Author Topic: Silver For Monsters -- 0.01  (Read 7029 times)


Kora

Silver For Monsters -- 0.01
« Topic Start: December 30, 2015, 01:52:29 PM »


Se dice que mucho antes de que el primer humano pisara la tierra, los monstruos ya estaban allí.
Algunos historiadores barajan la teoría de que el ser humano es también una criatura alienígena a nuestra dimensión,
la más fuerte de todas… o al menos la que posee la suficiente fuerza bruta para conquistar el mundo.
-Fulvio de Sotelus, “Sangre y plata: Compendio de la historia humana y las criaturas extradimensionales.”, 1812 d.C

En ocasiones, el espacio-tiempo se rasga, abriendo portales en éste durante unos instantes, comúnmente llamadas fisuras o brechas. A través de éstas las criaturas y energías de una realidad pueden pasar a otra, llegando a mundos que no son el suyo. Muchas de ellas son criaturas irracionales: depredadores que han acechado a la humanidad desde el principio de los tiempos. Para protegerse, se han alzado diferentes instituciones a lo largo de la historia, evolucionando con el tiempo o simplemente desapareciendo.

Sintiéndose segura bajo la protección de tales organizaciones, la humanidad se ha acostumbrado a la existencia de monstruos y otros seres, o más bien, a una existencia limitada de éstos. En las ciudades del siglo XXI lo más probable es que una persona sólo haya visto un monstruo una o dos veces en su vida, pues tanto creyentes altruistas, mercenarios errantes o agentes del gobierno… alguien siempre tendrá un buen motivo para deshacerse de visitantes no esperados.


Nuestro propósito es proteger a los cristianos durante el peregrinaje
a Tierra Santa, sea de infieles o monstruos. Una espada de plata sirve para los dos.
-Hugo de Payns, primer maestre y fundador de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón.

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Basado en una ambientación moderna, el fic se centra en personajes que pertenecen a dichas instituciones. Se les conoce habitualmente como Cazadores, entrenados para eliminar monstruos acorde a las enseñanzas y técnicas de su escuela. Los motivos por los que un personaje puede convertirse en un cazador de monstruos son personales y únicos, pero claramente tienen que ser individuos excepcionales, y las diferentes instituciones pueden exigir unos requisitos mínimos para quienes quieran (o deban) unirse.

Aunque cada una es libre de crear su propia organización, a rasgos generales hay tres grandes facciones de Cazadores:

Una facción monetaria e independiente, en la que los cazadores de monstruos provienen de diferentes “escuelas” y reciben pago por sus servicios. El código de éstos cazadores es más personalizado y variado, así como sus habilidades o requisitos.
Una facción religiosa, en la que los cazadores de monstruos son entrenados para reforzar la posición de poder de las instituciones religiosas. Sus cazadores están financiados por la orden a la que pertenezcan, atados a ésta de por vida.
Una facción política, en la que los cazadores de monstruos son una división del gobierno. Un grupo relativamente nuevo, pero con más recursos para innovar y experimentar.

Las participantes empiezan con hasta dos Cazadores a su disposición, y conforme se participe en el fic podrá desbloquear más si gusta de ello.

A pesar de su naturaleza alienígena, algunos de los monstruos que
conocemos son técnicamente nativos de éste planeta. Si ocurre una fisura en una zona despoblada,
la criatura puede asentarse y reproducirse allí. No es necesario que viajara preñada
o en pareja, pues debido a las similitudes entre las realidades, algunos monstruos son
genéticamente compatibles con las especies terrestres. Ésta prioridad de la reproducción
sobre la alimentación también ocurre con seres inteligentes: los súcubos e íncubos pueden
sobrevivir décadas en poblaciones humanas, con la complacencia y satisfacción de los ciudadanos.
-“Monstruario actualizado del siglo XX”.

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La función de los Cazadores es encargarse de cualquier ser sobrenatural que esté causando problemas a los humanos. Desde eliminar a un monstruo que ha aparecido cerca de una ciudad a investigar un caso paranormal, cuando se trata de criaturas no humanas, es tarea para un Cazador.

De ahí se establece un sistema de Misiones, las cuales tendrán un tiempo limitado de participación según su dificultad. Por supuesto, las participantes del fic también pueden ir por libre y escribir a su propio ritmo, ya que éstas no son obligatorias.

Las misiones pueden ser de dos naturalezas: caza y personales. Dependiendo de lo que interese escribir, cada miembro puede elegir cual cumplir. No hay límite respecto a ésto.

Misiones de caza: Consisten en escribir con un Cazador tratando con un monstruo, en un tiempo límite real y con un posible mínimo de palabras. Por ejemplo: “Tienes quince días para escribir dos aportes sumando un mínimo de 1500 palabras, y tu personaje debe enfrentarse a un monstruo, independientemente del resultado”, o “En este mes, tu personaje debe vencer a dos monstruos”.
Misiones personales: Enfocarse en la trama principal que se haya elegido para el personaje, como buscar su origen, rescatar a un ser querido o ser perseguido por otra facción, por ejemplo. Éstas serían del estilo “Escribe un aporte personal de tu personaje en los próximos quince días, mínimo 1000 palabras”, o “En este mes, tu personaje debe explorar su pasado en al menos un aporte”.

*Las fechas de las misiones serán más específicas cuando se propongan.
Dependiendo de la dificultad, cada misión será recompensada con cierta cantidad de puntos, los cuales se podrán usar para desbloquear personajes.

De los diez voluntarios ninguno ha regresado. Tal y como
se había propuesto, cada uno atravesó una brecha diferente en cuanto hubo la ocasión,
pero durante éstos cincuenta años no ha habido señales de vuelta. El experimento se considera,
por tanto, un fracaso. No se puede concluir si un humano es capaz de sobrevivir a un viaje
interdimensional, y considero que el MSS debería cesar en éstas pruebas.
-Fragmento de un documento clasificado del servicio secreto chino filtrado en 2006


La trama principal es ligera y cada una puede organizarse con ésta como desee. Transcurre en un mundo moderno, empezando en Enero de 2020.

Las ciudades grandes son sitios seguros, a excepción de alguna fisura abriéndose en ella ocasionalmente. Las especies inteligentes que se han instalado tienen su sitio más o menos disimulado en la sociedad humana. Los hechiceros humanos utilizan sus dones en secreto. Para los humanos normales, la vida sigue. El espacio-tiempo se rompe, y la humanidad simplemente se adapta.

Ésto no significa que los Cazadores tengan menos trabajo. Durante los dos últimos siglos se ha notado un ligero aumento del número de fisuras, cuya causa no está determinada aún. ¿Es quizá sólo debido a que a mayor número de zonas pobladas, es más fácil anotar cuándo hay un visitante de otra dimensión? ¿O hay algún motivo más siniestro? Las profecías han abundado a lo largo de la historia, hablando de futuros eventos cataclísmicos en los que las dimensiones se fusionarán, la humanidad será conquistada por otras especies interdimensionales o la magia que entra por las fisuras cambiará el mundo para siempre…

Pero eso son sólo habladurías. El trabajo de un Cazador no termina.

Magia. Monstruos. Hemos permitido que éstos habiten entre
nosotros, destruyendo el orden natural de nuestro mundo. ¿Es que no es obvio que una
rotura en el espacio-tiempo es un error? Cada día hay más Cazadores que se niegan a
eliminar monstruos “racionales”, poniéndolos al mismo nivel que a un ser humano. Tratar
los frutos de una anomalía como una oportunidad es aberrante, y nos llevará a la ruina,
a la destrucción de la humanidad como concepto. El fin no ocurrirá en un evento apocalíptico.
Nuestra especie desaparecerá al permitir que poco a poco, su esencia desaparezca
entre energías de otra dimensión.
-Última entrada en el blog de un activista pro-humano

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Para unirte al fic necesitas:

-Al menos un Cazador (personaje de lista u OC), máximo dos, y rellenar una breve ficha para el post principal.
-Asignar a éste a una organización, la cual debe estar dentro de una de las tres facciones dependiendo de sus características. También puedes unirte a una organización que haya creado otro miembro.

No hay límites específicos sobre los poderes de los personajes, cada Cazador cuenta con sus propias habilidades. Confiamos en que las participantes sepan poner un límite y no crear personajes sobrehumanos.

Al unirte, tendrás que enviarme el PM con ésta información para anotarla en el primer post. Se anima a las participantes a expandir la información en sus respectivos perfiles/posts de comentarios, pero para el perfil sólo se necesitan respuestas breves.


Nombre:
Escuela de Cazador:


En caso de ser personaje original, deberá enviarse al menos una imagen del personaje. Puede ser un retrato sencillo encontrado online o hecho por una misma. Si es personaje de lista y se tiene preferencia por X imagen, deberá enviarse.

Hoy en día cualquier imbécil con una pistola se cree un Cazador. Así de gordos están los necrófagos.
-Cazador del Camino del Lobo

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¿Puedo tener más de dos Cazadores? De momento no, pues aún se está evaluando la participación y las recompensas. En unos dos-tres meses se tomarán decisiones al respecto.
¿Qué poderes pueden tener mis personajes? La imaginación y el auto-control son el límite. La magia existe en el universo del fic, y un personaje puede ser sencillamente un hechicero nato, como haber nacido en una luna de sangre, o ser el séptimo hijo de un séptimo hijo; leyendas y folklore son una buena inspiración para la fuente de éstos. Cada escuela de Cazadores puede favorecer o crear ciertos poderes.
¿Pueden haber NPCs? Sí, pueden salir personajes de la lista u originales en cualquier momento. Lo que se busca en el fic es que la acción gire alrededor del Cazador.
¿Cómo funcionan los personajes originales? Como en los otros fics, se sugiere utilizar avatares para los aportes para tener una imagen mental rápida de los personajes. Éste puede ser un dibujo similar a la descripción física del personaje, encontrada en internet o hecha por una misma si se tienen los medios.

Cualquier otra duda, se me envía por PM sin ningún problema.

Happy hunting! Y recuerda que la primera regla para una buena caza es pasárselo bien y ser uno mismo  ; )




I N T R O

En ocasiones, el espacio-tiempo se rasga, abriendo portales en éste durante unos instantes, comúnmente llamadas fisuras o brechas. A través de éstas las criaturas y energías de una realidad pueden pasar a otra, llegando a mundos que no son el suyo. Muchas de ellas son criaturas irracionales: depredadores que han acechado a la humanidad desde el principio de los tiempos. Para protegerse, se han alzado diferentes instituciones a lo largo de la historia, evolucionando con el tiempo o simplemente desapareciendo.

Sintiéndose segura bajo la protección de tales organizaciones, la humanidad se ha acostumbrado a la existencia de monstruos y otros seres, o más bien, a una existencia limitada de éstos. En las ciudades del siglo XXI lo más probable es que una persona sólo haya visto un monstruo una o dos veces en su vida, pues tanto creyentes altruistas, mercenarios errantes o agentes del gobierno… alguien siempre tendrá un buen motivo para deshacerse de visitantes no esperados.




Año nuevo, vida nueva, solían decir.

Era una frase con la que Sean estaba de acuerdo a medias: entendía muy bien la necesidad del cambio y renovación, lo que no tenía mucho sentido para él era hacerlo en una fecha concreta.

Pero lo cierto es que estaba resultando una noche hermosa. Refrescaba, pero no hasta el punto de resultar una tortura andar al aire libre (y la verdad es que allí, en ese bosque en medio de la nada, no había mucho sitio donde refugiarse). Incluso caían algunos copos de nieve, que daban vueltas, llevados por la brisa.

—¿Qué haces? ¡Date prisa!

Oh, cierto. Estaba en una misión. Su cliente, un viejo exorcista de la Orden Regia, le miraba con reproche en la entrada de una cueva, unos metros más allá. Era como si Sean se lo pudiera leer en la cara: “¿Cómo un cazador hecho y derecho se distrae con la nieve a medio encargo?”

—Perdón, perdón. Ya voy —se apresuró a decir él, haciendo una señal de disculpa con la mano. Luego se acercó y se quedó mirando la entrada de la cueva con curiosidad —. ¿Qué dijiste que había aquí?

El otro cazador puso los ojos en blanco.

—Te lo he repetido como un millón de veces. Es un nido de esos engendros de los daedra. Hay que limpiarlo porque están empezando a infestarse...

—Y matar a la madre —comletó Sean, echándose un poco hacia delante.
—... Y matar a la madre, sí. —El otro asintió con la cabeza —. Supongo que te sabes el procedimiento, ¿verdad?
—De memoria y hasta del revés, señor —respondió, llevándose una mano a la frente en un saludo marcial y dedicándole una ancha sonrisa.

El otro parecía no tenerlas todas consigo, pero no comentó nada. Iniciaron el descenso por la cueva. Recorrieron unos cuantos metros despejados hasta que empezaron a encontrar señales de los monstruos y, más adelante, a las criaturas mismas.

Las espadas de plata se tiñeron de rojo esa noche y las llamas sacras se tragaron cuerpos que crepitaban, exhalando un último aliento moribundo antes de consumirse. Los mataron por decenas, pero eso eran sólo las crías. No encontraron al elemento realmente peligroso: la madre.

—Quizás ya ha abandonado el nido. La prole estaba bastante crecida —comentó Sean.

Sin embargo, al llegar al fondo de la cueva descubrieron un altar hecho con piedra, hueso y cascarones vacíos.

—No era un nido —dijo entonces el exorcista de la Orden, bajando la espada y observando el artefacto con severidad —. Era un portal.

Se giró hacia Sean, que había enfundado la espada y tenía los brazos cruzados sobre el pecho con una expresión despreocupada.

—Hay que purificar el lugar —le dijo —. Sabía que había algo raro en este sitio. Tú quédate atrás; espérate hasta que termine.

Se volvió de nuevo hacia el altar, frunciendo el ceño con concentración. Clavó la espada a un lado y levantó las manos mientras empezaba a entonar los cánticos. Dos estrofas, y comenzó an otra el poder. Dos más, y como fluía hacia sus manos, envolviendo la pila del altar impuro. Cerró los ojos y vio las llamas azules del fuego sacro quemar tras sus párpados.

Y después, una punzada fría y dolorosa cuando una daga de acero le atravesó el pecho.

Abrió mucho los ojos. El encantamiento se deshizo. Alzó una mano temblorosa hacia el arma que le sobresalía de entre las costillas y antes siquiera de tener tiempo de preguntarse qué había pasado, otro filo le cercenó meticulosamente la garganta.

Cayó muerto en pocos segundos. Su sangre, roja y caliente, salpicó el oscuro altar daédrico. Sean contempló el cadáver, indiferente y con una daga ensangrentada en cada mano hasta que otra presencia, grande y ominosa, llenó la estancia.

Bien, bien, Metatrón. Tu ofrenda me complace”.

—Pff, ha sido fácil —comentó Sean, arrodillándose para limpiar los cuchillos en la túnica del exorcista y volver a enfudarlas en el cinto —. El viejo no se lo esperaba.

Se giró. A sus espaldas había una figura vaporosa y poco definida que bien podía ser hombre, mujer... o algo completamente inhumano.

Todos confían en ti”, le dijo, con una voz que era suave y terrible. “Por eso te resulta tan fácil apuñalarles a traición”.

Sean hizo una reverencia teatral delante de la figura del Príncipe del Engaño.

—Por eso se me da tan bien servirte, Boethiah —le dijo, dedicándole una sonrisa que pocos veían más de una vez. Torcida y siniestra.

La figura espectral soltó un sonido de arrogancia y se acercó al altar, contemplando al hombre muerto. “La Orden Sacra lleva demasiado tiempo metiendo las narices en mis asuntos. No me conviene que cierren más puertas en esta zona, o eso disminuiría mi influencia sobre los otros Señores Daedra...”

—Sí, sí, todo eso está muy bien —interrumpió el otro —. ¿Pero dónde está mi recompensa, Señora?

“Insolente”, dijo Boethiah. Se podía adivinar una sonrisa en su etéreo rostro, aunque eso no era una señal muy reconfortante. “¿Te atreves a exigirme cosas, mortal?”

Sean se irguió, encogiéndose de hombros y le dedicó una sonrisa de su propia cosecha.

—¿Qué puedo decir? No es fácil ser un adalid.



Satsuki miraba la celebración de Fin de Año en la plaza principal de la ciudad desde el televisor desvencijado que tenían en la oficina. La mayoría de la gente estaba de acuerdo en que no había peor forma de terminar el año que haciendo turno de guardia en el trabajo. Aunque lo cierto es que a ella no le importaba demasiado. Tampoco es como si fuera su celebración preferida.

—Que envidia poder estar allí, ¿verdad?

Satsuki volvió la cabeza para ver como su compañero de esa noche, el capitán Basch von Ronsenburg, se sentaba en la mesa delante de ella. Llevaba dos vasos grandes de café y le ofreció uno de ellos. Satsuki se lo agradeció con una inclinación de cabeza.

—Tampoco es para tanto —dijo, echándose hacia atrás en la silla y cruzando las piernas mientas daba el primer sorbo de café —. Y alguien tiene que quedarse.

Su compañero (que además también era su jefe), desvió la mirada hacia el televisor. Sus ojos claros permanecieron serenos. A veces daba la impresión de que tenía una expresión más huraña de lo normal, pero la mayoría de las veces se trataba de un efecto provocado por la cicatriz que le cruzaba la frente. Mantenía la bebida entre las manos, calentándose los dedos.

—No es como si habitualmente tengamos mucho trabajo, de todas formas. Mucho menos en Fin de  Año —comentó. Si se hubiera tratado de otra persona que le hubiese dicho eso, Satsuki estaría pensando que estaba tratando de deshacerse de su compañía.

En eso tenía razón. A pesar de la iniciativa del gobierno de montar un cuerpo de cazadores propio al servicio del pueblo, la gente todavía no se fiaba demasiado y la mayoría de los encargos solían caer en las facciones más tradicionales: o las órdenes religiosas o los cazadores mercenarios. Supongo que el hecho de ser funcionarios les hacía parecer incompetentes.

—Los monstruos no siguen el calendario, Capitán. No la mayoría, al menos —dijo ella, sin apartar los ojos del televisor. La gente al otro lado de la pantalla se divertía y saltaba al ritmo de la música —. Hay tantas probabilidades de que tengamos un aviso hoy como cualquier otro día.

El hombre dio un trago a su bebida.

—Igualmente podrías haberte pedido la noche libre. Aún eres joven.

Satsuki desvió la mirada hacia él, seria.

—Cierto. Pero no lo he hecho. Y por lo que veo, tú tampoco, Capitán.

Basch sonrió un poco, tímidamente, pues era un hombre serio y poco dado a las sonrisas. Ella normalmente tampoco sonreía mucho. Quizás por eso se llevaban bien.

—Es mi deber —comentó él. Ella asintió con la cabeza.
—Igual que el mío.

Volvieron a mirar el televisor. Nadie dijo nada durante unos minutos.

—Su hermano se volverá a enfadar con usted —terminó diciendo Satsuki.
—Ya —contestó él —. Puede enfadarse lo que quiera, pero sé que en el fondo lo entiende. Se le pasará.

El Capitán von Ronsenburg, soltero y casado con el deber. Eso solían comentar en la oficina. Aunque Satsuki no era precisamente el mejor ejemplo de lo contrario, siendo como era que terminaba haciendo más otras extra que todos los demás.

Llegó el momento de las campanadas. La música cesó y los presentadores de la televisión empezaron a hablar con ensayado entusiasmo.

—No tenemos uvas, ¿verdad? —preguntó Satsuki sin apartar la vista del aparato.
—Me temo que no —respondió su compañero.

Las luces disminuyeron en la plaza. Al cabo de poco empezaron a tocar los cuartos. Las doce campanadas llegaron, y ellos tuvieron que esperar sin hacer nada a que pasaran los segundos con parsimonia y iniciara por fin el Año Nuevo.

Cuando las campanas dejaron de sonar, la plaza entera estalló en una ovación de júbilo. Los presentadores se abrazaron y ella incluso fingió unas lagrimitas de emoción. En su oficina, el ambiente era exactamente el mismo que media hora antes.

—Bueno, feliz Año Nuevo —terminó diciendo el capitán Basch.

Alargó el vaso del café en su dirección. No sería champán, pero al menos tenían algo con lo que brindar. Satsuki alargó el brazo e hizo chocar los recipientes de cartón, dando un trago después.

Dos segundos más tarde, llamaron al teléfono. Ambos volvieron la cabeza al mismo tiempo hacia el aparato, pero fue Basch quien se levantó primero.

—Departamento de... Cálmese por favor—dijo al descolgar. Satsuki no le quitó los ojos de encima mientras él escuchaba y de vez en cuando soltaba un “sí” o un “ajá”. Pocos minutos más tarde, terminó con un “vendremos enseguida”, y colgó.

—Tenemos trabajo —anunció. Satsuki no esperó a que dijera más para levantarse, dejando el café medio vacío sobre la mesa.

—Ya te lo he dicho: los monstruos no siguen el calendario.



A unas horas de que sonaran las campanadas en Los Ángeles, en el penthouse de la Torre Venture, la torre de marfil, esperaban actores, desarrolladores de aplicaciones, cantantes, accionistas de bolsa, artistas y políticos y lo que había entre medio. Nadie de los presentes tenía un valor neto menor de 30 millones de dólares.

A unos cuantos metros por debajo, en el sótano, había gente más humilde.

St. Cross, uno de los nombres más irónicos para un vampiro, recibió a Kora en un escueto escritorio de roble. Con las manos cruzadas sobre la madera, su mirada sobre la Cazadora era gris y fría.

Los ghouls la sentaron en la silla frente a St. Cross sin muchos miramientos, tirando de sus antebrazos como indicación de dónde tenía que ir. Sin decir nada en ningún momento, se apartaron, manteniéndose a un paso.

- Feliz año nuevo, mi estimada cazadora.

St. Cross hablaba con una dulzura tan falsa que era hasta empalagosa. Kora sabía que tenía posibilidades de no llegar a vivir un día del 2020. Antes de continuar hablando, el vampiro olfateó el aire, y luego le dedicó una sonrisa cargada de sorna.

- Es un insulto muy grave el presentarse frente a un vampiro con la sangre envenenada. Lleva consigo ciertas… implicaciones, ¿no crees?
- No tengo ni idea de lo que me estás contando. – A pesar de las circunstancias, Kora se encogió de hombros. – Quizá me han puesto algo en la bebida.
- Oh, pero ésta era la parte en la que halagaba la astucia de la jugada. Aunque personalmente, considero que tienes que estar muy, muy asustado para hacer ésto.

Al llevar su característico cabello rubio ceniza peinado hacia un lado, el rostro de St. Cross siempre estaba despejado, y la transición de sus facciones era aún más vívida. En cuestión de un segundo, toda bondad se esfumó de su rostro, convirtiéndose en una máscara de ira.

- Y la verdad, tienes motivos para estarlo.

Los puños del vampiro se cerraron en tensión. Su boca se torció en un gesto que dejaba sus colmillos al aire. A su lado, los ghouls tragaron saliva y parecieron prepararse para un ataque que, por suerte para todos, no llegó. St. Cross se conformó con dar un puñetazo en la mesa, por el momento.

La madera crujió audiblemente bajo el puño de acero, y reinó el silencio en el sótano. Kora tenía su espada en la espalda, pero sabía que si llegaba el momento de tener que usarla, probablemente no llegara a escapar de la Torre Venture con vida. En aquellos momentos, no era más que un palillo de plata muy grande.

- Así que, mi querida, mi muy apreciada, mi estimadísima cazadora… explícame qué ha pasado.

Kora abrió la boca, pero St. Cross levantó un dedo, entrecerrando los ojos.

- No tientes a la suerte. No hagas la gracia. Creo que ya deberías saber que el humor no es tu fuerte.

El vampiro se levantó de su asiento, bordeando la mesa de roble hasta estar directamente frente a ella. Sin poder contenerse, Kora rodó los ojos ante tanta teatricidad, sabiendo que realmente era jugar con el destino. Pero St. Cross era muy ridículo cuando intentaba aparentar que tenía más de 200 años.

- ¿Tienes algo que decirme?
- No.
- Creo que sí. – Insistió el vampiro, y su mirada gris se avivó, haciendo brillar sus ojos unos momentos. – Habla.

Kora odiaba cuando los vampiros hacían aquello. No muchos podían, y los que realmente podían ejercer tal poder libremente no necesitaban hacerlo. St. Cross prefería demostrarle que, después de todo, ella estaba por debajo en la cadena alimentaria, y contra su voluntad, las palabras escaparon de su boca.

- He conocido a seres mucho más antiguos que tú, y prefieren mantener su humanidad. Si sigues exagerando que no eres humano, no dur-
- Para.

Con un suspiro, Kora recuperó su propia voluntad, dejándose caer sobre la silla. Aquella noche iba a hacérsele larga.

- ¿Crees que estoy donde estoy por casualidad? ¿Que el Capítulo me ha puesto aquí porque sí? ¿Que no valgo para ésto?

Cada palabra parecía acelerar más a St. Cross, y Kora, aunque caída sobre su silla, tenía la mano lista para ir al pomo de la espada en cualquier momento… y que fuera lo que tuviera que ser.

En un movimiento que su ojo humano no pudo capturar, St. Cross la agarró del cuello de la cazadora de cuero, levantándola de la silla con una sola mano. De cerca, pudo ver que los rasgos atractivos del vampiro se habían convertido en una amalgama de piel estirada, colmillos y furia. Un mechón  rubio le había caído por la frente.

- Deja de creer tanto. Si me consideras joven, ¿tú qué eres? Envenénate la sangre todo lo que quieras. No te servirá de nada cuando me esté pasando el año nuevo arrancándote los brazos y piernas poco a poco.

St. Cross la dejó caer sobre la silla. Kora ahogó un quejido, apretando la mandíbula, pero antes de que pudiera llevar la mano a la espada, St. Cross atrapó su muñeca, levantándola hasta dejar la mano a la altura de la cara.

- Podría empezar con los dedos, si quisiera. De hecho… oh, vaya. – El vampiro ladeó la cabeza, estudiando sus dedos. – Ya has perdido antes éstos tres. ¿Crees que si tiro del nuevo, se caerán?

Por suerte, el vampiro sólo rió su propia gracia al dar un tirón suave de su dedo meñique, y volvió a su silla mientras se pasaba una mano por el pelo para repeinarlo hacia atrás.

- Pero no queremos empezar el año así, ¿verdad?

St. Cross la miró, colocando las manos entrelazadas sobre la mesa. En unos momentos, había recuperado la compostura, o al menos, podía aparentarlo.

- Así que, mi bien querida amiga, empieza por el principio. Explícame cómo ha podido ir todo, tan, tan, tan mal.



El demonio había reinado en quien yacía bajo su merced. El rostro desfigurado lucía demacrado y nauseabundo, su mandíbula inferior estaba descuajada, los huesos de los pómulos pronunciados y los ojos hundidos. Los ojos de los espectadores estaban fijos en quien ya había perdido la gracia divina.
—Seguid orando. — Ordenó el cardenal a los pupilos quienes no tardaron en secundar las oraciones.
El ritual del exorcismo había durado tres horas y algo, y no parecía que aquella persona poseída tuviese un destino muy alentador. El cardenal, con su rojo atuendo, apretó el crucifijo en su mano, frunciendo el ceño. Al fin y al cabo el demonio había ganado. La figura se torció lamentosamente, emitiendo un grito desgarrador de su boca de la cual posteriormente emanó un vapor negro y denso.
Sal de éste siervo;
retírate de este hombre.

Y el poseído soltó una carcajada macabra, exponiendo sus filosos y sucios dientes. Se había arrancado los labios días previos por lo que la imagen era realmente inquietante. En la memoria de los pupilos permanecerían por mucho tiempo esos dientes negros y filosos, rodeados por carne al vivo.
Por eso, retírate, Satanás, retírate por la señal de la santa Cruz,
de nuestro Señor Jesucristo,
que vive y reina por los siglos de los siglos.

—Amen. — Respondieron los más jóvenes.
—Mugroso cardenal… patético e impuro. Él está siendo desgarrado por las garras de los que moran en el infierno… Has llegado tarde con tus niñitos descerebrados. ¡Sodomitas!
—Esto va mal…— Susurró uno de los pupilos a su compañero. El otro permaneció en silencio observando con atención. —Creo que el santo padre se ha equivocado al interpretar la visión sobre nuestro destino… Deberíamos estar cortando cabeza de bestias en la noche de año nuevo... No siendo aprendices de exorcista.— Pero el otro no le respondió. —Aleister, no es necesario tanto estoicismo.—
Y justo en ese momento, el endemoniadotorció de manera sobrenatural su espalda se hizo hacia atrás hasta que la cabeza topó con el suelo cuando el infeliz estuvo de pie. Las vértebras hicieron un crujido inquietante, el sujeto se quebró la columna en ese momento.
—¡Abandona el cuerpo de este siervo!—
—Las maldigo, perras.— Habló con voz ronca y en idioma latino antiguo, los ojos que estuvieron negros por completo soltaron unas lagrimillas del mismo color que se deslizaron hasta la sonrisa macabra. Crujió su cuello quebrándolo y vomitó un montón de sangre negra empapando de pudrición al cardenal y sus dos pupilos. La figura se desplomó y el demonio abandonó el cuerpo del recién fallecido anunciando su triunfo.
—¡Mierda!— Exclamó el pupilo que estuvo hablando como cotorra. Salió de la habitación corriendo.
—¡Mercedi, pedazo de inútil!— Gruñó el cardenal, quitándose la sangre ajena del rostro. —Descansa en paz y busca la redención en el mar de los caídos.— Hizo la señal de la cruz hacia el muerto y se giró. —Vamos, los otros limpiaran.— Le dijo al pupilo fiel. Luego chasqueó los dedos y un par de siervos ingresaron para hacer su labor de limpieza. El cardenal se retiró sin más. —Ese crio de Mercedi…— Ya se las vería cuando comunicara su deserción con el santo padre.
El pupilo se retiró sutilmente la sangre de su pálido rostro. Había estado aguantando la respiración apenas divisó la venida del vómito. Al salir, ya pudo limpiarse mejor el rostro con la punta de la capa negra.
—Novato.— Ese era su apodo. Nadie sabía su nombre. Nadie quería recordar su apellido.
El aludido vio a su costado, un hombre fornido de brazos cruzados estaba de pie apoyando su espalda en la pared de un costado de la puerta.
—Hay una misión esta noche. Un par de poderosas criaturas malditas que merecen estar bajo tierra. Mi grupo no está disponible…— Torció el labio disgustado por la falta de compromiso de algunos. —Supuse que tú no tienes nada mejor que hacer. Supongo que vienes.—
—Sí, señor.— Aleister asintió.
—Bien… Quítate esos desechos y te espero en el claro de la cúpula. Te tardas, te quedas.—

El otro asintió, apresurándose para estar antes de lo esperado en el lugar acordado. En poco tiempo se aseó, cambió su vestimenta y cogió sus armas. En el pasillo del vaticano, se encontró con Mercedi quien ya estaba aseado.
—¿Qué acaso ya has aceptado otro compromiso? Hombre, está bien apreciar tu trabajo y ser un fiel cumplidor pero prácticamente no tienes vida…—
—Es un honor,Mercedi… ¿Tú no vas?—
—Me escondí cuando lo vi. Esta noche es año nuevo… Ya sabes cómo son las cosas en las calles. No quiero compromisos hoy… Y necesito distraerme con algo bonito después de ese exorcismo.—
—Nos necesitan.—
—Aleister… Deberías aprender a decir que no.— Casi se compadeció. —En fin, es tu vida. Ve en paz.— Soltó un suspiro, cansado. —Quizá nos veamos en las calles por la noche. Estaré merodeando para vigilar de todos modos.—
Aleister había llegado unos cuantos minutos antes de que el hombre de mayor rango llegara al punto acordado. Tras un breve resumen, los dos se encaminaron hacia unas ruinas abandonadas en medio del bosque.
—Son cambiaformas. Su forma humana puede cautivarte o conmoverte pero recuerda que son bestias y deben morir.— le explicó y el otro asintió. El hombre sintió que el otro de verdad era como aquellos perros amaestrados que no chistan cuando se les da una orden. Entraron en las ruinas. —Iré yo primero y tú cubrirás mi  espalda. Sin torpezas, novato, que recuerda que error se paga con castigo.— Y el otro volvió a asentir. Quizá si le daba un golpe de advertencia lo espabilaría… O quizá si estaba muy atento.El hombre sacó del bolsillo de su gabardina una petaca plateada con Whisky la cual se la pasó al más joven. —Guárdamela tú, que siempre suelo perderlas en la acción.—
A la entrada, se encontraron con los cadáveres frescos y ensangrentados de miembros de la orden quienes cayeron en misión. Aleister tuvo que hacerle el quite a unas tripas esparcidas por el suelo. Entre las tripas y la sangre del poseído… Supuso que habían hecho su festín de noche de año nuevo. No hizo falta profundizar más en el lugar pues prontamente aparecieron dos mujeres desnudas de perfecta figura.
—Cambiaformas, ojos escarlatas con bordes ámbar. Quiero suponer que sabes su transformación.— El otro volvió a asentir con la cabeza. —¡Habla algo, mierda!— se volteó a darle un golpe en la cabeza. —Retardado. Responde cuál es su transformación—
—Una quimera orgánica… Lobo mutante… Con mutación humanoide.—
—Bien, novato, al menos pareces atento.— No esperaría su transformación y las atacaría siendo bellas mujeres o grotescas criaturas. —¡A por ellas!
En unos segundos, las dos seductoras mujeres concubinas del diablo se transformaron y respondieron al ataque. Como se esperaba, la batalla fue épica y duradera.
Aunque estuvieran lejos de la ciudad, se pudo oír el estruendo de los fuegos artificiales que anunciaban la bienvenida del nuevo año. Justo cuando una de las cambiaformas volvía a su forma humana para intentar seducir al más joven del par de guerreros de la iglesia, Aleister le cortaba la cabeza recibiendo así su año nuevo. El otro hombre atravesó el corazón de la cambiaforma en estado bestia finalizando con su vida.
—Mierda…— Dijo el hombre apretándose con la mano derecha su brazo izquierdo. Tenía la carne viva ya que una de las cambiaformas había hundido sus colmillos allí.
—¿Está bien, señor?—
—Sí. Al menos ya se fue al infierno.— Miró al joven que lo observaba con atención. —Regresa a la ciudad y ve qué más puedes hacer por allí con los demás miembros de la orden. En qué puedes ser útil a alguien. No estés parado perdiendo el tiempo como un idiota. Hoy habrá mucho movimiento.—
—…— Bajó la capucha de su capa negra,  guardó la espada en el cinto y corrió de regreso al cuartel obedeciendo las órdenes. En poco tiempo se perdió.
—¡Eh, bastardo! ¡Te has llevado mi whisky!— Pero ya era tarde. —Malditos novatos…Son tan idiotas…— Negó con la cabeza.
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