Esto es super self-indulgent <_< en vez de ser fluff terminó siendo un híbrido entre fluff y ... explicaciones detalladas sobre cosas del HiMEverse (?). Pero nunca sucederá, mi historia ha cambiado tanto que esto no va a pasar (OFÁCILSÍ?WHOKNOWS)
“Creo que te quiero.”
Fue un susurro bajito que, de no ser por el silencio de la madrugada, habría pasado desapercibido por completo. Pero Oikawa era muy perceptivo –años de dedicarse al vóley le habían obligado a estar muy pendiente de sus alrededores—, y por otro lado, Eureka no tenía buena suerte, así que no se esperaba que el universo le diera un descanso y no hiciera un complot en su contra, por lo que estaba segurísima de que su comentario no había sido ignorado.
Oikawa había llegado a escucharla.
Eureka quería morirse.
“Uh…”
Oikawa se quedó en blanco por un buen rato, hasta que finalmente procesó lo que había escuchado, y su semblante se llenó de confusión. La miró, como si le hubieran salido un par de brazos extra. Eureka no lo culpaba: la frase había salido de la nada y no le sorprendía la reacción que había causado.
“¿Acabas de decir que—?”
“Ah, no dije nada, jaja~” lo interrumpió Eureka, entre risas forzadas. De los nervios, aceleró su paso y acrecentó la distancia entre ambos.
Cuando se giró a mirarlo, notó que Oikawa había quedado a un par de metros atrás de ella.
“Vamos bien,” se dijo a sí misma, y empezó a trotar.
“¡Eu-chan, espera!” Oikawa corrió hacia ella, lo que la puso incluso más nerviosa. Su reacción inmediata fue imitarlo, con las intenciones de escapar de aquella situación. Sabía que tarde o temprano tendría que encararlo –peor aún, ahora que eran roomies—, pero esa noche, en esos instantes, no queria lidiar con eso.
“¡No escuchaste nada!” le gritó, mientras aceleraba más.
Sus alrededores perdieron nitidez de un momento a otro, a lo que Eureka le restó importancia. Demoró unos segundos en darse cuenta de que había hecho uso de su habilidad. Ante esto, Eureka se detuvo en seco, lo que provocó que casi se cayera de bruces al suelo, pero fue capaz de mantener su balance rápidamente.
Sobre su hombro, vio que Oikawa corría a toda velocidad hacia ella, a media cuadra detrás. Meses de haber sido su rebel le habían obligado a mejorar su agilidad y resistencia aun más de lo que el vóley le demandaba.
Eureka sonrió para si misma al recordar el progreso de su exRebel: darle el empate en sus últimas batallas había sido muy complicado (e incluso consideraba que había perdido en muchas ocasiones, por más de que Oikawa fuera un poco humilde en ese aspecto e insistiera que se trataba de un empate), y se sentía orgullosa de él. Era una pena –y una gran alegría— que ya no fueran enemigos (“frenemies”, pensó, con una risa), pero en líneas generales, siempre contaría con buenos recuerdos sobre su contrincante.
Por eso mismo no quería que nada sucediera entre ellos. Un golpe de suerte fue el que le permitió tenerlo como rebel, y estaba tremendamente agradecida por ello. Oikawa cumplió con su rol, pero nunca descuidó la amistad que progresivamente se formó entre ellos. Era extraño: se podían agarrar a golpes, pero al final del día, siempre curaban sus heridas entre anécdotas idiotas de la universidad y uno que otro chiste. Y aunque debía sonar demente para cualquier otra persona, para ellos se había hecho una rutina… hasta que ambos decidieron que lo mejor sería poco a poco aminorar la potencia de sus ataques, por el riesgo de que a Oikawa le pasara algo en el tiempo previo al campeonato. Efectivamente, se lesionó, y tuvo que renunciar, aunque ambos sabían de que esa lesión no era el motivo principal.
Retomó el paso, esta vez siendo consciente de no sobrepasarse: quería ser justa pero tampoco iba a rendirse.
Continuaron así un par de cuadras: Eureka tomó un par de desvíos para que el trayecto de vuelta al departamento terminara siendo mucho más largo, pero todo fue en vano al toparse con un callejón sin salida. La tentación de usar su habilidad y escapar de allí fue muy grande.
Al girarse a encarar a su amigo, se resignó inmediatamente.
“Si deseas, puedo ignorar lo que dijiste,” le ofreció Oikawa. “Regresamos a casa, Iwa-chan nos resondra por llegar tarde. Pedimos algo de comer, y todo bien.”
“Pero…”
“Pero sé que no quieres eso.”
“No, no es lo que quiero,” Eureka asintió. “Pero lo prefiero a a—”
“Eu-chan,” Oikawa se le acercó, y extendió su mano.
Su primera reacción fue de pura confusión, hasta que reconoció lo que parecía ser una referencia a aquel apretón de manos que había dado inicio a su amistad, hacía ya más de medio año. Eureka sonrió y le estrujó la mano sin pensarla dos veces, pero nada la preparó para lo que se venía: Oikawa tiró del agarre para atraerla a su cuerpo, rodéandola con sus brazos.
“Uh…” empezó, insegura. Eureka no sabía cómo debía tomar la reacción de Oikawa. “Si estás haciendo esto para que tu rechazo no me due—”
“Es… mutuo,” admitió Oikawa, susurrándolo contra su cabello en un tono igual de diminuto que la confesión de Eureka.
La HiME abrió los ojos de la sorpresa, quedándose estática y en completo silencio.
“Soy un desastre para estas cosas, así que pensé en guardármelo porque no quería arruinar esto—” Oikawa la estrujó más fuerte, encorvándose un poco para poder hablarle al oído por más incómodo que le fuera (la diferencia de estaturas jugaba, en esos momentos, en su contra). “Yo… no sé qué hacer.”
“Yo tampoco,” dijo Eureka, rodeando con sus brazos su cintura. “Y wow, pensé que seguirías siendo un don juan perfecto hasta en este tipo de situaciones.”
“¡Claro que no! ¿Por qué crees que he tenido tan pocas enamoradas? ¡No sé qué hacer cuando me corresponden!”
“Cierto, cierto,” Eureka rio. “Me había olvidado de eso.”
“En las películas se ve tan sencillo,” suspiró Oikawa. “Pero el momento real es muy… embarazoso y raro.”
“Creo que nada le gana a este,” Eureka se separó un poco para mirarlo a los ojos. “Pero no me quejo,” y le sonrió.
“¡Ilegal! ¡Es ilegal que me hagas eso!”
“¿Que te sonría?”
“¡SÍ! ¡Ilegal! ¡Me vengaré!”
“¿Ah, sí? ¿Y cómo te vas a vengar?”
Oikawa se separó aún más, para inclinarse y darle un beso… en su mejilla.
“¡Estás jugando sucio!”
“¡Já!” Oikawa la soltó para poner sus brazos en jarra. “¡La mejor venganza!”
Eureka se cruzó de brazos. “…No sé por qué somos amigos,” mencionó, derrotada.
“¿Aún lo somos?” preguntó Oikawa, de simple curiosidad. Al darse cuenta de sus palabras, se le subieron los colores a la cara. “E-Eh…”
“…”
“¡N-No dije nada!”
“Igual tenemos que hablar de eso,” dijo Eureka. “…Y de lo que implica.”
“¿A qué te refieres?”
“Mira, tenía planeado esconderlo por un tiempo… hasta que se me pasara, porque pensé que era algo temporal,” contó Eureka. “Pero no. No lo es. De hecho, recién caí en cuenta de algo muy importante.”
“¿Qué?”
“Eres mi key.”
“…¿¡Qué?!” La cara de Oikawa era todo un poema.
“Y el detalle es que… no es reciente. Lo has sido todo este tiempo.”
“E-Espera, no— ¿Desde que empezamos a pelear?”
“No tanto, bestia,” Eureka rio. “Recién nos conocíamos. Pero hará unos cuatro meses, más o menos.”
“…entonces… Morgana—”
“Sí, Morgana no nació por… tú-ya-sabes-quién.”
“Jaja, me encanta llamarlo como Voldemort~” Oikawa rio. “¿Cómo te diste cuenta?”
“Morgana dice que se siente mucho más fuerte desde que dejaste de ser rebel… y eso me hizo entrar en duda, porque tu renuncia no debía afectarle en lo absoluto.”
“Mm, eso suena lógico…”
“Luego me senté a analizar el transcurso de los últimos meses, desde su aparición: y conforme avanzaron, mi relación con el que creía que era mi key… pues empeoró.”
“Sí, soy testigo de eso.”
“Entonces… Morgana debió desaparecer. O debilitarse. Nunca supe muy bien cómo funcionan los childs, pero algo debió pasarle…” dijo Eureka. “Mis sentimientos cambiaron. Es imposible que Morgana no se haya visto afectado por eso.”
“¿Pero no te pareció raro desde un inicio? Era un child distinto al que habías tenido en el conflicto pasado.”
“Buen punto,” Eureka asintió. “Pero pensé que el cambio se debía a que mis sentimientos habían madurado y nuestra relación iba muy bien,” Eureka desvió la mirada, apenada. “Ahora sé… que no es cierto.”
“Hey,” Oikawa se le acercó de nuevo, para atraerla a sí mismo y rodearla con sus brazos.
“Ya no me molesta tanto, tranquilo,” dijo ella, a la vez que le correspondía. “Todo bien. Sólo que… me preocupaba mucho lo de Morgana, porque no tenía ningún sentido,” Eureka hizo una pausa breve. “Pero no sólo fue eso lo que me ayudó a darme cuenta de mi error.”
“¿Qué más?”
“¿Te acuerdas que al inicio nos decía que estaba muy inseguro de su identidad? De que algo no cuadraba muy bien con él. Estoy segura de que era esto: que eras mi rebel y por ningún motivo debías ser mi key. Por eso Morgana sentía que no debía existir, pero como yo… le hice ver que su verdadero… uh… ‘papá’, era otra persona, pues—”
“Se olvidó de eso.”
“Ajá,” Eureka asintió. “Pero no era la verdad. Tú eras mi key, siempre lo fuiste.”
Oikawa se quedó en silencio: el peso de las palabras de Eureka era demasiado como para permitirle formular una respuesta inmediata.
“¿…Se lo has dicho?”
“Pues se lo comenté, y según él, todo calza a pollo,” Eureka se separó para volver a sonreírle. “Y está feliz. Recién entiende por qué es cómo es. Encima, sus poderes han aumentado en grandes cantidades desde tu renuncia.”
“Wah, ahora me dará vergüenza verlo,” confesó Oikawa. “¡Qué padre desnaturalizado he sido!”
“No te guarda rencores, así que no te preocupes~ Y… siempre te has portado bien con él, por más de que tus orphans… no tanto.”
“Haha~”
“Pero… lo siento. Debería de estar dándote un descanso,” Eureka suspiró. “El campeonato se acerca y sé que es muy importante para ti.”
“¿Por qué lo dices? No entiendo.”
“…Uh,” Eureka desvió la mirada. “¿Puede que desarrolles poderes? Como eres mi key y ya no eres rebel…”
“¿Para apoyarte?”
“Sí… ¡Pero si pasa, no tienes que hacerlo! ¡Sé que estás ocupado! ¿y… no quiero… incomodarte?”
“¿Eres idiota?” Oikawa se veía muy indignado. “¿Me vienes a decir que soy tu key pero que no debo apoyarte?”
“No quiero—”
“¡No voy a dejarte sola!” Oikawa la soltó, para tomar sus mejillas y forzarla a mirarlo a los ojos. “No me niegues el derecho a ayudarte. Más aún con ese rebel que te han asignado… Si llego a desarrollar poderes, déjame apoyarte, por favor.”
“No quiero que Iwaizumi y los chicos se enojen por esto…”
“Los conoces,” Oikawa le sonrió. “Y te tienen un cariño tremendo. Incluso Ushiwaka-chan, aunque no lo creas. No les molestará verme ayudarte… por más de que ya perdimos un bloqueador tremendo por eso.”
“Pero Satori es genial.”
“Sí, felizmente nos queda él,” Oikawa asintió. “Pero en serio, olvídate del campeonato y de mis amigos. Concéntrate en tí misma y lo que se viene. Voy a estar contigo.”
“Gracias, Tooru.”
“No hay problema… pero tengo una duda.”
“Dime.”
“¿Quieres… estar conmigo?” Oikawa ladeó la cabeza, muy confundido.
“¿Qué tan denso eres como para no darte cuenta de eso?”
“¡No hagas trampa! ¡No respondas mi pregunta con otra pregunta!”
“Sí, quiero estar contigo,” Eureka rodó los ojos. “…si quieres, claro.”
“¡Waaaah!” Oikawa se veía al borde de lágrimas. Volvió a estrujarla contra sí, sumamente emocionado. “¡Tengo que contarle a Iwa-chan! Jaja, su cara será un poema cuando le saque pica~~”
“Pero él y Marie están en planes…”
“¡Ack! ¡Cuéntame!”
“No, que él te cuente.”
“¡Ya pues!”
Eureka se quedó mirando para arriba por un buen rato, ensimismada con la sonrisa genuina y deslumbrante de su exrebel. El gesto la hizo reír, feliz, y hasta se arrepintió de haber intentado esconderle la verdad.
No iba a ser fácil, pero sabía que junto a él, sería capaz de enfrentar el reto, pase lo que pase.
“Regresemos, que Iwaizumi debe estar preocupándose por nosotros.”
“¡Tienes razón!” Oikawa se separó de ella, pero la tomó de la mano. “¡Nos matará!”
“¿A mí? No creo. ¿A ti? 100% probable.”
“¡No! ¡A ti también!”
“Tooru, lo dudo.”
“¡Ya verás!”
***
Cuando llegaron, ambos recibieron un regaño de Iwaizumi.
Oikawa la miró de reojo, y Eureka sólo pudo soltar un suspiro en señal de derrota.