46.74
...
Un rato que se sintió considerablemente largo más tarde…
“Para la parte c del priblema, nos piden analizar la gráfica de posición versus tiempo,” narró Len, mientras hacía un dibujo de la curva vista en el libro del curso.
“…” y Yukko estaba en automático, copiando por inercia la pizarra, pero su mente estaba prendida en el secreto que se quedó inconcluso. Era como el ‘lugar feliz’ en un rincón de su mente para escapar de aquella tortura que la física significaba para ella.
“Lo primero que tenemos que encontrar en la gráfica es el instante de tiempo en que la aceleración es igual a cero, y señalarlo,” Len miró al otro lado de la pizarra. “Se puede encontrar de tres maneras. Una es formando la fórmula de aceleración según el ejemplo del libro, otra es encontrado el cambio de concavidad en la curva, y la tercera es la que te di de atajo: aplicar la segunda derivada de la ecuación de posición encontrada en la parte b del problema e igualarla a cero, para resolver por t,” él vio a Yukko en blanco. “Yukko, ¿has entendido?”
“…” ella negó lentamente, con una expresión pasmada. “¿C-cómo son las d-derivadas un atajo en este problema?”
“Te ves confundida,” Len ladeó la cabeza, no entendiendo su expresión. “Las derivadas son muy fáciles. Se pueden sacar mentalmente en polinomios.”
“Ehh…” ¿qué eran polinomios? Estaba segura que había escuchado ese término antes. “Pues… creo que no entendí tu ejemplo de derivada.”
“Al aplicar la derivada, se multiplica a cada término que tiene la variable por su respectivo número de exponente, y luego se resta uno a cada exponente. Las constantes se eliminan. He escrito un ejemplo en la esquina inferior izquiera de la pizarra.”
“…” no, no tenía sentido. Era algo raro y sin precedentes. Si bien el argumento de Len de que las derivadas eran fáciles era válido, para alguien como Yukko quien todavía tenía problemas con sistemas de incógnitas, podían sonar intimidantes.
“Supongo podré explicártelo mejor después… entonces, aprovechando la gráfica, usemos el método conceptual,” el apuntó la gráfica. “¿Puedes decirme dónde está el punto de inflexión de la curva?”
“…” esta vez, Yukko le miró impaciente. “¿Estás intentando molestarme?”
“No, ¿por qué lo pensarías?” él se confundió por la acusación y ojeó rápidamente el libro de la clase. “Según el currículo de tu horario, tuviste una clase en la que el punto de inflexión y la concavidad ya fueron explicados. Hm… no sé por qué podrías molestarte.”
“T-tal vez no deberías asumir que lo fuera a recordar con sólo una clase,” tenía razón, pero a Yukko también le sonaba completamente desconocido. No sería la primera vez que se distraía con algún tema en plena clase de física.
“Entonces también explicaré estos conceptos con calma más tarde. Todavía nos queda un método de solución, y es usando las fórmulas de posición, velocidad y aceleración enseñadas desde el inicio de este tema. Para empezar, sabiendo la de posición, podemos encontrar…”
“¡Detente!” exclamó Yukko, no pudiendo soportarlo más. Len se sobresaltó un poco.
“Y-Yukko, ¿estás bien?” le preguntó. “¿Qué es lo que sucede? ¿Hice algo mal?”
“Es que…” quiso responderle que sí por detestar estar en plena sesión de estuio, pero sabía que él sólo tenía buenas intenciones. Además que su dilema primordial era otro. “No puedo concentarme. Mi cabeza está en otra cosa.”
“Otra cosa…” Len se puso a pensar. “Hmm… varios de tus profesores han hecho esa observación sobre ti antes. Si es un problema persistente, puede deberse a que tienes un déficit de atención. Podía referirte al área psiquiátrica de la academia para una evaluación.”
“¡No me taches como demente tan rápidamente! ¡No es eso!” Yukko se molestó. Sorprendentemente, Len pareció molestarse por su reacción.
“¿Cómo puedes decir algo así?” aparte de fruncir el ceño, Len seguía hablando con ese tono curioso, indicativo y levemente monótono que le caracterizaba. “Un estudiante que recibe atención psiquiátrica no es demente tampoco. Todos tienen necesidades y ayuda que varía de persona en persona, y no por ello un servicio tiene que verse más degradante que otro. Es un insulto.”
“Ehh…” Yukko se quedo en blanco por esa respuesta.
“Son este tipo de comentarios que prueban la injusta necesidad de mantener las citas psiquiátricas confidenciales. Pensar en la incomodidad y temor de ser rechazados que tiene algunos estudiantes que requieren de estos servicios…”
“Y-yo… yo no quise…”
“No consideré que creencias tan anticuadas estuvieran presentes dentro del cuerpo estudiantil. Uno sólo tiene que ponerse en el sitio de otra persona para comprender lo rudimentario de su situación,” él miró intensamente a Yukko, incomodándole aun más. “¿Cómo te sentirías si alguien discriminara contra ti por un rasgo injusto e insignificante, por ejemplo, por aquella fijación a creencias irracionales e inapropiadas arraigadas a la superstición que demostraste a lo largo de la competencia de ayer?”
“E-e-ehhh…” ya sentía que Len estaba discriminando en contra de ella sólo por mencionarlo. Empezaba a sentirse hasta un tanto atacada. “L-Len, lo siento, eh, no es que lo haya dicho con seriedad…”
“…” él le miró desaprobatoriamente. “¿Entonces tu expresión de demencia a esas personas fue hecha con burla?”
“¡N-no, no quise decir eso!” ¡No tomes mis palabras tan literalmente! ¡En un principio me moleste por que asumieras que tengo un problema de atención por estar distraída! ¡Nada más!”
“No asumí que lo tuvieras, sólo hipoteticé sin hacer ninguna declaración con certitud.”
“L-lo mismo, lo que sea, no importa!”
“¿No importa?” él le miró, muy confundido por la conversación.
“¡El punto aquí es que estoy distraída porque me he quedado pensando sobre lo que habíamos hablado antes! ¡Eso es lo que pasa!” Yukko no estaba muy lejos de perder la cabeza. No podia comprenderle, simplemente no podía, así que tendría que ir a algo definitivo para continuar con la conversación. Respiró profundamente para calmar sus nervios. “No puedo dejar de pensar en ese secreto que decidiste ocultar de mí.”
“¿Secreto?” Len parpadeó, confundido. “¿Te refieres a la información de los Heartless?”
“¡SÍ!” Yukko no evitó exclamar con alivio, asustando la otro. “¡Finalmente hemos llegado a este tema! ¡Costó una tutoría confusa de física, términos matemáticos oscuros y ser confundida con una persona de mente anticuada, pero finalmente!”
“Y-Yukko, ¿estás bien?” Len le miró con incomprensión.
“Lo estaré, lo prometo…” ella adoptó severidad en sus ojos. “Ni bien compartas el secreto conmigo.”
“¿Eh?” él parpadeó, intentando procesar sus palabras. “Yukko, si mal no recuerdo, yo iba a decirte lo que sabía, pero tú te sentiste indispuesta para guardar otro secreto más en tu vida, y que los secretos y cambios a tu alrededor eran demasiados para ti. Por ello pienso que lo mejor es que no lo sepas.”
“E-entiendo, pero…” vaya, cuando recibía consideración de alguien, no le gustaba del todo. “S-suena importante y no es bueno que alguien lo cargue todo por su cuenta…”
“Yo estoy bien. Mi ofrecimiento de compartirlo era para hacer un intercambio equivalente de secretos por cortesía, pero resultó que lo más correcto para tu bienestar es dejarlo simple para ti.”
“Uhh… no tienes que considerarme…” ella no lo quería dejar ir.
“No entiendo tu presente actitud, contrasta mucho con tus previas palabras,” él ladeó la cabeza. “Al principio parecías torturada por saber muchos datos, y ahora los pides con una pasión que bordea en lo irracional. Hm… ¿será este tipo de casos en los que una persona desea algo nocivo y está en el deber de quienes le rodean negarlo a todo costo?”
“N-no, este no es uno de esos casos,” no le gustaba cómo sonaban sus palabras. “No es como si un secreto fuera a matarme…”
“Precisamente. No veo por qué compartirlo sería tan importante.”
“¡E-espera, esa no es la conclusión a la que deberías llegar!”
“¿Estás… intentando llevarme a una conclusión?” Len no dejaba de verse más y más confundido. “Lo lamento Yukko. Tendrás que explicarte mejor. Es difícil comprenderte.”
“Mira quién habla…” sintió gran frustración por oírle decirlo. “Uhh… no me hagas esto, Len. Ya suficiente agonía tengo con Mai.”
“…” de nuevo parpadeó. “¿Qué tiene que ver tu compañera de grupo con esta conversación? ¿Intentas llevarme a hablar de ella?”
“¡N-no, sólo que hasta que no me comentes sobre tu secerto no podré concentrarme en física o en hacer algo más porque el caso todavía no está cerrado en mi cabeza!”
“Ahh…” fue como si él hubiera descubierto una oscura verdad metafísica del universo. “Es algo que no quieres dejar inconcluso y te es importante averiguar por razones personales. Gracias Yukko, ahora puedo entender tu dilema.”
“¿Eh?” Yukko se sorprendió. ¿Llegó a hacerse entender con una oración? Tenía que apuntarla y estudiarla por si tuviera que volver a hablar con él en otro momento futuro.
“Lo que no entiendo es por qué te expresaste con tortura y pesadez cuando propuse compartir el secreto si en verdad te es tan importante y deseas recibirlo.”
“Uhh, pues…” Yukko se cruzó de brazos, pensando con leve incomodidad. “No pensé que tendría que explicar las corazonadas juveniles. No creo que lo entiendas.”
“Puedes intentar explicarlo.”
“Es sólo que… a ver… ¿cómo lo digo? Hm… es que en historias en las cuales una persona común y desafortunada como yo empieza a expandir su círculo e internarse en un mundo épico y paranormal, siempre se comparte la emoción de algo nuevo con drama, como: ‘¡No puede ser!’ o ‘¿Por qué me pasa todo esto a mí?’ o ‘¿Esto es lo que en verdad sucede en la vida?’ entre otros. Es vivir el momento con dudas estresantes o existenciales y un shock tortuoso acompañados de la alegría de ser parte de todo eso… ¿Entiendes?”
“No…” él nuevamente le miró con gran incomprensión, hasta frunciendo el ceño.
“Oh, bueno, supongo pierdo el tiempo explicándotelo,” ella rodó los ojos. “Tú eres un robot luchador, artista, analizador y tutor y no sé qué más. Con el gen épico que tienes no entenderías la penuria de la gente normal de no ser awesome de nacimiento.”
“Hm…” él intentó pensar, no pareciendo que entendería por sí solo.
“No sé… ¡El drama! ¡Es vivir el drama, sentir el drama, respirar el drama!”
“Es cierto que el concepto de drama es vital en la sociedad humana y muy presente en los medios de comunicación. Tú lo llevas más allá. Entonces eres una persona dramática.”
“Ehh…” no le gustaba cómo sonaba eso.
“Y entiendo que es casi una normal aplicar drama a cada instante de tu cambiante vida.”
“A-algo así, al menos entendiste… ¡pero ya, dime el secreto!”
“C-claro…” Len seguía confundiéndose por las fuertes exclamaciones de Yukko. “En verdad no pensaba decir mucho, al menos nada provechoso para tu vida diaria.”
“E-está bien, sólo continúa,” no iba a poner expectativas sobre los secretos de otros, pero luego de esa caótica e incómoda conversación, sí deseaba que valiera la pena.
“Sobre lo que estábamos hablando, con respecto a tener conocimiento de los Heartless, hay distintas razones por las cuales considero que no tendría que decir mucho,” Len retomó el tema, mostrando nuevamente su velocidad de cambiar de conversación. “Ya he dicho que el conocimiento es peligroso, y con un ejemplo del pasado, podrías entender el porqué,” Len le miró fijamente. “Esto sonará increíble, pero hace muchos años, hubo un individuo que llegó a estudiar y a entender a los Heartless, y con ese conocimiento fue mucho más efectivo en proteger a Destiny Islands de lo que Oblivion puede llegar a ser. Él fue un shinigami, y se le conocía como el gran maestro, o maestro de la muerte.”
“¿En serio?” preguntó Yukko, y le vio asentir. “Pero si en verdad fue así, ¿por qué es la primera vez que oigo estas palabras?”
“Porque él quería mantener su conocimiento privado. Algunos podrían haberlo usarlo de forma egoísta, y las personas normales le habrían temido sólo por ser un shinigami. Pero, aun si casi nadie sabía de él, sus pocos conocidos o habían oído sobre él le tenían gran admiración. Se dice que fue una persona intachable, efectiva, madura y más poderoso que los demás, pero eso no le libró de enemigos. Uno de ellos quería averiguar su poder y explotarlo…” hubo una breve pausa. “Ahí termina la historia…”
“¿Qué? Espera, no puedes terminar una historia así. ¿Qué pasó?”
“Creo que es obvio. El gran maestro cayó y su enemigo también, pero este último llegó a hacer grandes daños ants de que le derrotaran. Eso ocurrió hace muchos años, y este tema ha caído en el olvido, pero he oído que por lo ocurrido, es mejor que nadie más sepa información que pueda ser explotada.”
“Eso no suena muy obvio… pero en verdad no llego a entender tu punto.”
“Es simple. Si alguien inventa una innovación que promete gran utilidad y ganancias, muchos van a querer implementarlo. Si esa innovación demuestra ser ventajosa pero limitada, la demanda va a incrementar. Si termina teniendo un enorme potencial y su contenido es sensible y peligroso, la demanda puede convertirse en una guerra. Yukko, no es misterio que en Destiny Islands, los que gobiernan son quienes dominan a los Heartless. La realeza tiene el legado de portar las Keyblades que los eliminan con facilidad, y en Oblivion entrenamos para proteger a las personas y combatir los frentes de oscuridad. Si alguien fuera a adquirir más poder que eso, como lo hizo el gran maestro, prácticamente tendría a Destiny Islands a sus pies, y sería el supremo soberano, porque los Heartless son nuestra debilidad,” Len notó a Yukko sorprendida, al no haberlo considerado antes. “Si Oblivion llega a más conocimiento que el necesario para proteger a las personas de las islas o se abarca a más que el bien común, no me sorprendería que pasáramos a estar en la mira de otros, quienes no dudarían en atacarnos y robar cualquier información de utilidad para lograr sus cometidos. Si alguien ajeno a nuestro grupo fuera a averiguar del pasado o extraer información del neutral grupo de shinigami, también seríamos su primer blanco. Tú sabes que Oblivion no es una organización bélica, tenemos todas las de perder, y junto con nosotros, se estinguiría la paz y estabilidad de las islas.”
“¿Q…quieres decir que saber más información podría conducir a una guerra o invasión?”
“No precisamente. No descarto que una invasión siempre es posible, pero en el presente, Destiny Islands es un territorio problemático por el eminente y no manejable problema de los Heartless. Oblivion tampoco puede prometer gran estabilidad, pero si eso fuera a cambiar y alguien fuera a ver a los Heartless como una nimiedad o hasta recurso, las islas pasarían a ser un blanco fácil.”
“P-pero eso es imposible.”
“Eso es lo que todos piensan, y se debe quedar así.”
“¿E-eh? Pero, ¿cómo sabes todo esto? ¿Cómo así oíste sobre ese ominoso gran maestro?”
“Porque conocí a uno de sus discípulos. Él me lo contó todo.”
“¿Discípulo? ¿Tuvo discípulos?”
“Sí, por algo se le conoce como maestro.”
“S-supongo que sí,” asintió con pesar, sintiéndose algo tonta.
“Su discípulo me lo dijo porque juzgó que sería prudente con el secreto y porque, con mi habilidad de sensibilidad y análisis, además de venir de Oblivion, era un tema que debía de tener en cuenta. Él me dijo que lo importante de esta historia no es la memoria de su maestro ni en concentrarse en cualquier tema referente a él. Lo más importante es actuar con precaución y tener en mente a las demás personas. Tanto el conocimiento como el poder tienen grandes responsabilidades, y mientras estas se cumplen y se resguardan, no podemos olvidarnos de lo más importante para nosotros mismos, o lo perderemos sin darnos cuenta de ello,” Len cerró sus ojos y sonrió levemente. “Para mí, lo más importante es velar por el bienestar de todos en Oblivion. Rin, okaa-san, la directora, todo el personal y cuerpo estudiantil, la misma meta de la academia de mantener paz en las islas. Todo lo que hago es por Oblivion.”
“…” se sorprendió de verle sonreír con tranquilidad. Se le vio seguro de sus palabras, comprometido y convencido, pero a Yukko también le pareció verle rendido, tal vez cansado… ella recordó sobre la mención de Len de no decir mucho de sus secretos, pero eso sonó como bastante. No evitó preguntarse a sí misma qué otra información, y cuánta, podría saber para verse así…
“Eso es todo lo que pensé decir, no es muy complicado. Sobre la información que tu contacto te envió, ya que sólo son consejos sobre cómo lidiar con los Heartless, no hay problema en que los reporte periódicamente a okaa-san como posibles hipótesis, para que ella los compruebe empíricamente. Así pasarían desapercibidos y no sonará a ayuda ajena, mientras garantizan su uso general del cuerpo estudiantil. Gracias nuevamente, Yukko. Tu contribución ha sido de gran ayuda.”
“¿Seguro que está bien? No quiero problemas con Emizel…”
“Yo ya había descubierto un par por mi propia experiencia. Nadie va a sospechar que tiene algo que ver contigo o con tu contacto, puedes tomar mi palabra,” Len asintió con confianza. A Yukko no le quedó de otra que aceptar. Tampoco era la primera vez que Len hacía algo parecido con su información. “Con esto resuelto, podemos regresar a la parte c del ejercicio de física…”
“¡E-espera!” ese cambio brusco de temas… “No terminaste… ehh… ¿cómo así conoces a ese discípulo random?”
“Él me auxilió en una misión solitaria. Por saber qué hacer durante el frente de oscuridad, demostró algo del conocimiento que su maestro tuvo,” Len ladeó la cabeza. “No es muy importante que lo sepas…”
“Uhh, es que este tema da miedo. ¿Y ese discípulo no sería uno de esos posibles enemigos?”
“Lo dudo, él tiene otros intereses que no tienen que ver.”
“Espero que sea así. Todo suena muy turbio, ni sé cómo esa persona puede ser.”
“Podrías darte una idea. Tú le conoces.”
“…” el rostro de Yukko se tornó levemente azul de miedo, confundido al otro. “¡¿Qué?!”
“No estoy mintiendo.”
“¡¿P-porqué dices que le conozco?!”
“Porque te vi conversar con él.”
“¡¿Q-qué?! ¡¿Cuándo?! ¡¿Dónde?!”
“Hm…” Len se puso a pensar. “Sí, quizás no debería decirlo…”
“¡N-no puedes decir esas cosas y terminar cambiando de parecer! ¡Esto es algo único!” Yukko se detuvo y analizó sus palabras con más calma. Vivía en unas islas plagadas de Heartless, teniendo la oportunidad de conocer a gente como el futuro rey shinigami a quien le hizo probar muchas gaseosas, o el presente robot luchador y artista que usaba su tiempo siendo un inocente tutor. Sí, bien podría haberse cruzado con dios en el parque y no se habría dado cuenta.
“No te preocupes por saber más de él, al menos por ahora. Siempre es probable que lo conozcas mejor. Ahora tenemos que continuar con el estudio. No pareces muy preparada para el examen de mañana.”
“¡¿Mañana hay examen?!” se quedó en shock.
“…” Len dio un suspiro, frustrado. “Descuida, tengo toda la tarde disponible.”
Con ello, tocaba retomar la materia, y a Yukko le tocaba dejar su querido drama de lado para aprobar e intentar seguir alcanzando a sus dos amigas.
Todavía había mucho que faltaba aprender y averiguar, y todo ello sólo continuaría pintando una imagen compleja y desfavorable. Pero eso era tema de otro día.
Al terminar las compras y salir de la alameda, Astrid y Saki fueron de regreso al puesto instalado, notando la ausencia de las tres chicas. Mientras, Ayame inspeccionó el puesto y varios montículos de arena levantados y desordenados.
“¡Damiselas, hemos llegado muy tarde!” exclamó el peliplateado, en shock. “¡Miren este desastre, las tres han tenido una pelea a muerte!”
“No exageres, es claro que no hay rastros de sangre,” observó Astrid, sonriente. Saki le miró de reojo, levemente frustrada por su selección de argumento, aunque con las exageraciones de Ayame, tenía algo de sentido. La instructora se agachó y recogió la sandía que yacía intacta bajo el sol. “Veo que Tomo no cumplió su deber de partirla. En fin, al menos le daré utilidad al comerla.”
“Tomo se molestará mucho contigo si los haces,” observó Saki. “Hm, ella debe haber estado molestando a Yomi para que este desastre ocurriera. Ya no deben tardar mucho en regresar. Se hace tarde y no hemos comido aún.”
“Habrá que preparar la merienda. Comerán cuando se aparezcan,” Astrid sonrió. “Y si se tardan mucho, tendremos el derecho de comer sus partes.”
“¡Miren, ahí están!” Ayame apuntó al mar, y vieron a las tres bajarse de un bote salvavidas, el cual siguió con su tarea de patrullar el área. “¡Esperen, también quiero darme un paseo en bote!”
“Detente Ayame,” Yomi le miró hastiada, llegando a la orilla con sus amigas. Ella se alegraba que el ruidoso motor de la lancha no dejara a los salvavidas oír al peliplateado. Suficiente debieron haber tenido con Osaka hipotetizando el destino de sus restos flotando en el mar, y con Tomo quejándose todo el camino por ser, a su parecer, la única cuerda de sus amigas. “Ellos rescataron a Osaka y Tomo por adentrarse mucho en el mar. No fue ningún paseo.”
“Sí, por poco y nos vamos a otro continente,” Osaka asintió. “Ehm, para cuando mi argolla me hubiera llevado a orillas de otro país, ¿creen que ya me habría hecho un esqueleto completamente blanco?”
“Hm, dudo mucho que tu argolla duraría tanto tiempo expuesta al sol. Y no creo que un grupo de tiburones hubiera esperado a que te hundieras,” Astrid sonrió. “Seguramente te habrían devorado con argolla y todo.”
“Ohh, tiburones, no lo había pensado,” Osaka miró a Tomo, sonriendo. “Tomo-chan, hubiéramos sido comidas por tiburones, qué descubrimiento.”
“¿Puedes dejar de hablar de nuestros restos muertos en el mar por favor?” preguntó Tomo, impaciente. Ella pasó a apuntar acusatoriamente a la instructora. “¡Y tú suelta mi sandía! ¡No he terminado con ella!”
“Oh, ¿acaso era tu sandía?” Astrid sonrió con leve crueldad. “Lástima que no pusiste tu nombre en ella.”
“¡Obvio que es mía! ¡Yo la compré y la traje!”
“Ya no lo es. Declaro manifest destiny en tus pertenencias.”
“¡No te atrevas!”
“¡Tomo, no podemos dejar que una blanca supremacista se apodere de tus tierras!” declaró Ayame. “¡El verano no está completo sin una sandía partida! ¡A luchar!”
“Ohh, no sabía eso,” observó Osaka, sorprendida. “La próxima traeré mi propia sandía para hacer justicia a esa frase.”
“No le tomes en serio,” dijo Saki.
“No tomes a nadie aquí en serio,” Yomi dio un suspiro.
“Ahh, regresar a este ambiente es dar una bocanada de energía juvenil. Qué encantador,” opinó Elizabeth, sonriente. Ella y Cho regresaron desapercibidas, debido al escándalo de los demás.
“¡Bellas mías! ¡Han regresado a mis metrosexuales brazos!” Ayame abrazó a Elizabeth, y Cho tuvo que mirarle de soslayo para hacerle entender que no debía acercársele. “¿Cómo les fue en su paseo a solas?”
“Nos fue de maravilla,” Elizabeth sonrió gustosamente. “Fue un agradable momento de introspección y meditación. Pensar que divagar sobre los grandes misterios e incertidumbres de la vida hace a uno estar consciente de cuán pequeño y singular realmente es…”
“Ehh…” Cho no supo qué decir. No podía comprender cómo Elizabeth acababa de decir esas palabras con una connotación tan alegre y positiva, siendo su caso el opuesto.
“Pero hemos regresado con el deseo de disfrutar un baño en el mar en compañía y finalmente comer la tan ansiada merienda entre todos,” la peliplateada miró al mar resplandeciente. “La tarde comienza a despedirse, no debemos dejar pasar más tiempo.”
“Yo personalmente me muero de hambre,” dijo Tomo.
“Estimo que tendremos un corto rato de disfrutar de la playa mientras esperamos a que los pequeños regresen de su paseo para comer. Está claro que ellos ya no se meterán en el mar,” Astrid se cruzó de brazos, mostrando disgusto en su expresión. “Debí esperarlo de Rorona. Negándome a mirar su virgen y voluptuoso cuerpo adolescente en bikini durante un paseo en la playa, qué insulto.”
“Siento que ella se moriría de vergüenza si te oyera decir algo así,” observó Saki.
“¡Gente, no perdamos más tiempo!” Ayame se quitó su playera, quedándose sólo con sus shorts de baño de un rojo tan vivo que parecía brillar. Acto seguido, él corrió con todas sus fuerzas como un espíritu libre hacia el mar, con el interés de aventarse a las aguas, pero el mínimo contacto con arena mojada frenó su avance drásticamente. “¡AHH, f-f-fr-fríooo!” y una pequeña ola que apenas cubrió sus talones sólo empeoró la situación. “¡AAAHHH!”
“Oye, ¿en serio?” Tomo miró al instructor como si le desconociera. “¿No soportas la temperatura del mar?”
“¡Mi piel es sensible, ustedes no entenderían!” declaró el instructor, todavía afectado por su horrible experiencia. “¡No pensé que la corriente gélida había incrementado!”
“Las corrientes no se alteran como el clima. Es sólo que normalmente venimos cuando hace más calor,” observó Yomi. “Sólo pones excusas.”
“Ustedes no sean malas con su instructor especial. Iré a mi ritmo,” Ayame se acercó a la orilla, y con una mano, comenzó a echarse agua para ir acostumbrando sus piernas. Tomo y Yomi intercambiaron miradas, y al compartir la misma idea, agarraron los baldes de plástico para reunir agua.
“¡Toma!” gritó Tomo, lanzándole agua que él apenas pudo esquivar. Él quiso alejarse de la orilla, pero Yomi le cerró el camino con otro balde.
“¡Ayuda, alguien!” exclamó él, pero no tuvo suerte.
“¡Yay, actividad grupal!” Osaka sonrió y junto con Elizabeth, se unió a la tarea de mojar al peliplateado. Astrid encontró la persecución cómica y fue a quitarse el pareo y las gafas para también meterse al mar.
“Hm, me pregunto a dónde se habrán ido los demás,” Cho se veía levemente preocupada.
“Iré a buscarles. Disfruta de la playa,” dijo Saki, quien se dio media vuelta y regresó a la alameda principal. Cho regresó a mirar la acción, con Ayame acorralado por Tomo, Yomi y abrazado por Elizabeth. Entonces, Osaka se lanzó encima de los dos hermanos, hundiéndoles en las aguas. A veces envidiaba las energías que todos tenían.
Mientras regresaban, Kagari insistió en detenerse por un mini zoológico con vista al mar, el cual tenía sólo tres jaulas. Una con un cocodrilo joven, otra con unas tres tortugas grandes y un charco de peces, y una jaula de aves tropicales. La rubia también disfrutaba de un helado mientras lanzaba unas hojas de lechugas a las viejas tortugas, luego de pagar para poder dar alimento a los animales.
“Haha, son tan lentos,” Kagari rió, al ver a una tortuga caminar lentamente hacia el agua, con la intención de alcanzar una de las hojas de lechuga que ella le había lanzado. “A este paso seguro que los peces acabarán primero con su merienda.”
“Dudo que los peces coman lo mismo,” observó Megumi, con indiferencia.
“Da igual, tal vez la hoja se termine pudriendo en esa agua sucia,” Kagari sonrió con un extraño gusto, y miró a las otras dos tortugas quietas, tomando sol en la orilla. “No puedo dejar que me ignoren. Serán bien arrugadas y feas, pero su vejez no justifica nada,” ella corrió al otro de la baranda que rodeaba la jaula, y agitó una hoja de lechuga a las tortugas. Una de ellas levantó su largo cuello, esperando recibir la comida, pero si la sonrisa de la rubia era algún indicativo, ella se quedaría molestándole por más tiempo antes de alimentarle. Megumi le miró con leve incomprensión. No podía entender la irracionalidad de la chica.
“No había esperado un lugar así en la playa,” observó Larsa, llegando con una pequeña bolsa de comida para peces.
“Este lugar es muy concurrido en el verano,” comentó Megumi. “Espero que con este paseo no tengamos que volver. Se vuelve insoportable.”
“Entiendo, pero los planes de Ayame no se pueden predecir,” Larsa lanzó un poco de comida a los peces, y estos empezaron a acudir a la superficie. De ahí, ofreció la bolsa a su amiga. “¿Te gustaría alimentarlos?”
“No gracias,” él negó, regresando su mirada a las aguas. “Asumo que los encargados de los animales deben darles suficiente comida.”
“Es cierto,” siguió dando comida a los peces, viendo cómo los más grandes empujaban a los más pequeños a un lado con facilidad. “No soy conocedor de los hábitos alimenticios de los animales, pero comer con frecuencia y moderación debe venirles bien.”
“No podemos asumir que ese principio también se sostiene con los animales acuáticos,” pasó a mirar al grupo de tortugas, con una recién llegando a la hoja de lecucha en medio de la poza, y la segunda acercándose a Kagari, quien todavía no se dignaba a soltar la hoja para que pudiera comerla. Hubo un momento de meditación. “…esas tortugas ya deben haber vivido más que la mayoría de humanos en el presente. La edad se refleja en sus caparazones…” miró de reojo a su acompañante. “Larsa…”
“¿Sí?”
“¿Cómo así llegaste a ser un inmortal?”
“Es… una larga historia…” no le sorprendía que preguntara, pero tampoco sabía qué decirle. “En resumen, mi maestro aplicó un hechizo en mí, congelándome en el tiempo.”
“…” el pelinegro mostró leve sorpresa en su semblante. “¿Él podía hacer eso?”
“Mi maestro fue un shinigami de gran poder y habilidad. Alguien con el poder de velar, controlar y dirigir a las almas de los muertos también puede alterar el ritmo de vida de los vivos si posee la fuerza necesaria. No sólo me congeló, lo hizo también con la mayoría de sus otros discípulos, por ser originalmente humanos. Con ese hechizo estábamos excluidos del ciclo de vida hasta que muriéramos, y por ese congelamiento adquirimos una resistencia mayor, al tener una tendencia más fuerte a seguir con vida. Esa condición ha cambiado para algunos de nosotros…” Larsa sonrió un poco, con nostalgia. “Pero no necesitas saber más detalles. No es importante.”
“Por tu apariencia, tu maestro te congeló a temprana edad.”
“Así es.”
“Si eras un niño humano normal, no entiendo por qué tu maestro te reclutaría…” desvió la mirada. “No, olvídalo. Es evidente que hay mucho de por medio. No tienes obligación de responderme.”
“No te preocupes, es normal que tengas ganas de saber, pero explicarlo sería complejo. Pienso que lo mejor es evadir el tema por ahora,” era precisamente complicado, aparte de saber que él no le creería.
“Ignorando consecuencias, el concepto de lograr la inmortalidad suena muy útil y deseado,” volvió a mirar a los peces perseguir el alimento que Larsa les lanzaba. No sabía la edad a la que los peces podían llegar, pero de haber estado esas tortugas en la jaula por todos sus años, estas debieron haber compartido el agua con distintas generaciones de peces, viviendo un tiempo que, mientras para los peces simbolizó una vida entera, las tortugas apenas sintieron pasar. “Es una oportunidad que muchos desearían tomar, asumiendo completa autonomía y evitando meterse en líos por esa misma habilidad. Asumo que gente como Ayame no se negaría por nada del mundo.”
“Debe variar dependiendo de cada persona,” Larsa sonrió un poco. Era interesante que le mencionara. “¿Qué piensas sobre el tema, Megumi?”
“Depende mucho del caso. Pensando en tu situación, no creo que tu maestro te haya hecho inmortal por hacerte un favor. En situaciones condicionales, sólo aceptaría de estar realmente cometido al trato. En un caso que no tiene condiciones… ¿por qué no? Sería de utilidad. Siento que es una meta por la cual también podría interesarme. Sólo que…” Megumi miró a Larsa, inexpresivamente. “No lo tomes personal, pero ser un inmortal con apariencia de niño suena a una completa pesadilla.”
“No te preocupes,” Larsa encontró sus palabras un tanto cómicas. No le sorprendía oírlas.
Entonces, ellos vieron a Rorona y Hotaru llegar al pequeño zoológico y dirigirse a ellos.
“Hola nuevamente,” Hotaru les saludó, sonriendo con algo de timidez. “¿Cómo están?”
“Estamos bien,” contestó Larsa, cortésmente. “Ha sido un paseo agradable. Espero que haya sido igual para ustedes.”
“El paseo estuvo bien, p-pero me da nervios regresar…” Rorona se acercó a Megumi, mirándole con ojos suplicantes. “Megumi, por favor, la próxima vez no hagas molestar a sensei. Es que ella se desquita conmigo.”
“L-lo tendré en cuenta, descuida…” le contestó, confundido por su dramática expresión. “No deberías dejar que Astrid hiciera lo que quiera contigo.”
“E-es difícil darle la contra, no tengo opción…”
“Podríamos llamarle la atención entre todo. No creo que resulte, pero es una opción que tenemos,” el pelinegro se veía frustrado. Rorona era demasiado débil, al punto de desesperar a otros, pero sí le tenía empatía por sus problemas.
“Sí, creo que sería lo mejor,” Hotaru sonrió algo insegura, aunque tratando de animar a su torturada amiga.
“¡G-gracias, muchas gracias a los dos!” Rorona se alegró por recibir el apoyo, aun si no fuera a resultar… y entonces fue fuertemente embestida por Kagari, cayéndose estrepitosamente al piso. “¡AAHH!”
“¡Hola Hotaru, no esperaba verte por aquí!” saludó la rubia efusivamente, sonriendo. Hotaru y Megumi le miraron desconcertados, al parecer que Kagari ya se había olvidado de lo que había hecho.
“Kagari…” Larsa se impacientó y le jaló de una oreja. “Esa no es forma de comportarse.”
“¡Ay, ay! ¡Suéltame!”
“Debes disculparte debidamente con Rorona.”
“¡Ya, está bien, pero suéltame!” Kagari finalmente fue librada, y vio a Rorona sentarse sobre el piso con dolor en su expresión. Por la caída, se había hecho unos rasguños. “Hm… ya, perdón,” lo dijo de mala gana y apenas dejándose oír. Kagari no se disculparía más que eso.
“No puedes andar incomodando y abusando de una persona débil que no te ha hecho nada,” observó Megumi, inexpresivamente.
“¡Ya no defiendan tanto a la mosca muerta!” exclamó la rubia, harta. “¡Le dan demasiada atención que harta, y ella no lo merece!”
“Hm…” el pelinegro alzó una ceja. “Das indicios de tenerle envidia.”
“¡Iihhh!” Kagari comprimió sus puños y miró a Rorona con ojos asesinos.
“¡AAHHH! ¡No le hagan molestar, por favor!” Rorona ya temía por su vida. Vivir bajo el mismo techo con su tutora y la rubia podía ser una verdadera pesadilla.
“Tranquila, Rorona,” Hotaru se agachó, y con la ayuda de la curación, comenzó a sanar sus heridas. “Si deseas, puedo quedarme a dormir en tu casa esta noche. No estarás sola.”
“¡S-sí, muchas gracias, Hota-chan!” la pelimarrón se vio aliviada. Con Hotaru presente, sus dos torturadores le dejarían mayormente en paz. Kagari hizo un puchero. Bueno, al menos Hotaru estaría de visita.
Luego de terminar con la curación, la pelinegra ayudó a su amiga a levantarse, y desvió su mirada, notándose incómoda por algún motivo. Rorona se confundió, pero no le dio tiempo a preguntar porque Hotaru terminó dirigiéndose a Megumi, con unos ojos extrañamente determinantes.
“Megumi… ¿podría hablar contigo a solas, por favor?” le preguntó.
“Sí…” no esperó esa petición de su parte, pero no tenía por qué negar su pedido. La pelinegra asintió, y volvió a verse muy incómoda al dirigirse a los demás. “Ehh… enseguida regresamos… con permiso…”
“Uhh…” a Rorona le dio curiosidad, y no le gustó ver a los dos pelinegros retirarse, sin decir más.
“No es justo,” a Kagari tampoco le pareció. “No pueden excluirnos. Vamos a espiarles.”
“¿E-espiarles?”
“¡Pues claro! ¿Quieres saber qué se traen o no?”
“Y-yo…” Rorona se vio atrapada en un dilema moral.
“Chicas, debemos respetar los asuntos de otras personas,” les recordó Larsa, con paciencia.
“¿Acaso no quieres saber qué ocurre?” preguntó Kagari, un poco molesta.
“No por eso se les debe faltar el respeto,” él vio que la rubia seguía insatisfecha, por lo cual extendió lo que quedaba del alimento para peces. “Toma, puedes continuar alimentando a los animales, si deseas.”
“…” Kagari le miró con reproche, pero sabía que el caso estaba cerrado, así que aceptó el premio de consuelo. Rorona vio a la rubia lanzar el alimento poco a poco, ganándose la atención de los peces.
“Ehh… Larsa…”
“¿Sí?” él miró a Rorona.
“¿Sabes por qué Kagari me odia?”
“Lamento todo el malestar que te ocasiona,” le contestó, algo apesadumbrado.
“¡N-no te disculpes, no es tu culpa! Sólo que… tú la conoces mejor. ¿Sabes si le he faltado el respeto en algún momento, o si hice algo mal?”
“Kagari es… una chica caprichosa e irracional. Siempre ha gustado de jugar bromas pesadas a otros. A veces se prende de algunos sin motivo alguno, posiblemente porque les considera blancos fáciles.”
“S-supongo soy un blanco fácil…” Rorona se apenó.
“Pero Megumi tampoco está equivocado. Diría que ella te tiene envidia.”
“¿Envidia?” ella se sorprendió. “¿Cómo así? Yo creo que soy una de las últimas personas a las cuales envidiar.”
“No lo eres,” Larsa le aseguró. “Pienso que eres muy afortunada. Sólo piénsalo un poco.”
“Eh…” Rorona se vio despistada. Ello le hizo recordar a la conversación que tuvo con Hotaru hace poco.
Entonces, los dos vieron a Saki llegar, y ella se dirigió hacia ellos ni bien les reconoció.
“Finalmente les encuentro,” dijo ella, con un tono calmado, aunque se le notaba impaciente. “Han desaparecido un largo rato y no hemos comido. Vengo a buscarles.”
“Entiendo,” Larsa asintió. “Lamento mucho la demora. Es mejor que regresemos.”
“¿Sensei ya no está molesta conmigo?” preguntó Rorona.
“No puedo asegurar nada a futuro, pero en el presente está muy ocupada molestando a Tomo y metiéndose el mar,” le respondió, y entonces meditó un poco. “Pero cierto comentario de su parte referente a ti me ha hecho entender que no debes meterte al mar en esta ocasión.”
“M-me pregunto qué habrá dicho esta vez…” ella dio un suspiro, torturada.
“¿Dónde están Megumi y Hotaru?”
“Dijeron que pronto iban a regresar, tenemos que esperarles,” contestó Larsa.
“Espero que no se tarden mucho,” Saki entrecerró sus ojos. “Megumi ha estado más distante de lo normal. Debería llamarle la atención.”
“Estoy seguro que no es su intención. Pese a los más recientes problemas con Ayame y Luso, él sigue teniendo a todos en mente, como se esperaría de él.”
“…” Saki no podía evitar sentir que había algo raro en ese chico, pero no sabría decir qué era exactamente…
De repente, Kagari regresó al grupo, y se acercó mucho a Saki, mirándole tan detenidamente como si intentara encontrar hasta la más mínima marca en su piel. La pelinegra recordó aquel extraño sueño en donde la había visto, aun antes de conocerla, y ella había mostrado gran antipatía en este. Pero de un instante a otro, Kagari le sonrió.
“Hola,” le saludó con un tono amigable.
“Hola…” Saki le respondió con leve escepticismo. Ese cambio de expresión en la rubia fue muy rápido, al punto de dudar de su semblante.
“No creo que hemos tenido mucho tiempo para hablar. Y tú te ves simpática. Siento que nos podemos llevar muy bien.”
“Supongo es muy pronto para decirlo,” Saki alzó una ceja. Esa chica parecía un tanto molesta y muy distinta de ella misma, pero no iba a darle un no definitivo. Por su lado, Rorna se apenó, preguntándose si era la única persona del medio a quien Kagari odiaba. “No sé si puedo confiar en las palabras de una persona que descuartizó a todos los peluches de Ayame.”
“No pongas tanta importancia a ese pasaje,” la rubia despidió el caso como insignificante. “Es que Ayame me desespera y medio no me cae bien por tantas exageraciones.”
“¿Y en tu caso qué precisamente determina si una persona te cae bien o no?”
“M-me estaba preguntando eso…” dijo Rorona, tímidamente.
“No lo sé…” Kagari miró a Rorona y sonrió con crueldad. “Mírate en un espejo.”
“¿Q-qué?” ella se estremeció.
“Entonces sólo la molestas y molestas a Ayame sin tener un motivo real,” concluyó Saki, negando al desaprobar su acción.
“Uhh, no es tanto así, dame crédito,” Kagari se molestó. “Supongo son tipos de persona que me molestan, aquellos tontos e inconscientes, o gente que no respeta mi espacio, o personas no merecedoras…”
“¿S-soy no merecedora?” Rorona se afligió.
“Rorona, no deberías autoevaluarte,” observó Saki.
“En serio, eres tonta, despistada, inconsciente, mosca muerta, entre otros, ¿y no merecedora es lo primero que consideras?” Kagari sonrió al ver a la pelimarrón más torturada. “Ah, bueno, soy misericordiosa, así que si me cocinas postres ricos puede que te perdone.”
“¿En verdad?” Rorona le miró con ojos suplicantes.
“Tampoco deberías rebajarte…” Saki se frustró.
“Oh, déjala,” Kagari rió un poco. “Ya se alegró con mi oportunidad. Hay que hacer que Rorona nos prepare muchos postres favoritos para compartirlos. ¿Qué tal?”
“No debemos aprovecharnos de ella…”
“Está bien, a mi me gusta la repostería, y puede que aprenda algo nuevo,” Rorona sonrió. “¿Qué es lo que tienen en mente?”
Y mientras las tres empezaron a planear un lonche con varios postres, Larsa estaba esperando a los dos faltantes del grupo. Sí le había parecido que Hotaru estaba afectada por algo. Quizás lo mejor sería ir a buscarles.
Luego de alejarse del grupo, Hotaru camino hacia la jaula de aves, en el rincón más distante del pequeño zoológico. Al dar la vuelta, los dos se ubicaron entre esa gran jaula y un pequeño muro que delimitaba el lugar, con vista al mar. La jaula tenía a aves de todo tipo y con apariencias llamativas, al punto de interactuar con mucha frecuencia y hacer bastante bulla entre ellas.
“…” Megumi notó que Hotaru miraba hacia el mar, dando la espalda a la jaula. Su interés no estaba en ver a las aves, algo que pareció al principio. “Desde aquí no podemos ver si los demás siguen en el mismo punto.”
“No creo que se vayan a ir…” comentó la pelinegra, con un tono de voz apagado y volumen bajo. “Ellos tampoco pueden vernos, y por las aves, no podrán oírnos.”
“…” interesante comentario. “¿De qué deseas hablar?”
“Megumi…” Hotaru bajó su mirada, apenada, y dudando sobre cómo comenzar con la conversación, pero necesitaba sacárselo de encima. “Tú… s-sé que no es agradable hablar sobre esto pero… tú también has hablado con Near, ¿no es así?”
“…” él se quedó en shock. “¿Sabes sobre él?”
“No… sólo sé que la reportera que vino de visita al jardín me dio un teléfono especial para comunicarme con esa figura enigmática, pero no le he visto, y aparte de su declaración como detective no sé nada de él… sólo sé que tiene mucha información cuestionable y que sabe demasiadas cosas sobre todos en el jardín que son ciertas.”
“…” Megumi desvió la mirada. “Estoy en tu misma situación, aparte que sí le he visto personalmente, pero eso no es importante… ¿cómo así supiste que hablé con él?”
“Él fue quien me lo dijo… me dijo que podrías tener información que yo quiero saber,” respondió ella, dudosa y con una expresión culpable. “Lo lamento… ayer en la noche hablé con él. La reportera me dijo que lo hiciera si quería que me respondiera dudas personales, pero él terminó diciéndome muchas cosas inquietantes…”
“…” era su misma experiencia. Él entrecerró los ojos. “¿Qué tendrá en mente…? No puedo comprender cómo una persona como él gastaría su tiempo contactando a estudiantes de jardín como nosotros. En medio de todo lo que ocurre, nosotros somos personas normales.”
“…” Hotaru le miró directamente, con una expresión con leve confusión y mínima sorpresa. “¿Realmente crees eso, Megumi?”
“…”
“Near no me dijo nada específico, pero me reveló que el jardín no es tan estable como parece y que no tardará en estar bajo la merced de los Neterianos. También me dijo que algo podría ocurrir pronto y tengo que estar lista para lo peor. Todo esto me hace preocuparme por todos… quisiera poder decir algo abiertamente… pero también me inquieta grandemente el simple hecho de saber todo esto… ¿por qué? ¿Por qué él me lo diría si es completamente inútil? ¿Por qué atraje su atención? ¿Por qué sabe tanto de todos aquí, y entre tantos instructores y estudiantes de tercero, me escoge a mí? Megumi, gente como nosotros que sabemos la tensión del ambiente y otros posibles detalles no deberíamos existir, debemos vivir pretendiendo que no sabemos nada porque somos completamente indefensos, impotentes y vulnerables… ¿pero realmente es así? ¿Realmente saber todo esto no tiene ningún punto alguno? Creo que… no podemos ser normales para llamar tanta atención…” hubo un momento de silencio, y Hotaru desvió su mirada, afligida. Algún problema interno le estaba torturando. “No sé sobre tu caso… Near no me dijo nada más sobre ti… pero al menos en el mío… s-sí sé que… yo no soy una persona normal…” cerró sus ojos con fuerza, con su voz amenazando con quebrarse, como si fuera a llorar. “…yo… soy un monstruo…”
“…” se sorprendió por oír esas palabras.
“Tengo miedo… no sé qué puede significar todo esto… a veces intento olvidarlo, pero los pensamientos siempre regresan… la verdad sobre mí también…” un par de lágrimas pasaron a través de sus cerrados párpados, y ella se estremeció. “Siempre esperé… que en el jardín sería como los demás, p-pero… tengo terror… de lastimar a otros…”
“…” él no tenía palabras que decirle. No hace mucho había experimentado un sentimiento muy similar. El descontrol que tuvo en el museo pudo haber tenido horribles resultados, y ese pasaje le hizo dudar sobre sí mismo desde entonces… pasaje que usó Near para llamar su atención y hacer el contacto con él. Seguramente esa reportera había hecho lo mismo con Hotaru, con lo que sea que su problema pudiera ser. “No sé cuál pueda ser tu caso y no tienes que decirlo… pero entiendo tu dilema,” bajó su mirada. “Lo lamento mucho… y en verdad, quisiera poder decirte más que eso…”
“…” ella abrió sus ojos, dejando más lágrimas salir. De inmediato se las secó e intentó calmarse. “P-perdón… no debo llorar… nos están esperando y se preocuparán…”
“Es injusto que ellos no puedan entender nuestros problemas, pero al menos ya sabes que no estás sola,” él le extendió un pañuelo, confundiéndole. “No tienes por qué cargar con esto por tu cuenta.”
“S-sí…” ella recibió el pañuelo, y vio que Megumi le sonrió levemente, con calidez. No recordaba haberle visto sonreír así previamente.
“Incomodarte por algo tan pequeño como una expresión facial dice mucho sobre ti. Es una lástima que seas tan dura contigo misma hasta por esos detalles. No te sientas mal por que otros se preocupen por ti, ellos lo harán gustosamente,” el pelinegro miró hacia el mar, regresando a su característico rostro inexpresivo. “Toma el tiempo que necesites, regresaremos cuando te sientas mejor.”
“…” ella asintió. Una lágrima más resbaló por su mejilla, y se la secó rápidamente. Sonrió un poco, sintiéndose mejor al haber recibido unas palabras comprensivas que le hicieron entender que no estaba sola en ese problema. Esperaba que fuera así…
“Lamento la intrusión,” Larsa llegó donde los dos, quienes se giraron rápidamente hacia él. Hotaru por un instante se vio levemente aterrada, temiendo que él hubiera podido escuchar la conversación. Y sí la llegó a escuchar, pero estaba pronto a explicarse. “No fue mi intención faltarles el respeto, pero estaba un poco preocupado por ustedes. No soy tan ajeno al tema como parece…”
“Y-yo…” Hotaru se asustó.
“No te angusties, por favor. Yo también conozco a Near,” Larsa vio a la pelinegra sorprenderse por su declaración.
“¿Near no te habló sobre Larsa?” preguntó Megumi. Hotaru se sorprendió y negó confundida, al no haberlo esperado. Era muy posible que ella hubiera recibido información con otro enfoque, y por ello no sabía nada sobre él.
“También he mantenido contacto con ese detective… y creo que él ha sido muy duro con ustedes dos…” a Larsa le llamó la atención que Near haya apuntado a que los dos conversaran entre ellos. Sí, un movimiento un tanto brusco, en su punto de vista. Miró a la pelinegra. “Hotaru, no puedo decir nada adicional sobre estas circunstancias de lo que ya has dicho. Esta situación es desconocida, inquietante y muy compleja, y no hay ningún modo que alguno de nosotros pueda hacer algo al respecto, pero no por eso debes estar torturándote a ti misma. Tampoco debes dudar sobre ti de un modo tan cruel, sin importar cuáles sean tus motivos. Tú eres una persona importante para todos en el jardín, y quienes te conocemos sabemos que eres una gran amiga, con muchas cualidades. Deberías darte más crédito por ello. Y Megumi lo ha dicho muy bien, no estás sola,” él asintió, decidido. “Cuentas con nosotros dos para lo que necesites. También con los demás del jardín. Lo único que debes hacer es comunicarte con otros, y pedir ayuda a los demás.”
“L-lo sé…” ella desvió la mirada, insegura. “Tiene sentido… pero…”
“No hay peros que valgan,” Larsa sonrió y se le acercó un poco, llamando su atención. Hotaru le miró confundida. “Tienes una gran amabilidad, clase, inteligencia, y un espíritu realmente fuerte y generoso, pero no haces justicia a ninguna de tus características. Siempre te apagas antes de darte una oportunidad, hasta dentro de las mismas conversaciones cotidianas. Confío plenamente en tu propia persona, sé que puedes llegar más lejos de lo que crees. Hotaru…” él dio una reverencia, sonriendo gentilmente. “Ya te has ocultado demasiado debajo de una sombra que no te sienta bien. Es hora que la dejes de lado y te presentes sin más temores, y finalmente darte a conocer a plenitud. Quisiera que llegaras a hacer eso, por tu propio bien, por tu propia felicidad.”
“…” ella se quedó en blanco, sin saber qué decir. No había esperado ese acto de aquel chico. Pero, aun sintiéndose algo en falta por la dedicación de ambos, también se sentía contenta de oír sus palabras. Sonrió algo incómoda y apenas asintió. “Gracias… muchas gracias a los dos…”
“No hay de qué, todos necesitamos ayuda,” contestó Megumi.
“Debemos regresar, el almuerzo está listo,” dijo Larsa. “Todos nos están esperando. Sólo recuerda que puedes contar con nosotros para lo que gustes a partir de ahora.”
“S-sí… gracias…” Hotaru asintió.
Luego de un corto tiempo de tranquilidad, llegó el momento de regresar al punto de partida, donde todos ya debían estar esperándoles con las energías y ánimos de siempre.
Las complicaciones se postergarían hasta próximo aviso…
Pasó cerca de otra hora más y la convención seguía con tanta vida como siempre. Luego de encerrarse en un cubículo, contestar el teléfono y recibir llamadas de atención por su ‘injustificable comportamiento infantil’, Noire pudo continuar a salvo con su charada, siendo jaladaa por Vert para seguir el paseo con el grupo. Nerviosa en un principio, notó que no tuvo que esforzarse en dar explicaciones ni en actuar normal ya que la entusiasta instructora ánimo y guió a todos a las siguientes actividades. Rápidamente, el ambiente de nuevo se sintió ameno.
Y llegaron a la última parada, los puestos de doujinshi. Había puestos de todo tipo y tamaños. Algunos vendían sus artículos sellados, otros vendedores permitían a posibles compradores ojear sus creaciones antes de decidirse, unos cuantos tenían ofertas especiales o regalaban bonuses exclusivos con cada compra, y un buen número de los puestos más grandes ya estaban cerrados por agotar su stock, al ser muy populares. No todos vendían comics o ilustraciones. Había muchos productos hechos a mano, de variados tipos.
“Aw…” Noire tenía los ojos prendidos en un puesto que vendía comics, llaveros, collares y pequeños peluches de gatitos, dibujados de modo muy simplista y adorable. “Qué hermoso, este se agrega a mis círculos favoritos. Pero ya he gastado mucho por hoy…”
“Date un gusto, las convenciones no son todos los días,” le recordó Luso, sonriendo.
“Yo sé, yo sé, pero…” miró de nuevo al gatito que le había robado los ojos.
“Suena a un dilema mental… pero no te preocupes. Yo lo compro por ti, ¿te parece?”
“¡N-ni se te ocurra!” Noire se avergonzó y miró a la vendedora con decisión. “¡Q-quiero este, y este, y estos dos llaveros, por favor!”
“Enseguida,” la vendedora sonrió algo apenada por notar su dilema, pero continuó con su pedido. “Aquí tiene, incluí una calcomanía de regalo. Gracias por su preferencia.”
“N-no, gracias a usted,” Noire le sonrió con torpeza, y luego de una reverencia, se fue caminando.
“Comprar resultó más fácil de lo que pensaste,” comentó Luso.
“Cállate… ahora tengo cargo de consciencia…” Noire caminaba cabizbaja. En eso, ellos se encontraron con los tres hermanos.
“¿Cómo les va?” saludó Roxas. “Ah, veo que compraste algo más Noire.”
“Sí…” ella desvió la mirada.
“Me sorprendí al ver unos puestos de artículos de los Avengers,” comentó Sora, revisando una bolsa. “Conseguí distintos cobertores para mi celular con buenos diseños.”
“Lo bueno de los doujinshi es que no es mercadería oficial y por declararse independientes, tienen libertad de creación. Algunos hacen buenos artículos,” dijo Blanc. “Compré un par de doujinshi de mis series favoritas y un libro de cómo dibujar. Quisiera igualar a mis círculos preferidos algún día.”
“Oh, dímelo a mí, pero es casi imposible,” Noire dio un suspiro. Justo en ese instante, vieron a la rubia instructora regresar, con una cantidad de doujinshi que era al menos el doble que todos los de los demás juntos.
“Hola chicos,” Vert sonreía con más felicidad de la usual. “Finalmente pude saciar mis necesidades básicas. Encontré de todo y hasta más, tengo mucho por leer.”
“¿Qué tipo de doujinshi compraste?” preguntó Noire.
“Oh, ni sé por dónde comenzar. Encontré este de chicas mágicas que es muy divertido,” lo mostró momentáneamente para buscar otro. “También este de ilustraciones gothic de hadas,” lo enseño, pasando a otra bolsa. “Y me topé con un círculo de homoge muy llamativo…” empezó a sacarlo, y todos se horrorizaron por una extremadamente explícita carátula de yaoi.
“¡V-Vert, guarda eso!” Roxas corrió y ocultó ese comic de regreso a las profundidades de aquella prohibida bolsa. Él se veía ligeramente ruborizado, al igual que la mayoría, a excepción de Blanc porque Sora tapó sus ojos a tiempo. “¡Eres mi instructora! ¿Qué haces leyendo yaoi?”
“No te preocupes, estamos en confianza,” ella rió un poco. “Tal vez, cuando crezcan, las damiselas del grupo entenderán.”
“¡Nunca!” declaró Noire, insultada. “¡Mi preciado doujinshi de slice of life no se compara con el tuyo!”
“Sólo a un pervertido le gustarían cosas exageradas,” opinó Blanc, juzgando el contenido por las reacciones de los demás.
“No sería sólo eso, hay mucho envuelto detrás de cada gusto,” Vert asintió a sus palabras, sonriendo segura. Fue entonces que se encontraron con otra persona más, tal vez uno de los últimos que hubieran esperado ver por ahí.
“Oh, qué sorpresa encontrarles,” Alexei se acercó al grupo. “Buenas tardes a todos.”
“¿Alexei?” Sora se sorprendió. “No pensé que también eras friki.”
“Friki…” él meditó sobre ese término por un momento. “Si te refieres a tener los gustos representados en la convención, realmente me hace falta mucho conocimiento, pero dos personas cercanas a mí si gustan mucho de estos ambientes,” alzó unas bolsas de compras, sonriendo tranquilamente. “Por eso decidí usar este día libre en venir a conocer más sus gustos y comprarles regalos.”
“¡Oh~ qué suerte tienen esas personas!” Vert se maravilló por oír su motivo. “Son muy afortunadas de tenerte como amigo, Alexei.”
“No es gran cosa, en verdad,” Alexei se vio confundido.
“Sí que lo es,” Vert asintió repetidamente, convencida. “Interesarte en sus gustos personales es bastante, pero vas más allá. Siempre he pensado que un regalo dedicado al lado friki de una persona es el mejor de los regalos que puede haber.”
“Debes haber hecho una fila interminable,” observó Blanc, notando lo que había comprado. “Lo que traes son doujinshi que debieron haberse agotado en menos de media hora. ¿Cuánto tiempo esperaste antes que la convención abriera?”
“No sabría decirte. A decir verdad, el tiempo se pasó volando,” él sonrió con torpeza, pero por su ambigua respuesta, debió haber sido bastante. “Pasé mi tiempo en la fila conversando con un grupo de amigos, quienes compartieron su pasión y experiencias. Es como ingresar a un mundo distinto, con convenciones, carrera de pedidos y reservas por internet, caza de ediciones limitadas y tomar el metro vacío en la madrugada con la sensación de victoria luego de llegar a tiempo a una venta de estreno de un videojuego niche a medianoche,” él sonrió pacíficamente, como si su día hubiera incluido algún tipo de peregrinaje o búsqueda espiritual. “Escuchar todos los puntos de vista de las distintas personas en mi camino ha hecho esta experiencia muy memorable.”
“Me pregunto qué clase de historias habrás oído…” comentó Roxas, no queriendo imaginar los extremos a los que ciertas personas podían llegar.
“Ah, antes que se nos olvide,” Luso tomó la palabra. “Nos hemos encontrado con una conocida de un viaje aquí, su nombre es Noire. Ella participó en una competencia de canto y sacó el segundo lugar.”
“S-suficiente…” Noire se sintió nuevamente incómoda. Ese sereno e inocente instructor le daba mala espina, además de recordar aquella vez en el parque cuando él por poco y termina atrapándole. Supuso era lo mejor despedirse ya, no quería llamar más la atención, aparte que se hacía tarde.
“Noire, ¿no es así? No debes avergonzarte por tu talento de canto,” el monje le sonrió. “Mi nombre es Alexei, es un gusto conocerte.”
“Igualmente… gracias…” respondió con leve torpeza, cumpliendo el saludo. “Pues, lamento mucho que recién nos encontremos pero ya tengo que irme. Tengo un reporte por escribir esperándome en casa.”
“Es verdad, y ya casi anochece,” observó Blanc. “Lo mejor es que regreses a tus quehaceres de inmediato. No puedes pasar todo el tiempo aquí, es irresponsable.”
“L-lo sé…” y le dio algo de molestia oírlo de ella, quien le había puesto peros sobre irse temprano durante la comida. Noire sonrió modestamente. “Bueno, ha sido una tarde agradable. Espero que nos volvamos a ver. Cuídense.”
“Tú también, suerte con tu proyecto,” le deseó Sora.
“Hasta pronto. Podemos ponernos de acuerdo por Twitter,” dijo Luso.
“Sí, sin lugar a dudas,” Noire asintió. Al menos ya había anticipado hacerse cuentas de Facebook y Twitter distintas para su imagen de asesina… y debió haber hecho lo mismo con su celular, pero en fin…
“Ve con cuidado,” dijo Vert, y entonces los presentes vieron a varios trabajadores repartiendo recuerdos de esa convención, entre lapiceros, pins y calcomanías. “Ah, eso quiere decir que la convención terminará en menos de media hora. Vamos por los recuerdos antes que se acaben.”
“Sí, o seguramente alguien querrá llevarse muchos gratis,” Blanc caminó hacia los asistentes más cercanos, y el grupo le siguió, encontrándose en poco tiempo en medio de un grupo grande de personas esperando su turno. Noire por instante pensó en buscar algo también, pero decidió aprovechar la cantidad de gente para retirarse…
“Noire…” Alexei dijo su nombre y ella instintivamente se detuvo y le miró, notando la tranquila sonrisa del instructor. “A pesar de todo, tú eres una buena persona…”
“…” ella no supo qué interpretar, pero su paranoia actuó por ella, y le hizo irse. “C-con permiso…” y se fue a pasó rápido.
El monje le vio perderse entre la multitud, y al girarse, notó que Vert le miraba.
“Una buena chica, ¿no es así?” agregó Vert, sonriendo convencida. Una buena chica con el deber de no desobedecer las órdenes de Pram.
Con ello terminó ese día, entre los últimos tranquilos que todos podrían disfrutar en armonía.
Y el tiempo siguió con su curso.