Hola, vengo con un fic. No muy concluso que digamos, pero algo con qué medio cerrar cosas antes del fin de semestre.
62.1.
Otro día de clases había terminado y Namazuo acababa de llegar a su hogar luego de recoger a sus hermanitos de la secundaria de Hanasaki. Gokotai fue corriendo para abrir las dos puertas de la entrada y dejar a sus tres hermanos pasar, quienes en conjunto traían una maqueta de gran tamaño a medio acabar.
“Y-ya casi…” dijo Houchou, mientras avanzaba con cuidado y de perfil para no chocarse con el costado de la puerta.
“Bien, llegamos y sin accidentes,” dijo Akita, satisfecho.
“¡Por supuesto~!” exclamó Namazuo, sonriente. “¡Ustedes saben que pueden confiar en su hermano mayor! ¡Me hubiera lanzado a un río caudaloso de haber sido necesario~!”
“N-no hagas eso, por favor, Namazuo-niisan…” observó Gokotai, un poco asustado.
“Aunque debo admitir que me asusté cuando vi que eras tú quien nos fue a recoger,” observó Houchou, mirando al mayor con leve desconfianza. “Temía que tu manera irresponsable de conducir agitara mucho la maqueta,” desvió su mirada, haciendo un puchero. “Y realmente hubiera querido que Ichi-nii fuera a recogernos para variar…”
“Vamos, si conduje con más cuidado del usual esta vez,” el pelinegro sonrió con torpeza. “Y no te sientas mal. Ichi-nii tenía una presentación muy importante en la universidad hoy y varios más compromisos por ser un tan buen estudiante y compañero. Ya pronto se acaba el semestre, así que sé un poco más paciente.”
“Es verdad, más bien nos toca alentar a Ichi-nii cuando le veamos,” Akita asintió. “Ehh, deberíamos llevar esta maqueta a tu habitación, Houchou. Te toca trabajar en ella.”
“Uhh, va a ser pesado,” este se lamentó y frunció el ceño. “Sé que mi grupo me ayudará con la parte académica del proyecto, pero el profesor insistió que la maqueta es lo más importante y tiene que ser capaz de soportar peso. ¡Ni siquiera somos arquitectos!”
“V-va a estar bien, Houchou, ehh, te ayudaremos,” dijo Gokotai rápidamente.
“Pues, me toca atender a un par de invitados, pero me comprometo a ayudarte ni bien tenga una oportunidad,” dijo Namazuo.
“Ohh, cierto, el amigo de Shinano está por venir, ¿verdad?” preguntó el pelirrosa.
“¡Sí! Dice que quiere conocerlos mejor, y también va a traer a su hermanita,” asintió. “Shishiou me ha caído muy bien y sería bueno que lo veamos más seguido.”
“Sí me pareció buena gente,” dijo Houchou, quien sonrió. “Y si quiere ayudarme con la maqueta, es más que bienvenido~”
“Ehh, n-no deberíamos incomodarle con esto…” opinó Gokotai, cabizbajo. “V-verdad que yo todavía no lo conozco… tengo mucha curiosidad de saber el tipo de persona que es…”
“Estoy seguro que te agradará mucho, pequeñín,” Namazuo le dio un guiño.
Luego de ese pequeño intercambio y de cerrar la puerta principal, el grupo comenzó a caminar hacia las escaleras, y por el camino pasaron por una sala de estar con la puerta abierta. Al asomarse, les llamó la atención ver a Hakata hablar animadamente con Yagen y Honebami en lo que los tres revisaban varios documentos encima de una mesita.
“Oh, veo que ya llegaron,” dijo el rubio, quien se levantó y alcanzó a sus hermanos en el pasillo. “Esa es una impresionante maqueta. ¿Qué van a hacer con eso?”
“El profesor de la clase de Houchou se animó a un proyecto simple de ingeniería civil,” contestó Akita, sonriente. “Se ve divertido.”
“Uhh, tú y Gokotai son los suertudos por no tener que entregar este mastodonte,” renegó Houchou, haciendo un puchero.
“¿Y qué hacen ustedes por aquí?” preguntó Namazuo, con curiosidad. No quería decirlo en voz alta para no romper el hechizo, pero además de ser raro divisar a Yagen y Honebami por la casa, ese elusivo par sin duda llevaban un largo rato hablando con Hakata por todas las cosas encima de la mesita entre los sillones.
“Shinano nos pidió que asistiéramos a recibir a los invitados de hoy,” comentó Honebami, quien desvió su mirada. Él no se veía del todo animado, aunque estaba ya resignado.
“Ninguno de los dos tenía mucho que hacer en la universidad el presente día, qué puedo decir,” Yagen se encogió de hombros y sonrió frustrado. “Además Hakata me había pedido información sobre los cursos que puede llevar el próximo semestre en la universidad y conseguí todo lo que pude referente a su carrera.”
“¡Hehe, y hay un montón de cosas!” el pequeño sonrió satisfecho y sus lentes brillaron. “Es más, al recién ingresar, no debería tener la facilidad de escoger mi horario, pero Yagen-nii como un científico importante va a poder hacerme una excepción. ¡Hasta podría recomendarme para tomar cursos más avanzados!”
“¡Ohh, eso es sorprendente!” observó Gokotai, impresionado.
“Ah, nunca me acostumbraré a que uno de mis lindos hermanitos tenga batuta en Rizembool,” comentó Namazuo. “Pero trata de no atarearte mucho, Hakata. No quisiera verte estresado en tu primer semestre.”
“Tú tranquilo, Namazuo-nii, que soy muy inteligente,” declaró con una sonrisa autosuficiente y sus manos en sus caderas. “Y ya tengo experiencia tomando cursos avanzados.”
“También tengo grandes esperanzas en Hakata, sé que es capaz de hacer lo que se propone,” declaró el doctor.
“Y no les decepcionaré,” Hakata asintió animado por la aprobación de su hermano, y entonces todos vieron a Gotou y Shinano, quienes parecían recién haber llegado a la casa.
“Ohh, hola a todos, qué bueno que ya llegaron,” dijo Shinano, animado y agitando una palma. “Acabamos de regresar de comprar unos dulces para la hora del té.”
“¿Han comprado dulces? ¿Y de esa pastelería francesa que queda cerca?” preguntó Houchou, con los ojos brillantes, y se emocionó al ver a su hermano asentir, al punto de soltar la maqueta para extender sus brazos hacia arriba. “¡Yay! ¡Ya los quiero degustar!”
“¡O-oye!” exclamó Namazuo, quien tuvo que hacer malabares con Akita para prevenir que la construcción fuera a caerse al piso.
“Uhh, no pasó nada, menos mal…” Akita dio un suspiro, aliviado. “Houchou, ten más cuidado, por favor. Casi lo echas a perder.”
“Ehh, lo siento…” dijo este apenado y agarrando su nuca. “Me emocioné mucho.”
“Comerás todos los dulces que quieras cuando llegue el lonche, pero primero a trabajar en tu proyecto,” observó Gotou, decididamente, y le sonrió con energías. “Así tu postre sabrá más rico, te lo aseguro.”
“Sí, prometo que me esforzaré, Gotou-niisan…” el pequeño asintió un tanto resentido por la labor impuesta, pero decidido a cumplir.
“Vamos de una vez, yo te ayudo,” se ofreció Akita.
“Sí, tenemos que subir la maqueta que nuestros brazos se cansan,” observó Namazuo. “Además que nuestros invitados no deben tardar en llegar.”
“Sí, aunque he buscado a los pequeños tigres y no sé dónde están…” Shinano se puso a pensar. “Shishiou realmente quería verlos.”
“¿Eh? ¿En serio?” preguntó Gokotai. Él asintió. “Ya veo, iré a buscarlos.”
“Ellos te oyen, así que nos ahorrarías el trabajo si tú los encuentras,” dijo Gotou, quien dio un suspiro. “Son lindos y todo, pero les gusta entreverarse en mi cabello, no sé por qué.”
“Tienes un estilo de cabello semejante al de un juguete de mascota, que no te extrañe,” Yagen se encogió de hombros.
“Tsk, oye, al menos mi cabello tiene personalidad y no es chorreado como el tuyo,” le reclamó.
“Ya, ya, no se peleen,” Shinano sonrió incómodo. “Hmm, ¿y dónde están Hirano y Maeda?”
“Mikazuki me avisó que fueron a estudiar con Imanotsurugi,” reportó Honebami, inmutado. “Iwatooshi los regresará en la noche.”
“Verdad que hace tiempo que no veo a Jiji, debería ir a visitarle pronto,” Hakata asintió. “En fin, tenía que terminar de definir un par de cosas con Yagen-nii, así que si me permiten…”
“Nosotros también vamos a preparar algo para las visitas,” dijo Gotou. “Shinano dice que ya están en camino.”
“S-sí, iré a buscar a mis tigres,” Gokotai asintió y se marchó rápidamente. Los demás también fueron a hacer sus quehaceres y se dividieron para así terminar cuanto antes.
El pequeño peliblanco comenzó a pasearse por las salas de estar para buscar a sus escurridizas mascotas. Después de cubrir esa área salió hacia el amplio jardín de atrás de la casa, y se asomó entre los arbustos y arreglos florales, sin fruto. Pudo descartar el resto del extenso jardín ya que sus mascotas le habrían ido a buscar de encontrarse merodeando, y luego de pasar rápidamente por las cocinas de su hogar imaginó que los tigres estaban en algún lugar del segundo piso, por lo cual subió.
Su primer intento fue en su habitación donde se encontraba la camilla de los tigres, pese a que estos solían movilizarse y descansar por cada rincón del hogar. Como supuso, la búsqueda no sería tan fácil y no hubo rastros de ellos.
“Hmm…” frunció el ceño con leve preocupación. “¿Dónde estarán…? Espero que estén bien…”
Al no tener más lugares específicos donde buscar, comenzó a caminar más lento por el pasillo principal del segundo piso y mirando de un lado a otro. Descartó un par de pequeñas salas de estar y revisó de casualidad algunos armarios de limpieza y de ropas de cama en caso se hayan quedado atrapados accidentalmente. El pequeño Toushirou siguió preocupándose más, pero se tuvo que recordar que, en caso uno de los tigres se hubiera lastimado o necesitara de ayuda, los demás ya hubieran buscado a alguien que les asistiera, y era muy improbable que los cinco estuvieran necesitados. Ello le calmó un poco más y continuó su camino.
Entonces, luego de casi una media hora de búsqueda, Gokotai entró a una habitación amplia del segundo piso que servía como un centro de entretenimiento por la pantalla gigante, los múltiples sofás y cojines y las diversas consolas de juegos y equipos de entretenimiento. Él estuvo a punto de marcharse, cuando algo se movió en medio del silencioso y vacío lugar. Al costado de uno de los sillones más grandes, en el piso, había una manta recogida y hecha un bulto, y vio la cola de uno de sus cachorros tigres moverse detrás de esta.
“¿E-eh?” Gokotai dejó oír su sorpresa y, por su tono de voz, ese tigre paró sus orejas y se asomó por encima del bulto de la manta, para mirar a su dueño. Otro tigre más al costado del primero también se asomó. Ello dibujó una sonrisa aliviada en el chico. “¡Ohh, finalmente los encuentro! Qué alegría,” caminó donde ellos y se arrodilló frente a la manta. Ese par caminó donde el pequeño y se dejaron acariciar. “Hehe, no me asusten así, por favor.”
“…” el par de tigres se vio a gusto de recibir las caricias del menor y cerraron sus ojos de manera complaciente.
“Sus hermanos están debajo de la manta, ¿no es así?” preguntó Gokotai con dulzura. “Heh, normalmente me apuntaría y dormiría con ustedes, pero vamos a tener visitas. Debemos recoger esta manta y darles la bienvenida,” ladeó su cabeza y ensanchó su sonrisa. “Namazuo-niisan dice que son amigos, así que hay que ser muy buenos con ellos, ¿de acuerdo? Siento que nos divertiremos mucho hoy.”
Así, el peliblanco se levantó y agarró la manta para jalarla y llevarla a la lavandería… pero su buena voluntad no consideró la posibilidad de que algo más que sus tigres se escondían debajo de ese cobertor… y terminó llevándose una desafortunada sorpresa…
La jalada de la manta hizo rodar a alguien quien se despertó de muy mal humor.
“¡¿Quién carajos se mete conmigo?!” exclamó Fudou, quien se sentó sobre el piso y desenvainó su daga instintivamente. “Hic… ¡me las pagarán!”
“¡I-I-I-I-IIIHHHH!” el peliblanco dejó escapar un alarido completamente aterrado y se cayó sentado el piso. Él tembló paralizado. “¡F-F-Fu-Fudou-s-s-san! ¡P-p-perdóname! ¡Y-Yo!” terminó agarrándose su cabeza y cerrando sus ojos, los cuales comenzaron a derramar lágrimas. “¡Wahhh! ¡P-piedad!”
“¿Eh?” el desorientado, somnoliento y levemente ebrio pelivioleta alzó una ceja y miró al sollozante Gokotai con desinterés. “Oh, eres tú… ¿qué haces aquí, mocoso?”
“¡AAHHH! ¡Perdón!” exclamó el pequeño, quien estalló en un llanto por el susto.
“Tsk, haces mucha bulla…” el mayor desvió su mirada. “Hic… acabo de despertar… me revientas los oídos…”
“¡Waahhh! ¡L-lo siento! ¡Perdón! ¡Lo lamento mucho!”
“…” le miró impaciente, entrecerrando los ojos, y dio un pesado suspiro. Ello le hizo recordar que ese Toushirou en particular estaba hecho de cristal tanto por dentro como por fuera. “Ya, ya, tranquilo… deja de lloriquear…”
“Ihhh… p-pero…” intentaba calmarse y secar sus lágrimas con sus puños, pero seguía afligido.
“Tsk, sólo ten más cuidado la próxima vez…” dijo a regañadientes. No estaba con ánimos de ser amable luego de ese despertar, pero sabía que sería peor si hacía que el niño se mortificara más. “Al menos reconozco que tú eres decente. Hic… tus hermanos mayores sí sufrirían mi ira…”
“E-e-ehhh, ¡n-no te molestes, por favor!”
“¿Qué? ¿Acaso te sigo asustando?” le preguntó con incomprensión. “Tch, qué miedoso que eres. Ya párala…”
“¡Ihh! ¡P-perdón!”
“Tsk…” se le acababa la paciencia. Entonces, Fudou bajó su mirada cuando uno de los tigres que le habían acompañado durante su siesta se apoyó en su pierna en búsqueda de cariño. Pese a mostrarse cansado e impaciente, el pelivioleta cargó al tigre sobre su regazo y comenzó a acariciarle detrás de las orejas. “En fin… pensándolo bien, si estás aquí he dormido mucho más de lo que pensé… hic… debería irme…”
“Ehm…” Gokotai llevó una mano a su mentón, intrigado. Efectivamente, los tres tigres que estuvieron escondidos debajo de la manta se notaban cómodos con Fudou por cómo le rodeaban. “Ehh… F-Fudou-san…”
“¿Qué?” le preguntó con su cara de pocos amigos.
“Ihhh, e-ehhh…” se asustó por su repentina y brusca atención. “P-p-pues… n-no esperaba verte aquí, y… ehh…”
“…” dio un suspiro. “A veces que acompaño a Gotou con sus quehaceres, me quedo a darme una corta siesta, no es tan raro…” se encogió de hombros. “Es sólo que suelo irme antes que ustedes regresen de sus clases, pero veo que dormí más de lo usual…”
“Y-ya veo…” asintió y miró a su tigre que recibía la atención del mayor. Gokotai se vio impresionado de ver que el usualmente huraño y amargado Fudou trataba a su mascota con delicadeza y parecía saber cómo acariciar al pequeño tigre. Pese a que el peliblanco siempre había temido a aquel problemático amigo de la familia, ver a los felinos tan cómodos con él le inspiró cierta comodidad y alegría. Sonrió un poco, con timidez. “Ehh… s-son muy lindos, ¿cierto?”
“¿Estas cosas?” preguntó, mirando al tigre. “Hic… supongo… el capricho de tener estas fieras de mascotas no es del todo malo…”
“Ehh, p-pues…” Gokotai tocó las puntas de sus índices y desvió su mirada. “T-tal vez no sea prudente… p-pero…”
“¿De nuevo te incomodas?” entrecerró sus ojos. “Tch, no se puede hablar contigo…”
“Ehh, ¡p-perdón!”
“Y deja de disculparte,” resopló y se vio exasperado. “Pero ya, digamos que sí. Me caen mucho mejor los animales que los seres humanos. Hic… a ellos no les deseo la muerte periódicamente.”
“Ehh…” esa mención preocupó al peliblanco, quien bajó su mirada. “N-no digas eso… la gente… da miedo a veces… pero no es mala… n-no los tomes a mal…”
“Ahh…” él se vio impaciente. “¿Qué te creerás para decir que le tengo miedo a otros…?”
“¡N-no quise decir eso!” el menor se escandalizó y se vio asustado. “¡Ehh, p-perdón si te falté el respeto! ¡Y-yo sólo…!”
“¡Decía una broma, ahora deja de asustarte!” le reclamó. “Hic… uhh…” se agarró la cabeza con una mano. “Tch… no tengo energías para sobresaltarme…”
“Ehh, s-sí…” Gokotai se sentía cada vez más tenso, al no saber cómo tratar con él. “Ehm… ¿e-estás bien, F-Fudou-san?”
“…” este simplemente dejó el tigre a un costado y recogió lo que claramente era una botella casi vacía de sake, para levantarse. “Hic… me voy, antes de encontrarme con tus hermanos…”
“E-ehh, s-sí…” Gokotai se levantó también, pero bajó su mirada con tristeza. “Perdón…”
“Deja de disculparte, en serio…” para variar, Fudou le miró de reojo y le dijo esas palabras sin fastidio, sino con frustración. “Sólo te estás lastimando a ti mismo…”
“¿Eh?” el pequeño se confundió y ladeó la cabeza, pero el otro tuvo la intención de irse sin decir nada más.
Sin embargo, no llegó a retirarse sin que antes llegaran otras personas a ese espacio.
“¿Qué haces gritando así, Gokotai?” preguntó Hakata en lo que empujaba la puerta de ese espacio. “Creo que todos en la casa te han oído… oh, Fudou,” se vio perplejo. “Pensé que ya te habías ido…”
“…” este se había detenido y sus ojos se enfocaron en el otro par de hermanos que llegaron acompañando al rubio. Chasqueó la lengua. “Tsk… ¿y qué diablos hacen ustedes aquí?”
“Buenas tardes,” dijo Honebami, neutralmente y haciendo una leve venia.
“Ahórrate las formalidades, Honebami,” dijo Yagen, quien dio unos pasos hacia delante. El doctor se mostró tranquilo, aunque severo. “Comprendo que eres tú a quien le debemos el sobresalto de Gokotai, ¿no es así?”
“Y tenías que ser tú con quien me iba a encontrar…” maldijo el pelivioleta, quien luego de tener su rostro arrugado por indignación y fastidio, adoptó una sonrisa burlona. “Heh, pero quizás no es tan malo ver tu ridículo rostro está vez, Yagen. ¿Verdad que tú te escapaste de tus hermanitos huyendo despavorido por el baño?”
“…” este alzó una ceja, mínimamente molesto. “Debías enterarte…”
“Tanto te crees superior que todos nosotros y luego muestras la verdadera basura que eres. Y tus hermanos que se preocuparon por ti~” canturreó, encogiéndose de hombros. “¡Hahaha, es ridículo!”
“¿Hm? Siempre te ha gustado burlarte de las falencias de otros, eres incorregible,” observó con leve cansancio. “Pero, en fin, adelante, búrlate todo lo que quieras de mí,” sonrió tranquilamente. “Un borracho como tú no tiene nada mejor que hacer, ¿no es así?”
“E-ehh, Yagen-nii…” Hakata se vio preocupado.
“¿Qué haces intentando desviar tu propia vergüenza ahora?” preguntó el pelivioleta. “Obviamente un insecto como yo no tiene nada que sorprendería a nadie, pero un señorito vanagloriado como tú no puede andar echándose aires después de lo ocurrido… hic…” entrecerró sus ojos con desprecio. “Me enfermas… no hay nada de natural en ti…”
“Heh…” curiosamente, Yagen se vio entretenido de ver aquella reacción de parte del otro, y sonrió con una muy superficial cortesía. “Sin duda nadie disfrutaría de verse ridiculizado por otra persona, pero me siento especialmente altruista el día de hoy, así que quiero brindarte el placer de burlarte de mí a tu regalado gusto, Fudou. Adelante, ¿qué más pestes tienes para esparcir?”
“Hic… ¡cállate, imbécil!” le reclamó. “Tsk… sé que esto es parte de tu maldito juego de antagonizar a otros… pero eres muy molestosamente bueno como para ignorarte…”
“Esto no es divertido para mí si admites derrota tan rápidamente,” confesó el doctor, con cierto desaire, mientras se encogía de hombros. “Si ya terminaste, vete yendo. Ya me cansé de verte.”
“¡No dejaré que me insultes!” estalló el otro. “¡Pues no he terminado y te torturaré todo el día si se me apetece!”
“Heh, ni sé qué verán Gotou o Shinano en ti como para decir que te tienen miedo,” observó el científico, mirando al otro con un frío hastío. “Eres un niño ruidoso, apenas un molestoso insecto, como tú mismo te autodenominas…”
“Tsk…” apretó los dientes.
“Y-ya, no discutan…” dijo Hakata, y pasó a mirar a Honebami a su costado, quien se notaba inmutado. “Ehh, Honebami-nii, detenlos, por favor.”
“…” él ladeó la cabeza. “El comportamiento de ambos es el usual…”
“N-no por eso deberíamos dejarles seguir, Honebami-nii…” el rubio se confundió por esa respuesta de su parte.
“¡S-suficiente, por favor!” exclamó Gokotai, quien se armó de valor para alzar su voz. El pequeño se notaba torturado. “¡N-no se peleen por mi culpa! Ehhh… Y-Yagen-niisan, fue mi error. N-no vi a Fudou-san y lo desperté de mala manera…” bajó su mirada, con sus ojos inundados de lágrimas. “P-perdón… por esto… por todo esto…”
“…” las palabras suplicantes del menor hicieron que el científico se despertara de su poco saludable rutina y se viera un tanto arrepentido. “No, esta discusión trasciende a ti, no te responsabilices. Más bien lamento las molestias, Gokotai.”
“P-pero…”
“Debo recordar comportarme debidamente frente a ustedes, no se sientan aludidos a esto,” observó el doctor, con amabilidad. “Todo está bien, les aseguro.”
“Hic…” por su parte, Fudou se mostró impaciente. “Tan fácil es decir que todo está bien en medio de tus agresiones de siempre, Yagen…”
“…” este le miró de reojo, inmutado. “¿Todavía no tienes suficiente?”
“Tampoco quiero fastidiar a estos niños, pero tú y yo tenemos demasiado pendiente… hic…” dicho esto, el pelivioleta desenvainó su daga y se la apuntó.
“¡IIIHHH!” Gokotai se asustó y llevó sus brazos a su cuerpo.
“F-Fudou, e-espera…” pidió Hakata, incómodo.
“¡Y tú no te metas!” le gritó Fudou, lo cual hizo que el rubio se sobresaltara y se escondiera detrás de Honebami.
“Tsk, buen trabajo no fastidiando…” Yagen rodó los ojos.
“¿Qué sucede, me tienes miedo?” preguntó el pelivioleta, sonriendo desafiantemente. “Hic… un doctor idiota como tú apenas recordará cómo usar su propia arma…”
“…” dio un suspiro. “Estamos dentro y en el segundo piso…”
“¡¿Y qué?! ¡¿Crees que me importa?!” estalló y sus ojos brillaron con intensidad. “¡Vamos, Yagen! ¡Entretenme! ¡Te atacaré quieras o no! Hic… ¡te daré tu merecido!”
“Nunca cambiarás…” se encogió de hombros y sonrió rendido. “Lamentablemente para ti, yo no soy muy entretenido que digamos…” sus ojos se afilaron. “Realmente no quisiera que mis queridos hermanos vean lo desagradable que soy…”
“N-nii-san…” Gokotai tembló. Él miró al par que estaba propenso a iniciar una pelea en cualquier momento, y luego observó a Hakata suplicarle a Honebami que hiciera algo, quien no parecía estar preocupado, y también vio a sus cinco tigres que se habían unido y miraban con curiosidad esa convivencia humana. Quiso llamar ayuda, pero, afortunadamente, no necesitó hacerlo ya que Shinano y Gotou no tardaron en llegar.
“¡¿Qué está ocurriendo aquí?!” exclamó Gotou.
“¡Ahh, Fudou, por favor, cálmate!” suplicó Shinano, quien se acercó a este y juntó sus palmas. “¡Perdona a mi hermano que no sabe lo que hace!”
“Tsk, este idiota es todo menos inconsciente, Shinano,” recalcó colérico. “¡Ahora quítate!”
“¡No, tranquilo, no frente a los pequeños!” le rogó y le abrazó de un brazo.
“¡Y suéltame!” Fudou agitó su brazo, sin poder librarse del pelirrojo. “Hic… ¡eres más persistente que una lapa!”
“¿Qué se supone que estás haciendo, Yagen?” reclamó Gotou al doctor, con sus manos en sus caderas.
“Nada nuevo,” se explicó con tranquilidad y una sonrisa irónica.
“Tsk, que conste que estoy más del lado de Fudou que el tuyo cuando te pones así,” entrecerró los ojos.
“Ello tampoco es nuevo, ¿no es verdad?”
“¡Al menos no se peleen frente a nuestros hermanitos, maldición!” le requintó, y miró a Honebami. “¡Y tú eres un hermano mayor! ¡Haz algo!”
“La discusión que ocurrió es algo que considero parte de la convivencia usual,” reportó el peliblanco, inmutado. “También juzgué que nada iba a desencadenarse.”
“Tch, vaya hermano que eres…” le miró con desaprobación.
“Ihh, por favor, Yagen, me prometiste que te ibas a comportar mejor,” dijo Shinano, quien aguantaba los intentos de Fudou de soltarse.
“Heh, eso es imposible…” observó el pelivioleta. Finalmente, luego de un sacudón más fuerte, llegó a librarse del pelirrojo, pero ya no se veía con el interés de pelear. “Ya, dejaré la pelea de lado, pero uno de estos días te partiré el rostro, imbécil.”
“Que sea en un momento que no involucre a nadie más,” le contestó el científico, con un gesto cansado. “Debo admitir que no esperaba verte tan repentinamente.”
“Fudou viene a veces luego de ayudarme y suele tomarse una siesta aquí, aunque me sorprende que no te hayas ido aún,” observó Gotou al ‘amigo’ de la familia.
“¡Pues dormí de más! ¡Ya se lo dije a alguien en algún punto!” exclamó exasperado. “Hic… uhh… me hicieron sobresaltarme mucho. Mejor me voy de una vez…”
“Ehh, Fudou, vamos a tener visitas, ¿por qué no te quedas?” preguntó Shinano, con leve timidez.
“¿Eh?” le miró de mala gana. “Hic… ¿qué te hace pensar que disfrutaría de algo así? Tch, no me fastidies…”
“Y quizás lo mejor es que Fudou se vaya cuando antes,” opinó Yagen, meditativo y con una mano en su mentón.
“¡¿Me estás botando?!” le reclamó el pelivioleta, insultado. “Hic… ¡seguro que yo vengo más seguido que tú aquí!”
“Oh, para variar no intentaba fastidiarte,” confesó el pelinegro, viéndose entretenido. Entonces, le miró fijamente. “Lo decía porque pareces haberte olvidado de tu peor pesadilla. Es mejor que lo evadas antes de que te vea…”
“¿De qué carajos hablas?” le miró con extrañeza, pero, como si el científico lo hubiera invocado, este inmediatamente llegó a ese espacio.
“Hermanitos, escuché bulla, ¿qué sucede por aquí?” preguntó Namazuo, quien ingresó distraídamente. Entonces, él fijó sus ojos en Fudou y se vio impresionado, para entonces mostrar una infantil y efusiva alegría. “¡Fudou-chan~!”
“Ehh…” este se congeló y dio un paso hacia atrás preventivamente.
Pero ello no remedió lo que terminó por suceder. Namazuo saltó y abrazó a Fudou para lanzarlo al piso con él, donde lo estrujó como si fuera un muñeco de trapo.
“¡Ha sido toda una vida desde que nos vemos!” exclamó el pelinegro feliz de la vida, mientras le daba un abrazo mortal y frotaba su mejilla contra la cabeza del otro. “¡Qué hermosa sorpresa! ¡Y sigues tan rebelde y adorable como siempre~!”
“¡AHH! ¡Quítate, neurótico demente!” gritó el asediado, quien no era rival para la descontrolada fuerza de aquel Toushirou mayor.
“¡Aww, pero no te me pongas así~! ¡Yo que estoy tan feliz!” lo estrujó más.
“Ihhh…” ante ello, Fudou comenzó a quedarse sin aire.
“Ehm…” por su parte, Hakata frunció el ceño y llevó un puño a su mentón, entre intrigado y muy confundido. “Creo entender que cada uno de ustedes se lleva distinto con Fudou… pero…”
“¡N-Namazuo-niisan! ¡Lo vas a asfixiar!” dijo Gokotai, asustado.
“Está bien~ Fudou-chan es muy fuerte~” canturreó mientras lo estrujaba.
“Namazuo…” finalmente, Honebami dio un paso adelante y le miró severamente. “Suéltale.”
“Hai, hai, no te enfades conmigo,” Namazuo muy obedientemente le soltó. “Es que es una criatura tan apachurrable, ¿no se dan cuenta?”
“Tsk… maldito… loco…” el afectado se puso a respirar profundamente.
“Así que finalmente hiciste algo como hermano mayor,” se quejó Gotou con Honebami, con cierto reproche.
“…” Honebami le miró de reojo. “Namazuo no mide lo que hace. Se deja llevar…”
“No puedo negar eso, pero siempre he notado que no te gusta contradecir a Yagen,” terminó negando frustrado. “En fin, sé que no llegaré a nada con esto…”
“Uhh, deberían confiar en más en mí, queridos hermanos…” Namazuo hizo un puchero, y pasó a sonreír con grandes energías. Regresó su atención a Fudou, quien se hizo hacia atrás. “¡Pero antes que se me olvide! ¡Estamos por recibir a unos amigos muy buena gente, Fudou-chan, y me haría una gran ilusión que nos acompañaras! ¡Vas a quedarte, ¿verdad?! ¡¿Verdad que sí?!”
“Tsk, ni en tus sueños…” le respondió a secas y mirándole con rencor.
“¿Por qué dices eso?” preguntó confundido y perplejo. “¡Vamos! ¡Shishiou es muy buena gente! ¡Y parece que se ha llevado bien con nee-san!”
“¿Ah? ¿Y por qué eso debería importarme? Hic… ¿acaso crees que ando siguiendo los pasos de mi bruja hermana?” dijo de mala gana y entrecerrando los ojos. “Hic… me voy…”
“Pero Fudou-chan…”
“¡Y no me llames así!” estalló iracundo. “¡Tienes como diez hermanos menores con quienes descargar tu aura acosadora y enferma! Hic… ¡déjame en paz de una maldita vez!”
Entonces, los demás vieron cómo Namazuo se tomó la libertad de darle a Fudou un contundente zape encima de la cabeza. Si bien los mayores no se vieron sorprendidos y más bien un tanto frustrados, tanto Hakata como Gokotai se impresionaron e intercambiaron miradas como si fueran los únicos cuerdos presentes.
“N-n-nii-san…” dijo el pequeño peliblanco, en shock.
“Ihhh…” el pelivioleta se agarró la cabeza momentáneamente y volvió a molestarse. “¡¿Qué mierda te crees, animal?!” sin embargo, ello le costó otro zape igual. “¡AHHH!”
“¿Y tú qué es lo que te crees, ah, como para faltarme el respeto así?” le reclamó Namazuo, cruzado de brazos y mirándole desde arriba con superioridad y un aura demandante. “Quedarte aquí y hacer un acto de presencia es más saludable que tu perdición de tomar alcohol. Ni tienes edad legal para hacerlo.”
“¡¿Y eso qué rayos tiene que ver con tu maldito capricho?!” le reclamó, indignado. Él decidió no ahorrarse las ganas, y volvió a sacar su arma. “¡Juro que si no me dejas en paz te haré pedazos!”
“¡O-oye!” Gotou se alertó, y por una muy especial razón.
“¿Heh?” como un cambio adicional, Namazuo dibujó una sonrisa desafiante en su rostro y, acto seguido, hizo un puñado de movimientos sumamente veloces. Con su mano derecha impactó la muñeca donde Fudou agarraba su arma y la lastimó para desarmarle. Luego, con su otra mano le dio un puñete en el abdomen, el cual también terminó levantando al pelivioleta por los aires y por encima del pelinegro. Namazuo a su vez agarró la muñeca lastimada e impulsó al chico para azotarlo contra el piso.
Fue una técnica impecable y tan ágil que no le dio oportunidad al otro de evadirla, y los demás presentes vieron a su desenfrenado hermano pelinegro de pie, inafectado e impecable luego de haber aniquilado a aquel bastante fuerte pelivioleta con completa facilidad y naturalidad.
“¿Q-q-qué está ocurriendo aquí?” preguntó Hakata, quien tragó saliva. Parecía que su normalmente ocurrente e infantil hermano mayor había sido poseído por algo.
“¡AHHH! ¡Fudou-san, ¿estás bien?!” preguntó Gokotai, mortificado y con sus manos frente a su rostro horrorizado.
“Tch…” Fudou hizo una mueca de dolor y se vio mareado y desorientado. Se asustó brevemente al ver a su torturador acercársele, y le vio tomar la funda de su daga, para guardar el arma.
“Ya, niños lindos como tú no deberían jugar con espadas,” decretó Namazuo, quien agitó su índice y adoptó una actitud de estar lidiando con un niño travieso de kindergarten. “Eso es un ‘no-no’, ¿has entendido? Como castigo me quedaré con tu arma todo el día y si no te quedas me desharé de ella.”
“T-te odio…” dijo Fudou, comprimiendo sus puños, pero todavía indispuesto como para levantarse del piso.
“¡Ohh, pero en verdad te divertirás hoy!” luego de su ‘llamada de atención’, Namazuo volvió a irradiar paz y alegría rebosantes y sus ojos brillaron de energía y felicidad. “¡Como te decía, Shishiou es un niño lindo y te caerá muy bien! ¡Y hasta viene con su linda hermanita!”
“Ahh…” Shinano se dio un facepalm por los múltiples cambios en su hermano.
“¡Oh, oh, me envió un mensaje!” Namazuo revisó su celular. “Dice que están por entrar a la residencia. ¡Vamos, vamos!”
Dicho esto, se puso a correr para ir a darles la bienvenida.
“Tch… hic…” la víctima hizo un esfuerzo para levantarse. “¡V-vuelve aquí, loco de remate! ¡Dame mi arma!”
“Ehh, mejor no le vuelvas a responder, ehh…” comenzó Shinano, pero Fudou le hizo caso omiso y se marchó persiguiendo al otro.
“Cierto, siempre se me olvida lo raro que es Namazuo con Fudou específicamente,” comentó Gotou, alzando una ceja. Él pasó a negar. “Nuestro hermano no tiene remedio…”
“Heh…” Yagen se encogió de hombros, viéndose entretenido. “Sólo puedo decir que debemos estar agradecidos que Namazuo no es así con nosotros, ¿cierto?”
“Pero esto es preocupante, o sea, Namazuo-nii casi parece un bully con él,” observó Hakata, frunciendo el ceño. “Da miedo, por decir poco…”
“Por eso mismo lo decía,” dijo el doctor tranquilamente. “Pero de haber sido mi torturador, hubiera encontrado una forma efectiva de deshacerme de él.”
“Ehh, no bromees así, Yagen,” Shinano sonrió incómodo, al realmente no pensar que bromeaba.
“Por algún motivo, Namazuo será así con él, pero al menos no es del todo incorregible,” dicho esto, Yagen miró a Honebami. “Asegúrate que a nuestro hermano no se le pase la mano. Su agresión física fue demasiado, que no se vuelva a ocurrir.”
“Entendido,” Honebami asintió, y se fue caminando.
“Ehm… debería hablar con Namazuo-niisan… no es correcto que actúe así…” comentó Gokotai, pensativo y preocupado.
“Al menos Honebami lo pone en su lugar. Tú tranquilo, Gokotai,” dijo Gotou. “Oh, y lo mejor sería seguirles.”
“Ah, sí, no podemos hacer esperar a nuestros invitados,” Shinano asintió.
De esa forma, los hermanos se retiraron de ese ambiente y los pequeños tigres les siguieron. Todos acudieron a la entrada de la casa, donde justo vieron al par de invitados llegar, quienes curiosamente vinieron acompañados de una tercera persona inesperada y conocida a la vez.
“Yo! ¿Cómo están?” saludó Tsurumaru, levantando una mano.
“¿Qué estás haciendo aquí, Tsurumaru?” preguntó Yagen, entrecerrando sus ojos.
“¿Qué? Me estoy llevando bien con Shishiou y no me sorprendería si yo me paseo más frecuentemente por aquí que tú mismo,” comentó el peliblanco, encogiéndose de hombros y sonriendo relajado. “Aparte que ver a tu familia feliz es agradable.”
“Hehe, yo me alegro de verte, te ves muy ameno,” dijo Shinano, sonriendo. “Bienvenido.”
“Haha, gracias, pequeñín~”
“Tsk…” por su parte, Fudou miró a Tsurumaru con cara de pocos amigos. “Hay algo que no me gusta en ti… hic…”
“Heh, como hermano de Tharja, no me sorprende que lo digas,” dijo el peliblanco, sonriendo con simpleza e inafectado. “Descuida, que yo no tengo problemas con nadie.”
“Y tú tampoco deberías tenerlos, Fudou-chan,” demandó Namazuo, cruzado de brazos.
“Tch… te odio…” dijo el aludido con gran molestia.
“Pero ya, los invitados estrella son el par de hermanitos, ¿qué tal si les prestamos atención?” preguntó el recién llegado. Así, ellos miraron al par de hermanos rubios en el momento que se estaban presentando a Gokotai y Hakata.
“¡Aww, son tan lindos~!” exclamó Marisa, conmovida por ese par de petizos. “¡Ya quisiera tener hermanitos tan adorables, pero me toca estar estancada con Shishiou! En fin…”
“Oye, ¿qué intentas decir con eso?” preguntó el otro, en shock, y pasó a fruncir el ceño y apuntarle. “¡Deberías tenerme más respeto, Marisa!”
“¿Por qué? ¿Sólo por ser mayor que yo tengo la obligación de hacerlo?” preguntó de manera juguetona y rodando los ojos.
“Uhh, no me gusta que no me tomes en serio…”
“Pues, veo que la dinámica entre los dos es un tanto semejante a la que tenemos aquí,” observó Hakata, quien asintió aprobatoriamente. “Está muy bien.”
“Ehh, s-sólo no se peleen…” dijo Gokotai, cabizbajo.
“Haha, bromeamos entre nosotros todo el tiempo, descuida,” le aseguró la chica, con una amplia y traviesa sonrisa. “Aww, pero qué bello por preocuparte. Muchas gracias~”
“Eh, hehe, ya veo…” la disposición tranquila y positiva del par hizo que Gokotai se sintiera cómodo y sonriera alegremente.
“Heh, se ven como buenas personas,” Gotou asintió y sonrió animado. “Me alegra que Shinano pueda contar contigo, Shishiou. Desde ya son libres de venir por aquí cuando quieran.”
“Gracias por la consideración. ¡Te aseguro que apoyaré a tu hermano en todo lo posible!” dijo el rubio, decididamente. En eso, este bajó su mirada a sus pies, donde un par de tigres se apoyaban de sus piernas en un intento de llamar su atención. “¡Ohh, verdad que tienen estas mascotas! ¡Y nada menos que tigres blancos!”
“¡Ohh, yo quiero jugar con ellos!” exclamó Marisa, maravillada. “¡¿Puedo?!”
“Sí, a mis tigres les encanta hacerse de nuevos amigos,” Gokotai asintió.
“Hehe, entonces con mucho gusto,” Shishiou se agachó y acarició al par de cachorros. “Hola, pequeños, se ven con ganas de jugar,” ensanchó su sonrisa. “Como mi nombre lo dice, yo soy un león, así que tienen que derrotarme. ¡Gao~!”
“Ehh, Shishiou, no los subestimes…” le advirtió Gotou.
“Pero si sólo son cachorros…” dicho esto, Shishiou se vio sorprendido por uno que saltó desde atrás de su espalda y le agarró de la cabeza con sus patas. “¡AHH! ¡O-oye, duele, quítate!”
“Hahaha, clásico,” Marisa rió y sonrió traviesamente. Ella miró a los otros tigres. “¡A derrotar al león! ¡Saltémosle encima!”
“¡M-Marisa!” exclamó su hermano, pero tanto Marisa como los otros cuatro tigres saltaron encima de él y comenzaron a agitarle y jalonearle por todos lados.
“Ahh, ehh, c-cuidado, por favor…” dijo Gokotai, quien se asustó por ese repentino ataque contra Shishiou.
“Tranquilo, Gokotai, es evidente que se están divirtiendo,” observó Hakata.
“Lo hacen, aunque también me compadezco del pobre,” Gotou negó.
“Haha, como esperé, Shishiou ya ha congeniado bien con ustedes,” observó Tsurumaru.
“Buenas tardes, Tsurumaru-san,” saludó Gokotai, asintiendo respetuosamente y sonriendo feliz. “Me alegro mucho de verle.”
“Yo también,” le dio un guiño. “Oí que te resfriaste, pero qué bueno que ya andas mejor.”
“Eh, sí, felizmente…” él se apenó. “Siento haberte preocupado…”
“¡Hahaha, no te pongas así!” el mayor le revolvió los cabellos afectivamente, y pasó a mirar a Hakata. “Ah, y tú eres el pequeño informático de la semana pasada. Verdad que tu familia tiene un pequeño prodigio entre ustedes.”
“Pues, entiendo que no me recordaste de antes, pero no te culpo,” Hakata se encogió de hombros y sonrió con autosuficiencia. “Sí, yo soy Hakata y nadie en mi familia es rival para mí con las computadoras. Me aseguraré de que me recuerdes.”
“Tienes gran presencia, seguro que lo haré,” y, finalmente, Tsurumaru miró a Gotou. “¿Y tú quién eres?”
“¿Eh?” ello sorprendió al aludido, quien se amargó un poco. “¿Cómo que quién soy? ¿En serio me has olvidado? ¡Nos vimos el lunes pasado cuando fuimos a buscar a Shinano!”
“¿Hablas en serio? ¡Hahaha, ¿y cómo así no te recuerdo?!” exclamó riéndose con gusto.
“¡No te burles de mí! ¡Sé que me estás tomando el pelo!”
“No, no, en serio no te recuerdo,” admitió Tsurumaru, alzando sus palmas y sonriendo con humildad. “O sea, comprendo por el contexto que eres un Toushirou, pero…”
“¿Cómo que ‘por el contexto’?”
“Pff-” para variar, Fudou ahogó una risita y sonrió con burla. “Heh, para que veas que eres muy opacado, Gotou…”
“Tsk, ¡no te aproveches, Fudou!” le reclamó.
“Bueno, supongo se entiende porque Gotou tiende a estar ocupado con las cosas de la familia,” dijo Namazuo, sonriendo incómodo.
“Cualquiera diría que, si alguien debería ser ignorado, tendría que ser Shinano que no tiene nada especial sucediendo con él,” opinó Hakata, encogiéndose de hombros.
“O-oye, Hakata, me lastimas…” se lamentó el pelirrojo.
“¡Hahaha, admiro tu honestidad!” Tsurumaru se rió. “Pues, tampoco me acordé de Shinano en su momento, pero se ha vuelto amigo de mis protegidos así que ya es más familiar para mí,” sonrió con ironía. “Y está también el hecho que Shinano ha intentado ser adoptado como hermanito por uno de ellos~”
“¡P-por favor, no toques ese tema!” Shinano se incomodó, y vio con temor a Yagen mirarle de soslayo. “Ihh, n-nii-san, piedad…”
“¿Eh? ¿De qué va eso?” preguntó Gotou, extrañado.
“…” Yagen dio un pesado suspiro y procedió a explicarse con inconformidad. “Tengo a un estudiante que se parece a Atsu y Shinano se ha comportado de manera muy inaceptable con él.”
“¿Hablas en serio?” ello hizo que Gotou también se indignara y mirara al pelirrojo severamente y con sus manos en las caderas. “¿Acaso te has estado imponiendo ante un completo desconocido y tratándole como tu hermano mayor? ¡¿No tienes vergüenza alguna?!”
“Ehhh…” Shinano se incomodó, desvió y tocó las puntas de sus índices entre sí. “P-pues, tendrías que verle. E-en serio se parece mucho a él, me inspira el aura de hermano mayor…”
“¡Esa no es excusa!”
“Tch…” Fudou entrecerró sus ojos y susurró para sí. “Hic… ni que ese irresponsable de Atsu se lo mereciera…”
“¿Eh?” Gokotai llegó a escucharle y se vio confundido, pero notó cómo los demás no lo percibieron, y la conversación continuó por otro camino.
“Y después dices que quieres que te vea como un hermano mayor,” Hakata negó. “Mal, muy mal, Shinano.”
“Ehm…” este se avergonzó.
“Ya puedo imaginar cómo te comportaste, así que acabo de perder todo el respeto que te tenía,” dijo con completa simpleza y tranquilidad, como quien mencionaba el clima.
“¡Ahhh! ¡N-no me digas eso!”
“Pero tú tranquilo, que no es que te haya tenido mucho respeto para empezar,” el pequeño rubio se encogió de hombros. “Mi impresión de ti casi no puede llegar más bajo que esto.”
“Uhh, no es para que seas tan malo, Hakata,” dijo Namazuo, un poco preocupado.
“¡Hahahaha!” mientras tanto, Tsurumaru se puso a reír, y revolvió los cabellos de Hakata. “¡Me encantas, veo que eres el pequeño savage de tu familia!”
“O-oye, no me gusta que me acaricien,” dijo este, frunciendo el ceño y retrocediendo.
“Haha, perdón, pero sin duda sí te recordaré desde ahora,” el mayor asintió y regresó su mirada a Gotou. “¿Y cuál era tu nombre de nuevo?”
“Tsk…” le miró con desconfianza. “Gotou, y ahora no me olvides.”
“No puedo prometerte eso, lamentablemente…” en eso, él vio al par de visitantes finalmente terminar con ese asedio.
“Uhh… sí que son unas pequeñas fieras,” dijo Shishiou, levantándose. Además de despeinado, tenía un par de superficiales rasguños en su rostro y otros en sus manos, y se le notaba cansado y torturado.
“¡Ohhh!” entonces, Marisa se fijó en los hermanos que acababan de acercarse y se sorprendió. “¡Imposible! ¡Ustedes son los tres hermanos de la donación de sangre!”
“¡Ohh, sabía que te había visto antes!” Namazuo se emocionó y chocó manos con la chica. “¡Pero qué pequeño es el mundo! ¿Tú eres hermana de Shishiou? ¡Increíble!”
“Hehe, sí recuerdo que me estabas contando cosas de tus hermanitos,” Marisa asintió y se puso a pensar. “¿Cuál era tu nombre?”
“¡Namazuo! ¿Y tú eres…?”
“Yo soy Marisa, hehe~” sonrió ampliamente y pasó a mirar al mellizo peliblanco, quien se notó mínimamente incómodo. “¡Y también me acuerdo de ti! ¡Haces una buena dupla con tu hermano, aunque espero que ahora sí lleguemos a hablar!”
“…” Honebami se mantuvo inmutado.
“Ehm, te pido que seas amable con mi hermano mayor, por favor,” dijo Yagen, un poco frustrado. “Él no es muy sociable, sé paciente con él.”
“Está bien, entiendo,” asintió sin borrar su sonrisa. “Al único a quien le haría pasar un mal rato es a Shishiou, después de todo.”
“Ya me lanzaste a los cinco tigres, ¿qué más quieres?” le reclamó su hermano mayor.
“¡Hahaha, sé que nos divertiremos mucho hoy!” Tsurumaru rió un poco. “Pero ya, hemos estado en el lobby por mucho, ¿qué tal si pasamos a tomar algo?”
“Oh, sí, tenemos algunos bocadillos listos. Síganme,” se ofreció Shinano.
De aquel modo, esa corta y primera visita dio inicio.
Luego de ser recogida de la secundaria, Mariko fue llevada a Hanasaki U donde iba a encontrarse con algunas personas del pasado, y de paso conocer a un par de nuevas en su entorno. La pelirrosa fue conducida por el inmenso campus hasta una mesa amplia a la intemperie en uno de los amplios parques de esa universidad donde el grupo que le esperaba se encontraba estudiando.
“¡Hola! ¡Ya regresamos!” exclamó Osaka al grupo, feliz de la vida.
“¡Ohh, Mariko!” Hotaru de inmediato se levantó y se acercó donde la pelirrosa, con una alegre sonrisa. “Es un agrado tenerte de vuelta por aquí. ¿Cómo has estado?”
“He estado bien, Hotaru, me alegro de verte,” Mariko asintió y le sonrió un poco. “Veo que andan estudiando.”
“Sí, ya casi comienzan los exámenes,” ello hizo ver a la pelivioleta un tanto extenuada, pero de inmediato negó y se recordó ser fuerte. “Oh, ven, tienes que conocer a nuestras nuevas amigas.”
De ese modo, Mariko llegó a la mesa, donde los demás la recibieron.
“Aw, eres sin duda la primita de Osaka,” observó Reimu, amablemente y un tanto conmovida. “Y tan adorable como Osaka nos dijo que eras~”
“Ehh…” Mariko sintió un tic en el párpado y dio un suspiro para despejarse. “No me considero tan adorable como Ayumu habrá dicho que soy…” se dirigió a su prima. “¿Por qué siempre andas diciendo eso a todos?”
“¡Pero sí eres una cosa rosa adorable!” exclamó Osaka, conmovida.
“Uhh, no, les conviene entender que las apariencias engañan. Mariko no es adorable en lo absoluto, créanme,” declaró Tomo con una mezcla de frustración e impaciencia.
“Tampoco es para que lo digas así…” la susodicha entrecerró sus ojos con desconfianza.
“Ehh, n-no se peleen, por favor,” pidió Kytes, sonriendo incómodo.
“Haha, ya entiendo,” la miko asintió. “Yo soy Reimu Hakurei, mucho gusto.”
“Y mi nombre es Youmu Konpaku,” se presentó la peliblanca con formalidad. “Comprendo que también fuiste una HiME como tus primas, ¿no es así?”
“Eh, sí, hace tres años,” Mariko asintió con leve torpeza al no sentirse del todo cómoda con el tema, y entonces recordó las múltiples menciones que había recibido de parte de sus primas. “Esperen, una miko y… ¿ustedes dos son HiMEs ahora?”
“Sí,” Youmu asintió severamente.
“Recién acabamos de comenzar, y al menos yo todavía no me encuentro con mi Rebel, pero si no es mucha molestia nos gustaría escuchar consejos de tu parte,” dijo la pelimarrón.
“Pues…” Mariko bajó su mirada. “Debo decir que fui una HiME un poco fuera del promedio por mis poderes… dudo poder serles de mucha ayuda…”
“Ehh, tal vez sería mejor dejar que Mariko se acostumbre de nuevo a nuestro entorno,” pidió Kytes, con torpeza. “Más bien deberíamos ser quienes le apoyen por ahora.”
“T-tampoco es para tanto, Kytes,” la pelirrosa se ofuscó por la amabilidad del chico.
“Ehm, pero sí te ves un poco inquieta, Mariko,” observó el otro, confundido, y le sonrió amenamente. “Vamos, este es un esperando reencuentro. Hay que pasarla bien.”
“B-bueno, si tú lo dices…” Mariko se avergonzó y desvió su mirada.
“…” Cho, quien se había quedado mirando la escena en silencio, esbozó una sonrisa. “Siempre has sido un gran amigo, Kytes. Te debemos un montón.”
“¿Por qué?” preguntó este. “Los amigos no tienen por qué deberse nada.”
“Aw, pero Cho tiene tanta razón~” canturreó Osaka, quien no se contuvo de abrazar al chico. “Tú eres tan adorable como Mariko-chan y tienes toda mi bendición, ¿de acuerdo?”
“¿Bendición?” este se confundió.
“En fin…” Tomo rodó los ojos. “Tomemos asiento y pretendamos estudiar un poco.”
“Hm, algunos no necesitamos pretender,” comentó Kashuu, quien a diferencia de los demás se encontraba leyendo una revista de moda completamente relajado. “Todavía no seré evaluado en mis clases hasta el regreso de vacaciones, aunque creo que tú sí tienes que estudiar.”
“Oh, sí, Tomo-chan y yo estamos con riesgo de jalar matemáticas,” Osaka asintió severamente en lo que se sentaba.
“Ehh…” Youmu se vio incómoda y frunció el ceño torturada. “Creo que yo también…”
“Tranquila, por eso andamos estudiando,” Reimu asintió con energías, y entonces se acordó de algo que le hizo frustrarse. “Tsk, y esto me hace recordar que Marisa contra todo pronóstico es inteligente y se ha sacado muy buenas notas… qué pesada que se escapó a nuestra sesión de estudios, nos hubiera ayudado.”
“Está bien, chicas, les ayudaré en lo que pueda,” dijo Hotaru, amablemente.
“No, no, tú que vas por medicina necesitas todo el tiempo del mundo,” dijo Tomo. “No dejes que esta miko avariciosa se aproveche de ti… ¡AAHHH!” gritó al haber recibido una patada de cierta persona. “¡Maldición! ¡¿Cómo así tienes tanta puntería?! ¡Hay demasiadas piernas debajo de la mesa!”
“Hehe, por algo yo a diferencia de ti no estoy en riesgo de reprobar~” canturreó Reimu.
“Ehh, estamos en plena sesión de estudio, chicas…” les recordó Cho con cierto pesar.
“No es por querer contradecirte, aruji, pero al ser esta una reunión social, continuar con el estudio de momento sería un poco complicado,” comentó el arma, pensativa. Él de todos modos sonrió animado. “Sin embargo, estoy consciente que tienes buenas notas, así que el estudio no te es tan necesario como otros presentes.”
“No creas que no entiendo que te refieres a mí, arma parlanchina,” le reclamó Tomo.
“No es para que te lo tomes a mal,” el chico se encogió de hombros. “Y es cierto, ¿no?”
“Tsk, maldito…”
“Sí que todos botan chispas por aquí,” comentó la miko, un tanto frustrada.
“¡Tú también eres revoltosa! ¡No te hagas!” le reclamó la exPrincess, apuntándole.
“¿Eh?” Reimu pasó a sonreír con ironía. “Tu acusación me ha hecho entender que eres tú quien incita todo esto, así que seríamos un conjunto súper pasivo si fueras a esfumarte~”
“¡Ahh, todos están en mi contra!” exclamó Tomo, escandalizada.
“Uhh, párenla, algunos sí queremos estudiar un poco…” se quejó Youmu, entrecerrando los ojos y de mal humor.
Mariko estuvo mirando de un lado a otro a cada persona decir su comentario o parecer, o a Tomo trayendo la algarabía al grupo, por llamarlo de algún modo. Su círculo realmente continuaba con tanta vida como lo había recordado del pasado, y hasta los nuevos se habían hecho su espacio en la dinámica sin dificultades. Ella misma seguía siendo considerada por todos los presentes, y se sentía muy dichosa. Pese al tabú de regresar, todos le habían hecho sentirse bienvenida.
En poco tiempo, se encontró a sí misma compartiendo parte del diálogo y hablando un poco sobre su rehabilitación en el extranjero. Sus ánimos subieron y se alegró de poder participar en conjunto con todos. Ello le dejó saber que sus preocupaciones habían sido mayormente infundadas, y que todo estaría bien.
De todos modos, sí había algunas cosas que debía enfrentar, y le tocó hacerlo en ese mismo día.
…
“Vaya, a veces creo que la gente de Hanasaki se la pasa de fiesta todo el tiempo,” comentó Tomaj, con cierta ironía. “Bueno, salvo las HiMEs, por supuesto.”
“…” esa voz, esa inconfundible voz… la presencia de su exRebel y con ese tono altanero que ya conocía muy bien hizo que Mariko sintiera sus pelos de puntas. Le encaró con ojos afilados y muy atentamente.
“Ha sido mucho tiempo, HiME…”
“Ya, suficiente, Tomaj,” le reclamó Sora, frunciendo el ceño. “¿Qué haces llamándola así? ¡Ya no es HiME y tú no eres Rebel para empezar, así que párala!”
“Heh, ¿acaso no puedo divertirme con lo incómodo y molesto de esta situación?” preguntó encogiéndose de hombros y ensanchando su sonrisa. “Tú tranquilo que efectivamente ya no soy Rebel. Nadie va a salir volando de aquí.”
“¡Tsk, ¿no puedes ser más insensible que eso?!”
“¿Me estás retando, Sora?”
“Ya, compórtense o los sacaré a patadas,” reclamó Riku, con firmeza.
“Ch-chicos, ¿qué hacen aquí?” preguntó Kytes, sorprendido, y se vio incómodo. “Ehh…”
“Obviamente ibas a estar aquí para darle la bienvenida a alguien quien muy desafortunadamente fue tu amiga durante la secundaria,” observó Tomaj con leve cansancio. “Siempre has sido así de bueno, Kytes, ¿qué puedo decir?”
“Kytes sí es un buen chico,” Osaka asintió completamente alegre y los demás en la mesa le miraron con distintos niveles de frustración.
“Oye, ¿acaso eres incapaz de leer los niveles de tensión en el aire?” le preguntó Kashuu, escéptico y alzando una ceja.
“Uhh, me sorprende por más que no debería…” Tomo negó repetidamente.
“¿Qué haces aquí?” le preguntó Mariko a su previo enemigo, sin bajar su molesta y atención hacia él.
“Supongo tú tienes más derecho de preguntarlo que yo, ¿cierto? Aunque imaginaba que tú tenías más masa gris que yo para mantener tu distancia de este desmadre,” Tomaj negó. “Bueno, por algo fuimos oponentes. Pues, pensé en extenderte cordialidad y hablar contigo, en privado.”
“…” ello pareció incomodarle e inquietarle, pero la pelirrosa se mantuvo lo más firme que pudo.
“Y este par vino porque son chismosos y querían hacerme cambiar de parecer,” continuó mirando con indiferencia a Sora y Riku. “Pero ignóralos.”
“¡Oye, no creas que confío en ti!” le reclamó el primero.
“Esta no es una conversación que te corresponde,” recalcó con leve severidad. “Y a ti tampoco, Riku. Ya te dije que me comportaré, así que déjame en paz.”
“Tu presente actitud me fastidia, Tomaj,” admitió el peliplateado.
“De todos modos, seguramente tú también querrías dejar algunas cosas en claro conmigo,” continuó el exRebel, ignorando al otro y regresando su atención a su HiME.
“No sienta que tenga nada que decirte,” dijo la pelirrosa, con palabras pesadas y marcadas.
“Pues yo sí, y quiero hablar contigo justo ahora para ahorrarnos el amargo de hacerlo después. No pretendo incomodarte más que esto.”
“…”
“Ehh, no pienso que sea un buen momento…” comenzó Kytes, incómodo.
“…” pero Mariko dio un pesado suspiro y se levantó. Ella comprimió sus puños un momento para inyectarse fuerzas. “Está bien, tú ganas. Terminemos con esto.”
“¿S-segura…?” Kytes palideció un poco.
“Ya no es un Rebel…” Mariko desvió su mirada, frustrada, pero resignada. “No veo cómo esto sería contraproducente.”
“Ehh, yo puedo pensar en un millón de maneras…” comenzó Tomo, pero Reimu le volvió a patear debajo de la mesa. “¡AHHH! ¡Déjame en paz, maldita miko!”
“Es lo mejor dejar las cosas en claro, es verdad…” opinó Cho, quien bajó su mirada.
“Aruji…” Kashuu le miró con un leve dejo de preocupación.
“Estoy bien, Kashuu, descuida…”
“…” Mariko volvió a comprimir sus puños para impulsarse a levantar su mirada y dirigirse a aquel exRebel que le causó tantos malestares, pero antes vio a Osaka acercarse a este mismo.
“Tomaj, no creo que en algún momento pensé en pedirte esto, pero…” Osaka llegó donde el exRebel y le agarró de sus manos. Este alzó una ceja. “…te confío a Mariko-chan. Tengo tu palabra, ¿verdad?”
“Vaya, para que hagas algo tan ceremonioso, esto te es importante…” Tomaj negó repetidamente y sonrió frustrado. “Ya, te lo prometo. Tú tranquila.”
“…” Osaka asintió y le soltó. Ella miró a su primita. “Mariko-chan, los esperamos. No se tomen mucho, ¿sí?”
“Lo sé, Ayumu,” ella le miró con cierto reproche al volver a ser tratada como una niña, pero a su vez estaba agradecida ya que realmente había necesitado de ese gesto de su parte. “Supongo pueden ir estudiando en lo que volvemos.”
“Cierto,” Osaka sonrió animada y miró a los otros dos recién llegados. “Ustedes también súmense, Sora, Billy.”
“Ehh, ya estudié en la mañana, por favor…” Sora se vio ofuscado. “Pensaba descansar.”
“Y deja de llamarme así,” dijo Riku, impaciente.
“No excusas. Vamos, siéntense.”
“Ehh, podría ayudarte a revisar algunos temas… Riku…” se ofreció Kytes, quien entonces se vio apenado y bajó su mirada. Había notado a Mariko y Tomaj de inmediato irse sin nada que pudiera hacer.
“Pues, me ayudarías bastante…” confesó Riku, quien le dio una palmada en un hombro. “Y tú no te andes deprimiendo por ellos dos. Esto era necesario tarde o temprano.”
“L-lo sé, pero…”
“Para variar, confiemos en él, ¿qué nos queda?” preguntó Sora, un tanto fastidiado. “Espero que sí se pueda dejar todo esto un poco detrás, y no le veo de otra…”
“Confío en que es posible, Sora, descuida,” le animó Hotaru, sonriendo tímidamente. “Ehh, si quieres te puedo ayudar revisando alguna materia.”
“Siempre me has ayudado mucho, ¿no estarás ocupada con tus propias materias?” preguntó el chico, algo incómodo.
“Ya he estudiado, sólo ando comprobando que recuerdo algunos términos importantes,” contestó la pelivioleta, quien se vio nostálgica. “Aparte que estudiar juntos me recordará a cuando compartimos aula en la secundaria. Sería muy agradable.”
“Pues, es cierto,” Sora sonrió torpemente y se sentó a su lado. “Quizás sí aprecie estudiar contigo para variar, puede que sea divertido…” y entonces frunció el ceño. “Pero ni una palabra de esto a Larsa, ¿has entendido?”
“Hehe, descuida,” Hotaru sonrió entretenida y asintió obedientemente.
De ese modo, se reanudó un pequeño momento de estudio en aquella mesa, con cada quien atendiendo sus propios intereses o dialogando para preguntar y despejar dudas.
“…” Kytes, luego de indicar a Riku que revisara una parte de su libro encima de la mesa, volvió a mirar a la dirección donde el par se había ido. En verdad quería que todo estuviera bien y que no se pelearan más. Se sentía impotente y, a su vez, responsable por la riña de ambos por algún motivo que se escapaba de sus manos.
Le tocaba esperar lo mejor, al igual que los demás.
…