Another saturday event... when will I learn...? (...)Vengo con una parte de un fic. Muchas gracias a Sayi por los icons~
31.1.
Después de aquel accidentado paseo a Rizembool, siguió un día más tranquilo, aunque ocupado para Cho. Ella se mantuvo alejada de su hermano al todavía dar vueltas al asunto, y se concentró en entrenar con su arma para poder maniobrarla mejor. Se estaría quedando en la casa HiME esos días con la intención de entrenar en lo posible, pese a que sentía que estaba muy lejos de mejorarse a sí misma considerablemente.
Y llegó el sábado en la mañana. Era el día en el cual iba a haber un evento de donación de sangre en un parque de la ciudad. Cho se encontró con las chicas apuntadas al evento en la salida de Hanasaki y tomaron el bus juntas hacia dicho lugar. Fueron un poco temprano para detenerse a desayunar en un restaurante cerca, tal y como había sido prometido para algunas invitadas. Con ello fuera del camino, las chicas caminaban entre las calles de la ciudad cercanas al parque.
“Muchas gracias por el desayuno,” dijo Reimu, gustosa.
“Sí, gracias chicas,” Marisa sonrió ampliamente.
“De nada,” Hotaru asintió. “Más bien les agradezco por apuntarse a esta noble causa.”
“Sí, sí, pero había esperado comer una torre de panqueques en ese diner,” Tomo hizo un puchero. “Toda esa familia con sobrepeso sentada a nuestro costado sí se dieron muchos gustos.”
“Tomo-chan, no olvides que Hotaru-chan nos dijo explícitamente que antes de donar sangre no se debe comer nada alto en grasas,” le recordó Osaka, levantando su índice.
“Sí, es importante…” la pelinegra sonrió incómoda. “Pero podemos comer algo que te guste más para el almuerzo.”
“Oh, no te preocupes por la pagana~” Reimu sonrió con gracia.
“¡Tú cállate, miko glorificada!”
“Hehe, yo también me siento muy pagana así que quiero algo subido de grasas para más tarde,” confesó Marisa, de buenos ánimos. Tomo le miró con incomprensión por seguirle el juego a la otra, pero al menos estaba de su lado.
“Está bien, mientras tengamos un delicioso almuerzo en compañía, no importa qué comamos,” opinó Osaka. “Y estoy muy feliz de estar saliendo con Hotaru-chan para variar.”
“Yo también lo estoy,” la petite del grupo sonrió con modestia. Se inició una conversación para definir a dónde podrían ir más tarde con diversas sugerencias.
“…” Cho miraba al grupo frente a ella y dio un suspiro. Estaba acostumbrada a decir poco y escuchar, pero en verdad no tenía muchas ganas de estar ahí, aunque quedarse en la mansión HiME y seguir dándole vueltas al lío con su hermano sería menos saludable. Esperaba llegar pronto al lugar ya que las áreas verdes siempre probaban despejar sus pensamientos.
“Ehm… Cho…”
“¿Hm?” se despertó al oír su nombre y vio a Youmu caminando a su costado. La kendoka le miraba de reojo con cierta incomodidad. Ella parecía haber querido decirle algo desde hace un rato por su expresión. “Oh, Youmu. Perdón, estoy un poco distraída…”
“Lo imagino…” la peliblanca miró hacia las demás. “Tu prima nos comentó sobre la discusión que tuviste con tu hermano. Por ello te había llevado un maletín con artículos personales en la mañana…”
“Sí, me estoy quedando en la casa HiME de momento. Era algo que pensaba hacer de todos modos. Tengo mucho que practicar.”
“…” asintió. “Aun así. Tu hermano es tu key. Entiendo que será incómodo para ti envolverle, pero tampoco mantengas mucha distancia de él…” ella bajó su mirada con inquietud y frustración, y no continuó con el tema.
“…” Cho sonrió. Podía comprender bien lo que intentaba decirle al ser similar a ella en tener dificultades expresándose. “Lo sé bien. Gracias, pero no tienes que preocuparte por mí.”
“Tampoco te descuides. Sé que fuiste HiME en el pasado, pero, aun así.”
“Sí, lo mismo va para ti.”
“…” Youmu se cruzó de brazos con una expresión extrañada. “Yuyuko-sama me obligó a venir a este evento ni bien se enteró. No es algo que me sorprenda, conociéndole, pero no sé si se puede considerar una donación de sangre como un evento social y necesario para mí.”
“Ehh…” Cho se frustró. “No es precisamente… común una salida así, aunque sigue siendo un paseo en grupo y con amigos…”
“Este paseo es definitivamente raro…” Tomo terminó oyéndolas ya que las otras chicas terminaron por ponerse de acuerdo en un restaurante y bajaron el volumen de la conversación. “Y sí, no es social. O sea, sé que tampoco lo eres si es que andas preguntando cosas así…”
“…” Youmu le miró fijamente.
“Ehh, las salidas entre amigos pueden variar enormemente,” explicó Reimu, con un dejo un tanto frustrado por la actitud de la conflictiva del grupo. “No se puede dictar si algo es convencional o no ya que varía mucho, así que no te sientas mal por lo que esta de acá dice.”
“Es muy cierto lo de los tipos de paseos,” agregó Marisa. “Por algo está esa película de terror con un grupo de amigos que mataron a una persona y ocultaron su cadáver, hehe.”
“…” Youmu entrecerró sus ojos. “Siento que se están burlando de mí.”
“Youmu-chan, lo importante es que estemos todas juntas y nos conozcamos mejor,” Osaka asintió. “Además es por una buena causa. No lo pienses demasiado.”
“Pienso lo mismo,” Cho asintió.
“En fin…” Tomo se encogió de hombros. “Las HiMEs que he conocido siempre han sido muy quirky y socially-awkward, así que tiene sentido que estemos aquí.”
“¿Sabes? Para andar criticando tanto a las HiMEs, me parece muy extraño que resientas nunca haber sido una,” Reimu se encogió de hombros y sonrió con ironía. “Así que no te quejes por no serlo, por algo siempre eres excluida~”
“¡C-cállate!” Tomo se amargó y las demás encontraron el comentario de la miko humorístico.
Esa conversación les llevó el inicio del parque luego de cruzar una de las avenidas que lo delimitaba. El lugar era más grande de lo que habían esperado, con árboles muy altos y frondosos, varios senderos, diversas piletas y atractivos, y una buena cantidad de gente espaciada en el gran terreno. Lo primero que las chicas observaron fue que el evento al cual se dirigían no era el único ocurriendo, ya que había varios simultáneos. Había una clase de tai-chi para mayores de edad, una enorme feria naturista, una exhibición de obras de arte de artistas de la zona, y seguramente verían más conforme avanzaran por el sendero en el cual estaban.
“Hm, bonito parque,” Marisa asintió al darle el visto bueno. “Sería ideal venir en un día de semana, así se puede correr y trepar árboles libremente.”
“Claro, ni bien terminemos toda mi lista de reparaciones del templo con gusto te dejaré,” Reimu sonrió.
“Uhh, entonces puede que nunca ocurra…” la rubia dejó caer su torso hacia delante, desanimada.
“¿Tienes alguna dirección sobre dónde se encuentra la colecta?” preguntó Youmu a Hotaru.
“N-no en verdad…” ella negó, incómoda. “Sé que es aquí, pero no pensé que encontrarlo sería tan complicado.”
“Está bien, just keep swimming~” Osaka sonrió. “Lo veremos eventualmente…”
Caminaron a través del parque mirando de un lado al otro. Había varios grupos de personas que se cruzaban con frecuencia o pasaban a sus costados. Cho observó a unos niños jugando Pokemon GO, varias personas sacando a pasear a sus mascotas, y unos padres de familia caminando junto con sus hijos pequeños, quienes patinaban o montaban triciclos, o eran llevados de la mano. Pese a la cantidad de personas, se le hacía un lugar muy acogedor, y los árboles encima de ella en más de una ocasión le robaban su atención. Sentía que podía respirar profundamente y ese ambiente le estaba despejando sus más recientes preocupaciones al menos un poco.
Habían avanzado una cantidad considerable de tiempo hasta que vieron a un chico más adelante repartiendo volantes a los transeúntes. Hotaru se acercó rápidamente al reconocer el emblema de la cruz roja en los volantes que traía.
“¡Donación de sangre!” anunció ese chico con una sonrisa y muchas energías. Era un chico un poco mayor que las chicas provenientes de Hanasaki, aunque poseía un aura muy amena y un tanto infantil. Tenía cabellos negros atados en una cola de caballo que llegaba a sus caderas. Él ofreció volantes a una pareja que paseaba por el parque, quienes tomaron dicha propaganda por cortesía y siguieron caminando.
“Ehh, disculpe…” Hotaru se le dirigió con algo de reserva.
“¡Oh, hola!” y el mayor le sonrió ampliamente con toda disposición de ayudarle. “¿Estás interesada en la donación de sangre?”
“S-sí,” desvió su mirada. “Sólo que no sé dónde es el lugar…”
“Está bien, te puedo llevar ahí,” asintió con energías y miró a las demás. “Ohh, ¿acaso todas están aquí por lo mismo?”
“Eh, supongo…” Tomo se encogió de hombros. “Será peer pressure o algo así…”
“Haha, me parece bien, su ayuda es muy apreciada. Síganme.”
“Muchas gracias,” dijo Osaka, animada. Así, todas siguieron al chico, quien con toda naturalidad se integró al grupo y las acompañó al mismo nivel.
“Debo decir que he visto bastantes personas de nuestra edad donar sangre,” lo comentó como un dato curioso. “Nunca pensé que sería un evento tan popular.”
“Sí ha tenido propaganda en universidades, si bien tengo entendido. Al menos en la nuestra sí,” comentó Hotaru. “Es por eso que venimos.”
“Ohh, ya veo,” sonrió. “¿Y dónde estudian?”
“Somos de Hanasaki,” respondió Reimu.
“¡Ahh, qué genial!” el chico se animó. “Haha, es un gusto conocer a chicas de esa universidad. Qué pequeño es el mundo.”
“¿Eh?” Cho ladeó su cabeza, confundida. “¿Cómo así?”
“Yo estudio en Rizembool U, así que he oído bastante de Hanasaki,” le contestó alegremente y formando una v con sus dedos. Si bien la mayoría tomó el dato con toda naturalidad, Youmu se tensó, tal y como sus amigas lo esperaron. “Sé que son instituciones rivales y casi como dos mundos distintos.”
“Oh, sin duda alguna,” Marisa asintió. “No he ido a conocer tu universidad, pero en mis tiempos de HiME me escabullí varias veces en Rizembool High.”
“¡¿En serio?!” Osaka se emocionó y sus ojos brillaron. “¡Chócala!”
“¡Yay!” las dos chocaron manos.
“Con razón me caes tan bien,” Tomo sonrió.
“¿HiMEs?” el pelinegro se impresionó. “¿Ustedes dos fueron HiMEs en el pasado?”
“¡Sí!” dijo Osaka, entusiasmada. “Ahh, fue tan divertido. Those were the days~”
“Wow, quisiera que me contaran todos los detalles. Y sí se oye muy divertido. Haha, seguro que ser un Rebel también lo será.”
“…” Youmu se sobresaltó ligeramente.
“T-tranquila,” le susurró Cho. “No lo está diciendo con seriedad…”
“Ahh, pero, ¿dónde están mis modales?” el chico negó y sonrió para apuntarse a sí mismo. “Mi nombre es Namazuo Toushirou. Es un gusto conocerles.”
“¿Toushirou…?” Youmu susurró aquel nombre para sí misma mientras veía a las demás presentarse ante el chico. Ella frunció el ceño.
“Youmu…” la miko le agarró de un hombro con paciencia para que se despertara y se presentara.
“Eh…” la HiME se sintió desubicada, pero sólo le quedó dar un pesado suspiro y cumplir con ese protocolo social. “Mi nombre es Youmu Konpaku.”
“Oh, he oído de ti,” Namazuo sonrió. “Eres una campeona en kendo con un reconocido linaje. Yo también vengo de una familia como la tuya.”
“Lo sé, he oído sobre ustedes…”
“¡Ah, me siento halagado!” el chico se animó.
“…” pero Youmu no olvidaba la mención sobre Rizembool. “¿Ustedes tienen alguna afiliación con Rizembool?”
“¿Eh?” esa repentina pregunta confundió al chico, al no entender aquella actitud de la chica, pero no le rindió mucha importancia. “Hm, no realmente. Varios de mis hermanos estudian conmigo en mi universidad. Tengo un pariente que trabaja ahí, pero no debe ser nada relacionado a los Rebels.”
“Hm…”
“Vamos, Youmu,” Marisa le miró con cierto reproche. “No te pongas así cada vez que alguien menciona a esa institución.”
“Está bien,” Namazuo sacudió sus palmas. “Entiendo esa aprehensión ya que son parte de un grupo de HiMEs. Pero, si se ponen a pensar, yo soy quien debería correr por su vida.”
“Haha, exacto,” la rubia asintió, entretenida.
“Ehh, n-no es que le vayamos a poner en peligro…” Hotaru se alarmó por el comentario.
“Haha, perdón, lo decía en broma,” él se detuvo frente a la estación de la cruz roja. Ahí, se observaron varios portables que funcionaban como las salas de espera, consultorios y almacenes. Aledaño al puesto había una pequeña posta médica que estaba ofreciendo vacunas gratuitas y consultas al paso. Era un lugar un tanto oculto porque no muy lejos había una pequeña feria de juegos infantiles que se llevaba la mayoría de la atención. “Ya llegamos. Acérquense a ese kiosco para inscribirse y ahí les darán las indicaciones.”
“Muchas gracias,” Reimu asintió.
“De nada. Avísenme en caso que necesiten algo más,” el chico asintió y partió camino. Él fue a ofrecer volantes a personas en la feria mientras las chicas fueron a la fila de donantes.
La fila que tenían que esperar avanzaba rápido ya que los interesados en donar sólo estaban recibiendo una forma para llenar con sus datos, pero detectaron que la sala portable a un costado era una sala de espera, por lo cual no sería un proceso tan simple. Tomo se mostró impaciente, pero intentó animarse con la idea de que no veía a muchas personas.
Vieron a la persona antes de ellas retirarse, así que se acercaron a los jóvenes que atendían en la recepción. Ellos se notaban animados y muy activos, pero un tanto perdidos y daban la impresión de ser nuevos en aquel evento.
“Oh, hola, buenos días a todos,” dijo una chica con una sonrisa. “Gracias por venir a apoyar el evento. Son siete, ¿cierto?”
“Sí,” Osaka sonrió. Ella empezó a buscar dentro de su bolso. “Ehh, ¿necesitan nuestros IDs? Un momento…”
“No es necesario, sólo tienen que llenar las formas que les vamos a dar,” explicó un chico, quien se encontraba armando unos clipboards con la hoja de aplicación y lapiceros. “Van a llevar estas formas a la sala de espera hacia su derecha y cuando los llenen, esperan a que les llamen para una breve evaluación.”
“Entendido,” Marisa sonrió. Ellos se vieron interrumpidos porque otro ayudante entró al puesto para sacar unas cajas.
“Vaya, no pensé que tendría que repartir tantos refrescos complementarios,” el chico sonrió un tanto impresionado. Él llamó la atención ya que estaba usando una polera holgada con el emblema de Rizembool U. Todas las chicas de Hanasaki miraron hacia Youmu, quien estaba incómoda y sorprendida.
“E-esperen…” la peliblanca sintió un tic en la ceja. “¿Esta donación de sangre está organizada por Rizembool?”
“Ah, no en verdad,” el tercer chico le contestó con toda normalidad. “Hay algunos estudiantes de nuestra universidad porque nuestro asesor es un doctor que nos consiguió la oportunidad de ayudar como voluntarios. Yo espero desarrollarme como un doctor a futuro.”
“Yo también,” la chica asintió.
“Yo voy a ser un terapista ocupacional, y como tal tengo que envolverme más con las personas,” dijo el otro chico, quien les entregó las formas en los clipboards. “Aquí tienen.”
“Muchas gracias,” Hotaru sonrió maravillada. “Esto es fantástico. Yo pienso ser una doctora a futuro al igual que ustedes.”
“¡Oh, qué alegría!” la chica le extendió una palma, y Hotaru le reciprocó un choque de manos con cierta torpeza y sonriendo tímidamente.
“¿Lo ves?” Reimu miró a Youmu. “Todos aquí están cometidos a ayudar y no hay segundas intenciones de nada. Tranquilízate.”
“Está bien…” la HiME dio un pesado suspiro.
“Pues me alegro por quienes quieren estar aquí, y tiene sentido que futuros profesionales médicos ayuden, pero…” Tomo desvió su mirada. “Por más que ese chico ruidoso repartidor de volantes me haya caído bien, espero que nunca me toque como doctor.”
“Haha, qué mala,” Marisa rió un poco. Las chicas vieron a los ayudantes de Rizembool también reírse con cierta incomodidad.
“Hehe, eh no se preocupen por él… no es que vaya a ser doctor…” dijo la chica.
Entonces, una persona llegó donde el grupo y los ayudantes de inmediato le dirigieron toda su atención. Las chicas de Hanasaki notaron que era un joven un poco menor que ellas y de baja estatura, pero vestía con una bata de laboratorio y poseía un aura de seriedad y autoridad a pesar de sonreír tranquilamente.
“Hola doctor, ¿qué le trae por aquí?” preguntó uno de los chicos.
“No es nada, sólo pasaba para revisar cómo les iba,” Yagen les dio el visto bueno con su mirada. “Ciertamente, sabía que podía contar con ustedes para este puesto. Buen trabajo.”
“Muchas gracias,” la chica se animó.
“Sin embargo, tienen que agilizar su atención. No es por ser descortés, pero la cantidad de donantes sólo continúa incrementando por la hora.”
“Ah, cierto,” el chico que cargaba las cajas decidió apurarse. “Me tengo que ir. Nos vemos adentro, chicas.”
“Eh, sentimos retener la fila,” Reimu sonrió incómoda.
“Descuiden. Más bien, lamento las incomodidades,” dijo el doctor.
“Gracias nuevamente por participar en la donación,” se despidió el chico del counter. “Al terminar, no olviden de pedir sus refrescos.”
Las chicas de Hanasaki salieron de la fila e iban a dirigirse hacia la sala de espera, pero Hotaru se detuvo un momento y se dirigió a aquel doctor antes que él continuara con su ronda.
“Eh, disculpe…”
“¿Hm?” Yagen se giró para dirigírsele. “¿Se le ofrece algo?”
“P-perdón, sólo que oí a aquel chico llamarle doctor,” Hotaru bajó su mirada. “Y que tenían un doctor asesor…”
“Sí, soy el doctor asesor de aquellos estudiantes,” le sonrió cordialmente.
“Ohh…” la pequeña se impresionó.
“Wow, ¿un doctor?” Osaka sonrió ampliamente. “Debes ser muy inteligente.”
“No, no es la gran cosa.”
“Sí lo es,” dijo Marisa. “Eres de ese tipo de persona que hace a uno preguntarse qué ha hecho con su vida, haha.”
“Bueno, no todos. Yo soy una miko muy hábil y espiritual,” Reimu sonrió con autosuficiencia. “Aunque entiendo por qué una freeloader y una amarga wanna-be-HiME lo pensarían.”
“¡Oye!” le reclamaron Marisa y Tomo a la vez.
“Ehh, disculpe por interrumpirle,” dijo Cho, incómoda. “Seguramente tiene muchas cosas que atender.”
“No precisamente, estoy de supervisor y no necesitan mucha ayuda en la posta médica,” él les sonrió con cortesía. “Si tienen alguna pregunta sobre el procedimiento de la donación, siéntanse libres de preguntarme.”
“Hm, creo que Hotaru-chan nos lo explicó bien antes de llegar…” Osaka se puso a pensar.
“Yo tengo una pregunta,” Tomo frunció el ceño. “¿Cuánto tiempo toma?”
“Con la evaluación de sangre y la consulta médica antes de la donación…” él miró hacia la sala de futuros donantes. “Y considerando a las personas esperando, no tomará más de una hora y media.”
“What?!” Tomo se escandalizó. “¡N-nadie me dijo que tomaría tanto!”
“P-pues, sigue siendo rápido para todo lo que envuelve…” Hotaru desvió su mirada.
“Ugh, aun así…” negó impaciente.
“Comprendo que puede resultar largo e incómodo, y es justamente por ello que aprecio la voluntad de ayudar a otras personas,” Yagen sonrió. “Por más que uno pueda encontrarse inconforme, la dedicación de venir es lo que importa, y de parte de todos aquí estoy agradecido por la presencia de ustedes.”
“Ehh…” Tomo frunció el ceño. Aquella apreciación del doctor le había dejado sin palabras y se resignó a seguir con la donación por más aburrida que fuera a ser. Sólo tendría que recordarse el almuerzo que tendría más tarde.
“Hehe, sólo estamos de pasada, ustedes son los que merecen más apreciación,” dijo Marisa.
“Deberíamos irnos…” Youmu miró hacia la sala de espera. “Más gente está viniendo.”
“Sí, eh, con permiso, doctor,” Cho asintió.
“Adelante.”
El grupo de Hanasaki caminó hacia el ambiente donde les tocaba esperar, pero no avanzaron muchos pasos ya que tanto ellas como todos los presentes alrededor oyeron al chico repartidor de volantes promocionar la donación de sangre a un grupo que salía de la feria aledaña a todo volumen y con ademanes. Fue evidente que lo hacía en modo de diversión y para llamar la atención, aunque tal vez le estaba funcionando demasiado. La mayoría que le miraba se rió y volvió a ignorarle, como las chicas quienes fueron a la sala antes de quedarse más atrás.
“…” pero Yagen se impacientó y fue donde él. Al darle el alcance, le agarró del cuello de su camisa y lo arrastró consigo sin piedad.
“Eh, eh…” Namazuo se dejó ser arrastrado con torpeza y haciendo un esfuerzo en no perder el balance. Él fue conducido fuera del ojo de los demás hacia un espacio entre los portables instalados, donde sabía que le esperaba una llamada de atención. Desde el kiosco, los estudiantes de Rizembool les miraron con sonrisas incómodas ya que a esas alturas aquella vista les era demasiado familiar.
Ni bien los dos llegaron a aquel ambiente más privado, Yagen le soltó con brusquedad y miró al otro frente a él de soslayo.
“¿Qué tonterías te encuentras haciendo, Namazuo? ¿Nos quieres causar problemas?”
“Ehh… ¿me pasé?” el mayor sonrió incómodo. “Sólo saludaba a la gente de la feria. Ahí tienen muchas cosas divertidas que hacer, así que sólo competía un poco para llamar la atención.”
“Tus palabras no tienen sentido. Insinúas que este evento se compara a una feria.”
“Vamos, tú sabes a lo que me refiero.”
“Si tanto prefieres divertirte, entonces te relevo de tu puesto. Sólo quédate jugando en la feria y nos vemos cuando termine con mis obligaciones. ¿Has entendido?”
“No puedo hacer eso,” Namazuo le dio un saludo militar con un dejo de diversión y broma. “Le prometí a Ichi-nii que te ayudaría en esta actividad como fuera posible. Es un poco injusto que siempre andes ocupado con trabajos en Rizembool y que en tu día libre te ofrezcas a participar en un voluntariado con tus estudiantes asignados. Ya te echamos de menos en casa.”
“…” Yagen dio un suspiro y calmó sus nervios. “Entiendo el punto. Supongo les debo un poco más de mi tiempo. Sin embargo, ello no es excusa para que actúes de manera irreverente.”
“Pero no actué así.”
“Hm, será porque lo consideras normal. Siempre eres irreverente ante todo.”
“Uhh, oye. Yo creo que eres tú quien lo toma todo con mucha seriedad.”
“Además el grupo al que te dirigías estaba en su mayoría conformado por niños.”
“¿Cuál es el problema?” Namazuo sonrió. “Los niños son muy adorables y activos y bastante saludables. Les viene bien recolectar sangre fresca, ¿no?”
“Debes estar bromeando…” Yagen entrecerró sus ojos y llevó su mano derecha detrás de su espalda dentro de su bata de laboratorio, como quien agarraba algo oculto en su persona. Aquella acción puso a Namazuo con los nervios de punta, quien se inclinó hacia atrás con una sonrisa nerviosa.
“Eh…” sabía muy bien que el otro, por más que fuera un doctor y científico, siempre traía su daga consigo a todos lados y, por la familiaridad que tenían entre ellos, no se reservaba a amenazarle con la misma cuando le colmaba la paciencia. Felizmente, no notaba el interés en el otro de desenvainar su arma.
“Uno debe tener al menos diecisiete años de edad para donar sangre. Invitar a niños a hacerlo podría considerarse un crimen y negligencia médica. Fuimos sobre todos los detalles del evento ayer en la noche y lo dejé perfectamente claro. ¿Por qué te encuentras actuando de esta forma?”
“Ehh, okay…” Namazuo extendió sus palmas, sonriendo. “Ya me estás asustando, hermanito…”
“Sólo intenta actuar más responsablemente. La medicina no se presta para bromas, necesitas entenderlo bien,” el doctor soltó el mango de su daga y recuperó su compostura, aunque con cierto cansancio. “No pretendo actuar de manera irracional,” desvió su mirada. “Ando con bastante estrés últimamente.”
“Lo entiendo,” el mayor le sonrió con comprensión. “Sé que andas ocupado. No me sorprendería que Tsurumaru te ande haciendo la vida imposible como siempre. Haha, él nunca va a cambiar.”
“…” le miró con reproche.
“Por eso estoy aquí. No hay mucho que pueda hacer por mi hermanito con doctorado, pero al menos te ofreceré ayuda en momentos como este. Sé que Ichi-nii hubiera venido también de no ser porque tiene mucho en su agenda.”
“Lo aprecio, pero no necesito que mis hermanos me anden supervisando…” dio un suspiro.
“Haha, es completamente normal. Para eso están los hermanos, ¿no es así? Además, me gusta ayudar a las personas y este tipo de eventos sociales es divertido. Siento que ando aprendiendo mucho, como que los niños no donan sangre.”
“…” Yagen le miró con cansancio. “Nunca vas a cambiar. Por algo te envié a que repartieras volantes.”
“Ehh…”
“Regresa a desempeñarte. Iré a ver si necesitan mi ayuda en la posta médica.”
“O-kay~” Namazuo volvió a hacer el saludo militar, pero en vez de ir de regreso hacia fuera, fue en dirección contraria hacia otros portables.
“¿A dónde vas?”
“Voy a revisar cómo anda nuestro hermano,” el mayor sonrió. “Mi sexto sentido me dice que le dé una visita.”
“Ah…” y para variar, Yagen sonrió un poco. “Gracias, te lo encargo.”
Los dos fueron en direcciones opuestas. Namazuo caminó a largas zancadas y con una sonrisa distraída mientras miraba a los portables instalados a su alrededor con curiosidad. Él sin duda era uno de los animados y optimistas a donde sea que fuera e inspiraba familiaridad en otras personas, a diferencia de algunos de sus hermanos.
Se detuvo en uno de los portables con la función de almacenes, el cual tenía la puerta abierta, aunque todas las ventanas cerradas con los cobertores de metal. Ese ambiente estaba cubierto de tinieblas y transmitía un aura tétrica y misteriosa… una que Namazuo consideraba particularmente querida y cercana.
“¡Honebami!” Namazuo entró a la penumbra buscando a una persona que sabía que se encontraba ahí. La luz entrante de la puerta le permitió ver la silueta de otro chico de su misma estatura, pero de cabellos blancos y cortos que le llegaban al mentón. Él se encontraba tomando inventario ensimismado pese a la ausencia de luz tanto natural como artificial. El pelinegro caminó al otro, quien terminó de tomar apuntes y le dirigió una inexpresiva mirada.
“…”
“Haciendo tu trabajo con tanta diligencia, como siempre,” sonrió gatunamente. “Pero tan caprichoso como para mantener la luz apagada. Seguro que más de una enfermera ha salido espantada de aquí~”
“…” ladeó su cabeza.
“Supongo no quieres que te prenda la luz, pese a que es lo mejor para tu vista,” le vio negar, a lo cual asintió con energías. “Está bien, está bien. Sólo no me puedo explicar por qué insistes tanto en mantenerte enclaustrado a donde vayas.”
“…es cómodo…” le contestó pausadamente y con simpleza, mostrando una inexpresión y muy tenue curiosidad en sus ojos características en él. “¿Qué te trae por aquí, Namazuo?”
“Somos los mellizos denpa, ¿no es así? Tenemos un cierto sexto sentido~” el pelinegro tocó su ahoge con un dedo. “Mi antena me transmitió que posiblemente necesitabas mi ayuda. Además, hace un día hermoso afuera y me sabe mal que te encuentres aquí perdiéndolo.”
“…” Honebami regresó su atención al inventario que llevaba.
“V-vamos, no te aísles así. A nuestros hermanos les gustaría que seas abierto con otros. Y te sorprenderías si hablaras con otras personas en tu entorno. Hay todo tipo de donantes afuera, incluso conocí a unas chicas de Hanasaki.”
“…no deberías distraerte de tu misión,” el peliblanco volvió a tomar notas. “Yagen se molestará contigo.”
“No hay nada de malo en conocer a otras personas, y mientras me porte bien no debo preocuparme de nuestro hermanito,” sonrió ampliamente. “Te toca reabastecer a las enfermeras con instrumentos o algo así, ¿cierto?”
“…” asintió mientras continuaba con el inventario. “Terminé con una ronda hace diez minutos. Según mis cálculos, no necesitarán más dentro de otra hora… es difícil predecir la demanda y densidad de donantes y pacientes, pero asumo un alza considerando la hora… puede que necesite realizar una inspección en treinta minutos en caso que requiera reajustar mis expectativas…”
“O-okay Honebami, no te lo tomes con tanta seriedad,” Namazuo sonrió con leve nerviosismo. “Eres demasiado eficiente…”
“¿Hm?” le miró fijamente. “…lo dices como si estuviera mal…”
“N-no precisamente. Al menos nuestro hermanito debería remunerarte por toda la ayuda que le das.”
“Eso no es necesario…” continuó con sus notas.
“Hasta esto del inventario se debe realizar entre todos y al final del día, ¿cierto?” le sonrió. “Me puedes ayudar a repartir volantes para despejarte.”
“…no…” por primera vez, Honebami mostró expresiones al verse en conflicto. “Ello puede requerir contacto físico con otras personas…”
“Por eso te acompañaré. Sólo tendrás que observarme trabajar. Es un parque, ni bien salgas a la naturaleza, te sentirás mucho mejor~”
“…” negó y terminó por rendirse al ajustar el lapicero en el clipboard y dejarlo a un costado. Él se internó un poco más en la oscuridad a lo cual su mellizo se notó desanimado, pero regresó con dos canastas llenas de dulces redondos de salvavidas con los colores blanco y rojo. “…una enfermera vino y comentó que junto con los volantes se suelen repartir estos dulces… me pidió que los buscara y que los repartiera… lo he preparado, aunque no me considero el mejor repartidor…”
“Hm~ perfecto~” Namazuo sonrió satisfecho y formó una v con sus dedos. Como había esperado, su presentimiento de acudir donde su mellizo mayor estuvo en lo cierto. Él incluso había preparado dos canastas. “Ahora tienes un pedido directo de salir a repartir, ya no tienes excusa.”
“…” le miró, inmutado.
“Se ven ricos, a ver…” intentó tomar un dulce, pero su hermano alejó la canasta y le miró con reproche.
“No son para ti.”
“Ihh, al menos me merezco uno por ayudar, ¿no lo crees?”
“…” lo meditó. “No me considero con la autoridad para definirlo…”
“Vaya, no seas tan formal,” Namazuo negó. Decidió dejar su interés en el dulce, al menos de momento, para sonreír al otro. “Pero ahora que salimos, no pongas un rostro muy serio. Tiendes a inspirar miedo en quienes no te conocen, por algún motivo.”
“…no entiendo eso de ‘poner rostro’…”
“Sí, quizás ese sea el problema. Contigo sólo se pueden leer tus ojos y eso puede ser intimidante para uno. No que a mí me intimides~” le agarró de una muñeca para jalarle hacia fuera. Esa acción de contacto físico con él era algo reservado para pocas personas y sin duda Namazuo aprovechaba su privilegio. Lo mismo iba con su hermano menor. “Vamos hermanito, hora que mires el exterior.”
“Soy categorizado como mayor que tú…”
“Entre mellizos, eso es sólo una formalidad~”
Ellos siguieron con la labor de repartir los volantes y los dulces, con el plan de que Namazuo se encargaría de la mayoría del contacto con otras personas. El día tenía mucho por delante.
Era alrededor de las once de la mañana y el voluntariado de limpieza en la playa cumplía su segunda hora de intenso trabajo. Después de haber limpiado los pocos residuos en la playa, los estudiantes ayudaban a limpiar las múltiples algas en la orilla o en los senderos y pequeños parques frente a dicho lugar. En general, esa zona no había necesitado de gran mantenimiento, por lo cual no les faltaba mucho para terminar.
Yukko terminó de barrer otro grupo de algas que con ciertos nervios introdujo en la bolsa de desechos que traía consigo. El trabajo no era muy pesado en sí, pero por haber estado ahí desde las nueve de la mañana y bajo un intenso sol, ya se sentía extenuada. Tampoco ayudaba que la hora de encuentro en Rizembool para tomar el bus de transporte había sido a las ocho de la mañana en su sagrado sábado. Pero bueno, debía esforzarse al igual que los demás. Al menos luego de terminar al mediodía, les darían dos horas libres para pasearse por esa zona que tenía tiendas y restaurantes llamativos antes de regresar. Eso la mantenía animada.
Caminó hacia otro grupo de algas un poco más alejado de la orilla para recogerlo. En pleno trabajo, miró de regreso a la orilla y vio a Hotarumaru cargar un par de bolsas llenas en su espalda, pero pese a eso se agachó y agarró lo que parecía ser una concha de mar. Él la miró cautivado al extenderla hacia el cielo, y se la guardó en un pequeño saco que tenía atado a su cintura donde probablemente guardaba más. Yukko sonrió al ver a ese niño tan adorable como siempre, y estaba sorprendida por haberle visto trabajar sin parar y con buenos ánimos. Los niños podrían estar llenos de vitalidad, pero también carecían de disciplina para esas cosas. Se sentía extrañamente como una madre orgullosa al verle colaborar.
Terminó con ese sector y caminó hacia la playa al ver que unas algas que habían estado flotando en el mar llegaron a la orilla. Esperó a que una ola se disipara con tal de poder acercarse y recoger ese bulto. Sabía que con el mar expulsando algas no había mucho punto de esforzarse tanto ya que la actividad no duraría mucho más y la naturaleza seguiría con su curso, pero, en fin, seguiría el ejemplo de los demás.
En plena limpieza, levantó su mirada al despiadado sol encima. Llevaba tiempo desde que había ido por una botella de agua y su garganta estaba seca. No sabía si seguir empujándose o finalmente darse un descanso.
“Ahh, qué calor…”
“Me sorprende que Hanasaki-chan trabaje sin descanso,” comentó Mai detrás de ella, quien probó asustarle al haber pasado desapercibida. “Hm, debe ser esta dedicación y amor a la humanidad características de tu especie.”
“M-Mai, no me asustes así, por favor… suficiente con Tsurumaru…” Yukko respiró profundamente. Vio a su rara amiga terminar un helado y cargar una bolsa de basura casi completamente vacía. “Ehh, veo que no has incrementado tu ritmo de trabajo.”
“No nos están pagando ni nos dijeron cuán diligentes debemos ser. Hace calor.”
“A-aun así, los demás se ven activos…”
“Los demás no están en la playa. La mayoría se fugó a los parques con sombras o alamedas con todo tipo de comida chatarra para nutrirse. Pero no quebrantaré tu fe en los humanos.”
“Ehh…” casi sentía que ya lo había hecho.
“En verdad, estos lugares son de alta categoría que cuentan con un buen equipo de limpieza. Seguramente se pasarán por aquí durante la noche en preparación para el domingo, que es el día popular para la playa,” se encogió de hombros, indiferente. “Rizembool sabe cuidar a sus estudiantes, incluso en un voluntariado.”
“B-bueno, no hay que verlo así…”
“Seguro que incluso el hospitalizado hubiera estado bien de quedarse en el parque.”
“No lo sé…” Yukko se mostró preocupada. “Iba a salir con Komaeda y su amiga de Hanasaki, pero creo que todavía no se recupera de la recaída que tuvo. Espero que esté bien.”
“Si es un personaje significante, lo estará,” le restó importancia.
“M-Mai…”
“Pero como Hanasaki-chan, necesitas recordar que hasta el más tranquilo mar es traicionero. Y esta playa no es una bahía, así que ten cuidado con la corriente.”
“Claro, pero estará bien,” Yukko sonrió. “Ya llevo un rato aquí y las olas son pequeñas…” y ni bien lo dijo y miró al mar, vio a una ola al menos tres veces del tamaño que las anteriores. “¡AAHH!”
Corrió hacia la playa, notando que Mai muy oportunamente ya se había movido a más de diez metros de distancia. Se apresuró y felizmente la ola reventó detrás de ella, pero ni bien ocurrió, el movimiento del agua se agilizó y la fuerte corriente de la ola cubrió sus piernas hasta sus rodillas. Yukko fue preparada con sandalias para agua que no se saldrían fácilmente, pero su short y camisa no eran para vacacionar, y por la bolsa de basura y rastrillo que cargaba, sentía que iba a perder el equilibrio.
La ola dejó de avanzar a pocos centímetros de los pies de Mai e inició la contracorriente. Hanasaki-chan intentó caminar fuera del agua, pero la arena bajo sus pies se retiraba y empezaba a hundirse e inclinarse hacia atrás.
“¡A-ayuda!” dijo con torpeza por no poder resistir al mar. Estuvo por caerse hacia atrás, pero justo llegó Hotarumaru y la agarró de una muñeca.
“Yukko…” él le sostuvo firmemente, y sorprendentemente tuvo la suficiente fuerza para mantenerlos a ambos estables sin realizar mayor esfuerzo. La ola caprichosa se retiró del todo y el pequeño esperó a que su amiga desenterrara sus pies para soltarle. “¿Estás bien?”
“Sí, gracias a ti…” Yukko respiró profundamente.
“Fue sólo un poco de corriente, Yukko,” observó Mai, inmutada y acercándose a los dos.
“Uhh, pero me asusté, y no podía balancear todo lo que cargaba…”
“Pudiste haber usado el rastrillo de soporte.”
“Eh…” Hanasaki-chan cayó en cuenta de su falta y se avergonzó. “V-verdad…”
“Está bien, no siempre se anda preparado, no te desanimes,” Hotarumaru le sonrió.
“Pero tú eres extremadamente fuerte,” comentó Yukko, impresionada. “Estás cargando dos bolsas en tu espalda y tu rastrillo y aun así me sostuviste.”
“No es nada, me alegro haberte ayudado. Eso es todo.”
“Aww, qué lindo~”
“En verdad no es nada,” Mai asintió. “La gente con aura de Rizembool te puede sorprender.”
“Mai, no le des poca importancia,” Yukko se confundió. “Sé que nuestro pequeño es capaz de muchas cosas que nosotras no podemos hacer.”
“…” se encogió de hombros. “Mis habilidades son distintas, Yukko.”
“Sí, seguro…” la Hanasakiense dio un suspiro. Sí, estaba convencida que toda la gente a su alrededor era muy genial en distintas formas, y excepción de ella misma.
“Parece que no tenemos más que hacer por aquí,” observó Hotarumaru. “Podemos ir al parque a ver si hay algo con lo que podamos ayudar.”
“Estoy de acuerdo,” Mai desechó el palito de su helado en su bolsa. “Necesito un refrigerio.”
Ellos caminaron alejándose de la orilla camino a las escaleras que les llevaban a la zona de atracciones del mar, la cual estaba unos metros más elevada. Empezaron a pasar entre las sombrillas y asientos reclinables arrimados cuando entonces Hotarumaru se detuvo con la mirada fija hacia arriba.
“¿Sucede algo?” Mai le imitó y vio que el pelicenizo miraba a una niña posicionada en un pequeño balcón a un costado de las escaleras que iban a tomar. Era una peliverde de cabellos cortos con un moño rojo encima de su cabeza y que vestía un vestido negro y ligero. La niña yacía en una silla de ruedas y miraba perdidamente al mar con una sonrisa tranquila. Por la edad que ella parecía tener, Mai dedujo que posiblemente los dos se conocían.
“¿Eh?” Yukko levantó su mirada para ver a la misma pequeña. Ella terminó por dirigirse hacia Hotarumaru y le dedicó una simpática sonrisa, cuando entonces…
“¡Wah!” Tsurumaru saltó desde detrás de una sombrilla para asustar a sus protegidos.
“¡AAHHH!” como siempre, Yukko fue aterrada y terminó cayéndose sentada por la sorpresa. Mai sólo dio un suspiro con leve fastidio por la forma de ser del peliblanco.
“Mo…” y Hotarumaru se recuperó de unos leves escalofríos y miró al mayor con reproche. “¿Por qué nos asustas así…?”
“¡Hahahaha!” el mayor rió con gusto y de manera triunfal. “No te aflijas, Hotaru-bou. Es importante una dosis de sorpresa para la vida,” y agachó y agitó una palma a su Hanasakiense favorita. “Hola Hanasaki-chan. Tan impresionable como siempre.”
“Uhhh…” Yukko se lamentó.
“Vamos, no te quedes ahí,” Tsurumaru le ayudó a levantarse. “Les sorprendí, ¿no?”
“Más me sorprende que andes aquí inmiscuyéndote en una actividad de solidaridad,” comentó Mai, inmutada.
“He venido de paseo. Como deben imaginar, no estoy aquí como voluntario.”
“No me sorprende verte, sólo tu modo de aparición,” Hotarumaru desvió su mirada, pensativo. “…ni bien detecté a Monaca, supe que estabas muy cerca…”
“Precisamente…”
“¿Eh?” Yukko se confundió. “¿De quién hablan?”
“…” Mai volvió a alzar su mirada a aquella niña, y vio que había movido su silla de ruedas hasta la cima de las escaleras, como quien les esperaba.
“¿Oh?” ella tomó la palabra y sonrió cordialmente. “Comprendo que son amigas de Rai-kun, ¿cierto? Es un gusto conocerlas.”
“Eh…” Yukko se le dirigió y no evitó sonreírle. Era sin duda una niña educada y muy adorable. “Ah, ¿serás una amiga de Hotarumaru también?”
“Correcto. Mi nombre es Monaca. ¿Y ustedes?”
“Yo soy Yukko Aioi. Mucho gusto.”
“Llámame Mai,” ella se encogió de hombros, indiferente.
“O-oye Mai, sé un poco más cortés. Es una pequeña…”
“No tengo ánimos de formalidad.”
“Ehh…”
“Está bien,” la niña sonrió gustosamente. “Lo más probable es que no pueda recordar sus nombres dentro de un rato, así que no importa mucho.”
“¿Qué?” Yukko se confundió. Ese comentario había roto un poco la imagen de niña buena y disciplinada que proyectaba a otros.
“Bueno, me alegro que ya se hayan presentado,” Tsurumaru se notó entretenido, mientras que el pelicenizo estaba un tanto frustrado por algún motivo. “Ya que están por terminar, podemos ir a pasear cerca.”
“No me niego a escaparme del resto del voluntariado,” dijo Mai. “Aunque sé que no puedo hablar en lugar de Hanasaki-chan.”
“M-Mai…” la mencionada se frustró. A ese paso, todos le conocerían por ese apodo.
“Oh, no te preocupes. Monaca-chan y yo estuvimos paseando alrededor de los otros estudiantes de la actividad, y hace unos minutos oímos a los organizadores pedirles que terminen. Creo que pueden ir a entregar sus utensilios de una vez.”
“Hm, todavía no han pasado por aquí,” Hotarumaru no se veía convencido.
“Hahaha, entiendo muy bien por qué no confiarías en Tsuru-niichan~” Monaca rió con modestia. “Pero puedes tomar mi palabra, Rai-kun.”
“Bueno, tienes razón…”
“Vaya, se olvidaron de nosotros…” Yukko volvía a lamentarse por su mala suerte.
“Está bien, mientras estemos libres,” concluyó Mai.
“Exacto, ese es el espíritu,” Tsurumaru se alegró. “He paseado por aquí en el pasado, así que les puedo dirigir y dar recomendaciones.”
“Hm…” Hotarumaru le miró fijamente. “No entiendo por qué nos vendrías a buscar hoy.”
“Quería salir a pasear,” contestó Monaca. “Tú sabes que no salgo muy seguido. Tsuru-niichan me dijo sobre esta actividad, así que pensé en que sería divertido encontrarnos aquí,” ella sonrió con alegría. “Personalmente, me alegro mucho de verte luego de un tiempo. Espero que la universidad no te haga olvidar a tus previos amigos~”
“N-no lo haría,” él se incomodó.
“Hmhm~ lo sé, sólo bromeo. Pero suban, por favor. Lamentablemente, mi silla de ruedas no puede bajar gradas ni andar por arena.”
“Cierto, lo siento mucho,” dijo Yukko, quien como resorte empezó a subir.
“Tan amable como siempre,” comentó Mai, inmutada.
“Esa es nuestra pura e ingenua Hanasaki-chan~” canturreó Tsurumaru, entretenido.
“Ehh…” Yukko se detuvo y les miró sin saber qué decirles.
“Yukko, no les tomes muy en serio,” le aconsejó Hotarumaru, quien le había seguido. El pequeño parecía mínimamente frustrado por la presente situación, aunque no tenía intenciones de explicarse.
El grupo salió de la playa para primero deshacerse de los objetos relacionados con la limpieza de la zona, y luego poder pasear y conversar entre ellos. Les esperaba un relajado, aunque interesante, encuentro.
Era un poco antes del mediodía, y luego de haber planeado detalles a espaldas de su guardiana, Yuyuko muy gustosamente iba a recibir a sus invitados del día en su hogar. La actividad de las compañeras de Youmu le vino de maravilla ya que había esperado compartir un tranquilo momento con aquellos a quienes había invitado.
Y ellos llegaron puntuales, e incluso un poco antes de la hora. Ni bien observó un auto detenerse frente a la entrada de su mansión, la pelirrosa se entusiasmó y bajó corriendo por las escaleras para darles la bienvenida.
“¡S-señorita, tenga cuidado, por favor!” le suplicó una de las mucamas en el camino.
“¡Estoy bien! ¡Finalmente han llegado!” Yuyuko continuó con su carrera. Ella causaba constantes preocupaciones a todos sus subordinados, especialmente a Youmu, por su forma de ser, aunque aquel comportamiento también estaba relacionado con su manera cálida y bondadosa de tratar a otras personas, y era apreciada y querida por todos en su hogar debido a ello. La heredera llegó al ambiente de entrada de su casa justo cuando sus invitados eran dirigidos por uno de sus mayordomos.
“¡Yuyuko!” Dakki la reconoció y se aventuró a correr donde ella. Las dos se encontraron y juntaron sus manos.
“¡Mi querida! ¡Bienvenida!”
“¡Preciosa casa que tienes! ¡Tus sirvientes son muy acogedores y el jardín es envidiable! ¡Tus flores de estación son muy selectas y amo la cantidad de árboles de cerezos que posees~♥!”
“Ay, muchas gracias. Soy sinceramente afortunada,” Yukko sonrió gustosamente. “Las flores de estación y otros arbustos perennes son obra y gracia de Youmu~ la jardinería es su único pasatiempo de su entrenamiento.”
“¡Pero qué interesante!” Dakki se impresionó ligeramente. “Quizás tu protegida es una jovencita más perdonable de lo que parece.”
“Entiendo que sea difícil, pero mi Youmu es muy especial. Espero que se pueda comportar mejor ante ustedes algún día.”
“No te responsabilices por ella,” la pelirroja soltó a la anfitriona. “Pero ahora que sé que es una buena jardinera, quisiera que realice el trabajo de jardinería en mi nueva terraza. Imagino que me darías un descuento como amiga~♥”
“Lo siento, Dakki,” Yuyuko sonrió. “Youmu es mi sirvienta y sólo yo la puedo explotar~”
“¡Ohohoho~♥! ¡Te comprendo tanto! Yo soy la única que puede hacerle bullying a mi Kibi.”
“¿No es genial la exclusividad?”
“¡Definitivamente!” las dos se emocionaron y se miraron como las mejores amigas.
“…” y en segundo plano, Larsa las miraba frustrado. Sentía que quizás no debió haber ido a esa reunión. Tampoco estaba tan cómodo de verse acompañado por Jakob en la residencia de la exHiME, pero sabía que no podía excluirlo o él se inquietaría por su elección de ir por su cuenta.
“¡Oh! ¡Oh!” Yuyuko se despertó luego de aquella conexión espiritual (?) con Dakki y se acercó al chico de buenos ánimos. “¡Es también un gran gusto el verte, Larsa! No te asustes por nuestras ocurrencias maternales~”
“¡Ohohoho! Excelente nombre~♥” Dakki sonrió.
“Es grato verle también, Saigyouji-san,” asintió.
“Y lo mismo para ti, Jakob.”
“Hm…” este se vio despertado luego de haber pasado aquel rato revisando algunos mensajes importantes en su Smartphone. “Ah, sin duda alguna. No le retorno la calidez por completo, pero me veo obligado a expresar amabilidad a personas que reciben consideración de mi señorito.”
“Jakob…” el ‘señorito’ se frustró.
“Ohh, lo entiendo muy bien, además que tenemos nuestro pasado de estar en bandos contrarios y todo,” Yuyuko asintió. “¡Pero síganme! Hay que dar un pequeño tour antes de nuestro almuerzo. Les enseñaré mis humildes aposentos.”
“La señorita Sou compró una tarta de frutas para el postre,” observó Jakob, levantando un paquete con apariencia muy elegante.
“Ahh, te lo agradezco de todo corazón,” Yuyuko tomó la mano de la pelirrosa.
“Aw, qué linda, pero es lo menos que puedo hacer como invitada~♥”
“Avancemos. Ni bien nos crucemos con una de mis ayudantes, le pediré el favor que lo lleve a la cocina y preparen porciones para cada uno.”
Los invitados siguieron a la dueña de casa, quien no se reservó de guiarles directamente al segundo piso con completa confianza.
“No suelo recibir muchas visitas, así que estoy muy contenta de verlos aquí,” comentó. “Mi hogar es extenso, aunque sólo cuenta con dos pisos y una pequeña terraza como tercero. Sin embargo, hay más que suficiente espacio,” se detuvo ante una puerta cerrada. “Esta es la habitación de mi Youmu. Sé que se enojaría conmigo si les dejo verla, aunque como su señora curiosa, me encanta entrar e indagar entre sus cosas.”
“Ohoho~♥ ¿Acaso lees su diario?”
“Su diario es uno de mis proyectos, lamentablemente,” la mayor expresó cierto lamento en medio de su rebosante alegría. “Le he estado regalando los más hermosos diarios e inculcándole para que escriba de su día a día, pero casi no los ha usado y cuando lo hace, los emplea de agenda o recordatorios…” dio un suspiro. “A ese ritmo, nunca podré ser de esas hermanas mayores que se escabullen y acosan a sus menores por saber todos sus secretos…”
“Me dan ganas de hacer lo mismo con Kibi ahora~♥”
“Aww, seguro que tendrás mucha mejor suerte que yo. Tu hermanita de cariño es mucho más adorable y afín a esas cosas.”
“No tanto. Kibi puede ser muy tomboyish en ocasiones, pero bueno…”
“Les pido que terminen con estas conversaciones,” opinó Larsa, con una muy leve impaciencia en su tono de voz. “Pienso que les están faltando el respeto.”
“No nos tomes así. Es un modo de cariño,” explicó la anfitriona.
“Es que siempre has sido tan serio y formal, Larsa,” Dakki negó. “Eso no está bien. Para variar tienes que ser más familiar con otros, y qué mejor manera de hacerlo que pensar en torturar a nuestra hermanita de cariño~♥”
“¡Exacto!”
“…” el chico dio un suspiro.
“Señorito, comprendo por su cansada expresión que no se encuentra teniendo un momento muy agradable,” comentó Jakob. “Sea cual sea el motivo, le aconsejaría retirarse.”
“No has estado prestando atención, ¿no es así?” su superior le miró de reojo.
“Usted sabe muy bien que poseo la extremadamente útil habilidad de hacer caso nulo a idioteces y palabras de personas que no considero importantes,” el mayordomo contestó con la mejor y más gustosa de las sonrisas.
“Eres una navaja tan filuda como siempre,” Yuyuko sonrió animada. “No has cambiado.”
“Su ademán de poca seriedad y su fijación de hablar con absolutamente todos y sin prudencia tampoco se han visto afectados con el tiempo.”
“Por favor, no discutan,” les pidió Larsa. Podía percibir que Yuyuko no tenía intención alguna de causar líos, y como siempre era Jakob quien traía la pelea.
“No te tenses,” Dakki sonrió indiferente. “Yuyuko claramente conoce a nuestro contrariado amigo mayordomo.”
“Sí, estamos en confianza,” ella asintió. “Pero sigamos caminando. Nuestra mesa de almuerzo está en la terraza, así que tenemos bastante que caminar hasta llegar a ese ambiente.”
“Presiento que está hermosamente adornada~♥” la pelirroja caminó cerca de la mayor y ambas continuaron conversando animadamente con toda alegría. “Ya de por sí, tengo que felicitarte por el acabado de interiores que el pasillo tiene. Le has dado un gran vida y frescura.”
“Significa mucho para mí que lo digas. Remodelar este hogar no fue nada fácil y varios de mis parientes se opusieron. Hasta la pobre Youmu no quiso que lo hiciera,” rió con discreción, llevando una mano a sus labios. “Pero ahora que todo está en su lugar, se ve mucho mejor y es un ambiente más acogedor y relajante.”
“Sin lugar a dudas. Y dime, mi querida Yuyuko…” Dakki formó una sonrisa gatuna. “¿Cómo andas con tus pretendientes? Una dama heredera como tú debe tener varios.”
“Hoho~ es curioso que lo preguntes,” la exHiME rió por lo bajo. “Soy una señorita reconocida por su belleza y buenos modales cuando se lo propone, pero nunca me he prestado a acercarme tanto a pretendientes de este modo. Me gusta más tener amigos y allegados que andar pensando en romances. A veces ando preocupando a mis familiares por no tener intenciones de atar mi destino con una persona, pero me encanta mi libertad.”
“¡Y es por esas cosas de ti que cada vez te siento más como mi soul sister!” comentó la pelirroja, emocionada. “Estoy en el mismo plan que tú. Quizás todavía me falten unos años antes que empiecen a renegarme con compromisos, pero no me veo buscar a un prometido. Aunque no me preocupo. Si en algún momento se me apetece buscar a un galán, sé que soy del tipo de mujer que puede tener a cualquier hombre que quiera, ohohoho~♥” muy oportunamente, Dakki sacó su abanico para reírse con dicho instrumento cubriendo su faz.
“¡Esa es otra similitud que tenemos!” Yuyuko sacó un abanico debajo de su manga. “Y estoy de acuerdo contigo. Eres una mujer que puede conquistar a quien sea.”
“Tú también lo eres~♥” le dio un guiño. “Aunque a menos que realmente quiera algo muy importante de alguien, preferiría no cazar a cualquier hombre. Y si al final me quedo indecisa y pasan muchos años, siempre puedo irme por mi plan B.”
“¿Plan B?”
“Prometí a Larsa que nos casaríamos si pasa mucho tiempo sin que tengamos compromisos~” canturreó Dakki, gustosamente. “¿No es así, Larsa?”
“Habla por ti, nunca estuve de acuerdo con la idea,” él le miró cansado.
“Aww, me encanta cómo te enojas~♥ Es como una señal del destino~♥”
“Hm, creo que debería buscarme un plan B también,” comentó Yuyuko, pensativa.
“Definitivamente,” juntó sus manos. “No es difícil atraer a hombres y mantener tu reservada distancia al mismo tiempo. Te puedo dar tips, y también podemos aumentar tu sex appeal con un pequeño cambio de vestimentas~♥ La próxima puedo traer todo tipo de revistas y material para divertirnos con ello.”
“¡Suena divino!”
“Nuevamente me disculpo por tener que irme tan temprano hoy,” dijo Dakki. “Estoy siguiendo un programa estricto de rejuvenecimiento del spa al que voy y no puedo faltar.”
“Lo entiendo bien. La próxima podría ir contigo.”
“Excelente idea, no te arrepentirás. Mi spa es sinceramente único, te vas a sorprender al verlo.”
“¿En serio?”
Ellas continuaron hablando sobre dicho spa y diversos comentarios en los cuales parecían estar en gran sintonía. Detrás de ellas, Larsa les seguía a cierta distancia y distrayendo su mirada con el ambiente o las ventanas cada vez que pasaban cerca de una.
“Señorito,” Jakob se le dirigió con un semblante serio. “Espero con toda sinceridad que no siga los deseos de la señorita Sou de casarse con usted.”
“Eso nunca ocurriría. Seremos amigos de hace muchos años, pero no somos compatibles de aquel modo…” Larsa dio un suspiro. “Pensé que no prestabas atención a palabras soeces.”
“Cuando oigo algo que puede afectar su tranquilidad e integridad, no puedo evitar preocuparme grandemente. Y no le veo más a gusto en este ambiente que antes, si me permite opinar.”
“Es de esperarse,” Larsa miró a las dos hablar maravilladas sobre el spa. “Ellas están muy a gusto en compañía mutua y con temas que no nos conciernen a nosotros. Me alegro por ambas, y sería descortés demandar atención.”
“Es demasiado bondadoso, señorito,” el mayordomo se lamentó. “Le sugeriría que se retire, o que la próxima vez no se presente ante esta invitación.”
“Saigyouji-san es una persona muy amable y meditativa, pese a que lo segundo no sea aparente, y me agrada conversar con ella,” el exRebel sonrió un poco. “Debo admitir que me intriga saber de ella, por más irracional que lo puedas encontrar.”
“Estoy acostumbrado a sus idiosincrasias, señorito,” Jakob negó. “Por ello estoy aquí, para balancear aquella imprudencia que puede cometer con solo venir.”
“No me sorprende que lo veas de aquel modo…”
El grupo iba a disfrutar de un agradable almuerzo en compañía de la animada dueña de casa, con quien con el tiempo se volverían más familiares.
...