Author Topic: Para Airin ❤ "Benders"  (Read 6915 times)


Neko

Para Airin ❤ "Benders"
« Topic Start: January 06, 2014, 05:33:59 PM »
Puessss, en un principio no iba a publicarlo, pero Airin me ha estado picando hasta hacerlo xD Así que aquí está.
Espero que te guste, amore *x*!
Esto es una especie de remix de tres universos distintos, pero creo que queda bien :___D JAJAJAJAJA.
Y gracias, Kora, por prestarme a Zuko :3





Benders!
O como ciertas personas simplemente gravitan la una hacia la otra inevitablemente


Los enanos siempre habían sido maestros de la tierra, pero después de la segunda expansión, con el mundo volviéndose cada vez más pequeño al mismo tiempo que el hombre podía viajar cada vez más rápido, benders de fuego empezaron a nacer, aquí y allá, entre sus congéneres.
Mayoritariamente, los enanos seguían prefiriendo un techo de roca sobre sus cabezas antes que el cielo abierto, pero cada vez había más excepciones. Ya no era tan raro ver enanos viviendo entre los hombres, no tan difícil encontrar algún elfo en travesía. El mundo estaba cambiando.
Oh, que si estaba cambiando…



El primer signo para Dwalin fue cuando Thorin le sentó y con una mano sobre otra de las suyas le dijo:

—Dwalin, Fíli se va a casar.

Y de ahí en adelante todo había ido picado, colina abajo. Como una avalancha pintaba los paisajes de blanco, cubriéndolo todo agresivamente, las consecuencias de aquella noticia borraron del mapa la vida que hasta ahora había conocido el guerrero.

La boda iba a ser con una enana de las colinas, una chica que se había pasado la vida viviendo entre humanos, pero ella era de linaje noble.
Dwalin no sabía cómo esta muchacha y Fíli se habían llegado a conocer, no tenía ni idea de como se había llegado a la conclusión de un matrimonio ni quería saberlo. Lo que sí sabía era en qué consistía su deber: proteger el linaje de Durin. Y entre ellos, se encontraba el príncipe y la futura princesa.
Como jefe de la guardia personal del Rey, él escoltaría a la chica hasta Erebor, donde se casaría con Fíli poco después.

—Mahal nos pille confesados… —murmuró mientras preparaba a su pottoka, al ver que Kíli y Fíli se acercaban a él hablando animadamente.

Kíli codeó a Fíli mientras se reían antes de saludarle.

—Señor Dwalin —hablaron los dos a la vez antes de dedicarle un cabeceo.

—Aquí vamos otra vez… —refunfuñó antes de poner su mejor cara para los jóvenes— ¿Cómo está la mañana para vosotros, chicos?

—¡Oh! ¡Bien, bien! He oído que partías ya hacia Solace.

—Así es.

Fíli se frotó la nariz con el nudillo mientras Kíli se reía y volvía a darle codazos. Fíli intentó pararle con un ‘ya va’ murmurado. Sacó algo de dentro de su abrigo, parecía una carta. Dio un par de golpecitos con ella en la mano con la que no la sujetaba. Después se la entregó, con un ligero rubor en las mejillas que se podía adivinar tras su rubia barba.

—¿Podrías entregarle esto?

Y Dwalin no tuvo que preguntar para quién era la misiva. La tomó y asintió, enviando a los chicos a hacer cosas de enanos nobles, en vez de corretear por las calles de Erebor tan felizmente.



El viaje había sido un horror tras otro. Primero la sensación de que el cielo se le iba a caer sobre la cabeza, cosa que se probó verdadera cuando empezó a llover. Y después de acostumbrarse al vértigo y el bamboleo del animal, todo lo demás.

Dwalin no estaba hecho para hablar con personas, no estaba preparado para socializar. Él era un guerrero, grande entre los suyos. Sus habilidades como earthbender le habían hecho ganar un respeto que sólo era comparable con el miedo que provocaba en los ladrones al sólo oír su nombre. No estaba acostumbrado a que la gente le mirara con curiosidad, a que los niños se acercasen a él para preguntar porque tenía barba si aún era bajito.

—Mahal, dame paciencia… —murmuraba a menudo cuando otro niño distinto se acercaba con preguntas nuevas.

¿Y tus padres te dejan ponerte tatuajes? ¿Por qué tienes hachas? ¿Por qué eres calvo?
La mayoría dejaba de hacer preguntas cuando se daba la vuelta y le veían la cara de pocos amigos y las arrugas que venían con sus años, pero otros decidían cambiar sus preguntas por otras dirigidas a su enanitud.
¿Y siempre has vivido en la montaña? ¿Te asusta la luz? ¿Hay dragones ahí dentro? Porque mi mamá me dice que hay dragones en las cuevas, para que no vaya a explorarlas, usted sabe… ¿Es verdad que no hay mujeres enanas?

—Sí y nacemos de rocas con forma de huevos —llegó a contestarle a uno de ellos, sólo para ver como la cuadrilla empezaba a gritarse y pasarse canicas de una mano a otra—. Niños…

Dwalin no veía la hora de llegar a aquel bendito pueblo.



Solace fue una sorpresa en sí misma. Nadie le había dicho a Dwalin, el enano, que los humanos podían vivir en los árboles, como ardillas. O peor, elfos.
Un estremecimiento le sacudió entero al pensar en elfos.

De todas maneras, Dwalin no quería pensar en elfos, aunque se había encontrado con alguno por el camino. Estaba pensando en como llegar hasta lo alto de aquellos enormes árboles, donde los habitantes habían construido sus casas, unidas por pasarelas de madera.
Dwalin conocía las pasarelas, ellos mismos las usaban para conectar una mina con otra. Un buen enano que se tuviera aprecio tenía que haber visitado una mina alguna vez de su vida y habían muchos tipos diferentes de minas.

El guerrero miró con angustia disfrazada de molestia hacia lo alto de los árboles. Si aquella chica era una enana sensata no viviría allí. Así que buscó alguna casa a ras de suelo. Oh, y encontró una. Y dos también.



—Tiene que ser una broma… —dijo Dwalin con un tic en el ojo mientras observaba la escena ante él.

La primera casa que había encontrado era demasiado grande como para ser de un enano y había tenido razón. Era una herrería, pero la de un humano. El chico se llamaba Zuko y era un firebender bastante bueno, aunque era joven y tenía mucho que aprender aún.
Su maestro era otro enano, también firebender, llamado Iroh.

—Oh, creo que sé a quién buscas —había dicho Iroh con una sonrisa en los labios mientras bebía su té con parsimonia—. Viven más allá, pero probablemente los encontrarás cerca del lago.

Y al lago se había ido. Y ahí estaba, sentado en el suelo tras unos arbustos, viendo como un enano con un peinado bastante… distintivo flotaba en el aire con las piernas cruzadas y señalando todos los errores que una waterbender, al parecer novata, estaba cometiendo.

—Tienes que mover las manos con más fluidez, no seas tan rígida… Bien.

La chica, pelirroja, saltó feliz cuando el agua se levantó del lago e imitó el movimiento de su mano.

—¡Yuju! ¡Sí, por fin!

Levantó los puños y dos chorros de agua se elevaron en el aire, cayendo al lago con un sonido agrietado y salpicando a su alrededor. La chica continuó celebrando su victoria pateando el suelo repetidamente, como si estuviera a punto de hacer un sprint.
Tenía el pelo rojo y largo e iba vestida de verde.

—Vale, vale… —dijo el que parecía ser su maestro con desinterés, rascándose el interior de una oreja— Ahora hazlo veinte veces.

—¿¡Qué, veinte!?

—Que sean cien —añadió con una sonrisa de gato antes de volar en zigzag para evitar los chorros de agua con los que la joven le estaba atacando.

A todo esto, la chavala medía alrededor del metro setenta. No podía ser una enana. Y un vistazo más cuidadoso le dijo a Dwalin que esas orejas, definitivamente, no eran de humana. ¿Semielfa tal vez?
¿Fíli se había prometido con una semielfa?

Dwalin se pasó la mano por la cara. Debía haber un error por alguna parte.
Tal vez había más enanos en aquella población o todo esto era una broma muy elaborada de parte de Thorin o…

—Vaya, vaya, vaya… ¿qué tenemos aquí?

Dwalin levantó la cabeza despacio. El enano volador estaba del revés en el aire, aún con las piernas cruzadas, sonriéndole. Las trenzas de su barba eran tan tupidas y estaban tan apretadas que sólo se inclinaban un poco hacia abajo en vez de caerle sobre la cara, aunque Dwalin no lo admitiría, estaba asombrado.
El guerrero se dedicó a mirar con fijeza los ojos gris verdosos del enano volador.

—¿Quién eres, qué haces aquí? —insistió, dándose la vuelta en el aire pero sin tocar el suelo todavía.

Dwalin se levantó despacio, sin dejar de mirar aquellos ojos.

—¿Qué ocurre, maestro? —preguntó la pelirroja, aún practicando sus movimientos al lado del lago.

—No es nada, Airin, sigue con lo tuyo —instruyó el enano, ladeando la cabeza pero sin despegar ojo de Dwalin.

—Airin… —repitió Dwalin. Y suspiró. No era la chica que estaba buscando.

—Sí, Airin. ¿Tienes algo contra ella?

Aquel enano sonaba molesto. Y debía de serlo. ¿Un enano airbender? Si eso no iba en contra de la naturaleza, Dwalin no tenía mithril en el…
Y entonces fue cuando la ráfaga de viento lo echó hacia atrás. Dwalin cayó sobre sus posaderas con más bien poca gracia, salvando el aterrizaje con las manos en el suelo.

—¿¡Qué haces aquí, he dicho!? —vociferó el enano.

Dwalin rechinó los dientes, le temblaron los hombros y dejó salir el aire por la nariz mientras sus ojos se ensombrecían.

—¿El gran enano tiene miedo? —preguntó el otro burlón mientras se oía a la chica pelirroja volver a gritar por detrás, pero a Dwalin le daba igual.

—Nadie…

—¿Sí? Más alto, no te oigo —preguntó, poniendo una mano detrás de su oreja.

—Nadie se burla de mí así.

—¡Y nadie se queda sin contestarme cuando pregunto!

Una segunda ráfaga de viento, esta vez cortante, se dirigió hacia Dwalin que levantó un pie y lo dejó caer sobre el suelo. La tierra retumbó y una pared de pura roca se levantó entre los dos.
Así empezó su primer combate. La geografía del lago nunca volvería a ser la misma que antes de que esos dos se conocieran.



—Entonces esto será todo —dijo la enana mientras, de puntillas, amontonaba las monedas para contarlas rápidamente.

—Sí, exacto —respondió Zuko, inclinado sobre el mostrador y con una mano en la barbilla—. Esta todo.

La chica volvió a ponerse sobre sus talones y echó un vistazo rápido a lo que le quedaba en el monedero.

—Deberías pensar en poner un mostrador más bajo… —refunfuñó.

—Se lo digo todos los días y aún no lo ha hecho —añadió Iroh con un encogimiento de hombros mientras retiraba las tazas de té usadas.

—¡Oh, por favor! ¡Yo no os digo nada de vuestra mesa para enanos! Cada vez que me hacéis parar para tomar algo con vosotros acabo encogido ¡Encogido! —se señaló la espalda con las dos manos— ¡Soy muy joven para tener dolores de espalda!

—Oh, cálmate Zuko. O te saldrán más canas que al tío Iroh.

—Eso, Zuko. Cálmate, Zuko.

El chico se quitó el mandil y lo tiró al suelo, marchándose con una nube negra sobre la cabeza. Volvió segundos después para recoger el delantal de cuero y colgarlo al lado de la puerta que llevaba a la herrería.
Iroh y Anir compartieron una mirada divertida antes de reírse.

—¡Anir! ¡Anir! —se escuchó el grito desesperado desde fuera de la herrería.

—Oh, eso es para tí.

—No me digas…

La enana se asomó a la puerta y se rascó la nariz con el dorso de la mano. Parpadeó para asegurarse de que el torbellino verde que venía corriendo no era una ilusión.

—¿Airin? ¿Por qué corre tanto? —miró por detrás, por si veía a Nori, él era uno de los pocos capaces de hacer correr tanto a su amiga.

—¡Anir!

La semielfa paró en seco delante de la enana, la tomó por los hombros y pegó sus narices.

—¡Tenemos problemas! ¡Tu hermano se está pegando con alguien que no conozco!

Anir se encogió de hombros.

—Como si eso fuera una novedad.

Airin frunció el ceño, se irguió en toda su altura, que para una enanita era mucha, y se cruzó de brazos. Entrecerró los ojos antes de hablar otra vez.

—Sí, la novedad es que está teniendo una lucha con un enano earthbender en el lago. Y había niños jugando por allí.

La palmada que se dió Anir en la frente se escuchó hasta en Erebor.

—¿¡Y por qué no te has quedado a intentar salvar a los niños!? —vociferó la chica antes de salir corriendo hacia el lago.

—¡Aún no he entrenado tanto como para defenderme a mí misma de ellos! —se excusó caminando deprisa a su lado, antes de agarrarla del cuello de la camisa y ponérsela en la espalda— ¡Te llevo!

Y así partieron, con la esperanza de salvar lo que quedara del lago. Oh, y los niños, alguien tenía que pensar en los niños.



Resultó que los niños se quedaron en una pequeña isla, más bien una roca mal puesta, en medio del lago, apostando por quien ganaría la batalla de benders.
También resultó que la mocosa que apareció cuando Dwalin tenía la mano ganadora, o eso se repetía él, y que había atrapado al enano volador y a él mismo en sendas jaulas de metal, era la hermana pequeña de dicho enano. Y la chica que andaba buscando. La prometida de Fíli.

—Gracias Mahal, al menos es una enana —había susurrado Dwalin una vez de vuelta en la ciudad, con la frente apoyada en la cabeza de su pottoka y una mano acariciando sus crines mientras con la otra le ofrecía una manzana para comer.

Para su desgracia personal, el enano vo- Nori, se llamaba Nori, había insistido en viajar con ellos hasta Erebor, llevándose a su discípula con él. Decía que no se fiaba de alguien tan temperamental como Dwalin, como si él fuera más tranquilo.

El camino estuvo lleno de peligros, pero también abundaron los momentos divertidos y hasta consiguieron arrancarle alguna risa sincera a Dwalin entre los tres.

—Y esto es Erebor —dijo cuando llegaron a las puertas talladas de la montaña.

Anir no se esperó y corrió adentro, sabiendo que a Fíli debería haberle llegado la carta que le había mandado una semana antes con cuervo y que lo más probable es que esperara cerca de la puerta para recibirla. La enanita arrastró a su amiga de la mano mientras los dos enanos se quedaban rezagados detrás.

—¿Y bien? —preguntó Dwalin, aún mirando hacia delante.

—¿Y bien? —repitió Nori con los brazos cruzados y la barbilla levantada, sin perder contacto visual con su hermana y su discípula.

Dwalin carraspeó y movió los hombros sólo para sentir el peso familiar de sus hachas de combate a su espalda.

—¿Te quedarás? —preguntó por fin Dwalin.

Nori tardó en responder, viendo como Fíli encontraba a Anir, la cual soltaba a su amiga de repente, resultando en la caída de la misma al suelo. Anir trepó a Fíli como si fuera una escalera de mano.
Nori contuvo una risita y la hizo pasar por un carraspeo. Miró de reojo a Dwalin.

—¿Que tiene la montaña que ofrecer al viento?

Dwalin se encogió de hombros.

—¿Un lugar donde aullar?

—¿Vas a hacerme gritar, grandullón? —preguntó Nori con una sonrisa ladina antes de empezar a andar hacia su hermana.

Dwalin se quedó ahí, con su pottoka, las dos mulas y el caballo. Kíli, siempre la sombra de su hermano, había tenido a bien ayudar a levantarse a la semielfa, que le pasaba por al menos unos buenos diez centímetros. Aún así, Dwalin podía distinguir lo sonrisa y el flirteo de Kíli desde lejos.
Luego miró como Fíli tomaba de las manos a Anir, que por fin le había soltado, y le contaba cosas, frente con frente. Y después se fijó en la espalda de Nori y un poco más abajo.

—Aaaah, quien sabe. Tal vez sus gritos suenen tan bien como me los imagino —admitió para sí mismo—. ¿Tú que piensas, Harley?

Y la pottoka relinchó, moviendo la cabeza hacia arriba y hacia abajo antes de agitar su flequillo al viento.



-FIN-




Ale, espero que te haya gustado. He puesto cosicas por ahí que sé que te llegarán al corazón, como las potokas, porque soy así de awesome y porque te lo mereces
Me retiro a seguir posteando -v-


Airin

Re: Para Airin ❤ "Benders"
« Reply #1: January 06, 2014, 06:21:30 PM »
Se avisa y se previene del  uso y abuso completamente gratuíto de caritas, mayúsculas, falta de espacios e incoherencias a discreción a partir de este punto.
Sigan leyendo bajo su cuenta y riesgo, no se aceptan reclamaciones.



Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

No tengo palabras para expresarme -w- Y menos mal, porque si es más como lo de arriba, problemas tenemos xDDDDDD Gracias *V*

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