Bishoujo Team

Random => Patio de Juegos => Topic started by: Neko on February 14, 2016, 03:24:12 PM

Title: OTP Prompts
Post by: Neko on February 14, 2016, 03:24:12 PM
(https://niriplays.net/bt/neko/patio/OTP-header.jpg)

PROMPTS LIST

Blind Date (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg5436/#msg5436)
Fíli x Anir
Red Lines 01 (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6227/#msg6227)
Ikkaku x Raiko
Red Lines 02 (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6538/#msg6538)
Ikkaku x Raiko
Red Lines 03 (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6918/#msg6918)
Ikkaku x Raiko + Niriko
Fox and Hound 01 (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6336/#msg6336)
Kakashi x Raiko
Fox and Hound 02 (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6364/#msg6364)
Kakashi + Iruka
Cupcakes & Coffee (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6692/#msg6692)
Anders & Mitchell
Expecting (http://write.btproject.org/index.php?topic=288.msg6770#msg6770)
Yohji x Airi + Demian
The thing with feathers (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg6921/#msg6921)
Aideé x ??
Compañeros de piso (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg7837/#msg7837)
Afrodita x Milo
All this and Heaven too (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/otp-prompts/msg7842/#msg7842)
Shuuhei x Izuru
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on February 14, 2016, 03:25:11 PM
Fíli x Anir
Blind Date

—¡Pero Kíli!

—Ni peros ni peras, te vas a vestir y vas a ir a esa cita. —frunció el ceño Kíli, con las manos en la cintura.

Justo así se parecía mucho a su madre, y a Fíli le dio un poquito de respeto. Al final acabó por suspirar y siguió el dedo de su hermano, que señalaba el baño, para empezar a arreglarse.

—Esto es una mala idea —hizo saber Fíli su opinión, arrastrando los pies mientras se frotaba la barba con una mano, necesitaba arreglársela—, y lo sabes.

—No, no lo es —replicó Kíli, poniendo las manos en la espalda de su hermano para obligarle a caminar más rápido—. Verás como no.

Fíli miró hacia atrás y pudo entrever la sonrisa brillante de Kíli.

—¿Hay algo que sepas que no me estes diciendo?

—Nop —canturreó el castaño antes de darle un último empujón hacia el baño y gritar antes de cerrar la puerta—. ¡Y lávate todo bien! ¡Todo!

—¡Kíli!

————

—¡No voy a ir!

—Sí vas a ir y te vas a poner bien bonita. —espetó Airín, inclinándose hacia la chica en la cama.

—Que no quiero… —se quejó Anir, rodando hacia la pared antes de que su amiga le agarrase del hombro para girarla hacia el borde del colchón—. No puedes obligarme.

Airín entrecerró los ojos antes de sonreír, tan despacio que a Anir le dio un poquito de miedo.

—Te dejaré mi vestido verde. —ofreció la pelirroja.

Anir se incorporó un poco, atenta.

—¿El de cuadros negros?

—Ese mismo —confirmó Airín.

Anir se mordió el labio inferior antes de sentarse en la cama.

—¿Y la bufanda esa tan suave? —tanteó.

—La que te va a juego con la boina, sí.

Anir se dejó caer de nuevo en la cama.

—¡Estás haciendo trampa! —se quejó mientras pataleaba.

—¿Y funciona? —preguntó Airín antes de que las dos cayeran en el silencio.

Al final Anir se quejó un poco más, Airín se rió, pero media hora después estaba ayudándole a hacerse el pelo antes de que ella se maquillara.

————

Fíli no sabía cómo definir el hecho de tener una cita a ciegas el día de San Valentín. ¿Era triste, especial, desesperado, diferente?
Lo que tenía claro es que al menos así se quitaría a su hermano de encima durante unas semanas. Y es que en su búsqueda del éxito amoroso, Fíli llevaba unos años más bien infructuosos. Y Kíli necesitaba hacer algo al respecto.
Si es que el chico no podía no enredar…

Fíli suspiró, mirando las decoraciones del restaurante con curiosidad. El sitio era bonito, la cena se la pagaba su hermano y el ambiente era romántico pero no demasiado recargado.
Alguna decoración que recordaba el día aquí y allá, música ambiental en directo y una carta especial por el día de los enamorados.

Fíli suspiró otra vez, frotándose la frente con una mano mientras cerraba los ojos. Y entonces la escuchó.

—¿Fíli? —preguntó una voz femenina desde la entrada.

La chica habló con el metre y se acercó a su mesa a saludar.

—Anir… —murmuró Fíli al reconocerla.

Él se levantó, agarrándose la corbata cuando vio que colgaba sobre la mesa mientras se levantaba. Anir le sonrió, dándole un breve abrazo antes de dejarle un beso en la mejilla, que Fíli respondió con una sonrisa.
Hacía tiempo que no la veía. Años. Desde que terminaron el instituto y con ello su relación, aunque nunca se habían llevado mal, ni después de dejar de ser novios.

—¿Qué haces aquí? —preguntó Fíli, agarrando todavía uno de los codos de Anir— Quiero decir, en la ciudad.

Anir se rió un poco, y se apartó un mechón detrás de la oreja. Había vuelto a dejarse el pelo largo.

—Me trasladé aquí hace unos meses, yo creía que habías vuelto al pueblo.

—No, no… todavía no. —negó Fíli, soltando por fin el codo de Anir y ladeando la cabeza mientras le echaba una ojeada sutil.

Anir estaba haciendo exactamente lo mismo.

—¡Que raro verte con traje! —apuntó— ¿Qué haces vestido así?

—A veras… —Fíli se rascó un poco el cuello, mirando hacia la mesa.

Y cuando Anir siguió su mirada vio que estaba preparada para dos. El corazón le latió un poco más rápido, sintiendo una ansiedad que había estado empezando a bullir en su interior desde el momento en el que había reconocido a su ex.

—Ah, que tonta… —musitó y agregó un poco más alto—: En un día como hoy, no ibas a pasarlo solo. Ja, ja…

Esta vez su risa sonó un poco forzada y miró alrededor en busca de una salida. Y como por arte de magia allí estaba, el metre empezaba a acercarse.
Anir supuso que le llevaría hasta su mesa.

—¡La verdad! —dijo un poco alto, llamando la atención de Anir de nuevo hacia él— Es que… no sé a quien estoy esperando.

—¿Eh? —preguntó Anir.

—Verás, mi hermano…

El metre llegó hasta a ellos y Anir se giró a mirarle, levantando una mano para ponerla sobre uno de los brazos de Fíli, callándole inmediatamente con el toque suave.
Y el metre apartó la silla sin usar.

—Señorita —dijo él—. Señor, ¿todo bien?

Los dos se quedaron callados y después de mirarse con incertidumbre, miraron al jefe de sala.

—Ah, ¿mi reserva? —preguntó Anir, aún sin moverse.

—Es aquí.

Después de unos segundos de tensión, Anir carraspeó, levantando la barbilla.

—Sí, claro. —dijo antes de sentarse con toda la dignidad que pudo reunir.

El metre volvió a su puesto y un camarero se presentó y les tomó nota de la bebida antes de traerles la carta.
Anir se escondió tras la suya. Y Fíli terminó por darle una patadita por debajo de la mesa. Cuando Anir se asomó, Fíli levantó una ceja, sonriendo.

—Creo que tenemos mucho de qué hablar. Por ejemplo de cómo hemos acabado aquí esta noche.

—Sí, supongo que sí.

Y bajó el menú, dejando ver su sonrisita apretada antes de devolverle la patadita.

Anir no sabía cómo definir tener una cita a ciegas el día de San Valentín. Pero por lo menos podía decir que de momento era interesante.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on August 30, 2016, 04:46:16 PM
Ikkaku x Raiko
Red Lines



No tenía nada de raro oír música en los patios de entrenamiento en la Sociedad de Almas. Algunos shinigamis usaban el ritmo de un tambor o la propia voz para marcar pautas en sus movimientos o para crear un sentimiento de unión entre sus compañeros shinigamis.
Lo raro, lo verdaderamente raro, era oír música remotamente relajante en la División número Once.

—¿Qué es eso? —preguntó Ikkaku, con la nariz fruncida.

No es que desaprobase ese tipo de música, él mismo recurría a la música en sus momentos de meditación de vez en cuando, simplemente se le hacía extraño. Además, no conocía ese disco en concreto de Florence + the machine, necesitaba averiguar más.

—Viene de por allá. —señaló Yumichika, sin mucho interés.

Cuando llegaron al final de la calle, un montón de shinigamis se agolpaban en la entrada de uno de los patios más pequeños de entrenamiento de su división.
Yumichika llevaba las manos dentro de las mangas e Ikkaku lo imitó al pararse detrás del montón. Tuvo a bien carraspear, llamando la atención de un par de shinigamis que empezaron a tirar de las ropas de los otros, tratando de ponerse firmes ante su teniente.

—¿Qué está pasando aquí? —quiso saber.

—Es… es una mujer, señor.

—¿Una mujer? —se sorprendió Ikkaku, levantando las cejas, creando arrugas en su frente.

Yumichika se asomó un poco más, mirando al interior del patio. Su sonrisa se ensanchó tanto que el miedo de sus subordinados se notó en toda la división.

—Aaah… —murmuró Yumichika, como si acabase de entender un chiste—. Me debes dinero, Madarame, paga.

—¿Qué? —Ikkaku no entendía qué estaba pasando, así que se asomó.

Y lo que vio lo sorprendió lo suficiente como para dejar caer la mandíbula al suelo.

Una mujer, con pantalones ajustados y un top deportivo lila hacía estiramientos de yoga en el patio, al lado de un radiocassette. Un uniforme de shinigami estaba pulcramente plegado al lado de la esterilla.
El pelo de la mujer cayó desparramado por el suelo desde su coleta alta mientras ella estiraba el cuerpo hacia delante, con las piernas rectas y juntas.

Cuando se levantó poco a poco, controlando la respiración, pudo ver su cara. Como si aquel pelo rojo no hubiese sido suficiente como para saber de quién se trataba.

—¿Yukishiro? —preguntó Ikkaku.

Yumichika le puso un dedo en la barbilla, volviendo a cerrarle la boca a Ikkaku con firme suavidad.
Luego esperó con la mano abierta a recibir su dinero. Después de todo Yumichika había apostado a que Raiko no era gay, aunque hacía poco había tenido que pagar porque habían pillado a su compañero con otro hombre.

Ikkaku le dio el dinero a regañadientes.

—¡Ah, no! ¡Me tienes que dar el doble!

E Ikkaku chistó porque no había colado.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on September 30, 2016, 04:50:30 PM
Kakashi x Raiko
Fox and Hound



—¿A qué huele? —fue lo primero que preguntó Genma al entrar al piso que compartía con sus compañeros de misión.

Siguió el olor hasta la cocina. Curry, era curry. Y no debía de faltar mucho, porque Genma podía oler el arroz hervido.
La mano de Kakashi le detuvo antes de entrar en la cocina y se giró con el ceño fruncido para ver qué pasaba. Kakashi se llevó un dedo a los labios, tapados por su habitual máscara, y señaló hacia dentro. Genma se asomó en silencio.

Delante de los fogones, Raiko y Shisui cuchicheaban. Genma no llegó a entender que había dicho Shisui, pero sí pudo captar el tono sugerente. Raiko se apartó un poco antes de empujarle juguetonamente y reír algo azorada.

Genma y Kakashi se retiraron al pasillo y tuvieron una conversación de signos que acabó con la paciencia de Shiranui, que se llevó a su compañero hasta la habitación para tener algo más de privacidad.

—¿Esos dos están liados? —preguntó.

Kakashi se apoyó en la pared, ladeando la cabeza mientras metía las manos en los pantalones.

—Maaa… —empezó.

—Ni ma ni mo. Están liados, ¿verdad? ¿Cómo es que me vengo a enterar ahora? ¿Esto lleva pasando mucho tiempo?

El otro simplemente se encogió de hombros.

—No sé.

Genma rodó los ojos y suspiró, masajeándose el cuello.

—¿Y no se te había ocurrido decirme algo antes de hacer la misión?

Kakashi se acercó a él, o más bien a la puerta de la habitación frente a la que se encontraba.

—¿Acaso importa? —le preguntó, con una sonrisa que se podía adivinar debajo de la máscara, aunque no acababa de llegar a sus ojos.

Genma levantó la mano, apoyándola en la mejilla de Kakashi.

—Parece que a tí te importa.

La puerta se abrió despacio y tras ella apareció Raiko, que los miró algo confundida antes de sonreír con picardía.

—La cena está servida, pero si queréis que os aparte los platos… —dijo, con cierto retintín en la voz.

Genma le sonrió, como siempre hacía.

—No, ¿por qué? ¡Si me muero de hambre! —anunció antes de quitar la mano de la mejilla de Kakashi y salir al pasillo—. ¿Por qué decías eso?

Y dos pasos más allá se dio cuenta. Se giró a mirar a Raiko, que aún le sonreía, como si supiera algo que no debería de saber.
La boca de Genma dibujó un círculo y señaló a la chica antes de empezar a negar con vehemencia.

—¡No estamos liados! ¡No, no, no!

Fue ese el momento que eligió Shisui para materializarse detrás de Genma y apoyar las dos manos en sus hombros, apretando un poco.

—Claro, y lo mío con Raiko es puramente platónico, todo el mundo lo sabe. —dijo convencido, antes de dirigir a Genma hacia la cocina.

Cuando las voces de los dos hombres se empezaron a oír más lejanas, pasillo arriba. Kakashi se ajustó la máscara e hizo una sola observación.

—Hmnhmmmn. —Y se fue lentamente hacia la cocina.

Raiko se quedó mirando la espalda de Kakashi antes de abrir mucho los ojos y señalarlo con un dedo tembloroso.

—¡No! ¡Oye, no digas eso! —reclamó—. ¡Kakashi, para!

—Hmhmn.

—¡Aaaagh!

La cena fue animada, como siempre después de una misión exitosa y sobretodo si había curry de Raiko y Shisui.
Y aunque Genma se quedó con la duda de si lo que Shisui había dicho era verdad o mentira, sí que le quedó en claro que Kakashi no había dormido en la habitación que compartía con él en toda la noche.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on October 09, 2016, 01:02:35 PM
Kakashi + Iruka
Fox and Hound



El carraspeo le llegó alto y claro, pero Kakashi decidió ignorarlo, levantando un poquito más el libro de tapa naranja que estaba leyendo.
El chunin suspiró. Era uno de los profesores nuevos de la academia y por lo visto no le aguantaba las gracias a nadie, así que apartó los pies de Kakashi de la mesa y dejó sus carpetas donde antes habían estado aquellos pies.

—Esto es el despacho de los profesores. —dijo el chico.

Kakashi pasó la página, poniéndose un poquito más recto. El silencio se instaló por unos segundos entre los dos, cargado de tensión.

—Y usted no es un profesor, Hatake-san.

Al oír su apellido, Kakashi levantó la mirada del libro, estudiando bien al nuevo profesor. Tenía el pelo castaño, recogido en una coleta alta que se disparaba hacia todas partes y una cicatriz le cruzaba la nariz.
Kakashi cerró el libro, con una sonrisa bajo la máscara.

—Tú eres uno de los pollos de Genma. —habló, reconociéndolo.

Iruka arrugó la nariz, entrecerrando los ojos.

—Vivo en su casa, sí, pero no soy ningún pollo. —sentenció, abriendo una de las carpetas y empezando a sacar los papeles que guardaba en ella.

Kakashi se rió por lo bajo, apoyando los pies en una silla libre y volviendo a abrir su librito.

—Tu pelo dice lo contrario, parece un plumero.

Iruka apretó los dedos rodando los ojos antes de mirar hacia el techo, pidiéndoles a los dioses algo de paciencia, aunque por lo visto no le concedieron su deseo.

—Y el tuyo te va a juego con el nombre, señor espantapájaros.

Kakashi levantó una ceja con el comentario y cuando Iruka creía que se iba a largar ofendido o le iba a volver a insultar, lo que ocurrió fue todo lo contrario: lo oyó reír.

—Esa ha sido buena, chaval —le dijo, palmeándole la espalda—. Se nota de donde vienes, Genma siempre las tiene preparadas…

Iruka le miró extrañado, sin saber por dónde agarrar a ese hombre ni qué hacer con él. Mientras se lo pensaba, Kakashi se rascó la mejilla y miró hacia un lado antes de volver a mirarle con algo de interés.

—Hagamos un trato —empezó a proponerle—. Yo me quedo ahí leyendo sin molestar y tú no le dices a nadie donde me escondo.

Iruka estaba separando los papeles para empezar a trabajar con ellos y lo pensó durante un segundo antes de responder.

—¿Y qué saco yo a cambio?

Kakashi pareció sonreír debajo de la máscara y su voz sonó sincera cuando habló.

—Un amigo.

Iruka no sabía si se iba a arrepentir más tarde, pero decidió encogerse de hombros. Tampoco quería líos en su primer día de colegio.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on December 02, 2016, 01:41:11 PM
Ikkaku x Raiko
Red Lines



No era habitual ver a Ikkaku nervioso, así que, en las pocas ocasiones que este raro suceso ocurría, Yumichika le revoloteaba ansioso, intentando averiguar el porqué.
Está de más decir que el esrés añadido no le sentaba muy bien al teniente.

—Yumi —le llamó con el puente de la nariz atrapado entre dos dedos—, me estás poniendo negro.

Su compañero le iró de arriba a abajo antes de chistar, mientras volvía a su tarea, que consistía en limarse las uñas.

—Mira, así irás a juego con el uniforme.

Ikkaku gruñó, con la cara enterrada en las manos. Y Yumichika sonrió mienras conseguía la forma perfecta para su uña, aunque su sonrisa tenía más que ver con el desquicio de su amigo.
Al final suspiró, dejando la lima de lado.

—Bueno, suéltalo de una vez —insistió Yumichika—. Es por la chica, ¿verdad?

Ikkaku apoyó la mejilla en la mano y el codo en la mesa, mirando a Yumi con los labios apretados y el ceño fruncido. Yumichika se removió en la esquina del escritorio de Ikkaku, donde estaba apoyado.

—Te gusta Raiko. —canturreó con esa sonrisa de comemierda.

Y aunque lo había repetido mil veces y mil veces se lo había negado Ikkaku, esta vez lo que hizo fue tirarle de la mesa de un empujón que lo mandó al suelo.

—¡Estúpido! —le gritó— ¡Mi cara idiota!

Y esta vez fue el turno de Ikkaku de sonreír con malicia.

—Sí, tu cara es idiota.

Yumichika se sopló el flequillo, levantándose del suelo y poniendo una mano en su cintura, moviendo la otra en un ademán molesto.

—Ya está bien de rodeos, te gusta la chica, que yo lo sé.

Ikkaku volvió a no contestar y centró su atención en los papeles delante de él. Yumichika chistó y se cruzó de brazos.

—Como sea. —dijo, antes de desistir y darse la vueta para salir de la oficina de su teniente.

Pero cuando tenía la mano en la puerta, empezando a deslizarla, Ikkaku habló.

—Es que no sé qué decirle.

El volumen de Ikkaku había sido tan bajo que la mayoría de la gente no le indo habría oído, pero Yumi lo hizo y volvió a cerrar la puerta de golpe, girándose poco a poco, con las manos agarradas y una sonrisita brillante y encantadora.
Él tenía razón.

—No. —le dijo Ikkaku.

—¿No, qué? —se indignó Ayasegawa—. Chico, si no he dicho nada.

Ikkaku le miró con seriedad y un tic en la ceja. Y Yumichika suspiró de nuevo, acercando al escritorio y poniendo una mano en él, recuperando su lima olvidada.

—Háblale de maquillaje.

Ikkaku frunció dicha ceja. El tic se repitió.

—¿Qué? —le preguntó Yumichika—, los dos lleváis el mismo tipo de maquillaje, seguro que funciona.

Yumichika se giró, haciendo volar su precioso pelo lacio antes de caminar con elegancia hasta la puerta y, antes de salir, agarrado al marco del panel, termino con un:

—Piénsalo, no es tan mala idea.

La puerta se cerró con un ruido sordo e Ikkaku lo pensó.

—Lo malo es que va a tener razón, no es tan mala idea.


———

El aburrimiento tenía a Yumichika dando vueltas por la división mientras buscaba qué hacer o a quién hacerse, aunque de momento no encontraba nada ni a nadie que pudiera ser una buena opción.
Ya había molestado demasiado a Ikkaku y Madarame tenía un límite que era mejor no cruzar. Era mejor no despertar al dragón.

Así que cuando se lo encontró al girar la esquina, dio la vuelta inmediatamente, con los hombros crispados y esperando que no le hubiese visto. Aunque la curiosidad le hizo echar un último vistazo para ver si le había pillado.
Y no, la atención de Ikkaku estaba lejos de Yumichika, que se pegó a la pared y se agarró de la esquina para asomarse otra vez.

Parecía que el teniente estaba caminando hacia cierta chica pelirroja.

—¡Oi, Yukishiro! —llamó Ikkaku.

Raiko se dio la vuelta y los ojos se le volvieron redondos cuando vio a Ikkaku, descamisado y con el bokken apoyado en un hombro.

—¿Sí, teniente? —preguntó la chica, enderezando un poco más la espalda.

La mirada inquisitiva de Ikkaku estaba clavada en su cara, inspeccionando y Raiko se preguntó si es que tenía alguna mancha de la merienda. ¿Podría ser?
Estaba apunto de preguntarle si tenía monos en la cara cuando su teniente le sorprendió.

—¿Qué tipo de pincel usas? Siempre se te queda muy definido.

Rako parpadeó.

—¿Qué?

—El maquillaje —le dijo Ikkaku, señalando sus propios ojos para hacerle entender.

—Ah...

Y la siempre seria Yukishiro se quedó en blanco por un momento antes de notar como el calor subía hasta sus mejillas, coloreándolas de un rosa parecido al tinte con el que adornaba sus ojos.
Ikkaku notó el tic volver a su ceja y las apretó para evitarlo. A lo mejor había sido una mala idea ¿demasiado personal?

Hasta que vio una sonrisa redibujar las facciones de Raiko, que de repente tenía un aspecto mucho más femenino e infantil.

—¡Pues verá! —dijo, con más entusiasmo del que le había oído usar nunca.

E Ikkaku no pudo evitar empezar a responder esa sonrisa mientras le oía hablar de las maravillas del set nuevo de brochas y pinceles que se había comprado.
Yumichika agarró a un chico que pasaba por ahí cerca y juntando su nariz con la de él le ordenó que le trajese palomitas, y que fuese rápido.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 11, 2017, 12:01:02 PM
(http://24.media.tumblr.com/2df1b04a636e9a81179e1fdfdfb15a8d/tumblr_mgtvq3B8Q71r0t68go1_250.gif)(http://68.media.tumblr.com/dbec57937a763929b209fc1f44e49dbb/tumblr_n5fe8gI6191rkunhmo5_250.gif)
Anders & Mitchell
Cupcakes & Coffee



Anders era un enigma y eso no era ningún misterio. Mitchell intentó tapar la risa que sus pensamientos le habían dado, levantando la taza de café hasta sus labios, pero sin beber.
Y eso lo pensaba alguien que había vivido entre fantasmas y hombres lobo. Demonios, él mismo era un vampiro con siglos de culpabilidades y una oscuridad interior que podría rivalizar la del café que se estaba bebiendo.

—¡Hmmn! —salió del interior de la garganta de Anders mientras paladeaba el dulce—. ¡Hm!

Mitchell no pudo evitarlo y esta vez sí se rió, ganándose un fruncimiento de cejas de parte de su actual compañero de piso.

—¿Qué? —preguntó el vampiro, levantando una ceja de vuelta.

Anders se lamió los dedos, mirando la caja de magdalenas perfectamente decoradas con colores pastel y motivos florales. Eligió otro cupcake, sacándolo de la caja y cerrando la tapa para evitar la tentación de comer más.
Anders se encogió de hombros.

—No sé de qué te ríes, no ha pasado nada cómico, todo es muy digno —contestó Anders, reclinándose en su silla de oficina—. Además, no entenderías el poder de los cupcakes ni aunque quisieras.

Anders le dedicó una sonrisa seductora, levantando los pies para apoyarlos en la esquina de su mesa, levantando la magdalena para enseñársela mejor.
Mitchell rodó los ojos y miró el interior de su taza antes de agarrarla con una mano para dejar caer el brazo izquierdo sobre el reposabrazos del sillón.

—¿No habías comprado esa caja para ligarte a tu último proyecto de novia? —preguntó Mitchell, aunque su tono era más bien incrédulo.

—Yo no busco novias y no necesito regalos para ligarme a nadie. Además, es más fácil llevarme a mí a la cama con estos cupcakes ridículos.

Acercó la magdalena hasta su cara, mirándola bien antes de lamer la cobertura. Echó la cabeza hacia atrás, estirándose entero mientras volvía a, ahora sí, gemir de placer.
Mitchell se rió, una risita aguda que le sacudió los hombros, sacándole los hoyuelos debajo de la barba corta. Y notó algo caliente nacerle en el vientre y expandirse por todo su cuerpo. ¿Se estaba poniendo rojo? Él no se acaloraba con facilidad.

Mitchell carraspeó, dejando la taza de café sobre la mesa baja.

—¿Qué pasa, te falta acción? —preguntó el moreno, levantando las cejas un par de veces, con una sonrisa pilla bailándole en los labios.

Anders le sonrió, más tranquilo, más cálido. Y luego convirtió esa sonrisa en algo lujurioso.

—¿Y a tí? —le preguntó de vuelta.

Mitchell negó con la cabeza mientras se reía, pero por un momento lo había vuelto a notar. Ese olor dulce, eso eco tras las palabras de Anders… que lamió de nuevo el cupcake levantando las cejas varias veces y manchándose la nariz con la cobertura.
Y como otras veces, lo dejarían pasar como una broma.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 31, 2017, 04:48:34 PM
Yohji x Airi + Demian
Expecting


Ser madre a los dieciocho años nunca había entrado en los planes de Anir. No que nunca hubiese tenido unos planes más allá de la próxima compra, la próxima paga, la próxima misión. ¡Encontrar a mi hermano!
Y ahora, la llegada de Demian le había vuelto el mundo del revés y se veía forzada a hacer planes. Aunque de momento se lo tomaba con calma. La próxima toma, la próxima siesta, el próximo pañal...

—Toma —dijo Anir, pensando justamente en el próximo pañal—. Cógelo, es tu ahijado.

Yohji le miró con cara de espanto disimulada por las gafas e intentó negarse, pero la cara de Anir le decía que o cogía al niño o acabaría dejándolo en el suelo.
Así que sin verlo ni catarlo, el ex-asesino se vio con un bebé de pocos días en brazos y ni idea de qué hacer con él.
No era como si nunca lo hubiese cogido. Demian era el demonio-bebé más atractivo que había conocido en su vida y aún con tan corta edad era capaz de bostezar e intentar frotarse los ojos con un puño enterrado en la manga de su pijama y hacerte querer cogerlo para achucharlo hasta la muerte. La tuya o la de él, Yohji nunca lo tenía claro.

—¿Pero por qué me lo das, dónde vas? —siseó Yohji, viendo con horror como Anir se iba del lugar tan fresca.

—¡Al baño!

—Pues con dejarlo en el moisés ya vale… —murmuró Yohji, que desde la llegada de Demian a sus vidas había empezado a hablar con bajo volumen sin ningún motivo aparente.

Justo estaba acercándose al dichoso moisés cuando Demian empezó a lloriquear.

—Ey, ey… amigo ¿qué te pasa? —preguntó Yohji, moviendo un poco al niño.

Demian lloró más. Yohji le chistó, pero no pareció funcionar.

—No puedes tener hambre, no hace tanto que estabas merendando, no puede ser eso.

—Creo que va a ser el pañal. —llegó una voz desde detrás de Kudou, que saltó sorprendido.

¿Quién sería capaz de acercarse silenciosamente a un antiguo asesino? Pues otro del gremio.

—¡Airin! —se quejó Yohji antes de repetir su nombre pero más bajito—. Airin.

La chica se rió un poco.

—Sabes que no tienes porque hablar bajito, ¿verdad?

Demian lloró más alto.

—¿Qué le pasa? —preguntó Kudou, intentando darle el niño a su mujer.

—¡Ah! —pero Airin levantó las manos—. Creo que necesita que le cambien el pañal.

Yohji miró hacia todas partes, espantado, pero no le veía salida a la situación.

—¿No se supone que cuando pasa eso se lo tengo que dar a la madre?

Airin le puso una mano en el hombro y le sonrió, ladina. Se acercó hasta su oído y le susurró:

—Será mejor que vayas practicando, dentro de poco te va a tocar hacerlo con uno propio.

Airin se separó un poco y levantó una ceja, con una sonrisa misteriosa, antes de darle una palmada en el culo a Yohji y salir de allí balanceando las caderas hipnóticamente.
Le echó una última mirada al llegar a la puerta, con caída de ojos incluída.

—¿Eh? —preguntó Yohji— ¿Qué…?

Y bufó, entendiendo lo que le había querido decir.

—Necesito un cigarro. O veinte —Y miró a Demian confundido—. ¿Tú no sabrás como cambiarte el pañal o donde están las instrucciones, verdad?
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on March 31, 2017, 02:01:21 PM
Ikkaku x Raiko + Niriko
Red Lines



Ikkaku se echó hacia atrás, estirando los brazos por encima de la cabeza, intentando desentumecer sus músculos.
Bostezó ruidosamente y se crujió el cuello, gimiendo satisfecho cuando sonó un gran crack, liberando la tensión en su nuca. Y parpadeó, mirando alrededor.

Era su día en la oficina y se había hecho tarde con todo el trabajo acumulado. Al menos ahora sólo tenía que pasar uno o tal vez dos días a la semana.
Ikkaku bendecía el día en el que Niri había entrado por la puerta del despacho, temblando como una hoja y escondida detrás de una carpeta que sostenía a la altura de su poca nariz.

—Me han trasladado aquí —había dicho la chica antes de subirse las gafas y bajar la carpeta, carraspeando—. Para ayudar con el papeleo.

Ikkaku la había mirado de arriba a abajo y había pensado que más les valía a sus mangarranes tratarla bien.
Se presentó y le señaló la cadena montañosa de informes por repasar y para su sorpresa, la chica se había arremangado y después de morderse la lengua, asomando entre sus labios, se había puesto manos a la obra sin ningún tipo de queja.

Cada vez que le pedía a Yumichika que le ayudase tenía que soportar sus comentarios toda la tarde y el silencio había sido como un bálsamo para él.
Lo malo de aquella chica es que a veces no se acordaba ni de que estaba. Así que la buscó con una mirada rápida antes de levantarse para dar el día por terminado.

Niriko tenía su cara de concentración activada y observaba un papel con furiosa eficacia, tan ensimismada en lo que escribía que ni se enteró de cuando Ikkaku se había acercado por detrás para sacudirla ligeramente por el hombro.

—Oi, chiquilla.

—¡Aaah! —gritó Niri, poniendo una libreta encima de lo que escribía y encogiendo la cabeza entre los hombros, respirando como si hubiese acabado de correr la maratón.

Ikkaku apartó la mano lentamente y se cruzó de brazos, mirándola con una ceja levantada.
Ella le miró desde abajo, desde detrás de sus gafas de montura roja y se llevó una mano al pecho.

—Me has asustado. —explicó, recolocándose bien las gafas.

Ikkaku arrugó la nariz y sus ojos se desviaron por un momento hacia la carpeta que había movido Niri tan rápidamente.
Terminó por sonreírle a la chica y señaló la puerta.

—Ya es de noche, vamos a cerrar aquí. Arriba.

—Ah… —murmuró Niri—. Sí, de inmediato.

Empezó a recoger lo que pudo y se puso de pie, trastabillando. Ikkaku la agarró de un codo y la empujó hacia la puerta con suavidad.

Niri se puso bien las gafas otra vez, empujándolas con un nudillo y se rascó la nariz antes de tapar un bostezo con la mano.

—Buenas noches, teniente. —dijo antes de agacharse en un saludo más formal.

—Buenas noches. —contestó él, poniéndole la mano en la cabeza en un gesto afectuoso.

La chica se fue, abrazada a sus informes y dando tumbos por la calle hacia las barracas cercanas, donde tenía su habitación.
Ikkaku negó con la cabeza y cerró la puerta del despacho con llave.

—Buenas noches, teniente. —dijo alguien a sus espaldas, con un tono mucho más sugerente que el de su ayudante.

Ikkaku sonrió antes de darse la vuelta y estirar una mano hacia Raiko, que se acercó para darle un beso.
La mano grande y caliente de Ikkaku le tapó toda la nuca desnuda y su dedo meñique acarició el escote de su espalda.

—Ahora es cuando empiezan a ser buenas.

Y entre risitas y comentarios sobre lo que había ocurrido en su día, se fueron, agarrados de la cintura y robándose besos en cada esquina, rumbo a su descanso.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on March 31, 2017, 03:22:01 PM
Aideé x ??
The thing with feathers



La verdad es que a Aideé, una ninfa de río, siempre le habían gustado los árboles. Tenía claro que en otra vida debía de haber sido una dríada. Tal vez los dioses se habían equivocado con ella y ya está.
Así que no era raro verla sentada en la orilla, balanceando los pies dentro del agua, traslúcidos por su poca consistencia, observando la copa de los árboles.

La ninfa suspiró y se desinfló, anhelante.

—Ah, si tan sólo pudiera sentirme como ellos, con las hojas al viento y las ramas lamidas por el sol…

Escuchó el canto de un pajarillo y lo imitó, silbando entre gorgoteos. El pajarito bajó del árbol, algo confundido, y trinó otra vez.
Aideé se rió, traviesa, y repitió su hazaña. El pajarito voló más cerca, moviendo la cabeza de un lado a otro, trinando más.

Y cuando Aideé estaba tomando aire para volver a silbar, escuchó un ruido fuerte en una de las ramas altas de un árbol cercano que espantó al pájaro.
Primero, la ninfa siguió el vuelo del gorrión y después buscó que había sido aquello. Justo en ese momento, una rama se partió, y Aideé se metió en el agua, espantada.

Escuchó más golpes, hasta que un par provinieron del suelo, haciendo temblar la tierra, vibrando en aquel pequeño remanso.
Aideé, curiosa, se asomó toda hecha agua por la orilla del río. Vio una rama grande en el suelo y encima de ella una ala.

—¿Qué pájaro tiene alas tan grandes? —se preguntó—. Y además de ese color.

Aideé esperó un poco más, pero el pájaro no se movía y, sin poder ni querer evitarlo se arrastró por el suelo, tomando consistencia con cada paso.
El ala que le había parecido negra y roja se veía ahora con un brillo casi metálico. Dejó de ir a gatas para ponerse de pie detrás de un árbol y luego se asomó despacio.

Aquello no era un pájaro. Aquello parecía un humano con alas.

—¿Qué? —se preguntó.

Había oído hablar de dioses alados, pero desde luego éste ser no tenía el aura de un dios. Correteó hasta el cuerpo y se acuclilló cerca de su cabeza, con cuidado de no pisar las alas que ahora podía ver que estaban malheridas.

—¿Qué eres? —murmuró al aire, estirando la mano y agarrando un poco de aquel cabello tan naranja como el sol en un atardecer de verano.

No sabía quién era, pero sabía que estaba mal, y poniendo cara de decisión, coló sus finas manos por debajo de los hombros, agarrando aquel cuerpo por las axilas y arrastrándolo hasta el río.

—No te preocupes —le susurró a la que ahora sabía que era una mujer inconsciente, mientras sostenía su cabeza fuera del agua—. Yo te curaré. Siempre me han gustado los pájaros.

Y mientras le acariciaba la mejilla le cantó, esperando a que la magia secreta de su fuente surtiera efecto.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 14, 2018, 11:22:32 AM
Yo le hice un omake y una continuación al prompt de San Valetin :'v Y luego se me olvidó subirlo porque soy así.

❤ Personaje A y B son compañeros de piso y pretenden ser novios para espantar a sus ligues de una noche. (http://write.btproject.org/patio-de-juegos/10084-valentine-prompts-10084-actividad-libre/msg6830/#msg6830)
Milo & Afrodita


Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.



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Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 14, 2018, 04:01:35 PM
All this and Heaven too
Shuuhei/Izuru



Izuru Kira era un hombre sencillo que no le pedía mucho a la vida.
Tal vez era cierto que pecaba un poco de snob, que siempre llevaba el pelo impecable y le gustaba vestir de traje (hecho a medida). También era verdad que le gustaba el café de máquina y usaba colonia cara. Y zapatos caros. Y corbatas caras…

Pero en realidad él sólo quería estar tranquilo, escribir haikus y pasar el resto de su vida con el desastre que era su actual pareja.
Cuando se paraba a pensar en él, le maravilla como una persona tan metódica y eficiente podía ser tan despistada. Izuru sonrió viendo la foto de su prometido en la pantalla de su móvil y deslizó el dedo por encima, desbloqueando el aparato.

Su padre no debería tardar mucho en llegar. Era verdad que cuando Izuru les había confesado a sus padres que era gay, ninguno de los dos lo había tomado bien; aunque ahora, mirando atrás, podía ver que su padre simplemente se dejó llevar por las opiniones de su madre.

—¿Pero tú lo has intentado? —le había insistido su madre, como si se tratase de un niño rebelde que se niega a probar una comida nueva.

Izuru no había sabido como responder a eso. Y su madre siguió acusándolo de “hacerles eso” como si ser gay fuese algún tipo de represalia contra sus honorables progenitores.

Hacía más o menos un año que había vuelto a hablar con su padre, que se había disculpado con él. Le había costado unos cuantos encuentros y las lágrimas de su padre, un hombre más bien inexpresivo y estoico, convencerse de que lo quería de nuevo en su vida. Y no se arrepentía.

—Es casi la hora... —murmuró Izuru, que siempre llegaba temprano a sus citas.

Y hoy iba a cenar con su padre. Tenía una petición importante que hacerle. O más bien dos.
Llevaba una invitación a su boda y le gustaría que estuviese allí, que formase parte de algo que era tan importante para él. Y que conociese a su novio antes de la boda, en otra cena que concertarían hoy para más adelante.

Ya se lo había dicho a su prometido y le parecía bien.

Entonces, absorto con sus planes, aún sonriendo por haber estado mirando la cara de alguien a quien apreciaba tanto, lo oyó.
Escuchó la voz de alguien conocido y levantó la cabeza, con la sonrisa aún puesta.

—¡Buenas noches, querido hijo mío! —dijo, y se sentó a la mesa frente a él.


————

Shuuhei Hisagi tenía todo lo que quería en ese momento. Trabajo estable, una buena casa, un novio que le amaba por encima de todo, amigos y la barriga llena.
Bueno, sólo le faltaba una cosita de nada para tener todo lo que quería en ese momento en particular.

—¡Maldita sea Abarai!

—¿¡Qué!? —gritaron dos voces al mismo tiempo.

—¡Jajajajaja! —empezó a reírse Raiko, mientras empujaba a Shuuhei con el hombro, doblando el mando de la consola para hacer que su coche girase bruscamente en la pantalla, chocando contra el de Shuuhei.

—¡Tramposa! —se quejó Renji desde el otro lado de Shuuhei, aplastándolo entre los dos portentos pelirrojos que tenía como amigos.

—Esto con Madarame no me pasa… —murmuró Shuuhei, con el ceño fruncido antes de morderse la lengua y concentrarse en su conducción en la pantalla curvada de sesenta y cinco pulgadas que ocupaba la pared frente a ellos.

Shuuhei estaba empequeñecido entre los dos hermanos, que estaban intentando pegarse por encima de él sin afectar a su rendimiento en la carrera. Cosa casi imposible, pero aquellos dos conseguían hacer cosas increíbles cuando estaban compitiendo el uno con el otro.

El olor a palomitas, dulces y sake (y algún que otro té) flotaba en el aire del salón, mezclado con el ambientador y la colonia de Yumichika, que se estaba riendo desde el sillón a un lado, mucho más entretenido viendo a esos tres jugando que tomando el mando él mismo.

—Eso te pasa por dejar que se ofrezca a bajar al super, si es que…

—Ayasegawa, no lo arregles. ¡Ay! —se quejó de nuevo Shuuhei, aplastado entre Abarais riñendo.

Yumichika dejó de prestar atención al sofá porque uno de los móviles en la mesa estaba sonando. Dejó su bol de palomitas a un lado y se levantó a cotillear.

Se apartó un mechón de pelo detrás de la oreja y levantó una de sus exquisitas cejas inquisitivamente. El móvil volvió a sonar y Yumichika lo agarró entre dedos largos pero fuertes.
Y con cara de aburrimiento, se giró ligeramente hacia los jugadores en el sofá.

—Hisagi, tu móvil está sonando.

—¡Esa bomba era mía, hija de puta! —gritó Renji.

Raiko soltó la bomba en medio de la carretera.

—¿No la querías? ¡Pues pa tí toda! ¡Y no le digas puta a mamá que como se entere te castra! —contestó Raiko.

Shuuhei, un poquito harto, se expandió de repente, usando una plataforma repentina para saltar por encima de la bomba.

—¡Bueno, ya está bien! —exclamó, dando codazos a diestra y siniestra.

Yumichika volvió a mirar el móvil, que vibraba pitando loco en su mano, con un mensaje detrás de otro.

—¡Hisagi, tu móvil!

Y lo dejó caer en el sofá, más o menos entre las piernas de su dueño.

—Me cago… en…

El móvil seguía vibrando y Shuuhei, que tenía el primer mando, pausó la partida, con las consiguientes quejas de los dos hermanos.
En ese momento pasaron dos cosas: Ikkaku Madarame llegó al salón con cervezas y ganchitos y Shuuhei se levantó del sofá, dándole el mando.

Ikkaku miró la pantalla. Ikkaku miró a los dos hermanos, que le observaron de vuelta, expectantes.
Sonrió, con toda la malicia de la que era capaz, que era mucha… y quitó la pausa.

—¡Os voy a reventar! —fueron sus fuertes declaraciones, allí de pie, riéndose como el loco que era a veces.

Yumichika se apoyó en el sofá, dándole consejos tales como: “¡Aplasta a la esa zorra!” o “¡Saca al mono de la carretera!”.

Mientras tanto, Shuuhei se había apartado un poco con su móvil en la mano, que seguía sonando como la campanita de un comercio en plenas rebajas.
Shuuhei pareció preocuparse por un momento. Todos los mensajes eran de su novio. Desbloqueó el móvil y empezó a leer.

—Pero, ¿qué…? —empezó por preguntarse, antes de que las cejas casi se le saliesen de la frente de lo rápido que las había levantado— ¡No!

Shuuhei se miró. Iba en pijama, con migas en la camiseta, y con cara de no haber dormido mucho.
Se fue corriendo a su habitación, la que compartía con su prometido, y empezó a sacar ropa al tuntún antes de meterse en la ducha corriendo.

Para cuando salió de la ducha, con sólo una pequeña toalla rodeando su estrecha cadera, la ropa sobre su cama era otra distinta y sus cuatro invitados estaban allí, mirándole con curiosidad.

Shuuhei casi se volvió a meter en el baño de su habitación.

—¡Pero si te lo hemos visto todo ya! —se quejó Ikkaku, que solía ir con él al gimnasio.

—Algunos hasta te lo hemos tocado. —sonrió Raiko de forma inocente antes de levantar la mano y recibir una palmada de parte de Yumichika.

—No pensarías irte con la ropa que habías dejado ahí, ¿verdad? —se quejó Ayasegawa.

—Es por Kira, ¿no? ¿Hay que matar a alguien? —aportó Renji.

Shuuhei sólo pudo suspirar y mirar a sus amigos sin saber si ahogarlos a todos o darles un abrazo.

—¿Qué ha pasado? —preguntó esta vez Ikkaku, que se tomaba la integridad de Kira muy seriamente.

—Pues… veréis…

Y Shuuhei empezó a contarles el contenido de los mensajes de su novio mientras se vestía con las prendas que Yumichika había seleccionado para él.


————

Niriko Tachibana era una chica decidida, con muchas ideas, aunque algo despistada. En realidad no era tan despistada, si no que su mente iba persiguiendo ideas una detrás de otra sin llegar a terminar la anterior.
Estaba bastante satisfecha con su vida, pero entre su trabajo y sus proyectos no tenía mucho tiempo para mantener amigos. En el último par de años se había decidido a cambiar eso, así que había cambiado de trabajo e intentaba priorizar sus proyectos.

De momento, el cambio le había ido bien. Había terminado de arreglar su jardín, había escrito un libro que estaba buscando como publicar y le había conseguido un compañero a su viejo gato Memo.
Momo era naranja y todavía se podía considerar un cachorro. Memo se había vuelto más activo, otra vez, y se había tomado a pecho enseñarle al cachorro a cazar pájaros, subir escaleras y usar la caja de arena debidamente.

El cambio de trabajo había sucedido sólo dos semanas antes y ahora Niriko contaba con mucho más tiempo a su disposición.
Amigos. Eso era lo siguiente en su lista.

 Cual había sido su sorpresa al encontrarse con la madre de un compañero de instituto trabajando en el mismo lugar que ella.

—Querida, ¡pero como has crecido!

—En realidad, no mucho… —contestó Niriko, que a los quince años ya medía lo mismo que ahora a sus veintiséis.

—Ay, ya sabes a lo que me refiero.

La mujer le había puesto una mano en el hombro mientras se reía suavemente y Niriko pensó que nunca se había sentido tan cómoda e incómoda al mismo tiempo. Era como si el contacto físico fuese totalmente inapropiado para tratarse de un compañero de trabajo que apenas había acabado de conocer, pero completamente normal para alguien que la había acogido en su casa tantas veces en el pasado.

Niriko sonrió encantadora y le preguntó si quería un café, escabulléndose rauda para prepararlo.

La semana siguiente estuvo llena de gente nueva, adaptarse al horario, aprender los trucos de esa oficina en cuestión e intentar evitar a aquella mujer que parecía encontrarse en todas partes.
Hasta que una mañana, en la hora del almuerzo, la mujer se sentó delante de ella y le dio un papelito.

—Le he comentado a mi hijo este fin de semana que ahora trabajabas aquí y me ha dicho que te dé su número de teléfono.

Niriko miró el papel y lo abrió despacio, observando la combinación de números que no le era conocida.
No supo qué decir. Aquel chico, ahora un hombre, había sido su mejor amigo. Demonios, hasta habían sido novios a escondidas de todo el mundo.

Le echaba de menos.

Se dio cuenta en aquel mismo momento. Echaba de menos tener un mejor amigo, eso ya lo sabía, pero sobre todas las cosas, le echaba de menos a él.

—Gracias —dijo con un hilo de voz, antes de sonreír con melancolía y repetir la palabra, más alto, más claro, con más convicción—. Gracias.

El contacto empezó con un simple “Hola, tu madre me ha dado tu número.”. A lo que él respondió con un “¿Cómo va todo? Espero que bien.”.
No habían tardado en decirse lo mucho que se habían echado de menos.
Las conversaciones no eran largas. ¿En qué trabajas? ¿Cómo fue en la universidad? Se me ha caído el café, espera un momento. ¿Te sigue gustando ese café tan caro? ¿Aún tienes gatos? Y poco más.
Hasta que llegó el día en que el mensaje era un poco diferente.

Voy a cenar con mis padres, mi madre insiste en que te invite. Y Niriko le respondió: “No es como si quisieses verme o algo así…” Y los dos se habían reído.
Estaría allí. Iba a verlo de nuevo.
No podía estar más emocionada.

Al día siguiente, la mujer le comentó a la hora del almuerzo que su hijo le había dicho que aceptaba la invitación y se rió comentando que sería una cita doble.
Niriko aceptó que la mujer la recogiese en el centro, porque ella no tenía coche y sería complicado salir del trabajo, arreglarse y llegar a tiempo a la cena de otra forma.

Y cuando llegaron al restaurante lo vio. Elegante, sonriendo al teléfono antes de levantar la cabeza y verlas a las dos.
No tardó mucho en darse cuenta de que algo iba mal.


————

Raiko Abarai tenía una reputación que mantener. No es que fuese una chica especialmente dura. Bueno, dependía de los estándares de uno, en realidad sí que era una chica fuerte.
Pero eso no la convertía en un marimacho. Bien, tal vez alguna persona sin importancia, como Yumichika, la acusase de serlo, pero Raiko sabía que era una chica femenina. Muy femenina. Al menos eso decía la copa de su sujetador.
Y le gustaban las cosas bonitas y las faldas cortas. También sabía apreciar esas cosas en otras mujeres.
¡No era que no supiese apreciar a los hombres! Shuuhei había sido su novio, pese a la reticencia de Renji de ver a su hermana dándose el lote con uno de sus mejores amigos.

En conclusión: Raiko tenía una reputación que mantener, y es que si buscabas a un motorista experimentado y un poco temerario, siempre podías buscarla a ella.
Los años de repartidor con bici la habían curtido en la más cruenta de las guerras, batalla a batalla. Reparto a reparto.

—Sube. —le dijo a Shuuhei, tirándole su segundo casco.

Shuuhei miró a sus otros tres amigos. Todos asentían, con más o menos fervor.

—Ve y salva a tu hombre. —le dijo Yumichika con demasiada alegría.

Aún tenía el bol de palomitas en la mano y Shuuhei estuvo a punto de decirle que si seguía comiendo iba a engordar.
Pero parecía que ese cabrón no engordarse nunca, se tragase lo que se tragase. Ayasegawa era el terror de los buffets libres.

—Venga, sube a esa moto. —le instó Ikkaku, dándole una palmada en el hombro.

—Llegarás en ná, si se sabe todos los atajos. —acabó de convencerlo Renji, con una sonrisa demasiado alentadora como para ser reconfortante.

Shuuhei suspiró y se puso el casco. Se montó en la parte de atrás de la scooter roja y negra de Raiko y mientras ella sonreía con una misión en mente y empezaba a darle al acelerador, él rezó todo lo que sabía.

No tardaron en desaparecer calle arriba y después de unos segundos Renji levantó el puño, abriéndolo para hacer tintinear unas llaves.

—He venido en coche.

—¡Me pido ir delante! —gritó Yumichika.

Ikkaku chistó, quejándose de que siempre era igual y Renji les condujo hacia el coche mientras le robaba palomitas a Ayasegawa, que no le dio un mordisco en la mano porque lo estaba considerando un soborno para ir de copiloto.


————

Izuru no esperaba ver allí a su madre y la sonrisa se le borró de la cara de inmediato. La mujer había estado intentando contactar con él desde hacía tiempo, e Izuru había hablado un par de veces con ella, con mucha, mucha reticencia, pero lo había hecho.

¿Cómo sabía que iba a estar allí, dónde estaba su padre? ¿Quién era la chica que le acompañaba?
Izuru había retirado el móvil de la mesa con mucha delicadeza y se lo había puesto en el regazo, tecleando casi sin mirar.

“Mi madre está aquí, viene con alguien.”

Su madre había cogido una silla de una mesa cercana y se había sentado a su lado. La chica parecía un poco confundida al ver que en la mesa sólo había habido dos sillas, pero se acabó sentando, mirando de madre a hijo y de vuelta.

—¡Estoy tan feliz! Esta va a ser la mejor de las cenas, ya verás. —dijo la madre muy segura de sí misma antes de poner su mano sobre el brazo de su hijo.

Izuru se había dado cuenta de que su madre buscaba su mano, pero él las tenía en su regazo, sobre el mantel encima de sus piernas. Seguía mandándole mensajes a su prometido de forma frenética.
La sonrisa temblorosa de sus labios se congeló cuando la chica habló.

—¿Izuru?

Conocía aquella voz. Y por un momento dejó de teclear sobre la pantalla táctil.

—¿Niriko?


————

Shuuhei conocía la expresión “Agárrate que vienen curvas”. Sabía que se podía usar de forma metafórica o literal.
Lo que no conocía era la expresión “Agárrate que vienen escaleras”.

En aquellos agonizantes segundos en que la moto empezó a brincar en lo que parecía una cuesta de inacabables escalones, Shuuhei sólo podía pensar en los mensajes de Kira.

Mi madre está aquí, viene con alguien. ¿Cómo sabía dónde iba a estar? ¿Dónde está mi padre?
Ay, que la conozco. Es una amiga del instituto.
Creo que está intentando liarme con ella. Dice algo de una cita doble (???)

El paréntesis con los interrogantes había preocupado a Shuuhei; Kira casi nunca usaba ese tipo de cosas, el siempre escribía de forma pulcra y perfecta. ¡Ni siquiera estaba intentando hacer haikus!

Los escalones se terminaron y la moto hizo un quiebro que nadie habría esperado de una scooter.
Fiel a su promesa, no tardaron en llegar al restaurante y Shuuhei habría entrado con el casco puesto si no fuese por Raiko, que aparte de agarrarle del cuello de la chaqueta, casi ahogándolo, recuperó su casco y le arregló un poco aquel pelo oscuro que caía sobre su ojo y pómulo derecho, tapando en parte las cicatrices de su cara.

—Voy a aparcar ahí delante —señaló la chica hacia un aparcamiento de motocicletas, empujando a Shuuhei después para que se metiese en aquel restaurante caro de una vez—. ¡Avísame o en media hora me largo!

Shuuhei entró en el restaurante y el hilo musical le relajó casi de inmediato. Malditos temas hechos para que esperase pacientemente tu turno…

—Señor… ¡Señor!

Shuuhei tardó un poco en darse cuenta de que le hablaban a él. Había estado mirando entre los cristales que separaban la recepción de la zona de mesas para ver si localizaba a su pobre prometido desamparado.

—¿Sí? —preguntó Shuuhei, sonriendo aún más diligente que el maître.

Hisagi sabía que su apariencia hacía que mucha gente pensase en la yakuza casi al instante, por eso siempre ponía su mejor sonrisa.
Kira ya le había dicho alguna vez que así parecía hasta más temible, pero a Shuuhei, a veces le iba bien dar más miedo del que en realidad le deberían tener.

—¿Va a querer una mesa? Estamos casi completos. —el maître miró a una pareja que acababa de entrar detrás de Shuuhei de reojo y luego a su cliente actual, sonriéndole nerviosamente.

Shuuhei se volvió a girar hacia las mesas y tuvo la suerte de ver como su, ugh, futura suegra, se estaba encaminando al baño.

—En realidad me están esperando. Teníamos una reserva para dos a nombre de Izuru Kira.

—Un momento… —habló el camarero antes de confirmarlo y acompañarle hasta su mesa.

El maître abrió la boca, confundido al ver a dos personas sentadas a la mesa y una tercera silla en una reserva de dos.

—¡Hisagi! Gracias a Dios que has llegado. —dijo Izuru, mientras Shuuhei tomaba asiento.

—¿Ocurre algo? —preguntó el maître.

—Oh, al final somos más de lo que tenía previsto, pero la camarera nos ha dicho que no había ningún problema. —aseguró Izuru, todo modales y fineza.

El maître se puso un poco más recto, mirando a sus tres clientes que le sonreían con este gesto que pone la gente cuando no quieren que le sigan molestando.
Tomó aire y ladeó la cabeza.

—Está bien. —dijo, aunque obviamente no lo estaba.

Esta era la primera noticia que había tenido del cambio y, sólo tal vez, iban a rodar cabezas como el culpable no confesase antes de que él lo encontrara.
Se giró dignamente y se dirigió de nuevo a recepción.

Hisagi se inclinó sobre la mesa de repente, estirando el brazo hacia la desconocida en un gesto cómplice y levantó las cejas mientras le hablaba en un susurro ronco y rápido.

—Lo siento chica, pero creo que te han estado engañando.

Y para su sorpresa, la joven dejó su móvil desbloqueado en la mesa y le enseñó algo a ellos dos.

—Eso es lo que le estaba diciendo a Izuru. Este no es su número, ¿verdad? Creo que me ha estado mensajeando su madre.

Shuuhei se extrañó un poco de que la desconocida usase el nombre de su novio, y más aún que él pareciese totalmente a gusto con el hecho.
Y más sorprendido se quedó cuando la chica continuando hablando.

—La muy puta.

Y aún más cuando Kira se puso a reír.
Entonces recordó que su novio le había dicho que la conocía.

La chica se sacudió con un escalofrío y se empezó a frotar las manos con la servilleta.


————

Niriko no podía creerse lo que estaba ocurriendo. Estaba claro que Izuru no las esperaba allí. Sólo necesito una mirada para saberlo.
Su amigo no había cambiado demasiado. Llevaba el pelo más largo, pero su lenguaje corporal, ahora un poco más confiado que en su adolescencia, era fácil de interpretar para ella.

Niriko se había sentado, había decidido sonreír y no preguntar nada, dejando a madre e hijo la discusión principal.
La mujer se había estado quejando de las ganas que tenía de ir al servicio y lo primero que había hecho nada más sentarse, aparte de asustar a su hijo hasta dejarlo blanco como el papel, había sido servirse una copa (bien llena) del vino que estaba a un lado de la mesa.
Niriko tenía la sensación de que aquel vino ni siquiera estaba allí para ellas.

Y después de quince minutos de cháchara sin sentido, se había ido al baño para retocarse el maquillaje.

—Creo que tu madre me ha estado mandando mensajes.

—¿¡Qué!? ¿Cómo?

Niriko no había tenido mucho tiempo, el justo para sacar el móvil de su bolsito, antes de que el maître llegase con un nuevo invitado a aquel despropósito de cena.
Y ahí estaba Izuru, leyendo los mensajes que, supuestamente, se habían estado enviando durante esa última semana.

—Kira me ha dicho algo de que os conocéis del instituto.

Niriko pareció extrañada. Pero luego sonrió, como si acabase de resolver un puzzle.

—Te estaba mandando mensajes por debajo de la mesa.

—En realidad por encima de mis piernas, está el mantel —puntualizó Izuru, mientras seguía leyendo—. ¿Ahora tienes dos gatos?

—¡Sí! —contestó ella, toda feliz.

—Que bonitos. —respondió Izuru, abriendo las fotos.

—¡Eh, a lo importante, que la bruja volverá en cualquier momento! —intentó centrarlos el chico nuevo sin conseguirlo.

—Estaría bien que desapareciese al lavarse las manos. ¿Será por eso que nunca bebe agua?

Izuru se rió entre dientes mientras comentaba algo sobre las costumbres etílicas de su madre. Aunque replicó que no era verde.

—Me estoy perdiendo.

—Eso explicaría los monos voladores —continuó Niriko—. Por cierto, me llamo Niriko Tachibana, ¿tú quién eres?

—Su prometido. —contestó él, señalando a Izuru con el pulgar.

—¿¡Tienes casa propia!?

—¡Es la de mi abuela! Me la he quedado yo. Soy su única nieta. —explicó Niriko, encogiéndose de hombros.

Izuru levantó la mirada, solemne.

—No me digas que se ha muerto.

—Nah, hierba mala nunca muere, está en la residencia. Está muy mayor ya —le tranquilizó antes de dirigirse al chico nuevo—. Supongo que aparte de “Su Prometido” tienes otro nombre.

Niriko tardó un par de segundos en sonreírle e Izuru se adelantó de nuevo.

—Me tienes que decir donde, me gustaría ir a visitarla.

—¡Claro!

—Se llama Shuuhei Hisagi —informó Izuru, levantando una mano para enseñar un anillo fino de oro blanco, sencillo, y puso la sonrisa más ñoña de la que era capaz—. Nos vamos a casar.

Niriko se rió, Hisagi los miraba confundido.

—¡Tienes que venir a la boda!

—¡Claro que sí! Pero tengo que ser la niña de las flores. —pidió Niriko seriamente.

—¿Siempre vais igual de rápido?

Los dos pausaron al mismo tiempo. El ladeo de cabeza y la sonrisa con brillos de los dos estuvo tan bien coordinada que Hisagi se echó un poco hacia atrás y les miró con algo de miedo.
¿Quién era esta mujer? ¿Estaban seguros de que sólo eran amigos de instituto que se perdieron la pista?
¿No serían mellizos secretos?

¿Por que a él? ¿Por qué otra vez?, se preguntó, pensando en los hermanos Abarai.

De repente la conversación continuó donde la habían dejado.

—No puedes ser la niña de las flores porque ya tenemos una niña de las flores. Una que no sólo parece una niña, también lo es.

—Más bien es la niña de las piedras. —replicó Hisagi.

—Estoy confundido, ¿esa no era Raiko?

—¿Quién es Raiko? Pues yo quiero ser algo.

—Mierda, creo que tu madre vuelve. —avisó Hisagi, empequeñeciéndose un poco antes de pensar a toda prisa. Y de repente tomó aire y se expandió—. Dejádmelo a mí, seguidme el cuento. Tengo una idea.

Niriko miró de uno a otro.

—¿Seguro? —preguntó, recuperando su móvil de manos de Izuru.

—Sí, déjalo. Va a ser divertido. —aseguró Izuru, antes de poner su mejor cara de niño bien portado. Y pijo.

Aaah, había echado de menos esa cara de pijo.

—¡Hola! —saludó Hisagi al ver que su futura suegra se había dado cuenta de su presencia.

No hacía falta ser un Sherlock Holmes para darse cuenta de que la mujer no estaba contenta de verlo allí. De hecho estaba lo contrario a contenta.
No, no estaba triste, estaba completa y totalmente enrabietada. Se estaba acercando hacia a ellos como si fuera un dragón al que le habían profanado su sagrada guarida. Y ahora los criminales querían irse de rositas con todo su oro.

—¿¡Qué haces tú aquí!? —inquirió mirando a Hisagi antes de dirigirse a su hijo—. ¿Qué hace… éste aquí?

—¡Si es nuestra noche de salir! ¡Sí, mujer! Siempre salimos de cita los sábados por la noche. —aseguró Hisagi, estirando la mano hacia Izuru, que le sonrió como si fuera todo lo que necesitaba en el mundo. Probablemente era así.

La madre de Izuru se llevó la mano al pecho e inspiró con fuerza. Si hubiera tenido un collar de perlas, Niriko habría jurado que la mujer estaría estrujándolo en ese mismo momento. Con ganas. Como si fuera el cuello de su yerno.
¿En el restaurante servirían palomitas?

La sonrisa de Hisagi se volvió íntima, algo seductora y un poco agradecida.

—Tengo que darte las gracias. No sabía que fueses una mujer tan abierta de miras…

Y de repente estiró, muy despacio, el brazo hacia Niriko. La chica miró la mano, le miró a la cara. Y Hisagi le guiñó un ojo.
Ella le sonrió de vuelta, agarrándole de la mano casi con timidez.

—Gracias por encontrar a nuestra… tercera. Siempre habíamos pensado que Izuru debería probar más cosas, para asegurarse de su sexualidad y como yo soy bisexual…

El sonido que salió de la garganta de la mujer se parecía al de un pollo ahogado.
Niriko se rió tapándose la cara con una mano, sonrojándose. Y no tenía nada que ver con la vergüenza, al menos no la suya.
Izuru también parecía una lucecita de Navidad.

—La verdad es que me ha sorprendido un poco, pero ¿cómo decir que no a estos dos caballeros?

La mano de Niriko apretó un poco más a la de Hisagi, y el se la acarició con el pulgar, juguetón.

—Es cierto. Madre, yo no soy una persona que… normalmente intentaría tener este tipo de relaciones, pero dicen que las madres siempre saben más. ¿No es así? —completó Izuru, totalmente educado y comedido—. Si no fuera porque la has traído tú y te has esforzado tanto ni lo habría pensado. Pero tienes razón. Esto puede ser el principio de algo hermoso.

Y su madre, por lo visto, no lo pudo soportar más. Salió casi corriendo de allí, roja por la furia y chocándose con un pobre camarero que no tenía la culpa de nada.
Por lo visto estaba gritando algo sobre que su hijo simplemente necesitaba ver la luz de una vez y dejarse de juegos tontos.

Cuando la vieron salir por la puerta fue cuando empezaron a reír.

—Ay, esto no está pagado, pero en el buen sentido. —rió Niriko, que estaba empezando a recoger sus cosas ya.

—Eh, no. ¡Quédate! —insistió Izuru, aunque estaba mirando su móvil y se llevó el aparato al oído mientras señalaba señalando al baño—. Voy a ver si localizo a mi padre, un momento.

Y se alejó con elegancia mientras le oían saludar.

Hisagi y Niriko estuvieron unos segundos en silencio antes de que lo rompiese ella con un carraspeo, apartándose el flequillo del puente la nariz. No le hacía falta, se notaba que estaba lacado. Debía ser un acto reflejo.

—Pareces un buen tipo —dijo ella, ladeando la cabeza de forma adorable—. Más te vale cuidarlo bien.

Hisagi sonrió de vuelta antes asentir.

—¿Erais muy amigos? —preguntó él, curioso más que nada.

—Los mejores amigos del mundo. También fue mi primer novio, pero tuvimos bastante claro que era gay cuando empezamos a hacer manitas más abajo de la cintura.

Shuuhei la miró de hito en hito.

—¿Sorprendido? Supongo que no te lo había contado.

—No… —confesó Hisagi.

Niriko se encogió de hombros, contestándole que no le extrañaba. Izuru podía ser muy reservado y aquellas eran unas memorias felices pero a la vez tristes. Melancólicas. Sus mejores momentos antes de descubrir que era gay. Antes de confesárselo a sus padres y que su mundo se volviera del revés.
Eran sus últimos años como un chico tímido y risueño, justo antes de que algo muriese dentro de él.

Aquella era una parte muy privada de Izuru en la que no había querido pensar en años. No cuando creía que no podría volver a ser feliz.
Pero ahora… viendo a dos de las personas más importantes de su vida, hablando en un mesa, en un restaurante, ahora creía que podía volver a pensar en aquellos años.
Ahora se daba cuenta de que ya no los recordaba con envidia por lo que había sido.

—Gracias, papá. Ya nos vemos la semana que viene. —contestó al móvil.

Aaah, su madre tendría muchas cosas que explicar cuando llegase a casa.

—Te quedas a cenar, invito yo —avisó Izuru al sentarse a la mesa—. Mi padre te manda saludos y disculpas.

Niriko se rió un poco, reclinándose en su silla.

—Pues no me queda otra, me tendré que quedar.

Y con los platos ya servidos, a medio comer y después de haber compartido un par de historias (todas sobre el pobre Izuru, que empezaba a cuestionarse las elecciones que había hecho en su vida, pero no se arrepentía de ellas), Shuuhei de repente cayó en la cuenta de algo.

—¿Y cómo es que la bruja te había dado ese número falso? ¿Dónde la habías visto?

—Oh, eso. Verás… —empezó Niriko, con la copa en la mano y una sonrisa que prometía una buena historia—. Me mudé aquí hace unos meses y hace dos semanas empecé a trabajar, no te lo pierdas, en la misma oficina que su madre. Me estuvo acosando una semana hasta darme su número.

Shuuhei se quedó sorprendido, pero Izuru simplemente suspiró. Desde luego podía decir que había sacado la constancia de su madre.

—Eh, ¿que os parece si vamos a un bar cuando acabemos aquí? —preguntó Hisagi.

—Por mi bien, pago la primera ronda —se ofreció Niriko, levantando otra vez su copa—. Por vuestro compromiso.

Izuru sonriendo, levantando la suya.

—Por los viejos amigos.

Y Shuuhei se unió con su propio brindis.

—Y por los nuevos.

Aún tardaron un rato en salir, pero ese iba a ser sólo el principio de una gran noche.


————

Raiko llevaba veintiocho minutos esperando. No es como si los estuviese contando, eso lo hacía el reloj, ella sólo miraba de vez en cuando.

—En serio… —se quejó, mirando hacia el restaurante desde el otro lado de la calle. Shuuhei aún no salía—. Mira que me largo.

Volvió a mirar el reloj, pero aún no había cambiado de minuto. Fue entonces cuando un coche conocido aparcó cerca de ella y el claxon sonó dos veces antes de que su hermano, Madarame y Ayasegawa saliesen para acercarse a ella.

—¿Qué, cómo va? —preguntó Ikkaku.

—Pues casi media hora y no sale. ¡Habrase visto! En dos minutos me largo.

Entonces la mano grande de su hermano cayó sobre su cabeza, frotándola suavemente. Obvio, lo hizo sin deshacerle el pelo, porque los dos mordían como pasase eso. Bueno, los tres, Yumichika también. Ikkaku no tenía aquel problema desde hacía unos cuantos años.
Raiko no se había creído que alguna vez había tenido cresta; hasta que no vio las fotos seguía creyendo que le tomaban el pelo. Una de las teorías de Shuuhei era que al que no paraban de tomarle el pelo era a Ikkaku, pero él insistía en que era afeitado, no calvo.

—Venga, vente al coche, que hemos comprado cena.

Raiko seguía de brazos cruzados, de morros y balanceándose ligeramente, pero ahora miró a su hermano con interés.
Yumichika aún seguía con el bol de palomitas en una mano, aunque ya quedaban menos de la mitad. Aquel bol era de tamaño familiar.

—¿De dónde? —preguntó Raiko, aunque sonó más como “¿Du dunde?” porque aún no había quitado los morritos.

—Del burguer. —informó Ikkaku justo antes de que la garra de Yumichika empezase a darle palmadas en el brazo.

—¡Tú, tú, tú, tú! —exclamó, señalando hacia el restaurante.

Los cuatro miraron con fijeza hacia donde Yumichika señalaba. Una mujer, muy indignada, salía a gritos mientras lo que parecía un camarero la paraba. Por lo visto le estaba pidiendo que pagase el menú que había tirado al suelo al chocarse con alguien en su huída.

—¿Esa no es la madre de Kira? —preguntó Yumichika al resto y de repente todas las manos estaban en el bol de palomitas, mermándolo con presteza.

—Posss yo diría que sí. —opinó Renji.

Ikkaku no podía para de reír. Yumichika estaba tan de buen humor que no le importaba compartir las palomitas y Raiko le dio un codazo amistoso a su hermano.

—¿Que me has comprao, tato?

Renji la abrazó por la cintura y le dio un beso en la sien.

—Una caja.

Raiko le abrazó de vuelta y le preguntó traviesa.

—¿Con cosas dentro?

Mientras la mujer era arrastrada dentro por un encargado de seguridad, presuntamente para pagar su percance, amenazando con llamar a la policía y el camarero invitándola a hacerlo, Renji chistó.

—Mira que eres graciosilla, pos ahora me como yo tus aros de cebolla.

—¡Ah, no, no, no, no!

Y así, entre risas y dentro de un coche para protegerse del frío de enero, cenaron su comida rápida antes de despedirse, dejando que los tortolitos volviesen por sus propios medios. Ansiosos por saber cual sería su historia a la mañana siguiente.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on August 31, 2018, 05:09:07 PM
Prompto + Chocobos + Anir
Hugs and Kisses



—Eres tan bonito…

Prompto levantó la cabeza de lo que estaba haciendo y miró alrededor. Él estaba seguro de que no había nadie más en el establo de chocobos, ¡pero acababa de oír una voz!
Arrugó la nariz y miró a todos lados antes de sacar el tirachinas del bolsillo interior de la chaqueta y cargarlo con munición de la buena: una nuez que aún no había partido.

Lo siguiente que escuchó fue un suspiro y a los chocobos moviéndose con pereza en sus cuadras. ¡Si es que era la hora de la siesta!
Prompto se movió con todo el sigilo que pudo, buscando en el pasillo, asomándose para ver los boxes, rechinando los dientes porque no le pagaban lo suficiente para asustarlo así. Pero haría cualquier cosa para mantener seguros a todos y cada uno de esos chocobos.

—Y hueles tan bien. —volvió a sonar la voz.

Prompto se paró y se pegó a la puerta de una cuadra antes de intentar decidir de dónde venía exactamente la voz. Había demasiadas paredes en las que un sonido podía rebotar, además, sonaba como… como ahogado.

—¡Te quiero tanto!

—¿Qué? —musitó el chico, que se quedó blanco por un momento, haciendo que sus pecas destacasen aún más en sus pómulos.

Entonces se le ocurrió algo y se llevó la mano a los labios para no gritar. ¿¡Sería que un par de amantes estaban retozando en el establo!?
Se llevó la mano a los ojos, pensando que aún era demasiado joven y virgen como para ver nada de aquello. ¡Él sólo quería sacarse un poco de dinero para comprar una buena cámara! Y con catorce años no le habían contratado en ningún lugar más…

—Astrales, que no me pillen… —murmuró, pensando en irse.

Pero por otro lado… ¡era una buena oportunidad para documentarse!

Un chocobo graznó y luego pudo oír cómo se sacudía, piando más despacio. Entonces vio la cabeza de otro chocobo asomarse por la mitad superior de su puerta, que estaba abierta, mirando hacia su lado del pasillo.

—Yo sólo quiero que crezcas bien… ¡Todo sanote y te pongas fuerte!

Prompto giró la cabeza hacia el chocobo que le miraba con los ojos entrecerrados. Era un chocobo negro, joven y conocido por su malhumor. En cambio, parecía haberse encariñado con Prompto tan rápido que el chico se había ganado el título de “El pecoso que susurra a los chocobos”.
El chocobo graznó, como saludándole.

Prompto se acercó para dejar que le oliese la mano, aunque aún llevaba en la otra su arma cargada.

—¿Harás eso por mí? ¿A que sí? ¿¡A que sí!?

¡Ah! ¡Por fin sabía de dónde venía la voz! Justo de la cuadra de al lado a la que estaba.
Preparó el proyectil y empezó a asomarse despacio, poniéndose de puntillas para ver bien, pero allí sólo estaba un chocobo que lo miraba fijamente.
El chocobo abrió el pico.

—¡Ay, es que te comería entero!

A Prompto se le cayó el tirachinas al suelo. ¿¡El chocobo había hablado!? ¿Acaso se había estado refiriendo a él todo el rato?
¿¡Cómo!?

Sintió un ligero mareo e intentó poner en orden su universo, balbuceando mientras repasaba lo que había dicho el chocobo. ¡Por los seis, pero si hasta le había dicho que le quería!

—B-bueno. ¡Tú tampoco estás mal!

El chocobo graznó, sacudiéndose y Prompto ya no entendía nada. No hasta que levantó el ala, dejando ver a una chiquilla rascándole el plumón.

—¿G-gracias? —habló la chica, con la misma voz que el chocobo pero más claro.

Un disco rayado sonó en la cabeza de Prompto.

No, espera.

¿Qué?

—¿Eh?

La reacción de Prompto fue tan rápida que ni él recordaba haberse agachado para recoger su tirachinas.

—¿¡Quién eres, qué haces aquí!?

Ella levantó los brazos, aunque el chocobo intentó taparla de nuevo, graznando ahora enfadado, protector.

—¡Estoy aquí para la sesión de besos y abrazos!

La chica pareció escupir plumón y Prompto la vio luchar con el chocobo, que intentaba retenerla entre sus alas y la agarraba de la ropa con el pico para no dejar que se alejase demasiado.

—¡Ay, bueno, vale! ¡Tranquilo, no pasa nada!

Prompto acabó por bajar un poco el tirachinas.

—No sé ni a quien le hablas.

—¡A él! —aseguró la chica, señalando al pájaro—. Es mío, pero se ha hecho tan grande que mis padres han decidido alquilar una cuadra para él.

El chocobo pió antes de intentar peinar a la chavala, que puso cara haber pasado por ese trato demasiadas veces. Aunque luego sonrió y empezó a abrir la puerta de la cuadra desde dentro.

—¡Soy Anir! —se presentó una vez fuera, ofreciéndole la mano.

—Prompto… —dijo no muy seguro, ofreciéndole la mano de vuelta—. ¿Qu-qué hacías con tu chocobo?

Anir aún tenía agarrada la mano de Prompto, y no parecía ir a soltarla en ningún momento cercano, cuando contestó.

—Es que mis padres dicen que para que las personas y la plantas y las animales y todo crezca bien hay que decirles cosas bonitas y tratarlos bien. Así que vengo a darle besos y abrazos todos los días, pero es la primera vez que te veo.

Prompto miraba su mano, que aún era sacudida de arriba a abajo enérgicamente.
Algo en su corazón se apretó.

—Ah, es que trabajo aquí desde hace poco, esta es la primera vez que me toca este turno.

—¡Eso lo explica!

Se quedaron unos segundos incómodos mirándose a los ojos mientras aún sacudían las manos. Aunque todo terminó cuando Anir decidió estirar de dicha mano y abrazarla con la otra, dándole palmaditas en el hombro.

—¡Gracias por tu buen trabajo, seguro que eres una persona superguay y tus pecas son como superbonitas!

Y le dio un beso en la mejilla antes de que el chico pudiera reaccionar. Soltó su mano sonriéndole y se despidió antes de irse corriendo hacia la entrada.

—¡Hasta mañana Prompto! ¡Sé bueno! ¡Sé el mejor!

Prompto se quedó allí plantado hasta unos minutos después de que Anir hubiese desaparecido por el horizonte y no reaccionó hasta que el chocobo negro empezó a estirarle del pelo, intentando lamerlo para darle forma de cresta.

—¿Qué ha pasado?

—¡Qwark! —fue la única respuesta que consiguió en ese momento.

Y aunque todo había sido muy raro, su corazón ya no parecía presionado por un puño de hierro y ladeando la cabeza para intentar alejar su pelo del pico del chocobo pensó que no le importaría repetir ración de abrazos y besos al día siguiente.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on September 18, 2018, 02:47:03 PM
Aya & Anir
Expecting 02


Anir sólo había tenido un propósito desde hacía ya tiempo y, aunque la vida le había estado distrayendo de su meta final, seguía siendo ese el pensamiento en el fondo de su cabeza que nunca se iba.

Venganza.

Parecía que aquel era el combustible del que se alimentaba en su día a día, lo que la mantenía centrada y lista para cualquier misión. Pero el reencuentro con su hermano y el consecuente conocimiento de que su venganza ya se había cumplido, aunque no por sus manos, le había roto todos los esquemas.
Era como si de repente no tuviese equilibrio, como esperar otro escalón en la escalera que no estaba ahí, y sentir el pie bajar y bajar y tener la sensación de que nunca iba a tocar el suelo.

Un suspiro cansado a su lado, en la parte de atrás de la furgoneta, la sacó de sus pensamientos y miró hacia su derecha, donde Abyssinian descansaba con los ojos cerrados y los brazos cruzados.
Alguien le había hecho un corte en la mejilla y la sangre se secaba rápido sobre su piel de porcelana.

Siberian bostezó al volante y Abyssinian no dudó en patear su asiento, aprovechando que estaba sentado detrás de él.

—¡Ah! Joder, Aya. —se quejó Ken, consiguiendo que Kudou se riese a su lado, jugando con el paquete de tabaco, pero sin atreverse a encender un cigarrillo aún.

Russian blue se retorció gruñendo, intentando encontrar una pose cómoda en su asiento.

—No te duermas. —avisó el líder de campo, abriendo un ojo para mirar a Anir a su lado antes de hacer algo inaudito.

Sonrió.

Y el mundo de Anir se paró.

La sonrisa no pudo haber durado más de un par de segundos, pero Anir no tenía claro cuánto tiempo se había quedado mirando el recuerdo de esa sonrisa en el perfil de Fujimiya.
¿Qué había sido eso?

Eso, lo que le pasaba en el cara.

¿Tenía hoyitos?


————

Había un sonido extraño en el fondo de su mente. Era como un zumbido rítmico que cada vez se volvía más dulce. Parecía que alguien quería pronunciar una palabra pero siempre se quedaba sosteniendo la misma nota una y otra y otra vez.

Anir parpadeó y luego frunció el ceño, buscando grietas en las paredes de su mente. Llevaba días haciéndolo. Tenía la sensación de que otro telépata intentaba ingresar en su cabeza, pero luego se daba cuenta de que allí dentro sólo estaba ella.
¿Qué estaba pasando con sus procesos mentales?

Un golpe suave atrajo su atención y bajó la vista para ver una escoba estaba golpeando la silla en la que estaba sentada.

—Si no vas a trabajar, vete. —le dijo Ayan, señalando la puerta que llevaba a la trastienda y a la escalera que subía hacia el apartamento.

Anir miró su arreglo floral a medias y gruñó. Ya ni recordaba cómo lo iba a hacer. Puso las manos en la mesa y empujó la silla con las piernas mientras se levantaba.
La faldita a cuadros se despegó lentamente de sus piernas y Anir se preguntó cuánto tiempo llevaba allí sentada haciendo nada.

—Perdón… —murmuró, rozando una rosa con el índice—. ¿Podrías acabar esto por mí?

Ayan asintió. No hacía falta que le dijese que no quería desaprovechar las flores. Le tendió la escoba y el recogedor y le señaló la bendita puerta antes de arremangarse las mangas de aquel jersey naranja del que se negaba deshacerse y sentarse en la silla, frente al arreglo inacabado.

Anir aún se quedó unos segundos de pie, observando insistentemente a Fujimiya.

—¿Sabes el chiste del yogur? —preguntó de repente, casi entre balbuceos.

Fujimiya parpadeó un par de veces antes de girar la cabeza lentamente y mirar a la chica.

—No. —contestó, porque la manera en la que se inclinaba ella le dijo que esperaba una respuesta.

—Es natural.

Se quedaron en silencio, mirándose con fijeza. A Anir le temblaron los labios y acabó por morderse el inferior mientras intentaba no sonreír. Ayan aún tuvo que respirar un par de veces antes de abrir la boca y rodar los ojos, tirándole una rosa a Anir como represalia.

—¡Ey! ¡No era tan malo! —se quejó ella mientras dejaba el recogedor en el suelo y recogía la rosa, entregándosela a Fujimiya de vuelta.

Y mientras él estiraba su mano de dedos largos hacia el tallo sin espinas, una sonrisita se dibujó en sus labios.

Allí estaba el hoyito.


————

La cuarta vez que Anir se sorprendió intentando hacer reír a Fujimiya, se planteó seriamente la posibilidad de tener una nueva obsesión.
Aunque, bien pensado, obsesionarse con hacer sonreír a alguien era bastante más sano que obsesionarse con asesinar a toda una organización secreta que controlaba un montón de personas con habilidades increíbles y que intentaban encontrar una fuente de la eterna juventud…

Aún así, seguro que había gente que creía que intentar hacer sonreír a Fujimiya era más peligroso que terminar con Eszett.
Pero a Anir no le importaba el peligro. Cada y una de las veces, valía la pena.

Así que, cuando Fujimiya entró al salón y vio libros, libretas y un estuche abierto y volcado en la mesa y se giró lentamente encontrando la cabeza naranja de Anir asomando desde el sofá y le dijo con tono de regaño:

—Anir, recoge tus cosas.

Ella vio su oportunidad.

—No puedo… tengo zarpas. —anunció.

Fujimiya suspiró exasperado y recogió una de las libretas para darle con ella en la cabeza a la chica.

—¡Auh! —se quejó Anir, encogiendo los hombros.

—Lo digo en serio.

—¡Yo también!

Anir levantó los brazos en alto. Tenía dos guantes en forma de zarpas de gato puestos. Eran blancos y peluditos. Con almohadillas rosas y blanditas.

Fujimiya miró los guantes por unos segundos antes de decidir que esta vez le había derrotado. Se agarró del respaldo del sofá con las dos manos, dejando caer la cabeza. Cuando abrió los párpados, Anir le miraba desde abajo con sus grandes ojos aguamarina. Aún tenía los brazos levantados y sonrió antes de palmearle la cara con sus zarpitas de peluche.

Ayan sonrió de vuelta, y un sonido parecido a una risa se quedó haciéndole cosquillas en la garganta.

Quiero verle feliz.

Dijo por fin ese susurro escondido en la mente de Anir.
La sensación de presión y calor en su pecho no fue una sorpresa, pero la rapidez con la que se extendía por el resto de su cuerpo sí.

—Anda, quítame esto y recojo lo de la mesa —pidió Anir, esperando mientras Fujimiya le quitaba los guantes y le daba con ellos en la cabeza—. ¡Ay!

—No exageres, eso no te ha hecho daño. —le avisó Aya, señalando la mesa con los guantes.

Anir se levantó de un salto, bajándose un poco el pantalón del pijama, que se le había recogido en las rodillas.
Ya había puesto todo en su mochila y estaba yendo hacia su habitación cuando escuchó a Airin hablar desde la cocina.

—¡Ayan! ¡Ayan, ayúdame con la cena!

—No puedo —se escuchó su voz perfectamente templada desde el salón—. Tengo zarpas.

Anir se giró a tiempo de ver la cara de incredulidad de Airin mientras Ayan levantaba sus manos enguantadas, chocando los nudillos con su barbilla.
Las risas de Anir retumbaron en el pasillo mientras la chica se iba hacia su habitación, haciendo que Aoibhe y Omi saliesen de su escondite con curiosidad y las mejillas sonrosadas.

No hubo más testigos que ellas dos del incidente. Y los demás no se lo podían llegar a creer.


————

Un ruido a disco rayado se apoderó de sus sentidos y Anir tuvo que parpadear y sacudir la cabeza para librarse de la sensación. Rápidamente se puso a buscar quién le estaba provocando aquello.
Lo único extraño que notó era que Ayan, aunque estaba sentado en el sillón cerca de la ventana con un libro sobre sus piernas cruzadas, no miraba hacia las páginas. La miraba a ella.

Anir levantó una ceja y se señaló.

—¿Quieres algo? —le preguntó desde la mesa del salón, donde seguía haciendo sus deberes.

Ayan pareció salir él mismo de un trance en el que no sabía que se encontraba. Se estiró un poco, cambiando la pierna que tenía cruzada arriba y echó un vistazo rápido a la mesa en la que trabajaba Anir.

—Té, estaría bien. —comentó, pensando si valía la pena levantarse.

Anir miró los dos botellines de té verde que tenía al lado y empezó a mover la mano cerca de uno, como diciéndole que se fuera de ahí. El botellín empezó a flotar, rodando suavemente hacia Fujimiya.
Parecía que el pelirrojo nunca se iba a acostumbrar a aquello, si su cara de incomodidad se tomaba en cuenta.

El botellín hizo una última pirueta antes de quedarse a su alcance y la cara de Ayan cambió a una sonrisita divertida por apenas un segundo.
Anir sonrió de vuelta, feliz de haber conseguido ver ese hoyito otra vez.
Fujimiya bebió del botellín con el ceño fruncido, observando a Anir, que todavía seguía mirándolo. Dejó el té a un lado, en el suelo y ladeó la cabeza, con los ojos entrecerrados.

—Qué afán tienes en hacerme sonreír. —comentó, extrañado.

Anir se puso un poco más recta, sin saber que sentir exactamente al darse cuenta de que le había pillado.

—¿Yo? No sé por qué dices eso. —contestó, volviendo su atención a los deberes de inmediato.

Al poco tiempo, escuchó como Ayan se levantaba del asiento, aunque no le oyó caminar. No era extraño, después de todo estaba hablando de un asesino experimentado.
El botellín de té apareció en su campo de visión y Anir no pudo evitar seguir el camino de esos dedos largos por su brazo, hasta el hombro y terminar al encontrar dos ojos de mirada profunda.

Nunca acababa de decidirse de qué color eran.

Esa misma mano cambió de lugar para apretarse con cariño sobre la cabeza de Anir, que se vio ensimismada observando aquella sonrisa y aquel hoyito por la cantidad total de cinco segundos seguidos.
Eso eran muchos segundos, en su experiencia previa.

—Gracias. —dijo Fujimiya antes de retirarse silencioso.

Se llevó la mano a la cabeza, notando aún el calor de la palma de Fujimiya sobre su pelo.

Y Anir supo que las gracias no se las había dado por el té, si no por hacerle sonreír.

¡Amor!

Gritó su mente.

—Mierda.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on September 19, 2018, 04:59:06 PM
Zack & Cloud
Good dicking


Con Zack a su alrededor parecía que cualquier día iba a ser un buen día. O al menos era lo que pensó Cloud cuando alguien le despertó con un beso en la oreja y una mano traviesa acariciando su abdomen.

—Hmn… —empezó Cloud, antes de darse la vuelta y abrir los ojos de forma perezosa—. Buenos días.

—¡Hola! —saludó Zack, con una sonrisa bien grande, frotando la nariz contra la mejilla de Cloud antes de dejarle un beso allí—. ¿Qué tal has dormido hoy?

Cloud empezó a sonreír y Zack rodó los ojos porque sabía lo que iba a decir antes de oírlo.

—No sé, estaba dormido. —contestó Cloud, con los ojos cerrados.

—¿Y qué tal te has despertado? —lo intentó otra vez, haciéndose sitio entre las piernas de su novio.

Cloud se estiró y Zack aprovechó el movimiento para quitarle la camiseta con ansias. El rubio no podía contestar, demasiado ocupado riéndose. Zack se inclinó sobre él para besarle entre risas.
Cloud levantó las piernas, intentando abrazar la espalda de Zack con ellas, aunque él le agarró una pierna y estiró del muslo para recolocarle mejor. Cloud levantó una mano para agarrarse del cuello de Zack, acercándole para empezar más besos.

—Ven aquí… —murmuró Zack, dejándose caer un poco de lado y peleando con la ropa interior de Cloud.

Cloud no pudo evitar reír en alto y Zack gruñó un poco más. Parecía que se hubieran cambiado las personalidad por un momento, aunque Zack sonrió triunfal cuando por fin se deshizo del calzoncillo.

—Tendríamos que dormir desnudos, sería más fácil por las mañanas.

—Idiota… —le dijo Cloud, estirándose para coger el lubricante y dejándolo encima de su vientre—. Me toca a mí.

—Hmn… ya veo.

Zack ignoró su propia ropa en favor de preparar a Cloud lo antes posible, aunque no por eso se dio demasiada prisa… le gustaba tomarse su tiempo adorando el cuerpo de su novio.
Una mano en su cintura dibujó un camino hacia su nalga, acariciando casi con reverencia, mientras lamía el espacio entre los pectorales y buscaba un pezón que succionar.

Cloud se quejó, agarrando la nuca de Zack y tirando de él para que le diese aún más besos. Rodaron un poco en la cama hasta que Cloud se abrió de piernas, con la espalda sobre el colchón, gañendo necesitado.
Zack, a su lado, no tardó en callarle a base de más besos, buscando su lengua para estirar de ella con los dientes.

—¡Hmpf! —se quejó Cloud, aunque él le succionó el labio inferior a Zack en cuanto le soltó la lengua.

Zack decidió que ese era el momento perfecto para frotar la erección de Cloud con los dedos embadurnados de lubricante, un par de veces antes de ir directo hacia su entrada. Empezó con dos dedos y Cloud se arqueó, levantando la cadera para buscar meterlos aún más adentro.
Cloud intentaba abrazar a Zack y este acabó por terminar el beso por las risas.

—Alguien tiene ganas. —murmuró, juntando su frente con la de su novio.

—Es tu culpa… —se quejó Cloud, con la voz ahogada.

Zack se aseguró de que Cloud estuviese bien preparado, besándole el cuello, succionando sobre la yugular, rozándole con los dientes mientras bajaba hacia la clavícula y volvía a subir en busca de la barbilla; sin dejar de mover sus dedos dentro de él, añadiendo un tercero, un cuarto…

—Zack, Zack…

—¿Demasiado? —quiso saber, dándole un beso en la sien mientras acariciaba el perineo con un pulgar.

Cloud gruñó, mordiéndose el labio inferior, sin querer responder. Pero eso era exactamente lo que le pasaba.

—Está bien. —contestó Zack, con una sonrisa sobre su frente.

Salió despacio, dulce, besando toda la cara de Cloud y se separó de él el tiempo justo para limpiarse la mano y quitarse el calzoncillo.
Cloud estaba respirando agitado en la cama, apretando los puños en las sábanas, echando de menos la sensación de los dedos de Zack dentro de él.

Zack saltó encima de Cloud de repente, haciendo que rebotasen los dos en el colchón con la fuerza del movimiento.

—¡Ay!

—¿Me echabas de menos? —preguntó Zack con una sonrisa casi lobuna.

Cloud le intentó pegar con un pie y Zack le agarró de la parte posterior del muslo, subiendo aún más la pierna.

—Tú eres idiota.

—Sí, pero soy tu idiota —respondió antes de darle un beso en la nariz e informar:—. Ya me he puesto el condón.

Cloud tuvo la indecencia de poner morritos y expresión de decepción. Zack se apoyó en las manos para levantar un poco el cuerpo y observar mejor a su novio.

—¿Qué? ¿Quieres que me lo quite?

—No. —respondió Cloud, poniéndose cómodo y levantando los brazos por encima de la cabeza.

Su cara estaba seria y su tono era demasiado neutro, así que Zack supuso que era una mentira y se inclinó sobre su oído mientras con una mano se alineaba, frotándose sobre Cloud.

—Cierto ¿Por qué querrías que me lo quitase, hmm?

Zack empujó, encontrando poca resistencia mientras Cloud acariciaba toda la espalda de Zack con el pie libre, bajando hasta sus nalgas. La otra pierna seguía en el hombro de Zack, aunque se resbaló un poco hacia el costado mientras la boca de Cloud formaba una o perfecta.

Cloud estaba caliente y apretado alrededor de la erección de Zack, haciendo que se mordiese el labio inferior.

—Aah… —gimió Cloud, echando la cabeza hacia atrás.

—Como me gusta cuando gimes así. —le confesó Zack antes de empezar a embestir.

El ritmo era lento, pero constante, buscando entrar y salir hasta los límites que sus cuerpos ofrecían. Cloud buscó los hombros de Zack, clavando los dedos en la tela negra de su camiseta.
Volvió a gemir, sólo porque sabía que era la forma más rápida de hacer que las estocadas de Zack fuesen más rápidas, más fuertes, pero igual de constantes.

Y sonrió satisfecho, lleno de amor y endorfinas mientras el good dicking empezaba.
Definitivamente, ese iba a ser un buen día. Un muy buen día.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 03, 2019, 03:50:45 PM
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☆ ☾ ☆

Ignis x Anir

01. We just had a one-night stand but a massive storm hit so now we’re snowed in, hello awkward

No pasaba todos los días que Ignis se fijase en alguien durante uno de los tantos eventos a los que tenía que asistir como mano derecha del príncipe. Oh, bueno, sí se fijaba en la gente, ese era su trabajo, pero no acostumbraba a encontrar a una persona en concreto lo suficientemente atractiva como para dejar a un lado sus responsabilidades y ponerse a flirtear con descaro.
Tampoco era común que acabase llevándose a dicha persona hasta la casa de invitados en la que se estaba quedando, convenientemente ubicada a unos cientos de metros de la mansión principal.
La chica era bonita, inteligente y tenía exquisitos modales. También tenía buen equilibrio y un cuerpo ágil y flexible, como descubrió durante las horas en las que habían estado compartiendo cama. Y suelo, pared, bañera…

Había sido una noche muy productiva. Tanto que a Ignis no le extrañó cuando se despertó sólo para descubrir que llevaba horas dormido y los pájaros ya cantaban en el jardín que rodeaba la casa. Por la manera en la que entraba el sol por la ventana debía ser casi mediodía.
La chica aún dormía, apoyada en su pecho, soplando suavemente entre sus labios apenas abiertos. Ignis le apartó un mechón de la cara, fijándose en lo diferentes que parecían sus pecas a la luz del día.
En algún momento, Ignis creía recordar que había sido antes de la ducha, se había desmaquillado, pero sus pestañas seguían pareciendo largas, rozando sus mejillas cubiertas por un pequeño sonrojo natural.

Ignis sonrió, relajándose de nuevo mientras acariciaba perezosamente la espalda desnuda debajo de las sábanas. Ese día lo tenía libre, podía remolonear un poco más.
Unos minutos después ella empezó a desperezarse, estirándose antes de hacerse una bolita contra el costado de Ignis, que se rió con suavidad antes de darle los buenos días.

—Uh… ugh —fue su respuesta, antes de mirar hacia arriba—. Buenos días.

Cinco minutos más y ella acabó rodando bajo las sábanas hasta encontrar el suelo con un pie y escabullirse hasta el baño. No tardó mucho en salir, encontrando su ropa perfectamente doblada sobre una silla. Ponerse un vestido de gala a primera hora de su día se le hacía extraño, pero no tenía otra cosa que vestir.
Ignis se apiadó de ella ayudándole con la cremallera, aunque por la forma en la que doblaba el brazo no habría necesitado la ayuda en cuanto hubiese estado algo más despierta.

—Me tengo que ir yendo —dijo ella antes de bostezar—. Me tienen que estar echando de menos en casa.

Ignis la acompañó hasta la escalera, sacando el abrigo y el bolso de la chica de un armario bien disimulado en la pared.

—Espero que tengas un buen viaje. —deseó, ladeando la cabeza antes de recolocarse las gafas.

Su pelo revuelto sólo le daba ganas de revolverlo más, pero la chica se contuvo antes de acercarse lo suficiente como para darle un beso en la mejilla como despedida. Ignis la vio bajar los escalones y suspiró antes de darse la vuelta y dejarse caer sobre la cama.
Escuchó la puerta principal abrirse y alcanzó su móvil para ver la hora antes de oír una maldición. Levantó una ceja con curiosidad.
Cuando se asomó al pasillo, justo arriba de las escaleras, notó el frío antes de ver la nieve desparramada frente a la entrada. Corrió en silencio hasta la ventana de su habitación y miró hacia el jardín. Había nevado tanto esa noche que no pudo ver el techo de su coche, aunque sí que veía la antena de la radio asomándose entre la blanca nieve que cubría todo el paisaje.

Estaban atrapados.


————

Anir no solía hacer ese tipo de cosas, pero hacía meses —años, le recordaba una vocecita interior que canturreaba alegre— que le había echado el ojo a Ignis Scientia y si por fin había atraído su atención, aunque sólo fuera para una noche salvaje, no iba a decir que no.
Cualquier otro atrevido se habría llevado un comentario sarcástico o hasta un puñetazo en la cara. O tal vez un pisotón con aquellos tacones finos y altos, para algo tenía que servir tanto sufrimiento, ¿verdad? Anir se los había puesto después de que su mejor amiga le hubiese dicho que podían servir como arma arrojadiza.

Volviendo al momento actual, Anir estaba bajando las escaleras muy despacio, con aquellos taconazos, hasta que se dio cuenta de que Ignis había vuelto a su habitación y ya no estaba mirándola. Se los quitó con prisa y correteó escaleras abajo antes de abrir la puerta, sonriendo al recordar detalles de la noche anterior.
La sonrisa no le duró mucho tiempo. Un montón de nieve la atacó de repente y Anir caminó hacia atrás intentando evitarla.

—Ay, joder —fue lo primero que salió de su boca—. Mierda.

Se llevó la mano a los labios, pensando que iba a hacer ahora. La nieve llegaba hasta su cabeza y no parecía demasiado asentada. El coche en el que había llegado debería estar aún en la plaza en la que el aparcacoches hubiera tenido a bien dejarlo y el paseo hasta la mansión principal no era precisamente corto.
¿Cuánto tardarían en limpiar toda aquella nieve si aún no lo habían hecho? ¿Estaría Bumblebee bien? Seguro que tenía el motor congelado.

Anir se dejó caer en cuclillas, llevándose las manos a la cara mientras bufaba entre sus dedos. Sus tacones estaban olvidados a unos metros de ella y la nieve volvió a caer, cubriéndole los pies y haciéndola recular por el frío.
Se sentó en el suelo y pescó su móvil de su pequeño bolso, pensando en llamar a su hermano para pedir consejo o ayuda. Cuando intentó encenderlo se dio cuenta de que se había quedado sin batería y gimió de frustración.

—Pues vamos bien.


————

Ignis tenía una emergencia. Sólo llevaba puestas las gafas y los calzoncillos, miraba la nieve desde la ventana en estado de shock y no sabía qué hacer. Siempre le habían dicho que había una primera vez para todo, pero sus primeras veces tendían a ser logros nuevos e interesantes, no escenas inesperadas que le dejaban más en blanco que la nieve que los rodeaba. Podría decir que se había quedado… helado.
Se levantó las gafas, sonriendo por el pensamiento, aunque después apretó el móvil en su mano, poniendo toda su atención en encontrar una solución, pero nada salía de su mente aparte de chistes malos y juegos de palabras aún peores.
¡Él era a quien todos acudían cuando tenían un problema! ¿Pero y cuando él estaba en problemas, eh? ¿Quién le podía ayudar?

Deslizó el pulgar por la pantalla y buscó el chat de Prompto.

Hola, Prompto. ¿Estás ahí?” escribió y la respuesta le llegó de inmediato.

Si, hey tio, que pasa? Anoche te fuiste muy pronto no te vi!

Ignis parpadeó, cambiando la puntuación en su mente y añadiendo las tildes necesarias.

Tengo un problema.

Si quieres decir la nieve estamos todos sitados” contestó Prompto igual de rápido que antes, añadiendo en seguida: “*sitiados

Sí, eso he visto al levantarme. Lo que me pasa… tiene que ver con la nieve, pero no es eso lo que me preocupa.” envió Ignis, escribiendo mientras Prompto contestaba.

Te levantas ahora? que ha pasao
( ͡° ͜ʖ ͡°) ??

Tengo… compañía y con esta nevada no se puede ir y no se qué hacer. No es” Ignis miró lo que había escrito y borró las dos últimas palabras mientras intentaba no mordisquearse los labios.

Que me dijeron que te vieron irte con alguien, eh, pillin

Ignis suspiró al ver el mensaje de su amigo y continuó escribiendo el suyo.

La chica me gusta, pero tal vez fui demasiado rápido y ahora todo es raro. No sé ni de qué hablar o si se sentirá violenta en mi presencia.

Esta vez Prompto tardó un poco en responder.

No seas tonto y invitala a desayunar

E. E invítala. Prompto, que has ido a sexto de primaria.” tecleó Ignis antes de subirse las gafas y leer la retahíla de quejas de su amigo que acababa con un ‘que la invites idiota’.

Y después de pensarlo unos segundos, supuso que por una vez podía dejarse aconsejar. Echó un vistazo a su armario, sacando un pijama limpio, aunque después de considerarlo mejor, acabó dejándolo donde estaba y descolgó uno de los trajes de tres piezas que aún no se había puesto. Se vistió metódicamente y no tardó mucho en bajar las escaleras, atrayendo la atención de su invitada; la chica había cerrado la puerta como bien había podido y miraba la nieve medio derretida sin saber qué hacer con ella.
Le ofreció el brazo al estar a su altura y ella lo tomó con cautela.

—¿Desayunamos, señorita? —preguntó, esperando por una reacción, la que fuera.

Ella acabó sonriendo y asintió antes de levantar la barbilla e hinchar un poco el pecho.

—Sí, por favor.

Su estómago rugió, haciéndola sonrojar, aunque terminó riéndose cuando Ignis le sonrió divertido. Descalza era bastante más bajita. ¿De cuántos centímetros habrían sido sus tacones? No lo recordaba.
Cuando tuvo a la chica sentada en uno de los taburetes de la cocina, se quitó la chaqueta, dejándola pulcramente colgada antes de remangarse la camisa y empezar a cocinar.

—Espero que tu cocina sea tan buena como alardeaste anoche. —canturreó ella, apoyando la barbilla en las manos.

Ignis se giró sólo un poco, levantando una ceja antes de sonreír de costado y levantarse de nuevo las gafas.

—Oh, querida, soy bueno en todo lo que me propongo, no te preocupes.

Anir tuvo que apretar las piernas mientras le sonreía ensoñada. Aaah, esperaba que tardasen mucho en despejar la nieve que les atrapaba.



☆ ☾ ☆
BONUS

Anir abrió la puerta del apartamento casi de golpe, asustando a Prompto, que se levantó del sofá de un salto. Y no, no había gritado como una ardilla asustada. Nop.

—¡Anir!

—Hola, Promp —saludó su hermana, con una sonrisa demasiado maravillada como para significar algo bueno—. Perdón por no llamar, me quedé sin batería durante el baile.

—Ya iba a enviar a una partida de búsqueda, me tenías preocupado.

Ella simplemente se encogió de hombros, quitándole importancia al asunto y de paso quitándose también los zapatos. Eran los mismos que se había empeñado en llevar a la fiesta.

—Nah, tranquilo, estaba… en casa de una amiga —respondió mientras se quitaba el abrigo y lo dejaba colgado en el armarito de la entrada—. ¿Tú qué tal?

—Normal —respondió Prompto, frunciendo el ceño al darse cuenta de que su hermana no dejaba de sonreír—. No tan bien como tú, por lo que parece. ¿Ligaste anoche?

Anir parpadeó y de repente negó con las manos, dándose la vuelta y casi corriendo hacia su cuarto.

—¡No! ¿¡Qué dices!? ¡Estaba en casa de Airin!

Bueno, aquello tenía sentido, Airin le había dicho que no se preocupase, que volvería al día siguiente… pero ahora que lo pensaba no le había dicho explícitamente que estuviese durmiendo con ella, en su casa.
Y Anir aún llevaba el vestido de la noche anterior, cuando lo normal era que Airin le dejase algo de ropa.

Prompto arrugó la nariz. ¿Por qué su hermana no quería decirle dónde había estado? Si nunca tenía pegas para hablar de sus ligues.

—¿Quieres desayunar o comer o lo que sea? —preguntó Prompto, apoyándose en el quicio de la puerta de la habitación de su hermana.

—Hmn, no, no hace falta, me han hecho desayunado. —confesó antes de reír tontamente, acabando de ponerse el pijama.

—Bueno, vale. Pues yo voy a seguir jugando un rato, si quieres algo estoy en el salón.

—Vale. —asintió Anir antes de darle un beso en la mejilla a su hermano y saltar en su cama, alargando la mano para poner su móvil a cargar.

Prompto se encogió de hombros, sentándose en el sofá y mirando la pantalla de su móvil, donde su partida de King’s Knight le estaba esperando. Jugó durante unos minutos antes de ver a Ignis conectado y sonrió travieso al pensar en que anoche aquel cascarrabias había ligado.
Las risitas de su hermana le hicieron levantar la cabeza y después de unos segundos de silencio en su cabeza una idea empezó a formarse en su mente.

—… no. No. —Y después de pensarlo mejor—. ¡No!

Se levantó, dejando caer su móvil en el sofá y señalando su hermana con un dedo acusador.

—¡No! ¡Anir!

La chica se llevó las manos a la nuca y levantó los pies, intentando protegerse del ataque.

—¡Si ni os había presentado! ¡Era por algo!

—¡Se presentó él solito! —reclamó Anir.

—Joder…

Esa risita risueña volvió a toda potencia y Prompto se llevó las manos a la cara.

—Mira, no quiero saber nada.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 05, 2019, 12:42:05 PM
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☆ ☾ ☆

Jack x Hiksti

02. I sit at the rental booth at our local ice rink and watch you teach children how to skate

A Hiksti le gustaba mucho el chocolate de la cafetería de la pista de hielo de su ciudad, aunque ese no era el único motivo por el que iba allí semana tras semana a sentarse al lado del cristal con vistas a la pista, no. El motivo principal estaba ahora mismo dibujando círculos en el hielo con sus patines, riéndose mientras se movía a gran velocidad con las manos metidas en el canguro de su sudadera.
Hiksti suspiró, ladeando la cabeza y mirando con algo de aprensión al hielo. Con sus amigos tenía fama de torpe y no se equivocaban, entre otras muchas cosas nunca había aprendido a patinar y eso que vivían en una ciudad en la que nevaba año tras año. Las leyendas decían que existía el verano, pero Hiksti sólo se atrevía a quitarse la manga larga para darse un baño.

Le dio un trago al chocolate y se puso un poco más recto al ver como unos niños muy pequeños empezaban a entrar en una de las pistas de hielo, guiados de la mano de una señorita pálida pero de sonrisa encantadora.
Y ahí se iba Jack, al que había estado observando Hiksti con tanto empeño, despidiéndose de sus amigos antes de deslizarse hasta la pista pequeña para empezar sus clases. Aquellos niños no deberían tener más de cinco años y ya patinaban mejor de lo que Hiksti creía poder patinar nunca. Se mantenían de pie y todo.
Los vio agarrarse de las barras y dar pequeños pasos. Uno se cayó nada más hacer contacto con el suelo, pero Jack lo agarró de las axilas y lo hizo volar antes de ponerlo de pie en el hielo una vez más. El niño estaba deshaciéndose en risitas cuando su monitor le tocó la nariz.

Hiksti no podía saber que instrucciones daban los dos monitores, pero podía ver que hablaban con la clase, dándoles consejos. También podía ver que los niños mejoraban visiblemente, con rapidez.
Bajó la cabeza, avergonzado por su deseo de poder patinar. La vergüenza venía del hecho de que sabía que nunca podría. Se frotó la rodilla izquierda, frunciendo el ceño al llegar hasta su pierna artificial.

Oh, Hiksti sabía que después de perder la pierna la vida seguía y había muchas cosas que podía hacer. Sería joven y torpe, pero su intelecto no tenía rival y había empezado a diseñar sus propias prótesis poco después de empezar a necesitarlas. Parecía que la vida había decidido por él a qué se iba a dedicar en el futuro y no le parecía mal, pero… había tantas cosas que había querido aprender y no se había atrevido. Y patinar era una de ellas.
Hiksti apretó aún más las cejas. Demonios, había conseguido escalar, montar a caballo, había pasado un verano entero —versión Berk, unas dos semanas— en un barco vikingo, campamento para adolescentes… y aún tenía patinar por tachar en su lista.

Bueno, el interés estaba ya antes, aunque tenía que admitir que la obsesión había llegado con Jack y su estúpida sonrisa brillante.
A Hiksti le gustaría tener algo más de qué hablar con él aparte de los cuentos de hadas y dragones de la biblioteca donde lo había conocido, sección de fantasía, su segunda preferida. La primera era la de ciencias.

Alguien le dio un golpecito en el hombro.

—Oiga, señor. —le dijo una niña que aparentaba unos siete o tal vez ocho años.

—No soy tan mayor, tengo diecisiete años. —se quejó Hiksti, aunque sabía que las ojeras le hacían parecer más edad de la que tenía.

La niña se encogió de hombros y señaló la pista de hielo.

—Puedes patinar. —le dijo toda convencida.

Hiksti se miró la pierna antes de sonreír hacia la niña.

—No, no puedo. Si quieres que te enseñen…

La chiquilla negó con la cabeza fervientemente.

—No era una pregunta. Puedes patinar —habló con firmeza, señalándole la pierna—. A mi papá también le falta un brazo y puede patinar, así que tú también.

Hiksti parpadeó, ladeando la cabeza y mirando a la niña con asombro. Ella asintió y luego se dio un golpe en el pecho, haciendo saltar los pompones que colgaban de su gorro.

—¡Y yo puedo enseñarte!

—¡Raisa! ¿¡Qué andas haciendo, molestando al personal!? —preguntó un pelirrojo que se acercaba rápidamente a ellos.

—¡No molesto! ¡Estoy siendo útil!

El hombre se quitó el sombrero y se lo llevó al pecho, disculpándose con Hiksti repetidas veces hasta que él se levantó intentando pararlos.

—No, no molesta, perdón.

—¡No, perdón yo!

—No, no, en serio. ¿Es su hija? —quiso saber.

El hombre ladeó la cabeza, volviendo a calarse el gorro antes de asentir.

—Su hija, ¿Raisa? —preguntó y la niña saltó feliz antes de decirle que sí—. Me ha dicho que puede enseñarme a patinar.

Hiksti salió de detrás de la mesa y su pie de metal sonó contra el suelo. El hombre miró hacia abajo y luego se llevó la mano a la barba, suspirando derrotado. Después le dedicó una sonrisa y alargó su única mano.

—Soy Shanks, y tu nueva maestra de patinaje es Raisa y tiene siete años —le informó y cuando Hiksti le estaba estrechando esa mano con esperanza añadió:—. Buena suerte.

Un escalofrío le recorrió la espalda, pero algo le decía que valdría la pena.



03. I watch kids teach you how to skate because you’re a terrible skater

Jack era una persona dedicada a su trabajo y aunque normalmente tenía los ojos en todas partes, cuando estaba con sus niños su atención estaba limitada a la pista de hielo pequeña. Controlar a sus monstruitos podía ser agotador para cualquiera, pero para él era algo que lo revitalizaba.
Y por todo esto fue que se sorprendió al darse cuenta de que Hiksti estaba en la pista de hielo grande, patinando. O intentándolo, mejor dicho.

—Nooo, tienes que poner los pies así —oyó a Raisa decir, con los puños en la cintura—. ¡Y luego mueves las piernas así!

La niña sabía patinar perfectamente, en un año más estaría preparada para competiciones regionales.

—¿De qué se conocerán? —musitó Jack, llevándose la mano a la barbilla mientras se sentaba en las gradas.

Su compañera de trabajo se sentó a su lado, ajustándose los guantes.

—¿Y quién es el chico? —preguntó, levantando una ceja de forma inquisitiva—. ¿No será el de la biblioteca?

—Elsa, eres una metomentodo —se quejó Jack, inclinándose hacia delante mientras se frotaba las manos—. Sí, es el de la biblioteca. Se llama Hiksti.

En ese momento, el dicho Hiksti, se vio en un estado de precario equilibrio que le mandó de culo al hielo. Shanks, el padre de Raisa, se reía desde la barandilla, aunque unos chavales se acercaron a ayudar a Hiksti a ponerse en pie. Uno de ellos, no mayor de doce años, empezó a darle consejos sobre cómo mantenerse mejor sobre los dos patines antes de intentar patinar.
Elsa se acercó un poco más a Jack, reclinándose contra su costado y entrecerrando los ojos de forma calculadora.

—¿No es un poco joven para tí?

Jack se giró de golpe, empujando a su compañera con el hombro, que se rió suavemente antes de enderezarse y cruzarse de brazos.

—No, tiene diecisiete. Me lo dijo cuando le pregunté a que universidad iba, no me mires así —avisó Jack, al que le daban escalofríos cada vez que Elsa le miraba con aquella sonrisita resabiada—. Es que llevaba libros de matemáticas demasiado avanzadas… ¡Elsa!

Elsa se volvió a reír y luego señaló con la barbilla hacia la pista, donde unos cinco niños se habían congregado alrededor de Hiksti, cada uno gritándole una cosa diferente.

—Es terrible… —murmuró Jack, llevándose una mano en la cara, que estaba empezando a notar caliente pese al frío.

—No es tan malo, siempre falla con la pierna izquierda —comentó Elsa—. ¿Le pasa algo?

Jack se rascó el cogote, fijándose ahora en la pierna izquierda de Hiksti. Más que fallar con ella parecía que no estaba muy seguro de usarla. ¿Se habría hecho daño en alguna caída?
Hablando de eso, Hiksti se volvió a caer, otra vez de culo. A Jack le pareció adorable y se llevó ahora las dos manos a la cara.

—Arg, tengo un problema. —confesó.

—Si sólo fuese uno…



☆ ☾ ☆
BONUS

—¡Abrid paso, que llegan los profesionales! —se oyó la voz cantarina de Jack antes de que Hiksti pudiese distinguir el sonido de los patines del monitor frenando cerca de él.

—Vamos, niños… Apartad.

—¡Elsa! —gritó Raisa abrazándose a su cintura antes de recibir un par de palmadas en la cabeza.

Jack se acuclilló en el hielo, mirando a Hiksti con la cabeza ladeada.

—¿Estás bien, te has hecho daño?

—No… sólo en el orgullo —contestó Hiksti antes de revolverse el pelo de la nuca—. O tampoco, porque de todas maneras no es que tenga mucho de eso…

—Deja que te ayude. —dijo Jack, estirando las manos.

Y entre el instructor y un par de niños tuvieron a Hiksti de pie en pocos segundos. El pobre se balanceó hasta que Jack le agarró de la cintura.

—A ver, vamos a acercarnos al quitamiedos, agárrate a esa barra, muy bien…

Hiksti notaba un calor en las mejillas que no tenía nada que ver con la vergüenza por caerse tantas veces y mucho con la mano de Jack agarrando la suya. Casi ni podía escuchar las indicaciones de Jack por encima del latido en sus oídos.

—¡Ey, lo estás haciendo muy bien! Deberías confiar más en tu pierna izquierda. ¿Te has hecho daño al caer? Parece que no estés muy seguro con ella.

Hiksti levantó la cabeza de golpe y luego miró hacia un costado. ¿No sabía lo de su pierna, no se había fijado? El pobre chico estaba pensando en como decírselo cuando Raisa apareció patinando hacia atrás al lado de Jack.

—¡Es que no tiene! ¡Pero la que lleva es to guay y me ha dejado firmarla!

Raisa saludó con sus manitas enguantadas antes de calarse el gorro, morderse la lengua dejándola asomar entre los dientes y coger velocidad para hacer un salto, así de espaldas.
Jack se quedó unos segundos mirándola antes de silbarle con alegría y volver a mirar a Hiksti.

—¿Tienes la rodilla? Si el peso de la pierna está bien equilibrado con el resto de tu cuerpo, patinar no debería ser un problema, no creo que necesites una pierna especial para conseguirlo. Pero si quieres aprender a hacer saltos podría hablar con algunos colegas que tienen más experiencia en ese campo.

Hiksti parpadeó lento, apretando más la mano de Jack entre sus dedos.

—¿No te importa que me falte la pierna?

—¿Por qué debería? —preguntó Jack, confundido.

Y Hiksti no pudo evitar balbucear sus siguientes palabras. Ni siquiera las procesó antes de que saliesen de su garganta.

—M-me gustas.

Jack se quedó congelado, perfectamente quieto por unos segundos, pero acabó sonriendo y frotándose la nariz, que de repente estaba roja.

—Y tú a mí.

Por un momento Hiksti entró en pánico, pero después hinchó el pecho, tomando valor de quién sabía donde. Tampoco había mucho de él para empezar.

—No, quiero decir, me gustas.

Jack se puso el gorro mejor antes de contestar.

—¿Tú crees que necesito ir a mirar libros de fantasía a la biblioteca del pueblo todas las semanas? Tú también me gustas.

Y después de dos latidos, Hiksti lo comprendió.

Oh.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 06, 2019, 11:23:21 AM
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☆ ☾ ☆

(Cloud + Anir) x Genesis

04. I’m running late to an important interview/meeting and you accidentally spill your hot cocoa all over my outfit

Cloud no corría, andaba muy pero que muy rápido. Y es que, aunque iba con el tiempo justo, no quería sudar la camisa de su traje nuevo antes de tiempo. ¿Y cómo es que un mangarrán como él iba de traje? ¡Tenía una entrevista de trabajo! ¡Sí! Nada más y nada menos que en SOLDIER Games, una de las compañías secundarias de Shinra, la famosa empresa de tecnología.
A Cloud le había costado mucho prepararse para ser digno de acceder a aquella entrevista y no pensaba pifiarla de ninguna manera. Hasta llevaba la medallita que le regaló su madre tantos años atrás con la cabeza de un lobo labrada, según ella daba suerte. ¡Y sus calzoncillos favoritos! Zack había insistido y Cloud había acabado cediendo porque necesitaba llevar algo familiar encima. El nudo de la corbata le estaba apretando y sabía que su pelo no podría ser domado por la gomina por mucho más tiempo.

Ya había llegado al edificio y hasta había tomado el ascensor adecuado a la primera. Iba bien, iba muy bien. Giró la esquina por donde le habían indicado y entonces se dio de frente con el universo. Sí, ese ente que no tenía en cuenta tus necesidades ni tu balance de acciones positivas en la vida. Lo que le extrañó es que el universo viniera en forma de chocolate caliente.

—¡Aaah! —gritó la chica que se estaba apartando de Cloud, mirando a la taza casi vacía con incredulidad en sus ojos claros.

Cloud siseó, apartándose el frente de la camisa y la chaqueta con dos deditos para dejar de quemarse la piel del pecho.

—Mierda… —dijo Cloud, muy muy bajito.

La chica pareció darse cuenta de que el objeto contra el que se había chocado era más bien una persona.

—¡Ay! —exclamó antes de dejar la taza en la superficie plana más cercana, siendo eso la parte superior de un dispensador de agua—. ¡Ay! ¡Perdón!

Cloud miró hacia abajo, dando las gracias por que sus pantalones de momento seguían intactos. Aún así, no sabía qué hacer con el resto de su atuendo y el reloj seguía sonando. La hora de su entrevista se acercaba a pasos agigantados. ¡Y podía ver la puerta desde donde estaba!
De repente la chica le agarró de un codo y empezó a llevárselo hacia un costado.

—Sígueme, haremos algo con eso.

Y Cloud, que nunca le había podido decir que no a una mujer decidida, agachó la cabeza perdiéndose en el marrón del chocolate caliente que aún goteaba desde su camisa hasta el suelo, dibujando un camino de gotitas delator.


————

—Desde luego, Anir… —se quejó Erin, frotando la camisa con una toallita húmeda, a ver si hacía algo.

Anir estaba haciendo lo mismo con la chaqueta, pero parecía que el chocolate ya había penetrado en el tejido, dándole un aspecto… pues más bien sucio, así como a barro, pero con mejor olor. O al menos más apetecible.

—¡Ha sido sin querer! ¡Ha aparecido de repente!

Erin levantó una ceja y dejó salir un bufido por su respingada nariz.

—¿Quién, él o tu chocolate? —preguntó con un tono tan neutro que no podía ser más que a propósito.

Anir dejó de frotar por un momento para gruñir y Cloud se agarró de la nuca, inclinándose hacia delante en su asiento. Estaba desnudo de cintura hacia arriba y no quería ni mirar el reloj de su muñeca. El colgante del lobo empezaba a enfriarse al no estar en contacto con su piel.

—¡No era mi chocolate, para que lo sepas! ¡Era para Ggg-! —empezó a decir, pero se quedó callada y quieta por un par de segundos antes de desistir con un gemido ahogado—. Me c- ugh. Aaah, que m- Uf.

Erin se rió un poco, dándole un codazo.

—Puedes decir tacos, no está tu jefe delante.

—Me cago en mi jefe, eso es lo que hago —soltó por fin, antes de levantarse y acercarse al pobre desconocido para mirarlo bien, porque en un principio le había parecido delgado, pero ahora que lo miraba bien tenía unos músculos muy tensos bajo la piel—. No te vendrán mis camisas, ¿verdad? Deja que te mida.

Y lo midió, a palmos. Cloud se atragantó un poco, pero las manitas de Anir estaban calientes y era una sensación agradable pese al disgusto que llevaba encima.

—No, no le van a venir. ¿No tendrás algo de tu novio por ahí? Aunque le vendrá un poco grande.

Erin dejó la chaqueta sobre la encimera, al lado de la pila y miró las manitas de Anir en los hombros del chico.

—Hmn, le va a venir enorme, pero tengo una sudadera que se le quedó pequeña en mi taquilla —recordó de repente, levantándose para ir a buscarla—. ¡No tardo!

Anir se volvió a sentar en el suelo, empezando a plegar la camisa y la camiseta interior de Cloud, jurando y perjurando que las llevaría a la lavandería.

—Si mi jefe me hubiera pedido un café, como siempre, esto no habría pasado. Por que como es tan pijo tiene su propia cafetera en su despacho. ¡No tendría que haber bajado con este frío a la cafetería que le gusta a por un chocolate caliente! Ah, y cuidado que no le llegue frío, eh. Tiene que estar hirviendo. Lo odio.

Cloud arrugó la nariz, empezando a replantearse si trabajar ahí era lo que quería. Tal vez todo aquello era una señal.

—¿Y por qué sigues trabajando aquí? —preguntó Cloud con curiosidad.

Anir levantó la cabeza y le miró fijamente.

—Pues, verás —empezó despacio—. Tengo esta gran pasión por no dejarme morir de hambre.

Cloud no pudo evitar sonreír, pero se mordió los labios y volvió a poner su mejor cara de palo. Anir sonrió, enseñando los dientes con saña, y luego se puso de pie, empezando a plegar también la chaqueta.

—En realidad me gusta mi trabajo y los compañeros son muy buenos. Es mi jefe el que es un capullo conmigo la mitad del tiempo. No soy su secretaria ni nada de eso, pero siempre me busca para los recados más estúpidos.

—¿Y por qué sigues haciédonlos si te molestan? —quiso saber Cloud—. ¿Tan bien pagan?

Anir se rió un poquito más.

—No es eso, no me molesta tomarme quince minutos libres y pagados para bajar a la cafetería a por un chocolate. Me molesta su actitud no lo que me pide. Y me molesta porque con los demás es más educado.

Anir se enfurruñó un poco, pero terminó por suspirar y encogerse de hombros.

—Es un capullo, ¿qué se le va a hacer?

En ese momento entró Erin al baño, estirando una sudadera por los hombros para enseñarla. No era nueva y se le notaba el tiempo, pero estaba limpia y era más o menos presentable. Erin se asomó desde detrás de la prenda.

—Te vendrá un poquito grande, pero debería quedarte más o menos bien.

—Gracias. —dijo Cloud, estirando el brazo para aceptar la prenda.

—Mejor que nada —comentó Anir antes de preguntar con incredulidad—. ¿De verdad esto ha sido alguna vez de tu novio?

Erin se encogió de hombros, con los brazos cruzados.

—Se encogió en la lavadora.

—Eso lo explica todo…

El silencio se hizo en el baño mientras los tres miraban como le quedaba la sudadera al chico. Su pelo había ganado la batalla contra el gel mientras se vestía y ahora empezaba a desafiar la gravedad levantándose en pequeños mechones allá donde le parecía bien. Erin sonrió con una mirada apreciativa y Anir lo hizo con una alegre. Cloud se estiró un poco del cuello mirando hacia un costado, se le estaban sonrojando las mejillas por algún motivo que desconocía.
Erin decidió que ese era el mejor momento para girarse hacia Anir y decir:

—¿Tú no tenías un chocolate que entregar?

—¡Ay, joder!


————

El despacho al que habían llevado a Cloud era grande, amueblado con un estilo clásico y en colores oscuros, la decoración era delicada pero funcional. Aquella estancia parecía fuera de lugar teniendo en cuenta lo que Cloud había podido ver del edificio hasta el momento.
El jefe de Anir se reclinó en su asiento, levantando una ceja y mirando de uno a otra. Erin se había disculpado con una sonrisita cómplice, la muy traidora, y los había dejado solos allí con aquel monstruo con piel de humano. O eso era lo que Anir estaba pensando mientras sonreía nerviosa.
Ya le había contado lo que había pasado con su chocolate, pero aún se sentía en la necesidad de excusarse un poco más.

—Y, claro, no lo iba a dejar ahí solo y abandonado y lleno de chocolate. —dijo mientras agarraba uno de los hombros de Cloud, que no supo por qué tuvo la necesidad de cuadrarse un poquito más.

Se sentía como un soldado frente a su general o comandante. O sargento. No, aquel hombre tenía una mirada demasiado inquisitiva y era muy elegante, tenía que ser un oficial de carrera.

—Tú siempre tan considerada, querida.

Cloud se sorprendió al ver el cambio de actitud en Anir, de animalito buscando madriguera a uno que no se iba a dejar intimidar. Se cruzó de brazos y sacó pecho, entrecerrando los ojos.

—No como tú, capullo. ¿Qué quieres, que dejase que fuese a su entrevista todo manchado de tu chocolate? ¿Eh? ¿Que no podías hacerte un café? —se quejó, señalándole con un dedo acusador—. Todo esto es tu culpa.

—¿Y se puede saber por qué lleva una de las sudaderas de Sephiroth? —preguntó su jefe, ladeando la cabeza con curiosidad.

—¿Sephiroth? —repitió Cloud, llevándose las manos al canguro de la sudadera, maravillado—. ¿Esta sudadera es de Sephiroth Crescent?

¿¡De su ídolo!? Eso hacía a Erin la novia de Sephiroth… De repente tuvo la necesidad de preguntar si se la podía quedar, pero Cloud supuso que no era un buen momento para preguntar aquello. Tampoco creía que fuese una petición adecuada, de todas maneras.

—Se la ha prestado Erin. Si no… ¿qué? ¿Lo paseo medio desnudo por las oficinas de recursos humanos y lo llevo así a la entrevista? —dijo Anir de carrerilla, levantado los brazos, molesta—. Además, mis camisas no le vienen, ya lo he probado.

Cloud levantó la cabeza, dejando de mirarse la sudadera y clavó sus ojos en los del jefe, que le miraba con los ojos entrecerrados.

—¿Y a qué hora era tu entrevista? —le inquirió, alargando la mano hacia unos documentos y acercando más su silla con ruedas hacia el escritorio que estaba entre él y Anir y Cloud.

—Era a las diez, ya son y cuarto. —informó Cloud, moviendo las manos en el interior cálido del gran bolsillo.

—No serás… ¿Cloud Strife?

Cloud parpadeó. Sí, ese era su nombre, ¿cómo lo sabía? Asintió con la cabeza. El jefe de Anir sonrió de repente.

—Así que tú eres el que me estaba haciendo perder el tiempo, aquí esperando.

Anir agarró uno de sus guantes del bolsillo de su chaqueta tirárselo a su jefe a la cabeza, que lo esquivó de milagro.

—¿¡Y quién tiene la culpa, Genesis!?

—¡Animal! —gritó Genesis, con las manos en el escritorio, empezando a asomarse desde atrás y volviéndose a sentar en su silla, arreglándose el pelo casi de inmediato—. No sé ni por qué no te he despedido aún. ¡Largo de aquí, tengo una entrevista!

Y le hizo un gesto con la mano para indicarle que se marchase.

—¡Da gracias de que no ha sido una bota! —gritó Anir de vuelta, yendo a buscar su guante antes de marcharse hacia la puerta—. ¡Y trátalo bien!

Cuando Anir ya tenía la puerta abierta, Genesis añadió desinteresado.

—Acuérdate de mi chocolate.

Anir apenas giró la cabeza para contestar igual de desinteresada.

—Puedes lamerlo de los pañuelos de papel que he dejado en el baño.

Y cerró la puerta con fuerza.
Genesis se enderezó un poco, perdiendo una mano bajo el escritorio mientras cruzaba las piernas y carraspeaba. Cloud vió el movimiento y un pensamiento fugaz se le pasó por la mente. ¿Estaría intentando esconder una erección? Tenía toda la pinta.
Cloud miró a la puerta y luego a Genesis, levantando una ceja. Había estado tan vuelta al aire desde que Anir le había derramado el chocolate por encima que no había reconocido la puerta a la que había intentado llegar con tanto afán hacía unos veinte minutos.

—Por favor, toma asiento. —indicó Genesis.

Y Cloud lo hizo, perdiéndose mientras tanto la mirada nublada de su entrevistador, que estaba intentando sin demasiado ahínco dejar de pensar en Cloud vestido con las minifaldas de Anir o uno de sus vestidos.



☆ ☾ ☆
BONUS

Anir caminaba sin prisas y con mil ojos, con el vaso de chocolate espeso y caliente entre las manos. Sabía que era uno de los mejores chocolates que se podía comprar en el barrio y esta vez no lo iba a desperdiciar, aunque se consolaba sabiendo que los dos habían salido del bolsillo de Rhapsodos. Su maldito, estúpido y sexy jefe.
Gruñó para sí misma cuando dobló la esquina en la que se había chocado con Cloud y suspiró mientras saludaba a uno de sus compañeros con un cabeceo y una sonrisa.

Carraspeó al llegar hasta la puerta de Genesis y levantó la barbilla antes de llamar a la puerta.

—¡Adelante! —escuchó antes de abrir para encontrarse a Genesis y Cloud de pie, parecía que acababan de darse la mano—. Oh, eres tú, Anir. Y veo que vienes con mi chocolate.

Anir sonrió con dulzura y parpadeó encantadoramente un par de veces antes de asentir.

—¿Te han contratado? —preguntó Anir, dirigiéndose a Cloud, que asintió con un ligero sonrojo en las mejillas.

—Sí, acabo de firmar los papeles. Empiezo el miércoles que viene. —informó Cloud, levantando el contrato que tenía en una mano, dentro de una carpeta de plástico amarilla.

—¡Qué bien! —se alegró Anir.

—Tu curriculum es excelente, espero que desempeñes tan bien tu trabajo como tus recomendaciones indican —apreció Genesis, cabeceando antes de sonreírle por última vez—. Que tengas un buen día, Strife.

—Igualmente, Rhapsodos. Ha sido un placer.

Y con eso, Cloud empezó a caminar hacia la puerta, sonriendo a Anir de manera triunfal. Ella se apartó para dejarle pasar, pero empezó a seguirle, hablando.
—Tienes que darme tu número de teléfono, necesito avisarte cuando tus cosas vuelvan de la tintorería. Ya he ido a dejarlo, no tardarán mucho. —le dijo animada.

Cloud estaba empezando a sacar su móvil cuando Genesis llamó a la chica.

—Anir, mi chocolate. —le recordó mientras se sentaba en su silla, moviendo el ratón para consultar unos datos en su ordenador.

Anir se paró, girándose para mirar a su jefe. Con una mano sostenía el tan codiciado chocolate caliente y en la otra agarraba la manilla de la puerta. Sonrió con tanto cariño que parecía un ángel.

—¿Qué dice, jefe? Este es para Cloud, el suyo sigue en unos pañuelos, en la papelera del baño.

Y cerró la puerta tan despacio que no hizo ni ruido.
Genesis se puso recto y luego se dejó caer en el respaldo de su silla de oficina, haciéndola rodar un poco hacia atrás. Se frotó la cara con las manos y gimió maldiciendo a la jovencita.

—Aaah, tengo un problema —se quejó, aunque de repente recordó la visión de Cloud vestido como Anir—. O dos.

Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 06, 2019, 05:48:02 PM
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☆ ☾ ☆

Derek x Stiles

05. Your car slid into a snowbank and i’m the mechanic that comes to tow you

Derek no tenía un buen día. Su hermana había vuelto a escaparse, sólo dios —o más bien su madre— sabía dónde, el bar que le gustaba estaba cerrado por obras y no había nada nuevo en la biblioteca para leer. Por lo menos aún le quedaba Maroon 5 sonando en su Camaro.
Circulaba a gran velocidad por la carretera con su coche, dando golpecitos en el volante al ritmo de la música, conduciendo o más bien casi volando, hacia la dirección que le había facilitado Talia —la consabida madre— para ir a recoger a su hermana pequeña cuando algo con lo que no contaba ocurrió. Hielo negro.

El Camaro patinó sobre el asfalto y la tracción y los frenos no fueron suficientes para parar la inevitable carrera del coche.

—¡Joder! —gritó Derek mientras se tensaba entero en el asiento, buscando cualquier salida a su situación.

Su respuesta vino en forma de un montón de nieve al lado de la carretera. Conocía la zona y sabía que lo que había detrás era terreno llano y no una cuesta, así que no lo pensó y se salió del asfalto directo hacia el arcén nevado.
Le costó un minuto recuperar la respiración y dejar que su cerebro empezase a bajar del estado de pánico a uno de alerta, más tolerable para el pensamiento racional.

Se quitó el cinturón y abrió la puerta del coche todo lo que pudo, saliendo mientras apartaba el airbag de su cara y dando unos cuantos pasos antes de inclinarse hacia delante y apoyarse con las dos manos en sus rodillas. El frío le estaba ayudando a recuperarse un poco más rápido y miró hacia su querido Camaro mientras aún tomaba aire a bocanadas. No tardó mucho en notar la quemazón del frío en los pulmones y se incorporó para ver el estado en el que estaba su coche.

Quince minutos después aún no había conseguido arrancarlo de la presa de la nieve helada y Derek le dio un golpe al volante, echando la cabeza hacia atrás.

—Maldita sea. —refunfuñó Derek y sacó el móvil de donde lo tenía para hacer una llamada.


————

Stiles estaba intentando cantar la canción que estaba sonando en ese momento en la radio mientras movía la cabeza, más o menos al ritmo de la música y giraba con suavidad por una esquina del pueblo. Fue por eso, por lo de que estaba cantando —o bueno, haciendo sonidos que parecían entonar una melodía sin acabar de enlazarla— que no escuchó el móvil sonando encima del salpicadero.
El aparato empezó a vibrar, moviéndose lentamente hacia el lado izquierdo del coche y saltando con cada bache. En algún momento hizo una pirueta con salto mortal y doble tirabuzón llegando a la altura de los ojos de Stiles y tapando su visión frontal por una fracción de segundo y el joven gritó, apartando las manos del volante y volviéndolo a agarrar con torpeza al darse cuenta de que no le atacaban, y que sólo era su móvil sonando por debajo de la música.

Frenó con suavidad, apartándose a un lado del camino y quitándose el cinturón de seguridad para pescar el teléfono que seguía sonando por algún lugar cerca de los pedales.
Se rió victorioso cuando lo encontró y así, de rodillas en la acera y la mitad del cuerpo dentro del coche, atendió la llamada.

—¿Sí? —preguntó.

—Stiles, tengo un trabajo para ti y tu furgo —le dijo la hija del mecánico para el que trabajaba de vez en cuando—. ¿Tienes tiempo ahora?

Stiles cruzó los tobillos, moviendo los pies mientras sacaba el brazo de entre los pedales y apoyaba el codo en el asiento y la mejilla en esa mano.

—¿De qué se trata?

—Es remolcar un coche hasta el taller, está la carretera que lleva a la reserva. Hay hielo negro, pero sé que tu bebé puede con todo. ¿Qué dices? Te pagaremos el doble de lo acostumbrado.

—¿El doble? —preguntó Stiles, sonriendo mientras miraba el techo de su furgoneta—. Tú sí que sabes ponerme de buen humor. Mándame la ubicación y nos vemos en un rato.

Y con las rodillas mojándosele y el culo helado, Stiles empezó a pensar en qué podría hacer con todo ese dinero imprevisto.


————

Cuando Derek vio aparecer la furgoneta en el recodo de la carretera, desplazándose despacio pero segura, se abrazó un poco más a sí mismo.

—¿En serio? —se preguntó, entrecerrando los ojos porque aquella furgoneta se le hacía familiar—. No puede ser…

Y por lo visto, para su desgracia sí, sí que era. Stiles frenó poco a poco hasta situarse en el mejor ángulo para remolcar su querido Camaro. Salió de la furgoneta y miró sorprendido a la persona que había venido a asistir.

—¿Derek? —preguntó sorprendido.

—Stiles. —dijo Derek y Stiles no supo si estaba saludándole, respondiendo una pregunta o simplemente quejándose al universo. Tal vez las tres.

—No sabía que habías vuelto al pueblo. —ofreció, empezando a preparar los cables. No le apetecía demasiado estar fuera de la furgoneta con esa temperatura.

—No sabía que seguías aquí. ¿No has ido a la universidad? —preguntó Derek antes de intentar desenfriarse las manos con su aliento caliente.

Stiles no pudo evitar reírse un poco mientras enganchaba el coche.

—Tío, son fiestas. Es obvio que las voy a pasar con mi padre.

Derek frunció un poco más el ceño, observando cómo trabajaba Stiles. Se había dejado crecer el pelo y sus mejillas habían perdido un poco de su redondez infantil, pero todavía quedaba algo allí.
Oyó a Stiles reírse sin humor otra vez.

—No te voy a rayar a tu niña, tranquilo. —aseguró mientras rodaba los ojos.

—Te estaba mirando a tí. —dijo Derek sin pensar.

Stiles se quedó quieto un momento antes de llevarse una mano a la nuca y rascarse. Rió nervioso y volvió a comprobar que el coche estaba bien agarrado antes de caminar tan rápido hacia su furgoneta que se resbaló pero se puso de pie antes de tocar el suelo.
Cuando miró hacia Derek vio que tenía las dos cejas levantadas y Stiles gruñó, creyendo que estaba juzgándolo por su torpeza, pero luego vio como el asomo de una sonrisa nacía en esos labios y notó el sonrojo abriéndose paso en su cara.

—Bueno, entra, te llevaré al mecánico.

No se les hizo difícil hablar de cosas triviales mientras Stiles conducía con cuidado de vuelta a la civilización. Que si mira cómo está el tiempo, que si las carreteras necesitaban mejor mantenimiento, que qué tal está tu padre, cómo van los estudios…
No tardaron en reír entre viejas bromas y sarcasmos. Y de repente estaban entre calles y edificios, más pronto de lo que Derek hubiese querido.

—Has madurado. —concedió Derek.

Otra vez esa risilla burlona.

—Más me valía, ¿no?

Unos segundos de silencio y Derek volvió a hablar.

—¿Vas a hacer algo ahora? —y cuando Stiles negó, Derek ofreció:— ¿Quieres tomar un café?

Stiles frenó en un semáforo en rojo y cuando miró hacia Derek con ojos temblorosos y los labios entreabiertos notó ese sentimiento para el que no había estado preparado a los quince años.
Sonrió, esta vez sin burla.

—Me encantaría.



☆ ☾ ☆
BONUS

Anir tenía el auricular del teléfono en la mano y los dedos tocando los botones sin llegar a presionarlos. Oía el sonido de la línea completando los otros ruidos del taller y suspiró antes de volver a colgar sin llamar a nadie.

—¿Dónde se habrán metido? —preguntó preocupada.

Cora se encogió de hombros, dándole otro mordisco a su manzana. Erin estiró los brazos por encima del escritorio, suspirando.

—¿Habrán tenido un accidente? Espero que no, o el padre de Stiles me mata.

—Mi madre igual te da un premio. —dijo Cora y Erin se rió a su lado.

—Hacer venir a tu hermano a recogerte a ver si podíamos hacer que se vieran ha salido mejor de lo que habíamos anticipado, ¿no crees? —preguntó Erin, con una sonrisita calculadora.

Cora le sonrió con malicia, estirándose a su lado en el escritorio, costado con costado.

—La verdad es que sí.

Anir volvió a descolgar el teléfono.

—Ya basta, voy a llamar, me estoy muriendo de curiosidad.

Erin intentó desconectar el teléfono mientras gritaba que no y Cora agarró a Anir de la cintura para separarla del aparato, levantándola de su silla.
Y entre risas y quejas, esperaron una hora más hasta que Derek y Stiles aparecieron en el taller, espiándoles mientras se intercambiaban números de teléfono y se dedicaban sonrisitas cohibidas.
De momento les dejarían en paz, pero Stiles no iba a conseguir su dinero por el remolque hasta que hubiese desembuchado toda la verdad.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 07, 2019, 07:29:07 AM
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☆ ☾ ☆

Demian x Yoshi

06. We always carpool home for the holidays from college but a storm hit and now we’re taking the last room at the local b&b (bonus: bedsharing! we’re adults!)

Demian y Yoshi siempre lo habían hecho todo juntos desde que eran pequeños. Bueno, los primeros años era Demian el que hacía las cosas primero y le enseñaba a Yoshi después, pero eso sólo era un efecto natural de llevarse cinco meses y ser el mayor. Pero quitando ese pequeño bache en el camino, todo, pero que todo lo habían compartido. Bañera, chupetes, cama, los deberes, su pasión por el baloncesto… ropa, bicis, su primera moto, el primer coche. La universidad.
Eran mejores amigos y sus padres se trataban como si fueran familia, así que todo aquello había sido un proceso natural para ellos y les había llevado allí, hasta ese momento.

Demian se arrebujó un poco más en el asiento, tapándose la cara con la boina y Yoshi le miró de reojo mientras conducía.

—Eh, tío. ¿Estás despierto? —preguntó, mirando el reloj del coche para intentar calcular cuanto tiempo llevaba conduciendo.

Volvían de la universidad para las vacaciones de invierno y habían decidido hacer el viaje en coche en vez de coger el tren. Una estupidez, según Arien —la hermana pequeña de Yoshi—, pero como hacía años que había decidido que no entendía a los hombres simplemente se había encogido de hombros y había llamado a su madre para que la relevase en la conversación por skype que había estado manteniendo con Yoshi.

—¿Hmn? —preguntó Demian antes de quitarse la boina de la cara e intentar humedecer su paladar con saliva—. ¿Qué hora es?

—Hora de que conduzcas tú, chaval. —contestó Yoshi, riéndose un poco.

Demian se apartó mechones naranja de la cara e intentó poner orden en su coleta mientras se sentaba bien en el asiento. Buscó agua para beber y bostezó tan fuerte que Yoshi acabó bostezando también.
Pararon en una estación de servicio y después de un café, Demian saltó al asiento del conductor y se dispuso a continuar con su viaje. Al principio la conversación fue animada, pero no tardó en decaer y cuando Yoshi cerró los ojos se quedó dormido casi al instante.

Demian rodó los ojos cuando empezó a escuchar su respiración profunda y rió un poco al ver como uno de sus rizos le hacía cosquillas en la mejilla, haciendo que se moviera inconscientemente para quitárselo de allí.
Su mejor amigo… decían. Pero Demian no podía evitar querer algo más.


————

—Yoshi, Yoshi… —llamó Demian, sacudiéndolo de un hombro—. Será mejor que despiertes.

Yoshi apretó los párpados, quejándose y se movió un poco. El motor estaba apagado, pero podía oír un rugido en el exterior.

—¡Yoshi! —insistió su amigo.

—¿Qué? —preguntó cansado y un poco confundido.

Fue su turno de frotarse la cara y bostezar. ¿Cuánto tiempo llevaba dormido?

—¿Hemos llegado?

—Que va. Está cayendo una buena, mira. —explicó Demian, señalando hacia un costado.

Parecían estar en un aparcamiento apenas iluminado, pero con techo y Yoshi intentó enfocar la vista hasta que pudo ver a lo que su amigo se refería.

—He parado para comprar café en la tienda y de paso he mirado el tiempo. Se ve que una tormenta ha cambiado el rumbo y viene hacia nosotros.

—¿Qué, cómo? ¿Cuándo ha pasado eso? —se escandalizó Yoshi, ahora un poco más despierto.

—Yo que sé, pero con estas temperaturas podría convertirse en una ventisca. Creo que es mejor parar por hoy.

Yoshi suspiró, casi gruñendo y echó hacia atrás el asiento, empezando a ponerse de lado, acomodándose. Demian le dio un golpe en la cabeza.

—¡Auh! ¿¡Qué haces!? —se quejó Yoshi, sentándose de inmediato y devolviéndole el golpe a Demian.

—¡No vamos a dormir en el coche cuando hay un hostal decente delante de nuestras narices! —siseó Demian—. Ponte el abrigo, yo pago.

Yoshi rodó los ojos, acordándose de quién era el pijo de los dos y riéndose mientras miraba como Demian se ajustaba perfectamente la bufanda al cuello.

—¡Vamos! —apremió Demian y Yoshi acabó contestando cansado.

—Sí, sí…


————

El lugar no era exactamente un hotel de lujo, pero estaba limpio, parecía bonito y ofrecían servicio de desayuno. Además, les quedaba una habitación. Demian sonrió a la dueña mientras le daba las gracias y recibía la llave del cuarto. Había llamado a sus padres mientras Yoshi seguía dormido y ahora sólo quería darse una ducha y dormir toda la noche a pierna suelta.
Entonces abrió la puerta de la habitación y parpadeó confuso.

—Esto tiene que ser un error, espera un momento. —dijo Demian, cerrando la puerta y dándose la vuelta para volver al vestíbulo.

—¿Qué pasa? —preguntó Yoshi, con la curiosidad picándole por la reacción de su amigo.

Cuando se asomó vio una habitación limpia, que olía bien, con una decoración minimalista pero agradable y con otra puerta que suponía que conducía la baño.
Yoshi se encogió de hombros, dejando la bolsa de deporte que habían preparado con ropa y productos de higiene encima de una cómoda y mirando a su alrededor. Para él todo estaba perfectamente bien.

Bostezó, estirando los brazos por encima de su cabeza, haciendo que la chaqueta de deporte que llevaba puesta se levantase, y se dirigió a inspeccionar el baño.

—¡Oh, mola! —exclamó Yoshi, saliendo a la puerta de la habitación para ver si Demian ya había vuelto de donde fuese que había ido.

Lo vio de espaldas, aún en el pasillo, sólo a unos pasos de él, dándole vueltas a la llave de la habitación.

—Tienes que ver el baño, en esa ducha cabemos los dos —anunció Yoshi, con una sonrisa que le ocupaba casi toda la cara—. En serio, ven a ver.

Los hombros de Demian dieron un pequeño saltito y bajó un poco más la cabeza antes de suspirar derrotado y darse la vuelta para arrastrar los pies hacia la habitación. Luego recordó que era un Fujimiya y levantó la barbilla y los pies del suelo, enfrentando el dilema con orgullo.
Bueno, dilema… sólo había una cama, tampoco es que tuviera mucha elección al respecto.


————

Demian se dejó caer sobre la cama cuan largo era, ahogando un grito en la almohada. Cuando oyó a Yoshi cerrando la puerta del baño, culebreó hasta taparse con las sábanas todo entero.
Yoshi se rió un poco, sentándose a su lado antes de dejarse caer, o más bien tirarse con alegría, contra su costado.

—Ay… —se quejó Demian.

Yoshi se dio la vuelta, encajándose sobre la cintura angosta de su amigo e intentando mirarle a la cara, que seguía tapada por el edredón.

—Pues lo del hostal ha sido buena idea, no sabía cuanto necesitaba esa ducha.

—Ya, eh… —murmuró Demian, intentando hacerse una bolita, aunque Yoshi se lo impedía un poco.

Tenía los ojos muy abiertos y notaba como sus piernas temblaban debajo de las sábanas. Al final se habían duchado juntos y Demian había agachado la cabeza mientras Yoshi le frotaba la espalda, hablando animadamente sobre aquella vez que habían rodado colina abajo en la nieve mientras intentaban aprender a usar el trineo. Se habían lavado los dientes juntos, haciéndose caras en el espejo a ver quien se reía antes. Hasta Yoshi le había secado el pelo a Demian con diligencia, asegurándose de que estaba seco antes de irse a la cama para que no pillase un resfriado.
Demian no podía más. Su corazón se iba a romper con tantas escenas hogareñas.

—¿Quieres jugar a algo o hablar un rato? —preguntó Yoshi, buscando la cabeza de Demian para revolverle el pelo.

—No, estoy cansado. —respondió desde debajo del nido de mantas.

Yoshi suspiró, acariciando el pelo naranja de Demian antes de incorporarse, aunque se quedó mirando el bulto en la cama durante unos segundos, sin saber qué hacer. A veces le daba la sensación de que Demian se alejaba de su alcance y le preocupaba.

—Vale. —dijo por fin, levantando su lado del edredón para meterse en la cama.

Se quedó boca arriba, pensando si abrazar a Demian seguía siendo una opción o no y acabó por girar la cabeza, encontrándose con la nuca de su amigo. ¿Desde cuándo había empezado a mostrarse a mostrarse más frío? Si Yoshi intentaba recordar, los primeros signos los vio después de que cortase con Ren…
¿Estaría enfadado porque había roto el corazón de su hermano pequeño? No creía que fuese el caso, Ren y Yoshi habían dejado su relación por mutuo acuerdo y los dos lo habían pasado mal después de la ruptura, Demian lo sabía demasiado bien. Hasta había estado ahí para consolar a Yoshi.
Pero las cosas simplemente no ya no eran iguales. A veces lo parecía, pero en cuanto Yoshi creía que había recuperado a su amigo, él se volvía a retraer.

Al final acabó por darse la vuelta, acercándose a Demian sin abrazarlo y apoyó la frente en su espalda. Demian no reaccionó y parecía un poco más relajado que hacía tan sólo unos minutos, así que Yoshi supuso que estaba dormido.

—A veces te echo de menos, tonto… —murmuró, escuchando la respiración calmada de Demian por encima de la tormenta tras la ventana—. Y eso que estás aquí.



☆ ☾ ☆
BONUS

Anir estaba poniendo la mesa mientras miraba el reloj de la cocina de reojo cada vez que entraba.

—¿Dónde estarán esos dos? Deberían haber llegado ya. —se quejó.

Airin le dio un par de golpecitos en el hombro y cuando Anir se giró recibió un abrazo de su mejor amiga.

—No te preocupes, Yoshi me ha dicho que habían parado a tomar un café en una estación de servicio que está cerca. Seguro que están aquí antes de que hayas servido la comida.

—Más les vale, esos dos estúpidos hijos nuestros me dan más dolores de cabeza que todos los demás juntos. —gruñó Anir.

—¿Seguro? —preguntó Airin con una ceja levantada—. Porque anda que Hikaru…

—Bueno, bueno. ¡Estoy hablando de problemas de corazón! ¿Tú crees que algún día Demian le diga a Yoshi que lleva enamorado de él desde el instituto? —preguntó Anir, con la mano en la barbilla.

Algo se cayó tras ellas y se giraron tan rápido que al propio Yoshi le dio dolor de cabeza.

—¡Mamá! —gritó Demian, notando como se le sonrojaban las mejillas y hasta las orejas por lo que había oído.

Empezó a caminar tan rápido hacia su habitación que las dos mujeres habrían jurado que había dejado una estela.

—No tendría que haber entrado por la cocina. —refunfuñó Demian, llevándose las manos a la cabeza y dejando abandonadas sus maletas.

Yoshi se quedó contemplando todo el maletería y después miró a su madre y su tía honorífica.

—¿Qué ha sido eso? —preguntó.

—¿El qué? —dijo Anir, toda inocente, acercándose para darle un beso a su sobrino y darle la bienvenida a su casa antes de que Airin reclamase el mismo privilegio.

—Lo que has dicho… ¿Eso es verdad? —preguntó Yoshi con la voz estrangulada por un sentimiento que no tenía muy claro qué era—. Tiene que serlo si ha reaccionado así, ¿no? ¿Sí?

Airin se rió un poco, empujando a Yoshi hacia la puerta por la que se había marchado Demian.

—¿Por qué no vas y lo averiguas por ti mismo?

Yoshi se cuadró de hombros antes de seguir los pasos de Demian y Yohji, su padre, entró con las últimas maletas, recibiendo un beso casto de su esposa.

—¿En qué se ha metido mi pequeño detective esta vez? —preguntó confundido porque Airin no estaba gritándole a su hijo que pusiera orden en sus maletas.

—Supongo que lo sabremos en unas horas —dijo Anir, que no se sentía tan mal como había esperado al revelar el secreto de su hijo—. Si es que al final, si no hago yo las cosas, en esta casa no se hace nada.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 07, 2019, 02:06:03 PM
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☆ ☾ ☆

Milo x Camus

07. You’re my hot ski instructor and i’m failing the bunny hill

Milo nunca había esquiado en su vida, pero no era un hombre que le dijese que no a un reto, así que cuando sus amigos le habían invitado a ir a las pistas de esquí por supuesto que había aceptado.
¡Una nueva aventura le esperaba! O eso había estado pensando en el coche todo el camino que habían hecho hasta allí. Lo que no había previsto es que en realidad con lo que se iba a encontrar era con un infierno congelado.

—¡Aah! —gritó antes de caerse una vez más de morros contra la nieve.

Rodó como pudo y al final acabó quitándose los esquís para frotarse los tobillos aunque fuera por encima de la ropa. ¿Por qué era tan difícil todo aquello? ¡No era torpe! Y era atlético.
Había algo en lo que estaba fallando constantemente y sus amigos en vez de ayudarle lo habían dejado con toda la chiquillería en la pista de prueba, porque ellos habían ido a esquiar de verdad, no a ver como Milo se caía a cada paso, por divertido que fuera.

—Creo que necesito cambiar de amigos… —murmuró Milo, poniéndose de pie y mirando los esquís que había alquilado con derrota en los ojos. Y en su postura en general.

—¿Necesitas ayuda? —le preguntó alguien a su lado, parado perfectamente recto sobre sus esquís.

Milo levantó la cabeza, suspirando y luego se agachó a recoger todos sus bártulos.

—¿Tienes amigos que me puedas prestar? Los míos son unos capullos. —comentó Milo, encogiéndose de hombros.

El desconocido se rió suavemente antes de echar un vistazo a su alrededor.

—Me refería a esquiar, enseño a los niños, podría echarte una mano.

Milo parpadeó y cambió el peso de pie, hundiéndose sólo un poco más en la nieve apisonada.

—¿Eres monitor? —El desconocido asintió—. ¿Y podrías ayudarme? ¿Cuánto cobras por hora?

Un par de niños pasaron esquiando a toda velocidad entre los dos, riéndose. No deberían tener más de nueve años.

—¡Isaak, Hyoga! —gritó una mujer rubia que los seguía antes de frenar al lado de ellos dos—. Oh, perdón. ¿Os han hecho algo?

—No te preocupes, Natasha, estamos bien. Creo que es hora de que los lleves a la siguiente pista.

La mujer asintió y les sonrió antes de calarse el gorro y salir escopeteada en busca de los chiquillos. Milo se quedó mirando al monitor sin saber qué decir. El silencio no era del todo incómodo, pero sí extraño. El hombre miró de repente su muñeca y luego desvió su mirada hacia la cafetería de la estación de esquí.

—Es la hora de mi descanso, ¿por qué no tomamos algo caliente y hablamos sobre esas clases que tanto necesitas?

Milo sonrió y después asintió con la cabeza.


————

Una hora después, Milo y el que ahora sabía que se llamaba Camus habían vuelto a la pista de esquí, a la de prueba, y estaban avanzando despacio pero con seguridad.

—¡Muy bien! Vas muy bien. Sigue así.

Milo echaba miraditas de reojo hacia Camus, sin querer despegar los ojos de él, aunque los necesitaba para ver por dónde iba. ¡Y es que el instructor era endemoniadamente guapo! Aunque Milo no se había dado cuenta hasta verlo sin el gorro y la bufanda, dentro de la cafetería.
Milo se volvió a caer.

—Ay, joder… —murmuró Milo antes de llevarse una mano a la boca y mirar la cara de Camus que acababa de aparecer en su campo de visión con un poco de pena—. Lo siento.

Camus acabó soltando una risita contenida y ayudó a Milo a levantarse otra vez.

—No quería decir tacos delante de los niños. —aseguró Milo, bien agarrado a uno de los hombros de Camus.

Camus tenía un brazo alrededor de la cintura de Milo y se volvió a reír, ahora con más ganas.

—No te preocupes. La mayoría no te están prestando atención —aseguró Camus—. Ibas muy bien, ya le estás cogiendo el tranquillo. Creo que con diez minutos más ya te habrás soltado.

Milo suspiró y pensó que preferiría que Camus no le soltase nunca, pero acabó sonriéndole y apartándose lo suficiente como para volver a esquiar.

—Yo no lo tengo tan claro, tendré que venir más a tus clases…

—Y será un placer. —le contestó Camus, haciéndole enrojecer con esa sonrisa medio sesgada que se podía adivinar tras la bufanda.

Sí, definitivamente iba a necesitar más clases.



☆ ☾ ☆
BONUS

Para desgracia de Milo, había podido completar la pista de esquí de pruebas en relativamente poco tiempo, pero Camus se había quedado alrededor para asegurarse de que no le pasaba nada. Y luego le había dicho que le esperase antes de irse.
Milo supuso que querría su pago por las clases. Había estado en lo cierto.

—Ese número tiene más de seis cifras. —Milo parpadeó confuso hasta que se dio cuenta de que era lo que estaba mirando.— Oh… ¿es tu número de teléfono?

Camus sonrió antes de asentir con la cabeza.

—Sí, por si necesitas más práctica —y tras pensarlo un poco añadió, hablando despacio:—. O amigos nuevos.

Milo se rió un poco, rascándose la barbilla.

—Ah, sí, eso… No me vendría mal. Además, pareces un tío interesante, podríamos quedar fuera de la nieve alguna vez.

—Oh, pero… ¿no lo sabes? —preguntó Camus, acercándose a Milo para contarle en confidencia—. Soy un espíritu de las nieves, desaparezco con el deshielo.

Milo se rió como un tonto, notando el calor subirle hasta la oreja en la que Camus había susurrado.

—Es una pena, porque hay un parque perfecto para picnics en primavera justo delante de mi casa.

Camus rozó su mano con la de Milo, asegurándole que le encantaría ir con él a conocer ese parque tan maravilloso.
Aioria llegó de repente, empujando a Milo por el hombro y haciéndole tambalear antes de que Milo le empujase de vuelta.

—¿¡Qué haces!?

—Arrancarte de la hipnosis, ¡venga que nos vamos!

Milo gruñó.

—¡En serio que necesito otros amigos!

—¿Y novio? —preguntó Camus y Milo lo miró con las mejillas aún más sonrojadas—. ¿Necesitas novio?

—B-bueno, desde luego la vacante no está cubierta.

—Tal vez me interese la plaza. —admitió Camus, llevándose la mano a la barbilla.

Aioria volvió para arrastrar a Milo dentro del coche con los demás y Camus se despidió haciendo mímica y gestos para decirle a Milo que le llamase por teléfono más tarde.
Y vaya que si Milo pensaba hacerlo. En cuanto su cerebro volviese a estar funcional y no requemado por el flirteo inesperado.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 07, 2019, 04:26:25 PM
Winter Writing Prompts
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☆ ☾ ☆

Isaak x Kanon

08. I slip on some ice and you’re the stranger who catches me

A Kanon no le gustaba el agua, para nada. No tenía claro qué era lo que le había pasado de niño, o tal vez en otra vida, que le hacía sentir así, pero era la manera más rápida de diferenciar a Kanon de Saga en verano. Si uno de ellos dos estaba bañándose en la playa, era Saga. Cero dudas, ninguna, en absoluto. Kanon a veces se mojaba los pies, pero si el agua le llegaba más arriba del tobillo, se ponía nervioso.

—Y es por eso que me doy duchas —se dijo a sí mismo, arrebujándose en su abrigo—. ¿Yo, en una bañera? Já, ni loco.

Aunque mientras tiritaba se estaba empezando a replantear su elección de higiene personal. Pero un carajillo le calentaría lo mismo y desde dentro. Kanon cerró los ojos para intentar protegerlos del viento, pero también para poder imaginar mejor el café con coñac bajando por su garganta y llegando hasta su estómago medio vacío.

—Sí, lo ideal ahora mismo sería estar estar en una cafetería. Y no aquí… ¡en medio de un puto lago congelado!

Sus piernas temblaban y no sólo por el frío, si no por el miedo a caer al agua debajo de él. Y no tenía ni idea de cuán fina era la capa que le separaba de la gélida trampa a sus pies.
¿Y cómo había llegado a esta situación? Fácil, cuidando de sus sobrinos.
¡Malditos niños estúpidos que habían empezado una guerra de bolas de nieve en la colina que llevaba al lago! ¿¡Y a quién se le ocurría poner un lago debajo de una colina, eh!? ¿¡A quién!? ¿¡A la naturaleza!? ¡A la mierda con la naturaleza!

Sus sobrinos —bueno, el montón de hijos de sus amigos, mejor dicho— estaban esperándole en la orilla del agua, gritando algo y levantando los brazos, saltando. Kanon quería exterminarlos a todos.
Dio un paso más y luego otro y uno más… Bien, iba bien, despacio. Aunque cada vez que oía un crujido o veía a alguien patinando cerca de él le daban ganas de gritar y tirarse al suelo. Luego recordaba que era hielo sobre agua y se le pasaban el impulso.

¿Estaría exagerando con todo aquello? A ver, pensándolo racionalmente, los patinadores a su alrededor no parecían muy preocupados, pero la gente podía ser muy estúpida y patinar en lugares peligrosos.

—Yo qué sé de lagos helados. ¡Nada! Nada, eso sé… ah, sólo quiero un whisky. No, un café. —murmuraba Kanon para sí mismo.

Sabía que estaba avanzando, pero a él le daba la sensación de que cada vez estaba más lejos de la meta. Con las rodillas inseguras y el cuerpo encorvado hacia delante, abrazándose la cintura, dio un paso más. Y por fin ocurrió lo que tenía que pasar. Kanon lo había estado temiendo desde el principio. Se estaba cayendo, iba a darse de bruces contra el hielo que se rompería con el impacto y el agua oscura lo engulliría, acogiéndole con su abrazo helado. La hipotermia no tardaría en llegar y acabaría ahogado en el fondo, con el cuerpo doliéndole por las miles de punzadas del frío. ¿Debería intentar caerse de lado o mejor se daba con la cabeza contra el hielo y acababa ya con su patética vida?
Adiós, malditos queridos amigos. Vuestros hijos son unos cabrones, los habéis criado como es debido…

Kanon cerró los ojos y de repente todo su mundo se paró de golpe, pero no del golpe que se estaba esperando.

—¿Estás bien? —preguntó una voz desconocida y Kanon parpadeó para verse cerca del hielo, pero no contra él.

Alguien le sostenía por la cintura y lo estaba incorporando.

—Creía que sólo eras un mal patinador, pero he visto que no llevabas patines.

Kanon miró a su salvador con una expresión así como de maravilla. El joven llevaba el pelo teñido de verde y tenía una cicatriz sobre el ojo izquierdo que tenía pinta de haber sido muy dolorosa cuando se la había hecho. Demonios, tenía pinta de doler ahora.
Kanon levantó la mano, tocando la piel de la cicatriz con sus dedos enguantados.

—¿Tú qué eres, un ángel? —preguntó Kanon.

Su salvador parpadeó y sus mejillas se sonrosaron ligeramente.

—¿Seguro que no te has dado en la cabeza?



☆ ☾ ☆
BONUS

A Isaak le habían prometido una bebida gratis y esa era la manera más rápida de hacerle decir que sí. Así que, allí estaba, en un bar que no conocía, con un hombre que no conocía y con una cerveza de buena calidad sin tener que haberla pagado él. La música no estaba mal, lo único malo es que el tipo en cuestión no paraba de hablar.

—¿Y no va el crío y pone piedras dentro de las bolas de nieve?

Isaak parpadeó con lentitud, con obvio gesto de sorpresa.

—¿Es que se hacen de otra forma? —preguntó con sinceridad.

—¡Sí, hay más maneras! —gritó Kanon antes de procesar lo que había dicho Isaak sumándolo con la expresión en su cara—. ¿A tí te han criado los lobos o cómo está la cosa?

La sonrisa de Isaak se formó lenta pero segura, de lado, marcándole un solo hoyito entre la mejilla y la barbilla.

—Ni confirmo ni desmiento. —contestó, levantando su cerveza.

Kanon se puso a reír, un sonido digno de un malo de cómic que hizo a Isaak seguir sonriendo. Y cerró los ojos mientras seguía escuchando las historias de Kanon, preguntando de vez en cuando, pero nunca interrumpiendo.
Kanon supo después de aquel día que el chaval era su tipo de persona. Ahora, lo odió cuando le ofreció con burla clases de patinaje, ¿pero qué podía esperar de alguien que le gustaba a él?

—También te puedo enseñar a… patinar sin agua debajo.

La frase era muy inocente, pero la inflexión en la palabra patinar hizo que Kanon volviera a reírse, bebiendo para taparse el sonrojo. Cinco minutos después habían concertado su próxima cita en la pista de hielo local. Kanon estaba anticipando todas las caídas, sólo esperaba que Isaak estuviese ahí para volver a evitarlas.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 07, 2019, 05:27:49 PM
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☆ ☾ ☆

Angeal x Airin

09. I gave my winter coat to a homeless person and come into your store to warm up

Angeal era una persona generosa, de hecho sus mejores amigos le habían dicho más de una vez que tal vez era un poquito demasiado generoso para su propio bien. Él no había entendido lo que habían querido decir, ¿cómo se podía ser demasiado generoso? ¡La generosidad nunca estaba de sobra!, hasta ese mismo momento.
Y es que las temperaturas habían caído por debajo de cero ¡y él sin abrigo! Se frotó los brazos, cubiertos por un fino jersey y su aliento salió en pequeñas nubes de vapor de entre sus labios, elevándose hacia el cielo nocturno en piruetas que no tardaban en desaparecer.

Angeal Hewley lo había vuelto a hacer, diría Genesis rodando los ojos si le pudiera ver en ese momento, había sido demasiado generoso. Tanto que parecía estúpido: Le había dado su abrigo nuevo a un indigente. ¡Pero es que el pobre hombre parecía necesitarlo más que él! Y Angeal se podía comprar otro en cualquier momento…
Eso había pensado, pero no encontraba ninguna tienda de ropa cerca. Harto de pasar frío entró en la primera panadería que vio abierta y el olor a galletas recién hechas le dio de lleno en la cara.
Cerró la puerta, oyendo las campanillas y miró a su alrededor. El sitio parecía lo suficientemente hogareño para su gusto, tenía ese algo encantador que siempre le derretía el corazón y se acercó, echándose el aliento en las manos, hacia la barra.

—¿Un café? —preguntó a la chica que le estaba dando la espalda.

Era pequeña, con el pelo claro y le señaló la pared con los diferentes tipos de café, explicándole que llevaba cada uno antes de tomar su pedido y sonreírle.

—¡Anir! ¿Puedes sacar las bandejas de galletas que se estaban enfriando? —oyó la voz de otra mujer hacia su derecha—. Ya deberían estar listas para comerse.

—¡Ahora mismo, jefa! En cuanto acabe este café.

Angeal se giró a mirar con curiosidad a la jefa y una música así como de película empezó a sonar en su cabeza. No estas películas de acción que tanto le gustaban a Zack, no. Él se refería a una banda sonora como de maravilla. Era como caminar por un sendero angosto para encontrar al final a Rivendel extendiéndose frente a sus ojos. ¡O como el momento exacto en el que el sol se asomaba en todo su esplendor matutino desde detrás de una montaña! O, o como… no se le ocurría nada más en ese momento, pero aquella mujer era simplemente… perfecta.

La jefa se dio cuenta del nuevo cliente y se acercó para darle la bienvenida, aunque algo ocurrió cuando sus ojos se encontraron, porque los dos se quedaron callados, con el gorgoteo de la cafetera y las conversaciones de otros clientes llenando el mundo a su alrededor, aunque ellos no parecían notarlo.
Ella se apartó un mechón detrás de la oreja y sonrió, al principio con timidez, pero luego con seguridad.

—¿Es la primera vez que vienes aquí? —preguntó con una voz que podría haber hecho llorar a los ángeles.

—Sí… pero no será la última.

El comentario la hizo reír y Angeal sonrió abobado.

—¡Y eso que no has probado aún nuestro café! —interrumpió la camarera, acercando el pedido de Angeal—. Y si te comes una galleta te aseguro que no querrás otras.

—¡Anir! —se quejó su jefa, tirándole el trapo con el que había salido limpiándose los manos hacía apenas un momento—. ¡Las galletas!

Y le hizo gestos para apremiarle a hacer su trabajo.

—Ya voy, ya voy…

La atención de Angeal volvió a centrarse en la mujer de la que aún no conocía el nombre y sonrió esa sonrisa que le salía cuando estaba interesado en algo.

—¿Decías algo de unas galletas?

—Ah, sí… tenemos una buena selección de… Uh. ¿Por qué no llevas abrigo? —preguntó ella.

—Ah, eso… Si te sientas conmigo te lo cuento.



☆ ☾ ☆
BONUS

Anir estaba helándose en la calle, eran las seis de la mañana y su jefa aún no había ido a abrirle. ¡Cómo era posible! ¡Con lo puntual que era ella para el trabajo! Para todo lo demás no, todo fuera dicho, pero era la primera vez que no estaba a su hora para abrir.
Yuffie se acercó quejándose y dando saltitos.

—¿¡Dónde estará la jefa!? —preguntó la chica, abrazando a Anir para intentar conservar algo de calor corporal—. ¡Esto no es propio de ella!

Anir le abrazó de vuelta, enterrando la cabeza en su cuello.

—No sé… está más distraída desde que sale con su novio nuevo, ¡pero esto ya es pasarse!

Las dos chicas dieron saltitos mientras veían a un tercer miembro llegar, igual de helado que ellas. Las dos corrieron hacia él, acogiéndolo en sus brazos.

—¡Finny! —saludaron.

—¿Qué pasa? ¿No está aún abierto? —preguntó extrañado—. ¿Alguna ha llamado a la jefa?

—Yo no —dijo Yuffie—, no se me había ocurrido.

—¿Y si está durmiendo y me grita? —preguntó Anir.

Finny se paró a pensar en la escena y sonrió con un poco de aprensión, comprendiendo lo que quería decir su compañera.
Para suerte de todos ellos, Airin llegó corriendo y se disculpó, abriendo la tienda con prisas, pero con una sonrisa de oreja a oreja. Cuando se quitó la bufanda Anir se llevó las manos a la boca.

—¿¡Eso es un chupetón!?

Airin se llevó la mano al cuello y empezó a sonrojarse antes de carraspear y levantar la barbilla. Un sonrisa intentaba estirar sus labios, pero no se lo permitió, mirando inquisitivamente a sus empleados.

—¡A trabajar!
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on January 13, 2019, 01:31:53 PM
Winter Writing Prompts
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☆ ☾ ☆

Anya x Noctis

10. Our friends rent a cabin to go skiing and we’re the only ones who stay inside

La cabaña estaba en su mayor parte a oscuras. El fuego crepitaba en la chimenea, ya más brasas que leña, y la pantalla del móvil de Noctis creaba juegos de luces y sombras sobre su cara.
Anya suspiró antes de estornudar y sorberse los mocos, mirando la escena con algo de nostalgia. ¿Podía haber alguien con más mala suerte que ella en ese grupo? Se acomodó mejor la manta alrededor de los hombros y se tapó hasta la nariz, sin querer pensar realmente en eso, así que intentó llevar sus pensamientos por otros derroteros… Como que tenía hambre.
Y era eso por lo que había salido de la cama, ¡para comer! Eso debía significar que se estaba recuperando del catarro.

Bajó las escaleras con cuidado, intentando no tropezarse con la manta ni con sus propios pies, sólo le faltaba añadir a su fiebre repentina una caída por la escalera. Se arrastró hacia la cocina, sorbiéndose la nariz de vez en cuando, hasta que se paró a sacar un pañuelo de su bolsillo y sonarse.

—Que fastidio… —murmuró Anya, poniéndose de puntillas para agarrar el chocolate a la taza instantáneo, que estaba casi fuera de su alcance.

Un rato después, volvía hacia la escalera con los ojos más cerrados que abiertos y la taza de chocolate humeante entre sus dedos.

—¡Hey! —saludó Noctis desde el sofá donde descansaba.

Anya paró casi de golpe y parpadeó antes de mirar hacia Noctis y saludar de vuelta.

—Hey.

Noctis le sonrió y palmeó el lugar vacío a su lado, invitándole a ir hasta allí. Anya levantó una ceja, sin tener muy claro si acercarse o no.

—¿No le tienes miedo a mis virus? —preguntó, curiosa.

—No creo que seas contagiosa ahora mismo —explicó Noctis—. Además, ya tengo esto ¿qué más da añadir un catarro?

Con “esto” Noctis se refería a su tobillo torcido. Por lo visto había tenido un pequeño accidente esa mañana con la tabla de snowboard, o eso le había parecido oír a Anya en algún momento cuando se había escabullido de su habitación para ir al baño.
Después de pensarlo un poco, Anya cambió de ruta y acabó sentada al lado de Noctis, bebiendo su chocolate caliente.

—¿Quieres uno? —preguntó—. He hecho de más.

—Nah —contestó Noctis, volviendo a mirar a la pantalla de su móvil—. De momento estoy bien.

Se quedaron en silencio otra vez, mientras Noctis jugaba a King’s Knight y Anya se bebía su merienda, o desayuno según se viera. La cabaña se hacía muy grande sólo con dos personas dentro y Noctis y Anya tampoco se conocían tanto.

—¿Juegas? —preguntó Noctis, de repente, apagando la pantalla de su teléfono.

—¿A King’s Knight? —intentó adivinar y Noctis asintió con una sonrisa esperanzada—. No, que va.

Noctis torció el morro y Anya continuó hablando con la taza tocándole los labios.

—Lo dejé hace un tiempo, antes le daba bastante.

—¿Qué? ¿¡Y eso!? —se sorprendió Noctis, empezando a listar todas las virtudes de uno de sus juegos más favoritos de la historia.

—No, no. Ay… —intentó cortarle Anya, pero fue un estornudo lo que pausó la conversación y después de limpiarse siguió hablando—. Lo dejé por falta de tiempo y nunca me volví a reenganchar.

—Pues es un buen momento para hacerlo, hay un evento muy bueno ahora mismo —Noctis sonrió con esa cara de pillo que le salía a veces y le hizo señas a Anya para que se acercase más—. Mira, esto de aquí lo pusieron el mes pasado, igual no lo habías visto.

—Pues… no. ¿Y cómo se usa? —preguntó Anya, inocente.

Veinte minutos después, Anya se había acabado su chocolate y había sacado el móvil del bolsillo de su pijama, se había vuelto a descargar el juego y estaba echándole un vistazo de primera mano a todo lo que Noctis le había estado enseñando.

—¡Agrégame a amigos! —insistió Noctis, dejando caer su hombro sobre el de la chica que estaba aspirando a toda potencia por la nariz.

—Voy, voy… ¿Cómo te agrego? Ya no me acuerdo.

—Es fácil, entras a tu perfil… Sabes, mejor dime tu nick y te busco.

—CookiePrincess, todo junto —empezó a explicar y Noctis terminó por ella.

—Con la ce y la pe en mayúsculas.

Anya parpardeó y luego miró hacia Noctis, extrañada.

—Sí, ¿cómo lo sabes?

Noctis se apartó de ella por un momento para mirarla bien.

—¿¡Tú eres CookiePrincess!?

—¿Sí?

El silencio volvió a caer entre los dos como una avalancha, arrasando toda la camaradería que habían estado sintiendo.

—¿¡Tú eres CookiePrincess!? —repitió Noctis.

—Sí, ya hemos aclarado ese punto. ¿Pasa algo? —quiso saber Anya, que se estaba empezando a preocupar, notaba la nariz caliente y no sabía si se le estaba escurriendo el moco.

Noctis dejó el móvil sobre el sofá y agarró a Anya por los hombros, sacudiéndola.

—¿¡Tú sabes que tienes casi todos los récords!? ¿¡Sabes cuánto tiempo me costó superar tu nivel sólo para que desaparecieras!?

—¡Ay, que me mareo! —gritó Anya antes de llevarse una mano a los labios—. El chocolate…

—Ay, perdón… ¡CookiePrincess! ¡Tienes que volver! —ordenó Noctis, con la frente contra la de Anya.

—Estás muy cerca, te voy a contagiar el resfriado. —le recordó Anya, llevándose un nudillo a la nariz para frotar—. ¿Y tu nick cuál es?

—PrinceOfVeggies. —contestó.

Los labios de Anya empezaron a formar una sonrisa y Noctis, sin saber por qué se empezó a sonrojar.

—¿Q-qué?

—Nada… es gracioso —aclaró Anya antes de carraspear y empujar a Noctis para que volviese a sentarse como es debido—. Y ahora, su majestad, haga el favor de enseñarme cómo voy a patearle el culo.

—Es su alteza, princesa de las galletas. Y estás tan oxidada que lo único que vas a patear es a tí misma.

—¡Más quisieras! —exclamó Anya, dejándose caer con fuerza sobre el hombro de Noctis y levantando más su móvil, mordiéndose la lengua mientras empezaba a recoger los datos que necesitaba para montar su estrategia de victoria.

Ya había olvidado lo divertido que era jugar con otros. Al final iba a sacar algo de aquel viaje, no sólo un catarro.



☆ ☾ ☆
BONUS

—¿Estarán bien? —preguntó Ignis en voz alta, mirando la cabaña con preocupación.

Gladio se recolocó la mochila y se echó más hacia atrás el gorro de lana, que no paraba de escurrírsele por encima de las cejas y hacia los ojos.

—¿Con lo… casero que es Noctis? No se habrá levantado del sofá ni para mear.

—¿Quieres decir vago? Querías decir vago, verdad. Lo de casero lo has pensado a última hora —se quejó Prompto, fijándose bien en donde ponía los pies, mientras cargaba sus esquís y los de Erin.

—Chicos… seguro que están bien, llevamos tres horas fuera y no le han prendido fuego a la casa. —dijo Erin antes de reírse un poco.

—No hables muy alto, que la chimenea está encendida. —advirtió Cameron.

—Sí, mejor no invoqueis al diablo. —suspiró Lunafreya, haciendo nubes de vapor con su aliento cálido.

—Si invocamos al diablo te aseguro que saldrá Ardyn del círculo mágico. ¡Seguro! —continuó quejándose Prompto.

—¡No lo mentes! —le dijo Erin, llevando una de las manos enguantadas hasta los labios de Prompto, haciendo reír a las demás chicas.

Ignis ya estaba en la puerta, con la llave en la mano y ansioso por entrar a ver que todo estaba bien, sin fuegos donde no debían estar ni tíos tocones apareciendo desde rincones oscuros de la casa.

—¿¡Cómo has hecho eso!? —oyó gritar a Noctis desde el salón y siguió la voz.

—Es talento natural. —se rió Anya, que aún tenía la voz un poco más nasal de lo acostumbrado.

—¡Estás haciendo trampas!

Cuando Ignis estuvo frente a ellos, los vio amontonados en el sofá, los dos uno encima del otro de alguna manera retorcida que parecía incómoda y casi imposible. ¿Es que estaban hechos de líquido, como los gatos?

—¿Qué pasa aquí? —preguntó Ignis a modo de saludo, antes de levantar una ceja y arrugar la nariz—. ¿Habéis estado descansando?

—Sí, sí… ¡Ignis, no te lo vas a creer! ¡Anya jugaba a King’s Knights… y lo dejó!

—Ese es un buen ejemplo a seguir.

—¡Pero ha vuelto!

Anya levantó la cadera un poco, haciendo que el brazo de Noctis encima de su cintura se resbalase un poco.

—¡Es tu culpa!

Los demás estaban admirando la escena desde la entrada. Cameron y Erin se reían, Luna tenía una expresión complacida y Gladio retorcía el gorro entre sus manos.

—¿Pero…? —empezó Gladio.

—¿Qué te esperabas con esos dos? Si son gatos. —Y antes de que Gladio pudiera preguntar nada más, Prompto se fue corriendo hacia el sofá—. ¡Hacedme un sitio!

Ignis le agarró del cuello de la chaqueta antes de que llegase a su destino y se subió las gafas con la mano libre.

—Cámbiate de ropa, deja tus cosas en su sitio y luego, si lo has hecho todo bien…

Y dejó la frase en suspensión, así, con una amenaza velada. Fue el turno de Gladio de reír, negando con la cabeza.

—¡Vamos, cuanto más pronto esté todo hecho, más pronto podremos jugar todos juntos!
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on March 14, 2019, 10:55:29 AM
FELIZ CUMPLE SUPER ATRASADO @Airin  \o/

Cambio de Escenario
Afrodita & Milo

Prólogo. El lugar donde la Fantasía y la Realidad se unen

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.

Primer Capítulo. El lugar donde la Luna se refleja en el Lago

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on July 20, 2019, 01:48:12 PM
Summer Writing Prompts
Soft, soft summer
☆ ☼ ☆

Zack x Cloud

01. Early morning walks while it’s still cool out

Cloud no era precisamente una persona mañanera, de hecho, odiaba las mañanas. Y los mediodías y a veces hasta odiaba las tardes largas. La noche y el frío eran su hábitat natural, pero el verano en Gongaga no estaba siendo precisamente amable con él o con nadie.

—Branquias... —dijo con los ojos más cerrados que abiertos mientras caminaba por inercia, descalzo por la playa—. Para respirar con esta humedad vosotros tenéis que tener branquias.

Zack sonrió. Por lo menos su risilla sonaba a que estaba sonriendo. Cloud abrió un ojo para comprobarlo y su gesto se ensombreció un poco más cuando se dio cuenta de que sí, a su amigo le parecía graciosa una humedad superior al noventa por ciento.

—Vamos, Spike, no es para tanto —le intentó animar Zack, que tenía las manos cruzadas detrás de su propia nuca y andaba a zancadas largas. Sus piernas interminables no eran para nada justas, para nada. Que mal tenía puesto el apellido—. Has estado en sitios peores, que lo sé.

Cloud por fin abrió los dos ojos y se dedicó a mirar sin ninguna confianza a su alrededor. Apenas empezaba el día, el cielo estaba clareando y las nubes perezosas se pintaban de colores brillantes, reflejando el amanecer.

Zack le había convencido de dar un paseo a primera hora de la mañana y Cloud le había avisado que eso sólo pasaría si se quedaban toda la noche despiertos. En Gongaga había más bares que en Nibelheim y los habían visitados todos (dos) y después de eso Zack había sacado la caja con juegos de mesa que le había proporcionado tan buenas memorias con su familia y amigos. Habían acabado por jugar en el porche, ahora a damas, ahora a dominó, hasta que los pájaros habían empezado a cantar que dentro de poco sería de día.

Y ahora, paseando por la playa, la brisa del mar llegaba fresca y mojada, pero él estaba seguro de que ese día volverían a sobrepasar los cuarenta grados. Más de veinticinco ya era un problema para Cloud Strife. ¿En qué había estado pensando para aceptar ese viaje a un paraíso infernal?
No podía ser mucho mejor en invierno, con todos esos pantanos y lagos. Demasiados cuerpos de agua cercanos y pocas montañas. No, a Cloud no le gustaba para nada esto.

Zack bostezó, estirándose y se crujió el cuello antes de señalarle a Cloud el camino de vuelta a casa.

—Creo que voy a dormir hasta la hora de comer... —avisó Zack.

Cloud se encogió de hombros.

—A mi despiértame para la cena. —contestó, ganándose las risas de Zak Fair.

—Ah, no. Má querrá que por lo menos comas algo antes de que te vuelvas a la cama.

Bueno, eso sonaba... casi como su madre. Cloud acabó suspirando, derrotado.

—¿Por qué dije que sí cuando me preguntaste si quería venir en verano a casa de tus padres?

Zack le dio una palmada en la espalda.

—Por que te como muy bien la polla.

Ah, sí... eso.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on July 20, 2019, 02:30:33 PM
Summer Writing Prompts
Soft, soft summer
☆ ☼ ☆

Sephiroth x Cloud

02. Afternoon naps

Hacía demasiado calor para la vida, pensó Cloud mientras se quitaba el casco y se secaba la frente con la manga de su uniforme de infantería. Seguro que al que se le había ocurrido hacerlos vestir así no había pensado en llevar toda esa ropa en un día caluroso. Claro, sería alguien que vivía en el Torre ShinRa, con aire acondicionado y un pringado que le llevase el café.
Cloud gruñó, él mismo estaba llevando un café a una de esas oficinas. Ni siquiera sabía para quien. ¿Por qué se dejaba liar por un Turk desconocido? Era un misterio, pero se había quedado con su cara y como que se llamaba Cloud Strife que ese pelirrojo se las iba a pagar.

¿No podrían hacer un uniforme de verano?

Ese fue su último pensamiento coherente antes de llamar a la puerta a la que le habían dicho que fuese, antes de abrir dicha puerta mientras entraba con el café por delante (nunca se sabe que clase de monstruos se iba a encontrar uno en una oficina, mejor enseñarles la ofrenda primero) y ver a un hombre, estirado cuan largo era, durmiendo en un sofá de cuero. Al menos había tenido la decencia de poner una mantita de algodón encima del sofá, si no se podría estar recociendo.

Parpadeó. Miró la larga melena plateada. Volvió a parpadear. El hombre tenía un brazo por encima de su cara y aún llevaba los guantes en las manos, pero su abrigo negro estaba descansando a un lado, en un colgador en la pared. Dos tirantes le cruzaban el pecho. No se había quitado el cinturón de SOLDIER, pero sí las botas y sus pies descalzos se solían del sofá, colgando con elegancia desde uno de los reposabrazos.

Cloud parpadeó otra vez, por si acaso el calor estaba haciéndole cosas en la cabeza, pero sus ojos parecían funcionar correctamente. Aquel era Sephiroth, el General de Plata. La persona por la que se había decidido a ir a un lugar hostil y desconocido a llevar la vida de un soldado. Su héroe. El de muchos. Haciendo la siesta.
Y estaba descalzo. Oh, le quería tocar los pies y ver si tenía cosquillas.

Cloud no sabía si Sephiroth tenía cosquillas o no, pero desde luego él las estaba notando subiéndole desde el pecho hasta ponerle toda la cara roja. Aquellos pensamientos no eran los más apropiados. Por todos los dioses antiguos ¡Aquel era su jefe! No directo, pero en algún grado...

Sephiroth se movió apenas, levantando un poco el puño sobre su cara y abriendo un ojo. Dos cosas le habían despertado: la habitación estaba perdiendo el frío del aire acondicionado y además, algo olía bien.

—Eh, tú. —dijo con la voz rasposa por no haberla usado en al menos media hora.

Cloud se cuadró tan rápido que casi usó la mano con la que llevaba el café para hacer un saludo marcial. Sus mejillas seguían bien rojas. Sephiroth sonrió. Sonrió. Y sólo dijo una palabra más:

—Café.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on October 23, 2019, 03:28:15 PM
FELIZ CUMPLE @Shruikan

WANT
Shruikan x Gaara

No recordaba exactamente cuánto tiempo había pasado desde aquella noche en la que el destino había decidido que se conocieran —el tiempo no era algo a lo que Gaara le daba importancia, ya no—, pero por fin iban a tener una cita. ¿Cómo habían llegado de ser dos desconocidos encontrándose en medio de la noche a esta primera cita? Eso era una historia que tenía que ver con una serie de coincidencias, ataques nocturnos, una sociedad secreta, una anciana tendera entrometida y una cabra.

Gaara estiró el dedo para dejar que Shukaku se lo oliera y después le rascó entre los ojos con un nudillo.

—¿Qué te parece? —le preguntó al gato, dando un paso atrás y enseñándole su abrigo de cuello alto cerrado.

Era nuevo, se le pegaba al cuerpo y tenía un estilo mucho más elegante que sus zapatillas desgastadas y el poncho verde al que tanto cariño le tenía.
El gato parpadeó y se dio la vuelta antes de rodar y enseñarle la barriga gorda y peluda. Movió el rabo de lado a lado y maulló tristemente. Gaara esperaba que no se estuviera riendo de él.

Gaara se miró las puntas de las botas nuevas y se reajustó el cinturón de su pantalón de vestir antes de coger las llaves y la cartera. Luego se acordó de que se le olvidaba una cosa más.
Y mientras la cabra balaba en la habitación en la que le había puesto el corral, Gaara se peinó.


————

Había muchas cosas que Shruikan había estado anticipando sobre esa noche, pero no habría adivinado ni en mil años cuál iba a ser su deseo predominante durante aquella salida. Gaara estaba hablando, cosa rara, y ella no podía prestar atención por que no podía dejar de mirar… aquello.
Shruikan se mordió el labio inferior mientras Gaara se metía las manos en los bolsillos del abrigo.

Oh, quería… no, necesitaba hacerlo. Pero no sabía si era demasiado pronto para tomarse aquellas libertades. Aunque bueno, había tenido su mano en las entrañas de aquel hombre. Después de aquello no tenía muy claro cuales eran los límites que podía sobrepasar y los que no.

—A la mierda. —refunfuñó antes de mover la mano con rapidez.

Y le revolvió el pelo repeinado. O lo intentó, no tenía muy claro qué clase de gel había usado pero se podrían construir casas con eso.
Gaara le miró estupefacto.

—No te vuelvas a peinar —le avisó Shruikan, intentando sacar los dedos de aquella trampa mortal—. O tendré que volver a hacerlo.

Para cuando sacó la mano, los dedos se le pegaban entre sí y el pelo de Gaara parecía una exposición de arte abstracto.
Ni siquiera intentó arreglarlo, pasó el resto de la noche así. Shruikan atesoraba el recuerdo de su primer beso con aquella cosa en su cabeza. No le quedaba más remedio.


————

En su siguiente cita Gaara volvió a aparecer con aquel peinado tan irritante. Shruikan se lo deshizo nada más verlo, aunque esta vez no se le quedaron las manos pegadas.
Cuando Shruikan se quedó satisfecha con su reforma de peinado, se dio cuenta de que Gaara estaba sonriendo.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 11, 2019, 02:36:34 PM
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☆ ☾ ☆

Milo x Afrodita

01. Making your favorite apple-based dessert.

—Primero hay que descorazonar a la manzana. —comentó Milo, empujando el descorazonador hacia Afrodita.

Él apretó los labios y una vocecita en su mente entonó: Oh, estoy haciendo un muy buen trabajo con eso. La maldita voz se parecía demasiado a la suya y no se refería a la fruta encima de la mesa.
Afrodita tomó la manzana y con cara de hastío procedió a dejarla sin corazón. Milo tragó saliva y entrecerró un poquito los ojos con aprensión cuando vio los movimientos mecánicos y precisos de su anfitrión.

—Bien, ¿y ahora qué más?

—Tienes que cortar la manzana en dos.

Afrodita volvió a apretar los labios. ¿Aquello era una lección de cocina o algún tipo de castigo pasivo agresivo de parte de Senior?
Milo estiró la mano despacio hacia el cuchillo y en cuanto lo tuvo le arrebató la fruta a Afrodita, temoroso de que acabase clavando el cuchillo en la manzana equivocada. ¿Pero qué le pasaba? ¿Por qué tan huraño?
Luego recordó que unos días antes habían encontrado a Kanon y a su yo más joven retozando en la cama de Afrodita. Debía ser eso, aún.

Milo partió la manzana por la mitad.

—Así y ahora cortas en esta dirección, rodajas de unos dos o tres milímetros. Algo así… —explicó mientras hacía los primeros cortes.

Cuando Afrodita agarró el cuchillo y empezó a cortar, el filo empezó a dar golpes secos contra la tabla de cortar y Milo estaba empezando a creer que acabaría partiendo la pobre tabla y probablemente la mesa también.

—¿Qué más?

—Hay que ablandar un poco la manzana, por eso había puesto la olla a hervir —le dijo, agarrando un recipiente para poner dentro las rodajas de manzana y dejarlas un poco de tiempo al baño maría—. No tardará mucho. Mientras tanto puedes cortar la masa de hojaldre, en tiras largas de unos cuatro centímetros de anchura.

Esta vez Afrodita fue más gentil, sabiendo que la masa de hojaldre se le partiría si la cortaba como en realidad quería.

—Y cuando acabes puedes pintarla con la mermelada. —continuó explicando Milo, acercando el bote de cristal ya abierto.

Y cuando Afrodita tomó una cucharadita de mermelada, Milo lo pudo ver. La transformación. Ese fue el exacto momento en el que Afrodita se desconectó de sus pensamientos y se adentró del todo en la repostería.
No existía nada más allá de aquella cocina. Milo sonrió y le dejó con su tarea mientras iba a ver qué tal seguía la manzana. Sacó una rodaja pinchándola con un tenedor y por la manera en la que se doblaba parecía suficientemente blanda para el siguiente paso.

—¿Así es como tiene que quedar?

Milo se sobresaltó un poco, girando apenas la cara al escuchar a Afrodita justo detrás de él.

—Sí, con que esté así de blando ya es suficiente. Si tuviéramos un microondas podríamos haber hecho este paso con un par de minutos.

—¿Dónde has usado tú un microondas? En el Santuario no funcionan. —le recordó Afrodita.

Milo se rió suavemente antes de sacar el recipiente con la manzana cortada y dejarlo encima de la mesa.

—En mi casa. En Isla Milos —concretó antes de que Afrodita se lo pidiese.

—¿Tienes electricidad allí? —preguntó con curiosidad.

Milo parpadeó y se llevó la mano al pecho, pero la bajó antes de empezar a darse golpecitos contra el corazón. Claro. Éste Afrodita nunca había estado en su casa, ¿cómo iba a saberlo?

—Sí, es una isla habitada, después de todo —informó Milo antes de señalar las tiras de hojaldre—. Muy bien, están perfectamente parejas.

Afrodita se calló y Milo pudo ver como se le sonrosaban las mejillas. Milo sonrió con sólo un poquito de picardía y Afrodita acabó por carraspear antes de preguntar por el siguiente paso.

—Hay que poner las rodajas de manzana encima del hojaldre, así, mira —explicó mientras empezaba a montar una de las rosas—. Y luego se dobla la masa por encima… Ya queda poco.

Decidieron cortar más hojaldre y aunque no hablaban demasiado el ambiente era bueno, no extraño ni incómodo como Afrodita se habría esperado en cualquier otro momento.

—¿Dónde has metido el molde de las magdalenas? —preguntó Milo y Afrodita le señaló sin mirar hacia una de las encimeras—. Ahora hay que enrollar el hojaldre sin hacer mucha presión y ponemos las rosas en los moldes.

Afrodita asintió y cuando terminó el primero se quedó mirándolo.

—Pues… Sí que parece una rosa.

—Claro que parece una rosa, te había dicho que iba a enseñarte a hacer rosas de manzana.

Afrodita torció el morro y enrolló una rosa más.

—Claro y como puedo fiarme de tí siempre…

—Eh, nunca te he mentido. —respondió Senior.

Afrodita dejó salir una risa corta por la nariz.

—Y como tengo forma de comprobarlo… Señor que ha venido de un futuro que a saber si sigue existiendo.

Su tono había sido neutral y Afrodita no había querido implicar nada en un principio, pero en cuanto las palabras salieron de su boca se arrepintió de haberlas dicho. Levantó la cabeza con rapidez y se encontró de frente con la mirada perdida de Milo Senior.

—No… no quería decir…

Milo centró sus ojos en los de Afrodita y le sonrió. No había odio en esa sonrisa, tampoco tristeza, sólo añoranza y algo que a Afrodita le parecía comprensión.

—A veces sigo pensando que esto es un sueño. A veces me gustaría que fuera un sueño, pero tengo que actuar como si fuera real, porque si eres real quiero que seas feliz —contestó Milo y dejó otra rosa en su molde—. Deberías ser feliz, el mundo es más bonito cuando eres feliz.

Acabaron las rosas en un silencio cargado de algo que ninguno sabía definir.

—Y ya sé que no pretendías hacerme daño a mí —dijo de repente Milo, antes de arreglar el pelo de Afrodita acomodando un mechón aquí y otro allá. Le agarró de una mejilla y le miró seriamente antes de decir:—. Y ahora mételo quince minutos en el horno, ya está caliente. Acuérdate de mantener el calor a ciento ochenta grados y todo irá bien.

Afrodita asintió y tardó un poco más de lo que le habría gustado en despegarse de la mano caliente de Senior, que se apoyó en la mesa mientras se cruzaba de brazos y miraba como Afrodita atendía con diligencia el horno de piedra.

—¿También le enseñaste esto… al otro Afrodita o te lo enseñó él?

—Se lo enseñé yo, la receta estaba en un libro de mi madre.

Afrodita le echó un vistazo rápido a Milo y luego continuó observando el horno, mirando como se doraban las rosas lentamente.

—¿También lo usaste como distracción?

Milo miró al techo esta vez y luego a los rizos perfectamente colocados de Afrodita, no como los suyos que tendían a enloquecer con una brisa.

—Tal vez.

Afrodita se giró a mirarle esta vez, poniendo esa expresión que Milo pocas veces podía resistir, con los labios ligeramente entrompados y el ceño un poquito fruncido.
Pero no, no iba a decirle que se las hizo para reconciliarse con él después de que descubriese que estaba casado con Kanon. Milo Senior sabía bien que a su Afrodita le podría la curiosidad ¡y al menos le acabaría hablando para pedirle la receta!
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 12, 2019, 03:57:15 PM
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☆ ☾ ☆

Anir x Zack x Cloud

02. Drowning in oversized sweaters.

Zack sabía que había estado haciendo más frío últimamente. También sabía que la calefacción central del piso donde vivía aún no estaba en marcha por culpa de un estúpido de su comunidad que seguía quejándose del calor porque no tenía conocimiento de lo que eran los reguladores para radiador. Zack lo sabía bien.
Lo que no sabía, ni se esperaba, era que su novio le había robado un jersey. Zack, aún en la puerta del piso, dejó caer su mochila del gimnasio al suelo y se quedó mirando como Cloud caminaba de un lado a otro, comiendo nueces como si no se hubiera dado cuenta de cómo afectaba al resto del mundo con aquel jersey que le quedaba grande puesto.

Oh, Cloud no era pequeño, ni mucho menos, simplemente Zack era más grande. Así que la línea de los hombros le quedaba un poco más abajo de donde debería ir y tenía los nudillos cubiertos por las mangas. El jersey azul oscuro le quedaba por debajo del tiro del pantalón y Zack suspiró imaginándose la curva del culo que no podía ver.
Cloud se giró al oír el suspiro y levantó una ceja.

—¿Te vas a quedar ahí mirando o vas a entrar? —preguntó Cloud, antes de llevarse otro trocito de nuez a los labios—. Y cierra la puerta, que entra frío.

Zack recogió la mochila del suelo y se la puso al hombro antes de hacer lo que le habían dicho. Luego siguió a Cloud, que se había sentado en el sofá, hacia el salón y se agachó para dejarle un beso en la frente.

—¿Tanto frío tienes que te has puesto mi jersey? —preguntó extrañado, quitándose los guantes y poniéndoselos en los bolsillos de la chaqueta.

Cloud se encogió de hombros y entrecerró los ojos, itentando ver la pantalla de la televisión.
Zack sonrió un poco, sabiendo exactamente lo que pasaba.

—¿Te traigo las gafas?

Cloud asintió dejándose caer de medio lado sobre el apoyabrazos del sofá.

—Mete tu peligro biológico en el cubo de la ropa antes, que luego huele toda la casa.

Zack arrugó la nariz y le sacó la lengua mientras se iba al baño. Cloud tuvo a bien levantarle el dedo de en medio, aunque la sonrisita cariñosa le quitaba hierro al gesto. Zack tenía su propia sonrisa brillante en los labios mientras volcaba ropa sucia en el baño cuando escuchó a alguien en el pasillo.

—¡Ya casi he metido la ropa! Te iba a llevar las gafas ya.

—Gracias por lo de la ropa, pero yo ya llevo mis gafas.

Y de hecho, cuando Zack se giró, pudo ver como Anir se estaba subiendo las gafas con los nudillos, que sólo se le veían porque llevaba el jersey arremangado.
Anir le sonrió, agarrada a la puerta del baño, medio escondida tras ella.

—¿Hoy no trabajabas hasta tarde? —preguntó Zack, asegurándose de no dejarse ningún calcetín en la mochila.

La respuesta tardó un poco en llegar y lo hizo con voz suave y cansada.

—Sí… De hecho es tarde, son las ocho. —contestó, rascándose una pierna con el pie contrario. El calcetín casi se le salió del sitio, pero consiguió salvarlo a tiempo.

Seguro de que ya no quedaba nada más tóxico en su mochila, se la puso al hombro y alargó la mano para frotar la cabeza de Anir con suavidad.

—No sabía que había estado tanto tiempo… —Hizo una pausa al darse cuenta de lo que llevaba puesto Anir—. En el gimnasio.

Ella parpadeó inocente y se tapó media cara con los puños. Y ahora que se daba cuenta, Zack pensó que aquellas mangas tenían toda la pinta de habérselas doblado otra persona.
Aquel jersey negro era de Cloud, pero Anir nadaba en él, de la misma manera en la que Cloud parecía flotar dentro del de Zack.

Zack entrecerró los ojos y miró a su novia con recelo.

—Espera, espera… creo que ya sé lo que está pasando aquí.

—¿Ah, sí? —preguntó Anir, frotando una pierna desnuda contra la otra.

Zack se cruzó de brazos y asintió con la cabeza firmemente, todo convencido de que estaba en posesión de la verdad absoluta. Anir le miraba con esperanza.

—Sí, hace frío y te has puesto a sacar la ropa de invierno.

—Ajá… —dijo Anir, acercándose un pasito a Zack y poniendo una de sus manitas sobre su antebrazo para notar el músculo bien desarrollado.

Zack le pasó el brazo por los hombros para dirigirla hacia la habitación de Cloud, aún tenía que llevarle las gafas.

—¿Y qué más? —insistió Anir, dando pasitos rápidos para seguirle el ritmo a las zancadas de Zack.

—Tú te has puesto el jersey favorito de Cloud y él se ha tenido que poner uno de los míos.

Anir parpadeó confusa y luego puso cara de palo antes de agarrarse al marco de la puerta de la habitación y gritar pasillo abajo:

—¡Cloud! ¡Zack es tonto, no hay esperanza! —Y después de pensarlo por medio segundo agregó:— ¡No hay sueños ni miedos, los bebés son objetos!

—¿Por qué estás gritando sobre Los Sims? —quiso saber Zack, mientras Cloud se arrastraba hacia ellos. De forma literal, desde donde estaba Zack, se podía oír cómo Cloud arrastraba los pies por el pasillo—. ¿Qué he hecho ahora?

La verdad es que la manera en la que se le levantaba el jersey por justo debajo de la braga a Anir le estaba distrayendo.

—¿Por qué no llevas pantalones? Me distraes y luego me llamas tonto.

Cloud llegó a su dormitorio y rodó los ojos.

—Es que eres tonto. Tiene frío —le esxplicó Cloud, señalando a Anir y antes de que Zack le interrumpiese, continuó—. Quiere que la calientes.

Zack abrió la boca, la volvió a cerrar. Miró la sonrisita de Anir y la señaló toda entera. Después se señaló a él.

—¿Quieres follar?

Anir asintió fervorosamente mientras un escalofrío le recorría el cuerpo entero. Maldita sea, hacía frío y sólo llevaba dos minutos sin pantalones.
Cloud se unió al club de los despantalonados mientras Zack miraba de uno a otro, sin saber por dónde empezar. Por lo visto no tenía por qué elegir, porque los dos se le echaron encima casi al mismo tiempo.

A la mañana siguiente, mientras estaban todos en un montón en la cama de un metro veinte de Cloud, el radiador empezó a sonar como las tripas de un dinosaurio.
Anir levantó la cabeza del pecho de Zack y se frotó la mano por la cara.

—¿Eso es la calefacción?

Cloud gruñó, intentando fusionarse con la otra parte de Zack mientras estiraba una pierna por encima de Anir.

—Creo. —dijo Zack, con la garganta medio seca.

El radiador empezó a gorgotear y al poco la casa empezó a calentarse. Era el primer día de calefacción central, pero no el último de robar jerseys. Esa temporada apenas había empezado.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 13, 2019, 05:32:01 PM
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Anir x Hiksti x Jack

03. Making lots and lots of soup.

Para ser alguien que se pasaba el día entre motores, los hobbies de Anir no tenían nada que ver con la mecánica, aunque ella argumentaba que ya salía del taller con demasiadas horas acumuladas de grasa en las manos y aceite en la ropa. Hiksti le daba la razón, pero aún así acababa montando maquetas y empezando proyectos de inventos que a saber si llegarían a ver la luz del sol.

Era otoño, acercándose más y más a invierno y el sol ya no calentaba tanto como hacía apenas unas pocas semanas. Las mangas largas eran una necesidad y las chaquetas y las bufandas estaban empezando a salir del armario de todo el mundo para darse una vueltecita por la calle.
Anir echó un vistazo por la ventana de la cocina y suspiró al ver una hoja naranja caer del árbol de su patio. Metió la cuchara en la olla y probó el caldo con cuidado. Asintió y sonrió, dándole vueltas al caldo antes de volver a tapar la olla.

No tardó en oír la puerta principal abrirse y el ruido metálico de las llaves de Hiksti al dejarlas caer sobre el vacíabolsillos que tenían en el recibidor.
Anir aprovechó para empezar a poner la mesa.

—¡Hola! —saludó Hiksti antes de acercarse a la cocina—. ¿Qué hay para comer hoy?

—¿Y tú qué crees? —preguntó Anir, levantando una ceja—. ¿O es que ya no te funciona el olfato?

Hiksti intentó inspirar profundamente y el ruido que le hizo la nariz le dejó en claro a Anir que probablemente no podía oler nada.

—Uy, ¿y ese trancazo? —curioseó mientras repartía los cubiertos—. El viernes no estabas así.

Hiksti se encogió de hombros y se acercó lo suficiente como para darle un beso en la sien a Anir como saludo.

—Igual me enfrié el fin de semana.

Anir torció el morro. Hiksti comía entre semana en su casa por que los dos necesitaban un compromiso social para acordarse de la comida cuando estaban en el trabajo y además estaba cerca del taller que compartían desde hacía poco más de un año.

—¿Al final te fuiste a esquiar con tu amigo?

Hiksti apretó los labios y miró hacia el techo despacito. Eso nunca era una buena señal. Anir entrecerró los ojos y le tiró una servilleta a Hiksti, que le dio en toda la cara.

—Au…

—Sí, sí. Mucho ‘au’ pero no me respondes. Siempre que te vas con ese tal Jack te pasan cosas —se quejó Anir—. Como cuando volviste con un ojo morado en marzo o cuando se te rompió el coche en medio de la nada y me dejaste dos días sola en el taller en mayo. ¡Oh! ¡Y cuando te rompiste la pierna en Agosto! Y éramos el único taller abierto en la ciudad.

Hiksti se sentó despacio en la silla y pensó en quitarse la prótesis para descansar un rato, pero decidió que no era el momento y simplemente se frotó la rodilla mientras se rascaba la barba de tres días con la otra mano.

—No lo conoces, él…

Anir le dio un golpe en la coronilla con la otra servilleta antes de dejarla en la mesa y volver a su sopa.

—¡Au! ¿Por qué me odias tanto, qué te he hecho?

—No venir esta mañana y dejar que abra yo y hacerme creer que iba a comer sola. Y no te odio a tí, lo odio a él.

—No puedes odiarlo, no lo conoces. —le dijo Hiksti, notando una vibración en el bolsillo de su pantalón.

Anir levantó la tapa de la olla y armada con ella y con la cuchara de palo, miró con decisión por la ventana y asintió con fuerza.

—Puedo y lo voy a hacer.

Hiksti suspiró primero, pero acabó por reírse incrédulo antes de sacar el móvil de su bolsillo.

—Hablando del diablo… —murmuró mientras revisaba sus mensajes.

Contestó con rapidez y apoyó el teléfono contra sus labios. Luego miró hacia Anir antes de tomar una decisión igual de rápida y escribió otro mensaje antes de guardar el aparato. Sólo esperaba no arrepentirse de lo que estaba a punto de suceder

—Por lo menos tendrías que conocerlo, ya sabes, para odiarlo con razones.

—Oh, já. Créeme, razones tengo. —comentó Anir antes de agarrar un plato para servir la sopa.

Cuando Anir se giró para dejar el plato en la mesa se dio cuenta de que Hiksti se había acabado de levantar y estaba buscando algo en el cajón de los cubiertos.

—¿Qué haces?

—Acabo de invitar a Jack para que lo conozcas.

Anir parpadeó y notó como el alma se le iba a los pies, dejando su cara demasiado pálida. ¿Cómo, qué? No. No, no, no… Aquello no podía estar pasando. ¡Llevaba demasiados meses celosa de aquel tipo como para recibirlo en su casa! ¡Por culpa de aquel desastre de persona Hiksti la había rechazado!
Oh, bueno, en realidad ni siquiera había dejado que tuviera la oportunidad de rechazarla como era debido. El día que pensaba decirle que le gustaba la dejó tirada y se fue con él.

—¡No puedes, no es tu casa! —dijo Anir de repente, justo cuando la sangre le estaba volviendo de golpe a la cabeza, mareándola.

—Pues acabo de hacerlo.

Hiksti puso una de sus manazas sobre la cabeza de Anir antes de quitarle el plato de sopa para dejarlo él en la mesa, porque Anir no parecía no querer moverse.

—Y además llegará pronto, porque me acaba de dejar en la puerta de tu casa.

Anir abrió mucho la boca y levantó un dedo acusador hacia Hiksti.

—¿¡Le has dicho dónde vivo!?

Hiksti se rascó la nuca antes de armar un gesto de incomodidad en su cara. Anir amaba lo expresivo que era, pero a veces preferiría que Hiksti supiera como poner cara de palo.

—¿Tal vez? No lo había pensado así…

—¡Idiota! —le dijo sin bajar el dedo justo antes de que el timbre sonase por toda la casa y Anir procediera a amenazar—. ¡Voy a echar a ese desperdicio de espacio ahora mismo!

Hiksti se alegró de no haberse quitado la prótesis mientras corría hacia la puerta, pero Anir se le coló por un costado, agarrando el pomo de la puerta para abrir ella. Jack parpadeó confuso y miró de una a otro. Hiksti había llegado a la puerta principal y se había agarrado al quicio, inclinándose sobre Anir. Esta vez su cara era de desesperación.

—¡Tú! —dijo Anir.

Jack sonrió, haciendo que sus mejillas pálidas se levantaran un poco. Se arrebujó en su sudadera y procedió a enseñar los dientes, convirtiendo su sonrisa en una de pillo. Tenía las manos en el canguro de la sudadera y los hombros crispados, no llevaba calzado adecuado para el tiempo que hacía y todo su cuerpo tembló con una ráfaga de viento.

—Hola.

Anir inspiró, llenándose los pulmones de aire frío antes de expulsarlo en forma de nubecillas. ¿Pero qué demonios hacía aquel estúpido así vestido en pleno otoño —casi invierno—, con la helada que estaba cayendo?
Anir lo agarró del codo y lo metió dentro de su casa.

—Aún eres más estúpido de lo que suponía —gruñó mientras arrastraba a Jack hacia la cocina—. Hay sopa.

—Como todos los días desde hace dos semanas. —añadió Hiksti, detrás de ellos.

—Oh, cállate, te gusta. Voy a por otra silla.

Cuando Anir los dejó solos en la cocina, Jack se llevó la mano al pecho y Hiksti abrió mucho los ojos. Oh. Oh no. No a su Anir.

—Jack. Jack, no. —advirtió Hiksti.

—Creo que me he enamorado. —confesó justo antes de estornudar.

Oh, demonios. Hiksti se dio una palmada en toda la cara, tapándose los ojos. Su vida se estaba complicando.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 14, 2019, 04:58:29 PM
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Anir x Hiksti x Jack

04. Shopping for new fall attire.

Cuando Anir oyó hablar de Jack la primera vez nunca se habría imaginado que acabaría en un centro comercial con él, dirigiéndolo de una tienda a otra. Le había caído mal ya de primeras oídas.
Pero allí estaban, paseando de un lado a otro sin conseguir que aquel chico se probase nada.

—Desisto —dijo Anir antes de rodar los ojos y encaminarse hacia una de las tiendas de ropa—. Voy a entrar ahí, me voy a comprar un vestido y como salga y no estéis, me váis a oír.

Y eso hizo. Jack se dejó caer en el mismo banco donde Hiksti se había sentado. Y suspiró. Oh, no. Ahí estaba ese suspirito otra vez.
Hiksti miró hacia Jack, intentando que no se le notase demasiado la incomodidad en la cara, pero era casi imposible no verla. Bueno, Jack estaba demasiado distraído, así que a lo mejor podía tener suerte.

—¿Y si nos escondemos? —preguntó Jack, buscando un buen lugar mientras proponía su idea.

—¿Es que no la has oído? —preguntó Hiksti de vuelta.

Jack sonrió y levantó las cejas varias veces.

—Ah, sí. Y me gustaría oírla más.

Hiksti suspiró, frotándose la sien para intentar mitigar el dolor de cabeza emergente.
Jack se le acercó tanto que acabaron con los brazos pegados y con Hiksti torcido hacia su derecha.

—Te habías guardado para tí mismo que es una fiera, la pintabas mucho más dulce.

Hiksti miró al techo excesivamente alto del centro comercial, a ver si encontraba la inspiración para decirle a Jack que Anir lo odiaba sin hacerle daño. Aquel era un detalle que se había estado guardando por meses.

—A mi no me saca las garras a menudo, será eso —intentó Hiksti, pero Jack simplemente le pasó el brazo por los hombros y lo apretó contra él—. ¿Qué quieres?

—A tu amiga. ¿Tiene novio o novia o algo?

Hiksti gruñó. Se lo estaba temiendo, parecía que Jack iba medio en serio, al menos lo suficiente como para querer flirtear con ella, a ver hasta donde llegaba. Y teniendo en cuenta la fuerza de Anir, era probable que llegase bastante lejos de un puñetazo si seguía por ese camino.

—Jack, no.

—¡Bien! Entonces tengo una oportunidad…

Hiksti se agachó tanto que quedó con la cabeza a la altura de las rodillas, negando con ella.

—No era eso lo que quería decir…

Unos quince minutos después, Anir salió de la tienda con una bolsa nueva y una sonrisa de satisfacción que se le borró de la cara cuando vio a Jack abrazando a Hiksti y recordó su existencia.

—Ah, seguís aquí. —saludó, sin muchas ganas.

Hiksti sonrió, Jack parecía confundido. Anir simplemente se encogió de hombros antes de mirar la hora en su móvil y señalar hacia el parking. Las tiendas estaban a punto de cerrar y al día siguiente tenían que trabajar en el taller.

—Mañana abres tú. —le recordó a Hiksti, que asintió con las manos en los bolsillos.

Todos subieron al coche de Jack. La primera parada era la casa de Anir, pero cuando llegaron, ella agarró el hombro de Jack.

—Ven conmigo dentro. —le pidió antes de salir del coche y sacar sus llaves.

Jack miró a Hiksti con una sonrisa, que le miró de vuelta con preocupación.

—Ahora en seguida vuelvo. —dijo antes de saltar del coche y corretear tras ella.

Anir rechinó los dientes al escuchar las chanclas. En serio que a este chico se le iban a caer los dedos de los pies en cualquier momento. Jack se agachó sobre ella mientras abría la puerta y susurró cerca de su hombro.

—¿En qué te puedo ayudar?

—Quita —le advirtió antes de intentar darle un codazo que no acertó por poco—. Te voy a ayudar yo a tí, que parece que lo necesitas.

—Oh, sí —contestó Jack, que se había puerto recto y ahora mantenía un metro de distancia con Anir por seguridad—. Puedes ayudarme en lo que quieras.

Jack se giró y levantó los dos pulgares hacia el coche, donde creyó ver a Hiksti mirándolo con horror en los ojos.
Entró detrás de Anir y cerró la puerta con cuidado.

—¡En la cocina! —gritó ella, y Jack siguió su voz—. Llévate esto y dame tu número de teléfono, porque no es normal como vas vestido para el frío que hace. Me das frío sólo de imaginarte.

Aaah… Jack esperaba que Anir pasase mucho frío entonces. De repente se vio con las manos llenas de bolsas con recipientes hasta arriba de sopa.

—Las tapas son de rosca, no deberías tener problemas en el coche.

—Oh, ah… gracias.

—¿Y bien? —preguntó Anir, sacando su móvil—. ¿Y tu número?

Jack intentó sacar su propio móvil con una sola mano, aunque no se le estaba dando muy bien y Anir acabó por asistirle, devolviéndole el aparato con un golpe en el pecho.
Jack sonrió sin perder el intento de ser encantador. Anir no parecía impresionada.

—Si, mi número, cierto…

Unos pocos segundos después se habían añadido a sus agendas y Anir le estaba preguntando si tenía el sábado libre. En realidad no, pero podía deshacerse de sus planes si lo necesitaba.

—Claro, sí, ¿por qué?

—Porque vamos a ir tú y yo a comprarte ropa y vas a dejar de esconderte detrás de Hiksti y si no quieres un calzado cerrado, por lo menos te vas a poner unos calcetines, aunque acabes pareciendo un garrulo.

Jack se miró los pies y movió los dedos antes de pasar de una sonrisa encantadora a una de coqueto conquistador.

—Es una cita, entonces.

Anir parpadeó. El color se fue apoderando de su cara despacio, ganando terreno de forma segura.

—¡No! ¡No es ninguna cita! ¡Es una necesidad! —exclamó, empujándolo hacia la puerta de su casa—. ¡Es mi obra de caridad de esta semana!

—Oh, si fuera una cita podría ponerme zapatos. —replicó Jack con una risita tintineante.

—Entonces deberías tener citas contigo mismo por el resto de tu vida —soltó Anir, aunque luego recapacitó—. Por lo menos cuando haga frío.

Jack se rió con más fuerza. Cuando llegó a la puerta se dio la vuelta y se dio cuenta de que Anir estaba intentando mirar hacia el coche que estaba aparcado a unos metros de la puerta, justo enfrente del patio delantero de su casa. Hiksti probablemente también les estaba observando de vuelta.

—Bien, entonces, tú y yo… un centro comercial, un montón de ropa. Si la cosa acaba con zapatos, repito, será una cita.

—Oh, qué más da, piensa lo que quieras. —acabó por ceder ella.

Anir seguía distraída mirando hacia el coche y Jack sonrió despacito antes de inclinarse sobre ella, doblando toda su altura hacia apoyar el codo en el quicio de la puerta y tener los labios casi pegados a su oreja.

—Te recojo a las cinco, ponte el vestido, seguro que te queda bien.

Anir se apartó de repente, tapándose la oreja y mirando a Jack con estupor.

—¿Y tú qué sabes del vestido?

Jack empezó a caminar hacia atrás, con esa sonrisa de pillo inocentón que había estado poniendo durante toda la comida juntos ese mismo mediodía.

—Que es azul. ¡Es mi color favorito!

Jack levantó la mano para despedirse y se fue corriendo hacia el coche. Segundos después se podía oír el rugido del motor calle abajo y Anir estaba aún apoyada en la puerta principal de su casa, ahora cerrada, pensando.
No quería pensar.

—A mí también me gusta el azul —comentó bien bajito antes de enumerar todos los motivos por los que odiaba a aquel tipo—. Maldita sea.

No quería que le cayera bien. ¡No era justo! ¡Pero nada justo!
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 18, 2019, 04:41:59 PM
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☆ ☾ ☆

Anir x Jack

05. Drinking cinnamon-spiced tea.

Anir no quería repetir la experiencia del centro comercial, era por eso que se había llevado a Jack por una ruta larguísima de tiendas pequeñas de barrio. Había estado toda la semana visitando la larga lista de tiendas y creando una ruta para que el sábado fuese sobre ruedas.
El jueves se sorprendió a sí misma levantando un jersey azul y pensando que a Jack le quedaría bien.
Nunca lo admitiría en alto. A nadie. Ni a sí misma.
Eso no había ocurrido, punto.

Anir suspiró, dejándose caer sobre la silla más que sentándose. Jack puso sus manos de dedos largos en la mesa y empujó la silla con las piernas y se la acercó con el pie mientras se sentaba lentamente, quejándose durante todo el proceso.

—Mis huesos.

Anir se había puesto un brazo sobre los ojos y tenía la cabeza echada hacia atrás, pero se le oyó perfectamente al contestar.

—Si te vistieras como toca, no te dolerían tanto los huesos.

Jack se inclinó hacia delante, cruzando los brazos encima de la misma y crispando un poco los hombros. También estiró los pies por debajo de la mesa, con un tobillo encima del otro.

—Ey, que me he puesto calzado cerrado y todo.

Anir gruñó y cuando intentó cerrar las piernas se encontró con los pies de Jack debajo de su silla. Este chico era más largo que un día sin pan. O más largo que un día de invierno sin calcetines. Esa comparación le gustaba más.
No le dio una patada porque decidió levantarse y tirarle las bolsas de ropa encima a Jack.

—Voy a pedir.

—¡El té de temporada! —dijo Jack, levantando un brazo y sonriendo coqueto.

Anir lo miró y parpadeó despacio antes de darle una patada a los pies de Jack. Se lo había pensado mejor.

—Te busco sitios donde comprar, te llevo las bolsas y ahora quieres que te invite a merendar.

Jack se llevó las dos manos a la nuca antes de asentir con descaro. Anir levantó un dedo, señalándolo, mientras la otra mano se agarraba a la cintura de su vestido azul. No sabía qué decir.

—Mira, tienes suerte de ser bonito, por que es lo único bueno que tienes.

Jack recogió los pies debajo de su propia silla y se inclinó de nuevo sobre la mesa, apoyando la barbilla sobre sus dos puños. Le miró de forma encantadora, hasta con un ladeo de cabeza incluído.

—Aw, te parezco bonito.

Anir entrecerró los ojos y se giró antes de que se notase que se estaba sonrojando. Aunque ahora que lo pensaba tal vez no se le estaba notando tanto, llevaba base de maquillaje de cobertura total, a ver si así no se le cortaba la piel de la cara por el frío.

—¡Acuérdate de mi té! —escuchó mientras sus pasos fuertes hacían ondear la falda de su vestido.

Y sí, era el vestido que se había comprado la semana anterior ¡pero no se lo había puesto porque se lo hubiese pedido Jack! Sólo quería estrenarlo… y tampoco tenía muchas oportunidades de ponerse vestidos, teniendo en cuenta donde trabajaba y cuantas horas pasaba en el taller.

Para cuando llegó a la cola, la gente se apartaba de su camino, y de repente se vio delante del dependiente, que la miraba con una sonrisa nerviosa.

—¿Qué quiere?

—Dos tés de temporada, un rollo de canela y una cookie, de las de chocolate blanco.

El dependiente tomó el pedido y le atendió con rapidez. No tardó mucho en acercarse a su mesa con un té en cada mano. El chico que le había atendido la seguía con la comida. Después de dejarlo todo en la mesa y de que el dependiente se fuera, Anir se arregló un poco el desastre de flequillo que llevaba y notó que Jack la miraba con diversión brillando en sus ojos.

—¿Qué pasa?

—Te has saltado toda la cola y el de caja te ha traído la comida.

Anir se rascó la barbilla antes de girar y ver que había al menos diez personas en la cola y ni se había dado cuenta.

—¿No te lo llevan a la mesa? —preguntó, nunca había estado en esa cafetería, había sido Jack el que había insistido en caminar quince minutos para llegar hasta allí.

—No, nunca —le informó, con un tono muy, pero que muy divertido, casi hasta fascinado—. Creo que los has asustado a todos.

Anir se encogió de hombros mientras añadía azúcar moreno a su té con canela.

—No sé qué tiene que temer de una damisela inocente e inofensiva como yo.

Jack empezó a reírse, doblándose tanto que su frente casi tocaba la mesa. Anir intentó borrar una sonrisa bebiéndose su té.

—Oh, está bueno.

—¡Claro que está bueno! ¿Creías que te iba a llevar a un sitio de segunda en nuestra primera cita? —preguntó Jack—. No, no, no.

—¡No es una cita!

—Llevo botas. —recordó Jack, levantando una ceja mientras bebía de su taza.

—Ya, pero no hemos ido al centro comercial. —refutó Anir.

—¿Quieres decir que el pequeño comerciante es menos válido que las grandes plataformas?

—¡Yo no he dicho eso!

Jack se reclinó en la silla.

—Ah, ya decía yo, teniendo en cuenta que tú misma tienes un negocio pequeño.

Anir suspiró, frotándose el cuello y ladeando la cabeza, con los ojos cerrados.

—No me lo recuerdes… ¡Y de todas formas has hecho trampa!

Jack miró hacia el techo con muchísimo interés.

—No sé a qué te refieres.

Anir tuvo que resbalarse silla abajo para encontrar los pies de Jack y darles una patadita.

—Llevarás botas, pero no llevas calcetines ¡y llevas puestos unos piratas!

Jack le sonrió con encanto y se ganó que Anir le lanzase una servilleta de papel.

—¡Deja de constiparme a Hiksti! ¡Lo necesito entero para que trabaje!

Jack dejó su té en la mesa y agarró la galleta. Él no había pedido ninguna galleta, pero Anir le había llevado su favorita. Jack sonrió despacio y después puso cara de complicidad.

—Y dime, Anir, ¿para qué más lo necesitas?

Ni el maquillaje de alta cobertura pudo parar totalmente la rojez de las mejillas de Anir de mostrarse, aunque disimuló bastante su reacción.
Anir intentó hablar, pero después de un par de balbuceos se decidió a llevarse el rollo de canela a la boca.

Oh, Jack estaba viendo tantas, pero tantísimas posibilidades…
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 30, 2019, 03:51:36 PM
Un castillo
Thorin + Anir

Thorin Escudo de Roble se había enfrentado a muchas cosas en su vida, había luchado con valentía en las batallas, había sobrevivido al ataque de un dragón y aún así, de todo lo que sus ojos habían visto, una de las visiones que más le aterrorizaba seguía siendo la furia de su hermana.
Aunque en los últimos años, alguien había empezado a escarbar hacia el primer puesto de la lista de “cosas espeluznantes”. Y esa era Nir. La pequeña y obstinada Nir.

Cualquiera hubiera pensado que la pequeña criatura de cabellos ondulados, sueltos y sin ningún tipo de control, brillando como el oro bajo el sol del atardecer, con la cara manchada de barro seco, que se subía las mangas con decisión, era un enanito descarado. Pero no, era una enanita.
Nir solía vestir pantalones anchos y camisa acorde, con algún chaleco de cuero hecho a base de retales de los delantales rotos que Thorin ya no usaba en la forja. Y se ponía botas fuera de casa porque era una enana decente, no un hobbit; por muy decentes que estos fueran. Aunque los calcetines agujereados que lucía mientras correteaba dentro de su casa no decían mucho a su favor.

No usaba vestidos porque sólo tenía dos, uno le quedaba pequeño y el otro demasiado grande. Y los pocos enanos de más o menos su edad que tenía la suerte de conocer eran todos chicos. A ninguno de ellos les gustaba jugar a tomar el té, más bien les gustaba jugar a tomar el fuerte.
Pero estaba bien, no pasaba nada, porque sabía qué botones apretar para conseguir que algún adulto incauto perdiera el tiempo sentado en alguna de sus sillitas de madera, agarrando alguna de las tacitas con flores pintadas con más o menos gracia por ella misma, merendando junto a ella en su zona de juego. Su preferido siempre sería Dwalin, era todo un caballero cuando se trataba de tomar el té con una señorita.

Thorin no le tendría tanto miedo al pequeño monstruito si no tuviera que cuidar de él.
La primera vez que la tuvo en brazos temió que se le cayera y cuando arrugó su pequeña nariz y lloró, agarrándose a su dedo, temió que nunca pudiera volverla a soltar. La movió un poco en sus brazos mientras miraba de un lado a otro en la oscuridad de la noche. Sus ojos de enano no tenían nada que envidiar a los de un búho, pero aún así no localizó ninguna señal de quien hubiera dejado a aquel bebé en su puerta.
En un principio había buscado a alguna pareja que deseara ocuparse de la niña, pero no había tenido tanta suerte. Ni su hermana había querido llevársela con ella, aunque sí ayudó los primeros meses de su existencia.

—Es tuya —le dijo un día sin más—. Mírala.

Thorin estaba secándose las manos en un paño, con la camisa arremangada y el ceño fruncido.

—Estás loca, Dís —a lo que ella frunció el ceño de vuelta hacia su hermano—. No sé en qué te basas.

Dís quitó la mano de la barriga de la bebé y le apartó el ricito que se le arremolinaba en medio de la frente.

—Reconozco la línea de Durin cuando la veo. Mírala, frunce el ceño como tú.

Thorin no pudo evitar asomarse al capazo donde descansaba la niña para ver que Dís no mentía. Ambos hermanos compartieron una mirada pesada e insistente. Thorin empezó a hacer cálculos en su mente, porque en realidad la idea de Dís no era tan descabellada como le había parecido en un principio. Y aquello lo dejó todo más o menos solucionado.

Thorin había acabado de adoptar un bebé. Uno que era posible que fuera de su propia sangre, algo que nunca admitiría ante nadie más.

—Papá, hazme un castillo.

Y allí estaba, muchos años después, con los ojos bien abiertos y el tenedor a medio camino hacia su boca mientras escuchaba a la niña hacer sus demandas en pijama, de pie encima de la otra silla de la cocina.
Thorin dejó caer el tenedor de nuevo en el plato.

—¿Y tú para qué quieres un castillo?

—Porque soy una princesa, las princesas necesitan un castillo —replicó la niña levantando la barbilla e inflando su flaco pecho.

Thorin se frotó la sien y fijó sus ojos cansados en Nir.

—¿Quién te ha metido eso en la cabeza? —indagó.

Ella sonrió con sus dientes pequeñitos y apretó la madera de la mesa debajo de sus palmas, saltando en la silla.

—El primo Fíli me llama princesa, así que soy una princesa.

Thorin entrecerró los ojos y se fijó mejor en la niña. Llevaba un pijama de una pieza, como la ropa interior que solía llevar de viaje, pero con pies incluidos. Su pelo era un nido de pájaros y como siempre tenía la cara sucia.

—¿Y tu primo Fíli no te ha dicho que las princesas tienen que lavarse la cara e irse a dormir? —señaló la ventana y la noche oscura que se veía detrás de los cristales.

—¡En su castillo! —vociferó levantando las manos y casi cayéndose al suelo.

Salvó la caída con una pirueta más o menos agraciada y Thorin no supo si preocuparse o reírse. Optó por rodar los ojos y terminar su cena en dos bocados antes de recoger a Nir del suelo, donde culebreaba como un gusanito.
La llevó colgando de su cintura hasta la tina con agua y le lavó la cara con una toalla húmeda. Le instruyó que hiciera lo mismo con sus manos y la cargó. Nir no tardó en agarrarse del hombro de Thorin y clavar sus grandes ojos azules en los de su padre.

—Las princesas enanas no tienen castillos como los humanos —explicó él mientras caminaba hacia el catre que usaba la niña para dormir—, tienen montañas enteras.

—¿Cómo una cueva, pero grande?

Thorin dejó a la niña en su colchón y apartó el pelo de su cara con una de sus manos. Ella cerró los ojos, arrugando la nariz.

—Con casas excavadas dentro de la roca.

Ella pareció pensarlo durante un momento mientras se agarraba los pies y se dejaba caer hacia atrás.

—¡Quiero una de esas! —exclamó decidida mientras gateaba para buscar el inicio de la sábana y meterse dentro, cuando sólo asomaban sus ojos y la punta de sus dedos aferrados a la tela continuó en un susurro— Papá, hazme un castillo de princesa enana.

Thorin volvió a apartarle un mechón rebelde de la frente y se agachó para besarle la frente. Nir bajó un poco más la sábana para frotar su nariz contra la mejilla de su padre.

—Cuando en vez de un garbanzo pegado en la cara tengas una nariz —bromeó Thorin con tono serio.

Ella se enfurruñó, pero le sonrió antes de meterle las manos en la barba, riéndose cuando Thorin intentó comerse sus deditos exploradores. Se dio la vuelta tras un suave buenas noches y se dispuso a dormir.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on November 30, 2019, 04:05:18 PM
Continuando esto, espero que te guste ;v; perdón por el retraso.

FELIZ CUMPLE SUPER ATRASADO @Airin  \o/

Cambio de Escenario
Afrodita & Milo

Prólogo. El lugar donde la Fantasía y la Realidad se unen

Primer Capítulo. El lugar donde la Luna se refleja en el Lago

Segundo Capítulo. Parte 1. El lugar donde todos nos ven

Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on May 31, 2022, 04:04:05 PM
Niri + Pack

Niri dejó caer de golpe el libro que llevaba leyendo por un par de horas y Airi la miró por encima de sus gafas rojas.

—¡Es que no lo entiendo!

—¿Descartamos hombres lobo? —preguntó Airi.

—Sí. —contestó Niri.

—¿Por tercera vez? —continuó Airi.

—Definitivamente.

Niri se dejó caer sobre el respaldo de la silla en la que estaba sentada, mirando al techo con desidia. Y es que llevaba años intentando saber qué era. No en el sentido de buscar su propósito en la vida, que ya lo había encontrado hacía tiempo —ser la mayor molestia para su pack y coleccionar amigos eran dos de los motivos de su existencia— si no en el sentido literal.

Airi se estiró por encima de la mesa, poniendo una mano extendida delante de ella. Niri se sentó como una persona mayor sólo para poner su mano encima de la de Airi como gesto de aprecio.

—No pasa nada, no es tan importante —intentó sosegarla Airi—. Tú eres tú y te queremos por ser tú.

—No nos hace falta saber lo que eres para quererte. —dijo otro de los miembros de su pack estirando un pie para darle una patadita a Niri.

—A ti te es fácil decirlo, Min. Tú sabes que eres un kitsune. Siempre lo has sabido.

Min se señaló la cara con un movimiento exagerado de la mano.

—No es que pueda negarlo precisamente. —comentó con una risita. Sus facciones afiladas hacían fácil adivinar su especie.

—Pero Min hace cosas de zorro todo el rato. —murmuró Airi con los labios entrompados.

—Zorrear es lo suyo. —dijo Niri toda seria, Min le levantó una ceja pidiendo que respetase a sus mayores pero Niri le sacó la lengua.

—Y Niri hace cosas de Niri. —continuó Airi.

—Sí, pero Niri quiere saber de qué son las cosas que hace Niri, además siempre va bien saber qué eres para tu historial médico.

—Eso no voy a negarlo. —concedió Airi, volviendo a incorporarse en su silla.

Poco después se levantó y dejó el libro que había estado leyendo en su sitio. Min hizo lo mismo.

—¿A dónde váis, me dejáis sola? —preguntó Niri con el ceño fruncido y cara de cansancio.

—Vamos, chiquitita, los genes no se adivinan solos. Igual en el mercado del distrito mágico podemos encontrar algo que nos sirva.

Niri empezó a sonreír, lento pero seguro, y se levantó de golpe, corriendo hacia sus compañeros de pack.

—¡Sólo soy chiquitita porque tú eres muy grande! —se quejó.

Y entre risas salieron de la biblioteca y se dirigieron al mercado de los martes, a ver que había.


En realidad había bastante que ver.

—¡Sani! ¿Qué haces aquí? —preguntó Airi, chocando el hombro contra su compañero de pack.

—La compra. Con tantos lobos y medios lobos en casa la comida se acaba pronto —explicó Sani, dejándose olisquear por Min mientras Niri se le colaba debajo de un brazo—. ¿Y vosotros?

—Buscando algo para Niri, ya sabes. —le informó Airi, encogiéndose de hombros.

Dicha Niri se había marchado corriendo al ver algo brillante y el vendedor estaba intentando interesarla en un par de joyas en concreto.

—A los gatos como tú le gustan mucho. —le dijo sonriendo, acercando el colgante.

—No soy un gato. —dijo Niri, cogiendo el colgante de todas maneras para inspeccionarlo.

—Ah… perdona a este viejo tonto, mis sentidos estarán fallando.

—Tal vez el medio gato —dijo Min, agarrando él ahora el colgante—. Y medio pájaro. O medio serpiente.

—Eso suena a quimera. —comentó Sani antes de disculparse con el vendedor.

Niri recuperó la joya y siseó cual gato enfadado hacia Min.

—No soy una quimera, las quimeras están prohibidas desde hace siglos.

El vendedor estiró la mano y Niri sonrió antes de devolverle su colgante y empezar a sacar el monedero para comprarlo.

—Gracias. —dijo el vendedor al recibir el dinero y mientras movía las monedas entre sus dedos comentó con una sonrisa misteriosa:— Puede estar prohibido, pero no por ello no existir.


Niri tenía la mejilla pegada a la mesa del comedor y con la mano en alto sostenía una cadena vieja de la que colgaba un pendiente nuevo. O tan nuevo como puede ser un colgante de unos cuatrocientos años de antigüedad.
La chica miraba como se refractaba la luz con intensidad, dejando que el pendiente diera vueltas despacio delante de sus ojos.

—¿Tú crees que lo que ha dicho ese hombre sea verdad?

Hwa se paró en medio del comedor y se giró poco a poco hacia Niri, con los brazos llenos de ropa recién plegada.

—¿El qué? —preguntó Hwa, intentando que la ropa se arrugase lo menos posible.

Niri se incorporó, dejando la mano en la mesa.

—Que las quimeras todavía existen hoy en día.

Hwa se encogió casi invisiblemente de hombros.

—Cosas más raras hemos visto, Airi siendo medio lobo medio bruja es una de ellas. Es posible que quedase alguna viva.

Niri y Hwa se miraron por unos segundos, parpadeándose amistosamente.

—¿Y si yo fuesa una de ellas? Una quimera.

Hwa dejó la ropa sobre la mesa del comedor y palmeó la cabeza de Niri con cariño.

—Tú tienes veinte años, no veinte cientos.

—¡Pero podría ser una quimera! Todo lo demás ya lo hemos descartado, varias veces.

—Todo, todo no. Y los híbridos son difíciles de categorizar.

Niri se cruzó de brazos y puso morritos enfadados. Estaba encantadora.

—Tranquila, lo encontraremos. Y ahora ve y lleva esta ropa a vuestra habitación. —le dijo, separando más o menos la mitad del montón.

—Vale. —contentó Niri, rodando los ojos pero haciendo lo que le habían dicho.

Hwa suspiró y después se giró hacia la puerta que llevaba a la cocina.

—¿Qué piensas? Llevas ahí un rato.

Una figura misteriosa apareció desde detrás del quicio de la puerta y se llevó un dedo a los labios.

—Pienso que hay más de una manera de ser una quimera, tal vez deberíamos de investigarlo.

Hwa levantó las cejas, pero no dijo nada más. Sólo sonrió mientras asentía. Joong tenía una idea y casi nunca se equivocaba. Aunque llevaba años equivocándose con Niri, debía estar harto de no acertar.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on July 31, 2023, 02:18:37 PM
Summer Writing Prompts
Soft, soft summer
☆ ☼ ☆

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03. Sitting on the porch at night

Lo primero que hizo Camus al abrir la puerta fue inspirar profundamente. El aire estaba mojado, olía a pino y salitre y los grillos cantaban desde la hierba alta unos metros más allá. Decir que hacía calor era quedarse corto, pero por lo menos a esas horas ya no dejaba ciegos a los demás con el sol reflejándose en su piel más que blanca.

Camus escuchó unas suaves palmaditas sobre madera y se giró a mirar hacia su izquierda, donde Milo le esperaba en el banco que tenía en su porche trasero.

—¿Vienes a sentarte conmigo o te vas a volver a las profundidades del aire acondicionado? —le preguntó con un tono juguetón.

Camus rodó los ojos antes de cerrar la puerta suavemente y tomar asiento junto a su anfitrión.

—No me tientes, Milo. No me tientes. —le contestó Camus con un suspiro cansado.

Milo levantó una ceja, apoyando los codos en el respaldo del banco.

—Y yo que estaba pensando en quitarme la camiseta…

A Camus le salió la carcajada desde el fondo del pecho y palmeó la cabeza de Milo antes de alargar la mano para coger la limonada intacta que le esperaba en el suelo desde hacía cinco minutos.

—Sorprendentemente aún tiene hielos. —comentó después de darle un trago.

—Estamos a veintiocho grados, no a treinta y ocho.

Camus rodó los ojos dándole otro trago a la limonada.

—No me recuerdes que esa temperatura existe —contestó mientras Milo se reía suavemente de su comentario—. Debería de ser ilegal vivir a esas temperaturas.

—Debería ser ilegal vivir a menos de diez grados. —respondió Milo, a lo que Camus se llevó la mano al pecho, ofendido.

—¿Eso es que no vienes a ver a los niños a Siberia? —le preguntó con curiosidad.

Milo arrugó la nariz antes de quitarse la camiseta con un movimiento fluido, dejándola colgada del reposabrazos del banco.

—¿Desde cuándo yo sigo la ley?

Camus le dedicó una sonrisa torcida antes de agarrarle de la barbilla y se agachó hacia Milo, haciendo desaparecer la cara de engreído que estaba poniendo.

—Desde siempre.

Y le dio un beso apretado antes de apartarse, porque sí, hacía demasiado calor para el contacto físico.
Milo se lamió los labios contento.

—Sabes a limón.

Y Camus se volvió a reír.

El olor a pino y sal y el sonido de los grillos formaban parte de sus mejores recuerdos del verano, pero no podían rivalizar con el olor y los sonidos que sacaba de Milo cuando decidían volverse a la habitación fresquita donde a Camus no le daba ningún reparo hacer el amor.
Title: Re: OTP Prompts
Post by: Neko on July 31, 2023, 02:19:12 PM
Summer Writing Prompts
Soft, soft summer
☆ ☼ ☆

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04. Ice cream

Maldita la hora en la que a Kanon se le había ocurrido ir a la heladería a por un helado.

—¿Dónde vas? —le había preguntado Aioria con ojos de falsa inocencia, con la cabeza apoyada en el respaldo del sofá y echada hacia atrás. Sostenía el mando de la consola con fuerza mientras apretaba botones aún sin mirar a la pantalla.

—¿Y te importa por? —le dijo Kanon mientras se aseguraba de que tenía las llaves y la cartera en los bolsillos de su pantalón.

—Pues no sé si me importa, por eso pregunto. —contestó Aioria mientras Camus le daba un codazo a su lado.

—Te va a acabar matando. —le avisó su amigo.

—Nah, mi Ryu es inmortal. —aseguró Aioria mientras seguía haciendo combos sin mirar.

—Si quiere ser idiotia, déjalo. —replicó Milo, concentrado en la pantalla donde su muñequito rubio se movía de lado a lado, evitando los ataques del personaje que llevaba Aioria.

Kanon miró a la pantalla y luego a los jugadores y sonrió de lado, alargando su contestación un poco.

—Pues… mira. En realidad… —dijo, volviendo a asegurarse de que lo llevaba todo—. Pues no sé, tal vez es que…

—¡Kanon! —se quejó Aioria mientras Aioros se reía al lado de Milo.

—Es posible que, no sé, a lo mejor…

—¡Joer, Kanon! —volvió a quejarse Aioria, dando patadas en el suelo.

YOU WIN. Se oyó desde la televisión y Aioria se puso recto para ver como Milo se levantaba y Ken hacia su pose de victoria en la pantalla.

—¡Toma! —dijo Milo y Aioria se levantó para sacudir a su amigo.

—¡Esta no vale, no estaba mirando!

Total, Kanon se iba a la heladería a por merienda y toda la panda decidió ir con él.

—No os voy a invitar. —les avisó mientras salían del coche.

Aioros cerró la puerta del piloto y se aseguró de que todos los pollitos habían salido de la parte de atrás de la furgoneta antes de cerrar el vehículo con llave.

—Nadie espera que les invites, Kanon, estás pobre.

—Gracias por restregármelo. —se quejó Kanon rodando los ojos y Aioros le palmeó la espalda con una sonrisa bien grande antes de quitarse las gafas de sol.

—¡De nada! —le dijo con un tono bien alegre—. Para eso están los amigos.

Poco después de entrar ya les estaban atendiendo. Aunque a Kanon se le había colado toda la panda, así que para cuando pagó su helado de limón los demás ya estaban atendidos.
Y el maldito Milo se había comprado un polo. Un polo de leche que le cabía entero en la boca, como muy bien estaba demostrando. Kanon casi se ahogó con su propia saliva.

—¿Por qué tiene que hacer eso? —preguntó Kanon, estirando de su camisa para que le tapase bien la entrepierna.

Aioros le dio un codazo.

—Aioria le ha dicho que no podía hacerlo. Supongo que es venganza. —y se volvió a poner las gafas de sol mientras sonreía.

—Te voy a dejar sin hermano, Aioros. O a él, no lo tengo claro. O tal vez os mato a los dos.

—No le harías eso a mi madre. —le contestó Aioros mientras se apoyaba contra la fachada de la heladería, encogiéndose de hombros.

Kanon chistó y luego miró otra vez hacia el grupito de maleantes. Oh sí, a Milo le cabía todo el polo en la boca. Pero ahora estaba mirando a Kanon y sonriendo antes de sacarlo de entre sus labios muy, pero que muy despacio.

Y Kanon dudó de si era una venganza de Aioria o una recompensa de Milo. ¿Y quién decía que no podían ser las dos?