Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 444761 times)


Cho

Uhh... estoy muerta, ha sido un mes difícil, pero ya el próximo me desquito (escribí yay~ (...))

116.1.



El día siguiente había llegado, y con este, las celebraciones finalmente estaban en pie. Las competencias de estudiantes de secundaria y universidad empezaban a llevarse a cabo entre las dos instituciones, y la gente presente tanto participando como asistiendo habían tornado a Hanasaki y Rizembool en lugares de celebración, donde para variar no iría a ocurrir una guerra fría, al menos no visiblemente.

De todos modos, las dudas continuaban, y además de ello, la incertidumbre de ni saber lo que en verdad podría ocurrir. Cho se encontraba sentada bajo uno de los muchos toldos puestos por Hanasaki U para que los asistentes pudieran darse un respiro y organizar sus ideas. Ella podía oír a un puñado de estudiantes revisar uno de los horarios y ponerse de acuerdo sobre dónde se reencontrarían ni bien cada uno terminara con la actividad a la cual se habían apuntado. Oírlos le hizo acordarse de sus propios planes en ese día, y luego de apenas recordar la única prueba de rendimiento que estaría tomando en esa fecha, volvió a vaciar su cabeza para mirar al cielo despejado.

Llevaba siendo HiME unos dos años en el pasado y se encontraba surcando por un tercero luego de la supuesta paz entre las escuelas, pero era la primera vez en su vida que podía decir que estar metida en la guerra acaparaba tanto de su fortaleza interna, y hasta de su usual enfoque académico. Pensar en esa chica a la que habían rescatado, estar consciente de los daños causados a inocentes por dicha hazaña, incluso saber que la previa noche hubo una persona de Rizembool causando estragos, y otros también de ese instituto encargados de ponerle un alto. Ya el conflicto empezaba a tratarse menos de los buenos versus los malos, con los buenos habiendo sido indudablemente los de Hanasaki, y parecía convertirse en un caos sin forma, sentido o quizás hasta propósito alguno.

“…” y encima de ello, nada parecía ser capaz de librarle del daño que había sufrido en aquel rescate. Pese a ser una HiME, ni se atrevía a participar en eventos atléticos por temor a padecer de alguna descompensación. Cho llevó una mano a su frente. Sentía como una niebla mental que no le dejaba pensar ni enfocarse, y un desánimo general que le quitaba motivación. De no ser por acompañar a los demás quienes sí participaban más entusiasmadamente en esos días, tal vez hubiera preferido reposar en casa.
“¿Te sientes bien, aruji?” le preguntó Kashuu. Finalmente, este acababa de regresar junto con Osaka, y traía un jugo de naranja para su HiME.
“Eh…” Cho ladeó su cabeza y negó. “Sí, eh, lo siento, me distraje…” entonces miró a esa rara elección de bebida, al haber esperado una botella de agua. “Esto…”
“Es tu jugo favorito, ¿verdad?” le sonrió. “Es obvio que todavía no te recuperas por completo, así que subirte los ánimos es lo más importante ahora.”
“¡Sí, y es un jugo de naranjas mikan, son deliciosas!” exclamó Osaka.
“Heh, gracias,” ella sonrió apenada, aunque lo aceptó con gusto. “Ustedes debieron haberse comprado algo también.”
“No gracias, ya he tomado la suficiente agua por ahora,” dijo Kashuu.
“¡Y yo tengo que dejar mi estómago vacío para la carrera de panes!” Osaka frunció el ceño con gran seriedad.
“Eh, pero Osaka…” Cho alzó una ceja. “Es una carrera de atletismo principalmente. No es que necesites todo el estómago para eso.”
“Olvídalo, aruji, ya sabes que ella sólo está feliz de comerse un pan,” Kashuu negó. “Lo estará celebrando a su manera.”
“Aw, me da pena que no puedas inscribirte a ninguna competencia deportiva,” la prima se apenó. “Marisa-chan ya está alistándose para las competencias de kendo, y ella dice que no tiene mucha experiencia en esa rama. Quizás yo también debí sumarme.”
“Sí me pareció verla hablar con otras participantes en lo que nos despedimos de Roxas en el área de kendo,” Cho se puso a pensar. “Verdad que deberíamos ir a alentarles cuando tengamos libre.”
“Eso si los dos sobreviven a varias eliminatorias de hoy, tu prueba termina un poco tarde, aruji,” le recordó Kashuu.
“Hm, imagino que Roxas sí, aunque no sé sobre Marisa…”
“Oh, pero si Marisa-chan termina entre las primeras al final de las olimpiadas, quizás hasta la directora le diga para que vuelva a ser HiME,” divagó Osaka, entretenida.
“Eh, tengo entendido que tanto ella como tú pueden ser HiMEs en cualquier momento que se animen, no es que tengan que darles la invitación,” observó Kashuu, confundido.
K-Kashuu, por favor no le des ideas,” le susurró Cho a su arma por lo bajo.
“Eh, p-perdón aruji,” este se vio en aprietos.
“Hehe, es cierto, pero lo digo porque Marisa-chan y yo tuvimos una conversación ayer en lo que paseamos por la universidad de noche,” Osaka sonrió, al parecer ni pensando en el más remoto capricho de volver a ser HiME, para gran alivio de su prima. “Marisa-chan se lamenta de que recientemente no hayamos podido estar presentes junto con todas las HiMEs en los momentos de emergencia, y me dijo que, si ella podía hacerse físicamente fuerte, quizás se animaría a ser HiME de nuevo para no perderse de las novedades. Suena divertido, ¿verdad?”
“Pues, realmente me alegro que ustedes dos hayan estado a salvo en medio de lo más reciente,” Cho dio un suspiro. Incluso su muy suertuda prima podría pasar por demasiadas penurias viendo cómo el panorama de la guerra se complicaba cada vez más.



“En serio, no se apunten a ser HiMEs sólo porque creen que se pierden de algo,” comentó Tenshi, quien se apareció junto con Suzuka.
“¡Oh, buenos días, Tenshi-chan, Suzuka-senpai!” saludó Osaka, alzando una palma.
“…no tienen que llamarme senpai, en serio,” Suzuka dio un pesado suspiro. “Aunque, Tenshi, considerando que ayer saliste lastimada, casi temo que tú también te decidiste a ser HiME en parte por querer pelear.”
“Ahh, entiendo que ayer actué mal, realmente no esperé que esos orphans fueran tan fuertes, aparte que ese chico hermano de Saki me sacó un poco de quicio y quise darle la contra,” la otra frunció el ceño e hizo un puchero.
“Esas no son escusas…” Kashuu negó.
“¿Están yendo a sus competencias?” preguntó Cho.
“Pues, se viene una académica pronto para mí, pero realmente no le veo el punto,” contestó la peliblanca, frustrada.
“Por mi parte, me toca apoyar a mi equipo de jalar la soga, así que tengo que irme pronto,” Tenshi sonrió entusiasmada.
“La mentora te habrá sanado, pero pienso que no deberías participar, Tenshi,” observó Suzuka. “Continúas convaleciente.”
“Ah, ya no me sobreprotejas, por favor, estoy bien,” Tenshi rodó los ojos. “Participar en esto me curará emocionalmente, ¡así que más ganas tengo que ponerle!”
“¡Sí, ese es el espíritu!” Osaka celebró y terminó chocando manos con la peliazul.
“…” Cho se reservó comentarios. No estaba de acuerdo del todo con ese punto de vista, aunque por lo que conocía de Tenshi, sí creía que esta dependía mucho en sus corazonadas, por lo cual podría tener algo de razón.
“Igual no debes usar tus poderes en esta competencia, ¿de acuerdo?” dijo Suzuka.
“Ay, ya suenas a mi madre, obvio que no lo voy a hacer,” Tenshi se cruzó de brazos y resopló.
“Por cierto, ¿qué es de kuso jiji?” preguntó Kashuu.
“Esa es una manera inapropiada de hablar sobre él…” comenzó la peliblanca, quien de inmediato se mostró cansada y exasperada. “Y estoy totalmente de acuerdo. ¿Qué será de él? Andará divagando en algún punto de estas olimpiadas al menos. Pensaba ir a buscarle ya que ni está contestando mis llamadas.”
“Realmente me da vergüenza pensar en él como otra arma que debe servir a su aruji…”

“…” Cho vio a su arma y HiME mayor desquitar sus múltiples frustraciones con el enigmático Norimune. Notaba lo inconformes que se veían, aunque no evitaba encontrar graciosos sus puntos de vista.
“Oye Cho,” dijo Tenshi.
“Sí, ¿qué sucede?”
“¿Sigues igual que ayer? ¿Todavía no te sientes mejor?”
“Eh… pues no, pero no te preocupes, sólo no debo esforzarme todavía.”
“Hm, ya veo…” frunció el ceño y desvió su mirada.
“Tenshi…”
“Porque yo sí me siento un poco mejor, ya me estoy recuperando,” concluyó, casi inconforme.
“Eh, qué bueno.”
“Pero es injusto que tú sigas padeciendo ya que en tu caso han pasado varios días,” bajó su mirada. “Ya todos hasta se habían olvidado que no te sentías bien ayer. ¿Sabes? Deberías recordarles a los demás de vez en cuando, o seguirán olvidándose.”
“Pues… supongo que sí, anoche estuve acompañando a todos, y no fui más que un estorbo en medio de la emergencia, lo siento…”
“No quise decir eso, Cho, date un respiro, por favor,” le recriminó mirándole fijamente.
“Eh…” era curioso pensar que esa chica era al menos cuatro años menor ya que le daba un aire muy seguro de sí misma y una fuerte personalidad.
“Pero veo que eres de esas buenitas, así que sólo intenta comunicarte por tu propio bien, ¿sí? Y de ahí, vete a dormir a tu casa si ya no quieres andar de animadora de los demás,” le dio un par de palmaditas en un hombro. “Cuídate, ¿de acuerdo? Tienes que prometérmelo.”
“…” Cho asintió, decidida. “Sí, lo prometo, por eso he evitado las competencias que me parecían muy cansadas.”
“Bien, es algo,” Tenshi se encogió de hombros. Percibía que hablaba con ‘un caso perdido’ desde su punto de vista, aunque al menos se trataba de alguien que intentaba lo mejor que podía. “Bueno, ya me voy o se me hará tarde. Nos vemos por ahí.”
“Sí, que te vaya bien, tú puedes,” le alentó la peliceleste.
“Claro, ya verás que llevaré a mi equipo a la victoria, y sin magia,” sonrió con confianza y empezó a marcharse.
“Tenshi, espera, recuerda no excederte,” Suzuka terminó por despedirse algo atolondrada para así seguirle el paso a su intrépida kouhai.

“Oh, hablando de las competencias,” Osaka asintió con su propia certeza y enfoque. “Vi un sabor de pan relleno en un kiosco cercano que no he comido antes. Tengo que ir a degustarlo para al menos tener un poco de práctica con él.”
“Osaka…” Cho terminó por desistir de pelear contra su manera única de pensar las cosas.
“Pues, camino para allá podemos ir viendo cómo van las competencias,” observó Kashuu, amenamente. “Vamos, aruji, una tranquila caminata te hará mucho bien.”
“Sí, gracias…”

Y con ese simple intercambio, les esperaba muchas cosas durante los próximos días, entre lo cotidiano y esperado, y algunos sucesos que no habrían podido ver llegar de ninguna manera.



Eureka

Se logroooo (siempre digo lo mismo)




“Siempre me he preguntado…”
“¿Mm?” Gojo observó a su alumna, un tanto curioso por su repentina pregunta.

Llevaban caminando en silencio desde hacía unos diez minutos, momento en el que habían ingresado a uno de los barrios más cercanos de Hanasaki, una zona ubicada a unas pocas cuadras del campus. Neuvillette los seguía en silencio, curioso por los escaparates, los puestos de comidas y accesorios y las personas que pasaban a su alrededor.

“Siempre me he preguntado por qué la ropa de hombre es tan… aburrida,” mencionó Eureka frente a la tienda de Lacoste. Los polos y pantalones básicos eran más monótonos de lo que había esperado ver. Sabía que la marca se caracterizaba por ese tipo de prendas, pero las que tenía en frente superaban negativamente a sus expectativas.
“Bueno, supongo que muchos hombres le tienen alergia al color o a las prendas de formas divertidas.”
“Eso te incluye.” Eureka sonrió. “Una camisa blanca y unos pantalones negros con zapatillas no son el último grito de la moda, creo yo.”
“Yo tambien estoy vestido así, Eureka-dono.” Le comentó Neuvillette.
“¡Tú no cuentas, tranquilo! No fue tu intención. Era lo único que Gojo-sensei tenía a la mano.”
“Pero no me has visto en una cita.” Aclaró Gojo. “Ahí si me arreglo como se debe.”
“¿Qué? ¿Te pones una gabardina y una caffarena y consideras que eso es chic?” Eureka arqueó una ceja, aguantándose las risas.
“¡Ack!” Gojo saltó en su sitio, atacado por el comentario. “¡Esa combinación es perfecta!”
“Si usas zapatillas, lo dudo.”
“…Bueno, no quiero verme tan serio. Para eso está Suguru~” canturreó, y la HiME hizo una mueca de asco.
“¿Ese es tu novio o qué?”
“¿Me parece o me has agarrado mucha confianza de un momento a otro?” Le dijo el profesor, con una sonrisa de oreja a oreja.
“No es tanto como que te haya agarrado confianza… sino que tú cuentas los detalles de tu vida personal sin mucho cuidado.”
“Es cierto. Yo también tengo entendido que Suguru Geto es su…”
“¡Gracias, Neuvie-chan!” Gojo lo interrumpió en un santiamén. “Y pueees… no sé qué decirte. Me gusta contarle cosas a la gente. Más aún si siento que son de confianza.”
“Entonces… tú eres el que me ha agarrado confianza a mí.”

Uno de los vendedores de Lacoste se acercó desesperado a los tres.

“Disculpen, dama, caballeros… ¿van a ingresar a comprar?”
“Ah, no.” Eureka le sonrió un poco triste. Le daba pena incomodar a los asistentes de ventas. “Solo estábamos mirando.”
“Sí, el caballero está buscando algo más extravagante,” comentó Gojo, pero Neuvillette no se inmutó ante su broma de mal gusto.

Ni Eureka. La HiME y el child ya habían avanzado y le llevaban al menos unos metros de distancia al mayor.

“¡Oigan! ¡¿Qué les pasa?!” Se quejó Gojo, corriendo para alcanzarlos. “¡Debieron haberme esperado!”
“Lo siento” Eureka le sacó la lengua. “Pero el vendedor nos interrumpió. Dime, ¿por qué me has agarrado confianza? Soy una HiME común y corriente, sensei. Y tampoco… soy tan brillante que digamos.”
“Bueno, es porque…”
“¿POR OIKAWA?” Gritó, indignada. “¡Sería el colmo que te llame la atención por mi key! Pero tendría sentido. Todo el mundo pensaría que un tipo con poderes sería más fuerte que una chica. ¡¿Dónde quedó el feminis…?!”
“¡Jaja!” Gojo le revolvió los cabellos. “Ni me dejas contestarte y ya te armas tremenda película en la cabeza.”
“…” Eureka hizo un puchero. “Bueno, dime, entonces.”
“Es porque les veo mucho potencial en conjunto.” Comentó, sin girarse a mirarla. “No solo por su dinámica de dúo de comedia. De hecho, esa dinámica me indica que tienen mucha sinergia y que aún no la han podido explorar porque no han contado con algún entrenador que pueda guiarlos en ese ámbito. No quiero desprestigiar a Ohara y a Matsuura, pero esas chiquillas y sus amigas no deberían llamarse entrenadoras. Es cierto que los han ayudado a desarrollar más fuerza, resistencia y otros factores, pero el entrenamiento de HiME y Key incluye otros aspectos.”
“¿Como los que exploraron en el campamento de Keys?”
“Exacto~ Imagino que igual Matsuura y Ohara intentaron orientarlos con sus poderes, pero no pudieron hacer mucho al respecto.”
“No.” Admitió la HiME. “Aun así, no puedo negar que nos han apoyado muchísimo.”
“Y pueden seguir entrenando con ellas.” Gojo le sonrió. “También le serviría a Neuvillette.”
“Lo aprecio,” dijo el Child.
“¿Entonces…?” La mirada confundida de Eureka hablaba por ella.
“Entonces, quiero apoyarlos. Son como mi proyecto personal, por así decirlo. Lo de ellas es algo adicional. Lo que yo haré con ustedes… es distinto.”
“Eso… suena peligroso.”
“¡Lo es! Parte de eso implica cazar orphans. No sé qué tan enterada estás al…”

Gojo se interrumpió al notar cómo Eureka se detuvo en el acto.

“¿Eureka?”
“Gojo-sensei… hay algo que tal vez debería contarte.”








“Mm.” El rostro confundido de Aventurine llamó su atención.

Se habían quedado haciendo hora en una de las rotondas de la universidad. Shiki se había escapado a sus clases (o a quién sabe dónde), y la única víctima a disposición de Kokichi era Aventurine, quien había dejado de prestarle atención a sus tonterías desde hacía un par de minutos.

“¿Qué pasa, Churin?”
“¿Recuerdas el problema de tu HiME?” Le consultó. “La petición que te hizo. Bueno, nos hizo. De recuperar los videos de las cámaras de seguridad.”
“¿Síp?” Kokichi sonrió, confundido. “No entiendo. ¿Encontraste algo más? Porque en el almuerzo le enviaste todo… O bueno, tu contacto. No sé cuál de ustedes fue. A todo esto, es Saruhiko Fushimi, ¿no?”
“No. Y… mi contacto logró recuperar algunos de los videos que al inicio no pudo.”

Su expresión sombría le dijo todo lo que debía saber.

“Puede que quieras ver esto.”

Y le extendió el celular.
« Last Edit: July 31, 2025, 07:48:27 PM by Eureka »


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! vengo con fic rapido....

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En la playa, lejos del bullicio de la casa de los Kinomoto y de las revelaciones recientes, Mashu caminaba en silencio, dejando que sus pies descalzos se hundieran en la arena. A su lado se encontraba Tsumugi que la miraba en silencio.
Lo que más latía en el pecho de Mashu no era inquietud, ni miedo, ni incertidumbre.

Sino era felicidad de estar al lado de la persona que ama.

Así que Sakura ya está comprometida - dijo Tsumugi finalmente, rompiendo el silencio.

Mashu asintió, sin apartar la mirada del mar.

Si…-dijo asiento con la cabeza- tanto ella como Syaoran-kun fueron honestos en sus sentimientos y decidieron comprometerse sin la presión de ambas familias.

Era obvio que iban a terminar juntos - respondió el peliazul con una sonrisa- me alegro que siempre te ha tenido a ti a su lado todo este tiempo.

Mashu no respondió de inmediato. Cerró los ojos al sentir el viento agitar sus cabellos lilas. Durante tantos años había guardado silencio, cargando con verdades peligrosas por el bien de su hermana, ocultando sus propios temores y sentimientos. Pero ahora, con Tsumugi allí, justo a su lado, sintió que podía respirar.

-Obviamente tengo que estar con ella es mi amada hermana menor- murmuró- Aunque en varias ocasiones me he sentido sola.

Él se detuvo, y sus ojos se suavizaron aún más.

-Nunca has estado sola  Mashu, siempre he estado a tu lado aunque no estuviera cerca de ti…-

Ella lo miró entonces, sus labios temblaron ligeramente. Tsumugi se acercó un paso más, hasta que sus sombras se tocaron sobre la arena.

-Cuando me pediste que fuera tu novia... -Mashu rompió el silencio, apenas en un susurro-Por un momento pensé que no merecía tener una persona tan maravillosa como tú a mi lado,que el tiempo y mis decisiones habían cambiado todo entre nosotros.

Tsumugi ladeó la cabeza, sin dejar de sonreír.

-Pero no cambiaron en lo más mínimo y prueba de ello es que yo sigo aquí.

- ¿No te decepcionó que no hablara de ti con mis padres hoy? Que los haya dejado pensar que aún estoy sola…-

-Para nada -respondió él con suavidad-

Ella alzó los ojos, sorprendida por su madurez.

-Eres demasiado bueno Tsumugi-kun…-

-No creo que sea porque soy bueno o no, solo es que he esperado mucho tiempo por ti.

El corazón de Mashu latió con fuerza. Sin decir palabra, lo tomó de la mano. Los dedos de ambos se entrelazaron con naturalidad, como si lo hubieran hecho toda la vida. Y quizás así era.

-Quiero presentarte oficialmente- dijo ella en voz baja- Que sepan quién es la persona que ha estado a mi lado en silencio, esperándome pacientemente.

Tsumugi no dijo nada por un instante. Su mirada era tan cálida como el sol.

-Cuando lo hagas… estaré listo -respondió-

Mashu asintió y apoyó su cabeza contra su hombro. Allí, con el murmullo de las olas como única música, cerró los ojos.

Unos minutos más tarde, ambos se sentaron sobre una roca cercana, con los pies colgando sobre la arena. El cielo se había vuelto azul profundo, y las primeras estrellas comenzaban a asomarse. El viento marino traía consigo olor a sal y recuerdos.

-¿Sabes?-dijo Tsumugi mientras observaba el cielo-. A veces pienso en ese día en que actué por primera vez para ti. Era solo un niño, pero sentí que había hecho algo importante.

Mashu sonrió.

-Y lo hiciste. Esa actuación del príncipe de las frías tierras de Siberia me salvó.

Él la miró con los ojos entrecerrados, juguetones.

-¿Quieres que lo vuelva a interpretar ?-

-¿Aquí y ahora? -dijo ella visiblemente sonrojada

Tsumugi cerró los ojos y empezó a recitar sus palabras. Su voz era clara, serena, como el reflejo de la luna sobre el agua. No era una interpretación profunda. Eran unas frases que hablaban de esperanza, de consuelo, de promesas que no se rompen.

Cuando su interpretación terminó, el mundo parecía más tranquilo.
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La mañana siguiente amaneció envuelta en un silencio sereno, como si el mundo aún meditara sobre las emociones del día anterior. El canto de las aves se colaba por las ventanas de la residencia Kinomoto

Wei Wu Xian revolvía el contenido de una olla de desayuno con entusiasmo exagerado, y Lan Wang Ji se encargaba de preparar la mesa con precisión casi ceremonial.

Mashu se había despertado antes que todos. Sus pensamientos la habían mantenido en vela gran parte de la noche.
Y ahora, allí estaba. De pie en el umbral del comedor, con las manos apretadas a los lados de su yukata azul marino.

Respiró hondo. Dio un paso, luego otro, hasta quedar frente a sus padres.

Wei Wu Xian la notó primero.

-¡Mashu-chan! Buenos días, ¿dormiste bien? ¿quieres probar mi sopa celestial con algas? -agitó una cuchara frente a ella-

-Wu Xian - intervino Lan Wang Ji, colocándole un tazón en las manos para que se calmara. -Deja a nuestra hija que hable.

Mashu los miró a ambos, y luego a Sakura, que alzó la cabeza con curiosidad. El aire parecía más denso de pronto, aunque nadie decía nada. Entonces Mashu respiró profundamente.

-Papá… Wu Xian… Sakura -dijo, su voz firme, aunque algo temblorosa- Quiero decirles algo importante-

Wei Wu Xian frunció el ceño con suavidad y dejó la cuchara sobre la mesa.

-¿De qué se trata, hija?-

Mashu alzó la vista. Su mirada estaba decidida.

-Es sobre Tsumugi-

Sakura parpadeó, y Lan Wang Ji se quedó completamente quieto. Wei Wu Xian ladeó la cabeza, como si tratara de confirmar que había escuchado bien.

-¿Tsumugi...? ¿Tu amigo de la infancia? ¿El chico que solía hacer origami contigo en el templo del jardín trasero?-

-Sí, ese Tsumugi -dijo con una leve sonrisa- Quiero que sepan que… estamos juntos, nos hicimos novios no hace mucho.

El silencio cayó como una hoja suspendida en el viento.

Wei Wu Xian abrió los ojos como platos. Lan Wang Ji no reaccionó de inmediato, pero sus dedos se detuvieron en el borde del tazón. Sakura se incorporó lentamente, con una expresión de sorpresa y una sonrisa apenas contenida en los labios.

-¿Desde hace algunas semanas…? -repitió Wu Xian-. ¿Y no dijiste nada hasta ahora?

No quería causarles más preocupación en medio de todo lo que está pasando. Pero ahora… quiero hacerlo bien.Quiero que vean por ustedes mismos lo mucho que significa para mí.

Lan Wang Ji la observó detenidamente. Sus ojos eran serenos, pero intensos.

- ¿Te sientes feliz con él? -

-Mucho -respondió Mashu sin dudar.

-¿Te respeta?-

-Por supuesto que si, desde que éramos niños-

Wei Wu Xian se levantó de golpe, haciendo que la silla crujiera. Caminó hasta ella y le revolvió el cabello con una sonrisa melancólica.

-¡Mi Mashu-chan está enamorada! ¡Y yo sin haber preparado ningún discurso de bienvenida! - luego se giró- ¿Dónde está Tsumugi? ¿Está aquí?

Mashu asintió, ligeramente ruborizada.

-Lo invité a venir esta mañana… Está en el jardín delantero.

-¿Y lo vas a hacer esperar allá afuera? -exclamó Wu Xian- ¡Ve a traerlo! ¡Ve!

Mashu asintió rápidamente y salió. En cuanto se perdió de vista, Sakura suspiró con una sonrisa.

-Lo sabia sabia que ambos iban a terminar juntos, siempre supe que Tsumugi-niichan se iba a quedar con neechan…-

-Lo sé -dijo Lan Wang Ji en voz baja.

Wei Wu Xian lo miró.

-¿Y tú? ¿Vas a darle una oportunidad?

-Lo observaré -respondió simplemente-Si sus intenciones son sinceras, lo sabré.

En ese momento, Mashu regresó por el pasillo, acompañada de Tsumugi. Él vestía con sencillez, un haori claro sobre una camisa blanca y pantalones negros, pero su postura era recta y sus ojos, determinados. Se detuvo frente a los adultos y se inclinó profundamente.

-Buenos días Wei Wu Xian-san, Lan Wang Ji-san, es un honor volver a verlos nuevamente…-haciendo una solemne reverencia- Vengo a declarar mis serias intenciones por Mashu-san.

Wei Wu Xian entrecerró los ojos con un gesto dramático.

-¿Y dime Tsumugi, tienes alguna habilidad especial? ¿Sabes tocar el shamisen o preparar té mientras recitas poesía?
Tsumugi se quedó en silencio un instante. Luego respondió:

-Sé hacer reír a Mashu cuando siento que se siente triste y no quiere decirme lo que siente-.

Lan Wang Ji alzó ligeramente una ceja. Wei Wu Xian quedó mudo.

-Bien - dijo Lan Wang Ji finalmente-. Te puedes quedar para el desayuno.

Sakura soltó una pequeña risa.

Y es así como has recibido la bendición de la familia Tsumugi-niichan…-

Tsumugi se sentó junto a Mashu. Sus manos no se rozaron, pero sus miradas bastaron. En ese momento, entre el murmullo del viento y el aroma del arroz recién cocido, una nueva etapa comenzaba.
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matta ne!!


Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 1750 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 954 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1428 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 1445 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Cho

Estoy por ocuparme pronto así que mejor posteo de una vez. Verdad que también tengo que hacer icons...

16.2.





Por otra área de Hanasaki, en una mesa exterior de un muy elegante y presentable puesto de café y pasteles, las hermanas Altugle estaban acompañadas por Larsa y Jakob. Ellas compartieron los sucesos del día anterior, lo cual había arruinado el gusto de ambas de compartir el ambiente con un viejo amigo.

“¿Entiendes lo que pasó? Mi Nio me abandonó de la manera más intempestiva y se expuso a un gran peligro anoche,” Ayesha continuaba mortificada.
“Uhh, pero onee-chan, tú eres la que me negó a acompañar a las HiMEs a dar un paseo y seguías hablando por encima de mí todo el rato. No fue justo,” la pequeña infló sus cachetes. “¿Cómo se supone que me convertiré en una buena HiME si continúas sobreprotegiéndome?”
“Pero esa no fue manera de actuar, y hasta llevaste a uno de tus amigos a unirte a tu travesura,” recalcó. “¿No sabes lo peligroso que fue?”
“Uhh, pero…” definitivamente no quería culpar a Luso por más que este había sido quien la había alentado a revelarse. “¿Cómo se supone que me comportaré bien si ni me dejas hacer nada?”
“Pero eso no es verdad, además tenías que hacer tu tarea ayer, ¿recuerdas? No es que hayas estado libre para acompañar a nuestras amigas tampoco.”
“¡Sí, pero la tarea es para el final de las olimpiadas! ¡Todavía tengo mucho tiempo!”
“Señoritas, les suplico, no se aflijan más que veo que no llegarán a ningún acuerdo,” intervino Jakob, atentamente y con ligera firmeza, por más frustrado y preocupado que se encontraba de verlas a las dos discutir. “Presumo que han compartido lo suficiente para dejar a mi señorito y a mí entender la situación.”
“Sí…” Larsa concluyó dando un suspiro. Su leve acción fue señal suficiente para que las hermanas se detuvieran y le miraran atentamente. Él hizo lo mismo. “Lamento que ustedes hayan tenido esta experiencia. Sin embargo, entiendo que era algo que iba a suceder por el hecho que las dos tienen puntos de vista muy distintos que todavía no han llegado a conciliar.”
“Eh…” Ayesha asintió, algo incómoda.
“Las dos han tomado acciones que las han incomodado mutuamente, y puede que en cierta forma se hayan visto forzadas a actuar de esa manera, pero quisiera que acepten sus errores y reconozcan que sí cometieron un error, y que necesitan considerarse a las dos de aquí en adelante,” él pasó a mirar a Nio. “Sé que te sentías frustrada de que Ayesha haya tomado decisiones por ti, por lo cual optaste por retirarte sin decirle nada. Entiendo que te sentiste frustrada y molesta con ella, pero espero que puedas ponerte en su lugar y saber que tus acciones la han hecho sentirse muy preocupada.”
“P-pues sí, pero…” Nio frunció el ceño, inconforme.
“Larsa tiene mucha razón, eres mi hermanita, por supuesto que me preocupo por ti,” recalcó Ayesha.
“Pero tú también tuviste tus propios errores,” recalcó el chico a la hermana mayor, manteniéndose recatado e inmutado y le miró fijamente. “Siempre has tenido la obligación de velar por Nio como su hermana mayor y en lugar de sus padres, y por aquel rol y la diferencia de edad entre las dos, te resulta difícil pensar en Nio como una igual para ti,” se apenó un poco. “Porque sin duda no han estado al mismo nivel, pero ahora que Nio es una HiME y tú eres su Key, es importante que lo sean y que realmente se conviertan en una unidad, para que así ya no trates a tu hermana de una manera que le haga sentirse incomprendida.”
“Eh, es que yo…” la rubia se mostró en aprietos y desvió su mirada un par de veces, sin saber qué contestar.
“No puedo culpar a ninguna de las dos del todo por lo sucedido, ambas requieren más que práctica y experiencia en la guerra entre Rizembool y Hanasaki. Pienso que ustedes necesitan conectarse y comunicarse mejor para prevenir que este tipo de riñas continúen dificultando la situación en la cual viven en el presente,” afirmó tranquilamente, sin perder su seriedad. “Las conozco lo suficiente para saber lo cercanas que son y lo mucho que se estiman. Ustedes esperan poder ayudarse mutuamente y pretenden ser sus mejores aliadas. Por ello mismo, espero que puedan comprender que ustedes no están solas en sus intenciones de velar por las dos. Son un equipo en cada momento, asegúrense de nunca olvidarlo, y como tal, tienen que conversar si sienten que no han sido oídas.”

Siguió un leve silencio. Ayesha agachó su cabeza. Comprendía que no había oído a su hermana menor, pero como Larsa había observado, parte de ella sí había sentido que ‘no había tenido opción’ al momento de tomar decisiones por ella.

“Pero, ¿qué se supone que debo hacer si onee-chan no me da espacio para decir nada?” preguntó Nio, bajando la mirada.
“No puedo decir que ustedes siempre van a poder comunicarse con completa transparencia, eso se aplica a todos nosotros, pero si ustedes se esmeran en comunicarse mejor, estas diferencias se volverán más llevaderas, y la próxima vez sabrán cómo conciliar sus pareceres mejor,” Larsa asintió y sonrió un poco. Pasó a mirar a Ayesha. “Como la mayor, tienes la responsabilidad de velar por Nio, y es por ello que gran parte de la comunicación va a depender de cómo la trates y cuánto puedas confiar en ella. Nio responderá si se siente validada y respetada, y si percibe que tú misma estás segura de la situación. Tenlo en mente. Si en algún momento tienes alguna duda o inquietud, tampoco sientas que es sólo tu responsabilidad. Cuentas conmigo y con las demás HiMEs para evaluar lo que puedas hacer, no lo olvides.”
“Eh, sí, así será,” Ayesha asintió un par de veces, impresionada.
“Y Nio…” se dirigió a la menor. “Eres una joven sensata y sé que entiendes que Ayesha conlleva un deber especial contigo, pero incluso si lo sabes, es difícil que lo comprendas a plenitud. Yo pienso que la relación entre las dos debe de ajustarse a sus presentes circunstancias, y sí considero que Ayesha necesita ponerse más en tu lugar, pero también ten en cuenta lo difícil que es para tu hermana mayor saber qué es lo que debe hacer en cada momento.”
“Sí, supongo que sí…” Nio se apenó. Ella se sorprendió cuando Larsa apoyó una mano en su hombro, para hablarle con atención y dedicación.
“Si tu hermana se comete a hacer todo lo posible para comprenderte mejor y estar más dispuesta a hablar las cosas contigo, ¿tú también tendrás su misma disposición de poner de tu parte?”
“…” Nio asintió. “Sí, lo haré, lo prometo.”
“Nio…” Ayesha se conmovió. Llevó sus manos a su pecho. “Lo siento, perdón si te hice sentir mal ayer… confieso que pensé en lo sucedido en aquel puerto en la ciudad, y temí que fueras a enfrentarte a un peligro como tal. Creo que quise evadirlo de todas maneras, cuando en verdad debí haber compartido mis temores con todas.”
“Sí, supuse que era algo así, onee-chan,” la menor pasó de mirarle frustrada a sonreír cansada. “Pero oírte admitir que buscaste una excusa como mi tarea por tus propios temores me alivia un poco. Espero que sigas siendo honesta conmigo y que podamos hablar, por favor.”
“Sí, mi Nio, tienes toda la razón,” así, Ayesha terminó por acercarse a su pequeña y le dio un fuerte abrazo. “Sigo intentando ver cómo hacer las cosas, todavía hay tanto que me aterra.”
“A mí también, onee-chan, pero hay que verlo juntas, ¿de acuerdo?”
“Sí, yo también quiero oírte, ¿de acuerdo?”
“Está bien, prométeme que lo harás.”
“Sí, en serio que sí…”
“…” Nio desvió su mirada en lo que era abrazada por su hermana. “Perdón por preocuparte tanto, onee-chan…”

Al ver a las dos dejar sus diferencias de lado, Larsa sonrió con cierto alivio.

“Muchas gracias tu apoyo como siempre, Larsa,” dijo Ayesha, luego de terminar su abrazo. El alivio también había llegado a su rostro, el cual sonreía con torpeza. “En verdad no sé qué haríamos sin ti.”
“No lo menciones, Ayesha. En verdad he andado muy ocupado últimamente como para estar al pendiente de ustedes, y tengo la noción que me pierdo de bastante con los últimos sucesos,” asintió. “Lamento estar ausente pese a ofrecerles de mi ayuda.”
“Oh, no, sé que tienes demasiadas responsabilidades, realmente Nio y yo somos afortunadas que podemos quedar contigo de tanto en tanto,” Ayesha asintió un par de veces. “Espero que estas olimpiadas te hayan brindado de un poco de descanso.”
“Dime, Larsa, ¿vas a participar en alguna competencia?” preguntó Nio, curiosamente.
“Pues, sinceramente me he excusado de la mayoría de actividades, siento decirlo,” le contesto, sonriendo apenado. “Sólo opté por algunas pruebas de rendimiento académico.”
“Es sinceramente una lástima que el resto del cuerpo estudiantil no esté consciente de sus múltiples habilidades, aunque su tiempo continúa siendo muy preciado para actividades entre personas con menores calificaciones que usted,” observó Jakob, atentamente.
“Personalmente pienso que incluso actividades sin mayor propósito continúan siendo producentes para mi persona, nunca restaría la importancia de eventos de confraternidad, incluso entre Rizembool y Hanasaki,” Larsa negó. Realmente había optado por participar lo más mínimo precisamente porque no quería más atención a su persona. Vivía bajo el suficiente estigma social de ser el heredero de los Solidor en pleno Hanasaki. A pesar de sus frustraciones, él sonrió con perspicacia. “De todos modos, aprovechar el tiempo de clases para estar presente para ver las actividades de otros me servirá de suficiente distracción. Romper la rutina es justo lo que necesitaba.”
“Por supuesto, señorito,” Jakob hizo una reverencia. “Considero que su eficiencia y dedicación a sus deberes le hace más que merecedor de disfrutar de este evento social a su manera.”
“Oh, pero se está haciendo tarde,” Ayesha recién se percató de la hora en su celular. “Eh, lo siento, pero iba a atender unas charlas sobre productos naturales que van a dar en Rizembool como una demostración,” ella sacó su billetera.
“No, adelante, vayan antes que lleguen tarde, yo pagaré la cuenta,” observó el chico.
“Ohh, muchas gracias, Larsa,” Nio se animó. “La próxima te invitamos algo a cambio. Y a ti también, Jakob.”
“No es necesario, señorita, pero aprecio el gesto,” el mayordomo se impresionó, aunque de inmediato sonrió cordialmente e hizo una respetuosa venia.
“Ha sido un gran gusto tener este momento con los dos. ¡Que tengan un buen día!” Ayesha terminó por despedirse con apuro y se marchó cuando con la menor.

El par de chicas avanzó al punto de dar la vuelta al local, y dejaron de ser vistas.

“Ah…” Jakob dio un pesado suspiro y frunció el ceño. “En ningún momento hubiera pensado en la mera posibilidad de las señoritas Altugle estando involucradas en el conflicto. No puede ser una asignación más pobremente pensada por Hanasaki.”
“Es preocupante, ciertamente,” Larsa se puso a pensar. “Las dos todavía no han podido adaptarse en hábitos y comportamiento, y aún menos en el aspecto bélico. Me dificulta siquiera meditarlo.”
“Usted ha sido tan benévolamente reconfortante y auxiliador como de costumbre, señorito, pero si me permite, percibo que ha sido muy paciente y permisivo con las señoritas,” Jakob llevó una mano a su mentón. “Son dos personas en desventaja en la guerra, y con más razón deberían ser fríamente enseñadas sobre sus debilidades y carencias.”
“Comprendo lo que dices, Jakob, pero es por tratarse de ellas dos que no podría exigirles tanto. Ellas todavía no están listas para aquella presión, por eso sólo quise velar por que establecieran los cimientos de sus roles, los cuales son el vínculo como hermanas que poseen…” ni bien se explicó, Larsa se sorprendió un poco al notar a Nio regresar corriendo donde él. “Nio, ¿todo está bien?”
“No veo que se haya olvidado de algo, joven Nio…” comenzó Jakob.
“¡Todo bien, sólo hay alguien quien quiero que conozcas!” dijo la menor, quien se tomó la libertad de agarrar una muñeca de Larsa, para jalarle. “¡Ven!”
“Espera…” este se puso de pie.
“Descuide, señorito, yo me encargaré de pagar la cuenta,” Jakob asintiendo, comprendiendo a la perfección la inquietud de su superior. Ni bien pudo darle esa certeza, le vio aceptando la invitación de la pequeña HiME.

En ese instante…



“Ay, ¿cómo puede ser que se haya ido?” preguntó Ayesha, torturada. Estaba al costado del bus que se llenaba de pasajeros justo antes de partir a Rizembool. “Acabamos de hablar sobre ello.”
“Esa hermanita tuya es todo un caso, ¿no?” observó Mamizou, quien estaba instalada en ese punto para servir de guía a los múltiples asistentes al evento. “¿Cuándo fue que la dejaste de ver?”
“¡Justo ahora! Estábamos por llegar al paradero y ni bien iba a saludarte, noté que ya no estaba a mi lado…” Ayesha miró a distintas direcciones. “¿Dónde estará…?” y justo en ese momento, vio a la pequeña trayendo a Larsa consigo. “¡Ah! ¡Ahí está!”
“Oh, ¿apareció tan rápido esta vez?” la encargada sonrió con ironía y se giró para verla… para entonces quedarse en shock. “Eh…”
“Nio, ¿qué pasó?” le cuestionó su hermana, preocupada. “¿Y por qué has traído a Larsa?”
“Perdón, onee-chan, pero ya que Larsa justo nos decía que lamentaba perderse de lo último, pensé que sería un buen momento para que conozca a una de las muchas personas que nos están ayudando en Hanasaki,” Nio sonrió y pasó a dirigirse a Mamizou. “Larsa, ella es Mamizou Futatsuiwa, y trabaja para el departamento de inteligencia aquí.”
“Oh, ya veo,” Larsa asintió y se dirigió a la mayor con una leve venia. “Mi nombre es Larsa Solidor, le agradezco por ayudar a las hermanas Altugle.”
“Eh, pues… ah, no, no es que haya hecho mucho por ellas, a decir verdad,” luego de ese leve shock, no le quedó de otra que regresar la misma cordialidad, y a su vez sonreír y quitarle importancia y seriedad al asunto como sería de esperarse de ella. “Ah, pero apresúrense a subir al bus que está por llenarse.”
“Es verdad, vamos Nio,” dijo Ayesha.
“Sí, nos vemos más tarde,” la pequeña se despidió y así las dos pudieron ingresar al vehículo. Este no tardó en arrancar a su próximo destino, y desde ya se comenzó a formar una pequeña fila de personas al pendiente del siguiente bus.



“…” se podía sentir un silencio y tensión palpables. Mamizou notó a un par de personas revisar el mapa de Hanasaki y verse claramente perdidos, y tuvo la intención de continuar con su voluntariado. Sin embargo…
“…” Larsa cerró sus ojos brevemente y los abrió con firmeza y ligera severidad. “Siento si me entrometo en tu presente labor. Sin embargo… puedes entender si te pido que dialoguemos un poco, ¿no es así?”
“Ahh… sí, lo entiendo…” ella se dio un facepalm y negó un par de veces con gran frustración, por más que no dejaba de sonreír con una burla dirigida hacia sus adentros. “Y pensé que sería un día sin complicaciones…”
“Lo mismo digo,” desvió su mirada. “No pensé que fuera a encontrarme con una persona tan infame como alguien de mi apellido…” volvió a mirarle. “Han sido varios años, Mamizou. ¿Qué te trae a Hanasaki?”
“Hay mucha gente aquí, ¿no lo crees, joven Solidor?” no le quedaba de otra, por más que no tenía ánimos de entretenerle. “Vamos a otro lugar.”





Eran las fechas de las tan esperadas olimpiadas y el momento en el cual todos los estudiantes de secundaria y universidad irían a competir a la par con otros jóvenes de distintas instituciones en el país… en teoría, pero Natsume estaba entre un pequeño grupo de personas que realmente no irían a participar como lo indicaría su edad. Visto que su único rol en todos esos días sería ser parte de una demostración de su presente investigación semejante a un estudiante de posgrado en un día posterior al presente, decidió ir a visitar a ver lo que uno de sus senpais se encontraba haciendo.

A diferencia de Wataru quien iría a estar permanentemente ocupado con el club de drama además de guiar a personas en su tiempo libre, Shu se encontraba en un estado similar a Natsume de no inmiscuirse con el resto de la sociedad, y en vez continuar apartado en lo posible de las actividades. Este le confirmó que estaba con una presente labor en su estudio, pero que podía ir a visitarle, motivo por el cual se animó a hacerlo.

Decidió tomarle la palabra. El hecho que Shu le hubiera dado la frustrante, aunque sorprendentemente directa invitación le dejaba saber que no era ningún trabajo importante, o al menos, que no estaba inmerso en uno de sus momentos de crisis artística donde sería propenso a destruir su propio estudio, por lo cual sonaba a una buena oportunidad de pasar el tiempo.

“Buenos días, Shu-niisan, te veo… normal,” concluyó Natsume amenamente y con una pizca de ironía ni bien su mayor le abrió la puerta. Efectivamente, el pelirrosa mantenía su serio semblante sin ningún indicio de fastidio. “Es bueno saber que las presentes actividades de confraternidad no han invadido tu espacio ni tu paz interna.”
“No es del todo cierto, pero no me puedo quejar,” este se encogió de hombros y dio un suspiro. Se hizo a un costado para que el otro ingresara y pudiera cerrar la puerta. “Es por tratarse de días de eventos que tengo un trabajo que realizar, pero no es nada nuevo para mí.”
“Hm,” lo pensó un poco con un puño en su mentón. “¿Acaso debes hacer un traje a pedido?”
“Supongo que eso saldrá al final de este arreglo, pero ello sería lo más simple,” contestó, en lo que caminaban hacia uno de los espacios del estudio usualmente dedicados a la confección. “Kagehira me está ayudando a entretener a una persona que me ha sido encomendada,” miró a su kouhai de reojo. “Supongo que tú también podrás serle de entretenimiento.”
“¿Eh?” ello borró la sonrisa de Natsume, a la vez que alzaba una ceja. “Shu-niisan, si pretendes que trabaje para ti gratuitamente, asumo que sabes que estás completamente equivocado.”
“Tú también debes saber que no soy tan desvergonzado como Wataru. Lidio con una persona que usualmente no trata con otros,” se encogió de hombros, con cansancio. “Si tu curiosidad innata y ánimos de vivir propios de tu carácter le resultan meramente bienvenidos al verte presente, es lo más que podría pedir.”
“Hmm…” ello sin duda pintaba una imagen rara de dicho ‘presente trabajo’. Shu sin duda había tratado con una cantidad grande de clientes que ni podía imaginar, pero para que aceptara servir de compañía a alguno de ellos… “Asumo que te han remunerado generosamente, Shu-niisan.”
“No realmente…” finalmente llegaron a una puerta cerrada, donde podían oír a Mika hablar animadamente. Shu agarró la perilla. “Sólo no le fastidies, ni le hagas sentirse extraño, él tiene una pobre autoestima.”

Fue así que ingresaron al ambiente. Mika se encontraba mostrando una serie de llaveros que eran parte de su colección a aquel cliente, un hombre mayor a los presentes con cabellos largos grises, una tez sumamente pálida y ojos penetrantes con esclera negra. Dicha persona miraba dichos llaveros con una muy recatada curiosidad.

“Y este…” comenzó a decir, con una mano extendida hasta uno de los llaveros, casi como si temiera romper al mismo con su mero toque.
“Hehe, ¡puedes agarrarlo, Kokin! ¡Te darás cuenta que es un plushie muy suave, sería muy difícil que lo puedas dañar!” Mika se lo extendió.
“…” ya en sus manos, Kokin agarró aquel llavero de gashapon entre sus dedos y lo miró ensimismado.
“¿Sabes? En su mayoría, los gashapon son todos igual de raros, pero justo ese es más raro que los demás de su colección,” el pelinegro asintió con alegra. “Oshi-san me lo consiguió el otro día, así que lo aprecio mucho.”
“Hmm…” ladeó mínimamente su cabeza mientras continuaba inspeccionándolo.
“Kagehira, resérvate tus baratijas, no le enseñes nada inútil o inservible,” le recriminó Shu, con frustración.
“Hehe, perdón Oshi-san, es que él tiene justo una misma estética que mis llaveros,” admitió Mika, entretenido y se asomó a Kokin para también mirar dicho llavero. “Es muy lindo, y también tiene un toque tenebroso. Yo pienso que es la mejor combinación que existe.”
“…entiendo que tú no me tienes miedo…” musitó Kokin. Este asintió y le devolvió el llavero. “No pienso que sea tan compatible a tu posesión, pero sobre la estética… quizás haya ciertos pareceres, como lo has dicho…”
“Veo que he llegado tarde para reparar el daño,” Shu miró a Kokin con seriedad y su usual demanda. “Acaba de llegar la persona que estábamos esperando.”
“…” este miró a Natsume y asintió. “Puedes llamarme Kokin…”
“Eh sí, soy Natsume Sakasaki…” alzó una ceja. Tenía un montón de preguntas sobre el trabajo, la rara presencia de alguien que acompañaba a su senpai y hasta su apariencia y general comportamiento, pero viendo como la invariabilidad del trato de su senpai no cambiaba ni para esa persona le daba al menos algo de certeza que no era nada alarmante. “Comprendo que acompañarás a Shu-niisan los próximos días.”
“Aquel es el destino que ha sido escogido para mí…” contestó, casi con un ligero cargo de consciencia. Kokin observó a Natsume con ligera curiosidad. “Sé que no hay relación biológica, ¿pero acaso Shu es como un hermano mayor para ti?”
“Ciertamente puedes decirlo…” continuaba sintiéndose más inconforme. Definitivamente había algo raro ahí, no tanto por esa manera de ser del otro, sino por el hecho que su senpai se vea importunado por alguien como él.
“Pienso que has mostrado suficiente curiosidad al respecto, niño…” comentó Shu a Natsume. “Kokin es como un antiguo allegado y viene en ocasiones. No necesitas saber más,” dicho esto, el pelirrosa caminó hacia su cliente. “Habías comentado que querías salir a dar una vuelta. ¿Tienes algo en mente?”
“…no realmente… sólo pensé en salir a tomar un respiro… pero un respiro puede que no sea suficiente, no encuentro el sentido de estar aquí aún…” lo meditó cabizbajo.
“¡Oh, yo te puedo dar muchas sugerencias!” exclamó Mika.
“Kagehira, déjale pensar,” espetó Shu. “Y guarda tus cachivaches que no son bienvenidos en mi espacio.”
“Eh, sí, un momento,” de inmediato recogió sus llaveros y pretendió irse en lo que Shu esperaba a que Kokin se decidiera.

“Oye tú,” Natsume terminó por dirigirse a Mika antes que saliera de esa habitación.
“Eh, sí…” por primera vez, el pelinegro se mostró confundido al verse hablado.
“¿Qué es lo que está pasando aquí?” le cuestionó impaciente.
“Ah, es que nunca habías visto a Kokin antes, ¿verdad?” Mika sonrió y asintió. “Oshi-san no es de avisarme, pero sí nos ha visitado algunas veces.”
“Entiendo eso. Me pregunto quién se supone que es.”
“Heh, no lo sé bien, sólo que trabaja para un cliente de Oshi-san, y es esa persona quien le pide el favor a Oshi-san de cuidar de Kokin de vez en cuando.”
“Hm…”
“Y sé que ese cliente es una persona muy adinerada, pero a ese nunca lo he conocido,” admitió. “Kokin suele andar triste y apagado, pero es una buena persona. Parece que siempre busca poder hablar con alguien, así que me gusta acompañarlo.”
“…pues bien…” se rindió a aceptarlo. “No has contestado mis dudas, pero comprendo que aquel es el nivel de tu propio conocimiento. Ya, ve antes que Shu-niisan se moleste de que no has desaparecido tus llaveros de su campo de visión.”
“Uhh, si tú eres quien me detuvo,” hizo un leve puchero y procedió a retirarse del ambiente.

En fin, Natsume decidió que los acompañaría, no tanto por hacerle el favor a Shu, más bien para saciar su propia curiosidad.


Por la universidad de Hanasaki, Elise era acompañada por Imanotsurugi y Luso. Los tres se encontraban en una de las bibliotecas compartiendo una mesa.

“Oigan…” a diferencia de los otros dos, Luso no podía concentrarse en su tarea y no dejaba de golpear la mesa con sus dedos a manera de reflejar su impaciencia. “Estamos en plenas olimpiadas sin clases, ¿no podemos hacer algo más divertido?”
“Hehe, entiendo lo que dices, Luso, pero como tenemos la tarea de anotar nuestras observaciones sobre la ceremonia de inauguración, lo mejor es acabar con ello mientras sigue presente en nuestras cabezas,” dijo el pelicenizo, amenamente. “Y ni bien lo hagamos te prometo que iremos a pasear y a comer y a hacer todo lo que queramos. Sólo sé un poco paciente.”
“Sí, estoy totalmente de acuerdo,” se sumó Elise.
“Uhh…” Luso se recostó encima de su papel en blanco. “Entiendo la lógica, pero…”
“Además si lo dejas para después se te hará más difícil recordarlo y anotarlo,” agregó la chica.
“Precisamente entiendo lo que dicen… pero…” hizo un puchero. “Casi siento que me castigan.”
“Pues a mí me dan ganas de castigarte por impulsar a que Nio-chan se metiera en problemas con Ayesha-dono,” Imanotsurugi dio un suspiro. “Ni yo lo puedo entender tan bien por más que estoy más familiarizado con el asunto, pero como Nio-chan es una HiME, debe tener más sobre sus hombros al momento de hacer alguna travesura.”
“Sí, lo sé, no lo pensé tan bien…” Luso desvió su mirada.
“…” por su parte, Elise se incomodó.
“Pero puedo ver que también te sientes mal por todo lo de ayer, así que está bien,” Imanotsurugi decidió dejar el asunto de lado y le sonrió. “Aprovecha para narrar todo lo que vimos de la inauguración. Al final medio que tuvimos una pequeña aventura con esos raros orphans y hasta junto con Megumi-chan.”
“Me cuesta pensar que eres amigo con ese Rebel…” Luso alzó una ceja.
“Megumi-chan es muy buena gente, es sólo cuestión que realmente lo conozcas.”
“No lo sé, me da la impresión que no para de burlarse de mí.”
“Haha…” sí, Imanotsurugi sin duda se había dado cuenta de eso. Miró a Elise. “Es una pena que no te nos hayas unido, ¿pero qué tal la pasaste ayer? Veo que ya tienes algunas cosas escritas.”
“Chicos…” la rubia apoyó su lápiz sobre su cuaderno con cierta pesadez. “No había querido decir nada, pero…”
“…” los otros dos intercambiaron miradas. Parecía ser algo serio.
“Pues…” pese a su decisión de compartirlo, se notó cohibida.
“Vamos, ¿qué sucede?” preguntó Luso.
“Sí, siéntete de decirnos lo que te incomoda, Elise-chan,” agregó Imanotsurugi.
“Yo… esta mañana ocurrió algo extraño…”

Flashback



“¿Eh?”

Un silencio ensordecedor inundó sus oídos por una fracción de segundo en lo que las últimas palabras tomaban posesión de su realidad.

Y seguido del silencio, pudo oír la esperada reacción de su hermano.

“Tsk, ustedes, ¿cómo se atreven?” preguntó Leo, colérico. “Elise es sólo una niña. ¡No se les ocurra meterla en este conflicto!”
“Eso es algo que realmente no queremos hacer, joven Benoit, y por más que en ocasiones encontramos el potencial HiME en niñas, sólo extendemos la invitación a las personas que realmente podrían desempeñarse bien a pesar de sus circunstancias,” contestó Miranda, con firmeza, aunque leve incomodidad y pesadez en su expresión.
“Se atreve a decirme eso a pesar de que la compañera de clases de Elise es una HiME y pareciera que ustedes la han dejado a la deriva. Esto es injustificable, no hay forma que aceptemos.”
“No deben verse forzados a hacerlo,” dijo Fran, sin perder su inmutabilidad. “Esta reunión servirá únicamente para dejarles saber sobre el potencial de su hermana, y el hecho que ella puede elegir participar en nuestro conflicto en caso desee hacerlo. Eso es todo.”
“…” era como si hablara con la pared. Leo de inmediato se puso de bien. “Está bien, entonces no hay nada más de qué hablar. Elise, retirémonos.”
“…” ella se puso de pie, aunque se mantuvo cabizbaja.
“¿Qué estás esperando?” le insistió su hermano.
“Directora…” la pequeña habló en voz baja. “¿Esta oferta tiene que ver con mi hermana mayor?”
“¡¿Qué?!” el otro se impacientó y a su vez se preocupó ligeramente por esa inesperada pregunta.
“La hermana mayor de ustedes fue una HiME en su momento, y una muy fuerte. Hemos detectado que el potencial de HiMEs corre a través de los lazos familiares con mayor probabilidad, aunque cada caso es único,” informó Miranda. “Nuestra oferta no es esperando que usted pueda desempeñarse al igual que su hermana mayor. Sólo significa que su potencial personal, a pesar de su edad, está listo para desarrollarse como el de otras HiMEs mayores.”
“…”
“Elise, vámonos,” Leo le agarró de un brazo. Sus nervios incrementaban. ¿Tan fácil había sido para ese par de conspiradoras meterle ideas a la cabeza de su hermana? “Tú sabes bien que no podemos involucrarnos en esto, de ninguna manera.”
“…” Elise asintió y miró a la directora. “Déjenme pensarlo, por favor…”
“!!!” tal parecía que sí había sido tan fácil.
“Descuide, ustedes no nos deben ningún compromiso, les deseo un buen día,” concluyó Miranda.

Fin del Flashback


“Woah…” Luso estaba en shock, y entonces pasó a emocionarse. “¡Espera, entonces tú vas a ser una HiME a la par con Nio! ¡Qué emocionante!”
“¡No, time out, Luso!” Imanotsurugi hizo una T con sus manos. “¿No ves que Elise-chan no está contenta ni animada con lo que nos acaba de decir?”
“Eh, sí, verdad… perdón…” el otro se rascó la nuca, incómodo.
“No, está bien, sé que no entiendes mi situación del todo, pero gracias por la atención que me estás dando,” Elise asintió y sonrió apenada. “Gracias a los dos, en verdad. Me ha estado pesando todo el día, pero es un alivio poder compartirlo con alguien. Hubiera también querido decírselo a Nio, pero creo que es de esas cosas que hay que decirlo en persona y…” bajó su mirada. “Quizás tampoco debería tocarle el tema, ella tiene su propio punto de vista…”
“Pues sí…” Imanotsurugi se cruzó de brazos y lo pensó mientras divagaba con sus ojos. “Nio-chan aceptó a ser HiME bajo circunstancias distintas.”
“Suena a que tu hermano estaba muy opuesto a que seas HiME. Sobre tu hermana mayor, ¿ella se encuentra bien?” preguntó Luso.
“Sí, eh, ella pudo afrontar el pasado y sí fue una HiME fuerte. Aun así…” Elise desvió su mirada. No iría a ser completamente honesta con los dos. “…pasó por tiempos muy duros, y todos nosotros, a decir verdad, luego de que ella fue HiME. Yo en algún momento hasta le prometí que no iba a seguir sus pasos incluso si me fueran a ofrecer la oportunidad, y Leo ha sido testigo de mi palabra. Es… sólo que…” apretó sus manos en puños encima de la mesa. “Saber que quizás yo puedo hacer una diferencia por tener el potencial… casi siento que no debería ignorarlo…”
“…” Luso se apenó. “Es verdad que no lo entiendo, pero me suena a que te estás poniendo mucho sobre tus hombros, Elise, y eso no es justo. No pienses que todo el mundo ha caído encima de sus hombros de la nada.”
“Sí, estoy completamente de acuerdo,” Imanotsurugi asintió. “No he estado ahí para escuchar toda la conversación, pero casi me parece que la directora ha fallado en hacerte entender ello. Ni tú ni ninguna HiME tiene por qué cargar con el deber y responsabilidad de otros.”
“Pues, entre yo no diciendo nada y mi hermano dispuesto a irse lo antes posible, no es que le hayamos dado mucha oportunidad a decirnos mucho…”
“Elise-chan…” Imanotsurugi le sonrió y agarró sus manos con las suyas. Le sonrió simpáticamente. “No tienes que decirme más de lo que tienes en mente para comprenderte. Si tienes dudas sobre ser HiME o no, sé que se debe a que estás pensando en otras personas. No es algo que decidirías sólo por ti misma, ¿no es verdad?”
“Eh, sí…” la rubia se sorprendió.
“Ese día del festival, luego del cual Nio-chan decidió convertirse en una HiME, me hubiera gustado poder hablar al respecto con ella, porque, por más diferentes que hayan sido sus circunstancias, Nio-chan también optó por tomar ese camino en nombre de otros,” Imanotsurugi se apenó y bajó su mirada. “Ella se aterró luego de lo que le pasó a su hermana y fue ahí que decidió que no se quedaría impotente y que sería una HiME y pelearía para que nada de eso volviera a ocurrir. Sin embargo, en medio de su temor y su gran decisión, por más que tuvo sus motivos de preocuparse por Ayesha-dono, nunca llegó a realmente hablarlo con ella. Ahora temo que las dos continúen sufriendo por cómo las cosas han resultado para ellas.”
“…”
“Así que, lo que quiero decirte, Elise-chan, es que tomes está decisión que también es para otros a la par con ellos mismos, y sea lo que sea que fuera a ocurrir, nunca pienses que estás sola en eso,” apretó un poco el agarre de sus manos y ensanchó su sonrisa. “¿Me lo prometes?”
“…sí,” Elise terminó por sonreír. Sus ojos se llenaron de lágrimas. “Muchas gracias, Imanotsurugi, tienes mucha razón. No estoy sola, y me aseguraré de escuchar, y de ser escuchada,” ella se soltó para secarse las lágrimas. “No dejaré que mis mejores intenciones resulten dañinas para los que son más importantes para mí.”
“Hehe…” el pelicenizo se alegró.
“Y si hay algo que podemos hacer por ti, no dudes en decirnos,” agregó Luso.
“Por supuesto,” Elise asintió. “Eh… siento decirlo, pero… podría usar un tiempo fuera de la biblioteca. No tengo mi cabeza en su lugar para continuar con la tarea.”
“¡Claro! ¡Hace calor hoy así que vamos por helados!” por más que tuvo toda la decisión de terminar con la tarea, Imanotsurugi guardó tan rápido sus cosas que invirtió su dedicada apariencia de inmediato. “¿Alguno de ustedes conoce a dónde ir? Casi no he venido a esta universidad antes.”
“Yo sé, hay una heladería cercana que me gusta mucho, vamos de una vez,” dijo Luso.




Estaba en las primeras rondas de atletismo, y era el momento en el cual Dash comenzaría con su participación en las olimpiadas. Ella se posicionó en una posición de ocho participantes, y los cuatro primeros irían a clasificar para la siguiente ronda, por lo cual sería una competencia decisiva desde el mero inicio.

Era una carrera de cuatrocientos metros, o la vuelta entera de la pista de atletismo, por lo cual las tribunas estaban posicionadas en el inicio y final. Entre los casuales testigos presentes para observar el resultado, Rin y Len estaban sentados y al pendiente de su amiga.

“¡Mucha suerte!” Rin le saludó sacudiendo una palma, a lo cual Dash contestó con entusiasmo, para regresar a concentrarse antes de que anunciaran la salida. “Ah, qué linda se ve.”
“Se le ve muy seria para variar, eso quiere decir que dará lo mejor,” Len asintió y sonrió. “Sé que llegará entre las primeras.”
“Ay, espero que sí, ella que estaba tan ilusionada,” Rin asintió. “Ya no me des nervios, Len.”
“¿Cómo te estoy dando nervios?” preguntó con curiosidad, para entonces verse alertados. “Oh, están justo por empezar.”

El referee alzó una pistola y con el disparo todas las participantes se pusieron a correr. Por comenzar al inicio de la curva, los puntos de inicio fueron disparejos, pero conforme la corrida fue avanzando, las participantes se igualaron en su mayoría. Sin embargo, fue alrededor de la mitad de la distancia que Dash empezó a sobresalir del grupo y a ganar ventaja.

“¡Oh! ¡Es increíble!” Rin se emocionó y llevó sus manos a sus cachetes. Entonces abrazó a su gemelo de costado. “¡Sí va a clasificar!”
“S-sí, supe que podría,” dijo este, algo desbalanceado por las energías de su hermana.

Finalmente llegaron a la recta final, con el listón ya puesto para dar la bienvenida al primer lugar. El grupo de participantes empezaba a separarse un poco más, con otras corredoras también ganando ventaja, pero Dash continuaba con su liderazgo, uno que parecía indisputable a esas alturas.

“¡Tú puedes! ¡Ya casi llegas!” exclamó Rin, poniéndose de pie en las gradas.
“¡Sólo un poco más!” Len se le unió.

Y entonces, en aquellos últimos metros, Dash se sorprendió al notar que otra corredora le pasó a una alarmante velocidad. Fue muy cerca, pero al final Dash llegó segundo con menos de un segundo de diferencia.

Lo más curioso del caso fue que, la que terminó primero no se detuvo a descansar o recuperar su aliento como las demás. Más bien, esa persona corrió donde los gemelos Kagamine con ojos de estrellas y una emoción rebosante.

“¡Son Rin y Len Kagamine, no puedo creerlo!” exclamó esa chica.
“¿Eh?” Rin ladeó su cabeza.
“Eh…” Len ladeó en la otra dirección.
“¡Ay definitivamente que lo son, muchas gracias por alentarme!” exclamó esa chica, en quizás uno de los momentos más inolvidables de su joven vida. “¡Soy una superfan de ustedes! ¡Siempre practico mi corrida matutina escuchando sus canciones y ahora juro que lo haré siempre, ya que ustedes siempre me han dado muchas fuerzas! ¡Como ahora!”
“Eh… haha, ¡pero qué linda eres, muchas gracias por ser una fan!” celebró Rin, a quien no le quedó de otra que apoyar ese inesperado desarrollo.
“¡Felicidades por terminar primero, buen trabajo!” Len sonrió y levantó un pulgar.
“¡Ahh, muchas gracias a los dos, esto es increíble!” la chica daba saltitos y continuaba sin comprender su suerte. Ella llamó a otras personas de las gradas. “¡¿Podría tomarme un selfie con ustedes?! ¡Y mis amigas también quieren unírsenos!”
“¡Mira tú que los Kagamine vinieron a alentarte!” dijo otra chica.
“¡Yo también soy superfan! ¡Quisiera su autógrafo si es posible!” dijo una tercera.
“¡C-claro que sí, luego de la foto!” dijo Rin. Ella y Len se vieron rodeados de las tres quienes sacaron sus celulares para los selfies. Por su parte, Dash junto con las otras corredoras observaron ese desarrollo con curiosidad y leve gracia, y procedieron a otro ambiente a refrescarse en lo que esperaban los resultados oficiales de todos los participantes de la primera ronda. Mientras tanto, los gemelos intercambiaron miradas, viéndose atrapados y sin poder ir detrás de la amiga a la cual sí habían buscado apoyar en esa carrera.

Luego de enjuagarse el rostro y secarse con una toalla, Dash agarró su botella de agua y caminó a la vuelta de la esquina. Era un ambiente abierto como sería de esperarse de la zona de deportes de la universidad de Hanasaki, pero al dar esa vuelta, se encontró en un pequeño pasillo entre dos edificios pequeños, el cual contaba con una sombra y la suficiente solitud para así poder encontrarse con aquel quien continuaba al pendiente de ella…



“Me da la impresión que te he malacostumbrado a buscarme…” concluyó Jinkougyou, sonriendo tranquilamente. “Me disculpo por ello.”
“¡Jin! ¡Justo quería verte!” Dash tuvo la intención de saltar donde él para darle un abrazo, pero esta vez se detuvo al recordar que se encontraba todavía mojada. Ella sonrió con torpeza. “Eh, perdón, no quiero ensuciarte. Pero por favor no digas cosas así. Yo siempre estoy feliz de verte.”
“Me he dado cuenta…” se mantuvo inmutado. “Felicidades por tu logro.”
“Hehe, ¡muchas gracias! Esto te lo dedico a ti, eh, hubiera sido una mejor dedicación si hubiera ganado, pero…”
“Los resultados son lo de menos. Lo único que espero es que te sientas a gusto con lo que haces por ti misma, Dash.”
“En verdad quisiera poder dedicarte algo más… ¡Ah!” Dash asintió decidida y emocionada. “¡Te prometo que voy a continuar clasificando y llegar a la final y al menos llegaré al tercer puesto para así ganarme una medalla! ¡Cuando eso ocurra, le diré a Rita y Horizon para que vayamos a comer algo en celebración! ¡Y también te invitaré a ti y a Rin y a Len, y todos celebraremos juntos! Dime, ¿qué te parece?”
“…” Jinkougyou cerró sus ojos.
“Hasta ahora todavía no conoces a mis guardianas, pero te prometo que son muy buenas personas,” Dash lo dijo con alegría, aunque pasó a desviar su mirada. “O sea, Horizon es un poco seria y Rita a veces intimida a otros, pero te prometo que te llevarás muy bien con ellas, y…”
“No.”
“¿Eh?” su lluvia de ideas y grandes energías fueron frenadas de inmediato. Dash vio que aquel peliblanco le miró, ahora con un semblante serio y meditabundo.
“Nunca fui honesto contigo, Dash, pero mi presencia iba a ser efímera desde el inicio,” afirmó él. “Decidí vigilarte para asegurarme que te encontraras bien, luego del incidente por el cual pasaste. Puedo percibir que lo estás y te has recuperado. Por ello mismo…” asintió. “Ya no hay necesidad de volvernos a ver.”
“Eh, p-pero…” ella se asustó.
“Y es lo mejor para ti.”
“Pero Jin…”

“¡Dash!” exclamó Rin, ni bien ella y Len pudieron dar con la pelinegra en el pasillo.
“Eh…” Dash les miró instintivamente. Entonces recordó al peliblanco, pero había bastado ese par de segundos en los cuales despegó sus ojos de él para desaparecer.
“Dash, sentimos haber saboteado tu victoria accidentalmente,” dijo Len, cabizbajo.
“¡Ahh, o sea me alegro mucho por nuestra fan y siempre es lindo recibir tanto amor, pero este iba a ser tu momento!” Rin se torturó a sí misma y revoloteó sus cabellos.
“Eh, no, ¿qué dicen, chicos?” Dash ladeó su cabeza y sonrió comprensivamente. “Hehe, a decir verdad, se me hizo muy gracioso.”
“¡Pero no lo fue!” exclamaron el par a la vez.
“Haha, ya, ya, ya pasó,” Dash terminó dándose la libertad de darles un rápido abrazo. “Gracias por haber venido para alentarme. Es apenas la primera ronda y aquí están, no saben cuánto significa para mí.”
“Por supuesto que sí, Dash,” Rin se separó de ella y le sonrió. “No es que Len y yo tendremos mucho que hacer en estos días de todos modos, así que teníamos que venir a verte cuando tuviéramos disponibilidad de hacerlo.”
“Pero por lo que vimos sabemos que vas a llegar muy lejos. Incluso si no estamos ahí en persona, cuenta con nosotros en espíritu,” Len asintió, decidido.
“Hehe, claro,” Dash sonrió, aunque una pequeña lágrima se escapó de uno de sus ojos.
“…” los gemelos se preocuparon e intercambiaron miradas.
“¡Ah, no, ¿qué me pasa?!” la pelinegra se escandalizó y de inmediato se la secó.
“Dash, ¿estás bien?” preguntó Rin.
“¡S-sí! ¡Es la hadita de la lágrima! ¡Tengo que espantarla!” exclamó casi en aprietos.
“Hm…” Len alzó una ceja. No era la primera vez que Dash se refería a dicha hadita. “Pues si te ha venido a visitar, es porque algo te ha hecho triste, ¿qué sucede?”
“Eh, pues… es que…” agachó su cabeza y se rindió a compartirlo. “…Jin me acaba de decir que ya no volveremos a vernos… no sé por qué…”
“Hmm…” Rin frunció el ceño e intercambió miradas con su gemelo. “O sea, es medio esquivo, ¿no? ¿Quién sabe lo que está pensando?”
“Es un poco extraño, pero es como un amigo para ti, ¿verdad? Es normal sentirse mal cuando alguien importante para uno dice algo así,” concluyó Len. “Lo siento Dash, habrá que preguntárselo la próxima vez que se aparezca.”
“Ahora temo que no vuelva a aparecerse…”
“Ay, olvídate de ese especial, ¡hay que celebrar tu clasificación!” Rin decidió agarrarle de los brazos y hacerle recordar los más recientes sucesos. “¡Hay una máquina de bebidas en esta dirección! ¡Son más divertidos que sólo tomar agua!”
“Eh, estoy bien con agua, en serio…”
“¡No, no, déjanos compensarte tu segundo puesto! ¡Ven!”

Así, los gemelos la acompañaron en otra dirección para así evitar al resto de participantes.


A diferencia de aquel cómodo restaurante, Larsa fue conducido por Mamizou a una azotea de un edificio no muy lejanos. Jakob fue capaz de darles el alcance, y así los tres contaron con esa privacidad en medio de una universidad repleta de estudiantes y visitantes.

No iba a ser una conversación muy larga, y luego de una rápida y concisa explicación de parte de la mayor, no quedaba mucho por decir.

“Ya veo…” sobre todo por el hecho que Larsa no decidió cuestionarle. “Dices que has decidido llegar a Hanasaki para ayudar a las HiMEs, aun si has decidido mantenerte alejada de los eventos en sí.”
“Ciertamente no soy de tu rubro, joven Solidor,” Mamizou se encogió de hombros, sonriendo con ironía. “Tú eres un chico que apenas estando en la secundaria optó por abiertamente apoyar a tus compañeras HiMEs con lo que necesitaran, por más que tu afiliación familiar es con Rizembool. Tu familia posee el suficiente poder y la reputación necesarias para que tu capricho personal le traiga sin cuidado a la gente en Rizembool. En su juicio, ellos tienen más que perder si fueran a antagonizarse que en dejar que tú ayudes a las HiMEs con nimiedades. Estoy segura que lo has podido entender.”
“Por supuesto, mi señorito posee más valor que HiMEs sin ninguna real significancia ni para el mismo Hanasaki,” observó Jakob, gustosamente.
“No hay por qué despreciar a otras personas, Jakob, te lo suplico,” Larsa se frustró.
“Mientras tanto, si bien mi propio pasado daría la impresión a cualquiera que yo soy alguien también importante para Rizembool, ellos pueden verse con la libertad de ‘ponerme en mi lugar’ si fueran a pensar que ahora soy aliada de Hanasaki,” concluyó Mamizou, con leve cansancio. “Y puedo declarar que no lo soy. Hanasaki y Rizembool pueden arder en llamas y no le daría a ninguno un mayor peso que el otro.”
“…porque a ti te importan las HiMEs, y no su institución,” Larsa asintió.
“Exacto. Viendo cómo optaste por ayudar a tus compañeras, piensas igual,” ella se vio gustosa. Felizmente, dialogar con ese chico había sido menos problemático de lo que había esperado. “Y por supuesto, me importan las HiMEs, pienso que ellas son las principales víctimas de este juego torcido, pero no lo suficiente como para poner mi propio pellejo en peligro.”
“Sería de esperarse que alguien como usted posea la lógica para apoyar su capricho de una manera sensata,” concluyó Jakob, sonriendo amablemente, aunque era evidente que no aprobaba el parecer de dicha persona. “Como bien ha dicho, usted no se compara a la reputación ni poderío de los Solidor, motivo por el cual usted estaría en muchos problemas con Rizembool si ellos la consideraran una traidora. Es bien que lo sepa claramente.”
“Ahh, sin duda eres un buen mayordomo bifacético,” Mamizou sonrió frustrada. “Más bien siento pena por ti. Tanto me juzgas por este ‘capricho’ mío, cuando tu ilustre señorito es más abiertamente partidario de las HiMEs que yo. Siento que vivas con esa angustia perpetua.”
“Rechazo su falta de respeto a mi superior, y le aseguro que servir y ser leal a mi señorito va por encima de cualquier detalle que se extiende más allá que su persona,” el peliplateado frunció el ceño. “Mi única preocupación es velar por su bienestar, y de ello no debo preocuparme.”
“Pienso que la guerra es incierta hasta para los que más se sienten en control, nunca pensaría en desestimar el peligro, y es algo que todos debemos tener presente,” objetó Larsa, sin perder su tranquila seriedad.
“Es por su gran atino que confío en la certeza de su bienestar,” Jakob hizo una leve reverencia.
“Mamizou… espero poder darte tranquilidad,” Larsa se le dirigió y sonrió un poco. “No voy a delatarte a las HiMEs o a nadie más. Yo vivo bajo el tul de ser un allegado a Rizembool todos los días, y he decidido confiar en tus palabras, así que no te daré el estigma que yo mismo padezco. Sin embargo, ruego que algún día seas honesta con todas las HiMEs, antes que la situación fuera a complicarse por este secreto.”
“Me sorprende que me des tanta credibilidad, estoy acostumbrada a que aquellos que saben sobre mí piensen lo peor de mi persona,” admitió la pelimarrón, dando un suspiro. “Por eso disfruto no ser más que una del montón en frente a las HiMEs, aunque entiendo que tienes razón.”
“Y con respecto a la directora, o a Viera-sensei…”
“Pues, nunca les he dicho la verdad, pero quizás sí saben todo de mí, y continúan con la charada de pretender que no soy un mal elemento, no lo sé…” se encogió de hombros.
“Presumo que con el deplorable cuidado que le dan a sus HiMEs, no se han percatado de usted,” opinó Jakob.
“Yo no estaría tan seguro,” observó Larsa. “Yo pienso que podemos darles más crédito, especialmente por tratarse de una persona con vínculos de Rizembool. Lo sé por experiencia.”
“Sí, no sé, intento no pensarlo demasiado, no creo que tocar el tema sea beneficioso para mí de una manera u otra, en especial si el presente status quo me sirve tan bien,” concluyó Mamizou. Ella se vio algo animada, y afiló un poco sus ojos. “De por sí, es iluminador saber que eres un amigo de aquellas dos hermanas, definitivamente son casi las más débiles de en medio del elenco de HiMEs bajo mi supervisión, así que me sentiré libre de contactarme contigo en caso ellas requieran de ayuda.”
“Eso es algo a lo que estaría dispuesto, Mamizou, y te agradeceré si puedes mantenerme al tanto de ellas,” Larsa asintió.
“Hoho~ lo aprecio, ya me estás quitando algo de peso de encima. En verdad me cuesta pensar que tienes tanta fe en mi persona.”
“He confiado en tus palabras, pero lo más importante será ver tus acciones. Estaré al pendiente de ello,” observó hacia el área de la universidad frente a dicho edificio un momento. “Yo personalmente cargo con lo cual podría definirse como los pecados de mis antecesores. Mis intenciones de ayudar a aquellas víctimas del conflicto son una manera de compensar por lo que mi nombre ha hecho en el pasado, y de asumir responsabilidad de todo ello… en cambio, tu redención está más vinculada a acciones que tú has hecho personalmente en el pasado, y al hecho que buscas reparar los daños.”
“…”
“Definitivamente no puedo comprender del todo tu propio punto de vista al intentar ayudar a las HiMEs en el presente, pero imagino que tu cruz es una más pesada que la mía.”
“Pues, no es que tengamos que compararnos mutuamente, ¿no es así? Pienso que seguimos siendo personas distintas, así que no pongas palabras en mi boca, joven Solidor,” Mamizou sonrió de costado. “Al menos me alegro que hayas sido tú el heredero de tu tenebrosa familia.”
“Sin duda somos distintos y mayormente extraños, siento si dije algo inapropiado,” Larsa negó. Miró a la otra de reojo. “Incluso con otra persona con mi mismo estigma, y hasta con un interés similar de velar por las HiMEs, continúo siendo conocido sólo por mi apellido.”
“Eh…” Mamizou se impresionó y vio a ese joven empezar a caminar para retirarse.
“Continúa con lo que tienes en mente, espero poder ver tus palabras reflejadas en tus acciones,” dijo, para finalmente tomar las escaleras de la azotea junto con su mayordomo.

Siguió un silencio mínimamente atenuado por el bullicio de los días de olimpiadas por debajo del edificio. Mamizou sonreía para sí. Realmente, cada caso era muy distinto y más complejo a lo que ella o cualquier otra persona podría anticiparse.

“Intentaste ser cortés conmigo, ya veo, lo lamento,” comentó para sí, con leve gracia. “…no sé si lo que dijiste es cierto, joven Solidor. Esa cruz que has escogido cargar te pesa demasiado…”




Eureka

Escribí esto en media hora denme un premio




“¡Ah!” Gojo le sonrió, muy alegre. “¡Ya sabía!”
“¡¿Qué?!” Eureka lo observó, indignada.

Habría gritado más fuerte, pero estaban en el food court de aquel centro comercial…y no podía permitir que otras personas llegaran a escuchar su conversación por un descuido que llamara su atención. De por sí había sido difícil contar los sucesos de aquel fatídico fin de semana sin tener que alzar mucho la voz… y no quería meter la pata luego de haberse esforzado tanto en ser lo más silenciosa posible.

Había sido toda una hazaña.

“Sigo preguntándome por qué no fuimos a otro lugar para hablar de esto.”
“Porque no era práctico,” le explicó Gojo, luego de darle un sorbo a su smoothie. “¿No tienes que comprarle ropa a Neuvillette-chan? Vinimos a este lugar para eso.”
“Bueno, sí…” Eureka desvió la mirada. “Pero creo que estos temas son un poco delicados como para conversarlos en el food court de un centro comercial…”
“Te daría la razón, pero tampoco tengo mucho tiempo para eso.” Gojo sonrió. “Tengo que dictar clase más tarde.”
“¡¿Y por qué no me dijiste antes?!”
“Porque me olvidé.” Gojo sacó la lengua.

Eureka a veces se cuestionaba que él fuera el mayor. A veces parecía que Oikawa y ella eran mucho más maduros que su profesor.

“Osea, quise olvidarlo. Me da flojera dictar esa clase… Aunque es una práctica, tengo que estar presente porque no hay jefes de práctica.”
“¿Qué curso es?”
“¡Edición!” Gojo sonrió. “De seguro lo llevarás el siguiente ciclo.”
“Si vivo para contarla…”
“¿Eh? ¿Vas a jalar un curso o qué?” Gojo ladeó la cabeza, confundido.
“¡No! ¡Hablo del conflicto!”
“Ah…” Gojo sonrió. “Tiene sentido. Pero tu caso no es la gran cosa. Al contrario, siento que he aprendido un par de cosas gracias a lo que me contaste.”
“Por cierto, ¿cómo te enteraste?” Eureka se veía confundida… hasta que completó el rompecabezas en su mente. “…¡¿Fushiguro-kun?!”
“Sí.” Gojo asintió. “Me lo contó el otro día.”
“¡¿Y te contó algo sobre lo que me pasó?!”
“Dijo que no vio nada porque se encerró en un almacén con su primo. Pero, cuando salió para encontrarse con su guardián, el amigo de este y contigo… vio que ambos estaban muy preocupados por ti. Estabas desmayada en el suelo junto a ellos. Hasta que el amigo de su guardián perdió también el conocimiento.”
“Ah, Rinne… Ugh. Ese día sigue siendo un misterio.”
“No entiendo por qué no les preguntas de frente. Sé que les podría doler revivir lo que ocurrió, pero mereces saber la verdad.”
“Lo sé. Pero no soy tan insensible como para hacer algo así.”
“…” Neuvillette la observó en silencio.
“Ah, Neuvillette. Lo siento.” Eureka le sonrió, un poco triste. “Te dejamos de lado.”
“No, yo lo lamento. No tengo mucho que comentar al respecto. No sé nada de lo que ocurrió porque aún no había nacido en ese entonces… aunque debo aclarar que estoy de tu lado, Eureka-dono. Pienso que lo más pertinente es respetar a tus amigos.”
“Gracias.”
“¡Ack! ¡No seas así, Neuvillette-chan! Si vas a intervenir, ¡tienes que ponerte de mi lado!” Se quejó Gojo.
“Jaja~” Eureka se aventó a darle un par de palmaditas en la cabeza a su Child. “Buen chico.”
“…” Neuvillete solo asintió, complacido.
“¡JAJAJA!” Gojo intentó aguantarse las risas en vano. “¡Es tan gracioso verte interactuar con tu Child! Él parece más tu padre que tu hijo.”
“…No le hagas caso, Neuvillette.”
“…” Neuvillete asintió de nuevo.
“Pero bueno…” Eureka se cruzó de brazos en la mesa. “¿Qué aprendiste con lo que te conté?”
“Ese rebel que viste debe estar vinculado a los orphans que aparecen en los callejones de la zona por la noche. Aunque… es extraño que pueda cambiar de forma a su antojo. Pienso que tal vez han experimentado con él.”
“¿Eh? Recuerdo que algo así mencionaron Rinne y Madara, pero… ¿a qué te refieres?”
“Podía cambiar la forma de su cuerpo a su antojo. Si quería que su brazo se convirtiera en una estaca, lo materializaba sin problemas. No usó ningún tipo de arma más que su propio cuerpo, según lo que me contó Fushiguro. Debo suponer que eso también podrían afirmar tus amigos.”
“Pero si mal no estoy, los rebels también tienen capacidades y habilidades. ¿No podría ser una de ellas?”
“Sí, es cierto.” Gojo se tomó el mentón, pensativo. “Es solo que… hay algo que no me cuadra del todo. Debo investigar más al respecto antes de seguir especulando.”
“No me digas que irás al callejón en cuestión…”
“No.” Gojo sonrió. “Pero tal vez tendré que hacerlo más adelante. Descuida. Oikawa te contó que tengo poderes, ¿verdad?”
“Sí… porque eres un instructor HiME.”
“Ajá~”
“¿Pero no fuiste rebel? ¿Cómo confiaron en ti con tanta facilidad?”
“Yo también me pregunto lo mismo. Aun así, les conviene. Porque ahora Suguru está del lado de Rizembool. ¡Se invirtieron los roles!”
“Ese… ¿no es tu novio?” Eureka arqueó una ceja.
“Sip~” Gojo sonrió. “Y hablando de él, ¡le mandaré un mensaje! Llevo dos horas sin hacerlo. De seguro pensó que me morí.”
“O que al fin le estás dando un poco de espacio como de seguro quiere…” Murmuró.
“¿Qué dijiste?”
“Nada, nada.” Eureka sonrió. “Bueno, ¿podemos retomar las compras de Neuvillette? O empezarlas, porque nos desviamos del punto de esta salida para hablar de lo que me pasó.”
“Bueno.” Gojo se levantó, así como Neuvillette y la HiME. “Sé que no tienes presupuesto para ello, pero… tu Child me da las vibras de que deberíamos comprarle ropa en la zona más exclusiva de Ginza.”
“Aw, qué lindo hablas de él. Por qué no le pagas todo, ¿entonces?” Eureka le sonrió.
“No soy tan buena persona. Pero si me haces un par de favores, tal vez podría comprarle ropa a cambio. ¡O lo que quieras!”
“Dios, ya llevo haciendo demasiados pactos con el diablo.” Eureka suspiró, indignada con sus propias decisiones. “Supongo… que hablas de lo de Venti, ¿no?”
“Ajá~ Debes tener a una amiga HiME que necesite compañía. ¡Te juro que no se arrepentirá de ello!”
“…Siento que sí, pero bueno.” Eureka suspiró. “Como te dije, indagaré si hay alguien que esté dispuesta a ello… si bien dudo que alguna chica acceda.”
“¿Acaso todas tienen keys y están esperando que nazca su Child o qué?”
“¡Tal vez! ¡Quién sabe!”
“Tu generación es tan… rebelde y, al mismo tiempo, tan conservadora.”
“¿Eh? ¿Qué tiene que ver eso?”
“Bueno, quieren formar una familia tradicional a través de la magia HiME. Cuando puede ser más divertido: ¡El Child puede ser un equis! ¡Un donnadie! ¡Alguien a quien salvan de su miseria!”
“No sería… ¿como que lo adoptan?”
“¡Ajá!”
“Ya, eso no deja de ser una familia tradicional, si lo pones así.”
“…Supongo.”

Eureka soltó una risotada que retumbó por todo el food court mientras salían en dirección a las tiendas de ropa para hombres.


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna!! vengo fic, he estado jugando mucho Helios Rising Heroes que queria poner algo ghei entre una de mis ships de ese juego xD

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Will un joven rubio de cabellos cortos desordenados, de color de ojos marrones claros, miró al suelo con cierta amargura, el recuerdo de su infancia se filtraba con la misma fuerza que la brisa que entraba por la ventana del salón vacío. El eco de las voces de sus compañeros se desvanecía, dejándolo a solas con aquello que llevaba tiempo guardando en silencio.

-¿Por qué me sigues evitando, Siams? - murmuró para sí mismo, aunque sabía que el dueño de aquel nombre no estaba cerca.

La memoria le golpeó de repente, arrastrándolo hacia atrás, hacia esos días en los que todo había comenzado.

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El cielo estaba gris aquel día, y la lluvia recién había cesado, dejando charcos que reflejaban fragmentos de las nubes. Will tenía apenas ocho años cuando lo vio: un pequeño gato temblaba bajo un banco del parque, su pelaje enmarañado por el agua y los ojos abiertos de par en par por el miedo.

-Pobrecito… -susurró agachándose.

Pero alguien más se le adelantó. Un niño de cabello oscuro y mirada intensa corrió hasta el banco, arrodillándose frente al minino. Sus manos, a pesar de ser pequeñas, lo sostuvieron con cuidado.

-¿También lo viste? - preguntó el recién llegado, con la voz entrecortada por el esfuerzo de tranquilizar al animalito.
Will asintió tímidamente.

-Sí… estaba escondido. ¿Crees que podamos cuidarlo? -

El niño sonrió apenas, como si aquella pregunta hubiera encendido una chispa.

-Claro que sí. Me voy a presentar mi nombre es Siams.- dijo el pequeño observando al pequeño rubio-

-Yo soy Will… mucho gusto.

Y desde ese instante, ambos decidieron llamar al gato Kuro, convirtiéndose en el puente que unió sus mundos. Pasaron tardes enteras alimentándolo, construyéndole una caja de cartón como casa y turnándose para llevarle leche tibia. A través de Kuro aprendieron a confiar el uno en el otro.

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El recuerdo se mezclaba con las risas del pasado.

-Will, corre más rápido o Kuro se escapará -gritaba Siams, con el gato entre los brazos, riendo a carcajadas mientras huían de un guardia que les prohibía entrar al jardín de la escuela.

Will jadeaba, pero lo seguía con la misma determinación que lo acompañaría siempre.

-¡No lo sueltes, Siams! Te alcanzaré… siempre te alcanzaré.

Y así fue durante años. Will lo alcanzaba siempre, no importaba si era una carrera improvisada en el parque o un reto escolar. Siams era su meta, su razón, la presencia que lo llenaba de calidez.

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En la secundaria, sin embargo, algo cambió.

Siams había crecido se habia pintado sus cabellos a unos de color plateados dejando un poco de color negro en las puntas, al igual que sus ojos de color azul estaban ahora de color rojizo, su sonrisa se había vuelto más reservada y los pasillos que antes recorrían juntos ahora lo veían caminar rodeado de otras personas, gente que parecía absorber todo su tiempo. Will intentaba acercarse, pero siempre
terminaba encontrando excusas, evasivas.

-Lo siento, Will, tengo práctica… -decía Siams sin mirarlo a los ojos.

Otras veces ni siquiera se molestaba en inventar algo, simplemente se alejaba, como si la distancia fuera la única respuesta.

Will lo miraba marcharse, con los recuerdos latiendo en su pecho como heridas frescas.

-¿En qué momento dejaste de querer estar conmigo? -se preguntaba en silencio, apretando los puños bajo la mesa del aula.

A veces, en la soledad de su cuarto, se abrazaba a Kuro que ya era un gato adulto y le confesaba lo que nunca se atrevía a decirle a su amigo.

-Siempre lo supe, Kuro… lo que siento por él no es solo amistad. Pero… ¿qué pasa si Siams lo nota y por eso se aleja? ¿Y si nunca vuelve a mirarme de la misma manera?

El gato ronroneaba, sin saber lo que estaba pasando alrededor de él, pero su calor le daba a Will la ilusión de no estar del todo solo.
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Un día, en medio de un receso, Will reunió valor. Se acercó al lugar donde Siams conversaba con otros compañeros, riendo de una forma que ya no le mostraba a él.

-Siams… ¿podemos hablar? - dijo con voz firme, aunque por dentro temblaba.

El aludido lo miró, sorprendido.

-Ahora no, Will, después… - respondió con prisa, alejándose sin darle oportunidad.

La herida fue inmediata. Will permaneció allí, observando cómo la figura de su amigo se mezclaba con el bullicio de la multitud.


-Siempre dices después… pero ese después nunca llega… - susurró, bajando la mirada.

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La memoria lo devolvió al presente.

El aula vacía, la tarde cayendo detrás de los ventanales. Will suspiró, hundiéndose en la silla.

-¿Cómo llegamos a esto, Siams?… si antes éramos inseparables.

El sonido de pasos interrumpió su lamento. Levantó la cabeza y lo vio: Siams, más alto, más serio, con la misma mirada intensa de la infancia pero cargada ahora de una distancia que dolía.

-Will… - pronunció su nombre como si pesara demasiado en su boca.
El aludido se levantó de golpe.

-¿Qué quieres? -preguntó con una dureza que no sentía.

Hubo silencio, apenas roto por el tic-tac del reloj. Siams apretó los labios, sin saber por dónde empezar.

-Solo… quería ver si estabas bien-.

Will rió sin alegría.

-¿Ahora te importa? Después de ignorarme por meses, de alejarte como si nunca hubiéramos compartido nada…-

Siams dio un paso al frente, pero no encontró las palabras correctas.

-No es tan simple…-

-Para mí sí lo es -interrumpió Will con un brillo en los ojos que delataba más dolor que furia. -Para mí siempre fuiste lo más simple y a la vez lo más importante. No necesitaba nada más que estar a tu lado, Siams. ¿Por qué me dejaste atrás?

El silencio se volvió a manifestar.

Siams apretó los puños, como si una parte de él quisiera confesarlo todo, pero se contuvo.

-Porque tenía miedo -susurró -. Porque empecé a darme cuenta de que… lo que sentía por ti no era solo amistad. Y no sabía cómo lidiar con eso.

Will lo miró, sorprendido, sin poder responder de inmediato. El eco del pasado se quebraba y, entre los fragmentos, la verdad al fin aparecía.

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Las memorias de Kuro, de las risas compartidas, de las carreras interminables, se fundieron con el presente.

Will dio un paso hacia Siams, el corazón desbocado.

-Entonces… ¿todo este tiempo…?-

Siams lo interrumpió, bajando la mirada.

-Sí. Y por eso me alejé, porque temía arruinarlo todo. Pero ahora me doy cuenta de que lo arruiné igual.-

El aula parecía demasiado pequeña para contener el peso de aquel instante.

Will respiró hondo, y por primera vez en mucho tiempo, sonrió con la misma sinceridad de su niñez.

-Eres un idiota, Siams… pero al menos ya no tengo que seguir corriendo detrás de ti.

Y al pronunciar esas palabras, sintió que los años de dolor y distancia empezaban a deshacerse, como la lluvia que deja paso al sol después de una larga tormenta.

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Will permaneció de pie frente a Siams, su respiración entrecortada por la oleada de emociones que lo atravesaban. La confesión que había esperado por años aún flotaba en el aire.

Entonces… ¿todo este tiempo me alejaste porque… sentías lo mismo que yo? -su voz temblaba, incrédula, como si temiera que un mal movimiento pudiera deshacer aquel milagro.

Siams desvió la mirada, con el ceño fruncido y los puños apretados.

-Sí… -dijo apenas audible- Porque me daba miedo que al descubrirlo me rechazaras, que dejaras de verme como tu amigo de toda la vida. Preferí poner distancia antes que arriesgarlo todo… aunque ahora sé que eso fue lo que realmente nos destruyó.

Will dio un paso más hacia él, sus ojos brillaban entre la rabia y la ternura.

-¿Y creías que yo estaría mejor viéndote darme la espalda? ¿Creías que no dolía? -alzó la voz, con un nudo en la garganta-Siams, cada vez que me apartabas, yo sentía que estaba perdiendo una parte de mí mismo… porque desde ese día en el parque, cuando encontramos a Kuro, supe que quería estar contigo para siempre.-

El silencio los envolvió, apenas interrumpido por el golpeteo de la lluvia contra las ventanas.

Siams levantó la cabeza, sorprendido por aquella declaración tan clara, tan directa.

- ¿Siempre… lo sentiste? -

Will asintió sin vacilar.

-Desde siempre. Y no me importaba si tú no lo sientes, porque con solo estar a tu lado yo ya era feliz. Pero me quitaste hasta eso… -sus ojos se llenaron de lágrimas contenidas-. No sabes cuánto recé porque volvieras a mirarme como antes.

Siams retrocedió un paso, con el rostro contraído de culpa.

-Lo sé… y lo siento más de lo que puedes imaginar. Pasaba las noches pensando en buscarte, en contártelo todo… pero el miedo me paralizaba. Me odiaba por dejarte solo, pero me aterraba perderte si descubrieras lo que en verdad sentía.-

Will respiró hondo, y en un arranque de determinación lo tomó de la muñeca, obligándolo a mirarlo a los ojos.

-Pues ya no tienes que esconderte más, Siams. Porque lo que sientes es lo mismo que yo he guardado todo este tiempo.-

La cercanía los dejó sin aire. Siams observó cómo los labios de Will se curvaban en una sonrisa temblorosa, mezcla de alivio y ansiedad. Durante años había reprimido aquel deseo, pero ahora, con la verdad expuesta, no había marcha atrás.

-Will… -su voz se quebró-. Te juro que nunca quise hacerte daño.

El joven rubio negó con la cabeza suavemente.

-Ya no importa, lo único que quiero es que no vuelvas a alejarte de mí.-

Ambos quedaron en silencio, sus respiraciones agitadas llenando el espacio. El reloj del aula marcaba el paso de los segundos, cruel testigo de aquel momento decisivo.

Y entonces, como si una fuerza invisible los guiara, Siams dio un paso al frente. Sus rostros quedaron a escasos centímetros. La tensión era tan densa que cualquier palabra habría resultado inútil.

Fue Will quien cerró los ojos primero, dejando que sus labios buscaran a los de Siams con una timidez contenida. El contacto fue suave, apenas un roce, pero lo suficiente para desatar un torrente de emociones que habían esperado años en silencio.

Siams respondió con torpeza al principio, pero pronto su necesidad lo arrastró a profundizar el beso, sosteniendo el rostro de Will con ambas manos, como si temiera que desapareciera de un momento a otro. El mundo se deshizo a su alrededor: no existían el aula, la lluvia, ni los años de distancia, solo la certeza de que al fin estaban donde siempre debieron estar.

Cuando se separaron, ambos jadeaban, sus frentes apoyadas una contra la otra.

-¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer? -murmuró Siams, aún nervioso por todo lo que estaba pasando ahora mismo.

Will rió entre lágrimas.

-Sí… y no pienso arrepentirme nunca.

El brillo en los ojos de Siams era distinto, ya no había miedo ni dudas, solo la decisión de no volver a perderlo.

-Prométeme algo, Will -dijo con voz firme- Prométeme que, pase lo que pase, seguiremos juntos. Que no importará cuántos problemas aparezcan ni cuánto nos quieran separar… porque esta vez no pienso dejarte.-

Will lo miró fijamente, con el corazón desbordando en su pecho.

-Lo prometo. Pero prométeme tú también que no volverás a huir. Siams, si alguna vez dudas de lo que somos, recuérdame la primera vez que nos conocimos por primera vez.-

-Lo haré -respondió sin vacilar-. Te lo juro.

El eco de esa promesa se grabó en el silencio del aula, como si el tiempo mismo los sellara en un pacto eterno. Afuera, la lluvia comenzó a cesar, y un rayo de sol se coló entre las nubes, iluminando el lugar con una claridad inesperada.

Siams acarició el cabello de Will con una ternura que contrastaba con los años de distancia que habían soportado.

-Te amo, Will… -susurró, como si la confesión pesara y liberara al mismo tiempo.-

El aludido sonrió ampliamente, con lágrimas rodando por sus mejillas.

-Yo también te amo, Siams. Desde siempre, desde aquel primer día.-

Volvieron a besarse, esta vez sin miedo, con la intensidad de quienes saben que los años de silencio ya no tienen poder sobre ellos. Era un beso cargado de futuro, de promesas y de un amor que había nacido inocente y que ahora, después de tanto dolor, era más fuerte que nunca.

Cuando se separaron, Will tomó la mano de Siams y entrelazó sus dedos con firmeza.

-Vamos a empezar de nuevo, ya no como amigos de la infancia… sino como pareja.-

Siams asintió, apretando su mano con fuerza.

Ya en la actualidad…

En un departamento pequeño, pero para Will tenía el tamaño justo de un sueño cumplido. Cada rincón llevaba la huella de la vida en común: los libros de anatomía de Siams apilados sobre la mesa, las tazas de café que Will dejaba olvidadas en la repisa, y las fotografías enmarcadas que guardaban los recuerdos de ambos.

Aquella mañana, mientras se ajustaba la mochila para dirigirse a Hanasaki, Will envió un mensaje rápido a Siams, que ya debía estar camino a sus clases en Rizembool.

"No olvides almorzar, tonto. Te dejé comida en la nevera."

La respuesta no tardó en llegar:

"Lo sé, Will. Gracias… aunque preferiría comer contigo. Te extraño incluso cuando acabamos de despedirnos."

Will sonrió, sonrojándose a pesar de estar solo. El eco de esa ternura lo acompañó hasta el campus.

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Kobato lo esperaba en la cafetería universitaria, agitando la mano con su energía habitual.

-¡Will! Aquí, aquí. -su sonrisa iluminaba la mesa mientras apartaba un cuaderno para hacerle espacio.

Will se dejó caer en la silla frente a ella, suspirando con alivio.

-Gracias por guardarme sitio.-

Kobato lo miró con picardía.

- ¿Y bien? ¿Cómo va la vida de conviviente? Cuéntamelo todo, que muero de curiosidad. -

Will se llevó la mano a la nuca, algo avergonzado.

-No es nada especial…-

-¡No me mientas! – La pelicastaña lo interrumpió, inclinándose hacia él-. Sé que Siams parece frío por fuera, pero tú siempre dices que contigo es diferente.-

Will bajó la mirada, sonriendo con suavidad.

-Es cierto. Aunque ahora está absorto con sus clases en Rizembool, siempre llega a casa y lo primero que hace es preguntarme cómo estuvo mi día. Anoche, por ejemplo, se quedó estudiando hasta tarde, pero aún así me preparó té porque me vio cansado.-

Kobato lo observó con ternura.

-Se nota el amor que sientes por él.-

-Claro, siempre me ha gustado desde que éramos unos niños- respondió Will sin dudar.

La sinceridad de sus palabras dejó un instante de silencio entre ambos.

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Después de almorzar, caminaron juntos hacia la biblioteca.

-Pero dime algo -preguntó Kobato, retomando la charla-. ¿No es difícil que estén en universidades distintas? - Digo, Hanasaki y Rizembool no están tan cerca.

Will suspiró, ajustándose la correa de la mochila.

-Sí, es difícil. Hay días en que apenas nos cruzamos unas horas por la mañana o por la noche. Pero creo que eso hace que valoremos más el tiempo juntos. A veces nos quedamos despiertos hasta tarde hablando de nuestras clases, o cocinamos algo sencillo para cenar y terminamos riéndonos de cualquier tontería. No importa lo ocupado que esté, siempre encuentra un momento para mí.

Kobato sonrió con dulzura.

-Suena a que realmente se aman. -

El joven asintió, mirando el cielo despejado sobre el campus.

-Lo hacemos. Y cada día me convenzo más de que todo lo que pasamos antes, esa distancia dolorosa en la secundaria nos preparó para esto. -

Kobato lo empujó suavemente con el hombro.

-Me alegra verte así. Aunque te advierto como tu amiga, me tienes que invitar seguido a tu departamento, ¿Puedo invitar a mi novio Tsubasa verdad?

Will rió.

-Claro, aunque ambos tendrán que soportar a Siams  mirándolos con su típica desconfianza.-

-Mientras tú estés sonriendo como ahora, no me importa -dijo la pelicastaña con una suave sonrisa-

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Esa noche, al regresar al departamento, Will encontró a Siams dormido en el sofá, los libros aún abiertos a su alrededor. Se acercó despacio, cubriéndolo con una manta.

-Trabajas demasiado… -susurró, acariciando suavemente su cabello.-

Siams abrió apenas los ojos y murmuró medio dormido:

-Will… estás en casa…-

El departamento, pequeño pero lleno de amor, se convirtió en su refugio, donde cada día compartido reforzaba la promesa que habían hecho años atrás: nunca volver a separarse.

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matta ne!!
« Last Edit: August 31, 2025, 06:00:37 PM by Mimi Tachikawa »


Kana

Iconos pendientes*

La sala de astronomía de la mansión Lancaster estaba en silencio, apenas interrumpida por el suave crujir del telescopio y el brillo lejano de las estrellas que se filtraba a través de la ventana. Henry, con su cabello rubio como el oro y sus ojos calipso brillando con interés, se quedó mirando por el ocular, pero su atención realmente estaba en Kana. Ella observaba el cielo con una sonrisa serena, sus cabellos platinados ondeando suavemente en la brisa que entraba por la ventana, mientras sus ojos mauve parecían perderse en el infinito. Para el rubio heredero Lancaster, las estrellas eran pequeñas e insignificante al lado del misterio que envolvía a Kana.

—¿Sabes?— dijo Henry en un susurro suave, rompiendo el silencio —Me da la sensación de que nos conocemos de toda la vida. Como si nuestras almas se encontraran en algún lugar de un pasado inconcluso. Quizá trágico, pues siento que es como aquellas historias de hilo rojo que, por lo que sé, no terminan de buen modo.— el rubio sonrió para si mismo —Perdón, a veces digo cosas sin sentido.

Kana giró la vista hacia él, con un brillo de curiosidad y complicidad en sus ojos grandes. —A veces siento que nuestras historias se cruzaron antes, en algún tiempo que no podemos recordar claramente. Como si nuestras vidas estuvieran entrelazadas por un destino mágico y misterioso, que nunca se logró concluir. Como un cuento sin final o algo así.

Henry sonrió, inclinándose ligeramente hacia adelante. —Es extraño. En medio de toda esta... fiesta y los miembros de la nobleza, aquí estamos, en silencio, hablando como si fuéramos totalmente ajenos a todo. Tú eres tan diferente al mundo que me rodea, pero a la vez, tan familiar. No me arrepiento de haber intercedido aquel día que batallabas en Hanasaki contra aquella Princess y te pido disculpa si fui un mal educado al entrometerme en tus asuntos.

—Debo confesarte que hace un tiempo atrás alusinaba mucho con los cuentos de príncipes y princesas, los castillos y la nobleza, pero...— Kana levantó una ceja, dejando escapar un suspiro —Creo que Cain hizo que detestara esa ilusión distorcionada en mi mente demostrándome con su actitud lo frívolo y triste que es el mundo de los adinerados. Pero tú eres muy distinto a ellos. Me siento cómoda contigo y extrañamente familiarizada a tal punto que creo fielmente en que nos conocimos en nuestra vida pasada
—Me siento cómodo contigo, Kana. Como si no tuviera que fingir ser alguien que no soy. Me gusta tu forma de ser y agradezco que seas tan amable conmigo. Puedes ser una chica fuerte y ruda siendo HiME, pero también eres empática y gentil al mismo tiempo.— Henry la miró con ternura y confusión.
—Pero no todo en mí es fuerza.— Kana bajó la vista por un momento, seria frunciendo el ceño por la frustración. —La verdad es que no me siento lo suficientemente fuerte para enfrentarme a los Rebels de Rizembool. Mis poderes se han debilitado, y eso... Me asusta.— le confesó al rubio.
—Tú eres más fuerte de lo que crees. Lo has sido siempre, solo tienes que confiar en esa fuerza. Eres capaz de vencer a tus rivales y salvar a tu gente. Lo sé, aunque no me puedas dar razones concretas.— Henry frunció el ceño, acercándose un poco más. —Mira, eres como aquella estrella.— se la mostró a través del telescopio.

Kana lo miró, sorprendida por la sinceridad en sus ojos. —Gracias, Henry. Tú siempre sabes cómo hacerme sentir mejor, incluso cuando yo misma dudo.— le sonrió.

Se hizo un espacio de silencio cuando Henry le iba enseñando estrellas a Kana y esta prestaba atención. Después de unos momentos, ambos se levantaron y, dejando atrás las estrellas, descendieron las escaleras de la sala de astronomía y volvieron a la mansión, listos para volver a la fiesta. La presencia del uno para el otro había convertido esa noche en algo más que una fiesta de vanidades.

Cuando volvieron a la sala principal del castillo Lancaster, decidieron separarse para no llamar la atención. Henry se fue con sus primo quienes eran idénticos a él en cuanto a la apariencia pero Kana distingue sin problema a Henry de entre tantos Lancaster rubios pues Henry brilla de una forma particular. En tanto, Kana fue a cumplir la misión que la llevaba esa noche a inmiscuirse en el castillo de los Lancaster.

Se cruzó entre algunas personas, todas finas, elegantes y perfectas, y fue hacia el punto sur del salón pero de pronto chocó con alguien y eso la preocupó pues temía ser descubierta. La joven alzó la mirada preocupada, dispuesta a disculparse con el noble con el que chocó.

—...— Cain le alzó la ceja, con copa en mano y sin molestarse en varias su expresión de indiferencia. Dio un sorbo a su trago. —¿Qué haces aquí?
—Iakk...Cain...
—¿Pensabas que no me iba a dar cuenta de que te infiltraste en mi castillo? Nada, absolutamente nada, pasa desapercibido por mi en este lugar. Ni creas que no noté que te llevaste a Henry. ¿Para qué lo quieres ahora? ¿Otra misión suicida que involucra el absurdo mundo de las HiMEs y los Rebels?
—Pues... Si se trata de una misión suicida que involucra el absurdo mundo de las HiMES y los Rebels.— repitió sus palabras, socarrona. —Pero te busco a ti.
—¿Para qué?
—¿Podemos hablar en privado?
—¿No ves que soy el alma de la fiesta? Extrañaran mi ausencia.— dijo con tal sarcasmo que ni Kana pudo contener una risa. —Búscame en el ala superior donde está la biblioteca... Te será fácil llegar hasta allí. Tal veo que tienes el don de inmiscuirte cual roedor en terreno ajeno.— sin más, la dejo de lado engrifándola por sus palabras y se fue a conversar con un socio.
« Last Edit: August 31, 2025, 08:34:44 PM by Kana »