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Proyectos => MMORPG: Neverland => Topic started by: Neko on February 29, 2016, 04:10:22 PM

Title: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on February 29, 2016, 04:10:22 PM
NEVERLAND 0.0: YOU CAN (NOT) REMEMBER

🌟 Mientras tanto, en otro tiempo, en otro lugar... 🌠


🌟 Primer día de juego abierto al público
  ✦ Ikki/Neko 1 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg6809/#msg6809), 2 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember//?msg=6895), 3 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg6995/#msg6995), 4 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg7081/#msg7081)

🌟 En algún momento indeterminado
  ✦ Ikkaku & Raiko 1 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg6828/#msg6828)

🌟 Tres semanas antes del día cero
  ✦ Violate/Neko 1 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg5522/#msg5522), 2 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg5704/#msg5704), 3 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg5830/#msg5830), 4 (http://write.btproject.org/mmorpg-neverland/neverland-0-0-you-can-(not)-remember/msg5922/#msg5922)
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on February 29, 2016, 04:18:26 PM
Estoy encantada de traer mi primer flashback, donde Neko quiere trepar berserkers, Yuzuriha recibe un regalo y Milo tiene cara de enamorado. Tendrá segunda parte :B

Violate/Neko, 01.
Tres semanas antes del día 0


—¡Ooooh! —gritó Anir, con las manos en las mejillas.

Milo y Yuzu se giraron a verla, preocupados. No por el grito, si no por el malhumor y la apatía que había estado mostrando desde que Bennu le había bloqueado.

—¿Qué pasa, algo que te guste? —preguntó Milo, llevándose el cuello de la botella de tercio a la boca.

—¡Sí! —volvió a decir, animada como hacía días que no la veían.

Yuzuriha echó un vistazo alrededor. Estaban en Rabanastre, completando un par de quest de habilidades para dancer, paseando por el mercado. Tal vez había visto un material raro o un arma especial. Ella no veía nada que pudiera alterar a Neko así.

—¡Eso! —señaló hacia delante entre la multitud.

Milo le puso el brazo sobre los hombros, agachándose un poco para intentar ver lo que ella señalaba. Y arrugó el entrecejo. En el camino que su dedo señalaba, se encontraba alguien, cruzado de brazos.
Milo podía adivinar que era una berserker por su constitución clásica y por el equipo. Las pieles de tigre le rodeaban la cintura, sujetadas por un cinturón de cuero y metal. Tenía la mayor parte de las piernas y el abdomen al descubierto, así como los brazos, aunque los antebrazos estaban protegidos por unos guantes sin dedos parecidos al faldón.
Aún desde esa distancia se podían ver con claridad las cicatrices y la manera en que se le marcaban los músculos.

Milo se bajó las gafas con el índice. Podría haberla tomado por un hombre, pero la cadera era demasiado ancha y la falta de protector pectoral le podía hacer ver dos senos casi tan grandes como la cabeza de Anir.

—Joder, está buena. Quiero su pelo y sus músculos. —dijo después de un silbido de apreciación.

—¡Sí y quiero treparla y lamerle las cicatrices!

Milo se incorporó un poco, viendo como Anir se ajustaba las gafas de aviador en lo alto de la cabeza, con la lengua asomándose entre sus labios y cara de determinación.

—Tú… tienes un problema —dijo al pensar en la cicatriz de Ikki—. Y un tipo.

Anir fue a dar un paso al frente, pero Yuzuriha la paró poniéndole una mano en el hombro.

—¿Estás segura? —le preguntó, con su voz neutra y un arco ciliar levantado.

Anir parpadeó mientras la mirada, ladeando la cabeza.

—Sí, ¿por qué?

Yuzuriha la soltó suavemente, mientras se encogía de hombros. Ajustó su látigo en la cadera y luego volvió a mirarla.

—Nunca habías mostrado ese tipo de interés. —dijo con simpleza.

Anir volvió a mirar a la berserker desconocida y luego a Yuzuriha. Y le dedicó una sonrisita antes de contestar.

—Siempre hay una primera vez para todo. —Y con una mano en alto, sacudiéndola, se despidió mientras se iba con pasos firmes hacia su destino.— ¡Estaré bien!

Cuando Anir se había alejado un poco, Milo le puso la mano a su compañera en la cabeza, ofreciéndole su refresco.

—No te pongas celosa, Yuzu —le habló—. Tú sigues siendo más guapa.

Yuzuriha apretó un poco los labios, pero aceptó el botellín para beber de él mientras miraba a otro lado, intentando esconderle el ligero rubor en sus mejillas. Necesitaba un pañuelo o algo, este equipo iba a matarla.


————

Anir estaba harta de estar deprimida. Los constantes cambios de humor entre enfado y tristeza le cansaban y necesitaba hacer algo. Y cuando había visto a la berserker en el mercado había decidido que eso era lo que iba a hacer: ella.
No le habían atraído muchas mujeres en su vida, pero esta le ponía bruta.

¿Sería la forma en la que fruncía el ceño al verla parada a su lado, carraspeando para atraer su atención? ¿Serían las cicatrices, la forma en la que su pelo revuelto se le metía entre los ojos, cruzándole la nariz?
¿Serían los músculos y el aura de autoridad?

Le recordaba a Bennu, eso estaba claro. Pero había grandes diferencias entre ellos dos. Empezando por el largo de su pelo, siguiendo por sus pechos y acabando en que ella no la tenía bloqueada.

—¡Hola! —saludó después de recibir aquella mirada estoica por cinco segundos, sin amedrentarse—. Me llamo Anir, quiero rol contigo.

La mujer se movió. Había girado la cabeza para ver a aquella muchacha que le carraspeaba a su lado, pero ahora la encaraba con su cuerpo, con los brazos cruzados y la ceja arrugada.

—Yo no roleo. —le dijo, con la sospecha rondándole el rostro.

Anir tomó aire por la nariz, aún más decidida. El ‘no’ ya lo tenía, así que iba a hacer algo que nunca había hecho desde que entró a jugar a ese juego.

—Quiero lemon. —dijo sin más, cruzándose de brazos ella también y levantando la barbilla en pose desafiante.

La berserker levantó las cejas, bajando sus manos hasta sus caderas, echándole una mirada apreciativa que la hizo sentir más pequeña, así que estiró el cuello un poco más.
La berserker accedió a su omnitool, escaneando a Neko mientras parecía pensar en algo. Hizo desaparecer la omnitool de repente y simplemente dijo:

—Violate.

Cuando Anir había escaneado de lejos a la chica, antes de señalársela a sus compañeros de Guild, ese no era el nick que había aparecido en la pantalla, así que suponía que era su nombre.
Anir sonrió, levantando un poco más el pecho.

—¿Eso es un sí? —preguntó, ladeando la cabeza con una sonrisita y haciendo que una de sus coletas topase con su mejilla.

Violate le sonrió de vuelta. Era una sonrisa pequeña con cierto aire de peligro.

—¿Demasiada prisa como para comprarme flores? —le preguntó.

—Si es de lo que gustas, oh, poderosa guerrera… —se encogió de un hombro Anir, con los ojos cerrados.

Y de repente todo su mundo cambió de norte. Anir dio un gritito y abrió los ojos para darse cuenta de que Violate la había agarrado de la cintura, apoyándola en su propia cadera.
La estaba sosteniendo con un sólo brazo. Y vaya brazo.

—Creo que ya he encontrado una. —le soltó Violate mientras empezaba a caminar presuntamente hacia la posada más cercana.

Anir levantó los pies, buscando a sus amigos con la mirada. Estaban unos metros más allá, Yuzuriha la miraba fijamente y Milo levantó el puño mientras vitoreaba.
Ella les sonrió, dedicándoles una uve con los dedos antes de concentrarse en su aparente conquista.

—¿Y a dónde me llevas, diosa guerrera?

—A mi habitación en la Guild. —le dijo, cargándola un poco mejor.

—Oh, ¿tenéis base de Guild en Rabanastre? —le preguntó, con curiosidad, tal vez hasta conocía de qué clan era si era lo suficientemente conocido o tenía algún buen mecánico.

—Sí. —fue lo único que obtuvo por respuesta.

Y Neko pensó que mejor dejaba su curiosidad para luego. Ahora mismo tenía curiosidad por otras cosas…


————

Su cuerpo rebotó en la cama cuando Violate la tiró sin miramientos sobre el colchón. Anir se dio la vuelta para quedar boca arriba, apoyada sobre sus codos. Violate la miraba con una sonrisa sesgada, una mano en la barbilla y otra en la cadera, como pensando que hacer con ella.
Anir le devolvió la sonrisa y con un movimiento de mano el chaleco de piel de tigre y el protector de cuero cayeron al suelo de inmediato. Violate parecía sorprendida por un momento, pero luego gruñó y se encaramó a la cama, encima de la mechanic.

—Impaciente. —la acusó antes de topar su nariz contra el cuello delicado de la chica.

Anir ladeó ligeramente la cabeza, poniendo una mano sobre el pelo oscuro de Violate.

—Esa soy yo. —contestó, peinando un mechón con sus dedos.

Violate la olisqueó sin intentar ocultarlo y una de sus manos se coló debajo de la camiseta de Anir, rozando el sujetador con un pulgar y abriéndole las piernas separando un poco las suyas.

—Hmn… —murmuró Anir, agarrando la cara de Violate con sus manitas antes de dejarle un beso en la nariz.

Violate parpadeó, separándose un poquito para mirarla bien. Volvía a tener el ceño fruncido.

—¿A eso le llamas beso? —preguntó, empujando un poquito el pulgar para tocar la piel caliente del pecho debajo del sujetador.

—Eso es un besito —contestó Anir antes de apretar un poco más sus manos—. Esto es un beso.

Tiró de ella a la vez que levantaba la cara, ladeando la cabeza para encontrarse con sus labios sin chocar narices.
Encontró los labios de Violate abiertos y los abrió aún más al sacar la lengua para lamer el interior con avidez. Estaba mordisqueando el labio inferior de Violate cuando ella respondió, empujando su cabeza hasta que la de Anir se hundió en el colchón.

Anir se encogió un poco, apretando la cadera bien formada de Violate entre sus rodillas, emitiendo gorgoritos en la garganta que apenas se escuchaban mientras Violate le devolvía el trato, lamiendo y mordisqueándole los labios. Su mano se coló debajo del sujetador, pellizcando el pezón sin querer al apretar el pecho entre sus dedos.
Le sobraba mano para agarrarlo, pero lo masajeó bien antes de buscar el cuello para lamerlo.

Anir bufó. Definitivamente había un interés presente, húmedo y caliente entre sus piernas.


————

Milo y Yuzu habían salido de la zona del mercado hacia la plaza, buscando algún sitio donde sentarse y esperar a que su amiga terminase con lo que había ido a hacer.

En Rabanastre hacía calor, pero nada que no se pudiese soportar. Yuzuriha vestía uno de los conjuntos más sencillos que tenía: un simple chaleco y un pantalón cortito a conjunto, con el pecho vendado, mientras que Milo se había decantado por los pantalones vaqueros rotos y una camiseta blanca sin mangas.
Los dos se habían recogido el pelo en coletas altas, esperando que cualquier intento de brisa les refrescase el pescuezo.

No tardaron en elegir un lugar y se sentaron a la sombra de un porche, pidiendo algo para beber de inmediato.

Milo estaba afinando una de sus guitarras VIP mientras Yuzuriha miraba algo en la omnitool, muy concentrada.

—¿Qué haces? —le preguntó Milo.

—Miro el equipo nuevo que ha salido para dancer. —le explicó.

Milo levantó una ceja y dejó de hacer escalas, sorprendido.

—¿No lo iba a hacer Neko ahora?

Yuzuriha no levantó la mirada del catálogo, pasando las páginas con un movimiento de dedo distraído.

—Sí, pero está ocupada —miró de reojo a Milo antes de seguir hablando—. Y supongo que tardará un buen rato en volver.

—Sí, supones bien —suspiró Milo antes de beber de su té frío—. No sé ni cómo lo ha conseguido.

Yuzuriha se encogió de un hombro antes de sonreír despacito, con un poquitín de malicia, apoyando la mejilla en un puño y el codo en la rodilla de la pierna que tenía cruzada sobre la otra.

—Siendo directa. Ella quería, la otra también…

Milo se rió un poco y le dedicó un pequeño rift antes de hacer desaparecer la guitarra entre píxeles.

—Si todo fuera tan fácil… —murmuró, con los codos sobre la mesa, y atrapó la pajita con la lengua antes de volver a beber.

—¡Oh! —exclamó suavemente Yuzu.

—¿Qué, has encontrado algo interesante?

Yuzuriha apretó los labios antes de inclinarse un poco hacia su amigo, señalando lo que le había llamado la atención.

—Pero es VIP —explicó—, vale dinero de verdad.

Milo le agarró de la muñeca para estirar el brazo hacia él y acercó la nariz a la pantalla holográfica de la omnitool.

—No es tan cara, te la puedo comprar —admitió antes de soltarle el brazo para empezar a buscar el arma en el catálogo—. Además, así tendrías donde esconder tus sonrojos.

Yuzuriha le miró con expresión neutra antes de empezar a sonrojarse ligeramente.

—En Rabanastre hace calor. —explicó.

Milo se rió de buena gana antes de clicar ‘comprar como regalo’. Un pitido advirtió a Yuzuriha de que acababan de enviarle una bufanda VIP en color rojo. Y otro pitido le anunció a Milo de que acababa de llegarle un mensaje a la bandeja de entrada.

—¡Ay! —se emocionó, respondiendo de inmediato—. ¡Que se ha conectado!

Yuzuriha agarró su bebida y le quitó la sombrillita antes de lamerla.

—¿El Monsieur? —preguntó, con un ojo cerrado, pensando en empezar a mirar la lista de la gente conectada de la Guild, a ver si alguno estaba cerca.

Milo no tuvo que decirle nada. Su sonrisa enamorada le contestó por si sola.


Continuará
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on March 31, 2016, 03:43:32 PM
Sigue el flashback anterior :v <3

Violate/Neko, 02.
Tres semanas antes del día 0


La camiseta de Neko hacía unos minutos que había volado y Violate no le había preguntado al empezar a desabrocharle el sujetador. Neko tampoco había puesto ninguna pega.
Nop, ninguna. Y menos cuando, después de tirar la prenda por ahí, una de las manos de la berserker la había agarrado de la parte trasera de la cintura, obligándole a arquear la espalda mientras le lamía un pezón.

Anir levantó las manos por encima de su cabeza, gorjeando algo que no tenía muy claro que quería ser.

—Habla —dijo Violate, con una sonrisa breve y sesgada en sus labios—. Si quieres algo, dilo.

Violate lamió el camino de un pezón a otro antes de atraparlo entre los labios y tirar de él.

—¡Todo bien! —dijo Anir, con la voz algo aguda, antes de pegar una rodilla contra la cintura de Violate y mirar hacia abajo—. Aunque llevas… demasiada ropa.

Violate levantó una ceja, con el pezón entre los dientes, rodeándolo con la lengua y succionando antes de liberarlo con un sonido de vacío.
Se sentó sobre sus propios pies, con las piernas separadas y Anir desparramada en la cama, frente a ella.

—Aunque eso lo soluciono pronto —fue el único aviso que recibió Violate antes de que Anir levantase las dos manos y todo su equipo terminara por el suelo.

Violate miró sus propios pechos desnudos y luego una hombrera que daba vueltas sobre sí misma en el piso.
La mechanic tenía que tener buen nivel para haber conseguido eso con tanta facilidad. O mucha suerte. O las dos.
El interés de Violate se encendió un poco más, sobretodo al notar las manitas de Anir que recorrían con afán las cicatrices de su abdomen. Anir la miraba casi con devoción mientras intentaba sentarse a duras penas en la cama y seguir toqueteando cuanta piel tuviese a su alcance.

En ese momento Anir alzó la mirada, chocándola con la de Violate y tras unos segundos de mirarse, se encogió de hombros.

—Ya te he dicho que soy impaciente. —se excusó.

Violate gruñó, sin tener claro si le gustaba la actitud de la chica o le molestaba. Probablemente un poquito de las dos.
La agarró de la parte baja de la espalda y la sentó sobre sus muslos, echándose un poquito hacia atrás para conseguir estirar las piernas.

Anir se relamió los labios, llevando sus manitas enguantadas a la clavícula de Violate antes de acariciar con sus yemas hasta tapar los pezones de la guerrera con sus manos. Se volvió a relamer, mirando a los ojos a Violate antes de sonreírle y dejar caer la cabeza sobre sus tetas, suspirando después.

Violate levantó una ceja y puso una mano encima de la cabeza de Neko, llevando la otra a la cadera de la chica y apretando un poco. Se ganó un gorgorito de satisfacción y que Anir restregase su cara contra sus senos. Parecía que decía algo que sonaba a ‘injusto’, pero no lo pudo oír bien.
Y mientras Violate le rascaba detrás de una oreja y masajeaba una cadera de Anir, ella hociqueó hasta encontrarse con un pezón, que se llevó a la boca. Se dedicó un minuto a jugar con él, tironeando con los dientes, chupando y succionando, antes de soltarlo lo justo como para quitarse los guantes sin dedos, lamerse las yemas y abalanzarse contra el otro pezón, dándole el mismo trato mientras estiraba un poco del primero con sus dedos húmedos de saliva.

Las manos de Violate no se habían quedado quietas, y mientras Anir estaba ocupada en probar sus pechos, ella le había recorrido la espalda y llegado hasta el pantaloncito que llevaba puesto Neko.
Coló los pulgares dentro, por delante, hasta que chocó con la braguita y después de estirar un poco del elástico se decidió a desabrochar la prenda, metiendo una de sus manos directas hacia la entrepierna de Neko, que de repente se levantó un poquito, haciendo amago de cerrar las piernas antes de relajarse y apretarse contra los dedos exploradores de Violate.

La humedad en Anir era evidente y Violate le besó la cabeza mientras ella le agarraba las tetas con las dos mano, apretando un poco, cambiando de un pezón a otro, sin parar de lamer o succionar.
Violate frotó el clítoris una, dos, tres veces, lentamente, antes de hacerlo con un poco más de ritmo. El vientre de Anir chocaba contra el hueso de su mano y la chica movía la cadera con una cadencia regular. Al principio con algo de timidez, que perdió en cuanto los dedos de Violate atraparon su clítoris, estirándolo por un momento antes de volver a frotar.

Violate cambió la posición de su mano, metiéndola más adentro, en busca de la entrada que sabía estaba por allí.
No tardó en encontrarla y frotó un poco los labios de Anir antes de apretar y meter dos dedos hasta el segundo nudillo casi de golpe.

Neko apretó el pezón entre sus labios antes de soltarlo y echar la cabeza hacia atrás encogiéndose de hombros y gimiendo alto.
Violate se relamió los labios antes de atacar el cuello expuesto, mordiendo, apretando los dientes lo justo mientras gruñía. Anir tragó saliva, quedándose quieta mientras la berserker metía y sacaba los dedos con fuerza, bien lubricados gracias a su excitación.

Bajó un poco el ritmo para intentar meter un tercer dedo, que entró con algo más de dificultad y se dedicó a entrar y salir suavemente mientras le lamía el cuello, dejando algún beso aquí y otro allá.
Anir se relajó un poco más, empezando a moverse con la misma cadencia de Violate, que se apoderó de los labios de la mechanic, mordisqueándolos.

Anir mantuvo la boca abierta por unos segundos antes de apretar las manos contra los pechos de Violate y empezar a devolverle las mordidas una a una, buscando el interior de la boca ajena con su lengua, siendo ella la que ahora aumentaba la velocidad.

Neko soltó uno de los pecho de Violate para aventurar su manita más abajo, localizando el clítoris de la otra con facilidad. Dudó tan sólo medio segundo antes de apretarlo con dos dedos y buscar un poco más abajo algo de humedad, que no tardó en encontrar.
Volvió más arriba y empezó a frotar en círculos frenéticos que le ganaron un gemido de sorpresa y apreciación por parte de Violate.

Anir apoyó su frente contra uno de los pechos de Violate, intentando regular un poco más su respiración mientras se masturbaban la una a la otra.
Y de repente tuvo una idea.

Levantó la cabeza y besó la barbilla antes de decir.

—Oye… —murmuró—. ¿Alguna vez te has equipado un pene?


Seguirá continuando...
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on April 30, 2016, 02:07:40 PM
Seguimos con el lemon anterior~

Violate/Neko, 03.
Tres semanas antes del día 0


—¿Equipado un pene? —preguntó Violate, extrañada.

Anir le sonrió, apretándole el clítoris un poco más. Violate respondió metiendo los tres dedos hasta el último nudillo y apretando esos nudillos contra la entrada de su vagina.
Anir cerró los ojos y gimió, levantando un poco la cadera antes de hacer fuerza para apretarse contra aquella mano.

—¿Te refieres a un strap-on? —preguntó esta vez, hociqueándole el cuello y lamiéndolo a la espera de una respuesta, mientras sus dedos se movían dentro de Anir.

Tuvo que morder un poco el cuello y volver a preguntar para obtener esa respuesta, sacando poco a poco los dedos de dentro de Anir.

—No, no… —explicó un poco antes de tragar saliva y agitar la cabeza para despejarse.

Las coletas volaron en todas direcciones antes de asentarse encima de los hombros de Neko.

—Equiparlo, en el juego… como una parte de tu cuerpo —dijo la mechanic, dejando de apretar sus dedos contra Violate. Un hilo de humedad se rompió antes de limpiarse contra la sábana—. Como un… eh, un pene de verdad.

Violate arrugó el entrecejo y Anir la miró seria, esperando que no le desagradase la idea.

—No, nunca lo he probado. ¿Y tú?

Anir parpadeó mientras Violate sacaba su mano de dentro de sus pantalones, pringándole el vientre con su propia humedad, extendiendo los dedos para limpiarse en su piel.

—Sí… —confesó—. Está… está bien.

Violate pareció relajarse un poco más mientras se pensaba la propuesta, pero no podía negar que le causaba curiosidad.

—¿Cómo se siente? —preguntó la berserker.

—Diferente, definitivamente bien —opinó, levantándose con piernas temblorosas, sobre la cama, para quitarse el pantaloncito—. ¿Te gustaría probar?

Violate ladeó la cabeza, agarrando el pantaloncito y ayudando a Neko a quitárselo, junto con la ropa interior y todo lo que pudiese molestar.
Anir levantó las manos para quitarse las gafas de aviador que llevaba en la cabeza pero Violate le lamió una costilla, mordisqueándola mientras le agarraba de los codos para impedírselo.

—No te las quites. —le dijo antes de lamerle el ombligo.

Anir bajó las manos, mordiéndose el labio inferior antes de dejarse arrastrar de nuevo sobre los muslos de la mujer.

—Y sobre ese pene… sí.

Anir sonrió, rezumando energía mientras saltaba un poquito sobre las piernas de Violate.

—¿Me lo pongo yo o te lo pones tú? —quiso saber Anir, le daba igual una cosa que otra.

—Yo. —decidió Violate.

Ya que iba a probarlo por primera vez quería saber cómo era aquello. Pasaron unos tres segundos en los que Anir se dedicó a fantasear con aquel glorioso ente de fuerza y poder armado con un pene.
Violate le agarró del culo y Anir volvió a lo que estaba haciendo, carraspeando mientras las manos de la guerrera le amasaban el trasero.

—¿Cómo se hace? —preguntó.

—Cómo cualquier otra parte del equipo —dijo Neko, activando su omnitool—. Mira, aquí tienes las opciones: colores, tamaños, formas…

Neko giró la pantalla de la omnitool para enseñárselo a Violate.

—Elige el que quieras y te lo equipas, así de simple. Si estamos en party te lo puedo equipar yo.

No tardaron mucho en añadir a Violate en la party en la que ya estaba Neko —siendo la que estaba lejos de la base de su guild, era más fácil que así encontrase a sus compañeros después— y luego se dedicaron a cotillear qué formas podía tomar aquel elemento del juego que Violate no había conocido hasta el momento.

—¿Cuál quieres? —preguntó Neko.

—¿Cuál quieres tú? —le devolvió Violate la respuesta.

—¿Yo? Tú eres la que lo va a llevar puesto. —replicó Anir.

—Y a tí a quien voy a metérselo.

Neko estuvo unos segundos callada, mientras un sonrojo se apoderaba de sus mejillas. Carraspeó otra vez mientras se tapaba los ojos con la mano libre.

—Sorpréndeme. —dijo con un hilo de voz y Violate se encogió de hombros antes de elegir uno, llevando el dedo de Anir a la pantalla mientras ella seguía con los ojos empecinadamente cerrados.

—Ya. —le avisó por si acaso.

Con sólo un ojo abierto, Anir pensó en el comando para equipar a un compañero y pronto, un bulto caliente y sólido pegó contra su vientre.
Anir miró hacia abajo, poco a poco, anticipando cómo sería. Y era grande. Un poco más oscuro que la piel de Violate, sin cicatrices, terso y con el glande enrojecido. Tenía claro que aquello no le cabía en la boca.

—¿Qué? —preguntó Violate, levantando una ceja.

—Te… te queda bien, proporcionado.

Si en algún momento lo había dudado, la sonrisa que ahora le dedicaba Violate le hacía claro que ella era todo un predador. Tenía una especie de cualidad canina. Tal vez los lobos sonreían así cuando estaban a punto de cazar un conejo.
Menos mal que Anir era un gato.

Agarró aire antes de soltarlo de golpe y bajó una de sus manitas para ponerla sobre el glande caliente.

—Bueno, al lío. —dijo antes de bajar esa mano por todo el miembro.

Tuvo que usar las dos, subiendo y bajando antes de aventurar una mano un poco más abajo para ver si Violate se había equipado también los testículos.
Los apretó en una mano mientras hundía la cabeza entre los pechos de la berserker. La chica había elegido la experiencia completa, por lo que se veía.
No la podía culpar.

En algún momento Violate la agarró del culo otra vez y gruñó:

—Ya basta de eso. —Antes de levantarla a peso y alinearla con su pene.

Anir cogió aire, poniendo las manos en los hombros de Violate para equilibrarse mejor, notando la punta de la polla haciendo presión contra su clítoris. Se restregó contra él dos, tres veces, antes de que las dos se dieran cuenta de que el ángulo era perfecto.

Anir hizo presión hacia abajo y Violate un poco hacia arriba. Costó un poco, pero el glande se enterró en su interior como si estuviese hecho para estar allí.
Violate la tenía agarrada del culo, pero cambió el lugar de sus manos para apretarle la cadera con los pulgares, intentando que bajase un poco más.
Era una sensación extraña la que estaba sintiendo, pero muy placentera. De alguna forma era como estar en casa. Toda aquella presión en la punta le hacía querer más.

—Espera, espera, espera —repitió Anir con los ojos cerrados y tragando saliva—. Sólo un… poco.

Y sólo un poco fue. La misma Neko se fue dejando caer poco a poco, hasta que no podía bajar más. Tenía las piernas bien abiertas e intentaba equilibrarse como podía con los pies en la cama.
Violate no tardó en volver a agarrarla del culo para ayudarle a subir y bajar una vez. Era delicioso y las dos gimieron casi a la vez.

La berserker gruñó un poco más mientras Anir empezó a poner de su parte para el subir y bajar.
Neko mordisqueó la mandíbula de Violate, hasta que llegó a la barbilla y ella agachó la cabeza para adueñarse de sus labios otra vez.
Los dedos de Anir se entrelazaron detrás de la cabeza de Violate mientras la besaba algo más lentamente que la última vez, pero definitivamente con profundidad. La lengua de la mechanic buscaba adentrarse todo lo posible, manteniendo ese mismo ritmo, lento pero profundo con sus caderas.

En algún momento Violate decidió que ya tenía bastante y agarró a Neko mejor, pegándola a su cuerpo antes de mover las piernas para volver a quedar de rodillas sobre el colchón.
Agarró a Neko por una coleta y tiró del pelo hacia atrás, con la suficiente fuerza como para que Anir se dejase llevar por el movimiento y acabara con la cabeza sobre la cama.

—Ah… —se quejó, arqueando la espalda mientras ladeaba la cabeza y estiraba las manos hacia arriba, buscando la almohada.

Vioalte volvió a agarrarla de la cadera y empezó con embestidas cortas y rápidas, haciendo que Neko se volviese a arquear.

—¡Aaaah! —gimió ahora, más alto, antes de jadear—. Ahí, ahí…

Anir abrió un ojo y estiró una de sus manos hacia su entrepierna, perdiéndola en los pliegues en los que se escondía su clítoris y empezó a frotarlo en círculos, mordiéndose el labio inferior.

Violate soltó su cadera para inclinarse sobre ella, apoyando ambos puños en el colchón. Agarró una de las piernas de Anir, levantándola un poco mientras embestía con más ganas.
Su pelo oscuro se desparramó por encima de sus hombros, cayendo hacia Anir. Volvió a atrapar uno de los pezones de Neko con su boca, rodeando el pezón con la lengua antes de succionarlo y morder con suavidad, tirando de él.

Lo soltó en favor de buscar su cuello, subiendo en un camino de mordidas y lengüetazos. Y cuando llegó a su destino gruñó de nuevo, succionando varias veces por el costado izquierdo del cuello de Anir, estirando del lóbulo cuando lo tuvo al alcance.

—¿Qué te parece esto? —preguntó en su oído, jadeando antes y después de preguntar—. ¿Hmn?

Buscó el otro costado de su cuello para hacer lo mismo, mientras Anir gemía y levantaba la cadera más, con una mano atrapada entre sus cuerpos, frotando con frenesí.

—Perfecto, es perfecto… —respondió antes de aspirar por la nariz y quejarse con gemiditos ahogados.

Violate se volvió a arrodillar en la cama, observando el desastre que estaba hecha Anir, desparramada en la cama, con la cara sonrojada y los ojos húmedos. Su cuello empezaba a mostrar marcas oscuras en la piel.

Le agarró de las rodillas, levantándolas y mirando el lugar donde sus cuerpos estaban unidos. Anir se arqueó un poco para tomar más de su pene, gimoteando en el proceso y Violate sonrió satisfecha.
Anir apretó por dentro y Violate siseó por la sensación placentera. Ahora la que sonreía era Anir.

Violate le soltó las piernas y ella las abrió, sonriéndole ahora con más picardía que antes incluso, mientras movía la espalda en ligeras ondulaciones que le hacían entrar y salir tan poco a poco…

—¿Tanto te gusta follar? —preguntó Violate, poniéndole una de sus manos en el vientre, moviéndola hasta que su pulgar rozó donde sabía que se escondía su clítoris.

Anir suspiró, levantando un poco más la cadera.

—Eres la primera desconocida con quien lo hago. —confesó Anir, estirando los brazos por encima de su cabeza.

—Hmn… —respondió Violate, entrecerrando los ojos.

No tenía muy claro qué pensar de aquella chica. Tenía experiencia. ¿Sería de fuera, de dentro? Y había usado aquello del pene equipado con alguien, así que tendría que haberlo hecho en el juego con anterioridad.
¿Alguna pareja? ¿De rol o de verdad?

Violate le dio una palmada en el costado, agarrándole una pierna para manejar a Anir y obligarla a ponerse de lado, haciendo que el pene se saliera de su interior.
¿A ella que más le daba su pasado? Estaban ahí para follar y de momento la cosa iba viento en popa. Y más que iba a estar.

Anir miró hacia atrás, alarmada. ¿Había dicho algo malo? ¿Sería que Violate no quería continuar?
Violate casi se rió, pero el ruido se quedó atorado en su garganta.

—No me mires así —le dijo mientras reculaba para bajar de la cama—. Y trae ese culito tuyo hasta aquí.

Anir la miró, de pie, con el pene de un rojo furioso y mojado. La mirada inquisitiva no dejaba sitio para decirle que no, aunque Neko lo habría hecho sólo para ver qué hacía aquella diosa guerrera y erecta.

En cambio, se lamió los labios, tragó saliva y abrió la boca, pero la volvió a cerrar antes de asentir con la cabeza y acercarse al borde de la cama arrastrándose hacia abajo.
Cuando tuvo el pie fuera de la cama, Violate le agarró de la cadera, poniéndole el culo en alto y separando sus nalgas con los pulgares.

Anir cogió aire y esperó, quieta donde estaba, esperando. La lengua no tardó mucho tiempo en lamerla entera y Anir abrió los puños sólo para volverlos a cerrar sobre la sábana.
Vale, no estaban parando. Todo estaba bien.
Violate le volvió a lamer, esta vez empujando su lengua dentro de vagina. Todo iba muy bien.


Aún está continuando...
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on May 28, 2016, 03:17:58 PM
Y con esto doy por terminado este flashback pornoso :DDD

Violate/Neko, 04.
Tres semanas antes del día 0


Anir gimió contra el colchón antes de estirar una mano temblorosa y atraer la almohada para poder morderla.
Gemir y jadear era lo único que había hecho en los últimos cinco minutos en los que Violate había decidido mostrarle que la destreza no la tenía sólo en las manos, si no también en la lengua.

—Dios bendito. —gimoteó Anir contra la almohada antes de tragar saliva y notar cierto temblor en sus muslos.

Violate la agarró mejor de la cadera, levantándole un poco más el culo antes de separar su cara de los genitales de Anir, frotando la barbilla por una de las nalgas de la chica para limpiarse.
Anir volvió a gemir, ahora desesperadamente.

La berserker no tardó mucho en levantarse de nuevo, no sin antes morderle un cachete a la mechanic, ganándose una queja casi cómica.

—Ay, ¡ey!

—No te quejarás tanto cuando te vuelva a meter esto. —le dijo Violate, apretando la punta de su pene entre las nalgas de Anir, que levantó un poco más el culo después de dejar salir un suspiro.

Violate no pudo evitar reírse entre dientes antes de resbalar su miembro, apretándolo contra Anir, buscando la calidez de su interior, la humedad que empezaba a echar de menos.
Se hundió en ella, con fuerza, y vio como echaba atrás la cabeza, levantándose sobre sus manos. Violate gruñó y estiró una mano hasta agarrar una de las coletas de Anir, dándole un pequeño tirón.

—¡Ah!

Y Violate dio otro tirón, ahora más suave, obligándole a ladear la cabeza. La berseker se inclinó hacia ella, buscando su oreja.

—¿Notas eso? —le preguntó—. ¿Lo notas?

Anir se mordió el labio inferior, sintiendo el calor debajo de sus ojos y entre sus piernas.
Violate atrapó el lóbulo con los dientes, estirando un poco de él antes de lamer la oreja y volver a preguntar.

—¿Sabes a lo que me refiero? —dijo, moviendo la cadera en círculos, sin salir ni un milímetro de su interior.

Anir dejó salir el aire a trompicones de sus pulmones y asintió con la cabeza. Los testículos de Violate golpeaban contra ella con cada movimiento.

—Lo tienes todo dentro. —le aclaró, para asegurarse de que seguían hablando de lo mismo.

Violate soltó el cabello que seguía agarrando en su puño, dejándolo caer suavemente a la vez que se incorporaba. Neko se volvió a dejar caer sobre el colchón, agarrando la almohada y empujándose hacia atrás, ganándose otra risa profunda de parte de Violate.

—Parece que aún quieres más, ¿tendría que haber cogido uno más grande?

Anir miró hacia atrás y levantó una mano para moverla hacia la bereserker.

—¡No, no, no! —exclamó antes de dejar caer de nuevo la mano— Así está bien, más no.

Violate se echó un poco atrás y empujó hacia delante, ganándose un gemidito.

—¿Asustada de que rompa tu pequeño cuerpo virtual?

Anir decidió esconder la cabeza debajo de la almohada y abrir un poco más las piernas, aunque después de un par de estocadas se la quitó de encima para poder respirar bien, estirando los brazos como si fuera un gato desperezándose.

Violate continuó con un ritmo lento y unas estocadas cortas que hacían saltar a Anir cada vez que tocaba fondo dentro de ella.
Se le estaba haciendo difícil aumentarlo, el interior de Anir le apretaba con ganas, haciendo la fricción deliciosa. Pero necesitaba más, las dos necesitaban más si querían llegar a algún lado.

Violate cerró los ojos, echando la cabeza hacia atrás, haciendo que su pelo se balancerara de un lado a otro, haciéndole cosquillas en la espalda. Tomó aire y lo dejó salir, estirando los dedos antes de aferrarse a la cadera de Anir, saliendo lentamente de ella.
Las dos gruñeron y en la siguiente estocada la habitación se llenó con el sonido de sus gemidos.

Violate se quedó ahí, moviéndose en círculos por unos segundos antes de repetir la acción. Neko golpeó el colchón con un puño y cuando Violate decidió aumentar el ritmo, una de sus manitas se perdió por su cuerpo, buscando algo en su entrepierna.
Rozó con sus dedos el miembro mojado de Violate, que seguía entrando y saliendo con ganas y después de humedecer bien sus yemas, empezó a frotar furiosamente su clítoris, apretando aún más su vagina.

Violate gimió, echando la cabeza hacia atrás y empujando tan fuerte a Anir en su siguiente embestida que si no hubiese sido por la fuerza con que la agarraba, se habría caído sobre el colchón.

—Ah, sí, justo ahí. —dijo Anir entre jadeos.

Violate se inclinó hacia ella y la agarró de la parte frontal del cuello con una mano, incorporándose a la vez que se llevaba a Anir con ella.
Anir gimió, notando los pechos de Violate apretarse contra sus hombros, y giró la cabeza, buscando los ojos de la berserker, que no tardó ni un segundo en apoderarse de su boca.

Anir ronroneó encantada, llevando su mano libre a los dedos que aún la sostenían por la mandíbula, correspondiendo el beso con mordiscos y lamidas, abriendo la boca cuando Violate le gruñó y apretó su lengua contra sus labios.

Violate aún se movía, aunque ahora lo hacía con pequeños empujones, soltando el cuello de Neko y dejando que sus dedos se entrelazasen mientras bajaban por todo el cuerpo de la mechanic, que paró el descenso a la altura de su cadera.

Para su sorpresa, Violate se dejó guiar y apretó los dedos de Neko dejándolos donde ella quería, aunque la otra mano se fue directa a su entrepierna, buscando.
El brazo derecho de Violate apretó el de Anir y su mano, más grande, cubrió la suya, tocando donde el miembro que llevaba equipado las unía.
Violate apretó el dedo contra la entrada, mordiéndole el labio inferior antes de meter de nuevo la lengua en su boca, intentando reclamarla toda para ella, justo en el mismo momento en el que logró forzar su camino dentro de ella con un dedo.

El gemido de Anir murió en la lengua de Violate, que movió el dedo dentro de ella. Era una sensación extraña aquella, pero desde luego placentera.
Los dedos que aún se agarraban a la mano izquierda de Violate se apretaron más y cuando por fin dejó ir su boca, Anir jadeó, con los hombros encogidos y los sentidos sobrecargados.

Violate se apiado de ella, sacando el dedo, no antes de haberla visto estremecerse al rozar un lugar en concreto. Sonrió, besándole el cuello después, succionando fuerte mientras sus dedos se unían a los de Anir sobre su clítoris, frotando más lento, pero con ganas.

Y fue Anir la que empezó a moverse de adelante hacia atrás, haciendo que Violate gruñera su aprobación.
Besó el hombro antes de morderlo y dejar que Anir cayera de nuevo en la cama, empujándola más, con la intención de hacer que cayera sobre el colchón. No tardó mucho en conseguirlo.
El pene había salido de dentro de Anir, pero eso no le importaba demasiado, mientras subía las rodillas a la cama, cada una a un lado del cuerpo de la chica, sentándose sobre los muslos de la mechanic y buscando el ángulo perfecto para volver a entrar.

Anir suspiró y levantó un poco la cadera, colando una mano otra vez entre sus piernas y apretando las sábanas con la otra.
El pene de Violate encontró el camino y no perdió tiempo en volver a las arremetidas fuertes y rápidas, con los puños a los lados de la cabeza de Anir, que arqueó la espalda debajo de ella.

—No me… falta mucho. —avisó Anir, con la voz atorada en la garganta.

Violate le besó un hombro antes de confesar que a ella tampoco. Seguía siendo extraño como le hacía sentir aquel miembro, pero la sensación de que algo iba a explotar en ella inminentemente era más o menos parecida.
Violate redobló sus esfuerzos, aplastando un poco a Anir cuando decidió que quería volver a masturbarla. Era divertido sentir como su cuerpo se removía cada vez que una embestida o un toque de sus dedos le hacía estar más cerca del orgasmo.

—¡Aaah! —gritó Anir antes de encogerse entera, apretando las piernas y temblando mientras Violate no paraba de entrar y salir.

Y ahí estaba, ese calor que se expandía por su cuerpo poco a poco antes de dejarle la cabeza cosquilleante, con la misma sensación de entumecimiento que le provocaba beber demasiado rápido un granizado.
Venía lenta, pero segura y cuando por fin ocupó todo su cuerpo, su interior estalló en llamas, contrayéndose sin control alguno, latiendo con fuerza y rapidez.

Violate gruñó otra vez. La estimulación era muy fuerte y no sabía qué hacer, si dejarse llevar a lo más hondo de Anir o seguir montándola.
Cerró los ojos y todo en su mente se puso en blanco. Hociqueó con urgencia, buscando de nuevo el cuello de Anir, que mordió justo antes de dar un par de embestidas y salir del todo, incorporándose para ver como el semen salía de ella en descargas que hicieron saltar a su pene.
Se frotó un poco con la mano, viendo como más semen volvía a salir y una tensión que se había estado acumulando en ella empezó a desaparecer lentamente con su siguiente exhalación.

Se mordió el labio inferior, viendo como Anir se movía lentamente, frotando la frente contra la almohada que había estado mordiendo.
Violate sonrió con un poco de malicia antes de meter su polla de un sólo empujón en el interior aún latiente de Anir, que se giró a mirarla con algo de indignación, aunque el reguerito de saliva que humedecía una de sus comisuras hacia la mejilla le quitaba algo de credibilidad.
Violate salió no sin antes darle una palmada en el culo y se dejó caer a su lado, sudada pero feliz.

Anir volvió a hundir la cabeza en la almohada, contenta con dejar pasar unos minutos para recuperarse antes de averiguar dónde demonios estaba la ducha más cercana.
En algún momento Violate había decidido enredar el pelo de Anir en sus dedos, jugando con él en silencio. Le parecía bonito.

—La próxima vez —dijo Anir, con la voz cansada, bostezando antes de seguir—, te voy a comer entera y te va a gustar.

Violate parpadeó sorprendida antes de buscar los ojos de Anir y levantar una ceja.

—¿Ya te cabrá en la boca? —le preguntó.

Anir levantó un dedito antes de girar la cara hacia la almohada y decir, con sus palabras oyéndose agudas y amortiguadas.

—Sin pene.

Violate no pudo más que reírse mientras le robaba las gafas de aviador para ponérselas ella.


————

—Hola.

Yuzuriha levantó la cabeza, dejando de prestarle atención a su omnitool cuando escuchó la vocecita de Anir saludarle.
Habían pasado horas desde que hubiera visto a su compañera de Guild por última vez y la luz de Rabanastre le daba un color especial a su piel. ¿O sería esa especie de brillo de felicidad que parecía lucir lo que la hacía ver diferente?

Crane frunció el ceño y sus ojos dejaron atrás la expresión de infinito júbilo del rostro de Anir para fijarse en su cuello. En las marcas en su cuello, más concretamente.
La pajita entre sus labios se cayó directa a la copa del cóctel que se estaba bebiendo y por algún motivo sus muslos cruzados sudaron un poquito más.

Anir frunció el ceño y se cruzó de brazos.

—¿Qué? —le preguntó, aunque parecía no poder sacarse del todo el aura de satisfacción y alegría que la rodeaba.

Yuzuriha se reclinó en su asiento, con la omnitool desapareciendo en un remolino de píxeles a la vez que cogía su copa y se llevaba la pajita de nuevo a los labios.
Dio un trago durante el que las dos se miraron fijamente antes de soltar la pajita y sonreír un poquito.

—Al final sí que lo has hecho.

Anir se encogió de hombros antes de dejarse caer en una de las sillas, con las mejillas sonrojadas y algo de nerviosismo.

—Pues sí.

Yuzuriha se rió un poco antes de que Neko se diera cuenta de la ausencia de Milo.

—Que cabrón, te ha dejado sola. —se quejó Anir, mirando el menú de la tienda para tomar algo que le hiciera recuperar stamina.

—Se ha ido con su amorcito, pero antes me ha regalado una bufanda VIP.

Cayeron en un silencio cómodo durante unos minutos y justo después de que Anir pidiera su mojito de frambuesa, Crane le dio una patidita por debajo de la mesa.

—Me alegro de que estés mejor.

Anir la miró seria antes de romper su expresión con una sonrisa pícara.

—Ya era hora. —dijo la mechanic, levantando la mano para recibir una palmada de parte de su amiga.


Se acabó :D
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on February 26, 2017, 12:09:21 PM
Le tenía ganas a este flashback. Lo tenía programado casi que desde que empezamos a escribir esta historia y quería ponerlo más o menos después del ataque a las ciudades y antes de mi siguiente arco (sí, sí, ya lo tengo planeado, jor jor jor). Así que :D ¡a disfrutar!

Ikki/Neko, 01.
Primer día de juego al público


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)

Ikki había estado esperando el juego como agua de Mayo, hasta se había asegurado de tener el día de inauguración libre. Ya se había reservado un lugar en las máquinas especiales que habían llegado hace poco. Le había tocado pagar de más.
Y sí, era un soborno. Y no, no le importaba confesarlo. Así de ganas le tenía al maldito juego.

Fue el primero en entrar a la habitación donde estaban las cápsulas y echó un vistazo rápido para saber dónde estaban las cosas.

—Bienvenido —le saludó una voz suave, la chica le estaba sonriendo—. Como esta es tu primera vez, te hablaré sobre los riesgos y las virtudes de las cápsulas.

—He leído el manual. —le dijo Ikki, aún sin mirarla a la cara. Estaba demasiado ocupado fijándose en el sitio donde iba a dormir por un par de horas como para fijarse en ella.

—De todas maneras, es mi deber. Necesito asegurarme de que lo comprendes.

Ikki asintió, con las manos en los bolsillos, aún sin mirarla. La chica empezó a contarle lo que él ya sabía: cómo se conectaba la máquina, el tiempo que podía estar jugando, los peligros de su uso y las maravillas de la tecnología.

—Si las cápsulas o su software se actualizan y alteran de alguna manera los riesgos que pueda sufrir su usuario, le informaré de ello en su primera visita.

—Sí, lo que quieras. —soltó Ikki, empezando a ponerse nervioso.

—Sígame, por favor. ¿Cuándo ha sido la última vez que ha comido, ha ido al baño?

Ikki contestó, casi bufando y por fin lo llevaron hasta la cápsula. La mujer la abrió para él y después de acomodarlo debidamente le volvió a sonreír. Ikki se fijó en ella por primera vez.
El pelo castaño estaba recogido en una coleta y sus ojos eran suaves, al igual que la fina línea de sus labios. Parecía agradable.

—Ha pagado por dos horas, recuerde que en el juego equivale a cuarenta y ocho horas. Estaré esperándole —le aseguró, aún sin cerrar la máquina—. Si quiere terminar antes su sesión no se le devolverá el importe, sólo tiene que terminar su sesión en el juego. Espero que lo pase bien.

Ikki entrecerró los ojos y los cerró cuando vio que la puerta empezaba a encajarse en su sitio. Por un momento sólo pudo oír el sonido de su corazón, hasta que algo le pinchó la piel.
Abrió los ojos de golpe, tensando todo su cuerpo, arqueando la espalda. Intentó gritar, pero la oscuridad se estaba apropiando de su conciencia.


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)

Lo primero que pensó es que estaba flotando en medio del universo. Pero en el espacio no había aire y él podía respirar. Apretó los párpados e intentó abrir los ojos.
La sensación se le hizo rara, era como despertarse, pero no del todo.

—¡Hola! —le saludó una voz alegre—. ¡Elija el nombre de su personaje!

—¿Perso-qué? —preguntó Ikki, llevándose la mano a la frente antes de sacudir la cabeza.

—¿Es Persoqué el nombre de su personaje? Puedo facilitarle un teclado para su mayor comodidad.

Ikki abrió los ojos y empezó a procesar todo lo que tenía alrededor. No notaba ni la más mínima brisa y sólo podía concentrarse en el teclado naranja que tenía delante.
¿Por qué no podía ver nada más?

Carraspeó un poco, intentando ver cómo se sentía aquello. Definitivamente parecía tener una garganta.

—A ver… —murmuró Ikki, mirando un poco más abajo.

Ah, ahí estaban sus manos, aunque parecían un poco artificiales.

—¡Le informo de que su nombre de personaje no tiene porque ser para siempre! Dentro del juego encontrará modos de cambiarlo si le apetece.

—Nombre de personaje… claro. —cayó por fin en la cuenta.

Su cabeza parecía aclararse un poco más y parpadeó un par de veces antes de empezar a teclear.
Le dio a enter.

—¿Es Bennu su nombre de personaje? Está libre.

—Sí. —afirmó Ikki.

—Nombre de personaje adjudicado. ¡Bienvenido, Bennu! Iniciando el editor de personaje.

La luz pasó de tenue a brillante en unos pocos segundos, los suficientes como para no dejarle ciego de repente. Aún así volvió a parpadear.
Y de repente se vio a sí mismo, como en un espejo.

—¿Desea basar su personaje en su aspecto real o quiere seleccionar otro cuerpo?

Ikki entrecerró los ojos. Oh, demonios.

—No sé…

Y realmente no sabía qué hacer. Si el juego era tan realista como prometía y así lo estaba pareciendo, tal vez un aspecto más parecido al suyo sería más fácil de llevar. Pero tampoco quería ir con su cara por aquel mundo, eso le haría demasiado reconocible en la vida real.

—Le recomiendo embellecerse un treinta por ciento. ¿Ha pensado en un job? Elegir un cuerpo físicamente adecuado a su job podría ayudarle en un futuro.

¿Es que la ayudante estaba leyéndole el pensamiento?

—¡Así es! —trinó la voz femenina—. Encontrará más información al respecto en el manual del juego, accesible en cuanto termine su creación de personaje.

—Dios mío… —murmuró, pero no quiso pensar más al respecto, el tiempo que perdía ahí era tiempo que no estaba jugando—. Knight, quiero ser Knight. Aplica eso del embellecimiento o como se diga.

—¡Recibido!
En el espejo, el cuerpo de Ikki se volvió ligeramente más esbelto, algo más alto. Sus hombros seguían siendo igual de anchos, pero su cintura se había vuelto algo más estrecha.
La camisa desapareció para dejar ver unos músculos definidos y su piel adquirió un moreno igualado por todas partes, más suave.
Su barbilla se afinó ligeramente y sus ojos pasaron de azul grisáceo a tener un tinte más violeta.
Sus cejas eran más definidas y delgadas que antes, sin dejar de ser de algún modo gruesas. Hasta su nariz cambió un poco, pero no demasiado. Tal vez un poco menos puntiaguda que antes.

—¿Qué quiere hacer con la cicatriz?

La mandíbula de Ikki, ahora un poco menos cuadrada, se apretó y sus ojos brillaron mientras los estrechaba.

—Quítala —ordenó—. Y cámbiame un poco la voz.

—¡En ello! —pasaron un par de segundos hasta que le preguntó—. Pruebe ahora.

Ikki se quedó callado, sin saber qué decir. Tomó aire. Era una estupidez, pero se sentía idiota diciendo “Hola, hola” o “Probando, un, dos, tres”.

—El color de pelo —dijo al final, la voz estaba bien—. Un poco más claro y… azul. Azul grisáceo. Algo más largo, menos rizado.

Ikki asintió cuando vio los cambios.

—¿Está satisfecho con su avatar? —preguntó la voz.

—Sí.

—¡Perfecto! Puede cambiar su avatar más adelante, encontrará la información dentro del juego. En unos momentos será transferido al tutorial.

—¿Tutorial? —preguntó, no sabía que el juego tuviese tutorial.

No tuvo tiempo para mucho más. Todo se volvió negro otra vez y de repente, en una sucesión de píxeles, el mundo empezó a tomar forma a su alrededor.
Lo primero que oyó fueron los pajaritos y la brisa entre los árboles. Notó el calor del sol en su piel y cerró los ojos por un momento y se dedicó a respirar.
Podía oler la hierba.

Y cuando volvió a abrir los ojos, tan despacio como los había cerrado, oyó un clín. Y algo chocó contra él.

—¡Auch! —dijo una voz que no era la suya.

—¿Pero qué? —se quejó Ikki, llevándose la mano a la cabeza, algo había impactado contra él.

—¡Sal de aquí, idiota!

Unas manitas estaban agarrándole de la pechera de la camisa cuando por fin pudo centrar la vista. Al parecer estaba sentado en el suelo con una desconocida en su regazo.
La chica se levantó de golpe y agarró a Ikki para arrastrarlo un poco más allá.


—¿¡Pero qué haces!? —se quejó él, a rastras por la hierba.

Un pequeño ruido acompañó la aparición de otro personaje, que miró a su alrededor y después de sonreír empezó a trotar en dirección a un gran tablón de noticias del que Ikki no se había percatado.

—Hay que reportar esa mierda, alguien se va a matar ¡Casi te mato! —vociferó la chica, aún de pie, mirando hacia arriba.

Ikki podía ver su pelo claro brillando con el sol que se colaba entre las hojas del árbol hasta el que le había arrastrado. También podía ver su barbilla y sus brazos cruzados. No parecía muy alta, pero desde donde Ikki estaba, desde luego parecía poderosa.

—¿¡Y por qué te enfadas tú!? —gritó Ikki de vuelta, sin entenderla.

Después de todo, al que le había bajado la vida del golpe había sido a él.

La chica pareció tensarse por un segundo antes de mirar hacia abajo y bajar las manos, una en la cintura, otra extendida hacia él. Y una sonrisa pilla en los labios.

—No quiero matar a alguien sin haberme caído mal primero. ¿Cómo te llamas?

Ikki miró aquella manita con aprensión y empezó a levantarse.

—Tranquila, no tardaré en caerte mal. —avisó Ikki, sin tomar su mano y acabando de ponerse en pie.

Ella dejó caer la mano que le había ofrecido y miró hacia arriba. No parecía acobardarse por la altura de Ikki, debía de ser bajita en la vida real. O eso era lo que Ikki había decidido.

—Lo dices como si fuera una promesa. —observó, ladeando la cabeza y llevándose un dedo a la barbilla.

Ikki dejó escapar una carcajada baja y sin humor, cruzándose de brazos.

—Es un hecho.

Ikki se dio la vuelta y empezó a caminar hacia el tablón. Se giró un momento al oír otra campanita y ver al nuevo personaje maravillado por todo lo que podía ver.
Era el primer día, todos eran novatos e Ikki se dijo a sí mismo que pronto iba a dejar de serlo. Conseguiría su primer job antes de salir, esa era su meta.

—Tú no tienes muchos amigos, ¿verdad? —le llegó desde atrás.

La chica le estaba siguiendo. Ikki decidió ignorarla.

—¿Cual es tu nick? —preguntó ahora—. El mío es Neko.

Ikki se paró delante del tablón, junto a otros dos jugadores y la chica.

—¿Y qué te hace pensar que me importa?

—Si quieres caerme mal vas a tener que interactuar conmigo, ¿sabes? Ignorarme no va a funcionar hasta que no seamos amigos.

Ikki entrecerró los ojos y se concentró en las palabras que habían escritas en una de las hojas que parecía brillar. Explicaba nociones básicas del juego y le indicaba qué hacer a continuación.
Miró hacia el edificio cercano. Parecían estar en el patio de algún lugar. Ya había gente entrando y saliendo de aquel sitio.

—Es el castillo de Prorencia. —dijo Neko, fijándose en donde se clavaba la mirada de Ikki.

—¿Y tú cómo lo sabes? —preguntó él, arrugando la nariz.

—Porque salía en las promos que ví la semana pasada. Reconozco la silueta.

Ikki empezó a caminar hacia el castillo. Supuestamente tenía que aprender a interactuar con npcs y usar el menú antes de continuar con el tutorial.

—Pues bien por tí.

Neko suspiró y adelantó a Ikki, corriendo hacia el castillo. Para cuando él llegó dentro, ella ya estaba saliendo.
Terminó la primera parte del tutorial deprisa. No era difícil usar el menú, parecía todo bastante intuitivo una vez sabía qué estaba buscando.

Salió de nuevo, a empezar la parte del tutorial donde tenía que cazar sus primeros monstruos. Neko le vio llegar y levantó la mano para saludarlo. Ikki rodó los ojos.

—¿Vas a estar apareciendo en todas partes? —le preguntó, resignado.

—Es un tutorial, seguimos el mismo orden, no es mi culpa.

Ella se encogió de hombros y se fue de nuevo dentro del castillo. Ikki se quedó mirándola, sin tener muy claro el porqué. Cuando Neko se paró y miró hacia él, sonriéndole de perfil, Ikki apartó la mirada, concentrándose en el monstruito gelatinoso que tenía cerca.
Tuvo que darle al menos cinco cuchillazos antes de oírle chillar y verlo desaparecer en un remolino de píxeles. Se agachó para coger lo que se había desprendido del monstruo y al volver a mirar hacia el castillo ahí seguía ella, que le dio un beso desde lejos y se fue corriendo de nuevo hacia el interior.

No habían pasado ni quince minutos en las cuarenta y ocho horas de juego que tenía y ya había recordado porque no le gustaban los juegos online masivos: por la gente.
Bufó y mató a otra gelatina. Iba a ser una larga sesión.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on February 28, 2017, 04:46:56 PM
Le flashback!

~+30~When we were young

(http://i250.photobucket.com/albums/gg259/raiko-chan/bt/icons/ikkaku-icon.jpg)(http://i250.photobucket.com/albums/gg259/raiko-chan/bt/icons/airin-icon.jpg)


Los dos luchadores se movían lentamente, describiendo un círculo contínuo sin perder la distancia que los separaba. Se observaban el uno al otro con atención, pendientes de cada detalle, esperando al más mínimo movimiento que pudiera delatar sus respectivos pasos.
Entonces la monk rompió la calma de repente, entrando como una exhalación en el área vital de su oponente, quien inclinó el torso hacia atrás y con una mano giró hacia el frente la lanza que portaba, esquivando el golpe e iniciando un contraataque en un solo gesto.

El lancer empuñó su arma con las dos manos, embistiendo repetidamente hacia delante, dejando el mástil resbalar entre sus dedos para ampliar su rango de alcance, pero la monk fue retrocediendo con una serie de ruedas en distintos ángulos, escapando de la hoja metálica cada vez. El lancer imitó su movimiento con el arma, y la monk aprovechó el asta de madera para darse impulso, elevándose en un salto con una pierna recogida bajo su cuerpo y la otra extendida firmemente hacia su contrincante. El hombre se agachó apurando al máximo sus reflejos, notando sobre su cabeza rapada el tacto sedoso de la tela de los pantalones de la chica, y se dio la vuelta para encararla.

—Te ha ido de un pelo, lancer —dijo la muchacha con ironía.

—Qué hija de puta —respondió él con obvio afecto que desmentía su insulto y una risa ahogada entre dientes.

El hombre volvió a empuñar la lanza, pero ésta vez fue él quien tomó la iniciativa del ataque. Apuntó bajo, casi a la altura de las rodillas, obligando a la monk a saltar de nuevo, abriendo las piernas de par en par. La oyó maldecir en voz baja y sonrió, sabía que si podía hacerle perder los papeles antes de que ella se lo hiciera a él, sería pan comido. Si no, tendría que esforzarse un poco. Pero la chica se dobló en el aire, y cayendo con las manos por delante utilizó los hombros del lancer como amortiguación para su voltereta de aterrizaje. Sin apenas haber llegado a tocar el suelo con los pies la monk estiró un brazo doblado hacia atrás, haciendo impacto con su codo en la parte trasera de las rodillas del hombre, que trastabilló, mientras ella rodaba por el suelo poniéndose de nuevo fuera de su alcance.

—¿Eso no ha sido un golpe bajo? —la sonrisa impía del lancer decía muchas cosas, y ninguna pacífica.

—Si hubiera apuntado más arriba te habrías quejado de que era demasiado íntimo y personal —contestó la chica encogiéndose de hombros pero sin bajar la guardia— Además has empezado tú.

—Íntimo y personal es como quieres que te dé yo a tí —el hombre se pasó la lengua por entre los dientes y el labio superior mientras ladeaba el cuello a derecha e izquierda haciendo crujir sus vértebras.

—No me das miedo —declaró la monk.

—Eso está bien, —dijo él con una sonrisa depredadora llena de dientes— no es miedo lo que quiero darte.

La chica levantó una ceja con cara incrédula, mientras ambos volvían a circunvalar el área de combate.

—Oye, Ichiban, que si tienes algún problemilla sería mejor dejarlo aquí para que no sea demasiado incómodo, ya me entiendes; todos sabemos cómo te emociona romperte la cara con otros —la mirada significativa de la monk le sacó una risotada gutural.

—Ah, Raiko, Raiko, —dijo el lancer sorbiéndose la nariz— tienes la mente tan ágil como las piernas, pero muy sucia. Es un cumplido eh.

Los hombros de la chica se agitaron levemente en una risa silenciosa.

Sin esperar a que Ichiban tomase de nuevo las riendas de la pelea, se impulsó hacia adelante extendiendo un brazo con la mano cerrada en un puño, que el lancer esquivó a duras penas. Disparó su otro puño al frente y alcanzó al hombre en la clavícula en el mismo momento en que notaba la culata adornada de la lanza retroceder e impactar contra sus pies.
Sin espacio para moverse, Raiko encajó el golpe y se agarró a la pechera de la ropa del lancer, haciendo fuerza con todo el peso de su cuerpo hacia atrás, tropezando a propósito con el arma y dejándose caer hacia el suelo, arrastrando consigo al hombre. Golpeó el suelo con un ruido sordo y utilizó las piernas para empujar a Ichiban por encima de ella, usando la fuerza de la inercia para hacer que rodase por tierra.

El lancer se equilibró con su arma y se enderezó antes de lo que habría sido conveniente para la monk, quien no tuvo más remedio que rodar repetidamente de izquierda a derecha para esquivar la hoja de metal que se clavaba en el terreno que había estado ocupando milésimas de segundo antes. Durante unos momentos su pelo rojo se confundió con el penacho que adornaba la lanza.
Raiko se estiró hacia arriba para agarrar la cucaña de madera, harta de eludir estocadas como si fuera una croqueta rebelde, y arqueó la espalda levantando la cadera y alzando las piernas, golpeando a Ichiban con el empeine de un pie en el costado de la cara.
La monk hizo fuerza con los brazos para elevarse toda entera a pulso sobre el mástil de la lanza y engancharse a los hombros del lancer con las piernas, doblando las rodillas para quedar colgada de forma tan segura como pudiera.

El hombre no tuvo más remedio que soltar su arma, en el momento que también la sujetaba su oponente tan de cerca, perdía su utilidad; consiguió girar el torso y pasar un brazo entre ambos para intentar quitarse a la chica de encima, pero sólo la apartó hacia atrás sin llegar a soltar su agarre.
Palmeó con firmeza sobre la cadera de la monk.

—Ya, fiera, que me estrangulas. —resopló a regañadientes.

—Yay. —Raiko sonrió, pero solo aflojó las piernas.— ¿Te rindes?

Si por él fuese, Ichiban habría querido decir que no, nunca, antes muerto que rendido. Pero era sólo un entrenamiento, y no tenía el día especialmente afortunado. Además, había dejado a un ninja con adicción a las compras suelto con la lista de las cosas que necesitaba y que acabaría comprando según le viniese en gana, y tenían que ir a buscar al resto de su party.

—Vale, me rindo por hoy, —concedió sacudiéndose de cuerpo entero a ver si así su particular boa constrictor decidía volver al suelo como las personas normales,— tú ganas esta pelea, ¿vale?

—¡Jajá! —la chica levantó los brazos triunfal.

—Raiko, —Ichiban volvió a palmear su cadera,— que ya sé que suena mal, pero no quiero morir entre tus muslos.

—¡Ah! Perdón, perdón. —Y sin mayor dificultad se descolgó de su percha con un salto casi acrobático, y el lancer pudo apreciar lo agradable que resultaba el aire fresco llegando a sus pulmones sin obstáculos.— Si que estás un poco rojo.

—¿Y que lo digas tú, pelirroja? Eres una jodida amenaza. —Ichiban puso una mano sobre la cabeza de Raiko y le revolvió el pelo con orgullo.

—¿Entonces me vas a invitar a un helado como trofeo de guerra? —la chica le miró con picardía, esperando a ver qué podía sacar de él.

—Si le robas mi cartera a Nightshade te puedes invitar a lo que quieras —rió el hombre echando a andar hacia las puertas de la ciudad.

—Ah, joder.

—Quien ríe el último...

—Mañana vas de rosa, fijo.—comentó Raiko mirando la hora en su omnitool.

—Lo mato.


.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on March 26, 2017, 04:20:43 PM
Vengo con avatares para flashbaaack. Me encantan. No he cambiado el diseño, solo la distribución y el tamaño, porque amo los avatares que me hizo Kora <3
Pues bueno, Ikki y Neko, aventuras en pañales, segunda parte.


Ikki/Neko, 02.
Primer día de juego al público


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)

Neko. No era la primera vez que usaba ese nick y estaba acostumbrada a que la llamasen así. La mayor pega que le veía era su popularidad. Era difícil ser la primera Neko en cualquier parte. Así que cuando la voz quiso saber cuál iba a ser el nombre de su personaje, Anir ya estaba gritando antes de que completase la pregunta.

—¡Neko!

Y cuando unos segundos después la voz le confirmó que el nombre de personaje estaba libre, Neko no pudo evitar gritar por su victoria.
De todas maneras, aquel momento parecía haber ocurrido un siglo atrás. Y no habían pasado ni dos horas desde aquello.

—Veamos que toca ahora… —murmuraba Neko, apoyada contra los muros del castillo de Prorencia.

Estaba demasiado ocupada mirando su omnitool como para fijarse en el canto de los pajarillos y en como la luz cambiaba con el tiempo transcurrido. Ya casi había completado el tutorial básico. Era algo aburrido, pero ir un paso por delante de Bennu la había tenido entretenida.

Y no sabía su nick porque él se lo hubiese dicho, había tenido que encontrar la opción en la omnitool con la que escanear a alguien y obtener su información básica.

—Bennu… —murmuró Anir.

Si recordaba bien, Bennu era una especie de Fénix en la mitología egipcia. Se rió un poco al verlo en la pradera, consultando su omnitool mientras conejitos y gelatinas saltaban alegres alrededor de su lúgubre figura.

—Ay, pajarito. —dijo Neko antes de negar con la cabeza y consultar su siguiente misión.

Arrugó la nariz. Frunció el ceño. Lo volvió a leer y miró a su alrededor.

Forma parte de una party, rezaba el enunciado. De hecho, al fijarse, vio algunos grupos de usuarios hablando animadamente entre ellos.
Neko sonrió, pensando en acercarse a alguno de los grupos para pedir que la aceptaran en una party. Cuando ya se había decidido por un grupo, vio por el rabillo del ojo como Bennu levantaba la mirada y juraría haberlo visto tragar saliva. Parecía incómodo y Neko bajó el ritmo de sus pasos para mirarlo fijamente.

Si aún continuaban el tutorial al mismo ritmo, Bennu debía encontrarse en el mismo punto, ¿verdad? Ser parte de una party. Neko miró a un lado, ladeando la cabeza. Bueno, simplemente con crear una debía de ser suficiente. Caminó dos pasos más y sus ojos volvieron a recaer en él.

Bennu había colado un dedo enguantado dentro del cuello de su camisa y estaba separando la tela de su piel. ¿Tendría calor o se estaba agobiando? Neko volvió a fruncir el ceño. ¿Y a ella que le importaba?, pensó mientras miraba hacia el grupo que había elegido y caminaba hacia ellos con decisión.
Cinco pasos después paró y miró de nuevo a Bennu, se mordió el labio inferior y suspiró frustrada.

—¿Por qué tengo que ser así? —se preguntó entre dientes mientras encaminaba sus pasos hacia el chico.

No tardó mucho en plantarse delante de él.

—¡Hey! —saludó con más fuerza de la necesaria—. ¿Necesitas una party?

Bennu parpadeó y miró hacia abajo, hacia a ella. Él estrechó los ojos, mirándola como si la estuviese estudiando.

—Ya tengo party. —contestó.

Neko se encogió de hombros y empezó a darse la vuelta.

—Pues hasta luego. —se despidió agitando una mano y sin mirar atrás.

Pero una mano férrea en su hombro paró sus andares. Neko frenó en seco y miró con una ceja inquisitiva levantada al joven que la estaba reteniendo. Bennu la soltó y Neko lo enfrentó de nuevo, cruzándose de brazos y cambiando el peso de pie.

—¿Sí? —preguntó, casi solícita y con una sonrisita en los labios.

—No es… suficiente. —dijo Bennu, invocando la omnitool y mirando el texto otra vez.

Neko parpadeó e intentó mirar qué ponía en la misión, curiosa.

—Necesito estar con alguien más en la party, crearla no era suficiente.

El brazo de Anir brilló naranja y empezó a teclear con prisa.

—¿Cómo se llama la party? —preguntó.

Bennu la miró con el ceño fruncido antes de tomar aire y contestar:

—Qué más da.

—No, en serio, dime el nombre y te mando una solicitud para que me aceptes.

Neko levantó la vista de la pantalla holográfica y pasaron unos segundos mientras se miraban a los ojos. Antes no se había dado cuenta del ligero tinte violeta de sus ojos.

Y entonces cayó.

—No. —dijo ella, alargando la vocal, incrédula.

Bennu se encogió de hombros como toda respuesta. Ni siquiera parecía arrepentido. Neko dio una carcajada y negó con la cabeza, aunque no tardó mucho en buscar la party y enviar una solicitud.

—Ahí va… —anunció justo antes de oír un clín proveniente de la omnitool de Bennu—. Esa debo de ser yo.

Bennu volvió sus ojos de nuevo hacia el menú delante de él y frunció el ceño. Se rascó la sien y luego apretó en algún sitio de su pantalla holográfica.
No tardó demasiado en aceptar a Neko en la party y la chica sonrió, mirando como su misión en el tutorial se daba por cumplida.

—¡Pues ya está! —proclamó Neko—, nuestra asociación se puede dar por cumplida. No ha sido tan doloroso ¿verdad?

Neko palmeó el hombro de Bennu y le sonrió, pensando que ahí se acabarían los asuntos entre los dos.

Pero estaba muy equivocada.

Una nueva misión entró y los dos leyeron el enunciado antes de terminar de despedirse.

—Oh. —dijo Neko.

—Vaya. —completó Bennu.

Y se miraron entre sí. Luego echaron un vistazo al resto de la explanada. Los grupos parecían cada vez más grandes y ahora entendían el por qué. Neko hizo desaparecer la omnitool con una floritura de la mano y volvió a palmear el hombro de Bennu, dejando la mano allí y suspirando antes de mirarle a los ojos. Él todavía le estaba mirando la mano.

—¿Preparado para tu primera dungeon?

Bennu abrió la boca y cogió aire. Acabó desinflándose con un gruñido mientras se tapaba la mitad izquierda de la cara con una mano.


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)

—La primera dungeon del bebé. —canturreó Neko mientras se asomaba desde detrás de un pilar, observando los movimientos de los orcos.

Estaba agachada en el suelo y Bennu tuvo que reírse de la broma, aunque lo hizo bajito. Igualmente, Neko lo tomó como una victoria.

No habían sido los primeros en llegar a la dungeon, si es que aquel lugar se podía considerar una dungeon, y Neko le había pedido a Bennu observar antes de entrar. Menos mal que lo habían hecho.
Se encontraban en algún lugar debajo del castillo de Prorencia. Según la historia de la misión, los orcos habían vivido allí antes que los humanos y el castillo estaba construido encima de una de sus catacumbas, la cual guardaban celosamente.
La party necesitaba entrar y llegar a la última sala, donde, aparte de los huesos de sus antepasados, los guardias vigilaban tesoros robados a la corona de Prorencia.

Neko y Bennu habían observado como los orcos de la entrada habían aniquilado a varios grupos bastante más nutridos que el suyo.

—¿Por qué el juego nos manda aquí con este nivel? —preguntó el chico mientras se asomaba al pasillo, inclinado encima de Neko, allá por arriba suyo.

—Por que tiene que haber una forma de entrar. Eso está claro.

Anir se mordisqueó el labio inferior y sonrió, acuclillada en el suelo, mientras miraba hacia arriba.

—Bennu, creo que ya sé como hacerlo.

Bennu dio un par de pasos hacia atrás y Neko se puso de pie, alisando su faldita de cuero.

—¿Cómo? —preguntó él entre curioso e incrédulo.

—Tenemos que pasar sin que los orcos nos vean. —declaró.

Bennu asintió.

—Eso ya lo hemos intentado cuando estaban matando a otro equipo y casi nos morimos los dos. —añadió, con una mano en la cadera.

Neko se encogió de hombros, quitándole importancia.

—Casi, ellos sí que han muerto.

Bennu rodó los ojos y se acercó mucho a Neko, aplastándola contra el pilar para echar un vistazo a sus enemigos.
Neko se intentó dar la vuelta y se asomó por debajo de él.

—¿Qué planeas? —preguntó Bennu.

Neko sonrió y se removió un poco más. Señaló hacia uno de los orcos, que cargaba un hacha. Y anunció:


—Ahora se va a girar.

Y para sorpresa de Bennu, lo hizo.
Neko miró hacia Bennu, toda dientes y él la miró con los ojos muy abiertos.

—Veras, cuando llevan unos minutos sin luchar, siguen todo el rato el mismo patrón y creo que sé cómo pasar sin que nos vean.

Bennu se echó hacia atrás y ladeó la cabeza.

—¿Estás segura? —quiso saber.

Y ella asintió con la cabeza, preguntándole:

—¿Qué tenemos que perder?



(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)

—¿Tenemos que ir tan pegados? —preguntó Bennu entre dientes.

No sabían exactamente cuál era el volumen de voz que los atraía, pero no querían llamar la atención de los guardas. De todas maneras, necesitaban comunicarse.
Bennu y Neko caminaban agarrados de una mano y prácticamente ocupando el mismo espacio.

—Sí. —refunfuñó ella, apretando sus dedos encima de la mano de Ikki y dando tres pasos rápidos a la izquierda, escondiéndose detrás de un pilar y girándose para quedar de frente a su compañero.

Contó hasta cuatro, vocalizando pero sin hablar. Y luego tiró de él para correr hasta el siguiente pilar.

No les quedaba mucho para llegar al pasillo y los nervios estaban a flor de piel.

—Ya casi. —murmuró Bennu, estirando el cuello para observar al orco arquero que bufaba al otro lado del pilar.

Neko tiró de él para que se escondiese poco antes de que el arquero mirara en su dirección.
Respiraron juntos, mirándose a los ojos mientras esperaban su turno.

Y lo peor para Bennu parecían ser las esperas. Así que Neko continuó contando con los labios, tirando de su mano para que le hiciese caso a ella y no a los orcos.

Habían repasado el itinerario, los tiempos y mejorado la ruta un par de veces hasta estar los dos convencidos de que funcionaría. La habían memorizado y ahora estaban a punto de cumplirla.
Sólo tres paradas más.

—Dieciocho. —terminó Neko, saliendo como una flecha de detrás del pilar y directa hacia un portal.

Y el mundo estalló a su alrededor.

Un grupo de novatos entró a gritos y todos los orcos se giraron hacia la entrada del pasillo.

—Oh, mierda. —dijo Neko.

Y en ese momento los orcos entraron en acción. Uno de los orcos habría arrollado a la chica si no fuese porque Ikki la había cogido en volandas y se había dado la vuelta con ella entre brazos.

Se miraron un par de segundos hasta que Neko, azorada y con los brazos rodeando el cuello del chico le gritó:

—¡Corre!

Bennu no lo pensó más y empezó a correr directo a la salida. Saltó por encima de un soporte de velas caído.

—¡Abajo!

Se agachó justo a tiempo para evitar una flecha y Neko estiró las manos para agarrarse al pilar.


—¡Izquierda! —gritó Neko antes de caerse de los brazos de Bennu y esconderse detrás del pilar.

La salida del pasillo estaba tan cerca que casi podía tocarla, pero a regañadientes, Bennu le hizo caso a la chica. Ya había probado ser buena estratega, después de todo.
Neko señaló un saliente en el pilar y le dijo.

—Súbeme.

—¿Y yo qué? —preguntó Bennu.

Neko le agarró de la pechera y estiró de él hacia abajo.

—¡Estúpido! ¡Voy a hacer de cebo!

Bennu abrió la boca y gritó de vuelta.

—¡Y tú qué!

Neko rodó los ojos y señaló una lámpara de araña.

—Más te vale agarrarme bien cuando salte de esa cosa. —le advirtió.

Y lo hizo. Bennu levantó a Neko hasta que se agarró al saliente y después de mirar desde arriba como estaba el panorama, señaló al chico cuando salir corriendo hacia el pasillo.

—¡Eh! —gritó desde el pilar, cortando la persecución que uno de los guardas había empezado hacia su compañero.

El orco embistió el pilar, enfurecido y una flecha silbó hacia ella. Neko la esquivó por poco y saltó hacia la lámpara con el siguiente envite del orco. y aprovechando la inercia rodó hasta dejarse caer en dirección a Bennu.

Cayó justo encima de él y los dos terminaron resbalando por el pasillo oscuro, levantándose en un lío de extremidades. Y agarrados de la mano, jadeando por el esfuerzo, corrieron hasta un lugar seguro, riendo por la adrenalina.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on April 28, 2017, 03:55:39 PM
Y seguimos con los primeros días de juego de Neko e Ikki. Llevaba mucho tiempo queriendo introducir a Tanlaus ¡y aquí está!

Ikki/Neko, 03.
Segundo día de juego


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/tanlausfb.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/cloudfb.png)

Ikki estaba sentado en un banco en Prorencia, con los dos codos en las rodillas y las manos delante de sus labios y el ceño fruncido, mientras observaba fijamente el punto en el que se había despedido el día anterior de Neko.
Llevaba media hora allí sentado, mirando insistentemente aquel lugar, diciéndose a sí mismo que sólo estaba descansando.

Chistó cuando otro pensamiento pasó por su cabeza: aquello era una pérdida de tiempo y dinero.

—¿Qué estoy haciendo? —se preguntó antes de levantarse y miró alrededor.

Compraría algunos objetos y se marcharía a entrenar, después de todo aún no había hecho la quest de cambio de job… aunque él y Neko habían sido de los primeros en completar la mazmorra del tutorial.

Ikki había estado tan eufórico en ese momento que hasta le había revuelto el pelo a Neko cuando ella le había abrazado de alegría.
Ikki volvió a chistar, haciendo las compras. Neko le había asegurado que se conectaría al día siguiente a la misma hora y ya era el momento. Pero no estaba.

Media hora era más que suficiente espera, ¿no? Aunque haciendo los cálculos… eso equivalía ¿a qué? ¿Poco más de un minuto allá afuera?

—Y dos cafés, de esos para llevar. Fríos. —indicó Ikki, estirando el dedo para señalarlos.

Ya estaba bien, iría a la plaza de Prorencia, buscaría un npc y se informaría del siguiente paso a dar para convertirse en Knight. Bueno, en Soldier, primero necesitaba ser Soldier.
¿Entonces qué hacía de nuevo frente al sitio donde se despidió de Neko ayer?

Ikki apretó los dos cafés en sus manos. Y de repente lo vio, los píxeles revoloteando antes de formar una figura, que miró de un lado a otro antes de suspirar y activar su omnitool.
Ikki abrió la boca y tomó aire. Los cafés en sus manos temblaron y notó una vibración en el pecho de la que no se pudo librar hasta llamarla.

—¡Neko!

La chica levantó la cabeza y se giró para mirarle. La sonrisa se formó poco a poco en sus labios, pero para cuando se acercó a él ya le ocupaba buena parte de la cara.

—¡Bennu! —y de repente se dio cuenta de los cafés—. ¿Llevas mucho rato aquí?

—Nah, acabo de llegar. —mintió, encogiéndose de hombros y rascándose la nariz contra el brazo.

La sonrisa de Neko bajó su intensidad y subió en travesura.

—¿Pronto y con cafés? —preguntó antes de palmearle un hombro—. Si al final vas a valer la pena.

Neko agarró uno de los cafés, entre las quejas de Ikki, que aseguraba que no era para ella, pero la chica se lo empezó a beber igualmente.

—¿Cuál es el plan de hoy? —curioseó, empezando a caminar.

—Quest de job. —informó Ikki, sacudiendo su café antes de quitarle la tapa para poder beberlo.

Neko le dio un codazo amistoso mientras entraban en la plaza principal de Prorencia. Había bastante gente para ser sólo el segundo día de juego.

—¿Qué quieres ser?

Ikki se sentó en el borde de una fuente y miró su reflejo en el agua, esperando a que Neko se acomodase a su lado. La chica cruzó las piernas y se agarró de un tobillo mientras le miraba, expectante.

—Knight, así que tengo que hacer la quest de soldier.

—Ooh —exclamó Neko, sonriendo contra el vaso reciclable de café—. Entonces lo tienes cerca.

Ikki asintió, con una mano en el bolsillo del pantalón y las piernas estiradas, un pie encima del otro. El sol era agradable y un árbol les daba la suficiente sombra a sus cabezas.

—¿Y tú, lo tienes claro? —quiso saber Ikki, mirando de reojo a Neko, que se removió en su asiento, envarando la espalda y carraspeando antes de responder.

—¡Clarísimo! —gritó antes de levantar un puño tembloroso, con la mirada brillante clavada en el horizonte—. ¡Voy a ser mecánico!

Luego le sonrió, encogiendo un poco los hombros y dejando el vaso en el borde de la fuente. El agua no paraba de sonar, reflejando una tenue luz cambiante sobre sus cuerpos.

—Así que me tengo que aventurar fuera de la ciudad… Me toca ir a Columbia a hacer la quest de merchant —dijo antes de hacer una mueca de inconformidad—. Aunque sí que tengo curiosidad por ver la ciudad en el aire.

Neko levantó el café y observó un poco el envase antes de volverle a dar un trago.
Ikki había ido moviendo la cara hacia ella sin apenas darse cuenta y volvió a girarla hacia el frente antes de frotarse la nariz con un nudillo.

Los dos se quedaron callados, sin saber que decir a continuación, aunque para sorpresa de Ikki, parecía que Neko podía estar cinco minutos sin decir nada y no hacer el momento incómodo.

—Se me ha acabado el café. —dijo Neko de repente, sacudiendo el vaso.

Ikki imitó el gesto, a él sólo le quedaba un trago, que bebió con prisa antes de levantarse.

—Es hora de hacer la quest. —declaró Ikki y vio a Neko asentir por el rabillo del ojo.

Ella aún estaba sentada, con las piernas cruzadas, en el borde de la fuente y él la miró, esperando que dijese algo, lo que fuera. Pero pasaron unos segundos en los que sólo se miraron.
Y luego intentaron hablar a la vez.

—Supongo que… —empezó Ikki.

—Entonces, nosotros… —dijo a la vez Neko.

Se callaron otra vez e Ikki chistó cuando Neko empezó a pasarse los dedos por el pelo, centrada en mirarse las puntas.

Ikki suspiró y abrió la boca de nuevo.

—¡Eh, vosotros dos! —se oyó antes de que Ikki pudiese decir nada.

De todas maneras, ¿que pretendía decir? ¿Despedirse, invitarla a hacer la quest con él? Ikki frunció el ceño y miró al recién llegado.
Era un chico alto, desgarbado, pero con los hombros anchos. Tenía la piel morena y el pelo salvaje y llevaba un bulto oscuro que se movía entre sus brazos.

—¡Tanlaus, espera! —le llamó otro jugador que caminaba rápido tras su estela.

Neko se señaló a sí misma.

—¿Nosotros? —preguntó.

—¡Sí, vosotros! —repondió el que parecía ser Tanlaus.

Cuando se paró a un par de metros pudieron ver que lo que llevaba en brazos parecía ser un dragón. Un dragón bebé, específicamente.
Neko se puso de pie de un salto.

—¿¡De dónde has sacado eso!? —inquirió, acercándose hasta casi tocarle los mofletes al bebé dragón—. ¿Puedo tocarlo?

Tanlaus se rió entre dientes afilados e Ikki se cruzó de brazos, apretando los labios y mirando al recién llegado con una mueca de inconformidad.

—¡Claro que puedes! —aseguró Tanlaus antes de rascarle la barbilla al dragoncito—. Se llama Night Fury, me lo dieron como premio por haber sido beta-tester. ¡Es único y sólo lo tengo yo!

La sonrisa de Tanlaus era contagiosa, aunque parecía que Ikki y el otro recién llegado eran inmunes.
El otro chico, rubio, con parte del pelo luchando contra la ley de la gravedad —y ganando la batalla—, puso una mano en el hombro de Tanlaus y le miró con el ceño ligeramente fruncido. No parecía capaz de muchas expresiones faciales.

—Te he dicho que me esperes. —regañó casi sin resuello.

—Ay, ¡pero que cosa más bonita! —decía Neko mientras rascaba detrás de lo que parecían las orejas del dragón.

La mascota sacó la lengua y entrecerró los ojos, obviamente satisfecho con el trato que estaba recibiendo. Y aunque pudiera parecer que Neko estaba hablando del dragón, en realidad estaba mirando al rubio.

Ikki carraspeó, con una mano en la cadera y la otra sobre la empuñadura de la espada que acababa de equiparse.

—¿Y tú qué se supone que quieres? —gruñó, acercándose un paso más hacia Tanlaus y ladeando la cabeza.

El rubio levantó la barbilla, agarrando también la empuñadura de su espada y mirando a Ikki de forma atenta.
Night Fury gorjeó entre los brazos de Tanlaus, removiéndose como el bebé bien atendido, gordo y feliz que era y Neko miró de Ikki al rubio con cara de no saber lo que estaba pasando.

Tanlaus se rió entredientes otra vez.

—¡Reclutas!

—¿Qué? —preguntó Neko, un poco más descolocada que antes.

—Reclutas —repitió más bajo Tanlaus—. Busco gente que se una a mi Guild. Que todavía no he creado, ¡pero estoy en ello!

Tanlaus miró sonriente de Neko a Bennu.

—¿Qué, os interesa? —preguntó—. He sido beta-tester, sé un montón sobre el juego y os podría ayudar.

Tanlaus agarró a su dragoncito con un sólo brazo y se señaló con un pulgar mientras guiñaba un ojo, sonriendo.
El rubio a sus espaldas rodó los ojos, relajando un poco su pose.

Neko miró hacia Ikki, mientras Night Fury le olisqueaba los dedos e intentaba escaparse del brazo de Tanlaus para irse con la chica. Ikki levantó una ceja, mirando a Neko de vuelta, que al final había acabado con el dragón en su hombro y sacudiéndose mientras estiraba unas alas demasiado pequeñas para hacer volar su cuerpo rechoncho.

—Mira, Cloud, a Desdentao le gusta la chica —declaró Tanlaus, con una sonrisa demasiado feliz en los labios—. Nos la quedamos.

—No te puedes quedar a la gente. —le dijo en el tono de alguien que había tenido que recordar aquello más de una vez en un corto espacio de tiempo.

Tanlaus entrompó los labios, frunciendo el ceño y suspirando mientras se desinflaba entero. Hasta llegó a acuclillarse y todo.
Ikki se cruzó de brazos, mirando a aquel desconocido como si fuese un puzzle especialmente difícil.

—¿Desdentao? —preguntó Neko, con las manos cerca del cuerpo del dragón, sin llegarlo a tocar, que ahora trepaba por su cabeza torpemente—. Ay, auch.

—Tiene dientes retractiles, por eso le llama así… aunque su nombre oficial es Night Fury. —explicó el que debía llamarse Cloud.

—Ah, ya veo.

El dragoncito dio un par de vueltas en la cabeza de Neko antes de tumbarse y sonreír. Parecía bastante pagado de sí mismo. De repente bostezó y agachó la cabeza, acomodándose un poco mejor.
Neko intentó no mover mucho para que no se cayera la mascota.

—No nos interesa. —volvió Ikki al tema, ganándose un puchero de Neko.

—¿No? —preguntó la chica, sin mirarle porque no quería despertar al dragón.

—No. —contestó Ikki, como si fuera obvio.

Tanlaus miró a Cloud desde el suelo y luego se levantó, agarrando a su mascota con un suspiro y acomodándolo contra su pecho.

—Vaya… es una pena.

Neko puso los brazos en jarras y frunció el ceño, mirando a Ikki.

—¿Y por qué no? —le preguntó—. Puede ser una gran oportunidad.

Ikki apretó los labios y chistó antes de agarrar a Neko de un codo y llevársela unos metros más allá. Cloud y Tanlaus se volvieron a mirar entre ellos.

—Hay muchas cosas que hacer, la quest, subir de nivel, conseguir algo de equipo… —enumeró Ikki, siseando casi frente con frente con Neko.

—¿Y no crees que una Guild nos podría ayudar con todo eso?

Ikki dio un suspiro exasperado antes de contestar.

—Si tuvieran más nivel sí, pero ahora mismo todo el mundo tiene el mismo nivel. ¿En que nos ayuda? Además, no conoces a esos tíos de nada.

Neko se echó un poquito hacia atrás antes de darle un golpe con el dedo en el pecho.

—A tí tampoco te conocía hasta ayer. ¿Qué clase de excusa es esa?

—¡Si no queréis no pasa nada! —intervino Tanlaus.

Neko entornó los ojos un poco más e Ikki miró hacia otro lado, bufando. Y luego ella se dio la vuelta con una sonrisa dulce en los labios, dando una palmadita satisfecha.
Ikki empezó a verle lo merchant.

—¿Por qué no nos agregamos como amigos y seguimos hablando en otro momento? —Y puso una mano en el brazo de Ikki—. Mi amigo y yo vamos a hacer unas cuantas cosas que tenemos pendientes y más tarde nos vemos. ¿De acuerdo?

Tanlaus miró de nuevo a Cloud, con cara de sorpresa y luego le sonrió con muchos, muchos dientes afilados. Se giró hacia Neko y extendió un brazo, con la mano abierta.

—¡Trato!
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on May 31, 2017, 03:21:13 PM
Ahora toca cambiar de job. Pero no será difícil... ¿verdad?

Ikki/Neko, 04.
Segundo día de juego


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)

La ciudad parecía bastante animada en ese momento. La gente caminaba de aquí para allá, sola o en grupos y la mayoría con un nivel parecido.

—¿A dónde vamos? —preguntó Neko, esquivando a un jugador que venía de frente, distraído porque estaba hablando con alguien más—. ¿Cada vez hay más gente o me lo parece a mí?

—A la guarnición. —explicó Ikki, parando para que Neko le alcanzase.

La chica arrugó las cejas y se agarró de la manga de Ikki para no perderlo.

—¿A qué? ¡Ay! —se quejó cuando alguien chocó con ella—. ¿Es que regalan algo?

Ikki se volvió a parar y se giró para mirar a Neko. Sus ojos parecían aún más violetas con la luz gris azulada que rebotaba en las paredes del edificio.

—No regalan nada —explicó antes de cruzarse de brazos y señalar al cartel de la guarnición con la cabeza—. Es donde se empieza la quest de soldier.

Neko había soltado la manga de Bennu y se miró las manos antes de mirarle a él.

—Ah… ya veo. Entonces supongo que yo… —empezó, dándose un golpe en la palma con el puño cerrado y señalando hacia atrás con un pulgar—. Supongo que nos podemos ver luego.

Se quedaron en silencio, aunque entre el sonido de una fuente cercana, los jugadores ruidosos y los pajarillos en los tejados, no es que se pudiera decir que su silencio fuera muy relevante.
Ikki suspiró, casi bufando y agarró a Neko del hombro para obligarla a avanzar.

—¡Ey! —se quejó ella, caminando a trompicones.

—Vienes, me acompañas en mi quest y luego te acompaño yo a la tuya.

Neko chistó, enfadada porque no se le había ocurrido a ella antes y porque Ikki seguía arrastrándola entre el gentío.

—¡Vale, chaval! ¡Te acompaño, no hace falta que me secuestres!

Ikki paró de caminar y miró a su alrededor antes de mirar a la chica y soltarla despacio. Y contestó entre dientes.

—No te estoy secuestrando.

Neko le echó una mirada de arriba a abajo, con los brazos cruzados y luego se tragó una risa, antes de sonreírle coqueta.

—Ya te he dicho que no te hace falta —repitió antes de darle una palmada en el pecho—. ¡Vamos Gruñón, antes de que se nos cuele la mitad de la marabunta!

—¿Gruñón? —le preguntó mientras los dos caminaban hacia la guarnición.

Neko se encogió de hombros.

—Tu nombre de enano.


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)

De la guarnición al cuartel, del cuartel al castillo, del castillo a la puerta y de ahí de nuevo a la guarnición.

—Por dios, y yo que creía que la quest de soldier sería más de matar bichos y menos de dar vueltas como una peonza. —rezongó Neko, arrastrando los pies mientras caminaba.

Ikki chistó, había pensado justo lo mismo. Esperaba que las demás quests fueran más… dinámicas.

—A mi que me importa que el cuñado del sargento haya perdido una joya. Que alguien me lo explique. —gruñó Ikki, con dicho anillo en su puño cerrado.

—No sé, lamer culos es algo que hace la gente para ascender de rango. —explicó Neko, encogiéndose de hombros antes de entrelazar sus dedos detrás de la nuca.

—Ahora recuerdo porque no me gusta la gente… —farfulló, rodando los ojos.

Un par de minutos después, camino al cuartel, por segunda vez, Neko volvió a entablar conversación.

—Oye, ¿te has dado cuenta de que casi todos llevamos la misma ropa? —expuso—. Es difícil reconocer a la gente si todos llevamos el mismo equipo, los mismos colores, peinados parecidos…

—¿Y eso me importa por?

—No es que importe, es que ahora no sé si he visto a ese tipo antes o no. Como merchant necesito conocer a mi clientela —continuó, ahora con una mano en la barbilla y cara pensativa—. Necesito reconocerlos y separar los clientes buenos de los malos a primera vista.

Ikki dejó salir una carcajada ronca desde el fondo de la garganta.

—Lo tienes mal, el aspecto se puede cambiar dentro del juego, incluso el nombre de tu personaje, el job… Además, en una semana o dos ya habrá más variedad de niveles.

Neko suspiró y se quedó plantada mirando a Ikki de forma calculadora antes de sonreírle satisfecha.

—Es verdad, se puede cambiar el aspecto… Tengo que buscar como.

Ikki rodó los ojos, entrando al cuartel para entregar el maldito anillo mientras su compañera se quedaba fuera, buscando información en su omnitool.


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)

Neko retrocedió y acabó chocando contra la espalda de Ikki, que la miró por encima del hombro antes de fijarse en el lobo que gruñía hacia él. O mejor dicho, lobos, en plural.

—Maldita sea… —masculló, apretando más sus dedos en el mango de su espada.

Por lo menos ya no era una daga, aunque la diferencia de daño que podía hacer con ella tampoco era tanta. Pero un poco de consuelo era mejor que ninguno.

—Bien, esto está chupado. —murmuró Neko, mirando a los lobos que intentaban rodearles.

—¿Cómo puedes decir eso? Hay seis lobos y apenas hemos podido con cuatro antes.

Neko movió un poco el pie por el suelo, posicionándose mejor.

—¿No querías más emoción en la quest, querido Bennu?

—Sí, pero se supone que tengo que matarlos sin morirme para pasar esta parte. No quiero ser como el pringado de antes, lo hemos visto venir ya tres veces.

—Pues céntrate en tu enemigo. Los dos grises son míos, los marrones para tí.

Los lobos gruñeron más alto, parecía que estaban casteando algún tipo de habilidad en equipo.
Y entonces se oyó.

Kupó.

Ikki parpadeó extrañado. Hasta uno de los lobos pareció desconcertado, gañendo y ladeando la cabeza.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó Ikki.

—Cuando te diga agachate y rueda a tu derecha. —susurró Neko de vuelta.

—¿Pero…?

Uno de los lobos aulló.

—¡Ahora!

E Ikki no pudo hacer otra cosa que seguir las recomendaciones de su compañera. Los lobos saltaron hacia ellos y Neko levantó el escudo que le había pedido a Bennu al mismo tiempo que se agachaba.

Ikki estaba fuera del grupo, pero veía a los lobos rascar y gruñir, centrados en la presa dentro del círculo. El escudo no era tan bueno, no aguantaría tanto.

—¡Neko! —gritó Ikki quedándose helado por un segundo antes de recordar lo que había dicho la chica.

Los marrones son míos, recordó, oyendo varias veces el sonidito que le había sorprendido antes.
Atacó al primer lobo por la espalda. Ya estaba debilitado y los demás, extrañamente, no hicieron nada por defenderlo.
Ikki se encargó de un segundo y tercer lobo lo más rápido que pudo y luego vio como uno de los lobos grises había hecho presa de la pierna de Neko, arrastrándola por el suelo del bosque.

Dudo por un momento, pero al final se enfrentó contra el último lobo marrón, completando la misión que tenía en curso en ese momento.
Cuando se giró para ver el estado de Neko, la vio dándole golpes al morro al lobo gris que le mordía la pierna con el canto del escudo, al ritmo de los kupós que parecían salir de algún lugar cercano a ella. El otro lobo gris estaba en el suelo, con una daga clavada en el cuello y empezó a desaparecer en un remolino de píxeles.

Para cuando Ikki llegó hasta ella el lobo gruñó antes de gañir y se dejó caer al suelo. Neko se alejó del monstruo y se miró la pierna con cara de horror.

—Esto se parece a cuando me caí en bici con doce años. —comentó.

Ikki rodó los ojos antes de arrodillarse a su lado y sacar un par de cosas de su inventario.

—Tómate la poción —le instruyó mientras él empezaba con el vendaje y preguntó en parte por curiosidad y en parte por distraerla—. ¿Cómo sabías que era mejor matar a los marrones?

Neko se terminó la poción y abrió su omnitool antes de responder.

—Extrañamente, no tienen instinto de manada, se dedican a proteger a los grises —y mientras leía algo en su pantalla virtual frunció el ceño y desvió su mirada hacia el vendaje—. ¿Eres enfermero o es cosa del juego? El vendaje está muy bien.

—Mitad y mitad. Me gusta el deporte, saber cómo hacer un vendaje es útil, pero esto parece que se hace en autopiloto o algo así.

Neko ladeó la cabeza, llevándose de nuevo la botellita a los labios, probando si quedaba algo mientras pensaba en lo que había dicho.

—No te hacía deportista, no parece que te vayan las actividades en equipo.

Ikki se levantó, ofreciéndole la mano a Neko, que desactivó la omnitool y se dejó levantar.

—Ni me gustan. Vámonos de aquí antes de que respawneen los lobos.

Neko asintió y se dejó ayudar hasta que la herida parecía que había sanado bien.

—Por cierto ¿qué era ese ruido de antes? —preguntó por fin Ikki, cuando ya estaban de nuevo cerca de Prontera.

—El sonido de mi gente —le confesó Neko antes de puntualizar—. Personalicé el sonido de los mensajes, era Tanlaus.

—¿Quién?

—El chico de antes, ya sabes, moreno, con un dragón bebé perfecto y precioso y regordete. Quería saber si hemos terminado con nuestros asuntos.

Ikki bufó, pero estaba empezando a aprender que con esta chica no siempre podía ganar. Sobretodo cuando se giró y le dijo que estaba bien. Sobretodo cuando la vio sonreírle como si le acabase de hacer el mejor regalo del mundo.


(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/nekofb2.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/tanlausfb.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/ikkifb.png)(http://i187.photobucket.com/albums/x309/anyairina/bt/rpg/cloudfb.png)

—¿Quién es la cosa más bonita del mundo? —preguntó Neko al bebé de dragón que ahora mismo estaba tirado panza arriba en su regazo, retorciéndose por las cosquillitas que le estaba haciendo—. ¡Tú!

Neko levantó las manos y el dragón estiró todas sus patas, regalándole una sonrisa sin dientes.

—Por dios, adoro este bicho.

Tanlaus se rió a su lado, antes de sorber de su batido a través de la pajita.

—Es adorable, ¿verdad? Tendrías que verlo crecido. ¡Es enorme y letal!

Ikki alcanzó su cerveza y giró la cara para no mirar toda esa ternura a su lado, mientras se llevaba su bebida a los labios y se los manchaba de espuma. Dejó la pinta en la mesa y se los lamió. Luego se dio cuenta de que SOLDIER04 le estaba mirando muy fijamente.

—¿Qué? —preguntó, algo seco.

Cloud parpadeó una vez y se inclinó hacia la mesa, ligeramente a su derecha, donde estaba Ikki.

—¿Cómo llevas la quest de soldier? —preguntó el rubio, parecía honestamente curioso.

Ikki se descolocó por un momento.

—Bien, casi completa. —informó, cogiendo un puñado de palomitas del bol que había en la mesa.

—¿Qué tal la parte de los lobos?

Y entonces Ikki lo vio. Cloud se estaba frotando las manos por debajo de la mesa. ¿Podría ser nerviosismo? Tal vez quería comparar sus resultados.
Ikki tosió antes de explicar.

—A la primera y sin problemas.

Cloud chistó, agachando la cabeza y Neko le señaló con un dedo acusador.

—¡Eh! ¡La has pasado sin morir porque yo estaba allí para ayudarte!

Ikki quiso refutar aquello, pero sólo se quedó con la boca abierta y cara de indignación, sin encontrar las palabras.
Cloud levantó la cabeza.

—¿Se podía hacer con alguien más? —preguntó—. La pasé a la primera, pero casi me muero. Habría sido más fácil con un compañero.

—¿Ves como te había dicho que podía acompañarte hasta la cueva? —regañó Tanlaus, con un gesto de infantil decepción—. ¡Lo sabía!

—¿Y por qué no lo intentaste? —preguntó Neko, rascando detrás de las orejas al dragón, que emitía gorgoritos de felicidad.

De vez en cuando enroscaba la cola en el brazo de Neko y se removía feliz.

—No sé, iban todos solos.

—Pues son todos unos idiotas. —sentenció Neko.

Y los tres chicos se quedaron mirando como la jovencita agarraba al dragón y lo levantaba por encima de la cabeza, sacudiéndolo.

—¿A qué sí? ¿A que son unos idiotas?

Y el pequeñín se rió. Una risa dragonesca, llena de siseos y gruñidos, pero una risa ni más ni menos. Ninguno lo podía negar. La estampa era demasiado adorable.
Tanlaus se rió con la chica y el dragón, mientras Ikki y Cloud decidían apartar la mirada como si la imagen les quemara la retina. O tal vez lo que pasaba es que les derretía el corazón.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on June 30, 2017, 03:00:12 PM
Cortitooo, pero bueno

Camus/Milo, 01
En algún momento antes del cierre del juego


————

Crane levantó la mirada de su té frío hasta que sus ojos se fueron a topar con una figura conocida. Starkrimson estaba sentado unas mesas más allá, guitarra apoyada en el muslo, tocando acordes antes de apuntar algo en un papel.
La chica se llevó el vaso a la boca, dando un traguito mientras escuchaba a Starkrimson empezar la melodía desde el principio. Parecía estar componiendo algo. Y eso le gustaba de él.

Yuzuriha cerró los ojos, sintiéndose un paz aún con las chicharras cantando a toda potencia en el calor del mediodía en Rabanastre.
Llevaba un tiempo observando al bardo y una de las cosas que tenía que decir a su favor era que era mucho más calmado cuando creía que no le observaban. De alguna manera se le hacía familiar, esos rasgos… aunque el pelo violeta le estaba despistando.

Acabó por mirar a otro lado cuando vio como Starkrimson atendía algún mensaje en su omnitool y su expresión pasaba de concentrada a expectante y alegre.
Crane suspiró, removiendo el contenido de su vaso agitándolo con suavidad y volvió a fijarse en la hora. Se suponía que su hermano debería de haber llegado ya, pero allí estaba, sola, esperando.
Envidiando a alguien que no conocía en realidad sólo porque era obvio que su soledad iba a ser interrumpida de forma grata.

—¿A qué extremos estamos llegando? —le preguntó al fondo del vaso y se terminó su té de un trago antes de levantarse y recoger el arco que había dejado descansando sobre el banco.

Sin más, se fue.


————

Monsieur Glaçon no era alguien que gritase a menos que la ocasión lo ameritase, pero llamar a Starkrimson y verle levantar la cabeza y sonreírle como si no existiese nada mejor en la creación, merecía la pena.
Aunque esta vez esa sonrisa se vio empañada por la confusión. Stark se había levantado y su guitarra desapareció en el aire en jirones de píxeles.

Monsieur abrió los brazos y ladeó un poco la cabeza.

—¿Te gusta? —le preguntó, levantando una de sus cejas despeinadas.

Milo tuvo el impulso de peinarla, pero, maldita fuera, se había vuelto a poner las gafas.
Acabó por abrir los brazos, encogiendo los hombros y abriendo las manos, sin saber qué decir.
Monsieur se acercó con una sonrisita y le abrazó. Milo cerró sus brazos alrededor de su cuello y agarró un puñado de pelo rojo.

—No sé qué decir —acabó por confesar sin soltar a Monsieur—. Es bonito. E irónico.

Monsieur se separó, agarrándole de los hombros.

—¿Es porque soy un Elementalist de Hielo? —curioseó y Milo le apartó el flequillo para peinarle las cejas porque no se aguantaba más—. Déjalo, van a volver a despeinarse, son así.

Starkrimson se mordió el labio inferior, porque había estado apunto de preguntarle si sus cejas eran así en el exterior, pero eso iba en contra de sus reglas.

—¿Por qué rojo? —acabó por preguntar. Quería saberlo.

Monsieur tardó un poco en responder, frotando los brazos de Milo hasta llegar a sus manos, agarrándolas. Levantó las dos manos y se las llevó hasta los labios, besando los nudillos mientras le miraba a los ojos, antes de sonreírle de costado, aún con los dedos presionados contra su boca.
Ay, las cosas que le hacía esa sonrisa a Milo.

—Por cambiar, es más… cómodo.

Milo parpadeó, apretando las manos de Monsieur entre sus dedos. Hasta que cayó en cuenta, abriendo la boca y volviéndola a cerrar. Pero no pudo evitarlo.

—¡Eres pelirrojo! —dijo de repente—. Nunca me lo habría imaginado.

Starkrimson miró hacia la manta que cubría la terraza de la taberna donde había estado componiendo canciones en la última hora. Y luego de nuevo a Monsieur, que le sonreía con algo de vergüenza.

—Ahora me pregunto si tienes pecas… —musitó, aunque antes de que su pareja en el juego le reprendiera por su curiosidad, estiró el cuello para besarle.

El beso fue largo, aunque casto. Y los dos se separaron con una sonrisa estúpida pintada en sus caras.
Milo cambió su cara pronto, por un mohín inconforme.

—Ahora ya no vamos a juego… —se quejó, mordiéndose el labio inferior.

—¿No has pensado en cambiarte el color de pelo? —le preguntó Monsieur antes de inclinarse hasta susurrarle en el oído—. Apuesto a que te quedaría bien el rubio, mon chéri.

Y fueron las palabras las que le dejaron azorado, pero el aliento se lo quitaron los dientes de Monsieur cerrándose en su lóbulo.

—¿Qué te parece si te devoro mientras vas pensando si quieres cambiarte el color de pelo o no?

Milo tragó saliva y asintió tan rápidamente que luego se notó mareado.

—Muy bien, mon pomme —asintió Monsieur, soltando una de las manos de Milo para abrirle la otra y besarle en la palma—. Vayamos en busca de la intimidad.

Starkrimson se rió nervioso antes de mirar alrededor y suspirar enamorado. Aaah, y pensar que él era el bardo…
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on July 31, 2017, 03:14:54 PM
Y otro cambio de job. Tengo que arreglar el desastre que ha hecho photobucket con los avatares :/ pero el mes que viene lo dejo todo bonito :> promise.

Ikki/Neko, 05.
Segundo día de juego


————

Era tarde para cuando terminaron la quest de Soldier y Neko e Ikki estaban de pie, en medio de la plaza principal de Prorencia, ella bebiendo un batido y él una cerveza mientras dilucidaban qué hacer a continuación.

—Creo que… deberíamos buscar una posada. —terminó por decir Neko, echando un vistazo hacia su compañero de party.

Ikki suspiró, se temía ese momento.

—¿No son muy caras? —replicó Bennu—. Mejor hacemos acampada.

—Hay que comprar una tienda y buscar un sitio, es más caro ir de acampada. —rechistó Neko.

—Pues nos dormimos en un banco. —añadió Bennu, encogiéndose de hombros.

—A lo indigente —Neko le dio una palmada en la espalda—. Chico, tienes estilo ¿eh?

Ikki se volvió a encoger de hombros, aunque esta vez apoyó un brazo en el hombro de Neko, levantando esa mano en una floritura descuidada.

—¿Qué puedo decir? Soy un encanto.

La palmada que le dio Neko fue tan fuerte que le enderezó y Bennu acabó por chistar. La chica señaló a una de las posadas, con cara de no admitir un no como respuesta.

—Esa es la mejor que hay por aquí cerca, por lo que he podido averiguar. Vamos antes de que no queden habitaciones.

—¿Eso puede pasar? —preguntó Bennu, ladeando la cabeza mientras caminaba detrás de Neko, cerveza en mano.

—Ni idea, pero mejor no arriesgarse.

No tardaron en reservar una habitación y pedir algo de cenar, sentándose en el comedor medio vacío. La ambientación daba en el clavo y la mayoría de comensales estaban cansados después de un día largo, así que no había demasiado ruido.
Sentados ya en la mesa, la comida no tardó en llegar y se quedaron callados mientras se alimentaban.

—Este estofado… —dijo Neko, cuando ya había limpiado medio plato—. Está muy bueno.

Ikki asintió, con la boca llena.

—Ojalá tuviera la receta, a mi padre le gustaría.

Ikki volvió a asentir y luego empezó a masticar más lento, mirando a su compañera. Por un momento se preguntó qué edad tendría. Si vivía con su padre, cuál era su aspecto real…
Se pasó la lengua entre los dientes, limpiándolos de restos de carne mientras la miraba de arriba a abajo. No tenía caso preguntarse nada de eso, había venido al juego a evadirse, ¿no?
Bennu negó con la cabeza antes de meterse la cuchara cargada en la boca otra vez.

—¿Pasa algo? —le preguntó Neko, que se había dado cuenta de que la observaba—. ¿Tengo algo en la cara? ¿Los dientes?

Neko intentó limpiarse con una servilleta, pero no notaba nada.
Ikki ladeó la cabeza, mirándola con curiosidad.

—Tienes una miga. —le dijo, serio.

—¿Dónde? —preguntó Neko otra vez, intentando quitársela.

Ikki levantó el brazo, alargando la mano hasta tocar la frente de Neko y pasarle la palma entera por toda la cara, frotando hacia abajo.

—Pues no se va.

—Ay, ¡ey! ¿Dónde? —insistió la chica.

Ikki agarró su servilleta, aún con cara seria y empezó a frotarla contra la nariz de Neko.

—Nada, que no se va.

Neko abrió la boca. La cerró. Agarró la servilleta de Bennu y le pegó con ella, haciendo que Bennu se riera mientras intentaba recobrar la prenda perdida.

—¡Eso es mi nariz, idiota!

Acabaron la cena entre bromas y algún que otro pisotón y se levantaron casi al unísono, caminando en silencio hacia las habitaciones.

—Oye… —empezó Neko, rascándose la barbilla—. ¿Cuántas horas has pagado hoy?

—Dos —contestó Bennu—. ¿Y tú?

—Dos también, aún nos queda más de un día. —Neko estaba sonriendo, caminando casi a saltitos.

—Mañana… mañana podemos hacer tu quest. —ofreció Ikki.

—Esa es la idea.

Neko asintió, con la sonrisa un poco más pequeña, más cansada, justo antes de bostezar.

—Esa es la habitación. —señaló, sacando la llave.

Se turnaron para usar el baño y para cuando Ikki salió, duchado y con el conjunto más básico del juego equipado —un sencillo pantalón de tela fina que intentaba ser blanca hasta media espinilla—, Neko le esperaba sentada en la cama con la omnitool abierta.
Llevaba un camisón y parecía estar chateando con alguien.

Bennu se sentó en su cama, sin saber muy bien qué decir. Se frotó los muslos y al final decidió tumbarse en la cama, tapándose.

—Estoy hablando con Tanlaus —empezó a decir Neko—, le he dicho que mañana estaremos en Columbia y nos ha dado ánimos.

La omnitool de Neko desapareció y la chica empezó a meterse bajo las sábanas.
Segundos después, justo cuando el susurro de la tela terminó, cuando Bennu empezaba a cerrar los ojos para dormir, escuchó a Neko hablarle de nuevo.

—¿Cómo será dormir aquí?

—Ni idea —contestó Ikki—. Duérmete y averígualo.

—Eres un soso, Bennu.

—Buenas noches, Neko. —insistió Ikki, con el tono cansado.

Y cuando empezaba a dormirse la escuchó decir tras un bostezo:

—Buenas noches, pajarito.


————

—¿¡Qué quiere decir que no podemos subir a Columbia!? —vociferó Neko, con las manos en la cadera, mirando a la npc como si estuviese loca.

—Hay un bug ahora mismo en la ciudad y se recomienda a los jugadores esperar hasta que esté solucionado para visitarla. Lo sentimos mucho y rogamos que nos disculpen. —informó la npc con una sonrisa en los labios, sin perder la calma en ningún momento.

Neko empezó a dar vueltas sobre sí misma mientras la cola que se estaba formando detrás de ellos empezaba a estar cada vez más nutrida.

—¿Y si subimos de todas maneras? —preguntó.

—El riesgo a caer al vacío es del noventa y dos por ciento, hay un problema con la consistencia de los suelos. —contestó la npc, aún con su sonrisa complaciente.

—¡Pero tengo que hacer la quest de merchant! —gritó Neko, levantando los brazos.

Bennu tuvo que reprimir una risa y toser para disimularla.

—¡Oh! ¡No se preocupe por eso! —se emocionó la npc, dando una palmadita—. La quest de merchant se ha recolocado y por el momento se puede hacer en una ruta diferente, puede empezarla aquí mismo.

La npc señaló un stand un poco más allá, dentro del faro en el que se encontraban las sillas de ascensión, la manera “manual” de subir a Columbia.

—Menos mal —masculló Neko, agarrando a Bennu por la pechera para que la siguiese—. ¡Vamos!

—¡Ey! —se quejó Ikki, intentando desahacerse de ella.

Neko no tardó en informarse sobre todo lo que tenía que hacer y mientras tanto, Ikki se quedó mirando las paredes del edificio, curioseando las sillas.
Oyó un grito lejano y un ruido en el agua y se acercó a una ventana para ver qué estaba pasando. Dos personas más cayeron del cielo contra el agua y el sonido que anunciaba la muerte de un jugador resonó lejano entre las olas del mar.

—No mentían con lo del bug —murmuró Bennu, mirando hacia Neko—. ¿Has visto eso?

La chica estaba un poco blanca y tenía los ojos muy abiertos, acercándose a la ventana como si un monstruo fuese a salir por la ventana para comérsela. Después de curiosear y ver a otra persona caer de Columbia suspiró derrotada.

—Con las ganas que tenía de ver la ciudad flotante… —dijo con pesar en su voz.

—Ya habrán otras oportunidades —sentenció Ikki, poniendo una mano sobre la cabeza de Neko antes de darse la vuelta y cruzarse de brazos, empezando a caminar—. Vamos, novicia.

Neko gruñó y correteó detrás de él antes de empezar a parlotear, explicándole la primera parte de su quest.

Coger el portal hasta Eryut village había sido la parte sencilla.

—Quédate aquí si quieres —dijo Neko, señalando un bar con terraza—. Porque voy a estar dando vueltas un rato.

Y dejó unas monedas sobre la mesa, guiñándole un ojo antes de decirle que esa bebida corría de su cuenta.
Bennu no puso pegas y pasó el rato observando a la gente que iba a venía. Había pasado una media hora e Ikki estaba pensando en pedirse otra bebida cuando Neko apareció, quitándose el sudor de la frente con un brazo y dándole una palmada a Bennu con el hombro.

—Hay que ir a Two Rivers —anunció, dejándose caer sobre una silla antes de estirar los brazos sobre la mesa y plantar la cara allí—. Estoy muerta y aún tenemos que ir a Two Rivers.

Neko llamó a un camarero y pidió dos cafés fríos para llevar. Ikki ladeó la cabeza.

—¿Cuál es el problema? El portal está ahí al lado, nos lo podemos pagar.

Neko golpeó la mesa con las dos palmas a la vez y luego señaló a Bennu.

—¡Ese es el problema! No puedo ir en portales —explicó—. Me han asegurado que han bajado el nivel de los monstruos por esta quest y si vamos por el camino no deberían salir muchos. Pero tardaré medio siglo en completar la quest, porque después pueden mandarme a Ding Ding Dell o a Amatsu.

Ikki frunció el ceño.

—¿Cómo sabes tanto? —indagó.

—Oh, he estado viendo los rankings de merchants y he enviado mensajes a los que ya habían conseguido el job mientras hacía los recados.

Ikki se reclinó un poco en su asiento. Desde luego, a él no se le habría ocurrido, aunque era alérgico a la gente, así que no le extrañaría a nadie.

—Vale… ¿Entonces qué hacemos? ¿Vamos a pie?

—Es lo que han hecho los demás… —empezó Neko antes de arrugar la poca nariz que tenía.

Ikki sonrió sin querer al verla pensar. Casi podía escuchar los engranajes en su cabeza.

—Pero son todos unos idiotas. —citó Bennu, con la cabeza ladeada y una sonrisa de autosuficiencia creciendo en sus labios.

Neko parecía concentrada, hasta que empezó a sonreír, mirando a Bennu.

—Sí que lo son —y se levantó de repente, agarrando a Bennu de la cabeza para darle un beso en la coronilla—. ¡Lo son!

Y echó a correr, casi atropellando al camarero.

—¡Mis bebidas! Perdón, gracias —se disculpó antes de tomarlas y ofreció una a su compañero—. ¡Vamos, Bennu!

Después de tomar el café y seguirla casi al trote, contagiado por la energía de Neko, se animó a preguntar.

—¿Y cual es el gran plan?

—Lo vas a saber en cuanto le demos la vuelta a la esquina.

Ikki rodó los ojos y le dio un trago al café. Y dieron la vuelta a la esquina. Y lo vio.
El establo. Ikki parpadeó lento antes de verse arrastrado por la mano de Neko en su pechera por segunda vez en ese día.

—¿¡Chocobos!? —preguntó, incrédulo—. ¿No son muy caros?

—Para tí todo es caro. —se quejó Neko.

—¿Y tú eres la futura merchant?

Neko paró de golpe y se giró a mirar a Bennu con intensidad. Y luego explicó su punto con calma.

—Sí y cuanto antes me convierta en merchant antes tendré descuentos en tiendas, en establos, en alquileres de vehículos y antes recuperaré lo que invierta ahora. ¿Entiendes, pajarito?

Bennu la miró con la misma intensidad. Y frunció el ceño.

—Anoche también me llamaste pajarito.

—¿Eres Bennu, no? Eso es un pájaro, no es mi culpa —Neko se encogió de hombros e Ikki rodó los ojos.

—Es un ave legendaria, no un… pajarito. ¿Y si te llamo yo… gatito?

Ikki pensó en lo que acababa de decir y acabó por hacer una mueca de angustia, como si necesitase lavarle la boca después de decir algo tan tierno. Neko no cambió la cara, en cambio chocó su café contra el de Ikki y se dio la vuelta.

—¡No tenemos todo el día, vámonos! —aunque luego volvió a darse la vuelta para mirar a Ikki y caminar hacia atrás—.  Bueno, en realidad sí tenemos todo el día, pero me gustaría llegar a mi tercer destino antes de tener que irnos.

La sonrisa que le dedicó Neko esta vez era tan descarada que a Ikki le entraron ganas de reír, pero simplemente rodó los ojos, negando con la cabeza mientras luchaba contra la sonrisa que se empeñaba en estirar sus labios.

—Está bien, ¡está bien! —vociferó Ikki de vuelta antes de murmurar—. Chocobos…

Seguía sin tener muy claro qué pensar de todo aquel asunto, mientras se acercaban deprisa hacia el establo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on August 31, 2017, 12:11:52 PM
No he tenido tiempo para hacer lo de los avatares :_D Pero traigo capítulo. Llevo todo el mes escribiéndolo a ratitos, omá.

Ikki/Neko, 06.
Segundo día de juego


————

Ya estaban en el establo y para Bennu cualquier momento cercano era bueno para salir de ahí. No es que le dieran miedo los chocobos, simplemente nunca había montado en uno, aunque sí que tenía muy malos recuerdos del último vehículo que había conducido.

—Tómate tu tiempo, Bennu —dijo Neko, acariciando el pico de un chocobo con ojo crítico—. Elegir un buen chocobo es crucial. Necesita ser rápido.

Ikki se cruzó de brazos, claramente incómodo.

—¿Y tú te crees que esto es como examinar a un caballo antes de comprarlo? Son píxeles, por la madre del cordero.

Neko se dio la vuelta, dedo en alto, sacudiéndolo de un lado a otro.

—¿Y tú te crees que soy tonta? Estoy mirándoles los stats y el precio, comparando.

Ikki bufó y le dio la espalda, con los hombros crispados.

—Necesitamos chocobos rápidos, pero resistentes. No necesito que sean demasiado fuertes, no los quiero para batalla, los quiero para llegar rápido.

—¿Y si tú vas en chocobo y yo cojo el portal? —preguntó Ikki, mirando el techo de madera como si fuese fascinante.

El sonido de indignación de Neko se oyó en todo el establo.

—¿Me dejarías sola ante el peligro? —preguntó con tono juguetón—. ¿A mí, que te he ayudado ya tantas veces?

—No seas exagerada. —pidió Ikki, hundiendo la cabeza entre los hombros y rodando los ojos.

Neko cambió el peso de pie, ladeando la cadera y empezando a enumerar mientras iba tocándose los dedos de la mano izquierda con el índice de la derecha.

—Veamos, te aparté del punto de nacimiento para que no te arrollase nadie más.

—Te caíste encima de mí. —contrapuso Ikki.

—Y te ayudé con la quest de la party.

—Eso fue ayuda mutua. —contestó él.

—Si no fuera por mí habrías muerto en la primera dungeon.

—Bah, y tú también.

—Además de ayudarte a hacer amigos, acompañarte en tu quest de Soldier y asegurarme de que la completaras —añadió ella—. Eso son muchas cosas.

—Ninguna que te haya pedido. —dijo Ikki, dándose la vuelta para encararla y ladeando la cabeza, barbilla arriba.

—¿Perdona? Discrepo.

—Señores, ¿están aquí para alquilar chocobos? —preguntó el npc de turno, frotándose las manos enguantadas—. Permítanme mostrarles nuestra oferta de adopción: Apadrine un chocobo.

Y los dos se giraron lentamente a mirar al npc. Pasaron unos segundos de silencio donde se oyeron los gorjeos de los chocobos y el rascar de uñas contra el suelo.
Neko sonrió emocionada y con interés en los ojos.

—¡Por favor, ilumíname!

—Ay, por dios… —murmuró Ikki, llevándose la mano a la cara.

Estaba empezando a pensar que no saldrían nunca de ahí y eso que era ella la que tenía prisa.
El npc infló el pecho y empezó a enumerar las muchas ventajas que suponía apadrinar a un chocobo: Uso exclusivo, poder encontrarlo en cualquier establo, subida de nivel paulatina y mejores cuidados para el chocobo, que se traducían en un menor tiempo de recuperación.

—¿Y cuánto cuesta? —quiso saber la chica.

—Sígame a recepción, allí tenemos los precios de las ofertas.

Neko empezó a seguir al vendedor tan campante, pero se dio la vuelta para darle un golpe en el pecho a Ikki, mirándole con decisión.

—Espérame, no tardo. —y asintió con la cabeza antes de corretear para alcanzar al npc.

—Vaya idiotez… —murmuró Ikki, girándose y dando un par de pasos hacia atrás cuando vio que un chocobo rojo le miraba con mucho interés y muy de cerca—. Ah, mierda.

Y una cabeza emplumada apareció justo por encima de su hombro. El pico era grande y las plumas de un rojo desvaído.
Bennu se quedó muy quieto. El animal ladeó la cabeza. Y graznó.

—¡Ah, mierda! —gritó esta vez Ikki, apartándose de golpe y llevándose la mano enguantada al oído—. ¿¡Es que me quieres dejar sordo!?

Cuando se giró para ver al chocobo se dio cuenta de que tenía el plumaje mayoritariamente verde. El chocobo se estaba inflando, erizando las plumas hasta que se sacudió entero, aleteando un poco y graznando una vez más.

—Maldito pájaro.

El chocobo se puso de pie, todo lo alto que era y separó las plumas de la cola, moviendo el trasero para airearlas. Tenía plumas azules mezcladas con las suyas verdes allá abajo. Graznó otra vez y el rojo le contestó.

Ikki volvió a caminar hacia atrás, resbalándose y yéndose al suelo justo en el momento en el que escuchó a su compañera gritar desde la otra punta del establecimiento.

—¿¡Qué!? —vociferó Neko, alargando la sílaba demasiado—. ¡Eso es muy caro!

Y, para sorpresa de Ikki, que se estaba levantando rápido para que nadie le viera tirado en el suelo, sonaba más desilusionada que ofendida.
Pronto escuchó los pasos rápidos de la mechanic acercándose y para cuando ésta llegó, Ikki ya estaba de pie y se había sacudido la ropa.

—Es muy caro. —se quejó Neko, con una mueca de desilusión en su cara, aunque no tardó en animarse—. Pero todo se andará...

Y después de echarle un vistazo a Bennu de arriba a abajo, se puso una mano en la cintura y levantó una ceja, preguntando:

—¿Te ha pasado algo?

—¿A mí, qué me tiene que pasar? —contestó Ikki con autosuficiencia.

El chocobo verde se estiró y graznó de nuevo, bien alto. Ikki chistó y Neko se giró a mirar al pájaro.

—Hmn, este no lo había visto… —murmuró antes de acercarse con la mano abierta, sacando una verdura de la bolsa para ofrecérsela al chocobo.

El chocobo agachó la cabeza, manso, y empezó a comer mientras Neko le rascaba el cuello. Y gorjeó, obviamente feliz con el trato que estaba recibiendo.

—Pues tiene justo lo que estoy buscando. —sentenció Neko, mientras ojeaba los stats y el precio de alquiler.

—No, ¡no, no! Ese no. —vetó Bennu, moviendo los brazos en una clara negativa.

—¿Y a tí que más te da? Para ti voy a coger el azul y blanco que hay más al fondo.

—Que mejor me voy en portal. —insistió de nuevo el chico.

—Ni se te ocurra, soldado —chistó Neko, entrecerrando los ojos—. Ahora mismo voy a pagar por los dos chocobos, te vas a montar en el tuyo y vamos a llegar a Two Rivers antes de que se nos termine la sesión de hoy, ¿entendido?

No hizo falta contestar con palabras, el gruñido resignado de Bennu lo dijo todo.


————

—¿Estás segura de que es por aquí? —preguntó Bennu con la nariz arrugada, mirando al horizonte.

Tampoco es que pudiera ver mucho, el lugar estaba lleno de árboles. Árboles que pasaban demasiado rápido para su gusto, el maldito chocobo blanco y azul era rápido con ganas.
Ikki se estaba mareando. ¿Sería alguna especie de estado alterado o que su cuerpo real recordaba la sensación de ir en moto? Y el golpe… el golpe contra el suelo.

—Pues no —contestó Neko—, ¿te crees que he venido por aquí alguna vez? Pero según el mapa llevamos más de la mitad recorrido.

Ikki apretó los dientes y se agarró mejor al chocobo. Se concentró en la potencia de las patas debajo de él, en las sacudidas del cuerpo del pájaro cada vez que saltaba. En las diferencias que podía encontrar.

Neko echó un vistazo rápido hacia Bennu, extrañada por el silencio. Estaba empezando a preocuparse. Su compañero de party no era el chico más hablador del mundo, pero por el tiempo que había pasado con él, se le hacía extraño que no respondiese a una provocación como esa.
La mechanic empezó a frenar a su chocobo y Bennu hizo lo mismo al darse cuenta.

—¿Qué ocurre? —preguntó Ikki, intentando que su montura dejase de caminar de lado.

El chocobo sacudió la cabeza antes de aquietarse.

—Pues, ya llevamos la mitad del camino, podríamos descansar un poco —ofreció Neko, encogiéndose de hombros—. Tomar algo, disfrutar del paisaje.

Ikki frunció el ceño y el chocobo verde de cara roja de Neko graznó, gorjeando cuando Neko le rascó el cuello.
Neko no esperó respuesta, desmontó y empezó a guiar a su chocobo hacia lo que parecía un claro un poco más adelante.

—Vamos.

Ikki la imitó poco después y dejaron a los pájaros sueltos mientras sacaban unas pocas provisiones de sus respectivos inventarios.

El silencio se impuso, como un tercer miembro de la party, entre los dos y poco más se podía escuchar a parte de los ruidos propios de la selva.
Bennu miraba el suelo entre sus pies mientras Neko le lanzaba miradas furtivas, creyendo ver pequeños retazos de su alma.

Parecía disgustado por algo, pero eso era lo habitual en él. Aunque un tinte de tristeza se mezclaba entre sus facciones. Algo que Neko nunca le había visto. Enfadado, tozudo, ácido y amargo sí. Pero nunca triste.

Entre bocado y bocado, Neko dejó caer la rodilla, dando golpecitos con ella sobre el muslo de Bennu. Ikki le miró, dientes y lengua masticando mientras su ceja se levantaba, en un gesto entre la irritación y la curiosidad.

—¿Qué quieres? —preguntó después de tragar y darse cuenta de que Neko no iba a decir nada de inmediato.

—Nada —confesó Neko—. Sólo estaba pensando qué ruta seguir. No hemos estado siguiendo el camino y nos hemos desecho de todos los monstruos simplemente corriendo más que ellos.

—¿Y cuál es el problema? —quiso saber Ikki.

Neko chistó antes de bajar su sándwich para apoyar los codos encima de las piernas.

—No sé, se me hace extraño que sea tan fácil. No hay lagunas ni pantanos marcados en el mapa, pero ¿y si hay alguna pared escarpada o un punto de aparición de monstruos o algo así?

Ikki se recostó en el tronco del árbol que tenía detrás, bebiendo de su termo.

—Tú misma has dicho que han bajado el nivel de los monstruos de la zona por el bug en Columbia.

Neko giró la cabeza hacia un costado, mirando a todas partes menos a su compañero. Bennu frunció el ceño.

—No me habrás mentido.

—¡No, no! —aseguró con vehemencia, antes de rascarse la nuca—. Pero estamos lejos del camino, así que… no tengo claro si los monstruos de por aquí… han recibido esa reducción o no. ¡Pero este camino es más recto!

Ikki suspiró, dejando caer la cabeza hacia atrás mientras estiraba las piernas.

—¿Qué? —preguntó Anir, mirando como Ikki se llevaba una mano a la cara.

—Eres un caso, ¿lo sabías?

—Me lo suelen decir los hombres de mi vida —informó la chica.

Y los hombros de Ikki se sacudieron. Al principio era algo casi imperceptible y Neko le preguntó qué le pasaba, algo alarmada.

—¿Estás bien? ¿Qué te pasa? —preguntó Neko, preocupada, mientras empujaba el hombro de Bennu con una mano.

Ikki se dejó caer hacia el lado y empezó a reír.

Neko abrió la boca, la cerró. Frunció el ceño, se enfadó… y luego simplemente se rió con él, encogiéndose de hombros.

—Eres un capullo, Bennu. —le dijo, dándole una patada amistosa.

Ikki respondió agarrándola del tobillo y tirando de él. Y así, rodando por el suelo entre grititos y risas, con hojas y tierra empezando a ensuciarles, es como les encontró el chupacabras.
El gruñido que vino de entre los árboles les dejó helados y Bennu levantó la cabeza mientras Neko la giraba hacia los ojos rojos, brillantes entre la oscuridad.

—Mierda. —masculló ella mientras él se levantaba al grito de ‘¡Joder!’.

Ikki apenas había invocado su espada cuando la criatura salió de entre los árboles y Neko la escaneaba con la omnitool.

—Dime algo. —murmuró Ikki, después de lamerse los labios.

—Eh, tenemos un problema. —respondió Neko mientras el chupacabras empezaba a correr, fauces abiertas y saltaba hacia ellos.

Neko estaba calibrando las posibilidades, escudo de Ikki en mano cuando un graznido que provenía desde la otra punta del claro se oyó por encima de los gruñidos del chupacabras.
Ikki notó la sombra encima de él y cuando miró hacia arriba sólo pudo ver patas amarillas y plumas verdes.

El chocobo de Neko estaba saltando por encima de él, y aterrizó sobre el chupacabras tirándolo al suelo, con las alas desplegadas. Y lo único que pudieron hacer ellos dos fue mirar atónitos como la batalla comenzaba.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on September 30, 2017, 01:34:35 PM
Maldito photobucket.

Ikki/Neko, 07.
Segundo día de juego


————

Las pisadas del chocobo sonaban casi mudas sobre el camino de tierra. Neko se bamboleaba suavemente, con las riendas flojas entre sus dedos. Miraba el horizonte, cansada y Bennu tuvo que llamarla un par de veces para hacerse con su atención.

—Estoy distraída. —anunció Neko a modo de disculpa, mirando hacia su compañero de party.

—Estás agotada, estás perdiendo la concentración. —le corrigió Bennu, con el ceño fruncido, sentado bien recto sobre su chocobo.

Neko rodó los ojos, haciendo un esfuerzo por durar despierta unos minutos más.

—Perdone usted, señor. Verá, es que he tenido que usar todos mis puntos de habilidad de novata haciéndome pasar por muerta y curándome cuando podía.

Bennu soltó una cosa carcajada burlona antes de contestar.

—Ya te dije que hacer de cebo no era una buena idea. Aunque debo confesar que ha sido divertido verte correr por todo el claro, llamar al chupacabras y caerte muerta justo antes de que te alcanzara.

Neko echó la cabeza hacia atrás, gimiendo cansada.

—No me da el cráneo para rodar tanto los ojos —musitó antes de frotarse los párpados con el hueso de encima de la muñeca y luego habló más alto, mucho más segura de sí misma—. Bueno, la cuestión es que hemos salido con vida y los chocobos están bien.

Anir palmeó el cuello de su chocobo que trinó, contento por la atención.
Bennu tosió un poco y volvió a llamar a su compañera.

—¿Qué quieres, qué pasa? —preguntó esta vez.

—Acabamos de pasar un cartel que ponía “Two Rivers, un kilómetro”.

Neko levantó un poco más la cabeza, abriendo mucho los ojos antes de entrecerrarlos.

—¿¡Y no sabes decirlo antes!? —fue lo único que dijo antes de salir disparada, a la carrera.

Bennu chistó antes de negar con la cabeza. Pero se acabó riendo suavemente antes de seguir la estela de la novata.


————

Lo primero que había hecho Neko nada más llegar a una de las puertas de la ciudad fue buscar en el mapa el establo de chocobos más cercano.

—Te echaré de menos —aseguró, frotándole el cuello emplumado al chocobo verde y abrazándolo después—. Gracias por salvarme la vida.

Bennu se cruzó de brazos a su lado, levantando un ceja. Neko se separó del chocobo con una sonrisa y luego se fijó en la expresión recelosa que traía su compañero de party en ese momento.
Y Neko sonrió.

—¿Qué? ¿Tienes envidia, pajarito? ¿Tú también quieres un abrazo? —preguntó, acercándose con los brazos abiertos.

Ikki frunció más el ceño.

—No soy un pajarito, ellos son pajaritos. ¡No te acerques! —avisó, dando unos cuantos pasos vacilantes hacia atrás.

—Aw, ¿el pajarito me va a picar si le doy mimos? —preguntó Neko, con tono juguetón, aunque bajó los brazos y dejó de acercarse a Bennu—. Bueno, está bien. Tengo tiempo para entrenarte.

Y la chica se encogió de hombros antes de andar con pasos confiados hacia la salida.
Ikki gruñó un poco, miró al chocobo verde, que le graznó alto y claro, y gruñó un poco más antes de seguir a Neko.
Se le estaba haciendo una costumbre, esto de seguirla.

—¿Cómo que entrenarme? —preguntó, cuando llegó a su lado.

—No me hagas caso, estoy cansada. —dijo sin más, moviendo una mano en el aire para quitarle importancia a sus palabras.

Ikki volvió a gruñir, porque nunca dejaba ir una buena estrategia. Y Neko se rió entre dientes antes de darle una palmada en el hombro.

—No nos queda mucho tiempo. Será mejor que busquemos una posada.

No se fijaron mucho en la ciudad. Era de noche y los farolillos de colores llamaron la atención de Neko, que señaló hacia el establecimiento.

—Eso ha sido rápido. —admitió Bennu, apretando el paso.

Pidieron dos habitaciones individuales, con la suerte de conseguirlas una enfrente de la otra, y discutieron un poco más porque Neko quería pagarle la estancia a Bennu.

—¡Pero es mi quest!

—Te vas a quedar sin dinero y después tendré que prestarte. Y tú no te gastaste nada durante mi quest porque ya estábamos en Prorencia.

—Pues vaya futura prestamista estaré hecha si dejo que eso pase. —comentó Neko, parpadeando para intentar enfocar la visión.

—¿Es porque vas para merchant o te quieres hacer productora ahí afuera?

Neko se rió, tanto que le empezó a doler la cabeza.

—Paga tu parte esta vez, ya me has pagado en risas. —murmuró Neko, con los hombros aún sacudiéndose, mientras se secaba una lágrima con los nudillos.

Se giró para mirarle, sonriéndole. E Ikki notó el momento exacto en el que el cosquilleo empezó en su espalda, viajando hasta la nuca, erizándole el vello.
Notó el sonrojo subir y tomar control de sus mejillas y se apresuró a terminar la transacción con el npc que regentaba el local, por tener algo que hacer mientras intentaba disimularlo.

Neko se agarró de la camisa de Bennu mientras caminaban hacia sus habitaciones, argumentando que estaba demasiado dormida como para ver por donde pisaba y sacó la llave de su cuarto a regañadientes.

—Buenas noches, Bennu. —deseó Neko con una sonrisa, antes de bostezar y girar la llave en la cerradura.

Bennu apretó los labios.

—Ikki.

Neko parpadeó, sorprendida. Aunque el más sorprendido era él. Encaró de nuevo al soldier y ladeó la cabeza antes de decir.

—Anir.

—Anir. —repitió Ikki, asintiendo, grabando el nombre en su memoria.

Notó la mano en su codo y levantó la cabeza justo cuando Anir chocó sus labios contra la mandíbula perfectamente afeitada de Ikki.

—Buenas noches, Ikki. —dijo esta vez, con la voz más grave, más soñolienta y privada.

Y se apartó sonriéndole aún, cerrando la puerta despacio, mirando hacia él una última vez antes de que se pudiese oír el clic del pestillo colocándose en su sitio.

El mundo estaba en silencio en ese momento, pero el interior de Ikki rugía. Y se quedó ahí, mirando la puerta por cinco largos segundos antes de tomar aire y dirigirse hacia su propia puerta, abriendo con prisas y cerrando con fuerza antes de empezar a dar vueltas como un león enjaulado.

—No debería de haber hecho eso.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on November 30, 2017, 07:11:20 PM
Maldito photobucket versión 2.

Tanlaus/Cloud, 01.
En la Beta


————

Tanlaus tenía la piel clara, el pelo negro y los ojos verdes. Sus colmillos se clavaban en la pajita del bubble-tea que se estaba tomando, mientras miraba con desgana al gentío que le rodeaba.
Estaba en la plaza de una de las nuevas ciudades que habían añadido al juego. Aún estaba en sus primeras fases, pero ya tenía mucho contenido y la cantidad de testers había subido bastante. ¡Mira, hasta había gente que no conocía!

Tanlaus suspiró y dejó el bubble-tea a un lado para entrompar los labios y entrecerrar aún más los ojos.
Era una tarde aburrida y no le apetecía mucho estar conectado sólo para pasar calor. Se levantó y empezó a pasear por el mercado, en busca de algún bug. Estaba mirando unas cortinas con estampados exóticos cuando escuchó a dos chiquillas cotillear al otro lado de las telas.

—¿Has oído lo que dicen? —empezó una, bajando la voz.

—Pues si no me lo dices… —contestó la segunda, que recibió una palmada para que no hablase tan alto.

Lo único que estaban haciendo con su comportamiento sospechoso era interesar más a Tanlaus.

—Hay… hay dos que han podido tener sexo.

Tanlaus levantó las cejas, la segunda chica dio un gritito antes de reírse.

—¿Qué dices? Ya probamos la semana pasada y no se podía.

El silencio se condensó en el aire y Tanlaus intentó echar un vistazo a las chicas discretamente.
Una de ellas estaba de puntillas, diciéndole algo a la otra al oído, que se apartó de repente.

—¿¡En serio!?

—¡Pero no grites! —exclamó sonrojada antes de darse cuenta de que alguien les observaba.

Tanlaus les sonrió y la más bajita agarró a su amiga y se la llevó a rastras refunfuñando. Mientras, él, se dio golpecitos con dos dedos en la barbilla y sonrió interesado.

—Vaya, vaya… que interesante.


————

Cloud estaba mirando el fondo de su vaso y suspiró al darse cuenta de que estaba vacío. Era la primera vez en su vida que se sentía borracho. Era raro… Sólo esperaba que después no continuara esto con una resaca de aupa.
Se intentó levantar, pero perdió pie y no se fue al suelo porque alguien le agarró del brazo.

—¡Ey! Cuidado ahí…

Cloud se giró rápido, y no se dio cuenta del error del cálculo porque estaba lo suficientemente borracho como para no notar algo más de mareo añadido.

—Ey… —sonrió al recién llegado.

Levantó una mano y le apartó un mechón de la cara. Era negro, como el pelo de Zack, aunque los ojos brillantes que le observaban con preocupación eran de un verde intenso, no azules.

—Tú no eres Zack.

—No, no soy Zack. ¿Zack es tu amigo, estáis en la misma party? ¿Cuál es su nick, quieres que le avise?

Cloud parpadeó, confundido por tantos sonidos… palabras, eran palabras. De alguna manera su comprensión llegó tarde, pero certera.

—No, Zack no juega. No está… Estoy borracho pero hablo bien, es raro.

El desconocido sonrió e intentó sentarlo en la mesa en el taburete que había estado usando hasta ahora.

—Mira, puedes reportar eso para que lo mejoren.

Cloud miraba al infinito que eran los ojos verdes de esta persona.

—No sé tu nombre. Yo soy MECHANIC07. ¿Y tú?

—Night Fury, pero me puedes Tan. ¿Juegas con alguien?

Cloud negó con la cabeza y luego levantó la mano para tocarle la mejilla, justo donde Zack tenía una cicatriz. No, no era él, pero se parecían… ¿podría ser que sí que hubiese entrado a probar el juego al final?
Pero decía que era peligroso y Cloud estaba jugando a escondidas de su mejor amigo.

—Eres muy guapo. Y no, juego solo —contestó por fin Cloud—. Nunca he estado borracho. He bebido. Mucho, más que aquí, pero no me emborracho.

Tan miró hacia un lado antes de rascarse la barbilla y acabó por sacar algo de su inventario.

—Anda, bébete esto. —le indicó, dándole una botellita que Cloud aún no había visto en sus pocos días de juego.

—¿Me quieres emborrachar más?

Tan se rió, tanto que se dio una palmada en la rodilla y casi se cayó del taburete donde se había sentado.

—No, ¡no! Es una poción para quitar estados alterados, te quitará la borrachera y cualquier efecto adverso que tengas. También se carga los buffs, pero no creo que los necesites ahora mismo.

Cloud asintió, pero como era un desconfiado por naturaleza escaneó la poción para ver que era exactamente lo que le estaban diciendo. Y se la tomó de un trago.
Una gotita de líquido azul se le escurrió del labio y antes de que pudiese limpiárselo, Night Fury se lo quitó con el pulgar, agarrándole de la barbilla.

—Tú también eres muy guapo. —le dijo antes de sonreír coqueto.

El efecto de la borrachera se le bajó de golpe y Cloud se puso blanco para ponerse rojo después, tartamudeando antes de tomar el control de sus ruidos de nuevo.

—No he dicho eso… —murmuró.

Tan le soltó la barbilla y se rió un poco más, pidiendo un trago al camarero, que no tardó en ponérselo.

—Bienvenido al mundo de los sobrios.

Cloud miró la bebida de su nuevo conocido antes de responder.

—Parece que no quieras quedarte mucho tiempo entre nosotros.

Tan se encogió de hombros y luego le dijo:

—Es sin alcohol.

Pidió otra para Cloud y se quedaron un rato hablando. Un largo y muy interesante rato.


————

Tanlaus había dejado el flirteo en algunas frases sugerentes aquí y allá, además, era divertido ver como MECHANIC07 se sonrojaba antes de meterse algo en la boca para no tener que responder mientras miraba hacia cualquier otro lado.
Tanlaus suspiró y el chico ladeó la cabeza, levantando una ceja.

—No sé si coger una habitación y quedarme un rato más o si dejarlo por hoy. ¿Qué vas a hacer tú?

El chico pareció pensárselo, pero al final acabó por contestar.

—Llevo casi un día aquí dentro… creo que me quedaré otro más antes de irme.

Tanlaus asintió y se levantó del taburete.

—Entonces me quedaré otro día más —dijo decidido, mirando hacia delante antes de girarse para sonreírle a su nuevo amigo—. ¿Quieres que juguemos juntos?

—Uh… —dijo MECHANIC07, pareciendo algo cohibido, pero terminó por levantarse y tartamudear que estaría bien.

Así que Tanlaus pagó las bebidas de los dos y pastoreó al otro chico hasta la recepción de la taberna.


————

—¡Eso es muy caro! —se quejó Cloud, gruñéndole al npc para que les bajase el precio de las habitaciones.

Tanlaus se echó a reír, era gracioso ver lo agresivo que se estaba poniendo Cloud ahora, cuando antes no le salían las palabras sólo por un coqueteo ligero.
Le dejó las negociaciones mientras él pegaba la nariz a una pecera que habían puesto en la pared. Oh, peces de colores… ¿A quién se le ocurría poner esas cosas allí? Con lo que entretenían.

Un carraspeo a su espalda le llamó la atención, pero no dejó de mirar a los peces hasta que algo sonó tintineante a un costado de su cabeza.

—¡Llaves! —gritó Tanlaus intentando cogerlas, pero Cloud apartó el brazo demasiado deprisa.

Estaba algo sonrojado, pero Tanlaus lo atribuyó a la riña.

—Vamos.

No tardaron mucho en estar en el pasillo y Tanlaus miraba las puertas, sin saber cual era la suya. Cloud abrió una habitación, pero Tanlaus se quedó fuera, balanceándose sobre sus pies, con las manos en los bolsillos y una sonrisa felina en los labios.

—Bueno, ¿y dónde duermo yo?

Cloud seguía sonrojado, con el ceño fruncido y lo miraba fijamente.
Tanlaus dejó de balancearse y ladeó la cabeza, esperando. Al final, Cloud suspiró y le agarró de la pechera de la camisa con un puño, metiéndolo a la fuerza en la habitación.

—Me había dado la impresión de que querías compartir cuarto.

Tanlaus parpadeó confundido en un principio, pero luego sonrió y cerró la puerta con el pie. Dio un vistazo rápido. Cloud seguía agarrándole de la camisa, cada vez más sonrojado.
Y Tanlaus le miró pillo.

—¿También te había dado la impresión de que quería compartir cama? —le preguntó.

Cloud notó el calor en la nariz, pero bufó y tiró de Tan hasta tenerlo a menos de cinco centímetros de su cara.

—Podría decirse.

La frase era descarada, pero el tono no era tan seguro como le habría gustado. Tanlaus se rió bajito, pero aún así lo besó. Por el puño tembloroso, por la terquedad en sus ojos y porque se había fijado en aquellos labios desde que lo había visto borracho bebiendo en el bar.
Cloud se tuvo que poner de puntillas para apretar sus labios contra los de Tanlaus, que acabó agarrándolo de la nuca, enredando sus dedos con la coleta rubia del mecánico. Coud se agarró de su cintura y le acabó apretando la cadera con los pulgares mientras el beso pasaba de inocente a lujurioso.

Tanlaus se lamió los labios al separarse un poco y soltó la coleta de Cloud de su amarre, sonriendo sobre la boca húmeda del rubio.

—Esta mañana he oído una cosa muy interesante —le dijo antes de besarle la mejilla y después el pómulo, llegando hasta el oído—. Según dicen han implementado orgasmos.

El cuerpo de Cloud tembló a su lado y le escuchó tomar aire.

—¿A que antes no se podía…?

Tanlaus se separó de golpe, mirándole a la cara.

—¿No lo sabías?

Y Cloud se encogió de hombros, diciéndole que apenas era su tercer día de juego. Tanlaus se rió un poco más y le besó la frente.

—Por favor, dime como te llamas.

—… Cloud. —acabó contestando.

Y Cloud pensó que todo terminaba ahí, así que suspiró y empezó a darse la vuelta, yéndose cabizbajo hacia la cama. La mano que agarró la suya le sorprendió de verdad. Y el cuerpo de Tanlaus detrás de él, abrazándole por la espalda, le pareció lo más real que había sentido en mucho tiempo.

—Tanlaus —le dijo, con la barbilla apoyada encima de su cabeza y las manos recorriendo sus pectorales, traviesas—. Ahora ya sabes lo que tienes que gritar en la cama.

Cloud se atragantó con la saliva y ahora fue él quien terminó a carcajadas mientras Tanlaus le quitaba los tirantes y le desabrochaba el pantalón con mucho atino.

—Eres de lo que no hay ¿verdad?

—Rompieron el molde, exacto.

Cloud se dio la vuelta como pudo y se agarró del cuello de Tanlaus.

—Tendrían miedo de que explotase el mundo.

Tanlaus le empujó hasta sentarlo en la cama y se arrodilló para empezar a quitarle las botas, estirando del peto vaquero para lanzarlo por ahí.
Cloud le sonreía desde el colchón. Su pelo rubio le tapaba un ojo y abrió las piernas con descaro, aún vestido con la ropa interior y una camiseta sin mangas holgada, blanca, con manchas de grasa.
Estaba hecho todo un mecánico clásico.

—Por eso me metieron aquí. —contestó Tanlaus, dándole un mordisquito en la rodilla antes de besarla, dejando un reguero de besos hasta el ombligo.

Cloud se había abierto más de piernas, haciéndole sitio, y se dejó caer al colchón cuando Tanlaus empezó a besarle, agarrándole de nuevo del cuello para llevárselo con él.
Las manos de Tanlaus le acariciaban los costados de los muslos y si mientras le besaba intensamente Cloud estaba pensando en ojos azules en vez de verdes, nadie podía echárselo en cara más que él mismo.

Tanlaus le estaba besando la mandíbula y ahora bajaba por el cuello, cuando de repente levantó la cabeza, apoyándose en el colchón.

—Hostia, no te he preguntado qué prefieres. ¿Arriba o abajo?

Cloud lo miró serio.

—Cómo si es de lado.

Tanlaus rodó los ojos y le sacó la lengua. Empezó a empujar a Cloud para que se metiera dentro de la cama y se incorporó lo suficiente como para quitarse el pantalón y el calzado.

—No, quiero decir…

—Sé que quieres decir —le cortó Cloud—. Mi respuesta sigue siendo la misma.

Tanlaus se dio unos segundos para ver a Cloud, para verdaderamente verlo. Tumbado en la cama, con los brazos por encima de la cabeza y la sonrisa perezosa.
Podía ver la línea llena de su pene apretado contra el calzoncillo y los músculos de sus abdominales tensos.

Sonrió, lamiéndose los dientes esta vez.

Oh, sí, no le importaría de lado.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on February 28, 2018, 07:57:34 PM
Milo estaba mirando la pared de enfrente. Tenía una cerveza en la mano y un camarero que estaba fregando un vaso con un trapo desde hacía unos cinco minutos. El mismo vaso.
El camarero le sonreía de una manera que no podía ser real, pero bueno… suponía que aún tenían muchas cosas que mejorar dentro de ese juego.

De momento, su cuerpo parecía bastante realista y no había tardado en acostumbrarse al pelo largo. Hacía tiempo que no lo llevaba así, pero le quitaba demasiado tiempo por las mañanas. Ja.
Lo bueno del juego es que aquello rizos perfectos no necesitaban mantenimiento.

Volvió a mira a su cerveza y le pareció que sus ojos hacían zoom en la jarra y que el color del líquido se hacía más y más brillante.
Levantó la jarra, pensando si tendría buen sabor, si la espuma se quedaría prendada en sus labios y si, como decían, daba un estado de embriaguez parecido al real.

¿Sería verdad? ¿En serio?

Justo estaba rozando los labios con la jarra cuando alguien se sentó de golpe a su lado y pidió a voces una cerveza. Milo casi se ahogó si haber probado nada.

El desconocido se giró a mirarle y levantó una ceja, curioso.

—¿Ya lo has probado? — preguntó, curioso.

—Pues no imbécil, casi me das un paro cardíaco —espetó Milo, con una mano sobre el corazón y la otra bien agarrada a su jarra, aunque no pudo evitar preguntar de, vuelta—: ¿Y tú?

El desconocido apoyó un codo en la mesa y la mejilla en el puño para mirarle con una sonrisa ladina y una ceja levantada.

—No, idiota, a eso venía — le contestó.

Milo se echó un poco hacia atrás.

—¿Y ese insulto gratuito?

—Por el que tú me has dado.

—Ya, pero el mío es porque me has metido un susto de campeonato.

La cerveza fue servida y ahora estaban los dos en la barra, mirando sus bebidas y echándose miraditas el uno al otro.

—¿Cómo te llamas? — preguntó el tipo.

—Milo, ¿y tú?

—Ese no es tu nick — apuntó, moviendo la jarra para ver como la cerveza se balanceaba dentro —. Yo soy Kanon.

Otros diez segundos más de silencio y luego Milo soltó:

—¿A la de tres?

—Venga.

Y a la de tres bebieron, mirándose para ver cuando paraba el otro. Acabaron por meterse entre pecho y espalda toda la jarra de un trago. Y la levantaron para pedir otra.
¡Estaba buena!

Unas horas después, cuando salían de detrás de una cortina arreglándose la ropa decidieron que nunca le iban a contar a nadie cómo se habían conocido.
Ese podía ser un secreto entre ellos dos.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on April 30, 2018, 05:34:51 PM
Simbad siempre había sido un pillo desde bien pequeño. No es que fuese un mentiroso, pero sabía como retorcer la verdad; tenía los pies rápidos y las manos ágiles.
Pero sobre todo… sabía como hacer amigos. Eso de mantenerlos ya no se le daba tan bien, pero no sería por no intentarlo.

Así que, cuando entró a ese juego del que tanto hablaba la gente no pudo más que elegir ladrón como su profesión profesional. Vale, esa broma no había sido muy buena ¡pero seguro que había más gente con su sentido del humor por ahí! Escondidos por el mundo…
Gente incomprendida con la necesidad de un líder, de alguien que ondease la bandera bajo la que llamarse grupo. ¡Una casta por descubrir!

Su Guild, su primera Guild, se llamaba “El club de la comedia” y se pasaba los días sonriendo de forma encantadora mientras flirteaba por aquí y por allá, robando a los despistados y tratando de encontrar a esa gente… esas personas desamparadas sin una guild que llamar hogar.

Había sido duro, todo fuese dicho. Y aunque la mayoría de sus amigos creían que Simbad era un tipo sin cerebro que sólo sabía hablar, sus más allegados sabían lo mucho que escuchaba cuando no estaba parloteando. O incluso cuando parloteaba.
Cuando se enteraba de alguien con un sentido del humor singular, lo buscaba. Lo buscaba hasta encontrarle, ¡le daba caza!

Y así era como había llegado hasta Rabanastre, en busca de un tal Sandfreak. Ya sólo el nombre era prometedor.
Y, sí amigos, así era como había acabado delante de aquel portento de mujer, que le miraba con los ojos entrecerrados y casi, casi, una expresión de disgusto en el que era un bello rostro. Hermosa faz que...

—¿Uh? —preguntó Simbad cuando se vio levantado de repente.

Tenía un dedo en alto, los pies no le llegaban al suelo y la chica seguía llevándolo en alto hasta dejarlo en la otra esquina.

—No —fue su única explicación.

—¡Pero, señorita! —Llamó, siguiéndola. Eran casi igual de altos —. Ni siquiera te he explicado porqué estoy aquí.

—¡Buscas a Sandfreak! —dijo ella antes de darse la vuelta y encararle, quedándose casi nariz con nariz. Y gruñó —: No está disponible. Y menos para calaña como tú.

A Simbad le pasaron dos cosas muy curiosas en ese momento. Se le erizó el vello de la nuca y tuvo una reacción que no sabía que se podía tener en el juego.
Miró hacia sus pantalones y luego hacia la espalda de la berserker, que seguía caminando hacia la puerta de la Guild donde le habían dicho que encontraría a aquel jugador al que aún ni conocía.

El pelo de la mujer se balanceaba violentamente a su espalda y sus hombros desnudos parecían crispados, como sus manos apretadas en puños que probablemente serían demoledores.

Simbad dio un paso hacia un lado, apoyándose en una pared y suspirando. Sonrió de medio lado y se preguntó qué pasaría si intentase ligar con ella.
Valdría la pena intentarlo, aunque probablemente acabaría en su punto de Respawn, pero en la vida a veces había que arriesgarse. ¡Y Simbad era un experto en riesgo!

Así que se arriesgó… Vaya si se arriesgó.

Más tarde, en una taberna en Mos Eisley, cuando alguien le preguntó que le había pasado en el ojo, Simbad respondió:

—No sabía que algunas heridas podían volver contigo después de la muerte.

Kanon le miró con cara rara, mordisqueando el palillo con el que estaba pinchando su comida entre los dientes.

—¿Qué, un berserker? Hay algunos golpes que provocan estados alterados que se quedan un par de horas ahí, aunque mueras —informó, echándose hacia atrás y sonriendo con algo de malicia —. ¿A quién le has estado tocando las narices?

—¡Las narices! ¡Já! —respondió Simbad, levantando las manos y haciendo como que agarraba repetidas veces algo grande y redondo —. Si me hubiera dejado le habría tocado otra cosa. Vaya pechotes.

Kanon le dio un codazo, rodando los ojos y esperando por más información.

—Era una berserker, una tía grandullona, en Rabanastre —empezó a explicar, aunque Kanon le interrumpió poniéndole la mano en un hombro —. ¿Qué?

Simbad le miró extrañado, Kanon no solía poner una cara tan seria si no tenía un buen motivo.

—Con el pelo oscuro, así como con reflejos violeta.

Simbad asintió.

—Cara bonita de mala leche, ¿cicatrices por todas partes?

—Sí, tío, toda una diosa guerrera.

Kanon entrecerró los ojos y después suspiró derrotado.

—Chaval, de todas las pavas que hay en Rabanastre… tenías que ir a meterte con la única que te puede dar una paliza y dejarte arrepentido durante el resto de la sesión de juego. Eso no se va aunque salgas y entres del juego. —le advirtió, riéndose de la mala suerte de su amigo.

Simbad dejó caer la cabeza con un gemido de dolor sobre sus brazos, que estaban cruzados sobre la mesa de la taberna. El puto golpe dolía.
Luego, después de pensarlo un poco, levantó la cabeza, mirando a Kanon con cara de sospecha.

—¿Y tú cómo sabes eso?

Nunca había visto a Kanon salir tan rápido, ni cuando le perseguía un boss.

—¡Eh! ¡Vuelve aquí, cabrón, cuéntamelo! ¡Quiero saber tus desgracias!
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on October 31, 2018, 11:39:57 AM
En algún momento, en la beta...



A Milo le gustaba mucho el juego. Pero mucho, mucho. Tanto, que después de haber jugado un par de días a la beta, había donado dinero.
¿Qué cómo había llegado a acceder a la beta? ¡Su novio! Él le había mandado una invitación y ahora mismo estaba esperándole en una taberna de la mala muerte, en una ciudad en el desierto que había cambiado tres veces de nombre en la semana que llevaba jugando.

Las notas del piano amenizaban el ambiente y Milo se mecía suavemente mientras tocaba con los ojos cerrados, tarareando la canción que estaba tocando. Aún era arquera, pero estaba deseando convertirse en bardo. ¡Y ya no le quedaba mucho para poder hacer la quest!
Ah… qué ganas tenía.




—¿¡Qué!? Tienes que estar de coña. —vociferó Milo, golpeando la mesa con los dos puños.

—No, no lo estoy Manzanita.

Milo chirrió los dientes mientras la npc le sonreía satisfecho.

—¿Necesita algo más, Manzanita? —continuó la npc, ladeando la cabeza y haciendo que su coleta alta se balanceara de un lado a otro.

—Sí, ¡qué pongan la opción de bardo para mujeres! ¿¡Por qué no puedo ser bardo!? ¡Quiero ser bardo!

—¡Oh! —dijo la npc, levantando un dedito, como si se le hubiese ocurrido algo en ese mismo momento. Milo podía jurar que hasta había visto una bombillita encendiéndose encima de su cabeza—. ¡Sí que puede ser bardo!

—¡Aquí me dice que no!

—Siempre puede cambiar el sexo de su avatar. —informó la npc sonriente.

—¡Pero yo quiero ser mujer!

—Error de incompatibilidad.

Milo rodó los ojos, gimiendo.

—Qué coño de error, ni que mierdas… como si no hubiesen existido bardos mujeres en la historia…

—¡Pero puede optar a dancer! —dijo la npc, volviendo a levantar aquel dedito.

Sí, mira, ahí estaba la bombilla.

—¡Yo quiero ser un bardo!

—Cámbiese de sexo.

—¡Con tetas! —insistió Milo, agarrándoselas para darle más énfasis a sus palabras.

La npc parecía haberse quedado muda, pero por su cara risueña Milo diría que en realidad estaba buscando una respuesta en su base de datos.

—Puede crear un avatar masculino con sobrepeso y poca musculación. ¿Eso contaría como tetas? —preguntó, ladeando la cabeza y llevándose un dedo a la barbilla.

Esta vez le flotó un interrogante.

Milo dejó pasar unos cinco segundos antes de explotar.

—¡No!

La npc pareció decepcionada y luego procedió a hacer algo que no le había visto hacer a aquella npc desde que iba a informarse a su puesto. Le puso ojitos. ¡Hasta jugaba con su ropa tímidamente!

—¿Seguro que no quiere cambiar de sexo a su avatar?

Milo dejó caer la cabeza contra la mesa, casi doblándose por la mitad para lograrlo.

—Bueno, está bien… ¿y cómo se hace eso?

—Sólo tiene que ir a cualquier punto de información y pedir una renovación de personaje. ¡A veces un reset completo es lo mejor para descubrir otros aspectos del juego! —informó la npc moviendo el puño con alegría.

—¿Un qué?




Milo suspiró por tercera vez, con su cerveza entre las manos. El juego no era tan realista (aún) y a Milo le gustaba poder disfrutar del frío de la cerveza entre sus dedos sin que la bebida se calentase por ello.
Suspiró un poco más fuerte, aunque aquello casi podría haberse catalogado como un gemido.

—¿Qué te pasa? —preguntó su novio, que había estado comiendo cacahuetes y hablando de la liguilla de fútbol a la que estaba apuntado, allá afuera, en la vida real.

—¡Pues verás! —empezó Milo, mucho más atenta a la conversación que hasta hacía diez segundos—. ¿Te puedes creer que la opción para bardos sólo está para hombres? Bueno, para avatares hombre… ¿¡Cómo es eso posible!? ¡Me indigna! Es como si las mujeres no pudiéra-

—Pues hazte dancer, ya ves tú —dijo su novio, encogiéndose de hombros antes de sonreír de oreja a oreja—. Además, los modelitos seguro que te quedan muy bien…

Milo rodó los ojos.

—¿En serio? Yo aquí con una crisis existencial y tú…

—Yo te recuerdo tus opciones —insitió él, señalándola con una alita de pollo antes de comérsela—. Hmn, aún no aciertan con el sabor de la salsa barbacoa.

Milo miró su cerveza, pensando que eso sí que eran calorías vacías.

—Podría comerme un pastel entero aquí dentro y no pasar nada. —murmuró Manzanita.

—Mira que bien, así no engordas fuera. ¿Quién sabe? Igual hasta te quita el mono.

—¿A tí qué te pasa? Hoy estás imbécil. —advirtió Milo antes de tirarle un cacahuete.

Un punto de daño le flotó por encima.

—¡Anda, eso es nuevo! —se rió la chica—. Pero es que quiero ser bardo… es lo que me gusta.

—Ya tocas cosas fuera, no sé qué obsesión tienes con la música. Y no puedes.

Milo entrecerró los ojos, arrugando la nariz.

—En realidad, sí que puedo. —contestó, mirando hacia el bardo que estaba ocupando el escenario en ese momento.

Pasaron un par de minutos antes de que a su novio se le ocurriese el cómo. Y cuando lo hizo la señaló, escandalizado.

—¡Si te vas a poner rabo ya no juego contigo!




—Hola, cariño… —saludó Milo, apoyando el codo en la mesa.

La npc sonrió, preguntándole en qué podía ayudarle.

—¿Cómo iba eso de la renovación de personajes? El reset. —preguntó, parpadeando mucho más de lo necesario.

La npc infló el pecho antes de empezar a explicar, toda motivada. ¡Era su primer cambio de avatar!

—¡Pues verá!
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on October 31, 2018, 05:26:53 PM
Sin iconos porque esto no estaba planeado :v Pero uno no simplemente le dice a Cloud Fucking Fight Me Strife 'oye, que en mi fic no sales'. Eso no pasa.




~+0.44~


—¿Y bien? —preguntó Zack mientras daba vueltas girando sobre sí mismo con los brazos levantados.

Cloud levantó una ceja, reclinándose en su silla mientras juzgaba la nueva vestimenta del otro chico.

—¿Es por el azul que resalta tus ojos, o…? —preguntó Cloud, porque aún no sabía que pretendía su amigo enseñándole el modelito.

—¡No, tonto! —se quejó Zack, rodando los ojos antes de sentarse a su lado en el banco.— Este equipo es exclusivo de Knight.

Y después de unos segundos de silencio el moreno sonrió, subiendo y bajando las cejas varias veces, como esperando algo. Cloud rodó los ojos otra vez, porque nunca estaba de más con su amigo.

—¿Ya eres Knight? Pero si llevas nada jugando… ¿No te estás enganchando mucho?

Zack se encogió de hombros, pero no dejó de sonreír.

—Tal vez, pero me mola mucho. ¡Mucho!

Cloud le palmeó la espalda.

—Te vas a viciar tanto que luego te cansarás y no querrás entrar para cuando salga el juego oficial. —aventuró Cloud tocándose un mechón rubio y rebelde; conocía demasiado bien a Zack como para no verlo venir desde la distancia.

—Tal… ¿vez? —repitió éste, ahora con duda en la voz.

Se estaba rascando el cogote. A Cloud le gustaba cuando le veía rascarse el cogote, ponía esa cara de gustirrinín que siempre le hacía sonreír.

—Estoy pensando en comprarme esta espada… —empezó a decir mientras invocaba la omnitool para enseñarle a Cloud el catálogo de novedades.— ¡La Buster! ¿A que es guapa? Mira esos stats.

—Hmn…

Cloud empezó a fijarse en las características y decidió que le estaba gustando lo que veía.

—Su nivel de opciones de refinado es alto, puede valer la pena, sobre todo si te la refina un mechanic con mucha suerte.

Zack hizo desaparecer la omnitool antes de volver a encogerse de hombros.

—Menos mal que sabes de esas cosas, porque yo la verdad ni idea. —dijo todo alegre.

Esta vez Cloud, en vez de rodar los ojos, se rió con suavidad.

—No puedo esperarme a ser Paladín. —dijo Zack, levantándose y ofreciéndole la mano al rubio de inmediato.

Cloud la agarró, dejando que su amigo lo levantase de un tirón.

—¿A la taza?

—¡Ey! —se quejó Zack antes de estirar de la despeluchada coletilla rubia del menor y ganarse un guantazo como represalia.

Después de empujarse un par de veces, Zack rodeó los hombros de Cloud con un brazo y empezó a caminar con él.

—Me gusta mucho este job, la verdad. Creo que es el mejor.

Cloud miró de reojo a Zack, desde abajo, y se maravilló cuando notó que su olor en el juego se parecía al de la vida real.

—Sí… tal vez algún día lo pruebe.

 
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on December 31, 2018, 05:52:46 PM
RÁPIDO QUE NOS DAN LAS UVAS! esquiva una chancla Iconos el año que viene, harharhar OK YA.  Feliz 2019 :v (also, Sephiroth you nerrrrddddd)




~+0.46~


Crearse el avatar no había sido difícil para Sephiroth, tampoco quería ser muy diferente a su yo habitual, porque total ya era terriblemente atractivo. Era sólo que… siempre había querido teñirse el pelo de color petróleo, así como tóxico, pero la vida adulta le había llegado demasiado pronto, sin darle aquellos años en los que se podría haber expresado con libertad sin el yugo de la opinión de la sociedad en su cuello.
Por lo que aún no había conseguido decidirse era su nick y eso que había sido lo primero que le habían preguntado, aunque Sephiroth seguía dándole largas a la voz en off que le llevaba hablando ya un buen rato.

—Háblame más de esos jobs… —volvió a preguntar, porque aún no tenía claro si quería ser biochemist o samurai. Seguro que acabaría probando ambos antes de que se completase el juego, que aún estaba en fase beta.

La voz femenina volvió a darle una explicación completa de cada uno de los trabajos disponibles, sonando tan paciente como las dos veces anteriores, aunque añadió con dulzura al final:

—Para continuar, por favor, elija un nickname.

Sephiroth frunció el ceño con un gesto de incomodidad obvio en sus facciones.

Silver. —dijo por fin.

Un sonido corto y molesto, el típico “meeec” de error de sistema operativo, inundó el limbo en el que Sephiroth se encontraba.

—Ese nickname ya está ocupado. Por favor, elija otro.

La voz parecía demasiado alegre para el gusto del hombre.

Silver General.

Meeec. Volvió a oírse.

—Ese nickname ya está ocupado, Por favor, elija otro. —repitió su voz guía.

Silver Demon. —propuso esta vez.

Meeec.

—Ese nickname ya está…

Silver Elite. —soltó, avergonzado y nervioso por tener que recurrir a ese apodo que nunca le había gustado del todo.

¡Meeec!

—Ese nickname ya está ocupado. Por favor, elija otro.

A Sephiroth le pareció que la voz estaba cada vez más contenta.

—Maldita sea…

Meeec.

—Ese nick…

Al guía de creación de personaje no le dio tiempo a decir nada más esta vez.

¡Calamity that fell from the sky!

Los segundos de silencio que siguieron a su grito se vieron preñados de tensión y de los jadeos casi inaudibles de Sephiroth.

—¿Quiere separar las palabras con espacios o escribirlo todo junto? —preguntó la voz con curiosidad.

Sephiroth se puso un poco más recto, no se había dado cuenta de que se había encorvado hacia delante al gritar su nombre. También se alisó la camisa de novicio y se apartó el pelo por detrás de su hombro.

—Separado, por favor.

¿A qué degenerado se le ocurriría escribir una frase tan larga sin espacios? Se haría incomprensible. El sonido que oyó a continuación fue el contrario al fastidioso “meeec” de antes, más bien como un “tutiín” que invocaba algo agradable y encantador.

—¡Bienvenido al juego, Calamity that fell from the sky! ¡Espero que le guste nuestra beta!

Y el mundo se volvió negro antes de estallar en píxeles de colores.



Tres días después, aunque en realidad deberían haber pasado tres horas en el mundo real, Sephiroth era ahora conocido como Calamity that fell from the sky, Cal para los valientes y atrevidos. Se encontraba en una plaza empedrada con un palo de algodón de azúcar en una mano y un peluche y un café frío en la otra, sin saber muy bien cómo había llegado a eso.

La beta era un caos. Un magnífico, maravilloso y hermoso caos que cambiaba constantemente. A cada minuto (de fuera) había novedades que probar, ajustes que puntuar y eventos en los que participar. Algunos eran interesantes y relativos al juego, en los que se podían conseguir objetos, habilidades, pases anticipados a dungeons nuevas. Otros… otros eran más aleatorios, inciertos, arriesgados. Estúpidos. Pero se conseguían cosas como algodón de azúcar negro y café verde. O un peluche de dragón. Sephiroth estaba pensando en ponerle de nombre Bahamut.
¿Cómo iba a marcharse del juego con todo aquello ocurriendo? ¡No podía! Además, había pagado por cuatro horas y aún no se habían terminado.

Guardó el peluche en su inventario junto con el dulce y se acercó a una papelera a tirar el contenedor del café verde. De la papelera apareció una encuesta para saber si le había gustado el producto y Sephiroth frunció el ceño, dándole una estrella antes de cerrar la pantalla holográfica.

—¡Vengan y vean! —escuchó Sephiroth, apenas girando la cabeza hacia la voz clónica de npc.

Esperaba sinceramente que contratasen más actores de voz antes de lanzar el juego completo, porque de momento todos tenían la misma y ya le aburrían un poco.

—¿¡Quién se llevará el lazo azul!? ¡Participen!

—¿Lazo azul? —preguntó Sephiroth acercándose al tumulto de gente.— ¿Qué hace ese lazo azul?

—¡Gracias por preguntar, caballero! —gritó el npc—. O señorita… o lo que usted quiera ser. Aquí no juzgamos.

Sephiroth parpadeó, sin saber si se refería a él.

—El lazo azul… es el premio definitivo. ¡Es el más alto galardón que se puede conseguir! Al menos, de momento. —explicó el npc antes de guiñarle un ojo.— ¿Quiere participar en este evento?

Sephiroth se cruzó de brazos.

—Sigues sin decirme qué hace el lazo azul.

El npc se quedó demasiado quieto, parecía congelado. Y de repente continuó moviéndose como si nada. Sephiroth lo reportó como bug, por si acaso.

—El lazo azul… es el premio definitivo. ¡Es el m-

—Eso ya me lo has dicho, no me interesa.

Cuando se estaba empezando a dar media vuelta una voz desconocida le llamó la atención.

—¡Es la prueba de que has ganado un concurso! —le dijo un chico de piel pálida, pelo negro y ojos de un verde penetrante. Le miraba con una sonrisa felina, retadora.— Además si te lo equipas te protege de casi todos los estados alterados.

Sephiroth miró de nuevo hacia el npc, que seguía consiguiendo gente para su… concurso o sorteo o lo que fuera que estaba haciendo.

—¿Y tú cómo sabes eso? —preguntó Sephiroth receloso, antes de escanearle para saber su nick.— ¿Night Fury?

El chico seguía sonriendo con un brillo travieso en los ojos. De repente se encogió de hombros, totalmente desinteresado en la conversación.

—Ay, Calamity that fell from the skies

—Sky. —corrigió Sephiroth.

—No te pongas un nombre tan largo si no quieres que la gente se equivoque —se quejó el chaval, colgándose de sus hombros con un brazo para acercarlo y susurrarle al oído.— Si sé qué hace es porque tengo uno. Lo ofrecen poco, yo de tí me daría prisa en apuntarme.

Sephiroth tuvo una extraña sensación de déjà vu que no supo muy bien identificar de dónde provenía. El joven le apretó más antes de soltarlo y le dio un empujón en dirección al npc.

—¡Apúntate, no seas sieso! —exclamó el desconocido.

—No tengo tiempo para estas tonterías.

Night Fury cruzó un pie delante de otro, envarando la espalda antes de entrelazar las manos detrás de su propia cabeza.

—No hay huevos. —susurró.

Sephiroth abrió los ojos que había cerrado y movió la cabeza lo justo como para mirar de reojo al desconocido al que le estaba dando la espalda. Y resopló.



Veinte minutos después Sephiroth estaba inclinado en un podio, recibiendo un ramo de flores de manos de una chica encantadora y con el npc de antes colocándole en la camisa más o menos donde debería tener el corazón, el infame lazo azul con un ‘número 1’ bien grande en el centro.
Sephiroth se irguió, hinchando el pecho todo orgulloso de su logro.

Había ganado una votación popular al pelo más bonito. Si ya sabía él que asegurarse de que su avatar fuese perfecto le había de servir para algo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on February 28, 2019, 05:34:09 PM
Flash back relevante, más o menos xD

Jack/Hiksti, 01.
Primeras semanas de juego


————

Hiksti no llevaba mucho tiempo jugando, pero se podía decir que ya había hecho algunos buenos amigos. Al menos para el estándar de los juegos online.
Por un lado estaba Tanlaus, el que le había pagado el acceso a la beta cuando sólo quedaba una semana para que la quitasen. Tanlaus era un vecino con el que se había llevado mal desde que eran pequeños por un malentendido, pero una vez lo conoció de verdad supo que no era el malote que parecía. Ese chico tenía un corazón de oro, aunque le gustase gastar bromas.
Con Tanlaus había llegado SOLDIER07 y Neko. Y Watari y FutureMan y un montón más de mecánicos que le habían acabado de convencer de que aquella era la mejor profesión.
Y luego estaba Frost, que ahora mismo estaba de cuclillas sobre una caja de madera, inclinándose para ver bien qué era lo que estaba haciendo.

—¿No te aburres? —preguntó Hiksti, dejando que la skill le moviese el cuerpo a su antojo hasta que se completara.

Frost se rió entre dientes, dando un par de pasitos poco gráciles hacia delante, dejando que los dedos de sus pies desnudos se agarrasen al borde de la caja.

—No. —contestó, ladeando la cabeza hacia un lado.

—Eres peor que un gato —acusó Hiksti antes de reírse suavemente, pero pronto se corrigió—. Tacha eso, eres peor que Tanlaus.

A Frost le salió una risa sincera que sacudió su pelo castaño. Sus ojos tenían un brillo de diversión y estiró su cayado mientras se mordía la lengua, dejando que se le escapara de entre los labios.
Le dio un toquecito a Hiksti, haciéndole notar frío en el lugar en el que le había tocado.

—¿Qué haces? —se quejó, chistando después.

Frost sonrió antes de dejarse caer sobre el culo y colgar las piernas por el borde de la caja apilada.

—Nada. ¿Qué es eso que decís tú y tus amigos? ¡Por la ciencia! —contestó antes de ponerse a reír con descaro, agarrándose de la barriga mientras echaba la cabeza hacia atrás.

—¡Pero eso se dice cuando haces algo para probar los resultados y hacer un estudio! —explicó Hiksti, aunque luego añadió a regañadientes—. Aunque a veces los métodos no sean muy ortodoxos…

Frost se encogió de hombros y Hiksti se preguntó cómo era que habían llegado a hacerse amigos.

—¡Eh! ¡Que yo buscaba resultados! —aseguró Frost, volviendo a tocar a Hiksti con su bastón, que intentó apartarse.

—¿¡Pero qué haces!? —protestó Hiksti.

—Estoy mirando a ver si paras la skill o no. ¿Se queda el progreso donde lo dejaste si paras o continúa ahí, esperándote?—explicó Frost al final—. Es fascinante. Además estoy aburrido.

Hiksti no rodó los ojos porque estaba demasiado ocupado llenándose los pulmones de aire y mirando al infinito.

—Si ya sabía yo… que te estabas aburriendo —se quejó Hiksti antes de suspirar—. ¿Por qué no vas a dar una vuelta mientras acabo esto? No debería tardar mucho.

Frost ladeó la cabeza y entrecruzó las piernas por delante de su bastón, abrazándose a él y sonriendo con dulzura a Hiksti.

—No quiero, quiero estar aquí.

Hiksti miró la barra de progreso con impaciencia y con el mismo sentimiento le preguntó a su compañero de party actual.

—¿Y por qué quieres estar aquí?

—Porque estás tú. —contestó de inmediato Frost, como si fuera lo más cierto que había dicho en años.

Y Hiksti sabía que Frost se estaba enfocando en conseguir sólo poderes de hielo, pero aquellas palabras le hicieron sentirse cálido en el corazón y de repente, caliente en la cabeza. Espera no estarse sonrojándose de forma tan obvia como lo hacía en la vida real. Por la risa de Frost supuso que no tenía tanta suerte.

—¿Y… y eso? —consiguió preguntar, para después tragar saliva.

El corazón le latía con demasiada prisa, aunque Frost parecía no tener ninguna para contestarle en ese momento.

—Hmn… Es que eres divertido —dijo por fin, colando una risa entre una frase y otra—. ¡Oh! Y a tu alrededor suelen pasar cosas increíbles.

Frost se dejó escurrir hasta el suelo, rodeó a Hiksti hasta ponerse de frente a él y le tocó la nariz con el bastón, sacándole un estornudo resignado al mecánico.

—A veces, esas cosas increíbles que pasan a tu alrededor las haces tú, como ahora.

Hiksti sorbió aire por la nariz con la poca dignidad que le quedaba.

—Haces cosas muy raras cuando estás aburrido. —le acusó Hiksti, con el tono más neutro que pudo encontrar en su repertorio.

Frost simplemente se encogió de nuevo de hombros y volvió a sonreír.

—Es posible —admitió con un tono ligero—. ¿Qué, te queda mucho?

Hiksti volvió a mirar la barra de progreso y sonrió un poquito.

—No, sólo unos pocos segundos —informó y suspiró tranquilo al terminar—. Ya está, ya puedes dejar de flirtear conmigo. ¿Qué quieres hacer ahora?

—Oh, me gustaría ir a una dungeon que acaban de abrir.

Hiksti asintió, arreglando su inventario mientras Frost le rodeaba el cuello con un brazo y dejaba caer su peso contra su costado.

—¿Y quién te ha dicho que vaya a dejar de ligarte? Es divertido cuando te sonrojas.

—¡Frost!
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on March 31, 2019, 07:35:26 PM
—¿En serio vas a aceptar a ese mindundi en nuestra Guild? —preguntó Violate, cruzándose de brazos y levantando un poco más los hombros.

Era la segunda (tercera en realidad, aunque nadie se atrevería a decirlo en voz alta) al mando de los Señores del Desierto y se tomaba muy en serio su trabajo. A veces parecía que Gaara no pensaba en lo que era mejor para todos.
El recluta nuevo sonrió con nerviosismo, mirando de uno a otro y Gaara asintió una sola vez con la cabeza antes de mandar la invitación. Violate bufó y se inclinó un poco hacia su compañero más nuevo, que se hizo pequeñito, pequeñito, pequeñito…

—Mira, media mierda. Me gusta que me tengas miedo, eso significa que tienes dos dedos de frente, pero más te vale ponerte las pilas y subir de nivel esta semana si no quieres que te de la patada que el bueno de nuestro líder no te ha dado.

El chaval asintió fervor antes de escurrirse hacia el recibidor de la Guild y buscar asilo en una de las salas comunes. Violate gruñó.
No tenía claro por que a Gaara le había dado por reclutar primeros niveles y usuarios nuevos durante aquella semana, pero se estaba empezando a hartar.

Ya estaba bien, necesitaba hacer un curso de entrenamiento para novatos. Y lo necesitaba para ayer.


****

Violate estaba mirando todas las cabezas temblorosas y pechos inflados en vano que tenía delante de ella y carraspeó, irguiéndose todo lo alta que era.

—Durante este curso váis a aprender a ser hombres de verdad.

Una mano se levantó entre las demás.

—¿Sí?

—Pero yo soy una mujer —contestó la recluta.

—Y yo también, pero soy más hombre que todos estos juntos.

La recluta bajó la mano, nadie se atrevió a protestar.

—¿Ahora es cuando se quita la camisa? —susurró alguien en la fila.

—No, primero lanza la flecha —le contestaron desde más allá.

—¿Qué dices? ¿Ahora no es cuando echa a alguno de nosotros?

—¿Y si nos volvemos a ver Mulan y hacemos las referencias bien?

Violate se llevó la mano a la cara. Tenía mucho, mucho trabajo que hacer. Pero de allí iban a salir todos más que bien preparados.


***

Violate se dejó caer en la silla junto a Gaara, que se quitó las gafas para mirarla bien. Violate le miró con los ojos entrecerrados.

—Te gusta hacerme sufrir, es por eso que aceptas a inútiles.

Y Gaara hizo algo que hacía muy pocas veces: sonrió.

—No, es que verte esforzarte tanto me hace sonreír.

Violate se puso un poco más recta en la silla y dio gracias a que no era una mujer de muchas palabras, porque ahora mismo se había quedado sin ellas.
Gaara le palmeó el brazo con aprecio y ella se dedicó a revolverle el pelo porque últimamente le había dado por llevarlo demasiado repeinado. Esa sería su venganza.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on April 30, 2019, 06:16:26 PM
Bam, more flashbacks



Milo estaba tumbado en la cama de la posada desde hacía por lo menos 20 minutos sin moverse. Algunos lo considerarían un desperdicio de tiempo y dinero; ¡meterte dentro de un juego online sólo para holgazanear en una cama! Pero lo cierto era que se había quedado sin energías para nada.

Nunca había sentido tamaña decepción. ¡Le habían dado plantón! A él, que llevaba esperándolo una semana, que había cambiado el turno de trabajo sólo para poder coincidir. ¡Le habían dejado abandonado con un simple mensaje!

Milo sabía que estaba siendo exagerado y que no había para tanto (el tipo se había disculpado y habían quedado para otra ocasión, ¿no?), pero la decepción no le abandonaba. Se había tragado todas sus energías como una sanguijuela pegada a la piel.

Miraba por el borde de la cama sin ver nada realmente cuando de repente una figura empezó a emerger, gris y ominosa.

–Milooooooo… –murmuró con voz grave y pastosa–. ¿Por qué estás tan tristeeeeeeeee…?

Él Bard entrecerró los ojos frente a aquel tiburón que le hablaba. El animal le devolvió la mirada con sus ojitos redondos, oscuros y brillantes. Hizo unos saltitos para un lado, luego para el otro y se quedó quieto de nuevo.

–Milooooo… –desapareció bajo el borde de la cama y volvió a emerger con una espada de juguete en la boca –. Vámonos de raaaaaaaaaid…

Milo frunció más el ceño y soltó un gemido moribundo. El tiburón le sostuvo la mirada y soltó la espada de golpe. Volvió a desaparecer, y al cabo de varios minutos, volvía a hacerse visible con una jarra en la mano.

–Milooooo… –sacudió la jarra con energía, haciendo un ruido como de cascabeles. –¡Vamonos al baaaaaar!

Milo gruñó y se dio la vuelta, irritado. Escuchó una exclamación de sorpresa a sus espaldas y luego sintió el peso de otra persona subiéndose a la cama.

–Tu-run… –canturreó una vocecita en tono grave, a un ritmo lento que iba cada vez más creciente –. Tu-run. Tu-run… Turunturunturuntuntuntuntunahhhhhhhhhh

–¡Aaaaaaaah!

El tiburón le pellizcó la oreja, haciendo que Milo diese un manotazo hacia atrás, pegándole sin querer con el codo a su desdichado compañero de penurias. Kanon se llevó una mano a la barbilla dolorida y el Bard aprovechó la ocasión para arrancarle el guante de tiburón que llevaba puesto.

–¡Ya basta con eso! –dijo, y arrojó al pobre animal contra la pared.

– ¡Mordisquitos, no! ¡Oye, ten cuidado! ¿Tu sabes lo que tardé en farmear para conseguirlo, con el set de juguetes y todo? ¡Que es un objeto limitado! –El Dragoon se lanzó al rescate de su mascota, mascullando por lo bajo algo sobre VIPs sin consideración.

–Te lo meteré donde yo sé si no paras de tocarme las narices –refunfuñó. Kanon se llevó el juguete al pecho, protegiéndole de las ofensivas palabras del otro. Luego suspiró.

–Pero Milo, llevas deprimido toda la tarde. Me dijiste que iríamos de raid hoy, me prometiste algo divertido y emocionante –había dejado el tono lastimero de lado y sus palabras empezaban a cargar con algo punzante y acusador que Kanon solía emplear tan bien.

Milo torció el morro.

–Ya, pero…

–Ni peros ni peras. Que vas a hacer si no, ¿quedarte deprimido toda la tarde hasta que te desconectes? ¿No conseguiste otra cita a caso?

–Sí, pero…

–¡Pues deja de amargarte y lo que es peor, de amargarme a mí! ¡Vamonos de raid, leches! Ya encontraremos a alguien que sustituya al tipejo ese, como se llame…

Milo sabía que no podía convencerle de lo contrario cuando se ponía así de insistente. Kanon ponía esa cara de “te llevaré a rastras si hace falta para que salgas de este cuarto con alguna excusa”. Así que al final se dio por vencido.

–Bueno, vale –aceptó, ganándose un pequeño gesto de victoria de parte del otro. –Pero con una condición.

Kanon interrumpió su canturreo de “raid, raid” para mirarle interrogante.

–Tienes que usar a Mordisquitos durante toda la raid.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on April 30, 2019, 06:25:20 PM
No woman no cry~ No icons tonight~! Flish Flash! Q-Zar como legit arcade invitado especial de mi infancia




~+0.49~
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Mantener la atención de Kíli podía ser por momentos difícil, pero llamarla era todo un mundo diferente. Por eso aquel día, mientras paseaba con su hermano que iba contándole esto y aquello y las nuevas maneras en las que su tío se había perdido en la ciudad que tanto había patrullado de joven (no era su culpa que hubiesen cambiado los negocios y las fachadas y los nombres, eh, ¡y esa calle antes no estaba ahí!) a Fíli no le sorprendió que parase de hablar porque había visto algo.
Kíli agarró el brazo de su hermano y abrió los ojos hasta que los pobres párpados dijeron basta y procedió a dar golpes repetidos a ese mismo brazo.

—¡Tú, tú, tú, tú!

—¿Qué, qué, qué, qué? —fue preguntando Fíli por cada tú de Kíli.

Y Kíli levantó el brazo y señaló cual niño que acaba de ver el carrico de los helados.

—¡Mira! ¡Eso!

Fíli miró y no vio nada llamativo.

—Miro. ¿Qué quieres que mire, exactamente? —preguntó con tono cansado.

Kíli le agarró de la barbilla para poner su cabeza en el ángulo justo y necesario. Y de paso le apretó los morretes, porque por qué no.

—¡Eso! ¡Ese póster en el Q-Zar!

Fíli entrecerró lo ojos y Kíli tiró de él (gracias a Mahal no de la barbilla, si no de la mano, como el buen hermano pequeño que era).

—¿Pero ese juego no lo habían baneado al final? —preguntó Fíli, no muy convencido de aquello.

Le había parecido oír algo sobre lo peligroso que podía ser y por eso no lo había querido probar, pero su hermano llevaba semanas hablando de lo difícil que era encontrar un sitio donde probarlo. Fíli frunció el ceño y se cruzó de brazos antes de mirar a su hermano. El maldito le estaba poniendo ojitos.

—Venga, va… sólo informarnos.

Fíli rodó los ojos y se dejó llevar otra vez, aunque ahora con una sonrisa. Las aventuras con su hermano no siempre empezaban o acababan bien, pero casi siempre eran divertidas. Kíli iba con tanta prisa que no se dio cuenta de que un pobre chaval estaba saliendo del arcade mirando más a su mochila que hacia el frente y de forma inevitable terminaron por chocar. El chico acabó de culo en el suelo y miró hacia arriba entre confundido y enfadado.

—Ay, perdón. —dijo Kíli, con su mejor cara de arrepentimiento, que era muy buena, al menos según Fíli, pero él era su hermano.

El chico miró dentro de su mochila con un suspiro y cambió su expresión a una de sorpresa cuando vio la mano extendida de Kíli.

—Iba con tanta prisa que no te he visto, lo siento.

—Ya sé que no soy muy grande… —musitó el chico, que agarró la mano que le ofrecían medio a regañadientes.

Kíli le levantó con facilidad e intentó ponerle la ropa bien, aunque no le salía como a su madre. Fíli tenía una sonrisilla de medio lado amistosa y se agachó a recoger la cartera que había visto en el suelo.

—¿Esto es tuyo? Ve con cuidado. Soy Fíli y el despiste de mi hermano es Kíli.

El joven agarró su cartera, incrédulo porque se la devolvieran y echó un vistazo rápido, comprobando que estaba todo dentro.

—Yo soy Prompto… —se presentó— Gracias por… devolvérmela.

Fíli se encogió de hombros y Kíli sonrió todo orgulloso.

—Oye, ¿a qué juegas? —preguntó Kíli, así de repente.

Prompto echó un vistazo rápido al mismo cartel que había llamado la atención de Kíli y no tuvo que decir mucho más mientras estrujaba su mochila. Kíli intentó ser discreto e interesante, acercándose a él para susurrarle con complicidad pero a Fíli le dio una risilla floja porque sólo conseguía ser más sospechoso todavía.

—¿Y qué tal está?

Lo único que hizo Prompto fue levantar un pulgar de forma tímida. Parecía algo intimidado por lo amistoso de Kíli, aunque ese era un efecto que solía producir en la gente.

—A mi me gustaría probarlo… —confesó Kíli.

—Creo que hay dos máquinas libres justo ahora. Si os dáis prisa, igual…

—¡Ves, tato! ¡Hay que darse prisa! ¡Vamos, vamos,  vamos! —instió, aunque de repente se acordó de que Prompto existía, aunque el chaval estaba intentando irse despacito y sigilosamente, pero era difícil escapar de Kíli si él no quería—. ¡Perdón y gracias de nuevo!

—Sí, de nada… No sé que he hecho aparte de caerme y quedar como un idiota pero… Ah, ja, ja… Hmn, ejem. ¡Adiós! —y el rubio acabó corriendo hacia la parada de bus más cercana.

Fíli lo miró durante unos segundos antes de notar otra vez el tirón en su mano y de repente estaba dentro de un arcade, preguntando por un juego que creía que era ilegal, un día en el que sólo tenía pensado tomarse un café  y acabar de ordenar su cuarto.

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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on June 30, 2019, 11:34:05 AM
Poloflashes :D

Camus/Milo, 02.
Segundo día de juego


————

A Milo no le hacía ninguna ilusión volver a ser novice, y podría haber pagado para empezar como primer nivel así directamente, pero quería ahorrarse los créditos para conseguir equipo y armas que sólo se podían encontrar en la tienda VIP.
Llevaba una semana sin jugar, debido a los exámenes de sus alumnos. Se había perdido la inauguración del servidor oficial, aunque gracias a sus donaciones durante la beta había podido reservar nick.

Starkrimson era un buen nombre. No que Manzanita le hubiese dejado de gustar, así era como seguía llamándole su madre y su abuela, pero necesitaba algo más… algo diferente, eso le ayudaría a distanciarse de sí misma durante las sesiones de juego. Y después de todo, su nick seguía siendo un tipo de manzana, tampoco era que se hubiese alejado tanto de casa.

Starkrimson no era como Manzanita. Starkrimson seguía teniendo el pelo rojo y largo, pero sus ojos eran de un azul turquesa brillante en vez de rojos, era alto y tenía músculos bien definidos debajo del uniforme de novice donde Manzanita había sido más bien bajita y con curvas suaves. Starkrimson era desenfadado, exuberante y algo infantil mientras que Manzanita había sido mal encarada, algo desconfiada y siempre había seguido las reglas. Él podía hacer bromas, maravillarse con cada descubrimiento, hacer amigos con facilidad y ella solo había jugado con su novio, o mejor dicho, su ahora ex-novio, siempre viendo el juego desde el punto de vista que él había querido, siempre yendo a donde él quería ir. También había sido así fuera del juego, pero ya no más. Y además, Starkrimson tenía pene. Y eso quería decir que…

—¡Voy a ser bardo! —anunció ilusionado con las manos alrededor de la boca en medio del mercado de Prorencia.

Algún estúpido apareció detrás de Starkrimson y le empujó, haciendo que chocase con una muchacha que se tuvo que agarrar al borde del puesto que había estado mirando para no acabar encima de todas aquellas dagas afiladas que había estado viendo.

—¿¡Y a quién le importa eso!? ¡Aparta! —le espetó mientras le sobrepasaba, con demasiadas prisas como para ser al menos medio normal.

Starkrimson abrió la boca, escandalizado, y empezó a caminar detrás del tipo para decirle exactamente que pensaba sobre sus modales cuando una mano en la manga de su camisa le detuvo.
Miró esa mano hasta llegar a el rostro de un desconocido.

—A mí sí que me importa.

Y Milo sonrió, digo, Starkrimson. Acababa de encontrar un nuevo amigo.

Monsieur Glaçon tenía el pelo verde, los ojos azul oscuro, la piel pálida y las cejas despeinadas. Starkrimson quería peinarlas con desesperación, así que se metió las manos dentro de los bolsillos del pantalón para detenerse y no asustarle a la primera de cambio.
No parecía alguien que se acercase a extraños que gritan en medio de un mercado sin motivo alguno, así que Starkrimson decidió invitarle a algo antes de establecer conversación.
No tardaron en llegar al sitio que Starkrimson tenía en mente y después de pedir le preguntó:

—Bueno, a ver, ¿y por qué te importa que vaya a ser bardo?

Estaban sentados en el borde de una fuente redonda, a la sombra de los árboles, en medio de una placita enana en la capital. Stakrimson estaba bebiéndose un granizado de limón con té y hierbabuena mientras que Monsier Glaçon había optado por un frappé bien frío. El chico se encogió de hombros mientras sorbía de su vaso.

—No sé, me parece divertido —contestó y después de recibir una mirada descreída de parte de Starkrimson añadió más—. Además, quiero ser elementalist, jugar con alguien con un job de apoyo me iría bien.

Ah, ahí estaba, el motivo.

—¿No sería más lógico que buscases a un futuro tanque? No sé, un Monk te podría buffear y curar mientras avanzas y luego te podría tanquear en niveles más alto —le informó—. Paladín y Elementalista también es una combinación clásica que funciona bien.

Monsieur Glaçon bajó la cabeza y Milo vio como se le ponían las orejas rojas. ¿Sería que nunca había participado en aquel tipo de videojuegos? ¿Se estaría avergonzando de su mala elección?
Monsieur miró hacia un lado antes de levantar la cabeza otra vez, con expresión controlada, pero las mejillas ardiendo.

—Pero tú me pareces divertido. Aunque si no quieres jugar conmigo…

Oh. Oh. Milo parpadeó, sintiéndose tonto.

—¡No, no! ¡Sí! ¡Digo…! —se estaba haciendo un lío él solito—. ¡Sí que quiero jugar contigo!

Era el segundo día de juego desde que se había abierto el servidor oficial. Ese fue el día que conoció a Monsieur Glaçon. También fue el primer día que lo vio sonreír. Justo ahí, con el frappé acercándose a sus labios pálidos y el sol reflejado en el agua de la fuente jugando a poner parches de luces en su piel.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on July 29, 2019, 04:40:41 PM
Poloflashes :D otra vez, por que hace calor y son necesarios.

Camus/Milo, 03.
Segundo día de juego


————

Milo se había quedado ensimismada... quería decir ensimismado, mirando el reflejo de la luz sobre la piel de Monsieur Glaçon, una piel tan clara que aún se podían notar los rastros del sonrojo hasta en sus orejas, hasta que alguien más se sentó en la fuente. Era un chico moreno acompañado por una jovencita rubia. O al menos eso parecía.

Starkrimson parpadeó y dejó de mirar a los recién llegados para clavar sus ojos turquesa en su nuevo amigo.

—¿Y qué tal vas de nivel? —preguntó mientras se levantaba, haciendo desaparecer el vaso vacío de limonada, metiéndolo en el inventario.

Monsieur Glaçon se encogió de hombros, levantándose despacio y mirando el envase en el que había estado su frappé, sin saber qué hacer con él.

—Hmn, puedes guardarlo en el inventario para venderlo después o reutilizarlo —explicó Starkrimson—. Si el juego oficial es como la beta, cuando compras una bebida en una tienda te hacen descuento si añades el vaso a la interacción de compra. También lo puedes vender por una miseria... En realidad no estoy seguro de si sigue siendo así.

Milo apretó los labios, pero Monsieur Glaçon le sonrió mientras guardaba su vaso en el inventario a través de la omnitool y Milo le devolvió la sonrisa, empezando a caminar hacia la salida del pueblo.

—¿Jugaste en la beta? —le preguntó el otro novice, curioso, encontrando de repente las palabras que no sabía donde se habían metido durante los últimos veinte minutos de silencio, sentados al borde de la fuente, donde simplemente habían dejado el tiempo pasar.

Starkrimson asintió e hizo una pregunta de la que después se arrepentiría, pero aún no tenía manera de saberlo.

—¿Has completado ya la quest de la dungeon? La del tutorial.

Y Monsieur Glaçon negó con la cabeza.


————

—¿¡Pero qué locura es esta!? —gritó Milo mientras agarraba a Monsieur Glaçon del codo y tiraba de él para meterlos detrás de una columna.

Un grupo de aguerridos novices había entrado en tromba a enfrentarse contra los orcos que custodiaban ferozmente la entrada a lo que se suponía que era una serie de catacumbas, o algo así. La verdad era que Starkrimson solo había leído la información de la quest por encima.

Monsieur Glaçon se asomó un poco y creyendo que era un buen momento empezó a correr hacia la salida, seguido por su nuevo amigo y compañero de party. Milo vio por el rabillo del ojo el brillo del metal y se tiró en plancha encima de Monsieur, haciendo que los dos acabasen resbalando por el suelo de piedra, pero evitando certeramente una flecha que se dirigía a ellos, probablemente envenenada.

Con suerte, acabaron cerca del pasillo de salida y llegaron hasta la seguridad de sus paredes a gatas, mientras detrás de ellos los píxeles flotaban y los usuarios morían felizmente, entre risas y gritos agonizantes. Si solo te parabas a escuchar, aquello se parecía mucho al ruido de una motaña rusa bien, pero bien alta.

Cuando Milo se sentó con la espalda contra la pared y la mano sobre el pecho, vio delante de él a Monsieur Glaçon con una sonrisa de oreja a oreja y los ojos brillantes.

—No sé que clase de locura es, pero sé que me gusta.

Milo se sonrojó, notando un mareo que no tenía muy claro de donde venía. Monsieur no le dejó mucho tiempo para pensar, agarrándole de la mano y estirando de él, obligándole a levantarse para continuar con la dungeon.
Y con una mano sobre la cara y dejándose arrastrar dijo:

—¿Por qué siempre me meto en líos?


————

Morir no era bonito y menos si ni siquiera había sido tu culpa.

—¡Maldita sea! —exclamó Starkrimson, pateando el suelo mientras descargaba su frustración por haber muerto tan cerca del final de la dungeon, otra vez.

Monsieur lo encontró moviendo los puños en el aire y gritándole al cielo, cosa que le dibujó una sonrisa pequeña en los labios. Le dio un par de toquecitos en el hombro.
Starkrimson se giró de repente, a ver quien era el cretino que le estaba molestando ahora.

—¿¡Qué!? —espetó antes de darse cuenta de quién era el que llamaba su atención. Parpadeó e inspiró profundamente antes de abrazarle—. ¡Es injusto! ¿¡Por qué a tí también te han matado!? Esos capullos... ¿Cómo pueden haberte usado de cebo?

Monsieur le dio palmaditas en la espalda antes de agarrarle de los hombros y apartarlo un poco.

—En realidad me he dejado matar por el orco sacerdotisa.

Milo frunció el ceño.

—¿Y eso a santo de qué? Si estábamos a punto de acabar esa quest.

Monsieur se rascó la barbilla, apartando un poco la vista. Estaba volviendo a ponerse rojo.

—Estábamos... —contestó—. Pero no la quiero acabar si no es contigo.

Starkrimson apretó los labios. No iba a llorar. No, no iba a llorar y menos por culpa de un tipo que, si lo pensaba bien, sólo conocía de hacía unos minutos (aunque pareciesen horas dentro del juego).
Lo abrazó otra vez.

—¡Tú eres idiota! —le respondió, llorando.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on July 31, 2019, 07:18:08 AM
Poloflashes :D otra vez, por que hace calor y son necesarios.
Y tal XDDDDDDDDDDD





~+0.51~
(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/aerith.jpg)(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/raistlin.jpg)


Distrofia muscular no eran unas palabras que un niño de cinco años pudiera reconocer, pero Raistlin siempre había sido curioso y, como su hermano insistía en recordarle, un genio. Lo malo es que esas palabras habían sido dichas por él.

—Síndrome de Duchenne. —recordaba que había susurrado el médico.

Raistlin se había puesto un poco más recto en la silla y había tirado de la mano de su padre.

—¿Eso es de lo que se ha muerto mamá?

Ninguno de los dos supo que responderle, pero Raistlin sabía que sí. Horas después, mientras jugaba en el salón de su casa con su hermano mellizo tomó una decisión: necesitaba saber de qué iba todo aquello y no iba a dejar que nadie más sufriera como había sufrido su madre. No tuvo que hacer mucho para empezar a investigar. Era un niño inquisitivo y las enfermeras tenían muchísima paciencia con él,  y la mayoría estaban dispuestas a contestar cualquiera de sus preguntas, intentando darle fuerza a aquel pequeño niño para soportar todo lo que estaba por venir.

(http://saintseiyayaoi.net/misk/hr.png)

Un año después se dio cuenta de que lo tenía mucho peor que su madre.

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—A ella nunca la diagnosticaron. —explicó un Raistlin de ocho años mientras leía artículo tras artículo sobre su enfermedad.

Su hermano se movió, inquieto en su silla. Nunca se le había dado bien quedarse parado, no como Raistlin, que tendía a perder el equilibrio y caer.

—¿Y eso por qué? —le preguntó su hermano mellizo, curioso y preocupado.

Raistlin se encogió de hombros en un principio, notando un ligero hormigueo en los muslos, casi en la pelvis. Se frotó por mero reflejo.

—Por que el Síndrome de Duchenne va ligado al cromosoma equis y las mujeres tienen dos, así que no desarrolló la enfermedad del todo, como yo. —contestó sin quitar los ojos de la pantalla.

Su hermano se levantó, apoyándose en el respaldo de la silla de oficina en la que estaba sentado Raistlin, echando un ojo al artículo por encima de su hombro.

—¿Tú te pondrás peor que mamá? —quiso saber su hermano, con la preocupación evidente en su voz.

Raistlin parpadeó y unos segundos después miró hacia arriba, clavando sus ojos tan pálidos que parecían blancos en los marrones de su hermano.

—A mi me están medicando. —fue su contestación.

No le quería decir toda la verdad, o su hermano se pasaría día y noche llorando. Eso entorpecería su investigación.

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—Hace cincuenta años no habrías llegado a los veinte. —le dijo un doctor mientras revisaba la medicación que le estaban dando.

—Este año he cumplido quince. —le corrigió Raistlin, apoyando las muletas que usaba para andar en la pared antes de sentarse en la silla con gran esfuerzo.

—Razón de más para dejar tu tratamiento a mí.

—Acabo de titularme en medicina. El año que viene empezaré mi especialidad —espetó el chico.

Raistlin era alto y delgado, tanto que los huesos de sus mejillas se marcaban de una manera poco saludable para un chaval de su edad. Su mirada penetrante hizo que al médico se le trabase la lengua con sus siguientes palabras.

—¿Y en qué te vas a especializar?

—Investigación sobre enfermedades neuromusculares. Voy a curar este síndrome, lo voy a borrar de la existencia. —aseguró.

El médico miró los resultados de su última analítica y pensó con tristeza si sería capaz de hacer todo eso en los quince años que le estimaba de vida.

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—Deberías comer más proteínas. —le dijo Aerith, frunciendo el ceño.

Raistlin se quitó las gafas y se frotó el puente de la nariz.

—Y potasio. Te ha salido bajo en los últimos resultados.

Raistlin llevó las manos a las ruedas de su silla y la hizo moverse hacia atrás para poder maniobrar y girarse para mirar a Aerith, su enfermera particular.

—Eso es culpa de la medicación y ya lo estoy equilibrando con pastillas de potasio —contrarrestó, moviéndose por su estudio para ver por sí mismo los resultados de los que le estaba hablando—. Oh.

—Oh —contestó Aerith de vuelta, agachándose para darle un beso en la cabeza a Raistlin—. Tu cerebro será maravilloso , pero no todopoderoso.

Raistlin la miró con el ceño fruncido y ella se rió con amor antes de agacharse otra vez, aunque lo que le dio en esa ocasión fue un beso en los labios. Aerith había sido la primera mujer que le había mirado como si fuera un hombre en vez de un deshecho humano. Al menos así se sentía Raistlin. Y extrañamente a él también le había gustado.
Llevaban casados dos meses, tenían veinte años y cuando Aerith terminase sus estudios sería la enfermera más temible de la historia, Raistlin estaba seguro de ello.

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Ese año, las contracturas empezaron a ser insoportables. Había días que no se podía levantar de la cama. La peor noche se la pasó gritando que lo matasen.
Aerith nunca se fue de su lado.

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—Creo que lo tengo —murmuró Raistlin, tumbado en la cama y moviendo los dedos sobre los hologramas de su investigación para después gritar eufórico—. ¡Lo tengo!

Aerith había dejado caer la bandeja con la comida y había corrido al escucharle, creyendo que estaba sufriendo otro ataque cardíaco.

—¿¡Cariño!? —preguntó al agarrarse del quicio de la puerta que siempre mantenía abierta y verlo sonriendo en la cama—. ¿Raistlin, que pasa?

—Creo que he encontrado algo… algo bueno —le dijo, hablando de forma frenética—. Creo que lo puedo retrasar y creo que lo puedo curar. ¡Lo puedo curar! Necesito hablar… con ese genetista. Con, ¿cómo se llama? ¡Llámale, corre!

Aerith pensó que si su marido hubiera podido ponerse de pie lo habría hecho, ya estaba intentando incorporarse. Vibraba tanto que parecía que su espíritu se iba a poner a bailar.

Con veintitrés años era el investigador más joven de la plantilla de su hospital. No le dieron crédito a su investigación, no querían probar su cura.

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Unos meses después su padre falleció en un accidente de trabajo. Para sorpresa suya y de su hermano mellizo, heredaron una fortuna.

—Aerith, puedo hacer mi propio laboratorio. Mis investigaciones no estarían a la merced de los vejestorios del hospital.

Aerith cabeceó afirmativamente y se llevó una mano al pecho, distraída, tocándose el broche en forma de flor que le había regalado su marido para su boda. Vivían en un apartamento tan pequeño que la silla de ruedas apenas cabía en el único pasillo y Raistlin estaba hablando de montar un laboratorio privado. Parpadeó y sacudió la cabeza antes de asentir con fuerza. Si Raistlin creía que era posible, es que lo era. Y punto.

—¿Cuándo empezamos? —le preguntó y Raistlin le recompensó con una sonrisa pequeña y sesgada antes de empezar a toser porque se le había contraído dolorosamente la garganta.

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Tenía cinco empleados, aparte de los que estaban subcontratados a una empresa de seguridad (tanto de vigilancia como cibernética) y a otra de limpieza, especializada en hospitales y laboratorios. Aún era una empresa pequeña, pero para alguien de veintiséis años al que no le habían dado más de treinta de esperanza de vida era un gran logro. Además, estaba haciendo muchos avances. Su tratamiento ya era apto para la prueba en sujetos humanos y los primeros resultados habían sido espectaculares. Ahora estaba trabajando en una manera barata y eficaz de detectar la enfermedad en bebés.

Raistlin estaba tecleando sus últimos hallazgos a toda velocidad cuando se le empezaron a agarrotar las manos. Miró con impotencia como sus dedos se estiraban y como los pulgares se le pegaban a las palmas, incapaz de relajarlos de nuevo. Últimamente era cada vez más común.
No había escuchado los pasos de alguien detrás de él, pero unas manos de dedos finos le agarraron de las muñecas y con paciencia empezaron a masajearle.

—¿Debería de llamar a tu mujer? —preguntó Luken mientras trabajaba con diligencia los músculos agarrotados de su jefe.

Raistlin no supo qué decir. Si le veía así, Aerith querría que se tomase el resto de la tarde libre y no podía perder tiempo. Tiempo era justo el activo del que menos disponía.

—No.

Luken miró de las manos de Raistlin a sus ojos y suspiró, irritado.

—Hay transcriptores de voz a texto gratuitos que podrías usar en vez de estar usando tus valiosas manos, querido maestro.

Raistlin frunció el ceño y pensó si acabaría con la frente contracturada también por culpa de aquel empleado. Luken tenía solo un año menos que él y estaba recién salido de la universidad. Era un genio por sí mismo, pero se había declarado fan acérrimo de Raistlin por su cuenta y había estado mandándole su currículum hasta que había aceptado hacerle una entrevista.
El maldito era bueno, Raistlin no había podido decirle que no, necesitaba a gente así.

—Me gusta usar mis manos. —declaró Raistlin, impasible.

Luken le sonrió con algo de picardía.

—Reservalas para tu mujer, en vez de estar haciéndole el amor al teclado.

Raistlin consiguió mover una pierna, con mucho dolor, solo para darle una patada a aquel mamarracho.

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Raistlin tenía los ojos cerrados, estaba concentrado en el sonido del gotero. El plic ploc de la salvación. Su medicamento había sido testado y aprobado. Tenía la patente al día y había empezado a distribuirlo. Aquella era su primera toma y Aerith estaba controlando que todo fuera bien. Habían decidido hacerlo desde la comodidad de su casa. Tenían todo el equipo necesario y ella era una profesional más que competente.
Por encima del ruido del gotero se podían distinguir los sonidos de la naturaleza que a Aerith le gustaba poner de fondo durante los días malos de su marido. El agua, las ranas, el viento entre las hojas de los árboles, los pájaros… siempre le relajaban. De alguna manera le recordaban a la cabaña en la que se había criado, le llevaban a su hogar.

—¿Cómo te encuentras? —preguntó Aerith mientras apagaba el aviso del gotero y le tomaba la tensión a su marido—. ¿Alguna reacción al medicamento?

Raistlin negó con la cabeza, sin abrir los ojos y Aerith volvió a poner en marcha la infusión.

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Horas después llamó su hermano mellizo para felicitarle por su vigésimo octavo cumpleaños.

—¡Y por todos los que vendrán!

Como odiaba su optimismo. Pero estaba empezando a contagiarse de aquel sentimiento.

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—Necesitas relajarte. —insistió Aerith mientras paseaban por el jardín de su casa.

La silla de ruedas hacía un sonido muy interesante sobre las losas nuevas del camino. O eso era lo que estaba pensando Raistlin en ese momento.

—Llamando a Raistlin… —murmuró su mujer antes de parar de empujar la silla y asomarse por encima de su marido.

—Sí…. Sí, necesito relajarme.

—Ya has oído a tu médico —empezó a decir ella antes de dejarle un beso en la mejilla y reanudar el camino otra vez, ya estaban cerca de la casa—. Deberías tomarte unos meses de relax antes de volver al trabajo, dejar que tu propia medicina haga efecto…

Raistlin se cruzó de brazos y rodó los ojos. Había estado ganando un poco de músculo, ya no le dolía tanto todo el cuerpo, pero sólo de pensar en dejar su laboratorio al cargo de alguien más se volvía a sentir enfermo.

—Y seguro que tú ya tienes algo pensado… —adivinó Raistlin.

La risita de Aerith le decía todo lo que necesitaba saber.

No tardaron mucho en llegar a una habitación que había estado en desuso hasta hacía poco. Raistlin miró con curiosidad las dos grandes cápsulas de aspecto demasiado moderno.

—¿Esto qué es? —preguntó, estirando la mano hacia una de ellas, rozando con los dedos lo que parecía una puerta.

—Es el último grito en realidad virtual —explicó Aerith, que parecía estar configurando una de las máquinas—. Luken me habló de un juego, que aún está en fase beta, que al parecer está siendo todo un furor entre expertos de los Juegos del Rol Online.

Y de repente la cápsula se abrió, sin hacer casi ruido. Aerith le sonrió, de pie, frente a la consola de mandos que brillaba con un extraño color verde, reflejándose en su cara de una forma antinatural, poniendo luces donde debería haber sombras.

—¿Qué me dices? ¿Lo probamos?

Raistlin miró la capsula y luego a su mujer. Nunca había podido resistirse a aquella sonrisa. Y se encogió de un hombro antes de deslizar su dedo por la superficie lisa de la puerta de la cápsula.

—No veo por qué no.
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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on July 31, 2019, 05:13:01 PM
Horas y horas de luchar contra bichos inmundos en un terreno pantanoso del que nunca había oído hablar, completando quest tras quests durante días, sacrificando materiales y tiempo que podría haber estado usando para cosas más importantes (como esa nueva lanza en forma de tridente que tanto le llamaba la atención, casi parecía que le hablase directamente cada vez que la veía en el escaparate de la tienda), arrastrándose por cuevas submarinas, todo lleno de percebes y moho... para conseguir a mordisquitos con todos sus juguetes. ¿Y para qué?
Para terminar en la nueva dungeon usando a su querida marioneta de mano como arma.

¡Que se le iba a gastar! ¡Y encima no podía equipar una lanza porque eran de dos manos!

Milo se rió a su lado, marcando el ritmo de la música con el pie mientras el arco volaba sobre el violín, arrancando notas al instrumento.

—¡Como se me rompa me vas a tener que conseguir tú uno!

Milo se rió más fuerte y un lobo de tres metros se les echó encima, todo pelaje enmarañado y dientes. Kanon le metió una patada en todo el morro. El lobo reculó y sacudió la cabeza antes de gruñir. Y el maldito Milo seguía riéndose.
Por lo menos ya no estaba gimiendo en la cama de la posada.

Oh, bueno, no que a Kanon le hubiese importado tenerlo así... pero sus gemidos habían sido de ballena moribunda enfurruñada, no de placer, eso no era divertido.

Kanon bloqueó otro ataque con el pequeño escudo redondo que llevaba en su inventario desde que había sido novice y nunca más lo había vuelto a sacar (hasta ahora). Empujó al otro lobo con el escudo, luego pivotó sobre el pie derecho para patear al primer lobo de nuevo con la pierna izquierda y golpeó a un tercer lobo lanzándole el escudo.

Milo seguía tocando una melodía trepidante que, por lo que Kanon podia ver en su barra de estados, les estaba dando más velocidad y muchas más probabilidades de hacer críticos.

—¿Te diviertes? —preguntó Milo mientras Kanon gemía porque un lobo le había mordido la pierna y no le soltaba.

—¡Sí, mucho! —gritó Kanon con un tono obviamente irónico mientras golpeaba al lobo en la cabeza con su marioneta.

Para sorpresa de todos el lobo le soltó y se fue corriendo con el rabo entre las piernas. Los demás lobos se habían quedado quietos, mirando a Kanon con ojos calculadores. Kanon se miró la mano. Los dientes de mordisquitos estaban llenos de sangre y su ojillo parecía brillar.

Mordisquitos se relamió los dientes y entrecerró ese ojillo y de repente la mano de Kanon tomó vida propia y se vio siguiendo el ritmo que marcaba la marioneta, mordiendo aquí y allá, llenándose cada vez más de sangre.

Milo se reía cada vez más fuerte, tocaba cada vez más rápido y a Kanon le pareció que su querida marioneta estaba gruñendo de placer mientras destrozaba lobos a diestro y siniestro.

Kanon no sabía se unirse a la locura o pedir socorro. Acabó riéndose también, poseído por el espíritu de batalla del tiburón de peluche que llevaba pegado a la mano.

Horas después, tomando una cerveza en el bar, Kanon miraba a Milo por encima de unas ojeras antinaturales, muy, pero que muy cansado.
Había logrado limpiar a mordisquitos sin que le mordiese los dedos, aunque más de un pañuelo había acabado destrozado por aquellos dientecitos de fieltro bien afilados.

—¿Tú sabías que iba a pasar eso? —preguntó Kanon antes de dejar caer la frente contra la barra del bar, con la jarra de cerveza bien agarrada.

Milo se encogió de hombros.

—¿Que el juguete maldito que nadie más ha querido conseguir te iba a poseer? No, pero suponía que podía ser divertido.

Kanon levantó la cabeza y sopló la espuma de la cerveza para mojar a Milo. Y el maldito seguía riendo. Kanon sonrió, con la mejilla apoyada en la barra pegajosa del bar.

Aaah, como le gustaba esa risa demoníaca.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on September 30, 2019, 03:50:01 PM
Aprovecho para presentar un personaje que saldrá después uvu

Camus/Milo, 04.
Unas semanas de juego


————

Cuando Milo había oído que el mítico y legendario Makalaurë estaba jugando al juego oficial, perdió todo tipo de decoro mientras le hablaba a Monsieur Glaçon sobre su obra a milagros.

—¡Es el mejor bardo de la beta! ¡Sus stats eran de lo mejorcito y consiguió un montón de skills de quests! Además de eso, la elección de canciones era, como, era como, ¡suprema! —intentaba explicar Milo mientras movía el cuerpo entero y caminaba de aquí para allá.

Glaçon se llevó la pajita del mojito hasta los labios despacito y levantó una de sus cejas despeinadas.

—¡Y la manera en la que cambiaba de un buff a otro y los reflejos a la hora de atacar! ¡Já! Mucha gente que ríe de los bardos, pero Makalaurë les cierra la boca a todos. ¡Su lista de PvPs ganados era interminable!

—Ya veo.

Starkrimson de dejó caer en cuclillas de repente, como desinflándose. Apoyó la barbilla en los puños y suspiró.

—¿Qué pasa? —Monsieur Glaçon ladeó la cabeza desde su asiento en el tiki bar, haciendo que su coleta alta se balanceáse con el movimiento.

Milo suspiró otra vez y empezó a dibujar circulitos con un dedo en la arena.

—Le he intentado mandar un mensaje privado, pero no le llegan. ¿Me habrá bloqueado? O con lo famoso que es tal vez sólo admite privados de su lista de amigos.

Camus volvió a beber de su mojito, mirando hacia el cielo vespertino de la playa.

—O igual has escrito mal su nick… o se lo ha cambiado.

Milo levantó la cabeza.

—Oh, eso podría ser —y se levantó de golpe—. Tiene sentido.

Starkrimson asintió y se unió a su compañero, sentándose en uno de los taburetes libres del tiki bar. Agarró su mojito de manzana y se bajó las gafas de sol que llevaba sobre la cabeza y milagrosamente no se habían enredado en su flequillo, como se empeñaban en hacer en la vida real.

Después de un par de minutos, si el hecho de que tuviera la frente sobre el bar era tomado en cuenta, Milo pareció volverse a deprimir.
Camus le dio un par de palmaditas en la espalda desnuda antes de empezar a frotarla en círculos.

—Si se ha cambiado de nick no tengo forma de contactar con él. ¿Y si le han dado skills únicas para él que sólo puedes aprender si Makalaurë te hace de tutor? Ya se han dado casos con otros jugadores de la beta y contenido exclusivo para ellos —Starkrimson levantó la cabeza—. ¡Nunca seré un bardo completo!

—Aún llevamos poco tiempo jugando, ni siquiera hay gente de tercer nivel. —comentó Camus, ganándose una miradita desesperada de parte de Milo.

—En realidad sí. Pocos, pero alguno he visto.

Camus se encogió de hombros otra vez.

—Son gente sin nada que hacer y mucho dinero, seguro. Esos no cuentan.

Milo miró su mojito a medio terminar e intentó llevárselo a la boca, pero Camus se lo robó sin miramiento y bebió directamente del vaso, acabándose la bebida de un sólo trago. Se levantó y agarró la mano de Milo, obligándole a levantarse.
En algún lugar se oían tambores y alguien cantaba algo que parecía decir “Ki-kiss and make up” y por lo visto Camus tenía ganas de bailar.

Los brazos pálidos de Monsieur Glaçon rodeaban el cuello de Milo y su cuerpo serpenteaba contra el suyo al ritmo de la música.
Estaban prácticamente nariz con nariz.

—¿Vas a pasar la media hora de juego que te queda decaído o bailando conmigo? —preguntó el recién ascendido a mago negro.

Milo movió la cadera al compás que Camus le marcaba y como recompensa consiguió una de esas sonrisitas pequeñas y sabelotodo que Camus reservaba casi siempre para él.

—Eso pensaba —susurró—. Seguro que le encuentras más adelante.

Pero de momento, quería toda su atención en él, fue lo que no dijo.


————

Habían bailado hasta el amanecer y a Milo no le quedaba mucho más tiempo dentro del juego. El aviso de “Quince minutos de juego hasta su desconexión” había sonado hacía ya un rato. También habían pasado el de diez minutos y el de cinco… la desconexión era más que inminente. Camus había desaparecido en un remolino de píxeles hacía poco y Milo había decidido sentarse en la arena, mirando hacia el agua alborotada, con la camisa abierta y ondeando suavemente por la brisa marina.
Milo suspiró y de repente se dio cuenta de algo que había estado escuchando desde hace un buen rato y que se había estado acercando: el sonido de una lira bien afinada.

Se giró con curiosidad y, hacia su derecha, vio a una figura elegante paseando por la orilla del mar. Tenía el pelo oscuro y largo y una diadema de metal adornaba su frente. Caminaba despacio y tocaba con los ojos cerrados.
De repente se puso a cantar. Y Milo recordaba muy bien aquel timbre de voz.

Se levantó, lleno de arena y con las piernas temblando. Señaló al jugador y justo en ese momento empezó a notar el tirón.

Se despertó en la cápsula de juego abierta, mientras una enfermera comprobaba su estado antes de dejarle marchar.
Agarró su mochila de la taquilla y aún temblando, con los rizos pegados de su frente sudada empezó a escribir con reverencia el nick que había podido comprobar de refilón: Maglor.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on October 30, 2019, 04:33:16 PM
Otro día lo pongo bonito que aún no me he hecho la maleta y salgo de viajeeee :D

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Bennu arrugó el ceño mientras Neko seguía llevándose aquellas cosas a la boca. Hacían un ruido extraño mientras las masticaba y a veces parecía que sólo las aplastaba contra el paladar, cerrando los ojos para más placer.
Ikki miró con atención la manera en la que el cuello de la chica se movía al tragar y apartó los ojos, mirando al cielo obstinadamente despejado.

—¿Seguro que no quieres? —insistió ella, con un puñado de… cosas amarillas en la mano—. Están buenas.

Ikki arrugó aún más el ceño.

—Fi figuef afí… —intentó hablar Neko con la  boca llena.

Bennu rodó los ojos y se dejó caer al suelo, con la espalda en el césped fresco.

—Con la boca llena no te entiendo.

Ella sonrió y tragó antes de ofrecerle el snack una vez más.

—Son estrellas de maíz con sabor a mantequilla. Están buenas y tienen el añadido de que comértelas aquí no engorda —explicó antes de darle un golpecito con la rodilla—. Y si te pones cuatro o cinco en la boca pones acento estadounidense de inmediato.

—No necesito comer nada llamado… saltarín. No me fío.

Neko se rió y acercó la mano hacia los labios de Ikki, dejando que oliera el snack.

—¿Una lamidita?

Ikki se dio la vuelta, dándole la espalda a Anir.

—¿No? —preguntó por última vez y se encogió de hombros al no recibir respuesta—. Pues más para mí.

Neko se acomodó, usando la cintura de Ikki como respaldo y continuó comiendo Jumpers a la sombra, mientras dejaba pasar los minutos perezosamente.

—¿Cuánto te queda?

Ikki le echó un vistazo a su contador antes de suspirar.

—Un minuto en tiempo de juego.

El silencio se estiró entre ellos y al final Neko decidió dejar la bolsa de Jumpers a un lado e inclinarse sobre su compañero de juego, buscando su cara.

—Mañana no puedo entrar, pero pasado vendré a la hora de siempre.

Ikki se giró para quedar boca arriba y puso una mano grande en la cabecita de Anir. Simplemente asintió. “Aquí estaré”, tradujo Anir en su cabeza y sonrió antes de apartarle el flequillo de la frente.

—No te muevas, ¿vale?

Bennu levantó una ceja.

—Vale, te esperaré aquí.

Neko se encogió un poco de hombros, mordiéndose el labio inferior.

—No me refiero a pasado mañana, me refiero a ahora.

—No entiendo —contestó Ikki que empezó a oír el aviso de desconexión.

Abrió los ojos dentro de su cápsula y esperó a que se abriese antes de llevarse los dedos a los labios. Entre el último remolino de píxeles podría haber jurado que había visto un pelo dorado muy muy cerca y le parecía que la boca le sabía a mantequilla.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on October 31, 2019, 04:10:20 PM

~+0.54~
(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/aerith.jpg) (http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/prompto.jpg)

Las fechas señaladas en el juego, al menos en el servidor Neverland, eran una verdadera fiesta. Un evento tras otro se sucedía durante veinticuatro días de juego, llenando las calles de las ciudades, las mazmorras y las zonas de caza de decoraciones, competiciones, monstruos nuevos y mucha, mucha diversión. Era casi imposible asistir a todos los eventos, ya que una conexión tan larga era cara y no estaba recomendada, pero eso no significaba que no existiesen jugadores que lo intentasen. Algunos hasta lo conseguían.

Así fue como Aerith se encontró a las afueras de Prorencia vendiendo las flores que le habían sobrado del evento de solsticio de primavera. Un chico rubio llevaba cinco minutos mirando con insistencia la cesta de mimbre que llevaba la cleric colgando del brazo.

—¿Ves algo que te guste? —acabó por preguntar la chica, ladeando la cabeza antes de sonreír.

El chico miró a un lado y a otro antes de señalarse a sí mismo, levantando una ceja. Aerith asintió y levantó un poco la cesta. El chico se encogió de hombros, claramente indeciso, tal vez hasta tímido. Luego, él la miró de arriba a abajo y volvió a apartar la mirada, con un ligero rubor coloreando sus mejillas.

Oh. ¡Oh!  A lo mejor si que había visto algo que le gustaba...

A Aerith se le escapó una risita cantarina y se llevó la mano al ramo de flores, sacando una de sus preferidas y extendió el brazo hacia el desconocido.

—Toma, para tí.

—¿Para mí? —preguntó él con sorpresa.

Tenía la voz un poco más aguda de lo que Aerith había esperado en un principio. Ella asintió, acercándole aún más la flor. Él se sonrojó aún más. Era encantador.

—Vale, pero, espera un momento, sólo deja que...

El chico empezó a trastear con su omnitool hasta que una cámara se materializó en sus manos y  se la llevó a la cara con total seguridad, ajustando su posición de inmediato para poder sacar el ángulo perfecto.

Clic.

Él bajó la cámara hasta dejar ver las pecas sobre su nariz y sonrió. Le dio la vuelta a la cámara y le enseñó la foto a Aerith. La foto estaba enfocada en la flor. Era preciosa.
Aceptó su regalo y él le envió la fotografía a través de su omnitool. Se llevó la flor a la nariz y sonrió-

—La verdad es que esta era la flor que me faltaba. Pero no sabía cuanto me iba a costar.

—Empezar una amistad, Quicksilver.

Prompto se rascó la nuca y se guardó la flor antes de empezar a hablar sobre teorías del color y curiosidades varias.
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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on November 30, 2019, 03:35:22 PM
MUNDO REAL :DDDD

Cid + Vincent, 01.
Hace mucho, mucho tiempo


————

Anir se agarró bien al manillar, echando el peso de su pequeño cuerpo hacia delante y se mordió la lengua, dejándola ver entre sus labios, frunciendo el ceño con un gesto de concentración. Tenía los codos hacia arriba y Pip no tenía muy claro como estaba haciendo lo que hacía con las rodillas, pero estaba pedaleando, ya por fin.

—¡Vas muy bien! —dijo el chaval, con las manos alrededor de la boca mientras vitoreaba. Luego se giró con los puños en la cadera para mirar a Cid—. Como le quites los ruedines se va a matar.

Cid se encogió de hombros mientras Anir intentaba cambiar de dirección y su bici empezaba a irse de lado. Pip corrió a agarrar el sillín y enderezar a la niña mientras seguía gritando y animándola. Anir se rió como la maníaca que era, haciendo rebotar su corta melena castaña con cada pedaleo.

Cid se llevó el cigarrillo a la boca y le dio una calada larga antes de soltar el humo despacio. Pip y Anir seguían ocupando todo el taller con su pequeño juego.

—Parece que le ha gustado. —comentó una voz apenas audible a su lado.

Cid sonrió de costado y miró de reojo hacia su invitado, que estaba quieto y apoyado en la pared. Llevaba una bufanda roja, aunque dentro del taller no hacía tanto frío y no se había cortado el pelo desde la última vez que lo había visto, un mes atrás. Eso era nuevo.

—Já, sí, puedes decir eso… No ha soltado la maldita bicicleta desde que se la he dado esta mañana —Cid se rió un poco, haciendo vibrar su pecho, aunque casi no hizo ruido—. Por lo menos ahora ya ha aprendido cómo tiene que darle a los pedales.

Anir había estado a punto de caerse, pero Pip la había cogido de las axilas y estaba dándole vueltas en el aire. Los dos chillaban aunque sonaba más a alegría que a asesinato infantil, así que todo iba bien.
Cid se giró hacia su invitado, para mirarle de frente.

—No tenías que regalarle nada, lo sabes.

—No me dejas pagarte lo que creo que mereces y era su cumpleaños. —apuntó él.

—Vincent… —se quejó Cid, consiguiendo que él se arrebujase un poco más en su bufanda—. Las tarifas están cerradas.

—Eres el mejor mecánico de la ciudad. Probablemente deberías estar trabajando para alguna agencia aeroespacial en vez de tener un taller de barrio.

Cid chistó, cruzándose de brazos. Y Vincent, en una extraña ocurrencia, siguió hablando.

—Y no veo nada malo en regalarle una bicicleta a tu hija el día de su cumpleaños.

—Tendrías que haberle regalado un triciclo, tiene cinco años. —contestó Cid, volviendo a mirar hacia su hija y su vecino.

—Y tú deberías cobrar más por tus servicios.

Cid dio otra calada a su cigarro antes de tirarlo al suelo y apagarlo con la bota. Se agachó a recoger el pitillo y miró hacia Vincent cuando aún estaba agachado. Su cliente tenía la mirada clavada en él, pero no exactamente en sus penetrantes ojos azules.
Cid sonrió mientras se incorporaba lentamente.

—¿De qué servicios estamos hablando? —quiso saber Cid.

Vincent parpadeó antes de levantar los ojos hacia la cara de Cid, que juraría ver un ligero sonrojo por encima de la bufanda, pero podría ser el reflejo de la tela…
Fue el turno de Vincent para cruzar los brazos y Cid se alejó un poco para echar el cigarro aplastado en una de las papeleras del taller. Se sacudió el pantalón un poco y volvió al lado de Vincent, que seguía sin contestarle.

—Y hablando de servicios, ¿no has ido al peluquero últimamente? —preguntó Cid, alargando una mano para tirar del flequillo largo de Vincent—. Creía que te insistían en mantenerlo corto en el trabajo.

—Lo he dejado —informó Vincent, hablando rápido para ser él—. No me gustaba, tenías razón.

—Entonces me has hecho caso…

—Y tú deberías hacerme caso a mí y buscarte un mejor trabajo.

Cid arrugó la nariz.

—No sé, puedo tener a la cría conmigo en mi propio taller —admitió Cid—. No podría hacer eso en otros trabajos.

Pasaron un par de minutos en los que se dedicaron a reírse por los intentos de Pip de enseñar a Anir a montar en la bici de una forma más convencional que su pose de mono capuchino.

—La primera vez que vine creí que era tu hijo. —confesó Vincent, acercándose un poco más a Cid.

Cid empezó a reír y señaló al chico con la barbilla.

—Soy demasiado joven para ser su padre —dijo antes de reír un poco más, pero ahora de forma suave—. Casi soy demasiado joven para ser el padre de Anir.

Vincent ladeó la cabeza y miró fijamente la cara de Cid.

—¿Qué edad tienes?

—Veintiséis.

Vincent hizo una cosa que no hacía casi nunca: parpadeó y levantó las dos cejas al mismo tiempo.
Cid le dio una palmada en el hombro.

—Por tu cara adivino que me ponías casi cuarenta.

Vincent negó con la cabeza.

—Treinta y algo… —acabó confesando—. Te hacía más de mi edad.

—Perdone, señor, por ser joven.

Vincent entrecerró los ojos, pensativo y Cid se dedicó a recolocarse la ropa y asegurarse de que aún le quedaban cigarrillos en la tabaquera. Cid podía sentir la mirada fija de Vincent sobre él, empezaba a creer que acabaría sonrojándose si ninguno de los dos decía nada. Estaba a punto de decir algo, pero Vincent se le adelantó.

—¿Qué pasó con su madre?

—Para ella era más importante trabajar en una empresa aeroespacial que tener hijos. En un principio la íbamos a dar en adopción.

Vincent miró ahora hacia Anir, que había conseguido frenar sin hacer que la bicicleta se venciese hacia delante. La niña levantó su carita hacia Pip y sonrió con grasa de motor y todo.

—Supongo que cambiaste de opinión.

—Supones bien.

Vincent se quedó callado, pensando en su propia historia trágica de amor. Algún día se la contaría a Cid, preferiblemente después de una cita, en una noche estrellada paseando por un parque solitario, sentados en los columpios de los niños.
Vincent entrecerró los ojos, pensando que esa era una imagen muy concreta y que su corazón latía queriendo hacerla realidad.

—¿Qué haces el sábado por la noche? —preguntó de repente.

Cid había empezado a sacar otro cigarro de la tabaquera y lo tenía a medio camino de sus labios, pero nunca llegó allí. Bajó la mano y se puso a pensar.

—Creo que nada.

—¿Tienes canguro?

Cid señaló a Pip, que le estaba sonando los mocos a su hija.

—Te llevaré a cenar.

Cid se rascó la cabeza, aún con el cigarrillo en esa misma mano.

—¿Me tengo que poner elegante?

Vincent se encogió de hombros.

—Si quieres.

—Bueno… —dijo con recelo, sin saber muy bien de qué iba el tema. Habían flirteado alguna que otra vez, pero nada serio—. Pero sólo si pagas tú, Señor Mayor.

—Si así consigo pagarte lo que te mereces… —comentó Vincent, sacándole una carcajada a Cid.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on November 30, 2019, 06:56:32 PM
s h a m e l e s s. Pero es adorable y me da igual.


~+0.55~
(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/ikkaku.jpg)

Ikkaku juró entre dientes cuando las llaves se le escurrieron de los dedos y cayeron al suelo con un tintineo húmedo. Si quería agacharse a recogerlas tenía que soltar la mitad de las miles de bolsas que llevaba, o el paraguas. Y con la que estaba cayendo se iba a mojar más todavía.
Miró a su alrededor esperando a que no pasase cerca ningún coche que pudiera salpicarle y con cuidado balanceó el mástil del paraguas entre su hombro y su cuello, doblando las rodillas y estirando el brazo hacia las llaves con los dientes apretados. Cuando las tuvo de vuelta se las metió en el bolsillo y se apartó del bordillo a tiempo para que la furgoneta que hizo olas al pasar sobre el charco a toda velocidad no le calase de arriba a abajo.

—Otro soplapollas con humos que está trabajando y tiene más prisa que nadie…

Consiguió llegar a casa con muchos insultos al tráfico, alguna que otra viejecita escandalizada que afortunadamente no lo reconoció como el maestro de kendo de la escuela del barrio, y ningún incidente como tal.

Dejó el montón de bolsas apiladas por la cocina y se fue directo a la ducha dejando tras de sí la ropa de entrenamiento tirada por el suelo como un rastro de víctimas a su paso. Después de volver a convertirse en persona bajo el agua caliente y cenar fideos con carne y tres o cuatro bolas de arroz, arregló su desastre y colocó la compra en un puñado de barquillas de plástico fáciles de cargar. Todo aquello contaba como suministros para el bar, y dejó los tickets de compra clavados en el corcho junto al teléfono fijo, para apuntar en su libro de contabilidad al día siguiente.

Ikkaku miró el reloj de la pared. Aún era pronto para su hora habitual de apertura, pero sabía que desde el momento que hubiera luz visible y cartel de abierto en el garito, a la gente dejaba de importarle el horario.

—Habrá que ir yendo pues. —se aseguró de tener todo listo, metió un par de latas de soda con cafeína para su propio consumo en las barquillas, dejó una de las lamparitas de mesa del salón encendidas y se aseguró de cerrar con todos los pestillos.

Esta vez tuvo más suerte y pilló el rato en que había dejado de llover, aunque el agua seguía saliendo a borbotones por las tuberías de algunas bajantes de las construcciones que había entre su casa y el viejo edificio de aspecto casi tradicional donde tenía su garito.
Se aseguró de que nadie lo viera entrar antes de tiempo, aprovechando que todavía tenía más de media hora de margen para poder dejar el material preparado y la cocina a punto con tranquilidad.
Entonces un ruido pequeño, agudo y totalmente fuera de lugar llamó su atención.

Ikkaku se asomó por debajo de la barra en forma de U, los taburetes amontonados a su alrededor y el par de mesas apartadas que ocupaban los rincones más alejados, pero no vio nada que le llamase la atención. Se rascó el cogote pelado cuando lo volvió a oír, una especie de ‘myeh!’.
¿Sería algún panel de la entrada que estaba flojo y chirriaba con el viento?
El hombre se acercó hasta las puertas correderas resignado a tener que cambiar los cristales o parchear los raíles por enésima vez, pero cuando se agachó para inspeccionarlos lo que encontró no fue nada de lo que esperaba.

Una pelusa grisácea y húmeda que se removió como un gusanito, y abrió una boca pequeña y rosada y volvió a hacer ‘myeh!’ con insistencia.

—Eeh, ¿cómo te has colado aquí dentro? —Ikkaku cogió al gatito con cuidado, no era un recién nacido, pero era tan pequeño que le cabía en una sola mano.

Se lo apoyó contra el pecho mientras regresaba al interior de la cocina y el animal se estiró, moviendo las patitas de forma descoordinada. El hombre resopló divertido y le acarició entre los ojos con la yema de un dedo.

—¿Y qué se supone que hago yo ahora contigo, eh? No tienes edad para andar solo de noche y entrar a los bares.

Se lo pensó unos momentos intentando recordar si tenía algo de utilidad en el pequeño cuarto junto a la cocina que hacía las veces de almacén. Puso una olla con agua a calentar y sacó una fiambrera un poco destartalada y un trapo viejo pero limpio.

—Lo siento pelusilla, en este establecimiento cumplimos las normas de higiene, —el gatito protestó como sabiendo lo que se le venía encima. Ikkaku rió entre dientes.— Joder, qué mono.

Buscó una caja de cartón donde puso un gurruño importante de trapos llenos de agujeros que había desechado la semana anterior, metió el saco de semillas que solía guardar por ahí en el microondas, lo calentó y lo puso bajo un par de trapos.

—Y ahora al agua, —dijo llenando la fiambrera con agua de la olla. El gatito se le agarró a la camiseta con las uñas cuando intentó apartarlo, pero lo desenganchó sin mayor problema, mojándolo poco a poco y metiéndolo en el agua con cuidado.

El animal se movió por el agua tibia con confusión, y maulló con su vocecilla aguda.

—¡Anda, un spa! —Ikkaku sacó el móvil para hacerle una foto o un vídeo cuando vio que empezaba a poner cara de comodidad.— Sonríe para Yumi que tendrá envidia, él no tiene una bañera tan grande.

Después de lavarlo a conciencia y cambiar el agua oscurecida un par de veces, dejó por fin que el gatito ronronease un rato en el agua limpia mientras él calentaba algo de leche para mezclar con yema de huevo y alimentarlo tras el baño. Vertió el líquido espeso en uno de los biberones de plástico que usaba para las salsas y sacó al animal del agua, envolviéndolo en un trapo y frotando suavemente.
Ikkaku miró el reloj.

Tiempo de sobra para terminar de ocuparse de su infiltrado, limpiar, y que nadie sospechase nada.

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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on December 31, 2019, 11:53:01 AM
Pues al final era Vincent al que le hacía falta una niñera

Cid + Vincent, 02.
Hace mucho, mucho tiempo... ese fin de semana.


————

Cid ni siquiera miró la pantalla de su móvil antes de responder, dándole la vuelta a un palillo entre sus dientes.

—¿Seh? —preguntó, apoyando la mejilla en la mano y moviendo los dedos de los pies que su hija se había empeñado en pintar. Aún le quedaban tres uñas, pero Cid tenía más pintauñas en la planta del pie que en lo que eran las uñas.

—Cid —escuchó una voz conocida desde el otro lado del teléfono—. Lo siento.

Cid echó un vistazo rápido al reloj de pared del salón de su casa y vio que era la hora de la siesta para Anir, pero se negaba a hacerla.

—Nah, la cría está despierta.

El silencio que le siguió estaba lleno de interrogantes y terminó con un suspiro de Vincent.

—Lo siento también por eso.

Cid levantó un pie y Anir se puso de pie, saltando mientras intentaba recuperarlo.

—¿Qué pasa? —preguntó Cid mientras Anir gritaba “¡Papá!” con tono evidente de queja.

—Lo de esta noche no puede ser.

La voz de Vincent siempre era difícil de leer, como su cara, y por eso a Cid se le hizo tan fácil saltar a conclusiones precipitadas.

—¿Estás bien? —preguntó, sentándose como una persona mayor y responsable en el sofá y agarrando a su hija de la barriga para sentarla en su regazo.

Anir levantó la cabeza, con curiosidad pintada en sus ojos.

—Sí, yo estoy bien, pero tengo que hacer de niñera. —informó.

Cid miró hacia abajo, donde Anir estaba usando el resto de la laca que aún le quedaba en el pincelito para colorear el pulgar de su padre.

—Mira, yo también. ¿Y si quedamos con los niños para que jueguen?

El silencio esta vez no fue muy largo, aunque Cid creyó oír una risita al otro lado de la línea.

—Este es un poco más mayor.

—Bah, no será para tanto. Dime donde ir y estoy ahí en un rato —aseguró Cid—. Si huelo a acetona cuando llegue que no te extrañe.

Vincent parecía estar tomándose su tiempo para decidir qué hacer, parecía estar hablando con otra persona en susurros, pero al final acabó por darle el visto bueno a Cid.

—Te mandaré un mensaje con la dirección, trae cena. —Y como un segundo pensamiento añadió:— Que el postre sea de chocolate.

—Señor. Sí, señor.

Cid colgó y pegó la barbilla a su pecho al mismo tiempo que su hija levantaba la cabeza y sonreía para mirarle, con pintauñas en las mejillas.

—¿Qué hacemos contigo?

—¡Bruja! —gritó la niña con los brazos en alto.

Cid le dio un golpecito en la nariz con el dedo.

—¿Cómo vas a salir a la calle así? ¿Y si viene el brujero a por tí te quema?

—Lo atropellas.

Cid se levantó, cargando a su hija sobre un hombro, directo hacia la bañera.

—Me gusta saber que tienes las cosas claras.

Y entre risas y gritos que parecían pistolitas se fueron a prepararse.


————

Cid cerró la puerta del coche y movió a Anir en su costado para cargarla mejor.

—Pues aquí estamos.

La dirección que le había facilitado Vincent le había conducido hasta una verja alta con puertas forjadas que se habían abierto a su paso. Cid había aparcado en el camino empedrado y ahora estaba mirando la mansión con la cara de alguien a quien se la acaban de jugar.

—Aún no es Halloween. —dijo Anir y Cid la miró, sonriéndole.

—Esto es lo que pasa cuando vas de bruja, que acabamos en una mansión terrorífica y con una seria necesidad de reparaciones en la fachada.

Anir se encogió de un hombro y se puso mejor su sombrero picudo.
La puerta de la mansión se abrió con un sonido preocupante y Cid volvió a comprobar la dirección, pero estaba bien.

—Cid.

Una figura alta y oscura le esperaba en la puerta y Cid bufó mientras subía las escaleras de la entrada.

—Valentine, ¿no había otro sitio?

—¡Vincent! —saludó Anir con las dos manitas en alto.

—Es una herencia, no vivo aquí. —aseguró él.

Cid dejó a Anir en el suelo antes de palmear el hombro de Vincent y darle la bolsa de comida para llevar que traía en la otra mano.

—Gracias. Esta casa estaba más cerca del hospital que mi piso.

—¿Qué hospital? —preguntó Cid, oyendo como su hija se adentraba en los pasillos oscuros de la mansión y correteaba a su antojo—. ¡Anir, no destruyas cosas!

Vincent se bajó la bufanda y cerró la puerta, encendiendo la luz del recibidor porque sabía que no a todo el mundo le gustaba andar a oscuras por la vida.

—Al que he ido a recoger a mi hermano.

—¿Tienes un hermano? —preguntó Cid, sorprendido.


Vincent estaba a punto de contestar algo cuando se oyó desde la profundidad de una de las habitaciones de la casa.

—¡Brujero!

Los pasitos de Anir se oyeron cada vez más fuertes y altos y rápidos y la niña apareció con una mano en la cabeza para no perder su sombrero y agitando la varitas con luces en la otra. Se agarró a la pierna de Cid e intentó treparla.

—Pues el coche no cabe por la puerta. —le dijo Cid mientras Vincent agarraba a la niña de la cintura para levantarla.

—¡Hay un brujero! —dijo, señalando al pasillo.

—Ese debe de ser mi hermano.

—¿Tu hermano es un brujero?

Vincent le miró sin expresión alguna, luego desvió la mirada hacia la dirección por la que había venido Anir y después se encogió de hombros.

—Está en la academia de brujeros ahora mismo.

—¡Hala! —gritó Anir.

Su padre había tenido a bien recuperarla de los brazos de Vincent y ahora la tenía sentada sobre sus hombros y bien cogida de sus orejas.

—En realidad es la academia de policías —corrigió Vincent, llevándolos hacia la misma sala de la que había salido Anir—. Se apuntó hace poco y ya se ha roto un brazo.

Cid puso cara de dolor y Anir agitó su varita mientras cantaba algo en un idioma que ninguno de los otros dos entendieron.

—¿Y el niño? —preguntó Cid.

—¿Qué niño?

—El que tenías que cuidar.

Vincent se rascó la mejilla y señaló hacia delante.

—Mi hermano.

Entraron en la sala y un chico con ojeras, el pelo revuelto y ceniciento a la altura de los hombros, cara de pocos amigos y un portátil sobre sus muslos les miró sin entender mucho qué estaba ocurriendo.

—Sephiroth, este es Cid y su hija Anir —los presentó—. Han traído la cena.

—Vale. —contestó, aunque aún parecía algo receloso.

Luego pareció acordarse de algo y apartó el portátil, apoyándose en la mano buena para levantarse.

—¿Cid, el mecánico?

—El mismo —dijo antes de tenderle una mano que Sephiroth se quedó mirando—. Es para saludar.

Sephiroth parpadeó y pareció salir del trance, saludándole con un apretón firme. Anir estaba mordiendo su varita cuando Cid la sentó en una silla. Vincent estaba sacando la comida de la bolsa y no tardaron mucho en empezar a cenar.

Anir tardó poco en perderle miedo a Sephiroth y acabó contándole todo lo que se cocía en su clase de infantil y preguntándole por sus compañeros de la Academia de Brujeros. Cid y Vincent se dedicaron a hablar sobre los nuevos trabajos que podría ejercer Vincent ahora que había dejado la seguridad privada, aunque de vez en cuando intervenían en la conversación de los más jóvenes.
Para cuando llegó el postre a Sephiroth le parecía que Cid era un tío legal, pero la tarta selva negra fue lo que le convenció de que aquel hombre era alguien sensato con los pies en la tierra.

Cuando Cid se despidió, con Anir hecha una bola, durmiendo entre sus brazos, Sephiroth levantó la cucharilla con la que estaba devorando su tercera ración de tarta para despedirse, aunque después la soltó para ofrecerle la mano buena a Cid.

—Que vaya bien y ya sabes, si se meten mucho contigo, tú deja caer mi nombre, que la mayoría traen sus motos a mi taller.

—Anotado. —dijo Sephiroth.


Vio como Vincent ponía una mano sobre el hombro de Cid para acompañarlo hasta la puerta. También vio como esa mano bajaba hasta lo más bajo de la espalda de Cid y levantó una ceja, interesado en aquel movimiento.

—¿Qué haces en Halloween? —preguntó Vincent, ya en la puerta.

Cid levantó al bulto entre sus brazos, que se arrebujó un poco más. Vincent tardó unos segundos, pero continuó hablando.

—Aún tengo el uniforme de policía, creo que me cabe.

—¿Se están auto-invitando, Señor mayor?

—Es posible.

Cid se lo pensó sólo dos segundos antes de acercarse y dejarle un beso a Vincent en la mejilla, sobre la bufanda roja que tanto cariño le había cogido.

—Será un honor, agente.

Vincent volvió a la sala para apartar los platos casi a tumbos, se podría decir que embelesado, para ser él.

Sephiroth estaba sirviéndose una cuarta ración de tarta, con el sombrero de Anir perfectamente equilibrado sobre su pelo más o menos plateado,  cuando Vincent llegó.

—Si ese es mi nuevo cuñado, apruebo.

Vincent parpadeó lento y luego asintió.

—Lo será.

Y la sonrisa en sus labios se podía adivinar incluso con aquella bufanda puesta.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on December 31, 2019, 01:38:00 PM
Confieso que hay un motivo por el que no voy a la peluquería. La gente que insiste en hablar contigo aunque intentes fusionarte con la silla y ser un mueble. :v


~+0.56~
(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/yumichika.jpg)

—¡Y entonces la muy sinvergüenza va y me dice que el próximo novio que tenga se lo buscará huérfano para no tener que lidiar con otra suegra! —la señora se deshizo en carcajadas, y el resto de sus comadres la siguió en el cacareo como un puñado de gallinas despendoladas, con algún que otro “uy” y “ay” y palmadas varias.

Yumichika levantó la brocha cargada de tinte a tiempo antes de que la mujer se agitara en su asiento y llegase a pintarle una mecha nueva en mitad de la cara. No le pagaban lo suficiente por aguantar a esa banda de petardas.  A nadie le pagarían lo suficiente por aguantarlas. ¿Qué clase de gente quedaba para pasar la tarde en la peluquería contándose chismorreos a gritos entre el ruido de los secadores? Gente sin clase, claramente.


—Oye tesoro, —empezó una de las mujeres, chasqueando los dedos llenos de anillos como si llamase a su perrito.— Los espejos grandes muy bien, pero el resto de la decoración no me gusta nada ¿eh? Estaba mucho mejor antes.

—¡Eso! A ver si lo cambiáis, que ahora es todo muy moderno y feo.

Yumichika solamente sonrió con afectación, manteniendo sus músculos faciales relajados con un control férreo y no dejándose caer en la tentación de rodar los ojos, no fuera que de tanta estupidez se le quedasen incrustados en el interior del cráneo.

—Claro que sí, guapi. —contestó levantando una ceja en dirección a su compañera de trabajo por encima de la cabeza a medio teñir, y la chica le devolvió una mirada de circunstancias y la inspiración de un suspiro mudo.

Por suerte para él y por desgracia para el resto del mundo, la señora y su banda del patio del geriátrico se tomaron la afirmación de forma literal en vez de con los debidos litros de sarcasmo que rezumaba, y prosiguieron con su sesión de habladurías, injurias y calumnias a todo bicho viviente.

Como si no tuviera él otra cosa que hacer que volver a cambiar la decoración después del pastizal que se había dejado renovando el local. Estaba intentando que la vieja peluquería de barrio sosa y anodina, y mucho más importante sin apenas clientes, evolucionase en un negocio moderno, con estilo, y que sobre todo atrajese a gente joven dispuesta en dejarse el dinero en algo más retador y estimulante que unos puñeteros rulos y un cardado.
Y de momento parecía que la jugada le salía bien, excepto por aquel grupito de viejas brujas que se creían divas indisolubles solía tener el establecimiento casi completo de su público objetivo durante la mayor parte de la semana.
Pero los lunes merecían la muerte. Ellos y el desgraciado al que se le ocurrió inventarlos.

Yumichika miró la pantalla luminosa donde el reloj marcaba la hora y calculó mentalmente cuántas horas le quedaban para echar el cierre.
Demasiadas.
Respiró profundamente antes de seguir con lo que estaba haciendo, mentalizándose para seguir ignorando la conversación, porque el uniforme de preso era de lo más antiestético y el color no quedaba para nada bien con el subtono de su piel perfecta.

Tendría que pasarse más tarde por el bar de Ikkaku para que le diese de cenar barato y poder despotricar del personal a placer y quedarse a gusto.
Y ponerse al día de los cotilleos que de verdad le importaban.


.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on January 31, 2020, 01:25:23 PM
BRUJEROOOOOOOOOOOOO

Anir, 8º cumpleaños.
Un día para celebrar


————

Anir ladeó la cabeza al abrir la puerta y clavó sus ojos claros en la persona que acababa de llamar.

—¡Brujero! —gritó abriendo más y echándosele encima.

Sephiroth se equilibró como pudo y palmeó la espalda de la niña antes de intentar dejarla en el suelo, tarea difícil cuando ella tenía sus piernas alrededor de Sephiroth y no parecía querer soltarse.

—Anir, si no me sueltas no te puedo dar tu regalo.

—¿Eso es un reto? —preguntó ella y Sephiroth suspiró porque reír le habría quitado credibilidad, pero por dentro notó un calorcito de aprecio por aquella niña obstinada.

—No, es un hecho.

Anir puso los dos pies en el suelo y se cruzó de brazos, inflando los mofletes y Sephiroth la intentó redirigir hacia el interior del apartamento de Vincent.

—¿Y mi regalo? —preguntó ella, aunque se dejó llevar, caminando a saltitos y haciendo rebotar sus coletas castañas.

—Es digital, en cuanto me siente te lo mando.

Los ruidos de la fiesta iban aumentando según se adentraban en el apartamento y pronto Sephiroth empezó a ver niños aquí y allá, jugando, cantando y pasándolo bien en general. Ver el apartamento sobrio de Vincent decorado con globos coloridos y oliendo a dulces le hizo sonreír, pero ver a Vincent en medio del comedor intentando acercar una bandeja de comida, rodeado de niños le hizo reír.

Vincent le vio y le saludó con un movimiento de cabeza y Sephiroth le saludó llevándose dos dedos a la frente separándolos mientras se dejaba caer en el sofá. Anir no tardó en aparecer con un bombón de chocolate negro como ofrenda mientras se hacía una bolita a su costado y culebreaba hasta hacerse un hueco bajo su axila.

—¡Mi regalo!

Sephiroth le palmeó la cabeza y se acomodó en el sofá mientras desenvolvía el bombón con lentitud, consiguiendo que Anir rodase por el sofá, pateando uno de los cojines al suelo.

—Jooo, Sephi, no es divertido. Mi padre no podía venir, el primo Pip no podía venir y ahora no me das mi regalo.

Sephiroth se llevó el bombón a la boca y lo saboreó un poco antes de darle un toquecito en la nariz a Anir.

—Recoge el cojín y siéntate bien, va. —le dijo, sacando el móvil.

La niña arrugó la nariz, pero lo hizo caso antes de recuperar su sitio debajo del brazo de Sephiroth para poder ver con claridad la pantalla.

Cuando vio lo que le estaba transfiriendo la cara de Anir se iluminó y abrazó a Sephiroth con tanta fuerza que al chico no se le salió el bombón de la boca de puro milagro.

—¡Gracias, gracias!

—Entonces sí que era el juego que querías.

—¡Sí! —gritó ella y corrió hacia sus compañeros de clase para enseñarles lo que había acabado de recibir en su buzón.

Poco después la mayoría de niños estaban alrededor de la televisión tomando turnos para jugar y Vincent se sentó al lado de Sephiroth, con la espalda bien recta y la mirada perdida.

—¿De qué es la tarta? —preguntó Sephiroth, supervisando el comedor para ver que los niños no se metieran en problemas.

—De dulce de leche.

Sephiroth chistó y se quitó las gafas para limpiarlas y fue el turno de Vincent de reírse de él.

Un rato después, algo golpeó la pierna de Sephiroth y miró hacia abajo. Algo brillaba en el suelo, algo que no había estado ahí antes. Cuando se agachó a recogerlo algo más le golpeó sin fuerza en el hombro y oyó la risita traviesa de Anir.
Al incorporarse vio que era una moneda de chocolate. Una tercera moneda cayó en el sofá y Sephiroth se levantó, intentando arreglarse un poco la media coleta que llevaba ese día. Recogió las tres monedas y las miró con intensidad mientras una cuarta apareció en el sofá a meros centímetros de su pierna.

Sephiroth suspiró y se quitó las gafas.

—Supongo que si me pagan tendré que hacer mi trabajo… A ver, ¿dónde puede haber brujas?

Sephiroth se alejó de Anir, pero no tardó mucho en darle la vuelta al sofá y sorprenderla a ella y a dos niñas más, que se levantaron y empezaron a correr por la habitación.

—¡Brujero! —gritaron todas, riéndose.

Sephiroth agarró a Anir por debajo de las axilas y la levantó en el aire, después procedió a hacerle una pedorreta en la barriga, porque podía.

Un par de horas después, cuando todos los niños se habían ido con sus padres, cuando el apartamento de Vincent estaba limpio y recogido, mientras Anir se quedaba medio dormida sobre el hombro de Sephiroth, Cid llegó.

—Maldita llave —fue lo primero que dijo al entrar, antes de cerrar la puerta—. Y maldito coche que me ha quitado la plaza y me cago en… oh, Vin, hola.

Por lo que Sephiroth podía oír desde el sofá, Vincent había cortado la retahíla de juramentos con un beso.

—¿Mal día?

—Se podría decir, ¿dónde está mi engendro?

Anir levantó la cabeza, despierta de repente y corrió pasillo abajo hacia la puerta.

—¡Papá! ¡Han podido venir todos y todo era bonito y tenía los globos que quería y me han regalado cosas chachis y la tarta estaba buena!

Anir apareció de nuevo en el comedor, arrastrando a Cid con dos manos mientras el mecánico intentaba equilibrar el paquete que llevaba en la otra. Vincent se lo quitó y lo dejó en la mesa del comedor, por lo visto habría traído comida para llevar, aunque ellos ya habían cenado.

Anir se subió a una silla, y se arrodilló en ella antes de sentarse bien.

—¿Qué es? —preguntó.

Cid abrió el paquete y dejó ver una pequeña tarta con las velas ya puestas.

—¿Creías que no iba a celebrarlo contigo?

Anir sonrió y se bajó de la silla para abrazar a su padre, que estaba intentando encender las velas.

—Oh, esta es de chocolate… —comentó Sephiroth.

Y todos rieron antes de reunirse alrededor de la mesa para celebrar en familia el octavo cumpleaños de Anir. El último que pasaría sólo teniendo un padre, aunque eso aún no lo sabían.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on January 31, 2020, 05:51:49 PM
there's some plot in there y'allbrujeros y herejías :v


~+0.57~
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—¿Y el chaval?

—Tiene nueve años, ya puede quedarse solo. —por algún motivo Sturm parecía incómodo.

—Hmm. Entiendo.

—Entonces no tendrás inconveniente en echarle un ojo mientras tanto… —el Inspector Brightblade tenía una forma de pedir favores que le hacía sentir a uno como si se lo estuvieran haciendo a él.

Sephiroth negó con la cabeza, pensando que total tampoco le iban a dejar salir a la calle. Aunque ya no estaba de baja hacía poco que había vuelto a los turnos completos y parecía que sus superiores lo trataban como si se fuera a romper de nuevo. Su comienzo había sido tan espectacular que sin embargo algunos de los agentes recién graduados le miraban casi con miedo.

—Voy a estar aquí toda la noche, —dijo señalando la oficina, el ordenador, y la pequeña montaña de papel físico a la antigua que su jefe se empeñaba en seguir usando,— no tengo nada más que hacer.

Brightblade asintió tras un par de segundos de silencio y dejó a la niña pequeña que llevaba dormida en brazos sobre el sofá del rincón.

—Si necesita cualquier cosa, —empezó, señalando la bolsa de deporte junto a su mesa, pero Sephiroth movió la mano quitándole importancia.

—Hmm, tengo una… sobrina, más o menos de su edad.

Su jefe dejó escapar el aire de sus pulmones y asintiendo de nuevo se puso la gabardina y salió sin decir nada más.

El joven miró a la niña, que iba en pijama y se había hecho una bolita contra los cojines pero seguía durmiendo. Con el ceño fruncido la tapó con la manta que colgaba del respaldo y le apartó el pelo rojizo de la cara.

(http://saintseiyayaoi.net/misk/hr.png)


Hacía rato que había pasado ya más la mitad de la pila de documentos a la carpeta de ‘Copia digital’ cuando Sephiroth escuchó un ruido que no coincidía con el crujido habitual de su silla, y se giró hacia el sofá dejando el termo en la mesa, quitándose las gafas y estirando la espalda hasta que algo hizo crack en su columna.

—¿Papá? —la cría se sentó entre los cojines, todavía enrollada en la manta y frotándose los ojos medio pegados por el sueño.

Por un momento Sephiroth no supo cómo responder, y tragó saliva rezando por que no se pusiera a llorar. Pero la niña ladeó la cabeza bostezando y observándolo con curiosidad.

—No te conozco, ¿eres nuevo?

El joven asintió con la cabeza, echando la silla hacia atrás cuando la pequeña se dejó escurrir del sofá y caminó hasta él arrastrando la manta por el suelo detrás de ella.

—¿Y papá? —repitió.

—Ha tenido que salir, —por fin Sephiroth recuperó el habla, reprendiéndose a sí mismo por su torpeza. Valiente adulto responsable estaba hecho si una mocosa que no debía pasar de los 5 años le ponía nervioso.— tienes ahí tus cosas si…

Pero la niña negó con la cabeza y se limpió un reguerito de saliva que se le había quedado pegado en la mejilla con la manga del pijama, para después apoyarse contra sus rodillas intentando subirse a su regazo sin ninguna vergüenza.

—¿Cómo te llamas? Yo Airin.

—Sephiroth. —dijo él, y frunciendo el ceño rebuscó por sus bolsillos hasta dar con un pañuelo, la sentó sobre sus rodillas y le limpió la cara pese a las protestas.

—Es muy largo. —sentenció la niña, y estirando una mano hacia el termo preguntó,— ¿Qué bebes?

Por un momento Sephiroth estuvo a punto de contestar que café, pero no había nadie para juzgarle así que fue sincero.

—Chocolate. —Y tras un momento de silencio en el que la cría le miró casi podría decir que calculadoramente, decidió ofrecer una alianza poco común.— ¿Quieres un poco?

Airin arrugó la nariz.

—No me gusta el chocolate.

—No es como el de tableta, —contestó el joven sorprendido ante la osadía de la niña.

—Bueno.

El chico se arrastró con la silla de vuelta a la mesa hasta poner su botín al alcance de su brazo sin necesidad de levantarse, vertió un poco en la taza vacía y se lo dio a la niña, que lo acercó a su cara para olisquearlo primero. Por el gesto que puso parecía que había decidido otorgarle el beneficio de la duda, y Sephiroth escondió una sonrisa divertida cuando se relamió después de un primer sorbito incierto.
Airin levantó la cabeza para mirarle con interés, balanceando las piernas y moviendo los dedos dentro de los pies de su pijama de felpa.

—¿Te gusta? —preguntó el joven.

—Nostá mal, —concedió la niña sin ceder del todo, pero acabó la pequeña cantidad de líquido que había en la taza.

—Hmm. ¿Quieres más? —Seguro de haber ganado la batalla contra la herejía ya no tenía miedo de enfrentarse a una mocosa activa y azucarada. Los niños callados siempre eran más difíciles de manejar, pensó con cierto cinismo, sólo había que haberle conocido a él mismo.

Sin embargo Airin le sorprendió de nuevo negando con la cabeza y le devolvió la taza para después recostarse contra su pecho. Sephiroth cogió el pañuelo y procedió a limpiarle la cara, esta vez sin oposición, borrando los restos incriminatorios de chocolate. Ya que estaba adecentando a su pequeña misión y dejándola presentable le pasó los dedos entre el pelo, poniendo un poco de orden en aquella corta mata de pelo rojizo y revuelto.
Los ojos verdes de la niña lo observaban con la misma atención desconcertada que había visto muchas veces antes en el espejo, y por un segundo Sephiroth tuvo una sensación extraña algo más arriba de la boca del estómago, como una ligera presión que no habría sabido definir.

Pero en vez de tomarse el tiempo de parar a analizar ese sentimiento, llevó el dedo índice hasta la cara de la pequeña y no se aguantó las ganas de apretarlo suavemente contra su pequeña nariz respingona.

—Mep.

Airin escondió la cara contra su camisa y Sephiroth dejó escapar una risita ahogada entre dientes. Envolvió a la niña de nuevo en la manta del sofá, acurrucada como estaba, y acomodándose en la silla con ella en su regazo decidió volver a su cometido previo.

Lo que antes había sido una montaña de papeles ahora ya no podía considerarse mucho más que una leve colina, pero aún le quedaban horas hasta acabar el turno y que su padre la recogiese. Frunció el ceño, se aseguró de apuntar ‘leche, zumo y galletas’ en una nota adhesiva que pegó a la base de su monitor, se volvió a poner las gafas y entonces retomó el trabajo abandonado.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on February 29, 2020, 03:51:25 PM
ES UN BRUJEEEEEEEEEEROOOOOOOOOOOOOO
Esta aporte es por culpa de un prompt de Airi. Gracias <3




Anir & Sephiroth
Clases de matemáticas básicas




Anir se dio con la frente sobre la mesa en la que estaba haciendo los deberes y Sephiroth le dio con el libro de matemáticas en la cabeza, pero suave, que estaba estudiando.

—¿Y si meto la cabeza en el libro, tú crees que se me quedarán las fórmulas? —preguntó Anir, derrotada. Tenía un mal día.

Sephiroth dejó salir una risa suave, camuflada con una tos y carraspeó antes de dejar dicho libro sobre la mesa del comedor del piso de su amado hermano.

—Aprender no funciona así. Y ahora sigue intentando acabar esos ejercicios mientras yo voy al baño.

—Sí, maestro... —murmuró Anir, echándose hacia atrás en la silla y subiendo los talones al borde de su asiento.

—Venga, que no es para tanto, son matemáticas básicas.

—Me preocupa lo que entiendes tú por matemáticas básicas...

Sephiroth rodó los ojos, pero se fue sin rechistar más. Pasaron diez segundos y Anir estaba muy concentrada en sus deberes cuando de repente algo vibró encima de la mesa. Levantó la vista. Era su móvil.
Anir estiró la mano y echó un vistazo a las notificaciones, era uno de sus compañeros de clase, que estaba preguntando por la tarea de mañana, así que ni corta perezosa se puso a contestar, toda orgullosa de poder ayudar a alguien.

Volvió a dejar el móvil a un lado y se intentó centrar de nuevo en los ejercicios, pero el móvil vibro un par de veces más. Anir lo miró con recelo, pero lo cogió y desbloqueó la pantalla. Diez minutos después estaba mirando un artículo de una enciclopedia online que trataba sobre el ciclo de vida de unas hormigas sin reina y como los combates rituales podían modificar sus niveles de dopamina y volverlas reinas.
Una mano pálida apareció delante de ella, aunque no se dio cuenta, y le arrebató el libro de matemáticas. Sephiroth le volvió a dar un papirotazo con el maldito libro.

—¡Ay! —se quejó Anir.

—Deja de malgastar el tiempo y continúa con tus deberes.

—¡No malgasto el tiempo! Estoy investigando a las Harpegnathos Saltator.

Sephiroth torció el morro.

—¿Eso te sirve para clase?

—Tal vez... o no. ¡Pero son fascinantes! —le aseguró Anir.

Sephiroth se sentó delante de ella y señaló la mesa delante de él con un dedo acusador.

—El móvil. —le dijo.

Anir arrugó la nariz, pero acabó suspirando y deslizó el aparato encima de la mesa.

—Toss a phone to your teacher... —canturreó entredientes.

Sephiroth le preguntó por el quinto ejercicio de la tarde. Esta vez Anir lo hizo bien y Sephiroth se comió uno de los bombones de chocolate negro que tenía en su mochila a buen recaudo. Era su recompensa por ser un buen profesor.

—¡Ey! ¿Y para mí no hay nada? —preguntó Anir, poniendo morritos.

—Cuando seas buena alumna, botón de oro. —le dijo Sephiroth, empezando a narrarle el sexto ejercicio de forma lenta y con voz profunda.

—Maldito brujero...




Había pasado una semana y Anir estaba sacudiendo los resultados de su último examen de matemáticas por el todo el taller.

—¿Tenías que imprimirlos? —preguntó Cid, levantando un brazo para que su hija pasase por debajo de él, camino a la oficina.

La niña se paró y se dio la vuelta, encarando a su padre.

—¡Sí! ¡Es un resultado perfecto! ¡Casi me tienen que poner puntos extra por corregir al profesor! —añadió con orgullo.

Cid se rió con ganas, tanto que se le cayó el cigarro que aún no se había encendido. Últimamente le había dado por hacer eso, mantener los cigarrillos entre los labios pero sin encender le quitaba un poco el mono. Estaba intentando dejarlo. Era la quinta vez.

—Lo sé yo y lo sabe cualquiera con oídos funcionales a cien metros a la redonda. ¿Pero para qué lo imprimes?

Anir se encogió un poco de hombros.

—No sé, verlo en físico lo hace más real, ¿no crees?

—Sí, supongo. —le dijo Cid, ladeando la cabeza.

—¡Y así se lo puedo restregar por la cara a Sephiroth, literalmente! —confesó la niña—. Ahora se lo va a tener que comer, ¡soy buena alumna!

—¿Y tú crees que se va a comer eso? —preguntó Cid, señalando el papel con el resultado del examen.

—Se lo puede comer con chocolate si quiere.

Cid se llevó la mano a la barbilla, cerrando un ojo y mirando hacia el techo del taller.

—Si se lo ofreces con chocolate, tal vez sí que se lo coma literalmente.

Anir levantó la comisura de un labio con obvio desagrado.

—Eeew —comentó antes de sacudir la cabeza—. Bueno, pues lo vuelvo a imprimir, no pasa nada.

Y con una sonrisa que le sacaba el parecido con su padre se marchó, caminando con el pecho inflado y los hombros hacia atrás, camino hacia sus clases de repaso semanales con su brujero favorito.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on March 31, 2020, 05:07:58 PM
aporte envidioso del aire libre

~+0.58~
(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/prompto.jpg) (http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/nyx.jpg)

A Prompto aún le dolía el trasero del batacazo que se había dado al salir del arcade, el chaval contra el que se había chocado tampoco parecía tan grande, pero desde luego era más que sólido. ¿Cómo había dicho que se llamaba? Prompto arrugó la nariz, intentando recordarlo. De lo que sí que se acordaba era que su nombre rimaba con el de su hermano, ese joven tan majo que le había devuelto la cartera.

—¿Serán mellizos? —se preguntó en alto mientras se rascaba la barbilla.

Prompto llevaba prisa y más todavía después de la interacción que le había retrasado un poco más. Y es que tenía una cita importante... ¡era un trabajo!
Echó un vistazo a sus mensajes para ver si su cliente le había increpado, pero de momento no tenía noticias de la mujer. Aún disponía de diez minutos para llegar al lugar de encuentro. Si tan sólo tuviera alguna forma de llegar más rápido... Entonces fue cuando la vio. Una rareza, algo que hacía generaciones que no estaba de moda para desplazarse por la ciudad. Una bicicleta, ahí, abandonada y sin cadena puesta.
Prompto miró alrededor, suponiendo que el dueño no debería estar muy lejos, pero no pareció ver a nadie que estuviera custodiando aquella maravilla. Dio un paso tentativo hacia ella y luego otro más... cuando iba por el tercero escuchó la sirena de un coche de policía sonar durante unos dos segundos antes de detenerse.

—Ni se te ocurra, chaval. —escuchó una voz conocida a su espalda.

—¡Nyx! —exclamó Prompto, sonriendo antes de girarse y verlo con el brazo apoyado en la ventanilla del conductor.

Corrió hacia el coche e intentó abrir la puerta de atrás sin resultado, así que apretó los labios mientras miraba fijamente a Nyx, aún con la mano agarrada con firmeza a la manilla. Algo sonó desde dentro del coche y Prompto sonrió otra vez como si el cielo se le hubiera abierto y estuviera lloviendo dinero en efectivo.

—¡Llegas en el momento exacto! ¿Me llevas a esta dirección? —preguntó mientras enviaba las indicaciones al GPS del coche de policía.— Tengo que estar allí en diez... ¡ocho minutos!

Nyx rodó los ojos, pero no perdió el tiempo en incorporarse al tráfico.

—Y pensabas llegar allí corriendo. ¿Por eso ibas a robar esa bicicleta? —preguntó Nyx, adelantando a otros vehículos a diestro y siniestro—. No se ven tantas estos días, su dueño seguro que lo habría denunciado. ¿Y luego que hago yo contigo, eh?

—Ayudarme a no delinquir, eso haces. —le dijo Prompto, apretándole los hombros desde el asiento de atrás.

—Anda, deja de menearte tanto y ponte el cinturón, —le avisó Nyx con una risilla divertida impregnando sus palabras— ¿A dónde ibas con tanta prisa?

 —¡Tengo una cita! —informó Prompto, que se había puesto el cinturón a todo correr y acababa de abrir su mochila para volver a ver que su equipo de fotografía estaba en sitio y listo para usar— No espera, no ese tipo de cita. Es una sesión, es trabajo.

Nyx ya había estado a punto de hacer un comentario, pero chistó antes de hacer un ruido de aprobación y reducir la velocidad para girar a la izquierda.

—El parque al que vas es muy bonito, sobre todo la parte de la cascada. —comentó Nyx.

—Sí, la cliente es una bailarina, quiere hacerse fotos donde el lago, —Prompto volvió a mirar sus mensajes, pero seguía sin tener ninguno nuevo— Espero que no me deje plantado...

Nyx frenó casi de golpe y quitó el seguro de las puertas. Prompto le dio las gracias e intentó salir, pero algo le detuvo en el último segundo.

—El cinturón, —le recordó Nyx— ¿Quieres que te espere? Por si es mala gente y te deja plantado.

Prompto tardó un tiempo más que vergonzoso en quitarse el cinturón, respondiendo a Nyx mientras peleaba con el condenado chisme, pero por fin terminó por deshacerse de aquel invento del diablo y salió disparado hacia la calzada, casi cayendo al suelo por segunda vez esa tarde. Salvó la caída con un giro digno de una maniobra de ballet.

—No, ¡no hace falta! —y con un dedo en alto añadió,— no quiero ser yo quien te separe de tu deber.

Nyx se encogió de un hombro y se quedó a ver como el chico se alejaba corriendo. Prompto no tardó en llegar al punto de encuentro justo cuando su alarma sonaba alta y clara. Miró a su alrededor, pero no consiguió ver a la mujer que supuestamente le había contratado. Buscó otra vez el contacto, pensando seriamente en si debería avisarle de que ya estaba allí. Estaba mordiéndose el labio inferior cuando notó una suave palmada en su hombro. Se dio la vuelta tan rápido que por un momento el mundo se convirtió en rayas horizontales. Cuando centró su visión vio rojo y una mano suave y pálida ajustando un pañuelo.

—Argentum —saludó la mujer, que en su mano libre sujetaba el manillar de una bicicleta bastante familiar.— He parado a recoger algunos snacks, espero no haberte hecho esperar.

—No, ¡no, para nada! Creo que hemos llegado al mismo tiempo.

Prompto sonrió con algo de nerviosismo intentando disimular su apuro y dio las gracias a la suerte porque Nyx le hubiera impedido llevar a cabo su estúpida idea de robar la bicicleta de su cliente para llegar a tiempo a la cita.

—¿Empezamos?

Ella sonrió detrás del pañuelo y levantó la bolsa con golosinas.

—Puedes llamarme Yuzuriha.
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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on March 31, 2020, 09:22:29 PM
—¿El club de la comedia?

El Dragoon preguntó con incredulidad. O al menos a Simbad le pareció que era incredulidad, porque ni su rostro ni su voz mostraban nada en absoluto. Resultaba un tanto siniestro si lo paraba a pensar.

El tipo se alzaba en medio de una arena, una de esas zonas reservadas al PVP entre jugadores. Su armadura, de un flamante color blanco, estaba manchada de sangre y a su alrededor se apilaban los cadáveres de los perdedores, deshaciéndose en nubarrones de píxeles multicolores.

—¡Así es! —dijo Simbad, sin que su sonrisa disminuyera ni un ápice, entregándole una folleto donde aparecía él, con una sonrisa más grande todavía —. Un club selecto de gente selecta donde sólo encontrarás lo mejor de lo mejor.

El Dragoon tomó el folleto, examinándolo por delante y por detrás con sus ojos grandes y verdes.

—Irrelevante —decretó en menos de dos segundos con el mismo tono de voz y devolviéndole el papel.

Eso no entraba en los esquemas de Simbad.

—Pero… ¡Piensa en las ganancias! —Se interpuso frente al Dragoon cuando éste dio la vuelta, decidido a ignorarle.

—… ¿Qué ganancias? —preguntó, aunque algo en su tono dejaba entrever que había más curiosidad que interés personal. Sin embargo, para Simbad era suficiente clavo del que aferrarse.

—¡Me alegra que lo preguntes! —Le pasó un brazo por el hombro con gesto amigable —. Pues verás, un servidor es la crême de la crême, el más VIP de los VIPs, y como tal, tengo acceso a una serie de contenido que puedo compartir con otros jugadores. Loot, equipo, cosméticos, monturas… tú dilo y lo tendrás. Además gozarás del mejor premio de todos: disfrutar de la compañía más selecta, es decir, ¡yo! Y alguna que otra gente más, claro.

El Dragoon ladeó la cabeza y parpadeó.

—Eso no se puede hacer —declaró, con certeza.

—¡Ja ja ja! ¡Claro que se puede, qué cosas dices!
— le respondió, dándole unas palmadas en el hombro —. Son privilegios exclusivos, ya te digo, ¡privilegios! El GM mismo me los ha hado; somos colegas, ¿sabes?

El chico parecía que iba a replicar algo, pero alguien le interrumpió con un grito.

—¡Tú!

Ambos se giraron, encontrando otro Dragoon de pelo azulado y largo, apuntando a la nueva víctima de Simbad con su lanza y una mirada furibunda.

—Así que todavía estás aquí. ¡Quiero la revancha!

El Dragoon de la armadura blanca le miró largamente sin que su expresión cambiara ni un ápice.

—Dragonlord —le llamó al reconocerle —. Te he derrotado esta mañana.

—¡Me has humillado! —exclamó el otro, rojo de rabia —. ¿Sabes lo que me ha costado inscribirme en el torneo de Dragoons de este mes? Esta vez vengo preparado, y te juro que el premio será mío. ¡Reza lo que sepas, tramposo!

El otro se escurrió de debajo del brazo de Simbad.

—Tengo asuntos que requieren mi atención —le dijo, invocando su propia lanza.

Simbad debería haber tomado eso como una invitación a irse, pero en vez de eso se sentó en una grada cercana y se quedó a ver el espectáculo, viendo como su Dragoon derrotaba al otro sin impunidad y una precisión mortífera. Y luego otro. Y otro, y otro…

No había dudas de por qué ese chico llevaba ganando los torneos desde hacía varias veces consecutivas. Su técnica era impecable.

—Definitivamente, tiene que estar en mi club —Simbad asintió para sí, con fuerzas renovadas.

Era de noche cuando por fin consiguió quebrar la paciencia del Dragoon. Con la armadura sucia, el pelo revuelto y el premio bajo el brazo, se detuvo de golpe girándose para encarar a Simbad, que interrumpió el discurso de venta que había empezado una hora atrás.

—Si me uno a tu club de la comedia, ¿me dejarás en paz?

—Claro, palabra de honor —El Merchant se hizo un gesto sobre el corazón, muy satisfecho consigo mismo por aquella victoria.

El trato fue fácil. Simbad recordaba con afecto aquellos días en los que todo había salido como él lo planeaba y podía fardar de tener al mejor Dragoon del servidor en su selecto y exclusivo club. Muchos desventurados habían acudido por el reclamo de conocer a tal celebridad, que a veces se presentaba y a veces no, atendiendo los mensajes insistentes que le mandaba Simbad de forma totalmente impredecible.

Simbad se hizo de oro a su costa, organizando sesiones de entrenamiento, duelos privados y citas nefastas (no había conocido a nadie con menos gracia para ligar en su vida).

—¿Te gusta lo que haces? —le preguntó un buen día el Dragoon, compartiendo una bebida en la sede de su selecto Club.

Simbad estaba fumando, contando el oro que había hecho aquella noche con satisfacción.

—Claro. No hay nada como el dinero. El comercio es la forma más compleja del poder, y la más satisfactoria. Por eso es ser Merchant es lo más divertido.

—¿Ser Merchant es divertido? —Parecía que el chico no podía pegar una idea con la otra.

—Ya lo creo. Deberías probarlo alguna vez.

El otro se quedó mirando el contenido de su vaso (zumo) con el aire más pensativo que podía demostrar.

Lo que Simbad no sabía es que esas palabras serían su perdición, ya que pocas semanas después le anunciaron de que el famoso Dragoon se había reseteado la clase. Fue una de las pocas veces en las que consideró que su labia natural se había convertido en su maldición, y lloró lágrimas amargas por el negocio que acababa de perder.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on April 30, 2020, 06:07:05 PM
i said what i saidy hay tiburones, y son chachis! :v


~+0.59~
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—¡Seeeeph! —la niña abrió los brazos de par en par y correteó hasta el joven que hacía sus horas nocturnas en el escritorio al fondo de la oficina, y se abrazó a su pierna cuando éste se levantó de la silla.

—Hm, bueno pues… —el Inspector Brightblade dejó la bolsa de deporte en el sitio habitual y se despidió con un cabeceo.

Sephiroth miró la puerta cerrarse y cuando dejó de ver a su jefe pasó la vista hacia la pequeña que colgaba de su pantalón.

—¿Qué haces despierta tan tarde? —preguntó agarrándola por la cintura y colgándosela al hombro como si fuera un saco.

La niña dejó escapar una risita y estiró una mano para tocar el pelo de su vigilante.

—Ren ha dicho que me iban a tirar a la basura. ¿Puedo irme a casa con ti?

—Contigo. —corrigió el joven.— Y nadie te va a tirar a la basura, tu hermano miente más que habla.

Airin, del revés, abrió mucho los ojos y la boca.

—¿Entonces puedo?

Sephiroth suspiró. Había podido comprobar que las niñas pequeñas eran, salvando la comparación, como un perro con un hueso. Una vez mordían, no soltaban a su presa. Algunas de forma más literal que otras.

—¿Y que hago contigo eh? ¿Dónde te meto? —dijo balanceando a la cría sobre el sofá antes de dejarla caer sobre los cojines. Aunque cualquier persona normal le habría dicho simplemente que no, a él daba cargo de conciencia desilusionarla, pese a ser lo correcto.

—Soy pequeña, —lógica infantil inaplastable, una vez más al ataque para ponerlo en apuros.— Cabo en sitios.

Quepo.

—¿Qué?

—No se dice cabo, se dice quepo. —corrigió de nuevo con resignación acomodando a la niña entre los cojines y tapándola con la manta.

—Bueno, pues quepo en sitios. —Airin bostezó sin taparse la boca y Sephiroth tuvo que aguantarse las ganas de imitar el gesto por puro contagio social.
 
—Como los ratones. También caben en sitios y se comen las galletas.

—¡! —La niña dejó escapar una risita que acabó en otro bostezo y se hizo un ovillo abrazada a un cojín, escondiendo la cara contra la tela.— ¿Entonces..?

Sephiroth se quedó callado durante un par de minutos, esperando, hasta que comprobó que la pequeña se había quedado dormida del todo.

No le pagaban por aguantar ese chantaje emocional.
En realidad ni siquiera cobraba un plus por mantener a la hija de su jefe vigilada mientras éste se dedicaba a patrullar por las calles noche sí noche no más horas de las que le eran requeridas en vez de pasarlas en su casa con sus hijos como una persona normal. Si no estuviera esclavizado en contra de su voluntad, podría haber sido él quién acompañase a alguno de los oficiales veteranos en las patrullas.
Y a lo mejor estaba pecando de crítico y sentencioso, que siendo como era él, era algo muy probable, pero es que tampoco disfrutaba de libertades en el cargo como hacían otros. Por supuesto, ni las buscaba, ni las habría aceptado. Y el Inspector Brightblade tampoco le habría mantenido en ese puesto de haber sido así.
Pero era el principio del asunto. Estaba siendo injustamente explotado a cambio de nada.

Salvo que... le había cogido cariño a la cría.
Y que al contrario que la amenaza en forma humanoide de su hermano mayor, era manejable, se podía razonar medianamente con ella (o sobornar sin posteriores chivatazos) y era capaz de usar un mínimo de educación apropiado para su edad.
Sephiroth quería tener una carrera de policía prometedora. Pero si no estaba él ahí para echarle un ojo a la niña mientas se le caía la babita dormida en el sofá de la oficina, entonces a saber con quién la acabarían dejando.

El joven suspiró por enésima vez, se recogió el pelo en una coleta, y se sentó frente a la pantalla de su terminal, buscando sus gafas. Sabía que juzgaba con dureza. Pero sabía también, por propia experiencia, que a veces las personas que tenían hijos no eran las que más merecían ser llamadas padres.

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Con su montón de hojas de documentos ya procesados organizado en carpetas digitales y apartado en sus correspondientes archivadores a los pies de la ventana, Sephiroth dio por concluida su coartada sedentaria y oficinesca de aquella noche, y se dispuso a cobrar su auto establecida recompensa en forma de películas antiguas de muy discutible calidad.
Por qué insistía en referirse a ellas como ‘discutibles’ era algo que no sabía, cuando en su mente tenía perfectamente claro que la palabra adecuada era ‘infames’. La abominaciones que ciertas mentes habían imaginado que podía hacerse con elementos naturales y fenómenos atmosféricos variados no eran de dios. Y no estaba del todo seguro de cuál era el número de la franquicia por el que iban ya, pero cada vez los tiburones se presentaban en fusiones más extrañas.

Un peso que resopló sobre su brazo le hizo apartar la vista de la pantalla, encontrando una carita pringosa y adormecida que sin embargo le observaba con curiosidad.

—¿Tienes que ir al baño? —Preguntó atisbando el reloj de reojo. Airin negó con la cabeza, haciendo un esfuerzo un poco descoordinado por subirse a sus piernas, hasta que finalmente Sephiroth la levantó y la sentó en su regazo.

—¿Qué miras? —preguntó a cambio la niña, poniéndose cómoda sin ninguna vergüenza como si estuviera en su sillón particular.

Y de nuevo, otra noche más sin nadie que le juzgase de vuelta, el joven decidió ser sincero. Hasta consigo mismo.

—Películas terribles.

—Oooohh. ¿Pero hay marcianos que dan miedo? —dijo la niña arrugando la nariz con disgusto. Tan pequeña y ya con un saludable instinto de autoconservación.

—No, en esta no. Pero hay tiburones. —advirtió Sephiroth, limpiándole la cara antes de que le dejase la camisa llena de babas medio resecas.

—Bueno. Pero los tiburones son chachis, comen cosas. —dijo Airin con solemnidad apoyando la cabeza contra el pecho del joven.

—Está bien, lo que tu digas. —dijo Sephiroth dándole al play y bajando el sonido lo suficiente como para convertirlo en un murmullo quedo. Total para lo que iba a durar despierta no merecía la pena llevarle la contraria.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on June 30, 2020, 05:05:30 PM
A Melkor le habían dicho una vez que las personas que tomaban café negro bien cargado y sin azúcar tenían un alto porcentaje de ser psicópatas.

Claro que quien se lo había contado había sido su hermano la última vez que se habían visto para hablar (discutir) de asuntos legales, mirándole con esa cara de condescendencia tan suya. Ojalá mil pájaros negros se cagaran en su portal.

A pesar de todo y que Manwë evidentemente se había referido a él con ese comentario (¿qué clase de persona le ponía azúcar al café?), Melkor se había sentido inspirado a observar mejor que clase de bebida tomaban sus clientes habituales.

No es que ser encargado de una cafetería fuese precisamente el sueño de su vida, pero no había tenido mucha elección al respecto. No después del fiasco de Utumno. O el de Almaren. O lo de Tulkas. Aún había tenido suerte que al cabo de un tiempo entre rejas su familia se apiadó de él. Así que lo mejor que podía hacer ahora era fingir que estaba muy arrepentido y mantener el perfil bajo.

Pero era muy, muy aburrido. Lo suficiente como para querer echar todo su plan al traste y prenderle fuego a ese asqueroso local hypster (cortesía de Yavanna).

Al menos con la tontería del café se estaba entreteniendo un rato.

Había descubierto que por ejemplo, al capitán Oakenshield, a pesar de toda su aspereza, siempre echaba al café un botecito de crema que siempre traía consigo. A lo mejor no se fiaba de lo que Melkor le pusiera a la bebida. De hecho, a pesar de frecuentar el local junto a otros miembros del cuerpo de policía, había tardado meses en pedir algo para sí. A Melkor no le gustaba como le miraba, igualito a su hermano. Siempre se aseguraba de servirle el último.

O ese trío de críos que siempre le pedía sorbete de limón a sabiendas que sólo tenía de chocolate.

Incluso Feanor había venido a una vez a mofarse de él y se había ido con el rabo entre las piernas cuando Melkor había descubierto que se tomaba el café con leche de soja. ¡Leche de soja! No había nada más repugnante que la soja… lo cual le quedaba, en cierta medida.

Pero de todos los clientes, de todas las personas insoportables que Melkor tenía que soportar día tras día, el único que le pedía un café doble sin azúcar ni leche, bien cargado, era Mairon.

Melkor le conocía por ser uno de los protegidos de Aulë (se enorgullecía de tener a sus odiados parientes bien vigilados), joven pelirrojo y bastante de buen ver aunque un tanto esquivo que solía dirigirse a todo el mundo de forma educada antes de desaparecer a algún lado. Muy trabajador. O eso o guardaba algún secreto.

Siempre le había causado cierta curiosidad, pero nunca lo suficiente como para tratar de interactuar con él realmente. Una persona simple y aburrida como Aulë solía rodearse de personas simples y aburridas. Pero el día en el que Mairon cruzó la puerta y pidió su café, bien negro y bien amargo, Melkor se lo quedó mirando.

Debió ser muy evidente, porque cuando iba a llevarse la taza a los labios (acabado de hacer, además, ¿es que ese hombre no se quemaba?) Mairon se detuvo y le devolvió la mirada. Se quedaron unos instantes así, uno sentado en la barra y el otro inclinado sobre ella, ignorando al resto de la escasa clientela.

—¿...Qué? —Mairon fue el primero en perder la paciencia, dando un sorbo.

Melkor chasqueó la lengua.

—¿Sabías… —empezó, inclinándose más hasta apoyar los brazos sobre el mármol pulido —…que las personas café solo sin azúcar tienen un mayor porcentaje de ser psicópatas?

Mairon frunció el ceño. Se apartó la taza de los labios y miró al contenido. Luego la dejó sobre la mesa y entrelazó las manos. Todo mientras Melkor le observaba con una sonrisa de oreja a oreja. Veía que le gustaban los anillos.

—¿Tienes algún problema con eso? —preguntó, con voz calmada, mirando al encargado de una forma tan glacial que quemaba. No parecía intimidado por su enorme figura ni por su reputación. —Melkor.

El otro enarcó las cejas. Después se río. No recordaba haberse presentado nunca ante él y aún así Mairon sabía su nombre. Sabía quién era. Igual que él.

—¿Yo? Para nada. —Se incorporó, dándole la espalda poniéndose a limpiar la cafetera.

Mairon pareció complacido con la respuesta, volviendo a echarse contra el respaldo. Minutos más tarde, se bebió todo el café de un trago. Fue a dejarle la taza en la barra, de una forma brusca. A Melkor le pareció encantador.

—¿Sabes, Mairon? —Dijo cuando fue a pagar, pronunciando su nombre con cierto retintín. Mairon permaneció impasible —. A mi también me gusta el café negro.

Le guiñó un ojo. Por primera vez, el rostro del pelirrojo mostró cierto desconcierto. Quizá se lo tomó como un desafío porque a partir de entonces empezó a aparecer más a menudo, pidiendo siempre el café más fuerte y cargado que Melkor pudiera preparar.

Él, claro, estaba encantado.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on July 31, 2020, 04:51:45 PM
i can't iconshise me ha perdido un Vincent :v


~+0.61~
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La primera vez que Vincent lo vio no era más que un gurruñito entre las sábanas de una cuna solitaria, en medio de una habitación demasiado grande para ser la de un recién nacido. Los colores eran sobrios y el techo alto, y una cortina blanca se mecía al viento que entraba por la ventana abierta.
Cuando Vincent había entrado a la habitación el bebé ni siquiera lloraba, de hecho se estaba lo más callado posible. En un principio pensó que debía estar dormido, pero al asomarse a la cuna vio dos grandes ojos verdes bien abiertos. La mirada de aquel bebé era demasiado espabilada para tener tan sólo unos días de edad.

Vincent quiso odiarlo.

Estiró el brazo y acarició el suave vello de tono platino que le cubría la cabeza, como una corona de nubes blancas. Sería tan fácil hacerle daño…
Vincent entrecerró los ojos, preocupado. En los últimos meses había tenido muchos pensamientos violentos y él no era así. Él no quería ser así. No iba a hacerle daño a un bebé porque no era suyo, no.

—Tú no tienes la culpa. —musitó, dándole un toque en la nariz antes de retirar la mano de la cuna.

La culpa la tenía su padre por seducir a su novia. El bebé debería haber sido su hijo.

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Le había costado muchos años de terapia llegar a la conclusión de que lo que Lucrecia había hecho con él se podía considerar abuso de menores, prácticamente violación ante los ojos de la ley, pero aún faltaba mucho tiempo para eso.
En ese momento de su vida, con la mayoría de edad apenas cumplida y un bebé de un año en brazos, aún no sabía que tenía un transtorno de personalidad. Pero le faltaba poco.

Hazle daño. —insistió la voz.— Te lo ha quitado todo.

Vincent dejó a Sephiroth en el suelo y caminó hacia atrás unos pocos pasos. Luego se agachó y extendió los brazos.
Sephiroth levantó la cabeza y lo buscó, se puso de pie esforzándose en mantener el equilibrio antes de caminar hacia Vincent con sus cejitas un poco fruncidas.

—¡Tato! —dijo el bebé al llegar hasta él y agarrarse a una rodilla.

Vincent lo agarró de la cintura redonda y se puso de pie, balanceándolo de un lado a otro.

—Bien hecho. —le dijo con una sonrisa suave, asegurándole a la voz en su cabeza que no le iba a hacer daño a un bebé inocente.

La puerta se abrió con un chirrido y Vincent se giró a mirar quien era el recién llegado. Con disgusto se dio cuenta de que era su padre.

—¿Qué haces? Suéltalo ahora mismo. —le ordenó su padre, caminando hacia él con la seguridad de un capitán en su barco.

—¿Por qué debería? —preguntó Vincent, alejándose de su padre y dándole la espalda, aunque acabó dejando a Sephiroth en el suelo, dentro de su parquecito lleno de juegos que aseguraban que ayudaban con el adecuado desarrollo de su cerebro—. Le gusta estar conmigo. En eso se parece a su madre.

Su padre chistó, agarrándolo por el hombro para sacarle de la habitación del niño.

—No quiero otro hijo amadrado. Este no va a ser un fallo como tú.

Vincent echó un último vistazo a su medio hermano, que se agarraba a los barrotes con esos grandes ojos verdes fijos en él.

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Hacía años que Vincent se había alejado de su familia. Al menos de su padre. La última vez que había visto a su medio hermano había sido un niño de cinco años que no dudaba en agarrarse a su pierna y sonreír en cuanto se quedaban solos, pero que ya había aprendido a no hacerlo en presencia de los demás.
Ahora tenía doce y estaba vestido con un traje negro. Su pelo se había oscurecido con los años, pero seguía teniendo aquella tonalidad fría que tanto le había gustado a Vincent. Sephiroth tenía la mirada fija en el cuerpo expuesto de su padre, dentro del ataúd. Vincent hacía lo mismo, deseando y esperando que el maldito viejo estuviera realmente tan muerto como parecía.

Unas horas después, Vincent acercó la mano a Sephiroth, acariciándole el pelo castaño grisáceo. Relajó su expresión al punto de casi sonreír y le apartó un mechón del flequillo antes de ofrecerle la mano.

—¿Te acuerdas de mi? —preguntó consiguiendo un cabeceo negativo de Sephiroth.

—Pero sé quién eres —le dijo antes de fruncir un poco el ceño,— ¿Querías mi custodia por el dinero?

Vincent negó con la cabeza.

—No me hace falta tu parte de la herencia, renacuajo.

Y volvió a mover la mano, esperando que esta vez sí que la tomara.

—Venga, vamos a cenar. ¿Qué te gusta?

Sephiroth miró la mano con recelo, pero acabó agarrándola y muy bajito le contestó.

—El chocolate…

Vincent levantó una ceja, volviendo a su expresión neutral y caminando con su hermano de la mano.

—No vas a cenar chocolate —le avisó antes de dedicarle una sonrisita ladeada con tintes de complicidad.— Pero puede ser el postre.

Unos años después Vincent le pidió perdón por no haberlo sacado antes de aquella familia de locos. Sephiroth le dio la última cucharada de su pastel de chocolate y le pidió que se callara.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on August 31, 2020, 07:02:25 PM
Había sido el peor día para decidir dejar la moto en casa e ir al trabajo en transporte público. No es que hubiese empezado mal. O más bien, había empezado como un día cualquiera: de locos.

Artoria Pendragon, hija de una de las familias de más renombre de la ciudad, y como todo el mundo sabía (especialmente ella) las familias más poderosas son las que acostumbran a tener más embrollos.

Cuando había empezado a trabajar en política, la reputación de su padre la precedía. Y no es que fuese una reputación demasiado buena.

Ciertamente, su mayor batalla había sido contra las opiniones de quienes no la conocían mientras trataba de ganarse su propio lugar en el mundillo, y seguramente no hubiese llegado tan lejos si no fuera por el grupo de gente leal que había ido formando por el camino.

Si tan solo su lealtad estuviera al mismo nivel que su inteligencia.

Artoria había descubierto que ser la líder de un equipo había resultado ser muy parecido al trabajo de niñera, sobretodo cuando la mayoría de tus compañeros eran hombres jóvenes con una vida personal desastrosa y que además se llevaban medio mal entre ellos. Con el tiempo había terminado acostumbrándose y aprendiendo a maniobrarlos con un despliegue maestro de gimnasia mental.

Aún así, había días que la superaban.

Como hoy, cuando le habían echado el café caliente por encima nada más llegar mientras el bajito y el rubiales se peleaban. O cuando el otro pelirrojo se había puesto a contar sus movidas tristes del fin de semana en vez de hacerle las fotocopias que le había pedido para la reunión. O cuando su segundo segundo al mando no había aparecido porque se había jodido el transporte público a media mañana (justo cuando su primer segundo al mando se había pedido el día libre para llevar a su madre al médico). O cuando le había tenido que pedirle al bajito que ocupase su lugar y había sido un desastre. O cuando otros dos se habían puesto a ligar con la secretaria de visita…

Al final la reunión había sido un desastre. Alguien se había atrevido a decirle que a lo mejor hubiese estado mejor que su padre siguiese en el cargo en vez de jubilarse, cosa que no le había hecho mucha gracia a Artoria.

Se había ido temprano a comer para quitarse el mal humor, solo para descubrir que su restaurante favorito estaba cerrado por motivos familiares y había tenido que comerse una triste hamburguesa en un restaurante de comida rápida.

La cosa no había mejorado durante la tarde. En la hora y media que había estado ausente, la oficina se había convertido en una leonera. Había llegado con un coro de gritos y se había pasado un buen rato mediando una pelea entre sus propios hombres que le habían hecho sentir con la única que tenía al menos dos neuronas funcionales en un radio de treinta metros.

Se había ido antes de terminar su horario, muy cabreada y ejerciendo toda su fuerza de voluntad para no mandarles a todos a la mierda. Muy tarde había recordado que el transporte público seguía sin funcionar desde la mañana, y le había tocado cruzar media ciudad a pie hasta que se había cansado y había pedido un taxi.

La imagen de su pequeño hogar nunca se le había hecho tan acogedora, cuando la vio, ya al anochecer.

Todavía le parecía increíble que hubiese podido construirse algo así en medio de la ciudad, como una de esas casas de campo que recordaba de su infancia en el pueblo. Hasta tenían un jardín bastante decente, con hierba verde y lustrosa. Recién regada, a juzgar por el olor fresco que le llegó al cruzar el patio. Las buganvillas habían empezado a florecer y trepaban por los marcos de la puerta, que hizo un ruido suave al abrirse.

—Ya estoy aquí… —Artoria anunció su llegada, obteniendo una respuesta lejana pero rápida desde la otra punta de la casa.

Se quitó los zapatos sin muchos miramientos y, arrastrando los pies, fue a decirle hola a su mujer. Quizá fuera por el cansancio, o porque era de noche (y por alguna razón, a Gwyndolin siempre le favorecía la noche), pero cuando llegó a la entrada del balcón y la vio allí, sentada fuera, por un momento sintió que le faltaba el aliento.

Su esposa bordaba, sentada en el sillón. Toda ella iba vestida de blanco, y a pesar de la luz anaranjada de la lámpara que resplandecía en sus cabellos claros, toda ella parecía emanar una especie de brillo propio. Cuando se dio cuenta de su presencia, levantó la cabeza y se ajustó las gafas de montura dorada.

—¿Sucede algo?

Artoria respondió con un sonido ininteligible y se dejó caer en el sofá a su lado. Solo con verla, Gwyndolín pareció entender lo que pasaba.

—¿Un día duro?
—Duro es poco.

Gwyndolin dejó el tambor de bordar (parecía estar haciendo algo para alguno de sus muchos hermanos o sobrinos) sobre la mesa y pasó el brazo con delicadeza sobre sus hombros. Artoria se dejó llevar y apoyó la cabeza en ella, cerrando los ojos. Siempre le habían dicho que eran una pareja dispar, sobretodo por la diferencia de altura, y se notaba mucho en ese momento, pero poco le importaba. Nunca le había importado mucho en realidad.

—Ahora ya está. Mañana será mejor.

Artoria abrió los ojos. Más allá de la terraza, su jardín se extendía ante ellas. Gwyndolin lo cuidaba más que ella, y bajo sus atentas manos, habían florecido las hortensias y los lirios, abiertos y con gotas relucientes sobre las hojas, como pequeñas estrellas.

Mañana probablemente iba a ser un día como el de hoy, igual como hoy había sido un día como ayer. Pero en ese momento, junto a su esposa, notando como poco a poco el malhumor desaparecía para dejar paso a una emoción mucho más profunda y cálida, a Artoria le daba un poco igual.

Con poder pasar unos instantes más así, en silencio, tenía suficiente.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on October 31, 2020, 12:32:29 PM
Presentación de personajes que necesito pa la trama nuevaaaa



Feanor 1

Feanaro Curufinwe Finwion, también conocido como Feanor, era un genio. Y no era un genio cualquiera. A los cinco años ya había construido, él solito y desde cero, su primer robot.

—Te llamaré Fingordín. —le dijo a la bola flotante, que le respondió con algún que otro pitido.

Su madrastra le había ido con el cuento a su padre y Feanor había tenido que desmontar su robot entre lloros por haber versionado el nombre de su hermano pequeño de forma ofensiva. A Fingolfin no parecía haberle molestado, seguía feliz intentando poner sus manitas redondas por todo lo que tenía Feanor en su habitación.

Feanor había vuelto a montar el robot en secreto en un santiamén y ahí seguía diez años después con él, cuando estaba terminando su educación superior.

—Creo que es hora de cambiarte el nombre —le dijo a su robot, al que prácticamente consideraba su único verdadero amigo—. Serás Fingolfo.

El robot le silbó satisfecho. Aquella pequeña bola flotante sabía que se llevaba a cualquiera de calle si quería.
Dos semanas después, Fingolfo estaba flotando discretamente por la clase de nanorobótica cuando alguien nuevo le llamó la atención, nunca había visto a aquella pelirroja, así que voló hacia ella. La chica lo había paralizado con un bolígrafo eléctrico y Feanor se acercó a recuperar a su robot y pedir disculpas.

La chica se llamaba Nerdanel y tres años después estaban casados.

Feanaro Curufinwe Finwion no sólo era un genio. También era la oveja negra de su familia. Su madre había muerto poco después de su nacimiento y su padre no podía ni mirarlo a la cara sin recordarla. Se había vuelto a casar tan pronto que las coronas de flores del entierro de su primera mujer aún no se habían marchitado mientras sonaban las campanas de boda.
A Feanor nunca le había gustado su madrastra y con el tiempo el sentimiento se había convertido en recíproco.

—Feanor, eso es para tu hermano. —le habían dicho incontables veces. Tantas que el pequeño genio había decidido a los ocho años que en cuanto pudiera se iba a marcha de esa casa.

Y así había sido diez años después. Con su título universitario, varios masters, recién casado y un buen trabajo en la misma empresa en la que trabajaba su suegro. La vida no le podía ir mejor.

O al menos eso creía, hasta que fue padre. El día que nació su primer hijo, Feanor se enamoró por segunda vez.

—Soy padre. ¡Soy padre! —había dicho, con el bebé en brazos. Y luego se giró a mirar a su mujer, que yacía derrotada en la cama, con la cara pálida y las ojeras ganándole terreno a sus pecas—. Por favor, no te mueras.

Nerdanel se puso a reír y Maedhros lloriqueó un poco, tenía hambre.

Muchos meses después, Feanor estaba en su taller, intentando enseñarle a hablar a su hijo —aunque Nerdanel le había advertido que enseñarle a decir “Vete a la mierda, Fingolfin.” no era una opción en el vocabulario aprobado para el bebé—, cuando tuvo una súbita y maravillosa idea. Aunque eso no era raro en él.

¿Qué tal si creaba una interfaz que se conectase directamente con el cerebro humano para crear toda una experiencia real? Podía emular a su madre y experimentar lo que nunca pudo, como que le enseñase a hablar… o a hornear pasteles.
Nerdanel aún le miraba con los ojos entrecerrados cada vez que decía que iba a intentar mejorar en repostería, ya había quemado la cocina dos veces.
Lo único que necesitaba era aprender neurología, no debía de ser tan difícil, los demás conocimientos ya los tenía.
Un mes después se olvidó de su proyecto a favor de crear una nueva fuente de energía basada en un espectro de luz especial que habían encontrado en otro planeta. Por lo visto la luz procedía de dos seres vivos parecidos a árboles. Era muy interesante.

—¿Qué es esto, papá? —había preguntado un buen día Maglor con siete años, su segundo hijo.

—A ver…

Feanor había cogido la carpeta que Maglor había sacado del montón, mientras sostenía a Curufin, su cuarto hijo, en un brazo. Celegorm estaba trepándose a una estantería, pero Maedhros parecía tenerlo controlado.

Ese día iban a mudarse de casa a una más grande y Feanor estaba intentando poner en orden el trabajo de toda su vida. Tampoco había sido tan larga hasta el momento, no había cumplido los treinta años, pero sí muy fructífera.

En la carpeta se podía leer: Tecnología de drift neuronal. Feanor abrió la carpeta y echó un vistazo a sus apuntes a mano. También había un pequeño almacenamiento digital en el bolsillo interior de la carpeta.

—Ideas viejas, Maglor… ideas viejas.

Y aunque lo apartó a un lado para empaquetarlo con todo lo demás, su cerebro no paró de recordarle esa idea durante meses, hasta que la desempolvó y empezó a trabajar en ella otra vez.
Quien sabía, igual ahora que estaba aún más formado podría sacar algo de aquella teoría.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on December 31, 2020, 06:57:15 PM
La primera borrachera de Kanon la iba a recordar para toda la vida. Había sido en la fiesta de fin de curso de... No espera, ¡la otra primera borrachera! ¡De esa se estaba acordando! Su primera borrachera virtual.

Era un domingo en la tarde en la beta del juego y Kanon había estado oyendo rumores sobre una nueva función: el estado borracho. Necesitaba probarlo, necesitaba saber si era en algo parecido al de allá afuera. ¡Además venía con varios niveles! Así que se dirigió a la primera posada que encontró en el camino y abrió la puerta de golpe, con un propósito, el pecho hinchado y la barbilla alta.
Se sentó en el primer taburete que vio libre y pidió a voces.

—¡Camarero! ¡Póngame su mejor cerveza!

—Sólo tenemos una. —contestó en npc mientras limpiaba un vaso.

—Supongo que esa misma servirá...

A su lado, otro jugador estaba contemplando su propia cerveza.

—¿Ya lo has probado? —preguntó Kanon.

Él se giró a mirarle con los ojos entrecerrados y una mano agarrando su jarra de forma protectora.

—Pues no, imbécil, casi me das un paro cardíaco. ¿Y tú?

Kanon no se había propuesto ligar ese día, pero los ojos agua marina del desconocido mirándole con curiosidad le dieron la idea. Después de todo, el alcohol siempre sabía más dulce en compañía. Y Kanon sonrió de costado.

—No, idiota, a eso venía.

La nariz arrugada del desconocido era tan bonita que la quería morder. Un par de horas después, con unas cuantas cervezas en su cuerpo de píxeles y el estado "Muy borracho pero aún funcional" brillando perezoso en su menú de buffs, Kanon hizo eso. Le mordió la nariz mientras Milo (ahora sabía su nombre, no era un total desconocido) lo empotraba contra la pared de una especie de almacén separado del resto de la taberna por una simple pero gruesa cortina.

—Auh, ¿por qué me muerdes? —preguntó Milo, enterrándose más en él.

—Por... porque quiero —contestó Kanon antes de deshacerse en risitas—. Tío, como si te quiero lamer un ojo. Si te acercas mucho te voy a lamer un ojo.

—Eres raro... —le dijo Milo antes de reposicionarse un poco y darle aún con más ahínco—. Pero me gusta lo raro.

Kanon apretó más las piernas alrededor de la cintura de Milo y sonrió satisfecho mientras entrecerraba los ojos de forma seductora.

—Entonces te voy a encantar.

Para desgracia de Kanon, unos días después se dio cuenta de que no sabía el nombre de jugador del chico y que nunca se habían agregado en amigos. Pero ya lo encontraría por ahí... estaba seguro.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on March 31, 2021, 06:04:09 PM
Violate no sabía a que dios había hecho enfadar ahora, pero de alguna manera había terminado en el stand de helados que su Guild había puesto a la puerta de la base central. Llevaba diez minutos vendiendo helados para subir los ingresos que tanto les hacían falta. Y eso no le importaba... pero es que querían que sonreíra. ¡Ella! ¿¡Pero qué se habían pensado!?
Tuvo que cortar su monólogo interno cuando dos jugadores se acercaron a pedir. No parecían contentos y Violate se alegró de ello.

—¡Un helado de choco-menta! —pidió el que tenía el pelo violeta, mientras el del pelo verde rodaba los ojos, cruzándose de brazos. El que había pedido se giró hacia su compañero, ceño fruncido y dedo en alto—. Y tú no digas nada, que me tienes contento.

—Yo... a tí. ¿Quién ha dejado de castear a mitad de batalla?

—No me vengas con esas —reprendió el primero, señalando el helado de cereza también y esperando a que Violate les sirviera—. SI me quedó sin maná, pues me quedó sin maná. ¿Qué quieres que le haga?

El chico sonrió hacia Violate cuando ella le entregó su helado y se apartó para dejar que su compañero recibiera el suyo.

—Tendrías que ser más precavido, Milo, hemos hablado de esto mil veces.

Y Milo rodó los ojos.

—Y lo haremos mil más, Camus...

El susodicho Camus también sonrió al recibir su helado de cereza y esperó a que su compañero pagase antes de mirarlo con cansancio.

—Bueno, ya está bien. Vamos a dejar al Behemot atrás y centrémonos en tener una magnifica cita, ma petit pome.

Camus puso el brazo, esperando que Milo aceptase su oferta. Milo entrompó los labios y acabó por enredar su brazo con el de su cita, dándole un par de lamidas a su helado.
Violate parpadeó y luego entrecerró los ojos, saliendo de detrás del stand de helados. Agarró a cada uno por un hombro, frenándolos.

—¿Habéis dicho Behemoth? —preguntó, muy, pero que muy interesada—. ¿Dónde ha spawneado esa bestia?

Milo le miró de arriba a abajo.

—No muy lejos de aquí, aunque es de nivel bastante alto... ¿te lo marco en el mapa?

El aura de Violate se volvió oscura y se arrancó el gorrito de colorines y el delantal con el logo de la Guild de una.

—Sí —y después de pensarlo añadió—. Por favor.

Por lo visto ser educado podía reportarle ganancias. Milo le indicó el lugar donde habían dado al bicho por imposible y Violate avisó de que se marchaba. ¡Por fin un motivo para sonreír!
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on April 30, 2021, 04:32:14 PM
Esto es lo que pasa cuando te tiras dos horas cocinando antes de escribir.



Anir & Sephiroth 2
Cosas de familia




Anir tenía diez años cuando empezó a interesarse por la cocina. Había sido poco después de la fiesta de compromiso de su padre, si es que a una reunión de unas diez personas en un taller se le podía llamar fiesta. Había habido comida y música, así que se suponía que sí.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Cid, que había subido a la cocina de su apartamento en busca de agua fresca. En el taller no le quedaba.

—Alquimia, creo. —le contestó su hija, midiendo la mantequilla con perfección micrográmica.

Cid le dio un trago a su botella y se encogió de hombros.

—Mientras no me quemes la cocina bien. —le dijo a su hija, revolviéndole un poco el pelo castaño ese que tenía. Se lo estaba empezando a dejar largo, era otra de las cosas nuevas que quería probar.

—¿Y cuál se supone que es el resultado? —curioseó Cid, mirando los ingredientes perfectamente alineados sobre la encimera.

Anir arrugó su poca nariz y puso la mantequilla en un bol especial. El bol empezó a calentarse.

—¡No es para tí! —le avisó, empujándolo fuera de la cocina que empezaba a oler a la mantequilla que se estaba derritiendo.

—¡Pero bueno, fiera! ¡Qué carácter! —se quejó Cid con la botella de agua en alto.

—¡Si querías una hija delicada haber criado una!

Y con eso Cid se alejó ladrando risas que retumbaron por la escalera mientras volvía a su taller.

Un par de horas después, Cid se estaba lavando las manos y la cara después de otro día duro cuando se encontró a su hija con su mejor pijama de gato unicornio y un arcoiris pintado en una mejilla, esperándole al final de las escaleras con una bolsa plateada entre las manos.

—Padre… —comenzó antes de carraspear y hablar de forma muy, pero que muy digna—. Solicito sus servicios como taxista o, en su fallo, que alguien me lleve hasta la res… residencia de su prometido.

Cid dejó caer con fuerza la toalla en el fregadero.

—¿Has estado practicando en el espejo?

Anir negó.

—En el cristal del horno. —le corrigió.

—Te ha salido muy bien. —Y le dedicó un pulgar arriba y una sonrisa deslumbrante antes de agarrarla por la cintura y levantarla para tirarla en la parte de atrás de su furgoneta entre risas—. Pues nos vamos.

Media hora después les recibió Vincent en la puerta de la mansión. Estaba allí con su hermano, supervisando las obras. Se les había hecho tarde y habían decidido quedarse a dormir.
Vincent era una figura delgada y oscura, iba todo vestido de negro y el pelo se le metía delante de la cara. Anir era pequeñita e iba de colorines, pero los dos tenían algo en común.

—¡Te las has puesto! —dijo Anir levantando una pierna para enseñar una de sus zapatillas peludas con estrellitas.

Vincent estiró un poco el pie, enseñando la suya, que era igual pero con las estrellas rojas en vez de azules.

—Por supuesto. —dijo, intentando apartarse el pelo de la cara, pero se le volvió a caer por la frente en cuanto quitó la mano—. ¿A qué debo esta visita?

Cid palmeó la espalda de su hija para que entrase a la mansión y le dio un beso corto a su prometido. O a su pelo. A veces creía que el pelo de Vincent era un ser consciente aparte. Esperaba caerle bien.

—Ni idea, a la enana le ha dado por cocinar algo y se supone que no es para mí.

Vincent cerró la puerta y siguió a Cid hacia el salón. Anir ya había correteado por toda la casa y parecía estar buscando a alguien en particular.

—Sephiroth~ —canturreó—. ¿Dónde estás~?

Y Sephiroth se asomó desde su habitación con un suspiro cansado. Por lo menos esta vez no le había llamado brujero.

—¿Qué quieres, moco?

Anir correteó hasta él y dio una patada al suelo.

—¡No soy un moco!

—Bicho. —cambió Sephiroth.

—Hmm… ¡no! Aunque los bichos no son tan malos, ¿sabes que hay un tipo de-?

—¡Calabaza! —intentó Sephiroth antes de que Anir se pusiera en modo enciclopedia. La niña sonrió.

—¡Ese me gusta! ¿Cómo me quedaría el pelo naranja?

—Seguro que muy bien. —contestó Sephiroth, palmeándole la cabeza antes de volver a preguntar—. ¿Qué querías?

Anir levantó la mano, ofreciéndole la bolsa plateada con entusiasmo. Sephiroth la agarró con cuidado y echó un vistazo a lo que había dentro. Mientras tanto, Vincent y Cid observaban desde la esquina del pasillo desde hacía un rato.
Un gritito de apreciación no era lo que se esperaban oír cuando Sephiroth sacó algo de dentro de la bolsa y empezó a olisquearlo.

—¿Dónde las has comprado? —preguntó después de darle un mordisco a una galleta de chocolate.

—Las he hecho yo… Es que papá no me deja trabajar con metales y no te puedo hacer un anillo, así que te he hecho lo siguiente mejor. Galletas. —explicó Anir.

Sephiroth cerró la bolsa y arrugó el entrecejo.

—¿Y por qué querías regalarme un anillo? —preguntó, algo preocupado.

—Pues… porque, para… bueno. —Anir sacó algo más de un bolsillo enorme de su pijama y se lo dio a Sephiroth—. ¡Para eso!

Sephiroth agarró lo que parecía ser una tarjeta de felicitación y al abrirla un holograma le dijo con una cancioncita triunfal: ¡Vas a ser tío!
Sephiroth levantó un puño para sonreír detrás de él.

—¿Quieres ser mi tío? —preguntó Anir, levantándose sobre los dedos de sus pies y apretando los puños a la altura de sus hombros. Tenía los ojos muy, pero que muy abiertos.

Sephiroth, después de pensárselo y recibir un puñetazo de su futura sobrina asintió. Después de todo las galletas de chocolate estaban muy buenas.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on May 31, 2021, 04:55:26 PM
Bienvenidas a otro episodio de Neko simpeando reinas guerreras.



Anir & Eula



Anir no podía dejar de mirar al escenario y prácticamente no estaba ni pestañeando. Estiró la mano hacia un lado y agarró a un jugador que pasaba por allí, estirando de su ropa para acercarlo a su cara.

—¿Cómo se llama esa diosa?

—¡Y yo que sé! ¡Suéltame, loca!

Y Anir le soltó mientras se mordía el labio inferior y fruncía el ceño. Y es que Anir había encontrado una nueva misión en su vida. Conocer a la chica que estaba bailando sobre el escenario y saber si estaba soltera. La segunda parte era importante, pero no imprescindible.

Anir suspiró cuando la chica empezó a hacer un giro y de repente pareció detenerse mientras la música se enlentecía con ella. La bailarina seguía moviéndose de forma imperceptible y acabó el giro con la misma fuerza con el que lo había empezado en cuanto la música retomó su ritmo anterior.

—¿Cómo ha hecho eso? ¿Es una skill o algo? —preguntó Anir al aire, levantando las manos sin poder creérselo.

—Más bien diría que es talento natural —le respondió otra chica a su derecha, acercándole una bebida, empujándola con dos dedos por la barra—. Eula es así de buena.

—¿¡La conoces!? —preguntó Anir, agarrando la bebida sin preguntar dos veces y dándole un trago—. Por cierto, esta mierda está buena.

La chica se rió un poco y ladeó la cabeza. Su diadema roja tenía dos rabitos hacia arriba que se movieron con el gesto, uno de ellos se cayó un poquito y Anir pensó que le recordaban a orejitas de conejo.

—Podría decirse, sí. Creo que somos amigas.

Y de hecho, Eula acababa de bajar del escenario entre aplausos y se estaba dirigiendo hacia ellas.

—Creía que hoy no ibas a jugar —dijo aquella diosa azul antes de ocupar el taburete al otro lado de Anir—. ¿Es amiga tuya?

La desconocida se encogió de hombros y le dio un trago a su bebida mientras Eula levantaba una ceja y se cruzaba de brazos. Luego dirigió su atención a Anir.

—Será mejor que no os hagáis amigas, ¿sabes? Cualquier amiga suya es enemiga mía y además me has robado mi asiento y mi bebida, voy a tener que vengarme de tí —Eula se apartó un mechón de pelo hacia atrás con la mano, toda gracia y compostura—. Y no creo que te guste que me vengue de tí… —añadió.

—No lo tengo claro, igual sí. —dijo Anir, con un hilo de voz, dándole un traguito pequeñito a su bebida y mirando a Eula con los ojos muy abiertos.

La chica a la derecha de Anir se rió hasta resbalarse de su asiento y Eula parpadeó un poco descolocada.

—¡Quiero decir! —empezó Anir, dejando su bebida sobre la barra y levantándose para ofrecer su ayuda a la chica en el suelo, que se seguía riendo—. Tientas pinta de vengarte super bien, igual aprendo algo.

Con la castaña sentada de nuevo en su taburete y pidiendo tres bebidas más, Anir volvió su atención de nuevo hacia Eula. Le dio el tiempo justo de ver de reojo una sonrisa divertida, que pronto se convirtió en una mirada juiciosa.

—Veo que podrías llegar a convertirte en un una oponente digna. Tal vez si te enseño bien… —comentó Eula, tocándose el clip que llevaba en el pelo, poniéndoselo bien—. ¿Tú que dices?

La chica al otro lado de Anir se encogió de hombros otra vez, rascándose la nariz con un nudillo, sin conseguir tapar la sonrisilla pilla que tenía en los labios.

—Ni idea, ya te he dicho que la acabo de conocer, pero si tú lo crees —y se giró hacia Anir, dándole una de las nuevas bebidas—. Eula es rara, pero no es mala persona. Ya verás.

Anir le dio la bebida a Eula y agarró la segunda que le daban, olisqueando el contenido mientras miraba el reflejo de sus ojos brillantes en el líquido traslúcido y ligeramente azul.

Eula resopló ofendida y movió el vaso con los ojos fijos en la manera en la que se movía la bebida dentro de él.

—¿Cuántas ofensas llevas ya? ¿Es que no aprendes? Tendré que vengarme de tus palabras, ya verás —y chasqueó los dedos para llamar al camarero.

El pobre NPC no tenía muy claro porque su nuevo cliente quería pagar por bebidas que ya había servido, así que sirvió más.
Eula miró las bebidas con cara de decepción, pero aún así acercó uno de los vasos hacia ella y se giró hacia sus dos acompañantes.

—Ahora tendréis que beber el doble. ¿Qué os parece eso?

Anir apretó los labios y parpadeó confusa y después miró hacia su derecha, donde la chica castaña estaba negando con la cabeza entre risitas.

—Lo que tú quieras, reina.

Eula sonrió y levantó uno de los vasos.

—¡Por las nuevas amistades y las venganzas bien servidas! —gritó.

—¡Por eso! —coreó la otra chica.

Anir levantó sus dos vasos.

—¡Vale!

Y después de que todas bebieran, Anir miró de una a otra.

—Pero no sé tu nombre y vosotras no sabéis el mío.

—Eso se puede remediar. —dijo la chica de la diadema roja mientras Eula se levantaba y le ofrecía la mano a Anir.

Anir puso su manita en la de Eula.

—Perdone mi descuido, ¿cuál es el nombre con el que va a agraciar mis oídos? —preguntó apenas rozando los nudillos de Anir con los labios. Entonces clavó una mirada intensa y una sonrisa ladeada en Anir—. Y aún más importante, ¿estás soltera?

Anir abrió la boca y un ruido agudo y profundo salió de su garganta. A su espalda, la otra chica se rió otra vez, jurando que había roto a su nueva amiga.

—No, aún no, soy muy durable, pero lo puede intentar. Por favor.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on June 30, 2021, 03:16:09 PM
Las amo -w-



Anir & Eula + Amber



En los siguientes días Anir había aprendido un par de cosas: la chica castaña se llamaba Amber y las dos estaban un poco locas. Pero no pasaba nada, ella también.
Cada una tenía sus cosas, pero definitivamente Eula se llevaba el premio a la persona más disfuncional de entre las tres.

—Es lo que pasa cuando creces con una familia que se creen mejor que el resto. —explicó Amber, con un muslo de pollo en la mano y la cabeza ladeada.

—¿Pero lo son? —preguntó Anir antes de chuparse los dedos. Aquel pollo asado estaba divino. ¡Di-vi-no!

Amber se rió con ganas antes de negar con la cabeza y Anir le sonrió de oreja a oreja.

—Seguro que ellos creen que sí. —continuó la chica, agarrando un tenedor para pinchar una de las patatas asadas.

—No, si eso está claro —continuó Amber, suspirando antes de darle un buen mordisco al muslo y masticar. Después de tragar siguió hablando—. Pero Eula no es como ellos. Puede parecerlo, pero no es para nada como ellos. ¿Sabes lo que me fascina de ella?

¿Su culo?, quería preguntar Anir, pero se tragó la pregunta junto con las patatas y negó con la cabeza.

—Que se ha quedado con lo bueno que le han enseñado y todo lo demás lo ha tirado por la borda. Ale, ¡afuera con la basura!

Amber se rió con ganas y Anir le sonrió mientras echaba un vistazo a qué más comer. Estaban en Prorencia, en una de las tabernas de la plaza principal, comiendo en una mesa en la calle y el ambiente no podía estar más animado. Faltaba poco menos de una hora para que empezase alguna clase de evento y la ciudad estaba engalanada en medio de un festival lleno de bugs, pero muy, que muy divertido.

—¿Has probado las brochetas de pollo y champiñones? Oh, el filete a la barbacoa también tiene buena pinta… seguro que puedo hacerlo en casa y ponerle mi toque personal.

Amber señaló las opciones en el menú mientras Anir se acababa la segunda alita del pollo asado.

—Lo puedes servir encima de una servilleta roja y ponerle un pinchito así como con tu diadema —dijo Anir, por dar ideas, y Amber parecía totalmente convencida de probarlo más tarde—. ¡Si lo haces mándame fotos!

Y entonces fue cuando lo escucharon incluso entre toda la multitud, aquel bufido altanero. Las dos se giraron en dirección al sonido, Amber con una sonrisa y Anir con cara de liebre asustada.

—¿Empezando a probar el nuevo menú sin mí? —preguntó Eula—. A alguien de aquí le gusta mucho que le castiguen…

La risa de Amber era cantarina pero la de Anir era un poco nerviosa.

—¿Cómo lo sabe? —le susurró a Amber, lo que convirtió su risa en carcajadas.

Eula se sentó en el mismo banco que Anir y le palmeó la cabeza con suavidad.

—Tengo buen ojo.

—Y buen oído también… —murmuró Anir y ocupó su boca con la alita que había estado devorando hasta ese momento.

Amber le aseguró a su amiga que apenas había empezado a probar el menú y que aún iban a pedir más cosas y luego de una pequeña discusión y un complicado sistema para llamar la atención de la npc camarera que rondaba de vez en cuando las mesas, pudieron poner en marcha esa segunda ronda de comida.

—¿Vais a participar en el evento? —preguntó Eula, que se había apoderado del segundo muslo del pollo asado y la sidra de Anir.

—Ni siquiera sé de qué va —comentó Amber antes de preguntar—, ¿hay algo de arquería?

—Creo que sí —contestó Anir, activando su omnitool y poniendo en el centro de la mesa el holograma del panfleto del evento—. También hay pvp, pruebas de cocina… lo que parece una gincana. Hay un montón de cosas.

Eula se llevó la sidra de Anir a los labios y le volvió a dejar la jarra cerca, muy despacio y con una sonrisa predadora.

—A mi no me importaría un player versus player contigo.

Anir contestó prácticamente sin pensar.

—¿Qué dices? Me revientas —dijo antes de reírse y negar con la cabeza—. Tienes mucho más nivel que yo, a menos que tengan algún sistema para que todos tengan el mismo nivel mientras dure el combate… No creo que fuera justo.

Eula apoyó el codo en la mesa y la mejilla en la mano, mirando directamente a Anir con una sonrisa mucho más dulce que la anterior. Amber se rió un poquito y bebió de su cerveza con los ojos brillantes.
Anir miró de una a la otra.

—¿Qué? —preguntó, teniendo la sensación de que había algo que no estaba pillando.

—No creo que nuestra querida amiga Eula se refiera a un player versus player en la arena, precisamente.

Anir parpadeó. Luego parpadeó un poco más, notando una idea clicar en su mente.

Oh. —dijo.

Y Eula le tocó la nariz con un dedo que olía a miel y pollo asado.

—La venganza no tiene porque ser justa, amiga mía. Pero puede ser muy dulce.

Oh, desde luego que oh.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Shruikan on June 30, 2021, 06:24:42 PM
Kanon era, lo que muchos llamarían, un poco neuras. Eso era algo de lo que Milo se había dado cuenta desde que empezaron a jugar juntos. La mayoría de jugadores se contentarian con subir de nivel, farmear equipo, sacarse unas dungeons y pasar un buen rato.

Todo aquello se quedaba corto con cualquier plan que Kanon tuviera en mente. Milo le había visto farmear horas y horas como un poseso, recogiendo cualquier clase de drop que se le pasase por delante, aún cuando los items que le salían eran de un nivel más bajo que el suyo. En todos los casos parecía como si buscase algo, casi de forma obsesiva. Resultaba fascinante de ver, casi a nivel morboso.

Fuera como fuese, Milo no tardó en descubrir que esa obsesión que traía tan de cabeza a su amigo era ni más ni menos que el dinero.

—A ver —dijo Kanon, muy serio. Tenía las manos cruzadas sobre la mesa. Frente a él había dos items de crafteo: uno se trataba de una planta y el otro de un trozo de tela, los dos bastante comunes —. ¿Sabes qué diferencia hay entre esta Sangrereal y esta Tela de Lino?

Milo se acarició la barbilla, golpeando el lateral de su jarra. Estaban en la taberna, como era costumbre. Por alguna razón, siempre que se encontraban en una taberna terminaban pasando cosas interesantes.

—¿Que una es una planta y la otra un tejido? —terminó respondiendo. Kanon dejó caer la cabeza hacia atrás, soltando un gemido exhasperado.

—¡No! —golpeó la mesa con las manos, echándose hacia adelante —. Escucha. Los dos son items de crafteo, ¿no? ¿Sabes que es el crafteo?

—Llevo jugando desde antes que tú, Kanon.

Kanon puso morros por un par de segundos mientras Milo daba un trago. Luego siguió como si nada.

—Bueno, ya sabes que para hacer cualquier tontería tienes que farmear los materiales base, ¿verdad? Y farmear y farmear, y craftear y craftear. Y cuando estas en zonas de tu nivel pues muy bien, pero si vas lento en el crafteo o empiezas tarde en tu profesión, pues tienes que empezar en zonas de nivel bajísimo, ¿no?

Milo soltó un ruido conforme, un poco aburrido. No sabía donde quería ir a parar con todo aquello, pero pronto lo descubriría.

—Pues bien. Mira. Escucha. Estuve mirando los precios en el mercado para materiales de nivel bajo. A grupos de veinte, la Sangrereal se vende una media de cinco platas, la Tela de Lino a unas tres.

Le miró, expectante. Tenía ese brillo endemoniado en la mirada que daba entender que tenía algún plan enrevesado en mente. Normalmente los planes de Kanon traian consigo más problemas que otra cosa, pero Milo debía admitir que esa mirada de determinación era bastante sexy.

—A ver, ¿qué te traes entre manos? —Por primera vez pareció mostrarle un mínimo de interés. La sonrisa de Kanon se ensanchó.

—Tengo un plan. —dijo, con confianza —. He estado farmeando estos dos materiales los últimos días y tengo un buen surtido, así que lo que voy a hacer es lo siguiente: voy a comprar todas las Sangrereales y Telas de Lino que encuentre y voy a revenderlas al triple de precio.

—Pues no vas a hacer mucho dinero solo con Sangrereal.

—Eso ya lo sé, bobo. Esto solo es el comienzo. El primer experimento. Si veo que la cosa funciona, iré vendiendo otros materiales. Con el dinero que gane, compraré materiales de crafteo en stoc, farmearé y los venderé, ¡y me convertiré en el señor del mercado! ¡El monopolio será mío!

—Eso es muy sucio, Kanon —. Milo arqueó las cejas. A pesar de sus palabras estaba honestamente sorprendido por la dedicación que mostraba —. No sé si te dejarán hacer trucos de libre mercado en Neverland. Igual te banean.

—¿Y por qué no? —Kanon se echó para atrás en el asiento, despreocupado —. ¿No es un juego de realidad virtual? No hay nada más real que la dulce y cruel economía.

—Y yo que pensaba que eras un héroe que luchaba contra las injusticias del capitalismo. Que engañado me siento. —Milo soltó un suspiro teatral —. Lo siento, Kanon, ya no podemos estar juntos.

—¿Oh? Que pena. —Kanon empezó a enrollarse un mechón de pelo azul en el dedo, siendo él ahora el que se mostraba desinteresado —. Y yo que tenía planes para hoy.

Milo le miró de reojo.

—¿Qué clase de planes?

La sonrisa de Kanon fue de tiburón: blanca, hambrienta y con la promesa de morder.

—¿Por qué no te terminas esa jarra, subimos arriba y lo hablamos?

No una si no un par o tres de cervezas más, cuando se encontraban arrapados el uno al otro contra la pared de la habitación que habían pagado sin llegar siquiera a la cama, Kanon se separó de Milo, con los labios enrojecidos, y su máscara de perfecta confianza en sí mismo y su fabuloso plan se quebró unos instantes.

—¿Pero vas a ayudarme a farmear, verdad?

Milo decidió no responder a esa pregunta con palabras.

Unas semanas más tarde, la cuenta de Kanon fue suspendida durante un mes por manipulación fraudulenta.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on June 30, 2021, 06:36:10 PM
YO-HO YO-HO! A PIRATE'S LIFE FOR ME! ♫ :v


~+0.66~
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Ichiban miró hacia el horizonte con las manos en la cintura, los ojos entrecerrados por el sol y la nariz arrugada por la duda.

—Espero que no os encojáis en el agua.

—Yo no sé nadar, —ofreció el rogue con una sonrisa brillante.

—¡Shad8ws cabrón, no mientas que te hemos tenido que sacar a rastras de los ríos dos veces hoy!

El joven de pelo rosa se deshizo en carcajadas.

—Eh, igual soy medio sireno o algo, quién sabe.

—Lo que eres es merluzo entero, —comentó Raiko rodando los ojos mientras lo quitaba de en medio.

El aludido infló los mofletes y puso morritos dignos del más ofendido de los peces globo.

—¿Eso es que estoy pa’ comerme?

—Eso es que estás empanado, —el lancer le bajó el pañuelo a rayas hasta la boca tapándole la cara entera entre protestas.— ¿Qué hacemos, le damos al evento?

La monk miró de uno a otro sopesando las posibles consecuencias en su futuro cercano.

—Cuatro mataos no vamos ni a salir del puerto.

—¡Pero Raiko, piedra de mi zapato, tormenta de mi horizonte, Estoy yo que valgo por ocho hombres! —proclamó el rogue abrazándola por la espalda.

—Si es por lo inútil, me lo creo. —contestó la chica encogiéndose de hombros.

Shad8s dejó escapar una risita aguda y le palmeó la cabeza con poco rencor y mucho entretenimiento.

El lancer resopló escondiendo la sonrisa porque aunque jurase que cualquier día mandaba a volar a los niñatos no podía negar que le daban espectáculo gratuito y peleas de calidad. Después de todo el roce hacía el cariño.

Nightshade volvió de la taquilla con un panfleto desplegable que resultaba obvio que había intentado doblar de nuevo sin éxito.

—Básicamente tenemos dos opciones.

—¿Nadar o hundirnos?

—Eso siempre en la vida, metafóricamente hablando.

—¿Y son?

—Carreras de barquitos por el puerto o la “Full Experience TM”. —Nightshade escenificó las comillas moviendo los dedos en el aire.

—¿Carreras? —el rogue abrió un ojo rasgado observando el folleto con interés.

—A remo. —contesto el recién estrenado ninja con gesto desdeñoso. Aquello pareció desinflar también la repentina atención de la chica.

—Pero las barcas de competición tienen trece remeros y un patrón que guía el timón...—se quejó Raiko intentando deshacerse del abrazo de Shad8ws.

—Tu cabeza está llena de los datos más random, —refunfuñó el rogue sin soltarla.

—Tú que me la llenas de tonterías.

—¡ERES…! —el joven la soltó, se quitó el pañuelo de la cabeza, se frotó el pelo rosa y agarró otra vez a la chica dándole un sonoro y ligeramente violento beso en la mejilla.

—¿Shad8ws no que tu tenías novia…? —comentó Ichiban divertido.

—¡SI! —Afirmó con fervor el rogue mientras se volvía a anudar el pañuelo a rayas a la altura de la nuca— Pero esto es distinto, es admiración de petardo a petarda ¿vale? Todo perfectamente platónico e incordioso.

Raiko se echó a reír.

Nightshade tenía que admitir que a veces era como ir al circo sin pagar entrada. Sobre todo cuando no estaba Red y Raiko se comportaba como una mocosa más relajada.

—A ver reina del trivia de los mares, ¿y cuántos hombres necesitamos para tripular un barco pirata?

La chica estiró la mano pero el folleto de información del evento no llegó mágicamente hasta ella. Que también podría haberlo consultado en su omnitool, pero ya que estaba físicamente ahí por lo menos le podrían haber colaborado en algo.

—Depende del tipo de barco, el tamaño y la época, pero con una docena de piratas experimentados podían manejarse sin demasiados problemas. —rodó los ojos a la par que ofrecía los datos.

—Pues somos cuatro mataos, —dijo Ichiban citando las palabras anteriores de Raiko mientras se rascaba la barbilla con pereza.— ¿Cuánta gente pone que hace falta?

—Un mínimo de ocho personas.

—Huh, entonces aunque estuviéramos todos hoy no llegábamos al mínimo,—murmuró Raiko.

—Podría preguntar a unos colegas que he visto que andan conectados ahora, o si no mañana decirle a mi novia.

—Si no otra opción puede ser...—comentó el ninja con tono de duda,— rellenar la tripulación con NPCs.

—Lol no. —respondió Shad8ws casi pisándole las palabras.

—No sé por qué me imaginaba que diríais eso.

—¿Y sin son mancos? —el rogue torció el morro y arrugó la nariz,— Vaya mierda de “Full Experience TM” entonces.

—¿Y si son cojos son más piratas? —devolvió Nightshade con prepotencia.

—Bueno para loro del capitán ya te tenemos a tí, —atacó Shad8ws con voz burlona.

Sin decir nada Raiko levantó la mano con la palma hacia arriba y el rogue le chocó la mano en el aire con una sonrisa cabrona y llena de dientes.  Ante la cara de ultraje del ninja, Ichiban sólo levantó el dedo índice y asintió concediendo el punto de la victoria al equipo rojo-rosa.

—Os voy a echar al agua sucia del puerto y os voy a ahogar a los tres.

—Con éste no puedes, —la chica señaló con el pulgar hacia su molesto koala particular.— Tiene branquias ya, ¿no ves que es un merluzo?

—¡Mira, te reviento!

Ichiban dejó escapar una risotada mientras el par de brutos de guardería se empujaban y mordían mutuamente.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on July 30, 2021, 12:10:46 PM
Mis bebesas



Anir + Amber + Barbara



Como era de esperar, la gente se estaba arremolinando en masa alrededor de la arena que se había instalado en una de las plazas más grandes de Prorencia. Y es que muy pocas personas querían perderse los player versus player que iban a empezar en pocos minutos.

—Esto es una estupidez —rezongó Amber, cruzando los brazos y ladeando la cadera—. Las pruebas de arquería van a empezar en nada, ¡yo no debería estar aquí! ¿Cómo quieren que salga de esta plaza si está hasta los topes, volando?

Anir levantó un dedo y abrió la boca.

—Oye, pues es una idea.

Amber resopló y se llevó una mano a la barbilla, entrecerrando los ojos.

—Si estuvieramos afuera… soy todo un as con los planeadores, me treparía a ese edificio y saldría zumbando de aquí.

—Si te pusieras a trepar edificios en el mundo real se te acabaría llevando la policía. —le dijo Anir, empujando a un espectador que intentaba quitarle el sitio en primera fila.

—Já, primero tendrían que atraparme.

Anir se giró para darle la espalda a la arena y clavó sus ojos turquesa en el jugador que no paraba de empujarla.

—Bueno, ya estará bien. Estoy aquí para ver a una amiga y puedes ver por encima de mí, ¿cuál es tu problema?

La chica, la que había estado empujando a Anir, se llevó la mano al pecho, sorprendida. Sus coletas se balancearon cuando dio un paso adelante y luego miró con cierta incomodidad hacia atrás.

—Lo siento, es que…

Anir entrecerró los ojos y los clavó en el par de maleantes detrás de la chica, pero no tuvo que hacer mucho porque Amber había sacado su arco y estaba cargando una flecha de fuego.
La gente sensata a su alrededor se apiñó hacia atrás y la chiquilla de las coletas se pegó a Anir como si le fuera la vida en ello.

—A ver, o dejáis a las señoritas en paz o váis a ser mi próximo blanco de práctica.

No necesitaron mucha más presión para escabullirse entre la gente y Amber pidió perdón a los demás espectadores mientras guardaba el arco y sonreía como si no hubiera pasado nada.

—¿Estás bien? —preguntó Amber a la chiquilla justo antes de que avisasen que la primera lucha iba a empezar en tan solo cinco minutos.

—Sí, gracias… Perdón, sé que a veces me cuesta plantarle cara a la gente. —explicó, con los hombros crispados y la mirada en el suelo.

—Ya, no todos podemos ser Amber —comentó Anir, riéndose un poquito—. ¿Qué haces aquí? No pareces el tipo de persona que disfruta viendo a dos tipos pegándose, pero no quiero prejuzgarte por tu aspecto.

La chica se llevó la mano a la mejilla, riéndose con algo de vergüenza y se apartó una coleta antes de sonreír y encogerse de hombros.

—Tienes razón, pero mi hermana se ha apuntado al torneo y no conozco a nadie más en el juego.

Amber se llevó un puño a la cadera y se llevó la otra mano a la frente en una especie de saludo militar, pero mucho más cuqui.

—Bueno, ahora ya nos conoces a nosotras, yo soy Amber. —Y ya que estaba, añadió un guiño—. Y esta de aquí es Anir.

Anir saludó con una manita y una sonrisa pequeña pero afectuosa. La verdad es que la chiquilla parecía algo perdida.

—¿Y tú eres? —preguntó Anir.

—Ah… yo soy Barbara. ¡Quiero decir! ¡Crater! —se presentó, pareciendo avergonzada de haber dado su nombre en vez de su nick, lo que hizo reír a ambas.

—No te preocupes, te hemos dado nuestros nombres.

—Es que J- quiero decir, hermana no quiere que dé mi nombre real, dice que puede ser peligroso.

Anir y Amber se miraron durante un segundo, evaluando la situación.

—Barb- quiero decir, Crater, cariño, ¿más o menos que edad tienes?

Barbara parecía un poco nerviosa, agarrándose a la tela de su falda.

—Soy mayor de edad… —dijo, con los labios entrompados.

Amber se llevó una mano al pecho y suspiró.

—Ah bueno, menos mal, entonces todo bien.

—¿Qué te parece si te quedas con nosotras a ver los pvps hasta que venga tu hermana, hm? —preguntó Anir, haciendo espacio entre Amber y ella misma para que se colase Barbara—. ¡Y luego nos la presentas y podemos ser todas amigas!

Barbara ladeó la cabeza, pensando. Luego sonrió y dio un paso adelante, agarrándose a la valla de seguridad que se había instalado alrededor de la arena.

—Me parece bien. ¡Me parece muy bien! —dijo, alegre—. ¡Seguro que os cae muy bien! Mi hermana es buena, es muy buena, aunque casi no la veo últimamente, pero es una gran persona.

—No lo dudamos. —dijo Amber, apoyándose con los dos codos en la valla y mirando el tablero de rondas para ver cuando le tocaba a Eula—. Dimer, Crater, ¿quién de todos es tu hermana?

Barbara se asomó para ver los tableros y sonrió al ver que el npc presentador ya estaba anunciando la primera pelea.

—¡Es ella! ¡DandelionKnight! —y señaló hacia la mujer que estaba adentrándose en la arena mientras se ajustaba la coleta alta, justo con el mismo color de pelo que Barbara—. ¡Esa es mi hermana!

Anir miró con curiosidad, viendo el parecido casi al instante, aunque Amber reaccionó de una manera mucho más diferente: atragantándose y señalando con un dedo acusador.

—¿¡Gunnhidlr!? —y se giró a mirar a Barbara con sorpresa—. ¿¡Eres la hermana de la maestra Jean!?

Anir miró de una a otra y luego a la supuesta Jean en la arena, que estaba desenvainando una espada y conjurando una habilidad especial nada más empezar la lucha.

—Creo que hay algo que no estoy entendiendo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on July 31, 2021, 03:57:08 PM
Con dos monedas y una copa de ron, el viento a toda veeela! ♫ :v


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—No hay huevos a descolgarte hasta cubierta de un solo salto.

—Qué dices pava, huevos hay. Lo que no quiero es que deje de haberlos por reventármelos en un mal aterrizaje. No quiero la experiencia ni aunque sea virtual.

—Hmm, —Raiko ladeó la cabeza arrugando la nariz y concediendo cierta validez al argumento.

—¿Y tú qué? —replicó el rogue.

—Me dan miedo las alturas, —contestó la chica con simpleza, encogiéndose de un hombro.

El joven de pelo rosa se giró a mirarla boquiabierto, para proceder a pellizcar su brazo de forma inmediata.

—¡Qué leches te van a dar miedo las alturas si te has trepado hasta el carajo como una ardilla en speed?!

La chica se echó a reír abrazada al palo del mastelero.

—En mi defensa tengo que decir que subir es mucho más fácil que bajar, solo tienes que seguir p’alante y no mirar abajo.
Varios golpes potentes retumbaron por el mástil, extendiéndose hacia arriba desde cubierta, haciendo que ambos jugadores redirigieran su atención.

—¡Eh, caraduras! ¡Ya está bien de holgazanear! —Ichiban se dedicaba a puntuar sus gritos con tremendas patadas, como quien intercalase emojis de palmas entre palabras en un mensaje de red social,— ¡Aquí el que no curra no come!

—Este cabronazo se ha metido demasiado en personaje, —refunfuñó Shad8ws poniéndose en pie e ignorando con soltura el resto de improperios,— ni que hubiera sido capitán de un barco pirata en otra vida.

Raiko le imitó, asegurando uno de los cabos de cuerda a su cintura.

—Bueno, al menos ya sabemos quién era el loro.

El rogue dejó escapar una larga carcajada que le echó la cabeza hacia atrás hasta lagrimear por el sol en los ojos.




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Hacía un día precioso en Two Rivers. El cielo era azul, algunas nubes perezosas flotaban encima del mar y la brisa era una bendición en la cara de Raistlin. El mago cerró los ojos, dejándose mecer por el ruido de las olas del mar. El puerto estaba hasta los topes y aunque Raistlin normalmente lo habría evitado, el amor de su vida, la luz de sus ojos, la perla de su corazón… su esposa Aerith, quería perritos empanados.

—¡Aquí están! —exclamó emocionada a modo de saludo mientras se sentaba en el banco que Raistlin había estado ocupando los últimos veinte minutos, haciendo como que observaba las carreras de barcos que se estaban llevando acabo en aquel día tan azul.

—Hmm. —respondió, pero levantó la mano para agarrar el perrito que su mujer le estaba ofreciendo.

Pasaron unos minutos comiendo en silencio. Ellos, porque el resto del mundo no.

—Es un evento, ¿verdad? —preguntó Aerith, señalando a los barcos con el palo desnudo en el que había estado insertado el perrito—. He visto carteles por toda la ciudad y creo que decían algo de eso en la interfaz de inicio.

Raistlin se limpió los labios con una servilleta y la volvió a doblar para guardársela en uno de sus tantos bolsillos.

—Eso creo.

Y Raistlin rezó para que Aerith dejase el tema ahí, pero sabía demasiado bien que eso no iba a pasar. Y dijo lo que había estado temiendo.

—¿Y si nos apuntamos? —preguntó con entusiasmo.

—No. He tenido malas experiencias en barcos. —avisó Raistlin, que ya estaba empezando a ponerse verde debajo de su piel dorada.

Aerith bufó y señaló hacia uno de los barcos que iba en cabeza en esa carrera. Y habló suave y despacito.

—Mira, ese lleva el barco solo, no debe de ser tan difícil.

“Ese” era un tipo vestido con una gabardina negra y hombreras plateadas a juego con su pelo largo que ondeaba en el viento. Estaba subido al palo de la vela mayor y, por alguna razón misteriosa, parecía que el barco le hacía caso sin tener que hacer nada él. Definitivamente el tipo estaba haciendo trampas de alguna forma. Y aunque Raistlin entrecerró los ojos y su mente empezó a buscar las diferentes maneras en las que podría conseguir hacer lo mismo negó con la cabeza y suspiró. Tendría que sacar sus mejores cartas si quería convecer a Aerith de dejar los barcos en paz.

—Yo había pensado en otra cosa. No es que me guste, pero sí que estoy dispuesto a hacerlo.

Aerith levantó una ceja y se arregló la coleta mientras sonreía coqueta.

—¿Ah sí? ¿Y qué es eso?

Y Raistlin levantó la mano para señalar hacia un puesto decorado con corazones rosas y muy, pero que muy grandes. En el agua había barquitos mucho más pequeños, enganchados a un raíl, que desaparecían por debajo de un puente.

—Raist. ¡Raist! ¿Te vas a subir conmigo a los cisnes del amor? —preguntó Aerith con una mano en el pecho, muy pero que muy sorprendida.

Raistlin suspiró una vez más y se dejó levantar por su mujer, que se dirigía hacia el puesto cantando “La primavera del amor” con una tonada cursi mientras que en su cabeza sonaba digna y ominosa la Sarabanda de Handel.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on August 31, 2021, 03:57:34 PM
Ois como las quiero



Anir y la panda



Cuatro chicas estaban sentadas en una mesa en una posada en Prorencia, cada una con una actitud muy diferente.
Jean miraba fijamente a Amber mientras Anir las observaba con curiosidad y Barbara daba sorbitos de su bebida picante con gusto.

Jean, también conocida como DandelionKnight, se reclinó en su asiento, cruzándose de brazos.

—Vaya. —dijo.

Amber se rió un poquito y se comió una patata frita para calmar los nervios. No sirvió de nada.

—Así que sí que os conocéis. —dijo Anir, ladeando la cabeza y cogiendo un puñado de palomitas—. ¿A que van bien con la bebida picante, Crater?

Barbara se giró a mirar a Anir y asintió con una sonrisilla brillante.

—¡Sí! Muchas gracias por recomendarlo. —comentó Barbara antes de coger un puñadito de palomitas ella misma.

Amber carraspeó.

—Técnicamente es mi jefa. —apuntó Amber.

—Y tú técnicamente deberías estar trabajando, si recuerdo bien tu horario. —respondió Jean.

—¡Me he cambiado el turno con una compañera! Así podía venir a ver el torneo…

Jean suspiró, desinflándose un poquito.

—Pero si tú no tienes compañeras… —murmuró antes de carraspear y ponerse un poco más recta—. Bueno, de todas maneras, gracias por encargaros de mi hermana pequeña. Os debo algo, así que pagaré yo esta ronda.

—¿Y? —preguntó Amber esperanzada, entrelazando las manos.

Jean suspiró otra vez.

—Hoy no te reportaré, pero no se te ocurra volverlo a hacer.

Amber sonrió como si se hubiera aparecido la virgen y agarró las manos de Jean para apretarlas entre las suyas.

—Muchas, muchísimas gracias, Jean. ¡No sabes lo feliz que me haces!

—No sé si quiero saber en qué trabajan. —susurró Anir, dándole un sorbo a la bebida picante que se había pedido ella también.

Barbara se rió a su lado, pero no añadió nada más.

Unos días después volvieron a encontrarse, aunque esta vez también estaba Eula con ellas, luciendo su título de campeona del torneo. ¡Y no era la única! Amber lo había hecho tan bien que le habían regalado una habilidad custom. Y ahí estaba, tirada en la hierba rodando por el suelo con Baron Bunny, un peluche con aspecto de Amber que podía estallar en cualquier momento.

—¿Y no te da miedo que te explote en la cara? —le preguntó Anir, que estaba empezando a desarrollar una adicción a las bebidas picantes con alarmante velocidad.

—No, si no hay enemigos cerca no explota y esta es una zona libre de monstruos.

Anir señaló detrás de sí misma con un pulgar, donde Eula estaba bailando con su espada nueva y congelando el césped según se movía.

—¿No te parece suficiente enemigo? —insistió Anir, con voz temblorosa.

Amber no tenía claro si el temblor se lo provocaba Eula o la bebida esa que no paraba de tomarse. Amber rodó un poco más, quedándose boca abajo y abrazando a su peluche con amor. Y se rió un poco antes de contestar.

—No tonta, esa no es un enemigo, ¡esa es nuestra Eula!

Anir se encogió de hombros, sacando otro medio sándwich de la cesta de picnic que tenían  encima de la manta a cuadros estirada en la hierba pero que sólo ella estaba usando.

—No sé a ti, pero a mi me aterroriza las bragas, es un gran enemigo.

Amber enterró la cara en su peluche para suprimir la carcajada y Jean, que había estado tumbada con los ojos cerrados, se sentó de repente, escaneando el parque en busca de hermana. Barbara estaba un poco más allá, cantando con los pajaritos y otros animales pequeños.

—Debería estar trabajando. —dijo Jean de repente.

—Estás escoltando a tu hermana, eso es prácticamente parte de tu trabajo. —replicó Amber y Jean acabó chistando.

—Jean, querida, chistar no es de señoritas. —dijo Eula, que había dejado de segar hierba para ir a ver que estaban haciendo sus amigas.

—Se acaba de despertar, no es una señorita ahora mismo, me temo. —señaló Anir y Jean gruñó lo suficiente como para darle la razón.

—Es… tan raro dormir en este juego. —admitió Jean.

—Ah, ¿pero que te acuerdas de lo que es dormir allá afuera? ¿Ya puedes comparar? —preguntó Eula, haciendo desaparecer su arma nueva y Jean rodó los ojos antes de levantarse e intentar arreglarse la ropa, sólo para darse cuenta de que no tenía ni una arruga fuera de sitio.

—Ha sido un placer jugar con vosotras, pero me temo que debo ir a devolver a mi hermana a su padre.

—Aaah, Jean, cinco minutos más. ¡Barbara se lo está pasando bien! Y allá afuera apenas son unos segundos…

Barbara, de hecho, había atraído la atención no sólo de la fauna del parque si no de algunos npcs que habían decidido dejar de funcionar para quedarse mirándola.

—Y yo tengo turno en una hora y aún tengo que arreglarme.

—Buuh, eres aburrida. —le dijo Amber, que sólo consiguió que Jean le recordase que ella también tenía trabajo—. ¡Nooo!

—Vamos, si sales a tiempo te paso a recoger y te llevo al trabajo. Además, tal vez sería buena idea dejar a Eula y Anir solas para que… arreglen sus diferencias.

—Ah… ¿que tenemos diferencias? —preguntó Eula, ladeando la cabeza y sonriendo toda inocente.

Una gota de sudor corrió por la frente a Anir. No fue lo único que acabó mojado esa noche.

Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on September 30, 2021, 04:09:37 PM
Tengo IDEAS



Tanlaus - Milo - Finnian + Zuko



Tanlaus nunca había tenido muchos amigos. De hecho, podía decir con seguridad que nunca había tenido amigos cercanos. Pero todo eso cambió cuando, un día cualquiera, decidió unirse a la beta de un juego que parecía interesante. Y vaya si lo era.

El primer día, Tanlaus se dedicó a mirar a su alrededor y maravillarse con cada pequeña cosa.

—Cómo puede ser tan real. —se preguntó, mirando de un lado a otro, levantando la mano y dejando que sus dedos creasen una sombra oscura sobre su cara—. Es como si fuera de verdad…

Aquel primer día no había mucho que ver. Un castillo con un tutorial al que le faltaba mucho para estar completo y una ciudad a medias. El resto era todo campo.
El segundo día le dio por caminar, intentando encontrar los bordes de aquel mundo. En algún momento una voz le avisó que si avanzaba más sería teleportado de vuelta al castillo de inicio.

—¿Qué hay más allá? —preguntó, sin esperar que la voz le contestara, pero lo hizo.

—Nada.

Tanlaus frunció el ceño.

—¿Qué tipo de nada? ¿Nada, nada o más bosque? ¿No hay nada por que no os lo habéis inventado aún o no hay nada porque nunca habrá nada? ¿Y si hago un cohete y despego, allá arriba tampoco hay nada? —preguntó señalando al cielo, pero la voz no volvió a contestar.

Tanlaus se encogió de hombros, se dio la vuelta y empezó el tedioso camino de vuelta al castillo. A medio camino se cansó y acabó desconectándose.

El tercer día cuando volvió a entrar ya no estaba en medio del bosque, si no cerca de un lago y más allá, hacia el centro del mapa, podía ver que la ciudad se había expandido. Además tenía una notificación sobre nuevos tutoriales. Había características recién instaladas y Tanlaus las quería probar todas. ¡Todas!




Milo abrió los ojos y sus dedos se quedaron sostenidos en el aire encima de las teclas del piano que había estado tocando hasta ese momento. Parpadeó y dejó caer las manos sobre sus muslos antes de mirar hacia la ventana.

—Me aburro. —dijo en alto.

Y se preguntó por qué podría ser. Tenía cosas que hacer, una casa bonita, un trabajo estable y ninguna preocupación en el mundo. Hasta tenía el tiempo libre suficiente como para hacer ejercicio.
Pero Milo sabía demasiado bien qué era lo que faltaba en su vida perfecta. Y es que Milo nunca había sentido una conexión real con nadie. Y su alma echaba en falta algo que nunca había tenido.

Se frotó el pecho con un nudillo, justo encima de donde estaba su corazón. El único momento en el que se sentía llena era cuando se dejaba llevar por las teclas de su piano y aún así no siempre le traía esa plenitud que iba buscando.

Milo suspiró y acarició el teclado con desgana.

—Tal vez necesito un nuevo hobby.

Y después de dejarse caer en el sofá y buscar en páginas web dudosas en qué invertir su tiempo y su dinero lo encontró. Era un juego en fase beta y parecía perfecto. Sólo llevaba una semana abierto y Milo se mordisqueó el labio intentando detenerse, pero la decisión ya estaba tomada.
Compró una subscripción de pago y se acercó al arcade más cercano.

Sólo tuvo un segundo de duda, mientras se registraba como Manzanita, pero en cuanto abrió los ojos en aquel nuevo lugar supo que había hecho lo correcto. Aquel iba a ser su nuevo oasis y un lugar donde conectar con gente como nunca lo había hecho.
O eso esperaba mientras recogía sus bonuses de VIP y se preparaba para pasárselo bien.




Finnian siempre había hecho lo que su madre le había dicho. Finnian siempre era un buen chico y aunque a veces quería hacer otras cosas, nunca se desviaba de sus obligaciones.

Tampoco es que tuviera muchas más opciones. Nunca salía de casa y el único contacto que tenía con el exterior era con profesores, médicos y amigos o compañeros de su madre, que eran otros científicos.

Todo eso había cambiado cuando de repente su madre le había notificado que tenía que mudarse y que ya no iba a ocuparse más de él.
Finnian se estuvo preguntando todo el camino en taxi el porqué de esta decisión repentina. ¿Tenía él la culpa? ¿Se había saltado alguna de sus tareas? No lo podía recordar.

Y de repente estaba en un avión. De repente estaba en una ciudad completamente distinta. Tampoco es que le hiciera mucha diferencia estar en una ciudad o en otra, nunca había experimentado el mundo más allá de los libros que leía y largas miradas que le dedicaba desde la ventana de su habitación.

—¿Finnian? Tú eres Finnian, ¿verdad? —le preguntó un hombre no muy alto, con el pelo canoso y una barba bien espesa y perfectamente peinada—. ¡Soy tu tío Iroh! Vamos, muchacho ¡Hay mucho que hacer!

Y con esa presentación el desconocido cogió su maleta y empezó a empujarlo hacia la salida del aeropuerto.

—Ya verás, nos lo pasaremos bien.

Y tío Iroh no mentía. Después de dejar la maleta y su mochila en la que iba a ser ahora su habitación, Iroh le presentó a otro muchacho que vivía con ellos. Se llamaba Zuko.

—También es sobrino mío. Seguro que os llevaréis bien.

Finnian, después de mirarlo fijamente con la boca abierta durante quince segundos, le ofreció la mano y Zuko la miró con desconfianza. Iroh carraspeó. Zuko tragó saliva y aceptó el saludo, dándole la mano de vuelta.
Y luego pasó algo que nunca le había pasado a Finnian.

—¡Vamos al centro! Comeremos algo, nos acercaremos a los recreativos. Ya verás, muchacho, va a ser un gran día.

Y lo fue.

Finnian no lo sabía, pero acababa de cumplir dieciocho años y su tío estaba intentando montarle una fiesta. Más o menos. Un póster en el arcade le llamó la atención y mientras sostenía un algodón de azúcar en una mano señaló con la otra a los colores brillantes antes de preguntarle a un dependiente:

—¿Qué es eso?

—Es un nuevo juego, aún está en fase beta.

—¿Qué es fase beta? —preguntó acercándose un poco más, entre bocado y bocado de azúcar rosa.

—No es un producto acabado, aún están trabajando en él.

—¿Y entonces por qué está ahí? —curioseó, ladeando la cabeza.

—Para tener dos carreras universitarias a veces eres muy corto. —le dijo Zuko, con la nariz arrugada.

—¡Zuko! —le llamó Iroh—. Se más amable con tu primo.

—¡No es mi primo! —exclamó Zuko, que tuvo que respirar varias veces para calmarse un poco—. No es mi primo.

—Sigo sin saber porque hay un juego por acabar a la venta. —insistió Finnian, mirando a Zuko como si no hubiera acabado de gritarle.

Zuko apretó los labios pero intentó relajarse después de mirar hacia Iroh.

—Para ganar dinero e invertirlo en el juego. Para que la gente lo pruebe y le de sus opiniones a los creadores. Esas cosas.

Finnian miró de Zuko al póster y luego de vuelta al dependiente.

—¿Entonces podemos jugar? —y luego repitió mirando a Iroh—. ¿Podemos jugar?

El juego llevaba en beta abierta no llegaba a un mes cuando Finnian y Zuko lo probaron por primera vez. Zuko se dio cuenta de que era muy fácil ser alguien que no era en aquel mundo de fantasía y aprender a aplicar esa mejor versión de él en la vida real se convirtió en su meta. Para Finnian todo era nuevo. Fantasía o realidad, tenía mucho que explorar.

Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on October 31, 2021, 05:25:43 PM
Bebés siendo bebés



Anir x Eula + Amber + Barbara



—¿A dónde se supone que vamos? —preguntó Anir mientras echaba un vistazo a su lista de mensajes privados.

Tanlaus quería saber si Neko estaría libre esa tarde para probar la Torre de la Insolencia o si buscaba a alguien más para ocupar su lugar. Anir no dejaba de mirar de su omnitool al culo de Eula.

“No, estoy con unas amigas, pregúntale a Hiksti, lo he visto conectado hace un momento. ¡Suerte!” escribió Neko antes de cerrar su omnitool y volver su atención hacia cosas más placenteras.

—A pescar, ¡tonta! ¿Si no para qué te he comprado los aparejos? —espetó Eula antes de reír un poco e invocar su caña—. Ahí hay un buen sitio.

—Ah, sí… es verdad, la caña y todas esas cosas —dijo Anir con una sonrisa floja, buscándola en su inventario—. ¿Pescar es divertido? Nunca lo he hecho. Hago muchas cosas con mi padre, pero nunca le he acompañado a pescar.

Eula caminaba con elegancia sobre el muelle, algunas tablas crujieron a sus pies, pero a ella no parecía importarle. Estaban en algún lugar cerca de Two Rivers, en una pequeña aldea sin marcar.
La chica se cambió el set a uno más sencillo y, descalza, se sentó en el muelle, palmeando el suelo de madera para invitar a Neko a su lado.

—¿A tu padre le gusta pescar?

Anir asintió, con una sonrisita dulce bailándole en los labios.

—Sí, aunque no tiene mucho tiempo para ir. A veces va con Vincent, su marido, así que les dejo ese tiempo a solas. —explicó Anir mientras se sentaba al lado de Eula y miraba todos los aparejos como si fueran un puzzle que debía solucionar.

—¿Tienes dos padres? —preguntó Eula, ladeando la cabeza y señalando la caña y el cebo—. La primera vez que los cojas te saltará un tutorial. No es difícil, pero si no te aclaras puedo ayudarte.

Neko suspiró y agarró las dos cosas. Efectivamente, le saltó el tutorial. No parecía difícil, así que siguió las instrucciones y poco después estaba echando la caña al río y esperando a que picase algún pez.
Sus piernas se balanceaban creando sombras extrañas sobre el agua y Eula le sonrió con curiosidad.

—¿Qué tal? ¿Te gusta?

Anir se encogió de hombros.

—No sé, si pica algún tal vez me empiece a gustar.

Las dos se rieron y el tiempo empezó a pasar. Neko no podía evitar fijarse en la falta de la altanería habitual de Eula, pero prefirió no preguntar y disfrutar del momento.

—Por cierto, sí, tengo dos padres. Mi madre… ni la llegué a conocer. —empezó a explicar Anir. Eula abrió la boca para hacer algún comentario pero Anir levantó una mano para hacerla callar—. No me des las condolencias. Sé quién es mi madre, pero ella eligió no estar en mi vida, así que yo tampoco la quiero en ella. Creo que así estamos mejor.

—Vaya faena… —comentó Eula en un murmullo, mirando al agua y siguiendo una sombra oscura con los ojos—. Bueno, ya sabes, si necesitas consejos sobre las mejores venganzas soy tu chica.

Y Anir se rió. Una risa desde el estómago que retumbó por el muelle y asustó a más de un pájaro y a un gato que pasaba por ahí.
Eula se sonrojó y agarró su caña con un poquito más de fuerza.

—Es… la mejor respuesta que me han dado nunca sobre el tema de mi madre. —Neko movió las piernas con un poquito más de vigor, girándose hacia Eula para sonreírle bien grande—. Cuento contigo, no me defraudes.

Eula alzó las cejas e intentó decir algo, pero nada le venía a la mente. Fue entonces cuando Anir notó el tirón.

—¡Qué es eso! —gritó mientras se echaba hacia atrás para no caerse al río—. ¡Quítamelo!

Eula echó su propia caña hacia un lado para agarrar la de Anir y ayudarle a estabilizarse.

—¡Es un pez! ¡Y uno grande! —informó Eula— ¡Recoge el hilo!

—¡Cómo se hace eso! ¡No me acuerdo de qué botón tengo que apretar!

La carcajada de Eula le retumbó en los oídos mientras intentaba recoger el hilo, tal como le había aconsejado. Y después de medio minuto de risas y gritos las dos se cayeron hacia atrás mientras el pez volaba alto y las mojaba en medio del anaranjado atardecer.

El pez aterrizó en el muelle y Anir acabó con la espalda sobre las tablas húmedas, con Eula encima de ella, riendo las dos. En algún momento se acallaron sus risas y Eula le apartó un mechón de la frente, inclinándose un poco más.

—¡Ey, veo que habéis empezado sin mí!

Eula se enderezó rápidamente y Anir se quedó tumbada suspirando. Sus ojos buscaron el punto del que había venido esa voz.

—Hola, Amber —saludó, mientras Amber sostenía el pez que acababan de pescar—. Me alegro de que hayas encontrado el sitio bien.

—Sí. Y yo me alegro de haber sido la primera, los ojos de Bárbara no están preparados para ver tanta tensión sexual. —avisó, mientras señalaba hacia atrás con la mano libre.

Y ahí estaba Bárbara con un vestidito azul y blanco perfecto para un día de playa.

—¡Hola, chicas! ¡He traído un picnic para comer mientras vosotras pescáis! —dijo Crateris, levantando su cesta toda sonrisas e inocencia.

Anir se sentó y se giró hacia Eula.

—¿Qué decías de enseñarme las mejores técnicas de venganza?

—¡Ey! —gritó Amber mientras Eula intentaba que no se le notase la risa y Barbara ladeaba la cabeza sin entender nada.

La brisa acarició las copas de los árboles, silbando entre las hojas y otro pez picó en la caña abandonada de Eula, haciendo que todas entrasen en acción a la vez.
Definitivamente aquel iba a ser otro día de grititos y risas sin más. Los preferidos de Anir.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on March 31, 2022, 04:20:59 PM
Echaba de menos esta linea de la historia ywy



Anir + Amber



Amber tensó la cuerda y levantó el arco, esperando a que su flecha se cargase con fuego mientras miraba de un lado a otro del lugar. Estaba oscuro y olía a moho entre otras cosas. Una gota cayó al suelo y resonó por toda la sala.

—¿Dónde se supone qué estamos? —preguntó la chica en lo que se suponía que iba a ser un susurro, pero el eco agarró sus palabras y las amplificó por mil.

Anir activó su omnitool, trayendo al frente el mapa de la zona.

—Pues… ni puta idea. —contestó Anir y a Amber le salió una risita cabrona.

—Si te oyera Jean se habría enfadado. —canturreó, soltando la cuerda para echar a volar la flecha e iluminar el espacio abierto ante ellas.

—Jean no está aquí, sea dónde sea esto —dijo Anir antes de chistar—. ¿A quién se le ocurrió venir a una zona sin mapear?

La flecha de Amber se apagó al entrar en contacto con una masa de agua, o eso parecía por el siseo que habían escuchado al caer en algún lugar más allá.
Amber se giró a mirar en dirección a Anir, que seguía iluminada por su omnitool.

—A tí.

Anir negó con la cabeza.

—No, no. Yo quería venir a explorar la zona nueva y ver que dungeons habían puesto. Lo de que estuviera sin mapear no entraba en mis planes —explicó—. Que putada.

Amber tensó de nuevo el arco, pero esta vez soltó la flecha en cuanto estuvo cargada con fuego.

—A ver, nos hemos caído de ahí arriba y no hay forma humana de trepar eso —comentó Amber, señalando la pared antinaturalmente lisa que tenían detrás—. Tiene que haber alguna otra forma de salir de aquí.

Anir levantó una ceja y miró a Amber antes de suspirar y apagar su omnitool.

—Eso si es que los desarrolladores han tenido tiempo de poner otra entrada.

Las dos se quedaron calladas, escuchando los sonidos de la sala bajo tierra a la que habían ido a parar.

—Por lo menos no hay monstruos. —añadió Amber y Anir gimió como respuesta.

—¡Amber!

Amber se encogió de hombros antes de hacer aparecer una linterna de su inventario y agarrar el brazo de Anir con fuerza.

—¡Vamos a ver qué es esa agua que suena al fondo!

Anir rodó los ojos, pero la siguió igual. En parte era su culpa que hubieran acabado ahí abajo.
Hacía una hora se le había ocurrido la gran idea de ir a visitar una de las nuevas zonas en construcción de la beta. Se llamaba Glastheim y pintaba muy bien, así que había arrastrado a una de sus pocas amigas conectadas para ir a explorar todo aquello. Amber había tenido la mala pata de decirle que sí.

El sitio todavía estaba a medio hacer. Aunque era accesible no había casi texturas y a veces aparecían objetos de la nada.

—¿Y si ponen una silla justo donde estoy? —se había preguntado Amber—. ¿Aparezco sentada? O peor, me fusiono con ella.

Anir se había reído del comentario y Amber había cogido aire sorprendida por una nueva idea.

—¿¡Y si ponen un muro por donde voy andando!? ¿Me quedo emparedada para siempre?

Anir le había dado un par de palmadas en el brazo, asegurándole que simplemente aparecería unas casillas más allá. Después de todo Anir ya había explorado zonas en construcción antes.
A Amber se le había pasado muy pronto el susto porque de repente estaba señalando más allá, asegurando que acababan de poner un edificio nuevo y necesitaban explorarlo.

Y así es como habían acabado en lo que parecía ser algún tipo de sede militar. Y mientras miraban cómo iban apareciendo muebles y ventanas, el suelo había desaparecido bajo sus pies, muy literalmente, y ahora estaban en un sótano o algo así. Aunque aquello era enorme.

Mientras caminaban hacia la corriente de agua, podían escuchar cosas apareciendo detrás de ellas. Una puerta chirrió y Anir echó un vistazo por encima de su hombro.

—Creo que esto es la cárcel, están poniendo un montón de celdas. —le dijo a Amber que estaba más centrada en lo que parecía ser una fuente de luz que empezaba a aparecer por un lado.

—Y eso tiene pinta de ser algún tipo de… ¿río? —preguntó Amber, con la linterna en alto y el brazo bien apretado alrededor del codo de Anir.

Anir negó con la cabeza.

—Si esto es algún tipo de prisión bajo tierra, probablemente eso es la cloaca.

Anir y Amber pararon poco antes de la corriente de agua y vieron como aparecía algo de vegetación en la pared de enfrente. Cambió cinco veces antes de que la textura de la pared se definiera.

—¿Quieres decir qué…? —empezó a preguntar Amber.

—Aquí acaban las letrinas. —explicó Anir.

Las dos tragaron saliva y miraron hacia la fuente de luz. Era el final de la cloaca y tenía una verja medio rota.

—Parece que es la única salida. —instigó Anir, empujando un poquito a Amber hacia el borde del agua.

Amber puso cara de asco, aunque la de Anir no era mucho mejor.

Quince minutos después usaron un teleport a la ciudad más cercana, pidieron una habitación en una posada y después de una ducha se prometieron tres cosas. No iban a hablar de aquello con nadie, no se iban a olvidar llevar una cuerda de escape a una dungeon y nunca jamás iban a volver a explorar zonas sin acabar.
Aunque las dos sabían que estaban mintiendo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on March 31, 2023, 04:22:06 PM
VRROOM VRROOM!  confirmo que todos los conductores de coches rojos son unos maníacos al volante, a las malas experiencias me remito :v


~+0.74~
(http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/aerith.jpg) (http://honey-rider.net/bt/morpg/sagu-icons/raistlin.jpg)

Cuando Raistlin y Aerith abrieron sus propias cuentas, el juego ya llevaba varias versiones de la beta, pero estaba lejos de su fase final. Raistlin había escogido ser elementalista y Aerith, para sorpresa de nadie, se había decantado por la rama de healers. Ya llevaban un par de semanas jugando cuando Raistlin vio algo en el boletín de anuncios que le hizo leer tres veces.

—Coches. —dijo de repente.

Aerith levantó la cabeza, dejando de leer el hechizo que estaba intentando aprender para ponerle atención a su marido.

—¿Cómo?

Raistlin le dio la vuelta al folleto que había cogido del Gremio de Aventureros de Prorencia y señaló con el dedo a la noticia que había despertado su interés.

—Coches —repitió, golpeando con el dedo varias veces a la foto de un coche rojo y brillante que salía en la portada—. Han implementado coches en el juego.

Aerith lo miró con curiosidad, tomando el folleto para inspeccionarlo mejor. Al desplegarlo encontró más información.

—¡Aquí llegan los coches! —leyó en alto.— “Tras la alta demanda de este artículo, nos complace presentarles la llegada de los transportes mecánicos a nuestro juego. Podrás encontrar más información sobre esta característica y como acceder a ella en la zona de recepción del Gremio de Aventureros.” Oye, pues no está mal. Y aquí dice que si reportamos bugs pueden premiarnos.

Aerith se enrolló un mechón de pelo en el dedo y miró a su marido con una sonrisita inocente en la cara.

—Coches. —repitió Raistlin.

Y Aerith se rió a mandíbula batiente mientras Raistlin la agarraba de la mano para arrastrala hacia la zona de recepción del Gremio de Aventureros. Menos mal que ya estaban cerca.

Cuando hablaron con la NPC de recepción les avisó que en un futuro los coches y otros transportes mecánicos podrían ser construidos por blacksmiths y mechanics y que la rama de merchants tendrían un plus en la habilidad de conducción, pero que cómo era algo nuevo de momento todos empezarían con la habilidad a nivel cinco de diez en cuanto se pusieran al volante, para así hacer la prueba de los coches y reporte de bugs más fácil para los desarrolladores del juego.

—Coche. —volvió a repetir Raistlin, frunciendo el ceño.

Aerith le puso la mano en el brazo, con toda la delicadeza del mundo.

—¿Puedes resumir la explicación y decirnos cómo hacernos con uno ahora? ¿Por favor? —le preguntó a la NPC.

Por lo visto los personajes generados por el juego parecía que estaban ganando en habilidades sociales, porque éste se dio cuenta en seguida de la promesa de tortura detrás de la sonrisita de Aerith e hizo aparecer unas llaves de la nada, indicándoles en el mapa donde podían encontrar su transporte.

—¡Gracias! —dijo Aerith con las llaves firmemente agarradas en su mano—. Vámonos cariño.

E irse hicieron. Con el paso largo de Raistlin y Aerith trotando feliz a su lado no tardaron mucho en llegar a las afueras de la ciudad, donde un NPC miraba con nervios a toda la gente que estaba haciendo cola para conseguir lo más nuevo de la beta que todo el mundo quería probar.

—Paciencia, querido. —le dijo Aerith, intentando mirar por encima de las cabezas de la gente.

Raistlin frunció el ceño y resopló, aunque vio una cara conocida al principio de la cola y se acercó a él. Afrodita notó una sombra detrás de él que le puso los pelos de punta y cuando se giró no era otro que su jefe.

—Hola jefe, ¡hola jefa! —saludó con una sonrisita nerviosa. ¿Por qué había pensado que hablarles del juego era buena idea? ¿Por qué?—. No sabía que te gustaban los coches.

—Oh, yo tampoco sabía que le gustaban los coches. Siempre se pone nervioso cuando tenemos que ir en coche a algún lado.

Raistlin decidió no decir nada, sólo miraba hacia el NPC haciendo aparecer los modelos de coche de la nada y entregándolos a los que tenían justo delante en la cola. Y luego miró a Luken muy seriamente.

Luken le miró de vuelta, jugando con el llavero entre sus dedos.

Pasó un segundo muy incómodo para él.

—¿Quieres pasar delante? —preguntó porque no podía más con la presión.

—¡Siguiente! —dijo el NPC y Raistlin se adelantó.

—Supongo que eso es un sí… —dijo Luken antes de suspirar.

Aerith le dio las gracias y le prometió que le devolvería el favor con un nuevo tipo de rosal que había estado cultivando y Afrodita se iluminó de repente.

—¡Conducid con cuidado! —trinó Afrodita todo feliz mientras les veía hablar con el encargado—. O no, lo que queráis, vaya.

Raistlin dejó la decisión sobre el tipo de coche a su mujer, que eligió un cuatro por cuatro porque le recordaba al pobre coche destartalado que conducía durante sus años de universidad, en el que llevó mil veces a su novio y después marido a sus tratamientos.

—¿Qué te parece? —le preguntó Aerith a Raistlin.

—Hazlo rojo. —le dijo al NPC, que cambió el color de inmediato. Y Raistlin puso cara de que le daba asco, pero Aerith sabía que eso era que le gustaba muchísimo.

Aerith le dio las llaves a Raistlin. La verdad es que después de pensarlo un poco no le extrañaba que Raistlin quisiera conducir. Su enfermedad lo había dejado en silla de ruedas demasiado pronto y nunca había aprendido a llevar un coche. Para él esta era una nueva experiencia que no podía tener en el mundo real. Incluso con la cura que había inventado… nunca estaría lo suficientemente bien para conducir un coche de forma segura.

Aerith sonrió con ternura, mirando como su marido abría la puerta del coche y se quedaba allí de pie, mirándola.

—¿Sí? —preguntó Aerith con curiosidad y Raistlin le señaló el asiento del conductor.

—Es tu sitio.

Aerith parpadeó confundida, pero cogió las llaves que su marido le estaba ofreciendo y subió al coche, arrancándolo mientras Raistlin le daba la vuelta al cuatro por cuatro y subía a su lado, poniéndose el cinturón.

—Creía que querías conducir tú. —le comentó tocando el cambio de marchas manual. Aaah, cómo le gustaba un buen cambio de marchas manual.

—No, sólo quería poder montar contigo en coche sin temer por mi vida.

Aerith se giró muy despacito hacia Raistlin, que estaba mirando hacia delante, agarrado al cinturón con las dos manos con más fuerza que una anciana en un columpio. Cambió la marcha, pisó el pedal a fondo y el coche se fue marcha atrás unos metros antes de que Aerith cambiase la marcha de nuevo para ir hacia delante a toda velocidad.
Varios pájaros levantaron el vuelo de la carretera espantados y cuanto más le pisaba Aerith más sonreía Raistlin. Hasta que empezó a gritar.

Aerith volvió a sonreír con ternura mientras veía pasar el paisaje a toda velocidad. Aaah, esto era vida.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on May 31, 2023, 03:25:00 PM
Anir siendo una amenaza, nada nuevo



Anir + Sephiroth



Anir se había salido con la suya muchas veces en su vida y sabiendo quienes eran sus padres esa era una hazaña a tener en cuenta. Pero la verdad es que Anir no sólo era una amenaza para sus padres.

—Suelta eso. —le dijo Sephiroth, dándole con el trapo de la cocina en plena nariz.

—¡Ay, ey! —se quejó Anir, efectivamente  soltando la galleta que aún estaba a medio enfriar—. ¡Si las he hecho yo!

—Pero siguen calientes, te van a sentar mal.

Anir puso morritos, pero suspiró y acabó por sentarse en el taburete de la pequeña cocina.

Ese día Sephiroth había ido a recoger su coche al taller de su cuñado y le había acabado invitando amablemente a merendar. O lo que era lo mismo, hacer de niñera de su sobrina. De gratis. Sin aviso previo. Más o menos lo mismo que su coche, reparado de gratis y sin previo aviso.

—Por lo menos yo pago las piezas… —murmuró Sephiroth para sí mismo, agachándose para ver como iba la segunda hornada de galletas—. Anir.

—¿¡Qué!? No estoy haciendo nada. —aseguró.

Y para sorpresa de Sephiroth era verdad. La niña estaba mirando algo en su móvil.

—¿Quieres ver algo guay? —preguntó, sentándose un poquito más recta y sonriendo.

—Dime que no son hormigas otra vez. —dijo Sephiroth, quitándose las gafas de la cabeza para ponérselas bien—. A ver.

—No, son prótesis nuevas. Se conectan ellas solas a tus nervios y puedes moverlas como si fueran parte de tu cuerpo —Anir giró la pantalla para enseñarle la prótesis a Sephiroth—. Por lo visto la tecnología que usan es mucho más avanzada y ya no tienes que operarte para unir los nervios a tu prótesis, te la puedes quitar y poner cuando quieras, lo que no causa daños a largo plazo.

Sephiroth frunció el ceño, pensando en porqué su sobrina estaría mirando esas cosas. Y más todavía porqué se lo estaría enseñando a él. Que la niña tenía una mente inquieta no era un secreto para nadie y que se interesaba por las cosas más aleatorias tampoco, pero… pero la manera en la que le había llamado para verlo, esa voz aguda y emocionada es que quería algo.
Sephiroth miró de la pantalla a Anir y luego levantó una ceja. Anir sonrió.

—Las galletas están para sacar. —le dijo y Sephiroth rodó los ojos antes de quitarse las gafas de nuevo y ponerse el guante de cocinar para sacar la bandeja del horno y meter la tercera.

Anir se levantó para ayudarle a preparar la cuarta y última hornada.

—¿Y? —dijo Anir, dándole suavemente con la cadera mientras hacían bolitas de masa y las ponían de forma ordenada sobre la bandeja—. ¿Qué te parece?

—No lo sé, necesito más información para poder tener una opinión al respecto.

Anir le rodó los ojos de vuelta.

—Ya, pero… ¿crees que a papá le gustaría?

Sephiroth paró por un momento.

—Le podría interesar, es mecánico después de todo.

Anir se rió despacito.

—¡No ese papá! ¡Al que le falta un brazo! —aclaró.

Sephiroth arrugó la nariz. Debía de estar ese día lento si no lo había pillado a la primera.

—Ah, eso tiene más sentido.

Sephiroth se esperó a terminar de disponer la masa que quedaba en la última bandeja antes de agarrar a su sobrina de la cintura y sentarla sobre una encimera limpia.

—¿No has dicho que es tecnología nueva? Será cara.

Y empezó a limpiar las pocas cosas que le faltaban por fregar de su pequeña escapada culinaria. Y de repente se dio cuenta.

—Quieres que se lo compre yo, es eso.

Anir se rió con esa risita que decía que Sephiroth iba por buen camino.

—Eres una amenaza —le dijo—. Peor que la hija de mi jefe.

Anir se llevó la mano a la boca, dejando salir un ruido de sorpresa.

—¡Hala! ¡Tienes otra mujer en tu vida y no me lo habías dicho! —Sephiroth le volvió a pegar suavecito en la nariz con el trapo y luego le limpió la cara porque tenía manchas de chocolate.

—Ya sabías de su existencia, señorita, no te he escondido nada. —Y se la puso al hombro sólo por oírla reír antes de dejarla sobre el taburete que había estado ocupando antes.

—En realidad no necesito que pagues por un brazo ya hecho, sólo necesito que convenzas a mi padre de una cosa. —le dijo mientras se acomodaba en su asiento.

—¿De qué cosa? ¿Y qué piensas hacer concretamente, si puede saberse?

Anir le sonrió como si supiera una cosa que él no sabía, lo que era más que probable.

—La persona que ha creado la tecnología ha hecho una patente abierta y yo he conseguido una beca para ir al campamento para jóvenes ingenieros. Me he informado y nos dan los materiales para crear un proyecto en el mes que estemos allá… pero tu hermano no está muy convencido de dejarme ir.

—¿Ahora es mi hermano? —preguntó Sephiroth con un tono desinteresado—. Hay algo que no me estás contando.

—Ah… —Anir se estaba frotando las manos y miró el reloj de la cocina antes de morderse los labios—. Es un campamento para personas de unos quince años…

—Y tú tienes no llega a doce.

—Exacto. —dijo haciéndole pistolitas.

—Ya veo dónde está el problema.

—¿En que se van a quemar las galletas?

Y Sephiroth corrió al rescate de dichas galletas. Para cuando apagó el horno Anir ya se estaba comiendo una de la primera hornada.

—¿Qué? —preguntó con la boca llena—. Ya están frías.

Sephiroth puso un dedo encima de otra galleta de la primera hornada y suspiró. No, no estaban del todo frías, pero él también cogió y se la empezó a comer.

—Mira, me da igual el campamento, yo sólo quiero hacerle un brazo to chulo a papá.

—Y ahora vuelve a ser tu padre.

Anir se encogió de hombros.

—Siempre ha sido mi padre, lo que pasa es que no lo sabía. —aseguró.

Y Sephiroth no pudo más que sonreír y acceder a lo que le pedía su sobrina. La enana siempre acababa saliéndose con la suya. Sephiroth necesitaba analizar cómo es que lo lograba.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on June 30, 2023, 04:28:45 AM
Anir haciendo amigos sin querer (?)



Anir de campamento



Anir llevaba una mochila rosa con un cerdito de peluche colgando de un costado, una coleta alta mal ladeada y calcetines desparejados.

—¿Lo tienes todo? —le preguntó Cid antes de echar el humo del tabaco hacia un lado y apagar su cigarro dentro del cenicero portable que su marido y su hija le obligaban a llevar encima todo el tiempo.

—No —contestó Niri con mucha seguridad, haciendo que su padre se girase de golpe a mirarla—. Me falta un beso y un abrazo.

Cid rodó los ojos, pero sonrió mientras se agachaba un poco para cumplir con la comanda de su hija. Anir sonrió satisfecha mientras palmeaba la espalda de su padre y recibía un beso en la mejilla.

—Ahora sí —aseguró, repartiendo mejor el peso de la mochila y levantando la cara para mirar a Cid—. Me voy.

Cid le palmeó la mochila y suspiró mientras miraba como se iba, con la maleta de ruedas siguiéndola diligentemente.

—¡No explotes el mundo, lo necesito para vivir! —le advirtió su padre y Anir se giró para dedicarle una sonrisa para nada tranquilizadora.

—¡No prometo nada!

Y Cid levantó una comisura, orgulloso.

—Esa es mi niña.

Poco después la vio desaparecer dentro del edificio, siguiendo las instrucciones de un guía. Su chiquitina se iba a codear con genios de cuatro años más que ella.

—Se parece demasiado a su madre.

—En las cosas importantes se parece a tí. —le contestó su marido que esperaba dentro del coche, aún molesto porque aquel campamento no le parecía buena idea.

Cid se encogió de hombros y se apoyó con un brazo sobre el techo del vehículo. Se agachó para mirar a Vincent a los ojos y levantó una ceja.

—Eso espero.




Para sorpresa de nadie, Anir no era la única asistente más joven que la media, aunque tampoco eran muchos, sólo tres. Aunque Anir sí era la más pequeña de todo el campamento.

Anir arrugó la nariz mientras seguía a su guía, que abrió una habitación antes de hacerle extender el brazo para transferirle la llave a la piel.

—Tienes una habitación para tí sola. —le dijo el guía, sonriendo con amabilidad.

—¿No eran habitaciones de cuatro?

—Sí… pero te consideramos un caso especial. —le contestó con la misma sonrisa blanda.

Anir entrecerró los ojos un poco más.

—¿Me dáis una habitación para mí sola para evitar que me hagan bullying? —la sonrisa del guía se volvió un poco nerviosa—. ¿Y no véis que igual los demás me van a tener envidia y me van a hacer aún más bullying?

El guía se rascó una mejilla mientras abría la boca despacio y cogía aire.

—Verás… habíamos pensado en juntar a los tres más pequeños, pero tú eres la única chica.

Anir parpadeó y levantó una ceja.

—Tengo dos padres, no me asustan los chicos.

El guía junto las palmas y se agachó un poquito para contestarle pero Anir levantó la otra ceja y la maleta a su lado empezó a rodar por el mismo camino por el que habían venido, con su dueña trotando detrás de ella.

—Vamos.

Pocos minutos después, Anir estaba asomando la cabeza en una habitación en la que, por los ruidos que podía escuchar, ya había alguien. Con la llave en su brazo cambiada y la maleta siguiéndole diligentemente.

—¿Hola? —preguntó y escuchó un golpe—. ¿Estás bien?

Y unos pasos más adelante, después de haber pasado por el pasillito donde estaba la puerta que llevaba al cuarto de baño, Anir vio a un chico escurrimido frotarse la coronilla. Parecía que se habia golpeado contra la litera de arriba.
El chico se dio la vuelta aún frotándose la cabeza llena de greñas castañas.

—Creo que te has equivocado de habitación.

Anir ladeó la cabeza, analizando al chico delante de ella. Debía tener como mucho dos años más que ella y probablemente no tenía mucha experiencia hablando con chicas. O tal vez con gente en general. Parecía incómodo.

Anir negó con la cabeza.

—No me he equivocado, esta es mi habitación. —le dijo, adentrándose un poquito más y palmeando la cama libre. Su maleta saltó encima y se abrió sola.

El chico miró la maleta con curiosidad antes de señalarla.

—Había visto maletas automáticas antes, pero no que hicieran eso.

Anir le sonrió antes de sacar una cajita de la maleta y abrirla. Un pequeño robotito salió de ella y escaneó el lugar antes de abrir un cajón y empezar a cambiar las cosas de la maleta de sitio.

—Ni eso —añadió el chico, mirando al robot anonadado—. ¿Son tuyos?

—Sí y no —le contestó la chica—. Mi padre me ayudó a programarlos, pero el montaje es todo mío. Aún estoy aprendiendo, por eso quería venir aquí.

El chico miró del robot a la maleta y a Anir otra vez. Después carraspeó, se frotó la mano contra la pierna y la ofreció para un apretón de manos.

—Me llamo Hiksti.

Anir estiró el brazo y le agarró la mano, dándole un buen apretón.

—Anir. —se presentó de vuelta.

Hiksti se miró la mano cuando se separaron.

—Aprietas fuerte. —observó Hiksti.

—Los tornillos no se aprietan solos y a veces no hay un destornillador eléctrico a mano.

Hiksti pareció pensárselo un poco antes de encogerse de hombros y sonreír.

—También es verdad.

Anir le observó un poco más mientras el chico acababa de deshacer la maleta y pensó que no había ido ahí para hacer amigos, pero tampoco le importaría irse de allí con al menos uno nuevo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on August 31, 2023, 03:44:51 PM
PUM



Anir de campamento #2



—Y entonces luego hará… —dijo Anir antes de hacer un gesto bastante largo intentando (y consiguiendo) imitar una gran explosión. Con efectos de sonido incorporados y todo.

Anir sonrió y Hiksti entrecerró los ojos mientras intentaba que no decayera la sonrisa que tenía en los labios. Estaba intentándolo muy fuerte, pero acabó por fruncir el ceño y suspirar.

—¿Por qué todo tiene que explotar? —preguntó antes de hacer una floritura con la mano con la que tenía agarrada la llave inglesa—. O llevar ruedas.

—Las ruedas son divertidas. —contestó la chica, empujándose en el borde de la mesa que estaba usando para ensamblar su proyecto y dejándose llevar por las ruedas de su taburete hasta chocar con la mesa en la que trabajaba Hiksti, apoyando un codo antes de levantar un par de veces las cejas de un modo sugerente—. Son como las capas de superhéroe pero para inventos. ¿Quieres que sea guay? Ponle ruedas. O hazlo volar. ¡O las dos cosas!

Hiksti no pudo evitar reírse un poco y rodó los ojos antes de volver su atención hacia su proyecto.

—Eres rara.

—Pero te gusto. —replicó ella, agarrando la placa base que tenía Hiksti sobre su mesa para empezar a examinarla.

Hiksti se encogió de hombros y pasaron unos minutos antes de que volviera a hablar.

—¿Pero por qué la obsesión con las ruedas?

Y fue el turno de Anir de encogerse de hombros.

—No sé, mi padre es mecánico, siempre he estado rodeada de ruedas.

Hiksti dejó salir un ruido largo de entendimiento.

—¿Y entonces la obsesión por las explosiones? —preguntó a media voz antes de levantar la cabeza y mirar a Anir confundido—. ¿Pero tu padre no era un ex-policía o algo así?

Anir le sonrió como si ella supiera algo que él no. Y literalmente era cierto.

—Tengo dos padres.

Hiksti parpadeó lento y se aseguró de que su proyecto estaba del todo ensamblado antes de agarrar un trapo para limpiarse las manos mientras miraba a Anir con curiosidad.

—¿Eres uno de esos niños manufacturados? ¿Inventados? —probó de nuevo Hiksti, sin dejar ir el ceño que cada vez estaba más fruncido—. No sé cómo decirlo para que no suene mal…

Anir estaba riéndose entre dientes, rodando en el taburete.

—No. Papá se casó con papá, así que tengo dos papás —y después de pensarlo un poco más añadió:—, y un tío extra.

Hiksti se llevó una mano a la barbilla.

—Entonces uno es tu padre adoptivo. Ya veo. ¿Te falta mucho? Puedo esperarte y vamos a comer juntos. —le dijo Hiksti, un poco nervioso porque la chica había estado holgazaneando casi todo el taller. Pero ella señaló hacia su mesa.

—He acabado hace un buen rato. Te estaba esperando yo a tí.

—Oh… oh, eso es conveniente.

Y mientras caminaban por los pasillos del edificio la curiosidad pudo con Hiksti y continuó con la conversación.

—¿Y tu madre?

—Ni idea. Creo que sigue viva pero nunca la conocí. Según papá tengo suerte de no conocerla.

Los dos chavalines entraron a la cafetería, poniéndose en la cola con una bandeja cada uno para recibir su comida.

—Seguro que me habría encerrado en un laboratorio como conejillo de indias si se hubiera quedado conmigo —comentó Anir con tono indiferente, intentando alcanzar un plato de macarrones y dándole las gracias a la camarera por acercárselos—. Es la sensación que me da por lo poco que le he oído a mi padre hablar de ella.

Al poco estaban sentados en un rincón cerca de los ventanales, disfrutando de su comida. Hiksti estaba ya por su segunda costilla cuando volvió a sacar el tema.

—¿No os hacéis un lío con tanto papá? ¿O llamas a cada uno por un nombre? —dijo, levantando una ceja.

—En realidad no, no sé cómo lo hacen pero siempre saben a cual de los dos estoy llamando. En caso de duda vienen los dos y es super divertido. —le contó Anir con una sonrisita traviesa en la cara.

—Hmmm…

Hiksti parecía pensativo y Anir le dio una patadita suave por debajo de la mesa.

—¿En qué piensas? —preguntó la chica, ladeando la cabeza.

—Yo tampoco conocí a mi madre —declaró antes de beber un trago de su zumo de manzana y negar con la cabeza—. Bueno, eso no es totalmente cierto, murió cuando era muy pequeño, apenas la recuerdo.

—Siento oír eso… —murmuró Anir, ofreciéndole la barrita de chocolate que había cogido del buffet. Hiksti le dijo que no con la cabeza y sonrió.

—Está bien, siempre ha sido un recuerdo lejano y agradable. Es que…

—¿Sí? —preguntó la chica, abriendo la barrita para darle un bocado.

—Mi padre me ha dicho que se quiere volver a casar y no sé qué pensar. No conozco a su novia y me parece que es todo muy precipitado. ¿Quién se casa con un hijo sin presentarlo a su futura mujer? No sé… —musitó antes de encogerse un poco sobre sí mismo—. A veces creo que no está orgulloso de mí, que le doy vergüenza o algo.

Anir parpadeó lento, dándole vueltas al chocolate dentro de su boca. Después de tragar apoyó los codos en la mesa y se inclinó sobre ella, hacia Hiksti.

—¿Sabes qué? No conozco a tu padre, pero te conozco a tí y si él no está orgulloso de tí, seguro que no es una persona de la que estar orgulloso tú. Y si su futura mujer te da problemas, la hago explotar y le pongo ruedas.

Hiksti se encogió un poco más sobre sí mismo, mirando a Anir con ojos verdes y muy, pero que muy grandes. Y luego se echó a reír.

—¿No sería al revés? —preguntó, limpiándose las lágrimas de la risa que le estaba dando.

—¿Qué más da? La cuestión es que haga pum. —aseguró dándole un golpe a la mesa de la cafetería con su puñito.

—Hablas pirotécnico, no entiendo nada.

Anir le sonrió otra vez, bien satisfecha de sí misma. No había ido a hacer amigos, pero lo contaría como un bonus inesperado.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on September 30, 2023, 04:14:43 PM
NC-17 :v Lo que pasa en la beta se queda en la beta



Kaeya/Diluc



El ambiente en la taberna estaba bastante… cargado. Diluc, sentado en un taburete en la barra, echó un vistazo hacia la camarera que tenía enfrente, llevándose la pinta a los labios y sintiéndose extraño porque no era él quien estaba al otro lado.

Alguien le dio un codazo en la espalda justo cuando iba a beber, derramando la cerveza por la barra y Diluc se enderezó dispuesto a cruzar, como mínimo, un par de palabras. Ser uno de los parroquianos y poder beber un par de tragos sin que se le pusieran las orejas rojas no eran las únicas cosas que se le hacían fuera de lugar. El peso de los pechos de su avatar tampoco era algo a lo que se hubiera acostumbrado todavía, pero ese cuerpo no le iba a impedir parecer amenazante, así que se giró con toda la intención de recibir una disculpa.

—Ups, mi culpa, perd- —empezó a decir el ofensor, que de repente se quedó callado mirándole el escote, aunque se recuperó inmediatamente para mirarle a los ojos. Extrañamente parecía más distraído por sus ojos que por sus pechos—. Perdón, señorita.

Diluc levantó una ceja y sus brazos, cruzados por encima de su estómago se tensaron por un momento. El desconocido tenía la piel oscura, el pelo largo y azul, parecía un espadachín. Su sonrisa era seductora y muy, pero que muy conocida para él.

—¿Me deja que le invite a una copa? —preguntó el hombre, con una mano sobre sus pectorales parcialmente expuestos—. Después de todo ha sido mi culpa e-

—No. —contestó Diluc antes de volver a darse la vuelta.

La camarera ya estaba limpiando el desastre. Y el hombre se estaba sentando en el taburete a su lado, intentando seguir con la conversación.

Diluc se levantó con su pinta y empezó a buscar otro sitio donde sentarse.

—Soy Ocellus. —se presentó el otro jugador, siguiéndole entre la gente que empezaba a amontonarse.

Diluc rodó los ojos y acabó por apoyarse contra un pilar de madera antes de darle un trago a la cerveza. Echó un vistazo de arriba a abajo a Ocellus y se apartó un mechón de pelo blanco de la cara.

—Dame un motivo para que me importe tu nombre. —le dijo, ladeando la cabeza. Sus rizos cortos se volvieron a mover. Un mechón le tocó la nariz.

Ocellus pasó de tentativo a seductor otra vez y se agachó un poco sobre Diluc para poder hablar cerca de su oído.

—¿Has oído lo que la gente está diciendo? Lo que han implementado hoy, aquí en la beta.

Diluc acarició con un dedo el borde de la pinta. Sí que lo había oído. Por eso había tanta gente en la taberna, muchos jugadores estaban buscando con quién probar si aquello de que se podía tener sexo era verdad. Ese podría ser uno de los motivos por los que él estaba allí… tal vez.
Diluc volvió a mirar a los ojos azules de aquel desconocido que se le hacía tan familiar. Su mirada bajó hacia los labios de Ocellus y de nuevo hacia sus ojos.

—Tú pagas la posada.




Las cosas habían ido tan rápido en cuanto habían cerrado la habitación que Kaeya estaba un poco mareado, aunque la falta de sangre en la cabeza podía ser uno de los motivos del mareo. Kaeya apretó los pulgares en la espalda baja de la chica, embobado con la forma en la que rebotaba encima de su cadera.

La camisa de la dancer, que aún la llevaba puesta, dejaba toda la espalda al aire y sus rizos blancos no paraban de saltar a todos lados con el movimiento. Tampoco se había quitado los adornos, aunque los pantalones habían volado a saber donde.

Kaeya intentó posicionarse un poco mejor para subir la cadera, pero ella no le dejaba hacer nada más que gemir y disfrutar del momento. Tampoco iba a quejarse mucho, pero le habría gustado poder meter la cara entre esos pechotes.
Al final Kaeya se dejó caer del todo sobre la cama y decidió quitarse la camisa que la chica ya le había medio arrancado al tirarlo a la cama.

La verdad es que la experiencia en aquel simulador era bastante cercana a la realidad, pero Kaeya no quería perder el tiempo pensando en eso. No cuando tenía a alguien tan parecido a Diluc encima suyo. Kaeya suspiró, cerrando los ojos y recordando la mirada fría y los ojos rojos de la chica, un reflejo perfecto de los de Diluc.
De repente la chica decidió cambiar de posición para sentarse de frente a él. Kaeya no perdió el tiempo, estirando el brazo para agarrarla del cuello y tirar un poco de ella. La chica se dejó guiar hasta sus labios y volvieron a besarse mientras se alineaban de nuevo. Ella se encargó de que Kaeya volviera a entrar en su cuerpo, porque él estaba demasiado ocupado agarrándole de los pechos. Prácticamente le llenaban las manos.

Kaeya plantó los pies en el colchón y empezó a levantar la cadera con ganas y ella cortó el beso para gemir contra su boca. Kaeya aprovechó para sonreír y encontrar sus pezones por encima de la ropa. Por la forma en la que le temblaban las piernas y suspiraba, Kaeya supuso lo que le estaba pasando.
La chica se incorporó, apoyándose en las rodillas de Kaeya y tomando todo lo que podía de él, ondulándose contra él mientras Kaeya empezaba a notar una sensación familiar.

—Creo que… —le dio tiempo a decir antes de notar un escalofrío recorriendo todo su cuerpo.

La chica dejó caer todo su peso contra Kaeya, que aún así levantó la cadera varias veces sin mucho espacio en el que moverse. Los dos se miraron, jadeando.
Ella se levantó poco después, poniéndose los pantalones y el calzado antes de acercarse a la cama y palmearle la mejilla a Kaeya.

—Has estado bien.

Kaeya se había puesto cómo entre las almohadas, aunque aún no se había intentado arreglar ni la ropa ni el pelo alborotado. Sonrió satisfecho, mirando la espalda de la chica.

—Aún no me has dicho tu nick.

La chica se giró con una mano en la puerta.

—Ni te lo voy a decir. —le aseguró antes de abrir la puerta y dedicarle la única sonrisa que le había visto desde que la había conocido.

Kaeya se llevó la mano a la frente y se puso a reír mientras oía como la puerta se cerraba.

—Desde luego, tengo un tipo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on October 31, 2023, 06:11:46 PM
Todo esto antes era beta



Anir e Ikki de Halloween



Neko era una ansias y eso era algo que todos los que habían jugado con ella por un par de horas sabían. Así que cuando el primer treinta y uno de Octubre del juego llegó y se abrieron todos los eventos especiales de ese día y ella se quedó cruzada de brazos mirando la entrada de la casa del terror durante un buen rato, Ikki estrechó los ojos para mirarla con mucha intensidad.

—¿Piensas entrar? —le preguntó Ikki—. Tus compañeros de clan ya están dentro.

Anir se encogió un poco de hombros y luego empezó a jugar con el final de unas de sus coletas, enredando el pelo con un dedo, dándole forma de espiral perfecta.

—Están con el jefe, les irá bien.

Ikki arrugó la nariz, pero no añadió nada más.

Uno de los primeros grupos que había entrado a la dungeon especial apareció en el punto de resurrección a la entrada del edificio, hablando de lo difícil que eran los puzzles. Un par de chavales aparecieron poco después, diciendo que el sitio era muy espeluznante y que se habían llevado unos buenos sustos.
Un tercer grupo apareció renegando y chistando, corriendo a la taquilla para comprar más billetes para la atracción.

Neko asintió con la cabeza y le dio una palmada a Ikki en el hombro.

—Vale, vamos.

—¿Ya estás preparada? —le preguntó Ikki, poniéndole una mano en la cabeza que ella quitó con aspavientos.

—Yo siempre estoy preparada. —respondió, con una sonrisa que podría haberse comido al mundo.

Y es que Neko tenía muchas ansias por probar el nuevo evento. En los anuncios del juego no paraban de hablar de lo bueno que iba a ser este evento, hablaban sobre los nuevos npcs, sobre la casa encantada que habían construido, bosses especiales, sustos, ¡los puzzles más difíciles hasta la fecha!  ¡Las recompensas!
Pero por muchas ganas que tuviera la chica de entrar a resolver aquel acertijo gigante en forma de mansión, primero necesitaba un poco de información.

Si tan difíciles eran los puzzles, iba a necesitar su tiempo.

—Ya lo sé. —le contestó Ikki, devolviéndole la sonrisa con la misma intensidad.

Y hombro con hombro se dirigieron a la entrada.

—¡Dos tickets, por favor!

Veinte minutos después todas las luces exteriores de la casa pasaron del morado al oro y un anuncio especial reveló el nick del primer jugador que había conseguido llegar al final de la casa del terror y salir de ella sana y salva.

—¿¡Cómo!? ¿Alguien ha conseguido pasárselo? Pero si el evento no lleva ni una hora. —renegó alguien en la cola.

—Sé quién es, la he visto entrar y no lleva ni media hora dentro.

—Uf, ¿no qué decían que es tan difícil? ¡Seguro que me lo paso en menos tiempo todavía que esa chica! —intervino una tercera persona, justo antes de que alguien le diera en la espalda con un codo— ¡Ey!

Al girarse vio a un joven altanero que no le podía importar menos si le había hecho daño.

—Ah, perdón, no te había visto a tí con todo el ego que tienes rodeándote. —le dijo el chaval, levantando una ceja y cruzándose de brazos.

A su lado, una chica con dos coletas rubias le agarró del brazo con cara de malas pulgas.

—Déjalo, si cree que se lo puede pasar en menos de diecinueve minutos y treinta y ocho segundos está más que invitado a intentarlo.

El chico alto de pelo oscuro dejó salir una risa seca y rodó los ojos. Antes de que la cosa fuera a más Neko chistó, dándole una patada al suelo y un montón de personajes no jugables rodearon al equipo de dos, alabándoles por haber conseguido tal hazaña.

—Que sí, que no me importa. —dijo Neko intentando hacer que los npcs salieran de su camino mientras miraba en la interfaz del evento las recompensas que había conseguido.

De repente se paró y se giró a mirar al personaje principal de la historia de la mansión y le señaló con un dedo acusador.

—Pensándolo mejor ¡sí que me importa! —empezó con tono de ofensa—. ¿Sé puede saber por qué mierdas los puzzles son tan fáciles? ¡Parecen difíciles, no lo voy a negar, pero son tan, tan, tan fáciles y tontos! A mi me habían prometido horas de diversión.

Neko se llevó la mano al pecho, golpeándolo indignada.

—¡Horas! ¿Dónde estaban los sustos? Y el boss no podía ser más decepcionante.

—Pero estaba chulo. —intervino Ikki.

—Hombre, sí, el diseño una pasada, lo del chorrito de sangre en la cara es un puntazo.

—Estaba caliente. —añadió su compañero, asintiendo con la cabeza.

—Viva el realismo, supongo. Pero no hemos tenido ni que pegarnos con él.

—Ah… —fue todo el comentario que pudo hacer el npc.

—Por qué no has querido. —siguió Ikki.

Neko abrió la boca para seguir quejándose, la cerró y se dirigió hacia Ikki, dándole una oportunidad al npc a escabullirse.

—¿Me estás vacilando? —le preguntó Neko a Ikki, con los ojos entrecerrados y un dedo presionando contra su pecho.

Ikki se encogió de hombros, intentando no reírse y Neko se pasó la mano por la cara para intentar no pegar a nadie. Levantó las manos y las dejó caer antes de darse la vuelta para irse del lugar. Aunque antes de irse miró al npc encargado de los tickets y negó con la cabeza para comentarle:

—Mira, ¿sabes qué? Esto en la beta no pasaba.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on November 29, 2023, 01:42:42 PM
La venganza se sirve unhinged



Anir contra el beyblade



En un pequeño valle, que más bien se podía considerar una depresión entre picos escarpados de montaña con un parche de hierba mordida por la nieve, se podía encontrar el tipo de monstruo que Anir estaba buscando. O eso decía la enciclopedia del juego.

—Se supone que debería estar aquí —dijo Neko levantando la mirada de la omnitool—. ¿Dónde se habrá metido?

En concreto, Anir andaba buscando un dispositivo tourbillon para el prototipo del mecha que estaba intentando crear. Intentando siendo la palabra clave porque el juego no estaba poniéndoselo nada fácil.
 
—¿Y se puede saber por qué tengo que matar a un ángel para que me den una pieza mecánica? —dijo Anir en alto mientras hacía desaparecer su omnitool en un remolino de píxeles naranja y se llevaba la mano a la cintura.

La chica suspiró y levantó la mirada, viendo la Torre de la Insolencia en la lejanía, tan ominosa de lejos como lo era de cerca, rodeada de nubes y malos augurios.
Anir negó con la cabeza y empezó a caminar, pensando en volver al campamento que había creado Tanlaus apenas hacía unos días.
Pensar en Tanlaus le hizo sonreír. Él había sido quien le había conseguido la información sobre el drop que andaba buscando. Neko estaba segura de que llegaría a ser el mejor líder de Guild de todo el juego. Aún no habían decidido el nombre para el clan, pero seguro que sería algo épico.

Insegura de cómo proseguir, la chica se planteó volver al camino angosto que le había llevado hasta allí, o tal vez analizar la zona en busca de materiales primero. Miró otra vez cuanto tiempo le quedaba de juego, más que suficiente para darse un garbeo por aquel lugar y aprovechar el viaje. Aunque tampoco veía nada interesante.
Se ajustó un guante y el gorro mientras daba golpes con la puntera de la bota en el suelo duro y volvió a analizar la zona sin esperanzas de encontrar nada.

Entonces fue cuando lo notó. La presencia. La presión en el aire que ejercía un monstruo con mucho más nivel que tú. Éste hasta venía acompañado de niebla que no presagiaba nada bueno. Al menos no para ella.

—No temas, hija mía… —escuchó Anir, incapaz de darse la vuelta, y la voz con tinte metálico siguió hablando—. Porque, he aquí, ¡te traigo nuevas de gran gozo!

—No. —dijo la chica, empezando a caminar en sentido opuesto al monstruo sin siquiera mirarlo.

—Hoy es el día… —murmuró aquella cosa, que sonaba a metal contra viento—. ¡En el que te reunirás con tu creador!

La presión subió a tal nivel que Anir se tuvo que agarrar el gorro y aunque intentó resistirlo, terminó cayendo al suelo y resbalándose varios metros hacia delante. La caída le habia hecho quedarse de frente al monstruo. Neko abrió mucho los ojos.
Aquella masa de metal se componía de un centro brillante y unos anillos gigantes que no paraban de moverse a su alrededor. Podía ver ojos en los anillos. Lo que parecían alas retorcidas se mezclaban con el diseño haciéndolo todo aún más aterrador.

—¡No temas! —volvió a gritar, abriendo de par en par sus cientos de ojos.

Anir intentó alejarse como pudo, aún en el suelo y de frente a aquella cosa que parecía estar taladrando la tierra. El suelo retumbaba bajo su cuerpo y lo siguiente que supo Neko es que estaba de vuelta en Snowbelle.

—¡Mierda! —gritó dándole una patada al suelo.

Iba a tener que comprar el drop, porque le era imposible conseguirlo. Y en ese mismo momento y lugar juró venganza contra el ángel mecánico.




Aunque mucha gente categorizaba a Anir como un desastre, en realidad era muy metódica con su caos. Y era por eso que en la semana que había pasado entre el cierre de la beta y la apertura de los servidores oficiales, Anir había creado listas. Muchas listas. Listas detalladas de todo lo que quería conseguir en el juego, para qué servía y el orden en el que necesitaba conseguirlo.

Neko levantó la cabeza de su lista y miró al horizonte con una expresión vacía.

—¿Qué pasa? —preguntó Bennu, ladeando la cabeza confuso.

Neko entrecerró los ojos y una sonrisa maliciosa empezó a apoderarse de su rostro.

—Es la hora. —afirmó y Bennu se frotó una mano por la barbilla, más confundido aún.

—No sé si quiero saber de qué.

Anir agarró aire e invocó la omnitool para arreglar unas cosas. La sonrisa sesgada no había abandonado sus labios, ni parecía que fuera a hacerlo pronto.

—¡De la venganza!

Un rato después, Anir se bajó las gafas de protección que había estado usando de diadema para activar el buff y escaneó la zona en busca del punto de aparición del Prototipo Celestial.
Una vez encontrado, le dio la espalda y cuadró los hombros.

La niebla no tardó en hacer su aparición, rozándole los pies y envolviendo el valle con un aura tenebrosa. La presión en el ambiente era innegable. Anir sonrió.

—¡No temas! —se escuchó al mismo tiempo en el que la mechanic sacaba del inventario una metralleta automática tan ancha como su torso y se daba la vuelta para enfrentarse al monstruo.

—¡Porque he aquí te traigo nuevas de gran gozo! —se le adelantó Anir, apuntando hacia el ángel mecánico.

El monstruo pareció confundido, con sus cientos de ojos moviéndose desconcertados y un balbuceo perplejo en su voz.
Anir sonrió de oreja a oreja mientras la metralleta se cargaba de elemento fuego.

—¿Qué? —preguntó el ángel, con sus alas retorcidas encogiéndose entre los cada vez más prietos anillos metálicos que le rodeaban.

—Hoy es el día… ¡En el que te reunirás con tu creador!

La metralleta se cargó y la descarga de proyectiles sobre el Prototipo Celestial iluminó el pequeño valle. La niebla se disipó, aunque el polvo tardó un poco más en asentarse.
Anir caminó con altanería hacia el embrollo de metal y plumas que había causado. Pasó un dedo enguantado sobre uno de los retorcidos anillos, mientras un ojo intacto seguía el movimiento con pavor.

—No pensaba que te quedarías así después de un solo golpe, pero venía preparada. —comentó con desinterés para luego sonreír, mirando directamente al montoncito de ojos anonadados.

El monstruo gimió como si fuera el viento entre campanitas de metal. Anir levantó un puño, con el sol a su espalda.

—Te espero dentro de tres minutos. Ahora, muere.

Y bajó el puño con la misma fuerza con la que usaba el martillo contra el yunque.

Tres minutos después, la niebla volvió y el Prototipo Celestial no pudo ni decir dos palabras. Sólo se quedó en el “no”. Tres minutos más tarde empezó a rodar en dirección contraria a Anir en cuanto discernió su silueta.

—¡Necesito cinco drops más! ¡Vuelve aquí, cobarde! —gritó la chica, entre carcajadas desinhibidas—. ¡Es la hora de ver a tu creador!

Bennu, sentado sobre una roca y bebiendo a sorbitos su café negro intentó no reírse con ella, aunque era difícil.

—Pues sí que sabe cómo montarse una venganza. —observó, empezando a sonreír con ternura.

Cuando se dio cuenta sacudió la cabeza y gritó.

—¿¡Seguro que no necesitas mi ayuda!?

Anir no le contestó, demasiado ocupada tratando de apuntar hacia el monstruo que intentaba esconder su cuerpo gigante tras una roca que no le cubría ni un tercio. Bueno, Bennu le podía dar puntos por intentarlo.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Neko on December 29, 2023, 05:40:56 PM
MORE ENERGY! MORE ENERGY!



En busca del Bardo Encantador



Cuando Tanlaus se había planteado crear una Guild para poder mantener el contacto con sus amigos del juego no había tenido en cuenta el volumen de gente que le iba a decir que sí, que querían formar parte de ella.

—Agh, sólo hay veinte espacios… —observó, mordiéndose la uña del pulgar.

—¿Hay alguna manera de obtener más? —preguntó Max, subido a un barril que en realidad era uno de sus robots pero bien plegadito.

—No lo sé, no había pensado que hubiera límite de espacio en las Guilds, y sólo quería hacer una… —suspiró, derrotado—. Soy muy nuevo en todo esto, tendría que haberla hecho Hipo, yo no tengo madera de líder.

Fue entonces cuando Anir decidió darle una palmada en la espada que casi lo mandó de bruces al suelo.

—¿¡Pero qué dices!? ¿Tú ves a toda la gente que se ha reunido aquí porque has preguntado si queríamos hacer una Guild contigo?

Tanlaus se encogió de hombros y ladeó la cabeza como un gato confundido.

—Ni siquiera he pensado un nombre.

Tanlaus se dejó caer sobre la silla que tenía enfrente y poco después apareció una cerveza en la mesa de la taberna.

—Anímate, Tanlaus, ya iremos entrando. O incluso podemos ir rotando. —le dijo MECHANIC07, también conocido como Cloud.

Tanlaus se volvió a encoger de hombros, pero le dio un trago a la cerveza y se le quedó la espuma pegada al labio superior. Tardó un poco en limpiársela con el antebrazo, mirando a la gente que se había reunido en la taberna porque él se lo había pedido.

—¿Y si sólo están aquí para beber?

Max rodó los ojos. Y no quería llamarle idiota, pero Anir lo hizo por él.

—No seas idiota.

—¿¡Y si sólo están aquí por el dragón!? —preguntó ahora, levantando la mano con la que no estaba agarrando la pinta de cerveza rubia.

—¿Desde cuándo se ha vuelto tan dramático? —preguntó Max mientras Tanlaus se escurría por la silla, piernas y brazos estirados y cabeza dejada caer por detrás del respaldo.

Cloud se encogió de hombros y Anir le robó la cerveza a su jefe para darle un trago antes de subirse a la mesa y silbar como un pastor a sus perros.

—¡Atención! ¡Somos muchos y las Guilds sólo tienen 20 slots! ¡Vamos a hacer audiciones!

Tanlaus levantó el brazo y gritó bien en alto: —¡Eso!

Después levantó también la cabeza y miró a los dos otros chicos con los que estaba compartiendo la mesa a la que Anir se había subido.

—Tendría que ser ella la jefa.

Y los dos negaron vehementemente aprovechando que la atención de la chica estaba puesta en otro sitio.

Anir bajó de la mesa y empezó a preguntarle a los demás sus jobs y especialidades y luego los separó en grupos de caza para ver qué tal se les daba su trabajo a cada uno.

—Seleccionaremos quince jugadores en esta ronda, gente que pueda hacer que la Guild suba rápido de nivel, pero damos la bienvenida a todo el mundo a que se una a nuestras parties —después se giró a mirar a Tanlaus con los puños en la cintura, con una sonrisa confiada—. ¿Qué te parece jefe?

Tanlaus, aún medio derrotado en la silla hizo una floritura con la mano.

—Lo que diga la rubia está bien.

Y con esas palabras selló el futuro de la Guild. El clan que llevaría su nombre.




Anir renegó mientras miraba la lista por tercera vez.

—¿Por qué accedí a esto?

Cloud se encogió de hombros.

—Fué tu idea.

Anir le miró de reojo, apretando los labios.

—No me ayudas en nada, eh.

—Yo estoy aquí para acompañarte y vetar a gente, ya hago algo.

Anir suspiró, haciendo desaparecer la lista en un montón de píxeles naranjas y miró a su alrededor.

—¿Me recuerdas a dónde íbamos?

—Estás buscando un bardo, ¿verdad?

Y sí, era más que cierto. La primera fase de empezar la Guild ya estaba casi terminada. Tenían un montón de materiales, había gente preparando tutoriales para los más nuevos y un sistema para subir de nivel y conseguir habilidades especiales en sitio. Sólo les faltaba un job. Un bardo. Pero ninguno de los que se había presentado llegaba a cumplir los estándares de Anir.
El primer bardo de la Guild necesitaba ser especial. Alguien que no sólo inspirase con sus puntos de habilidad, si no que lo hiciera también con su actitud. Alguien que lo diera todo en su trabajo. Con pasión, con energía… alguien que no encontraban.

—¿Y? —preguntó Anir, a la que Cloud había mantenido en intriga desde que había llegado a la taberna que de momento servía como base de la Guild y le había dicho que se levantase y le siguiera.

—Y yo tengo uno en mente.

Anir cerró los puños con fuerza y los mantuvo cerca de su cuerpo para no pegarle.

—¿No podrías haberlo dicho antes?

Los labios de Cloud intentaron dibujar una sonrisa, pero él los detuvo antes de que se formase.

—Está muy solicitado últimamente, no había manera de encontrarlo, pero me ha dicho dónde estaba entrenando y suponía que te gustaría verlo en acción.

—Supones bien.

Anir no pudo decir mucho más, estaba empezando a oír los gritos y el track de batalla de esa zona no muy lejos.

—¿Son ellos? —quiso saber la chica y Cloud miró un momento el mapa antes de asentir.

Se acercaron a escondidas, sin querer provocar a los enemigos, para poder observar bien el trabajo de aquella party.

Lo primero de lo que se dieron cuenta los dos era de que el soldier estaba intentando, sin conseguirlo, darle un espadazo a la mariposa enorme contra la que estaban luchando, la arquera gritaba que necesitaba más precisión para poder darle al monstruo sin matar a su compañero y el healer medio lloraba que no le quedaba más maná para aplicar buffs.
Un monk estaba sentado contra un árbol mientras intentaba curarse a sí mismo con las pocas curas básicas que tenía, gritando que alguien le tirase una poción y en el centro de todo aquel caos… un bardo bailaba con todo lo que tenía.

—¡Venga chicos! Más pasión, ¡más energía!

Y sus encantamientos volaban hacia el soldier, dándole más agilidad para que pudiera seguirle el paso a la mariposa. Y un segundo después ya tenía preparado un segundo buff para el arquero.

—¡Más pasión! … ¡Energía!

Y unas cuantas manzanitas se aparecieron alrededor del monk, que se quedó mirándolas como si no supiera para qué eran.

—¡Me estás poniendo nervioso! —gritó el healer y el bardo, sin dejar de cantar le miró rodando los ojos.

Por fin la arquera decidió tirar su mejor flecha y el soldier remató a la mariposa herida, haciendo sonar la fanfarria de victoria. El healer subió de nivel automáticamente y empezó a curar al monk ahora que tenía el maná a tope.

El bardo agarró aire y cerró la boca, cancelando todos sus encantamientos y mirando hacia el cielo con expresión derrotada.
La arquera le dio un codazo.

—¿Por qué no has hecho nada cuando te estábamos pidiendo ayuda? —siseó.

Anir frunció el ceño y cuando Cloud la notó tensarse no hizo movimiento alguno para detenerla.

—¡Hola! —saludó saliendo de entre los matorrales. Cloud estaba detrás de ella, limpiándose algunas hojas que se le habían quedado pegadas a la ropa.

La party se congeló por un segundo y Anir pudo ver la rabia en los ojos del bardo.

—Hola, hola… —continuó Anir, acercándose a la arquera para apretarle la mano y sacudirla con vigor—. Os hemos visto peleando y no os queríamos hacer steal kill. Parecía que estaba todo controlado.

—Sí, bueno… —murmuró la arquera antes de que el monk ocupase su lugar, ya por fin con la vida llena.

—Gracias por la consideración. Veo que sois tercer nivel. Yo soy el líder de la Guild… bueno, aún somos una party, pero nos gustaría montar nuestro propio clan, pronto.

El monk estaba mirándolos de arriba a abajo, obviamente leyendo la información que tenían pública al mismo tiempo que les hablaba. Anir se llevó una mano enguantada a los labios, sonriendo con ternura.

—Qué coincidencia… Nosotros estamos buscando a los últimos miembros de nuestra Guild. La formamos hace poco, la Guild de Tanlaus, no sé si la conoces.

El monk abrió y cerró la boca y luego miró de Anir a Cloud sin creer lo que estaba escuchando.

—¿Tanlaus, el Jinete Dragón?

Anir asintió y miró de uno a otro mientras Cloud se ponía a su lado, cuadrándose un poco e intentando no hacer contacto visual con el bardo, que lo miraba intrigado.

—El mismo. La verdad es que llevamos un rato ahí atrás y hay alguien que me ha sorprendido mucho, sería la última pieza de nuestra Guild.

Y en ese momento la mayoría de los integrantes de la party empezó a acercarse a Anir.

—Sólo nos queda un hueco, pero los demás no os tenéis que preocupar por quedaros fuera de la Guild. No podemos admitir más miembros oficiales, pero ayudaremos a todo el mundo que se quiera unir en un futuro, cuando se abran plazas.

El soldier parecía un poco incómodo después de eso y Anir supuso que estaba más que dispuesto a dejar atrás a su party si eso significaba que él era el elegido.

—Eso… eso está bien. —contestó el monk mientras el healer le ponía una mano en el hombro al bardo.

—¿Os oído eso?, no te vas a quedar fuera.

El bardo se cruzó de hombros y rodó los ojos y Anir se rió un poco.

—Oh, sí, definitivamente no tiene que preocuparse por eso. ¿Tú eres Manzanita, verdad?

—Me lo quiero cambiar, pero sí, soy yo.

Anir extendió una mano hacia el bardo y por fin dejó aflorar una sonrisa genuina.

—Bienvenido a la Guild de Tanlaus, también le queremos cambiar el nombre, pero nos gustaría que te unieras a nosotros. Eres justo lo que busco.

El bardo empezó a caminar hacia ellos y Cloud levantó la barbilla mientras los demás los miraban anonadados.

—Vamos, Manzanita, es tu hora de brillar.

—Tú, retaco, más te vale que tu Guild mole. Estoy harto de cantar para mentecatos que no aprecian mi arte.

—Al menos te pagan, ¿no? —le preguntó Cloud, empezando a caminar dirección a Prontera.

Y mientras Anir daba saltitos de alegría por haber podido tachar la última línea de su lista y los otros dos hablaban de lo suyo, la party empezó a discutir a gritos entre trinos de pájaros y zumbidos del nido de avispas al que habían despertado con su riña.
Pero eso ya no era problema de Milo. Ahora tenía a otros jugadores de los que preocuparse. Esperaba que por lo menos estos supieran apreciarle.
Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on January 31, 2024, 09:48:03 AM
Vengo a dejar aporte y me vuelvo a la cama que estoy fatal de mi virus por determinar x_x



~+0.76~
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La puerta de la tienda se abrió, madera contra campanillas creando un sonido agradable que avisó al dueño de que tenía clientes. Aunque el hombre no se movió de la silla donde descansaba, barbilla en pecho y brazos cruzados, con los tobillos sobre la mesa que tenía enfrente.

—Buenas tardes, señor Sombrero. —dijo la mujer que acababa de entrar al establecimiento, con un tono coqueto.

Urahara suspiró, apartando el gorro de su cara y abriendo un ojo.

—Creía que mi nick era Getaboushi, ¿ahora no tengo derecho a sandalias? —preguntó mientras se enderezaba.

La mujer, levantando una mano con gracia, señaló hacia sus pies desnudos.

—No soy yo quien te ha acortado el nombre de usuario, has sido tú mismo. —contestó entretenida con la interacción.

Urahara chistó, poniéndose de pie y calzándose antes de apoyarse en el mostrador de la tienda y bostezar con ganas.

—¿Qué puedo hacer por tí en esta lenta, lenta tarde?

Ella sonrió otra vez, llevándose un dedo enguantado a los labios.

—Creía que tenía un encargo, ¿no está preparado? —quiso saber, ladeando la cabeza— Puedo volver en otro momento si estás tan ocupado.

Urahara apoyó la lengua contra el interior de la mejilla antes de mirar hacia todas partes en su tienda. En su vistazo sólo encontró muchos cachivaches, pero ni una sola alma aparte de ellos dos. El tendero palmeó el mostrador y sacó una libreta que tenía guardada en un cajón.

—Veamos. —dijo antes de ponerse las gafas y arrugar la nariz— Si encargaste algo debes de estar aquí.

Getaboushi levantó una mirada una vez más, pero ahora para comprobar el nick de la persona con la que estaba hablando.

—Purple Rose. —dijo ella, quitándose un guante dedo a dedo. Y luego el otro.— Me han dicho que tu tienda es de los mejores sitios… si quieres ciertas cosas. Espero que no me decepciones.

Urahara le dedicó una sonrisa rasgada y volvió a mirar su lista de clientes. Ah, ahí estaba, Purple Rose. Su encargo se trataba de cinco pociones de mejora de daño Electro y un par de runas más bien peculiares. Urahara recordaba haber estado trabajando en esas runas todo el fin de semana.

—Sí, aquí estás. Una bruja con un gusto peculiar.

Purple Rose empezó a caminar por la tienda. Cada paso previamente calculado para maximizar el movimiento de sus caderas. Acarició un reloj de arena, mirándolo con intensidad.

—Oh, vamos. No todo lo que pedí es para mi uso personal. —Se giró sobre sus tacones y levantó una ceja— ¿Está listo?

Urahara asintió antes de guardar la libreta.

—Sí, señora. En un momento le saco su pedido.

El tendero no tardó mucho en entrar, localizar el pedido y volver a salir con una bolsita más bien discreta.

—Sus pociones. —anunció antes de añadir un bolsito de terciopelo a la bolsa— Y un extra. Hay que mantener a los clientes contentos para que vuelvan.

Purple Rose señaló el reloj de arena, preguntando cuánto costaba y si podía añadirlo al pedido. Después de terminar su transacción, la mujer se despidió con el mismo tono coqueto con el que se había presentado.

—Muchas gracias por el… extra. Espero que valga la pena.

Urahara se volvió a sentar en la silla donde había estado cuando Purple Rose había aparecido, y se descalzó para poner los pies en la mesa cercana.

—Oh, te aseguro que sí.

Después de todo, Urahara estaba muy seguro de la calidad de sus productos.

—Si es así, estaré encantada de seguir haciendo negocios en esta tienda. Adiós, señor Sombrero.

Urahara se miró los pies y chistó antes de colarse el sombrero hasta la nariz y seguir con su siesta. Aunque cuando oyó las campanitas volver a tintinear sonrió. Estaba seguro que acababa de fichar a otro fiel cliente.



—¿Te ha llegado el regalo que te mandé? —preguntó Lisa, jugando con una rosa entre sus dedos.

Urahara no tenía ni que mirar su inventario para saberlo. Lisa era una cliente que siempre pagaba a tiempo, pero se paró unos segundos para echar un vistazo y poder decirle que sí, que le habían llegado los materiales que tan amablemente le había enviado.
Aunque los dos sabían que en realidad se refería a la transferencia bancaria que Urahara había recibido ayer. Con dinero real.

En el juego estaba terminantemente prohibido demandar pagos con dinero real por objetos del juego. Y por eso en el negocio de Urahara siempre usaban frases en clave para que no le pillaran los mods.

—Me alegro, no me hacían falta esos materiales y como tú eres siempre tan generoso… —comentó Lisa con una risita al final.

Urahara rodó los ojos.

—Mujer, es fácil ser generoso con alguien que me pide tantos encargos. ¡Dar y recibir! ¿No es maravilloso cuando la vida alcanza el balance perfecto?

Lisa se volvió a reír, tapándose los labios con sus dedos largos.

—¡Dar y recibir! —le contestó ella antes de negar con la cabeza— Hablando de eso, ¿cuándo recibiré mi último encargo?

Urahara miró hacia la trastienda y luego hacia su amiga y cliente, Lisa.

—En unos días, tengo mucho que preparar. De todas maneras, ¿para qué quieres todo eso? —preguntó Urahara con curiosidad, parecía que Purple Rose se estuviese preparando para una guerra— ¿Hay algo que sepas y no has compartido conmigo?

Lisa le ofreció la rosa a Urahara y este la aceptó.

—Hay muchas cosas que sé y hay muchas cosas que sólo intuyo. Pero nunca está de más estar preparado. ¿verdad?

Getaboushi asintió y se despidió de Purple Rose, esperando verla en un par de días, horario del juego. Luego se dirigió a la trastienda donde estaba su taller, rosa en mano y una vez sentado y con su lupa de trabajo sobre el ojo bueno, empezó a leer el código que Lisa había inscrito en la rosa púrpura que le había entregado.

Unas horas después Urahara levantó la cabeza y destruyó la rosa en una miríada de píxeles. El mensaje le había dejado con muchas dudas pero una cosa clara. Igual no era mala idea prepararse para una guerra.

—Me cago en la puta. Y yo que quería un domingo tranquilo.


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Title: Re: neverland 0.0: you can (not) remember
Post by: Airin on February 29, 2024, 05:40:51 PM
Me falta un icono my sworn enemies pero ya lo subiré otro lunes shalalaaa~



~+0.77~
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—Me cago en la puta. —Murmuró la sniper escondiéndose detrás de una pared caída. Algo explotó al otro lado y le llovieron cascotes de cemento y una nube de polvo. Se arrastró hacia el rincón más oscuro y se limpió la cara con un gesto enfadado, escupiendo un mechón de pelo.— Si esto es un trabajo fácil, lo que voy a hacer con ellos cuando vuelva van a ser manualidades de guardería.

Levantó la cabeza lo justo para atisbar el otro lado del muro y ver a sus perseguidores acercándose al cráter que acababan de inaugurar. Quitó la mirilla del rifle de un tirón para evitar que el reflejo de las luces contra el metal delatase de nuevo su posición y cargó el arma, esperando. Diez segundos más tarde apretó el gatillo en un disparo que atravesó a tres figuras de forma sucesiva tan rápido que no tuvieron tiempo de darse cuenta.

La sniper resopló con reivindicación. Longshot, en efecto.

Con los gritos terror sorprendido de fondo continuó escabulléndose hasta la alcantarilla más cercana, y aunque tuvo que hacer palanca para levantar la tapa se dejó caer a tiempo de que no la viesen. Que perdiesen el rato buscando al fantasma, ella tenía más objetivos que tachar de su lista y cobraba al peso.

Una vez dentro de los corredores se apartó de los puntos de acceso y ventilación y desplegó su omnitool, iluminando la oscuridad como si fuera una de las antiguas bombillas de sodio de alta presión que se solían usar antes. La sniper buscó su índice de nombres de donde tachó tres, y abrió una nueva lista donde apuntó las cifras de las recompensas con sus iniciales correspondientes. Por el momento tendrían que bastar.
Cambió de pantalla con un movimiento y echó a correr en una dirección específica tras dar una ojeada al mapa del subsuelo, y sin perder el ritmo fue superponiendo varias veces el callejero de la superficie para asegurarse de que se encaminaba al lugar adecuado por el pasaje correcto. Sólo un idiota se aventuraría en Sin City sin tener claro dónde iba, si no era una ciudad acogedora de día, podía ser una excursión de pesadilla por la noche.

Cuando llegó al punto que marcaba su mapa se encontró que donde debían estar las escalerillas de salida hacia arriba sólo quedaba los restos de metal aparentemente fundidos contra la pared, y maldijo. Si la boca que daba justo a la entrada de la ciudad no era accesible no tenía otra forma cercana de salir de las alcantarillas. Después de pensárselo unos momentos, la sniper calculó la distancia en su mente y desplegó de nuevo los dos planos, trazando las lineas hasta el apeadero que quería hacerse pasar por estación de tren. Si giraba por la siguiente curva a su mano izquierda podía llegar directa y estaba todavía más lejos del centro de la acción. Hm.

Tanteó la bolsa donde llevaba sus enseres básicos sujetos a la espalda junto al rifle, y se encaminó hasta allá sin perder más tiempo.



Los raíles de la estación no estaban en condiciones para recibir un tren y Maylene dio gracias a que aquel era un mundo digital que no seguía las normas de la física, la química, la cuántica, ni ninguna de esas cosas de las que no entendía nada pero conformaban el mundo real tal y como lo experimentaba a diario.
Sus zapatos resonaban contra el pavimento, creando ecos en la noche silenciosa. Un poco más allá unas luces que habrían querido creerse señales de tren parpadeaban pintando el ambiente de amarillo y el plic ploc de una gotera acompañaba el ritmo de sus pies.

Como siempre el ambiente tiraba a lúgubre, aunque algo inusual cambiaba un poco el aura tenebrosa del lugar. Una mujer vestida de violeta estaba sentada en uno de los bancos, esperando. Llevaba un amplio sombrero de bruja y parecía entretenida con una rosa espectral que giraba suspendida entre sus manos.

Maylene pensó por un momento que tal vez era un NPC nuevo que habían puesto en la estación, pero no, era una jugadora como ella. Se detuvo a un banco de distancia y se quedó en pie muy recta, con los brazos estirados y el asa del bolso enorme que cargaba bien apretada entre sus puños pequeños. La otra jugadora la miró y sonrió hacia ella, y el escalofrío que le provocó le dijo a Longshot que tal vez era hora de sacar el rifle.

—Hola. —saludó la mujer de morado, palmeando el banco a su lado— Hay mucho banco, cabemos las dos.

La sonrisita de la mujer era cautivadora y Maylene tomó aire antes de sonreírle de vuelta con torpeza y negar con la cabeza. La mujer le miró con desencanto seductor y la rosa desapareció a la vez que apoyaba un codo en una rodilla y la mejilla en el puño.

—¿No? Seguro que estás cansada y el tren no llega hasta dentro de un buen rato. —La mujer volvió a palmear a su lado— Y esa mochila parece muy pesada. ¿No te queda sitio en el inventario? Por alguien tan bonita como tú, no me importaría pagar dinero de verdad para aumentar el espacio de tu inventario…

—E-estás prohibido hacer pagos con dinero a o-otros jugadores. —comentó Maylene, bajando la cabeza para mirar el suelo de baldosas medio roto a sus pies.

La mujer se encogió de hombros.

—Algunas reglas están hechas para…

—¿Para romperlas? —preguntó Maylene, mirando ahora a la desconocida. Ella le volvió a sonreír y ahora Longshot reconoció la sonrisa de un cliente potencial, más que una presa.

—Más bien para… estirarlas. Doblarlas. Cederlas un poquito. —la forma en la que se volvió a encoger de hombros le dijo todo lo que necesitaba saber.

Carraspeó y sus ojos pasaron a una mirada fija y calculadora.

—No sé qué me quiere decir. —tanteó la sniper.

—Oh, sabes perfectamente lo que quiero decir, Longshot. He estado buscándote. —La mujer volvió a darle palmaditas al banco a su lado.— ¿Te sentarás ahora conmigo?

La decisión fue rápida, pero aún así a Maylene le dio tiempo a suspirar antes de sentarse con elegancia al lado de lo que parecía ser su próxima clienta.

—¿Cómo has dado conmigo?

—Tengo mis métodos, encanto. Puedes llamarme Purple Rose. Tengo un encargo para tí.

Longshot dejó la mochila a su lado en el banco y se giró ligeramente hacia Purple Rose.

—Si sabes cómo trabajo, sabes que no siempre acepto misiones.

—Oh, ésta no te costará mucho esfuerzo, me temo. —Purple Rose cerró un puño y cuando lo abrió lo que parecía ser un reloj de arena surgió de su palma. La arena de aquel reloj parecía haberle robado las estrellas al cielo de lo que brillaba y titilaba.— Sólo tienes que guardarme esto.

Longshot miró del objeto a Purple Rose y frunció el ceño.

—¿Dónde está el truco? —quiso saber—. ¿Y para qué sirve eso?

Purple Rose acercó el reloj a Longshot. Aparte del brillo no parecía ser un objeto importante. Longshot decidió usar su habilidad de valoración pero el objeto no parecía haber sido encantado ni tener ningún tipo de efecto. Aunque Longshot era lo suficientemente lista como para no fiarse del resultado.

—Sólo… sólo mide el tiempo. ¿Podrías guardármelo? Solamente quiero que esté en manos confiables.

Longshot agarró el reloj aunque no se lo guardó, primero le dio unas cuantas vueltas.

—No sé por qué cree que soy la persona indicada para guardar un objeto al que le tiene estima. Ésta no es mi especialidad, como creo que ya sabe.

—Está bien, yo confío en tí. Me aseguraré de que la recompensa de tu misión llegue puntual todos los meses. Si deja de hacerlo, espera a que alguien con la contraseña que te facilitaré después de firmar el contrato venga a recogerlo.

Maylene apretó los labios. Era dinero fácil y no le iría mal tenerlo. Tal vez, si el pago era bueno… aunque seguía mosca con algo.

—Supongo que si los números me convencen, no diré que no. Aunque sigo sin saber qué le hace confiar tanto en mí .

Purple Rose se inclinó hacia ella y agarró algo que estaba apoyado en su cabeza, bajándolo hasta el puente de su nariz. Oh, así que ahí era donde habían ido a parar sus gafas… ella que creía que las había perdido en medio de la explosión.

—Oh, tesoro. Conozco tu historial de lectura. —y luego le tocó la nariz.

Maylene parpadeó y volvió a mirar a la mujer, ahora que llevaba las gafas puestas.

—¿¡B-bliotecaria!?

Y Purple Rose se rió con ganas detrás de su mano enguantada.



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