Author Topic: Para Airin ★ Fic libre  (Read 12242 times)


Kora

Para Airin ★ Fic libre
« Topic Start: December 24, 2013, 11:26:32 PM »
No me preguntes de dónde salió esta idea, pero nada como un cuento navideño (ajá). No sé qué más decir aparte de que Marta me dio su bendición, así que espero que te guste amore ♥!!

Temporada de lobos

La tormenta de nieve era casi impenetrable para cuando llegó al pueblo. Bajo tres capas de piel y cuero, el alcalde lo recibió, indicándole con un gesto de la mano enguantada que lo siguiera. Ventanas cerradas por cualquier medio y tejados cubiertos de nieve era lo único que veía a excepción de la baja y rechoncha figura del hombre frente a él.

El ambiente dentro de la mansión, sin embargo, era cálido y acomodado. La amplia chimenea en el estudio calentaba la estancia, y dejó el pesado abrigo de cuero sobre la silla que le ofreció el alcalde. Sentado con las piernas cruzadas, esperó a que el anciano se quitara todas las prendas que llevaba puestas, para finalmente acomodarse en la silla con pesada respiración. Si aquel no era su último invierno, probablemente no vería muchos más.

- Entiendo que si ha venido es porque le interesa la oferta. – Empezó el alcalde, colocándose unas gafas con dedos temblorosos.
- Me gano la vida con esto. – Replicó, encogiéndose de hombros. – Además, este no es el trabajo más difícil al que me he enfrentado.
- Estoy al tanto de sus credenciales, sí, señor…

El alcalde permaneció en silencio durante unos momentos, observándolo por encima de sus gafas. Más silencio fue lo que obtuvo en respuesta. ¿De qué serviría darle un nombre más allá del que usaba el trabajo? Una vez hubiera cazado a la bestia, cogería su dinero, y no lo volverían a ver.

- De acuerdo, Gudrod. – Continuó el hombre. – Este lobo es más grande y más inteligente de lo que estamos acostumbrados a ver. Siempre hemos tenido problemas con los lobos, por supuesto, pero desde que apareció hace dos, tres años… mantener más de la mitad del ganado al final del año se considera una victoria.

Cruzando los rechonchos dedos frente a él, el alcalde suspiró con pesadez, agachando la cabeza.

- Durante el invierno dependemos exclusivamente de lo que nos proporcionan los animales. Si esto sigue así…
- ¿Y por qué no os marcháis a otro lugar? – Replicó, arqueando una ceja. A veces juraría que se enfrentaba a animales más listos que los hombres.
- No tenemos los suficientes recursos para que un pueblo entero sobreviva al trayecto. – Los dedos del hombre se apretaron. – Ese lobo tiene que desaparecer para que podamos recuperar nuestro modo de vida.

No podía negar que era la solución más rápida, y sobretodo, la que más beneficio le proporcionaría. Su trabajo no era cuestionar a sus patrones, al fin y al cabo. Y una buena caza era por lo que vivía.

- Está bien. Necesito saber cómo encontrarlo. – Continuó.
- Hemos intentado atraerlo usando reses como cebo, pero no funciona. El maldito animal sabe cuándo es una trampa. – Explicó el alcalde, frunciendo el ceño. – Los pocos que han sobrevivido tras verlo suelen apuntar a un arroyo al noreste del bosque, cerca de unas cuevas.

Meterse en un bosque donde una manada de lobos liderada por un alfa extraordinario hubiera echado para atrás a cualquier otro, pero tras haber derribado criaturas que muchos creían que sólo pertenecían a los cuentos de niños, un lobo grande no iba a resultar un gran problema.

- ¿Tiene un mapa?
- Todo lo que podría necesitar se encuentra en la posada. – Contestó el alcalde. – Su habitación va a su nombre, y la comida corre a cuenta de la alcaldía.
- ¿También la bebida?

El alcalde lo observó durante unos momentos, entrecerrando los ojos. Finalmente, carraspeó e hizo un gesto exagerado con la mano.

- Sí, le diré a Gretchen que también corren a nuestra cuenta.
- Eso es todo lo que quería saber. – Dijo con una sonrisa.

Se levantó, colocándose de nuevo el abrigo. Antes de salir, la voz del alcalde volvió a intervenir.

- Asegúrese de que está muerto. Cuanto más rápido, mejor.

--

No echaba de menos el lujo de la mansión, pero aquella posada podría invertir en más leña antes de que tuviera que picar la superfície del hidromiel. Con todo, prefería aquel ambiente antes que la no-tan-disimulada opulencia del alcalde.

Dejó la jarra sobre la mesa, frotándose la boca con el dorso de la mano. Levantó la cabeza, indicándole a la mujer que volviera a llenarla.

- Espero que mañana haya amainado. – Comentó la mujer, inclinándose hacia adelante para verter la bebida. Para su edad, todavía conservaba una buena delantera. – ¿Cuántos días tiene para terminar el trabajo?
- Sólo necesitaré uno. Dos, quizá, si ese monstruo es tan listo como dicen. – Replicó, volviendo a dar un trago una vez la bebida estuvo lista.

Con la jarra aún en la mano, la mujer bajó la vista, con pesadumbre en su rostro. El alcalde no había exagerado, aquel animal estaba matando al pueblo poco a poco.

- Si hubiera sido capaz de hacer lo que debía… – Murmuró, frotándose los ojos hinchados.
- ¿Perdona?
- Nada. – Inmediatamente, la mujer levantó el rostro. – Sólo estoy cansada.

Echó una mirada a su alrededor. Aparte de él, sólo había una mesa con cuatro borrachos, uno de ellos roncando fuertemente sobre la mesa y un trovador con un laúd desafinado al lado de la chimenea. Pero los problemas personales de los locales no eran de su incumbencia. Había llegado para cazar un lobo, y para cuando se fuera, habría olvidado el nombre del pueblo.

- No te preocupes. En un par de días, habrá terminado todo. – Le dijo a la mujer, obteniendo una mirada vacía en respuesta.
- Espero que tengas razón. – Respondió ésta, fregando una jarra. – Según dicen, eres el mejor en toda la comarca, ¿no?
- Nunca he fallado un trabajo por peligroso que pareciera. – Dio otro largo trago. – Si eso me hace el mejor… no voy a negarlo.

La mujer echó una risa seca, y cuando terminó de limpiar, apoyó ambas manos en la mesa. No tardó en sacarle historias sobre diversas cacerías; aunque no parecía fascinada con ellas, al menos reconocía el mérito en sus logros. No todo el mundo había visto un nicker, mucho menos le había dado caza a uno.

- El bicho no hacía nada, todo sea dicho. – Explicó. – Si aquellos críos no se hubieran subido a su espalda, no los hubiera ahogado.
- ¿Entonces por qué lo mataste? – Preguntó la mujer, alzando una ceja.
- Me pagaron para cazarlo, no para contarnos historias.

Dejó la jarra en la barra. Ya había anochecido, y antes de una caza, una buena noche de descanso era lo conveniente. Se despidió de la mujer, algo decepcionado cuando ésta no mostró interés en acompañarlo a su habitación aquella noche. Quizá tuviera otra oportunidad cuando volviera, o tal vez si aquel pueblo tenía un burdel, lo invitarían.

Tal vez incluso le dejarían quedarse con la piel.

--

Había salido al amanecer, con el cielo aún rosado. El clima había sido amable con él, y lo que el día anterior había sido una tormenta, aquella mañana era un viento suave que arrastraba copos de nieve en el aire. Manteniéndose en dirección opuesta a éste, se adentró en el bosque.

Lo primero que hizo fue cubrir sus ropas gastadas de la tierra y moho bajo la nieve, siempre con cuidado de que sus pisadas fueran inaudibles. Con la posición del sol pudo guiarse en dirección noreste, recordando el consejo del alcalde. Supo que estaba en dirección correcta cuando vio pisadas y deshechos típicos de un grupo de lobos, destacando un tipo de huellas ligeramente más grandes que las otras.

No exageraban…”, pensó para sí mismo. Lo más importante sería hacerse cargo del lobo alfa de un disparo, dos si fallaba en la cabeza. El ruido y la muerte del líder serviría para asustar al resto, aunque de no ser así, se alejarían en cuanto volviera a la fogata que debía montar cerca.

El fuego resistiría el viento, y apenas avanzó unos metros, vio a lo lejos un pequeño lago cubierto por el hielo. Las pisadas se habían vuelto más difusas por aquella zona, mezclándose las unas con las otras, pero ya estaba en el lugar indicado.

Con el pestillo del rifle abierto, se arrastró por la nieve buscando un objetivo. Cuál fue su sorpresa, sin embargo, al ver a una joven pelirroja arrodillada en la nieve, picando en el borde del lago con una piedra. A su alrededor no había ningún grupo de lobos, o (probablemente?) no estaría viva de ser así.

Por unos momentos pensó en dejarla a su suerte, pero si aquella era una joven del pueblo, quizá le dieran una recompensa por devolverla sana y salva. Se levantó del suelo, acercándose a ella con las manos en alto.

- Chica. Eh, chica. – Trató de llamarla, pero la joven siguió abriendo un hueco en el lago helado. – ¡Chica!

Cuando estuvo a unos metros de ella, finalmente levantó la mirada. Tenía los ojos verdes como el bosque en primavera, y las mejillas salpicadas de suaves pecas. Nada en su rostro mostraba preocupación, a pesar de estar en mitad de un bosque en pleno invierno y con una manada de lobos acechando.

- ¿Qué haces aquí? – Preguntó, acercándose a ella.
- El arroyo se hiela por las noches, así que para beber he de romper el hielo primero. – Le explicó con naturalidad, ladeando la cabeza. – Un cazador debería saberlo.
- En el pueblo tenéis un pozo. – Le tendió una mano enguantada. Quizá el miedo la hubiera vuelto loca. – Te acompañaré de vuelta.

La chica rió con delicadeza, sin intención de seguirle. ¿Por qué molestarse? En el pueblo ya la darían por muerta, y simplemente podía decir que no la había visto.

Pero era demasiado joven, demasiado bella para dejarla sola.

- Escúchame. – Se acuclilló a su lado. – ¿Cómo te llamas?
- Airin.
- Airin, tus padres, hermanos… estarán preocupados.

Tratar de razonar con alguien no era lo suyo. Alzarla y llevársela a cuestas le resultaba más fácil, pero prefirió convencerla. No podía estar atento al bosque con una chica resistiéndose en sus hombros.

- ¿No prefieres estar en el pueblo antes que aquí? – Preguntó.
- No realmente.

Con un último golpe, abrió un agujero en el hielo. Un par de golpes más sirvieron para expandirlo hasta que tuvo el tamaño de casi dos manos extendidas. La chica cogió agua con las manos, bebiendo de ella.

- ¿Por qué haces esto? Podría haberte dado de mi cantimplora.
- ¿También les darías a ellos? – Airin tenía los labios y la barbilla brillantes por el agua.
- ¿Ellos?

Frunció el ceño. Definitivamente, aquella chica se había vuelto demente.

- Los lobos. – Explicó Airin.
- ¿Los has visto? – La sujetó del hombro, haciendo que el agua cayera de sus manos a su regazo. – ¿Dónde están?
- ¿Por qué quieres saberlo?

La chica había entrecerrado los ojos, torciendo el gesto. Apartó la mano de su hombro, recordando por unos momentos las historias de espíritus del bosque capaces de cualquier cosa para proteger a sus habitantes.

- No voy a hacer nada a los lobos. – Era una verdad a medias, prefería ser cauto.
- Vas a cazar al líder, ¿verdad?

La pregunta de Airin dio en el clavo. No era difícil de deducir, pero no hacía más que envolver a aquella chica en un halo de extrañeza.

- Por supuesto. Así resolvéis siempre los problemas. Cuando algo os asusta o pone en peligro vuestra comodidad, es preferible eliminarlo antes de comprenderlo. – Airin negó con la cabeza. – Ayudo a los lobos a conseguir agua y comida, a evitar las trampas humanas. A cambio, puedo vivir entre ellos.

Aliviado, dejó ir una risa. Aquella chica debía estar muerta de miedo.

- Chica, puedo sacarte de aquí. – Asintió. – No tienes por qué hacer esto. Una joven como tú tendría que estar entre los de su especie.

Airin bajó la vista, reflexionando por unos momentos. Giró la mirada hacia él, frunciendo el ceño.

- ¿Podrías? No eres el primero que lo intenta…
- Por supuesto.

La chica tomó su mano, levantándose. Fue entonces cuando vio que una manada de lobos empezaba a acercarse al lago, con las orejas y la cola alzadas. Inmediatamente puso a la chica detrás de él, y buscó al alfa. Ninguno de ellos destacaba para coincidir con la descripción.

Pelaje blanco como la nieve, ojos amarillos como el ámbar, grande como dos de ellos”.

Tendría que volverlo a intentar en otra ocasión, cuando no tuviera a una chica de la que preocuparse. Con un movimiento rápido, abatió a uno de ellos con un sólo tiro, sorprendiendo a la manada. Cuando cayó el segundo, los lobos huyeron por donde habían venido.

- No tardarán en volver a intentarlo. – Agarró a Airin por la muñeca. – ¡Corre!

No sabía cuánto tiempo llevaría Airin en aquel bosque, pero la joven se mantuvo tras de él todo el tiempo, sin tropezar o quejarse. Parecía estar completamente acostumbrada a aquel sitio, y su juventud le daba cierta ventaja.

Pronto saldrían de aquel bosque, y ralentizó el paso por la falta de aire. Detrás de él, Airin avanzaba lentamente, sin mostrar ningún signo de fatiga.

- No te preocupes, chica, casi hemos salido. – Le dijo entre jadeos entrecortados.

Al llegar hasta él, la chica lo rodeó con los brazos, hundiendo la cabeza en su hombro. Incómodo, le dio unas palmadas en la espalda. Consolar a niñas asustadas no era lo suyo.

- Venga, sólo unos metros más, y pronto estarás en casa.
- Pero esta es mi casa.

Iba a replicar cuando sintió un dolor terrible donde cuello y hombro se unían, haciéndole soltar un alarido. Unos dientes afilados se habían clavado en su carne, y cuando apartó de un empujón a Airin, vio que la sangre se esparcía alrededor de los labios de la chica.

- Pequeña zorra... E-Eres… – Inmediatamente sacó su rifle, apuntando hacia ella. – ¡Aléjate de mí!
- Cuando encontraron a mi padre comiéndose una oveja, lo mataron en el acto.

La chica avanzó hacia él, y sus ojos verdes empezaron a volverse amarillentos. Trató de disparar, pero el dolor en su hombro hizo que fallara por mucho.

- A mi madre la mataron cuando trataba de esconderme. – Continuó hablando, impasible. – Pero a mí… pensaron que si me dejaban en el bosque, moriría, o simplemente me uniría a los lobos.
- Eres un... monstruo.

Cuando iba a hablar, vio a la manada de lobos salir de entre los árboles. Pasando la vista de uno a otro, no sabía a quién apuntar primero. Estaba rodeado, y la sangre no dejaba de salir de su cuello.

- Ya te lo he dicho. Yo les ayudo a conseguir agua y comida, a evitar a los humanos y sus artimañas. Proveo y protejo. Eso es lo que hace un líder.

El primer lobo saltó hacia su brazo, haciendo que disparara una bala perdida antes de soltar el rifle. El tirón le dislocó el hombro con un crujido. Otro par de mandíbulas se cerró alrededor de su muslo, y cayó al suelo de rodillas.

Un tercero lo derribó, haciéndole gritar por el dolor, y como si fuera la señal, la manada se echó sobre él. Con la vista nublada, pudo ver que la chica se acercaba a él, con el pelo rojo agitándose en el viento como una mancha de sangre tras ella.

- Y para cuando termine el invierno, habremos recuperado lo que es nuestro.

fin


Airin

Re: Para Airin ★ Fic libre
« Reply #1: January 07, 2014, 04:59:44 PM »
loadoromencanta
*_________________________* VEN QUE TE MUERDA ENTERA. GRRR <3
Tan epicoso y tan ominoso y tan omfg


*atesora sus cositos en su madriguera TVT<3*

~      H e g o a k    e b a k i    b a n i z k i o,    n e r i a    i z a n g o    z e n,    e z    z u e n    a l d e g i n g o.       ~
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~      e t a    n i k    t x o r i a    n u e n    m a i t e.       ~