Let us pretend I don't have an endless day tomorrow (...) Uhh al menos escarbé un par de icons perdidos en la inmensidad, tengo que ponerme con eso...
116.3.
…
El ambiente festivo y concurrido de todos los asistentes también se extendía a Rizembool, quizás de la misma manera, por más que las universidades tenían sus múltiples diferencias. Las actividades ocurrían entre ambas sedes por igual, y con la movilidad que las conectaba, daba la impresión que las universidades eran aliadas, y prácticamente una sola.
Y si bien los propios estudiantes y locales sabían mejor que creerlo, al menos todos en general podían disfrutar de la presente tregua, en su mayoría.
Suishinshi se encontraba leyendo un reporte, y una vez terminó de revisarlo, procedió a guardarlo en su mochila, para dar un frustrado suspiro. Este era acompañado por Taikei y ambos ocupaban una mesa de una cafetería llena de personas, donde pasaban bastante desapercibidos.
“Pues bien… lo llevaré donde Minamoto-sama,” concluyó, con cierto agotamiento, para entonces recobrar su inmutabilidad. “Agradezco la información, Taikei.”
“¿Por qué siempre tienes que insistir en ese trato impersonal, hasta conmigo?” preguntó el peliplateado, con una mezcla de curiosidad infantil y ligera frustración. Este le sonrió. “No es que Minamoto-sama se encuentre aquí, sé más honesto con lo que piensas. Somos amigos, ¿no?”
“Yo sólo soy un mensajero. Mi deber era recibir este reporte completado por tu superior y evaluarlo para asegurarme de su contenido y poder dar un resumen a Minamoto-sama…” este miró a su dicho amigo de reojo, con leve impaciencia. “No es que tú debas recibir mis observaciones al respecto, ¿podrías no insistir?”
“Hm, pero ni que vayas a ser honesto con nuestro superior, ¿no? Heh, estaré trabajando para los Kamuro ahora, pero sigo siendo parte del equipo de Minamoto-sama, y conociéndolos a ustedes dos, tú no vas a ser honesto sobre tu parecer, y Minamoto-sama se aburrirá de que siempre andes tan insistentemente formal,” Taikei sonrió entretenido. “Pero si intentas ser honesto, seguro que te fastidiará o llamará la atención sólo para arruinarte el día.”
“…” Suishinshi entrecerró sus ojos. Lamentablemente, no tenía nada que decir que pudiera contradecir esas palabras. “¿Cuál es tu punto?”
“Antes de que te pongas a decir cosas como ‘ohh~ el líder de los Kamuro nos ha bendecido con su extrema gentileza y humildad de escribir un atinado y detallado reporte sobre la aparición de orphans cercanos a la inauguración el día de ayer a las tales horas de la noche~’, ¿qué tal si eres un poco honesto, al menos con alguien?” Taikei apoyó sus codos sobre la mesa, y su rostro sobre ambas manos, para mirar a su amigo con una sonrisa gatuna. “Lo digo porque ya le eché un vistazo a ese reporte.”
“No se supone que tú debiste haber hecho eso,” le recriminó.
“Y pues, sé perfectamente que tú no estarías gustoso de leer su contenido, ¿no es así?”
“…” terminó por rodar los ojos y dio un respiro antes de rendirse a entretener el pedido del otro. “…no que sea un reporte realmente detallado.”
“O sea, en cierta forma lo es, pero…”
“Minamoto-sama no está interesado en el cálculo de los daños materiales y en el log de los eventos transcurridos además de quiénes fueron vistos en medio de esa aparición…” el pelinegro negó un par de veces. “Los Kamuro se suponen que son un grupo que vigila el comportamiento de los miembros de Rizembool, pero su observación de los eventos del día anterior los hace más afines a testigos o como parte de los primeros que responden al llamado de una emergencia, mas no a un grupo realmente regulador. ¿Dónde se supone que están las observaciones sobre los causantes de esos estragos y las medidas o sanciones que se van a imponer a los culpables? No es que aquel grupo no lo haya hecho anteriormente, sobre todo en medio de un evento que involucra a muchos civiles.”
“Hmm… sí, ¿verdad?” Taikei ensanchó su curiosa sonrisa. “A mí también me pareció curioso la falta de ello mismo, y supe que te molestaría, Suishinshi.”
“Si sabías que esa iba a ser mi reacción, ¿por qué preguntas?” le cuestionó impaciente.
“Porque es bueno que vocalices esas cosas, a veces temo que en tu comportamiento serio te olvides de quién realmente eres,” Taikei se puso de pie. “¿Y quién sabe? Quizás Minamoto-sama te haga la pregunta sobre qué realmente piensas, así que puedes considerar mejor qué contestarle. Listo, ¿qué tal si vamos a tomar algo?”
“No, debo ir de regreso donde Minamoto-sama, tengo que entregarle el reporte personalmente,” dicho esto, el pelinegro también se levantó, y procedió a caminar fuera del recinto. “Debes tener competencias a las cuales participar, no te olvides.”
“¡Oh, espera!” el otro le dio el alcance y caminó a la par. “Pues, no tengo mucho que hacer, o sea, apenas participaré en kendo, pero como te puedes imaginar hay bastantes Rebels tenebrosos con pasados esquivos participando en las eliminatorias así que seguro me van a descalificar pronto.”
“¿Acaso tú no vas a ser un Rebel pronto? Imagino que el líder de los Kamuro espera que al menos llegues a una buena posición.”
“Sólo me exigió que participara, nada más, me dijo que no tenía otro requisito,” sonrió ampliamente. “Además mírame, Suishinshi. ¿Te parece que seré un Rebel tenebroso?”
“…” el otro le miró con reproche y continuó caminando.
“Oye, ¿por qué te molestas? Digo la verdad, ¿no lo crees? No soy del tipo que andará por ahí causando terror en otros. Eso no quiere decir que no haré lo que se espera de mí.”
“Es tu actitud la que me resulta cansina. Es como si todo fuera una broma para ti,” negó frustrado. “Supuse que a estas alturas dejarías de tomártelo todo como un niño, pero veo que todavía no lo haces.”
“Minamoto-sama te debe tener trabajando overtime, diría, pero has sido así toda la vida. Tú piensas que lo que haces requiere la mayor seriedad posible. Yo pienso que hay momentos para eso, pero que en general, no es muy saludable andar a mil a cada rato,” tuvo que por un momento alejarse de su amigo ya que pasaron por una zona concurrida además de necesitar esquivar un poste, pero regresó rápidamente a su costado. Le sonrió. “Sé lo más serio que puedes ser frente a nuestro jefe, pero fuera de sus aposentos, intenta ser tú un poco más.”
“No nos vamos a poner de acuerdo, Taikei,” concluyó Suishinshi, con leve frustración. No había punto de continuar con dicha conversación. “No puedo decir lo que funciona para ti, supongo, sería irresponsable de mí demandarte que actúes como yo lo hago, o que sería lo mejor. Sólo espero… que tu actitud no te meta en problemas en algún momento.”
“Hm…” el peliplateado le miró un poco sorprendido.
…
“Fufu, eres definitivamente una persona muy generosa y de buenas intenciones, joven Suishinshi, a pesar de lo estricto que actúas~” canturreó Norimune, al otro costado del pelinegro.
“¡IIIHHH!” ello bastó para pegar un gran susto al pobre de Suishinshi, quien casi se tropieza.
“¡Haha! ¿Ves? ¡Ese tú medio miedoso es más hecho a tu medida, Suishinshi!” celebró Taikei.
“Tch, c-cállate tú…” le dio una mirada de soslayo al peliplateado.
“Oh, mis sinceras disculpas, no había querido asustarte,” Norimune sonrió para sus adentros y luego se encogió de hombros. “Supongo que un viejo como yo está desconectado de las infinitas revoluciones a las cuales los jóvenes funcionan todo el tiempo. Debes andar con mucho encima.”
“Usted…” Suishinshi le miró frunciendo el ceño. “¿Qué hace aquí? Esto es Rizembool, y como un arma, debería acompañar a su propia HiME.”
“Entiendo bien dicho simple argumento, pero pienso que mi muy querida hija crecerá mejor si no estoy permanentemente presente para ayudarle en todo lo que hace,” contestó Norimune, con un tono sosegado y una tranquila sonrisa. “Ella merece de su propia independencia, y si me lo permiten, yo también gozo más de encontrarme independiente en plena vida.”
“Usted es atípico a todo lo que conozco sobre las HiMEs,” Suishinshi le observó con desapruebo, y luego desvió su mirada. “Sólo espero que Saki no tenga que lidiar con algo así.”
“Hm, aunque…” Taikei llevó una mano a su mentón y divagó con sus ojos al cielo. “Usted dice que su HiME es su hija, pero como las armas se originan de la HiME en sí, ¿no sería más común que estas sean como los hijos de las HiMEs?”
“Fufu…” Norimune encontró gracia a dicho comentario y se dirigió al peliplateado sin borrar su sonrisa, aunque con leve juicio. “Y los Childs mismos se originan también de las HiMEs, pero su misma nomenclatura ha sido dada por los humanos casi a manera de capricho, y no están conectados biológicamente con ellas. Por lo tanto, ¿no crees que hay un error en esa lógica?”
“¡Ohh, buen punto, no lo había pensado!” Taikei se animó. “De lo que sé, los Childs sí actúan más como hijos o sirvientes, pero es verdad que no podemos igualarlos a una figura dependiente de las HiMEs sólo porque a los líderes de Hanasaki se les ocurrió darles ese nombre. ¡Es definitivamente una falacia y una mala representación de la población!” se giró a su amigo. “Oye, Suishinshi, si consideramos un mal sampling al pensar sólo en los Childs típicos, ¿podríamos decir que este es un error estadístico del tipo II?”
“¿Qué haces entreteniendo a esta rara arma?” le recriminó el otro.
“Pienso que no hay motivo por el cual no podamos llevarnos bien, incluso si no hay por qué ser cercanos,” opinó Norimune, de buenos ánimos. Este pasó a mirar a Suishinshi desde arriba. “Sin embargo, noto bastante juicio en tu expresión. Comprendo que eres de ponerte grandes expectativas, y a su vez, las demandas de todos los demás.”
“…sería incorrecto de mi parte hacerlo puesto a que no puedo posicionarme en el lugar de otros la mayoría de las veces, siento si lo he intentado,” Suishinshi asintió. “De todos modos, no hay punto de que nosotros volvamos a interactuar a menos que ocurra una emergencia como la del día anterior. Espero que lo comprenda.”
“Ahí está de nuevo, tus intentos de adherirte a algún ideal, es admirable, pero a la vez no evito preocuparme un poco por ti,” comentó el mayor. Observó a Taikei. “¿No piensas igual?”
“Eh, bueno…” este se vio en aprietos y sonrió incómodo en lo que desviaba su mirada.
“Aunque, considerando tu punto de vista, es como si se te fuera prohibido estar en buenos términos con personas de Hanasaki, aparte de tu hermana, obviamente.”
“¿…y cómo es que usted supo sobre mi relación con ella? Saki nunca lo compartiría con nadie y no nos hemos conocido previamente…” Suishinshi se impacientó.
“Hm~” Norimune se mantuvo inmutado, con sus buenos ánimos. “Sé de ustedes dos por medio de alguien quien los conoce, y casi quisiera reservarme dicha información, ya que…” ensanchó su sonrisa. Sus ojos se vieron curiosamente fríos y tajantes por un corto instante. “…quisiera que ustedes pudieran pensar en dicha persona por su cuenta. Es mi mayor deseo, como alguien quien considera al amor como lo más poderoso.”
“¿Qué dice?” Suishinshi se descuadró.
“Discúlpenme, va a haber una demostración de jardinería hidropónica en pocos minutos, no quisiera llegar tarde. Les deseo un buen día, estimados jóvenes~” dicho eso, Norimune continuó caminando como si nada.
“Tch…” el pelinegro lo miró molesto y todavía mayormente confundido. No sabía ni qué decir sobre aquella conversación, o el hecho que esa arma no sólo andaba separada de su HiME, sino que también sintió la necesidad de hablarles para incomodarles tanto.
“Eh, bueno, retomando nuestra conversación,” fue como si Taikei hubiera retrocedido en el tiempo antes de la interrupción. Él sonrió contento. “Gracias por preocuparte por mí, Suishinshi, ¡en serio significa un montón! ¡Pero te prometo que estoy bien! Más bien son mis insistencias que seas honesto mi manera de preocuparme por ti.”
“Eh, espera un momento…” el otro se dio un facepalm. Le iba a tomar recuperar el hilo de la previa conversación. “Taikei, ¿acaso no escuchaste lo que ese tipo nos dijo?”
“Sí, sobre oír de nosotros de alguien, ¿verdad?” ladeó su cabeza, sin comprender.
“¿Por qué estás tan tranquilo? ¿Acaso tienes una idea?”
“¡Pues no!” admitió contento. “O sea, puedo pensar en literal todo el mundo que conozco que podría ponerse a hablar feliz con ese señor, que supongo son más de la mitad, pero no puedo pensar en nadie más probable que los demás,” se encogió de hombros y llevó sus manos detrás de su nuca, completamente despreocupado. “Y no es que importe mucho, ¿no lo crees?”
“¿Cómo que no? Por si no lo has pensado, puede ser peligroso. Esa arma me resulta demasiado sospechosa.”
“Yo creo que sí lo es,” asintió indistinto y despreocupado. “Definitivamente. Sólo porque es un arma no podemos decir que su vida gira alrededor de su HiME nada más. Tal vez haya encontrado otra manera de interactuar con la guerra independientemente de ella que completamente desconocemos, ¿no lo crees? Es el mismo caso de que quizás no todos los Childs están en el rol de niños de sus HiMEs.”
“Taikei…” le miró con incomprensión.
“¿Pero por qué hay que preocuparnos por eso? Él mismo lo dijo, nosotros no estamos conectados con él, no nos corresponde lidiar con su persona, y si en algún momento eso fuera a cambiar, por cualquier motivo…” sonrió. “Pues ahí veremos que hacer. No hay por qué pensarlo desde ya.”
“…” Suishinshi dio un pesado suspiro. Era por su manera de expresarse y su actitud infantil que con frecuencia se olvidaba lo inteligente y cuerdo que Taikei podía ser. Estaba acostumbrado a pensar que su despreocupación silenciaba su mente, pero quizás no era su caso. Tal vez podía ser despreocupado precisamente porque su mente trabajaba a su manera. “…pues, ¿qué más queda? Es cierto que no tengo por qué pensarlo más.”
“Sí, exacto,” levantó un pulgar.
“…quizás tú estés hecho para sobrevivir las cosas más estresantes de la guerra. Será por eso que el líder de los Kamuro te escogió para tu pasantía,” Suishinshi se encogió de hombros.
“Hm…” Taikei se confundió por dicha observación. “Ahora tranquilo. ¿En serio no quieres ir a tomar algo, al menos? ¡Vamos, yo te invito!”
“…ya, está bien, hay una maquina dispensadora de bebidas cerca de la salida, podemos detenernos ahí un poco,” se rindió.
“Uhh…” el peliplateado se frustró por la necedad del otro, pero al menos había accedido a algo.
Era el primer día y, por lo tanto, las clasificatorias de distintas disciplinas tenían todavía mucho por delante. En uno de los dojos de Hanasaki, Marisa acababa de terminar con una victoria en la categoría de kendo.
“¡Ganadora, Marisa Kirisame!” exclamó el presentador.
“¡Así se hace!” celebró Shishiou, quien aplaudía con ganas.
“¡Bien hecho, Marisa-chan!” se le unió Osaka. La rubia fue a darles el alcance en lo que el siguiente enfrentamiento entre otras dos participantes comenzaba.
“Heh, ¿quién diría que yo andaría ganando en kendo?” preguntó esta, entretenida. “Es la primera ronda todavía y cada pelea es corta, pero hubiera asumido que la tendría más difícil.”
“No te habrás dedicado tanto al kendo como yo, pero sí tienes experiencia,” le recordó su hermano, amenamente. “Así que tú sólo disfrútalo en lo que puedas.”
“¿En lo que pueda? Haha, ¿ya me estás descalificando?” Marisa rio. “En esta ronda las derrotas tampoco son definitivas. Necesitaría perder tres veces para ser descalificada, así que asumo que llegaré al menos al fondo de los brackets.”
“Hehe, suena bien, es bueno que te proyectes con cautela, Marisa-chan,” Osaka sonrió.
“‘Con cautela’, vaya…” sí que se notaba la poca fe que le tenían. Ella dio un suspiro. “Y por cierto, ¿cómo así te has aparecido, Osaka? ¿Qué es de Cho?”
“Ella tenía un examen que dar, así que nos separamos. Y pues…” Osaka bajó su mirada, desanimada. “Me preocupé tanto en qué sabor de pan elegir para la carrera que todos me ganaron y terminé última… lamentablemente ya me descalificaron para eso.”
“Lo lamento, Osaka, pero ahora te toca concentrarte en tus otras competencias,” dijo Shishiou, dándole unas palmaditas en el hombro. “No te desanimes.”
“Uhh… esa carrera lo era todo para mí…”
“Haha, vamos Osaka, otro día vamos a comernos todos los panes rellenos que se nos antojen,” Marisa sonrió. “Pues, no sé dónde venderán variedad de esos panes… y supongo tampoco cuento con mucho dinero para comprar un banquete… ¡pero ahí nos las arreglamos!”
“Yo les puedo invitar, de eso no se preocupen,” observó el hermano mayor, amenamente.
“¡Ahí está! ¡Gracias Shishiou, ahora no puedes cambiar de parecer!” Marisa le apuntó acusatoriamente y con una sonrisa decidida.
“Ya, tranquila que no lo haré,” el otro dio un suspiro. Él vio otro enfrentamiento comenzar con otras participantes dentro del dojo. “Y sospecho que esperabas que les invitara desde un inicio, así que supuse que lo haría…”
“Y, por cierto, ¿tú no estás participando en kendo también?” preguntó Marisa.
“¡Obviamente!” Shishiou se animó y sonrió ampliamente. “Sospecho que no llegaré muy lejos, entre los estudiantes full dedicados al kendo y quién sabe cuántos Keys y Rebels OP también estén inscritos, pero definitivamente daré todo lo que pueda.”
“Pero no es que ellos puedan usar sus poderes en las peleas, seguro que te irá bien,” Osaka asintió.
“Eh, claro, al menos eso espero…” definitivamente no lo decía pensando en que la gente con poderes los usaría, ello sin duda iba en contra del concepto de honor del deporte (y quizás habría alguno que intentaría hacer trampa, pero mejor no lo pensaba mucho). Por sus prácticas con los Sanjou y amigos cercanos a ellos, Shishiou reconocía que ellos eran superiores a él, y ninguno de ellos caía en las categorías de Keys o Rebels.
“¡Haha, seguro sigues pensando en el cute Ima-chan que barrió el piso con Seija durante el verano!” Marisa se puso a reír.
“No precisamente en él (menos mal que ese niño no participa) pero sí en sus parientes,” comentó Shishiou. Él sonrió frustrado. “No estoy al nivel que ellos, pero igual daré lo mejor de mí.”
“¡No, no, apunta a las estrellas!” exclamó su hermanita, en lo que otra pelea más daba inicio. “¡Igual que yo quien ahora me proyecto a llegar al podio! ¿No es verdad, Osaka?”
“Haha, me gustan tus energías, Marisa-chan, yo tengo que hacer lo mismo,” ella asintió.
“¿Y cuándo es tu próxima competencia?”
“Oh, eh… comienza a las once y media, creo…” Osaka revisó su smartphone y se quedó en shock. “¡¿Once y cuarenta y cinco?! ¡¿C-cuándo se pasó el tiempo?!”
“Ehh…” los dos hermanos intercambiaron miradas, incómodos.
“Aw, el scavenger Hunt era el segundo todo que tenía…” agachó su cabeza.
“Aw, lo siento mucho, Osaka,” Marisa le dio un abrazo de costado. “Ya pasó, te aseguro que habrá más oportunidades.”
“Eh, sí, pero por favor revisa tu horario de eventos y tenlo contigo para que no te olvides más…” Shishiou dio un suspiro.
“Eso y la carrera de los panes eran lo único que tenía para hoy, pero mañana no me perderé nada, lo prometo,” Osaka comprimió un puño con una adorable seriedad. “Ahora me toca quedarme aquí para alentarte a ti y a tu hermano y a Roxas y a nuestros amigos cuando toque el turno de los chicos. Creo que el señor Kotetsu también iba a venir así que lo estaremos viendo pronto.”
“Haha, todavía me cuesta creer que ustedes viven junto con esa familia,” Shishiou rió. Nuevamente otro grupo de personas tan dedicados al kendo que le sobrepasaban.
“Creo que todavía no conozco a ese señor, me da intriga,” observó Marisa, con curiosidad.
“Hehe, es una gran persona, y pese a su rostro serio, pienso que es muy lindo a su manera,” Osaka asintió, contenta. “Oh, Marisa-chan, parece que ya es tu turno.”
“Wow, ¿de nuevo? ¡Bueno, a ganar otra vez!” exclamó feliz de la vida, aunque su sangre se congeló ni bien se volteó y observó a su contrincante ya esperándole en el centro del dojo. “¡¿Y-Youmu?!”
“Oh, Marisa, no sabía que estabas participando,” observó la peliblanca. Ella hizo una venia. “Que gane la mejor.”
“¡E-espera, ¿qué haces tú en mi cuadro de participantes! ¡¿Acaso las pros no se skippean el primer día o algo?!”
“No hay un sistema así,” Youmu alzó una ceja. “Por favor ven que hay que comenzar. No podemos retrasarnos más.”
“P-pero…” ahí comenzaba a abandonarle su sueño de ganar una medalla. Realmente esa primera ronda le había ido de maravilla hasta ese momento.
No le quedó de otra que afrontar su realidad. Luego de un saludo y de recibir la señal de inicio del referee, inició la pelea… y efectivamente, terminó el tiempo récord con Youmu mandando la espada de madera de Marisa por los aires con un solo movimiento. La pobre aturdida se cayó sentada y fue ahí que se definió el rápido encuentro.
“¡Wow, Youmu-chan, felicidades!” exclamó Osaka, impresionada, en lo que las dos batalladoras se acercaban para dar el escenario a otras participantes.
“Uhh… ¿qué pasó con eso de que me ibas a alentar a mí…?” murmuró Marisa para así, con tristeza y pasando desapercibida.
“Muchas gracias, pero es muy pronto para celebrar,” comentó la peliblanca, completamente enfocada en la presente ronda. “En nuestro cuadro hay otras dos chicas también del programa de kendo, un par que vienen del programa de kendo en Rizembool, y tres de programas de otras universidades. Creo que también he visto el nombre de Suzuka.”
“¿E-en serio?” Marisa se quedó en shock. ¿Acaso le habían puesto con las fáciles para comenzar y le esperaban todas las pros desde ese instante? Casi sintió que la vida se burlaba de ella.
“Son tres pérdidas las que te descalifican antes de la segunda ronda, así que hay que pensar estratégicamente ahora,” Youmu llevó una mano a su mentón. “Marisa, ¿tendrás alguna estrategia en mente?”
“Ihh, no, e-en verdad que no espero mucho, si dices que hay muchas kendokas en nuestro grupo,” contestó la rubia, torturada. Desvió su mirada. “C-creo que ya fui…”
“Esa no es la actitud que deberías tener si te has inscrito a participar,” le recriminó. “No se termina hasta que se pierde.”
“Uhh, fácil para ti decirlo…”
“Pues, tienes una buena actitud ante el desafío, sólo continúa enfocándote, Youmu,” Shishiou levantó un pulgar, con buenos ánimos. “Suena difícil, pero estoy convencido que tú serás una de las pocas que pasará a la siguiente ronda en medio de todas.”
“Gracias,” Youmu sonrió decidida y firme. “No te defraudaré.”
“¡Ihh, ya veo que han dejado de alentarme!” exclamó Marisa, torturada.
Bueno, iba a servirle de un buen recuerdo mientras duró, y algún día se acordaría de ello y lo encontraría gracioso… sí, seguramente algún día en el futuro lo haría.
Luego de un paseo por Hanasaki y de revisar su facultad, Larsa salió de dicho edificio, meditabundo.
“Ah, la falta de respeto,” Jakob negó repetidamente, mortificado por su superior. “Comprendo que toda la atención de Hanasaki yace en el presente evento, pero ello no es motivo para que le nieguen trabajar en sus estudios.”
“Fue mi error no haberlo revisado previamente, Jakob, supuse que podría al menos revisar el equipo de la sección instrumental de los laboratorios, pero todo el personal debe encontrarse muy ocupado para mantener un horario normal de trabajo,” concluyó el joven, tranquilamente. Caminó un poco más para regresar hacia las zonas más ocurridas en la universidad. “Sinceramente, no sé por qué persisto en asistir, puesto a que no estoy participando en ninguna actividad. No creo tener más que ver.”
“Entiendo que usted ha buscado un merecido cambio de rutina, señorito, pero si usted siente que esta variación ya no le resulta fructífera, le recomendaría que desistiera y regresara a su apartamento,” sugirió su mayordomo, amablemente. “Permítame servirle una taza de té lejos de este ajetreo.”
“Lo agradezco, pero sigue siendo un poco temprano…” quizás le convenía enfocarse en sus deberes familiares, por más que tenía una organizada rutina para encargarse de ello. Supuso que tendría que reorganizarse, al menos durante los próximos días.
Fue entonces que terminó por encontrarse frente a frente con Hyuuga, quien iba acompañado de un par de chicos un poco más jóvenes que él. Dicho repentino encuentro los sorprendió a ambos.
“Oh, esta es una agradable sorpresa,” Hyuuga sonrió amablemente y asintió. “Ha sido mucho tiempo, Larsa. O, supongo, ‘mucho’ no es enteramente cierto, pero lo percibo de esa manera.”
“Estoy seguro que mucho sí ha ocurrido en tu punto de vista, Hyuuga, pero te veo bien,” Larsa sonrió un poco. Sin duda él mismo no pensaría que había sido mucho tiempo, puesto a que se encontraron poco antes del inicio del presente semestre, pero el andar del tiempo sin duda era muy subjetivo. “Espero que te esté yendo bien como un alumno de Rizembool.”
“Heh, percibo mi experiencia como única y dependiente de mi persona, por lo tanto, no podría compararla fácilmente con algo que me permitiría clasificarlo como bien o mal, aunque…” cerró sus ojos brevemente, con indicios de paz en su rostro. “…me siento a gusto. Puedo agradecer por ello mismo.”
“Heh…” sonrió con leve ironía. “Te agradezco, Hyuuga.”
“¿Perdón?” el menor se confundió. “No recuerdo haber hecho nada merecedor de agradecimiento.”
“Supongo no he escogido la palabra correcta, pero sí invoca lo que quería decir,” Larsa asintió. “He estado caminando perdidamente durante este día, sin saber qué pretendo al asistir un evento en el cual no soy partícipe… supongo este pequeño diálogo me ha hecho sentirme comprendido por alguien. Debe ser aquello lo que estaba buscando.”
“Ya veo…” Hyuuga pareció alegrarse por dicha observación.
“…” Shiro, quien se asomaba detrás de Hyuuga, miraba intrigado a aquella otra persona.
“Oh, mis disculpas, permíteme presentarte a mis allegados,” se acordó el joven peligris, con torpeza. “Ellos son también miembros de mi familia…”
“Ya veo…” sin embargo, Larsa miró fijamente a uno de los dos. “Ha sido bastante tiempo, Kuro, casi no te reconozco.”
“…” dicho peliblanco miró fija y nulamente a Larsa, y apenas atinó a asentir mínimamente.
“Oh…” tanto Hyuuga como Shiro parecieron sorprenderse.
“Hyuuga ha sido muy amable contigo, lo puedo imaginar…” continuó el Solidor, sonriente, aunque había cierta tristeza en sus ojos. “Es un alivio, me alegro por ti.”
“…” ante ello, Hyuuga no evitó impresionarse. “Larsa… tú… has podido comprender la situación de mi protegido sin necesidad de que lo fuera a compartir.”
“Supongo es inevitable, por lo que sé de Rizembool, y por haber conocido a Kuro previamente, pero no tenemos por qué hablar al respecto,” le aseguró y borró su sonrisa, para entonces asentir a manera de disculpa. “Lamento siquiera tocar ese tema, no lo pude evitar.”
“No… está bien… has demostrado preocuparte por Kuro, y no podría estar más agradecido,” Hyuuga sonrió apenado. “Incluso siendo yo quien está a cargo de él, dudo decir que podía saber tanto como tú lo haces.”
“Ciertamente no hay motivo de que te disculpes, señorito,” le aseguró Jakob. “Usted sigue siendo tan gentil como de costumbre, pero conversar sobre las particularidades de nuestra alma mater son asuntos ya muy normales en nuestro entorno,” sonrió intrigado. “Aunque pese a su decisión de permanecer paseando en Hanasaki, puedo alegrarme que usted ha encontrado compañía más afín a su propia categoría.”
“…” por su parte, Kuro afiló sus ojos hacia dicho mayordomo.
“No es bueno que ciertos temas de Rizembool se normalicen, en especial si involucran los asuntos privados de alguien,” Larsa negó. “Sé más considerado con nuestros acompañantes, Jakob, te lo pido.”
“Sí, no ha sido mi intención faltarles el respeto, mantendré el comportamiento que usted me pide, señorito…”
“¿Hm? Creo entender que ello significa que no soy la única persona de Rizembool con la cual te has encontrado hoy, Larsa,” observó Hyuuga, con curiosidad. Pasó a sonreír cordialmente. “Sería de esperarse por las actividades de las olimpiadas divididas entre las dos universidades, por supuesto.”
“No es nada importante, Hyuuga, por favor, olvida lo que Jakob acaba de decir,” dio un suspiro. Veía claramente que, detrás de la cordialidad, Hyuuga fue capaz de comprender que Jakob se debía referir a alguien con influencias en Rizembool y no sólo a cualquier otro estudiante, pero en verdad no había punto de hablar al respecto. Larsa se dirigió a Shiro con una sonrisa apenada. “Lo lamento mucho, he retrasado presentarme ante ti. Mi nombre es Larsa Solidor, he conocido a Hyuuga antes del comienzo del presente semestre. Y tú eres…”
“Shiro…” este asintió. Juntó sus manos en rezo. “Y por favor, no se preocupe por mí. Le agradezco por brindarle atención a Kuro, ha sido una sorpresa que ustedes ya se conocieran, pero…” pasó a sonreír. “Me alegro mucho. Usted es una buena persona, Solidor-san.”
“Sólo llámame Larsa, por favor. No necesitas ser formal conmigo.”
“Entendido,” Shiro hizo una reverencia. “Mucho gusto, Larsa.”
“…” este sonrió. “Igualmente.”
A simple vista, parecería que hablaba con tres amigos, con Hyuuga siendo apenas el líder o el más hablador de los tres, pero para Larsa era muy fácil comprender lo que realmente sucedía detrás de las apariencias. Aquellos dos que seguían de cerca al Masamune podían asistir a las olimpiadas y verse genuinamente tranquilos y en paz gracias a aquel que simbolizaba algo muy diferente a un amigo para ellos. Por eso no evitó sonreírles. Podía ver reflejadas las palabras de Hyuuga de querer ser responsable por otros como una persona con poder dentro de Rizembool. Ese joven y reciente líder de su familia ya se encontraba haciendo una diferencia.
Y, además de ello, era evidente que Hyuuga sí quería genuinamente cuidar y velar por ellos como un amigo, como uno más del montón… era una soledad demasiado familiar para Larsa también.
“Larsa, si me permites…” Hyuuga se contagió de aquella tranquila sonrisa. “También quisiera agradecerte. No era algo que buscaba realmente, pero, por supuesto, la comprensión ajena es algo que siempre es preciso celebrar. Me alegra que finalmente hayas podido encontrarte con Shiro y Kuro. Ellos también están estudiando conmigo en Rizembool.”
“Me alegro de oírlo, no me opondría a conversar sobre sus experiencias en algún momento mientras compartimos el té,” le contestó el mayor, amablemente. “Recuerdo que era algo que habías pedido de mí.”
“Heh, me siento honrado de que lo hayas recordado. Por supuesto, sería un placer,” dijo y se vio genuinamente alegre. “He venido debido a que las competencias de oratoria se van a llevar a cabo tanto en Rizembool como en Hanasaki, y quería ubicar dónde van a ser ahora que poseo un poco de tiempo libre. Si no es mucha molestia, ¿podrían ustedes acompañarnos? Pienso que nos sentiríamos dichosos de la compañía.”
“No hay ningún problema, sería un placer. Aunque no conozco bien las facultades de letras.”
“Descuide, señorito, tengo memorizado todo el campus de la universidad, sólo permítame saber cuál es la locación que busca,” dijo el mayordomo, atentamente.
“Eh, no es necesario que lo tengas memorizado, Jakob…” Larsa pareció preocuparse un poco.
“Agradezco su atención dirigida a mi persona, pero sólo cumplo con mi deber, en caso fuera a serle útil en algún momento.”
“Haha, es evidente lo leal que su mayordomo es contigo,” Hyuuga encontró gracioso al ver a su mayor un tanto sacado de cuadro. Pasó a dirigirse a Jakob e hizo una corta venia. “Su devoción y profesionalismo son impecables. Me encuentro agradecido que mantenga tan buen cuidado de su superior, es usted un ejemplo a seguir.”
“Oh, usted es demasiado gentil, Masamune-sama, yo sólo soy lo que debo de ser para merecer mi posición como la mano derecha de mi señorito,” Jakob le correspondió dicho respetuoso saludo. “Es sin lugar a dudas un joven líder de Rizembool, por sus impecables modales.”
“Es lo que aspiro a ser, pero a diferencia de su superior, todavía tengo mucho por aprender,” le aseguró Hyuuga, con una sonrisa perspicaz.
“Y ciertamente es una meta propia de su posición.”
“No es necesario mantener dicho nivel de formalidad,” Larsa se frustró un poco. Podía notar que Hyuuga en cierta forma lo encontraba divertido. “Vayamos a buscar la sede de oratoria en Hanasaki, por favor.”
“Por supuesto, señorito, déjenme dirigirles.”
El grupo avanzó por el sendero que dirigía a dicha área de la universidad. La gente estaba presente por todos lados y en distintas actividades. Realmente parecía que estaban en medio de una feria, aunque sin lugar a dudas, las olimpiadas podían entenderse de aquella manera.
“Aprecio la atención a las áreas verdes de esta universidad, es un énfasis muy distinto al que se puede ver en Rizembool,” observó Hyuuga. Este dio un gran respiro a manera de disfrutar de la naturaleza que les rodeaba.
“Rizembool ha realizado esfuerzos de cultivar algunos jardines verticales en algunos edificios, pero aparte de una pequeña área verde por la zona de comunicaciones, no hay muchos lugares donde los estudiantes puedan disfrutar de espacios semejantes,” dijo Larsa. “Supongo no es algo que me sorprende, pero quisiera que lo consideraran un poco.”
“Estoy de acuerdo,” Hyuuga miró un arbusto grande lleno de rosas antes de continuar con su mirada al frente. “Rizembool continuará con su labor de avanzar según su propia evolución y apuntar a un desarrollo tecnológico en búsqueda de una existencia separada de lo dictado por la propia naturaleza…” negó y dio un suspiro. “Pero ello es una insensatez, según mi parecer. Si buscamos continuar creciendo, nunca deberíamos mirar muy lejos de nuestros orígenes y nuestro punto de partida. Pienso que hay mucho que aquellos con tanta ambición están propensos a olvidar, de lo contrario.”
“Es una buena observación, Hyuuga. Presumo que nuestras familias son otro ejemplo de aquello que estás diciendo.”
“Ciertamente…” el menor sonrió apenado. “Y nosotros no podemos cometer el mismo error que nuestros antepasados, Larsa.”
“Lo sé…”
“Incluso si nuestros caminos continúan inciertos…”
…
“!!!” Shiro se alertó y se quedó quieto, lo cual causó que los demás se detuvieran.
“…” Kuro le miró atentamente.
“¿Qué sucede, Shiro?” preguntó Hyuuga.
“Hyuuga, perdón… algo requiere mi atención, tengo que irme,” dijo ese chico, casi en aprietos. “Eh, nos vemos en el paradero de bus por donde vinimos…”
“Descuida, te ubicaré ni bien quiera buscarte, sin importar dónde estés,” Hyuuga le sonrió comprensivamente, con la suficiente certitud para asegurarse de aliviar al menos esos nervios.
“Sí, con permiso…” así, Shiro se fue corriendo, con Kuro siguiéndole de cerca.
“Hm…” Jakob llevó una mano a su mentón. “Problemas, sospecho.”
“Prevención, más bien. Shiro es muy cuidadoso y demasiado sensible,” observó Hyuuga, con tranquilidad. Parecía poseer una especie de orgullo por hablar así de su protegido.
“Es evidente para nosotros que sus protegidos no son personas normales, así que, con su propia descripción de las habilidades de su subordinado, sólo puedo imaginar que todo está bajo control,” Jakob sonrió satisfecho.
“No es necesario mencionarlo en voz alta, Jakob,” le corrigió Larsa.
“Descuida, no pienso que sea un tabú ni entre nosotros, ni con ellos dos,” le aseguró Hyuuga. “Debo decir, más bien, que me sorprende que sólo hayas conocido a Kuro anteriormente, Larsa. Desde que los conozco, Shiro y Kuro han sido tan cercanos que me cuesta pensar en ellos existiendo lejos el uno del otro.”
“Parecen compartir una especie de vínculo especial. Por mi parte, me pregunto cuándo habrán cambiado las circunstancias para los dos, para poder vivir como lo hacen ahora,” Larsa asintió. “Si no estoy fuera de lugar al preguntar, ¿tienes alguna idea sobre lo que pudo haber alertado a Shiro?”
“No hay ningún indicio a nuestros alrededores, ¿no es así?” Hyuuga dio una rápida mirada para confirmarlo. Sonrió decidido. “Eso sólo deja su propia especialidad como posibilidad.”
“Su especialidad…”
“Ha detectado a un orphan bélico.”
“¿Eh?” tanto Larsa como Jakob se impresionaron levemente.
“Y descuiden, no hay de qué preocuparse.”
“Tsk…”
Lo supo desde un inicio, pero no pudo evadir la curiosidad, y como debió haber esperado, sentía que se ahogaba en aquel ambiente. Hakuzosu había tomado la libertad de atender los presentes eventos y pretender ser un humano más del montón, pero estar rodeado por un mar de gente había pasado de asfixiante a intolerable.
En particular, tuvo la osadía de llegar a Hanasaki, en lugar de Rizembool. ¿Por qué lo había hecho? Ningún lugar tenía un valor realmente positivo para él. Vivía en la base de Orochi, un lugar afiliado, aunque ajeno al propio Rizembool. Sí… quizás era parte de su naturaleza como orphan haber querido infiltrarse a la base enemiga, pero ni sentía un remoto sentimiento de burla o logro al estar presente ahí.
Era quizás conocer más sobre aquellos que se oponían a él… tal vez buscaba con la mirada a aquellas HiMEs que habían convertido su vida en un infierno durante el ataque, esperando llevar a cabo un contraataque y una venganza. No, no tenía por qué divagarlo. Considerarlo se volvió irrefutable dentro de sí.
Estar inmerso en un ambiente de humanos servía únicamente para saciar su deseo de lastimar a esas enemigas, no tenía otro motivo por el cual quisiera remotamente acercarse a esa especie esclavizadora para él.
“Buenas, ¿podría ayudarme a ubicar este edificio?” preguntó una persona a uno de los guías.
“¿Y qué tal te fue en ese examen?” un chico le dio un codazo a su amigo al costado. “Vamos, tú eras el que se ufanaba, ¿qué pasó con tu autoconfianza?”
“Déjame en paz,” el otro rodó los ojos. “Pues, bien, pero acabo de darme cuenta que cometí un error garrafal en una pregunta…”
“¡Haha, igual seguro lo has hecho mejor que yo!”
“¡Mami, mami, quiero uno de esos algodones de azúcar!” una pequeña de primaria apuntaba a aquel puesto de dulces con su mano libre, mientras era llevada de la otra.
“Después de la competencia de tu hermana, así vamos con ella,” le aseguró su mamá, con una amable sonrisa. “Sé un poco más paciente, ¿de acuerdo?”
“Sí mami…”
“…”
Hakuzosu había terminado ocultándose entre un grupo de arbustos debido al gran estrés de sentirse como un único orphan en medio de un mundo entero que lo detestaba. No podía evitar ver siquiera a la persona más inocente como alguien listo a agredirlo en el menor descuido de su parte. Sin embargo…
“Hehe, me pregunto si onee-chan estará usando el brazalete que le hice el otro día,” esa pequeña que caminaba con su madre sonreía feliz de la vida, gozando de ese momento con su progenitora y bajo la ilusión de encontrarse con su hermana mayor. La madre le aseguro que sí, y ambas terminaron por perderse entre la muchedumbre.
Algo había resonado en esa imagen frente a él. Esa pequeña no representó el mismo rechazo que el resto de la humanidad… casi se sintió identificado con ella, o quizás no… quizás quiso, por sólo un instante, encontrarse en su lugar.
“Tch, ¿qué demonios estoy pensando?” se agarró su cabeza cubierta por una gorra y negó exasperado. Regresó a mirar al mundo entre las hojas de los arbustos y frunció el ceño. Tenía que pensar en salir de ahí. Su corazón latía a mil, sus músculos estaban tensos, se encontraba listo para arremeter contra quien fuera a antagonizarle de alguna manera, pero en el fondo sabía que causar cualquier incidente jugaría en su contra.
…
Sin embargo, toda intención de retirarse pacíficamente se desvaneció cuando reconoció a un puñado de HiMEs a distancia…
“Haha, les dije que íbamos a ganar, ¿no lo ven?” preguntó Tenshi a Saki y Tsubasa. La peliazul sonreía triunfalmente.
“Por un momento pensé que habías usado tus poderes, debo admitirlo,” dijo Saki.
“Oye, ¿cómo me acusas de hacer trampa? Sé bien que eso le quita el chiste,” le recriminó la otra. “En serio ganamos porque todos nos esforzamos cuando el otro equipo intentó ganar ventaja.”
“Además todos agarrábamos la misma soga, definitivamente hubiéramos notado algo extraño si Hinanawi-san hubiera usado su fuerza sobrehumana,” agregó Tsubasa, alegremente. Sin duda se notaba a gusto por clasificar a la siguiente ronda.
“Sí, tiene sentido,” Saki sonrió frustrada. Por motivos distintos, pero tanto Tenshi como Tsubasa estaban contentas y cometidas a intentar lo mejor. Mientras tanto, ella misma continuaría lamentando que no podía desentenderse de dicha competencia aún.
“…miserables…” Hakuzosu afiló sus ojos y alistó sus garras. No conocía a la peliazul, aunque por dicha conversación en la cual pudo enfocarse pese a la distancia, entendió perfectamente que era otra de sus enemigas. El par que caminaban junto a ella habían sido, en términos simples, unas HiMEs inútiles e inservibles. Él sería el desechable orphan, pero había probado ser más fuerte que las dos juntas aquella noche…
…y estaba más que dispuesto a volver a demostrarlo, a ver si así podía vengarse de la senpai que las había salvado luego de lastimarle tanto…
“Oye…” dio una voz detrás de él.
“!!!” Hakuzosu se sobresaltó y se giró con toda la intención de atacarle. “¡AHHH!”
Sin embargo, frente a aquel chico pelinegro, un peliblanco se entrometió y, con golpes estratégicos, pudo neutralizar sus brazos, para entonces agarrarle y mantenerle restringido.
“Lo siento, no fue mi intención asustarle. Mi nombre es Shiro,” dijo este, sonriendo apenado. “Y él es Kuro, un amigo mío.”
“…” por su parte, Kuro miraba a Hakuzosu directamente a los ojos con tanta intensidad y de tan cerca que parecía a punto de robarle el alma.
“Tsk…” Hakuzosu se encontraba intimidado por ese misterioso y callado peliblanco que no le daba vibras humanas… “Tú… ¿también eres un orphan?”
“…” Shiro se vio algo incómodo por dicha pregunta, y optó por cambiar el tema. “Tu intención de atacarme refleja que te sientes agredido y fuera de lugar, pero eres un orphan inteligente y, por lo tanto, podemos hablar al respecto. Ven…” asintió, con una sonrisa. “Te sacaremos de aquí, te llevaremos a un sitio donde las personas ya no presenten un peligro o inquietud para ti. Te prometo que nadie te va a lastimar.”
“…” ese pelinegro era definitivamente un humano, pero había algo en él que le inspiraba calma. Sin embargo, Hakuzosu de inmediato recordó a las HiMEs y se volteó, pero ellas habían desaparecido entre la muchedumbre. “¡Tsk, las malditas han huido! No necesito de ayuda ni lástima, nunca he pedido nada de nadie, tengo unas enemigas que me han lastimado y que merecen pagar lo que me hicieron, así que no me detengan…” intentó soltarse, pero el agarre y firmeza de Kuro eran muy fuertes. “¡Tsk, suéltame!”
“…” Kuro respiró con profundidad, semejante a un rugido interno y latente, como quien advertía al orphan que no se moviera.
“Tch…” sí, había algo muy peligroso en esa persona, pero no pensaba rendirse aún. “Ustedes… no me dan miedo. Si no me sueltan…” Hakuzosu comenzó a invocar un aura de pequeñas chispas de fuego.
“…” Shiro se alarmó y pasó a desanimarse. “Lo lamento, no puedo dejar que lastimes a nadie. Este no es el momento de hacerlo.”
“¿Pero sí lo es durante peleas que los humanos muy caprichosamente comienzan? ¡No me hagan reír!” intentó una vez más soltarse con brusquedad en vano, cuando vio a Shiro extender una palma a su rostro. “¡Aléjate!”
Y entonces, esa palma terminó por darle unas suaves palmaditas encima de su cabeza.
“¿Qué… qué haces…?” el otro se quedó descuadrado. “Tú… no me estás lastimando. Esa no es suficiente fuerza para hacerlo.”
“El contacto físico no se limita a lastimar a otros. Tú… irradias un sentimiento de abandono, cargas contigo muchas heridas por dentro. Muchos te han lastimado, y por ello, te es difícil comprender lo que hago, ¿no es así?” preguntó Shiro, sonriéndole. Él terminó por quitarle la gorra, así enseñando sus cabellos blancos y orejas de kitsune.
“¡E-espera!” pero se confundió más cuando Shiro procedió a revolverle los cabellos con mucho cuidado.
“Nadie nos está viendo en estos arbustos, sabemos que eres un orphan, no tienes que ocultarte frente a nosotros…” Shiro asintió efusivamente. “Puedes confiar en nosotros. Tu secreto está a salvo y no hay nada de por medio. Estamos aquí por ti.”
“Eh…” el kitsune estaba congelado. Su tensión y revoluciones, sin darse cuenta, empezaban a bajar muy lentamente.
“Vamos a un lugar más tranquilo, ¿de acuerdo? Olvídate de lo que está ocurriendo aquí, sólo síguenos de cerca…”
“…” ya casi desconectado de sí mismo, Hakuzosu mínimamente asintió.
“…” y con ello, Kuro supo que era seguro soltarle.
“…” Shiro sonrió apenado. Él era incapaz de borrar la existencia de ese kitsune como un orphan, pero, al menos por un momento, intentaría darle un poco de apoyo a ese desafortunado ser.
Su primera actividad académica de las olimpiadas acababa de terminar, y Cho caminaba sola en medio de la muchedumbre en Hanasaki. No tenía más que atender hasta más tarde, por lo cual supuso que caminaría en dirección a los dojos de kendo para encontrarse con sus parientes. Ella misma le había pedido a Kashuu que se encontrarían ahí, ya que temía que su atenta y bienintencionada arma se hubiera quedado esperándole todo el examen sin aprovechar el tiempo.
Luego de haber pasado más de una hora rindiendo un examen y enfocada en la teoría, salir del local de la prueba le regresaba la atención a su presente débil estado de salud. No pudo evitar recordar las palabras de Tenshi sobre regresar a la casa a descansar si es que no tenía más que hacer, pero a su vez, la peliceleste consideraba que mantenerse en reposo sólo le haría sentirse más enferma, y seguramente la mínima actividad física de ir a alentar a sus conocidos le serviría para recuperarse más rápido.
Esa era la idea por más que su presente mal tuviera orígenes mágicos y, por lo tanto, su estrategia carecía de certitud, y podría asemejarse más a necedad, o al simple hecho de que estaba perdiendo alguna pelea que jugaba contra sí misma…
“…” negó con gran frustración y continuó caminando. No era de darse descansos fácilmente, así que sólo intentaría tomárselo con calma. Supuso que tendría que contentarse con ello.
Conforme fue avanzando, se retiró del área concurrida y terminó por caminar por un sendero de áreas verdes y arquitectura llamativa. Había algunos puestos de comida de buena imagen, los cuales entretenían a un público exquisito que disfrutaba un instante de respiro en esa zona más tranquila y apartada de las presentes actividades. Cho casi quiso darse una pausa y tomar un té de frutas en un local que ya conocía muy bien, aunque supuso que si se tardaba iría a preocupar a los demás, por lo cual continuó caminando.
…o eso pretendió hacer, pero al momento de observar aquel elegante café, su vista terminó por evidenciar a una persona bastante vistosa, quien se encontraba conversando amenamente con la mesera al pendiente de sus pedidos.
“Una tarta de frutas…” dijo aquella señorita en lo que tomaba nota. “¿Quisiera algo de tomar para acompañar su postre?”
“Sería descortés que no le correspondiera su muy dedicada explicación de las bebidas que usted acaba de brindarme, incluso si no puedo decir que se me apetece algo en particular,” comentó Yato, sonriendo tranquila y amenamente. Observó a la trabajadora casi de costado, y le prestó atención con un pequeño dejo de travesura, como si congeniara con un alma semejante.
“Oh, descuide, señor, usted no tiene que pedir algo que no desee,” la chica rió un poco. “No podría obligarle de ninguna manera.”
“Fufu, es usted tan cordial y paciente. Siendo sinceros, ninguna persona que viene a este restaurante escoge venir porque ciertamente ‘necesitan’ algo del menú. Todo es opcional. Hasta la tarta de frutas que he pedido no es más que un capricho de mi parte.”
“Eh…” la otra ladeó un poco su cabeza, perdidamente.
“Pero es un capricho que con mucho gusto me daré, y por ello mismo, lo gozaré con una bebida que lo complemente,” asintió, sonriendo complacido. “Mi estimada dama, ¿qué bebida podría usted recomendarme? Es mi primera vez aquí, así que todo es nuevo para mí.”
“Si me permite recomendarle algo, optaría por un té de frutos rojos,” ella asintió gustosamente. “Si usted gusta de tomar la infusión sin azúcar, le aseguro que complementará la tarta de maravilla.”
“Fufu, frutos rojos, usted dice…” rió brevemente para sus adentros. Llevó una mano a su mentón. “Ciertamente pareciera que el escarlata es un color que me define y que me busca en todos lados. Muy bien, agradezco la sugerencia, le pido ese mismo té, por favor.”
“Sí, enseguida,” hizo una reverencia. “Su pedido estará listo lo antes posible. Por favor no dude en llamarme si hay algo más que pueda hacer por usted.”
Había sido una conversación pintoresca y sumamente cotidiana a la vez, de un cliente que disfrutaba de un instante de expresarse con un sosegado capricho, considerando sus palabras. Habiéndose quedado solo, dicho pelirrojo pasó a ojear una de las revistas disponibles para los clientes del café con cierta trivialidad. Ese momento había pasado, no había más que ver, si es que en algún momento lo hubo.
“…”
Sin embargo, Cho se encontraba mirando a esa persona atentamente por algún motivo que desconocía. Ese ser escarlata que se encontraba bien vestido y ya inmerso en sus propios pensamientos continuaba resaltando de entre todo lo demás en su campo de visión. Estaba casi hipnotizada por esa persona, pero no era ningún sentimiento de atracción…
“…” más sentía como si acabara de visualizar algún insecto o reptil peligroso y no era capaz de quitarle los ojos de encima. De repente, sintió unos escalofríos correr por sus extremidades. Sus síntomas de incompatibilidad habían regresado. Su mirada aún fija en dicho desconocido no se movía, y casi parecía que su vista periférica se oscurecía por la falta de movimiento ocular…
“Hm…” fue entonces que Yato dejó de revisar dicha revista y levantó su mirada con ligera curiosidad, para atender a aquella transeúnte que continuaba observándole.
“!!!!!!”
De nuevo ocurrió. Cho oyó claramente ese extraño grito desgarrador dentro de su cabeza y casi se sintió a punto de desfallecer. Le entró un pánico que le impulsó a huir de ahí, sin poder atinar a hacer nada más.
No podía ni imaginarse lo rara que debía haber parecido, o el hecho que más de una persona la consideraría como incorrecta, o quizás fueran a temer por su salud. Esa vergüenza frente a terceros era secundaria en su pleno estado anímico. El grito resonaba como eco y se sentía aturdida por dicho sonido agudo y fantasma. Su repentino terror empezaba a desistir, y fue ahí que se percató que había continuado avanzando una decente cantidad del sendero.
De repente estaba nuevamente en camino hacia los todavía distantes dojos, confundida por los más recientes síntomas, pero lista a intentar ignorarlo y esperar que no fuera a volver a suceder. Si tan sólo al menos pudiera dejar de oír ese bizarro grito de una vez por todas…
…
“Cho, ¿estás bien?”
“Eh… ¿eh?” oyó una voz demasiado conocida que le dio otro tipo de nervios. Cho casi se sintió en aprietos al reconocer a Sora, quien venía acompañado por sus amigos.
“Te ves muy pálida, ¿pasó algo?” se sumó Kytes, atentamente y bastante preocupado.
“H-hola a todos, ¿cómo están?” ella les saludó y desvió su mirada. “Yo… no es nada…”
“Pues diría que tu usual decisión de no apoyarte en nadie al menos indica que sigues siendo tú, pero…” Tomaj se encogió de hombros, sonriendo entretenido.
“No es momento de bromas, Tomaj, obviamente algo ocurre,” espetó Riku, con cierto juicio.
“Haha, me alegra que le extiendas preocupación a tu exHiME. Algunas cosas cambian para bien, ¿no es así?”
“Cállate por un momento…” luego de requintar a su indiferente amigo, Sora regresó su atención a la peliceleste. Él frunció el ceño. “Vamos, Cho, somos amigos de hace años, puedes confiar en nosotros. Sé por Osaka que las HiMEs la están teniendo difícil últimamente. ¿Tiene algo que ver con eso?”
“Eh, pues…” ella se vio perdida. No lo diría en voz alta, pero se encontraba sorprendida de que Sora hubiera atinado tan rápido.
“No estaremos metidos en eso ahora, pero igual todos aquí somos tus amigos. Sea asunto de HiMEs o no, déjanos apoyarte un poco,” insistió.
“…” Cho le observó en blanco un instante, y terminó por asentir y sonreír apenada. “Lo lamento, es difícil para mí decir las cosas, pero lo aprecio. Pues… sí, tiene algo que ver con los últimos sucesos, pues, no es que quiera ir al detalle…”
“Lo importante es que hables de ti y cómo tú te sientes, Cho, no te preocupes,” observó Kytes, atentamente. “Y, por cierto, es raro verte caminar sola últimamente. ¿Dónde está Kashuu?”
“Eh, le pedí que nos encontráramos en los dojos, estaba yendo para allá…” sin duda su arma iría a mortificarse ni bien se enterara de su descompensación.
“Pues aquí no es que estemos haciendo nada en particular, así que podemos acompañarte hasta allá,” dijo Tomaj, sonriendo con trivialidad. “Quizás te animes a contarnos algo.”
“No me das la impresión que seas metiche, Tomaj, compórtate,” dijo Sora, con recelo.
“Lo decía por ustedes,” dijo animado. “Yo me sé todo el rollo.”
“¿Eh?” Kytes ladeó su cabeza. “¿Sabes lo que has HiMEs andan haciendo? ¿Cómo así?”
“Me encontré con mi maestro el otro día y le pregunté qué había de nuevo y me lo dijo,” contestó con toda tranquilidad y naturalidad. Miró a Cho de reojo. “Así que aquí no hay gato encerrado.”
“Eh…” ella siempre tenía presente que Tomaj era un aprendiz de Shinkouhyou, pero incluso sabiendo eso se olvidaba de todas las implicaciones.
“Tsk…” y por su parte, Riku negó repetidamente. Sí que no le gustaba que su amigo se refiriera de aquel temible miembro y autoridad de Rizembool con tanta normalidad.
“Pero antes que me tilden de insensible, no es que menosprecie lo que ocurre en las vidas de las guerreras de Hanasaki, ni nada por el estilo,” se encogió de hombros y volvió a dirigirse a la HiME, con una pisca de comprensión. “Conociéndote, seguro que andarás con muchas cosas sobre los hombros, sea tus propios problemas, o quizás la noción de que las HiMEs no son muy diferentes a los Rebels…”
“…” Cho se retrajo un poco mientras los otros tres se notaban confundidos.
“Pero… pienso que es mejor que lo asimiles desde ya, es lo más saludable,” concluyó Tomaj, amenamente. Le dio una palmada en un hombro. “Ustedes son tan humanas como los Rebels, no es justo que Hanasaki pretenda que tengan que ser infalibles todo el tiempo, así que date un respiro. El único que puede sacarte de quicio es tu presente Rebel. Fuera de eso, trata de ser tu propia aliada, para variar. Si no puedes contar contigo misma, menos lo harás con los demás.”
“Eh…” Sora alzó una ceja, perplejo por esa muy rara instancia de su problemático amigo exRebel.
“Tomaj…” Kytes también se impresionó.
“Y aquí tienes a este par que quieren atenderte, deja que lo hagan,” concluyó con leve gracia. “A excepción de Riku, no es que nosotros hayamos querido verte muerta en algún momento.”
“Tch, retira lo que has dicho, inmediatamente,” este se amargó.
“…” sí, ahí se había acabado el momento. Sora de inmediato le encaró. “Pudiste ahorrarte lo último, Tomaj. Ya, ahora cállate.”
“Claro, pretenderé que puedes censurarme, Sora, como gustes,” contestó con gracia.
“¡Maldición, se supone que estamos aquí para apoyar a nuestra amiga!”
“Diría que mi código como un aprendiz de mi maestro me impide ser amigo de una HiME…”
“¡Cállate con tus tonterías!”
“Eh, n-no peleen, por favor…” Cho se sentía perdida, aunque parte de ella no evitó encontrarlo un poco gracioso. En cierta forma, ese grupo de amigos le habían regresado un poco el alma.
“Ahh, lamento el caos, Cho, por favor no te tomes a Tomaj muy seriamente,” le pidió Kytes, en lo que sus amigos continuaban con sus riñas. “En verdad quiso animarte.”
“Descuida, Kytes, en verdad… muchas gracias,” ella sonrió apenada. Fue recordada de cómo Kytes siempre había podido mantener a ese grupo unido, por nunca haber perdido la fe en ninguno de sus amigos. “Y pues… si quieren acompañarme a los dojos, estoy segura que Roxas se alegraría mucho de verlos.”
“Dudo que lo haga con Tomaj o conmigo, pero ya decidimos acompañarte…” Riku dio un suspiro.
“Haha, Osaka siempre está feliz de verte, al menos,” dijo Tomaj.
“Ella parece estar feliz de ver a todo el mundo, por algún motivo,” rodó los ojos. Él sintió escalofríos. “Al menos ya no es que pueda perseguirme con un arma como lo hacía.”
“En serio no puedo creer que nunca tomaron video de eso, me hubiera encantado verlo,” se quejó Sora, frustrado.
“Cállate, te aseguro que puso mi vida en riesgo por lo dispersa que es,” Riku se amargó.
“Haha, ehh, vamos en marcha,” Kytes rió incómodo y terminó por dirigir a los demás, ya que de lo contrario se quedarían inmersos en sus ocurrencias.
Cho casi podía decir que se había curado un poco de su debilidad por meramente oírlos dialogar. Era sin duda una bienvenida dosis de vitalidad por la cual se sentía agradecida.
…
Yato tomó un sorbo de su té rojo y continuó con una lectura trivial sobre acabados de jardinería en dicha revista del hogar que se había prestado.
Sus ojos terminaron por posarse encima de su taza, donde observó un temblante reflejo de su persona, completamente carmesí.
Aquella chica… aquella HiME que le había mirado atentamente… no, no había sido la HiME la que le observó tan atentamente, más bien…
“Oí tu grito, mi querida dama…” murmuró para sí, con una suave sonrisa. Este incrementó un poco más en lo que observó a la muy amable camarera atender a otra mesa con profesionalismo. “Por supuesto, es propio de un caballero como yo honorar la atención que otros me dan, y corresponderla debidamente…”
En su mente se concibió su nueva meta a corto plazo, su próximo plan de acción… su decisión de nuevamente probar el poder que realmente podía darse a sí mismo, incluso dentro de un evento pacífico de civiles en plena pausa de la guerra…
“Te regresaré toda la atención que me has dado…”
…