Author Topic: The house of always  (Read 4536 times)


Apple

The house of always
« Topic Start: May 31, 2021, 09:54:33 PM »
Decidí empezar esta historia basada en el libro "The thief of always" de Clive Barker. Me encanto <3 Y ahora que Kentaro Miura falleció, quería usar a un par de sus personajes más :c

Espero tener la oportunidad de poner el fic bonito algún dia

#1: The house of always

Febrero. Lluvioso, frío y aburrido.

Las vacaciones de invierno estaban por acabar, y Sheryl deseaba que las vacaciones fueran eternas y que terminaran pronto al mismo tiempo.

Lo peor de su situación era la soledad y el aburrimiento. Desde que su madre se había ido la casa se sentía vacía y su padre prácticamente vivía en su oficina.

Lo lógico era buscar la compañía de sus amigos pero con el clima endemoniado nadie deseaba salir. No tenía ganas de ver a nadie de todos modos. Ni siquiera a Souji. Probablemente las noticias de lo que pasaba en su familia se habían regado ya y todos tendrían algo que comentar.

No, era febrero y su familia se había desintegrado. Solo le quedaba quedarse en casa y hundirse en su miseria adolescente.

A sus 15 años Sheryl aún no entendía muy bien lo que estaba pasando. Toda su infancia había sido cómoda y privilegiada, pero ahora que todo lo que conocía y creía se había desmoronado, su moral había caído al suelo.

En consecuencia, la chica alegre y popular se había vuelto retraída y melancólica en cuestión de semanas. El único que sabía por lo que estaba pasando era su novio, otro niñato de 15 años, que a pesar de sus mejores intenciones era incapaz de darle el sistema de apoyo que ella necesitaba.

Desafortunadamente, ni la misma Sheryl entendía esto. Como buena adolescente, decidió vivir su etapa angsty aislandose de todos ¿Quién quiere salir bajo la lluvia de todos modos?

No había nada mágico en Febrero, ni en el hecho de que tenía 15 años, ni en la vida en general. Si alguien preguntaba, a Sheryl la mató ese desafortunado febrero.

Mientras estaba recostada en el sofá de la sala esperando a su padre para cenar, una sombra cayó sobre ella. Al mismo tiempo que unos toquecitos en la ventana, rítmicos, suaves pero que sonaron en toda la habitación vacía con fuerza la despertaron de su siesta.

“Señorita Sheryl~” la llamó una voz juguetona a través de la ventana.

De un golpe, la chica saltó del sofá. Para su sorpresa, y susto, un tipo de apariencia rara se inclinaba para verla a través de la ventana. Sonreía descaradamente una sonrisa de zorro y a pesar de que tenía los ojos cerrados Sheryl podía sentir como la miraba acechante.

“Señorita Sheryl~” repitió el hombre, esta vez abriendo la ventana con un leve empujón a pesar de que estaba cerrada por dentro.

Sheryl se frotó los ojos creyendo que seguía dormida. Últimamente dormía demasiado, y ella había empezado a notar que eso la estaba afectando, ¿acaso también le estaba empezando a causar alucinaciones?

“Discúlpeme por levantarla de esa forma~” se disculpó el tipo, mientras entraba a la habitación por la ventana. Sus piernas eran largas. Todo él era alargado y particular. Podía moverse sin abrir los ojos y hablar sin que esa sonrisa desapareciera de sus labios. Era joven pero tenía el pelo blanco. Su vestuario parecía salido de un cuento Victoriano, con chaleco y sombrero de copa incluidos.

“¡¿Q-q-q-quién eres tú?!” comenzó a interrogarlo la rubia. Para su sorpresa no era ni un sueño, ni una ilusión.

“¡¿Qué haces aquí?! ¡Fuera de mi casa, pervertido!”

El hombre hizo caso omiso, y en lugar se sentó muy cómodo con las piernas cruzadas en el sillón donde hacía unos minutos Sheryl dormitaba su depresión.

“No vengo para hacer cosas pervertidas~ Y esas son muchas preguntas, algunas muy complicadas de responder~” afirmó el tipo. “Mi nombre es Gin. Mi jefe me ha enviado, con una propuesta.”

Sheryl seguía confundida y asustada. Estaba alerta, por si el tal Gin decidía lanzarse encima de ella.

“Sabemos que estás aburrida~ ¿Y cómo no? Este clima, con lo que pasa en tu familia~ Te aburres ¿no?”

“¿Cómo sabes lo que pasa con mi familia?” la chica se puso a la ofensiva. Le alivió un poco el hecho de que Gin no tratara de acercarse a ella.

“Mi jefe sabe muchas cosas~” explicó Gin. “Sabe que, por ejemplo, tu madre se fue y que querías ir con ella. Sabe también que tu padre no regresará hoy sino hasta a media noche~ Y por supuesto, tras muchos años de lidiar con niños, sabe lo que pasa por tu cabeza~ Quieres un merecido descanso ¿verdad?”

“N-no soy una niña” fue lo único que atinó a contestar Sheryl. Le confundía como este Gin, que parecía más una caricatura que una persona de carne y hueso supiera todo por lo que estuviera pasando. “¿Quién es tu jefe?”

“¡Oh! Esa es una pregunta fácil de responder~ Mi jefe se llama Aizen. Ha sido el dueño de ese nombre por mucho tiempo y…” Gin se levantó y sacudió sus ropas fuera de época. “Desea invitarte a su casa, a nuestra casa~”

El tal Gin se inclinó para darle un sobre a Sheryl. Estaba dirigido a ella, con su nombre completo y dirección. Era una invitación a pasar unos días en un lugar llamado “Holiday House”.

Sheryl leyó la invitación varias veces. No tenía mucha información ni una dirección, solo estaba firmada elegantemente por un tal “Aizen S.”

“¿Q-qué es eso?”

“Lo que ves frente a ti,  ni más ni menos.” Gin empezó a retirarse por la ventana. “No esperamos a que respondas a la invitación ahora. La mayoría se toma un par de días para pensarlo~ a excepción de los más desesperados~” Gin finalizó la oración con una sonrisa misteriosa.

“Pasaré dentro de unos días para saber tu decisión. Esta es una oportunidad única en la vida, así que no lo pienses demasiado.”

Y sin más Gin desapareció por la ventana, tras “guiñarle” el ojo a Sheryl.
« Last Edit: July 18, 2021, 06:48:06 PM by Apple »


Apple

Re: The house of always
« Reply #1: June 30, 2021, 09:18:03 PM »
#2: Kids shouldn’t follow strangers

No tenía ni la menor idea de lo que pasaba por su cabeza cuando aceptó la invitación de Gin y el tal Aizen pero ahora se encontraba siguiendo al peliblanco por las calles de su barrio.

Habían pasado unos tres días desde que Gin se apareció en su sala para invitarla a la Casa de siempre. Por alguna razón Sheryl no percibía ningún peligro en la invitación y no había encontrado razón alguna para rechazarla. La invitación parecía demasiado buena para no aceptar, aunque no tenía ni la más mínima idea de lo que “La casa de siempre” significaba.

Y así fue como después de que Gin la visitara una tarde lluviosa de febrero, Sheryl se encontraba caminando junto a él en una lluviosa mañana de febrero.

Caminaban sin apresurarse por las desérticas calles del vecindario, sin poner mucha atención a su alrededor. Gin sostenía caballerosamente una sombrilla lo suficientemente grande como para cubrirlos a ambos y procuraba con especial cuidado mantener a Sheryl seca aunque el lado izquierdo de su gabán empezaba a empaparse.

-¿Falta mucho para que lleguemos?- preguntó la rubia. Aún no había aceptado formalmente la invitación pero decidió pedirle a Gin que le mostrará la dichosa casa antes de tomar su decisión final.

-Solo un par de calles~ paciencia señorita~

-Nunca había llegado a esta parte del vecindario- comentó Sheryl.

Se encontraban en un área donde las casas se hacían más grandes así como el espacio entre ellas. No se percibía ningún movimiento dentro de las mansiones y apenas habían visto a un par de carros pasar.

-Espero poder encontrar el camino de vuelta a casa- insistió Sheryl.

-Eso no será ningún problema~- respondió con seguridad Gin, ¿podría ser acaso que sus palabras escondieran algo más?

-Ugh, estoy empapada- se quejó Sheryl aunque apenas se había salpicado un poco. -De haber sabido que íbamos a caminar tanto bajo la lluvia hubiera traído unas zapatillas extras.

Cuando Gin la había visitado esa mañana Sheryl apenas había tenido tiempo de coger su mochila de siempre con un par de camisas extras, un camisón y otros artículos de tocador. Ahora que sus zapatos se encontraban empapados deseaba haber empacado un par con unos calcetines secos.

-No hay de qué preocuparse~ Tú solo pide y Aizen hará que aparezcan todos los zapatos que desees~

De pronto se le ocurrió algo a Sheryl. Se paró en seco, dándole a Gin apenas unos segundos para detenerse también y regresar rápidamente a cubrirla con la sombrilla.

-¿No será que el tal Aizen es un pervertido?

Gin la vió sin inmutarse y la sonrisa de sus labios nunca desapareció. Si acaso se volvió más grande, como si  no fuera la primera vez que le hicieron esa pregunta y le pareciera la cosa más divertida del mundo.

En seguida la expresión de Gin cambió a una mueca de tristeza.

-Waaaaaah~ Sheryl no confía en nosotros~- fingió llorar el hombre lanzando escandalosos alaridos.

Sheryl trató de calmarlo, temiendo que el escándalo de Gin llamara mucho la atención.

-¡No! ¡No! Callate Gin- la rubia lo jaló del brazo para llamar su atención -Está bien, confió en ustedes.

-¿Ya no dudarás de nosotros?

-Ugh, no.

-¿Nos darás la oportunidad de hacerte feliz?~

-Quiero ver la casa primero. Aún no entiendo muy bien de qué va todo esto.

-Sheryl~ ¿sabés por qué le dicen a los niños que no se vayan con extraños?- Gin cambió el tema de conversación.

-¿Por qué puede ser peligroso?

-No del todo~ resulta que corren el peligro de divertirse DEMASIADO~

Gin sonrió pero Sheryl no compartió esa sonrisa.

-Quizá… no sé… es que... no es que desconfíe de ustedes... es que... tengo un poco de miedo- admitió Sheryl.

Gin volvió a sonreír y sin agregar nada más puso una mano sobre el hombro de Sheryl para comfortarla.


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Caminaron un par de calles más a lo que parecía el final del lujoso vecindario. Las casas eran cada vez más grandes pero alejadas entre sí, con enormes jardines.

Y ahí, justo al final del vecindario, estaba Holiday House. O lo que parecía su entrada. A través de la reja de la entrada se podía ver el camino que iba de subida por una colina. Y a lo lejos, oscurecida por las nubes de lluvia, el tejado de la casa con sus tres picos y una veleta de gallo que se movía con el viento.

Gin empujo la reja de la entrada e invitó a Sheryl a pasar... y... y... sucedió algo extraordinario.

Una espesa niebla los envolvió a ambos. Sheryl se quedó paralizada ante el inexplicable evento y Gin la tomó de la mano y jaló a Sheryl.

Sheryl no tuvo tiempo de decir nada sobre la barrera de niebla porque lo que estaba detrás de ella la asombró aún más.

Ya no llovía. El cielo estaba despejado y el pasto estaba seco, con miles de florecillas silvestres por todos lados. El viento no era ni muy cálido ni muy frío, el ruido de los pájaros cantando llegaba de todos los árboles alrededor y en general era un día perfecto de primavera.

Y frente a ellos, rodeada por un frondoso jardín en la cima de la suave colina, se levantaba Holiday House.

A todas luces era una casa vieja de madera de tres pisos con lo que parecía un ático y un sótano, gracias al cual la casa estaba elevada por encima del suelo y se debía subir unos escalones hasta el porche donde estaba la puerta doble de la entrada.

Las ventanas del porche eran un mosaico de colores con diferentes diseños. Por toda la casa se alternaban ventanas normales de pestillo y las que eran mosaicos. En los tres picos del techo, lo que era el ático tenía ventanas redondas en lugar de rectangulares. 

La casa lucía antigua, aunque su pintura color madera oscura estaba en buen estado. Por su apariencia era un lugar enorme, con suficientes habitaciones. Gin le había mencionado esa mañana que muchos huéspedes solían pasar por la casa, algunos se iban rápido pero otros se quedaban por más tiempo.

-¿No hay nadie en casa?- preguntó Sheryl curiosa.

-Hm~- Gin se detuvo a examinar el cielo por unos instantes -seguimos en primavera~ De seguro todos están afuera jugando pero se aparecerán para la merienda~

-¿Seguimos en primavera?- repitió Sheryl. No entendía a lo que Gin se refería.

-Ya verás~ vamos adentro Sheryl~ ¿No sientes el olor a tarta de manzana? Isabella prepara una merienda ligera a media mañana~

Sin darle tiempo a hacer más preguntas Gin la volvió a tomar de la mano y la llevó corriendo hasta la casa. Gin tenía razón, el aire olía a tarta de manzana- era un olor dulce y reconfortante.

Justo cuando iban entrando a la casa, en el umbral de la puerta se toparon con un chico que llevaba un puñado de botellas de Coca-Cola en sus brazos.

Su mirada revelaba que no era más que un niñato como Sheryl, pero había dureza en él. No era un adolescente cualquiera. Sus brazos ya estaban tonificados y habían varias cicatrices en su cara.

-¡Oh Guts!~- ronroneó Gin.

¿Guts? ¿Qué clase de nombre es ese?

-¡Justo a tiempo!~ ¿Podrías darle una visita guiada a Sheryl?~

Guts hizo una mueca de disgusto.

-P-p-pero ¡tengo que ir con Griffith y los demás!

-Oh no es necesario~- Gin le arrebató las botellas de Coca a Guts de los brazos sin darle tiempo al chico de protestar.

-La merienda estará lista pronto de todos modos~ ¡¿No Isabella?!

-¡Sí claro! ¡Pronto!- respondió una voz desde las entrañas de la casa.

-Griffith y los demás vendrán pronto para merendar, así que no te preocupes~

Guts abrió la boca para protestar pero Gin le había dado un empujoncito como apresurando a enseñarle a Sheryl la casa. 


Apple

Re: The house of always
« Reply #2: July 31, 2021, 09:36:42 PM »
Algún día arreglare el tema uwu

#3: Rooms

Guts avanzó unos pasos de mala gana con Sheryl detrás de él. Ugh odiaba a Gin, no entendía porque él no podía enseñarle la casa a Sheryl él mismo si era parte de sus obligaciones.

Que Guts gruñera entre dientes no alentó mucho a Sheryl.

-Solo te enseñaré una vez. Así que será mejor que pongas atención.

-No soy estúpida- refutó Sheryl.

El chico se volvió a verla por primera vez y sus ojos se encontraron. Tenía la mirada de un adulto y eso impresionó mucho a la rubia. Como ninguno de los dos estaba dispuesto a discutir, Guts inició el tour por la casa.

-Por aquí está la sala principal, nos reunimos aquí todas las noches para Navidad.

-¿Eh? ¿Navidad todas las noches?

-Presta atención- la cortó Guts. -La siguiente puerta es la biblioteca, si te gusta leer Aizen tiene todo tipo de libros ahí.

-Luego está la sala de estar. Hay juguetes, juegos de mesa... ¿te gustan las muñecas?- preguntó burlón el chico.

Sheryl le hizo una mueca pero decidió que no valía la pena contestarle.

-Por la derecha, frente a la sala principal está el comedor. Tiene entrada directa a la cocina, aunque no solemos comer ahí. Solo cuando hay algún cumpleaños.

Sheryl trató de hacer nota mental de todo lo que le decía Guts. Aún no estaba segura de si aceptaría quedarse en la casa pero el lugar era tan grande y con tantas puertas... definitivamente no quería perderse. Además Guts no hacía ademán de moverse de su sitio, solo indicaba los lugares con un movimiento de cabeza.

-Después del comedor están la cocina y el desayunador. Solemos comer ahí. Puedes encontrar a Isabella ahí, es el ama de llaves y se ocupa de la comida también.

Sheryl asintió con la cabeza, recordando que Isabella le había respondido a Gin desde la cocina.

-Atrás de la cocina hay un solarium donde las niñas se juntan a tomar el té- una mueca de desprecio apareció en la cara de Guts. -Al fondo está el despacho de Aizen, no podemos entrar ahí. Encontrarás otras puertas cerradas con llave, tampoco intentes entrar ahí, así que ni lo intentes. Ni al sótano.

"Wow... tantas habitaciones prohibidas" pensó Sheryl.

Guts comenzó a caminar hacia las escaleras y empezó a subir. Sheryl se quedó parada en el pasillo, no muy segura de que hacer, ¿se suponía que el tour había acabado? ¿o debía seguirlo?

-¿Vas a venir o qué?- el chico se detuvo a la mitad del camino y con un ademán le indicó a Sheryl que lo siguiera.

La rubia puso los ojos en blanco antes de seguirlo. Nunca había conocido a un chico tan pesado.

Cuando llegaron al pie de la escalera Guts explicó:

-Por el ala derecha estan nuestras habitaciones. Hay más del otro lado, pero sólo ocupamos estás. Cada uno tiene su propia habitación aunque los chicos compartimos un baño y las chicas otro. Tratamos de respetar el espacio de cada uno.   

Esta vez Guts parecía más dispuesto a mostrarle el lugar a Sheryl y empezó a guiarla por un laberinto de habitaciones. Comenzó por las más cercanas a las escaleras.

-Esta es la habitación de Inojin, y frente está la de Ranka. Son los dos más chicos de todos así que supongo que Aizen decidió ponerlos cerca…

Sheryl se percató de que cada habitación tenía una plaquita metálica colgada en la puerta con el nombre de los niños que Guts había mencionado.

-Y estás- Guts se detuvo unos metros adelante frente a otro par de puertas cada una frente a la otra -son las habitaciones de Naruto y Aika.

La habitación de Aika estaba justo al lado de la de Inojin por lo que parecía que los chicos se intercalaban con las chicas. No era común, pero Sheryl pasó un par de años en un internado y las habitaciones de las chicas estaban MUY separadas de las de los chicos. La puerta de Aika estaba decorada con un conejito de peluche rosa colgando bajo la plaquita con su nombre. Sheryl hizo una nota mental para memorizar los nombres de todos en la casa.

Guts continuó caminando después de darle unos segundos para que leyera las placas de los cuartos y memorizará los nombres.

-Estos son los baños- continuó el chico. -Chicos a la derecha, chicas a la izquierda.

Cada puerta tenía una adorable plaquita de colores celeste y rosa respectivamente con dibujos de una niña y un niño que parecían haber sido hechos por un niño de cinco años. Guts empujó la puerta del baño de chicos y Sheryl se asomó sin entrar: tenía dos sanitarios, dos duchas y una bañera grande. Y orinales.

-El baño de las chicas es exactamente igual… menos esos- indicó señalando los orinales. Cerró la puerta rápido y Sheryl se preguntó cómo el chico sabría que el baño de chicas era igual pero no dijo nada.

Al final del pasillo había tres puertas, solo dos tenían placas: las del lado derecho. Guts se plantó frente a la primera.

-Esta es mi habitación. Ni se te ocurra entrar.

Sheryl volvió a poner los ojos en blanco, fastidiada por la rudeza del tipo. Cruzó los brazos y se quedó plantada donde estaba parada.

Guts se percató de la molestia de Sheryl y abrió la puerta de su cuarto. Era una habitación espaciosa con dos ventanas. La decoración era mínima: una cama, un escritorio con unos libros, estanterías semi vacías con libros y modelos de autos.  Lo único que llamaba la atención era un saco de boxeo.

-Em… todas las habitaciones lucen más o menos así. Algunas son más grandes que otras- ¡Oye!

Sheryl entró a la habitación sin esperar que Guts la invitara a pasar (por que no lo haría). Era la habitación de un chico normal, con un poco de desorden pero sin ser un basurero. Le recordó un poco a la habitación de Souji.

La rubia se acercó a las ventanas para ver a donde daban estas. Un panorama de árboles la recibió con una laguneta a una buena distancia. El agua se veía turbia, oscura y fría.

-¿Podemos nadar ahí?

Guts se acercó a la ventana junto a ella. Su mirada oscura, se oscureció aún más al ver la laguna. Era obvio que no le agradaba el lugar.

-No lo haría si fuera tú. Es un lugar desagradable… como un cementerio.

La descripción llamó la atención de Sheryl. Efectivamente no se veía como un lugar que invitara a pasar tiempo en él, pero imaginó que un sujeto como Guts no le tendría miedo a un lugar así.

-¡Hey aquí estás Guts! Y con una chica en la habitación no menos…

La voz alegre y confiada los sacó de sus pensamientos. Ambos se voltearon y Sheryl pensó que se encontró con un querubín. La persona más hermosa que alguna vez hubiera visto.

-Hola, soy Griffith- se presentó el chico. Era todo lo contrario a Guts: cálido, amable y dulce.

-Soy Sheryl, acabo de llegar.

-Bienvenida- el chico sonrió de una manera tan efusiva que Sheryl sintió que se sonrojaba y el calor subía a sus mejillas. -Parece que al fin tendremos una vecina enfrente, ¿no Guts?

-¿Uh?- Sheryl y Guts se vieron confundidos. Ambos salieron a la habitación y se encontraron con que la puerta de enfrente ya tenía una plaquita con un nombre: el de Sheryl.


Apple

Re: The house of always
« Reply #3: March 31, 2022, 09:02:47 PM »
#4.1

El cuarto de Sheryl era como un lienzo en blanco. No tenía ningún adorno ni nada en particular, y si no hubiera sido por la plaquita de la entrada a la chica ni se le hubiera ocurrido que ese era su cuarto. 

Sheryl se quedó fija en el marco de la puerta, tenía miedo de entrar. No entendía lo que estaba pasando pero definitivamente no era normal. ¿Comó no se había preguntado antes como Gin sabía todo sobre ella y la misteriosa neblina que envolvía la entrada de la casa? ¿Y el clima fresco de primavera que reinaba afuera a pesar de que en el resto del vecindario estaba lluvioso?

–Vaya, parece que tenemos una nueva invitada- comentó Griffith contento, con una suave sonrisa en sus labios.

–Qui-quiero ir a casa– le respondió Sheryl por impulso.

La feliz mirada de Griffith cambió a una de preocupación, mientras Guts seguía parado en el umbral de su propia habitación sin decir nada.

–¿Te sientes mal? – le preguntó Griffith –¿Te quieres sentar? ¿Te puedo traer algo?

Los tres se quedaron en silencio por un rato, un silencio tan profundo que parecía como si los tres se hubieran quedado solos en el mundo.

Griffith tomó a Sheryl de la mano y la llevó hasta la cama. Guts seguía observando desde el umbral de la puerta.

El peliblanco ayudó a la chica a sentarse y volvió a preguntarle si se sentía mal.

–Creo que solo estoy cansada– comentó Sheryl. De repente un sentimiento de inquietud la invadió.

–¿Qué está pasando aquí? – una silueta alta se acercó por el pasillo hasta quedar detrás de Guts que hizo espacio para dejarla pasar.

–¿Qué hacen ustedes dos en el cuarto de una dama?

La persona que acababa de entrar era extraordinaria. Hermosa como Griffith pero de una manera diferente, como si no fuera humana. Era alta, delicada y su porte era casi aristocrático. Su mirada era extraordinariamente generosa y sus labios dibujaban una sonrisa tierna. Cabellos morados caían por su espalda y un vestido etéreo, de esos que solo se veían en las revistas de moda, envolvía su delicada figura.

–Isabella– la llamó Griffith a modo de saludo. –Que bueno que viniste. Sheryl se ha empezado a sentir mal.

Isabella se acercó a Sheryl y puso los dedos más hermosos que Sheryl jamás hubiera visto, largos y gráciles, sobre su mejilla y luego sobre su frente.

–Oh querida, quizá solo estás cansada. Dejame, te ayudaré a recostarte.

El tacto y las palabras de Isabella eran tan cálidas y reconfortantes como las de una madre. Sheryl cerró los ojos con fuerza para evitar que se le escapara una lágrima como sucedía cada vez que pensaba en su madre. Mientras Isabella ponía la cobija sobre ella y ajustaba la cama se volvió a los dos chicos que miraban desde la puerta.

–¿Y ustedes por qué siguen allí? – Isabella les reclamó en broma. –Les he dicho muchas veces que los caballeros no entran a las habitaciones de las damas.

Guts gruñó un poco y Griffith se empezó a reír.

–Solo le mostrabamos su habitación a Sheryl. Parece que será nuestra vecina– dijo Griffith.

–Tonterías, vayan abajo. La merienda está lista, pueden tomar lo que quieran de la mesa. Los demás ya están comiendo.

–¿Sheryl va a estar bien? – preguntó uno de los chicos. Sheryl no estaba segura de quién pues empezaba a quedarse dormida y apenas podía abrir los ojos.

Isabella asintió antes de terminar de arropar a Sheryl y acariciar su cabello por unos segundos. La rubia escuchó a Isabella decir algo, pero no pudo entender nada ya que apenas fue un susurro.

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–Y… ¿qué piensas de la nueva chica? – Guts y Griffith iban a la mitad de las escaleras cuando el peliblanco le preguntó al otro.

Gut se encogió de hombros de manera descuidada, como dándole poca importancia al asunto y se limitó a contestar:

–Me parece una niña llorona, como todas.

Griffith estalló en carcajadas antes de darle un pequeño puñetazo a Guts en el hombro y bromear sobre su poca consideración hacia las chicas.

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Cuando Sheryl se levantó unas horas después sintió como que hubiera dormido por unos meses, ya que el panorama afuera había cambiado por completo. En lugar del etéreo y brillante panorama de primavera, estaba uno de otoño: árboles con hojas de todos los tonos de naranja y rojo. La temperatura había disminuido también.

En cuestión de unas horas el mundo exterior había cambiado de primavera a otoño.

Aún cansada, Sheryl se sentó en la orilla de la cama intentando recordar los eventos de la mañana. La lánguida silueta de Gin encaminadola a la Holiday House, la enorme casa con miles de puertas y pasillos que parecían interminables, la severidad de Guts, la belleza de Griffith y la gentileza de Isabella. 

Mientras procesaba todo lo que había pasado alguien se asomó al umbral de la puerta.

–Sheryl ¿te sientes mejor?




Apple

Re: The house of always
« Reply #4: July 31, 2022, 09:07:53 PM »
#4.2

Era Griffith. Su suave voz la llamó de nuevo cuando ella no contestó.

–Me siento mejor. Gracias.

–Menos mal. Isabella está preocupada por tí. Igual que Aizen.

Aizen… vaya estaba en la casa de Aizen pero aún no le había visto por ningún lado.

–¿Dónde está Aizen? – preguntó Sheryl frotándose los ojos. Aún no estaba despierta del todo.

–En su despacho– explicó Griffith brevemente. –Ven, antes de que te pierdas la navidad también.

–¿Navidad? – Sheryl se levantó de la cama y caminó hacia Griffith. –Espera… ¿de qué más me he perdido?

–Solamente te perdiste Halloween.

–¿Halloween y navidad el mismo día?

–¡Todos los días! – exclamó Griffith, una tierna sonrisa angelical se dibujó en sus labios.

Sheryl lo vió como que él viniera de otro planeta. Se tomó un momento para recordar los eventos del día, y por un momento se sintió como Alicia cuando cayó al País de las Maravillas.
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Sheryl siguió a Griffith por los interminables pasillos hacia el primer nivel de la casa. Abajo el olor a pavo horneado, algo dulce y las risas los recibieron. Era navidad. Definitivamente se sentía como navidad, aunque apenas estaban en febrero.

Las puertas francesas del salón de estar y el comedor formal estaban abiertas y los dos espacios se conectaban por el pasillo. Recostado sobre el marco de la puerta del comedor estaba Gin, quien le hizo una pequeña reverencia y levantó su sombrero de copa cuando la vio a modo de saludo.

–¿Qué está pasando? – le preguntó a Gin.

–Es navidad, como todas las noches.

–Te lo dije– agregó Griffith.

–No puede ser, estamos en febrero.

–Lo és si el señor Aizen así lo desea.

Sheryl se volvió a las dos habitaciones. Ambas tenían niños, riendo y charlando. Niños comiendo en la hermosa mesa larga del comedor. Y niños sentados bajo el más grande y decorado árbol de navidad que Sheryl alguna vez hubiera visto. Al pie del árbol había cajas de regalos, con moños grandes y bonitos.

–¿Pero cómo?

–No lo cuestiones, solo disfrutalo– le recomendó Griffith.

Sin esperar más Sheryl se dirigió a la puerta de la entrada y la abrió. Una rebaja de viento la recibió, seguida por el espectáculo invernal perfecto. Una capa de nieve cubría el suelo, los árboles y la casa. Afuera estaba oscuro, las lucecitas de navidad enredadas alrededor de las barandas del porche ofrecían la única iluminación.

Primavera en la mañana, verano a mediodía, otoño por la tarde y, de noche, invierno. Las cuatro estaciones en el transcurso de un día.

Sheryl se quedó inmovil de nuevo frente a la puerta tratando de procesar la idea de lo imposible y absurdo. No entendía cómo esto podía ser posible.

–Vamos adentro– le dijo Griffith jalandola ligeramente del brazo. –Te resfriaras, no tienes abrigo y Aizen tiene algo para tí.

Sheryl siguió a Griffith sin mucha protesta. De repente se acordó de que se había ido sin avisarle a su padre.
–Quiero hablar con mi papá– le dijo ella a Gin.

–Claro, por ahí está el teléfono– le indicó él hacia una mesita en la entrada del comedor.

Con aprensión Sheryl marcó el número de su casa y esperó. Apenas sonó 3 veces antes de que escuchara el sonido familiar de la voz de papá.

–¿Hola? ¿Papá? Estoy en la casa de unos amigos– era mentira pero Sheryl no sabía como explicarlo mejor.

–¿Cariño? No te preocupes– su padre sonaba despreocupado, casi contento. –Se que estas en la casa de Aizen. Yo le hablé pidiéndole que te dejará alojarte por un tiempo ahí. 

–¿Lo hiciste? –

–Sí Sheryl. Las cosas no van bien, lo noto. Estoy preocupado por tí. Quedarte en la casa de Aizen te irá bien. Mejoraras. Es un lugar especial para todos los niños-

–Yo ya no soy una niña papá– interrumpió Sheryl.

Su padre se rió como respuesta y continuó. –Puedes quedarte el tiempo que necesites. Haz amigos y diviértete.

Sheryl se despidió de su padre y la llamada terminó. Hacía mucho que su papá no sonaba tan contento.

–¿Lo ves? Todo bien– le dijo Gin acercándose. –Ahora ve y disfruta de la navidad.

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Al finalizar la celebración, Isabella la llevó por el pasillo opuesto a donde estaba su habitación y se detuvo frente a una de las tantas puertas de madera con fino acabado e intrincadas decoraciones.

–Puedes utilizar este baño hoy. Creo que tomar un baño relajante te haría bien.

Isabella abrió la puerta a uno de los baños más estéticos que Sheryl hubiera visto. Para comenzar era más grande de lo que aparentaba. El color verde esmeralda dominaba. De hecho todo era esmeralda, menos el techo blanco y algunos detalles en dorado. Las suaves ondas de los azulejos y la uniformidad de la habitación calmaron sus ojos. De repente se sintió en un lujoso palacio convertido en hotel en alguna tierra exótica. Solo hacían falta aves coloridas en jaulas de oro, pero la ventana que exhibía el hermoso paisaje de invierno afuera de la casa lo compensaba.

–Isabella… wow ¿este es tu baño?

–Oh no. Mi habitación tiene un baño incorporado. El señor Aizen me deja decorar las habitaciones extras en mi tiempo libre.

–Todo esto debe de haber costado una fortuna– comentó Sheryl acercándose al grifo, que le empezaba a parecer oro sólido.

Isabella río delicadamente.

–A Aizen no le gusta escatimar en gastos de la casa– explicó mientras encendía el grifo de la bañera. –Tu única obligación ahora es relajarte. Aquí tienes toallas y una bata limpia. En los estantes de aquí encontrarás sales de baño y burbujas, puedes usar todo lo que quieras. Cuando acabes puedes ir a tu habitación a descansar.

–Gr-gracias– Sheryl seguía maravillada con la gracia y generosidad de Isabella.

Isabella salió dejando a Sheryl sola con sus pensamientos. La rubia examinó los frascos de la repisa que Isabella le había enseñado. Siguiendo el tema lujoso del baño estaban en frasquitos de vidrio que los hacían parecer pociones. Después de oler varios Sheryl se decidió uno que, según la etiqueta, olía a madreselva y jazmín. Sheryl no tenía idea de lo que eso significaba, pero su contenido olía muy bien.

Después la chica procedió a desvestirse y doblar su ropa, algo que nunca hacía en casa,  y entrar en la tina. Dejó que el líquido caliente la envolviera. Cuando apagó el grifo el sonido lejano de los otros chicos se filtró a su paraíso verde. Sus risas y voces eran escandalosas y alegres.

Sheryl recordó la llamada que le hizo a su padre y como esté le dijo que se quedara en la casa todo el tiempo necesario para “mejorar”.