Uhh... bueno, ya está... *se desvanece*
93.1.
Era temprano en la mañana y Namazuo y Honebami se encontraban en plena tarea de bajar algunas sillas plegables y sombrillas de los autos para cargarlas en los carritos de golf, en preparación al paseo al lago que darían en unas horas.
“Ah, qué pesado, si tan sólo nos dejaran ir con los autos,” observó Namazuo, en plena labor de asegurar los artículos. Se puso a pensar. “Hm, pero a fin de cuentas sí fuimos en carro una vez. No es que esté prohibido.”
“Lo está. Fue una emergencia,” le recordó Honebami, inmutado.
“Yo sé, yo sé, pero hasta el camino es amplio y no es que nos hayamos cruzado con ningún animal salvaje por ahí,” Namazuo sonrió amenamente. “Hehe, y de encontrarnos con otro oso, ¿no sería lo mejor perseguirlo y atropellarlo con el auto antes de dejarnos masacrar?”
“…” su mellizo le dirigió una mirada gélida que le dio nervios.
“Ya, ya, tú sabes que bromeo, gemelito,” dijo sonriendo incómodo y levantando sus palmas. “Perdón, sólo se me hizo gracioso pensar en eso, pero ni yo querría lastimar a un osito bonito que no quiso cruzarse con nosotros,” le vio seguir de largo e ir hacia el auto por las últimas cosas así que le acompañó. “Puedo entender que sigues mortificándote por lo que ocurrió esa vez. No creas que no puedo leer tu inexpresión. Pero en serio, ya todo está bien.”
“…” Honebami agarró un maletín pequeño, aunque se detuvo cuando el otro también lo agarró de las mismas asas para así forzarle a dirigírsele.
“De por sí gracias por haber salvado a nuestros hermanos esa vez, Honebami,” dijo dulcemente. “Ahora no hay forma que ello fuera a volver a ocurrir. Todos aprendimos algo ese día y sin duda no bajaremos nuestra guardia de nuevo,” asintió y frunció el ceño con determinación, para soltar el maletín y apuntarse a sí mismo en el pecho. “Seremos los gemelos denpa curiosos y raros, pero si nuestros pequeños nos necesitan, de inmediato nos volvemos serios y les demostramos a todo el mundo de lo que somos capaces de hacer. ¡Nunca lo olvides!”
“…” Honebami ladeó su cabeza y le observó con leve perplejidad. “Es extraño…”
“¿Eh? ¿Qué cosa?” preguntó curiosamente y confundido.
“Esa tarde tú estuviste muy frustrado. No comprendo el cambio en enfoque…”
“Eh, pues…” sonrió frustrado y llevó una mano a su frente. “Sí me sorprendiste por la poca falta de lógica y que hayas fallado en reportar ese oso que viste, pero está bien. No pensaste en este como un peligro, aunque ello no te descalifica. Es sólo parte de quien eres y algo que te tuvimos que enseñar,” asintió. “Así que ya no te preocupes por eso. A cambio, eres alguien muy fuerte y muy cuidadoso en muchas otras áreas. También me pones en mi lugar cuando me paso de la mano,” pasó a apuntarle. “Con más razón nos complementamos, Honebami. Seguiremos apoyándonos y cubriendo nuestras falencias personales, así que ya no te preocupes.”
“…” el peliblanco le miró fijamente y en silencio por un periodo considerable de tiempo.
“Eh…” Namazuo se confundió y finalmente le vio dar una formal reverencia.
“Entendido,” dijo inmutado. “Cuento con tu asistencia.”
“Ehh, o-oye, ya, no seas tan formal, vas a avergonzarme, hehe,” rió un poco y le agarró de un brazo. “¡Vamos, Honebami-chan, ya casi terminamos!”
“…” este hizo una expresión de dolor por esa manera en que le llamó y dejó que le jalara.
En pocos minutos su labor ya estaba lista y cerraron los autos para darle una última inspección a la carga en los carritos de golf.
“¡Listo~! ¡Pese a la faena, fue más rápido que la vez pasada!” observó Namazuo con sus manos en las caderas. “¡Excelente trabajo, equipo!” levantó un pulgar a su mellizo, pero este estaba con la mirada perdida hacia el bosque. “Honebami, ¿qué sucede?”
“Todavía no regresan…” comentó distraídamente.
“Verdad que Atsushi jaló a su grupo a entrenar, pero descuida,” sonriendo despreocupado. “Sé que hoy debieron estar de un ánimo mucho mejor en comparación con ayer.”
“No puedes haberlo sabido, Namazuo,” Honebami le miró de reojo. “Te levantaste después de que ellos partieran.”
“Uhh pero tú los viste, seguro que a ti te consta,” hizo un puchero. “Todavía no olvido cómo me dejaste dormir durante las vacaciones pasadas mientras hacías bonding con Ritsu-chan y Ai-chan y los tres eran bellas amas de casa que preparaban el desayuno.”
“No solo recayó en mí. Fue una decisión unánime.”
“Ahh… me duele mucho que me digas eso, hermano…” dijo apesadumbrado e inclinando sus hombros hacia delante en manera de derrota. “Yo también soy un waki. Se supone que soy una cosa preciosa al servicio de los demás…”
“Waki…” Honebami musitó perdidamente al no saber a qué se refería. En ese momento, ellos fueron dados el alcance por Midare y Hakata, quienes habían salido de la casa.
“Namazuo-nii, Honebami-nii, buenos días,” saludó Hakata, sonriente.
“Ya casi está el desayuno, entremos,” dijo Midare, quien traía consigo un delantal con flecos. “¿Eh? ¿Dónde están los demás? Pensé que estaban con ustedes.”
“Atsushi y los demás fueron a entrenar al bosque,” dijo Namazuo.
“¿En serio?” Hakata se sorprendió y dio un suspiro, apenado. “Uhh, ya me perdí el entrenamiento de ayer con Hirano y Maeda. Hubiera querido acompañarles hoy, aunque seguro todavía no soy lo suficientemente fuerte.”
“Hehe, no te sientas mal, Hakata,” le animó Midare, quien miró hacia el bosque y sonrió apenado. “Ayer fue difícil para ellos, aunque que se hayan puesto a entrenar seguro les ha sido muy saludable. Seguramente ya estarán con más ánimos y así sí podrías pedirles que te ayuden a entrenar. ¿Qué tal si vamos a buscarlos?”
“…” Honebami asintió y se puso a caminar. Los otros tres intercambiaron miradas ya que el peliblanco solía ser más pasivo y esperar a que los demás tomaran una decisión.
“Hm…” Hakata se puso a pensar, frunciendo el ceño.
“Sin duda quería ir a hacer eso desde hace rato,” comentó Namazuo, con curiosidad y sonrió gatunamente. “Aw, tenemos a un hermano callado muy adorable. Vamos, vamos, sigámosle.”
“Haha, sí, vamos todos,” Midare rió un poco y fueron en marcha.
Los tres avanzaron por el sendero del bosque. No necesitaron avanzar mucho hasta que oyeron ruido en las ramas de árboles más adelante. Apenas alzaron sus miradas y vieron a Gotou saltar entre varias ramas e internarse en el bosque de inmediato.
“¡Oh, Gotou-nii!” exclamó Hakata, feliz de ver a su hermano, aunque él junto a los demás de inmediato vieron a Yagen y Atsushi avanzar por el mismo sendero e igualmente perderse por el bosque. “Eh… ¿a dónde van?”
“Ah, estos petizos,” Namazuo sonrió frustrado y negó repetidamente. “Se nota que están metidos en la faena. Si no les damos el alcance fácil se quedarían en ese plan hasta el mediodía.”
“¡Se ve muy divertido!” Midare levantó sus brazos con emoción. “Cuando me mejore por completo me encantaría entrenar así. Se nota que los tres saben pelear.”
“Es verdad que tú también, Midare-nii,” Hakata se puso a pensar y terminó sonriendo y asintiendo para dar el visto bueno. “Hehe, sin duda nuestro linaje estaría presente en todos nosotros sin importar las circunstancias de la vida. Eso me da mucho orgullo,” dicho esto, se encogió de hombros. “Aun así, Shinano lo ha desperdiciado.”
“Vamos, no seas tan malo con nuestro hermano, Hakata,” dijo Namazuo, sonriendo incómodo. “No será aguerrido como sus mayores, pero seguramente es más fuerte que tú.”
“Pues he estado entrenando más últimamente, así que espero ya haberle superado,” Hakata frunció el ceño y se cruzó de brazos. “Bien, me tocará retarle a un duelo para ver quién de los dos es el mejor guerrero.”
“Hablando de él, ¿dónde estará?” preguntó Midare al aire, con ojos curiosos.
Ni bien dijo eso, oyeron un pequeño ajetreo en los arbustos y en pocos segundos vieron salir al pelirrojo de entre la maleza. Shinano se notaba agotado, extenuado y tenía las ropas sucias y llenas de hojitas.
“¡Hermanos!” exclamó este quien gateó y terminó por abrazar a Namazuo de las piernas. “¡¿Y-ya se fueron, ¿verdad?!”
“¿Sh-Shinano?” Hakata alzó una ceja y le miró con cierto juicio. “¿Qué haces? Pues, nuestros hermanos ya pasaron por aquí, se fueron hacia allá…”
“Menos mal…” dijo y terminó dejándose precipitar al piso.
“Aw, ya pasó, ya pasó…” Namazuo se agachó para sacudir las hojas de los cabellos de su hermanito y consolarle. “¿Fueron muy duros contigo? ¿Te lastimaron?”
“…más fue el extenuante calentamiento que hicieron, y luego se pusieron tan competitivos que escapé y me escondí en la primera oportunidad que tuve,” dijo cabizbajo como si reviviera recuerdos de guerra. Sacudió su cabeza con fuerza. “¡No estoy hecho para estas cosas! ¡Yo siempre fui el niño lindo engreído por mamá que nunca aprendió a pelear tanto como ellos! ¡Menos podré competir con ellos ahora, les tengo miedo!”
“Está bien, Shinano,” Midare se agachó para llegar a su nivel y le sonrió con energías. “¡Ahora yo puedo enseñarte a pelear! Te aseguro que soy muy paciente y amable y así ya no tendrás por qué escaparte de ellos.”
“Ihh…” Shinano se estremeció y desvió su mirada. “A-aprecio mucho el gesto, pero no es quiera entrenar en primer lugar. No es para mí, pero gracias, hermano…”
“Engreído como siempre, Shinano,” Hakata le miró desde arriba con decepción. “Lo que daría por haber tenido la oportunidad de aprender a pelear de papá.”
“Uhh…”
“Ya, ya, no seas tan malo, Hakata,” repitió Namazuo, sonriendo apenado. “Nuestros hermanos no son tan duros contigo, no puedes imaginarte el mal rato que Shinano de haber tenido.”
“Lo decía más por su actitud, pero está bien…” dio un suspiro.
“Bueno, vamos a encontrarles, ya es hora de desayunar… ¿eh?” Midare se levantó y miró de un lado a otro.
“Midare-nii, ¿qué ocurre?”
“Honebami ya no está aquí.”
“¿Eh?” Shinano se confundió. “¿Honebami-nii vino con ustedes?”
“Seguro les siguió…” Namazuo también se puso de pie y llevó sus manos a sus caderas. “Pues… hermanitos, mejor vayan de regreso. Yo les perseguiré solo.”
“¿Por qué?” Midare ladeó su cabeza.
“Tengo que detener a mi lindo mellizo antes que cometa alguna imprudencia,” dijo con una sonrisa para evitar preocuparles.
…
La persecución no podía durar mucho más. Nuevamente, Gotou sabía que el par de mellizos que le seguían no pararían hasta derrotarle. En un mundo alterno en el cual Shinano hubiera entrenado a la par con ellos tal vez habría sido una competencia de dos contra dos, pero pese a no ser así no podía acobardarse.
Ubicó una rama más estable donde se detuvo y se giró para encararles y esperarles con su arma lista para atacar. Por más que le esperara la derrota, daría lo mejor de sí.
“Tch, siempre serán parciales, ¡pero no crean que me derrotarán tan fácilmente!” exclamó con severidad.
“Hmhm…” Yagen, quien estaba más cerca, rió por lo bajo. “Ahora nos encaras, Gotou. Veo que has crecido.”
Los dos se encontraron en dicha rama donde chocaron armas. El doctor saltó hacia atrás para tomar impulso de otra y así Gotou tuvo que empezar a retroceder en lo que respondía sus ataques y evitaba que el otro le hiciera perder la postura y defensa. Sin embargo, realmente la tenía difícil. Por más que su hermano habría pasado años estudiando para convertirse en un doctor, sin duda Rizembool le había ayudado a seguir con su entrenamiento.
Se vio forzado a bajar al piso luego al comenzar a perder el equilibrio. Ahí contaba con mayor estabilidad, aunque lo mismo podía decir de su oponente. De todos modos, Gotou sabía que tenía mayores posibilidades de dar un mejor desempeño sobre el suelo, pero por un momento se olvidó que Yagen no era su único contrincante.
Atsushi les dio el alcance y se lanzó a Gotou, quien se sorprendió y con torpeza detuvo su tantou, aunque esa defensa improvisada le desestabilizó y le hizo caerse sentado al piso.
“Tch… tú fácil embistes como un camión, hermano,” observó Gotou, frunciendo el ceño.
“Pero reaccionaste bien, nada mal,” dijo Atsushi, sonriendo complacido.
“Sin duda no tienes oportunidades si vas contra los dos,” dijo Yagen, encogiéndose de hombros.
“Obvio que no, siempre han sido unos abusivos…”
“¿Listo para otra tanda?” Atsushi se puso en posición de defensa.
“¡Oye, espera!” Gotou se levantó y les encaró con fastidio. “¡Bien se divertirán ustedes fastidiándome como tremendos bullies que son, pero tampoco es justo que vayan detrás de mí! ¡Si dos personas andan peleando contra una sólo estamos perdiendo el tiempo! ¡Esto no es tan divertido para mí y ustedes tampoco pelearán a todo dar!”
“Pues es cierto que nos dejamos llevar, hermano,” Atsushi dio un suspiro y sonrió con torpeza. “Lo lamento, Gotou, sí creo que seguí mi instinto. Comienzo a entender poco a poco que sí solíamos ser muy duros contigo.”
“Tsk… ¿acaso es tan difícil de verlo?”
“Aunque por mi entrenamiento, eso de verse atacado por dos personas suena a un gran desafío,” sonrió determinado. “¡Ya quisiera proponerles que traten de derrotarme!”
“Personalmente no me gusta mucho la idea,” Yagen se frustró un poco. “Ello significaría que Gotou y yo tendríamos que trabajar juntos y la sola idea de hacerlo me resulta incomprensible. Creo que ambos nos agotaríamos más por eso que por pelear contra ti.”
“…tampoco quisiera trabajar contigo si puedo evitarlo, pero me fastidia un poco que te expreses a tal extremo…” el pelimarrón entrecerró sus ojos y le miró con desconfianza.
“Ustedes dos…” Atsushi les observó cansadamente y con leve pena. “Ya dejen de antagonizarse, me están preocupando. Con más razón tendríamos que forzarles a cooperar.”
“No esperes que vaya a aceptar si no es necesario,” objetó Gotou.
“A lo mucho que no sea para algo que involucre armas,” comentó Yagen, sonriendo un poco. “No es que puedas confiar en nosotros tan abiertamente, ¿o sí?”
“¿Qué quieres decir con eso?” preguntó Gotou, extrañado. “¿Insinúas que podría lastimarte?”
“Heh, te considero más funcional y correcto que yo. Obviamente, hablaba de mí mismo.”
“¡¿Eh?!” se apartó de él.
“Párenla con esto, no se olviden que estamos entrenando para levantar nuestros espíritus,” negó frustrado. Dicho esto, se dirigió a Yagen. “Y Gotou tiene razón. Todavía no nos enfrentamos y viendo que tú eres quien anda trayendo el conflicto a flote, me toca enseñarte una lección.”
“¿Hm?” Yagen sonrió complacido. “¿Una lección, dices? Admiro tu osadía, Atsu. Eres libre de intentarlo, si es que puedes.”
“Eres un iluso si crees que puedes derrotarme,” sonrió confiado y retomó su posición de defensa. “¡Prepárate!”
Los dos se pusieron a pelear. Gotou se sorprendió un poco por la velocidad y agresividad que usaron. Sin embargo, comenzó a notar que Atsushi tenía mayor maniobrabilidad y fuerza, motivo por el cual Yagen decidió retornar a pelear entre las ramas de los árboles para así buscar darle un ataque sorpresa o emboscada.
Al verse solo, Gotou se impacientó. Sin duda, algunas cosas nunca cambiaban. Si ese par no se esmeraba en fastidiarle, se ponían a competir entre los dos y lo dejaban en tercer plano.
“¡Esperen, par de imbéciles!” exclamó y se puso a seguirles. “¡Peleemos entre los tres o algo!”
Los mellizos corrieron entre árboles aledaños sin perderse de vista entre ambos. El rápido movimiento de ambos se cortó ante el menor indicio de agresión y ambos saltaron para encontrarse en pleno aire. Luego del ataque, saltaron hacia atrás y al recobrarse regresaron a pelear. Yagen vio necesario continuar manteniéndose en movimiento y no acercarse al otro a menos que tuviera algún ataque certero que darle. Su hermano no había declarado con autosuficiencia que ganaría cualquier pelea cuerpo a cuerpo por gusto. Sólo le quedaba mantenerle alejado y esperar a que este descuidara su defensa.
Sin embargo, estuvo tan al pendiente de sus movimientos que no prestó atención a la siguiente rama que le sirvió de piso. Esta resultó más enclenque de lo que había juzgado y bastó que se quebrara para desestabilizarse y caerse hacia atrás. Atsushi se detuvo brevemente al verle caer, pero no tardó en ver que no debía preocuparse ya que Yagen llegó a agarrar otra más abajo con su mano libre y de un simple impulso volvió a levantarse. La pelea continuaba.
Retomaron la corrida por un poco más. Yagen decidió que lo mejor sería no alejarse tanto, y al igual que Gotou, reparó en enfrentarse a una pelea que sabía que perdería. Ganar era lo de menos mientras pudiera tener un desafío digno. Esperó a alcanzar un lugar donde la frondosidad de las ramas le brindó cierto factor sorpresa. Como supuso, Atsushi no era de realizar emboscadas y llegó a sorprenderle, aunque ello no bastó. Su hermano supo defenderse de su ataque sin perder su balance y no tardó en contraatacar. Efectivamente el doctor se acercó demasiado y por más que intentó retomar algo de distancia para formular otra estrategia, el otro no le dio espacio para recobrarse. Volvió a retroceder al punto en que empezó a bajar. Entonces, nuevamente su cálculo le falló y terminó por caerse sentado de una rama baja al piso, pegado a un tronco. Sintió un leve dolor pero comenzó a ponerse de pie en lo que vio al otro saltar en picada hacia él.
“¡Te tengo!” exclamó Atsushi, sonriendo victoriosamente. Al estar de nuevo en el piso, no tardaría en derrotarle.
…
Fue como un espectro que en menos de un segundo se materializó a su costado. Repentinamente, Atsushi sintió su muñeca derecha, el lado donde portaba su arma, ser estrujada lo suficiente para parar su salto y dejarle colgado en pleno aire. Por instinto, este giró su cuerpo para dar una fuerte patada al misterioso agresor. Al hacerlo, observó con leve sorpresa que se trataba de Honebami, quien estaba parado inmutado en una rama. El peliblanco sólo necesitó levantar su mano libre para parar su impacto.
“…” estaba en shock. Conocía su fuerza y esa patada habría sido imparable para una persona promedio. En cambio, su hermano había nulificado toda su inercia. “Eh, H-Honebami…” se inquietó. “Perdón por atacarte, me sorprendiste… ¡ah!”
Soltó una queja ya que el otro estrujó más su muñeca hasta que este no pudo sostener más su tantou, la cual cayó al piso.
“Honebami…” Yagen se tensó y escuchó a alguien correr. Se trataba de Gotou, quien también estaba sorprendido.
“¡Oye, ¿qué haces?!” exclamó este con leves nervios.
“Tch…” no dejaba de sentir la gran presión en su brazo. “Hermano…”
“¿Qué estás haciendo?” preguntó Honebami a Atsushi, mirándole con ojos nulos.
“Honebami, suficiente,” espetó el doctor, severamente. “No lo lastimes.”
“…” el peliblanco le dirigió la mirada. En ese momento, Namazuo finalmente los alcanzó y se detuvo en una rama al frente de su mellizo.
“¡Honebami, suelta a nuestro hermanito ahora!” exclamó apuntándole acusatoriamente. Pasó a llevar sus manos a sus caderas. “¡No puedes molestarte por un simple entrenamiento matutino y por nada del mundo dejaré que le hagas daño! ¡Déjalo ir o atente a las consecuencias!”
“…” Honebami cerró sus ojos y alzó a Atsushi un poco más para depositarlo en la misma rama en la que estaba de pie.
“Eh…” Atsushi miró al peliblanco perdidamente y luego a su alrededor para notar que los demás dieron suspiros aliviados. Se extrañó y saltó para aterrizar en el piso. “Pues, gracias por preocuparse por mí, pero no tuvieron que hacerlo.”
“Espero que no…” Gotou desvió su mirada. “Ya sabes que Honebami siempre se ha tomado el peligro con seriedad y estos años lo han hecho más impredecible.”
“Peligro…” se quedó confundido, aunque terminó por no pensarlo mucho ya que Namazuo le dio el alcance y le abrazó con fuerza.
“¡Hermanito!” exclamó feliz de la vida mientras lo estrujaba. “¡Menos mal llegué a tiempo! ¡¿Cómo estás?! ¡¿Nuestro brusco hermano te lastimó la muñeca?!”
“¡Oye, suéltame, Namazuo!” se impacientó y lo empujó para apartarse. Luego de recobrar su espacio, dio un suspiro y adoptó una actitud tranquila. “Estoy bien. Dolió un poco, pero no me pasó nada. Se pasará al toque.”
“Me alegro…” Yagen sonrió frustrado y alzó su mirada. “Honebami, acércate,” esperó a que su mayor saltara y aterrizara frente a él. El doctor no cambió su expresión y actitud y se mantuvo paciente y sosegado, aunque atento. “No hay motivo alguno por el cual debas desconfiar de nuestros hermanos. Somos de una familia guerrera y enfrentamientos entre nosotros son usuales. No obstante, ninguno de nosotros nos lastimaríamos. Descuida, Atsu es uno de nosotros. Puedes confiar en él.”
“…” Honebami asintió pausadamente.
“Más bien…” sonrió apenado. “Tu exabrupto quiere decir que te encuentras preocupado por mí, ¿no es así? Lo lamento. Me siento mejor hoy, te lo aseguro. Ahora discúlpate con nuestro hermano, por favor.”
“¿Eh?” Atsushi se confundió por dicho pedido y se extrañó más al ver peliblanco dirigírsele y hacer una leve reverencia.
“Lo lamento,” dijo neutralmente.
“Ehh, no, no, está bien, descuida,” sacudió sus palmas y llevó una mano a su nunca. Sonrió incómodo. “Vamos, somos hermanos, no seas formal conmigo. Heh, me sorprendiste, pero el hecho que andes asegurándote que no nos lastimemos mutuamente va con tu forma de ser, así que lo comprendo.”
“…”
“De por sí, ¡fuiste increíble!” al dejar la confusión de lado, Atsushi se emocionó. “¡Esa rama en la que estuvimos parados tiene poca superficie y aun así pudiste mantenerte de pie por más que me atrapaste en el aire! ¡Ni mi patada te desestabilizó! ¡Eso quiere decir que eres extremadamente fuerte! ¡Ahh, quiero entrenar contigo!”
“Eh…” Gotou se confundió por el enfoque tan despreocupado de su hermano.
“…” por su parte, Yagen sonrió con nostalgia. Su mellizo no había cambiado en lo absoluto.
“…” Honebami mostró leve perplejidad ante los ánimos de su menor.
“Ah, ya somos dos los que queremos entrenar con él, Atsushi, pero mi querido peliblanco nunca quiere practicar con nadie,” dijo Namazuo, desanimado. “Ni siquiera lo quiere hacer con Ichi-nii o Jiji y su familia. Dice que no quiere lastimar a nadie.”
“¿En serio?” Atsushi se confundió y sonrió frustrado. “Ya veo. Supongo que no te gusta ver a personas cercanas enfrentarse entre sí, ¿verdad? Tu abstención explica por qué te tomaste nuestro entrenamiento tan seriamente, pero ojalá algún día te animes a que practiquemos juntos. Habré regresado de un largo entrenamiento, ¡aunque la idea de continuar bajo tu tutela me llena de muchas ganas!”
“…” el peliblanco ladeó su cabeza, todavía perdido.
“¡Aww, ¿ves que tenemos a petizos adorables?!” exclamó Namazuo. Él juntó sus palmas. “Hermanitos~ vengo porque el desayuno ya va a salir. Seguro que ya estará por la persecución que nos dimos. ¡En marcha antes que se pongan a buscarnos!”
“Gracias por el aviso, ya me estaba dando hambre,” Gotou asintió. “Sí que el rato se ha pasado volando. ¿Y qué será de Shinano?”
“Ya estará donde los demás, sabía que se esfumaría al menor descuido,” Yagen se encogió de hombros. “No me preocuparía por él.”
“No paró de quejarse durante el calentamiento. En verdad tengo que forzarle a disciplinarse más y a entrenar seriamente,” Atsushi se puso a pensar con una mano en su mentón.
“Eh, intenten no ser tan duros con él, lo vi muy angustiado,” Namazuo sonrió incómodo. “Ya vamos que el lago nos espera~”
…
Luego del desayuno y un breve descanso posterior, los hermanos acudieron a dicho lago. Como el atractivo principal del bosque, ese ambiente contaba con varios otros visitantes que disfrutaban de la vista, se daban un breve recorrido por los árboles aledaños o aprovechaban para pasearse con los botes disponibles.
“¡Ah, el mismo kiosco que la vez pasada está abierto!” exclamó Houchou, emocionado. “¡Vamos, quiero comprarme dulces!”
“Apenas hemos estado en el bosque poco más de un día,” le recordó Akita, sonriendo incómodo. “Y tenemos un postre esperándonos en la casa, no lo olvides.”
“Uhh, pero siempre es un buen momento para un dulce,” se cruzó de brazos. “Yo no disfruto la intemperie tanto como ustedes, pero con un dulce y un ramune estaré satisfecho.”
“Si es así podría comprártelos,” dijo Midare, contento. “También me haría bien una gaseosa.”
“¡¿En serio?!” los ojos del pequeño brillaron. “¡Ahh, muchas gracias, Midare-niisan!”
“Ehh…” Hirano se confundió y dio un suspiro. “No sé si deberíamos apoyarle en sus caprichos todo el tiempo…”
“Pienso que no hay nada de malo, y parte de mí quiere también consentirlos a ustedes,” Midare asintió. “¿Tú querrías que te traiga algo del kiosco?”
“Estoy bien, Midare-niisan, muchas gracias,” sonrió incómodo. “Acabamos de llegar. Tal vez se me apetezca más tarde.”
“Eh, yo tengo un poco de sed…” dijo Gokotai tímidamente. “Quisiera ir con ustedes si no es mucho pedir…”
“¡Por supuesto que no, mientras más mejor!” alentó Midare, amenamente.
“S-sí, muchas gracias, Midare-niisan…” dicho esto, desvió su mirada. “Espero que mis tigres estén bien. Me apena haberles dejado en la casa esta vez…”
“Con el lío que nos causaron el viaje pasado, creo que fue lo mejor,” comentó Hakata, con leve frustración. “Al menos esperemos que no hagan un desastre mientras no estamos.”
“Bueno, voy en marcha,” Maeda sacó una grabadora y sonrió ampliamente. “Veré si esta vez puedo documentar las aves con las que me encontraré.”
“Ah, cierto, tengo que alistar mi equipo para recolectar insectos,” Akita revisó su maletín.
“Ihh, no más escorpiones esta vez, por favor…” Houchou se estremeció.
“Haha, sería muy extraño, descuida.”
“Pero aun si los ves no los traigas,” insistió con aprehensión. Los demás hermanos sonrieron con gracia ante su temor.
“No los temo tanto como tú, pero tampoco los quiero ver,” Hakata dio un suspiro y regresó su atención a su libro de economía. Dio un suspiro. “Me pondrían nerviosos igual, yo que dejo de prestar atención cuando estudio.”
“Siempre andas muy dedicado a los estudios, Hakata, es realmente admirable,” observó Maeda. En ese momento, todos los hermanos alzaron sus miradas ya que Ichigo llegó junto con Honebami.
“Ya estoy listo para la caminata, hermanos,” reportó el peliceleste con amabilidad. “¿Quiénes se apuntan?”
“Akita y yo, Ichi-nii, muchas gracias por tu compañía,” Maeda asintió.
“Justo, ya lo encontré,” Akita sacó una caja de madera con compartimientos, junto con un pequeño bloc de notas.
“No tardaremos en regresar,” Ichigo se dirigió a Hirano y Hakata, quienes estaban sentados en un amplio mantel sobre el piso frente a la orilla del lago. “Tan disciplinados y estudiosos como siempre, me hacen muy orgulloso, pero no se olviden de darse un descanso si fueran a cansarse.”
“Por supuesto, no te preocupes, Ichi-nii,” Hirano sonrió y asintió obedientemente. “Gracias por tu atención.”
“Heh, acabamos de comenzar, estaremos bien,” Hakata sonrió con perspicacia. “Disfruten de su caminata por el bosque.”
“…” Honebami miró hacia el lago. “Me quedaré aquí. Mantendré guardia…”
“Cuento contigo, Honebami,” el mayor asintió agradecido. “En marcha, Akita, Maeda.”
“¡Sí!” los dos asintieron con energías y caminaron hacia el sendero del bosque para apreciar la naturaleza y compartir sus respectivos pasatiempos entre ellos.
Midare, Houchou y Gokotai no tardaron en excusarse hacia el kiosco en lo que prometieron traer algo para los demás, y así Hirano y Hakata continuaron con sus estudios. Pasaron unos pocos minutos y Hirano miró hacia el peliblanco, quien se había quedado de pie al costado del mantel.
“Eh, Honebami-niisan,” le vio mirarle de reojo. “Te vas a cansar si te quedas de pie. Puedes sentarte con nosotros.”
“…” Honebami le miró un momento inmutado y terminó por negar. “Estoy bien.”
“¿Seguro?” preguntó confundido y miró hacia el lago. En medio de los botes rentados por los visitantes había uno en particular donde se encontraban los cuatro hermanos faltantes. “Nuestros hermanos fueron rápidos en reservar ese bote,” sonrió con torpeza. “Llegaron con la intención de pescar. Casi ni los vi salir.”
“Sí, se fueron antes de darme cuenta…” Hakata dio un pesado suspiro.
“¿Hakata? Te oyes desanimado,” Hirano se miró atentamente. “¿Acaso querrías haber ido con ellos?”
“Pues, no que tenga la intención de pescar, sí he venido aquí con mi libro, después de todo…” frunció el ceño y lo meditó un poco. “Aun así…”
“Aun así…” el menor ladeó su cabeza y terminó por sonreír un poco. “Ah, quieres pasar más tiempo con nuestros hermanos, ¿verdad? Te entiendo perfectamente.”
“Eh…” se inquietó y le miró con reproche. “Me fastidia un poco que lo digas así, Hirano.”
“¿Por qué?”
“…lo último que quisiera es tener los caprichos de Shinano, ahh…” se lamentó y miró hacia ese bote a distancia. “Sinceramente no veo de qué se para quejando este. Él sí es más cercano a nuestros hermanos mayores. Ellos también le consideran para haberlo invitado a esa labor que no le asienta a él…”
“Sé que no piensas en Shinano-niisan como nuestro mayor, pero realmente lo es,” sonrió incómodo. “No lo digo en el aspecto que tenga alguna especie de superioridad o privilegio, pero él sí recuerda el pasado y compartió con nuestros hermanos mayores antes del fallecimiento de nuestros padres. Es normal que mantenga ese vínculo con los demás, y también me alegro mucho de ello. Así les puede dar el apoyo y la comprensión que necesitan.”
“Tiene sentido…” rodó los ojos. “Pero igual, estamos aquí, y ya sabemos que esa fue una terrible idea de su parte.”
“Hehe, nuestro hermano no es perfecto, y pese a ello se les ve mucho mejor hoy,” rió un poco. “Creo que su familiaridad es lo que le ha impulsado a tratar un tema tan delicado con ellos. Nosotros ni habríamos sabido cómo empezar.”
“Será…” dijo no convencido, aunque con leve indiferencia.
“De por sí, tú sueles pasar más tiempo con Shinano-niisan y Gotou-niisan que nosotros, Hakata. Siempre he pensado que eres afortunado por ello,” dijo amenamente, intentando animarle. “Creo que por eso también tienes cierta ventaja sobre nosotros.”
“Ventaja no suena nada bien…” Hakata dio un suspiro, apenado. “Perdón, Hirano. Tienes razón, paso más tiempo con ellos y aun así ando lamentándome contigo.”
“No te preocupes,” dijo tranquilo. Hirano con el tiempo había aprendido a entender y respetar la distancia que Yagen y Gotou tenían de los demás, aunque ver a Shinano y curiosamente a Hakata tan apegados a ellos al punto de desanimarse por su ausencia le hacía entender que ellos tenían una relación distinta. Seguramente la cercanía a alguien hace desear tenerlos presentes el mayor tiempo posible. Lo podía entender un poco en los días en que el primogénito se ocupaba tanto como para regresar a casa pasada su hora de dormir, pero seguramente era un poco distinto. “Quisiera poder ver a nuestros hermanos mayores cada vez más, y desde que Shinano-niisan ha regresado a casa hemos tenido la oportunidad. Ahora que Atsushi-niisan ha vuelto y Midare-niisan ha reaparecido presiento que nos volveremos cada vez más unidos.”
“Sí hemos pasado por un milagro reciente, es increíble,” Hakata sonrió cansado. Recordó la visita que habían hecho a Mouri en el hospital y en las insistencias de Houchou que se despertaría. Aquel era un milagro que no creía que sucedería, pero muchas cosas a su alrededor se salían de lo normal últimamente. Igual, se mantendría escéptico pese a querer apoyar los deseos de su hermano.
“Ah, y verdad que ahora estás trabajando en un proyecto con Yagen-niisan,” se acordó gratamente. “Si averiguas algo interesante de nuestro hermano, me gustaría mucho que lo compartas con nosotros.”
“Eh, claro, pero no sabría qué decir, ese no es mi fuerte tampoco…” lo pensó un poco, extrañado. “Hirano, ¿acaso tienes curiosidad por Yagen-nii?”
“Creo que todos la tenemos un poco, pero lo digo por Maeda.”
“¿Maeda?” se quedó perplejo.
“Él siempre ha querido conocer mejor a nuestro hermano. Desde que tengo uso de razón siempre ha dicho cómo pese a apenas aparecerse en casa, Yagen-niisan vela por nosotros y es muy leal a nuestra familia,” explicó, sonriendo con tristeza. “Es como si le tuviera una admiración secreta. Aun así, Maeda no quiere acercarse a él. Dice que no puede comparársele, que no es un genio como él ni un buen estudiante como nosotros dos. Creo que se siente un poco desmerecedor.”
“Ehh…” Hakata se extrañó y se hizo un poco hacia atrás. “Eso suena un tanto sorpresivo viniendo de Maeda,” se puso a pensar. “Hmm… y realmente no sé si tiene algo en común con Yagen-nii, es una gran sorpresa. No sabía sobre esto.”
“Maeda siempre anda tan al tanto de las necesidades de los demás que no le gusta compartir sus inquietudes. Creo que sólo lo hace conmigo. Por eso, si pudieras apoyarme con esto, te lo agradecería mucho.”
“Ahh, pues…” el rubio dio un pesado suspiro, torturado. “Aprecio que me tengas confianza para compartirlo conmigo, Hirano, pero tal vez escogiste a la persona incorrecta…” negó. “Seré un genio académico, pero no sé nada de estas cosas.”
“Creo que estamos en las mismas, Hakata, eh, perdón,” sonrió incómodo.
“Está bien, es verdad que lo veré más seguido, veremos…” dicho esto, Hakata reparó en la tercera persona que les acompañaba. Honebami seguía de pie, ahora mirando a los alrededores como si monitoreara la zona. Sería mucho más fácil si el peliblanco, quien pasaba la mayor cantidad de tiempo con el doctor, fuera a ayudarles, pero él nunca se había mostrado apto en aspectos sociables e intangibles.
“Bueno, creo que ya nos distrajimos mucho, a estudiar,” observó Hirano.
“Hm, andas con matemáticas. ¿Necesitas ayuda?” preguntó Hakata. Sonrió confiado. “Al menos eso sí es mi especialidad.”
“Haha, muchas gracias, Hakata, pero no quisiera distraerte. Sé que andas con muchos deberes últimamente. Más bien,” el menor alzó su mirada. “Honebami-niisan…” esperó a que este le dirigiera la mirada. “Si no es mucha molestia, ¿podrías ayudarme a estudiar? Hay algunos temas que no me quedan muy claros.”
“…” este se le dirigió propiamente y asintió. “Entendido.”
“¡Ah, muchas gracias, hermano!” Hirano se alegró y vio al mayor arrodillarse frente a él.
“Heh, ya veo…” Hakata sonrió complacido al ver cómo Hirano no tuvo problemas en ganarse un favor del silencioso hermano mayor. Él mismo no podía usar un pedido así todo el tiempo por ser un niño genio, pero sin duda lo consideraría.
“Eh, un momento,” Hirano terminó dándose cuenta de algo y se vio perdido. “Namazuo-niisan… ¿dónde está? No lo veo desde que llegamos.”
“Verdad, él también se esfumó,” observó el rubio, confundido. “Honebami-nii, ¿lo has visto?”
“…” Honebami regresó su mirada hacia el lago.
Los pequeños intercambiaron miradas y le imitaron…
Mientras tanto, los cuatro ocupando el bote estaban mayormente tranquilos en medio del lago. Atsushi y Gotou tenían sus cañas de pescar en sus manos en lo que esperaban atrapar algún pez mientras sus hermanos les mantenían compañía. Shinano estaba sentado en la parte trasera del bote usando un gran parasol y Yagen ocupaba el otro extremo.
“Ya han sido como diez minutos desde el primer pez,” observó Shinano, mirándoles con curiosidad. “Hay que tener paciencia para este pasatiempo, ya veo.”
“Diez minutos no es nada, Shinano,” dijo Gotou, confundido. “De por sí, me sorprendió que Atsushi pescara uno casi desde el mero inicio.”
“Uno se puede pasar como media hora esperando a un pez, fácil más, aunque admito que yo también me aburro si tuviéramos que esperar tanto,” Atsushi se encogió de hombros y sonrió decidido. “Heh, me gusta mucho más la idea de pescar con un arpón o en un riachuelo con las manos. ¡Eso es algo que amaría intentar!”
“Ihh yo no podría,” el pelirrojo se estremeció.
“Heh, no es una mala idea, yo también podría apuntarme a algo así, al menos lo segundo,” Yagen se encogió de hombros en lo que leía un pequeño libro. “Lo primero sí es algo que les vendría a ustedes dos mucho mejor, Atsu, Gotou.”
“Creo que pescar con un arpón sería demasiado para mí, aparte que es una forma cruel de atrapar la pesca,” Gotou dio un suspiro y alzó una ceja. “¿Por qué no te animaste a pescar? Dudo que ese libro te siga entreteniendo. Ya lo habrás terminado.”
“Tienes razón, pero es un bote pequeño e igual mi entretenimiento no viene de la acción en sí,” el doctor se encogió de hombros y miró hacia el bosque con una tranquila sonrisa. “No salgo con frecuencia y el día me resulta muy agradable.”
“Hehe, digo lo mismo,” Shinano se animó y sonrió radiantemente. “En particular soy feliz de acompañarlos, no preferiría estar en ningún otro lugar ahora mismo.”
“Pero me confunde que hayas traído una sombrilla tan grande,” observó el pelimarrón, observando ese gran objeto que cubría al otro completamente del sol.
“Es necesario. Yo tengo una piel nívea y sensible al sol y por mi futuro como un modelo y una persona famosa tengo que cuidar mi estética,” contestó el menor, agarrándose de una mejilla y mirando a un costado.
“Pero para eso uno se aplica bloqueador,” Gotou dio un suspiro. “Vamos, Shinano, la luz solar también es muy saludable.”
“Sin duda lo es. Te provee de vitamina D y se cree que ayuda al trabajo de la serotonina,” argumentó Atsushi. “Y te has puesto bloqueador, no es que te vayas a quemar.”
“Ah, hermanos…” Shinano abrazó el mango de su parasol y se meció de un lado a otro mientras sonreía contento y agradecido. “Son tan lindos, gracias por estar al pendiente de mí. En serio me dan muchas ganas de seguir sus consejos en contra de mi voluntad~”
“…” los dos intercambiaron miradas frustradas.
“¡Está bien, sólo un poco!” dicho esto, cerró su parasol y lo dejó a su costado. “Si comienzo a sentir mucho calor lo volveré a sacar. ¡Ya, a ver, quiero verles atrapar otro pez!”
“Así no funciona la pesca,” Gotou negó y sonrió rendido. “Bueno, te ves contento. No te reprenderé tu actitud esta vez.”
“Por supuesto que estoy feliz de pasar el tiempo con mis hermanos. No soy el único, sé que todos estamos aquí muy contentos. No nos damos paseos juntos todos los días,” contestó asintiendo convencido. “Más bien, apuesto que Hakata hubiera querido acompañarnos, no lo había pensado,” sonrió apenado. “Tendría que haberle extendido la invitación.”
“¿Hakata?” preguntó Gotou, confundido. “Lo vi llegar con su libro. Aquí no le habría sido tan fácil estudiar.”
“Uhh, no seas tan denso, Gotou-nii,” Shinano comprimió sus puños e infló sus cachetes. “Hakata te admira y siempre quiere aprender de ti. Por si te olvidaste, la vez pasada fue igual. Los tres fuimos al kiosco y él se resintió un poco cuando le dijiste que fuera a pasar tiempo con nuestros hermanitos. Pensó que lo estabas echando.”
“Ehh, pues…” el pelimarrón se inquietó y llevó una mano a su nuca con torpeza. “Creo que algo me acuerdo de eso…”
“Verdad que hablé con Hakata poco después de regresar y me dio esa impresión,” Atsushi asintió y sonrió animado. “Heh, qué bueno, Gotou. Nuestros hermanitos sin duda te respetan y tienes la atención de Hakata. Realmente eres el hermano mayor que quisiste ser cuando éramos niños.”
“Ahh, lo seré, pero sí se me escapan algunas cosas de vez en cuando…” dio un suspiro desanimado y miró hacia la orilla. Apenas podía ver el punto donde Hakata y Hirano se habían quedado estudiando. “No he tenido mucho tiempo para cuidar de Hakata últimamente. Tendría que reponérselo de algún modo…”
“Ehh, descuida, Gotou, no te sientas mal,” Shinano sonrió incómodo y agitó sus palmas. “No fue mi intención. Sólo te lo hacía notar. Y sí le has apoyado estos días. De no ser por ti, Hakata nunca habría llegado a trabajar con Yagen en ese proyecto.”
“Igual no eres el único hermano mayor, cuentas con nosotros,” Atsushi le agarró de un hombro y sonrió ampliamente.
“Pues, es verdad…” Gotou sonrió agradecido. “Lo entiendo, Atsushi, gracias por el apoyo.”
“Yo también, no se olviden de mí,” dijo Shinano, con leve reproche.
“Sí, tú también, Shinano,” asintió animado. “Qué bueno que te animes a sumártenos y a ser un hermano mayor para variar.”
“Pues soy mayor para nuestros hermanitos, pero con ustedes me contento siéndoles de ayuda. Soy el hermanito entre los cuatro, pero les asistiré en lo posible,” explicó sonriente. “Hehe, realmente pasar el tiempo entre nosotros me llena de vida.”
“Nunca vas a cambiar, Shinano,” observó Atsushi, amenamente.
Los tres se vieron animados por esa conversación aunque siguió un breve silencio. Gotou se frustró y miró hacia el doctor.
“¿Y tú qué tienes que decir, Yagen?” le preguntó impaciente y le vio dejar de leer su libro para dirigirle la mirada con neutralidad.
“¿Necesitas algo?”
“¿Ah? ¿Cómo que necesito algo? Estamos afirmando que nos apoyaremos mutuamente para atender a nuestros hermanitos. Ahora te toca hacer lo mismo.”
“Sin duda los tres harán un trabajo muy admirable. No podría esperar menos de ustedes,” dijo tranquilamente y con una sonrisa profesional. “Yo no podré serles de mucho apoyo, sin embargo, como deben imaginar. Mis disculpas.”
“Qué pesado que eres,” le apuntó acusatoriamente. “No te olvides que sí espero que seas un hermano responsable para los pequeños y ahora que Hakata está metido en un proyecto interdisciplinario bajo tu tutela no dejaré que seas irresponsable. Tienes que ser un buen hermano más que antes.”
“Comprendo tus demandas y sí te di mi palabra, pero tampoco concluyas demasiadas cosas,” Yagen se encogió de hombros y sonrió con simpleza. “Shinano mencionó cómo has sido tú quien facilitó que Hakata fuera aceptado para el proyecto a pesar de mi inicial rechazo, así que en verdad mi rol en el esquema fue uno antagónico. No obstante, ustedes trabajaron juntos y pudieron derrotarme,” su sonrisa se contagió de ironía. “Así que buen trabajo, sigan así.”
“Uhh, oye, hermano,” reclamó Shinano, haciendo un puchero. “Yo no lo dije de esa forma.”
“Tch, eres un imbécil por intentar usar lo sucedido en nuestra contra,” Gotou se impacientó. “Maldición, eres un genio, Yagen. ¿Por qué no usas tus capacidades para el bien?”
“Heh, porque soy un demonio,” el doctor se entretuvo por su pregunta. “Ciertamente no diste rodeos y de inmediato saltaste a una pregunta global que sugiere que carezco de bondad alguna. Es de esperarse de ti.”
“Y sigues con eso…” Atsushi rodó sus ojos.
“¡Tú eres el que se tilda de demonio! ¡Si no te has dado cuenta, tenemos a hermanos menores que nos necesitan!”
“En lo que esta conversación respecta, el tema se tocó por tu inseguridad sobre ser un buen hermano mayor para Hakata,” Yagen lo meditó con una mano en su mentón. “Si es así, tu continuación de la conversación luego de recibir el apoyo que Atsu y Shinano te extendieron indica que esperas que yo también te sea de ayuda. Por lo tanto, tú eres el hermanito al cual deseas que ayude, ¿verdad?”
“¿Qué dices?” Gotou se perdió un poco por las vueltas de esa lógica, y se amargó al ver al doctor sonreír entretenido.
“Fufu, ya veo que me pides desesperadamente que te sea de apoyo y te ayude a cuidar a Hakata por más que digas que no me soportas. Te duele mucho admitir que me necesitas, ¿no es así?” preguntó al aire. Miró al otro de reojo, sin borrar su sonrisa. “Me pones en un lugar difícil, querido hermano, ya que tal vez sí tengo un lado de hermano mayor que desea cuidar y enseñar a mi estimado Gotou a ser más sensible y responsable con los pequeños. ¿Qué más da? Siéntate y escucha a tu venerado hermano mayor en lo que comparte su sabiduría contigo.”
“¡Miserable! ¡¿Cómo te atreves?!” Gotou pretendió ponerse de pie y abalanzarse contra el doctor, pero Shinano le agarró de un brazo.
“¡Gotou, tranquilo, no te dejes llevar!” le rogó asustado. “¡Vas a desestabilizar el bote!”
“¡Suéltame, este idiota tiene que pagar!”
“¿Qué haces dándole cuerda a Yagen? No le hagas caso,” dijo Atsushi, quien sonreía incómodo.
“¡Bien se nota que te dio risa, Atsushi! ¡No te pongas de su lado!” reclamó el pelimarrón.
“No lo hago, ya cálmate,” dio un suspiro y se giró a su mellizo. “Ya sabemos que no podemos hacerte participar en la idea, pero ya suficiente lectura,” se tomó la libertad de quitarle el libro de sus manos. “Seguro que lo has traído para desentenderte con más facilidad, pero no dejaré que lo hagas. Al menos moléstate en oírnos.”
“Como quieras,” Yagen se encogió de hombros y sacó su celular.
“Y si ahora pretendes desentenderte con tu celular, lo lanzaré al agua,” le amenazó severamente.
“Heh…” al oírlo, el doctor sonrió con una pizca de malicia y le miró desafiantemente. “Sólo miraba la hora, pero si te atreves a hacer eso, te haré pagarlo caro.”
“Atrévete, Yagen, tú no me intimidas,” Atsushi le regresó la misma sonrisa y afiló sus ojos.
“¡Ihh! ¡Ya, hermanos, estamos en un lindo paseo de paz, no se maten mutuamente!” exclamó Shinano, asustado por el vuelco emocional de ese último par de minutos. Los quería un montón, pero a su vez le preocupaban y frustraban tremendamente.
Sin embargo, nada llegó a pasar ya que Gotou sintió un tirón en su caña de pescar, lo cual llamó la atención de todos.
“¡Ohh, finalmente!” Gotou se impresionó y empezó a rebobinar la cuerda de pescar. “Está poniendo mucha resistencia.”
“Tal vez sea uno grande,” observó Atsushi. Sin embargo, alzó una ceja. “Hmm, pero el jalado parece un poco inusual…”
“Saldrá lo que salga, sólo sigue recogiéndolo, Gotou,” comentó Yagen, indistinto.
“Tsk, cállate, no necesito que me dirijas,” apretó los dientes.
“Heh…” el doctor sonrió con leve maldad. “Que te conste que tú eres quien continuó. Yo ya me había olvidado de la conversación.”
“Ya, no sigas, Yagen. Lo vas a distraer,” dijo Atsushi, sonriendo frustrado.
Gotou siguió recogiendo la cuerda, aunque a pesar de saber que todavía tenía mucho más por rebobinar, notó una sombra que se acercaba a la superficie. Esta incrementó de tamaño considerablemente al punto que los cuatro la miraron con impresión y expectativa. Finalmente, aquel ser surgió del agua con gran fuerza para salpicarles y darles una sorpresa que no fueron capaces de imaginar…
…
“¡Hermanitos!” exclamó Namazuo, feliz de vida, luego de salir de las profundidades (?) del lago. Extendió sus manos hacia arriba. “¡Sorpresa! ¡Me atraparon!”
“¡N-N-Namazuo-nii!” exclamó Shinano, atónito. Todos dentro del bote se quedaron pasmados y boquiabiertos. “¡¿Qué haces aquí?!”
“¡¿Qu-Cu-C-Cómo demonios?!” Atsushi se inclinó hacia atrás en shock.
“Hehe~” el hermano mayor sonrió contento y orgulloso por su hazaña y pasó a explicarse con energías. “Ustedes se fueron muy rápido ni bien llegamos y me privaron de pasar el tiempo con mis hermanitos, ¡así que los seguí! ¡Vine nadando desde la orilla!” sonrió gatunamente y miró hacia Shinano. “Menos mal tú tenías tu sombrilla abierta, así pude acercarme sin que pudieran verme. Gracias por el favor~”
“Ehh…” el pelirrojo ladeó la cabeza.
“¡¿Hablas en serio?!” preguntó Gotou. Su sorpresa de inmediato se convirtió en fastidio. “¡Tremendo irresponsable! ¡Ni está permitido nadar en el lago! ¡Y hasta estás usando tus ropas de diario!”
“Dime que al menos te acordaste de dejar tu celular en la orilla,” Yagen se dio un facepalm.
“¡Qué curioso! ¡Honebami me mencionó lo mismo justo cuando iba a lanzarme al agua! ¡Y menos mal haha!” rió y se rascó la nuca. “¡Aquí no podría comprar un repuesto!”
“Tsk…” Gotou se estremeció de cólera y comprimió sus puños.
“Eh, ya, tranquilo…” Atsushi intentó apaciguarle y miró a Namazuo frustrado. “Bien pudiste haber rentado un bote también para seguirnos, pero ya. Mejor súbete antes que algún guardabosques te vea.”
“¡Claro, enseguida!” de inmediato, Namazuo se agarró de un costado y se impulsó para subir, pero esa acción causó que el bote casi se vuelque.
“¡Suéltate!” exclamó Gotou.
“Tch, al menos piensa en cómo subir, descerebrado,” espetó Yagen, molesto.
“¡Ahh, no quiero caerme al agua!” Shinano cerró sus ojos con miedo y se hizo un ovillo.
Pasaron unos cinco minutos, y Atsushi pudo facilitar a que Namazuo se subiera al bote haciendo uso de una soga dentro del mismo para evitar cualquier posible percance. Después de subir, el hermano mayor se echó en el mero centro y abrazó el balde con la previa pesca del día.
“Ahh, el sol se siente rico~ podría dormirme~” canturreó con un tono soñador.
“…” a su costado, Gotou temblaba de ira. “Cállate o juro que te sacaré más que el anzuelo. Nos vas a meter en grandes problemas.”
“G-Gotou-nii, tranquilo…” Shinano sonrió incómodo y un poco asustado.
“Está bien, hermanito, dudo que me hayan visto,” Namazuo asintió y miró a Atsushi. “¡Y qué excelente idea de hacer un peldaño improvisado con la soga! ¡Bien pensado!”
“No es nada, he recibido entrenamiento para este tipo de cosas, no que pensé que tendría que usarlo con ustedes…” Atsushi dio un suspiro y frunció el ceño. “Pero sí, entiendo que ya causaron leves problemas la vez pasada. Lo mejor es no empeorarlo.”
“Uhh, pero lo creas o no, no fue mi culpa. Honebami nos ha metido en muchos más problemas aquí,” contestó haciendo un puchero.
“Sigues siendo el más problemático por lo sucedido la semana pasada, aparte que a diferencia de Honebami, tú sí estás consciente de tus travesuras,” sentenció Yagen, cruzado de brazos.
“Aw, lo sé, siento decirlo, definitivamente no quiero quejarme de mi mellizo,” Namazuo se sentó y siguió abrazando el balde. Él pasó a sonreír emocionado. “Cómo me encanta que siempre estés listo a defender a Honebami~ ¡Totalmente te apoyo! ¡Mi serio y callado hermano es un bello marshmallow cinnamon roll that must be protected!”
“Es una lástima que tú no puedas ser callado como él,” desvió su mirada.
“Oye…” le miró con reproche.
“Namazuo-nii, ¿por qué insistes en abrazar el balde?” preguntó Shinano, mirándole con curiosidad.
“Es que soy parte de la pesca, pero yo no entro en el balde, ¡aunque así al menos me solidarizo con mi hermano pez!” contestó alegremente. “¡Soy un pez gato! ¡No lo olviden!”
“Hm, sí recuerdo que eras de decir eso. Te identificas con ese animal,” Atsushi se puso a pensar, haciendo memoria.
“¡Exacto!” exclamó contento y pasó a incomodarse al ver que Gotou no bajaba sus niveles de molestia y le miraba con ojos fríos. “Ehh… y-ya, hermanito, perdón por la sorpresa. Juro que no lo volveré a hacer.”
“¿Es que acaso tenías un motivo válido para nadar?” preguntó el pelimarrón, severamente. “Atsushi ya te mencionó que pudiste haber rentado un bote si tanto querías seguirnos.”
“Si lo pones así en verdad creo que nada lo justificaría,” admitió sonriendo con torpeza. “Pude haberles seguido como dicen, ¿pero saben? Así no podría compartir el espacio con ustedes, ni llamarles la atención.”
“Oh…” Shinano se impresionó un poco y asintió. “Creo que entiendo.”
“¿Qué hay que entender?” preguntó Atsushi, extrañado.
“Se ve que Namazuo y Shinano son el mismo tipo de personas ocurrentes que no piensan seriamente en lo que hacen,” concluyó Yagen, restándole importancia. “No es algo que nosotros entenderíamos igual.”
“No lo analicen mucho, hermanitos. Ya se están poniendo muy serios,” les reprochó Namazuo. Él dejó el balde a un costado y adoptó tranquilidad en su felicidad. “Venía para asegurarme que estaban bien. Ayer fue un día muy duro para ustedes, ¿verdad? Entiendo que no es algo que me concierne a mí de la misma manera, pero sí he estado muy preocupado,” bajó su mirada. “En verdad yo tampoco quería regresar. Tenía miedo cómo se sentirían. Ahora espero que no se estén aislando de los demás…”
Los cuatro le miraron con leve confusión. Era extraño oír el lado más pensativo o melancólico del mayor, quien solía estar enfocado en irradiar alegría y dar esa apariencia despreocupada que no podía tomarse con seriedad. De todos modos, Namazuo no tardó en volver a mirarles y continuar con su amenidad.
“Hehe, no he venido para que se preocupen por mí. Ya que estoy aquí, sólo espero que se encuentren bien, y si necesitan algo, pueden contar conmigo. ¡Saben que pueden hacerlo!” exclamó apuntándose a sí mismo. Entonces hizo un puchero. “Y si no creen que pueden, les haré saber que soy más funcional de lo que parezco. Soy mayor que ustedes.”
“La edad no significa mucho en estas cosas, Namazuo,” comentó Yagen. Pese a su respuesta, el doctor sonrió frustrado. “En fin, no hay más punto de reclamarte por tu más reciente travesura. Aprecio tu atención. Ya no te inquietes por nosotros.”
“Muchas gracias, Namazuo-nii. Tú sabes que yo sí cuento contigo~” canturreó Shinano. El pelirrojo sonrió y asintió. “Te entiendo. Si no venías por el agua y nos sorprendías tal vez no habrías tenido el mismo impacto. De todos modos eso es algo muy necesario para lidiar con nuestros queridos y necios hermanos. Lo sé por experiencia.”
“Haha, lo sabía~” Namazuo celebró juntando sus palmas.
“Ahh, ustedes no tienen remedio,” Gotou se frustró y negó un par de veces.
“Seremos necios pero eso por ningún motivo justifica tu acción, Namazuo…” Atsushi dio un suspiro, cansado. Desvió su mirada hacia el paisaje. “Pues… no hay forma que todo por lo que pasamos vaya a disolverse luego de lo de ayer. Pretendo tomar una actitud más saludable y ya no cargar con tantas cosas del pasado, pero tomará un tiempo. No puedo decir que estoy del todo bien…” hizo una pausa y terminó por sonreír rendido, aunque tranquilo. Miró al mayor. “Pero me siento mejor. Siento un gran alivio. Supongo iré dejándolo ir poco a poco.”
“Tiene sentido,” Namazuo asintió y se animó. “Me alegro de oírlo, Atsushi. Ahora que estás de regreso, mi único deseo es que te sientas en casa y sigas adelante, y sé que lo harás. Puedo ver que eres una persona muy fuerte.”
“Gracias por el cumplido, hermano. Ahora ya no te preocupes,” contestó amenamente. “Igual tú, igual todos. Hay que seguir adelante.”
“¡Por supuesto!” alzó un puño al aire. “¡Entonces vamos de regreso! No quiero que mis hermanitos se aíslen de los demás. Este es un viaje en familia y luego de lo ocurrido ayer, sé que los pequeños amarían pasar el tiempo con ustedes. También sería lo más saludable para ustedes, ¿han entendido?”
“No nos estamos aislando, Namazuo. No tendría sentido, no es que resintamos a los demás por haber tenido que regresar,” dijo Gotou, indistinto. “O sea, si ese fuera el caso, Shinano habría sido el último en acompañarnos.”
“Uhh… en serio lo siento mucho, Gotou-nii…” el pelirrojo se deprimió.
“A decir verdad…” dicho esto, Gotou cedió en su fastidio y sonrió apenado. “Sólo esperaba revivir un poco el pasado. No creo que deba decírtelo a ti, pero los cuatro siempre andábamos haciendo cosas por nuestra cuenta de niños. Sólo quería recordarlo. Para bien o para mal, por más que yo siempre he sido quien ha sido más fastidiado o quien la pasaba peor, sigue siendo algo preciado para mí. Esta pesca y el entrenamiento de la mañana han sido un gran alivio. Me han permitido olvidarme un poco de mis quehaceres y reconectar con mis raíces.”
“Ohh…” Namazuo se impresionó y no fue el único. Era difícil ver al pelimarrón añorar algo y ser sincero al respecto.
“Pero… entiendo,” dio un suspiro y miró hacia la orilla, sonriendo con tristeza. “Por supuesto que nuestros hermanos están preocupados por nosotros, además que les debemos atención. No puedo descuidarles, sin duda no luego de lo de ayer. Todavía podemos disfrutar un poco de nuestros pasatiempos mientras les hagamos partícipes, ¿no es así? Está bien,” recogió su caña de pescar. “Regresemos de una vez.”
“¡N-no, espera un momento!” el hermano mayor se escandalizó. “¡Por supuesto que sí pueden darse un gusto de pescar tranquilamente! ¡Sin duda tú tienes un montón de derecho por todo lo que siempre andas haciendo por nosotros! ¡No estoy aquí para quitarte este pequeño capricho!” dicho esto, terminó dándole un fuerte abrazo. “¡Ahh, hermanito, ya veo que estás feliz y no quiero aguarte la fiesta! ¡Por favor sigue que no te voy a detener!”
“¡N-Namazuo, me estás mojando, suéltame!” le reclamó en pleno abrazo de oso.
“¡Gotou-nii!” Shinano se sumó al abrazo, conmovido hasta las lágrimas. “¡Gracias por dejarnos oír cómo te sientes! ¡Yo también estoy muy feliz por pasar este momento entre nosotros! ¡Te queremos mucho, hermano!”
“¡Te queremos un montón!” afirmó el mayor.
“Tsk, suéltenme los dos…” ya se arrepentía de haberse explicado. Ambos le dejaron ir y desvió su mirada, pero Atsushi le agarró de hombro y le hizo regresar su atención.
“Está bien, que no eres el único con ese parecer. Yo también la estoy pasando bien aquí, y este momento junto con el entrenamiento fueron revitalizadores,” observó con una amplia sonrisa. “Seremos parte de los mayores en casa ahora, pero no todo tiene por qué cambiar. No tienes que estar siempre en el rol del hermano mayor. Por hablar con Hirano y Maeda, entendí que ellos tampoco querrían eso de nosotros. ¡Sigamos disfrutando de este instante un poco más!”
“Eh, sí…” se vio un poco perplejo.
“Haha, no te sorprendas, por supuesto que todos pensamos igual. ¿No es así, Yagen?”
“No es que yo esté participando en esta conversación…” dio un suspiro. “Pero, ¿qué más da? Por algo mencioné que apreciaba salir para variar. Hay pocos momentos así de agradables y esta nostalgia es algo que todos compartimos.”
“¡Sí, definitivamente!” Shinano asintió con los ojos brillantes.
“Es un poco raro oírte decir algo así,” Gotou alzó una ceja.
“Lo sé, no me prestes atención,” el doctor se encogió de hombros y regresó su atención hacia el paisaje. “Pero no hay nada de raro en lo que anhelas. Sería criminal de otros privarte de ello. No está de más decirlo.”
“Claro…” se confundió más.
“Así que sigamos pescando,” concluyó Atsushi, de buenos ánimos. “Namazuo, trajimos una caña adicional por si te animas.”
“Me sabría mal pescar a mi propia especie, pero les acompaño,” dijo sonriendo incómodo. “Yo feliz viéndoles de tan buenos ánimos, así que les haré barra.”
“Sí, yo también,” dijo Shinano.
“Pero antes de que me olvide,” Namazuo miró al doctor. “Honebami anda preocupado por ti. Él no necesita decirme nada para comprenderlo. Creo que es muy evidente.”
“Sí… también lo he notado,” contestó con leve frustración. “Supongo fue inevitable.”
“Lo fue, pero intenta atenderle cuando puedas. O más bien…” sonrió decidido. “Déjale atenderte. Creo que eso le animaría un poco. Así es como se aseguraría que estás bien.”
“Hmm…” lo meditó.
…