Me hundiré con el barco pero al menos lo voy a intentar :')
Durante el trayecto al comedor de primera clase, Alisha fue abordada por una cantidad considerable de personas, la mayoría jóvenes, con la intención de iniciar conversación con ella o al menos saludarla y recordarle así el apellido de sus familias. Por consecuencia, los saludos recaían en Alice también, seguidos de las preguntas más comunes dada su condición, tales como: ‘¿qué tal se siente?’, ‘¿qué la trae a bordo del Titanic?’ y, claro, ‘¿podría darle mis saludos a su padre?’. Por cortesía, Alice contestaba lo que consideraba adecuado y se aseguraba de agradecerle a cada uno por su preocupación. Alisha también les contestaba de manera cordial, pero era ella quien terminaba con el intercambio prontamente, siempre con una grácil sonrisa adornándole el rostro.
Alice le agradecía enormemente el gesto, dado que no tenía noción alguna de la identidad de ningún pasajero además de la propia Alisha y se sentía abrumada ante toda la atención.
(Coran le había enseñado fotos de familiares y figuras importantes del momento, pero ella no lograba grabar sus rostros en su memoria, y menos aún relacionarlos con nombres o acciones trascendentes.)
Alice no soportaba sonreír sin motivo aparente o pretender no escuchar los cuchicheos de las personas que la
reconocían, así que llegar a su destino fue un alivio. Para su suerte, y aún con lo inmenso del lugar, encontrar a Coran fue bastante sencillo.
(No muchos lucían una cabellera tan colorada como la suya, aún menos con un bigote de semejante volumen haciéndole juego.)
“Espero sepa disculpar nuestra tardanza, Sr. Wimbleton.” Se apresuró a decir Alisha cuando lo alcanzaron.
“Apenas y me he percatado, Srta. Diphda, no tiene usted nada de qué preocuparse.” Sonrió Coran. “Imaginaba ya que ustedes dos necesitarían un momento para hablar.”
Alice notó la atención del hombre en ella y asintió. “De hecho, tío, hemos compartido una conversación muy amena y me alegra poseer la suerte de conocer y ser amiga de una persona tan atenta y amable como lo es Alisha.”
(
Todo en orden, le dijo ella con los ojos.)
Coran estrechó los labios complacido con su respuesta y alzó apenas su copa vacía, en un instante un par de mozos aparecieron a su lado y uno de ellos llenó su copa mientras el otro le ofreció a las jovencitas algo de beber. Una vez que los tres tuvieron sus copas llenas, Coran las invitó a brindar.
“Por un nuevo inicio y un viaje placentero.” Exclamó con una sonrisa bonachona.
Tanto Alice como su rubia amiga habían pedido vino, pero lo que tenía Coran era algo más –whisky o alguna otra bebida con alcohol que Alice no era capaz de identificar–. De hecho, cuando ellas llegaron, su copa ya mostraba señales de haber sido usada. Al pensar en aquello, Alice reparó en que la mesa que había escogido Coran para ellos era pequeña en comparación a la mayoría, que contaban con espacio suficiente para ocho personas o más mientras que en la suya sólo habían cuatro sillas disponibles. ¿Habría Coran estado hablando con otras personas antes de que llegaran o se habría limitado a beber en soledad?
Coran procedió entonces a preguntarle a Alisha sobre su familia y los negocios, pero Alice no prestó demasiada atención. Aunque sabía que no encontraría ningún rostro familiar entre aquel mar de gente elegante y bien vestida, no pudo evitar dejar que sus ojos recorrieran la estancia rápidamente. Todos parecían estar enfrascados en conversaciones superficiales o degustando los platillos que iban llegando, nada fuera de lo normal, pero de algún modo se sintió desmotivada. Cuando la entrada le fue servida, Alice escuchó algo que llamó su atención.
“Me sorprende aquello, Srta. Diphda.” Comentó Coran. “No esperaba que su prima nos acompañara durante la travesía.”
“De hecho, comparto su sorpresa.” Confesó Alisha bajando por un breve segundo sus ojos a su plato. “Mis padres convencieron a Rika para que viniese, casi a último minuto, para así no dejarme sola.”
“Imagino que ha sido sobre todo a insistencia de John.” Dijo Coran con una sonrisa conciliadora.
Alisha sonrió un poco. “Mi padre es un hombre conservador en todo sentido, no sólo en el ámbito político.”
“Ya lo creo.” Asintió.
“Con respecto a Rika, lamentablemente no podrá acompañarnos hoy sino hasta la hora de la cena. Me atrevo a decir que se hallará hasta entonces en su habitación.” Empezó a explicar. “Verá, Rika presenta gran malestar ni bien pone un pie sobre cualquier embarcación, los viajes en alta mar no son lo suyo.”
“Oh no, pobrecilla.” Se lamentó Coran. Por su parte, Alice sólo suspiró. Ella había tenido la idea de ausentarse dando la misma excusa, así que saber que otra persona pudiese poner su plan en acción no la ponía de mejor humor.
“No se preocupe por ella, con descansar esta tarde estará bien.” Continuó Alisha. “Además, su prometido la acompaña, así que no se encuentra sola.”
“¿Tiene un prometido?” Intervino por fin Alice, Alisha pareció alegrarse de verla interesada.
“Sí, unos meses atrás se comprometieron formalmente. Te contaré todo mientras damos un paseo luego, si gustas, Mery.”
“Encantada.”
La conversión luego de aquello fue acaparada en gran parte por Coran, que les contaba historias de su juventud en su natal Irlanda, principalmente dirigidas a Alice, puesto que ella seguía
desmemoriada. Alisha permanecía atenta y ella misma realmente no podía quejarse, escuchar los relatos de Coran era entretenido, ya que si bien éste mantenía una postura elegante, se notaba en su voz cuanta alegría le brindaba el poder compartir sus experiencias y la belleza de su tierra.
“Alguna vez quisiera ir a verlo con mis propios ojos.” El comentario de Alice surgió cuando Coran dio por terminada una anécdota y se disponía a dar el último sorbo a su segunda copa whisky.
“¡Vaya!” Coran se veía asombrado, pero por sobre todo satisfecho. “Te he de tomar la palabra entonces, no te arrepentirás.”
“Prometido.” Alice cerró el trato alzando su copa hacia él y Corán rió antes de imitar su acción. “Bueno, ahora tengo curiosidad por ver las cubiertas, he oído muchas cosas sobre el Titanic que quisiera comprobar. ¿Me acompañarías, Alisha?” Propuso volviendo su atención a su amiga.
“Con gusto, querida.” Aceptó ella.
“¿No querrías acompañarnos, tío Coran?” Tanteó Alice.
“No, pequeña, la juventud debe divertirse a su propio ritmo. Yo por mi parte iré a hablar con unos viejos amigos.”
Alice asintió. “De acuerdo, espero te diviertas.”
“Igualmente. Puedo esperar verlas en la cena, ¿cierto?”
“Por supuesto.” Contestó Alisha con una sonrisa. “Con su permiso.”
“Vayan con cuidado.”
“Y bien, ¿me decías que Rika tiene un prometido?”
Las jóvenes hicieron una parada en la sala común de la cubierta A, luego de visitar la sala de lectura. Alisha se veía más animada que antes y no tuvo problema en contestar.
“No debes recordarlo.” Casi rió ella. “A Rika le gustan mucho todas las representaciones artísticas existentes, música, arquitectura, actuación, entre otros. Hace unos años conoció a un joven en una exposición de arte, precisamente era el autor de una pintura que la dejó embelesada. Jihyun Kim se llama él, resulta que su familia tiene gran influencia en el campo artístico y se volvieron cercanos pronto.”
“Me alegro por ellos entonces.” Dijo Alice tratando de sonar lo más sincera posible.
Luego de pensarlo un momento, Alisha continuó. “De hecho, Mery, tú llegaste a conocer a Jihyun durante los preparativos para la exhibición internacional que se hizo hace un par de años en Londres.” Le explicó. “Tu padre, siendo miembro de la alianza anglo-japonesa, buscó hacerse de los mejores expertos para que la exhibición resultara un éxito y fue así que dio con los Kim.”
Alice se quedó congelada un momento, eso último no lo esperaba. Debía admitir que de su familia (o la de Mery, mejor dicho) tenía información limitada. La Sra. Baskerville había fallecido unos diez años atrás, por lo que no sabía nada de ella; con respecto a su
padre, sabía que era embajador de Gran Bretaña en Japón y residía allí desde 1905, cuando la alianza con el país nipón se renovó, por lo que no había tenido oportunidad de verlo, y muchísimos menos aún de saber qué tipo de relaciones había forjado en esos intervalos de tiempo (él o Mery). Ahora no sólo tenía a la prima de Alisha entre las personas que ‘la conocían’ y con las que se vería obligada a interactuar, sino que a la lista debía añadir al tal Jihyun Kim.
(Al menos esperaba que la relación de Mery con los dos hubiese sido buena en su momento.)
“No estés nerviosa.” Habló Alisha, sobresaltándola. “Rika ya lo sabe y lo más seguro es que se lo haya contado a Jihyun.”
“Sí, gracias.” Alice intentó de sonreír de forma convincente, aunque dudó que Alisha lo creyera.
(
Si supiera, pensó Alice con cansancio.)
Quizás tras ver su incomodidad, Alisha se apiadó de ella y por ello decidió invitarla al Café Parisien localizado en la cubierta inferior. Tal como su nombre prometía, la decoración respondía al estilo parisino y las ventanas daban una bonita vista al inmenso mar. El Café era ocupado por jóvenes, pero el ambiente en general era confortante. Tras ver la carta, Alice decidió elegir algo en su
zona segura (lo que dedujo que era café macchiato), dado que no podía leer cerca del 50% de los nombres que se presentaban allí. Alisha ordenó una bebida y algo para ambas, lo que resultó ser panecillos rellenos con crema (éclairs los llamó ella). Cuando sus pedidos llegaron, Alice dio un sorbo y sonrió aliviada al sentir el gusto a leche por debajo de la espuma.
“Sabes, la primera vez que visitamos un café en París pediste lo mismo.” Señaló Alisha.
“¿Fue así?” Respondió ella sin poder creerlo.
“Sí, fuimos junto a mi madre y mi hermana mayor, Elizabeth.” Le contó animada. “Creo que hay cosas que no cambian.”
Escuchar eso era un alivio para Alice. No había mucho que pudiese ofrecerle a Alisha, pero si acaso podía darle por casualidad un pequeño rastro de la amiga que ella extrañaba, entonces lo intentaría.
“Espero que lo demás vaya cayendo en su lugar pronto.” Se animó a decir Alice antes de probar el postre.
Alisha no intentó presionarla a recordar, sus siguientes comentarios fueron acerca del trasatlántico, su opinión acerca de los lugares que acaban de ver, qué deseaba visitar o si tenía planes al llegar a Nueva York. Ésas eran cosas que Alice sí podía responder y Alisha era consciente de ello.
Mery realmente tenía una buena amiga.
Después de haber pasado varias horas fuera, Alice se halló nuevamente en la tranquilidad de su habitación y por poco se dejó desplomar sobre la cama.
“Sabes, Jaehee, tenías razón.” Dijo mientras se quitaba los zapatos. “No ha resultado tan mal.”
La criada cerró la puerta tras ella y se dirigió al closet. “Le dije que podría manejarlo.”
“Sí, gracias, de nuevo.” Repitió con algo de torpeza. “¿Vas a elegir el atuendo para la noche?” Jaehee movió la cabeza afirmativamente. “¿Tan pronto? Pensé que podría quedarme aquí dentro por un rato.”
“Puede dormir un poco si así lo prefiere, yo la despertaré cuando sea necesario.” Alice estuvo a punto de agradecerle a viva voz, pero Jaehee se giró para mirarla. “Pero primero, debe quitarse la peluca, por favor.”
Tal como había prometido, Jaehee la dejó dormir por al menos una hora. El vestido que la criada escogió fue uno de mangas largas en color beige suave con delicados bordados de flores. No parecía tan pomposo como el que usó en la mañana, pero aun así Alice seguía sin sentirse en su elemento. Antes de que salieran en camino al comedor, Jaehee le colocó un broche que complementaba el vestuario sobre la peluca y lo ajustó todo debidamente.
“Le queda muy bien.” Le animó Jaehee y ella rió un poco ante su reflejo.
“Bueno, mientras nadie se acerque demasiado a mí o a mi cabello, estaré más que bien.”
En esa ocasión no esperó a que alguien fuese a buscarla. Alisha le había comentado antes de que se separaran que iría a buscar a Rika y se encontrarían en el comedor a la hora de cenar.
Al menos tener a Jaehee cerca durante un tramo del trayecto le hacía sentirse más segura, ella no podría acompañarla en todo momento y no debían verlas hablando tan casualmente, lo cual seguía pareciéndole absurdo, pero ella estaría rondando cerca hasta que abandonara el gran salón.
“Mery.” Llamó su atención Coran poniéndose de pie cuando la vio llegar.
Alice se dirigió a él sin pasar por alto que la mesa escogida tenía dos asientos más que en el almuerzo.
“¿Alguna novedad?” Preguntó ella tras tomar asiento.
“No, en absoluto.”
“¿Y hablaste con tus viejos amigos?”
“Oh sí, pasamos la tarde juntos, gran parte de ella en la sala de fumadores, de hecho.” Sonrió Coran, lo que provocó que Alice arrugara la nariz.
“¿A tu edad, Coran? ¿No crees que deberías dejarlo?”
Coran se rió con ganas ante su comentario. “¿Vas a sermonearme, pequeña?”
“De ser necesario...”
“Aún no soy un anciano, no no, por el contrario, y aunque no lo creas, mis pulmones son muy fuertes. Puedo darme uno que otro gusto.”
Alice meneó la cabeza en desaprobación, pero el hombre sólo volvió a reír.
“Parece ser que se divierten.” La voz de Alisha anunció de pronto la llegada de sus demás invitados.
Junto a Alisha se encontraban dos figuras nuevas, la primera era una señorita de larga cabellera rubia y hermosos ojos verdes, apenas un poco más alta que la propia Alisha a su lado, luciendo un distinguido vestido de noche. Aún con dar un solo vistazo, no había forma de negar el parentesco entre ambas, ésa era Rika. Ésta sujetaba del brazo a un joven alto con el color de cabello más llamativo que Alice había visto en todo el día (y cabe decir que había visto incluso cabelleras rosas y celestes entre los pasajeros). No sabía decir si el cabello de Jihyun era color menta o aguamarina, pero definitivamente era un detalle curioso en su apariencia, lo hacía resaltar fácilmente.
“Jóvenes, es un placer tenerlos con nosotros esta noche.” Coran saludó a ambos tranquilamente y Alice esperó a que Alisha los presentara.
“Mery, ésta es Rika, mi prima de quien te hablé.” Dijo Alisha posando sus ojos en la mayor.
Rika se separó de su prometido para acercarse a ella y darle un beso en ambas mejillas. Jaehee ya le había dicho antes que ésa era una forma de saludar bastante común, pero de igual modo la tomó por sorpresa.
“Es grato ver que te estés recuperando, Mery. Mi prima ha estado muy preocupada por ti.”
Alice le sonrió. “Muchas gracias a ti, Rika.”
“Y él es Jihyun Kim.” Volvió a hablar Alisha, moviendo una mano enguantada para señalar a Jihyun.
El joven le dirigió una suave sonrisa e intercambió una mirada con su prometida antes de extender una mano hacia Alice. Reconociendo el gesto, la chica ofreció una mano propia y vio a Jihyun inclinarse para besar el dorso de ésta delicadamente.
“Creo que hablo por todos al decir que es un honor volver a gozar de tu compañía.” Dijo, logrando sonar sincero.
Alice se sintió un poco cohibida, pero logró sonreírle un poco. “Gracias, el honor es mío, Sr. Kim.”
(Y, de una forma algo retorcida, lo era.)
Jihyun correspondió a la sonrisa y en ese momento Alice recordó algo.
Jaehee era quien tenía la información más actual y precisa sobre Mery, siendo su criada favorita, y ella le había mencionado antes que a Mery le gustaba mucho la pintura, especialmente aquella que retrataba paisajes o escenarios llenos de color. Por ello la habitación de la chica tenía muchos cuadros colgados en las paredes, incluso recordó que Jaehee empacó un par de ellos antes de salir de Londres. Alice no le prestó demasiado interés, los cuadros eran estéticamente agradables y pensó que llevarlos con ella durante el viaje sería algo muy propio de Mery, así que aceptó sin chistar.
Ahora, aún sentada en el comedor, Alice rememoró un detalle que había notado en sus días en la casa Baskerville. Cuando trataba de recordar un dato que acababa de estudiar, sus ojos por inercia vagaban por la habitación y recaían sobre las pinturas enmarcadas. Al menos seis de ellas estaban firmadas por la misma persona:
Kim.
Alice trató de disimular su asombro mientras los demás se sentaban.
Si estaba en lo correcto, Mery sí era amiga de Jihyun, o al menos era seguidora de sus trabajos, lo suficiente para haberle comprado media docena de ellos. ¿Pero qué tan cercanos habían sido? Contando cuadros no sacaría nada. ¿Debía felicitarlos por su reciente compromiso? Mery no tuvo oportunidad de hacerlo por el accidente, pero Alice no sabía en qué posición se hallaba con respecto a la relación de ellos.
Al final, Alice decidió dejarlo así. Si Jihyun o Rika fueron amigos suyos entonces sabrían incluso mejor que ella cuáles serían sus deseos acerca de su compromiso, ¿cierto?
“¿Cuánto tiempo tienen pensado quedarse en los Estados Unidos?” Preguntó Coran, dirigiéndose obviamente a la pareja y recuperando la atención de Alice.
“Unos dos meses, con un máximo de tres.” Respondió Jihyun. “Si todo va como lo planeamos, no nos tomará más que eso.”
“Visitarán muchos lugares, imagino.”
“Sí, Sr. Justamente por mi trabajo requiero hacerlo, espero hallar nueva fuente de inspiración allí.”
“¡Que Dios así lo quiera!” Vitoreó Coran sonriendo.
Mientras ellos conversaban, Alice se mantuvo quieta, observando. Coran miraba a ambos jóvenes cuando hablaba, pero sólo Jihyun respondía y mantenía contacto visual con él. Los labios de Rika formaban una sonrisa, pero ésta no le llegaba a los ojos. En realidad, se veía abstraída y miraba a su alrededor disimuladamente.
“Mery me comentó esta tarde que desea recorrer los lugares que visitamos juntas en otras ocasiones.” Se unió Alisha. “Tengo varias opciones en mente.”
“Sí, será divertido.” La siguió Alice.
“Me parece una idea estupenda.” Concedió Coran, acentuando la última palabra de forma graciosa.
“Ahora que lo pienso, tío Coran, ¿no vendrías con nosotras?”
El pelirrojo dejó escapar una risa. “Vaya, hace un momento me tratabas como a un abuelo, ¿qué te ha hecho cambiar de parecer, querida?”
“No lo sé.” Confesó con una sonrisa. “Compartir momentos así con la familia debe ser agradable, ¿no?”
Alice dijo eso pensando que Coran volvería a reírse, pero no lo hizo. Por un instante, el hombre se quedó viéndola con una expresión extrañamente triste. Muy tarde Alice se dio cuenta de que no había formulado muy bien esa oración, pero no tuvo tiempo de retractarse.
“¡Claro, claro! Tienes toda la razón, Mery, es una muy buena propuesta.” La felicitó volviendo a su actitud entusiasta. “Debes saber que soy un excelente guía.” Dijo mientras sujetaba uno de los extremos de su gran bigote con las puntas de los dedos. “Además, conozco Nueva York como si fuese la palma de mi mano.”
“Eso nos vendría bien.” Aceptó Alisha.
“¡Que no se diga más! Señoritas, acaban ustedes de ganarse la lotería.”
Alisha y Alice rieron por su entusiasmo, pero éste se vio apagado al ver que Rika se ponía de pie abruptamente, logrando que la atención se inclinara hacia ella.
“No estoy sintiéndome muy bien, por favor discúlpenme.” Dijo con ver a ninguno directamente. “Debo excusarme un momento.”
“Te acompaño.” Ofreció Jihyun levantándose al instante de su silla, pero Rika se negó.
“Te aseguro que no es necesario, por favor, volveré en un minuto.”
“Iré contigo.” Alisha dejó su lugar en la mesa y no dio lugar a discusión. “Sr. Wimbleton, Mery, no se preocupen, continúen por favor.”
Así las dos se retiraron rápidamente y en la mesa se hizo un silencio casi incómodo,
“¿Realmente se encontrará bien?” Preguntó Coran volteando a ver a Jihyun.
“Rika no lo pasa bien en este tipo de viajes, pero no deben alarmarse.” Les aseguró, algo abochornado. “Más bien lamento si esto les ha incomodado.”
“No, no, por favor, la salud de su prometida es más importante.”
Alice le dio la razón. “Podemos esperarlas de ser necesario.”
El joven sonrió a ambos, agradecido. “Aprecio su comprensión, pero debo insistir en que continúen, tal como pidió Alisha.”
Veinte minutos después, aquella resultó ser una petición difícil de cumplir. Coran procuraba mantener la conversación fluyendo con normalidad, pero era obvio que seguía preocupado. Alice bebió de su copa y se excusó de la mesa tan pronto como pudo, no sin antes convencer a un contrariado Jihyun.
“En ese caso, debo ser yo quien vaya a buscarlas.”
“Si no están por los pasillos, tal vez se encuentren en los servicios y, si ése es el caso, creo ser la más indicada para ello.” Trató de razonar la menor. “Sólo daré un vistazo, no tardaré nada, ya verá.”
“Deje que vaya, Sr. Kim.” La respaldó Coran. “Mi sobrina es una jovencita muy persistente, especialmente cuando tiene una idea fija en su mente.”
Jihyun suspiró dándose por vencido. “Creo saber a qué se refiere.”
“Exacto.” Alice dejó pasar por alto su comentario en favor de retirarse. “Señores, volveré enseguida.”
Una vez fuera de la vista de ambos, Alice apretó el paso. El gran salón era uno de los ambientes más grandes dentro del barco, pero Alice estaba convencida de que encontraría a las rubias enseguida. Sin embargo, no logró verlas al llegar a la gran escalinata ni en los pasillos aledaños al comedor. Siendo ya casi las nueve, buena parte de los distinguidos pasajeros debían estar cenando y no dando vueltas al rededor, por lo que Alice se aventuró hasta una de las puertas que daba a la cubierta para comprobar si habían decidido tomar aire fresco. Sólo un corto pasillo la separaba del exterior, por donde tendría que escoger entre izquierda o derecha, y cuando estuvo allí pudo ver a las dos jovencitas cerca. Alice alzó una mano y estuvo a punto de llamar su atención cuando una de ellas se movió bruscamente.
“Alisha,
no.”
Alice se detuvo y retrocedió con cautela. La voz de Rika al otro lado sonó dura, casi cortante, y eso la dejó confundida. Tal vez se hallaban en medio de una conversación privada y el golpe de las olas contra el barco les había impedido oír sus pasos al llegar. Alice supo que salir a su encuentro en ese instante no sería apropiado, por lo que se dispuso a dar media vuelta hasta que a sus oídos llegó algo más.
“Es un
irlandés.” Recalcó la mayor con cierta aversión.
Alice atrajo su mano hacia su cuerpo de golpe, incrédula. Estaba mal espiarlas, pero de igual modo se quedó inmóvil en su posición. Debía confirmar la sospecha que empezaba a esparcirse dentro de su pecho.
“Rika...” Susurró Alisha con cuidado. “¿No me dirás que es sólo por esto que te has rehusado tanto a acompañarnos a cenar?”
“¿Es que acaso te parece poco?”
La voz de Alisha cambió ligeramente. “En efecto, y me parece incomprensible que te comportes de forma tan intolerante.”
“Pues a mí me resulta inaudito que desees con tanta insistencia compartir la mesa con alguien como él.” Refutó Rika con énfasis.
Alisha tardó unos segundos en volver a hablar, cuidando moderar el volumen de su voz. “El Sr. Wimbleton es un caballero muy respetable, Rika. Por favor, no sigas con eso.”
“Lamento informarte que mis señores padres no comparten tu opinión, Alisha.” Continuó Rika sonando cansada. “Puede que tú siempre hayas sido una rebelde, pero no es el caso conmigo y estoy segura de que es por eso que me han encomendado ver por ti en esta ocasión.”
“Nuestra familia ha mantenido amistad con los Baskerville por décadas, querida prima.”
“De los Baskerville como un tronco sólido, sí, pero no de la rama torcida a la que él pertenece.”
“¡Rika!” Alisha trató de controlar su exaltación, flaqueando apenas. “¿Escuchas lo que dices? Esto es absurdo.”
“¿Absurdo? ¿Es que tú no has visto su comportamiento o escuchado cómo se expresa?” Alice escuchó a Rika resoplar. “Ni siquiera los
dinero nuevo son tan escandalosos.”
“Exageras.”
“Me temo que no, Alisha, y será mejor que demos por terminada esta discusión. No pienso volver.”
Alisha se tomó unos segundos antes de proceder en un susurro. “¿De verdad le harías ese desplante a Mery?”
“Mi problema no es con tu amiga y lamento profundamente que esto pueda agobiarla, pero no tengo opción.”
“Sabes que sí, por favor, reconsidéralo.”
“No tengo la autoridad para detenerte, Alisha, pero yo no me quedaré allí a ver cómo se cae nuestro apellido a pedazos. Él se alejó de todo círculo de la alta aristocracia por años y eso se refleja dolorosamente en sus acciones.”
“Fue por luto y no puede reprochársele.” Insistió Alisha.
“Eso no cambia el resultado, Alisha.”
“¿No puedes intentar llevar la fiesta en paz aunque fue sólo hoy? Únicamente te pido esta noche.”
“No, ha sido suficiente con lo poco que vi... Hasta podía sentir las miradas críticas que dirigían hacia nuestra mesa.”
“No es como lo pintas, Rika.”
“Sabes lo que se dice de los irlandeses, Alisha. Y no estoy diciendo que eso esté bien, pero tu opinión o la mía no van a cambiar el concepto que la sociedad ya fijó para ellos.”
“No es justo juzgar a una persona por algo así.”
“Aún con esa forma de pensar no vas a cambiar el mundo, Alisha. No soy sólo yo quien opina así, escuché de otros pasajeros comentarios similares antes de llegar al gran salón y lo he comprobado. Puede que a ti no te importe, pero yo por mi parte no puedo dejar que vean a nuestra familia relacionándose con un troglodita.”
Esa fue la gota que derramó el vaso.
“¿Me harías el favor de repetirlo?”
Alice no pudo contenerse más y abandonó su escondite para encarar a las muchachas con una expresión dura en el rostro.
“Mery–” Alisha volteó primero a verla, notablemente pálida, pero Alice alzó una mano para que la dejase continuar.
“Tal vez no he escuchado bien,
querida, por ello necesito esclarecer mi duda.” Prosiguió Alice mirando a Rika directamente. “Repítelo.”
“Rika aún no se encuentra bien, por favor perdona su falta de–”
“No, Alisha.” Dijo esta vez con una voz más fuerte. “Uno no suelta un comentario de tan mal gusto sólo por un mareo.”
Rika se recuperó casi al instante de su asombro inicial y alzó la barbilla antes de hablar. “Me parece que lo has olvidado en tu larga ausencia, querida Mery, pero te recuerdo que es de mala educación oír conversaciones ajenas.” Le recriminó con la calma propia de quien corrige a un niño malcriado.
“Y también lo es hablar mal de otros a sus espaldas.” Masculló Alice sintiéndose ofendida. “Pero, como tú misma señalaste tan amablemente, yo estuve enferma; así que dime, ¿cuál es tu excusa?”
Sin inmutarse, Rika sonrió. “No necesito una, no he hecho nada que se me pueda reprochar.”
Alice sintió su rostro acalorarse por la rabia. “Oh, ¡qué maravilla! Entonces te parece completamente aceptable lo que acabas de decir, ¿es eso?”
“Cuando uno habla con la verdad no tiene nada qué temer o por lo cual avergonzarse.”
Alice cerró los ojos para tomar aire y dejó que sus manos se cerraron en puños.
(
Calma, se dijo ella mentalmente.)
“
Por supuesto.” La menor arrastró las palabras camuflando a duras penas su disgusto. “Vine porque estábamos preocupados por su tardanza, pero creo que ese asunto ya quedó resuelto. De cualquier modo, lo preguntaré sólo una vez para que todo esté claro,” dijo tomando aire lentamente “¿piensan ustedes volver?”
“Me pareció que ya lo habías escuchado, pero veo que no tienes mucha retención: por lo menos yo no volveré si debo compartir la mesa con
ese hombre.” Y con esa última oración, Rika dejó muy en claro su rechazo.
“¡Rika!” Jadeó Alisha.
(
Calma y un carajo.)
“Wow.” Alice colocó sus manos sobre su pecho, haciendo un ademán exagerado de sorpresa. “Ok, debo confesar que eso no me lo esperaba.” Rió. “O al menos no esperaba que me lo dijeses en la cara.”
“Mery, lo lamento tanto–” Alisha trató de acercase a ella, pero Alice la detuvo.
“Espera, espera, aún no termino.” Alice sacudió sus manos frente a ella y volvió su atención a la mayor. “Debo darle las gracias primero.” Dijo, asegurándose de señalar con el dedo índice a Rika.
La aludida alzó una ceja cruzándose de brazos. “Continúa.”
“Acabas de hacerme un gran favor, ¿sabes? Me ahorraste el disgusto de descubrir tardíamente ciertos aspectos de la sociedad que hasta hoy ignoraba.” Explicó con voz dulce. “Una lección de vida incluso, creo yo. Aunque esto es para beneficio de ambas partes, ya que tú también sales ganando porque no tendrás que lidiar más con nosotros luego de esto.”
Rika la observó con precaución. “¿A qué te refieres?”
Alice dio un paso hacia ella. “Te equivocas si crees que los Baskerville necesitan de la aprobación de tu familia para subsistir.” Dijo despacio. “No necesitamos favores tuyos o de cualquier Diphda. Así que ni siquiera te molestes en inventar una excusa, o hacer que la pobre Alisha se las ingenie por ti, como parece ser el caso.” Añadió con aire amargo. “Y ya que me has hecho un favor, yo misma te haré las cosas más fáciles.”
“¿Acaso estás intentando cortar–?”
“
No me interrumpas.” Advirtió Alice levantando la voz y sorprendiendo a la rubia. Al ver su reacción, la menor volvió a ofrecerle una sonrisa. “Escuché más que suficiente, gracias. Si es así como ves y hablas de mi familia a mis espaldas, entonces para mí será más que un placer evitar estar en tu presencia en lo que resta de este viaje.” Continuó mientras juntaba sus manos tras su espalda adoptando una postura inofensiva. “Es más, si por mi fuese, no volvería a verte la cara nunca más, pero por el momento con esto me basta. ¿No piensas igual, querida?”
Alisha estuvo a punto de intervenir otra vez, pero Rika la hizo callar colocando una mano sobre su hombro.
“Me parece lo más justo.” Respondió la mayor.
“Excelente.” Espetó Alice con desprecio. “Con su permiso.”
La joven se giró velozmente para darles la espalda, ignorando por completo la mirada suplicante de Alisha, y emprendió su camino de vuelta al comedor dando fuertes pisadas a su paso. Segundos después vio que Jaehee estaba detrás suya, casi pisándole los talones, y al recaer en ella se dio cuenta de lo rápido que iba. Ni siquiera se había dado cuenta en qué momento había aparecido, pero por su expresión podía asegurar que el altercado anterior no le había sido indiferente.
“No se lo menciones a Coran.” Murmuró cuando la música del gran salón volvió a hacerse presente en sus oídos. “Por favor.”
Jaehee no dijo nada, pero no era necesario. Era obvio que su criada sabía que la había embarrado en grande con una de las familias más influyentes con la que los Baskerville mantenían amistad, pero al menos su tío no se enteraría por su boca.
Estando nuevamente solas, Alisha sintió la pegada del viento helado de la noche y se frotó los brazos con las manos.
“¿Ves lo que has conseguido, Rika?” Acusó Alisha con la voz apagada. “Es precisamente lo que intentaba evitar.”
“Ella fue insolente conmigo.” Señaló su prima, pero Alisha movió la cabeza negativamente.
“No lo digas como si tú misma no la hubieses provocado.” Le recordó ella. “¿No podías ser un poco indulgente? ¿Qué ha pasado contigo? Casi no te reconozco.”
De pronto Rika se tornó colorada y su voz titubeó. “No lo sé, Alisha. De pronto no podía detenerme... Perdón.”
“Tranquila.” Alisha la vio temblar de frío y la rodeó con un brazo. “Será mejor que vayamos a tu habitación. No ha sido buena idea quedarnos a parlotear de algo tan delicado en plena cubierta.”
“He perdido los papeles, ¿verdad?” Murmuró Rika mientras dejaba que Alisha la guiara. “No apruebo aún que fraternices con un irlandés, pero... reconozco que se me ha ido de las manos.”
“El primer paso es que aceptes tu error.” Trató de animarla, pues ella seguramente sabía que si la relación entre sus familias se veía afectada de forma irreparable, la culpa recaería sobre sus hombros. “Aún tiene solución.”
“¿Tú lo crees?”
Alisha la miró a los ojos por unos segundos, tratando de hallar en ellos algo además de arrepentimiento, pero no halló nada. Sus tíos siempre se mostraron especialmente estrictos cuando se trataba de formar amistades o alianzas, algo que Rika había heredado, pero nunca al extremo de enfrentarse a alguien como lo hizo con Mery.
Últimamente Rika tenía ciertos arrebatos, su estado emocional tenía altos y bajos que terminaban en algunos casos en agresiones verbales. Jihyun se lo comentó la última vez que se vieron antes de abordar el trasatlántico, pero le pidió discreción, insistiendo en que al llegar a Nueva York irían con un especialista.
“Sí.”
Era lo que más deseaba, por su bien y el de todos los que la apreciaban.
“¿Mery?” Jihyun se puso de pie y se acercó a ella cuando por fin estuvo de vuelta. “¿Qué sucedió? ¿Te encuentras bien?”
Alice notó que el joven intentaba tomar su brazo y por reflejo se hizo a un lado.
“Sí, estoy bien.” Dijo dirigiéndose también a Coran. “Pero no puedo decir lo mismo de Rika.”
Los ojos de Jihyun se abrieron con notable angustia. “¿Pero qué hay de ti? No te ves bien, ¿te ha ocurrido algo?”
“No.” Reiteró ella, confundida. “Acabo de decirle que su prometida no se encuentra bien, Sr. Kim, ¿no cree que su pregunta debería ser otra?”
El joven retrocedió, como evaluando qué decir, hasta que puso sus pensamientos en orden. “Tiene razón.” Aceptó. “Pero por la amistad que le guardo no podía evitar preocuparme por usted.”
Alice se sintió un poco avergonzada tras oírlo, pero Coran le ahorró el tener que contestar.
“Querida, siéntate.” Le pidió. “Debes beber algo caliente, te ves pálida.”
“Iré a buscar a Rika y Alisha.” Les informó Jihyun. “Lamento tener que acabar así nuestra reunión, espero que puedan excusarnos.”
Coran asintió un par de veces y sonrió comprensivamente. “Siempre hay algo que se nos escapa de las manos, Sr. Kim, no se preocupe. Por el contrario, espero que la salud de la Srta. Rika mejore pronto.”
“Muchas gracias.”
La partida de Jihyun no pasó desapercibida y esta vez Alice sí pudo sentir cómo las miradas de los otros comensales le empezaban a atravesar la cabeza.
“¿Te has encontrado con alguien inoportuno en el camino, pequeña? ¿Te han hecho algo?” Le preguntó Coran de forma discreta.
“No, nada de eso.” Alice tenía una taza de café en sus manos, tratando de entibiarse con ella y a la vez terminarla cuanto antes.
“¿Deseas que nos vayamos?”
La voz que usó en ese momento Coran fue suave y amistosa al mismo tiempo. Alice elevó los ojos para verlo y se encontró con una sonrisa cálida y una mirada afectuosa dirigidas a ella por completo. Sin estar segura de porqué, aquello le resultó sobrecogedor, por lo que tuvo que volver su atención a la taza. No recordaba cuándo había sido la última vez que alguien la había mirado así y no sabía cómo responder, así que sólo atinó a asentir.
“Coran, ¿podrías llamar a Vanderwood? Quiero verlos.” Pidió Alice cuando el mayor estaba por retirarse para que ella descansara.
“...Se lo haré saber.” Dijo sin preguntar sus razones. “Que tengas buenas noches.”
“Buenas noches.” Alice se adentró a su alcoba y se sentó frente al espejo para acomodar su peluca.
“Son las diez, señorita.” Le informó Jaehee cerrando la puerta tras ella.
“No importa, algo me dice que están despiertos y yo realmente necesito despejar mi mente.”
Y eso era algo que no podría lograr estando metida en su papel de señorita burguesa. Si lo guardaba dentro de sí misma sólo terminaría por frustrarse aún más, así que se arriesgaría.
Jaehee la ayudó a salir sin llamar la atención de las demás criadas y le colocó un gran abrigo para protegerse del frío. Vanderwood envió una nota minutos antes donde le decía que se dirigiese a la galería de los pasajeros de segunda clase, por lo que allí se presentó. La cantidad de personas que aún permanecían en el lugar era poca, incluso si era allí donde la mayoría se albergaba luego de la sobremesa, pero Alice lo tomó como algo bueno.
Dejándose caer sobre una silla, Alice le indicó a Jaehee que se sentara a su lado y dejó que sus ojos se cerraran.
Seis meses atrás aún tenía 16 años y su futuro era incierto, por no decir desalentador. La escuela era lo único sobresaliente en su día a día, pero no porque ella resaltara, sino porque era al único lugar al que le permitían ir. Hasta los cinco años vivió con su madre, de la que poco o nada recordaba, pero ésta no podía mantenerla y Alice terminó en un orfanato humilde de Southampton. No se les permitía salir si no había una orden de por medio y a Alice nunca se le asignaba una labor que requiriese contacto con el exterior.
Un día, sin embargo, recibió una visita. La adopción no era una opción para ella, según le había informado una de las encargadas del lugar, así que recibir a un aristócrata que parecía tener interés en ella era, más que una buena nueva, una razón de preocupación. Mostrando una sonrisa afable, el hombre se presentó ante ella como
Coran Hieronymus Wimbleton Baskerville y de pronto, hincando una rodilla en el suelo, le ofreció disculpas. Coran procedió entonces a explicarle la historia más extraña que había escuchado (aunque aquello lo atribuía principalmente a cómo la relataba él).
Según Coran, Revy Baskerville (su padre) había contraído matrimonio con una joven noble por un acuerdo mútuo para el beneficio de ambas familias, pero ellos no se amaban. Durante los primeros meses la pareja se mantuvo en paz, pero pronto empezaron las discusiones. Revy aún estaba enamorado de una jovencita de bajo estatus social a la que se le prohibió volver a ver luego de su compromiso, pero sin pensar en las consecuencias, Revy siguió frecuentándola a escondidas.
En resumidas cuentas, dicha joven quedó embarazada y se armó toda una odisea para evitar que el escándalo llegase a oídos de la sociedad. La Sra. Baskerville fingió su embarazo y luego de que su verdadera madre diera a luz, el matrimonio volvió a casa con una de las gemelas recién nacidas en brazos.
(“Espere, ¿tengo una hermana?”
“Sí, pero podría decirse que lo único que tienen de diferente es el color de cabello, el suyo es sumamente blanco, igual que el de Revy.”
“Déjeme ver si le sigo. Entonces, si yo hubiese nacido –digamos– rubia
, ¿mi padre me hubiese aceptado dentro de la familia?”
“No puedo negar que es una posibilidad.”
“¡Jamás me habían discriminado tanto!”)Coran le explicó entonces que no fue sino hasta después del lamentable accidente de Mery que Revy se atrevió a contarle aquella historia y que por ello él mismo había viajado para encontrarla y hacerle una proposición en su nombre. Revy requería que Alice se hiciese pasar por su gemela y se presentara en una cierta cantidad de eventos sociales a cambio de que él corriera con los gastos de todo aquello que ella necesitara o anhelara, por más ridículo que fuese, además de compensarla con una pensión mensual para que ésta no tuviese que preocuparse de su futuro nunca más. Alice se escandalizó tras escucharlo y su primera reacción fue exigirle que se marchara, pero Coran picó su atención.
(“Comprendo su malestar, pero intente evaluar mejor sus posibilidades. Aquellos beneficios no sólo podrían aplicarse a usted. ¿No hay alguien a quién siempre haya deseado ayudar?”)Un chasquido cerca a su rostro la hizo volver al presente y al abrir los ojos se encontró frente a un chico de cabello oscuro y expresión molesta, el mismo que no había visto en casi seis meses desde que dejó el orfanato para trasladarse a Londres.
“Si te ibas a dormir, ¿entonces para qué nos has hecho venir?” Inquirió el jovencito.
“Sí, a mí también me alegra verte, Gareki.” Sonrió ella rodando los ojos y cuando Gareki se hizo a un lado pudo ver a otra persona. “¡Nai!”
El muchachito estuvo a punto de abrir la boca para saludarla, pero Gareki se la cubrió de golpe. “Nai, te lo advierto, si dices la palabra con ‘a’ nos vamos todos al demonio.”
El menor subió un pulgar como respuesta y pareció sonreír detrás de la mano de Gareki, por lo que éste lo soltó.
“
¡Mery!” Dijo Nai con gran felicidad antes de darle un fuerte abrazo a la joven que acababa de ponerse de pie. “Te hemos extrañado mucho.”
“Yo igual.” Correspondió Alice, acariciando el cabello blanco del más joven y dándose cuenta de un detalle al hacerlo. “Has crecido bastante en estos meses, estás más alto que yo, me alegro mucho.”
Nai se rió tímidamente y Gareki no esperó para meter su cuchara.
“Tú por otro lado te ves innecesariamente vieja.” Comentó señalando su propia cabeza en alusión a la peluca que llevaba Alice.
“Sólo estás celoso porque ahora yo convino más con Nai.”
Mientras ellos hablaban, Vanderwood, que era uno de los criados de Coran, se acercó a Jaehee.
“¿Algo de lo que deba enterarme?” Preguntó él en voz baja.
“No.”
“Perfecto.”
“¿Problemas en el paraíso? ¿Tan pronto?”
Luego de consultarlo con Vanderwood, los tres pudieron escabullirse a la recámara que compartían Gareki y Nai para conversar más a gusto.
“No te imaginas.” Se rió Alice, sentada junto a Nai en su cama. “Uno pensaría que la gente rica se resguarda entre sí, pero en realidad no es así.”
“¿Cómo?” Nai la miró confundido e incluso también algo triste.
“Es más complicado, empezando con que no les agrada la gente que se vuelve rica de la noche a la mañana; puede que ellos tengan dinero, pero aún así los que llevan más tiempo en ese ambiente los ven como invasores.”
“Pensaba que ustedes tenían más de esas peleas pasivo-agresivas por ver quién tiene más números en su cuenta bancaria o terrenos esparcidos por el continente.” Se burló Gareki, ganándose un almohadón en la cara.
“De hecho, ellos hacen ver los insultos que recibíamos en la escuela por ser huérfanos como un juego de niños.”
“Suena a que hay algo detrás de eso, suéltalo ya que no tenemos toda la noche, Alice.” Exigió el pelinegro lanzando la almohada de regreso.
Alice les hizo un resumen de lo que había ocurrido durante el día, omitiendo nombres para no involucrarlos demasiado, y esperó tendida en la cama por la opinión de los otros.
“Sabes, Alice, veo por dónde va el asunto.” Empezó Gareki. “El tal Coran, aunque no lleves tanto de conocerlo, ES tu familia, la única que conoces hasta donde sé, así que no me extraña que te pusieras tan a la defensiva.”
“
/Gracias./”
“Pero–” Alice alzó las manos con fastidio. “escúchame, ¿quieres? Se supone que estás aquí para afianzar lazos, no para romperlos.”
“¿Crees que debía tragármelo y dejar que siguiese ella tan campante?” Dijo Alice volviendo a sentarse.
“Mentiría si te dijese que no habría actuado de forma similar estando en tu lugar.” Confesó. “Siendo sincero, le habría dado un golpe en la nariz y la hubiera mandado a la mierda.”
“¡GAREKI, NO EN FRENTE DEL NIÑO!” Le reprendió Alice casi saltando a taparle los oídos a Nai.
“¡Tengo trece!” Se defendió el albino.
“DA IGUAL.”
“No me afecta, Ali, estoy acostumbrándome.” Sonrió Nai.
“¡Eso suena aún peor!” Chilló la mayor. “Gareki, ¿qué le has estado enseñando en mi ausencia?”
“No mucho.” Respondió el otro alzándose de hombros. “O al menos no más de lo que hemos escuchado hoy mientras visitábamos los ambientes de tercera clase.”
“¿Que ustedes
qué?”
“Debemos ir juntos otro día, las personas son amables y en su mayoría también muy alegres y festivos.”
“¿Ves? A Nai le gustó.”
“Oh Dios.” Alice se sacudió la cabeza y luego se dirigió a Nai. “Tal vez mañana, ¿ok? Pero primero quiero escuchar qué piensas tú sobre lo que les conté, Nai.”
“¿Yo?” Alice asintió. “No soy como tú o Gareki, si hubiese estado allí habría tratado de hacerle entender a esa chica que es muy feo hablar así de alguien, en especial porque el Sr. Coran suena como una buena persona.” Dijo dirigiéndole una sonrisa. “Lo sé porque se nota que lo aprecias mucho, Alice. Pero también creo que deberías hablar con tu amiga.”
Alice ladeó la cabeza. “¿Eso crees?”
“Sí, ella fue amable contigo y trató de interceder por tu tío en medio de la discusión, ¿no? Yo pienso que debes darle una oportunidad.”
Viendo la expresión inocente y sincera de Nai, Alice se sintió de nuevo tranquila.
“Gracias, Nai, realmente necesitaba ver ese ángulo.”
Poco después apareció Vanderwood en la puerta para escoltar a Alice de regreso a su alcoba, pero no sin antes dejar que ellos acordaran verse más temprano al día siguiente.