien tuve que verlos llegar a términos con lo sucedido,” desvió su mirada. “O fallar en hacerlo…”
“Eh…” Shinano se preocupó.
“Como sea,” volvió a mirarle. “A diferencia del demonio de tu familia, Atsu tiene sentimientos y sé que sólo regresar a ese sitio va a ser muy difícil para él. Tsk, maldición, acaba de regresar de un entrenamiento de como diez años que se vio forzado a seguir por el hecho de haber perdido a Midare en primer lugar.”
“¿E-en serio?” se quedó en shock. “¿Atsushi se fue por esa razón?”
“¿Qué? ¿No lo sabías?” le miró desconcertado, y dio un suspiro. “Ahh, sí que tienes a necios de hermanos que no hablan las cosas, pero igual, cualquiera con media neurona en su cabeza lo hubiera pensado dos veces antes de ir a espaldas de todos y planear un viaje tan tabú. ¡Y no! ¡Sólo porque te doy la razón de que esos dos no hablan no quiere decir que tienes que lanzarles a una boca del lobo psicológica para que lo hagan!” le dio un zape. “¡Insensible!”
“¡Ihh, perdón!” se cubrió la cabeza. “¡E-es que… o sea… fuera del hecho que no quiso decirnos la verdad, Yagen fue muy tranquilo y maduro al respecto, y pues…!”
“Tch… no te dejes engañar por ese miserable…” Fudou frunció el ceño. Su perpetuo fastidio al pensar en el doctor cedió un poco y soltó un suspiro exasperado y frustrado. “Y dudo que se mantenga tan tranquilo esta vez, no con su mellizo ahí…”
“…” le miró perdidamente. “¿Qué quieres de-?”
…
“¡Maldición, Shinano!” gritó Gotou, quien abrió la puerta de la cocina con tanta cólera que hizo temblar los propios cimientos de la casa.
“¡G-Gotou, ehh!” retrocedió preventivamente, pero ya nada podía hacer para evitar su ira. Su hermano le agarró de los hombros y le zarandeó con fuerza.
“¡¿Cómo te atreves a tomar esta decisión sin consultarnos y sin pensar en nuestros hermanos?! ¡¿Qué te crees para decidir por encima de nosotros?! ¡No eres más que un tremendo idiota!”
“¡E-espera, t-tienes que oírme!”
“¡Nada que tenga por oír de ti cambia el desastre que has hecho!” dicho esto, Gotou chocó sus frentes con fuerza. “¡¿Es que acaso no tienes masa gris?!”
“D-duele…” sus ojos se llenaron de lágrimas y se tambaleó un poco por el fuerte golpe.
“¡¿Y acaso esperabas que se anunciara formalmente para no darnos la oportunidad a reclamar?! ¡¿Cuándo pensabas decirnos?!”
“¡J-juro que estaba a punto de hacerlo antes de tu llamada!” pese a su desesperada respuesta, el otro le soltó los hombros para tomar una de sus orejas y tirar de esta. “¡Ah, ah, ahhh!”
“¡Eso es lo mismo que nada!” exclamó histérico.
“¡Gotou-san!” finalmente, Monoyoshi ingresó corriendo a la cocina, seguido por Atsushi y Tharja. El pelirrosa se acercó y separó a los hermanos, para ponerse en medio y dirigirse al pelimarrón. “Tranquilízate por favor, esa no es forma de reaccionar.”
“Tsk, no te metas, Monoyoshi, esto es muy serio,” recalcó Gotou, apretando los dientes y comprimiendo sus puños. “Ese lugar es un tabú en mi familia. Por más que algunos puedan querer cambiar la percepción del pasado o sacar algo positivo de ese sitio, no dudo que siga siendo todavía hiriente para algunos de nosotros. Shinano ha fallado en contemplarlo y ahora nos impone un paseo que ni podemos rehusar.”
“Tiene mucho sentido lo que dices. Tampoco me corresponde hablar sobre asuntos de tu familia y dudo poder entenderlo lo suficiente, pero en vez de caer a riñas tendrían que sentarse y evaluarlo como la familia que son,” le suplicó. “Con Shinano, con Atsushi-san, con Yagen-san también. Ichigo-san es una persona muy sabia. Si él mismo terminó por aceptar, fuera del pedido de tu hermano menor, siento que tendrías que oírle.”
“Pero…” se quedó temblando de cólera en su sitio y bajó su mirada.
“No veo por qué deberían verse obligados a ir al viaje,” opinó Tharja.
“¿Eh?” Shinano se asustó.
“…” la chica miró al pelirrojo con desaprobación antes de seguir. “Si son una familia tan unida y perfecta como pretenden ser, seguramente sus hermanos van a comprender si algunos de ustedes tienen las suficientes reservas como para asistir. La ausencia tampoco sería culpa de quienes no decidan ir. Hubo una mala organización del paseo. A lo mucho se puede postergar e ir a otro sitio. Ya no se hagan líos.”
“Aprecio lo que dices, nee-san, pero…” comenzó Atsushi, incómodo.
“Tú estás ayudando a mi hermano a estudiar. Tienes mejor pretexto que todos.”
“Igual, no hay forma que no fuera a ir, si es que Midare ha optado por viajar…” frunció el ceño. “Si es que Yagen se resignará igual. Sé que lo hará…”
“…” Fudou dio un suspiro. Por más incómodo que se sintiera, sabía que igual no se echaría para atrás. Siempre había sido así de obstinado, para bien o para mal. “Como sea…” miró a Shinano de reojo. “Al menos podemos desquitarnos matando a Shinano, ¿qué dicen?”
“E-esperen…” este se asustó y se escondió detrás de Monoyoshi.
“Lo siento mucho, siento esta amarga sorpresa,” el pelirrosa sonrió apenado. “Sólo me queda desearles lo mejor. Sea lo que sea que decidan o con lo que tengan que lidiar, no se olviden que se tienen mutuamente.”
“…”
“…”
El silencio se prolongó como una barrera que dejó ese tema detrás. Tharja optó por preparar el refrigerio también para olvidar el amargo y en poco tiempo se regresó el enfoque a los estudios de Fudou. Sin embargo, se mantuvo un aura sombría y reservada en lo que duró la reunión.
El tema todavía no había terminado y se extendería al mismo paseo.