Uhh, esto va a ser eterno... (x2 (?))
110.3.
…
Finalmente llegaron. Mamizou dirigió a los demás a paso rápido hacia donde se ubicaba un cerco de seguridad. Pudieron verlo a distancia, con policías resguardando un área donde un puñado de gente evacuada andaba al pendiente de lo sucedido.
“Ahí está la entrada, pero…” Youmu frunció el ceño. “¿Cómo se supone que entremos sin llamar la atención? Los policías también nos detendrán.”
“Descuida, ya les pasé la voz, sólo queda encontrar un hueco por donde no alerten a las personas…” comenzó Mamizou, aunque ella pasó a bajar la velocidad de su andar. Vio a un policía lejos del punto concurrido de personas que también le dirigía la mirada. “Ah, justo.”
Los demás le imitaron y terminaron por detenerse frente a dicho desconocido. La mayoría no evitó tensarse al observar su apariencia. Con piel casi grisácea, ojos sin vida del mismo color y unas extrañas lesiones escamosas en su cuello, además de unos cabellos disparejos y rapados por una mitad de su cabeza, aquel individuo contrastaba con su uniforme policial.
“…” Kosuzu miró a dicho hombre con curiosidad, y pasó a mirar a sus mayores con confusión. “Eh… ¿me pierdo de algo…?”
“…” Cho tragó saliva. No pudo ocultar su nerviosismo del todo. Por su experiencia con el conflicto, alguien de aquella apariencia definitivamente sería un Rebel, e incluso ello no podría explicar su apariencia innatural completamente…
“Oigan, oigan,” sin embargo, Mamizou dio un suspiro y terminó por dar un par de palmadas al aire para avivar a todos. Sonrió con ironía. “¿Qué clase de modales son esos? El buen señor aquí es nuestro aliado, un policía trabajador quien vela por el orden público. No dejen que las apariencias les engañen.”
“No pude haberlo dicho mejor,” agregó Norimune, sonriendo entretenido y pasó a dedicarle una mirada de leve pena al inmutado policía. “Lo lamento, joven Jizou. La juventud de ahora no sabe respetar a los demás.”
“Por favor, no se sientan con la obligación de explicar, Futatsuiwa-san, Ichimonji-san,” este asintió respetuosamente. “Comprendo que mi apariencia resulta alarmante para muchos, y por las condiciones en las que las HiMEs viven, sólo puedo recomendar que no bajen la guardia.”
“Eh…” Reimu pasó a sentirse un poco mal. “Puedo ver claramente que ha dicho la verdad. Lo sentimos, es que…”
“No necesita explicar, es comprensible,” al oír las palabras de la pelimarrón, ese policía sonrió mínima y humildemente, en agradecimiento, para entonces volver a adoptar neutralidad. “Mi nombre es Jizou Yukihira, aunque no es momento de diálogo. Síganme, les llevaré a un punto donde pueden ingresar.”
Fue así que ese grupo le siguió antes de llamar la atención a la muchedumbre congregada hacia el frente. Todos avanzaron en medio de una corta hilera de contenedores gigantes y probablemente en desuso por el grado de oxidación en los mismos.
“Dime, Jizou-san, ¿hay algunas noticias sobre lo que ocurre adentro?” preguntó Mamizou.
“Sí hay, lamentablemente, no son buenas nuevas,” este cerró sus ojos un momento, con pesar. “El grupo de policías que estuvo vigilando por el barco informaron sobre la aparición de Suzuka Gozen y su subsecuente pelea contra su Rebel, hace alrededor de quince minutos.”
“Ahh…” al oírlo, la supervisora se dio un fuerte facepalm e inclinó su cabeza hacia atrás. “Ya veo que estamos muy tarde.”
“Tarde para prevenir el enfrentamiento, sin embargo, el tiempo sigue siendo preciado para detener mayores complicaciones,” concluyó dicha persona. “La policía junto con los trabajadores de esa estación han tomado refugio en un almacén subterráneo. Sólo puedo esperar que una batalla no los ponga en peligro.”
“…” Cho se afligió y bajó su mirada. “Nosotros… tenemos que llegar para sacar a Suzuka y la otra HiME de ahí y prevenir que la situación se haga más difícil…”
“Sí, pero te ruego que te oigas más decidida,” observó Mamizou.
“S-sí…” se inquietó.
“Ah, no te lo tomes a mal, más bien deja de ser tan nerviosa,” la mayor se encogió de hombros y encaró a las tres HiMEs mayores. “Ustedes irán de frente al muelle y sacarán a sus compañeras de ahí. Jálenlas de los cabellos si resulta necesario,” pasó a mirar a Saki y Tsubasa. “Y ustedes dos se quedarán cerca de esta área. Recuerden que su misión es únicamente proteger a civiles y prevenir que cualquier peligro llegue a la gente común.”
Las dirigidas asintieron y llegaron frente a una puerta de la cerca. Jizou pasó a abrirla.
“Vayan con cuidado. Que estén bien,” les deseó.
Hubo unas pequeñas gracias o afirmaciones hacia el policía antes que las HiMEs mayores y el par de armas ingresaran a dicho lugar, en dirección hacia el muelle.
“…” Kosuzu fue la única de las HiMEs que se quedó, quien observó a todas adentrarse. Ella llevó sus manos hacia su pecho con ligero temor, aunque en su ensimismamiento dio la apariencia de sentirse igual de cometida que las demás con el asunto. Fue despertada cuando Mamizou le agarró de un hombro.
“Bien, suficiente de aventura para ti. Acompáñame donde las demás personas,” dijo Mamizou. “Quiero que absorbas la urgencia desde el otro punto de vista.”
“S-sí…” asintió. Los tres se pusieron en marcha.
“…” el policía se puso cabizbajo durante la mayoría del trayecto. Estuvieron a punto de llegar a la pequeña muchedumbre, pero Mamizou optó por ponerse en el camino del otro.
“Oye, oye, ¿qué te ha comido la lengua ahora, Jizou-san?” le preguntó amenamente.
“…” este le miró con ligera incomprensión. “No entiendo a qué te refieres, Futatsuiwa-san.”
“Es un decir, pero tú sabes a qué me refiero,” declaró decidida y trivialmente a la vez. No parecía haber mucho que hacía que Mamizou se despidiera de su actitud despreocupada. “Te notas preocupado, y presumo que es algo fuera de las complicaciones de ahora. Desde ya, temo mucho que mi protegida te haya causado este dolor de cabeza.”
“No sería justo que te culpara por ello, no estuviste aquí,” dio un suspiro. “Y es más mi culpa, me toca admitirlo. No eres la única persona con un subordinado que ocasiona problemas.”
“Hoho…” Mamizou se vio intrigada.
“Es algo de lo que podemos hablar en otro momento.”
“Sí, sí, no quiero asustar a la pequeña Kosuzu con formalidades,” agarró a la mayor de ambos hombros de manera juguetona.
“Eh, ¿cómo así? Yo quiero saber, Mamizou-san,” dijo con ligera urgencia.
“Pero por ahora… temo por los demás policías…” Jizou se giró en dirección al muelle. Hubo una breve pausa. “Los orphans que han venido hoy no han presentado agresión contra los civiles, no en lo que he podido percibir. Aquel no habría sido un problema, así que temo que anden bajo algún otro peligro.”
“¿Qué peligro?” Mamizou se impresionó. Volvió a dar un suspiro. “Ahh… espero que Suzuka no termine por destruir ese lugar…”
“No es eso precisamente… es complicado…” llevó una mano a su mentón. Pareció ensimismarse. “Las personas son intrínsecamente un recurso, un objeto. Ante esas circunstancias, los policías sabían que debían huir, incluso les comenté que podrían hacerlo y que los orphans son escasos y no deberían ser un problema, pero han sido detenidos, y se han quedado muy cerca del lugar de interés. Si hay algo de por medio que los ha considerado importantes, es porque se ha juzgado que tienen alguna utilidad para alguien más…” entrecerró sus ojos. “Suena a algo que
él haría…”
“…” Mamizou se sorprendió. “Jizou… tú sabes sobre…”
“¿E-esos policías van a estar bien?” preguntó Kosuzu, asustada. “Ehh… soy todavía una principiante, pero si podemos ayudarlos, haré lo que pueda, en serio.”
Sus inocentes y bienintencionadas palabras interrumpieron esa conversación y recordaron a ambos adultos que no podían continuar con el tema. Jizou desvió la mirada mientras Mamizou abrazó a la pequeña desde atrás.
“No, no, tú estás bien donde estás, Kosuzu-chan~” canturreó juguetonamente.
“Pero…” ella se avergonzó un poco.
“Ello recae en mí, debí haberme quedado cerca de ese grupo. Escoltarlos y defenderlos de orphans es algo que ya he hecho en el pasado… pero percibo que la situación ya es demasiado complicada para entrometerme…” dijo Jizou apenado y con autodecepción. “Sólo puedo esperar que el revoltoso entre ellos decida asistirlos por encima de sus propios intereses, pero…”
“Tú haces demasiado, Jizou-san, date un respiro,” Mamizou sonrió comprensivamente. “Muchos otros te necesitaron para evacuar a salvo. Ahora nos queda esperar que ellos se mantengan seguros y que las HiMEs puedan solucionar esta complicación.”
“Esperemos que sí…”
Kosuzu continuó observándoles y entendiendo la presente alarma. Luego de ese momento de honestidad, ellos finalmente llegaron donde los civiles quienes esperaban información.
…
Las HiMEs encargadas del puerto se encaminaron hacia allá con rapidez y apenas pudieron despedirse rápido de Saki y Tsubasa, aparte de pedirles que tuvieran cuidado. La voluntariosa cuatro ojos les deseó lo mejor de igual manera y terminó por hablar por ella y su amiga. Una vez fueron dejadas solas, se giró hacia la otra.
“Hanajima-san, entiendo que no estés de acuerdo con la situación, pero no deberías ignorar a las demás,” observó con leve reproche. “Ellas se encuentran aquí para reparar lo que nuestras compañeras HiMEs están haciendo…”
“…” Saki tomó un momento para ponerse a pensar, y terminó por agachar un poco su cabeza a manera de rendirse. “No… por más que quiera protestar, tienes mucha razón, Tsubasa. Ellas no son las que están mal. Lo lamento.”
“Sí…” la otra pasó a impresionarse un poco por su tan rápida honestidad y por no tratar de darle una vuelta ‘graciosa’ a sus palabras.
“Igualmente, presumo que no hay mucho que puedan hacer. Si este en verdad es territorio de Rizembool y ya está ocurriendo algo, puede que sólo hayamos llegado para empeorar el asunto.”
“Pues, ¿quién sabe? Pero eso no quita que no podemos quedarnos con los brazos cruzados. Somos HiMEs, y por eso nos toca estar aquí.”
“Ser HiME nos da poder…” Saki llevó una mano a su mentón. “Eso es lo que Tenshi debe haber pensado y le llevó a hacer lo que hizo… realmente hay una fina línea entre la responsabilidad y el libertinaje.”
“Ahh…” Tsubasa dio un exasperado suspiro. “Hanajima-san, entiendo que es una situación mucho menos que ideal, pero no estamos en la posición de Hinanawi-san. No sabemos por qué es HiME ni por qué Gozen-san se apuntó al mismo plan. Tampoco ellas han oído lo que Futatsuiwa-san nos ha explicado del asunto. Es muy fácil juzgar de nuestro punto de vista, pero ni bien uno se encuentra involucrado, incluso se puede por terminar haciendo cosas que realmente nunca quisieron hacerse. Estoy segura que hay un poco de cierto en lo que digo.”
“Eres muy paciente, Tsubasa. Creo que esperas mucho de la persona común.”
“Hehe, más bien creo que tú eres quien lo hace por tus críticas, Hanajima-san,” Tsubasa sonrió con leve picardía. “No te olvides que todos somos humanos y hacemos lo posible.”
“No, soy realista, no tengo mucha fe en la humanidad,” Saki negó y desvió su mirada. “En verdad, mi fe escasa, por eso soy tan crítica.”
“Insisto, veo que no lo ves,” Tsubasa se tomó la libertad de dar a su amiga unas palmaditas en un hombro.
“…” ello dejó a Saki mínimamente sorprendida y un poco extrañada.
“Pero no hay nada de malo lamentar el mundo por cómo es y desear que las cosas fueran mejor por el bien de todos. Sólo espero que tú te des un descanso de estos pensamientos. De nuevo, hacemos lo que podemos.”
“Tsubasa…” frunció el ceño. Sin embargo, al verle sonreír tan ampliamente, desistió en continuar con el asunto. Dio un suspiro. “Ya me aguantas demasiado. Esa no es mi intención.”
“Ya no te sientas mal y continuemos. Hay mucho por recorrer.”
Continuaron caminando tranquilamente por ese cementerio de contenedores de metal sin ver señales de vida. Hacía un silencio sepulcral que les envolvía, y su ensimismamiento y silencio les hizo oír movimiento distante en las aguas, además de percibir un ligero olor a mar. Ello invitó su atención al cielo nocturno estrellado. Darían ganas de darse un paseo en un lugar tan solitario si fuera otro momento carente de problemas…
De repente, Saki se sorprendió y se quedó congelada.
“Hanajima…” comenzó Tsubasa, pero su amiga se le abalanzó encima.
“¡Abajo!” así, ambas cayeron al suelo, apenas evadiendo a un tercero a toda velocidad quien por poco y les desgarra. Este pasó por encima de ellas como ráfaga y aterrizó delante de las dos. Saki de inmediato se levantó y frunció el ceño.
“Tú eres…” Tsubasa le siguió desorientada, aunque alerta. “¿Un Rebel? Pero nosotras…”
“Parece un orphan, Tsubasa,” corrigió Saki, sin despegar sus ojos de encima al atacante.
“No sé cómo me detectaste, HiME, pero…” Hakuzosu miró una de sus manos en lo que estiraba y relucía sus garras. Terminó cerrando su puño y observó a sus oponentes con una sonrisa torcida. “Esa fue una reacción muy tardía, así que no hará una diferencia.”
“…” entrecerró sus ojos. “Es fuerte, Tsubasa, cuidado…”
“Pero, un momento, ¿cómo puede ser un orphan? Claramente es humano,” comenzó Tsubasa. Volvió a mirar al enemigo. “O sea, parece que tiene unas orejas de animal, y garras, pero…”
“Tsubasa, no es el momento…” Saki comenzó a estresarse. “No es un orphan cualquiera.”
“Hm, ¿hoy me han tocado a novatas? Eh, al menos me ahorraré el trabajo,” borró su sonrisa y les miró con ojos gélidos, semejantes a los de un depredador asechando a su presa. “No que eso haga una diferencia…”
“Un momento, por más que digan que eres un orphan, puedes hablarnos y puedes razonar. Podemos hablar sobre esto,” comenzó la cuatro ojos, alerta.
“¡Hah! ¿Ya tienes miedo? Pues buen trabajo por no menospreciarme, pero no oiré a ninguna HiME. Ustedes son mis enemigas sin importar lo que quieras decir.”
“Eso no tiene que ser así, no se trata de jugar a roles,” insistió Tsubasa, decidida y un poco impaciente. “No entiendo por qué un niño como tú tiene que ayudar a los Rebels.”
“¿Niño?” el orphan abrió sus ojos ampliamente con clara indignación.
“…” Saki rodeó sus manos de electricidad y se preparó para cualquier inminente ataque. “No la tendrás tan fácil la próxima, orphan. No estamos aquí para pelear, pero eso haremos si no tenemos otra opción.”
“¿Eh? ¿Cómo así? ¿No son sus amigas las que andan invadiendo y atacando el puerto? ¿No son ustedes ahora quienes han saltado la valla de seguridad? ¿Se creen con el derecho de decir que ustedes son las que tienen la razón?”
“Tsk…” Saki negó. “Me cuesta no estar de acuerdo contigo, orphan. Estoy molesta con el par de HiMEs que nos han forzado a todas a venir esta noche…”
“Pero… estás por excusarte, ¿verdad?” entrecerró sus ojos. “Es por eso que no puedo confiar en ti.”
“No, no hay peros, realmente las condeno, realmente no quisiera estar aquí y que las demás HiMEs quieran hacerse responsables de ellas. Sólo estoy acompañando a mi amiga para mantenerle un ojo encima y pretendo permanecer alejada de la pelea bajo la excusa de buscar a civiles atrapados aquí,” Saki bajó sus manos, aunque las chispas en estos persistieron por precaución. “Si pudieras hacernos el favor de corrernos del área clausurada, lo apreciaría.”
“…” ello dejó al pequeño peliblanco perplejo y parpadeando. “¿Qué estás diciendo…?”
“Hanajima-san, no podemos abandonar a las otras, sabes por qué estamos aquí, y definitivamente no apruebo que busques una excusa para querer irte,” le recriminó Tsubasa.
“No me das opción,” Saki se encogió de hombros. “Y no es que yo necesite excusas, pero si el orphan te obliga a huir, yo voluntariosamente me iré contigo.”
“Ahh, ya veo que no debí dejar que vinieras…” Tsubasa se dio un facepalm.
“Tch…” el orphan tembló de cólera. “…no me importa si dices la verdad o no. No me hagas parte de tus caprichos personales, HiME. Tuviste mucho tiempo y recorrido para decidirte, ¡así que no me uses para resolver tus pleitos!” estiró sus garras de ambas manos. “Estoy de muy mal humor y tengo una vendetta personal contra la HiME peliblanca. Grr…” sus ojos escarlatas brillaron en lo que se erizaba. “¡Y si no me dejan vengarme de ella, al menos me desharé de otras HiMEs problemáticas como ustedes!”
Su reacción inspiró un miedo primordial en las dos. Un aura oscura se manifestó alrededor del orphan y supieron que el peligro era inevitable. Tsubasa se notó afligida e inquieta al tener que enfrentarse ante un ser que le inspiraba empatía como ese orphan humanoide. Entonces, Saki se le acercó de costado.
“Tsubasa…” le susurró. “…incluso si intentamos retirarnos, no dudo que ese orphan nos persiga más allá de las rejas.”
“Eh…” quiso decir algo, pero su amiga continuó.
“No tenemos opción… hay que alcanzar a las demás HiMEs.”
“¿Qué?”
“¡Ni crean que escaparán!” exclamó el enemigo.
Fue así que el orphan nuevamente asedió a las chicas. Era rápido, y de no ser por la electricidad que Saki había invocado, seguramente habría podido alcanzarles y hacerles un daño mayor. Tsubasa de inmediato invocó ese mismo elemento y entre las dos tuvieron que mantener al orphan al margen. Aquello fue más difícil de lo que sonaba. Su oponente era muy rápido, movido e impredecible, y pese a evitar grandes concentraciones de electricidad, no parecía ser del todo vulnerable y podía soportar cargas leves. Así, las HiMEs sabían que el menor descuido podría costarles muy caro.
“…” Saki apretaba los dientes. Su energía no era infinita y su propio elemento la cegaba. Podía flaquear en cualquier momento y no tener la habilidad de responder debidamente. Si tan sólo ella y Tsubasa pudieran hacer algo más que usar la electricidad…
“¡AAAHHH!” luego de una impaciente búsqueda, Hakuzosu logró burlar la defensa de Saki y le atacó desde abajo. Esta se hizo un poco hacia atrás, pero las garras del orphan llegaron a rasgar su brazo izquierdo. Fue un instante muy rápido y Saki sintió cómo sus energías le fallaban para responder o escapar. Su percepción se puso en cámara lenta, y vio a la bestia a punto de darle un segundo zarpazo con mayor cercanía e impulso.
“¡Hanajima-san!” entonces, Tsubasa hizo lo impensable y arremetió contra el orphan para abrazarlo y de inmediato darle una fuerte descarga, así alejándolo de su amiga.
“¡T-Tsubasa!” Saki palideció, pero por su herida, más bien caía en el sentido opuesto. Golpeó el piso de costado, pero no rindió atención a dicho lado entumecido y se puso de pie. Vio al orphan gritar por la descarga y de una fuerte patada al abdomen se libró de Tsubasa, quien rodó hacia la otra HiME.
No había momento de contemplación. Saki ayudó a Tsubasa a pararse y las dos se pusieron a correr. Ya habían dado lo mejor de sí contra ese niño monstruo, y como bien sospechaban, sólo había servido para molestarle más.
“HiMEs malditas…” dijo este, en lo que se sacudía violentamente para despejar la descarga. Fijó su mirada en esas HiMEs que se iban perdiendo de vista mientras sus extremidades se recuperaban para iniciar la persecución. “¡Me las pagarán!”
…
La situación había escalado con rapidez. Samidare no podía decir que ello estuvo fuera de sus expectativas. Sin embargo, tal vez sobreestimó sus propias habilidades. Avanzaba rápidamente por los estrechos pasillos del barco en búsqueda de la sala principal de información. Ya había accedido a un par de ambientes, aunque bastó un análisis rápido para notar que no había información sobre la mercadería o sobre la procedencia e identidades de los trabajadores de aquel barco. Sinceramente, siempre supo que sería difícil dar con algo de utilidad y que sus esfuerzos podrían terminar en fracaso, pero no iría a tirar la toalla mientras tuviera la oportunidad de investigar el navío a su discreción.
Había oído el mensaje de evacuación hace ya unos eternos minutos, y con ello, dejó de visualizar a sus compañeros policías y los propios marineros. Estaba solo y pretendía hacer lo posible para llegar a algún tipo de información, lo que fuera. Su trabajo, o quizás incompetencia al causar la presente complicación, debía valer la pena.
De repente, hubo una fuerte sacudida en el barco, el cual hizo parpadear las luces y le hizo golpearse contra una pared del barco, para caer sentado. Esperó un poco con una mano apoyada en la estructura antes de estar seguro si podía continuar con su camino. No tenía tiempo que perder, cuando entonces su visión se pegó al zócalo de la pared hacia el final del pasillo. Había una mínima apertura con el suelo… ¿era una pared falsa?
De no ser por la caída, no habría podido observarlo lo suficiente. No había certeza alguna que fuera lo que buscaba, pero lo que fuera que se escondiera poseía un gran potencial. De inmediato se acercó, y luego de un chequeo a la redonda, apoyó una oreja en dicha pared. Tomó unos toques y un estudio de unos tubos sobre la fachada para percibir que efectivamente se trataba de una puerta. Debajo de la apariencia debía haber una puerta blindada y asegurada, algo que tal vez podría abrir con sus herramientas luego de un mayor tiempo de dedicación. No obstante, ahí yacía el problema. El tiempo…
…
“…”
Se había tardado demasiado para encontrar a un simple civil, y ni bien lo había hecho, tuvo que visualizarlo frente a esa pared en la intersección de pasillos, claramente sabiendo que había algo escondido.
…
Su indignación surgía desde un punto profundo, debajo de su ser usualmente desilusionado y carente de energías. Podía sentirlo en sus cachetes, en sus puños comprimidos. Su sangre hervía y sus dientes se apretaban. Quería agarrarle de la camisa, alzarle medio metro y darle una serie de fuertes cachetadas.
…
…pero Matsui tuvo que recordarse que se encontraba ahí como un trabajador, un guardián, un sicario y un desconocido que no tenía trato especial con nadie. Le correría del barco igual que a cualquier invasor.
“Alto ahí,” dijo con una voz apagada.
“…” Samidare se sobresaltó mínimamente y se dio media vuelta. Había un ser encapuchado, cuya prenda sorprendentemente oscurecía su rostro por completo. Debía ser producto de alguna tecnología proveniente de Rizembool. Por consiguiente… debía tratarse de uno de los Rebels encargados de vigilar el barco. El pelilila asintió con seriedad. “Buenas noches, presumo que usted es un enviado de Rizembool. Dígame, ¿en qué puedo ayudarle?”
“…” sí que estaba probando su paciencia. “Déjese de palabrerías. Ha habido una evacuación y me corresponde asegurarme que todos hayan abandonado el barco.”
“Sí, me parece que así es, no he encontrado a civiles a bordo.”
“Ello incluye a policías,” espetó, impaciente.
“Ah, mis más sinceras disculpas,” asintió respetuosamente. “Me aseguraba que los demás hubieran evacuado.”
“¿Entonces qué hace frente a esta pared?” preguntó con leve molestia. “Le observo que estudiar las especificaciones de navíos requiere permiso de los propietarios, y ciertamente, me parece que es una frivolidad considerando las circunstancias.”
“…” no necesitaba oír nada más detallado para saber que sus sospechas eran correctas. Algo se escondía detrás de la fachada, aunque no podría hacer nada en ese instante. “…mis razones son simples. La sacudida del barco llamó mi atención a dicha pared puesto a que hay una separación entre la pared y el piso. Sospeché alguna posible falla estructural y quise cerciorarme para así reportarlo al jefe del dique. De todos modos, si aquello es una incomodidad, desistiré, descuide.”
“Tch…” se puso a temblar.
“…” Samidare le miró con ligera confusión. Podía notar dicho movimiento pese a la capucha. “Señor… ¿se encuentra bien?”
…
Lo sabía, no había cambiado para nada. Siempre supo que Samidare continuaría con sus tranquilas y pasivas artimañas por el resto de su vida, algo que hubiera imaginado le llevaría en un camino obtuso. Sin embargo, verle pretender ser un policía correcto bajo esas circunstancias era incluso más insultante.
‘La mejor mentira es la más cercana a la verdad…’ Había oído eso de él hace ya muchos años. Precisamente, era uno de los mejores para ello, a tal punto que había llegado a ese barco sin levantar alarmas de nadie más. Incluso al lidiar con él mismo, sabiendo que no podría fingir inocencia en su hallazgo de la pared falsa, supo pintarlo de la manera más inocua.
Pero ya no lo iba a tolerar más.
…
“Escuche, policía, se acabó su ronda. Usted vendrá conmigo inmediatamente,” declaró con fastidio. “No oiré más excusas. A este ritmo el mismo barco podría hundirse.”
“Le seguiré, aunque preferiría que no me trate con aquella falta de cortesía.”
“…heh… heheh…” repentinamente, el encapuchado desistió a su ira y tomó al policía con ambas manos, para así estamparlo contra esa pared falsa.
“…” Samidare apenas entrecerró sus ojos mínimamente, pero se mantuvo centrado e inmutado. Intentaba entender qué pasaba por la cabeza de aquel anónimo, aunque al no poder ver su rostro le resultaba difícil.
“Y encima te atreves a actuar con dignidad. Yo sé que te traes algo en manos. Trabajadores sociales como los policías se suponen que ayudan a los que los necesitan. Pues bien, ¿dónde está tu manada?” le preguntó de cerca, con una voz que se arrastraba y traía una controlada ira y frialdad. Había una sonrisa ironía en la misma. “Deja de actuar como un idiota y portarte mal ante los malos como yo, o quizás termines hecho pedazos.”
“Disculpe, ¿podría saber qué intenta hacer?” le cuestionó el pelilila con completa calma pese a andar presionado contra la pared. “¿Qué de mérito existe que un Rebel como usted pretenda intimidar a un policía como yo?”
“¿Rebel? ¿Cómo así lo concluyes tan rápido?” preguntó con una mínima intriga en su voz.
“…” frunció el ceño.
“Aunque sí lo soy, un Rebel, y no un Rebel cualquiera…” le soltó y retrocedió un poco. Su voz continuaba sumergiéndose en una frustración que se tornaba graciosa. Un timbre maligno comenzó a manifestarse. “Soy un Rebel al cual tienes que temer, el tripulante de este barco más peligroso y desagradable, uno que te dará una paliza si demuestras la más mínima intención de desobedecer,” su voz borró el entretenimiento que poseía para mostrarse seco y siniestro. “…agradece que no eres una HiME…”
…
Mientras tanto, Cho corría con el grupo destinado a ubicar a Suzuka y Tenshi. En medio del camino, vieron a un orphan saltar frente a ellos, pero las tres HiMEs de inmediato combinaron ataques y barrieron con ese ser oscuro que no tardó en deshacerse en sombras.
“Oh, ese se fue rápido, se han vuelto mucho mejores, chicas~” Norimune canturreó alegremente y dio un par de aplausos.
“Gracias, pero no tenemos mucho tiempo, hay que seguir avanzando,” dijo la miko.
“Al menos son orphans débiles,” Youmu frunció el ceño. Ya todos habían retomado el camino. “Lo cual me parece extraño. Es evidente que nosotras tampoco somos deseables, pero estos orphans no pueden contra nuestras habilidades. ¿Cuál es el punto de que estén aquí?”
“…” Cho asintió. “Temo que nos esperen nuestros Rebels más adelante.”
“Sí, eso es lo que falta ver, y si es un asunto importante, es muy probable,” Kashuu asintió. Él miró a los alrededores. “De momento no hay moros en la costa.”
“Ahh, sí, aunque lamentablemente sé que mi hija ya habrá hecho algo atrevido,” se lamentó el arma mayor. Sonrió apenado. “Mis estimadas HiMEs, no quisiera sonar malagradecido con ustedes, pero tengo un favor que pedirles.”
“Sí, ¿de qué se trata?” Reimu le miró con curiosidad.
“Los orphans no les están presentando problemas, pero sí nos retrasan un poco. Quería preguntarles si pudiera adelantarme. Quiero llegar donde Suzuka lo antes posible.”
“¿Eh? ¿Qué dices?” Kashuu se extrañó. “Si tú tuvieras que enfrentarte a orphans por tu cuenta, seguramente te tomaría más tiempo.”
“Ah, veo que no lo has observado, bouzu,” sonrió con decepción.
“¿Qué cosa, jiji?” alzó una ceja con fastidio.
“En los primeros encuentros con orphans, hubo momentos en que tú y yo estuvimos expuestos a los mismos, pero pese a estar más cerca de ellos, siempre fueron contra las HiMEs,” asintió convencido. “Incluso en un momento protegiste a tu aruji y dejaste tu espalda descubierta a un orphan, pero este no tomó la oportunidad.”
“¿En serio? ¿Hubo un orphan que no vi?” Kashuu se sorprendió y pasó a fruncir el ceño. “Un momento, si tan observador andabas, ¿por qué no te dignaste a ayudarme?”
“Haha, admito que la curiosidad científica me ganó, además quería que aprendieras de la experiencia, bouzu. Pero, lástima, tendrás que esperar a tu próximo descuido…” dijo con cierta pena y desconsuelo.
“¡Pues si tanta curiosidad te da mejor ni te ayudo en nada!”
“Entonces tal vez los orphans no vayan a poner a civiles en riesgo,” Youmu asintió para sí, pensativa. “Es un alivio.”
“Igual me pregunto si Tsubasa y Saki estarán bien. Ellas podrían defenderse contra orphans de este tipo, pero siguen siendo principiantes,” observó Reimu. Ella dio un suspiro. “Quizás alguien más se hubiera quedado con ellas… pero la situación es tan incierta que temo que nosotras seamos las que necesitemos más apoyo.”
“Mamizou-san me dijo que le informó a Roxas, aunque sé que él iba a tener una actividad en el club de kendo, no sé qué tan rápido pueda darnos el alcance,” observó Cho, inquieta. Le haría mucho bien tener a su decidido hermano presente. Ya llevaba tiempo liderando al grupo y no se sentía en el rol de líder.
“Ah, eso sería mucha ayuda,” Reimu sonrió con aprobación. “Sé que tu hermano entiende lo que es más importante así que estará aquí en el menor tiempo posible.”
“Heh, tienes razón,” Cho se animó un poco. Fue un corto momento de alivio, ya que no tardaron de oír otro golpe lejano contra metal que dio un grave y desconcertante eco.
“Ahh… ojalá que Rizembool no le dé una demanda por daños materiales a mi hija…” Norimune sonreía apenado en lo que negaba repetidamente.
“Olvídate de la demanda. Si ella tuvo algo que ver en ese ruido, esperemos que se encuentre bien,” observó Kashuu.
“Vamos, tenemos que apurarnos,” les recordó Youmu. Ella corría a la par con los demás, ya que, si dependiera de ella, con su gran agilidad ya habría llegado al destino. “No sólo lo hacemos por nuestra senpai. Otras personas podrían salir lastimadas.”
…
“Tienes razón. También estoy preocupada por los presentes,” comentó Sakuya, quien repentinamente corría al costado del grupo.
Ello probó espantar a casi todos, quienes frenaron al seco y miraron a la Princess como si se tratara de un fantasma. Sakuya apenas frenó, y luego de mirarles con mínima sorpresa, sonrió amablemente e hizo una reverencia.
“Fufu, buenas noches con todos, entiendo que no notaron mi llegada,” dijo con una voz melodiosa y muy mínimamente entretenida.
“…” Youmu no lo pensó dos veces e invocó sus espadas, para ponerse en posición de ataque. “¡¿Qué haces aquí, Princess?!”
“Tranquila, Konpaku-san. No he venido para pelear contra ti,” se explicó con completa calma. “Me presento ante ustedes para dejarles saber que estoy aquí con el completo interés de mantenerme neutral y en paz.”
“Eh, ¿en serio?” preguntó Cho, confundida.
“Cho, si bien sería lo mejor, no hay nada que pueda corroborar sus palabras,” dijo Reimu.
“Cierto, admito que no podría probárselos, ni pretendo tomar el lado de ustedes a manera de ganar su parecer,” dijo la Princess, con cierto titubeo y la mirada perdida a un costado. Ella se encogió de hombros y luego de un suspiro, volvió a adoptar su perfecta postura y profesionalismo. “Sin embargo, quisiera que honoren mi voluntad de exponerme ante ustedes con tanta desventaja.”
“Si lo que dice es verdad, ¿por qué estaría aquí?” preguntó Kashuu.
“Soy una Princess nueva, y como parte de mi vocación de trabajar consciente e informadamente, deseo comprender los sucesos a mi entorno. Ello, y tener la posibilidad de conocer y saber de más participantes del conflicto,” Sakuya dibujó una sonrisa corta en sus labios. “Ello es perfectamente razonable. Konpaku-san, como otra leal subordinada, podrías comprender la necesidad de llevar a cabo tales cuidados.”
“Sí… tiene sentido…” aun así, no bajaba su guardia.
“Ahh… entiendo que sigues fastidiada conmigo por la manera en que me presenté. Si te falté el respeto, quiero disculparme, aquella no fue mi intención,” asintió respetuosamente.
“…” Youmu frunció el ceño. No le gustaba recordarlo, pero parte de ella apreciaba que esa Princess reconociera sus acciones. Terminó por bajar sus espadas a ambos costados. “Si dices que no tienes interés de pelear conmigo, entonces puedes irte. Si fueras a demostrar lo contrario, te haré pagar.”
“Es justo,” Sakuya se cruzó de brazos y asintió. “Yo tampoco quisiera recurrir a artimañas en nuestra rivalidad y me corresponde demostrar que soy una persona de principios. Ahora, ¿no se encontraban apurados?”
“Realmente lo estamos, encantadora Princess,” dijo Norimune amablemente. “Aunque puedes entender por qué nadie quisiera correr e ignorarte, ¿no lo crees?”
“Ello no es un problema, mi estimado señor,” Sakuya sonrió de vuelta. “Iba corriendo con ustedes, así que continuemos. Si tanta inconveniencia les da, correré por delante de ustedes, así no me perderán de vista.”
Fue así que continuaron. La corrida inició con algo de torpeza, pero fue Youmu quien se puso a correr ni bien su oponente había tomado la delantera. Con la HiME al frente los demás siguieron de cerca.
Youmu se mantenía alerta y algo sorprendida. La Princess estaba con completa desventaja, pero actuaba con tanta certitud como si supiera que no corría ningún peligro. No era como si Youmu pensara en atacarle intempestivamente, aunque se sintió inconforme, ya que ella misma no podría tener la misma confianza. Al final decidió aumentar un poco su velocidad. Notó que Sakuya se aceleró, por lo cual tuvo que hacerlo más para estar a su nivel.
“¿Quieres hablarme?” preguntó la Princess, en voz baja. Sonrió un poco. “Las dos somos más rápidas. Dejaremos a los demás muy atrás.”
“El camino es recto, eso no es un problema,” Youmu bajó su mirada. “Tú, ¿qué quieres de mí, para que vengas a buscarnos?”
“Si te soy sincera, quería recordarte la oferta que te di. Todo con tal de mantener la diplomacia entre las dos.”
“¿Qué oferta?” se extrañó.
“No pienso ayudarles con sus líos con sus compañeras o con los Rebels, pero si en algún momento tú piensas en algo en lo cual yo podría ayudarte, pues,” le dio un guiño. “Me gustaría que me debieras algo a cambio.”
“¿Qué estás diciendo?” Youmu se molestó. “No hay forma que fuera a ocurrir.”
“¿Sabes? Te lo ofrezco porque tengo experiencia con ocurrencias que se salen de todo plan, y poseer una mano auxiliar adicional hace toda una diferencia.”
“Sé eso, pero no podría confiar en una Princess.”
“Aunque ya te estoy debiendo un favor.”
“¿C-cómo así?” Youmu se confundió.
“Me dijiste lo poco que sabías sobre los Solidor. Puede no haber sido un favor completo, aunque tu colaboración ha sido lo suficiente para que yo esté dispuesta a confiar en ti, Konpaku-san.”
“Eh…” ello le dejó en blanco. Era la primera vez que se preguntaba si es que con ello habría podido causar problemas en su entorno, por más general e incompleta que había sido su respuesta. Youmu incluso sospechaba que Sakuya sabía más que ella misma del tema por el simple hecho de tener curiosidad. Temía estar cometiendo un error y desvió su mirada a otro lado. “Lo que te dije no fue nada, definitivamente nada que valiera tu ayuda o la ayuda de nadie en este lugar…”
“…” Sakuya sonrió comprensivamente. “Es esa honestidad que me deja saber que no he cometido un error en entablar este vínculo de confianza.”
“Espera, no hay vínculo de confianza, ni he aceptado,” Youmu volvió a encararle.
“Es por ser la persona tan trabajadora que eres y por los principios tan firmes e inquebrantables que posees, que sé que, si en algún momento te decides a pedirle un favor a tu Princess, será porque fue algo muy vital e importante, y seguramente no para ti. No descartes la posibilidad, ya que podría hacer una gran diferencia. Esto depende de ti, nunca te obligaré.”
“…” no era lo que había querido oír. Youmu no quería ni imaginar qué podría ser tan urgente para descartar sus estándares, aunque por tratarse de esa guerra y de la presente situación que desconocían, algo le decía que no refutara la posible ayuda.
…
De repente, una sombra aterrizó más adelante. Esta vez, Youmu reconoció a su Rebel y tuvo que frenar al seco. Sakuya hizo lo mismo y en poco tiempo los demás llegaron al mismo punto.
“¡Tú!” una vez más, Youmu invocó sus espadas.
“…predecible,” Izuru le miró inmutado con sus ojos rojos brillantes. “Ustedes no son bienvenidos en el entorno del barco. Si no se retiran, tendrán que pelear contra nosotros.”
“Nosotros…” dijo Cho, y de inmediato oyó la voz que sospechaba por atrás.
“Hola a todos,” Komaeda les saludó con una palma levantada y perfecta tranquilidad desde el otro extremo. “Ah, e incluso usted, Izayoi-san. Es un honor verla nuevamente.”
“Igualmente, Komaeda-sama,” Sakuya sonrió con ironía. “Pareciera que los roles se invirtieran, ¿no es así? Esta vez he sido yo quien viene con el grupo de Hanasaki.”
“Es una gran coincidencia,” el Rebel peliblanco se animó. “No estoy en contra de que haya amistad entre los participantes de ambos lados, aunque en el presente tengo una misión clara. Kamukura-kun ya lo ha explicado muy concisamente.”
“No pretendo ser una amiga de Hanasaki, pero estoy presente en son de paz,” se explicó la maid, con formalidad y haciendo una venia hacia el Rebel. “Si ahora las HiMEs pelearán contra ustedes, mi presencia con ellas ha terminado.”
“Oh, ¿acaso no se anima a pelear junto a nosotros?” preguntó Komaeda, sorprendido, y sonrió con pena. “Hubiera sido una gran oportunidad para evidenciar su increíble habilidad.”
“Por el contrario. Una Princess novata como yo sólo estorbaría el trabajo de ilustres Rebels como ustedes dos. Por favor…” Sakuya retrocedió en lo que alternaba su mirada entre los dos Rebels a los extremos. “…disculpen mi intromisión, sólo Rebels ejemplares como ustedes merecerían llevar a cabo una misión tan importante para Rizembool.”
Sus palabras fueron seguidas por un silencio confuso.
“Ahh… no puede ser…” entonces, Komaeda sonrió con nervios y autodecepción, para mirar una de sus manos. “…que una Princess tan prometedora me recuerde el peso que recae en mis hombros para detener a mi HiME de seguir avanzando. No… nunca me mereceré tal alarde de habilidades y estatus que no poseo. Sí es importante… una escoria como yo necesita ayuda…”
“…los Rebels ejemplares a los que te refieres no existen en este ambiente,” agregó Izuru, claramente indistinto y aburrido de la conversación. “Sakuya Izayoi… lo que buscaste fue convencer nuestro ego para librarte de todo compromiso de pelea. Como tu Rebel asignado, te concederé el conocimiento que carezco de aquel ego, y que Nagito Komaeda respondería a adulaciones de una manera inversa a la cual esperabas.”
“Hm… ya veo,” Sakuya borró su sonrisa y lo pensó brevemente. Dio un suspiro. “Entonces seré sincera y admitiré que vine a estudiar este suceso como parte de mi aprendizaje. Les ruego que no me obliguen a participar. Soy externa al asunto.”
“No es mi lugar obligarla, Izayoi-san, pero…” comenzó Komaeda.
“Puedes irte,” Izuru asintió. “Participes o no, ya todo está decidido. Las HiMEs querrán avanzar a como dé lugar. Las condiciones terminarán por complicar la situación. Aquello no es algo que nos corresponde resolver…”
“…” Sakuya sonrió con perspicacia y leve gracia. “Te lo agradezco. Eres interesante, Kamukura-sama, espero hablar contigo en otra oportunidad,” entonces, la Princess dio un salto y con gran agilidad se retiró de ese ambiente.
“…” entonces, Izuru agudizó su visión. “Tres HiMEs y un arma… esta vez tendremos que ocuparnos de una HiME más.”
“Sí, así parece,” Komaeda sonrió incómodo. “Espero no serte un estorbo, Kamukura-kun.”
“¿Eh?” Kashuu se giró de un lado a otro. Sí, el Rebel no había contado mal. “¡¿Ahh?! ¡El miserable nos abandonó! ¡¿A dónde rayos te metiste, kuso jiji?!”
“Está bien, Kashuu, él no nos hubiera podido ayudar solo,” le calmó Cho, quien bajó la voz. “Me alivia que al menos alguien pueda llegar rápido al puerto…”
“Así que me toca pelear también…” Reimu sonrió con desafío, aunque ligeros nervios.
“No te fíes de mi Rebel,” le advirtió Youmu, sin dejar de mirar al susodicho.
“Sí, los he visto pelear. Heh, pero creo que nada es peor que lidiar con Seija.”
La larga corrida tuvo que interrumpirse, por más que no les faltaba mucho para llegar a la zona de interés. Cho deseó que su hermano fuera a aparecerse pronto. Era la primera vez que oía a Rebels hablar sobre una misión, así que sospechaba que la situación iba a tornarse más complicada de lo que imaginaba.
Los trabajadores evacuados que habían decidido quedarse continuaban preguntando por más información a los policías que mantenían asegurado el ingreso por las rejas. Si bien no había mucho ajetreo, la tensión podía cortarse con un cuchillo.
“Uhh…” Mamizou dejó escapar un alarido. Ella sonreía, aunque no podía ocultar su incomodidad.
“Mamizou-san, eh, ¿qué tan confiable es que las chicas solucionen el problema?” preguntó Kosuzu, de manera suplicante.
“Ahh, pues, siendo sincera, si previenen alguna complicación, habrán cumplido con lo menos que espero,” contestó. Mamizou sonrió apenada. “Eres una niña inteligente, Kosuzu-chan. El hecho que no me hayas preguntado algo más certero me deja saber que puedes entender la verdad y la incertidumbre.”
“Pero, prevenir una complicación… ¿a qué te refieres?”
“…” la mayor miró a su costado para cerciorarse que ningún civil les prestara atención. Volvió a dirigirse a la menor amenamente. “Conozco cómo son las interacciones entre HiMEs y Rebels. No puedo esperar que las chicas tiren la toalla o que los Rebels se apiaden de ellas y las dejen ir. En sí, se lanzarán la bola de la discordia quieran o no. No se les puede culpar, es lo usual, y tampoco tienen certeza que puedan confiar en la otra parte para una tregua. Las HiMEs son invasoras, los Rebels son un peligro desconocido. Creo que lo puedes comprender.”
“Hmm…” la menor lo pensó duramente.
“He traído a tus compañeras aquí para asegurarme que puedan apoyar a Suzuka y Tenshi y prevenir que ellas corran un mayor riesgo, pero fuera de ello, dudo que sirvan para establecer algún tipo de paz. Lo que verdaderamente espero de ellas es que encuentren una respuesta más sana a la situación en caso de una emergencia.”
“Y esa emergencia… ¿qué sería?”
“Como Jizou-san dijo, hay civiles atrapados en ese muelle que no saben cómo evacuar. Las HiMEs pelearán contra Rizembool y los Rebels, Suzuka seguro que tendrá algún plan personal para haber causado todo esto, pero Hanasaki siempre nos ha enseñado a poner las vidas de los inocentes primero,” Mamizou observó la estructura exterior del muelle a gran distancia. “Lo que menos quiero es dejar a esas personas a la merced de un Rizembool amargado y vengativo. Además, si algún problema se presenta con esos civiles y hay más HiMEs de por medio, tendrán mucho más fácil convencer a Suzuka y su compinche de desistir con lo que hacen.”
“…” Kosuzu agachó su mirada, apenada.
“¿Qué te sucede?” la mayor se sorprendió por su reacción y le tomó de un hombro.
“Pero… se supone que las HiMEs somos las buenas, las heroínas de la historieta. Aquí estamos causando un revuelo y ni hemos venido para realmente resolver el problema.”
“No lo parecerá, pero pese a tener que pelear, Reimu y las demás sí están dando lo mejor de sí para arreglar el desarreglo de las otras dos HiMEs. Las cosas ya han escalado, y sólo porque ya no tenemos tiempo para sentarnos y dialogar con la otra parte no quiere decir que no debamos hacer algo,” sonrió apenada. “Estoy decepcionada de Suzuka, pero sigo creyendo en ella y confío que ha tenido las mejores intenciones. Es más, sospecho que es por este espíritu desvivido por el bien de otros que ha hecho su acción, pese a no haberlo pensado lo suficiente.”
“Sí dijeron que ella buscaba la posibilidad de rescatar a alguien atrapado por Rizembool en ese barco…” musitó perdidamente. “¿Eso es algo que ha pasado antes?”
“Los rescates de civiles de las garras de Rizembool, pues, temo que no pasan tan frecuentemente como sospecho que deberían. Sobre gente transportada ilegalmente de Rizembool… ah, eso es algo que todos podemos ponernos a pensar en nuestras pesadillas, pero sabemos que es algo que ocurre y que con gran frecuencia no podemos evitar. No pienso tocar más detalles contigo, Kosuzu-chan, pero Suzuka sí ha tenido experiencia con este tema en el pasado. Es por ello que saltó a la oportunidad de quizás salvar a alguien ni bien pudo hacerlo.”
“Entiendo…” ella asintió obedientemente. “Suzuka-san suena a una persona muy valiente y no parece ser alguien malo… aun así, aquí podemos ver y oír a gente que anda muy preocupada por lo que ocurre, por lo que ella ha causado… pero si Rizembool anda secuestrando a personas, tampoco podemos ignorarlo…” se mareó. “Ahh, es difícil…”
“Kosuzu-chan, no te sobrecargues, querida~” Mamizou sonrió y le dio unas palmaditas en la cabeza. “La responsabilidad es difícil. Tengo más experiencia que tú con estas cosas, pero ni yo podría decirte que sé lo que hago todo el tiempo. Sin embargo, recuerda estar siempre al consciente de tus habilidades y falencias. Nunca te apuntes a nada que sea demasiado para ti. Ahora que eres HiME, es mucho más cierto. Recuerda a Reimu y a las otras HiMEs y aprende a apoyarte en lo que tienen que decirte.”
“Sí, oiré a Reimu-san, lo prometo,” Kosuzu asintió con ojos brillantes y decididos. “Reimu-san siempre ha sido una persona que ha ayudado a otros en mi pueblo y es muy decidida y valiente. Yo quiero ser como ella y extender una mano a los que lo necesitan.”
“Hoho~ ya suena a que prometes, me haces orgullosa~”
En eso, la conversación entre ambas se interrumpió puesto a que oyeron a un par de personas llegar. Notaron a una mujer casi en sus treintas quien acompañaba a una señora mayor de edad con dificultades para caminar. Incluso los trabajadores se le acercaron para prevenir que avanzara dentro de la zona con cuarentena.
“Ah, Yukihira-san,” la mujer dirigió a la ancianita hacia Jizou. Ambas se notaban preocupadas. “¿Es verdad lo que sucede? Mi hermano trabaja con usted y nos envió un mensaje que su situación es incierta.”
“Buenas noches…” este se mostró mínimamente en aprietos, pero mantuvo su semblante. Pudo oír a un par de policías rumorearse que el novato no debió haber contactado a su familia, algo que no iría a mencionar. “Les ruego calma. Ha habido una evacuación por asuntos de seguridad, pero todo está bajo control. Su pariente está acompañado de personal experimentado de la policía y se han resguardado en una zona segura. En breves momentos terminaremos de evaluar la situación, llegarán refuerzos e iremos a buscarles.”
“¡Por favor, apúrense! ¡Mi hijo acaba de iniciar su trabajo! ¡Es apenas su primera semana!” le rogó la anciana, desesperada. “Por favor, oficial, dígame qué ocurre. Temo por la salud de mi hijo. ¡Tiene que ayudarnos!”
“Su hijo estará bien, esto terminará pronto,” le dijo tranquilamente. “Señora, es mejor que espere en la recepción del puerto. Este lugar no tiene comodidades.”
“¡Sólo quiero ver a mi hijo, la espera es lo de menos!” suplicó. Esta tomó a Jizou de ambos brazos en un intento de aclamar su atención.
“…” el policía le miró inquieto y descorazonado. Seguía intentando mantener su semblante.
Entonces, volvieron a oír otro seco y contundente golpe metálico proveniente de la zona de interés. Frío corrió por las venas de todos, ahora más debido a la pobre angustiada señora. Ella ensanchó sus ojos como si viera a un fantasma, tembló mínimamente y sus fuerzas cedieron. Su temor mezclado por la impresión le hicieron perder el conocimiento.
“¡AAHH!” la hija gritó al verla desfallecer, con Jizou con las justas sosteniéndola para que no se golpeara. La menor de inmediato se arrodilló al costado de su inconsciente madre y se puso a llorar con un hijo de voz. “¡Mamá, mamá despierta…!”
“¡Te-tenga!” un trabajador se quitó un chaleco, lo enrolló y lo extendió a Jizou para que fuera usado como una almohada. Otra persona extendió una botella de agua.
“T-tranquilos, la señora se desmayó, yo me encargo,” Mamizou de inmediato se les unió. “Sé cómo dar primeros auxilios.”
“Fue sólo una impresión, se encuentra bien,” les aseguró Jizou, tranquilo, aunque con una voz apesadumbrada. “Futatsuiwa-san, ¿de casualidad tendrá algo de azúcar?”
“¡Ah, sí! A ver…” ella se puso a rebuscar en sus bolsillos.
…
Aquello que podía evidenciarse en la vida real fue más escalofriante que todas las menciones de Rizembool o Rebels que desafiaban las leyes de la física. Kosuzu se quedó en shock en lo que veía a la hija cubrir su rostro con ambas palmas mientras un policía la consolaba, y a los demás estar al pendiente de la señora o en pleno contacto con los paramédicos del sitio. De repente, las menciones del rescate de víctimas de Rizembool, algo que podría ni ser cierto esa noche, habían dejado de existir. Kosuzu era testigo de un sufrimiento tan palpable y posiblemente peligroso producto de los ideales de Suzuka. Se sintió injusto, casi maligno…
La pequeña HiME llevó ambos puños a su pecho y tembló mínimamente. Deseó con todo su ser que ese policía… que todos ellos, estuvieran bien. Fue un deseo sincero que entibió su corazón, el cual nuevamente tiritó por el frío de un mundo que le aplastaba por todas direcciones como un mar negro en plena noche. La chica miró a los demás tratar de ayudar y mirar en la dirección en la que los paramédicos vendrían, y entonces, se sintió sola, inútil. Ella quiso también poner de su parte, pero… ¿qué podía hacer?
Volvió a mirar hacia más allá de las rejas, ahora descuidadas por los policías, y divisó a una persona, un chico de su edad, de cabellos rosados. Apenas lo pudo ver ya que se perdió de vista detrás de uno de los muchos contenedores. Su piel se estremeció.
“Ma…Mamizou-san…” dijo débilmente, pero su supervisora todavía andaba auxiliando a la anciana en lo que esta comenzaba a reaccionar.
Estaba sola, y el instante avanzaba demasiado rápido. Ese chico era otra persona más con una familia que sufriría si algo le ocurría. Kosuzu tembló ante el posible peligro por más cercano que había sido el avistamiento, pero se armó de valor y, sin pensarlo dos veces, se escabulló por las rejas juntas para correr e ir detrás de esa persona.
“¡Hola! ¡Eh, chico!” gritó, ya sintiéndose avergonzada por ni saber qué llamarle. Fue intimidante correr tan rápido y avanzar la mitad de lo que había estimado. Ese punto tan lejano al muelle era gigantesco. Ya ni recordaba bien detrás de qué hilera de contenedores metálicos se había perdido el transeúnte. “Ehh… ¡¿hay alguien aquí?! ¡La salida está por este lado!” nuevamente, nada. Kosuzu miró a todos lados y se quedó atenta a oír algo. Fue entonces que lo hizo, unos pasos, o algo semejante, y se apresuró en esa dirección. “¡Ah, por aquí, tenemos que evacuar!”
Se alegró, pero cuando volteó la esquina, se topó cara a cara contra un orphan.
“¡IIIHHHH!” soltó un alarido que haría doler los oídos a cualquiera. Dicho orphan tampoco fue fan y gruñó en lo que se acercaba muy lentamente a la pequeña HiME. “Ehh… e-e-e-ehhhh…” su rostro palideció, su corazón latió a mil, sus movimientos perdieron fluidez y se entorpecieron al punto de asemejarse a una máquina averiada. “No… eres… un ch-chico…” oyó un rugido que le hizo cerrar sus ojos. “¡AHH! ¡P-piedad, por favor!”
Su exclamación fue lo que rompió con la tensión que Kosuzu ciertamente no supo usar para buscar ventaja o pensar en algún plan. La pobre tuvo que correr con todas sus fuerzas en lo que intentaba fallidamente invocar alguno de sus tentativos poderes HiME.
“¡AAAAHHHHH! ¡AYUDAAAAAA!”
A un par de hileras de distancia, Hanjin caminaba tranquilamente. Oyó a Kosuzu gritar a todo pulmón detrás de él mientras ella corría en sentido perpendicular a su referencia, con la pequeña no percatándose de la presencia del otro en la intersección de sus pasillos. Ese chico miró hacia atrás justo después de que el orphan pasara corriendo detrás de la pelimarrón. Luego de ser testigo de aquel bullicio que perdía intensidad cada segundo, regresó su atención a su camino y continuó inmutado.
…