Ahhh hola! Hace unos días se me ocurrieron ciertas historias para este fic así que aquí vengo con mis desmadres :'v
yo lo sé, mi thirst por Mama es muy obvio, I know I know
y qUÉ HORRIBLES MIS ÍCONOS hace años que no diseño nuevos shame on me
Existen distintos niveles de desahogo emocional.
El primero y el más tradicional es llorar y llorar hasta que eventualmente uno se duerma del dolor de cabeza. El once implica inventarse una conversación ficticia en la que se pueda explicar la situación a una persona idealizada e inexistente que sólo asiente y le da palmaditas en el hombro.
El nivel ciento trece es su favorito, y el que usualmente es escenario de sus sueños más grandes: inventarse un universo alterno en el que se puede dar el lujo de explicar todo en un talk show, siendo una persona sumamente famosa que cuenta toda la mierda por la que ha pasado en los últimos años. Sin repercusiones, sin demandas y sin CosPro llamándola para mentarle la madre porque cómo es posible que hable así de MaM, uno de sus idols más populares dentro de Eastwood y a nivel mundial.
Madara no tenía la culpa. Bueno, tal vez sí, si Eureka se dejaba de cojudeces y analizaba la situación sin dejarse llevar. Algo le impedía pensar racionalmente cuando se trata de ese idiota. Y por más de que llevaba negándolo por mucho tiempo y “I’m not in love” de 10cc contaba con más de quinientas sesenta y ocho reproducciones en su Iphone, la realidad era distinta.
No lo odiaba. Al contrario, lo adoraba. Le soportaba todos sus berrinches y sus metidas de pata porque aunque parezca lo contrario, Madara nunca ha sido perfecto. Parece ser sumamente altruista y alegre, un verdadero sol, pero siempre ha sido la persona más egoísta del mundo cuando se trata de ella.
Y siempre lo ha tenido en mente porque Madara se aparece en los momentos menos oportunos, sin aviso previo y sin intención a dejarle decidir. Una llamada suya basta para sacarla del sitio en que se encuentre: sea una obra, un ensayo, una audición. Y era injusto. Era y es una babosa, y lo sabe.
En retrospectiva, tenía sentido que pocos productores de teatro la tomaran en serio. Eran contados los que sabían de su delicada situación y eran dos o tres los que aceptaban aquella vida sacrificada que llevaba como la niñera de su amigo. Todo porque aquellos productores estaban relacionados directamente con CosPro o porque querían hacerle un favor a aquella agencia y quedar bien.
Pero Eureka sabía que no podía seguir así. Lo sabía… y seguía sin hacer algo al respecto.
Es una rutina que se ha aprendido de memoria.
Primero, siempre debe estar en una situación o muy complicada o muy calmada: ya sea en una audición para un rol importante, en el ensayo general de una de sus obras de aquella temporada o… un momento de paz en el que no tiene deberes y puede darse un tiempo para sí misma.
Segundo, llega la llamada de Katie, la mánager, pidiéndole que a), le reviente el teléfono a Madara; b), lo busque; c), lo albergue en su morada o d), todas las anteriores. Usualmente es la última opción, porque luego de llamar tanta atención, le es imposible regresar a su penthouse rodeada de 192830 paparazzi.
Tercero, Eureka obedece como el borreguito que es, cada paso en orden. Madara siempre contesta si se trata de ella: medio tono y ya está su voz alegre y despreocupada al otro lado de la línea, como si no supiera lo que ha hecho. Luego, le da una dirección y ella lo encuentra fumando con un gorro que nunca llega a taparle el peinado desgarbado y unas gafas oscuras que en vez de esconder su identidad, tienen el efecto contrario. Finalmente, Madara se queda a dormir en su casa. Su ofrenda es una relación ambigua que no le otorga nada de estabilidad y al contrario, le causa mil problemas y una agotamiento emocional que ni sus papás le dieron cuando Eureka vivía con ellos.
Y esa noche no fue la excepción a la regla: habían pasado unas semanas desde el último escándalo, y esta vez, la noticia llegó a ella mediante las redes sociales. Revisando su newsfeed, Eureka encontró en facebook un par de fotografías de Madara junto a Nejire en el set de la serie que grabaron unos meses atrás. Juzgando por las sonrisas en sus rostros y el lugar en el que se encontraban —un restaurante cinco estrellas en una villa de Roma—, Eureka estaba segura de que las fotos ya eran objeto de los rumores más desatinados.
Y los comentarios en la noticia comprobaron su teoría.
Su celular empezó a ser bombardeado de llamadas de varios números: Katie, de seguro, y otros productores o administrativos de CosPro.
Les contestó porque Eureka es como el perrito de Pavlov, condicionada a meter la pata y a olvidarse de que tiene una vida más allá de ese estúpido.
“Aló.” Eureka contó con las esperanzas de transmitir todo su odio y su apatía, pero sabía bien que era en vano: siempre, siempre termina poniendo a Madara antes que todo. Es una completa idiota, realmente. Incluso más que él.
“
Eureka, gracias por contestar,” le saludó Katie. “
¿Has visto las noticias?”
“Sí, acabo de ver. ¿Ahora es Nejire?”
“
Mama no me contesta y esto está saliéndose de control. Necesitamos organizar una conferencia de prensa para mañana, pero no puedo contactarlo. Y tú… tú sabes que sólo a ti te contesta. Por fav—”
“Sí, sí. Lo llamo. Lo busco. Lo arrastro a mi departamento. Lo de siempre.”
“
Mil gracias. Me avisas cuando lo encuentres, ¿sí?”
“Mm.” Eureka suspiró y colgó, sin dejarle despedirse.
Girándose hacia el lado opuesto de su cama, Eureka alejó el celular de su oreja para buscar el número de Madara. Lo presionó, desganada, y colocó el celular de nuevo en la oreja.
“¿Dónde estás?” le preguntó luego del primer ring, sin dejarlo hablar.
“
Afuera de tu departamento~”
“Oh, eso es nuevo.”
“
Te ahorré el viaje esta vez. Pero… lo siento. Debes estar cansada de lo mismo—”
“No entiendo para qué me sigues hablando si te sabes el código.” Eureka se permitió una risa breve, por más de que le hervía la sangre de la ira.
“
Ahí voy.”
“¿Le aviso a Katie que ya te encontré? O que me encontraste. No sé.”
“
Cuando suba, espérame.”
Eureka rodó los ojos y colgó. Se levantó con cero ganas de interacción social, y caminó parsimoniosamente hacia la puerta principal de su departamento, donde se detuvo a esperar a Madara. Apoyada en la pared, observó sin mucho interés las fotografías en la mesita de la entrada: distintos pasajes de su infancia, de sus logros en la universidad y de sus pocas obras de teatro. Muchos de esos montajes le causaron orgullo, recordando lo mucho que tuvo que esforzarse para conseguir aquellos papeles.
El sonido del panel numeral electrónico afuera de su departamento la regresó al presente, y se armó de valor, preparándose mentalmente para explicarle a Madara que esa sería la última vez que le permitiría hacer esto. Su amigo abrió la puerta e ingresó sin mucho cuidado, colocando sus lentes de sol y su gorro en la mesita de la entrada. Al notar a Eureka a unos metros de allí, Madara corrió a cargarla en sus brazos, besándola como si no se hubieran visto una semana y media atrás. A Eureka le tomó unos segundos reaccionar, pero no demoró en hacer a un lado su orgullo y dignidad para devolverle el beso con la misma emoción. Se separaron al cabo de unos instantes, y la sonrisa en el rostro de Madara la movió a suspirar y a rodar los ojos, hastiada. Siempre era lo mismo.
“¿Qué pasó con Nejire?” preguntó Eureka, con la intención de incomodarlo.
Madara no se inmutó en lo absoluto.
“Nada,” le dijo, sincero. “Estábamos almorzando junto al equipo luego del rodaje, pero se adelantaron y nos quedamos un poco atrás. Allí tomaron las fotos, supongo.”
“Mm…” Eureka suspiró. “Todo lo tergiversan, al parecer.”
“Sí.” Madara la alzó y la colocó en su hombro. “Es un problema,” mencionó, mientras caminaba hacia la sala.
“Espera, ¿qué haces—?”
“Wasshoi, wasshoi~”
“¡Mike!”
“¿Qué cosa?” Madara le sonrió, mientras la colocaba en el sofá y se sentaba a su lado. “No sé en qué andabas pensando~”
“…” Eureka rodó los ojos. Por un momento, había malinterpretado sus intenciones. “En fin. Debemos llamar a Katie, que anda muy preocupada por todo.”
“No entiendo por qué se complica tanto si sabe que entre Nejire y yo no hay nada.”
“No creo que sea eso lo que le moleste, realmente. Es más por esa manía tuya de desaparecer cuando se te antoja. Le preocupa que te pase algo, y aunque en Eastwood siempre terminas aquí, supongo que es peor cuando estás en el extranjero. ¿Cómo haces en esas ocasiones?”
“Usualmente… me voy al motel menos vistoso y más lejano de la locación o estudio donde andamos grabando.” Madara suspiró. “Pero no es lo mismo si no estás conmigo.”
“Acá tienes una cama caliente y comida a tu antojo, cierto.”
“¡No es por eso!” le reclamó. “Tú sabes bien a lo que me refiero.”
“¿Creo?” Eureka sonrió de lado. “No estoy segura. Tengo mis dudas.”
Madara se deslizó hasta acorrarlarla contra el sofá.
“Podría ayudarte a aclararlas,” mencionó Madara… y luego se partió de la risa. Eureka no pudo evitar unírsele: los intentos fallidos de Madara de hacerse pasar por un galán eran de lo más jocosos. “Haha~ Por más que intente, siempre sueno cursi.”
“Me alegra que estés consciente de ello,” le dijo Eureka. Luego, se levantó del sofá, haciéndolo a un lado. “Tengo que ir a dormir temprano, tengo una audición mañana.”
“¿Oh~? ¿Un musical, supongo?” mencionó Madara, siguiéndola al cuarto.
“Grease,” comentó Eureka, removiendo las sábanas de su cama. “Estoy apuntando a Sandy, sería mi primer papel principal,” mintió. Era cierto que audicionaría para Grease, pero nunca había pensado en Sandy.
“¡Mucha suerte!” la animó Madara. “Sé que te irá genial~”
Madara se dirigió al armario en busca de una muda de ropa. De reojo, Eureka observó a su amigo revisando el cajón que contaba con sus prendas de vestir, de donde sacó un polo y un jogger que vestía cuando se quedaba a dormir allí. Sin perder el tiempo, se dispuso a cambiar de vestuario allí mismo, y Eureka volteó la mirada, avergonzada. Aún no entendía por qué lo hacía si no había nada nuevo que ver.
Optó por distraerse con el pensamiento de que varias de las pertenencias de su amigo se habían quedado en su departamento: un cepillo de dientes, varios de sus colettes y ganchos de cabello, una taza, un netbook, algunos libros que leía en su tiempo libre, y la lista continuaba.
Era muy irritante.
“Eso espero,” respondió Eureka. “Hace tiempo que no intento ser tan ambiciosa.”
“¿Por qué?”
“…” Eureka se tragó las ganas de decirle la verdad: siempre elegía los papeles secundarios porque le permitía más libertad a la hora de ausentarse de los ensayos. Y eso sólo lo tomaba en cuenta porque necesitaba disponer de un tiempo para él. Sin embargo, también sentía que era su propia culpa. Nada le impedía elegir su propio bienestar antes que el de Madara, pero igual lo hacía. “No sé. Supongo que no confío tanto en mis habilidades,” le dijo, a la vez que se giraba a encararlo. Madara yacía sentado en la cama, revisando su celular sin mucho interés.
“Mm… Sé que me estás mintiendo, pero entiendo que tienes tus razones para ello.”
“Gracias por ser tan comprensivo,” mencionó, sarcástica. Madara rio.
“No entiendo por qué te molesta,” le dijo Madara, alzando la vista para observarla. “En serio no pretendo obligarte a decirme la verdad.”
“Sí, lo sé.” Eureka suspiró. Caminó hacia la cama, y tomó asiento al lado opuesto de su amigo. De reojo, notó que la batería de su iphone estaba a punto de morir. “Si quieres, tengo un cargador en la mesa de noche que está a tu lado.”
“Mm.” Madara asintió. “Buena forma de cambiar el tema,” mencionó, aunque le hizo caso y sacó el cargador del primer cajón. Se dispuso a conectarlo en el tomacorriente que andaba entre la mesa de noche y el estante de libros de su amiga.
“¿No que entendías mis razones para mentirte?”
“Sí,” dijo Madara, a la vez que regresaba a la cama. Se echó a su lado. “Pero sospecho que lo haces por mi bien, y eso no me gusta.”
“Nada pasa desapercibido para ti, al parecer.”
“Nope.” Madara sonrió. “En serio, Eu. No te limites por mi bienestar.”
“…Créeme, lo he intentado, pero no puedo evitar—”
“Prometo que no te voy a causar tantos problemas de ahora en adelante.”
“Siempre dices lo mismo.”
“Esta vez voy en serio.”
Eureka tuvo la intención de encararlo y seguir con la discusión, pero recordó las audiciones del día siguiente y la bilis y la rabia se disiparon. Asintió, sin muchas ganas, y se volteó a darle la espalda. Madara la abrazó por detrás, atrayéndola a su pecho.
Todo esto también formaba parte de la rutina: una promesa vaga que nunca se iba a cumplir y un abrazo de disculpas.
Eureka era la idiota más grande del mundo, al parecer.
Souji le dedicó una mirada preocupada cuando la vio llegar con un café venti, gafas oscuras y el cabello desordenado. Y no podía culparlo: sabía que andaba muy desarreglada, todo por culpa de Madara. Había elegido el peor momento de la mañana para regresarse a su departamento antes de la conferencia de prensa, aún a pesar de su promesa idiota de no seguir complicándole la vida.
Eureka se unió al grupo de postulantes, saludando a Souji con un abrazo. Su amigo le sonrió de lado.
“Te ves terrible.”
“Gracias por la sinceridad.” Eureka suspiró, y le dio un sorbo a su café.
“¿Madara?” preguntó Souji, bajando un poco el volumen de su voz.
“…” Eureka asintió, hastiada. “Sí. Pero bueno, al menos llegué a tiempo.”
“Si quieres de ahí me cuentas todo.”
“No hay nada nuevo, realmente. Sólo que cada día aumentan mis ganas de mandarlo por un tubo.”
“Eso te escucho decir desde que te conocí.” Souji sonrió.
“No. Pero esta vez voy en serio.”
“Sí, claro.”
“¡Souji! En serio. Te tengo noticias.”
“¿Qué pasó?” Souji la observó, curioso.
“No voy a ser tu Betty.”
“¡La traición!” exclamó Souji, llevándose el dorso de la mano a la frente, una sonrisa divertida en su rostro. “¿Vas a audicionar por Sandy?”
“Creo que sí. Es hora de cambiar de rutina. Ya estoy harta de irme por los papeles secundarios.”
“Betty no era tan secundaria que digamos…” ofreció Souji, riendo.
“Cierto. Pero Sandy… bueno, cuando piensas en Grease, piensas en Danny y Sandy.”
“Nadie piensa en Betty o en Kenickie.” Souji suspiró. “Yo haré que eso cambie.”
“Buena suerte~” canturreó Eureka. “Sólo espero que Sho no se ponga celoso con la actriz de Betty.”
“Ah.” Souji pareció caer en cuenta de lo que significaba no tener a Eureka en aquel papel. De ahí, recordo que Sho se estaba acostumbrando poco a poco a lo que implicaba tener a un actor como pareja, y sonrió, enternecido. “Tranquila. No creo que se moleste por eso.”
“Aw~ ¿En serio?”
“Sí.” Souji asintió. “Bueno, ya vamos a cumplir medio año, así que tiene sentido.”
“Qué lindo~ ¡Cómo pasa el tiempo!”
“¡Sí! Ah, cierto, me olvidé de decirte—”
“¿Qué cosa?”
“Ten cuidado. Tengo un amigo que va a postular por Danny y sé que ustedes dos se van a llevar de lo peor.”
“Lo dudo, Souji. Igual, ¿cuáles son las posibilidades de que los dos obtengamos esos papeles?”
“Digo, no más.”
“Buenos días,” saludó la productora a todos los presentes, interrumpiendo varias conversaciones como la de Souji y Eureka. Los dos se giraron hacia ella para prestarle atención. “Mi nombre es Marie Kusumi, y soy la productora de este relanzamiento de “Grease”. Gracias a todos por su presencia. Vamos a proceder a realizar los calentamientos. Seguidamente, iniciaremos con la audición. Nuestro director, Alma Karma, y nuestro coreógrafo, Yuu Kanda, los guiarán con unos pasos y observaremos la destreza y habilidad de cada uno. Comprendo que hay varias caras conocidas por ahí—” mencionó, cruzando su mirada con la de Souji.
“Me olvidé que eras amigo de la productora,” comentó Eureka, por lo bajo.
“Sí.”
“Y me alegra que varios actores y actrices de renombre apliquen para la diversidad de papeles de la obra. A todos ustedes, les deseo la mejor de las suertes.” Marie le sonrió a todos.
“¡Buenos días a todos!” saludó Alma, emocionado. “Es un placer tenerlos con nosotros. Como Marie ya explicó, empezaremos con los calentamientos y la primera selección. De allí los dividiremos por papeles, donde cada uno pasará al frente a presentar la canción de su personaje junto a otro postulante. Allí se dará la segunda selección. Finalmente, los que queden tendrán entrevistas personales conmigo. ¡Les deseo la mejor de las suertes!”
Los calentamientos iniciaron sin mucho problema y, como estaba programado, se continuó con la primera selección, donde Souji y Eureka, junto al resto de postulantes, imitaron los gráciles pasos de Alma y Yuu. Los dos amigos clasificaron, y luego, partieron con rumbos distintos, Souji al grupo de los postulantes para Kenickie y Eureka al grupo de las postulantes para Sandy.
La obra contaba con mucho peso: Alma Karma era un director de renombre, y por ello, todos los postulantes tenían cierto nivel de actuación, canto y baile. Eureka se sentía un tanto intimidada por ello, pero agradecida y orgullosa de sí misma por haber pasado la primera valla.
Esperó tranquila mientras el resto de jóvenes pasó al estrado a recitar unas cuantas líneas y presentaron parte de las canciones de sus personajes. Para Danny y Sandy, Alma había propuesto que se turnaran las audiciones entre los postulantes, puesto que varios habían pensado en cantar “Summer Nights” y necesitaban a un compañero para aquel dueto, así como coros. Alma se había ofrecido a cantar los coros, pero planteaba aquel sistema de audición para observar la química entre algunos postulantes.
Un actor resaltó entre todos al pedir que le pusieran la pista de “Grease Lightnin’”, a diferencia del resto. Alma aprobó su pedido, y él, junto a varios de los postulantes, le hicieron los coros.
Eureka se vio a sí misma coreando con el resto. Sin querer, había caído en la trampa de aquel actor. Su energía y su carisma habían logrado que todos los presentes se unieran a su canto, por más de que muchos competían con él por el mismo papel.
Eureka pensó para sí misma que ese era el tipo de gente del que debía cuidarse. Madara tenía ese mismo don y habría sido una persona de temer, de no ser porque lo conocía de toda una vida.
Luego de aquella audición, el resto pasó desapercibido. Aquel actor había opacado al resto de postulantes para Danny: Eureka estaba segura de que él quedaría para el papel.
Cuando llegó su turno, Eureka corrió al escenario, hecha un manojo de nervios. No podía evitar sentirse un tanto preocupada, siendo esa la primera vez que postulaba a un papel principal. Más aún, con la presión de cumplir las expectativas que había dejado aquel “Danny”, puesto que no se veía lo suficientemente capaz de cautivar al público como para invitarlos a cantar con ella.
“Tu nombre, por favor.” Alma le sonrió desde la mesa del equipo, a unos metros del estrado. A su lado, estaba su pareja y coreógrafo, Yuu Kanda; la productora, Marie Kusumi y la directora de arte, Anemone Sollel.
“Eureka Starphase,” les dijo.
“¡Gracias por venir, Eureka!” dijo Alma, emocionado. “¿Qué vas a cantar?”
“Summer Nights.”
“Descuida. Te conseguimos un Danny—”
“Yo puedo acompañarla, si gustan,” dijo el actor carismático, y salió de la multitud para subir al escenario con ella. “No hay problema,” afirmó, con una sonrisa.
“Oh, bueno, gracias, Oikawa.”
“Alma, ¿no deberíamos permitir que otro postulante haga la parte de Zuko?” sugirió Anemone.
“¡Tranquila! Tengo un buen presentimiento de esto,” le aseguró Alma, y se volvió a girar hacia el micro. “Bueno, les haremos los coros y las intervenciones de otros personajes como en casos anteriores. Suerte, Eureka.”
La canción inició, y Eureka aprovechó la parte instrumental para agradecerle a… ¿Oikawa? Así lo habían llamado.
“Muchas gracias,” dijo ella, en voz baja.
“De nada~” Oikawa le sonrió. “No lo arruines, no más.”
“¿Perdón?”
“
Summer lovin, had me a blast…”
Eureka no tuvo otra opción que entrar a tiempo y hacer a un lado su indignación, cantando su parte a la perfección y adoptando la actitud inocente de Sandy. Por dentro, sin embargo, quería partir en cincuenta a aquel tipo arrogante que andaba presentando el dueto con ella.
Sólo esperaba que Alma y su equipo no notaran su disgusto.
Eureka estaba segura de que aquel dueto había cavado su tumba, si bien había conseguido llegar a la etapa de entrevistas personales. Era imposible que Alma y el resto de su equipo no se percataran de sus ganas de estrangular a Oikawa, quien se le había hecho la persona más arrogante de aquella audición. En un inicio, había contemplado la posibilidad de haber escuchado mal, pero lo cierto era que luego de la canción, su colega había hecho otro comentario despectivo respecto a su performance, dándole tips como si se tratara de una verdadera novata.
Pero Eureka sabía de etiqueta básica y sólo se mordió la lengua y le sonrió de vuelta. Sintió, sin embargo, que parte de esa energía negativa se había manifestado en su entrevista con Alma, y eso la apenaba un poco.
Por ello le sorprendió recibir una llamada de Marie confirmándole que había conseguido el papel.
“¡Muchas gracias! Ah, qué emoción~”
“
Felicidades.”
“Tengo una consulta, por cierto.”
“
Sí, por supuesto.”
“¿Quién… quedó para el papel de Danny?”
“
Oh, claro. El actor que quedó como Danny fue Tooru Oikawa.”
Ah.
Tenía sentido.
Qué mala suerte, realmente.