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MMORPG: Neverland / Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Last post by Kora on April 30, 2024, 05:07:12 PM »
La Aldea de las Mascotas no era un lugar donde nadie se imaginase a Diluc yendo por propia voluntad. Era un sitio idílico, lleno de animalitos. En el cielo había un perpetuo arcoíris y siempre hacía buen día.
Diluc se preguntaba porque las pocas personas con las que había interactuado dentro del juego nunca se habrían creído que le gustaba aquel lugar, si era clavadito a su casa. Diluc aspiró el aire simulado del ambiente y espiró despacio. Olía a fruta y hierba al sol. Olía a su hogar.

Así que en realidad tampoco era tan raro encontrarlo rondando por aquel lugar. Además, la verdad es que le gustaban los animalitos. Gatos pequeños redondos y esponjosos. Perritos que sólo querían recibir tu amor. Pájaros que se dejaban dar de comer al pico. ¿Qué había de extrañar?

Así que cuando se enteró de que en la pequeña taberna a un lado de la plaza principal de la pequeña Aldea iban a hacer un evento sobre mimar gatos no se lo pensó dos veces, fue el primero en la cola.

-Hola, vengo a tocar gatos. -le dijo al mesero, que le miró con una ceja levantada pero después deslizó un formulario por la barra hasta que Diluc le puso la mano encima para pararlo.

Unos minutos después ya estaba inscrito en el evento, el primero en la lista y no tardó en encontrarse de cuclillas frente a un cojín en el suelo y con un juguete de gato en las manos, sacudiendo la pluma verde y viendo con una sonrisa como el gatito que le había tocado se daba la vuelta sobre sí mismo con torpeza intentando agarrar el juguete. Era tan chiquitito que Diluc quería llorar.

Bueno, él hacía años que no lloraba, pero su avatar podía llorar si a Diluc le daba la gana.

Poco después le estaba dando un poco de comida que se había puesto en un dedo y al ratito ya tenían amistad suficiente como para que se dejase acariciar. Ay, Diluc estaba en el cielo.

Pero como todas las cosas buenas en la vida de Diluc, aquella tarde de relax no podía durar para siempre. Por el rabillo del ojo vio pelo oscuro, piel morena y una mirada fija en él. Diluc se tensó entero y el gatito maulló confundido al notar el cambio en su actitud. No podía ser, Kaeya no... Kaeya no jugaba, ¿verdad?

¿¡Verdad!?

Diluc tragó saliva e intentó relajarse, dejando al gatito en el cojín. Jugar con ese chiquitín ya le había dado todas las recompensas que podía reclamar, lo mejor sería que fuera a jugar con otro, ¿no? Sí, eso sería lo mejor... moverse de donde estaba. Demonios, incluso salir de la taberna y volver otro día podía contar entre sus planes. Sí, haría eso.

Se levantó y se dio la vuelta, dolido de no poder seguir jugando con gatitos, pero con su cara de palo de siempre. ¿Para qué cambiarla? En ese momento fue cuando creyó haber cometido un craso error. Se dio de frente con el hombre que había visto por el rabillo del ojo antes.

-¡Ah! Perdón, estaba demasiado cerca... -dijo él, agarrando de los brazos a Diluc para estabilizarle-. Estaba viéndote jugar con el gatito, parece agradable.

Lo primero que notó Diluc es que aquel hombre no era tan alto como Kaeya y que tampoco tenían exactamente la misma voz... aunque eso no le decía nada en un mundo donde cualquier podía cambiar su apariencia en cualquier momento. Diluc se tensó un poco más y el hombre le soltó los brazos, levantando las manos.

-No quería asustarte, ¡me llamo Sinbad! ¿Y tú eres...?

Diluc parpadeó dos veces y cuadró un poco los hombros antes de intentar deslizarse por un costado hacia la puerta.

-No te importa. -le dijo Diluc, huyendo de aquel lugar, de un hombre que le recordaba a alguien a quien no quería recordar. Huyendo de sus sentimientos. Huyendo de los errores que nunca volvería a cometer.

Sinbad se giró, observando como aquel pelirrojo se largaba a toda prisa.

-Noteimporta -y se encogió de hombros-. Que nombre tan raro.

--

En otro lugar, en el mismo tiempo... Kaeya tomó asiento en Prorencia, frente a una chica que se le hacía familiar.

-Hola... -saludó Kaeya, sonriendo como el zalamero que era-. ¿Es posible que nos conociéramos en la beta?

La chica bajó la taza de café que se había llevado a los labios y se apartó el pelo rojo brillante con un movimiento elegante de mano. Toda ella gritaba gracia y distinción. Y es que Kaeya llevaba observándola un buen rato y no estaba seguro de si sería la misma mujer con la que compartió uno de los... pvps más interesantes que hubiera tenido nunca en ese juego.

Kaeya ladeó la cabeza y su sonrisa se acalló a una un poco más intíma.

-¿Te acuerdas de mí, Ocellus?

Ella sonrió, confundida.

-¿Quién?

Él suspiró y se echó hacia atrás, apoyándose en el respaldo de la silla. Nop, no era ella...

-Lo siento, deja que te pague el café.

Ella le sonrió y cuando Kaeya intentó levantarse le indicó que no hacía falta que se fuera. Tal vez podía hacerle compañía mientras se acababa el café.
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MMORPG: Neverland / Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Last post by Airin on April 30, 2024, 03:51:29 PM »
Uy la que se esta cociendo...



~+0.78~

Purple Rose llevaba tiempo sabiendo que algo iba a pasar. De una forma u otra todo iba a acabar como un castillo de naipes caído después de un soplo malintencionado, pero por lo visto el fin que llevaba vaticinando desde hacía un tiempo iba a llegar más temprano que tarde.
El paisaje por el que caminaba era uno que debería de haber estado lleno de vida, se notaba que era una ciudad hecha para propagar alegría y permitir el derroche, con grandes casinos, hoteles fastuosos y lujo por todas partes. Pero Penacony no estaba abierto al público en aquel momento, o eso se suponía, porque Lisa bien que había entrado allí.

—¿Dónde estaba? —se preguntó en un susurro suave.

Y sus tacones seguían resonando por las calles desiertas, llenas de carteles luminosos y escaparates oscuros con maniquís inmóviles, a la espera de que encendieran las luces para brillar.

Lisa se frenó de golpe, girándose a mirar un cartel con el nombre de una calle. ¿Se había pasado el portal que andaba buscando? No podía ser. Se dio la vuelta y volvió a fijarse bien en los números. Era difícil con la decoración tan ostentosa de ese sitio. Un cartel de anuncio empezó a balancearse de un pie a otro, intentando bloquear su paso.

—¡Bienvenida a Penacony, señorita! Tenemos todo lo que pueda desear.

Lisa se frenó en seco y miró al cartel con los ojos entrecerrados. Luego abrió su menú de configuración, estaba bastante segura de que tenía los anuncios desactivados, pero por lo visto no era así. Los desactivó otra vez y suspiró aliviada cuando vio al cartel volver a su sitio.

—A ver, ¿dónde estaba yo?

Cuando se giró a mirar los números, otra vez se había pasado de puerta. Purple Rose se llevó la mano a la barbilla. Aquello no era posible. Iba buscando el número siete, pero se lo había pasado dos veces. Esta vez se fijó bien al llegar al número cinco y con pasos lentos y sin quitar los ojos de la pared, encontró el nueve. Miró hacia abajo y volvió a pasearse de un portal al otro. Justo en el centro encontró lo que andaba buscando.
Lisa se agachó y echó un vistazo a la rejilla en la pared. La placa con el número siete se podía adivinar justo dentro. La mujer sonrió y agarró la rejilla para abrirla y acceder a lo que había dentro, pero acabó por mirar la reja de metal extrañada.

—Está cerrada. —comentó, incorporándose pero sin levantarse del suelo.

Getaboushi no le había dicho nada sobre que fuera a necesitar una llave. De todas maneras, Lisa empezó a mirar en su inventario, a ver si entre las cosas que le había dado el señor Sombrero había alguna llave o algo que le fuera a servir para abrir aquel compartimento.

—¡Pruebe la FeilzAlma! —gritó de repente uno de los anuncios y Lisa se llevó una mano al pecho.

—¿Tú otra vez? —le preguntó al cartel andante, que se había asomado al pasillo y aunque no se acercaba estaba mirando en dirección a Lisa— ¿No había desactivado los anuncios?

Lisa apretó los labios y pensó que no tenía tiempo para eso, necesitaba salir del juego ya, pero antes tenía que activar el modo administrador si quería hacerse con el control del juego y como los servidores físicos no eran una opción viable, tenía que hacerlo desde dentro del juego.

—Ah, así que aquí te escondías... —murmuró al ver entre los paquetes que le había comprado a Getaboushi una llave camuflada dentro de un reloj de bolsillo— Debe de ser esto.

Sacó el reloj de su inventario y después de darle un par de vueltas delante de sus ojos lo abrió. La llave cayó en su otra mano y no perdió más el tiempo. La llave encajaba a la perfección en la casi imperceptible ranura a un lado de la rejilla. Oyó un clic seguido por los sonidos de una máquina de juego.

—¡BIenvenida al casino más grande de la historia! Participe en nuestros juegos ahora mismo con un descuento especial. —anunció otro de los carteles, que andaba a pasos agigantados bajando por la calle que llevaba al casino.

Lisa miró por unos segundos al cartel y luego tiró de la rejilla, aunque parecía que no quería abrirse.

—¿¡Quiere una hamburguesa o prefiere nuestra clásica y famosa pizza!? —bramó otro de los anuncios.

Lisa miró del nuevo anuncio a la rejilla y empezó a tirar con las dos manos.

—No, no, no... esto no puede estar pasando.

Un sonido agudo a disco rayado empezó a sonar por toda Penacony a la vez que todos los anuncios se activaron, dirigiéndose hacia la localización de Purple Rose. Ella gritó y apartó las dos manos antes de aplicar sobre la rejilla un hechizo de rayo básico que frió la cerradura. La rejilla se movió despacio, aún con algo de electricidad chirriando entre los barrotes de metal. Todo Penacony se había encendido y los carteles estaban cada vez más cerca de ella, gritando promociones sin cesar.
Lisa metió la mano dentro.
Y a la vez que la mano de Lisa se cerraba sobre un objeto, el mundo explotó y se hizo la nada.

Purple Rose se levantó y dio al vuelta sobre sí misma. Sólo podía ver blanco allá donde mirara. Se volvió a girar y alguien estaba literalmente en sus narices.

—¿Creías que no me iba a dar cuenta? —preguntó la voz, aunque Lisa sólo podía ver ojos.

—¿Qué? —preguntó ella antes de levantar las cejas, sorprendida por lo que estaba viendo— Tú...

—Tu tiempo se ha agotado. Y ahora, conviértete en nada.

Tres cosas pasaron en ese mismo momento. Una mano tocó la frente de Lisa, ella intentó una desconexión forzada y el juego se cerró a toda desconexión.

"Bienvenidos todos a mi mundo personal." se escuchó en todo el server.

Aunque en Penacony casi no podía escucharse el mensaje del Grand Master debido a la cacofonía de voces de anuncio, una figura se movía entre los carteles andantes como un fantasma. Se agachó al llegar al portal número siete. Cerró la rejilla y recogió la llave. Y sonrió sin darse cuenta de que lo que guardaba allí, ya no estaba.



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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Eureka on April 30, 2024, 03:27:54 PM »
Quería terminarlo bien pero será para el próximo mes x_x






La claridad que surgió en su mente a la mañana siguiente la obligó a pegar el grito al cielo: tal vez cortarse el pelo y decolorárselo hasta llegar al BLANCO no había sido una decisión tan atinada después de todo. Sin embargo, ya era muy tarde para retractarse: no podía pegarse de nuevo los mechones de pelo…

Y pintárselo en ese estado frágil sería perjudicial para lo poco que le quedaba de melena.

Agradecía que su cabello tenía tanto volumen como para fingir que no había perdido kilos de pelo en el terrible proceso de cambio de look, pero le daba pena ver que se aún se le caían algunas hebras cuando pasaba la mano por su cabeza. No le quedaba otra opción que sacrificar las clases de la mañana y el entrenamiento para visitar la peluquería. ¡Era una emergencia! De seguro Oikawa entender—

“¡¿QUÉ TE PASAAA?! ¡PENSÉ QUE SOLO LLEGARÍAS TARDE!” Escuchó al otro lado de la línea. Oikawa la había llamado ni bien le mandó un mensaje escueto indicando que faltaría al entrenamiento por un problema personal. “¡¿TE OLVIDAS DEL CAMPEONATO?!”
“¡Claro que no!” Eureka no pudo esconder su irritación. “¡Pero tengo una emergencia de vida o muerte! ¡No puedo ir! ¡Listo!” Comentó, mientras esquivaba a un par de transeúntes en su camino a la peluquería.
“…” Oikawa guardó silencio. “¿Estás bien? ¿Kokichi-chan hizo algo?” Su preocupación era muy notoria.
“No, no. Todo bien… Ah…” Eureka suspiró. “No puedo contarte. Osea… no tengo que hacerlo. Lo verás de todas maneras. No puedo huir de esto, lamentablemente.”
“¡¿Qué pasó?! ¡Deja de asustarme!”
“Me hice un cambio de look casero… y salió un poco terrible. Bueno, no un poco. MUY terrible…” Eureka se aguantó las ganas de volver a suspirar. “Un amigo me ayudó, pero no es estilista. Tengo que ir a que me perfilen el corte por completo.”
“…¿Quién te ayudó?”
“Ryoji. ¿Por qué?” Eureka se mostró confundida ante su pregunta.
“A-ah, nada. Por un momento pensé que había sido Mama-chan.”
“¿Por qué sería Madara…? ¡Él no sabe nada de esas cosas!” Al darse cuenta que no le debía explicaciones, bufó, indignada. “¡Ay! ¡No me hagas perder el tiempo!” Se quejó, molesta. “Al menos quiero ir a un par de clases de la tarde.”

Sin mencionar que había quedado en almorzar con Kokichi… pero aún no le mandaba el mensaje por Instagram.

“Pero Eureka-chaaan…”
“¡Olvídalo! ¡Arréglatelas por tu cuenta! Descuida… Mañana me verás ahí. Adiós.”

Y le colgó de inmediato.

Mientras se arreglaba los lentes de sol, la HiME guardó su celular en su bolso y aumentó la velocidad de sus pasos para llegar lo más pronto posible a la peluquería.







Para su suerte, Kokichi había accedido a juntarse con ella pese a que le había enviado el DM el mismo día. Y claro, el rebel no le estaba haciendo un favor: iba a invitarle el almuerzo, después de todo. Aun así, apreciaba el gesto de que no fuera tan pesado como para dejarla plantada… Lo que, honestamente, Eureka había pensado que haría al final.

Kokichi no era de hacerle caso así de fácil. De seguro… la sorprendería de una terrible forma cuando llegara el momento del encuentro.

Suspiró. Al menos su cita en la peluquería no había tardado mucho. Solo les tomó una hora y media en asemejarla a un ser humano decente. Sonaba un poco cruel tomando en cuenta el excelente trabajo que había hecho Ryoji, pero la estilista le había dado una forma hermosa al corte que resaltaba mucho su rostro y le había salvado la melena. Sí, le había recomendado varios productos costosos para ayudarla a reparar su cabello, pero Eureka no había sucumbido a la presión de tomar en cuenta sus sugerencias. Tal vez más adelante se compraría la crema para pelo… Adquirir uno de los cinco productos que había mencionado no sonaba tan doloroso para su presupuesto como toda la línea reparadora de aquella marca profesional para el cuidado del cabello.

Eureka deslizó la puerta del restaurante sin muchos ánimos. Estaba cansada y eso que había salido “ilesa” de la batalla del fin de semana gracias a los poderes de Rinne…

Ah, debía agradecerle de nuevo. Ya lo haría más tarde.

Y, si se animaba, podía preguntarle sobre el sába…

“¡¿QUÉ?!” Eureka gritó, indignada, al ubicar a Kokichi en el mar de comensales.

El chico estaba sentado en un cubículo junto a Beowulf… y dos personas más que no podía reconocer del todo desde su posición. Por un instante, contempló la posibilidad de que el chico intentara chantarle el almuerzo de sus invitados, y lo descartó… hasta que recordó de quién se trataba.

La tentación de salir corriendo del restaurante y no mirar atrás bloqueó los pensamientos racionales que intentaban recordarle la importancia de ese encuentro… Pero luego de unos segundos de estar parada en la entrada de aquel local sin musitar palabra alguna, Eureka optó por dejar que la lógica gane esa pequeña batalla interna y, sin más, comenzó a caminar hacia su rebel. Kokichi no demoró en divisarla a lo lejos y le ondeó la mano, muy alegre.

Pinche idiota.

“Hola,” saludó, irritada.
“¡Hola, Eureka-chan~!” Kokichi le sonrió de oreja a oreja. “¡Lindo cambio de look!”
“Pensé que no me reconocerías.”
“Aw, ¿cómo dices eso? ¡Esa mirada asesina es la que siempre me dedicas!” Kokichi rio. “Ya conoces a Beo, ¿no?”
“Yo.” Beowulf le ondeó la mano.
“…” Eureka se giró a observar a los otros dos invitados.
“Ah, espero que no te moleste la amena compañía que traje.”

Eran dos chicos: uno parecía ser extranjero por su cabello rubio y sus ojos bicolores. Estaba vestido con prendas de Gucci y llevaba puestos unos lentes de sol de tinte rosado. Sin duda, llamaba mucho la atención en el local: no encajaba con el resto de comensales y el ambiente tradicional del restaurante.

Por su lado, el otro joven se asemejaba mucho a Kokichi. Aunque su color de cabello y ojos eran distintos, había algo en la forma de su cara y su mirada que le hacía recordar a su rebel. El chico se veía de pocas palabras y parecía un poco aburrido en esos momentos. Ni se digno a mirarla, a diferencia del rubio.

“Él es Aventurine,” dijo Kokichi, señalando al rubio con su mano. “Supuse que te interesaría conocerlo.”
“…” Eureka captó todo al instante. “Un gusto, Aventurine.”
“El placer es mío, linda~” Aventurine le sonrió. “Kokichi me dijo que nos invitarás el almuerzo.”
“¿A ti? Te dejo pedir toda la carta.” Eureka esbozó una sonrisa y se sentó a su lado. Beowulf, que estaba cerca de la pared, gruñó al tener que pegarse para dejarla entrar. El cubículo era solo para cuatro personas, así que debían hacer un par de milagros.
“Wow~”
“Y él es mi primo~” Kokichi señaló al otro chico. “No podía dejarlo solo, así que lo invité a comer con nosotros~”
“Ya te dije que no era necesario…” El joven suspiró. “Me llamó Shiki, un gusto.”
“Yo soy Eureka.” La HiME hizo una leve reverencia. “Lamento que tengas que lidiar con alguien como Kokichi.”
“Je.” Eso le sacó una pequeña sonrisa a Shiki. “Yo pienso lo mismo.”
“¡Dejen de burlarse de mí! ¡Estoy en frente de ustedes!”
“Sí, sí. Pobrecito~” Aventurine le dio un par de palmaditas en la cabeza.
“¡Tú también te burlas a veces!”
“Pero es lo mínimo que puedo hacer para vengarme de ti.”
“¡Exacto!” Le dio la razón Beowulf. “¡No es justo que tú siempre agarres a los demás de punto!”
 
En esos instantes, en medio de la algarabía y las risas, Eureka se percató de un pequeño detalle: ese almuerzo le iba a costar un ojo de la cara.

“Por favor, no pidan mucha comida.”
“¡Pero tengo hambre!” Se quejó Beowulf, indignado.
“¡Tú ni siquiera necesitas comer!”
“¡¿Tú qué sabes?!” Le reclamó, aguantándose las risas.
“…” Eureka estuvo a punto de hacer a un lado a Aventurine para ahorcar al pequeño orphan. “Bueno. Hagan un esfuerzo, al menos.”
“Creo que iré por lo tradicional y pediré un ramen de chancho~” canturreó Aventurine, observando la carta..
“¡Yo también!” Anunció Beowulf, cerrando la suya de golpe.
“Y yo.” Shiki ni había tocado la carta: prefería revisar su celular en medio de la bulla.
“Mm… Yo me pediré de entrada un plato de gyoza~” Kokichi sonrió. “¡Y luego, un ramen de chancho y pollo! Ah, pero hay tantas opciones tentadoras~ ¡Tengo que revisar toda la carta!”
“…” Eureka suspiró. “¿Podemos hablar del tema en cuestión?”
“Sí, sí~ conversa con Aventurine mientras me decido. Y no te preocupes por Shiki-chan~ Él es una tumba.”
“Ni los escucho, la verdad,” dijo el mencionado, sin despegar la mirada de la pantalla de su celular.
“Am… Lamento incomodarte, entonces.”
“Descuida.” Aventurine se cruzó de brazos y se apoyó en la mesa. “Puedes contarme lo que ocurrió.”
“…” Parecía una trampa a simple vista… y Eureka sabía que no debía morder el anzuelo. Pero algo en la mirada relajada del rubio le indicaba que era de confianza. Y más allá de todo, sonaba como que trabajaba al lado de Kokichi dentro de Rizembool. Se veía capaz de asesorarla en lo que deseara. “El fin de semana pasado tuve un encuentro con un rebel. No recuerdo nada de la batalla porque me golpeó la cabeza y perdí el conocimiento. Mis amigos dicen que estuve a punto de morir… y aun así, me siento perfecta.”
“Ajá.” Aventurine asintió.
“Y claro, tiene sentido: uno de ellos tiene poderes regenerativos. Pero… me gustaría saber qué sucedió ese día. No tengo forma de pedir las grabaciones de las cámaras de seguridad de la locación… Pensé en pedirle ayuda a un amigo, pero no quiero preocuparlo. Y además, existe la pequeña posibilidad de que Rizembool haya borrado toda evidencia del suceso. Cerraron la estación por “reparaciones urgentes” y sé que se debe al desastre que ocasionamos dentro de ese lugar.”
“Mm…”

Antes de que pudiera contestarle, uno de los trabajadores del local se acercó a preguntarles si ya estaban listos para pedir. Kokichi se hizo responsable de enumerarle los pedidos de la mesa.

“¿Tú que quieres, Eureka-chan?”
“…Un ramen de chancho, también,” respondió de inmediato. “Y una silla, por favor.”
“Ah, no se preocupe.” El señor le sonrió y se acercó a una mesa libre para sacar una silla y colocarla en la punta de la mesa. “Listo.”
“Gracias,” Eureka aprovechó el momento para cambiarse de sitio. Le daba pena incomodar a Aventurine.

Beowulf, en cambio, le daba igual.

“¿Y las bebidas?” Preguntó el señor.
“Yo quiero una cerveza,” dijo Aventurine. “Bien helada, por favor.”
“¡Yo un jugo!”
“No venden jugos, Beowulf,” le dijo Aventurine.
“¡Ay!… ¡Agua!”
“Yo también,” habló Shiki.
“¿Tú?” Kokichi le preguntó a Eureka.
“Sí, también quiero agua.”
“¡Yo igual!” Kokichi cerró la carta. “Eso sería todo por el momento.”
“¡Perfecto! Les traeré su orden ni bien esté lista.” El señor les hizo una reverencia y el grupo se la contestó con una de su parte.
“¡Gracias!” Kokichi le sonrió y se giró hacia Eureka. “Bueno, sigue con tu relato.”
“Ah, nada. Eso era todo. Quería preguntarles si conocen a algún hacker que trabaje para su institución.”
“Yo puedo ayudarte con eso.” Aventurine le sonrió. “Era justo lo que iba a sugerir hace un rato. El servicio es inmediato y no tendrás que pagarme ni un centavo. Déjame contactarlo…” Aventurine sacó su celular y se dispuso a escribir un mensaje rápido en Instagram. Eureka giró la mirada para respetar su privacidad. “Me dijo que sí. Necesito la fecha, el lugar y la hora del suceso.”
“Fue en la estación Shibuya, el sábado pasado… ¿A las…? no sé. En la noche. A partir de las 10, supongo.”
“Okay… Veremos qué me dice.”
“¿Crees que pueda encontrar los videos por más de que los hayan borrado?”
“Depende de la seguridad de Rizembool,” contó Kokichi. “Hay cosas que hasta a mí me esconden. Una comisión tiene un nuevo proyecto y han hecho lo imposible para guardarlo bajo mil llaves. Ni yo ni algún miembro de mi nivel sabe algo de eso. Dudo que Churin-chan sepa.”
“Sí, no te equivocas.” Aventurine suspiró. “Me intriga… pero ni siquiera sé cuál es el nombre.”
“…Siento que me están tendiendo una trampa,” confesó la HiME. “¿Cómo pueden contarme cosas de su institución sabiendo que somos de bandos opuestos?”
“No vas a poder hacer nada al respecto, Eureka-san,” le explicó Aventurine. “Si Kokichi y yo estamos con las manos atadas, ¿qué podría hacer una simple HiME como tú? Sin ánimos de ofender, por supuesto.”
“Pero… ¿Qué hay del video? Y del hacker. Lo siento, no es común que gente de Rizembool ayude a Hanasaki.”
“Nos vas a invitar el almuerzo,” contó Kokichi. “Y puede que Churin necesite un favor a cambio del que te hará.”
“¿Eh? ¿En serio?” Eureka se giró a mirar al mencionado, confundida.
“Sí~” Aventurine le guiñó el ojo. “Pero no te preocupes. Hablaremos de eso luego.”
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Cho on April 30, 2024, 03:16:48 PM »
Esperaba escribir más, pero tendrá que ser cuando me desocupe. Faltan íconos así que volveré luego.

113.1.



“…”

Miró a la pantalla de su tablet con un hastío mezclado de una mínima expectativa. Era una animación que ya había visto una infinidad de veces y para la cual existía el botón de skip en la esquina superior de la pantalla, pero su cansado ser se resignó al agotamiento usual de buscar señales visuales de que, para variar, se sacaría algo que valiera la pena…

Pero no, no hubo signos de valor, definitivamente no le esperó un flip, y recibió un ítem R como en todos los días anteriores.

Ello apenas causó que alzara una ceja y su frustración se apoderó de la insignificante importancia que le había dado a todo el asunto. Su piel pálida como el de un muerto pareció demacrarse. Era increíble lo incómodo que todo ello le resultaba, por más diminuto que se suponía que fuera.

“Ahh…” el peliazul de cabellos largos y ensortijados soltó un pesado suspiro y se frotó los ojos con una mano. Sus párpados guardaron el reflejo de la luz potente de la Tablet en comparación con la oscuridad de la mayoría de su habitación, a excepción de dos pantallas de una computadora gamer en stand-by y una infinidad de botones y luces que indicaban funcionamiento de otros dispositivos. Era en momentos así que se preguntaba si andaba haciendo algo productivo con su tiempo libre, pero a la vez no podía pensar en más que le daría un diminuto sentido de gratificación. “Tch…” arrugó su rostro con repulsión. “…todos dicen que es un juego más f2p pero la falsa esperanza de estos daily pulls gratis causan demasiado daño psíquico. Cualquiera diría que incentivan más al gasto…”

Optó por ni hacer las misiones del día, por más poco tiempo que le tomarían, e ingresó a discord. Nuevamente nada, ningún anuncio. Revisó las múltiples conversaciones del juego en el cual gastaba más tiempo y vio a gente argumentar por enésima vez sobre el meta del juego y el elitismo de los únicos personajes que valían el tiempo de conseguir.

“Eh… tan basic como siempre…” hizo una mínima mueca de desagrado y se encogió de hombros mientras subía a leer. Lo único que le llegaba a los ojos era la toxicidad de pubertos que creían tener la razón, algo que a esas alturas ya no le afectaba. “Pues bien que quieran ‘jugar correctamente’, ¿pero qué tienen estos con insultar a los casuals? ¿O es que acaso creen que todos los waifu lovers no saben cómo maxear a sus dps?” apoyó su tablet sobre el piso donde estaba sentados y negó frustrado. Quizás sí le afectaba en ocasiones. “Y pensar que llegué a este juego por el collab. ¿Tiene algo de malo que haga a estos shafted collab units barrer con todo el contenido pve? Yo pienso que si no juegas con tus faves no vale la pena seguir.”

Terminó por cerrar su Tablet y con esa nueva cantidad de oscuridad agarró su cabeza con una mano. Sentía un latente dolor de cabeza amenazando con comenzar y su mente se encontraba tan saturada que el mero hecho de andar consciente le causaba un daño permanente.

“¿…y qué demonios se supone que haga ahora? Creo que mis ojos necesitaban que apagara esa pantalla… pero me aburro… no se puede hacer nada producente en plena oscuridad…” lamentó en pleno cansancio interno. Aun así, se quedó sentado y cabizbajo por todo un minuto hasta que una de sus pantallas de su computadora cambió el display de protector de pantalla al de una llamada silenciosa entrante. Ese cansado chico notó el cambio de inmediato y apenas estiró su brazo al teclado para contestar. De inmediato empezó una videollamada.

“¡Idia!” dijo otra persona, un pequeño con sus mismas características de una piel alabastro y unos cabellos cortos azules apenas visibles por una capucha, pero a diferencia del mayor, sí parecía poseer grandes ánimos y vitalidad pese a esa rara mascarilla que cubría parte de su rostro. Este pasó a preocuparse un poco. “Me alegro de verte, pero, ¿sigues despierto? Se suponía que debías de quedarte a dormir.”
“No puedo, Ortho, pediste demasiado de mí, si me echo daré vueltas en mi cama…” este sacudió su cabeza casi aturdido.
“Hmm…” el pequeño se puso a pensar. “Pero eso no tiene sentido. No has dormido en ningún momento estos dos días. Deberías de poder descansar.”
“No haber dormido y tener sueño son dos cosas distintas, además me rehúso sin tener tiempo de calidad para mí,” este se impacientó con frustración y desdicha. “Tú has visto que apenas he podido hacer login en todos mis juegos. Ahora no creo que lograré el ranking en el evento que tanto había estado esperando.”
“Pero hay cosas más importantes, nii-san. No descuides tu salud,” le llamó la atención, perdiendo un poco la paciencia. “Y eso que yo salí a hacerte un favor y comprarte el tomo de Shonen Jump para que llegara más rápido. En serio necesitas tratar de descansar.”
“¿Entonces qué haces llamándome ahora?”
“Es una llamada que no hizo ruido ni envió notificaciones y tu protector de pantalla tiene una intensidad de luz muy semejante al de la llamada entrante. Quería ver si de verdad te habías dormido,” declaró frustrado. “Pero también quería reportarte un extraño error que he percibido al hacer la compra de la revista.”
“¿Qué pasó? ¿Pudiste comprar la revista?”
“Pues sí, pero usé todo el sencillo que tenía porque mi eCard no tenía conexión. Y no se trata de un problema del proveedor o internet. Es como si no tuviera ninguna credencial ni información de tarjetas en mi base de datos para empezar.”
“¿Qué dices?” ello causó que Idia se despertara más e incluso se puso de pie. “¿Puedes enviarme el reporte de error? No suena a algo que ha ocurrido en el pasado.”
“Sí, de inmediato,” el pequeño asintió, aunque de inmediato se vio confundido. “Eh, espera, nii-san, tengo un mensaje de error, no puedo enviarte nada.”
“¿Qué?” se alertó más. “Ortho, me has llamado con ese smartphone que te di, ¿verdad? Ello quiere decir que el bug es uno interno de ti.”
“Eh, supongo que sí, lo cual es un problema,” Ortho se preocupó. “Porque por lo ocupado que estabas no pudiste hacerle una actualización y tuve que sincronizarlo con mis propios circuitos, así que no es independiente.”
“Tsk, ¡no puede ser!”
“¡P-pero está bien, porque ya estoy en camino de regreso! ¡Y-y todavía podemos hablar! ¡No te preocupes por mí que conozco la ciudad!”
“Espera Ortho, puedo llamar a que alguien te vaya a recoger, quédate donde estás.”
“No es necesario, yo me encargo, te prometo que regresaré lo antes posible,” en eso, la llamada empezó a entrecortarse.
“¡Ahh, Ortho, ¿me oyes?!” Idia casi se abalanzó sobre su teclado.
“…stoy bi-en…n… vemo-s…”

Fue así que esa llamada terminó junto con un aviso que hubo problemas de conexión.

“¡¿Qué demonios está pasando?!” el mayor agarró su cabeza con ambas manos. “¡N-no puede ser que haya habido un bug tan terrible sin que me diera cuenta! ¡El maldito trabajo me hizo descuidarme! ¡Tenían que ser unos desconsiderados, todos ellos!” negó rápidamente. “No…no, contrólate, lo importante es dar con Ortho ahora. ¡Tengo que ayudarle, sea como sea!”




Era la tarde después de clases y Cho y Tenshi habían quedado reunirse frente al edificio administrativo de la universidad de Hanasaki antes de acudir a su siguiente obligación del día. Las dos pidieron hablar con la directora y fueron a la sala de espera. Sin embargo, la persona que finalmente salió de su oficina resultó ser Fran.

“…” Tenshi frunció el ceño y apretó los labios.
“…” por su parte, Fran alzó una ceja mínimamente. “¿Y bien? ¿Qué les trae por aquí?”
“Buenas tardes, Viera-sensei,” Cho asintió con respeto. “Gracias por atendernos, supongo que la directora se encuentra ocupada.”
“Es correcto. Miranda tenía una junta con los profesores del área de comunicación esta misma tarde con respecto a su presupuesto y otros asuntos de organización. A diferencia de mí, sus deberes sobrepasan los del conflicto con Rizembool…” explicó cruzándose de brazos, con un dejo de impaciencia, como si no fuera necesario decirlo. “Si requieren verla personalmente, pueden pedir una cita en secretaria para otro momento.”
“Pues bien…” la peliazul pretendió marcharse, pero Cho le agarró de un brazo.
“O-oye, espera, Tenshi,” le dijo alarmada.
“Tú dijiste que hablaríamos con la directora, ese fue el acuerdo,” le reclamó la menor.
“Lo sé, pero no será posible, y pienso que es importante que atendamos esto, por favor,” Cho la soltó y dio un suspiro. “Y sinceramente, Viera-sensei es la persona más a cargo de cosas así.”
“Tsk…” tenía sentido, no podía negarlo, pero su amargo no se había ido.
“¿Por qué han venido?” volvió a preguntar Fran, inmutada.
“Es que…” Tenshi tuvo que tragar su fastidio y orgullo. Le miró casi desafiante. “Primero, que te conste que no dejaré de buscar de salvar a otras personas de Rizembool. Realmente creo que debemos de hacer eso… pero, bueno, intentaré ser más responsable la próxima vez…”
“…” Fran le miró desde arriba. “Ello estaba sobreentendido. Lo único que queda es observar tus acciones. Espero que no nos defraudes.”
“Ihhh…” se retorció. Su sutil intento de al menos reconocer parte de su falta para hacer las paces había sido bofeteado al piso tan fríamente. Se hubiera ido si no fuera por la otra HiME. “Tsk, pues ya. Hay… algo que no dije ayer, y Cho dijo que tenía que reportarlo. Es…” bajó su mirada. “Sobre lo que le pasó…”
“…”
“Tsk… mi Rebel me llamó la atención. Ya saben que fue él quien la salvó, pero aparte de sus reclamos, me recalcó algo que había desestimado, que él me había advertido sobre el peligro de ese objeto que Cho agarró, que, si lo hacía, terminaría igual que la chica a la que salvamos, como si esa fuera la razón de que esté en coma.”
“…” Fran llevó una mano a su mentón. “¿Algo más?”
“Pues, no, me había dicho algo así, pero fue en medio de sus sandeces de Rebel insufrible y no creo que haya dado más detalles, nada que pueda recordar…” Tenshi se sobó los cabellos con desesperación. “Ahora seguro te molestarás conmigo por no haber tenido cuidado después de eso, o qué se yo…”
“No soy irracional, Hinanawi-san. Tu Rebel pudo haberse referido a algo más con sus palabras o ello pudo haber sido una mentira. Incluso luego de lo ocurrido a Tanaka-san, no puedes asumir que ello sea verdad. Es cierto que fue un descuido de parte de las dos y que he puesto más peso en ti por motivos ya discutidos, pero información proveniente del enemigo es como mucho un dato que apenas tomar en cuenta.”
“Ya veo…” Tenshi le miró con reserva, no del todo convencida.
“Está en tus manos ver cómo procesar lo que has vivido, no está en mi lugar hacerlo por ti, siempre y cuando pruebes tú y todas las demás que serán HiMEs responsables,” Fran miró también a Cho. “Es bueno que hayan venido a darnos esta información, nunca está de más, atender todo lo ocurrido es una manera saludable de no estigmatizarlo. Si no tienen más que decir, pueden irse.”
“Eh, pues, ojalá sirva de algo para asistir a esa pobre chica,” comenzó Cho, quien desvió su mirada con inquietud. “Si es que no ha sido una mentira.”
“Es algo que podemos considerar y que ya está fuera de sus manos.”
“¿No podemos saber cuál es su estado al menos?” preguntó Tenshi, inconforme.
“…” Fran se dio una pausa como si reservara un suspiro. “Miranda dijo que les dejaríamos saber si hay alguna actualización en su estado, sea positiva o negativa, pero no les dejaremos acercarse a esa persona o a cualquier pariente o allegado. Ello sólo será posible si esa misma joven, una vez despierta, dé su consentimiento o quiera conocerlas a ustedes. Pienso que la directora es muy generosa en dejarles saber más de este caso, pero así será. De momento, esa chica sigue igual, no hay nada que reportar.”
“Entendemos,” Cho volvió a asentir. “Muchas gracias.”

Sin más que conversar, las dos HiMEs se marcharon y caminaron hacia la mansión HiME.

“Tch, qué rabia me da esa mujer, ¿así se supone que aliente a las HiMEs?” se quejó Tenshi en pleno camino. “¿Y en serio yo tenía que decirlo? Tú pudiste haberlo hecho por mí.”
“Realmente creo que fue importante que tú lo hicieras, perdón por ponerte en esa posición,” Cho se disculpó, incómoda. “Pero así es que en verdad lo podemos dejar ir sin más remordimientos.”
“No sé sobre remordimientos…” ella negó repetidamente. Sonaba a alguna linda y sonsa palabrería que Monoyoshi sería capaz de decir, aunque continuaba sintiéndose en falta por lo sucedido y haber ido a reportarlo era una manera de compensar a la otra y ser responsable por todo. “Pero ya, ya nos libramos, como dijiste. Ahora finalmente podremos entrenar esta tarde.”
“Ya las otras deben estar en la mansión HiME,” observó Cho. “No sé si vamos a hacer mucho entrenamiento ya que la convocatoria es en la sala social del primer piso, pero Enmusubi se veía entusiasmada así que esta vez debe ser más que una reunión.”
“Sí, supongo, ojalá no perdamos mucho el tiempo yendo de una a otra hablando sobre nuestras vidas y sabores de helado favorito, creo que ya nos conocimos más que bien en el puerto.”
“Hehe, creo que sí,” Cho no evitó reír con torpeza. Le resultaba algo incómodo bromear sobre ello, aunque no podía negar su propio desdén a ese tipo de actividades repetitivas, aparte que había hecho un buen punto sobre el trabajo que todas hicieron juntas.
“E igual si la junta se acaba con formalidades podríamos ir a rentar un gimnasio libre y entrenar por nuestra cuenta. Sé que Suzuka definitivamente se animaría. ¿No te parece?”
“Eh, podría ser… aunque no creo que hoy vaya a usar mis poderes HiMEs, prefiero continuar con mi reposo de momento,” confesó en aprietos.
“Pues, bueno, claro…” Tenshi alzó una ceja. Por un instante se había olvidado que ella continuaba convaleciente. “Al menos puedes acompañarnos o practicar con espadas o no sé…”
“Sí, podría ser algo así, sería un gusto,” Cho asintió. Todavía le costaba creer que andaba hablando con una de las muchas nuevas HiMEs de manera tan informal. Era una experiencia nueva y algo intimidante, pero a la vez le gustaba sentir más una unión entre HiMEs. Ahora sólo deseaba realmente ser una buena HiME senpai para ellas.



Acababa de terminar otra clase en Rizembool U y Yukko salía acompañada de Mai y Hotarumaru, luego de una prueba sorpresa de matemáticas para la cual no tuvieron anticipación.

“Uhh…” Yukko caminaba cabizbaja y con los ánimos por los suelos.
“¿Qué sucede, Yukko?” preguntó Hotarumaru, atentamente.
“Es evidente,” Mai se mantuvo inmutada. “La dificultad de la prueba pasada he acaba de quitar años de vida.”
“Eh, Mai…” la susodicha sintió más peso sobre sus hombros. Bien podía ser cierto, pero la otra era como siempre muy dura.
“Oh, era eso,” el pequeño asintió y sonrió amenamente. “Lo siento, Yukko, pero el profesor ya nos dijo que lo considerará como parte de la nota por participación, así que no te preocupes.”
“Sí, ese es un consuelo, pero…”
“Igual estaba fácil, por eso vale tan poco,” concluyó Mai. “Entiendo tu angustia, Yukko.”
“Uhh…” una vez más… “Sí pues, si esto que se supone que es fácil, por más sorpresa que haya sido, me resultó imposible de terminar la mitad de ejercicios… creo que es una lenta sentencia de muerte. El semestre pasado lo pasé con notas apenas decentes, y ahora creo que me quedo atrás.”
“Hmm…” Hotarumaru se puso a pensar. “Te puedo seguir ayudando a estudiar como siempre, pero no me considero el mejor maestro, así que podemos ir juntos a tutoría. ¿Qué te parece?”
“¿Tutoría?” Yukko se confundió.
“Sí, Hajime va con frecuencia ya que no siempre se siente bien para asistir a clases,” Hotarumaru asintió. “Sé que hay un edificio aquí en Rizembool dedicado a apoyar a los estudiantes con sus cursos. Si bien no todas las clases tienen mucha disponibilidad de tutores, los cursos como matemáticas suelen ofrecer varios salones y a todas horas,” sonrió. “Yo también podría ir para repasar algunos temas. ¿Qué dices, Yukko?”
“¡Ahh, suena genial, con mucho gusto!” ella sonrió conmovida. Su pequeño amiguito siempre terminaba dándole tanta comprensión y ayuda, lo cual apreciaba un montón. Por algo era un niño tan adorable. “Debo decir que me sorprende que haya esa tutoría disponible. Parece que hay muchos genios aquí en Rizembool.”
“Es por ser una universidad tan demandante que hay bastante ayuda, hasta los genios necesitan apoyarse de alguien en ocasiones,” Mai se encogió de hombros. “Pero es cierto que es difícil de creer. Asumo que en el ámbito de los científicos o los Rebels sí hay competencia más severa, será algo que podríamos preguntarle a Tsurumaru cuando lo veamos.”
“Eh, pero Mai, él no es ninguno de los dos…” observó Yukko.
“Presumo que algo sabrá, aparte que él pasa tiempo con el doctor…” le restó importancia. “Tengo un poco de hambre, ¿a dónde vamos a comer?”
“Podemos ir al food court al frente, aunque hay mucha gente…” Hotarumaru escaneó el área, cuando entonces, le llamó la atención ver parte de una cabellera azul sobresalir entre unos arbustos, una que se le hacía familiar. “Mo…”
“¿Hm?” Mai alzó una ceja y terminó por notar aquella anomalía. “Hay alguien ahí. ¿Lo conoces, Hotarumaru?”
“Pues, si es quien creo que es, sí…” Hotarumaru ladeó su cabeza. “Pero no creo haberlo visto antes fuera durante el día, menos en un lugar tan concurrido.”
“Viendo cómo está oculto casi por completo, puede que sea esa persona.”
“Hm, tienes razón, Mai-neechan, ahora eso abre más preguntas…”
“¿Eh? ¿De qué hablan? ¿Qué ocurre?” la pobre Yukko no había captado lo que les había llamado la atención y miraba perdidamente de un lado a otro. 
“Voy a ver si está bien.”

Hotarumaru avanzó con unos saltitos y terminó agachándose frente a los frondosos arbustos. Por un mínimo movimiento de los cabellos azules, entendieron que esa persona fue sobresaltada por el curioso pelicenizo. De repente, una mano salió de los arbustos para agarrar a Hotarumaru de la camisa y jalarle por completo dentro de las plantas, lo cual sorprendió al par de chicas.

“¡H-Hotarumaru!” Yukko se asustó, quien se acercó con Mai.
“Tal parece que Hotarumaru tuvo razón al reconocerlo,” concluyó la otra.
“…” Hotarumaru también tenía los ojos más abiertos de lo usual por el asombro, pero se mantuvo tranquilo como siempre. Vio entre las hojas al agobiado, pálido y asustado peliazul.
“¡Hotaru! ¡Auxilio!” exclamó este.
“Sabía que eras tú, Idia. ¿Qué sucede?”
“¡T-tienes que ayudarme a encontrar a Ortho! ¡I-Ikari-sensei no contesta su celular y el laboratorio está cerrado y-!”
“Ehh, más despacio, por favor, no entiendo bien lo que dices,” dio un suspiro. Sin duda que algo le haya ocurrido a su hermanito ameritaría su repentina aparición. “Pero primero, salgamos de aquí, es estrecho y tú que eres más grande que yo debes estar muy incómodo.”
“P-pero hay mucha gente y justo pasaba un grupo guiado de visitantes y un par se prendieron de mi cabello e intentaron buscarme conversación,” miró por encima de su hombro como si hubiera algún tercero entre los arbustos que lo asechaba.
“Acabo de llegar y no he visto a tours, ya se fueron,” afirmó. “Vamos, si buscas a Ortho no lo encontrarás aquí, hay que levantarnos.”
“…hai…” aceptó con pesadez. En eso, volvió a sobresaltarse al ver a una chica asomarse entre los arbustos.
“¿Hotarumaru, estás bien?” preguntó Yukko.
“Sí, justo estábamos por salir.”

Fue así que el pequeño salió y le siguió un chico bastante alto con la apariencia de anémico por el color casi muerto de su piel y unas marcadas ojeras. El par de chicas se extrañaron de ver a alguien tan grande y con tanto cabello surgir de entre esos pequeños arbustos. Este chico desvió su mirada y juntó sus manos entre sí con un indiscutible deseo interno de desaparecer.

“Yukko, Mai-neechan, les presento a Idia, es otra persona que frecuenta el laboratorio de Ikari-sensei en ocasiones,” dijo el pequeño. “Idia, ellas son mis compañeras de clases. Son buenas personas, puedes confiar en ellas.”
“Eh… un gusto…” dijo esquivamente. “¿Podemos terminar con esto, Hotaru? Es urgente…”
“Hm,” Mai llevó una mano a su mentón. “Entiendo por qué te esconderías. Quieres que te trague la tierra, pero tu cabello tiene un color muy saturado. Ya veo que el color te domina.”
“¿Qué dices?” este frunció su rostro con disgusto.
“Ehh, ¡p-pero pienso que es genial, ehh…!” Yukko sonrió nerviosa. “¡N-no te lo tomes a mal, tal vez no te guste mucho a ti y puedo entenderlo, pero es casi como si tu cabello brillara!”
“Hm, a decir verdad, a veces lo he visto brillar…” Hotarumaru se puso a pensar.
“O-oye, ¿está bien que menciones eso tan abiertamente?” Idia se agarró los cabellos. “Tsk, yo que ando torturado y ustedes meten el dedo en la llaga.”
“Si es cierto eso que brilla tengo más intriga que antes,” Mai alzó una ceja.
“Tch, no es tu asunto, ¿a quién le importa un cabello freak de todos modos? ¡Hay cosas más importantes aquí! ¡Mi hermanito está perdido! ¡Podría intentar rastrearlo, pero sólo puedo hacerlo desde el laboratorio de Ikari-sensei y no hay nadie ahí!”
“Oh, claro, de inmediato,” Yukko se alarmó. “Lo siento, hay que atender esto.”
“Sí, pero…” Hotarumaru dio un suspiro. “Yo no te puedo ayudar directamente, Idia. Tampoco tengo la llave al sitio, dependo de que haya alguien ahí.”
“¡No puede ser!” el mayor se quedó en shock.
“Pero está bien, Tsurumaru debe andar desocupado así que puedo preguntarle si puede venir a abrirnos la puerta,” el pelicenizo sacó su celular.
“¡S-sí, por favor!” le vio escribirle y esperar por una respuesta más tiempo del que consideraría cómodo. “¡¿Y-y bien?!”
“Todavía no lo ve, pero vamos caminando hacia el laboratorio,” el pequeño asintió. “Descuida, él no tarda mucho en contestar,” entonces, él se acordó de sus amigas. “Pues, siento decirlo, pero no podré acompañarles a comer. Vayan ustedes sin mí.”
“No es necesario, la comida puede esperar,” observó Mai, inmutada.
“Sí, les acompañamos, eh, si es que estamos permitidas de ir,” dijo Yukko.
“Es un laboratorio normal, no hay problema,” contestó el pequeño.
“…” por su parte, Idia les miró con desconfianza. “Creo que sólo se apuntan por curiosidad insana. ¿No pueden dejar de ensañarse con una pobre alma?”
“En verdad son buenas personas, Idia, no te preocupes,” le aseguró el menor. “Entiendo cómo te sientes, pero está bien.”

Yukko sonrió en aprietos. Sí le preocupaba, pero no podía negar que quería ver en persona ese laboratorio del cual tanto había oído hablar, y estaba segura que Mai tenía el mismo punto de vista. En parte, también esperaba ver a Tsurumaru luego de varios días. Ya le resultaba raro no haberse encontrado con él.








Luego de un par de rondas de bocadillos, las HiMEs se encontraban nuevamente en la sala de estar del primer piso de la mansión HiME en la universidad de Hanasaki. Todas estaban sentadas en sillones o sillas y haciendo una media luna para atender a Enmusubi, quien estaba de pie frente a ellas y acompañada de Sohayanotsurugi. El único chico presente miraba distraídamente a un costado, con clara incomodidad de estar ahí y en frente al público, aunque sabía que si intentaba escaparse su compañera mentora lo jalaría de vuelta.

“Buenas tardes a todas, quiero empezar a decir que soy muy feliz de que finalmente nos podamos encontrar en un mismo espacio, y precisamente para comenzar nuestro entrenamiento,” declaró Enmusubi, contenta y a la vez decidida. Ella juntó sus palmas en rezo. “Para las que todavía no han dialogado conmigo, les comento que poseo poderes que considero muy sustanciales para las HiMEs. Es el amor y el espíritu lo que las distingue de cualquier otra persona participando en este conflicto. Aquello puede verse como una debilidad, como si dependieran de otros o como si su fuerza estuviera sujeta a su estabilidad emocional. Pues, ello suena complicado, ¿verdad?” hizo una pausa. La mayoría se mantuvo atenta, pero veía a algunas mostrar una minucia de frustración. Enmusubi sonrió más y levantó un índice, para negar juguetonamente con este. “Pero no es verdad. Habrá momentos difíciles para ustedes, pero el hecho que ustedes puedan sacar provecho y fortaleza de una característica tan humana suena a una bendición para mí, porque es algo que sobrepasa cualquier experiencia o entrenamiento,” entonces, se tomó la libertad de acudir donde Suzuka, quien se extrañó ante la atención, aparte porque Enmusubi la tomó de las manos. “¿No lo crees?”
“Eh, ¿qué haces?” alzó una ceja, extrañada.
“Ya he tenido el gusto de hablar con Norimune y él me afirmó que piensa que el amor es lo más importante en nuestras vidas,” se veía contenta e inspirada. “¿No te parece así? ¿No lo crees?”
“Sí note que sonabas mucho como él con tu discurso,” Suzuka dio un pesado suspiro y recogió sus manos, a lo cual Enmusubi sonrió.
“Hehe, es porque tiene razón, y más aún por tratarse de las HiMEs. Tienes mucha suerte de tener a un compañero de pelea tan cálido,” afirmó y regresó al centro del salón (sin antes jalar a Sohayanotsurugi quien había pretendido irse). “Bien, comencemos de una vez. Les haré una demostración. Ah, Ayesha, ven aquí un momento.”
“Eh, ¿yo?” Ayesha se sorprendió y al ver a la mentora asentir y mover su mano varias veces para llamarla, se puso de pie y acudió a su costado.
“Ayesha y yo nos conocimos en el entrenamiento de Keys, así que ella ya tiene una idea de mi poder principal. Ayesha, por favor extiende tu brazo hacia adelante.”
“S-sí, eh…” ella extendió su brazo derecho. “¿Este está bien?”
“¡Sí, sí! Ahora, todas miren…” Enmusubi alzó ambas palmas a unos centímetros del brazo de la Key, y repentinamente, apareció un lazo rojo atado muy intricadamente sobre la muñeca de Ayesha. Aquello que ella ya había evidenciado en el viaje se manifestó mucho más cuando varios lazos de distintos tamaños y tonos rojizos se dibujaron a partir del moño y expandieron en curvas por todo el aire a su alrededor. Estos desaparecían a alrededor de un metro de distancia.
“¡Ahh! ¡¿Qué es esto?!” exclamó la rubia, asustada.
“Tranquila, no lo debes de temer,” Enmusubi se apartó un poco y le sonrió. “Estos son tus vínculos con muchas otras personas en tu vida. Los lazos siempre están ahí, es sólo que normalmente no los puedes ver.”
“Eh… ¿en serio?”
“Mira a este lazo más grueso y con adornos adicionales,” la mentora apuntó a dicho lazo rojo que levitaba con muchas vueltas por encima de sus cabezas. Enmusubi volvió a poner ambas manos sobre su muñeca. “Quiero que mires hacia dónde se dirige.”
“Sí…” Ayesha apenas asintió y Enmusubi hizo su magia. Así, ese lazo continuó creciendo y formándose, y finalmente, alcanzó la muñeca de Nio.
“¡Oh!” la pequeña miró su muñeca y vio que un moño muy vistoso también se formó en él. Algunas HiMEs también se impresionaron y Kosuzu se asomó a su costado con ojos brillantes.
“Como sospeché, ese lazo más fuerte es el que te conecta con tu hermanita,” concluyó la mentora, con las manos en las caderas y una sonrisa victoriosa. “Ustedes dos tienen un vínculo muy fuerte y si bien tú eres la Key de tu pequeña Nio, puedo ver que las dos comparten esta gran conexión mutuamente.”
“Oh…” Ayesha miró ese lazo que la conectaba con la pequeña. Vio a Nio sacudir un poco su muñeca para observar el movimiento de ese listón incorpóreo que atravesaba su brazo dependiendo de su movimiento, pero nunca desaparecía. “Hehe, qué lindo,” y finalmente, la Key llevó su brazo con el listón a su pecho a manera de atesorar ese momento.
“Hehe…” Cho no evitó alegrarse de ver a su amiga tan contenta y conmovida. Era realmente un alivio que ella había necesitado.
“Pienso que la imagen lo puede explicar mucho mejor que yo, pero aquel es mi poder de los vínculos, los cuales las conectan con todos los demás,” observó Enmusubi, alegremente.
“Eh, sí…” Tenshi alzó una ceja. “En verdad sí necesitamos tu explicación para entender lo que estaba sucediendo. Y pues, es un lindo truco, pero, ¿qué hace?”
“¿Eh?” la mentora se confundió por la actitud impaciente de la HiME.
“La imagen es bonita y todo, pero sí, de todos modos tienes que explicarte, Enmu,” Sohayanotsurugi se encogió de hombros. “Ellas no van a leer tu cabeza.”
“¿Es que acaso no podemos apreciar un momento tan lindo como este sin apuros? Se supone que las HiMEs son sentimentales,” Enmusubi negó. “Bueno, escuchen. Este vínculo entre HiME y Key es la fuente de poder más importante para una HiME. Es vital para su crecimiento y bienestar que lo desarrollen y fortalezcan, y como alguien que puede invocar estos vínculos, les puedo ayudar a trabajar en sus asuntos personales para así formar conexiones más duraderas,” asintió y sonrió decidida. “Pienso que eso les hará crecer no sólo como HiMEs, sino como personas y con mucho gusto lo haré.”
“…ya veo…” Cho asintió intrigada. Definitivamente había cosas que todavía tenía que trabajar con Roxas con respecto al pasado, y podía notar que su hermano se encontraba tan incómodo como ella con la conexión que compartían, especialmente en el campo de batalla, así que era una oportunidad por la cual se sentía agradecida…



Sin embargo, el resto de las demás HiMEs intercambiaron miradas escépticas o perdidas, para de nuevo mirar a Enmusubi.

“Ehh, ¿qué pasó aquí?” la pobre mentora sonrió nerviosa. “¿Qué fue esa reacción? ¿Es que acaso he tocado alguna fibra sensible?”
“Usted está hablando de la fortaleza de conexión con un Key, pero…” Youmu se puso a pensar.
“A ver, a ver…” Sohayanotsurugi dio un paso adelante. “HiMEs, levanten la mano si ustedes ya tienen un Key identificado.”

Cho y Nio levantaron sus manos de inmediato, y como sospechó, nadie más lo hizo, con algunas HiMEs intercambiando miradas por segunda vez.

“Ehh… ¿eh? ¿hablan en serio?” Enmusubi se quedó en shock.
“La idea de tener un Key me inquieta, nunca he tenido que depender de sentimientos para servir a Yuyuko-sama,” dijo Youmu, quien se vio perpleja. “Y Yuyuko-sama me dijo que ella no querría ser mi Key, que yo debo afrontar esto sola, o algo así… ni sé si ello cambiaría el asunto o no…”
“Sí, la idea de ser una miko y tener un Key es un poco contradictoria también…” Reimu se encogió de hombros.
“Tampoco soy de sentimientos, heh, bien pueden servir para algunos, pero más temería tener un compañero Key y caer en un sinfín de desacuerdos con este,” confesó Tenshi, indistinta.
“Eh, pero…” Enmusubi estaba casi horrorizada.
“Lo lamento mucho, Enmusubi-san, pero no puedo pensar si tengo un Key o no,” Tsubasa sonrió incómoda.
“Sí, igual yo,” Saki dio un suspiro y lo divagó con su mirada hacia arriba. “¿Quién podría ser? Por lógica tal vez uno de mis dos hermanos, pero pensar en ellos que están vinculados a Rizembool suena ridículo… y sin duda no podría poner a uno por encima del otro…”
“En mi caso, yo quiero mucho a mis padres, así que ellos tendrían que ser mis Keys, ¿no?” preguntó Kosuzu, con curiosidad. “Pero sí, si sólo es uno, no sé quién sería, aparte que ellos no pueden estar aquí conmigo…”
“Seres cercanos a uno, ¿verdad? Lo de Keys siempre me ha sido alienígena,” concluyó Suzuka frustrada. Ella entrecerró los ojos. “El más cercano es Norimune y él más fastidia que ayuda.”
“Ehh…” la maestra estaba sin palabras.
“Realmente es un lío, dicen que las chicas son más sentimentales que los hombres, pero sí es injusto esperar que ellas sepan esto en pleno campo de batalla. Sólo porque tú eres apegada a tus sentimientos no puedes esperar lo mismo de todos,” Sohayanotsurugi llevó sus manos a su nuca. “Hmm, sé de varios casos de HiMEs de buenas familias y con muchos amigos que no tuvieron Keys o que el Key fue el menos esperado, así que la lógica familiar tampoco tiene sentido.”
“¿En serio?” Kosuzu se asustó. “Entonces tengo que buscarme uno… Sensei, ¿dónde puedo encontrar a un Key, por favor?”
“¡N-no, no es algo que se busca, es algo que más nace de una y que sabrás cuando sucede!” Enmusubi negó y pasó a darse un facepalm sin energías, lo cual confundió a las HiMEs. “Ahh… ¿acaso todas las jovencitas HiMEs son así o me tocó a un grupo con problemas emocionales?”
“Oye, Enmu, te pueden oír…” le regañó Sohayanotsurugi, impaciente.
“…bien dicen que las cosas suceden por algún motivo y quizás yo sea lo que ellas más necesitan ahora, pero… ¡No, no puedo desanimarme!” ella se sacudió y volvió a erguirse y dirigirse a todas con decisión. “Está bien, que no hunda el pánico, que se puede arreglar.”
“Sospecho que tú eres la única afectada, pero en fin…” Reimu dio un suspiro.
“¡Trataremos lo de los Keys y sus sentimientos conforme pase el tiempo! ¡No se preocupen, que tengo otra utilidad que ofrecerles!” les apuntó con un índice nuevamente llena de energías. “Tal y como dije, los vínculos son parte esencial de todas las HiMEs y la fuente de su poder, y si bien el Key es el que provee de más ayuda, ustedes como HiMEs también pueden formar vínculos fuertes y duraderos y apoyarse en los momentos más importantes.”
“Con eso, ¿te refieres a que podemos usar esos vínculos para buscarnos las unas a las otras o algo por el estilo?” preguntó Tenshi.
“Eso sería muy útil,” Youmu asintió.
“Ehh… no. Yo soy la única que podría hacer algo así ya que ustedes no pueden hacer vínculos visibles, pero les ofrezco algo incluso más útil que eso,” Enmusubi sonrió con firmeza. “Y ello se llama sinergia.”
“¿Cómo así?” preguntó Tsubasa.
“Hehehe, es algo muy importante, pero fácil de descuidar ya que no muchos poseen la sintonía que les puedo dar…” comenzó la mentora.
“Básicamente, sus vínculos interpersonales pueden dar lugar a que sus poderes individuales se conecten y así puedan usar magia y técnicas que sean una fusión de las habilidades que tienen,” concluyó Sohayanotsurugi, sin hacer rodeos. “Es decir, pueden combinar el fuego con el viento, o el agua y la electricidad, entre otras mezclas.”
“Espera, ¿en verdad?” preguntó Reimu, sorprendida por primera vez y compartiendo esa impresión con las demás.
“Combinar poderes…” Saki lo meditó.
“Oigan, ¿en verdad esta reunión puede resultar en algo útil?” observó Tenshi, con escepticismo.
“¡Ahh, suena genial! ¡Es como los Tokusatsu pero en vez de unir nuestros robots en uno unimos nuestros poderes!” Kosuzu se entusiasmó y meció en su sitio. “¡Suena increíble!”
“Oye, Sohaya…” Enmusubi miró a su acompañante con un puchero en lo que las HiMEs comentaban las buenas nuevas entre ellas. “¿Tenías que robarme el spotlight?”
“Realmente te estabas echando muchos aires y no llegabas a ningún sitio. Si tienes problemas con mi interjección, puedo irme,” dijo el otro, sin hacerse líos.
“No, tú también eres su mentor así que espero que estés en todas las reuniones,” declaró la mentora petit. “Aparte si las chicas intentan combinar sus poderes y algo sale mal, tú eres más atlético que yo para auxiliarlas. Recuerda que ese es tu rol.”
“Hai, como digas…” se rascó la nuca.
“¿Y cómo podemos practicar estas sinergias?” preguntó Youmu, atentamente. “¿Podemos… comenzar de una vez?”
“Sí pueden, pero les advierto que les tomará tiempo perfeccionarlo o lograr efectos muy fuertes. Ustedes tienen que, primeramente, trabajar juntas y conocerse mejor como personas. Y, además de ello, necesitan entrenar sus poderes y saber acoplarse a un unísono,” Enmusubi asintió. “También hay otra necesidad más, y es algo que les permitirá usar sus vínculos de esta manera,” ella sonrió y sacó una especie de brazalete de hilos rojos semejantes a los lazos en las muñecas de Ayesha y Nio, pero mucho más pequeño. “Les haré estos brazaletes, en los cuales yo pondré mi propio poder para que así puedan entablar la conexión que necesiten, pero eso es algo que tengo que hacer con ustedes presentes, ya que cada brazalete está más que hecho a su medida.”
“¡Ah, es un brazalete muy lindo, muchas gracias!” Nio se levantó y volvió a mirar a los lazos que flotaban en su mano. “Eh, ya pasó un rato, ¿puedes apagar esto por favor?”
“Nio, Enmusubi nos está haciendo un favor,” observó Ayesha.
“No, está bien, admito que me había olvidado,” admitió la mentora, con torpeza. Así, los lazos incorpóreos se desvanecieron con rapidez. “A ver, empecemos con ustedes dos. Como ya se conocen, seguramente podrán sacarle más provecho a la sinergia.”

Fue así que Enmusubi pasó a ser rodeada de las HiMEs en lo que comenzaba a hacer el brazalete. Para ello, invocaba hilos que terminaban por tejerse y materializarse, aunque igualmente la mentora tenía mucho cuidado y dedicación con respecto a los detalles más finos de las formas y nudos presentes en las pulseras.

Cho esperaba pacientemente a que llegara su turno, pero igual esperaría más que las demás ya que dudaba estar en buenas condiciones para tratar de usar su magia. Por la inmersión de las otras en esa nueva actividad, no evitó echar de menos a Kashuu, quien había salido junto con Norimune para conseguirles a todas algo de comida y bebida al término de la práctica.


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MMORPG: Neverland / Re: neverland 0.0: you can (not) remember
« Last post by Neko on April 30, 2024, 12:13:23 PM »
Tenía muchas ganas de escribir esto ;; pero como dice Airi: avatares otro día xD

Feanor, 2
La vida del creador de la tecnología del Drift Neuronal


Cuando Feanaro Curufinwe Finwion tenía cinco años y pensaba en el futuro, se imaginaba rodeado de sus creaciones, de robots y ordenadores, pero en ningún momento llegó a pensar que dichas creaciones fueran a ser de carne y hueso.
Curufin aceptó abrir la boca para que Feanor le pusiera la cuchara dentro, pero en cuanto la sacó, la papilla se escurrió entre sus labios mientras el bebé seguía con la mirada distante, llena de odio.

—¿Por qué haces eso? —preguntó Feanor al punto de la desesperación.

—Por lo menos no escupe como Celegorm. —le dijo Nerdanel, pelando una manzana mientras vigilaba al resto de sus hijos.

—¿Yo escupía? —preguntó Celegorm, el tercero de sus hijos con incredulidad.

—Lo dices como si no lo siguieras haciendo. —intervino Maglor, el segundo.

—No empecéis. —advirtió Maedhros, el mayor, que apenas tenía diez años.

Caranthir, el cuarto hijo de apenas tres años, había desplegado sus hojas en blanco y todos sus colores en el suelo de la cocina y se había puesto a dibujar nada más acabar de comer. De todos los hijos de Feanor y Nerdanel, de momento era el más callado.

Feanor le limpió la barbilla a Curufin y decidió que el bebé ya no tenía hambre, así que lo levantó de la sillita y lo dejó al lado de Caranthir para que gatease un poco mientras él se dedicaba a apartar la mesa y Nerdanel repartía la manzana entre sus hijos más mayores.

—¿Quieres que te ayude en algo más? —preguntó quince minutos después, con la cocina limpia y Nerdanel sonrió antes de entrompar los labios, pidiendo un beso que su marido le dio con ganas.

—No, estaré bien. ¿Qué vas a hacer ahora?

Feanor se acabó de secar las manos y dejó el paño en su colgador junto con el delantal que se había puesto porque solía ser necesario si ibas a alimentar a bebés.

—Oh, voy a seguir con el proyecto este que estoy haciendo a ratos. Ya sabes, el drift neuronal. Creo que puedo empezar con la construcción del pod, todas las simulaciones han salido bien, es hora de hacerlo realidad.

Nerdanel recogió a Caranthir del suelo, que se había quedado dormido dibujando hacía un ratín y se despidió de su marido al oír el timbre de la casa.

—Ese debe de ser mi padre, ya eres libre de tus obligaciones paternas.

—¡No son obligaciones si las disfruto! —declaró Feanor antes de darle un beso en la coronilla a su hijo.

Unos minutos después, con las cosas de dibujar de Caranthir recogidas y su suegro saludado, se encerró en su taller, viendo como su estación de creación en 3D imprimía poco a poco las piezas más grandes para el pod de prueba que quería crear y él se dedicaba a montar las piezas electrónicas justo como las quería.

Tampoco le pudo dar mucho tiempo, porque dos horas después su suegro bajó a visitarle para discutir el diseño de un nuevo componente que estaban fabricando en su empresa. El prototipo tenía demasiados fallos y tenían que arreglarlo para ayer.

El drift neuronal tendría que seguir esperando años antes de ver la luz más allá de las paredes de aquella habitación.




Cinco años y dos hijos más después, el primer prototipo del pod de drift neuronal estaba preparado. Feanor abrió la puerta del salón de golpe.

—¿¡Quién quiere probar la simulación real aumentada!? —preguntó a una habitación llena de sus hijos.

Celegorm se levantó de pronto y Maedhros le puso las manos en los hombros para volverlo a sentar.

—¡Padre! ¡Son niños! —le dijo su hijo mayor.

—Bueno, tú eres un adolescente. —comentó Feanor.

—¡No!

Media hora después, Feanor estaba mirando la cápsula abierta entre suspiros. Técnicamente necesitaba un sujeto de estudio mientras él monitorizaba el experimento desde fuera. Aunque, tal vez…
Feanor sacudió la cabeza.

—Ni lo pienses, Feanaro Curufinwe Finwion —se dijo a sí mismo mientras caminaba impaciente de un lado al otro del taller—. No hay manera de cambiar el código desde dentro si la cosa va mal.

Y luego estaba el otro problema. Ahora mismo la única forma de conectar el cerebro a la máquina era instalando una conexión física en la nuca y eso necesitaba una operación. Feanor se sentó en la silla, que rodó un poco hacia atrás. Sacó una libreta de apuntes de un cajón y empezó a hacer una lista de objetivos a cumplir antes de seguir con el experimento. Tampoco era una prioridad, pero lo terminaría algún día. Estaba seguro de que llegaría ahí.




Feanor tenía cuarenta y cinco años cuando decidió tomarse un descanso forzado y dejar de trabajar por un tiempo. Sus superiores querían la patente de los silmarils para la empresa, pero Feanor se negaba a dársela por miedo a qué harían con su obra magna.

—¡No lo entiendes, Nerdanel! —le dijo a su mujer—. Tienen contratos con el ejército.

—¿Y ahora es un problema? —le preguntó su mujer, dejando caer la ropa dentro de la lavadora—. Nunca lo había sido antes, ¡sólo es una fuente de energía, por dios, Feanor!

—N-no es… sólo eso.

Nerdanel cerró la lavadora con fuerza y se giró para enfrentarse a su marido mientras la lavadora elegía el mejor programa de lavado de forma automática y añadía el detergente al tambor ella solita.

—Pues dime qué más es —le suplicó ella, pero Feanor se quedó callado—. Ya veo.

Nerdanel se empezó a preparar para salir, sin querer escuchar nada más de lo que Feanor tuviera qué decir.

—Despeja tu mente y aclara tus prioridades, Feanor. —fue su última advertencia antes de salir por la puerta principal de la casa.

Feanor bajó los escalones hacia el laboratorio con pies pesados. Y para dejar de pensar en cosas más serias por un rato, se puso a seguir con la pistola que aplicaba la conexión neuronal necesaria para la conexión con la máquina del drift neuronal. Estaba pensando que podía crear varios tipos de conexiones cuando alguien llamó a la puerta. En un principio creyó que sería Nerdanel, pero en cambio era uno de sus hijos más pequeños.

—Curufin —saludó Feanor, quitándose los guantes de trabajo y dejando la pistola en el banco—. ¿En qué puedo ayudarte?

Curufin se quedó en la puerta, sin saber muy bien qué hacer. Parecía nervioso. A sus diecisiete años era la viva imagen de su padre, tanto que no sólo tenía su cara si no que también había estudiado lo mismo y había entrado a la universidad con tan sólo quince años, justo como él. Apenas le faltaban unos meses para terminar la carrera, debía de estar bastante ocupado.

—Padre… —empezó, dando un par de pasos al frente.

Feanor le señaló un taburete y el chico tomó asiento. Se aclaró la garganta.

—Tú te casaste joven. ¿Fue difícil?

—¿Dífícil? —repitió él—. No es difícil si encuentras a la persona adecuada.

—¿Y tener hijos? ¿Fue difícil ocuparte de nosotros siendo tú tan joven?

—¿Qué está pasando, Curufinwe, a qué viene todo esto?

Curufin abrió la boca para tomar aire antes de hablar.

A sus cuarenta y cinco años y con siete hijos, a Feanor le dieron la noticia de que iba a ser abuelo y se la dio el hijo del que menos se lo esperaba.




Contratado pero sin proyectos y sin forma legal de separarse de su empresa, Feanor empezó a presentar inventos en el mercado libre. Con tres hijos que no habían acabado los estudios, un nieto en camino y el estrés por las nubes, empezó a tirar de cualquier cosa para seguir trayendo dinero a casa.

Nuevos sistemas de comunicación, mejoras para el hogar, aleaciones nuevas, herramientas para aplicaciones médicas… pero parecía que nadie quería comprar nada de lo que creaba Feanaro Curufinwe Finwion.

—Esto es ridículo —dijo mientras colgaba el teléfono después de otra negociación fallida—. No hay manera de que me haga con un contrato.

Su nieto de cuatro años puso otra pieza del puzzle en su sitio.

—Nunca vendes nada, abuelo —le dijo el niño con tono de observación—. ¿Y si lo vende la abuela?

Feanor tomó asiento en la mesa de la cocina con él, ayudándole a separar las piezas por color.

—Tu abuela tiene su propio trabajo y le va bien. Es mejor no molestarla.

Celeborn entrompó los labios y aunque tenía la cara de su padre, ergo y por lo tanto también la de su abuelo, sus gestos se parecían muchísimos a los de su abuela. Era la mezcla perfecta.

—Pero haces cosas chulas —dijo el niño—. Y eres guay. No sé porque no te quieren comprar.

Feanor sonrió y su mano se quedó suspendida encima de la cabeza del niño, a punto de frotarle el pelo, pero el timbre sonó alto y resonante en la casa. Feanor corrió a abrir la puerta y un repartidor le dio un sobre a su nombre, parecía del comité ético del instituto de ciencias.
Por lo visto le habían echado atrás la presentación del Drift Neuronal en la feria de ciencias por violar nosequé de la humanidad. De hecho le habían cancelado toda la exposición, no sólo esa.

—¡Oh, vamos! —gritó.

Aquella presentación era su última esperanza. Ya no sabía qué más hacer.




A Mahtan le gustaba el whisky solo y Feanor se lo sirvió en una copa pequeña, junto unos cacahuetes para acompañar.
Se quedaron unos minutos en silencio en el estudio, dejando que la música llenase el silencio. Y de repente Mahtan, su suegro, habló.

—Son ellos. No van a dejarte en paz hasta que les des la patente.

Feanor suspiró, llevándose la mano a la frente.

—No me dices nada nuevo.

Mahtan se encogió los hombros y se dedicó a pelar un cacahuete.

—Sólo confirmo tus sospechas.

Feanor cerró los ojos y luego cerró un puño tembloroso frente a su cara, agarrando con fuerza el reposabrazos de su sillòn con la otra.

—No puedes confiar en nadie. —le dijo Mahtan y Feanor abrió los ojos, dándole un puñetazo a la mesa que tenía enfrente.

—¡Ya lo sé! ¡No puedo ni fiarme de ti!

Mahtan dejó la copa de whisky en la mesa de café que Feanor había acabado de golpear, despacio.

—¿De verdad piensas eso? —le preguntó, aunque no recibió más respuesta que la mirada de un hombre enloquecido—. De verdad piensas eso.

—¿Tú qué crees? —siseó Feanor, al que lo único que le salvaba de caer en la espiral de la desesperación era su nieto.

Haría cualquier cosa por ese niño.




Un año y muchas propuestas fallidas después, Feanor estaba sentado solo en su taller. El resto de la casa estaba tan silenciosa… Ni en sus peores pesadillas se habría imaginado Feanor que este fuera a ser su peor miedo: el silencio.

Miró a su alrededor. El taller estaba lleno de proyectos a medias y archivos con nuevas ideas, pero de nada servían si le habían puesto en la lista negra de la industria. Nadie quería ir contra la compañía para la que tanto trabajó.
Feanor levantó la botella de vino y le dio un trago y después estuvo jugueteando con ideas peligrosas sobre qué hacer con su futuro. Luego decidió dejar la botella de vino a un lado y lavarse la cara, pero sus hijos no paraban de mirar el tercer cajón de la mesa. No tenía nada de especial, pero lo que había dentro… eso era otra historia.

Sin darse cuenta estaba de pie delante de la mesa, mirando fijamente el cajón. Las ojeras le pesaban y la mano le tembló mientras la estiraba hacia el cajón. En una caja insustancial, en un cajón como cualquier otro, los silmarils pulsaban esperando a ser usados. Feanor estaba a punto de abrir el cajón cuando oyó el timbre y giró la cabeza de golpe.

Hacía semanas que nadie llamaba al timbre de esa casa. Feanor se aseguró de estar decente, peinándose con las manos y arrebujándose en su bata roja. No conocía a la persona al otro lado de la puerta, pero abrió de igual manera.

—¿Feanaro Curufinwe Finwion? —preguntó un hombre castaño, vestido con un jersey beige de cuello alto y pantalones de traje.

—Sí, soy yo —contestó Feanor—. ¿A qué debo la visita?

El hombre levantó un poco más la cabeza, clavando sus ojos castaños en los de él.

—¿Es usted el creador de la tecnología de drift neuronal?

Feanor frunció el ceño, pero asintió con la cabeza.

—Me gustaría hacer negocios con usted.

Feanor dejó de respirar por un momento. Abrió un poco más la puerta y miró bien a la persona que tenía enfrente. Era joven, parecía decidido.
Y mientras Feanor le invitaba a entrar no pudo evitar pensar ¿quién era este chico dispuesto a desafiar a toda la industria?

—Mi nombre es Welt —se presentó mientras recibía una taza de té recién hecho en la mesa de la cocina—. Welt Yang.

—Ah —suspiró Feanor—. No, pues no me suena.

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Listas y Probaciones / Re: Listas de Extras — Última Actualización: Abril 11
« Last post by Eureka on April 28, 2024, 01:50:35 AM »
1. Ryuichi Sakuma (Gravitation)
2. Sasaki Shuumei (Sasaki to Miyano)
3. Anemone (Eureka Seven)
4. Yoite (Nabari no Ou)
5. Miharu (Nabari no Ou)
6. Yasutomo Arakita (Yowamushi Pedal)
7. Hawks (Boku no Hero Academia)
8. Dino Albani (Helios Rising Heroes)
9. Chrom (Fire Emblem: Awakening)
10. Kuko Harai (Hypnosis Mic)
11. Dice Arisugawa (Hypnosis Mic)
12. Otome Tohoten (Hypnosis Mic)
13. Ushijima Wakatoshi (Haikyuu!!)
14. Akaashi Keiji (Haikyuu!!)
15. Daichi Sawamura (Haikyuu!!)
16. Kuroo Tetsurou (Haikyuu!!)
17. Bokuto Koutaro (Haikyuu!!)
18. Satori Tendo (Haikyuu!!)
19. Sylvain José Gautier (Fire Emblem: Three Houses)
20. Felix Hugo Fraldarius (Fire Emblem: Three Houses)
21. (M) Byleth (Fire Emblem: Three Houses)
22. (F) Byleth (Fire Emblem: Three Houses)
23. Saeran Choi (Mystic Messenger)
24. Emu Ootori (Project Sekai)
25. Sho Suzuki (Mob Psycho 100)
26. Ritsu Kageyama (Mob Psycho 100)
27. Aoko Aozaki (Mahotsukai no Yoru)
28. Touko Aozaki (Kara no Kyoukai)
29. Chidori Yoshino (Shin Megami Tensei: Persona 3)
30. Labrys (Persona 4 Arena)
31. Kasumi Yoshizawa (Persona 5 The Royal)
32. Nea D. Campbell (D.Gray-man)
33. Lavi (D.Gray-man)
34. Marian Cross (D.Gray-man)
35. Kyojuro Rengoku (Kimetsu no Yaiba)
36. Muzan Kibutsuji (Kimetsu no Yaiba)
37. Shinobu Kocho (Kimetsu no Yaiba)
38. Esu Sagiri (Ensemble Stars!!)
39. Fuyume Hanamura (Ensemble Stars!!)

40. Tatsumi Kazehaya (Ensemble Stars!!)
41. Mayoi Ayase (Ensemble Stars!!)
42. Niki Shiina (Ensemble Stars!!)
43. Maguro Mikejima (Ensemble Stars!!)
44. Mitsuru Tenma (Ensemble Stars!)
45. Yuzuru Fushimi (Ensemble Stars!)
46. Tori Himemiya (Ensemble Stars!)
47. Souma Kanzaki (Ensemble Stars!)
48. Kuro Kiryu (Ensemble Stars!)
49. Keito Hasumi (Ensemble Stars!)
50. Aira Shiratori (Ensemble Stars!!)
51. Jun Sazanami (Ensemble Stars!)
52. Raika Hojo (Ensemble Stars!!)
53. Taki Ibuki (Ensemble Stars!!)
54. Kanna Natsu (Ensemble Stars!!)

55. Misaki Yata (K Project)
56. Saruhiko Fushimi (K Project)
57. Anna (K Project)
58. Kuroh Yatogami (K Project)
59. Yashiro Isana (K Project)
60. Maki Zenin (Jujutsu Kaisen)
61. Yuji Itadori (Jujutsu Kaisen)
62. Suguru Geto (Jujutsu Kaisen)
63. Megumi Fushiguro (Jujutsu Kaisen)
64. Mahito (Jujutsu Kaisen)
65. Toji Fushiguro (Jujutsu Kaisen)
66. Luka Megurine (Vocaloid)
67. Mitsuki Izumi (IDOLiSH7)
68. Banri Ogami (IDOLiSH7)
69. Momose Sunohara (IDOLiSH7)
70. Xie Lian (Tian Guan Ci Fu)
71. Hua Cheng (Tian Guan Ci Fu)
72. Kokonoi Hajime (Tokyo卍Revengers)
73. Yae Miko (Genshin Impact)
74. Ei (Genshin Impact)
75. Scaramouche (Genshin Impact)
76. Ayaka Kamisato (Genshin Impact)
77. Ayato Kamisato (Genshin Impact)
78. Thoma (Genshin Impact)
79. Gorou (Genshin Impact)
80. Arataki Itto (Genshin Impact)
81. Hu Tao (Genshin Impact)
82. Nahida (Genshin Impact)
83. Freminet (Genshin Impact)
84. Lyney (Genshin Impact)
85. Lynette (Genshin Impact)
86. Wriothesley (Genshin Impact)
87. Neuvillette (Genshin Impact)
88. Furina (Genshin Impact)
89. Xianyun (Genshin Impact)
90. Gaming (Genshin Impact)
91. Kafka (Honkai Star Rail)
92. Aventurine (Honkai Star Rail)
93. Kanone Hilbert (Spiral: Suiri no Kizuna)
94. Gundam Tanaka (Super Danganronpa 2)

Entra Aventurine que compartiré con Neko uwu gracias Neko <333
EDIT: Agregué a varios nuevos de enst
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Kana on April 26, 2024, 10:27:43 PM »
Luego edito


“No voy a pagarle más de la cuenta”

Las palabras de Draken fueron definitivas y él comenzaba a sentirme muy arrepentido del “programa de entrenamiento” que le creo a la HiME. ¿Por qué? Por muchas razones: Porque la joven era tan terca y no lograba nada pese a que se esforzara en tan siquiera tocar a Inui, porque Mikey se quejaba porque Kana no lograba nada y Draken no estaba cumpliendo con el encargo, peor, Mikey estaba silenciosamente enojado con Draken cuando se enteró que dicho programa de entrenamiento involucraba a Inui. A Mikey no le caía bien Inui. A Kana no le caía bien Inui y Draken empezaba a sentir unas furiosas y escondidamene insanas ganas de cometer un crimen de odio contra Baji. ¿Por qué contra Baji? Por metiche, porque no tenía nada mejor que hacer que decirle fracasado a él, provocar a Kana y tratar de convencer a Inui de ir a “robar algo” con aquella frase “A que no te atreves a…” y como cuál de todos era más idiota (sí, incluida Kana) todos eran una bomba nuclear de tiempo que no tardaría en estallar.

Afortunadamente, se quitó a Baji de encima cuando le pidió a Chifuyu que se llevara a ese energúmeno y lo entretuviera en otro lado, como sea, porque a Draken no le interesaba si eso ameritaba que el rubio lanzara de un acantilado a Baji.

“Maldición”

Mikey no sólo le encargó capacitar a a Kana como HiME. También le pidió que ayudara a Baji a alejarse de… las malas juntas que lo llevaban a consumos de sustancias indebidas.
Le estaba pidiendo mucho.

¿Inui? Inui era su propia responsabilidad, porque sólo nació de Draken “rehabilitar” al ex convicto. Y estaba seguro que Mikey sería el más feliz del mundo si renunciara a Inui… Pero a Draken le daba lástima Inui y no sabía por qué.
Quizá porque en serio era como un perro sin amigos. Porque sólo lo vio con Kokonoi y estaba seguro, aunque Inui negara, que el mundo del rubio seguía siendo Kokonoi. Pero ni puta idea del porque ya ni se hablaban.

“Puros pendejos de mentalidad de doce. Todos”

En fin. Ahora tenía a un mosquito igual de testaruda que todos los demás.

—Hoy ganaré. — amenazó Kana a un ausente Inui quien intentaba sacar un tornillo rodado de una llanta. —No me importa cómo, pero ganaré.
—Hoy tenemos mucho trabajo aquí en el taller, Kana… Tal vez otro día. — masculló Draken, frunciendo el ceño.
—…— La HiME, ofendida por la ley del hielo que Inui aplicaba con todos, procedió a lanzarle un M&M a la cabeza.
—…— Draken soltó un suspiro. —Tengo que ir a buscar unos repuestos al centro. No te muevas de aquí. — amenazó a Inui. El rubio alto dejó la herramienta sobre una mesa auxiliar, se quitó el overol y sacudió sus manos. —No quiero enterarme de que dejaste este lugar solo. Vendrá un cliente.
—No sé qué decirle al cliente…— quizá se veía demasiado serio, pero internamente le incomodaba tener que hablar con esa gente.
—Ya te repetí varias veces el diagnóstico a darle. Sólo eso. No digas más. — Estaba tarde, así que se apresuró y salió del taller. Al poco tiempo se escuchó su motocicleta ronronear y en poco el ruido desapareció indicando que Draken se fue.

Perfecto.

—Hey, Inui… Te pago x yenes si vamos ahora a pelear.
—…— Había gente que no entendía cuando le decían que no.
—¿Me ibas a lanzar la llave a la cabeza? — Kana abrió los ojos enormemente al ver el sutil gesto que hizo impulsivamente el rubio. Era increíble que aún mantuviera esos instintos más primitivos.
—No…— Hasta él mismo se había sorprendido de esa observación. Parece que inconscientemente la tipa lo había mantenido cabreado desde hace rato, pero se controlaba por Draken.
—Sí lo ibas a hacer, idiota, pero al último segundo te arrepentiste. No tienes respeto por la gente, ¿acaso tus padres no te enseñaron a socializar en tu primera infancia?
—…—
—Okay, no me importa. — Kana se estaba hastiando de la actitud del rubio. De todos modos, siempre le cayó muy mal. Y ese “caer mal” era en serio. No era como “me cae mal” hacia Baji, quien siempre le sacaba de quicio, pero algo en el interior de Kana la hacía quedarse allí. Con Inui era un “me cae mal porque es raro” —Supongo que te haces el difícil porque te quieres dar importancia… Pero, hoy no esperaré que Draken te ofrezca dinero. — una sonrisa sutil y autosuficiente le impulsó a ir sacando varios billetes y hacer una especie de abanico. —¿De verdad quieres rechazar esto?
—…— el rubio la observó en silencio, con los ojos entrecerrados, sin producir ni un solo gesto, ni un solo sonido.
“Parece un psicópata.”  A Kana le intimidaba Inui aunque no quisiera admitirlo, era frío como Cain pero Cain no era peligroso… O sea, ¿qué le podía hacer Cain a ella? ¿Darle una bofetada con su guante Dior? Pero Inui era de esos fríos que capaz te peguen un martillazo en la cabeza de la nada. Pero, la HiME tenía que demostrar firmeza.

—¿De dónde lo sacaste?
—Vendí unos mangas antiguos y... ¿Por qué me miras así? No es dinero robado. No soy como ustedes— se ofendió. —Son de mis ahorros para una vivienda.
—¿Y prefieres gastarlo así?
—Es cosa mía.
—Vas a perder de todos modos…— hizo el gesto de quitarle los billetes, pero Kana se alejó.
—Ah, por supuesto que no. Te los pagaré al final. No me fío de ti.

Bueno, ¿qué podían hacer un par de inadaptados en un taller mecánico? Kana lo lamentaba por Draken y por toda la dedicación que le daba a su taller, pero no tenía idea de cómo cerrar el portón mecánico. Inui lo cerró y se dio por terminada la jornada laboral de ese día.

Comenzaron a caminar en silencio hasta aquel almacén abandonado donde estaba el “ring” pues no se les ocurría donde más ir. No tenían nada bueno que comunicarse entre ambos así que el camino fue en completo silencio.

—¿Kana? —
—¿…?— la joven se giró al ver quien la llamaba y se encontró con una pequeña chica rubia quien la miraba con curiosidad a ella y su acompañante. —Hola, Historia. — saludó meneando su mano con una sonrisa sutil. —¿Qué haces por aquí?
—Estaba conociendo las calles de Tokyo.
—Hm, es un poco peligroso por aquí.
—Bueno, estaba con… con mi roomie que se supone que conoce más estos lugares, pero se perdió. ¿Qué haces tú?
—Yo…— notó que Historia seguía mirando con curiosidad a Inui y el rubio sólo la miraba de forma vacía. —Esto… Iba con él a… Hm…— ¿cómo explicárselo?
—¿Van… a fumar algo? — La chica se mostró colapsada.
—¡No! Wacala. Claro que no…— Quizá Inui daba esa pinta, pero Kana se indignó de que Historia pensara a si de ella. —Él me… ¿orienta? o algo así. Eso me ayuda en mi desarrollo…— para nada parecía convencida de sus palabras.
—Oh, ¿puedo ir con ustedes?
—Hm, Historia… verás. — pasó una mano por su nuca, incómoda. Historia parecía una chica muy frágil y fina como para ser entrenada por Inui. La destrozaría. No era fácil decirle “Inui no es muy caballero… A mí me dio un puñetazo y me rompió la nariz en el primer entrenamiento. No creo que sea lo tuyo.” ¿cómo ser más sutil? —Inui es… es muy rudo. Estas marcas en mis muñecas y mi cuello me las dejó él.
—…— Historia estaba aún más confundida y un leve sonrojo cubrió sus mejillas.
—¿…?— Kana mantenía la sonrisa en su rostro pero no tenía ni idea de lo que estuviera pensando Historia.
—Jódete…—
—¡Hey! Espera— Kana salió detrás de Inui cuando este lanzó aquel improperio contra ella y se marchó.
—No soy gratis. Si quiere meterse, va a tener que pagar doble.
—¡A-Ah! — La rubia se cubrió la cara, espantada y roja como un tomate. —Y-Yo no sabía que ese era el servicio que daba el joven.
—¿Servicio? ¿Qué servi…?— la peliplateada cayó en cuenta del avergonzante mal entendido. —¡Para nada! ¡No es lo que piensas! Inui no es un prostituto…— Kana se cubrió la boca al decir eso, abochornada. Miró a Inui. —Aclárale la situación.
—….—
—…— Kana se manifestó atónita. —¿Tú…?— el silencio de Inui la hacía dudar ¿Quizá si era prostituto? Eso la dejó en shock
—Si pagan…—
—BASTA
—Las puedo golpear a ambas…
—¿sadomasoquismo? — Historia estaba que colapsaba.
—Jamás. — Kana se puso entre ambos, más que avergonzada. —Historia. Le pago a Inui, es verdad, y técnicamente sí le pago para que me golpee, pero no es lo que estás pensando. Nosotros peleamos a golpes, se supone que eso me ayuda en mi desarrollo como HiME o quizá no. Como sea, sólo quiero ganarle y le pago para enfrentarlo.
—Uff, pensé que era una clase de trabajador de la noche…— suspiró aliviada. —En ese caso, si es para entrenarte como HiME, me gustaría tomar el servicio.
—…— Inui la observó con suspicacia, pero cuando Historia sacó un fajo de dinero su perspectiva cambio. Al parecer, esa rubia no era una pordiosera como la Nakiri. Le quitó el dinero bruscamente. —Sígueme.
—O-Okay. — Historia se intimidó por lo bruto que era.
—Historia, te insisto, Inui es muy rudo. Te puedo decir que me rompió la nariz de un golpe en nuestra primera pelea.
—No importa, Kana. Si quiero ser una buena HiME tengo que volverme fuerte. —las dos HiMEs siguieron al rubio, conversaban entre ellas mientras que el otro mantenía esa expresión vacía.

Sería una larga tarde.
28
Perfiles / Re: Reverse! Don't hit the pause. Replay ⟳
« Last post by Miyu on April 26, 2024, 10:11:20 PM »

editandooo



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Algún día los haré más chicos

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Listas y Probaciones / Re: Listas de Extras — Última Actualización: Abril 11
« Last post by Miyu on April 26, 2024, 10:09:06 PM »
Perdón :'(
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Listas y Probaciones / Re: Listas de Extras — Última Actualización: Abril 11
« Last post by Eureka on April 26, 2024, 09:43:27 AM »
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