Ver los fics de Cho me ha inspirado para sacar este aporte adelante, que lo tenía atascado desde hace un par de meses... pronto esto se encaminará a lo musical, lo prometo.
04Kora se levantó de la cama con pesadez, arrastrando su cuerpo lentamente sobre el colchón al estirar sus músculos perezosamente. El reloj marcaba la una de la tarde, y en su estómago empezaba a notarse la punzada del hambre, marcando la hora de salir de la habitación para buscar algo de comida en la cocina. Con lo dormida que estaba todavía, ni recordaba si tenía algo en la nevera. Al menos siempre le quedarían los cereales.
- Buenos días.
Al oír el saludo tras ella, el corazón le dio tal vuelco que casi derramó el cartón de leche entero en el bol. Todavía no se había acostumbrado al hecho de que su casa tenía cuatro inquilinos más, casi literalmente de la noche al día.
Se giró lentamente, apretando el cartón entre sus dedos, forzando una sonrisa que tenía que parecer totalmente incómoda. Al menos agradecía que la camisa fuera lo suficientemente larga como para que nadie pudiera saber seguro si llevaba sólo las braguitas debajo.
- Hola, Ezio. - Había tenido el detalle de aprenderse los nombres de todos.
- ¿Han llegado ya Wes y Jolyne? - Preguntó el chico con naturalidad, aunque a Kora no se le escapó la mirada disimulada que le echó al borde de su camisa de gatitos.
- Pues…
El ruido de las llaves en la cerradura la volvió a asustar por unas milésimas de segundos hasta que recordó otra vez su situación. Como invocados por Ezio, los dos nombrados se presentaron en la cocina, dejando un par de bolsas sobre la mesa. Un par de naranjas se escaparon en el impacto, y Kora recogió la que más cerca estaba de caer por el borde.
- Antes os nombro… - Ezio dio una palmada en el hombro de Wes como saludo, y dedicó a Jolyne un gesto con la cabeza.
- ¿De dónde es ésto?
Kora giró la naranja, mirando la pegatina que llevaba en el lado. Arrugó la nariz al reconocer la marca barata.
- ¿No le gusta a la señorita? - Le dijo Jolyne mientras abría la despensa. - No podemos permitirnos comida orgánica. ¿Alguna queja más?
- Bien que os comisteis mis manzanas… - Masculló Kora, dejando la fruta a un lado. - Y sí tengo más quejas: ¿podríais no hacer tanto ruido por la mañana?
Había faltado solo el sonido de un disco rallado: de repente sintió cómo tres miradas se posaron sobre ella, pero Kora se quedó en su sitio, cruzada de brazos. Si creían que iban a intimidarla en su propia casa, estaban muy equivocados.
- ¿Perdona? - Jolyne alzó una ceja.
- ¿Odiáis las puertas por algún motivo? - Continuó Kora. - Dais unos portazos de miedo. Me habéis despertado como cuatro veces esta mañana.
- Bueno, Kora, no creo que nadie-
- Estamos trabajando.
Interrumpiendo a Ezio, Jolyne puso especial énfasis en la última palabra, y aunque los tres estaban molestos con lo que acababa de decirle, a quien le sostenía Kora la mirada era a ella.
- ¿Sabes lo que es eso? - Continuó la chica. Kora apretó la mandíbula, empezando a picarse con el tono condescendiente que estaba usando Jolyne. - ¿Te suena?
- Ni idea, ¿por qué no me lo explicas? - Se giró para seguir preparándose el desayuno. - Me interesa muchísimo.
- Pues interésate, porque vas a tener que empezar pronto.
Dejó la caja de cereales en el banco antes de echarlos siquiera, girándose con una ceja alzada. Jolyne estaba con los brazos en jarras, y ni Ezio ni Wes parecían querer saber nada del asunto.
- ¿Perdona? - Kora se apartó el pelo con toda la dignidad que una persona en una camisa de pijama de gatitos podía acumular. - ¿Desde cuándo decides qué hago con mi vida?
- Desde que tienes que pagar una quinta parte del alquiler y las facturas de donde vives.
Decidida y desafiante, Jolyne dio un paso hacia adelante. Ezio hizo ademán de sujetarla por un segundo, aunque antes de alcanzarla dejó caer la mano mientras ponía cara de póker.
- Me lloraste para que te ayudara, así que presta aten-
- Creo que este tema se puede dejar para luego.
Tan silencioso como siempre, Wes había alcanzado a Jolyne, poniendo una mano sobre su hombro. Ésta cerró los ojos bajo el contacto, dejando ir un bufido. Jolyne se había relajado, o al menos eso parecía, pero Kora seguía aún en tensión. No era justo que Jolyne lo explicara como que “le había llorado”. Estaba tratando de hacer que pareciera una cría frente a sus amigos, y ofendida, se giró para seguir preparándose el bol de cereales.
- Wes tiene razón. Mejor hablamos después de comer. - Dijo Ezio a su espalda, con un tono que trataba exageradamente demostrar que no había nada de tensión en el ambiente. - O desayunar.
Sin mencionar nada más, Kora se llevó su desayuno a la mesa del comedor.
Para cuando se le unieron los otros tres, Kora todavía estaba hundiendo los cereales en la leche, esperando a que se reblandecieran. Ezio arrastró la silla a su lado, y Jolyne se sentaba frente a ella, con Wes a su derecha. Gracias a que tenía una cocina americana, los había observado en silencio mientras preparaban un almuerzo rápido.
Llevaban allí apenas tres días, en los que casi ni había visto a sus nuevos compañeros de piso. Ni siquiera a Jolyne. Pero sabía bien que aquellos eran los amigos de Jolyne, no los suyos, y en cualquier discusión que surgiera, tomarían el lado de su amiga.
Era incómodo sentirse una extraña en su propia casa.
- ¿Así que Fugo sigue en clase? - Preguntó Jolyne, pinchando de la ensalada de pasta en el centro de la mesa. - Ya son ganas.
- Eh, no parecía muy ilusionado cuando me ha avisado de que llegaría tarde. - Respondió Ezio, encogiéndose de hombros. - Además es con su profesor favorito.
Ezio hizo unas comillas ante la mención de favorito, y Jolyne rodó los ojos, murmurando “un día de éstos tendremos un disgusto”.
- Hablando de cosas favoritas, ¿has trabajado alguna vez, Kora? - El chico se giró hacia ella. Había hablado sin malicia, de forma casual. No como Jolyne, que se lo echaba todo en cara.
- A veces mi madre me colaba en la oficina cuando salía plaza para un becario. Un par de veces. - Añadió, encogiéndose de hombros.
- ¿Y allí hacías…?
Otra vez era Jolyne quien iba a por ella. Entrecerró los ojos, apretando la cuchara con fuerza al darse cuenta de que, encima, la tenía en un callejón sin salida, por mucho que odiara admitirlo.
- Fotocopias. Café. Pasar llamadas. - Trató de recordar más de aquellos días, aunque eran un borrón en su mente. - Poner buena cara.
- ¿Ves? Al menos tienes referencias.
- No me hablo con mis padres y era en negro.
Kora le borró la sonrisa a Ezio de un solo comentario, y levantó el bol para sorber la leche con chocolate que quedaba. Nunca le había dado mucha importancia al trabajo, sabiendo que una vez terminara de fingir que iba a la universidad y tuviera su título, entraría directamente a trabajar con su padre.
La mentira sólo tenía que haberse aguantado unos años más. ¿Cómo podía haber tenido tan mala suerte?
- Entonces tienes que empezar desde cero. - Dijo Ezio, recogiendo su plato para llevarlo a la cocina, y de paso, alargó la mano para llevarse el bol de cereales vacío de Kora.
- Qué guay. - Kora se hundió en el asiento. - No puedo esperar a ser camarera.
- No ibas a durar ni un día como camarera.
Le replicó Jolyne al otro lado de la mesa, rodando los ojos mientras bufaba. Maldiciendo a toda deidad internamente, Kora recordó que ésta trabajaba precisamente de camarera. Como si no llevara ya una mala puntuación con ella…
- Aunque no está la cosa para elegir, ¿qué es lo que te gusta? - Preguntó Ezio al volver. - A lo mejor hay algo que se te de bien y sea fácil para ti.
Kora se giró hacia el italiano, con una ceja alzada. Una cosa era no tener experiencia y otra que la trataran como si no supiera sumar dos más dos. Pero no iba a saltar en aquellos momentos, dejando sólo como muestra de desaprobación entrecerrar los ojos durante un segundo al mirarlo mientras respondía.
- Bueno, ya sabéis que me gusta cantar… pero aparte de eso, a ver… videojuegos… anime… - Hubo cierto silencio por parte de los tres, y notó cómo se le encendían las mejillas al sentirse totalmente juzgada. - ¿Animalitos monos?
- ¿Como cachorritos? - Ezio casi la interrumpió, con una expresión interesada.
- ¡Oh, sí, me encantan los perros!
Kora sonrió, recordando por unos momentos un vine de cachorritos de Samoyedo. Tan blanquitos y esponjosos… un amigo le había enviado el link el vine diciéndole que le recordaban a ella.
- Pues podrías cuidar de perros. Hay una red social, como las de citas, pero pare gente que se ofrece a pasear y encargarse de mascotas. - El chico sonrió ampliamente, satisfecho con haber encontrado la solución (aparentemente). - ¿Tienes experiencia?
- Claro. - Asintió. - He tenido tres perros y una tortuga.
- Mejor céntrate en los perros… las mascotas exóticas son otro tema…
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- ¿Así?
Ajustó su posición para quedar recta, forzando una sonrisa leve. El pelo le caía a los lados de la cabeza, limpio y cepillado tras una ducha. Había optado, a sugerencia de Ezio, por un maquillaje simple para reforzar un “look inocente”.
- Sonríe un poco más.
Con concentración, Ezio apuntaba su móvil hacia ella, buscando un ángulo adecuado. A Kora se le hacía extraño no ser ella quien se sacara la foto. Lo suyo eran lo selfies o las capturas de webcam, donde era ella la que controlaba cómo salía. ¿Y si Ezio no terminaba de sacarla bien…?
Resignada, simplemente sonrió más, aunque su sonrisa se tornó tensa al ver quién entraba en el comedor. Jolyne se asomó por encima del hombro de Ezio, mirando al móvil que éste tenía en las manos.
- ¿Le estás haciendo una foto a las tetas?
- ¿¡Qué!? - Kora se llevó las manos al pecho, a pesar de que lo tenía ya cubierto por la ropa.
- ¿¡Qué dices!?
Poniéndose algo rojo, Ezio le dio un manotazo en el hombro a Jolyne, que se marchó como había venido riendo por lo bajo.
- No le hagas caso, te enseño las que he hecho si quieres. - El chico se pasó una mano por el pelo, algo azorado. - De verdad, soy un chico honesto.
- Me fío de ti…
Suspirando, Kora apartó las manos del pecho. Recuperar una posición relajada le costaría unos momentos, incluso tuvo que respirar hondo un par de veces. El ritmo cardíaco se le había disparado, y no por la idea de que el otro le estuviera tomando fotos sucias. Reconocía aquel sentido del humor en la otra, aquella manera de jugar y picar a alguien… había sido un momento muy propio de Jolyne. Un momento que había echado de menos, sin darse cuenta hasta entonces.
“¡Eso es porque le gustas a Kora, profe!”. Uno de los recuerdos más embarazosos de su vida había sido cuando estaban en primaria, el curso antes de que Kora se marchara. En su momento había querido que la tragara la tierra, aunque al fin y al cabo, ¿a quién no le gustaba el profesor nuevo de gimnasia? Pero Jolyne luego había compartido su bolsa de gominolas con ella, riéndose por la cara que había puesto, y la vergüenza del momento se había disipado en cuestión de segundos.
- ¡Perfecto! - La voz de Ezio la sacó de su ensimismamiento, acercándose hacia ella con el móvil en alto.
- A ver…
En la pantalla, salía sonriendo con la cabeza ligeramente ladeada. Era una sonrisa extraña en ella, diferente de las amplias que dedicaba a sus fans en el canal o de las seductoras de los selfies. Era… inocente. Con la mitad del pelo recogido hacia atrás y la camisa abotonada hasta el punto justo para ser decente al mismo tiempo que dejar un poco a la vista, admitía que tenía la apariencia ideal para que alguien le confiara el cuidado de un ser vivo.
- Ahora cuando la subamos al ordenador le ponemos un par de filtros, y empezamos a hacer el anuncio. - Ezio se sentó en el sofá, conectando el móvil al portátil con el cable USB. -
- Muy bien. - Asintió Kora, sentándose a su lado. - Espera, déjame a mí lo de la foto, que ya tengo práctica.
Kora se encargó de la edición de la foto, teniendo ya práctica. Resaltar los colores sin que quedara demasiado saturado, equilibrar las sombras… el resultado no era el de un fotógrafo profesional, pero al menos resaltaba sobre las otras fotos que había visto en la página de anuncios.
- Vale, ahora a poner un anuncio en Pawslist… Tendrás que registarte. - Ezio le dejó el portátil en su regazo, y Kora empezó a introducir su información.
Después de mirar varios anuncios como ejemplo, finalmente consiguieron el suyo.
Chica seria y responsable se ofrece para cuidar perros
Mi nombre es Kora y soy la cuidadora que estás buscando para tu mascota. Me encanta estar y jugar con los animales. Si por motivos personales no te es posible atender a tu mascota, no dudes en contar conmigo. Yo pasearé a tu mascota y le haré compañía por un módico precio. Desde cachorros a ancianos, me puedo encargar de sus cuidados por completos, incluyendo visitas al veterinario.
Aunque no tengo experiencia profesional, me he criado rodeada de perros desde que era una niña, y los he cuidado y atendido en todo momento ofreciéndoles unas buena calidad de vida. Me encantan los animales y estar con ellos, les presto atención, juego con ellos y se divierten conmigo.
¡Dame la oportunidad de demostrártelo dejando en buenas manos a tu mascota!- No está mal. No tener faltas de ortografía ayudará. - Asintió Ezio. - Ahora, las tarifas… hmm… espera.
El chico se levantó, saliendo del comedor un par de minutos para volver con el cuarto compañero de piso. El tal Fugo, a quien sí que no había visto desde que se instalara en la casa. Al igual que la primera vez que lo había visto, llevaba unas gafas de pasta moradas.
- Ayúdanos a poner tarifas para una futura cuidadora de perros. - Le dijo Ezio.
- Estudio Matemáticas, no Economía. - Éste respondió arrugando la nariz.
¿Qué podía haberse roto dentro de alguien para estudiar voluntariamente Matemáticas? Kora se aguantó una risita.
- ¿Cuál es la diferencia? - Ezio se encogió de hombros sonriendo de lado, y le pasó el portátil.
Con un breve bufido perdonavidas, Fugo se sentó a una distancia razonable de Kora. Parecía bastante distante, aunque tampoco podía decir mucho de él. No lo conocía lo suficiente, además de que la primera impresión que había tenido de él era que era, de hecho, el más formal del grupo de Jolyne.
- Lo ideal sería sacar una media de los que estén cercanos, y rebajarlo hasta que esté hacia el más bajo. - Fugo clickeó unas cuantas veces, haciendo girar la ruedita del ratón. - Bien, tienes ventaja con el más bajo.
- ¿Qué quieres decir? - Kora alzó una ceja.
En respuesta, el chico le enseñó el anuncio, señalando a la foto.
- No sé qué foto vas a subir, pero las personas más atractivas llaman más la atención. En igualdad de condiciones, la gente tiende a elegir a los guapos… y ni siquiera es necesaria una igualdad de condiciones. - Explicó mientras seguía tecleando. - Así que es mucho más probable que te llamen a ti.
- ¿Eso es un cumplido? - Sonrió Kora.
- No realmente. Ya has visto la foto, el listón no está muy alto.
- Vaya manera de echar por suelo una posibilidad de quedar bien, Fugo… - Ezio negó con la cabeza, y luego se dirigió a Kora. - No te lo tomes de forma personal, así es y así hay que quererlo.
Concentrado en la pantalla, Fugo parecía ignorar la conversación completamente. Al terminar de teclear, le devolvió el portátil a Ezio y se subió las gafas por el puente de la nariz.
- Esas tarifas servirán. Es un poco por debajo de la media, pero compensa por la falta de experiencia formal. - Explicó.
- Gracias, Fugo. - Ezio le dio una palmada en el hombro, sonriéndole. - Ya te dejamos volver a estudiar.
- De nada.
Sin añadir nada más, Fugo se marchó del comedor mientras Kora murmuraba un “gracias”, aunque no sabía si le había oído o no. Se quedó con la mano en el aire, a mitad de un saludo. El detalle no pasó desapercibido a Ezio.
- No ha tenido un buen día en clase. Ya se le pasará. - Ezio se encogió de hombros, sentándose a su lado. - Vale, ¿un último repaso?
- Hmm-mm. - Asintió Kora, acercándose a él para poder mirar la pantalla.
Los segundos antes de clickear el botón de enviar se le hicieron eternos, como si estuviera a punto de tirarse por un tobogán bastante alto. Cuando el anuncio se subió, miró varias veces para asegurarse de que todo estaba en orden, a pesar de que lo habían revisado por lo menos tres veces antes de subirlo.
- Bienvenida al mundo laboral, Kora. - Ezio le dio un apretón suave en el hombro, riéndose cuando ésta dejó ir un suspiro. - ¿Cómo celebras tú las cosas? En plan cenar.
- Voy a un restaurante-buffet japonés y como sushi hasta reventar.
- Un día es un día. - Le dedicó una amplia sonrisa. - No será muy caro, ¿no?
- Pues… no mucho… - Kora se llevó el índice a los labios, pensativa. - Unos 40 dólares por persona.
Ezio se quedó unos segundos en silencio, con la sonrisa helándose.
- ¿...Y de qué decías que te gusta la pizza?