NECESITARÍA UN MILAGRO DE NAVIDAD, LA ROSA DE GUADALUPE Y SANGRE VIRGEN PARA LOGRARLO BUT AT LEAST I TRIED.Btw, leo sus finales y lloro ;;
La mañana siguiente se desarrolló con más calma de la que Alice imaginó. Aún sentía que la disputa con Rika representaba un serio problema, pero hablar con Gareki y Nai le había hecho bien. Cuando Jaehee la despertó, ésta le informó que Coran había mandado decirle que la esperaría en el comedor para desayunar en compañía de unos amigos. Ésa sería la primera vez que se reuniría con otra familia aristócrata, así que Jaehee se esmeró en buscarle un bonito atuendo y hacerla llegar al punto de encuentro tan pronto como fue posible.
Una vez allí, Alice buscó a Coran entre las mesas y lo halló con otras tres personas haciéndole compañía. Al verla, su tío se puso de pie para invitarla a unirse a ellos.
“Amigos míos,” anunció Coran con una gran sonrisa “quiero presentarles a mi queridísima sobrina, la Srta. Mery Baskerville." Colocó una mano sobre el hombro de la menor y la estrujó un poco. “Mery, ellos son los Eusford: mi viejo amigo, Alexander Eusford, su esposa Edith y su hijo Crowley.”
El primero de ellos era un hombre pelirrojo, grande y algo robusto, contemporáneo a Coran, que le besó la mano como muestra de respeto; su esposa, aunque alta también, poseía rasgos más suaves y una sonrisa dulce, ella estrechó su mano firmemente. El último de ellos, Crowley, era tan pelirrojo como su padre y sus ojos eran del mismo tono azul que los de su madre, Alice no sabía cuántos años tenía, pero por su aspecto –y el tamaño de sus músculos– dedujo que debía tener entre veinticuatro o veinticinco años.
“Un placer.” Dijo Alice ofreciéndole su mano, la cual él tomó delicadamente y besó sin dejar de verla a los ojos.
“El placer es todo mío.” Respondió obsequiándole una sonrisa.
Alice asintió, agradeciendo mentalmente que Jaehee le hubiese escogido unos guantes ligeramente más gruesos hoy y esperaba que el rubor en sus mejillas no se extendiera hasta su cuello o el contraste que tendría con su vestido blanco se haría muy evidente. Debía acostumbrarse pronto al modo en que se saludaban en la alta sociedad.
En los siguientes minutos, Alice aprendió un poco más sobre los Eusford, como el hecho de que provenían de Escocia y que conocían a Coran desde hacía varias décadas, de hecho, por lo mismo lo habían elegido como padrino de su hijo Crowley.
“Crowley, no sé si ya lo he mencionado, pero has crecido mucho, hijo, se te ve muy saludable.”
El joven rió. “Sí lo ha hecho, pero aprecio el comentario.”
(No sería hasta cuando terminaran de comer que Alice vería con sus propios ojos qué tan alto era Crowley. Un metro con noventa centímetros bien distribuidos.)
Coran se veía notablemente contento de poder hablar con la pareja, parecían estar poniéndose al día con los eventos más resaltantes en los últimos años y reían a gusto entre ellos, Crowley intervenía en ocasiones más puntuales, sin desear interrumpir a sus padres.
“No los había visto tan animados en mucho tiempo.” Le comentó el pelirrojo en voz baja. “Me alegra que sea así.”
“Estoy totalmente de acuerdo.” Ayer Coran se veía consternado por el modo en que terminó la cena, pero aquella mañana era otro y ella no podía estar más aliviada.
“¿Y qué hay de usted?” Preguntó luego. “¿La trata bien el Titanic?”
“Increíblemente.” Dijo, obviando por supuesto el desastre con Rika. “Hasta el momento lo estoy disfrutando, han sabido equiparlo bien.”
“¿Ha visitado ya el gimnasio o los baños turcos? Son una maravilla.”
“Aún no, pero ya que lo menciona, estarán en mi lista, Sr. Eusford.”
“El Sr. Eusford es mi padre, a mí llámeme Crowley, se lo agradecería.” Pidió con una sonrisa amistosa.
“Sr. Crowley entonces,” asintió Alice “me ha parecido notar que se encuentra muy animado por llegar a Nueva York, ¿me equivoco?”
“Para nada, señorita, es exactamente así.” Le confirmó. “Mi padre espera firmar un trato importante allí y aquello podría ser decisivo para nuestros negocios.”
“Suena bastante prometedor, les deseo la mejor de las suertes.”
“Gracias.”
Al terminar el desayuno, Alice podía afirmar con satisfacción que todo se había llevado en orden. Los Eusford seguían encantados con la presencia de Coran y se estaban llevando una buena impresión de ella, por lo que no había arruinado el apellido de los Baskerville y eso lo consideraba un triunfo. Los escoceses se retiraron a recorrer la cubierta y Coran le dijo que era libre de ir por donde le plazca.
Naturalmente, Alice optó por volver a su habitación. Debía reconocer que antes de escuchar a Nai no se había detenido a pensar en lo que Alisha pudiese tener por decir, o que si quiera ella quisiera hablarle, teniendo en cuenta que Alice había dejado claro que no necesitaba a ningún Diphda. Con lo bien que se había portado Alisha, eso había sido injusto para con ella.
(
Pedazo de amiga, ¿cierto?)
Mery, que aún estaba inconsciente en Londres, seguramente no aprobaría su comportamiento ni el trato que le había dado a su mejor amiga. Después de meditarlo, Alice le pidió a Jaehee que le enviara un mensaje a Alisha de su parte.
“Buenos días.”
Alice asintió. “Toma asiento, por favor.”
Jaehee había regresado a la sala de estar en su suite en compañía de Alisha y la criada de ésta en cuestión de minutos, Alice lo tomó como una buena señal. Lo mejor era actuar pronto.
“Debo confesar que no esperaba que me llamaras.” Alisha sonaba precavida.
“No quería dejar la cosas así, especialmente no contigo, Alisha.”
La rubia se tomó un momento para sonreír tímidamente. “Lo supuse y por eso mismo pensaba ser yo quien te buscara, no eres tú quien está en falta.”
“Lo sé, pero yo no te di oportunidad de hablar anoche y me disculpo por eso.”
Alisha negó. “No es necesario, entiendo que no fue fácil luego de lo que tuviste que escuchar.”
“Aún deseo seguir siendo tu amiga.” Dijo, quizás muy pronto, sosteniendo sus manos sobre su regazo con aprehensión.
“Sabes, Mery,” Alice podía notar una sonrisa en su tono de voz “si dejase que algo como esto arruine nuestra amistad, ¿qué clase de persona sería?”
En su mente, Alice recordó la voz de Nai.
«Ella fue amable contigo» le había dicho,
«dale una oportunidad».
¿Cómo había podido ponerlo en duda por un momento?
Alice se rió de forma torpe. “Una muy diferente a ti.”
“Tú lo has dicho.”
Sólo la llevaba conociendo un día, quizás ni siquiera las veinticuatro horas completas, pero había algo auténtico en Alisha Diphda, algo que seguramente su hermana Mery había sabido reconocer y que ella misma empezaba a vislumbrar.
“Aunque no creo que pueda olvidar las palabras de tu prima.” Debió agregar.
“No te pediría algo así, querida. He hablado con ella y sabe que ha hecho mal, pero no pretendo que la perdones, menos aún tan pronto. Si deseas mantener tu distancia, estás en tu derecho.”
“Me alegra que lo entiendas.” Suspiró Alice.
“Ni lo menciones.”Alisha le restó importancia. “Pero dejando eso de lado, tengo una propuesta por hacerte.”
“¿Qué podría ser?”
“Me encontré con un amigo al que no había visto en mucho tiempo. ¿Te gustaría que te lo presentara?”
Alice confiaba en el juicio de Alisha y la idea sonaba inofensiva. “Sí, me encantaría conocer un amigo tuyo.”
-
Antes de que se marchara, Alice le pidió a Alisha que esperara a la hora del almuerzo para presentarle a esa persona, lo cual aceptó.
“¿Tú qué piensas, Jaehee? Le preguntó Alice estando dentro de su recámara. “Yo veía a Alisha más tranquila, pero me vendría bien otro punto de vista.”
“Se lo dije antes, señorita.” Dijo, desde su lugar frente al espejo mientras estilizaba una peluca idéntica a la que llevaba puesta Alice en ese momento. “Lo está llevando bien. Lo de anoche fue un suceso lamentable, no esperaba una conducta así proviniendo de la Srta. Rika, pero usted ha tomado una buena decisión al invitarla a hablar. La Srta. Alisha es de las jóvenes más correctas que haya visto.”
“Sí, te creo.” Rió. “Por cierto, ¿por qué arreglas la otra peluca? A penas es el segundo día.”
“Señorita, un inconveniente puede suceder en cualquier instante, sin ningún aviso.” Explicó Jaehee. “Así como le sugerí que se mantuviera alejara de la piscina y los niños pequeños para evitar algún accidente, también debo estar preparada por si éste sucede.”
“Es decir, ¿
‘más vale prevenir que tener que lamentar’?”
“Justamente.”
“No he dicho nada entonces.”
Sin desear interrumpirla, Alice empezó a leer un libro hasta que fue una hora prudente para ir a encontrarse con Alisha, pero no había recibido ningún mensaje de parte de Coran hasta el momento y no sabía si éste ya tenía planes para reunirse con alguien, como se dio en la mañana.
"Voy a buscarlo." Decidió.
“¿Sabe dónde podría encontrarlo?” Le preguntó Jaehee.
“El barco aún está detenido en Queenstown, ¿cierto? Debe estar en una de las cubiertas.”
“La vista más óptima se da desde la cubierta A.”
“Iré allí primero.”
En efecto, encontró a Coran en la primera cubierta, tal como había sugerido Jaehee. El hombre observaba con palpable nostalgia el puerto de Queenstown, sus ojos estaban perdidos más allá de la multitud que se había reunido para ver al trasatlántico y el otro tanto de gente que seguía abordando. Era tal su inmersión, que Alice se preguntó si la ciudad natal de Coran estaría lo suficientemente cerca para que él pudiese vislumbrar algo de ella desde su actual posición.
Era fácil deducir que Coran estaba despidiéndose de su amada Irlanda a su propio modo. Habiendo abandonado su hogar y, quizás incluso, descuidando sus negocios para venir a impartirle unas cuantas clases de etiqueta y hacer de chaperón para ella, Alice no podía evitar sentirse culpable. Además, probablemente sería inapropiado interrumpirle en ese momento; su semblante era diferente al que ella estaba acostumbrada, se atrevía a pensar que se hallaba melancólico y quizás también triste. A pesar de ello, ir a comer con los demás por cuenta propia no era una opción, ella aún era muy joven para estar por su cuenta, más aún si estaría en compañía de algún varón, y tampoco no sería educado empezar sin él.
“¡Coran!”
El aludido apenas y se percató de su presencia al oír su voz, lo cual la preocupó un poco. “Pequeña, ¿cómo dije que debías dirigirte a mí?”
“Ah, cierto.” Alice agradeció que la mayoría que no había nadie lo suficientemente cerca para haberla escuchado. “Tío Coran,” corrigió ella con una sonrisa culpable “ya es hora de almorzar, ¿sabes? ¿Acaso no gustarías acompañarnos en la mesa?”
"¿Acompañarlos?”
Alice asintió con más ánimos. “Alisha me ha comentado que desea presentarme a un amigo suyo y yo pensé que no habría una mejor ocasión para ello que durante el almuerzo, contigo allí junto a nosotras." Le explicó. "Además, si hay algún vacío en la conversación, qué mejor que la comida para llenarlo, ¿cierto?”
Coran sonrió y dio un vistazo a la hora. “Ya tienes hambre, ¿verdad?” Dijo volviendo a utilizar su voz alegre, ante lo cual Alice no sabía si debía sentir alivio o no. "Disculpa por hacerte esperar, estaré en el comedor en un minuto. Dile a Alisha que pueden dirigirse allá."
Alice dudó en dejarlo solo. “¿Seguro que no prefieres que te espere?”
"No tardaré.” Le garantizó con una sonrisa. Sin más remedio, la muchacha se marchó.
Alice se quedó a los pies de la gran escalinata a la espera de ver a Alisha, rogando a los cielos no cruzarse con la prima de ésta en el tiempo que esto le tomara. Después de ver a Coran tan feliz esa mañana, descubrirlo melancólico ante la vista de Queenstown la dejó con dudas. No quería ser impertinente, pero en verdad deseaba serle de ayuda y precisamente no saber cómo hacerlo le dejaba un mal sabor de boca.
“¿Mery?”
Le tomó un largo momento registrar que le hablaban a ella, Alice giró su rostro en la dirección de la voz y divisó a Alisha a unos pasos de distancia.
Con un joven que la llevaba del brazo, notó un segundo después.
“Alisha, qué bueno encontrarte.” Dijo antes de mirar a su compañía.
“Él es Tadashi Hamada.” Alisha le dio una pequeña palmada al chico y éste sonrió.
“Alisha precisamente me estaba hablando de usted, Srta. Mery, es un gusto conocerla.”
Tadashi estiró una mano hacia ella y Alice se la estrechó de forma amistosa. Era uno de los pocos jóvenes varones que preferían un estrechón de manos y con eso, al menos para Alice, él ya se ganaba varios puntos.
“El gusto es mío.”
“¿Puedo escoltarla?” Pidió amablemente.
“¿A las dos?” Alice alzó ceja.
“Estaría honrado.” Sonrió y de alguna forma logro que ella también lo hiciera.
“Bueno, si usted insiste.” Dijo aceptando el otro brazo que le ofreció el joven.
La imagen era graciosa para Alice, con el chico notablemente más alto que ellas estando en medio y riendo mientras buscaban una mesa. Hasta entonces sólo Coran la había llevado del brazo y de alguna forma el gesto hacía que sintiera más confianza con Tadashi.
Eligieron una mesa y Alisha se sentó junto a Tadashi, que quedó frente a Alice, finalmente el lugar vacío al lado de ella correspondería a Coran cuando éste llegase.
“Dijo antes que Alisha le había hablado de mí, pero la verdad es yo no sé nada de usted.” Mencionó Alice.
“Una notable desventaja.” Aceptó él. “Podría empezar diciendo que me encontraba estudiando ingeniería en Cambridge.”
“¿Ingeniería?” Exclamó interesada. “¿Me diría en qué se especializó?”
“Ingeniería mecánica, señorita.” Dijo con una sonrisa orgullosa.
“Magnífico.” Alice se detuvo cuando un camarero les ofreció algo de beber y agradeció antes de continuar. “¿Y le gustó la carrera? ¿La recomienda?”
Tadashi rió un poco ante su curiosidad. “¿Sinceramente? Me fascinó, aunque no le negaré que a veces puede ser exigente, pero definitivamente se lo recomendaría a cualquiera que tenga vocación por la invención, las máquinas y no tenga demasiados problemas con los números.”
Alice asintió con una gran sonrisa. “Ya veo, qué interesante. Me alegro que disfrutara de sus estudios.”
“Es mi vida, realmente no me imagino en otro campo.” Confesó.
Alice se contuvo de hacer preguntas más específicas sobre su tiempo en Cambridge para evitar sonar muy insistente, pero se moría de ganas de indagar en más detalles: ¿Cuántos años toma terminar los estudios?, ¿cuántos cursos y ciclos tenían?, ¿qué tan grande es la universidad?, ¿cuánto costaba?, entre otras.
No era que ella en algún momento se hubiese interesado en ingeniería, pero Gareki lo había deseado desde su más tierna infancia. Era su sueño, pero se había visto obligado abandonarlo. Siendo huérfanos, ninguno de ellos contaba con educación básica de calidad y, aún cuando Gareki se hacía de cuanto libro estuviese a su alcance, sus conocimientos seguían siendo muy escasos.
«¿No hay alguien a quién siempre haya deseado ayudar?»Claro que sí, y más de una persona, incluso.
Alice apretó los labios, debía concentrarse o terminaría echando todo por la borda y no lograría ayudar a nadie.
“Podría contarle más al respecto si le interesa.” Dijo de pronto Tadashi, dirigiéndole una sonrisa humilde.
Alice se sintió ruborizar en un santiamén. “No se moleste, por favor.”
(¿Se le había notado tanto en la cara?)
“No es problema, me gusta hablar de lo que me apasiona.”
“Eso puedo corroborarlo.” Agregó Alisha, logrando que ahora fuese Tadashi quien se sonrojara.
“Y a veces hablo más de la cuenta, como puede ver.” Trató de disimular riendo.
“¿Les importa si me uno, jóvenes?”
Alice casi se sintió mal del alivio que le causó la tardanza de Coran, pero con su llegada la conversación cambiaría de curso y eso era justo lo que necesitaba. Dicho y hecho, Tadashi se levantó en ese momento para presentarse y apretar la mano de Coran.
“Mucho gusto, Sr. Mi nombre es Tadashi Hamada.”
“Coran Wimbleton Baskerville, tío de la Srta. Mery aquí presente. El sentimiento es mutuo, joven Hamada.”
Cuando su grupo estuvo completo, la comida empezó a llegar y con ella también la disminución de las conversaciones. Pero mientras se cambiaban los platos, Coran aprovechaba para hacer preguntas.
“¿De dónde proviene usted, joven Hamada?”
“Mi familia reside en San Francisco, Sr. Wimbleton. Aunque mis padres son de descendencia japonesa.”
“Me lo imaginaba.” Rió de buena gana el mayor. “Estará ansioso de volver a su hogar.”
“Sin duda, hace mucho que no veo a mis padres y tengo muchos planes en mente ahora que he terminado mi carrera.”
“Espero que sólo haya triunfo en su futuro, joven Hamada.” Brindó Coran.
“¡Por el futuro!” Le siguieron los otros tres.
Ése fue, quizás, el almuerzo más agradable que tuvo en toda su estadía en el Titanic. Tadashi congeniaba bien con Coran y Alisha se veía feliz de haberle propuesto que los acompañara. Alice estaba segura de que había encontrado en él a un amigo y futura referencia si lograba convencer a su padre de ayudar a Gareki con sus estudios.
Antes de retirarse con un grupo de jóvenes, Tadashi se despidió de ellos haciendo una leve reverencia y le repitió a
‘Mery’ que podrían hablar en otra ocasión sobre las dudas que tuviese. Eventualmente, Alisha se excusó, tal vez para ir a ver a su prima, y los otros dos hicieron lo mismo.
Al volver a su habitación, Alice encontró un sobre encima de su cama, en él se encontraba la invitación a un evento que se daría a cabo esa misma noche, pero la idea no le resultó tan atractiva. Sin más qué hacer, la joven le indicó a Jaehee que irían al mismo lugar donde se habían visto con Gareki y Nai la noche anterior, con la esperanza de cruzárselos.
Cuando llegaron allí, Alice se arrepintió de no haber mandado llamar a Vanderwood, pues había mucha más gente paseando a esa hora. Sin embargo, mientras buscaba a sus amigos, logró divisar una cara conocida entre las mesas de la galería de pasajeros en la cubierta D.
“Srta. Mery, qué bueno encontrarla.” La saludó Crowley Eusford.
“Una agradable sorpresa, sí.” Aceptó ella.
“Permítame tomar esta oportunidad para presentarle a un amigo mío, el Vizconde Ferid Báthory de Simolin.”
Quien compartía la mesa con Crowley era un joven esbelto de una larga y hermosa cabellera platinada atada en una alta coleta. Ferid sonreía con cierto aire intrigante y sus ojos estaban fijos en ella.
“Aunque se trate sólo de un título de cortesía, yo prefiero no usarlo.” Aclaró el joven mientras Crowley soltaba una risa. “Es un placer, Srta. Mery
Baskerville, ¿cierto?” Dijo ofreciendo estrechar su mano, lo que Alice aceptó enseguida.
“Correcto, Sr. Báthory, mucho gusto.”
“Llámeme Ferid.” Dijo éste a su vez. “Debo decir que he oído mucho sobre usted.” Añadió con voz melodiosa. (‘He oído de su accidente’ quiso decir.)
“Espero que sólo hayan sido cosas buenas.” Respondió ella siguiéndole la corriente.
“Ni mucho menos, querida.” Sonrió Ferid.
“No esperaba verla por aquí, ¿desea sentarse un momento con nosotros?” Ofreció Crowley cogiendo una silla para ella.
“Con gusto.” Alice no lo pensó demasiado y aceptó acompañarlos, no quería verse descortés frente al hijo de los Eusford; no cometería un error que con los Diphda.
“¿Te gusta pasear por todo el barco?” Continuó Crowley. “La mayoría sólo ronda por las cubiertas A y B.”
“Bueno, uno de los beneficios de primera clase es tener acceso a todas las áreas del barco, ¿verdad? Yo simplemente quiero sacarle provecho.”
Aquello pareció hacerles gracias, ya que ambos jóvenes se observaron entre sí y rieron suavemente.
“Excelente punto de vista, precisamente por ello estamos nosotros por aquí.”
“No se está uno tan ofuscado en segunda clase.” Comentó Ferid. “Aunque confieso que no encontrará mejor lugar para actuar con total libertad que en las áreas comunes de tercera clase.”
“Aún no he tenido oportunidad de ir para allá.” Alice recordó el comentario de Nai la noche anterior e hizo una nota mental al respecto.
“Le aconsejo entonces que si decide dar una vuelta que sea durante la noche.” Indicó el peliplata juntando sus manos sobre la mesa. “En el día es un poco más complicado no llamar la atención, pero pasada la hora de la cena la gente presta menos atención a las prendas que los demás traen encima.”
Alice asintió. “Lo mantendré en cuenta, Sr. Ferid, gracias.”
“No sé si mi padrino aprobaría que la incitemos a salir de noche, más aun tratándose de tercera clase, pero creo que es una experiencia que vale la pena.” Reflexionó Crowley. “Es más, si se anima a ir, podemos acompañarla, sería más fácil así.”
“Mandarla sola sería inapropiado, con lo pequeña que es.” Secundó Ferid sonriendo de lado. “Así que estoy de acuerdo.”
“Podría arreglármelas por mi cuenta,” dijo Alice evitando fruncir el cejo “pero admito que apreciaría la compañía.”
“Buena decisión.”
“Aunque no creo que desee ir hoy. Imagino que ha recibido su invitación para el baile de máscaras que se dará esta noche, ¿no es así, señorita?”
“En realidad...” Alice desvió los ojos. “No pensaba asistir.”
Los mayores la miraron sorprendidos. “¿Por qué?” Dijeron a la vez.
“Resulta que hay alguien con quien no quisiera cruzarme...” Reconoció.
La expresión de Crowley se volvió más seria. “¿Necesita ayuda con algo?”
“Podríamos intervenir.” Agregó Ferid con una sonrisa maliciosa.
Alice sintió que se le iba el color del rostro. “
No no no, nada de eso, muchas gracias.”
“¿Entonces?”
“Es sólo que–” trató de explicar “no estaría a gusto en su presencia.”
“¿Lo suficiente como para privarla de asistir a un evento social como éste?” Intervino Ferid. “Bailes hay muchos, eso no lo niego, pero no con una temática como ésta y con la clase de invitados que se encuentran aquí. Pocas veces podrá reunir la variedad de figuras que se tiene hoy en el RMS Titanic, Srta. Mery, aún más porque juntarán a individuos de primera y segunda clase por igual.”
“Estoy de acuerdo.” Le siguió el más alto. “Quienes hoy pueden ser sólo desconocidos, mañana podrían volverse importantes figuras de la década o del siglo entero, por el bien de nuestras familias es importante que podamos codearnos con ellos ahora que tenemos la oportunidad.”
“Además, el punto de utilizar máscaras es que no se pueda identificar fácilmente a los presentes.”
“En...en eso tienen razón.”
“Sin mencionar que se divertirá.” Sonrió Crowley.
“Y si me permite añadir algo más.” Ferid se inclinó un poco hacia ella para tener su atención. “Si usted ha tenido un altercado con alguien, con más razón debe asistir. No le dé a esa persona la satisfacción de verla afectada. Preséntese, baile, beba, ríase, muéstrele que nada de lo que le hayan hecho o dicho significa un problema para usted.”
Crowley lanzó un largo silbido.
“Shush, Crowley.” Lo calló Ferid. “¿Lo entiende o aún sigue opinando lo mismo?”
Alice estaba asombrada por sus palabras. “Bueno, si lo dice de esa forma...”
“Es la verdad. Y por supuesto, no hay que descartar la posibilidad de que este conveniente evento pueda ser el llamado del amor tocando a su puerta, no se niegue a sí misma esta oportunidad.”
Y justo ahí murió su seriedad. “¿El qué?”
“El llamado del amor, mi pequeña amiga. Suena como algo muy cliché, pero no por ello imposible. Le recuerdo que éste es el barco de los sueños.” Canturreó el peliplata. “
Sueñe.”
“Yo no–”
“Es joven, pero en estos casos no hay límites o fronteras. Lo que me recuerda,” se detuvo momentáneamente “¿qué edad tiene?”
“Diecisiete.”
“
Maravilloso, está en la flor de su juventud, es un buen momento.”
“Ah... ¿de acuerdo?”
“No intente comprenderlo.” Le aconsejó Crowley. “Yo lo vengo conociendo desde que tenía ocho o diez años–”
“Nueve, para ser exactos.” Lo corrigió Ferid.
“
–nueve años y ya he perdido la fe.”
“Me ofendes, Crowley.” Rió Ferid. “Oh, pero aún recuerdo aquellos tiernos días cuando apenas nos conocimos.”
“Ferid, no.”
Alice vio la mirada de advertencia del pelirrojo y la sonrisa pícara que le envió el otro como respuesta.
“¿Eran muy diferentes?” Tanteó ella. “Tal vez no necesito–”
“Oh no, descuida.” La tranquilizó el peliplata. “Es una memoria graciosa e inofensiva. Verá, cuando éramos niños, el pequeño Crowley pasó una buena temporada creyendo yo era una niña.”
“¿Hmm?” Alice creyó no haber escuchado bien.
“Eso mismo, querida. Vamos, Crowley te lo puede explicar.”
Al girarse a verlo, Alice notó que las puntas de las orejas de Crowley estaban coloradas.
“En mi defensa diré que en ese entonces Ferid llevaba el cabello suelto y casi tan largo como ahora lo trae usted.” Farfulló.
“¡¡!!” Alice se cubrió la boca con las manos para evitar soltar ruidos indeseados.
“Descuida, querido, sé que cuando era un niño me veía sumamente encantador.” Se rió Ferid apoyando los codos en la mesa para así aguantar el peso de su cabeza sobre sus manos entrelazadas.
“Usabas ropa extraña.”
“Mi cultura es diferente.”
“¡Parecía que traías puesto un vestido!”
“Lo cual es gracioso, porque tú usabas un kilt y a pesar de ello yo sí sabía que eras varón.”
“No puedo creer que estemos teniendo esta conversación otra vez...” Se lamentó Crowley.
“Bueno, en el fondo no te culpo. Dejando de lado mi belleza excepcional, aunque me lo hubieses preguntado directamente para confirmarlo, no lo habría entendido dado que mi inglés en ese momento no era el mejor.”
“Pronunciabas tu nombre como
‘Feríde’, eso es femenino, si al menos hubiese sido ‘Fareed’...”
“Como dije, aún estaba aprendiendo.”
Alice no puedo contener una risita, recordándole a los dos que tenían compañía.
“Siento que he sido expuesto.” Se quejó Crowley.
“No llores, ya pasó.”
“Lo siento, no debí reírme.” Se disculpó Alice.
“No no, querida, ésa era la intención.”
“Y ahora me siento usado.” Aunque dijo eso, Crowley también terminó por reírse con ellos.
“Con temor de sonar atrevida...” Alice miró a Crowley y éste hizo un gesto para que continuara. “¿Cómo descubrió la verdad?”
“¿Se refiere usted al momento en que rompí su corazón?” Se burló Ferid alzando las cejas.
“Ok, suficiente, lo explico yo.” Tomó la palabra el pelirrojo. “La familia de Ferid visitaba Escocia por negocios y porque también buscaba comprar un terreno allí, por lo que venían cerca de dos veces al año y por pocas semanas. Mi familia por esos años aún era muy humilde, pero de buenos principios y de algún modo terminamos ofreciéndoles posada.”
“Por cierto, soy de Hungría.”
“Como decía, su estancia era corta así que no interactuábamos mucho, sólo cuando jugábamos, y yo simplemente asumí que él era una niña. Para abreviar las cosas, los Báthory dejaron de aparecer por varios años y cuando por fin volvieron, escuché con más atención la voz de Ferid y me di cuenta de que en realidad era hombre.”
“¿Acaso no fue por mis pantalones y figura varonil?”
“Ferid, sin ofender, eres un enclenque. Si no hubieses abierto la boca yo no me habría dado por enterado.”
“Aún está en negación.” Le susurró a Alice, ignorando su comentario.
“Es una bella historia.” Exclamó la menor.
“Y tengo muchas más, pero creo que ha sido suficiente para nuestro querido Crowley por un día.”
“¿Ferid? ¿Teniendo consideración por alguien? ¿Por mí?”
“¿Qué puedo decir? Hoy me siento dadivoso.”
“Me encantará oír el resto pronto, pero ahora mismo debo retirarme.” Anunció Alice.
“Oh, creo que nunca llegué a preguntarle si se dirigía a algún lugar en particular.” Recordó Crowley. “Lamento si la hemos atrasado.”
“No, sin cuidado. Pero creo que necesitaré tiempo parar elegir qué usar para la mascarada.”
“En ese caso no la detendremos.”
“Srta. Mery.” La llamó Ferid. “Si desea que
esa persona no la reconozca, yo en su lugar cambiaría un poco mi apariencia. Usted sabe, usar colores más atrevidos o...” Ferid deliberadamente acarició un mechón de su cabello, dirigiéndole una sonrisa sigilosa “tal vez una peluca. Una oscura le quedaría bien, en mi opinión.”
Alice forzó una risa poniéndose de pie, convenciéndose así misma de que aquella oración no había insinuado nada.
“Tiene un buen ojo, Sr. Ferid. Creo que le haré caso.”
“Una sabia decisión.”
“Nos vemos en el baile.” Se despidió el pelirrojo.
“Hasta entonces.”
Gareki no era un amante del mar o de la brisa, pero desde su llegada al Titanic había descubierto que
Nai sí lo era. Al menor le gustaba ir de proa a popa, encantado con cada ángulo diferente que pudiese encontrar y parecía no cansarse de ver el movimiento continuo de las olas rompiendo contra el barco. Incluso le gustaba estirar los brazos para sentir mejor el pasar del viento contra su cuerpo, por ello Gareki había optado por moverlos hasta los espacios reservados para tercera clase en vez de quedarse en segunda. Dios sabía que no necesitaban llamar más la atención de lo que de por sí ya lograban teniendo a Nai cubierto casi como una momia para que el sol no lastimara su piel.
En su opinión, Nai no había tenido suerte desde el inicio. Habiendo nacido con albinismo, las superioras en el orfanato dedujeron que esa fue la razón por la cual lo abandonaron siendo tan sólo un bebé. Su cabello, pestañas y cejas eran blancas cual nieve, mientras que su piel apenas poseía un tenue color rosáceo que le daba algo de
vida a su imagen. Daba la impresión que todo el color que le faltaba a su piel se había ido directamente a sus pupilas, que eran rojo carmesí, lo que volvía a sus ojos su rasgo más resaltante. Era una suerte que su trastorno no le hubiese afectado la vista.
Dado que Alice había llegado al orfanato con cinco años y Nai tenía sólo uno cuando ésta ingresó, ella literalmente lo vio crecer. Alice le había comentado antes a Gareki que le tenían prohibido salir y, a raíz de su aislamiento, ella y Nai hicieron buenas migas. Debido a su condición, la exposición al sol afectaba la piel de Nai hasta causarle quemaduras, lo que se traducía en medicamentos que no podían salir del presupuesto del orfanato. Por esto, Alice había asumido el papel de protectora del menor y lo alejaba de todo aquello que representara una amenaza para él.
Sin embargo, cuando Alice fue final y súbitamente adoptada, el título de guardián había recaído en Gareki. Antes de irse, Alice les dijo que había una posibilidad de que pudiese llevarlos con ella en su viaje a Nueva York, pero quería que la decisión la tomaran ellos. Nai fue quien se mostró más entusiasmado desde el inicio y, aunque le tomó todo un día dar una respuesta, Gareki terminó por aceptar porque A) no podría dejar a Nai solo, B) Alice jamás lo dejaría en paz por quedarse atrás y C) ver y, sobretodo,
ingresar a un trasatlántico de semejantes proporciones era una oportunidad que no podía dejar escapar.
A Gareki no le importaba viajar, no le interesaba Nueva York y le daba exactamente lo mismo seguir metido en el nido de ratas que tenía por habitación en el orfanato. Pero tener contacto con una nave creada con la más avanzada tecnología de su tiempo sonaba casi como un sueño, uno que explotaría hasta donde le fuese posible.
Lo cual no podía hacer si Vanderwood los seguía como una sombra a cada paso. Nai lo acompañaría a donde fuese sin siquiera dudarlo e incluso lo ayudaría, así que no era un problema, pero el greñudo no.
“Sabes, Francis, no necesitas ser nuestra niñera las veinticuatro horas del día.” Gareki se dio la vuelta para verlo, por supuesto, a unos pasos detrás de ellos. “No creo que nos pase nada aquí.”
El hombre frunció los labios. “¿Bromeas? Es especialmente aquí que no puedo dejarlos solos.”
“¿Por qué? La gente es muy agradable.” Comentó Nai mientras saludaba a unos niños que pasaban jugando con una pelota.
“Caras vemos, corazones no sabemos.” Recitó Vanderwood.
“Pero sí podemos escucharlos, sólo hay que poner atención.” Sonrió Nai.
“¡Dios mío! Gareki, haz algo con este niño.”
“¿Quieres que contamine su mente?” Gareki lo miró fastidiado. “No, gracias, lo prefiero tal y como está, la vida se encargará de eso más adelante. Deja que lo disfrute.”
El albino lo quedó mirando un momento y le sonrió agradecido, por alguna razón, y luego tomó su mano antes de echar a correr, obligando de ese modo a Gareki a seguirlo.
“¡Ve a descansar, Vanderwood, te vemos más tarde!” Gritó mientras se mesclaban entre la gente.
“¡Si les pasa algo será todo su culpa, mocosos!” Fue la respuesta que escucharon a lo lejos.
Nai lo soltó cuando se detuvieron en algún punto de estribor. “Vaya, no puedo creer que funcionara.”
“Ni yo.” Afirmó Gareki apoyándose de espaldas a las barandillas del barco.
“Deberías pedir ayuda de vez en cuando, Gareki.”
Aunque le costara admitirlo, Nai tenía razón, y que fuese él quien se lo señalara lo hacía algo vergonzoso, ya que se suponía que era Gareki quien viera por Nai y no al revés.
Cuando iba a darle las gracias, escucharon algunos gritos a lo lejos y fuertes pisadas acercándose. Los adolescentes se movieron para ver qué ocurría y Nai se llevó una mano a la oreja.
“Escucho un jadeo.” Dijo dando un par de pasos hacia delante, pero Gareki no percibía nada además de las voces. Cuando se dio cuenta, la gente se movió de golpe y una sombra saltó hacia ellos.
Nai había estado en frente suyo, por lo que el impacto lo hizo perder el equilibrio y lo único que Gareki atinó a hacer fue lanzarse hacia él para evitar que su cabeza golpeara contra la barandilla.
“¡Cuidado!” Gritó una voz femenina tardíamente.
Ambos habían caído de forma precaria al suelo, pero Gareki finalmente había logrado atrapar la cabeza de Nai y evitado lo que pudo ser una fea contusión. Al ver mejor a su compañero, Gareki vio que encima de Nai estaba tendido un perro de gran tamaño que parecía temblar en los brazos del menor.
“¡Dios mío, lo siento tanto!” Dijo la mujer de antes, que sostenía una correa en su mano derecha, la que seguro había soltado al animal.
Nai dejó salir un quejido y Gareki apretó los dientes. “¡¿Lo siente?! ¡¿Quién le manda sacar a su perro si no es capaz de tenerlo bajo control?!”
“Yo, de verdad, yo no esperaba que eso sucediera.” Dijo visiblemente nerviosa. Gareki notó entonces que la mujer debía ser de primera clase por sus ropas súper finas y limpias, casi rodó los ojos.
“¿Qué tal si yo no los atrapaba? ¿Se da cuenta de que mi amigo podría haberse golpeado la cabeza? ¡Su perro pudo haberlo lastimado gravemente!”
“Gareki, no te exaltes, al final no ha pasado nada.” Trató de tranquilizarlo el menor, sentándose mientras la rubia retiraba a su perro de su regazo. “¡Apenas hay un poco de polvo en mi ropa!”
“
¡NAI!”
Con una sonrisa, Nai colocó sus manos sobre las de Gareki -que estaban apretadas en puños- y negó con la cabeza. Era obvio por su expresión que aquel accidente lo tenía sin cuidado y nada de lo que dijese lo haría cambiar de opinión. Gareki chasqueó la lengua segundos después y apartó sus manos, dándose por vencido.
“¡Es muy bonita!” Dijo mirando a la dueña. “¿Cómo se llama?”
Rika sonrió profundamente aliviada. “Su nombre es Sally.” Dijo antes de mirarlo a los ojos con culpa. “Le pido que por favor la disculpe, ya no es tan joven como antes y su visión ha empezado a deteriorarse.”
Nai la miró de forma comprensiva. “Debe haberse asustado, no parece del tipo agresivo.”
“Le aseguro que es muy tranquila y cariñosa.”
En ese momento otra persona apareció detrás de la rubia.
“Rika, ¿qué pasó?” Preguntó exaltado.
“A la señorita se le escapó su perra y casi mata a este niño.” Explicó brevemente el pelinegro.
“¡Gareki!”
“Niégame que sea cierto.” Lo retó.
El joven les ofreció una mano para levantarse, Gareki la rechazó poniéndose de pie por su cuenta, pero Nai la aceptó bajo la mirada furibunda de Gareki.
“Lamento mucho lo que sucedió.” Se disculpó el joven. “¿Hay alguna forma en que podamos compensarlos?”
Gareki quiso escupir al suelo junto a sus zapatos. “NO, GRACIAS.” Dijo tomando a Nai por los hombros. “Ya hicieron suficiente, nos vamos.”
“Podríamos acompañarlos al hospital...” Ofreció Rika.
“No. Gracias.”
Nai trató de voltear para ver a la pareja y les dirigió una sonrisa en forma de disculpa.
“¿Vamos al hospital?” Preguntó Nai con voz pequeñita.
“Oh, claro que vamos.”
“...¿Le diremos a Vanderwood?”
“No... a menos que el doctor diga que tienes algo.”
Era un movimiento quizás algo peligroso.
Alice aceptó ir al baile de máscaras después de escuchar al par, pero el último comentario que Ferid le había hecho sobre su cabello fue bastante preciso. Y aunque eso la dejó preocupada, al final lo tomó.
Jaehee le mostró todas las opciones que tenía, los vestido de noche de Mery era elegantes, pero de colores muy claros e inocentes. Por suerte, antes de partir, Coran le dijo que podía ir de compras y elegir algo que
a ella le gustase, para variar un poco y no sentirse tan atrapada.
Una de esas compras fue un vestido que dejaba al descubierto sus hombros y la mitad de su espalda, el corsé era color borgoña, al igual que la falda y los guantes que le llegaban por arriba de los codos, pero la tela que cubría su pecho era blanca. No era algo muy revelador y ella misma no contaba con la figura más despampanante, pero se sentía bien, incluso con los tacos más altos de su colección.
El problema fue su cabello. Ir con la peluca significaba que podrían reconocerla, pero si iba sin ella tal vez causaría un problema. Aún sabiéndolo, Alice decidió que esa noche dejaría su cabello natural al descubierto.
Coran le había ofrecido llevarla, pero ella declinó la oferta sabiendo que si la veían junto a él su identidad saldría a flote en un segundo. Por lo tanto, luego de colocarse la máscara negra que Jaehee le consiguió, por fin se hizo camino al gran salón.
Digamos que al final todos mueren (??)