Un fic para ir avanzando un poco este mes. Muchas gracias a Sayi por los icons~
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Después de aquel meditativo fin de semana, llegó el lunes de la siguiente y era momento para que los estudiantes de las universidades retornaran a sus rutinas. Youmu caminaba hacia el dojo de kendo ya que le esperaba una práctica a esas horas tempranas de la mañana, aunque su mente continuaba perdida en las nubes por aquel críptico día previo que le había tocado experimentar.
Cuando regresó a su casa después de la faena en el templo, comentó a su señora que había vuelto a encontrarse con dicho misterioso exRebel y lo que este compartió con ella. Yuyuko, además de mostrarse sorprendida por ese tan pronto reencuentro, estuvo bastante interesada en aquel motivo que había llevado a ese antiguo rival a unir fuerzas con Rizembool. Si bien la mayor tampoco pudo descifrar completamente qué habría querido decir, ella informó a Youmu que esa persona tenía a dos hermanos menores, uno de los cuales también fue un Rebel hace poco tiempo, tal y como Jakob le había informado.
Todo ello volvió a hacer a Youmu meditar aquel encuentro tan extraño. Ese hombre le pidió que no perdiera su visión del camino, y que personas muy cercanas a él lo habían perdido en algún momento, algo que parecía lamentar. Quizás, por oír que uno de sus hermanos había seguido sus pasos, él pudo haberse referido a ello, pero nuevamente no había forma de estar seguros.
Youmu decidió enfocarse en su preocupación de que su señora todavía quería hablar con dicho exRebel en algún momento. Pese a que él no parecía una mala persona, la peliblanca quería velar por su superior, y también estaba inquieta de que todo ello le estuviera afligiendo más de lo que debería pese a no demostrarlo.
Sacudió su cabeza vigorosamente para despejarse y recordar su deber de entrenar. Ni bien se acercaba hacia los dojos, notó que los hombres también iban a tener una práctica al mismo tiempo por la presencia de algunos kendokas de dicho equipo. Ello le hizo recordar que Cho había tenido unos últimos días alocados por aquella sorprendente revelación de la familia de su hermano, y decidió ver si podía encontrarse con Roxas para preguntarle cómo iba todo.
Ella se detuvo un momento frente a la entrada del dojo de los hombres mientras meditaba si entrar o no, cuando entonces oyó a un grupo caminar, y reconoció al hermano de la HiME.
“Buenos días, Youmu,” le saludó Roxas, quien le dio el alcance. “¿Necesitas algo?”
“No,” negó pausadamente. “Sólo quería saber cómo iban las cosas. Espero que todo esté bien.”
“Ah, todo va bien, gracias por preguntar,” él sonrió un poco incómodo. “Aunque todavía sigo sorprendido…”
“¡Buenos días!” exclamó Urashima quien corrió hacia los dos y se tomó la libertad de apoyar un brazo encima de los hombros de su hermano mayor, acción que hizo que Roxas diera un suspiro. “Eres la HiME que peleó el otro día en la casa de onii-chan, ¿verdad? ¡Mucho gusto!”
“Ah, s-sí, un gusto,” la peliblanca asintió y se vio un tanto perpleja. Ya podía comprender por qué Roxas estaba un tanto incómodo con la situación.
“Urashima, ya te dije que te comportes,” le insistió Horikawa. “Hemos acordado que tocaríamos el tema en el dojo en su momento y lo haríamos de forma delicada.”
“Uhh, pero ya se reveló, no veo cuál es el problema…”
“Realmente quisiera que la rutina se mantuviera tranquila al menos de momento,” le pidió Roxas.
“Bueno, en verdad quisiera decirlo ya, pero si mi onii-chan quiere mantenerlo en secreto, entonces lo haré,” Urashima dio un saludo militar con una sonrisa brillante. “¡Yo soy el mejor guardando secretos!”
“No lo eres, pero al menos espero que lo intentes…” Horikawa dio un pesado suspiro y de inmediato se dirigió a Youmu. “Ah, cierto, siento mucho no presentarme todavía. Mi nombre es Horikawa Kunihiro. Mucho gusto.”
“Yo soy Youmu Konpaku,” ella asintió. “Estoy familiarizada con sus familias. Ambos provienen de linajes respetables.”
“Hehe, yo también he oído de ti,” Urashima asintió efusivamente. “¡Dicen que eres muy fuerte! ¡Seguro que eres una HiME genial!”
“Pues, recién ando comenzando…” ella desvió su mirada. Lamentablemente, su omnipotente Rebel le hacía sentir diminuta luego de los dos enfrentamientos que había tenido con él, aunque pensaba tomárselo como una meta y motivación a seguir entrenando.
“No te preocupes, estamos convencidos que tienes una gran habilidad, y se nota que eres una persona muy dedicada,” Horikawa asintió, sonriendo. “Te deseamos lo mejor.”
“¡Sí! ¡Harás un buen trabajo!” Urashima le levantó un pulgar y le dio un guiño.
“…” Youmu se mostró un poco sorprendida, y terminó sonriendo un poco. “Gracias.”
“Heh, también tengo mucha fe en ti. En verdad demostraste un gran potencial en tu primera pelea,” le aseguró Roxas, quien hizo un esfuerzo para no volver a pensar en el desastre que hicieron en su casa. “Sé que la mayoría de HiMEs tienen primero que entrenar y surgir sus poderes, pero tú ya estás muy preparada.”
“Es reconfortante escuchar ello,” ella asintió y adoptó un rostro serio. “Pero también depende de que siga entrenando con diligencia. No puedo defraudar a Hanasaki.”
“Siempre podemos ayudarte a entrenar. Sería un honor,” le sugirió Horikawa.
“¡Sí, definitivamente! ¡Va a ser divertido!” declaró el menor, dando brincos.
“Gracias a los dos. Lo esperaré con ansias,” asintió. “Ahora tenemos que ir a entrenar. Nuestros entrenamientos están a punto de comenzar.”
“Cierto. Nos podemos reunir para almorzar juntos más tarde,” sugirió Roxas.
“Claro, que les vaya bien.”
“¡Igualmente!” Urashima se aferró de un brazo de Roxas. “¡Sé que tendré una gran práctica con mi onii-chan y te deseo lo mejor!”
En eso, un grupo de kendokas que estaban por entrar oyeron esa última oración y no evitaron detenerse y dirigírseles.
“¿‘Onii…chan’?” preguntó uno de ellos, perplejo.
“¿No que Roxas es tu senpai?” preguntó otro.
“Haha, qué increíble sería que en verdad fueran hermanos,” un tercero se rió nerviosamente, aunque no tardó en notar que había algo raro ahí. “Hm, aunque le estás abrazando del brazo…”
“Ehh…” Urashima se tensó. “P-p-pues…”
“¡¿En serio?!” terminó exclamando un cuarto, quien intercambió miradas con los demás.
“T-tranquilos…” Horikawa intentó apaciguarlos. “N-no le tomen en serio. Urashima sólo es muy ocurrente…”
“¡AAHHH!” pero este se llevó las manos a la frente, claramente afectado. “¡Se suponía que era un secreto! ¡Lo siento mucho, Roxas-niichan!”
“Uhh…” con esa exclamación, Horikawa dio un pesado suspiro al saber que ya no podría intentar ocultar la verdad.
“¿Qué pasó?” preguntó otro chico que llegó desde el interior del dojo.
“¡Ellos dos son hermanos!” exclamó otro kendoka.
“¡Imposible!”
“Esperen, ¿qué?” preguntó otro chico más que también llegaba desde el dojo.
“…” y Roxas dejó caer su cabeza hacia el frente, frustrado y cansado. Había esperado poder tener una práctica tranquila y sin complicaciones, pero era evidente que no iba a ser posible. Youmu le miró con leve pena al notar su estado de ánimo, pero sería un proceso que le tocaba atender de momento.
Así, las prácticas de kendo iban a comenzar, sin que antes Horikawa se dedicara a dar una tranquila y comprensible explicación a todos para dejar el asunto terminado.
Llegó otra tarde dentro de Rizembool, y Yukko acababa de terminar una clase que tenía con sus compañeros. Tanto ella como Mai habían recibido notificaciones sobre sus horarios, con respecto a que faltaban algunos documentos relacionados con su asesor. Por ello, Hotarumaru se ofreció a dirigirles donde Tsurumaru para poder formalizar lo que fuera que había descuidado, y los tres caminaban en dirección a un bloque de dormitorios dentro de Rizembool.
“Ehh, espero que no haya problemas serios por esto…” Yukko se notaba inquieta.
“Comprendo que una formalidad como esta suena aterradora para ti, al ser Hanasaki-chan, pero seguramente trascendería a nosotros no siendo asesoradas por nuestro supuesto superior,” Mai se encogió de hombros. “Pienso en Tsurumaru más como un amigo ruidoso que como un verdadero senpai responsable, de todos modos.”
“Cierto,” Hotarumaru asintió. “Yo no tengo problemas porque Ikari-sensei se aseguró que todos mis papeles estuvieran en orden, pero ahora veo que Tsurumaru no es confiable sin esa presión adicional. Aunque descuiden, estoy seguro que se puede arreglar ni bien él lo revise.”
“Es un alivio oír eso…”
“Hm, lo único que me saca de cuadro aquí es que él vive dentro de la universidad,” confesó Mai, inmutada. “Habría esperado que alguien como él tuviera su guarida en un lugar menos vigilado y más lejos de sus responsabilidades.”
“Sé que Tsurumaru tiene una residencia familiar en la ciudad…” Hotarumaru levantó su mirada, pensativo. “Aunque una vez le oí hablar con Yagen sobre cómo no le gustaba estar ahí. Al parecer es muy solitario y se aburre con facilidad.”
“Hm, eso puede tener sentido, viendo cómo siempre trata de entretenerse.”
“¿Eh? ¿Por qué será?” Yukko se mostró confundida. “¿Acaso no le gustará pasar tiempo con su familia? Para ser como es, imaginaría que sus padres también son medios energéticos y quizás un poco chiflados.”
“Mo…” Hotarumaru se notó súbitamente sorprendido y desvió su mirada con rapidez. “P-pues… no sé, supongo será mejor no meternos en ese tema… olviden lo que dije.”
“…” Mai alzó una ceja, con una pizca de interés. Comprendía que Hanasaki-chan a su costado se quedaría con una duda sin respuestas, aunque ella misma había podido notar cómo al parecer se había tocado un tema sensible que el pelicenizo prefirió evadir. Como siempre, el secretismo del perfil de Rizembool no dejaba de entretenerle.
“Ehh, bueno…” Yukko sonrió con torpeza y decidió seguir el pedido de su amigo por más curiosidad que tuviera. “Sólo espero que Tsurumaru esté con ánimos de atendernos tan intempestivamente. No sé cómo le estará yendo con ese proyecto del otro día…”
“Se terminó durante el fin de semana, y bien, felizmente,” reportó Hotarumaru, sonriendo un poco. “Al menos ha regresado la paz en mi entorno y sin duda Tsurumaru también está más feliz al respecto, aunque sí le veo ser un poco reacio para revisar el papeleo relacionado a su trabajo como asesor…”
“Sabemos que está en su apartamento, eso es lo que más me importa,” Mai se encogió de hombros. “No venimos por gusto y siempre podría ver cómo presionarle yo misma…”
“Lo mejor es que no se recurra a eso, Mai-neechan,” el menor negó, con paciencia. “Digo que él está más feliz, pero dudo mucho que se haya recobrado por completo de los últimos días esclavizadores que ha tenido…”
“Ehh, no sé por qué me da miedo la idea de verle molesto…” Yukko sonrió nerviosa.
“…” y Hotarumaru asintió. “Es bueno tener aprehensión. Yo que lo conozco sé lo incontenible que puede ser cuando algo le incita.”
“Hm, por algo se nota que sería un excelente Rebel,” opinó Mai.
“Uhh, no digas eso, Mai…”
“Sólo digo la verdad, Hanasaki-chan. Acostúmbrate a que eres parte de Rizembool en contra de tu llamado por la naturaleza.”
“Ehh…” a veces le daban muchas ganas de reclamarle por comentarios así, pero le faltaban las energías para hacerlo.
Los tres llegaron a una zona de dorms de Rizembool que claramente pertenecía a estudiantes de clase alta por las aparentes dimensiones de cada habitación. Hotarumaru estaba muy familiarizado con el destino y les condujo por las escaleras y los pasillos hasta llegar a una habitación en particular. Ahí tocó el timbre y los tres esperaron a que el dueño de casa les abriera, quien no les hizo esperar.
Y ellos que habían esperado a un Tsurumaru quizás un tanto perezoso e indiferente de ayudarles con las formalidades se tomaron con otra versión de él. El peliblanco tenía un mandil de cocina puesto y les abrió la puerta de par en par con la mejor de sus sonrisas.
“¡Ah! ¡Finalmente han llegado! ¡Qué alegría!” exclamó de buenos ánimos y con un aura brillante. “Adelante, estoy preparando una deliciosa comida.”
“…” Yukko no evitó alzar una ceja y notó cómo por primera vez en el día tanto ella como Mai tuvieron exactamente la misma reacción.
“¿Estás cocinando?” Hotarumaru se sorprendió. “Normalmente no tienes paciencia para eso.”
“Normalmente no, pero hoy es un día especial,” contestó con simpleza y una rara felicidad. “Vamos, no me hagan esperar más. ¡Oh! Mientras esperan, les puedo servir unos helados que tengo en la nevera. ¡Espero que les guste chocochip!”
“¿…quién eres?” preguntó Mai con un pesado escepticismo en su tono de voz.
“¡Haha! ¿Por qué lo preguntas? Sólo estoy de buenos ánimos. Además, me gusta ser anfitrión en mis aposentos. Pasen, siéntanse como en casa.”
Los tres entraron y tomaron asiento en una sala. Dicha habitación era un apartamento de un cuarto con grandes comodidades y mucho espacio al tratarse de un dorm de clase alta. Tsurumaru les dejó esperando para traerles dichos postres y, con él fuera del mapa, las chicas intercambiaron miradas.
“T-tengo miedo…” dijo Yukko, inquieta. “No sé… siento algo maligno en todo esto…”
“No…” Mai negó y adoptó seriedad en su expresión. “Es precisamente lo contrario, al tratarse de él. Esto que siento es más… un aura benigna… completamente contraria a su naturaleza.”
“Ihh…”
“T-tranquilas…” Hotarumaru se notó confundido por las observaciones de las dos. Él no tardó en comprender qué estaba ocurriendo y sonrió un poco. “Todo está bien. Para que Tsurumaru esté tan alegre significa que alguien le ha venido a visitar, y ha pasado mucho tiempo con él.”
“¿Eh?” Yukko ladeó su cabeza. “¿Quién?”
La respuesta no se hizo esperar porque Tsurumaru regresó de inmediato con una bandeja donde traía copas de helados vacías. Detrás de él estaba un chico de cabellos rubios rosáceos y con una apariencia impecable muy parecida a la del peliblanco, quien sonreía felizmente e irradiaba un potente positivismo. Él llevaba el contenedor del helado, wafers, cubiertos y servilletas.
“Aquí está lo prometido, espero que les sea de su agrado~” canturreó Tsurumaru, quien notó nuevamente a las chicas mirarle perdidamente. “Haha, ¿qué tienen con esas miradas? Soy yo.”
“Ehehe, están en shock, me pregunto cómo les tratas usualmente, senpai,” Monoyoshi apoyó su bandeja sobre la mesita frente a los invitados e hizo una respetuosa reverencia. “Es un placer conocerles. Mi nombre es Monoyoshi Sadamune.”
“Eres una mala influencia,” sentenció Mai.
“¿Eh?” el dirigido se quedó en blanco.
“¡Hahahaha!” y Tsurumaru se rió a carcajadas y adquirió un poco de su actitud burlesca usual. “No es para que reacciones así, mi estimada Mai. Este hermoso pequeño es simplemente una linda persona que saca mi lado más amable y humano a flote, y es agradable tenerlo por aquí. También puedo ser funcional de vez en cuando, aunque presiento que acabo de perder el respeto que me guardabas.”
“No que te haya tenido mucho,” se encogió de hombros.
“Ehh, es un gusto también, yo soy Yukko Aioi,” se presentó sonriendo. Se notaba que era un chico muy amable y bondadoso que parecía sacado de la ficción por su apariencia. Bueno, Tsurumaru se parecía mucho a él, pero ya lo conocía lo suficiente para saber que su superficialmente ‘perfecto’ asesor tenía fallas garrafales en su persona.
“Comprendo que ustedes son las estudiantes de las cuales mi senpai se responsabiliza,” el pelirrosa se emocionó. “Ahh, me alegra mucho. Tienen mucha suerte de contar con su ayuda, y también aprecio que estén ahí por él. Senpai es una gran compañía.”
“S-sí, claro…” Yukko sintió un tic en el párpado porque toda su experiencia con Pokemon GO por culpa de su asesor pasó a toda velocidad por sus ojos.
“Y estoy feliz de verte también, Hotarumaru,” Monoyoshi se dio la libertad de ir donde el menor para revolverle un poco los cabellos. “¿Cómo has estado?”
“Bien, felizmente,” le contestó. “Hm, ¿acaso acariciarme es divertido?”
“Hehe, perdón,” le soltó.
“Está bien, sólo pregunto. Parece que lo es porque Kuniyuki no deja de hacerlo. ¿Y tú cómo has estado? Comprendo que tienes mucho que hacer.”
“Apuntarás a grandes metas, pero pienso que no debiste unirte al consejo estudiantil, Monoyon,” opinó Tsurumaru, quien estaba en plan de servir el helado. “Serás sólo el representante de tu aula, pero esa es oportunidad perfecta para que otros se aprovechen de ti.”
“Ehh, es mucho trabajo, pero no se trata de dejarme aprovechar. Sinceramente, quiero apoyar a mis compañeros lo más posible,” confesó el pelirrosa, sonriente.
“Como digas,” el mayor se encogió de hombros, sonriendo frustrado. “Pero si en algún momento alguien trata de aprovecharse de ti, siempre puedo dar un salto a tu colegio a darle un buen susto.”
“Ehh, senpai, es mejor que te quedes en tu mejor comportamiento,” Monoyoshi sonrió incómodo. “Y en verdad estoy bien. Lidiar con todo es un buen desafío, y realmente sólo necesito de momentos como el presente para recargarme. Siempre estoy feliz de verte.”
“Yo también me alegro de verte, pequeño,” le sonrió y regresó su atención al helado. “Entonces una bola de helado más para ti. Te lo mereces.”
“E-estoy bien, preferiría no comer en exceso… ah, mejor voy a atender la salsa. Tengo que continuar agitándola o podría quemarse por el fondo,” dicho esto, Monoyoshi se apresuró de regreso a la cocina.
“Ese chico parece ser tu hermano menor,” comentó Yukko, sonriendo. “Me cae bien.”
“Monoyon es el rayo de sol en mi aburrida vida, y sí pienso en él como un hermanito, pero no tenemos ningún parentesco,” contestó Tsurumaru, quien acababa de terminar con las copas de helados y las extendió a su público. “Aquí tienen. Apúrense que se van a derretir.”
“¡Ohh gracias!” dijo Hotarumaru, quien recibió su copa con gran entusiasmo y ojos brillantes. De inmediato sacó un par de wafers para acompañar el postre.
“Aceptaré tu ofrecimiento…” Mai tomó su porción con cierta reserva y luego miró a Tsurumaru inquisitoriamente. “¿Y cómo así te conoces con ese némesis que invade tu dorm?”
“¿Némesis? Hahaha, es una larga historia, Mai. Y yo sería quien debería conocerse como némesis, ¿no?”
“Digo némesis porque ciertamente es completamente diferente a ti en personalidad, no le des vueltas al asunto,” Mai rodó los ojos. “Pero no has respondido mi pregunta.”
“No tienes por qué interesarte en mi ficha de vida, Mai,” Tsurumaru le restó importancia, y claramente sólo incrementó la curiosidad de su oyente al hacerlo. Él sonrió con ironía. “Lo único que debe concernirte es que este ejemplar existe en mi vida para ser una buena influencia para mí y por lo tanto darte inquietudes sobre si mi cinismo está en riesgo.”
“Si dices cosas así, quiere decir que tu cinismo no peligra y no tengo de qué preocuparme,” decidió ignorar el asunto porque ciertamente el otro no iba a desarrollar más al respecto.
“Hahaha, eres tan entretenida, Mai,” el peliblanco recogió las bandejas y objetos que no fueron usados para regresarlos a la cocina. “Tengo que darle su postre a Monoyon. Al menos no nos falta mucho para terminar con la comida.”
“Eh, ¿no te vas a servir helado?” preguntó Yukko, quien estaba comenzando con su copa.
“Gracias por la consideración, pero no. Siento que he comido mucha chatarra el día de hoy. Enseguida regreso.”
Los tres se quedaron en la sala comiendo aquel inesperado postre, sumergidos en un corto silencio hasta que Yukko tomó la palabra.
“Heh, creo que Tsurumaru siempre ha sido un poco reservado pese a su forma de ser,” comentó con cierta gracia.
“Es el perfil de Rizembool, ya te lo he dicho,” Mai negó. “Aunque, por algún motivo, este particular asunto me ha dado curiosidad.”
“…” Hotarumaru terminó con su copa y le dejó en la mesita frente al sillón, para unirse a la conversación. “Si debo ser sincero, a mí también. Yo tampoco sé cómo se conocieron a pesar de estar bastante familiarizado a los dos, y es algo muy extraño de ocultar,” terminó encogiéndose de hombros. “Pero uno termina aprendiendo a no preguntar.”
“Esperaría que alguien como Tsurumaru guardara secretos turbios,” comentó Mai.
“Soy joven y relativamente nuevo en su círculo, pero sí estoy consciente de ello,” desvió su mirada. “Ya de por sí, si tanto él como Yagen no desean hablar sobre algo, lo más saludable es seguirles la corriente. Se los digo por precaución.”
“Ehh, okay…” Yukko se sintió un tanto nerviosa por aquel consejo de su parte. A veces no sabía en qué grupo de la historia había llegado a parar, aunque esperaba no tener que preocuparse.
De repente, los tres oyeron que alguien tocó el timbre, e intercambiaron miradas al no saber a quién esperar en ese momento. Tsurumaru salió rápidamente de la cocina, y él se notaba igualmente confundido al respecto.
“Hm, me pregunto quién será,” él fue a abrir su puerta, y los tres le vieron sorprenderse gratamente. “¡Oh, Ichi-nii! ¡Qué sorpresa! ¿Qué te trae por aquí?”
“Buenas tardes, Tsurumaru-san,” dijo la voz al otro lado del umbral, con modestia y amabilidad. Era la voz de un chico de alrededor de la misma edad del peliblanco, y tenía un tono muy gentil, bondadoso y melodioso. “Acabo de salir de dirigir una práctica de oratoria para estudiantes recién ingresados. Por la cercanía a tu habitación, decidí visitarte. Espero no incomodarte.”
“Adelante, pasa, has venido en un buen momento. Sabes que siempre eres bienvenido, Ichi-nii.”
“Muchas gracias, y eh… no me llames Ichi-nii, por favor…”
El recién llegado ingresó a la habitación y Yukko se impresionó al ver a un estudiante alto de cabellos celestes y muy apuesto. Este notó a los tres en el sillón y se giró, para dedicarles una sonrisa angelical que iluminó toda la habitación.
“Oh, ustedes deben ser amigas de Tsurumaru-san,” comentó, llevando su mano derecha a su pecho y haciendo una reverencia. “Mi nombre es Ichigo Hitofuri. Es un placer conocerles.”
“Ohhh…” Yukko se ruborizó maravillada y terminó asintiendo compulsivamente. “¡S-sí! ¡U-u-un gusto también! ¡Y-yo soy Yukko Aioi!”
“Párala, como perteneciente al género femenino, me estás avergonzando,” Mai negó y miró al presente ‘ídolo’ inmutada como siempre. “Yo soy Mai Minakami. Un gusto, supongo.”
“Ellas dos son mis estudiantes protegidas,” declaró Tsurumaru, sonriendo entretenido. “Como puedes ver, tienen personalidades opuestas.”
“Me dan buenas impresiones. Sin lugar a dudas, te han tocado a personas interesantes y encantadoras, Tsurumaru-san.”
“Hahaha, siempre me sorprende cómo puedes decir cosas así con tanta naturaleza,” el peliblanco negó y podía notar cómo Yukko todavía no se recuperaba del garantizado flechazo que su amigo peliceleste ocasionaba en casi todas las chicas que acababa de conocer. “Y bueno, ya conoces a Hotaru-bou. También estoy a cargo de él.”
“Es una sorpresa encontrarnos, Ichigo-san,” Hotarumaru se levantó de su asiento en señal de respeto, y le sonrió.
“Ciertamente, Hotarumaru,” e Ichigo le sonrió con un afecto fraternal. “Espero que tu más reciente transferencia a la universidad te haya sentado debidamente. Siempre puedes acudir a mí por si necesitas ayuda. Como un gran amigo de Maeda, eres casi parte de mi propia familia.”
“Sí~ lo tengo en cuenta~” el pelicenizo asintió y sonrió maravillado. “Hehe, muchas gracias. Siento que verdaderamente puedo confiar en ti para lo que sea.”
“Es de esperarse, nuestro Ichi-nii es absolutamente perfecto~”
“P-por favor, no me llames Ichi-nii, Tsurumaru-san,” le pidió el peliceleste con amabilidad, y sonriendo algo incómodo. “Y realmente alguien como yo tiene mucho en qué mejorar. No existe nadie perfecto y me siento muy lejano a lo que ustedes podrían observar en mi persona.”
“Sólo estás fortaleciendo tu caso,” Tsurumaru negó. “Pero, como Ichi-nii, realmente eres lo más perfecto que podrías ser. Sólo pregúntale a tus Toushirous.”
“Ehh…” Yukko comenzaba a recuperarse de la gran impresión que el peliceleste le había dado y se atrevió a hacer una pregunta. “¿Por qué insistes con llamarle ‘Ichi-nii’? Siempre le pones apodos a todos, Tsurumaru.”
“Haha, este no ha sido un apodo de mi invención, Hanasaki-chan,” Tsurumaru le dio un guiño luego de apropiadamente llamarle con un apodo que sí lo era. “Sólo estoy imitando a ciertas otras personas cercanas a Ichi-nii…”
“La denominación no presenta ningún mal hacia mi persona,” confesó Ichigo, quien sonrió con una paz cautivadora y cerró sus ojos, mientras agarraba su pecho con su mano derecha. “Es la forma en la cual mis muy queridos hermanos menores me llaman, y por ello lo valoro infinitamente. Debido a ello mismo, deseo que aquella particular denominación sea reservada para quienes son más cercanos y valiosos en mi vida…”
“Ohhh…” y por preguntar, Yukko había vuelto a recibir otro flechazo por aquel ángel manifestado frente a sus ojos.
“¡Hahaha!” Tsurumaru rió con ganas y se dirigió a sus estudiantes protegidas. “Por ser nuevas en el círculo, necesitan saber que Ichi-nii es el hermano mayor de su familia que comprende a un montón de hermanos, y todos ellos lo admiran y apuntan a ser como él…” desvió su mirada con una extraña incomodidad. “Bueno, a excepción de uno, pero ignorando al diablo, los demás son sumamente adorables y leales al mayor.”
“Estoy informado sobre tus últimas actividades, y considero injusto que te refieras a él de aquella manera, Tsurumaru-san,” comentó Ichigo, con cierto pesar. “Ustedes dos deberían llevarse mejor por todo el tiempo que pasan juntos.”
“Uhh, es precisamente por eso que nos llevamos tan mal…” el peliblanco sintió escalofríos.
“¿Eh? ¿De quién hablan?” preguntó Yukko. Su pregunta fue cortada porque Monoyoshi llegó desde la cocina.
“¡Senpai, ya saqué la salsa de la hornilla! ¡Ohh, Hitofuri-san!” el pelirrosa se maravilló y sonrió ampliamente. “¡Hehe, es un gusto encontrarme con usted!”
“Ah, lo mismo digo, Monoyoshi,” Ichigo asintió y se le dirigió con la misma familiaridad que usó con Hotarumaru. “Sí he venido en un momento muy apropiado. ¿Cómo has estado?”
“¡Muy bien! Mejor ahora que tengo el privilegio de verle. Ha sido un tiempo.”
“En verdad. Tú siempre serás invaluable para mí por ser tan buen amigo de mis hermanos.”
“Hehe, me halaga. Su familia es sin lugar a dudas muy excepcional. Soy yo quien se siente demasiado afortunado.”
“Vaya, vaya, los dos son demasiado propios…” Tsurumaru se dio un facepalm con una extraña frustración. “Me hacen sentirme como el desmerecedor de sus presencias…”
“No digas eso, senpai,” le reclamó Monoyoshi, quien le sonrió levantando un pulgar. “Tú eres único y muy importante para nosotros.”
“Sin lugar a dudas,” Ichigo le sonrió con amabilidad. “Es difícil para mí entablar amistad con otras personas, pero tú siempre has sido un gran amigo que me comprende y con quien puedo expresarse con libertad.”
“Ahh, me van a avergonzar si siguen diciendo cosas así…”
Ellos continuaron hablando entre sí amenamente y con muy buenos ánimos. Mai negó con una muy esperada frustración de su parte.
“Para alguien quien gusta alardear de su disfuncionalidad en la sociedad, Tsurumaru aprecia demasiado a dos seres extremadamente funcionales,” comentó. “Es contradictorio.”
“Eh, sí, ¿verdad?” Yukko sonrió incómoda.
“A mí me gusta que sea así,” Hotarumaru sonrió. “Sólo mírenlo, se nota que está animado. Y ellos son quienes le hacen sonreír más. Oh, también tiene un amigo en la escuela culinaria que le anima tanto, espero que le conozcan pronto.”
“¿Sonreír?” Hanasaki-chan se confundió ya que Tsurumaru siempre estaba de buenos ánimos.
“Con honestidad,” recalcó Mai, al saber que su compañera había perdido el punto. “Él es muy póker face, Hanasaki-chan. No te confíes.”
“Hm…” Yukko observó al peliblanco atentamente y sí parecía haber un poco más de ánimos y ‘vida’ en su comportamiento, aunque realmente no era alguien que lo notaría con facilidad sin que se lo hicieran ver.
“Ah, disculpen, tengo que revisar si los gnocchis se han cocido bien,” dijo Monoyoshi.
“Oh, déjame ayudarte,” Ichigo se ofreció con toda voluntad.
“No, no, yo soy el dueño de casa. No puedo dejar que ustedes dos se anden comprometiendo,” Tsurumaru negó, levemente ofuscado. “Son demasiado buenos todo el tiempo.”
“Llevamos cocinando un buen rato juntos, senpai. Es importante que termine,” argumentó el menor. “Además que es un placer.”
“Es también lo menos que puedo hacer al haber venido a visitarte sin traer nada a cambio,” comentó el peliceleste. “Y no me viene mal practicar un poco. Estoy esperando tener una noche libre uno de estos días para preparar una cena a mis hermanitos.”
“Ahh, es obvio que no me puedo poner a argumentar contra ustedes…” comentó Tsurumaru, encogiéndose de hombros.
“Tú espéranos aquí. Lo tendremos todo listo,” dijo Monoyoshi.
“¿Que les espere? O-oye,” el peliblanco notó que los otros dos se tomaron la libertad de caminar hacia la cocina para encargarse de todo, y él dio un pesado suspiro. “Son imparables, no puedo con ellos, pero tampoco puedo dejarlos sin ayuda…”
“Tsurumaru…” Mai se notaba pensativa, y meditaba con una mano en su mentón y su mirada en la mesita frente a ella. “Creo que ese tal Ichi-nii se me hace remotamente familiar…”
“Ah, seguro, se ha hecho toda una celebridad por el campus,” comentó el peliblanco con naturalidad. “Además que también es un estudiante asesor y cruzamos caminos varias veces en la semana de orientación. No que nos hayamos puesto a conversar, pero sí.”
“Ohh, creo que le recuerdo…” Yukko se impresionó y la imagen de ese asesor perfecto que aconsejaba y animaba a sus estudiantes le vino a la mente.
“Yo más bien me refiero a lo primero,” Mai alzó su mirada. “En mi entrada y salida a prácticas del club de tiro al blanco, en más de una ocasión, he notado volantes no autorizados promocionando reuniones de su fan club. He visto tanto de este tipo como de un tal ‘Souji Seta’ que no conozco.”
“¡Hahaha! Sí, he oído de él también,” el asesor se encogió de hombros. “Efectivamente, Ichigo tiene una gran fama y es muy popular. Hay varias chicas que lo idolatran y tiene fans tanto en la universidad como en las redes sociales. Incluso los profesores y el personal de Rizembool lo aman. Será una gran cosa ser popular, pero creo que yo no podría con todo lo que él tiene encima. Obviamente, él es muy amable, humilde y agradecido con todos los que lo aprecian y se siente desmerecedor de la atención, lo cual sólo le sirve para ganarse de aún más fans.”
“Sí es intimidante lo popular que es, pero definitivamente se lo merece,” Hotarumaru sonrió. “Es prácticamente el hermano mayor perfecto y una buena persona en general.”
“Sin lugar a dudas, aunque…” Tsurumaru desvió su mirada. “Como toda gran cosa en la vida, él tiene un único defecto…”
“¿Eh?” Yukko ladeó su mirada, pero no llegó a escuchar a qué se refería el mayor…
…porque estaba a punto de presenciarlo. Esta vez, una persona llegó que no tocó el timbre. Sorprendentemente, tenía una llave del departamento y entró como en su propia casa. Se trataba de Yagen, quien no perdió tiempo y se dirigió a Tsurumaru con un aura demandante.
“Conque aquí estabas,” declaró con frialdad.
“O-oye, este es mi espacio. ¿Qué haces entrando y con una llave propia?”
“Tengo un gran poder dentro de Rizembool, y tú en muchos aspectos eres un subordinado,” declaró con una sonrisa. “Pero cortemos la palabrería. Te escapaste de la reunión que íbamos a tener con Ikari-sensei para definir las pautas de nuestro nuevo trabajo en conjunto, así que debes venir conmigo.”
“Uhh, hubiera imaginado que él no me esperaría.”
“No, pero me dio la autoridad para completar el acuerdo ya que él sí cumplió con sus obligaciones y formalidades. No podemos retrasarnos más. El tiempo es muy valioso.”
“V-vamos, acabamos de terminar con un pesado trabajo, ¿y quieres comenzar con otro inmediatamente? Déjame descansar al menos una semana, por favor.”
“Tú siempre andas descansando e incumpliendo con lo que debes hacer, no tienes derecho a quejarte ni demandar días libres,” Yagen se cruzó de brazos y entrecerró los ojos. “Deja de resistirte o te haré la vida imposible.”
“Ahh…” Tsurumaru dio un suspiro. En una situación normal, le tomaría un poco más en serio. Pero, por cierta persona presente, sabía que podría escaparse de la responsabilidad al menos por el presente día. Sólo era cuestión de que dicha persona regresara de la cocina…
Y él no se hizo esperar, ya que tanto Monoyoshi como Ichigo salieron para poner la comida y los platos encima de la mesa del comedor, y luego dirigirse a los demás.
“Eh…” Yagen se sorprendió al ver al peliceleste e inmediatamente se retrajo.
“Ohh, Yagen…” e Ichigo sonrió con mucha dicha y caminó hacia el doctor. “Ahh, no hubiera pensado que tendría el privilegio de verte hoy. Dime, ¿cómo has estado?”
“¿Q-qué haces aquí, Ichi-nii?” el menor desvió su mirada y observó a Tsurumaru con desconfianza. “No pierdas tu tiempo con este inepto.”
“Tsurumaru-san es un muy estimado amigo, y realmente deseo que los dos puedan llevarse un poco mejor. Pero quiero resaltar lo agradable que es encontrarme contigo,” confesó, con alegría. “Estamos por disfrutar de una comida en conjunto. ¿Me concederías el favor de acompañarnos?”
“…” el doctor Toushirou miró hacia el peliceleste con incomodidad y dio un pesado suspiro. “No puedo negarme ante ti, pero no esperes que consuma esta comida. Da la impresión que es algo que la ruidosa grulla ha preparado.”
“Hehe, yo también ayudé, puedes confiar en mí,” Monoyoshi levantó su mano, con ánimos. “Me alegro de verte, Yagen-san.”
“Ah, lo mismo digo, Monoyoshi,” le sonrió un poco.
“…” Mai alzó una ceja y miró al dueño de casa. “Entonces, por el uso de ese apodo… ¿acaso ellos dos son hermanos?”
“Haha, increíble, ¿cierto?” el peliblanco asintió. “Sí, y ello es precisamente el defecto que estaba a punto de mencionar.”
“Es por Yagen que los dos se conocieron, no deberías quejarte,” Hotarumaru negó.
“Y no creo que sea apropiado que digas que una persona en sí es un defecto,” opinó Yukko.
“Ignóralo, no es la primera vez que él me menciona como el defecto de mi hermano mayor,” Yagen sacudió una mano con un gesto de indiferencia, y sonrió con ironía. “Para variar, estoy de acuerdo con él. Ichi-nii merece a alguien mejor que yo.”
“Vamos, no digan esas cosas,” Ichigo se preocupó y miró a su hermano con inquietud. “Tampoco puedo permitir que te rebajes así, Yagen. Tú eres uno de mis preciados hermanitos.”
“No nos tomes en serio. Siento inquietarte…”
“Ehh, les aconsejo que tomen asiento. La pasta se va a enfriar,” llamó Monoyoshi, quien había puesto la mesa mientras los demás estuvieron hablando.
“Parece que la mesa ha quedado un poco pequeña, ¿no?” Ichigo sonrió. “Puedo ceder mi lugar si alguien lo necesita.”
“Ya dije que no voy a comer nada, Ichi-nii. Son seis, entrarán bien.”
“A veces presiento que no te alimentas lo suficiente. No puedo evitar preocuparme por ti.”
“No tienes que hacerlo, sé cuidarme…”
“Es también un gusto estar ahí por ti y ofrecerte mi ayuda,” el mayor le sonrió con un auténtico amor fraternal. “Siempre has sido mi hermanito más independiente y quisiera engreírte un poco.”
“P-párala por favor, me recuerdas a Namazuo…” Yagen se mostró ofuscado y le miró con un incómodo reproche. “Es inaceptable.”
“Hahaha, no sé por qué siempre eres tan cruel con él,” Ichigo rió con disimulo y gran alegría por poder disfrutar ese momento para darse el pequeño capricho de hablar con su lindo hermanito.
“…” Yukko observaba la dinámica de aquel doctor con su hermano mayor, y realmente estaba impresionada de que ese científico tuviera una actitud muy distinta y más asequible en ese instante. Sí se notaba que los dos eran muy unidos. Ella se levantó del sillón al ver a los demás ir hacia la mesa. “Ehh, pero si son parientes, ¿cómo así tienen distintos apellidos?”
“Había asumido que son medios hermanos,” dijo Mai, inmutada.
“No lo son,” Hotarumaru negó. “Lo que sucede es que, en el linaje Toushirou, el hijo heredero recibe el título de Hitofuri que funciona como su apellido, pero él sigue siendo igual de Toushirou que el resto de sus hermanos.”
“Hm, entonces son hermanos de sangre completamente,” Mai alzó una ceja. “No puedo ser la única que considera divertido cómo el idealizado y perfecto hermano mayor con un fan club tiene de hermanito a un posiblemente malévolo científico de Rizembool.”
“Definitivamente no eres la única,” le aseguró Tsurumaru. “Es una broma real que yo y varios que conozco amamos recordar de tanto en tanto.”
“Uhh, compórtense, por favor,” pidió el pelicenizo, frustrado.
El grupo de personas iba a disfrutar de una rápida e improvisada merienda en grata compañía mientras las nuevas en Rizembool continuaban familiarizándose con su nuevo círculo.
Cho acababa de terminar con las clases del día y caminaba junto a su arma hacia los establos donde iba a encontrarse con Alexei. La HiME estuvo acompañada de Kashuu todo el día puesto a que la directiva todavía se encontraba alistando su horario y papeleos para integrarse como un estudiante en la universidad. Pese a que Cho estuvo un poco inquieta de que su arma se aburriera, este no tuvo mayores quejas y se concentró en su celular para pasar el tiempo. Ello tranquilizó a la peliceleste, aunque de nuevo se sorprendió de que su arma tuviera mayores habilidades con el dispositivo que ella como para haberse descargado un gran número de apps que no había visto en su vida.
Luego de la larga caminata, ambos llegaron a los establos y se encontraron con Alexei, quien parecía recién encontrarse en la labor de mantenimiento.
“Buenas tardes, Tanaka-san,” él dejó unos artículos de limpieza para recibirles, y sonrió amablemente. “También es un gusto conocerte. Mi nombre es Alexei Kamarazov.”
“Kashuu Kiyomitsu,” este sonrió y se encogió de hombros. “No que las introducciones hayan sido muy necesarias para mí. Poseo varios recuerdos de mi aruji y estoy al tanto de quién eres. Debo agradecerte por ayudarle tantas veces en el pasado.”
“No hay de qué. Tanaka-san es una gran amiga. También me alivia saber que te tiene a su lado y espero que los dos se puedan apoyar mutuamente.”
“Por supuesto que sí. Soy el asistente ideal de mi aruji, no tienes de qué preocuparte,” declaró el arma mientras llevaba sus manos a sus caderas y sonreía con gusto y autosuficiencia.
“Eh…” Cho no evitó sonreír con gracia al notar a su arma muy a gusto por aquel intercambio con su senpai. Se volvía cada vez más evidente que Kashuu amaba recibir atención y ser apreciado por los demás.
“Ya que estamos todos aquí, podemos iniciar con la práctica,” Alexei volvió a recoger los utensilios de limpieza. “Pero pienso que podríamos ocupar un poco de tiempo en cómo mantener y limpiar a los caballos, ¿les parece?”
“P-pues tiene sentido…” la HiME asintió y desvió su mirada incómoda.
“Aruji,” Kashuu se le dirigió y le sonrió de manera reconfortante. “No hay por qué temer. Sé que los caballos son animales nobles. Estará bien.”
“Eh, gracias por el aliento…”
“Pienso exactamente igual,” Alexei asintió. “Empecemos con el cepillado que es lo más sencillo. Agarren un cepillo cada uno.”
“Claro~” el arma fue por uno de los cepillos y siguió al senpai con grandes ánimos. A Cho le tocó seguirles y armarse de valor, ya que siempre se había sentido impresionada por el tamaño y fuerza de los caballos como para estar cómoda con ellos.
Los tres caminaron y pasaron a algunos caballos que estaban descansando en sus respectivos casilleros. Eventualmente, Alexei se detuvo frente a un caballo que se encontraba comiendo de un contenedor de heno y les daba la espalda. Él caminó a su costado e hizo una breve demostración sobre cómo cepillar.
“Tienen que realizar cepillados circulares y rápidos de manera fluida con tal de remover cualquier suciedad del cuerpo del caballo,” explicó el mayor, quien dejó de realizar aquella acción después de darles el ejemplo. “Es sencillo. Sólo les pido que cepillen con suavidad en las zonas huesudas o en la parte del abdomen. Los caballos son en su mayoría un poco más sensibles en dichas áreas.”
“S-sí, ya veo…” Cho asintió con leve aprehensión. Había podido ver al caballo sacudirse sutilmente y azotar su cola cuando Alexei estuvo limpiándolo.
“Tanaka-san, empieza por donde hice la demostración.”
“Eh, sí, enseguida…”
La HiME se acercó ni bien el mayor se hizo a un costado para darle espacio. Ella no tardó en sentirse diminuta al costado del cuadrúpedo por lo voluminoso que era y el hecho que apenas podía ver por encima de su lomo. Ella alzó su mano con cierta duda y posicionó el cepillo encima de un costado del caballo, pero antes de animarse a iniciar con el cepillado vio al caballo dejar de comer y alzar su cabeza, para mirarle de reojo con uno de sus protuberantes ojos.
“I-ihhh…” Cho se congeló al observar esos ojos de rumiante caracterizados por aquella pupila elíptica y alargada que le recordaba a algún dudoso juego de pesadillas donde uno debía escapar al trepar una torre gigante de bloques (?). La HiME se sintió diminuta por el caballo ya que ese gesto le había hecho sentir que debía huir cuanto antes.
“Hmm…” por su parte, Kashuu a su costado miraba con curiosidad al caballo. “Los caballos tienen lindos ojos, ¿no es así?”
“¿E-ehh?” ello remarcó el hecho de que, a pesar que su arma había provenido de ella, los dos seguían siendo personas muy distintas.
“Tanaka-san, no te intimides,” Alexei sonrió con torpeza y retiró la mano de Cho encima del caballo. “Él sólo te estaba mirando ya que tenías un objeto encima de su cuerpo. Quizás no fue la reacción más amigable de su parte, pero es normal que se haya extrañado porque no sabía lo que ibas a hacer. Por ello, la confianza en tus acciones es muy importante.”
“S-sí… lo tendré en cuenta.”
“Está bien, aruji. Pienso ayudarte como sea posible. A mí me gustan los caballos,” declaró Kashuu, de buenos ánimos. “Puedo comenzar con este y el siguiente lo puedes hacer tú, ¿te parece bien?”
“Bueno, gracias por el ofrecimiento,” Cho asintió y de inmediato vio a su arma imitar a Alexei con toda confianza y tranquilidad. Efectivamente, el caballo se notó más a gusto por ello.
“Sin lugar a dudas, sé que Kashuu te ayudará mucho de aquí en adelante,” comentó Alexei.
“Sí, en verdad ha sido un gran apoyo para mí estos últimos días, y sé que sólo es el comienzo,” comentó la HiME, quien dio un suspiro. “Él sin duda tiene esa gran confianza y osadía que yo necesito. A veces me pregunto cómo alguien como él pudo venir de alguien como yo.”
“Quisiera saber las respuestas detrás de la magia de Hanasaki, pero quizás nadie lo comprende al cien por ciento,” confesó con un poco de torpeza. “Aunque estoy convencido que tienes un gran potencial, sólo necesitas confiar un poco más en ti misma. Y verás que los caballos son grandes compañeros también. Te sentirás más a gusto con ellos conforme pase el tiempo.”
“Espero que tengas razón…” Cho entonces recordó algo muy importante. “¡Ohh, ehh, p-perdón, no sé dónde ha estado mi cabeza!”
“¿Tanaka-san?”
“Felicidades por haber sustentado tu tesis. En verdad hubiera querido haberte acompañado en el proceso, pero realmente me siento muy orgullosa por ti. Sé lo mucho que has estado trabajando.”
“No te inquietes por ello. Tampoco quise compartirlo contigo porque has tenido días complicados, pero realmente es un placer para mí extenderte mi ayuda y pasar un rato juntos. Me recuerda a nuestros tiempos en el club de equitación en la secundaria.”
“En verdad que sí,” ella sonrió con nostalgia. Ya habían sido cuatro años desde entonces, durante su primer año en la batalla HiME. “Y quisiera agradecerte por tus constantes consejos y por darme las clases de equitación. Y en general siempre has sido un gran amigo.”
“Los dos siempre nos llevamos bien desde que me transferí a Hanasaki, eso es todo lo que importa. No necesitas agradecerme por nada. Para eso estamos los amigos,” le comentó pausadamente y con alegría.
“Sí, en verdad…” Cho ensanchó su sonrisa y sintió unas ganas de abrazarle que se reservaría al menos de momento. De no ser por Alexei, hubiera estado más sola durante el conflicto anterior y tampoco habría podido acostumbrarse a su Child, el cual pese a no haber aparecido mucho sí tuvo algunos roles críticos en ciertas circunstancias. Pero, más que nada, su amigo había sido precisamente una persona de confianza y muy cercana a ella que le ofreció un gran apoyo emocional y una voz de sabiduría en distintos momentos del conflicto, incluyendo el más reciente distanciamiento que tuvo con su hermano. Por todo ello, le era un poco inquietante y sumamente triste saber que en poco tiempo él ya no estaría en Japón… “Ehm, no sé cuánto tiempo más piensas quedarte por aquí…”
“Seguiré atendiendo unos asuntos pendientes durante esta semana, y estaría partiendo para la siguiente,” le respondió.
“Es muy pronto…” Cho asintió y decidió enfocarse en lo que había hablado con Osaka. “Estaba pensando en organizar una reunión con todos, así al menos podremos tener un momento más para pasarla todos juntos.”
“Claro, me parece bien. Sería un gran honor,” él sonrió.
“Me alegra…”
“Aruji, ya terminé,” se reportó Kashuu. “¿Ahora qué hacemos?”
“Sería mejor continuar con el mantenimiento de este caballo antes de pasar al siguiente,” dijo Alexei. “Ya, les enseñaré a limpiar las patas que es de suma importancia.”
Los tres continuaron con la actividad de mantenimiento en una agradable compañía para finalmente comenzar con la clase de equitación que esperaban tener esa tarde.
La reunión en el apartamento de Tsurumaru acababa de terminarse, y este tuvo el deber de atender a sus protegidos para resolver aquel faltante del que habían sido informados. Por ello, tanto ellos como Monoyoshi se quedaron, con este último ofreciéndose para prepararles un postre simple en lo que solucionaban el inconveniente.
Yagen se excusó al pretender regresar a su laboratorio y, como él mismo temió, su hermano de inmediato se despidió de todos para hacerle compañía. Al tratarse del propio ‘Ichi-nii’, el doctor lo tenía un poco más difícil rechazarle, aparte del hecho que su hermano podía ser bastante insistente pese a la amable y considerada personalidad que poseía.
“Comprendo que la labor que has estado realizando junto a Tsurumaru-san acaba de terminar, Yagen,” mencionó el peliceleste mientras ambos caminaban fuera del complejo de apartamentos donde el otro vivía. El hermano mayor miró hacia el menor con una tranquila sonrisa. “Por ello mismo, espero que tus deberes no sean muy abundantes ni urgentes. Temo mucho que andes agotado y no quisiera que te excedas.”
“No tienes por qué preocuparte, Ichi-nii,” Yagen negó. “Me siento bien, y aquel proyecto en conjunto era lo más pesado entre mis presentes proyectos. No debes inquietarte.”
“Me alegra oírlo,” Ichigo asintió y se vio contento. “Por lo que acabas de decir también entiendo que te encuentras más libre de lo usual y puedes acompañarme un rato, ¿cierto?”
“No lo puedo negar…” él dio un pesado suspiro al entender que estaba en cierto modo obligado a pasar la tarde con su hermano mayor. No que fuera algo que no quisiera hacer precisamente. Sin embargo, pese a que fuera alguien dedicado a su familia, con el tiempo se había vuelto cada vez más complicado para el doctor ser cercano a ellos, por diversos motivos…
“Haha, ¿por qué reaccionas así?” le preguntó su hermano, de buenos ánimos. Él no se tomó a mal la reacción del menor y le sonrió con paciencia y dulzura. “A pesar que no hemos tenido muchas oportunidades para compartir en todos estos años, tú eres tan valioso para mí como el resto de nuestros hermanos y lo sabes. También comprendo bien que piensas de manera similar,” Ichigo llevó una mano a su pecho y bajó su mirada sin borrar su sonrisa. “Nuestra familia es lo más importante en nuestras vidas y debemos velar por el bienestar de cada uno de nosotros. Yo siempre recordaré nuestro primer encuentro.”
“…” Yagen se mostró un poco preocupado al observar cierta tristeza invadir la tranquila y alegre sonrisa de su hermano mayor. Era también un poco incómodo para el doctor hablar con Ichigo porque, a diferencia de los demás en su familia, el primogénito tenía menos tabús al momento de mencionar el pasado que todos debían cargar sobre sus hombros…
“Lo primero que hiciste ante mí no fue presentarte. No oí tu voz, ni tu nombre…” Ichigo ensanchó su sonrisa con nostalgia. “Tú tomaste aquel gesto ancestral para declarar tu lealtad ante mí, y ante todos nuestros hermanos. Englobaste ese sentimiento tan genuino y comprometido que todos sentimos por nuestra familia y nuestro apellido… sólo puedo imaginar qué pensamientos surcaban dentro de tu mente, como el niño que eras, para realizar tal acción.”
“Ichi-nii…”
“Pero pese a haber sido recién el primer momento, y uno tan corto como tal, fue el instante en el cual me sentí más cercano a ti…” el peliceleste agarró al doctor de un hombro y notó con tristeza a su hermanito tensarse y formar una expresión inquieta.
“…” Yagen desvió su mirada. Él detestaba el contacto físico, pero hacía lo posible por tolerarlo si provenía de sus hermanos…
“Yagen, contigo siempre han sido las acciones lo que más me han comunicado acerca de ti. Tus palabras y expresiones son muy pulcras y justo a la medida del excelente doctor y científico en el cual te has convertido, y por ello son muy impersonales. Pero como el hermano mayor soy capaz de leerte y entender a la persona que llevas dentro,” Ichigo le soltó. “Espero que algún día dejes de actuar con tanto rechazo y aprehensión hacia los demás. Nuestros hermanos menores respetan tu lejanía, pero sé que ellos anhelarían ser cercanos y recibir cariños de parte de ti.”
“Ichi-nii, tienen a Namazuo y a Shinano para esas cosas…” Yagen le miró de reojo, con impaciencia. “Aquel no es mi rol.”
“Es diferente,” Ichigo sonrió con simpleza. “También, los pequeños me preguntan sobre ti todo el tiempo, y en su mayoría me encuentro sin saber qué responderles. Y definitivamente no sólo son ellos quienes te echan de menos. Lo sabes muy bien…”
“Lo sé…” Yagen negó un poco ofuscado y dio un suspiro. “Tengo un horario un poco complicado este par de semanas, pero te prometo que haré más tiempo para ustedes justo para cuando nuestros hermanos regresen.”
“Me parece justo,” Ichigo se animó por aquella mención. “Cierto. Shinano es el primero. Él está por regresar de los Estados Unidos. Y también sé que por su forma de ser te obligará a presentarte más en casa. Él siempre ha tenido algún modo de convencerte.”
“Ahh, son insistencia y molestia puras…” el doctor se vio agobiado. Ello sólo significaba que tendría que pasar más tiempo en su laboratorio porque en dicho edificio los vigilantes sólo dejaban ingresar a las personas autorizadas. “Aunque no soy el único ausente todo el tiempo. Espero que no intentes hacerlo un caso personal.”
“Lo sé bien. Honebami también anda muy ocupado.”
“No me refería a él,” Yagen se impacientó un poco. “Él siempre tiene quehaceres porque me ayuda todo el tiempo, así que cae bajo mi responsabilidad.”
“No tienes por qué tomártelo así, Yagen,” el peliceleste se mostró perplejo por aquella reacción, y sonrió animado. Le parecía muy interesante cómo así Yagen solía defender a Honebami o responsabilizarse en su lugar. “Me encuentro perpetuamente agradecido con nuestro hermano por estar al tanto de tus deberes y darte una mano. Me alegro mucho que sí aceptes de su ayuda, y que a su vez tú le seas un gran apoyo.”
“No le des mayor importancia, es natural…”
“Y, para retomar el tema, Gotou me prometió lo mismo. Él también tiene varias obligaciones que ha ido barajando con tal de contar con el suficiente tiempo ni bien toda nuestra familia se reúna,” Ichigo asintió. “Siento no haberle mencionado previamente, es que a diferencia de ustedes dos él sí está en constante comunicación conmigo y con nuestros hermanitos por más que no viva con nosotros. En verdad me apena que seas de quien menos escuche pese a que los dos pasamos tanto tiempo dentro de la misma universidad.”
“E-entiendo ello…” Yagen bajó su mirada con leve incomodidad. “También siento molestarme tan repentinamente.”
“No, me alegro que lo hagas,” el mayor se vio alegre. “Ello me deja entender que me tratas con familiaridad. Tu propia presente inquietud me dice exactamente lo mismo.”
“Eres demasiado paciente, Ichi-nii…” le miró con reproche.
“Haha, sólo me alegro de verte,” él miró hacia el frente y notó que se acercaban a una cafetería. “¿Te gustaría detenernos para tomar algo?”
“Si gustas, estoy bien con lo que decidas.”
“Vayamos. Sé que una infusión sería agradable.”
Después de esa conversación, Ichigo dirigió a su hermano a esa cafetería relativamente céntrica de la universidad. Como tal, tenía dos pisos de alto y múltiples mesas, sillas y cojines donde los estudiantes se acomodaban mientras bebían sus brebajes y se enfocaban en responsabilidades o pasatiempos. Al ser cerca del atardecer, la cantidad de personas sólo incrementaba, pero todavía iban a poder encontrar algún rincón cómodo dentro del lugar.
Pese a ello, Yagen estaba por recordar una particularidad muy característica de su hermano mayor, y la razón primordial por la cual no gustaba pasar el tiempo con él dentro de Rizembool. Ni bien ingresaron a dicho lugar, pudo ver y oír claramente a varias chicas impresionarse e ilusionarse por encontrarse compartiendo espacio con el muy famoso y popular Ichigo Hitofuri. Este, por su parte, parecía ya haberse acostumbrado a dicha aura a su alrededor y caminó inafectado hacia la caja registradora, donde la cajera ya andaba con una sonrisita tonta y perdida.
“…” el científico sintió un tic en la ceja por los diversos murmullos de las personas a su alrededor, que comprendían distintas conversaciones sobre datos de su hermano mayor y también algunas chicas preguntándose quién era aquel niño de primer año que lo acompañaba. No le quedaba de otra que ignorarles al ver a su hermano a punto de hacer el pedido.
“Buenas tardes, ¿cómo le puedo ayudar?” le preguntó la cajera quien casi brincaba de un pie.
“Muy buenas tardes,” e Ichigo le correspondió el saludo con una venia y sonriéndole. “Quisiera pedir un té Jasmín, por favor.”
“Enseguida~ ¿desearía algún edulcorante?”
“Gracias, pero prefiero el té solo.”
“¿Y algo para degustar? Tenemos una gran variedad de postres y le puedo dar recomendaciones personales si gusta.”
“Le agradezco, aunque sólo deseo la infusión. Aprecio su dedicación y espero regresar en otro momento para oír sus sugerencias,” asintió con gentileza e inconscientemente maravillando a su público. Ichigo entonces se giró a su hermano. “Yagen, ¿qué deseas pedir?”
“Un expreso, por favor,” dijo él, quien notó cierto pesar en el rostro de su hermano. “Ichi-nii, ¿sucede algo?”
“Pienso que un expreso no es la elección más saludable o ideal para ti, ni apropiada para tu edad,” comentó, claramente preocupado. “No quisiera que uno de mis preciados hermanitos fuera a adoptar una adicción a la cafeína…”
“¿De qué hablas?” Yagen alzó una ceja. “No seas incomprensible, Ichi-nii. Me gusta el sabor del expreso, y déjame asegurarte que soy muy vigilante en lo que consumo. Nunca adoptaría ningún tipo de adicción.”
“Aun así, como el mayor es mi deber velar por tu bienestar. Preferiría que compartas el té Jasmín conmigo por hoy.”
“Sé que no podré convencerte, está bien…” se encogió de hombros y vio a su hermano pedir el segundo té. Entonces, Yagen pudo oír un ajetreo a su alrededor de las chicas emocionadas por haber visto esa escena de Ichigo con uno de sus hermanos menores, remarcando el buen y preocupado hermano que era. Al doctor no le faltaban ganas de pedirle a todas que se callaran, pero sabía que lo mejor era ignorar.
Ellos recogieron sus pedidos y pudieron ubicarse en un par de sillones en uno de los rincones del lugar. Una vez ahí, toda la bulla de las chicas se calmó y la calma regresó a los alrededores. Yagen dio un pesado suspiro y notó como siempre que su hermano parecía estar completamente acostumbrado a dicha atmósfera como para no notarlo. Al sentirse más tranquilo, supuso que sería un buen momento para iniciar una conversación.
“Namazuo comentó que tenías mucho de qué encargarte estos últimos días,” mencionó Yagen.
“Sí, lamentablemente no he podido pasar mucho tiempo con nuestros hermanitos debido a ello,” Ichigo sonrió con torpeza. “Es una gran lástima. Les debo mucha dedicación y espero poder hacer algo por ellos pronto.”
“Lo harás. Siempre has sido el hermano modelo en nuestra familia,” Yagen sonrió un poco. Era curioso cómo lo primero que el mayor mencionó cuando le preguntó de sus ocupaciones era el hecho que no había pasado mucho tiempo en casa, aunque no le sorprendía. “¿Te encuentras encargándote de varios asuntos estas semanas?”
“Sabes que soy asistente de enseñanza para algunos cursos de oratoria y estoy planeando eventos donde pueda participar con mis estudiantes de primer año, del mismo modo en el cual tú lo hiciste en la donación de sangre,” comentó. “Para esta semana, también tengo preparado un curso para futuros asistentes y jefes de prácticas y otras actividades menores dentro de la universidad. Aunque lo que más me tiene preocupado es una aparición en la cual tengo que representar a nuestra familia. Menos mal que es dentro de la ciudad.”
“Sí son muchas cosas por hacer,” se impresionó.
“Pese a ello, sé que tú también tienes con mucha frecuencia semanas como esta. No es algo que no pueda atender, como el mayor.”
“Lo sé, no dudaría de tus habilidades,” Yagen tomó un sorbo de su té antes de continuar. “Pero esta semana puede ser más fácil para ti.”
“¿A qué te refieres?” preguntó Ichigo, confundido.
“Le pediré a Honebami que te dé una mano,” el menor sonrió decidido. “Pienso que sería muy bueno para los dos. Tú necesitas de alguien que te ayude a organizar y atender tus asuntos, y Honebami ha pasado mucho tiempo entre mi laboratorio y el del profesor Ikari por ayudarme a terminar el más reciente proyecto. Salir a la luz y despejar su mente de mis aposentos le sería bastante positivo.”
“Entiendo lo que dices, pero no sé si me parece justo,” Ichigo negó y desvió su mirada con incomodidad. “No quisiera imponer ningún trabajo a nuestro hermano, y tampoco me sentiría cómodo sabiendo que él no está contigo para ayudarte y supervisarte.”
“No tienes que tratarme como un niño todo el tiempo,” le recordó, impaciente. Dio un suspiro y sonrió con leve frustración. “Y temo admitirlo, pero es inevitable pedir favores de Honebami. Él siempre ha sido muy servicial y dedicado a todos nosotros, y nunca oiría un pedido de que deje de auxiliar o se tome un tiempo libre. Es más, sé que se estresaría si se ve repentinamente sin nada que hacer.”
“Sí suena como él…” se puso a pensar.
“Por ello quisiera que te acompañe. Yo no necesitaré ayuda en los próximos días y de todos nosotros sé que tú eres quien puede ayudarle a despejarse y descansar sólo por tu forma de ser,” asintió, convencido. “Y no sólo lo digo para que te ayude, si somos sinceros,” desvió su mirada. “También te lo pido como un favor. Me preocupa tenerle dentro de mi laboratorio tan seguido. No debe ser saludable.”
“Heh…” el peliceleste se alegró de oír ello. Su recluido hermano sí mantenía esa constante, aunque reservada, vigilia por los demás dentro de la familia. Sonrió satisfecho y asintió. “Está bien, con mucho gusto me veré acompañado de Honebami estos días. Es también un gran placer para mí. Además, sé que Mikazuki se alegraría mucho de que le vayamos a visitar.”
“Espero que lo hagan. Él siempre ha sido un gran amigo de Honebami,” Yagen sonrió. “Y le dan mis saludos cuando lo vean.”
“Deberías ir tú mismo a verlo. Conociéndole, tal vez no aprecie un gesto como tal. Y lo acabas de decir. No puede ser tan saludable estar encerrado por mucho tiempo dentro de un laboratorio subterráneo. Necesitas un descanso también.”
“Lo tendré pronto, cuando todos nos volvamos a reunir. Lo prometo.”
Los dos continuaron hablando un poco más antes de que siguieran atendiendo a sus respectivas obligaciones. Faltaban todavía unas semanas para que se diera aquel reencuentro que ambos habían estado esperando, y durante el cual irían a desocuparse un poco con tal de pasar un tan necesitado tiempo en familia.