Los labios de Shinya se estrecharon hasta formar una gran sonrisa al ver a los recién llegados.
“¿¡Hah?!” Guren se puso de pie ni bien Yuu terminó de hablar. “Para tu información, si fuese por mí, jamás pondrías un pie en este establecimiento, mucho menos para trabajar.”
“Buenos días, Yuu-kun, Mika-kun~” Saludó el albino, ignorando la irritación de su compañero. “Aún es temprano, así que no hay problema.” Dijo antes de terminar su café de un sorbo. “De hecho, son los primeros en llegar.”
A pesar de que los jóvenes habían cerrado correctamente la puerta tras su ingreso, era evidente que se había iniciado alboroto en la entrada. El letrero colgado tras el vidrio de la puerta dictaba que el local estaba cerrado; sin embargo, ya era posible ver varias figuras borrosas apiñándose a su alrededor.
Interesante. Pensó Shinya al notar cabezas curiosas asomándose unas tras otras para dar un vistazo al interior, incluso se podían distinguir voces femeninas con más claridad a cada minuto que pasaba.
Eso había sido obra suya. Durante un par de semanas se había encargado de promocionar la inauguración del café, haciendo uso de sus contactos y la popularidad de la familia Hiiragi. Volantes, anuncios, redes sociales, utilizó cualquier cosa que estuviese a su alcance. Incluso se había tomado la molestia de tomar algunas fotografías de sus empleados para colocarlas discretamente en la publicidad (nada demasiado intrusivo, cabía aclarar) y podía decir con total seguridad que había sido todo un éxito. Seguramente al ver llegar a Mika y Yuu, habían terminado de comprobar qué tan cierto era lo que anunciaban.
Complacido, Shinya se levantó de su lugar con las tazas que habían ocupado.
“De hecho, será mejor que nos pongamos en marcha.”
Sin esperar una segunda opinión, Guren alzó la voz. “Ya oíste, mocoso, tienes que ponerte el uniforme de una buena vez.” Dijo, y cortó la distancia que lo separaba de Yuuichiro para cogerlo de la parte trasera de la cabeza y arrastrarlo con fuerza en dirección de los vestidores.
Shinya sólo rió ante la escena, no había necesidad de indicarle a Mikaela que fuese con ellos, el chico ya iba a pasos rápidos detrás de los dos. Por lo que sabía, Yuu y él eran prácticamente inseparables, así que eso no era nada de qué sorprenderse.
Cuando se dirigía a la cocina, las campanillas de la puerta anunciaron la llegada de alguien más.
“Perdón por la tardanza.” Dijo un chico de lentes y voz fastidiada mientras se acomodaba la chaqueta que traía puesta.
“Buenos días, Kimizuki-kun.” Respondió el ojiazul, deteniéndose al ver que el menor no parecía tener intenciones de cerrar la puerta. “¿Has venido con alguien más?”
“¿Qué?” El pelirrosa giró la cabeza para ver detrás suyo. “Sí, encontré a-”
Shinya le oyó soltar una maldición entre dientes y de pronto Kimizuki retrocedió hasta la puerta y sacó un brazo al exterior. El peliblanco escuchó el jaleo de las potenciales clientas por un momento, a Kimizuki pedir calma y luego una voz familiar siendo amortiguada por los gritos.
Inmediatamente después, Kimizuki atrajo su brazo de un potente tirón y cerró la puerta casi de golpe. Cogido del cuello de la camisa, se hallaba otro de sus nuevos empleados, Yoichi Saotome.
“Dis-” Trató de hablar el jovencito mientras recuperaba el aliento y se inclinaba en una pronunciada reverencia. “¡Disculpe la demora!”
“Hmm, hola, Yoichi-kun.” Respondió Shinya, evaluando el estado del chico en cuestión. “¿Qué sucedió?”
Yoichi tomó una bocanada de aire y se puso de pie. “Hay mucha gente fuera, intenté no tropezar con nadie, pero son… más persistentes de lo que esperaba.”
“En resumen, lo aplastaron.” Explicó el de lentes.
“¡Kimizuki-kun!”
“Wow, ¡esto ciertamente es mejor de lo que esperaba!” Comentó el peliblanco sin poder contener la risa.
“¡Shinya-san!” Protestó el de cabello castaño, claramente abochornado. “No es gracioso…”
“Oh, no no. Lo siento, no es por molestarte.” Dijo aclarándose la garganta. “Sólo veo que será un día entretenido~”
“¿Qué tanto hacen?” Preguntó Guren apareciendo al lado de Shinya, sus ojos pasaron por la puerta principal y los otros dos nuevos antes de detenerse en su socio.
“Vaya, Guren.” Shinya sonrió con maña. “Al fin regresas, por un momento pensé que te quedarías con los chicos en el vestuario para cerciorarte de que se colocaran bien el uniforme.”
“Muy gracioso.” Masculló el pelinegro. “Como si pudiese soportar estar a solas con esos dos.”
“¡¿Eh?!” Exclamó Yoichi. “¡¿Ya llegaron Yuu-kun y Mikaela-kun?!”
“Sip~” Sonrió Shinya.
“No puedo creer que haya llegado más tarde que ese idiota.” Se lamentó el jovencito más alto.
Guren asintió con una sonrisa burlona. “Sí, debería darles vergüenza.”
“Apuesto que Mikaela-kun tiene mucho que ver en eso.” Dedujo Shinya y luego llamó la atención de todos dando un par de suaves aplausos. “En fin, ya vieron cómo están las cosas afuera, así que alístense la más pronto posible, abriremos en quince minutos y necesito todas las manos posibles.”
“AHORA MISMO.” Insistió el pelinegro, riendo internamente al ver al par salir embalados a la parte trasera del café.
“Déjales respirar.” Rió con ganas el ojiazul.
“Cuando les toque su descanso respirarán todo lo que quieran.”
Shinya suspiró meneando la cabeza. “Vale, pero ahora ayúdame a tener las mesas listas.”
(Sorry, madreeee, ya me pongo las pilas yoy)