Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 252170 times)


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #495: January 20, 2019, 03:30:16 PM »
Fic eterno, pero al fin escribí sobre una pelea. Uf..

Acomodó el nudo de la corbata hasta que quedara perfecto. Después se preocupó de dejar el cuello de la camisa en un orden magnífico. Se hizo un poco para atrás para evaluar si todo estaba correcto.

“Listo. Luces perfecto para tu primer día de trabajo.” El pelinegro se apartó y fue hasta la cocina de donde trajo un bentou preparado y guardado en un recipiente resistente. “Te preparé esto por si no te dan hora de almuerzo… Eh.” Ritsu pasó una mano por su nuca, un poco incómodo. No era muy alentador animar a alguien que iba a ser un esclavo.
“Ya, gracias.” Akira lo recibió. “Y lamento que no nos vayamos juntos de vacaciones.”
“No importa. Tienes que aprovechar esta oportunidad que te da el Tribunal de Justicia con tu libertad asistida.” Entre los requerimientos que exigían para conservar su libertad, era la de que Akira tuviera un trabajo y dado el historial policial del joven era lógico que no conseguiría uno en un lugar decente. “Sólo lamento que tengas un horario tan complicado.”
“Descuida. Seguramente tendré minutos muertos y allí me distraeré en las redes sociales de mi teléfono. No creo que me pase todo el día entregando encomiendas.” Le aceptaron en un trabajo de atención al público como encargado de organizar y entregar los paquetes de envíos al extranjero de Aliexpress, y de entrega de estos a las personas que fueran a retirarlos en la casilla. Sabía que era un asco, ya que la vez que fue a retirar un paquete que le llegó de USA estuvo en la fila por tres horas en un cuarto minúsculo lleno de gente detestable y donde no había ventilador para clientes. Suponía que para los trabajadores tampoco. Pero no tenía de otra. “Hey, que justo me hayan contratado en vacaciones no significa que tú tengas que quedarte aquí en Tokio. Busca algún panorama que—”
“…” Ritsu se mordió el labio inferior, aguantando su propia vergüenza.
“¿¡NO ME DIGAS QUE VOLVISTE A INSCRIBIRTE EN ESE TONTO EVENTO!?” Lo observó con reproche.
“N-no…”
“Shikishima, tienes que hacer algo más interesante en tus vacaciones… No asistir a un encuentro de fanáticos de Tolkien en Japón. Please, no quiero volver aquí y que me hables en élfico.” Akira se dio con la palma de su mano en el rostro. Había confiscado el teléfono móvil de su amigo para cancelar la suscripción a ese estúpido evento de gente rara, pero, al parecer, el otro se las había ingeniado para conseguir la inscripción por otro método.
“Se hace tarde…”
“Shikishima…”
“No iré al evento de Tolkien.”
“Bien.”
“Pero... Iré a un torneo de Dungeons & Dragons”
“…”
“Nagisa también irá y nos veremos allá.”
“¿A Nagisa le gustan esas cosas…?” Akira arrugó un poco la nariz sin poder lograr hacerse una imagen mental de aquel chico peligris jugando aquel juego de mesa. Le era difícil concebirlo de ese modo.
“No. Pero irá porque se presentará una Idol que cantará como estrella invitada. Como vimos que ambos coincidimos en el evento de Facebook, nos pusimos de acuerdo para ir juntos.” Ritsu y Kaworu Nagisa ya se conocían desde el proyecto ¨Catharsis¨ por lo que no sería una convivencia incómoda asistir los dos juntos a aquel evento.
“¿Esa tal Miu? Pero si va a Rizembool… Pueden verla allí.”
“Pero no va a Rizembool a cantar…”
“Okay… Al menos quiero pensar que Nagisa después te propone una actividad menos… especial, y pasan para otro lado.”
“Sí, lo más seguro.”
“Aún así, busca algún lugar para vacacionar.”
“Estaba viendo la página de airbnb y hay algunas propuestas que me animan.”
“Cuando regrese me cuentas.”
“Idem, me cuentas como te fue en el trabajo.”

Akira tomó sus cosas y las guardó en su mochila. Al salir, vio que aún el clima estaba fresco y el ambiente estaba cubierto por una tonalidad grisácea. Las primeras aves comenzaban a cantar para recibir la mañana. Era muy temprano, pero debía salir de esa hora de casa para poder llegar a tiempo a su trabajo al otro lado de la ciudad.
Lo peor era pensar en su horario laboral el cual empezaba a las ocho de la mañana y terminaba a las siete de la tarde, con un suelo mínimo que no le servía para nada. Prometían que cambiarían su horario a nocturno cuando entrara a clases lo cual mentalmente le fatigaba aún más porque no sabría cómo sobreviviría a Rizembool hasta las tantas de la tarde y entrar a su trabajo a las ocho de la noche para salir a las cinco y algo de la madrugada. ¡Con suerte tendría unas tres horas para dormir y existir antes de entrar a su clase en Rizembool!
Pero el tipo policía había sido claro en su última audiencia. Tenía que tomar el trabajo sí o sí como se exigía si no quería parar en un calabozo. Si no fuera porque era necesario para su libertad asistida ni, aunque fuera un demente tomaría ese trabajo.
Sólo esperaba que al menos borrasen algunas cosas de su historial criminal para así, el día en que fuera Psicólogo Forense, no apareciera un fiscal o abogado recriminándole en pleno juicio como puede trabajar en la justicia y acusar a otros de criminalidad si él mismo era un criminal.
El joven soltó un prolongado suspiro.

“Born to die…”

Por el centro de la capital la actividad laboral y de transeúntes comenzaba recién a dar indicios de iniciar el día. Aún era demasiado temprano para encontrar mucha gente por las calles por lo que Eren Jaeger caminaba sin dificultad por las calles buscando la dirección donde ubicar en Registro Civil para renovar su cédula de identidad ya que la había perdido en la última salida con Oikawa y los demás chicos. ¿Había sido aquella vez del bar? No recordaba y ya era críticamente negligente que llevara meses sin identificación.
Tenía asumido que, al ser extranjero, el papeleo y la espera sería aún más eterna ya que debía confirmar su identidad con unidades extranjeras. El maldito de Jean Otus no quiso darle una identificación creada en la oficina inculcándole que debía hacer los procesos legales como cualquier ser humano del mundo.

“Ése estúpido rubio flojo y canalla… Ojalá que se ahogue con el humo de su cigarrillo… O que se clave algo el en trasero…” Murmuró entre dientes el pelicastaño. Estando solo podía ser todo lo grosero que quería.

Estaba tan de mal humor por tener que levantarse temprano. Por suerte la oficina del Registro Civil habría hasta las dos de la tarde de ese día, pero sabía que si llegaba después de las ocho ya no alcanzaría número de atención debido a todas las personas que asistían al lugar con el mismo objetivo y él necesitaba cuanto antes su documentación.
Su teléfono celular vibró en su bolsillo, al sacarlo encontró un mensaje de Jean Otus lo cual le inquietó… ¿Y si el teléfono celular tenía un micrófono o algo? Negó con la cabeza, eso era posible, pero Jean lo encontraba tan absurdo a Eren que dudaba que se interesase en escuchar sus conversaciones.

“…” Revisó el mensaje percatándose de que el rubio le pedía que el día lunes se presentara puntual en la oficina, subrayando especialmente la palabra ¨impecable¨ lo cual le extrañó al joven. “Qué raro… En fin.” Alzó los hombros y guardó el aparato en el bolsillo de su hoodie.

Avanzó unos cuantos pasos más distrayéndose con lo que podía observar de movimiento social conforme adelantaba camino. Un matrimonio caminando por la calle de al frente, un señor obeso abriendo la cortina metálica de su panadería, una mujer florista barriendo con una escoba la vereda que daba con su negocio, un adolescente paseando a su mascota. Era como lo esperable y nada que pudiese llamar su atención del todo hasta que vio a alguien que incluso logró que Eren dejase de caminar quedándose observando a esa persona que captó su total atención.
El joven, disimuladamente, se escondió detrás de la vitrina de diarios de un quiosco fingiendo interés en las ultimas noticias escritas mientras de reojo miraba a esa joven. Aquella muchacha delgada, alta, de marcadas curvas y cabello rosa era la misma imagen que Aru Akise le envió a su teléfono celular indicándole que era su HiME. Sabía que Akise no se equivocaba puesto que eran los mismos miembros del Comité Rebels quienes le solicitaban al peligris que enviase la identificación e imagen de la HiME al Rebel asignado.
La joven le había dado la percepción de ser más pequeña en la imagen y por algún motivo Eren llegó a ilusionarse de que ella fuese del tipo de chica adorable e ilusa, tal como había sido su primera HiME la cual derrotó a principios de año olímpicamente, que se enrollaba en todo el tema de las HiMEs con la fantasía de tener poderes. Por tanto, esperaba que tras un susto terminase desertando tal como lo hizo la primera.
Pero ahora que la veía bien, se notaba que tenía una silueta atlética y bien entrenada, caminaba observando su alrededor analizando todo meticulosamente como si se tratase de una espía de la ex Unión Soviética. Usaba un atuendo algo extraño, con pantis negras, vestido rojo y botas rojas, como una especie de uniforme, y una gorra militar blanca en la cabeza.

Definitivamente no se parecía mucho a su primera HiME. Aquella rubia, adorable y bajita que usaba atuendos que a Eren le parecían de aquellos mangas para adolescentes ¨kawaii¨.
Algo en su nueva HiME le dictaba internamente que debía tenerle más respeto y no subestimarla, como a su primera HIME.
Eren dejo de fingir que leía el titular del periódico y optó por continuar con su camino. Eventualmente se la encontraría y pasaría por su lado, él corriendo la ventaja de saber quién era ella. Ella, seguramente, sin tener idea de lo que sucedía. ¿Era correcto usar ese comodín? Quizá debía intentar algo para que se asustara y terminara renunciando como HiME, pero Eren era un poco más sensato por esos días y sabía que no debía iniciar un conflicto en una zona concurrida por personas que no tenían relación con Rizembool o Hanasaki. Sobre todo, civiles desprotegidos.
Lo más prudente es que no intentara nada. Que la dejara pasar y luego ya habría una oportunidad para que ambos se enfrentaran en un lugar más adecuado.

Justo cuando pasó por al lado de Zero Two, ésta había esquivado al adolescente con el perro quienes pasaron corriendo por el lado de ésta cuando la mascota quiso seguir persiguiendo a un gato que salió de entre las calles. La joven chocó levemente con el castaño. El momento por unos instantes pudo ser intenso y complicado dada la realidad de ambos como HiME y Rebel, pero Eren era el único conocedor de ese detalle. El joven se quedó estático unos segundos, sintiendo una opresión en el pecho por la tensión que se podía crear entre ambos. No sabía cómo era esa chica, pero podía esperar cualquier cosa después de ver la información que le dio de ella Aru Akise.

“Disculpa.” Dijo Zero Two. Cortante y sin sentirlo realmente. Caminó de nuevo, como era de esperar después de chocar con un extraño.
“Descuida.” Le respondió Eren, suavemente. Siguió caminando, pero de pronto sintió como súbitamente alguien le agarró del brazo con violencia. “…”
“Espera…” Zero Two “Tú…” la pelirosa, de perfil, lo observó con aquellos ojos intensamente verdes marcados por unas delineaciones rojas debajo de los párpados de abajo. Su mirada fría causaba escalofríos.
“…”
“…”

La joven de cabellos rosas lo observó por última vez con una mirada impregnada en hielo y rencor, Eren en todo momento se mantuvo alerta en caso de que ella descubriera su identidad y tramó lo mejor posible alguna estrategia mental que le pudiese servir en caso de conflicto, pero ante todo pronóstico la HiME llamada Zero Two dio privilegio a sus actos más impulsivos que a sus nociones más sensatas.
Sin soltar el agarre, la chica generó una maniobra estupenda que provocó un empujón fuerte en el otro haciendo que el Rebel chocara su espalda contra un enorme ventanal. Debido a la potencia e intensidad con la que lo lanzó, el cristal del ventanal se hizo añicos y Eren Jaeger terminó atravesando a través del vidrio, quedando sobre el piso del interior del negocio.

“¡KYAAA!” Gritó la mujer que paseaba con su esposo. En cosas de segundos el joven matrimonio salió corriendo de allí. Lo mismo hizo una joven adolescente escolar que salió aterrada después de lo que acababa de presenciar.

Zero Two quitó algunos vidrios de los bordes usando la tela del traje que cubría su antebrazo para pasar a través del ya inexistente ventanal. Era un negocio que aún no abría sus puertas, por lo que sus dueños no llegaban todavía y estaba vacío. Buscó con la mirada a su rival y lo encontró recién incorporándose, aún sentado en el suelo y sobándose la parte de la quijada. La joven HiME se arrodilló en frente de él y lo alzó del cuello de la camisa.

“¿Pensabas que te librarías de mi por tanto tiempo?”
“¿Qué mierda de pasa?”
“Como si no supieras que eres mi Rebel. Me has estado espiando todos estos días, fingiendo que eres amigo de Reiss Historia y yéndola a buscar a Hanasaki con el objetivo de estudiar a tu rival.”
“…”
“Conozco tus intenciones. Como Rebel, planeas aniquilarnos.”
“Ni sabes de lo que hablas.”
“Sí. Sí lo sé.” Ella articuló una sonrisa macabra que al otro se le hizo espeluznante. Era como hablar con una enajenada mental, una especie de psicópata impulsiva. “Rizembool y los Rebels desde muchos años han intentado acabar con Hanasaki y sus protectoras, las HiMEs. De los dos flancos, Rizembool siempre ha sido el más sanguinario y entre sus cifras cuentan con mayor número de HiMEs asesinadas.”
“…”
“Y sé lo que le hiciste a tu anterior HiME” se le acercó para mirarlo a los ojos, quedando sólo a un centímetro de distancias.
“…” Eren le mantuvo la mirada, pero las palabras de la joven le causaron incomodidad.
“Haré justicia en su nombre.”
“¿Qué?”
“¡Te acabaré aquí mismo y luego destruiré a más Rebels y a Rizembool en su totalidad!” Zero Two sacó de entre sus prendas su arma, el  sansetsukon, ya invocado. Con la cadena de su arma comenzó a ahorcar a Eren con el fin de darle un final allí mismo. “¡No permitiré más injusticias!” Ella se sentó sobre el torso del otro, a horcajadas, aprisionándolo con ambas piernas evitándole una escapatoria. Ejercía presión entre su cuerpo y el de su rival dejándole nulo espacio para poder moverle y ejecutar una acción. Apretó aún más la cadena en el cuello de Eren para asfixiarlo.
“C-cállate… Maldita… Loca” El pelicastaño habló con dificultad. La falta de oxígeno comenzaba a causarle estragos. No se ofrecería como una presa fácil. Si bien su rival era una chica, difería mucho del prospecto de HiME como lo había sido su HiME anterior. Su silueta era femenina e incluso muy atractiva, pero tenía mucha más fuerza que cualquier hombre. No debía pensar en ella como alguien frágil pese a su apariencia. “¡SALTE DE ENCIMA!”  gritó, dándole con dificultad un rodillazo en las costillas que sólo le consintió que la chica se separara unos centímetros, sin daño alguno, pero lo suficiente para que, con la misma pierna libre, le diera una patada en el pecho lanzándola lejos de él. “Hm…”
“…” Zero Two saltó hacia atrás con el golpe, pero tuvo el equilibrio perfecto para no caer de espaldas al suelo. Pero ya estaba lista para volver al ataque.

El Rebel la maldijo internamente. Tal parecía le asignaron una HiME de alto rango con capacidades desarrolladas y notoriamente bien entrenada en el combate cuerpo a cuerpo. Quizá no había sido buena estrategia espantar a su primera HiME porque Hanasaki se las había ingeniado para asignarle alguien que de verdad le hiciera el peso.
Lo peor de todo es que Hanasaki había sido tan burdo en su intento de hacerle frente a Rizembool, que habían asignado a una desequilibrada mental por HiME como último recurso. Esa tonta chica estaba iniciando una pelea en un punto social donde vinculaba a personas inocentes y las exponía a gran peligro. Pensaba que ese recurso era más asociado a los Rebels, pero esta chica rompía con el paradigma de las HiMEs.

“Se nota que se han quedado sin buenas alternativas para la selección de HiMEs.”
“¿Qué dijiste?”
“En serio, ¿Eras lo mejor que tenían?” dijo con una sonrisa impregnada en burla. Se dio cuenta que la otra lo miró con rencor, así que había logrado su propósito. Debía llevarla a una zona menos transitada por personas. “Acabemos con esto de una vez…” corrió hacia ella para comenzar a atacarla, o esa era la imagen que quería dar, cuando la chica se preparó para que éste la atacara, Eren pasó por su lado y saltó por el ventanal quebrado escapando de su alcance.
“¡MALDITO COBARDE!” vociferó, hecha una furia. Salió por el mismo lugar para darle alcance. “¡Ven y enfréntate a mí de manera digna!”
“¡Me parece! ¡Pero lejos de la gente!”
“Cállate, insecto.”
“…”

El Rebel corrió a toda velocidad sin un rumbo en específico. Por más que viera a un lado o a otro seguía encontrándose con personas a su alrededor por lo que sería comprometerlas a la locura de esa ¨furiosa¨ que mantenía el ritmo a pocos pasos detrás de él. Jaeger notó una plazoleta pequeña que parecía despejada de gente y con la suficiente vegetación para cubrir cualquier rastro de poderes o cosas extrañas para los ojos ajenos sin levantar sospechas hacia Rizembool. Dio un salto pasando un arbusto y entró en la plazoleta.

“…” Zero Two también saltó el arbusto y cayó magistralmente con la rodilla en el suelo y una mano sobre el piso donde crecían unas hojas de césped entre los adoquines. Con su velocidad levantó polvo a su alrededor. Ella alzó la vista y se encontró con los ojos verdes de su Rebel. “Lacra, prepárate para recibir tu merecido.”
“No.” Eren le mantuvo la vista, desafiante. Hizo tronar su cuello al dejar caer la cabeza hacia un lado. Luego hizo el mismo movimiento hacia el otro lado haciendo que tronara nuevamente. “Tú recibirás tu merecido, demente.”

Eren adoptó una actitud segura de sí mismo, aunque bien sabía que no contaba con poderes como Rebel hasta ahora, por lo que sólo debía confiar en sus aptitudes físicas y de combate cuerpo a cuerpo. Zero Two en cambio ya había invocado su arma, estaba lista para la pelea.

“Parece que quieres que esto sea un cuerpo a cuerpo.”
“¿Tú no?” Le sonrió, socarrón. “Hace un rato parecías muy animada usando tu cuerpo sobre mí.”
“Mugroso depravado sexual…” Ella entrecerró los ojos, viéndolo con asco. “Es mejor para todos que gente pervertida como tú se extinga.”
“N-no me… expresé bien.” Eren se incomodó al analizar el tono de sus palabras. No había querido darle un sentido erótico ni a propósito. Pero no se disculparía con ella. Se veria como un débil.

La HiME le dedicó un gesto de asco por última vez antes de lanzarse al ataque. El Rebel nuevamente comprobó la excelente condición física de su nueva HiME además de ser admirablemente diestra en conocimientos de artes marciales y defensa personal. Felizmente él mismo no se quedaba atrás.
Al no lograr desarrollar sus poderes como Rebel, lo cual era su secreto más vergonzoso y oscuro, estaba consciente de que sólo podía hacerse valer con sus destrezas físicas y mantener la farsa de ¨ser Rebel¨ ante Rizembool.
La pelirosa le propinó unas cuantas patadas que el Rebel. Lo mismo por el otro lado, Zero Two lograba esquivar los golpes de su Rebel, y allí se dio cuenta de que era muy bueno defendiéndose y atacando. La chica contaba con una ventaja en ese momento, su arma, con el sansetsukon y los golpes de puño y patadas atacaba frenéticamente a Eren Jaeger sin dejar que este pudiese librarse de sus envestidas. No quería que esa rata volverá a escapar. Pero él seguía esquivando magistralmente los ataques de Zero Two.
A continuación, el Rebel le propinó un puñetazo en el hombro de la chica que le hizo perder un poco el equilibrio hacia atrás. Dando pasos desestabilizados hasta lograr la compostura, cuando Zero Two estuvo firme nuevamente vio que el otro estaba muy cerca de ella.

“…Tsk.” Eren la observó como si se tratara de un mosquito molesto. En segundos, junto su dedo índice con su pulgar y le dio un golpecito despectivo en la punta de la nariz a Zero Two. “Bastante fácil.”
“No.” Gruñó la otra. Y Le dio una patada que Eren pudo esquivar, pero acto seguido, Zero Two desenfundó completamente el sansetsukon en sus tres partes y al hacer un gesto estilo latigazo le dio un brutal golpe con un extremo de madera en el hombro del otro chico. Vio que su Rebel se hizo hacia atrás, fingiendo estar estoico. “Bastante fácil” repitió ella, usando sus palabras, y dándole un gesto burlesco.

Otra vez se fueron al ataque el uno contra el otro. Esta vez, como Zero Two manejaba muy bien su arma, era como luchar contra dos enemigos. Eren le dio otro empujón, tocando sin querer la zona de los pechos. Ella se enfureció.

“Sigues con esa canallada, enfermo de mierda. ¡MUERE YA!”
“…Ni que quisiera. Tipa grotezca.” Eren escupió al suelo. En repudio. Era verdad después de todo, no tenía ningún tacto con las chicas. Eso hizo que a la otra le hirviera la sangre a la HiME, quien  dio un salto y le dio un golpe fuerte con su arma en la cabeza del otro desorientándolo brevemente pero no noqueándolo.
 “Cabeza dura, más encima.”
“…” El Rebel sintió una intensa carga de dolor en su cabeza. El golpe por poco lo tumbaba.
“Más te vale invocar tu poder o sino seguirás siendo un saco de boxeo.”
“Pf… Si con suerte me has tocado esta vez…”
“¡Cállate!” Era cierto. Apenas lo había podido tocar dos veces y en cambio ella ya había recibido ya más golpes de parte de éste de los que podía contar. Lo odiaba. “¿O es que acaso no sabes cómo invocar tu poder?” Lo señaló con su arma, soltando una risotada burlona.
“No es necesario.”
“Tsk… Parásito.”

¿Acaso a esa tipa no se le acababan los insultos contra él? Ya era hora de terminar con esa pelea porque dentro de poco más y más personas comenzarían a circular por el lugar y se pondrían en riesgo innecesario.

“Es tu fin, HIME.” Le amenazó.

El Rebel dejo la postura defensiva y adoptó una más agresiva, se acercó a ella a gran velocidad y comenzó él con el ataque dando golpes de puño y patadas que al comienzo la otra pudo evitar sin dificultad, pero luego, después de varios minutos de lucha, ésta comenzaba a debilitarse y notarse, a su pesar, en menor intensidad que su Rebel.

El maldito era bueno. Condenadamente bueno.

“AHG!” Gritó la HiME cuando su Rebel le dio una patada y la mandó, una vez más, lejos de él. Vio que se le acercó.
“…” Eren tuvo la intención de acercarse a su HiME para decirle que por hoy estaba bien. Que no quería perder el tiempo con ella. En realidad, no quería pelear con ella más de lo necesario puesto que era Rebel únicamente para una misión encubierta y no por ninguna absurda pasión de masacrar a un HiME.

Pero sus buenas intenciones fueron confundidas por una persona espectadora que había presenciado todo. Fue capaz de escuchar el sonido de unos pasos a velocidad venir hacia él desde atrás y antes de que pudiera voltearse para ver de quien se trataba recibió una fuerte patada voladora en el rostro que, esta vez, lo mandó a él unos metros lejos y perder el equilibrio.

“…” Zero Two observó a esa persona que había salido de la nada. Era una muchacha delgada, de uniforme negro y botas negras altas. Tenía los ojos de un color verde intenso que le recordaban a las manzanas verdes de la temporada, y el cabello era rojo, atado en dos coletas.
“¿Estás bien?” Preguntó esa persona.
“Sí. ¿Quién eres?” Preguntó suspicaz. Podría ser una Princess que quería engañarla.
“Me llamo Felicità.”
¿Por qué estás aquí?”
“…Después te lo explicaré. Ahora acabemos con esto.”
“¿Las dos contra el tipo? No, gracias… No juego sucio.”
“No digo… que lo borremos el mapa. Sólo que le demos su merecido entre las dos para que aprender a respetarnos.”
“Hm…”
“Tú después me puedes ayudar a mí con lo mismo. Lo prometo.” Le extendió la mano. Zero Two la recibió a regañadientes.
“Sólo accedo porque me da asco este Rebel y ojalá me lo cambien después de la paliza.”
“¿Otra HiME?” murmuró Eren, sobándose el rostro. Esa pelirroja tenía gran potencia en las piernas. Mucha más que Zero Two. Posiblemente era su mejor arma. El Rebel se puso de pie, al ver a esas dos frente a él dispuestas a atacarlo. “Bien, puedo con ambas…”
“Depravado.”
“Otra vez no…” Eren giró los ojos. Mejor no decía otra palabra o esas feminazis terminarían descuartizándolo al mal interpretarlo.

Las dos muchachas se armaron en una postura agresiva y comenzaron a atacarlo entre las dos con una serie de golpes de puñetazos y patadas una a cada costado del Rebel intentando derribarlo y darle una lección. A eso se sumaba los intentos de Zero Two de darle a su blanco con su arma.
Eren lograba evadir a ambas sin mucha dificultad, causando la ira de las dos muchachas.
Eren se había sometido a un entrenamiento riguroso y estricto durante esos meses donde estuvo sin una HiME asignada después de derrotar a su primera HiME. Tanto los entrenamientos con Haine Rammsteiner como los del club de boxeo y entre otros tantos le habían dado demasiada destreza física que hoy en día lo hacían valer como un rival de temer.
El joven alzó los brazos atrapando una pierna de la invasora y un brazo de Zero Two, las giró en el aire y las lanzó hacia detrás suyo sin siquiera inmutarse.

“…” Las dos chicas se miraron entre ellas, con un cólera que crecía en su interior.
“El sujeto está muy bien entrenado.” Dijo la pelirroja, respirando con un poco de dificultad. Le sorprendía de mala forma como a pesar de dar en sincronía con la HiME golpes rápidos de puños y patadas, no habían logrado dar con su enemigo.
“…” Zero Two se frotó el labio inferior, limpiándose un pequeño rasguño que le comenzó a doler. “Pero el muy estúpido no tiene desarrollado sus poderes…”


Akira Kurusu se acomodó los lentes ópticos sin dejar de leer la dirección en el papelito que tenía en su poder. La sucursal de Aliexpress había cambiado de dirección y se encontraba en búsqueda de ésta. Miró a su alrededor a ver si alguien le podía orientar con el destino al que debía llegar.

“Disculpe, señor, ¿Sabe dónde queda esta dirección?”
“¡AHHH!”
“…” El pelinegro se quedó con una expresión de póker face al ver que el tipo, después de su grito, salió corriendo a toda prisa. Se volteó un poco para verlo correr de un lado a otro hasta perderse en una esquina. Cuando se volteó, una persona le dio un empujón a su lado con su hombro al correr cerca suyo. También corría despavorido. “…” observó esta vez hacia el frente para ver de que escapaban. Lo primero que vio fue unas cuantas personas más correr de algo que aún no descifraba, pero no tardó en comprender que huían: un fenómeno de la naturaleza inexplicable. Enigmático porque Akira no podía comprender como a tan baja altura (lo cual era imposible) se generará una especie de nube obscura de donde nacía una tormenta con rayos. “…Qué raro.”
El joven se quedó observando ese misterioso fenómeno por unos momentos más.

“Debo ir a presentarme al trabajo…” y suponía que la dirección quedaba para el otro lado, pero…



“Z-Zero Two… No debemos dar esta exhibición en un lugar público.” Felicità intentó persuadir a la HiME. 
“Pero es la oportunidad para acabar a uno de estos asesinos.” Una atmosfera oscura con rayos eléctricos blancos se había formado alrededor de la pelirosa.
“…” la chica bajo levemente el rostro. Esperaba que la otra chica se refiriera a que su propósito era lastimarlo o incluso aturdirlo, pero no algo demasiado extremo como una muerte.
“Él no fue suave con su anterior HiME… La chica francesa la cual dejo con secuelas.”
“¿T-Te refieres a Nino?” quedó levemente en shock.

Le habían contado de aquella chica en el trabajo de su padre porque fue un caso complicado que lo relacionaron con un ataque colectivo de muchos individuos. La abuela de la joven, único familiar de ella en Japón, había quedado tan impactada por cómo quedó su nieta que habría sufrido un paro cardiaco y fallecido en su hogar producto de todo el estrés vivido esos meses. Aquella dulce anciana amante de los gatos siempre había sido muy amable con Felicità y su señor padre cuando vacacionaban en Tokio. Solían comprarle galletas caseras, le recordaba con mucho afecto.

Zero Two canalizó su energía y creo una especie de listones de ráfagas de agua que parecían unos enormes brazos de algún gigante invisible. Su poder consistía en el control de los elementos de la naturaleza y hasta ahora había podido desarrollar el control de tormentas y sobre todo del elemento líquido.

“Felicità. ¿Eres HiME, cierto?” la otra asintió.
“Sí. Hace poco di mi prueba y ya estoy considerada como tal”
“¿Controlas tu poder?”
“Fue lo primero que se manifestó. La electricidad.”
“Bien. Envolveré al tipo con agua y tú le das unas descargas eléctricas. Acabemos con esto de una vez…”
“Zero Two. Te advierto que mi compromiso con Hanasaki es primordial. Pero no eliminaré a ningún ser humano. Si copero contigo será para darle una lección únicamente.”
“Eh, par de locas… ¿Saben dónde estamos? No precisamente en Hanasaki o Rizembool”
“Cállate tú, Rebel estúpido.” Zero Two le envolvió con los brazos de agua. 
“Tsk…” Eren entrecerró los ojos al sentir que el rocío del agua le nublaba la vista. Segundos después fue empapado entero. “¡Deben parar ya!” pero parecía que no le escuchaban y que el plan seguiría en marcha. No podía creerlo, esas dos comprometerían a civiles lo cual era bastante grave.
“Estoy lista…” Susurró Felicità. Cooperaría con Zero Two pero ya había dejado en claro sus parámetros.
“A la cuenta de tres… Uno… dos… ¡tre—¡”

Antes de que Zero Two pudiera concluir con el conteo que sentenciaba la integridad física de Eren Jaeger, y de quien estuviera de fisgón, alguien de la nada saltó por sobre sus hombros y pasó de ambas HiMES. Zero Two se impresionó por la agilidad de esos movimientos y por lo rápido que había sido. Era la segunda vez que una persona la sorprendía por la espalda y ella tan siquiera los había notado.

“¡QUE DEMONIOS!” gruñó la pelirosa, enfurecida. “¡Felicità, has lo tuyo!”
“¡S-sí!” Felicità comenzó con la ráfaga de descargas eléctricas de alto voltaje la cual, mezclada con el agua que producía Zero Two, se potenciaba y usaba como canal conductor para Eren. El Rebel sintió el ataque sin poder moverse, pero resistiendo con bastante dolor las descargas eléctricas.
“¡Con permiso!” gritó el recién llegado a escena. Quien no había detenido su carrera. Corrió hasta detrás de Eren. “Eh, sé que eso debe doler… Pero, ¿Puedes resistir un poco más?”
“…What… the… Fuck…” murmuró Eren, soportando difícilmente las corrientes eléctricas en su cuerpo.
“Sí… La máscara de Flash es un detalle inusual, pero…” señaló con su índice unas cuantas cámaras. “Es para ocultar mi identidad. Algo que ustedes irresponsablemente no han hecho.”
“¡Quien diablos eres!” le gritó Zero Two. ¿De donde había salido ese extraño sujeto con máscara y que usaba traje normal abajo?
“…” Felicità mantuvo el ataque, pero no comprendía mucho la situación a ese punto.
“Y bueno, las chicas parecen ser de difícil manejo así que si me permites intervenir…”
“Y-yo.. Estoy b-bien.”
“…” El Flash ¨barato¨ soltó un suspiro prolongado. Los Rebel siempre solían ser así de orgullosos. “Lo siento. Pero tengo que hacerlo.”

¨Flash¨ comenzó a correr a toda velocidad rodeando tanto a las chicas como a Eren pasando por detrás de todos estos y haciendo un círculo que comenzó a generar un campo de energía ante su inhumana velocidad. Era tal la potencia que provocaba que las dos chicas comenzasen a perder su estabilidad y que el mismo Eren tuviera que inclinarse en el suelo para mantener un punto fijo y no salir disparado.

“¡Debe ser otro Rebel… o…o un enfermo mental metiche!” Gritó Zero Two. “¡Trataré de detenerlo mientras mantienes la descarga eléctrica sobre Jaeger!”
“¡Okay!”
“Ya verás…” Zero Two desvinculó uno de los tantos brazos de agua e intentó darle en reiteradas ocasiones a aquel invasor que se atrevía a molestarlos, pero era tan jodidamente rápido que ni lo alcanzaba para cuando ya se había disipado de su vista. Para colmo, todos comenzaban a perder el equilibrio dado el campo de velocidad y fricción. “¡YA DETENTE!”
“Mierda…” El mismo Eren se veía en dificultades debido a ese ¨Flash¨ urbano, pero le otorgaba cierta ventaja. “¡Heey!” Le gritó al sujeto “¿Cuánto tiempo crees que te tardarás en ello?”
“Tranquilo… Dame unos segundos.” Continuó corriendo alrededor de ellos a toda velocidad. Vio que tanto el agua como la misma electricidad comenzaban a rotar para todos lados. “¡Listo!” sonrió conforme con su acción. Fue hasta donde el pelicastaño y lo sujetó de los hombros alejándose ambos del lugar.
“¡Ah!” Gritaron ambas HiMEs quienes salieron disparadas debido al campo de velocidad, junto con sus poderes, quedando un gran caos en todo el sector.
Las dos quedaron tiradas en el suelo para cuando, poco a poco, se recuperaba la compostura. Felicità se sobaba el muslo donde sentía dolor puesto a un rasmillón.
“¿Estás bien?” Le preguntó Zero Two.
“Sí.” Dijo, manteniendo un ojo cerrado por el dolor. “Ese tipo era muy rápido…” dio un vistazo a su alrededor, había charcos de agua por doquier. Al igual que hojas de árboles y basura esparcidas por todo el sector.
“¿A dónde se fueron?” Zero Two ya estaba en pie y ayudó a levantarse a la otra. Luego vio que alguien le hacía un gesto de mano de saludo, de modo burlón, desde lo alto de un edificio. Era ese tipo entrometido, quien estaba con su Rebel en lo alto de ese edificio. “Miserables…” masculló con rabia. Felicità pasó por su lado corriendo.
“Vamos por ellos.”
 
Las dos HiMEs subieron por las escaleras de emergencia por aquel edificio y los otros dos iban saltando al otro techo del siguiente edificio para cuando ambas llegaron a la azotea. Las dos los imitaron y así se dieron una persecución magnífica digna de cuatro ninjas modernizados donde trepaban paredes, escalaban por ventanas, saltaban tejados de edificios y casas, evadían obstáculos.

“Hehe, esto es divertido.” Dijo Eren Jaeger, con poca seriedad.
“¿Hola? Tienes a dos psicópatas persiguiéndote.” Saltaron hacia el techo del edificio de una escuela. “Mal lugar…” se percató.
“Bajemos cuando y—“ ¨Flash¨ lo sujetó y lo empujó hacia un lado cayendo ambos por el costado del edificio. Casi a punto de estrellarse, Eren pudo evitar caer de cara. “…”
“No me mires así. Lo hice porque estaban a casi un metro lejos de nosotros. ¡Corre!” siguiendo escapando. Esta vez, corriendo por la huella evadiendo los vehículos en movimiento. Estuvieron a punto de entrar en un túnel de vehículos, pero Zero Two lanzó un rayo delante de ellos cortándoles la carrera. Lamentablemente con esto también había aterrado a un chofer de un vehículo quien terminó estrellándose en la entrada del túnel y bloqueando el ingreso a él. Felizmente, el hombre salió de su automóvil ileso y escapó. Pero tal era la conmoción colectiva que un montón de vehículos chocaron entre ellos y crearon un laberinto entre los cuatro.
Las dos chicas le dieron el alcance pronto.
“¿Es tu HiME?” refiriéndose Eren a la pelirroja.
“No.” El otro le negó. “Pero yo me encargaré de ella. Tú enfrenta a la tuya.”
“Bien…” Eren ya estaba cansado de Zero Two y de su compañera, aunque la otra se haya mostrado ínfimamente más sensata que la primera.
Fue hasta donde estaba Zero Two quien intentó lanzarle varios rayos, pero no le pudo atinar sino hasta el último el cual le dio a Eren y este permaneció quieto mientras asimilaba el impacto, pero luego siguió caminando hacia ella.
“P-pero, ¿Cómo?”
“…” Eren corrió hasta ella y la tomó del cuello alzándola unos centímetros por el suelo. “¿Te das cuenta todo lo que has provocado?” le sonrió de medio lado, molesto. “Incluso tú, una HiME, has lastimado a civiles inocentes.”
“¿Creíste que podríamos ser decentes en una era sin moral?” Le escupió, sonriéndole amenazante.
“¡Entonces extínguete!” La lanzó por los aires, y le dio un puñetazo en la boca del estómago y la mandó por sobre el techo de uno de los vehículos estacionados hasta el otro lado, donde la chica chocó la espalda contra una puerta de vehículo cerrada y rompió los vidrios con el impacto.
“¡HEY!” Felicità fue rápida en darle un ataque certero a ese Rebel antes de que se pudiera armar. Le propinó una patada voladora, nuevamente, en pleno rostro haciendo que de inmediato el otro tuviera una hemorragia nasal y retrocediera unos pasos.
“Signorina, discúlpeme…” El joven bajo la identidad de Flash la tomó por los hombros y la giró, sin dejar de sujetarla. La aferró un poco hacia él y comenzó a emplear su verdadero poder.
“N-no… N-no puede…ser” musitó Felicità, con mucha confusión y sintiéndose realmente mareada.
“…” El otro por su parte sentía como una esfera de oscuridad comenzaba a rodearlo.
“…”
“…”
“¡Y-ya basta! ¡SAL DE MI MENTE!” intentó empujarlo, pero antes de que lo lograra ella se desmayó en sus brazos. El joven la levantó como una princesa y miró a Eren.
“¿Qué hiciste?” Dijo Eren, sujetándose la nariz.
“Será difícil de explicarlo ahora.” La llevaré a un lugar seguro. “Te espero en la diagonal alta.”
“Okay…” vio que el joven con la máscara de Flash dio saltos por sobre los techos de los automóviles y desapareció de su vida. Zero Two saltó por sobre uno de los automóviles y llegó en frente de Eren. “No otra vez…” Eren giró los ojos. “¿Es que nunca se noquea?”
“Tú, maldito insecto.”
“Sí, sí…” resopló. Se puso en pose defensiva, pero Zero Two le rodeó y le dio un puñetazo en las costillas. “U-Uhg…”
“…” Al fin. Al fin un mísero golpe exacto le pudo dar. Sintió como los huesos del otro le habían sonado en sus nudillos y eso le dio mayor confort. Pero la misma Zero Two bajó la guardia. Eren aprovechó que esta se había agachado y le dio un puñetazo en la nuca baja sabiendo que ese golpe la podía noquear. “A-Ah..” escupió un poco de sangre, resistiendo.
“…” Parece que tenía la cabeza de piedra.
Finalmente, Zero Two no resistió más y se desmayó. Eren pasó sus brazos por debajo de los de la chica y la arrastró hacia un costado de la calle dejándola tendida en un lugar seguro. Pero antes de que Eren pudiera irse, ésta la tomó del tobillo impidiéndole que caminara.
“…” Era increíble la resistencia de esa chica. Ya no podía moverse, pero aún insistía en pelear. “E-Espera” notó que nuevamente la HiME invocaba unos rayos. “¡Es peligroso!” al lado de ellos había una torre de electricidad y si traía tal impacto podrían electrocutarse ambos. 
La chica hizo caso omiso y dio ejecución a su plan. Eren trató de arrastrarla con él para quitarla del perímetro, pero le fue imposible. No tuvo más remedio que dar un salto hacia atrás y jalarla del brazo haciéndole una luxación de hombros. Él cayó unos metros más lejos de ella con el impacto y la descarga mortal de electricidad, pero Zero Two había quedado relativamente cerca de la torre.
“¡AHH!” gritó la HiME con autentico dolor al sentir como la potencia eléctrica la maltrataba internamente.
“¡NO!” Gritó Eren, impactado al ver como el cuerpo de la chica se quedaba inmóvil después del acto kamikaze. Él mismo estaba bastante lastimado por el ataque suicida de Zero Two pero ella notoriamente había salido más perjudicada.
“¿¡Qué pasó!?” Dijo el chico Flash, llegando al lado de Eren y quedando en shock por lo que veía.
“E-Ella, ejecutó un ataque suicida para acabar conmigo y ella misma…”
“Esto se salió de control…” vio que incluso el capó de un automóvil comenzó a incendiarse por el impacto. “Pero tú estás igual lesionado. Espérame aquí, yo me encargaré.” Corrió donde Zero Two y la sacó de la zona dejándola cerca de un lugar seguro. Luego, haciendo gala de su capacidad de velocidad, corrió hasta un minimarket de donde robó unos bidones de agua. Volvió y como pudo intentó apagar el fuego con éxito. Volvió con Eren. “Jaeger, creo que debemos irnos de aquí.”
“Sí. Acabo de llamar a una ambulancia para que vengan por Zero Two y la otra chica…” lo quedó mirando. “¿Cómo sabes quien soy?”
“Ah, sí… Lo siento.” Como estaban en una zona alta y alejada, ya no corría riesgo de revelar su identidad. Se quitó la máscara de ¨Flash¨ dejando en revelo a un joven de pálida piel y cabello oscuro rizado. “Yo.” Buscó en su mochila, de la cual no se había apartado, unos lentes ópticos y se los colocó. “Kurusu Akira. Somos compañeros de Universidad.”
“¿Eres Rebel?”
“Ahá. Pero no tengo HiME aún. Entiendo que sea raro que haya aparecido de pronto pero, créeme, no tenía ni la más mínima intención y fue mera casualidad. Yo… Iba a presentarme a un trabajo, de pronto vi todo el alboroto.”
“Sí...” Eren soltó un suspiro, mirando hacia el suelo mientras permanecía sentado. Frunció el ceño. “Esas dos tipas no tienen criterios.”
“Puede ser… Pero tú tampoco cuidaste tu identidad.”
“¿Y ponerse una máscara de un super héroe de DC Comics es lo mejor?”
“Ah… ¿esto?” Akira alzó la másca. “Me lo dio un amigo cuando supo que mi capacidad como Rebel es la velocidad ultra.”
“Tiene sentido…”
“Hablando de amigos… Tengo que hacer un par de llamadas. ¿Necesitas que te acompañe al Hospital de Rizembool o algo?”
“No te preocupes. Ya me has ayudado mucho. Puedo ir solo.”
“Okay.” Akira y Eren se pusieron de pie. Estrecharon sus manos y se despidieron. Cada uno tomó su camino. Ya cuando estaba lejos, Akira sacó su teléfono móvil y marcó un número. No le contestó ni a la primera ni segunda ni tercera, pero, al final, le respondió al cuarto intento. “Arisato…”
“¿…Qué?” se escuchó del otro lado.
“Ehw, necesito que me hagas un favor…” El pelinegro observó hacia el horizonte, tranquilamente. “Necesito que interfieras las cámaras de seguridad del sector céntrico de la ciudad.”
“¿Qué hiciste ahora?” Arisato sonó cansado y defraudado, una vez más.
“Nada. En serio. Pero… Hm, hubo un conflicto entre un Rebel y unas HiMEs y tuve que intervenir. Ellos no contaban con protección de identidad.”
“Okay… Pero a la próxima llama a Akise, él es el que baraja los temas de cyber hackeo de dispositivos a favor de los Rebels.”
“Él me contó el otro día que a ti también te integraron últimamente.”
“…” Maldijo mentalmente a Aru Akise por traspasar esa información. “Ya, trabajaré en ello… Veo que es complicado.” Acababa de ingresar a la matriz desde su Macbook. “Te llamo cuando esté listo.”
“Okay, gracias.” Colgó. Marcó otro número telefónico. Akira sonrió enormemente cuando esta persona le respondió el llamado de manera pronta. “¡Akechi!, gracias por contestar. ¿Estás ocupado? ¿Podemos hablar?”
“Podemos hablar, no te preocupes. Acabo de terminar de hacer un pendiente. ¿Pasa algo?”
“Eh, necesito un pequeño favor…¿Puedo verte en persona?”
“Claro. ¿Dónde nos encontramos?”
“¿En Starbucks de Shibuya en unos treinta minutos?”
“Okay. Nos vemos allá”

Y sería más que complicado pedirle a su buen y querido amigo Goro Akechi que interfiriera por él en cuanto a la libertad condicional porque sabía que para eso su amigo tendría que mover hilos desde la policía. Eso le avergonzaba internamente y sobre todo le preocupaba abusar del otro, pero no tenía opción.


Por más que le costara admitirlo le había costado trabajo llegar hasta el complejo de departamentos del sector marginal donde vivía. Ya era de noche para cuando llegó a su domicilio, puesto que en el trayecto se había detenido frente al muelle para contemplar el anochecer esperando que con esa distracción se disipara su dolor corporal. Se sujetaba constantemente el abdomen sintiendo una gran punzada en esa parte de su cuerpo en especial.
Al llegar frente a su puerta, Eren introdujo la llave en el cerrojo, pero estas se cayeron al piso.

“…” Al alzarse vio que alguien estaba al lado suyo observándolo con curiosidad. “No tengo tiempo para hablar de cosas molestas ahora, Reiss”
“…”
“¿Qué quieres?”
“¿Qué te pasó?”
“No creo que te importe…” abrió la puerta al fin e ingresó al departamento. Para su desagrado, la chica bajita entró también y cerró la puerta detrás de ella.
“…” Historia no pudo evitar observar el sitio. No había casi muebles, era de un solo ambiente donde estaba el dormitorio, el living y comedor todo justo. Pero Jaeger no tenía una mesa, ni un sillón, ni muchas cosas. Sólo un colchón en el suelo frente a la gran ventana que daba la vista hacia la carretera del sector. Había una puerta pequeña que aparentemente era el baño, y la ¨cocina¨ era un rincón donde lo único que había era una pila de latas bien organizadas, un frigobar y una cocinilla eléctrica pequeña.  La mirada del otro hizo que ella desviara la propia al sentir vergüenza por su curiosidad.
“Reiss, de verdad no estoy de humor para conversar sobre trabajo o… reclamos personales. Te pediré amablemente que te reti—“ no pudo evitar disimular una mueca de dolor. Se sentó sobre la única silla que había en todo el lugar.
“Dime que te pasó.”
“¿En serio quieres saber?” hizo una mueca de sonrisa sarcástica. “Porque creo que sabes de todos modos.”
“¿Qué?”
“Por favor…”
“Jaeger…”
“Sé que sabes que Zero Two es mi HiME y no es tu deber decirme, pero, de todos modos, siento que te haría gracia saber que tu nueva amiga tuvo un encuentro conmigo hoy. Ah, antes que me salgas con un discurso radical de lo malo que soy y todas esas cosas sobre mi HiME anterior, traté en lo posible de no hacerle tanto daño, pero es una demente completamente, ni siquiera le importó tener un conflicto en un centro urbano. Hizo un acto suicida que casi le cuesta la vida.”
“…”
“No te preocupes. Un chico llamó a una ambulancia por lo que seguramente hace rato fue atendida por un médico.”
“¿Y tú estás bien?”
“No creo que te importe, pero, sí, estoy bien. Si quieres ya puedes ir a visitar a tu amiga. No intentaré nada bélico en un hospital.”
“Parece que ella te dio un castigo…”
“No.”
“Sí lo creo.”
“¿Puedes dejarme solo? Tengo… sueño.”
“Jaeger, ¿Por qué no fuiste a recibir asistencia médica del Hospital de Rizembool? Jean Otus te exigiría ello como protocolo.”
“Porque estoy bien…” pero el cuerpo le jugó en contra. No pudo evitar toser un poco, se cubrió con el torso de la mano escupiendo algo de sangre.
“Déjame revisarte al menos…” se aproximó a él.
“N-no.”
“Estudio medicina. No… No me convierte en alguien idóneo, pero al menos sé si algo está mal.”
“Estoy bien.”
“…” La joven rubia lo miró con su fría mirada distante. Sin pensarlo más le alzó la polera a Eren y se la quitó dejándole con el torso al descubierto. “¡Jaeger, puedes tener un sangrado interno!”
“N-No es grave…” se miró su propio abdomen, saliendo de su timidez cuando la más bajita le quitó el vestuario. Notó que en la zona de su vientre tenía un hematoma enorme, lo cual le desconcertó un poco. “¿O…sí?”
“Tienes que recibir atención médica cuanto antes.”
“No”
“¡Tienes!” ella lo miró enfadada, encarándolo directamente. Hizo presión en la zona alta del vientre del otro. Palpó otras partes del torso del otro. “T-Tienes una costilla rota.”
“¡Pero estoy vivo!” él se puso de pie de un salto. Historia pensó que se había molestado con ella y era un testarudo, pero Eren lo había hecho porque se había sentido incómodo con el tacto de ella. No estaba acostumbrado que lo tocaran tanto.
“¡Si no te atienden ya no lo estarás!” Como el otro le daba la espalda, vio que tenía unas fisuras en la espalda, las cuales, según lo estudiado, se hacían esos cortes desde lo interno cuando se recibía una descarga eléctrica o un golpe muy fuerte. Ella se le quedó observando con atención. Se acercó a él y tocó su espalda con el índice de su dedo pasándolo por la espina dorsal.
“¿Q-Qúe haces?”
“Shh… Quédate quieto y en silencio.”
“…” Eren estaba rojo de la vergüenza. Sintió como pasaban los minutos más tortuosos de su vida.
“Eren, ¿Cuáles son tus poderes como Rebel?”
“Yo…” el bajo la mirada. “No tengo.”
“Pero,” ella lo tomó de los costados y lo giró con cuidado. Le sonrió con más tranquilidad. “Pareces que tienes la capacidad de regeneración.”
“¿Eh?”
“Acabo de ver unos cortes en tu espalda, y sin quitarle la mirada me di cuenta de que comenzaban a sanar de a poco en un proceso de auto regeneración.”
“¿En serio?” Quizá eso era bueno. “Con mayor razón. No debo ir a un Hospital.”
“…” Ella volvió a mirarlo con regaño. “Pero tienes una costilla rota, quizá dos. Y posible sangrado interno.”
“Pero ya dijiste que me regenero solo. Me acostaré aquí y cuando despierte ya estaré mucho mejor.”
“¡Pero qué testarudo eres!” frunció el ceño. “Que te regeneres no quiere decir que estés bien. ¿Qué tal si tarda más de la cuenta y te infectas internamente? ¿O te sucumbe una fiebre?”
“Ah, esas cosas no me pasan a mí.” Meneó una mano. Se colocó la polera y se sentó sobre el colchón.
“…” Historia lo miró con los ojos entrecerrados. Luego vio que el otro se acurrucó en ese colchón como si fuera un gato. “¡Bien! ¡No vayas al doctor y quédate aquí!” Historia le dio una patadita en el colchón que era tan débil que el otro ni sintió. Corrió la silla hasta dejarla a un lado del colchón y se sentó allí.
“Espera, ¿Qué haces?” se irguió un poco.
“Me quedaré aquí cuidando que te recuperes del todo.”
“Ah, no. ¡Eso va a ser incómodo!”
“¿Por qué?” no comprendió. “Puedo estar aquí y no molestar”
“…” Eren desvió la mirada de nuevo, se volvió a acostar y pensó que quizá esa pequeña molestia de cabellos rubios y ojos azules se aburriría y se iría pronto. Increíblemente, él se durmió instantáneamente.
“…” aprovechó que el otro bajó la guardia. Se arrodilló sobre el colchón y le tomó la temperatura con su mano. “Gran imbécil… tiene fiebre.” Historia suspiro. Se puso de pie y salió de compras.

Para cuando Eren despertó, se encontró a su mismo cubierto con mantas. Al alzarse, vio que ya era de madrugada por la tonalidad de la noche que se veía por la ventana. Al mirar hacia un lado estaba aún Historia sentada en esa silla, dormida sentada.

“¿…?” al levantarse las mantas, se revisó el abdomen para ver si ese feo hematoma había desaparecido. Aún quedaba parte de él, pero ya no lucía tan fatal. Vio que tenía vendas y había sido tratado médicamente, seguro, mientras dormía. Historia lo había hecho.

La costilla aún le dolía jodidamente, seguro tomaría mucho más tiempo regenerarse y se sentía fatigado, afiebrado, convaleciente. Pero no podía permitir que la otra permaneciera dormida en una silla. Se levantó, la tomó en brazos y la recostó en el colchón, avergonzado de ser lo único que tenía para ofrecer. La cubrió con las mantas.
Luego fue al baño, donde tosió un poco y se ahogó un poco, pero era porque terminó vomitando sangre. Esperaba que estuviera ¨botando lo malo¨. Después de asearse, salió y fue hasta la ¨cocina¨ donde abrió el frigo bar y se sorprendió de verlo lleno de cosas. Una nueva inspección le dio cuenta de que Historia había abastecido el lugar con mercadería.
Fue hasta donde estaba esa chica tan enigmática. Estaba seguro que ella lo odiaba profundamente por toda la historia que tenían entre medio, de sus familias y de los atentados desde el país que venían, pero, entonces, ¿por qué perdía tanto tiempo con él? Soltó un suspiro, se recostó en el suelo al lado del colchón y volvió a dormirse dentro de poco.
« Last Edit: January 20, 2019, 05:51:15 PM by Kana »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #496: January 23, 2019, 12:26:52 AM »
Vengo con un fic corto :3


En el centro comercial…

Midare y Miki estaban corriendo de un lado a otro observando las novedades en las ropas para damas, mientras que en una de las bancas de espera se encontraba Kanata que tenia las bolsas de las compras que habían realizado, se movia de un lado a otro, al lado del joven se encontraba Momosuke Oikawa, un joven de cabellos cortos de cabellos castaños claros de piel palida que lo miraba fijamente

Momo-chan…deseas algo?...-

Eh?? No nada…- dijo jugando con sus manos- Shinkai-san…cuando volverán a tener presentaciones con Ryuseitai?-

Uhm…tenemos un festival…y otras presentaciones fuera de la  ciudad…-

En serio?? Tienen que avisarme para ir a apoyarles…-dijo visiblemente sonrojado- también quisiera volver a presentarme con ustedes como la anterior vez cuando Shinobu-kun volvió de Hong Kong…-

Es verdad fue una muy buena presentación…-canturreo alegremente- estuviste muy hermoso con tu traje de idol…-

En serio? Aunque aun me da vergüenza …-

Tienes mucho angel para ser un idol Momo-chan…- le sonrio cálidamente-

Haré todo mi esfuerzo para ser un idol reconocido como lo son ustedes…-dijo sonriéndole suavemente- ya tengo varios modelos de ropa para mi siguiente sesión de fotos…aunque ahora quiero disfrutar de mis vacaciones…-

Espero que Miki-chan no te este causando molestias…-

Para nada Miki-chan es una chica muy buena y alegre, me ha ayudado varias veces con mi vestuario y las formas de moverme para lucir como una chica verdadera…-

Es que Miki-chan también quiere ser un idol…dentro de un par de días iremos de paseo a la playa quieres ir con nosotros??...-

Eh??...- el menor se sonrojo- Esto …voy a pedir permiso y le avisaré a Miki-chan si voy o no…-

Estaremos esperándote con ansias…-

Oi!! Momo-chan!!! Ven ¡! Tenemos un nuevo traje que necesitamos que te pruebes!!!- alzo la mano Miki mientras que
Midare observaba maravillado el traje que querían que Momo se probara-

Ya voy Miki-chan!!...- se levanto de la banca, no sin antes girar a mirar al peliturquesa- ya regresamos Shinkai-san!!-

Cuando se acerco a los dos jóvenes observo que Midare le miraba con ojos brillosos , sonrio suavemente para luego coger el traje y cambiarse

Crees que le quede bien Miki-chan?...-

Claro que si Midare-chan…el traje lo hemos elegido deacuerdo a la contextura y rostro de Momo, asi que veras que le quedará muy hermoso …-

Los jóvenes se acercaron al probador y vieron como Momo salía, llevaba ahora el pelo largo amarrado en dos coletas rizadas, un hermoso vestido blanco con una correa de color amarillo, llevaba también un paraguas de color blanco pero con estampado de flores, ambos jóvenes se quedaron maravillados

Como me queda??...-

Miki y Midare sacaron sus celulares y empezaron a tomar fotos

Porque Momo  se vestia como mujer? Gracias a sus amigos de la infancia llamados  Kokoro y Runa le insistieron a unirse a una unit idol vestiendose de chicas al contar con un rostro andrógeno  y delgada figura, aunque no queria hacerlo, por presión de ambos chicos, los tres formaron su unit llamada Popn Star, poco a poco aquella unit se volvió famosa y popular, asi que siguió vistiéndose de esa manera hasta la actualidad donde ahora estaba como solista.Asi que era más común verlo como chica que como chico, solo con Miki y su familia se vestia normalmente

Te queda muy bien!!- Dijo Miki emocionada- vamos a comprarlo!!-

Espera Miki-chan!!!...-dijo avergonzado-

Puka…puka…Momo-chan luce muy bien…-

Momo se sonrojado demasiado y se quedo con su ropa de chica

Cuando habían terminado de comprar las cosas y estaban camino hacia un restaurant para comer una joven de cabellos peliazul y ropa china apareció frente a ellos

Por fin te encontré!!! Shinkai Kanata!!!...-

Eh??? Que quieres con mi Niichan??- Miki se aferro a su hermano- Si quieres ser su novia no te lo voy a permitir-

No creo que este ahí por eso  Miki-chan…-dijo Midare con una gota en la cabeza-

Novia??...-Momo se quedo helado ante esas palabras-

Uhm…te conozco??-

Claro que me conoces!! Mi nombre es Shampoo y me retaste a una pelea en china!! La cual no se termino y tuvimos que posponerla!! Pero ahora estoy lista!!! Tengo que traer de nuevo el honor a mi familia-

Nii-chan peleaste con ella??...- dijo Miki inflando los cachetes- por que no me contaste??-

Uhm…no recuerdo…uhmm quizás fue cuando me fui fuera del país con Rei, Shu, Natsume y Wataru…- rascándose la barbilla o quizás no-

Eh? No te acuerdas??...- la joven peliazul suspiro pesadamente- si no te acuerdas no vale la pena…-se cruzo de brazos-

Pero te ofendi no? Si quieres peleemos…-

Shinkai-san sabe pelear??-

Claro que sabe…hemos entrenado juntos…-dijo Midare sonriendo – hasta he perdido contra él algunas veces-

Shinkai-san es genial…-

Pero asi no se vale…-dijo la joven suspirando pesadamente-bueno luego vendre por ti….-dijo guiñando el ojo- mientras tanto…- les dio a todos volantes de descuento de comida china- mi familia acaba de abrir un restaurante de comida china!!

Comida china!!! Si vamos vamos a comer!!...- Miki jalo a su hermano-

Aprovechemos del descuento!!-dijo Midare emocionado- de paso comprare comida para guardar…-mirando a Momo-
vamos a comer Momo….-dijo mirándole admirado por la belleza del joven en su traje de chica, Midare queria llegar a ser una persona tan hermosa y con gracia como Momosuke Oikawa-

Ya vamos!!...- Momo obviamente tenia que ir porque no queria que la llegada de esta joven implicara una “rival” por la atención de su querido Ryusei blue-

Puedo notar los celos a la distancia…-canturreo Midare divertido-

Tan evidente soy??-

Claro que si…aunque Miki-chan y Kanata-san son algo despistados que seguro no se han dado cuenta-

Es cierto…por algo son hermanos, pero menos mal asi no me sentiría incomodo…-

No te preocupes que yo te apoyare en todo como tu amigo que soy…-

Gracias Midare-kun…- sonrio suavemente- ahora vamos antes de que ese chica quiera hacer algo!!-

Ya dentro de la tienda, la joven que indico llamarse Shampoo empezaba a atender con amabilidad a los hermanos, acercandose al peliazul, Momo se acerco hacia donde estaban y se sento al lado del otro joven, Shampoo observo al otro joven y rio picaramente

--------------------------

matta ne!!

Mimi-chan





Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #497: January 24, 2019, 10:41:27 PM »
Hola, chicas~ Aquí les traigo un fic compartido con Eureka. Sus palabras están en este color. Como siempre, muchas gracias por escribir conmigo, se nos vienen desmadres, yay (?)




Era otra tarde en Rizembool U posterior al almuerzo, y luego de cumplir con sus clases, Komaeda caminaba por la facultad de química. El peliblanco revisaba distraídamente la guía de su próximo laboratorio que daría lugar esa misma noche, pero su atención no estaba fija en el contenido del documento. Más bien, él llevaba escuchando ciertos comentarios que le causaban incomodidad.

Y, en medio de su trayecto, volvió a oír una conversación semejante.

“¡Qué divertida fue la despair party del otro día!” exclamó una chica a su amiga. “¿Te enteraste que Sakasaki-kun fue uno de los organizadores?”
“¡Sí! Haha, nunca pensé que un científico como nosotras podría hacer algo tan original,” contestó la otra, disimulando una risita. “Por ahí estaban comentando que querían organizar otra fiesta el próximo semestre.”
“¡Oh, si se da nos apuntamos a ayudar!”

El par de chicas continuó su camino en medio de esa amena conversación y Komaeda negó frustrado y perdiendo un poco de las esperanzas que guardaba a la humanidad superior de Rizembool. Estaba un tanto molesto por lo sucedido, pero también se sentía responsable ya que esa acción de su HiME había sido provocada por su ataque al huerto, por más que fallaba en entender la supuesta severidad de sus acciones.

Pasó frente al laboratorio privado de Natsume, al otro lado del pequeño patio de estudio a la intemperie en medio de la facultad, y dio un pesado suspiro. También se consideraba responsable del comportamiento de aquel compañero químico a quien tanto admiraba. Negó y continuó caminando. No sabía cómo remediar y prevenir que aquel talentoso compañero de facultad fuera a caer en despair verdaderamente, y luego de lo ocurrido en la despair party, sentía que debía ir a buscar a Oikawa. Seguramente como un Rebel prometedor y con quien compartió su hazaña del huerto él podría ayudarle a poner las ideas en orden.

Sin embargo, no llegó a caminar mucho más cuando alguien se interpuso intempestivamente en su camino. Komaeda dejó de atender a su guía de laboratorio y observó a un estudiante de baja estatura, cabellos violetas y ojos del mismo color de pie frente a él y con una sonrisa traviesa y segura de sí mismo.




“Hola, ¿a dónde vas?” le preguntó ese chico, con las manos detrás de su cabeza.
“Eh, buenas tardes,” saludó Komaeda, quien se puso a pensar. “Me preguntas a dónde voy. Pues, no tengo ningún destino en mente…” sonrió amablemente. “¿A qué se debe tu pregunta?”
“Hmm, lo digo porque te ves desorientado,” contestó de forma directa y manteniendo esa simple e ilegible sonrisa. “Cualquiera diría que yo no soy el visitante a la facultad de entre los dos.”
“Es cierto que nunca te he visto antes. ¿Te puedo ayudar en algo?”
“De frente al grano. Pues, ahora que lo mencionas, justo vengo por algo en particular,” dicho esto, el recién llegado procedió a arrancar la guía del otro para ojearla.
“E-espera, tengo que leerlo todavía.”
“Pero es un documento tan corto…” de repente, los ojos del menor se iluminaron. “¡Oh, este laboratorio es de explosivos! ¿En verdad?” preguntó impresionado, y pasó a molestarse un poco. “¿Acaso detrás de sus advertencias de seguridad y clases aburridas, los científicos se divierten con estos juguetes? ¡Ya siento que nos privan de la diversión! ¡No es justo!”
“Ehh, no es así, te lo aseguro,” Komaeda sonrió incómodo y tomó su guía de vuelta. “Como el último laboratorio del semestre, este va a ser uno simple y sólo es introducción a temas más avanzados mediante demostraciones. Justo nos tocaron trabajar con explosivos…”
“Sí, sí, como digas, no tienes que darme palabrería,” pasó a restarle importancia. “Aun así, si no es nada importante o difícil, habría que dejar entrar a más gente curiosa,” se encogió de hombros y negó con desapruebo. “Tanto que dicen que nuestra universidad es de gran prestigio…”
“Oh, pero lo es, en verdad que sí. Tanto Rizembool como Hanasaki son los pilares de nuestro mundo por sus increíbles hazañas,” comentó el peliblanco con suma devoción y certeza. “Y bueno, no es necesario que todos los prometedores estudiantes tengan que ensuciarse las manos de este modo. En ese aspecto, yo estoy decidido a hacer el trabajo más pesado.”
“Hmm…” el chico le miró atentamente por un momento lo suficientemente rápido como para incomodar a Komaeda.
“¿Qué dije?” preguntó este confundido.
“Te ves completamente sincero, pero entiende que cuando la gente promedio escucha a alguien hablar así, es normal que te ignoren o te desprecien,” comentó aburrido.
“¿Ehh? ¿C-cómo así?” por su parte, Komaeda pareció un poco mortificado.
“Shishishi…” el otro se puso a reír y, animado, le extendió una mano. “Pero bien por ti que yo no caigo en el promedio. Soy Kokichi Ouma, asegúrate de recordarme.”
“Verdad que no te he dicho quién soy,” el Rebel se mostró perplejo, y correspondió el gesto de darle la mano. “Mi nombre es Nagito Komaeda…”
“Ya, suficientes formalidades,” dijo Kokichi luego de cortar al otro y sacudir su mano para soltarle. Acto seguido, sus ojos lilas brillaron y alzó sus puños con ilusión, como un niño pequeño emocionado. “Dime, por hablar de Hanasaki y de hacer el trabajo sucio, ¿significa que eres un Rebel? ¿Eso es cierto?”
“Pues sí, no tengo motivos para ocultarlo,” confesó con torpeza y sonriendo incómodo. “No me considero al nivel de mis compañeros Rebels y soy apenas una excusa de mi tan importante rol, pero intento emular lo necesario por el bienestar de Rizembool…”
“¡Sí se nota que tú hablas con honestidad!” asintió sin bajar su emoción. “Aquí entre nos, he venido porque he oído rumores de un legendario Rebel peliblanco de la facultad de química que se ha vuelto mi ídolo número uno, ¡y comprendo que lo tengo frente a mí!”
“¿E-ehh?” de repente, Komaeda se vio aterrado y dio un paso hacia atrás.
“¡Sí! ¡Y qué tiene cabellos locos y es enfermizo y que causó grandes pérdidas en unos huertos de Hanasaki!”
“E-espera…”
“¡Y pienso que alguien así es mi modelo a seguir! ¡Tuve que olvidarme de todas mis muy importantes obligaciones para caminar sin rumbo por Rizembool con apenas la promesa de que daré con él en algún momento! ¡Y lo hice! ¡Tengo a mi ídolo en persona!”
“E-ehh… O-Ouma-san, yo no tengo madera para ser ídolo de nadie, debes comprenderlo,” le advirtió Komaeda, asustado por la idea.
“¿Ehh? ¿Eso es lo que le dices a tu fanboy número uno?” preguntó frunciendo el ceño y con un resentimiento infantil.
“N-n-no es mi intención rechazarte… o hacerte sentir mal, p-pero…”
“Está bien, era mentira,” declaró Kokichi con su simple sonrisa y regresando sus manos detrás de su nuca.
“¿Perdón…?” el Rebel ladeó su cabeza.
“Sí, pues, debiste haberte dado cuenta que mentía…” comentó el más joven con indiferencia y desviando su mirada. “No te conozco y recién has comenzado a ser Rebel como para pretender ser una leyenda,” se encogió de hombros. “Te puedes caer muerto ahora mismo y no te dedicaría ni una lágrima.”
“Ouma-san…” Komaeda se vio casi dolido.
“¿O quizás sí?” preguntó Kokichi, volviendo a sonreír distraídamente. “¿Puedes descifrar si ahora sí estoy siendo sincero? ¡Vamos, dime, quiero saber!”
“Hmm,” finalmente el peliblanco denotó una mínima impaciencia ante el niño frente a él y frunció mínimamente el ceño. “Entiendo que no llegaremos a ningún lado si seguimos hablando. Ouma-san, ¿por qué has venido a mi facultad? ¿Y por qué quieres hablar conmigo?”
“Shishishi, ya es hora que verdaderamente vayamos al grano, ¿verdad?” preguntó con grandes energías y ánimos. “Por más que haya declarado no ser tu fanboy, ¿consideras que yo sí sabía quién eras y hasta tu rol como Rebel?”
“Lo sospeché ligeramente, pero…”
“No tienes que saber más detalles por ahora, dejémoslo en que nada se me escapa,” dicho esto, Kokichi agregó una pizca de maldad a su amena sonrisa. “Y, por ello mismo, me he dado cuenta que algo muy importante se te ha escapado a ti.”
“¿A qué te refieres?” preguntó con leve sorpresa.
“Todavía no te das cuenta que Oikawa-chan no está haciendo su trabajo como Rebel, y para un experto en las mentiras como yo, ver que existe una persona que se cree su inexistente acto me resulta casi indignante,” confesó con cierto desaire. “O sea, hay Rebels que no saben pelear y algunos que podrían tenerle miedo a agarrar un matamoscas, u otros que son flojos y apenas hacen lo que deberían, pero Oikawa-chan está en su propia categoría,” entrecerró sus ojos y sonrió con una profunda maldad. “Hasta incluso lo categorizaría como un traidor a Rizembool~…”
“¿Qué dices?” Komaeda se alarmó. Podía notar que ese chico iba en serio con sus palabras. “No pareces mentir…”
“¡¿Ehh?! ¡¿Y acaso tú te crees con el derecho de declarar cuándo yo miento?!” le requintó Kokichi, muy enfadado. “¡Pues no estoy mintiendo ahora, no importa lo que digas!”
“Ehh, no quiero faltarte el respeto, en verdad…” se apresuró a decir el peliblanco, agitando sus palmas. “Perdón, pero, luego de trabajar tanto con Oikawa-san…”
“Tú no te ves tan tonto como aparentas, Komaeda-chan, y por más que eso debería ser un cumplido, tu persistencia de creer en tu supuesto merecedor compañero Rebel no tiene sentido alguno por venir de ti. Creo que te has internado tanto en tu concepto de ser inferior que los demás que no te molestas en ver sus defectos…” sonrió suavemente. “O en ver la verdad, en este preciso caso.”
“…” Komaeda se vio inconforme.
“Pero estoy aquí para ayudarte a que lo veas y comprendas que él no vale como Rebel,” comentó tranquilamente y con cierto entretenimiento en sus gestos. “Al igual que tú, yo también quiero que la esperanza triunfe en esta tan necesaria guerra entre Rizembool y Hanasaki…”
“Eso es…”
“Una mentira. ¿Ves que sí eres inteligente?” le preguntó con cierta chispa juguetona. “Pero, para ser sinceros, quiero que los Rebels sean personas que sí van a cumplir con lo que se proponen, y a su vez…” sonrió malignamente. “…quiero que los que no cumplen con sus promesas reciban su merecido…”
“¿Y cómo esperas que crea en tus palabras?”
“¿Cómo vas a creer en alguien que gusta decir mentiras? ¡Obviamente preguntarías eso!” concluyó con gran gusto. “Shishishi~ tranquilo, que te daré el privilegio de descubrirlo por tu cuenta. Ya que dices que no tienes un rumbo fijo en tu caminata, te daré uno. ¿Por qué no vas a visitar a Oikawa-chan a su práctica de vóley? Están justo empezando ahora.”
“¿Su práctica?” se vio confundido.
“Ve ahí y mira a cada uno de los presentes en el gimnasio, sobre todo a la nueva manager del equipo,” ensanchó su sonrisa. “Esa manager, ¿quién crees que es?”
“¿Eh?” ello le dejó saber que algo sí estaba fuera de lugar, y se sintió con la obligación de irlo a revisar, ya que efectivamente no tenía nada urgente que atender.
“Bueno, te dejo, tengo mejores cosas que hacer,” dijo Kokichi, inmediatamente desentendiéndose del asunto y dando media vuelta. Él miró de reojo hacia atrás a su oyente. “Pero en serio, hazme caso y revisa lo que te he dicho. Se lo debes a Rizembool.”




Komaeda no llegó a decir nada a aquel misterioso visitante, quien se marchó con rapidez. La duda había sido muy bien presentada, y supo que debía atender aquellas contundentes acusaciones. No quería desconfiar de Oikawa tan súbitamente, pero por ese mismo motivo era que debía probar o refutar la información que acababa de recibir.

El peliblanco se apresuró a salir de su facultad y revisó la ubicación del gimnasio de voley en su celular durante el trayecto.

La aplicación de Rizembool U sirvió en indicarle, en cuestión de segundos, la locación del gimnasio donde se llevaban a cabo los entrenamientos del club de vóley. De la intriga y la preocupación, su pasos acelerados lo llevaron al otro lado de la universidad en cuestión de minutos.

Kokichi Ouma basaba su personalidad en mentiras, o al menos esa era la conclusión a la que había llegado luego de interactuar con él durante unos breves momentos. Era ilógico hacerle caso, pero Komaeda había encontrado que una pequeña parte de sí contaba con un ligero presentimiento. ¿Bueno o malo? No lo sabía, pero sí era lo suficientemente preocupante como para obligarlo a comprobar si lo que Kokichi había dicho era cierto o no.

Cuando finalmente llegó a las puertas del gimnasio, Komaeda notó a un grupo de chicas que observaban amontonadas lo que sucedía dentro de este. A juzgar por los chirridos de los zapatos y los rebotes de la pelota, ya había iniciado la práctica.

“Y pensar que esta es la última…” se lamentaba una de las jovencitas.
“¡Eso significa un mes y medio sin poder ver a Oikawa-san!” lloró otra de las chicas. “¡No voy a poder soportarlo!”
“Tranquila. De seguro hará lo mismo de otras vacaciones, cuando pide prestado el gimnasio cada dos semanas. Podríamos escabullirnos y colarnos para observarlo…”
“Ay, pero eso sería por gusto. ¿Tú crees que su enamorada nos vaya a dejar? Con lo cargosa que es…”
“Sí, es muy celosa.”
“Uh…” Komaeda las observó, inseguro. Les ofreció una sonrisa, un tanto incómodo. “Disculpen que me entrometa, no tengo intención de quitarles mucho tiempo con mi duda. ¿Quién es la enamorada de Oikawa-san?”
“¿No sabes?” preguntó la que parecía ser la líder del club de fans de Oikawa. “Es la mánager del equipo.”
“¿Creí que lo había dejado muy claro?” le dijo una de las chicas, un tanto sorprendida. “Oikawa-san fue y lo anunció un día cuando fuimos a acompañarlo.”
“Sí, y el rumor no demoró en esparcirse. Hace poco incluso tuvieron toda una discusión…”
“¡Y estuvo metida la ex de Oikawa-san!”
“…”

Komaeda volcó su mirada en dirección de la mánager, deteniéndose en ella para prestarle suma atención. La veía como una jovencita normal: con su cabello corto azabache, ojos claros y expresión de enojo… ¿conocida?

“Ya llevan juntos un par de meses,” comentó una de las chicas, resignada.
“¿Estudia aquí, en Rizembool?”
“De lo que sabemos, es externa. ¿Creo que es de Tokyo U?”
“No…” el resto de chicas se veían dudosas.
“¡Nunca lo ha dicho!”
“Sí, la verdad, nunca ha hablado mucho sobre ello.”
“¡Y qué nos importa! Lo principal es cuándo se separa de Oikawa-san.”
“Exacto. Ella no importa.”
“…” Komaeda asintió, incómodo. Sutilmente, se alejó un poco de ellas, sin despegar la mirada del club de vóley.

Komaeda observó cómo su compañero rebel se acercó a la mánager y se pusieron a conversar animadamente. Al parecer, su mirada fue tan intensa que llamó la atención del propio Oikawa, quien se giró hacia él levemente, chequeándolo de reojo antes de volver a prestarle atención a su enamorada.

La conversación entre ambos terminó y la jovencita se giró hacia el lado que daba a la puerta, permitiendo que Komaeda pudiese analizar su rostro con sumo detalle y encontrar que, en efecto, se trataba de la HiME de Oikawa. Tal vez más de cerca lo confirmaría a ciegas, pero desde su punto en la puerta, era indiscutible que se trataba de la misma persona.

La revelación le chocó hasta lo más profundo de su ser: ¿Oikawa? ¿Traicionando a Rizembool? No, eso era imposible. Lo más probable era que la HiME lo estaba obligando o chantajeando para que le permitiera ingresar a Rizembool y se hiciera pasar por una estudiante más para obtener información clasificada.

Angustiado y un tanto desesperado, optó por alejarse del lugar, corriendo de vuelta a las facultades de estudios. Por unos instantes, se había olvidado que el objetivo principal de aquella visita a Rizembool era la última clase de laboratorio y recoger algunos de sus exámenes. Tal vez con eso se podría despejar un poco, al menos por unos instantes.

“¡Komaeda-chaaan~!”

Sin embargo, una voz juguetona detrás de él le mostró, en cuestión de segundos, que su futuro sería distinto.



Komaeda se giró hacia Kokichi, quien le sonrió inocentemente.

“¿Fuiste a ver a Oikawa-chan? ¿Quién crees qué es la mánager? ¡Vamos, vamos! Dime~” le dijo Kokichi, bombardéandolo de preguntas redundantes. Estaba claro que él había sabido ese detalle desde antes.

Pero Komaeda nunca se había tomado la molestia de observar cómo se desempeñaba su compañero en el resto de ámbitos de su vida. Imaginaba que era un excelente jugador de vóley, y eso seguía siendo cierto, pero el tema de su HiME era preocupante y a la vez muy decepcionante. Si necesitaba ayuda, podría haber acudido a él sin ningún problema. Komaeda estaba dispuesto a ayudarlo de todas formas.

“¿Ahora entiendes a lo que me refería?” La sonrisa de Kokichi se tornó maliciosa de un momento a otro. “Oikawa es—”
“¡Oikawa-san está siendo manipulado por su HiME!” exclamó Komaeda, sumamente angustiado. “Cómo es posible que no me haya dado cuenta de eso antes, ¿Ouma-san?”
“…Qué” Kokichi se veía entre enojado y sorprendido.
“¡Está muy claro! Su HiME lo está manipulando o chantajeando. Eso explicaría su presencia dentro del club de vóley. ¡Ahí lo tiene a su disposición!”
“Espera, no—”
“Debemos actuar pronto, Ouma-san. ¡Debemos rescatarlo de esa situación! Demostrarle a su HiME que no puede disponer de él como guste. Pobre Oikawa-san, y encima llegué a contemplar la posibilidad de que fuese un traidor…”
“No— No…” Kokichi tenía toda la intención de interrumpirlo, pero una idea grandiosa se formó en su mente en cuestión de segundos. “Sí, exactamente, lo que dices, Komaeda-chan. Todo es culpa de su HiME. ¿No te gustaría ayudarme a ponerla en su sitio?”
“¿Cómo así?”
“¿No crees que es la situación perfecta?” preguntó, sonriente. “Es el último entrenamiento del ciclo. Tenemos que acorralar a su HiME y demostrale que no puede hacer como guste con miembros tan valiosos de nuestra institución~ Es lo mínimo que podemos hacer por Oikawa-chan, ¿no?” Kokichi se veía muy animado.
“…” Komaeda asintió. “Es cierto. Esto no puede esperar más. ¡Debemos salvar a Oikawa-san!”
“Bien dicho~ ¿Estás preparado?”
“Mm…” Komaeda sacó unas cuantas granadas de su bolso, y se las mostró a Kokichi. “¿Será suficiente con esto? Tal vez necesite más…”
“Tienes tiempo—” Kokichi se cortó al notar que Komaeda desapareció y apareció en cuestión de segundos. “Ah. ¿Puedes teletransportarte?”
“Sí. Pero funciona con lugares que conozco. Fui a traer más explosivos,” mencionó, mostrando sus bolsillos llenos de granadas. Kokichi no hizo comentario alguno: por más calor que hacía, suponía que la utilidad del saco iba sobre su propia comodidad. Y era comprensible, tomando en cuenta su carácter y actitud, que priorizaban a Rizembool por sobretodo.
“Ah. Bueno. ¿Nos llevas a la puerta del gimnasio?” preguntó Kokichi. Komaeda asintió.
“Sí, por supuesto.”

Komaeda tomó del hombro a Kokichi, y en cuestión de segundos, se manifestaron frente a la puerta principal del gimnasio. Las fans de Oikawa habían ingresado y, en esos instantes, la puerta se encontraba junta.

“¿Entramos…?” preguntó Komaeda. “Puede que el resto del equipo se ponga de su lado y la proteja.”
“¿Y eso nos importa porque…?” Kokichi sonrió. “Allá ellos si se quieren arriesgar por una HiME. Si fuera un estudiante de Rizembool, no dudaría en ofrecerla a mis compañeros rebels, en vez de darle prioridad al tiempo que compartimos juntos~”
“…Mm. Tiene mucha razón, Ouma-san.”
“Nishishi~ ¡Obviamente!” se jactó Kokichi. “Mm. ¿Qué entrada será más vistosa? ¿Poner explosivos en la puerta o volarla con mi mazo?” se preguntó a sí mismo, pensativo.
“¿…Los explosivos?”
“¡Buena idea!” Kokichi juntó sus manos, emocionado. “¡Haz tu magia, Komaeda-chan!”

Komaeda le quitó el seguro a unas cuantas granadas y las lanzó hacia la puerta. Luego de resguardarse a unos metros del lugar, Kokichi y Komaeda observaron cómo la explosión sacudió el gimnasio y destruyó por completo el ingreso y parte de la estructura. Pedazos de concreto, metal y debris volaron por los aires, y el humo envolvió la zona afectada.







Los dos se acercaron con cuidado a la entrada, y caminaron por los escombros hasta ingresar al gimnasio. El equipo de vóley, junto con Oikawa y su grupo de fans, yacían al otro extremo del lugar, con expresiones variadas de terror y confusión por lo que acababa de suceder. La única persona que mantenía cierto grado de calma era la HiME de Oikawa, aunque Kokichi pudo notar cierto enojo en sus ojos. Esa emoción se intensificó al cruzar miradas con él, lo que le hizo reír abiertamente. ¡Cómo le fascinaba molestarla!

“¡Yo~!” saludó Kokichi, a la vez que materializaba su mazo. “Hemos venido a rescatar a la damisela en peligro~”
“¡Oikawa-san!” gritó Komaeda, llamando su atención. “¡No se preocupe! ¡Ouma-san y yo lo liberaremos de su HiME!”
“¿HiME?” preguntó uno de los miembros del equipo de vóley. “Oikawa, ¿eres rebel?”
“Uh…” Oikawa se llevó una mano a la frente.
“¿Qué?”
“¿Pero qué está pasando?”
“No entiendo nada…”

Varios comentarios de confusión se hicieron presentes y, en cuestión de segundos, la algarabía invadió el espacio. Por un lado andaban las chicas del club de fans de Oikawa, que parecían arrepentidas de haber ido a visitar y alentar al capitán. Por otro lado, el equipo de vóley se había puesto a crear teorías conspirativas y analizar la actitud de Oikawa desde el inicio del ciclo.

“Aw, comprendo que estén perdidos, en serio,” comentó Kokichi. “Tomando en cuenta que la HiME de su capitán se ha hecho pasar por su mánager por tanto tiempo~”
“¿¡Shinoa es HiME!?” gritó un peligris, sumamente preocupado.
“Haha~ Eres muy despistado, Bokuto,” comentó un chico de cabellos rojos, a su lado. “Estaba claro que era HiME.”
“¿…Lo sabías, Tendo?” le preguntó Eureka.
“Sí~”

La algarabía se resumió, muchos miembros gritando que habían previsto ese giro de los sucesos, mientras que otros comentaban acerca del romance prohibido entre HiME y rebel (?). Mientras tanto, Oikawa y Eureka querían desvanecerse. No sólo parte del gimnasio estaba en ruinas, sino que Oikawa ya no poseía sus poderes de rebel por haber renunciado recientemente al puesto y, encima, una gran batalla se avecinaba. Eureka aún sentía el cansancio de la batalla más reciente, y se creía incapaz de vencer a los dos oponentes en frente de ella.

“Oikawa,” mencionó Eureka, girándose hacia él. “Llévalos a todos lejos de aquí. La puerta trasera está intacta, pueden salir por ahí. Los malentendidos no importan más que su bienestar.”
“No vas a poder sola.” A Oikawa le tembló la voz del miedo. Kokichi siempre había sido un oponente imposible de vencer, pero junto a Komaeda, ambos eran la mayor amenaza que habían enfrentado hasta ese momento.
“Tendré que intentarlo.” Eureka le sonrió de lado. “Contacta a Maka, Kana, Cho o a Haruhi. Si no tienes sus números, de seguro Souji o Hizumi te los pueden dar. Alguna tiene que andar libre y podrá darme—!”

Oikawa y Eureka se separaron al observar a Kokichi, quien apareció súbitamente en frente de ellos y blandió su mazo con intenciones de mandarlos bien lejos. Los dos saltaron hacia lados contrarios, esquivando el impacto. El piso se hizo añicos, y el concreto voló por todos lados, golpeando a la HiME y a su ex-rebel. Iwaizumi, al ver que la batalla iba en serio, se apuró en dirigir al equipo y a las chicas, ordenándoles que abandonaran el gimnasio por la puerta trasera. El éxodo masivo de los presentes duró unos cuantos minutos, durante los cuales Eureka tuvo que hacer malabares para esquivar los ataques de Kokichi y Komaeda. Como nunca habían trabajado en equipo, a veces terminaban cruzándose entre ellos, o las granadas terminaban impactando contra el mazo del menor. Sin embargo, unos minutos bastaron para que encontraran un ritmo y una estrategia para apoyarse entre ellos.

Eureka supo que estaba en una tremenda desventaja, considerando que Soul ya no podía luchar a su lado y que sólo contaba con su elemento y su Child, a quien acababa de convocar unos segundos atrás. Oikawa tampoco estaba para apoyarla, y la HiME no pudo evitar llenarse de ansiedad, preocupada por su destino.

“Mona, necesitaré de todo tu apoyo,” comentó la HiME.
“Por supuesto, Eureka-dono,” dijo Morgana.

Ambos se lanzaron al ataque, aún a pesar de sus inseguridades y miedos.








Oikawa corría sin saber a dónde dirigirse mientras se abría camino entre los confundidos estudiantes de Rizembool que apenas habían oído las explosiones. Se encontraba contrariado y en pánico. Luego de haber renunciado a quizás la peor idea de su vida, de un momento a otro, el vóley y su equipo se vio asediado tan repentinamente que ni podía procesar los últimos acontecimientos. Era frustrante notar que, luego de temer por su vida o por lastimar a Eureka, fuera su tan importante gimnasio el que terminó siendo apuntado, incluso luego de ya no ejercer el cargo de Rebel.

Pero nada de eso era inmediatamente importante. Eureka se había quedado para distraer a los Rebels y tenía que encontrarle ayuda, puesto a que él mismo era incapaz de hacerlo.

Habiéndose alejado lo suficiente, se detuvo al costado de un poste donde se apoyó y revisó su celular. Entrar a sus contactos le hizo sentir gran frustración e incertidumbre. ¿Qué tan probable era que conociera a alguien que supiera de la HiME de Komaeda lo suficiente como para poseer su número? Rápidamente sacudió su cabeza y buscó entre sus contactos.

Todos eran personas de Rizembool, miembros de su club de vóley, incluso veía unos contactos antiguos de chicas que habría visto una vez en alguna fiesta y nunca más supo de ellas (y se hizo la nota mental de borrarlas en un mejor momento) hasta que ubicó a Souji.

“…” Oikawa miró a ese nombre como su vida dependiera de este, y sobrecargó nerviosismo y rezos internos antes de presionar el número, para así llevarse el auricular al oído. Pudo escuchar su propia respiración en lo que su teléfono timbraba, y finalmente se oyó el sonido de una persona contestando. Aspiró profundamente.
“Hola, Oikawa, ¿cómo est-?”
“¡SOUJI! ¡AYÚDAME TE LO SUPLICO POR FAVOR! ¡ESTÁN DESTRUYENDO TODO! ¡EUREKA-CHAN ESTÁ EN PELIGRO AAAAHHHHHH!”
“T-tranquilo, respira y explícame qué ocurre o no podré entenderte.”
“S-sí, sí, sí…” respiró profunda pero agitadamente mientras notaba cómo los otros estudiantes le evadían o le miraban feo. Al ver que le prestaban atención, habló en susurros y cubrió su boca con su otra mano. “E-es que Kokichi y el Rebel de una amiga de Eureka-chan están atacando mi gimnasio, y Eureka-chan se ha quedado a detenerles. ¡P-p-pero-!”
“Ya, entiendo,” dijo con rapidez. Oikawa agradeció a mil de que su amigo no perdiera tiempo en sospechar su credibilidad y mantenerse tan sereno como siempre. Sí que era alguien especial. “Pues, no me encuentro en Rizembool ahora mismo y no creo que pueda ayudarte. Ya que estás llamando, tú no puedes pelear, ¿verdad?”
“No, justo renuncié a ser Rebel. ¡D-debería llamar a alguien pero no conozco a las amigas HiME de Eureka-chan y mucho menos a Cho! ¡Ella seguramente querrá verme muerto, así que necesito cualquier consejo que puedas darme, te lo suplico!”
“Cho…” Souji se oyó meditabundo. “¿Cho Tanaka?”
“¿P-perdón?” el pelimarrón se quedó perplejo.
“Sí, es una exHiME de hace tres años, peliceleste y con ojos rojos, un poco reservada… ¿hablamos de la misma Cho?”
“¡¿Q-cu-c-cómo dices?!” exclamó en shock. “¡S-sí es el-! ¡ESPERA! ¡¿Y cómo así la conoces?!”
“No te sorprendas tanto,” Souji se oyó entretenido por la reacción del otro. “Me invitaron a una fiesta de Hanasaki al final del ciclo pasado y ahí la conocí a ella y a su prima Osaka. Son muy buenas chicas. No sabía que Cho había vuelto a ser HiME…”
“¡B-bueno ya, concentrémonos! ¡Su Rebel está atacando a Eureka-chan! ¡Tengo que dar con ella, es urgente! Tienes su número, ¿cierto?”
“Sí, tranquilo,” dijo y Oikawa sintió que su cuerpo casi desfallece por aquel milagro. “Te lo paso por Whatsapp de inmediato.”
“¡Gracias! ¡Mil gracias! ¡Te pasaste!”

La llamada se terminó y el capitán del equipo de vóley esperó impaciente los contados segundos hasta que Souji cumplió con su palabra. No perdió más tiempo y digitó los números para inmediatamente llamar. Sólo rezaba que ella estuviera cerca.




Mientras tanto, Cho caminaba junto con Kashuu y el pequeño Sora hacia la facultad de química de Rizembool, ya que el hermanito tenía una sesión de práctica con Natsume.

“¡Hehe! ¡Maestro dijo que tenía mucho que enseñarme hoy! ¡Será divertido!” exclamó el rubio, estirando sus brazos hacia arriba.
“Parece que le estás sacando provecho a las prácticas, ¿no es así?” Kashuu le sonrió amablemente. “Buen chico.”
“¡Haha, gracias~!” canturreó Sora. “Además, si me porto bien, maestro me concederá jugar contra él unas partidas. ¡Sora es muy bueno con los videojuegos, pero hasta en eso tiene mucho que aprender de maestro!”
“Estoy segura que mejorarás, tienes gran talento,” dijo Cho. Entonces, sintió su celular vibrar por una llamada entrante. Miró la pantalla y al ver que era un número que no conocía de inmediato colgó. “Yo estoy esperando a los planes de vacaciones. Natsume dijo que haríamos algunas actividades juntos.”
“¡Sí, yo también! ¡Maestro es muy imaginativo!” exclamó el petizo, emocionado. Él fue sacado de su ensimismamiento ya que el celular volvió a sonar. “¿Hm? Onee-chan, ¿quién te llama?”
“Ehh, pues…” Cho lo miró y le dio mala espina ver que era el mismo número, pero optó por volver a cortar.
“Es la misma persona, aruji,” observó Kashuu, alzando una ceja. “¿No crees que es un poco atípico si se trata de propaganda?”
“Pues sí… evadirlos es la principal razón por la que no contesto números desconocidos, pero…” la HiME no llegó a terminar su oración ya que volvió a vibrar. “¿Eh? ¿De nuevo?”
“Quizás sea algo importante,” observó el menor, con curiosidad. “Sí, Sora siente la urgencia.”
“Hmm…” ella supo que tal vez lo mejor era ver de qué se trataba, así que contestó. “¿Aló?”
“¡CHO! ¡ES UNA URGENCIA!” exclamó Oikawa en el otro lado de la línea. “¡EUREKA…EUREKA-CHAN ESTÁ-!”
“…” y, con ello, Cho cortó y guardó su celular.
“¡E-espera, onee-chan, esa persona sonaba en aprietos!” observó Sora, alarmado.
“Sí, es el Rebel de Eureka, no hay duda,” Kashuu negó frustrado. El arma pasó a hacer una mueca de disgusto en lo que cruzaba sus brazos. “¿Qué descaro tiene para molestar a mi aruji de este modo…? ¿Cree que le vamos a oír?”
“¿Rebel?” Sora ladeó su cabeza.
“Esa persona destruyó el huerto en el cual trabajamos un montón y nos causó grandes líos, además de ser el Rebel de una amiga,” explicó Cho, con leve amargura pero manteniendo la compostura frente al menor. “No me contactaría con motivos válidos, estoy convencida de ello, así que hay que ignorarlo.”
“¿Y cómo habrá conseguido tu número, aruji?” preguntó Kashuu. En eso, los tres volvieron a oír el celular vibrar.
“No le presten atención…” Cho negó y siguió caminando. Los otros dos intercambiaron miradas y continuaron avanzando.
“Pues…” Kashuu dio un suspiro. “¿Hasta qué hora te quedas, Sora?”
“Hmm…” el pequeño frunció el ceño, claramente incómodo por el persistente celular, pero hizo un esfuerzo en contestar. “No sé lo que maestro tiene en mente, pero puede ser más tarde de lo usual. Podría quedarme pasada la hora punta para regresar tranquilo.”
“Osaka todavía tenía que atender algo en Hanasaki U, así que te podemos esperar,” se ofreció Cho, con una sonrisa, pero ella pasó a frustrarse al oír múltiples beeps en sucesión, lo cual delataban una lluvia de mensajes de texto. “Ehh, un momento…”

Sacó su celular y los tres miraron una serie de mensajes en mayúsculas.

‘POR FAVOR CONTESTA’
‘ES URGENTE’
‘AYUDAAAAA’
‘TU REBEL ESTÁ ATACANDO A EUREKA-CHAN’
‘YO NO PUEDO PELEAR’
‘NO SÉ QUÉ HACER’
‘RESPONDEEE’
‘TE PAGO TU ALMUERZO UN MES, LO QUE SEAAA’

“Hmm, eso último le da credibilidad…” Sora asintió convencido.
“Ehm…” Kashuu se confundió por esa observación.
“Tsk…” Cho se incomodó y no supo qué hacer. “Kashuu, ¿qué piensas?”
“Son declaraciones serias, aruji,” observó el arma, encogiéndose de hombros.
“Lo sé, pero, ¿y si es una emboscada?”
“Al menos puedes oírle. Además, no me pareció un Rebel inteligente.”
“Buen punto,” la HiME asintió, inmutada. Ella dio un pesado suspiro y marcó el número.
“¡CHOOOO!”
“Tsk, explícate o te cuelgo…” entrecerró sus ojos.
“¡V-v-verás, hay un chico pesado que parece que ha convencido a tu Rebel a atacar mi gimnasio de vóley! ¡Eureka-chan está ahí, pero necesita tu ayuda!”
“¿Q-qué dices?” era como los mensajes, y no por ello tenía mayor sentido. “¿Por qué Komaeda haría algo así?”
“¡No lo sé pero está sucediendo!”
“…” se sentía escéptica.
“¡Te lo juro! ¡En verdad siento mucho lo que le hice a tus papas y todos tus problemas! O sea ustedes también nos arruinaron nuestro electivo, pero… ¡nunca quise que ocurriera y juro que estoy velando por Eureka-chan!”
“¿Por qué? Tú eres su Rebel, ¿cierto?”
“¡Ya no lo soy! ¡Renuncié y ya no tengo poderes! ¡Por eso te estoy llamando!”
“¿Qué dices?” Cho se impresionó e intercambió miradas con su arma.
“¡Está bien si me resientes por lo anterior, pero hazlo por Eureka-chan!”
“…” la HiME se quedó meditabunda, y logró oír un sonido lejano pero abrumador al otro lado de la línea. “¿Qué fue eso?”
“¡AHHH! ¡Esa explosión fue demasiado fuerte!”
“Sí lo fue, no hay duda,” Kashuu asintió, seriamente.
“Ya, voy para allá… ¿dónde es?”
“¡¿D-dónde estás?!”
“Estoy en Rizembool, por la facultad de química.”
“¡Y-ya!” Oikawa sonó casi a punto a desfallecer por esas buenas noticias. “¡Dirígete hacia el bosque de comunicaciones y te doy el alcance! ¡Apúrate!”

La llamada se cortó y Cho miró perpleja a su celular.

“Esto… ¿acaba de ocurrir?”
“¡Onee-chan, sí suena a una emergencia!” exclamó el pequeño. “¡Sora lo siente! ¡Sora es muy bueno sintiendo estas cosas! ¡Es un color indiscutible, tienes que ir!”
“Entendido. Tú ve el resto del camino donde Natsume, y te mantendremos comunicado,” Kashuu asintió. “Nos vemos.”




Eureka

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #498: January 24, 2019, 10:50:13 PM »
Vengo con la segunda parte! Estoy en este morado y Cho en el color del foro~

Gracias Cho por escribir conmigo y_y esta alianza va a ser terrible, oremos por nuestras HiMEs (?)







Pasaron menos de diez minutos y Cho y Kashuu se toparon con Oikawa. La HiME se rindió a darle credibilidad por el estado de nerviosismo del chico, y por el hecho que no perdió tiempo y partió carrera en lo que les dirigía.

“¿Qué es esto de que ya no eres Rebel?” preguntó Cho en plena corrida.
“¡N-no es el momento de explicar cosas, pero sí!” exclamó Oikawa, sin despejar sus ojos del frente. “No lo soy, lo dejé, fue una estúpida idea. ¡Ahhh, Iwa-chan tiene razón de llamarme Shittykawa todo el tiempo!”
“Y dices que no hay tiempo de explicar o decir cosas más coherentes,” Kashuu rodó los ojos.
“¿Y qué hace Eureka aquí, en tu gimnasio, y peleando para defenderlo?” siguió Cho, con una visible desconfianza.
“Sí, definitivamente no suena bien,” el arma asintió. “No parece que mientes, pero…”
“¡E-es una larga historia, pero esta no es una trampa! Ehhh, ¡n-no puedo explicártelo sin perder credibilidad!” él sintió la mirada inquisitoria de Cho. “¡P-piedad, ya no soy un Rebel! Sólo puedo jurarte que Eureka-chan y yo estamos en buenos términos, en serio. De lo contrario no habría forma de que me ayudara tanto.”
“Suena a que ella también tiene algo que explicarnos, entonces…” concluyó Kashuu, quien miraba de reojo al chico.

Así, dieron vuelta a una esquina y llegaron a la zona de deportes, donde humo y estruendos inundaban el ambiente. Había varios estudiantes mirando a una segura distancia, y los tres se abrieron paso para internarse. Sí era un desastre y había incertidumbre sobre lo que podría pasar, pero el hecho de haber tanto ajetreo delataba que no habían llegado muy tarde.

“Ihh…” Eureka se levantaba adolorida luego de no haber podido evadir bien una de las granadas, y se puso en posición de defensa.
“¡Eureka-dono!” Morgana se apuró donde la HiME.
“Estoy bien, Mona,” dijo con firmeza, pero frunció el ceño. No sabía por cuánto tiempo más podría resistir.
“¡Eureka-chan!” exclamó Oikawa, quien llegó corriendo junto con Cho y Kashuu.
“Eureka…” Cho palideció al verla herida.
“Así que era cierto,” Kashuu asintió. “Aruji…”
“Sí,” la peliceleste extendió su mano izquierda y Kashuu se convirtió en una katana.
“¿Cho?” Komaeda se sorprendió. “¿Qué haces por aquí?”
“Komaeda…” su HiME le miró con ferocidad. “En nuestra primera pelea dejaste en claro que cada Rebel debía meterse con su respectiva HiME. ¿Qué crees que estás haciendo?”
“Ohh, ohh, ¿será que ella es tu HiME, Komaeda-chan?” preguntó Kokichi. Él sonrió extasiado y soltó su mazo para extender su mano a sus costados. “¡Esto ahora sí es una fiesta, hahaha!”
“¡¿Qué quieres de nosotros, Kokichi?!” reclamó Eureka.
“¡En verdad! ¡No sé por qué están atacando en esta universidad! ¡Y en mi gimnasio!” agregó Oikawa. “¿Por qué?”
“Nishishi, es la hora de las explicaciones, ¿no les parece?” el pelimorado miró de reojo a Komaeda. “¿Por qué no te explicas de una vez? ¡Hazle entender a tu compañero Rebel que su HiME está rompiendo las reglas!”
“¿Rompiendo las reglas?” Cho se confundió.
“Yo tampoco lo pude creer, pero es verdad,” dijo el peliblanco, un poco desesperado. “Estoy de acuerdo con mantener la pelea uno contra uno. Tampoco quisiera dañar mi alma mater de esta manera, pero Oikawa-san ha sido manipulado por su HiME quien hasta se ha infiltrado y trabajado como su manager,” observó incómodo y se alarmó. “¿Qué clase de desenlace le espera a esa historia? ¿Cómo pueden Hanasaki y Rizembool enriquecerse de esta manipulación?” frunció el ceño y apuntó a Eureka. “¡Estas fechorías no son propias de un símbolo de esperanza de Hanasaki! No tienes metas válidas ni irradias tu propia esperanza en tus acciones…” le miró con desprecio. “…sólo te encuentras degradándote a ti y a Oikawa-san. Te desconozco como una HiME. Estoy haciendo esto por mi compañero Rebel, para despertarle de una vez y deshacerme de alguien como tú…”
“¿Q-qué estás diciendo?” Eureka se impresionó por esa expresión tan intensa y vacía a la vez. A ese Rebel parecía que le faltaba un tornillo detrás de su supuesta amabilidad.
“¡Oye! ¡¿Cómo te atreves a hablarle así?!” reclamó Morgana, iracundo.
“K-Komaeda-chan, espera…” Oikawa quiso razonar con él.
“Y no creas que estoy bien contigo, Oikawa-san, me has decepcionado,” Komaeda negó y llevó una mano a su frente. “Vaya, pensar que caerías por mentiras tan pobres…”
“Nishishi, tranquilo, Komaeda-chan~ sé un poco humilde,” Kokichi sonrió con malicia. “Puede que no sea precisamente el único que ha ‘caído’ en algo, ¿cierto?”
“¿Qué quieres decir, Ouma-san?” el Rebel le miró extrañado.
“¡Bueno, no importa ahora!” volvió a tomar su enorme mazo y tomó carrera. “Estamos aquí para enseñarle una buena lección a esta HiME. ¡Que no se te olvide!”

Ello inició una batalla de dos contra dos. Eureka y Cho pretendieron impactar a Ouma con sus elementos, pero Komaeda le teletransportó con las justas y el pelimorado les atacó desde atrás. Las HiMEs saltaron y evadieron el devastador mazo con las justas, aunque se vieron separadas. Al no poder auxiliarles, Oikawa se alejó un poco y miró la escena con nerviosismo.

Ambos lados se mantenían a salvo y sin poder lastimarse mutuamente, pero por el constante movimiento y la lluvia de ataques, algo súbito que determinara la batalla podría ocurrir en cualquier momento.

Cho corrió en lo que evadía un par de granadas e intentó atacar a Komaeda con su katana, pero su Rebel saltó hacia atrás, y ella se quedó abierta a recibir un ataque de parte de Kokichi. Cuando este estuvo por impactarle, Morgana le dio una contundente patada a la espalda. El Child pretendió asediarle con un combo, pero una bomba de humo se activó que le cegó, y le hizo recibir la explosión de una granada muy de cerca.

“¡Mona, cuidado!” exclamó Eureka. Ella se preocupó al ver a su Child salir impulsado y aterrizar al piso malherido. Ante ello, frunció el ceño y cargó su electricidad. “¡Ya verás!”

La chica lanzó múltiples rayos hacia el peliblanco, quien recibió uno de ellos en un brazo y tuvo que teletransportarse para evadirlos. Eureka le buscó con la mirada, y en eso Cho le agarró.

“¡Eureka!” la peliceleste le tomó y ambas se cayeron al piso, con las justas evadiendo el golpe del mazo de Kokichi.
“¡No se olviden de mí!” exclamó este. Él levantó su mazo y casi llega a impactarlas por segunda vez, pero ambas HiMEs llegaron a saltar a direcciones opuestas.
“Uhh…” sin embargo, Cho agarró su cabeza con pesar. Ese mazo produjo unas ondas sonoras que la aturdieron. Vio que Kokichi fue detrás de Eureka, quien también se notaba afectada, y pretendió seguirles, cuando por el filo de sus ojos vio a Komaeda lanzarle una granada. “Tsk…”

Cho le lanzó fuego a la bomba y esta explotó. El impacto le mandó al piso donde se cubrió del humo con un brazo. Pudo ver a su Rebel también impulsado por la explosión, así que podía recobrarse tranquilamente, pero entonces se congeló al divisar a Eureka caerse sentada al piso, exhausta, y a Kokichi correr para darle un ataque definitivo.

“¿En serio has terminado?” preguntó el pelimorado en plena carrera. Él alzó su mazo y saltó para darle un fuerte impacto.
“…” la HiME se sintió vacía de energía como para invocar su elemento y cerró sus ojos.
“¡Eureka-chan!” exclamó Oikawa, corriendo donde la chica.

El impacto ocurrió, pero todos los presentes miraron anonadados al desencadenante.

“Tch…” Kokichi golpeó una superficie tan fuerte y retumbante que fue impulsado hacia atrás y cayó estrepitosamente al piso.
“…” la HiME pelimorada abrió sus ojos al no haber sentido un impacto y vio a Oikawa de pie frente a ella… y a una pared de tierra y concreto frente a este, la cual estaba agrietada luego de haber absorbido el impacto. “¿Qué…?”
“¡¿Q-qué está ocurriendo?!” exclamó el capitán, visiblemente sorprendido y consternado. Era su poder, había sentido que lo invocó, pero… ¿cómo era posible?
“N-no, no puede ser…” Cho también estaba en shock.
“Un momento…” Komaeda miró a su HiME. “¿Por qué todos están tan sorprendidos? Ese es el poder de Oikawa-san.”
“Él mismo me dijo que había dejado de ser Rebel…” observó la peliceleste.
“¿Qué dices?” aquello dejó al peliblanco confundido. “E-entonces…”
“Entonces… Oikawa… imposible…”

Kokichi se reincorporó haciendo una mueca de dolor y vio con una mezcla de sorpresa, ironía y gran gusto a esa inesperada pared desintegrarse… y más aún a los rostros anonadados de Eureka y Oikawa. Ese desarrollo era demasiado bueno como para no discutirlo con todos, y revelar de una buena vez la verdad que ellos dos habían escondido de los demás, incluyendo al par HiME/Rebel inmiscuidos en esa pelea…

“Nishishi~” Lo que empezó como una risa sutil terminó mutando a una sonora carcajada que dejó desconcertados a todos los presentes.

Oikawa retiró la barrera agrietada para observar a Kokichi junto al resto. Se apresuró en darle apoyo a Eureka y luego, se juntaron con Cho y Morgana. Por su lado, Komaeda corrió hacia Kokichi.

Ambos bandos de la pelea habían detenido la batalla por los sucesos extraños: ninguno comprendía la naturaleza de los poderes de Oikawa.

“Aw, todos están confundidos, qué tierno~” Kokichi sonrió, observando las caras desconcertadas de Komaeda y del resto. Era realmente fascinante. Necesitaba una cámara para capturar el momento. “Pero creo que es hora de decir la verdad. ¡Quién lo diría! Yo, ¿sin mentir?” dijo, fingiendo sorpresa. “Bueno, tenía que llegar el momento.”
“¿A qué te refieres, Ouma-san?” preguntó Komaeda, confundido. “¿Cómo es que Oikawa-san pudo convocar su poder? ¿¡Y por qué protegió a su HiME!?”
“¡Dun dun dun! Un redoble de tambores, por favor.” Kokichi observó a Eureka y sonrió. “Eureka-chan… ¡Yo soy tu nuevo rebel!”
“Qué” La cara de Eureka era un poema.
“CÓMO” gritó Oikawa.
“¿…?” Cho frunció el ceño, aún más confundida que antes.
“Kokichi está mintiendo,” afirmó Morgana.
“¡No, no!” le reclamó Kokichi, con un puchero. Parecía sentido con lo que Morgana había afirmado. “¡Es verdad! Me duele que piensen así cuando ayer hice el trámite burocrático y todo. Tuve que pasearme entre vaaarias mesas de partes y oficinas porque la asignación de rebels es toooodo un drama. Usualmente no puedes elegir quién te toca, pero yo tengo privilegios y—”
“Kokichi,” lo interrumpió Eureka. “Deja de mentir. Eso es imposible.”
“¿Lo es?” preguntó Kokichi, fingiendo inocencia. “Te he seguido desde hace tiempo. ¿Crees que sería extraño que pida que seas mi HiME?”
“…” Eureka suspiró. La lógica de Kokichi era válida. “Supongo que no.”
“¡Ah! Qué agradable noticia, Ouma-san.” Komaeda le sonrió. “Bienvenido. Parece que te guardaste ese crucial dato a propósito.”
“Sí.” Kokichi asintió. “Necesitaba que pasara todo esto para revelarlo. De lo contrario, no hubiera tenido el mismo efecto.”

Kokichi prefirió no hacer algún comentario respecto a Komaeda, quien también había caído en su juego. Todo estaba yendo viento en popa para él y era increíble. En su mente se dio a sí mismo un par de palmaditas en el hombro.

“Okay, eres mi nuevo rebel,” dijo Eureka. Aún no parecía tan convencida del todo, pero al menos intentaba comprender la situación. “¿Cómo explicas lo de Oikawa?”
“Nishishi, son unos tontitos…” Kokichi señaló a Oikawa con su mazo, y soltó unas risitas. “¡Oikawa-chan es tu key! ¡Eso estuvo claro siempre!” anunció, con una expresión llena de júbilo.

La confusión de los presentes se dejó observar en los rostros de todos. Las afirmaciones de Kokichi parecían decrecer en credibilidad cada vez que volvía a abrir la boca para hablar.

“¿C-cómo?” Komaeda lo observó, atónito.
“¿Qué?” La confusión de Cho aumentaba cada segundo.
“…” Oikawa quería enterrarse a sí mismo con su poder.
“¡Ahhhh!” Kokichi sonrió, emocionado. “¡Esperaba este momento! ¡No hay nada más gratificante que sus miradas perdidas y llenas de confusión! Ah, en serio. No puedo creer que todo esté saliendo como quería. Merezco un premio,” mencionó, y dejó su mazo en el piso para aplaudirse a sí mismo (?).
“Eureka-dono… ¿Es cierto?” preguntó Morgana. Él no entendía nada, tal y como el resto de los presentes.
“…” Eureka parecía haber escuchado un insulto, porque se veía indignada a más no poder.
“…” Oikawa seguía contemplando la posibilidad de enterrarse a sí mismo.
“Pero… no entiendo… Oikawa-san era su rebel…” dijo Komaeda, incrédulo.
“No puedo creer lo que voy a decir pero sí, Komaeda tiene razón,” dijo Cho. “No tiene sentido. No son cercanos…”
“Ohhhh, ¡ustedes dos no saben lo que pasó!” Kokichi juntó sus palmas y los observó con ojos muy brillosos. “Bueno, les cuento. Es una historia sumamente conmovedora. Oikawa-chan y Eureka-chan se conocen desde hace tiempo. ¿Creo que fue en una boda? Y allí Oikawa-chan le hizo un favor a Eureka-chan. Quedaron en que ella sería la mánager de su equipo para pagarle el favor… y eventualmente Eureka-chan se encariñó con el equipo y se volvió amiga de Oikawa-chan. ¡Qué linda amistad!” dijo Kokichi, fingiendo un llanto conmovido por ese par. Luego, su expresión cambió a una sonrisa altanera. “¿En serio no lo sabían? Ay, esto es genial.” Kokichi rio. “¡Los engañaron todo este tiempo! Y luego van y se quejan de mis mentiras, qué mal.”
“…”
“…”

Komaeda y Cho intercambiaron miradas. Al parecer, todos los sucesos eran demasiado ridículos para ellos dos. Revelación tras revelación les impedía tomar un respiro y se veían a punto de explotar.

“Osea que… Oikawa-san fingió…” Komaeda tenía una expresión de pura decepción.
“¡No—! Osea, si…” Oikawa suspiró. “Komaeda-chan, nunca fue mi intención engañarte. Pero debía cumplir con mi rol para que Rizembool no me persiguiera… aunque al final fue por gusto porque hice un trabajo terrible y prueba de ello es la presencia de Kokichi-chan.”
“No sirves como actor, Oikawa-chan.” Kokichi rio.
“Lo siento, Komaeda-chan. Aunque—”
“¿Quién te crees para dirigirme la palabra?” Komaeda lo miró despectivamente. Parecía una persona completamente distinta. “Eres un traidor, una escoria. No sólo eso, nunca pudiste decidirte entre los bandos de la lucha y has estado engañándonos a todos desde el inicio. Estoy decepcionado de ti. Espero que no intentes acercarte a mí de nuevo, y ojalá no me encuentre con gente como tú de ahora en adelante.”
“…” Oikawa no entendía qué switch se había encendido dentro de Komaeda porque nunca había imaginado verlo así antes. “Uh… ¿Todos escucharon eso o sólo yo…?”
“Sí, lo escuchamos.” Eureka también se veía un tanto sorprendida.

Por su lado, Cho se veía un tanto consternada por la revelación, intentando procesar lo que había oído. Tal vez contar con el conocimiento de que Oikawa siempre había estado de su lado podría haberles ayudado a prevenir los hechos del huerto, pero no lo sabía a ciencia cierta. Lo único que quedaba claro era que la actitud preocupada del ex-Rebel cobraba mayor sentido en esos instantes.

Sin embargo, nunca había imaginado que sería el key de su amiga. No sabía si era verdad, puesto que el enemigo parecía basar su personalidad en puras mentiras, pero era la única explicación lógica a los hechos. Oikawa no podía tener poderes si había renunciado al puesto de rebel.

“…Eureka,” la llamó Cho, observando a su amiga con decepción.

La HiME de la electricidad suspiró, resignada. Tenía que contarle todo y sincerarse en esos momentos: era algo que había postergado y que ahorita le pasaba factura.

“Lo siento, Cho,” habló Eureka. “Debí mencionarte todo esto antes… Pero anduve recelosa de él por un tiempo.”
“¡Oye!” se quejó Oikawa.
“Y justo por eso no me molestaba que no supieras todo, porque sentía que existía una pequeña probabilidad de que me traicionara. Pero… no fue así. En algún momento se volvió mi amigo. Cuando pasó lo del huerto… para ese entonces si éramos súper cercanos, pero Oikawa es un idiota y empeoró todo. La pérdida de las papas fue un gran dolor para ambas. Más allá de la amistad que tenía con él, Oikawa debía pagar, así que mi venganza fue genuina. Eso no lo fingí.”
“Sigo aquí, Eureka-chan,” dijo Oikawa.
“Sí.” Eureka lo ignoró y siguió hablándole a Cho. “Lo siento, en serio. Debí decirte todo esto en su momento.”
“…” Cho suspiró. “Entiendo, Eureka. No… puedo decir que apruebo del todo tus acciones. El hecho de ser mánager de un equipo de Rizembool implica exponerse a un grado de peligro innecesario, pero comprendo que lo hiciste por tu vínculo con Oikawa. Si las palabras de tu rebel son ciertas, entonces puedo comprender lo que está sucediendo… hasta cierto punto.”
“Gracias, Cho.” Eureka le sonrió. “Prometo que no te esconderemos nada más.”
“Sí, sí~” Oikawa asintió. “Disculpa, Tanaka-chan. Entiendo el recelo que me tenías pero espero que de ahora en adelante nos llevemos mejor~”
“Bueno… Es cierto que casi repruebas programación por nuestra venganza… y tu preocupación por Eureka se veía muy genuina.”
“¡Sí! ¡Oikawa es un tonto, pero tiene un buen corazón!”
“¡Exacto!” Oikawa asintió… y de ahí se percató de la oración en sí. “¡Oye!”
“¿Ves?” Eureka sonrió.
“…Es cierto.” Cho asintió.
“Eureka-chan, deberías dejar de hacerme mala fama entre tus amigas.”
“¿Tú solito te la haces?”
“¿Qué—?”
“Aw, ahora que todo está aclarado, ¿qué les parece si seguimos con la pelea~? Komaeda-chan, ¡ahora puedes atacar a todos~!” sugirió Kokichi, emocionado.
“Sí.” La mirada de Komaeda fulminó a Oikawa. “Es cierto.”
“¡Ihhh!”
“Espera, Kokichi,” dijo Eureka. El rebel se detuvo, posando su mazo en el suelo y deteniendo a Komaeda con un ademan de su mano. “Te pido que lo dejemos aquí… no estoy en condiciones de pelear, no sé por cuánto tiempo más andaré lúcida y—”
“¡Por supuesto! Hasta aquí nos quedamos. Te veo tan herida…” Kokichi dijo, un tanto apenado.
“¿…Estás mintiendo, no?” Eureka rodó los ojos, enojada con sus típicas mentiras.
“Si me conoces, para qué preguntas~” Kokichi sonrió. “¿Tú crees que me voy a apiadar por eso? ¡Vamos, vamos! ¡Quiero ver hasta dónde llegas!”

Cho, Eureka y Oikawa intercambiaron miradas, acordando en silencio que la mejor alternativa era escapar. Tal parecía que ni Kokichi ni Komaeda darían su brazo a torcer. No aceptarían ningún tipo de tregua por nada y el estado deplorable de Eureka era muy alarmante para seguir peleando. Debían hacer algo al respecto.

En completa sincronización, los cuatro corrieron con dirección a la facultad más cercana a las lozas deportivas, con la esperanza de que la presencia de civiles o el eventual cansancio desanimara a los rebels de perseguirlos. Pero era inútil, porque bien sabían que ninguno de aquellos factores sería capaz de convencer a ese par de desistir.

Kokichi y Komaeda contaban con una resistencia física tremenda y no les costó seguirlos de cerca. Sin embargo, a medio camino de cruzar el campus, Eureka no pudo aguantar más y la gravedad de sus heridas la tumbó al suelo. Oikawa, Cho y Morgana se detuvieron para regresar por ella y observaron, horrorizados, que Kokichi y Komaeda la habían alcanzado antes.

“Eh.” Kokichi hizo una mueca de asco mientras la observaba ahí, inconsciente y tendida en el suelo a poca distancia de su posición. “Pensaba que podía resistir un poco más. Así cuál es el chiste,” mencionó, rodando los ojos.
“Yo creo que nos retiramos, ¿no?” dijo Komaeda.
“Mm.” Kokichi asintió, y desmaterializó su mazo. “Aw, es una pena, en serio. ¡Yo quería seguir peleando contra ustedes!” se quejó, con un puchero. “Peeero no tiene sentido continuar si Eureka-chan ya no puede rendir más. Lo dejamos aquí por mientras~ ¡Byebye!”
“Hasta luego,” se despidió Komaeda y luego, tomó a Kokichi del hombro para teletransportarse fuera de allí.

La reacción inmediata de Cho, Oikawa y Morgana fue correr a auxiliar a Eureka.
Oikawa la cargó y juntos decidieron que lo mejor sería asistir al centro médico de Hanasaki por primeros auxilios.

Al menos contaban con la tranquilidad de saber que la batalla había llegado a su fin… por el momento.







Los poderes de Komaeda los habían llevado a uno de los centros administrativos de Rizembool, localizado en el lado opuesto del campus. A Kokichi le calmó un poco su nueva ubicación, porque estaba seguro de que ya no podrían vincularlos con los daños al gimnasio y las lozas deportivas. Después de todo, Rizembool podía apoyar la lucha contra Hanasaki, pero no estaba de acuerdo con desperdiciar dinero en reparación de los distintos espacios del campus.

Sin embargo, poco le importaban los daños causados. La pelea había sido entretenida.  Y las expresiones de todos fueron dignas de un momento kodak.

Kokichi y Komaeda se apuraron en salir de la oficina para no llamar la atención del personal. Comenzaron a caminar con dirección a la facultad de Komaeda, con la intención de separarse al llegar al camino que podía llevar a Kokichi a la salida del campus.

“Aaaah~” Kokichi se estiró un poco, mientras sonreía. “¡Eso fue entretenido! Por cierto, lo siento, Komaeda-chan. Tuve que esconder mi verdadera identidad por un tiempo… quería que te dieras cuenta por tus propios medios de que Oikawa-chan era un traidor.”
“No hay problema, Ouma-san. Entiendo, y creo que fue la mejor decisión… no sé si me hubiera creído todo de otra forma. Después de todo, en un inicio pensé que Oikawa-san estaba siendo manipulado por su HiME. Ver el momento preciso en que activó sus poderes como key me dejó todo muy claro. No… puedo evitar sentir un poco de decepción, realmente. Hay gente que no se decide por ningún bando y pretende luchar bajo su propia conveniencia. Es… detestable y una falta de respeto al sistema.”
“Lo es. Pero tranquilo, existe un grupo de rebels que se encarga de deshacerse de aquellos traidores. ¡Y ahora es nuestra oportunidad de hacerle pagar a uno en específico!” Kokichi sonrió. “Espero poder trabajar contigo a futuro, Komaeda-chan~” canturreó Kokichi, llevando sus manos a su nuca.
“Mm.” Komaeda asintió. “Por supuesto.”
“¿Te parece si intercambiamos números?” le preguntó, entusiasmado. “Para estar en contacto en las vacaciones. Creo que es el mejor momento para atacar. Tu HiME promete demasiado y me gustaría tener una pelea doble con ella y con Eureka-chan de nuevo lo más pronto posible~”
“Sí, no hay problema.” Komaeda le sonrió. Ambos sacaron sus celulares y se apuraron en guardar sus contactos en el móvil del otro.
“¡Gracias!” Kokichi le sonrió. “Esta vez, Komaeda-chan, sí tendrás al compañero rebel que te mereces.”
“Oh, no, no digas eso, Ouma-san. Yo… no merezco una alianza con otros rebels. Peor aún, luego de lo que acaba de suceder. De sólo pensar que fui tan despistado… y me permití creer en un traidor…”
“Bah, le pasa hasta a los mejores.” Kokichi hizo un ademán de mano, invitándole a olvidarse de ello. “Estoy seguro que esta alianza sea fructífera. Tú solo confía, Komaeda-chan~”
“…” Komaeda guardó silencio por unos instantes. Finalmente, asintió. “Disculpa las molestias. Estoy seguro de que te voy a retener un poco con mi falta de habilidad, pero daré lo mejor de mí.”
“Aw, claro. Yo sé que harás tu mayor esfuerzo.” Kokichi sonrió. “Nishishi, esto será entretenido~”










El centro médico de Hanasaki contaba con una locación especializada en el tratamiento de las HiMEs. Era un pequeño edificio al lado de los consultorios, con una variedad de cuartos y salas de operación. Parecía implementado con todo lo necesario para auxiliarlas, pero Oikawa suponía que debía haber un lado negativo con todo esto, porque Eureka nunca lo había mencionado antes.

“De tratarse de heridas de gravedad o estados de salud alarmantes… los doctores se encargan de avisarle a los familiares que figuran en el registro de la HiME, más allá de que sepan o no sobre la situación,” le explicó Cho, como si hubiera leído sus pensamientos. “No les cuesta crear una excusa o una explicación alocada, que usualmente las familias se tragan más allá de todo. Pero el servicio es costoso y bueno, muchas de nosotras no queremos preocupar a nuestras familias. Supongo que ese es el caso de Eureka.”

Eureka nunca le había hablado mucho sobre su situación familiar, pero a Cho no le costaba nada intuir que su amiga quería alejar a sus familiares del peligro y por ello no los mantenía tan al tanto de sus actividades como HiME.

“Parece que no quiere preocupar a su mamá y a su hermano,” dijo Cho, observando a su amiga. La HiME de la electricidad descansaba pacíficamente en su camilla, rodeada de Cho, Oikawa, Morgana, Kashuu y Sora.

Este último había optado por reencontrarse con Cho y Kashuu ni bien lo contactaron luego de la pelea. El rubio se había mostrado muy preocupado por ambos, pero una calma lo invadió al encontrar que habían salido casi ilesos. Cho había requerido cierta atención médica, pero a diferencia de Eureka, ya se encontraba mucho mejor.

“Mm.” Oikawa asintió. “Hace un tiempo peleamos contra Kokichi-chan y también terminó muy herida. Su hermano se enteró y fue… todo un drama.”
“Osea que han peleado antes contra él. Eso no me había quedado claro del todo,” comentó Kashuu.
“Sí… Uh…” Oikawa suspiró. “Como traicioné a Rizembool al hacerme amigo de Eureka-chan, la institución mandó a determinadas personas a arreglar ese asunto. En resumen, hay ciertos miembros del comité rebel que poseen un mecanismo de control mental. Lo que hacen es lavarle el cerebro a los rebels que demuestren intenciones de renunciar o de cambiar de bando. Son muy selectivos, eso sí.”
“Tú fuiste una víctima, me imagino,” dijo Cho.
“Intentaron hacerlo conmigo, sí. Entre esas personas designadas para ello estaba Kokichi-chan, y tuvimos la mala suerte de toparnos con él. Ya hemos peleado un par de veces pero Kokichi-chan es demasiado poderoso. Más aún, ahora que ha vuelto a ser rebel. De lo que entendí, en oportunidades pasadas, un compañero rebel suyo le “prestaba” poder… pero ahora era suyo.”
“Bueno, ya confirmamos de cerca el nivel de peligro que supone,” comentó Cho. “Peor aún… ahora que parece haber hecho un tipo de alianza con Komaeda. No puedo evitar preocuparme por ello.”
“Yo también. Kokichi-chan es un manipulador por excelencia… y ya hemos visto que Komaeda-chan se deja persuadir con facilidad. Son la peor combinación. Komaeda-chan siempre tiene ideas locas… eso va a emocionar a Kokichi-chan.” Poco a poco, Oikawa empezó a frustrarse. “Ugh, no. Esto es de lo peor.”
“Lo sé.” Cho suspiró. “Habrá que mantenernos al tanto por si algo sucede.”
“Mm.” Oikawa asintió. “Gracias, Tanaka-chan. Creo que nunca te agradecí por ayudarnos… y… uh…” Oikawa sonrió, un tanto avergonzado. “Disculpa por bombardearte de llamadas y mensajes. Debió ser… extraño. Pero bueno, ahora entiendes por qué.”
“Sí, no hay problema. Era una situación de emergencia. Más bien, me alegra mucho haber estado cerca…”
“Es cierto. No sabemos qué hubiera ocurrido con Eureka-san de no ser así.”
“Lo mejor será descansar por mientras,” comentó Morgana. Había regresado a su forma de gato, y andaba recostado en la camilla de Eureka.
“Es cierto. Pero no podemos bajar la guardia, sólo porsiacaso,” sugirió Kashuu.
“Hubo una vez que Kokichi-chan se apareció en la clínica donde andábamos internados, así que sí, Kashuu-chan tiene razón, no podemos bajar la guardia.”
“¿Qué pasó? ¿Los retó allí o cómo?”

“Parece que sólo buscaba intimidarnos, porque nunca nos encaró. Mona-chan lo sintió.”
“Sí.” Morgana asintió. “Era la mismo aura… luego, cuando nos encontramos con él la segunda vez, nos confirmó que había ido a la clínica. Así que… es capaz de todo.”
“Peor aún con Komaeda a su lado.” Cho se llevó una mano a la frente, angustiada. “No me quiero imaginar con qué se vendrá ese par.”
“Ni yo. Suficiente tengo con la revelación de que soy key y con mi gimnasio destruido.” Oikawa suspiró. “Iwa-chan me va a matar.”
“Por supuesto. No lo dudes,” comentó Morgana.
“Bueno, lo mejor será dejar que Eureka descanse. Yo me retiraré a mi propio cuarto,” comentó Cho.
“Sí, es cierto. Aunque… me quedaré con ella un rato más.” Oikawa sonrió. “Gracias, Tanaka-chan.”
“…” Cho suspiró. “Deja de agradecerme. De todas maneras iba a apoyar a Eureka.”
“Yo sé, y me alegra mucho.”
“¡Onee-chan, van a tener que unir fuerzas para vencer a sus rebels!” mencionó Sora.
“Sí.” Cho le sonrió a Sora. “Confío en que nos irá bien.”
“Yo las apoyaré si me necesitan,” comentó Oikawa.
“Gracias. Pero… antes que nada, sugeriría que fueran a hablar sobre este tema con Miranda. Me imagino que no es nada fuera del otro mundo que un rebel se convierta en key… pero puede que impacte de alguna manera negativa en los poderes de la HiME o en la manifestación de su arma y su child, y sería bueno discutir esa posibilidad.”
“Eso tendría mucho sentido, porque Eureka perdió a su arma hace poco.”
“Sí, eso me temía… no ví su oz hoy.”
“Exacto. Tienes razón, debemos hablar con la rectora.”
“Suerte. Uh… guardaré tu contacto, por cierto,” dijo Cho.
“¡Claro! ¡Gracias!”

Cho asintió, y se despidió ondeando la mano. Kashuu hizo una leve reverencia y Sora aprovechó en darle cariñito a Morgana antes de salir junto a su hermana y al arma.

Había sido un día lleno de emociones… y aunque finalmente acababa, Oikawa y Cho tenían un mal presentimiento.

Esa alianza entre Komaeda y Kokichi iba a ser terrible, después de todo.
« Last Edit: July 12, 2019, 04:36:41 AM by Eureka »


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #499: January 27, 2019, 01:45:15 AM »
Hoi hoi minna vengo con post <3 y el despair viene a mi historia <3


En el aeropuerto de Tokyo, una joven de larga cabellera rosa amarrada en dos coletas, con lentes oscuros y con una maleta de color marron con rueditas caminaba con mucha confianza y con una gran sonrisa en sus labios

Finalmente llegué a Japón!...-observando su celular donde se mensajeaba con una persona-

Terminaste con mi asunto pendiente??- con un emoticon de oso-


Ocurrió tal y como lo planeaste Junko-sama, el incidente con la clase de tu hermano menor ha sido clasificado como secreto y no ha sido expuesto a la prensa, asi que pierde cuidado que tu hermano no se enterara del asesinato…-

Muchas gracias…asegúrate de continuar con los regalos de despedida que deje en el departamento donde vivía-

Se hara como ordenes Junko-sama…-


Tambien comiencen con la persecusion a los implicados en la investigación en mi contra no quiero ningún cabo suelto deacuerdo?-

Nuestra gente ya esta en eso…-

Asi me gusta…cualquier otra información házmela saber que estare un buen tiempo aquí disfrutando de mi vida en la universidad…y ya sabes a lo que me refiero…-

Lo sabemos y estaremos esperando ansiosos su regreso, para que vea como hemos destruido por dentro a la escuela-

Bye bye…-con emoticones de corazón y guiño-

Bien…con esta buena noticia puedo por fin ir a dejar mis papeles a Rizembool para poder encontrarme con mi querido Eichi-sama y saber que tan desesperados han quedado sus enemigos…-con el rostro sonrojado y abrazandose mutuamente- imagino el rostro de pánico y dolor de sus enemigos…pero que hermosa desesperación…-canturreando alegremente-

El teléfono de la joven sonó y al ver de quien se trataba no dudo en contestar inmediatamente

Que paso mi querido zanahoria boba favorita??...-

Junko-neechan me hubieras dicho que ya habias llegado para ir a recogerte-

No queria molestarte sabiendo que estas reuniéndote con tu querida banda de barrio, como tu hermana mayor debo de saber defenderme aunque aquí todo es seguro y aburrido-

Pero yo queria recogerte para poder ir a comer al restaurant familiar donde venden rica comida-

Sabes que ese tipo de lugares me aburren, además sabes cocinar asi que minimo debes de prepararme una rica comida no??-

Hehehe ya lo hice, solo queria hacerte una pequeña bromita a mi querida neechan…-


Era una broma?? …- la pelirosa rio- aunque no lo parecía tonto Subaru muy malo en los chistes, solo con talento para cantar-

Neechan eso dolio tengo mucho talento para otras cosas…-

Talento para ser insorpotable cuando deslumbras con una luz tan horrible para mis ojos…-

Pero soy tu persona favorita no??-

Claro que lo eres…soy capaz de matar solo para conseguir una sonrisa tuya…mi querido Subaru alias tontito…-

Eso no lo digas ni en broma Junko-neechan, no quiero que te manches las manos por mi, ademas yo te protegeré, ya que nos tenemos el uno al otro-

No te pongas cursi querido zanahoria…sabes lo mucho que me molesta…-con una gota en la cabeza-

Lo se lo se neechan…le dije a Sari que viniera a comer con nosotros pero dijo que no, es una lastima porque queria que lo saludaras…-

Isara Mao…es una persona muy inteligente para ser tu amigo…-rio divertida- lastima que no puedo hacerle nada…-dijo en voz baja para si misma- pero ya habrá otra ocasión para verlo, tengo algunas cosas que hacer antes de disfrutar de las vacaciones …-

Bueno neechan te dejo porque se me va a quemar lo que estoy preparando para ti…nos vemos en la casa…-

Adios querido tonto…- colgó-querido Subaru eres la luz que tanto detesto pero al que no puedo hacer nada porque te adoro demasiado…tienes suerte de ser mi hermano…-siguio caminando explorando todo el aeropuerto, recordando que hacia un par de años atrás se habia ido junto a Subaru de ese lugar después del incidente con sus padres- y veo que aún no han encontrado a los asesinos…y no lo harán nunca…-rio divertida- volveré a mi querido Rizembool donde me dieron de todo para poder actuar sin tener a la policía tras mis pasos, tantas personas que quiero volver a ver y también quiero ir a Hanasaki a conocer a la Hime de Yuuto-senpai…tiene todo un historial interesante para mi debería ponerme a trabajar y buscar la información de todos los involucrados, asi podría divertirme mucho- relamiéndose los labios-despues de tantos años hay tantas cosas por hacer

Se acerco a un Starbucks, para sacar su laptop de su maleta y empezar a sacar información clasificada de la red de Hanasaki y Rizembool, Junko era conocida por tener una gran belleza e inteligencia que la hacia ser admirada por unos y ser temida por otros, al circular informaciones acerca de unos asesinatos en Rizembool relacionados al salón donde ella estudiaba pero que habia salido libre de toda sospecha

Veo que han tenido mucho movimiento en estos últimos 5 años…Mayura Daidoji…hija de Tsubaki-sensei…que supongo no debe de saber que su padre esta vivo…y que tiene 2 medios hermanos…sera divertido usar esta información…Kazanari Tsubasa…ella es a la cual debo de estudiar al derecho y al revés por Yuuto-senpai…después de todo lo ayudaré a hacerle la vida imposible…aunque veo que tiene mucha gente con infuencia de su lado…pero es algo con el cual puedo lidiar…eh?? Eichi-sama no ha hecho nada en estos años?? Debo de ir a verlo para saber si aun esta vivo quizás esta muerto…aunque lo dudo …Sakuma Rei…un tipo peligroso del cual no puedo hacer nada por ahora…uhm… hay tantos nuevos personajes en este tablero de ajedrez…será muy entretenido…-
------------------

matta ne!!

Mimi-chan


Mimi Tachikawa

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #500: January 29, 2019, 12:06:26 AM »
Hoi hoi minna vengo con otro capi mas xDD


Finalmente Mayura habia regresado a su casa, durante el viaje de camino a casa, converso amenamente con Gaku y su madre, a la pelirosa le habia caído muy bien, ademas que parecía que tenia un cierto interés por su mamá cosa que la distraída de su madre no se habia dado cuenta y lo trataba como un buen amigo, estaba ansiosa de volver a ver a Flaffy ya que su child estaba días antes en su casa para que pudiese recuperarse por completo, ademas también Suga estaría esperándole, le habia escrito a Otoya que ya le habían dado de alta y el pelirojo le dijo que cuando se desocupe de su trabajo iria a verla sin falta.

La pelirosa abrió la puerta, y vio como lanzaron confetis y pica pica

Bienvenida Mayura!!-

La pelirosa observo a Suga- Suga-san gracias!!-

Mayura-neechan!!!- la joven miro al otro lado y observo una pelicastaña cabellera ondulada corta unos centímetros mas bajo que ella, su sonrisa se amplio al ver de quien se trataba-

Mitsuru!!!- le abrazo con cariño- esta si que es una hermosa sorpresa…-lloro emocionada- hacia muchos años que no te veía, has crecido mucho mi querido primo…-

No llores Mayura-neechan!!! Sonríe!!! Que nuevamente nos vemos denuevo –aferrandose fuertemente a ella- yo también te extrañe mucho y me quedare un buen tiempo con ustedes verdad Belldandy-mama??-

Es una de las sorpresas que te teníamos preparada para ti Mayura…- dijo Belldandy con una gran sonrisa, mientras se despedia de Gaku que se disculpo por no quedarse ya que tenia que hacer muchas cosas antes de su salida con ellas-

Flaffy bajo de las escaleras desde el cuarto de la pelirrosa y salto para que la abrazara

Flaffy!!...- también se aferro a su child mientras abrazaba a Mitsuru-

Flaffy es una mascota muy divertida Mayura-neechan me ha ayudado mucho con mi entrenamiento para volverme mas rápido!!! Hemos comido muchas cosas juntos desde que llegue junto con Suga-niichan-

Mitsuru-kun se alimenta muy bien no??...- dijo el pelicenizo-

Es que mi querido niño es un chico muy hiperactivo…asi que ire preparando la comida para comer todos…-dijo Belldandy- esperen me falta una cosa mas por decirte hija-

Que paso??-

Belldandy-san se olvido de mi…- apareció Kuro en su versión gatuna mientras que bostezaba con desgano-

Kuro-kun?? Y Mahiru?-

Tuvo que irse a otro lado por una misión muy importante asi que por ahora…- salto al hombro de la pelirosa y de su hocico le dio su cascabel-estaré bajo tu cuidado-

Eh??- la pelirosa toco el cascabel y en su mano se formo una especie de tatuaje en forma de cascabel en la palma de su mano que desaparecio-

Ya hemos formado un lazo…-bostezando- ahora su puedo dormir-

No te duermas!!! Quiero jugar contigo y con Flaffy!!!- Mitsuru jalo a Flaffy y Kuro hacia el patio para jugar con ellos, Flaffy le perseguia alegremente mientras que Kuro se quedaba de rato en rato descansando, aun sin tomar su forma humana-

Mayura…estas deacuerdo con tener a Kuro bajo tu cuidado??- le dijo Suga algo preocupado-

Kuro-kun es muy fuerte, quizás con él y con Flaffy puedo entrenar para volverme mas fuerte y no volver a perder contra Shun-san…-dijo mirándole con decisión en su mirada- porque quiero volverme mas fuerte-

Entonces lo harás hija ya que en nuestro paseo que tendremos con Gaku-kun y Tenn , hemos coordinado con Hajime-kun para que te ayude en tu entrenamiento, porque ya se que no puedo detenerte con tu misión de Hime, al menos esta vez te apoyare en lo que pueda para que seas mas fuerte y no te vuelvas a poner en peligro-

Lastima que yo no pueda ayudarte en eso Mayura…-

No digas eso Suga-san, eres mi mejor amigo y has estado conmigo en las buenas y en las malas y eso es suficiente para mi…-dijo sonriendo ampliamente-

Y seguire a tu lado hasta el final…-le dijo con una suave sonrisa-

Claro que tienes que o sino me molesto-rio divertida- tengo que contarte muchas cosas, como por ejemplo…que conoci a una senpai que lucho anteriormente contra Yuuto-san…-

Eh???...hubo otra Hime que peleo contra él-

No se mucho los detalles, pero gracias a Sakuma-senpai pude conocerla y quisiera que fueramos amigas…-

Entonces después de la cena conversaremos acerca de esta situación, quizás nos pueda ser de mucha ayuda para revelar los secretos de él y tu nuevo rebel-

Eso mismo también lo pensaba yo…-

Ya chicos dejemos de hablar de eso y empecemos a preparar todo para la cena-

En el patio Mitsuru estaba tirado en el pasto sobre el árbol enorme que habia en la casa Daidouji

Ya me canse y tengo hambre…-

Kuro tomo su forma humana- Eres un niño muy especial…puedo percibir un poder oculto…-mientras se rascaba la cabeza- aunque ahora quiero dormir…-

No entiendo lo que dijiste Kuro pero no te duermas que aun tengo fuerzas para seguir jugando!!!-

Espera espera aun tienes fuerzas?? Apenas Flaffy y yo tenemos energías…-

Es que no se alimentan bien por eso son débiles!! Vamos a correr nuevamente!!!-

Vio como Mitsuru volvió a correr, mientras Flaffy le perseguia-

Kuro se levanto y lo observo- Tiene la misma esencia de Mahiru pero a la vez se parece a Mayura…aunque también tiene la misma esencia de Tsubaki…es una familia muy peculiar con grandes habilidades ocultas…por eso Hajime-san quizo que nos encargaramos de cuidarlos…- volvió a tomar su forma de gato y empezo a correr detrás de ellos-

-------------------

matta ne!!
Mimi-chan




Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #501: January 30, 2019, 12:40:35 AM »
Damn este fic ha sido un rollercoaster y me quedó larguísimo (...) Finalmente lo termino~

66.1.


Luego del incidente en el bosque, los pequeños pudieron regresar a la casa y preparar los tan esperados postres bajo las instrucciones de Ritsu. Al terminar esa faena, la mayoría pudo esparcirse a descansar o realizar otras actividades, mientras unos pocos se encargaron en dejar los pasteles listos para más tarde y en limpiar la cocina.

Al cumplir satisfactoriamente con la labor, Maeda regresó a su pequeño proyecto en el patio trasero de la casa rentada. Llevó un pequeño bebedero de agua para aves y un recipiente de semillas, los cuales apoyó en una mesita, y se sentó en una banca a poca distancia. Después de observar y asegurarse que todo estaba bien puesto, cerró sus ojos y disfrutó de los abundantes cantos de las aves cercanas.

El menor de los Toushirou se dio un momento muy esperado de paz y tranquilidad que le llenó de dicha por dentro, hasta que pudo oír las puertas corredizas de la casa abrirse. Vio a Hotarumaru, quien llegaba con un bowl y una cuchara grande de madera. Este le miró con curiosidad y de distancia.

“Oh, finalmente te encuentro,” dijo Hotarumaru, quien sonrió. “Hehe, este ambiente te sienta muy bien, Maeda.”
“Ah, Hotarumaru-san, bienvenido,” Maeda le devolvió la sonrisa. “Ven, acompáñame un rato, por favor.”
“¿Puedo?” preguntó en lo que miraba a los objetos sobre la mesa. “No arruinaré tu ecosistema, ¿verdad?”
“Haha, no digas esas cosas. Tu compañía me daría mucho gusto.”
“Entendido~” el pelicenizo canturreó y saltó de un pie hasta llegar donde Maeda, para sentarse a su costado. “Hm~ realmente puedo sentir la naturaleza aquí, es agradable. Bueno, hemos paseado ya por el bosque, pero es lindo tener un rincón en la casa.”
“Tenemos la suerte y fortuna de haber venido en este paseo.”
“Sí, sin duda,” asintió y comió un poco de masa de la cuchara de madera. Ante eso, el pelimarrón sonrió incómodo.
“Ehm… Hotarumaru-san, ¿aquello que comes es la masa de galletas que sobró?” le preguntó confundido y un poco frustrado.
“Sí, ¿por qué lo preguntas?” ladeó su cabeza.
“Es una recomendación global que no se debe comer la masa de galletas sin cocinar,” explicó con torpeza y sin romper su sonrisa. “Sólo espero que no te caiga mal.”
“Está bien, llevo años comiendo masa y nunca me ha caído mal,” le aseguró con gran orgullo. Entonces, sus ojos brillaron de alegría. “Es que comer masa sin preparar es uno de los más grandes placeres de la vida~” le ofreció el bowl. “¿Quieres?”
“N-no gracias, Hotarumaru-san,” Maeda negó con sus palmas. “Comprendo lo que dices, pero una vez Houchou tuvo una intoxicación por hacerlo, y desde entonces ha sido cuidadoso. Le tengo cierto respeto a la masa por ese motivo.”
“Hmm, ya veo,” alzó sus ojos, meditativo, pero no le dio mucha importancia. “Ojalá tu hermano pueda volver a darse el gusto en algún otro momento. Verdad que sí lo vi muy motivado a lavar y a no comer durante la preparación.”
“¿Ya han terminado?”
“Sí, incluso Ritsu fue a darse una siesta. Sólo quedaron Akita, Houchou y Hirano limpiando y guardando todo, si mal no recuerdo. Yo les ayudé y les dije que me encargaría de limpiar este bowl y esta cuchara cuando terminara de comer,” Hotarumaru miró al bebedero de aves. “¿Qué plan tienes, Maeda? ¿Estás esperando a las aves?”
“Sí, básicamente,” asintió gustosamente. “Me senté aquí también ayer después del almuerzo y en la mañana antes de nuestra sesión de entrenamiento. Estoy intentando crear un ecosistema con el cual las aves se sientan cómodas,” sonrió con torpeza. “Puede que de igual forma nos tengan miedo y no quieran acercarse, pero me daría gran dicha observar algunas.”
“Hehe, es un lindo pasatiempo,” el pelicenizo sonrió contento. “Precisamente esperaría que tú seas quien se dedique a esto, Maeda. Me alegro mucho.”
“Siempre he sido el pacífico, no que sea nada especial,” comentó tranquilamente.
“No, sí lo es. Es una inteligencia personal, y un buen hábito. Por tu forma particular de ser, te he echado de menos.”
“Lo mismo digo, Hotarumaru-san,” asintió. “Y no he sido el único. Shingetsu-kun gustaría de contar con tu presencia más a menudo, pese a que no quisiera admitirlo,” sonrió con gracia. “Será un poco orgulloso, pero te estima un montón, Hotarumaru-san, aparte que los dos siempre han sido muy unidos.”
“Es cierto,” sonrió con tristeza y bajó su mirada. “Luego de haber estudiado con él estos últimos años, se siente raro no verle tan seguido repentinamente. Espero que le esté yendo bien. Se estresa con facilidad y me preocupa por eso.”
“Él está bien, eso sí, descuida,” le aseguró Maeda con certeza y buenos ánimos. “Aparte de las bromas usuales de parte de nuestros amigos, Shingetsu-kun se lleva bien con todos. Kunitoshi-kun le mantiene un ojo encima y no deja que le tomen mucho el pelo.”
“Hehe, me alegra oírlo,” ello hizo que Hotarumaru ensanchara su sonrisa. “Él y Nagisa no solían llevarse muy bien por ser tan distintos. De igual modo, me pregunto cómo están los demás.”
“Deberíamos organizar un paseo. A todos les agradaría mucho verte.”
“Sería muy divertido, me apunto,” asintió con energías. En ese momento, notó que una ave pequeña aterrizó sobre la mesa y muy curiosamente dio saltitos para inspeccionar los artículos. “¡Ohh, un ave!”
“Ahh, qué bueno que se animó,” Maeda sonrió emocionado, aunque mantuvo sus energías bajas. “Ahora nos toca observarla, Hotarumaru-san. Dejémosla sentirse en casa.”
“Sí, sí,” asintió un par de veces.

De ese modo, los dos observaron a esa avecita poco a poco entrar en confianza y acercarse a las semillas. Picó un par de veces en lo que las movía, y recogió un par, las cuales comió con rapidez. Pasó nuevamente a girar su cabeza a todas direcciones y se dio otro bocado más, para rascarse un poco las alas y finalmente partir vuelo.

“Hehe, tal y como esa, vendrán otras más. Me alegro que no haya tomado mucho tiempo en que se acerquen al jardín,” observó Maeda, sonriendo. “En la casa tengo un área donde he instalado casitas y nidos, y gusto de ver a las aves pasar. Me gusta mucho compartir con ellas en lo posible, son muy curiosas.”
“¡Ohh, no lo sabía!” Hotarumaru juntó sus palmas. “Listo, tengo que ir a visitarte de nuevo, no hay duda alguna. Quisiera interactuar con las aves del modo en que tú lo haces.”
“¿En serio?” el menor sonrió incómodo. “Aprecio mucho tus energías, aunque lo más probable es que sea un poco tedioso y aburrido. No son como los tigres de Gokotai con los cuales puedes jugar, o una mascota usual…”
“Eso no me importa, siento que me gustaría mucho, pero lo que más me gustaría de todo es verte con tantos ánimos al ser un pasatiempo muy importante para ti,” le aseguró Hotarumaru. “Hehe, siento que hay algo muy especial en ver a otros mostrar tanta pasión por algo, y sólo contemplarlo me hace admirarlo de igual forma.”
“Hotarumaru-san…” Maeda se conmovió, y asintió. “Sí, entiendo perfectamente lo que dices y estoy de acuerdo. Me da la misma impresión cuando escucho a mi hermanos hablar, por más que no siempre pueda entenderlos. Lo que importa son sus ganas y la añoranza que me transmiten,” al reconocerlo, llevó sus manos a su pecho y cerró sus ojos. “Esta empatía y dicha ajena tiene un valor sin igual, y me hace conocerles mucho más. Es algo muy importante… te agradezco por hacer esta valiosa observación, estás en lo correcto,” volvió a dirigirse a su amigo. “Eres una gran persona, Hotarumaru-san.”
“Es un poco raro que seas tú quien me lo digas, Maeda. Pienso que eres alguien excepcional, sin duda más que yo en estos temas,” observó el pelicenizo, meditativo. Sus pensamientos no le duraron mucho y regresó a sonreír. “Pero prométeme que me mostrarás tu espacio en tu casa y me presentarás a tus amigas aves, ¿de acuerdo?”
“Haha, será un placer. Es cierto que tienes un temperamento similar al mío. Quizás también disfrutes de la calma.”
“Cierto, incluso puede que me quede dormido y me dé una gustosa siesta,” dicho esto, Hotarumaru se levantó. “Ahora vuelvo, iré a llamar a más personas.”
“¿Eh?” ello sorprendió a Maeda, quien se incomodó. “Ehm, aprecio tus intenciones, pero siento que no muchos lo apreciarían, y podríamos molestarles con ello.”
“Sólo pensaba avisarles a mis hermanos, pero si algunos de los tuyos están disponibles, podría decírselos. No eres el único que apreciaría esta simpleza y tranquilidad, Maeda. Hirano estaría gustoso de acompañarte, ¿cierto?”
“Ehm, pues él sí ha sido mi acompañante varias veces…”
“Uhh, aunque creo que sigue ocupado… oh, pero sí veo que Honebami podría gustar de oír a las aves. A Ai también.”
“¿Perdón?” esa sugerencia confundió a Maeda.
“Sí, sin duda,” asintió animado. “También se lo sugeriré a Yagen. Le vendría bien un poco de tranquilidad luego del ajetreo.”
“U-un momento, por favor…” desvió su mirada.
“¿Hm? ¿Qué sucede? ¿Acaso no quisieras sus compañías?”
“No es eso… es que…” Maeda bajó su mirada. “Sería una imposición muy grande de mi parte, sobre todo luego del gran problema por el que acabamos de pasar…” se vio apesadumbrado. “Yagen-niisan se arriesgó por nosotros, y no pudimos ayudarle.”
“…” Hotarumaru ladeó su cabeza. “No lo veo como motivo para que él no se siente a escuchar a las aves con nosotros.”
“Quizás sea una imposición, eso es todo,” Maeda sonrió con torpeza. “Yagen-niisan y Honebami-niisan son hermanos mayores por quienes me siento muy dichoso, pero siempre han mantenido su espacio y quisiera respetarlo. Lo que menos deseo es incomodar innecesariamente a uno de mis hermanos.”
“Hmm, entiendo lo que dices, Maeda,” Hotarumaru se vio frustrado. “Aunque no me parece,” al decir eso, el pelicenizo se acercó a su amigo y le miró de cerca.
“¿Q-qué sucede…?”
“Te conozco muy bien y sé lo leal y cercano que eres a tus hermanos. Sé que te gustaría pasar más tiempo con ellos, en especial con este par que paran tan metidos en Rizembool,” dio un paso atrás. “No te cuesta admitirlo.”
“Pues, sí me conoces muy bien…” desvió su mirada.
“Algo como esto no sería una imposición, y me da la impresión que ellos dos lo verían como un tranquilo pasatiempo. Tienen ese temperamento,” asintió. “Tampoco me gusta mucho que sea yo quien hable por ellos. Descuida, yo los llamaré.”
“¿E-en verdad?” preguntó con leve preocupación.
“No lo pienses demasiado, es un pedido natural,” le aseguró y levantó un índice. “Son hermanos, y quisiera verte dialogar con ellos,” sonrió un poco. “Pueden dar una gran impresión, pero en verdad son muy razonables y amenos a su modo.”
“Estoy seguro que lo son…”
“Bien, ahora mismo vuelvo,” asintió con energías y se marchó al interior de la casa de inmediato, sin darle oportunidad al menor de responder. No tardaría en regresar.



Mientras tanto, Gotou, Shinano y Hakata se encontraban en la cocina de la casa aledaña, donde se habían puesto a dialogar con Tharja para informarle sobre lo sucedido en el bosque.

“En verdad me dio mucho miedo, pero menos mal todo se pudo solucionar bien,” concluyó Shinano, sonriente. “Los guardabosques nos aseguraron que se encargarían del oso. Menos mal que no tuvimos problemas por enfrentarnos a él.”
“Es un poco difícil preocuparse por ese oso, fue un maldito,” Gotou negó con leves escalofríos. “No sé qué tan probable sea toparse con un oso agresivo, pero siento que tuvimos mala suerte.”
“Se podría decir que sí, pero según este artículo, los osos negros asiáticos han demostrado ser más agresivos que los osos negros de otros continentes,” observó Hakata, quien leía su laptop. “Son también muy impredecibles. Hace unos años, hubo un oso aquí en Japón que atacó a personas que esperaban en un paradero rural del bus y mató a unos cuantos…”
“Ehh, ¿qué haces leyendo esas cosas, Hakata?” preguntó Shinano. Él visiblemente tembló de pies a cabeza. “E-el incidente es muy fresco todavía…”
“Tenía curiosidad, siempre investigo todo lo que llama mi atención,” comentó el rubio, con completa naturalidad. “Hehe, y de paso probé el internet que hay dentro del auto de Tsurumaru. Ai está ahí con su propia laptop.”
“Tendré que pedirle acceso a su auto más tarde, tenía que revisar mi correo, ahora que me acuerdo,” Tharja desvió su mirada. “En fin, comprendo que están bien. Es un alivio…”
“Sí, la ayuda llegó con las justas, pero no hubo nada que lamentar,” Gotou asintió. “Ichi-nii también estuvo muy consternado. Casi me sentí mal por preocuparle tanto.”
“Pero no tan preocupado como yo cuando nos mandaste a huir, Gotou-nii,” observó Hakata, frunciendo el ceño. “No me gustó para nada que me indicaras que dirigiera a los demás fuera del bosque y te dejáramos de lado.”
“Pues, tampoco me gustó que me quitaras mi tantou para que no peleara…” Shinano desvió su mirada e hizo un puchero.
“¿Eh? ¿De dónde vienen esos reclamos?” Gotou se confundió bastante de notar a sus hermanos molestos e incómodos. “Vamos, no sean irracionales. Fue la mejor decisión. Sólo yo podía pelear y si corríamos juntos ese oso nos habría alcanzado.”
“Tiene perfecto sentido,” Tharja se encogió de hombros, inmutada. “Tus hermanos sólo andan comunicando sus pareceres y lo que sintieron. No pienses que sólo son quejas hacia ti.”
“Ehh…” el pelimarrón frunció el ceño, un poco mareado, aunque llegó a entenderles un poco. “B-bueno, lamento haberles preocupado tanto. No se lo tomen personal, o que son responsables por esto, porque no lo son.”
“Sí, lo sabemos…” Shinano bajó su mirada, aunque manteniendo su puchero. “Sólo espero que puedas cuidar más de ti mismo, y que te seamos de ayuda en la próxima emergencia.”
“Lo serán, definitivamente no nos encontraremos con otro oso,” dio un suspiro y sonrió, para agarrar a sus dos hermanos de un hombro cada uno. “Ya, anímense, no los quiero con caras largas. Entiendan que fue una situación difícil, pero no volverá a ocurrir. Ahora tranquilos.”
“Sí, Gotou-nii…” Hakata asintió y desvió su mirada. “Gracias por tu ayuda, para empezar.”
“Heh, de nada, y no lo hice solo.”

En ese momento, los cuatro notaron que Fudou pasó por ahí. El pelimorado iba en dirección a la refrigeradora, pero se congeló y ofuscó al sentir las miradas de todos en él.

“Tsk… ¿qué miran?” preguntó de mala gana, y dio una mirada breve a la dinámica. “¿Eh? Hic… ¿acaso Gotou no fue el que les salvó el pellejo? ¿Por qué es él quien los alienta a ustedes?”
“Todavía andan un poco asustados, así de simple,” observó Tharja, indiferente. “¿Y qué te trae por aquí?”
“Tengo hambre, ¿acaso les importa?” el chico abrió la refrigeradora, pero se detuvo en plena búsqueda de comida. “Uhh… cierto… si como algo se me pasará la borrachera…”
“P-pero no deberías matarte de hambre por ese motivo…” comentó Shinano, preocupado.
“¡¿Ahhh?! ¡¿Acaso me ves cayéndome en pedazos?!” le contestó Fudou de mala gana y levantando la voz.
“¡N-no, p-pero…!”
“Tsk, ¿todavía no se te acaba el alcohol?” se quejó su hermana, entrecerrando sus ojos.
“Hic… por tu idiotez en desechar mis latas, ya acabé mis reservas,” le miró con odio. “¿Acaso te crees con el derecho de decirme qué hacer? ¡Soy lo suficientemente independiente!”
“Bien dijiste independiente y no responsable…” murmuró la chica y rodó los ojos.
“¡No creas que no te oí!”
“Ya, no se peleen, por favor,” Gotou levantó sus palmas. “Fudou, los pequeños prepararon varios postres y pronto vamos a tomar el té. Te aconsejo que te esperes a eso. Sé que te gustará.”
“¿Y volver a sentarme en armonía con todos?” Fudou desvió su mirada. “Hic… no gracias, no siento que pertenezco ahí.”
“¿Por qué dirías que no?” preguntó Hakata, confundido. “Vamos, mis hermanos me han dicho que los postres de Ritsu son de lo mejor y el té siempre cae bien. Te gusta el té, ¿verdad?”
“¡Ya, ya, está bien!” Fudou negó y se sentó rendido en una silla libre de ese pequeño comedor dentro de la cocina, donde recostó su cabeza en sus brazos. “Hic… haré eso y me iré a dormir el resto del día, tengo sueño…”
“Si no has hecho nada en todo el día,” observó su hermana.
“Tch, déjame relajarme, bruja…” sintió un tic en la ceja. “¿Y bien? ¿Qué hacen?”
“Ehh, sólo estábamos reportando a nee-san sobre lo ocurrido, pero creo que lo hemos explicado bien…” observó Shinano, sonriendo incómodo. Entonces, el pelirrojo se emocionó. “¡Ahh, cierto! ¡Namazuo-nii me comentó que fuiste a visitar a Mikazuki y su familia el domingo pasado! ¡Qué sorpresa!”
“¿Eh? ¿En serio?” preguntó Gotou, perplejo.
“…sí me invitó…” la chica se mostró huraña y desvió su mirada, claramente no queriendo tocar aquel tema.
“Verdad, ese Shishiou me dijo que fuiste…” recordó Fudou, frustrado. Él levantó su cabeza sin dejarse de apoyar de la mesa con sus brazos, y miró a la mayor de manera inquisitoria. “¿Acaso fuiste ahí a arruinarle la vida a todos? ¿Qué tienes en común con ese tipo?”
“Siempre tan desagradable con tus comentarios, borracho…”
“En serio, tenle más respeto a tu hermana,” observó Gotou. Él pasó a sonreír. “Me alegro mucho por ti, Tharja. Tal vez sea un poco fuera de tus actividades normales, pero te hace bien socializar, y Mikazuki es una buena persona.”
“Hablemos de otra cosa…” la chica se impacientó.
“No es para que te lo tomes a mal,” Hakata ladeó su cabeza.
“Ohh, ¿será que Mikazuki te ha dado una gran impresión~?” canturreó Shinano, emocionado y agitando sus puños. “¡Tienes que contarme todos los detalles!”
“Heh, créeme que no quieres saber ningún detalle, Shinano…” Fudou negó con fastidio y sonrió con ironía. “Esta ‘nee-san’ de acá no es nada santa. Veo que no se han dado cuenta que más bien siempre le ha tenido un crush de stalker a ese amigo de ustedes. Hic… ¡por ello mismo seguramente hizo el ridículo o fue de nuevo opacada por todas las demás personas ahí!”
“Fudou, cállate…” Tharja bajó su mirada y rechinó sus dientes.
“¿Qué? ¿Acaso estoy equivocado? ¿Y cómo así una sombra como tú llamaría la atención de ese vanagloriado?” Fudou se encogió de hombros y divagó con indiferencia. “Hic… conociéndote, él te atrapó mientras lo espiabas desvistiéndose en un baño y aún así te prestó atención, o algo por el estilo…”
“¿Q-qué dices…?” Tharja no pudo ocultar su inmenso asombro por la extremadamente atinada hipótesis de su hermano.
“¿Eh?” Fudou le miró como bicho raro por esa reacción, y no tardó en comprender que había acertado. Sorprendentemente, el chico se quedó en shock y abrió sus ojos como platos, para apuntar a la mayor. “¡B-bruja! ¡No me digas que eso es lo que pasó! Hic… ¡¿acaso no tienes dignidad alguna?! ¡E-eres una depravada!”
“…” la mayor se puso nerviosa y desvió su mirada con gran vergüenza. Dio la impresión que quería desaparecer.
“Ehh, m-me cuesta creerlo…” Gotou seguía sorprendido.
“Tsk, ¡sabía que era una pervertida, pero esto ya es demasiado!” exclamó Fudou.
“¡Y-ya, dejen de hablar de eso, por favor!” suplicó Shinano, quien se abalanzó sobre Hakata para cubrirle las orejas.
“Ehm, ¿qué haces?” preguntó este, alzando una ceja. “¿No crees que es muy tarde para esto?”
“¡N-no escuches esta conversación, por tu bien!”
“Ahh,” el rubio se sacudió para librarse y miró a Shinano con reproche. “Paso más tiempo con ustedes que con mis hermanos de alrededor de mi edad. Créeme que ya no soy tan santo, y me insultas con tu supuesta preocupación,” negó. “¿Y qué si Tharja-nee es una pervertida? Fudou toma alcohol y Namazuo-nii casi nos mata en el volante un puñado de veces,” se encogió de hombros con completa naturalidad. “Se puede esperar que sea así de rara, ¿cierto?”
“…” Tharja hundió sus ojos en sombras, se levantó, y se retiró de la cocina.
“Ehh, ¿qué pasó?” preguntó Gotou, confundido.
“¡No seas tan directo, Hakata! ¡Creo que has hecho sentir mal a nee-san!” reclamó Shinano. “No puedo creerlo. ¡Lo último que quiero para ti es que seas tan inconsciente como Gotou!”
“¡Oye, Shinano!” reclamó este.
“¿Eh? ¿En verdad le hice sentir mal?” preguntó el pequeño.
“Tsk, pues sí, igualaste su forma de ser a mi vicio o la neurosis de tu hermano mayor… hic…” Fudou cruzó sus brazos y entrecerró sus ojos. “¡Pero ya, se lo merece! ¡No puede andar convirtiéndose en una depravada sexual! ¡¿Has oído, bruja?!” pasó a agitar un puño en el aire y gritar en la dirección en que la chica se había ido. “Hic… ¡más te vale que te rehabilites y no lo vuelvas a hacer! ¡Y esto viene de un estúpido borracho inepto como yo!”
“¡Ya, párala, no la avergüences!” reclamó Gotou.
“Hmm, si la hice sentir mal, mejor voy a disculparme…” observó el pequeño.
“Ehh, estoy de acuerdo, pero no ahorita…” Shinano se vio incómodo y asustado. “N-no me sorprendería que quiera arremeter contra alguien por las palabras de Fudou. O-o sea, no te haría nada a ti, pero podría mirarte feo…”
“Uhh, yo iré a hablar con ella. Ya deberíamos ir pronto a tomar el té,” Gotou negó y nuevamente se tomó la labor en lugar de sus hermanos de lidiar con una especie de bestia, ya que sabía que los Yukimitsu compartían su mal genio e impulsos agresivos, pese a que la hermana mayor solía tenerlos bajo control.





Hotarumaru se paseó por el primer piso en busca de los hermanos de su amigo sin fruto, y terminó subiendo, donde divisó a Yagen jugando una partida de cartas con Tsurumaru en lo que Akashi y Aizen les observaban. Ellos ocupaban la pequeña sala al costado de las escaleras que contaba con gran iluminación por enormes ventanales y era el punto de partida al momento de dirigirse a las habitaciones de ese piso.

“¿Hm? ¿Qué están haciendo?” preguntó el pelicenizo, ladeando la cabeza.
“Ahh, Hotarumaru, ven y siéntate en mi regazo~” canturreó Akashi, extendiendo sus brazos a su pequeñín.
“Oye, no lo fastidies,” le reclamó Aizen, frustrado.
“Eh, no es un fastidio, pero…” el recién llegado negó y fue donde el mayor para cumplir con su pedido. “Kuniyuki, ¿acaso sigues preocupado por lo que ocurrió hace casi dos horas?”
“Sí, un pequeño adorable como tú no puede ponerse a pelear contra monstruos como ese horrendo oso,” dijo el pelimorado, abrazándole y con una sonrisa sonsa. “Veo que estás comiendo la masa que sobró de las galletas. Muy bien, esa es una imagen de ti que sí apruebo.”
“Soy más que un objeto adorable, Kuniyuki,” finalmente, Hotarumaru sí se vio un poco molesto.
“¡Hahaha! Déjale engreírte un poco,” Tsurumaru se puso a reír en lo que intercambiaba una carta de su mano con una sobre la mesa. “Sé que Akashi estuvo muy consternado por ti. No hay que olvidar que casi me saca los ojos cuando nos dio el alcance.”
“Eso es tu culpa, Tsurumaru,” recalcó Hotarumaru. “La nota que le dejaste fue muy trivial y lo hiciste sonar como si pelear contra el oso hubiera sido tu idea.”
“Estoy convencido que esa fue la intención de la grulla,” Yagen se encogió de hombros y también aprovechó su turno para intercambiar una carta.
“Pues, no lo puedo negar,” el peliblanco sonrió traviesamente. “Saben que me gusta sorprender y fastidiar a todos.”
“Algún día alguien te matará por ese hábito tuyo,” observó Akashi. Él dio un bostezo y habló con una voz cansada. “Uhh… sólo espero que ese no sea yo…”
“No digas esas cosas, Kuniyuki…” Aizen le miró con desconfianza, pero pasó a animarse. “¡Oh, cierto! Ahora que fuimos a comprar al supermercado más cercano, encontré unas linternas de festival, de esas que se elevan, y he comprado unas cuantas. ¿No les parece la mejor forma de disfrutar ese paseo?”
“¡Ohh, me encantan esas linternas!” exclamó Hotarumaru, maravillado. “Hehe, es una genial idea, Kunitoshi.”
“¿Verdad que sí? ¡Tendremos nuestro espectáculo nocturno!”
“Aprecio tus intenciones, pero no sé si linternas de fuego sean permitidas dentro de esta reserva,” observó el doctor en lo que revisaba las cartas en su mano.
“Descuida, doctorcito, de regreso nos aseguramos de preguntar en la entrada,” observó Akashi, moviendo una mano para despejar las preocupaciones. “Los guardabosques las revisaron y son del tipo que consideran seguras. Lo que sí no hubieran permitido son los fuegos artificiales.”
“Relájate, Yagen, no puedes andar al pendiente de mantener las reglas todo el tiempo,” Tsurumaru se encogió de hombros y sonrió frustrado. “Ya te lo he dicho varias veces, pero así te morirás joven.”
“Heh…” el doctor sonrió con ironía. “También sabes mi usual respuesta a esa afirmación, pero por los pequeños me la ahorraré.”
“¿Q-qué es lo que dirías?” Aizen se tensó, ya que no le había gustado esa reacción levemente perversa de Yagen.
“A veces creo que ustedes dos no se hacen buena compañía,” lamentó Hotarumaru al par de jugadores. Él dio un suspiro. “Vine porque estuve acompañando a Maeda a apreciar las aves. Ha instalado una fuente de semillas y un bebedero, y hasta vimos un pájaro acercarse,” sonrió un poco. “¿Por qué no vamos a acompañarle?”
“Ohh, el polluelo Toushirou tiene un pasatiempo inesperado para alguien de su edad,” comentó Tsurumaru, levemente impresionado. Sonrió un poco. “Heh, le viene ser gentil, considerando que es un hermanito de Ichigo, aunque paso. No va conmigo.”
“No dolería al menos darse un paseo por ahí,” Hotarumaru decidió no forzarle mucho, ya que sus intenciones eran otras. “Yagen, ¿no te animas? Hubiera querido pedírselo a Honebami, pero no lo encontré.”
“Honebami anda monitoreando los alrededores, regresará para el té,” explicó Yagen, mientras intercambiaba otro par de cartas. “Me informó que, luego de su descuido, quiere cerciorarse que no existan otros osos o posibles amenazas cerca de las casas.”
“Veo que es un perfeccionista también, no que me sorprenda…” Akashi sonrió frustrado.
“Ciertamente Honebami apreciaría ese pasatiempo también, es una lástima,” observó el doctor, quien miró a sus cartas. “Tsk, todavía no encuentro lo que me falta…”
“También te pregunté a ti,” recalcó el pelicenizo, un poco impaciente. “¿Qué dices?”
“¿Hm?” el pelinegro se impresionó un poco, y sonrió con torpeza. “Ahh, cierto, mis disculpas. Pues, Maeda siempre ha sido de disfrutar la observación de las aves, y sé que un pasatiempo muy querido de él. No quisiera importunarle.”
“Ahh, increíble…” Hotarumaru se dio un facepalm.
“¿Eh? ¿Qué sucede, Hotaru?” preguntó Aizen, confundido.
“Maeda mismo parece muy inquieto de importunarte a ti y a sus hermanos en primer lugar. Esta modestia sólo les causa más inconveniencias, en verdad,” observó el pequeño. “Él realmente quisiera compartir este momento contigo, pero nunca querría decirlo en voz alta. ¿No podrías al menos darle una visita esta vez?”
“Haha, me gusta lo insistente que eres cuando te decides por algo, Hotaru-bou,” comentó Tsurumaru, entretenido.
“Hmm, pero tiene sentido. Maeda siempre ha sido demasiado delicado con los demás. Frustra un poco,” Aizen se puso a pensar.
“Está bien, ni bien terminemos esta partida,” contestó Yagen, rendido. “Están por terminarse las cartas del mazo, será en cualquier momento…”
“Justo nos toca refrescar la mesa,” Tsurumaru posicionó más cartas visibles, y sonrió gratamente. De inmediato intercambió una de las que necesitaba. “Ah, sólo un poco más.”
“Este juego se ha alargado mucho, ¿no pueden declarar un empate?” preguntó Akashi, aburrido.
“Votaría por eso, pero Tsurumaru no parece haber terminado aún,” dijo Yagen, indiferente, mientras jugaba su turno.
“¡Descuiden, que ya terminó!” en ese instante, el peliblanco hizo su último cambio y posicionó su mano sobre la mesa. “¡Ya está! ¡Cuatro tríos! ¡Gané la partida!”
“¡Wow, ya comenzaba a pensar que era imposible!” observó Aizen, impresionado.
“¿Hm? ¿Tú tenías el tres que me faltaba todo el tiempo?” preguntó el doctor al notar que el último cambio que realizó su oponente fue deshacerse de un tres.
“Heh, fuiste muy evidente que estabas juntando ese número, ¿por qué crees que yo hacía el ademán de robar todas las cartas en un inicio?” observó el peliblanco, con una sonrisa de superioridad. “Pues obviamente me aseguré de quedarme con la carta que necesitabas hasta que la mía apareciera~ Serás un genio, pero te gano en street smarts.”
“Tch, en fin, ganaste,” aceptó decepcionado. “Podemos ir al jardín.”
“Un momento, Yagen,” Tsurumaru le miró fijamente. “No olvides que hemos apostado.”
“Dijiste algo semejante a ello, pero en ningún momento acepté,” observó inmutado. “Tampoco hemos jugado póker.”
“Vamos, no seas aguafiestas,” rió un poco. “Y créeme que no me interesa una apuesta monetaria. No tengo problemas económicos y eso sería muy aburrido.”
“¿Entonces qué haces poniendo términos a un juego que ya hemos terminado y en el cual yo he perdido?” preguntó el doctor, mirándole con reproche. “No haces sentido alguno.”
“Bajemos de una vez. En cualquier momento sirven el té,” insistió Hotarumaru.
“Sólo un momento, Hotaru-bou…” Tsurumaru dio un suspiro. “Ya, creo que debí haberlo dicho mejor antes, pero me he inspirado en el juego de verdad o castigo que jugaron tus hermanos mayores ayer, ¿por qué no? Sonó divertido, y como he ganado, quería imponerte un reto. No es que sea mucho pedir.”
“¿Qué tonterías dices?” Yagen comenzaba a perder la paciencia.
“Hm, por mi parte, suena interesante,” Akashi se vio intrigado y sonrió perspicazmente. “¿Será que quieres que este tenebroso doctorcito revele alguno de sus múltiples secretos por perder?”
“Haha, a decir verdad, no,” Tsurumaru rió un poco. “Honebami y compañía ya jugaron verdad y creo saber todo lo que tengas por compartir a estas alturas, Yagen,” ello hizo que la sonrisa del peliblanco se incomodara, y pasó a frustrarse tremendamente. “Y por ello… si es que todavía hay algo que no sé de ti, estoy completamente seguro que no quiero saberlo, ihh…” se estremeció un poco.
“Hmhm…” Akashi rió guturalmente.
“Oye, Hotaru, ¿acaso Yagen nos está ocultando algo?” preguntó Aizen a su hermanito, en susurros.
“No sé qué decirte, pero da esa impresión…” el pelicenizo dio un suspiro.
“¡Por eso quiero darte un muy leve y curioso castigo!” exclamó Tsurumaru, apuntando al doctor con una sonrisa. “Siempre he sentido mucha intriga por la dinámica tan cercana de tu familia en lo que respecta a Ichigo. ¡Así que quiero que la próxima vez que te encuentres con él, en vez de llamarle Ichi-nii, le llames por su nombre!”
“¿Ahh?” Yagen se confundió considerablemente. “¿Ese es tu pedido?”
“Vaya, y yo que pensé que el descorazonado era el doctorcito…” se lamentó Akashi, quien sonrió empáticamente y con cierta agonía. “Siempre me he sentido celoso de ese apodo de sus múltiples adorables hermanitos, ya que a mí me llaman por mi apellido.”
“No seas melodramático, Kuniyuki,” observó Aizen, frustrado. “¿Qué clase de castigo es ese? Un apodo así es irrelevante.”
“Precisamente. No tengo ningún apego al apodo en sí,” Yagen se encogió de hombros, denotando indiferencia. “Sólo lo uso por hábito y porque mis demás hermanos lo usan, ya que prefiero no llamar la atención en lo posible, pero es verdad que estoy muy mayor para adherirme a nomenclaturas de ese tipo,” se puso a pensar. “Quizás debería dejar de usarlo…”
“O-oye, sólo te estoy pidiendo que no lo uses una sola vez, tranquilo,” Tsurumaru sonrió incómodo. “Quizás no es un pedido nada transcendental, pero sí tengo curiosidad sobre ello.”
“Si lo hago, asumo que me dejarás en paz,” observó el doctor, mirándole con desconfianza.
“Claro, claro,” el peliblanco movió su mano. “Pero ya, no hagamos al pequeño polluelo esperar más, vamos al jardín.”
“Espero que este apodo sí sea irrelevante…” dijo Hotarumaru, poniéndose de pie…


Al mismo tiempo, en el primer piso, Ichigo y Namazuo estaban lavando los últimos utensilios de cocina en lo que los pequeños se encontraban arreglando el comedor principal para la hora del té.

“Parece que los pequeños se divirtieron mucho con la preparación,” observó Ichigo, gustosamente. “Realmente le debemos mucho a Ritsu por su gran dedicación en enseñarles y darles la oportunidad de ser creativos.”
“Aw, sí~ Ritsu-chan es bien difícil y tsundere a veces, pero en verdad es un terrón de azúcar, y más con los pequeños~” canturreó Namazuo, feliz de la vida.
“Deberíamos despertarle para que baje a tomar el té.”
“Pues, sería bueno, pero por la emergencia del oso no llegó a darse su siesta, y despertarlo le dejaría muy débil ahora,” observó el pelinegro, meditativo. “Bueno, al menos sí se dio todo el gusto de preparar los postres, lo cual es su especialidad, y él también se divirtió mucho. Hehe, aparte que me siento muy agradecido con él.”
“Ya veo…” ante la mención del bosque, Ichigo se vio un poco incómodo.
“¡Aww, y lo que más me ha gustado ahora son los acabados de los cupcakes~! Mientras Maeda y Hotaru-chan adornaban las galletas y Gokotai y yo terminábamos con las tartaletas que comeremos mañana, Hirano, Akita y Houchou se pusieron a decorar los pastelitos con todo tipo de ingredientes,” él se giró y vio los múltiples cupcakes reposando y ya en bandejas para ser servidos. “Hirano se enfocó en usar trozos de frutas y apenas un poco de azúcar impalpable, mientras que Akita usó algo de frosting y algunas grageas, y Houchou más bien le ha echado una increíble cantidad de frosting y chocolate y muchos colores,” Namazuo se emocionó y agitó sus puños. “¡Sé que me dará un coma diabético, pero quiero comer cada una de sus obras de arte!”
“Entiendo cómo te sientes, Namazuo,” observó el mayor, sonriendo con torpeza.
“¿Por qué te ves un poco triste?” le preguntó el pelinegro, con curiosidad. “Todos la están pasando bien. ¿Quieres comer un cupcake desde ya para llenarte de energías?”
“N-no, no gracias, Namazuo,” Ichigo rió con torpeza ante la sugerencia. “Es sólo que llegar aquí y comprender que todos ustedes estaban bajo peligro fue muy difícil para mí…” bajó su mirada en lo que continuaba lavando. “Soy el hermano mayor y es mi deber protegerles del peligro, pero estuve ausente y llegué demasiado tarde.”
“Sé cómo te sientes. Yo tampoco llegué para detener al oso o hacer algo sustancial…” Namazuo desvió su mirada, y dio un pesado suspiro para descargarse y sonreír frustrado. “Pero no hay por qué tomárselo tan a mal. Los dos hicimos lo que pudimos y todos están bien. También les debemos un montón a Gotou y Yagen. ¿Quién diría que podrían hacerle frente a un oso?”
“Es cierto, realmente corrieron un gran riesgo,” desvió su mirada con inquietud. “Me siento orgulloso de los dos y no tengo más que agradecimientos que darles, pero temo mucho que ellos sientan la necesidad de arriesgarse y desvivirse por los demás a extremos. De igual forma, quisiera poderles ser de mayor ayuda…”
“Comparto el mismo sentimiento, Ichi-nii…” Namazuo negó y regresó a su labor de lavar moldes y bandejas. “Pues, son difíciles de tratar, ya quisiera saber cómo hacerlo, aparte que está el hecho que ese par nunca me ha tomado con seriedad…” hizo un puchero. “Uhh… soy su hermano mayor y es como si fuera menor que ellos.”
“…”
“¡Pero tú no te deprimas, Ichi-nii~!” canturreó el pelinegro, volviendo a sonreír. “Eres nuestro infalible hermano mayor y todos te tenemos un gran respeto y sabemos lo increíble que eres. Si bien ya he tenido que acostumbrarme a ese trato del par, te puedo asegurar que tú siempre serás Ichi-nii para ellos,” asintió con determinación. “Tú nunca nos decepcionarías.”
“Namazuo…” el peliceleste se sorprendió por las palabras de su hermano, quien mantuvo su impecable sonrisa, y pasó a incomodarse y sonreír con torpeza. “Muchas gracias, esto es un poco vergonzoso e inaceptable viniendo de mí, ¿no es así? No debería mostrar tanta debilidad…”
“Sólo estamos los dos aquí, Ichi-nii, sabes que puedes confiar en mí. También sé que los últimos sucesos te han preocupado bastante, así que puedes desahogarte conmigo todo lo que quieras,” dijo Namazuo, amenamente. “Ahora terminemos de limpiar~”
“Sí, ya estamos por tomar el té. Hay que apurarnos.”



Los dos continuaron con la faena, y alrededor de un minuto después, el grupo del segundo piso bajó las escaleras y pasó por la cocina.

“¡Ohh, han decorado a los cupcakes de manera extraordinaria!” exclamó Hotarumaru, impresionado. “¡Se ven mil veces más ricos!”
“Hm, se han esmerado, pero algunos tienen tantos toppings y frosting que no parecen comestibles,” observó Aizen, levantando una ceja. “Comeré los menos dulces.”
“Yo! ¿Limpiando por los pequeños?” saludó Tsurumaru con una sonrisa y alzando una palma. “De haber sabido que no sólo los petizos estaban ayudando, habría bajado antes.”
“No tenías que, lo tenemos todo bajo control,” observó Ichigo, amablemente y asintiendo. “Mis hermanitos están alistando el comedor principal. Tendremos la hora del té muy pronto.”
“Hai, gracias por el arduo trabajo~” dijo Akashi, con un tono perezoso y sonriendo entretenido. “Espero que haya opciones saludables también, pero comeré lo que Hotarumaru ha hecho para nosotros con mucho gusto.”
“Trabajé en las galletas, aunque no las veo…” el pelicenizo miró de un lado a otro.
“Ah, ya deben habérselas llevado a la mesa, junto con los aperitivos salados,” observó Namazuo. “Podría ir llevando los cupcakes para allá, ahora que lo pienso.”
“Iremos en un momento, estamos camino al jardín,” dijo Yagen, asintiendo. “Con permiso.”
“¡Espérame!” Namazuo corrió a agarrar un cupcake que reposaba y no tenía toppings, y se lo llevó. “¡Yagen, decórame este cupcake a tu estilo personal! ¡Quiero comérmelo!”
“¿Qué tonterías dices, Namazuo?” el doctor se impacientó y le miró con molestia.
“Uhh, es que nuestras preciosidades han decorado a su gusto y tú también eres una preciosidad mía~ ¡Por favor!”
“Tch, no me fastidies,” entrecerró sus ojos.
“¡Hahaha! ¡A veces no sé qué le ves de precioso a este engendro!” exclamó Tsurumaru, riéndose.
“Tsurumaru-san, no digas eso, por favor,” Ichigo se alarmó.
“No me tomes en serio, Ichigo, sólo bromeaba,” el peliblanco movió una mano.
“Sigamos, Maeda nos está esperando,” observó Hotarumaru.
“Verdad,” Aizen asintió. “Nos vemos en un rato.”
“Bueno, ojalá algún día te animes, Yagen,” Namazuo se resignó y regresó hacia los cupcakes. “Iré llevando las cosas, Ichi-nii~”
“Gracias por tu ayuda. Yo terminaré de lavar,” el mayor asintió. De aquel modo, Namazuo fue hacia el comedor y Hotarumaru y Aizen se apresuraron hacia el jardín trasero.
“Ahh, nuevamente, la juventud tiene tantas energías,” observó Akashi encogiéndose de hombros. “En fin, vamos a nuestro ritmo.”
“Heh, supongo no soy el único que se siente más anciano que su edad cronológica,” dijo Yagen con cierto entretenimiento.
“Yagen, no deberías decir eso,” Ichigo se confundió por aquel comentario y prestó atención a su hermano. “Alguien tan resaltante y joven como tú debería tener una visión más optimista.”
“Haha, no te preocupes por él. Es su sentido del humor,” observó Tsurumaru, restándole importancia. “Siempre anda diciendo cosas así sin seriedad alguna.”
“Pero…” ello preocupó más al peliceleste, aunque sacudió su cabeza. Tenía algo más importante que decir. “Sólo espero que te encuentres bien. Sé que el oso estuvo muy cerca de atacarte.”
“Lo estoy, no necesitas preocuparte,” le aseguró Yagen, con una sonrisa certera. “Más bien, lamento causar tantas inquietudes. No es necesario que estés al pendiente de mí.”
“Sin lugar a dudas, tienes una confianza y determinación envidiables, Yagen,” Ichigo sonrió frustrado. Realmente se impresionaba cada vez que hablaba con su elusivo hermanito por su impecable profesionalismo y aparente falta de puntos débiles, pero por ello no quería que él fuera a siempre aislarse y no recurrir a la ayuda de nadie. Como Namazuo acababa de decir, él era ‘Ichi-nii’ y debía merecerse aquella posición en su familia. “De igual forma, recuerda que estoy aquí por ti y puedes contar con mi asistencia. Como tu hermano mayor, deseo velar por ti del mismo modo en el cual lo hago por todos nuestros hermanos.”
“Sé por dónde vienes. Namazuo tiene ese mismo deseo, sea o no una persona muy confiable,” Yagen negó y sintió la mirada de Tsurumaru sobre él. Ello le hizo recordar al ‘favor’ que este le había pedido, lo cual le hizo frustrarse.
“Yagen, ¿sucede algo?” le preguntó Ichigo, confundido de notarle repentinamente fastidiado. “Espero no estarte incomodando por mis observaciones, o si no habrá algo más que deba atender…”
“No, no te inquietes,” el doctor negó tranquilamente y miró a su hermano con su inquebrantable seguridad. “No necesito de tu ayuda, Ichigo.”
“E-ehh…” el peliceleste se impresionó.
“Con permiso…”

Tanto Tsurumaru como Akashi notaron en cámara lenta la expresión de desolación del peliceleste incrementar, principalmente en sus ojos, pese a que el doctor no llegó a notarlo y siguió el camino hacia el jardín de la casa.

“Ichigo…” Tsurumaru se incomodó, aunque Akashi le negó y le empujó para seguir caminando.
“Ya se le pasará,” dijo el pelimorado, frustrado y con una pizca de entretenimiento. “Lo hecho, hecho está…”

“¡Ichi-nii~!” canturreó Namazuo, regresando justo después de la partida de los demás. “¡Hay que seguir llevando las cosas~! ¿Necesitas ayuda para terminar de limpiar?”
“¿Eh?” este se despertó, y con rapidez y torpeza regresó a su labor. “N-no, yo lo puedo hacer. Por favor tú sigue ayudando a nuestros hermanos. Yo puedo con esto…”
“¿S-seguro?” ladeó su cabeza. Sabía que su hermano estaba extrañamente inquieto, pero por su grado de ensimismamiento no estaba seguro si preguntárselo.

En poco tiempo, los viajeros disfrutaron del té y degustaron los postres.



Pasaron unas horas más y llegó el anochecer. Luego de una breve cena tomada a discreción de cada quién, la mayoría de personas ya estaban instaladas en sus respectivas casas, salvo algunos que habían salido a dar un paseo por los alrededores. Todavía era un poco temprano para ir a dormir, por lo cual los presentes se encontraban metidos en distintas actividades.

“¡Volví a ganar!” exclamó Hakata en lo que posicionaba su última carta de Uno. “Heh, soy un completo natural en este juego.”
“Ahh, deberías dejar que uno de nosotros gane,” observó Shinano, frunciendo el ceño.
“¿Qué clase de victoria sería esa, Shinano?” preguntó Gotou, mirándole con reproche. “Es sólo justo que Hakata gane.”
“Tampoco me parece bien que esperes que uno de nuestros menores sea piadoso contigo, sobre todo con algo tan trivial,” Yagen negó, frustrado. “No tienes remedio…”
“Y-ya, no sean tan malos conmigo, sólo decía.”
“Hmm, pero sí es parte de ser un buen hermano mayor ser más amable con sus menores, es cierto,” Hakata se puso a pensar, y sonrió autosuficiente. “Entonces está decidido. Como me considero mentalmente mayor que Shinano, tendré que engreírle de vez en cuando,” miró al pelirrojo y le apuntó con severidad. “Eso sí, tampoco puedo dejar que seas tan malcriado, así que te corregiré con frecuencia, ¿has entendido?”
“Uhh, soy mayor que tú, Hakata. No te pases,” Shinano hizo un puchero. “A veces es como si no pudiera decir nada…”
“¡Deja de ser engreído!” reclamó el rubio.
“¡N-no me trates como tu menor!” exclamó el pelirrojo, alarmado. “¡P-por favor!”
“Ya, ya, no se fastidien mutuamente,” Gotou negó frustrado y miró a los dos con leve severidad y cruzándose de brazos. “No se olviden que ustedes dos son mis menores, así que espero que se porten bien y convivan en paz, ¿de acuerdo?”
“Está bien,” Hakata asintió, animado. “Si tú lo dices, Gotou-nii.”
“Veo que nos toca ser iguales, entonces…” Shinano agachó su cabeza, deprimido.
“Con esa actitud nunca te mejorarás, no debería decirlo,” Yagen negó. “Aunque considero que tienes gran potencial, Shinano. Sólo depende de ti cultivarlo, ¿has entendido?”
“Sí, tienes razón,” ante esas palabras de su hermano, el pelinegro sonrió agradecido y asintió obedientemente. “Definitivamente, será un poco difícil, pero haré lo posible. Ehm, ¿tú crees que sí tengo potencial?”
“Nuestros padres siempre te mencionaron como el tesoro de nuestra familia,” recordó el doctor, encogiéndose de hombros. “Aunque, desde un punto de vista personal, sí has mejorado tu temperamento y te has vuelto más decidido. También es evidente que has crecido en estatura durante tu viaje por los Estados Unidos,” sonrió entretenido. “Heh, ya le ganarás a Gotou.”
“¿Eh?”
“¿Qué estás diciendo, Yagen?” reclamó el aludido. “Shinano habrá crecido, pero todavía no llega a mi altura.”
“Tu estatura es un tema sensible para ti, lo comprendo, pero mis ojos no me engañan.”
“No puede ser,” Shinano se mostró incómodo. “Sí quiero ser más alto, pero tampoco quisiera ganarle a mis hermanos mayores…”
“Siempre los podemos medir,” observó el doctor.
“Oh, creo que Hirano había traído una cinta métrica,” recordó Hakata. “Ahora vuelvo.”



Mientras tanto, Fudou caminaba frente a esa casa luego de haberse dado un corto periplo por los alrededores. Él había visto a los mellizos Toushirou mayores caminar cerca con sus amigos e inspeccionar el cerrado club social, y antes de llegar a su propia casa, pudo ver a los cuatro hermanos interactuar a través de la ventana.

“¿Qué hacen…?” alzó una ceja y los observó con indiferencia.



Hakata regresó de inmediato y Yagen hizo los honores al medir a ambos hermanos y confirmar sus sospechas.

“Precisamente, es oficial,” observó el doctor. “A partir de este momento, Shinano es dos centímetros más alto que Gotou.”
“Imposible…” Hakata estaba impresionado.
“E-en serio, no puede ser,” dijo Shinano, nervioso.
“¡T-tiene que haber un error!” Gotou estaba en shock. “¡Vuelve a medir!”
“No hay error, Gotou-nii. Me aseguré de vigilar la medida…” observó Hakata, deprimido y cabizbajo. “Lo siento mucho.”
“N-no puedo creerlo…”
“Sin duda no pareces serlo debido a tus abundantes cabellos, pero sí eres más bajo,” observó Yagen, encogiéndose de hombros. “Ahora Shinano está más cerca de ser de mi altura.”
“¡P-pero se puede arreglar!” dijo el pelirrojo. “¡Sí! ¡Seguimos jóvenes! ¡Gotou todavía puede crecer, confío en él!”
“¿Confías en mí?” este alzó una ceja, confundido.
“Hmhm, sí, es cierto que todavía hay tiempo,” Yagen sonrió con ironía. “Shinano, tú tienes dos años adicionales a Gotou para crecer más, asumiendo un crecimiento semejante.”
“¡Ya, lo entiendo! ¡Ahora deja de burlarte de mí!” exclamó el pelimarrón.
“¡Nii-san!” Shinano agarró a Gotou de los brazos y lo sacudió un poco con desesperación. “¡Por favor, no puedes ser más bajo que yo! ¡Tienes que crecer!”
“¿Q-qué estás diciendo?” le miró con sorpresa e incomprensión.
“¡Es que tienes que ser alto para así poder cuidar de mí! ¡En serio, nii-san!”
“Tsk, ¡c-cállate!”
“¡Haz un esfuerzo, nii-san!”
“¡Deja de decir tonterías!”



Fudou se mostró impaciente y frustrado de ver a Shinano sacudir a Gotou y lloriquearle por alguna ocurrencia que no podía oír. Era un escenario bastante típico. Por otro lado, vio a Hakata confundido por esa dinámica, y a su costado Yagen se veía entretenido y le encontraba gracia a la situación. Sin embargo, para variar, ese distante hermano no tenía una expresión irónica o fastidiosa. Más bien, se le veía genuina y humildemente a gusto con sus hermanos.

“…” negó y siguió caminando.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #502: January 30, 2019, 12:42:46 AM »
66.2.


Alrededor de un cuarto de hora después, Ichigo y Tsurumaru se despidieron de los Toushirou más pequeños, quienes se entretenían con unos juegos de mesa. Los dos mayores les acompañaron para una partida de Life y les dejaron ni bien terminaron.

“Tienes hermanitos muy lindos, Ichigo,” observó Tsurumaru, amenamente. “Haha, me encantó lo cuidadosos que eran con sus gastos en el juego y lo considerados que fueron mutuamente.”
“Realmente tengo muchas bendiciones en mi vida, es cierto,” el peliceleste sonrió con humildad y añoranza. “Y te agradezco por habernos acompañado, Tsurumaru-san. Tu amistad y presencia son bienvenidas.”
“Oh, no lo hagas, más bien gracias por tenerme de inquilino,” el peliblanco sonrió entretenido y negó con una palma. “Soy divertido, pero suelo no tener mucho que aportar.”
“Vamos, no digas esas cosas,” el peliceleste rió con modestia.
“De igual modo, gracias por dejarme traer a Ai,” se encogió de hombros. “Él suele aislarse demasiado y le falta aclimatarse más a las personas, considerando su vocación artística.”
“Ai ha demostrado ser una persona muy particular, y me alegro mucho de que Honebami cuente con él como un amigo. Es un gusto para mí que él se encuentre con nosotros. Él es un idol que trabaja en asociación con tu profesor para utilizar la tecnología de Rizembool en sus composiciones, ¿verdad?”
“Sí, es la mejor manera de explicarlo,” sonrió con leve ironía. “Ikari-sensei tiene grandes expectativas de él, así que me toca monitorearle y empujarle a salir de su burbuja. Seguramente andará inspeccionando los alrededores ahora mismo. Le gusta hacer eso.”
“Hm, interesante,” Ichigo se vio intrigado. Las observaciones y el rol de su amigo de vigilar y supervisar a aquel chico le parecía poco característico, así que seguramente la historia completa era complicada.
“Y hablando de inspeccionar, me pregunto si Honebami seguirá monitoreando el bosque para descartar la presencia de osos, o si Yagen habrá vuelto a dar vueltas,” se encogió de hombros. “¿Qué puedo decir…?”
“…” Ichigo le miró atentamente, y luego bajó su mirada. “Es cierto, me da la impresión que Yagen está saliendo de paseo demasiado por su cuenta.”
“Eh, sí, pero no le des importancia,” el peliblanco sonrió con torpeza. “Perdón por nombrar al innombrable, creo que sólo estaba hablando conmigo mismo.”
“¿Por qué te disculparías?” el peliceleste se confundió.
“No es nada, sólo que imagino que Yagen causará suficientes preocupaciones en tu cabeza. No quiero incomodarte,” negó. “Pero déjale ser. Él sabe lo que hace.”
“…” Ichigo sonrió rendido y todavía cabizbajo. “Es cierto que lo conoces mejor que yo. Si tú lo dices, Tsurumaru-san.”
“Vamos, Ichigo, anímate,” Tsurumaru le agarró de ambos brazos con fuerza y le sacudió un poco. “Sé que eres gentil y muy dedicado por naturaleza, pero no te andes apagando así. También eres Ichi-nii, así que levántate. La depresión no te va.”
“S-sí,” el otro se impresionó por la acción de su amigo, y sonrió agradecido. “En verdad eres un gran apoyo para mí, Tsurumaru-san. Tienes razón, no debo sentirme de este modo.”
“Bien, así se habla,” le soltó. “Ahora podríamos ir a tomar algo en la cocina. ¡Ohh, Mitsu-bou me ha enseñado a preparar unos tragos, podría hacerte uno!”
“Pues, acepto la invitación, pero no tenemos ingredientes para bebidas alcohólicas. Es un tema delicado, como bien entiendes.”
“Ah, cierto, perdón, se me olvidó…” Tsurumaru se rascó la cabeza. Él estuvo por sugerir algo más cuando vio a Hakata caminar hacia ellos. “Ohh, pequeño savage, ¿dónde has estado?”
“Hola, Tsurumaru, justo te buscaba,” Hakata se animó. “Quería pedirte las llaves de tu auto para revisar Internet, ¿puedo?”
“¿Revisar internet de nuevo?” Ichigo se sorprendió. “Estuviste usando la señal mientras nuestros hermanos prepararon los postres. ¿Qué necesitas revisar tan urgentemente?”
“Ehh, no es nada serio, a decir verdad,” Hakata desvió su mirada. “Pues, creo que sí utilizo mucho internet todo el tiempo…”
“Haha, tú tranquilo, tienes mi permiso,” Tsurumaru le sonrió. “Ichi-nii y yo hemos jugado un juego con tus hermanitos. ¿Dónde has estado tú?”
“Oh, fui a acompañar a Gotou-niisan, Yagen-niisan y Shinano en la habitación de los tres,” contestó sonriente. “También jugamos Uno, así que fue divertido.”
“Ah, me alegra mucho. Siempre te has llevado bien con Gotou y Shinano,” Ichigo sonrió gratamente. “Y veo que Yagen se encuentra con ellos.”
“Sí, estoy feliz de que él y Gotou-nii ya estén en buenos términos,” asintió y ajustó sus gafas, para sonreír desafiantemente. “Yagen-nii es muy inteligente e interesante. Me aseguraré de aprender mucho de él.”
“Haha, mientras aprendas de su inteligencia y no de su maldad,” dijo Tsurumaru, riéndose.
“Tsurumaru-san…” Ichigo le miró con leve reproche.
“Hahaha, perdón, no pude contenerme,” el peliblanco llevó una mano a su bolsillo. “¿Eh? ¿Será que dejé mis llaves en mi habitación? Vaya…” miró a Hakata. “Ven, pequeño savage, voy a conseguirte las llaves. Sólo recuerda no dárselas a Namazuo.”
“¡Por supuesto!” Hakata sonrió brillantemente y le dio un saludo militar.
“Ichigo, espérame, que ahora vuelvo,” dijo Tsurumaru. “Puedes ir yendo a la cocina, si gustas.”
“Sí, no te preocupes,” Ichigo asintió y vio al par retirarse.

El peliceleste pensó en bajar a la cocina, pero supuso iría a revisar a sus otros tres hermanos. Seguía un poco incómodo y confundido por la decisión de Yagen de no llamarle por su perpetuo apodo y no sabía cómo interpretarlo. Podría no significar nada en lo absoluto, pero, luego de los sucesos de la tarde y su notoria ausencia durante un momento tan importante, ¿su hermano habrá decidido no rendirle aquel respeto? Las propias palabras del doctor, de que no lo necesitaba, parecían indicar algo semejante…

Ichigo se acercó para espiar a los tres, quienes hablaban en su habitación con la puerta abierta. Los observó hablando distraídamente y degustando de una pequeña bandeja con dangos y té, y pretendió presentarse, pero al oír la conversación que tenían, supo que no le correspondía interrumpirlos, o estar ahí en primer lugar.



“Oye, Yagen,” dijo Gotou.
“¿Hm?” el doctor estaba leyendo uno de sus documentos.
“Hay algo que he querido preguntarte hace un tiempo, asumo que ahora podemos hablar de ello,” el pelimarrón frunció un poco el ceño. No le gustaba tratar de tocar temas serios o sensibles con el pelinegro porque sabía que este le tomaría el pelo o no le correspondería, pero el hecho que el doctor continuaba leyendo de manera neutral delataba que no se había puesto ‘a la defensiva’. “Sólo estuve pensando en el pasado, cuando éramos niños.”
“Gotou…” Shinano le miró incómodo y un poco preocupado.
“No te inquietes, Shinano, es sólo una curiosidad a estas alturas,” Gotou se encogió de hombros para restarle importancia. “Recuerdo claramente cómo Atsushi y tú solían seguir a Ichi-nii por todos lados. Buscaban aprender de él, entrenar con él, incluso se propusieron convertirse en sus ayudantes a futuro y fueron overachievers desde que tengo uso de razón…”
“…” Yagen le miró.
“…” Gotou dio un pesado suspiro y negó. “No, no quiero que te lleves la impresión incorrecta de lo que digo. Es evidente que, cuando ese rol del asistente de Ichi-nii fue imperativo, fui yo y no ustedes quien tomó cartas en el asunto,” desvió su mirada. “No pretendo recriminarles o ufanarme de ello. Sólo llevo teniendo curiosidad sobre por qué decidiste abandonar ese cargo que fue tan importante para ti. No sé qué habrá tenido Atsushi en su cabeza, aunque al menos puedo preguntártelo a ti.”
“…” Yagen cerró sus ojos y sonrió impecablemente. “Y pensar que nos encontramos en una paz en la cual te sientes libre de preguntármelo, Gotou. Interesante…”
“Tch, más te vale que no te pongas difícil ahora…” le miró con desconfianza.
“No, entiendo que te debo al menos cierto respeto con temas semejantes a este. No tengo la intención de seguir fastidiándote,” comentó con leve entretenimiento y miró a su hermano. Su segura sonrisa adquirió leve humildad. “Mis razones son simples, realmente. Fueron las circunstancias de mi propia vida.”
“¿Circunstancias…?” Shinano ladeó su cabeza. El pelirrojo se quedó un poco perplejo.
“Así de simple,” Yagen vio su confusión comprensivamente. Era la verdad, aunque cualquier detalle que fuera a darles iría alejándose poco a poco más de la realidad.
“Eso no tiene mucho sentido,” Gotou le miró impaciente. “O sea, no pretendo juzgarte, pero en aquel entonces nuestras circunstancias familiares ameritaban a que estuvieras presente, e hiciste lo opuesto.”
“Hay cosas de las cuales prefiero no hablar, pero para contestar tu interrogante, fue por esa situación que decidí en convertirme en algo en lo cual ninguno de mis hermanos sería capaz de convertirse. Quise ser un doctor, y Rizembool me dio una oportunidad inigualable, pese a que ello significó que me alejara de ustedes. En aquel momento, sentí que no había nada más que yo podía hacer por ustedes…”
“Yagen…” Shinano le miró atentamente. Llevó una mano a su pecho. Su hermano se veía tranquilo y sonriente, pero había una palpable soledad en sus palabras.
“Sin duda estuve ausente el tiempo suficiente para tácitamente renunciar a aquel rol del asistente que tanto añoré en aquel entonces, pero no puedo decir que me arrepiento de todo lo ocurrido,” el doctor miró a Gotou y sonrió con decisión. “Has demostrado con el paso del tiempo que eres el verdadero asistente que nuestra familia siempre necesitó. Nadie más que tú se ha desvivido por nuestros hermanos, así que no tengo nada que reclamar. Todo está en su lugar y terminó saliendo como debió salir, afortunadamente.”
“¿Qué estás diciendo?” Gotou alzó una ceja.
“Ah, y no quiero dar por sentado tu gran esfuerzo y sacrificio con estas palabras. Más bien, es un alivio que todos nuestros hermanos sean capaces de contar contigo, y reconozco lo que has hecho,” Yagen agarró un dango y alzó su mirada al techo, para sonreír entretenido. “Hmhm, yo realmente no soy necesario de aquella forma para los demás, y es evidente que el rol no me quedaría bien,” se encogió de hombros.
“Uhh, ya te he dicho que no es tan simple,” Shinano hizo un puchero. “Seas o no la mano derecha de Ichi-nii, sigues siendo uno de los mayores, incluso el cuarto de nosotros. Nuestros hermanitos siempre me han preguntado mucho sobre ti y admiran que te hayas convertido en un doctor y científico tan renombrado para tu edad. Dirás que no eres necesario, pero significaría mucho para los pequeños que estés al pendiente de ellos. Seguramente Ichi-nii también quisiera conocerte mejor, y sé que habrá algo que podrías hacer por él. Lo mismo digo de Atsushi.”
“Atsu aún no ha tenido oportunidad de regresar y tomar sus propias acciones y, como Gotou bien observó, no podemos saber lo que tiene en mente,” recalcó Yagen, tranquilamente. Él miró a su hermanito de reojo. “Agradezco tu preocupación, pero mantendré mis interacciones con los demás a mi propia discreción. No tienes que inquietarte por ello.”
“Pero…”
“Déjale, Shinano, debo admitir que Yagen ha sido más asequible para variar,” Gotou negó frustrado, pero no se hizo más pleitos. “En fin, aprecio que hayas contestado mi duda. De igual forma, te recuerdo que sí espero que no te desentiendas del todo con nuestros hermanos. Ya te lo dejé en claro, ¿has entendido?” desvió su mirada, entrecerrando los ojos. “Me sabe mal que Shinano, Atsushi y yo seamos los únicos con quienes sueles expresarte abiertamente.”
“Son los únicos con quienes sigo sintiendo que tengo algo pendiente, y con quienes mantengo un sentido de identidad,” Yagen sonrió frustrado. “Valoro a nuestra familia, no debería tener que decirlo, pero siento que ellos no me necesitan…”

Ante esas palabras, Shinano volvió a interrumpirle para contradecir su punto de vista y recalcar la importancia de mantener el contacto con los demás, además de sus deseos personales de unir a todos en la familia. Ichigo, quien se había mantenido detrás de la pared escuchando esa conversación, se asomó levemente para observar a los tres. Notó que Yagen se mantenía inmutado y desentendido con lo que Shinano le decía, pese a mantener una sonrisa y tratar pacientemente con el menor. Era como si todas esas palabras e ideas suyas estuvieran demasiado internalizadas en él como para oír razón alguna.

Al igual que Shinano, sintió un vacío y soledad. Se sintió preocupado por su hermano, pero también indigno de meterse en medio de esa conversación, y un poco fuera de lugar por cómo Yagen se expresó como alguien externo… Ichigo también bajó su mirada al pensar en un pasado distinto donde su distante hermanito había intentado ser tan cercano a él, un pasado que era incapaz de recordar y que, por ende, no le correspondía…

Caminó de regreso a la pequeña sala al costado de las escaleras, y ahí se topó con Tsurumaru, quien acababa de subir las escaleras a toda velocidad.

“¡Ah, ahí estabas!” exclamó el peliblanco. “Haha, ya te había ido a buscar a la cocina. ¿Qué haces deambulando por aquí?”
“Eh, n-no es nada,” Ichigo sonrió incómodo y desvió su mirada, avergonzado. “Sólo pensé en dar una vuelta…”
“¿Qué te sucede?” Tsurumaru le miró perplejo, y entonces oyó la indiscutible voz de Ai, quien dialogaba con Namazuo. Al parecer, los cuatro estaban de regreso luego de una caminata.



“E-espera, ¿qué estás diciendo?” preguntó Namazuo a Ai, en shock, mientras comenzaban a subir las escaleras.
“He sido claro,” Ai le miró cansado. “Por tus ademanes, falta de tacto, comportamiento errático e injustificables señales de afecto y violaciones del espacio personal, me cuesta creer que perteneces a tu familia. Tus hermanos se mostraron más que respetuosos y cordiales en todo este viaje y durante la preparación de los postres. Mientras tanto, sólo percibo una severa falta de respeto de ti.”
“No seas tan malo conmigo, ya casi me llevo la impresión de que me odias, Ai-chan…” Namazuo hizo un puchero.
“Entonces no le vuelvas a revolver el cabello, Nama-kun,” Ritsu se encogió de hombros. “Es evidente hasta para alguien como yo quien le toma el pelo a todos, ¿no?”
“Uhh, es que su cabello idol es tan revolvible~” Namazuo agitó sus puños en el aire.
“Contrólate…” espetó Honebami, mirándole de reojo.
“Reitero lo que dije. Tus otros hermanos sí se han comportado con modestia y respetando el espacio ajeno,” observó Ai, con leve molestia. “No encuentro la semejanza en tu caso…”

Ello les llevó al segundo piso, y se encontraron frente a Ichigo y Tsurumaru. Los cuatro se detuvieron y fue Namazuo el primero quien les saludó.

“¡Ohh, buenas noches~!” canturreó este, feliz de la vida. “¡Ichi-nii, está haciendo un excelente clima afuera, por si tienes ganas de salir…!”

Sin embargo, el peliceleste no le dejó terminar y, de un arrebato, le dio un fuerte abrazo para buscar un consuelo a su presente tumulto emocional. Esa tan inesperada acción del modesto y gentil primogénito de los Toushirou dejó a todos en shock.

“I-Ichigo…” Tsurumaru se vio preocupado.
“¿Qué sucede…?” Ai abrió sus ojos ampliamente. “Esto se escapa de mis estimados…”
“…” Honebami asintió.
“Fufufu, creo que finalmente le veo cierta semejanza con Nama-kun,” comentó Ritsu, entretenido.
“E-espera, Ritsu-chan, esto es inusual,” Namazuo dio un par de palmaditas a la espalda de su hermano mayor y se separó. “¿Qué sucede, Ichi-nii? ¿Algo ha ocurrido? ¿Te sientes bien?”
“Y-yo, v-verán…” al recapacitar sobre lo que había hecho, el peliceleste se ofuscó un poco y desvió su mirada, para asentir pronunciadamente. “L-lo siento, r-realmente no me estoy comportando como el hermano mayor, ¿verdad? C-con permiso…”
“¡I-Ichi-nii!” Namazuo extendió una mano, pero su hermano caminó rápidamente hacia su habitación. “¿Qué le habrá ocurrido? Hmm, se le ve muy afligido…”
“¿Algo ha sucedido, Tsuru-kun?” preguntó Ritsu. “Imagino que tendrás una idea.”
“Pues, estoy tan confundido como ustedes,” Tsurumaru se llevó una mano a su mentón y se puso a pensar severamente. No tardó en recordar su travesura de la tarde, pero tampoco se vio convencido que era tan importante.
“…” Ai detectó su mínima inquietud. “Te ves culpable, Tsurumaru.”
“Uhh, tan preciso como siempre, Ai, pero créanme que lo que estoy pensando no puede haberle causado tanta incomodidad…”
“¿Eh? ¿De qué hablas?” preguntó Namazuo, ladeando la cabeza.
“Ehh…” curiosamente, Tsurumaru agarró cierto nerviosismo preventivo, y sonrió con torpeza. “Ehh, no, no, no es nada…”
“Explícate…” Honebami afiló sus ojos.
“Ya, está bien, no te molestes conmigo…” dio un pesado suspiro y mantuvo su incómoda sonrisa. “Luego de ganarle a Yagen en un juego de cartas en la tarde, le di el desafío de llamar a Ichigo por su nombre en vez de Ichi-nii, para ver qué ocurría…”

Tsurumaru no llegó a explicarse más porque Namazuo hundió sus ojos en sombras y le dio un contundente puñete en el rostro que lo envió hacia atrás. El desorientado peliblanco cayó al piso y se agarró su cara.

“Ihh… ¿q-qué…?”
“¿Realmente has hecho semejante barbaridad?” le preguntó Namazuo desde arriba, mirándole iracundo y con su puño comprimido. “¿Y te haces llamar amigo de Ichi-nii?”
“E-espera, ¿p-por qué reaccionas así…?” Tsurumaru le miró extrañado y se intimidó al ver que los ojos del usualmente bromista y ocurrente mellizo más se asemejaban a los pozos aterradores y profundos de Honebami. “¡N-no me mires así!”
“Tsurumaru…” Ai caminó donde él y le extendió un pañuelo. “Sécate. Estás sangrando y vas a ensuciar algo.”
“Uhh, gracias Ai, pero la próxima dedícame más preocupación…”
“No tengo que,” le observó inmutado en lo que Tsurumaru secaba su hemorragia nasal y se ponía de pie. “Hablemos al respecto…”
“¡¿Qué es lo que te ha dado el derecho de meterte en nuestra dinámica familiar?!” exclamó Namazuo, quien se acercó a Tsurumaru ni bien este estuvo a su altura.
“¡O-oye, tranquilo!” el peliblanco alzó sus palmas. “Si debo ser honesto, no pensé que sería algo tan serio. O sea, ni bien se lo pedí, Yagen tampoco le dio importancia. Incluso me dijo que era muy mayor para apodos así,” ello le costó una empujada del pelinegro, lo que le hizo caerse sentado. “¡D-dije que tranquilo, por favor!”
“Hmm, los Toushirou son serious business, sin duda,” meditó Ritsu, asintiendo.
“¡No puedo creer que seas tan insensible!” Namazuo llevó sus manos a las caderas y miró al peliblanco con severidad. Pasó a expresarse con fastidio y gestos exasperados. “Ya, bien sé que tú y Yagen tienen una manera brusca y antagonista de tratarse, es evidente para todos. Pero, ¿por qué tendrías que involucrar a Ichi-nii con tus ocurrencias?” sintió un tic en la ceja. “Tch, déjame aclararte que ese reto que le diste a mi hermano fue más bien un castigo a Ichi-nii.”
“Pues, Ichigo sí se vio sorprendido por eso…” recordó Tsurumaru, quien tuvo que volver a alzar sus palmas al notar Namazuo a punto de volver a arremeter contra él. “¡P-pero Yagen sólo iba a llamarle así una vez, ehh!”
“Imbécil…” entrecerró sus ojos. “¿Y por qué demonios no te dignaste a explicar lo sucedido si viste a Ichi-nii tan afligido en el momento?”
“N-no pensé que fuera tan trascendental…” Tsurumaru seguía nervioso y sorprendido por esa agresiva reacción de Namazuo, y finalmente le vio dar un pesado suspiro.
“No lo entiendes, ¿verdad?” le preguntó impaciente. “Ichi-nii, pese a funcionar como nuestro hermano mayor y mantener las cosas en orden y en paz en nuestra familia, tiene severas inseguridades sobre sí mismo y su propio rol. Más aún, él se siente desmerecedor y en falta con nuestros hermanos, sin duda se siente así por lo sucedido con el oso. Además de todo eso, Ichi-nii ha estado muy preocupado por Yagen y siempre ha querido ser más cercano a él, especialmente por los últimos sucesos que prefiero no explicar,” desvió su mirada. “Que Yagen no reconozca a Ichi-nii justo esta tarde después del peligro en el bosque por un asunto tan trivial como una apuesta crearía un gran malentendido para mi hermano mayor.”
“E-entiendo…” Tsurumaru se impresionó por esa tan rápida y plausible explicación del normalmente cabeza hueca de la familia. “P-pero es sólo un apodo…”
“Tsk…” comprimió sus puños. “Un apodo que significa el mundo para él en el presente,” dicho esto, Namazuo apuntó hacia la dirección en la cual su hermano se había ido. “Ve inmediatamente a hablar con él, explicarte y disculparte por lo que has hecho.”
“Sí, tienes razón. Realmente le he lastimado al pobre Ichigo…” Tsurumaru dio un suspiro y sonrió incómodo. “También lo siento mucho, y siento que todos hayan tenido que observar esto. Bueno, con permiso.”

El peliblanco se retiró. Los cuatro restantes se quedaron en silencio un momento, hasta que Honebami caminó donde su mellizo.

“Ha terminado,” observó inmutado y tranquilamente. Vio a Namazuo desviar su mirada con disgusto. “Es suficiente, Namazuo. Respira un poco…”
“Tsk, y no me di cuenta de esto…” musitó el mellizo menor, con frustración.
“…” Honebami negó. “No es importante. Déjalo ir.”
“…” siguió mirando a otra dirección en lo que su fastidio se descargaba en tristeza.
“Está bien, Nama-kun, ven aquí…” Ritsu, al notar que su amigo había bajado sus revoluciones, se acercó y le agarró de los hombros. Le sonrió amenamente. “Ya pasó, no tienes que angustiarte más. Todo está bien.”
“…” Namazuo asintió, cabizbajo. “Lo sé, perdón por el mal rato.”
“La familia significa todo para ti, no que me sorprenda,” se encogió de hombros, y terminó por revolverle los cabellos.
“¿Q-qué haces…?”
“Fufufu, a veces sí dan ganas de fastidiar un poco, ¿cierto?” le preguntó entretenido. “Sólo para que comprendas lo que Ai-chan sintió cuando le revolviste sus cabellos.”
“¿Qué clase de comparación es esa?” preguntó Ai, con leve indignación. Se cruzó de brazos. “Rechazo el contacto físico. Fue un insulto mayor al que imaginan.”
“Entiendo, s-suficiente…” Namazuo retrocedió y comenzó a aplanarse la cabeza. “Uhh, me lo has desordenado bastante.”
“Bien, tenía que entreverarte un poco las ideas,” Ritsu asintió. “Viendo que este disgusto acaba de pasar, ¿qué tal si vamos a tomar algo? Puedo prepararles una de mis infusiones frutales.”
“…” Honebami asintió, inmutado. “Sería agradable.”
“Digo lo mismo,” observó Ai. Él se vio complacido. “Me alegra que tengas tanta delicadeza y familiaridad con las infusiones.”
“También tienes un buen gusto, Ai-chan,” dijo Ritsu. “Vayamos…”


Tsurumaru llegó a la puerta cerrada de la habitación de Ichi-nii. Dio un pesado suspiro y tocó. Menos mal, pudo contar con la innata gentileza del peliceleste, quien de inmediato le dio la bienvenida.

“Tsurumaru-san,” Ichigo se vio perplejo al abrirle la puerta y desvió su mirada. “Aprecio que vengas a verme, sólo espero no estarte causando incomodidades…”
“No, más bien, quería hablar contigo, tengo algo que decirte…” comentó, sonriendo incómodo. “¿No es un mal momento?”
“No lo es, adelante,” negó y le abrió la puerta ampliamente. Ichigo vio al peliblanco ingresar y sentarse sobre su cama.
“Tienes una habitación muy espaciosa, y esta cama se siente cómoda. Haha, qué suerte la tuya.”
“¿Será que las instalaciones de la otra casa no se te acomodan bien?” preguntó, perplejo. “Si es así, podría ver si puedo condicionar una de las habitaciones libres…”
“Ehh, no, no, sólo decía. En verdad estoy bien, deja de siempre preocuparte por todo, por favor,” Tsurumaru negó con sus palmas y dio un suspiro. “Vaya, sólo me haces sentirme más culpable.”
“¿A qué te refieres, Tsurumaru-san?” preguntó Ichigo, confundido. Él tomó asiento en la silla del escritorio frente a su cama y miró a su visitante atentamente.
“Pues, bueno, aquí va,” negó y comenzó a narrar la cuestión, esperando que su amigo fuera mucho más comprensivo que Namazuo (lo cual muy seguramente no era mucho que pedir). “Creo tener una idea de por qué estás un poco deprimido ahora. El hecho que Yagen no te haya llamado Ichi-nii en la tarde fue inesperado, ¿verdad?”
“¿Qué estás diciendo?” el peliceleste se inquietó un poco y bajó su mirada. “En verdad me sabe mal admitirlo, aunque sí fue un poco extraño. Sin duda, no lo esperé…”
“Pues, no te lo tomes a mal, Ichigo. Fui yo quien le dijo que no te llamara así.”
“¿Perdón?” se confundió.
“Ehh, es que le gané un juego de cartas y quise darle algún reto,” sonrió incómodo. “Siempre me ha sorprendido que alguien como él utiliza un apodo así, así que tenía curiosidad de ver cómo se lo tomaría si le obligaba a no usarlo una vez…” negó y dio un pesado suspiro. “Pero se lo comenté a Namazuo y él fue muy claro en decirme que no es ningún castigo para Yagen, y más bien fue algo que a ti te hizo sentir muy mal. Mis disculpas, no fue mi intención.”
“Ya veo…” Ichigo asintió.
“¡E-en serio no quise lastimarte ni causar problemas, ustedes que siempre han sido tan buenos conmigo!” exclamó un poco asustado y levantando sus palmas con precaución.
“¿Por qué te ves tan inquieto, Tsurumaru-san?” sin embargo, Ichigo se mantuvo tranquilo y le observó con leve confusión. “Por favor, no te sientas mal. Fue un error sin malas intenciones y un simple malentendido. Más bien, te agradezco por explicarlo,” asintió y sonrió con torpeza. “Es un alivio y un poco incómodo saber que ese ha sido el motivo.”
“Ahh, en serio me sobrepasas, eres increíble…” dio un pesado suspiro. “Me has quitado un gran peso de encima, en verdad…”
“Es cierto que aquello me causó incomodidad, aunque en verdad han sido varias cosas acumuladas por el paso del tiempo. No tienes que sentirte responsable de mi aflicción, Tsurumaru-san,” le aseguró Ichigo, tranquilamente. “Siempre estoy preocupado por mis queridos hermanos, y es inevitable que mientras ellos crezcan mucho se escapará de mis manos, y más impotente me sentiré. Yagen también siempre ha sido una preocupación constante por su persistente distancia del resto de la familia,” bajó su mirada. “Cuando te retiraste junto a Hakata, quise visitar a Yagen, Gotou y Shinano, y oí una conversación que tuvieron, y que no me correspondía escuchar. Por ella, comprendí la tendencia de Yagen de alejarse al no sentirse identificado con nuestra familia. Al mismo tiempo, oí a Gotou mencionar que durante su niñez sí fue muy apegado a mí, por más que no pueda recordarlo…” dio un suspiro, con leve frustración. “No puedo evitar pensar que esto es parte de mi responsabilidad…”
“Eh, no, no lo es, Ichigo,” Tsurumaru negó. “Vaya, no te mereces tener un hermanito tan rebelde, en serio. Eres demasiado bueno para él, y es un mal hábito pretender responsabilizarte de cosas ajenas a ti.”
“Por más que haya mucho que no pueda hacer, siempre tengo el sentimiento que hay algo que estoy ignorando, o que sí podría apoyarle de algún modo, por más mínimo que sea. Con respecto a eso, no sé si tú puedas darme algún consejo al respecto.”
“¿Yo?” Tsurumaru se sorprendió. “Vaya, me agarraste. Créeme que lo último que hago es preocuparme por el bienestar de Yagen, así que siento desilusionarte con eso…”
“…” Ichigo se frustró un poco, pero terminó sonriendo levemente. “Dirás eso, pero estoy seguro que ustedes dos en el fondo son amigos, y se llevan bien.”
“Ehh, no, en verdad no,” movió una mano. “Lo conoceré de hace tiempo, pero somos incompatibles, aparte que Yagen me hace la vida imposible con frecuencia por los proyectos que nos tocan en Rizembool. En fin, no necesitas oír de eso.”
“El hecho que Yagen se haya puesto a jugar cartas contigo o te haya dicho que nos avisaras que se iba a pasear por el bosque ayer indica lo contrario.”
“Pues, será que estamos familiarizados luego de tanto tiempo,” se encogió de hombros, y de inmediato reparó en la palabra que había usado. Fue evidente que ello entristeció un poco al peliceleste. “O-oye, no te vuelvas a deprimir.”
“…” Ichigo dio un suspiro. “Eres un muy estimado amigo, Tsurumaru-san, y por ello mismo me duele admitir que siempre te he considerado muy afortunado. Incluso he llegado a sentir celos de ti en ocasiones…”
“Vaya, eso es una gran sorpresa,” Tsurumaru se impresionó. “El querido y popular Ichi-nii con una bella y próspera familia no debería tener nada que envidiarle a un don nadie como yo. ¿Qué es lo que verás en mí como para hacerlo?”
“Te pido que no te minimices de aquel modo, Tsurumaru-san,” le pidió el peliceleste, quien desvió su mirada. “Me refiero al hecho que has podido ser tan cercano a mi hermano todo este tiempo y tengas la dicha de conocerle mucho mejor que yo…”
“¿A eso te refieres?” la respuesta le causó una gran gracia y terminó riéndose a carcajadas. “Pff, ¡hahahaha! ¿Pero qué cosas dices, Ichi-nii? ¿Yo dichoso por conocer al demonio? ¡No me hagas reír, haha! ¡Por un momento pensé que dirías algo realmente valioso!”
“…” Ichigo hundió sus ojos en sombra y tembló mínimamente.
“¡Esa sí que no me la esperaba! ¡Qué ocurrente eres! ¡Hahaha!” Tsurumaru siguió riendo un poco más, pero en el momento que menos lo esperó su oyente se impacientó y terminó por darle un zape en la cabeza. “¡AAHH! I-Ichigo…”
“Tsurumaru-san…” volvió a hundir sus ojos en sombras y habló en susurros. “Yo que he sufrido tanto por admitir una falencia de mi persona… y referirme a algo que significa tanto para mí…”
“Ehh…” el peliblanco le miró con leve inquietud.
“Y que tú no le tomes importancia e incluso pretendas burlarte de ello…”
“Ihh, n-no, no es mi intención. Discúlpame, que ya veo que no tengo tacto…”
“Imaginaba que al menos estabas consciente de la importancia que le rindo a mis hermanos…”
“Sí, tienes razón,” Tsurumaru agachó su mirada, rendido. “Perdón, es que hablar así de ese diablillo es algo tan normal para mí.”
“…” Ichigo comprimió sus puños. “Y que continúes refiriéndote a mi querido hermano de aquella despectiva manera…”
“¡E-en serio, perdón!” Tsurumaru se alarmó. “Ahh, veo que no he hecho más que causarte tantos malestares el día de hoy. Sinceramente me arrepiento de ello,” negó y sonrió un poco. “Y sí, estuvo mal reírme. Eres una persona demasiado amable y humilde, Ichigo, con un genuino amor hacia tu familia. Alguien como tú se recriminaría por cualquier falla personal, y estuvo mal que me riera en medio de esta confesión. Heh, el hecho de haberte oído confiarme algo así es en verdad un halago.”
“Tsurumaru-san…” al oír esas palabras, Ichigo descargó su molestia y volvió a mostrarse triste y melancólico.
“Pero no tienes nada que envidiar. Te aseguro que Yagen no me guarda ningún tipo de aprecio o lealtad remotamente semejantes a las que te guarda a ti. Es demasiado evidente,” se puso a pensar. “Él nunca ha gustado de hablar de su vida previa a Rizembool, pero sí les ha mencionado a todos más de una vez. Haha, todavía recuerdo lo iracundo que estuvo cuando se enteró que nos encontramos y comenzamos a interactuar,” sonrió con nostalgia y se rió un poco. “Él está convencido que soy una mala influencia para ti y hasta quiso amenazarme.”
“¿Hablas en serio?” Ichigo se alarmó.
“¡Hahaha, pero te lo confío porque fue hace mucho y ya no es relevante!” exclamó entretenido. Luego de compartir aquella anécdota, negó y sonrió frustrado. “Es casi dolorosamente obvio lo apegado que sigue siendo a ustedes. Quiera admitirlo o no, sin importar cuando fuera a esforzarse, creo que es imposible para él desligarse de ustedes, para bien o para mal.”
“…” el peliceleste se confundió.
“Esas son buenas noticias para ti, ¿no es así?” Tsurumaru sonrió con ironía y se puso de pie. “Bien, me alegra que hayamos aclarado lo ocurrido. Ahora espero que puedas estar un poco más tranquilo, y de no ser el caso, cuentas conmigo, ¿de acuerdo?”
“Sí, lo entiendo,” Ichigo asintió y sonrió un poco. “Te lo agradezco, eres un buen amigo.”
“Gracias, aunque no creo merecer esas palabras justo ahora,” negó. “Oh, cierto, íbamos a tomar algo en la cocina. Hmm, aunque…” frunció el ceño y desvió su mirada. “Si Namazuo anda merodeando por ahí mejor me voy a mi casa.”
“Podríamos tomar algo allá,” ladeó su cabeza. “¿Sucedió algo con mi hermano?”
“¡N-nada que te concierna, todo está bien!” exclamó apurado. “Pero buena idea.”

Con esa conversación concluida, aquel malentendido pudo dejarse de lado. De todos modos, los motivos de la preocupación del primogénito continuarían presentes indefinidamente.




Pasaron unas horas más y era un poco tarde en la noche. La mayoría ya se había ido a dormir para las actividades del siguiente día, por lo cual esa concurrida y avivada casa se encontraba especialmente silenciosa.

Luego de un intento fallido de dormir, Gotou se levantó y bajó hacia la cocina para buscar algo para tomar. Él decidió no prender ninguna luz, aparte que los ventanales del segundo piso le proveyeron de suficiente visibilidad para llegar a las escaleras. Ahí, pudo notar que había una luz prendida en el primer piso, y notó que alguien más estaba en la cocina. Ello picó su interés, y se acercó, para notar que Fudou estaba buscando algo en el refrigerador.

“¿Qué haces por aquí?” le preguntó, confundido. Sus repentinas palabras sobresaltaron al otro.
“¡Ihh! ¡N-no me asustes!” exclamó el pelimorado.
“Eh, no es que lo haya intentado, perdón,” alzó una ceja. “Veo que no soy el único con ganas de algo de comer, pero, ¿qué haces aquí? La casa del costado también tiene una cocina.”
“Tch, no es que quiera asaltarles ni nada…” negó frustrado y entrecerró los ojos. “El par de niños de allá son demasiado voraces y ya se acabaron todos los panes y jugos que habían comprado en la tarde. La refrigeradora allá está desabastecida.”
“Ah, ya veo,” dicho esto, Gotou caminó a una espaciosa alacena al costado del refrigerador, de donde sacó un par de galoneras de jugos, pan y otros snacks, y se los dio a Fudou. “Toma, puedes llevarte esto.”
“¿Eh? ¿Qué cosa?” Fudou miró extrañado a los objetos en sus brazos, y miró al otro con desconfianza. “¿Qué te ha picado?”
“¿Por qué actúas como si fuera raro? Ichi-nii y los demás compraron en exceso, y tenemos comida de sobra aquí,” se encogió de hombros con leve frustración por esa instintiva reacción del otro. “Todos estamos de viaje juntos y obviamente la compra de la tarde fue para prevenir que alguno de nosotros pasáramos hambre,” sonrió un poco. “Así que anímate, y si quieres algo en particular de la alacena, siéntete libre de tomarlo. No le pertenece a nadie.”
“…está bien…” negó y dio un suspiro. “Tch, no actúes tan maduro. No te queda.”
“¿Eh? ¿Qué estás diciendo?” Gotou se confundió y frunció el ceño. “Deja de insistir en que sigo siendo un niño.”
“…” desvió su mirada y mantuvo silencio.
“¿Fudou?” Gotou le pareció verle meditativo, pero sabía que mejor no le preguntaba ni insistía, ya que no podía predecir su muy voluble actitud. Decidió revisar el refrigerador y sacó el jugo de naranja.
“Sí, supongo que ya no eres un niño…”
“¿Eh?” esas palabras confundieron al pelimarrón. Vio al mayor negar y hacerle el favor de cerrar la refrigeradora. “¿De dónde viene eso? Fudou, ¿estás bien? Te noto un poco apagado.”
“¿Ahh?” ello pareció indignar a Fudou mínimamente, pero en vez de molestarse como siempre pasó a sonreír con ironía. “Heh, si tú que eres el más volado de tu especie se da cuenta de algo, entonces definitivamente lo es. Pff, obvio…”
“Ya, no me fastidies,” entrecerró los ojos.
“Es sólo que me he dado cuenta que tú y tu doctorcito hermano ya no parecen estar peleados. Me dio la impresión el otro día en que Shishiou y su hermana les visitaron… y ahora con lo sucedido en la tarde fue más evidente,” comentó.
“Ehh, sí, supongo no te lo dije.”
“Nuevamente, como el inconsciente de tu familia, serías el último en decirlo. No te molestes en decir lo obvio…”
“Tsk,” Gotou sintió un tic en la ceja.
“Uhh… por eso te digo que ya no eres un niño, porque estoy convencido que ese idiota individualista no hizo nada para arreglar las cosas entre ustedes,” mostró cierta molestia en su expresión, la cual era mayormente indiferente. “No es como si una tregua fuera importante para nadie hoy en día. Ustedes no le necesitan, es evidente que él no quiere nada que ver con nadie. Lo único que importa es que tú te hayas desecho del fastidio y el rencor que solías tenerle, y ese parece ser el caso.”
“¿Eh?” ello dejó perplejo al Toushirou. Fudou estaba diciendo cosas muy ciertas y un tanto… ¿maduras? También fue extraño notar que varios de los puntos que hizo coincidían con lo que el mismo Yagen dijo en aquel momento, aunque no le comentaría ello por obvias razones. “Ehm, gracias, pero… ¿estás bien?”
“¡Tch, si te digo que estoy de maravilla, ¿me lo dejarás de preguntar?!” estalló, impaciente.
“¡O-oye, mis hermanos están durmiendo, baja la voz!” le pidió, incómodo.
“Tsk… se me está pasando la borrachera, será eso…” entrecerró sus ojos. “En fin, sólo quería decir eso, mejor me voy…”
“Espera, ¿no querías tomar algo?”
“¿Ehh? ¿Acaso no me diste todas estas cosas para largarme de aquí?”
“¿Qué estás diciendo?” Gotou se impacientó y le quitó lo que cargaba para dejarlo a un costado. “No digas tonterías. Siéntate, te serviré algo. ¿Qué quieres comer?”
“…” Fudou le miró cansado e impaciente, pero no se encontraba con ánimos de renegar, y tomó asiento. Desvió su mirada. “…no soy selectivo, lo que sea…”
“Como somos dos, podemos preparar unas pizzas individuales congeladas,” Gotou se animó y sacó una caja de la congeladora. “Sólo toman quince minutos en el horno.”
“¿Acaso no se debe calentar el horno primero?” preguntó impaciente.
“Eso tampoco toma mucho, deja de quejarte,” de inmediato lo prendió y comenzó a desempaquetar la comida. “Ya puedo oír a Shinano quejarse de comidas precocidas como esta,” dio un suspiro. “Vaya, bien por él que se cuida por sus metas artísticas, pero a mí no me concierne mucho. Lo quemaré en el próximo entrenamiento…”
“…”
“Hm, ¿cuánta hambre tienes? Creo que podríamos preparar unos palitos de queso a la par.”
“N-no, ¿qué tienes con tu enferma voluntad?” preguntó el otro, impresionado y negando rotundamente con sus palmas. “No tengo hambre, aparte que estas cosas son de tu familia.”
“Ahh, tú también lo eres, Fudou. Deja de disminuirte todo el tiempo. Está bien, será en otra ocasión,” se encogió de hombros. Era curioso que el pelimorado estaba más inquieto y modesto que iracundo y reactivo, pero se le hacía más fácil de tratar con él así. Se puso a agarrar platos y vasos. “¿Jugo de naranja está bien?”
“Sí, sí, como sea…” le miró con leve incomprensión. Todos en esa familia eran así. No dejaban de extender y dar y ser cálidos e intachables. Realmente eran un gran dolor de cabeza.
“Toma esto y deja de estar tan bajo de energías,” dijo Gotou, mientras le servía un poco del jugo de naranja. “Bueno, sé que te han forzado a venir a este viaje, pero intenta aprovechar un poco para despejarte y pasear. Realmente no te caería mal.”
“Tsk…” y mostrándole preocupación, como si fuera quien la demandara en ese momento. Fudou entrecerró sus ojos, tomó un poco del jugo, y negó ofuscado. “Ya, está bien, lo siento.”
“¿Eh? ¿Por qué te disculpas?”
“…” bajó su mirada. “…no me percaté de lo sucedido en la tarde, y no acudí para auxiliarte… quién sabe lo que pudo haber ocurrido… por no haber estado ahí…”
“…” Gotou alzó una ceja. Sonrió frustrado. “¿Qué cosas dices, Fudou? Yo sé que hubieras querido acudir a nuestro rescate de haber procesado la emergencia, pero estabas medio inconsciente, ¿verdad? Siempre has estado ahí en los momentos más cruciales. Nos ayudaste un montón con lo de Shinano.”
“No hice gran cosa,” entrecerró sus ojos, impaciente.
“Hablo en serio, ahora no te sientas mal. Nada pasó, sólo déjalo ir. Disfrutemos de esta merienda y hablemos de algo más.”
“…” no pudo negarse, y le tocó participar en esa improvisada invitación.

Estaba pensando demasiado. No podía desconectarse como siempre lo hacía. Era una maldición. Si en algún momento perdía la embriaguez, todos sus sentidos retornaban y su mente era asediada por una avalancha de pensamientos que no podía sortear ni organizar. También, sus malos comportamientos y faltas hacia otras personas le carcomían la consciencia. Era el intercambio equivalente de escapar de su realidad mediante el alcohol.

Y dolía, pero le era más difícil rechazar a los demás si se encontraba pensando. No sentía que nadie lo fuera a entender, y no pretendía encontrar a alguien que lo hiciera. No lo quería, tampoco lo merecía…

Pero, como se encontraba condenado a pensar por el resto de ese corto paseo, le tocaría lidiar más con los demás, y también ver cómo poder huir de ellos.




Unos minutos después, Yagen tampoco sintió que era capaz de conciliar el sueño, y optó por volver a vestirse y dar otra caminata bajo la luna. Salió de su habitación con cuidado para no despertar a Shinano y se marchó sigilosamente para evadir llamar la atención de los demás.

La luna llena era fuerte y el firmamento estaba adornado de estrellas, las cuales le brindaban una potente y confiable luz incluso dentro del bosque. El doctor se animó a acercarse al club social antes de continuar con su camino, y admiró más de cerca esa estructura. No le dio mucha importancia y pretendió irse, pero fue entonces que oyó ruido hacia el techo de la estructura. Confundido, alzó su mirada y vio a Ritsu llegar luego de haber rondado el edificio desde arriba.

“Ohh, Yacchan, qué sorpresa,” el mayor sonrió animado. “Me alegro de notar que no soy el único nocturno aquí.”
“¿Qué estás haciendo, Ritsu?” preguntó el doctor, con leve escepticismo. “El club social se encuentra cerrado.”
“Fufufu, efectivamente, y por ello me he tomado la labor de inspeccionar todas las puertas y ventanas para ver si han dejado alguna sin seguro,” comentó complacido. “Si bien no han sido descuidados, creo que hay un par que puedo empujar o desasegurar. Sólo necesito encontrar un poco de alambre o algo semejante.”
“Vaya…” Yagen negó. “Va con tu personalidad, ¿qué puedo decir…?”
“No pareces interesado en intentar detener mis planes.”
“Si fueras Namazuo, no te dejaría hacer lo que plazcas, pero realmente no me concierne lo que decidas siempre y cuando no involucres a nadie más. Para variar, no tengo ninguna responsabilidad o autoridad con este recinto,” dicho esto, se dio media vuelta. “Iré a caminar.”
“Creo haberte visto de lejos ayer también. ¿Tanto te ha gustado este lugar?”
“Podrías decirlo,” Yagen le miró de reojo y sonrió con intriga. “Tú pareces enfocado en el club social. Quizás nos corresponde investigar nuestros sitios de interés a discreción personal.”
“…” Ritsu observó al doctor marcharse sin decir nada más. La presente actitud del doctor, además del ensimismamiento que había enseñado ni bien llegaron a ese sitio, le dio la suficiente curiosidad como para ver qué se traía en manos.

La caminata continuaba acortándose conforme acudía más a aquel punto. En poco tiempo llegó al amplio claro del bosque. El campo de flores se mecía al son de la discreta brisa de la noche, y la luz de la luna invocaba un brillo misterioso en los alrededores.

Yagen sonrió con ironía y cerró sus ojos para disfrutar del refrescante viento que corría. Lo que la noche anterior había sido una nostálgica revelación y en la mañana un amargo recuerdo ya no era más que una persistente y poco saludable rutina, del tipo que consideraba como un irremediable vicio, aunque al menos podía encontrar gracia a su comportamiento irracional, para variar. No podía negar que el lugar era hermoso y muy tranquilizante, pese al significado que cargaba para él.

Luego de esa breve contemplación, se arrodilló en medio del campo de flores y tocó una pequeña con sus dedos. Dentro de unas horas, sus hermanitos visitarían ese sitio y se maravillarían por su esplendor. Seguramente recogerían las flores y jugarían con ellas, del modo que se esperaría de niños como ellos…

“Es hermoso…” dijo Ritsu.
“…” Yagen oyó la voz del amigo de la familia, y se levantó. “Debí asumir que me seguirías.”
“Oí a Hotaru-chan hablar con ánimos de este lugar, pero no me molesté en revisarlo por mi cuenta. Ahora casi me arrepiento,” comentó, caminando hacia el doctor. Ritsu se detuvo a su costado y tomó su turno de arrodillarse y contemplar el paisaje. “Es sutil y casi etéreo, aunque inmenso a la vez…”
“Digo lo mismo,” Yagen le miró de reojo y sonrió. “Lo describiría de igual forma.”
“Yacchan…” el idol paseó una de sus manos encima de las flores y el gras, acariciándolas. “Algo sucedió aquí, ¿no es verdad?”
“¿Hm?” alzó una ceja.
“Es obvio,” Ritsu le miró con reproche y desconfianza para recalcar que no podría mentirle. “Tu contemplación constante de nuestros alrededores, tu ensimismamiento, tu obsesión con venir a este mismo punto, tu decisión de sentarte en este campo, que no va con tu usual perfil,” se encogió de hombros con cansancio. “Puedo seguir y seguir, pero ya he recalcado que tu comportamiento es extraño. También has estado inquieto, tú que nunca rompes tu certeza.”
“…” Yagen alzó su atención el cielo, inmutado. Conocía bien a Ritsu, podría considerarlo un agitador si las cosas no iban según su parecer, pero al mismo tiempo era alguien razonable si se negociaba con él, por lo cual supo que le convenía contestarle. Sonrió un poco. “Comprendo que no he podido ocultarlo muy bien. Me pregunto si se lo has mencionado a alguien más.”
“No…” dio un suspiro. “Conozco tu dinámica familiar, y sé bien que los recuerdos son un tabú. Tus hermanos mayores no recuerdan el pasado por el incidente en el cual estuvieron, así que puedo comprender que lo que te inquieta es un recuerdo que por algún motivo sólo es recordado por ti.”
“Hmhm…” Yagen soltó una breve risa gutural.
“…” Ritsu le miró con leve confusión.
“Parece que eres capaz de leerme mejor que mis hermanos. ¿Quién lo diría?”
“Pese a gustar actuar como un niño engreído, reconozco que poseo una cualidad que prodigios como tú conocen como la inteligencia emocional.”
“Dicha inteligencia es poseída por menos genios de lo que crees. Muchas mentes brillantes fallaron en los aspectos interpersonales de sus vidas.”
“Sí, como digas,” rodó los ojos, impaciente. Ritsu se levantó y le miró con reproche y sus manos en las caderas. “Estamos teniendo una conversación, Yacchan, así que deja de resistir.”
“No te conozco como alguien serio, Ritsu. No veo por qué quieres serlo ahora,” Yagen se encogió de hombros.
“Leer a personas, saber probar sus paciencias y medir y explotar debilidades son cosas que los dos tenemos en común. Por ello mismo, presiento que este secreto que guardas es importante.”
“Nuevamente, me conoces muy bien,” comentó el doctor, entretenido. “Me alegro mucho de que no seamos familia.”
“Normalmente encontraría tu comentario divertido, pero Nama-kun se preocupa por ti,” dio un suspiro, frustrado. “Ya le vi un poco afligido hoy por varios motivos. También sé que quisiera asistirte más a menudo, pero se lo dejas muy difícil.”
“Namazuo y yo somos incompatibles, y no espero que sea capaz de comprenderme. Mi hermano es una buena persona, pero no es muy inteligente.”
“Tal vez, pero hace lo que puede,” negó. “Deberías darle un poco de crédito, Yacchan. Si yo fuera tu hermano, ya habría tirado la toalla hace años…”
“Heh, es verdad,” Yagen se vio entretenido. Hubo una breve pausa en la cual una brisa más fuerte meció las ramas de los árboles, y el tranquilo ambiente se inundó del breve ajetreo antes de regresar a la calma. El doctor tomó un tranquilo respiro, y decidió contestar la interrogante. “Tienes razón, Ritsu. Algo sí ocurrió en este lugar, en este bosque, en este mismo campo de flores, hace mucho tiempo, incluso antes del incidente en el cual mis padres fallecieron. Y, como tú mismo dijiste, es un suceso que sólo yo puedo recordar.”
“…” oír eso causó cierta tristeza en el mayor, quien bajó su mirada. “¿Nadie más presente lo recuerda?”
“Quienes estuvieron en aquel entonces no lo recuerdan, efectivamente,” asintió, y sonrió con ironía. “Una persona que no estuvo debería ser capaz de recordarlo, pero… heh,” desvió su mirada. “He aprendido a no esperar nada de él.”
“…” Ritsu se vio confundido. “¿Quién?”
“Olvídalo,” Yagen le miró de frente. “Te pido que no lo compartas con nadie. Pese a las circunstancias de la tarde, el motivo de este paseo ha sido uno de unión y paz para mis hermanos, y lo menos que quiero hacer es inquietar a los demás con mis recuerdos. Siento que no es el momento de hablar al respecto.”
“…” el mayor no se vio convencido por sus razones, pero no se opuso. “No sé si estás en lo correcto, pero no estoy en el lugar de meterme en tus asuntos,” se encogió de hombros. “Al menos eso sí sabré…”
“Agradezco tu comprensión.”
“Sin embargo, si es algo tan difícil para ti, sin importar lo inconveniente que pueda ser, estoy seguro que tus hermanos querrían compartir la carga,” opinó Ritsu, cruzándose de brazos y expresándose con una voz profunda y meditativa. “Pese a ser comprometidos, las personas aprecian estar ahí por sus seres queridos. Ellos valoran estas dificultades mucho más que el silencio que pretendes guardar, ya que es el dolor y la vulnerabilidad lo que nos une a todos,” desvió su mirada, con cierto fastidio y rencor. “Los demás suelen olvidarse de ello…”
“…” Yagen le observó, inmutado. Eran palabras muy ciertas y profundas, y que le recordaron sobre aquella distancia que obstinadamente mantendría. Sonrió comprensivamente. “Pese a tu comportamiento problemático, eres un buen chico, Ritsu.”
“No es lo que hubiera gustado oír, pero qué más da,” se mostró cansado. “Y bueno, tú también lo eres a tu manera, Yacchan.”
“Hmhm, no lo soy…” negó entretenido. “¿No tenías el club social que saquear?”
“Tengo mis propias ambiciones al respecto. No me pintes como el villano con tanta anticipación,” comentó indiferente. “Tengo toda la noche para ver qué hacer, mientras que tú te irás a dormir en una o dos horas a lo mucho. No me cae mal acompañarte.”
“Más bien, quería darme una caminata a solas, por eso lo digo,” comunicó el doctor, mirando hacia una dirección del bosque en particular. “Es por motivos personales.”
“Algo que tendrá que ver con aquel recuerdo, seguramente,” asintió. “Está bien, descuida. No te volveré a seguir. De por sí, tengo mucho que disfrutar de este hermoso campo de flores. Creo que me quedaré recostado y miraré a las estrellas indefinidamente.”
“Suena a un buen pasatiempo.”
“Sí,” se vio a gusto y volvió a sentarse. Apoyó sus manos en el piso detrás de su espalda y observó el firmamento. “Este espacio bajo la luz de la luna llena es hipnotizador.”
“Lo es.”
“Quisiera traer a todos aquí para compartir este momento, pero entiendo que este lado nocturno de la vida es algo propio de mí, y ajeno para los demás. Es difícil de compartirlo.”
“…”
“E incluso si fuera a arrastrar a Nama-kun desde su cama para que preste atención a este paisaje, lo más seguro es que no sea capaz de ver y experimentar lo mismo que yo,” sonrió tranquilamente en lo que observaba las constelaciones. “Está paz… quisiera esparcirla…”
“…” Yagen pretendió irse, pero Ritsu se le dirigió.
“Yacchan, obviando el secreto que te traes, ¿no quisieras también compartir algo con tus hermanos?”
“No…” sonrió para sí, y también miró hacia las estrellas. “Lo único que poseo semejante a la paz que describes sería la lealtad hacia mi nombre y mi familia, y aquello no es algo que deba compartir, puesto a que mis hermanos también llevan este sentimiento muy presente dentro de sí mismos. Ellos, en particular, no necesitan que sea alguien como yo quien se los recuerde.”
“…” Ritsu le miró de reojo. “¿Por qué lo dices?”
“Múltiples razones,” se entretuvo ante el cuestionamiento del otro. “He sido propenso a aislarme y venir aquí insistentemente. Ello es prueba de que soy una sombra, un residente de lo que hubo aquí, y que ya no hay más…” sonrió con ironía. “Heh, un ser como yo que habita en el pasado no tiene nada que compartir con aquellos que miran sólo hacia delante.”
“Yacchan…”
“Eso es todo,” así, Yagen se marchó para continuar adentrándose en el bosque.

El campo continuó meciéndose y se inundó en un tranquilo y solitario silencio. Ritsu regresó su mirada al despejado firmamento en lo que apreciaba la inmensidad de la noche.

“Me pregunto qué querrás decir con eso…” musitó, y pasó a despejar sus pensamientos.

La noche se mantuvo inmovible por horas, y la mayoría de los viajeros la aprovecharon para recargarse de energías y así continuar con aquel viaje de la mejor manera.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #503: January 30, 2019, 12:44:54 AM »
66.3.



Finalmente llegó el amanecer, y el celular de Namazuo sonó a las seis de la mañana para advertir a su dueño que el día inicia.

“Ihh…” este abrió sus ojos con pesar y apagó su celular. Ganas no le faltaban de sucumbir al sueño y dormirse, pero se alentó a levantarse. El día anterior, sus compañeros de cuarto se habían puesto a preparar el desayuno y no quería quedarse atrás.

Sin embargo, al asomarse por encima de las barandas de su cama, vio exactamente el mismo escenario. Las camas de los demás estaban tendidas (y de paso tendría que preguntarle a Ritsu cómo lo hacía porque tender arriba era más problemático) con la diferencia de que las cortinas estaban cerradas.

Ello le hizo levantarse rápido, cambiarse enseguida y correr al primer piso donde, nuevamente, los tres estuvieron preparando el desayuno con gran diligencia.

“Oh, buenos días, Nama-kun,” saludó Ritsu, sonriente mientras vertía flan caliente en varias dulceras personales. “¿Qué haces despierto tan temprano?”
“¿Q-qué preguntas? Ustedes son los madrugadores,” observó Namazuo a tono de reclamo. “¿Y por qué no me despertaron?”
“Estamos despiertos hace más de media hora, y no te ves del tipo que es funcional en la mañana,” observó Ai, inmutado, mientras preparaba avena. “Voté en contra de despertarte, y ni Ritsu ni Honebami objetaron mi noción.”
“¿Ehhh? ¿Hubo una votación?” se quedó en shock. “Por favor, Ai-chan, no te he hecho nada. No me odies.”
“Y pensar que tuvimos esa conversación dentro del cuarto y no te despertaste,” comentó Ritsu. “Como te extenuaste tanto ayer, pensé que mejor te dejaba descansar más. No tuve intenciones de excluirte.”
“B-bueno, te creo,” Namazuo asintió rendido, y pasó a mirar a su mellizo.
“…” Honebami se encontraba agitando una salsa de arándanos que se cocía, y se mostró confundido al tener la atención de su hermano. “¿Necesitas algo, Namazuo?”
“Uhh, eres mi gemelo, Honebami. Debiste imaginar que hubiera querido acompañarles,” Namazuo apuntó a su ahoge. “¿Acaso no tenemos un sexto sentido?”
“…” Honebami asintió. “Sin embargo, no considero que todos tus deseos sean prudentes. Te convenía descansar.”
“¡De eso no se trata la conexión!” reclamó haciendo un berrinche.
“Ya, ya, tranquilo, Nama-kun,” Ritsu dio un suspiro. “Nos ayudarás a preparar los hash browns y el tocino cuando los demás estén prontos a venir a desayunar.”
“Ehh, ¿no puedo hacer nada ahora?”
“Supongo puedes sumergir las dulceras en un baño de agua fría para que se enfríen más rápido,” Ritsu le miró con severidad. “Pero cuando digo sumergir me refiero a sólo el contenedor, ¿de acuerdo? Si le entra algo de agua al dulce, te arrancaré el ahoge.”
“¡¿Ehh?!”
“Hmm, siempre dicen que ese mechón de cabello representa a la torpeza y la estupidez. Quizás no sea del todo malo,” Ai se puso a pensar. “Puede que el error capital de Namazuo sea haberse autoidentificado con aquella imagen.”
“Fufufu, a veces pienso lo mismo, Ai-chan~” canturreó Ritsu, riendo por lo bajo.
“…” Honebami asintió. “Es posible.”
“¡Ya, no sean malos conmigo!” Namazuo volvió a reclamarles.

Luego de una corta conversación, los demás le encontraron una labor para hacer y así continuaron con las preparaciones.








Todos los presentes disfrutaron de un abundante y entretenido desayuno, luego del cual pasaron un tiempo distrayéndose dentro de la casa con diversas actividades, hasta que se organizaron para ir a visitar al campo de flores cerca de las casas. Una vez ahí, los pequeños se sumergieron en ese hermoso escenario, maravillados por la belleza natural del mismo, mientras los mayores instalaron una serie de mantas donde tendrían un pequeño picnic bajo la sombra de los árboles.

“¡Ahh, es otra mariposa!” exclamó Akita, quien le tomó una serie de fotos con el celular. “No puedo creer que no hayamos venido más pronto. Tengo tanto que investigar por aquí.”
“Lo mismo digo,” Maeda asintió y sonrió tranquilamente. “Ayer fue un día ajetreado, así que lo tuvimos que posponer, pero puede que haya sido lo mejor. Es más temprano ahora, y debe haber mayor actividad de insectos.”
“Sí, tengo que registrarlos.”
“Te acompaño.”

“En sus marcas… listos…” Hirano se encontraba a una considerable distancia de Houchou, Hakata y Aizen, quienes estaban preparados para una carrera entre los tres. El menor de los Toushirou bajó su brazo. “¡Ya!”
“¡AHHHH!” Houchou gritó con fuerzas y corrió lo más rápido que pudo, pero se quedó en shock al ver a los otros dos pasarle en unos segundos. “¡¿Qué?! ¡N-no, esperen!”
“Tsk…” Aizen frunció el ceño y picó lo más que pudo, pero notó que Hakata comenzaba a crear una corta delantera entre los dos, y terminó llegando donde Hirano antes que él.
“¡Gané! ¡Lo hice! ¡Sí!” exclamó Hakata, victorioso.
“Excelente trabajo, Hakata, me alegro mucho,” dijo Hirano, sonriendo.
“Heh, mi entrenamiento está dando frutos,” sonrió confiado.
“¡N-no puede ser que ya seas más rápido que yo!” exclamó Houchou. “¡No es justo!”
“¿Eh? ¿Te vas a poner picón?” Hakata le miró alzando una ceja, y se encogió de hombros con cansancio. “Que eso te enseñe a no gastar tu tiempo libre comiendo dulces.”
“¡Uhh, no seas malo conmigo!” hizo un puchero. “No me sorprende que Aizen me gane porque se ve atlético, ¡pero soy un año mayor que tú y un niño de anteojos debería ser más lento!”
“Ehh, esas son generalidades, Houchou…” Hirano sonrió incómodo.
“Tendré una apariencia más inteligente, pero no me subestimes,” Hakata sonrió autosuficiente. “Estás hablando con la espada más rápida del juego, después de todo.”
“¿De qué juego hablas?” Aizen se confundió brevemente. “Pero, en fin, ahora sé que eres mi competencia. Continuaré entrenando y te ganaré algún día.”
“Challenge accepted,” los lentes de Hakata brillaron.
“Ehh, ya, no se pongan muy intensos, por favor,” pidió Hirano, un poco intimidado.

“¿Heh?” Akashi, quien estaba sentado en una de las mantas, vio esa escena con interés. “Me sorprende que ese pequeño cuatro ojos sea capaz de ganarle a Aizen. Veo que es prodigio en muchas formas.”
“Sí, Hakata se está volviendo cada vez más impresionante,” Shinano asintió gustosamente, pero pasó a deprimirse. “Ahh… sin duda mucho más que yo…”
“¿Qué le vas a hacer? No eres él,” el pelimorado se encogió de hombros y observó a Hotarumaru, quien estaba junto con Gokotai recogiendo algunas flores. “Mi lindo hermanito allí es también un gran prodigio y me gana en casi todos los aspectos,” sonrió con ironía. “Al menos Aizen y yo le ganamos en velocidad, pero Hotarumaru es más fuerte que nosotros.”
“Sí les vi practicar un rato, y me quedé impresionado,” observó Gotou. “Estoy convencido que él hubiera podido derrotar al oso por su cuenta de haber sido necesario.”
“Pero me alegro que no lo fue, mi pequeñín no debería ensuciarse las manos,” Akashi miró atentamente a Hotarumaru, quien se había detenido de su faena y se quedó sentado y mirando curioso a una mariposa que se había parado en su nariz. Eso le hizo ruborizarse. “Ahh, adoro mucho lo bello y enternecedor que es. Le queda mucho mejor~”
“Sí, estoy completamente de acuerdo,” Shinano asintió. “Tienes un hermanito bellísimo~”
“No entiendo esa fijación que se traen ustedes,” Gotou le miró cansado, y se giró para observar a Yagen, quien estaba presente, pero se encontraba ensimismado y miró una taza de té que traía en sus manos. “Yagen, ¿qué haces?”
“…” este alzó su mirada. “¿Sucede algo?”
“No te entiendo. Para variar estás presente, pero te mantienes ausente.”
“No creo tener nada que decir,” el doctor miró inmutado al hermoso campo donde sus hermanos se encontraban esparcidos y disfrutando del momento. “Si no tienes nada importante que compartir conmigo, tampoco necesitas hablarme.”
“Vamos, Yagen, somos hermanos, estamos en familia,” dijo Shinano.
“Ahh, dejen al doctorcito hacer lo que quiera,” por su parte, Akashi se recostó sobre la manta. “Hablando de eso, estoy cansado del extenuado entrenamiento que tuve con mis pequeños. Supongo dormitaré un poco.”
“Ni que hayan practicado tanto,” Gotou se confundió.
“Akashi siempre ha sido conocido por su pereza, así de simple,” comentó Yagen. Él sonrió con ironía. Estuvo a punto de compartir la anécdota del pelimorado de quedarse dormido para su calificación a Rebel y perder el puesto, pero rápidamente recordó que su unida y funcional familia no lo tomaría con la misma gracia que él. Recapacitó que habían estado hablando de Hakata y observó en la dirección al rubio, quien nuevamente se encontraba discutiendo de algo con Houchou. “Hm, ellos parecen no llevarse muy bien…”
“Pues, es difícil decir,” Gotou frunció el ceño. “No que les haya visto hablar mucho.”
“Eso es cierto, pero ustedes paran mucho tiempo fuera como para darse cuenta,” observó Shinano. “No es que se lleven mal, pero Hakata es severo y honesto, y a Houchou le gusta que le engrían y sean suaves con él. De lo contrario, sí son compatibles porque ambos son muy ocurrentes y proactivos,” dicho esto, el pelirrojo bajó su mirada. “Aun así. Hakata no ha interactuado mucho con nuestros hermanitos. Debería hacerlo un poco más.”
“Ya lo hará, tú tranquilo,” le aseguró Gotou, sonriendo. “Hakata ha pasado tiempo con nosotros en el pasado, y este último par de años se ha estado inscribiendo en escuelas fuera de la ciudad, pero ahora que estudiará en Rizembool será más unido con la familia.”
“Tiene sentido…” Yagen se mantuvo observando a los pequeños.
“Y por ello mismo, más te vale que le mantengas un ojo encima, Yagen,” recalcó Gotou, apuntándole con energía. “Él ha dicho varias veces que quiere aprender de ti y tú pareces tener algún tipo de autoridad por allá.”
“…” dio un suspiro. “Lo haré, no te alarmes tanto.”
“Hehe, bueno, Hakata siempre ha sido el hermanito predilecto de Gotou,” observó Shinano, sonriendo incómodo. “También es especial para mí, aunque no me vea como su mayor. Y te pido que le ayudes. Tú eres un genio y podrías entenderle muy bien.”
“Sí, dejen de inquietarse,” Yagen sonrió frustrado. “Haré lo que pueda.”
“Veremos,” Gotou le miró con leve desconfianza. Su hermano no parecía estar dándole suficiente importancia.

“Hm… hmm…” Namazuo se encontraba intentando entrelazar flores, pero continuaba teniendo problemas en mantener una estructura sólida. “No me sale…”
“Sí es difícil…” Ai miró al extremo donde había iniciado, el cual se estaba desbaratando. Dio un suspiro. “Uhh, me rindo. No tengo capacidades para esto.”
“…” Honebami dejó lo que hacía y se dirigió a su amigo. “Permíteme.”
“Sí, toma,” el peliceleste alzó una ceja, pero cedió, y vio al otro arreglarle el inicio de manera meticulosa e impecable. “Hm, tienes un talento innato para esto, Honebami.”
“Asegúrate de mantener este atado, eso es todo,” dijo tranquilamente, y le devolvió su trabajo. “Puedes aprender, Ai. Tienes una habilidad única para adaptarte.”
“Sí tú lo dices,” el chico se exasperó levemente, pero terminó negando y sonriendo frustrado. “Supongo te queda bien un pasatiempo de este tipo. Eres sensible.”
“Ohh, en verdad que sí~” canturreó Namazuo, animado y se inclinó un poco. “Honebami, ayúdame con el mío~”
“Uhh…” Ritsu, quien estaba dormitando con su cabeza recostada en las piernas de Namazuo, se movió un poco.
“Oh, c-cierto, debería ser cuidadoso,” Namazuo sonrió incómodo. “Perdón, Ritsu-chan…”
“Nama…kun…” dijo Ritsu entre sueños, quien se giró para seguir durmiendo. “Muévete y te mataré…”
“E-ehh…” el dirigido sintió un tic en el párpado. “¿E-en verdad estás durmiendo, Ritsu-chan?”
“Ya te amenazó, no lo despiertes,” Ai se encogió de hombros.
“Namazuo…” Honebami extendió su mano a su mellizo.
“Oh, sí, enséñame cómo se hace el entrelazado de nuevo, por favor~” canturreó mientras le extendía su puñado de flores.

En otro extremo del picnic, Ichigo se encontraba tomando té tranquilamente, mientras disfrutaba la vista de sus hermanitos.

“Todos se ven muy entretenidos,” comentó el peliceleste, sonriendo con gran dicha. “Es una vista que alimenta mi espíritu.”
“Vives con un gran amor a tu familia, es evidente,” Tsurumaru se encogió de hombros y sonrió frustrado. “Eres admirable, aunque sin duda no puedo ponerme en tus zapatos.”
“Me has comentado que no tienes hermanos, Tsurumaru-san,” ante ello, Ichigo sonrió apenado. “Quisiera poder compartir esta alegría contigo de algún modo.”
“Oye, tampoco tienes que andar sintiendo pena por mí, haha,” el peliblanco se puso a reír. “Más bien estoy bien siendo independiente. Seguramente habría sido un hermano mayor pesado que le toma el pelo a mis menores. Sí soy eso como asesor en Rizembool.”
“Dirás eso, pero la vez en que conocí a tus estudiantes, me pareció que ellas te tienen gran estima,” observó Ichigo. “Realmente tienes un espíritu cálido y asequible.”
“Es un gran elogio viniendo de ti, aunque no es para tanto,” Tsurumaru movió una mano. “Puede que tú o Akashi…” miró brevemente a Tharja, quien tomaba un poco de té en un rincón. “E incluso nuestra especial amiga se sientan felices de tener hermanitos, pero no es algo para mí.”
“Apenas estoy aquí, no me incluyan en su conversación,” contestó la chica, impaciente. “Son ustedes quienes vinieron a invadir este rincón. Están en mi espacio.”
“Quisiera disculparme por entrometerme, Tharja, pero me acerqué porque les vi muy solitarios,” observó Ichigo, quien rápidamente miró hacia Fudou sentado pegado a uno de los árboles que les daban sombra. Este estaba sentado en posición fetal y desviando su mirada. Al notarle tan retraído, mostró leve preocupación. “Fudou, ¿te encuentras bien?”
“…” este le miró con leve molestia, aunque se le notaba inquieto. “¿Necesitas algo?”
“No te ves incómodo, como si algo te hubiera caído mal. Si deseas algo para comer o tomar, puedes acercarte al centro del picnic, o yo podría servirte algo si gustas.”
“Tch, no, no, no es nada de eso,” Fudou sintió un tic en la ceja. Él levantó sus brazos al nivel de su rostro y estiró sus dedos como si intentara agarrar el aire, con lo cual transmitió inquietud. “Tsk, n-no lo entiendes, ninguno de ustedes lo entiende…”
“¿A qué te refieres?” Ichigo se preocupó más.
“Por tu incomodidad, sólo puedo imaginar que estás experimentando algún tipo de withdrawal del alcohol,” observó Tsurumaru.
“¿Ah?” Fudou le miró como bicho raro. “¿Y tú qué sabes?”
“No lo quería decir en voz alta, pero sí, eso sucede,” Tharja negó impaciente y con una extraña decepción. “Siempre que se le priva de su vicio se vuelve inquieto y temeroso.”
“¿Temeroso? ¡¿Temeroso dices?!” reclamó. “¿Qué estás diciendo?”
“…” Tharja le miró con una mirada fulminante que logró dejarle en shock.
“¿Q-qué haces… b-bruja…?”
“¿Ehh?” ello picó la curiosidad de Tsurumaru, quien sonrió. “¿Acaso el rebelde Fudou no es más que pura bulla?”
“Tsurumaru-san, por favor,” Ichigo mostró pesar. “Me apeno tremendamente de que estés pasando por esto, Fudou. No necesito observarte que tu vicio del alcohol es muy dañino para ti, pero quisiera que te sientas lo más cómodo posible. Espera un momento, iré a traerte un té y unos bocadillos.”
“No, lo último que quiero es atención ahora,” Fudou entrecerró sus ojos y desvió su mirada. Un aura sombría y depresiva le rodeó. “…estoy aquí, eso es todo lo que haré. Déjame solo… por favor.”
“Fudou…” el mayor de los Toushirou se vio preocupado, y le pareció un poco inusual que se lo haya pedido incluso con un leve indicio de formalidad.
“No te sientas mal,” Tharja negó. “Déjale ser. Sólo le inquietarás más con tu amabilidad.”
“Pero…”
“Insisto. Soy su hermana, ahora déjale.”
“…” Ichigo se vio corto y bajó su mirada.
“Ya, tranquilo, Ichigo,” Tsurumaru le agarró de un hombro. “Dale un poco de espacio. Imagino que tus hermanitos sabrán lidiar con él mejor que tú. No te inquietes.”
“Supongo…” ello no le tranquilizó, más bien continuó preocupándose. Era como si no pudiera hacer o entender nada en ocasiones.
“…” Tharja regresó su mirada al campo de flores, y se vio un poco sorprendida ante lo que vio.
“¿Hm? ¿Qué sucede?” el peliblanco se confundió y le imitó. “¡Ohh, vaya que pudieron!”
“¿A qué te refieres?” Ichigo alzó su visión y vio el momento en el cual Honebami coronaba tanto a Gokotai como Hotarumaru con unas simples aunque elaboradas coronas de flores.
“¡Ahh, qué bella corona!” exclamó Gokotai, maravillado y mirando las flores encima de sus ojos. “¡Muchas gracias, Honebami-niisan! ¡Es bellísima, en verdad!”
“Sí, muchas gracias,” Hotarumaru asintió y sonrió con los ojos brillantes. “Lo aprecio mucho.”
“…” el peliblanco asintió inmutado.
“Sí son impresionantes,” Ai asintió. “No le veo mucho uso práctico, pero me ha dado el interés de aprender a hacerlas.”
“…” Honebami le miró. “¿Quisieras una también, Ai?”
“¿Eh? No, no gracias,” este negó incómodo.
“¡Aww, te ves un millón de veces más hermoso, Gokotai~!” Namazuo se abalanzó a abrazar a su hermanito. Su repentina acción hizo botar a Ritsu al piso.
“Uhh…” este se despertó incómodo con el rostro entre las plantas. “¿…qué sucede…?”

Ante ello, los otros niños también notaron ese suceso y corrieron a curiosear o también a pedir unas coronas para ellos con muchos ánimos e ilusiones.

“¿Viste, Gotou? ¿Viste?” preguntó Shinano emocionado y agitando a su hermano a su costado. “¡No puedo creerlo!”
“S-sí, yo tampoco, pero cálmate,” dijo este, sorprendido por la reacción del pelirrojo. “¿Qué haces dándole tanta importancia?”
“¿Qué clase de pregunta es esa?” Shinano hizo un puchero. “Nosotros cuatro prometimos nunca decir nada a nadie sobre lo que nuestros hermanos solían hacer en el pasado. Sin embargo, Honebami-nii ha vuelto a hacer coronas de flores. ¡Es algo innato de él! ¡Quiere decir que sí se está recuperando de algún modo después de todo!” se giró a Yagen. “¿Verdad que sí?”
“…” el doctor sonrió comprensivamente. “Sí, supongo…”
“Uhh, qué aguafiestas, deberían alegrarse como yo.”
“Sí me alegro, no te fastidies,” Yagen sonrió con ironía y se acercó al borde de la manta para ponerse sus zapatos.
“¿Eh? ¿Te vas?” Gotou alzó una ceja.
“Voy a dar una caminata, enseguida regreso.”

“Esta ha sido una agradable sorpresa, ¿no lo creen?” preguntó Tsurumaru, entretenido.
“Eh, en verdad que sí. Mis hermanitos se ven muy a gusto,” Ichigo sonrió con torpeza, aunque sus ojos delataban cierta tristeza. Por la emoción de Shinano y la sorpresa de Tharja, nuevamente, sabía que se perdía de algo.
“Tú disfruta del momento, Ichigo, no te hagas líos,” su amigo se vio frustrado. También pudo notar las reacciones. Incluso vio cómo Yagen se mostró repentinamente incómodo ante la vista, lo suficiente para pretender irse, pero sabía que nadie más se había dado cuenta de eso. “En fin, iré a visitar a los pequeños. Acabo de recordar que una de mis estudiantes me pidió unos favores referentes a Hotaru-bou, y es un buen momento.”
“Claro, adelante,” Ichigo asintió y vio a su amigo de inmediato ponerse sus zapatos y correr donde los demás. Él mismo pensó en imitarle, pero vio a Yagen pasar frente a su campo de visión, camino al bosque. “Yagen, espera, un momento.”
“¿Hm?” el doctor se detuvo y se dirigió a su hermano. “¿Necesitas algo, Ichi-nii?”
“¿A dónde vas? Nuestros hermanos están apreciando los regalos que Honebami ha preparado. ¿No quisieras acompañarles?”
“No gracias,” negó. “Pero tú deberías ir, Ichi-nii. Harías muy feliz a los pequeños.”
“Es también un agrado acompañarles, pero me preocupa que te encuentres tan ausente en este viaje, el cual hemos organizado para pasar más tiempo juntos,” llevó su mano a su pecho. “Como tu hermano mayor, quisiera ser capaz de oír tus inquietudes.”
“Admito que sí he estado un poco ensimismado, pero no es nada importante. Ahora sólo deseo darme un paseo.”
“Puedo acompañarte, si gustas.”
“Lo lamento, Ichi-nii. Es algo que quiero hacer solo,” Yagen sonrió con profesionalismo e hizo una reverencia. “Con permiso.”
“Tch, vete ya…” Fudou entrecerró sus ojos. “¿Qué haces alargando tu presencia aquí?”
“…” Yagen borró su sonrisa y le miró inmutado, y con desdén. “Estaba retirándome. Tu intromisión ha hecho que te conteste. Piensa un poco en lo que haces, para variar.”
“Tsk, como sea…” desvió su mirada. “Me enferma que actúes como mosca muerta.”
“¿Verdad?” el doctor encontró su comentario humorístico y rió para adentro. “Hmhm, como dije antes, ya me iba. Es evidente que no soy bienvenido aquí.”
“Y-Yagen…” Ichigo se inquietó.
“…siempre eres propenso a decir algo así…” observó Tharja. Ella miró al Toushirou menor con desaprobación, aunque se notaba reservada. “Es como si no te dieras cuenta del daño que haces a otras personas…”
“No eres quién para decirlo, Tharja, con toda honestidad,” recalcó Yagen, con firmeza y neutralidad. Ellos se quedaron mirándose intensamente.
“Tsk…” la chica frunció el ceño y se vio incómoda.
“Ya, ¿terminaron?” Fudou se puso de pie y miró molesto al doctor. “Ya te ibas, así que esfúmate.”
“Claro, como digas,” Yagen movió una mano para restar importancia al asunto y se marchó sin mirar hacia atrás.
“Tch, pensé que sabías mejor que seguirle la corriente,” comentó Fudou a su hermana, con cierta decepción. “No puedes ganarle en su propio juego, deberías estar consciente de ello…”
“…” Tharja desvió su mirada.
“¿Qué? ¿Quieres ignorarme?” alzó una ceja. Su hermana estaba extrañamente silenciosa y retraída, y tal vez había estado así todo el viaje, aunque no era como si hubiera prestado atención.
“¿Qué está pasando aquí?” preguntó Ichigo, perplejo. No le cabía en la cabeza que Yagen se comportara de manera tan antagónica con ellos, pese a haber estado consciente que no solía llevarse bien con el par de hermanos.
“Esto no tiene que ver contigo, Ichigo,” dijo Tharja a secas y negando para disipar su fastidio.
“P-pero…”
“La bruja tiene razón…” Fudou fue donde sus zapatos, para ponérselos. “Me compadezco de que tengas un engendro como él de hermano, pero era de esperarse,” se encogió de hombros y sonrió con ironía. “Heh, al menos una manzana en la canasta estaría podrida. Pudo haber sido peor…” agachó su mirada mientras ataba sus zapatos. “Pudiste estancarte con un solo hermano ebrio.”
“Fudou…” Tharja le miró con reproche, y le fastidió que este lo hubiera dicho sin una pizca de importancia y ya internalizado.
“No digas eso, Fudou. No te disminuyas, por favor,” le pidió Ichigo.
“¿Me estás tomando en serio? Qué denso que eres,” Fudou negó y se levantó. “Me voy a dormir a la casa. Es obvio que no podré relajarme aquí…”
“E-espera…”
“En serio, deja de preocuparte de ese caso perdido. Me enferma que todos los traten como otro de tu familia, como si lo fuera. Tch, tú ni lo conoces…”
“Suficiente,” recalcó Tharja.
“Sí, como sea…” Fudou se encogió de hombros y se fue caminando.
“…” Ichigo sintió que el vacío en su pecho se acrecentaba…
“No te duermas,” observó la chica, frustrada. “Tus hermanos te esperan.”

“A ver~ ¿qué están haciendo por aquí?” Tsurumaru llegó donde estaban Gokotai y Hotarumaru con sus coronas. Honebami estaba ya ocupado preparando otra corona para Maeda mientras los demás observaban cómo las hacía. “Les quedan muy lindas, pequeños.”
“Hehe, muchas gracias,” dijo Gokotai, asintiendo.
“¿Verdad que sí?” preguntó Namazuo, feliz de la vida y abrazando a Gokotai de costado. “¡Son simplemente perfectas!”
“S-sí, ehh…” repentinamente, Tsurumaru se mostró incómodo.
“¿Eh? ¿Estás bien, Tsurumaru?” le preguntó Namazuo, ladeando la cabeza.
“S-sólo temía que siguieras molesto por lo de ayer…”
“¿Ayer? ¿Qué pasó ayer?” preguntó distraído y llevando su índice a sus labios. “Hmm, no sé a qué te refieres…”
“Ya se le olvidó, no tienes que recordarle,” observó Ai, frustrado y en voz baja.
“Ehh, está bien, olvídenlo entonces,” se vio aliviado de notar que ese Toushirou regresó a ser disperso y pasó a dirigirse a Hotarumaru. “Hotaru-bou, antes que se me olvide, quiero grabarte dando un saludo a Mai.”
“¿Saludo?” preguntó este, parpadeando confundido. “¿Por qué?”
“Ella suele preguntarme cómo estás y sabe que estamos de viaje,” Tsurumaru sonrió y levantó su Smartphone. “Ya, comienza cuando quieras, pequeñín.”
“Ehh,” este lo pensó un poco, y pasó a saludarle con una amplia sonrisa. “Hehe, hola, Mai-neechan, espero que estés divirtiéndote un montón en las vacaciones,” se emocionó. “¡Ahh, seguro que estás mirando mi corona de flores! Es bonita, ¿verdad? La estoy pasando muy bien en el bosque y quisiera compartirlo contigo. Ojalá algún día podamos viajar juntos,” hizo un saludo militar que sólo le hizo verse más adorable. “Bueno~ nos vemos pronto~”
“¿Eh?” Aizen se asomó y frunció el ceño. “¿Ese es un mensaje para esa chica loca del otro día? ¿Qué haces saludándola, Hotaru?”
“Okay, tengo la grabación,” Tsurumaru colgó y se vio entretenido. “Supongo tendré que cortarla ya que ella no se alegrará mucho de verte a ti, Aizen. O quizás sí lo deje, hmm…”
“Sé que Mai-neechan es un poco difícil, pero no es una mala persona,” observó Hotarumaru. “Espero que algún día puedan llevarse mejor.”
“Lo intentaré, pero se me hace problemática.”
“Ohh, ya que le hice un saludo a Mai-neechan, podría hacerle uno a Yukko también.”
“Ah, cierto, no se me ocurrió,” Tsurumaru asintió. “Eres un buen chico, Hotaru-bou. Siempre cuidando de nuestra Hanasaki-chan.”
“Yukko me cae bien,” Aizen asintió. “¿Y por qué a ella no la llamas nee-chan, Hotaru?”
“Hm, cierto,” Hotarumaru se puso a pensar. “Nunca me lo pidió, así que asumo que no quiere que la llame así. Por eso.”
“Haha, tiene sentido,” Tsurumaru sonrió con torpeza. Sabía muy bien que ese no era el caso, pero imaginó que no dolía que fuera la misma Yukko quien se armara de valor para pedírselo algún día. “Ya, puedo grabarles a los dos, cuando gusten.”

El par de hermanitos comenzó a darle un saludo a Yukko en lo que los otros pequeños continuaban observando a los mayores trabajando para armar esas coronas, y se divertían tratando de aprender a hacerlo.

Por su parte, Ritsu estaba frustrado ya que no podía quedarse dormido con ese ajetreo y se sentó en el césped.

“Uhh…” sobó uno de sus ojos, con gran pereza. “Tal vez me vaya a dormir a la casa… ¿hm?” él detectó a Yagen a lo lejos, a punto de salir del campo de flores e internarse en el bosque. “…se está yendo por el mismo camino que ayer…”
“Hmm… se me sigue deshaciendo…” comentó un frustrado Namazuo en lo que trataba de atar más flores. Él miró a Honebami, pero supo que no podría ayudarle porque su hermano se encontraba instruyendo y asistiendo a los pequeños. “Ahh…”
“Nama-kun…”
“Sí, ¿necesitas algo, Ritsu-chan?”
“Pues…” desvió su mirada. “No debería decir nada, pero…” dio un suspiro. Sabía que se encontraba hablando con el hermano incorrecto, pero no le sabía bien reservarse ante su amigo. Al menos compartiría algo con él. “Yacchan tiene alguna conexión con este sitio, lo sé… quizás uno de ustedes debería hablar con él…”
“¿Eh?” Namazuo ladeó su cabeza. “¿En serio?”
“¿Se están divirtiendo?” preguntó Ichigo, quien se acercó al par. El peliceleste les sonrió. “¿Hay algo con lo que pueda ayudar?”
“¡Ohh, Ichi-nii!” Namazuo se animó y sonrió incómodo. “Ehh, como verás, soy un desastre haciendo esto, pero hago lo que puedo. Creo que mejor le pedimos a Honebami que nos lo explique detalladamente.”
“¡Ichi-nii, hay que hacer una corona juntos!” dijo Akita, emocionado.
“Sí, sería muy divertido,” Maeda asintió.
“Por supuesto, encantado,” el mayor les sonrió con dulzura y se acercó a los pequeños.

El grupo de hermanos se quedó un poco más disfrutando de esa improvisada labor en lo que Ritsu se excusó para irse a tomar una siesta. Luego de ese mayormente agradable momento en el campo de flores, todos recogieron el picnic y regresaron a la casa en lo que comenzaron las preparaciones para el almuerzo.



De regreso al área de las casas, Ichigo enlistó a algunos de sus hermanos para colaborar en preparar el almuerzo, mientras los demás aprovecharon el tiempo libre para distraerse.

“Gracias por dejarnos utilizar el internet nuevamente,” dijo Hakata a Tsurumaru.
“En verdad. He tenido suficiente conexión con la naturaleza,” observó Ai. “Una dosis de internet es lo que necesito para poder recargar mis energías.”
“Sí, pienso lo mismo,” el rubio asintió.
“Es un placer, pero realmente no quiero que se vuelvan adictos,” comentó el dueño del carro, quien le dio las llaves al peliceleste. “Como siempre, cuando terminen sólo cierren el carro y devuélvanme el llavero.”
“Y Namazuo-nii nunca las tocará, entendido,” Hakata sonrió. Entonces, él vio que Yagen salía de la casa en dirección al bosque. “¿Yagen-nii? ¿A dónde vas?”
“Ah, Hakata,” el doctor se vio sacado de su ensimismamiento y sonrió con cortesía. “No pude pensar en qué hacer, así que pienso volver a pasear por el bosque.”
“Pero si acabamos de regresar,” el pequeño se confundió.
“Hay cierto gusto cuando se contempla aquel campo de flores en soledad, ¿qué puedo decir?” se encogió de hombros. “Disfruten de su momento en línea, aunque tampoco se excedan.”
“Tsurumaru se encontraba diciéndonos lo mismo, pero no se inquieten por nosotros,” observó Ai, inmutado. “Tanto Hakata como yo somos más compatibles con el mundo informático, y nos considero personas prudentes e inteligentes.”
“¡Oh, bien dicho!” el pequeño estuvo de acuerdo.
“De todos modos, es mi agrado reportar que disfruté del campo de flores más de lo que pensé, y fue una buena experiencia de aprendizaje,” Ai sonrió un poco. “Sí es un ambiente acogedor lleno de paz y también tomé apuntes de las consideraciones que se deben tomar al momento de realizar un picnic, y la actividad de las coronas de flores envuelve un manejo motriz refinado que podría practicar con el tiempo.”
“Cierto, seguramente fue tu primer picnic, y aprecio que me reportes tus observaciones,” Yagen asintió complacido. “Se aprende algo nuevo cada día.”
“Definitivamente,” Tsurumaru sonrió incómodo y desvió su mirada con desdicha. “Ayer aprendí que Namazuo tiene ojos tan aterradores como Honebami, por ejemplo…”
“¿Hm?” Hakata se confundió e intercambió miradas con Yagen. “¿Cómo así?”
“Es de esperarse. Son hermanos, y mellizos, para empezar, pero es un suceso extraño,” dijo el doctor, quien miró al peliblanco con reproche. “Tsurumaru, ¿qué habrás hecho para que Namazuo se enfadara contigo?”
“Lo peor es que no fue algo que hice yo…” negó frustrado.
“Pero sigue siendo tu responsabilidad. Fin de la discusión,” decretó Ai, severamente.
“En fin,” el doctor se encogió de hombros. “Vuelvo para almorzar. Nos vemos.”


Después de dormitar un poco, Fudou se levantó con pereza y un poco de hambre. No llegó a comer mucho en el desayuno y también se rehusó a probar los bocadillos del picnic, y con el estómago gruñéndole supuso que iría a buscar algo de comer antes del almuerzo. Él fue a la cocina de su casa, para notar con frustración y fastidio que estaba nuevamente desabastecida, pese a todas las cosas que había traído la noche anterior. Recordó que esos tres hermanos que se alojaban ahí sí habían llevado los aperitivos para el picnic, y dio un suspiro. Optó por ir a visitar a la casa aledaña y esperar que los Toushirou no le obligaran a quedarse ayudando en la cocina.

Fudou abrió la puerta principal y caminó en dirección a la cocina, pero en el camino pasó por la sala principal y fue visto por Namazuo y Gokotai, quienes se le dirigieron.

“¡Fudou-chan!” exclamó Namazuo, feliz de la vida y estirando sus brazos a los costados.
“Uhh…” este mostró estrés y pretendió apurarse hacia la cocina, pero no contó en que su torturador saltaría del sillón y le diera el alcance con ese único salto. “¡AHHH!”
“¡¿A dónde vas, pequeñín?!” el pelinegro le abrazó con una fuerza descomunal que amenazaba con destruirle los huesos. “¡Es tan raro verte suelto por ahí! ¡¿A qué se debe el milagro?!”
“Ihh… s-suéltame…” luego de estirar su brazo a un sentido aleatorio, Fudou sintió que toda la sangre se le bajó de su cabeza y terminó colapsando.
“¡Ahh, N-Namazuo-niisan! ¡S-suéltale, por favor!” suplicó Gokotai, aterrado.
“¿Eh?” este le hizo caso y se confundió de ver al pelimorado desparramarse. “¿Qué pasó?”
“¡Hay que reanimarlo!”

Pasaron unos cinco minutos y Fudou comenzó a reaccionar con gran pesadez y confusión.

“Nn…” este abrió sus ojos con pereza y parpadeó en lo que enfocaba su visión. Vio una silueta borrosa mirarle desde arriba.
“Ahh, qué alivio,” dijo Gokotai, dando un respiro. “¿Estás bien, Fudou-san?”
“¿Q-qué sucede…?” de repente, el pelimorado recordó los últimos acontecimientos y su rostro se angustió. “¡¿D-dónde está el loco?!”
“¡Oye, yo sólo estaba siendo cariñoso!” reclamó Namazuo, haciendo un puchero. Este se encontraba sentado en el sillón al frente de los otros dos, mientras que Fudou estaba recostado en las piernas de Gokotai.
“Ehh, n-no tienes que preocuparte por mi hermano,” dijo Gokotai, incómodo. “P-prometo que no volverá a suceder… perdón…”
“…” Fudou miró al pequeño con incomprensión y se sentó en el sillón. “No te responsabilices por él…”
“Ehm, te he traído unos bocadillos de la cocina, por si te sientes débil,” observó el pequeño peliblanco, quien se retrajo y bajó su mirada. “E-espero no estarte incomodando…”
“¿Hm?” Fudou alzó una ceja.
“¡P-perdón! ¡R-recuerdo que me dijiste que no me afligiera tanto, p-p-pero…!”
“No, no, tú tranquilo…” dio un suspiro exasperado. “Sí, pero tampoco es para que me temas…” negó y desvió su mirada. “Me has ayudado, a decir verdad. Vengo porque tengo hambre…”
“Eh, y-ya veo…” Gokotai asintió.
“Se nota que eres muy lindo y sensible, Gokotai~” canturreó Namazuo, animado. “Has podido leer a nuestro Fudou-chan muy bien. Estoy orgulloso de ti.”
“N-no es para tanto, Namazuo-niisan. No es que lo haya leído…” se incomodó.
“…” Fudou estaba degustando unos panecillos con incrustaciones de jamón, queso y otros toppings, y notó cómo los dos hermanos lo miraban. “¿Q-qué? ¿Tengo algo en el rostro?”
“Como dije antes, no solemos verte a la deriva tan seguido,” comentó Namazuo, entretenido. “¡Vamos! ¡Dinos algo interesante! ¿Te has propuesto alguna meta? ¿Hay alguna chica que te gusta? ¡No te reserves con nosotros!”
“Tch… ya veo que esta comida tenía compromiso…” entrecerró sus ojos.
“N-no, en verdad, no es nuestra intención, Fudou-chan,” dijo Gokotai, rápidamente. “M-más bien, si quieres algo más, podría ir a conseguirlo. Imagino que no te sentirías cómodo entrando a la cocina si puedes evitarlo.”
“¿Por qué?” Namazuo se confundió.
“¿Por qué…?” Gokotai bajó su mirada. “Pues… no sé cómo decirlo… Fudou-san sólo parece ser así, ¿cierto?”
“Ustedes deberían de dejar de ser tan buenos con la gente…” este se vio impaciente. De inmediato recordó a Gotou la noche anterior. “Pero sí… noto que eres más consciente de las cosas, pequeñín…” Fudou desvió su mirada.
“Ehm… ¿algo te está fastidiando, Fudou-san…?”
“No, nada…” negó ofuscado. “No necesito más de comer, y no tengo nada que decir…” frunció el ceño. “Definitivamente nada semejante a lo que tu hermano mayor me ha preguntado. No sé qué más quieren de mí.”
“N-no es que vayamos a querer más de ti en ese sentido…” el pequeño desvió su mirada. “No entiendo de dónde viene ese cuestionamiento de tu parte, Fudou-san. Siempre he entendido que somos cercanos… o tal vez tú no nos sientes así…”
“¿Ah?” este se vio confundido e impaciente.
“S-sólo no quiero fastidiarte, ehh, perdón…” Gokotai cerró sus ojos con temor, como si esperara alguna reprimenda, pero más bien terminó sintiendo que el otro le dio un par de palmaditas en la cabeza. “¿E-ehh?”
“Sí, te entiendo,” dijo Fudou, frustrado, aunque curiosamente tranquilo. “Quizás tengas razón en decir que no los siento tan cercanos, pero tampoco es que sean extraños o indeseables. O sea, yo no soy un Toushirou. Hay cosas de ustedes que no me corresponden.”
“Fudou-san…”
“Pero no hablaré de eso con un niño como tú,” negó. “Ya, perdón por asustarte todo el tiempo.”
“Ehh, n-no, está bien…” Gokotai negó. “Y-yo también suelo asustarme mucho…”
“Y gracias por los bocadillos…” dio un suspiro y, sorpresivamente, le sonrió un poco. “Eres un buen chico, Gokotai. Quizás tengas algunas cosas que enseñarles a tus hermanos mayores.”
“Ehh, yo…” el pequeño ladeó su cabeza, confundido por esa desconocida actitud de ese controversial amigo de la familia.
“Hmm…” Namazuo pasó a mirar a Fudou tan de cerca que este se inclinó hacia atrás.
“Tch, ¿q-qué haces, neurótico?” preguntó incómodo y algo aprehensivo.
“En verdad eres bastante decente en ocasiones,” observó con leve sorpresa. “Sí, debe ser la falta de alcohol. ¡Está decidido! ¡Te seguiré a todos lados a partir de ahora para asegurarme que no tomes ninguna bebida alcohólica por el resto de tu vida!”
“¡¿Q-qué dices?!” ello le dio grandes nervios, ya que le creía capaz de lo que sea. “¡N-no hay forma! ¡¿Quieres matarme?! ¡No puedo vivir conmigo mismo si no tomo nada!”
“Ehh, p-pues, ehm…” Gokotai se vio muy incómodo. En parte quería detener a su hermano de fastidiarle, pero tampoco quería apoyar el vicio de Fudou.
“Ahh, puede que no sea el mejor ayudándote con eso, ya…” Namazuo desistió y regresó a sentarse. “Pero me anima verte más comunicativo de lo usual. Dirás que no eres un Toushirou, pero sigues siendo parte de la familia, Fudou-chan. Estamos aquí para apoyarnos mutuamente, ¿has entendido?”
“…” este desvió su mirada.
“…” Gokotai se preocupó. Casi podía sentir como si Fudou sí tuviera algunos asuntos pendientes con respecto a sentirse perteneciente a la familia, pero entendía que no podría conectar con él.
“Lo mismo va para nee-san,” siguió Namazuo, contento y sin darse cuenta de la inquietud del otro. “Como bien debes saber, Jiji la invitó a su casa el domingo pasado y nos divertimos mucho con ella presente,” sonrió incómodo. “Bueno, sabes que no es muy abierta, y en un punto casi me parte la cabeza con un bate…”
“¿Eh?” Fudou le miró extrañado.
“¡Ihhh!” Gokotai se asustó.
“¡Pero no pasó nada porque estamos aquí los tres~!” canturreó, restándole importancia. “Nee-san sí se vio retraída, aunque parece que Jiji le tiene en consideración, y creo que se llevan bien. ¿Tú no querrías irle a visitar la próxima vez también, Fudou-chan?”
“¿Por qué lo haría? Paso…”
“¡Pero es muy buena persona y ocurrente y admirable a su manera!”
“Sé quién es y no me interesa,” se encogió de hombros con leve disgusto. “Se habrá interesado en la bruja o lo que sea, pero eso no tiene nada que ver conmigo…”
“Ah, qué difícil que eres,” Namazuo frunció el ceño. “Eres igualito a Yagen…”
“¡¿Ahh?! ¡Ni se te ocurra compararme con ese imbécil!” Fudou se lo tomó como un gran insulto y se levantó, para apuntarle acusatoriamente. “¡Retráctate de una vez!”
“Bueno sí, no son iguales,” el mayor se encogió de hombros. “Al menos Yagen no para insultando a la gente o teniendo ademanes tan agresivos. Puedes aprender de él.”
“¡¿Qué estás diciendo?!” se enfadó más y pretendió agarrarle de la camisa, pero Gokotai se levantó y le abrazó fuertemente de la cintura para detenerle.
“¡F-Fudou-san, tranquilízate, por favor!” le imploró. “¡Namazuo-niisan podría arremeter!”
“Tsk…” Fudou frunció el ceño, pero le hizo caso. Sí sabía lo loco que era.
“Nunca entenderé por qué se llevan tan mal. Seguramente es algo del pasado,” Namazuo se encogió de hombros.
“Ustedes no lo saben,” recalcó el pelimorado, impaciente. “No se metan.”
“Pero, ya que estamos en el tema, ¿tú crees que algo ha ocurrido aquí, Fudou-chan?”
“¿Eh?” este se confundió y le miró raro. “¿En este bosque? ¿Qué tiene que ver esa pregunta con todo lo anterior?”
“Ritsu-chan me dijo que Yagen tiene alguna relación con este lugar. Se oyó muy convencido,” dijo Namazuo, pensativo. “Le pregunté a Shinano, pero él tampoco parece tener ideas. Tal vez tú conoces mejor a mi reservado hermanito o algo.”
“Tch, pues no sé qué podría ser,” Fudou se ofuscó. “Tampoco me importa.”
“Ehm…” Gokotai quiso decir algo, pero se contuvo. Era evidente que Fudou ni siquiera lo consideraría si se llevaba tan mal con su hermano.
“Bueno, debí esperar esa respuesta,” Namazuo se encogió de hombros. “Podría preguntarle a nee-san, ahora que lo pienso.”
“Heh, ni la fastidies,” Fudou se cruzó de brazos. “Si yo no sé, menos sabrá ella, aparte que tampoco pasa a tu hermano.”
“Uhh, sé que Yagencito es un poquito pesado, pero no es para tanto. Nee-san y él convivieron en la visita a Jiji. Hasta creo que fueron a pasear juntos al bosque un buen rato.”
“¿Qué?” ello confundió a Fudou. “No hay forma, ese par no hablaría.”
“¿P-por qué no?” preguntó Gokotai.
“Pero sí lo hicieron, si yo mismo los vi regresar del bosque,” Namazuo sonrió, y entonces lo consideró un poco. “Hmm, pero sí, tal vez no hablaron… Yagen estaba al pendiente del distraído de Higekiri, y nee-san les seguía desde atrás, no sé…”
“…” entonces, el pelimorado tuvo una mala espina. A su vez, recordó lo que Shishiou le había dicho el día de su visita a los Toushirou, sobre cómo su hermana se había visto triste hacia la noche de aquel día. “¿Será que…?”
“Fudou-san, ¿sucede algo?” preguntó Gokotai. Vio cómo este se levantó y agarró un último pan.
“Eh, gracias por la comida, me acordé de algo,” dijo con su mirada enfocada en la salida, y se fue de inmediato.
“¿Fudou-chan?” Namazuo ladeó su cabeza. “¿Qué le picó? Eso fue repentino…”
“Ehm, sólo espero que esté bien…”


Fudou se apresuró de regreso a su casa en lo que comía nerviosamente el pan que se había llevado. Comenzaba a tener un mal presentimiento, por la actitud de su hermana y esa breve confrontación que había tenido durante el picnic. Algo estaba fuera de lugar y se aseguraría de preguntarle.

A su vez, por algún motivo, el dato que Namazuo le había dado sobre algo ocurriendo en aquel lugar regresaba a su cabeza persistentemente. Era casi como un deja vu, pero lo ignoró a favor de lo que demandaba más su atención en el presente.

Al llegar, pasó por la cocina, donde vio a su hermana tomar un refresco en lo que miraba distraídamente por la ventana.

“¿Estabas afuera?” le cuestionó esta con un mínimo dejo de sorpresa, pero rápidamente lo olvidó y volvió a mirar al exterior. “Realmente te reseteas cuando no tomas alcohol.”
“Tch, no me distraigas,” Fudou fue a la mesa que ocupaba y le encaró. “Dime, sobre esa visita que hiciste el domingo pasado…”
“¿Qué?” ella le miró de soslayo y con una gran intensidad que emanaba peligro. “Condéname como pervertida una vez más y no saldrás vivo de aquí.”
“¡E-espera, bruja, no es eso!” exclamó incómodo e impresionado. “¡Quiero saber si es que algo pasó ahí!”
“¿A qué te refieres?” le observó con cierto escepticismo.
“El neurótico me acaba de decir que te vio pasear con Yagen por el bosque,” frunció el ceño. “Por el intercambio de los dos de hace una hora, algo pasó entre ustedes, ¿no es verdad?”
“…” ella entrecerró sus ojos. “¿Y qué si algo pasó?”
“…” el chico se vio mínimamente inquieto.
“Tuvimos una discusión, nada más. No es algo que te concierne.”
“Tsk, lo sabía…” él vio a su hermana regresar su atención hacia la ventana con aparente indiferencia, pero estaba pensativa. Ella no podía negarlo. Él mismo no podía obviarlo con todos sus sentidos funcionándole como en el presente. Ante ello, Fudou apoyó sus dos palmas sobre la mesa para hacerle prestar atención. “Ni idea de qué habrán hablado, pero no dejes que ese idiota se meta en tu cabeza, ¿has entendido?”
“¿Qué haces preocupándote por algo tan trivial?” le preguntó, extrañada.
“Esa alimaña es demasiado inteligente y perversa, y lo sabes. Ahora deja de prestarle atención,” reclamó. “Él pretenderá tener la razón, y argumentos nunca le faltarán, pero tú eres lo suficientemente despierta como para dejarte llevar por ese ser detestable.”
“…” Tharja desvió su mirada con impaciencia y reserva.
“…” al verle así, Fudou supo que no era tan simple. No había sido algo tan sencillo como una discusión fastidiosa y trivial. “Nee-san… ¿qué sucedió?”
“No tiene que ver contigo. Tú no lo entiendes,” recalcó sin mirarle. “Ahora olvídalo. Dije que no es importante.”
“Tch…” este comprimió sus puños y apretó los dientes. “Ese miserable…”
“…” Tharja se alertó cuando su hermano salió corriendo de la casa.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #504: January 30, 2019, 12:46:20 AM »
66.4.


Y regresó. Yagen volvió a contemplar aquel escenario idílico que era casi una puerta al pasado para él. Era extrañamente placentero y angustiante a la vez, pero seguía volviendo. Esa mezcla de sentimientos se asemejaban a los de un vicio, una obsesión, y seguramente no había mejor nombre para ello, porque su reincidencia carecía de razón, y de propósito…

Su ensimismamiento le traicionó, puesto que no escuchó una corrida desde atrás, y recibió un golpe de lleno en la cabeza.

“Tch…” fue un dolor intenso y fulminante que le hizo agarrar su cabeza, e instintivamente saltó y giró en el aire, para encarar a su enemigo. Yagen afiló sus ojos al observar a un iracundo Fudou que parecía tener todas las intenciones de pelear contra él.
“Eres un tremendo imbécil, ¿lo sabías?” le preguntó arrastrando las palabras y sacó su tantou, para apuntarle con este. “Te lo diré constantemente, pero estoy convencido que nunca me oyes.”
“Tú eres el imbécil aquí, Fudou,” declaró el doctor, severamente. “No sabes con quién te metes.”
“Heh, tienes mucha arrogancia si piensas que eres más fuerte que yo…”
“¿Y a qué le debo esta desagradable sorpresa?” preguntó con firmeza y frialdad. “Dudo que tu desordenada y frívola actitud te haya vuelto agresivo sin razones…”
“¡Contéstame!” exclamó con ira, cortándole. “En esa visita del domingo pasado, ¿le hiciste algo a mí hermana?”
“…” Yagen alzó una ceja, con leve impresión por las acusaciones. Sin embargo, no se reservó. “Admitiré que nos encontramos en medio de una caminata por el bosque, y tuvimos una breve discusión, pero no es nada que merezca tu atención.”
“Tsk, cállate…” Fudou rechinó sus dientes y arrugó su rostro. “Una discusión es algo que le dejaría insultándote o de un mal humor que me enfermaría notar, pero esto es distinto. Ella está callada, torturada…” entrecerró sus ojos. “Y te conozco demasiado bien. Esto es tan típico de ti.”
“…”
“Tú eres el tipo de persona que sabes cómo lastimar a otros y dejarles sin palabras. Sabes qué botones apretar y cómo aprovecharte de sus debilidades,” apretó el agarre de su arma y la agitó. “Esto es completamente tu obra, ¡no te atrevas a negarlo!”
“…”
“Y juro que…” se estremeció de cólera. “¡Si te metes con ella, te metes conmigo! ¡Pelearé contra ti si tengo que hacerlo, pero más te vale que deshagas lo que sea que hiciste!”
“…”
“…” le miró con odio y temblando mínimamente. El doctor se mantenía observándole completamente inmutado y desconectado de lo que decía. Le indignaba, le hacía sentirse impotente… le hacía maldecir el pasado. “…tú siempre has sido un genio idiota… pero al menos antes solías ser considerado y responsable…” desvió su mirada. “Era obvio. A diferencia de ti, yo sí recuerdo el pasado.”
“…”
“Tch… a veces creo que no son tus hermanos quienes se olvidaron a sí mismos…” bajó su arma, pero le miró con condena y desaprobación. “…no eres ni una sombra de lo que fuiste, Yagen.”
“Podría decirte lo mismo,” finalmente, Yagen cruzó sus brazos y le contestó con una inquebrantable inmutabilidad. “Actúas como un tonto, como si no te dieras cuenta de las cosas, como si odiaras a toda mi familia y como si no te importaran los demás. Te desperdicias con tu propio vicio,” negó. “Debe ser incómodo y vergonzoso, pero también liberador…” le regresó la mirada desaprobatoria. “…degradarte constantemente…”
“Cállate, tú no sabes nada sobre mí.”
“Lo mismo digo. No pretendas comprenderme.”

Siguió un momento de silencio sepulcral, mientras los dos se observaron fijamente. Palabras no faltaban. Ellos nunca llegarían a un entendimiento. Había una brecha profunda entre ambos que no pretenderían reparar y que era irremediable.

“…” Tharja les observaba a corta distancia.
“Sé que pierdo mi tiempo hablándote, no dejaré que te metas en mi cabeza,” Fudou volvió a apuntarle con su tantou. “Ya, ¿sobre qué hablaste con mi hermana?”
“No te concierne,” comentó inmutado y desviando su mirada con indiferencia.
“¡Eres un idiota si pretendes ignorarme!” caminó donde el otro, iracundo. “¡Más te vale que me contestes o te daré una paliza!”
“Eres tú el arrogante si te crees más fuerte que yo, Fudou,” digo tranquilamente.
“¡Eso lo veremos!” le gritó a una corta distancia. Fudou sintió el impulso de atacarle y comenzar una pelea, pero algo un poco imprevisto ocurrió. Tharja, quien pasó desapercibida, les dio el alcance, les agarró de sus nucas y estrelló sus frentes con fuerza.

Ese golpe sorprendió al par, quienes cayeron sentados al piso y agarrando sus cabezas con pesar.

“Ihh… b-bruja… ¿qué haces…?” dijo Fudou, afectado.
“Déjense de discusiones, ustedes…” dijo la mayor con disgusto. Tharja se cruzó de brazos y desvió su mirada. “Este es un enfrentamiento que no tiene sentido, Fudou.”
“Tch, ¿qué quieres decir…?”
“No te preocupes por mí o intentes defenderme. Yagen y yo tuvimos una discusión ese día, pero fue mi culpa,” la chica hundió sus ojos en sombras. “Él más bien comenzó el diálogo de manera cordial, incluso habló de una anécdota del pasado… por eso es desagradable para mí que tú te veas forzado a defenderme.”
“¿Qué dices?” Fudou se vio perplejo, y vio a Yagen levantarse, lo cual también hizo. De todos modos, no se vio convencido. “Sí imagino que podrías haber empezado, pero…”
“No hay peros, ahora dejen de discutir,” recalcó molesta e incómoda. “¿Por qué de la nada te molestas en atenderme, Fudou, por algo que realmente no viene al caso?”
“Nee-san…”
“…” Yagen negó y sonrió frustrado. “No, Fudou tiene algo de razón, Tharja. No es justo que te responsabilices por lo que pasó.”
“…” ella le miró de reojo.
“Habrás sido tú quien comenzó con la discusión, pero yo lo continué, y lo hice peor. Como él bien ha dicho, sé cómo apuntar a los puntos débiles de las personas,” se encogió de hombros y les dio la espalda para mirar al campo de flores. Sabía que eso le dejaba propenso a otro ataque, pero estaba seguro que no volvería a ocurrir. Mantuvo su sonrisa. “Entendí claramente tu animosidad dirigida a mi persona, y supe que lo mejor sería cortar con el diálogo de un modo permanente. Es lo más saludable para ambas partes.”
“¿Y qué fue lo que le dijiste, miserable?” preguntó Fudou, comprimiendo sus puños.
“Aparte de reafirmar el odio y el recelo de tu hermana hacia mí, nada de importancia,” se encogió de hombros. Yagen también había aprovechado aquel secreto de Tharja para incrementar su incomodidad y vulnerabilidad, pero era un secreto que Fudou no sabía, y por ende no iría a mencionarlo. “Pero, por más incómodo que sea aceptar las falencias de uno, no es nada que debería sorprenderte, Fudou. No he estado en buenos términos con ustedes desde hace muchos años, así que esos sentimientos son entendibles. No esperaría nada menos de ustedes y están en su derecho de menospreciarme,” le miró de reojo. “¿No es así?”
“Tch, al menos borra tu altanera sonrisa, animal…” Fudou se estremeció de ira. “No comprendo cómo tu familia puede ser tan ciega como para no odiarte como te lo mereces.”
“Es algo que yo mismo no entiendo, en fin…” Yagen regresó su atención al campo y dejó que el incómodo silencio hablara por él. Con lo sucedido hace alrededor de una semana y la presente conversación, el par debía comprender que lidiaban con un caso perdido.

O eso pensó.

“No te odio, Yagen,” dijo Tharja, repentinamente, y hundiendo sus ojos en sombras. “Sí he tenido muchos reclamos que darte todos estos años… ¿pero por qué te odiaría por todo eso?”
“N-nee-san…” Fudou se sorprendió por esa inesperada honestidad y vulnerabilidad de su fría y hostil hermana.
“…” Yagen le miró de reojo.
“Te conozco de toda tu vida. Ustedes dos se conocen desde que tienen uso de razón,” siguió narrando, con leve amargura y gran desolación. “Les cuidaba cuando sus padres y hermanos mayores estaban fuera de casa, a ustedes tres… tú y Atsu fueron como mis hermanos menores también, y Fudou fue tan cercano a los dos…” comprimió sus puños. “¿Por qué todo eso tuvo que arruinarse por un solo suceso en el pasado…? ¿…por qué quieres ahora romper con toda comunicación por una sola discusión que tuvimos?” se estremeció. “…detesto cómo los humanos podemos ser tan egoístas…”
“…” su hermano estaba en shock y visiblemente preocupado. Su inquietud incrementó al ver una lágrima deslizarse por el rostro de su mayor. “Nee-san… ehh…”
“Verles cómo están ahora, cómo se aíslan de los demás, cómo se lastiman… sobre todo, cómo ustedes dos ahora se odian a muerte y no dejan de atacarse… rompe mi corazón…” se abrazó a sí misma. “Me siento en los zapatos de Ichigo, en cómo yo les fallé en algún momento crucial… cómo todo es mi culpa…”
“Tch…” Yagen frunció el ceño.
“Yagen…” Tharja comprimió sus puños brevemente y alzó su mirada. Tenía los ojos llorosos, pero su severidad no había cedido. “Más aún, me duele que me hayas creído capaz de odiarte luego de la conversación que tuvimos. No soy tan superficial.”
“…” él desvió su mirada.
“Nunca seré capaz de odiar a ninguno de ustedes, y sé que tú tampoco nos odias. Tendrás tus razones para hacer lo que haces, y te condenaré por ser tan idiota, pero no te odiaré por eso.”
“…”
“Nee-san, suficiente,” le pidió Fudou, preocupado. Él sacó un pañuelo y se lo extendió.
“…” la mayor se vio mínimamente sorprendida por la oferta, pero lo tomó. “Pensé que habías dejado de ser tan formal desde que te has vuelto borracho.”
“Tch, no me tomes el pelo ahora, sécate los ojos,” él comprimió sus puños. “Y no te sientas responsable de nosotros. Deberías darte cuenta de lo ineptos que somos…” desvió su mirada. “Tuviste la mala suerte de ser cercana a los que les defraudaron…”
“Esa no es la conclusión que quiero que saques de lo que he dicho…”
“…” el chico se vio incómodo. No se veía propenso a concluir algo distinto.
“…esto fue difícil para ti, Tharja, lo admitiré,” dijo Yagen. El doctor se mantuvo tranquilo, pero sus ojos evadieron al par. “Lamento haberte causado tantas incomodidades. También, lamento que hayas tenido que sentirte tan identificada con nosotros. Nada de lo que sucedió ha sido tu culpa. Las cosas se dieron así, y seguiré siendo el principal responsable de nuestro conflicto. Eso es todo.”
“…” Tharja se vio extrañada por esa última frase, esa tendencia del doctor de insistir en el conflicto y la distancia, y también de responsabilizarse por ello.
“Te habrás disculpado, pero es obvio que no te ha afectado en lo absoluto,” se quejó Fudou. “¡Y habré dicho que los tres somos un desastre, pero al menos he sido más competente que ustedes!”
“…” Yagen le miró, regresando a su inmutabilidad. “Es verdad, tú apoyaste a Gotou en nuestra ausencia. Sin duda fuiste un buen hermano mayor para él cuando necesitó de uno.”
“Odio tu estúpida indiferencia. Nunca les perdonaré por haber abandonado a su hermano en un momento tan importante, y tú sobre todo te comportaste como un maldito demonio con él. Nee-san dirá que no te odia, ¡pero yo sí y tampoco lo olvidaré!”
“…”
“Detente, Fudou,” espetó Tharja. “No hay punto de seguir dándole vueltas al asunto.”
“Tch, lo sé, a él no le importa lo que le digo…” comentó a regañadientes.
“En fin, creo que todo se ha quedado claro,” dicho esto, Yagen miró a Tharja con una sonrisa frustrada. “Como Fudou bien dijo, no te sientas responsable por nosotros. Tampoco esperes que nuestra dinámica cambie. Tendrás que ser paciente.”
“¿Ah? ¿Ya te vas?” el pelimorado le vio darse media vuelta y caminar para internarse más en el campo. “¿Qué tienes con este estúpido bosque como para esfumarte a cada rato?”
“Nada importante.”
“Sí, seguro que no lo es y sólo lo usas de excusa para evitar a tus hermanos,” rodó los ojos. “No entiendo por qué tu neurótico hermano habrá dicho que tienes alguna conexión con este lugar.”
“…” ello detuvo a Yagen, quien le miró de reojo. No podía ser. “¿Qué quieres decir?”
“Y de la nada te importa lo que te digo, ¿ah?” de todos modos, Fudou alzó una ceja. Había dado en el clavo, y también sintió un mayor deja vu que antes. “No sé qué es lo que tú podrías tener que ver con este lugar que tus hermanos no…”

Entonces, su cuerpo se congeló y su sangre evacuó su cabeza ante el recuerdo de una antigua narración de trece años de antigüedad. Las piezas se conectaron e hicieron un coherente e irrefutable sentido. La fijación en el doctor de ir a ese punto y estar en constante vigilia del bosque, en escaparse, en ensimismarse… la descripción del campo de flores, la mención de un club social frente a las casas…

“M-mierda…”
“…” Yagen frunció el ceño.
“¡Mierda, Yagen!” exclamó perturbado y en shock. “¡¿A-acaso este es el bosque donde-?!”
“No sé de qué estás hablando,” el doctor le cortó, con firmeza. “No necesitas hacer un escándalo, cual sea tu motivo.”
“¡¿Ni me lo dejarás decirlo?! ¡No lo niegues!” le apuntó. “¿Entonces por qué Ritsu diría que tienes una conexión con el bosque?”
“Tch…” Yagen entrecerró sus ojos. Comprendía, por la acusación y su propia reacción, que no podría negarlo. “Terminó siendo más entrometido de lo que pensé…”
“Entonces sí es el lugar…” Fudou abrió sus ojos como platos.
“¿Qué está sucediendo aquí?” preguntó Tharja, confundida. “Explíquense…”
“¡Idiota!” Fudou exclamó, iracundo. “¿Por qué entonces no se lo dices a tus hermanos? ¡Esto es asunto de todos ustedes!”
“…” cerró sus ojos y se cruzó de brazos. “No, no lo es.”
“¡Lo es, maldición! ¡Has tenido a tus hermanos jugar en este jardín y recoger flores sin estar conscientes de lo que este sitio significa! ¡¿Acaso no tienes decencia alguna?!”
“…” Yagen miró a un costado del piso, meditativo.
“¿Qué hay con esa actitud? ¡Respóndeme!”
“Baja la voz, Fudou.”
“¡¿Qué cosa?!”
“Escúchame,” el doctor le miró con severidad y molestia. “Ellos han organizado este viaje y cubierto todas las respectivas necesidades sin mi conocimiento, con el fin de disfrutar de un placentero viaje en familia. A estas alturas, lo que ocurrió aquí es un lamentable suceso que no debería incomodarles o arruinarles el presente,” desvió su mirada, con mínima desdicha. “Atsu y yo somos los únicos que recordamos, y estamos dispuestos a cargar con esto por nuestra cuenta. Es nuestra responsabilidad.”
“Tch…” a Fudou se le heló la sangre. “No… ¿qué les da el derecho de decidir por todos sus hermanos? Sólo están imponiendo su cerrado parecer. ¡Sólo están siendo egoístas!”
“Más bien, les estamos resguardando de algo que no es culpa de ellos…”
“¿Culpa…?”
“Fudou, más te vale que no se lo digas a nadie,” recalcó el doctor, con una helada ira. “Estoy consciente de la angustia de Ichi-nii y de mis hermanos en general de velar por la familia. Él en particular tiene varias inseguridades, y sé que yo soy una de ellas. No pretenderé darle algo más de qué preocuparse.”
“Tch…” bajó su mirada y se tensó. Recordar ese pasado le hizo acordarse de varias vivencias y todos los desencadenantes de aquel suceso que ese par de Toushirou intentaban mantener secreto de toda la familia. Había sido la primera tragedia en sus vidas, y la que empezó la serie de malas fortunas con las que nunca terminarían de lidiar. Sabía que hablaba con una pared, pero estaba en desacuerdo. Por lo cercano que Yagen era a ese suceso, Fudou sabía que no estaba en su derecho ni contaba con la habilidad de decidir con prudencia. “Idiota…”

Fudou corrió de regreso hacia la zona residencial. Ante ello, Yagen sólo pudo mirarle, sabiendo que el asunto ya se había escapado de sus manos, pero no se inmutó y volvió a caminar para adentrarse más en el campo.

Tharja miró al par y, sabiendo que no podía sacarle nada al Toushirou, siguió a su hermano.




La chica regresó a su casa y fue a la habitación de su hermano. Cómo lo esperó por el comportamiento meditativo que había demostrado, Fudou no tuvo el arranque de ir a los demás y se resguardó para pensar antes de hacer cualquier acción. Ella vio al pelimorado sentado sobre su cama y abrazando sus piernas, con sus ojos fijos en la frazada. Este no se inmutó cuando se sentó al pie de la cama.

“Fudou, ¿qué es lo que sucede?” le preguntó.
“…el hecho que me lo preguntes sólo lo hace peor, nee-san… ¿acaso nadie ha pensado en la remota posibilidad de que han regresado a este mismo bosque…?” preguntó en voz baja. “Eso es lo malo en esta familia… en un intento de mantenerse positivos y de seguir hacia delante, se olvidan del pasado…” apoyó su mentón en sus rodillas. “…y los pocos que saben del pasado no quieren compartirlo con nadie…”
“…” era algo serio, no había duda. “Esto… es anterior al fallecimiento de los señores Toushirou, ¿verdad?”
“Es incluso anterior a la muerte de nuestros propios padres… fue hace trece años.”
“¿De qué hablas…?”
“Midare…” Fudou dejó de abrazar sus piernas y miró a su hermana fijamente. “Ese nombre, ¿te suena familiar?”
“…” ello dejó en shock a la otra.
“Este bosque, ese campo de flores, es donde Midare Toushirou se extravió hace trece años, y fueron Yagen y Atsu las últimas personas que estuvieron con su hermano antes de desaparecer,” resumió. “Te acuerdas del hermano perdido, ¿no es así?”
“¿Me estás diciendo que Ichigo y los demás han regresado al lugar de su desaparición sin estar conscientes de ello?”
“¿Ves lo increíble que esto me resulta?” Fudou resopló y negó repetidamente. “Entiendo que fue hace mucho y que los mayores padezcan de amnesia, pero al menos deberían haber estado informados de todo lo referente a esto,” entrecerró sus ojos. “Como mínimo, Gotou y Shinano deberían saber… esto te deja entender el silencio que el par de idiotas han guardado con respecto a su hermano perdido…” bajó su mirada. “Y lo culpables que se sienten…”
“…” ello entristeció a la mayor. “Yo también debería de haberlo sabido…”
“Claramente fue un tabú para todos, un tema sensible, algo que nunca quisieron discutir,” Fudou se encogió de hombros. “Y tanto Yagen como Atsu siempre han sido necios y reservados. Nunca les vi hablar de este tema con sus hermanos, ni con sus propios padres…” entonces, volvió a abrazar sus piernas y bajar su mirada. “…pero sí lo conversaron conmigo algunas veces… reconstruyeron la escena, me explicaron qué ocurrió… cómo hubo tantos esfuerzos y un grupo de búsqueda se instaló en la reserva… pero nunca encontraron a Midare… y cómo ellos asumieron la culpa, por más que yo crea que no se lo merecen. Sólo tenían seis años…”
“…”
“Tsk, ese par terminó siendo unos idiotas, pero al menos les extiendo simpatía… han vivido cargando ese remordimiento.”
“…”
“Los dos cambiaron desde ese suceso. Se convirtieron en personas estudiosas, intentaron todo lo posible por superarse y mejorarse. Supongo que ello eventualmente les hizo tan distantes…”
“Fudou…” Tharja miró al piso. Por más oculta que la vivencia se haya vuelto, entendía la gravedad de la misma. No era como si esos dos hermanos quisieran olvidar aquel recuerdo, ellos querían ser los únicos encargados de mantenerlo vivo. Tampoco era como si no importara, más bien todo lo contrario. Era demasiado personal como para hablarlo con otras personas. “Con respecto a la discusión que tuve con Yagen…”
“…” le observó.
“Le reclamé por su constante ausencia, e hice el comentario de que Atsu era igual que él, lo cual él refutó. Yagen me dijo que yo no sabía el motivo por el cual Atsu se había ido, y que no podía juzgarle. Ante ello, no le creí, y le acusé de poner excusas. Eso fue lo que causó la discusión.”
“Ya veo,” Fudou se encogió de hombros y adoptó una actitud más indistinta. “Veo que ese Yagen sigue teniendo consideración al menos con Atsu, considerando lo cercanos que fueron. También, Yagen siempre estuvo convencido que la obsesión que este tuvo de enlistarse al ejército y seguir el entrenamiento militar desde temprana edad fue por la desaparición de Midare. Sí recuerdo a Atsu mencionar dicho entrenamiento con frecuencia, y también fue muy afectado por lo que ocurrió. Se lo tomó personal, siempre quiso decir que fue el principal responsable. No me sorprendería que sí haya sido su motivo de irse.”
“Tsk…”
“Pero eso no importa, nee-san,” Fudou le miró con incomprensión. “Un problema de mayor magnitud ocurrió con el fallecimiento de sus padres, y ninguno de los dos estuvo presente en el momento más importante. Atsu se habrá comportado de manera más civil y responsable, y sí ayudó a Gotou por una temporada, pero fue poco y demasiado tarde. No pretenderé justificar a ninguno de los dos.”
“Ese es tu parecer, Fudou,” dicho esto, Tharja se levantó.
“¿A dónde vas?”
“Por lo que me cuentas, este es un trauma severo del pasado para Yagen. No debería quedarse solo,” afirmó. “Por más que nadie más lo sepa, le acompañaré.”
“Haz lo que quieras…” el otro desvió su mirada con leve fastidio.

El chico oyó a su hermana retirarse y cerrar la puerta. Seguido a eso, hubo un abrumador silencio, y pretendió recostarse en su cama para distraerse y olvidarse del asunto, pero no, no podía. Sus pensamientos inundaban su mente y le agobiaban constantemente. Al mismo tiempo, seguía en desacuerdo con ese secretismo de parte del doctor y con el hecho que los otros Toushirou presentes no estaban conscientes del asunto.

“No, no me importa, no es mi tema…” se dijo a sí mismo y agarró su almohada para cubrir su rostro y hacer un poco de oscuridad con la cual podría dormir. Se intentó quedar quieto. Al no poder conciliar el sueño, cambió bruscamente de posición, pero tampoco pudo. Sus pensamientos no le dejarían en paz, y terminó levantándose. “¡Maldición!”




Tharja retornó al campo de flores y vio a Yagen de pie y frente al inmerso árbol hacia el fondo del espacio, dándole la espalda. La bella imagen de esa naturaleza que se mecía con la brisa invocó una indescriptible desolación, y le hizo avanzar donde el menor. Este detectó los pasos acercarse y se giró.

“…” la chica frunció el ceño. Era Yagen con su inquebrantable inmutabilidad de siempre. Dudaba que existiera alguien capaz de leer aquel nulo semblante.
“¿Qué te trae de vuelta, Tharja? Pensé que habíamos terminado de hablar.”
“Yagen…”
“Fudou te contó lo que sucedió aquí, ¿verdad?”
“…” asintió, cabizbaja.
“…” el doctor sonrió suavemente y retornó su mirada hacia el árbol frente a los dos. “Fue inevitable, ¿no es así?”
“No me dijo los detalles, pero sé qué pasó…” se abrazó a sí misma, incómoda.
“No tienes por qué afligirte por mí…”
“…”

Corrió una brisa fuerte que agitó las hojas de los árboles y levantó pétalos de flores. Esos sonidos se callaron en poco tiempo, y se retorno al silencio, como si nada hubiera sucedido.

“Fue en un viaje familiar, uno distinto, por ser la primera vez que Atsu, Midare y yo salimos a pasear al bosque,” dijo Yagen, con una voz tranquila y sin borrar su sonrisa. “Gotou se enfermó de fiebre y no vino con nosotros. Shinano y los demás eran muy jóvenes. Mi madre se quedó en casa cuidando de ellos…”
“…”
“Mi padre había venido a esta reserva varias veces en su vida. Era un lugar importante para él. Ichi-nii lo mencionó antes de venir. Seguramente lo averiguó de los diarios de mi padre, los que nosotros cuatro no hemos escondido de los demás…”
“…” frunció el ceño. Fudou tenía razón. Los pocos hermanos que recordaban el pasado se encontraban atesorándolo y ocultándolo a costa de todo.
“Llegó un momento, en este mismo campo de flores, en el cual uno de los ayudantes de mi padre le pidió que acudiera a una llamada de emergencia referente a asuntos de los negocios familiares. Por ello, él y nuestros mayores nos pidieron que fuéramos con ellos, pero queríamos jugar y nos rehusamos. Entonces, nos hicieron prometer que nos quedaríamos aquí, y nos cuidaríamos mutuamente, y con ello nos dejaron solos…”
“Esas son tonterías…” se quejó la chica, decepcionada y fastidiada.
“Estuvimos bien un buen rato. No puedo juzgar cuánto habrá sido. El tiempo es más lento para los niños,” Yagen hizo una pausa y ensanchó su sonrisa. “Entonces, surgió la idea de una carrera, desde el campo de flores hasta el puente colgante por el desfiladero del río. Esa carrera ocurrió, y Atsu y yo corrimos lo más rápido que pudimos. Era un camino que habíamos recorrido con nuestros hermanos el día anterior, y que creímos conocer perfectamente.”
“…” Tharja esperó un poco, pero el otro no siguió con la historia de inmediato, y tuvo que cuestionarle. “¿Qué pasó después de eso, Yagen?”
“Este campo de flores es el último lugar donde vi a Midare,” comentó tranquilamente. “Sabemos que nos siguió, pero no hasta qué altura, o dónde pudo haberse quedado. No tengo más que decir, lamentablemente.”
“…”
“Era un niño de cuatro años compitiendo con sus hermanos mayores por un sendero accidentado y traicionero, cerca del acantilado del río. Uno sólo puede imaginarse qué fue lo que ocurrió,” miró hacia arriba, al impresionante árbol. “A nosotros dos también nos pudo haber ocurrido algo por semejante imprudencia, pero no fue así, y nos quedó la obligación de buscar a Midare. Quisimos resolverlo entre los dos, pero no pudimos, y pasó un considerable tiempo antes de reencontrarnos con nuestro padre o nuestros hermanos. Se hicieron los esfuerzos necesarios, pero nada de eso nos permitió encontrar a Midare. Recuerdo haber venido a este mismo punto muchas veces, y siempre ser dado la bienvenida por este árbol. En verdad… somos diminutos en comparación.”
“…”
“Esa es la historia, Tharja.”
“¿Por qué no dijiste nada?”
“Mis hermanos mayores no recuerdan, los menores fueron muy jóvenes… este es un recuerdo que me corresponde solamente y no quise imponérselo a nadie más. Este lugar es… realmente hermoso, después de todo.”
“Tsk…”
“Hmhm…” Yagen rió para sus adentros y le miró de reojo, con una frustrada sonrisa. “No hay punto de evadir lugares irracionalmente por conveniencia personal. Es más saludable enfrentarse a sus propios errores, y también ha sido una invaluable oportunidad para mí, para meditar sobre mi pasado…”
“…”
“De igual forma, es un tributo a mi querido hermano, a quien llevo extrañando ya trece años y a quien quisiera volver a ver, si no es un deseo imposible de conceder,” recogió un diente de león del piso y lo llevó a la altura de su rostro. “Un campo de flores se le atribuye a la perfección. No puedo recordarle del todo, pero siempre se le reconoció por poseer una belleza natural. Mi madre fue muy apegada a él…” un viento sopló que comenzó a desprender las semillas. “Y creo sentir su propia esencia en este lugar. Puedo casi transportarme a aquel momento en el cual estuvo presente junto a nosotros, recogiendo unas flores con las cuales Honebami le iba a hacer una corona, ni bien regresara…”
“…” se estremeció un poco. “Perdón…”
“No, como dije, no te aflijas por mí…” Yagen negó.
“Entonces… Atsu… si lo entiendo apropiadamente… el razón por la que se fue…”
“Estuviste hablando con Fudou al respecto, ¿verdad?”
“…” desvió su mirada. “Eres demasiado despierto.”
“Lo que ocurrió aquí le ha perturbado desde entonces,” comentó inmutado. “Él asumió la culpa de todo.”
“¿Por qué?”
“Motivos,” Yagen marcó su respuesta para dejarla sin explicaciones.
“…”
“Él tampoco lo dijo en voz alta, pero lo comprendí. Yo siempre fui capaz de leer sus pensamientos,” se encogió de hombros. “En sentido figurado, por supuesto.”
“Fueron los gotas de agua, lo recuerdo…”
“Fue por ello que se marchó y comenzó su entrenamiento militar antes de tiempo. Él siempre admiró a nuestro padre y quiso ser tan fuerte y respetable como él,” bajó su mirada, sonriendo. “También deseó entrenar hasta volverse lo suficientemente capaz para protegernos y prevenir que nada como esto volviera a suceder.”
“…”
“Me pregunto si ya se habrá dado cuenta que ese es un deseo imposible…”
“…”
“…” Yagen ensanchó su humilde sonrisa y caminó para acercarse más al árbol y observar sus ramas desde un ángulo más oblicuo. “Nosotros somos apenas unos granos de arena en comparación con este mundo, con este árbol que ha visto a generaciones de humanos caminar debajo de su sombra. Es imposible siempre resistirse ante lo que la vida misma dicta…” extendió una palma hacia el árbol. “Esta naturaleza, tan delicada, tan intangible, nos bendice de piedad para dejarnos existir por un corto periodo de tiempo, luego del cual reclama nuestras vidas y libertad bajo su propia discreción. Sólo espero que, cuando Atsu se dé cuenta de esta verdad, esté en paz con ella.”
“Yagen…”
“En el fondo, somos dichosos de ser impotentes. Nosotros, como meros humanos, seríamos aplastados por la presión de responsabilidades mayores. Mientras mi hermano sea capaz de identificarse con sus limitaciones y aceptarlas como una parte de sí, será capaz de continuar y llegar a su verdadero potencial. Ello le permitirá alcanzar la convicción que necesita, la que le dejará cuidar de nuestra familia como siempre lo quiso hacer…”
“…” se deprimió. Eran palabras serenas y humildes, pero que invocaban una gran tristeza en Tharja. Observó al doctor mantener su sonrisa, pero sabía que sus sentimientos debían ser mucho más complicados que sus expresiones. Estaba preocupado por su hermano, de eso no había duda.
“Como siempre me lo recordarán, fue Gotou quien dio frente por nuestra familia hace nueve años, e hizo un envidiable trabajo. Él, a diferencia de nosotros, nunca tuvo ambiciones grandes, talentos únicos o metas inigualables, y sólo deseó ser un hermano responsable para nuestra familia,” comentó Yagen, con leve ironía. “Fue su sencillez y humanidad lo que le llevó adelante, y lo que le hizo a hacer mucho más que nosotros. Espero que Atsu regrese pronto y me demuestre esa misma actitud.”
 “¿Y qué hay de ti, Yagen?” preguntó Tharja.
“Hmhm… qué hay de mí, ¿verdad?” se vio entretenido. “Nada en lo absoluto.”
“¿Qué significa eso?” le miró con desconfianza. “Tú también te sentiste responsable por la desaparición de tu hermano, como puedo entender…”
“Sí, no lo negaré,” afirmó, manteniendo su sonrisa.
“…” se molestó. Entendía que sus sonrisas no tenían significado.
“Yo no soy necesario como un apoyo a mi familia, no me considero importante. Yo tengo mi propio rol, mi propia vocación. Lo que me propuse después de la desaparición de Midare fue convertirme en algo en lo cual ninguno de mis hermanos sería capaz de convertirse, en caso fuera a ser necesario…”
“¿Y qué vendría a ser eso?”
“Un doctor, un científico, supongo…” Yagen negó. La verdad era más cruda… “Seguramente te estoy fastidiando con mis palabras, Tharja. Mis disculpas. Quisiera que no compartieras esto con nadie. Al menos mantén lo que te dije sobre Atsu en secreto. Debería ser él mismo quien se lo comente a los demás.”
“…” dio un suspiro. “Entiendo, pero deberías decirles la verdad sobre este lugar.”
“Esta es una memoria que me corresponde únicamente, como dije antes. Recordarles de este evento tan triste en medio de un viaje tan alegre sería desconsiderado.”
“…”
“Ya no te preocupes al respecto…” finalmente, Yagen se dio media vuelta para retornar hacia el área de las casas, y al hacer eso, mostró una considerable sorpresa.
“¿Qué ocurre?” Tharja se giró también, y lo comprendió. A pocos metros estaban Ichigo y Fudou, quienes al parecer habían escuchado casi toda la conversación.


“Yagen…” Ichigo demostró gran aflicción y se acercó a su hermano. “¿Por qué? ¿Por qué has tenido que ocultar esto de nosotros?” le preguntó con tristeza y desolación, sin una pizca de fastidio. Más bien, se encontraba sumamente preocupado.
“I-Ichi-nii…” Yagen dio un paso hacia atrás, y miró hacia Fudou.
“…” este le devolvió una mirada inmutada, se dio media vuelta, y se marchó de regreso.
“¿Fudou te contó lo sucedido?” preguntó la chica.
“No…” Ichigo bajó su mirada. “Él fue a la cocina y me dijo que le siguiera, que tenía algo importante que oír. Así fue como los dos llegamos aquí…”
“…” por primera vez, el doctor se había quedado sin palabras, y desvió su mirada con impotencia e incomodidad. Nunca esperó que su hermano fuera a escuchar esa conversación.
“Yagen… realmente hay tanto que quisiera decir o preguntar, pero siento que nunca seré capaz de expresarme a plenitud,” confesó el peliceleste, llevando una mano a su pecho. “Lamento que la desaparición de nuestro hermano haya ocurrido de aquel modo, con un descuido tan injustificable de nuestra parte…”
“No, tú no eres responsable, Ichi-nii…” Yagen se inquietó.
“También me apena oír lo que Atsushi y tú tuvieron que pasar por este suceso, y cómo afectó sus vidas. Sólo puedo imaginar lo que ustedes sintieron cuando se enteraron de la organización de este viaje, o el hecho que no hayas podido compartirlo con nadie.”
“…”
“Y entiendo que esta era una conversación ajena y que no me correspondía oír. Sé que tú siempre estás velando por nosotros a tu manera, por más ausente que parezcas, cuando en verdad eres quien más está presente para algunos sucesos importantes, como este… Yagen,” Ichigo se arrodilló frente a su hermano en pleno tumulto emocional.
“¿Q-qué estás haciendo, Ichi-nii…?” preguntó el doctor, sorprendido.
“Ichigo…” Tharja se vio preocupada.
“No hay forma que un recuerdo tan amargo y tan trágico sea placentero para nadie, pero, por favor, déjanos compartirlo contigo,” le pidió con humildad y urgencia. “Déjanos saber más sobre los sucesos de aquel día. Comparte a Midare con nosotros y cuéntanos todo lo que recuerdas sobre nuestro hermano. Eso significaría el mundo para mí. Quiero conocer más de ese preciado pasado, quiero sentir esta tristeza que es tan valiosa para ustedes. Por favor…”
“…”

Yagen observó a su hermano mayor frente a él, reducido, consternado, identificado con su sufrimiento, pero en ningún momento recriminándole por su silencio o sus acciones. Era incómodo, inconcebible, y tan natural a la vez.

Su perfecto hermano mayor, proveniente de su perfecta familia, le aceptaría sin condiciones algunas. Todos eran demasiado brillantes para él, para un demonio como él, pero era la realidad que le tocaba vivir en el presente. Se rindió y recobró su compostura. Tendría hacer una tregua temporal con tal de velar por su familia.

“Lo entiendo, Ichi-nii. Así será,” afirmó, y le extendió una mano. “Ahora levántate, por favor. Estar de rodillas no te sienta bien.”
“Gracias,” Ichigo asintió y aceptó su ayuda. De pie, el peliceleste no le soltó, más bien agarró la mano de su hermano con ambas manos con firmeza.
“¿Q-qué haces?”
“Entiendo que no te gusta entrar en contacto con otros, así que significa mucho que me hayas ofrecido tu ayuda,” expresó el mayor. “Por ello mismo, yo quiero ofrecerte la mía, Yagen. Siempre has demostrado ser hábil y autosuficiente, pero somos familia y siempre estaremos gustosos de apoyarnos mutuamente.”
“Sí, lo entiendo,” Yagen se zafó y miró a su mayor con leve incomprensión. “Eres demasiado amable y preocupado desde ya. Estoy consciente de todo lo que haces, pero si sabes sobre mi fobia intenta no aprovecharte del momento,” negó ofuscado. “Namazuo es definitivamente una mala influencia para ti.”
“No digas eso,” Ichigo sonrió con torpeza. “Debo admitir que me preocupa que tengas esa reacción de mantener distancia física, incluso si siempre estás usando guantes.”
“Eso no es importante ahora, Ichi-nii,” observó tranquilamente. Entonces, desvió su mirada. “¿Cuándo pretendes decirles a los demás sobre Midare?”
“Será después del almuerzo, y quisiera realizar un pequeño homenaje a nuestro hermano en este mismo punto,” dijo el peliceleste. “Ahora, antes de regresar, me gustaría que me expliques nuevamente los acontecimientos, si no es mucho pedir.”
“Está bien, ya no hay punto de ocultarlo,” dio un suspiro. La situación se le seguía haciendo incomprensible e inesperada, pero lo mejor era responder y acostumbrarse de una vez.

Tharja observó a ese par de hermanos dialogar. Era un alivio que esa situación se hubiera resuelto, pero no podía alegrarse del todo. Había mucha oscuridad presente en el doctor, la cual desaparecía cuando lidiaba con sus hermanos, en especial con el primogénito. Estaba convencida que faltaba mucho por conocer de Yagen, pero no podía decir nada al respecto. Las cosas se verían una a la vez, y la presente merecía su respectiva atención.










Llegó la noche y todos los presentes aprovecharon las linternas de fuego que había comprado Aizen para llevar a cabo el homenaje en el campo de flores. Después de la revelación sobre el bosque donde se habían hospedado el último par de días, los demás hermanos en un inicio se sorprendieron y entristecieron, pero esa reacción no duró, y más bien los pequeños hablaron con grandes ánimos y añoranzas sobre aquel hermano que no habían llegado a conocer.

Yagen se encontró en el foco de atención por tener varias interrogantes que contestar, pero Gotou le apoyó, al también ser capaz de recordar a Midare.

“¿Cómo es Midare-niisan?” preguntó Akita.
“Es una buena pregunta,” Yagen se puso a pensar. “Solía ser el alma de la fiesta y tenía energías que contagiar a todos. Le recuerdo ser entusiasta y siempre andar emocionado por alguna idea o actividad que íbamos a hacer. Como Namazuo, pero moderado.”
“Cierto, además también le gustaba mucho escuchar música y cuidar de su estética,” observó Gotou, pensativo. “En eso se asemeja un poco a Shinano.”
“Ahh, me hubiera encantado hablar sobre cuidados de la piel y el cabello con él~” canturreó el pelirrojo.
“Se oye bien, sólo espero que no haya sido tan engreído como Shinano,” comentó Hakata, encogiéndose de hombros.
“¿Eh?” este se incomodó.
“Ah, descuida, no era así,” Gotou le restó importancia.
“Ciertamente sería difícil hacerle competencia a Shinano en ese aspecto,” Yagen asintió.
“Sí, definitivamente.”
“¡Oigan, no digan esas cosas, por favor!” reclamó Shinano, haciendo un puchero, mientras los pequeños se rieron.
“A mí también me gusta mucho la música, podríamos haber compartido muchos gustos,” comentó Houchou, ilusionado.
“Es cierto,” Hirano asintió.
“Verdad que tú también eres engreído, Houchou,” comentó Hakata.
“¡Oye!” este se molestó y luego cruzó sus brazos. “Para que entiendan, yo soy carismático, y eso es muy distinto.”
“Haha, entendemos, no te preocupes,” Maeda sonrió comprensivamente.
“¡Oh, oh, yo tengo una pregunta!” de repente, Tsurumaru se abrió pasó con una mano estirada. “¿Cómo se veía físicamente? Ustedes son más variados que premio de Kinder Sorpresa, así que tengo curiosidad.”
“¿Qué dices, Tsurumaru?” preguntó Hotarumaru, dando un suspiro. “Compórtate por favor.”
“En serio, deja de fastidiarnos, grulla,” Yagen le miró impaciente.
“Heh, alguien tenía que decir ese comentario,” dijo Akashi, entretenido.
“B-bueno, también tengo curiosidad…” confesó Gokotai, retraído.
“Midare es como Hakata,” contestó Gotou. “Es rubio y tiene los ojos azules.”
“¡Ahh, me alegra no ser el único!” ello hizo al pequeño de anteojos emocionarse. “Heh, no es un mal look, ¿verdad?”
“Sí, seguro que sí tiene una apariencia muy única…” dijo Gokotai, sonriente.
“Ehm, ¿acaso no sabían cómo se veía?” preguntó Aizen, alzando una ceja. “¿No tienen fotos de él guardadas?”
“Buena pregunta,” Akita se extrañó y pensó un poco. “No tenemos muchas fotos de aquel entonces, ¿por qué?”
“Bueno, hemos guardado varias cosas del pasado, pero sí sería lo mejor ir compartiéndolas con ustedes,” observó Shinano, sonriendo incómodo. “Supongo no sabíamos cómo se lo tomarían, pero sus reacciones tan positivas me dejan saber que ya están grandes. Prometo que les conseguiré unas fotos de Midare ni bien regresemos de este viaje.”
“Por favor, y les pido que compartan más con nosotros,” dijo Ichigo, amablemente. “Quisiera oír más de sus vivencias con nuestros padres. Pese a que ellos ya no estén físicamente, se encuentran junto a nosotros en momentos como el presente, y seguimos llevando sus deseos de unión familiar por lo alto. Seamos más inclusivos desde ahora.”
“Sí, lo entiendo, Ichi-nii,” Gotou asintió y le sonrió. “No te preocupes.”

“Todos están tan animados, es inesperado…” comentó Tharja, quien miraba al grupo principal desde un costado.
“…” Fudou estaba sentado y con su mirada enfocada en la linterna de fuego en su mano.
“¿Acaso no tienes nada que decir?”
“¿Tengo que responder ante todo lo que oigo?” preguntó con leve impaciencia. “Ellos son así. Siempre han sido fuera de lo común. No tengo por qué comentar al respecto.”
“Veo que te has vuelto huraño de nuevo.”
“Tsk, tengo muchas cosas que pensar, nee-san,” desvió su mirada. “Tengo mis propias cuestiones, ya lo sabes. Sabes que no me gusta recordar…”
“…”
“Aunque, si debo comentar algo relevante, me sorprende que hayan escogido celebrarlo con estas linternas,” observó en lo que prestaba atención a la pequeña llama en el centro de la estructura. “El fuego es un tabú en su familia, y veo como el par de gemelos mayores no están cómodos con la elección, por más que no había de otra.”
“Has hecho un buen punto,” la mayor alzó una ceja y observó a los mencionados.

“¿Seguro que estás bien?” preguntó Ai a Honebami, quien agarraba su linterna, pero la mantenía a distancia, y la observaba detenidamente. “Estoy al tanto de tu pirofobia, y lo último que necesitamos es que reacciones indebidamente ante cualquier estímulo.”
“Estoy bien,” volvió a decir Honebami, inmutado. “…es mi deber adaptarme ante las dificultades, y debo de conquistar mi mayor debilidad. Una llama de estas dimensiones no presenta ningún riesgo, debo ser capaz de comprenderlo…”
“Son motivos válidos, pero no es un momento propicio para tus esfuerzos,” comentó con leve frustración.
“…” Honebami bajó su mirada.
“…”
“Hoy he vuelto a ser inútil. Fuera de los laboratorios de Rizembool, he identificado que mi eficiencia y habilidad de análisis disminuye. Hay demasiado que no comprendo.”
“…” asintió. “He hecho la misma observación de mi persona.”
“Mi deber es ayudar a Yagen, y he vuelto a fallar.”
“No se pudo evitar.”
“¿Cómo se supone que debo ayudar cuando no comprendo la situación?”
“No sabría qué decirte.”
“¿…cómo debería ayudar cuando nadie pide auxilio?”
“Tampoco lo sé.”
“…”
“…” Ai negó y sonrió frustrado. “Nos tocará averiguarlo.”

“Ihh…” Namazuo se estremeció en lo que veía a Ichigo hablar tranquilamente con los pequeños y sonreír, pese a mantener esa linterna en una de sus manos. “A veces soy capaz de creer que Ichi-nii no tiene pirofobia. Es realmente increíble…”
“No te angusties, Nama-kun,” dijo Ritsu, sonriendo, mientras agarraba su linterna y la de Namazuo con ambas manos. “Yo me encargaré de agarrártela y te la pasaré sólo para que la sueltes al aire, ¿has entendido?”
“Muchas gracias por tu comprensión, Ritsu-chan…” dio un pesado suspiro. “También, te agradezco por haberme dicho lo de Yagen. Sin ti no estaríamos conscientes de lo que ocurrió en este sitio.”
“No, no lo menciones,” Ritsu negó y se mostró molesto. “Más bien tengo un montón que reclamarle a Yacchan. Nunca imaginé que guardaba un secreto tan severo, y hasta me pidió que no se lo dijera a nadie. Menos mal que tengo buenos instintos. También se lo deben al problemático amigo de la familia, ¿verdad? No fui sólo yo.”
“No pensé que él lo sabría. Así que Yagen y Fudou sí se conocen bien,” Namazuo negó. “A veces siento que me pierdo de demasiado. Mis hermanitos me preocupan mucho.”
“Tú tranquilo, Nama-kun,” Ritsu miró a los demás. “Parece que están por lanzar las linternas.”

“Estén listos,” dijo Gotou, en voz alta para que todos le prestaran atención.
“Sí, creo que el aire en las linternas se ha calentado lo suficiente,” Shinano asintió y sonrió animado.
“¿No sería genial si Midare-niisan fuera a ver estas linternas?” preguntó Gokotai, meditabundo.
“Ojalá podamos alcanzarle, es verdad,” Houchou asintió y sus ojos brillaron. “Son muy bonitas. Seguro le encantarían.”
“Ehh, sí sería lindo, pero no sé qué tan probable sea,” observó Hirano, un poco incómodo.
“Es cierto, no podemos esperar mucho,” Hakata dio un suspiro.
“Vamos, no pueden desanimarse tan rápido,” recalcó Akita. “Esto es por Midare-niisan. Tenemos que poner todos nuestros ánimos.”
“Tienes razón…” Maeda asintió, aunque se vio un poco triste. “Aun así, sí es improbable que fuera a ver esta dedicatoria de nuestra parte… ¿qué deberíamos hacer?”
“…” Yagen notó a los pequeños apagarse un poco, y decidió animarles. “No se preocupen, hermanos. En caso que nuestras linternas no le alcancen, nuestros deseos lo harán,” sonrió tranquilamente. “Él sentirá, donde sea que esté, que tiene una familia que lo quiere mucho…”

Los pequeños le miraron conmovidos por aquel mensaje y asintieron con ánimos renovados.

“Tienes mucha razón, Yagen,” dijo Ichigo, sonriente.
“Ichi-nii, haznos los honores,” dijo el doctor.
“Sí,” el peliceleste dio unos pasos hacia el frente y extendió su mano con su linterna hacia el cielo. “Midare, que esta sea una humilde muestra de lo mucho que significas para nosotros. Ojalá te volvamos a ver pronto, querido hermano…”

Dicho esto, él soltó su linterna, la cual se elevó y fue arrastrada por el viento hacia delante. Los demás le imitaron y así las linternas avanzaron mientras continuaban subiendo por los aires.

“¡Ohh, se ven impresionantes!” exclamó Aizen. “¡Hotaru!”
“¡Sí!” Hotarumaru asintió con muchas energías y se puso a correr detrás de las luces con su hermano, no sin antes tomar de la mano a Maeda para jalarle. “¡Ven con nosotros!”
“¡E-espera, Hotarumaru-san!” dijo este con torpeza, y fue jalado por su amigo.
“¡Vamos! ¡Sigámosles!” exclamó Hakata. Así, los pequeños corrieron juntos detrás de las linternas por el campo de flores, maravillados por la belleza de las mismas.
“Ahh, mis hermanitos se ven tan bellos~” observó Namazuo, conmovido y con sus manos juntas.
“Sigámosles, Nama-kun, que no se nos vayan a perder,” dijo Ritsu.
“Oye, eso fue cruel,” le miró con reproche.
“Fufu, perdón, juro que fue accidental.”

De aquel modo, los mayores siguieron a los petizos a un paso más pausado. Así, el grupo inicial comenzó a movilizarse, a excepción de dos personas que se habían quedado observando.

“¿No quieres ir detrás de tus hermanitos, Akashi?” preguntó Tsurumaru.
“Los dos saben cuidarse, y no necesitan de mis bajas energías y pereza en este momento,” comentó el pelivioleta, encogiéndose de hombros. “Además, es más una escena de la numerosa familia, ¿no es así? Tú eres más amigo de ellos que yo, Tsurumaru.”
“Sí, por más que sienta que desentono,” se encogió de hombros. “Pero me caen bien. Son una familia muy cariñosa y unida, y ese tipo de personas siempre abrigan el alma.”
“Cuesta creer que el doctorcito haya tenido los mismos orígenes,” observó con leve ironía. “Hmm, aunque es extraño verle tan humilde y asequible. Casi no parece ser él mismo.”
“Sus hermanos siempre sacan lo mejor de él, y es bueno verle así de vez en cuando,” el peliblanco sonrió con leve pena. “Este es uno de los efímeros momentos en los cuales puede quitarse las maldiciones que lleva encima.”
“Sí, ¿verdad?”
“Al menos Ichigo se está dando un momento de felicidad y armonía, y de creer genuinamente que puede reunir a su familia.”
“…” Akashi le miró de reojo.
“¿Qué genial sería ello? Para variar, casi desearía que pudiera ocurrir…” Tsurumaru sonrió para sí y se dio media vuelta. “Espero que lo disfrute, realmente se lo merece, por más que dudo que llegue a suceder.”
“…” Akashi sonrió frustrado. “Me pregunto qué tendrán tú y el doctorcito que ocultar de los demás…” el otro no le respondió y caminó de regreso hacia la zona residencial.

Esa fiesta nocturna se terminó en el centro del campo, donde las linternas se confundieron con las estrellas y los presentes admiraron el extenso cielo de la noche. En un discreto punto del inmenso bosque, en medio de un intervalo ínfimo de tiempo, todos compartieron un sentimiento de unión irremplazable, que transcendía las dimensiones conocidas y que existiría para siempre.


Kana

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #505: January 30, 2019, 08:27:39 PM »
Fic corto en relación al último que deje. Para cerrar el mes.


—Corrígeme si me equivoco…— Shikishima manifestó su clásica expresión serenada la cual irónicamente lograba dejar en una situación complicada a otro. —Te vas a dormir temprano la noche anterior, así te levantas muy temprano a la mañana siguiente y vas muy bien presentado al primer día de trabajo… ¿Voy bien?— el otro asintió. —Pero por algún motivo no logras llegar a tu trabajo, terminas quedando con tus ropas rasgadas y uno que otro rasguño en los brazos y rostro… Mh.—
—Shikishima… Sé que parece que me metí en problemas, pero… De verdad que no es el tipo de problemas que te puedes imaginar.— Akira soltó un prolongado suspiro. Dejo su mochila sobre el sillón y se dejó caer en el mismo.
—No me preocupa lo que haces. Sabes que no te juzgaré. Lo que me preocupa es lo que puede hacer la corte de justicia porque violaste el acuerdo y… era la fecha límite que debías presentarte como cumplidor de los requisitos.— El pelinegro se sentó frente a él, con la taza de café que se había servido antes de que llegara Akira.
—Ah, por eso no te preocupes.— El joven meneó una mano, restándole importancia. Notó que el otro seguía igual de sereno, pero descifraba que tenía una gran curiosidad de saber la verdad. —Te juro que iba directo al trabajo, pero en el camino me encontré con un Rebel peleando contra dos HiMES. Tuve que entrar a ayudarlo.
—¿Estaba muy mal? —
—No. Él luchaba muy bien… El problema es que estaban peleando en un sector público y, además de exponerse a los medios, podían involucrar innecesariamente a algún inocente y ponerlo en riesgo. — Akira se tocó la cien, frotándosela. —Pero lo resolví del mejor modo.—
—¿Y tú estás bien? —
—Ah, sí. No me pasó nada. Como te decía, está todo resuelto porque ayudé a ese Rebel y pudimos sacar a esas HiMEs… De la zona urbana. También llamé a Arisato para pedirle que hackeara las cámaras de la ciudad y borrara toda evidencia de batalla. —
—Hubo algunas publicaciones de gente preguntándose qué estaba pasando en el centro…—
—Lo sé. Pero Arisato reemplazó las noticias que pudieron ser ¨chicos con poderes se enfrentan entre ellos¨ por ¨fuga de gas induce explosiones por diversos puntos del centro¨ Estoy consciente que algunos del comité Rebel se pueden enterar de la situación y quizá hasta nos citen para darnos advertencia, pero al menos traté de disminuir la situación.
—Creo que hiciste bien. —
—¿Sí? — A Akira le costaba acostumbrarse de que alguien no le criticara por sus acciones.
—Sí.— Le sonrió. El otro le devolvió la sonrisa. —¿Cómo lo harás con la justicia?—
—No te preocupes. Ese tema también lo solucioné. Llamé a mi amigo Akechi, le pedí si por favor podía interceder por mí con sus contactos para que me modificaran los requisitos, además de librarme de la reclusión por violar el acuerdo el día de hoy. Felizmente logró librarme de la prisión y, más aún, consiguió que pudieran cambiarme los requisitos. Ya no tendré que trabajar en ese lugar miserable, sino que se me cambió el requisito para después de vacaciones en un trabajo de menos horas.— Akira se dejó caer hacia atrás. —El problema será llegar a esa fecha y no conseguir nada ya que nadie me contrataría con los antecedentes que tengo.—
—Puedo… Hablar con un chico que conozco el cual el otro día estaba preguntando en el laboratorio si alguno de nosotros necesitaba trabajo puesto que en el café donde trabaja un chico dejó de trabajar y quedaba ese puesto libre.—
—¿Crees que me contraten?—
—Según tengo entendido, allí trabaja otro chico que tiene alto prontuario policial y no ha existido problemas. Mientras hagan el trabajo bien… De hecho, hablaré con Kaneki hoy mismo para preguntarle. —
—Eh, gracias.— Dijo no muy convencido. Ciertamente prefería dilatar el tema de tener un trabajo hasta el último momento a ver si le daban otro tipo de requerimiento para su libertad condicional que no fuera trabajar. —Ah, hay algo más.— Akira apoyó su tobillo en la rodilla contraria. Se alzó el pantalón y dejo ver un sistema de GPs. —Akechi intentó hacer lo posible con la justicia, pero de todos modos no me dejaron tan libre… Tendré que usar esto por un tiempo.—
—Nada que tú o Arisato no puedan hackear. — Ritsu suspiró.
—O tú mismo…—
—…— se levantó de su asiento para sentarse junto al otro. Analizó el dispositivo. —Es antiguo y sencillo de manipular. Quizá ni necesitemos que Arisato lo modifique. Creo que tu amigo Akechi también intercedió en esto sabiendo que eres muy astuto y puedes manipular esta cosa.—
—¿Tú crees? —
—Ahá. Si fuera otro, te pediría otro dispositivo de vigilancia más avanzado para hacerte sentir infeliz a modo de reprimenda y, a la vez, protegerse él mismo en su trabajo en caso de que le falles. Como ¨salvaguarda¨—
—Le debo mucho a Akechi. —
—Ahá. — Shikishima entrecerró los ojos, observando concentradamente aquel dispositivo mientras reflexionaba de modo interno. —Akira, ¿no crees que tu amigo es demasiado buena persona contigo?—
—Mh… Puede ser. Así son los amigos, supongo.—
—No sé.— el chico negó con la cabeza. —Es que parece que se preocupa mucho por ti.—
—Creo que no debo ser tan malo para todos. Tú, Akechi… Suelen preocuparse por mí. —
—¿Arisato? —
—Hm, lo dejaría al margen. — Arisato era un caso especial de ser humano inexplicable.
—¿Quieres que te sirva un poco de té? —
—Prefiero algo más fresco. Sacaré una gaseosa del refrigerador.— Akira se levantó y fue a la cocina.
Ritsu se quedó en el living esperándolo. Prendió la tv después de días de mantenerla desenchufada por… por la estupidez de él mismo. Lo primero que vio fue un noticiero cuyo titular indicaba sobre unas explosiones por fuga de gas ocurridas en el centro de Tokyo. Minato Arisato era rápido y uno de los mejores hackers que conocía, junto a Aru Akise.
—Tengo que agradecerle a Arisato por eso.— Dijo Akira, sentándose nuevamente en el sillón.
—Sí, y a tu amigo Akechi también. —
—Hoy le dije gracias. —
—Ahá, pero quizá deberías hacer algo más especial por ellos, ¿no crees?—
—Ah, Shikishima… Eso ni tú lo harías.—
—Tienes razón.— Se alzó de hombros, sonriéndole.
—A todo esto, como podré tener vacaciones podemos viajar juntos, al fin y al cabo. ¿O ya viste algún panorama solo?
—No.— Negó, echándose hacia atrás. —La verdad que viajar solo no me motivaba. Ya viajé solo el año pasado en ese viaje especial para encontrarme conmigo mismo y bueno, realmente quiero viajar contigo… Miré algunos lugares aquí en Japón por si no resultaba lo de tu trabajo y tenías algo de tiempo.—
—…—
—Ah, no es que no te tuviera fe.— se rio de la expresión del otro. —Pero me ilusionaba viajar juntos de todos modos. Hemos vivido toda la vida uno al lado del otro y viajado en los paseos de la escuela y esas cosas, pero no hemos tenido un viaje solo los dos. Así que miré, y me pareció genial una playa que está rodeada por bosques y queda en un pueblo cerca de aquí. No hay taaanta gente y las estrellas se ven fenomenal desde ese punto. Es conexión pura con la naturaleza pero tiene cerca un pueblo con negocios y esas cosas.— Le pasó su teléfono celular para mostrarle las imágenes.
—Se ve muy bonito.—
—Si quieres puedes invitar a tu amigo Akechi para agradecerle. No tendría problemas si deseas compartí con él. Podría ver otro lugar para mi.—
—¿No qué querías que viajáramos los dos o es otra de tus artimañas para irte solo y encontrarte contigo mismo?—
—Ahhh, no puedo creer que aún estés resentido por eso.  ¡Fue hace un año! — Ritsu le observó con algo de molestia.
—Sí. Pero me habías dicho que viajaríamos los dos al Tíbet y al final te fuiste solo.—
—Sí, sí. Lo siento. Fui egoísta, lo acepto… Pero no sabía que estabas entusiasmado. Pensé que en realidad no te interesó y preferías quedarte con tus amigos. Por eso me fui.— Akira seguía observándolo con cierta frialdad. —Okay, okay. Soy una vil rata. No debí hacer eso. Perdón. ¿Me disculpas?— dijo con algo de súplica.
—Aceptó las disculpas…— Akira le restó importancia.  Tenía ganas de hacerlo suplicar por perdón pero vivía en su casa gratis y sería demasiado descarado explotar en culpa al propio dueño de casa. —Como mea culpa puedo decir que nunca confirmé si iba o no. —
—¿Entonces te motiva ir al lugar del que te hablé?—
—Me parece buena idea. ¿Dónde nos quedaríamos?—
—Estaba viendo unos hostel o bien algún sitio patrocinado por el airbnb que son más económicos.—
El teléfono celular de Akira vibró. Su dueño lo sacó y revisó que se trataba de un mensaje. Akira alzó las cejas al terminar de leer, parecía como si algo irónico le hubiese sucedido.
—¿Pasa algo?—
—Es un mensaje de Arisato. Akise le avisa que ya seleccionaron a mi HiME y resulta ser… La chica pelirroja a la que me enfrenté hoy. —
—Que coincidencia.—
—Sí…— el pelinegro dejo el teléfono de lado después de ver en Facebook que algunas personas en el grupo de Rizembool publicaron fotografías sobre el desastre de ese día con aquel par de HiMEs. Algunos Rebels felicitaban a aquel tipo, Eren Jaeger, por encargarse de dos HiMEs. Vio mensajes como “Eres un grande. Primero eliminas a tu HiME en el primer encuentro y ahora te encargas de darle una lección a esas dos.” “Eres mi ídolo.” “Te reto a un duelo! Para cuando yo derrote a mi HiME y quede igualado.” Ritsu soltó una risita disimulada. —¿…?—
—Hehe, “Buena pelea de Jaeger, pero tiene que darle méritos a Flash que apareció en escena xD” “¿Qué hace Flash en este universo?”—
—Ah, sí… El Flash era yo como puedes ver…— Akira se encogió de hombros. —Me vino bien la máscara de Flash que me regalaste en broma.—
—Al menos tuvo un buen uso.—

Era increíble lo rápido que se pasaba el tiempo cuando el momento era grato. Ya era de noche y no se habían dado cuenta de ello. Afortunadamente ninguno de los dos tuvo turno en sus trabajos en ese horario, por lo que podían seguir igual de relajados como estaban hasta ahora.
Ken y Sho se encontraban echados en el sillón del living del departamento que compartían, frente a ellos tenían una caja de pizza y gaseosas en una mesa pequeña y la pantalla de la TV trasmitía la película de “The Apostol” que estaba en Netflix. Al principio pensaban que era una película más de terror absurdo que terminarían cambiando por aburrimiento, pero conforme avanzaba la trama se volvía más bizarra y los dejo pendiente de lo que pasaba en cada momento.
Algunas escenas eran demasiado fuertes de procesar para Kaneki, quien de vez en cuando se aferraba al brazo de Sho aunque intentaba disimular su inquietud. Su hermano sonreía levemente y le pasaba un brazo por alrededor a modo de protección como cuando eran pequeños. Kaneki entonces aprovechaba la comodidad para acurrucarse en el pecho de su hermano y aferrarse a su polerón.
Era inevitable rememorar cuando ambos eran niños pequeños y tenían la misma conducta. Sho siempre, pero siempre, lo había protegido de ese modo y Ken, quien siempre se sintió débil y temeroso de permanecer solo, se aferraba a Sho como si se le fuera la vida en ello. Ahora ya más grande, no lo asfixiaba con su necesidad de cercanía y sentía que poco a poco podía protegerse él mismo, pero no podía dejar de disfrutar esos momentos en que podía estar así con su hermano.
Tal vez con el tiempo esos momentos escasearan aún más, conforme fueran pasando los años y cada uno formase su propia vida ya sea dedicada a los estudios, a las parejas, a los proyectos personales. Por eso debían aprovecharlo. Algo internamente le decía a Kaneki que le quedaban pocos momentos así junto a Sho.

—Yyy.. Por fin terminó.— Dijo Sho. Después de quedarse confundido por ese final algo abierto. —¿Qué quieres ver ahora?—
—Mhh… ¿Te parece algo más liguero?—
—Ideal. ¿Qué tal una de Marvel?—
—Estaría bien.—
—Buuu, sólo están las de Captain America.— Sho giró los ojos al ver las películas de Marbel que estaban presentes en la búsqueda. Ese tipo era demasiado sentimental y ¨correcto¨ para su gusto.
—Pero no son malas.—
—Okay. Total igual es de Marvel.—
—Espera, no le des play aún.— El pelinegro se despegó un poco de su hermano. Sacó su teléfono móvil el cuál vibraba. —¿Shikishima?— contestó.
—Kaneki, hola. Espero no interrumpir nada. —
—No te preocupes. ¿Pasa algo?— Temiendo que tuvieran un pendiente con el proyecto Catharsis, donde trabaja junto con aquel estudiante de Psicología.
—¿Recuerdas que la semana pasada preguntaste si alguien estaba interesado en trabajar en el café donde trabajas? Resulta que tengo un amigo que necesita trabajo.—
—Ohhh, es perfecto. El puesto aún está disponible y de momento yo y un compañero estamos supliendo esas horas. Si alguien más llega nos aliviaría mucho la carga laboral.
—Mi amigo necesita trabajar urgentemente… Pero debo decir que estará disponible sólo después de vacaciones. ¿No sé si eso sea perjudicial? —
—Justo una persona llegará a reemplazar esa semana de vacaciones a mí, Eren y a la persona que se fue. Pero sólo estará por esas semanas ya que luego retornará a Kyoto que es la ciudad donde estudia.—
—Y… ¿Recuerdas que hablaste que uno de tus compañeros de trabajo labura allí sin problemas por sus antecedentes?
—¿S-Sí? — Kaneki comenzó a inquietarse por lo que diría Shikishima.
—Mi amigo ha tenido algunos problemas con la justicia, pero nada grave. Es una persona muy responsable y educada, además de tener gran sentido de responsabilidad. Cometió algunos errores en su adolescencia, pero ahora se encuentra totalmente rehabilitado.  ¿Crees que pueda encajar con el perfil que buscan? —
—Bueno… Si se encuentra sin actividad delictual actual… y se desempeña bien en su trabajo, el dueño no tendrá problemas. Con mi compañero que tenía historial no ha tenido quejas. Realmente es un señor bastante bueno. —
—Genial. ¿Dónde debe presentarse?—
—Si puede, sería ideal que fuera mañana a las 10:00 a.m a la dirección que te mandaré por whatsapp porque justo mañana harán entrevistas para el puesto de trabajo. ¿Cómo se llama tu amigo? Le puedo decir al dueño que lo considere.—
—Se llama Akira Kurusu.—
—Okay, le diré.—
—Gracias, Kaneki. Realmente eres genial. Bueno, no te quito más tiempo. Te debo un favor independientemente quede o no con el trabajo.—
—Shikishima, no te preocupes. Cuanto pueda ayudar, mejor.—
—Gracias de nuevo. Buenas noches.—
—Buenas noches. — Terminaron la llamada. Pero antes de que Sho pudiera darle Play, alguien tocó el timbre.
—¿Qué acaso se ponen en acuerdo para fastidiar?—
—Yo voy. — Kaneki se levantó del sillón, sintiendo algo tullido el cuerpo por permanecer tanto tiempo echado. Fue hasta la puerta y se sorprendió de ver a Eren Jaeger a esa hora. —Eren, hola. Pasa.—
—Gracias.— Eren entró.
—Tenía que ser el mosquito Jaeger…— Dijo Sho, quien se había asomado. Aunque… Ahora que lo recordaba era primera vez que Eren iba al departamento de ambos. Pero antes de cuestionarse ese extraño suceso, algo más lo distrajo. —¿Qué diablos te pasó en la cara?—
—Ah… ¿Qué cosa? — Eren alzó las cejas, confundido. Miró la expresión sorprendida de Sho, y a Kaneki darse con la palma de la mano en el rostro. —¡Ah, Kaneki, te juro que para mañana ya no habrá marcas! —
—Eren, te he pedido muchas veces que cuides tu rostro de hematomas. El dueño pide mucho que no luzcas como una persona en problemas. —
—Pero si no me veo tan mal…—
—No. Sólo luces como uno de esos drogadictos de Trainspotting o uno de los esquizofrénicos de Fight Club— Dijo Sho, cruzado de brazos. —Con que metas a Ken en problemas…—
—Ya cálmate, Minazuki. Ya les dije que para mañana estará todo bien. — Eren frunció el ceño.
—¿Pero qué fue lo que te pasó? — Kaneki analizó los hematomas en el rostro del otro.
—Tuve un combate contra dos locas pseudo HiMEs. Lo pueden ver en el Facebook…—
—¿Eras Flash? —
—No, tarado, era yo…— Eren giró los ojos ante la pregunta de Sho. Luego miró a Kaneki —Y aparte acabo de ir a entrenar boxeo con… Rammsteiner. Sabes que a veces se… emociona.
—Uhh… Me debe odiar por no ir a sus entrenamientos. — Ken se mordió el labio inferior.
—Espera, ¿Qué? — Sho miró a su hermano. —¿Quién es ese tal Rammsteiner y por qué tendrías que ir con él? — interrogó al más bajo.
—Uh…— Eren se incomodó al pensar que metió en problemas a Ken.
—Es que no te he contado de él porque… Oye, ¡Si te he contado de él y no me has puesto atención parece! — Ken miró a Sho, con incertidumbre. —Te dije que yo y Eren entrenamos con él como hace meses. Pero no lo he vuelto a mencionar porque… Justamente hace meses que no voy con él. —
—Me parece genial que no vayas con él. Si deja así a alguien tan cabeza de piedra como Jaeger, ni quiero imaginar que haría contigo.
—Hey Minazuki te voy a decir una cosa y…— En ese momento, su teléfono sonó. —Uh, disculpen…— contestó. —¿Hola? ¿Qué? Ya te dije que no necesito tu supervisión. Déjame en paz… Estoy bien. ¿Qué? ¿Por qué tendrías que hacer eso? ¡No! ¿Hola? — le colgaron. Vio que los otros dos le quedaron viendo extrañados. —Ah, eh… es mi… mi… ¿mamá? Está preocupada porque no la llamo y esas cosas. — se encogió de hombros. —En fin. Ken, vengo a excusarme. Yo mismo te pedí si me ayudabas a estudiar hoy pero al final me fui a entrenar con Rammsteiner y tengo otras cosas que hacer ahora. ¡Lo siento por no avisarte antes! —
—S-Sí. No te preocupes. Pero mañana sin falta debemos repasar. —
—Pero… Si estudian cosas distintas. —
—Pero me ofrecía a ayudar a Eren con sus estudios y leí los resúmenes. —
—¿En vacaciones? — Sho alzó una ceja.
—Lo que pasa es que estoy por reprobar, pero me falta un examen porque falté… y me han dado chance de darlo esta semana. Le comenté a Ken y se ofreció a ayudarme con los estudios. Pero no puedo hoy, perdón. Mañana repasamos en el break del trabajo, lo prometo. Disculpame, otra vez. — Eren vio la hora en su celular. —¡Ya me tengo que ir! ¡Gracias por tu tiempo! Adiós, Ken, buenas noches! Vete al diablo, Minazuki!! — Y se fue corriendo como quien se lo llevaba el diablo.
—Woh, eso fue rápido…— Sho se quedó con las ganas de gritarle un improperio, pero el maldito Jaeger ya se había ido para entonces.
—Si. Que raro está Eren últimamente. —
—Quizá sí se va a drogar con ese tal Rammsteiner. Qué bueno que ya no te juntas con él.
—Pero debería volver…—
—Ken, por favor, no. Suena como un tipo peligroso. —
—¿No es tan malo? — Ken alzó una ceja. —Bueno, con ir o con no ir más, igual tengo que decirle que no seguiré entrenando con él o algo. —
—Más le vale que lo acepte o sino…—
—Tranquilo. Tengo un permiso del Dr. Liebheart. Rammsteiner le tiene algo de ¿respeto?— no sabía si definirlo así, pero al menos el albino no refutaría si la orden venía del rubio científico.
—Ken...—
—¿Sí?—
—Se te olvidó que tenías ese compromiso con Jaeger, ¿cierto?—
—Ehw... Sí.— desvió la mirada, avergonzado.
—Hehe, al menos a ése se le ocurrió hacer otras cosas.— Le revolvió el cabello a su hermano. —Volvamos a la película.—
« Last Edit: January 31, 2019, 06:42:35 PM by Kana »


Sayi

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #506: February 03, 2019, 02:16:04 AM »

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~






Sayi :: 0 palabras
Shura :: 0 palabras
Kora :: 0 palabras
Deidara :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 59572 palabras
Kana :: 15877 palabras
Eureka :: 12722 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 5029 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #507: February 23, 2019, 12:41:21 AM »
Ya, con esto termino esta maldición. A escribir con otros personajes, finalmente~


67.1.


Después del espectáculo de las linternas en el bosque, todos regresaron para finalmente descansar luego de ese revelador día. Ichigo se despidió de sus hermanos y fue a su habitación en lo que se disponía a finalmente descansar. Él miró brevemente por su ventana hacia el cielo estrellado y recordó con gran dicha el momento que acababan de vivir. Acababa de hacer otro recuerdo importante y uno que envolvía al usualmente inaccesible pasado. Esa relevación, aunque triste, le demostró nuevamente lo unida que era su familia y fue resuelta de la mejor manera. Sólo que quedaba desear fervientemente por la reaparición de su hermano perdido, por más improbable que pudiera ser, pero la esperanza era lo último que se perdía.

De repente, se sorprendió un poco cuando tocaron su puerta, y fue de inmediato a atender. Se encontró con Maeda y Houchou.

“Ehh, buenas noches, Ichi-nii,” saludó el primero, con una amplia sonrisa. De todos modos, se le notaba un tanto incómodo y reservado. “¿Podemos pasar?”
“Por supuesto, Maeda, Houchou. Sean bienvenidos,” el mayor sonrió amablemente y les abrió paso. Por las inquietudes de sus hermanitos, comprendían que venían para pedirle un favor. “Díganme, ¿en qué puedo ayudarles?”
“Pues… Ichi-nii…” Houchou bajó su mirada y se meció en su sitio. “Hemos tenido un momento lindo en el campo de flores… pero pues… Maeda y yo nos preguntábamos si esta noche podríamos dormir contigo.”
“El recuerdo de Midare-niisan ha sido muy brillante y acogedor. Me sentí más cercano a mis hermanos de lo usual,” comentó Maeda, quien entonces dejó de sonreír y se mostró triste. “Pero, del mismo modo, es un recuerdo solitario y melancólico…”
“No queremos molestarte, Ichi-nii, pero…”
“No digan más,” Ichigo sonrió amablemente y acarició a sus dos hermanitos de sus cabezas. “Les agradezco por venir y decírmelo. Es importante mantener la comunicación y ser abiertos el uno con el otro. Ustedes dos son los más expresivos de mis hermanitos, pero estoy seguro que esta tristeza y estos deseos de verse acompañados son compartidos por todos, ¿no es así?”
“Es lo más probable,” Houchou asintió.
“Si es así, más bien iré a acompañarles a su habitación esta noche,” observó el mayor, decidido.
“Ohh, ¿en serio?” preguntó Maeda, quien intercambió miradas con su hermano, y ambos sonrieron.
“¡Sería muy genial, Ichi-nii!”
“Es un gran placer para mí, me alegro de verles contentos.”

De aquel modo, Ichigo recogió un futón guardado de su clóset y acompañó a los pequeños a la habitación que compartían con los otros cuatro menores. Ellos se sorprendieron de encontrarse con el primogénito tan repentinamente, pero se animaron un montón y de inmediato le hicieron sentirse bienvenido y reorganizaron los futones para que durmiera al medio.

Alrededor de unos diez minutos después, Shinano estaba pasando por el pasillo de regreso a su habitación, cuando oyó el ajetreo y los buenos ánimos de los menores, quienes esperó ya durmiéndose. Se asomó por la rendija de la puerta y observó al peliceleste dialogar con los pequeños con muchos ánimos, mientras todos no dejaban de buscarle conversación y participar muy amenamente en el intercambio.

Fue una escena que le enterneció el corazón y se llevó una mano al pecho, visiblemente conmovido por lo que veía. Shinano se alegró de todo corazón que sus pequeñines se sintieran libres de ser expresivos y también que Ichigo cuidara de ellos con muchos ánimos y dicha, como sería de esperarse de él.

Ello le transportó a un tiempo remoto, hace más de una década, en el cual existió una imagen muy similar a la presente. Ichi-nii estaba en el medio como siempre en lo que atendía a sus pequeños y les compartía historias y ocurrencias, pero Shinano se imaginó sentado en su regazo, mientras Yagen, Gotou y Atsushi les rodeaban y buscaban conversación. Incluso recordó a Namazuo y Honebami supervisándoles a distancia…

Sonrió para sí y contuvo unas leves ganas de derramar un par de lágrimas. Se sacudió y siguió adelante con la frente en alto. Era un momento que ya no existía para él, pero estaba bien porque era el de los pequeños. También estaba satisfecho, porque tenía a dos de sus hermanos más cercanos presentes y, por ende, un sitio donde le esperaban.




Yagen se encontraba en su habitación en lo que continuaba revisando los documentos que había llevado consigo al viaje, mientras Gotou organizaba el horario que le tocaría luego del viaje en su laptop. Entonces, este último se animó a cortar con el silencio.

“Oye, Yagen.”
“¿Hm?”
“Vamos, dudo que lo que hayas traído sea tan importante o abundante. Mírame,” le reclamó con cierta frustración.
“Tienes razón en decir que no lo es, aunque me viene bien memorizarlo,” de todos modos, el doctor sonrió rendido y guardó sus documentos para atender a su hermano. “¿Qué necesitas?”
“Pues… me sabe mal que no hayas compartido esto con Shinano o conmigo,” observó desanimado y desviando su mirada. “Nosotros también estamos a cargo del pasado de nuestra familia. Shinano puede recordar a Midare en contados recuerdos. Yo sí me acuerdo bien de él y de varias vivencias que tuvimos juntos. ¿Por qué nos lo esconderías?”
“Supongo es algo que consideré como incluso más antiguo a ustedes dos, si debo ser sincero,” contestó el doctor con completa naturalidad. “También supe que lo compartirían con los demás, y no quería arruinarles el paseo.”
“Me molesta que te sientas con el derecho de decidir por nosotros.”
“Hmhm…” Yagen rió por lo bajo y sonrió comprensivamente. “Fudou me dijo lo mismo.”
“¿Eh?” Gotou se vio confundido, y justo entonces Shinano entró a la habitación.
“¡Hermanos!” exclamó este, quien fue hacia Yagen para darle un abrazo.
“Tch, no me toques, Shinano,” reclamó el doctor, mirándole con reproche.
“Uhh, pero has tenido que cargar este secreto por tanto tiempo, Yagen,” lloriqueó Shinano, haciendo un puchero. “Quiero abrazarte para que se te pase la pena.”
“Me encuentro bien, y mejor sabiendo cómo se lo tomaron nuestros hermanos. Tus deseos son también suficientes,” argumentó el pelinegro, recobrando su compostura. “Si necesitas abrazar a alguien, abraza a Gotou. A él no le fastidia.”
“¿Qué?” este se extrañó.
“Sí, está bien,” Shinano asintió, se sentó al costado de Gotou y le abrazó de un brazo.
“¡O-oigan, no dispongan de mí así!” reclamó este, molesto, pero luego de intentar sacudirse un poco en vano, se rindió y negó ofuscado. “Tsk, en fin… como iba diciendo, no es justo que tomes una decisión que también nos concierne. Y a todo esto, ¿cómo así Fudou lo sabía?”
“Fudou tiene mi edad, y es más despierto de lo que aparenta cuando no está ebrio,” observó Yagen, encogiéndose de hombros. “Sinceramente me sorprendió que lo recordara. La muy sutil mención de Ritsu fue suficiente para refrescarle la memoria.”
“Uhh, y más aún, ¿cómo así le dijiste algo a Ritsu?” preguntó Shinano, con leve reproche. “A diferencia de Fudou, él no es un allegado a la familia.”
“Ritsu es capaz de leerme muy bien y me cuestionó con toda convicción. Sé que no es prudente contradecirle porque podría haber llamado la atención de todos, aunque fallé en minimizar la situación por cómo optó por ignorar mi pedido de que fuera discreto.”
“Me fastidia que lo sigas viendo como una falla de tu parte, en vez de alegrarte por el momento familiar que tuvimos,” argumentó Gotou. “Y con toda honestidad, todos estamos en paz por saber la verdad,” bajó su mirada. “Sería injustificable si hubiéramos venido de paseo sin saber la importancia de este mismo bosque…”
“Sí, lo mismo digo…” confesó Shinano, cabizbajo y apenado.
“Tienen razón, no puedo argumentar contra ello…” Yagen sonrió con humildad. “Les debo una disculpa, reconozco que estuve mal. Es sólo… al haber sido uno de los últimos en ver a Midare, es un recuerdo muy personal para mí.”
“No es tu culpa, ni la de Atsushi. No podemos culpar a nadie por esto,” recalcó Gotou, con severidad. “¿Has entendido?”
“Agradezco tus palabras, Gotou…” asintió.
“Yagen…” Shinano notó una pizca de tristeza en su hermano. Sería de esperarse de él que se siguiera sintiendo responsable por los sucesos de aquel día, y estaba convencido que Atsushi se sentía igual de responsable, o quizás hasta más… “Uhh, Yagen-nii, perdón… en verdad quisiera darte un fuerte abrazo…”
“Nuevamente, tus deseos bastan,” le recordó. “Abraza a Gotou en mi lugar.”
“¡Sí!” dicho esto, Shinano estrujó al mencionado.
“¡Ya! ¡No me usen de muñeco, maldición!” exclamó el pelimarrón, impaciente.
“Esto me deja saber que no podemos tener más secretos entre nosotros,” observó Shinano, en lo que saciaba su necesidad de abrazar. “Nosotros mantenemos tantos recuerdos inaccesibles de nuestros hermanos, tantas fotos del pasado, incluso varios de los diarios de nuestro padre… ahora que este secreto se ocultó de mí, entiendo cómo se sienten los demás.”
“Sí podríamos ir sacando algunas cosas,” dijo Gotou, quien dio un suspiro al verse librado del pelirrojo. “Ya les prometiste fotos de Midare, ¿no es así? Supongo compartir algunas fotos familiares nos vendría bien.”
“Sí, pienso lo mismo,” Shinano asintió, sonriente.
“Nuestros hermanos están creciendo, sé que pueden lidiar con el pasado. En poco tiempo, ya no serán unos niños,” observó Yagen. “Gokotai, Akita y Houchou estarán empezando la universidad el próximo año académico. Hakata se integrará para algunas clases desde el próximo semestre.”
“En verdad que el tiempo pasa muy rápido,” Gotou sonrió con leve pena. “Casi siento que estuviéramos perdiendo algo.”
“De todos modos, siguen muy chicos. Los cuatro se han esforzado un montón para adelantarse en sus estudios y seguir el ejemplo que ustedes dos les dieron,” recalcó Shinano. “Aun así, siguen siendo nuestros niños y tenemos que velar por ellos.”
“Tú también te adelantaste en lo posible, Shinano, con tal de cuidarles,” le recordó Yagen.
“Aun así, no quiero darles el mensaje que es lo que deben hacer. Quiero que sean libres, felices, que disfruten de la infancia que nosotros no pudimos tener,” comentó el pelirrojo, cabizbajo.
“Pese a que pasamos por momentos muy difíciles, no miro a mi vida con arrepentimientos,” comentó Gotou, sonriendo con ánimos. “Por más que nuestros padres hayan fallecido y por más que tuve que dejar al colegio y a mis amigos, siento que fuimos afortunados en lo posible. También soy muy feliz por tener a la familia que tenemos, y sé que eso es lo que nuestros hermanitos piensan.”
“Gotou-nii…”
“Así que anímate, Shinano. Más vale la actitud que tengas que los eventos en sí. Realmente podemos ser felices si es que nos lo proponemos. La felicidad es más simple de lo que crees.”
“…” Yagen cerró sus ojos y sonrió suavemente.
“¡Gotou-nii!” Shinano se conmovió por sus palabras y le volvió a abrazar aún con más fuerza.
“¡Y-ya, tranquilo, Shinano!”
“¡Tienes razón! ¡Muchas gracias! ¡Gracias por cuidar de nosotros!”
 
Los tres siguieron hablando con renovados ánimos sobre los futuros planes con su familia, y también lo que irían a hacer al día siguiente, antes de irse a dormir.


Mientras tanto, Namazuo y Ritsu se encontraban dentro del auto de Tsurumaru en lo que revisaban sus mensajes con la ayuda del internet de ese auto.

“Menos mal que Tsuru-kun contaba con esto,” observó el amigo, en lo que tipeaba con su celular. “A veces llegan notificaciones, pero es difícil cargar todos los mensajes o enviar cosas. Sería desesperante quedarse mucho tiempo aquí.”
“Y pensar que mañana es nuestro último día y partimos en la mañana siguiente…” Namazuo sonrió con leve nostalgia, y entonces bajó su mirada con tristeza.
“¿Hm? ¿Estás bien, Nama-kun?” le preguntó el otro, confundido. “Estate tranquilo, que Ichigo-kun ya se ofreció para hacer el desayuno de mañana, así que podrías dormir completo esta noche.”
“Ehh, sí estoy bien y esas sí son buenas noticias,” el Toushirou sonrió incómodo e intentó asomarse al celular de su amigo. “¿Y qué te cuentas? ¿Alguna novedad?”
“Oye, la privacidad es importante,” Ritsu le miró con recelo mientras se llevaba la pantalla de su celular a su pecho.
“Haha, está bien, perdón. Es que te vi muy enfocado.”
“Pues, no tengo nada muy resaltante que decir. Le envié unos saludos a Nao-chan, y justo recibí la invitación de una chica a un viaje a la playa en unos días.”
“¡Ohh, suena emocionante!” asintió animado. “Realmente te vendría bien disfrutar del verano como se debe, Ritsu-chan.”
“Sabes que no soy compatible con el sol y la playa es un lugar muy brillante y caliente,” comentó frustrado y con recelo, para mirar nuevamente a su celular. “Maria me prometió que se encargaría de acomodarme y que está consciente de mi particularidad. Más le vale o será responsable de mi muerte…”
“Ehh, no es bueno que bromees con eso,” Namazuo sonrió incómodo. “¿Y quién es ella? Hmm, no recuerdo que la hayas mencionado antes…”
“Maria es una amiga de Ou-sama. Te acuerdas de él, ¿verdad?”
“¡Ah, sí, recuerdo que me contaste sobre él! Es uno de tus amigos del colegio,” asintió. “Sé que es alguien ocurrente pero a quien le tienes mucha estima. ¿Entonces es un paseo con él y con tus otros amigos?”
“Sí, así parece…” dio un suspiro.
“¿Eh? ¿Por qué no te ves contento?” Namazuo se confundió. “Te ves cansado…”
“Pues, no tengo ganas de contarte mucho chisme al respecto, pero un par de mis amigos se pelearon hace varios años y ese es el principal motivo por el cual no nos vemos mucho los rostros,” dijo con leve impaciencia. “Ahora esta chica está determinada a hacernos pasar un viaje juntos, y me ha pedido que le haga el favor de convencer a mi amigo más huraño y pleitista a que asista y que conviva con los demás.”
“Ehh, ya veo, lo siento mucho,” le dio el pésame.
“Aprecio tu sentimiento, Nama-kun, pero ya me vendré con algo,” pese a sus bajos ánimos de realizar esa hercúlea tarea, Ritsu pasó a sonreír con cierta perspicacia. “Siempre fui conocido como el estratega en mi círculo, y confío en mis habilidades.”
“Bueno, ese es el espíritu,” levantó un pulgar. “¡Ánimos, Ritsu-chan!”
“Hai, hai,” movió una mano para restarle importancia. “Aparte de ello, Secchan es un viejo amigo y no quiero que los demás viajemos sin él, por más insoportable que sea en ocasiones. Yo de por sí me negaría a participar en el paseo si él va a estar ausente, así que no le veo de otra. Hmm, y Secchan es inteligente. Tendré que venirme con un buen plan…”
“Ehh…” Namazuo sonrió con leve temor. “Por oírte decir ‘plan’, suena a que no querrás razonar con él…”
“Secchan es el último ser de la tierra con el cual se puede razonar cuando se pone emotivo,” recalcó Ritsu con una severidad y firmeza poco características de él. “Ahh, realmente es un tremendo dolor. ¿Qué me queda? Le tendré lista una emboscada.”
“B-bueno, si tú lo dices…”
“Ahora sí es el momento para que me des ánimos, Nama-kun,” comentó sonriendo gatunamente.
“Lo haré si me prometes que no lastimarás a nadie…”
“Fufufu, lo siento, no puedo hacer eso. Pero nadie va a morir, eso sí.”
“Uhh…” se asustó un poco.
“Pero ya mucho de mí,” Ritsu negó y guardó su celular. “¿Qué hay de ti, Nama-kun? Los últimos eventos te han dejado preocupado por tus hermanitos, ¿cierto? No me lo puedes ocultar.”
“Ehh, pues sí, tienes razón…” Namazuo desvió su mirada, con torpeza. “Hubiera querido saber todo esto de mis propios hermanos y no enterarme accidentalmente…” hizo un puchero. “Y quisiera que Yagen me tuviera confianza y familiaridad para compartirlo conmigo. Parece más cercano a ti, Ritsu-chan.”
“No, más bien es lo opuesto, tonto Nama-kun,” observó Ritsu, tranquilamente y sonriendo con simpleza. “Es por la poca familiaridad que tenemos que Yacchan me confió la superficie del témpano. ¿Por qué crees que los terapeutas existen? Hay cosas tan personales que uno no podría confiárselos a sus seres queridos, y por lo tanto es más fácil hablarlo con alguien con quien compartes muy pocas ataduras. Él también pensó en que no lo compartiría con nadie, lo cual siendo sinceros casi ocurre. Menos mal que te dije algo.”
“Sí, si tú lo dices, creo que tienes razón…” Namazuo asintió, y le miró con reproche. “Uhh, y quisiera poder llamarle Yacchan.”
“Fufufu, ya has cometido muchas transgresiones en su contra, aparte que como su hermano mayor obviamente espera más de ti. No le des importancia,” se encogió de hombros. “Ahora deja de actuar como un enfermo hermano mayor. Como un ser con mis propios problemas con tu especie, no me gusta oír al respecto, aparte que Yacchan siempre será todo un caso.”
“Realmente no es sólo preocupación por él. Gotou y Shinano también deben tener varias cosas del pasado que no quieren compartir con nosotros,” dio un pesado suspiro y se desanimó más. “Shinano al menos es más comunicativo y confía un poco en mí, pero Gotou es su propio cantar. Él tampoco deja que nadie le ayude.”
“Hmm, bueno, no puedo comentar sobre él, apenas lo conozco, aunque a simple vista se le ve como alguien muy decidido, ameno y con todo bajo control,” observó Ritsu. “No me da esa vibra rara o misteriosa que Yacchan tiene.”
“No es misterioso, no en ese aspecto, aunque a veces temo que no lo conocemos para nada por lo servicial que se ha vuelto…” Namazuo se puso a pensar. “Hace unas semanas tuve una conversación con él que me dejó preocupado…”

Flashback


Era alrededor de las cuatro de la tarde y el cruce de Shibuya se mantenía tan concurrido como sería de esperarse. En medio de un distraído paseo por la ciudad, Namazuo decidió contactarse con Gotou, quien le dijo que podría encontrarse con él en el Starbucks frente a dicho cruce, por lo cual ambos estaban ocupando una mesa pequeña.

“Ahh, siempre me mareo cuando tengo que cruzar con tanta gente~” canturreó el mayor, distraído y animado. “Haha, por poco y me quedo en el lugar incorrecto.”
“Sí, supongo…” Gotou se encogió de hombros.
“Oye, hace tiempo que no nos vemos, hermanito,” Namazuo hizo un puchero. “Deberías entretenerte con esa idea. Hmm, ahora que lo pienso, pudimos habernos sentado al costado de las ventanas con vista al cruce. La vista debe ser impresionante desde aquí.”
“Hm, quizás, pero no tengo mucho tiempo, ya te lo dije,” dijo el hermano menor mientras revisaba su celular. “Tengo una junta a dos estaciones de distancia en tres cuartos de hora, y hay una fila de espera que llega hasta el primer piso.”
“Sí, sí, entiendo…” dio un suspiro, un tanto desanimado por la actitud tan directa y poco afectuosa de su hermano.
“Pero en fin, me toca atenderte así que, ¿cómo estás?” le preguntó Gotou con una mejor disposición. “Me pareció muy raro que me contactaras tan repentinamente. Asumo que cualquier emergencia ya habría sido dicha, así que no sé tus motivos.”
“Eh, estoy bien, justo es un día que tengo libre y sentí que te extrañaba un poco, así que quise aprovechar para juntarnos,” Namazuo sonrió. “Ojalá pudiéramos vernos más seguido, y menos mal pudiste darme un poco de tu tiempo.”
“Sí, me viene bien despejar mi mente,” se encogió de hombros. “También, cuando dices que tienes libre, sé que quieres decir que has faltado a tus clases de hoy.”
“Ehh…”
“No puedes mentirme. Le pedí a Ichi-nii tu horario,” recalcó, aunque no le dio mayor importancia. “No me importa mientras no repruebes el semestre, ¿has entendido?”
“Uhh, ya no suenas como mi hermanito,” le miró con leve reproche.
“Vamos, tampoco es que te estuviera pidiendo mucho. Es lo menos que puedes hacer. Rizembool es caro y nuestros demás hermanos sí se esfuerzan en sus clases,” lo comentó con naturalidad y tomó un sorbo de su café americano antes de continuar. “Pero ya, no estoy aquí para demandarte nada, hermano. Espero que estés bien. El hecho que me hayas llamado me tenía un poco preocupado, debo admitirlo.”
“Ehh, yo estoy bien, en verdad…” sonrió incómodo y entonces mostró un poco de tristeza en su expresión.
“¿Namazuo?” Gotou ladeó su cabeza. “¿Seguro? No tienes que aparentar conmigo.”
“Sí, yo sí estoy bien, sólo que… estaba pensando…” bajó su mirada a su frapucchino. “Tienes razón en lo que me dices, pero me sabe mal que andes tan enfocado en mi bienestar, o en cómo las cosas tienen que ser. Quisiera que te divirtieras un poco. Trabajar tiempo completo para velar por los negocios de nuestra familia debe ser muy agotador.”
“No tienes que estresarte por eso, sólo hacía una observación,” el pelimarrón se vio cansado y movió su mano para restarle importancia. “Yo también estoy bien. Esto es pan comido.”
“Pero, ¿cuándo fue la última vez que saliste a algún lado? Estoy seguro que no has pisado un arcade desde que Shinano se fue a los Estados Unidos. Él es el único que te saca.”
“Shinano está por regresar, así que no tengo apuros,” comentó con tranquilidad, pero se vio animado. “Vaya, ya va a ser un año desde que se fue. Qué rápido pasa el tiempo. Me alegra que pronto lo volveremos a ver.”
“Sí, yo también y los pequeños le echan mucho de menos,” Namazuo asintió. “Pero a ti también, Gotou, y Yagen también es muy especial como para visitarnos.”
“¿Qué haces comparándome con ese demonio?” preguntó con indiferencia. “Yo soy más asequible que él. Te digo que no tienes que exagerar.”
“Uhh, es difícil hablar contigo, ya me estoy dando cuenta,” el mayor dio un suspiro.
“Por tratarse de ti, hubiera querido hablar sobre algo más ameno, pero veo que sólo te trajo un poco de preocupación,” comentó Gotou, un tanto desanimado. “No me queda mucho tiempo. Debería terminar mi café…”
“Ehh, siendo sinceros, vine por algo en particular,” dijo Namazuo, apuradamente para que el otro no fuera a desconectarse. “En esta semana hubo un evento social de las familias adineradas de nuestro entorno, e Ichi-nii asistió junto con Honebami…”
“Oh, sí, me sorprendió que Honebami asistiera, fue inesperado,” observó Gotou, intrigado. “Imaginaba que ese raro de Yagen lo tendría encerrado en su laboratorio como siempre.”
“Uhh, no te refieras a nuestro hermano tan negativamente,” negó frustrado. “En fin, al enterarme me sentí un poco fuera de lugar. Yo también soy un hermano mayor y el mellizo de Honebami. De saber que él iría, les hubiera acompañado.”
“Sí, no me sorprende que pienses eso,” Gotou se encogió de hombros. “Este es un evento a la medida de Ichi-nii y lo que le corresponde como nuestro hermano mayor. Si bien Honebami fue inesperado, él es el segundo de nuestra familia y una persona muy inteligente y hábil que puede representarnos muy bien. Por tu edad y estatus en nuestra familia, querrías lo mismo, aunque temo grandemente cómo te comportarías en un evento de esa formalidad y magnitud.”
“Deberías tener un poco más de fe en mí, hermanito.”
“¿Acaso no es la verdad?”
“P-por eso hubiera querido saberlo de antemano, está bien. Ichi-nii podría haberme dado unas pautas,” negó, descargando su frustración. “A lo que voy es que, luego de considerar más ese evento, me di cuenta de algo importante,” él se vio decidido y apuntó a su menor, quien se confundió y sorprendió un poco por su fuerte actitud. “La persona que tendría el derecho de acompañar a Ichi-nii a un evento tan importante en nombre de nuestra familia eres tú, Gotou. ¿Por qué no lo hiciste?”
“¿Yo?” preguntó perplejo, pero no tardó en sonreír. “¿Qué cosas dices, Namazuo? Yo no me comparo a Ichi-nii y esos eventos no me sientan nada bien.”
“¿Por qué dices eso?”
“Es evidente, ¿no es así? Pese a que los allegados y proveedores de la familia con los cuales tengo contacto ya me conocen, tengo una pinta informal y que no se acopla a eventos de aquel tipo,” se encogió de hombros. “Es algo que tenemos en común, Namazuo, por algo me alegra que no hayas ido al evento, pero está de más decirlo.”
“N-no estamos hablando sobre mí, p-pero regresaremos a eso,” frunció el ceño. “El punto es que tú te lo mereces mucho más que Honebami y yo. Llevas tanto de los negocios de la familia en lugar de Ichi-nii en lo que él termina con su maestría, y ya llevas varios años actuando como el responsable entre todos nosotros. ¿Acaso no querrías presentarte como un líder?”
“Pues, me lo merezca o no, realmente nunca lo había pensado,” confesó, meditativo y bastante inafectado a las palabras. “No me veo como Ichi-nii y esa no es mi misión,” se apuntó a sí mismo y sonrió con energías. “Yo soy su mano derecha y la persona que vela por ustedes, y me enorgullezco de ello. No necesito nada más.”
“¿Cómo puedes decir eso?” Namazuo se vio un poco consternado.
“¿Qué haces con ese rostro? Es la verdad. Soy feliz de ayudar y hacer lo que alguien debe hacer entre nosotros, y me gusta la economía y los negocios en sí. Ya me he vuelto muy adepto, aparte que sabes lo rápido que soy con las matemáticas. Toda el área más formal y diplomática del asunto no me interesa y se me haría un mundo, aparte que no quisiera quitarle el espacio a Ichi-nii, quien lo haría mejor que nosotros. Tengo muchas esperanzas en él.”
“Sí, todos lo tenemos, no hay duda en eso.”
“Así que no le tomes importancia.”
“Si tú lo dices…” dio un suspiro.

Siguió una conversación corta y ligera antes que el menor se despidiera para no llegar tarde a su próxima reunión.

Fin del Flashback


“Hm, ya veo…” Ritsu se puso a pensar.
“No esperé que me dijera eso,” confesó Namazuo, con leve desaire. “Todo este tiempo me imaginé que Gotou estaba contento de ayudar a Ichi-nii y también satisfecho con haber tomado ese rol de liderazgo y responsabilidad en la familia, pero al final no le interesa mucho estar a la par con Ichi-nii en sí. Sólo quiere ayudarle sin esperar nada en lo absoluto…” bajó su mirada. “Eso me hizo pensar en el pasado, en el hecho que Gotou se vio impuesto ese preciso rol. Puede que, a fin de cuentas, es algo que nunca quiso hacer, y eso no ha cambiado…”
“No sé si podemos sacar tantas conclusiones de eso, Nama-kun, aunque presiento que tienes un poco de razón,” comentó Ritsu, sonriente. “Gocchan es el hermano que más se parece a ti en naturaleza, lo he podido notar.”
“¿Cómo así?”
“Son sencillos, directos, no piensan mucho las cosas y no tienen problemas ayudando a los demás aun si no reciben nada a cambio. En pocas palabras, son unas buenas personas, y un poco despistados,” cerró sus ojos sin borrar su sonrisa. “Lo que dijiste antes, eso de que no lo conocen, dudo que sea verdad. Se ve como un libro abierto y que no esconde nada. Más bien, pienso que Gocchan no se conoce a sí mismo.”
“¿Eh?” Namazuo ladeó su cabeza.
“Dime, Nama-kun, ¿hay algo que tú quisieras para ti, algún deseo personal y egoísta que no involucra a nadie más?”
“¿De dónde vino eso?”
“Sólo contéstame~” le dijo con un tono juguetón para mantener la ligereza de la conversación.
“Pues…” alzó su mirada, aunque no llegó a pensar en nada. “O sea, quiero ser feliz y tener a mis hermanitos cerca todo el tiempo,” sonrió con torpeza. “Sonará tonto, pero con ellos nunca necesitaría nada más.”
“Debí asumir que dirías eso…” Ritsu dio un suspiro y negó frustrado.
“¿Eh? ¿Acaso no estuvo bien?” parpadeó confundido.
“Todos en tu familia parecen sentirse igual, pero a eso no me refiero. Debes tener un deseo más individualista y caprichoso, uno que tenga ‘yo’ estampado en todos los rincones. Sin importar cuán buenos puedan ser, incluso los más intachables humanos tienen una felicidad muy particular y unos deseos muy personales, por más que no sean los que dirijan sus vidas. De todos modos, sin cumplirlos, uno se siente vacío en el fondo…”
“Ritsu-chan…” le miró intrigado.
“Puede que a tu hermanito le falte eso, ya que ni él sabrá cuál es su deseo, y me pregunto si tú tampoco lo sabes, Nama-kun,” observó, levantando su índice. “Hubiera imaginado que Gocchan se ufanaría por tener un rol tan importante en la familia, pero ahora veo que no, y hablamos del mismo Gocchan que quería luchar por la supremacía del camarote con Yacchan ni bien llegamos a este lugar. Él no es un niño débil que asiente y se reserva ante otros, así que si tiene esa actitud con respecto al liderazgo de su hogar, puede que él en el fondo sienta que eso no es para él.”
“Hmm, s-sí…” Namazuo se impresionó por ese análisis de su amigo y asintió anonadado.
“De todos modos, dudo que haya mucho que puedas hacer por él. Gocchan tiene que darse cuenta de lo que él quiere, y parece cercano a tu hermano stalker. Habrá que esperar que él, el borracho o incluso Yacchan le hagan abrir los ojos.”
“Ehh, l-luego de escucharte decir esos adorables apodos, stalker y borracho no suenan muy lindos que digamos…”
“Hm, no es importante,” se encogió de hombros. “Pero no te inquietes. Gocchan no se ve miserable en lo absoluto y pienso que está en una buena posición en su vida. Tarde o temprano lo notará. Se nota que es alguien saludable y que cuenta con el apoyo de todos, así que las cosas se verán en su momento.”
“Hehe, tienes mucha razón en eso,” Namazuo sonrió, asintió un par de veces, y entonces se lanzó a su amigo para abrazarlo. “¡Muchas gracias, Ritsu-chan! ¡Eres un muy buen amigo!”
“S-sí, ahora suéltame, por favor,” le dijo con pesar. Felizmente se vio liberado casi de inmediato. “Ya sabes que yo sólo tolero el contacto físico que comienzo, Nama-kun.”
“Por supuesto, así que abrázame cuando gustes~”
“Lo tengo en consideración,” entonces, miró por la ventana del auto a la casa. “Hm, hay menos luces prendidas que antes. Mejor regresamos de una vez.”
“Sí, antes que todos se duerman. Hay que regresarle las llaves a Tsurumaru.”
“Enseguida,” Ritsu las agarró. “Yo me encargo. Seguro le dará un paro si eres tú quien las tiene.”
“Uhh, no es que conduzca tan mal…” hizo un puchero.



Alrededor de cinco minutos después, Honebami y Ai se encontraban dentro de su habitación. El primero estaba mirando perdidamente hacia fuera por la amplia y alta ventana entre los dos camarotes, mientras que el segundo se encontraba tipeando en una Tablet. Los dos se habían quedado en silencio todo el rato, sin necesidad de conversar, algo que era habitual y común en los dos. Este silencio finalmente terminó cuando Ai apoyó su Tablet en su mesa de noche para acomodarse y dormir.

“…” Honebami le miró al observar ese objeto tan cerca de él.
“No tienes nada más que atender por ahora, Honebami,” observó Ai, inmutado. “Ve a dormir. Serás más productivo si descansas apropiadamente.”
“…” el peliblanco regresó su atención a la noche. “No requiero de la misma cantidad de descanso que los demás…”
“Incluso así, temo que tu necesidad de descanso no sea fisiológica,” comentó el menor, meditativo, mientras miraba la cama de arriba fijamente. “No había nada que pudiste haber hecho para remediar o aliviar la situación de tu superior. Ello estuvo fuera de nuestros parámetros, y él se encuentra bien. Descuida.”
“Lo sé…” aun así, una leve tristeza se manifestó en sus ojos.
“Ve a dormir.”
“No le comprendo. Ello es cada vez más evidente…”
“…” Ai mostró impaciencia y se sentó en su cama. “Lo lamento, Honebami. Eso es todo lo que puedo decir,” desvió su mirada. “Por más que todavía no comprenda la empatía humana…”
“…” asintió y cerró sus ojos. “Tienes razón. Esta actitud es disfuncional y contraproducente.”
“Debes distraerte con otros pasatiempos,” comentó, y miró a su Tablet. “Como sigo en un proceso de aprendizaje constante y confusión perpetua con la humanidad, me he acostumbrado a mantener un diario, donde escribo todas mis impresiones de todos los días. Podrías intentar hacer algo semejante.”
“Mis impresiones…” Honebami se puso a pensar. “Soy incapaz de recordar el pasado, pero considero tener una buena memoria para sucesos recientes… aunque mis impresiones parecen variar. Debería mantenerlas mejor documentadas.”
“Es sólo una sugerencia, pero podría ayudarte,” Ai asintió y sonrió un poco. “La presente cuestión con tu familia tiene que ver con los recuerdos, y no estaríamos aquí de no ser por el viejo diario de tu padre. Quizás exista algo trascendental al plasmar nuestras vidas en objetos tan insignificantes, pero duraderos.”
“…” asintió. “Hay ciertas simplezas de la vida que me hacen falta comprender. Lo tomaré en cuenta, Ai.”
“Tu decisión es lo que quería ver,” Ai se mostró complacido, y entonces llegaron los otros dos compañeros de cuarto.
“¡Ohh, ya están listos para dormir!” exclamó Namazuo, emocionado, quien miró a Ai con ojos brillantes. “¡Y ya te lo dije, pero te ves tan adorable con esa pijama! ¡Quiero abrazarte!”
“Déjame en paz,” le dijo este con brusquedad y frunciendo el ceño.
“Compórtate,” recalcó Honebami, fríamente.
“Sí, no se me pongan así…”
“Y estoy usando una pijama simple y normal, no le entiendo,” Ai negó múltiples veces.
“Creo que te encuentra incondicionalmente adorable desde que nos dijiste que tenías quince años,” observó Ritsu, entretenido. “Bueno, ustedes ya saben que yo no me voy a dormir aún. Soy nocturno, así que iré a darme una larga vuelta. Regreso al amanecer.”
“…” Honebami asintió. “Que tengas un buen paseo.”
“Sí, gracias, Hone-kun. Y buenas noches para ustedes.”
“Oh, pero antes que te vayas,” Namazuo no se contuvo y le volvió a abrazar. “Muchas gracias por oírme y aconsejarme.”
“Uhh, te he dicho que no me abraces tan espontáneamente,” dijo frunciendo el ceño.
“Deja de hacer un hábito de fastidiar a las personas así,” recalcó Ai, impaciente. “Nunca podrás ser un miembro funcional de la sociedad si persistes tanto.”
“Haha, no exageres, es sólo que Ritsu-chan me estuvo aconsejando con respecto a mis hermanitos, así que estoy feliz,” dijo Namazuo mientras seguía apachurrando al otro.
“Suéltame ya,” Ritsu se puso firme y se separó con leve brusquedad.
“Ihh, o-okay, perdón…”
“Me caes bien, Nama-kun, y siempre aprecio a la gente que me engríe con tanta voluntad, pero compórtate,” le reclamó y le miró con ojos fulminantes. “No olvides que me enferma un poco la energía de hermanos mayores sobreprotectores por mi propio despreciable anija, así que continúa y te degollaré mientras duermes.”
“E-ehh…” Namazuo sintió un tic en el párpado, junto con leves escalofríos.
“Buenas noches…” Ritsu regresó a su perezoso tono usual y se marchó sin decir nada más.

La puerta se cerró y, con eso, los demás se acomodaron en sus camas para dormirse.

“O-oigan, ¿acaso no le oyeron?” preguntó Namazuo, asustado. “E-estaba bromeando, ¿verdad?”
“¿Le estás tomando en serio?” preguntó Ai, mirándole con incomprensión.
“S-sí que no puede ser… O-o sea, no es que haya sido una amenaza.”
“La mención de que no descarte degollarte por tu desenfrenado comportamiento es una amenaza incuestionable,” dijo Honebami con perfecta tranquilidad mientras se abrigaba con sus frazadas. Él se dio media vuelta para encarar a la pared. “Buenas noches…”
“Ihhh…” Namazuo sintió más escalofríos y volvió a mirar a Ai.
“…” este le miró inmutado y, sin decirle nada más, también se recostó y se giró para ponerse a dormir e ignorarle.
“Uhh…” el pelinegro se estremeció. “Me siento troleado…”

Le tomó unos minutos más sacudir su impresión en lo que fue a asearse antes de dormir, y finalmente pudo conciliar el sueño.






La mañana siguiente llegó y todos degustaron de un agradable y nutritivo desayuno cortesía de Ichigo y sus hermanitos más pequeños. Una vez terminaron, tuvieron un corto momento para esparcirse en la casa previo al entrenamiento de los Toushirou, pero justo antes, Ichigo llamó a uno de los guardabosques para que le hiciera un favor.

El señor abrió el candado del club social y retiró las cadenas, para entonces abrir las puertas de par en par.

“Le agradezco por su ayuda,” dijo Ichigo, sonriendo agradecido y haciendo una breve reverencia. “Habíamos tenido muchas ganas de revisar este edificio desde nuestra llegada. Nos ha concedido un gran privilegio.”
“No lo mencionen. El club es un área de entretenimiento para todos nuestros huéspedes,” le aseguró el guardabosques, de buenos ánimos. “Asegúrense de pedirnos lo que necesiten. Estamos a su disposición.”
“Son muy amables…” asintió con humildad.
“Hm, veo que fue fácil,” observó Ai, alzando una ceja, y miró a Ritsu. “Esto demuestra que tus ideas rebeldes de forzar una de las ventanas del segundo piso para infiltrarte no fueron necesarias desde un inicio.”
“¿Perdón?” el guardabosques se alarmó y miró tanto a Ai como a Ritsu con sospecha. Ante ello, los demás miraron a Ai sonriendo incómodos o con diversos grados de frustración.
“Ay, Ai-chan…” Ritsu le agarró de un hombro, apesadumbrado. “Me encanta tu honestidad, en serio, pero contrólala, por favor.”
“¿A qué te refieres?” preguntó este, confundido.
“Ehh, le aseguro que nada semejante ocurrió, fue sólo una ocurrencia,” dijo Ichigo, sonriendo con torpeza. “Lamento mucho las incomodidades del asunto.”
“Eh, no, está bien. Se nota que no han hecho ningún daño al edificio,” dijo el guardabosques, rápidamente olvidando su fastidio. “Bueno, me retiro. Les deseo un buen día.”
“Igualmente, muchas gracias.”

Con ello, el guardabosques se retiró y los demás pudieron respirar tranquilos.

“Ahh, por un momento pensé que nos iba a dar un sermón,” dijo Namazuo, aliviado.
“También me dio miedo. Se vio tan severo de repente,” Shinano se estremeció.
“No es para tanto,” Fudou rodó los ojos y caminó hacia el club social. “Como sea, entremos ya, a ver qué era lo que querían ver.”
“Aquí me despido,” dijo Ichigo. “Mis hermanitos se encuentran esperándome para iniciar la sesión de entrenamiento. Ustedes entreténganse con el ambiente, por favor.”
“Sí, gracias por hacerme este favor, Ichigo-kun,” dijo Ritsu, sonriendo.
“No hay de qué, ha sido un placer.”

El primogénito caminó de regreso a la casa para acudir al patio trasero donde tendría la práctica, mientras los demás ingresaron y caminaron por los ambientes. Ese club social era un edificio discreto y con muchas ventanas, conformado en su mayoría por amplias y espaciosas habitaciones casi sin muebles donde podían darse reuniones y actividades de todo tipo.

“¡Listo, hemos ingresado al club social!” exclamó Namazuo, con sus manos en las caderas y una expresión alegre de victoria. “Achievement done! ¡Me siento como en la progresión de un videojuego! ¡Hemos avanzado lo suficiente en el viaje para desasegurar al último dungeon! ¡Prepárense para el boss final!”
“¿Ah?” Fudou alzó una ceja, con leve fastidio.
“Heh, debo admitir que es una buena analogía, Namazuo,” comentó Gotou, entretenido.
“Ciertamente,” para variar, Ai sonrió intrigado y llevó una mano a su mentón. “No esperaba que compartieras con nosotros una ocurrencia humorística, pero como un gamer, la aprecio mucho.”
“¡¿En serio?!” como fue de esperarse, Namazuo se emocionó por su comentario.
“Muy bien, Nama-kun, te felicito,” dijo Ritsu, dando palmaditas en el hombro de su amigo. “Ha llegado el momento en el cual Ai-chan te felicitó por algo. Casi pensé que no sucedería.”
“Sí, digo lo mismo,” dijo Namazuo, conmovido y haciendo el ademán de contener un llanto. “Estoy muy feliz.”
“Hahaha, me alegro,” Shinano rió un poco y sonrió incómodo.
“Si te vas a poner así, retiraré lo que dije,” observó Ai, impaciente.
“Sí, no intento molestarte, en serio soy feliz, pero ya pasó,” se apresuró en decir Namazuo.
“…” Yagen dio un suspiro. “Shinano debería estar recibiendo entrenamiento de nuestra parte en estos instantes. Si no hay más que atender, sería bueno que nos retiremos.”
“Sólo quedaba algo más por ver, Yacchan, vengan con nosotros al segundo piso,” dijo Ritsu.
“¿Por qué?” preguntó Honebami.
“Verán el porqué de mi fijación en este lugar. Síganme.”

Dicho esto, todos buscaron las escaleras y subieron, para encontrarse con un segundo piso muy similar, aunque con algunas aulas equipadas con mesas y sillas para talleres o conferencias, y entonces llegaron a la sala más grande de ese nivel. En esta, había un enorme espacio propicio para algún baile y a un rincón del ambiente se encontraba un piano de cola impresionante y bien mantenido. Ello atrajo a todos.

“¡Ohh!” Namazuo se emocionó. “¿Quiere decir que tocarás algo para nosotros?”
“Por supuesto,” Ritsu asintió y entonces dio un fuerte bostezo. “Uhh… han sido tan amables conmigo que al menos les dedicaré unas canciones… pero en la noche, ¿de acuerdo? Ando con las energías un poco bajas…”
“¡Ahh, me encantaría!” exclamó Shinano, emocionado. “¡Sería un gran honor! ¡En serio!”
“Sí, sí, baja tus energías, stalker,” dijo somnoliento.
“E-en serio, por favor, deja de llamarme así…” se lamentó.
“Shinano no ha sido malo contigo, no tienes por qué castigarle,” argumentó Gotou.
“Lo digo de broma, Gocchan. Está bien~”
“Tsk… no me llames así.”
“Al menos tu apodo sí es lindo, Gotou-nii…”
“Y tú tampoco, Shinano.”
“En fin, entiendo que no pararán con esos argumentos, y si Ritsu no quiere tocar, yo lo haré,” observó Ai, quien caminó donde el piano y se sentó en la butaca, para levantar la tapa e inspeccionar las teclas.
“Ah, también eres un músico,” recordó Fudou, con leve indiferencia. “Es fácil de olvidar por tu forma de ser.”
“El sintetizador que utilizo es también un piano, y uno debe tener conocimiento básico y teoría de la música clásica para desempeñarse bien,” comentó Ai. Él no se hizo esperar y comenzó a tocar con agilidad.

Una suave y ligera melodía inundó el ambiente. Ai realizó una interpretación impecable de una pieza simple y corta de memoria. Los demás presentes se impresionaron por su gran talento, y fue igualmente sorprendente notar que ese rígido y educado joven podía tener una expresión tan serena y delicada en pleno desempeño de su vocación.

Ai terminó con su pieza y alzó su mirada, para observar a los demás prestarle atención. Sonrió un poco, con cierto gusto, al notar que había podido transmitirles un poco de su propio gusto por la música y esa pieza en particular.

“¡Bravo! ¡Eres muy genial, Ai-chan!” exclamó Namazuo, aplaudiendo emocionado.
“Sí, fue increíble,” dijo Shinano, contento.
“Has estado mejorando a creces, dudo que pueda explicarme mejor,” comentó Yagen, quien sonrió complacido. “Buen trabajo, Ai. Estás excediendo mis expectativas.”
“Sí, es bueno saberlo,” el peliceleste asintió al doctor.
“¿Eh? ¿Qué haces tratándolo como un alumno?” preguntó Fudou al doctor, con fastidio. “Tú ni sabrás diferenciar las notas.”
“Hmhm, no es mi intención. Sólo le daba un cumplido,” Yagen sonrió con ironía.
“Gracias a todos. Sin embargo, tengo todavía mucho por mejorar,” reportó Ai, levantándose. “Mi especialidad yace en el canto, aunque no dejo de practicar el piano para afinar mis habilidades. Quizás Ritsu tenga algunas críticas que hacerme.”
“No, uno se acostumbra a apreciar las particularidades de cada quién con el tiempo,” observó este con cierta indiferencia. “Sí podría decirte que te hace falta más emoción para esta melodía, pero cada pianista tiene una gama de libertades que puede darse al tocar, lo cual no es evidente a simple vista.”
“Más emoción,” Ai asintió. “Sí, he intentado captar más las emociones en mi música. Comprendo que es una de mis debilidades. Haré lo que pueda,” observó a Honebami. “¿Tienes algo que aportar?”
“No tengo comentarios al respecto,” dijo el peliblanco. “Nuestras habilidades son muy distintas. Sólo puedo decir que disfruto de oír tu música, mas no puedo aportar en tu talento.”
“Lo comprendo…”
“Gotou, no has comentado nada al respecto,” dijo Shinano, quien golpeó suavemente a su hermano con su codo.
“Ah, eh, pues no sé,” Gotou se despertó y frunció el ceño. “O sea, no me tomes a mal. Me gustó mucho cómo tocaste y sé que me hubiera gustado más de haber otro piano aquí, pero no pude dejar de notar cómo el piano está desafinado…”

Ello dejó confundidos a los demás, quienes intercambiaron miradas. Por su parte, los dos músicos presentes se mostraron complacidos por aquel comentario.

“Interesante…” Ritsu sonrió con perspicacia.
“¿Eh? ¿Por qué pones esa expresión?” preguntó Gotou, extrañado.
“El piano está efectivamente desafinado, pero es una discrepancia mínima que la gran mayoría de personas no notaría,” explicó Ai, sonriente y levemente impresionado. “Si no te conociera, diría que eres músico, Gotou. Tu audición es un talento innato.”
“¡Ohh, ¿en serio?!” Shinano se emocionó. “¡Me alegro mucho por ti, hermano!”
“No creo que sea para tanto, Shinano,” dijo el pelimarrón, confundido.
“¿Quién diría que sirves para algo?” preguntó Fudou al aire, con indiferencia.
“¡O-oye, no me fastidies!” le reclamó.
“…” Yagen sonrió con ironía.
“¡Ohh! ¡Ohh! ¡Podrías estudiar música! ¡Seguramente Ritsu-chan te enseñaría a tocar!” exclamó Namazuo. “¡Me encantaría que eso se diera, en verdad que sí!”
“No me andes ofreciendo como maestro, Nama-kun, tengo cosas que hacer…” dijo Ritsu.
“Tan metiche como siempre…” Ai resopló.
“¡Pero háganme caso!” suplicó Namazuo. Se dirigió a Honebami. “¿No sería genial tener a un hermano músico en casa? ¡Ichi-nii compraría un piano inmediatamente!”
“…” Honebami mostró leve inquietud. “Un gasto así sería una imprudencia…”
“Vamos, no es el momento para decir esas cosas, Honebambi~”
“No me llames así,” entrecerró sus ojos.
“Ni he dicho nada, Namazuo,” observó Gotou, impaciente. “Tenga potencial o no, no estoy interesado. Supongo tener un buen oído me hace disfrutar de escuchar música, lo cual hago bastante, pero no necesito más que eso.”
“Uhh, pero…”
“Más bien, esperaré a oírles tocar más tarde,” dijo el pelimarrón a los músicos, animado. “Estoy convencido que tienen talento y también les agradezco por la consideración a mis hermanos.”
“No lo menciones, Gocchan,” Ritsu sonrió un poco.
“Entiendo que tenían que irse a entrenar,” Ai asintió.
“Sí, vamos, Shinano.”
“Ehh, pero…” este quiso pedirle que se quedaran un poco más, pero Gotou se marchó de inmediato. “¿Por qué se está poniendo tan difícil? Era una bonita idea.”
“Quién sabe,” Fudou rodó los ojos. De todos modos, él también se vio intrigado. No hubiera imaginado que se marcharía así sin más. Más bien, normalmente se aseguraría de jalar a Shinano antes de retirarse.
“Sigámosle, no le hagamos esperar,” comentó Yagen, entretenido.
“Casi diría que comprendes algo, Yacchan,” observó Ritsu.
“No, no es nada importante a estas alturas,” el doctor negó y le miró de reojo. “Si Gotou no lo mencionó, yo tampoco lo haré.”
“¿Qué significa eso, hermanito?” preguntó Namazuo, pero Yagen no se explicó y se marchó. “Uhh, ¿qué tienen?”
“No lo sé, pero me aseguraré de preguntarles,” Shinano asintió.
“Pff, mejor olvídenlo,” dijo Fudou, frustrado, y miró a todos con reproche. “¿Acaso siempre van a prestarle atención al doctorcito cuando se pone a actuar especial? Lo hace por gusto. Vamos de una vez, Shinano. Has evadido el entrenamiento demasiado.”
“Sí, ya voy,” el pelirrojo dio un pesado suspiro y pasó a despedirse de los mayores con una sonrisa. “Diviértanse.”
“Por supuesto, y tú cuéntame cualquier chisme más tarde~” canturreó Namazuo, mientras agitaba una palma. “Bueno, tenemos este espacio para nosotros, ¿qué hacemos?”
“Ai-chan, ¿podrías tocar más melodías?” preguntó Ritsu, somnoliento. “Quiero dormir y me gusta hacerlo si tengo música clásica de fondo…”
“Claro, sería un placer,” Ai sonrió.
“¡Ohh, perfecto!” Namazuo se sentó sobre el piso. “Hay que aprovechar este concierto, Honebami~”
“…” su mellizo asintió y se sentó a su costado.

De ese modo, los cuatro disfrutaron de ese ambiente por un rato más en lo que las actividades de la mañana seguían su curso.

...


Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #508: February 23, 2019, 12:43:53 AM »
67.2.








Llegó el mediodía y todos optaron por regresar al lago, al no haber llegado a disfrutarlo del todo hace un par de días. De aquel modo, los presentes aprovecharon para esparcirse y ocuparse con diversos pasatiempos.

Ichigo se apuntó junto con la mayoría de sus hermanos a un tour en una lancha por el espacioso lago. De ese modo, el peliceleste se sentó hacia atrás y observó con gusto a sus hermanitos distraídos por la vista y disfrutando del paseo.

“Aw, eres muy lindo, pequeñín~” canturreó Shinano, quien acariciaba a uno de los pequeños tigres de Gokotai. “Ahora tú y tus hermanos pórtense bien, ¿de acuerdo?”
“Siguen siendo unos cachorros, es mucho pedir,” observó Hakata. “Y creo que nadie se olvida aún del susto que nos hicieron pasar anteayer…”
“Es cierto, pero sólo significa que debemos ser más cuidadosos,” observó Gotou, encogiéndose de hombros. “Ahora no se preocupen más. No pasó nada a fin de cuentas.”
“En verdad me sorprende la poca importancia que le das,” el pelirrojo le miró con leve reproche.
“¿Por qué me miras así?”
“Tampoco estoy satisfecho con cómo las cosas fueron, pero es cierto que Gotou-nii está a otro nivel en comparación con nosotros,” observó Hakata, bajando su mirada. “Nos toca poner de nuestra parte también, Shinano. No podemos quedarnos atrás.”
“Sí, lo sé, estoy haciendo un esfuerzo,” Shinano dio un pesado suspiro y pasó a verse torturado. “Uhh, pero el entrenamiento que acabo de tener fue muy duro. Y Yagen-nii sí probó ser más cruel que Gotou-nii…”
“¿Cómo así?” preguntó Hakata, confundido. “¿También te obligó a pelear y te dio una paliza como de costumbre?”
“O-odio que definas mis entrenamientos de esa manera…” el pelirrojo desvió su mirada.
“Pues no. Yo seguí siendo el principal maestro de Shinano, más bien…” Gotou dio un suspiro y negó incómodo. “Yagen le amenazó y utilizó tácticas psicológicas en contra de Shinano cada vez que se ponía difícil…”
“En verdad quiero ser tan fuerte como ustedes, pero no sean tan malos conmigo…” Shinano hizo un puchero y abrazó al tigre en su regazo. “Uhh, ojalá mis hermanos fueran lindos y suaves y se dejaran apachurrar como tú…”
“Ahh, qué cosas dices,” Hakata se frustró. “Gotou-nii, que conste que no llego al nivel de engreimiento de Shinano.”
“Descuida, estoy consciente de ello, Hakata,” le aseguró el mayor, sonriéndole.
“Piedad, en serio…” Shinano se lamentó y alzó al tigre. “¿No quieren cuidarlo ustedes?”
“No, estoy sentado al borde del bote y no quiero que salte al menor descuido,” Hakata negó.
“Sabes que no me llevo muy bien con esas cosas, Shinano,” observó Gotou con recelo.
“¿Por qué dices eso? Más bien me parece que te aman,” Shinano notó que el tigre se comenzó a mover hacia Gotou, como quien quisiera jugar con él. “Vamos, quiere tu atención.”
“He dicho que no…”
“¡Aquí tienes!” Shinano no aceptó una negativa y dejó al tigre en el regazo de su hermano.
“¡O-oye!” Gotou pretendió llamarle la atención, pero el pequeño tigre no se hizo esperar y se abalanzó contra el cabello del pelimarrón en un intento de revolotearse en este. “¡Ahh! ¡Quítate! ¡Me lastimas!”
“¡G-Gotou-nii!” Hakata intentó ayudarle aunque el tigre era muy terco y ágil.
“¡AAAAHHH! ¡T-Tora-kun, compórtate por favor!” Gokotai, quien estaba sentado unos asientos más adelante, fue alertado y se acercó con leve torpeza para ayudarles. “¡Q-quieto! ¡No lastimes a Gotou-niisan, por favor! ¡P-perdón!”

“Ehh, parece que estos tigres tienen alguna fijación con el cabello de nuestro hermano,” comentó Hirano, un poco preocupado en lo que se volteó para mirar la escena.
“En verdad que sí…” Maeda miró al tigre que estaba cuidando, el cual estaba plácidamente dormido en su regazo.
“¡Ahh!” Houchou agarró al tigre que cuidaba con las justas, el cual casi salta fuera del bote para atrapar a un pez que nadaba cerca de la superficie. “¡T-ten más cuidado!”
“Eso estuvo cerca…” Akita dio un suspiro, aliviado.

“Parece que lo tienen bajo control,” comentó Ichigo. Él estuvo a punto de levantarse y ayudar a Gotou, pero Gokotai fue capaz de controlar a su mascota ni bien les dio el alcance. El pequeño peliblanco estaba dando múltiples reverencias, apenado por lo sucedido, mientras que Gotou le aseguraba que estaba bien y que no lo hiciera. Este no tardó en darle un zape a Shinano, quien pasó a disculparse con él.
“Pese a su comportamiento reservado, el pequeño Gokotai tiene buena empatía con sus tigres, ¿no es así?” preguntó Tsurumaru, sentado a su costado. Este utilizaba un sombrero bastante amplio que le proveía de bastante sombra. “No lo parecería, aunque supongo este talento no puede derivarse de su delicadeza.”
“Yo pienso que sí se deriva. Gokotai es el más sensible de mis hermanitos y parece notar sutilezas muy importantes en la naturaleza y los animales,” comentó el peliceleste con gran gusto. “No sé los detalles, pero un antiguo colega de mi padre tiene un cargo alto en un zoológico grande y le confió a un tigre convaleciente hace varios años. Curiosamente, Gokotai era muy pequeño pero demostró la misma habilidad con el tigre que mi propio padre, así que ese es el motivo por el cual cuidamos de estos pequeños ahora.”
“Ahh, entonces tienen una afiliación con un zoológico, qué sorpresa,” Tsurumaru se vio intrigado. “Eso me deja entender que los tigres muy probablemente regresarán allá cuando sean adultos.”
“Sí, eso se espera,” Ichigo sonrió con leve pena. “Se sentirá la falta de ellos, y será duro para Gokotai, aunque sería difícil encargarnos de cinco tigres adultos.”
“¡Hahaha, sin duda! ¡Uno de estos días se tragarán entero a ese hermano tuyo asediado!” se rió con ganas.
“Tsurumaru-san, no digas esas cosas, por favor,” le pidió con leve pesar.
“Sí, sí, es cierto que no tienes mi mismo humor cruel, perdón.”
“Por cierto, dudo mucho haberte visto usar ese sombrero anteriormente,” comentó con curiosidad. “¿A qué se debe la elección, Tsurumaru-san?”
“Es bastante evidente, Ichigo. Mi tez es demasiado clara y el sol quema y evapora mi piel,” se encogió de hombros. “No lo uso en la universidad porque nunca se anda tiempos prolongados bajo el sol, pero este paseo por el lago es el tiempo suficiente para sufrir de quemaduras. Ahora me pregunto cómo sobreviviré a la playa.”
“Sí que eres más sensible de lo que esperé,” se impresionó un poco.
“Pero estoy bien, es precaución. Un buen bloqueador solar tiende a salvarme la vida también,” sonrió ampliamente. “Así que no necesitas preocuparte por mí, mi buen amigo. Este paseo ha sido una montaña rusa para ti.”
“Sí ha sido inesperado en muchos aspectos, pero no es algo que me incomoda,” Ichigo dio un suspiro y miró al cielo, esperanzado. “Me encuentro desarrollando más recuerdos con mis queridos hermanos, y también conociendo mis raíces. No todo será felicidad, pero por ello mismo me siento más dichoso que nunca.”
“Supongo eso tiene sentido,” sonrió con ironía. “Te hace sentirte con vida.”
“Precisamente,” Ichigo le miró y sonrió con torpeza. “Pareces entenderme bien. Temía que estuviera diciendo algo que no tuviera nada de sentido.”
“Eres alguien muy simple, Ichigo. Noto que eres una buena persona. Será por eso que se me hace fácil leerte.”
“Eres muy amable,” asintió y volvió a mirar a sus hermanos. “Quisiera mantener un momento como este presente indefinidamente, ahora que los siento a todos tan cercanos…”

Mientras tanto, Namazuo y Honebami habían decidido quedarse en las orillas para acompañar a sus amigos a descansar y disfrutar de la espaciosa sombra debajo de los árboles.

“Hmm… sí hay algo placentero en una brisa como esta…” murmuró Ritsu, echado de costado sobre su sleeping bag, mientras dormitaba y recuperaba sus energías.
“No entiendo por qué Tsurumaru insistió en que debía venir,” por su parte, Ai estaba sentado en posición fetal y desviaba su mirada con disgusto y reserva. “La vez anterior me quedé en las residencias sin inconvenientes.”
“Pero se te echó de menos, Ai-chan~” canturreó Namazuo, quien acariciaba al par restante de los tigres, los cuales les hacían compañía. “Estoy seguro que Tsurumaru sólo quiere velar por ti y por eso te pidió que vinieras. Además que esta vista es muy hermosa.”
“…” alzó una ceja, todavía mirando a otro lado. “No negaré la belleza natural que nos rodea, pero mi propio gusto personal se ve comprometido por estar tan adjunto a un cuerpo de agua. No simpatizo con ellos.”
“¿Por qué?”
“Tengo mis razones.”
“Uhh, pero realmente no tiene sentido,” hizo un puchero.
“He dicho que desistan en preguntar detalles sobre mí,” recalcó Ai, finalmente dirigiéndole la mirada con cierta molestia. “Tengo una imagen que proteger.”
“Ya suena a que pones excusas…” Namazuo miró a un pequeño balde lleno de agua a su costado. “Y yo que fui a llenarte este balde con el agua del lago para que te fueras acostumbrando…”
“Si esa agua entra en contacto conmigo, te esperarán grandes represalias,” observó el peliceleste, un poco tenso.
“Pero es sólo un poco de agua en un balde. En serio no te entiendo.”
“No me gusta mojarme. Si bien tengo entendido, a una buena parte de la población humana no le gusta mojarse intempestivamente o más allá de sus necesidades básicas,” comentó Ai, severamente. “No deberías imponerte, Namazuo.”
“Hmm…” este volvió a mirar su balde y se vio inmerso en pensamientos, como si estuviera tramando algo.
“Te advierto, más te vale que te comportes,” insistió Ai, preventivamente.
“Namazuo… déjale en paz…” observó Honebami, finalmente. El peliblanco se encontraba recostado y mirando perdidamente a las ramas de los árboles encima de ellos.
“Sí, lo sé, no quiero enfadarte, hermano…” dijo Namazuo, desistiendo en alguna posible travesura. “Pero sería bueno que trabajes en tu fobia, Ai-chan. Ese paseo en bote se ve muy divertido.”
“No tenías por qué quedarte a acompañarme,” dijo el otro, volviendo a desviar su mirada.
“Vamos, los cuatro hemos sido un equipo en este paseo. Ha sido divertido,” dijo con buenos ánimos. “Y está bien. Quedarme no ha sido malo.”
“Es relajante…” observó Honebami, con su mirada perdida hacia arriba. “El día es muy brillante, pero es agradable estar bajo la sombra, y con la brisa del lago…”
“…es verdad…” dijo Ritsu entre sueños.
“Entiendo el punto…” Ai negó. “Si no tuviera un balde amenazándome a corta distancia, diría lo mismo…”
“Vamos, prometo que no te lo lanzaré ni nada por el estilo,” dijo Namazuo. “Honebami ya me dijo que no.”
“Así que eso era lo que pensabas hacer,” Ai le miró con desconfianza.
“Confía en mí, Ai-chan…”
“Quizás aproveche este momento para caminar por el bosque,” observó el peliceleste quien se levantó. “Ustedes quédense aquí. No tardaré en regresar.”
“¿Necesitas compañía?” preguntó Honebami.
“No, no es necesario,” Ai le miró y se acercó donde el peliblanco. “Un momento, Honebami. No te muevas.”
“…” este se vio confundido. “¿Sucede algo?”
“Tienes un objeto desconocido entre los cabellos, permíteme…” Ai se agachó.
“¿Eh? ¿Qué cosa?” Namazuo se confundió y se asomó… para ver con un terror indescriptible a Ai sacar un escorpión adulto del cabello de su mellizo con una sola mano. “¡IIHHHH!”
“…” Honebami se sentó y miró a ese arácnido en la mano de su amigo, manteniendo su inmutabilidad. “Es un escorpión. Interesante…”
“Hm, comprendo,” Ai asintió y miró al animal. “Es la primera vez que veo uno en vivo.”
“¡E-es un escorpión!” exclamó Namazuo, temblando. “¡¿C-cómo pueden estar tan tranquilos?!”
“¿E-escorpión?” Ritsu se despertó con leve inquietud y se sentó sobre su sleeping bag. “Uhh… ¿dónde está…?”
“¡A-A-Ai-chan lo está agarrando!” exclamó Namazuo, apuntando al invertebrado.
“No exageres, es perfectamente pacífico,” reclamó Ai, impaciente.
“…” entonces, Honebami llevó una mano a un costado de su nuca. “Siento algo extraño.”
“¿N-no te picó, c-c-cierto?” preguntó su mellizo.
“Me habría dado cuenta,” Honebami negó y entonces también sacó otro escorpión de sus cabellos.
“¡Iihhh!” Ritsu también sintió considerables escalofríos. “Tsk… sabía que debía volver a dormir dentro del carrito de golf…”
“La presencia de dos escorpiones indicaría un intento de apareamiento,” Ai asintió y sonrió intrigado. “Si mal no recuerdo, ellos tienen un apareamiento especial y único entre los animales, el cual se conoce como promenade à deux.”
“…” este asintió. “Ya veo…”
“¡¿C-cómo demonios están tan felices hablando de escorpiones en sus manos y a la vez le tienes miedo a un balde de agua, Ai-chan?!” exclamó Namazuo, agarrando sus cabellos. “¡No tiene sentido alguno!”
“Baja la voz,” dijo el peliceleste, frustrado. “Estoy consciente de la aversión que los humanos poseen hacia insectos o simplemente a objetos y criaturas con muy poca semejanza humana, pero considero que las únicas personas justificadas de reaccionar así son las directamente afectadas por los escorpiones. Honebami y yo hemos mantenido la calma, así que espero lo mismo de ustedes. Ya no son niños.”
“Tienes poca piedad, Ai-chan…” se lamentó Ritsu. “No quiero imaginar la gris vida que has tenido para decir esas palabras carentes de corazón…”
“Déjense de engreimientos, en resumen,” el peliceleste negó.
“¿Qué deberíamos hacer con los escorpiones?” preguntó Honebami.
“Podemos soltarlos a cierta distancia,” dijo Ai. “Hm, pero recuerdo que a Akita le gusta estudiar invertebrados. Esperemos a que regrese de su paseo primero.”
“Entendido,” el peliblanco asintió.
“Uhh, yo me voy al carrito de golf…” Ritsu negó y se levantó con pereza. “Nama-kun, por favor sacude mi sleeping bag para que no haya escorpiones dentro.”
“P-pides mucho de mí, Ritsu-chan…” este se vio consternado.

Por otro lado de la orilla, Tharja contemplaba las aguas mientras se apoyaba sobre un frondoso árbol. Le hubiera dado igual quedarse en casa, pero le venía bien un respiro y sentir la fresca brisa del ambiente. En medio de su ensimismamiento, observó a la mayoría de Toushirou en esa lancha amplia en pleno tour, y por otro lado vio a Akashi y sus hermanitos paseándose en un bote personal que habían rentado. El lago era lo suficientemente amplio para otros botes de otros visitantes, y dio un respiro para mirar al cielo despejado. Sentía quietud muy bienvenida y una habilidad de realmente despejar sus pensamientos. Pese a los problemas del día anterior, la resolución de los mismos le había otorgado de paz, después de tanto tiempo…

Entonces, ella vio que Yagen se acercaba, quien caminaba por la orilla del lago en medio de un solitario paseo. El doctor le observó y denotó recién estar consciente de la presencia de la otra. Tharja pretendió regresar su mirada hacia el lago, aunque le sorprendió ligeramente que el otro decidiera acercársele.

“Te confundes con las sombras,” observó él, inmutado.
“Es propio de mí,” ella se encogió de hombros. “Del mismo modo, tú te resaltas de bajo del sol.”
“Hmhm…” Yagen rió por lo bajo y sonrió con ironía. “Es cierto que no me queda bien. Fue el principal motivo por el cual no quise subir al tour con mis hermanos, aparte que me sienta mucho mejor la soledad.”
“Ello fue verdad desde siempre, en su mayoría,” Tharja desvió su mirada. Si bien Yagen siempre había sido muy contemplador y reservado, sí gustó en su momento la compañía de ciertas personas, aunque ello ya no parecía ser el caso. “No entiendo qué pretendes acercándote a mí, si seguimos esa idea.”
“Se te asienta esa actitud reacia, cualquiera podría tomárselo a mal…” el chico miró hacia el lago y caminó para acercarse un poco a la orilla. “Viendo cómo parece que los dos seguiremos comunicándonos, considerando los eventos de ayer…”
“…” ella frunció el ceño. Su actitud indiferente a sus reclamos le fastidiaba, pero mucho no podía pedir.
“Hay algo que sí había querido preguntarte desde la reunión en la casa de Mikazuki,” le miró de reojo. “Ni bien tu presente compromiso con Rizembool culmine, ¿qué planes tienes? ¿A dónde piensas irte?”
“…” ella se mostró mínimamente incómoda por esa pregunta.
“Descuida, tu secreto está a salvo conmigo. Depende de ti divulgarlo.”
“Ya veo…” Tharja desvió su mirada. “No es que lo haya pensado aún… estoy acostumbrada por estos últimos cinco años de cautiverio a no proponerme ninguna meta.”
“…” Yagen le observó fijamente.
“Pero… pensándolo mejor, todo dependerá de un factor importante,” después de enseñar una leve inquietud, Tharja se mantuvo firme y miró al otro. “He fallado en cuidar de Fudou estos últimos años por todo lo que he tenido que hacer. Espero hacer que retome sus estudios y estudie en la universidad. Iré a donde sea que él decida irse.”
“Tiene sentido…” el doctor sonrió suavemente y regresó su mirada al lago. “Espero que ello les lleve lejos de Rizembool. No necesito decirte que no es buena idea permanecer en nuestra universidad, por más que dudo que ustedes se vean implicados en algo.”
“Antes de preocuparte por nosotros, deberías observar cuántos de tus ilusos hermanos se han incorporado a esta universidad,” recalcó la chica, cruzándose de hombros. “Yo me considero lo suficientemente inteligente y experimentada para lidiar con Rizembool sin problemas, incluso si fuera a quedarme ahí, pero no digo lo mismo de tu familia.”
“No espero inconvenientes para ellos tampoco, pero realmente quisiera que se alejen de Rizembool y Hanasaki en lo posible,” Yagen negó. “Se lo he mencionado a Ichi-nii en varias ocasiones, y lamentablemente él siempre tiene una respuesta que no puedo refutarle,” sonrió frustrado. “Yo trabajo en Rizembool y esta institución nos apoyó hace varios años. Pese a lo peligroso que Rizembool puede ser, Ichi-nii insiste en que no quiere dejarme solo en ese lugar, sin importar qué le diga.”
“…” Tharja alzó una ceja. “¿Y qué te detiene de abandonarlo? Ya has ganado un gran estatus y notoriedad. Cualquier universidad y compañía alrededor del mundo te daría la bienvenida con las puertas abiertas de par en par…”
“…” Yagen sonrió entretenido. “Dices algo que tampoco puedo refutar, Tharja, pero es difícil. Estoy vinculado a Rizembool. Siento que nunca dejaré de ser parte de ese lugar. Ellos me educaron y esencialmente me construyeron en quien soy en el presente. Es gran parte de mí, no puedo negarlo.”
“Yagen…” Tharja se tensó. Por su propia experiencia con la guerra de las escuelas, era una respuesta muy preocupante.
“Pero, al igual que tú, me considero alguien que sabe lo que hace. No tienes que temer por mí. Sólo te pido que sigas ayudando a mis hermanos en todo lo posible, como siempre lo has hecho,” le miró frustrado. “Realmente eres como una hermana para nosotros.”
“…” la chica se incomodó un poco por esa observación.

En aquel instante, Fudou salía luego de haber dado una vuelta por uno de los senderos del bosque, y observó al par conversar. De inmediato sintió mala espina y se acercó.

“¿Qué se traen?” preguntó de mala gana. Apuntó a Yagen acusatoriamente. “No te atrevas a hacer algo más. Esfúmate.”
“Hmhm…” Yagen rió por lo bajo y le miró con entretenimiento. “Viniste en un buen momento. Ya me iba.”
“No estamos teniendo un argumento, Fudou. No reacciones así,” su hermana negó impaciente. “Ya hemos dejado nuestras diferencias de lado.”
“Tsk, eso no me lo creo…”
“Más bien, Yagen vino en son de paz y no pretende generar más conflicto. ¿Por qué no haces lo mismo? Gotou también ha optado por dejar las cosas en paz, ¿verdad? Ha sido obvio.”
¿Y qué si él ha hecho eso?” Fudou negó y frunció el ceño. “Bien por él y por haber madurado, pero yo sigo siendo un insecto insoportable. ¿Acaso no es así?”
“Como dije ayer, tendrás que tener paciencia con nosotros, Tharja,” observó Yagen, tranquilamente. “Tampoco tengo intenciones de llevarme bien con tu hermano. El sentimiento es mutuo. No hay más vueltas que darle.”
“¿Desde cuándo te has vuelto tan irracional?” le preguntó al doctor, con cierta decepción.
“Quizás siempre lo fui,” Yagen se encogió de hombros y les dio la espalda, para comenzar a marcharse.

Sin embargo, el doctor bajó su guardia y Fudou aprovechó ese descuido de su parte para darle un fuerte golpe en la cabeza, que lo mandó al piso.

“Tch, ¿qué has hecho, borracho?” preguntó Tharja, con leve desconcierto y una visible molestia.
“¿Qué? El muy idiota me lo debía,” le apuntó. “¡Eso te pasa por lanzarme esa piedra anteayer! ¡Juré que me las ibas a pagar y aquí está!” luego de exclamar, sonrió con superioridad. “¡Ha! ¡Te descuidaste por tu inflado ego, imbécil! ¿Quieres pelear?”
“Tsk…” Yagen se levantó adolorido. Le tomó unos segundos de pie y con una mano sobre su cabeza para darse el permiso de sucumbir ante su fastidio. Desenvainó su tantou, miró de soslayo al pelimorado, y se lanzó al ataque.

En medio del lago, Aizen extendió su brazo a las aguas para probar la temperatura de este.

“¡Ahh, qué ánimos tengo de saltar y bucear!” exclamó el pelirrojo. “Lástima que no permitan que la gente se bañe aquí.”
“Hmm, pero debe ser profundo…” Hotarumaru se puso a pensar. “Y realmente no me atrevería a meterme a un lago… ¿no es posible que haya enfermedades o parásitos aquí?”
“¿Eh? Por supuesto que no, eso sería en lugares tropicales y agua estancada,” Aizen negó y le sonrió con certeza. “Yo he nadado en varios ríos y lagos por la casa de mamá y su familia. ¡Te aseguro que es completamente sano y divertido!”
“Ohh, sí suena emocionante si lo pones así,” el pelicenizo se animó.
“Seguramente lo será, pero tengo entendido que hay que tener ciertas precauciones,” observó Akashi, con indiferencia. “No se puede subestimar el caudal de un río.”
“Pues sí, pero tampoco es para tanto,” Aizen frunció el ceño. “Uhh, tenemos un padre muy estricto y aburrido. Me dejan entender que nunca han tenido este simple placer.”
“Es que también hemos vivido en la ciudad todas nuestras vidas,” Hotarumaru se puso a pensar. “Pero no hay problema con la playa, y ya nos apuntamos a ir con Maeda y sus hermanos. Hehe, será muy lindo.”
“Ese pequeñín es un buen amigo de ustedes, y sí parece muy decente,” Akashi sonrió rendido y se encogió de hombros. “¿Qué me queda? No quería volver a salir en otro viaje, pero les apoyaré con sus vacaciones.”
“Hehe, muchas gracias,” Hotarumaru sonrió ampliamente.
“De nada, pequeño~” Akashi se animó y le acarició en la cabeza.
“Si, gracias, supongo, pero ni que hayas movido un dedo como para planear este viaje o cuidar de nosotros en primer lugar. Sólo has sido un inquilino,” observó Aizen, frustrado.
“Sabes que debes ser paciente conmigo, Aizen,” se encogió de hombros. “Ahora concéntrense en esperar ese paseo, ¿de acuerdo?”
“Sí, todavía tengo que encontrar luciérnagas,” Hotarumaru asintió cometido a su causa. “Vi unas ayer por la noche, pero no las suficientes para estar satisfecho.”
“¡Y yo no puedo esperar a los matsuri por la playa!” exclamó el pelirrojo. “¡Ya puedo visualizar los puestos, los colores, hasta los fuegos artificiales!”
“En verdad tienen muchas energías, casi les envidio,” el mayor dio un bostezo y miró hacia la orilla, para notar algo que le llamó la atención. “Hm, no hubiera esperado que el doctorcito supiera pelear…”
“¿Eh?” Hotarumaru se confundió y miró en su dirección, para notar una inesperada e intensa pelea entre Yagen y Fudou, en la cual el primero parecía dominar. “M-mo… ¿qué sucede? ¡No pueden pelear así!”
“Ellos parece que se odian,” Aizen se impresionó. “Tampoco estoy de acuerdo, pero mejor no hay que meternos, Hotaru.”
“No, no puede quedarse así,” dicho esto, Hotarumaru agarró los dos remos y se puso a remar con gran ímpetu al punto de poder arrancar y movilizar el bote sin ayuda de sus hermanos, quienes se impresionaron por su fuerza.

Tharja observó al par pelear en una pelea intensa y demasiado ágil. Ella no tenía apertura para meterse y separarlos, y sólo le quedaba ver y oír esas tantou chocar entre sí en medio de los múltiples ataques que se repartían. Sin embargo, notó cómo Fudou comenzó a cansarse y flaquear, mientras que Yagen se mantuvo inmutado y rápidamente tomó control sobre la pelea. El doctor esperó una apertura para desestabilizar a Fudou con otro choque de armas, con el cual empujó su mano armada hacia arriba. Ello le dio espacio para darle una contundente patada que le hizo chocarse con fuerza contra el tronco del árbol cercano.

“Ihh…” Fudou hizo una mueca de dolor y cayó sentado al piso. Él vio a su oponente mirarle desde distancia sin perder su inmutabilidad. “Tsk… te odio…”
“…”
“¿…qué haces siendo tan fuerte si paras encerrado en un laboratorio?” frunció el ceño. “…esperaba trapear el piso contigo…”
“…” Yagen guardó su tantou antes de contestarle. “He pasado nueve años inmerso en una universidad que, además de ser tecnológicamente avanzada, entrena y capacita a Rebels. ¿Crees que perdería esa valiosa oportunidad de fortalecerme?”
“¿Q-qué dices?”
“Nunca llegaré al nivel de mis hermanos mayores, pero descuidar mi entrenamiento sería un insulto a mi linaje,” declaró con frialdad. “Ahora aprende tu lugar, Fudou.”
“Tch… miserable…”
“Suficiente,” reclamó Tharja.
“Es por respeto hacia ti que no pretenderé continuar, descuida,” dijo el doctor, mirando a la chica con un semblante tranquilo. “No te sientas comprometida con nuestros asuntos, por favor.”
“Es como si se olvidaran de todo lo que digo,” observó la mayor, impaciente. “Odio que se lleven así, quisiera que dejaran de antagonizarse de este modo. No son enemigos…”
“Estás hablando con una pared, nee-san…” Fudou se levantó y también guardó su arma. “Tch, sólo pierdes tu tiempo.”
“Ya veo que son un par de paredes, Fudou,” la chica desvió su mirada con disgusto.
“No me compares con él.”
“Hmhm…” Yagen sonrió con ironía. “Sin embargo, ella tiene razón. No pueden razonar conmigo. Soy un caso perdido. Al mismo tiempo, tú nunca escuchas razones, y no paras de ridiculizarte constantemente.”
“Cállate, no aceptaré ningún insulto de tu parte,” comprimió sus puños.
“Es la verdad,” afiló sus ojos. “Te puedo extender un mínimo entendimiento por tu errático comportamiento cuando andas ebrio, pero ahora mismo no haces más que poner un acto hostil y desagradable en un intento de intimidarme, ¿cierto?”
“Tch, ¿qué dices?” Fudou se notó un poco incómodo.
“No me puedes engañar, y te conozco para ver a través de tu actuación.”
“…” agachó su cabeza y se estremeció de ira. “Ya te he dicho que tú no sabes ni mierda sobre mí, Yagen...”
“Sé lo suficiente. Ahora deja de antagonizar a mis hermanos y actuar tan huraño con ellos, cuando en verdad quisieras ser más abierto y confiar más abiertamente en mi familia,” Yagen dio un suspiro. “No sé qué te ha llevado a rechazar tanto a otras personas. Tú eres alguien sensible e incapaz de vivir si no tienes a nadie de tu lado.”
“Tsk, ¡cállate, imbécil!” el pelimorado alzó su voz y le miró con odio. “¡No hables como si pudieras comprenderme!”
“…” le miró atentamente.
“No quiero que nadie me entienda. Definitivamente no necesito la ayuda de nadie. ¡Tampoco voy a pedirla! Tus hermanos serán personas decentes, pero no quiero de nadie, y lo que sea que pueda hacer por ellos o que puedan hacer por mí es pasajero…” negó con cólera, comprimiendo sus puños a todo dar. “Soy incapaz de confiar en los demás… no quiero… no seré responsable de nadie ni una carga para otra persona… no… no puedo hacer eso…”
“Fudou…” Tharja se afligió.
“Y no soportaré que seas tú quien me diga todo eso…” miró al doctor y le apuntó acusatoriamente. “Tú eres incapaz de comprender lo más mínimo de otros, o lo que sea que necesitan. Tú, que abandonaste a tu hermano y le impusiste toda la carga de tu familia. Tú… ¡Tú, que nos abandonaste a todos cuando más te necesitamos! ¡No creas que volveré a confiar en ti luego de todo lo que hiciste!”
“Ya veo…” Yagen se mantuvo inmutado.
“Tch…” Fudou se estremeció. “No sé en qué momento perdiste tu propia alma… eres incapaz de sentir empatía por alguien más…”
“Fudou, ¿es que acaso el resentimiento que me tienes es el que te hace castigar a mis hermanos?”
“¿Ah? ¿Qué tonterías dices?” le miró extrañado. “Tsk, ¡no te creas tan importante!”
“En fin, sea o no sea, puedo declarar con firmeza que mis hermanos te tienen en gran estima y se preocupan mucho por ti. Sé que Gotou nunca dejará de agradecerte. No sé qué te hace decir que tu asociación con mis hermanos es pasajera, porque no es verdad,” Yagen se giró hacia el lago, y observó a la lancha del tour que iba camino hacia la orilla. “Tienes un espacio único e irremplazable entre ellos, y no debería ser yo quien te lo diga. Es la verdad.”
“Tsk…” desvió su mirada, con disgusto.
“Deberías trabajar en tu vicio y en ti mismo, Fudou.”
“No creas que escucharé lo que me digas, y no me obligarás,” le miró con recelo.
“Deberías olvidarte de mí de una vez y dejar el pasado detrás,” Yagen le miró de reojo. “Soy incapaz de ayudar a nadie.”
“…” Tharja se extrañó por esas palabras.
“Hazlo por ti, y por quienes en verdad son importantes en tu vida. Tu propia hermana está preocupada por ti, así que no le hagas inquietarse más,” el doctor se encogió de hombros. “Si soy tan molesto para tu persona, deja de envenenarte conmigo y aprende a ignorarme. No me uses de excusa para justificar tu forma de ser y mal comportamiento. Te estás lastimando, es lógico, así que pretende que no existo.”
“Tch…” Fudou le miró con cólera. “No tienes derecho de decir que te ignore.”
“Lo tenga o no, vela por tus propios intereses primero.”

Entonces, los tres notaron al bote de los tres hermanos llegar a orillas cerca de ellos. Hotarumaru saltó de inmediato y corrió donde los chicos, un poco preocupado.

“Uhh, parece que ya no se están peleando,” observó este, quien luego de aliviarse, frunció el ceño y agitó sus puños. “Compórtense. No podemos lastimarnos mutuamente. ¡Estuve muy preocupado por los dos!”
“Eh, ¿q-qué estás diciendo?” Fudou se confundió.
“Lo lamento, Hotarumaru,” dijo Yagen, sonriendo frustrado. “Esta pelea no iba a tener mayores desencadenantes, te lo aseguro.”
“Ese no es el punto, Yagen,” le miró con reproche.
“Bueno, sólo me alegro que se encuentren bien,” dijo Aizen, dándoles el alcance. “Creo que hay espacio en el bote para los seis, ¿no se animan a ir con nosotros de regreso? Así acortan todo el camino rodeando el lago.”
“No gracias,” Tharja negó y miró con leve desconfianza a Akashi, quien se acercaba. “Si este va a llevarnos, no cruzaremos nunca el lago. Caminar es más rápido.”
“Oye, oye, me apena decirlo, pero mis hermanitos son los que tienen muchas energías y los que han remado hasta ahora,” comentó el mayor, sonriendo cansado. “Ya sé que descuidé ese trabajo en el cual tuvimos que cooperar, o algo así, mi memoria me falla, pero no tienes que tacharme tan rápidamente.”
“No haces un mejor caso para ti mismo con esa falta de memoria…”
“Prometo que remaré con muchas fuerzas, y podemos turnarnos si se animan,” observó Hotarumaru, sonriente. “¿No les parece una buena idea? El paseo les vendrá bien.”
“No…” Fudou desvió su mirada. “Si me obligan a abordar un bote con este doctor de acá, uno de los dos terminará en el fondo del lago. Tsk, no me sentiré nada mejor…”
“¿Eh? ¿Acaso siguen molestos?” preguntó Aizen, con incomprensión.
“Ustedes pueden acompañarles. No se olviden que ya me iba,” Yagen restó importancia y se dio media vuelta, para marcharse caminando. “Necesito un respiro. Nos vemos de regreso en el punto de partida.”
“Bueno, asumo que el problema ya se solucionó,” comentó Akashi, entretenido y sonriendo con ironía. “No me opongo, así que vengan si se encuentran con ganas.”
“En fin, aceptaré, espero no arrepentirme,” Tharja se encogió de hombros.
“¡Te aseguro que no!” exclamó Aizen, contento. “Fudou, tú también.”
“N-no, no tengo muchas ganas…” este se incomodó y se retrajo.
“Hmm…” Hotarumaru notó su modestia y leve vergüenza. Entonces, intercambió miradas con Aizen y los dos le agarraron de sus brazos. “Vamos, es nuestro placer.”
“¡Sí, no te resistas!”
“¡O-oigan!” exclamó este, sorprendido en lo que era jalado hacia el lago.

Pasaron unos minutos y los Toushirou que estuvieron en el tour regresaron a la orilla. Ahí, de inmediato fueron a inspeccionar a los escorpiones, los cuales fueron puestos dentro del balde vacío para evitar que se escapen.

“Ohh, no recuerdo haber observado a escorpiones en vivo anteriormente,” dijo Akita de buenos ánimos mientras los observaba con una lupa de bolsillo. “Sí son impresionantes.”
“Uhh… estás muy cerca…” Houchou se puso a temblar y se tapó el rostro con sus manos. “¡Ahh, ya no puedo verlos! ¡No quiero que ningún bicho se me suba!”
“T-también tengo leves escalofríos, si debo admitirlo…” comentó Hirano, incómodo.
“Y-yo también…” Gokotai también temblaba y abrazaba a uno de sus tigres para buscar un poco de consuelo. “Ihh… no quisiera encontrarme con uno de estos.”
“Sin duda nosotros no tenemos la misma afinidad que Akita,” comentó Maeda, sonriendo incómodo.
“Los insectos son desagradables, y los escorpiones mucho más…” Shinano se lamentó. “Menos mal que no parecen ser comunes.”
“En Japón no solía haber escorpiones en primer lugar. Fueron introducidos por el comercio con el extranjero, al igual que otras islas del planeta,” observó Ai. “También son nocturnos e intentan no movilizarse de su hábitat en toda su vida, por lo cual encuentros con ellos son esporádicos. No tienen por qué temer.”
“Interesante, gracias por la explicación,” Gotou asintió.
“Ai suele investigar todo tipo de información útil,” observó Honebami inmutado. “Posee una gran variedad de información.”
“Sin duda es un buen hábito, intento hacer lo mismo, pero debería expandir mis temas de interés,” dijo Hakata, quien miraba a los escorpiones. “Hmm, pero me pregunto dónde caben los escorpiones en la cadena alimenticia.”
“¿A qué te refieres, Hakata?” preguntó Ichigo, confundido.
“O sea, supongo serán depredadores de insectos menores. Son arácnidos así que serán como las arañas, pero… hmm…” el pequeño rubio se puso a pensar duramente. “Si de por sí no vivían aquí, no se mueven mucho y viven en números escasos, ¿cuál es el punto o finalidad de ellos? ¿Qué uso tienen o por qué existen?”
“Ehh, suena a una pregunta un poco filosófica, hermanito,” Namazuo sonrió incómodo. “No sabría qué decirte…”
“P-pienso que no es justo decir qué uso tienen…” comentó Gokotai, cabizbajo y meditativo. “N-no me agradan, pero viven, y por vivir tienen el derecho de hacerlo…”
“Tiene sentido,” Maeda asintió, animado.
“Una respuesta en sí es algo que no obtendremos,” Ai se llevó unos dedos a su mentón y se mantuvo inmutado. “Pero concuerdo con Gokotai. Si nos preguntamos por qué escorpiones que no parecen tener un impacto en el ecosistema existen, deberíamos cuestionar a los humanos por su tendencia a destruir la naturaleza,” asintió convencido. “A mi parecer, los seres humanos serían los verdaderamente inútiles y contraproducentes, y no tienen la razón de ser.”
“E-eso sonó oscuro, Ai-chan…” Namazuo sonrió intimidado.
“…” Honebami asintió. “Pero tiene sentido…”
“Uhhh, ya, ya, deja de hablar así, Ai,” repentinamente, Tsurumaru también fue contagiado por el temor y agitó sus palmas al joven peliceleste, quien le miró inmutado.
“¿A qué se debe esta reacción, Tsurumaru?” le preguntó Ai, tranquilo. “Tu inquietud es rara y no parece haber sido causada por ningún motivo claro.”
“Ahh, lo último que quiero es que te convenzas que la humanidad merece ser exterminada. Qué nervios,” el peliblanco se sacudió y notó que los demás le miraron confundidos. “Ehh, creo que no puedo explicarme ante ustedes, pero si supieran uno de los secretos de Ai, estarían tan asustados como yo.”
“¿Por qué?” Gotou alzó una ceja, escéptico.
“Si te refieres a eso, pierdes tu tiempo,” Ai negó impaciente y le miró con reproche. “Por tu personalidad y habilidades de combate, eres un peligro mucho mayor para la humanidad que yo. Ahora deja de crear paranoias.”
“Ehh…” eso dejó a Tsurumaru confundido.
“Haha, ni lo puedes refutar, grulla,” comentó Yagen, quien justo dio el alcance a los demás. El doctor se mostró entretenido por la respuesta de Ai. “Pienso lo mismo, y más bien diría que eres el más razonable e inofensivo presente, salvo por tus comentarios mordaces.”
“No entiendo por qué otros comentan lo mismo sobre mí,” dijo Ai, perplejo. “Sólo digo la verdad.”
“Es un gusto verte animado, Yagen,” dijo Ichigo, sonriente. “Espero que tu paseo por la orilla del lago haya resultado relajante para ti.”
“Podrías decir que sí, y lo mismo espero de ustedes, Ichi-nii,” el doctor miró hacia el lago y vio al bote con los cinco faltantes todavía a cierta distancia, en lo que Hotarumaru y Aizen se habían detenido para admirar la vista y hablar entre ellos. “Supongo nos tocará esperarles antes de partir de regreso a la residencia.”
“Oh, Fudou se animó a pasear por el bote con ellos, ¿quién lo diría?” Shinano sonrió. “No se le ve muy cómodo, aunque tampoco parece irritado. Qué bueno que se abra un poco.”
“Fudou sí es más racional cuando no anda ebrio,” comentó Gotou. “Bien por él.”
“Ya, suficiente con los escorpiones,” dijo Houchou en tono de berrinche para llamar la atención de los demás. “¿Podemos comprarnos algo en el kiosco? Tengo sed.”
“No es una mala idea,” Ichigo asintió. “Yo invito, vamos todos.”
“Eres demasiado bueno, Ichigo, gracias,” Tsurumaru se animó y le dio una palmada en un hombro para tomar la delantera. “Todavía no sé qué pediré.”
“Siento que te estás aprovechando demasiado de la buena voluntad de mi familia,” le recriminó Yagen, quien le dio el alcance.
“Haha, oye, no exageres,” el peliblanco rió un poco. “Ichigo es mi amigo, y sabes que aprecio a tus hermanos. Son buena gente, no como cierto doctor que conozco.”
“Sabes que lo que tienes que decir sobre mí me trae sin cuidado…” se encogió de hombros.

El par siguió caminando en lo que dialogaban.

“Yagen-niisan y Tsurumaru-san siempre comparten comentarios de ese tipo,” observó Hirano, confundido. “Pero no sé si se lleven tan mal como dicen…”
“Hmm, sí han optado por caminar juntos,” Namazuo hizo un puchero. “Y Yagen se acercó a él. Él no se acerca tan fácil.”
“Ehh, no tienes que tomártelo a mal, Namazuo-nii…” Shinano sonrió incómodo.
“…” Ichigo sonrió con leve tristeza. Había una incuestionable familiaridad entre los dos, tal y como había observado en la conversación que había tenido con Tsurumaru en su habitación. No podía decir que no se alegraba de que su retraído hermano pudiera confiar en alguien de aquella manera, pero también deseaba algún día poder inspirar esa misma cercanía en su hermano del modo en que el peliblanco lo hacía.
“Ichi-nii, ¿te sientes bien?” preguntó Akita, confundido.
“Sí, siento distraerme,” respondió amablemente. “En marcha, no les hagamos esperar.”

De aquel modo, los presentes fueron por las bebidas y los cinco restantes no tardaron en darles el alcance, para finalmente retornar a las casas, donde almorzarían y pasarían un relajante resto del día, antes de regresar a la ciudad.





Las horas pasaron y llegó el atardecer. Al terminar el almuerzo, los viajeros se dividieron para realizar distintas tareas. Los pequeños se animaron a visitar el campo de flores una vez más antes de la noche, mientras los mayores optaron por descansar o distraerse en los ambientes de las casas.

Mientras tanto, Ritsu despertó de una larga y merecida siesta para animarse a visitar el club social y fue acompañado de sus compañeros de cuarto. En poco tiempo daría su interpretación a los presentes, así que fue con el motivo de practicar.

“Ahh, este lugar se ve mucho más bello con la luz cálida del sol~” canturreó Namazuo, feliz de la vida, mientras aspiraba las energías del ambiente. “Sería capaz de bailar al ritmo de tus melodías. ¿Hay algún baile para música clásica?”
“Sé sobre bailes como polka, pasodoble o valses, aunque bailar al ritmo de un piano sería bizarro, y seguramente tú no sabes lo que haces,” comentó Ai.
“Si estuviera aquí, Ou-sama diría que no importan los estándares y que uno se debe mover a su ritmo, y seguramente trataría de inventarse un baile conforme toco un etude,” observó Ritsu, sonriendo frustrado, para entonces negar con leve molestia. “Siempre tan pesado. Si tan sólo fuera más callado con todo lo que se le ocurre…”
“Tu Ou-sama suena a una persona muy entretenida, Ritsu-chan,” dijo Namazuo, animado.
“Oh, sí, seguro que se llevarían de maravilla, ahora que lo pienso,” se encogió de hombros. “Los dos son ocurrentes y se dejan llevar por la emoción del momento. Uhh…” negó. “Si terminan muriéndose por su dupla, no será mi culpa.”
“Ehh, ¿q-qué haces matándonos tan rápido…?”
“Comprendo que no dejarán de hablar de cosas sin sentido, así que podrías comenzar a practicar, Ritsu,” dijo Ai, cruzándose de brazos. “Aunque esperé que tu habilidad no requería de práctica, y menos para una interpretación entre amigos y gente común.”
“Aprecio la fe que me tienes, Ai-chan, y estás en lo correcto,” Ritsu se vio satisfecho. “Fufufu, existen muy pocos los que pueden hacerme competencia en el piano. Incluso un genio como Ou-sama ha reconocido mi talento de pianista.”
“No sé mucho sobre la música, pero sí me gusta mucho cómo tocas,” Namazuo asintió.
“Sí, Nama-kun, casi parezco un idol de verdad.”
“¡Hahaha, qué gracioso eres!” se rió con ganas.
“…” Ai miró a los dos con impaciencia. Ritsu sí que no se cansaba de esas bromas. “Si no tienes que practicar, no había punto de venir aún. Podrías haber dormido un poco más.”
“No quería perderme de mucho en este paseo, aparte que está por terminar,” se encogió de hombros. “Y sí hemos venido para una práctica, pero no seré yo quien practicaré.”
“¿Entonces a quién te refieres?” preguntó el peliceleste con cierta intriga.
“Fufufu…” Ritsu rió un poco y miró de reojo al cuarto presente, quien miraba por una de las ventanas hacia fuera. “¿Por qué no aprovechas para practicar un poco, Hone-kun?”
“…” este se giró. “¿Necesitas algo, Ritsu?”
“¿Eh? ¿Practicar?” Namazuo ladeó su cabeza y pasó a sorprenderse. “E-espera, Honebami, tú… Ritsu… ¡e-esperen! ¿Acaso tú sabes tocar el piano?”
“No,” Honebami negó. “Ritsu me ha enseñado lo básico, aunque no poseo la habilidad para decir que sé tocar el instrumento-”
“¡No seas modesto ahora!” exclamó su mellizo, en shock y acercándose donde su hermano. “¡¿En verdad sabes tocar?! ¡¿Ritsu-chan te ha estado enseñado a mis espaldas?! ¡¿C-cómo así?!”
“Tranquilo, Nama-kun, ya casi suena a que le he hecho daño a tu hermano o te he sacado la vuelta con él, fufufu,” dijo su amigo, con leve entretenimiento.
“¡¿Pero qué está pasando aquí?!” exclamó y miró a Ai. “¡¿Tú lo sabías?!”
“No, también son noticias para mí,” observó el peliceleste con leve intriga. “Y comparto tu sorpresa y curiosidad.”
“¡Ya, dígannos!”
“No hay necesidad de hacer tanto escándalo,” Ritsu dio un suspiro. “Sabes que vivo en la universidad y soy nocturno, Nama-kun. Pues, algunas noches en horas de la madrugada me he topado con Hone-kun camino a algún laboratorio o a conseguir algo de comida en una máquina dispensadora. Simplemente le invité a escucharme tocar, y en este último semestre mostró interés en aprender a tocar el piano, así que con gusto le he dado clases en la noche.”
“Ya veo…” Ai se puso a pensar.
“Siento que tengo más preguntas que respuestas… qué hará mi hermano despierto y buscando comida tan tarde…” Namazuo mostró leve preocupación. “Aun así, ¡es genial! ¡Me alegro mucho que mi retraído hermano haya encontrado un pasatiempo tan pro y bello y sensible y adorable como él mismo es! ¿Puedes tocar algo para nosotros? ¡¿Puedes puedes?!”
“Detente…” Honebami frunció el ceño.
“¿Pero por qué te haces difícil? ¡Nuestros hermanos se van a emocionar!”
“No necesito que consigan un piano para mí,” recalcó con leve severidad. “La música no es mi vocación, ni un pasatiempo.”
“¿Eh? ¿Qué dices?” Namazuo se quedó perplejo. “¿Por eso te viste tan inquieto cuando dije lo del piano en la mañana?”
“Ohh, más despierto de lo que pensé, Nama-kun,” Ritsu sonrió. “Felicidades.”
“Eh, sí, gracias, pero no te burles de mí ahora,” Namazuo negó. “Ya, a ver, me confunden… ¿entonces de qué se trata esto?”
“Siempre supe que Hone-kun tenía intereses más prácticos y con propósito que querer tocar el piano por diversión o curiosidad, aunque nunca se expresó por qué,” observó Ritsu. “Sería bueno que sea honesto con nosotros.”
“…” Honebami regresó su mirada hacia fuera y se explicó con tranquilidad. “Conforme pasa el tiempo, he llegado a comprender que, pese a mis habilidades en el combate y en los estudios, poseo muchas limitaciones. Tengo la misión de ayudar y asistir a quienes me necesiten,” bajó su mirada. “Sin embargo, si no poseo las habilidades necesarias y compatibles, nadie podrá contar conmigo.”
“De todas las cosas que podrías dedicarte a aprender, el piano es una habilidad muy específica y de poca utilidad,” observó Ai, con leve extrañeza. “¿Por qué lo hiciste?”
“Uhh, oye, mi hermano anda mencionando sus inquietudes, sé comprensivo,” dijo Namazuo, haciendo un puchero.
“Eso es porque…” Honebami miró al peliceleste. “Cuando nos conocimos, encontrabas todavía agarrando destreza al sintetizador y desarrollando tus habilidades musicales. Ikari-sensei me instruyó que te apoyara al igual que Tsurumaru-san, y mientras él te brindó de información y conocimiento en la informática, yo noté que no tenía nada que aportar.”
“¿Eh?” Ai se quedó perplejo. “¿Dices que has aprendido a tocar el piano para ayudarme?”
“…” asintió. “Recibiste toda la ayuda necesaria en el aspecto tecnológico, y aquello tampoco es mi área, así que quise brindarte de apoyo de otra manera,” negó tranquilamente. “Sin embargo, has mejorado tus dotes y he llegado a comprender que no podré ayudarte con tu propia habilidad, por lo cual mis esfuerzos han sido inútiles.”
“Honebami…” frunció el ceño, confundido.
“¿Cómo que inútiles? ¡En serio pienso que es genial!” insistió Namazuo. “Y bien va contigo que te esfuerces en hacer algo fuera de tu confort personal para ayudar a alguien, pero pienso que es un lindo pasatiempo y algo que podría darte mucho gusto personal.”
“…” su mellizo ladeó su cabeza. “No entiendo….”
“¿Cómo que no entiendes?”
“Hmm, a todo esto, suena casi como si no hubiera productores, entrenadores o maestros musicales trabajando con Ai-chan…” comentó Ritsu, meditativo. “Un músico y compositor que va hacia la fama nunca está solo. Como estudiante pobre de universidad que aspira a ser un idol, lo sé muy bien.”
“Tienes razón, los comentarios de Honebami con respecto a mi formación han sido un poco controversiales,” Ai se cruzó de brazos y se vio indistinto. “Sí he tenido formación musical y cuento con la disquera afiliada a Rizembool, pero tengo un enfoque más tecnológico pese a ser un músico. Eso es todo lo que diré sobre mí,” luego de dejar las cosas claras, el peliceleste se dirigió al peliblanco. “Todo esto es nuevo para mí, Honebami. No pensé que te había causado tantas inquietudes. No era necesario. Estoy consciente de tus propias obligaciones.”
“No es nada,” Honebami negó tranquilamente. “Ayudar sirve para hacerme consciencia sobre mis limitaciones y buscar un mejoramiento personal. Descuida.”
“Sí, ¿verdad?” para variar, Ai sonrió un poco. “Agradezco tu dedicación. Me encuentro satisfecho con mis habilidades, pero ahora sé que puedo contar contigo para cualquier imprevisto. Lo tomaré en cuenta.”
“…” el otro asintió.
“Habiendo terminado con este tema, concuerdo con las observaciones de tu hermano,” opinó Ai, meditativo. “Tocar el piano podría hacerte mucho bien. Mi punto de vista es muy personal, pero la música es un pasatiempo enriquecedor y muy placentero,” sonrió. “De igual modo, pienso que te quedaría bien. Tienes la delicadeza necesaria para desarrollar la habilidad.”
“Delicadeza…” Honebami se vio perplejo.
“Es interesante que tú mismo no lo notes, pero estoy de acuerdo,” Ritsu sonrió con ironía y se encogió de hombros. “Has percibido la cadencia y los niveles de presión al tocar las teclas del piano pese a recién ser un primerizo, lo cual pasa desapercibido o es un gran agobio al momento de practicar,” dio un pesado suspiro. “Nama-kun habría golpeado las teclas con todas sus fuerzas y tocado fuera de ritmo y no entendería lo que digo.”
“Estamos aquí alentando a Honebami, no tienes que ser tan cruel,” Namazuo hizo un puchero.
“Fufufu, perdón, no pude evitarlo.”
“Del mismo modo, tus hermanos podrían alegrarse si te oyen tocar,” observó Ai. “Pienso que sería una agradable sorpresa.”
“Cierto,” Ritsu asintió. “¿Yacchan sabe sobre nuestras clases?” le vio negar, lo cual ensanchó su sonrisa. “Interesante. Sin duda se alegraría mucho. Aprovecha el momento.”
“No…” Honebami se mostró estresado y desvió su mirada. “Dejen de insistir. No poseo la habilidad ni experiencia necesarias para importunar a mis hermanos. Me haría falta demasiada práctica.”
“E-eso no es verdad, a mí me encantaría oírte,” insistió Namazuo. Él se preocupó al ver a su hermano tan retraído. “Uhh, no te lo tomes como una falla personal o como si fueras una molestia. Es todo lo contrario, por favor.”
“Entiendo cómo se siente,” dijo Ai. “No es un músico profesional ni lo va a ser. Tomó unas clases para aprender de manera rudimentaria y por lo tanto no considera estar al nivel para aclamar atención a sí mismo.”
“Pero…”
“Pero…” el peliceleste alzó su índice. “Él nunca estará listo para llamar la atención, sin importar cuánta práctica fuera a tener, porque nunca alcanzará la perfección. Ni Ritsu ni yo la alcanzaremos. Con frecuencia me siento corto e insatisfecho con mis propias composiciones, pero esperar la perfección es contraproducente, porque nunca podría llevar a cabo mi vocación principal de ser un músico y trasmitir mis creaciones a los demás,” observó al peliblanco. “Honebami, considero que este es el mejor momento para asistir a los demás con esta inesperada práctica musical que has llevado,” sonrió con simpleza. “Sé útil, y cumple el rol de velar por tus hermanos. Habrá mucho que no puedes hacer, pero actos tan simples e insignificantes parecen tener un valor especial, uno que no podemos medir, pero que no deja de ser importante.”
“…” Honebami miró a su amigo. Había cierta duda en su expresión, pero terminó adoptando decisión, y asintió. “Fallo en ver la significancia de esta acción, pero confío en tu juicio.”
“Me alegra que hablen el mismo idioma, Ai-chan, Hone-kun,” dijo Ritsu, satisfecho.
“¡Soy feliz!” Namazuo exclamó y se lanzó a su hermano para abrazarle. “¡Qué genial! ¡Llegaré a oírte y te expresarás ante todos! ¡Muchas gracias, Bambi!”
“D-déjame…” se quejó el otro, empujándole para que le suelte.



Cho

Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Reply #509: February 23, 2019, 12:45:20 AM »
67.3.








Alrededor de media hora después, los demás Toushirou fueron llamados para la interpretación de Ritsu, aunque Honebami fue el que abrió la pequeña sesión musical tocando una simple y tranquila melodía. Mientras el peliblanco realizaba aquella sencilla interpretación con gran enfoque e inmutabilidad, sus hermanos le miraron impresionados y anonadados. Su querido hermano mayor, aquel que normalmente tomaba el rol de un asistente y una sombra en su familia, expresó una potente y solitaria paz que inspiró humildad y armonía dentro de aquel espacioso cuarto de eventos bañado por la luz del atardecer.

Fue un momento mágico y efímero, y la melodía se despidió de todos de manera tan sutil e inesperada como había comenzado, pero el efecto en sus hermanos se mantuvo por un poco más.

Honebami soltó las teclas y percibió el silencio sepulcral del ambiente, el cual probó confundirle, y levantó su mirada. Pudo observar una sorpresa general que no tardó en desarmarse.

“¡Bravo!” exclamó Namazuo, quien aplaudió efusivamente. Los demás imitaron los aplausos.
“¡Estuviste genial, Honebami-niisan!” observó Akita, impresionado.
“¡En serio que sí!” exclamó Houchou. “¡Yo también quiero aprender!”
“En verdad muchas gracias por este valioso momento, Honebami-niisan,” dijo Hirano, quien dio una reverencia.
“Lo mismo digo, ha sido muy enriquecedor,” Maeda sonrió contento. “Hehe, y pienso que va mucho contigo.”
“Siempre pensaré que eres muy talentoso, y por venir de mí, es un enorme cumplido,” declaró Hakata, sonriendo con confianza, para entonces adoptar una sonrisa más sencilla. “Pero en verdad, qué grata sorpresa.”
“También estoy muy feliz, ha sido muy lindo,” dijo Gokotai, con los ojos brillantes.
“…” Honebami miró a los pequeños, mayormente inmutado, aunque una mínima inclinación de su cabeza informó que estaba levemente confundido por esas reacciones. Entonces, Shinano se acercó, quien a diferencia de los demás contenía lágrimas de felicidad.
“¡Honebami-nii! ¡Muchas gracias! ¡Nunca lo esperé!” exclamó y pasó a cubrir sus ojos con un brazo en lo que fallaba en contenerse. “¡Ahh, qué dicha la nuestra!”
“…” el peliblanco parpadeó. “¿Te sientes bien?”
“¡Yo tampoco puedo contenerme!” dicho esto, Namazuo se abalanzó sobre su mellizo y le abrazó con fuerza. “¡Bambi, eres tan bello! ¡Déjame apachurrarte!”
“Suéltame…” este le miró de soslayo.
“¡Perdón, pero debo hacerlo!” así, Shinano se le sumó y le abrazó del otro lado.
“…” ante ello, Honebami se vio torturado.
“Shinano, Namazuo, por favor suelten a nuestro hermano, no deberíamos incomodarle,” pidió Ichigo amablemente, quien sonreía con torpeza. Los dos no se hicieron de rogar y de inmediato le oyeron. El hermano mayor llevó una mano a su pecho e hizo una respetuosa venia. “Honebami, te agradezco por habernos dado este tan grato momento de unión, y por brindarnos de un muy agradable recuerdo. Palabras me faltan para expresar lo contento que estoy.”
“…” él asintió y desvió su mirada. “No necesitas agradecerme. De igual modo, no entiendo la importancia que se encuentran dándole a este momento…”
“Presiento que eres muy sensible en el fondo, y no debería explicarlo, pero es muy simple,” Ichigo sonrió con dulzura. “Tú significas mucho para nosotros, Honebami, y somos dichosos de compartir contigo. Y, por encima de todo, nos sentimos muy felices de que hayas compartido esta agradable sorpresa. Queremos saber más de ti, queremos que te expreses a plenitud, y queremos aprovechar todos los momentos que podamos tener en familia. Así de simple.”
“…”
“Si deseas seguir desarrollando tus dotes musicales, cuentas con nuestro apoyo.”
“No deseo eso, Ichi-nii,” recalcó con leve severidad.
“Lo entiendo, no tienes que reaccionar así,” sonrió comprensivamente. “Sólo te pido que te expreses y te comuniques en cualquier momento. Estamos aquí para entendernos.”
“Entendido…” Honebami asintió. El calmado e inmutado peliblanco daba la impresión de ser un pez fuera del agua al mostrar una constante inquietud y alerta. Llamar la atención de aquella manera no era lo suyo. Él bajó su mirada con derrota y una leve tristeza.
“Honebami…” Namazuo captó cómo se sentía y se le acercó. “Vamos, no te me deprimas. No eres de llamar la atención de los demás, pero está bien. Todos estamos felices y queremos que lo estés también. Anímate~ y espero que esta no sea la última canción que nos vayas a tocar, ¿de acuerdo? ¡Nos haría mucha ilusión seguir oyéndote!”
“Pero…”
“En verdad que sí,” al notar que el otro persistía en mantenerse retraído, Namazuo frunció el ceño y dio un suspiro. Sabía que faltaba la aprobación de alguien en particular, así que se giró hacia dicho hermano. “Oye, Yacchan, ¿no tienes nada que decir?”
“Tsk, me vuelves a llamar así y te partiré el rostro,” recalcó el doctor, impaciente.
“En serio, te has mantenido muy callado,” observó Shinano, con reproche. “Y tú también, Gotou.”
“Estaba esperando a que los demás se expresaran, pero concuerdo,” dijo el pelimarrón, quien sonrió con energías. “Ha sido una gran interpretación, Honebami, buen trabajo.”
“Pues, realmente no tengo nada distinto que comentar…” Yagen desvió su mirada.
“¿Qué cosas dices?” Namazuo se extrañó. “Tú eres al que no le faltan comentarios u ocurrencias cuando te lo propones. No intentes desentenderte de esto ahora, es importante.”
“Estoy seguro que nuestro hermano no le rinde poca importancia, Namazuo,” le aseguró Ichigo, quien miró al doctor. Sonrió un poco. Lo que a simple vista parecería desinterés más bien resaltaba que su hermanito estaba un tanto incómodo y no sabía cómo expresarse. El peliceleste supo que tendría que empujarle un poco, así que le habló con amabilidad. “Yagen, sé que esta revelación también ha sido muy grata para ti, y te ha impactado, ¿no es así?”
“Ichi-nii, ¿qué estás diciendo?” preguntó el doctor, un poco alarmado.
“Pese a tu reserva, soy dichoso de tener un sexto sentido con ustedes, mis queridos hermanos,” comentó el mayor con un tono juguetón. “Por favor, no hagas a nuestro hermano esperar, y comenta lo que te pareció. Tenemos que animarle.”
“…” Yagen dio un pesado suspiro. “Lo entiendo, Ichi-nii. No insistas, por favor.”
“Yagen…” Honebami detectó la incomodidad en su hermano y le miró atentamente. “¿Será que he cometido alguna imprudencia?”
“Ehh, no, no, no es eso,” negó y se frustró un poco. “No tienes por qué tomártelo a mal, Honebami. Supongo no sabía cómo expresarme debidamente.”
“…” ladeó su cabeza.
“No está en mi lugar decidir sobre la validez de tu acción… pero sé que no puedo decirte eso, lo malinterpretarías,” se vio ofuscado. “No, olvídalo…”
“¿Eh? ¿Yagen?” Shinano se vio confundido. Su hermano estaba muy extrañamente incómodo.
“Tengo que darle un valor a tus esfuerzos, y antes de evaluar tus motivos para aprender a tocar el piano o cualquier otro tema… supongo debo decir que me alegro mucho que hayas tomado esta decisión por tu cuenta, y posteriormente hayas decidido compartirlo con nosotros,” habiendo sacado un poco de honestidad, Yagen se vio aliviado y sonrió un poco. “Hay muchas cosas que yo o todos nosotros podemos esperar sobre ti, sean acciones, sea tu usualmente atinada asistencia, pero lo fundamental y más importante es que tú seas tú mismo, Honebami,” cerró sus ojos y sonrió tranquilamente. “Nada significaría más para mí que ello mismo, y por eso debo expresar que me siento agradecido por esta libertad que te concediste, hermano. Es algo que refleja tu ser y tu espíritu, como algunos de nuestros hermanos comentaron…”
“Yagen…” Honebami se sorprendió un poco.
“Y, ante ello mismo, no espero que sientas ningún cargo de consciencia, ningún vacío… quizás lo mejor es no sentir nada en lo absoluto,” observó el doctor, abriendo sus ojos. “Eres quien eres, es lo único que deseo que aprecies ahora. Y, también, muchas gracias por este momento.”
“No debes agradecerme…” todavía sorprendido, el peliblanco asintió. “Lo intentaré…”
“…” Ichigo sonrió gratamente, conmovido por esas palabras tan profundas y palpables, e igualmente inesperadas. “Un mensaje tan simple, tan puro… siento que no hubiera sido capaz de decir algo así.”
“¿Eh? ¿Q-qué dices?” preguntó Yagen, quien despertó de aquel instante y se extrañó.
“¡Ahh! ¡Ustedes quieren que me ponga a llorar!” exclamó Shinano, con lágrimas en los ojos. Miró a Yagen. “¡Nii-san! ¡Estoy completamente de acuerdo! ¡Pienso lo mismo! ¡Ahh, y qué alegría oírte decir eso y verte tan feliz!”
“Tsk, ¿qué tonterías dices?”
“No por apoyar la reacción de Shinano, pero sí estás contento, admítelo,” observó Gotou, encogiéndose de hombros. Él sonrió un poco. “Bueno, siempre has estado al pendiente de Honebami, ¿no es así? Por supuesto que te alegrarías ahora.”
“Pienso lo mismo,” Ichigo asintió.
“Eh…” el doctor se vio corto de palabras.
“¡¿Por qué no puedes ser tan bello todo el tiempo, nii-san?!” preguntó Shinano, mientras lloriqueaba un poco.
“¡Sí, lo mismo digo!” Namazuo asintió, igual de conmovido que el pelirrojo. “¡¿Por qué tienes que ser un insufrible en vez del adorable marshmallow que acabas de ser?!”
“Tch, no me insultes, Namazuo,” Yagen se amargó y le reclamó comprimiendo sus puños.

Ante ello, los demás hermanos se rieron un poco y se unieron a la conversación, mientras Honebami se mantuvo perplejo y prestando atención a los miembros de su familia.

A una prudente distancia estaban los demás, quienes observaban esa esperada y cálida dinámica familiar frente a ellos.

“Hehe, estoy feliz también~” canturreó Hotarumaru, con una amplia sonrisa. “Todos están muy contentos, ¿verdad? Ha sido una agradable sorpresa. Me alegro mucho por ellos.”
“Hmm, había tenido la impresión que justo el mayor peliblanco y el doctor eran distintos de los demás, pero supongo que no,” observó Aizen, meditativo. “Sí que son una familia unida.”
“Sí, tal y como dicen, pero ya me siento un poco empalagado,” Ritsu se encogió de hombros. “Me caen bien, aunque necesito disfuncionalidad en mi vida. Menos mal que mi grupo de amigos es disfuncional, así que me recuperaré.”
“No entiendo tu lógica, Ritsu,” observó Ai, alzando una ceja.
“Fufufu, precisamente por eso no lo entiendes, Ai-chan. No estoy siendo lógico,” comentó con una sonrisa entretenida y riendo por lo bajo. “Sólo sígueme el juego.”
“Hmm…” Akashi mantuvo un rostro inmutado en lo que observaba la dinámica. Él estaba junto a Tsurumaru y un poco más atrás, donde pretendían no ser oídos. “Me sabe muy mal decirlo, pero Aizen casi suena un poco más despierto de lo que pensé. Dicho esto, no quiero que ni él ni Hotarumaru puedan detectar la ‘anormalidad’ en esa familia,” sonrió con ironía. “Por decirlo de un modo amable…”
“Más que nada, me sorprendió que Ichigo pudiera leer a Yagen,” Tsurumaru sonrió con leve pena en lo que veía a Yagen dialogar con sus hermanos. “Ahh, le conozco demasiado bien para saber sobre su constante preocupación por Honebami. Por todo lo que han tenido que pasar, momentos de una mínima mejora en su hermano mayor son bastante agridulces para él…” ensanchó su sonrisa. “…son como una vil mentira.”
“¿Hm?” Akashi le miró de reojo. “¿Será maldad lo que detecto en tu voz?”
“¿Eh? Haha, no precisamente,” Tsurumaru rió un poco y sonrió con torpeza. “Pese a no ser compatibles, sí me compadezco de Yagen y estimo a su perfecta familia, nada más.”
“Compadecerse, ¿ah?” el pelimorado sonrió frustrado. “Está bien, no preguntaré. Como bien dijiste hace un par de días, hay cosas que son mejores no saber.”
“Como siempre, asumo que te mantienes al margen y no prestas mucha atención a los demás, ni en sus peores predicamentos,” observó Tsurumaru. “Es lo más saludable. Yo me tomo la libertad de hacerlo, aunque no te fíes del ‘doctorcito’,” volvió a mirar la escena y notó que el mencionado ya había podido salirse un poco del foco mientras sus hermanos hablaban con ánimos sobre la interpretación. “Es fácil olvidarse por instantes como el presente que él no es una figura de la cual sentir simpatía…”
“…”
“¿Por qué dices eso?” preguntó Tharja, quien se había acercado al par. Su repentina pregunta les sobresaltó.
“Uhh, eres un tanto espeluznante,” observó Akashi, con cierto pesar. “Espero nunca ser despertado por ti o tendría pesadillas.”
“Ohh, Tharja, ¿a qué se debe tu presencia?” preguntó el peliblanco, sonriente. “Sí que sabes moverte como una sombra.”
“Corta la palabrería,” entrecerró sus ojos. “Sabía que estaban acuchilleando algo sombrío. ¿Qué es lo que quisiste decir?”
“No entiendo por qué le das tanta importancia, con toda honestidad,” Tsurumaru sonrió comprensivamente. “Estoy acostumbrado a no dar buena pinta a los demás, pero lo que quería decir era simple. Ustedes bien saben lo conflictivo que Yagen suele ser, y su comportamiento individualista y especial se extiende a Rizembool. Por algo no paro de quejarme de él. Realmente es una gran molestia.”
“Tsk, sólo pones excusas,” no se convenció.
“Hasta él mismo se llama un demonio. Será por algo, ¿verdad?” dicho esto, Tsurumaru se dio media vuelta. “En fin, linda interpretación, pero iré a dar una vuelta antes que se oscurezca más. Voy a extrañar este bosque.”
“…” Tharja le miró fastidiada mientras se iba, y pasó a dirigirse a Akashi.
“Créeme que no sé mucho sobre el doctorcito, te diriges a la persona incorrecta,” comentó este con cierta pereza y negando. “Ahh, deja de mirarme así que mi cerebro no va a estallar.”
“¿De qué hablaban?”
“Sobre la escena frente a nosotros y la falta de empatía de Tsurumaru al doctorcito, no te perdiste de mucho,” negó y le miró, para sonreír. “Estoy como tú. Sé que nuestro semi-amigo peliblanco se trae algo entre manos y seguramente más de un puñado de secretos, pero a diferencia de ti no pretendo averiguar más. Es mejor no involucrarnos con lo que sea que se guarda. Saber muchas veces nos causa más líos y no resuelve nada…”
“Odio tu actitud.”
“Tengo a un par de hermanitos inocentes por quienes velar. Sólo pretendo saber lo necesario para cuidar de ellos,” Akashi miró de reojo a un rincón de la habitación. “Y tú estás en mi misma posición. No aspires a más.”
“…” Tharja miró en la misma dirección y observó a Fudou sentado y desviando su mirada hacia la ventana a su costado. Estaba pensativo y reservado, como si algo le inquietara. La chica se vio desarmada de seguir insistiendo más, y oyó en poco tiempo a los Toushirou menores acercarse a Ritsu y pedirle que comenzara a tocar el piano. Ante ello, Akashi se acercó a sus hermanitos y los demás prestaron atención.

El momento había terminado y se resignó a hacer lo mismo.




La interpretación duró un rato más, y Honebami concedió a los presentes de una canción adicional antes de retirarse al haber sobrecargado su tolerancia por la atención dada. Ritsu concedió a los presentes de algunas canciones y luego de un rato advirtió que se quedaría practicando y realizando ejercicios, por lo cual no tenían la obligación de acompañarle. El anochecer se asentaba en el bosque y la mayoría optó por distraerse con otras actividades dentro de las casas o comenzar a limpiar y empacar para partir temprano al día siguiente.

“…” Ritsu terminó una suave melodía y no tardó en dar un suspiro y mirar de reojo a Namazuo, quien se había sentado a su costado en la banca del piano. “Oye, Nama-kun, estás muy cerca.”
“Pero es que aquí se puede ver mucho mejor~” canturreó y se vio entretenido. “Hehe, ahora que sé que le enseñas a Honebami a tocar, quisiera convertirme en tu aprendiz también.”
“No gracias…” negó frustrado.
“Uhh, ¿por qué no?” hizo un puchero.
“Como recalqué anteriormente, no pareces tener la sutileza ni la vocación musical para tocar bien el piano. Más bien, tu destrozo de teclas y acordes estruendosos caerían bajo mi responsabilidad,” argumentó con leve reproche.
“Oye, ten un poco de fe en mí.”
“De acuerdo,” Ritsu le miró severamente. “Te convertirás en un alumno que tendrá que obedecerme todo el tiempo y que practicará el piano todos los días hasta que tus manos sangren. Conociéndote, perderé mi tiempo contigo porque esta ocurrencia de aprender se te olvidará y luego no le rendirás importancia alguna.”
“O-oye, eso no es verdad.”
“Vaya, sí que conoces bien a mi hermano,” observó Gotou, impresionado.
“Heh, justo pensaba lo mismo,” dijo Hakata, quien se encogió de hombros. “Ahh, fue tan sincero y verídico que hasta duele.”
“Uhh, ya, entiendo…” deprimido, Namazuo se levantó y se sentó sobre el piso a un costado en posición fetal.
“Ehh, Namazuo-nii, no te lo tomes a mal…” dijo Shinano, sonriendo incómodo.
“Tampoco lo puedo refutar,” opinó Yagen, quien estaba sentado cerca de una de las ventanas y leía uno de los documentos que había llevado consigo al viaje. “Hm, se está yendo la luz del sol. Creo que mejor regreso a nuestra habitación.”
“¿Qué haces trayendo trabajo hasta aquí?” le cuestionó Gotou, alzando una ceja. “Ya es suficiente que te la pases leyendo antes de dormir.”
“Mantenerse ocupado es un buen hábito, tú deberías entenderlo mejor que todos aquí,” Yagen sonrió y se encogió de hombros. Se levantó y caminó hacia el piano para dirigirse a Ritsu. “Antes de retirarme, quisiera expresar mi agradecimiento por las clases de piano que le diste a Honebami, y por ser un buen amigo de mis hermanos en general. Aprecio lo que has hecho por los demás en este paseo.”
“No lo menciones, Yacchan, he sido yo quien ha dormido en una cama y comido deliciosas meriendas pagadas por alguien más,” contestó con cierta indiferencia y sonrió con ironía. “Fufu, yo soy más bien quien debería agradecerles, aunque como he recibido aquel gesto de tu parte, entiendo que puedo ahorrarme las molestias de hacerlo.”
“Como digas, me da igual,” el doctor se encogió de hombros y ensanchó su sonrisa con cierta gracia. “Tu usual actitud bromista no quitará el agradecimiento que siento,” curiosamente, el doctor llevó su mano derecha a su pecho e hizo una ligera venia, manteniendo su actitud profesional. “A pesar de tu comportamiento complicado, eres una buena persona, y me alegra que Namazuo y mis hermanos en general cuenten contigo. Te lo agradezco.”
“Yagen…” Shinano se vio perplejo e intercambió miradas con sus otros hermanos.
“Uhh…” Ritsu sintió leves escalofríos. “Por cómo te he visto actuar o hacerle la vida imposible a Tsuru-kun es inquietante verte así,” frunció el ceño. “Ya me agradeciste, ahora deja de actuar como un hermano mayor. Los hermanos mayores me enferman.”
“Hmhm, lo sé bien,” Yagen pretendió irse, pero Namazuo se metió en su camino.
“Oye, no te vayas aún,” reclamó este. “No me parece bien que efectivamente andes actuando como un hermano mayor, o que agradezcas por mí. Vamos, hay que divertirnos. Juguemos un poco con todos aquí~”
“¿Qué tonterías dices?” le cuestionó el doctor, frustrado. “Quítate, me haces perder el tiempo.”
“Y no puedo imaginar qué clase de juego jugaríamos en un ambiente amplio vacío y con un piano,” observó Hakata, meditativo. “Somos muy grandes para jugar a las sillas musicales.”
“¡Ahh, excelente idea!” Namazuo se emocionó y juntó sus palmas.
“Hakata, ¿por qué le diste la idea?” se lamentó Gotou.
“Ehh, admito que también me gustaría llamar a nuestros hermanitos para esa actividad,” confesó Shinano, sonriendo con torpeza. “Y no estás muy crecido aún para esos juegos, Hakata. Yo pienso que nunca se tiene demasiada edad para divertirse.”
“Fufufu, la imagen mental de todos ustedes rodando una fila de sillas y a la merced de mi música me resulta demasiado cómica,” comentó Ritsu, con leve maldad. “Pero, obviando los usuales delirios de Nama-kun, se podrían incrementar los ánimos un poco.”
“¿A qué te refieres, Ritsu?” preguntó Shinano, confundido.
“Entiendo que ustedes ya están acostumbrados a su presencia en el rincón, pero yo no,” dicho esto, Ritsu se levantó y miró en dirección hacia Fudou, quien miraba por la ventana. “Oye, Fucchan, ¿qué haces aislándote?”
“¿Qué me llamaste?” preguntó este, quien se despertó levemente extrañado, y frunció el ceño con impaciencia. “Déjame en paz. ¿No eres amigo de los Toushirou?”
“Me dejas entender que con eso esperas que te ignore, como si no tuvieras obligación de hablar conmigo,” se encogió de hombros. “O, más bien, como si yo no tuviera que tomarme la molestia de dirigirme a ti. ¿Cuál será?”
“Tsk, suenas como un anciano al hablar así,” se quejó entre dientes.
“Como un autodenominado vampiro, sí me considero mayor que todos ustedes, y técnicamente lo soy ya que los mayores se fueron,” comentó con naturalidad. “Regresando a la cuestión, ¿qué estás haciendo aquí?”
“Ehh, Ritsu, quizás sea mejor que no le presiones mucho, es muy reactivo,” le advirtió Gotou. Sin embargo, no tardó en notar que Fudou no estaba con ánimos de antagonizar a nadie.
“Tsk…” Fudou regresó su mirada hacia el bosque. “Me gusta la música clásica, y va bien con la iluminación del atardecer y la vista del bosque… es sólo eso…” sintió un tic en la ceja. “Ahora vuelve a ignorarme, por favor.”
“Ohh, interesante,” Ritsu se vio satisfecho. “Aprecio que hayas sido honesto, Fucchan. No pareces serlo usualmente.”
“¡Deja de llamarme así!” insistió, molesto.
“Hmm, pero Ritsu-chan tiene razón. No podemos dejar que Fudou-chan se quede todo triste o taciturno como siempre,” observó Namazuo. Él llevó sus manos a sus caderas y sonrió decidido. “¡Está decidido! ¡Me aseguraré de acompañarle y no dejarle solo por el resto del verano! ¡Podemos comenzar enseñándole a tocar el piano!”
“Fufufu, suena divertido,” Ritsu rió un poco con leve maldad. “Puedo forzarle a tocar hasta el amanecer~”
“¡O-oigan, no conspiren contra mí!” reclamó el pelimorado, un poco asustado porque realmente creía que el hermano neurótico podía proponerse a esa misión. Fudou se molestó al notar a Yagen reírse modestamente. “¡Y tú no te rías!”
“Sí es gracioso cuando no le ocurre a uno,” Yagen se encogió de hombros. “Como sea, mejor les dejo. Quizás lo que hace falta para animarte es que me esfume, de todos modos.”
“Tsk, imbécil, no creas que olvido lo de la mañana…”
“¿Eh? ¿Ocurrió algo entre ustedes?” preguntó Hakata, confundido. “Hmm, quizás no debimos dejarlos a la deriva…”
“Nii-san, te he pedido que te comportes,” reclamó Shinano, haciendo un puchero. “¿Y qué fue lo que pasó?”
“No les concierne, y te he dicho que no me llames así,” el doctor se encogió de hombros.
“Me das mala espina, Yagen,” Gotou le miró con desapruebo.
“Heh, no se molesten en recriminar a su hermano,” Fudou se encogió de hombros. “Él es un caso perdido que no siente remordimiento por sus acciones, y tampoco es asunto de ustedes.”
“Uhh, ¿pero qué pasó? ¿Acaso se pelearon?” preguntó Namazuo, confundido.
“No me sorprendería,” comentó Ritsu, indiferente. “Es la ley del más apto y todos ustedes son guerreros, si bien tengo entendido.”
“Ehh, t-te aseguro que no somos tan barbáricos, Ritsu-chan.”
“Ya, no lo negaré, pero ni que haya sido gran cosa,” Fudou le restó importancia y regresó su atención al bosque en un intento de ignorar a los demás. “Olvídenlo, no es su problema.”
“Pero…” Shinano se preocupó por el retraído amigo de la familia. No quería dejar las cosas así, pero sabía que poco podía hacer.
“Ahh…” Yagen dio un suspiro por notar la repentina tensión en el ambiente. “Ya, está bien. Lamento el mal rato, Fudou.”
“¿Ah?” este se confundió y le miró como si le desconociera.
“¿Eh? Yagen-nii…” Hakata se impresionó por esa repentina acción de su parte.
“¿Te estás disculpando?” preguntó Gotou, incrédulo.
“Pese a tu propia agresión hacia mí, reconoceré que sí me desmedí en darte tu merecido, y terminé faltándote el respeto,” observó el doctor, con simpleza. “Supongo, luego de los eventos del día anterior, ha sido evidente para mí que las cosas no pueden dejarse ir sin arreglarse, y al menos admitiré mi error en este suceso,” dicho esto, le miró con leve severidad. “Y, como te dije, pese a no estar en mi lugar decirlo, no deberías dejar que alguien como yo te cause tantos inconvenientes. No me parece apropiado que te muestres tan inquieto ahora por el encuentro que tuvimos frente al lago.”
“Tch…”
“Eso es todo lo que tenía que decir. Con permiso,” Yagen se dio media vuelta.
“Espera, Yagen,” Namazuo tardó en reaccionar y su hermano pasó a su costado, para irse sin decir nada más. “Ehh…”
“No te envidio, Nama-kun,” Ritsu dio un suspiro. “Tienes hermanitos muy especiales.”
“Te aseguro que no somos como él,” dijo Gotou, frunciendo el ceño.
“Fufufu, te creo, Gocchan,” se dirigió a Fudou. “Fucchan, ya que el repelente se fue, ¿por qué no te nos acercas?”
“¿Eh?” este alzó una ceja extrañado. “No, estoy bien.”
“Hmm, no deberíamos dejarte aislarte así, es cierto,” Hakata se acercó al pelimorado. “Ven, por favor. No quiero que te sientas mal por lo que sucedió con Yagen-nii.”
“¿Qué hacen haciendo caso a lo que ese idiota dijo?” preguntó impaciente. “Estoy bien, ya lo dije. No quiero tener que molestarme contigo, pequeño.”
“Ahh, se nota que eres obstinado,” Hakata se frustró, y sus lentes brillaron repentinamente. “Bueno, si no quieres hacerme caso, entonces le pediré a Namazuo-nii que te cargue en sus hombros y te obligue a aprender a tocar piano.”
“¿Eh?” Fudou se sobresaltó.
“¡Por mí encantado~!” exclamó Namazuo, juntando sus palmas con radiante alegría.
“¡Ya, ya, entiendo!” exclamó Fudou, quien se levantó y fue donde los demás. “Tsk, no me chantajees así.”
“Hehe~” Hakata sonrió con perspicacia.
“Gracias por tu ayuda, Hacchan~” canturreó Ritsu. “¿Y bien? ¿Alguna canción que quisieran que interprete? No espero que conozcan obras clásicas, pero estoy abierto a lo que quieran.”
“Ehh, yo tengo una consulta…” dijo Shinano, sonriendo incómodo. “Pues, no es una canción en sí, pero tenía una duda.”
“¿Qué quieres de mí, stalker?” preguntó Ritsu con cierto cansancio.
“Uhh, no me llames stalker, por favor…” se lamentó descorazonado. “Tienes apodos preciosos para todos… ¿por qué no recibo uno también…?”
“Ya me acostumbré a llamarte así y tratarte con leve desdén, no te quejes,” le restó importancia y adoptó una mejor disposición. “Está bien, habla. ¿Qué puedo hacer por ti?”
“B-bueno…” dio un suspiro. “Como tú eres… bueno, aspiras a ser un idol y estudias en Rizembool, me preguntaba si conocías a alguien en particular…”
“¿Hm? ¿Quieres stalkear a alguien más?”
“¡N-no! ¡Y por favor no me trates más como stalker!” suplicó escandalizado.
“En serio, sé más amable con Shinano,” pidió Gotou, frustrado.
“Ya dije que me tomará un tiempo cambiar el chip con él, sean pacientes.”
“Tsk, y eso que stalker fue invención tuya,” se quejó el pelimarrón, impaciente.
“Como sea. ¿Sobre quién quieres saber?” preguntó Ritsu. “Te advierto que no soy muy sociable, así que no esperes mucho.”
“Pues, se llama Shu Itsuki…” Shinano notó que el chico enseñó una débil incomprensión en su expresión por cómo frunció el ceño y le observó con incredulidad. “Ehh, sí le conoces, ¿verdad?”
“Hmm, sé de él…” contestó, desviando la mirada con leve fastidio.
“Es que sé que es un ex-idol y fue popular en tu momento, y hace poco me ofreció la oportunidad de convertirse en mi mentor…”
“¡¿Qué dices?!” esta vez, Ritsu se quedó en shock y abrió sus ojos como platos.
“¿Ritsu-chan? ¿Estás bien?” preguntó Namazuo, confundido. “Tú no sueles impresionarte así.”
“Uhh, no quiero compartir con nadie los múltiples pensamientos que están surgiendo en mi mente de estratega…” comentó este en voz baja mientras se llevaba una mano a su sien. “Has escogido el peor ángulo por dónde ver la acción, pequeño stalker. Ojalá que no te llegue nada del fuego cruzado. Y me pregunto qué buscará ese antiguo emperador al reclutar una nueva alma en su reino perdido…”
“O-oye, parece que te has vuelto loco repentinamente,” Fudou se extrañó.
“Sí, ¿verdad? Para ustedes sonará a que estoy delirando. Olvídenlo,” Ritsu negó. “Es demasiado pronto para pensar en fatalidades.”
“Ehh…” Shinano se vio comprensivamente nervioso. “¿C-cómo que fatalidades?”
“Entonces…” el pianista le miró con expectativa. “Regresando a tu pregunta, tú quieres que te dé consejos sobre cómo tratar con él o cómo prepararte para sus lecciones, ¿verdad?”
“Sí, por eso preguntaba…” de repente, el pelirrojo se sorprendió ya que Ritsu se levantó y le miró de cerca. “¿E-eh?”
“Quédate quieto,” este le inspeccionó el rostro de todos los ángulos, e incluso le agarró de la quijada como si estuviera inspeccionando a un caballo. “Hmm…”
“S-suéltame, por favor…”
“Ehh, ¿qué haces?” preguntó Hakata, extrañado.
“Bueno, tienes una estética única, te daré eso. Puedo ver cómo ese tipo se interesaría en ti, pero no puedo juzgar tu propio talento,” Ritsu le soltó y se encogió de hombros. “Él sabría juzgar mucho mejor el valor de las personas en sí que yo.”
“¿A qué te refieres?”
“Stalker, no hay mucho que puedo hacer por ti aparte de decirte que te prepares,” Ritsu le apuntó con su índice y le miró con gran severidad. “Y cuando te digo que te prepares, quiero decir que te prepares como nunca antes en tu vida. Asumiendo que efectivamente ese complicado ser posee espacio en su ego y la suficiente sanidad mental en el presente para aceptar a un nuevo pupilo, no te lo dejará fácil. Estoy convencido que te destruirá psicológicamente.”
“¡¿Ehh?! ¡¿Por qué lo dices?!”
“Si ya lo has conocido, sabrás por qué lo digo. Es un pesado, perfeccionista e inconsciente de los sentimientos de los demás. A lo mucho, puedo advertirte que tiene gustos muy refinados en cualquier aspecto de la vida, así que comienza a culturizarte. Nunca parezcas ignorante frente a él, y nunca, pero nunca, le muestres debilidad. Ahh…” dio un pesado suspiro. “Tú emanas debilidad y pasividad de todos tus poros. Me pregunto cómo la harás…”
“O-okay…” Shinano asintió intimidado. “Y-ya había recibido una advertencia semejante, pero tus tips ayudan. Muchas gracias.”
“Ehh, pareces conocerle bien, Ritsu-chan…” observó Namazuo, intrigado.
“Es difícil no reconocer a esas personas donde sea,” Ritsu se encogió de hombros, y desvió su mirada. “Pero no me hablen sobre él. No pertenece a mi círculo.”
“¿Acaso te llevas mal con él?” preguntó Gotou, frunciendo el ceño.
“Son muy pocos quienes lo soportarían, pero mis razones son más personales,” Ritsu negó. “No tengo problemas con él en sí. ¿Quién soy yo para cuestionarle por ser engreído, complicado y difícil de tratar?”
“Iba a decir eso…” dijo Fudou, frustrado.
“Shu Itsuki es un gran amigo de mi anija, y yo por inercia evado a todo ser involucrado con aquel despreciable bicho en mi vida,” Ritsu arrugó su rostro con un odio indescriptible. “No me sorprendería que ese futuro maestro tuyo sea uno de sus secuaces que me mantienen los ojos encima todo el tiempo. Tsk, mi anija es un peor stalker que tú.”
“N-no soy un stalker para comenzar…” Shinano se lamentó. Estaba consciente del odio que Ritsu sentía a su hermano mayor, lo cual era conocimiento popular hasta en el propio fandom del joven idol, pese a que no se sabían los motivos de dicho odio. Era una gran lástima, ya que de estar en buenos términos bien podría pedir un poco de auxilio o comprensión por la conexión, pero en fin… “Hibiki-senpai me había dicho cosas semejantes. Por su forma de ser pensé que estaba exagerando o tomándome el pelo, pero…”
“Ya veo,” Ritsu rodó los ojos. “Wataru es otro amigo cercano de mi anija, así que tampoco me hables de él.”
“Sí sientes un odio muy grande por tu hermano,” el pelirrojo se impresionó.
“Pero reconoceré que ese dramaturgo es mucho más asequible, y una buena persona, supongo,” se encogió de hombros. “Pídele ayuda y comprensión. Sé que te ayudará a sobrevivir.”
“Sí, eh, eso haré…”
“Y también está Mikarin en ese espacio de tu maestro,” Ritsu sonrió un poco. “Mikarin es un alma noble y uno de mis amigos, aunque si su amo y señor le dice que no te ayude, quizás su alcance sea limitado. Sólo asegúrate de no quejarte de su amo con él.”
“Eh, sí, gracias por la mención,” Shinano asintió. Nuevamente, se sorprendió de oír precisamente lo mismo sobre Mika de parte de Ritsu en comparación con lo dicho por Wataru. “Ehh, y-y ese es un lindo apodo, ya quisiera llamarle así…”
“El apodo le viene bien,” asintió. “Ahora deja de ser stalker y regresemos a disfrutar del piano.”
“Uhh, ¡te juro que no soy un stalker, por favor!” reclamó Shinano, desesperado.
“Ritsu-chan, ten piedad con mi hermanito…” dijo Namazuo, desanimado.
“Está bien, intentaré pensar en un apodo que venza mis deseos de llamarle stalker, lo prometo,” Ritsu sonrió y alzó una palma.
“Me da la impresión que eso es muy difícil, por cómo lo has dicho,” Hakata frunció el ceño.
“Fufufu…”
“Bueno, ya, regresa a tocar el piano si no vas a ser amable,” dijo Gotou, molesto.
“Esa era mi intención, Gocchan,” Ritsu regresó a su sitio. “¿Algún pedido?”
“Siento decir que no sé muchas canciones de piano…” confesó Shinano.
“Te viene bien aprender, sobre todo por el sufrimiento que te espera,” se encogió de hombros. “Fucchan, ¿qué tal si me pides algo? Dijiste que te gustaba la música clásica.”
“N-no es para tanto,” desvió su mirada, incómodo.
“¡Ritsu-chan puede enseñarte a tocar piano si quieres!” le recordó Namazuo con energías.
“Ya, párenla con eso, no todos quieren ser músicos aquí,” reclamó Fudou, impaciente.
“Sólo di algo por tu propio bien, Fucchan.”
“Tsk, bueno,” rodó los ojos y se cruzó de brazos. “Tenía ganas de escuchar El Vuelo del Moscardón de Korsakov, aunque no espero que la sepas tocar…”
“¿Q-qué dijiste, Fudou?” preguntó Hakata, confundido.
“Ohh, esa es conocida,” Gotou se animó.
“Muy bien, me siento complacido por aquel reto,” Ritsu sonrió con perspicacia. “Siempre fue una canción que toqué para desafiarme de niño, y porque es muy fácil de usar para fastidiar a otros si se toca sin parar por horas. La mejor versión requiere dos pianos, pero con mucho gusto, me recordará a viejos tiempos.”
“¡Sí te gusta la música clásica, Fudou-chan!” exclamó Namazuo, emocionado. “¡Creo que a este paso sí necesitaremos un piano en la casa! ¡Se está volviendo obligación!”
“N-no hagas tanto escándalo, es sólo un pedido…” el pelimorado se vio ofuscado y se cruzó de brazos. “Y-ya, comencemos.”
“Hai hai…” Ritsu comenzó con aquella rápida y caótica melodía e impresionó a los presentes por su gran habilidad y soltura incluso con una canción tan enredada.

Ellos siguieron ocupando ese ambiente mientras disfrutaban de la llegada de la noche.


Mientras tanto, Akashi caminaba por las afueras de los edificios distraídamente, y se topó con Tsurumaru, quien salía de su auto luego de revisar un poco de internet.

“Ohh, ¿qué haces despierto? Qué sorpresa,” comentó el peliblanco, entretenido. “Sé lo perezoso que eres y habría esperado que fueras a descansar ahora.”
“Hotarumaru y Aizen querían evitar que durmiera a todo costo, así que ando caminando. Es una de las ociosidades despiertas más placenteras que hay,” comentó encogiéndose de hombros. “Pero creo que les vi unirse a los pequeños Toushirou para jugar un juego de mesa en su habitación, así que podría aprovechar para darme una siesta.”
“Sí que desentonas por esos hermanitos activos que tienes,” se encogió de hombros. “Aprovecha. Supongo iré a tomar algo. Puedes acompañarme si quieres.”
“Tengo un poco de sed, pero antes de irnos…” Akashi miró hacia arriba y el otro le imitó.
“¿Qué miras?” preguntó Tsurumaru. Finalmente, el peliblanco divisó a Ai sentado en el tejado de la casa ocupada por los Toushirou. “¿Ai se fue al techo? Heh, y hablando de sorpresas…”
“Había algo que quería preguntarte con respecto a este invitado sorpresa al paseo,” Akashi llevó una mano a su mentón y adoptó una expresión pensativa y poco característica de él. “Aprovechando que estamos solos y nadie parece oírnos, quisiera que me contaras un poco sobre él. Tengo un cierto presentimiento al respecto…”
“Hm, ¿por qué lo dices?” Tsurumaru se vio interesado y ensanchó su sonrisa. “¿Acaso algo está fuera de lugar con él?”
“No me considero una criatura de la oscuridad como tú o el doctorcito, o lo que sea que les guste llamarse…”
“¡Hahaha! Ese es sólo Yagen, pero continúa.”
“Sin embargo, mi época en el laboratorio de Ikari-sensei me ha llevado a conocer ciertos secretos sobre su círculo, y creo haber desarrollado algo de intuición sobre las ‘anomalías’ de Rizembool, para decirlo con amabilidad.”
“No sé qué tan amable será ‘anomalía’, sinceramente,” Tsurumaru negó. “Lo entiendo con Yagen, pero te aseguro que Ai es un buen chico, o inocente al menos.”
“Como digas, también me ha dado esa impresión,” Akashi sonrió frustrado. “A lo que voy es, si lo comparamos con alguien más…” repentinamente, los ojos del pelivioleta se afilaron un poco. “¿Este Ai es de naturaleza semejante a la del hermano instrumento del doctorcito?”
“Ahh, Akashi…” Tsurumaru se frustró tremendamente y miró a todas las direcciones para asegurarse de que no hubiera moros en la costa. “Me toca hacerte recordar que referirte a Honebami así es un severo error. No hagas molestar a Yagen.”
“No es mi intención hacerlo ni faltarle el respeto a nadie, pero ni tú puedes negar la verdad,” Akashi negó y volvió a relajarse. “Sé bien las ambiciones de ese Ikari-sensei, y por ello mismo me pregunto si ese chico no es un humano normal, o quizás…” volvió a mirar hacia el peliceleste sentado sobre el techo. “…no es humano para empezar.”
“Como un experteneciente a nuestro laboratorio, no tengo por qué ocultártelo,” el peliblanco se encogió de hombros. “Sí, tienes razón sobre Ai con esto último. Con respecto a Honebami, más bien diría que es lo opuesto a él,” Tsurumaru sonrió con ironía. “Honebami es un ser humano cuyo deber es perder su humanidad. Por otro lado, Ai no es un humano, pero debe emular la humanidad a la perfección. Pese a sus contrastantes realidades, los dos parecen haberse conectado muy bien, así que supuse que la mejor forma de introducir a Ai a nuestros compañeros viajeros fue decirles que era un amigo de Honebami,” sonrió con leve pena. “Aunque no sé si ellos dos son capaces de entender ese concepto a plenitud.”
“Hm, ya veo,” Akashi sonrió satisfecho y se cruzó de brazos. “Pues, me alegro por Ikari-sensei. Tu explicación me deja entender que sus ambiciones informáticas están dando sus esperados frutos. Sólo espero que mi pequeño Hotarumaru no sepa sobre esto.”
“Descuida, todavía no pretendo confiarle mucho a Hotaru-bou.”
“Ahora, la pregunta del millón,” se vio intrigado. “¿Puedes asegurarme con certeza que este Ai no es un peligro para la humanidad?”
“¿Eh? ¿De dónde viene eso?” Tsurumaru encontró su observación graciosa. “Haha, ¿cómo así lo sería? Ai no está capacitado para pelear y tiene un enfoque muy limitado al rol que le corresponde llenar como artista. Te preocupas de más.”



“Hmhm…” entonces, Yagen se acercó al par. “Comprendo que Akashi es un poco más despierto que tú, grulla, pese a que eres tú y no él quien trabajó en la construcción de Ai…”
“¿Qué haces por aquí, Yagen?” preguntó Tsurumaru, confundido. “Te vi entrar a la casa. Pensé que irías a leer tus papeles o algo.”
“No realmente. Sólo necesitaba una excusa para salir a pasear en soledad,” se encogió de hombros. “Iré una vez más al campo de flores, aunque no evité oírles hablar sobre este tema.”
“Por tus palabras, ¿dirías que este ‘joven’ sí es un peligro?” preguntó Akashi, con indiferencia.
“Hmhm, me precipitaría si dijera algo semejante, y si Ai se convierte en un peligro, no se asemejaría a nada visto en las películas, eso lo puedo asegurar,” Yagen sonrió tranquilamente y observó al peliceleste en el techo. “Gendou ha concretado un proyecto importante y a su vez ambicioso. La inteligencia artificial no es una novedad en Rizembool, pero el enfoque de esta en particular no tiene precedentes. Se está introduciendo a un instrumento con un IQ exponencial en comparación al de los humanos a la sociedad y se le está enseñando nuestras costumbres, nuestras formas de ser, nuestros sentimientos, incluso nuestras irracionalidades. Si Ai prueba ser tan poderoso como para dominar la falta de lógica de la vida, se convertiría en un proyecto mucho más que fructífero, a mi parecer…” Yagen ensanchó su sonrisa.
“Uhh, puedo hasta sentir la maldad emanar de tu expresión…” Tsurumaru dio un suspiro.
“A todo esto…” el doctor continuó. “Temo que Gendou no sepa cómo tratar con o contener a su propia creación. Todavía me considero inferior a él por la simple diferencia de edad, pero cada vez más noto que el desdén que mi maestro expresaba sobre él tenía motivos de ser. Gendou tiene unas falencias en medio de su genialidad, aunque… quizás es por lo mejor.”
“¿Lo mejor en qué sentido, doctorcito?” preguntó Akashi.
“Mi maestro me enseñó a mirar el potencial de las personas, el valor de las cosas…” Yagen se vio entretenido. “Si Ai promete más de lo que podemos imaginar, deseo verlo. Deseo que alcance su máximo. No anhelo más que eso, y estoy dispuesto a ignorar cualquier posible desencadenante. Si Gendou fuera a considerar a Ai un peligro, vería cómo limitarle, y ello echaría a perder sus propios esfuerzos. A eso me refiero.”
“No sabía que tenías tanto interés en el pobre de Ai,” Tsurumaru negó. “No me resulta una sorpresa agradable.”
“Heh,” Yagen le miró de reojo. “Entiende que son mis suposiciones. Puedo estar completamente equivocado. No puedo predecir el propio desarrollo de Ai. Si él logra asentarse en el rol de compositor asignado para él y se adapta a emular a un humano promedio, su extraordinario potencial se apagará y alcanzará la normalidad de las personas. Aparte de un buen punto de estudio para científicos, no tendría más que brindarme. Por otro lado, si él se desarrolla como un ser con una genialidad sobrehumana y prioriza sus habilidades sobre su impuesta identidad, se convertirá en aquel superdotado ser que espero apreciar…” se llevó una mano a su mentón. “Aunque, si ello sucede, lo más piadoso que podría desearle es que no mantenga su limitada humanidad. El teórico ser que describo no posee iguales, y su humanidad le debilitaría, y podría hacerle sufrir…”
“Hmm…” Akashi se vio pensativo.
“Puede de igual forma ocurrir un escenario neutro, ya que estos son los extremos,” Yagen se encogió de hombros. Entonces, se detuvo y sonrió con torpeza. “Hmhm, mis disculpas, seguramente no querían oír mis teorías. Será que no suelo tener a alguien con quién compartirlas con frecuencia…”
“Monaca-chan gusta de oírlas, así que puedes explayarte con ella cuando la veas,” Tsurumaru sonrió frustrado. “Los dos son igual de tenebrosos cuando hablan de la ‘humanidad’.”
“Heh, es cierto…”
“Me pregunto de dónde habrá venido esa mínima preocupación que le extendiste al instrumento,” observó el pelimorado, meditativo. “Eso de no tener semejantes… lamento decirlo, pero sonaste extremadamente solitario al mencionarlo.”
“Interesante que fueras a intentar extenderme algo de empatía. Te consideré ajeno a ello, Akashi,” mencionó el doctor, con una sonrisa corta. “Ciertamente, seres humanos como nosotros no podemos compararnos con seres como Ai. Yo nunca llegaré a su grado de singularidad. Aun así, me considero distinto a los humanos promedios, y ello sí puede tornarse solitario en ocasiones. Sí soy un demonio, en cierta forma.”
“Hmm…”
“Y sin ir al extremo de Ai, Honebami es también un ser más único que nosotros,” Yagen miró a Akashi de reojo y borró su sonrisa. “Tengo el interés de velar por él, y mis hermanos comparten ese deseo, pero siempre terminará siendo referido como un objeto por personas como tú.”
“¿Eh? ¿Lo escuchaste?” preguntó Tsurumaru, confundido. “¿Dónde estabas que no te vi?”
“El punto que quiero hacer es que las ambiciones de Rizembool pueden desnaturalizar a cualquier individuo de distintas maneras, y es más trágico cuando dichos seres no fueron quienes optaron por ser modificados,” el doctor afiló sus ojos. “Como dije hace un par de días, pretendo llevarme bien contigo por ser el hermano mayor de Hotarumaru. Al mismo tiempo, reconozco su gran potencial como un joven prodigio, y sería alguien interesante de observar, puesto a que él puede volverse afín a Rizembool con muy poco esfuerzo,” Yagen dio un pesado suspiro. “Sin embargo, es ahí que entra mi rescatable humanidad como un hermano mayor, y quisiera pedirte que protejas a tu hermano de su entorno. No permitas que se convierta en un ser distinto a los demás. Mantenle un ojo encima.”
“…” Akashi le observó mayormente inmutado, aunque alzó una ceja. “Tampoco hubiera esperado que fueras alguien empático, doctorcito, pero no te preocupes por mi hermanito. No dejaré que nada malo le suceda.”
“Que así sea,” dicho esto, Yagen fue caminando hacia el sendero al bosque.
“Bueno, eso fue tan bien como pudo haber sido,” Tsurumaru negó y se encogió de hombros. “Ah, espero que Yagen no te haya irritado demasiado. Es su tendencia hablar de más, y sé que no te gusta que mencionen a Hotaru-bou tan trivialmente.”
“Es cierto, pero el doctorcito tuvo las mejores intenciones, o al menos eso quiero creer,” Akashi negó. “Su actitud es mucho mejor que la de Ikari-sensei, menos mal. Así que no te tengo sólo a ti pidiéndome que mantenga un ojo encima de Hotarumaru. Vaya… será por algo, me imagino.”
“No conoces a Rizembool como nosotros, por algo te lo decimos,” Tsurumaru sonrió un poco. “Y Hotaru-bou es un buen niño. Tanto Yagen como yo le tenemos estima, así que cuenta con nosotros para apoyarle, pero tampoco estamos en la posición para cuidar de él. Realmente me apenaría si fuera a llevarse una mala pasada. Por más genio que pueda ser, no le descuides.”
“Lo sé, lo prometo,” Akashi dio un suspiro, y sonrió cansado. “Al menos me alegra saber que ustedes dos aprecian a mi Hotarumaru. No hubiera pedido más que eso.”
“No te preocupes,” Tsurumaru sonrió y le agarró de un hombro. “Vamos a tomar algo.”




Del intenso sol del día quedaba apenas una franja roja en el horizonte, mientras las sombras se teñían de azul mientras daban la bienvenida a la noche. Ai se mantuvo sentado en el filo del techo y observó la despedida de ese día. Llegaba la noche y el paseo se terminaría a la mañana siguiente, durante la cual retornaría a Rizembool y regresaría a su rutina de siempre.

Entonces, el peliceleste sintió unos pasos acercársele por el techo. No tuvo que girarse. Sería capaz de rastrear la ubicación de Honebami en cualquier lado del planeta.

“¿Qué te trae por aquí, Honebami?” preguntó Ai, con su mirada fija en el firmamento.
“Estás en el techo…” observó el peliblanco, inmutado. “Tus habilidades físicas son pobres. Necesitas de mi asistencia para regresar al interior.”
“No…” Ai negó y le miró con una sonrisa. “El mantenimiento en esta casa es impecable. La inclinación del techo no es inconveniente. Juzgué el terreno lo suficiente antes de venir. No soy descuidado…”
“…”
“De igual forma, estoy consciente de tu hafefobia. Detestas el contacto físico, Honebami. No te incomodaré innecesariamente.”
“…” Honebami negó. “No tengo problemas contigo, Ai. Tú no eres un humano.”
“Ya veo…” Ai se mostró intrigado. “Tu fobia entonces estará más arraigada a un reflejo de tu cerebro reptil, una respuesta instintiva de peligro o adversidad, de pelear o huir,” se puso a pensar. “O puede que me esté tomando demasiadas libertades analizándolo. Debería investigar más tu caso en particular.”
“…” ladeó su cabeza. “No comprendo…”
“Me refiero a que carezco de factores orgánicos o propiamente ‘vivos’ que despertarían tu reacción, pero no es importante,” Ai regresó su atención al cielo. “Este atardecer es agradable. ¿No quisieras acompañarme a mirarlo?”

Honebami asintió y se sentó a una prudente distancia del otro. De aquel modo, el par observó el firmamento y apreció la suave y refrescante brisa de la venidera noche. Una paz inundó el ambiente, y los dos pudieron captar unas rebeldes notas de piano traídas por el viento que llegaron desde el club social. El peliblanco vació su mente, pero no tardó en escuchar a Ai tomar la palabra.

“El paseo está por terminar…” narró en voz baja y meditativo. “Está ha sido una experiencia refrescante. Esperé ser saturado, y lo fui, en ocasiones, pero no fue todo malo.”
“…” Honebami asintió. “Estoy de acuerdo.”
“Sin embargo, sigo impresionado por la ligereza de tus parientes y de todos los demás de aceptarme pese a no saber absolutamente nada sobre mí.”
“Es su naturaleza…” meditó Honebami. “Es así como lo he observado. Siempre han sido receptivos ante todos desde que soy capaz de recordar.”
“Comprendo que no me he expresado apropiadamente. Me refiero al hecho de que me hayan aceptado como si yo fuera igual a todos los demás.”
“Ellos no saben la verdad sobre ti,” le miró de reojo.
“…” sonrió un poco. “Entonces quizás debería elogiar a Rizembool por su impecable trabajo. Soy capaz de invocar familiaridad y normalidad de humanos pese a no serlo en realidad.”
“…”
“Honebami, me he preguntado algo con respecto a ti por ya un tiempo,” Ai le retornó la mirada, inmutado. “No existe argumento alguno sobre mi existencia como algo distinto a un ser humano, pero, ¿cómo te ves a ti mismo?” habló pausadamente. “Tú… ¿te consideras humano?”
“…” agachó su cabeza, pensativo. “…no lo sé. Soy incapaz de clasificarme a mí mismo.”
“Hm,” Ai llevó una mano a su mentón. “Es cierto que tu caso es particular. La línea es borrosa.”
“Pero, por más que no pueda contestar tu pregunta por completo, sí me considero distinto a los demás,” dijo el peliblanco, tranquilamente. “Mis habilidades son inhumanas, mi naturaleza es incompatible… me siento en calma conversando contigo. Presiento que eres capaz de comprenderme mejor que la mayoría.”
“Puedo decir lo mismo de ti.”
“Así que es posible que ya no sea un ser humano.”
“…” Ai le observó con una muy ligera inquietud. “…esto puede ser incómodo para ti.”
“No…” Honebami alzó su mirada y negó. “No me inquieta en lo absoluto.”
“…”
“Yo soy yo. Soy incapaz de definirme, pero entiendo que sólo existe un ser como yo y que no necesito ser como nadie más,” observó con un tono monótono y pausado. “Yagen me dijo esas palabras hace mucho tiempo.”
“…”
“No hay mucho que pueda recordar de aquel momento en el cual desperté, luego del suceso que borró a mi yo del pasado… pero sí recuerdo lo que él observó…” cerró sus ojos. “Dijo que era su hermano… me pidió que me mantuviera a su costado y le asistiera… insistió que yo era el único que podía ayudarle, que nadie más era capaz de reemplazarme… porque yo era yo, y aquello era algo que nadie más podría lograr.”
“…”
“…” abrió sus ojos y agachó su cabeza. “Fue una gran imposición en aquel entonces, oír esas palabras… porque no fui capaz de comprenderle. Porque temí que, por no comprenderle, terminaría fallándole. No obstante, en el presente, creo que comienzo a entenderlo.”
“…”
“Yo también pienso que él es el único como él que existirá, así que debe verme de la misma manera… y por ende poseo un valor que no comparto con nadie más…”
“Ya veo…” Ai sonrió.
“Pensar en todo esto… es deprimente.”
“Es también gratificante, ¿cierto?”
“…” le observó con atención.
“Conozco la situación en la cual ustedes dos se encuentran inmersos. El hecho que él te haya dicho todo esto, desde un punto de vista neutral, es innecesario,” negó sin borrar su sonrisa, y alzó su mirada al cielo. “En el ambiente en el cual fui creado, el valor más grande que uno puede alcanzar es el de utilidad. Si algo se tornara inútil, perdería todo valor y debería ser descartado inmediatamente.”
“…”
“Yo soy un ejemplo de este concepto. No poseo esa singularidad con la cual los humanos existen desde su nacimiento,” alzó su mano y la miró ensimismado. “Yo comprendo que mi existencia puede ser replicada o detenida ni bien llegue el día en el cual me consideren obsoleto. Por otro lado, tu superior te ha concedido el valor intrínseco de quien eres, algo que existe más allá de tu propia voluntad y, por ende, algo fuera de tu control y de lo cual no puedes deshacerte.”
“…”
“Eres invaluable para él ignorando todo lo demás, y entiendo que tu familia trae el mismo sentimiento por dentro, por más que desconozcan la verdad sobre ti. Has sido dado el obsequio del valor incondicional,” Ai sonrió ampliamente. “Es una bendición que soy incapaz de alcanzar, ni de comprender. Debe ser el regalo más grande y necesario para ustedes los humanos.”
“…” Honebami bajó su mirada con tristeza. “Ellos ven valor en mí, incluso si no puedo comprender el porqué…”
“…” asintió y le miró de reojo. “Tu superior también te permitió ver el valor en otros, lo cual debería ser innecesario.”
“…”
“Él creó un ecosistema de comodidad y paz a tu alrededor y te ha permitido conceptos que son muy característicos de los humanos. Debido a mi propio acondicionamiento, puedo entender la importancia de la aceptación y el respeto mutuo, y soy capaz de captar los beneficios y el relativo placer relacionados a los mismos. Aún así, el efecto que debe tener en tu persona debe encontrarse en otro nivel,” sonrió un poco. “Aquello debe significar que sí posees las cualidades humanas necesarias para experimentar dichos sentimientos a plenitud y, a su vez, tu superior ha visto ello en ti, y ha velado por el bienestar de dicho aspecto de tu persona.”
“…” Honebami hundió sus ojos en sombras.
“Es un pensamiento agradable,” el peliceleste alzó su mirada hacia arriba.
“¿…por qué lo haría?” preguntó en voz baja. “No debería… no le comprendo… no sé lo que debería hacer…”
“Quizás deberías mantenerte a su lado, como te lo pidió. Con el tiempo puede que la imagen se vuelva más clara para ti. También fallo con frecuencia en comprender a las personas, y el tiempo es el único que parece ayudarme a menudo.”
“No… el tiempo es demasiado precioso… si no tengo cuidado, si no hago lo que debería hacer… perderé mi utilidad… no tendré más motivo de ser…”
“…”
“¿Acaso tú no temes perder tu propia utilidad?” preguntó lentamente. Honebami alzó sus ojos, los cuales eran profundos e ilegibles, pero que inspiraban una extraña desolación.
“Mi sola existencia es ser útil, y en un futuro cercano dudo volverme obsoleto, puesto a que puedo ser modificado como sea necesario,” observó tranquilamente y sin borrar su sonrisa. “Incluso así, por mi profesión y habilidades, me considero como una burla de mi propia existencia. Para que alguien como yo pretenda convertirse en algo semejante a una celebridad.”
“…”
“Pero no me quejo. Me siento definido e identificado por mi rol, y encuentro placer en él. De algún modo, lejos de mi entendimiento propio, mi existencia dentro de un rol tan humano es útil, y mientras más talentoso me vuelva como un músico, más podré acercarme a esa asíntota que es el valor intrínseco que tú has sido dado, si es que puedo emular mi actuación humana a la perfección.”
“…”
“Aun así, el pensamiento sobre la inutilidad es algo que sí considero,” Ai se puso a pensar. “Estoy convencido que sería más que incómodo encontrarse en esa posición, por el simple hecho de que estoy cometido a no ser inútil. Tampoco podría mantenerme tranquilo si fuera a ser descartado…” negó. “Sin embargo, todo esto no es aplicable en el presente y no ganaré nada de pensar al respecto. La preocupación sólo me tornará menos eficiente.”
“Ya veo…” dijo en voz baja, meditativo.
“…” Ai sonrió. “También te recomiendo que no lo pienses demasiado. Aprovecha el momento, disfruta del presente…” miró hacia el club social. “Creo que, por cómo reaccionó ante tu interpretación, es lo que tu superior quisiera que hicieras.”
“…” asintió. “Entendido…”
“Bien…” el peliceleste se levantó. “Sería bueno regresar adentro, se está oscureciendo demasiado…” Ai se vio frustrado. “Retornar a mi rutina tomará un poco de ajustes. Lamentablemente, las personas de la disquera están impresionados por mi incremento en habilidades pese al poco tiempo que llevo con ellos, y me han pedido que actúe como un mentor ante un par de otros músicos,” dio un suspiro y entrecerró sus ojos. “Eso me quitará de tiempo valioso para mis propias composiciones, pero Rizembool también espera buenos resultados, así que no tengo de otra,” negó ofuscado. “No sé lo que un ser como yo puede hacer por seres humanos, e imagino que se tratará de personas con mucho por aprender, pero tal vez sea un aprendizaje incluso para mí.”
“…” Honebami también se levantó y le miró inmutado. “Pienso que eres capaz de llevar a cabo ese rol… confío en ti.”
“Gracias por tu confianza, pese a ser innecesaria ante una obligación…” dijo con cansancio. “Tú tienes la labor de entrenar a Izuru Kamukura para ser un Rebel. Ahora supongo comprenderé cómo se siente.”
“Es diferente. Tú lidiarás con seres humanos regulares.”
“Cierto, será difícil. Asumo que Tsurumaru me dijo que viniera a este viaje por ese motivo. Pero, como sea, nos tocará continuar con nuestras labores, Honebami.”
“…” asintió.
“Regresemos.”
“Te puedo ayudar.”
“He dicho que no. Lo tengo fríamente calculado.”

De aquel modo, la noche terminó de caer y los viajeros concretaron ese paseo con un profundo descanso antes de retornar a la ciudad. El verano todavía tenía más que ofrecer, pero ese pequeño paseo sería recordado por un buen tiempo.

Era recién el inicio de distintos caminos que los presentes tomarían por separado.