Author Topic: SeeDs in the Garden – revival  (Read 52955 times)


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #60: March 31, 2021, 06:00:56 AM »
Los recién graduados Seed se habían reunido aquella mañana en la cafetería, jugando algunos a las cartas (tenían la esperanza de que algún día podrían desafiar al mismísimo Club de Fumadores si seguían así), y otros simplemente cotilleando. Después de un par de horas de relajada conversación, las latas de bebida y bolsas de aperitivos se acumulaban en la mesa.

- ...y, por eso, creo que deberíamos ir... ¡a la piscina! - Dante fingió que cerraba un portátil imaginario, tras lo cual se cruzó de brazos.
- Eso me recuerda, quiero comprarme un bikini que vi el otro día. - Kora miró de soslayo a todas las chicas de la mesa y a Shun. - ¿Alguien me acompaña?
- Sí, pobrecita, tienes que tener el armario vacío. - Remarcó Yuri. - Yo también voto por la piscina.
- ¡Kora Lionheart!

Las cuerdas de acero de Apollo sobresaltaron no sólo a Kora, sino a toda la mesa. El secretario parecía nervioso, y antes de que nadie pudiera recriminarle la pérdida parcial de audición que probablemente les acababa de provocar, siguió hablando:

- Lionheart, ¿sabes dónde está tu hermano? No ha venido aún, y no sé por qué pero Franziska va a culparme a mí de todo esto.
- ¿Qué? ¡No! No sé nada de Graham desde... antes de ayer. - Kora entrecerró los ojos. Empezaba a disparársele una alarma en la cabeza, y era de las malas. - ¿¡Dónde está Graham!?
- ¡Eso acabo de preguntarte!

Con una fiereza en su voz que hacía parecer que rugía en vez de hablar, Kora se había levantado, dejando caer sus cartas al suelo. Graham no había faltado ni un sólo día desde su nombramiento como Comandante, dejando a un lado su rendimiento laboral en la oficina. Y la chica estaba segura de que hubiera avisado a alguien si hubiera surgido una urgencia.

- Kora, tranquilízate... - Shura le puso una mano en el antebrazo. - A lo mejor tiene días libres.
- No, no lo tiene. - Apollo negó con la cabeza. - Vale, ire a avisar a dirección. Espera aquí.
- ¿Esperar aquí?

El tono de Kora sirvió para paralizar a Apollo en mitad del movimiento, quedando con medio cuerpo girado, dispuesto a partir rápido a informar a la subdirectora. La chica tenía los brazos en jarras, y lo miró con ojos entrecerrados.

- Mi hermano ha desaparecido, inútil, ¿y crees que me voy a quedar sentada esperando?

Sin mediar palabra, Kora dio media vuelta sobre sus talones, y empezó a caminar en dirección al pasillo, apartando de un empujón a Apollo, que casi cayó a la mesa donde estaban los Seeds, volcando latas vacías.

- ¡Kora, espera!

Shura y Yuri fueron los primeros en salir tras ella, terminando de empujar a Apollo, y tras unos momentos de mirarse entre ellos, el resto de recién graduados que había en la mesa los siguió. Apollo sólo agradeció que tuvieran la decencia de esquivarlo mientras trastabillaba hacia atrás.

Kora ya había recorrido la mitad del pasillo que unía el comedor con el primer piso con sus largas y rápidas zancadas, aunque no tenía claro a dónde iba a ir siquiera. Yuri la alcanzó, sujetándola del brazo para que frenara.

- ¡Quieta, fiera! Ni siquiera sabemos si le ha pasado algo a Graham. Cálmate, ¿quieres?
- ¡No! - Kora se sacudió para soltarse del agarre. - Ha pasado algo. Graham no se iría sin explicación o sin avisar antes. Vamos a buscarlo.
- ¿Dónde, si puede saberse?
- ¡No lo sé! - Retomando su rápido ritmo, Kora siguió recorriendo el primer piso, en dirección al centro. Yuri mantuvo el ritmo a su lado, y pronto les alcanzó Shura.
- ¿Hablaste con él antes de ayer? ¿Cuándo fue la última vez que lo viste?
- Lo vi a por última vez a mediodía. - Contestó Kora. - No dijo nada en especial.

Cuando llegaron al vestíbulo, Kora se detuvo. Pasó su vista de la salida al exterior al ascensor, cada uno a un lado. No tenía claro por dónde empezar a buscar, lo único que entendía era que tenía que encontrar a su hermano cuanto antes...

“Antes de que ocurra una desgracia.”, terminó el pensamiento sin poder evitarlo.

- ¿De qué va todo esto? - Preguntó Neko al alcanzarla.
- No te preocupes, Kora, te ayudaremos a encontrar a Graham. - Le animó Shun.
- Yo sólo digo que como simplemente esté haciendo pellas vamos a quedar como los tontos del pueblo... - Intervino Dante.

Kora no tuvo tiempo de contestar a los comentarios de sus compañeros. Al poco de haber llegado ellos al vestíbulo, por la puerta de la entrada vio pasar una figura familiar. Le había costado unos momentos reconocerla, ya que no llevaba gafas, y la manera de caminar, erguida y con el mentón alzado, era completamente diferente de la que recordaba.

- Tú... - Murmuró, entrecerrando los ojos.

La chica llegó hasta la altura en que el pasillo del vestíbulo se unía con el anillo que era el círculo del primer piso, con pasos cortos y rítmicos. Allí, miró a su alrededor, cuando su mirada se cruzó con la de Kora.

- ¿Qué te pasa? - Preguntó con una media sonrisa. - ¿Buscas algo?
- ¿¡Qué le has hecho a mi hermano!?

Kora, escapándose por unos centímetros del agarre de Yuri, se encaró hacia la otra chica. Tenía los dedos de las manos estirados, empezando a concentrar calor en la palma. Pero la chispa que llegó a encender murió rápidamente, ya que si bien su compañero no había conseguido detenerla, lo que la desconocida le mostró hizo que frenara en seco por puro instinto.

No había nada sospechoso en el teléfono que la chica sostenía en la mano, con una corta secuencia de números escrita en la pantalla, pero un Seed sabía perfectamente que en algunos casos, una simple llamada podía tener consecuencias fatales. Con el tiempo, los rudimentarios detonadores de bombas con un brillante botón rojo habían terminado por ceder el paso a simples aplicaciones de teléfono móvil.

La actitud de Kora había llamado la atención en un principio, haciendo que algunos presentes se quedaran por el morbo que producía siempre una pelea entre estudiantes. Pero las palabras que pronunció hizo que se hiciera el silencio entre los presentes.

- No te muevas, o te aseguro que no volverás a verlo.
- ¿Qué le has hecho a mi hermano? - Masculló Kora, entre dientes.
- Nada en comparación a lo que se merece… - La chica dio unos pasos hacia el centro del vestíbulo, colocando una mano en la cadera. - ...Todavía.
- ¿Qué está pasando aquí?

De entre la multitud de estudiantes y Seeds que se habían reunido en el vestíbulo, silenciosos ante la amenaza directa de la desconocida, salió Date. El instructor frenó en seco, manteniendo una distancia prudencial de la chica al ver el aparato en sus manos. Al verlo, tan sólo le dedicó una mirada cargada de rabia, apretando la mandíbula en una sonrisa amenazadora antes de dirigirle la palabra.

- Vaya, vaya, instructor Masamune... cuánto tiempo, ¿no?

Las palabras de Tsubaki parecieron confundir al hombre por unos momentos, y ante la atónita mirada de todos los presentes, la joven empezó a cambiar su apariencia. La piel se ondulaba, retorciéndose sobre sí misma al tiempo que se amoldaba a un cuerpo más ligero y alto, sus rasgos faciales se reajustaban rápidamente sobre el rostro, y el cabello se alisó, cayendo en una cascada rojiza por su espalda.

- Pero si eres… Tsubaki… Tsubaki Yayoi. - Dijo Date.
- ¿Te acuerdas de mi padre? - Tsubaki entrecerró los ojos. - Claro que te acuerdas... pero serás uno de los pocos. Si no, ¿cómo habríais puesto a su asesino como Comandante del Jardín?

Se empezó a oír un murmullo entre la multitud. Todos los Seeds, eventualmente, terminarían matando a alguien. No serían pocas las misiones que obligarían a terminar con la vida de algún objetivo, o en algunas ocasiones, los daños colaterales eran inevitables.

- Sé lo que estáis pensando. - Tsubaki se dirigió a la multitud, cambiando su posición para enfrentarse a ellos. - Estáis muy equivocados. Graham Aker mató a mi padre por sus propios motivos. Vuestro Comandante no es más que un maníaco capaz de quitar de en medio a quien haga falta para conseguir lo que quiere.

Las voces de los presentes se alzaron ligeramente. La historia de Tsubaki había pasado de ser relativamente plausible a sonar como una venganza desesperada.

- ¡Lávate la boca antes de hablar de mi hermano!

Kora había avanzado unos pasos, cegada por la rabia momentáneamente, siendo detenida por el agarre de Date. Tsubaki le dirigió una mirada de desprecio, aunque parecía divertirle la desesperación que mostraba la chica.

- ¿Qué es lo que quieres? - Le preguntó el instructor.
- Me alegra ver que estáis tan dispuestos a negociar. - Tsubaki fingió una sonrisa. - Es muy fácil. Quiero que el Jardín de Balamb destituya inmediatamente a Graham Aker como Comandante y que sea justamente castigado por el asesinato de mi padre.

Tsubaki dejó que pasaran unos segundos de silencio antes de terminar su oferta.

- Si no, cuando haga esta llamada, Graham Aker morirá y le haré un gran favor al mundo. Y más vale que no intentéis nada.
- Si quieres que te tomemos en serio, deberías ser más comedida a la hora de hablar de nuestro Comandante.

La voz de Auron, con su tono rasposo y seco, no era la más alta del lugar, pero sus palabras parecieron resonar en todo el vestíbulo. El antiguo Comandante se abrió paso entre la multitud, quedando a unos pasos de Tsubaki. Iba acompañado de dos hombres vestidos con el uniforme de Balamb, uno de ellos con gafas y pelo castaño corto, y el otro alto y de piel oscura, destacando por unas rastas rojizas atadas en una coleta. Tsubaki entrecerró los ojos al verlos, con los labios apretados en una mueca de odio.

- Tú eres el peor de todos. - Tsubaki siseó primero, dirigiéndose a Auron, pero la rabia en su voz no tardó en escucharse. - Y vosotros dos lo encubristeis... ¡No sólo dejasteis que Graham saliera impune, sino que además el Comandante lo premió con el rango de Seed! ¡Graham es un asesino, y todos tienen derecho a saberlo!

El silencio se hizo más profundo si era posible. Las miradas recayeron sobre Auron, que permaneció en silencio unos momentos antes de responder nada. Si estaba meditando sus palabras o esperaba que el silencio sacara lo peor de Tsubaki era algo imposible de descifrar.

- Lo que ocurrió aquel día fue un accidente, Tsubaki.
- ¡No es verdad!

Y como era de esperarse, los murmullos se encendieron como una chispa. Auron no había rechazado completamente la versión de Tsubaki, sino que había ofrecido una versión mucho más subjetiva.

- ¿Accidente? ¡Graham mató a mi padre cuando le dijo que había suspendido la prueba Seed! ¿Qué accidente ves tú en eso? - Tsubaki se giró hacia la multitud, con una sonrisa perversa en el rostro. - ¡Vuestro patético Comandante ni siquiera pudo pasar la prueba!

Era casi imposible oírse los unos a otros entre la multitud, de tan altos que eran sus murmullos. Las palabras de Tsubaki empezaban a tener un sentido macabro y las piezas de su versión empezaban a encajar, poco a poco. Parecía difícil de creer que el mismo Graham al que tanto admiraban fuera capaz de un crimen tan egoísta, pero la vehemencia con que Tsubaki defendía su caso empezaba a calar entre algunos.

- ¡Eso es mentira, Tsubaki! ¡Graham pasó la prueba con nosotros!

Esta vez había hablado el hombre de gafas, apuntando con el dedo a la chica.

- Has tardado mucho en salir a defender a tu amiguito... Howard Mason. - Tsubaki entrecerró los ojos en amenaza, siseando el nombre del SeeD. - Graham suspendió, ¡y cuando mi padre se lo dijo-!
- Graham pasó su prueba Seed junto a Howard y Daryl. - Interrumpió Auron. - Pero tu padre decidió suspenderlo.
- ¿¡Y por eso merecía morir!?

Los ojos de Tsubaki empezaron a llenarse de lágrimas. Cada vez estaba más nerviosa, y la mano con que sujetaba el dispositivo temblaba, pero sus dedos de momento estaban lejos del botón. El silencio había vuelto a hacerse entre los Seeds, que esperaban una nueva versión de los hechos.

- Tú no estabas allí aquel día. - Continuó Howard. - No desde el principio. Graham no tiene la culpa de lo que pasó.
- ¡No pienso escuchar más mentiras y excusas!
- Todos te hemos escuchado a ti. - Dijo Auron. - Ahora, nos toca hablar a nosotros.
« Last Edit: March 31, 2021, 06:03:06 AM by Kora »


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #61: March 31, 2021, 05:29:47 PM »
No sé que me ha entrado a mí con los fics donde la gente come. Este aporte viene patrocinado por las mil pausas alimenticias que hice :v






—Oye, y dime una cosa pe-… —Pip cerró su boca llena de comida y masticó unos segundos con gesto pensativo.

—¿Una cosa Pe? —La chica ladeó la cabeza y robó otra patata frita con impunidad.

—No, es que te iba a llamar pequeña amenaza, porque —Pip señaló a Gaudy de arriba a abajo con un movimiento de muñeca,— tal, pero creo que en realidad tu eres la mayor amenaza de los dos.

—¡Buah Raiko, te ha calado! —El rubio se echó a reír apartando las piernas y esquivando la patada por debajo de la mesa.

—¡Que te muerdo eh!

—¿Tanta hambre tienes que no tienes suficiente con comerte sus patatas?

Sobresaltado, Pip bajó la vista hasta su plato de patatas fritas al borde de la extinción.

—¿Cuándo demonios ha pasado esto?! —exclamó escandalizado y acunando el plato contra su pecho.

—Cuando no estabas mirando, —contestó Raiko esta vez dando un trago a hurtadillas del refresco de su compañero que reía distraído, y relamiéndose con cara de satisfacción.

Pip cerró la boca de nuevo, y entrecerró su ojo sano con una mirada de rencor, viéndose obligado a conceder el punto.

—Vale, razón tienes. —Y acto seguido agarró el puñado de patatas que quedaba y se las metió todas en la boca, haciendo que sus carrillos se hinchasen hasta hacerlo parecer un hámster.

—Ostras, —murmuró Raiko con los ojos muy abiertos,— respeto.

Incluso Gaudy parecía estar de acuerdo con el sentimiento porque asintió mientras masticaba, pero cuando fue a coger su vaso miró con sospecha al contenido del recipiente y después de reojo a su compañera que bebía de su propia lata con inocencia como si la cosa no fuera con ella. Pip tuvo que aguantarse la sonrisa para poder tragar tanta patata.

—Bueno, a lo que iba a preguntar, ¿exactamente cuáles son vuestras habilidades?

—¿No que habías tenido tiempo de investigar nuestros archivos? —Raiko se limpió los labios cuidadosamente con la servilleta de papel.

—A ver, si, he fisgado, pero no al detalle, y hay cosas que prefiero que me contéis vosotros.

—Algo de todo eso es mentira, —dijo Gaudy a medio mordisco,— pero no sé qué de todo.

—¿Me estás llamando embustero? —Pip levantó una ceja girándose a mirar al muchacho.

—Obvio tío, eres un mercenario, —corroboró el rubio,— tienes que poder mentir más que hablas.

Esta vez fue al instructor al que se le escapó la carcajada. Vaya par le había tocado. Y como suponía que ambas partes iban a ser igual de complicadas, decidió empezar esta vez por la más alta.

—Chaval, sin que te siente mal porque no pretendo ofender…—puso su mano sobre el brazo de Gaudy, y por un momento este la miró como si fuera a morderle, pero después arrugó las cejas esperando.— ¿tú tienes hermanos mayores?

El chico se sacudió la mano de encima y cambió su expresión por un gesto hosco, dando vueltas a su vaso.

—Lo digo porque me recuerdas mucho a un colega de profesión. Más alto, pero te pareces mucho y estaba pensando que igual... —Pip sabía de sobra de quién era hermano Gaudy, pero estaba convencido de que jugar la carta accidental sería mucho más productivo.

—¿Cómo se llama?

—Weber, —dijo Pip anticipando que el nombre no se le hiciera conocido.— Kurz Weber.

El rubio se puso tenso, pero no respondió. Pip se hizo el loco. Era una de sus mejores habilidades después de todo.

—Si no te suena da igual, además si recuerdo bien creo que Kurz no es de Invernalia sino de Schneider. —comentó mirando hacia el techo y frotándose el cogote como si intentase hacer memoria.

—Mi hermano… —murmuró Gaudy en voz baja,— mi hermano se llamaba Kurz, a lo mejor sí que es.

Raiko miraba de uno a otro con la servilleta apretujada entre las manos y la boca abierta de incredulidad, hasta que su instructor le palmeó suavemente la mejilla.

—Cierra el buzón y sigue comiendo, que ya está pagado. —después se giró a mirar al rubio y levantó una ceja con gesto de pregunta.— Que yo sepa sigue por ahí danzando, ¿cuánto tiempo hace que no lo ves?

Gaudy se mordió el labio y frunció el ceño.

—Yo tenía ocho años cuando se fue. —notó como Raiko le agarraba de la mano y apretaba.

—Y ahora tienes ¿qué, veinte? Eso es un cojón de tiempo. —refunfuñó Pip, pero se inclinó hacia adelante sobre la mesa y bajó mucho la voz buscando confidencialidad.— Me contó una movida sobre una espada y no se qué de una herencia.

El chico apenas pudo tragar saliva por el nudo que se le hizo en la garganta, pero la mirada hostil de la pelirroja le hizo saber al instructor que ambos estaban al corriente de sus respectivas historias. De que matarían el uno por el otro no tenía dudas, era lo esperado en un equipo SeeD.

—Así que si es el mismo sinvergüenza que conozco, no tienes que preocuparte. —Pip volvió a su posición relajada anterior.— Está más entero que yo y es peor que una mala hierba; pero está orgulloso de su hermano pequeño, y lo sé porque me lo ha dicho un puñado de veces hasta aburrir. Una vez estando en Smarthia…

—¿Haces esto para caernos bien? —la pregunta de Raiko no le sorprendió demasiado, ya se había dado cuenta de que la chica era desconfiada hasta decir basta y después un rato.

—¿Por qué debería? Además la simpatía de la gente se compra con comida. —Pip se encogió de hombros, y la pelirroja cedió a regañadientes ladeando la cabeza.

—Pero nos has invitado tú, hmm… —el rubio parecía haberse recuperado del bajón emocional y ahora lo miraba otra vez con sospecha.

Pip tenía que reconocer que se los habían dado cortados a media.

—¡Pero eso es porque me ha molado la exhibición! —Protestó llevándose una mano al pecho.— Qué lo peor sois, y además estáis completamente idos de la olla, ha sido un p’habernos matao tremendo.

—Pero te ha molado. —repitió Raiko juzgándole con una sonrisita imperceptible.

—Ya os dije que no iba a ser el adulto responsable de esta relación.

—¡Pero eres nuestro instructor! —protestó Gaudy.

Pip supo que si no los tenía ya en el bote estaban a punto de caramelo y sonrió con muchos dientes y un brillo ligeramente eufórico en su ojo sano.

—Cierto, pero yo nunca he dicho que YO si esté bien de la cabeza.


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« Last Edit: March 31, 2021, 05:40:09 PM by Airin »

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #62: April 30, 2021, 01:20:06 PM »

El garaje del Jardín se había convertido en una improvisada sala de planificación, al que habían bajado discretamente miembros de la directiva y un pequeño grupo de Seeds. Tras los primeros, se alzaba una pantalla gigante con el mapa de Balamb, en el que cinco puntos rojos parpadeaban.

- No podemos permitir que la primera desquiciada que pase ponga en peligro a nuestro Comandante por cualquier estupidez. - Empezó a hablar Franziska. - Daría la imagen de que es fácil ponernos en jaque, y por eso, debemos actuar rápidamente. Scientia, explique la situación.

El estratega del Jardín fue señalando los parpadeantes puntos en el mapa, cuatro de ellos situados en las fronteras del país y uno en el centro.

- Saldrán cinco equipos a las torres de comunicación que hay en Balamb. Creemos que el Comandante está atrapado en una de ellas, y nuestra prioridad es encontrarlo y traerlo de vuelta en el menor tiempo posible.

Entre los Seeds, uno de ellos, Aioria Kyrios, levantó la mano.

- ¿Sí, Kyrios?
- ¿Por qué estáis tan seguros de que se encuentra en una de las torres de comunicación? - Preguntó el joven, cruzándose de brazos. - Podría estar en cualquier parte.
- Buena pregunta. - Respondió Ignis. - Quizá debería responer el jefe de Investigación y Desarrollo, ya que ha sido él quien ha llegado a la conclusión.

Otacon carraspeó al ponerse en frente, y dio unos golpecitos a su micrófono para asegurarse de que funcionaba.

- Bueno, veréis... - Se subió las gafas con el dedo índice. - Como sabéis, las nanomáquinas que lleváis son rastreables en un área que abarcaría más o menos todo Balamb. Sin embargo, la señal de las nanomáquinas de Graham no aparecen por ninguna parte. Eso sólo puede significar una cosa... algo está bloqueando la señal.
- Algo como... - Intervino Milo. - ¿Una torre de comunicaciones?
- ¡Exacto! - Contestó Otacon, excitado. - La señal que emite la torre es lo suficientemente fuerte como para bloquear la que envían las nanomáquinas, y por tanto, es más que probable que Graham esté en una de ellas. Veréis, el sistema que las forma envía unas ondas, sin embargo, la frecuencia...

Antes de que Otacon terminara por darles una clase de nanotecnología, Franziska hizo restallar el látigo y se puso al frente.

- El equipo que encuentre al Comandante avisará al Jardín lo más pronto que pueda. Mientras, desde aquí trataremos de alargar las negociaciones con la secuestradora para compraros tiempo. ¡No se espera más que la perfección! ¿Alguna pregunta? ¿No? Bien.

Los Seeds presentes hicieron el saludo, así como Franziska y Ignis. Otacon tardó un poco en hacerlo, al haberse ensimismado con el funcionamiento de la pantalla parpadeante.

- Primer equipo: Aioria Kyrios y Tifa Lockheart, hangar número tres, torre Norte. - Empezó Franziska. - Segundo equipo: J. R. Camus y Milo Kircheis, hangar número cuatro, torre Oeste. Tercer equipo: Nicholas D. Wolfwood y Argilla Clay, hangar número cinco, torre Sur. Cuarto equipo: Yohji Kudou y Ran Fujimiya, hangar número seis, torre Este. Y por último, quinto equipo: Pip Bernadotte y Hokuto Sumeragi, hangar número siete,  torre central.

Todos asintieron, y a la señal de Franziska, partieron a los respectivos hangares. Pronto sólo quedaron Franziska, Ignis y Otacon.

- Esperemos que estés en lo correcto, Emmerich. - Le dijo Ignis.
- Esperemos... - Respondió éste.


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #63: April 30, 2021, 06:45:34 PM »
Mi alma pirata nunca se fue, solo estaba de viaje por otros universos ù_u Pero el 2021 empezó con sea-shanties y me han vuelto a sumonear al barco, back to the OGs!.
Our ship sails only one way 🏴‍☠️



 



—¡Hazte a la mar, decían! ¡Corre aventuras, vive la vida! ¿Qué vida?

—Tora.

— ¿Qué?

—¿Vas a quejarte cada puto segundo de vida que te queda?

—Y después de muerto os rondaré solo para que me sigáis oyendo quejarme. Aquí nos jodemos todos por igual.

Si no hubiera sido porque la herida de su costado sangraba demasiado como para dejar de apretarla y una conmoción cerebral habría sido muy contraproducente, Suigetsu habría ido a buscar a la hermana del joven para que lo dejase inconsciente de un guantazo y  le ahorrase las quejas constantes.
Porque Benitora siempre cumplía su palabra, pero tenía que quejarse por absolutamente todo mientras lo hacía. Y como no se callase de una vez Suigetsu no tenía claro que no acabase pegándole un mordisco para darle otro motivo. Porque ya total.

Para suerte de ambos otra mano, más grande y morena apartó la suya y apretó con un trozo de tela doblado sobre el agujero.

—Si aún tienes fuerzas para protestar no es tan grave, te ponemos un corcho y como nuevo. —A pesar de su voz grave, el tono despreocupado del último de sus tripulantes adquiridos les sacó una carcajada cansada a ambos. Shuuhei miró de reojo al chico de pelo planco y señaló la puerta a cubierta con la cabeza— Ve.

Éste asintió, limpiándose las manos ensangrentadas en los pantalones del herido.

—¡Suigetsu joder, que mi hermana me va a crujir!

—¡Pues que sea ella tu primera víctima de fantasma, empieza la ronda por la familia!

—¡Ponte las branquias capullo!

Como respuesta Suigetsu sólo le levantó el dedo del medio antes de salir.
Y cuando el viento embravecido cerró la puerta a su espalda de un golpe violento, el chico se dio cuenta que no había sido tanto una pulla como una advertencia, pues las olas chocaban contra la cubierta y la lluvia arreciaba contra sus ojos.

Buscó con la vista a su capitán y los demás miembros de la tripulación, pero de repente algó cayó contra su espalda haciendo que se tambalease hacia delante y resbalase por el suelo. Cuando vio que el proyectil había sido Sasuke, ahogó una maldición entre dientes y lo levantó por la camisa, examinándolo.

—¿Estás entero? —preguntó Suigetsu dejando que se mantuviera de nuevo en pie por si mismo.

—De momento. —contestó el chiquillo con la nariz arrugada.— ¿Benitora?

—Protestando, el bárbaro se encarga.

—Entonces todo correcto. —Sasuke se pasó la manga por la cara y se apartó el pelo pálido y mojado de la cara, mirando al mayor fijamente y con el ceño fruncido.— Tengo un mal presentimiento.

Suigetsu también tenía un mal presentimiento. Lo llevaba teniendo desde que había visto las nubes plomizas y con formas enroscadas en el horizonte. Probablemente se había levantado de la cama con el barrunto ya puesto y por eso había estado todo el día con el estómago revuelto. Lo raro era que nadie más lo hubiese notado hasta entonces.

—Lo que tienes es hambre, —desestimó. Sin embargo apretó su mano sobre la zona donde se unían cuello y hombro, apaciguando al chaval. Sasuke ya sabía que por muy boca chancla que Suigetsu fuera con él, le tomaba en serio cuando contaba.—Tira pa’ dentro, llega el relevo.

El chiquillo se escabulló bajo las escaleras sin más palabras. Suigetsu se ajustó los protectores sobre sus antebrazos y cruzó la cubierta a zancadas hasta llegar donde Ikkaku estaba… haciendo algo. ¿Eso era un arpón?

—¿Capitán? —preguntó a gritos para hacerse oír por encima del rugido del aire, abandonando cualquier presencia de actitud chulesca frente a la confusión.

Ikkaku apenas se giró a mirarlo, cogiendo otra de las armas amontonadas junto al mástil y frotando el filo con un trapo embadurnado en algo de color dudoso y que a pesar de la cantidad constante de agua que les caía encima olía acre y desagradable.

—¿Has comido alguna vez pez globo? —respondió el capitán con un sesgo en los labios que podría haber pasado más por una declaración de guerra que por una sonrisa por muy desquiciada que fuera.

Al chico se le pusieron hasta los pelos de la nuca como escarpias.

—¿Qué mierdas hay ahí fuera capitán? —Suigetsu tragó saliva porque lo que fuera que necesitase de esas defensas no quería encontrárselo ni en sus pesadillas. Y después de todo él y Sasuke volvían a tener razón, estaba harto de compartir su única neurona con el pequeño salvaje.

Podía escuchar las llamadas apresuradas de sus otros compañeros yendo y viniendo, a Yumichika cargando los cañones en preparación de otro ataque y la voz de Sakura alzándose clara y potente por encima de la tempestad.

—¡Es como mínimo del tamaño del barco, puede que tal vez más!

—¿Pero, lo qué? —Suigetsu corrió hacia ella, atrapándola al vuelo como había hecho hacía unos momentos con el mocoso que podría pasar por su propio hermano pequeño.

Fue Renji dejándose caer desde la jarcia del palo mayor quien respondió a su pregunta.

—¡Kraken! Si salimos de esta nos vamos a aburrir de comer pulpo.

—Joder, odio el pulpo.




tbc ... (row the boat, let’s go) 🏴‍☠️

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #64: August 31, 2021, 04:08:08 PM »
Mihoyo pls libera a Baizhu



Los paneles iluminaban con luz ultravioleta a una probeta grande, llena de un líquido transparente con una piedra flotando en el interior. La piedra tenía algo en su núcleo que le daba un resplandor rojizo, y Baizhu sabía que, si bien era un material inerte, de alguna manera estaba reaccionando a su exterior. El brillo parpadeaba de forma acompasada, como si fuera un latido. No estaba vivo, pero la energía electromagnética que estaba recibiendo lo afectaba.

Desde el momento en que habían encontrado aquellas rocas no había parado hasta conseguir una, arriesgándose a atravesar el campo de batalla en mitad del enfrentamiento. Por supuesto, nadie le había reconocido, y él se encargaría de que siguiera así. Los altos cargos se sentían más tranquilos si creían que los científicos no sabían desenvolverse más allá de su laboratorio. El estereotipo jugaba en su favor.

Miró de nuevo a la pantalla, estudiando los números que iban variando, y decidió dar el siguiente paso. Giró el rostro, mirando a la joven que estaba sentada en una silla de metal a unos metros de él. Apenas era una adolescente, y, más aún con la cara de muñeca que tenía, nadie diría que era un arma de destrucción masiva viviente. Uno podía sentirse bastante orgulloso de ella.

- Terra, cielo, ¿puedes activar la palanca a mi derecha, por favor? - Extendió los dedos, mostrando que no podía alcanzarla él.

La chica se levantó como si fuera un autómata, y sin decir ni una sola palabra, hizo lo que le había dicho. Subió la palanca, y Baizhu centró toda su atención en su experimento. Unas antenas se habían desplegado, apuntando hacia la roca en la probeta, y ésta empezó a emitir pequeños rayos de electricidad hacia ellos. Como había intuido que pasaría, la roca podía emitir energía, funcionando como una célula fotoeléctrica.

- ¿Qué te parece, Terra? - Se giró hacia la chica, que mantenía la mirada al frente.

Ésta no respondió, quedándose parada con la vista perdida en la brillante roca. Por primera vez en mucho tiempo, creyó ver un atisbo de interés en sus ojos.

- ¿Te gusta? Es bonita.

De nuevo, no obtuvo respuesta, por lo que Baizhu decidió terminar, y apagó las pantallas de luz ultravioleta. Al no tener más energía electromagnética, la roca dejó de emitir electricidad. La probeta quedó sumida en cierta oscuridad, tan sólo tenuemente iluminada por el latido que era resplandor rojizo de la piedra. Mentalmente anotó el buscar más de aquellas.

Se dirigió hacia la chica, y puso una mano sobre su hombro, sonriéndole mientras se quitaba el visor que cubría sus ojos para protegerlos de la radiación. Le habría dado unos a ella, pero ya había comprobado anteriormente que no era sensible a ningun tipo de radiación electromagnética.

- Gracias, pequeña, no podría haberlo hecho sin tu ayuda.

Alzó la vista hacia él, mirándolo con unos grandes pero impasibles ojos verdes. Baizhu tampoco esperaba ninguna efusividad por su parte, por lo que le palmeó el hombro y le indicó que se sentara. Iba a buscar un papel para anotar sus conclusiones, cuando sintió una mirada clavada en su espalda. Se giró rápidamente, haciendo ondear su bata en el aire.

Bajo el marco de la entrada al laboratorio se encontraba una figura esbelta y alta, mirándolo fríamente. Sonrió con una expresión amigable al verle, pero por dentro se puso en guardia. Prefería no perder ni un momento la concentración frente al recién llegado.

- Baizhu. - Dijo el joven. - Creía que Terra ya estaría apagada.
- Lo siento, Ribbons, me parece que todavía no he encontrado el botón. - Bromeó, sabiendo que el otro no compartiría su sentido del humor.
- No te hagas el gracioso, ya sabes a lo que me refiero. - El tono que usó habría helado la sangre de cualquiera. - Terra estará cansada después de la misión de hoy, y la quiero en estado óptimo para mañana.

Sí, cualquiera se agotaría después de masacrar con un simple gesto a cinco escuadrones enteros de soldados. Desvió su mirada hacia la chica, que mantenía aquella expresión neutral en el rostro. No mostraba la más mínima emoción, como si Ribbons tuviera razón y no fuera más que una máquina. Sintió en el pecho una punzada de lástima por ella.

- Está bien, está bien. - Se volvió hacia ella, poniéndole una mano sobre la cabeza. - Mira que hora es, Terra, ya te tienes que ir a dormir.

Bajo la atenta mirada de Ribbons, Baizhu la llevó de los hombros hasta un tanque cilíndrico vacío, en el cual la chica habitualmente descansaba. Como si fuera un ataúd, al teclear un código en el panel que tenía junto a él, la parte superior se movió a un lado. Una pequeña nube de vapor salió del interior, y pasando entre ella, se introdujo, quedándose recta sobre las paredes de cristal.

- Buenas noches, Terra.

Agitando una mano en despedida mientras, pulsó un último botón. La tapa se cerró, y un líquido azulado empezó a llenar el tanque, hasta dejar a la chica flotando en él. Tras vigilar por unos segundos, se giró hacia Ribbons, quien al menos no parecía tan disgustado por entonces. 
- ¿Por qué insistes en ser amable con ella? - Pregunto éste, con sorna en su voz. - Va a obedecerte igualmente, ¿o es que desconfías de tus inventos?

Baizhu lanzó una mirada a la chica en el tanque. Rodeando su cabeza había un pequeño aro dorado. La 'corona del esclavo', como él mismo había decidido llamar al artefacto. Aquella suerte de tiara hacía que cualquiera que la llevara sólo pudiera obedecer órdenes, anulando su propia voluntad. En un principio la había diseñado para controlar a sujetos potencialmente peligrosos, pero Ribbons pronto le había encontrado un uso con su nuevo juguete.

- No quiero perder mis buenas costumbres. - Explicó, agitando una mano para quitarle importancia al asunto. - Además, siempre hay que ser educado con las señoritas.
- No es una señorita. Es un arma.

Sin darle tiempo a responder, Ribbons se dio la vuelta, marchándose de allí con paso airado. No demasiado sorprendido por ello, Baizhu lo observó hasta que hubo desaparecido de su vista, momento en el que su gesto afable desapareció del rostro.

Ribbons tenía su propia agenda, más allá del desarrollo de armas vivientes. Nunca le había hablado de sus planes, pero no necesitaba pensarlo demasiado como para saber que pretendía algo grande. No era cualquiera, y sabía que formaba parte de un esquema mayor de lo que imaginaba. Y conociéndolo, no iba a ser un bien mayor para la humanidad.

Volvió la vista atrás, fijándose de forma distraída en la figura flotando en el líquido mientras su mente vagaba. Baizhu no era un altruista, ni pretendía ser un héroe; él simplemente quería salvarse a sí mismo. Pero eso no significaba que no tuviera su propia visión de futuro. Se acercó hasta el tanque, colocando su mano sobre el cristal. Podía sentir que se avecinaba una época de cambios.

Y él no iba a quedarse sin mover pieza.


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #65: September 30, 2021, 05:19:32 PM »
Hala tu el deja vu, xDDD. "MURDER", SHE WROTE -hell_elmo.gif-








Desde la calle se filtraba el ruido de las sirenas de los coches de policía. Superpuesto de fondo a una cacofonía de pasos, gritos y golpes y algún que otro disparo a lo lejos, se había convertido en la banda sonora habitual de sus reuniones.

La puerta de la habitación se abrió golpe, resonando con un eco metálico en las paredes del sótano. El recién llegado se terminó de aflojar la corbata, dejándola que colgase suelta a ambos lados del cuello de la camisa ya abierta. Normalmente se habría quitado la americana y la habría lanzado sobre alguno de los sofás que había junto a la entrada sin preocuparse de cómo cayera, pero hoy no le daba ni para eso.
Se dejó caer boca abajo como un peso muerto, aplastando la cara contra uno de los mencionados sofás y dejando escapar un sonido inhumano a medio camino entre gemido fantasmal y berrinche de marmota que rezumaba odio y frustración contra la existencia del universo.
 
Después de que transcurrieran varios segundos en el silencio relativo del almacén, el pelirrojo levantó la cara de los cojines y se apartó el pelo de los ojos.

—Ah, pues soy el primero en volver. Guay. —murmuró escudriñando a su alrededor.

Reno se arrastró por el sofá como si fuera una lombriz agonizante antes de pensar en quitarse los zapatos y la chaqueta, luego decidió que le daba demasiada pereza y se quedó a medias, como un trapo agurruñado con un pie fuera y la camisa mal girada. No era ni de lejos la forma ni circunstancias más indignas en las que había llegado a dormir, y los ojos se le cerraban solos del cansancio. Una siesta tranquila tras otro día de caos y destrucción no le iba a ir mal.



Tras un periodo de tiempo indefinido algo le hizo abrir los ojos de repente, y sin moverse ni hacer ruido esperó en la semi penumbra intentando afinar el oído. No era habitual que se despertase sobresaltado si no era por sus propias pesadillas. Ah, ahí estaba lo que le había devuelto al mundo de los lúcidos en contra de su voluntad. Con cuidado, se quitó el zapato que le quedaba, y se agazapó tras el brazo del sofá más alejado de la puerta, mirando de reojo las pantallas de los ordenadores que parpadeaban encendidas.

Era un eco sordo cuando debería haber resonado con vibración por las paredes; como si alguien se moviera por la sala a pie de calle del almacén intentando no hacer escándalo, en vez de la despreocupación habitual de sus compañeros de malas venturas.
Reno masculló una maldición entre dientes, en circunstancias concretas sí que podría haberse tratado de alguno de los otros, pero en esos momentos no pensaba salir a averiguar quién demonios estaba fisgando en su base de operaciones. En cierto modo resultaba irónico, pero había llegado vivo hasta donde estaba por fiarse más de su instinto que de la información que le era proporcionada, y no iba a cambiar su única buena costumbre a esas alturas.

Los pasos se acercaron al mismo tiempo rítmicos y a trompicones con distinta densidad de sonido, de lo cual pudo deducir que eran dos personas distintas. Pero no sonaban a Rude y Kurz, y Reno frunció el ceño a la par que algo hacía ‘clac’. Las escaleras retumbaron y la puerta se abrió de un golpe, chocando contra la pared y haciendo que la luz de las pantallas se reflejase sobre las dos figuras que acababan de irrumpir en la habitación.

El estruendo casi metálico de un fogonazo que rebotó con violencia por la estancia y el posterior ruido húmedo y pesado de algo blando cayendo devolvió el almacén a su anterior estado de quietud por unos segundos.

Pasado un momento, Reno volvió a poner el seguro a su revólver.

—Joder, Nea.

—¿Y qué quieres que le haga yo?

—¿A qué no has hecho ni cerrar la puerta de arriba?

—Te la he dejado abierta para que saques la basura, cariño.

El pelirrojo se escurrió entre la pared y el suelo como si fuera un gato imitando una sustancia líquida, y la mujer de pelo gris lo observó con las manos en la cintura y la respiración aún agitada.

—Estoy descalzo, —argumentó sin ganas de discutir, pero menos aún de moverse.

—A no te andan buscando. —zanjó Aranea acercándole los zapatos a base de pataditas.

Reno rodó los ojos hacia el techo y estudió la posibilidad de recrear de nuevo su gran obra de un acto autoconclusivo de desprecio existencial, pero se volvió a poner los zapatos y aceptó la mano que le tendía la mujer para levantarse.
Se subió los pantalones bien y sin preocuparse de ponerse la camisa en sitio se acercó hacia lo que no tenía ninguna duda de que ahora era un cadáver.
La precisión del disparo en mitad de la frente le arrancó un silbido de admiración hacia sí mismo.

—¿Has visto eso? —dijo antes de agarrar el cuerpo por las piernas y empezar a arrastrarlo escaleras arriba hacia fuera de la nave industrial.— Cualquier día de estos le quito el hueco a Kurz.

—Sigue soñando Reno.

—!Eh! —el pelirrojo se alejó protestando hacia la calle.— ¡Yo soy bueno en cualquier posición!

Aranea se dejó caer sobre el sofa con un suspiro de agotamiento y sonrió de costado. Después de todo, en eso Reno no estaba mintiendo.

.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #66: November 30, 2021, 01:49:49 PM »
Mini-flashback para retomar fuerzas con el fic~

Desde que llegara a este mundo, Kora era y siempre había sido una chica dramática. No el tipo de dramático común, Kora no era de esas personas que exageraba las cosas en su cabeza y se ahogaba en un vaso de agua. Bueno, a veces un poquito, pero siempre encontraba la manera de levantarse y seguir adelante. Más bien era el otro tipo de dramático. El dramático teatral. Se podría decir incluso que telenovelesco.

Kora tenía un don para la interpretación que no lo conocía nadie, ni ella misma. Pero esa sería uno de sus mejores habilidades para cuando, en un futuro no muy lejano, se convirtiera en seed. Iba a ser una espía de aupa.

Teniendo todo esto en cuenta y añadiendo que en aquel momento sólo tenía catorce añitos de edad y que acababa de entrar oficialmente a formar parte de los estudiantes del Jardín de Balamb… pues a nadie le iba a extrañar lo que en aquella mañana iba a acontecer.

Y es que Kora se encontró con que su mejor amigo y ella compartían clase.

-Yuri, ¡querido! - gritó extasiada nada más abrir la puerta de la clase de un portazo - ¡Qué bien que compartamos aula!

Yuri casi se ahogó con el zumo que se estaba bebiendo.

-¿Qué haces bebiendo esas cosas de plebeyo? - le preguntó al verlo con la pajita colgando de la comisura de su labio- ¿Qué no sabes que son todo químicos? Vamos a la cafetería, yo te invito a un zumo de verdad y no a esa cosa.

Kora se agarró al brazo de Yuri y empezó a arrastrarlo fuera de clase mientras le decía lo contenta que estaba de tener compañero designado para los trabajos en grupo. Y la puerta se cerró tras ellos con el mismo portazo con el que había entrado.

Después de los segundos de silencio de rigor, los murmullos se empezaron a oír por toda la clase.

-¿Seguro que es de nuestra edad? ¿No habrá repetido? - preguntó alguien, haciendo un gesto semicircular con las manos delante de su pecho.

-¿Esa no es la hija del comandante? - preguntó alguien más.

-No, no, es la sobrina del comandante - corrigió una tercera persona - Aaah, y parece que además el chico más guapo de la clase es su novio. ¡Qué pena!

-¡Basta ya! ¡En cualquier momento va a entrar un profesor y nos va a oír!

Y así la reputación de Kora la déspota, poco merecida pero increíblemente compartida por casi todos, empezó a formarse poco a poco entre sus compañeros. Con esa primera piedra.


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #67: January 31, 2022, 05:38:12 PM »
Cualquier que vea mi historial de búsqueda capaz cree que estoy planeando un crímen :_D Also Trivia Point que nadie pidió!: gmc vandura 1983, furgoneta del A-Team. 👀




 




—¿Y cómo se supone que reventamos una pared de hormigón? —el pelirrojo se pasó la mano por el pelo dejándolo aún más revuelto, y aclaró.— Sin armas.

Rude se subió las gafas de sol por el puente de la nariz y siguió comiendo sin elaborar una respuesta.

—Con una furgoneta lo suficientemente pesada y forrada con más metal que un tanque, podría hacerse —sopesó Kurz mordisqueando la pajita de su refresco de cola.

—Venga ya chaval, mucha tele has visto tú.—resopló Aranea robando una patata de la bandeja de Rude, que se giró a mirarla levantando mucho las cejas ante semejante descaro.

—¡No, pero escúchame! —el rubio se echó hacia delante con tanto énfasis que inclinó la silla y se le rebosó el refresco sobre sus propias patatas. Ladeó el cartón para vaciar el líquido pero no se tomó ninguna molestia más antes de seguir insistiendo,— Que lo he visto hacer antes, que en el centro del continente los recursos no son los mismos que aquí y las cosas se hacen a lo rústico.

—¿Lo has visto? —preguntó Reno repentinamente interesado y con ojos alerta.

—Es una pena que no tenga al Capitán a mano, la última vez que nos cruzamos iba camino de Balamb buscando un sueldo estable. Pero te juro ese cabrón de Bernadotte es más listo que el hambre y ve más con un solo ojo que tú y yo juntos con cuatro.

—¿Capitán?

—¿Bernadotte? ¿PIP Bernadotte?—Aranea pasó de estar esparcida como un gato sobre el sofá a sentarse erguida y con la mirada fija en Kurz.

—En realidad no sé si el rango de capitán era algo oficial de verdad o solo era un apodo. ¿Lo conoces?

—Digamos… digamos que hemos tenido trato antes, —murmuró la mujer pellizcando su labio inferior con el ceño fruncido y gesto pensativo.

—Pero… ¿trato, o trato? —Reno sonrió con muchos dientes mientras levantaba las cejas a ritmo acelerado. Exasperada, Aranea le tiró una patata de Rude.

—Trato, trapicheo, como quieras decirlo idiota, ¡contrabando!

El pelirrojo rodó los ojos sacando la lengua y se comió el proyectil. Rude recogió la bandeja con su cena y apartando con un pie la silla del rubio se hizo paso hasta la mesa que reposaba contra la pared a un par de metros, presuntamente a salvo de bandoleros de comida rápida. La mujer hizo un mohín de burla triste y procedió a depredar las patatas de Kurz sin miramientos. Su cara de estafa al morder y notarlas mojadas y con sabor a cola hizo reír al expropiado.

—Joder Weber, qué guarrada es esta, —refunfuñó Aranea.

—¡El seguro anti robos! —se carcajeó el rubio. Pero se le acabó en el momento en que Reno se metió un puñado de patatas mojadas en la boca y las masticó con una sonrisa canalla. —¡Eh!

—Y eso que dices que lo has visto hacer antes… ¿Cómo exactamente? —preguntó Reno después de tragar. A decir verdad las patatas fritas mojadas en refresco de cola no estaban tan asquerosas, cualquiera diría que en esa panda de maleantes ninguno había tenido infancia. Aunque pensándolo bien, podía ser el caso.

—Lo primero es que necesitas una furgoneta pesada, que sea capaz de aguantar toda la mierda que le vas a poner encima para no espachurrarte como un crêpe a medio hacer.

—Hmm, ¿tipo chevvy?

—Una vandura mejor.

Kurz miró de Reno a Aranea y se encogió de hombros.

—Los vehículos son lo tuyo cielo, yo sólo me encargo de disparar.

—¿Cómo que sólo te encargas de disparar?

—Mira pavo, si no me subes el sueldo me bajo las horas, que yo no me gano la extra pasando las noches de copas y folleteo. —Apoyado contra la pared de enfrente, Rude se atragantó.

—¡No me jodas Kurz, que estamos al mismo nivel! —indignado, el pelirrojo se giró hacia la mujer— ¿Si te pago más te deshaces del incordio éste?

Aranea se echó ligeramente hacia atrás y pareció pensárselo durante unos segundos, hasta que finalmente estiró la mano y acarició el pelo rubio y suave del instigador.

—Hmm, no, que es bonito. —Ante la sonrisa brillante y ganadora de Kurz, Aranea cerró el puño y le estiró del pelo hasta que consiguió hacer que se quejase.

Reno los observó arrugando la nariz y los labios con gesto de repugnancia y después miró a su compañero habitual, que asintió con pesadumbre fingida, como dando validez a su disgusto.

—En mitad de la cena tío, ya no se cortan ¿eh?

—Díme más —apremió Aranea con voz sugerente y aguantándose una risita.

—Una especie de … ¿Exoesqueleto? —contestó el rubio con los ojos entrecerrados, hasta que manoteó para soltar el agarre de su pelo.— Joder Nea que así no puedo pensar, ten compasión de mis neuronas.

La mujer lo soltó con aire triunfal, y se apropió de lo que quedaba de la hamburguesa de Reno, que se limitó a rodar los ojos con desidia.

—¿Entonces podemos montar un tanque casero pero que pueda acelerar por la autopista? ¿Y que no necesite armas externas para echar abajo lo que haga falta?

Limpiándose los labios con la esquina de la servilleta, Rude sonrió con satisfacción.

—Entre otras cosas, si. Tú consígueme el material de trabajo.


.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #68: March 31, 2022, 08:59:50 AM »
Sowwy.... sólo tengo gaidens que ofrecer.


Jecht conoció a Kaldea una tarde de Septiembre. Y no era que nunca la hubiese visto, pero jamás la había conocido. Desde que empezó a juntarse con Auron cuando eran sólo unos críos, Kaldea no había sido más que la hermana pequeña de éste, a la que veía por la puerta entreabierta cuando pasaba en frente del dormitorio de Auron o a la que acompañaba a recoger.

 Tan madura para su edad como era, no respondía a provocaciones, y de hecho, Jecht dedujo intuitivamente (una de las pocas veces en la vida que lo hizo) que molestarla provocaría la furia de su amigo. Ni siquiera tuvo ocasión de verla en el colegio, Jecht lo dejó por su carrera en el deporte muy pronto, y como siempre, Kaldea raramente daba señales de vida cuando iba a visitar a Auron.

Cuando Kaldea cumplió diecisiete años, Julio de aquel mismo año, Jecht tenía casi veinte y estaba en camino ascendente de convertirse en una estrella del fútbol. Había oído hablar de ella alguna vez, siempre por boca de Auron, pero no sabía más que detalles superficiales como que tenía la nota media más alta de su clase incluso yendo al conservatorio por las tardes o que hacía patinaje sobre hielo en su tiempo libre.

Aquella tarde de Septiembre, aún cálida, Jecht la vio después de varios meses. Llevaba un vestido blanco de lino suelto y largo, con el pelo negro y brillante enmarcando su rostro tranquilo e indescifrable. La chica que tocaba el piano, que no tenía muchas amigas y que quería estudiar biomedicina. Mientras se acercaba al banco donde estaban sentados, entendió que el apodo de Orchid no era sólo por sus flores favoritas.

- Te estaba buscando, hermano. - Saludó a Auron con una leve sonrisa, tras lo cual se giró hacia él. - Hola, Jecht.

La había saludado con la misma sonrisa que dedicaba a las niñas que salían a esperarlo cuando terminaba el entrenamiento, haciendo con un gesto tan simple que gritasen y peleasen entre ellas pensando que realmente iba destinada a alguna en particular. Pero Kaldea ni gritó ni se sonrojó siquiera, ni siquiera cambió su expresión antes de dirigirse a Auron de nuevo.

El tipo de chica que leía poesía clásica esmarthiense, que no veía la televisión y que sabía hacer ecuaciones diferenciales. Acostumbrado como estaba a llamar la atención, ya desde antes de ser futbolista, aquel sutil rechazo no le causó el efecto esperado. Quizá por que no necesitaba ser un genio para darse cuenta de lo diferentes que eran, de que Kaldea pertenecía a un mundo muy lejos del suyo, Jecht no se sintió tan ofendido.

Mientras la observaba hablar con Auron, sin entender las palabras pero disfrutando del sonido de fondo que era su voz, Jecht empezó a sentir como despertaba una parte en él que no sabía ni que existía. Casi le daba miedo, de no ser porque él no temía a nada, lo pequeño que se sentía ante una chica, casi mujer, así.

¿Le despreciaría al oír su escaso vocabulario o su falta de cultura? ¿Se reiría de él cuando demostrara sus pocas maneras? ¿Simplemente le ignoraría al darse cuenta de que algún día ya no sería fuerte y joven y entonces ya no serviría para nada? Jecht era orgulloso, avivado por la impetuosidad de la edad y la falta de madurez, y su ego era a prueba de balas. Quizá por eso, cuando la vio marcharse, sonrió para sí mismo y le dijo a Auron sin temer ninguna de las consecuencias:

- Me he de casar con tu hermana.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #69: April 30, 2022, 01:02:51 PM »
continuando el gaiden anterior! los straighties tienen derechos también (?)



Conseguir hablar con Kaldea no era fácil. La chica había empezado su primer año de universidad, y Jecht tuvo que averiguar donde quedaba la facultad de Ciencias por sí mismo. De haberle preguntado, Auron hubiera imaginado qué estaba planeando y no le hubiera permitido intentar nada siquiera. Pero Jecht era un hombre de recursos, o al menos, eso quería creer hasta que se dio cuenta de que se había perdido por el campus. Ni siquiera sabía donde estaba el departamento de biomedicina, y para colmo, había tenido que firmar varios autógrafos durante el camino. Parecía que estaba condenado a vagar por los pasillos durante toda la tarde, cuando en un momento dado, sintió unos golpecitos en la espalda.

- Otra foto, ¿eh? - Murmuró con pesadez mientras se giraba, para encontrarse con unos ojos oscuros almendrados a unos cuantos centímetros bajo él. La garganta se le secó inmediatamente. - Kaldea...
- ¿Qué estás haciendo aquí? - No parecía acusarle de nada, sino curiosidad genuina, con una nota de preocupación. - ¿Le ha pasado algo a mi hermano?
- No... no, no le ha pasado nada a Auron... - "Le pasará cuando se entere de ésto", pensó. - Sólo quería...

No estaba seguro de cómo decirlo. Ahora que la tenía frente a él, le embargaba de nuevo aquel nerviosismo, una descarga de adrenalina que no sentía ni tan siquiera a la hora de jugar un partido. Kaldea sólo lo miraba interrogativamente, esperando una respuesta, aunque Jecht se daría cuenta más tarde que en aquellos momentos la chica ya había deducido todo.

- ¿Quieres dar una vuelta conmigo? - Era la mejor manera de romper el hielo que se le ocurrió, y al ver la manera en que la mirada de ésta se suavizó, Jecht sintió como sus rodillas se aflojaban.
- Tengo la tarde libre.

Aquella tarde libre de Kaldea se le había pasado en un suspiro. Sin estar muy seguro de dónde podría llevarla, había dejado que ella eligiera: una simple y sencilla caminata por el paseo marítimo. Jecht agradecía internamente que Kaldea no eligiera nada demasiado intelectual, evitando así quedar en ridículo frente a ella.

- …Perdón. Siento si estoy usando demasiada jerga científica. - Kaldea finalizó su explicación acerca del proyecto de investigación del que era parte como becaria.
- No, no. - Jecht levantó las manos. - Me parece muy interesante… los cromosomas… y gametos… muy chulo, todo.

Ah, desde luego, era un bruto en comparación con ella. Pero Kaldea sólo lo miró un momento, sus ojos castaños casi dorados con la luz del atardecer, y entonces soltó una risa baja. Puras campanillas para los oídos de Jecht, que a pesar de sentir sus mejillas enrojecerse, no pudo evitar unirse a ella.

- Me alegra que pienses así. - Kaldea asintió, apartando la mano con la que se cubría la boca. - La biomedicina es simplemente fascinante. Podríamos curar todas las enfermedades, atajar cualquier escasez de alimentos en cualquier parte del mundo…
- ¿Es eso en lo que quieres especializarte? ¿Bio… ingeniería?

Kaldea asintió.

Jecht se sentía deslumbrado. Su atracción por Kaldea había sido puramente superficial al principio, pero se daba cuenta de que ella era simplemente maravillosa. Inteligente e idealista, llena de potencial para cambiar el mundo. Durante toda su trayectoria profesional Jecht había recibido el clamor incondicional de sus fans, pero en ese momento, no quería nada más que Kaldea cumpliera sus sueños. Y a ser posible, que se casara con él.

No sabía aún que ambas cosas se cumplirían, ni que el sueño de Kaldea sería lo que se la llevara de su lado.


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #70: April 30, 2022, 05:17:35 PM »
Hombre al agua! Inauguramos mermay!
Our ship sails only one way 🏴‍☠️



 



Si le hubieran preguntado qué era lo que le había barrido de cubierta y arrojado al mar, Suigetsu no habría sabido responder. Por un lado tenía claro que había sido el agua, pero por otro, dentro de aquella ola se había movido algo sólido que le había golpeado con rigidez en una dirección distinta a la que debería de haber seguido. Al menos tenía claro que era el único que había caído al mar.

Cuando Benitora le había increpado que se pusiera las branquias, no esperaba que fuera de forma tan literal. Por suerte para su supervivencia continuada Suigetsu no tenía branquias, las branquias eran órganos muy frágiles y él era mucho menos delicado que eso.

Abrió un ojo intentando atisbar algún sentido de dirección en el agua turbulenta, pero el cielo estaba nublado y oscuro más allá de la superficie y sólo consiguió distinguir burbujas arremolinándose contra su cuerpo. Se dejó llevar durante unos momentos hasta que tuvo claro que las burbujas iban hacia arriba y la corriente le arrastraba de una forma concreta, y entonces echó a nadar con fuerza en la dirección opuesta.

Por el rabillo del ojo le pareció ver algo brillar, pero lo ignoró en favor de seguir ascendiendo. Iba a volver a ese barco como fuese, incluyendo a mordiscos.

De repente una nube rosada oscureció su visión, y tuvo que agitar las manos frente a sí para poder apartarlo de su cara. Pero entonces se dio cuenta de lo que intentaba quitar de en medio se le enredaba entre los dedos, como si fueran cabellos mojados. Porque eran cabellos. ¿Qué demonios?

Suigetsu notó que algo tiraba de sus piernas hacia abajo, y en vez de dejarse llevar por el miedo, pataleó empezando a perder la paciencia. De eso nada monada, la pequeña sirenita no tenía ni idea de con quién se estaba jugando los cuartos. Cerró el puño agarrando el pelo enredado en torno a su mano, y estiró con tanta violencia que notó el desgarrón del mechón al separarse, y pudo escuchar claramente un aullido agudo de dolor e ira.

—¡Chúpate esa, guarra! —se carcajeó pese al sabor a sal inundando sus sentidos.

El depredador acuático al que las historias de marinos describían como sirenas pese a no serlo se encaró con él, mostrando sus ojos sin iris enfurecidos y una ristra de abundantes colmillos puntiagudos.

Suigetsu ladeó la cabeza haciéndole burla y le enseño sus propios dientes afilados en una sonrisa de psicópata desquiciado que habría hecho sentir orgulloso a su capitán.

—Mi madre daba más miedo que tu, cara percebe.

El ser se alejó varios metros de un coletazo, obviamente confundido ante la existencia del joven, falto de cola, escamas, o branquias visibles, pero perfectamente capaz de respirar e incluso hablar bajo la superficie del agua. Aquel no era una presa cualquiera.

Suigetsu notó una vibración ominosa y creciente que le hizo apresurarse en su empeño de regresar al barco, pero de nuevo se vio frustrado, esta vez con menos violencia y pero más ansia.

—¡Que me sueltes, coño! —berreó atinando un puñetazo a ciegas que no logró hacer contacto con nada vivo.
Unas manos pequeñas y pálidas agarraron sus puños, y una cara humana de ojos rojos y gesto preocupado apareció de repente a la altura de su barbilla, haciéndole echar la cabeza hacia atrás del susto.

—Ven, es peligroso, está cazando. —su voz era suave, pero no especialmente mágica ni seductora. Sin embargo, el muchacho se había dejado arrastrar una distancia considerable sin oponer resistencia, sorprendido como estaba.

—¡No! ¡Espera! —protestó Suigetsu volviendo al presente de su situación, dejando escapar una bocanada de burbujas frustradas— ¡tengo que volver al barco!

La sirena real se detuvo en su arrastre y lo observó un momento con el ceño fruncido. Sin embargo en su voz se percibía claramente el tono de burla cuando habló.

—¿Qué pasa, no quieres convertirte en un lenguado de las profundidades?

Ja, ja. —el joven rodó los ojos como lo habría hecho con cualquiera de sus compañeros de tripulación.— Si está cazando con más motivo, no voy a dejar a mi gente ahí con esos bichos rondando.

—¿Tu gente? ¿No eres uno de nosotros?

—No. —respondió Suigetsu con firmeza.— Pariente lejano como mucho.

La sirena se revolvió sobre si misma, y Suigetsu pudo ver brillar sus escamas violáceas muy de cerca mientras ella tocaba con curiosidad sus rodillas y sus tobillos. Cuando intentó apartarse ésta agarró su barbilla con suavidad, girando su cara de uno y otro lado y mirando sus ojos violetas con algo parecido a decepción.

Aish, qué lástima.

El joven se sintió sonrojar pese a la temperatura fría del agua, y tragó saliva llena de sal. En vez de enroscarse en torno a él y arrastrarlo hacia la oscuridad de igual forma sin miramientos, la sirena agarró su brazo y tiró de él impulsándose con velocidad a través de las corrientes hasta llegar junto a la quilla del barco, que seguía batallando por deshacerse del monstruo.

Suigetsu la miró confuso, y ella apretó un dedo membranoso contra el colmillo afilado que le asomaba entre los labios.

—Tu gente necesita guerreros ahora, ¿si? —él asintió, y la sirena le soltó. —¿No me das tu nombre?

—No, no sea que me cantes. —respondió el joven torciendo los labios con desconfianza, agarrando un cabo que ondeaba en el agua cerca de él y empezando a subir hacia la superficie.

La sirena sonrió con travesura.

—Y tan listo, qué lástima, aish, qué lástima...




tbc ... (row the boat, let’s go) 🏴‍☠️

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #71: May 31, 2022, 04:07:31 PM »
yo y mis mil parejas de este fic que no sé a cuáles prestar atención cada mes :')


Tras la agitada misión, el equipo había regresado a Balamb. Cansados y sofocados tras horas de constante ajetreo, Nicholas, Argilla y Orpherus casi no habían podido contener la emoción al llegar al Jardín. A pesar de llegar a mediodía, ni siquiera habían parado a comer. Se habían dirigido cada uno a su respectiva habitación, primero para darse una ducha y posteriormente, para descansar.

Hogar, dulce hogar.
 
Nicholas había dormido desde las cuatro de la tarde hasta las diez de la noche, con la ayuda de un par de somníferos, y aunque era una marca admirable para él, al despertar se encontraba desorientado, hambriento y con la boca pastosa.
 
El estómago le pedía comida y los pulmones nicotina, por lo que se lavó los dientes para quitarse la extraña sensación, y salió del dormitorio rumbo a la cafetería. Esperaba encontrar a algún miembro del Club de Fumadores para beber y echar alguna partida a las cartas, pero aparentemente habían decidido tener una vida aquella noche (ahora entendía el por qué de las llamadas perdidas en su móvil).
 
Apenas podía verse gente en la cafetería. Pasó la mirada distraídamente de una parte a otra de la estancia, cuando su vista cayó sobre un rostro familiar. Sumido en la lectura de un libro, Orpherus parecía completamente ausente del mundo. Abstraído, se apartaba del rostro el cabello rubio, el cual terminaba cayendo en mechones otra vez sobre sus ojos azules. Nicholas dudó en acercarse a su compañero de equipo, tan enfrascado en la lectura como parecía, y se dirigió primero a la barra. En el camino, sin embargo, acabó oyendo una voz familiar llamarle.
 
- Nicholas.
 
Apenas había levantado la voz, pero le había podido oír perfectamente. Orpherus tenía la mano alzada ligeramente, con una leve sonrisa en el rostro. Parecía algo incómodo, como si después de varios meses todavía no estuviera acostumbrado a dar aquellas muestras de compañerismo. Nicholas le hizo un gesto con la mano, para que le esperara, y pidió una cerveza en la barra, señalando a la mesa donde estaba el otro.

- ¿Puedo sentarme? - Preguntó en broma al llegar hasta la mesa, sujetando el respaldo de la silla con una mano y encendiendo el cigarrillo con la otra.
- Claro. - Respondió Orpherus, cerrando el libro y dejándolo sobre la mesa. Parecía querer decir algo, pero no encontraba las palabras apropiadas. El chico realmente no era bueno empezando conversaciones.
- ¿Qué tal el descanso? Tienes mejor cara ahora. - Le echó un cable a su manera. Ahora que se llevaban mucho mejor, Nicholas apreciaba conversar con él.
- Sí... imagino. Pero ahora tengo el horario de sueño hecho un desastre.

La camarera llegó, sirviéndole la bebida. Orpherus arqueó una ceja al ver que Nicholas ya estaba consumiendo alcohol, como si no estuviera acostumbrado ya a las maneras de un honorable miembro del Club de Fumadores, pero no comentó nada.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #72: July 31, 2022, 01:41:09 PM »

- Esa es Ganímedes. – Señaló hacia una de las constelaciones, la cual tenía una figura indescifrable para Nicholas. – La que tiene forma de hombre.
- Ah.
 
Trató de centrar la vista para ver el contorno,  pero no veía más que estrellas dispersas. Sin embargo, admitirlo le habría hecho sentir estúpido frente a Orpherus.
 
- Muy bonita.
- No la ves, ¿verdad? – Orpherus esbozó una media sonrisa, y Nicholas apretó los labios en una línea recta al ser descubierto. – Es normal si no tienes el hábito.
- La verdad, sólo se de estrellas lo necesario para orientarme.
- No es recriminable. – Asintió. – Supongo que, a veces, es necesario ser más práctico.
 
Nicholas sonrió. Orpherus raramente era práctico. Siempre planteándose todas las implicaciones morales de cualquier decisión, buscando una solución perfecta que cuadrara en su esquema tan abstracto. Pocas veces estaban justificados los daños colaterales, y podía hacer más de lo necesario para evitar un sufrimiento innecesario a nadie. Y en opinión de Nicholas, era demasiado rápido a la hora de perdonar.
 
Él, en cambio, era más pragmático. Aquel choque de ideologías les había traído problemas al principio, especialmente a la hora de llevar a cabo las misiones. No era amigo de darle demasiadas vueltas a la hora de tomar decisiones, apuntando siempre a los resultados más efectivos, los cuales raramente eran los ‘correctos’ a ojos de Orpherus.
 
Llegar a un acuerdo no había sido tarea fácil, pero por suerte, de alguna manera habían acabado por aprender algo el uno del otro. A veces, ver las cosas desde otra perspectiva no era tan negativo. Sus posiciones no iban a cambiar, pero en lugar de contraponerse directamente, aprendían a complementarse, algo que a larga, era más efectivo.
 
- Siempre sabes de todo. – Nicholas retomó la conversación.
- Quizá.
 
Había respondido con cierta resignación en su voz, y por momentos temió haber dicho algo inapropiado. El silencio se hizo entre ellos, no incómodo, pero extraño.
 
- Solía enseñarle estas cosas a mi hermano. Perdona si he sonado pretencioso, es… sólo un hábito.
- Tranquilo. – Se sintió aliviado y culpable a la vez, sin comprender demasiado por qué. – Debes echarlo de menos.
- Mucho. Es la única familia que tengo.
 
Parecía realmente triste al decirlo. No era de extrañar, con sus padres muertos años atrás y, probablemente, el resto de familiares serían bastante distantes, como solía serlo la gente con demasiado dinero.
 
Le hubiera respondido algo como ‘al menos aún tienes familia’, pero no le parecía demasiado apropiado, y sólo haría que Orpherus se sintiera peor.
 
- Perdona. – Intervino finalmente Orpherus. – No pretendía hacerte sentir mal.
- Nah. – Negó con la cabeza, sorprendido con la facilidad que tenia para leerle. – No es nada. Es mi expresión natural.
 
Orpherus rió, suavemente, sonriendo con una leve risa. No solía hacer mucho ruido al reír, y de hecho, raramente lo hacía frente a extraños. Por ello, que riera frente a él le hacia sentir especial, cercano. Pero no lo hubiera admitido bajo ni la más dolorosa de las torturas, porque al fin y al cabo tenia una imagen que mantener.
 
Aquella corriente de pensamientos le hizo sentir vulnerable. Era sorprendente, porque Orpherus entraba en su tipo, tanto físicamente como por carácter, ciertas cosas a parte. Y sin embargo, no lograba imaginarlo gimiendo y gritando su nombre, sino susurrándolo.
 
Aun así, la imagen no le dejó totalmente indiferente, y carraspeó mientras miraba hacia otro lado.
 
- Venga, vamos a dar una vuelta. – Dijo repentinamente, levantándose del suelo.
 
Pensar en aquel tema era incómodo. Le gustaba estar con Orpherus, y de hecho, le gustaba en sí mismo, pero tratar de llevar las cosas más allá de donde estaban sería una tontería.
 
Orpherus se levantó también, asintiendo, y empezaron una caminata en silencio.


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #73: July 31, 2022, 03:04:03 PM »
Mood: Cyberpunk infinite loop




 




—Pero ahora siendo realistas, ¿podemos hacerlo?

Reno levantó el dedo índice y decidió morderse la lengua y guardar el comentario insinuante para otro momento, después de todo era una pregunta válida.

—¿Nosotros cuatro? —dijo señalando,— Si. ¡A ver! Digo que es posible, no probable. Para llevarlo a cabo con más o menos seguridad necesitaríamos-

—Certeza de muerte... mínima esperanza de éxito... ¿a qué esperamos?

—No me toques los…

—¡Weber!

Rude se subió las gafas intentando sin éxito ahogar una risita de forma discreta, mientras el rubio justificaba todos los puntos por los que su afirmación era verídica. A su lado Reno se desinfló sobre el sofá.

 —Si ruedo más los ojos se me caen por el borde del universo.

—¿Bueno, decías? —Aranea se giró hacia el pelirrojo después de amedrentar apropiadamente al francotirador.

Reno tamborileó varias veces los dedos contra sus rodillas, y volvió a sentarse erguido.

—Que necesitaríamos a alguien más.

El silencio que siguió a continuación no fue tan negativo y cerrado como había esperado en un principio, sino más bien parecía que los demás estuvieran esperando a que elaborase su idea. Se llevó un mechón de la coleta a los labios, y lo frotó por encima como como si fuera un pincel.

—Ojos y oídos. Alguien que pudiera coordinarnos de forma remota. Desde una base segura.

—Alguien de confianza. —sopesó Rude.

—Por supuesto.

—¿Asumo que tienes a ese alguien? —inquirió Aranea con un levantamiento de ceja.

—Eeehh...— El pelirrojo movió las manos haciendo un gesto vago e indefinido que dejaba en claro que no. No, todavía.— Tengo una idea de a quién quiero.

—¿No puedes hacerlo tú? —Por el tono suave de su voz, esta vez la pregunta de Kurz iba en serio.— Las otras veces nos has dirigido tú sin problemas.

Reno se tomó unos segundos para considerar la pregunta del rubio y cómo responder a ella.

—No es que no pueda, es que nos quedamos demasiado justos de gente, casi diría que cortos. Cualquier pequeño inconveniente y estamos jodidos.

Aranea silbó entre dientes.

—Tan mal ¿eh? A ver esa idea tuya.

El pelirrojo se rascó el cogote y cerró un ojo con cara de culpabilidad.

—En mi defensa tengo que decir que no le conozco en persona.

Aranea levantó los brazos con exasperación.

—¡Espera, espera! Es quien desactivó las cámaras de tooodo el Sector 1, y alternó los colores de las luces de los semáforos y apagó los luminosos de la avenida en bucle de repetición de cero cuatro segundos.

Kurz se levantó del suelo como si le hubiera dado una descarga eléctrica.

—¿El tipo que metió el video tripi del periquito en el feed de las noticias así por las jajas? Ostia, qué grande.

Rude se quitó las gafas y miró fijamente al pelirrojo mientras las limpiaba con la corbata.

—¿Qué?

—Que es un grande. Y la idea es buena. Ahora hace falta que cuele.

—No tengo por qué colarle nada, haré una proposición directa, —respondió Reno agitando una mano tan solo un poco indignado,— no es como si quisiera derrocar al gobierno por simple caos y destrucción.

El silencio aplastante que se hizo esta vez sí que rebosaba incredulidad.

—Oi!

—Venga pavo, que cualquier día que te levantes con el cable más cruzado de lo habitual estarías dispuesto a hacerlo solamente porque te aburres, —Kurz rodó los ojos con una sonrisa ligeramente satisfecha.

—¡Eso es lo que harías tú, no proyectes! —le espetó el pelirrojo.

—Le dijo la sartén al cazo —murmuró Aranea dando un trago a la cerveza de Rude.

—¡Precisamente! —exclamó Kurz— Animales del mismo pelaje. ¡Te conozco como si me fiase de ti!

Rude recuperó su cerveza de un tirón sin inmutarse ante la inesperada muestra de ternura que dejó al pelirrojo con la boca abierta y lleno de indignación.
Reno resopló haciendo revolotear su ya de por sí alborotado flequillo, y cerró los ojos apretándose el puente de la nariz como si estuviese recargando la paciencia que en realidad nunca había tenido.

—Bueno, a ver, Magitek es el alias que tengo.

Aranea lo miró muy fijamente.

—Te puedo dar su nombre y su número de teléfono.

—¡Highwind no me jodas! ¿Por qué siempre conoces a todo el mundo? ¡Si es que no se te puede dejar suelta! ¿No te habrás liado con él?

El cojín que se estampó contra la cara de Reno no dejó de hacer presión hasta que le faltó el aire y tuvo que quitarse de encima a la mujer agitándose como si estuviera poseído. Para lo pequeña que parecía, la maldita tenía mucha fuerza bruta.

—¡¿Cómo voy a haberme liado con él si es un crío?! Es..! Es…! —Aranea se apartó el pelo de la cara y recompuso la coleta con el ceño fruncido y la mirada enfadada.— Es una jodida amenaza, eso es lo que es.

—¿Un crío? —Reno desistió de adecentarse la ropa.

—Tendrá veinte años como mucho, —asintió la mujer,— sé quien es por casualidad.

—Pero como hacker es la joya de la corona, —comentó Reno,— la pieza que nos falta.


.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #74: August 31, 2022, 03:44:15 PM »
A través del desembarcadero, Orpherus seguía a Nicholas, quien sabía orientarse mejor por la zona. Con sus pasos resonando sobre la madera, le condujo hacia uno de los muelles, escondiéndose tras unas cajas altas de madera. Tenían poco espacio entre el borde y éstas, pero suficiente para ambos. Nicholas pasó primero, tirando aún de la muñeca de Orpherus para que se agazapara a su lado.
 
En aquella incómoda posición, escucharon poco después como el vigilante pasaba de largo, maldiciendo en voz alta hasta que se rindió y volvió por donde había venido. Ni siquiera había iluminado cerca de donde estaban ellos, dejándoles completamente fuera de riesgo.
 
Nicholas finalmente dejó ir la risa que había estado aguantando, y se sorprendió al ver sonreír también al otro. Los dos dejaron pasaron unos momentos para recuperar el aire.
 
- Ha estado cerca. – Suspiró Orpherus.
- ¡Qué dices! – Rió Nicholas. – Podríamos habernos ido andando y no nos hubiera pasado nada.
 
En respuesta, Orpherus rió suavemente, apartándose el pelo de la cara. Nicholas se adelantó un poco, y estiró las piernas para dejarlas colgando sobre el borde del muelle, siendo pronto imitado por el otro.
 
- Supongo que tienes razón.
- Nunca has hecho algo así, ¿eh?
- Bueno… no. – Negó con la cabeza, haciendo que le cayera el cabello sobre el rostro otra vez. – Me siento un poco culpable, la verdad.
- No te preocupes, no ha sido para tanto. Peores cosas hemos hecho.
 
Había tratado de sonar conciliador, pero la última parte quizá lo había estropeado un poco. Sin embargo, a su lado, el otro asintió, aun con el aliento acelerado, y Nicholas se dio cuenta entonces de que tenía su meñique encima del de Orpherus. En otro momento habría sido incómodo, pero en aquel instante preciso no quiso apartarlo. Se preguntó si el otro se habría dado cuenta, si aquello…
 
Mentalmente, se recriminó por empezar con semejantes tonterías; su situación era más que obvia. obligándose a pensar en otra cosa.
 
- Es raro que sonrías así.
 
Era lo primero que se le ocurrió decir, cogiendo desprevenido a Orpherus, quien lo miró con sorpresa. Nicholas reprimió el impulso de golpearse contra alguna superficie dura. Pero aunque su rostro mostrara que se sentía algo cohibido, mantenía aquella sonrisa serena.
 
- Y me alegra, la verdad… no deberías ser tan serio. – Añadió Nicholas tras un breve carraspeo, haciendo todo lo que podía por sonar natural.
- Bueno… Tú tampoco sonríes así.
 
Esta vez era Nicholas el sorprendido. Si no recordaba mal, la suya era una actitud más bien de despreocupación y confianza. De repente, se sintió demasiado expuesto ante Orpherus, y en respuesta, su cuerpo se tensó.
 
- ¿Ah, no?
- No. No… así. – Continuó Orpherus, con un tono calmado. – No sonríes de verdad, como ahora. Así que... también me alegra verlo.

Algo en su pecho se reterció, comprimiéndolo hasta casi dejarlo sin aire. Ladeó el rostro hacia el lado, encontrándo sus ojos con los de Orpherus, y entonces su corazón se detuvo, gritando una verdad que trataba de evitar. Y aunque ni todo su esfuerzo pudiera acallar aquella voz, no podía engañarse a sí mismo de aquella manera; hacerse ilusiones sólo serviría para acabar en una situación bastante incómoda cuando la realidad le golpeara en la cara. Pero el estómago le dio un vuelco en sorpresa al ver tan cerca su rostro, encontró en él algo diferente.

La misma pregunta que él se estaba formulando estaba escrita en su mirada clara y sus labios entreabiertos, en su gesto de confusión no del todo disimulado bajo una máscara de tranquilidad. El pulso se le aceleró, preguntándose si no estaría simplemente viendo lo que quería ver, si no estaría engañándose a sí mismo, si no estaría jugándole una mala pasada su subconsciente.

Durante toda su vida se había equivocado tanto y había tomado tantas decisiones equivocadas, que no creía que llegara a acertar nunca, habiendo asumido que el momento de la verdad nunca llegaría. Pero si hubiera tenido que elegir una sola ocasión para estar en lo correcto en toda su existencia, sería esa. El tiempo parecía congelarse a su alrededor mientras trataba de decidir qué hacer, inseguro de si estaban pasando minutos o segundos, porque lo único que podía ver eran los ojos azules frente a él. Cerró los ojos, para descubrir que seguía viéndolo, impresa la imagen en sus retinas. No podía escapar, y tampoco podía dar rienda suelta a sus instintos.

Estaba completamente atrapado.