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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Cho on July 31, 2025, 12:49:34 AM »

Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 594 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 7895 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 1137 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 1445 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...
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Downtown District / Re: Act 1: Overture
« Last post by Kana on July 30, 2025, 06:35:36 PM »

El aire en el "Neon Garden", un pub de luces tenues y aroma a cerveza y sueños viejos, vibraba con una mezcla de expectación y el susurro de conversaciones a media voz. Era viernes por la noche, y la banda "MoonLight estaba a punto de subir al pequeño escenario. Seis siluetas se movían entre cables y amplificadores, cada una con su propio universo gravitando alrededor del inminente show, cada uno ensimismados en sus pensamientos.

Sakura, el baterista, era un cúmulo de mal humor encapsulado en una sudadera oscura. Su presentación personal era de lo más sencilla, pues carecía de ese toque de glamour característico en otros miembros. Sus baquetas tamborileaban impacientes contra sus muslos mientras revisaba su set. Mañana tenía una clase de cálculo a primera hora, una que no podía permitirse perder. Estaba al borde del fracaso académico, ¡otra vez! y la idea de trasnochar, por mucho que amara la música, le carcomía los nervios. "Solo una vez más", murmuró para sí mismo, como un mantra o una maldición.

A su lado, Gojo, el vocalista, se reía despreocupadamente, su cabello plateado brillando bajo las luces del escenario le daba un aire de ser estelar tocado por el brillo iluminado de la luna. Un séquito de "fangirls" se agolpaba cerca de la tarima, susurrando y riendo cada vez que él les dedicaba una mirada o una sonrisa. Gojo era el epítome del carisma, nacido para el escenario, su voz suave y melódica, perfecta para el estilo que definía a la banda. Para él, cada presentación era una fiesta, una oportunidad para conectar con la energía de la gente, era el más entusiasmado en cada presentación ya sea en un bar de moderada popularidad o sobre un escenario de importancia.

Kazutora, el guitarrista principal, ajustaba su correa con una lentitud casi meditativa. Sus ojos, normalmente llenos de un brillo ámbar enigmático, tenían una pátina de melancolía. Había estado perdido durante varios días, sumergido en un torbellino de fiestas y noches sin fin. En una de esas noches, se había reencontrado con una chica de su pasado, un encuentro fugaz que, sin querer, había abierto una vieja herida. La conversación sobre viejos tiempos lo había transportado a un lugar agridulce, recordándole a su mejor amigo fallecido, Baji, y los sentimientos de culpa nuevamente volvieron a agolparse en su pecho. La guitarra era su refugio, el único lugar donde podía traducir ese nudo en el pecho en algo tangible y hermoso.

Justo por ello, acudió a última hora a la presentación, cuando ya todos los miembros de MoonLight pensaron que el del tatuaje de tigre no llegaría. Varios comentarios de distintas características se entrecruzaron entre los demás integrantes de MoonLight y entre los fans del público cuando vieron a Kazurota subir a la tarima a último momento cuando ya sus compañeros estaban instalados allí. El joven contaba con un plus extra de popularidad, gracias a su pasado exitoso en la banda LOST⭒HEAVEN.

HuaCheng, ya con su bajo en mano, era el ancla de la banda, el más maduro de los seis. Con una calma casi sobrenatural, revisaba cada cable, cada conexión, cada afinación. Su mirada era aguda, su mente organizada. Se preocupaba por cada detalle, desde el balance del sonido hasta la comodidad de sus compañeros. Para HuaCheng, la música era un edificio, y él era el arquitecto que aseguraba que los cimientos fueran sólidos. Sus principales focos de atención suelen ser que Gojo no se descontrole, que Kazutora no explote, que Sakura no haga arder el mundo, y, por supuesto, que Ramuda no provoque a los últimos dos. Afortunadamente con Chigiri tenía descanso, porque el chico era tranquilo y quitado de bulla aunque HuaCheng comenzaba a sospechar que Chigiri debía tener un lado temperamental que ocultaba.

Ramuda podía ser toda una comedia, que por lo demás era totalmente impredecible. Pero de lo que podían estar tranquilos con el pelirosa es que era muy responsable con su rol en la banda.

Y luego estaba Chigiri, el joven tranquilo de cabellera roja, que simplemente observaba. Su presencia era como una brisa suave, un contrapunto a la energía a veces caótica del resto de integrantes de MoonLight. Su guitarra rítmica se sentía como una extensión de su propio ser, un latido constante que complementaba la melodía. No hablaba mucho, pero su música lo decía todo.

—¿Listos, chicos?— preguntó HuaCheng

Gojo asintió con una sonrisa radiante enamorando aún más a sus fanáticas. Haruka suspiró algo gruñón, pero tomó sus baquetas con firmeza. Kazutora dio un último rasgueo a su guitarra, una nota solitaria que se disolvió en el aire y sacó una exclamación absurda de admiración entre los presentes. Chigiri simplemente levantó su pulgar, moviendo su cabellera roja hacia un lado.

Las luces se atenuaron, y un foco azul bañó el escenario. Los primeros acordes de "Ao no Sumika", su tema de apertura, flotaron en el aire. Era una melodía suave y envolvente, con un ritmo de batería preciso y un bajo profundo que sentaba las bases. La guitarra de Kazutora añadió un arpegio brillante, y la voz de Gojo, aterciopelada y nostálgica, llenó el espacio.

La música era puro estilo japonés: melodías pegadizas, sintetizadores que evocaban el brillo de Tokio por la noche, ritmos funky que invitaban a mover el pie con cada acorde. Era una banda sonora para paseos nocturnos en bares, para reflexiones bajo la luz de los neones. No en balde los dueños de los bares invitaban a Moonçlight a tocar en sus negocios para atraer personas.

Gojo se movía con gracia en el escenario, estaba hecho para ser una estrella, su micrófono en mano, interactuando con las miradas de sus fangirls, lanzando guiños que provocaban suspiros ahogados. Su voz era impecable, cada nota en su lugar, transmitiendo la ligereza y la melancolía de sus letras.

Haruka, al principio, mantuvo una expresión tensa, su ceño fruncido mientras sus baquetas golpeaban con precisión militar. Pero a medida que la música lo envolvía, el ritmo se apoderó de él. Sus movimientos se volvieron más fluidos, su cuerpo se balanceaba al compás. Por un momento, el cálculo y el examen desaparecieron de su mente, reemplazados por la pura alegría de la percusión. Sus ojos brillaron con una intensidad diferente, una que solo la música podía encender.

Kazutora cerró los ojos durante su primer solo, dejando que sus dedos bailaran sobre el diapasón. La melodía era una cascada de notas, algunas brillantes, otras teñidas de una tristeza sutil. Era su forma de hablar, de procesar el recuerdo. En cada bending, en cada vibrato, había un secreto eco de Baji, una catarsis silenciosa que solo él entendía.

HuaCheng, con su bajo, era el latido constante de la banda. Sus líneas eran intrincadas pero nunca intrusivas, un colchón rítmico que sostenía a todos los demás. Observaba a sus compañeros con una expresión de tranquila satisfacción, ajustando mentalmente el volumen, asegurándose de que la armonía fuera perfecta. Él era el pegamento, el que mantenía la nave a flote. Sólo en ese momento, cuando tocaban todos juntos, lograban convertirse en una sola voz, en una sincronía perfecta, en un mar calmo rodeado por letras musicales. Jamás le deja de impresionar lo sanadora y apaciguadora que la música es para todos ellos. Su presencia era un recordatorio de que la fuerza de la banda residía en la suma de sus partes, en la forma en que cada uno contribuía a la atmósfera general.

Chigiri, en su rincón, se movía apenas, pero su guitarra rítmica era el pulso constante de la banda. Sus acordes eran limpios y precisos, un contrapunto perfecto a los solos de Kazutora y la voz de Gojo, sus dos grandes referentes.

A medida que la noche avanzaba, la energía en el "Neon Garden" crecía. La gente gozaba del espectáculo, algunos cantaban animados, otros simplemente se dejaban llevar por el ritmo. La banda tocó sus temas más conocidos, cada uno una pequeña joya de sonido. Probablemente, alguien escribiría una nota de cinco estrellas por su presentación.

Llegó el momento de "Flower", una balada que era un favorito de los fans. Gojo bajó del escenario y cantó entre la multitud, las chicas casi se desmayaban cuando él estaba cerca, sus ojos encontrándose con los de sus admiradoras, creando un momento íntimo en el bullicioso pub. Kazutora tejió un solo de guitarra que emocionaba a los presentes. Haruka mantuvo un ritmo delicado, casi susurrante, con sus baquetas, mientras HuaCheng y Chigiri construían una base sólida y conmovedora acorde con las mezclas musicales de Ramuda.

Cuando la última nota se desvaneció, el pub estalló en aplausos. La banda hizo una reverencia, sus rostros iluminados por una mezcla de sudor y satisfacción.

Haruka se estiró, sintiendo el cansancio, pero también una extraña ligereza. La clase de cálculo seguía ahí, pero por un par de horas, la música había sido su única realidad, ¡Que importaba el trasnoche y la vida nocturna si la pasaba secretamente bien con ellos! Gojo estaba radiante, rodeado por sus fans, firmando autógrafos improvisados. Kazutora guardó su guitarra y fiel a su personalidad huraña, se distanció del resto yendo hacia el fondo del escenario. La melancolía no había desaparecido del todo, pero la música le había dado una forma de lidiar con ella tal y como HuaCheng le decía, una promesa de que el arte podía transformar el dolor. HuaCheng observó la escena, su rostro sereno, satisfecho con el rendimiento impecable. Chigiri, como siempre, fue el primero en empezar a desconectar su equipo, moviéndose con una eficiencia tranquila.

Mientras las luces del "Neon Garden" volvían a encenderse y la gente comenzaba a dispersarse, los "MoonLight" se quedaron en el escenario desmontando, antes de irse, beberían unos tragos en el pub para celebrar el reencuentro.
Cada uno con sus propias batallas y sueños, pero por unas horas, habían creado algo hermoso y reconfortante, un eco musical que resonaría en los corazones de quienes los escucharon. Y aunque Haruka se enfrentaría a su examen en unas horas, y Kazutora seguiría lidiando con sus fantasmas, por esta noche, el ritmo de la música había sido suficiente.
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Listas y Probaciones / Re: New Probation Time!
« Last post by Cho on July 23, 2025, 12:00:13 PM »
Este es el conteo total del mes de Junio 2025

*header*

Quote
Sayi :: 594 palabras
Kora :: 2480 palabras
Cho :: 7895 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 1137 palabras
Puri :: 545 palabras
Mimi Tachikawa :: 968 palabras
Neko :: 1144 palabras
Airin :: 977 palabras
Miyu :: 1445 palabras



Main Projects

A continuación el conteo para los proyectos principales:


MMORPG: Neverland
C  O  N  T  E  O

República de las Naciones Unidas
C  O  N  T  E  O

One-Shot Project
C  O  N  T  E  O
Kora :: 0 palabras
Neko :: 1144 palabras
Airin :: 977 palabras 
Shruikan :: 0 palabras
Eureka :: 0 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Sayi :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 0 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 0 palabras
Puri :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Neko :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras



Side Projects

Y ahora el conteo para los proyectos secundarios~


HiMEverse
C  O  N  T  E  O

Downtown District
C  O  N  T  E  O

Seeds in the Garden
C  O  N  T  E  O
Sayi :: 594 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 7895 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 1137 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 1445 palabras
Sayi :: 0 palabras
Kora :: 0 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 0 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 0 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 0 palabras
Kora :: 2480 palabras
Neko :: 0 palabras
Airin :: 0 palabras
Shruikan :: 0 palabras

Moonlight Garden
C  O  N  T  E  O

Patio de Juegos
C  O  N  T  E  O

Actividades
C  O  N  T  E  O
Puri :: 545 palabras
Mimi Tachikawa :: 968 palabras



Las palabras se agregarán a su contador y podrán ser usadas en el tema de canje de palabras.



Happy writing~
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Listas y Probaciones / Re: New Probation Time!
« Last post by Cho on July 23, 2025, 11:41:30 AM »
Hola a todas, vengo a anunciar que el stop sign será dejado el jueves 31 de julio a las 10:00pm hora México d.f.

Countdown
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Downtown District / Re: Index | Músicos
« Last post by Miyu on July 02, 2025, 06:42:50 PM »

Bellum Kairikós

MIEMBROS
  • Cheng Xiaoshi
  • Lu Guang
  • Xia Fei
  • Liu Xiao
  • Vein

CANCIONES
▹ 「Pain
▹ 「RE:WIND
▹ 「Map of Dreams with Qiao Ling
▹ 「欢迎光临 with Qiao Ling
▹ 「偷猎时间的天才


BIOGRAFÍA: los rivales siendo Idols.¿ Link Click y ALNST son mi hiperfijación ;;

GÉNERO: Rock, Pop, Rap

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Listas y Probaciones / Re: New Probation Time!
« Last post by Cho on June 30, 2025, 11:00:01 PM »

Probaciones pronto.
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Patio de Juegos / Re: Historias omegaverse
« Last post by Mimi Tachikawa on June 30, 2025, 10:58:38 PM »
Hoi hoi vengo con fic

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El caso de Chiaki y María

Desde muy pequeño, Chiaki  soñaba con llegar a ser un idol para hacer feliz a las demás personas. A pesar de que era un beta, jamás dejó que nadie lo hiciera menos. Era persona enérgica y con fuerte sentido de la justicia, entusiasta, siempre con una meta en mente: convertirse en un héroe en el escenario y en la vida real. Aunque no tenía la fuerza y destreza de un Alpha, tampoco poseía la delicadeza de un omega, brillaba por su gran fuerza de voluntad.

María, en cambio, desde pequeña conciente de que era una omega que rechazaba su rol. Era fuerte, decidida, rebelde. No necesitaba que nadie la protegiera ni de vínculos que limitaran su libertad. Su talento como actriz creció junto con su carácter, y pronto fue conocida no solo por su belleza, sino por su capacidad de dominar cualquier escena.

Ambos se conocieron en una audición televisiva cuando eran adolescentes. Chiaki había ido como parte de un pequeño grupo idol que apenas comenzaba; mientras que María, había sido invitada para ser jurado y evaluar nuevos talentos. Fue un encuentro breve, pero intenso.

-¿Un beta intentando ser idol? -comentó ella con una sonrisa burlona, mirándole de reojo con interés.

-Ser beta no es una desventaja. Es solo otra forma de luchar - Chiaki le respondió con una gran sonrisa y confianza, haciendo que la omega se quedara mirándolo por más tiempo del que hubiese querido.

Ese fue el inicio de una extraña coincidencias ya que ser veían en eventos, campañas, y cada vez que lo hacían, discutían. María no toleraba su actitud tan heroica y optimista, mientras que Chiaki encontraba divertido la forma en que María se negaba a ser encasillada como una delicada omega.

El tiempo pasó, y ambos se convirtieron en figuras públicas muy reconocidas y queridas. Chiaki, aunque aún no era tan famoso como otros idols Alpha, tenía una base de fans fiel gracias a su esfuerzo y sus valores. María, que ya era una estrella consagrada. Aunque parecía tenerlo todo, en el fondo se sentía sola: los vínculos que se esperaban de ella como omega la ahogaban, y el mundo solo la quería ver cumplir su papel.

Fue en un evento benéfico donde sus caminos volvieron a cruzarse más de cerca. Ambos fueron asignados como embajadores de una campaña infantil y debían trabajar codo a codo durante varias semanas. Al principio, todo fue lo mismo: desacuerdos, comentarios sarcásticos, silencios incómodos. Pero poco a poco, comenzaron a ver más allá.

-No entiendo por qué siempre sonríes —dijo ella con los brazos cruzados, mientras caminaban agotados tras visitar un hospital infantil.

-Porque si no sonrío yo, ¿quién lo hará? A veces, eso puede cambiarle el día a alguien… como a ti por ejemplo- contestó él con una amplia sonrisa.

María se quedó callada. Por primera vez, no tenía un comentario punzante que decir.

Los días se transformaron en semanas, y la relación que tenían también cambió. Los roces se volvieron bromas, las miradas, más largas. Pero ninguno se atrevía a dar el primer paso. Un beta y una omega no era una combinación habitual, y ambos sabían que sus agencias y el público no los aceptarían tan fácilmente.

Hasta que un día, María entró al camerino de Chiaki con los ojos llorosos por la rabia y un papel arrugado en la mano.

-Me han emparejado oficialmente con un alpha. Para mejorar mi imagen pública... Quieren que finjamos ser pareja, y si todo sale bien, formalizar el lazo. No me preguntaron, solo lo decidieron. Dicen que es lo mejor para mi carrera -le dijo mientras cerraba fuerte el puño.

Chiaki sintió una opresión en el pecho. No era justo. No para ella.

-No tienes que hacerlo si no quieres -dijo él tomando su mano- No estás sola, Maria. ¿Vamos a escaparnos juntos que te parece? .

-¿Qué estás diciendo? -

-Lo que oiste. No eres una mercancía para vender. Tú eres tú, libre. Vamos lejos. Dejemos esta ciudad, aunque sea por un tiempo.

Ella lo miró, incrédula… pero con esperanza. Por una vez en su vida, alguien no la deseaba por lo que representaba, sino por lo que era.

Y así, sin pensarlo demasiado, lo hicieron.

Se fueron lejos, sin anunciarlo a nadie. Sus agencias intentaron buscarlos, pero poco a poco la noticia dejó de interesar cuando nuevas caras llenaron los titulares. Chiaki y Maria encontraron refugio en un pueblo tranquilo, cerca del mar. Rentaron una pequeña casa y comenzaron a vivir una vida más sencilla, alejada de cámaras, contratos y falsas apariencias.

Chiaki trabajaba cantando en pequeños eventos, y Maria daba clases de actuación a niños. Por primera vez, se sintieron completos.

-No puedo darte feromonas, ni un vínculo definitivo - le dijo él una noche mientras caminaban por la playa-. Pero puedo darte mi lealtad, mi esfuerzo y este corazón que siempre va a pelear por ti.

Maria lo abrazó fuerte. Nunca nadie le había dicho palabras tan reales.

- Y eso es todo lo que siempre he querido -

Pasaron los años. Ella decidió no usar supresores, y cuando llegó su celo, Chiaki no la evitó, sino que se quedó a su lado. No hubo vínculo creado debido a las feromonas, pero hubo amor, respeto y comprensión. Eligieron estar juntos cada día, no por instinto, sino por decisión.

Eventualmente, Maria volvió a actuar en pequeños proyectos independientes, mientras Chiaki alcanzó notoriedad en una unit nueva que valoraba su talento más allá de su condición.

Pasaron dos años desde que Chiaki y Maria dejaron atrás el brillo forzado del espectáculo para vivir una vida más tranquila. En ese tiempo se encontraron con críticas y rumores infundados. Pero también descubrieron el calor de una casa compartida, la paz de los días sin cámaras y la fuerza de un amor que se eligió cada día.

Maria siempre pensó que no quería tener hijos. Había pasado tanto tiempo luchando contra lo que los demás esperaban de ella como omega, que la maternidad se le hacia como una cadena más. Pero algo cambió. No fue repentino, ni siquiera intencional. Solo lo supo una mañana de primavera, al despertarse con náuseas y el corazón latiéndole más rápido de lo normal.

Fue al médico sola, sin decirle nada a Chiaki. Tal vez era una falsa alarma. Tal vez era algo más. Pero cuando le entregaron el resultado del análisis, se quedó sin aire:

-Estoy embarazada-

Se sentó en silencio en la banca del consultorio, mirando sus manos temblorosas. Chiaki era un beta. Las posibilidades eran ínfimas, casi nulas. Pero aún así… estaba ocurriendo.

Esa noche, Chiaki la recibió como siempre: con una sonrisa cálida y el delantal puesto, pues había intentado cocinarle algo que no quemara por primera vez en días.

-Mariaaa~ ¡esta vez no arruiné el arroz!… ¿estás bien?

Ella lo miró. Llevaba semanas pensando en lo que le diría si esto pasaba. Había escrito discursos en su cabeza. Pero al verlo ahí, tan animado como siempre, no sabía que decir.

- Chiaki tengo que decirte que estoy embarazada- dijo, simple, como si fuera la cosa mas normal del mundo.

Chiaki dejó caer la cuchara de madera al suelo.

- ¿Qué?-

-Que estoy esperando un bebé,a nuestro bebé-.

Hubo un silencio. Un silencio tan grande que Maria pensó que él iba a entrar en pánico. Pero entonces, Chiaki corrió hacia ella y la abrazó, con fuerza pero con cuidado, como si tuviera miedo de romper algo frágil.

-¡Vamos a ser padres! ¡Maria! ¡Un bebé! ¡Soy la persona más feliz del mundo!!!!!-

Ella soltó una risa nerviosa, una de esas que solo Chiaki podía provocar.

- No te emociones tanto, aún no sabemos si todo irá bien. Tú eres beta,asi que no se supone que sea posible…

-¡Pero lo es! ¡Está ocurriendo! Y no importa cómo llegó, ¡voy a protegerlos a los dos!-

Y lo hizo. Desde ese día, Chiaki se convirtió en un guardián 24x7. Estaba en cada cita médica, cocinaba usando recetas (aunque eso no mejoraba mucho el sabor), decoró la casa con dibujos de bebés y hasta empezó a leer libros de crianza todos los días antes de dormir.

Maria, por su parte, tuvo un embarazo complicado. Su cuerpo de omega no reaccionaba bien porque no tenía feromonas alpha tranquilizantes. Hubo mareos, cansancio extremo, momentos de debilidad. El médico les explicó que, aunque no hubiera un lazo por feromonas, el cuerpo aún lo “esperaba” por instinto.

-Podrías considerar un vínculo artificial- le dijo el doctor-Podría activar una respuesta hormonal y con eso se estabilizaría el embarazo.

Pero Maria negó con la cabeza.

-No señor. Este hijo es fruto de mi elección, no de una imposición de los instintos.

Y Chiaki, aunque preocupado, respetó su decisión. Se esforzó aún más en estar presente, ayudando con todo, incluso cuando ella se mostraba irritable o vulnerable. Nunca le hizo sentir que era una carga.

Una noche, cuando Maria se despertó sobresaltada por un sueño extraño, lo encontró a su lado, acariciándole el vientre suavemente mientras murmuraba:

-Gracias por elegirme, pequeño o pequeña te voy a querer mucho-

Y Maria lloró en silencio. Porque en ese momento comprendió que, más allá de todo lo que había renegado del destino, esa vida creciendo dentro de ella… sí la quería.

El parto fue difícil. Maria entró en trabajo de parto antes de lo esperado, y tuvieron que trasladarla de urgencia al hospital más cercano. Chiaki no la soltó ni un segundo. Estaba asustado, tembloroso, pero su voz no temblaba cuando le decía:

-Aqui estoy contigo,asi que descansa vas a estar bien-

Y así, después de muchas horas y esfuerzo, nació una pequeña niña de cabello oscuro y ojos intensos como los de su madre. Chiaki la sostuvo en brazos por primera vez con lágrimas cayéndole por las mejillas.

-Hola, pequeñita … bienvenida al mundo-

Maria se encontraba agotada pero estaba muy feliz de ver a su hija junto a Chiaki.

La noticia del nacimiento fue discreta. Solo sus familiares y amigos cercanos lo supieron. No hubo conferencias, ni anuncios. No hacía falta.

Los meses pasaron, y con cada día que pasaba, Chiaki demostraba que no hacía falta ser alpha ni omega para ser un buen padre. Lo único que hacía falta era amor, paciencia… y determinación. Esa que siempre había tenido.

Maria, no dejó de ser firme, pero se le veia más feliz.

Con el tiempo, ambos volvieron poco a poco al mundo del espectáculo, pero bajo sus propios términos. Maria como directora de teatro independiente, y Chiaki como mentor de nuevos idols sin importar su clase. Eran una familia feliz que nació después de superar los problemas del destino.

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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Sayi on June 30, 2025, 09:20:00 PM »
Hola coca colas



“¿Quieres tomar algo?”

Taikoubou jamás hubiera pensado en escuchar semejante invitación de parte del Rebel de Sayi. El mismo que tanto daño les había causado en la última guerra HiMe Rebel. Pero al parecer, el tiempo si sana todas las heridas.

O al menos, cinco años las hace tolerables. Pues ahora estaban los dos ahí, esperando a que la mesera regresara con sus bebidas.

“¿Qué tal es Beijing, Taikoubou?” Le preguntó el castaño. Al parecer en un intento de romper el hielo, pues el peligris no le había dirigido palabra alguna desde que aceptó la invitación.
“Bien” se limitó a decir “Pero me imagino que realmente no te interesa saber de ello”
Soujirou alzó las cejas y sonrió para si mismo. “Ouch” murmuró, pero tampoco le refutó.

Nunca habían sido amigos, ni compañeros, ni conocidos. Y jamás lo serían. Taikoubou sabía que Soujirou se había aproximado a Sayi desde que esta batalla HiME/Rebel, intentando brindar información sobre su nuevo Rebel, o incluso advirtiéndole de próximos ataques. Y aunque pareciese que sus intenciones eran con intención de reivindicarse, al menos en ojos de Sayi, el no se lo creía por un segundo.

Algo estaba planeando. Quizás, por ahora, podría no tratarse de lastimar a su HiME, pero tras esa perpetua sonrisa de ojos fríos, había algo oculto que se guardaba bajo la manga.

La mesera llego con sus bebidas, las sentó en la mesa y tras asegurarse que no necesitaran nada más, les dejó a que retomaran su silencio.

Silencio que Taikoubou se hartó de mantener.

“¿Por qué has venido a verme, Soujirou?”

El castaño tomó un sorbo de su te negro antes de responder.

“Quería ver como te estaba yendo. He visto a Sayi periódicamente, y ahora que estas de nuevo en Japón, pensé que valía la pena formar un hilo de conversación. En caso pudiera serte de ayuda”
“¿Ayuda? ¿Por qué querrías ayudarme?” Respondió. Así como venia pensando, su actitud no tenía explicación “Si hace cinco años querías matar a Sayi, y no te importaba lastimarnos a todos”
“Hace cinco años, si” dijo el castaño “Pero eso es pasado. Y ahora soy su único contacto dentro de Rizembool. Y puedo ofrecer información”
“Pero por qué—“ se detuvo. Suspiró para si mismo, intentando no dejar que la frustración nublara su juicio “¿Por qué deberíamos confiar en ti? ¿Por qué quieres ayudarnos ahora?”

Soujirou depositó la taza en la mesa. Taikoubou estudio su rostro, y para su sorpresa, puro jurar ver algo que no había visto hacer aparición en sus ojos.

“Me interesa el bienestar de Sayi” respondió “Su Rebel es un hombre muy peligroso, y no quiero que pierda su vida peleando”

Acaso ello era… ¿preocupación? No, no era posible.

“Ello no responde mi primera pregunta” continuó Taikoubou
“Si la responde. El problema es que no me crees, y lamentablemente no puedo hacer nada al respecto, a menos que decidas darme una oportunidad” respondió Soujirou, encogiéndose de hombros. Su única muestra de emoción ya había sido reemplazada por su eterna sonrisa “Y por eso vine a verte hoy”

Retiró una tarjeta de su billetera y la deslizó hasta el peligris. Taikoubou tomó el papel sin despegar los ojos del castaño. Se dió un segundo para ver que se trataba de su tarjeta de presentación, con su información de contacto.

Con la reunión terminada, Soujirou se puso de pie.

“Ya se lo he dicho a Sayi, pero te advierto a ti también: Su Rebel esta preparando un ataque fulminante dentro de poco tiempo. Te toca protegerla” se despidió “Ahora que tienes los medios para hacerlo”
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HiMEverse / Re: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back
« Last post by Eureka on June 30, 2025, 07:12:13 PM »
A mimir






“Así que… eres un Child.” Eureka sentía que no podía creer lo que veía… aun cuando Neuvillette había sido un caso más difícil de procesar.

O incluso Soul, que había sido su arma.

Tal vez varias cosas de las HiMEs seguían sin tener sentido aun cuando ya llevaba lidiando con ese tema por varios años.

“¡Mjum!” Venti asintió y bajó de la rama de un salto, quedando a metro y medio de ellos.

Eureka y Oikawa se pararon para acercarse a él y poder hablar con más comodidad… porque girar la cabeza desde la banca para verlo les iba a dar torticolis tarde o temprano.

“¡Y ustedes son…!” Venti les sonrió.
“Yo soy Eureka Suoh,” se presentó la HiME. “Y él es Tooru Oikawa.”
“¡Ah! Gojo los mencionó.” El Child asintió. “Dijo que me salvarían.”
“…”
“Bueno, ya escuché sus problemas, así que no se preocupen. ¡No lo vean como una obligación!”
“No sé…” Eureka desvió la mirada. “Ahora que te conocemos, es un poco más difícil ignorar el tema.”
“¡Sí! ¡No vamos a ser tan desalmados como para dejarte a tu suerte ahora que ya sabemos quién eres!”
“Awww, qué lindos~ ¡Yo sabía que Gojo no se equivocó al escogerlos a ustedes!”
“…En parte sí, ¿no crees? Porque no somos la solución inmediata que planteó.” Eureka suspiró. “Lo siento. Supongo que su plan de hacerte mi Child sonaba genial.”
“Pues sí, era muy perfecto para ser cierto. Pero no todo está perdido.”
“¿Por qué lo dices?” Oikawa ladeó la cabeza, muy confundido. “Tenemos que buscarte una HiMe y el tiempo no está precisamente de nuestro lado…”
“Además, no eres el único que necesita HiME. Mi antiguo Child también necesita una…”
“Es cierto. Pero confío en que lo lograrán~ Aunque insisto: no es una obligación. ¡Tómenlo… como una misión alternativa! ¿Como las de los videojuegos? Y tranquilos, no lo harán gratis, por supuesto. Como Gojo me avisó de esto, le planteé que podría ayudarlo a entrenarlos. Eso también incluye a tu nuevo Child, Eureka.”
“¿A Neuvillette?”
“¡Exacto!” Venti la señaló con una sonrisa y luego, juntó sus manos detrás de su espalda y comenzó a balancearse en su sitio. “Creo que maneja poderes distintos a los míos, pero hay cosas básicas de los Child que yo, un veterano, puedo enseñarle.”
“Mm… está bien.” Eureka asintió. “¿Me podrías dar tu número?”
“¡Sí, claro!” Venti sacó su celular al mismo tiempo que la HiME. “¡Intercambiemos números! Y también quiero el tuyo, Oikawa.”
“…¿Eh? Ah, sí, claro.” Oikawa sonrió.

Eureka y Oikawa no tardaron en poner sus números en el celular de Venti, y él hizo lo mismo en los teléfonos de la HiME y del key. Una vez todo resuelto, los celulares volvieron a sus dueños.

“Me cuesta pensar en un Child con celular… aunque si Mona hubiese tenido una forma humana, le habría comprado uno.”
“Eso tendrás que hacer con Hakuryuu-chan.”
“…Es cierto.” Eureka suspiró. “Bueno, ya nos tenemos que ir, Venti. Mi Child me espera y también tengo clases.”
“Yo también.”
“¡No se preocupen! Ya nos veremos en el primer entrenamiento que tendrán con Gojo.”
“¡Cuídate!”
“¡Cuídense~!”

Eureka y Oikawa le ondearon la mano a la vez que volvían a los pasillos para regresar a la oficina de Gojo. Venti se despidió de la misma forma, pero en vez de caminar a algún lugar o regresar a su cómodo asiento en la rama del árbol, se convirtió en un pequeño ser de luz y voló fuera de las instalaciones de la Facultad.

Eureka se preguntó si era algo normal de ver en este lugar. Ya luego le preguntaría a Gojo si tenía razón o no.




“¿Qué tal su charla?”
“…Nos distrajimos con Venti.” Eureka suspiró. “Y sospecho que todo fue parte de tu plan, ¿no?”
“¡Bingo!” Gojo sonrió de oreja a oreja. “Aunque si les sigue preocupando Neuvillette-chan, yo puedo quedarme con él, como dije.”
“…” Eureka suspiró. “Bueno, al menos por una o dos semanas no me vendría mal.”
“¿Por qué, Eureka-dono?” Neuvillette la observó, curioso.
“Lo lamento.” Ella lo miró con pena. “Me encantaría que te quedes conmigo en la mansión HiME, pero no puedes entrar… aun si eres un Child. Oikawa y yo hemos quedado en que nos mudaremos juntos y podrás vivir en ese lugar, pero para eso debemos buscar un departamento y avisarle a su amigo y…”
“Wow, wow. ¿No creen que están muy jóvenes para convivir?” Gojo se burló de ellos con la mirada.
“¡¿C-Convivir?!” Oikawa se puso rojo hasta las orejas.
“¿Estás sordo, sensei?” Eureka puso los ojos en blanco. “Dije que también vamos a vivir con Neuvillette y el amigo de Oikawa, Iwaizumi.”
“Ah. Yo imaginaba que se estaban preparando para el matrim…”
“¡EN FIN!” Oikawa lo interrumpió de golpe. “Yo tengo clases y Eureka-chan también. ¡Debemos irnos!” Y se lanzó a tomar del brazo a su amiga.
“¡Pero quiero acordar lo de Neuvillette con Gojo!”
“…E-está bien.”
“Si tienes que irte, adelante.” Eureka le sonrió. “Igual ya me ayudaste un montón, no te preocupes.”
“…¿Segura?”
“Sí, sí. Yo ya perdí clases, pero no quiero que también te pase lo mismo a ti. Tranquilo, ve.”
“Bueno. Pero luego me cuentas en qué quedaron y todo. Además, tenemos que conversar sobre lo del departamento… y tengo que contarte qué dijo Iwa-chan.”
“¡Ajá!” Eureka asintió. “Nos vemos, cuídate.”
“Cuídate, Oikawa-chan~”
“…” Neuvillette solo asintió en silencio como despedida.
“Nos vemos…” Oikawa les ondeó la mano antes de salir de la oficina y cerrar la puerta tras de él.
“Oye, sensei…”
“¿Mm?” Gojo le sonrió. “¿Qué pasa?”
“¿No hay forma de que Venti le enseñe a Neuvillette… a hacerse chiquito?”
“Ah, ¿como su forma de hadita? Haha, se ve tan gracioso~”
“Sí… Bueno, supongo que en el caso de Neuvillette, sería un dragoncito.”
“Podría intentarlo,” dijo Neuvillette. “Aunque no estoy seguro de que el resultado sea satisfactorio, Eureka-dono.”
“Tranquilo, justo por eso pienso que Venti podría enseñarte a hacerse más pequeño… o al menos lo suficiente como para que entres en mi cuarto.”
“¿Por qué? ¿Ya te desanimaste de la idea de convivir con Oikawa y su amigo?” Gojo la observó, curioso.
“¡No… no!” Eureka negó con la cabeza. “Es solo que… no quiero meterlos en apuros. Además, las olimpiadas están a la vuelta de la esquina y sé que los chicos del equipo amateur de vóley les pedirán que los apoyen.”
“Mm… ¿Estás segura de que ese es el único motivo?”
“S-sí…”
“Ese ‘sí’ no suena muy segu—”
“¡Que sí, hombre!” Y lo fulminó con la mirada. “En fin. ¿Tienes que hacer algo ahora, sensei?”
“Nop, pero tú tienes clases. ¿O piensas faltar de nuevo?”
“Tengo que comprarle ropa a Neuvillette… y pensé que sería bueno que me acompañes.”
“Pero detestas mi sentido de la moda.”
“¡Exacto! Le compraré todo lo opuesto a lo que sugieras.”
“…” Gojo soltó una risotada. “Está bien, me convenciste.”

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SeeDs in the Garden / Re: SeeDs in the Garden – revival
« Last post by Kora on June 30, 2025, 04:30:24 PM »
Cuando estás en una competición de abrir nuevas tramas en la historia pero tu rival soy YO



Galbadia, 150 años antes
El amanecer se filtraba entre los árboles frente a Cassian, iluminando su camino. El sol apenas comenzaba a salir, y la mayor parte del gélido paisaje seguía envuelto en las sombras de la noche. La capital no despertaría hasta dentro de una o dos campanadas más, pero el día les exigiría cada momento de luz disponible para la travesía.

Cassian se hallaba frente a un sendero boscoso, a cierta distancia al sur de Galbadia. Llevaba un abrigo oscuro con ribetes de piel negra en el cuello y el dobladillo, y debajo su uniforme de campaña, cerrado hasta el cuello. Una bufanda colgaba suelta de su cuello, los extremos ondeando con el viento. Una mochila pesada se aferraba a sus hombros.

El frío no podía tomarse a broma en aquella parte del país. A unos pocos pasos de la seguridad de las bases militares, esperaba la muerte. Solo gracias a su ingenio habían sobrevivido sus antecesores. Y si no se mantenían alerta, ese mismo destino les reclamaría sin piedad.

Una escolta de la casa Domine le traería a Lievran hasta su ubicación. Aún se encontraba dentro del rango visual de Galbadia; nadie sería lo bastante temerario como para tenderles una emboscada allí. Había considerado la posibilidad, por supuesto, pero la probabilidad era lo suficientemente baja como para que su porte seguro de sí mismo no fuera simple fachada.

Lievran. No se habían vuelto a ver desde aquel encuentro fortuito en la infancia. A esas alturas, ambos debían haber conocido a muchas otras personas, acumulado años de experiencias. Tal vez sus recuerdos mutuos se hubieran vuelto borrosos... o quizás seguían tan nítidos como el primer día.

Cassian no lo había olvidado. Lo recordaba claramente, la primera ficha sobre el tablero de estrategia de su padre.
Durante sus años en la Academia, su abuelo y los Domine habían cultivado con esmero esa alianza. Los patriarcas de los Solane no eran hombres escrupulosos. Sus inversiones preferidas eran la fuerza, la seguridad y la estabilidad.

Durante un permiso, su padre le había invitado a diseñar una operación para debilitar a los principales agentes de sus detractores comunes. Era una jugada arriesgada: sacrificar un caballero y un alfil para eliminar una fila de peones. Pero eran riesgos calculados con precisión quirúrgica. Un heredero de Domine hubiera sido un cebo más apeteceible, sin duda, pero quizás se habían negado, considerando que estaba por debajo de su estatus... o quizás Lievran valía lo suficiente por sí solo. Lo habían exhibido lo bastante como para que su valor como objeto, tesoro y activo quedara claro para todos.

Al final, se había decidido que él acompañaría a Cassian Solane –ya entonces reconocido como ingeniero teniente–, quien portaba un encargo importante con destino a uno de los asentamientos del sur, al norte de Corvos, donde los rumores decían que había una instalación científica secreta. Tal información había sido proporcionada también a espías enemigos, cuidadosamente filtrada.

Cassian aguardaba su llegada con una expresión pensativa en el rostro.

El crujir de la nieve bajo sus botas le alertó. Avanzaba con pasos silenciosos y deliberados, como le habían enseñado. Vestía ropajes oscuros y ajustados, preparados para el movimiento, lo bastante elegantes como para ser reconocido como un retén de los Domine, sin ostentación innecesaria.

Lo reconoció antes de que Lievran lo viera a él. Había crecido, su cuerpo era más firme, más seguro. Pero aún conservaba esa misma aura... Cassian la recordaba. La mirada que le dirigió fue más larga y aguda que la que guardaba en su memoria.

El otro se detuvo a una distancia prudente, le mostró respeto, y pronunció su título con una cortesía medida. Su voz era comedida, su gesto neutral, sin alegría ni rencor. Era el tono de alguien que sabía que incluso recordar un momento cálido del pasado podía ser visto como una imprudencia.

Cassian escuchó sin mover un músculo. Aquel saludo... tan correcto, tan estudiado. "Lievran de Domine." Un nombre que en su infancia le pareció exótico, casi bonito. Ahora entendía bien lo que significaba: un recordatorio constante de su lugar. Un nombre que arrancaría sonrisas veladas o miradas de superioridad en los salones de poder.

Su rostro no mostró burla, pero tampoco calidez. Solo atención. Observó a Lievran con la misma precisión con la que estudiaba un plano o una formación enemiga.

Era la misma persona. Pero no lo era.

El rostro afilado, endurecido por los años. El cuerpo ya no era esbelto por fragilidad, sino por forma física. Podría no igualarlo en tamaño, Cassian estimaba que le sacaría quince centímetros de altura, pero tal vez lo superara en velocidad. Lo confirmaría en el camino.

Se preguntó si Lievran lo recordaba, si aquella noche había quedado grabada también en su memoria. O si la ignoraba por pura supervivencia. Fuera cual fuese la razón, Cassian no se lo recriminaría. Él no había conquistado provincias. No había inventado maravillas. Pero después de esa misión, nadie olvidaría su nombre.

–Tal y como esperaba –respondió, cortante pero sincero–. Tu cooperación se agradece, Lievran.

Cuando sus miradas se cruzaron, Cassian sostuvo la de Lievran con intención. Hablaba con franqueza. Estaba pidiéndole más de lo que había dicho, y lo sabía.

–Ven –ordenó luego, con un leve movimiento de cabeza hacia el sendero.

Giró sin esperar respuesta y echó a andar con paso firme. Ya no había tiempo que perder, y caminar sería la única manera de entrar en calor.

–¿Te han informado de tu misión? –preguntó sin volverse.

La respuesta llegó enseguida, con calma. Una nube de aliento acompañó las palabras.

–Sí, mi señor. Debemos acompañar un envío de suministros hasta los límites de Corvos. Material sensible, me han informado –Lievran respondió–.  Mis órdenes son asistirle y asegurar que el transporte llegue intacto. Estoy familiarizado con el procedimiento, ya que no es mi primera misión de escolta. No le decepcionaré.
Ni una queja, ni una pregunta. Tal como se esperaba de un retén.

–Vaya. Pareces muy seguro de ti mismo –respondió Cassian.

–Mi confianza no es un privilegio, mi señor. Es un requisito. Mi señor no me habría enviado si creyera que podría fallarles –dijo, con la voz templada por la disciplina.

Cassian lo observó con atención. En ningún momento se había disculpado por debilidad; solo por la posibilidad de haber parecido arrogante. Levantó una mano a medio camino, cortando la disculpa sin dureza. No hacía falta decirlo: ni uno ni otro tenía opción de cuestionar esa decisión. Cassian sabía que, si fracasaban, las consecuencias para él serían duras… pero para Lievran, probablemente definitivas.

–Lo entiendo –respondió–. Tu presencia es la promesa de Lord Domine sobre tus capacidades. Cuéntame sobre ellas, retén.

Entonces, Lievran volvió a hablar, esta vez con la precisión de quien recita un informe.

–He sido entrenado en armas de corto alcance y combate cuerpo a cuerpo, especialmente con sable-pistola. También cuchillos. –Su mano rozó el mango de su arma–. Domino la navegación en bosque y la supervivencia en climas fríos. Mis deberes principales han sido escolta y protección, ya sea para Lord Domine o sus hijos.

Cassian asintió con un leve murmullo. No necesitaba añadir nada. Eso ya lo sabía, pero escucharlo de boca del propio Lievran le confirmaba algo que intuía: no estaba simplemente cumpliendo una orden. Estaba preparado para algo más.

–Nuestras habilidades se superponen –comentó Cassian con neutralidad. Había visto la forma en que el viera se movía. Sabía lo que eso implicaba. Lo que podía esperar de él… y lo que él podía esperar de Cassian.
Y cuando Lievran añadió, con igual calma:

–Si existen otras expectativas para las que deba prepararme, haré todo lo posible por adaptarme.

Cassian casi tropezó, apenas un paso mal dado, pero lo sintió en todo el cuerpo. Lievran no lo había dicho con segundas intenciones, pero Cassian escuchó la sombra de una pregunta no formulada. ¿Qué sabía? ¿Sospechaba algo? Había algo en su tono que le decía que no podía subestimar al viera.

No respondió de inmediato. En su lugar, volvió a caminar. Y tras unos segundos, habló, con la voz firme:

–Has navegado por bosques traicioneros, incluso en los peores climas, supongo. Describe los peligros que prevés en nuestro trayecto.

Si había alguien con más experiencia de los dos atravesando los peligros de las provincias de Galbadia, probablemente era Lievran. Y Cassian necesitaba saber exactamente con quién contaba… y qué había detrás de esos ojos entrenados para no revelar nada.

–El peligro más inmediato se encuentra en el entorno, mi señor. Estas tierras están pobladas por bestias: osos, lobos, y en el peor de los casos, un coeurl de montaña. El frío en sí es una amenaza constante: ventiscas, vientos cortantes, incluso nevadas intensas. Algunos tramos del sendero son inestables, con riesgo de desprendimientos de hielo o lagos congelados ocultos. Un paso en falso puede ser letal.

Cassian asintió brevemente, aceptando el informe sin comentarios. Era lógico. Los datos eran sólidos. Aun así, no era eso lo que le interesaba.

–Las bestias habitaron estas tierras antes que nosotros –dijo en voz baja, casi más para sí que para el otro–. Siguen siendo sus verdaderas dueñas. Nosotros sobrevivimos por adaptación. Y conviene recordar que esa es nuestra única ventaja en un lugar como este.

Cassian no era de subestimar al enemigo. Nunca lo hacía. Ni siquiera si era un simple lobo.

–He traído suministros suficientes para afrontar varias emergencias –añadió, sin dar más detalles. Lo que él consideraba preparación iba más allá de cuerdas y raciones. Pero no era momento de entrar en eso.

Lievran hablaba con una compostura que Cassian reconocía: no era solo disciplina, era el reflejo de años de acondicionamiento. Cada palabra meditada, cada gesto contenido. Sin embargo, hubo algo en su tono al final, apenas una inflexión, que encendió una chispa de alarma en Cassian. No porque creyera que el viera intentara desobedecer, sino por lo contrario: por lo mucho que había detrás de su obediencia.

Lo que realmente le interesaba era ver si Lievran llegaría a las mismas conclusiones que él. Y entonces, el viera lo hizo.

–Dudo que encontremos bandidos –continuó Lievran–. Son pocos los que sobreviven aquí lo suficiente como para organizar emboscadas. Y para los que pueden, simplemente no vale la pena. El clima juega a nuestro favor, supongo.

Hasta ahí, Cassian estaba de acuerdo. Pero luego, vino la parte importante.

–La única posibilidad de cruzarnos con otras personas sería si otro grupo estuviera recorriendo esta ruta en dirección opuesta… o si se hubieran adelantado y encontrado problemas.

Pausa. Cassian inhaló profundamente.

–De lo contrario –dijo, y aunque su voz seguía siendo neutral, Cassian sintió el peso de las palabras–, si hay alguien más allá fuera… sabrían que estamos aquí. Y querrían detenernos.

Eso era. Exactamente eso. El pensamiento que había evitado poner en voz alta. Lo que ambos sabían, pero ninguno se atrevía a afirmar del todo. Cassian se detuvo un instante, solo lo suficiente para mirarlo de reojo con intensidad.

No reaccionó con alarma, ni con desaprobación. Solo silencio. Estaba satisfecho. Lievran no era ignorante. Lo había sospechado desde el principio, pero ahora lo sabía con certeza.
Una mente como la suya –la que sabía qué decir, y qué no– podía marcar la diferencia en lo que se avecinaba.

Cassian se volvió de inmediato. Permaneció de espaldas a Lievran, pero las comisuras de sus labios se alzaron apenas, por un instante fugaz, con una sonrisa contenida. No estaba preocupado por el hecho de que Lievran supiera –o hubiera deducido– la verdad. En realidad, estaba... encantado.

Cuando al fin se giró para mirarlo, lo favoreció con una mirada directa. Su expresión era impenetrable, pero en sus ojos brillaba algo distinto. La severidad que siempre lo acompañaba se disipó, aunque solo fuera por un momento.

–Muy bien –susurró, con una reverencia casi solemne. No lo dijo como quien aprueba un informe: lo dijo impresionado. Por más que intentara ocultarlo, un leve destello de admiración se coló en su mirada–. Es sabio contemplar todos los escenarios posibles. Incluso los menos probables.

Recordaba haber atisbado la inteligencia de Lievran desde niños, en los juegos que compartieron. Afortunadamente, había mantenido su mente en forma. Era una satisfacción que Cassian sólo podía guardarse para sí mismo, pero igualmente genuina.

Sin embargo, no era suficiente para que Cassian se sincerara con él. Todavía no. No mientras Lievran no descubriera por sí mismo cuál era su papel en todo aquello. Aun así, el hecho de que no hubiera descartado la posibilidad de una traición tan temprano en la travesía... quizás le daría al viera algo más en qué pensar sobre la verdadera naturaleza de su misión.

A menos que Lievran lo detuviera, Cassian volvió a mirar al frente y siguió caminando, sin añadir nada más. El silencio no era incómodo. Simplemente, no inició conversación por un buen rato. Aunque, si Lievran decidía hablar, le respondería sin dudar.

Caminar entre los árboles trajo consigo un silencio que Cassian no sabía que había necesitado. La nieve amortiguaba cada paso, y el aire helado mantenía su mente clara, despierta. No había torres de maquinaria negra ni el eterno zumbido de la capital a su alrededor. Solo bosque. Solo aliento. Solo el ahora.

Aunque el frío se colaba ya por los pliegues de su abrigo, lo soportaba sin quejarse. Era parte de lo que lo mantenía despierto. Vivo. Para Cassian, aquello no era una incomodidad: era un recordatorio de por qué amaba el campo. De por qué prefería esto a los pasillos sofocantes de Galbadia.

Pero no caminaba solo.

Lievran lo seguía en silencio. Cassian, de vez en cuando, miraba por encima del hombro, estudiando la figura que marchaba detrás de él. Se preguntó si el entorno le evocaba algo. Si recordaba de dónde venía. ¿El bosque lo tranquilizaba o lo humillaba? ¿Veía libertad en los árboles… o una jaula más grande?

La primera dificultad de su viaje no tardó en presentarse. Un par de horas más tarde, el aire se había vuelto apenas más templado, lo suficiente para provocar un deslizamiento.

Un alud de nieve y piedras sueltas se había desprendido durante la noche desde el risco adyacente, formando una acumulación irregular justo en medio del sendero previsto. Los árboles cercanos, apiñados entre sí, habían detenido el avance de la nieve y ofrecían una posible ruta alternativa a través del bosque. Sin embargo, la densa copa de los pinos bloqueaba la ya escasa luz del sol.

Podían intentar trepar por encima del obstáculo, pero no había garantías de un terreno firme. Y si lo hacían, había riesgo de que más nieve se desprendiera desde lo alto mientras se esforzaban por avanzar. Sus ojos no se apartaron del horizonte, pero su atención se centró enteramente en Lievran cuando este llevó un puño cerrado a la barbilla, mirando más allá del bosque que los rodeaba.

Cassian se detuvo al borde del obstáculo, evaluándolo. No lo dijo, pero en su mente, la prueba había comenzado.
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