Author Topic: SeeDs in the Garden – revival  (Read 51975 times)


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #45: January 31, 2019, 05:38:54 PM »

Hacía horas que la noche se había cernido sobre el antiguo castillo de la Orden de los Sagrados Caballeros de Aetheria, y eran pocos los que atravesaban sus corredores sin un buen motivo.

Kliff Undersn, sin embargo, no encontraba la razón por la que vagaba por el pasillo principal, como todas las noches que pasaba en vela. Aunque estuviera ya retirado, su autoridad era vitalicia, y las dos personas que se lo habían cruzado ni se habían planteado cuestionarle, dedicándole tan sólo un breve y formal saludo.

Sus pasos, más cortos y lentos de lo que le hubiera gustado admitir, le habían llevado hasta la estatua de Aether en la entrada. Hecha de oro macizo, se elevaba hasta casi alcanzar la cúpula de la estancia, y desde los varios metros de altura, parecía vigilar a toda alma que entrara en la Orden con una mirada severa.

Pero hacía años desde la última vez que Kliff había sentido la más mínima pizca de temor ante el gigante de metal. Sus creencias se habían convertido en humo y cenizas, las cuales simplemente se le escurrían de entre los dedos cuando intentaba agarrarlas, y Aether no era más que una idea lejana en su mente, un personaje de ficción sobre el que se habían construido demasiadas mentiras.

Kliff dejó ir un largo suspiro. Por unos momentos contempló el volver a su dormitorio y tratar de conciliar el sueño allí mismo, pero el resultado iba a ser prácticamente igual, y al menos, no sentía la opresión de estar encerrado entre cuatro paredes.

La calma que sentía en aquellos momentos no duró mucho. Reconoció al instante aquellos pasos cortos y rítmicos que se acercaban, y los músculos en su cuerpo se tensaron. La presencia del subdirector Gavin nunca le había resultado ni lo más remotamente tranquilizadora.

- Buenas noches, Comandante Undersn. - Saludó educadamente, esbozando una sonrisa que no llegaba a tocar sus ojos.
- Buenas noches.

Apenas se giró a mirarle al responder, con la esperanza de que Gavin no decidiera continuar la conversación. Sus planes, sin embargo, fueron truncados, y éste se colocó a su lado, con las manos detrás de la espalda.

- Siempre me ha gustado esta estatua. - Comentó distraídamente, y ladeó la cabeza hacia él. - Aunque no se me ocurriría venir a mirarla a estas horas de la noche. ¿Algún motivo en especial?
- No realmente. Sólo estoy... dando un paseo.
- Empieza ya hacer buen tiempo. Yo tampoco puedo conciliar el sueño. -

Kliff permaneció en silencio. Gavin no parecía tener ninguna intención de dejarlo en paz.

- ¿Le apetece tomar un té en mi despacho, Comandante?
- No, gracias, no hace falta que te molestes.
- Bueno, en realidad, había un motivo oculto detrás de mi oferta.

Interiormente, Kliff resopló, conteniendo una risa sarcástica. ¿Cuándo no se había andado Gavin con segundas intenciones?

- Me gustaría comentarle ciertos asuntos internos de la Orden.
- Creo que te confundes, Gavin. - Kliff entrecerró los ojos. - Yo dejé de ser Comandante hace cuatro años. Tendrás que esperar a que Ky encuentre un rato libre.
- Por supuesto, pero es un asunto algo urgente. - Gavin calló por unos momentos, mirando distraídamente a la estatua. - Hemos recibido unas noticias inquietantes.

Aunque había tratado de fingir serenidad, aquel fue el empujón necesario para que Kliff se pusiera totalmente en guardia. El secretismo con el que Gavin estaba hablando unido al hecho de que parecía querer dejar a Ky a un lado no podía significar nada bueno.

- Está bien. Vamos a tu oficina.
- Perfecto.

El despacho de Gavin se encontraba en el ala este de la Orden, y a diferencia del resto de oficinas directivas, se hallaba en el primer piso. Kliff no estaba seguro de a qué se había debido aquel cambio, del mismo modo que no estaba seguro de muchas cosas acerca de la llegada de Kristoph Gavin al Jardín.

No había, sin embargo, nada sospechoso en aquella oficina. Parcamente decorada, las paredes estaban recubiertas por paneles de madera, con el ocasional cuadro o estantería, y sobre el suelo había una gran alfombra indriya auténtica. Aparte del escritorio y una pequeña encimera detrás de éste, no había otro mueble en la estancia.

- Por favor, siéntese. - Le indicó Gavin, mientras colocaba dos pequeñas tazas de té en la mesa. - Muchas gracias por venir.
- No hay problema.

Gavin sirvió el té cuidadosamente, y deslizó una de las tazas hacia Kliff. Mientras se giraba para colocar la tetera en su sitio, Kliff examinó su taza. No se había considerado nunca un hombre paranoico, pero cualquier noción de tranquilidad se le disipaba al estar cerca del subdirector Gavin.

- ¿Y bien? - Preguntó una vez se hubo sentado. - ¿De qué asunto tan urgente querías hablarme?
- Verá, Comandante... lo diré sin rodeos. Durante meses hemos tenido un espía eiri en la Orden.

Kliff frunció el ceño, genuinamente sorprendido. Todos los Caballeros pertenecían a familias de renombre o al menos, tenían buenas recomendaciones, y cualquier trabajador de la Orden era rigurosamente investigado para evitar, precisamente, casos como aquel.

- ¿Cómo es eso posible?
- Eso no es lo importante. - Gavin levantó una mano. - Lo importante era lo que planeaba. Comandante, llevan meses preparando un golpe contra el Comandante Kiske.

Aquello le sentó como un mazazo en el pecho, quitándole de un golpe todo el aire en los pulmones. La idea de que alguien hubiera podido estar tan cerca de terminar con la vida de Ky era algo con lo que Kliff apenas podía lidiar.

- No se preocupe, Comandante, lo hemos cogido a tiempo. - Gavin trataba de sonar conciliador, como si no hubiera realmente un motivo por el que preocuparse. - Cálmese.

El subdirector alzó su taza de té, dando un sorbo. Respirando hondo, Kliff tomó la suya, llevándosela a los labios. El cálido humo que rezumaba el té le devolvió cierta noción de la realidad, y no permitió que el líquido siquiera le rozara. No podía fiarse de Gavin, y mucho menos correría ningún riesgo cuando la vida de Ky podía estar en peligro.

- No va a tranquilizarse, ¿verdad? - Gavin negó con la cabeza. - Creo que no le he hecho ningún favor al contárselo.
- No, te lo agradezco. - Respondió Kliff, dejando la taza en la mesa. - Mañana hablaré con Ky sobre esto.
- Precisamente... queríamos mantener al Comandante al margen. Añadir una preocupación más cuando tenemos todo bajo control... ¿no le parece innecesario?

Aunque lo odiara, Kliff tenía que darle la razón. Ky se dedicaba en cuerpo y alma a su trabajo, era más que probable que a aquellas horas de la noche aún estuviera revisando cualquier cosa. Si pudiera quitarle un peso de encima, uno tan grande como ser el objetivo de un asesinato, quizá fuera el primer favor que le hacía en mucho tiempo.

- Eso mismo pensaba yo. - Gavin se subió las gafas con el índice. - Todavía no hemos podido sacarle mucho, aunque parece ser un experto en nuestro joven Comandante. ¿Quizá quiera revisar las rutas y horarios que había establecido...?
- Sí. - Kliff asintió. Ya había decidido colocar una patrulla que mantuviera vigilado a Ky, y una información de ese tipo sería muy útil. - Buena idea.
- Perfecto. Sígame, por favor.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #46: February 28, 2019, 06:36:43 PM »
el mes que viene: going✈✈reancrow in galbadia



Sin mediar ninguna palabra, y dejando su taza de té a media, Gavin se dirigió a una puerta en la estancia. Kliff había pensado todo el tiempo que sería un pequeño baño, pero al ver cómo el subdirector la abría pulsando un pequeño panel disimulado por un cuadro, se dio cuenta de que no era nada de eso.

La estancia a la que daba la puerta estaba en penumbra, siendo imposible ver nada en su interior. Gavin le hizo un gesto con la mano para que se acercara, y ambos se adentraron por un pasillo tenuemente iluminado por unas luces azules en el techo, cerrándose la puerta detrás de ellos.

- ¿Qué... qué es esto?
- Oh, sólo es un almacén. Aquí es donde guardo todos mis secretos.

El sonido de sus pisadas le indicó que el suelo era metálico y hueco. La iluminación era insuficiente como para que pudiera asignarle una forma a las siluetas a los lados, pero pronto empezó a ver como otra fuente de luz se colaba por unas rendijas en el suelo. Habían llegado a una escalera, y Gavin se adelantó.

- Comandante, no se asuste por lo que va a ver.

Algo en su mente le instaba a que huyera de aquel lugar. Lo que había dicho Gavin bien podía ser verdad, y sin embargo, se había dado cuenta demasiado tarde de que simplemente había pinchado uno de sus puntos más débiles.

Y Gavin estaba sonriendo. Nunca le había gustado su sonrisa.

- No puede volver atrás.

Sin mediar palabra, el hombre se dio la vuelta, y descendió por las escaleras.

Kliff lo siguió, sintiendo como le hervía la sangre. Había caído de pleno en la trampa de Gavin, tan inocente como un niño. Cada escalón se le hizo eterno, preguntándose qué iba a sacar el subdirector de aquello.

Un fortísimo olor a antiséptico llenó sus fosas nasales cuando apenas iba por los últimos escalones. Debajo de la estructura metálica había una amplia estancia en la que sólo se encontraba, iluminada entre una densa penumbra, una figura rectangular blanca, conectada a un conjunto de aparatos tras ella. Máquinas que emitían un pitido leve pero constante, marcando en una pantalla unas líneas al mismo ritmo.

Gavin se interpuso en su visión, mirándole con una sonrisa amplia en los labios. Se subió las gafas antes de hablar:

- Comandante, hace cuatro años, debo admitir que estuvo a punto de adelantárseme un paso.

Kliff entrecerró los ojos. Cuatro años antes... cuando Ky fue elegido Comandante.

No. Casi pudo oír las piezas encajando en el puzzle.

Cuando Orpherus fue elegido Comandante.

Miró horrorizado el rectángulo blanco tras Kristoph. La luz azulada hacía brillar una cubierta de cristal. Un ataúd, y sabía perfectamente quien estaba dentro.

- ¿¡Cómo te atreves...!? - Empezó, sintiendo como si un fuego le recorriera el cuerpo.
- ¿Qué posibilidades había, Comandante? - Kristoph ladeó la cabeza, inquisitivo. - El Síndrome de Duplessis es congénito, y sin embargo, llevaba generaciones sin manifestarse en los Kiske.

¿Qué posibilidades había?, era la misma pregunta que Kliff llevaba formulándose tantas noches. Una broma cruel del destino, que había conseguido quitarle a un hijo cuando creía que había conseguido salvarlo... y ahora veía que no había nada de casual en ello. No, ni el azar ni la genética le habían arrebatado a Orpherus. Había sido el hombre que tenía frente a él, sonriendo ladinamente.

- Acertaste, Comandante. Aetheria necesitaba a Ky. Ky tenía que continuar la guerra contra los eiri, y terminarla de una vez por todas. Y necesitaba un gran motivo.

Kristoph volvió a ajustarse las gafas sobre el puente de la nariz. El fuego dentro de su cuerpo empezaba a quemar, el corazón le latía tan fuerte que podía oírlo en las sienes como un tambor, y sin embargo, no podía llegar a moverse. Su cuerpo estaba paralizado.

- Ky ya había perdido a sus padres a manos de las revueltas. ¿Llegaría a detenerse antes de matar al último eiri en el reino, si éstos le quitaran a su hermano? - Negó con la cabeza. - Sin embargo, alejando a Orpherus de Aetheria, me complicaste las cosas. Los eiri no tendrían tantos recursos como para perseguirlo simplemente por dar un golpe emocional al Comandante.

Con un grito de ira, Kliff se lanzó hacia Kristoph, que lo esquivó grácilmente. El ataúd blanco detuvo su carrera, y con las palmas apoyadas en la cubierta de cristal, vio el rostro de Orpherus Kiske.

Las manos le temblaron al verlo y entender que seguía vivo. Podía oír su respiración a través del tubo conectado a un tanque de oxígeno, su pecho subía y bajaba lentamente, y aunque algo pálido, su cuerpo todavía conservaba color.

- Fue entonces cuando me di cuenta de que me sería más útil así.
- Orpherus... - Susurró Kliff con el último ápice de aire que le quedaba en los pulmones.
- No te molestes. - Kristoph hizo un gesto con la mano. - No puede oírte.

Kliff trató de hablar, responder cualquier cosa ante la terrible realidad que finalmente empezaba a entender. Pero lo único que salió de sus labios fue un borbotón de sangre, salpicando la tapa de cristal del ataúd, y cayó de rodillas al suelo, tosiendo sólo líquido rojo.

- Te preguntarás qué planeo hacer con él. Comandante... ¿qué no haría Ky Kiske por su hermano? Cuando le devolvamos a Orpherus, desvalido, amnésico, perfectamente manipulable... ¿Qué no hará por nosotros?

Nosotros. No habían sido más que meras piezas en un juego que ni siquiera hubiera podido comprender. Una fuerte sacudida recorrió su cuerpo, haciéndole toser un torrente de sangre. El líquido caliente resbalaba por sus labios, pegándose a su barba y manchando sus manos.

- Comandante, volvemos al plan original. Un ancla emocional con la que controlar al Comandante, y un motivo para la más cruel e implacable de las venganzas.

Gavin avanzó unos pasos hacia él, deteniéndose a unos centímetros del charco de sangre que se había formado. Su sombra se proyectaba sobre Kliff, amenazadora, imparable.

- Pero ahora se han invertido los papeles. Gracias por los servicios prestados, Comandante Undersn.

Las fuerzas abandonaron su cuerpo. Incapaz de sostenerse, cayó al suelo. Su visión se iba haciendo cada vez más borrosa, pero era incapaz de apartar la mirada del ataúd blanco. Apenas podía extender los dedos para tratar de alcanzarlo.

Antes de que todo se oscureciera, oyó la voz de Kristoph por última vez:

- Por cierto, me ha decepcionado mucho que rechazaras mi té. Lástima que el veneno se encontrara en la taza.
« Last Edit: February 28, 2019, 06:42:39 PM by Kora »


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #47: June 30, 2019, 09:23:20 PM »
Estaba ya en la cama cuando de repente me he acordado de que aún no había posteado shgdljAAAAAAA. El mes que viene abro el tema de gaidens/precuelas/whatever
Las campanas repicaban, anunciando la llegada del mediodía. Con aquel grave ritmo, los pasillos de la Orden de los Sagrados Caballeros de Aetheria se llenaban de sus jóvenes guerreros, que terminaban de formar una harmoniosa melodía con el acompañamiento del murmullo, suave pero constante, de sus voces. Aquellos días, sin embargo, el rumor era mucho más fuerte de lo normal, y además, más frecuente. No era de extrañar, ya que el Jardín estaba pasando una importante transición, y más que las horas, las campanas parecían anunciar la llegada de la nueva era.

Una era que parecía no llegar y cuyo retraso no hacía más que alimentar la impaciencia de los Caballeros. Y aunque mantener la calma y el orden era prioridad para los más responsables, ni éstos mismos parecían librarse de aquella incertidumbre.

- ¿No os da la sensación de que están tardando demasiado en pronunciarse?

Mientras cruzaban el pasillo que unía el área de entrenamiento, la joven Caballero Beatrix miró interrogante a sus dos compañeras con el único ojo que le quedaba. El otro, que había perdido recientemente en combate, estaba cubierto por una vendaje que enmarcaba así su rostro junto a sus cabellos castaños.

- No esperaba que te quejaras de algo así.

Le había respondido su compañera, la también Caballero Juri. Apartó con su mano uno de los tirabuzones anaranjados sobre su rostro, cayendo el resto en suaves ondas sobre su espalda. Su expresión serena, casi altiva, se veía cruzada por la manera en que arqueaba su delgada ceja.

- No me quejo. - Respondió Beatrix, impávida. - Más bien me preocupa.
- Todos estamos preocupados. No estoy segura de qué debe hacerse durante la sucesión de un Comandante.
- Yo también pienso que es mucho tiempo. Más sabiendo que la decisión es entre dos.

La última de aquel trío en pronunciarse fue Celes, con sus palabras tan frías y secas como el elemento que manipulaba. Al caminar, escudada entre sus dos amigas y compañeras de equipo, su cabello rubio ondeaba a su alrededor como un halo dorado.

En respuesta a sus palabras, Juri levantó aún más las cejas.

- Quizá es por eso por lo que tardan tanto. Es más difícil elegir entre dos.
- Ambos son excelentes candidatos. - Beatrix apoyó las palabras de su compañera. - Y los pupilos del Comandante Undersn.
- Hay quien dice que es eso precisamente lo que les ha colocado en la línea de sucesión. - Juri enmascaró sus palabras con un tono serio, sin llegar a indicar si estaba de acuerdo o no con ellas.
- Favoritismo es una palabra que se usa muy ligeramente, aunque es cierto que el Comandante les considera como sus hijos.
- No me extraña. - Juri se cruzó de brazos. - Los puso bajo su tutela apenas llegaron.
- Me parece haber oído que el Comandante y el padre de los Kiske eran buenos amigos.

Un momento de silencio se hizo entre ellas, dudando de quien tendría que ser quien dijera lo que estaban pensando las tres. Finalmente Juri fue quien tomó la iniciativa.

- ¿De verdad piensas que es sólo por deber y respeto para con su fallecido compañero?
- No. - Beatrix negó con la cabeza. - Seguro que algo tuvo que ver lo que ocurrió con su familia. Su mujer estaba esperando un niño... qué horror...

La tragedia del Comandante Undersn era un secreto a voces en la Orden, algo que nunca se mencionaba en público por mucho que se supiera. Sin embargo, y nunca por fortuna, aquella desgracia había servido para hacer del hombre alguien más cercano a los Caballeros, muchos de los cuales habían sufrido pérdidas similares, uniéndoles en el dolor de la guerra.

- Pero eso fue mucho antes de que los Kiske llegaran aquí. - Continuó la joven. - Supongo que esas heridas nunca llegan a curarse.
- Cuando ellos llegaron, necesitaban del Comandante... pero quizá él también necesitaba de ellos.
- Es una manera muy poética de expresarlo.
- Gracias.

Las tres Caballeros continuaron andando, intentando apartar de su mente los recuerdos que traía el hablar de ese tema. En mayor o menor medida, ninguna de ellas era demasiado ajena a la pérdida de un ser querido.

- Pero eso sólo provoca más habladurías. - Dijo Juri. - Es imposible que no piensen que hay favoritismo.
- Hay mucha gente que aspira al puesto de Comandante... - Explicó Beatrix. - Muchos candidatos que no soportan verse fuera de la carrera.
- Como Almasy. - Apuntó Celes, entrecerrando los ojos. - No sé como puede soñar despierto con eso.

Seifer Almasy era uno de sus compañeros de curso, un joven que destacaba sobremanera en el campo de batalla... y fuera de él. Su ímpetu y ambición iban más allá de la lucha, y era precisamente por su fuerte carácter por lo que se había ganado el miedo o la antipatía de muchos. Para las tres jóvenes, que más de una vez habían tenido un encontronazo con él, era lo segundo.

- No es el único. - Beatrix asintió. - También hay muchas familias nobles que consideran que son demasiado jóvenes... ofreciendo a sus un poco más mayores hijos como candidatos.
- ¿Y eso no es más favoritismo? - Celes entornó los ojos. - Al menos los Kiske han demostrado que merecen el puesto.
- Sí. - Juri no pudo más que darle la razón. - Hemos participado en un par de campañas con Orpherus, así que lo conocemos de primera mano. Ky parece igual de formal que él.
- O más, incluso. Aún recuerdo cómo se sonrojaba la primera vez que nos habló.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #48: July 31, 2019, 05:08:11 AM »

Ante el comentario de Beatrix, Celes y Juri esbozaron una sonrisa al recordar como un joven Ky había tratado de sonar firme al dirigirse a ellas por primera vez, sin demasiado éxito. Siendo el hermano menor de uno de sus compañeros, era difícil para ellas no pensar en él con cierta familiaridad a pesar de que pudiera estar a días de convertirse en Comandante.

- Sólo tenía doce años. - Comentó Juri. - Ahora es todo un hombre que puede ser el Comandante.
- Tiene dieciséis años. - Dijo Celes. - Quizá no lo elijan por eso.
- Eso no es decisión nuestra. - Suspiró Beatrix.


Segundos después de las palabras de Beatrix, una estudiante chocó contra ella. La chica trastabilló, y hubiera caído al suelo de no ser por que Celes llegó a alcanzarla rápidamente, sujetándola por la muñeca.

- ¡Mis disculpas, señoritas! - La chiquilla hizo una corta reverencia, frotándose donde la Caballero la había sujetado, probablemente por el frío contacto de la joven.
- Por favor, ten más cuidado. - Le indicó Juri.

Asintiendo, la estudiante se marchó con paso acelerado. Las tres la observaron alejarse por si acaso volvía a repetirse el incidente, pero cuando desapareció de su vista sin causar problemas, siguieron su camino y su conversación.


- Al menos, tengo la esperanza de que cualquiera de los dos podrán mantener un poco de orden aquí.

Dando por terminada la conversación, se marcharon hacia el comedor, con el sonido de fondo de las campanas repicando una vez más con el segundo aviso. Ninguna de las tres imaginaba que la decisión que tanto revuelo estaba montando en la Orden había sido tomada aquella misma mañana.

***

Orpherus había pasado casi una hora en su dormitorio, ocasionalmente recorriéndolo de arriba a abajo con airados pasos, sentado frente al escritorio donde permanecía, abierta y desdoblada, una carta oficial de la directiva de la Orden. Una carta llegada aquella misma mañana, entregada en mano por el secretario que había ido a buscarlo en persona, y que significaba el principio de una serie de sucesos que cambiarían su vida completamente. Mentiría si afirmase que se sorprendía totalmente por su contenido, aún si, cuando mantenía entre sus dedos el papel, le costaba creer las palabras que habían escritas en él.

Finalmente había llegado el día, ansiado y temido por el joven, y aún para entonces, no tenía ni idea de qué iba a hacer. Necesitaba pensar en frío, tener una mente despejada para llegar a tomar la decisión que fuera más beneficiosa para todos. Sentado en la cama, con la cabeza apoyada en las manos, trató de digerir la realidad. Tras días de incertidumbre y tensión, finalmente había llegado la resolución que tanto esperaban. El nombre del que había de suceder en el puesto del Comandante, elegido por la directiva y representantes de la cámara papal aetheriense, se encontraba escrito en aquella carta.

El suyo.

Había llamado a la puerta del despacho del Comandante con el corazón latiéndole a un ritmo casi inhumano en el pecho. Tenía la impresión de que todo era un extraño sueño, un reflejo en su mente de sus deseos y miedos. Pero la madera contra la que chocaron sus nudillos era tan dura y fresca como siempre, y la voz que le dio permiso para entrar era la misma que tan bien conocía.
En el despacho, el Comandante Undersn lo esperaba detrás de su escritorio, con el barbudo rostro apoyado en las manos. La expresión seria que mostraba intranquilizó aún más a Orpherus, que entró en la sala con pasos cortos y lentos, apretando la carta entre sus dedos.

- ¿Lo esperabas? - Preguntó Kliff primero, viendo la duda e inseguridad en él.
- ...No lo sé.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #49: August 30, 2019, 09:23:36 AM »
Miles de preguntas se agolpaban en su mente. ¿Por qué yo? ¿Por qué no Ky? ¿Por qué no otro? ¿Qué debo hacer? ¿Qué puedo hacer?... Pero entre todas había una que era primordial, mucho más importante que cualquier otra, y que el Comandante esperaba, dejándole el turno de la palabra.

- ¿Lo sabe Ky?
- No si tú no se lo has dicho. - Respondió con serenidad, dejando salir el aire por la nariz y cerrando los ojos. Parecía cansado. - Orpherus, hijo, siéntate.

Hizo lo que decía, ocupando la silla frente a él. Desdobló la carta al tiempo que la dejaba en la mesa. A excepción de las arrugas que había provocado con su nervioso manoseo, estaba completamente intacta.

- ¿Qué vas a hacer?

Orpherus dejó de mirar al Comandante, bajando la vista al suelo. Sentía un temblor en sus manos, como si se hubieran enfermado al tocar aquel papel. ¿Qué iba a hacer? Suspiró, cerró los ojos por un momento, y levantó la vista, pero sin mirar a los ojos del hombre todavía.

- Desde que llegué aquí... Desde que usted nos acogió, siempre he querido ser como usted. Mi hermano y yo le hemos admirado y respetado como a un padre. Usted nos ha hecho los hombres que somos hoy, y tanto como para Ky como para mí, sucederle es nuestra mayor aspiración.

Kliff permaneció en silencio, escuchándole atentamente. Orpherus no había respondido todavía a su pregunta, pero para ello, necesitaría una respuesta. Una respuesta que no tenía.

Sólo podía exponerle sus pensamientos y sentimientos, como había hecho tantas veces, con la esperanza de encontrar tanto consejo como desahogo. Ante cualquier otro habría dudado en mostrar un lado tan vulnerable suyo, pero si no podía contar con aquel que le había hecho crecer... ¿con quién podría?

- Comandante... yo... yo he aspirado al cargo, con la esperanza de ser digno de éste y poder mejorar la situación de Aetheria. Quiero mejorar y cambiar esta nación. Terminar la guerra con los... los eiri... mejorar las relaciones con los otros países, sé que como Comandante podría hacerlo.... Amo a Aetheria, pero hay tantas cosas que podrían cambiar... yo no sé si puedo o debo, pero...

Cerró los ojos, apretando los párpados con fuerza. Sentía un nudo en su estómago, una presión que amenazaba con dejarlo sin aire. Tenía ilusiones, un ideal que seguir, pero había algo que lo anclaba a la realidad. Algo que le impedía continuar con su sueño, más allá de su propia inseguridad como simple Caballero, más allá de lo insignificante que era como humano para querer cambiar una nación entera. El silencio que dejaba el Comandante, en espera de que finalmente expresara aquel último bache en el camino.

- Pero... Ky...
- Ky también quiere ser Comandante.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #50: October 31, 2019, 07:03:30 PM »
La afirmación de Kliff cayó como una losa entre ellos. Era cierto, y aquel era el punto donde todas sus dudas y temores encontraban forma. Era aquello lo que impedía que pensara con claridad, lo que dividía su ser en lo que deseaba y lo que debía... y lo que su hermano necesitaba. ¿Cómo iba a reaccionar Ky una vez supiera lo que estaba sucediendo? Una vez supiera que había quedado en segundo lugar, o quizás ni hubiera sido considerado... Conocía a su propio hermano lo suficiente como para saber de su instinto perfeccionsita, porque él mismo lo poseía, pero también sabía de su sentido del deber para con su estatus social.

Orpherus sabía que una vez Ky descubriera que había quedado en segundo lugar... se sentiría tal como él mismo lo haría en su situación.

- Ky... Ky sería un gran Comandante...
- La directiva piensa lo mismo de ti, al parecer.
- Lo siento mucho, Comandante. Yo... yo todavía no sé qué hacer al respecto.

La manera seca en que el Comandante cortó sus palabras había hecho que algo en su interior se tensara. Daba la impresión de que el hombre no estaba del todo satisfecho con la situación, y una punzada de decepción atravesó el pecho de Orpherus al pensar que quizá prefiriera que su sucesor fuera Ky, y no él. Avergonzado, bajó la vista de nuevo.

El silencio se hizo entre ellos, denso como una neblina. Kliff tardó lo que a Orpherus se le hizo como una eternidad antes de responder, y cuando lo hizo, sintió un mazazo en el pecho que lo dejó sin respiración.

- Orpherus, rechaza el puesto de Comandante.

Apretó las manos en un puño, empezando a temblar. El Comandante mismo lo rechazaba a pesar de la decisión de la directiva. Sintió el impulso de preguntar '¿¡Por qué!?', pero haciendo un esfuerzo, se contuvo. Rechazado como se sentía, todavía era incapaz de siquiera mirarlo a la cara.

- Comandante... yo... - Masculló, sin poder formar una frase entera con coherencia.
- Sé que serías un gran Comandante. - Continuó Kliff, aparentemente insensible a su desasosiego. Orpherus hizo un ademán de seguir excusándose, pero un gesto del hombre con la mano sirvió para acallarlo. - Así como tu hermano. Decidir sería para mí partirme el alma en dos, y es por eso que he tratado de ser juez imparcial en la decisión que ha tomado la directiva. Que la balanza se inclinara finalmente por ti ha sido una sorpresa, por unos pocos votos más... y es por eso por lo que te voy a pedir que no aceptes.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #51: November 30, 2019, 07:35:54 PM »
(en cursiva lo posteado el mes pasado)

...y es por eso por lo que te voy a pedir que no aceptes.

Orpherus enmudeció, apretando los labios en una línea fina. La situación se volvía cada vez más incoherente para él, llegando a cuestionarse por unos momentos la cordura del Comandante Undersn. Pero sólo podía esperar a su explicación, y dejar sus quejas para más tarde.

- Voy a serte sincero y contarte la verdad, porque creo que es lo que mereces en tu situación. - Cruzó los dedos, donde apoyó el rostro, inclinándolo hacia delante hasta oscurecer sus rasgos. - El subdirector Gavin ha sido quien ha terminado de convencer a los votos en blanco.
- ... A usted nunca le ha gustado ese hombre.

No habían sido pocas las veces que lo había oído quejarse del subdirector, a pesar de que aquel hombre tuviera un comportamiento impecable y eficiente. Pero a pesar de su impasible, y todo fuera dicho, ocasionalmente perturbadora, sonrisa, en aquel momento Orpherus no veía mayor motivo para que le fuera negado el puesto de Comandante sólo porque quien hubiera acabado haciéndole sucesor.

- Ya no es una cuestión de que me guste o no. Me temo que toda la Orden forma parte del juego... parte de algo más grande que desconozco y que Kristoph es quien está detrás de todo. Y no voy a permitir que os use a los dos como peones.

Jamás había visto tal severidad en los ojos del Comandante, y no podía encontrar el valor para oponerse a tal determinación. El miedo apretó su pecho, dejándole frío, al verse en medio de algo que no llegaba a concebir pero que sabía que era peligroso. Porque podía sentirse desilusionado o rechazado, pero todo aquello quedaba atrás en cuanto percibía la más mínima amenaza hacia su hermano. Y las palabras de Kliff habían indicado un peligro bastante grande.

- ¿Qué está pasando, Comandante? ¿Qué va a pasarle a Ky?
- Gavin quiere a Ky. Piensan de forma parecida... al menos la de Ky con la que dice Gavin.
- ¿Y si todo esto es para hacerle algo a él?
- Si yo no puedo protegerle, menos podrás tú.

Kliff sentenció con dureza la situación, y un chispazo de rabia e impotencia ardió en su pecho por aquellas palabras. Si ni siquiera podía proteger a su hermano, ¿qué iba a ser de él? Pero sus preocupaciones estaban lejos de terminar en aquel punto.

- Orpherus, tu hermano no corre tanto riesgo como tú.
- ¿Cómo? - La incredulidad impedía que se asustara. Se veía en una situación cada vez más surrealista, como si todo fuera un sueño absurdo.
- No puedo contarte lo que sé, porque ni siquiera sé mucho. Sólo sé que quiero que te alejes de la Orden el mayor tiempo posible, y que dejes de estar en medio para el subdirector.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #52: December 31, 2019, 12:46:54 PM »
he acabado la escena antes de que acabe el año BIBA


Orpherus hubiera querido decir muchas más cosas de las que tuvo oportunidad aquella mañana. Hubiera querido exigir explicaciones, luchar por su orgullo y permanecer en la Orden a todo precio, y sin embargo no pudo enfrentarse al que pronto dejaría de ser Comandante. Kliff Undersn parecía un hombre completamente distinto, lejos de su persona abierta y comprensiva, que había sentenciado ya su destino en un intento desesperado por protegerle de una amenaza invisible. Una amenaza que no llegaba a comprender, pero podía sentir perfectamente, como un aliento frío en su cuello.

No tardó mucho en comprender qué estaba sucediendo, y qué iba a ocurrirle a él. Su corazón se encogió de miedo al darse cuenta de que iba a tener que huir de su propio hogar, abandonando sus sueños y esperanzas en el camino. Podía ser una persona que no estaba especialmente anclada en las costumbres, pero de pronto, se sintió demasiado perdido, arrojado en un mar de incertidumbre.

Y no sabía nada de lo que iba a ocurrir.

- Protegeré a Ky, con mi propia vida si es necesario. - Continuó hablando. - Dejaremos que Gavin crea que tiene la situación bajo control con Ky siendo el Comandante. Renuncia, hijo, renuncia y márchate de aquí. Te buscaré un buen equipo con el que hacer un intercambio.

Tan sólo pudo apretar la carta, aquella maldita carta, en sus manos mientras hacía un esfuerzo por respirar. Rezó interiormente para que nada de aquello estuviera sucediendo, para despertar de un momento a otro en su cama y ser recibido por el sonriente rostro de su hermano recién elegido Comandante, no le importaba si no estaba en peligro.

Pero aquello era real. Real como el papel que tenía en sus manos, como la silla que lo sujetaba o como el frío aire de la mañana. Su voz tembló ligeramente al empezar a hablar, pero pronto pudo hacer acopio de dignidad y mantenerse firme. Al fin y al cabo, la decisión estaba tomada. Y debía saber afrontarla con orgullo.

- Comandante, ¿puedo pedir una última cosa?
- Por supuesto.
- Ky nunca debe enterarse de que he rechazado el puesto en su favor. Que crea que se lo han pedido a él primero.

Los hermanos Kiske no habían podido concebir un mayor honor en toda su existencia, y Orpherus no había podido siquiera renunciar por propia voluntad, habiéndole arrebatado aquel derecho.

Al menos, que no hirieran el orgullo de su hermano.

- Jamás lo sabrá.

Orpherus se puso en pie lentamente, y leyó la carta por última vez, repasando con su mirada todas y cada una de las letras. La hoja estaba algo arrugada, pero era perfectamente legible. Y al dejarla sobre el escritorio del Comandante, sintió como daba el primer paso para alejarse de la Orden. De su hogar.

Sus pisadas se dirigieron hacia la puerta, estando a punto de abrirla cuando sintió una presa sobre su brazo. El Comandante lo agarraba, cabizbajo y con un casi imperceptible temblor.

- Perdóname, Orpherus. Sois como hijos para mí, y no podría permitir que os pasara algo. No pienso cometer el mismo error otra vez.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #53: February 29, 2020, 05:59:24 PM »
Wow... finalmente terminé ésto. Escena extra :3

No fue hasta la mañana siguiente cuando volvió a ver a su hermano. De hecho no había visto a nadie más, habiendo pasado el resto del día en su habitación en busca de un poco de tranquilidad para su espíritu. Había fallado en encontrarla, pero al menos sirvió para poner un poco de orden en sus ideas, y también para asimilar la situación. Sentía cómo pasaba cada segundo, el inexorable paso del tiempo que lo alejaba cada vez más de su hogar. Lo único que le quedaba era rezar para que el Comandante tuviera fuerzas para proteger a su hermano.

Había decidido salir para tomar un poco el aire y estirar sus piernas más allá de dar vueltas a su habitación como un animal enjaulado. Cruzó lentamente el puente que unía los dormitorios con el edificio central del jardín, buscando distraerse con el aire puro y la agradable vista que era el jardín central de la Orden. Orpherus apoyó los brazos en la barandilla, inspirando profundamente y perdiendo su vista más allá de los numerosos jóvenes Caballeros que habían salido a disfrutar del día libre. En aquellos momentos se sintió en calma, encontrando finalmente un atisbo de la tranquilidad que su dormitorio no había podido ofrecerle. Pero su paz no duró mucho.

- ¡Hermano!

Giró la cabeza lentamente, con el corazón dándole un vuelco. Sabía qué era lo que venía en ese momento. Ky se acercaba hasta él con paso acelerado, y un rostro indescifrable, quedándose a tan sólo unos pocos pasos.

- Buenos días, Ky. - Saludó con toda la normalidad que pudo.
- Buenos días. - Respondió, sin olvidar sus modales a pesar de su agitación. Ky siempre era tan formal. - Hermano... creo que debemos hablar.
- Te escucho.

Vio como Ky respiraba hondo, con la mano temblándole al extenderle una hoja doblada. Orpherus reconoció el papel al instante, pues era el mismo que él había recibido el día anterior. Al parecer, la decisión había sido tomada rápidamente. Pero por mantener su actuación, fingió que lo leía.

- No... no sé cómo, pero... - Inmediatamente, Ky trató de explicarse, como si hubiera hecho algo malo. - Hermano, yo creía que... que ibas a ser tú.
- Ya ves que te equivocabas. - Le devolvió el papel con una leve sonrisa. - No hay duda de que serás un Comandante excelente.

Ky miró al suelo unos momentos, con el ceño fruncido en una expresión de preocupación. El pulso se le empezó a acelerar al pensar en qué estaba haciendo con su hermano. Al verlo de tan cerca, una vez ya no había marcha atrás, era cuando se daba cuenta de que sólo tenía dieciséis años. Y la tarea no se le iba a quedar pequeña, porque Ky estaba destinado a convertirse en un gran hombre y tenía el apoyo del Comandante Undersn, pero el camino que iba a recorrer iba a estar plagado de espinas.

Orpherus apretó la mano en un puño disimuladamente, mientras que con la otra sujetó el hombro de su hermano.

- Estoy muy orgulloso de ti, Ky. - Le dijo, y sintió un poco de calidez entre aquella tensión al ver como los ojos de su hermano se iluminaban.
- Hermano, espero que esto... que esto no sea motivo para que nos distanciemos.

Mantener un rostro sereno en aquel momento fue demasiado duro, y Orpherus sólo pudo rodear a su hermano en un abrazo para ocultar su expresión. Apretó el cuerpo de su hermano contra sí, mientras que éste le devolvía el gesto con igual emoción.

- Nunca, Ky. Nunca.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #54: April 30, 2020, 10:58:38 AM »
Escena extra de la escena extra (?). Escribo como 50 palabras por semana, no doy para más :(

La noticia había corrido como la pólvora, y por ello, el jardín central de la Orden se encontraba mucho más ajetreado de costumbre. Jóvenes aspirantes y endurecidos Caballeros se habían reunido allí, espectadores del acontecimiento que estaba dando lugar, llenando la zona con sus murmullos y cuchicheos. No hacía falta mirar mucho para darse cuenta de la tensión e incertidumbre que reinaban en el ambiente, pero la situación no era para menos.

El recién nombrado Comandante de la Orden había sido retado públicamente a un duelo, y si bien su cargo no había sido comprometido oficialmente, el resultado de aquella batalla iba a decir mucho del futuro de éste.

El sonido del acero chocando marcaba el ritmo de la lucha que acababa de empezar, enfrentando al Comandante y a uno de los más prometedores Caballeros de la Orden. Por entonces no podía verse quien llevaba la ventaja, pero sí era clara la diferencia entre los estilos de ambos combatientes.

Ky Kiske, ascendido a Comandante con tan sólo dieciséis años, protegía su posición desde una postura más bien defensiva, centrándose en evitar el filo del sable de su rival. Éste era implacable, embistiendo su hoja con una fuerza y potencia que parecía imposible en un adolescente, buscando un hueco en la defensa del Comandante.

- ¡Detente! - Amenazó Ky, esquivando con gracia una estocada que bien podría haberle costado el cuello. - ¡Aún estás a tiempo de que esto no acabe en un problema serio!
- ¿Ésta es tu manera de huir, Comandante Kiske? ¿Escondiéndote detrás de tu cortesía? ¡Ya sabía yo que no vales para esto!

Ky apretó los dientes, parando con su acero un golpe duro. Necesitó hacer acopio de fuerzas para mantenerse en pie después del impacto, pero no flaqueó en ningún momento. Devolvió el golpe moviendo bruscamente su propia espada, obligando a su rival a retroceder por unos segundos. Entrecerró los ojos, dedicándole una mirada fría y severa. No iba a conseguir solucionar aquello de otra forma que no fuera luchando, y lo sabía. No sólo estaba en juego su posición como Comandante.

- ¡No me dejas opción, Almasy!

Preguntaran a quien preguntaran, nadie podría ofrecer una explicación coherente de cómo había empezado aquello.

Ky Kiske había ascendido oficialmente al cargo una semana y media atrás, habiendo sido suficiente como para darse cuenta de que se encontraba en el centro de todas las miradas y murmuraciones. No eran pocos los que criticaban al nuevo Comandante por su corta edad, si bien contaba con el apoyo y confianza de muchos otros, entre ellos el ya ex-Comandante, quien había propuesto su candidatura. Pero los Caballeros que habían aspirado al cargo no dudaban en conspirar contra quien consideraban que había llegado al puesto por puro favoritismo, y había sido una cuestión de tiempo que alguien se enfrentara directamente a él.

Seifer Almasy se había cruzado con el Comandante cuando éste se encontraba en una de las rondas que daba. No había sido su día, y de hecho ninguno lo había sido desde que Ky hubiera obtenido el puesto. Como otros, Seifer había ambicionado el cargo, considerando que tenía las suficientes cualidades como para poder llevarlo sin ningún problema. Que le hubiera sido entregado tal honor a otro no acababa de encajar en su mente. La Orden necesitaba un luchador nato, un auténtico guerrero que les liderara con su visión; precisamente algo que no eran Ky Kiske ni su remilgado hermano, los cuales contaban demasiado con el favoritismo del Comandante Undersn.

Las horas estaban contadas antes de que chocaran. Quizá un mal gesto, un insulto poco disimulado, una amenaza velada, pero finalmente algo había acabado provocando que aquellos dos jóvenes terminaran por enzarzarse en un enfrentamiento delante de toda la Orden.

Los motivos de Seifer para ello no estaban del todo claros, tal vez ni para él mismo. Podría tener la esperanza de que si lograba derrotar al Comandante obtendría su puesto o simplemente quería desquitar su frustración con él, pero lo cierto era que en su mente sólo tenía un objetivo:  derrotar a aquel hombre.

- ¡Venga, Comandante! - Añadió sorna en la última palabra. - ¿Es todo lo que sabes hacer? ¡Patético!


Airin

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #55: May 31, 2020, 05:18:40 PM »
He vuelto, mil siglos después. Que el caos no pare no pare no






Para la sorpresa de Pip, no era que sus chavales estuvieran durando más de lo que esperaba, que también, sino que además le estaban haciendo sudar. Suponía que después de todo alguna diferencia tenía que haber entre tener asignados pipiolos de ojos brillantes listos para pasar el examen y SeeDs ya graduados. Sin contar con que en el Norte los críos echaban los dientes antes, metafóricamente hablando.
Aunque aquella pelirroja parecía que había nacido con el olfato y los caninos ya puestos, porque por mucho que Pip bloqueaba sus ataques, seguía insistiendo en no darle espacio ni para respirar. Joder, si es que a ese paso hasta se iba a acabar por sentir orgulloso y todo.

 Agazapado entre las puertas abiertas de dos taquillas encajó un nuevo cargador en correa de un par de metros en su automática, y aprovechó para abrir varias cajas de munición y rellenarse todos los bolsillos que tenía por el cuerpo, que no eran pocos precisamente. Estaba haciendo trampas y le daba igual. Nadie en su sano juicio esperaría que no las hiciera, y si era así, se merecían el pateo de culo que se acabarían llevando por ello.
Era un mercenario, un profesional en su trabajo, y su trabajo era sobrevivir. Aunque fuera un temerario de mierda.
Y si esos dos chavales que le habían puesto a su cargo estaban cortados por el mismo patrón, como parecía, con el tiempo suficiente para aprender a compenetrarse podían llegar a hacer un equipo jodidamente bueno. Era obvio que entre ellos dos ya tenían la mitad del camino hecho por su cuenta.

—No lo veo. —Pip oyó la voz del rubio cerca y para evitar que dedujeran su escondite, se quedó inmóvil de inmediato haciendo su respiración lo más leve posible sin llegar a contenerla.— ¿No se habrá dado el piro y nos habrá dejado aquí encerrados verdad?

—Calla melón, que no me dejas oír. —lo amonestó su compañera en voz baja.

Transcurrieron varios segundos pesados e interminables tras los cuales el sonido de pasos cuidadosos se alejó ligeramente. Pip notaba el sudor escurriendo desde su frente, acumulándose en los bordes del parche en su ojo izquierdo y goteando por su nariz. Y la sonrisa incontrolable que sabía que hacía parecer un perturbado mental y que usaba para acojonar cuanto más mejor a sus enemigos y que no siempre podía controlar.
Pero es que se lo estaba pasando bien.
Pip no tenía impulsos particularmente suicidas, pero era obvio para cualquiera con más ojos que él, que tampoco tenía remilgos a la hora de jugarse su integridad física si hacía falta. Y en esos momentos no había asuntos graves o vidas de terceros que dependieran del resultado de su partida, así que se estaba divirtiendo a lo grande.

Una sensación familiar en la nuca hizo que se le erizase la piel y saltó de su escondite con una carcajada y fuego a discreción, justo a tiempo de oír un filo de metal silbando a poca distancia de su espalda mientras las balas hacían impacto por todas partes.

—¡Me cago en to’s sus…! —oyó maldecir a Gaudy tras su escudo mientras corría a ponerse de nuevo a cubierto sin dejar de disparar hacia ellos.

—¿Te ha dado?

—¡No, se me ha escapado!

Definitivamente Kurz tenía que estar orgulloso del mocoso, pensó Pip con algo de nostalgia.

—No te preocupes que no se va a poder esconder tanto, puedo oler su sudor, tiene que estar chorreando.

—¿Como tú o más? ¡Aahh, Raiko, joder!

Aquel trozo de conversación y todo lo que implicaba hizo que Pip levantase ambas cejas hasta la estratosfera y tuviera que taparse la boca para no reírse en voz alta de nuevo. Y pensar que además le estaban pagando por eso. Se arrastró por detrás de un saliente de metal con cajas de madera amontonadas, y mientras montaba la mirilla que se había afanado, pensó de nuevo en todo lo que realmente se podía inferir, empezando por lo más obvio. Y es que si aquellos dos no estaba liados, en algún momento lo habían estado. Nada raro por otra parte; adolescentes.
El segundo punto evidente es que si realmente podía oler su sudor, aquella chica no tenía una sangre noble tan pura como habría cabido esperarse. Igualmente nada raro si se tenía en cuenta Ikea, su extraña relación fronteriza con el Muro, y que en ciertas partes del mundo la nobleza aún se asignaba por méritos y no por influencia monetaria y pedigree.
Ahora sólo tenía que averiguar de qué era ese porcentaje incógnito, aunque Pip mentiría si dijera que no tenía una o dos ideas.

—¿Váis a daros prisa o qué? ¡Que tengo hambre! —no se reprimió la provocación guasona porque sabía que se estaban guardando algo en la manga y tenía verdadera curiosidad por ver qué pensaban hacer. Y también era verdad que tenía hambre.

—¡Gaudy, ahora!

Oyó como Raiko llamaba al rubio esperando apoyo para relizar algún tipo de maniobra y decidido a poner fin a la mañana de esparcimiento en favor de llenarse el estómago se trepó a una de las cajas de madera y desde ahí saltó a la escalera de peldaños cubiertos de goma antideslizante, encañonando a sus recién estrenados pupilos.
Pero no esperaba ver como la pelirroja era lanzada por los aires con el impulso del escudo del muchacho al par que levantaba la espada y ésta se convertía en un conductor de electricidad de nivel pararrayos sin toma de tierra. Todo lo que les rodeaba iba a ser su toma de tierra, y el recubrimiento de la sala era de paneles metálicos.

Pip tuvo los segundos justos para soltar su arma, cerrar el ojo bueno y taparse la cara con el antebrazo antes de sentir, más que oír, el chillido agudo del rayo haciendo impacto a palmos escasos de donde se encontraba. La puta que lo parió, bendita alfombra de caucho.

Cuando recuperó la sensación en sus extremidades y el aire en sus pulmones se aventuró a abrir el ojo  y echar un vistazo a su alrededor.

Raiko estaba tirada en el suelo, despatarrada como un muñeco caído pero con la espada aún agarrada en las manos, y jadeando con dificultad en mitad de un círculo de metal oscurecido y deformado.
Gaudy se encontraba casi una decena de metros más atrás, con la cabeza entre los brazos y agachado sobre su escudo  puesto del revés. Su escudo con el interior de madera y fibra de vidrio. Qué jodidos genios.

—Eh, ¿sigues viva? —Pip se acercó y empujó el costado de la chica con la puntera de su bota, haciendo que esta gimiese en protesta.

—Estoy reventada. —Raiko rodó para ponerse boca arriba, pero no abrió los ojos.

—Yo también tengo hambre, —dijo Gaudy desplegándose y estirando los brazos hasta hacer crujir algo.

—¿Una ducha y a comer? —comentó su instructor levantando a la pelirroja del suelo como si fuera un trapo.— Venga, yo invito, que eso me ha molado.

.

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
~      B a i n a n    h o n e l a,    e z    z e n    g e h i a g o    t x o r i a    i z a n g o,      ~
~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #56: May 31, 2020, 05:45:39 PM »
LO SIENTOOOO

- ¡Venga, Comandante! - Añadió sorna en la última palabra. - ¿Es todo lo que sabes hacer? ¡Patético!

A sus palabras siguió una estocada que hizo flaquear finalmente el equilibrio del Comandante. Incapaz de resistir la fuerza del impacto, Ky había sido obligado a retroceder un paso, dejándose expuesto ante su rival. Con una carcajada mordaz, éste no dudó en aprovechar su nueva ventaja y rugiendo, tomó impulso para su siguiente sablazo.

La audiencia que se había formado contuvo la respiración.

Una pequeña Lili Rochefort fue de las que no pudo evitar un grito ahogado, y apretó su agarre en el uniforme del joven que tenía a su lado.

Respiró mucho más tranquila cuando vio que el Comandante llegó a esquivar la estocada de su rival, estabilizándose de nuevo. Ky había salido ileso de aquel pequeño accidente, pero aun así, su corazón se encogió bajo la presa de una mano invisible. Aunque Lili ya empezaba a dejar de ser una niña, la inocencia infantil que aún conservaba hacía que le fuera imposible entender como alguien podía atacar de aquella manera al Comandante, que tanta amabilidad y buen corazón mostraba con ella y con todos. Y menos podía entender como el Caballero que tenía a su lado permanecía en el sitio, quieto como una estatua.

- ¿Por qué no le ayudas? - Imploró, tironeando de la capa del joven. - ¡Es tu hermano! ¿Y si le hace daño?

Desde donde estaba, Lili era incapaz de ver el puño contraído que temblaba entre la capa blanca. Habiendo salido muy recientemente del mundo ideal que su padre había construido para ella, el concepto del honor y la reputación todavía eran nebulosas en su mente. No podía entender aún que en aquellos momentos, Ky era el Comandante y no el hermano menor de Orpherus.

- Es su lucha. - Respondió finalmente éste, con un tono neutro que asombró más a Lili. - Él es quien debe vencer, no yo.
- ¡Pero-!

La multitud dejó ir una exclamación en aquel momento. Ky todavía se estaba conteniendo, y Seifer no dudaba en usar aquello en su favor, volviendo a abrir un agujero en su defensa. La hoja había pasado rozando el rostro de Ky, que aunque no cayó, dio claras muestras de perder el equilibrio de nuevo. El joven Comandante buscaba desarmar a su rival, mientras que éste buscaba ensartarle como un trozo de carne.

Orpherus entrecerró los ojos, forzando a su cuerpo a quedarse quieto. Su mano había buscado instintivamente el mango de su espada, por unos segundos habiendo estado a punto de atravesar la multitud para terminar con aquel combate de una vez por todas. Pero sólo podía quedarse allí, con Lili agarrada a él y expresando tensión por ambos.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #57: December 31, 2020, 03:24:50 PM »
umm hehe


Seifer era implacable, pero Ky tan sólo había necesitado de aquel tiempo de tanteo para hacerse a un modo de combate defensivo, buscando acabar aquel duelo con un rápido contraataque en el que lo desarmaría. Terminar con la vida de uno de sus Caballeros en público no le parecía un buen método de comenzar su mandato, y además, consideraba que sería un castigo totalmente desproporcionado. Había prometido justicia en su primer discurso como Comandante, y era precisamente lo que iba a aplicar.

Incluso si en aquellos momentos se le hacía cada vez más difícil.

- ¡Vamos, Kiske! ¡A ver si te han elegido por algo más que ser el ojito derecho del Comandante!

Los movimientos del joven Comandante empezaron a hacerse más fluidos en cuestión de minutos. Jamás se había enfrentado a Seifer en un entrenamiento, y menos en una lucha seria, sin embargo Ky no había sido elegido para dirigir la Orden por nada, dijeran lo que dijeran sus envidiosos rivales. Podía ser joven, pero estaba dispuesto a luchar hasta su último aliento.

La hoja de Seifer bajó en un movimiento rápido que Ky recordaba de varios minutos antes, y como si su cuerpo se moviera solo, rápido como la electricidad que podía manejar, la Thunderseal describió un semicírculo perfecto, desproveyendo a su rival del sable pistola y derramando sangre por primera vez en aquel combate.

A su alrededor, la multitud dejó salir una exclamación al ver como Seifer retrocedía unos pasos mientras se llevaba una mano para cubrir su frente y el puente de la nariz. Tras esperar varios segundos que parecían eternos, Ky avanzó hacia él lentamente, aún apretando fuertemente el mango de su espada por si debía bloquear un contraataque. Pero el joven Caballero parecía no salir de su sorpresa todavía, tratando de detener el escandaloso flujo de sangre del corte en su frente con su mano.

- Ve a enfermería a que te vean eso. - Ky le habló con severidad, lo suficientemente alto para que los presentes más cercanos pudieran escucharle. - Después ve a dirección. Hablaremos de ésto más tarde.
- Tú... niñato... - Apartó la mano de su frente para observar la palma llena de sangre con una mueca de incredulidad. - No creas que...

Seifer escupió las palabras en respuesta, mirándole con un odio intenso. Pero Ky no tuvo que repetir sus palabras, ya que aquel joven era impetuoso, mas no especialmente estúpido, por lo que trató de marcharse con toda la dignidad posible. Recogió su arma mientras lanzaba una última mirada de desprecio al Comandante. La multitud se apartaba del Caballero y el rastro de sangre que iba dejando, mientras que Ky permanecía en el centro, siendo el objetivo de todas las miradas. Un tímido aplauso empezó a oírse, y para incomodidad de Ky, terminó en una fuerte ovación.

El joven Comandante trató de salir de allí rápidamente y proseguir con su rutina, que se había visto severamente retrasada aquel día, pero una vocecita chillona lo alcanzó.

- ¡Comandante! ¡Comandante!

Lili lo alcanzó, llegando hasta él para sujetarle por la manga de su uniforme blanco. La niña estaba claramente emocionada por su victoria, y aquella muestra genuina de afecto sirvió para tranquilizar un poco el ánimo de Ky.

- ¿Está bien? - Preguntó Lili, mirándole expectante con sus grandes ojos azules.
- Sí, gracias. - Respondió Ky, sonriéndole levemente y contagiándole una más grande a la niña.
- He pasado mucho miedo, ¡pero sabía que iba a ganar, Comandante!

Ky le puso una mano sobre la cabeza, pasándola por los cabellos rubios, para apaciguarla un poco. Lili era una niña inquieta y entusiasta, con un espíritu inocente pero fuerte. Había llegado la semana anterior a la Orden tras escaparse de casa, buscando un lugar entre las filas de los Caballeros a pesar del evidente disgusto que ello le causaba a su padre. Al ver que convencerla de volver iba a ser imposible, Ky se había comprometido a cuidar de ella para dejar a Lord Rochefort tranquilo. Estaba seguro de que Lili iba a ser una excelente Caballero, y si bien se había propuesto ser imparcial y no tener favoritismos, de una forma u otra la niña sabía cómo llevarse su atención.

En aquellos momentos, Lili estaba encantada con la atención que le prestaba el Comandante, riendo bajo el contacto y buscando la mano del joven con la suyas. Pero cuando Ky levantó la vista, decidió terminar aquel momento más abruptamente de lo que hubiera querido.

- Emilie, deberías ir a clase. - Le recordó, instándola a marcharse. - Tienes mucho que adelantar si quieres examinarte con tus compañeros.
- ¡Sí, Comandante! - Asintió en respuesta, aunque algo decepcionada, dispuesta a obedecer.

Lili se marchó, agitando la mano en despedida, sin darse cuenta de quién era el causante del repentino adiós. Ky adoptó una posición recta al ver acercarse a su hermano, y trató de mostrar una expresión digna.

- No sabía que teníamos una hermana pequeña. - Bromeó Orpherus al acercarse, con una sonrisa casi imperceptible.
- Emilie es así. - Respondió Ky, sin estar muy seguro de qué decir. - No quiero ser desagradable con ella.
- Ya veo.

Dejó unos momentos de silencio entre ellos, examinando a su hermano de cerca para comprobar que estaba bien. Aparte de algún rasguño superficial, Ky estaba en perfecto estado. Cualquier ápice de nerviosismo o intranquilidad habían quedado ocultadas bajo una máscara de serenidad y tranquilidad que a Orpherus no le costó detectar, pero imaginaba que para el resto del mundo funcionaría.

Al ver la expresión de su hermano menor, la culpa empezó a presionarle en el pecho. Lo sucedido con Seifer no era más que la primera piedra en el camino del Comandante, y Ky no merecía aquello. Orpherus debería haber sido quien se hubiera enfrentado a Seifer aquel día, y quien tuviera que tragarse sus propios miedos por el bien de todos. Cuando pensaba en que iba a dejarlo solo frente a todo ello, empezaba a sentirse hasta enfermo.

Pero Ky no podía saber aquello, por su propio bien, y Orpherus también iba a tener que enterrar algo en su interior. De alguna manera, le daba la impresión que así estaban más unidos.

- Has hecho bien. - Trató de infundirle ánimos. - Quizá no tu mejor combate, pero has quedado en buen lugar.
- ¿Qué iba a hacer delante de todo el mundo, si no? - Se excusó Ky, con un rubor de ofensa cubriéndole las mejillas.
- Lo sé. - Admitió, dejándose llevar por su culpabilidad. - Yo... siento que hayas tenido que pasar por esto.
- ¿Por qué te disculpas? - Ky arqueó una ceja.

Inmediatamente, mordiéndose la lengua y maldiciéndose mentalmente, Orpherus desvió la vista con un gesto incómodo, buscando decir algo rápidamente para disimular su culpabilidad. Al ver la reacción de su hermano, Ky tan sólo negó con la cabeza, esbozando una media sonrisa triste al creer que entendía el motivo.

- Ya no soy tu responsabilidad, hermano. Puedo cuidar de mí mismo. - Le recordó, con una mirada indescifrable.
- Eso... eso no hace que me sienta más tranquilo. - Insistió. - No voy a dejar de preocuparme por ti.
- ¿En la distancia también?

El tono casi de reproche alarmó a Orpherus. Ky nunca se había dirigido a él de forma sarcástica, porque de hecho no era un idioma que manejara especialmente bien, pero en aquellos momentos algo había cambiado en su hermano.

- Ky, no entiendo a qué...
- Ya sé que te marchas. - Le cortó, volviendo a mirarle. No era indignación ni rabia, sino tristeza lo que había en los ojos de su hermano. - ¿Cuándo pensabas decírmelo?
- Ky... - Se pasó una mano por el pelo, incómodo. - Es sólo que... ¿cómo lo sabes?
- ¿Qué importa eso? - Negó con la cabeza, para dejar salir un corto bufido. - Pero si necesitas saberlo, me lo dijo el Comandante. Ya están en trámite los papeles.

Orpherus apretó los dientes. Probablemente el Comandante Undersn temiera que se echara atrás en su decisión o que incluso tratara de ignorarla deliberadamente. Una vez Ky firmara los documentos, ya no habría posibilidad de renuncia. Y aunque había pensado una y mil veces en cómo decirle a su hermano que iba a marcharse, todavía no había dado con la forma adecuada.

Tal vez era eso lo que el Comandante tratara de atajar.

- Es... Ky, quizá no es el mejor momento de hablarlo.
- ¿Y cuándo quieres hablarlo? ¿Me enviarás una carta cuando estés allí?
- Ky...

Jamás había visto a Ky de aquella manera. Estaba usando contra él un tono indignado, y en otra ocasión, Orpherus le habría indicado que vigilara sus maneras... pero en aquellos momentos sabía que lo merecía. Sólo pudo bajar la vista, incapaz de mirarle a la cara.


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #58: January 31, 2021, 12:13:06 PM »
Hora de avanzar la trama :)

- ¿Lo de siempre, chicas? - Preguntó Desmond, desde el otro lado de la barra.
- Sí, sí. Acuérdate de la mayonesa. - Respondió Kora, girándose enseguida hacia Shura con una risita. - ‘Chicas’...
- Estos pringados...

Ignorando que era un nuevo motivo de burla por parte de las dos Seeds, Desmond volvió pronto con un bocadillo de pollo y lechuga (con mayonesa) para Kora, y un mixto para Shura. Las dos se añadieron un refresco a la bandeja, y partieron a la búsqueda de una mesa. Las ventajas de ser Seed incluían no tener muchas clases, y no tener clases a mediodía ofrecía la posibilidad de ir quince minutos antes a la cafetería, con lo que las dos chicas tenían bastantes posibilidades a la hora de elegir.

Kora hubiera elegido la mesa cerca de la ventana, por si acaso había partido de fútbol antes de comer (en Balamb, el verano empezaba en Mayo, y el índice de descamisamientos se disparaba), pero algo captó su atención por el rabillo del ojo. En una mesa al fondo de la pared había una chica con gafas y pelo rubio cenizo encrespado, aparentemente indecisa de si comerse su bocadillo o no.

- ¿Quién es esa? - Preguntó Kora, arqueando una ceja. - No la he visto nunca.
- ¿Estudiante de intercambio? - A Shura tampoco le sonaba aquella chica, que parecía totalmente fuera de lugar en el Jardín. - Pobrecita, está sola.
- Hmmm... - Kora le dirigió a su compañera una mirada interrogativa. - Bueno, no estaría mal presentarnos. Además, tengo que dar buena imagen al Jardín, ya sabes, hermana del comandante...

Shura asintió solemnemente. Las dos se dirigieron hacia la mesa en que se sentaba la desconocida. Ésta alzó la vista al verlas llegar, y se subió las gafas que se le resbalaban por el puente de la nariz. Parecía totalmente nerviosa al ver a Shura y Kora acercarse.

- Hola, ¿podemos sentarnos aquí? - Preguntó Shura.
- Sí, claro... - Murmuró en respuesta la chica, apartando su bandeja hacia ella misma para dejarles aún más sitio. - Yo ya me iba...
- Queremos sentarnos contigo, tontita. - Le dijo Kora. - Eres nueva aquí, ¿no? ¿Eres Seed?
- No... quiero decir, ¡sí! Sí soy nueva, pero no soy Seed. Soy... soy estudiante de enfermería. - La chica gesticuló nerviosamente, y golpeó la parte trasera de su tenedor, que salió volando. - Ay... P-perdón...

No era difícil ver a aquella chica, tan nerviosa y asustadiza, tropezando y volcando toda una mesa de elementos médicos para provocar un desastroso efecto en cadena. Kora y Shura se miraron de soslayo, compartiendo la misma imagen mental en silencio. Se acogieron al pensamiento de que es la intención es lo que cuenta.

- Ah, nosotras somos Seed. - Repondió Shura, sonriendo amistosamente. - Yo soy Shura Hamasaki.
- Y yo Kora Lionheart. Soy la hermana del Comandante. - La sonrisa de Kora, en cambio, era más orgullosa.

Los ojos de la chica se abrieron como platos, sorpendida, y aquello sólo avivó el orgullo de Kora, que parecía henchirse como un pavo real ante la atención brindada. Se apartó un mechón hacia atrás con la punta de los dedos, alzando las cejas con orgullo.

- ¿En serio...?
- Sí, bueno, pero no es para tanto. No es como si me dieran trato preferente o algo. Pero sí que tengo un poco de autoridad, quiero decir, no se hace todo lo que yo digo pero...
- ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

Más experimentada a la hora de maniobrar alrededor de su amiga, Shura intervino antes de que la situación se convirtiera en El Show de Kora. La chica pareció dudar por unos momentos, y por unos momentos, Shura estuvo a punto de decirle que si le daba reparo decirles su nombre, no tenía que hacerlo. Como si hubiera sentido la incertidumbre de la chica, su móvil sonó, interrumpiendo lo que fuera a decir. Después de leer la pantalla, se mordió el labio, y empezó a levantarse.

- Perdón... tengo que irme. Gracias por sentaros conmigo...
- Pero si ni has comido casi...

Moviéndose como si estuviera impulsada por resortes, la chica casi dejó a Shura con la palabra en la boca al desaparecer rápidamente entre la multitud que entraba en la cafetería como el ejército hambriento que era. Se había marchado con tantas prisas que se había dejado sobre la mesa el bocadillo apenas empezado y la lata de refresco sin abrir. Shura aprovechó para coger ésta última, encogiéndose de hombros.

- Es gratis, ¿no?
« Last Edit: February 28, 2021, 10:46:26 AM by Kora »


Kora

Re: SeeDs in the Garden – revival
« Reply #59: February 28, 2021, 12:20:01 PM »
Para Kaeya, despertar con compañía no era nada fuera de lo común. No era algo que sucedía todos los días, por supuesto, sólo lo normal para alguien en su línea de trabajo, pues la información fluía mucho más alegremente entre las sábanas. Aquel día, sin embargo, era más por placer que por otra cosa, y no le hubiera importado haber cerrado su ojo otra vez para quedarse un rato más en la cama… pero el deber lo llamaba. Se estiró con todo el sigilo posible, aunque sabía que iba a ser bastante difícil salir sin despertar a nadie cuando ambas salidas estaban bloqueadas. 

- ¿Kaeya…?
- ¿No intentarás irte sin decir nada…?

Un delicado suspiro contra su hombro derecho. Una mano fuerte subiendo por su abdomen. ¿Qué podía decir? Kaeya se consideraba a sí mismo como alguien generoso en el amor.

- Lo siento. - Respondió Kaeya, incorporándose entre ambos, esbozando una sonrisa en disculpa. - Hoy trabajo.
- Siempre estás trabajando… - La mujer llevó su mano también al cuerpo de Kaeya, acariciando alrededor de su ombligo con la punta de los dedos. - Ni siquiera ha salido el sol.
- El Jardín no va a venirse abajo porque te quedes un rato. - Añadió el hombre, presionando suavemente para que Kaeya no pudiera levantarse.
- ¿Tú crees? - Kaeya rió suavemente, sin luchar demasiado contra las manos que insistían en mantenerlo en la cama. Aquellos dos podían ser muy convincentes.
- Seguro que sí…

Media hora más tarde, salió de la habitación para darse una ducha rápida, dejando a la pareja dormir plácidamente. Se tomó su tiempo para arreglarse, había confianza, y para cuando subió al coche, era toda la imagen de la profesionalidad. Con todo, distracciones incluidas, no llegó más que diez minutos más tarde de lo esperado al Jardín de Galbadia, el cual apenas estaba empezando su día.

Kaeya esquivó grácilmente la multitud de aspirantes a SeeD que salía de los dormitorios, y sin necesitar más que un guiño para que le dejaran colarse en la cola del ascensor. Hablando de Jardines viniéndose abajo…, pensó para sí mismo mientras pasaba su tarjeta por el lector, permitiéndole subir a la planta donde estaba dirección.

- Buenos días, señoritas. - Sonrió a Marin y Shaina cuando entró en el despacho de la Comandante, a lo que las dos SeeD asintieron en respuesta. Tras ellas, la Comandante alzó la vista de su escritorio, y Kaeya se inclinó ante ella con una floritura. - Comandante.
- Llegas tarde. - Le respondió Adiane, aunque no parecía demasiado enfadada. Igualmente, Kaeya no se lo tomó a mal, ya sabía que las tres mujeres en la sala eran un público difícil.
- Perdón, perdón. - Kaeya juntó las palmas de las manos unos momentos, y se sentó en la silla frente al escritorio, cruzando una pierna sobre la otra. - Pero ya estoy aquí.
- Sí, sí, ya lo veo. - Adiane dejó ir un bufido. - Espero que al menos esté todo listo.
- Oh, por supuesto. ¿Qué clase de estratega sería si mis planes no estuvieran preparados con días de antelación?

La sonrisa y el tono amistoso de Kaeya eran superficiales, por supuesto, pero era cierto que lo que tenía planeado para aquel día había tomado su tiempo. Kaeya casi estaba emocionado, al fin y al cabo, ¿a quién no le resultaba gratificante ver los frutos de su trabajo? Oh, estaba seguro de que iba a ser muy interesante.

- Tendrás alguna manera de seguirla, ¿no?

La voz de Adiane lo sacó de su ensimismamiento. En respuesta, Kaeya le mostró su tablet, donde un punto rojo parpadeaba en mitad de un mapa, y las tres se asomaron para verlo más de cerca. Una sonrisa se dibujó en el rostro de Adiane cuando confirmó dónde se encontraba aquel punto.

- Shh, no sabe que la estamos siguiendo. - Añadió Kaeya, llevándose un dedo a los labios. - Ya está en el Jardín.
- Y ahora, esperamos. - Asintió la Comandante.



Graham hizo una bola con el papel en el que había estado practicando su firma, tal y como Franziska le había ordenado después de ver que la figura de su firma no coincidía completamente cuando se comparaban diferentes documentos. Lo cierto es que había practicado la firma dos veces y luego había empezado a dibujar robots gigantes, pero no había hecho nada destacable con su arte. Le dolía admitir la verdad: no se encontraba inspirado aquella tarde.

Lanzó la bola a la papelera con un arco perfecto, y se recostó en el sillón. Era una tarde tranquila, sí, y no había mucho que hacer, lo cual se traducía en aburrido en el idioma de Graham. Apollo hubiera apuntado que sí tenía cosas que hacer, como firmar un recibo de cargamento de kevlar, pero Graham no consideraba eso como ‘algo que hacer’. Aquello podía firmarlo el secretario, quien seguramente tendría una firma más bonita y además, más constante.

Alguien llamó a su puerta, respondiendo a sus plegarias inconscientes, y le faltó tiempo para girarse a decir ‘adelante’. Pronto su hermana entró en el despacho, con las manos detrás de la espalda y sonriendo.

- Buenas tardes, señorita Seed, ¿qué le trae por aquí?
- Nada en especial, Comandante. - Kora se apoyó en la mesa. - Estaba aburrida.
- Ya somos dos.

Kora arqueó una ceja, sonriendo sólo de un lado, y Graham se sorprendió de lo rápido que había crecido en cuestión de días. La chica que tenía delante empezaba a tener ya gestos de mujer, no de adolescente excitable. Ya no era aquella niña que se disfrazaba con tutús y diademas de plástico y le hacía prometer que se casarían cuando fueran mayores.

- ¿Por qué no vamos a Balamb? Quiero dar un paseo. 

Como siempre, Kora conseguía arrancarlo de la rutina y el deber gracias a sus arranques posesivos. Eso sí que no tenía que cambiar nunca.

- Bueno, en teoría a partir de las ocho tengo que tener libre, así que...

Todavía eran las siete y media, pero igualmente, Graham se levantó apoyando las manos en la mesa. La sonrisa de Kora se ensanchó, y esperó a que llegara a su altura para colgarse de su brazo. Y él sólo pudo dejarse llevar.