Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 287364 times)


Miyu

Hay unas partes que debo corregir, en fin



CAPÍTULO 4 (C)

La tensión en el aire era palpable cuando inicio el debate interno de los motivos por los cuales rechazar los avances tan sugerentes de ella y Cheng Xiaoshi no podía pensar adecuadamente. El bartender de “Black Dog” repasó rápidamente las excusas que tenía para detener a Akeno y no encontró ninguna buena razón para hacerlo. Son primos, sí, pero segundos y en Japón está permitido y mientras ella es Himejima, su apellido es Ikuse. Se maldijo al observar estos detalles que abrían paso sin restricción a la atracción de ambos.

Chasqueó la lengua con cierta irritación.

Intercambió miradas con Beelzebub y le hizo señas de disculpas por la conversación, aunque él estaba totalmente centrado en el libro de Dante Alighieri.

—Eso… aún me gusta mi amiga de la infancia, no es tan linda como tú ni exuberante y nunca me pude confesar.

Encontró el oasis que necesitaba entre sus memorias para darle una negativa, aunque sus recuerdos confusos impedían recordar siquiera el rostro de esa mujer, pero al sentirse atrapado y que el trabajo fallaría prefirió buscar excusas.

—No necesitas darme tus motivos…

Sin darse vuelta respondió con la vista fija en sus amigas e intentó irse rápidamente. El ser rechaza apenas admitía sus sentimientos por su primo hizo que su corazón doliera de sobremanera.

“No se siente bien hacer esto, Lu Guang”.
“Tú quisiste”.

Vio la pequeña figura de la pelinegra más frágil de lo que en realidad era mientras se aleja sutilmente, intentando aparentar que está bien.

La visión de Cheng Xiaoshi, en el cuerpo de Ikuse Tobio, se volvió extraña y empezó a desquebrajarse o como si empezara a tener interferencia. Comenzó a ver en tercera persona la escena ante él y finalmente desapareció de aquel pasado.

Tobio fue corriendo hacia ella, lanzándose por encima de la barra con determinación, envolviéndola en sus brazos y girándola para confrontarla; Akeno se sorprendió por el repentino gesto, pero antes de que pudiera reaccionar los labios de Tobio presionaron contra los suyos en un casto beso que la dejó sin aliento.

—Me atraes tanto que no quiero dejarte ir —murmuró Tobio con palabras cargadas de sinceridad.

Akeno se sintió abrumada por la intensidad del momento, a pesar de todo no pudo evitar preguntar con un toque de curiosidad en su voz:

—¿Y tú amiga de la infancia?

Antes de que Tobio tuviera oportunidad de responder, ella correspondió al beso con pasión dejando que el deseo los consumiera a ambos. Sus labios se encontraron haciendo más intenso el beso, y pronto sus lenguas se entrelazaron en una danza delirante y deseo desenfrenado.

La respiración agitada y los latidos acelerados de sus corazones resonaban en el aire cargado de electricidad entre ellos. Tobio sonrió con una mezcla de satisfacción y complicidad.

—Caí ante ti —declaró, su sonrisa ampliándose con demasiado cariño y atracción hacia ella. No lo podía creer, una niña de veinte lo había conquistado totalmente y en tiempo récord. 

Akeno no pudo contenerse y lo abrazó por el cuello, devolviendo el beso con la misma intensidad. Ambos sabiendo que su amor es prohibido, que enfrentarían las consecuencias con los Himejima, no obstante, en ese preciso momento, nada más importaba que el calor del otro.

—Suzaku nee-san se enojará con nosotros —musitó Akeno, aunque una sonrisa juguetona se posó en sus labios, incapaz de ocultar la felicidad que sentía.
—Los viejos se volverán locos —respondió el primo con una risa contagiosa, dejando que la alegría del momento los envolviera mientras se perdían el uno en el otro.

“Take my hand let's set this world on fire
Light it up for the show
Pain will get to you when the night arrives
Like the hunter when a prey lies
It's just how the world's like”

Mientras la canción "Mastermind" de Kat sonaba de fondo con un tono melancólico y pegadizo, la gente alrededor hablando en voz baja en un ambiente relajado; Tobio y Akeno parecían estar inmersos en su propio mundo, ajeno a la caótica letra oscura que se gesta en los parlantes del local. Sin embargo, en las sombras, Beelzebub recibe un mensaje que lo arrancó de su trance momentáneo leyendo “La divina comedia” y lo devolvió al presente.

El parpadeo de su dispositivo llamó su atención, y al leer el mensaje del maestro Qian, su rostro se ensombreció; repasó varias veces el mensaje frunciendo el ceño a medida que llegaba al final del mismo.

Depositó el libro sobre la barra del bar y se quedó quieto unos minutos, volviendo a releer el mensaje. Las palabras de Qian resonaron en su mente, había hablado al respecto con su hermano mayor, un ex-Rebel, la tentación de poder y una recompensa monetaria le era tentador.

Beelzebub sintió una mezcla de emociones tumultuosas que lo embargaban mientras leía el mensaje una y otra vez. Las palabras de Qian grabadas en su mente se oía como un eco siniestro, recordándole el deber que le exigirían si aceptaba ser un “Rebel”. Sabía lo que Qian quería y lo que ofrecía Rizembool por la cabeza de una HiME.

"Take my hand let's set this world on fire"

Sonaban las palabras de la canción de fondo, como una premonición de la tormenta que se avecinaba. Sabía que aceptar la oferta significaría desatar una cadena de eventos que cambiarían todo lo que conocía, pero la recompensa que mencionó el Maestro Qian le hizo escribir un: “Iré mañana a hablar contigo a la universidad”.

"Dadadada dadadada"

Seguía resonando la melodía de la canción, una nota de advertencia sutil pero ominosa que se filtraba en el ambiente cargado de Black Dog. Pero para Tobio y Akeno, en ese momento, no había nada más que el amor que compartían, nada que pudiera separarlos, ni siquiera sus parientes.

Para Beelzebub, cada nota era un recordatorio de la oscura tarea que le aguardaba si aceptaba la oferta del Maestro Qian, la decisión que tomaría lo ataría irrevocablemente a un destino incierto.

Con los pensamientos girando en círculos, atrapado en un torbellino de dudas y temores contempló el whisky que reposa sobre la barra del bar. Odiaba beber cualquier cosa que no fuera un buen vino bajo la luz de las velas y sentado cerca de una chimenea cálida, especialmente pensó en un vino con el aroma, sabor y textura del Châteauneuf-du-Pape.

Con un suspiro levantó la copa y lo llevó a sus labios, dejando que el líquido ámbar ardiente quemara su garganta mientras luchaba por encontrar respuestas en el fondo del vaso de roca.

"Mastermind stays in the dark"

Intentó reírse ante la ironía de esa frase de la canción. Sin conocer todos los detalles de lo que significa ser un “Rebel” sabía que Qian tenía un plan oscuro y retorcido a espaldas. Se preguntó qué precio tendría que pagar cuándo finalmente conociera descubriera todos los secretos y manipulaciones que se escondían en las sombras.

El pelinegro de ojeras marcadas hizo fondo blanco al aguardiente, sintiendo el fuego del licor deslizándose por su garganta mientras contemplaba su futuro incierto. Las palabras de la melodía resonaban en su mente, la promesa de redención y diversión en medio de la desesperación y finalmente una recompensa.

Estrelló el vaso sobre la barra del bar y se levantó, tomando el libro entre sus manos y guardando el celular en el bolsillo de su parka.

“Let my flame be your redemption
If you ever get helpless
Just take it in and we'll have some fun”

Se dirigió a la puerta del bar, sus pasos lo dirigieron hacia el escenario de Tobio y Akeno, dos primos, que se encontraban abrazándose y besándose apasionadamente sin importarles nada más.  Siempre ávida de emociones intensas y experiencias inusuales hizo que la curiosidad lo invadiera.

Apretó el libro de Dante Alighieri con fuerza y una mueca divertida se posó en sus mejillas, siguiendo su destino hacia fuera del local; evocó los versos del Canto V, dónde se castiga a los lujuriosos y amantes prohibidos. Los primos, cargados de pasión y deseo desmedido, parecían reflejar perfectamente la imagen de aquellos condenados por la lujuria en la Divina Comedia. La comparación era inevitable con la imagen de amantes atormentados por sus deseos desbocados.

Debatiendo entre la fascinación y la repulsión de la escena lo obliga a pensar en la propia oscuridad de su ser. Apartó la vista de ellos y volvió a mirar hacia el umbral de salida, alejándose del local a paso firme, haciendo oído sordo a todo lo que no fueran sus propios pensamientos.

El reloj marcaba la una de la mañana cuando Beelzebub salió del bar Black Dog. El aire nocturno era fresco y calmo, con una ligera brisa que acariciaba su rostro. Mientras camina por la acera las luces de Ginza iluminan todo a su paso, junto a las luces de neón que indican la vida nocturna activa de esa parte de Tokio.

Con paso decidido, Beelzebub se encaminó hacia Grigori. El hecho de que una pasantía con paga se hubiera presentado hace meses allí y con pase libre a usar todas las instalaciones no era casualidad y el responsable de todo ello debía ser Azazel.

A medida que avanzaba por la acera podía sentir el crujido de las hojas de arce secas bajo sus pies, señal inequívoca del cambio de estación y también el inicio de un nuevo semestre en Rizembool y la continuación por tres meses más como pasante en Grigori, cosa que le ayudaría a su currículo tener la recomendación de alguien tan influyente en los círculos académicos como la de Azazel.
 
Conforme a que se acercaba al edificio de Grigori, sus pensamientos se volvían más claros y determinados. Estaba decidido a aprovechar al máximo esta oportunidad que se le presentó, sin importar las incertidumbres que pudieran surgir en el camino, hablaría primero con Azazel.

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