Bishoujo Team

Proyectos => Hell's Kitchen => Topic started by: Deidara on July 24, 2015, 11:47:40 AM

Title: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on July 24, 2015, 11:47:40 AM
hell's kitchen
season 1 - a storm is coming


Agarró con una mano su taza de chocolate caliente, con la otra un platito con un croissant relleno de crema mientras trataba de encontrar la postura adecuada en la incómoda silla, situada frente a una ventana. Fijó los ojos en el cielo.
 
“Hoy hace un buen día, ¿verdad?”
 
Asintió, una vez, con la cabeza. El sol brillaba, como lo había hecho durante el resto de la semana. Según los meteorólogos la situación no iba a cambiar en la siguiente semana, algo inusual para el otoño del país.
 
“Se avecina una tormenta.”
 
http://www.youtube.com/watch?v=2ctOMWAZLw4

# # #

Y vinieron a ella los príncipes de los filisteos, y le dijeron: Engáñale e infórmate en qué consiste su gran fuerza, y cómo lo podríamos vencer, para que lo atemos y lo dominemos; y cada uno de nosotros te dará mil cien siclos de plata.
 
Jue 16:5

Cuenta la Biblia la historia de Sansón, historia conocida por muchos. Cuenta cómo Dios ordenó que su cabello nunca se cortase, e hizo fuerte a Sansón— tan fuerte que fue capaz de matar a un león con sus manos desnudas.

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“Vuelves a llegar tarde.”

La pelirroja suspiró y dejó caer las cosas sobre su escritorio, confinado en una alejada esquina de la oficina. Una de las desventajas de ser una de las becarias. La peor de todas: compartir escritorio.

“Ya lo sé.”
“La segunda vez de la semana. Y he perdido la cuenta de las veces que van en este mes”
“Por dios, han sido cinco minutos tarde… como me lo vuelvas a echar en cara, cambio todo lo que hay en el escritorio de sitio.”

Su amigo rió, ajustándose sus gafas. Matt Murdock sabía que Deidara no iba a hacerlo, y es que ya hacía unos cuantos años que se conocían y ninguno de los dos tenía problemas con bromear de vez en cuando sobre la ceguera de Matt. Una broma que repetía sin parar, y que sólo había llevado a cabo una vez… y es que, la vez que movió de lado los muebles de la habitación de Matt, éste acabó con cinco puntos en la cabeza.

(Lo cual pareció hacerle todavía más atractivo para algunas chicas del campus— como si la ceguera no le diese ya suficientes puntos). 

Tras haber acabado la carrera de periodismo, los dos amigos entraron de becarios para un conocido diario del país. Ya casi había pasado un año desde aquel día, y Deidara se preguntaba si algún día conseguiría un trabajo más serio. A este paso, lo más a lo que llegaría sería a cubrir la prensa rosa…

“Tendría que haber escuchado a mi padre y haber estudiado derecho,” suspiró Deidara, mientras se reclinaba sobre su asiento. “Al menos así tendría un trabajo asegurado en un bufete…” 
“Algo me dice que así la familia entera habríais acabado a tiros.”
“Mejor que este sufrimiento,” respondió la pelirroja, rodando los ojos.

Matt continuó a lo suyo, quien parecía ocupado escuchando varios artículos que tenía que editar. A Deidara, por su parte, le iba a tocar hacer unas cuantas visitas ese día… cubriendo el caso más interesante de su carrera. La historia del vagabundo que se coló en una residencia de ancianos con la intención de darse una ducha, acabó haciendo saltar la alarma de seguridad, salvando a los ancianos de un incendio que se había iniciado en una habitación en la que los detectores de humo no funcionaban.

"No vuelvas a llegar tarde," le recordó su compañero, bromeando. Soltó un bufido, mientras echaba un vistazo por la ventana. Su vida era una broma.

Al menos hacía un muy buen día.


Su secreto a nadie nunca contó, hasta que Dalila  por unas monedas de plata le sonsacó cuál era la fuente de su poder. Sin su cabello, perdió sus poderes, y así su melena, de donde provenía su fuerza, se hizo tan conocida como al león al que derrotó.

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Yuuka abrió su sombrilla y entrelazo su brazo con el de Ion. Él miró hacia arriba con sorpresa. Sobre ellos el cielo era completamente gris, el aire revolvía las hojas en el suelo y levantaba el polvo, pero aun no caía ni una sola gota de lluvia.

“Todavía no está lloviendo, hermana.”
“Ya lo sé~~”
“¿Y… para qué abres tu paraguas?”
“Es una sombrilla”
“Una sombrilla te tapa del sol y un paraguas de la lluvia.No sería más bien--”
Yuuka hizo un gesto rápido con su mano atrapada entre el codo de su hermano pequeño.
“Que importa, la confiable sombrilla tapa el sol Y la lluvia. Habilidades mágicas únicas de la flor viviente más grande del mundo, disfrazada elegantemente de sombrilla rosada.”
“Hahaha, veo que sigues con eso.”
“Para siempre, querido <3”

Se abrieron paso entre los niños que regresaban corriendo a sus casas de las escuelas. Por alguna razón parecían no cruzarse en su camino a pesar de estar en todas partes. Ion había notado que eso le ocurría solo cuando iba con su hermana. Cuando caminaba solo, frecuentemente alguno de todos los niños que disfrutaban su libertad después de seis horas de estudios chocaba con él. Tal vez era por que era más alta que él.

(O tal vez era esa mirada que les lanzaba, la cual Ion podría jurar que no había recibido ni una vez en su vida.)

“Sabes, no tenías por qué venir por mi. Me gusta caminar contigo y agradezco que hayas traído tu paraguas--”
“Sombrilla.”
“--porque olvidé el mio--”
“¡De nuevo!”
“--pero aun así no tenías que hacerlo. Sé que estás ocupada con--”
“No importa Ion, no importa. Puedo cerrar la tienda una hora para venir por ti, en serio. No es como si se fuera a morir el presidente y toda la gente rica de la ciudad necesitara arreglos florales y perdiera la más grande oportunidad de negocios de mi vida solo por venir por ti a la escuela. Aunque ahora que lo digo, no sé, podría pasar.”
“Por favor no mates al presidente para vender flores.” Suspiró Ion.
“Mmmm, quien sabe, no tendría que ser yo.” Sonrió Yuuka
“Por favor no le pidas a tu novio que mate al presidente.”
“¡Mmmm!”

Ambos se rieron por lo bajo.

“Pero, gracias por venir por mi de todas formas.” Dijo Ion con una sonrisa radiante.
“Vamos, no iba a dejar que te mojaras en la lluvia.”
“Pero si el clima estaba perfecto cuando salimos de mi escuela.”
“Mi intuición de bruja me dijo que habría una ligera lluvia.”
“Pues ojalá se hubiera equivocado.”

El viento sopló entre ellos, revolviendo su cabello. Yuuka pudo sentir el escalofrío de Ion y apretó su brazo, apresurando un poco el paso.

“Además.” Yuuka apretó ligeramente su dedo contra la nariz de Ion. “Con este clima, puede que mis plantas necesiten un rayito de sol.”

Ion le sonrió, asintiendo. “En eso tal vez pueda ayudar.”


La Biblia, libro sagrado para muchos, un simple libro más con historietas para otros. No fue la Biblia la única fuente de historias de hombres con poderes. Conocidas son las leyendas de los Dioses griegos; Hades, el invisible, dios del inframundo. Zeus, dios del trueno y el cielo.

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Sus planes del día se retrasaron luego de tomarse más tiempo con sus quehaceres de lo que hubiera deseado. Era en esos momentos en los cuales Cho se lamentaba por vivir en un departamento sola en medio de una ciudad sin familiares, pero siempre había un lado negativo para cada aspecto de la rutina.

Aunque un tirón en su mano siempre bastaba para despejar sus preocupaciones. Aun en esa gran ciudad nueva para ella, no se encontraba completamente sola. Su mascota, un shiba inu blanco de tamaño mediano, había llegado con ella desde su ciudad natal para así tener a un compañero en medio de sus estudios superiores.

“¡Woof!” el perro ladró una vez con energías, distraído por unas aves que merodeaban en un parque al costado del sendero. Este intentó correr hacia ellas, pero su dueña le haló.
“Un momento, Koromaru, no podemos distraernos,” le recordó la peliceleste con un tono de voz suave y pausado. Su mascota mostró tristeza con un corto lloriqueo, pero terminó por escuchar a la otra. “Lo lamento, pero estamos tarde. Todavía nos queda un largo camino de regreso. Otro día regresamos por aquí, ¿de acuerdo?”
“…” los ánimos de Koromaru incrementaron y comenzó a jadear, una acción que Cho tomó como una afirmación. Ella no dejaba de sorprenderse por lo inteligente que su perro se mostraba con frecuencia y se sentía muy afortunada por ello.

Cuando salió de su casa a enviar unas cartas, pagar unas cuentas y comprar víveres para el resto de la semana, imaginó que sería un tranquilo y brillante día, razón por la cual había decidido llevar a Koromaru consigo. Pero luego de salir de la tienda notó que el cielo se había oscurecido. No lo esperó ni fue predicho por el pronóstico del tiempo, pero ya no había punto de cuestionarse. Lo mejor era regresar porque el viento comenzaba a agitarse y no había llevado una casaca.

Caminó por más tiempo, pasó el parque y llegó a un camino angosto y rústico entre una avenida vacía y un río. Ese era su camino predilecto por la tranquilidad que le ofrecía, pero al ser un área abierta ya comenzaba a sentir frío. Cho agarró su bolsa de papel de víveres con más fuerza y aceleró un poco el paso. Felizmente Koromaru estaba colaborando y no se resistía a inspeccionar sus alrededores, ya que con la otra mano ocupada no podía ponerse a jalarle de ser necesario.

Y en eso ocurrió. Un estruendo entre las nubes resonó por toda la ciudad, alertando a la joven. Fue un trueno, uno muy cercano. No podía ser, ¿acaso se acercaba una tormenta? Mascota y dueña miraron hacia el cielo al unísono, comprendiendo su realidad. Pasaron a apurarse con la esperanza de regresar antes que comenzara.


Muchos soñaron con lo imposible, con ser dioses. Llegar a lo más alto, tener el poder. ¿Cuántos niños idolatraban a Superman, y soñaban con despertar algún día con fuerza sobrehumana? Superhéroes, les llamaban.

http://www.youtube.com/watch?v=bibXZUZVonw

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Junto al rio que cruzaba la ciudad, había un enorme parque que sobre miraba los rascacielos de Hell’s Kitchen. Y, en una de las bancas con vista hacia el arroyo, tres ositos criminales pintaban la madera de negro a blanco.

Sus overoles naranjas contrastaban con el verde del pasto y lo nublado del día. Fue entonces que una de los infractores miró al cielo y aguzó la mirada.

“Ugh, ¿creen que empiece a llover?”, preguntó con amargura, chasqueando la lengua ante las nubes negras. “Sólo a gente insensible se le ocurre ponernos a pintar bancas un día así, como si la ciudad tuviera los suficientes fondos para invertir en pintura”. Dicho esto, la chica suspiró y lanzó la brocha de vuelta al balde de pintura con resignación. “Si empieza a llover, ¿nos vamos a casa o nos ponen otra tarea? Yo no puedo ni con mi vida y voy a estar pintando bancas bajo la lluvia”.
“Y con estos cepillos de dientes no terminaríamos hoy aunque quisiéramos”, la otra muchacha imitó a su compañera y también encestó la brocha.

El único que seguía trabajando era un pelirrojo, quién tarareaba una tonada alegre mientras seguía con el pincel en vaivén. No se dignó en compartir el malhumor de sus compañeras, y más bien optó por avivar una conversación que ellas ya consideraban perdida.

“Es una lástima que nos pidan cambiar las bancas de negro a blanco. Prefiero el color negro” aseveró con una sonrisa “Negro es el color del carbón, y el carbón alimenta al fuego”.
“Okay”.
“¿A ti no te mandaron aquí por quemar una casa?” le preguntó una de ellas, y el chico sonrió aún más en respuesta. “Como sea, somos dos contra uno. Consideremos terminado el trabajo y vámonos de aquí”.
“Pero yo quiero seguir pintando, así mañana podremos tener de seguro una mejor tarea”.
“Y si uno se queda pintando le arruina la defensa a las otras frente a nuestros ‘consejeros’, así que ya déjalo”. La chica suspiró y comenzó a buscar la tapa del bote de pintura.
“¿Qué otra mejor tarea podríamos tener, en todo caso?”, dijo la otra con cierto fastidio. “Ayer estuvimos cortando arbustos y me picó una araña, luego estuvo esa vez que tuvimos que cocinar para todo un albergue y nos saltó el aceite hirviendo, pero fue peor la semana pasada que nos mandaron a limpiar los baños públicos del tren y cuando encontramos a esas dos chicas teniendo sex— …No puede ser”.

En ese instante, después de un trueno que cortó lo que decía la joven, comenzó a llover a cántaros.

“Ahora sí deberíamos irnos”, comentó una vez los tres estuvieron resguardados bajo un árbol. “Esta es un área abierta y tenemos más chance que nos caiga un rayo, ¿no?”. El pelirrojo suspiró rendido.
“No quiero que me contagien su malhumor, así que iré a traer algo para cubrir la banca. Entonces nos iremos”.

Ninguna se opuso a su ofrecimiento, y mientras el muchacho subía corriendo la colina de regreso al centro de servicio comunitario, ambas jóvenes se quedaron de pie, una junto a la otra, observando la pintura correrse.

Pero eso perdió su encanto casi de inmediato.

“Y tú, ¿por qué estás aquí?”. Ante la pregunta, Kitty no pudo hacer más que reírse.
“¿Recuerdas la última marcha que hubo en contra de esa empresa minera que tiene malos manejos ambientales en otros países?”, su compañera asintió. “Bueno, yo fui la que hizo el graffiti en la estatua de la plaza y también sacó adoquines del suelo para lanzarle a los policías que fueron a contenernos. Oh y a mí me cayó la bomba lacrimógena cerca, así que mientras todos escapaban a mí me atraparon ahogándome”, se encogió de hombros. “Sentenciada a 4 semanas de servicio comunitario. ¿Y tú? No te ves tan mala ni loca activista, ¿qué hiciste?”.

Yukino tronó sus dedos amargamente.

“Tomé la falta por mi guardián. Soy buena con las computadoras y cubrí sus pasos tras una de sus ‘diversiones', pero fui descuidada y me encontraron esta vez. No tienen evidencias para enjuiciarlo a él, así que se la toman conmigo”.
La castaña chasqueó la lengua, “Atrapada aquí injustamente” observó la castaña, “Ya me parecía que no pertenecías aq—”
“Golpeé al oficial que me arrestó”
“Muy bien, that’s my girl”, le dio una palmada en la espalda y sonrió.

Una fuerte ráfaga de viento sacudió los árboles y el pasto a su alrededor. Las calles se inundaban rápidamente, y sin señal de su compañero a la vista, ambas jóvenes se cruzaron de brazos.

“¿Qué tanto le puede demorar traer un plástico? Jfc, ni que se haya ido a fabricarlo”
“Es buena persona, de seguro ha ido a traer algo para abrigarnos”
“¿Tú crees?”, ambas chicas elevaron la mirada al cielo y suspiraron rendidas.
“Maldito seas, Claire…”

Y otro trueno sonó, pero esta vez, sobre ellas.

 
Pero no todos eran vistos con buen ojo. Para muchos lo desconocido, era sinónimo de algo a temer, aquello a evitar y discriminar; aquellos pasaron a ser los villanos de las historias.

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A pesar de que había comenzado como una ligera lluvia que terminaría pronto, había arreciado y ahora se encontraba atrapada en una parada de bus techada. Observaba con preocupación el evento meteorológico del que ahora víctima, por decirlo así y bajó la mirada a su celular.
 
Sin señal.
 
El último mensaje había sido de su hermano menor indicándole que debía pasar por un paquete a la oficina postal. Si tan solo hubiera hecho sólo eso  y no hubiese desviado su camino hacia la tienda de cómics más cercana, quizá habría alcanzado el camión y no estaría a merced del clima.
 
“Esto no salió en el reporte del clima…”

El viento era fuerte y podía sentir cómo, a pesar de encontrarse bajo el techo, las gotas de lluvia impregnaban rápidamente su ropa. Un escalofrío recorrió su cuerpo y abrazó la caja que tenía entre manos.
 
Se hacía cada vez más tarde y los truenos se dejaban escuchar. Wye siempre había odiado ese momento, cuando la luz del rayo caía en alguna parte del mundo y, dependiendo la distancia, un rugido se dejaba escuchar con toda la fuerza e intensidad comparable sólo a un monstruo de pesadilla.

Después de que el último rayo cayó bastante cerca para su gusto, se decidió. Abrió la caja y confirmó que, gracias a los dioses, el sistema de paquetería era lo suficientemente razonable como para envolver todo en plástico. Tomó el contenido en sus manos y abandonó el cartón en la parada. Sí, podría haber sido un buen paraguas pero cuando todo se empapara completamente sólo sería un estorbo así. Decidió que correr a otro sitio, uno con un techo más amplio y mejor recepción, era la única solución. Al menos podría llamar a su hermano mayor y pedir que la recogiera.

Antes de comenzar su carrera  para buscar un mejor refugio, los truenos comenzaron a ser más y más cercanos. Tenía que ser fuerte y correr sin dejar que el miedo la venciera pero, el viento y el agua no eran fáciles de vencer. Terminó atrapada en un vendaval que la hizo caer, soltando el paquete que terminó a unos metros de ella. Un nuevo rayo iluminó todo y el eco de los truenos más lejanos fue opacado por el que venía detrás de esa luz. Se cubrió los oídos y cerró los ojos aun en el suelo deseando que todo terminara pronto.


Pero todas aquellas historias pertenecían a las grandes obras maestras de la humanidad; bien en papel o en la gran pantalla. ¿Quién iba a creer que alguien pudiese tener semejantes poderes?

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La luz de los rayos iluminó momentáneamente la habitación. Después, oscuridad, luces apagándose, hasta que la electricidad volvió.

Se llevó las manos a la cabeza, haciendo caer su taza de chocolate. El ardor en su pierna y el corte en su mano no fueron nada comparados con los pinchazos que sentía en la cabeza.

“¿¡L!? ¿L, qué ha pasado? ¿Necesitas que llame a alg--”
No respondió a la pregunta. No directamente, porque sus palabras fueron suficientes para hacer saltar la alarma. “Unos diez o más. Han aparecido de golpe.”
“Lla-Llamaré a Bruce.”

Salió corriendo, en busca de ayuda. L consiguió recuperar la postura, volviendo a sentarse en su cómodo sillón.

“¿De dónde habéis salido…?”

¿Por qué están asustados? ¿Todavía no tienen fe?
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on July 25, 2015, 03:36:37 PM
OOOPS perdón por abusar. es el hype, culpo al hype.
primer aporte, por primera vez empiezo un fic con icons :>! todo muy emocionante


#1 - not a good day.

Tras el día que había pasado, nada podría ir peor.

Tuvo que pasar horas dando vueltas por la residencia de ancianos, que olía a una mezcla de quemado (incluso tres días más tarde del incendio… aquello no debía ser muy seguro), a suciedad y a anciano que hacía una semana que no se duchaba. Los obreros todavía estaban de arriba abajo sacando cualquier cosa que hubiese quedado inservible tras el incendio, entrando muebles y camas nuevas. Como si soportar aquel olor no fuese suficiente, los ancianos de la residencia tuvieron a Deidara retenida y le hicieron dar vueltas alrededor de la salita de la televisión mientras ellos les contaban sus historietas de guerra, y ella trataba de sacar información interesante para su artículo; otros le hicieron jugar al parchís, y otros le confundieron con nietos o sobrinos. Un día un tanto surrealista. Al menos pudo sacar suficiente para acabar su artículo, incluso alguna que otra galleta recién horneada.

Revisó sus notas, decidió dejar la visita al vagabundo para el día siguiente. El cielo se había empezado a nublar, truenos se escuchaban a la lejanía, y lo último que quería era tener que volver a casa corriendo y sin paraguas. Además, encontrar al vagabundo sería una tarea difícil: las calles de Hell’s Kitchen podían no acabar nunca.

En el rato que Deidara tardó en beber un café de la máquina de la residencia, la lluvia empezó a caer sobre Hell’s Kitchen. Lo peor es que Deidara no llevaba consigo su tarjeta de autobús.

“Pero si se suponía que hoy no iba a llover…” Se dijo para sí misma, en la salida de la residencia, mientras observaba al cielo. Se abrochó bien la gabardina (regalo de sus padres, porque le daba un aire muy de ‘periodista profesional, de esas reporteras que salen en las películas y no dejan de perseguir al policía hasta que le sonsacan la información que necesitan’), y tras asegurarse que su libreta no iba a correr peligro, salió a correr calle abajo. Vivía a treinta minutos a pie de allí, pero por suerte, su amigo Matt vivía más cerca. Tenían una llave el uno del otro, ‘mi casa es tu casa’ y todas aquellas cosas bonitas de amigos para siempre. 

Tuvo que detenerse frente a un semáforo. Un árbol le resguardaba de la lluvia, aunque no parecía ser suficiente. Impaciente, esperó a que la luz se volviese a poner verde. Truenos se escuchaban a lo lejos, la lluvia caía más insistente.

Al menos no tendría que regar las plantas esta semana.

Fue cuando estuvo a punto de cruzar, semáforo por fin en verde, que un rayo cayó, sorprendentemente a escasos metros de ella. Un pequeño arbusto ardió, las llamas duraron poco con la cantidad de agua que caía. Deidara se quedó parada, en medio de la calle, observando la escena. Completamente empapada. ¿Que acaso no tenían pararrayos en Hell’s Kitchen?

“Mierda.”

Otro rayo cayó. Algo quemaba, su cuerpo entero dolía, notó como si todos sus músculos se contrajesen a la vez. Su cabeza parecía que iba a explotar, y lo único que veía era luz.

Tal vez era así como su vida acababa, fue lo último que pensó, antes de caer.

# # #

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/-dei2.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-morrigan.png)

Húmedo.

No, más bien… mojado, se encontraba completamente empapada. Su cuerpo entero pesaba como dos quilos más. Despertó porque alguien le estaba sacudiendo, gritando su nombre. Al principio no distinguió de quién provenía aquella voz.

“Deidara, despierta… oh, por fin, ¿oye, me escuchas? Te he encontrado aquí en medio de la acera, no sabía qué…”
“¿Morrigan?”
“Menos mal. Porque yo no quería ser la que tuviese que contarle a Matt que su amiga estaba muerta en la calle a pocos metros de su apartamento.”

Deidara soltó un gruñido, mientras trataba de levantarse. Morrigan no le dejó.

“¿Adónde vas? Tú no te muevas. ¿Se puede saber qué ha pasado? Venía a visitar a Matt, y te he encontrado así, y no sabía qué hacer… pensaba que estabas muerta. Me había parecido que no respirabas.”

Morrigan, la hermana de Matt, le miraba con semblante preocupado. Algo que Morrigan no había hecho en muchas ocasiones por Deidara. A pesar que los hermanos tenían una relación bastante decente, Morrigan prefería ser algo más distante, no intimar mucho con la mejor amiga de su hermano. No estaba segura si había sido un milagro o no que Morrigan le encontrase.

Había nombrado cómo se había encontrado a la pelirroja en medio de la calle… casi sin vida. Deidara recordó en cómo había llegado a pensar que sí que había muerto. Le extrañaba seguir allí con vida. ¿No le había caído un rayo encima? Observó sus manos. Le temblaban. ¿O eran sus ojos los que temblaban? ¿Su cuerpo entero?

Su cabeza estaba dando vueltas. Se llevó una mano a ésta, intentando estabilizarla. Por el rabillo del ojo, echó un vistazo a la calle. Ya no llovía, pero toda la acera estaba mojada. Vio, a lo lejos, un hombre, empujando un carro de la compra, lleno de objetos de metal. Agudizó un poco la vista, se dio cuenta de quién era—

“Es— el vagabundo, estoy escribiendo un artículo, y, tengo, tengo que ir a hablar con él, si no mañana…”
Morrigan no le dejó acabar la frase. “¡Pero te estás volviendo loca? Espera, sí, no respondas. Lo estás. Creo que deberías ir al hospital.”

Tal vez sí que se había vuelto loca. A decir verdad, le había dado la sensación en la residencia, que en una de las habitaciones de los ancianos olía un poco a hierba (tal vez terapéutica, quién era ella para juzgar). Le podía haber subido, llevándola a desmayarse en medio de la calle cuando se dirigía camino a casa de Matt. Sí, seguro que había sido eso.

“No, creo que ha sido una bajada de azúcar. Creo, creo que una de mis tías tiene diabetes, seguro que es cosa genética,” mintió, mientras trataba de ponerse en pie. Por dios, daba asco. Estaba mojada de pies a cabeza, barro manchando su gabardina. Le tocaba ir a la tintorería pronto.
“Bueno, como tú digas.”

No tenía ni un solo rasguño. Nada. ¿Qué había pasado? Cuanto más lo pensaba, más confuso era.

“Creo que voy a irme a casa,” decidió al fin.
A Morrigan pareció no gustarle la idea. “Si mi hermano se entera que te has ido así a casa, me mata. ¿No ibas hacia su casa igualmente?”
“No, es sólo que me quedaba más cerca, y empezó a llover y… ahora que ha dejado de llover, creo que iré tirando. No hace falta que se lo digas a Matt, sólo se preocupará, y ya sabes cómo es cuando se preocupa…”
“Los amigos de mi hermano están locos,” decidió Morrigan, poniendo los ojos en blanco. Bueno, ahí no iba a quitarle la razón Deidara.
“Bueno, nos vemos, ya hablaremos, ¡hasta otra!”

Lo único que tenía ganas de hacer, era de salir tan corriendo como pudiese de allí.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on August 02, 2015, 02:12:57 PM
Fic compartido con Purinis -3-



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Chapter 1 — Come Together

It’s unfortunate that when we feel a storm
We can roll ourselves over ‘cause we’re uncomfortable
Oh well, the devil makes us sin
But we like it when we’re spinning in his grip


. . .


Cuando recobró el conocimiento, el malestar que sentía no le dio fuerzas ni para abrir los ojos. La lluvia caía sobre ella y el agua se sentía helada en su piel.

Yukino se quedó echada un par de segundos más... hasta percatarse de lo que acababa de suceder.

¿Acaso le había golpeado un rayo?

Recordaba ser envuelta en una luz cegadora. Un remezón la sacudió de tal manera que no pudo ni siquiera gritar, y antes de pensarlo su cuerpo había golpeado el suelo con mucha fuerza.

El golpe y el shock la tenían con la cabeza dando vueltas, y cuando recordó que no estaba sola, la pelirroja se giró prontamente a su lado.

“¿¡Kitty!?"

Aún inconsciente, su compañera yacía a su derecha. Yukino temía que se encontrara muy lastimada, pero no se atrevía a tocarla por temor de pasarse el shock de una manera u otra.

“¿Pero que están haciendo?”

Por encima de la colina venía corriendo Claire, sujetando bajo el brazo el toldo que cubriría la ahora lavada banca. Con la conmoción inicial superada, la pelirroja logró ponerse de pie torpemente.

“¡Espera!”

Antes de que Claire pudiera acercarse a ella, Yukino levantó los brazos y le indicó que se quedara parado donde estaba, ya que aún no comprendía bien qué había sucedido y tenía miedo de hacerle daño si es que eso era posible.

“¿Qué sucede? ¿Qué le pasó a Kitty? ¿Por qué estabas ahí tirada?”
“C-Creo que un rayo nos impactó”
“Ok, entonces reanimemos a Kitty, sería peor si se queda así tirada a expensas de otro”.

A pesar que la pelirroja quiso detenerlo por miedo a que le pasara algo, Claire se le había adelantado y ya se encontraba arrodillado al costado de su compañera dándole palmadas en la cara, pero sin reacción alguna. Fue recién en ese momento que Yukino entró en pánico pensando que tal vez Kitty no había sobrevivido el impacto, pero tras unos instantes en que el chico se recostó sobre su pecho y le dijo que escuchaba sus latidos, se sintió mucho más calmada.

“Llevémosla dentro, acá morirá de neumonía”, Claire se posicionó detrás de la cabeza de Kitty y la alzó sujetándola de las axilas.
“Claire, nadie nos va a creer”, Yukino se abrazó a sí misma y comenzó a seguirle el paso, aún temblorosa, pero entrando ya en el plano histérico. “¿Acaso vamos a ir a la enfermera y decirle: 'Oh, le dejamos a nuestra amiga, le cayó un rayo, ¿y podría revisarme? A mí también me cayó uno, jaja, cosas que suceden'”.
“Si no te creen a ti pues me creerán a mí”, Claire le dedicó una sonrisa amplia y Yukino se repitió mentalmente 'quemó una casa', así que no comentó más al respecto.

El centro comunitario parecía estar vacío a excepción de ellos. Entre los dos recostaron a Kitty en la primera banca que encontraron, y a falta de una frazada Claire la cubrió con el toldo para que no se enfriase.

Otro rayo retumbó y Yukino se cubrió ambas orejas con las manos.

“Aquí no te pasará nada” le calmó el pelirrojo “Voy a llamar a una enfermera”
“Dude, espera”

Kitty parecía estar reaccionando, pues sus párpados temblaban y parecía murmurar incoherencias bajo su aliento. Claire tocó su hombro en el preciso momento que otro rayo tronaba, y en respuesta la joven se enderezo de improvisto y le propino un golpe en la cara.

“¿¡Estás bien!?”

La castaña se sobó el rostro con ambas manos. Parecía como si la hubieran despertado de un profundo sueño.

“¿Que demonios paso?” finalmente alcanzó a hilar sus ideas “¿Acaso…?"
“Nos golpeó un rayo” le confirmó Yukino, y seguidamente suspiró más tranquila “Menos mal que estás bien. Pensaba que terminarías en coma o algo así”
“¿Y a ti no te paso nada?”
“Igual que a ti, al parecer. La cabeza me sigue zumbando"
“No si, no hace falta que me agradezcan” comento Claire mientras aún se sujetaba la mejilla “Solo ayude a una y cargue a la otra, pero un golpe sirve supongo”

Aún confundida, Kitty atinó a agradecerle y con ayuda de Yukino se retiró el toldo de encima y se sentó.

“¿Deberíamos ir a un hospital?” comentó la castaña, pero inmediatamente agitó la mano en negativa “Olvídenlo, nadie nos creería”
“Así es. Creo que solo nos queda agradecer que no morimos” dijo su compañera revisando su cuerpo. Además de los overoles empapados, no había señal de daño alguno “Deberíamos cambiarnos”
“Pues ahora si nadie podrá pintar, así que vayámonos de una vez” Claire tomó el toldo y empezó a doblarlo toscamente “Aunque mejor esperamos a que deje de llover. Digo, ¿no?”
“¿¡Que creen que están haciendo!? ¿¡Descansando!?”

Desde el área de oficinas, su inspector se les acercaba a zancadas. Tenía la boca contraída en una línea severa, la cual les daba una idea del regaño que estaba por venir.

"Uh... ¿No se puede pintar con lluvia?", atinó a decir Kitty al ver al hombre hecho una furia.
"¿Y qué? ¿¡Creen que pueden dejar de cumplir actividades sólo porque llueve!? ¡Acá en el centro hay mucho que hacer, así que no les contaré ninguna de las horas de hoy!"
"¿¡QUÉ!?", tanto Yukino como Kitty gritaron indignadas y Claire se cruzó de brazos, enojado como ellas.
"Sí, tampoco tiene sentido que se pongan a hacer algo ahora porque están empapados y sólo ensuciarán más las salas. Váyanse a los baños y el lunes retomaremos lo de las bancas desde cero".
"Esto es injusto", reclamó el pelirrojo.
"Injusto es que otras personas hayan tenido que sufrir por culpa de ustedes y a eso se debe que estén aquí. Y sí, Pryde", comenzó a decir cuando esta empezó a requintar, "Dañar el ornato público también es un atentado contra el derecho de los demás ciudadanos, tu estancia aquí está plenamente justificada".

Puesto que ninguno de los tres tenía ganas de seguir hablando con el hombre, este suspiró cansadamente e intentó por enésima vez darles una charla motivacional como indicaba su trabajo; pero dado que el enojo por saber que habían tenido un día perdido, probablemente se enfermarían y dos tercios del grupo casi moría sin sentido, se limitaron a asentir sin chistar para que les dejara ir rápidamente. Cuando el inspector se dio cuenta que era inútil lo que hacía, chasqueó la lengua y sin siquiera despedirse, se fue del lugar.

"Y entonces... ¿Nos vamos?", preguntó Claire metiendo las manos en los bolsillos del overol y mirándolas atentamente.
"Pues supongo, ¿no? ¿Te sientes mejor?"
"Sí".

Kitty se aferró de la orilla de la banca y se sentó temblorosamente, para pararse con la ayuda de Claire. Así, los tres chicos se dirigieron en silencio hacia los baños y llegando las dos se metieron presurosas a las duchas para usar el agua caliente y evitar enfermarse como sea. Pasados unos cuantos minutos, Claire se despidió no sin antes pedirles que le avisaran si algo iba mal y estas le agradecieron.

"Tenía miedo de entrar a la ducha y que me pasara corriente por el termostato"
"¿Crees que si me seco el cabello con el secador de manos me pase algo?"
"Pues parece que no ha sido nada, a final de cuentas..."

Si bien en otras ocasiones habían encontrado fácilmente de qué hablar, esta tarde Kitty y Yukino se habían quedado mudas de la impresión, por lo que siguieron arreglándose en silencio durante media hora más. Al terminar, Kitty se dio con la sorpresa que Yukino le esperaba en la puerta del baño y ambas se fueron del lugar juntas, esperando a que la otra dijera algo, pero tuvieron que llegar hasta donde partían caminos para armarse de valor.

"No nos pasó nada"
"No, no pasó nada, seguimos igual".
"Y... ¿Estaremos bien?"

Silencio.

"Ok, esto es demasiado raro. Me voy a mi casa, ¿llámame? ¿Avísame? ¿Atenta contra el ornato de mi casa y déjame un mensaje en grafitti?"
"Ay sí, qué graciosa, señorita pegalona", Kitty rodó sus ojos. "Te aviso cualquier cosa, igual tú".

Y con un gesto de la mano a modo de despedida, ambas se fueron por su lado. Demasiados enredos se habían hecho para que, a final de cuentas, todo hubiese quedado exactamente igual que siempre.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on August 09, 2015, 02:51:16 PM
ya tenía ganas de escribirrrr T_T

#2 - not an okay night.

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-dei2.png)

El mundo se tambaleaba a su alrededor.

(Pero eso no iba a impedir que llegase a casa y por fin se quitase la ropa mojada).

¿O tal vez era ella la que no dejaba de tambalearse de lado a lado? ¿Por qué estaba todo moviéndose? ¿Era ella?

Le costó encontrar sus llaves en el bolso, todavía más atinar y encajar la llave en el cerrojo. Su fuerza al menos no se había ido, pero tan pronto como llegó a casa, se dejó caer al suelo.

Había varias posibilidades.

Una era que se estaba volviendo loca.

Otra, que alguien le había drogado cuando había caído rendida en medio de la calle.

La más improbable, que las cosas de verdad se estaban moviendo a su alrededor.

Logró quitarse la ropa—casi arrancársela de su cuerpo, ya que ésta insistía en pegarse a ella, abrazándose a su cuerpo como si de una segunda piel se tratase. Acabó a un lado, en una pila junto a ella. Se agarró la cabeza con ambas manos, y apenas segundos más tarde, cuando las apartó de su rostro, pudo jurar que sus manos estaban borrosas, que apenas podía diferenciarlas.

Quedó dormida en la ducha.

# # #

Despertó, se puso su bata, alcanzó su bolso y agradeció mentalmente a la madre naturaleza que no hubiese decidido matar a su móvil. Sin lugar a dudas, el día ya había sido lo suficientemente malo, pero haberse encontrado con un móvil ahogado en agua de lluvia habría sido ya la gota que colmaba el vaso. El piloto LED no dejaba de parpadear, indicándole que tenía notificaciones. Matt le había escrito un mensaje, ortografía impoluta como siempre. Su amigo quería asegurarse que se encontraba bien, ya que Morrigan le había dicho que se había encontrado a Deidara por el camino. Por el camino. Al parecer, Morrigan no le había contado la escena con detalles, o habría tenido a Matt plantándose en su casa inmediatamente el día anterior.

Le contestó para asegurarle que todo iba bien, que simplemente se dirigía allí para resguardarse de la lluvia pero que acabó volviendo porque pronto dejó de llover. Todo mentira, pero contarle la verdad (‘hey, creo que un rayo me ha golpeado, y estoy igual de viva que ayer y me estoy volviendo loca, o puede que ya lo estuviese, o, no sé qué está pasando, seguro que es la medicación para la alergia’) no era la mejor de las ideas.

Dejó de lado el resto de notificaciones (spam, mails, aviso de capítulos nuevos de sus series preferidas), pero se apuntó mentalmente el no olvidarse de la cena que tenía a la noche siguiente con sus padres, como le indicaba el calendario.

Escuchó un ruido que provenía de su izquierda.

El ruido no le sobresaltó. Se trataba de su gato, Carboncito; por ser negro como el carbón, apodado también como ‘Cabroncito’ por muchos que habían pasado por su casa, por lo pesado y necesitado en atención que podía ser a veces el gato.

“Hey—oh, mierda,  no te he dado de comer hoy.”

Corrió hacia la cocina para prepararle su bol. Reparó en ese momento que el dolor de cabeza había desaparecido por completo. Uh. Tal vez sí que había sido una bajada de azúcar. O, lo que fuese, ya había perdido la cuenta de todas las teorías que había montado en su cabeza.

“¿Cómo iba a golpearme un rayo, eh, Cabroncito?” Le preguntó a su gato, agarrándolo y sentándolo sobre su regazo. El felino se quejó con un maullido, no tardó en intentar de arañarle para así poder correr a comer.

Deidara estaba también muerta de hambre. Pero el cansancio acabó superando al hambre, y, sumándole su vagancia, las ganas de prepararse algo para cenar se desvanecieron, favoreciendo la opción de quedarse dormida en la cama, sobre las sábanas. Había sido un largo día.

# # #

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-matt.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-dei2.png)

“Vuelves a llegar tarde.”

Se había despertado tarde. No había sido intencionadamente. Tras el incidente del día anterior, se le había pasado completamente por alto configurar el despertador para la mañana siguiente, resultando en levantarse con el tiempo justo para prepararse para ir al trabajo… aun así, no estaba segura cómo lo había logrado para tardar tan poco en prepararse. Y es que, se había despertado con un margen de veinte minutos para alistarse y llegar al trabajo… y sólo llegaba diez minutos tarde.

“Oh, vaya, dime algo que no sepa,” respondió Deidara sarcásticamente, ojos clavados en la nuca de su amigo Matt Murdock. Estaba concentrado escribiendo algo en su portátil, pero ella estaba segura que él podía escuchar la sonrisita en sus labios. “He tenido un contratiempo.”
“Pues has escogido un mal día para tener uno de esos. Por cierto, ¿cómo estás? La tormenta de ayer fue muy fuerte. ¿Llegaste bien a casa?”
Deidara se alegró que Matt no le preguntase muchos detalles sobre el encontronazo con su hermana, menos mal que ésta no le contó nada de lo extraña que fue la situación. Y, menos mal que su amigo era ciego, y no pudo ver la reacción de Deidara al sacar al tema. No creía que fuese el mejor momento para contarle a su amigo sobre el rayo… si es que algún momento era bueno para ello. “Sí, aunque tengo que llevar la gabardina a la tintorería, y casi pillo un constipado… pero, ¿qué quieres decir que no es buen día para tener uno, uno de qué?”
“Oh.” Matt se giró entonces, dirigiéndose hacia Deidara. “El jefe. Te estaba buscando hace un rato.”
“Mierda. ¿Por qué no me lo has dicho antes? ¿Me has podido cubrir?”
Su amigo asintió, sonrisa volviendo a su rostro. “Le he dicho que te podría encontrar en el baño, pero que sería mejor que no se pasase por ahí durante un rato,” dijo, llevándose un dedo a la nariz.
Había veces en las que a Deidara le gustaría matar a su mejor amigo, y esa era una de ellas. Esa se la tendría que devolver. “A veces deseo que en lugar de ciego fueses mudo.”
“Perdería todo mi encanto,” bromeó, mientras Deidara se quitaba la chaqueta, y dejaba ésta y su cartera en su lado del escritorio.
“Si no salgo de ahí en diez minutos, llama a los G.I. Joe.”
“¿Y a quién se supone que digo que tienen que salvar? ¿A ti o al jefe?” Rió Matt.

El día no podía empezar de peor forma.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on August 10, 2015, 12:17:45 AM
Aquí vengo con el primero~

Thanks Sayi for the icons, you're so pleasant

I - Cold Light

(http://i1.minus.com/iT1CzYQ1jJiLY.png)(http://i3.minus.com/iNesgajdsJZKg.png)

A pesar de los deseos de Cho, la tormenta comenzó antes de regresar a su departamento. Aquel día previamente pronosticado soleado trajo una severa tempestad, y la joven corría a través de la densa lluvia.

Sentía que su bolsa de papel se deshacía en su brazo y que todo su cuerpo se empapaba. Tal vez no había punto de correr a esas alturas, pero los retumbantes truenos le inspiraban miedo. Ella siempre había amado las lluvias torrenciales y los sorpresivos relámpagos, pero nunca los había sentido tan cercanos. Extrañamente, sentía un gran miedo, y por andar corriendo en un gran parque para cortar camino, sabía que podría estar bajo un riesgo mayor de aquella muy improbable fatalidad.

Koromaru le ayudaba corriendo sin parar, pero este era más rápido que ella, y su constante tirón en ocasiones le daba leve inestabilidad, aunque aun así le inspiraba a correr a pesar del cansancio. El tranquilo y juguetón perro parecía lo suficientemente alarmado como para no querer jugar en el presente clima, y Cho se sentía agradecida de ello. Sólo les quedaba cruzar el parque y un par de calles más y estarían de regreso.

Sin embargo, otro trueno la estremeció y le indicó que esa tormenta no sería una de las placenteras a las cuales estaba acostumbrada. Cho había corrido por un largo rato, pero era como si aquellos truenos persistieran en buscarle. Sería sólo una paranoia por la presente situación, pero no iba a quedarse a averiguarlo.

Cho sintió otro fuerte jalón de Koromaru que casi le hace tropezarse con el césped, y al dar un paso forzado para estabilizarse, notó que un objeto se cayó de su bolsa. Una de sus botellas de yogurt saltó y rodó a un costado. Alarmada, Cho pretendió ir a recogerla, pero por la inercia de su mascota, tuvo que dejar a este ir para darse una vuelta e ir por su bebida.

“¡Woof!” el perro blanco corrió un poco más, pero al dejar de sentir la presión de su dueña se giró. Él se tensó al presenciar los cielos encima de ambos iluminarse de un fuerte destello. Koromaru aceleró su marcha de regreso a su dueña, pero él no fue más rápido que el rayo.

Cuando estuvo a punto de agarrar el yogurt, Cho se asustó por la repentina luz y soltó su bolsa por la sorpresa. En ese instante, vivenció un evento sin precedentes.

Sintió una parálisis general y su mente se apagó. Su cuerpo perdió flexibilidad y se sacudió a una oscilación de rapidez inconcebible. Pero fue fugaz, porque al igual que la luz, la consciencia de la joven se apagó en una fracción de segundo.



El despertar fue duro e incómodo. Por un instante, Cho había olvidado su ubicación y circunstancias, pero muy lentamente sus pensamientos volvieron a armarse a sí mismos.

“¡Woof! ¡Woof!” escuchó un ladrido cercano, seguido de silencio, y del lloriqueo de un animal cercano.
“…” Cho tensó levemente sus manos y sintió el césped húmedo en el cual se encontraba apoyada. Seguido de eso, su cuerpo se cubrió de escalofríos al recién asimilar el frío en el cual estaba sumergida. Ella recordó la tormenta y abrió sus ojos como platos, para ver a Koromaru mirarle fijamente. “K-Koromaru…”

Este se acercó y olfateó a su dueña, lo cual hizo que esta se sentara en el piso. Con esa acción tan simple, Cho percibió que su cuerpo estaba demasiado pesado. Era una sensación de agotamiento peor que la de un sobreesfuerzo físico. Pasó a mirarse, sin notar ningún daño. Luego miró a sus compras y todas yacían en el piso, mezcladas con la bolsa mojada que ya no tenía utilidad. Finalmente, alzó su mirada hacia los cielos. Apenas caían unas últimas discretas gotas. Llevó su mano a su frente y su cabello, sintiéndolos completamente húmedos.

“He estado inconsciente un rato…” Cho abrió sus ojos ampliamente, sorprendida. “¿Cuánto tiempo ha sido?”
“…” Koromaru ladeó su cabeza con una mirada perdida.
“N-no sé qué ha ocurrido,” la peliceleste bajó su mirada y se puso a pensar. Imposible, por más que lo pareciera y que lo haya sentido tan real, no podía haber sido impactada por un rayo. Pero se había desmayado. De todos modos, no tenía ningún daño visible en su cuerpo y ni había marcas del impacto cerca o en sus pertenencias. Tal vez el entumecimiento en su cuerpo se debía únicamente a su improvisado ‘descanso’ en pleno parque. Sí, era lo más lógico. Se negaba a darle más vueltas al asunto, así que regresó a su mascota y le acarició un poco en la cabeza. “Pobre, debo haberte preocupado.”
“…” este entrecerró levemente sus ojos en gesto de disfrutar la atención, pero ni bien esta terminó, persistió en su actitud de observar a su dueña fijamente. En su propia forma discreta de expresarse, Koromaru estaba más atento al suceso que Cho.
“Pues, tenemos que regresar, n-ni bien vea cómo cargar esto sin la bolsa…” la peliceleste se lamentó por su suerte. La mayoría de compras estaban cubiertas de plástico, pero iba a tener que despedirse de algunos postres. “Cuando regresemos tengo que darte tu comida.”
“…” con esa mención, el perro dejó de estar tenso y meneó un poco su cola. Por experiencia pasada, ya había hecho la relación entre la palabra y el alimento. Cho sonrió un poco al notarle de mejor humor y se apresuró a recoger sus pertenencias. Tendría tiempo más tarde para seguir lamentándose de su suerte.

Con la tormenta terminada, ella pronto tendría mucho más que atender.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on August 16, 2015, 03:48:36 PM
yay nuevo aporte :3 he tenido este psj durante siglos en mi lista y por fin lo uso en algo decente T_T

#3 - worst day ever

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-dei2.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-kyle.png)

El despacho de su jefe siempre le había parecido un sitio aburrido y sin nada en especial. Las paredes estaban pintadas de lo que podía deducir había sido un blanco en sus buenos días, pero ahora más bien parecía un gris apagado. No le iría mal una pasada de pintura.

Su jefe tampoco parecía haber salido del siglo pasado, y es que lo poco que tenía decorando su despacho podría haberse encontrado fácilmente en una película policíaca de unos años atrás. Un corcho, con varios recortes de periódicos, imágenes a blanco y negro y post-its con los márgenes arrugados, algunos hasta parecían mojados. Tres diplomas en otra de las paredes, dos portadas enmarcadas del periódico, unas estanterías llenas de archivadores, y una planta medio muerta en la esquina del despacho, que no recibía suficiente luz del sol, eran la poca decoración que se podía observar. Todo demasiado vintage, aunque el toque final lo ponía la vieja pantalla de tubo de ordenador que reposaba sobre el escritorio, junto a varios cuadernos y hojas, y un pequeño marco de fotos que no alcanzaba a ver del todo.

Tras el escritorio, sentado en una cómoda silla (probablemente lo único moderno del despacho, y es que ni el jefe parecía de este siglo), Kyle Hyde estaba concentrado, apretando furiosamente teclas en su teclado. No parecía muy fan de la tecnología.

“Hace un rato que te he llamado,” fue la forma en la que le saludó.
“Lo siento, he tenido un imprevisto.”
“Eso cuenta tu amigo Matt.”

(Deidara se preguntaba quién saldría en esa fotografía. Sospechaba que se trataba de la foto de stock.

Porque su jefe era una persona horrible.)


Deidara esperó a que Hyde le indicase que se sentase, pero éste seguía tecleando algo en su ordenador. Viendo que no iba a recibir tal oferta en el cercano futuro, decidió tener decisiones propias y sentarse por su propio pie en la silla frente a él.

“Así que…” Como Kyle no hablaba, fue ella quien trató de obtener algún tipo de respuesta. “Quería hablar conmigo. ¿De qué se trata?”
Hyde por fin levantó su mirada de la interesante pantalla del ordenador. “Sí. Simplemente, quería que nos pusiéramos un poco al día. Tanto tú como Murdock lleváis siendo becarios desde hace unos meses, y creo que esto no vendría mal… al fin y al cabo, cuando acabe vuestro contrato como becarios, no sé qué pasará con vosotros dos.”

Tanto Deidara como Matt esperaban que les ofreciesen un puesto serio de trabajo. Sabían que era algo complicado, ya que la competencia era alta, y siempre habría alguien mejor que ellos. Pero la experiencia ya la tenían, algo difícil de conseguir recién salidos de la universidad. Lo peor que podría pasarles, era que Hyde sólo ofreciese un puesto fijo, y que ambos tuviesen que competir con él… Deidara esperaba que, cuando acabasen sus contratos, ambos se encontrasen con plazas libres y con los brazos abiertos a seguir en la empresa. No querría tener que luchar por ese puesto contra su amigo, y no estaba segura que aceptase un puesto de esa manera. No quería creerse superior, pero era realista. Ambos eran buenos en su trabajo, los dos tenían notas similares, pero sabía que si tuviesen que buscar trabajo, Deidara lo tendría ligeramente más sencillo que Matt. Había gente con muchos prejuicios, y sabía que muchos tendrían reservas a contratar a un ciego.

“Claro, sin problema. Uh… ahora mismo estoy trabajando en un artículo que debería entregar mañana, que será publicado en la sección ‘Ciudadanos de Hell’s Kitchen’. Se trata del incendio de la residencia, ¿recuerda?”
“Ah, sí. Pasó la semana pasada. ¿Cómo van tus avances?”
“Bien, tengo escrita la mayor parte. Sólo me queda encontrar al vagabundo, hacerle unas cuantas preguntas, y acabar de ligar todo.”
Hyde asintió, apoyando su barbilla en una mano. “Bien, está bien. Podrías llevarte a Parker cuando salgas, unas fotografías para acompañar el artículo no irían mal. ¿Y después de ese artículo, en qué te pondrás a trabajar?”
Deidara no había pensado mucho en cuál sería su siguiente tarea. Tanto Matt como ella habían estado buscando ideas, nada muy interesante hasta el momento. “Al parecer, un pez gordo está interesado en poner varias franquicias de una pastelería local, ‘Glazé’, en el extranjero. Pensaba ponerme a ello, ya sabe, a Hell’s Kitchen le encanta que se hable de nosotros fuera de la isla.”
Hyde frunció el cejo, pareció pensar durante unos segundos. A Deidara no le gustó mucho ese gesto. “Ya veo… no suena mal, pero yo estaba pensando en asignarte otro tipo de tarea.”
Definitivamente, Deidara no gustar. “¿De qué se trata?”
“Han llegado a mis oídos una información que desconocía. No tenía ni idea que tu padre era abogado. Al parecer, uno de los importantes… está trabajando en el caso de Natchios, ¿verdad?”

El caso de Natchios se trataba de uno de corrupción política. Algo de lo que últimamente se hablaba mucho, con una gran trama por detrás y varios imputados. Su padre estaba convencido de la inocencia de Natchios, sospechaba que se trataba de un complot para culparle de todo a él, y estaba trabajando en demostrarla y poder librar a Natchios de todos los cargos que se le imputaban. Al parecer, era de los pocos que creían en su inocencia. Pero Deidara sabía que su padre era bueno en su trabajo, y que si le estaba defendiendo, sus razones tendría.

“Eso creo. No estoy al tanto de en qué trabaja mi padre a cada momento.” Se arrepintió al instante de su forma de responder, pero a Hyde no pareció importarle.
“Me gustaría entrevistarle. Tener sus declaraciones en nuestro periódico sería muy importante para la empresa. Al fin y al cabo, nosotros pudimos filtrar parte de los documentos que incriminaban a Natchios, y disponer de sus declaraciones sobre ellos sería buena publicidad… sobre todo teniendo en cuenta que tu padre prefiere mantenerse al margen de la prensa.”
“Espere… ¿quiere que entreviste a mi padre? Eso… sería raro.”
“No hace falta que le entrevistes tú. Nos vale con que consigas información sobre el caso, alguna que otra declaración, tal vez convencerle para que nos ofrezca una entrevista si tú no te sientes cómoda en la situación.”
A Deidara no le atraía mucho la idea, y es que prefería mantenerse al margen del trabajo de su padre. Pero sabía que no le iba a quedar otra que aceptar. “Bueno… haré lo que se pueda, mientras que no me pida que le espíe,” bromeó.
“Esperemos que eso no haga falta,” contestó, con su intacto semblante serio.

Al parecer Hyde no se lo había tomado a broma.

# # #

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-matt.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-dei2.png)

“Pregúntame lo mal que está yendo mi día.”

Matt rió mientras la pelirroja se dejó caer sobre su silla.

“¿Cómo de bonito está siendo tu día?”
“Horrible,” suspiró, “es el peor día de mi vida.”
“Venga ya, si no son las diez todavía. Tan horrible no puede haber sido tu conversación con el jefe.”
Se encogió de hombros. “Me ha pedido que le consiga declaraciones o una entrevista con mi padre. ¿Qué puede haber peor que tener que escribir sobre tu padre? Si no me hice abogada, fue porque no quería convertirme en una enchufada. Ahora va a resultar que estoy aquí porque mi padre es abogado y eso puede serles útil…”
“Oh. Es sobre el caso en el que trabaja, ¿verdad?”
Ella asintió. “Sí, no les iría mal poder publicar algo nuevo al respecto. Soy su mejor enlace, o algo así. ¿Por qué no podría ser mi padre panadero o algo así? Nadie me pediría que entrevistase a mi padre el panadero.”
“Venga, ya verás cómo eso te dará puntos.” Matt sonrió, dirigiéndose hacia Deidara. No podía verle los ojos, pero estaba segura que la situación le divertía. Aunque en el fondo parecía alegrarse por ella, por tener la oportunidad de hacer algo importante por el periódico. Sólo esperaba que eso no perjudicase a su amigo.
“¿Seguro que no quieres hablar tú con él?” Preguntó Deidara, mientras tecleaba en su móvil. “Creo que mis padres les caes tú mejor que yo. Con tu cara  y tus encantos serías capaz de hacerles contar hasta su más oculto secreto.”
“Pero así no sería divertido.”

A veces, Matt podía ser peor que el propio satán.

“¿Qué haces?” Preguntó Matt, cuando Deidara tardó en contestar.
“Ah, estaba enviando un mensaje a mi padre… imagino que me toca cenar allí. ¿Puedes pasarme luego la receta de aquel pastel que hiciste la última vez que viniste a cenar? Les gustó mucho, podría llevarlo.”
“Vale, pero promete no compartir mi secreto.”
“Prometido.” Medio minuto más tarde, recibió la confirmación de su padre. “Vale, cena confirmada… a trabajar pues. Voy a buscar a Peter, a ver si lo puedo encontrar para llevármelo a hacer unas cuantas fotos. Te llamo más tarde, ¿eh?”

Deidara cogió su chaqueta y su bolsa, con su cuaderno y tablet lista.

“Vale, hablamos. Y ya verás que el día irá a mejor.”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on August 29, 2015, 01:53:42 AM
- 01 .  Stories to be told -


Cuando admites que tu familia es lo menos normal y funcional posible es que es un hecho confirmado. L-elf no tenía problemas con ello, exceptuando que su antiguo tutor legal tenía demasiada injerencia en su vida  y la de sus hermanos. Entendible en la de los últimos, no en la de él.

Ese hombre sabía exactamente cuándo, dónde y cómo localizarlos a todos, incluido, lo cual le crispaba los nervios de vez en cuando. Posiblemente era un rasgo de la familia que era posible heredar y le habría gustado haberlo adquirido para sobrevivir a su absolutamente incontrolable hermana.

Wye solía ser un caso aparte en lo que se refería a la familia. Era astuta, siempre un paso adelante de todos (excepto de él) y era una caprichosa sin remedio.

Por eso tenía antecedentes criminales, no graves, claro. Uno por intentar conducir un auto clásico a la edad de 14 años, otro  por una grúa, por decidir crear una revista BL sin los permisos adecuados y publicarla clandestinamente no una sino dos veces (en realidad tenía que ver con el público al que llegó esa revista, detalles) y otros arrebatos menores como entrar a un museo de historia natural a medianoche por culpa de una película que había visto en esa ocasión.

Con esos antecedentes no esperaba mucho de ella. Desaparecer un par de horas era normal, llegar eufórica por equis o ye razón también lo era pero llegar a la casa, ignorar el hecho de que Mikleo le preguntó si pudo ir  a la oficina postal, y observar todo como si fuese la primera y última vez que lo hacía superaba las expectativas de L-elf en más de una forma.

La susodicha hermana sandwich (y única mujer de lo que quedaba de la familia) había ido a la cocina, bebido un vaso de leche o algo parecido y se quedó ausente frente al refrigerador por varios minutos. Luego procedió a inclinar la cabeza levemente y darse cuenta que algo estaba mal con ella (o eso creía su hermano).

Después de una carrera hasta su habitación (planta alta, segunda puerta a la izquierda, con acceso privilegiado al baño) y un azotar de cosas (presumiblemente libros y novelas) el silencio volvió a reinar en la casa, sólo interrumpido por el hermano menor cuestionando al mayor “¿Y ahora qué tiene?”

L-elf alzó ligeramente los hombros y continuó bebiendo su café (sin azúcar) mientras que el hermano menor observaba cómo un rastro de agua era lo que quedaba del recorrido que su hermana había hecho por la casa.

“Al parecer alguien olvidó su paraguas…”, dijo al fin. El mayor observó de reojo el piso y se preguntó por qué la chica había decidido regresar caminando en vez de llamarle como  siempre cuando pasaba algo como eso. Sabía que la lluvia y los rayos no eran remotamente sus amigos. Cuando terminó su bebida pensó nuevamente en lo que había ocurrido. Quizá tendría tiempo de intentar entablar una conversación coherente con Wye.



La paciencia la abandonó cuando el auto de L-elf abandonó el garage y se dirigió a la avenida principal. Recordaba que Mikleo asistía a clases extra en el centro a esa hora y él y L-elf no estarían de vuelta sino hasta dentro de un par de horas más a lo mucho.

Hizo un nuevo recuento de los hechos en su cabeza. Revisó nuevamente el celular. Muerto. Se preguntó si en alguna parte del mundo construirían aparatos a prueba de descargas eléctricas marca dios, lo cual le llevó a, rápidamente, quitarse la ropa mojada y checar cada parte de su cuerpo.

Ni un rasguño.

A sabiendas que no había nadie en casa, abrió la puerta del pasillo y corrió a la habitación de enfrente, donde guardaban un sinfín de chucherías, entre ellas un espejo de cuerpo completo.  De un jalón, quitó la sábana que lo cubría y se observó en él. Dos brazos, dos piernas, cabeza y cabello completo.  Vamos, ambas cejas estaban ahí lo que le parecía extremadamente raro. Su cabello no se había chamuscado siquiera.

Tocó el espejo con su mano derecha, sintiendo el frío del material, pudo ver cómo el propio calor que emanaba de su cuerpo empañaba ligeramente el espejo en los alrededores de sus dedos.

“¿Segura…?”, preguntó a si misma. Podía dudar completamente que un rayo la había alcanzado en el momento de idiotez más grande de su vida.

Pero podía recordar el miedo y el dolor. Por un instante, vino a su mente todo lo que había pensado en ese momento. Muerte, su familia, miedo, esos benditos libros que no iba a entregar a tiempo.

Negó con la cabeza una y otra vez, confirmando cómo su cabello chocaba con su rostro, lo que le decía que nada era un sueño.

“Esto no es conmigo ni con nadie en este universo…”, murmuró mientras observaba a su otro yo del mundo del espejo directamente a los ojos. Se preguntó por un segundo si realmente la persona que veía era ella misma o era un mundo paralelo como siempre había imaginado. Sonrió para sí. Al menos el rayo no le había quemado las neuronas.

“¿Cuáles son las posibilidades de sobrevivir a un rayo, Wye?”, sonrió mientras señalaba a su reflejo como si le hubiera elegido para responder. Cambió su actitud a una un poco más insegura mientras se respondía a sí misma.

“Eh… ¿Muy pocas, Wye?”
“¡Exacto, Wye!”, se respondió. “Lo cual significa que alguien quiere que sigamos con vida y contemos esta anécdota ‘SOBREVIVÍ A UN RAYO’ en los años venideros. Pues bien…”
Tomó la sábana y volvió a cubrir el espejo. Cerró la puerta de la habitación de chucherías y corrió a la suya propia.

“Los primeros en enterarse siempre son la familia.”

Se sentó frente al ordenador e introdujo torpemente su password antes de alejar los dedos como si el teclado quemara. El aparato electrónico seguía intacto, lo cual era bueno por que indicaba que no se había vuelto un conductor eléctrico o una planta de energía ambulante. Presionó ENTER con una sonrisa de triunfo y entró a su red social favorita buscando a la persona que más odiaba L-elf.

“¡Dek, tengo algo que contarte y no lo vas a creer!”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on August 30, 2015, 01:16:26 PM
Entrada 101
Dia xx Mes xx Año xxxx
Diario de Observación de Flora Doméstica 0158


Normalmente no pondría cosas de mi irrelevante vida de ser humano en este diario, si necesitara algo así tendría un Diario de Introspección de Eventos Diarios o algo así, pero creo que esto definitivamente concierne a la flora doméstica, tal vez más que cualquiera de las entradas que he escrito en estos 158 diarios a lo largo de mi productiva vida dedicada a la botánica. (Aunque haré mi documentación usual al final de esta historia)

¿Cómo puede una sola entrada, que además ya dije será una historia y no solo notas de observación, superar en importancia a 158 diarios?

Tal vez descubrí una nueva especie de flor carnívora, tal vez por fín logré que el injerto de girasol y delphinium produzca un girasol color azul (sí lo hice, detalles al final de la entrada), o tal vez encontré el remedio natural perfecto contra esa plaga que tiene semanas atacando a la lavanda (podría simplemente hacer que la planta sea resistente a la plaga en lugar de tratar de eliminar a la plaga en si, necesitará algo de experimentación más tarde, después de que termine de tomarme este té pensaré en ello.)

Incluso si todas esas cosas hubieran pasado, no hubieran sido tan relevantes como la historia de hoy.

Esto fue lo que sucedió, trataré de conservar el formato regular de las entradas de este diario, en la medida de lo posible:

Participantes:

Yo <3
Accelerator, ñoño con apodo ridículo.
Con una breve aparición de Ion, hermanito adorable

Estuvo así (al diablo el lenguaje científico, no puedo narrar así. Contar cómo fue que sobrevivimos a que nos cayera un rayo no es lo mismo que listar mililitros de agua administrados a un montón de macetas con tierra que parece que siguen vacías. Bueno, así estaban ayer, insisto, más al final cuando haga el reporte normal.)

Bueno, sí, nos cayó un rayo. La historia breve es que mientras regresaba con Ion de la escuela se nubló bastante feo, lo dejé en la casa, subí al techo a mover las macetas con plantas frágiles al invernadero y me pasé toda la tarde dibujando margaritas en los márgenes de las notas de Ion, esparcidas sobre el mostrador después de que terminamos de comer. Llovía bastante fuerte, subí dos veces a comprobar que la puerta del invernadero estuviera bien cerrada. Ion subió a dormir más en la tarde y estaba a punto de cerrar, claro que no hubo ni un cliente con esa lluvia, cuando Acce entró por la puerta, mojado y enojado como gato después de un baño.

En serio, estaba hermoso, pensé que se iba a esponjar como los personajes de esas películas de caricatura que se les levanta el cabello cuando se molestan o que me iba a arañar cuando me reí de él. Luego imprimo la foto y la pego aquí, aunque salió algo borrosa <3

Ah, sí, el rayo. Entonces, estuvimos platicando un rato, no quiso subir a bañarse o algo para no despertar a Ion, solo se secó con una toalla y se quitó la chamarra para colgarla un rato (...de hecho debe de seguir por aquí en algún lugar. Mmmm. La voy a lavar y a impregnar de agua de rosas para que huela precioso, le va a encantar a sus amigos los maleantes hehehehe). Hubo un momento donde parecía que la lluvia iba a bajar, tomé a la confiable sombrilla rosa y decidí acompañarlo a la parada de autobús.

Caminando, lo convencí (no que cueste mucho trabajo convencerlo de nada) de pasar por el parque, quería revisar si los árboles frutales habían sufrido mucho daño. Apenas habíamos avanzado una cuadra cuando la lluvia volvió con fuerza, los autos avanzaban lentamente en el tráfico estancado, pero no había nadie caminando. Decidimos cortar camino pasando por la construcción abandonada, grave error (o, no, no lo sé aún.)

¿Cuánto tiempo toma cruzar la construcción corriendo? Dos, cuatro minutos tal vez. ¿Cuántas veces lo hemos hecho? Mil.

Pero en ese pequeño espacio nos cayó un rayo.

Tal vez fueron las varillas o la sombrilla. Tal vez solo un poco de suerte.

No sé bien qué pasó, no lo recuerdo. El ruido fue tan fuerte que lo escuché un segundo y luego no escuché nada. A partir de aquí no pude ver nada, todo eran esas luces de colores que no te dejan ver nada cuando te deslumbras.

No estoy segura si absolutamente todo me dolió, como si cada vena transportara fuego, o si no sentí absolutamente nada, o si pasaron las dos cosas al mismo tiempo.

Accel cayó en el cemento cuarteado junto a mi, por supuesto que  no pude verlo pero lo último que recuerdo es que escuché un quejido grave y el sonido de algo inerte tirado cerca de mi.

Pasaron al menos dos horas (supongo, entre la hora que era cuando salimos de la tienda y la hora a la que revisé el celular cuando regresé a casa. Por cierto, mi reloj de mano está frito. Maravilloso. Al menos olvidé el celular). Desperté muy lentamente, como en esas mañanas con neblina donde solo has dormido tres horas y tu cuerpo simplemente se rehúsa a funcionar. No podía abrir los ojos, así que me quedé escuchando el viento y oliendo la naturaleza húmeda a mi alrededor. Las hojas del pasto picaban junto a mi cara.

Lentamente, decidí ver que había a mi alrededor y en dónde estaba. Lo primero que vi fue la el ceño fruncido de Accel sobre mi, y dijo "Pensé que te habías muerto ¿Por qué te tardaste tanto?" pero la verdad no se veía tan taaan preocupado.

En verdad que todo olía muy bien.

Me senté y miré a mi alrededor.

Todo a nuestro alrededor era verde, flores de todos tipos crecían sobre los ladrillos abandonados, flores de verano sobre los costales de cemento vacíos, flores de invierno en los montecitos abandonados de tierra, enredaderas con flores de un rosa brillante subiendo sobre las vigas oxidadas.

Nos quedamos sentados ahí, viendo a nuestro alrededor, viéndonos el uno al otro, tratando de hablar y sin ni idea de como empezar, tal vez nos besamos un poquito.

Hey, nos cayó un rayo.

Y luego se levantó un jardín en lo que había sido un lote baldío y sombrío por años.

Urgh, eso no fue nada breve, pero fue lo que pasó. Accel está durmiendo en mi cama abajo de todas las cobijas que encontré en mi cuarto. Juro que su cabello está extrañamente claro, pero no es realmente el color sino un reflejo raro, más blanco de lo normal.

Subí al invernadero en pijamas para revisar todo y poder escribir la entrada de siempre del diario, he aquí el reporte regular:

Plantas con cambios en el día: Todas.
Metodología: No sé por qué lo hice, pero metí los dedos en la tierra de todas las macetas, una por una, cada uno de los dedos lentamente hasta que tenía media palma de ambas manos bajo la tierra.
Cambios observados: Todas las flores florecieron. Todos los tallos crecieron hasta que les salió aunque sea una flor, incluso en las macetas donde sólo había tierra. Sí, también el injerto imposible del girasol azul.
Registro gráfico: Fueron muchas, mañana saco las fotos.
Metodología planeada para el día siguiente: Ay, no sé. Es más, no sé que dije que iba a hacer después de esto allá arriba. Se me cae la pluma de la mano. Me voy a dormir, alguien debe robarle cobijas a Accel toda la noche, el deber me llama.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on September 22, 2015, 02:43:20 AM
(http://i62.tinypic.com/18yq06.jpg) (http://i.minus.com/ibi0HaJ987smZL.png)

Ciertamente no podía culpar al calentamiento global de su mala suerte, pero en sí, Stephanie ya no podía encontrar a quién echarle la culpa ya; en la mañana el sol estaba brillando de lo más lindo y aunque se había levantado tarde, esto no le importó porque ya de por sí se había levantado feliz. Tuvo un buen desayuno, encontró asiento en el bus y al comprar un snack en la máquina expendedora del instituto le cayó doble producto. Todo pintaba para un buen día hasta que de la nada, cual episodio de los padrinos mágicos, el clima se fue al diablo y una tormenta cayó sobre la ciudad.
A partir de ahí se desencadenó una serie de eventos desafortunados: Llegó tarde al trabajo porque hubo un accidente de tráfico producto de la fuerte lluvia, llegó empapada porque no se le pasó por la cabeza sacar ese día el paraguas, el hijo de mil putas de su supervisor le miró con una cara de desaprobación total y luego, para coronar, al salir del edificio pisó un escalón inexistente y la mitad del tramo de escaleras fue un viaje directo a contusiónlandia. Añadir a la mezcla el hecho de que terminó en la comisaría porque un idiota se pasó de gracioso al querer tocarla dentro del atestado bus y nada más, hornear el pastel.
Así que encontrar a Kitty llorando en la puerta de la casa era lo último que necesitaba en su maldita vida, pero hey, tu mejor amiga terminó en probación porque tú pudiste correr más rápido y los policías no te capturaron después de haber graffiteado el monumento de la plaza… Por lo que hasta cierto punto existía un cierto mea culpa que no podía evitar.

Suspiró apesadumbradamente y se sentó recostando su espalda en la pared opuesta a la que estaba Kitty. Cuarto piso, pasillo a la derecha, departamento 4B. Kitty tenía la espalda para la pared del edificio y Stephanie para el balcón hacia la calle. Eran las 10:30 de la noche y si no había comprendido mal, Kitty debía de haber salido de probación hacía horas.

 “¿Qué pasa?”, le preguntó tras unos instantes en que su amiga se la quedó mirando en silencio, secándose las lágrimas.

Si alguna certeza tenía Stephanie en la vida es que después de ella la persona más habladora del mundo era Kitty, así que su silencio la desconcertó.

“¿Ocurrió algo malo?”.
“No lo sé”, Kitty siguió llorando y abrazó sus piernas en un amago de que sus rodillas ocultaran su rostro.
“¿Olvidaste tus llaves?”.
“No”.
“¿Y por qué no estás adentro?”.
“Tenía miedo de…”

Tuvieron que pasar varios segundos hasta que la rubia se diera cuenta que Kitty se sentía demasiado mal como para seguir hablando, a pesar que no entendía a qué podría tenerle miedo su amiga. Stephanie se levantó y tras rebuscar unos instantes sus llaves, abrió la puerta del departamento y prendió la luz. Al dar una mirada rápida vio que todo estaba en orden y no era como si alguien estuviera ahí esperándolas para que Kitty tuviera miedo… Y si Kitty hubiese sospechado que algo estaba mal la habría llamado, pero eso tampoco había sucedido.

Stephanie se volteó y vio que Kitty se encontraba parada en el umbral de la puerta, abrazando la mochila que había llevado ese día; pero su mirada indicaba que seguía mal, estaba mirando a todos lados, inspeccionando algo. Finalmente, tras unos incómodos segundos en silencio, Kitty entró, dejó la mochila en el piso y se dirigió a una banca de madera donde ambas habían puesto una maceta con un helecho de manera decorativa. Lo raro fue que la chica tomó esta misma maceta, la sacó de su sitio y se sentó ahí, para luego volver a romper en llanto.

“Stephanie, yo…”

Kitty murmuró entre sollozos y la rubia se le acercó aunque se mantuvo a una distancia prudente, de acercarse tal vez la otra ya no quisiera hablar y siendo honesta, nunca la había visto así en su vida y no sabía en verdad cómo consolarla… Esta era una Kitty desconocida para ella. Nunca había visto a Kitty con tanto miedo en su vida.

“¿Qué pasó, Kitty? Dímelo, todo va a estar bien…”, esta alzó su mirada… Y cedió.
“No podía… No podía…”, respiró hondo, “No podía tocar la manija ni mis llaves. Tenía miedo, Steph. Tenía miedo de… Bueno, me cayó un rayo durante la probación y tenía mied-”
“¿¡QUÉ!?”, gritó la rubia llevándose las manos horrorizada a la boca, pero las sacó rápidamente al ver a la otra romper en llanto de nuevo, mientras se tapaba el rostro. “¡No! ¡Kitty no te pongas así, mírame!”, la rubia le tomó a la otra de las muñecas y aunque seguía llorando a lágrima viva, Stephanie pudo reconocer la desesperación de su amiga por tener a alguien ahí que le ayudara. “¿Qué sucedió? ¿Fuiste al doctor? ¿Cómo es que no estás hospitalizada? ¿¡Y por qué no me llamaste, maldita sea!?”, dijo esto último ya más enojada, “¿¡Para qué mierda voy a ponerme a estudiar enfermería si no me llamas para estas cosas!?”
“N-No fui a ningún lado… ¿No me pasó nada? P-Pero Steph, tuve mucho miedo, yo…”, con un movimiento de ambas manos se deshizo de ambos agarres y abrazó de manera intempestiva a su amiga con mucha fuerza. Stephanie correspondió el abrazo de igual manera y con su mano derecha empezó a masajear su cabeza.

Si bien era muy inverosímil su relato, Stephanie no podía decir nada hasta que Kitty se calmara del todo; y aunque la menor ya había accedido a sentarse en el sofá, aún temerosa de que cualquier cosa le pudiera pasar corriente, todavía estaba muy frágil emocionalmente como para tener esa discusión. Entonces, recapitulando, un rayo le había caído a Kitty, este rayo la dejó inconsciente pero no tuvo secuela de ningún tipo en ella, al mismo tiempo le cayó a otra chica en probación y esta tampoco sufrió ninguna quemadura. ¿Y luego Kitty siguió con su vida hasta ese instante?

…De seguro era que aún estaba en tercer ciclo y no llevaba aún el curso de Introducción a Milagros Inexplicables para la Medicina 1.

“En verdad no tienes nada”, le dijo después de haber revisado su cuerpo por completo con lo poco que sabía aún de ser enfermera. “Bueno, tienes la presión baja y estás helada por haberte quedado horas ahí fuera sentada, pero… No, no tienes nada”.
“¿En serio?”, hasta Kitty sonaba incrédula sobre lo que estaba viviendo. “¿Segura?”.
“Segura. Pero igual creo que deberíamos ir mañana a que te revise un doctor”.
“No”, negó rápidamente la cabeza. “Igual tengo que ir al servicio comunitario y tampoco creo que un doctor me crea ni nada”, se encogió de hombros. “Ya de por sí nadie le va a creer nada a alguien en probación, mucho menos a una que ni un rayo la pudo matar”.
“Vamos”, Stephanie rodó los ojos. “Lo que te resta puntos en el curriculum de decir que estuviste en probación te los suma el hecho de que ni la naturaleza puede borrarte del mapa”. Kitty sonrió un poco por primera vez en la noche y la rubia decidió que ese era el único triunfo del día en verdad.
“No estoy loca, ¿no?”, le preguntó apenas se irguió y quiso irse a la cocina a servirse algo caliente de tomar.
“Katherine Pryde, estamos haciéndole gastar al Estado aproximadamente veinte mil dólares por concepto de recuperación del patrimonio. Y eso si es que llegan a borrar el grafitti, porque si no tendremos qué mostrarle a nuestros nietos muy orgullosas. Nunca estuviste cuerda”.
“Cállate”, le respondió divertida y Stephanie le hizo un saludo militar.

Después de salir del baño ya lista para dormir, la rubia no mencionó nada al encontrar a Kitty ya metida en su cama y esperándola con miedo, simplemente se limitó a abrir ambos brazos y atraerla hacia sí para que la pobre se sintiera segura. En aquel momento Kitty necesitaba más que nunca que alguien la quisiera y se ocupara de ella, así que Stephanie no se lo iba a negar. Kitty había vivido un evento muy raro, pero traumático, para ella y no encontraba dentro de sí misma ninguna objeción a terminar uno de los peores días de su vida durmiendo en una posición que le mataría la espalda apenas se levantara en la mañana.

Si la otra necesitaba un ancla en aquel momento, Stephanie definitivamente lo sería.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on September 29, 2015, 11:54:50 PM
*reúne todo el cosmos cósmico para poder escribir siquiera algo*

(http://i.minus.com/ibpOGr04IChCE4.png)

Chapter 2 — I can almost see you

   

Woke up and wished that I was dead
With an aching in my head
I lay motionless in bed
I thought of you, and where you'd gone
and let the world spin madly on


. . .

Parecía que el recuerdo de la estruendosa tormenta era lo único que había quedado en la ciudad. El cielo seguía nublado y la humedad se respiraba en el aire, pero las calles habían vuelto a verse transitadas en la rutina de todos los días.

Yukino no podía sacarse lo sucedido de la cabeza. Acababa de ser golpeada por un rayo, ¿cierto? Mientras se cambiaba en los vestidores del centro comunitario, la pelirroja había esperado despertar de lo que parecía ser un sueño. O una pesadilla. Pero nada.

Simplemente estaba viva. Bien. Caminando a casa después del servicio comunitario tal y como lo llevaba haciendo el pasado par de semanas.

Quizás lo mejor era dejar el asunto en el olvido. Si se sentía mal podría acudir a un doctor. Y si todo seguía tal cual, tendría una anécdota a contar en reuniones. Aunque no era como si alguien fuera a creerle…

La campanilla de la puerta timbró cuando entró a la bodega. Esa noche le tocaba cocinar y si no mal recordaba le faltaba un pimiento rojo. Con el vegetal en mano se apuró a la caja, en el camino tomando una bolsa de papitas con sabor a sal y vinagre y unas mentas de sandía.

Una anciana se tomaba su regalado tiempo conversando con la cajera. No fue un problema para ella, pues recordó la cantidad de monedas que llevaba cargando y pensó en que sería buena idea deshacerse de varias. Empezó a sacar quarters, dimes, nickles y hasta centavos y apilarlos en grupos. Seguramente tendría que pagar adicional con los taxes, así que se quedó con un quarter en mano.

Mientras balanceaba la moneda entre sus dedos, su mente nuevamente regresó al parque, al rayo, y a su cuerpo golpeando el suelo.

Las voces de la cajera y la cliente apenas se escuchaban sobre la música en sus oídos. Pero entonces sonidos o sensaciones —cosas completamente ajenas a ella, rebasaron sus sentidos y aparecieron en su cabeza.

Vio a un niño. Luego a unas manos ancianas. Escuchó el sonido de una golpear a otras.

Vio una moneda golpear el suelo y girar, girar y tambalearse antes de quedar inmóbil en el asfalto.

"¿Señorita?"

Dejó de balancear la moneda cuando la tendera la regresó al presente. Aún confundida, Yukino se disculpó y señalo sus tres objetos. La casera los escaneó, los colocó en una bolsa, y tomó el montón de monedas apiladas frente a ella.

"El total es 4.87. Le faltan 17 centavos"

Con un poco de recelo, Yukino le entregó la moneda en mano. La cajera terminó la transacción y le extendió unos pocos centavos junto a la boleta.

"Gracias por su compra" le dijo con una sonrisa de oreja a oreja "Por favor vuelta pronto"
"Gracias"

Pero al recoger el cambio de la mano de la mujer, sus dedos rozaron su piel y lo que tenía frente a ella se desvaneció. En su lugar vio imágenes ajenas, en desorden e inconexas… pero que no tardaron ni un segundo en hacer perfecto sentido.

La cajera no entendía porque la pelirroja la miraba con preocupación mientras echaba los centavos dentro de su bolso.

Ni siquiera la susodicha terminaba de entender lo que acababa de suceder. Pero la visión seguía a flor de piel, y junto a ella, aquella horrible sensación. No podía no decir nada.

"Aléjese de él, denúncielo" atinó a decirle en voz baja "No deje que la trate así, por favor"

La mujer perdió el color de inmediato, y al darse cuenta de lo que podía venir tras sus palabras, Yukino tomó la bolsa con sus cosas y salió corriendo del lugar.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on September 30, 2015, 12:53:26 PM
- 02 .  Stories already told -


Vivir con las mismas personas en la misma casa durante tantos años te hacen, inconscientemente, acostumbrarte tanto a ciertos aromas que no es fácil captarlos a menos que la costumbre se pierda y empieces de nuevo.

Ese aroma que aun podía oler en su propia casa lo estaba volviendo loco. Lo conocía. Sabía qué era y a la vez no podía encontrar la palabra para relacionarlo en su gran archivo mental. No era un producto nuevo, no era exactamente algo exótico tampoco... pero no era algo común para él. Había zonas en específico donde podía percibirse mejor que en otras zonas e hizo su mejor esfuerzo para encontrar qué era lo que había ocurrido con ese aroma antes de que desapareciera.

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Obviamente, después de publicado el status en la red social preferida de media ciudad, los contactos de Wye la interrogaron una y otra vez tratando de descifrar, entre otras cosas, qué tanto de la historia podían conseguir. Dek, por su parte, sólo le había pedido que se hiciera un par de estudios para asegurarse que realmente estuviese bien pero, fuera de eso, había logrado parte de su objetivo: su anécdota para contar, de fama efímera, había tenido el suficiente éxito entre su red de conocidos.

Obvio las preguntas fuera de lugar y de toda lógica venían en el paquete. "¿Ahora ves el futuro?" "¿Viajaste en el tiempo y descubriste el origen de la especie o algo así cuando el rayo te tocó?" "¿Adquiriste poderes superfantabulosos fuera de lo ordinario?" "¿Viste la luz y cuando te acercaste te cerraron la puerta en la cara?"

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L-elf casi asesina a su hermana cuando, por fin, después de días, notó el estado viejo en la red social. Tenía sentido. Si a la loca e idiota de su hermana le había caído un rayo, ese extraño e inconfundible aroma que impregnaba su casa (y que al parecer era indistinguible para sus otros dos habitantes) tenía que ver con el bendito ozono. Aunque había que admitir que otro detalle debería importarle más que los aromas que volaban  en casa: a su hermana, la de en medio, la que supuestamente tenía que cuidar (al igual que a su hermano menor o más por que era más impredecible) había sido alcanzada por un rayo… aunque, pensándolo un poco más, la chica parecía tan energética y animada como siempre, o incluso más.

Milagro que su guardián no le había fastidiado la existencia con llamadas y mensajes respecto a la calidad de su cuidado y protección hacia sus hermanos.

Justo cuando pensó eso, su teléfono vibró y maldijo su suerte. Desbloqueó la pantalla y se sorprendió al leer que no era Derek el que escribía sino su podría-decirse-que-casi amigo de media vida al menos.

Y por un instante podría jurar que una migraña amenazó con atacarlo debido al exceso de estupidez en el universo.


¿Cuál era la posibilidad de que los dos idiotas atrajeran rayos durante la misma tormenta?

Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on September 30, 2015, 03:59:36 PM
Maldita sea todo a última hora T_T esto me recuerda a la época dz
Mañana edito, que no lograba acabar este aporteeee


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#4

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/dei1.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/peter.png)

Peter Parker era el más joven de la oficina. Un chico con pintas de pardillo, que no tenía nada en especial, pero con mucho a sus espaldas. Científico frustrado, había decidido dedicarse a la fotografía. Había tenido un don innato para ella en el instituto que muchos se rifaron. En el instituto, compaginó sus clases con pequeños trabajos que iba consiguiendo del boca a boca. Trabajó de dependiente en varios supermercados, como repartidor de periódicos, reponedor… estuvo casi dos años dividiendo su tiempo entre el instituto y los pequeños trabajos que le iban saliendo, para así poder salir del instituto con, aparte de matrícula de honor, el dinero suficiente para apuntarse a la escuela de fotografía con la que tanto había soñado ser un estudiante de.. Más tarde, con un título oficial en fotografía y varios cursos bajo el brazo, había acabado con un trabajo en el periódico. Que en el fondo fuese tan buena persona no le había ido del todo a su favor, ya que eso hacía más fácil que se llevase las tareas que nadie quería: Peter nunca decía que no. Eso, sumado al hecho que, ser el nuevo tampoco te daba mucha voz ni voto… como bien Deidara sabía, por muy buenos que fueran en su trabajo, les iba a tocar pringar hasta que consiguiesen hacerse un hueco en la empresa.

“Cuando Hyde me dijo que tenía algo interesante para mí… no me esperaba esto,” dijo Peter con un suspiro, mientras agarraba con fuerza la mochila en la que llevaba su cámara. Deidara no entendía mucho de cámaras, pero sabía que la de Peter era una de las buenas, y que su último sueldo, había ido destinado a un nuevo objetivo para ésta. Las calles por las que pasaban no eran de las más seguras en Hell’s Kitchen, así que no le extrañó que Peter pareciese tan preocupado por el contenido de su bolsa más que por su propia vida.
“¿Entrevistar al héroe de Hell’s Kitchen no te parece lo suficientemente excitante?” Bromeó Deidara. Deberían encontrar al vagabundo que se encontraba durante el incendio de la residencia para poder entrevistarlo cuanto antes, no fuese a ser que la historia pasase pronto de ‘moda’.
“Ojalá tuviésemos algo más interesante en lo que trabajar. Por cierto, ¿tú no estabas especializada en periodismo deportivo?”

El deporte era una de las pasiones de Deidara, así que nunca hubo mucha discusión cuando tuvo que decantarse por alguna rama del periodismo, a pesar que el periodismo de investigación siempre le había atraído (mientras no se tratase de investigar historias locales aburridas como ésta…). Si bien aquella había sido la especialización de la pelirroja, poco había podido escribir al respecto en el Daily Bugle, el periódico para el que trabajaban. El periódico tenía una sección de deporte importante, con mucho renombre, pero le había sido difícil hacerse hueco allí. Como becaria apenas había podido trabajar en deporte, pero sabía que si lograba hacerse con el puesto fijo, se le acabarían los artículos sin sentido y por fin podría trabajar en aquella sección.

“Según Hyde, tengo que coger primero experiencia en el campo, trabajar en otras áreas para hacerme una idea de cómo funciona el periódico… resumiendo, que me tienen trabajando en lo que a nadie le interesa. Si al menos fuese ciega como Matt no tendría que hacer estas cosas,” murmuró.
Peter pareció estremecerse un poco ante tal comentario. “Vale, creo que nunca voy a entender tu humor y el de Matt.” Deidara sonrió para sí misma; sabía que eso era algo que no todo el mundo pillaba, y tampoco era necesario.

Continuaron caminando durante unos minutos más en silencio, silencio que Deidara agradeció durante lo poco que duró. Recordó el día anterior, el rayo que le había caído, y como había salido ilesa de aquel episodio. Los dolores de cabeza de la noche anterior fueron horribles, pero de vez en cuando, volvían aquellos pinchazos. La pelirroja pensaba que, tal vez, pilló un constipado por culpa de la lluvia y el viento de la noche anterior. Los dolores eran pesados, pero al menos duraban poco, y definitivamente, se sentía como si su cuerpo estuviese incubando algo.

Pero parecía ser que Peter no era de aquellos que apreciaba los largos silencios, ya que tuvo la necesidad de hablar tras cruzar de calle, deteniendo los pensamientos de Deidara.
“¿Y cómo se supone que vamos a encontrar a ese vagabundo? Las calles de Hell’s Kitchen son enormes, tiene que haber como cientos de sin techo.”
“Según varios de los ancianos de la residencia, no era la primera vez que le veían. Algunos le reconocieron, dijeron que de vez en cuando hablaba, muy poco, y comentaba que pasaba el día por esta zona. También tenemos una descripción algo básica…” Deidara removió los contenidos de su bolso, hasta que encontró su ‘libretita de periodista’. Otro regalo de sus padres tras graduarse; una libreta de tamaño pasaporte, con la cubierta de cuero, y una goma que la mantenía cerrada. Sus padres hasta habían escrito una dedicatoria dentro, algo que ella encontraba muy cursi, y que siempre se aseguraba de esconder cuando la abría delante de cualquier que no fuese ciego (Matt). “Blanco, alto. Cabello moreno, recogido en un pequeño moño… no parece muy mayor. Siempre lleva sudadera y tejanos viejos. No es mucho, pero…”
“Si al menos tuviésemos un nombre…”

Las siguientes horas se la pasaron caminando por aquellas callejuelas, preguntando a otros sin techo si conocían al chico de la descripción. A Deidara le sorprendió que fueran mucho más amables que la gente que podría encontrarse en el centro de la ciudad; todos sonreían, intentaban ayudar, preguntaban por su día y les deseaban suerte. A algunos les resultaba familiar la descripción; el chico había pasado por la zona alguna que otra vez, sin cruzar muchas palabras con el resto de vagabundos.
“Aunque es muy amable,” comentó una señora, que empujaba un carrito lleno de garrafas de agua. Seguro las traía de la fuente más cercana.
“Pero, si acaba de comentarme que no habla—”
“No, no, quiero decir… sólo le he visto un par de veces, pero suele traernos comida. Las pocas palabras que dice son para asegurarnos que no es robada, poco más. A veces come con nosotros, y luego se va. No suele pasar las noches por la zona. Es silencioso, pero muy buena gente. No me extraña que ayudase a todos aquellos pobres ancianos en la residencia.”

Deidara le dio las gracias a la señora, Peter le preguntó si le importaba que le hiciese una foto (al menos podrían poner el testimonio de todas aquellas personas en el artículo…) y minutos más tarde, acabaron por dejarse caer en un banco. Lo cual la chica agradeció; empezaba a notarse cansada. ¿Era ella, o hacía mucho calor?
“Empiezo a creer que este es el peor trabajo del mundo,” suspiró el fotógrafo, mientras le echaba un vistazo a todas las instantáneas que había tomado, y eliminaba las que no le acababan de convencer. En el tiempo que habían pasado en la zona, al menos, habían descubierto que el nivel de seguridad no era tan malo.

(Y que, si tenían problemas, podrían ir a avisar a Bud. Bud era uno de los sin techo con los que habían hablado, grande y gordo, con cuerpo de luchador de sumo. Al parecer, se habían ganado su cariño, ya que Bud les dijo que, si tenían problemas con alguien de la zona, no ‘dudéis en venir a decírmelo, que yo me encargaré de hacérselo pagar. ¡Todo por unos chavales encantadores como vosotros!’).

Deidara se pasó una mano por la frente, empezaba a sudar, y los dolores volvían. Ya ni estaba segura qué le pasaba. ¿Constipado? ¿Resfriado, gripe? No, no le tocaba que le bajase la regla… “Ya me estoy imaginando la cara de Hyde cuando le digamos que esto ha servido de nada. ¿Crees que nos echará?” La pelirroja echó un vistazo a las anotaciones de su libreta, tratando de ignorar cómo empezaba a sentirse. “Alto, blanco, coleta… como no nos traigan al SWAT, creo que nunca vamos a encontrar a este—”
“Um, aquel tío de allí…”
La periodista levantó su mirada. En la acera frente a ellos, un hombre les observaba. Llevaba una sudadera, la capucha sobre su cabeza. No se lo pensó mucho… algo le decía a Deidara que ese era el hombre que buscaban.

Y le recordó. Lo había visto, era el mismo hombre que vio arrastrando un carro tras la tormenta, cuando Morrigan le encontró tras haber sido alcanzada por el rayo, al cual había reconocido como el vagabundo. Era él.
“Hey, ¡hey! Perdone, pero, ¿le importaría dedicarnos unos minutos? Somos del Daily Bugle, y nos gustaría hablar con usted sobre el incidente de hace unos dí—”

Deidara no acabó la frase, porque el hombre salió corriendo.

Y oh, no. Deidara no había pasado un día entero en aquellas calles, pasando hambre, calor y malestar, para que ahora ese tío saliese corriendo y dejase escapar su oportunidad de escribir un buen artículo (o medio decente, teniendo en cuenta la temática de éste). Deidara cogió su bolso, echó un vistazo atrás a Peter, y exclamó, “¡corre, que se va!”

La idea no pareció hacerle mucha gracia a Peter, que tenía su cámara fuera y su bolsa medio abierta.

Pero eso no iba a parar a Deidara. Corrió, cruzando la acera, viendo cómo se escapaba aquel vagabundo. Giró la esquina, lo divisaba a lo lejos. Le costaría atraparlo, si seguía corriendo así, él no tardaría en perderla de vista… seguro que conocía aquellas calles mejor que ella. Tal vez, sólo, si apretaba un poco más, si pudiese acelerar ni que fuera un poco… podía ver cómo el artículo se escapaba lentamente, y no quería dejar que aquello pasase… sólo le faltaba—

Y no supo cómo pasó. Ni qué fue lo que sucedió. Pero en un segundo, estaba viendo como el desconocido giraba la esquina, desapareciendo de su campo de visión. Tenía la distancia de un campo de fútbol por delante. Al siguiente segundo… Deidara estaba al final de aquella calle, chocándose contra la pared de ladrillo. 

Era como si hubiese dejado atrás todos aquellos metros que le separaban de su presa, como si el mundo hubiese rodado y ella se hubiese quedado en el sitio. ¿O tal vez había sido al revés?

No sabía qué había pasado, cómo había sido capaz de materializarse de un momento a otro a la otra punta de la calle. No tenía sentido. Pero tampoco tenía tiempo para darle más vueltas al asunto— se giró, encontrándose con un callejón sin salida. Y ni rastro del vagabundo. ¿Adónde había ido?

Miró hacia todos lados, como si la respuesta estuviese en algún rincón de aquella calle… “Cómo te has logrado escap—”Con lo único que se encontró, fue con que alguien se le pegaba por la espalda, y le atrapaba contra la pared más cercana por sorpresa.
No había mucha duda en quién era que tenía pegada a su espalda. “He visto lo que has hecho. No me suenas… ¿de parte de quién estás?”
“¿¡De qué estás hablando?!” Exclamó Deidara, intentando soltarse, pero él no parecía que iba a dejarla ir. “No tengo ni idea de— somos periodistas del Daily Bugle, sólo queremos hacerte unas preguntas referente a…”
No le dejó continuar. “Esa no es la pregunta que te he hecho,” insistió, y fue a decir algo más, pero de lejos, la voz de Peter se hizo escuchar, jadeante, “¿¡Deidara?!”
“Mierda…”

El vagabundo le dio un empujón, haciéndola caer al suelo. Un escalofrío le recorrió el cuerpo, y para cuando pudo levantarse, se encontró con la sorpresa que estaba sola en medio del callejón. “Mierda, se puede saber qué…”
“¡Deidara! ¿Qué haces? Saliste corriendo y no pude alcanzarte… ¿dónde está el amigo?” Preguntó Peter, alzando una ceja, mientras dejaba su bolsa en el suelo y ayudaba a Deidara a levantarse. “¿Y por qué estás en el suelo?”
“El… el sprint, que me ha dejado cansada,” mintió. No iba a contarle lo que había pasado— ni la extraña reacción del vagabundo, ni… lo que quisiera que hubiese hecho antes. “Y no lo sé, creo que lo he perdido. Conoce mejor las calles que nosotros.”
Peter suspiró. “Entonces… ¿Tenemos que darlo por perdido?”
La pelirroja cogió su bolsa, que su compañero le alcanzaba. “Al menos tenemos algo de material con el que trabajar…”

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El Héroe Por Accidente

Hace unos días, nos sorprendíamos al leer sobre el estremecedor accidente que tuvo lugar en una residencia de ancianos del centro de la ciudad. Un incendio en una habitación en la que los detectores de humo estaban inoperativos, que podía haber llegado a más, de no ser por la presencia en escena de un vagabundo que se había colado en la residencia para, según algunos, usar las duchas del edificio.

El aviso del héroe logró detener el fuego y a evacuar a los residentes. Pero, las andadas de este desconocido no acaban aquí. Daya, una veterana sin techo, nos explica cómo ha cruzado caminos con nuestro héroe en alguna que otra ocasión—


“Esto es una mierda.” Deidara apagó la pantalla de su ordenador. “Este artículo es una mierda. Hyde quería que encontrase al vagabundo y hablase con él, y lo único que tengo, son… malditas declaraciones de desconocidos.”
“Pero es interesante. ¿Quién se iba a esperar que alguien con tan poco, tuviese tanto que dar?”
Deidara frunció el ceño ante el comentario filosófico de Matt. “Si tú lo dices…”
“¿Lo has acabado? Sigue leyéndomelo.” 
Deidara movió la cabeza de lado a lado, para rápidamente añadir, “no, tengo todavía que retocarlo.”

Lo tenía que entregar para la edición de mañana, y le quedaban pocas horas. Además, a pesar que Matt era su amigo, a veces le ponía nerviosa mostrarle su trabajo sin editar, y más aún, leérselo en voz alta. Y tampoco podía sacarse de la cabeza lo que había pasado en el callejón… quería contárselo a su amigo. Que alguien le dijese que no se estaba volviendo loca—o que tal vez sí, porque no tenía sentido que eso hubiese sucedido. Las últimas veinticuatro horas habían sido tan confusas… el rayo, el callejón, las extrañas palabras del vagabundo… no podía dejar de darle vueltas a su pregunta. Necesitaba despejarse, más si tenía esta noche cena con sus padres.

“Creo que me voy a volver a casa a acabar el artículo,” decidió de golpe, sorprendiendo incluso a Matt. “Dile a Peter que me envié las fotos, que le enviaré yo todo a Hyde.”
“¿No es pronto? ¿Estás bien?” Preguntó, preocupado.
“Sí.” Se le daba mal mentir a su mejor amigo, pero esperaba que esta vez no hubiese ido tan mal. “Es sólo que, tengo cena con mis padres, y, bueno, tengo que hacer el postre. Nos vemos mañana, ¿eh?”

Matt no tuvo la oportunidad de decir mucho más, ya que la pelirroja no tardó mucho en recoger sus cosas y salir de allí disparada. Corriendo.

Si pudiese volver a correr como pasó horas atrás, hasta podría dejar de coger el bus…
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on October 03, 2015, 03:24:20 PM
#5 - usain bolt

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/-dei2.png)

Sabía que tendría que estar intentando hacer algo más productivo, como avanzar trabajo, intentar acabar el artículo que tenía que entregar para la noche. Preparar algún postre para la noche, que le tocaba cenar con sus padres. Incluso recoger un poco su apartamento, que estaba hecho una leonera. No recordaba cuándo fue la última vez que se dignó a recoger un poco su dormitorio.

En lugar de todo eso, de estar haciendo algo productivo, estaba en el descampado que había detrás de su viejo instituto. Había cogido el autobús hasta el colegio, se había bajado en la parada y había caminado hasta el descampado, desierto a aquellas horas. Después de la tormenta del día anterior, el terreno estaba mojado, haciendo difícil darle buen uso a las porterías de fútbol y a las canchas de baloncesto. Aquel había sido uno de sus lugares preferidos de pequeña, donde había empezado a darle patadas al balón, a aficionarse al deporte. Ella y su padre, siempre inseparables aquellos años.

Pero no estaba allí para pensar en los viejos tiempos, para recordar otra época de felicidad. No, estaba allí para un propósito completamente distinto.

Logró encontrar un rincón seco, un banco sobre el que pudo depositar su bolsa y su chaqueta. Tomó un poco de aire, caminó hasta la otra punta del descampado. Allí había suficiente espacio para que decenas de niños se reunieran a jugar, a divertirse después de un día cansado de escuela. Suficiente espacio para ella, para poder tratar de emular la experiencia vivida horas atrás en los barrios bajos.

Expulsó todo el aire de sus pulmones, volvió a coger una larga bocanada, se puso en posición de sprint, y empezó a correr.

Tardó un minuto en recorrerse el campo de punta a punta.

Algo iba mal. O bien se había imaginado lo sucedido por la mañana, o bien se habían pasado los efectos de lo que quisiera que tuviese el café de la oficina, que le dio la fuerza suficiente para correr aquella distancia en décimas de segundo.

(O, si se lo creía con suficientemente fuerza, los efectos del rayo milagroso que no le mató.)

O bien había sido pura adrenalina lo que le hizo correr tan rápido.

Pero no había dejado de sentirse… diferente. Y no sólo por los achaques que le entraban, sino porque de verdad sentía como si algo estuviese yendo diferente en su interior.

No quería darse por vencida tan pronto.

Se arremangó las mangas de la camisa. Volvió a colocarse en posición de sprint. Se concentró en un punto… eso había sido lo que había hecho antes, concentrarse en su presa. Ella decidió por marcar ese punto en una paloma, a suficiente distancia de ella, que estaba tratando de partir un trozo de pan, de un bocadillo abandonado por algún niño, del suelo.

“Si Usain Bolt puede hacerlo, yo también.”

No sabía cómo describir lo que pasó a continuación.

Pero podía notar como el oxígeno entraba de golpe a su cuerpo. Como sus células trabajaban más, como sus músculos se contraían de golpe, su sangre fluyendo rápidamente para poder llevar el oxígeno a todos los rincones de su cuerpo. Su cuerpo ardía, parecía como si iba a explotar, y corrió a tal velocidad que levantó polvo del suelo en su recorrido.

Esta vez, pudo notar como el tiempo pasaba más lentamente para ella. Pudo ver cada ínfimo detalle de su recorrido. Pudo ver las partículas de polvo levantarse, notó una mosca que volaba a escasos centímetros de ella. Vio a cámara lenta la marca que dejaban sus pisadas en el suelo, unas hormigas arrastrando una pipa hacia su escondrijo.

Y pasó por encima de la paloma que había fijado como diana.

“Oh— ¡mierda, mierda! Por dios, qué asco, oh, no, mis Converse, eran mis preferidas, la sangre no se va a ir tan… ugh.”

Se quitó las zapatillas de inmediato, tratando de no mirar mucho a la suela de su zapato. Sería mejor que saliese corriendo (no tan rápido) de allí, antes de que alguien apareciese, y le viese con media paloma en la mano.

Tratando de digerir lo que acababa (no, no lo de la paloma) de pasar.

Vale. Aquello era peor que volverse loca.

’Espero que en el seguro me entre el psicólogo.’
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on October 07, 2015, 12:51:52 AM

(http://i.minus.com/ibi0HaJ987smZL.png)


“Wow”.

¿Qué otra cosa se podía decir cuando uno amanecía debajo de la cama en la que había dormido? Pues eso.

“Wow…”.

Después de reptar con fastidio y dispuesta a gritarle su vida a Stephanie por haberla empujado de tal manera que hubiese terminado ahí, Kitty pudo salir de abajo de la cama y corroboró con aún mayor enojo que la rubia ya se había ido. Para ser la persona más demorona del planeta, sí que sabía escoger cuándo desaparecer sin dejar huella.

En fin. Kitty se levantó del piso, tomó su teléfono de la mesa de noche y…

“NO JODAAAAAAAAS”

Empezó a gritar enojada mientras estampaba una y otra vez el talón derecho sobre el piso; ahora su celular había decidido suicidarse en medio de la noche y por más que Kitty intentaba, este no prendía. Corrió a su habitación buscando el cargador, se sentó en la cama, lo conectó al interruptor cerca del respaldar y a pesar de eso, el celular no prendió en lo absoluto…

“POR QUÉ A MÍIIII”, dijo tapándose el rostro con ambas manos y enojada; para encima de todo eso, caerse de la cama y golpearse duramente contra el piso. Kitty se levantó exasperada, no podía creer que ahora era lo suficientemente estúpida para caerse de su cama; así que tomó el celular, en un arranque de furia lo estampó contra la pared y salió a zancadas directo a la ducha.

Una vez dentro de la ducha Kitty se dio cuenta que durante lo poco de día que había tenido, ya había tenido contacto con superficies de metal, un interruptor de electricidad, incluso ahora estaba bajo el agua; y no, no había sentido ninguna descarga ni nada le había pasado. Al parecer no le pasaría nada más peligroso… Y tal vez lo mejor sería dejarlo todo en el pasado y olvidarlo. Si tenía suerte, Yuki y Claire no lo volverían a mencionar y de aquí a 30 años tendría el suficiente valor de hablar en un documental de la National Geographic, pero por el momento solo se sentía satisfecha con haber superado sus miedos. Con una sonrisa, terminó de ducharse y comenzó a prepararse para ir a probación ese día.

20 minutos después, Kitty salió de casa más animada y hojeando un catálogo de celulares en lo que caminaba hacia la estación de tren. Se mordió el labio inferior al llegar a la sección de iPhones, por más bellos que fueran no estaba en condiciones de comprarse uno aún… Caer en probación le había arruinado la vida, tuvo que renunciar a su empleo para poder cumplir con los horarios que le habían impuesto y aunque ya no tenía que gastar en la universidad (porque sí, también tuvo que perder el semestre por los horarios); sí tenía que gastar en el alquiler y sus propias cosas. Sus ahorros eran mínimos y el dinero heredado de su abuelo eventualmente se acabaría; tampoco iba a pedirle a Stephanie que pagara sus cosas, por muy amigas que fueran sabía que existían límites y además apenas se conocían de hacía un año, no era que fueran tan cercanas aún… Y tampoco podía volver atrás.

Entre esos pensamientos, llegó el tren a la estación y Kitty entró al vagón, encontrando rápidamente un pequeño espacio vacío en el cual quedarse parada recostando su espalda. Sacó nuevamente el catálogo y con un suspiro abrió de frente la página con los modelos más económicos. Siempre podía comprarse un teléfono que solo tuviera tetris y ni siquiera cámara fotográfica… O a lo mejor podría no comprarse un teléfono tampoco. Kitty cerró la revista y se cruzó de brazos pensando sobre eso, después de todo no era mala idea, ¿no? Dejar de usar móvil por un tiempo para que todos dejaran de fastidiarla de una buena vez. Ya de por sí el móvil que tenía intentaba tenerlo siempre apagado y más que nada lo usaba para jugar, así que podría intentarlo.

Guardó el catálogo en su mochila y siguió pensando en los pros y contras de quedarse sin teléfono cuando anunciaron su parada. Se volteó a la derecha para salir por la puerta que tenía a su costado y lo hizo primera que nadie, pero,

“Wow, mutie”.
“¿Eh?”

Kitty se volteó, pero el chico simplemente siguió de largo después de empujarle con su hombro. Se quedó parada unos instantes al darse cuenta que otras personas también la miraban de manera rara, pero nadie más dijo nada y siguieron con su camino. Ni siquiera estaba segura de qué rayos había pasado y no le había escuchado bien al chico tampoco, después de todo, había sido sólo un murmullo.

Parpadeó extrañada y siguió caminando hacia las escaleras.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on October 17, 2015, 07:35:56 PM
Vengo con un fic, finalmente. Pronto les estaré leyendo, lo prometo.

II - Prologue

(http://i1.minus.com/iT1CzYQ1jJiLY.png)

La noche luego de la inesperada tormenta pasó sin más inconvenientes. Cho guardó sus compras rescatadas y se dio una ducha para luego dormir y dejar el raro acontecimiento detrás. Pensó brevemente en al menos ir a una posta médica para cerciorarse que se encontraba bien físicamente, o de la cabeza si es que lo había alucinado, pero en verdad no tenía tiempo ni ganas para hacer eso.

Quizás una descarga la cegó, y sintió algún efecto electrostático no relacionado a los rayos, y por como se despertó ilesa decidió descartar alguna muy desafortunada aparición de un cuadro epiléptico. No, eso ya debía ser su amiga paranoia atacándole, así que negó con fuerza y fue a dormirse lo antes posible.

Llegó la mañana siguiente y la peliceleste tuvo que resignarse a volver a comprar comida. Había reservado la mañana para estudiar y en la tarde tenía un par de clases en la universidad, pero por el incidente del día anterior tuvo que cortar parte del tiempo reservado a estudios y relajo. También decidió avanzar con las compras para la próxima semana y así compensar el tiempo perdido después.

Terminó yendo a una tienda más grande y cercana que del previo día. Ahí había mejor selección de productos y era la opción más conveniente, pero la menos preferida para la joven. La tienda estaba en medio de un par de calles concurridas y siempre llena de gente. No era una buena ruta para llevar a Koromaru a pasear y no podía dejarlo atado a un poste mientras compraba como en el otro lado, así que su compañero de siempre se tuvo que quedar en casa.

Como lo esperó, el supermercado estaba lleno de personas y muy ruidoso. Varios hablaban, algunos pedían ayuda a los trabajadores del lugar o se movían con facilidad entre los pasillos. Cho nunca podía hacer lo mismo, siempre se paralizaba ante la presencia de tantos y se incomodaba con la idea de abrirse camino en medio de personas paradas. Preguntar dónde tenían cierto producto era lo más que se atrevía a hacer.

Pero ya le faltaba poco, y sólo le quedaba lo último en su lista. Llegó a la zona de carnes congeladas, y vio los pollos empaquetados con plástico. Un par de pechugas en su nevera podría salvarle en esos días en que no tenía tiempo para salir. Se apresuró a agarrar un envase de plástico, pero al hacerlo, otra persona agarró el mismo recipiente con su misma rapidez.

“…” Cho se extrañó, y por instinto, lo soltó rápidamente. Curiosamente, la otra persona hizo exactamente lo mismo. La peliceleste levantó su mirada y notó a una señora mayor mirar el recipiente con perplejidad, para entonces dirigírsele.
“Ay, disculpa jovencita, ¿en qué estoy pensando?” la señora sacudió su cabeza con cierta incredulidad. “Estaba yendo a las reces y me detuve. A mí ni me gusta la pechuga,” ella se rió un poco y dio una palmadita a Cho en el hombro como un gesto de disculpa. “¿No detestas cuando estas cosas pasan?”
“Ehh…” Cho sólo alcanzó a sonreír con torpeza y la señora siguió con su camino. Entonces, pasó a ladear su cabeza y negó para disipar la sorpresa. Tenía que apurarse.

Pagó sus compras, y cuando salió de la tienda, decidió que sus compras eran muy pesadas como para ahorrarse el pasaje en el bus. No le gustaba pagar por una distancia que podía caminar, pero decidió que haría una excepción. El peso le hizo recordar por qué compraba con frecuencia, pero ya no había punto a lamentarse.

Cruzó la calle y se paró en el paradero frente a la tienda. Había una buena cantidad de gente, pero por ahí pasaban varias rutas así que deseaba que no todos estuvieran esperando el mismo bus.

Pasó uno de otra ruta, y luego otro. La gente apenas disminuyó y justo más cruzaron desde la tienda cuando observó a su bus acercarse a distancia. Cho dio un suspiro y miró sigilosamente a sus alrededores para ver si había varios prestando atención al vehículo. No le dio la impresión, pero de todos modos decidió apurarse para subir y asegurar un sitio.

El bus paró y un par de personas se bajaron. Cho entonces tensó el agarre de sus bolsas y se apresuró, pero sorpresivamente unas tres personas cerca tuvieron la misma urgencia de subir y se vio bloqueada por los tres, así que dio un paso hacia atrás. Entonces, notó a los tres detenerse frente al conductor, casi como si se hubieran quedado en blanco por una fracción de segundo.

“Eh, disculpen,” uno de los tres se disculpó por su gesto y procedió a pagar su pasaje.
“Esperen, este no es mi bus,” una chica parpadeó y se bajó rápidamente, junto con el tercero que también se vio extrañado.

Cho y otras dos personas más también subieron y el bus siguió con su marcha. La peliceleste se sentó, miró por la ventana y notó cómo la otra persona que se subió por accidente llegó donde un carro estacionado cerca del paradero y guardó sus compras. ¿Por qué habrá entrado al bus, aun por accidente?

El vehículo de transporte tenía pocas personas a bordo así que había espacio de sobra para todos los pasajeros. Al verlo, Cho se avergonzó por su urgencia de subir. La acción de las otras personas sin duda no se había visto bien y fue descortés, y sentía que de algún modo les había inspirado a esa ‘carrera’, quizás por su actitud o postura.

Ella pasó el camino de regreso recriminándose. Ciertamente no era la persona más sociable, pero ello tampoco fue justificable. Sentía que tenía mucho que aprender.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on October 25, 2015, 03:01:32 PM
algún día dejaré de abusar C:
algo que quería escribir de hace tiempo, me quedé sin espacio para encajar otras cosas que quería escribir... así que ya veré cómo lo hago para seguir sin abusar
Y AL PARECER ESTRENO NUEVA PÁGINA el bebé es mayorrrr


6 – meet the parents

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/dei.png)

(Antes de llegar a casa, había tirado sus Converse al contenedor).

Se encontraba desnuda, frente a un espejo de cuerpo entero en el pasillo de su apartamento. A sus pies, una pila con la ropa que había llevado en ese día. A metros de ella, su gato, Carboncito, observaba curioso la escena. Intentaba buscar algún cambio en su reflejo, y es que todavía estaba tratando de buscar alguna explicación a lo sucedido. La explicación más plausible era  que el rayo le había cambiado de alguna forma inexplicable, y esperaba ver algún cambio físico, pero no lo encontraba. Sus piernas no se habían vuelto de la noche a la mañana más musculosas, sus tatuajes seguían en su sitio, no se había vuelto de ningún extraño color ni le había aparecido ninguna nueva extremidad. Lo cual era de agradecer, porque no estaba segura de cómo hubiese reaccionado al respecto.

Ni una marca había dejado el impacto del rayo en su cuerpo. No es que esperase un souvenir de parte del rayo, pero le sorprendió no encontrar ningún recordatorio de lo sucedido en su cuerpo.

Tal vez los efectos eran temporales. Como en los cuentos de los niños— tenía un número determinado de usos que le podía dar a ese extraño poder, y lo mejor sería no desaprovecharlos. O tal vez a medianoche se acababan los efectos.

(O se despertaba de la pesadilla).

Como no quería volverse loca antes de la cena con sus padres, ni quería abusar de las extrañas capacidades, decidió que ya las testaría y pondría en prueba más adelante. Por el momento, iba a concentrarse en la noche que tenía por delante… “¡Mierda!” Y en el postre que debería haber acabado una hora atrás.

“Me pregunto si podría hacer ir el horno más rápido…”

Por desgracia, dudaba que funcionase así.

# # #

Llevaba en una bolsa de papel el pastel que había hecho apenas una media hora atrás, bien envuelto y todavía caliente. Apenas había acabado el pastel, Deidara se había dado cuenta que llegaba tarde… unos quince minutos tarde, para ser exactos. Odiaba ser impuntual, pero que lo fuese no era ninguna novedad. Sólo que… había decidido probar suerte, ver qué tal iba esa habilidad suya nueva, con la excusa de estar ‘probándola’ y, en cierta manera, entrenando.

Al menos le había encontrado un buen uso a esa nueva velocidad suya: gracias a ella, había conseguido ducharse, vestirse y llegar a casa de sus padres en quince minutos.

Lo que no había tenido en cuenta, era que correr tanto le hacía verse un tanto impresentable. Además, que no controlaba mucho, y por el camino, en alguna que otra ocasión había acabado chocándose con diferentes paredes y todo tipo de superficies.

“¿Vienes de la guerra?” Fueron las primeras palabras de su padre cuando le abrió la puerta, alzando una ceja.
Deidara forzó una risa. “No, es que, eh, he usado las escaleras,” mintió.
“Vivimos en un doceavo…”
“Ya sabes que me gusta mantenerme en forma.” La pelirroja se hizo paso, dejando en manos de su padre el pastel, quien se sorprendió un poco por la alta temperatura del recipiente. “He traído pastel de queso.”
“¿Desde cuándo el pastel de queso se come caliente?”
“Lo he hecho a última hora, casi me quedo sin tiempo— ¿Dónde está Papá?”
Se escuchó otra voz masculina desde la cocina. “Haciendo la comida, salvándote de una muerte segura. No quería que tu padre nos intoxicara una vez más.”
“Ja, ja, muy gracioso. Eso fue una vez, hace diez años.”
“Una Navidad,” remarcó Deidara, dirigiéndose a la cocina— una cocina americana con muebles de Ikea con los que Deidara todavía tenía pesadillas, cuando recordaba la tarde que prometió ayudar a sus padres a montarla. “Nick, las Navidades en hospitales, nunca se olvidan,” bromeó, apoyándose contra la nevera, mientras robaba un trozo de pan recién hecho.
“Os odio a los dos,” fue la respuesta de Nick, provocando la risa de Deidara.

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/nick.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/miles.png)

Las cenas con sus padres sucedían una vez por semana. Nunca lo admitiría en voz alta, pero era una niña de papá; o de papás, en este caso. Phoenix Wright y Miles Edgeworth para los amigos, Nick y Papá para Deidara. La pelirroja fue adoptada a los dos años de edad por la pareja, y a pesar que no recordaba nada de su previa vida, al haber sido demasiado pequeña, no podría estar más agradecida de haber acabado en sus brazos. Nick y Papá eran dos personas completamente distintas, pero que de alguna manera curiosa pero divertida se compenetraban, haciéndose uno e inseparables. Más bien curioso que nada, y es que, sus padres eran, respectivamente, abogado y fiscal. Algo que muchos que lo veían con ojos exteriores no llegaban a entender, cómo dos personas con profesiones contrarias habían acabado juntas, pero que a Deidara no le parecía nada del otro mundo. Y es que, tras haber visto interactuar a sus padres durante (cientos de) años, no le quedaba duda que los dos estaban hechos el uno para el otro. Siempre y cuando evitasen hablar de trabajo, ya que los dos eran bastante competitivos…

“Deidara, deja de darle cuerda a tu padre y empezad a poner la mesa. La comida estará lista en un momento.”
“Vale— Nick, ayúdame con los platos.”

A muchos les resultaba extraño que Deidara llamase a su padre Phoenix ‘Nick’. Pero así había empezado a llamarle de pequeña. A su yo pequeña le pareció buena idea que, en lugar de llamar ‘Papi’ (como insistía en hacerse llamar) a aquel señor enorme con pelos de punta que parecía convivir con ella, le empezaría a llamar ‘Nick’, y es que el otro señor enorme no dejaba de llamarle ‘Phoenix’, y como Phoenix sonaba muy complicado, se quedó en Nick. Y a Nick pareció hacerle gracia la idea, y Papá probablemente puso esa cara que ponía cuando se avergonzaba de Nick y Deidara y se preguntaba qué había hecho mal para merecerse a aquellos dos idiotas, pero al final acabó accediendo, porque en el fondo les quería.

(Y Papá se quedó en Papá aunque Nick intentó enseñarle a Deidara decir ‘señor mayor y aburrido’ de pequeña.)

Deidara y Nick se quedaron solos en la sala, ordenando la mesa. A la pelirroja le pareció el momento adecuado para preguntarle por aquello que le había pedido su jefe Hyde unos días atrás, así que aprovechó para sacar algo de información. Nick no pareció muy dispuesto a hablar, y es que conocía el interés de la prensa por el caso y sabía las intenciones de su hija.

Nick interrumpió las cuestiones de la pelirroja. “¿Por qué estás preguntando, igualmente? ¿No trabajas en la sección de deporte?”
Deidara se mordió el labio inferior mientras se distraía siguiendo con la mirada la decoración del mantel. “Bueno… más bien soy una mandada.”
“No me cae bien tu jefe.”
“Bueno,” se encogió de hombros, “es raro. Pero paga a finales de cada mes puntual. Y tampoco está tan mal.” Menos cuando vivía episodios extraños, como correr a algo cercano a mil quilómetros por hora detrás de un vagabundo.

Miles no tardó en llegar a la mesa con la comida, un risotto de setas y pollo al horno en salsa. La conversación pasó del trabajo de Deidara al trabajo en los juzgados. Y es que, Edgeworth y Phoenix eran, respectivamente, fiscal y abogado. Allí fue donde se conocieron, al fin y al cabo, cuando ambos tomaban partes contrarias en un juicio (el cual Nick nunca se cansa de recordar cómo ganó). Una historia de amor un tanto extraña, una relación todavía más, considerando que ambos habían acabado enfrentados en alguna que otra vez en un juicio.

La conversación les llevó de un lugar a otro, la típica conversación de una cena en familia, hasta que Nick sacó un tema que hizo que se le erizaran los pelos a Deidara.

“Me he enterado hoy que a la frutería de la esquina se les inundó el almacén por culpa de la tormenta del otro día.” Fue escuchar la tormenta ser nombrada y a Deidara le costó trabajo tragar, teniendo que recurrir a un buen vaso de agua. “Duró poco pero fue una tormenta bastante intensa, ¿eh?”
“Es una pena, creo que habían acabado de reformar,” añadió Miles, “tuve suerte de que me pillara todavía en la oficina, porque no llevaba paraguas conmigo. ¿No empezó a llover a la hora a la que tú salías del trabajo?” Preguntó.
Deidara tal vez respondió demasiado rápido. “No.” La respuesta rotunda y repentina de la pelirroja pareció sorprenderles. “No, eh, quiero decir… que ya estaba llegando a casa. Por suerte no me pilló.” Porque contarle a sus padres que un rayo de la tormenta le había tocado y tirado al suelo, y que desde aquel momento creía que su cuerpo estaba cambiando, y que algo iba mal con ella… sonaba muy surreal.
“Tuviste suerte. Al parecer ni estaba prevista para el día.”
“¡Bueno!” Deidara creyó que iba siendo hora de dejar el tema, antes de ponerse más nerviosa. “Creo que es hora de ir probando el postre.”
“¿Postre? Pero si seguro que el pastel sigue caliente,” observó Nick.
Una nueva voz irrumpió en escena. “¿Quién ha dicho pastel?”

Deidara giró la cabeza a la vez que la puerta principal se cerraba, y entraba el nuevo intruso. Parecía como invocado por la simple mención del postre. “Clint, llegas tarde.”

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/clint.png)

“Ya lo sé, pero al menos he llegado a tiempo para el pastel por lo que veo,” dijo Clint con una sonrisa. “He tenido un maldito problema de humedades en mi apartamento… al parecer es culpa de la tormenta del otro día.”
“Justo eso estábamos comentando ahora,” dijo Nick, quien prosiguió a contarle sobre la inundación de la señora de la frutería, y Deidara rodó los ojos, viendo que el tema le iba a perseguir hasta el fin del mundo.

Decidió ir a buscar el resto de platos para comer el pastel, aunque todavía estuviese templado. Desde la cocina, observó cómo Nick y Clint, conversaban sobre la tormenta y los gastos que iba a tener por culpa de las humedades que tenía que arreglar. Se sorprendió al ver lo maduros por un momento que parecían Nick y Clint, su hermano mayor. Era difícil de creer que Clint era el mayor. Clint era hijo biológico de Phoenix. Una larga historia, que, resumida: la mejor amiga de Nick quería hijos, sólo confío en Nick para pedirle ser el donante, el embarazo se complicó y Nick no pudo negarse a abandonar a aquel niño, que nació huérfano de madre. Al menos en ese caso la genética explicaba por qué los dos eran igual de inmaduros.

La pelirroja seguía distraída, observando a padre e hijo discutir sobre fábricas de bolígrafos Bic (no quería ni preguntarse cómo el tema había llegado hasta allí) cuando sus pensamientos fueron interrumpidos por Miles. “¿Va todo bien?”
“¿Eh?”
“Estás un poco rara hoy,” preguntó Papá, mientras alcanzaba unos platos. Deidara había tenido una semana movidita, y el suceso de la tormenta no se le iba de la cabeza. Que Nick y Clint hablasen de ello no ayudaba. Papá no era muy bueno con las charlas profundas, en ese sentido se le parecía más a Deidara; a ninguno de los dos se les daba bien hablar de sentimientos ni de ellos mismos. Eso era algo que dejaban para Nick. Aun así, Deidara agradecía que Papá al menos lo intentase. Sólo que, no creía que ese fuese el tópico más apropiado de conversación. ‘Hola, un rayo me golpeó, y sigo viva, y creo que soy más rápida que Usain Bolt’, no sonaba como el mejor inicio de conversación.
Dio una sacudida con la cabeza, decidiendo dejar de lado el tema por el día. “Nah. Todo bien. Vamos a ver qué tal está el pastel de queso caliente.”
Papá no pareció creerle, pero la pelirroja agradeció que él no insistiese. “Va. Vamos, antes de que tu padre y tu hermano empiecen sus discusiones sobre si hay vida en Marte o no.”
“No tendrías que dejarles ver documentales cuando están solos.”

Todavía quedaban muchas cuestiones abiertas, pero por el momento, Deidara iba a concentrarse en pasarlo bien en familia.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on October 31, 2015, 02:50:23 PM
(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/yuki3_zpscmtt6hch.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/spike_zpsq1mtiqx6.png)

Chapter 3 — Never going back again

El desorden lo sorprendió lo suficiente como para dejarlo inmóbil en la puerta. Habían papeles, vajilla, dinero, y todo tipo de objetos desperdigados por la sala. Spike pensó por un momento que acababan de ser asaltados… hasta que sus ojos se posaron en la culpable de aquel pandemonio.

Yukino estaba sentada en un extremo de la habitación, balanceando entre sus dedos el reloj de bolsillo de su abuelo. Sus rodillas estaban contraídas, pegadas a su pecho. Su mirada estaba fija en la puerta, en él, pero parecía que miraba hacia el infinito.

“¿Que sucedió? ¿Tu hiciste todo esto?”

La pregunta sacó a la pelirroja de su ensimismamiento. Dejó el reloj en el estante junto a ella y entrelazó las manos nerviosamente.

“Creo que me estoy volviendo loca”

Spike alzó las cejas y se decidió a entrar, cerrando la puerta tras él. Prendió la lámpara de piso y la luz mostró cuán desordenada estaba la sala. El castaño optó por ignorar el alboroto y se abrió paso hasta el sillón cercano a la joven.

Acercó su rostro al de ella para estudiarla mejor.

“Pensé que alguno de los malandros de tu servicio comunitario te había invitado drogas, pero tus pupilas se ven normales” Yukino negó con la cabeza “¿Entonces que te pasa?”
“Cuando toco objetos por mucho tiempo, empiezo a ver cosas” sus ojos miraron los de él “También me paso con una persona. Pude ver cosas cuando toque su mano”

Siempre había pensado que su protegida había estado algo tocada, pero lo que describía ya parecía estar en otra liga de locura.
Sin embargo se le veía bastante perturbada, y descartar su preocupación como una broma no la ayudaría a calmarse.

“¿Como qué cosas?” la pelirroja tensó los labios “¿Qué paso hoy?”
“No me lo vas a creer”

Y en efecto, Spike no creyó que le había golpeado un rayo. No cuando estaba sana y salva frente a él… sin contar la crisis existencial que parecía estar viviendo, claro está.

Yukino le contó de la otra muchacha que pasó lo mismo que ella, y como ambas dejaron el centro de servicio con nada más que el susto llevado. Narró como llegó al barrio y se detuvo a comprar el pimiento rojo para preparar la cena. Le contó de la primera moneda que le hizo ‘ver cosas’, y lo extraña que se sintió cuando rozó la mano de la cajera al recoger su vuelto.

Y por último, como empezó a vaciar cajones y tocar todo objeto que se le cruzara apenas llegó a casa. Algunos estaban vacíos, pero otros tenían mucho dentro.

“El reloj de tu abuelo” dijo, alzándolo de la cadena y usando sus dedos como pinzas “Pude ver a tu abuelo, o al menos eso creo. Lo vi cuando era joven. Pude escuchar explosiones y sentir miedo”
Spike tomó el reloj “Mi abuelo fue a la guerra, si eso te ayuda” y parecía que si, pues los ojos de Yukino se abrieron como platos “¿Que otras cosas viste?”
“Veo sitios, como lugares donde el objeto estuvo” le explicó, sobándose las manos "Personas que lo tocaron. Conversaciones que sucedieron cerca. Como si el objeto fuera una cámara de video”
“…”
“Y me deja ver… extractos de situaciones” Yukino bajó la mirada “Cuando rozé la mano de la cajera, vi a su novio golpeándola. Golpeándome”
“¿Le dijiste algo?”
“Le dije que lo denunciara, pero sin más contexto me miró como si estuviera loca”

Y probablemente lo estaba, pensó Spike. Pero Yukino parecía estar sobrecargada, al borde de las lágrimas. Todo lo que decía sonaba imposible, pero ¿que clase de guardián era si no le daba el beneficio de la duda?

El castaño estiró su mano, invitándola a tomarla. La pelirroja lo miró con miedo.

“Vamos a hacer una prueba” le dijo “Deténte cuando veas algo, y me dices que es”

Yukino se acercó con recelo y se detuvo cuando su mano estuvo a centímetros de la de Spike. Miró de soslayo al castaño y él la miró a ella. Pero él no la esperó más, y rápidamente rodeó su mano con las suyas.

El golpe fue inmediato.

Lo vio salir de la casa y caminar en retroceso. La gente eran manchas borrosas a su alrededor. Ahora estaba en el metro, con una mujer de abrigo verde sentada a su lado. Cruzaron miradas y ella le sonrió. En su puesto de trabajo, había jugado solitario. En el almuerzo fue con Jet, un compañero, a comer un estofado algo carente de carne, a su gusto…

Estaba viendo a Spike comprar su café antes de entrar al trabajo cuando una suave y profunda voz se coló en su mente.

“Finalmente te encontré”

Yukino había cerrado los ojos con fuerza cuando él la tomó de la mano, y Spike se sorprendió cuando la pelirroja los abrió de golpe. Su respiración se contuvo al notar que sus pupilas ahora pintaban de un color que no era el suyo.

“¿Qué estas viendo?”

Ya no había un ápice de duda en su cabeza.

“¿Quién eres?” se atrevió a preguntar. El Spike que veía en fragmentos seguía caminando en retroceso, de vuelta al metro. Pero esa voz no era producto de ella, ni de él.

La tercera voz se volvió a escuchar una vez más, antes que Spike la dejara ir y ella volviera a su realidad.

“Estaré ahí pronto”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on November 23, 2015, 01:02:09 AM
Vamos a calentar este teclado por el mes (??) tengo que resubir todos los iconos y mi vida entera porque min.us apesta >(

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Chapter 4 — Yer a mutant, Yukino

Spike intentaba disfrutar de su comida pero era difícil con la pelirroja caminando de un lado a otro. Yukino se sobaba los brazos con ambas manos y de tanto en tanto giraba la cabeza hacia la ventana. El tallarín saltado descansaba en la mesa, pero la muchacha estaba demasiado nerviosa como para comer algo.

“Se te va a enfriar”
“No tengo hambre” respondió. Entonces cerró las persianas rápidamente y se sentó en el sofá, cruzándose de piernas. Observó a Spike llevarse un wantan entero a la boca antes de preguntar.

“¿Crees que vaya a venir alguien?"

El pelinegro masticó su galleta con una parsimonia que irritó a Yukino, quien estaba con los nervios de punta. Spike pasó la comida y se limitó a pedirle que le pasara la salsa de anguila.

“¡SPIKE!”
“¿Qué quieres que te diga? No lo se” le respondió “Hace un día no había nada fuera de lo ordinario contigo y ahora hablas cosas extrañas”
“Pero te di un resumen de tu día solo con tocarte la mano, ¿cierto?”
“Sí, pero si bien admito que hay algo raro contigo, el que una persona ajena pueda comunicarse en tu cabeza ya es… algo distinto” Yukino bajó la mirada “¿Quizás es una conversación que sacaste de algún otro lado? Quizás sea parte de tu confusión y nada más”

Era probable. Yukino respiró hondamente y de pronto su tallarín se le hizo más apetitoso. Spike tenía un punto en que todo le era muy confuso ahora. Quizás era una secuela de alguna otra visión -o lo que sea que esas fueran- y lo había confundido al momento de tocar a Spike. En retrospectiva, el tener contacto con personas era más intenso que tocar objetos, y probablemente eso la había alterado aún más.

Trajo la caja con su comida hacia si y tomó el tenedor con sus manos. Observó el metal contrastar con los enormes guantes de hule que había tomado de la cocina.

“Te ves ridícula con esos guantes”
“Gracias, pero son los únicos que tenemos” la pelirroja enredó su tenedor en los fideos “Al menos con estos tengo la tranquilidad que no ‘veré’ nada”
El hombre sonrió y puso los ojos en blanco “Lo que te haga sentir mejor”

Yukino imitó su sonrisa. Esa noche había sido una montaña rusa de emociones y confusiones, pero Spike se había mantenido abierto a lo que tuviera que decirle. Cualquier otra persona hubiera optado por no creerle o, en el peor de los casos, llamar a un asilo, pero él no. Spike se había mantenido objetivo y trataba de ayudarle a encontrar algo de razón al asunto. Hasta había ordenado su comida favorita en un intento de calmar sus nervios.

Se llevó los tallarines a la boca y su sabor le subió el ánimo. Sin embargo, estos perdieron todo encanto el momento en que alguien tocó a la puerta.

Ambos cruzaron miradas. Ninguno de los dos solía recibir visitas a esa hora.

Yukino perdió todo color en el rostro, pero Spike no se inmutó. El castaño dejó su plato en la mesa y sin hacer ruido se puso de pie. La joven hizo lo mismo, pero con la intención de detenerlo.

“Spike no” le susurró “Cualquier cosa puede esperar” se moría de miedo. Su corazón latía a mil, pero él parecía decidido a ir a ver de quién se trataba.
“No puede ser nadie peligroso si se anuncia así” La puerta volvió a sonar. Spike tomó a la pelirroja de los hombros y le aseguró “Bien puede ser alguien que conozcamos. Y en caso que sea alguien malo, ¿no crees que podría lidiar con él?”

No se trataba de eso, pues Yukino sabía que Spike era invencible en una pelea cuerpo a cuerpo. Pero si de verdad se trataba de alguien que entraba a tu cabeza... no había manera de saber el daño que podía causar.

Pero él ya se había decidido. Spike tocó la punta de su nariz y se abrió paso. La pelirrosa caminó hasta el sillón más alejado y se quedó detrás de él, observando con cautela cómo el castaño quitaba el seguro de la puerta.

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Había una sola persona frente a él, y un rápido vistazo le convenció que no se trataba de un policía o un delincuente.

Pero sí que se trataba de alguien fuera de lo común.

Vestía un jean y un sweater blanco. Estaba descalzo. Estaba inclinado hacia adelante y lo observaba fijamente con unos enormes ojos negros, del mismo color que su cabello desordenado. Su dedo índice estaba a milímetros de su boca, como si estuviera por preguntar algo, pero Spike se le adelantó.

“¿Se le ofrece algo?”
“¿Podría hablar con Yukino?”

Dentro del apartamento la pelirroja sintió escalofríos. No había duda, era la voz que había escuchado en su cabeza.

Spike vaciló un par de segundos, pero había confirmado que ese hombre no cargaba nada peligroso consigo. Se hizo a un lado, lo suficiente para que Yukino y el extraño se vieran entre sí.

“¿Conoces a este sujeto?”
“No” respondió la joven “Pero es la persona que escuché antes”

Un silencio colgó entre los tres, durante el cual solo Spike intercambiaba miradas entre la pelirroja y el hombre en la puerta.

Yukino examinaba al hombre al otro extremo de la habitación. Este bajó la mirada solo para observar los guantes de hule. Su rostro no cargaba expresión.

Pero por algún motivo ella se sentía como un libro abierto frente a él.

“¿Quién eres?” se animó a preguntarle “¿Por qué te escuché en mi cabeza?”

El hombre no reaccionó ante lo extraña de esa aserción y ello la convenció: El sabía qué le estaba sucediendo.

“Mi nombre es L Lawliet, y soy un profesor en Banner’s School” dicho esto retiró su billetera, sacó una tarjeta de esta y se la extendió a Yukino, todavía de pie al otro extremo de la sala.

Estando a su costado, Spike intentó tomar la tarjeta pero el hombre la alejó de él. Viendo esto, la joven supuso que se trataba de algo que le correspondía a ambos, por lo que se animó a cruzar la habitación y tomar la tarjeta de sus dedos.

El membrete tenía su nombre, su posición, y el logo de lo que parecía ser una escuela: Banner’s School For The Practical Learning of Enhanced Abilities. También había información de contacto, y Yukino se preguntó que tenían que ver estos datos con ella.

“Sabemos por lo que estas pasando. Lo que estás experimentando es una habilidad, y no significa que estés 'perdiendo la cabeza' o algo por el estilo. Al menos por ello quería empezar”
“Eso da tranquilidad” comentó Spike
“Pero por más que busques una explicación, también debo advertirte que no debes comentar esto con cualquier persona. Es peligroso ser un mutante y no tener cuidado. Por eso vine a advertirte apenas te encontré”
Spike y Yukino compartieron miradas “¿Mutante?” pero el pelinegro señalo la tarjeta que acababa de darle.
“Somos una institución que ayuda a gente como tu. Contáctanos si tienes preguntas, y si puedes, visítanos cuando tengas oportunidad. Lo entenderás mejor cuando estés ahí”
“Pero…”
“Usa la información que te di, pues debo irme ya. Me temo que no soy el mejor para explicar cosas, pero necesitaba al menos advertirte”

Dicho esto el hombre dio un paso hacia atrás. Pero antes de irse, agregó.

“Tengo una última pregunta que hacer, sin embargo” dijo el pelinegro “¿Son nuevos en la ciudad?”
“He vivido aquí toda mi vida”
“¿Y hace cuanto tiempo te percataste de tu habilidad?”
Yukino miró a Spike, quién observaba fijamente a L “Esta tarde”
“¿Esta tarde?”

Por primera vez, la joven pudo ver algo de sorpresa cruzar los ojos del hombre. Parecía que iba a preguntar algo más, pero optó por no continuar. Entonces bajó un poco la cabeza en señal de despedida.

“Gracias por su tiempo”

L se marchó y Spike cerró la puerta. En silencio, ambos miraron la tarjeta que Yukino tenía entre sus dedos.

La pelirroja estuvo por preguntar la opinión del castaño cuando volvió a escuchar aquella voz, ahora familiar, colarse de nuevo en su cabeza.

“Por favor, búscanos. Por tu bien”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on November 30, 2015, 02:36:15 AM
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Después del incidente en la estación del tren, nada más raro ocurrió. Kitty siguió corriendo para llegar a tiempo, pero se detuvo como lo hacía religiosamente todos los días en un café de la esquina para comprarse un pastel de brócoli para el almuerzo. La comida del centro no era tan mala, pero al menos saber que tenía algo que le gustaba le ayudaba a sobrellevar tanta tortura junta (e injustificada, en serio el gobierno no debió jamás aceptar el contrato con esa minera si no querían que ella terminara graffitteando una estatua que resultaba ser monumento histórico encima).

Llegó entonces al lugar, fue directo a firmar en el padrón su entrada (gracias a dios solo llegaba tarde unos quince minutos y no le harían tanto escándalo luego al pasar la revisión) y corrió hacia el salón donde se reunían siempre con su consejero. Ahí fue que reconoció a su compañero pelirrojo que apenas la vio alzó la mano para saludarla.

“¡Hola!”, Kitty le sonrió a Claire y se acercó corriendo hacia él. “¿Ya te encuentras mejor?”.
“Sí, mucho mejor. Al parecer no era nada, pero dime, ¿ya llegó Yukino?”.
“Sí, se está cambiando, pero apúrense que prefiero que estemos juntos cuando llegue el encargado”.
“Nah, prefiero que tú te encargues solo de él”, Kitty rió y se fue rápidamente hacia los baños.

Esta era la prueba de fuego, así que todo tenía que salir bien.

“Hola, hola~”, canturreó Kitty intentando que su saludo pareciera normal y no algo nervioso, algo casual, súper casual y súper chill. “¿Cómo estás?”. Su determinación flanqueó un momento cuando vio que la pelirroja le miraba extrañada y con un poco de cautela, pero luego le dio una sonrisa. Si esa sonrisa parecía frágil, la mente de Kitty haría todo lo posible para obviarlo.
“He estado mejor. ¿Y tú cómo estás? ¿Algo…?”, la chica carraspeó. “¿Te pasó algo?”.
“Pues mi celular se malogró esta mañana”, decidió evitar la mirada de su compañera y movió su mirada hacia su casillero y se ocupó de abrirlo y comenzar a cambiarse en el uniforme probacional (en serio no tenía nada en contra del naranja, pero el naranja chillón era un insulto a la humanidad). “No creo que me compre uno nuevo porque no tengo mucho dinero, tampoco es como que muchas personas me llamen, así que así será mejor. Estoy lista, ¿vamos?”.

Kitty cerró el casillero y volteó a mirar a Yukino, quien le miraba contrariada de cierta manera. Si Kitty se había dedicado a dar una respuesta que no tenía mucho que ver con lo que asumía que la pelirroja asumía; y encima de eso cerró de manera tan tajante la conversación, ese sería otro detalle que su cerebro y cordura omitirían.

“Sí, vamos”, sin dar mayor oportunidad, Kitty le dio la espalda y salió de la habitación.

El consejero ya había llegado donde Claire y al ver a las chicas simplemente les señaló los nuevos botes de pintura que había traído para las bancas y se fue. Su compañero les explicó que debían nuevamente empezar el pintado de todas las bancas del mismo parque en el que habían trabajado y por haber desertado el día de ayer encima tenían que quedarse luego a podar arbustos; pero eso no desmejoró el ánimo que con tanto esfuerzo su cerebro le había engañado que había recobrado, así que Kitty cogió dos baldes y salió contenta del lugar, contándoles una anécdota sobre la vez que jugando en el alféizar se cayó encima de los geranios de su tía y que después de haberse golpeado todo lo que se llamaba cuerpo, tuvo que quedarse toda la tarde con ella podando las ramas que había roto.

Si Yukino no estuvo muy animada y le mandaba miradas furtivas de vez en cuando, Kitty tampoco se haría la aludida.

“Oigan, en vez de estar los 3 pintando una banca al mismo tiempo, ¿no sería mejor si uno de nosotros comienza a podar los arbustos?”, Yukino y Claire asintieron, pero en eso también los 3 se dieron de golpe con la frustrante realidad en que habían olvidado las tijeras en el centro. “Bueno, yo les entretuve con lo de los geranios, así que lo haré yo”, Kitty soltó la brocha en la cubeta, se levantó, estiró su cuerpo, dio dos pequeños saltos y sonrió. “¡Vengo!”.

Este día tenía un clima mucho más precioso que el de ayer y todos los pajaritos cantaban y la vida seguía. Kitty se la pasó yendo de salto en salto hacia el centro porque todo había salido bien ese día, así que ya no tenía por qué preocuparse. En el centro puso en un bolso las tres tijeras y agarró el asa con la mano derecha, miró el reloj de pared y vio que en media hora sería el almuerzo, así que corrió y corrió y ya cuando estuvo a punto de llegar…

“Por fin logro ponerme en contacto con usted, seño—”
“¡¡AAAAHHHHHH!!”, Kitty gritó aterrorizada como si el gobierno hubiera aceptado que ninguna minera pagara indemnizaciones por contaminación ambiental y tiró el bolso al suelo, por lo que las tijeras resonaron y llamaron aún más la atención de sus compañeros.
“¿Sucede algo?”, preguntó Claire y Yukino se le acercó.
“¿Alguno de ustedes me habló, o me llamó, o dijo algo?”, sentía como si la presión se le hubiese bajado de golpe y posó las manos cerca de su vientre. Podía jurar que había escuchado algo dentro de su mente, pero ahora no escuchaba absolutamente nada.
“Estábamos hablando entre nosotros, pero no te llamamos ni nada”, Yukino le respondió preocupada.
“Qué raro. Ha… ¡Ha de ser el viento!”, dijo levantándose rápidamente, aún creyendo que podía salvar el día, “Sí, de seguro escuché alguna conversación de alguna parte del parque, sucede a veces, ¿no?”.
“...”, tanto Claire como Yukino (y ella también, rayos, por qué tuvo que seguirles la corriente) miraron a lo lejos y se dieron cuenta que no había nadie en el parque, así que era imposible que algo así hubiese sucedido.
“Será, ¿no?”, Claire se encogió de hombros, “O puede ser que hayas desarrollado de la noche a la mañana un don para escuchar cosas en tu cabeza”, dijo sonriendo con toda la normalidad del mundo, pero antes que Kitty pudiera salir corriendo al doctor, Yukino levantó su brocha cargada de pintura y la agitó para lanzarle gotas a Claire en la cara.
“Oh, cállate”, le dijo con una sonrisa al chico, aunque pudo notarse claramente el enojo por debajo.
“En fin, volvamos a lo nuestro”, Claire rió y levantó ambas manos en señal de paz. Así fue que tanto él como Yukino se agacharon para seguir pintando por debajo de la banca y Kitty se agachó para recoger las tijeras tiradas en el jardín…

… Y al intentarlo, sus dedos atravesaron el metal como si fuera aire.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on November 30, 2015, 09:00:16 AM
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#7 high voltage

Echó una mirada hacia atrás mientras buscaba en su mochila las llaves de su coche. Divisó a alguien a lo lejos.

Suspiró. Allí estaba otra vez.

Sabía que durante esta última semana no se lo había estado imaginando. Que, por muy locura que sonase, tenía un acosador. Le había estado viendo alrededor del hospital durante la última semana semana y media (o tal vez dos semanas, o más, ya había perdido la cuenta), y aunque al principio había pensado que se trataba de algún paciente o alguien que trabajaba allí, pronto había descubierto que no se trataba ni de uno ni de otro.

No tenía ni idea de quién era, pero siempre (o casi siempre) lo encontraba allá donde fuera. La primera vez, lo encontró cerca de la sala de descanso, fuera de lugar, como si estuviese perdido. Siendo un recién graduado enfermero, Dean había gente que todavía no conocía en el hospital, así que pensó que se trataba de algún doctor o celador, teniendo en cuenta que ya le habían presentado a la mayoría de enfermeras. Cuando le preguntó si necesitaba algo, el chico simplemente negó con la cabeza, sonrió, le deseó un "y muy buenos días, Dean" (y sabía su nombre— algo que luego había contado a Robin y Maya, dos de las enfermeras con las que mejor se llevaba. Maya simplemente había rodado los ojos, “Dean, seguro que vio tu credencial”, aunque él estaba seguro que en aquel momento no la llevaba), y luego desapareció en la dirección contraria. Al día siguiente, se lo volvió a encontrar, esta vez cerca de su coche. Dean volvió a preguntarle si necesitaba algo, si se había perdido, pero esta vez, notó como el chico tenía un semblante más serio, pareciendo incluso una persona totalmente distinta.

Y así continuó durante el resto de la semana, encontrándoselo en cada rincón del hospital. Hasta creía poder verlo cuando llegaba a su apartamento, a altas horas de la noche, después de un duro día de trabajo. Pero tal vez aquello era fruto del cansancio, y eso sí que se lo imaginaba. ¿Por qué iba a encontrárselo tan tarde fuera de su puesto de trabajo?

El chico— alto, moreno, ojos azules, probablemente de su edad o no mucho más mayor, mostraba… serios signos de algún tipo de trastorno de personalidad múltiple. Y es que, lo mismo un día sonreía a Dean, que más tarde, cuando se lo volvía a encontrar en algún lugar distinto, le miraba desde lo lejos con el ceño fruncido, con un semblante confuso.

Después de comprobar que no se trataba de ningún trabajador del hospital (preguntando a diferentes compañeras, e incluso a algunos de los doctores) empezó a plantearse si se trataba de algún paciente. Siendo que él trabajaba en el ala de pediatría, no solía tratar con los adultos, así que tal vez era alguien que se le había pasado de largo, tal vez algún familiar de los niños con los que trataba... pero nadie parecía reconocer la descripción del chico.

¿Y si era algún loco de la zona de psiquiatría que se había escapado? Tendría sentido, de ahí podría explicarse que sufriese esos cambios de personalidad, que un día estuviese sonriente y al siguiente no. Actuaba muy distinto de un día a otro.

“Dean, estás empezando a obsesionarte con el chico ese,” comentó un día Robin, mientras tomaban un descanso tras una dura y larga mañana. “Seguro que son imaginaciones tuyas. Debe ser casualidad que te lo encuentres en todas partes.”
“O tal vez no.” A su lado, Maya reía, mientras esperaba a que su té se enfriase un poco. “¿No te has planteado que podría ser un admirador tuyo? Tal vez salvaste la vida a su hermano o primo y ahora está locamente enamorado de ti. O a su hijo. A lo mejor es padre joven. Qué bonito, seguro que no sabe cómo acercarse a darte las gracias.”
Dean rodó los ojos. No iba a admitirlo, pero se le había pasado esa idea por la cabeza. Sólo que después le había parecido descabellada. Ese tío no tenía pinta de estar enamorado de él. “Sea lo que sea, ese tío está loco. No es normal que me lo encuentre en todas partes… creo que debería denunciarlo. O al menos hablarlo con el jefe de seguridad del hospital. Empieza a cansarme un poco.”

Robin le dijo que tomase la decisión que él creyese más conveniente, y Maya siguió teorizando sobre el tema el resto del descanso. Después de aquella conversación, Dean no volvió a encontrarse con el desconocido el día siguiente.

Hasta aquel mismo momento. Estaba listo para volverse a casa después de un largo día, cuando lo divisó a lo lejos, llaves ya en mano.

Una cosa era que se lo encontrase en todo rincón del hospital, y otra era ya que se lo cruzase a escasos pasos de su apartamento.

No estaba seguro de cuántos días habían pasado desde que la situación empezó, pero lo que sí que sabía es que ya estaba un poco harto de ella, que tenía que ponerle punto y final. Asegurarse de que su… acosador, o lo que fuese, no volviese a seguirle.

El desconocido le estaba observando, como solía hacer cada vez que se lo encontraba. Esta vez, tenía aquel semblante confuso que ya se le hacía familiar. Así que esta vez, parecía que iba a tener que lidiar con el lado raro del chico, y no con el que parecía ligeramente más amable.

“¡Eh!” Gritó. Había olvidado la lluvia que empezaba a caer. A lo lejos, el cielo se iluminó, y escuchó un trueno. “¡Eh, tú! ¿¡Se puede saber qué quieres?!” Gritó Dean, tratando de hacerse escuchar, porque parecía que aquel tío le estaba ignorando. Al tercer intento se giró, como si recién se diese cuenta que Dean y él eran los únicos que estaban en aquella calle. “Llevas semanas apareciendo en todas partes, y ya empiezan a llamarme loco… ¿se puede saber quién eres y qué te pasa conmigo? ¿Va a hacer falta que intervenga la policía, o qué?”

El chico no contestó. Le miró, fijamente. Se encontraban a una distancia de unos diez metros, pero Dean podía notar la mirada del chico clavada en él, curioso. Parecía estar pensando en algo. Siempre parecía hacerlo, pero nunca llegaba a hacer más.

El desconocido abrió la boca, como para decir algo. Pensó que tal vez, por fin, iba a obtener algún tipo de respuesta.

Y Dean no pudo llegar a escucharlo, porque justo en ese momento, un rayo cayó del cielo.

Sobre él.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on November 30, 2015, 04:05:44 PM
III. The Queen...

(http://i.imgur.com/TxlMAyZ.png)

El día se le hizo eterno, pero felizmente estaba pronto a terminar. Cho miraba por la ventana al costado de su sitio en el aula de su última clase del día. A esas horas luego del ocaso, ya no podía distinguir mucho más aparte de los postes de luz que levemente iluminaban la vista del campus que tenía.

Ya no entendía por qué había decidido ser cumplida pese a la maraña en su mente de la noche anterior, ya que no pudo concentrarse en toda la clase. Y no era sólo eso, pero al igual que los extraños choques y coincidencias que tuvo con desconocidos en el supermercado, lo mismo le había ocurrido camino a la universidad. Se cruzó con peatones, e incluso un estudiante terminó intentando abrir su propio locker, para luego disculparse por la muy rara confusión de su parte.

Fueron dos largas horas de matemática que bien pudieron no haber existido, y aun si el profesor ya había anunciado el final de la clase y algunos comenzaban a irse, Cho se sentía atrapada en su lugar. Una solución que había descubierto para evitar los encuentros con las personas era mantener su cabeza agachada y evitar contacto con otros a todo costo, y por ello pensó en esperar a que los demás se fueran, pero por siempre tener la costumbre de salir disparada de clases, no había esperado lo tardones que algunos podían ser. Volvió a mirar al ambiente, e incluso notó que el profesor ya se había ido, y todavía había gente presente. Seguían siendo muchos, pero no tanto como antes, así que decidió probar su suerte y finalmente salir. No podía hacer a Koromaru esperarle en casa por más tiempo.

Para su mala suerte, un número considerable de estudiantes sentados más cerca de la puerta también optó por marcharse en ese momento, pero a diferencia de la peliceleste, ellos no tenían prisa, y se movilizaron sumergidos en una conversación grupal, a un paso de tortuga. Cho se sintió en conflicto por ver a esa pared humana que claramente estaban muy ensimismados como para tenerle consideración, y su incomodidad incrementó al notar que ellos también fueron en el mismo sentido del pasillo, y decidieron plantarse para seguir hablando y algunos para sacar sus celulares. La peliceleste vio cómo otro chico de la clase llegó a escabullirse entre el grupo y continuó con su camino, pero antes de intentar hacer lo mismo, un par de chicas se reacomodaron y ocuparon el poco espacio del pasillo que había estado disponible para pasar.

Ciertamente, Cho se consideraba muy irracionalmente impaciente con otros y sabía que no siempre les iba a entender, pero aquella libertad del grupo de ocupar por completo un pasillo tan grande le estaba colmando la paciencia. Tampoco pensaba darse una tremenda vuelta, y no tenía ni la seguridad de acercárseles para pedirles que se hicieran a un lado. Eran un grupo demasiado grande y extrovertido, simplemente era mucho pedir. Sin embargo, una cólera interna hacia sí misma no dejaba de incrementar, y Cho se frustró tremendamente por notar que algo tan mundano le saturaba. Y al final, como sus acciones mudas eran su modo primario de comunicarse, decidió caminar hacia aquella ruidosa pared con leve cólera, esperando que algunos miembros se dignaran a moverse lo suficiente como para dejarle pasar.

Como a una fracción de segundo antes de invadir el espacio personal de los otros, ella sintió nuevamente esa extraña ‘torpeza’ que había sentido varias veces en todo el día, sólo que esta vez hubo algo distinto. Ya no fueron las otras personas metiéndose en su camino y entorpeciéndole, más bien fue lo contrario. Cho se confundió al notar que ese grupo cortó su conversación al seco, e incluso todos se abrieron a las paredes para dejarle pasar por el mismo centro del pasillo. Ella se extrañó de sobremanera, y por aquella reacción tan inesperada del grupo, sintió un miedo indescriptible que le hizo acelerar su paso.

“¿Acaso les asuste? ¿Estarán enojados conmigo? ¿Debería irme ya y desaparecer?” pensamientos así surcaron en su cabeza y Cho trató de caminar rápido para marcharse cuanto antes. Su indignación por todas esas personas cubriendo su paso seguía presente, pero de nuevo se preguntaba si su acción de simplemente lanzarse a cruzarse con ellos había sido muy injustificable. A veces se preguntaba cómo sobreviviría al mundo laboral si no paraba de tener estas dudas existenciales e inquietantes con otros…

Pero ella no llegó muy lejos porque, al cruzar una intersección, una persona se le dirigió.

(http://i.imgur.com/TxlMAyZ.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/celestia_zps4etuwurb.png)

“Oye tú, espera un momento,” dijo la voz de una chica. Era una voz elegante.
“…” Cho se estremeció y se volteó. Vio a una estudiante muy peculiar que era seguida por otros cuatro, con algunos cargando sus pertenencias. Ya la había visto antes y muchos sabían de ella. Aquella pelinegra de ojos rojos, cabellos ensortijados y ropas gothic lolita era la hija de un empresario multimillonario, y por lo tanto, la heredera de la compañía. Nunca se reservó a comunicarle a todos de su tan alto estatus social, y muchos de su propia carrera siempre iban detrás de ella para tener posibles oportunidades de empleo. Y precisamente por todo ello, la peliceleste no podía ni imaginarse por qué esta resaltante joven había decidido dedicarle una pizca de atención.
“Te ves como un deer in headlights,” la otra dio un par de pasos hacia Cho y la observó detenidamente con una modesta sonrisa entretenida en su rostro. “¿A qué se debe tu asombro y sobresalto? No te queda bien.”
“Eh, es que…” Cho estaba sin palabras.
“Sobre todo luego de haberte abierto paso con tanta dignidad entre aquella muchedumbre,” la pelinegra miró hacia el grupo y Cho le imitó. Notó que esos estudiantes habían seguido hablando felices de la vida, y se sintió levemente fracasada por haberse torturado de lo que hizo en primer lugar. Tal vez le daba demasiado importancia a las cosas.
“Ehem,” la pelinegra volvió a llamarle la atención, y luego de verse muy sutilmente disgustada de que la otra haya mirado a los otros estudiantes por tanto tiempo, volvió a sonreír para seguir con su pulcra apariencia. “Te encuentro interesante. Dime, ¿cuál es tu nombre?”
“M-mi nombre…” no recordaba que algún estudiante se lo haya preguntado. “Ehh, me llamó Cho…C-Cho Ayanami, mucho gusto.”
“Celestia Ludenberg, un placer,” ensanchó su sonrisa para verse levemente amigable. “Algún día me encantaría tomar un té contigo y hablar un poco para conocernos más. Ahora, si me disculpas, debo continuar con mis quehaceres. Mis seguidores y yo tenemos mucho que atender.”
“Eh, s-sí…” Cho dio una leve reverencia, y la susodicha líder del grupo continuó caminando sin inmutarse, con completo control y soberanía sobre los estudiantes que la siguieron de muy cerca. La peliceleste volvió a extrañarse por aquella tan inesperada conversación, y luego de convencerse en no darle importancia, retomó su camino de regreso. Ya tenía demasiado en su mente como para preocuparse por más.

“Celes…” uno de los seguidores se le dirigió. “¿Qué pudo notar en aquella joven? Ella no es parte de nuestra facultad, al menos no recuerdo haberla visto por ahí.”
“Son asuntos que no entenderías,” la pelinegra sonrió con leve altanería para restarle importancia al caso, pero entonces miró hacia el frente con gran intensidad, una no dirigida a quienes la acompañaban. Ella había visto algo especial en lo ocurrido, lo cual aquella chica atolondrada trató con completa torpeza y confusión. Y si no se había tratado de una presencia o energía demandante de la estudiante, entonces con más razón merecía toda su atención. “Concentrémonos en nuestro presente proyecto. Los dos que den un mejor desempeño se ganarán muchos puntos a favor, ¿han entendido?”

Era recién el inicio de mucho más por suceder.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on December 30, 2015, 03:59:32 PM
#8

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/dei1.png)

’nos vemos esta tarde, misma hora, mismo lugar?’
‘ok!’
‘+2’
‘ya diré algo más tarde, no estoy seguro si voy a poder ir’
‘buuu, aburrido’


Deidara revisó los casi 50 mensajes nuevos que tenía en una de sus conversaciones en grupo de Whatsapp. Desde pequeña, el deporte había sido una de sus pasiones, siendo el fútbol el que decidió dedicarle más de su tiempo libre. A día de hoy, Deidara seguía con el fútbol como vía de escape, una afición convertida en pasatiempo, y una excusa para pasar más tiempo con viejos amigos de toda la vida.

Solían reunirse alguna que otra vez a la semana para jugar. Conseguir reunir al grupo entero era cada vez más complicado, porque con el paso de los años todos habían madurado y crecido, teniendo más responsabilidades y otras tareas que atender. Deidara no solía faltar a las quedadas, pero… no podía dejar de pensar en ello.

¿Qué pasaría si hacía uso de sus poderes por accidente, delante de todos sus amigos?

Habían pasado ya dos días, tiempo suficiente para rechazar la teoría de que todo era fruto de su imaginación. Sí, no se estaba volviendo loca. Sí, podía correr a la velocidad de la luz. Sí, no tenía sentido. Pero podía hacerlo.

Y no se lo había contado a nadie… y no sabía cómo reaccionaría la gente si se enterase.

Seguro que eso era algo que tenía que guardarse para ella misma.

Mierda.

Había llegado a pensar que eso había sido, simplemente, algún efecto secundario de haber sido golpeado por un rayo (aunque en internet no encontró a gente con sus mismas experiencias) pero… ¿qué haría si no podía cambiar? ¿Qué iba a hacer? ¿Debía escondérselo? ¿Huir del país, vivir a escondidas, para no correr el peligro de ser descubierta, y ser usada como conejillo de indias?

“Te noto muy tensa…”

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/matt1.png)

Mierda.

Había olvidado, que estaba en la cocina de la oficina, preparándose un chocolate caliente. Tan distraída que estaba, ni se había dado cuenta que su amigo Matt acababa de hacer acto de presencia.

(Algo que nunca entendería, era como el ciego de Matt sabía siempre tanto sobre ella.)

Y, tal fue la sorpresa, que se le resbaló a la taza de sus manos, rompiéndose en pedazos. “Au— se me ha caído todo.” Nerviosa, se agachó corriendo a recoger los pedazos de la taza, con tal mala pata que se hizo un corte al coger uno de los trozos. Volvió a dejar caer uno de los trozos, soltando un pequeño gemido a modo de queja mientras veía la sangre aparecer.
“¿Estás bien?” Preguntó Matt, quien había parecido materializarse frente a ella. “Siento haberte asustado, pensaba que me habías visto.” Estaba arrodillado frente a Deidara, esperando a que la chica le diese la mano en la que se había hecho el corte. Sabiendo de buena mano que su amigo, quien estaba ahora mismo demasiado cerca para su gusto, ocupando su burbuja de espacio personal, era bastante bueno con los primeros auxilios, decidió dejarle a Matt encargarse del corte. “¿Sangra mucho?”
“Un poco,” murmuró, haciéndose la fuerte, y es que el corte sangraba demasiado para su gusto y dolía. Parecía no querer dejar de sangrar, y el momento en el que Matt apretó un pañuelo alrededor del corte le hizo ver las estrellas.
“Espérate aquí.” Matt volvió a incorporarse, ayudando a la pelirroja a levantarse con él. “Voy a buscar el botiquín. No te muevas, y deja la taza en el suelo.”

Deidara asintió, apoyándose contra una de las sillas. Apretó sobre su nueva herida, el pañuelo blanco tiñéndose de rojo. Había sido muy descuidada, y se golpeó mentalmente por no haber estado prestando atención.

Matt no tardó en aparecer, llevando en su mano el botiquín. Lo abrió sobre la mesa, y le pidió a Deidara que le alcanzase el agua oxigenada. Ella, de nuevo, la valiente, le tendió en su lugar el alcohol. Total, Matt no veía la diferencia, hasta que abrió el bote y el olor le hizo soltar un suspiro de exasperación. Conocía a la pelirroja demasiado bien.

“Esto va a escocer,” murmuró mientras destapaba la herida de la pelirroja con cuidado.

Y… deseó que Matt no notase lo tensa que se había puesto, de un segundo para otro.

No podía creérselo.

La herida todavía seguía abierta, su dedo de un tono rojizo por culpa de la sangre, pero… no era para nada lo profunda que hacía unos minutos atrás.

¿Cómo se había curado tan rápido?

“¿Escuece?”

Deidara reparó entonces en que su amigo estaba echando alcohol sobre la herida. Apenas lo había notado. Asintió, fingió que le estaba molestando con un quejido, y agradeció mentalmente que su amigo fuese ciego y no se hubiese dado cuenta. Luego se sintió mal por haber pensado eso.

“¿Crees que es muy profundo?” Preguntó Matt, mientras removía el botiquín en busca de esparadrapo y gasas para tapársela.
“N-No, no lo parece. Sobreviviré sin desangrarme,” bromeó, sin dejar de mirar al recién curado corte. El mundo se estaba volviendo loco.

Le tendió la mano a su amigo, dejándole terminar su trabajo. No había mucho que hacer ahora que la herida estaba medio curada, pero no iba a decírselo a Matt…

“¿Seguro que todo va bien?” Preguntó Matt, su rostro algo preocupado. Deidara se sentía mal por mentirle. Quería contárselo a Matt, pero ¿era lo mejor? Podía confiar en él, era su mejor amigo. De hecho, era una de las personas en las que más confiaba, por no decir la que más. Matt se llevaría un secreto de la pelirroja hasta la tumba si fuese necesario. Por mucho habían pasado ya juntos, al fin y al cabo. Pero… ¿cómo reaccionaría si se enterase que su mejor amiga había ganado poderes después de una trágica tormenta? Sonaba a cuento de ciencia ficción.
“Oye,” empezó Deidara, pegando un tirón a su mano para que Matt le dejase ir. “Tú crees en cosas como Dios, los alienígenas…”
Su amigo rió. “Que crea en Dios no tiene nada que ver con que crea en la vida extraterrestre.” Si algo  había chocado a Deidara al poco de conocer a Matt, era que el chico fuese creyente. Incluso de aquellos que iban a la iglesia de vez en cuando. Deidara, contraria a cualquier aspecto relacionado con la religión, había tenido que tomarse un tiempo para acostumbrarse a aquella faceta de su amigo. Con el tiempo, había llegado a acostumbrarse a ello y a aceptarlo. Aunque todavía le costaba entender según qué cosas.
“Vale, vale, no tiene nada que ver, pero crees también en ello. Crees… ¿crees que puede haber más cosas fuera de lo común, aparte de eso? Cosas que no conozcamos, como, qué sé yo…  gente con superpoderes, por decir algo.”
Matt frunció el entrecejo, confuso. “¿Superpoderes? ¿Es una pregunta trampa?” Sonrió un poco ante la pregunta de Deidara, divertido.
Deidara suspiró. “No, es sólo que… no importa, déjalo estar.” Sacudió una mano, tratando de sacarle importancia al asunto. “No pasa nada. Voy a, voy a seguir con lo mío…”
“No, espera.” Matt la detuvo en el sitio, agarrándole de la muñeca. “¿Pasa algo? Te noto algo extraña desde hace unos cuantos días. ¿Ha sucedido algo fuera de lo normal?”

‘Sí, joder, sí, no tengo ni idea de en qué me estoy convirtiendo.’

Deidara se mordió el labio. Si no podía confiar en Matt, ¿en quién iba a confiar?

“Matt, desde el día de la tormenta… creo que—”
“¡Wright!” La voz de Hyde, su jefe, le reclamó desde su despacho. Menudo buen momento para llamarle. “Necesito hablar contigo sobre un asunto.”
La pelirroja suspiró, mirando a Matt, quien esperaba, paciente. “Hablamos más tarde, ¿vale?”

Matt asintió, dejándole ir.

“¿Deidara?”
“¿Sí?” Se giró, ya de camino al despacho de Hyde.
“Sabes que puedes contar conmigo para cualquier cosa.”
Forzó una sonrisa. Eso se escapa del terreno de cualquier cosa. “Claro, Matt.”

* * *

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/dean-w.png)

El día no hacía nada más que empezar, y ya tenía ganas de volver a irse a dormir.

Tenía libre en el hospital, lo que significaba que era momento de ponerse a trabajar en casa. El apartamento estaba hecho un desastre; no sólo necesitaba una limpieza extrema sino que también llenar la nevera. En una hora había limpiado el polvo, y después de tanto trabajo decidió que continuaría con la casa más tarde y que al menos ir a comprar al supermercado le serviría para despejarse…

Y nada más poner un pie en la calle, había sido recordado de la tormenta de la noche pasada.

Los charcos de agua todavía se acumulaban en acera, se había encontrado con alguna que otra bicicleta tumbada en el suelo por el viento.

Y, cómo no, era recordado del rayo que le había golpeado. Todavía no se lo creía.

Habiendo estudiado enfermería, sabía de los milagros de la ciencia y la medicina. Sabía que salir vivo después de haber sido golpeado por un rayo, era posible. Pero, ¿salir vivo totalmente ileso? No, algo fallaba.

Pero después de un intenso examen, no había encontrado ningún cambio físico en su cuerpo. Psicológicamente, se encontraba igual… sólo que tal vez algo paranoico y confuso, sí.

No se sacaba aquello de la cabeza, cuando pasó por un parque, de vuelta a casa, con las bolsas de la compra en mano. Escuchó unos gritos, una voz de mujer pidiendo ayuda. Dean no dudó en acudir a la llamada, dejando las bolsas atrás cuando vio que se trataba de una mujer arrodillada frente a un niño.

“Soy enfermero,” dijo Dean mientras se arrodillaba junto a la mujer, echando un vistazo al niño. “¿Qué ha sucedido?”
“Cr-creo que ha sido una de las chocolatinas que le ha ofrecido un niño, es alérgico a los frutos s-secos,” dijo, la voz entrecortada, mientras pasaba la mano por el cabello de su hijo. “Ayúdelo, por favor, yo sólo soy su prima, hoy le estaba haciendo un favor a mi tía…”

El niño, de unos cuatro años, tenía la cara hinchada y roja. Se trataba con toda seguridad de un choque anafiláctico, pero a Dean le sería imposible tratar algo así en la calle.

“¿Ha llamado a una ambulancia?” La mujer alcanzó a asentir, visiblemente nerviosa. “¿No tiene ningún tipo de medicación? ¿No le ha dado nada su madre?” Esta vez, negó. Sería difícil sin un antihistamínico. Pidió ayuda a la mujer para colocar al niño en una posición más adecuada, tumbado, con las piernas en el aire para mejorar la circulación. Mientras la mujer— Tina, le había dicho que se llamaba, entre sollozos, aguantaba las piernas del niño, Dean volvió a arrodillarse frente a él, tomándole la muñeca.

No podía sentirle el pulso.

“Mierda.”

No tenía ni idea de cuánto tardaría la ambulancia, así que no le quedaba más remedio que hacer algo. Cuanto antes.

Colocó sus manos sobre el pecho del niño, empezando con el masaje cardíaco. Que entrase en acción sólo hizo que la mujer se pusiera más nerviosa todavía si cabía, lo cual no ayudaba mucho a Dean. Por dios, que era un enfermero prácticamente recién salido de la facultad, no tenía la experiencia necesaria ni mucho menos para esas cosas.

“Va, va,” murmuró Dean entre dientes.

Se mordió el labio, concentrándose en la tarea frente a él. No iba a dejar que un niño muriese por una maldita alergia. Los nervios estaban pudiendo con él, como no llegase pronto una ambulancia…

Notó un tirón en su brazo. Un cosquilleo le recorrió desde la espalda hasta la punta de los dedos. Soltó un pequeño quejido, confuso. ¿Qué estaba pasando ahora? ¿Estaban los nervios pudiendo con él?

El cosquilleo no le abandonó. De hecho, se intensificó, recorriéndole el cuerpo entero. Tuvo que abrir los ojos lo máximo que sus párpados le permitiesen, porque lo siguiente que sabía, era que pequeñas chispitas estaban saliendo de las puntas de sus dedos.

¿Pero qué…?

Notó un pequeño calambrazo. Electricidad. Y no supo ni qué, ni cómo lo hizo, pero logró dirigir era descarga hacia el cuerpo del pequeño.

Y sus ojos se abrieron como platos.

Las sirenas por fin se escuchaban a lo lejos.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on January 23, 2016, 11:44:28 PM
IV. Person of Interest

(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/astrid_zpsxetvbx3p.png)
(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/ryoji_zpsfxef6z7r.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/yosuke_zpspcuedy6y.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/junpei_zpshifgmskh.png)

Era una mañana que podría estar dedicada a cualquier actividad de recreación o estudio deseada, pero tres jóvenes habían sido citados inesperadamente por su asesora, quien requirió sus presencias para una extraña ‘misión’, según su mensaje.

Por ello, los planes de un día libre para los chicos fueron arruinados, y se resignaron a responder el llamado y evitarse problemas con su impredecible profesora. Al menos ella en general no estaba detrás de los tres todo el tiempo, para bien o para mal.

Los muchachos tomaron las escaleras que les llevó a un laboratorio amplio y bien equipado levemente bajo tierra, con unas delgadas ventanas horizontales pegadas al techo y al ras del jardín externo siendo la única fuente de luz natural en el ambiente. En la entrada encontraron a su instructora concentrada en uno de sus cuadernos mientras tomaba ocasionalmente de una taza de café. Era una mujer pelinegra en sus treinta con cabello largo, lentes y una apariencia bastante intelectual, aunque también relajada. Ella les escuchó entrar y detuvo su lectura para dirigírseles personalmente.

“Están tarde, les convoqué hace más de veinte minutos,” fue lo primero que les dijo, con un tono medianamente estricto, pero ella les sonrió con un muy esperado cansancio que delataba su poca fe en ellos. “En fin, no que les haya esperado mucha lealtad.”
“Pues, perdón por la tardanza,” dijo un pelinaranja, partido entre una leve incomodidad y cierta frustración por la actitud de la mayor. “Pero nos habías dicho que ibas a estar ocupada todos estos días y que no te molestáramos.”
“En serio,” otro chico que usaba una gorra se mostró más molesto. “Justo estábamos camino a la ciudad para comer algo e ir a una función de cine en una hora. Hasta tenemos los tickets comprados.”
“Eso es lo de menos, Junpei,” la instructora sonrió con ironía. “Ya debes saber cómo las cosas funcionan aquí. Deben encontrarse listos a reaccionar ante cualquier emergencia imprevista y reportarse con mayor rapidez y más profesionalismo.”
“Ehh, ¿estamos bajo una emergencia?” preguntó un pelinegro de ojos celestes con cierta duda y curiosidad.
“No, pero es más importante que su cine pre-almuerzo. En verdad, ¿qué hacen yendo al cine de día? No son ancianos cansados del mundo ni niños fugados del colegio.”
“Tenemos planes de videojuegos más tarde, Astrid…” el pelinaranja negó repetidamente, impaciente. Sabía que la discusión de quién tenía la razón podría durar por horas sin definirse nada, así que no les quedaba de otra que rendirse y atender lo que fuera que su supervisora tuviera que decirles. “Pero dejemos esto de lado. ¿Por qué nos has llamado en medio de días ocupados?”
“Cierto, lo mejor es ir al grano, les aseguro que tampoco me gusta estar perdiendo tiempo para mis quehaceres,” Astrid les miró con mayor seriedad. “Escuchen bien. Hace un par de días ocurrió un evento anormal dentro de Hell’s Kitchen. Hubo la aparición repentina de personas especiales en plena ciudad.”
“¿A qué se refiere con ‘personas especiales’?” preguntó el pelinegro.
“A seres como nosotros, por supuesto,” contestó la mayor. Vio que él le miró inmutado, lo cual le indicó que necesitaba compartir más con ellos. “No te ves sorprendido, Ryoji. Tendré que recalcar que, a diferencia de tener a personas con capacidades innatas entrando o saliendo de la ciudad como cualquier individuo, estos seres se originaron a la par de la misma tormenta, y sus presencias salieron de la misma nada.”
“¿Eh? ¿Eso es posible?” preguntó el pelinaranja. “¿Se originaron en la tormenta? ¿Cómo funciona eso?”
“Lamentablemente no tengo explicaciones al respecto, Yosuke,” le contestó Astrid, quien mantuvo su suave sonrisa. “Pero como todo misterio, es un paso a la vez. Nuestra institución se ha comprometido a investigar más del caso, y lo primero a hacer es ubicar a estas personas especiales y convocarlas. Es ahí donde entran ustedes.”
“¿Qué tenemos que ver en esto?” preguntó Junpei, extrañado.
“Es simple. La directiva me ha encargado con la labor de buscar e invitar a una de las personas, sin embargo,” la pelinegra sonrió con autoridad y sacó un file de un casillero, para soltarlo frente a sus tres estudiantes. “Mi tiempo es demasiado valioso y escaso, por lo cual les estoy dando esta misión a ustedes.”
“¿Q-qué?” Yosuke dio un paso hacia atrás. “¿Por qué tenemos que hacerlo?”
“¡Seguro sólo nos estás lanzando algo que no quieres hacer!” exclamó Junpei, amargado.
“En cierta forma tienes razón, ¿pero cuál es el problema? Ya es hora que salgan al mundo a ser disciplinados y hacer algo útil,” la instructora se encogió de hombros. “Yo tengo una serie de experimentos por llevar a cabo, y ayer me quedé todo el día preparando los ingredientes necesarios, los cuales son inestables y se desintegran al son de nuestra conversación,” ella se levantó de su sitio con su cuaderno en una mano y su taza de café en la otra, y les miró con mayor severidad. “Mientras que ustedes pueden ir a ver la película otro día. No es jueves, así que sé que no se pierden de algún esperado estreno.”
“¿Y cómo se supone que vamos a dar con el paradero de la persona?” preguntó Ryoji, levemente preocupado.
“Toda la información básica se encuentra en el sobre que les dejé, además de algunos breves tips, pero su blanco es una chica de aproximadamente su edad. En teoría, este trabajo debería ser mucho más natural para ustedes que para mí,” Astrid dio un suspiro, cansada de todavía estar hablando con los tres. “Y tienen que darme resultados hoy, tengo que reportar algo a los otros profesores. Bueno, les deseo toda la suerte. Ahora necesito que se vayan. Necesito concentrarme.”

La instructora corrió a sus estudiantes, quienes sólo pudieron alcanzar a tomar el sobre y se marcharon. La puerta del laboratorio no tardó en cerrarse detrás de ellos.

“Sabía que la promesa de tantos días de descanso era demasiado buena,” comentó Yosuke, desanimado.
“Ahh, qué cólera, y seguro que ni querrá reponernos las entradas,” se quejó Junpei.
“Pues, no tenemos de otra…” Ryoji dio un suspiro y sonrió un poco. “Hay que terminar con esto cuanto antes, así podremos todavía tener la tarde libre, ¿qué les parece?”

Los tres amigos terminaron estando de acuerdo, y fueron a la ciudad para cumplir con la labor rápidamente. Tenían el viaje en el bus para ponerse a leer los datos de aquella chica y decidirse en cómo encontrarse con ella.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on January 28, 2016, 10:52:01 PM
Entrada 104
Dia xx Mes xx Año xxxx
Diario de Observación de Flora Doméstica 0158


Ahora, más que nunca, hay experimentación muy detallada que realizar. Todo debería ser cuidadosamente medido y registrado antes y después de cada experimento, como normalmente lo hago.

Lo que sucede es que no puedo controlar el factor que varía. Eso que.. lo que sea que hago. Y lo que sea que hice ese día después del rayo, no se ha vuelto a repetir de la misma manera.

Factores estudiados:
-Meter los dedos en la tierra
-Meter toda la mano en la tierra
-Todos los anteriores tras un largo día y antes de dormir
-Todos los anteriores tras un largo día, antes de dormir, maldiciendo generosamente
-Tocar las hojas
-Tocar las flores
-Suplicar
-Todos los anteriores con los ojos cerrados
-Todos los anteriores con los ojos cerrados y conteniendo la respiración
-Todos los anteriores con Accel gritando 'ya ríndete, ¡por dios!' desde las escaleras
-Suspirar medio distraida
-Estornudar

Resultados:
Aparentemente aleatorios. Sobre todo ausentes. Aún no hay nada que pueda llamarse una respuesta consistente.

Metodología alterna propuesta:

Creo. Que es un asunto de sentimiento.
Me refiero a. Es dificil de explicar. A veces funciona un poco cuando estoy muy concentrada: un botón florece, una hoja marchita reverdece un poco. A veces funciona cuando estoy completamente enfocada en alguna otra cosa, por ejemplo, escribiendo un recibo de un cliente

No se trata de qué haga. No hay palabras mágicas ni movimientos de manos exactos, creo. He intentado hacerlo como él lo hace. Ojos cerrados, manos levantadas, ceño ligeramente fruncido.

Obviamente no funciona.

Esta mañana caminaba unto con con Accel saliendo del nuevo parque de ¡Ah! El parque.

La compañía dueña del predio abandonado donde tuvimos nuestro interesante accidente tomó el crédito por la instalación, de un día a otro, de un maravilloso jardín de estilo silvestre. Salvaje. Se permite caminar en el pasto. Salieron en las noticias y todo. Ahora sí están hablando de recuperar el paisaje urbano y no se que más. Seguro hasta les disminuyen los impuestos o algo así. Aprovechados.

La gente fue a maravillarse los primeros días, hubo muchas fotos. También hubo muchos niños heridos. El follaje es denso y extraño en algunas partes, es un terreno bastante grande. Las que parecen apacibles colinas miniatura eran originalmente pilas de arena o grava abandonada. O costales de cemento amontonados. Es imposible saber en donde habrá una trampa para un pie desprevenido hasta que cae en ella.

Acordonaron ambas entradas, por ahora. Se ha hablado de enrejar. Un par de personas entrevistadas por los noticieros juraron que las plantas los habían jalado. ¿Tal vez solo se enredó su pie señora? No, no, yo ví como esa hiedra subió por la pierna de mi hijo y tiró de él ¡Casi queda enterrado entre los ladrillos!

Y ¿sabes? Es perfecto.

Ayer fuimos a investigar. En donde antes estaba el esqueleto incompleto de lo que iba a ser un gran edificio, ahora quedó un verdadero bosque. O una selva. Esos árboles son de zonas diferentes y no tienen nada que hacer juntos. En cuanto empiecen los cambios de clima morián los tropicales, ya verán.

Sobre la estructura se levanta la hiedra más densa. Enredaderas que van desde coloridas flores hasta calabazas que crecen a diez metros de altura. Un rosal colosal cubre casi todo un lado, entrelazado con delicadas hojas de menta para que no lo notes hasta que caes de cara en él, como ese reportero del otro día. Creo que el video está por llegar a las diez mil vistas. La verdad es muy divertido.

Accel y yo nos acercamos, lámparas en mano a la una de la mañana. Nunca tropezamos o encontramos siquiera terreno inestable. Junto en la esquina del edificio que queda completamente oculta de la calle, hay una entrada. Al menos cinco grupos de 'especialistas' investigaron todo el lugar y nunca pudieron entrar en entre las columnas de acero. Pero. Pero hay una entrada.

Adentro, es un paraíso. No corre casi el viento y la temperatura es agradable. La maleza se apoderó de lo que quedaba de los andamios. Como a las cuatro de la mañana llevamos a los chicos. Kuroko puede seguir pretendiendo que no le interesa, pero estaba ahí y le encanta, se le notaba en la cara.

Tenemos una cueva secreta. Un escondite fantástico, mucho mejor que los callejones oscuros del centro. Tenemos una guarida del mal, mwahaha.

Y parece que se defiende sola.

Oh, mi teléfono suena… ¿Eso es skype? Yo no tengo skype instalado.

¿Quién es L?
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on January 30, 2016, 12:35:16 AM
No morí, sólo estaba de parranda -?- ya quisiera...

- 03 .  There is something about you...-

Los resultados algunos (varios) días de observación eran más que claros: ni un sólo signo de alguna alteración física o mental en su hermana.

Seguía molesto por haberse enterado mediante una red social que Wye había sido víctima de un rayo. Se molestó aún más consigo cuando analizó la situación del día en cuestión, la forma en que su hermana entró por la puerta, hizo lo que hizo y él, por su parte, no se inmutó.

"Wye siempre ha sido muy extravagante, no creo que deberías estar tan molesto.", había dicho Mikleo cuando se dio cuenta, un par de días después de que L-elf notara el estado en la página de la hermana. Obvio que se daría cuenta, tenía como hermanos a un par de personas con patrones de comportamiento demasiado específico y singular e incluso él había fallado en dar qué había de raro con su hermana mayor. El tema no había trascendido más, si su hermano menor no notaba nada fuera de lugar, entonces confiaría en él. Después de todo, tenía asuntos pendientes qué atender y, por más que quisiera asegurarse (especialmente para no tener a Derek detrás de él metiendo su cuchara en todo) no contaba con el tiempo suficiente para estar en dos lados al mismo tiempo.

A pesar de su frustración, estaba aliviado en cierta forma. Su demente hermana menor estaba a salvo y libre de peligro. Obviamente sí la había obligado a hacerse estudios para eliminar cualquier duda o sospecha y ella se había negado rotundamente pero, al final,  todo estaba bien y en su debido orden.

Al menos ella lo estaba.

Podría no preocuparse tanto por su familia y enfocarse en el problema real. Revisó su celular, hizo un par de anotaciones en un papel que guardó en el  bolsillo y, cuando decidió que todo estaba lo suficientemente  en orden, salió de su casa para dirigirse a investigar el que se volvía el problema principal una vez descartada Wye.



A pesar que de Michael (el nombre real de su hermano mayor y uno que rechazaba olímpicamente) parecía estar conforme con la situación actual, él  definitivamente no. Había algo extraño sucediendo. No lo suficientemente extraño como para ser alarmante y pedir auxilio al número de emergencia (tenía un muy mal recuerdo al respecto) pero sí lo suficiente como para que él, quien pasaba más tiempo en casa, se percatara del cambio, a diferencia de su hermano mayor, siempre preocupado por hacer lo correcto para que Derek no se metiera en su camino y en sus vidas y tenía una agenda demasiado activa.

“¿Mikleo? ¿Me estás escuchando? Heeey, Tierra a Mikleo.”

El albino  regresó de su pequeño análisis familiar para prestar atención a su mejor amigo, quien había estado estudiando con él para los próximos exámenes durante los últimos días.

“Lo siento, Sorey, me distraje un poco.”
“Sólo un poco, claro. Llevo un par de minutos intentando sacarte de tus pensamientos. Vaya amigo…”
“... ya dije que lo siento. ¿No es suficiente?”
“Mmm, no. Un buen postre sería suficiente.”
Mikleo suspiró resignado. Se levantó de su asiento y se acercó al refrigerador para sacar una copita de cristal con helado  ya preparado.

“Sabía que dirías algo así.”

La emoción de Sorey no se dejó esperar para aparecer en su rostro. Desde siempre, o al menos desde que Mikleo comenzó a preparar postres, los mejores sabores siempre los encontraba en los dulces  que preparaba su mejor amigo. Más tardó en dejar la cuchara el albino sobre la mesa que el castaño en tomarla y comenzar a devorar el bocadillo.

“Al menos respira…”
“Eph queeph muh phuennnoph”

El albino suspiró mientras le observaba condescendiente antes de esbozar una sonrisa.

“Si no te conociera, diría que siempre pides que las sesiones de estudio sean en mi casa porque te gusta comer postres”, lo cual era absolutamente cierto.

Sorey no tomó un respiro hasta que llevaba más de la mitad de la copita de helado. Satisfecho con su victoria, decidió dejar, sólo por un momento, la cuchara a un lado.

“Y si yo no te conociera, diría que algo te preocupa”, lo cual también era cierto. La sonrisa de Mikleo se desvaneció para permitir el paso de una mueca de frustración.

“¿Recuerdas ese status de mi hermana donde decía que le había caído un rayo?”

Sorey parpadeó un par de veces mientras ladeaba ligeramente la cabeza intentando recordar.

“¡Ah! sí, ese sobre el rayo y que no se había convertido en un generador por suerte o algo así, ¿No?”

Sí, bueno, su hermana era todo un caso escribiendo cosas en su página.

“Exactamente ese”, admitió. “Las cosas han sido un poco extrañas desde ese día.”, tomó asiento junto al albino para robar su cuchara y, por consiguiente, un poco del postre que él mismo había preparado. Al inicio parecía que Sorey iba a reclamar por el hurto pero su curiosidad era mayor.

“¿Pasa algo con el mensaje?”
“No. En sí, no ha sucedido nada extraño con Wye, de por sí es extraña y lo sabes…”, una sonrisa nerviosa pasó por el rostro de Sorey antes de que Mikleo continuara. “Lo extraño es la actitud de mi hermano. A pesar de que se aseguró de que Wye está bien, parece como si tuviera algún proyecto nuevo en proceso.”
“¿Proyecto?”
“Sí, algo así. En sus días libres hace espacio para algo y sale de casa por horas. No es que no lo hiciera antes, pero es en horas en específico.”

Sorey observó a su amigo durante un instante que a los dos les pareció una eternidad, uno esperando una respuesta y el otro analizando la situación.

“¿No te parece que exageras?”

Bueno, no era la respuesta que esperaba.

“‘Exagero… ¿Por qué habría de exagerar?”
“Oh, vamos… L-elf siempre está haciendo cosas distintas, hace tres meses no le viste para nada y no se te hizo raro. Estos últimos dos meses te ha acompañado a todos lados y te ha llevado a cursos y tampoco te ha sorprendido, pero tiene una actividad que no comparte contigo y es el fin del mundo.”
“¡No es el fin del mundo! S-sólo pienso que están relacionados.”, se defendió.
“¿Y por qué habrían de estar relacionados? Sí, quizá los tiempos entre el asunto del rayo que le cayó a tu hermana y su nueva actividad sospechosa coinciden pero no por eso pueden estar ligados. ¿Tienes alguna prueba?”

Mikleo negó con la cabeza mientras bajaba la mirada, derrotado. No tenía pruebas, sólo una corazonada que le decía que esta historia no tenía coincidencias. Por su parte, Sorey suspiró al ver el rostro de su amigo. Le quitó de las manos la cucharita de postre.

“Quizá tenga una novia recientemente, tal vez la chica tiene un horario de trabajo definido y sólo pueden verse cuando sale del mismo durante los días libres de tu hermano.”

“... ¿En serio crees eso?”

Sorey asintió antes de devorar el postre. Una vez terminado, se levantó de la mesa.

“Hey, todavía nos falta revisar material para el ensayo, ¿Quieres ir a la biblioteca ahora o esperamos hasta mañana?”

Eso sí que había sido un cambio de tema bastante notorio pero Mikleo lo agradeció, no le convencía del todo la idea de que su hermano estuviese saliendo con alguien, existía la posibilidad pero… Bueno, tenía que admitirlo, quizá sí era una gran posibilidad. Tendría que dejarlo para después de momento.

“Uhm, mejor hoy. Si lo posponemos más terminaremos con poco tiempo para incluir información, como la vez anterior.”

“Hey, no fue mi culpa”, reclamó Sorey mientras se sentía señalado.
“No dije que lo fuera, sólo dije que no quiero que pase lo mismo.”
“... entendí, entendí. Geez, a veces te pareces demasiado a tu hermano.”

Mikleo suspiró resignado. “¿Por qué será?”, dijo mientras caminaba hacia la salida con Sorey detrás de él continuando con su discusión.



Una vez que su hermano menor y su amigo se marcharon, Wye bajó las escaleras, asegurándose de que no había moros en la costa.

“Así que una novia… “, sonrió. “Lo siento, querido hermanito, sé que tienes fe en L-elf pero dudo que exista una chica en este universo que sea capaz de soportarlo.”

Wye investigaría, oh, claro que lo haría porque, después de todo y descartando la posible existencia de una novia, su hermano mayor traía algo entre manos y no sería la última en enterarse.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on January 30, 2016, 04:32:37 PM


#9

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/dean-w.png)

Después de lo ocurrido en el parque, Dean volvió corriendo a casa.

Eso no podía estar sucediendo.

Sabía que algo iba mal desde el momento en el que sobrevivió sin secuelas (aparentes) a un rayo que le cayó encima. De ahí, a que de la yema de sus dedos saliese electricidad… había un buen trecho. Estaba claro que uno de los efectos secundarios de haber sido golpeado por un rayo no era ‘echar chispas como si te hubieses convertido en un microondas’, o al menos eso creía él.

Sus manos temblaban cuando rebuscó en su bolsillo las llaves de su apartamento, y cuando abrió la puerta y después la cerró tras él, soltó las llaves al suelo. ¿Sería peligroso para él tocar objetos que condujesen la electricidad?

Sólo por asegurarse, decidió desconectar todos los aparatos eléctricos de su apartamento. Y, por si acaso, apagó el suministro eléctrico.

Algo había pasado en aquella tormenta, algo había cambiado en su cuerpo. Lo podía notar.

Levantó su mano, y movió sus dedos con cuidado. Juntó las yemas del dedo índice y pulgar, y un calambrazo recorrió su cuerpo. “¡Au!” Se quejó involuntariamente.

Justo en ese momento, alguien golpeó a la puerta.

Dean pensó en fingir que no estaba en casa, pero algo le dijo que no colaría.

“¿Quién es?”
“Dean Winchester,” dijo una voz desconocida. “Tenemos que hablar.”

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Y no estuvo seguro qué fue lo que le hizo correr hacia la puerta—si la desesperación con la que quería respuestas, o el tono de voz convencido de quien se tratase que estuviese al otro lado… pero corrió hacia la puerta, y abrió de par en par.

Por algún motivo, no le sorprendió encontrarse a quien estaba al otro lado.

“Tú. Tú. Sabía que… tú. ¿Qué me está pasando? ¿Has hecho algo?”
“Dean, me temo que yo no tengo nada que ver con lo que…”
“¿¡Dean?! ¿¡Encima sabes mi nombre?! ¿Se puede saber quién eres?”

Poco sabía Dean, sólo que se trataba de él. El chico que había estado apareciendo en las esquinas del hospital, allí donde fuese él. Lo había visto durante una semana en todas partes. Lo seguía, sabía que no se había estado volviendo loco (Ema y Robin no se lo creerían si se lo contase). Y allí estaba, como si nada. Con su estúpida gabardina, confusión en su rostro, como si no supiese de qué le estaba acusando Dean. De nada le serviría hacerse el loco, porque era demasiado casualidad que él apareciese justo cuando empezaba a… a volverse loco.

Lo recordaba. Él había sido lo último que había visto la noche de la tormenta, antes de caer inconsciente. Allí había estado él. Como si nada.

“¡No busques excusas! Apareces tú, y luego me pasa esto… Las casualidades no existen. ¿Qué has hecho? He— he tocado a ese niño, y he notado… electricidad. Y ahora, puede sentir algo recorrer mi cuerpo, y no creo que me atreva a volver a tocar un aparato eléctrico en mi vida. ¿Y si toco a alguien sin querer y…? ¿Qué has hecho?” Estaba balbuceando, y lo sabía, pero no podía dejar de hablar.
“Dean,” volvió a decir, y la forma en la que decía su nombre le ponía de los nervios. “Me temo que eso que has sentido, son tus poderes.”
“Mi… ¿mis qué?” Vale. Así que no sólo él mismo se estaba volviendo loco, sino que había otros que estaban más locos que él. La cosa empezaba a empeorar.
“Tus poderes, Dean. Aquella noche, algo sucedió. Esto no es algo que suele pasar, nosotros, los mutantes, nacemos así—“
“Espera, ¿mutantes?” Le interrumpió Dean. Por la mirada que recibió en respuesta, pudo deducir que al chico no le había gustado que le interrumpiesen.
“Los mutantes somos distintos al resto de humanos, por el hecho de nacer con habilidades diferentes, avanzadas. Poderes, como le llamaría un humano normal y corriente… control de objetos, curación, adivinación… y un largo infinito. Pero… algo sucedió en aquella tormenta. No estamos seguros de qué es, pero… hay más como tú. No estás solo, Dean. En otros lugares de la ciudad, más gente está descubriendo sus nuevos poderes. En Banner’s School, podemos ayudarte a controlar tus poderes.”
“Poderes, Banner’s School… no entiendo nada. ¿De qué me estás hablando? ¿Quién eres tú? ¿Por qué me llevas siguiendo toda la semana, de dónde sales?”
El chico suspiró, como cansado y hastiado con Dean, por no estar entendiendo nada de lo que le estaba contando. “Volveré a empezar desde el principio. Mi nombre es Castiel Novak.”   

*

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“¿Dónde estabas? Llevo toda la tarde buscándote.”

Tener un hermano no era lo peor que le podría haber sucedido a Castiel. Tener como Jimmy a hermano, en cambio, sí que podría serlo. Si se tenía en cuenta que no sólo era su hermano, sino que también su hermano gemelo… las cosas cambiaban.

“Tenía cosas que hacer, Jimmy.” Castiel continuó caminando, pero Jimmy parecía dispuesto a no dejarle avanzar hasta que le contase qué era lo que estaba sucediendo.
“¿Cosas que hacer? ¿Como qué? Eres un aburrido, tú no tienes cosas que hacer, nunca. Se suponía que esta tarde íbamos a— espera. Cas, no me digas que… que has vuelto a… ¡no me lo puedo creer! ¡Habías dicho que dejarías estarlo! Lo que viste no tenía sentido, Cas, sabes muy bien que—”
“Lo he visto. Le he visto hacerlo. Ha salvado a un niño con sus poderes.”
“E-Espera. ¿Qué?”

*

Las visiones empezaron una semana atrás.

No, las visiones. La visión. Y es que Castiel no recordaba un día de su vida en el que las visiones no hubiesen estado presentes. La primera visión que podía recordar, sucedió unos veinte años atrás. Castiel estaba a punto de cumplir los cuatro años, cuando vio a su mascota, un gato negro llamado Loki, ser atropellado por un coche. Cuando lloró a su madre sobre la muerte del pequeño gato, nadie le creyó, y es que al gato no le gustaba salir de casa, prefiriendo pasarse los días y noches sentado frente a la estufa. Días más tarde, la visión; o sueños, como aquellos a su alrededor prefirieron llamarlo, se cumplía. Aquella fue la primera visión de muchas por venir. Castiel veía algo, y a los pocos días se cumplía. Su probabilidad de acierto rozaba la perfección, y es que pocas veces había tenido una visión que no se cumpliese.

¿Cuando vio a un chico, un joven enfermero, descubriendo sus poderes de un día para otro? Su hermano no se lo creyó. Y es que, en Banner’s School, todos lo sabían. Era una de las lecciones básicas del primer día de los mutantes recién llegado. Uno nace mutante, nunca se hace. Como muchos bromeaban, lo contrario a la ley de la termodinámica; los mutantes ni se crean ni se transforman, sólo nacen.

Pero Castiel lo había visto, y sabía que aquella vez no se equivocaba. Que iba a pasar—que aquel chico desconocido, del que poco sabía, aparte de que era joven y vestía de blanco,  iba a pasar por un despertar de sus poderes. El cómo, y el cuándo, era lo que no sabía. Pero Castiel sabía que algo así no podía dejarlo pasar por alto.

Y fue así como más visiones llegaron, mostrándole más sobre el chico. Veía confusión, batas, tormentas, rayos. Electricidad. Veía un hospital, un hospital que pudo reconocer como el Hospital General de Hell’s Kitchen. Y un simple y rápido viaje fue lo que le costó dar con él.

Dean Winchester.

Joven, recién graduado. Enfermero, no paciente, como se había temido. Pasaba las mañanas y tardes en el hospital, las noches en su apartamento. Hacía la compra online y se la entregaban a última hora, alguna mañana salía a correr alrededor de la manzana. Todos los niños le querían en el hospital, podía notar el aprecio y el cariño en sus ojos, en los abrazos que siempre recibía el joven enfermero.

Parecía un chico normal. Un chico normal, que no se merecía lo que le iba a pasar. Y es que, ser mutante, era peor de lo que uno podía imaginarse.

Las miradas de reojo, el rechazo de tus seres queridos, el desprecio de los más cercanos… tu familia dejándote de lado, tratándote como un bicho raro. El deseo de muchos de usarte como conejillo de indias.

Un mal trago por el que nadie debería pasar. Y fue así, como Castiel decidió intentar proteger al chico de lo que estaba por venir. Incluso convenció a Jimmy para tomar turnos de vigilancia con él, ya que no podía pasarse el día desaparecido de la escuela. Eso sólo atraería las sospechas del resto.

Ser pillado por el chico no fue suficiente como para pararle los pies. La misión que se había impuesto iba a continuar, y a su hermano Jimmy, sabiendo lo cabezota que él era, no le quedó más remedio que escuchar a su hermano y cumplir todos los favores que le pedía. Incluso si eso significaba, según Jimmy, ‘actuar como un acosador psicópata peligroso’.

Lo peor de todo es que, cuando sucedió Castiel no pudo hacer nada para detenerlo.

Tan pronto se despertó, sabía que algo iba mal aquel día. Que algo malo iba a suceder. Lo podía sentir.

Por segunda vez, cruzaron palabras. Sólo que esta vez Dean parecía estar cansado de tanto acoso, y buscaba respuestas, y…

Una tormenta nunca auguraba nada bueno… como bien pudo comprobar, cuando los rayos descendieron del cielo, y golpearon al chico hasta dejarle inconsciente, tirado en el suelo. Sin responder.

No, las tormentas no traían buenas noticias.

*

“¿Y has hablado con él? ¿No te ha tratado de loco, ni te ha echado de su casa? Vaya. La gente no suele reaccionar así cuando les cuentas que existen los mutantes.” Jimmy parecía incluso divertirse con la situación. Castiel no acababa de verle la gracia.
Castiel se apoyó sobre la pared, cruzándose de brazos. “Creo que cree que el loco es él por creerse todo lo que le conté. Pero… parece estar digiriéndolo.” 
“Así que… parece que es verdad, entonces.”
Castiel asintió. “Desde ayer que se escuchan rumores… pero nadie parecía querer creérselo. Parece que él no es el único. Algo sucedió en aquella tormenta… Los llaman Stormborns. No sé quién se ha inventado el nombre, pero seguro que idea de L no ha sido. Un nombre demasiado largo.” Jimmy rodó los ojos. Nunca entendería la gracia de su hermano. “Se despiertan de un día para otro, y les empiezan a pasar cosas raras. Ven cosas que no deberían ver, corren a la velocidad de la luz, son capaces de controlar las plantas… hasta dicen que pueden convertirse en el Big Foot. Pero creo que ese se lo han inventado.”
“Eso espero. No suena muy agradable,” dijo Jimmy, metiéndose las manos en los bolsillos.
“La verdad es que no.”
Jimmy se metió las manos en los bolsillos, pensativo. “¿Así que también viste al resto? ¿En tus visiones?”
Castiel negó con la cabeza. No le había contado nada a su hermano de las otras visiones hasta aquel entonces. “No exactamente… empecé a verles después de la tormenta. He visto a algunos de ellos, cómo consiguen sus poderes, como los descubren… todos están confusos y perdidos, Jimmy. Creo que ha sido buena idea por parte de Bruce querer ayudarles. Es nuestro deber como mutantes tenderles una mano.”

Jimmy suspiró. Castiel podía ver como a Jimmy no le acababa de gustar la idea.

“No sé si deberías haber hablado con ese tal Dean. Sabes cómo suele reaccionar la gente a estas cosas… los ajenos a este mundo no suelen tratarnos muy bien. Puede traernos problemas.”
“Jimmy. Sabes por lo que está pasando. Y sabes que a nosotros también nos hubiese gustado tener este tipo de ayuda en su momento. Además, creo que… creo que no tenemos que preocuparnos. Es de fiar.”
“Tú siempre sueles ver lo mejor en las personas.”

En eso Jimmy tenía razón. Pero Castiel quería tener fe, y pensar en que Dean (y el resto de Stormborns, también) podía ser alguien en quien confiar.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on February 24, 2016, 02:01:01 AM
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“¡BAÑO!”, gritó Kitty de la nada y empezó a saltar de un pie a otro. Yuki y Claire la miraban como si la pobre diabla ya hubiese perdido el rumbo. “¡ME ESTOY MEANDO, YA VENGO!”, no esperó respuesta alguna y salió corriendo de vuelta al centro.

Ok, había atravesado las tijeras con su mano cuando quiso agarrarlas y luego, después de decirse a sí misma que era una mera ilusión post sobreviví-la-caída-de-un-rayo, las había atravesado también con la mano izquierda. Todo eso después de haber escuchado una voz en su cabeza. O un murmullo del parque, sí, eso. UN PARQUE DESHABITADO PERO SSSH.

OK ESTÁ BIEN, ACTIVAR CÓDIGO ROJO. Kitty sentía unas ganas enormes de vomitar del puro miedo que sentía y fue corriendo hacia el centro, pero nuevamente sucedió que al intentar abrir la puerta, sus manos la atravesaron. Rápidamente su cerebro le dio dos alternativas: Podría quedarse ahí afuera y vomitar en los arbustos o podría dar toda la vuelta al centro hasta encontrar una—FUCK NO, llevándose una mano a la boca y cerrando todo tipo de razonamiento lógico, Kitty atravesó la puerta con todo su cuerpo y siguió corriendo hacia el baño. Una vez que llegó quiso asirse del lavadero para tener control sobre las arcadas de su cuerpo, pero sus manos lo atravesaron de vuelta; resignada, simplemente se abrazó a sí misma y vomitó ahí parada, empezando a llorar de la impotencia.

Lo peor de todo fue que una vez hubo acabado, ni siquiera pudo abrir el grifo para tomar agua y pasar el mal sabor de boca. Aún llorando pudo corroborar que no se trataba solo de sus manos, cualquier parte de su cuerpo que entrara en contacto con algo lo atravesaba. Estuvo varios minutos así, tocando todo lo que encontraba en el baño para cerciorarse; sin embargo, todo se mantenía igual. Fue así que un pensamiento fugaz pasó por su mente: ¿Por qué entonces sus pies no atravesaban también el piso? Y eso fue lo peor que pudo hacer. Apenas lo pensó sintió cómo se iba cayendo lentamente hacia abajo y no pudo evitar gritar en ese instante y empezar a intentar saltar como pudiera mientras sus manos intentaban agarrarse de cualquier cosa.

Y lo logró. Sintió finalmente cómo sus manos se asían del secador de manos y se impulsó con todas sus fuerzas para sacar sus piernas y estas finalmente volvieron a ser sólidas y tocaron el suelo. Como si nada. Sin embargo, por haber usado toda su fuerza, bastaron dos segundos para que el secador de manos cayera estrepitosamente al piso y miles de pedazos salieran disparados en toda dirección, con lo que Kitty notó que nuevamente su cuerpo había dejado atravesar aquellos que volaron hacia ella…

“¿¡QUÉ SUCEDE AQUÍ!?”, la puerta del baño se abrió de golpe y apareció el instructor. “’¿¡Qué pasó con el secador!?”, preguntó acercándose una vez comprobó con la mirada que a Kitty no le había pasado nada.
“S-Se cayó”, atinó a decir aún pasmada de todo lo que sucedía a su alrededor.
“¡Esto está nuevo, es imposible que se haya caído así como así!”, se agachó cerca de los restos y con sus manos levantó el aparato, corroborando algo y dando una risotada con sorna. “¡Ajá! ¡Las bisagras fueron forzadas!”, dicho esto la miró con cólera. “No basta con el patrimonio nacional, ¿ahora andas rompiendo propiedad privada?”.
“¡No!”, grito y comenzó a llorar nuevamente por la injusticia. “¡N-No quise hacerlo! ¡No fue mi culpa!”.
“¿“No quise hacerlo”, dices? No te creo”. El hombre se levantó y su altura intimidó por un instante a Kitty, pero esta se cruzó de brazos y le miró desafiante.
“¡Su maldito secador de manos no representa nada como para ir por ahí rompiéndolo! ¡Graffittear una maldita estatua, en cambio, es un claro desafío al gobierno corrupto que tenemos! ¡Y jamás me arrepentiré de eso aunque me haga pintar todas las bancas del país!”.
“Pues bien, creo que todo esto ameritará mucho más tiempo en detención”. Por más furia y rabia que sentía, la chica no pudo evitar cerrar sus ojos, contraerse hacia sí misma y dejar escapar un sollozo por su situación. Esto solo logró que el hombre sonriera aún más. “Deberías agradecer los esfuerzos que uno—”.

Silencio.

Kitty volvió a abrir los ojos con temor y observó cómo el instructor se había quedado paralizado unos segundos; pero el cambio en su mirada fue rápido y la expresión del hombre se suavizó. De pronto su mirada adquirió una profundidad y calma que la chica jamás había visto en el hombre y este le sonrió levemente.

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“Disculpa la intromisión, Katherine. Lamentablemente esta es la única forma que he encontrado para hablar contigo, ya que al parecer tus habilidades interfieren con la mía”.

Aquello fue como un baldazo de agua fría para Kitty. Ese no era—

“¿Quién eres?”, preguntó comenzando a temblar nuevamente. Aquel tono de voz le recordaba a ese que había escuchado— “¡OMG ERES EL DEL PARQUE!”, dijo sorprendida y señalándolo con el dedo, para luego bajarlo rápidamente por su tonta reacción.
“En efecto intenté comunicarme contigo más temprano, pero como te vuelvo a repetir, tus habilidades interfieren con las mías”.
“¿Habilidades?”.
“Soy un telépata, Katherine. Quise conversar contigo a través de tu mente, pero al parecer es algo difícil. Es por ello que me encuentro utilizando momentáneamente a tu instructor”.

Si bien el hombre parecía esperar algún tipo de respuesta, Kitty no encontraba dentro de sí cómo responder ante la poca pero importante información que había recibido. Primero que nada, se encontraba hablando con un telépata que A. No debería existir. Segundo, este telépata no podía comunicarse directamente con ella porque sus “habilidades” no se lo permiten cuando estas A. No deberían existir. Y por último, toda esta situación A. No debería existir.

“Lo estás haciendo de nuevo”.
“¿Qué cosa?”.
“Volverte intangible”. El hombre se acercó y Kitty dio un respingo al mismo tiempo que daba un paso hacia atrás, pero al tocarla, su mano volvió a atravesar su cuerpo. “Al parecer, cuando te vuelves intangible, tu mente también se vuelve intangible a mis poderes. Es como si dejaras de existir momentáneamente, un momento puedo escuchar tu mente y al siguiente instante esta desaparece, por más que tenga evidencia física en frente de mí de que sigues existiendo”. El hombre sonrió fascinado. “Pocas personas pueden escaparse así a la telepatía, Katherine. Tienes una gran habilidad”.
“¿Q-Qué quieres de mí?”.
“No busco nada de ti, no te preocupes”, la vaga sonrisa que le ofreció logró calmarla un poco; pero en eso el hombre desvió la mirada a su alrededor y su mirada cambió rápidamente, como si hubiese hallado alguna respuesta. “Creo que no es el mejor momento para hablar. Al parecer te encuentras indispuesta”. Kitty miró en la misma dirección que hizo el hombre y se dio cuenta que… Oh dios. Kitty se sonrojó al recordar que aún no había limpiado todo el desastre que había hecho en el lavadero.  “Podemos hablar más tarde, si gustas podrías—”
“¡NO!”, interrumpió y en un arrebato corrió hacia él y le tomó fuertemente de las manos. “N-No te vayas, yo, yo…”.
“Tienes que concentrarte en esta sensación de firmeza, Katherine, tanto espiritual como material”, el hombre movió sus muñecas y rápidamente le tomó de vuelta las manos. Estas siguieron sólidas bajo su tacto. “De lo que puedo ver en tus memorias, el miedo te ha funcionado, pero el miedo no durará mucho como un ancla. No puedes depender del miedo para usar tus poderes, debes ser firme”.
“¿Por qué?”, apretó fuertemente las manos del hombre y tembló aguantando las lágrimas. “¿Por qué pasa esto? ¿Por qué a mí? Todo el día he estado normal y—”.

A lo mejor el haber amanecido debajo de la cama no era el mejor indicio. O las demás cosas raras que habían pasado en el día. El comentario del hombre en el tren, las miradas raras de la gente en la estación… A lo mejor hasta su teléfono tenía algo que ver también.

“No eres la única. Vine para decirte eso, Katherine, hay más como tú, como yo y podemos ayudarte. Tu habilidad no tiene que volverse una carga para ti, podemos entrenarte para que nunca más tengas que preocuparte por lo que has tenido que pasar hoy día. Tienes una habilidad interesante pero difícil de dominar sin entrenamiento, podemos ofrecerte ayuda con ello”.
“¿Quiénes son ustedes? ¿Quién eres tú?”.
“Soy L Lawliet, profesor en la Banner’s School for the Practical Learning of Enhanced Abilities. Es una escuela en la que—”

Antes que L pudiese seguir hablando, la puerta del baño se abrió pero la persona que intentó entrar se quedó petrificada. Kitty la reconoció como otra de las consejeras de la institución, pero al ver a L de vuelta pudo darse cuenta que estaba haciendo uso de su habilidad. La mujer, aún con la mirada en blanco, se dio la vuelta y salió del lugar sin decir nada, como si nunca los hubiese visto ahí. Un escalofrío recorrió su espalda, en verdad era karma que tras haber querido negar absolutamente todo, absolutamente todo lo imposible tendría que sucederle de vuelta.

“Me es incómodo tener que estar usando tantas personas de esta manera. Como te digo, es mejor que conversemos en otro momento—”.
“P-Pero no me dejes. ¿Qué pasa si vuelvo a volverme intangible?”, repuso desesperada y apretando aún más el agarre de manos.
“No te preocupes, me imaginé que dirías eso y mientras hablamos se dirige aquí al local una consejera de la escuela. Algunas habilidades son más inofensivas que otras y la tuya requiere de atención especial. Si no tienes problema alguno, la profesora Lorna Dane se apersonará en unos minutos y podrás irte con ella. Ella también se encargará de ayudarte hasta que podamos juntarnos a conversar”.
“Ella… Ella es también… Así, ¿no? Como nosotros”.
“Sí, lo es. Yo me encargaré de preparar todo para que nadie haga preguntas sobre ella y que tu instructor tampoco recuerde nada de este incidente. Es muy importante que recuerdes que no puedes comentar de esto con nadie. Después de todo, toda la mañana has intentado negártelo a ti misma por lo increíble que es, ¿no?”, Kitty se sonrojó de nuevo de la vergüenza y de aceptar dentro de sí misma que aún intentaba negarlo. “Sin embargo, si necesitas con quién conversar puedes hacerlo con Yukino”.
“¿Eh? ¿Yukino?”.
“Ella también ganó sus habilidades… recientemente”.
“¿…Ah?”.
“Debo irme, varias cosas apremian mi atención en estos momentos. Ya llegará el momento de poder conversar con profundidad. Hasta que llegue Lorna no olvides: Firmeza ante todo”. Dicho y hecho, L se deshizo del agarre de manos, le dio una palmada en el hombro y usando aún el cuerpo del supervisor, se fue del baño.

“¿Eh…?”.

Kitty se quedó ahí parada como idiota unos instantes más y luego, temerosa, se acercó de vuelta al lavatorio y finalmente pudo abrir el grifo de agua para limpiarse la boca. Aprovechó entonces de limpiar todo su desastre y luego, tras un par de instantes de indecisión, volvió a tocar el grifo. Esta vez lo traspasó. Intentó pensar en lo que le había dicho L, pero cómo rayos alguien ~pensaba con firmeza~, ese tipo de cosas solo sucedían en los mangas shounen y por más que Kitty intentara, solo podía sentir un miedo agudo que al parecer era lo único que la mantenía cuerda.

Finalmente, la puerta del baño se abrió.

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“Kitty, ¿aún vives? Hace como media hora que nos dejaste, Claire no deja de fastidiar y ya no lo aguanto…”. Se dio la vuelta y se encontró con la pelirroja que miraba atentamente el secador destrozado y luego alzaba la mirada y… Ay dios, en serio que su cara debía de ser un poema para que su expresión se tornase tan sorprendida. “¿Qué te pasó—?”
“TÚUUUUU”, gritó Kitty señalándola y mandando al diablo la parte racional (ya no tan racional) de su cerebro que le recordaba que ir por ahí desarrollando poderes y llamando la atención no era muy inteligente. “¿¿Y NO ME IBAS A DECIR NADA??”
“¿DECIRTE QUÉ?”, preguntó la otra cruzándose de brazos y ofendida al no entender nada y no creerse digna de ese tono acusatorio.
“QUE TÚ TAMBIÉN, TÚ Y YO…”
“¿TÚ Y YO QUÉ?”
“YA TU SÁ”
“???”

Kitty respiró, acortó la distancia entre ambas y en un susurro:

“¿¿Tú también tienes poderes??”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on February 28, 2016, 03:42:08 PM
#10

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Alguna vez se lo habían dicho: que pasaba más tiempo del necesario en el laboratorio. Pero desde que puso el pie en un laboratorio por primera vez, un par de décadas atrás, que supo que ese lugar estaba hecho para él. Su padre fue el que le inculcó la pasión por la ciencia, y a pesar de que éste estaba especializado en la física nuclear, él decidió decantarse más por la biología y la bioquímica. La genética era su especialidad, y es que después de por todo lo que había pasado, el poder entender más sobre lo que pasaba en su interior… la sabiduría era un poder, era su arma, y cuanto más poseyese, más respuestas obtendría y más podría ayudar al resto.

A pesar de haber pasado incontables horas en el laboratorio, el conocimiento de Bruce Banner era finito, y siempre aparecían nuevas preguntas sin resolver, nuevas incógnitas. Y Bruce quería la respuesta a todas esas preguntas, sabía que no había tiempo que perder… menos aún, cuando se trataba de algo tan nuevo y tan misterioso para todos. Algo nunca visto por ningún mutante anteriormente.

(O, al menos, eso era lo que declaraban los cientos de documentos y de informes de la biblioteca de la escuela que tenía más que memorizados).

Banner’s School For The Practical Learning Of Enhanced Abilities. Banner no estaba seguro de cuál de sus antepasados fue el que decidió bautizar a la escuela con semejante nombre, pero por suerte, a día de hoy Banner’s School era el nombre que usaban informalmente para referirse a la escuela. Banner’s se trataba de algo más que una escuela. Desde hacía siglos que Banner’s School se encargaba de ofrecer un techo, una serie de conocimientos, una mano a cualquiera que tuviese unas habilidades diferentes a las del resto de la raza humana. Mutantes, como eran conocidos por muchos. Y es que, el ser mutante, nunca había sido algo sencillo— el rechazo por parte de la sociedad siglos atrás fue lo que les llevó a crear la Banner’s School. Banner’s no buscaba aislarse de la sociedad, si no de ayudar a los mutantes a integrarse en ella, a llevar una vida normal a pesar de ser distintos que el resto de la raza humana. Desde ayuda para controlar sus poderes o habilidades, desconocidas para muchos, hasta un lugar para vivir para todo aquel que lo necesitase. Bruce Banner era el actual director de la escuela, situada en el norte de Hell’s Kitchen, desde la muerte, unos años atrás, de su padre. 

Se escuchó unos golpes en la puerta, y Bruce ni se giró para ver de quién se trataba. Todo el mundo sabía que no era buena idea interrumpirle mientras estaba ocupado en el laboratorio, y sólo había llamado a una persona para que se pasase cuanto antes.

“Bruce… ¿me llamabas?”

L no tardó en entrar al laboratorio, a paso lento. Bruce seguía sin apartar la mirada del microscopio.

“Es increíble, L… no había visto nunca algo así.”

L aguardó, paciente, reposando sobre una de las mesas, a que Bruce continuase.

Bruce, sentado sobre su silla, rodó hacia atrás, dejando el microscopio libre. Con un movimiento de mano indició a L que se acercara y que mirara por el microscopio.

“Échale un vistazo.”
L hizo como el genetista le indicó. Miró a través de la lente, sin estar del todo seguro de qué era lo que estaba frente a sus ojos. Sólo veía un fondo negro, y mucho verde.  “¿Qué estoy viendo?”
Banner no tardó en levantarse de su silla, empezando a dar vueltas alrededor del laboratorio mientras hablaba. “¿Ves eso de ahí? Son las muestras de los nuevos mutantes. Llevo aquí toda la noche, he hecho varias pruebas y experimentos y… es increíble. He usado anticuerpos para detectar el gen mutante en las muestras, obteniendo resultados positivos… y lo que es más interesante, el propio sistema inmunitario de estos individuos estaba formando anticuerpos contra este gen, por lo que debe ser nuevo en ellos… pero, a su vez, ¡su cuerpo está formando anticuerpos contra esos primeros anticuerpos! El sistema inmunitario de estos mutantes se está revelando contra sí mismo, tratando de parar la primera respuesta inmunitaria…”

Algo que le pasaba a Bruce era que, cuando empezaba a hablar sobre ciencia, se emocionaba, hasta llegar a ponerse nervioso, y no había quien le parara. Estuviese hablando con alguien que le entendiese o no.

“Suena fascinante, pero no estoy seguro de entenderlo,” dijo L, llevándose una mano a la cabeza, para juguetear con un mechón de pelo mientras se sentaba en la silla que había abandonado Bruce.
“¿Ese gen mutado? Es idéntico al que tenemos nosotros, L, el que indica la obtención de habilidades especiales. El cuerpo de estos individuos está reaccionando contra ese gen… lo que indica que es algo nuevo. Algo tuvo que haber en la tormenta que les transformase, que indujo la expresión de ese gen. Lo empezó a tratar como algo malo, como si de una infección se tratara, formando una serie de anticuerpos contra el gen, para tratar de cargárselo. Piensa en un virus de la gripe, la reacción que empezaría a dar el sistema inmunitario. Y a su vez—”
“Y a su vez su propio cuerpo está intentando contraatacar esa primera respuesta. Quiere parar primera respuesta, dejar que el cuerpo se adapte.” El doctor sonrió y asintió, emocionado. “Interesante.”
“¡Sí, esto es…! ¡Esto es increíble, L! Nunca habíamos visto algo así. Nuestro conocimiento sobre la genética mutante es limitado, pero… lo poco que sabemos hasta ahora de estos nuevos mutantes, es que, hasta hace apenas unos días, el gen mutante no estaba en sus cuerpos. Y es de bien sabido que mutante se nace, así que… algo en esa tormenta, indujo la formación del gen mutante. Esto es algo increíble, no puedo creerme que…”

Banner se llevó las manos a la cabeza, riendo. Nunca antes había hecho un descubrimiento similar. Estos nuevos— esos nuevos mutantes, si es que podía llamárseles así, eran un terreno totalmente nuevo y desconocido para la Escuela. Su lado amante de la ciencia y el conocimiento, le pedía a gritos estudiar y saber más del tema… pero sabía que no era correcto dejarse llevar por ese lado. Al fin y al cabo, estaban hablando de personas. De la vida de personas, una vida que, de un día para otro, había dado un vuelco de 180 grados. De seguro que por la mente de esos afectados estaban corriendo mil y una dudas tras el descubrimiento de esas nuevas habilidades, surgidas después de la misteriosa tormenta. Tormenta sobre la cual, hasta el momento, sabían bien poco. Bruce quería poner a su equipo experto a investigar sobre la tormenta, pero apenas había tenido tiempo con lo ocupado que había estado.

“¿Qué sabemos de ellos?” Preguntó Bruce. Sabía que L se había estado encargando de ello.
“Hemos mantenido contacto satisfactorio con algunos de ellos. La mayoría están siendo vigilados. Hasta ahora, creemos tener localizados a unos ocho nuevos mutantes… pero esperamos encontrar nuevos casos en una ventana corta de tiempo.”
Bruce suspiró. Ocho personas eran muchas, y si todavía quedaba más gente por descubrir…
“Las muestras que te facilité pertenecen a Kitty Pride, Yuki Spiegel y Dean Winchester. Ellos tres han sido contactados. Creo que no es necesario comentar que no fueron conseguidas de la forma más… ética, al haberlo hecho a escondidas.”
“Fue necesario.” La ética era una parte importante en el mundo de la ciencia, pero no podían arriesgarse a obtener un no por respuesta en el caso de haberles pedido muestras. “¿Cuál es su estado emocional?”
“Como consejera que es, creo que Lorna podría darte una evaluación más completa… pero de forma resumida. Me temo que están confusos y perdidos, lo cual es de esperar. Buscan respuestas.”
“Nosotros podemos dárselas.”
L asintió. “Y es por eso que esperamos que respondan a la llamada.”

Bruce se mordió el labio. Por supuesto que se interesaba por el lado científico de todo lo que estaba sucediendo, su curiosidad estaba a punto de estallar… pero no podía dejarse cegar por las ganas de querer saber más. Quería ayudar a aquellas personas, darles las respuestas que estaban esperando, guiarles en el camino correcto. Y no sólo eso…

“¿Tenemos noticias de Alliance?”
“No sabemos nada sobre ellos. Creemos que todavía no están al tanto de lo sucedido.”
“Y esperemos que siga así…”

The Alliance se trataba del polo opuesto a la Banner’s School. Vistos por muchos como los enemigos, reclutaban a mutantes con el propósito de aislarlos de la sociedad, enseñándoles cómo la raza humana era inferior, como ésta merecía sufrir por todo lo que había hecho pasar a los mutantes durante tanto tiempo. Querían hacerse con el poder. Y Bruce sabía que, de llegar sus nuevos descubrimientos a manos de The Alliance, la cosa acabaría mal. ¿Nuevos genes mutados? Seguro que de alguna forma u otra, The Alliance lograría explotar tales conocimientos.

Bruce golpeó la mesa con los nudillos, pensativo. “Tenemos que movernos y rápido, L. Cuanto más días pasan, más dudas surgen, y tenemos que actuar antes de que la noticia se expanda y no sólo se pongan en peligro a ellos mismos, sino que también a todos los estudiantes. Tenemos que brindarles nuestra ayuda.”
L asintió. “Estamos en ello.”
“Bien. Bien, no perdamos el tiempo. Desde hoy, ellos son de los nuestros, L.”

Banner’s School no iba a dejar de lado a unos jóvenes mutantes, por muy distintos que fuesen a lo conocido hasta el momento.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on March 03, 2016, 01:08:36 PM
Avanzando para lo que viene *corre*

V. Hold Still

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Se acercaba el mediodía y los tres amigos caminaban por los alrededores de un vecindario en la ciudad, buscando a una chica en específico sin resultados. Llegaron a un parque lleno de personas, donde fue evidente que el trabajo sería difícil.

“Esto es inútil…” Junpei negó, frustrado. “Ya fuimos a la casa de la chica y tocamos el timbre y no estaba ahí. ¿Qué más esperan que hagamos?”
“Necesitaríamos un equipo de inteligencia pero no hay nadie que nos ayude,” Yosuke se mostró impaciente. “No tiene sentido que nos toque esto a nosotros. Dicen que L es excelente ubicando a personas, ¿por qué no fue él?”
“Creo que Astrid dejó en claro que hubo varios casos. Si le llegó la responsabilidad de una persona es porque L y tal vez otros profesores tienen a otras personas que atender,” observó Ryoji. “Aunque… no sé qué podemos hacer ahora.”
“Lamentablemente no podemos rendirnos. Sé que Astrid no nos perdonaría si regresamos sin esa chica,” comentó Junpei.
“Siento que hoy ni podremos jugar videojuegos, chicos…” el pelinaranja se desanimó y dio un pesado suspiro.
“Supongo, pero nos toca ser optimistas,” el pelinegro sonrió a sus amigos. “Si todo sale bien, habremos completado una misión. Y quién sabe, quizás podamos ser amigos de esa chica.”
“Algo me dice que estás siendo muy positivo, Ryoji,” Yosuke negó. “Lo que más espero es que esta no nos trate como stalkers o llame a la policía.”
“No nos des mala suerte, bro,” se lamentó Junpei. Él volteó a un lado y cierta persona llamó su atención. “¡Miren, ahí está!”
“¿Eh?” los otros dos giraron sus miradas.

Cho se encontraba paseando a Koromaru por el parque. Había decidido ausentarse a una clase que tenía en ese instante para relajarse y ponerse a pensar. Tenía la ilusión de que había algo raro a su alrededor y que ello se volvía más presente. Por algún motivo, no dejaba de encontrarse con más gente que inconscientemente se metía en su camino. El regreso a su casa la noche anterior estuvo lleno de instantes de aquel tipo, y ya se atrevía a pensar que no era una coincidencia. Lo experimentado en el supermercado, en el bus, en la universidad, en la calle… casi comenzaba a sentir que algo la estaba asechando, y por el hecho que muchas personas habían decidido importunarle, temía que eso dijera algo de ella misma.

Pero ver a su mascota pasear con tanto entusiasmo y halar de ella constantemente le tranquilizaba y momentáneamente limpiaba sus pensamientos. Quizás no tenía nada de qué preocuparse y sólo le había tocado un par de días estresantes y desafortunados. Se recordó lo incómoda que siempre era con otras personas y después de ese evento en donde supuestamente le había caído un rayo bien podría seguir experimentando un prolongado ataque de histeria.

De repente, el perro blanco alzó su mirada, y con un repentino frenesí se puso a ladrar y correr a toda velocidad sin que su dueña le pudiera contener. La correa se escapó de las manos de la peliceleste, quien se asustó y miró de un lado a otro con temor de meterse en problemas, pero a otros transeúntes no pareció importarles. Koromaru intentó perseguir a una ardilla, la cual trepó a un árbol y miró cómo el perro le ladraba. Cho dio un suspiro y pensó en caminar hacia su mascota, pero unas personas se le acercaron…

“Eh, hola…” dijo Junpei, llegando con sus bros donde la chica.
“…” esta se volteó y se quedó en blanco. Para alguien que siempre pasaba desapercibida, no le gustaba la atención de otros, y menos de un grupo de tres chicos desconocidos en medio de un parque. Su nerviosismo fue evidente.
“Tranquila, venimos en buena fe,” Ryoji sonrió. “Sólo queremos hablar contigo un momento.”
“¿S-sucede algo?” preguntó la chica, con reserva.
“Es… complicado, pero te lo podemos explicar,” respondió el pelinaranja.
“Sí, aunque tal vez mejor no aquí,” Junpei miró a los alrededores. “Hay mucha gente. Vamos a algún lado más solitario.”
“Ehm…” Cho no evitó sentir escalofríos.
“Junpei, hemos hablado de esto,” Yosuke se impacientó. “No seas muy directo con las chicas, obvio que las vas a asustar.”
“¿Qué? Sólo estoy diciendo la verdad.”
“Ehem…” Ryoji se aclaró la garganta y se dirigió a la chica con un tono más amistoso. “Lamento mucho las inconveniencias, pero me gustaría que habláramos un poco. Puede que sea importante para ti.”
“…” Cho notaba que el chico hacía el mejor esfuerzo para parecer amigable, pero el contenido de sus palabras no le trasmitía lo mismo. Sentía que algo estaba fuera de lugar.
“Siento que debimos haberlo planeado mejor, chicos,” opinó Yosuke.
“Ya, ya, perdón por incomodarte,” se disculpó Junpei con leve frustración. “Aunque sí necesitamos hablar ahora.”
“Ehm, yo estoy ocupada…” Cho dio un paso hacia atrás con la intención de excusarse e irse. Eran demasiado sospechosos, porque si fuera un grupo de personas con intereses mundanos como preguntar direcciones (lo cual sería raro viniendo de ellos) ya habrían llegado al punto. No parecían malas personas y sólo el de gorra podría tener una apariencia sospechosa, pero aun así no pensaba oírles más. “Con permiso, tengo cosas que hacer.”
“¡O-oye!” Junpei se alarmó. Esa chica no podía escapárseles así nomás o se meterían en problemas con su profesora. Al verla comenzar a moverse, decidió detenerla agarrándole del brazo. “Espera un poco.”
“Ihh,” Cho se estremeció por el agarre, pero este no duró mucho.

“WOOF WOOF!” Koromaru corrió disparado hacia ellos y ladrando amenazadoramente a los chicos. Al ver eso, los tres se asustaron y corrieron en dirección opuesta.
“¡AHHH!” se alejaron una distancia prudente, pero entonces percibieron que el perro dejó de acercarse y se giraron, para ver que la dueña había recuperado la correa y se había agachado para tranquilizar a su mascota.
“Gracias, pero ya pasó, tranquilo,” dijo Cho a Koromaru en voz baja. Ella repentinamente miró a los tres chicos, quienes sintieron nervios como si le creyeran capaz de soltar la correa en cualquier momento.
“V-vaya, sí que nos sorprendió,” Yosuke sonrió nerviosamente, y al intentar acercarse, Cho volvió a pararse mientras el perro le miró inmutado. “Pues… linda mascota que tienes, ¿cómo se llama?”
“Grr…” al notar que el pelinaranja pretendió acariciarle, Koromaru frunció su expresión y rugió.
“O-okay, respeto tu distancia, pequeño,” el chico levantó sus palmas y retrocedió.
“Pues, no nos queda de otra que hablar aquí, ¿cierto?” Ryoji dio un suspiro. Al menos no había personas muy cerca, ya que los pocos transeúntes cercanos prefirieron alejarse al oír al perro ladrar. Volvió a dirigirse a Cho con una sonrisa. “L-lo lamento mucho, nuestro encuentro no debió ser así. Intentaré ser breve. Pues… trata de no asustarte, pero estamos al tanto de tu situación.”
“…” Cho le miró con mayor aprehensión.
“¡N-no es para que te alarmes! Hm, ¿cómo me explico?” alzó su mirada en busca de respuestas hasta que se le ocurrió un tema de conversación. “A ti te cayó un rayo hace unos días, ¿no es verdad?”
“…” eso le cayó como un balde de agua fría. ¿Cómo podían saber eso? ¿Acaso ellos eran unos stalkers? ¿O quizás sabían más de lo que ella pudo averiguar por su cuenta? No evitó sentirse intrigada pero seguiría manteniendo su distancia.
“Lo encontrarás difícil de creer, pero no eres la única. Esa tormenta del otro día fue rara e inesperada, y ningún pronóstico del tiempo la pudo predecir. Sabemos que hay otras personas como tú impactadas por un rayo que están aparentemente ilesas, y venimos de parte de un instituto que quiere ubicarlos para ayudarles.”
“¿I-instituto?” ella ladeó su cabeza. Casi le sonaba siniestro.
“Toma,” entonces, Ryoji le extendió una tarjeta. “El nombre del instituto está impreso aquí, junto con el contacto de nuestra profesora. Ella quisiera hablar contigo, por tu propio bien.”
“Qué pro con la tarjeta,” Yosuke se impresionó. “¿De dónde la sacaste?”
“La tomé del desk de Astrid antes que nos echara,” Ryoji sonrió incómodo.
“…” Cho se dio tiempo a leerla. Sí estaba ese tal instituto. Banner’s School For The Practical Learning of Enhanced Abilities. Aquel nombre le extrañó. “N-nunca escuché de este lugar…”
“Es que no es un instituto común y corriente,” explicó Junpei. “Más que educación académica, están ahí para ayudar a gente que tuvo vivencias extrañas, o anomalías, o habilidades supernaturales.”
“…"
“Ehh es posible que ella todavía no haya notado nada fuera de lugar, no te precipites,” dijo el pelinegro.
“Algo me dice que sí…” Yosuke miró a Cho, quien se había quedado levemente sorprendida luego de las palabras de Junpei. “Pero sí, tal vez no te inspiremos la mejor confianza, pero queremos ayudarte. Y sé que va a haber una reunión más tarde para gente como tú en ese lugar, así que recomiendo que vayas.”
“Las direcciones las puedes encontrar por google maps, no me sorprendería,” Junpei se encogió de hombros.
“Espero que sí lo consideres. No eres sólo tú o gente con tu misma experiencia en la tormenta,” Ryoji asintió convencido. “Banner’s School nos ha ayudado mucho en nuestras vidas, y sé que sería bueno para ti.”
“…”

Los tres chicos no tardaron en despedirse y marcharse del parque. Koromaru les miró fijamente hasta que se perdieron de vista, y luego alzó su mirada para ver a su dueña, quien tenía los ojos plantados en la tarjeta que había recibido.

Luego de aquel encuentro, se sentía lo suficientemente abrumada como para pretender ir a sus otras clases del día. Todavía se sentía muy incómoda con todo el asunto, pero a fin de cuentas, esos chicos parecieron hablarles con honestidad, por lo cual decidió confiar en ellos. Tal vez sería lo mejor hacerles caso, pero la incertidumbre le estaría torturando por el resto del día.

Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on March 05, 2016, 02:20:36 AM
Estoy 100% segura que hacía 1 año que no escribía tanto and yet siguen siendo menos de 3k jajajaja

***

“¡No me dejes!”, le gritó a su espalda mientras se agarraba la cabeza con ambas manos. Todo zumbaba a su alrededor, no dejaba de escuchar un murmullo que venía de todos lados y sonaba cada vez más fuerte, haciéndole doler absolutamente todo. Cayó al piso llorando y gimiendo de miedo, pero aún así no se volteó a mirarle.
“¿Para qué dejarte?”, rió de una manera que jamás le había escuchado. “Si eres tú quien me empujas cada vez más lejos”.
“¡NO!”, gritó—



Y despertó en un lugar desconocido, con un sudor frío y viscoso recorriéndole todo el cuerpo además de tener el rostro empapado en lágrimas. Parpadeó y solo bastó eso para que su cabeza explotara nuevamente con miles de murmullos que se mezclaban en un zumbido incesante y abrumador— Y gritó. Empezó a gritar mientras se cogía nuevamente de la cabeza y se retorcía porque ese sonido no se callaba y le amedrentaba cada parte de su cabeza, le acribillaba y le dolía y no podía hacer nada más que gritar llorando para que parara. Varias personas se congregaron a su alrededor, pero esto sólo fue peor ya que el sonido aumentaba y aumentaba y aumentaba—

Sintió que le inyectaban algo y finalmente todo se volvía negro. Pero el zumbido no se iba.



Volvió a abrir los ojos aún sin comprender nada y nuevamente el zumbido volvió de golpe, pero antes que pudiese siquiera tomar aire para gritar, este se fue. En tan solo un instante su cabeza volvió a quedar en silencio.

Se quedó temblando y no pudo evitar abrazarse a sí mismo y volver a llorar, pero esta vez de alivio. Finalmente se había ido…


“Charles Xavier”, se volteó con cuidado y vio que al costado de la cama en la que estaba, había un hombre sentado en una silla con las rodillas recogidas y los talones de los pies en el filo del relleno. Su mente registró rápidamente tras otra mirada a la estancia que se encontraba en una habitación de hospital. “Mi nombre es L Lawliet y aunque estés extenuado me veo en la obligación de hablar contigo debido a lo que te encuentras experimentando aquí” y con el dedo índice señaló su cabeza.
“¿Qué me pasó?”, preguntó y sintió cómo le dolía la garganta y su voz se oía raspada. El tal L alcanzó de la mesa de noche el que parecía ser el reporte médico.
“No te abrumes, pero según lo que veo fuiste impactado por un rayo. Luego de ser internado estuviste varios días dormido hasta que despertaste…”, alzó la muñeca y se fijó la hora, “Ayer, técnicamente”. El chico volvió a dar una mirada alrededor y pudo corroborar que tras la ventana se alzaba la oscuridad de la noche y en el otro brazo tenía conectada una vía.
“No es hora de visitas”, murmuró dándose cuenta que varias cosas sobre este sujeto L no encajaban del todo, pero lo que más miedo le daba era que hubiese señalado desde un inicio lo que pasaba dentro de su cabeza ya que no tenía pinta de médico para nada.
“No lo es”.
“Agua, por favor”.
“Oh, claro”.

L se levantó del asiento y cruzó la habitación hacia una mesa donde Charles supuso las enfermeras habían dejado agua. Volvió la mirada hacia la mesa de noche y con frustración se dio cuenta que su teléfono celular no estaba ahí. Al escudriñar aún más la mirada pudo ver un armario con la puerta media abierta y dentro colgada su ropa, a lo mejor ahí se encontraba el teléfono en alguno de sus bolsillos. Ahora, si tan solo tuviese fuerzas para poder buscarlo y llamar a su hermana…

“Toma”, L se sentó nuevamente en la silla a su costado y le alcanzó un vaso con agua. Charles se incorporó levemente sobre su brazo derecho y tomó toda el agua en un instante.
“Disculpa”, dijo aún con la voz raspada, “¿Podrías traerme más si no es mucha molestia? Mi garganta en verdad se siente fatal”.

En silencio, L le extendió la botella y se quedó mirándolo fijamente, Charles aprovechó de cerrar los ojos para evitar esa mirada que parecía escudriñar por respuestas a preguntas que ni él entendía. ¿Quién era este tipo? ¿Qué hacía ahí en la madrugada? ¿Por qué mencionó lo de su cabeza? Y además—

“¿D-Dijiste que me alcanzó un rayo?”, preguntó con los ojos abiertos como platos al recordar ese pedazo de información. En ese instante un dolor agudo volvió a su cabeza y cerró sus ojos con fuerza, pero así como vino en un santiamén, el dolor se fue. Sin embargo, Charles notó que L, al igual que él, hizo una mueca con los ojos, como si hubiese sentido ese aguijonazo también.
“En teoría te alcanzó un rayo”, dijo tras unos instantes.
“¿Cómo sigo vivo entonces? Es imposible que—”.
“No te puedo dar una respuesta certera, Charles, pero sobreviviste. Lo que importa es lo que te sucedió después del rayo”.
“Dijiste que quedé varios días en coma, ¿no?”.
“No en coma exactamente. Tus signos cerebrales estuvieron más ocupados que nunca”, dicho esto L volvió a tomar el reporte médico y esta vez se lo pasó. Al hojear rápidamente, Charles llegó a las pruebas de los escáneres y con asombro pudo observar que era cierto. Su actividad cerebral… Dios.
“¿Qué significa todo esto?”, murmuró para sí mismo aún intentando comprender los gráficos.
“Las escuchas, ¿no?”.
“¿Qué cosa?”.
“Las voces”.

Charles se quedó mudo y pudo escuchar claramente en el sensor que vigilaba su ritmo cardíaco que este había bajado. Tenía cierta certeza de haberse despertado una que otra vez desde la última vez que estuvo consciente, corriendo bajo la lluvia hacia el estacionamiento de autos -donde al parecer le había caído un rayo-; y si mal no recordaba, aquel zumbido maldito, aquellos murmullos…

Incluso en el sueño. Todas eran voces.

Se recostó nuevamente en sus almohadas y se quedó pensando un poco más sobre eso. Ahora no podía recordar bien, pero algo le decía que en efecto, eran voces. Sin embargo, desde que había visto a L—

“Ya no puedes oírlas”.
“¿Disculpa?”.
“Que ahora no puedes oír nada, ¿no es cierto?”. Charles asintió. “Dime Charles, ¿qué tan familiarizado estás con los mutantes?”.

Raven.

Recordó nuevamente como una cachetada cómo le había gritado, llorando, en la puerta de la casa hacía ya un par de años. Cómo le prometió que jamás volvería a verla, que nunca más buscaría relacionarse con una persona tan hipócrita como él. Que para qué quería ella estar cerca de alguien que por más que decía quererla lo empujaba más y más sin dirección clara.

“Al parecer conoces la situación”.

Todas las alarmas se prendieron nuevamente en su mente. Era cierto que existían más como Raven, pero este hombre, L… Si estaba relacionado a Raven ya lo habría dicho antes, pero si no…

“Creo que dada tu situación podrás comprender mejor el término: “Telepatía”, ¿no es cierto?”.
“¿Telepatía?”, dijo aún sin comprender. Corrección, aún sin querer comprender—

Escuchar cosas en la mente, ya sabes.

Se escuchó el fuerte respingo que dio en la sala como un golpe. L sonrió de lado.

Además de escuchar en la mente un telepata puede jugar varios trucos, Charles. Siguió observando en silencio el calmado semblante de L y el disturbador hecho de que sus labios no se moviesen ni un milímetro. Como que, temporalmente, no puedas usar tus poderes mutantes por tu propio bien. Sé lo que se siente, empezar a escuchar voces desde joven no es muy buen augurio, pero no podría imaginármelo de adulto.
“Yo no puedo ser un mutante”, respondió en voz alta, negando enfáticamente. “No entiendes, no es discriminación ni nada, pero es imposible.
¿Por qué? ¿Por tu hermana?
“No mires eso”, pidió horrorizado dándose cuenta que todo lo que pensaba era un libro abierto para L.
Pero si tú deseas, Charles, yo puedo ser un libro abierto para ti también.
“Necesito más agua, por favor”, dijo agachando la mirada.

En silencio, L se levantó y caminó a la mesa. Cuando la tuvo en sus manos ni siquiera tomó el líquido, solo se limitó a apretar la botella con ambas manos. Necesitaba un ancla a la realidad como nada en ese instante.

“¿Qué haces aquí?”.
Pude sentir cuando despertaste, Charles. Es difícil que un telépata se escape de otro telépata, sobre todo cuando este aparece tan repentinamente en el panorama. De un momento a otro pude sentir tu dolor y déjame decirte que me dejaste con un buen dolor de cabeza que me imposibilitó hacer mis quehaceres por varias horas.
“Sigo sin saber qué haces aquí, L”. Aún no se atrevía a mirarlo a los ojos de nuevo.
Vengo a ayudarte. De telépata a telépata, Charles. A ayudarte a controlar tus poderes. ¿Alguna vez escuchaste sobre la Banner’s School for the Practical Learning of Enhanced Abilities? Charles negó. Nos dedicamos a ayudar a todos los jóvenes mutantes a tener una mejor vida tras aprender a usar sus poderes de la manera correcta. Les brindamos apoyo en una comunidad que ha vivido lo mismo que ellos y puede ayudarles a convivir con tan grande responsabilidad.
“Dices que soy un telépata”, L asintió. “Y que no puedo por el momento usar mis poderes gracias a tu control”, otro asentimiento. “Bien, pues deseo que quites ese filtro”.
No te lo recomendaría, apenas has comenzado a—.
“¿Quieres que crea que soy un mutante? Pues déjame sentirme como uno”.

Silencio.
Y luego, el horror.

Miles de voces comenzaron a escucharse y Charles gritó llevándose ambas manos a la cabeza y retorciéndose en su cama, pero por más que le suplicó a L que le ayudara, este ni siquiera le daba la cara. Miraba aburridamente una caja de medicamentos que se encontraban en la mesa de noche. Charles comenzó a desesperarse y con sus manos intentó alcanzarlo, pero L simplemente se paró y dio unos pasos hacia atrás, dándole la espalda.

¡POR FAVOR, DETÉNLO!

Y se detuvo.

Hasta que por fin hablas.
Te lo repetí miles de veces—.
Sí. L se volteó y le sonrió. Pero no aquí. Señalando de vuelta su sien con el dedo índice.

Charles comenzó a llorar en ese instante y L se sentó de vuelta en la silla.

“¿Cómo voy a poder controlar algo como esto?”, murmuró miserablemente después de un tiempo.
“Créeme”, L volvió a usar su voz, “Aprenderás con el tiempo. No será fácil, pero llegaremos a ese punto”. Llevó entonces su mano izquierda al bolsillo de su jean y sacó una especie de collar grueso de plástico y de color blanco. Charles pudo notar varias incisiones en este y su curiosidad quedó picada. Nunca había visto algo así. “Es un dispositivo anti-psiónico. Sirve para evitar los ataques telépatas, pero también sirve para que los telépatas no puedan usar sus poderes su mayoría. Te será muy útil hasta que puedas controlar tus habilidades, mira, se pone de esta manera”, L le enseñó y luego se lo dejó en sus manos.
“Aún no he dicho que me uniré a tu escuela”, murmuró.
Será interesante ver dónde consigues un maestro telépata, entonces. L se levantó de su sitio. “Vendré mañana. Tómate tu tiempo y descansa, pero piensa en la propuesta, por favor. Esos aparatos tampoco son tan baratos como para regalarlos, Charles”.
“¿Acaso me estás amenaz—?”

Pero antes que pudiera acabar la pregunta, L le había tocado la cabeza y el sueño se apoderó de él. Finalmente uno profundo, sin murmullos, sin nada.



“Charles, por el amor a dios, despierta ahora…”.

Parpadeó ante aquella voz y cuando se encontró con el rostro afligido y lloroso de Raven, no pudo evitar quedarse mudo del asombro. La rubia, sin embargo, no perdió tiempo y lo abrazó fuertemente, a lo que él respondió con igual fuerza. Era horrible saber que había tenido que pasar todo esto para que ella se dignara a venir a verle, pero aún así…

“¿¡Cómo es eso que te cayó un rayo!?”, preguntó enojada y zarandeándole. “¿¡Cómo sobreviviste siquiera!? Si no fuera porque estaba de visita en este hospital jamás me habría enterado y yo, yo—”.
“¿¡Aquí de visita!?”, preguntó alarmado. “¿Acaso te pasó algo—?”.
“No, no”, negó rápidamente. “Acompañaba a un amigo y escuché a unas enfermeras comentar tu caso, cómo era imposible que estés vivo, que era un milagro y tuve que venir corriendo…”.
“Oh, agradécele a tu amigo entonces, gracias a él mi contacto de emergencia se enteró de la emergencia. Días después”.
“Charles”, le respondió ofendida pero aún así cansada y triste. “No he venido a hablar de eso. Tampoco he venido a quedarme o pedir disculpas y que eso te quede claro,  de una vez”. Silencio. “No debí venir”, dicho esto se levantó, pero Charles fue más rápido y le tomó de la muñeca.
“Espera, hay algo que debo decirte y no, no es nada que ver con lo otro. Por favor, quédate”. La rubia le miró de manera desconfiada, pero se sentó de vuelta y le miró expectante. “Raven, yo… después de ese impacto de rayo… Mira, por favor, no te lo tomes a mal, no te estoy mintiendo—”.
“Suéltalo”.
“Obtuve telepatía”.
“¿¡QUÉ!?”, preguntó enojada más que nada. “¡Mira!”, dijo, “¡No vengas a bromear con—!”
“¡Oh, por favor!”, gritó aún más enojado que su hermana. “¿¡Crees que me inventaría eso!? ¿¡Yo entre todas las personas!?”
“¿Quién sabe con qué vendrías con tal de “aceptarme”? ¿Eh?”, le espetó la otra y Charles volvió a sentir el mismo dolor que en el umbral de esa puerta tantos años atrás. Lo peor es que, al igual que en esa ocasión, Raven no mostraba signos de parar en ningún momento. “¿Tienes una maldita idea de lo que es esto, Charles?”, el chico comenzó a llorar, pero ella no se amilanó, enojándose aún más. “¿Una maldita idea de lo que es vivir de esta manera? ¿Una maldita idea de vivir rodeada de personas como tú que—?”
“Disculpa”. Ambos se voltearon bruscamente a ver a la persona en la puerta. Era L. “Señorita, creo que esa no es manera de tratar a una persona que ha recibido un golpe tan duro”. El silencio reinó por un par de instantes. “Vaya, no esperaba que se quedaran en silencio tanto tiempo”.
“Ah…”, L no dejaba de mirar fijamente a su hermana y Charles no pudo evitar incomodarse. Se secó rápidamente el rostro con el reverso de la mano. “Raven, él es—”.
“No te preocupes”, su hermana se levantó sin mirarle. “Vendré mañana a verte”.
“Espera—”, pero finalmente esta se volteó y le dirigió una mirada enojada, pero resignada.
“En serio vendré a verte”. Se agachó para darle un beso en la mejilla, pero aprovechó de acercarse y susurrarle al oído: “Ok, te creo” y le jaló levemente con sus dedos el dispositivo anti-psiónico que tenía en el cuello, el cual Charles no recordaba haberse colocado. Sin embargo, antes que él pudiera decirle algo, Raven ya se había alejado de él y se fue de la habitación sin decir absolutamente nada. L se volteó a mirarle finalmente.
“¿Cuál dijiste que era la mutación de tu hermana?”.
“Nunca dije cuál era”.

Silencio.

“Pues ha de ser muy interesante para no poder escuchar su mente”.



Una vez lejos del hospital, dentro de un taxi y ya a varios kilómetros, Raven se dirigió finalmente a su acompañante.

“L estaba en el hospital, con mi hermano”.
“¿¡Qué!?”, gritó este dejando de lado el periódico que leía y mirándole con incredulidad. “¿¡L!? ¿¡Acaso está preguntándole de—!?”.
“No, no sabía quién era”.
“¿Entonces?”.
“Estaba ahí por él, por Charles. Estaba reclutándolo”.
“¿Reclutándolo?”, dijo escéptico. “¿Desde cuándo reclutan humanos en Banner’s?”.
“Desde que los humanos empezaron a volverse mutantes de la noche a la mañana, aparentemente”.

***
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on March 06, 2016, 11:56:29 AM
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#11 i know you

“¿Has escuchado los rumores?”

Bucky alzó la vista del suelo, picando en las palabras de Jessica. No sabía de qué hablaba la chica, y no iba a negar que la curiosidad le podía.

“¿De qué hablas?” Preguntó.
Jessica parecía demasiado ocupada desmigando su croissant como para mirarle, comiéndoselo a pequeños trozos. “Hablan de que han encontrado a nuevos con habilidades.”

El chico se encogió de hombros. Eso no era ninguna novedad. La dirección de Banner’s siempre estaba trabajando, localizando a todos aquellos que hubiesen nacido con habilidades diferentes a las de los seres humanos, para así echarles una mano. Encontrar a alguien con habilidades nuevas era el pan de cada día en la escuela.

“¿Y? ¿O es que te gusta alguno de ellos?” Bromeó.
Fue entonces cuando Jessica decidió por fin apartar la mirada de su croissant, para fijarla en Bucky – parecía decepcionada con su amigo. Pero no era culpa suya que Jessica se estuviese explicando tan mal. “No, idiota. No me refiero a eso,” suspiró, haciendo una bola con el papel que cubría su croissant. “Nuevos. Con habilidades nuevas. Nuevas, de hace apenas unos días.” Bucky alzó una ceja, confuso. Jessica lanzó la bola de papel y encestó. “No nacieron con sus habilidades. Dicen por ahí que obtuvieron sus habilidades con la tormenta del otro día.”
“Espera, ¿desde cuándo es eso posible?” Bucky se mostraba algo escéptico, pero es que nunca había escuchado algo así. Era bien sabido por todos cómo funcionaba la genética mutante – o nacías con aquellas características diferentes al resto de seres humanos, o no eras parte del club. No funcionaba de otra manera. Y mucho menos, se iban obteniendo poderes de la nada gracias a tormentas milagrosas…
“Pues al parecer, desde hace unos días.”
“¿Y nadie se ha preocupado en decirnos nada?”
“Desde la tormenta que Banner no sale de su laboratorio. Así que no somos los únicos que no tenemos ni idea de lo que está pasando, al parecer. Y L no deja de ir arriba abajo… creo que los están localizando y poniéndose en contacto con ellos.” 
“¿Y ya está? ¿Es eso todo lo que sabes?”

Ofendida, Jessica le fulminó con la mirada. Sabía que no era buena idea hacer enfadar a su amiga, pero hacía ya tantos años que se conocían que era difícil seguir tratando de mantener las formas.

“¿Qué más esperabas que supiese? Es algo nuevo. Están siendo bastante discretos – es difícil enterarse de algo así.
“Pues vaya investigadora privada que estás hecha.”
“Hey.”

El puñetazo que recibió Bucky en el hombro era bien merecido.

Y es que, en su tiempo libre, Jessica trabajaba como investigadora privada. No era algo que todo el mundo supiese sobre ella, ya que, ¿qué sentido tenía ser investigadora privada si todo el mundo conocía su profesión? En su campo, era mejor mantenerse lo más discreta posible. Discreción que mantenía gracias a su habilidad – Jessica había sabido sacar un buen partido a su mutación, que le proporcionaba invisibilidad (invisibilidad que, obviamente, era un secreto para todos aquellos clientes no mutantes, secreto profesional). La investigación privada había sido una buena forma de explotar dicha habilidad para así poder ganarse su pequeño sueldo, y es que por mucho que Banner’s School les ofreciese todo tipo de ayudas, por desgracia no se trataba de un banco abierto con fondos ilimitados.

En alguna que otra ocasión, Bucky se había ofrecido a echarle una mano en sus casos más sencillos. Había descubierto que era una buena forma de matar el tiempo. Además, siempre conseguía ganarse como recompensa alguna que otra hamburguesa en aquel restaurante de comida rápida que tanto les gustaba a ambos, a pesar de ser una de las cosas más grasientas que nunca hubiese visto.

El descubrimiento de Jessica era una sorpresa para Bucky, aunque llevaba un día en el que ya se estaba oliendo que algo extraño estaba sucediendo. Demasiados secretismos en Banner’s. Estaba inseguro sobre qué comportaba eso para el futuro de todos ellos, pero algo le decía que tenían que andar con cuidado. Todos sabían lo leal que Banner era, y seguro que de alguna manera u otra intentaría ayudar a aquellos desconocidos. No le hacía mucha gracia – al fin y al cabo, se trataba de gente ajena a todo el asunto, que de la noche a la mañana parecían haber obtenido una serie de habilidades, según Jessica contaba.  Habían vivido sus vidas por completo como seres humanos normales y corrientes, sin entender las dificultades que suponían vivir como alguien completamente diferente al resto de la humanidad. ¿Sabrían aprender a sobrevivir tan fácilmente?

Bucky sacó un cigarrillo de su chaqueta de cuero y se lo encendió, llevándoselo a la boca. No sabía cómo tomarse las nuevas noticias, y sabía que le iba a costar digerirlo. Sólo esperaba que recibiesen alguna clase de anuncio pronto, ya que merecían saber más sobre el asunto.

Lo que le llevó a pensar…

“Espera… ¿recuerdas que hace una semana o así, me pediste ayuda?”
“¿Te refieres al tema de la herencia?”

Un matrimonio, referenciado por un antiguo cliente de Jessica, se puso en contacto con la chica una semana atrás requiriendo sus servicios. El matrimonio estaba preocupado por el destino que tendría la fortuna de la anciana abuela del marido, rozando los noventa y tres años. La anciana abuela, que había visto morir a todos sus hijos, poseía una considerable fortuna que sus nietos esperaban repartirse. Aun así, el matrimonio se encontraba preocupado por el destino de la fortuna a la muerte de la anciana, y es que ésta parecía tener intenciones de donarla a alguna organización. Idea que no hacía mucha gracia al matrimonio, por lo que decidieron contratar a Jessica para que indagara sobre el asunto, ya que la anciana parecía no soltar prenda sobre la herencia. A pesar de que a Jessica no le hizo ninguna gracia las intenciones del matrimonio, no le quedó más remedio que aceptar el caso, debido a la sequía de trabajo que había tenido durante el mes anterior.

Bucky había ofrecido su ayuda, la cual Jessica aceptó. Aunque encontraba la idea de Bucky estúpida, había decidido seguirle el juego y dejarle investigar por su cuenta: decidió hacerse pasar por un vagabundo, pasear por la zona cercana a la residencia de ancianos en la que residía la mujer, y conversar con la mujer cuando ésta se encontrase en alguno de sus paseos por el parque cercano, aprovechándose de la debilidad que sentía la mujer por todo aquel que viviese en condiciones pésimas, para así ganarse la confianza de la anciana.

Bucky acabó metiéndose en el papel – conoció a gente que vivía en la calle en la que acabó por interesarse, preocupándose por ellos y llevándoles comida en numerosas ocasiones.

En sus andadas por la zona, llegó a verse involucrado en cierta historia sobre un pequeño incendio en la residencia de ancianos… lo cual provocó las burlas de Jessica, tras enterarse cómo Bucky fue llamado ‘Héroe’ por algún que otro diario. 

(Al final, fue Jessica quien obtuvo respuestas para el matrimonio, aprovechándose de su habilidad y colándose en el despacho del notario de la anciana. Así que los esfuerzos de Bucky, fueron en vano.)

“Sí, claro. ¿A qué viene la pregunta?”

Bucky no había llegado a contarle ningún tipo de detalles a Jessica sobre el encontronazo que tuvo en su último día por la zona. Pero si sus temores eran ciertos…

“Creo que conozco a uno de ellos.”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on March 06, 2016, 09:53:54 PM
(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/hagumi_zpsbbpi2hfh.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/shuuji_zpsmb4cjibs.png)

Chapter 5 — White Rabbit

Sus ojos descansaban en el perfil recostado en la cama.

Estaba durmiendo, o al menos eso quería pensar. A través del cristal podía escuchar el sonido de las máquinas que rodeaban a la muchacha. El tintineo formaba una melodía que parecía no terminar nunca… pero en esos momentos lo mejor era tomárselo como una nota positiva.

Hace un par de minutos que la enfermera de turno había hecho guardia por esa ala del hospital. Supuso que nadie pasaría a molestarlo por un buen rato, por lo que retiró un cigarrillo de su bolsillo y lo encendió. Mientras aspiraba el humo su miraba volvió a posarse en el semblante de su sobrina.

Por más que le habían pedido que regresara a casa a dormir, le era imposible lidiar con el silencio. Era por eso que volvía al hospital todas los noches, y aunque ella continuara inconsciente, le tranquilizaba tan siquiera cerciorarse que estuviera con vida.

¿Quién iría a pensar que un rayo caería en plena facultad?
Sobretodo, ¿quién iría a pensar que golpearía precisamente a una sola estudiante, ocupada en plena clase?

Ella debió haber muerto en ese instante, o al menos, eso fue lo que pensaron todos los presentes. Cuál fue su sorpresa cuando los paramédicos, en lugar de declararla muerta en el acto, le detectaron pulso. Dos estudiantes lo habían sujetado a él para evitar que saltara a llorar y electrocutarse sobre el cuerpo de su sobrina. Y cuando escuchó la esperanzadora noticia lloró como nunca lo había hecho.

No obstante eso no le quitaba lo extraño a lo inexplicable. Y eso era que Hagu debió estar muerta.

Los doctores no habían encontrado ningún daño. Su sobrina había sido algo delicada desde niña, y era extraño que resfriados parecían haber causado más estragos en ella que el golpe de un rayo. Lo único que no podían medir era si había algún cambio conductual, pero eso sería difícil de aseverar hasta que la muchacha haya despertado.

Habían pasado dos días y Hagumi Hanamoto seguía en los brazos de Morfeo. Pero el sonido de las máquinas avalaban por su bienestar. Y, aún si su sobrina era reservada, las muestras de apoyo con de compañeros de facultad no habían sido escasos con ella, y con él.

Eso, o quizás visitaban para cerciorarse que era verdad. Que alguien que conocían había sido golpeado con un rayo, y que había sobrevivido.

(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/shuuji_zpsmb4cjibs.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/llawliet_zpsmqmg6pgb.png)

En ese preciso momento sintió a una persona detenerse a su costado. Le pareció extraño no haberla escuchado venir desde el pasillo, pero desestimó su falta de atención. Después de todo, hace dos días que no estaba muy dentro de sí.

“Este no es horario de visitas” le dijo al recién llegado “Puedes venir a visitarla mañana"
“No está permitido fumar aquí” le respondió el hombre.

Shuuji se giró hacia el sujeto. Era un hombre desaliñado, con jean azul, cafarena blanca y despeinado cabello negro. Estaba descalzo. Por un momento pensó que quizás era algún loco de la calle sin nada mejor que hacer… pero conociendo a sus estudiantes, era probable que se tratara de algún excéntrico.

“Pues tampoco esta permitido comer en I.C.U” contrarrestó, refiriéndose a la barra de chocolate que el pelinegro traía en mano.
“Touché” respondió, y se llevo un trozo a la boca. “¿Usted es su familiar más cercano?”

No se trataba de un estudiante, y ello lo preocupó. No había persona en la facultad que no supiera del parentesco entre ellos. ¿Debería llamar a seguridad para que lo echaran?

“No hay necesidad de eso” le respondió y eso lo confundió aún más. El hombre retiró una tarjeta de su bolsillo y se lo extendió “Normalmente no comparto esto con personas ajenas a nosotros, pero el tiempo apremia”

Shuuji tomó la tarjeta y alejó la cabeza para poder leerla mejor. Al parecer su nombre era L Lawliet, y venía de una especie de escuela llamada Banners.

“…¿enseñanza práctica para habilidades aumentadas?“
“Por lo que veo ha tenido un par de días insufribles. Y no lo culpo. Ni siquiera nosotros terminamos de darle vueltas al asunto, pero es primordial atar los cabos sueltos que dejó esta tormenta”
“¿A qué se refiere? ¿Acaso sabe por qué razón le cayó un rayo a mi sobrina?”
“No podría decirle eso, pues ni yo mismo lo se” le informó L “Pero si le sirve de consuelo, su sobrina no ha sido la única que fue golpeada por un rayo. Sabemos de varias personas que pasaron por lo mismo hace dos días… todas ellas sanas y salvas”

Shuuji lo miró contrariado. Buscó algún ápice de mentira o broma en el rostro del pelinegro, pero aparte de un semblante parco, parecía que decía la verdad.

“Pero entonces… ¿por qué Hagu no despierta?”
“Eso tampoco lo sé. Probablemente sea una predisposición de su sobrina. O quizás tenga que ver con…”
“¿Qué ver con… qué?” preguntó, pero L se quedó callado de nuevo.

Shuuji empezó a impacientarse ante su reserva. Sus palabras, de ser verdad, le traían tranquilidad, pero necesitaba pruebas.

“¿Quiénes son estas personas? ¿Me podría decir donde encontrarlas?”
“Me temo que no. Creo que le he dicho mucho, y desde ya, esta conversación debería haberla tenido con su sobrina y no con usted” le respondió, observando a la muchacha descansar al otro lado del cristal “Pero ella si puede conocerlos. Es más, estoy aquí para invitarla a Banner’s— la dirección está en la tarjeta que le entregue”
Shuuji balanceó el cartón entre sus dedos “¿Cómo puedo saber que no estás tendiéndome una broma?”
“¿Acaso todo esto no le parece una broma? ¿Ser golpeada por un rayo y vivir para contarlo?” le respondió “¿Qué más necesita ver para empezar a entender que hay cosas fuera de su entendimiento?

L le dirigió la mirada una última vez a Hagu, quien seguía durmiendo plácidamente en su camilla.

“Cuando su sobrina despierte ella nos entenderá” dicho esto se giró a Shuuji “Y nosotros entenderemos sus cambios más de lo que usted sería capaz. Nosotros podremos ayudarla”
“…”
“Vine aquí para extenderle una invitación, y nuestra protección” El hombre se dio media vuelta y comenzó a caminar fuera del ala “Usted que aprecia tanto a su sobrina… estoy seguro que siente la veracidad en mis palabras.”

Shuuji lo observó marcharse unos momentos antes de atreverse a preguntar.

“¿Protección contra qué?”



Su ceño se frunció por un segundo. Sus dedos rozaron las sábanas, casi imperceptiblemente.

“Por favor, búscanos. Por tu bien”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on March 10, 2016, 01:15:32 PM
Sigo avanzando~ edito otro día con icons.

VI. Awakening

Era el momento de despertar, según su alarma, pero por primera vez en mucho tiempo se sintió indispuesta de regresar a su rutina. Se sentía mínimamente mareada, un tanto desubicada, pero curiosamente su cuerpo estaba ligero, como si se hubiera quitado algún peso de encima.

Pese a su bizarro malestar, decidió alistarse como siempre. Tomó un respiro profundo y decidió que después de su labor iría a realizarse algún chequeo sin necesidad de llamar la atención de sus familiares o sus compañeros de trabajo. Después de todo, era muy nueva y estaba en pleno de una investigación importante como para pretender estar enferma, o como para que alguien le fuera a creer que en la noche anterior le había caído un rayo.

Salió de su residencia y tomó la estación cercana del metro que le llevaría al centro de la ciudad. Durante el camino, se pasó leyendo información sobre los rayos y las tormentas, acompañada de su insaciable curiosidad.

“Un impacto de un rayo transporta una corriente eléctrica de treinta mil amperios, quince culombios de carga eléctrica y quinientos megajoules de energía. Algunos transportan una corriente de hasta cuatro veces mayor… imposible…” leyó en voz baja, y negó repetidamente. No había forma que aquel fenómeno natural le había impactado cerca de su hogar y además de dejarle ilesa no causó ningún daño o marca en sus alrededores. También había realizado una investigación de otros sucesos eléctricos semejantes a rayos, pero aquellos sólo ocurrían entre nubes. Sin embargo, confiaba en sus propios ojos, por más ilógico que pudiera ser. Le había caído un rayo, y el hecho de que no le haya ocurrido nada lo hacía mucho más alarmante. Sonaba a un caso que amaría resolver, pero no tenía tiempo para dedicarle.

El metro se detuvo en el paradero, y ella notó que debía bajarse, por lo cual se apuró antes que se cerraran las puertas. La gente era muy abundante y estaban en su camino, pero se abrió con habilidad como era usual. Aunque al salir casi se cae, nuevamente sintiendo a su cuerpo más ligero de lo normal y por ende con menor balance.

Logró recobrarse y se volteó para mirar al metro cerrar sus puertas y continuar con su trayecto. No se había tropezado con nadie, así que tal vez su torpeza se debió a aquel malestar que tenía desde que despertó luego del rayo. No podía descartar la posibilidad de un enfriamiento o resfriado y tendría que cuidarse. Si todo iba bien, se estaría olvidando de su salud en poco tiempo.

Pero sabía que el suceso del rayo no dejaría de inquietarle ni de llamarle la atención indefinidamente…

Después de caminar por las calles llenas del centro, llegó al edificio de operaciones de la policía, al departamento de criminalística. Estaba temprano, pero con una vista superficial concluyó que la mayoría debía haber llegado. Por la energía en el ambiente, sabía que había ocurrido algún avance importante en el caso. Fue de inmediato a reportarse a la oficina de su superior, y antes de entrar, vio salir a la secretaria con algunos fólderes.

“Ah, Naoto, me alegra que hayas llegado. El jefe justo quería hablar con usted,” le dijo con una sonrisa amable.
“Buenos días, ¿sucede algo?”
“Sí, en la madrugada, recibimos una llamada de un testigo que describió a un sospechoso importante, así que todos han sido convocados con urgencia. Con permiso.”

Luego de su reporte, la secretaria siguió su camino a su puesto, y Naoto revisó su celular. No vio aquella convocación entre sus mensajes, y con leve frustración ingresó a la oficina frente a ella.

Ahí, su superior se encontraba revisando archivos, y al ver a la menor le hizo un gesto para que esperara a ser atendida. Ella respetó su pedido y esperó pacientemente a que se organizara a dialogar con él.

“Temprano como siempre, Shirogane,” le dijo el mayor.
“Me acabo de enterar que hizo una convocatoria especial por el avance del caso, director Dojima,” observó Naoto con seriedad, aunque había una pizca de insatisfacción en su rostro. “Sin embargo, no recibí el mensaje.”
“Sí, quería hablar justo sobre ello,” él dio un pesado suspiro y le miró firmemente. “Esta debe ser mi experiencia o intuición hablando, pero luego de lo que pudimos descubrir por el testigo, presiento que el caso es demasiado riesgoso para ti.”
“¿A qué se refiere?”
“Esta ciudad es un gran peligro en muchos aspectos, y la principal razón por la cual te hemos aceptado como parte de nuestro personal pese a tu edad es por tu linaje familiar y varios años de servicio de tu abuelo y tus padres,” le miró con severidad. “Reconozco tu talento y potencial, pero todavía te hace falta experiencia para sumarte a esta investigación…” entonces, el mayor bajó su mirada con leve frustración. “Y lamento decir que siempre ha habido sucesos en Hell’s Kitchen que están más allá de nuestra comprensión.”
“Lo entiendo, pero…”
“Este puede ser precisamente uno de dichos casos,” Dojima le extendió un fólder y Naoto se puso a revisarlo. “Nuestro testigo llamó a las tres y veintiséis de la madrugada luego de observar un robo en una tienda cerrada. Según lo que observó, un joven alrededor de los veinte años se acercó a una pareja que salía de un encuentro social, y el joven miró a los dos fijamente por unos segundos. También tenemos el reporte que sus ojos parecieron brillar de ojo momentáneamente, y de inmediato, la pareja siguió sus indicaciones de robar el lugar.”
“¿Qué?” Naoto se quedó en blanco.
“Tenemos a los asaltantes bajo interrogación,” reportó el superior. “Los dos están confundidos por lo que hicieron, y a diferencia de nuestro testigo, no recuerdan al joven ni a la sospechosa luz roja. El testigo también dice haberse escondido en un callejón para no ser encontrado por esa extraña figura, y fue la alarma de la tienda lo que convocó a las autoridades.”
“Entonces… si nos concentramos en el reporte del testigo, podemos concluir que el verdadero culpable del atentado es aquella persona que no fue arrestada,” Naoto llevó su mano a su mentón. “Eso lo conecta a los demás robos recientes, causados por personas sin antecedentes criminales previos, quienes alegaron inocencia y completa ignorancia del asunto.”
“En todos esos casos hubo robos monetarios, pero nunca se encontró dinero en los ladrones. Es posible que el verdadero culpable haya tomado el dinero lo más rápido posible y luego abandonara a los asaltantes a su suerte.”
“Pero… ¿por qué personas aceptarían participar en un robo por una persona completamente desconocida, y a la que ni recuerdan? Suena prácticamente absurdo…” Naoto entrecerró sus ojos y negó.
“Ese es el motivo por el cual no quiero que te involucres en este caso. Sea cual sea la razón, suena a que este criminal es una persona muy peligrosa.”
“Pero sé que puedo colaborar en esto, director,” Naoto quiso reclamar, pero justo llegó otra persona a paso apurado.
“¡Director! Logramos convencer al testigo a que viniera y tenemos el bosquejo del joven,” reportó el recién llegado.
“Déjame ver,” Dojima vio el dibujo puesto sobre su escritorio. Era de un chico que usaba una gorra y tenía el cabello negro caído por encima de sus hombros, además de dos mechones delante de sus orejas. Sin embargo, faltaban detalles en su rostro.
“El testigo dijo que no pudo mirarle de frente y no se atrevió luego de observar lo que la pareja realizó.”
“Está bien. Era tarde en la noche, al menos pudo dar una imagen general,” viendo el dibujo, el jefe sonrió un poco. “Buen trabajo. Podemos partir con esto.”
“Director…” Naoto se le dirigió.
“Shirogane, voy a tener un equipo regresando a la escena del crimen. Todavía no encontramos muestras de ADN del chico, y en los casos anteriores nunca encontramos posibles muestras de un ayudante externo, aunque eso puede cambiar hoy. También se debe investigar el área por si hay otros testigos. Quiero que vayas con ese grupo. Yo guiaré a otro para investigar más sobre esta nueva información.”
“Entendido,” Naoto asintió. No estaba satisfecha, pero aceptaba el juicio de su superior.
“Nos mantendremos en contacto. Sólo procura no meterte en problemas o no podré mirar a tu abuelo directamente.”

La reunión entre los dos terminó y Naoto fue a reunirse con el grupo forense que investigaría la escena del crimen. Sería un día ocupado, y el valioso reporte del testigo había facilitado la investigación, aunque también abierto muchas preguntas.

Pero era sólo el inicio de una nueva etapa en su vida.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on March 13, 2016, 03:06:08 PM
quiero dejar mi aporte de la semana ;_; pero no está acabado, subiré la segunda parte cuando la acabe -3-

#12.1

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/bucky.png)

Tras su conversación con Jessica, Bucky había pasado media hora recorriéndose los interminables pasillos de Banner’s School en busca de L. Según Jessica, él era el que se había estado encargando de las primeras tomas en contacto con los Stormborns, o al menos coordinándolas. Bucky creía tener información que ofrecer.

Tardó exactamente treinta y cuatro minutos en encontrar a Lawliet – en el lugar más esperado, si paraba a pensárselo. Saliendo de la cafetería de la institución, con un pequeño plato con un pastelito de nata y fresa que iba comiendo mientras caminaba. Bucky corrió hacia él.

“¡Profesor L! Estaba buscándote,” dijo Bucky, a modo de saludo, colocándose a su izquierda para caminar junto a él.
“¿Oh?” L elevó levemente la vista de su pastel. “¿De qué se trata?” L señaló a su pastel con un movimiento de cabeza. “He tenido una mañana ajetreada, espero que no te moleste.”
“No, no, para nada,” negó con la cabeza. “Es sobre – he escuchado los rumores. ¿Son ciertos?”
“Se escuchan muchos rumores, en Banner’s…” L siendo siempre tan misterioso.
Bucky suspiró. “Sobre la tormenta.”
“Oh, eso. Sí, parece ser que es cierto. No hay nada sobre qué preocuparse, Barnes. Nos estamos encargando de ello.”

Mientras caminaban, habían alcanzado el despacho de L. L lo señaló, invitándole a entrar. Bucky asintió.

“Lo sé, es sólo que… creo haber mantenido contacto con uno de ellos.”
“¿Ah, sí?”

Por fin algo que pareció interesar a L, que dejó un momento su pastelito en la mesa para clavar su mirada en Bucky, examinándolo. Lawliet era un hombre un tanto extraño, y teniendo en cuenta cuáles eran sus poderes, Bucky no estaba del todo seguro que le gustase tal mirada.

“¿Y cómo fue eso?”
“El otro día, estaba…” No quería darle muchos detalles a L sobre su trabajo de investigación con Jessica, así que decidió dejarlos de lado. Podría ser un poco ridículo explicarle a L todo. “La cuestión es que. Tuve contacto con una chica, imagino que de mi edad. Fue capaz de recorrer unos cien metros en apenas un segundo. No sé cómo lo hizo, pero, ella parecía tan sorprendida como yo.”
“¿Te vio usar tus poderes?”
Bucky negó con la cabeza. “No.”

L asintió, se dirigió hacia una pila de papeles que tenía a su lado. Parecían informes, y Bucky alcanzó a distinguir algunos nombres – Kitty, Cho, Dean. L le extendió una de las carpetas. Dentro, encontró lo que parecía un informe de una persona – Deidara Wright. Reconoció a la chica en la pequeña foto borrosa adjuntada. Se le veía de lado, cargando bolsas de la compra, viestiendo una sudadera, con el gorro sobre la cabeza, dejando suficiente de su rostro al descubierto como para saber que se trataba de aquella chica con la que se había topado en el callejón.

“Es ella.”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on March 13, 2016, 10:44:04 PM
(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/suga_zpsakyfqukc.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/akihiko_zpslpe608hd.png)

Chapter 6 — Best of Both Worlds

"¿Mutantes nacidos de la tormenta?"

Le pidió que bajara la voz, y el menor se llevó una mano a la boca. Akihiko se asomó al pasillo, y al cerciorarse que nadie había escuchado el exabrupto de su hermano, cerró la puerta de la habitación.

"No le digas a nadie más. Eso es lo que me contó el staff" continuó el peliblanco cruzándose de brazos "Hasta donde sé, se le ha extendido la invitación a los que hemos ubicado"
"¿Y crees que vengan a Banner?"
"No lo sé… aunque sea esperamos que se asomen de pura curiosidad" contempló Akihiko "De ahí a que no se espanten ya es otra historia"

Koushi rió y Akihiko sonrió levemente. Su mirada se posó sobre la cama vacía a unos metros de distancia.

"Y si alguno se queda, probablemente te toque como compañero de habitación"
"Eso sería interesante" celebró Koushi con una sonrisa "Ha estado algo solitario desde que Steven regresó a su ciudad"
"Cualquiera celebraría tener una habitación para si mismo" contempló su hermano "Pero supongo que hemos vivido aquí demasiado tiempo"
"Uno se acostumbra a la compañía" dijo Koushi y Akihiko asintió con la cabeza "Pero, sigo sin creerlo… ¿estamos hablando de gente no-mutante, que tras haber sigo golpeados con un rayo, súbitamente son mutantes?"
"Ni siquiera sabemos si son mutantes como nosotros. Quizás sea algo diferente" le explicó su hermano "El punto es que no tenían conocimiento alguno sobre habilidades sobre naturales, y ahora sí. Deben estar confundidos"

Koushi sonrió, pero Akihiko reconoció algo de tristeza en sus ojos.

"Confundidos y todo, los envidio un poco” suspiró el peliblanco “El haber podido crecer sintiéndose aceptados. Y ahora tener habilidades. Es lo mejor de dos mundos, ¿no crees?”

(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/irie_zpslbbi0end.png)

Lo habían perseguido hasta ese callejón antes de caerle a golpes. Era costumbre para ellos torturarlo por considerarlo insufrible, pero ese día…

“Creo que no esta respirando”

El pelirrojo había logrado atestar un puñetazo en defensa, y en la ira del momento, el más grande del grupo lo había empujado contra la valla. Y antes de poder darse cuenta de lo que habían hecho, la luz de la electricidad los cegó y el joven convulsionó hasta ser lanzado un par de metros hacia delante.

Llevaban un par de minutos en silencio, preguntándose si debían llamar a la policía y aceptar culpa, o si les convendría guardar silencio y dejarlo en el lugar. Después de todo, nadie los había visto entrar al callejón, y mucho menos lanzar a Shouichi contra lo que –no sabían- era una valla electrificada.

Temerosos por las represalias, los tres no demoraron en concordar alejarse del lugar. Trabajarían una coartada si la policía los interrogaba… pero antes de salir corriendo, el pelirrojo comenzó a moverse.

Cruzaron miradas nerviosas hasta que uno se atrevió a preguntar.

“¿T-te encuentras bien?”
“Eso dolió como mierda…”

El pelirrojo se apoyó en sus rodillas, y sujetándose la cabeza miró con cólera a sus agresores.

Sentía la sangre hervir en sus venas pero no solo era eso —su piel vibraba y la cabeza le palpitaba a mil por hora. Estaba acostumbrado a que lo trataran mal pero, ¿que lo golpearan hasta lanzarlo contra una valla electríficada? ¿Acaso era necesario?

“Pero… ¿te sientes bien?”
“¿¡Acaso les importa!?”
Uno de sus matones sacudió las manos “Sho, no fue nuestra intención lanzarte contra la valla pero... ¿de verdad estás bien? Digo…”

Y es que había algo diferente en el pelirrojo. Usualmente retraído y torpe para socializar… por primera vez lo notaban furibundo por sobre sus cabales.

“¡Los escuché! ¡Pensaban dejarme aquí! ¡¡Y acababan de electrocutarme!!”

El mayor de ellos se enfadó ante la aseveración.

“¿Y que piensas hacer? ¿Acusarnos?” le recriminó “Si no te callas la puta boca voy a romperte ambos brazos”
“H-hey… creo que ya tuvimos suficiente por hoy. Vaya susto que nos llevabamos…”

Pero antes de siquiera pensar en lo que estaba por hacer, un segundo resplandor salió de su cuerpo y golpeó a los tres agresores, lanzándolos en distintas direcciones.

Shouichi lo vió. No fue electricidad, pero algo semejante a luz salió de él y chocó contra ellos. Sus tres matones ahora yacían en el suelo, confundidos con lo que acababa de suceder.

“¿Qué demonios fue eso?” masculló uno, sobándose la cabeza.

El pelirrojo se miró las manos. Curiosamente, luego de expedir esa intensa luz, la jaqueca se había ido y con ella la rabia y la tembladera. Y, así como el valor con el que le había hecho cara a sus agresores desaparecía, emociones muy familiares ahora se apoderaban de él.

Dudas, y miedo. Mucho miedo. Y entonces salió corriendo.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on March 14, 2016, 12:08:47 AM
***

El día siguiente llegó sin que Raven llegase, pero Charles no se había hecho muchas esperanzas con que efectivamente cumpliera su promesa, por más desesperada que se hubiese visto en un inicio al verlo en ese estado. Y así pasó un día más y otro más y otro más. Aún así, el chico tenía igual muchas cosas en las que pensar y muchas cosas con las que mantenerse ocupado, como ayudar a las enfermeras con su papeleo legal, hacer unas cuantas llamadas para justificar su desaparición y bueno, sí, las visitas de L en medio de la madrugada. A pesar que L había insistido, Charles se había negado tajantemente a dejar de usar el dispositivo que le había prestado, por lo cual aún no tenía ningún tipo de control sobre su… Mutación. Porque sí, al parecer el primer paso debía de ser aceptarlo primero por su nombre: Mutación. Al parecer esa tormenta había catalizado algún posible gen mutante dormido dentro de él y todo este embrollo había empezado…

“Lo peor que puedes hacer es no aceptar el hecho de que ahora eres un mutante, Charles, y uno con una mutación muy poderosa encima de todo. Solo conseguirás hacerte daño si crees que aún existe un ápice de normalidad dentro de ti”.

Aquellas habían sido las últimas palabras de L antes de retirarse la noche de anteayer, ya que ayer no había vuelto a venir a verle. Lo peor de todo es que se parecían mucho a todas las cosas que Raven le había dicho con anterioridad en varias ocasiones durante sus peleas, sobre cómo era importante para ella que él aceptara que era una mutante y jamás sería normal para nadie, que nadie podría aceptar a una chica azul y orgullosa de haber nacido así.

No es que él no lo aceptase, en realidad, jamás podría no aceptar a la persona a la que más adoraba en el mundo; pero por el mismo hecho que se trataba de una persona tan importante para él no podía dejar de tener miedo que el resto quisiera hacerle daño de algo que le hacía tan feliz a ella. No quería que nadie le arrebatara esa felicidad, esa seguridad y ese carácter propio de ella; pero Raven lo había entendido todo mal como siempre. No podía ver cómo para él era una persona preciosa y hermosa, alguien a quien admirar y con una mutación bellísima e interesante, pero que también debía proteger y resguardar. No es que no la aceptase, pero nadie más iría a aceptarla como él estaba dispuesto a hacerlo.

En verdad todo esto era muy irónico. Que él, de todas las personas posibles, hubiese desarrollado una mutación de la noche a la mañana y en un par de días ni su cuerpo pudiese soportar lo que Raven soportaba desde la infancia. Aún recordaba cuando de niños se escondían en una habitación y él mismo era su “entrenador” y le pedía que transformase su rostro en rasgos tan distintos y le ayudaba a perfeccionar sus poderes… Recordaba cómo en ese entonces todo era risas más que nada y lo orgulloso que estaba de tener a una hermana como ella. Y ahora él se encontraba desamparado, sin nadie que pudiese… Bueno, claro que estaba la opción de recurrir a la ayuda que L le ofrecía, pero no era como había sido con Raven, alguien cercano a ella, alguien en quien estaría dispuesto a confiar.

Y él tampoco era un iluso, no iba a engañarse que por haber desarrollado una mutación su hermana volvería corriendo a su lado dispuesta a atender sus problemas. No, eso no sucedería, si ya de por sí no había vuelto por más que él le había rogado dada su condición.

El doctor entró al cuarto y le sacó de sus cavilaciones, informándole que sólo tendría que quedarse una noche más para vigilarlo y luego le darían de alta. Al parecer, L también había manipulado sus mentes y nadie había comentado sobre el raro dispositivo en su cuello, y además de los reportes que le habían dado a firmar sobre haber recibido un rayo en medio de la tormenta, no existía alusión referente a los “ataques” que había tenido. En fin, ya de por sí la excusa de “oh sí me cayó un rayo en la tormenta” era suficiente para que todos le disculpasen por su ausencia, las migrañas no eran necesarias para apoyar su caso.

Esa noche tampoco llegó L, pero Charles igual no pudo dormir. Se quedó pensando en qué haría ahora que saliera del hospital, ¿seguir con su vida normal? Volver a la universidad como si nada, seguir con su trabajo como asistente del profesor… O ir a buscar ayuda donde la escuela Banner’s. Siendo honesto, no le atraía ir a Banner’s, ya que  eso significaría que tendría que dedicar horas de su vida a, bueno, entrenar su mutación, ¿no? pero esas horas nadie se las reconocería e igual no tendría suficiente tiempo para hacer todo a lo que había estado acostumbrado hasta ese entonces. Sin embargo, considerando el otro lado, si no buscaba ayuda pues terminaría eventualmente destruido por su poder, ¿no es cierto? Después de todo, L le había dicho que era una mutación muy poderosa y que si no recibía entrenamiento sería un camino difícil y ya Charles había experimentado qué tan difícil. Ese dispositivo, además, no sería eterno ni se lo regalarían cuando él lo quisiera, ya que era obvio que era un préstamo de buena fe de la institución para que los considerara como una opción. Y su tercera alternativa, Raven, estaba tachada.

Llegó la mañana con él aún despierto, pero las enfermeras parecieron tampoco notarlo y después de firmar varias cosas más, Charles estuvo libre de cambiarse, ordenar sus cosas e irse del hospital; pero al llegar a la puerta de este, una mujer con una gran sonrisa se acercó con los brazos abiertos hacia él.

“¡Charles!”.
“¡Moira!”, gritó entusiasmado al ver a su mejor amiga de la carrera y corresponderle el abrazo. “¿Qué haces aquí? ¿Te comentó el profesor—?”.
“No pude venir cuando te lo prometí, pero dije que vendría a verte, ¿no es así?”. Su sonrisa perdió un poco de su vitalidad cuando comprendió esas palabras: No era su amiga Moira, sino era Raven quien se ocultaba detrás de ese rostro. “Bueno, andando”, tomó su maleta con una mano y con la otra entrelazó sus dedos con los de Charles y echó a caminar. “Tenemos que hablar sobre muchas cosas que han pasado en tu ausencia, Charles”.
“Claro”, asintió y apretó fuerte la mano de su hermana. Al menos tomaría lo más que pudiese de esta oportunidad. “¿A dónde vamos?”.
“No te preocupes, iremos a tu departamento”. Llegaron al parqueo y Raven le condujo a un bonito automóvil escarabajo de color plateado.
“Oh, qué lindo”, dijo con una sonrisa. “¿Cuánto te costó?”.
“No es mío, me lo prestó un amigo para que estuvieses cómodo”, Raven abrió la puerta de copiloto, lanzó sus cosas a los asientos traseros y luego le dejó el espacio para que entrara a lo que ella caminaba al otro lado del carro. Después de que ambos abrocharon sus cinturones y el carro arrancó, la chica volvió a hablar. “En serio no miento, pasaron demasiadas cosas y no pude venir”, se volteó para retroceder, “Bueno, sí, de cierta manera me avergoncé por no haber venido el primer día y luego pensé en no venir, pero esto es importante, ¿no? Y alguien tiene que ser el adulto coherente y responsable de esta relación”. Charles rodó los ojos pero decidió no decir nada, ya que no se atrevía a romper el buen momento que estaban teniendo. “Así que averigüé cuándo salías y heme aquí”, se encogió de hombros y no agregó nada más.
“En serio te lo agradezco, como no tienes idea. Significa mucho para mí que hayas mantenido tu promesa de venir”. Raven sonrió pero no le miró a los ojos.
“Bueno, ha pasado un buen tiempo y supongo que ahora somos adultos civilizados con claridad sobre el mundo. Creo que podremos conversar sin exaltarnos tanto”. Charles asintió y ambos se quedaron en silencio por un rato. “Bueno, dices que ahora tienes telepatía”.
“Sí, pero este dispositivo me lo dio L Lawliet, un hombre de la escuela Banner’s, ¿lo conoces?”.
“Uhm, no somos conocidos, pero he oído de él, que también es un telépata”, Charles volvió a asentir. “¿Y? ¿Te ha pedido que te unas a su escuela?”.
“Sí, me dijo que podría ayudarme, pero siendo honesto desearía no ir”.
“¿Por qué?”, esta vez sí le miró de reojo.
“Pues, si me quedo con ellos no creo que en un futuro tendré suficiente tiempo para hacer todas mis actividades. Además de la universidad soy asistente de un profesor, asistente pagado, y pues asisto a dos clubes y tengo actividades… En verdad no tendría tiempo para poder unirme a esa escuela”.
“Si no lo haces no podrás controlar tus poderes, Charles”, Raven suspiró. “Es mucho más difícil de lo que crees”.
“Pero… ¿No podrías ayudarme tú? O bueno, no necesariamente tú… A lo que me refiero es que, tú, o algún conocido tuyo, no sé, ¿podrían ayudarme? Pero no todo el tiempo, sino… De vez en cuando, me refiero. Algo que… No sé, no nos quite mucho tiempo a ambas partes, que podamos reunirnos una o dos veces a la semana y empezar… ¿No tienes algún conocido telépata, al menos? ¿O no son comunes?”.
“¿Sigues viviendo en el mismo edificio?”.
“Sí”, Charles miró al frente y se dio cuenta que ya estaban cerca de donde vivía.
“Bien, siempre me gustó tu departamento”. Raven sonrió, pero sobre todo lo que Charles había dicho, no dijo nada más. Esto puso un poco inquieto al mayor, por lo general los silencios de su hermana eran algo mucho peor que sus gritos. “Ok, llegamos”, aparcó el carro y lo apagó, “Anda saliendo, sacaré tus cosas de atrás”.

Charles se resignó y salió del carro, entró al edificio y esperó a Raven en la puerta para dejarla entrar antes de cerrar la mampara de vuelta con llave. Su hermana ya había abierto las puertas del elevador y presionado el sexto piso, Charles entró y una vez las puertas de metal se cerraron—

“Charles, tienes que asistir a Banner’s. Y no, no ir no es una opción”.

***
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on March 16, 2016, 10:44:55 PM
VII. Lurking

La labor del día inició con más rapidez de la usual. Dojima y su equipó se movió lo antes posible mientras el incidente seguía reciente, y Naoto siguió al equipo al cual fue asignada. Empezó llegando junto con su superior y los otros detectives, quienes luego de unas fotos, examinación y preguntas inmediatamente se retiraron para seguir el itinerario.

Mientras tanto, a Naoto le quedó continuar reuniendo toda la evidencia posible de la escena del crimen y después le tocaría continuar preguntando a los vecinos sobre lo que habían podido observar, lo cual, comparado a los casos anteriores, no debía ser de utilidad.

"Ya hemos reunido suficiente evidencia," comentó la joven detective a los demás.
"Así parece," un compañero dio un pesado suspiro. "Ahh, nada, como siempre. No sé por qué el director no pierde la fe. Claramente estamos lidiando con alguien que borrar sus huellas."
"Todavía no podemos estar seguros de eso, toca analizar lo que pudimos recuperar," observó otro. "Iré de inmediato al centro para entregar lo que recolectamos al laboratorio."

Un par del equipo se retiró, dejando otros cuatro detectives jóvenes, incluyendo a Naoto. A todos ellos les tocó continuar con lo planeado, y a seguir interrogando a personas en esperanzas de descubrir a otro testigo. No era una zona muy segura o vistosa así que la mayoría presentó reserva sobre expandirse mucho a los callejones, cuando en eso, la chica del grupo decidió dar un paso adelante.

"Yo iré a investigar el barrio a mi derecha," se ofreció Naoto.
"O-oye, ¿en serio?" Uno de sus acompañantes se asustó. "No parecen más que callejones angostos y desolados. Eres la única chica aquí, estás más vulnerable que nosotros."
"No lo estoy, es más, ninguno de nosotros lo estamos. Recuerda que traemos pistolas con nosotros," reportó la peliazul, manteniéndose profesional, aunque el comentario de su colega le había molestado levemente. "El área que he escogido también se verá más extensa, pero debe haber menos personas decididas a colaborar. Daré una ronda rápida y nos encontramos aquí."

Ella no dio tiempo a los demás de responder y tomó el camino que había decidido. Ellos intercambiaron miradas y se mostraron frustrados.

"Tan cometida como siempre," comentó uno.
"Dicen que es de familia, aunque pienso que sigue siendo muy joven," agregó otro.
"Con razón el director todavía no confía mucho en ella," dijo el tercero.

Al terminar con la parte más, a su parecer, inútil del trabajo, Naoto decidió que buscaría por pistas por otros lugares. Pese a la importancia de la evidencia física en la gran mayoría de casos criminales, con el reporte del testigo que acudió a la comisaría, ese criminal debía mantenerse siempre fuera de todos los robos, mientras forzaba a las personas a llevar a cabo sus planes. Por ello, mucho más valiosos era la información de terceros, y como aquel testigo estuvo oculto en un callejón mientras miraba el suceso, posiblemente habría otra persona por ahí que sabía del asunto. Ese distrito era habitado por varios indigentes, así que con algo de suerte encontraría a alguien interesado en ayudar.

Su búsqueda inició lenta y sin frutos. La zona era desierta temprano en la mañana, y pese a ver a un par de vagabundos profundamente dormidos, sabía que lo mejor era dejarlos en paz. Tocó el timbre de unas residencias en el camino, pero nadie le contestó, e incluso una señora le llamó la atención por la ventana para que le dejara en paz. Naoto lo respetó y siguió su camino, sin perder su interés en resolver el caso en lo más mínimo. Rara vez se solucionaba todo con facilidad, de todos modos.

Fue una caminata sin precedentes y acompañada principalmente por soledad. Llegó a una bodega rústica, donde el vendedor estaba al tanto de los robos, al no ser la primera vez que ocurría algo cerca de ese vecindario, pero nunca había presenciado nada al siempre mantenerse dentro de su hogar a altas horas de la noche. Sin embargo, sí pudo proveerle de información.

"Me alegra que estén trabajando en estos atentados, pero ten mucho cuidado. He escuchado los rumores más raros al respecto," reportó el señor.
"¿Rumores?"
"Dicen que es un chico raro. Siempre mantiene su distancia de otros y pese a ser un joven de tu edad aproximadamente, pareciera como si no tuviera empatía o remordimientos."
"¿De dónde ha oído esos rumores?"
"Mi esposa prepara el menú de almuerzo en el mercado cercano, y a veces da de comer a vagabundos. Ellos son los que han visto más seguido al chico."
"Ese es un dato muy importante. Deberían acercarse a las autoridades para dar su veredicto."
"No, nunca lo harían," el señor encontró las palabras con cierto humor. "Por aquí los policías no son populares, y varios de estos vagabundos también esconden sus propios crímenes. A ellos no les importa resolver el caso ni mucho menos colaborar con otras personas. Ciertamente les importa muy poco. Ya que hablamos de eso, te aconsejo que no le digas a nadie que eres detective. Tuviste suerte de venir primero aquí."
"Hm, entiendo..." Naoto se puso a pensar.
"Una advertencia: también dijeron que el chico raro puede ordenar a quien sea que le mire a los ojos. Si ves rojo en sus ojos, de inmediato desvía la mirada."
"¿Habla en serio?" ella se sorprendió.
"Suena a la indicación más rara, pero te sorprenderías de los rumores que corren por aquí. Esta ciudad siempre ha sido un misterio para todos. Y cuidado, por más que el chico se mantenga solo, no quiere decir que verdaderamente lo esté."
"Entiendo..." desvió su mirada para observar la calle por la entrada y notó un súbito movimiento. Era como si alguien le hubiera estado espiando e intentaba huir. Sintió un presentimiento de que era importante, así que decidió seguir a la rara figura. "Muchas gracias por la información, debo irme."
"Anda con cuidado."

Al regresar al camino, Naoto vio lo que parecía ser una persona corriendo vestida de un poncho de lluvia de color negro, con su rostro oscurecido por el plástico. Esa persona sólo intentaba huir sin ser atrapada.

"¡Deténgase!" le exclamó aunque fue inútil. Aun así le siguió por los callejones.

Esa persona parecía conocer el camino bien al tomar cuadras con desmonte y desechos que supo sortear con destreza. Naoto empezó a quedarse atrás, así que decidió recordar lo posible en caso que fuera relevante.

Se sorprendió al ver que aquel 'poncho' era en realidad un plástico negro moldeado para servir como una capa. Fácil pudo ser un plástico encontrado en la basura por estar sucio, rasgado y arrugado. Pensó en la posibilidad de que se tratara del criminal, pero de ser el caso, ¿por qué no le habría atacado? Aunque tampoco podía descartarlo.

La persecución terminó cuando el encapuchado se escabulló por el hueco de una malla, y con una patada pudo tumbar un gran contenedor de basura para cubrir el hoyo. Naoto tuvo que frenar al no poder seguir y miró con impotencia a la persona correr y girar en la siguiente esquina. Por la dimensión del contenedor caído, ese individuo debió haberlo preparado con prevención para que sea tumbado con poco esfuerzo, como si hubiera previsto esa persecución...

Al darse media vuelta, recordó que su cuerpo seguía débil y ligero. Quizás sin ese malestar hubiera podido darle el alcance al otro, pero no había punto ni de considerarlo.

Se le hacía tarde así que debía regresar al punto de encuentro para encontrarse con los demás antes de que se preocuparan, y reportarles lo que había averiguado.

Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on March 25, 2016, 01:13:11 PM
VIII. Development

Ese día se pasó en conseguir la mayor cantidad de información posible relacionada al caso. Como Naoto sospechó, los resultados de ADN de las muestras no dieron con otra persona aparte de los dos asaltantes, quienes alegaron inocencia y eran considerados como manipulados por el verdadero criminal. El equipo de la joven detective no llegó a recaudar mucha más información que el veredicto del vendedor de la bodega, y aun así, por más que su veredicto tuviera elementos en común con el primer testigo, no era tomado completamente en serio al incluir datos ‘supersticiosos’. Naoto también reportó a la extraña figura encubierta que le estuvo espiando, pero ella misma reconoció que podría no tener nada que ver con el caso en cuestión.

Por otro lado, el equipo liderado por Dojima regresó a otros lugares previamente asaltados por más pistas, y con la descripción física del criminal, pudieron encontrar a civiles que sí lo habían observado las noches de los atentados. De este modo, se pudo trabajar en un bosquejo más fiel a la apariencia del sospechoso principal.

“Director, se ha organizado un grupo de detectives que está analizando los casos para predecir otros posibles blancos,” reportó la secretaria a Dojima.
“Gracias por el aviso,” él asintió y su asistente se retiró de su oficina. Nuevamente solo, miró al reloj en la pared, comprobando que eran más de las once y media de la noche. Habían estado trabajando todo el día y por más que habían obtenido avances, seguían estando lejos de resolver el caso. Dojima sentía al criminal tan cerca, pero tan intangible, como si le estuviera dando permanentemente la espalda a una distancia segura para él. Aunque sí sentía que faltaba poco, y con un equipo tan leal que daba todo por el caso, sólo era cuestión de tiempo para que lo atraparan.

Naoto estaba parada frente a una mesa con varios de sus colegas, todos examinando un mapa detallado de un sector de la ciudad. Los lugares relacionados con el caso habían sido marcados, con fecha y hora del robo. Luego de haber dado su opinión sobre posibles blancos, otros tenían la palabra y estaba escuchando el argumento de otro detective atentamente. Sin embargo, se sintió repentinamente mareada y sin energías, por lo cual tuvo que dar un par de pasos hacia atrás y agarrarse la frente. Seguía sintiendo esa extraña ligereza y debilidad, ahora acompañada de leves mareos.

Todo el día de trabajo empezaba a manifestarse con una potencia súbita, pero no era la primera vez que pasaba el día entero enfocada en un caso, y nunca se había sentido así. Era ese raro malestar que no había dejado de plagarle desde que le cayó el rayo la noche anterior. Estar pensando constantemente sobre tantos misterios a la vez también comenzaba a agobiarle…

“Shirogane,” Dojima se le dirigió a distancia y con un gesto le indicó que dejara el grupo para hablar con él.
“¿Sucede algo, director?” le preguntó.
“Pareces no sentirte bien, y creo que has estado así todo el día.”
“Lo lamento,” ella asintió, pero se mantuvo firme. “Debe haber sido por la tormenta de ayer. Sospecho que se puede tratar de un enfriamiento, pero no es importante.”
“No, sí lo es, no puedo dejar que te esfuerces si no estás en tu mejor condición. Ve a descansar por hoy, te esperamos mañana temprano.”
“Pero estamos en un momento crucial de la investigación.”
“Esto no será resuelto inmediatamente, y no necesitamos mucho de tu ayuda ahora. Ya nos has apoyado bastante con tu trabajo en la mañana. Ahora ve a descansar, así estarás más lista para lo que nos espera mañana.”
“…entendido,” no le quedó de otra. Naoto asintió y fue a recoger sus pertenencias para retirarse por la noche. No estaba conforme con irse pero comprendía el punto de vista de su jefe, y en parte tenía razón. Lo compensaría al día siguiente.

Ella salió del edificio y observó las veredas mayormente abandonadas a esas horas. Sería en el centro de la ciudad, pero esa estación policial estaba ubicada entre edificios residenciales, así que no había mucho movimiento nocturno. Caminó por la vereda al costado de la estación, y cuando pisó una gran tapa del alcantarillado, notó algo bizarro. Esa tapa siempre había estado ligeramente desbalanceada y temblaba cuando un transeúnte de peso promedio pasaba encima. Siempre había temblado un poco con ella, pero esta vez se mantuvo inmutada. Naoto bajó su mirada y continuó caminando, confundida. Dudaba que fuera importante pero… ¿tendría algo que ver con ese sentimiento de ligereza?

Su ensimismamiento bajó su guardia y no notó que cierta persona encapuchada la había estado esperando entre varios contenedores de basura adjuntos al edificio, y saltó de su escondite para atacarle. Esta persona le dio un golpe certero en el estómago para dejarle sin aliento y luego una patada, que barrió a Naoto a estrellarse contra esos contenedores y caerse entre ellos. Lo ocurrido generó un gran estruendo y aturdió a la atacada, quien apenas notó al encapuchado soltarle un papel encima antes de correr hacia la noche y desaparecer.

“¿Qué ocurre?” un policía salió con otros dos y la secretaria.
“¡Naoto! ¿Estás bien?” la mujer se asustó y fue a auxiliar a la joven detective.
“¡Deténgase!” los otros dos pretendieron perseguir al sujeto, pero este estaba muy lejos y fue perdido de vista.
“…” Naoto se levantó, en parte ayudada por la secretaria, sin antes agarrar el papel dejado por su atacante. Para haber sido un ataque sorpresivo, aquel desconocido le había lanzado al único sitio donde la gente dentro de la estación escucharía el asedio, a los tachos metálicos de basura. ¿Lo habría hecho a propósito? Era aquel que le había espiado en la mañana, no había duda, y sabía que se trataba de una persona inteligente y que hacía lo posible por no ser atrapada…
“¿Qué ha sucedido?” Dojima salió con varios detective al oír el bullicio.
“Había un atacante que usaba un poncho negro de lluvia, y atacó a Naoto,” explicó un policía.
“Es un plástico negro, de esos que usan como cobertores,” observó Naoto, mirando fijamente en la dirección en que el atacante se había esfumado. “Es aquella persona que me espió durante mi trabajo, estoy segura de ello. Y parece haberme dejado una nota.”

Ella desdobló el papel, y el contenido dejó a todos en shock. Escrito a mano con una imprenta horrible y sin estructura, yacía el mensaje:

El criminal atacará mañana en la noche en esta dirección:

Dentro del papel doblado había un trozo de un panfleto que promocionaba a un restaurante de comida italiana, y ahí decía una dirección. Siendo un restaurante familiar que cerraba temprano, coincidía con varios negocios que habían sido robados previamente.

“¿Qué es esto?” un detective se quedó sin más palabras.
“Shirogane, dijiste que ese individuo te espió en tu investigación,” Dojima vio a la joven asentir. “Puede ser alguien que pretende colaborar con nosotros, pero que no quiere revelarse. No es extraño tener a posibles testigos anónimos, aunque el MO de este es muy bizarro. Habrá que considerar su advertencia y analizar la nota que nos ha dejado,” él sonrió desafiantemente. “Puede ser nuestro lucky break.”

Los detectives regresaron a su trabajo y el director miró a la joven.

“Espero que no hayas salido lastimada.”
“Soy más fuerte de lo que parezco, gracias por su preocupación,” Naoto de inmediato restó importancia al asunto.
“Ve a descansar, y ten más cuidado. Llámanos si vuelves a ver a ese individuo.”
“Lo haré.”
“Hm…” Dojima negó, encontrando una rara gracia al asunto.
“¿Director?”
“Nada, es sólo que aquel encubierto, por su forma de actuar, me recuerda a ti.”
“…” ella frunció el ceño.
“Buenas noches,” y con esas palabras, Dojima regresó al interior del edificio. Sólo quedó la secretaria.
“¿Segura que estás bien? Puedo decirle a un policía que te acompañe hasta el metro.”
“Definitivamente no,” Naoto negó. Eso sería humillante.
“Bueno, si así lo crees. Ah, y nunca pensé que fueras tan liviana, me das mucha envidia,” la secretaria sonrió y se despidió.

Esas palabras dejaron pensando a Naoto. Cierto, la secretaria le jaló para levantarle luego de haberse caído…

Le tocaba regresar a su hogar para descansar, pero con lo recién ocurrido sólo tenía más dudas dentro de su mente. Ya ni sabía por dónde comenzar, su cabeza tenía una simple interrogante global.

¿Qué está ocurriendo?

Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Deidara on April 24, 2016, 11:56:17 AM
#13 - got superpowers?

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/dei1.png)

Deidara fijó la mirada en la nuca del… desconocido. A pesar de que le veía casi todos los días por el campus y en clases, nunca habían cruzado palabra. Se sentaba en primera fila, tomaba apuntes a ordenador. Sentía bastante curiosidad por saber qué hacía alguien como él allí—allí, sentado en las gradas del campo de fútbol, donde los equipos femeninos y masculinos de la universidad se reunían para entrenar cada tarde. Deidara estaba allí la mayoría de las tardes. Tampoco tenía nada mejor que hacer (si ignoraba el hecho que su tiempo estaría mejor gastado en la biblioteca…).

 Su curiosidad era tal, que no pudo evitar preguntar. Culpaba a su vocación periodística.

“¿Qué hace alguien como tú pasando tanto tiempo en un campo de fútbol?”
Tal vez su elección de palabras no fue la más adecuada. “¿Estás intentando ligar conmigo?” Le respondió, divertido.
“Um… no.”
Se giró. Al menos no parecía ofendido. “Podría preguntar lo mismo. Siempre estás por aquí.”

Deidara alzó una ceja. ¿Cómo sabía un ciego que a la pelirroja le gustaba pasar tanto tiempo allí?


(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/matt1.png)

El chico pareció leerle los pensamientos, porque rió y explicó, “siempre te sientas en el mismo asiento. Por la forma en la que arrastras los pies, sé que llegas siempre tarde a clase. Tienes los primeros acordes de Smoke On The Water de sonido de notificación en tu móvil. Además, aunque crees estar murmurando, siempre tienes alguna crítica sobre el estilo de juego del equipo.” La explicación dejó a Deidara algo sorprendida. Para ser ciego y, encima, un desconocido, sabía demasiado sobre ella. “Matt Murdock.”
El chico sostenía la mano, esperando la de la pelirroja. Ésta, saltó una fila abajo, hacia la fila del chico, devolviendo el apretón de manos. “Deidara Wright. Oye, ¿lo de que eres ciego es verdad, no?”
Matt parecía no ofenderse por las preguntas de Deidara. Pero es que después del análisis, Deidara tenía que preguntar. “Desde los ocho años,” confirmó él.
“¿No naciste ciego?”
“No. Un accidente me dejó ciego.”
“Vaya. Lo siento,” murmuró Deidara, sincera. Pero en ese momento, el pasado de su nuevo, amigo, era lo de menos. “¿Entonces tienes súperpoderes o algo? Porque lo que acabas de hacer conmigo no es normal.”
“Soy ciego, no sordo,” bromeó.
“Ya veo,” comentó Deidara, volviendo su mirada al campo de fútbol. El equipo masculino de fútbol se reunía en el centro del campo, dividiéndose en dos equipos para echar un partidillo. “¿Es eso lo que vienes a hacer aquí? ¿Escuchar?”
“Créeme, es igual de divertido que venir a criticar al equipo de fútbol.” No tendría el sentido de la visión, pero sí el del humor. “Además. Un amigo que tenía una vez me dijo que mi ceguera era algo así como un don.”
“Ah, ¿sí?”
“Sí. Me dijo que lo único que alguien como yo tenía que hacer para llamar la atención de cualquier chica, era sentarme solo en cualquier sitio, y esperar. Parece que tenía razón.”
Deidara rodó los ojos. “Pues tu amigo es un gilipollas.”
Matt sonrió. “Por eso no es ya mi amigo. Pero ya que estás aquí – comentan que el capitán del equipo de fútbol tiene ahora un peinado ridículo. ¿Tan malo es?”
“Oh, por dios, tendrías que verlo – ¿sabes cómo son los perros Chou Chou? Vale, pues imagina…”


# # #

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/dei1.png) (http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/kyde1.png)

Se encontraba en la cocina de la oficina, preparándose su segunda taza de café del día. Nunca había sido muy fan del café, pero desde la aparición de sus misteriosas habilidades que se había aficionado a la cafeína que le proporcionaba el café para pasar el día como último empuje de energía.

Podía notar la mirada de su jefe, Kyle Hyde, clavada en su nuca. Lo cual no era una buena señal.

“Wright. Últimamente llegas muy pronto al trabajo.”

Pronto, para Deidara, quería decir a la hora. Y es que, hasta hacía bien poco (es decir, apenas unos tres o cuatro días) la pelirroja había tenido la costumbre de llegar tarde al trabajo. Costumbre que desapareció con la aparición de dichas habilidades. Era difícil llegar tarde a los sitios cuando se era la más rápida del mundo.

(O eso creía ella. No había llegado a plantearse seriamente de la existencia de otras personas como ella.)

“Estoy intentando quitarme viejas manías,” mintió, regalándole al jefe una de sus Mejores Sonrisas™.
“Más vale que sólo sea eso. Espero que no estés yendo tras un aumento de sueldo o un mejor contrato, Wright.”
“Oh, no se me ocurriría,” murmuró sarcásticamente Deidara, mientras Kyle se preparaba un té, lo suficiente flojo como para asegurarse que el director no la escuchaba.
“Te he dejado algo de trabajo en tu escritorio, así que será mejor que dejes de perder el tiempo en la cafetería y hagas algo productivo. Espero un artículo para el fin del día en mi mesa, Wright.”

Y, sin más, tomó su taza de té (por supuesto que bebía té — eso le hacía parece más engreído todavía) y volvió hacia su despacho.

“Sí, sí, que tú también tengas un buen día,” respondió Deidara al aire, acabándose su café de un último sorbo, y tirando el vaso de cartón a la basura.

Como Kyle había prometido, trabajo le esperaba en el escritorio. Echó una ojeada a los papeles esperándole, y suspiró cansada. Al parecer le iba a tocar de nuevo cubrir artículos aburridos, esta vez, le iba a tocar hablar sobre el buen trabajo de la policía al detener a un penoso ladrón de figuritas de porcelana. Al parecer, las ancianas de Hell’s Kitchen por fin podían respirar tranquilas.

Estaba cansada de ser becaria, y de que siempre le tocase escribir aquellos artículos que sólo servían para rellenar espacio y que probablemente nadie leía. Quería que Hyde le diese historias más interesantes, que fuesen más fáciles de exprimir y de sacarles el jugo. Sentía como si fuese a quedarse atascada como periodista.

“Te veo preocupada,” dijo una voz conocida.
“Mentiroso. Eres ciego, no puedes verme.”
“Empiezas a abusar mucho de esa broma. ¿No crees que llegará un momento en el que nos canse?”
 
(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/matt1.png)

Deidara soltó un bufido, sonriendo. “Nah, lo dudo.”
“Tienes razón.”

Su amigo se sentó frente a su escritorio, cargando con su portátil, sus auriculares y una taza de café de Starbucks.

“¿Eres demasiado pijo como para hacerte el café aquí, o qué?”
“El café de la cocina sabe horrible, Deidara. Dudo que hayan cambiado los filtros de esa máquina en diez años. Además, creo que la mujer de recepción vuelve a tirar a la máquina los cafés que no se acaba.”
La pelirroja hizo una mueca de asco. “¿Cómo sabes eso?”
“Mis súperpoderes, ¿recuerdas?” Bromeó Matt, sin ofrecer explicación alguna de más.
“Creo que no voy a volver a tomar café en mi vida.”
“Tampoco es normal que tomes tanto café.” Era cierto. Deidara nunca había sido muy fan del café, sólo tomándolo en situaciones extremas. Su nueva forma de vida podría considerarse una de esas situaciones.
“Necesito más cafeína en mi vida,” dijo, encogiéndose de hombros.

Unos momentos de silencio pasaron, en los que Matt abrió su portátil y empezó a abrir varios archivos. Mientras Matt se preparaba para trabajar, Deidara reparó en la nota amarilla que tenía pegada en la pantalla de su ordenador.

“¿Quién ha dejado esto aquí?” Preguntó Deidara, mientras desenganchaba el post-it para leerlo. Como respuesta, Matt se señaló a sus oscuras gafas. “Ah, es – es una nota. ¿La has dejado tú?”
Matt negó con la cabeza. “Me temo que no. ¿Qué pone?”

Deidara volvió a leer la nota por segunda vez. Entrecerró los ojos. Era una dirección. Trató de recordar de qué le sonaba, era familiar, sabía que era una calle de Hell’s Kitchen pero…

Oh.

Recordó de inmediato.

“Tengo que salir.”
“¿Todo bien?” Preguntó Matt, preocupado, mientras Deidara agarraba su gabardina (por fin de vuelta de la tintorería, después de lo sufrido en la tormenta de días atrás) y su cartera.
“Sí, es sólo – acabo de recordar que tengo unos recados que hacer. Un artículo que… ya te contaré. Volveré más tarde, ¡nos vemos!”

No le dio tiempo a Matt de seguir cuestionando a Deidara.

# # #

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/dei1.png)

Brubaker Street. Por supuesto que el nombre le sonaba a Deidara.

(Sí, a pesar de haber tardado en recordarlo.)

Deidara sintió de golpe como no iba suficiente protegida, y es que, había sido justo en aquel lugar donde, días atrás, había tenido el encontronazo con el misterioso vagabundo de Hell’s Kitchen. Vagabundo que parecía haber visto a Deidara en acción – a la velocidad de la chica, cosa que parecía no haberle gustado mucho. Si había entendido bien sus palabras… le había preguntado que de qué ‘lado estaba’. Cosa que no había entendido Deidara, y que seguía sin entender, días más antes. Lo que sí que sabía seguro es que la pregunta no le había dado buena espina, y que el chico parecía saber más de lo que aparentaba. ¿Tal vez él sabía qué era lo que estaba pasando a Deidara? A lo mejor tenía respuestas que ofrecer.

O tal vez, era una trampa.

Mierda. Deidara no estaba lo suficientemente preparada para esta situación. Tendría que haber cogido la pistola que tenía escondida debajo de su cama, porque sí, ante todo, Deidara se preocupaba por protegerse. Aunque ahora tenía su nueva velocidad. Tal vez salir corriendo sería suficiente.

Tendría que haber pensado mejor todas las posibles escenas que podrían desencadenarse.

Un escalofrío le recorrió el cuerpo entero, y algo le dijo que la situación estaba por torcerse. Algo iba mal.

Lo siguiente que vio, fue surrealista. Lo cual ya era decir, considerando que se había pasado los días anteriores corriendo a la velocidad de la luz. Una sombra empezó a materializarse en la pared frente a ella, alta y grande. Aquella no era su sombra, y parecía estar empezando a cobrar vida. De repente, la sombra empezó a cobrar vida propia, a separarse de la pared. Tomó forma humana, y pronto, la oscura sombró empezó a parecerse más a un ser humano. A aquel chico que se había encontrado días atrás.

Así que sus sospechas eran ciertas, y se trataba de la misma persona.

(http://i490.photobucket.com/albums/rr262/rkorton/Bishoujo%20Team/HK/bucky.png)

“Deidara Wright. Tenemos que hablar.”

No supo si salir corriendo era su mejor opción en ese momento, pero por alguna razón, decidió que tal vez escuchar no podía ser tan malo.

Esperaba no equivocarse.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on April 27, 2016, 03:37:31 AM
Prometo editar esto, siento que tiene muchísimo menos sentido del que tiene en mi cabeza.

- 04. Footsteps to Disaster -



Cuando lo primero que notas cuando por fin llegas al sitio donde sospechas que tu hermano se reúne secretamente con su novia y descubres que la novia no es novia sino novio y ,encima de todo, es un chico que conoces de hace como bastante tiempo que resulta que, para terminar de arruinar la historia, ni siquiera es novio sino su mejor amigo (aún hay oportunidad, piensa Wye), la decepción es grande.

Pero alguna razón debe existir para que alguien tan cuidadoso como su hermano mayor haya evitado establecer una rutina al final. Los días de investigación y espionaje de Wye le llevaron a darse cuenta de que nunca se reunían en el mismo lugar, era la misma hora, confirmado, pero la ubicación siempre era en algún sitio alejado de las multitudes.

Por desgracia Wye jamás pudo acercarse lo suficiente sino hasta la penúltima ocasión. Fue cuando se percató de que la persona con la que se reunía, al menos, no era un miembro del sexo opuesto al de su hermano, lo cual, en vez de satisfacer su curiosidad, la incrementó de forma exponencial. El correcto Michael (mejor conocido ahora como L-elf), del que sus padres alguna vez estuvieron más que orgullosos cuando estaban con vida, saliendo con un chico. Incluso Wye lo dudó por un segundo y, bien hecho, puesto que más tarde confirmó que la persona era ese chico castaño que tan bien conocía y que más de una vez había invadido su casa para tener una amena conversación con su bro el cual no las consideraba tan agradables.

Aun así, era la persona a quien estaba frecuentando, en mayúsculas, SECRETAMENTE. Por si acaso, se había tomado la molestia de casi hackear la cuenta de Facebook de Haruto (ser hermana de L-elf tenía sus ventajas) sólo para ver si compartía mensajes con alguien bajo algún pseudónimo idiota.


La última vez que pudo espiar el extraño comportamiento de su hermano y Haruto, a quien había dejado de llamar “ese castaño aburrido y bienhechor” en sus  notas de celular (Mikleo estaba harto de recibirlas, por cierto) había visto un auto estacionarse cerca del punto de encuentro. Le pareció extraño y sabía que L-elf estaría más que alerta si se había percatado.

Dicho  y hecho, la primer cosa que su hermano había hecho. La prioridad de L-elf parecía ser no dejar testigos de nada, aunque al menos Wye no se había podido dar cuenta qué era lo que estaba pasando, normalmente su hermano se separaba de Haruto  unos pasos más allá de la locación que había elegido para no levantar sospechas pero no parecía feliz, al contrario, siempre parecía más furioso y cansado que la vez anterior. En casa no lo aparentaba, lo poco que lo veía, claro, pero ahí podía notarlo. Cosas por analizar, tal vez, pero lo importante ahora era que su hermano había disparado sin previo aviso hacia las personas que habían descendido del auto, ¿Disparos de advertencia?

El rostro del albino decían que no y Wye decidió mantenerse oculta pues esto parecía más complejo que un simple encuentro a escondidas entre dos amigos, un par de amantes o lo que fuera que su hermano y Haruto estuviesen haciendo pues, ahora con gente extra no bienvenida, dudaba que fuese un proyecto escolar o algo semejante.

Se ocultó un poco mejor, buscando una perspectiva que le permitiera observar a los invasores mejor. Por un momento, de reojo, habría jurado que vio a su hermano llevarse la mano al cuello, como si doliera. Los invasores intentaron ¿hablar? Parecía que tenían más interés en hablar con él más que cualquier otra cosa pero L-elf no parecía dispuesto a escucharlos. Su hermana se preguntó qué clase de criterio estaría utilizando su hermano mayor para decidir eso, el arma aún apuntaba directamente hacia la ubicación de los extraños.

“Aah, parece que esto será más complicado de lo que esperábamos.”, una voz joven y un tanto frustrada le hizo voltear tan rápido que Wye juraría haberse roto el cuello. Un chico con casco y traje de motociclista estaba justo detrás de ella. “También tenemos que hablar contigo, parece… ¡Qué molestia! No deberían dejarnos haciendo este tipo de trabajos.”

“¡¿Qué rayos…?!”, ¿Por qué querían hablar con ella? “¿Qué es lo que quieren conmigo y con él?”, dijo señalando hacia la ubicación de su hermano mayor quien parecía escuchar no de muy buena gana a las personas que intentaban entablar una conversación con él.

“¿Con él?”, el chico se quitó el casco para observar mejor la escena. Hizo un poco de esfuerzo por la distancia, ladeó la cabeza, intentando recordar y, por fin, respondió. “No tenemos asuntos qué tratar con él, específicamente teníamos órdenes, bueno, no órdenes exactamente pero sí una petición de tener una conversación contigo y con Haruto Tokishima”.

¿Con Haruto? ¿Por qué no con L-elf?

“Mira, no queremos problemas. Necesitamos hablar con ustedes dos, ¿Puedes decirle a tu amigo que baje el arma? Sólo queremos hablar”.

“¡¿Wye?!”

Y bueno, sus problemas aumentaban, gracias a su conversación, L-elf ahora sabía que estaba ahí. Los demás también voltearon un poco sorprendidos al ver al chico con traje de motociclista y a la chica que debía buscar… y ni forma de mandar un S.O.S a Mikleo.

“‘Puedo explicarlo, creo…”

¿En qué rayos estaba metido Haruto que ahora la habían implicado a ella y no a su estúpido hermano mayor?
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Puri on June 30, 2016, 11:40:23 AM
Fic orrivle gomen nasai



Algo que Ranpo agradecía infinitamente de ser el sobrino/ahijado/???/favorito de Lorna era el poder entrar a la habitación de esta cuando deseaba y tener así silencio y paz dentro del caos y barullo que era la escuela Banner’s durante las tardes cuando las clases acababan. Además, estaba el hecho de que por lo general todos se reunían a jugar uno que otro deporte a esas horas y más allá de las clases de entrenamiento, Ranpo prefería estar alejado de la actividad física en general, después de todo, su mutación poco o nada tenía que ver con el estado físico de su cuerpo. Y tenía una larga lista de lectura con la que ponerse al día, sí. No, no tenía tiempo para los demás aunque quisiera.

“¡Ranpo! ¡Ahí estás!”, no pudo evitar dar un pequeño salto de sorpresa al escuchar aquel grito tan fuerte. Al voltearse, vio por la ventana un enorme ojo que le miraba.
“No planeo salir de aquí Diane. Y Lorna se enojará si intentas sacarme otra vez con tu mano por la ventana si es que les falta algún jugador”. Find your happy place, Ranpo, no recuerdes el día en que descubriste una posible fobia a las alturas.
“No, no es eso”, Diane dio un paso atrás y se pudo apreciar mejor su rostro. “Lorna está aquí abajo, quiere que la acompañes al centro de la ciudad”.
“Ok, dile que bajo”.
“¿No quieres que te dé una mano?”, preguntó y se echó a reír. Ranpo la miró exasperada.
“CREARLE MIEDOS QUE NO NECESITABAN A OTRAS PERSONAS NO ES DIVERTIDO, GIGANTA LOCA”.

Diane le sacó la lengua y luego desapareció rápidamente de su vista, lo que significaba que ya había cambiado a su tamaño normal. Ranpo fue a la ventana y vio a la chica alejarse corriendo hacia otro lado, seguro a buscar algo a lo que integrarse; y al otro lado vio a Lorna conversando con Bruce junto al coche con la puerta abierta, así que no le quedaba más remedio que ir abajo a acompañarla.
Tras bajar los tres pisos sin encontrarse a alguien que le entretenga, Ranpo llegó al frontis de la mansión y fue derecho al asiento de copiloto ignorando el saludo de Bruce y el gesto de reproche que hizo la otra. Dentro se abrochó el cinturón, prendió la radio e inclinó el asiento, listo para partir. Tan solo un par de minutos después, Lorna entró al asiento del conductor y comenzó a prepararse.

“¿Sabes? No te cuesta absolutamente nada ser educado”.
“Sí, cuesta tiempo y esfuerzo en fingir”. Lorna suspiró exasperada y arrancó el motor.
“Si no lo vas a hacer por el hombre que nos mantiene y financia tus regalos de navidad, deberías hacerlo por mí, quien va y compra esos regalos de navidad”.
“Como digas”. La mayor decidió no responder a eso y condujo fuera de la mansión. “Por cierto, ¿a dónde vamos?”.
“Al centro de la ciudad, iremos a recoger una nueva mutante”. Esto fue lo que picó la interés del menor.
“¿En serio? ¿Qué poder tiene?”.
“Al parecer puede atravesar cosas, y como te imaginarás, no puede controlar absolutamente nada y L me envió a ayudarla, está fuera de sí del miedo”.
“Comprensible”, Ranpo se cruzó de brazos. “¿Ningún problema con los padres? ¿O planeas hablar con ellos también?”.

Bastó una fracción de segundo para que Ranpo se diera cuenta que algo estaba fuera de lugar ahí, ya que si bien había interpretado el silencio de Lorna como la mayor prestando atención a conducir, fue un leve gesto de ella con la boca que lo llevó a entender que algo andaba mal con los padres de la nueva mutante. Pensó en usar su mutación en su tía para llegar a la verdad de manera más eficiente, pero su mutación era algo sumamente especial y tampoco quería ir usándola así como así cuando podía llegar a la verdad de otra manera.

“¿No tiene padres? ¿O no planeas dar la charla? ¿Cuál es el problema?”.
“Mira, tanto L como Bruce me lo contaron recién hoy día en la mañana y es algo que todavía están debatiendo entre sí, pero parece que muchos mutantes han despertado de la noche a la mañana en la ciudad durante esta semana”.
“¿Y dónde está el gato encerrado?”.
“Ninguno de ellos son niños, Ranpo. Todos son jóvenes, casi adultos”.

Ranpo se irguió de golpe en el asiento y abrió bien los ojos. ¿Mutantes casi adultos? ¿Despertando recién? Eso carecía de lógica alguna e iba en contra de todo lo que habían aprendido durante años en historia de las mutaciones. Palpó rápidamente los bolsillos de su pantalón y buscó sus lentes, los sacó y se los puso, sin inmutarse ante la mirada preocupada de Lorna.

Repasó los hechos. Una semana, L se había contactado con ellos, seguramente a través de su mente. Los hechos se delimitaban a la ciudad, por lo que tenía que pensar en los sucesos realizados en ella hace una semana. Hace una semana el día había estado perfecto hasta que una tormenta con rayos había caído y luego se había esfumado como si nada. Es más, él mismo quedó perplejo ese día tras el incidente y recordaba haber corrido con los demás a guarecerse dentro de la mansión… Tormenta inusual. Los mutantes debían de haber surgido tras la tormenta. ¿Pero por qué una tormenta? La lluvia le había caído a él de manera igual, pero bueno, él era un mutante… Pero si se trataba de la lluvia entonces todos en la ciudad habrían resultado ser mutantes. Tenían que ser los rayos. Los rayos habían alcanzado a algunas personas y habían despertado sus genes mutantes… O no. No todos los seres humanos tenían genes mutantes, así que esto seguramente era premeditado. ¿Pero por qué estás personas? ¿Y quién lo había hecho? ¿Cómo pudo haber manipulado el clima de esa manera? Bueno, considerando que solo había afectado a la ciudad era hasta cierto punto plausible, pero tendría que ser alguien con los suficientes recursos y motivos para… The Alliance. No, ellos no eran, descartados, con lo sentimentalistas que llegaban a ser sus líderes uno se imaginaba que por más que buscaran la supremacía mutante no buscarían despertar o insertar ningún gen mutante en algún ser humano común. Pero estas personas no deberían tampoco de ser comunes en todo caso.

“Ranpo, ni siquiera L llega a comprender del todo qué es lo que está sucediendo y Bruce aún se encuentra haciendo varias pruebas. Pero estoy segura que ambos están atentos buscando respuestas”.
“Lorna, ¿me haces un favor?”, se sacó sus lentes, los guardó de vuelta y cambió bruscamente el tema. “¿Crees que me puedas dejar un rato en el mall? Hay algunas cosas que quiero comprar”.
“¿Qué necesitas?”.
“Oh, nada, un par de materiales para construir un nuevo estante, el último ya está atiborrado de libros”.
“Ranpo, tú no sabes construir estantes. De hecho, no sabes ni ensartar brochetas para el asado”.
“No hay nada que Diane no me pueda construir y con lo descuidada que es no deja de deberme diez mil favores”, se encogió de hombros.
“Te vas a perder nuevamente”.
“Fue una sola vez”.
“Una sola vez en ese mall, no quiero ni recordar todos los demás lugares”.
“Me quedaré en un solo sitio esperándote”, dijo comenzándose a frustrar.
“Bien”, concedió la otra aunque no del todo feliz. “No me hagas mandar a Illyana a recogerte de nuevo”. Ranpo sintió un escalofrío recorrer su espalda y negó rápidamente.
“No será necesario, todo menos Illyana por favor”.
“De acuerdo”. Lorna detuvo el carro frente a la puerta principal del centro comercial. “En línea recta, no es tan difícil”.
“No soy tan bruto”.
“Pues demuéstramelo a Illyana y a mí”. Lorna retrocedió el vehículo y se fue del lugar. Ranpo sonrió para sí ahora que se encontraba solo y caminó hacia dentro.
“Ahora… A buscar un pararrayo”.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on June 30, 2016, 01:36:19 PM
Entrada 105
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Diario de Observación de Flora Doméstica 0158


Bieeen. Eso fue extraño. He aquí un resumen. Sonó mi teléfono hace unos cuarenta minutos. Oh, eso ya lo había escrito. Está bien. L.

Ignoré la llamada una vez. Pensé que Accel me iba a decir algo pero solo se le quedó viendo al celular como si fuera a explotar. Volvió a sonar casi inmediatamente y, sin mucho más que hacer, contesté. En la pantalla de quedó la L, aunque marcaba que tenía el video activado. Nunca pude desactivar el video en el mio, por cierto, salió mi cara y un poco del cabello de Accel en la esquina, así que solo lo dejé sobre la mesa, cámara apuntando al techo.

En resumen, fue como cuando te leen las cartas y atinan en todo.

O supongo que así se siente, no lo sé, nunca he desperdiciado mi dinero en esas tonterías.

Aparentemente, este L trabaja para una escuela secreta que entrena 'gente como nosotros', por cierto casi no nos dejó hablar pero se refirió a mi y a Accel por nombre, varias veces (aunque no por su nombre real. Me pregunto si me dirá su nombre real algún día… más bien, me pregunto si tiene un nombre en absoluto) a pesar de que solo nos pudo haber visto un segundo, y eso, solo a mi. Nunca contestó cómo había conseguido mi número o cómo sabía todo esto. Después de un rato solo lo dejé terminar con su discurso, la verdad. Intenté colgar, apagar el celular y estuvimos a punto de solo lanzarlo por la ventana, pero no se callaba.

En fin, sí. Escuela 'especial'. Sabía del rayo, sabía de que había 'algo extraño' con nosotros, 'fenómenos inexplicables, cosas imposibles que suceden cuando están alterados', aunque no fue muy específico sobre qué cosas pasaban exactamente. Habló de la importancia de aprender a reconocer y controlar esos poderes (amigo, ¿Quién crees que soy? Tengo días en eso. Pero al menos ahora sé que es posible). Habló de profesores capacitados, de encontrarnos con 'otros como nosotros', insistía con el plural.

Habló del peligro que es simplemente ser como somos.

Nos llamó "Stomborns", que dramático. Siempre aprecio un apodo dramático, Accelerator no se diga, conozco ese gesto donde levanta el labio desdeñosamente y gira los ojos, pero en realidad está encantado.

Lo más extraño es que nos incluyó a ambos en todo. Clases, obligaciones, peligros, todo.  A ambos. Por mi no queda ninguna duda, y es cierto que también a él le cayó el rayo, pero no hay nada extraño con Accelerator.

¿O sí?

Hablamos un poco sobre ello. Ya estamos demasiado grandes como para regresar a jugar a la escuelita, es más, no sé si Accel ha ido a la escuela en su vida. Pero el tal L tenía razón en algo. Puede ser peligroso.

Así como nos encontró, otros pueden encontrarnos. Pueden encontrarnos a todos. Y eso no lo voy a permitir. Hacer crecer flores venenosas en la lengua de tu enemigo suena útil, haya o no haya amenazas sobrenaturales allá afuera.

A veces Accel es tan fácil de convencer <3

Hubo más detalles. Una fecha, dirección, horarios, etc. No pude convencer a Accel de dejarme ir sola, pero la verdad no lo intenté mucho. Quiero ver cómo se pone enfrente de gente seria que espera que les haga caso <3

Falta poco tiempo. Habrá que hacer preparativos. Y ojalá encontremos a L, por la cara de Accel durante la mitad del sermón, creo que él también se quedó con ganas de darle un par de golpes.

Honestamente, empiezo a preguntarme por qué escribo esto. Por que lo dejo escrito. No es que necesite realmente el recordatorio. Los diarios de observación eran importantes para recordar los números y medias exactos, para poder regresar y ver a detalle los cambios y hacer gráficas con los datos. Esto es sólamente una narración, no necesito recordatorio de la narración, sé lo que hice.

Adenda:
Volví a leer ese último párrafo. Querida yo de ayer en la noche, todavía creo que tienes razón.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on June 30, 2016, 03:08:35 PM
- 05. Wait what? -

Técnicamente Wye fue rehén como por 3 minutos y 45 segundos que fue el tiempo que costó convencer a L-elf que las personas en ese auto y el chico en traje de motociclista no eran los enemigos que él pensaba que eran (en realidad no lo convencieron pero dado que el rehén era demasiado idiota, no tenía muchas opciones).

Haruto tampoco se encontraba en las mejores condiciones. Se veía claramente agotado y un poco enfermo.  A distancia no lo parecía tanto pero sea lo que sea que estuviesen haciendo en ese escondite iba en contra de los Derechos Humanos. Digno de su hermano, pensaba Wye.

Después de acordar un punto neutro pero aun con las tensiones entre ambos grupos en el aire, una conversación entre las personas que se encontraban originalmente cerca del automóvil y Haruto y L-elf comenzó. La tensión realmente cortaba el aire así que Wye decidió salir un rato de la habitación. Las personas misteriosas le miraron con un poco de reproche, suponiendo que esperaban que atendiera una conversación sobre gente nacida en una tormenta o algo así. Not interested. Había sido un día demasiado loco donde no sólo había confirmado que su hermano mayor no tenía novia sino que algo sospechoso y altamente “top secret” estaba pasando con él y Haruto en el ojo de la tormenta.

“Wye, ¿Dónde estás?”
“¿Qué rayos fueron todos esos mensajes? ¿Estás con L-elf? Deberías dejarlo en paz.”
“¿A qué hora vuelven?”
“¿Wye?”


Bueno, al menos sabía que por más que Mikleo se esmeraba en decir que no se conocían cada vez que lo fastidiaba lo suficiente, los extrañaba. ¿Cómo rayos explicarle algo que no entendía?

“Estamos bien, te cuento en casa.”, fue lo que atinó escribir no muy convencida. A pesar de todo tenía un mal presentimiento respecto a este desastre completo.

“Hey, no, espera, ¿Qué está ocurriendo. Voy  a marcar.”

La melodía intro de un videojuego comenzó a sonar. Tuvo que apagarlo rápidamente porque no sabía ni qué decir.

“¿No deberías contestar en vez de colgarle a la gente?”, preguntó el chico motociclista quien también había salido de la habitación. No lo escuchó y mucho menos si había ruido proveniente de  adentro. Al menos parecía que su hermano estaba escuchando atentamente.

“Claro, y decirle ‘Hey, fuimos emboscados por gente sospechosa que quiere hablar con Haruto en el escondite de él y mi hermano donde sepa dios qué están haciendo’? No señor.”

En realidad Wye había tenido a Mikleo al tanto desde el inicio, una cosa así no le sorprendería en absoluto a estas alturas.
“Sí, bueno… al parecer no es sólo con Tokishima como se llame con quien tenemos que hablar…”
“Te aprendiste su apellido que es más difícil que su nombre… y no pudiste con el nombre.”
“Cierra la boca.”
“Uh… claro, entonces… tienen que hablar con Haruto y mi hermano…”
“No, con él no. Al parecer accedieron hablar con él porque está involucrado con ambos.”

Ambos…

“¿Qué?”
“Sí, contigo y con Haruto. El de cabello plateado, tu hermano, dijo que tu nombre es Wye, ¿No? Es contigo con quien tengo que hablar.”

Ok, eso era nuevo.

“Espero que no sea algo sobre reclutamiento para una secta satánica, una misión de paz o algo por el estilo porque no es muy de mi interés, aunque si fuera para un proyecto un poco más ilegal sería divertido.”
“Eh… lo que digas, no es nada de eso”, el chico se rascó la cabeza intentando buscar una forma de explicar lo que tenía que decir. “Bueno, no es un reclutamiento en sí. Es una oferta de parte de la institución donde estoy. Tampoco es que esté ciento por ciento de acuerdo con esto. Es decir, es raro, no tiene sentido y eso pero me obligaron a hacerlo.”

“Te juro que no entiendo qué rayos intentas decir. Diablos, ni siquiera sé tu nombre… ¿amigo?”

“¡Ah, cierto!”, la actitud del chico cambió, se veía curiosamente más confiado y orgulloso ahora. Qiuzá había sido por la situación en la que se conocieron que había sido un poco más cauteloso. “El nombre es Yuugo, recuerdalo bien YUUGO”.

Corrección: otro idiota en su vida. No necesitaba otro de esos, con el no-novio de Mikleo y el no-novio de L-elf le bastaba. ¿Qué había hecho en su vida para merecer esto?

“Ok, Yuugo, ¿Por qué rayos me buscan a mi?”
“Hace unos días te cayó un rayo, ¿No?”
“Eh… ¿Sí? ¿Te tengo de amigo en mi Facebook o algo así?”
“Para nada.”
“¿Entonces cómo sabes de eso?”

La explicación fue… ¿Educativa? Por decirlo así,  alguien había localizado a más personas cuyo problema había sido que les había caído un bendito rayo en un día normal de tormenta y resulta que ese rayo había hecho alguna cosa extraña en sus organismos que les ayudó a desarrollar habilidades especiales. La gente de esa Institución (por un momento Wye pensó que se refería a un psiquiátrico considerando todo lo que no parecía tener sentido) ayudaba a personas nacidas con habilidades fuera de lo común a controlarlas y darles un buen uso y/o ocultarlas de la sociedad dependiendo del nivel de peligro que representara para ellos (no para la sociedad al parecer). Dado que este era un caso sin precedentes, habían localizado a la mayorría de los afectados por el rayo para ofrecerles el mismo nivel de ayuda.

¿Escuela de nuevo? No sonaba nada alentador.

“Todo eso suena muy bonito y todo, pero yo no tengo habilidades especiales ni nada. A menos que salir intacto sea una.”
“No lo creo, creo que tu amigo ahí dentro también se ve intacto. ¿Segura que no has visto algo fuera de lo normal con, no sé, tu cuerpo, algo que normalmente hagas o alguna cosa así?”
“Amigo, en serio, si hubiera pasado algo así sería la primera en saberlo y publicarlo en mi muro o algo, no es algo que pase todos los días.”
“... Quizá aún no lo descubres. No creo que L me haya mandado sólo para hacerte una visita y asegurarme que no tengas habilidades. El tipo no hace cosas como esas.”
“Pues yo no he visto o sentido, percibido o notado, como quieras llamarlo, nada fuera de lo normal.”
“Argh, de todas formas, sería mejor que vinieras con nosotros.”
“HAH, claro que no. No sé si ustedes lo saben pero tengo mi propio estilo de vida y no va de acuerdo  a un estilo escolar como de internado. Soy algo más como un alma libre que ama pasar el tiempo de su vida en sus proyectos y jugar a ver si tengo poderes mágicos o no no es lo mío.”
“...”

La puerta de la habitación se abrió. Una chica rubia, muy bonita y con un rostro muy muy serio salió primero, seguida por un chico moreno con aire de fastidio y sueño. No les había prestado mucha atención hasta que el asunto realmente la involucraba a ella.

“¿Hablaste con ella?”


Yuugo asintió. No parecía muy divertido por la situación y su rostro lo decía todo. ‘Se negó’. Era claro como el cristal. La rubia observó a Wye  atentamente y volteó de nuevo hacia la habitación.

“¿Está bien si me la llevo?”

Dentro sólo quedaban L-elf y Haruto y Wye esperaba que su hermano dijera algo como “Primero muerto” o algo así pero sólo escuchó un “Adelante.”

“¡¿Qúé?!”

L-elf al fin salió de la habitación, su rostro decía que absolutamente no estaba de humor y este asunto tampoco le satisfacía en lo más mínimo.

“Lo que oíste, vas con ellos.”
“¡No puedes hacer eso! ¿Estás loco?”

L-elf se acercó a su hermana, la jaló por los hombros y susurró algo en su oído. La sangre casi abandonó por completo el rostro de la chica.

Haruto por fin salió de la habitación, se veía un poco mejor que antes y sonrió a Wye. Curiosamente, Yuugo y los otros dos parecían expectantes.

“Es lo mejor que podemos hacer por ahora, Wye. Es por nuestro bien.”

¿Por ‘nuestro’ bien?  Dirá que por su bien. Wye vio por última vez con ojos de cachorro a medio morir a su hermano quien ni siquiera se dignó a pestañear mientras le sostenía la mirada.

‘Ni siquiera tengo poderes’, murmuró mientras se rendía.

“Eso lo comprobaremos allá. Quizá al idiota que nos mandó por ti se le ocurra una forma de que los notes.y, si realmente no los tienes, nos desharemos de ti”, dijo la rubia bonita antes de darle la espalda y caminar hacia su vehículo seguida por el castaño. Yuugo suspiró y buscó con la mirada su motocicleta.

Wye volteó por última vez a ver a su hermano quien estaba hablando con su amigo una vez más. Realmente el menos convencido parecía ser él. ¿Por qué estaba permitiendo esto?

“Wye.”

La chica tembló cuando escuchó el tono autoritario de su hermano que, una vez terminado con Haruto, se dirigió hacia ella.

“Si ocurre algo raro, sabes qué hacer.”

¿Si ocurre algo raro? A Wye se le iluminó el rostro por un momento. Era una especie de aventura, si todo fallaba, podía recurrir a la ayuda de su hermano entonces.

“Dile a Mikleo que no me extrañe mucho, volveré cuando menos se lo espere. Prometo mandarle mensajes.”
“Lo haré…”

Wye tomó del brazo a Haruto y le jaló un poco para que se apresurara al vehículo.. Algo interesante comenzaba a pasar ahora.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on August 30, 2016, 02:58:50 PM
Entrada 106
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Querida yo de hace dos días:

Platicando todo esto con Accel, sobre si debía o no seguir escribiendo un diario, un hecho muy importante se ha vuelto evidente: nuestra memoria tampoco es un lugar seguro. ¿Quién sabe las cosas que los dichos "otros" pueden hacer? Ciertamente L hacía trampa en ésto: respondía una pregunta antes de que se hiciera con fastidio, como si la hubiera escuchado antes, en el momento en el que ella misma las pensaba. A Accel le pasó lo mismo, resulta. Demasiado sospechoso.

Huyendo de la casa/tienda, no fuera a ser que pequeñas personitas que no tenían por qué saber de nada de todo ésto fueran a escuchar, nos fuimos a meditar la llamada de L en compañía de las flores, las enredaderas y el frío permanente de nuestra guarida secreta entre las ruinas que, por cierto, necesita un nombre más dramático para ir con "stormborns", lo cual hice notar casi inmediatamente de que llegamos.

Y así fue como nos distrajimos una buena hora Accel y yo tratando de decidir un nombre para ella.  "La Catedral del Silencio", "Jaula de Hiedra" y "Refrigerador Ecológico Inexplicable de Catorce Pisos" fueron debatidos, entre muchos otros. Regene llegó mientras tratábamos de encontrar un mejor adjetivo para describir que la estructura es bastante alta, pero no demasiado (y definitivamente no tan alta como todo lo que le rodea) y propuso nombrarlo  "La Flor de Alaska", a lo cual yo hubiera podido aportar bastante, ya que hay muchas flores y vegetación en general en Alaska y no es un paraje de hielo interminable como la mayoría de la gente suele creer, pero Regene traía, debajo de un abrigo pesado pero elegante cruzado en el brazo, una bolsa grande de semillas de girasol sin salar. Así que, su opinión absolutamente descartada, lo dejamos quedarse.

Entre tanta distracción, no habíamos hablado aún de la llamada y con Regene ahí, poniendose su abrigo y envolviendose dramáticamente en una bufanda, era simplemente imposible. La conversación sobre si les íbamos a decir a los otros o no sobre mis 'poderes' o sobre cómo habíamos adquirido la Nueva Guarida (nombre provisional) sucedió hace ya varios días y fue más o menos así:

Accelerator, Lider Supremo Aparente: Y no les digas nada a esos idiotas. Conseguimos el lugar porque lo conseguimos, como se que haya sido. Punto.
Yuuka, Líder Suprema Real en las Sombras <3 : Ay no, claro que no, me esfuerzo en cada momento de mi vida por negarles hasta la más mínima información. Sus pequeños cerebros no lo entenderían.
Accel: Y por favor no trates de presumir tu [gesto rápido con ambas manos de 'crecer, de abajo hacia arriba'] cosa en frente de ellos.
Yuuka: No prometo nada <3

Sin embargo, parece ser que todas las promesas existen para romperse, incluso las que no se hicieron. Y las que uno planeaba conservar sin haberlo prometido en realidad.

Como siempre suceden estas cosas, fue ridículo:

Una corriente de aire frío pasó entre los tres, regando nuestra pequeña montaña de cáscaras de semilla de girasol por el suelo. Accel se quejó colorida y ruidosamente de la temperatura. Lo llamé 'infante insoportable' y me llamó 'rata del desierto que soporta todos los climas con una sonrisa boba'. Intercambiamos sobrenombres amorosos así durante un rato hasta que lo empujé en el hombro y se vengó tirándome por completo al suelo y poniéndose sobre mi para gritar un poco en mi cara. Me vengué, por mi lado, riéndome con los ojos cerrados y pasando mis manos heladas por la espalda de Accelerator, por debajo de su ropa.

Se quejó algunos momentos más mientras Regene le tiraba cáscaras a la cabeza, las cuales rebotaban sin que ninguna se quedara atorada entre su cabello. Siguió así hasta que se agotó su energía aparentemente inagotable de quejas y mi energía aparentemente inagotable para reírme de él y necesitamos recargar, como usualmente lo hacíamos; con su cabeza recargada en mi hombro. Todo era muy cálido.


Cuando abrí los ojos, acostada como estaba en el suelo y mirando hacia arriba, quedé ciega por un momento. Después de un rato, pude ver que un rayo de sol nos iluminaba perfectamente. La densa cubierta de hiedra y flores nos había abierto un pequeño orificio para dejar pasar la luz.

Bueno, fue ridículo pero lindo.

Regene observó sin decir nada, pero una sonrisa desagradable creció lentamente en su rostro y sus ojos brillaron detrás de sus lentes.

Siempre me ha caido bien ese tipo.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on October 30, 2016, 03:48:53 AM
Juro que este iba a ser el último aporte para esta parte... pero se me fue la idea nuevamente... así que haré un salto temporal  corto luego de este fic. Espero poder postearlo antes del stop pero lo dudo. Entre el trabajo y la salud me tienen frita.

- 06. A copy of two -

No supo cuándo saltó sobre él. El dolor en el cuello fue lo que le hizo reaccionar. Forcejeó, intentó liberarse desesperadamente pero, mientras más se resistía, más fuerte era el agarre.


¿Acaso iba a morir?, se preguntó. Una vida tan corta y no explotada al máximo. Triste destino de una persona como él. Sin una meta, sin un futuro esperando a la vuelta de la esquina, de cualquier esquina.


El mareo apareció y comenzaba a hacerse más fuerte mientras sus intentos comenzaban a disminuir de intensidad. ¿Es así como se siente rendirse?, se preguntó mientras intentaba mantener la cabeza clara.


Podía escuchar los ruidos que hacía el monstruo que lo había atrapado. Lo maldijo por lo bajo. ¿Tenía alguna razón real por la cual seguir luchando? Recordó una voz, una voz que no había escuchado en meses, la voz de su amiga de la infancia llamándolo. Cerró lo ojos mientras rememoraba esos momentos agradables que había tenido con ella y cómo serían lo último que añoraría.


Una promesa, había hecho una promesa. Recordó a otra persona, una mucho más importante que su amiga de la infancia. Una sonrisa suave, tranquilizadora y esos ojos oscuros llenos de esperanza.


“Siempre estaremos el uno para el otro.”
“Siempre.”


Abrió los ojos con fuerza e intentó empujar al monstruo que lo tenía apresado contra el suelo. Un golpe en el costado. Dos.


“¡Maldita sea!”, se quejó mientras hacía acopio de las fuerzas que le quedaban. Todo por cumplur esa promesa, no era alguien que las rompiese fácilmente y mucho menos esa. Era demasiado importante, después después de todo, eran el uno para el otro.



“¡Hey! ¿Qué rayos estás implicando?”, reclamó una de las personas que escuchaban atentamente semejante patraña, como la había llamado antes de que la historia empezara, de los labios de la recién llegada.


“Lo que escuchaste. Promesa. El uno para el otro. Juntos hasta la muerte.”, aclaró ella, molesta. Esa interrupción era la más molesta que había hecho Yuugo hasta el momento. Las anteriores habían sido reclamos pequeños, como “eso no pasó ahí”, “ni siquiera sabes lo que pasaba por mi cabeza”. Porque claramente Wye había estado narrando un estúpido y vergonzoso (además de peligroso para su vida) incidente que había tenido lugar unas horas después de que habían tenido contacto por primera vez.


“¿Con quién rayos tengo una promesa semejante? ¡Ni siquiera me conoces!”, reclamó una vez más, casi levantándose de la mesa.


“Pues es obvio, con Yuu--”, el chico se abalanzó sobre ella, quien estaba del otro lado de la mesa, exitósamente evitando que terminara de mencionar el nombre que estaba a nada de revelar.


“¡¿ACASO ESTÁS LOCA?!”, Wye intentaba quitar las manos de Yuugo de su boca. Lo logró después de un momento para poder tomar una bocanada de aire.


“¿Casi me matas!”
“Casi te lo mereces, ¿Estás loca?”
“No. Es obvio, ¿No?”
“¡Claro que no hay nada obvio aquí! Estás hablando de….”, volteó a ver a sus demás escuchas. Ryner realmente ni siquiera parecías interesado en la conversación y la chica que había sido asignada para ayudarles en caso de que el amigo de Wye despertara parecía bastante entretenida observándolos. “¡Es mi maldito hermano!”, murmuró un poco más bajo pero aun reclamando por semejante ultraje.
“¿Y?”, preguntó la chica con el rostro más estoico que Yuugo había visto.
“¡Estás loca! Mi hermano y yo no tenemos ese tipo de relación.”
“Eso dices pero, ¿Te has dado cuenta de cómo te mira?”
“¿...QUÉ?”


“Aaaaah, qué molestos son”, cortó finalmente Ryner. Para su mala suerte, Ferris le había ordenado quedarse con ellos hasta que Haruto despertara. El chico de la nada había perdido el control sobre sí mismo y había atacado a Yuugo. Les había advertido de antemano pero nadie pensó que fuera a ocurrir algo tan pronto. Ferris tuvo que dejar al pobre muchacho inconsciente para poder alejarlo del otro chico (obvio que Ryner lo compadeciera después de que su compañera lo tratara como a él aunque fuera por defender a Yuugo). Haruto seguía inconsciente pero estable, eso es lo que habían dicho. Wye sabía que alguien como él era difícil de matar, es decir, era amigo de su hermano. Si había sobrevivido a L-elf, debía ser a prueba de un apocalípsis nuclear.


“Pero estoy aburrida de esperar”
“¡Eso no significa que inventes historias estúpidas, deberías ir a hablar con L o alguien.”


Wye le observó como si juzgara en su totalidad. Él la había acompañado hasta esa dichosa reunión que tenía que concertarse y L sólo había dicho que tenía que darse cuenta de cuál era su habilidad.


¿Habilidad? ¿Cuál habilidad? ¿En serio le había caído un rayo y ahora tenía poderes mágicos o algo así? Bueno, un factor mutagénico o algo así activo. ¿Y qué rayos hacía? Al menos sabían que el de Haruto era terminar siendo un vampiro o algo así de la nada, lo cual explicaba por qué L-elf había decidido mantenerlo todo en secreto… sí, claro, ¿Y ella?


Desde que llegaron, y mientras aguardaban el despertar de Haruto, había intentado de todo. Doblar cucharas, teletransportarse, leer la mente, adivinar el futuro, levantar la cama del Haruto inconsciente (lo que le ocasionó un pequeño dolor de espalda). Ryner había sugerido un par de cosas pero se hartó y decidió dormir en un sofá aledaño a la cama. Cuando Wye se hartó fue cuando comenzó a narrar la trágica historia de Yuugo a cualquiera que quisiera escucharla.


¡Ah, cómo le gustaría poder tener su libreta de anotaciones!, pensó. Era una pequeña libreta que siempre tenía guardada en caso de cualquier idea o nota que necesitase tomar. Tristemente la había perdido con todo lo que había acontecido entre su hermano y los miembros de Banner’s.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on November 30, 2016, 11:09:39 AM
Debo la mitad de este aporte que se supone debía poner punto final a toda esta parte que ha sido un dolor de cabeza porque los musos se niegan a cooperar. El aporte está bien gracias en mi trabajo porque olvidé sacarlo.


07a. Steps to somewhere far away


Entonces…” pausó Aster para sacar otro pocky de la cajita que se encontraba a un lado del teclado de su computadora. Había estado viendo imágenes la última hora y no parecía mucho más interesado en su conversación telefónica que en las imágenes que desplegaba su monitor.


“Uhm, estás en una posición complicada… Por cierto, ¿Viste el capitulo de anoche?”
“¡AH!, Sabía que había olvidado algo!”, reclamó Wye del otro lado del teléfono antes de agregar “Claro que no, tonto. Prácticamente fui secuestrada por una organización misteriosa con gente muy rara a cargo.”


Wye no respondió. Aster Laker, un chico que no tendría más de 17-18 años, suspiró mientras cambiaba la imagen por la la siguiente.
“Misteriosa sin duda. No había escuchado de un grupo de secuestradores que permitan que su víctima use un teléfono celular con tanta libertad.”
“... Ok, no es un secuestro a toda regla, es más como una misión”
La situación cambiaba con eso.
“Bien, no estás secuestrada, tienes acceso a tu teléfono. ¿Viste el capítulo que salió anoche?”
“... ¿Qué día es hoy?”
“Martes.”
Un extraño ruido como de algo muriendo a la distancia se escuchó a través de la bocina. Aster Laker sonrió mientras bloqueaba la pantalla de su computadora.
“¡¿Por qué no me avisaste?!”, reclamó por fin después de recuperar un poco su compostura.
“Porque normalmente eres tú quien avisa. Fue una noche aburrida sin tener con quién compartir mis impresiones del episodio.”
“¡Ya lo sé! Pero debiste de--!”
“¡De acuerdo! ¿Qué es lo que necesitas?”
“¿Me estás cambiando el tema?”
“Sí, si seguimos discutiendo seguramente perderé todo mi tiempo libre antes de la siguiente revisión.”
“¿Sigues revisando tesis de tus alumnos?”
“Claro, un genio debe compartir e impartir su conocimiento.”
“¿Le das clases a ese par de nerds de casualidad?”
“Casualmente, sí.”
“¿Y notas alguna cosa interesante entre ellos?”, Wye cambió su tono. Siempre había tenido curiosidad al respecto.
“Me temo que tendrás que averiguarlo después. Tenemos asuntos más apremiantes.”
“Oh..”, soltó con decepción.
“De acuerdo a tu versión, has pensado en todo lo que pudiste para encontrar el dichoso poder que esa persona te dijo que tenías.”
“Sí”
“¿Ponerte en peligro?”
“Nope, si necesitara terminar en peligro para usar un poder preferiría no tenerlo.”
Aster se sorprendió un poco, a pesar de los descuidada y despreocupada que era Wye en ocasiones, parecía tener instinto de preservación.
“Me temo que no tengo idea de cómo ayudarte. Me tomas por sorpresa.”, guardó silencio un momento. “¿Has intentado transformarte en una magical girl?”
Un bufido se escuchó del otro lado de la bocina.
“¡Eso fue lo primero que hice. Veintisiete formas diferentes y no, no soy una magical girl aunque…”
“¿Te escucho?”
Que permaneció pensativa.
“Tuve una sensación rara al inicio, cuando pensaba que quizá necesitaría un artículo mágico. No sé qué fue.”
Astee guardó silencio. ¿Por qué cuando necesitaba un artículo?
“¡Ah! Es obvio. Te pareció extraño debido a que, si tus poderes fueron despertador por un trueno, no deberían depender de un objeto mágico. A menos que puedas--”
“¿Por qué cada vez que hablo contigo haces.pausas dramáticas?”
“No,boba. ¡Ahora olvidé qué había pensado”, revisó su reloj. “Y es tarde de cualquier forma. Tengo que ir por Emil antes de la revisión. Le prometí que comería con él”
“Uuuy~”
“Nope. De ninguna manera. Es mi gemelo y es pequeño y adorable. Ni yo lo merecería.”
“Buu. Bueno, mándame el archivo y reza por mí. No sé cuánto podré sobrevivir a este encierro.”
“Pediré una ensalada en tu honor.”


Después de finalizar la llamada, el joven genio Aster Laker, observó su escritorio. Tenía un pequeño desastre de envolturas de dulces en una esquina, lejos de los papeles importantes. Se apresuró a guardarlas en el cajón sólo como una precaución. Observó su escritorio y asintió de forma aprobatoria para sí. Cero pruebas del delito. Sería más fácil desaparecer las cosas a su antojo pero a él no le habían otorgado poderes mágicos y mucho menos era personal de limpieza, ellos sí que hacían magia.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on February 28, 2017, 04:12:19 PM
Entrada 107
Dia xx Mes xx Año xxxx
Diario de Observación de Flora Doméstica 0158



Esto sucedió después de que me fui de la Torre Acondicionada Maligna, Accelerator me lo contó ayer en la noche. Lamento no haber estado ahí pero bueno, eso sucede cuando eres una dueña de un negocio responsable que no deja a su propio hermano encargado todo el tiempo para irse a vagar, que va, yo no hago eso.

Accelerator no es ningún mentiroso, se le nota en la cara a kilómetros cuando lo hace (o tal vez es sólo que soy buena así para leer sus expresiones. Tiene únicamente unos cuatro niveles diferentes de molestia y dos de sarcasmo, no es muy difícil) pero según lo cuenta pasó más o menos así:

Salí al atardecer de la Mas Despreciable Guarida para cumplir mis obligaciones de ser una molestia generalizada para mi hermoso y adorable hermano, y hacer los pedidos del día siguiente de la florería, que de vez en cuando supongo que se debe hacer. Últimamente es cada vez  más fácil, claro, aunque ahora lo complicado es hacerlo en secreto.

Y así, Accel y Regene se quedaron solos, cuando me fui seguían discutiendo sobre algún contacto de la familia de Regene que hacía tratos ilegales con, no sé, seguros médicos, algo así. Planear algo de su justicia divina para el futuro, lo de siempre.

Siguieron discutiendo de eso durante al menos una hora, ahora que lo recuerdo no supe si habían llegado a algún tipo de acuerdo o no, porque, comprensiblemente, se distrajeron un poco después de lo que sucedió a continuación.

Estaban discutiendo de algo trivial, como siempre, Accel ni siquiera lo recuerda, solo dijo 'algo de sus estúpidas ideas de hacer un uniforme o al menos un símbolo oficial. ¡Contratemos a un diseñador! decía, ¡como los stormtroopers! Decía. Como si llamar la atención nos fuera a servir de algo. Somos invisibles porque no nos identificamos, y nadie sabe quién es parte y quien no, demonios' blabla bla. Lo de siempre en verdad. Aunque algunos de los diseños de Regene en realidad sí me agradan, tal vez podríamos vender playeras, mmm…

Bueno, esta era la profunda y productiva conversación que tenían cuando regene se molestó por sus ideas rechazadas, como siempre. E hizo un berrinche de niño bebé, como siempre. En medio de él, lanzó su bastante gruesa carpeta de dibujos e ideas directo hacia Accel, que volteó en el momento exacto para que le diera directamente en la cara.

Excepto que no lo hizo. Ambos vieron como hizo contacto con su nariz y rebotó con la misma fuerza con la que había sido lanzada hacia el otro lado sin causarle ningún daño.

Accel jura que ni siquiera lo sintió; no lo tocó, rebotó unos milímetros antes de tocarlo realmente.

Aparentemente hicieron experimentos durante un par de horas.

Nada lo toca.

¡Excepto yo! Como averiguamos cuando traté de ponerlo a prueba en la noche; las tijeras que le lancé rebotaron inocentemente, pero mi cachetada le volteó la cara con un grito.

Interesante.

Bueno. Al menos eso explica su invitación a la escuela que tenemos mañana. 
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Sayi on March 30, 2017, 11:50:51 PM
Tengo que rehacer mis iconos :c

(http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/hagumi_zpsbbpi2hfh.png) (http://i1308.photobucket.com/albums/s616/mindebris/Hells%20Kitchen/shuuji_zpsmb4cjibs.png)

Chapter 7 — Down the Rabbit Hole

El paisaje había cambiado dramáticamente desde que abordaron el bus. Las calles transitadas y húmedas de Hell’s Kitchen habían ido apaciguándose, hasta que el entorno capitalio había dado paso a un ordenado y pulido suburbio.

Sus pies no llegaban al suelo, por lo que sus piernas se balanceaban cada vez que el bus paraba y aceleraba hacia su siguiente estación. No había nadie que llevara tanto tiempo como ellos en ese bus, por lo que al menos tenía la tranquilidad que nadie los estaban siguiendo. Aún así, eso no impedía que mirara de reojo a cada persona que caminara por su sitio.

Había recobrado la consciencia hace dos días, y cuando despertó su primera realización había sido que aquellos días en coma habían sido el mejor descanso que había tenido en su vida.

Los doctores no le encontraron nada malo fisiológica ni psicológicamente, y aquello había sido un enorme alivio para su tío. Sus compañeros de universidad habían sido muy curiosos (’¿Te dolió?’ ‘¿Que recuerdas?’) y ella había podido ser completamente honesta sobre lo que sintió al haber sido alcanzada por el rayo.

Y es que no había tenido ninguna epifanía, y el evento no había sido más que un suceso curioso para ella y, eventualmente, para todos a su alrededor.



Sin embargo, había una voz y unas palabras que reverberaban en ella, y la tarjeta que jugueteaba entre sus dedos parecía sostener la clave a algo. O algo así le había dicho su tío, ahora sentado a su lado.

“Según el mapa deberíamos bajarnos en dos estaciones” le dijo el pelinegro “El lugar parece estar a cuatro cuadras a pie”
“Shuu, ¿cómo era el señor que vino a visitarme?”
“Era un hombre raro” respondió su tío “Pero lo que me dijo me dejo la intriga de querer escucharlo más”

Hagumi juntó los labios y bajó la mirada. Su tío había sido su guardián desde niña y había velado siempre por su bienestar. Si algo había llamado su atención, y podría darle entendimiento de lo sucedido, ella sabía que estaba en buenas manos yendo junto a su tío.

La tarjeta entre sus dedos leía el nombre de una institución: Escuela Banner’s para la enseñanza práctica de habilidades aumentadas. Lo había buscado en Google y había llegado a una sola página web con una explicación escueta y sin mucho que agregar. Pero la decisión de su tío que había algo útil en las palabras del tal L, así como el vago recuerdo de una voz en su cabeza… sentía que en ellas resonaba una veracidad difícil de ignorar.

El bus se detuvo en su parada y los Hanamoto bajaron del automóvil, llevando a cuestas un pequeño maletín con algo de ropa para ambos. Ninguno de los dos había decidido si se quedarían una o dos noches (mucho menos más de quince minutos si no les convencía el lugar) pero suponieron que lo decidirían una vez viera que tanto Banner’s tenía por ofrecerles.

El barrio donde habían llegado era un solo de mansiones, amplias calles y cercos vivos muy bien mantenidos. Mientras Shuuji y Hagumi se maravillaban con las ostentosas fachadas, el pelinegro le preguntó a Hagu, por millonésima vez, si había sentido algo raro luego haber sido golpeada por ese rayo.

“No he sentido algo raro. Pero siento que hay algo diferente” respondió. Aquella había sido la respuesta que le había dado desde que despertó, y él era la única persona con quien había podido sincerarse así “Es solo que no puedo saber qué es exactamente”
“Vamos a ver que tienen que decirnos, y en base a ello decidimos que hacer, ¿te parece?” le sugirió Shuuji, y la rubia asintió “Si en algún momento te sientes incómoda, solo mírame, o tira de mi brazo, y volveremos a la parada del autobús”

La pequeña asintió con la cabeza, y justo en ese momento se detuvieron frente a un elaborado portón de metal que separaba la calle de una enorme mansión al final de un largo camino. A un lado había un intercomunicador, y sobre este colgaba la misma insignia que adornaba la tarjeta entre sus dedos.

Shuuji presionó el botón y espero a que alguien se dirigiera a ellos. Una mujer les pregunto por sus nombres, y cuál era el motivo de su visita.

“Mi nombre es Shuuji Hanamoto y vengo acompañando mi sobrina, Hagumi. L Lawliet la invito a que viniera a verlos…”

Tras un corto ‘pase’ se escuchó el sonido del portón abriéndose, y Shuuji procedió a dejar pasar a su sobrina. Entonces cerró la puerta tras ellos.

Con cada paso que daban la mansión crecía en tamaño, y no solo eso, sino que parecía estar habitada por más de una familia: Habían jóvenes descansando en los jardines, jugando algún deporte u ocupados yendo de un lado a otro.

A simple vista todo se veía normal, pero le bastó un vistazo a Hagu para notar que estaban al tanto de su presencia. Y es que había cierto recelo en cómo la miraban, cómo si tuvieran algo que esconder de ellos.

“¿Qué es este lugar?” se preguntó Shuu por lo bajo. La tarjeta decía que era una escuela, pero era evidente que aquella no era una institución común y corriente.

Antes que ambos se fueran mucho por las ramas, una voz familiar los saludo desde la entrada de la mansión. Tanto Shuuji como Hagu dejaron de evaluar su entorno, y se giraron al mismo sujeto que los habían visto en el hospital.

Cabello y ojos negros. Despeinado y descalzo, y con su dedo índice cerca a sus labios, cómo si estuviera por hacer una pregunta.

Los miró un momento, observo el maletín que traían consigo, y entonces Hagu reconoció una minúscula sonrisa curvar sus labios.

“Me alegra que hayan venido. Bienvenidos a Banner’s”
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Ekha on April 30, 2017, 12:31:28 PM
08 - The cost of...


“Sus signos vitales son estables”, alcanzó a escuchar. Se sentía como sumergido en alguna especie limbo. Su cuerpo no respondía a sus intentos iniciales de moverlo. ¿Le habían sedado? El ambiente no era tenso.

“Despertará cuando deba. Después de todo, recibió un fuerte golpe en la cabeza”, comentó otra voz, una masculina y fastidiada.

“Si tiene la voluntad suficiente, lo logrará”, respondió una tercer voz, una mujer con un tono serio que, por alguna razón, le hizo sentir algo parecido al miedo pero, en ese momento, eran sensaciones lejanas, un tanto ajenas a él pero con las que se podía entender.

Sentía ganas de despertar pero su cuerpo todavía no respondía adecuadamente, ¿Qué había ocurrido? Recordaba haber viajado con un grupo de desconocidos. Su amigo, mejor amigo en realidad, le había sugerido que lo hiciera a pesar de que él mismo no estaba de acuerdo.

Había una razón para todo… pero no recordaba exactamente cuál hasta que un recuerdo fugaz invadió su mente.  En él, se abalanzó sobre un chico con ropa de motociclista. Forcejeo. Él había tenido la ventaja desde el inicio, era más fuerte y el hambre aumentaba esa habilidad. Después de eso, oscuridad.

¿Fue ahí donde recibió el golpe en la cabeza?

Recordaba a su amigo albino, una conversación, su hastío respecto al tema, incluso su incredulidad y esa sonrisa con sorna que le dedicó en su momento. Su propia frustración al recibir las palabras de su amigo le hicieron recordar el mal sabor de boca del momento.

Lo complicado llegó después.

No sólo había atacado al joven motociclista, había atacado a L-elf. Le tomó por sorpresa sin duda. Forcejeo. ¿Por qué recordaba esto justo ahora? No había podido recordarlo antes, aun momentos después del incidente. Forcejeó con el albino lo suficiente para hacerle perder la paciencia y ocasionar que lo inmovilizara en el suelo. Cuando recuperó el control de si, L-elf le veía con desconfianza y recelo.

Despertó, por fin, en una habitación no muy grande pero lo suficientemente espaciosa para dos personas, al parecer, alguien se había quedado haciendo guardia ahí puesto que había mantas en el sillón.

Se llevó las manos a la frente, ¿Sentía dolor? No en realidad. Pero recordaba un poco de lo que había pensado, de lo que había acontecido.

Y ahora tenía una idea de dónde se encontraba, posiblemente.

“Banner’s…”

La institución que esas personas habían mencionado. Y de la que L-elf, a pesar de todo, desconfiaba. Wye debía estar ahí también, después de todo, su amigo la había enviado y ella había aceptado  casi sin resistencia alguna.

¿Qué clase de habilidad tendría?

“Al parecer eres más peligroso de lo que pensábamos.”

Una persona estaba en la puerta de la habitación, observándole con curiosidad más que con precaución. Su cabello revuelto y las ojeras, la curiosa forma de mantenerse de pie…

L-elf había investigado al respecto. Lo recordaba, no tenía mucho. Era parte de su trabajo después de todo, lo cual indicaba que ahora se encontraba en un sitio aun más peligroso que lo que él mismo podría llegar a ser.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on May 31, 2017, 03:32:56 PM
Es una tarde como todas las demás, estudiando con L-elf como siempre. Bueno, viendo a L-elf cambiar la página de algo que parece un grueso manual técnico (¿en ruso? ¿eso es ruso? ¿L-elf sabe ruso? Haruto ni siquiera está tan sorprendido, honestamente) a una velocidad preocupante mientras Haruto hace notas cuidadosas. Levanta la mirada para preguntarle algo a L-elf, necesita entender bien este tema antes del examen de...

Repentinamente se siente desorientado y un segundo después un dolor agudo le dobla el cuerpo justo en el abdomen. Entre un parpadeo y el siguiente todo cambió de lugar. Le toma un momento entender qué es lo que sucedió, que cambió o como pudo haber sucedido. En lugar de estar sentado junto a L-elf, sillas algo distanciadas para ocupar cada quien una buena parte de la superficie de la mesa, ahora ambos están en el suelo, L-elf sobre él. No puede enfocar bien su mirada, le cuesta trabajo. En el rostro de L-elf hay un gesto que casi nunca ha visto; tensión absoluta, mirada penetrante y ceño fruncido. Pero también parece algo confundido, aunque en alerta. La dolorosa presión sobre su cuerpo es la rodilla de L-elf, enterrándose en su estómago.

Intenta preguntar qué sucede y se da cuenta de que se ha quedado completamente sin aire. Respira profundamente, le es difícil, lo intenta de nuevo, un ataque de tos se lo impide.

L-elf pone ambas manos sobre sus hombros con fuerza, su espalda golpea el suelo, apenas alcanzó a librar la cabeza.

"¡¿QUÉ TE PASA?!"

¿Qué pasa? Eso quisiera saber él. Respira agitadamente y mira a su amigo con los ojos desorbitados.

"N-no... no" respira, respira, no puede respirar.

Pasa una pequeña eternidad donde no hay nada más que su propia respiración. Sobre él, L-elf parece hecho de mármol. La luz blanca de su cocina, donde han pasado tantas tardes en silencio, tanto tiempo discutiendo de cosas que ahora no puede ni recordar, lo ilumina desde atrás.

Por fin logra respirar.

L-elf se mueve como de un salto, se pone de pie y da varios paso hacia atrás, aun a la defensiva. Se lleva la mano al cuello y la mira. No hay nada, no hay nada extraño con su cuello.

Haruto se percata de que el cuello de su camisa está rasgado.

Se incorpora lentamente. Aun sigue en el suelo, pero se apoya en sus codos para poder sentarse lentamente. Se lleva las manos al abdomen, aun consciente del dolor.

"... ¿Me golpeaste?"

L-elf no desvía la mirada. "Intentaste atacarme." Su voz es extraña, fría. Haruto no había recibido esa voz que usa en la gente que no conoce en mucho tiempo.

"¿Qué?"

Claramente sigue desorientado. No escuchó bien ¿Atacar a L-elf? ¿Por qué haría algo así? Haruto no ha atacado a nadie en su vida. L-elf se lleva la mano al cuello de nuevo.

"Intentaste morderme."

Hay una ligera nota interrogativa al final de la última palabra.

L-elf nunca duda de esa manera tan tentativa. No es hasta ese momento que Haruto realmente se da cuenta de que algo muy, muy extraño acaba de suceder. L-elf parece impasivo, pero hay algo en sus ojos que tal vez no sería evidente para cualquier persona.

Desconcertado.

Y de repente, está normal otra vez. En calma y en control. Camina hacia él con paso decido.

"Ten cuidado, no te muevas. Creo que te pude haber dislocado el hombro cuando te empujé al principio."

¿El hombro? Ni siquiera le duele el hombro. Tal vez no ha pasado ni un minuto, pero ya no le duele nada.

"No me due--"

L-elf se hinca junto a él, después de una serie de movimientos rápidos y seguros, tiene ambas manos sobre su hombro izquierdo, Haruto está medio recargado en su pecho. L-elf hace una ligera presión con sus manos. Otra vez.

"... está bien."
"T-te dije que no me duele."
"No. Definitivamente lo disloqué."

Haruto sí desvía la mirada. Trata de responder que se encuentra bien. Trata de preguntar por qué L-elf haría semejante cosa.

Se quedan así un momento más.

"...¿Qué fue lo que hice?"
"No lo recuerdas. Ya veo."

¿Qué?
"¿Qué?"

L-elf solo niega con la cabeza. Se pone de pie y ayuda a Haruto a hacer lo mismo.

Tres días después, Haruto aun no sabe nada de él.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Arence on July 31, 2017, 03:00:53 PM
La Primera visita a Banner's

Llegada la fecha, tuvimos que ir a la cita en la escuela. Con toda honestidad, tras tanta espera y ansiedad (la cual pasamos haciendo experimentos muy interesantes sobre Accel y sus nuevas capacidades rebotantes), al final fue bastante anticlimático:

La escuela está en un lugar bastante remoto, llegar en el transporte público fue una pequeña aventura en si. Hubo un momento en el que sentimos que, a pesar de estar siguiendo un camino recto, habíamos dado vueltas en círculos, pero tan pronto como lo dijimos en voz alta notamos que había un pequeño camino alterno, un poco oculto entre las ramas caídas de los árboles, que nos llevó directo a la entrada principal. Estuvimos de acuerdo en que fue algo Extraño. E-extraño. Últimamente lo decimos mucho, tiene su propio acento particular.

Fuimos dirigidos a un auditorio por alguien que parecía un estudiante nervioso. Pensé que iba a haber más personas, pero solo éramos, no sé, tal vez menos de 20. Todo el mundo se sentaba en parejas separadas al llegar, había algunas chicas que iban solas, pero después de un rato algunos empezaron a platicar entre ellos. La conferencia se retrasaba. Admito que Accel y yo hemos practicado mucho para momentos como ése, él lo llama "con estas malditas caras de maleantes maniacos que tenemos al menos estamos a salvo de los entrometidos insoportables". Es tan tierno <3

Una media hora después entre caminando muy lentamente un chico que nunca en su vida ha conocido a un peine para el cabello. Lentamente, caminó hasta el podio y miro a su alrededor por un momento. Regresó, lentamente, hacia atrás del escenario y volvió empujando, oh sí, lentamente, una silla de escritorio sobre la cual había una caja; puso la caja en el suelo y se sentó en la silla de forma curiosa.

"Eeeh." Sí, también hablaba lentamente. "Lamento informarles que su entrevista inicial con el Doctor Banner ha sido pospuesta por ahora, está ocupado," y aquí hizo un gesto vago con una mano que a penas y separó del respaldo de la silla, donde las tenia apoyadas "salvando al mundo, o a gente inocente o esas cosas que hace él." Una vez que había iniciado su discurso resultó que no hablaba tan lento después de todo. Algunas personas en el auditorio se rieron. Pero no muchas. "Eeeh, desgraciadamente no soy la persona de los discursos iniciales y no estoy muy seguro de que les dice el Dr. Banner para convencerlos de regresar después de las maneras realmente invasivas en las que nos ponemos en contacto con ustedes."

Alentador.

“Lo importante es que ya que están aquí puedo darles algunas instrucciones básicas. Primero que nada, todo lo que sucede aquí es confidencial. Ya lo saben. Creo que queda muy claro cuando hacemos el contacto inicial. Ahora, aunque creo que todos aquí ya tienen en donde vivir también ofrecemos dormitorios en caso de que deseen permanecer en un lugar seguro. Ofrecemos una serie de clases de entrenamiento --los horarios para quienes deseen asistir a las platicas se encuentran aquí en la caja-- para ayudarles a conocer y controlar sus habilidades-- ”

Esto del ‘lugar seguro’ y el ‘entrenamiento’ suena muy bien y todo. Siempre y cuando todo sea realmente opcional.

Demasiado bueno para ser real, si me preguntan a mi.

Anoche, Accelerator dijo, “Me pregunto que tan lejos llegan para ‘ayudarnos’. ¿Sabes?”

Viendo estas instalaciones, muy, muy lejos.

“—eeh,” Dijo el joven de nuevo. Su voz era más que familiar. Definitivamente era la voz de la L en el teléfono. “no crean que hacemos esto porque somos muy lindas personas. No solamente son un peligro para ustedes y para todos los que los rodean andando por ahí con sus habilidades desconocidas a un simple susto de ser desatadas, además, buscamos adultos bien capacitados para ayudar a otros en su misma situación.”

Bueno, por fin algo verdaderamente alentador en toda esta farsa.

“Francamente, la suya es una buena situación, si aún queda suficiente de ustedes para estar aquí hoy. No todos tienen esa suerte.”

Retiro lo dicho.
Title: Re: A Storm Is Coming — The Birth
Post by: Cho on August 06, 2017, 12:49:13 PM
Finalmente termino con la introducción de mis stormborns...

IX. Climax and Branching Out

“…”

Silencio. Eso era lo único que podía expresar ante la revelación frente a ella.

Naoto se había ido a descansar ni bien regresó en la noche, y se levantó un poco antes del amanecer para atender la presente investigación lo antes posible. Habiendo recuperado su bienestar y energías, ella se alistó, pero por curiosidad empleó su balanza cacera para realizar una prueba que no había considerado necesaria.

“…”

Pero ello le dio una increíble revelación. La ligereza corporal que sentía no fue simplemente un síntoma de enfermedad o un malestar mental y de cansancio. No. Su cuerpo literalmente pesaba la mitad de su peso habitual.

Se frotó los ojos y sacudió su cabeza, pero ello no iba a cambiar la lectura de la balanza. Naoto pensó en probar otros objetos a su alrededor con pesos estimados, pero con mucho pesar desistió en darle cuerda al asunto. Estaba muy interesada en resolver ese bizarro caso policial, por lo cual dejaría sus propias preocupaciones en segundo plano. Mientras no notara un mayor cansancio del usual ni juzgara que su condición pusiera en peligro su vida, no se molestaría en atenderlo… sólo esperaba que sus incógnitas no le agobiaran demasiado.



El día transcurrió con la logística necesaria con tal de que la policía pudiera instalarse en aquel restaurante italiano sin levantar sospechas de nadie. Ese lugar sonaba como el blanco ideal en comparación con los últimos lugares donde ocurrieron los robos, pero esa recomendación de parte de la persona encapuchada no era completamente confiable, por lo cual la policía seguiría con más investigaciones y rondas por otras partes de la ciudad, en caso de que dicho mensaje hubiera sido falso o incluso una distracción. Sin embargo, el director Dojima tenía una fuerte corazonada de aquella información.

“Han entendido el plan,” recapituló el director. “Yo lideraré un grupo que esperará al ladrón dentro del local. Mantendré a otro grupo de policías que nos vigilarán de las afueras en autos de civiles y dos edificios al otro lado de la calle. En caso de que veamos algún movimiento sospechoso, lo detendremos inmediatamente,” él miró hacia otros policías. “Ustedes conducirán sus rondas por las áreas determinadas y estaremos en constante comunicación. Tenemos que movernos de una vez. Como es posible que el criminal vigile el local con anticipación, debemos infiltrarnos cuanto antes para camuflarnos entre clientes y residentes de la zona.”

Los policías asintieron a sus palabras y fueron a alistarse para iniciar con la operación antes de que se hiciera demasiado tarde. Dojima se dirigió a su oficina, pero fue seguido por Naoto.

“Director,” ella le dirigió la palabra con un tono serio e impaciente.
“Shirogane, debes preguntarte por qué no te asigné a mi equipo dentro del restaurante,” dijo el mayor, sin dar rodeos.
“Siento que podría asistirles. Además, fui yo quien obtuvo el veredicto de aquel vendedor de la tienda sobre el atacante.”
“No dudo en tus habilidades. Sin embargo, considero que este caso es riesgoso para ti ya que a veces no tiendes a medir tus acciones, y no sabemos a lo que nos estamos enfrentando.”
“Pero…”
“Eres parte del equipo que nos observará desde uno de los edificios. No estaremos muy lejos, y en caso que el criminal pretenda huir, nos ayudarás con su aprehensión.”
“…” la peliazul bajó su mirada. Como el director había mantenido las rondas por zonas peligrosas de la ciudad, no había formado un grupo con los más experimentados de la estación, y por ello había apuntado a algunos detectives jóvenes como ella que sí le acompañarían. No evitaba tomárselo como si hubiera algo malo en sí misma…
“Tienes una gran vocación y mucho potencial, Shirogane, y no sólo lo digo por tu linaje,” le agarró de un hombro en un intento de animarle. “Te hace falta un poco de prudencia, y pienso que este rol que te estoy dando te ayudará en el futuro. También he notado que no te has estado sintiendo bien estos días, y por ello no quiero exigirte demasiado. Me acompañarás en otra oportunidad, lo prometo.”
“…entendido,” sólo le quedó asentir, y se dio media vuelta para alistarse al igual que los demás.



Siguiendo los protocolos de la misión, el director y su grupo se internaron en el restaurante como un grupo de amigos que iban a almorzar, y se quedaron dentro del local hasta pasada la hora de cierre con el permiso del dueño. Por la gran cantidad de personas que solían atender dicho lugar, fue fácil despistar el hecho que los oficiales nunca salieron.

Estaba por ser las once de la noche y Naoto continuaba instalada en el primer piso del edificio al cual había sido asignada. Estaba en un grupo de cinco personas con los otros cuatro siendo mayores que ella y con mayor experiencia. Sabía que no había punto en insistir en ser parte del grupo infiltrado a esas alturas, y continuaba con su misión de observar a los alrededores del restaurante. Como ese lugar se encontraba en una esquina, había muchas direcciones de las cuales podría surgir el tan buscado criminal.

“Qué aburrido…” se quejó uno de los detectives, quien se servía té de un termo.
“Todavía no hay señales de dicho criminal,” dijo otro.
“Sí, pues, es bastante temprano aún, podemos quedarnos despiertos toda la noche. Si es que aquella pista fue verídica, claro está,” comentó un tercero.
“Veo a un par de personas caminar hacia el restaurante,” reportó Naoto.
“Déjame ver…” el cuarto detective que estaba cerca de su puesto miró a los individuos y sacó un fólder con datos para confirmar sus sospechas. “La señora es la propietaria del edificio y quien renta los dos primeros pisos al restaurante. Como un edificio con varios apartamentos, se puede esperar ver a personas entrar y salir. Sí, está caminando hacia la puerta que lleva directamente al tercer piso y posee una llave. Sin duda es ella.”
“¿Y quién será el otro?”
“Hm, parece su hijo. Nos dijeron que le visita con frecuencia,” no podían observar los detalles por sólo poder verles de perfil, pero la señora sí era conocida y no tuvieron nada que sospechar al respecto.
“…” aunque Naoto se encontraba inquieta.
“Si tanto te incomoda, le enviaré un mensaje al director para que se mantengan al tanto de cualquier posible movimiento. Nosotros no podemos actuar hasta que no veamos algo sospechoso,” le recordó, y se alejó de la ventana para buscar su celular. “Has estado prendida a la ventana por horas, ¿no quisieras un refrigerio?”
“Estoy bien, gracias,” le contestó sin despegar su mirada de afuera.
“Vamos, Shirogane, eres muy joven para andar estresándote la vida,” le reclamó uno de los detectives, en tono de broma.
“Déjala, sabes que no te va a escuchar,” comentó otro. “Así son las mujeres, de todos modos.”
“…” Naoto sintió un tic en la ceja. Oyó a los otros detectives conversar mientras tomaban su refrigerio alrededor de la mesa preparada para ellos. Volvía a sentirse con el mismo extraño y reincidente cansancio de los últimos días, pero no iba a despejar sus ojos ni por un segundo.

Observó a los dos individuos ingresar al edificio de departamentos, y sorprendentemente, detectó un movimiento sospechoso en el callejón entre aquel edificio de interés y el aledaño. Lo que había parecido una bolsa negra de basura al costado de un tacho de metal cobró vida y corrió para internarse en el callejón. Naoto no tenía duda alguna. Era su stalker y estaba por involucrarse en la escena del crimen. ¿Acaso sí fue el criminal todo el tiempo o era un freelancer intrépido y arriesgado?

Ella se giró para hacer el comentario, pero al hacerlo vio a los cuatro reírse a carcajadas por una anécdota que había ocurrido el mismo día. La joven dio un pesado suspiro y negó. Sabía que no le iban a tomar con seriedad ni creerían lo que acababa de ver. Además, ya tenía varias horas acumuladas de frustración por ser la única que tomaba su trabajo con tanta diligencia. Estaba convencida que no iba a dejarlo ser y que tendría que actuar por su cuenta.



“Todavía no hay ningún avance,” reportó uno de los detectives, luego de revisar los periódicos mensajes que los policías se transmitían. “Tendremos una larga noche.”
“Sí, todos lo esperábamos,” otro se encogió de hombros, rendido a su deber.
“Por ello es que no deberías quedarte tan atenta, Shirogane…” un tercer detective miró hacia la ventana, pero la peliazul ya no se encontraba ahí. “¿Eh? ¿A dónde se fue?”
“Más le vale que haya ido a usar los servicios nomás,” el cuarto se dio un facepalm. “Dojima nos la encargó como para que se ande metiendo en problemas…”



Dojima había recibido el mensaje de mantenerse alerta, lo cual no iba a cambiar mucho su presente actividad sin tener más detalles. Él y su grupo se encontraban escondidos detrás de las sillas y mesas arrimadas en el primer piso del restaurante. A simple vista sería difícil detectarlos debido a la ausencia de luz, lo cual les permitiría rendir una emboscada al ladrón ni bien se acercara lo suficiente al centro del local, donde estaba la caja registradora. Por la advertencia, el dueño había retirado todos los contenidos de la caja y otros objetos de valor permanentes, por lo cual, incluso si el ladrón pudiera evadir a la policía, no tendría la posibilidad de sacar provecho a su hazaña. El local también tenía un sistema de seguridad que sonaría la alarma de detectar movimiento en las puertas y ventanas, y los policías tenían un control prestado para activarlo en caso de alguna emergencia.

Fue entonces que ellos detectaron algo muy extraño. El sistema de alarma se apagó como visto en las luces de los censores.

“¿Qué es esto?” susurró el policía que tenía el control, el cual no respondía ni quería volver a prender el sistema. Ello inspiró temor en el grupo, quienes de inmediato oyeron un par de pasos distintos caminar por el segundo piso del local, en dirección hacia ellos.
“…” Dojima miró a sus compañeros con determinación y les asintió para que alistaran sus armas. Los dos individuos caminaron hacia la caja cuando entonces el grupo encubierto se levantó con sus pistolas. “¡Deténganse con las manos en alto!”
“Tsk…” un joven que portaba una gorra rodó los ojos y con toda naturalidad agarró a la otra persona por detrás y le puso una pistola en la sien. La policía no fue lo suficientemente rápida como para evitarlo, y el ladrón contaba con que todos los policías estaban frente a él por estar posicionado detrás de una gruesa columna. Él habló con una voz un tanto frustrada aunque bastante indiferente. “Ya, ya, lo comprendo. Me atraparon.”
“¡Deje a esa persona ir!” reclamó otro policía. La advertencia que habían recibido hace poco estuvo en lo correcto: era la dueña del edificio quien había facilitado la entrada al ladrón por dentro del área de departamentos y desactivando la alarma. Pero, considerando los robos anteriores, ¿lo habría hecho bajo voluntad propia? Todos se inquietaron al ver a aquella señora perfectamente tranquila y prácticamente ‘ida’, y había un muy tenue brillo rojo emanar de sus ojos. Todo parecía indicar que esas supersticiones imposibles del criminal controlando a otras personas estaban en lo cierto.
“No tengo interés alguno en matar a nadie. Soy un ladrón, no un asesino…” comentó como un dato curioso. “Sin embargo, si se mueven o me presionan, lo haré. Para mi pesar, tendría que matar a todos aquí.”
“Miserable…” Dojima estaba indignado por esa actitud tan indiferente del joven que carecía de cualquier tipo de rendimiento.
“Pero lo reconozco. Buen trabajo dando con mi siguiente parada. Me pregunto cómo lo habrán hecho…” se encogió de hombros. “Pensaba desaparecerme luego de este robo, pero ya que, no me dan opción…” ensanchó su sonrisa de manera amenazante. “Tendré que enseñarles una lección a todos ustedes…”

Entonces, sus ojos brillaron de un rojo intenso. Uno de los policías jóvenes recordó la advertencia de hacer contacto visual con el ladrón y pudo evitar su efecto. Sin embargo, los demás policías mantuvieron el contacto visual con él y terminaron cayendo bajo su control. Ello se evidenció por cómo dejaron de mantener una pose de tensión y bajaron sus armas, y también por cómo sus ojos se inundaron el ominoso brillo rojo presente en la mirada del criminal.

“…” el único policía no hechizado temblaba de pies a cabeza y les miraba con un terror incontenible mientras ahogaba como podía sus ganas de ponerse a gritar…



Naoto tuvo que darse la vuelta a una manzana para aparecer en la visión de sus compañeros detectives lo menos posible, y entró en un callejón que eventualmente conectó con aquel al costado del edificio. Ahí vio que las escaleras de incendio estaban puestas para que ella subiera, y ni bien lo hizo, observó cómo esa persona encapuchada le estuvo esperando y se adentró en una ventana del segundo piso del restaurante. Ella tensó su expresión y de inmediato le siguió.

Entró sigilosamente al oscuro restaurante luego de haber perdido la pista al encapuchado, y caminó sigilosamente hasta el balcón que daba al primer piso. Ahí vio algo que le estremeció. Casi todos los agentes, incluyendo al director, yacían parados y con los ojos rojos mientras miraban con completa atención a quien parecía ser el ladrón, el cual se sintió lo suficientemente cómodo como para soltar a su rehén y caminar distraídamente frente a su nuevo público.

“Fue más fácil de lo que pensé, será que mis habilidades están incrementando…” comentó el joven, distraídamente, mientras miraba entretenido a la mano que no agarraba su pistola, la cual tenía una pulcra manicure hecha. “Pero vayamos al punto. Ustedes como policía nos mantienen tan limitados, y sin lugar a dudas nos tratan como insectos más bajos que suciedad. Viendo que mi único botín ha sido robar a esta indefensa anciana, haré que ustedes se saquen de combate mutuamente. ¿Qué les parece? Así tendré a menos policías de los cuales ocuparme por un tiempo. Hm, pero no se maten. No quiero estar asociado con algo de tan poca clase como un asesinato…”
“…!” el único policía fuera no manipulado tembló y apuntó hacia el ladrón con rabia, pero su reacción tan llamativa causó que uno de sus propios aliados le diera un disparo en el brazo. “¡AHHH!”
“¿Ehhh?” el ladrón miró de reojo a aquel joven. “¿No caíste? ¿Acaso oíste de mi habilidad y fuiste lo suficientemente escéptico como para evadirme?” le sonrió con simpatía. “Está bien, pese a ser un muggle, aprecio tu mente abierta y tu reconocimiento hacia nosotros… pero…”
“¡AHHHH!” él había intentado sacar su celular para enviar un mensaje de auxilio, pero los otros policías fueron donde él para golpearle y pisotearle. Su celular fue apuntado primero y se destruyó con un par de fuertes pisoteadas.
“No puedo dejar que nadie recuerde mi hermoso rostro…” comentó el ladrón, borrando su sonrisa y regresando a su aburrimiento. “Debes terminar aquí…”
“…” Naoto se angustió y corrió hacia las escaleras. En ese momento, su cuidado había desaparecido de su mente y corrió apresurada con tal de prevenir que aquel compañero fuera asesinado en ese lugar. Sintió un horrible terror en su pecho, pero lo venció para gritar. “¡Detente! ¡Piedad!”
“…” el ladrón le miró de reojo y trató de usar su truco, pero Naoto de inmediato desvió su mirada. “Hm, ¿otro detective? Ahh, esta ha sido una emboscada, mejor me voy.”
“¡N-no te atrevas!” Naoto levantó su arma y apuntó a su pecho con tal de no mirarle a los ojos. Notó cómo los policías habían dejado de golpear al joven, aunque este estaba muy mal herido e inconsciente.
“Oye, no seas tan impulsiva…” el ladrón se encogió de hombros. “Ni creas que soy yo de quien tienes que preocuparte.
“…” Naoto vio a sus previos aliados levantar sus armas hacia ella. No había escapatoria. Ese parecía ser el final.



Pero no lo fue, porque la persona encapuchada finalmente hizo aparición, y con una revelación en su propia voz que dejó a Naoto con la sangre helada.

“…si hay algo que odio más que los criminales… son los incompetentes…” sentenció esa voz desde la oscuridad. Era una idéntica a la de la detective, al punto que ella casi siente que salió de su propia garganta.

Seguido de las palabras, varios disparos partieron de un enorme arreglo floral en el segundo piso, los cuales impactaron a cada uno de los policías en zonas no letales. Ellos cayeron incapacitados al piso donde corrían el riesgo de un muy serio desangrado.

“…!” Naoto se estremeció.
“Tsk, demonios…” y al ladrón se veía alterado, pero a diferencia de la peliazul quien estaba concentrada en los heridos, él se dirigió a la detective. “¿Acaso también eres…?”

Él no pudo terminar porque recibió un disparo que con mucha suerte esquivó, pero que le causó un corte superficial en una mejilla. Luego de dirigir un inmenso odio a Naoto con sus ojos, el criminal corrió hacia las cocinas donde fue a tomar la salida trasera del restaurante.

“¡Espera!” Naoto quiso seguirle, pero entonces el encapuchado saltó del segundo piso y aterrizó frente a ella. En una acción muy limpia, instintiva e inexplicablemente coordinada, ella y el desconocido se apuntaron mutuamente con la misma rapidez y los mismos gestos.
“No me dispares, estoy de tu lado… y únicamente de tu lado…” comunicó el encapuchado nuevamente tomando su voz prestada.
“T-tú…” Naoto temió ver a aquella persona, y este deshizo su capa improvisada de un plástico negro… para revelar su mismo rostro, sólo que con unos ojos ámbar que le daban una apariencia inestable y temible. “…!”
“Soy tu doppelgänger, y llevo trabajando en el mismo caso desde hace días. De no ser por mí, nunca hubieran dado con el ladrón,” declaró, sonriendo. “Como fue de esperarse, tus allegados no te ayudaron y siguieron limitándote. Tú quieres la verdad, y matar al ladrón desde el segundo piso te la hubiera negado. De lo contrario, lo habría hecho.”
“…”
“Pero como tú quieres la verdad, ya sabes que no podemos quedarnos del lado de los policías…” su clon miró de reojo al inconsciente Dojima y apuntó a su cabeza con su pistola.
“¡N-no le hagas nada!” exclamó Naoto, asustada.
“Él no será más que inútil a partir de ahora…”
“¡Detente!”

Pero antes de que ocurriera algo más, su doppelgänger recibió un disparo desde arriba. Ella comenzó a caer hacia delante, pero se desintegró y Naoto sintió que sus energías se recobraron como antes del impacto con el rayo. También notó cómo ya no se sentía tan ligera.

“Doppelgänger,” dijo una recién llegada desde el balcón del segundo piso. Sólo decir esa palabra causó que Naoto se sobresaltara. “Vaya, una stormborn con ese poder. Me compadezco de ti.”
“Usted…”
“Vengo del Banner’s School, un instituto para personas con habilidades superhumanas. Como tú, y como el ladrón que estuviste buscando. Mi nombre es Astrid,” ella le sonrió y le lanzó una tarjeta de negocio con los datos del lugar. Naoto la tomó con torpeza. “Te estuve buscando porque has desarrollado un peligroso poder recientemente, y necesitas de nuestra ayuda.”
“…” Naoto estaba prendida de la tarjeta.
“Ven donde nosotros, no tengo más tiempo,” Astrid sonrió con ironía. A diferencia de muchas personas, sabía que no necesitaba convencerle. Esa detective le buscaría porque podía percibir una curiosidad natural surgir de ella. “Y en lo posible, no se lo comentes a nadie. Quién sabe cómo tus amigos policías te tratarían…”
“…”

Esa misteriosa mujer se retiró corriendo y apenas medio minuto después, los escuadrones de detectives que estuvieron observando el lugar forzaron su entrada por la fuerza principal luego de que el director no les contestara sus llamadas preguntando por los sonidos de disparos. Naoto sólo atinó a guardar la tarjeta dentro de su abrigo y caminó con torpeza hacia los demás.

“¡Shirogane!” le reclamó uno de los detectives, y los cuatro caminaron hacia ella angustiados. “¡No puedo creer que estabas aquí!”
“¿Qué sucedió? ¿Y el ladrón?” él miró hacia la dueña del edificio, quien seguía parada en pleno ambiente y completamente ida. “¿Qué está pasando aquí?”
“A-ayuden al director… por favor…” dijo en voz baja, todavía en shock. “Llamen a emergencias…”



El grupo de investigación sufrió un gran golpe por la cantidad de oficiales lastimados en lo que iba a ser un encuentro con un supuesto simple ladrón que cometía crímenes menores con frecuencia. Todos los policías fueron atendidos y se presentaron estables, pero sorprendentemente, ninguno de ellos recordaba lo que había ocurrido. A lo mucho, reportaron ver a la dueña del edificio entrar, pero a partir de ese punto, lo demás era un borrón en sus mentes, y no pudieron dar datos sobre el ladrón. El policía que no estuvo bajo el control del criminal dijo que sí lo recordaba, pero se encontraba en un estado de pánico e histeria por lo vivido que no podía dar ningún claro veredicto y sus compañeros temían que hubiera perdido la cordura. La señora envuelta en el crimen tampoco estaba dando una recopilación coherente de los eventos, y decía que no recordaba la entereza de los últimos dos días, ni mucho menos haber estado en contacto con otras personas. Daba la impresión que el efecto del criminal seguía presente ya que se notaba un tanto desconectada de la realidad.

Y finalmente, Naoto fue interrogada para que diera su versión. Sin saber qué decir y qué no, ella se concentró en reportarles que había llegado muy tarde para ver exactamente qué había ocurrido aparte de que el ladrón fue capaz de herir a todos los policías y, cuando notó que había sido emboscado, se echó a la fuga. Ella fue interrogada varias veces y recibió diversas preguntas al respecto, ya que había abandonado su puesto en un momento tan preciso sin alertar a nadie. Al final, todas sus respuestas fueron consistentes y los demás detectives no tuvieron razones para desconfiar en ella. De todos modos, fue dada un tiempo de descanso de sus deberes al igual que los policías heridos debido a la horrible escena que tuvo que presenciar.



“¿Cómo se encuentra el director?” preguntó Naoto, un día después del suceso. Pese al descanso que había recibido, asistió a la central para hacer preguntas sobre sus compañeros caídos.
“Lamentablemente, todavía no despierta, pero los doctores son optimistas,” le contestó la secretaria, quien también estaba visiblemente consternada por lo ocurrido, aunque trató a la más joven con cordialidad y amabilidad ya que sabía por lo que estaba pasando. “Tú también tienes que concentrarte en sentirte mejor, Naoto. Te prometo que te llamaré ni bien tenga más noticias.”
“Sí, muchas gracias,” agachó su cabeza, apenada.

Se despidió brevemente y regresó a la calle, para caminar sin rumbo en un día en el cual nada estaba ocurriendo.

Por primera vez, levantó su cabeza hacia esa concurrida calle bajo plena luz del día y sintió que habitaba en un planeta distinto del cual había venido. Naoto se sentía sin base, sin conocidos… casi sin identidad propia.

Había leído con respecto a los doppelgängers para confirmar sus sospechas. Era otra versión de sí misma, una aparición adicional de su persona. Muchas veces, su lado maligno y oculto o simplemente un alter ego. Pero seguía siendo ella misma. Estaba estresada por pensar en que una extensión de su ego fue quien hirió a sus compañeros detectives sin remordimiento alguno y que, al mismo tiempo, no atacó al ladrón por estar interesada en ‘aprender la verdad’, muy por encima de todo lo demás. Y al final, ese ladrón quien no había sido más que la punta del iceberg se había escapado sin sufrir mayores represalias.

Y si bien era inquietante pensar en que el criminal continuaba libre como cualquier otra persona, Naoto se sentía temiblemente semejante a él. Ella también era una criminal que se había escapado de sufrir las consecuencias por disparar a cuatro agentes de la policía.

“…”

Sabía lo que tenía que hacer. Usaría ese descanso obligatorio para seguir la primera pista que esa mujer incógnita le había dejado e iría detrás de la verdad. Su doppelgänger la conocía bien. Resolvería ese caso de cualquier forma posible y averiguaría qué estaba ocurriendo. Y si a fin de cuentas ya no podía ser parte de la policía por su presente estado, quizás sí sería lo mejor para ella y para sus allegados que no regresara nunca más. No tenía que pertenecer al grupo policial, siempre y cuando continuara con el linaje de su familia de detectives y resolviera el caso.

No le quedaba más que sobrevivir a aquel nuevo mundo al que sentía que ya no pertenecía…