Hola, no saben lo ocupada que he estado, pero finalmente tuve tiempo para terminar este fic. Lamento lo largo que está, pero todo era una sola idea. Prometo que me pondré al día con todas pronto~
11
Después de varios días inmersos en tensión y actividad, llegó el fin de semana. Por motivos de relajación y también para encargarse de un quehacer dejado por amigos, Cho y Roxas fueron acompañados por Osaka y Tomo de visita a un templo en un monte hacia el extremo de la ciudad. El clima era uno soleado con esporádicas nubes y una brisa fresca que disipaba el calor, y por la altura y vegetación cercana del templo, prometía ser un día ideal.
Los cuatro se encontraban caminando la enorme escalera de incontables peldaños hacia la cima. Por la altura y el esfuerzo físico que significaba, las chicas no pudieron subir de una sola, y al verles cansadas, Roxas sugirió que tomaran pequeños descansos por cada bloque. De este modo, ya no les faltaba mucho más para llegar.
“Wow, se puede ver casi toda la ciudad desde aquí,” exclamó Tomo, haciendo una pausa en plenas escaleras. Ella puso una palma encima de su cabeza para tratar de agudizar su visión lo más posible. “Hmm, no puedo distinguir bien dónde está Hanasaki.”
“Sí, ¿verdad?” Osaka le imitó. “Pues… creo que está más lejos aun. Si sumamos el viaje de la universidad a casa y de la casa hasta acá es bastante.”
“Pero aun así, ¿quién imaginaría que ustedes también tienen un templo como su propiedad?” Tomo sonrió con ironía y miró a los dos hermanos. “Son unos huérfanos adoptados por unos padres que les dejaron su mansión y también un templo espiritual. Algunos sí que no se preocupan por nada en sus vidas.”
“No es así, ya te lo hemos dicho,” Roxas negó. “Este templo se encuentra bajo el cuidado de una familia que son nuestros amigos, y los conocimos por nuestros padres. Aunque sus hijos están estudiando en el extranjero y la sacerdotisa que se había quedado a cargo ya es muy mayor de edad como para quedarse aquí sola. Por ello, nos dieron las llaves y nos pidieron que viniéramos de vez en cuando para hacer mantenimiento.”
“Sí, pero no hemos venido desde hace un par de meses por todo el ajetreo de nuestra mudanza. Me siento un poco mal, a decir verdad,” Cho bajó su mirada. Recordó las varias veces que había ido en el pasado, cuando Aoshi todavía estaba ahí para asistir a su abuela con el templo. Habían sido tiempos muy distintos. “El otro día recibí un mensaje de Aoshi preguntándome por el templo, y no supe qué decirle…”
“¿Pero cómo recién me vengo a enterar? O sea, sí conocí a ese malhumorado chico que en ese entonces estaba en Hanasaki U y a su hermana menor que era una HiME también, pero ni pío de este lugar,” Tomo frunció el ceño, insatisfecha.
“Una vez vinimos varios del jardín a visitar para ver un eclipse lunar, lo recuerdo muy bien,” Osaka asintió, sonriendo con nostalgia. “Pero eso fue en primero, el año antes que ingresaras a Hanasaki, Tomo-chan.”
“Uhh, habré estado para la sobrepoblación de HiMEs, plagas de Rebels e invenciones raras de los demás puestos, pero cada vez más siento que me perdí de mucho,” la otra se impacientó.
“Ese año fue un gran desastre. Las batallas se volvieron más intensas y todos estábamos muy ocupados. Además que el templo sí estaba siendo cuidado, por lo que no teníamos que venir a cada momento,” dijo Roxas, incómodo. También había sido el año en que se había distanciado bastante de Cho y sus primas, ocupado principalmente en practicar para mejorar su destreza con el kendo.
“Pero no hay necesidad de pensar en lo que pudo ser, ahora todos estamos aquí y seguimos en los años dorados de nuestra juventud,” Osaka asintió, sonriendo convencida. Pudo ver que su primo se había inquietado, por lo cual decidió terminar con ese punto.
“Ah, pero hubiera sido imposible con su otra prima, cierto,” Tomo recordó un detalle importante. “Mariko es parapléjica y nunca terminaría de arrastrarse hasta arriba.”
“Ehh, pero como HiME ella tenía sus vectores, así que ese no es el punto…” Cho entrecerró sus ojos. Tomo siempre carecía de tacto.
“Pues no siempre y este lugar no tiene accesibilidad para sillas de ruedas. Hubiéramos necesitado una rampa gigante.”
“Vaya…” Roxas sintió un flechazo al pasado con la mención y miró hacia las escaleras descendientes. “Recuerdo cuando quise construir una rampa en estas escaleras para ir cuesta abajo con mi skateboard. Creo que hubiera muerto si lo intentaba…”
“Verdad, Aoshi te llamó la atención por la idea también,” Cho sonrió un poco. Recordaba ese instante como si hubiera sido ayer, pero bastante había pasado en esos cuatro años.
“Uhh, yo no puedo patinar pero habría ido rodando hasta abajo hehe,” Osaka sonrió.
“¡Y yo lo habría usado para despegar con un ala delta!” exclamó Tomo.
“Eso suena genial, ¿pero acaso sabes manejar uno de esos?” preguntó Roxas.
“Oye, tú eres el patinador kamikaze, no me juzgues.”
“Bueno, ese es un buen punto…”
Los cuatro continuaron subiendo hacia arriba al no faltarles mucho más, y llegaron a la cima. El templo estaba hacia el fondo de un sendero y un claro del bosque, pero se veía bastante sucio y cubierto por hojas secas. Por la distancia y altura del lugar, este nunca había sido muy popular con los visitantes, pero verle en ese estado más descuidado de lo usual era bastante deprimente.
“Sí era un templo,” Tomo aun así se impresionó. “No me habían mentido.”
“¿Acaso pensaste que subimos hasta acá por nada?” preguntó Roxas, extrañado.
“Pues imaginaba que tenían un motivo, pero pensé que era algo como un templo inventado por primos y hecho con ramitas de los árboles.”
“Ahh, deberíamos hacer eso,” los ojos de Osaka brillaron. “Templeception…”
“Entonces supongo que si inventamos el templo somos los mejores constructores de escaleras,” Cho negó y caminó hacia el viejo edificio.
“¡No necesito tu sarcasmo!” reclamó Tomo.
“Pues, te lo buscaste esta vez,” dijo Roxas. “Aunque ahora que me pongo a pensar, no somos los únicos con llaves a este sitio. Obaa-san también dejó una copia a Alexei.”
“Es verdad…” Cho se impresionó por haberse olvidado de ese detalle. “Pero parece que hace tiempo que él tampoco viene.”
“¡Ohh, hace tanto que no escuchaba su nombre!” Osaka se emocionó. “¿Y qué ha sido de él? No creo haberlo visto recientemente.”
“Él ha estado muy ocupado con sus estudios después de la batalla final. No sé si estará por terminar o si trabaja en su maestría, y realmente no recuerdo qué está estudiando, pero es algo de letras,” respondió la peliceleste. “En verdad nunca pensé ver a alguien de esa facultad estudiar tanto…”
“¡OYE!” tanto Tomo como Osaka levantaron la voz al punto de sobresaltar a la otra.
“¿E-eh?” Cho se desubicó.
“Cuidado con lo que dices, Cho…” le aconsejó Roxas, negando.
“¡En serio!” exclamó Tomo. “¡Estarás todo el tiempo resolviendo cosas raras con tu calculadora pero nunca te ve visto leer un libro! ¡No discrimines!”
“Suena como si no tuvieras esperanzas en mí…” Osaka se apenó.
“Perdón chicas…” la HiME dio un suspiro. Fue un comentario insensible y fuera de lugar, pero si debía ser perfectamente honesta, las dos frente a ella tampoco daban la mejor imagen. “…y no por ser mala, pero siento que nunca les he visto estudiar. Y Tomo, ¿cuál es tu carrera? Creo que nunca lo has dicho…”
“Pues ya era hora que la dramática HiME prestara atención a los demás,” Tomo llevó sus manos a sus caderas, disfrutando de su atención y procedió a hablar. “Pues, como seguramente sabrán, en la secundaria quería trabajar para la Interpol, pero mi sueño se vio fracturado cuando resultó que para trabajar como ellos tenía que ser una policía común y corriente y esperar a que me acepten. ¿Quién demonios sabía eso?”
“¡Yo!” exclamó Osaka levantando su mano. Cho y Roxas intercambiaron miradas.
“¿No lo sabías?” preguntó el rubio.
“¿Qu-cu-cómo demonios lo saben ustedes?” preguntó Tomo, indignada.
“Por algo el nombre se deriva de ‘International Police’…” dijo Cho.
“¿Hasta tú, Osaka?”
“Claro, cuando lo mencionaste la primera vez, por no saber qué era lo busqué por Internet y lo aprendí con el primer enlace de la búsqueda,” Osaka asintió.
“¡AHH cállense y no me miren!” Tomo se amargó pero siguió con su relato. “En fin, consideré por un instante hacer el esfuerzo de ser policía, pero cuando me di cuenta que Hanasaki U no tenía policía de carrera…”
“¿Q-qué?” Roxas se horrorizó.
“¡El punto es que! Ehem, busqué mi plan B de ser agente de FBI y resulta que ellos tienen más requisitos y tengo que aprender lenguas raras así que… ahora soy del grupo indeciso como Osaka.”
“¡Yay!” Osaka levantó un puño al cielo. “¡Los indecisos conquistaremos el mundo!”
“Eso… sonó más aterrador de lo que debió…” Cho sintió escalofríos. Casi le hizo temer por el futuro de la humanidad.
“Entonces por ahora las dos están tomando puros electivos hasta que definan lo que quieren ser…” dijo Roxas y vio a las dos asentir. “En fin, todos hemos sido indecisos en algún punto. Sólo asegúrense de buscar su carrera lo antes posible.”
“Sí, o se nos acabarán los semestres,” Osaka asintió con cierto temor.
“Claro, claro, ¡pero hoy vamos a disfrutar de este paseo! ¡Ahh, ya quiero comer el delicioso picnic que hemos cargado hasta acá!” exclamó Tomo.
“Bueno, no será picnic porque lo comeremos dentro, pero también me ha dado un poco de hambre,” Cho asintió. Era un poco pasado el mediodía, así que ni bien se acercaron a la puerta del templo, sacó su llave, pero se sorprendió al notar que la puerta estaba sin seguro. “¿Eh?”
“¿Habrá alguien adentro?” preguntó Roxas, confundido.
Todos intercambiaron miradas y Cho jaló la puerta movediza. Se reveló el interior, el cual estaba mucho más presentable y limpio que afuera, y para sorpresa de todos, había una chica pelimarrón vestida en ropas de sacerdotisa inconsciente y boca abajo en el piso, con una gran bolsa de basura cerrada a su costado.
“…” y con la luz venida de afuera, la desconocida empezó a despertarse muy perezosamente.
“¡AAAHHHH!” gritaron Osaka y Tomo. La primera se abrazó de Cho mientras la segunda apuntó a la extraña de forma acusatoria.
“¿Ehh?” la ‘sacerdotisa’ miró a los recién llegados completamente ida.
“¡Es una invasora! ¡Una maldita invasora!” exclamó Tomo a todo pulmón mientras le apuntaba. “¡Ha venido a apropiarse del templo! ¡Vamos, ayúdenme a botarla de aquí antes que intente hacer todo el papeleo para reclamar derechos sobre este sitio! ¡Abajo con derechos de posesión! ¡Abajo con la reforma agraria!”
“¿De qué hablas, Tomo-chan?” preguntó Osaka, confundida.
“O-oigan, esperen,” la desconocida se incomodó y se alarmó un poco. “Ehh, tienen que escucharme, por favor.”
“¡Nunca!”
“Tomo, un momento,” dijo Cho.
“¡P-pero!”
“Reimu, ¿eres tú?” preguntó Roxas.
“¿Sabes mi nombre?” ella se levantó, sorprendida. “¡Oh, son los hermanos Tanaka!”
“¿Se conocen?” preguntó Osaka.
“¡Sí lo son! ¡Ahh, ha sido tanto tiempo!” Reimu sonrió aliviada. “Pensé que no me encontraría con nadie conocido por aquí.”
“Oigan, yo estoy perdida,” Tomo frunció el ceño. “¿Acaso son conspiradores con ella para apropiarse del templo?”
“Vamos a explicar la situación,” Cho dio un pesado suspiro.
Pasó un momento en el cual todos pasaron hacia una sala dentro del templo. Luego de desempacar el picnic y de que todos tomaran asiento, Reimu procedió a ser la primera en presentarse debidamente.
“Pues, antes que nada siento no servirles un té de cortesía pero no he podido hervir agua y mis reservas de alimento están limitadas,” la miko se disculpó. “Verán, yo soy pariente de la sacerdotisa Kaede, y una de sus nietas. Vine de visita hace ya varios años y fue cuando conocí a Cho y Roxas, pero realmente nunca necesité volver porque mi abuela estaba a cargo de este lugar. Pero ahora que ella ya no está con la capacidad de hacerlo y yo tenía que comenzar con mis estudios universitarios, me ofrecí para vivir aquí. Mis padres me confiaron con la llave del templo.”
“¿Entonces también tenías llave?” Tomo se extrañó. “Cho y Roxas tenían llave, otro chico de la universidad también, y seguro que los previos habitantes conservan la suya. Siempre podríamos alquilar una llave como timeshare, ¿verdad?”
“Ehh, Tomo…” Cho negó, incómoda.
“Ohh, no sabía que había más en el linaje de monjes en la familia,” observó Osaka.
“El lado de mi familia tiene varios que se encargan de otros tres templos por mi lugar de origen, pero allá no me necesitan así que me mudé,” Reimu sonrió, pero esa sonrisa fue frágil, y poco a poco se comenzó a quebrar. “Aunque… esto resultó ser más difícil de lo que pensé… la ciudad es cara y vivo muy lejos de todo… y el dinero que mis padres me envían casi no me alcanza para nada… nunca supe lo caro que es comer… y llegar a mi universidad es todo un viaje en plena hora punta… y regresé ayer pensando en comer mis provisiones de emergencia, pero no recordaba que ya las había comido la semana pasada… y hoy me levanté con la idea de salir a comprar algo y sacar la basura… pero no tenía energías… y pensar que todo el valor de mi vida estaba atado a si podía bajar todos los escalones para dejar la basura en el tacho determinado por la ciudad… v-veo que estuve inconsciente por mucho tiempo, ya está por ser la tarde…”
“¡T-tranquila Reimu, nosotros bajaremos la basura por ti!” se ofreció Roxas, alarmado por verla así. Ciertamente esa actitud deprimida y derrotada no le iba para nada.
“También hemos traído comida y snacks de sobra. Puedes ahorrarte el viaje a la tienda más cercana hasta cuando debas ir a tu universidad,” dijo Cho.
“Ahh, tan lindos como los recuerdo. Este encuentro ha alimentado mi alma…” Reimu fortaleció su débil sonrisa.
“Y si es muy pesado para ti, puedes venir a vivir con nosotros. Hay mucho espacio,” le sugirió Osaka.
“Oye, no andes dando la invitación a posibles freeloaders,” le dijo Tomo en voz baja, pero lo suficientemente alta como para que todos le puedan oír.
“Tú eres la freeloader aquí,” Roxas le miró con reproche.
“Osaka es la que vive con ustedes.”
“Pero su mamá nos envía bastante dinero mensual. Más bien ella hasta nos apoya,” dijo Cho, frustrada.
“Eh, gracias, pero como sacerdotisa debo quedarme aquí a ser la responsable del templo y seguir limpiándolo. Todavía tengo mucho por hacer,” Reimu miró brevemente a toda la comida que ellos habían traído y bajó su mirada un poco avergonzada. “Aunque… si algún día quisieran invitarme a almorzar o cenar con ustedes no me opongo en lo absoluto…”
“Siéntete libre de visitarnos, la casa es bastante grande,” Roxas sonrió. “Estamos por mudarnos de ahí, pero hasta en nuestro nuevo lugar siempre te daremos la bienvenida.”
“Ah, en verdad muchas gracias,” la miko sonrió agradecida, pero miró fulminantemente a Tomo por una fracción de segundo como para que mantuviera su boca cerrada. Esta alzó una ceja y decidió ignorarle.
“¿Dónde estás estudiando?” preguntó Cho.
“Voy a Hanasaki U.”
“¡Qué coincidencia! ¡Los cuatro estudiamos ahí!” Osaka sonrió.
“Ah, qué bueno, ya me estaba sintiendo perdida. Me alegra tenerles ahí también. Todavía soy bastante nueva por recién estar empezando, así que espero que me expliquen un montón de cosas.”
“Seguro, pero por mientras podemos empezar a comer. Creo que todos tenemos hambre,” dijo Roxas.
Reimu y Cho fueron por platos y vasos y en poco tiempo todos se encontraban comiendo. La cantidad de comida bastó para que todos pudieran degustar de mucho y saciar sus apetitos. También se aseguraron de separar algunos alimentos para que la miko tuviera qué comer por el resto del fin de semana. Todo el rato se pasó con la conversación de la universidad, sus instalaciones, sus clases y distintos temas, los cuales fueron explicados por los visitantes. Y finalmente, Reimu les mencionó el más reciente rumor que corrió por sus clases sobre algo llamado ‘HiME’. Cho y Osaka se encargaron de responderle sus preguntas y explicar de qué se trataba muy brevemente.
“Increíble…” dijo la sacerdotisa.
“Sí, es un secreto entre las escuelas, y luego de tres años parece que la batalla va a continuar,” terminó por decir Tomo, con leve desinterés. “Han estado reclutando a viejas HiMEs, por eso ya todos se andan enterando.”
“Ahora Cho es una HiME de nuevo,” Osaka sonrió.
“¿Tú una HiME?” preguntó Reimu. “¿Cuál es tu poder?”
“Ehh…” Cho dio un suspiro y levantó una palma, donde formó una pequeña llama de fuego. Esta acción dejó a Reimu en shock.
“…” Roxas miró el elemento de su hermana con incomodidad.
“¡No estaban mintiendo!” la miko miró de nuevo a Osaka. “Pero tú dijiste que también fuiste una HiME.”
“Sí, pero Miranda consideró que no estoy en la mejor forma y compatibilidad, por lo cual no debo volver a involucrarme directamente,” respondió Osaka. “Aunque aun si no puedo luchar, estaré ahí para apoyar a Cho y a toda HiME que me pida ayuda. Hacia el final de la pelea éramos varias HiMEs, de todos los tamaños, colores y sabores, hehe. Tengo una prima menor que también fue una HiME.”
“Ohh, ¿acaso es algo de familias?”
“Pues, si lo fuera no sería por sangre…” Cho negó. “Pero tenía muchas compañeras HiMEs y también conocí a una HiME que vino desde Hawai. Y muchas del extranjero. Hasta nuestra profesora de inglés. Oh, la pequeña Mikoto fue una HiME también.”
“¿Mi primita?” Reimu se sorprendió. “Vaya, ¿quién no fue una HiME entonces?”
“Ehh… ¡¿YO?!” Tomo exclamó con cólera.
“Lamentablemente Tomo-chan had the heart, but not the soul…” Osaka negó.
“¡No te burles, Osaka!”
“Entonces asumo que fue por eso que te volviste en una Princess,” dijo Roxas, frustrado.
“Sí, pero no lo digas con esa actitud. Nunca le hice nada a Osaka, hasta ella fue la que me llevó a Rizembool para que me convirtieran en su Princess.”
“¿Princess? ¿Qué es eso?” preguntó Reimu, casi mareada.
“Fue como la antítesis de la HiME. Una chica con poderes pero que ayudaba al Rebel,” explicó Cho. “También hubo el opuesto del Rebel que asistía a la HiME, llamado Knight, pero estos dos términos ya no se aplican.”
“Me van a tener que explicar esto varias veces. No lo puedo entender de una sola,” Reimu terminó con su último bocado y miró a los demás. “Veo que han traído postre, pero voto por comer eso más tarde. Ahora que tengo energías debería aprovecharlas limpiando un poco el templo. No sé si quisieran ayudarme.”
“Claro que sí. Vinimos para eso,” Roxas asintió. “Y estoy de acuerdo con lo del postre. Comerlo ahora sería demasiado.”
“Entonces hay que levantarnos,” dijo Osaka. “Espero que haya suficientes escobas y rastrillos para los cinco.”
“Si los hay. Muchas gracias, me han hecho el día,” Reimu sonrió.
No mucho después, todos fueron por los utensilios de limpieza y comenzaron a barrer las hojas en el patio del templo. Fue al realizar la actividad que se dieron cuenta que tomaría más de lo imaginado, aunque los hermanos ya tenían práctica por estar en plena labor de preparar su casa para la venta.
Reimu comenzó a recolectar bastantes hojas en bolsas grandes de basura y las dejó atadas a un rincón, pero en poco tiempo se sorprendió por la gran cantidad de estas y los montículos de hojas recogidas y por recoger.
"Creo que subestimé la cantidad de trabajo," Reimu sonrió incómoda. "Pasé estos últimos días limpiando dentro de la casa pero ha sido una semana con mucho viento. Siento las molestias."
"No te disculpes. Es toda una labor que te responsabilices del templo por tu cuenta," dijo Roxas.
"Sí, y muy admirable que vivas sola y seas pionera de tu familia," Osaka asintió. "Ya casi me dan ganas de ser una miko también, pero no se si pueda sobrevivir."
"Ehhh..." la sacerdotisa se confundió. "¿A-acaso crees que estoy en riesgo de muerte?"
"Pues ojalá que no, pero vives en la cima de un monte sola y en medio del bosque. Cualquier grupo de invasores puede venir, ocultar tu cuerpo y hacerse residencias de madera," Tomo asintió. Ella notó que los demás le miraron con reproche. "¿Qué?"
"Esperemos que quede respeto por templos e integridad humana en el resto de seres humanos en la ciudad," Reimu negó, sonriendo como si estuviera hablando con un alma perdida. Tomo le miró con cierta molestia.
"Esta ciudad es muy tranquila. Varias veces he caminado de noche y no he tenido ningún problema," Cho recordó brevemente que su Rebel fue en verdad la única entidad peligrosa que había encontrado en la calle en todos sus años de vivir en esa ciudad. Ella pasó a mirar las bolsas cerradas. "Es bastante bulto. Quizás lo mejor sería ir llevándolas al basurero al pie del monte."
"Claro, yo me encargo," dijo Roxas, pero Cho le detuvo.
"No, yo lo haré. Tú eres el más eficiente y estas bolsas no pesan mucho, son sólo hojas," dijo su hermana. Ella se estremeció un poco. "Además debes estar aquí por si vuelve a aparecer otra araña..."
"Uy sí, buen punto," Tomo asintió repetidamente.
"Pero es un largo camino de regreso," el rubio frunció el ceño, no convencido.
"Es algo que quiero hacer, y serás de más ayuda que yo aquí, descuida," Cho sonrió un poco. Ella no era de dejarse cambiar de parecer ni bien tomaba una decisión con tanta convicción.
"Okay, pero no te tardes mucho, ¿sí?" Osaka vio a su prima asentir y agarrar la mayor cantidad de bolsas que le permitiera ver y caminar, y fue por el camino hacia las escaleras.
"Ahora espero que no se ponga a descansar y se tarde más de la cuenta," observó Tomo.
"No parece ser de ese tipo," Reimu sonrió. "Y me sorprende que seas tú quien lo diga."
"¿Qué quieres decir con eso?"
"Creo que comienzo a entender la clase de persona que eres, Tomo."
"¡Oye, en serio!" Tomo le reclamó. No le gustaba que esta sonriera tan amenamente.
"Chicas, no peleen por favor," Osaka se alarmó.
"Sí, no debemos distraernos. En fin, creo que nos faltan bolsas de plástico, iré a traer más,"dijo Roxas. Él fue hacia el templo, dejando a las tres solas.
"..." Reimu sonrió con cierta nostalgia y alzó su mirada hacia el cielo. "Los tiempos cambian, ¿no es así?"
"¿Eh? ¿A qué te refieres?" Osaka ladeó su cabeza, confundida.
"Recuerdo esa vez que vine a visitar este templo de niña. Fue durante las vacaciones de verano y sólo me quedé una semana y media, pero cuando uno es pequeño el tiempo dura una eternidad," la miko bajó su mirada a las hojas recogidas por su rastrillo. "Uno de esos días, los dos hermanos vinieron para ayudar a limpiar. Bueno, los adultos hicieron la gran mayoría. Cho se pasó el tiempo tratando de ayudar, mientras Roxas y yo corrimos entre los árboles. En una de esas saltamos en montes recogidos de hojas y todos nos llamaron la atención," ella aguantó una risita. "Pero siento que tanto ha cambiado desde entonces..."
"¡Aww, mis primos chibis!" Osaka se emocionó. "Es una pena que nunca los conocí de pequeña. Recién nos encontramos en Hanasaki."
"Pues, ustedes no son familia por sangre, medio se entiende. Seguro ni entre ellos están asociados así," Tomo se encogió de hombros. "¿Pero acaso eran muy diferentes de ahora?"
"Temo que una persona desalmada como tú no ve el valor de tener memorias de infancia~" canturreó Reimu.
"¡Oye!"
"Pero para responderte tu pregunta, sí han cambiado en algunos aspectos. Cho era más expresiva y se la pasaba todo el tiempo recriminando y corrigiendo a su hermano. Y creo que Roxas es quien ha cambiado más. Él no paraba de jugar y correr con energías y siempre tenía una sonrisa en su rostro, aunque a veces le faltaba tacto y era muy obstinado. Verle tan tranquilo y ayudando bastante me ha impresionado. Bajo el riesgo de sonar como señora, él ha madurado mucho."
"Hehe, al menos sí le conocí algo así. Cuando nos conocimos, él era mi compañero de juego," Osaka sonrió. "Pero... No mucho después hizo el cambio radical. Lamentablemente, los dos pasaron por bastante."
"¿Cómo así?" preguntó la miko.
"Ellos siempre tuvieron problemas por ser adoptados. Tuve que pedirle varias veces a mi mamá que me dejara ir a estudiar a Hanasaki, y felizmente ahora todos en mi familia los consideran más cercanos. Pero lo más crucial fue lo ocurrido durante los tiempos HiME. Ellos estuvieron peleados por malentendidos," Osaka bajó su cabeza, apenada. "Pudieron reconciliarse, pero parece que quedan asuntos pendientes..."
"Hm..."
"Así que espero de algún modo ayudarles. Como su prima, se que puedo hacer al menos algo," Osaka asintió y sonrió. "Los dos significan mucho para mí y ellos me han ayudado incontables veces, así que es lo menos que puedo hacer."
"Por tu decisión y ánimos ya estás haciendo bastante," Reimu sonrió. "Estoy segura que sólo tu presencia es preciada para los dos. Entonces con más razón pasaré a visitarles a su casa para compartir almuerzos y cenas."
"¿En verdad? ¡Gracias!"
"..." Tomo desvió la mirada. Ella realmente no había llegado a conocer bien al hermano hasta después de la batalla final y fue testigo de los problemas familiares por ser cercana a las tres primas, pero nunca supo sobre los detalles. Decidió que no lo meditaría bastante, y miró a Reimu de reojo. "Parásito..."
"Huh," ella alzó una ceja y piso el pie de la otra.
"¡AAAHHHH!" Tomo se agarró el pie. "¡Maldición, tus zapatos son de madera! ¡Me las pagarás!"
"¡No peleen!" Osaka se asustó y contuvo a una iracunda Tomo, mientras Reimu estaba cruzada de brazos y sonriendo satisfecha. Iba a ser una larga faena.
Si bien las bolsas de basura no pesaban mucho, seguían siendo voluminosas, y el largo camino hacia abajo hizo el trabajo de bajar la basura más pesado de lo que pensó.
Cho terminó rodando la mitad de las bolsas hacia abajo, y cuando llegó al final de las escaleras, pudo levantarlos todos para llevarlos al largo contenedor de basura a un costado de la tranquila avenida al pie del cerro. Luego de pasar varios días con todo el ajetreo y rodeada de personas, esa caminata sola en plena labor de limpieza le había hecho tomar una bocanada de aire y descansar de la presencia de otros. La peliceleste se sentía tranquila por el momento que tuvo y por el ambiente tan callado y natural de esa área, pero ya tenía que regresar para continuar ayudando a los demás. Sólo esperaba que el camino de regreso hacia arriba no fuera demasiado por segunda vez.
Tomó impulso con cada bolsa y las lanzó dentro del alto y amplio contenedor. Terminó y dio un pesado suspiro al haber cumplido con la tarea. No le quedaba más que regresar lo antes posible…
“Ah, qué coincidencia…” dijo una voz detrás de ella. Era la voz tranquila de un joven, la cual le sonaba apenas familiar.
“¿Eh?” Cho se giró y vio a un chico alto y peliblanco de cabellos alocados. Ella no tardó en reconocerle como aquel chico que había acompañado a Roxas, Osaka y Tomo el día de su examen HiME.
"No hubiera imaginado que nos encontraríamos aquí, tan lejos de la universidad," Komaeda sonrió. "¿Qué te trae por aquí?"
"Ehh, pues..." Cho se confundió. Esa avenida era muy tranquila y poco concurrida, tanto por personas como carros, y le sorprendía ver que ese chico se encontraba simplemente caminando por ahí. Tuvo un extraño miedo que no pudo explicar.
"Eh, ¿te interrumpí? ¿Acaso te he incomodado de algún modo?" La sonrisa del chico se incomodó y él bajó su mirada con cierta autodecepción. "Vaya, creo que es muy evidente que lo he hecho. Parece que nunca aprendo mis límites..."
"Hm, eh, yo..." Cho no evitó sentirse en algo de falta al ver a aquel chico amable tan apenado.
"No te expliques, no hay nada que explicar. Yo siempre he sido así. Me alegré de ver a una persona conocida en medio de mi paseo, y me lancé a presentarme con tanta naturalidad," él mantuvo su sonrisa torpe. "No te culparía si pensaras que te estoy asechando."
"Pues, n-no..." Cho negó, pero se le hizo muy extraño que ese chico haya dicho esas palabras, al punto de casi ponerse a considerarlas. Pero no notaba que el otro era una mala persona, y la peliceleste podía simpatizar con carencia de tacto y un poco de fobia social. "Ya que estamos admitiendo cosas, yo tiendo a sobresaltarme cuando otros se dirigen a mí, especialmente si no me había dado cuenta. Por ello no te disculpes."
"Ciertamente eres una gran persona, por ser paciente con alguien como yo..." Él volvió a bajar su cabeza con decepción.
"..." la otra ya no sabía qué decirle para levantarle los ánimos.
"Ah, pero nos estamos concentrando mucho en mí, ¿no es así? A diferencia de alguien como yo que camina sin rumbo, estoy convencido que tú tienes más cosas que hacer," el peliblanco asintió con certeza. "Te he visto bajar de esas altas escaleras cubiertas de árboles. Es un camino muy tradicional y llamativo. ¿Acaso se tratará de un templo?"
"¿Eh? P-pues sí lo es..." Cho volvió a incomodarse. ¿El chico era un conocedor de templos, o alguien con suerte, o era evidente... o en verdad la había estado asechando? Sí había un arco rojo cerca del pie de las escaleras, pero en la posición en la que estaban (y por donde el otro había llegado) no se podía apreciar por los árboles. "Es un templo que conozco de hace años. Lo he venido a visitar."
"Sí es un templo, esas son grandes noticias," Komaeda se alegró notoriamente. "Los santuarios antiguos y dedicados a la meditación son emblemas importantes para el bienestar del alma. Y debo admitir que me impresionas al estar afiliada a este temblo y ayudar con su constante mantenimiento. Ciertamente, las personas de Hanasaki son seres increíbles."
"¿E-ehh?" Por la mención, Cho se incomodó aun más. "¿Cómo sabes que estoy ayudando con el mantenimiento?"
"Te vi bajar con muchas bolsas de basura, y por la facilidad con las que las desechaste y el sonido que hicieron en el contenedor, supe de qué se trataba," respondió él con completa naturaleza y una simple sonrisa.
"Ah, eh, okay..." Cho asintió por inercia, todavía perpleja. Fue una respuesta demasiado lógica, casi más que la realidad misma.
"¿Eh? ¿Acaso volví a sobrepasar mis límites?" Komaeda percibió la inquietud de la otra y se confundió. "¿Será que comuniqué todas mis impresiones con mucha libertad? Ciertamente, considero que fue muy fácil de ver, pero si es inapropiado expresar todas mis observaciones, estoy dispuesto a mantener discreción."
"¿P-perdón?" La peliceleste comenzaba a tener problemas siguiéndole el hilo.
"Entiendo, así lo haré," al final, el chico llegó a una resolución por su cuenta. "Ah, debo disculparme por acaparar tu tiempo. Asumo que tu labor es en conjunto, y no puedo distraerte más. Oh, ¿de casualidad necesitarán ayuda?"
"Hm, ¿quieres ayudar?" preguntó Cho. Ella optó por ir al punto, ya que aquel chico parecía estar por todos lados de la conversación.
"Precisamente, quería ver si podía ayudar en algo," él desvió su mirada, sonriendo con leve incomodidad. "Suelo no ser el mejor en muchos aspectos, pero sé que soy bueno con la limpieza."
"Ehh, es en verdad algo bastante pesado..." Cho bajó su mirada, sin saber qué decir. En parte sería de gran ayuda, pero le sabía mal pedírselo.
"No te preocupes por mí. Aun si fueras a negarte, pienso subir para ver el templo con mis propios ojos. Y prometo que no me meteré en tu camino."
"Bueno, si insistes."
"Ah, muchas gracias, será todo un placer."
"Pues..." Cho volvió a confundirse mientras el otro caminó hacia las escaleras. ¿Le acababa de agradecer? "¿De... nada?" No podía comprenderle.
Ella desistió en interpretar su situación y fue hacia las escaleras para regresar donde los demás. Ya se había tardado demasiado.
Los dos terminaron acompañándose mutuamente camino al templo en la cima. Ambos intercambiaron pocas palabras sencillas, como comentarios sobre el clima y opiniones muy generales del bosque o de la misma ciudad en la que estaban. Debido a las palabras del peliblanco, Cho comprendía que Komaeda se acababa de mudar a esa área, lo cual era muy común en varios estudiantes de universidad.
Se encontraban en medio de ese tema luego de darse un descanso a mitad de camino. Cho se había cansado, pero fue evidente para ella que el otro lo estaba aún más por el esfuerzo de subir. El chico parecía ser físicamente débil, y no sabía si debía dejarle ayudar con la limpieza después de todo, aunque esperaba que él fuera a insistir.
“Creo entender que recién has llegado a la ciudad,” dijo la peliceleste pensativa.
“Así es, recién me estoy aclimatando antes de ponerme a hacer algo más,” contestó Komaeda, con buenos ánimos. “Es por ello que me gusta pasear por Hanasaki. Puedo sentir una gran vibra en ese lugar, y por conocerlos a ustedes, sé que estoy en lo correcto.”
“¿Acaso tienes pensado en inscribirte en Hanasaki como estudiante?”
“No, por supuesto que no,” el peliblanco sonrió algo entretenido y con leve torpeza. Esa negación rotunda confundió a la otra. “Sé que no sería nada bueno en ese lugar, no quisiera pretender pertenecer ahí cuando claramente no lo hago.”
“Eh, no creo que debas decir eso. Todos tenemos el derecho y la posibilidad de apuntar a lo que queramos y de pertenecer a un grupo.”
“No, te equivocas,” la sonrisa de Komaeda se vio más certera, pero él pareció reservarse mayores detalles al respecto.
“…”
“Aunque creo que tú sí perteneces a Hanasaki, y en verdad me alegro por eso. Estás en el lugar correcto para ti.”
“…” Cho quería saber qué pasaba por su cabeza por decir cosas así, pero no sentía con el derecho de preguntarle. “Bueno, espero que consigas un lugar donde te sientas a gusto.”
“Gracias por tu consideración. No te preocupes por ello.”
“¿Y de dónde eres originalmente, si no está mal preguntar?”
“Soy originalmente de este país, pero he estado en muchos lugares. También viví gran parte de mi vida en Inglaterra.”
“Inglaterra…” Cho se puso a pensar.
“¿Acaso has ido de visita?”
“N-no, es sólo que conozco a alguien de ahí, aunque no le he visto desde hace tiempo,” la mención del país le hizo recordar a Larsa, quien se había marchado hace tres años luego de la caída de Rizembool y había perdido contacto con todos en Japón. Él realmente fue una gran ayuda a todos en varios de los momentos más difíciles de la batalla, y no tenerlo presente esa vez iba a ser muy extraño. Aunque, de todas formas, no era justo para él involucrarse de nuevo si no pensaba hacerlo, así que sólo le deseaba lo mejor…
“Ah, he hecho una investigación en Hanasaki sobre los rumores de las HiMEs,” comentó Komaeda, meditativo. “Por nuestro encuentro anterior y la conversación que tuve con tus amigos… tú eres una de esas HiMEs, ¿no es así?”
“Ehh,” esa observación la agarró desprevenida. ¿Cómo sabía él sobre las HiMEs, si es que no era un estudiante de Hanasaki? Roxas y Osaka le comentaron de la conversación que tuvieron con el chico y que este parecía haber pasado varios ratos dentro de Hanasaki U por conocer muchos puestos de comida, pero aun así, un tema tan sensible y reciente como el de las HiMEs no debía de ser fácil de averiguar para un ajeno al jardín.
“Creo que puedo tomar tu silencio e incomodidad como una afirmación,” el peliblanco asintió, decidido.
“P-pero espera, ¿cómo así…?”
“Preguntas sobre cómo sé sobre esto, ¿cierto? Ciertamente, un ajeno a Hanasaki como yo no debería tener el derecho de saber sobre este tema ni involucrarse directamente con la información, pero estos últimos días he oído muchas conversaciones a mi alrededor sobre este mismo tema, y mentiría si dijera que no me interesó tanto el contenido de las pláticas como las preocupaciones de los ilustres estudiantes que pertenecen a tu universidad.”
“…” Cho ladeó su cabeza con suma confusión. No podría comprender por qué ese chico trataba a Hanasaki de una forma tan respetuosa, y al mismo tiempo, minimizaba su importancia personal en comparación. La HiME tampoco estaba cómoda con que este supiera la verdad, pero el otro lo trató con tanta naturalidad y decisión que sentía que no podía refutar sus palabras. “N-no deberías saber sobre esto…”
“Estoy de acuerdo. Temo que el mundo exterior a nuestra burbuja no esté listo para la realidad de nuestro entorno y observe la guerra como una barbarie injustificable…”
“…” este se volvió ligeramente más serio de la nada, y Cho también encontró raro que, para variar, se haya incluido a sí mismo dentro de la observación. Aun así… “Pero… como sabes de esto… deberías entender que esta guerra no tiene sentido.”
“Yo no diría eso,” Komaeda negó. “Tú eres una HiME para proteger a tus compañeros allegados y mantener la esperanza dentro de Hanasaki, ¿no es verdad? Yo pienso que esa es la mejor de las razones, y que tu envolvimiento es más que justificable.”
“Pues…” nunca esperó ver a alguien (aparte de Osaka, al menos) tan decidido de que el rol de HiME fuera tan positivo y no tuviera un lado insensato, pero ese chico raro realmente irradiaba dicha creencia personal. Parecía convencido que aquel rol fuera alguna representación del ‘bien’, o algo por el estilo.
“No te ves muy convencida. Como una HiME, ¿no crees que deberías contagiar positivismo y fuerza a las demás personas de Hanasaki?” le preguntó Komaeda, con un cierto tono de demanda en su voz. “Entiendo que no haya muchas personas en tu puesto y que es un trabajo pesado, pero debes estar cometida a llevarlo lo mejor posible, y hacer que tus esfuerzos cuenten para ti, y sobre todo, para todos los cercanos a ti, porque asumo que esa es tu meta personal.”
“…” Cho se quedó en blanco. Al final, sí estaba de acuerdo con él, con esa observación global del asunto.
“Es admirable que te hayas apuntado a una gran causa, sólo no dejes que tus dudas te resten inercia y decisión personal. Lo último que debería ocurrir es que pierdas la fuerza y esperanzas en lo que deseas hacer, y que termines decepcionando a Miranda y a la misma Hanasaki…” Komaeda siguió caminando.
“…” la HiME volvió a sentir unos extraños nervios. Para ser un desconocido y ajeno… “¿Cómo sabes de Miranda?”
“…” Komaeda se volteó y sonrió. “¿Cómo no sabría el nombre de la directora de tan excelente universidad? Lo menos que puedo hacer por siempre visitar es rendir mis respetos, ¿no lo crees así?”
“…” Cho no estaba convencida, pero la proximidad a la cima terminó por hacerle concentrarse en regresar donde los demás.
“Finalmente llegamos. No debemos hacerles esperar más,” declaró el chico, subiendo las últimas escaleras con más energías.
Cho le siguió de cerca y los dos caminaron por el sendero que les condujo hacia el templo. Al llegar, la peliceleste observó que había más bolsas de basuras cerradas y llenas de hojas a un costado, pero que todavía faltaba mucho y aun las áreas recogidas no estaban del todo pulcras. Como era de esperarse, quedaba bastante pendiente.
Tomo fue la primera en darse cuenta de los recién llegados, y caminó hacia Cho con gesto de llamarle la atención.
“Te tardaste mucho…” comenzó ella, pero ni bien sus ojos se posaron en el otro chico, ella frunció el ceño con gran incredulidad. “¿E-eh? ¿Qué hace este aquí?”
“Ah, pues…” Cho se puso a pensar. “Es una buena pregunta.”
“¿Y no le has preguntado? Vaya…” Tomo negó exasperada.
“Es una grata sorpresa haberme encontrado con ustedes de nuevo,” saludó Komaeda, con una sonrisa amigable, la cual se volvió algo torpe. “Aunque… no te ves muy contenta…”
“Hm,” Tomo se cruzó de brazos, mirando al otro como bicho raro. “Aun no decido si es agradable o no para mí…”
“Oh, ¿un visitante?” preguntó Reimu, acercándose con su escoba en mano, visiblemente intrigada. “Vaya, todos estos días no he tenido a una sola alma visitarme y hoy me llueven varias personas. Lástima que el templo no está listo para visitantes aún.”
“Descuida, me encontré con Cho y decidí que vendría para ayudarles,” contestó el peliblanco.
“Gracias por tu ayuda. ¿Y cómo así se conocen?”
“¿Con él? Pues, es un random vagabundo al que le gusta hablarnos, al parecer,” contestó Tomo, aburrida.
“Eh, no digas eso…” Cho negó.
“Como es Tomo quien lo dice, entonces asumo que en verdad es un muy querido amigo de todos que no merece el maltrato,” Reimu sonrió con certeza.
“Oye…” Tomo le miró de reojo.
“A decir verdad… Tomo ha dicho la realidad con mucha exactitud…” Komaeda se vio frustrado. “Temo que soy apenas un conocido casual, y que mi presencia aquí es inesperada y sin invitación…”
“Tomo, no andes bajándole la moral,” Roxas se acercó al grupo. Él se notaba también algo sorprendido, pero no le había dado muchas vueltas. “A diferencia de Tomo, estamos felices de verte por aquí, Komaeda. ¿Qué haces por este lado de la ciudad?”
“Aprovecho el fin de semana para familiarizarme y disfrutar de la naturaleza,” contestó con simpleza.
“Qué bueno que lo hagas, esta zona siempre nos ha servido para librarnos de tensión y es un buen pasatiempo ir a caminar.”
“No se compara con su servicio a la comunidad de ayudar a un templo,” el peliblanco regresó su mirada a la miko. “Ah, mil disculpas, no me he presentado ante ti. Yo soy Komaeda, mucho gusto.”
“Reimu Hakurei,” ella asintió. “¿Komaeda es tu nombre o apellido?”
“Una pregunta interesante. Es mi apellido, pero todos me llaman así…”
“Vaya,” Tomo se encogió de hombros. “No debes tener amigos.”
“Tomo…” Roxas le miró con reproche.
“¡Koma-chan!” Osaka salió del templo trayendo un cooler con las bebidas que habían llevado, y se emocionó al reconocer a su amigo más reciente. “¡Qué milagro tenerte por aquí! ¡Y qué alegría~!”
“Es un gusto verte también, Osaka,” le contestó, sonriente. “He venido a ayudarles a limpiar, ¿les parece bien?”
“¡Perfecto por mí! ¡Será muy divertido!”
Con la adición del nuevo ayudante, el grupo pudo realizar la limpieza con mayor rapidez. Komaeda probó sus palabras y demostró ser muy bueno con la labor, y luego de dar sugerencias sobre cómo agilizar la faena, se pasó ayudando en lo que podía y tratando de enseñar a una despistada Osaka cómo barrer más eficientemente, algo que ella intentaba obstinadamente hacer.
El atardecer llegó y todos pudieron limpiar el patio principal y dejar el sendero al templo bastante presentable. La ausencia de luz por el ocaso comunicó a todos que era momento de recoger sus utensilios y terminar. Osaka recordó a todos que todavía tenían los postres y bebidas refrescantes que compartir, pero cuando iban a regresar al templo, Komaeda dio un paso hacia atrás.
"Lo lamento, pero se me hace tarde," dijo él, sonriendo apenado. "Debo irme."
"¿Seguro?" Roxas se confundió. "Pero nos has ayudado mucho. Te mereces una buena merienda."
"Es muy amable de tu parte, pero estoy bien, además..." Él miró hacia el camino que llevaba a las escaleras. "El ocaso está en marcha. Quiero verlo de regreso, y también pasar el área oscura del bosque antes de que oscurezca."
"Eres raro por negarte a comida gratis," Tomo le miró como bicho raro.
"Hm, no, hay mucha gente que lo haría," Reimu sonrió con un gesto maduro. "Pero asumo que sí sería raro para ti, Tomo."
"¡Deja de agarrártela conmigo!"
"Realmente muchas gracias por tu ayuda," Cho dio una pequeña reverencia. "Hiciste una gran diferencia hoy."
"Ah, me alegra," Komaeda asintió. Él se dirigió a Reimu. "Y gracias por el talisman de fortuna."
"Sí, pues..." ella desvió su mirada, incómoda. "Normalmente cobro por ellos pero tu trabajo hoy lo pagó..."
"Haha, prometo regresar y traer una donación. Hoy salí muy ligero a caminar, lamentablemente."
"Oh, pero no puedes irte sin al menos llevarte algún refresco," Osaka negó como madre preocupada.
"Ehm, estoy bien, en verdad."
"¿Quieres ramune? Tenemos varios."
"Ehh..."
"¡Ya, ahora vuelvo!" Osaka corrió rápidamente al templo en busca de la gaseosa, y dejó al peliblanco incómodo.
“No te sientas mal, es difícil negarle,” le dijo Roxas.
“Eso puedo ver. Y me alegra su consideración, a pesar de no sentir que lo merezco.”
“No seas tan duro contigo mismo…”
“¡Oh, cierto!” Reimu pudo oír un muy leve silbido desde adentro. “Dejé el agua a calentarse, ahora tengo que preparar el té. Con permiso y espero que nos veamos pronto, Komaeda.”
“Iré a ayudarte, Reimu,” dijo Cho. Ella se dirigió al visitante. “Eh, buenas noches.”
“Igualmente, cuídense,” él asintió.
La despedida fue breve y Cho siguió a Reimu dentro de la casa. En medio camino, se encontraron con una apurada Osaka que corría con un ramune y un pequeño queque en sus manos, y oyeron el silbido del agua hirviendo más fuerte. La peliceleste se extrañó al notar que Tomo también les siguió ya que ella prefería escaparse de obligaciones lo más posible, pero no le dio mucha atención.
Fue recién cuando Reimu apagó el fuego y comenzó a verter el agua a la tetera con la infusión que Tomo se expresó.
“Oye Cho, ¿te puedo hacer una pregunta?” dijo esta.
“Eh, sí,” la dirigida le miró confundida. El tono de su amiga sonaba casi inquisitorio.
“¿Cuántas veces has venido aquí a ayudar con la limpieza o de visita?”
“Pues, muchas veces, aunque era más frecuente hace unos años…”
“¿Y en cuántas de esas te topaste con un conocido o semi-conocido justo en esta área?”
“…” Cho se quedó en blanco y su silencio hizo el punto de Tomo.
“Tú también lo crees, ¿no es así? Este peliblanco es raro y nos está stalkeando.”
“Ehh, pues…” Cho sintió que no podía decir mucho luego de toda la ayuda que él les había dado, además de que este mismo se había acosado del mismo delito con tanto remordimiento…
“Ah, eres muy amable, obvio que al menos hay algo raro aquí.”
“Sabía que eras del tipo desconfiado y pronta a juzgar detrás de espaldas~” canturreó Reimu mientras sacaba tazas y platos limpios de una repisa.
“¡Oye!” reclamó Tomo.
“Pero en verdad estoy de acuerdo contigo. Le pregunté a Komaeda cómo se conocieron, y cuando dijo que era por Roxas, le pregunté a él también por separado,” Reimu dejó su labor para mirar a las otras dos fijamente. “Puedo creer un poco en el ‘destino’ o ‘coincidencias’ o como quieras llamarle, pero hay algo raro aquí. Y por más amable que sea el chico, tiene un no se qué en su aura.”
“¿Aura?” preguntó Cho.
“No es fácil explicar.”
“Seguro sólo te luces como sacerdotisa con esas palabras.”
“Ahh, un alma pobre y mundana como tú no entendería~”
“¡No te creas la gran cosa!”
“Pero… por más que aquel chico pueda andar escondiendo algo, no necesariamente puede ser un gran problema. Sólo… presta atención,” Reimu sonrió un poco y asintió a Cho para declarar su mensaje. “Por favor, ayúdenme a poner la mesa.”
“Pues bien que hayas visto lo mismo que yo, pero creo que le estás dando poca importancia,” Tomo alzó una ceja.
“Por un lado, no hay mucho punto a estresarse por algo que no puede ser atendido ahora, y siendo sincera, por otro, tampoco parece envolverme directamente,” dijo Reimu, sonriendo con simpleza. “Lo único que espero de ese chico es que cumpla con su promesa de regresar y hacer una donación. Este templo necesita de más fondos.”
“¡Ajá, eres una interesada por dinero! ¡Debí haberlo imaginado!” exclamó Tomo, apuntándole. “¡Y luego tú me criticas a mí!”
“El dinero no es para mí, Tomo, y tengo buenas intenciones,” Reimu no le prestó atención y llevó las vajillas a la mesa.
“¡No te creo!” Tomo le siguió.
Mientras, Cho se quedó meditativa. Al no ser la única que había encontrado el encuentro bizarro, tenía más dudas al respecto. ¿Qué significaba la presencia de aquel raro peliblanco? ¿Qué podría querer? ¿Y por qué habría optado ayudarles toda una tarde con la pesada faena de limpiar el templo si es que tenía raras intenciones? Sintió unos extraños escalofríos, pero optó por oír el consejo de Reimu. No había punto de pensar en ello, ya que no era su debido momento.
Llevó las tazas en una bandeja y ayudó a colocar todo en su sitio mientras Reimu fue por el té y el azúcar, para entonces esperar a Roxas y Osaka.
El momento de atender el asunto no tardaría en llegar.