67.3.
Alrededor de media hora después, los demás Toushirou fueron llamados para la interpretación de Ritsu, aunque Honebami fue el que abrió la pequeña sesión musical tocando una simple y tranquila melodía. Mientras el peliblanco realizaba aquella sencilla interpretación con gran enfoque e inmutabilidad, sus hermanos le miraron impresionados y anonadados. Su querido hermano mayor, aquel que normalmente tomaba el rol de un asistente y una sombra en su familia, expresó una potente y solitaria paz que inspiró humildad y armonía dentro de aquel espacioso cuarto de eventos bañado por la luz del atardecer.
Fue un momento mágico y efímero, y la melodía se despidió de todos de manera tan sutil e inesperada como había comenzado, pero el efecto en sus hermanos se mantuvo por un poco más.
Honebami soltó las teclas y percibió el silencio sepulcral del ambiente, el cual probó confundirle, y levantó su mirada. Pudo observar una sorpresa general que no tardó en desarmarse.
“¡Bravo!” exclamó Namazuo, quien aplaudió efusivamente. Los demás imitaron los aplausos.
“¡Estuviste genial, Honebami-niisan!” observó Akita, impresionado.
“¡En serio que sí!” exclamó Houchou. “¡Yo también quiero aprender!”
“En verdad muchas gracias por este valioso momento, Honebami-niisan,” dijo Hirano, quien dio una reverencia.
“Lo mismo digo, ha sido muy enriquecedor,” Maeda sonrió contento. “Hehe, y pienso que va mucho contigo.”
“Siempre pensaré que eres muy talentoso, y por venir de mí, es un enorme cumplido,” declaró Hakata, sonriendo con confianza, para entonces adoptar una sonrisa más sencilla. “Pero en verdad, qué grata sorpresa.”
“También estoy muy feliz, ha sido muy lindo,” dijo Gokotai, con los ojos brillantes.
“…” Honebami miró a los pequeños, mayormente inmutado, aunque una mínima inclinación de su cabeza informó que estaba levemente confundido por esas reacciones. Entonces, Shinano se acercó, quien a diferencia de los demás contenía lágrimas de felicidad.
“¡Honebami-nii! ¡Muchas gracias! ¡Nunca lo esperé!” exclamó y pasó a cubrir sus ojos con un brazo en lo que fallaba en contenerse. “¡Ahh, qué dicha la nuestra!”
“…” el peliblanco parpadeó. “¿Te sientes bien?”
“¡Yo tampoco puedo contenerme!” dicho esto, Namazuo se abalanzó sobre su mellizo y le abrazó con fuerza. “¡Bambi, eres tan bello! ¡Déjame apachurrarte!”
“Suéltame…” este le miró de soslayo.
“¡Perdón, pero debo hacerlo!” así, Shinano se le sumó y le abrazó del otro lado.
“…” ante ello, Honebami se vio torturado.
“Shinano, Namazuo, por favor suelten a nuestro hermano, no deberíamos incomodarle,” pidió Ichigo amablemente, quien sonreía con torpeza. Los dos no se hicieron de rogar y de inmediato le oyeron. El hermano mayor llevó una mano a su pecho e hizo una respetuosa venia. “Honebami, te agradezco por habernos dado este tan grato momento de unión, y por brindarnos de un muy agradable recuerdo. Palabras me faltan para expresar lo contento que estoy.”
“…” él asintió y desvió su mirada. “No necesitas agradecerme. De igual modo, no entiendo la importancia que se encuentran dándole a este momento…”
“Presiento que eres muy sensible en el fondo, y no debería explicarlo, pero es muy simple,” Ichigo sonrió con dulzura. “Tú significas mucho para nosotros, Honebami, y somos dichosos de compartir contigo. Y, por encima de todo, nos sentimos muy felices de que hayas compartido esta agradable sorpresa. Queremos saber más de ti, queremos que te expreses a plenitud, y queremos aprovechar todos los momentos que podamos tener en familia. Así de simple.”
“…”
“Si deseas seguir desarrollando tus dotes musicales, cuentas con nuestro apoyo.”
“No deseo eso, Ichi-nii,” recalcó con leve severidad.
“Lo entiendo, no tienes que reaccionar así,” sonrió comprensivamente. “Sólo te pido que te expreses y te comuniques en cualquier momento. Estamos aquí para entendernos.”
“Entendido…” Honebami asintió. El calmado e inmutado peliblanco daba la impresión de ser un pez fuera del agua al mostrar una constante inquietud y alerta. Llamar la atención de aquella manera no era lo suyo. Él bajó su mirada con derrota y una leve tristeza.
“Honebami…” Namazuo captó cómo se sentía y se le acercó. “Vamos, no te me deprimas. No eres de llamar la atención de los demás, pero está bien. Todos estamos felices y queremos que lo estés también. Anímate~ y espero que esta no sea la última canción que nos vayas a tocar, ¿de acuerdo? ¡Nos haría mucha ilusión seguir oyéndote!”
“Pero…”
“En verdad que sí,” al notar que el otro persistía en mantenerse retraído, Namazuo frunció el ceño y dio un suspiro. Sabía que faltaba la aprobación de alguien en particular, así que se giró hacia dicho hermano. “Oye, Yacchan, ¿no tienes nada que decir?”
“Tsk, me vuelves a llamar así y te partiré el rostro,” recalcó el doctor, impaciente.
“En serio, te has mantenido muy callado,” observó Shinano, con reproche. “Y tú también, Gotou.”
“Estaba esperando a que los demás se expresaran, pero concuerdo,” dijo el pelimarrón, quien sonrió con energías. “Ha sido una gran interpretación, Honebami, buen trabajo.”
“Pues, realmente no tengo nada distinto que comentar…” Yagen desvió su mirada.
“¿Qué cosas dices?” Namazuo se extrañó. “Tú eres al que no le faltan comentarios u ocurrencias cuando te lo propones. No intentes desentenderte de esto ahora, es importante.”
“Estoy seguro que nuestro hermano no le rinde poca importancia, Namazuo,” le aseguró Ichigo, quien miró al doctor. Sonrió un poco. Lo que a simple vista parecería desinterés más bien resaltaba que su hermanito estaba un tanto incómodo y no sabía cómo expresarse. El peliceleste supo que tendría que empujarle un poco, así que le habló con amabilidad. “Yagen, sé que esta revelación también ha sido muy grata para ti, y te ha impactado, ¿no es así?”
“Ichi-nii, ¿qué estás diciendo?” preguntó el doctor, un poco alarmado.
“Pese a tu reserva, soy dichoso de tener un sexto sentido con ustedes, mis queridos hermanos,” comentó el mayor con un tono juguetón. “Por favor, no hagas a nuestro hermano esperar, y comenta lo que te pareció. Tenemos que animarle.”
“…” Yagen dio un pesado suspiro. “Lo entiendo, Ichi-nii. No insistas, por favor.”
“Yagen…” Honebami detectó la incomodidad en su hermano y le miró atentamente. “¿Será que he cometido alguna imprudencia?”
“Ehh, no, no, no es eso,” negó y se frustró un poco. “No tienes por qué tomártelo a mal, Honebami. Supongo no sabía cómo expresarme debidamente.”
“…” ladeó su cabeza.
“No está en mi lugar decidir sobre la validez de tu acción… pero sé que no puedo decirte eso, lo malinterpretarías,” se vio ofuscado. “No, olvídalo…”
“¿Eh? ¿Yagen?” Shinano se vio confundido. Su hermano estaba muy extrañamente incómodo.
“Tengo que darle un valor a tus esfuerzos, y antes de evaluar tus motivos para aprender a tocar el piano o cualquier otro tema… supongo debo decir que me alegro mucho que hayas tomado esta decisión por tu cuenta, y posteriormente hayas decidido compartirlo con nosotros,” habiendo sacado un poco de honestidad, Yagen se vio aliviado y sonrió un poco. “Hay muchas cosas que yo o todos nosotros podemos esperar sobre ti, sean acciones, sea tu usualmente atinada asistencia, pero lo fundamental y más importante es que tú seas tú mismo, Honebami,” cerró sus ojos y sonrió tranquilamente. “Nada significaría más para mí que ello mismo, y por eso debo expresar que me siento agradecido por esta libertad que te concediste, hermano. Es algo que refleja tu ser y tu espíritu, como algunos de nuestros hermanos comentaron…”
“Yagen…” Honebami se sorprendió un poco.
“Y, ante ello mismo, no espero que sientas ningún cargo de consciencia, ningún vacío… quizás lo mejor es no sentir nada en lo absoluto,” observó el doctor, abriendo sus ojos. “Eres quien eres, es lo único que deseo que aprecies ahora. Y, también, muchas gracias por este momento.”
“No debes agradecerme…” todavía sorprendido, el peliblanco asintió. “Lo intentaré…”
“…” Ichigo sonrió gratamente, conmovido por esas palabras tan profundas y palpables, e igualmente inesperadas. “Un mensaje tan simple, tan puro… siento que no hubiera sido capaz de decir algo así.”
“¿Eh? ¿Q-qué dices?” preguntó Yagen, quien despertó de aquel instante y se extrañó.
“¡Ahh! ¡Ustedes quieren que me ponga a llorar!” exclamó Shinano, con lágrimas en los ojos. Miró a Yagen. “¡Nii-san! ¡Estoy completamente de acuerdo! ¡Pienso lo mismo! ¡Ahh, y qué alegría oírte decir eso y verte tan feliz!”
“Tsk, ¿qué tonterías dices?”
“No por apoyar la reacción de Shinano, pero sí estás contento, admítelo,” observó Gotou, encogiéndose de hombros. Él sonrió un poco. “Bueno, siempre has estado al pendiente de Honebami, ¿no es así? Por supuesto que te alegrarías ahora.”
“Pienso lo mismo,” Ichigo asintió.
“Eh…” el doctor se vio corto de palabras.
“¡¿Por qué no puedes ser tan bello todo el tiempo, nii-san?!” preguntó Shinano, mientras lloriqueaba un poco.
“¡Sí, lo mismo digo!” Namazuo asintió, igual de conmovido que el pelirrojo. “¡¿Por qué tienes que ser un insufrible en vez del adorable marshmallow que acabas de ser?!”
“Tch, no me insultes, Namazuo,” Yagen se amargó y le reclamó comprimiendo sus puños.
Ante ello, los demás hermanos se rieron un poco y se unieron a la conversación, mientras Honebami se mantuvo perplejo y prestando atención a los miembros de su familia.
A una prudente distancia estaban los demás, quienes observaban esa esperada y cálida dinámica familiar frente a ellos.
“Hehe, estoy feliz también~” canturreó Hotarumaru, con una amplia sonrisa. “Todos están muy contentos, ¿verdad? Ha sido una agradable sorpresa. Me alegro mucho por ellos.”
“Hmm, había tenido la impresión que justo el mayor peliblanco y el doctor eran distintos de los demás, pero supongo que no,” observó Aizen, meditativo. “Sí que son una familia unida.”
“Sí, tal y como dicen, pero ya me siento un poco empalagado,” Ritsu se encogió de hombros. “Me caen bien, aunque necesito disfuncionalidad en mi vida. Menos mal que mi grupo de amigos es disfuncional, así que me recuperaré.”
“No entiendo tu lógica, Ritsu,” observó Ai, alzando una ceja.
“Fufufu, precisamente por eso no lo entiendes, Ai-chan. No estoy siendo lógico,” comentó con una sonrisa entretenida y riendo por lo bajo. “Sólo sígueme el juego.”
“Hmm…” Akashi mantuvo un rostro inmutado en lo que observaba la dinámica. Él estaba junto a Tsurumaru y un poco más atrás, donde pretendían no ser oídos. “Me sabe muy mal decirlo, pero Aizen casi suena un poco más despierto de lo que pensé. Dicho esto, no quiero que ni él ni Hotarumaru puedan detectar la ‘anormalidad’ en esa familia,” sonrió con ironía. “Por decirlo de un modo amable…”
“Más que nada, me sorprendió que Ichigo pudiera leer a Yagen,” Tsurumaru sonrió con leve pena en lo que veía a Yagen dialogar con sus hermanos. “Ahh, le conozco demasiado bien para saber sobre su constante preocupación por Honebami. Por todo lo que han tenido que pasar, momentos de una mínima mejora en su hermano mayor son bastante agridulces para él…” ensanchó su sonrisa. “…son como una vil mentira.”
“¿Hm?” Akashi le miró de reojo. “¿Será maldad lo que detecto en tu voz?”
“¿Eh? Haha, no precisamente,” Tsurumaru rió un poco y sonrió con torpeza. “Pese a no ser compatibles, sí me compadezco de Yagen y estimo a su perfecta familia, nada más.”
“Compadecerse, ¿ah?” el pelimorado sonrió frustrado. “Está bien, no preguntaré. Como bien dijiste hace un par de días, hay cosas que son mejores no saber.”
“Como siempre, asumo que te mantienes al margen y no prestas mucha atención a los demás, ni en sus peores predicamentos,” observó Tsurumaru. “Es lo más saludable. Yo me tomo la libertad de hacerlo, aunque no te fíes del ‘doctorcito’,” volvió a mirar la escena y notó que el mencionado ya había podido salirse un poco del foco mientras sus hermanos hablaban con ánimos sobre la interpretación. “Es fácil olvidarse por instantes como el presente que él no es una figura de la cual sentir simpatía…”
“…”
“¿Por qué dices eso?” preguntó Tharja, quien se había acercado al par. Su repentina pregunta les sobresaltó.
“Uhh, eres un tanto espeluznante,” observó Akashi, con cierto pesar. “Espero nunca ser despertado por ti o tendría pesadillas.”
“Ohh, Tharja, ¿a qué se debe tu presencia?” preguntó el peliblanco, sonriente. “Sí que sabes moverte como una sombra.”
“Corta la palabrería,” entrecerró sus ojos. “Sabía que estaban acuchilleando algo sombrío. ¿Qué es lo que quisiste decir?”
“No entiendo por qué le das tanta importancia, con toda honestidad,” Tsurumaru sonrió comprensivamente. “Estoy acostumbrado a no dar buena pinta a los demás, pero lo que quería decir era simple. Ustedes bien saben lo conflictivo que Yagen suele ser, y su comportamiento individualista y especial se extiende a Rizembool. Por algo no paro de quejarme de él. Realmente es una gran molestia.”
“Tsk, sólo pones excusas,” no se convenció.
“Hasta él mismo se llama un demonio. Será por algo, ¿verdad?” dicho esto, Tsurumaru se dio media vuelta. “En fin, linda interpretación, pero iré a dar una vuelta antes que se oscurezca más. Voy a extrañar este bosque.”
“…” Tharja le miró fastidiada mientras se iba, y pasó a dirigirse a Akashi.
“Créeme que no sé mucho sobre el doctorcito, te diriges a la persona incorrecta,” comentó este con cierta pereza y negando. “Ahh, deja de mirarme así que mi cerebro no va a estallar.”
“¿De qué hablaban?”
“Sobre la escena frente a nosotros y la falta de empatía de Tsurumaru al doctorcito, no te perdiste de mucho,” negó y le miró, para sonreír. “Estoy como tú. Sé que nuestro semi-amigo peliblanco se trae algo entre manos y seguramente más de un puñado de secretos, pero a diferencia de ti no pretendo averiguar más. Es mejor no involucrarnos con lo que sea que se guarda. Saber muchas veces nos causa más líos y no resuelve nada…”
“Odio tu actitud.”
“Tengo a un par de hermanitos inocentes por quienes velar. Sólo pretendo saber lo necesario para cuidar de ellos,” Akashi miró de reojo a un rincón de la habitación. “Y tú estás en mi misma posición. No aspires a más.”
“…” Tharja miró en la misma dirección y observó a Fudou sentado y desviando su mirada hacia la ventana a su costado. Estaba pensativo y reservado, como si algo le inquietara. La chica se vio desarmada de seguir insistiendo más, y oyó en poco tiempo a los Toushirou menores acercarse a Ritsu y pedirle que comenzara a tocar el piano. Ante ello, Akashi se acercó a sus hermanitos y los demás prestaron atención.
El momento había terminado y se resignó a hacer lo mismo.
La interpretación duró un rato más, y Honebami concedió a los presentes de una canción adicional antes de retirarse al haber sobrecargado su tolerancia por la atención dada. Ritsu concedió a los presentes de algunas canciones y luego de un rato advirtió que se quedaría practicando y realizando ejercicios, por lo cual no tenían la obligación de acompañarle. El anochecer se asentaba en el bosque y la mayoría optó por distraerse con otras actividades dentro de las casas o comenzar a limpiar y empacar para partir temprano al día siguiente.
“…” Ritsu terminó una suave melodía y no tardó en dar un suspiro y mirar de reojo a Namazuo, quien se había sentado a su costado en la banca del piano. “Oye, Nama-kun, estás muy cerca.”
“Pero es que aquí se puede ver mucho mejor~” canturreó y se vio entretenido. “Hehe, ahora que sé que le enseñas a Honebami a tocar, quisiera convertirme en tu aprendiz también.”
“No gracias…” negó frustrado.
“Uhh, ¿por qué no?” hizo un puchero.
“Como recalqué anteriormente, no pareces tener la sutileza ni la vocación musical para tocar bien el piano. Más bien, tu destrozo de teclas y acordes estruendosos caerían bajo mi responsabilidad,” argumentó con leve reproche.
“Oye, ten un poco de fe en mí.”
“De acuerdo,” Ritsu le miró severamente. “Te convertirás en un alumno que tendrá que obedecerme todo el tiempo y que practicará el piano todos los días hasta que tus manos sangren. Conociéndote, perderé mi tiempo contigo porque esta ocurrencia de aprender se te olvidará y luego no le rendirás importancia alguna.”
“O-oye, eso no es verdad.”
“Vaya, sí que conoces bien a mi hermano,” observó Gotou, impresionado.
“Heh, justo pensaba lo mismo,” dijo Hakata, quien se encogió de hombros. “Ahh, fue tan sincero y verídico que hasta duele.”
“Uhh, ya, entiendo…” deprimido, Namazuo se levantó y se sentó sobre el piso a un costado en posición fetal.
“Ehh, Namazuo-nii, no te lo tomes a mal…” dijo Shinano, sonriendo incómodo.
“Tampoco lo puedo refutar,” opinó Yagen, quien estaba sentado cerca de una de las ventanas y leía uno de los documentos que había llevado consigo al viaje. “Hm, se está yendo la luz del sol. Creo que mejor regreso a nuestra habitación.”
“¿Qué haces trayendo trabajo hasta aquí?” le cuestionó Gotou, alzando una ceja. “Ya es suficiente que te la pases leyendo antes de dormir.”
“Mantenerse ocupado es un buen hábito, tú deberías entenderlo mejor que todos aquí,” Yagen sonrió y se encogió de hombros. Se levantó y caminó hacia el piano para dirigirse a Ritsu. “Antes de retirarme, quisiera expresar mi agradecimiento por las clases de piano que le diste a Honebami, y por ser un buen amigo de mis hermanos en general. Aprecio lo que has hecho por los demás en este paseo.”
“No lo menciones, Yacchan, he sido yo quien ha dormido en una cama y comido deliciosas meriendas pagadas por alguien más,” contestó con cierta indiferencia y sonrió con ironía. “Fufu, yo soy más bien quien debería agradecerles, aunque como he recibido aquel gesto de tu parte, entiendo que puedo ahorrarme las molestias de hacerlo.”
“Como digas, me da igual,” el doctor se encogió de hombros y ensanchó su sonrisa con cierta gracia. “Tu usual actitud bromista no quitará el agradecimiento que siento,” curiosamente, el doctor llevó su mano derecha a su pecho e hizo una ligera venia, manteniendo su actitud profesional. “A pesar de tu comportamiento complicado, eres una buena persona, y me alegra que Namazuo y mis hermanos en general cuenten contigo. Te lo agradezco.”
“Yagen…” Shinano se vio perplejo e intercambió miradas con sus otros hermanos.
“Uhh…” Ritsu sintió leves escalofríos. “Por cómo te he visto actuar o hacerle la vida imposible a Tsuru-kun es inquietante verte así,” frunció el ceño. “Ya me agradeciste, ahora deja de actuar como un hermano mayor. Los hermanos mayores me enferman.”
“Hmhm, lo sé bien,” Yagen pretendió irse, pero Namazuo se metió en su camino.
“Oye, no te vayas aún,” reclamó este. “No me parece bien que efectivamente andes actuando como un hermano mayor, o que agradezcas por mí. Vamos, hay que divertirnos. Juguemos un poco con todos aquí~”
“¿Qué tonterías dices?” le cuestionó el doctor, frustrado. “Quítate, me haces perder el tiempo.”
“Y no puedo imaginar qué clase de juego jugaríamos en un ambiente amplio vacío y con un piano,” observó Hakata, meditativo. “Somos muy grandes para jugar a las sillas musicales.”
“¡Ahh, excelente idea!” Namazuo se emocionó y juntó sus palmas.
“Hakata, ¿por qué le diste la idea?” se lamentó Gotou.
“Ehh, admito que también me gustaría llamar a nuestros hermanitos para esa actividad,” confesó Shinano, sonriendo con torpeza. “Y no estás muy crecido aún para esos juegos, Hakata. Yo pienso que nunca se tiene demasiada edad para divertirse.”
“Fufufu, la imagen mental de todos ustedes rodando una fila de sillas y a la merced de mi música me resulta demasiado cómica,” comentó Ritsu, con leve maldad. “Pero, obviando los usuales delirios de Nama-kun, se podrían incrementar los ánimos un poco.”
“¿A qué te refieres, Ritsu?” preguntó Shinano, confundido.
“Entiendo que ustedes ya están acostumbrados a su presencia en el rincón, pero yo no,” dicho esto, Ritsu se levantó y miró en dirección hacia Fudou, quien miraba por la ventana. “Oye, Fucchan, ¿qué haces aislándote?”
“¿Qué me llamaste?” preguntó este, quien se despertó levemente extrañado, y frunció el ceño con impaciencia. “Déjame en paz. ¿No eres amigo de los Toushirou?”
“Me dejas entender que con eso esperas que te ignore, como si no tuvieras obligación de hablar conmigo,” se encogió de hombros. “O, más bien, como si yo no tuviera que tomarme la molestia de dirigirme a ti. ¿Cuál será?”
“Tsk, suenas como un anciano al hablar así,” se quejó entre dientes.
“Como un autodenominado vampiro, sí me considero mayor que todos ustedes, y técnicamente lo soy ya que los mayores se fueron,” comentó con naturalidad. “Regresando a la cuestión, ¿qué estás haciendo aquí?”
“Ehh, Ritsu, quizás sea mejor que no le presiones mucho, es muy reactivo,” le advirtió Gotou. Sin embargo, no tardó en notar que Fudou no estaba con ánimos de antagonizar a nadie.
“Tsk…” Fudou regresó su mirada hacia el bosque. “Me gusta la música clásica, y va bien con la iluminación del atardecer y la vista del bosque… es sólo eso…” sintió un tic en la ceja. “Ahora vuelve a ignorarme, por favor.”
“Ohh, interesante,” Ritsu se vio satisfecho. “Aprecio que hayas sido honesto, Fucchan. No pareces serlo usualmente.”
“¡Deja de llamarme así!” insistió, molesto.
“Hmm, pero Ritsu-chan tiene razón. No podemos dejar que Fudou-chan se quede todo triste o taciturno como siempre,” observó Namazuo. Él llevó sus manos a sus caderas y sonrió decidido. “¡Está decidido! ¡Me aseguraré de acompañarle y no dejarle solo por el resto del verano! ¡Podemos comenzar enseñándole a tocar el piano!”
“Fufufu, suena divertido,” Ritsu rió un poco con leve maldad. “Puedo forzarle a tocar hasta el amanecer~”
“¡O-oigan, no conspiren contra mí!” reclamó el pelimorado, un poco asustado porque realmente creía que el hermano neurótico podía proponerse a esa misión. Fudou se molestó al notar a Yagen reírse modestamente. “¡Y tú no te rías!”
“Sí es gracioso cuando no le ocurre a uno,” Yagen se encogió de hombros. “Como sea, mejor les dejo. Quizás lo que hace falta para animarte es que me esfume, de todos modos.”
“Tsk, imbécil, no creas que olvido lo de la mañana…”
“¿Eh? ¿Ocurrió algo entre ustedes?” preguntó Hakata, confundido. “Hmm, quizás no debimos dejarlos a la deriva…”
“Nii-san, te he pedido que te comportes,” reclamó Shinano, haciendo un puchero. “¿Y qué fue lo que pasó?”
“No les concierne, y te he dicho que no me llames así,” el doctor se encogió de hombros.
“Me das mala espina, Yagen,” Gotou le miró con desapruebo.
“Heh, no se molesten en recriminar a su hermano,” Fudou se encogió de hombros. “Él es un caso perdido que no siente remordimiento por sus acciones, y tampoco es asunto de ustedes.”
“Uhh, ¿pero qué pasó? ¿Acaso se pelearon?” preguntó Namazuo, confundido.
“No me sorprendería,” comentó Ritsu, indiferente. “Es la ley del más apto y todos ustedes son guerreros, si bien tengo entendido.”
“Ehh, t-te aseguro que no somos tan barbáricos, Ritsu-chan.”
“Ya, no lo negaré, pero ni que haya sido gran cosa,” Fudou le restó importancia y regresó su atención al bosque en un intento de ignorar a los demás. “Olvídenlo, no es su problema.”
“Pero…” Shinano se preocupó por el retraído amigo de la familia. No quería dejar las cosas así, pero sabía que poco podía hacer.
“Ahh…” Yagen dio un suspiro por notar la repentina tensión en el ambiente. “Ya, está bien. Lamento el mal rato, Fudou.”
“¿Ah?” este se confundió y le miró como si le desconociera.
“¿Eh? Yagen-nii…” Hakata se impresionó por esa repentina acción de su parte.
“¿Te estás disculpando?” preguntó Gotou, incrédulo.
“Pese a tu propia agresión hacia mí, reconoceré que sí me desmedí en darte tu merecido, y terminé faltándote el respeto,” observó el doctor, con simpleza. “Supongo, luego de los eventos del día anterior, ha sido evidente para mí que las cosas no pueden dejarse ir sin arreglarse, y al menos admitiré mi error en este suceso,” dicho esto, le miró con leve severidad. “Y, como te dije, pese a no estar en mi lugar decirlo, no deberías dejar que alguien como yo te cause tantos inconvenientes. No me parece apropiado que te muestres tan inquieto ahora por el encuentro que tuvimos frente al lago.”
“Tch…”
“Eso es todo lo que tenía que decir. Con permiso,” Yagen se dio media vuelta.
“Espera, Yagen,” Namazuo tardó en reaccionar y su hermano pasó a su costado, para irse sin decir nada más. “Ehh…”
“No te envidio, Nama-kun,” Ritsu dio un suspiro. “Tienes hermanitos muy especiales.”
“Te aseguro que no somos como él,” dijo Gotou, frunciendo el ceño.
“Fufufu, te creo, Gocchan,” se dirigió a Fudou. “Fucchan, ya que el repelente se fue, ¿por qué no te nos acercas?”
“¿Eh?” este alzó una ceja extrañado. “No, estoy bien.”
“Hmm, no deberíamos dejarte aislarte así, es cierto,” Hakata se acercó al pelimorado. “Ven, por favor. No quiero que te sientas mal por lo que sucedió con Yagen-nii.”
“¿Qué hacen haciendo caso a lo que ese idiota dijo?” preguntó impaciente. “Estoy bien, ya lo dije. No quiero tener que molestarme contigo, pequeño.”
“Ahh, se nota que eres obstinado,” Hakata se frustró, y sus lentes brillaron repentinamente. “Bueno, si no quieres hacerme caso, entonces le pediré a Namazuo-nii que te cargue en sus hombros y te obligue a aprender a tocar piano.”
“¿Eh?” Fudou se sobresaltó.
“¡Por mí encantado~!” exclamó Namazuo, juntando sus palmas con radiante alegría.
“¡Ya, ya, entiendo!” exclamó Fudou, quien se levantó y fue donde los demás. “Tsk, no me chantajees así.”
“Hehe~” Hakata sonrió con perspicacia.
“Gracias por tu ayuda, Hacchan~” canturreó Ritsu. “¿Y bien? ¿Alguna canción que quisieran que interprete? No espero que conozcan obras clásicas, pero estoy abierto a lo que quieran.”
“Ehh, yo tengo una consulta…” dijo Shinano, sonriendo incómodo. “Pues, no es una canción en sí, pero tenía una duda.”
“¿Qué quieres de mí, stalker?” preguntó Ritsu con cierto cansancio.
“Uhh, no me llames stalker, por favor…” se lamentó descorazonado. “Tienes apodos preciosos para todos… ¿por qué no recibo uno también…?”
“Ya me acostumbré a llamarte así y tratarte con leve desdén, no te quejes,” le restó importancia y adoptó una mejor disposición. “Está bien, habla. ¿Qué puedo hacer por ti?”
“B-bueno…” dio un suspiro. “Como tú eres… bueno, aspiras a ser un idol y estudias en Rizembool, me preguntaba si conocías a alguien en particular…”
“¿Hm? ¿Quieres stalkear a alguien más?”
“¡N-no! ¡Y por favor no me trates más como stalker!” suplicó escandalizado.
“En serio, sé más amable con Shinano,” pidió Gotou, frustrado.
“Ya dije que me tomará un tiempo cambiar el chip con él, sean pacientes.”
“Tsk, y eso que stalker fue invención tuya,” se quejó el pelimarrón, impaciente.
“Como sea. ¿Sobre quién quieres saber?” preguntó Ritsu. “Te advierto que no soy muy sociable, así que no esperes mucho.”
“Pues, se llama Shu Itsuki…” Shinano notó que el chico enseñó una débil incomprensión en su expresión por cómo frunció el ceño y le observó con incredulidad. “Ehh, sí le conoces, ¿verdad?”
“Hmm, sé de él…” contestó, desviando la mirada con leve fastidio.
“Es que sé que es un ex-idol y fue popular en tu momento, y hace poco me ofreció la oportunidad de convertirse en mi mentor…”
“¡¿Qué dices?!” esta vez, Ritsu se quedó en shock y abrió sus ojos como platos.
“¿Ritsu-chan? ¿Estás bien?” preguntó Namazuo, confundido. “Tú no sueles impresionarte así.”
“Uhh, no quiero compartir con nadie los múltiples pensamientos que están surgiendo en mi mente de estratega…” comentó este en voz baja mientras se llevaba una mano a su sien. “Has escogido el peor ángulo por dónde ver la acción, pequeño stalker. Ojalá que no te llegue nada del fuego cruzado. Y me pregunto qué buscará ese antiguo emperador al reclutar una nueva alma en su reino perdido…”
“O-oye, parece que te has vuelto loco repentinamente,” Fudou se extrañó.
“Sí, ¿verdad? Para ustedes sonará a que estoy delirando. Olvídenlo,” Ritsu negó. “Es demasiado pronto para pensar en fatalidades.”
“Ehh…” Shinano se vio comprensivamente nervioso. “¿C-cómo que fatalidades?”
“Entonces…” el pianista le miró con expectativa. “Regresando a tu pregunta, tú quieres que te dé consejos sobre cómo tratar con él o cómo prepararte para sus lecciones, ¿verdad?”
“Sí, por eso preguntaba…” de repente, el pelirrojo se sorprendió ya que Ritsu se levantó y le miró de cerca. “¿E-eh?”
“Quédate quieto,” este le inspeccionó el rostro de todos los ángulos, e incluso le agarró de la quijada como si estuviera inspeccionando a un caballo. “Hmm…”
“S-suéltame, por favor…”
“Ehh, ¿qué haces?” preguntó Hakata, extrañado.
“Bueno, tienes una estética única, te daré eso. Puedo ver cómo ese tipo se interesaría en ti, pero no puedo juzgar tu propio talento,” Ritsu le soltó y se encogió de hombros. “Él sabría juzgar mucho mejor el valor de las personas en sí que yo.”
“¿A qué te refieres?”
“Stalker, no hay mucho que puedo hacer por ti aparte de decirte que te prepares,” Ritsu le apuntó con su índice y le miró con gran severidad. “Y cuando te digo que te prepares, quiero decir que te prepares como nunca antes en tu vida. Asumiendo que efectivamente ese complicado ser posee espacio en su ego y la suficiente sanidad mental en el presente para aceptar a un nuevo pupilo, no te lo dejará fácil. Estoy convencido que te destruirá psicológicamente.”
“¡¿Ehh?! ¡¿Por qué lo dices?!”
“Si ya lo has conocido, sabrás por qué lo digo. Es un pesado, perfeccionista e inconsciente de los sentimientos de los demás. A lo mucho, puedo advertirte que tiene gustos muy refinados en cualquier aspecto de la vida, así que comienza a culturizarte. Nunca parezcas ignorante frente a él, y nunca, pero nunca, le muestres debilidad. Ahh…” dio un pesado suspiro. “Tú emanas debilidad y pasividad de todos tus poros. Me pregunto cómo la harás…”
“O-okay…” Shinano asintió intimidado. “Y-ya había recibido una advertencia semejante, pero tus tips ayudan. Muchas gracias.”
“Ehh, pareces conocerle bien, Ritsu-chan…” observó Namazuo, intrigado.
“Es difícil no reconocer a esas personas donde sea,” Ritsu se encogió de hombros, y desvió su mirada. “Pero no me hablen sobre él. No pertenece a mi círculo.”
“¿Acaso te llevas mal con él?” preguntó Gotou, frunciendo el ceño.
“Son muy pocos quienes lo soportarían, pero mis razones son más personales,” Ritsu negó. “No tengo problemas con él en sí. ¿Quién soy yo para cuestionarle por ser engreído, complicado y difícil de tratar?”
“Iba a decir eso…” dijo Fudou, frustrado.
“Shu Itsuki es un gran amigo de mi anija, y yo por inercia evado a todo ser involucrado con aquel despreciable bicho en mi vida,” Ritsu arrugó su rostro con un odio indescriptible. “No me sorprendería que ese futuro maestro tuyo sea uno de sus secuaces que me mantienen los ojos encima todo el tiempo. Tsk, mi anija es un peor stalker que tú.”
“N-no soy un stalker para comenzar…” Shinano se lamentó. Estaba consciente del odio que Ritsu sentía a su hermano mayor, lo cual era conocimiento popular hasta en el propio fandom del joven idol, pese a que no se sabían los motivos de dicho odio. Era una gran lástima, ya que de estar en buenos términos bien podría pedir un poco de auxilio o comprensión por la conexión, pero en fin… “Hibiki-senpai me había dicho cosas semejantes. Por su forma de ser pensé que estaba exagerando o tomándome el pelo, pero…”
“Ya veo,” Ritsu rodó los ojos. “Wataru es otro amigo cercano de mi anija, así que tampoco me hables de él.”
“Sí sientes un odio muy grande por tu hermano,” el pelirrojo se impresionó.
“Pero reconoceré que ese dramaturgo es mucho más asequible, y una buena persona, supongo,” se encogió de hombros. “Pídele ayuda y comprensión. Sé que te ayudará a sobrevivir.”
“Sí, eh, eso haré…”
“Y también está Mikarin en ese espacio de tu maestro,” Ritsu sonrió un poco. “Mikarin es un alma noble y uno de mis amigos, aunque si su amo y señor le dice que no te ayude, quizás su alcance sea limitado. Sólo asegúrate de no quejarte de su amo con él.”
“Eh, sí, gracias por la mención,” Shinano asintió. Nuevamente, se sorprendió de oír precisamente lo mismo sobre Mika de parte de Ritsu en comparación con lo dicho por Wataru. “Ehh, y-y ese es un lindo apodo, ya quisiera llamarle así…”
“El apodo le viene bien,” asintió. “Ahora deja de ser stalker y regresemos a disfrutar del piano.”
“Uhh, ¡te juro que no soy un stalker, por favor!” reclamó Shinano, desesperado.
“Ritsu-chan, ten piedad con mi hermanito…” dijo Namazuo, desanimado.
“Está bien, intentaré pensar en un apodo que venza mis deseos de llamarle stalker, lo prometo,” Ritsu sonrió y alzó una palma.
“Me da la impresión que eso es muy difícil, por cómo lo has dicho,” Hakata frunció el ceño.
“Fufufu…”
“Bueno, ya, regresa a tocar el piano si no vas a ser amable,” dijo Gotou, molesto.
“Esa era mi intención, Gocchan,” Ritsu regresó a su sitio. “¿Algún pedido?”
“Siento decir que no sé muchas canciones de piano…” confesó Shinano.
“Te viene bien aprender, sobre todo por el sufrimiento que te espera,” se encogió de hombros. “Fucchan, ¿qué tal si me pides algo? Dijiste que te gustaba la música clásica.”
“N-no es para tanto,” desvió su mirada, incómodo.
“¡Ritsu-chan puede enseñarte a tocar piano si quieres!” le recordó Namazuo con energías.
“Ya, párenla con eso, no todos quieren ser músicos aquí,” reclamó Fudou, impaciente.
“Sólo di algo por tu propio bien, Fucchan.”
“Tsk, bueno,” rodó los ojos y se cruzó de brazos. “Tenía ganas de escuchar El Vuelo del Moscardón de Korsakov, aunque no espero que la sepas tocar…”
“¿Q-qué dijiste, Fudou?” preguntó Hakata, confundido.
“Ohh, esa es conocida,” Gotou se animó.
“Muy bien, me siento complacido por aquel reto,” Ritsu sonrió con perspicacia. “Siempre fue una canción que toqué para desafiarme de niño, y porque es muy fácil de usar para fastidiar a otros si se toca sin parar por horas. La mejor versión requiere dos pianos, pero con mucho gusto, me recordará a viejos tiempos.”
“¡Sí te gusta la música clásica, Fudou-chan!” exclamó Namazuo, emocionado. “¡Creo que a este paso sí necesitaremos un piano en la casa! ¡Se está volviendo obligación!”
“N-no hagas tanto escándalo, es sólo un pedido…” el pelimorado se vio ofuscado y se cruzó de brazos. “Y-ya, comencemos.”
“Hai hai…” Ritsu comenzó con aquella rápida y caótica melodía e impresionó a los presentes por su gran habilidad y soltura incluso con una canción tan enredada.
Ellos siguieron ocupando ese ambiente mientras disfrutaban de la llegada de la noche.
Mientras tanto, Akashi caminaba por las afueras de los edificios distraídamente, y se topó con Tsurumaru, quien salía de su auto luego de revisar un poco de internet.
“Ohh, ¿qué haces despierto? Qué sorpresa,” comentó el peliblanco, entretenido. “Sé lo perezoso que eres y habría esperado que fueras a descansar ahora.”
“Hotarumaru y Aizen querían evitar que durmiera a todo costo, así que ando caminando. Es una de las ociosidades despiertas más placenteras que hay,” comentó encogiéndose de hombros. “Pero creo que les vi unirse a los pequeños Toushirou para jugar un juego de mesa en su habitación, así que podría aprovechar para darme una siesta.”
“Sí que desentonas por esos hermanitos activos que tienes,” se encogió de hombros. “Aprovecha. Supongo iré a tomar algo. Puedes acompañarme si quieres.”
“Tengo un poco de sed, pero antes de irnos…” Akashi miró hacia arriba y el otro le imitó.
“¿Qué miras?” preguntó Tsurumaru. Finalmente, el peliblanco divisó a Ai sentado en el tejado de la casa ocupada por los Toushirou. “¿Ai se fue al techo? Heh, y hablando de sorpresas…”
“Había algo que quería preguntarte con respecto a este invitado sorpresa al paseo,” Akashi llevó una mano a su mentón y adoptó una expresión pensativa y poco característica de él. “Aprovechando que estamos solos y nadie parece oírnos, quisiera que me contaras un poco sobre él. Tengo un cierto presentimiento al respecto…”
“Hm, ¿por qué lo dices?” Tsurumaru se vio interesado y ensanchó su sonrisa. “¿Acaso algo está fuera de lugar con él?”
“No me considero una criatura de la oscuridad como tú o el doctorcito, o lo que sea que les guste llamarse…”
“¡Hahaha! Ese es sólo Yagen, pero continúa.”
“Sin embargo, mi época en el laboratorio de Ikari-sensei me ha llevado a conocer ciertos secretos sobre su círculo, y creo haber desarrollado algo de intuición sobre las ‘anomalías’ de Rizembool, para decirlo con amabilidad.”
“No sé qué tan amable será ‘anomalía’, sinceramente,” Tsurumaru negó. “Lo entiendo con Yagen, pero te aseguro que Ai es un buen chico, o inocente al menos.”
“Como digas, también me ha dado esa impresión,” Akashi sonrió frustrado. “A lo que voy es, si lo comparamos con alguien más…” repentinamente, los ojos del pelivioleta se afilaron un poco. “¿Este Ai es de naturaleza semejante a la del hermano instrumento del doctorcito?”
“Ahh, Akashi…” Tsurumaru se frustró tremendamente y miró a todas las direcciones para asegurarse de que no hubiera moros en la costa. “Me toca hacerte recordar que referirte a Honebami así es un severo error. No hagas molestar a Yagen.”
“No es mi intención hacerlo ni faltarle el respeto a nadie, pero ni tú puedes negar la verdad,” Akashi negó y volvió a relajarse. “Sé bien las ambiciones de ese Ikari-sensei, y por ello mismo me pregunto si ese chico no es un humano normal, o quizás…” volvió a mirar hacia el peliceleste sentado sobre el techo. “…no es humano para empezar.”
“Como un experteneciente a nuestro laboratorio, no tengo por qué ocultártelo,” el peliblanco se encogió de hombros. “Sí, tienes razón sobre Ai con esto último. Con respecto a Honebami, más bien diría que es lo opuesto a él,” Tsurumaru sonrió con ironía. “Honebami es un ser humano cuyo deber es perder su humanidad. Por otro lado, Ai no es un humano, pero debe emular la humanidad a la perfección. Pese a sus contrastantes realidades, los dos parecen haberse conectado muy bien, así que supuse que la mejor forma de introducir a Ai a nuestros compañeros viajeros fue decirles que era un amigo de Honebami,” sonrió con leve pena. “Aunque no sé si ellos dos son capaces de entender ese concepto a plenitud.”
“Hm, ya veo,” Akashi sonrió satisfecho y se cruzó de brazos. “Pues, me alegro por Ikari-sensei. Tu explicación me deja entender que sus ambiciones informáticas están dando sus esperados frutos. Sólo espero que mi pequeño Hotarumaru no sepa sobre esto.”
“Descuida, todavía no pretendo confiarle mucho a Hotaru-bou.”
“Ahora, la pregunta del millón,” se vio intrigado. “¿Puedes asegurarme con certeza que este Ai no es un peligro para la humanidad?”
“¿Eh? ¿De dónde viene eso?” Tsurumaru encontró su observación graciosa. “Haha, ¿cómo así lo sería? Ai no está capacitado para pelear y tiene un enfoque muy limitado al rol que le corresponde llenar como artista. Te preocupas de más.”
…
“Hmhm…” entonces, Yagen se acercó al par. “Comprendo que Akashi es un poco más despierto que tú, grulla, pese a que eres tú y no él quien trabajó en la construcción de Ai…”
“¿Qué haces por aquí, Yagen?” preguntó Tsurumaru, confundido. “Te vi entrar a la casa. Pensé que irías a leer tus papeles o algo.”
“No realmente. Sólo necesitaba una excusa para salir a pasear en soledad,” se encogió de hombros. “Iré una vez más al campo de flores, aunque no evité oírles hablar sobre este tema.”
“Por tus palabras, ¿dirías que este ‘joven’ sí es un peligro?” preguntó Akashi, con indiferencia.
“Hmhm, me precipitaría si dijera algo semejante, y si Ai se convierte en un peligro, no se asemejaría a nada visto en las películas, eso lo puedo asegurar,” Yagen sonrió tranquilamente y observó al peliceleste en el techo. “Gendou ha concretado un proyecto importante y a su vez ambicioso. La inteligencia artificial no es una novedad en Rizembool, pero el enfoque de esta en particular no tiene precedentes. Se está introduciendo a un instrumento con un IQ exponencial en comparación al de los humanos a la sociedad y se le está enseñando nuestras costumbres, nuestras formas de ser, nuestros sentimientos, incluso nuestras irracionalidades. Si Ai prueba ser tan poderoso como para dominar la falta de lógica de la vida, se convertiría en un proyecto mucho más que fructífero, a mi parecer…” Yagen ensanchó su sonrisa.
“Uhh, puedo hasta sentir la maldad emanar de tu expresión…” Tsurumaru dio un suspiro.
“A todo esto…” el doctor continuó. “Temo que Gendou no sepa cómo tratar con o contener a su propia creación. Todavía me considero inferior a él por la simple diferencia de edad, pero cada vez más noto que el desdén que mi maestro expresaba sobre él tenía motivos de ser. Gendou tiene unas falencias en medio de su genialidad, aunque… quizás es por lo mejor.”
“¿Lo mejor en qué sentido, doctorcito?” preguntó Akashi.
“Mi maestro me enseñó a mirar el potencial de las personas, el valor de las cosas…” Yagen se vio entretenido. “Si Ai promete más de lo que podemos imaginar, deseo verlo. Deseo que alcance su máximo. No anhelo más que eso, y estoy dispuesto a ignorar cualquier posible desencadenante. Si Gendou fuera a considerar a Ai un peligro, vería cómo limitarle, y ello echaría a perder sus propios esfuerzos. A eso me refiero.”
“No sabía que tenías tanto interés en el pobre de Ai,” Tsurumaru negó. “No me resulta una sorpresa agradable.”
“Heh,” Yagen le miró de reojo. “Entiende que son mis suposiciones. Puedo estar completamente equivocado. No puedo predecir el propio desarrollo de Ai. Si él logra asentarse en el rol de compositor asignado para él y se adapta a emular a un humano promedio, su extraordinario potencial se apagará y alcanzará la normalidad de las personas. Aparte de un buen punto de estudio para científicos, no tendría más que brindarme. Por otro lado, si él se desarrolla como un ser con una genialidad sobrehumana y prioriza sus habilidades sobre su impuesta identidad, se convertirá en aquel superdotado ser que espero apreciar…” se llevó una mano a su mentón. “Aunque, si ello sucede, lo más piadoso que podría desearle es que no mantenga su limitada humanidad. El teórico ser que describo no posee iguales, y su humanidad le debilitaría, y podría hacerle sufrir…”
“Hmm…” Akashi se vio pensativo.
“Puede de igual forma ocurrir un escenario neutro, ya que estos son los extremos,” Yagen se encogió de hombros. Entonces, se detuvo y sonrió con torpeza. “Hmhm, mis disculpas, seguramente no querían oír mis teorías. Será que no suelo tener a alguien con quién compartirlas con frecuencia…”
“Monaca-chan gusta de oírlas, así que puedes explayarte con ella cuando la veas,” Tsurumaru sonrió frustrado. “Los dos son igual de tenebrosos cuando hablan de la ‘humanidad’.”
“Heh, es cierto…”
“Me pregunto de dónde habrá venido esa mínima preocupación que le extendiste al instrumento,” observó el pelimorado, meditativo. “Eso de no tener semejantes… lamento decirlo, pero sonaste extremadamente solitario al mencionarlo.”
“Interesante que fueras a intentar extenderme algo de empatía. Te consideré ajeno a ello, Akashi,” mencionó el doctor, con una sonrisa corta. “Ciertamente, seres humanos como nosotros no podemos compararnos con seres como Ai. Yo nunca llegaré a su grado de singularidad. Aun así, me considero distinto a los humanos promedios, y ello sí puede tornarse solitario en ocasiones. Sí soy un demonio, en cierta forma.”
“Hmm…”
“Y sin ir al extremo de Ai, Honebami es también un ser más único que nosotros,” Yagen miró a Akashi de reojo y borró su sonrisa. “Tengo el interés de velar por él, y mis hermanos comparten ese deseo, pero siempre terminará siendo referido como un objeto por personas como tú.”
“¿Eh? ¿Lo escuchaste?” preguntó Tsurumaru, confundido. “¿Dónde estabas que no te vi?”
“El punto que quiero hacer es que las ambiciones de Rizembool pueden desnaturalizar a cualquier individuo de distintas maneras, y es más trágico cuando dichos seres no fueron quienes optaron por ser modificados,” el doctor afiló sus ojos. “Como dije hace un par de días, pretendo llevarme bien contigo por ser el hermano mayor de Hotarumaru. Al mismo tiempo, reconozco su gran potencial como un joven prodigio, y sería alguien interesante de observar, puesto a que él puede volverse afín a Rizembool con muy poco esfuerzo,” Yagen dio un pesado suspiro. “Sin embargo, es ahí que entra mi rescatable humanidad como un hermano mayor, y quisiera pedirte que protejas a tu hermano de su entorno. No permitas que se convierta en un ser distinto a los demás. Mantenle un ojo encima.”
“…” Akashi le observó mayormente inmutado, aunque alzó una ceja. “Tampoco hubiera esperado que fueras alguien empático, doctorcito, pero no te preocupes por mi hermanito. No dejaré que nada malo le suceda.”
“Que así sea,” dicho esto, Yagen fue caminando hacia el sendero al bosque.
“Bueno, eso fue tan bien como pudo haber sido,” Tsurumaru negó y se encogió de hombros. “Ah, espero que Yagen no te haya irritado demasiado. Es su tendencia hablar de más, y sé que no te gusta que mencionen a Hotaru-bou tan trivialmente.”
“Es cierto, pero el doctorcito tuvo las mejores intenciones, o al menos eso quiero creer,” Akashi negó. “Su actitud es mucho mejor que la de Ikari-sensei, menos mal. Así que no te tengo sólo a ti pidiéndome que mantenga un ojo encima de Hotarumaru. Vaya… será por algo, me imagino.”
“No conoces a Rizembool como nosotros, por algo te lo decimos,” Tsurumaru sonrió un poco. “Y Hotaru-bou es un buen niño. Tanto Yagen como yo le tenemos estima, así que cuenta con nosotros para apoyarle, pero tampoco estamos en la posición para cuidar de él. Realmente me apenaría si fuera a llevarse una mala pasada. Por más genio que pueda ser, no le descuides.”
“Lo sé, lo prometo,” Akashi dio un suspiro, y sonrió cansado. “Al menos me alegra saber que ustedes dos aprecian a mi Hotarumaru. No hubiera pedido más que eso.”
“No te preocupes,” Tsurumaru sonrió y le agarró de un hombro. “Vamos a tomar algo.”
…
Del intenso sol del día quedaba apenas una franja roja en el horizonte, mientras las sombras se teñían de azul mientras daban la bienvenida a la noche. Ai se mantuvo sentado en el filo del techo y observó la despedida de ese día. Llegaba la noche y el paseo se terminaría a la mañana siguiente, durante la cual retornaría a Rizembool y regresaría a su rutina de siempre.
Entonces, el peliceleste sintió unos pasos acercársele por el techo. No tuvo que girarse. Sería capaz de rastrear la ubicación de Honebami en cualquier lado del planeta.
“¿Qué te trae por aquí, Honebami?” preguntó Ai, con su mirada fija en el firmamento.
“Estás en el techo…” observó el peliblanco, inmutado. “Tus habilidades físicas son pobres. Necesitas de mi asistencia para regresar al interior.”
“No…” Ai negó y le miró con una sonrisa. “El mantenimiento en esta casa es impecable. La inclinación del techo no es inconveniente. Juzgué el terreno lo suficiente antes de venir. No soy descuidado…”
“…”
“De igual forma, estoy consciente de tu hafefobia. Detestas el contacto físico, Honebami. No te incomodaré innecesariamente.”
“…” Honebami negó. “No tengo problemas contigo, Ai. Tú no eres un humano.”
“Ya veo…” Ai se mostró intrigado. “Tu fobia entonces estará más arraigada a un reflejo de tu cerebro reptil, una respuesta instintiva de peligro o adversidad, de pelear o huir,” se puso a pensar. “O puede que me esté tomando demasiadas libertades analizándolo. Debería investigar más tu caso en particular.”
“…” ladeó su cabeza. “No comprendo…”
“Me refiero a que carezco de factores orgánicos o propiamente ‘vivos’ que despertarían tu reacción, pero no es importante,” Ai regresó su atención al cielo. “Este atardecer es agradable. ¿No quisieras acompañarme a mirarlo?”
Honebami asintió y se sentó a una prudente distancia del otro. De aquel modo, el par observó el firmamento y apreció la suave y refrescante brisa de la venidera noche. Una paz inundó el ambiente, y los dos pudieron captar unas rebeldes notas de piano traídas por el viento que llegaron desde el club social. El peliblanco vació su mente, pero no tardó en escuchar a Ai tomar la palabra.
“El paseo está por terminar…” narró en voz baja y meditativo. “Está ha sido una experiencia refrescante. Esperé ser saturado, y lo fui, en ocasiones, pero no fue todo malo.”
“…” Honebami asintió. “Estoy de acuerdo.”
“Sin embargo, sigo impresionado por la ligereza de tus parientes y de todos los demás de aceptarme pese a no saber absolutamente nada sobre mí.”
“Es su naturaleza…” meditó Honebami. “Es así como lo he observado. Siempre han sido receptivos ante todos desde que soy capaz de recordar.”
“Comprendo que no me he expresado apropiadamente. Me refiero al hecho de que me hayan aceptado como si yo fuera igual a todos los demás.”
“Ellos no saben la verdad sobre ti,” le miró de reojo.
“…” sonrió un poco. “Entonces quizás debería elogiar a Rizembool por su impecable trabajo. Soy capaz de invocar familiaridad y normalidad de humanos pese a no serlo en realidad.”
“…”
“Honebami, me he preguntado algo con respecto a ti por ya un tiempo,” Ai le retornó la mirada, inmutado. “No existe argumento alguno sobre mi existencia como algo distinto a un ser humano, pero, ¿cómo te ves a ti mismo?” habló pausadamente. “Tú… ¿te consideras humano?”
“…” agachó su cabeza, pensativo. “…no lo sé. Soy incapaz de clasificarme a mí mismo.”
“Hm,” Ai llevó una mano a su mentón. “Es cierto que tu caso es particular. La línea es borrosa.”
“Pero, por más que no pueda contestar tu pregunta por completo, sí me considero distinto a los demás,” dijo el peliblanco, tranquilamente. “Mis habilidades son inhumanas, mi naturaleza es incompatible… me siento en calma conversando contigo. Presiento que eres capaz de comprenderme mejor que la mayoría.”
“Puedo decir lo mismo de ti.”
“Así que es posible que ya no sea un ser humano.”
“…” Ai le observó con una muy ligera inquietud. “…esto puede ser incómodo para ti.”
“No…” Honebami alzó su mirada y negó. “No me inquieta en lo absoluto.”
“…”
“Yo soy yo. Soy incapaz de definirme, pero entiendo que sólo existe un ser como yo y que no necesito ser como nadie más,” observó con un tono monótono y pausado. “Yagen me dijo esas palabras hace mucho tiempo.”
“…”
“No hay mucho que pueda recordar de aquel momento en el cual desperté, luego del suceso que borró a mi yo del pasado… pero sí recuerdo lo que él observó…” cerró sus ojos. “Dijo que era su hermano… me pidió que me mantuviera a su costado y le asistiera… insistió que yo era el único que podía ayudarle, que nadie más era capaz de reemplazarme… porque yo era yo, y aquello era algo que nadie más podría lograr.”
“…”
“…” abrió sus ojos y agachó su cabeza. “Fue una gran imposición en aquel entonces, oír esas palabras… porque no fui capaz de comprenderle. Porque temí que, por no comprenderle, terminaría fallándole. No obstante, en el presente, creo que comienzo a entenderlo.”
“…”
“Yo también pienso que él es el único como él que existirá, así que debe verme de la misma manera… y por ende poseo un valor que no comparto con nadie más…”
“Ya veo…” Ai sonrió.
“Pensar en todo esto… es deprimente.”
“Es también gratificante, ¿cierto?”
“…” le observó con atención.
“Conozco la situación en la cual ustedes dos se encuentran inmersos. El hecho que él te haya dicho todo esto, desde un punto de vista neutral, es innecesario,” negó sin borrar su sonrisa, y alzó su mirada al cielo. “En el ambiente en el cual fui creado, el valor más grande que uno puede alcanzar es el de utilidad. Si algo se tornara inútil, perdería todo valor y debería ser descartado inmediatamente.”
“…”
“Yo soy un ejemplo de este concepto. No poseo esa singularidad con la cual los humanos existen desde su nacimiento,” alzó su mano y la miró ensimismado. “Yo comprendo que mi existencia puede ser replicada o detenida ni bien llegue el día en el cual me consideren obsoleto. Por otro lado, tu superior te ha concedido el valor intrínseco de quien eres, algo que existe más allá de tu propia voluntad y, por ende, algo fuera de tu control y de lo cual no puedes deshacerte.”
“…”
“Eres invaluable para él ignorando todo lo demás, y entiendo que tu familia trae el mismo sentimiento por dentro, por más que desconozcan la verdad sobre ti. Has sido dado el obsequio del valor incondicional,” Ai sonrió ampliamente. “Es una bendición que soy incapaz de alcanzar, ni de comprender. Debe ser el regalo más grande y necesario para ustedes los humanos.”
“…” Honebami bajó su mirada con tristeza. “Ellos ven valor en mí, incluso si no puedo comprender el porqué…”
“…” asintió y le miró de reojo. “Tu superior también te permitió ver el valor en otros, lo cual debería ser innecesario.”
“…”
“Él creó un ecosistema de comodidad y paz a tu alrededor y te ha permitido conceptos que son muy característicos de los humanos. Debido a mi propio acondicionamiento, puedo entender la importancia de la aceptación y el respeto mutuo, y soy capaz de captar los beneficios y el relativo placer relacionados a los mismos. Aún así, el efecto que debe tener en tu persona debe encontrarse en otro nivel,” sonrió un poco. “Aquello debe significar que sí posees las cualidades humanas necesarias para experimentar dichos sentimientos a plenitud y, a su vez, tu superior ha visto ello en ti, y ha velado por el bienestar de dicho aspecto de tu persona.”
“…” Honebami hundió sus ojos en sombras.
“Es un pensamiento agradable,” el peliceleste alzó su mirada hacia arriba.
“¿…por qué lo haría?” preguntó en voz baja. “No debería… no le comprendo… no sé lo que debería hacer…”
“Quizás deberías mantenerte a su lado, como te lo pidió. Con el tiempo puede que la imagen se vuelva más clara para ti. También fallo con frecuencia en comprender a las personas, y el tiempo es el único que parece ayudarme a menudo.”
“No… el tiempo es demasiado precioso… si no tengo cuidado, si no hago lo que debería hacer… perderé mi utilidad… no tendré más motivo de ser…”
“…”
“¿Acaso tú no temes perder tu propia utilidad?” preguntó lentamente. Honebami alzó sus ojos, los cuales eran profundos e ilegibles, pero que inspiraban una extraña desolación.
“Mi sola existencia es ser útil, y en un futuro cercano dudo volverme obsoleto, puesto a que puedo ser modificado como sea necesario,” observó tranquilamente y sin borrar su sonrisa. “Incluso así, por mi profesión y habilidades, me considero como una burla de mi propia existencia. Para que alguien como yo pretenda convertirse en algo semejante a una celebridad.”
“…”
“Pero no me quejo. Me siento definido e identificado por mi rol, y encuentro placer en él. De algún modo, lejos de mi entendimiento propio, mi existencia dentro de un rol tan humano es útil, y mientras más talentoso me vuelva como un músico, más podré acercarme a esa asíntota que es el valor intrínseco que tú has sido dado, si es que puedo emular mi actuación humana a la perfección.”
“…”
“Aun así, el pensamiento sobre la inutilidad es algo que sí considero,” Ai se puso a pensar. “Estoy convencido que sería más que incómodo encontrarse en esa posición, por el simple hecho de que estoy cometido a no ser inútil. Tampoco podría mantenerme tranquilo si fuera a ser descartado…” negó. “Sin embargo, todo esto no es aplicable en el presente y no ganaré nada de pensar al respecto. La preocupación sólo me tornará menos eficiente.”
“Ya veo…” dijo en voz baja, meditativo.
“…” Ai sonrió. “También te recomiendo que no lo pienses demasiado. Aprovecha el momento, disfruta del presente…” miró hacia el club social. “Creo que, por cómo reaccionó ante tu interpretación, es lo que tu superior quisiera que hicieras.”
“…” asintió. “Entendido…”
“Bien…” el peliceleste se levantó. “Sería bueno regresar adentro, se está oscureciendo demasiado…” Ai se vio frustrado. “Retornar a mi rutina tomará un poco de ajustes. Lamentablemente, las personas de la disquera están impresionados por mi incremento en habilidades pese al poco tiempo que llevo con ellos, y me han pedido que actúe como un mentor ante un par de otros músicos,” dio un suspiro y entrecerró sus ojos. “Eso me quitará de tiempo valioso para mis propias composiciones, pero Rizembool también espera buenos resultados, así que no tengo de otra,” negó ofuscado. “No sé lo que un ser como yo puede hacer por seres humanos, e imagino que se tratará de personas con mucho por aprender, pero tal vez sea un aprendizaje incluso para mí.”
“…” Honebami también se levantó y le miró inmutado. “Pienso que eres capaz de llevar a cabo ese rol… confío en ti.”
“Gracias por tu confianza, pese a ser innecesaria ante una obligación…” dijo con cansancio. “Tú tienes la labor de entrenar a Izuru Kamukura para ser un Rebel. Ahora supongo comprenderé cómo se siente.”
“Es diferente. Tú lidiarás con seres humanos regulares.”
“Cierto, será difícil. Asumo que Tsurumaru me dijo que viniera a este viaje por ese motivo. Pero, como sea, nos tocará continuar con nuestras labores, Honebami.”
“…” asintió.
“Regresemos.”
“Te puedo ayudar.”
“He dicho que no. Lo tengo fríamente calculado.”
De aquel modo, la noche terminó de caer y los viajeros concretaron ese paseo con un profundo descanso antes de retornar a la ciudad. El verano todavía tenía más que ofrecer, pero ese pequeño paseo sería recordado por un buen tiempo.
Era recién el inicio de distintos caminos que los presentes tomarían por separado.