Author Topic: no more what ifs  (Read 2742 times)


Kora

no more what ifs
« Topic Start: May 31, 2021, 04:11:18 PM »
cosas random que no van en ninguna otra parte 8) sobretodo shipeo y AUs del btverse
ya lo editaré con un índice bonito


Kora

Re: no more what ifs
« Reply #1: May 31, 2021, 04:12:19 PM »
Para Neko porque la quiero 🥺🥺



Nadie tenía muy claro cómo Deathmask se había hecho con la cámara de fotos.

Shaka había sugerido, con un gesto desapasionado, que probablemente la habría robado de algún turista en Rodorio, y el resto lo había aceptado como la teoría más probable. La verdad es que para los jóvenes Caballeros de dónde había salido el aparato en cuestión era lo de menos, pues eran raras las ocasiones que tenían para trastear con tecnología de ese tipo. La cámara era instantánea, añadiendo más magia al asunto: después del click, sólo tenían que esperar unos segundos para que saliera la fotografía.

El algarabío que se había organizado alrededor del joven Caballero de Cáncer había sido inaudito. Por supuesto, Afrodita había insistido en ser el primero en ser fotografiado, frunciendo el ceño pensativo mientras observaba la instantánea, ladeándola de un lado a otro como si no estuviera convencido de lo que veía. Deathmask había aprovechado su ensimismamiento para buscar otras presas, algunas con más voluntad que otra, pero casi todos los jóvenes Caballeros sentían curiosidad por la idea de aparecer en una fotografía.

Eran tiempos complicados. Después de la traición de Aioros y la desaparición de Saga, eran ya tres los templos que estaban vacíos, y cada vez las responsabilidades que tenían como Santos de Oro les habían crecido antes de tiempo, convirtiéndose pronto en Caballeros de su respectivo signo y dejando atrás los niños que eran. No era algo triste, simplemente, empezaba a cambiar.

Algo tan sencillo como hacerse fotos era extraño, un recordatorio de que todavía podían divertirse como ellos mismos.

Para cuando había pasado el mediodía, Deathmask estaba a punto de conseguir el primer objetivo: fotografiar a todos los Santos de Oro que estaban. Afrodita salía en más de una, por supuesto, pero había capturado en cámara a casi todos los Caballeros del Santuario en varios grados de voluntad, y la mayoría había insistido en quedarse su fotografía.

Shura, Milo, Aldebarán y Aioria se habían ofrecido entusiasmados para sus respectivas fotos, en poses algo exageradas e infantiles, pero habían quedado encantados con el resultado. Mu esbozaba una sonrisa tímida en la suya, y Shaka… bueno, en su caso, aceptarían que saliera con los ojos cerrados.

Por supuesto, eso significaba que le faltaba alguien.

Para cuando encontró a Camus, Milo estaba con él, como era costumbre. El Caballero de Acuario había preferido mantenerse al margen del algarabío, pero si creía que iba a escapar del objetivo de la cámara, estaba muy equivocado.

- ¡Aquí estás!
- Aquí estoy. - Suspiró Camus. - No hace falta que grites.

Deathmask empezó a preparar la cámara, y Camus se preparó mentalmente para lo que venía. Milo lo ayudó a levantarse, tendiéndole una mano, tirando de su brazo con firmeza.

- Camus, podemos hacernos la foto juntos, ¿no?
- ¿...Supongo? - Éste levantó una ceja. Más que disgustado, estaba inseguro.
- Vosotros dos siempre estáis pululando uno cerca del otro, así que vale. - Dijo Deathmask, sacudiendo una mano. - Venga, posad.

Resignado, Camus dejó el libro en el césped, acercándose a Milo. Éste le rodeó los hombros enseguida, acercándolo aún más a él, con una expresión divertida. Camus nunca se había hecho una fotografía, y no estaba seguro de qué cara tendría que poner. Si trataba de imitar a Milo y forzar una sonrisa, seguramente saldría mal.

- Oh, venga, Camus, ¡sonríe! - Insistió Deathmask.
- No creo que--
- No te preocupes, no hace falta que sonrías.- Le dijo Milo, girando el rostro hacia él de forma confidencial. - Lo que importa es la foto. Así, salimos au naturel.

El francés de Milo era terrible. No importaba cuántas veces Camus había intentado explicarle cómo pronunciar las vocales, cada vez que salían de la boca de Milo eran una afrenta contra su lengua materna. Y sin embargo, la sencillez con la que hacía, siendo plenamente consciente de ello… Camus no pudo evitar una media sonrisa, frunciendo el ceño. Al mismo tiempo, Milo respondió con una risa baja.

El click de la cámara de fotos sonó en ese mismo momento, y pronto la instantánea rodó fuera de la cámara.

- Anda, si salís bien y todo. - Deathmask alzó las cejas, asintiendo como si casi no lo creyera.
- ¡Deathmask! ¡Deathmask!

Afrodita llegó hasta ellos. Había cambiado su ropa de entrenamiento por lo que debía ser su muda más elegante, y llevaba una rosa en la mano. Apenas pareció prestarles atención a Camus y Milo, tironeando del brazo de Deathmask inmediatamente.

- Ya estoy listo. ¡Vamos, ya tengo tres sitios pensados donde puedes hacerme fotos! ¡Van a quedar perfectas!
- Vale, vale, ya voy. - Deathmask hizo un aspaviento, y le tendió la instantánea a Camus. - Toma, haced con ella lo que queráis.

Mientras Afrodita se llevaba casi a rastras a su nuevo fotógrafo, Camus sostuvo la fotografía entre sus dedos. Había salido mejor de lo que esperaba.

Su sonrisa era ligera, poco más que la comisura de la boca torciéndose hacia arriba levemente, pero la manera en que sus ojos se entrecerraban en la mirada de soslayo que le dedicaba a Milo dejaba claro que era una sonrisa, al fin y al cabo. Por su parte Milo salía con la cabeza algo por encima de la suya, devolviéndole la mirada y sonriendo ampliamente, enseñando los dientes en un gesto pícaro. La luz del sol que caía por las ramas de los árboles se reflejaba en sus rizos dorados.

- Salimos bien. - Milo sostuvo la fotografía por una de las esquinas, ladeándola para verla mejor. - Me gusta.
- Puedes quedártela, si quieres.
- Yo ya tengo mi foto. ¿Te la he enseñado?
- Sólo… cinco veces. - Suspiró Camus.
- ¿Quieres que sean seis? Es broma, es broma.

Milo dejó ir una risa, apartándose unos pasos de él, y empujó las manos de Camus hasta que tuvo la fotografía casi apretada contra su pecho.

- Mejor que te la quedes tú. Ahora que te vas a ir a Siberia y todo eso… Así no te olvidarás de mi cara. - Milo abrió la boca, como si quisiera añadir algo más, pero calló unos segundos. - Sí, mejor quédatela tú. Yo tengo mejor memoria.

Desde que le habían llegado las órdenes del Santuario, era la primera vez que mencionaban Siberia. En un par de semanas, Camus se marcharía a entrenar a un par de aspirantes a Bronces, tal y como le habían entrenado a él no tantos años atrás.

No volvería a ver a sus compañeros en un par de años como mínimo. No volvería a ver a Milo.

Terminó de apretar la fotografía contra su pecho.

- Gracias. - Levantó la vista, mirando a Milo a los ojos. Por muy buena fotografía que fuera, no podía compararse a la realidad. - Es un buen recuerdo.


Kora

Re: no more what ifs
« Reply #2: December 31, 2021, 04:37:46 PM »
Para mí pq el fluff me cura el alma


- ¡Una más, Maestro Diluc!

Kaeya arrastraba las palabras, agitando su jarra de cerveza, que se le escapó de los dedos y casi golpeó a Charles al otro lado de la taberna. Borracho como estaba, simplemente soltó una carcajada, y Rosaria estaba lo suficientemente bebida como para reírse de eso también.

- Creo que ya has tenido suficiente - suspiró Diluc.

- Vamos, cariño, ¿una más? - Kaeya hizo un puchero, lo que habría sido adorable si estuviera sobrio, pero terminó luciendo bastante tonto.

Diluc se cruzó de brazos.

- No.

La verdad era que Diluc no estaba  molesto. Kaeya solía ser un borracho mucho más enfurruñado, con la mirada perdida en la distancia, dibujando una sonrisa que no tocaba sus ojos cuando se daba cuenta de que lo estaban mirando. Incluso escuchó a Rosaria insinuar que lloraba cuando estaba lo suficientemente borracho, aunque nunca frente a Diluc.

Esto era mucho preferible, aunque tampoco tenía otra opción que actuar como el adulto responsable de los dos. Así que con otro profundo suspiro, dejó el mostrador y se acercó a él.

- Te llevaré a la cama - dijo mientras colocaba uno de los brazos de Kaeya sobre sus hombros.

Su intención era ayudarlo a subir las escaleras hacia la habitación en el piso superior, pero Kaeya puso su otro brazo alrededor del cuello de Diluc.

- Llévame en brazos, entonces - dijo entre risas.

¿Cuándo había podido negarle algo a Kaeya? Lo siguiente que supo es que lo estaba llevando como una novia.

Diluc podía escuchar cómo Rosaria ponía los ojos en blanco en su voz.

- Me ponéis enferma. - gruñó.

- ¡Estás celosa, Rosa! - Kaeya se rió, su aliento cargado de vino, y presionó un beso húmedo en la mejilla de Diluc, haciéndo que Rosaria bufara aún más fuerte.

Incluso para alguien que balanceaba una claymore como un bate de béisbol, cargar a un hombre adulto mientras subía unas escaleras lo hizo resoplar un poco cuando llegó al piso superior.

- Mi príncipe con... una armadura encantadora - dijo Kaeya mientras presionaba más besos babosos en su mejilla.

Después de luchar un poco para abrir la puerta, Diluc dejó a Kaeya en la cama y luego lo ayudó a quitarse los zapatos y los pantalones.

- Ohhh, ¿vamos a tener sexo? - Kaeya sonrió, apoyándose en sus codos, hinchando su pecho en un intento de verse sexy.

- Todavía tengo trabajo que hacer - respondió Diluc mientras doblaba los pantalones de Kaeya, para su obvia decepción, y luego lo ayudó a meterse debajo de las sábanas.

Antes de que pudiera alejarse, Kaeya agarró su muñeca.

- ¿Me abrazas hasta que me duerma? - preguntó con ojos suplicantes. Diluc suspiró, pero no pudo evitar la pequeña sonrisa que tiró de las comisuras de sus labios.

- Bueno, pero sin distracciones.

- Lo prometo. - Kaeya asintió solemnemente cuando Diluc se deslizó bajo las mantas, envolviendo sus brazos alrededor de Kaeya, que apoyó la cabeza en su pecho. - Mm, buenas noches. Te amo, Luc.

Diluc le acarició el cabello con suavidad.

- Yo también te amo.

La respiración de Kaeya contra su cuello se estabilizó pronto, su boca se abrió por lo que estaba comenzando a babear un poco en su camisa y a roncar levemente; iba a ser una alegría dormir a su lado, pensó Diluc. Lentamente, desenredó a Kaeya de él, ajustando la manta sobre él una vez que estuvo fuera de la cama.

Atenuó la lámpara de la mesilla de noche, luego se volvió para ver la forma de Kaeya durmiendo y roncando. Sin poder evitarlo, se inclinó hacia adelante y le dio un beso en la frente a Kaeya, quien estaba tan noqueado que ni siquiera se movió.

- Duerme bien.


Kora

Re: no more what ifs
« Reply #3: November 30, 2022, 03:17:01 PM »
perdón por ser kaelucer pero es el cumpleaños de Kaeya y se merece amor



Era la primera vez que Diluc entraba en el apartamento de Kaeya. El lugar era pequeño pero pintoresco, decorado en un estilo elegante que encajaba totalmente con su dueño, y mientras Kaeya preparaba un poco de té, Diluc aprovechó la oportunidad para explorar la sala de estar.

Los ojos de Diluc se abrieron cuando vio el desgastado osito de peluche en uno de los estantes, el cual reconoció al instante. Dicho juguete de peluche había sido su favorito cuando era un niño pequeño, solo separándose de él durante las primeras noches que Kaeya pasó en la mansión, en las cuales Diluc le ofreció tomarlo prestado con la esperanza de que dejara de llorar.

Había permanecido en su habitación incluso después de que se convirtió en un adolescente, pero cuando Diluc se fue de Mondstadt, se desprendió de casi todas sus posesiones en la mansión de los Ragnvindr, tirándolas o enviando a la iglesia lo que podría ser usado por otros.

Después de todo, quería cortar todos los lazos con su pasado, por lo que las únicas cosas que mantuvo fuera del sentimentalismo fueron aquellas que habían pertenecido a su padre.

- ¿De dónde has sacado esto? - le preguntó a Kaeya cuando volvió a entrar en la habitación. Kaeya se rió un poco azorado, y colocó la bandeja sobre la mesa antes de acercarse a Diluc.

- Lo vi en una caja de bienes donados en la iglesia. Lo... lo robé - explicó, agarrando el peluche para acariciar distraídamente su pelaje enmarañado y gastado tras los años tiempo.

Diluc levantó una ceja y se burló un poco, pero su expresión estaba lejos de ser dura.

- ¿Has robado de la iglesia?

Kaeya soltó otra risita, aunque bajó los ojos.

- Es sólo que me dio mucha lástima, ¿sabes? Una vez lo quisiste tanto, y al verlo allí, descartado y lejos de casa... bueno, pensé que podría quedarse conmigo.

El pecho de Diluc se apretó con culpa y dolor, pero Kaeya solo sonrió con nostalgia mientras continuaba hablando.

- Pensaba que con todo lo que te había pasado, no estabas pensando con claridad y podrías haberlo tirado accidentalmente... - Finalmente, Kaeya miró a Diluc con el ceño fruncido. - Y... tal vez algún día querrías recuperarlo.

Tragando más allá del nudo en su garganta, Diluc alcanzó el osito, sus dedos sobre los de Kaeya.

- Tienes razón. Siempre me arrepentí de tirarlo.

Puso su mano libre sobre la de Kaeya, acariciando suavemente los nudillos.

- Me alegro de que lo hayas guardado. Lo... lo he echado de menos. Mucho.

- ¿Ah, sí? Kaeya preguntó en voz baja.

- Había noches en las que necesitaba abrazarlo tanto que no podía dormir - admitió Diluc. - Realmente me gustaría tenerlo otra vez. Si quieres dármelo, por supuesto.

- Por supuesto. Siempre ha sido tuyo, Luc.

Con el oso de peluche aplastado entre sus pechos, Diluc se inclinó hacia adelante, hasta que sus labios rozaron los de Kaeya y susurró: "Esta vez, nunca lo soltaré".

Selló esa promesa con un beso.


Kora

Re: no more what ifs
« Reply #4: January 31, 2024, 05:32:32 PM »
Escena del Himeverse que nunca llegué a escribir pero siempre me quedé con las ganas :')



- ¿No crees que es injusto que sepas tanto de mí, y yo no sepa nada de ti?

Ante la pregunta de Kora, Akio sólo sonrió.

- Si lo dices así, sí, es injusto. - Como si estuviera pensativo, Akio se frotó el mentón. - ¿Hay algo en específico que quieras saber?

La pregunta pilló a Kora por sorpresa. Esperaba al menos alguna evasiva por parte de Akio, quien era lo contrario de un libro abierto, pero su medio hermano una vez más demostraba lo impredecible que podía llegar a ser.

- Pues… - Empezó Kora, haciendo un gesto con la mano, pensando. Y lo primero que se le ocurrió fue: - ¿Conoces a tu madre?

Casi todo lo que hacía con Akio tenía que ver con la Rueda del Destino, que era una herencia de Makiko -su propia madre-, así que por asociación de conceptos había llegado a aquella pregunta. Lo cierto era que no se podía imaginar quienes habían sido las otras mujeres en la vida de su padre, o si estaban siquiera vivas.

- Sé quien es, sí. Pero no tengo ningún trato en especial con ella. ¿Quieres verla?

Akio sacó su teléfono, y tecleó algo rápidamente, para después enseñarle la pantalla a Kora. Había buscado un nombre en el buscador -Satya Vaswani-, saliendo múltiples resultados de imagen de una mujer de piel oscura y cabello liso negro, a menudo en una bata blanca y asociada a un logotipo que debía ser de una fundación científica.

-Mi padre financió a la corporación Vishkar en Japón, y a cambio, mi madre trabajó durante un año en las patentes Lionheart con su tecnología. Y ahí es cuando llego yo. -Kora alzó una ceja sin poder evitarlo. No podía imaginarse a aquella científica, tan seria y distante, con un hombre como Garon -- su padre. - No es una historia romántica o pasional. Simplemente, los intereses de ambos coincidían. Mi padre aún no tenía heredero, y mi madre quería comprobar si era viable la concepción de vida en un ambiente de luz semi-sólida.
-¿Cómo…?
- La obsesión de mi madre es convertir la luz en algo sólido. - Akio rió. - Si te digo la verdad, no puedo entenderlo muy bien, no soy un científico. Aparentemente el campo se llama fotofísica. Pura energía lumínica, convertida en algo tangible… ¿lo entiendes?

Kora no era capaz de entender su expresión, ¿se estaba burlando de ella? ¿pensaba que no podía comprender aquello? ¿le tenía lástima por su ignorancia? Sus mejillas se encendieron, aunque Akio no mostró ninguna reacción y siguió hablando.

-Mi madre experimentó hasta que pudo fecundar uno de sus óvulos en luz, y entonces lo llevó en su vientre nueve meses. Hasta que nací. Después de cuatro años de pruebas, la buena doctora tal vez se dio por satisfecha, o quizá no vio nada significativo en mí, y me llevó con mi padre.

La sencillez con la que Akio había terminado su relato dejó a Kora casi boquiabierta. Estaba frente a una de las mayores ironías en su vida: Akio, un hombre que manejaba la oscuridad, había sido concebido en la luz más pura.

- Así que ya ves, hermanita mía. ¿Por qué pones esa cara? ¿Te sientes mal por mí?
- No, es que… no me esperaba una historia así…

¿Tendría que tener lástima por Akio? ¿De verdad una persona como él merecía que le compadecieran? 

“Todo en esta vida tiene un precio. Incluso la vida misma.”, le había dicho una vez. No había imaginado hasta dónde abarcaban aquellas palabras. Pero… después de haber oído lo que acababa de oír, tal vez tenía algo de razón.

No pudo evitar la siguiente pregunta que escapó de sus labios.

-...¿Crees que tu madre te quiso?

Akio no tardó mucho en responder, sonriendo como si nada, aunque Kora podría haber jurado que no tocó sus ojos.

- Quizá. Al menos me reconoce como persona, o al menos procura tratarme como una. - Akio se acercó hasta ella, tomándola de la mano. - Kora… sé que odias reconocerlo, pero nos parecemos tanto. Hemos empezado desde sitios muy diferentes, y sin embargo, hemos llegado al mismo punto. Tú y yo somos aliados naturales.

Una vez más, la intensidad tanto en las palabras como en la mirada de Akio ejercían una atracción magnética sobre Kora. Sabía que no podía confiar del todo en Akio, que no debía, pero cuando hablaba así… era difícil no creerle.

- Kora, confía en mi. - Akio insistió. - Juntos podremos reclamar todo lo que éste mundo nos debe.


Kora

Re: no more what ifs
« Reply #5: February 29, 2024, 09:51:35 AM »
Yyy otra escena del himeverse 🙈
--

El motor del coche zumbaba suavemente mientras Kora y Akio avanzaban por la solitaria
carretera. La tenue luz de los faros reflejaba un brillo etéreo en el interior del vehículo, como
un halo sobre ellos - era una noche tranquila, apenas interrumpida por el murmullo de su
conversación y el suave sonido del viento que pasaba junto al coche.
Los pensamientos de Kora se desviaron hacia reinos más oscuros mientras reflexionaba
sobre la naturaleza de la muerte y el papel de Akio como asesino a sueldo. Sus dedos
instintivamente buscaron el reconfortante peso de su kodachi.
- Akio, ¿cuándo vas a matarme? - preguntó de repente, su voz teñida de una mezcla de
aprensión y resignación. No quería morir, pero la incertidumbre pesaba sobre ella cada vez
que se acercaba a Akio. - Cada vez que me subo a este coche, estoy convencida de que
me llevarás a algún lugar desierto y me enterrarás en una cuneta.
Akio rió, un sonido que resonó en el interior del coche.
- Entonces, ¿por qué subes? ¿Acaso inconscientemente quieres morir? - bromeó, con los
ojos brillando en pura diversión, como si estuvieran bromeando sobre el tiempo.- La gente
con remordimientos tiende a buscar acciones que los pongan en peligro mortal, ya que son
demasiado cobardes para acabar con ellos mismos.

No quiero morir. - insistió Kora. De ello estaba segura: todavía tenía mucho que ganar. -
Pero no sé por qué sigo haciéndolo. Supongo que me gusta.
Tras un momento, insistió:
- Aún no has contestado a mi pregunta.
La mirada de Akio se desvió hacia ella, una sonrisa juguetona dibujándose en sus labios.
- Podría matarte ahora mismo, con una mano en el volante, - reflexionó, su tono casual. -
Pero no te enterraría en una cuneta. Llevaría tu cadáver a Hanasaki, después de cortarte un
mechón como prueba. ¿Crees que iría mucha gente a tu funeral?
Kora solo encogió los hombros. Mientras el viento ondeaba su cabello, su mirada se desvió
hacia el horizonte, donde las luces de la noche se perdían en la distancia. En su mente,
pasaron imágenes fugaces de las personas que podrían llorar su muerte.
La lista no era muy extensa.
Podía ver a Ky, con sus ojos azules llenos de lágrimas – quizá la única persona que de
verdad la llorara. Madoka quizá también se afectara por su pérdida, decepcionada en sí
misma por no haberla enseñado a protegerse y fallando como maestra. Maya… quizá, si la
hubiera perdonado. Y, ¿qué había de sus hermanos? Los imaginó allí presentes, con Akio a
la cabeza: si no lo habían orquestado todo ellos, estaba segura de que estarían celebrando
su muerte también.
- Nunca me lo he planteado. - admitió. - Probablemente no.
Akio rió, sus ojos brillando con malicia.
- Yo sí, no te preocupes. Incluso podría contratar actores si no quieres decepcionar, -
bromeó, su risa llenando el coche. Para contestar a tu pregunta. - continuó, su tono
volviéndose más serio. - tienes que pensar a gran escala. ¿No crees que sería más sencillo
para Rizembool armar a cada rebelde con rifles de asalto o bombardear la mansión donde
vuestra tan amable directora os refugia?
Kora reflexionó sobre sus palabras antes de responder.
- Buen planteamiento. - reconoció. - Pero creo que si una hermandad universitaria
explotara, sería noticia. ¿No sería considerado terrorismo? Y Hanasaki podría
proporcionarnos chalecos antibalas y rifles de mayor calibre para defendernos.
Akio negó con la cabeza, una ligera sonrisa en los labios.

- Dudo que Hanasaki pudiera superar en financiación a Rizembool. Con eso, seríais poco
más que el equivalente estudiantil de una guerra de cárteles. No habría ningún tipo de
avance.
- ¿Avance? - repitió Kora, frunciendo el ceño en confusión.
- Lo que os convierte en Himes es impredecible e irreproducible por ahora. - explicó Akio
con fascinación en su voz. - Es lo que obliga a Rizembool a adaptarse y sirve como una
constante fuente de inspiración para la innovación. Lo que quiero decir es que derrotar a
una Hime que no ha alcanzado su potencial es una pérdida de tiempo.
- ¿Os penalizan o algo así?
- Comprenderás que no puedo decirte mucho. - respondió Akio. - Pero no. Algunos rebels
simplemente buscan la recompensa y vencen a su Hime tan pronto como pueden. Otros...
preferimos seguir los ideales de Rizembool y dejaros crecer.
- Algunas Himes han derrotado a sus rebeldes. - señaló Kora. - Conozco a algunas que
incluso tienen más de uno en su historial.
- ¿No mataste tú a tu rebel? - bromeó Akio, una sonrisa burlona en los labios.
La expresión de Kora se oscureció. No era un recuerdo agradable.
- ...¿Significa eso que he alcanzado mi potencial?
- Pensaba que estabas prestando atención. - le reprendió Akio suavemente. - ¿No estás
respondiendo a tu propia pregunta? Estás viva.
El silencio se extendió entre ellos una vez más, llenando el espacio con el suave zumbido
del motor y el susurro del viento fuera del coche.
- Me divierto contig. - admitió Akio en voz baja, una sinceridad rara en su tono. - Siempre he
querido una hermana pequeña. Créeme, no es nada personal. ¿Quién sabe? Si juegas bien
tus cartas, podrías volverte más fuerte de lo que podría soportar.
Mientras continuaban por la desierta carretera, el peso de su conversación se cernía sobre
ellos. La perspectiva de matar a su propio hermano se alzaba como un espectro, un
testimonio del estrés y la brutalidad de la guerra entre Hanasaki y Rizembool.
Y sin embargo, en medio de la oscuridad, había un extraño sentido de camaradería, un
vínculo retorcido forjado en sangre y traición.
- Te llevaré a un sitio divertido esta noche. - anunció de repente Akio, un destello travieso en
sus ojos mientras presionaba el acelerador.