Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252447 times)


Kana

Luego edito con iconos y detalles


Allen estiró sus brazos para con ello intentar desperezarse, tratando con ello poder despertar un poco tras una ardua jornada de estudios que, francamente, lo tenían casi muerto.
Mientras se quitaba una lagrimilla que emergió en uno de sus ojos tras bostezar, miró de soslayo a Kana quien estaba sentada a su lado terminando de resolver algunos problemas que no la dejaban tener paz mental.

—Kana, dejémoslo para mañana, ¿sí?
—No puedo. Yato es como un mosquito en casa, Kise me quita tiempo con sus idioteces, tengo que rendir en las otras materias, tengo que trabajar en el templo y entre eso, tengo que tener tiempo para leer mangas. Si no termino esta tarea ahora, jamás lo haré.
—Si tienes poca privacidad para estudiar en el templo, ¿quizá deberías estudiar en la mansión HiME?
—La verdad… cuando iba en la escuela no me gustaba la mansión HiME. Quizá porque no me sentía parte de allí a pesar de que conocí gente a la que estimo mucho hasta ahora. Incluso en el presente me causa rechazo la mansión HiME. Tengo un cuarto y todo, pero nunca lo he usado. — la HiME se quedó pensativa unos instantes, contemplando la posibilidad de rendirse y usar la opción de la mansión HiME para estudiar tranquila. Tenía muchos exámenes y trabajos, y no era opción tener una mala calificación.
—Oye, Kana, de todas las cosas que dijiste que tienes que hacer me di cuenta de que no nombraste nada sobre entrenamiento HiME. ¿No tienes tiempo para ello?
—Pienso que no lo necesito.
—Ja, que soberbia.
—En serio. Es que, tengo a Kaneki como Rebel y él es un Rebel muy atípico. No tengo que preocuparme por él ni por Rizembool mientras tenga a Kaneki como Rebel.
—¿Y has pensado en la posibilidad de que tu Rebel quiera en algún momento ponerse rudo? — el peliblanco guardó sus libros en su mochila y aprovechó el descuido reflexivo de Kana para guardas las cosas de la HiME.
—Eso no va a pasar. — dijo muy segura Kana, embozando una sonrisa socarrona. —Kaneki es… Bueno, Kaneki es Kaneki. Es un poco…ñoño. No está en plan de ir golpeando personas. — terminó por guardar las cosas que Allen había comenzado a guardarle.
—¿Vamos por un café?
—Sí. — En ese momento, Kana y Allen notaron que unos cinco compañeros de clases se asomaron por la ventana para mirar al exterior. Estaban en el quinto piso por lo que observaban hacia abajo, aclarando sus vistas para ver a la distancia. Al principio sus rostros revelaban curiosidad por chisme, pero poco después sus facetas cambiaron a preocupación y temor. 
—¿Qué pasa? — Allen se acercó a mirar, pero no entendía el por qué sus compañeros estaban tan aterrados. El peliblanco permaneció incrédulo, pero no podía quedarse con la duda. —¿Quiénes son esos chicos? — les preguntó, mirando a un par de jóvenes en el primer nivel quienes parecían llevar una pinta de desaliñados.
—Es mejor no preguntar quiénes son. — dijo uno de los jóvenes, dándose la vuelta para guardar sus cosas y salir de allí. Los otros lo imitaron. Allen observó unos momentos más a esas extrañas personas y no consideró que fueran relevantes ni le interesó más de ellos. Agradeció ver que Kana terminó de guardar sus cosas, eso significaba que por fin se irían a descansar.

Los dos jóvenes bajaron las escaleras hasta llegar al primer nivel y comenzar a salir del campus universitario.

—¿Vamos a la cafetería?
—Suena bien… Podríamos repasar las lecturas mientras bebemos café.
—Kana, please, stop. — Allen estaba a punto de indicarle a su amiga que prefería morir de un balazo allí mismo antes de seguir estudiando, pero sus palabras y pensamientos fueron interrumpidos por una gran y precipitada conmoción. —¡…!—

El peliblanco dio un salto al notar que dos motocicletas pasaron peligrosamente al lado de ellos rodeándolos y cortándoles el camino. Evitando así que Kana y él pudieran seguir continuando con sus pasos. No sólo él estaba alarmado de este imprudente acto de infracción automovilística, sino que los estudiantes que estaban cerca también se consternaron al ser testigos de lo que sucedía.

—Oe…— uno de los jóvenes sonrió socarrón y burlesco al tener a sus presas frente suyo. Sacudió sus sedosos y largos cabellos, cuales hebras de ébano fueron mecidas por el viento.
—…— Kana dedicó una mirada filosa a cierto pelinegro fanfarrón que la mirada burlona desde su motocicleta.
—Sube, princesa. — el pelinegro apuntó con su pulgar hacia la parte posterior.
—…— la HiME mantuvo en sus ojos magenta la frialdad que le dedicaba a ese sujeto. En eso, escucha la voz del otro que lo acompañaba.
—Ya tenemos que irnos.
—D-Disculpen…— Allen no estaba seguro de lo que hacía, es más, estaba seguro de que lo que estaba haciendo lo ponía en un inminente riesgo vital, pero, no podía permitir que le hicieran daño a su amiga. Se puso al lado suyo, para protegerla de algún modo. —¿Quiénes son ustedes?
—Largo, marica. Si no quieres que te rompa el cráneo.
—…— Allen definitivamente sabía que la situación era delicada. Eran los dos jóvenes que antes sus compañeros miraron con temor. Probablemente, se trataba de delincuentes peligrosos. Incluso, Yakuzas.
—Baji…— el otro joven habló con tono ronco pero calmo. Lo que menos quería era que su amigo comenzara a hacer estupideces en frente de mucha gente. Desvió la atención ahora hacia Kana. —Debemos irnos.
—¿A dónde? —
A Allen le llamó la atención que Kana hablara con la guardia menos en alto con aquel joven rubio de gran tamaño. A diferencia de cómo la HiME trataba con el tipo de cabello negro. Aunque, francamente, Allen podía entender el por qué. El de cabello negro le daba demasiada mala espina.
—Es por tu bien…— susurró tranquilamente el rubio. —Queremos ayudarte.
—¿Esto es una orden de Manjiro?
—¿…Manjiro? — Ok. Allen era extranjero y no tenía por qué conocer a todos los japoneses de Japón, es más, llevaba tiempo allí y ni conocía a tantos (o se olvidaba de sus nombres) pero Manjiro le sonaba terriblemente. Y al ver la pinta de esos dos mafiosos no era difícil deducir que eran enviados de Manjiro Sano. El mismo y nombradísimo jefe Yakuza.
—Pues…sí. — el rubio se alzó de hombros. No era bueno mintiendo y no tenía ni una jodida gana de inventarse algo. —Me ha enviado Manjiro a que te lleve. Pero, no te preocupes, no es para otra tonta salida adolescente… Quiere ayudarte con tus problemas.
—Si te manda él no iré. — chistó la chica. Y sin el mínimo ápice de terror, siguió. —Tengo mejores cosas que hacer. Permiso…— se abrió paso frente al rubio quien la miró con tranquilidad, aunque con el ceño fruncido. Allen tenía miedo de lo que pudiera pasar. Pero, por, sobre todo, ¿¡Por qué Kana estaba TAN familiarizada con esa gente!?
—¿A dónde vas, tonta? — el pelinegro de un zarpazo la agarró del brazo, brusco, reteniendo su marcha.
—Suéltame, Baji.
—Kana. — Allen se puso a su lado, por si pasaba a peor.
—La idea es de Manjiro… pero el resto de planificación me lo ha dejado a mí.
—¿Y qué quieres que haga, Draken? — se zafó de Baji de un manotazo.
—…— Ok. Allen se quedó en una pieza. Ese era el matón del Yakuza. ¿Por qué mierda Kana era conocida de Draken?
—Sólo acompáñanos. Te juro que si no te gusta la idea o… no lo resistes, te puedes ir cuando me lo pidas. Lo prometo.
—…— Kana lo miró con duda, pensativa. Allen se colapsó al ver que la HiMe estaba pensando en tan siquiera la posibilidad de decirle que sí a ese delincuente.
—K-Kana, NO.
—¿Por qué esta escoria sigue aquí? — Baji tenía todas las intenciones del mundo de reventarle la cara allí mismo.
—Contrólate, Baji. — Draken suspiró. El rubio comenzaba a perder la paciencia, estar con Baji como dupla en las rondas era como controlar constantemente a un perro con rabia.
—Está bien… pero debes cumplir tu palabra, Draken. — apuntó Kana.
—Lo prometo. — Draken la invitó a su moto, sabiendo que Kana no soportaba a Baji.
—Si Kana va yo también voy.
—¿Y este enano qué?
—…— Allen ni siquiera era enano “Claro, cualquiera al lado tuyo es enano, poste de luz”
—Es un amigo. — la joven suspiró. Luego miró a Allen. —No te preocupes, Allen. Desgraciadamente son conocidos míos… No me va a pasar nada malo.
—Eso no me quita la desconfianza. — mucho menos al escuchar las propuestas de esa gente. A Allen le sonaba como que la iban a llevar a un prostíbulo a grabar un video BDSM o quizá hasta Gore.
—Hm…— Kana intercambió miradas con Draken.
—Si quiere ir, que vaya. Pero no te garantizo su protección.
—Allen, no te garantizo tu protección.
—Sí, sí. Ya oí, Kana. — haciéndose el fuerte, aunque por dentro estaba muy preocupado.
—Oe, yo no me llevaré a este. — Baji reclamó inmediatamente. —La princesa va conmigo, esta cosa que se vaya contigo, Draken. Tú estás más acostumbrado a llevar enanos.
—Te aprovechas de la circunstancia, maldito. — Kana lo miró con odio. No quedándole otra opción tuvo que ir a subirse a la motocicleta de Baji.
—Sujétate fuerte de mí, princesita.
—…— Kana le dio un codazo en las costillas de “casualidad” aunque Baji no hizo ningún gesto de dolor, ella sí sintió como el pelinegro contrajo el aire en sus pulmones. “Por imbécil”
—…— Draken y Allen se miraron en un silencio incómodo. Finalmente, el peliblanco se subió a la motocicleta. ¡Vaya! El sujeto sí que era alto.

Las luces de la noche comenzaron a encenderse mientras iban en las motocicletas por la ciudad. Allen en todo momento pensaba con preocupación a que destino se enfrentarían, como, también, se preguntaba qué clase de nexos tenía Kana con esos yakuzas. Sin duda, había muchas cosas que no conocía de su amiga y eso le llamaba la atención. Kana y Cain eran ambos sus amigos, pero conocía poco de ellos mientras que ellos conocían todo de él. Era injusto.

Después de un largo camino recorrido, comenzaron a salir de la ciudad para entrar en un terreno baldío y las alarmas en Allen se dispararon. Pasó de pensar a que llevaban a Kana a firmar un video prohibido mientras la drogaban, a pensar que la llevaban a matarla por un ajuste de cuentas.

Se detuvieron junto en frente de una especie de casa o fábrica abandonada. Apagaron las motocicletas y los cuatro bajaron.

—Es por allí. — indicó Draken.

Entraron todos a ese lugar, donde lo primero que notaron era una especie de cuadrilátero de pelea enjaulado.

—¿Y esto?
—Mikey está preocupado por ti. Dice que eres una HiME floja y notó que no tienes la misma fuerza de antes.
—Oh, por favor… no me digas que piensa eso de mi porque no pude conseguir buen puntaje en el martillo de feria. —
—No. — Draken negó con la cabeza. —Me dijo que te cansabas al caminar, y, cuando te agarró el brazo en la pelea no pudiste zafarte de su agarre. En los tiempos pasados, eso no hubiera pasado.
—Okay, ¿y quiere que me meta a una jaula y salte como mono?
—Más bien… esta parte me la dejo a mí. Mikey es bueno mandando, pero es perezoso al planificar un plan de acción. Así que he creado un plan de entrenamiento. Vamos a practicar algo de defensa personal. —
—¿En serio? — Kana parecía molesta y hastiada. Miro el ring enjaulado, las luces blancas y de colores medio la aturdían y ya de por si le dio sueño. “¿Y si lo dejamos para otro día?” quería estar en cama viendo sus doramas. —…— Ok, entendió en ese punto que se estaba volviendo una perezosa. Era verdad, ¿hace cuanto no entrenaba? Pero… de todos modos, la idea de meterse allí con Draken no la convencía. Aunque no podía negar que le daba curiosidad pelear con Draken. En el pasado siempre le llamó la atención el potencial de pelea de Draken y nunca tuvo oportunidad de enfrentarse con el Ryuguji. —Bueno, supongo que no está demás ver cómo están mis capacidades físicas en este momento.
—Perfecto. Sube al ring.
—Kana… Esto no es buena idea. — le dije Allen a su lado, más que preocupado.
—Descuida. Voy a estar bien. Draken parece malo, pero siempre ha sido educado con las mujeres. Al menos no me tocó con Baji… ése sí es un enfermo mental.
—Por cierto…Hay un detalle. No pelearás contra mi. Busqué un rival que pudiera ser algo parecido a tu Rebel actual. Uno de mis informantes me sopló que tu rebel es un tal Kaneki.
—Ah, sí…—
—No hay mucha información de él más que su patética foto en el anuario académico. Tiene una apariencia delicada… Lo cual llama la atención que escogieran a un inútil como él para ser Rebel. Eso quiere decir que no hay que dejarse llevar por las apariencias, seguro es un soldado sádico y frío.
—¿Sabes tan siquiera lo que es un Rebel? —
—Nunca me metí en ese mundo ni prestaba atención cuando Mikey y tú hablaban de su experiencia como HiME y Knight. Tampoco me importó escuchar la versión de Kazutora como Rebel… pero, ¿supongo que no está muy lejos de un soldado experto de cualquier yakuza, no? Pelea y ajuste de cuentas… lo típico.
—No es así…— la HiME se quedó algo perpleja ahora que lo pensaba. —B-Bueno, esa lógica tiene sentido en cierto modo.
—Entonces voy bien. — apuntó al ring —Ese es tu rival.
—…— Mierda. Kana ni siquiera se había dado cuenta de que alguien estuvo en ese lugar todo el tiempo. Discreto, en silencio y siniestro. La HiME esperó lo peor de esa presencia y cuando vio quien era no tuvo dudas alguna de su sensación de frío que le recorrió toda la espina dorsal —¿Inui? — le reclamó inmediatamente a Draken. —¿En serio trajiste a ese loco aquí? — el nombrado ni siquiera se inmutó por la reacción de la HiME.
—Ahá. 
—¡Es un psicópata! ¡No tiene nada que ver con Kaneki! —¿Cómo Draken podía comparar al salvaje de Inui con el suave de Kaneki?
—Deben ser el mismo perfil. Rostros finos y apariencia frágil, pero están enfermos y torcidos por dentro. Son oponentes difíciles de fiar, puesto que usualmente son subestimados, pero subestimarlos es una lamentable opción.
—No pienso meterme allí. Me va a arrancar la cabeza con sus propias manos. ¡Ese idiota golpeó a Yuzuha sin más! —
—Un sujeto que golpea mujeres no es de confiar. — agregó Allen —Es desproporcionado que un hombre pelee contra una mujer.
—¿Y los Rebels que son? ¿Travestis? ¿Mujeres operadas para ser hombres? Hasta donde sé, las mujeres HiMEs pelean contra Rebels hombres. — escudriñó el rubio alto.
—No es que quiera defender a la loca, pero, ¿no había algo más decente que Inui en tus opciones? — le preguntó Baji a Draken.
—Bueno… ¿Quieres cambiar a Inui por Baji? — Draken miró a Kana, despreocupado. 
—…— Kana lo miró indignada. Baji e Inui eran la misma porquería junta. Sólo que uno era desgraciado y el otro… bueno, no podía opinar mucho del Inui actual porque no supo de él en los últimos años, pero, el hecho de que nadie supiera mucho de Inui en los últimos años porque precisamente esos últimos años pasó cumpliendo condena (otra vez) en cárcel, ya decía mucho.
—Kana, mejor nos vamos. — suplicó Allen.
—Podríamos lanzar a tu mascota al ring a ver como pelean los perros. — Amenazó Baji, perdiendo la paciencia con ese extranjero metiche.
—Baji, deja a Allen tranquilo. — la HiME suspiró, cansada.  —Supongo que prefiero a Inui…— al menos Inui no tenía pinta que fuera a correr mano de “casualidad” como podía hacerlo Baji.
—Okey. Si quieres parar, sólo pídelo. — Draken acompañó a Kana al ring, ante la vista de espanto de Allen que poco pudo hacer cuando sintió la mirada asesina de Baji sobre él. Si se movía, estaba muerto. La HiMe entró en el ring de pelea y vio a Inui de reojo, seguía siendo tan raro como siempre, es como si aquel rubio no tuviera alma. Algo le causaba rechazo de él a diferencia de todos los otros mafiosos vinculados a la vida de Manjiro Sano.
—Las reglas son sencillas. Una pelea cuerpo a cuerpo, limpia. Sin armas…— Draken miró a Inui. —Esto también va para ti. Nada de navajas sorpresas ni nada por el estilo. — el rubio de gran estatura salió del ring y cerró la puerta de la jaula.
—…—

Kana e Inui se miraron fijamente por un prolongado momento de silencio incómodo que de momento no se podía romper. En la mente de Kana circulaban todos sus recuerdos enfocados hacia ése sujeto, casi todos malos recuerdos, puesto que Inui por mucho tiempo fue miembro de una pandilla rival a la de Mikey y era de esos chicos soldados natos que peleaban macabramente bien y sin piedad. Incluso, en un par de ocasiones, Inui había golpeado a su amiga Yuzuha cuando ésta intentó defender a su hermano Hakkai de los golpes de Inui. Por tanto, no discriminaba entre hombres o mujeres al momento de ejecutar. A Kana no le caía bien y sin duda le daba esa sensación de rechazo hacia un ser humano.
Por la mente de Inui… nadie jamás sabrá lo que pasaba en ese momento, pero lo que sí era una verdad es que no tenía ni putas ideas quien era la tipa que tenía en frente suyo.

—Me aburrooo. — abucheó Baji. —Ya hagan algo.
—Cállate. — le gruñó Draken a su lado.

Que incómodo. Kana no se había sentido tan incómoda en mucho tiempo. No sabía qué hacer y estaba arrepentida de aceptar el tonto entrenamiento de Draken. Su rival por su parte la miraba fijamente sin expresar ninguna emoción en sus claros e hipnóticos ojos.
Lo único que se le vino a la mente a Kana era empezar pronto con la actividad para así terminar rápido también. Esperaba que todos los años en la cárcel hayan debilitado a Inui para darle un solo golpe y tumbarlo de una. En cierto modo, tenía confianza en sí mismo, porque, aunque dijeran que se había puesto floja las últimas semanas, nadie podía negar que se entrenaba en tiro al arco y defensa personal (algo de kendo, algo de karate) así que tenía como defenderse.

“Ok. Haré esto rápido. Lo lamento, niño perro pero tengo mejores cosas que hacer.” Se dijo Kana mentalmente.

Se acercó a él, alzando sus puños en posición defensiva y antes de que Inui se moviera la HiME se agachó y giró en un círculo intentando propinar una patada a los tobillos a su rival para botarlo al piso, pero el rubio dio un salto hacia atrás. Kana aprovechó el movimiento del otro para levantarse de un salto ágil y tratar de darle una patada al pecho, pero tampoco pudo.
Quedaron frente a frente de nuevo. Kana sólo articuló una sonrisa burlesca y soberbia.

—Te subestimé. Pero tengo que terminar con esto así que me disculpo si te hago da—

Antes de que Kana pudiera terminar su frase, Inui le dio un puñetazo en pleno rostro mandándola a estrellarse contra las rejas del ring. La chica instintivamente se llevó ambas manos a su nariz y notó que la sangre brotaba violentamente de allí.

—¿M-me…gol…peó? — La HiME quedó en shock. No se esperó un golpe tan seco y rápido, rompiendo toda su guardia de una y dejándola tambaleándose casi K.O
—¡KANA! — Allen se lanzó sobre la reja del ring intentando llegar a Kana. —¡Abran la puerta! ¡Ese loco le rompió la nariz!
—...— Ni Baji ni Draken se inmutaron.
—¡Son unos desquiciados! — Allen seguía intentando abrir la reja.
—T-Tú, maldito perro….— Kana se ofendió hasta la médula por el golpe sucio e improvisto de Inui, ¡Que poco caballero! Estaba indignada ante la idea de perder ante un tipo tan poco honorable como ese rubio. Se lanzó contra él para darle un golpe de puño, pero Inui la esquivó y cuando la HiME pasó por su lado le dio un golpe en la nuca, haciéndola caer al piso. La sangre seguía saliendo de su nariz por lo que manchó el piso.
—…— Inui vio como la HiME trataba de pararse así que le dio un golpe de pie en la espalda. Luego fue hacia las rejas de la jaula del ring y buscó la mirada de Draken. —¿Ya puedo salir?
—¿Deberíamos soltarlos? — Draken pidió la opinión de Baji.
—La princesita está en el piso y al perro no le han dado de comer…
—Pero ella no me ha pedido que pare…— puntualizó Draken.
—¡Esto no ha terminado! — Kana se levantó hecha una furia y se trepó por la espalda de Inui tratando de asfixiarlo desde atrás.
—Woh… se están volviendo salvajes.
—¡Les recuerdo que Kana está lastimada!
—Shhh, si no quieres que te lancemos de hueso para el perro. — amenazó Baji. En eso, vio que Inui agarró a Kana de los brazos, la alzó por sobre él y le dio una magistral llave que hizo que la espalda de la HiME se azotara en el suelo. —Auch… Okay, quizá si debamos parar esto.
—Ella no me ha dicho que pare…— volvió a señalar Draken, muy contrariado por sus propias palabras.
Kana intentó darle una patada, pero estando en el piso y con la vista nublada por su propia sangre era un acto torpe.
—Voy a acabar con esto por ti…— el rubio de ojos claros sujetó a Kana del cabello, hizo su cabeza hacia atrás y estaba a punto de darle un puñetazo en el rostro para noquearla cuando de pronto escuchó algo que incluso a él le paralizaba. —…— se detuvo en seco, soltó a la HiME. “Mierda”
—¡Mierda! La policía. — gruñó Draken. Fue hasta la jaula y abrió la puerta que estaba con llave. —Salgan de allí, ¡ahora!
Allen entró corriendo para ayudar a Kana a salir.
—¡Inui ven aquí! ¡No huyas rata inmunda! — lo vio irse solo y a velocidad.
—Kana, en serio, ¡BASTA!— le reclamó Allen a su lado, ayudándola a caminar.
—¡Se está escapando!
—¡Ya perdiste, Kana! Tienes que aprender a aceptar cuando no puedes más.
—Pásamela. — Baji le quitó a Kana a Allen y se la llevó en su motocicleta. Draken fue gentil y se acordó que Allen existía así que lo llevó en su motocicleta.

Tras huir de la policía donde a Allen casi le da un infarto cardiaco por la brutal experiencia de convertirse casi en un criminal escapando de la ley, el grupo llegó a una guarida que Draken reservaba por el lugar.
Era un… prostíbulo. Allen se preguntó qué otra cosa más bizarra podría pasarle esa noche. Un par de chica se le engancharon a cada brazo del peliblanco. Él las apartó con delicadeza y siguió a los rufianes quienes estaban en un cuarto de “amor” con Kana a quien Draken le realizaba curaciones. Baji fue al mini-bar y se sirvió un whisky mientras Allen se sentó en una extraña silla en un rincón, mirando alerta cada movimiento que esa gente hacía.
Afortunadamente, el golpe que Inui le dio no le quebró la nariz, pero si le causó una gran hemorragia nasal y dejo su nariz feamente hinchada. 

—Ya está. Debería funcionar. — Draken terminó de tratar la hemorragia de Kana. Se puso de pie. —Pueden sacar alcohol del mini-bar y pedir cualquier cosa para comer.  Pónganse cómodos, ya regreso.

Kana y Baji se quedaron charlando un poco mientras que Allen prefirió quedarse a un lado de la HiME cuidando de ella sigilosamente. En un punto, Baji recibió una llamada telefónica y salió del cuarto, los dos restantes notaron que cuando salió se encontró con un par de “cariñosas” que se lo llevaron. Supusieron que no iba a volver por un tiempo.
Allen y Kana fueron hasta una de las ventanas donde se distrajeron mirando hacia el exterior a un montón de letreros de neon que iluminaban el barrio.

—Kana, deberíamos aprovechar de huir de aquí. Ya es súper tarde. — en eso, notó que Kana fijó su mirada a un par de tipos en el primer nivel. Era Draken quien se estaba encontrando en un callejón con un tipo con capucha, no era difícil deducir que era Inui. Notaron que Draken le pasó unos cuantos billetes y le dijo algo que no pudieron oír. —Esta gente no es de fiar.
—…—
—¡Kana! — Y su amiga era una salvaje al igual que “el perro” la HiME salió al balcón y trepó por las cañerías para bajar hasta la calle.

Corrió al punto de encuentro donde estaba Draken y alcanzó a Inui antes de que éste se fuera.

—Todavía no termino contigo.
—…— la miró como si fuera algo insignificante.
—Ha sido todo por hoy. — dijo Draken.
—Tú dijiste que esto acababa cuando yo lo dijera.
—Pero no le voy a pagar más a Inui para que sigan peleando. Mañana tiene que trabajar en mi taller.
—Yo te pagaré. — buscó en sus bolsillos dinero, con actitud amenazante hacia Inui.
—Ya vete, Inui. —
—Tiene dinero…—
—Olvídalo. — Draken lo miró con enojo. —Kana. Inui es mi trabajador y tiene que volver a su casa en…— miró su reloj de muñeca para comprobar la hora, pero no fue necesario porque el grillete electrónico en el tobillo de Inui empezó a pitear. —Ahora…—   
—… ¿Por qué tiene una tobillera electrónica si se supone que ya salió de prisión? — Kana no estaba interesada en ese detalle, pero como no encontró dinero en sus bolsillos prefirió hacerse la tonta antes que descubrieran que no tenía dinero y se viera auto humillada.
—Porque hizo una infracción apenas salir. Si pillan que no está en su casa a cierta hora irán por él. — Draken miró a Inui. —Corre. — y dicho esto, el otro joven se fue corriendo como si el diablo lo persiguiera.
—Oh, Inui corre bien rápido. Se nota que no quiere volver a la cárcel.
—Perdió mucho allí adentro. Nadie quiere volver a un lugar como ese. —  el rubio se tocó la parte de la nuca que tenía rasurada, pensativo. ¿Estaba bien si seguían así? ¿Mikey se lo tomaría bien? Sólo sabía que sería peor si no hacía nada y Mikey le confió demasiado ese entrenamiento —¿Cuándo tienes libre para continuar con el entrenamiento?







« Last Edit: March 31, 2024, 03:37:48 PM by Kana »


Miyu

Mejor dejo esto antes que duerma jaja
Después corrijo, ya es costumbre xd


Capítulo #4 (a)

Esa mañana el olor a hot cakes recién hechos inunda el departamento, junto al café molido importado desde Etiopía. Tobio se movió con gracia por todo el lugar emplatando tres platos y tazas para sus compañeros, algo que disfruta bastante.

—Si te digo para que seas mi esposa, ¿lo considerarías alago o acoso, Tobi? —Narumi parecía feliz canturreando por la comida que pronto pondría en su estómago. Sentado en la barra flotante seguía jugando con su consola portátil.
—Acoso para ti, pequeñín —la prima apareció con una sonrisa burlona y se sentó a su lado—. A él obviamente le gusto yo.

Antes de que una nueva pelea comenzara Tobio apareció con dos platos y los colocó frente a ellos.

—Buenos días Akeno —le sonrió como siempre, ignorando sus palabras—. Hoy me toca prácticas en Grigori y después abriré Black Dog.

Su prima presionó los esponjosos hotcakes y cortó un pedazo con el tenedor, por algún motivo su rostro parecía decaído y sin muestra de ningún tipo de emoción. Pinchó el trozo de masa que traía miel derramándose por los cotados y lo mordió con delicadeza, sosteniendo sus cabellos del lado derecho con una mano.

—Quizás Akeno tiene razón y me gusta ella —murmuró viendo los pequeños gestos de su prima, la delicadeza con la que hacía cada movimiento le era simplemente exquisito e incluso su rostro melancólico le trasmitía un raro sentimiento a su corazón. 

Akeno de inmediato bebió un poco de café en busca de calmar sus nervios, pero terminó cruzando mirandas con su primo segundo.

—Que momento incómodo —susurró Narumi comiendo con una mano y jugando con la otra—. Shija se pondrá más pesada con el acoso.
—¿Acaso no te caía mejor Shija? —Akeno preguntó para cambiar de tema rápidamente, realmente no sabía qué decir después de las palabras de su pariente mayor.
—Si Tobi se queda con Shija nunca más tendré que ver mujeres en mi vida —la apuntó con el tenedor, más no la miró—, si va por tu ruta eso significa que tendré que presenciar desfile de mujeres ruidosas entrando y saliendo, haciendo pijamadas y juntadas de charlas y tartas. Lo más práctico es Shija.
—Puedes conocer a alguna de mis amigas y quién sabe, ninguna está de novia —la pelinegra sacó su celular para mostrarle algunas fotos de sus amigas. La mayoría eran extranjeras y hermosas, nada especial para un genio como Gen Narumi.
—Nada, ninguna me atrae. Nunca le hablaría a ninguna de ellas —aseguró él, volviendo su vista a su consola portátil y su diestra a la comida.

Tobio se sentó frente a ellos, con un plato y la taza de café más grande que Akeno haya visto en su vida. Ambos intercambiaron miradas una vez más y después la bajaron a sus respectivos desayunos.

—¿Preparaste tu bento? —le preguntó cohibida. Ni ella misma se podía hallar entre esa mezcla de sentimientos raros.
—No me dio tiempo —bebió un poco de café apresurado, intentando no manchar su camisa blanca ni la corbata negra alargada—. Últimamente estoy con los tiempos justos.
—Después prepararé un bento para mi padre, por si quieres uno —preguntó sin poder alzar la vista. Sentía sus orejas arder por la vergüenza de ser tan dulce con alguien.

El desayuno terminó y Akeno se colocó a lavar los trastes sucios para luego hacer los bentos, por su lado Narumi fue arrastrado por Tobio para que fuera a trabajar. Cuando se quedó sola empezó a pensar en una vez más en lo de ser una HiME y si debía enviarle un mensaje confirmando su decisión. Tener a alguien detrás de ella que intente matarla no le hacía la más mínima gracia, así como las ventajas que son demasiado tentadoras…

Buscó entre los utensilios de la cocina del departamento un set de cuchillos santoku, perfecto para picar las verduras, cogió algunos condimentos de las estanterías superiores y después agarró verduras, carne y arroz cocido de la heladera y arrocera. 

Una vez se enfundó su delantal comenzó por poner un par de sartenes en las hornallas y otra de agua para hervir, aunque dudaba usarlo; comenzó por cocinar en la vaporera el salmón y mientras tanto sujetó el cuchillo santoku para cortar pepinos, berenjenas y varias verduras más de estación para hacer encurtidos.

Pasada dos horas ya tenía hecho tres cajas de bento para llevar hacia Grigori, aunque se cuestionaba si debió hacer una para Azazel o no. Después de tomarle unas fotos y enviárselas a sus amigas, los puso para llevarlos e ir hacia las instalaciones de aquella empresa y laboratorio.

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—Es una pérdida de tiempo inmiscuirse en estos asuntos.
La habitación con una tenue luz, apenas dejaba ver dos sombras y algunas superficies de muebles, la voz provenía de un albino sentado en un sofá de tres piezas bastante cómodo. Entre ellos una pequeña mesa de cristal con unas botanas arriba y dos tazas de icecream americano.
—Romper lazos alteraría el futuro —murmuró el receptor de las palabras de la otra persona. Él sentado en un sofá de una sola persona.
—Es una pena —viendo las fotos que su cliente le mandó al mail no tenía dudas de que debían negarse rotundamente al trabajo.
—Pero —agregó el pelinegro—, también es una pena que ellos dos mueran.
—Nada que hacer —se encogió de hombres, dejando el móvil sobre la mesa—. Así es la vida.
—Vamos, una vez y un intento. Si no funciona nos olvidamos del tema —el hombre del sillón de una pieza se levantó animado—. Seis horas, no doce como de costumbre y es en Japón, ¿qué clase de efecto mariposa puede darse?
—Y en esas seis harás todos los desastres que puedas —suspiró el albino, ya consciente de la personalidad impulsiva de su amigo.

El de cabellos plateados irregulares tomó el celular de la mesa y volvió a poner la galería de fotos. Sus ojos se iluminaron de un azulado profuso entre la penumbra del cuarto y rápidos flashbacks de las fotos comenzaron a venir a su cabeza viendo el futuro desde la perspectiva del camarógrafo.

—Esta hará menos daño —su amigo se posicionó a su lado y miró la imagen, la mujer en la foto se veía bastante alejada de los cánones de belleza de China—. Dile que la imprima y más tarde haremos el trabajo.

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Akeno se apresuró a llevar las cajas de bento en una bolsa de tela y antes de salir a la calle se puso frente al espejo del genkan, en la entrada o recibidor del departamento, y se peinó su cola de caballo bien alto, sujetada por una cinta naranja que su madre le había regalado en su niñez.

Observó con atención que el labial combinara con la falda tableada larga de color lavanda y una camisa de licra sin mangas de tono blanco; se veía bastante elegante y casual, justo lo que quería para molestar a Tobio con tres botones desprendidos que hacían resaltar sus atributos femeninos.

Himejima pidió un GO para ir a la dirección de Grigori y menos de media hora ya estaba allí. Después de pagar se bajó con cuidado, caminando hacia la entrada del edificio. Las escaleras del sitio se extienden por un largo trecho. Esta era la primera vez que lo veía de día al edificio de Grigori, de arquitectura neofuturista, imponente y monumental en medio de un área algo vacía. Parecía que los terrenos se extendían por varias hectáreas.

Se detuvo frente a las puertas mecánicas para ingresar debía tener acceso biométrico. Suspiró al no tener siquiera el número de teléfono de su padre, Tobio o Narumi, negándose rotundamente a hablar con Azazel.

 —¿Necesitas algo?

Una voz masculina se oyó detrás de ella, haciendo que gire de inmediato. Apenas lo contempló se dio cuenta de las profusas ojeras, el negro marcado debajo de sus ojos combinaba con el ónix del empedrado del edificio.

—Buenas tardes —ella inclinó su cabeza con elegancia, haciendo sus cabellos negruzcos se movieran levemente junto a su cuerpo. No se veía como una investigadora, más cuándo entre ambas manos llevaba una bolsa grande de tela—. Soy Himejima Akeno, hija de Baraqiel… —en ese momento se dio cuenta que ignoraba qué trabajo hacía su padre o que profesión tenía.
—Ah sí, él siempre muestra fotos tuyas —el hombre no se inclinó, su apariencia y porte es el de un extranjero—. Beelzebub Anathema, no estoy en el área de Baraqiel. 

Sin mostrar una sonrisa o cambiar de expresión, colocó su ojo cerca de un escáner y su palma derecha en otro panel. Las puertas se abrieron de inmediato, Akeno quedó sorprendida por lo joven y cansado que se veía, la bata con el gafete que traía le quedaban algo grandes y su mirada sombría lo hacía parecer un caso serio de explotación laboral.

—Entra —con el semblante oscurecido la esperó a que pasara.
—Gracias —se incorporó y caminó rápidamente hacia dentro del edificio. Lo primero que sintió fue un escalofrío al ver una foto tamaño cartelera de Azazel, acompañada por el aire gélido del aire acondicionado—. Ya sé por qué este hombre se ve demacrado —susurró intentando apartar la vista de la gigantografía de su tutor.
—Es por aquí —le indicó el ascensor y una vez más la espero a que subiera primero ella.
—¿Qué área es la de mi padre? —preguntó tímidamente, como una niña pequeña.

Beelzebub pasó dentro del elevador y se acomodó en el tablero de pisos, apretando el botón de cerrado de puertas y después presionó dos pisos. Sin mostrar demasiado interés, totalmente absorto en sus pensamientos, respondió un poco tarde la pregunta de ella.
—Grigori no tiene una especialidad en específico. Se ramifica en diversas áreas y sus divisiones son poco claras. Siempre nos hemos mantenido acervos a un gran número de conocimientos —sin mostrar interés, fijo su ser en el suelo marmolado e hizo silencio.
—¿Qué especialidad tienes tú? —preguntó atónita por la información que le proporcionó.

Antes que respondiera Beelzebub el ascensor se detuvo y abrió sus puertas. Por dentro del edificio las pulcras paredes lo hacían bastante monocromático y aséptico, de cierta manera los grandes ventanales con paneles oscuros creaban un lugar fresco.

—Aquí es, tu padre tiene grabado el nombre con placa su nombre en la puerta del laboratorio.

Akeno pasó a su lado, lo vio más delgado y alto que a primera vista. Giró su cuerpo fuera del ascensor e inclinó su cuerpo para agradecer por la ayuda, por consiguiente, se levantó y lo saludó con una pequeña sonrisa.

—Gracias Beelzebub-san —le sonrió con suavidad, agitando la zurda con pequeños movimientos.

El hombre suspiró y le respondió con la misma mano sin mucho entusiasmo. El ascensor se cerró entre ellos y él siguió su camino hasta su propio despacho. Akeno, por su parte, caminó por el largo pasillo hasta llegar a la puerta indicada con el nombre de su padre grabado en dorado.

Respiró y exhaló aire, tenía miedo y pánico de estar allí. Caminó en círculos, ya pasando las una de la tarde fue hacia las máquinas expendedoras al final de los pasillos del mismo piso. Fijó sus ojos en las gaseosas y las latas de café, algunos jugos raros y al lado una maquina con diversos snacks casi vacía.

—Si es la pequeña primita —se burló Narumi, yendo a su dirección con unos billetes en mano—. Que justo encontrarte en las máquinas. ¿Trajiste los bentos del viejo de ojos cerrados y Tobi?
—El “viejo de ojos cerrados” es mi padre —respondió algo molesta—. También te traje a ti uno.

Sorprendido tomó la bolsa de tela de Akeno y la agitó levemente con una sonrisa amplia, parecía un niño pequeño con ganas de comer.

—¿Puedes comprar las bebidas? Llevaré esto pequeña Akeno —sin tener tiempo a protestar, el chico se metió dentro del laboratorio
 
Akeno se quedó sola, pensando en cómo alguien apenas dos años mayor a ella la podía llamar “pequeña” más cuando ella mide un metro sesenta y ocho y él uno setenta y cinco, apenas si había diferencia entre ellos. Compró algunas botellas de té verde fresco de la máquina expendedora y se adentró al lugar por dónde fue Narumi,

—AKENO —Baraqiel corrió hacia ella a abrazarla, ella casi tira las botellas de la sorpresa.
—Gracias por el almuerzo, Akeno —Tobio le sonrió desde una de las mesadas dónde solo había computadora, con Narumi ya estaban comiendo—. Cocinas realmente muy bien.
—Muy bueno —sonrió el otro, aún con su cabellera tirada hacia los ojos.
—Akeno será una gran esposa —aunque al decir eso Baraqiel tuvo que abrazar más fuerte a su hija—. No te entregaré a nadie.
—Tarde, las campanas ya suenan pecaminosamente entre el camino incestuoso de ambos primitos —el chico empezó a moverse feliz mientras agita los palillos con un pedazo de tempura en medio.
—¿Qué? —preguntó el padre de ella, dejando de abrazarla y acercándose a paso firme hacia el que dijo esas cosas sobre el incesto—. ¿Narumi?
—Viejo, eso no me corresponde a mí —con una sonrisa cargada de malicia, miró a Tobio.
—Aún no hemos hecho nada —soltó rápidamente el contrario, intentando excusarse. Akeno muerta de vergüenza no los mira.
—Aún —añadió el más joven de los hombres.
—YA ME VOY —se apresuró a decir la mujer, intentando que la situación no escalase demasiado.
—¿Tan rápido? —desde la puerta se unió Azazel—. Quería escuchar la charla. ~
—No ayudas, Aza —soltó una risa Tobio. Por suerte para ella, él siempre era calmado y con muy buena percepción.

Akeno contempló un instante a su primo.  Su figura musculosa, delineada por la apretada camisa, ahora desabotonada al inicio, la hizo poner nerviosa; sentía mariposas en el estómago, emociones fuertes que querían ir hacia él y besarlo… Tobio dejó la corbata al lado de su bento, cansado del trabajo y disfrutando de la comida que ella hizo. Su madurez, tranquilidad y una pequeña sonrisa nerviosa dibujada en su rostro pálido la atraía demasiado, el cabello negruzco lo traía desordenado y se dedicó a defenderse de improperios de Baraqiel y acusaciones.

 —Padre basta, con Tobio nos hemos hecho amigos —su hija lo defendió—. Somos parientes, es lo natural.

Camino tranquilamente hacia Tobio y lo tomo del mentón, dejándolo totalmente atónito y con las orbes como platos por la sorpresa. Los dedos de una mano acariciaron con cuidado su mentón, haciendo que el índice descienda por su cuello mientras ella se sienta en su regazo, rodeándolo con su brazo izquierdo por detrás del cuello del joven.
Sus piernas se enroscaron en la cintura de su primo, apoyando completamente el trasero contra el regazo de él; ambos se observaron un instante, Akeno traía una mueca traviesa, jugando con su mano contra el pecho del mayor, desprendiendo algunos botones para sentir los músculos marcados contra sus propios senos de ciento dos centímetros que se veían como bollos aplanados.

—Fufu~ —la mujer susurró en el oído del joven, haciendo que su cálido aliento vaya contra la piel de él—. ¿Acaso mi primito mayor se siente nervioso~?
—¡Akeno eso es muy descarado! —Tobio protestó rápidamente, agarrando la cintura de la joven con cuidado para que no se caiga—. Harás que Baraqiel me mate…

El padre de Himejima furioso abrió sus ojos más de lo usual, paso tras paso se volvía un pisotón fuerte. Akeno apoyó la cabeza contra el cuello de su pariente y movió su cuerpo más cerca de él.

—Agradece que no te beso —la sonrisa de ella, con su voz tersa y maliciosa lo hacía caer.

Por un momento deseo ser besado. En ese pequeño instante ignoró cada ruido o sonido que no saliera de su prima. Olió el ligero perfume de los cabellos tan negros como la noche de ella, sus manos apretaron un poco más la cintura y la trajo más contra su cuerpo. Ambos traían sus corazones acelerados.

—Si terminaste de esta demostración poco práctica de cariño, mejor toma una foto —Narumi le sugirió firmemente, apuntando los palillos y levantándose de la silla para robar la carne del bento de Tobio.

El otro asintió y torpemente sacó el teléfono de su celular, Akeno miró al obturador de la cámara y sacó la punta de su lengua. Sin duda se estaba burlando de él y de la sitación que creó de tensión, en la foto se veían los senos de Akeno casi explotando contra el torso marcado y mientras ella sonreía llena de complicidad, Tobio parecía un tomate.

En ese momento la expresión del bartander de Black Dog cambió nuevamente a una de total sorpresa, algo que el mismo Tobio jamás haría teniendo en cuenta su personalidad tranquila. Plantó sus pies en el suelo, casi tirando a Akeno al piso.

—¿Qué? —la sostuvo como pudo de la espalda y la colocó rápidamente en la silla—. Oye, no vayas por ahí haciendo estas cosas tan… tan impuras…
—El comportamiento de Akeno es como el de Shuri —Azazel mencionó—. Y aún falta que saque su lado sádico y masoquista como sus padres.~
—¡¿QUÉ?! ¿EXISTEN MUJERES ASÍ? —observó a Akeno con atención y la mirada se fue a la blusa escotada blanca, incluso el sonido de como traga saliva fuertemente se oía en el laboratorio.
“Cálmate Xiaoshi Cheng, ya nos advirtieron que las Himejima son seductoras, recuerda la misión y evita hacer movimientos innecesarios”.
“Esto es ridículo Lu Guang, ¿dónde está la física la gravedad, Buda? E-esa mujer es irreal”.
“Eso no importa, tienes doce horas, haz tu trabajo”.
—¿Ara, ara~? —la Himejima se levantó para ir hacia su primo, pareciendo un depredador en busca de su presa, con pasos seductores, moviendo sus caderas a un ritmo hipnótico—. ¿Ahora se despertaron tus sentidos de hombre, Tobio nii-sama~?

“¿QUÉ HAGO LU GUANG? VAMOS, ESTO ES DEMASIADO AAAAAH”.
“Espera, no te muevas” la voz calmada en su mente lo hacía desesperar.

—¡Esto es inapropiado hija! —el hombre de piel trigueña con algunas facciones similares a Akeno se interpuso entre ambos—. ¡Son primos!

“Salvado, salvado, mierda. Esa mujer es muy desvergonzada… ¿así son las japonesas?”.
“No lo creo… nos dejaron en claro que ella es una sádica y descarada mujer. Concéntrate en el trabajo de nuestro cliente”.
“Este cuerpo es extraño, su corazón late como loco y aun así tiene en pleno estado sus facultades y siento como si mi fuerza se multiplicase… ¿es posible, Lu Guang?”.
“No lo sé, concéntrate y no hagas idioteces”.

—¿Idioteces? —gritó sobresaltado quien tomó el cuerpo de Tobio.
—¿Te parece una idiotez que eduque a mi única hija? —el padre se acercó a él con intenciones de golpearlo severamente.
—No, no. Es solo —empezó a responder moviendo sus brazos y haciendo señas extrañas y a susurrar palabras entre dientes.
“Toma a Himejima del brazo y llévatela. Hay que cambiar un único suceso para el cliente”. Escuchó por una especie de telepatía el hombre que tomó el lugar del Slash Dog.
—Solo que… —antes de decir algo corrió hacia delante y tomó a la mujer del brazo para alejarse rápidamente con ella.

Ambos corrieron hacia el ascensor, pareciendo púberes en busca de libertad y entregados a sus impulsos.  Eso hubiera estado bien si tan solo la cara de Tobio no se contorsionase de una manera tan extraña, con susurros y risas incómodas.

Llegaron rápidamente al ascensor y el bartander partime de Black Dog tardó dos minutos en poder abrir la puerta del elevador.

—¿Por qué hay tanta seguridad? —susurró molesto, hablando consigo mismo o así lo veía su prima menor.

—¿Estás bien? —se acercó genuinamente preocupada, apoyando el dorso de la mano en la frente de su pariente.

—S-sí —al tenerla frente a frente quien tomó el cuerpo de Tobio no entendía cómo podía estar tan apacible el hombre cuando su corazón latía con intensidad—. Es que quería huir rápido, ya sabes…

Akeno lo miró más extrañada. Ambos poseían razgos predominantes de la familia Himejima: cabellos tan negros como el mismo manto oscuro y cuerpos sutilmente predispuestos para la seducción.

“Ten cuidado, esa mujer es impredecible y si comienza a coquetear estarás en problemas”.

—No podia dejar que mi prima favorita sea regañada ja ja ja —su risa incómoda hizo alejar a Akeno y se colocó en la parte trasera.
—Si tú lo dices —ella se molestó un poco por el cambio repentino en la actitud de él y cruzó sus brazos hasta llegar a la planta baja.

“¿Lu Guang? Responde, responde… ¿Qué hago ahora?”.

“MALDITO, NO TE DESAPAREZCAS. ¡¡¡LU GUANG!!!”.

Medito unos minutos tras salir ambos del elevador y miró hacia ambas direcciones, no había guardias ni nada. Ellos dos y un estrecho pasillo hacia una ciudad que Cheng Xiaoshi no conoce.

“Tómala de la mano y ve al invernadero. Puedo ver qué está en la parte trasera del edificio”.
“¿Con esta loca? Nono, es peligroso. Imposible”.
“Habrá alguien allí, Cheng Xiaoshi”.

—Hoy estás más pensativo de lo normal —lo tomó del mentón y lo obligó a cruzar miradas.

El supuesto Tobio se confió, en el momento en que fue inmerso por sus pensamientos y Akeno se adelantó a él para hacer una de sus travesuras.

—No me agradeciste por el almuerzo —la mujer lo obligó a cruzar miradas con él una vez. Acercó lentamente sus labios Rouge, a centímetros de presionar ligeramente su boca en la contraria.

“¿L-Lu Guang?” Llamó desesperado por telepatía a su mejor amigo y socio.
“Repite conmigo: deja de jugar conmigo Akeno, Baraqiel va a matarme más siendo primos segundos”.
“¿PRIMOS?”
“REPITE. No cambies nada”.

—D-deja de jugar conmigo Akeno —intentó decir, siendo interrumpido por la mujer con una jalada de brazos.
—Yo no estoy jugando —murmuró, empezando a caminar con él hacia la salida.

“Detenla. Cambiarán todo y necesitan conocer a alguien en el invernadero. Cheng Xiaoshi, imbécil“.

—Sí, sí. Hay un lugar que quiero mostrarte —sonrió, levantando a la mujer de la cintura y colocándola sobre sus hombros como si fuera una bolsa de papas—. ¡Vamos a un lugar más tranquilo!

“¡Deja de cambiar cosas a tu antojo!” la voz que “Tobio”
escuchó en su cabeza se oía bastante molesta, con chasquidos de lengua de por medio.

—¿Cómoda? —sonreia él de una manera amplia, sin prestar mucha atención a su prima.

Akeno no respondió. Esta última media hora la actitud de su primo le parecía lo contrario a la personalidad apasible y encantadora que tanto le gustó a ella.

—Estas raro —murmuró. Sin poder moverse de aquella extraña posición, traía su torso en la espalda de su primo, su larga melena oscura casi rozando el suelo.
—Debe ser por la vergüenza de hace un rato —se rascó nerviosamente la barbilla y avanzó rápidamente por varios pasillos y puertas hasta llegar al invernadero.

El lugar era hermoso, con grandes ventanales que cubrían un área extensa y el sol iluminando tenuemente el lugar. Tobio hizo descender a Akeno y ella se quedó complemento congelada; no lo reconocía, pese a que sus facciones eran las mismas, su personalidad no y eso la aterró.

“Ella sospecha, has algo”.
“¿Qué? Estoy en blanco. ¡Lu Guang, ayudaaaa!”.
“No lo sé, habla de su padre Baraqiel… el mentor Azazel y su prima Suzaku”.

—¿Cómo te fue con tu padre? —incomodo, rascándose aún la barbilla, preguntó robóticamente.
—Bien, gracias a tí —se agachó para ver las flores del sitio. Cada planta traía diferentes carteles con el nombre científico y el común.

Las mejillas de ella se tiñeron de rojo y apretó suavemente sus finos labios Rouge. Cada centímetro de ella era perfecto, desde su curvilínea figura, sus cabellos largos y brillantes sujetados en una coleta…

“Ah mierda” se apretó la parte de la camisa donde está su pecho. “Lu Guang, su corazón está acelerado y me cuesta respirar”.

Los ojos oscuros de él se arrastraron por la figura en cuclillas de ella.

“Mierda, mierda, mierda”.

Su espalda ligeramente curvada dejando marcados su esbelto trasero en la falda, sus senos grandes y apretados en la camiseta o incluso sus pequeñas facciones que delinean el rostro de Himejima… todo le atraía a causa de las emociones de Tobio.

—Ah, eres muy linda Akeno.

“Idiota, él aún no admite que le gusta. Cheng Xiaoshi, repara eso”.

Tapó si boca apenas oyó la voz de su compañero entre sus pensamientos.

—Es muy lindo el invernadero —camino un poco por el lugar y fue directo a una mesa de laboratorio ubicada en una esquina.

Vio diferentes plantas en taburetes colgados y símbolos chinos que entendió a la perfección. Las plantas tenían pequeños retoños saliendo del barro.

—Repitelo —camino con sus tacones a paso lento, una pequeña sonrisa seductora marcada en su piel tersa y todo el empoderamiento femenino y sensualidad que podía desprender—. ¿Soy linda?

Tobio giró de inmediato, viendo una vez más cada centímetro del cuerpo espectacular y curvilíneo de Himejima. Ella trazó una linea con la yema del dedo índice, desde el corazón hasta la manzana de Adam.

Sintió el nerviosismo del contrario, el leve movimiento de la garganta tragando saliva y el corazón bombeando sangre como loco.

—¿Ara, ara~? —cambio su mueca a una maliciosa, apoyando la mano libre en el hombro izquierdo y empujándolo contra el mueble—. Es tú culpa, Tobio-niisan.~

“¡¡¡LU GUANG, LU GUANG, LU GUANG!!!”.
“No grites, este es tu problema. Ya no puedo ver lo que sucederá en el futuro de la foto. Te lo advertí”.

Akeno acercó lentamente su rostro a él, lentamente cerrando sus pestañas tupidas.

En ese momento una figura se dibujo detrás de ellos y carraspeó para llamar la atención. Sin darse cuenta ambos habían movido de lugar una maceta y estaban a punto de tirarla.

—Disculpen por interrumpir —la voz femenina de la persona fue tan fría y monótona que era difícil ver si realmente era mujer y hombre—. Me iba a ir tranquilo, pero están a punto de arruinar mi trabajo.

No traía el uniforme de laboratorio ni ninguna credencial, en cambio enfundaba un kimono tradicional aunque Tobio reconoció el hanfu.

—¡Salvado! —susurró Cheng, apartando a Akeno y acomodando la maceta—. Es un extraño trabajo, más leer sobre un elixir.

El extraño pasó entre ambos sin cambiar de expresión, una tranquila y bastante cortante. Era bello, su porte y elegancia hacían honor a la vestimenta en tonos violáceos.

—¿Son discípulos de Azazel? —preguntó—. Soy Rien, socio de ese hombre molesto.
—Ikuse Tobio —se señaló a sí mismo y después a Akeno—. Ella es Himejima Akeno.
—Siento haber causado esto —la prima se inclinó para pedir disculpas a la otra persona, aunque en su rostro se notaba el fastidio por ser interrumpida.
—No se preocupen, es lo que pasa cuándo dos niños intentan practicar el Bochu Jutsu.

Limpió un poco el escritorio, sin prestarle atención a los dos invasores.

“Sal de ahí, ya conocieron a esa mujer. El nodo no se cambió”.

Después de unos minutos ambos se disculparon y se fueron del invernadero con bastante prisa. En el camino a salir de una vez por todas del edificio, Azazel lo esperaba ansioso y golpeando su antebrazo con la otra mano.

—Tobio, debes volver al trabajo —ordenó con prisa—. A la noche podrán reunirse en Black Dog.
—Sí, señor —llevó una mano a la frente, simulando el saludo mitad.


Akeno salió del edificio sin despedirse de ninguno de los dos; con pasos bastante ruidosos al estrellar la punta de los tacones en el suelo de mármol. Apenas salió su celular sonó, era un mensaje de Tobio y otro en el grupo que tenían de amigas con Rias.

SLASHDOG: Akeno, regresa a salvo a casa. Cuídate y gracias por el almuerzo, estoy comiendo lo poco que dejó Narumi. ¡Te veo esta noche, linda!

Al leer el mensaje tuvo que apretar el celular contra su pecho, sentía los latidos avanzar precipitadamente y sus mejillas sonrojadas. No le respondió, en cambio leyó los mensajes de sus amigas.


Rias Gremory's Peerage
KING: Hoy es viernes, ¿harán algo?
ROOK1: Dormir y comer.
BISHOP1: tengo que impartir las oraciones de nuestro señor hasta después de las dieciocho de la noche… ¡¡¡AUCH!!!
KNIGHT2: necesito entrenar hasta tarde, pronto habrá un campeonato de kendo.
ROOK2: VAMOS A BLACK DOG A BEBER. ¡¡YAY!!
QUEEN: Tobio estará esta noche en Black Dog, por si quieren ir…
KING: ¿Oh?
KING: ¿Desde cuándo te llevas bien con Tobio?
QUEEN: Llámalo con honoríficos, Buchou. No te lo repetiré.
KING: No nos conocemos tanto con Tobio, ni he ido al bar después de la vez que fuimos todas juntas en secundaria. La cosa es que estoy abrazando mi lado gales. No estés celosa. ~
ROOK1: Los celos dan hambre…
KING: ¿Quieres ir a almorzar, Koneko? Estoy libre y me acabo de comprar un auto.
ROOK1: Si me pagas el almuerzo. Sí.
KING: ¿Alguien más? Podemos ir a comprar ropa para la noche, ¿Akeno?
QUEEN: Tengo libre ahora, Buchou.
BISHOP1: Acabo de hacer espacio en mi agenda para la noche. Ay, no podre ir a almorzar… quería una salida de chicas /cry.
KNIGHT2: Ahora no, a la noche me apunto. ¡Quiero ver la ropa nueva de Akeno y Buchou!
BISHOP1: Pervertida, oraré para que tu alma se queme en el infierno. Impura.
ROOK2: Estoy dando clases en Kuoh, estaré libre a la noche. ¡¡¡A BEBER ME APUNTOOO!!!



Una vez se pusieron de acuerdo sobre la hora y lugar dónde se iban a encontrar para ir de compras, Akeno llegó al departamento que comparte con Tobio y Narumi. Había tomado un Go y en menos de diez minutos ya estaba dentro del piso.  Dejó el celular sobre el kotatsu del comedor y empezó a alistarse para volver a salir.
 
Tenía demasiadas cosas rondando en su mente, sobre todo el asunto con Hanasaki; aún no lo pensó a fondo y las dudas simplemente avanzaban en su cabeza, aunque la posibilidad de que cumplieran las demandas que Rias pidió la tentaban, tener que pelear por una causa a la que era ajena la desalentaba, por otro lado Koneko aceptó y no podía dejarla sola. No.

Se bañó y enfundó ropa cómoda para poder caminar por varias manzanas de Harajuku y llevar bolsas en mano. Hacia tiempo que no compraba ropa y esta era la oportunidad perfecta para cambiar a un look más juvenil. Ató su coleta de caballo bien alta y se colocó unas zapatillas cómodas de color negro en el genkan en la entrada del departamento.

Pasando de las quince de la tarde, Rias, Koneko y Akeno se reunieron para ir de compras.

Las primeras en llegar a la esquina dónde Rias las citó fue Koneko. Se veía pequeña, con una sudadera azul larga y unos shorts negros cortos. La pequeña apenas alcanzaba el metro treinta y ocho y su apariencia adorable y poco dócil la hizo ganarse el apodo de “mascota del instituto” cuándo iban a Kuoh.

—¡Koneko! —la morena de pony-tail la saludo efusivamente desde lejos y corrió hacia ella con felicidad.

La vio tan frágil y débil que no creía que hubiera aceptado la propuesta de la beca en Hanasaki. Koneko es como una gatita, pequeña y malhumorada; le encantaba dormir por horas y comer diversas cosas dulces, bajo ninguna circunstancia una peleadora experta.  Vio la cabellera alba y los ojos desganados del mismo color que el oro; con ambas manos dentro del canguro de la sudadera negra y la capucha cubría su cabello corto junto a unos prendedores en forma de gato.

—¡Yo! —saludo apacible, sin entusiasmo y bostezando prácticamente.

Akeno, por su parte, iba vestida bastante simple. Con un vestido básico de color negro de tirantes, bastante corto que se marca en su pequeña cintura.

Rias apareció a los minutos en su Porsche novecientos once carmín. Lo traía descapotado, por lo que lucía totalmente hermosa sobre el auto, con gafas de sol vintage y su larga melena a juego con el auto.

—Chicas, suban —les indicó la mujer saludando animadamente.


Las dos amigas se subieron, Akeno adelante y Koneko se estiró rápidamente en los asientos traseros, adueñándose del sitio. Las calles en hora pico estaban demasiado transitadas, aunque el Porsche de Rías destacaba entre todos los pequeños automóviles circundantes y los eléctricos.

Atrapadas en el congestionamiento de autos, las tres se pusieron a hablar de diversos temas mientras oían música.

—¿Te gusta Tobio? —pregunto la de cabellos rojizos largos y algo desordenados. Rias se dio cuenta de inmediato los sentimientos de su mejor amiga y que iban avanzando rápidamente en esa relación.

Akeno se negó a responder esa pregunta y flashes rápidos pasaron por su mente de los momentos que vivió con su primo segundo y que había dicho que ella es linda…

—Me gusta volverlo loco. Es divertido.
—Eso suena a que te atrae. Es guapo y amable —la mejor amiga respondió con ambas manos en el volante y avanzando lentamente—. Hacen linda pareja.

Koneko bostezó una vez más, la idea de que alguien le hiciera latir su corazón y sentir mariposas en el estómago le parecía demasiado ajeno.

—Horrible, son primos —dijo sin tono en particular, por lo general su lengua se volvía viperina al hablar de esos temas relacionados con el amor.
—¿Ya decidiste unirte a Hanasaki? —Akeno doblo el rostro para ver a la pequeña.
—El mismo día que hablé con la directora acepté.
—En el contrato de HiME pedimos demasiadas cosas como condición —la conductora del vehículo hablo.
—Una sala para volver a rehacer el Club de Ocultismo y aceptar a Rias como estudiante de transferencia —la gatita mencionó desde atrás—. Mañana tendré mi prueba HiME.
—Azazel pidió verla antes de la prueba. Lo más probable es que la meta en algún experimento de Grigori.

Akeno miró hacia los iris azulados de su mejor amiga con total sorpresa. Estaba totalmente convencida que Grigori tenía más afinidad con Rizembool que con Hanasaki, de hecho no comprendía por qué una institución como Hanasaki se metería en una rivalidad trivial con otro instituto.

—No me fío de ese bastardo —murmuró Himejima.
—Aunque tenga motivos ocultos, gracias a él nuestra vida se hará más emocionante.

Koneko miró hacia los árboles de la zona, pues lo que decía Rías no le importaba en absoluto. Distinguió algunos arces, cedros y de cerezos sin flores. La gente a su alrededor alegre y vestida de manera excéntrica o de moda le hacía recordar que iban a Harajuku, el distrito de moda con variadas tiendas de ropa que, en algunos casos, se mostraban como estrafalaria.

Pensó un poco en los motivos que la llevó a aceptar ser una HiME y en lo que significaba. Le habían explicado que iba vez pase la prueba Rizembool enviaría a un “Rebel” en cualquier momento y para acabar con ella.

Le mostraron videos de ataques, monstruos en Hanasaki y explosiones que se se exponían en TikTok y Blogs con diversas teorías, pero en general no tenían casi visitas y la gente escribía comentarios como si de cospiranoicos y chiflados se tratasen.

Antes de darse cuenta estacionaron en un parking y bajaron del Porsche, las dos mujeres frente a ella se llevaban las miradas de las personas a su alrededor. Ella iba pasando desapercibida con la capucha cubriendo sus cabellos cortos y cenizas.

Las tres chicas entraron a una boutique de Harajuku, Citrus, al entrar fueron atendidas por dos chicas que eran ligeramente más jóvenes que Akeno y Rías, aunque lucían de la misma edad que Koneko, dieciocho años.

La primera vino como un rayo con su cabellera dorada y una sonrisa gigantesca, luciendo un overol negro de cuerina se veía a la moda, la otra parecía estar haciendo algunas cosas en la computadora del mostrador.
« Last Edit: March 31, 2024, 04:43:56 AM by Miyu »


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Sayi

Tengo que resuscitar mis iconitos :_



Había salido del baño y se había cambiado con tanta prisa que la cabeza le daba vueltas. Pero ya estaba, semi decente aún con el cabello goteando de agua. Gruño para si misma: ¿De qué servía ser HiME del agua en esos momentos si no podía desaparecer la humedad de su cabello?

El mensaje de Taikoubou anunciando su llegada iluminó su celular y Sayi tomó un respiro hondo. Se miró una vez más en el espejo: Una camiseta ancha y pantalones grises de pijama. Un atuendo ocioso para no dejar en evidencia cuánto le importaba que la viera desinteresada. Ahora, si tan solo pudiera ignorar cómo le delataba su corazón.

Mientras bajaba las escaleras se continuó animando que quizás esta sería la oportunidad de conversar simplemente como amigos y re-establecer una relación puramente platónica. No habían sido amigos en más de seis años, y si era honesta, la preocupaba que ahora tuvieran poco en común.

Al menos… suponía que los dos tenían poderes. Alguna ventaja tenía que tener este conflicto.

Taikoubou le esperaba apoyado contra su carro. Las luces del vehículo iluminaban la casa HiME, ofreciendo algo de luz en la oscuridad. Sayi le dio el alcance y notó que su Key llevaba puesta ropa de entrenamiento. ¿Había entrenado con Leonidas hoy?

“Pensé que estabas en el hospital”
“Estaba, acababa de llegar cuando me llamaste” respondió
Nuevamente, Sayi se arrepintió de haberle mandado el mensaje “Siento haberte interrumpido”
“No te preocupes por eso, puedo ponerme al día mañana. Lo que me preocupa es Soujirou” Sayi sonrió rendida “Es en serio Sayi, no puedes confiar en ese sujeto”
“Bou, ya te dije que la información que me ofreció nos fue muy útil. Si, no se siente bien escuchar que mi Rebel tiene una meta para terminar conmigo, pero al menos puedo prepararme. Y Hige también. Y pues… tú igual”

Taikoubou se quedó en silencio unos momentos antes de volver a hablar. A Sayi le pareció que intentaba decidir si contarle algo o no.

“Soujirou me vino a buscar hace unas semanas, el mismo día que conociste a Haru” dijo, antes de reír para si mismo “Muchas cosas pasaron ese día, si te soy honesto, por lo que no hubo motivo de conversarlo. Y después de esa tarde, la verdad, preferí no mencionarlo”

Sayi no entendía por qué Soujirou había ido directamente a Bou, pero más le confundía qué hubiera querido decirle.

“¿Qué te dijo ese día?” Le preguntó Sayi
“Nada, corte comunicación apenas pude y partí hacia tu casa. Pero lo que preocupa es el hecho que vino a buscarme a Hanasaki a preguntarme si tu necesitabas ayuda” ante la indiferencia de la HiME, Taikoubou creció en exasperación “¿No ves que esta buscando acercarse a ti? ¿Por qué intentaría acercarse ahora, y no en los tres años donde hubo paz entre Rizembool y Hanasaki?”

La pelirrosa dejó que sus palabras se asentaran un poco. Uno podía argumentar que Sayi había sido la primera en comunicarse con él apenas Miranda le pidió que fuese HiME de nuevo. También respondió cuando le pidió comparar su espada a la del ex-Rebel… y bueno, podía decirse que desde ese entonces había sido un recurso siempre que Sayi tuviera algo que preguntarle. ¿No podía ser que quisiera redimirse, de alguna manera, por todo lo sucedido en su primera experiencia HiME?

Pero era verdad… tres años de paz, y la única interacción que habían tenido en ese tiempo eran enviándose vidas en juegos de Facebook.

“Puedo ver por qué te preocupa, voy a tener cuidado” asintió Sayi, y finalmente, Taikoubou pudo bajar la guardia al ser tomado en serio “De todas maneras, haya tenido un motivo siniestro o no para darme información… voy a tomarme más en serio mis entrenamientos. Gracias por preocuparte, Bou”

Taikoubou dijo que no había de que, y el silencio se sintió por unos instantes. Entonces, a Sayi se le ocurrió la pregunta que había tenido en mente más temprano.

“¿Cómo le esta yendo a Haru?” preguntó, sin saber que esperarse como respuesta.

Si era honesta, también le interesaba saber cómo le estaba yendo a él con Haru, pero no quería sonar negativa o egoísta.

“Bien, por lo que me dice —ah” respondió, recordando algo en ese momento “Verdad, me olvidé preguntarte. Haru quería invitarte a salir, ¿podría darte su número?
“Ah, claro”

Sayi supuso que obtendría la respuesta a sus preguntas más pronto de lo esperado.

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Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna vengo con fic

Finalmente faltaban dos dias para la boda de Belldandy y Gaku, por lo cual la familia por parte de Gaku estaba apresurada para dejar todo listo para tan importante fecha. Afortunadamente para esa fecha especial Otoya estaba de vacaciones, por lo cual estaría en la boda junto a Mayura, es más en estos momentos se encontraba con su novia saliendo en una cita romántica, ambos estaban tomados de la mano, la rubia estaba muy emocionada porque después de mucho tiempo por fin tenia un tiempo a solas con el pelirojo
 
¿Como te sientes a puertas de la boda de tu mamá? Ahora tu familia será numerosa y tendrás un padrastro…-
Aún no me lo puedo creer, pero estoy muy feliz de que mi madre sea feliz, porque hace un par de años atrás nos encontramos, me contó lo mal que lo habia pasado los años que no nos habíamos visto, los años que hemos estado juntas hemos sido muy felices, luego mi parálisis a causa de mis peleas como Hime, ella ha estado a mi lado sin soltarme la mano, lo que paso con Choutaroh-kun, mi encuentro contigo, ella estuvo en los momentos mas importantes de mi vida, sin poder disfrutar hacer algo para ella, hasta que por un azar del destino conoció a Gaku-san y se enamoraron…- tomo fuertemente la manos de su novio-me conto lo que habia sufrido cuando murió mi padre Keichi, me dijo que pensó que jamás se enamoraría como lo habia hecho con él, pero el encuentro con Gaku-san pareciera que fuera por obra de mi padre porque me comentó que tiene el mismo sentimiento de amor, además voy a ser una hermana mayor- sonrio feliz- quien iba a pensar que mi familia se iba a incrementar de golpe, además que me enteré de que tengo dos medios hermanos, de los cuales conozco a Tenn-nii, solamente me falta conocer a Riku…-miro al pelirojo, se detuvo para quedar frente a él, alzando los brazos para alcanzar las mejillas de su novio – además estas tu aquí a mi lado, mi querido Otoya-kun, no sabes lo feliz que estoy contigo a mi lado- se acercó a él levemente para darle un suave besos en los labios.
Otoya se sonrojo y correspondió el beso con la misma ternura que lo hacia su novia, luego se separaron suavemente y sonriendo felices vuelven a tomarse de las manos- Yo también soy muy feliz de haberte conocido Mayura-chan, eres la persona que tanto habia esperado, aunque últimamente no hemos podido vernos seguido debido a mi apretada agenda debido a los conciertos, pero igual el amor siendo tan fuerte como la primera vez que nos conocimos
Cuando terminemos la universidad nos casaremos, y también tendremos una familia numerosa…quiero que sea una ceremonia tranquila y familiar…-

Espero que nada malo te suceda en las peleas que tengas como deber de Hime…-

Es cierto me habia olvidado de mi deber de Hime …- suspiro pesadamente- esta vez no voy a dudar de mi misma y pelearé como se debe…no quiero perder a las personas que quiero otra vez-

No te desanimes Mayura-chan, cualquier dificultad que se nos presente lo enfrentaremos juntos-

Como debe de ser…-sonrio ampliamente-Entonces, en verdad vas a cantar en la recepción después de la boda?? Mamá se pondrá muy feliz-

Claro que lo haré, se cual es la cancion que mas le gusta a tu mamá…así que será mi regalo de bodas-

Lastima que no podrán irse de luna de miel, debido al embarazo de mamá, en cualquier momento puede nacer mi hermanito o hermanita-

Es cierto…menos mal que tenemos toda la habitación lista del bebé, además que la clínica ya esta separada, y tendrá todas las comodidades que necesita-

Ahora que me acuerdo tenemos que ir a supermercado para preparar la cena de hoy, de seguro que Kuro debe de estar con hambre, además de que debe de estar cansado de cuidar a mamá, ya que Gaku-san aun esta con grabaciones de programas de entretenimiento-

Me imagino a Kuro en su forma de gato durmiendo al lado de tu mamá- el pelirojo rio divertido-

Pero aunque no lo creas estos días Kuro ha estado con su forma humana, ya que ha creado un vinculo con mamá y flafly los quiere mucho-

Me imagino, ya que siempre ha estado todo el día junto a ellos.

Hasta es mas hábil al momento de pelear, me sorprendió mucho, cuando quiere Kuro es una persona muy confiable, por eso merece que le prepare muchos bocadillos, hay muchas cosas que le voy a comprar para que lo guarde en el almacen y hoy le prepararé sus dulces favoritos-

Entonces el estará muy complacido y por fin podrá tomar su forma animal para poder descansar tranquilamente-

Eso espero porque en serio se merece descansar mucho, así que espero poder salir a pasear solo con el para que se relaje

« Last Edit: March 31, 2024, 10:59:24 PM by Mimi Tachikawa »


Cho

AHHHHHH luego edito.

112.2.




La larga trayectoria a la casa de los Sadamune, durante la cual Taikogane se puso a invitar los contenidos del friobar de la limosina además de enseñar las acomodaciones del vehículo, finalmente había llegado a su fin. El chofer les llevó a la entrada de la imponente mansión donde todos pudieron bajar.

“¡OOOHHHHH!” Kosuzu dio un grito de asombro. “¡Es como las películas!”
“Supuse correctamente que no estábamos yendo a una casa normal…” Tsubasa sonrió incómoda.
“Hm…” Saki alzó una ceja y miró a Monoyoshi de reojo con cierto recelo. “Ahora me hace pensar que estabas siendo falso al sorprenderte por la mansión de las HiMEs, siendo tu hogar un mastodonte varias veces más grande.”
“N-no, en serio me sorprendí, y gratamente ya que me alegra que Hanasaki cuida a sus HiMEs aún con un campus tan difícil de mantener,” el otro se vio en aprietos y sacudió sus palmas.
“Oh, ese edificio donde estaban era el de las HiMEs, ya veo,” Taikogane se vio indistinto y llevó sus manos a su nuca. “Eh, no estaba mal.”
“Esa es la reacción que esperaría de ti,” Saki asintió.
“Ehhh…” Monoyoshi se vio en aprietos.
“Ya, pienso que has fastidiado mucho a Sadamune-kun, Hanajima-san,” observó Tsubasa.
“Mi primo será cortés con todo el mundo y en toda situación sin importar si tiene sentido o no, no lo piensen mucho,” Tenshi se encogió de hombros. “Bueno, pasemos, ¿no? No hay mucho que ver aquí afuera.”
“¡Amaría hacer coronas de flores con las plantas del jardín, pero sí, quiero entrar!” Kosuzu agitó sus puños con gran emoción.

De inmediato caminaron a los portones, aunque estos fueron abiertos por un par de mayordomos antes de que los presentes tuvieran que hacerlo. Todos vieron un par de hileras de sirvientas bien uniformadas y algunos jardineros quienes les saludaron con una venia.

“Buenas tardes, señoritos,” saludaron todos en eco.
“¿Eh?” Monoyoshi se sorprendió.
“O-oigan, ¿a qué se debe esta recepción?” Taikogane se avergonzó. “¡N-no tienen que tratarnos como niños así! ¡Y-y venimos con invitados, por favor!”
“Vaya agradecimiento, ustedes dos,” entonces Fudou se acercó manteniéndose detrás de una de las hileras de las empleadas. “Todos aquí estuvieron muy contentos de saber que los dos, para variar, venían juntos y se alistaron lo antes posible.”
“Su padre espera que los dos conecten como los hermanos que son, y todos estamos siempre felices de vernos regresar luego de sus clases,” explicó un mayordomo.
“Y sobre todo celebramos de poderlos ver al mismo tiempo,” agregó la sirvienta líder, quien asintió formalmente. “De igual manera, les damos una cordial bienvenida a sus invitados. Estamos a su disposición. Les agradecemos por sus atenciones a nuestros estimados señoritos.”
“¡Por favor párenla! ¡No traigan asuntos familiares así!” Taikogane se horrorizó y miró a los demás estudiantes. “¡L-les prometo que no siempre es así! ¡N-no es que haya algo malo en esta casa o qué se yo!”
“Malo no, pero sí que ustedes no son perfectos…” dijo Fudou en voz baja y rodando los ojos. De todos modos, ninguno de los dos era capaz de cometer un error para sus sirvientes, ya que todos miraban al ofuscado peliazul como si fuera lo más adorable del planeta.
“En verdad… les agradezco mucho…” luego de procesarlo, Monoyoshi terminó por retornar la venia a sus cuidadores. Sonrió con torpeza. “Me sorprendí y temo no haberme expresado debidamente, pero aprecio el gesto, en verdad lo hago.”
“Lo sabemos, pero no tiene que ser tan formal con nosotros, Sadamune-sama,” observó el señor mayor a cargo de los establos. “Heh, si me permite, verle confundido y sin habla ha sido un regalo para nosotros.”
“Ahora sentimos retenerlos tanto tiempo, por favor, adelante,” la sirvienta líder asintió e hizo una seña de invitarles a ingresar en lo que todos los demás terminaron por despedirse cordialmente y regresar a sus puestos de trabajo. Sólo quedaron unas cuatro empleadas que de inmediato se acercaron a las chicas.
“Es un gusto nuevamente, Hinanawi-sama, ¿qué quisiera degustar?” preguntó una de ellas a la prima.
“Eh, lo que quieran, ¡ah! Me gustaron mucho los bocadillos de la vez pasada,” dijo haciendo memoria. Tenshi de ahí se puso a pensar en alguna bebida.
“Usted debe ser Motoori-sama, estoy encantada de conocerle,” dijo otra empleada. “Ahh, adoro las campanitas que adornan su cabello. ¿Quisiera degustar algo en particular?”
“Ehh, ¿cómo sabe mi nombre?” preguntó ella.
“Hanekawa-sama, estoy a su servicio,” otra asintió respetuosamente. “Dígame, ¿qué se le ofrece?”
“Pues, nada en particular…” ella se confundió.
“Buenas tardes, Hanajima-sama, con mucho gusto atenderé sus pedidos,” dijo otra.
“Eh, no tengo hambre, en verdad…” esta frunció el ceño. “Señoritos, ¿qué pasa aquí?”
“Supongo que les están llamando por sus nombres, ¿no?” preguntó Taikogane, perdido.
“Eh, sí te las presenté, Taikogane-san…” Monoyoshi sonrió incómodo.
“Olvídalo, tu hermanito no se acordaría tan fácil,” Fudou se acercó y se encogió de hombros. “¿Qué será? Ni bien entraron a la limosina las habrán escaneado e investigado toda su historia familiar o qué sé yo.”
“¡Ihhh! ¡¿En serio?!” Kosuzu se sobresaltó.
“No es eso, lo prometo,” Monoyoshi negó y sonrió apenado. “Sólo envié un mensaje a mis padres para reportar a los invitados de hoy por nombre. Entiendo que todos ya han recibido mi reporte, les aseguro que no ha sido nada más que eso, siento las molestias.”
“Enseguida regresaremos con los aperitivos,” la sirvienta principal hizo una reverencia y todas se retiraron para así dejar a los jóvenes solos en la entrada de la mansión.
“Vaya que es toda una producción venir aquí a veces,” Tenshi dio un suspiro. “O sea todos me caen bien, se nota que los quieren mucho, pero es un poco innecesario…”
“Dímelo a mí, siempre andan detrás de todo lo que hago,” se quejó Taikogane.
“Dices eso, pero eres quien más les anda pidiendo cosas,” observó Fudou. “Y sinceramente con lo inquieto que eres tiene sentido que te vigilen.”
“Tú eres…” Saki comenzó.
“¿Eh?” Fudou alzó una ceja y le miró. En cuestión de segundos se horrorizó. “¡Eres esa chica que se apareció en mi casa con la bruja!”
“Bruja, vaya manera de referirte a tu hermana,” pese a sus palabras, Saki sonrió entretenida. “¿Acaso te quedó chica tu casa? ¿Por eso andas invadiendo la propiedad de los señoritos?”
“¡Y-yo sólo estoy de visita, no soy un vividor o lo que creas!”
“Nadie dijo eso,” la pelinegra se encogió de hombros. “Pero para alguien supuestamente tan rudo, eres como un ratón escurridizo.”
“Tch, veo que eres tan bruja como la bruja…” rechinó los dientes.
“Fudou-kun, tranquilo, por favor,” le pidió Monoyoshi. “Veo que ya se han conocido…”
“¿Quién será? Es una amiga de la bruja o algo así,” este resopló y desvió su mirada. “No me importa.”
“Realmente pienso que es condenable que te refieras así sobre un pariente tuyo,” observó Tsubasa, apuntándole con un índice. “Deberías considerar los sentimientos de otros.”
“Tsk, no es tu asunto…” siguió evadiendo la mirada, pero Fudou también se vio algo incómodo.
“Y Hanajima-san, no deberías andar molestando a otros de esa manera.”
“Ah, hubiera sido un buen momento para que mi estimada presidenta de la clase abogara por mí,” dijo Saki aparentemente descorazonada. “Él fue quien comenzó después de todo…”
“Sé leerte bien para saber que tú comenzaste en otro momento, compórtate por favor,” insistió su amiga.
“Eh, bueno, no sé qué habrá pasado aquí, pero…” Tenshi dio un suspiro. Pese a los comentarios y pequeñas riñas que evidenciaba, sabía que el motivo de que todos estuvieran juntos en la tarde era para atenderle. Ella evadió su mirada, impaciente. “Gracias, pero no tienen que andar al pendiente de mí. Estoy bien.”
“¿Por qué no? Si eres nuestra prima,” Taikogane se encogió de hombros y entonces pasó a animarse. “¡Pero vamos a la sala principal que te espera un set de pijamas y ropas lounge!”
“¡¿Qué cosa?!” se quedó en shock y fastidió. “¡¿E-en qué momento lo compraste?!”
“Hehe, camino a Hanasaki, tengo un proveedor que me consigue todo en dos horas,” dijo sonriente y entretenido.
“Debe ser al tipo al que siempre le compras todo, casi lo podrías contratar como otro sirviente más,” Fudou rodó los ojos. Ya sabía los contenidos de esa nueva enorme caja que había visto llegar poco antes de los presentes.
“¡P-pero ni sabes mi talla, no te recordaba como indecente!”
“¿Eh? Por supuesto que no sé esas cosas, pero le pedí a mis empleadas que les preguntaran a tus empleadas y ellas gustosamente hicieron la elección,” el menor se encogió de hombros con toda naturaleza. “Así que también agradécele a ellas.”
“¡Ay qué metiches!” la HiME peliazul regañó ofuscada.
“Empleadas… eso quiere decir que también eres de clase alta, verdad, ¿Hinanawi-san?” preguntó Kosuzu, con curiosidad.
“Ehh, pues sí, aunque no tanto como ellos…” contestó incómoda para entonces encarar a su primito. “¡Tú tanto te avergüenzas por tus empleadas haciendo un show pero ahora me estás haciendo un show a mí! ¡¿No te parece incorrecto acaso?!”
“¡Pero yo te estoy consiguiendo ropa fina de una boutique, lo cual es muy cool!” el chico le apuntó completamente convencido de lo que decía. “¡Así que es completamente diferente!”
“¡No lo es! ¡Y deja de ver todo con tus anteojos de cool!”
“Ehh…” Monoyoshi sonrió incómodo y con sus palmas levemente levantadas, sin saber cómo apaciguar a los dos. “Ehm…”
“Ahh, te falta agallas para poner en orden tu propia casa, pero tus otros invitados te esperan así que haz algo,” observó Fudou, dando un suspiro.
“Pues…”
“¿Ellos siempre se han llevado así?” preguntó Tsubasa, con curiosidad al ver a Tenshi rabiar con un entusiasmado y necio Taikogane.
“Sí, creo que sí. Tienen sus diferencias, pero los dos se llevan muy bien la mayoría del tiempo…” contestó Monoyoshi, sonriendo. “Ehh, siento las molestias.”
“Será un fastidio para ella, pero verla dialogar así es mejor a que ande encerrada,” Saki se encogió de hombros.
“Ohh…” Kosuzu asintió. “Sí, tiene perfecto sentido.”

Entonces otra sirvienta se les acercó para amablemente informarles que los refrescos y bocadillos ya los esperaban en la sala.

“Muchas gracias por su atención,” Monoyoshi asintió respetuosamente.
“Eso fue rápido, ¿tanto tiempo ha pasado?” Taikogane frunció el ceño.
“Claro, con todo el bullicio que andan haciendo aquí,” Fudou se encogió de hombros.
“Tú no te salvas de ello,” observó Saki.
“Tch, c-como sea, vayamos a ese lugar.”
“Ahh, en serio, lamento todo el show aquí, qué vergüenza,” Tenshi se dio un facepalm.
“No tienes que disculparte, Hinanawi-san,” Tsubasa sonrió gustosamente. “Más siento que andamos importunando. De no estar nosotras aquí, presumo que la interacción con tus parientes sería la misma y no andarías tan mortificada.”
“Eh, pues…” Tenshi alzó una ceja, extrañada. “Es una rara forma de verlo. Entiendo lo que dices, pero ahh…” terminó por sonreír frustrada. Estaba rodeada de gente amable por más raros que pudieran ser. “Gracias por la atención. Y no importunan aquí, en serio.”





Los hermanos regresaban luego de las compras que habían hecho y una vez más pasaban por aquel parque cercano a su hogar.

“No hubiera esperado que coincidiríamos con ese flash sale,” Kotegiri sonreía muy contento en lo que cargaba más vegetales de los que había esperado comprar. “Eso amerita a que les prepare otra merienda el fin de semana, ¿qué dicen?”
“¿En serio?” Murakumo se sorprendió y pasó a avergonzarse. “Pues, tus comidas son muy buenas para mi estómago… pero me sabe mal que te esfuerces tanto por nosotros…”
“Haha, gracias, Kotegiri, nos has resultado un lindo hermanito,” por su parte, Kuwana se animó y dio unas palmaditas en el hombro del benjamín. “Si te hace falta algún ingrediente que pueda conseguir en los huertos de Hanasaki, me avisas.”
“Gracias, Kuwana,” asintió y pasó a mirar al pelirrosa. “Hehe, y es un placer para mí. Es más, ¿qué tal si me ayudas a cocinar, Murakumo? Si mis platos son saludables para ti, te haría mucho bien saber prepararlos.”
“Eh, ¿seguro? T-temo serte un estorbo.”
“He escogido cosas fáciles de hacer, además puedes ayudarme hoy también para te familiarices con la cocina,” asintió convencido.
“Hm, buena idea,” Samidare asintió con una mano en el mentón. “Podría también aprender de ti la próxima, Kotegiri. Si pudieras enseñarme algo rápido de hacer te lo agradecería.”
“¡Sí, entonces ya somos tres!”
“Ahh, suena genial que Ame-san se nos va a unir, sí, eso me motiva,” los ojos de Murakumo brillaron pese a todavía tener el ceño fruncido, pero sí parecía animarse cada vez más.
“Sólo hoy no, siento decirlo, pero no me encuentro con muchas ganas,” dio un suspiro. “Kuwana puede tomar mi lugar.”
“Oye, no gracias,” este negó con pesar. “Sólo porque tú te apuntas no quiere decir que me uses de comodín. Ahh…” sonrió con ironía. “Cualquiera en mi lugar se quejaría de que lo excluyan, pero realmente prefiero continuar con mi trabajo en el huerto, hay mucho por hacer hoy.”
“¿Seguro que te sientes bien, Ame-san?” Murakumo le miró con curiosidad. “Espero que tu descanso no se deba a algo serio.”
“Me encuentro bien, Kumo-san, no te preocupes por mí,” este asintió cruzado de brazos y sin perder su seriedad. “Sólo tengo mucho en mi cabeza ahora, pero puedo hacerles compañía.”
“Bueno, tu presencia es más que bienvenida, y si en algún momento quieres hablarnos de algo, estamos aquí para oírte,” afirmó Kotegiri.
“Lo consideraré…”
“…” Kuwana miraba al pelilila con recelo. Era evidente que algo no andaba bien con él, se le notaba demasiado ausente, aunque si había decidido acudir a ellos en vez de sortear lo que fuera que le fastidiara debía tener alguna buena razón.
“Ah, regresamos al puesto de helados,” observó Kotegiri, alegremente. “¿Todavía se animan? Ya no vamos a ingresar a una tienda.”
“Ah, cierto, vamos… pero hay más gente que antes,” dijo Kuwana, cuyos ánimos bajaron considerablemente.
“No creo que les hagan esperar mucho, también les hace falta decidirse por lo que van a pedir,” Samidare asintió.
“¿Tú vas a querer algo, Ame-san?” preguntó Murakumo, quien se apenó al ver al otro negar.
“No gracias. Ustedes dense el gusto.”
“Ehh, bueno…” el pelirrosa sonrió en aprietos y desvió su mirada. “Tendré que pasar esta vez.”
“¿Por qué? Si te veías el más entusiasmado hace un rato,” Kuwana alzó una ceja.
“Es que… se me acabaron mis enzimas y me olvidé de comprar más…”
“Pero debemos tener más en casa, sólo te esperas hasta que regresemos…” comenzó Kotegiri, cuando entonces vio que Samidare sacó un blíster de su bolsillo.
“Te aconsejo que siempre tengas un blíster en exceso. Ten,” se lo ofreció.
“Ohh…” el otro se emocionó y tomó las pastillas con mucha ilusión. “¡Gracias, Ame-san!”
“Hehe, siempre tan atento con nosotros, Samidare, muchas gracias,” Kotegiri asintió y revisó su billetera. “Déjenme invitarles los helados.”
“No, no,” Kuwana le dio un par de billetes. “Ustedes van a cocinar, ¿no? El postre recae en mí. Yo el cono de vainilla de siempre, ustedes escojan lo que quieran.”
“¿En… serio?” Murakumo le miró extrañado.
“Ay, ¿puedes dejar de andar a la defensiva conmigo?” el otro resopló. “Sí, cómprense su helado, ahora vayan a hacer la cola que está llegando más gente.”

Se percataron que tenía razón y así Kotegiri y Murakumo fueron a hacer la cola mientras inspeccionaban el menú del puesto.

“Kuwana.”
“¿Hm?” vio al otro ensimismado en un grupo de árboles a poca distancia.
“Tú que sabes de plantas, hay un árbol que quería que vieras.”
“¿Qué dices?” alzó una ceja y terminó por seguir al otro. Al estar en la base de los primeros árboles, dedujo a cuál se refería, lo cual le impacientó. “¿El cedro? ¿Cómo no vas a saber qué árbol es ese si están por todo Tokyo?”
“No puedes asumir que todos lo sepan.”
“Pero tú lo sabrías.”
“Sí…”

Hubo una pausa en lugar de algún intento de ironía o broma seria que le caracterizaba al pelilila, pero sólo el silencio se manifestó, el cual terminó con el policía negando y dando un profundo suspiro.

“…” miró a Kuwana. “Tengo una confesión que hacer.”






Luego de tomar asiento dentro de la sala para invitados y degustar un poco de los bocadillos (aparte de revisar el set de pijamas que una ofuscada Tenshi en su mayoría regaló a sus compañeras HiMEs), la peliazul se resignó a explicar con rapidez los sucesos de la noche anterior a quienes aún no estaban informados.

“…y fue ahí que regresamos a Hanasaki, felizmente los Rebels no nos siguieron…” contó cabizbaja y con ambas manos agarrando el cojín donde estaba sentada. “Lo primero que hicimos fue llevar a esa pobre chica al hospital, donde ahora está recuperándose…”

Los hermanos Sadamune, para variar, intercambiaron miradas impresionadas por aquella historia sacada de algún semanal de Shonen Jump. Les costaba creer que todo ello acababa de pasar la noche anterior y que su prima recién llegada a la ciudad había tenido algo que ver.

“¿Dices que Rizembool tenía a una chica prisionera dentro de ese barco y cuando las HiMEs fueron a rescatarla, los Rebels intentaron detenerlas?” preguntó Taikogane, en shock.
“Eh, Taikogane-san, me parece que era un poco más complejo que eso…” meditó Monoyoshi, pensativo.
“Sí, definitivamente,” Saki resopló y negó frustrada. “Su prima lo ha condensado demasiado.”
“¿Es que acaso las locas líderes en Hanasaki andan mandando a sus HiMEs a atacar lugares remotamente afiliados a Rizembool, o qué?” preguntó Fudou, indignado y casi horrorizado. “Algo no me quedó claro, ¿acaso sabían que había una chica para rescatar ahí o no?”
“Pues… no, pero…” Tenshi frunció el ceño y apretó el cojín con sus manos.
“Hinanawi-san y una senpai de nosotras fueron a investigar el muelle en búsqueda de rehenes,” explicó Tsubasa. “En Hanasaki nos avisaron sobre lo que hacían y fuimos a ayudarlas a escapar y abortar la exploración en caso fuera a haber complicaciones…”
“Y fue ahí que todas se unieron a la pelea y causaron destrozos en el muelle, todo por una creencia, ¿en serio?” el pelimorado se dio un facepalm. “Tch, no pueden hablar en serio, ¿cómo se toman esas libertades? ¿Acaso hubo daños que ni han querido decirnos?”
“…” Saki se frustró y fastidió, en gran parte porque también detestaba haber sido parte de todo ello, pero no podía apoyar su actitud del todo. “Condeno mucho de lo sucedido ayer, pero no creo que tengas mucho derecho de opinar.”
“Lo sé, tengo tanto derecho como el que ustedes tuvieron metiéndose en un lugar tan sensible y con tantos inocentes ahí.”
“…”
“Pero si andan diciéndonos cosas que ni deberíamos saber, no esperen que nos quedemos con la boca cerrada, esto recae en ustedes.”
“…” sintió un tic en la ceja. “Tsubasa, ¿puedes dejarme fastidiarlo de nuevo?”
“Hanajima-san, no hay punto de tener esa actitud. Lo que debemos hacer es aprender de lo sucedido, y en el fondo sabes que Yukimitsu-kun tiene razón al decir lo que dice.”
“Tsk, lo sé, y por eso me fastidia más…”
“Ehh, Fudou-kun, entiendo que lo que sucedió fue peligroso y complicado y lo mejor hubiera sido evitar los problemas, pero mis compañeras se ven muy al consciente de todo ello. No está en nuestro lugar decirles qué hacer o cómo deben sentirse,” observó Monoyoshi, preocupado. “Sólo espero estar aquí para oírles, al menos es algo que puedo hacer.”
“Bien por ti, y no que pretenda saber más que ellas, obviamente van a ocurrir cosas inauditas en medio de una situación de emergencia,” este rodó los ojos y desvió su mirada. “Sólo digo lo primero que saltó en mi cabeza. Si no les parece, me pueden ignorar.”
“Eh, pues… sí hubo gente del muelle lastimada…” confesó Kosuzu, preocupada y cabizbaja. “Yo… no sé los detalles, no llegué a participar en lo sucedido, estuve esperando afuera la mayoría del tiempo… pero sí sé que algunos trabajadores sufrieron por lo sucedido.”
“Espera, ¿cómo así?” preguntó Taikogane, sorprendido. Los chicos se alertaron por ello.
“Eh, Kosuzu-san, quizás no sea prudente decir más…” dijo Tsubasa, incómoda.
“Pero… pero… nosotras somos HiMEs y se supone que ayudemos a otros, pero anoche pasó lo contrario… y me da miedo que eso vuelva a ocurrir…” la pequeña abrazó sus piernas y cerró sus ojos llenos de lágrimas. “No quiero ser como un Rebel malo, no quiero causar daños a los demás… no quiero ser una loca de Hanasaki como lo acaban de decir, no es mi intención…”

Ella lloró en silencio un momento y los demás le miraron con inquietud. Por su parte, Taikogane le dio un zape a Fudou.

“¡Oye, ¿qué haces?!”
“¿Por qué dices cosas así en frente de una niña? ¡Eres más cool que eso!”
“Tsk, párala con tu cool, y obviamente no hablaba de ella…”
“Kosuzu-san,” Monoyoshi se le acercó y se sentó a su costado. Él le sonrió comprensivamente, aunque también con un poco de torpeza. “Siento decir que no comprendo esta situación del todo, sólo entiendo que fue algo muy complejo, pero yo sigo teniendo una fe inquebrantable en ustedes. Pienso que las conozco lo suficiente para saber que poseen las mejores intenciones y que lo que pasó ayer fue algo demasiado difícil para saber cómo resolverlo a la perfección. Quizás eso mismo haya sido imposible.”
“…” Kosuzu le miró.
“En la mañana me contabas sobre ese chico que te salvó de los orphans, ¿no es así? Estás muy inspirada por su hazaña y quieres convertirte en alguien como él para también salvar a otros. Por ello mismo lo digo. Confío que así será.”
“S-sí… lo intentaré…” asintió ya dejando de llorar.
“…” Tenshi frunció el ceño.
“¿Qué es de eso de que otros resultaron lastimados?” preguntó Fudou, impaciente.
“¿No fuiste tú quien dijo que no te correspondía saber nada de eso?” preguntó Saki, encogiéndose de hombros y mirándole con juicio. “Además acabas de hacer llorar a la pobre Kosuzu y con tus preguntas lo volverás a hacer. Compórtate.”
“Tsk, ¿qué tienes conmigo, bruja menor?”
“Por favor, compórtense,” Tsubasa frunció el ceño. “Yukimitsu-san, no sabemos más detalles de lo que pasó. Entiendo por lo que oí que los trabajadores entraron en una especie de histeria masiva. Eso es todo lo que sé. No estuvimos ahí para cuando ocurrió como para verlo…”
“Yo estuve ahí…” Tenshi alzó su mirada. Se le notaba seria, molesta e incómoda a la vez. “Y lo que sea que les pasó ni podría llamarlo histeria. Es como si hubieran perdido la cordura y buscaran pelear contra todo lo que se movía… incluso entre ellos mismos…”
“…” Fudou se tensó. Hubiera querido reclamar ante ello, pero la expresión tan intensa de la peliazul le dejaba saber que sí cargaba con bastante por dentro.
“Monoyoshi, gracias por defendernos y creer en nosotros tan ciegamente, sé que eres sincero con tus intenciones,” dijo sonriendo apenas, para entonces negar y mostrarse frustrada. “Pero… tus palabras están bien y a la vez son tan incorrectas. Apruebo que alientes a Kosuzu y mis compañeras de clases, tienes razón al decir que las complicaciones del momento fueron la causa de todo lo sucedido desde el punto de vista de ellas… pero… eso que dices de que no pudimos resolverlo de una manera perfecta… no existe esa perfección. Lo que Suzuka y yo hicimos iba a terminar en una pelea como la que fue y con gente lastimada en los alrededores. Tu ‘perfecta’ solución hubiera sido que huyéramos antes de que todo comenzara… a costo de la chica que logramos salvar.”
“Tenshi-san…” Monoyoshi se angustió.
“Ahora es evidente para mí que mi misión de rescatar a una posible rehén que desconocía era equivalente a buscar una pelea. No es justo que un inocente como tú busque alentarme por ello… pero…” sonrió amargamente y con ojos temblantes. “¿…puedes creer que tengo el descaro de decir que no me arrepiento del todo? De ser puesta en el pasado, no creo que lo habría hecho sabiendo todo lo que ha ocurrido… pero sabiendo que salvé a alguien pese a las penurias me hace sentir que ha valido la pena… y yo quiero seguir salvando a gente de esos maldecidos.”
“…” Saki frunció el ceño.
“Tch…” Fudou sintió escalofríos. “…suenas sinceramente demente, no pongas tus deseos por encima de los demás…”
“¡Lo sé! Soy un ser terrible, pero digo la verdad, no creas que estoy contenta con ello…” dijo en pleno conflicto y agarrando su cabeza con ambas manos. “Debes pensar que no me parezco en nada a mis primos ahora.”
“Quisiera decirlo, pero este par de acá son igual de necios que tú, sólo me alegro que no pueden ser HiMEs o qué sé yo…”
“Tsk… es algo de lo que puedo alegrarme.”
“Pero, un momento…” dijo Taikogane, rápidamente. “No hay nada de malo en salvar a otra persona, ¿no es así? O sea, ha habido tantos problemas relacionados a ello, pero el punto es que han salvado a una vida, por supuesto que te sentirías bien por ello, no entiendo el problema.”
“¿No has escuchado todo lo que he dicho, Taiko-chan?” preguntó Tenshi, perdida. “Gente inocente ha sido lastimada, también puse a mis compañeras HiMEs en riesgo por mi meta. Todo esto pasó porque quise salvar a alguien.”
“Eh, sí, pero alegrarte del rescate es algo completamente aparte.”
“¡N-no lo es!”
“Ay…” Fudou negó frustrado. “Oye, niño, sé lo que quieres decir, pero no hay que alentar comportamiento erróneo. Temo que esa alegría se convierta en un derecho de imponerse a los demás, o que ya lo sea desde ya.”
“Quiero decir que sí pudieron salvar a quien les necesitaba e hicieron lo mejor que pudieron, ¿acaso no me entienden?” preguntó Taikogane, confundido. Se inquietó un poco al notar cómo todos le miraban. “¡A-además! Llegaron a Hanasaki a ponerla a salvo. Seguro que ahí habrán reconocido sus logros.”
“No, en lo absoluto,” Saki negó. “La directora y su asistente estaban furiosas a su manera y nos llamaron la atención.”
“¿Eh?”
“¿En serio? Finalmente algo de cordura,” observó Fudou, algo impresionado.
“Ehm, Fudou-kun…” Monoyoshi se inquietó.
“No, tuvo el perfecto sentido, realmente tuvieron la razón al decirnos que debimos retirarnos y pensar en las consecuencias,” Tsubasa asintió. “Ellas fueron muy severas, en particular con Hinanawi-san. Por supuesto que fue un golpe para ella.”
“Tch, yo sé que corrí un gran riesgo… sé que les debo disculpas que ni he hecho a todas las HiMEs… pero… no tenían que decirlo de esa manera…” la peliazul tembló con cólera e impotencia. “No… no todo es mi culpa… no todo lo malo que pasó fueron mis intenciones…”
“No es tu culpa… pero sí tu responsabilidad,” Saki asintió. “Nuestra responsabilidad, como nos dijeron, con lo cual estoy de acuerdo.”
“…no es justo que lo hayan puesto así… quiero seguir salvando a gente, pero… ¿acaso ahora tengo que cargar con el peso de todos? ¿Todo lo que suceda en mi entorno será por mí?”
“Eh, Hinanawi…senpai, yo tampoco lo entiendo bien, pero como HiMEs nuevas nos toca aprender,” Kosuzu asintió. “Tenemos que identificar qué sí nos corresponde.”
“…ese no es el punto aquí…” Tenshi desvió su mirada.
“¿Perdón?” la otra ladeó su cabeza.
“Tenshi-san, noto que no nos quieres decir algo más, ¿verdad?” preguntó Monoyoshi, sonriendo comprensivamente. “Lo tienes en la punta de la lengua, podría decirse, pero no te atreves a compartirlo. ¿Qué es lo que te está haciendo sentir tan mal?”
“¿Q-qué dices, Monoyoshi?” ella se ofuscó y desvió su mirada. “¡No seas un metiche!”
“No es mi intención invadir tu privacidad, pero si ni eres capaz de decirlo, temo que tu culpa se quedará carcomiéndote por dentro, por eso quiero que lo compartas con nosotros. Te podemos oír y comprender por lo que sufres.”
“Es que…”
“¿Tendrá que ver lo que hizo que abandonaras la reunión con la directora ayer?” preguntó Saki.
“¡Eh!” Tenshi se vio en aprietos.
“¿Pasó algo más, Tenshi?” Taikogane se sorprendió. “¿Qué no nos has dicho?”
“Y-ya, veo que no me van a dejar en paz, dejen de acosarme…” negó frustrada y desvió su mirada. “En el momento en que fui a rescatar a la rehén… yo fui con otra HiME. Ella… casi pierde la vida y fue por un descuido mío… si no la hubiera presionado tanto a hacer algo que ella no quería, no habría corrido tal riesgo,” apretó sus puños. “La asistente de la directora me culpó por ello. Yo… ¡obvio que no quise que eso pasara, pero…! ¿…es que acaso es realmente mi culpa? Tsk… creo que pude haberlo prevenido… pero…”
“Hm…” Taikogane frunció el ceño. “No es fácil entenderte sin que nos lo expliques mejor.”
“…” ella se quedó cabizbaja y en silencio.
“Tenshi-san, por supuesto que te sientes en falta por algo como eso, pero no estás lidiando con ello de la mejor manera,” observó Monoyoshi. “Debe ser difícil, pero, ¿no piensas que lo mejor sería que lo converses con esa HiME?”
“…tiene sentido, pero…”
“No lo llegaste a oír ya que te marchaste muy rápido, pero Tanaka-senpai estaba preocupada por ti. Tampoco le gustó que Viera-sensei haya sido tan dura contigo,” observó Tsubasa, atentamente. “Pienso que ella entenderá cómo te sientes y seguro que hablar sobre este tema le hará mucho bien a ella también.”
“Y pues, me cuesta admitirlo, pero no es que seas la única que se apuntó a pelear…” Saki dio un suspiro. “Todas llegamos a buscarte y nos sumamos a apoyarte ni bien nos dejaste saber que había alguien que rescatar en el barco. Incluso yo, quien tanto condena lo ocurrido ayer, encuentro un mínimo confort de saber que algo bueno pudimos hacer por alguien más. El punto es que… no eres la única en tu posición.”
“Hanajima-san tiene mucha razón, fuimos un equipo anoche y lo seguimos siendo ahora. Puede que nuestros pareceres difieran un poco, pero continuamos estando del mismo lado,” observó Tsubasa, quien asintió decidida. “Sólo por oír todo lo que has dicho ahora me hace entender que no eres una mala persona y que sí tienes las mejores intenciones, y confío que tus parientes están de acuerdo conmigo.”
“Heh, ¡por supuesto!” exclamó Taikogane, sonriendo ampliamente. “Todo suena a que tuviste una experiencia muy dura e intensa y por supuesto que tienes tantos sentimientos encontrados, ¡pero pese a eso no te das por vencida y quieres seguir adelante! ¡Eso siempre ha sido algo muy cool en ti!”
“No creo tener nada más que agregar. Yo también creo en ti y es como Taikogane-san ha dicho,” agregó Monoyoshi, amablemente. “No te sientas mal por celebrar lo que ustedes pudieron hacer por esa persona a quien rescataron, ya que sí tienen presente todo lo sucedido. De no ser así, no estarías tan mortificada ahora.”

Por su parte, Fudou no estaba tan convencido de ello, ya que la excesiva confianza podría jugarle una mala pasada a cualquiera de esas HiMEs, y ya sonaba a que lo había hecho el día anterior, pero aquel no era su asunto.

“…son unos tontos, todos ustedes,” Tenshi negó y sonrió con pesar. “Siento que me engríen, realmente no sé qué decir ahora, pero gracias…”
“¡Hay que continuar esforzándonos, senpai!” Kosuzu asintió con energías. Era un alivio verle de mejores ánimos.
“Hm… ahora que lo pienso… ¿qué tal si vas a hablar con esa HiME ahora?” preguntó Taikogane, pensativo.
“¿Perdón?” Tenshi alzó una ceja.
“Taikogane-san, ¿acaso conoces a esa HiME?” preguntó Monoyoshi, confundido.
“Dijeron que se apellidaba Tanaka, ¿no? Suena a la hermana de un compañero de clases que también es HiME. Es un apellido común, pero me sorprendería que haya más de una con ese nombre,” sacó su celular. “¿Qué dices?”





Con Kotegiri y Murakumo distraídos con los helados, Samidare finalmente pudo tener un momento para conversar con Kuwana, motivo por el cual se había aprovechado la presencia de árboles frondosos para no llamar la atención.



En un instante dado, luego de la narración de los eventos de la noche anterior, Kuwana no aguantó más las ganas y le dio a Samidare un puñetazo en el rostro con la suficiente fuerza como para mandarlo al piso. El agredido fue sorprendido por la espontaneidad, pero luego de recibir aquel ataque, no se mostró dispuesto a pelearlo o reclamar en lo absoluto y se mantuvo sentado en el suelo con la mirada desviada.

“Tsk, debí haber asumido que cuando te sumaste a la policía seguías un ángulo,” regañó Kuwana, todavía con su puño levantado. “¿Y encima causaste semejante situación donde tus propios colegas terminaron lastimados? ¡No te creía tan irresponsable para involucrar a otros! ¡Al menos esa decencia siempre has tenido!”
“…nunca pensé en involucrar a nadie más, pensé que el riesgo estaba calculado…” dijo cansadamente, cabizbajo y evadiendo al otro. “Pero no pude estar más equivocado…”
“¡Pues obviamente, por lo que me estás diciendo! Samidare…” se dio un facepalm y negó un par de veces. “Maldición, ¿qué demonios puede salir de todo esto? ¿No ves que tu falta nos puede involucrar a nosotros también? No puedo ni llamar agallas tu osadía de meterte con esos locos que pelean…” le encaró, hasta agachándose un poco para mirarle de cerca. “¿Y ahora qué, ah? ¿Estás por irte de fugitivo? ¿Por eso viniste a vernos luego de meses?”
“Todavía no he explicado esa parte…” se puso de pie. Su inmutabilidad era intensa e inconforme. “Mi superior ya sabe qué ocurrió y qué fue lo que hice, pero él…” entrecerró los ojos y dio un pesado suspiro. “…él dice que no gana nada con meterme en problemas y que seré más ayuda para él si continúo con mi trabajo…”
“¿En serio?” al oír ello, Kuwana se quedó en blanco y lo meditó antes de continuar. “Ni sé qué decir, suena un poco desalmado de esa persona si es que se enfoca en tu utilidad.”
“No, no es por utilidad, te aseguro que mi jefe es una persona demasiado preocupada por todos, tal vez en exceso…” frunció el ceño. Era un recuerdo amargo verle tan solemne en el hospital. “Alguien como él sería más indicado como un trabajador social. Realmente… me resulta inaceptable que ni se haya molestado visiblemente conmigo.”
“Pues, suena muy raro que haya llegado a esa conclusión, ni sabría leerle fuera del contexto… ¡ahhh!” se revolvió los cabellos. “Ya me estás fastidiando con este lío, Samidare. ¿Por qué demonios me lo lanzas a mí?”
“…verás-”
“No, cállate, miento, yo sé por qué lo haces. No lo has dicho, pero es obvio por qué causarías ese desastre. Sí me dijiste que habías planeado investigar ese barco de los de Rizembool en medio de todo el rollo. Es por ese ángulo que tienes con tu trabajo, ¿no?” llevó el filo de su mano a la sien y miró al pelilila con frustración. “Sigues buscando a nuestro hermano, ¿verdad? Y quieres tomar un rol más activo que los detectives que todavía llevan su caso…”
“…”
“Ahh… no sé por qué te convences que los de Rizembool tienen algo que ver, pero tendrás tus motivos y no estoy aquí para oír eso. Pues, por más inocentes que nosotros seamos de esto que has causado, si eso se dio por la búsqueda de uno de los nuestros, nos concierne escuchar sobre el asunto, ¿o me equivoco?”
“…no, como dije, nadie más debería tener más que ver en esto. Mi búsqueda no los va a hacer partícipes a ustedes, yo soy el único involucrado en mi método…” afirmó decidido.
“Tch, pues bien, ¿entonces qué pretendes?” Kuwana llevó sus manos a las caderas. “Que te conste que ando super enojado con todo lo que dices, pero sé que no serías de bromear con algo así, así que más me fastidia que sea cierto. Y aun así, ni se te ocurra callarte si vuelves a hacer algo tan estúpido en nuestro nombre. ¿A qué vienes a lanzarme esta bomba verbal si dices que no quieres involucrarme?”
“Tienes razón, es contradictorio, sólo decirte esto te hace consciente del asunto, ruego que continúes manteniéndote al margen de todo lo que hago por mi cuenta.”
“¡Pues lo haré mientras tú no me des razones de sacarte la mugre, imbécil!” le amenazó, incluso le tomó de la camisa con cólera.
“Luego de la conversación de ayer con mi superior, me sentí… inconforme. No seré castigado como se supone que debería, mi jefe no me reclamó y dijo que creía en mí, por más ilógico que fuera. Yo pienso… que no tengo el valor de buscar un castigo por lo que causé por mi cuenta, quisiera tomar el camino que he sido ofrecido de compensar mi falta con mi trabajo… pero, aun así, esperaba que alguien pudiera darme mi merecido, de alguna manera. Por eso es que vine a hablar contigo.”
“Tú…” de nuevo, sin palabras. Rascó su cabeza ante el rompecabezas humano frente a él. “Es una estúpida razón. ¿Qué buscas con eso? ¿Acaso darte ese puñete te ha hecho sentir mejor?”
“No puedo decir que mejor, pero…” asintió. “Tuvo sentido de ser.”
“Y se supone que eres mayor que yo…” dio un respiro. “Ahh… te sientes mal, no hay duda alguna. Samidare, ¿cómo están tus compañeros? ¿Qué fue lo que les pasó?”
“No puedo divulgar información sensible de lo sucedido. Ellos… no están en un buen estado, pero hay indicios que se mejorarán con el paso del tiempo…” contestó desviando la mirada.
“Tch, no me gusta cómo suena eso…” hizo una mueca de dolor. “Realmente metiste la pata.”
“…”
“Antes que se me olvide…” se encogió de hombros. “Sonará tonto de mi parte, yo que no soy de expresiones así, pero la próxima que te vengas con alguna osadía, ponte a pensar en cómo los seres cercanos a ti serán afectados. Sólo porque andas desaparecido la mayoría del tiempo no significa que no nos preocupemos por ti.”
“…” entonces, Samidare sonrió con ironía. “Tienes razón, suena bizarro que tú lo digas.”
“No tendría que hacerlo si no fueras un loco de remate, no te burles,” comprimió sus puños, pero se contuvo de darle otro golpe. “Y no sólo hablo de mí o de Kotegiri o Murakumo…” alzó su mirada al cielo. “…nuestro hermano para nada estaría contento de que estés haciendo revuelos en plena búsqueda de él, si es que todavía se encuentra con vida.”
“…” ante la mención borró su sonrisa y miró en otra dirección.
“Es obvio, ¿no? Los dos recordamos la clase de persona que era Matsui,” Kuwana sonrió con nostalgia. “Era un quisquilloso y debilucho pesimista que siempre buscaba pasar desapercibido, y también sensible y atento con la gente en general. Le daría un patatús si supiera de tus travesuras, hasta la noticia de que eres policía le sacaría de cuadro.”
“Seguramente se hubiera puesto a reclamarme y rabiar si se enterara de todo esto…” meditó Samidare. Su rostro adoptó cierta tristeza. “Pero no es justo decir que lo que hago es por él. A estas alturas, es por mí mismo.”
“No, es por él, no importa cuánto te intentes convencer de lo contrario. Es verdad que tú te tomas todas las libertades, pero sigue siendo con las esperanzas de encontrarlo,” afirmó frustrado, aunque sin perder sus buenos ánimos. “Pero es precisamente por trabajar en nombre de Matsui que deberías comportarte mejor. Seguro que andarás con la idea de ser más responsable ahora, pero no duele decírtelo.”
“…” asintió. “No tengo credibilidad por mi cuenta, tiene sentido que insistas.”
“Heh, pensando en él, me acuerdo de mi terrible travesura. Apenas un año luego de que se perdiera, yo intenté usar su habitación como un lugar para guardar macetas y sacos de estiércol. Todos se horrorizaron tanto con mi acción, por más que yo lo vi como algo tan inocente como usar ese espacio temporalmente, decidido a limpiarlo todo ni bien lo encontráramos… vaya…” negó entretenido. “Fue ahí que todos juramos que no reusaríamos la habitación de nadie.”
“Recuerdo ese día claramente, Kumo-san lloró desconsoladamente,” Samidare alzó una ceja. “¿A qué se debe la mención?”
“¿Cómo que a qué? ¡Te estoy diciendo que te aparezcas más en casa!” exclamó como si fuera obvio, todavía manteniendo unos ánimos ligeros. “Tienes tu cuarto tal cual así que úsalo, y ya viste lo feliz que Murakumo se puso con tu presencia. Vaya, él tan contento y tú te vienes con tremendo drama.”
“No creo que pueda decirle nada de esto aún.”
“Sí, no lo hagas, ni a Kotegiri. El pequeño anda súper atareado y de los mejores ánimos con su agencia, y quién sabe cómo se lo dirás al otro, pero ya encontrarás el momento. Pero sí, date más vueltas por la casa que ellos lo apreciarían mucho, y seguro que a ti te vendría igualmente bien.”
“…” llevó una mano a su mentón. “Comprendo que tu fastidio hacia mí no duró mucho…”
“¡Oh, sigo enfadado, no me pruebes!” Kuwana casi arremete contra él, pero desistió al acercarse peligrosamente cerca. Resopló. “Pero igual… espero que sí demuestres con tu trabajo y con nuestros hermanos que estás dispuesto a reponer tu error. Y no quiero ni imaginar cómo se pondrían nuestros padres si terminas muerto o tras las rejas, así que ni se te ocurra.”
“…” asintió y dio un suspiro. Era un peso removido de su espalda. No sabía si era por la esperada reacción iracunda o ese momento nostálgico o el ser recordado de la familia que todavía tenía… sospechaba que su alivio provenía de una mezcla o de algo más, pero nuevamente, era por algo que no había podido predecir, al no poder identificarlo…
“Bueno…” Kuwana le dio un par de palmadas en un brazo y caminó de regreso hacia el área abierta del parque. “Ya nos estarán buscando, démosles el alcance.”

Los dos apenas salieron de entre los árboles y vieron a sus hermanos parados a poca distancia mientras meditaban dónde buscarlos, pero pronto los detectaron y corrieron donde ellos.

“¿A dónde se metieron?” preguntó Kotegiri, alarmado. “Ya se van a derretir los helados.”
“Ah, perdón, sólo nos distrajimos charlando,” Kuwana sonrió apenado y recibió su cono. “Ah, gracias, qué bueno que pediste el más grande ya que no especifiqué.”
“¡Ame-san! ¿Qué te pasó?” preguntó Murakumo, quien le miró con ojos brillantes y asustados.
“Estoy bien, ¿a qué se debe la pregunta?” este le miró mínimamente confundido.
“¿Te caíste? Tu rostro está rojo.”
“Hm…” lo medito, cabizbajo. “Quizás ese golpe sí tuvo razón de dolerme tanto…”
“¡¿G-golpe?!” se escandalizó y de inmediato se volvió a encarar a Kuwana. “¡¿Acaso le has pegado a Ame-san?!”
“Tch, ¿en serio?” se dio un facepalm. “Oye, Samidare, ¿tenías que llamar la atención? Yo pensé que dejaríamos ese asunto de lado.”
“Un momento, ¿se pelearon?” preguntó Kotegiri, sorprendido. “P-por favor no hagan nada irresponsable, podrían llevarlos a la comisaría.”
“Ame-san se ve muy cansado y tú lo fastidias más… ¡eres un abusivo!” exclamó el pelirrosa.
“No hables por hablar, si él fue quien me molestó, ahora no te metas,” dijo Kuwana, ofuscado.
“Tranquilo, Kumo-san, lamento preocuparte,” dijo Samidare, inmutado.
“Pero…”
“Lo mencioné porque se trata de algo insignificante, por ello el tan poco cuidado que he tenido. Y Kuwana tiene razón, yo lo fastidié con un tema y busqué esta represalia, pero ya no es algo que importe. Estoy bien.”
“Ame-san… tú no buscarías fastidiar tanto a otros, ¿qué sucede?”
“…” él negó. “Lo hablaremos en otro momento,” notó cómo el barquillo del pelirrosa empezaba a derramarse. “Come tu helado de una vez, no lo eches a perder.”
“¡Ah sí!” este se sorprendió, pero continuó ignorando su postre para ahora extender al otro un pequeño vasito con helados. “Toma, dijiste que no querías helado, pero me sabía mal que no comieras un poco de postre con nosotros, así que te compramos lo más pequeño que tenían.”
“…” lo miró con una ligera sorpresa.
“Vamos, Samidare, sí está haciendo un poco de calor,” Kotegiri asintió y pasó a dar un suspiro. “Y me preocupa que se hayan peleado, así que espero que esto les haga olvidar su pleito.”
“Sólo déjenlo ir, no es para tanto,” dijo Kuwana, encogiéndose de hombros.
“¡Te conviene que lo dejemos ir porque eres un abusivo!” reclamó Murakumo.
“¿Ah? ¡Si ya dije que Samidare comenzó! ¡No andes metiéndose si ni sabes nada!”
“¡E-es obvio lo abusivo que eres!” continuó pese a que su voz se partía por su ansiedad generalizada.
“¡Ya me tienes hinchado con esa palabra! ¿Es que no sabes otra?”
“Ustedes…” Samidare miró frustrado a los dos renegar como era costumbre. Sabía que su falta de cuidado lo había causado, pero no sabía qué decirles para pararlo. Sus niveles de cansancio continuaban nublando su cabeza.
“Samidare,” Kotegiri se le acercó. Este sonreía, aunque se veía rendido e incómodo. “No recuerdo haberte visto tan apagado y ausente. Sé que ocurre algo que sólo has hablado con Kuwana y que no quieres preocuparnos con ello. Y pues, respeto tu decisión, pero espero que puedas sentirte cómodo de compartirlo con nosotros cuando estés listo,” ensanchó su sonrisa con gusto. “Somos hermanos, ¿verdad? Y siempre estaremos aquí por ti.”
“…” Samidare se impresionó por sus palabras y tan alegre certeza, y miró a ese minúsculo vaso de helado que podría consumir de un gran bocado. Había una extraña culpa de siquiera comprender que había un helado servido para él, razón por la cual se había negado en primer lugar, pero el helado ya era asunto de sus hermanos y no de sí mismo… no, ellos lo habían hecho por él, y en medio del trago culposo que resultaría, estaría el gusto proveniente de sus parientes. Agachó un poco su cabeza y sonrió apenas, inmerso en una incomprensible tristeza y tranquila dicha. “Ustedes no tuvieron que comprarme este postre, pero gracias por la intención… lo lamento mucho…”
“¿Por qué?” ladeó su cabeza.
“No, no es nada,” negó y mantuvo su débil sonrisa, para mirar a los otros dos renegando y volver a su inmutabilidad. “Mira cómo nosotros los mayores te importunamos. Ya deberíamos estar de regreso para que tengas tiempo de cocinar.”
“Eh, será más rápido con la ayuda que me han ofrecido, está bien,” el pequeño asintió. “Samidare, ¿podrías ayudarnos también? ¿Te sientes con más ganas?”
“Haré el esfuerzo…” se rindió.
“Pero qué raro que Kuwana quiera seguir trabajando en el jardín, si es quien normalmente me ayuda a cocinar…”
“No te ayudará hoy,” Samidare negó. “Kumo-san se apuntó con grandes ánimos, y por ello es que ha cedido su espacio, para no espantarle.”
“Ehh…” Kotegiri se sorprendió y pasó a sonreír incómodo. “Ya veo que sí piensa en Murakumo a su manera…”

Murakumo se cansó de requintarle y en un momento de pausa, Samidare lo apartó para nuevamente recordarle que comiera su helado, aparte de agradecerle el gesto. Así, finalmente pudieron partir de regreso.





Era una tarde tranquila en la casa de los Kotetsu y Cho se encontraba sentada en el sofa y acompañada por Kashuu mientras veían al pequeño Sora jugar con su Switch.

“Aruji, ¿segura que estás bien?” preguntó el arma, atentamente y al pendiente de su superior. “Te veo cansada.”
“Eh, sí, muchas gracias,” Cho sonrió en aprietos y movió sus palmas para restar importancia. “Nada más que el sueño que a veces me da después de comer, pero no puedo darme una siesta todos los días o me malacostumbraré.”
“La comida ha sido hace más de dos horas, ya no deberías sentirte tan cansada,” alzó una ceja. Kashuu dio un suspiro y sonrió frustrado. “Aruji, entiendo que no quieras preocuparnos, pero si no te sientes bien, puedes ir a recostarte. Sabemos que hay visitantes en camino, aunque no te inquietes que te iré a avisar para cuando lleguen.”
“Ya deben estar cerca, y en serio, puedo esperarlos…” ella bajó su mirada. “Debo haberte asustado demasiado anoche, Kashuu, pero muchas gracias por haber estado conmigo todo el tiempo. Realmente… no sé qué podría hacer sin ti o Roxas.”
“Aruji…” Kashuu se preocupó.
“Eh, pero no te miento, es un poco de cansancio y debilidad que no me impide quedarme despierta, y me siento a gusto acompañándolos, me ayuda a olvidar un poco los momentos difíciles que tuvimos…” sus ojos fijos en el suelo adoptaron tristeza, pese a seguir sonriendo. “Todavía tengo mucho que pensar sobre todo esto, pero es algo que todos iremos haciendo poco a poco, en lo que continuamos con nuestro día a día.”
“…” le miró incómodo y se apenó. Kashuu desvió su mirada sin saber qué decir.
“P-pero, tampoco tenemos que pensar en esto todo el tiempo, dejémoslo ir por ahora. Eh, perdón por tocar este tema…” dijo la HiME, algo alarmada de verle tan mortificado.
“No has sido tú quien lo hizo, aruji, eso recae en mí,” el otro sonrió comprensivamente. “Ya, está bien, si lo que quieres ahora es esperar a los que vienen, entonces así será.”
“Hmm…” Sora hizo una pausa a su juego y se giró a los dos. Fruncía el ceño. “¿Estás tan cansada, Cho-neesan? Perdón, debí haberles dicho que no era un buen momento.”
“Eh, no, está bien, dijiste que tu amigo quería venir con urgencia, así que había que atenderle,” asintió decidida. Normalmente intentaría desentenderse del asunto, en especial por no sentirse de buenos ánimos, pero le costaba negarse al menor de la casa. “¿Te dijo el motivo?”
“No, Taikogane no es de expresarse muy claramente, sólo me dijo que quería vernos a todos,” Sora se puso a meditar. “Es un misterio…”
“Pero debo decir que me sorprende que Natsume te haya dejado tomarte la tarde libre,” dijo Kashuu. “Recuerdo que querías acompañar a mi aruji ahora que está convaleciente.”
“Eh, espero que ello no sea un problema con tu entrenamiento, lo siento,” Cho negó. De por sí, a esas horas Ayesha debía estar en el laboratorio de química para continuar con el desecado del producto de una síntesis que ellas dos habían comenzado juntas. No era precisamente un proceso de horas, y más que nada era un cambio de contenedores junto con apuntes, pero le sabía mal no estar ahí para apoyarla.
“No, no, en verdad no llegué a pedir la tarde libre,” Sora negó. “Maestro de inmediato declaró nuestra junta anulada en la mañana así que ni pude preguntarle.”
“¿Cómo así?” preguntó la HiME, sorprendida. “Suena poco característico de él. Espero que todo esté bien.”
“Sí, senpai se preocupó, pero no recibimos respuestas. Maestro sólo nos dijo que todo está bien y surgió un imprevisto…” el pequeño miró a su celular. “Pero su mensaje inicial no es igual que sus otros mensajes… tiene un color que me da miedo…”
“Eh, lo lamento, Sora, al menos podemos imaginar que alguien tan capaz como Natsume puede resolver sus asuntos,” Kashuu se puso a pensar.
“Podemos ir a verle, hace ya un tiempo que no voy a su laboratorio,” Cho sonrió. Pese a la personalidad un tanto impredecible y agresiva que Natsume tenía en ocasiones, este sí se había mostrado muy amable y carismático con ella, además de Ayesha y Nio. “¿Qué tal si le llevamos algo para comer y tener una reunión de té?”
“Hoho~…” el menor se sorprendió y pasó a alegrarse. “¡Haha~ sí, a Sora le gusta! ¡Le preguntaré a senpai así tendremos una mejor idea de sus gustos!”
“Heh, suena a una excelente actividad, hay que hacerlo,” Kashuu aprobó. Era sin duda algo que ayudaría a despejar las inquietudes de su aruji.

Entonces, los tres vieron a una gran limosina llegar a las rejas de la residencia y pronto ser aprobado por el portero para pasar y llegar a la entrada de la casa.

“¡Ah, ya llegaron!” Sorita dio un brinco y fue corriendo a la entrada. Por su parte, Cho y Kashuu intercambiaron miradas por aquel vehículo tan llamativo.

Fue entonces que los tripulantes comenzaron a bajar, con el primero siendo un muy entusiasta Taikogane quien luego de chocar manos con Sorita, pasó a jalar a la segunda persona en bajar. El par todavía frente a las ventanas se sorprendió considerablemente.

“¿E-esa HiME?” Kashuu se quedó helado.
“Tenshi…” Cho también se impresionó, pero de inmediato acudió hacia la entrada, seguido de su arma. Para cuando llegó a las puertas, los demás habían bajado e igualmente continuó sorprendiéndose al reconocer a las HiMEs de la secundaria y un par de chicos desconocidos.
“¡Ah, tú eres la neesan, qué bueno verte de nuevo!” Taikogane le saludó con un movimiento de su palma. “¡Bonita casa que tienen! ¡Se ve el estilo fusión de este y oeste! ¡Es tan cool!”
“Oye, niño rico, podrías introducirnos o algo,” le regaño Fudou a su costado.
“¿Por qué? Si todas son HiMEs y entre ellas se conocen, ¿no?” preguntó confundido.
“Ehem,” Tenshi rodó los ojos y se dirigió a Cho. “Disculpa a mi primito. Eh, gracias por dejarnos venir tan súbitamente. Te presento a Fudou aquí, es un amigo de la familia. Y este es Monoyoshi, otro primo más.”
“Mucho gusto, mi nombre es Monoyoshi Sadamune,” el pelirrosa hizo una reverencia y sonrió amablemente. “Les agradezco por llevarse bien con Taikogane-san.”
“Tch, no hables así que suenas a mi mayordomo,” se quejó el peliazul.
“¡Pero pasen! ¡Hay muchos bocadillos que podemos convidarles!” dijo Sorita, entusiasmado. Así comenzaron a pasar. “¿Todos son de la secundaria de Hanasaki? ¡Es un gusto, soy Sora Harukawa, estudio en Rizembool!”
“Igualmente, mi nombre es Kosuzu Motoori,” dijo la pequeña HiME, amenamente.
“Tsubasa Hanekawa, un placer.”
“…” Saki dio un suspiro. “Saki Hanajima… por cierto, sólo podría aceptar un vaso con agua, ya hemos pasado por una ronda de bocadillos.”
“Y de por sí la única que debería andar aquí es la interesada, nosotros deberíamos esfumarnos,” se quejó Fudou, desviando su mirada.
“Vamos, si estamos en confianza, ¿no ves que todos nos llevamos bien?” preguntó Taikogane, con ambos brazos detrás de su nuca.
“Tch, tú no tienes sentido del espacio personal para estas cosas.”
“Es verdad que había alguna emergencia. ¿Por qué han venido?” preguntó Kashuu. Este dio un suspiro. “No es por ser descortés, pero mi aruji se encuentra en reposo ahora, así que les pido que la tengan en mente.”
“K-Kashuu, ya dije que está bien, no hay ningún problema,” Cho se avergonzó un poco.
“Oh, realmente no lo pensé, perdón,” Kosuzu llevó sus palmas a su boca. “Es que vi a todas sanas luego de la ayuda de Enmusubi…”
“Es en verdad casi milagroso, mi cuerpo se siente como si no hubiera pasado por nada,” observó Tsubasa. “Pero no podemos asumir que es así con todos.”
“Es cierto, yo también me siento bien, pero…” Saki miró a Tenshi de reojo. “Me pareció verte cojear un poco, debes estar todavía sensible.”
“N-no lo menciones, me duele una pierna más que otra, pero ya pasará,” esta se alertó y negó rotundamente. “Además…” bajó su mirada. “¿Cómo andaría yo quejándome frente a nuestra HiME senpai?”
“…” Cho le miró con inquietud.

De repente, oyeron pasos apurados y todos vieron a Urashima apresurarse con un par de bandejas en sus manos.

“¡Ya llegaron todos, bienvenidos!” exclamó este en pleno camino.
“¿Urashima-niisan?” Sora ladeó su cabeza. “Pensé que seguías entrenando en el dojo.”
“¡Hehe, lo estaba, pero les oí hablar sobre visitas así que cambié de quehacer! ¡Ohh!” este se sorprendió al punto en que se le escapó sus dos bandejas.
“¡T-ten cuidado!” felizmente, Kashuu se lanzó a atrapar una y Sora pudo agarrar la otra.
“¡Monoyoshi, qué sorpresa! ¡Ha sido una eternidad!”
“¿Urashima-san?” el pelirrosa parpadeó, perplejo. “¿Este es tu hogar?”
“¡Sí que lo es! ¡Qué bueno que nos encontramos de nuevo porque quería invitarte pero había perdido tu número!” corrió donde este. “¡Ven que tengo que enseñarte el dojo! ¡Recién lo acabamos de inaugurar!” pasó a mirar a los otros chicos. “¿Vienes con amigos? Díganme, ¿también practican kendo?”
“Esa es una inusual asunción, pero sí…” Fudou alzó una ceja. “Mono-chan, ¿quién es este?”
“Es Urashima Kotetsu, nos conocemos de las competencias de kendo en las que participaba hace algunos años,” observó Monoyoshi, amenamente. “Hehe, ¿quién diría que nos veríamos ahora?”
“Espera, ¡¿esta es casa de los Kotetsu?!” ante la revelación, el pelimorado se quedó en shock.
“¿Esas competencias en las que nuestros padres nunca me dejaron competir?” Taikogane hizo un puchero. “¿Y de qué te sorprendes, Fudou?”
“¿Acaso no has escuchado ese nombre antes? ¡Ellos son peleadores de alta gama!”
“Hehe, yo todavía ando entrenando, pero gracias por el cumplido a mi familia,” Urashima sonrió enseñando los dientes. “¡Pero no hay problema, el dojo está abierto a todos los amigos así que podríamos tener una competencia entre nosotros!”
“¡Oh, eso suena tan divertido, totalmente!” Taikogane se olvidó de su previo fastidio y lo aprobó con un puño.
“Vaya, y se supone que nosotras somos las HiMEs,” Tsubasa sonrió con torpeza. “Pero ellos parecen más experimentados en las peleas y por mucho.”
“Igual no es que el vicepresidente de nuestra clase no se guarde las ganas de pelear contra un Rebel,” observó Saki, con una pizca de gracia. No iría a dejar ese detalle de lado tan fácil. “Así que en el fondo no somos distintos.”
“Verdad que quiero saber más de esa historia,” los ojos de Kosuzu brillaron. “Sadamune-senpai suena a alguien de quien puedo aprender como una nueva HiME.”

Cho miraba al entusiasmado grupo conversar sobre ese tema y con Urashima esperando dar a todos un pequeño tour para llevarles al dojo que tanto adoraba. Sus temores de lidiar con visitantes sorpresas se habían disipado. Felizmente eran un grupo amigo y en gran parte conocido.

“Cho…” en eso, Tenshi le llamó su atención, quien aprovechó que los demás habían dejado de enfocarse en ella. “Cho, yo…”
“Tenshi, ¿estás bien? Ayer saliste tan herida que temía por ti,” comenzó la peliceleste.
“¿Ah? Ya oíste a Kosuzu decir que Enmusubi borró la gran mayoría de nuestras heridas, aparte de algunos dolores musculares creo que ando bien,” negó frustrada. “No te preocupes por mí que no estoy aquí para eso… tsk, aparte que tú también me protegiste de un ataque certero…”
“…” Cho tensó los labios. Era difícil de hablar, y veía que la peliazul sufría más que sí misma para sincerarse, pero sabía muy bien qué era lo que sentía. “Tenshi, no me gustó que Fran te haya culpado por lo que me pasó. No fue justo, no hubo manera de saber qué podía ocurrir.”
“Eh…” ya veía que la pudo predecir. “Yo… pues, no es del todo cierto… ¡o-o sea, mi estúpido Rebel me había dicho que si agarraba esa caja podría terminar como la rehén! ¡P-pero aun así me lo dijo en un tono tan asquerosamente burlón que no pude haberle tomado en serio! ¡Pero…! Pero… creo que pudo haber habido indicios que ignoré que hubieran prevenido todo esto… Y también no debí presionarte a hacer algo que no querías en primer lugar…”
“Tenshi…” Cho negó, apenada. “Estuve pensando en eso todo el día, ¿sabes? Todo fue tan rápido y un error muy inocente, pero tan riesgoso… no te culpo por eso, por supuesto que no, nunca hubo precedentes para algo así…”
“Pero… pero yo… las he puesto en tanto peligro por mis metas que causaron tantos problemas… y tú lo pagaste más…”
“Aun así, yo quiero apoyar ese deseo de ayudar a otros, Tenshi, y tener un poco de tu valentía para hacerlo,” Cho sonrió un poco. “Te agradezco por confiarme eso que me dijiste cuando corríamos dentro del barco…”
“¡SSHHH!” Tenshi pasó a taparle la boca con una mano y susurró en aprietos. “No tan alto que nadie más aquí lo sabe.”
“O-okay, perdón…” Cho se apartó y asintió. “Pero Tenshi, lo que quiero decir es que… somos un equipo y espero que podamos continuar ayudando a quienes nos necesitan, pero creo que como estamos ahora todavía es muy peligroso e irresponsable que volvamos a hacer algo como lo de ayer. Hay que…” volvió a asentir, más segura de sus palabras. “Hay que continuar entrenando y aprendiendo más de todo dentro de la guerra, para estar listas para hacerlo responsablemente. Sé que podremos hacer al menos algo, sólo hay que ser pacientes, ¿sí?”
“…” la peliazul se quedó sin palabras un instante. De todo lo que imaginó que podría surgir de su conversación, aquello había sido imprevisto. “¿Sabes? Te me hiciste una miedosa cuando recién nos encontramos.”
“Ehh…”
“Y no es que te conozca bien, pero me gusta lo que dices, me gusta esa decisión… y gracias por confiar en mí, y perdonarme al menos un poco.”
“No tengo que perdonarte…”
“No, sí, un poco al menos, intentaré no ponerte tanta presión de nuevo, intentaré también crecer como dices, sí, tal vez eso es lo que necesito ahora,” Tenshi asintió y la agarró de los brazos. “Y hay que hacerlo juntas.”
“Sí…” Cho sintió un alivio. Felizmente esa chica ya no se sentiría tan culpable por aquel extraño incidente. “Con todas las HiMEs.”
“¡Ahora a llamar a Suzuka y a Enmusubi para entrenar!” Tenshi pudo sentir miradas sobre ella y se volteó para ver que sus dos primos le espiaban. Monoyoshi asintió contento y Taikogane le levantó un pulgar, lo cual la ofuscó. “¡Ay, metiches son los dos, déjenme en paz!”

Así se pudo resolver un instante incómodo en medio de todo el complicado rompecabeza, y faltaba más por sortear, pero era un buen paso adelante.

« Last Edit: April 11, 2024, 12:34:52 PM by Cho »


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