Author Topic: HiMEverse Episode V: The Rebels Strike Back  (Read 418855 times)


Sayi

Flashfic!




Sayi había anticipado la pregunta de Haru más de una vez. Y, más de una vez se había preguntado si debería ser honesta o recurrir a una mentira piadosa

Pero respetando el aire de franqueza que su había marcado su conversación, decidió ser sincera, confiando en que Haru la recibiera con empatía.

Después de todo, quisiera o no, la sola existencia de Hige la delataba.

“Haru, te mentiría si dijera que no siento nada por Bou, pero no puedo olvidar lo que vivimos juntos. Mi Child existe a raíz de lo que aún siento, pero” se detuvo, estudiando el rostro de la castaña “Nuestra relación como pareja terminó en Beijing, y no tengo intención ni esperanza alguna de volver a estar con él. Si me das algo más de tiempo…”

Se detuvo. Le gustaba pensar que, con el paso del tiempo, estaría garantizado que no sentiría nada más por Taikoubou. Pero ni de eso tenía certeza, era tan solo una teoría…

Haru bajó la mirada, tomando la taza entre sus manos.

“…Lo sé. No puedes apagar lo que sientes. Y, como dices, ni siquiera se ha cumplido un año desde que ustedes terminaron” agregó con calma “No hay un cronograma escrito en piedra para superar una relación… y debió haber sido una relación realmente especial, si Taikoubou estuvo dispuesto a regresar para honrarla.”
Sayi asintió, agradecido “Gracias por tu empatía, Haru. Pero te prometo, no tengo ningún diseño sobre Bou. Es un buen amigo, y así planeo que se quede. Si hubiera manera de cerrar este ciclo y terminar esta guerra HiME/Rebel, lo haría sin dudarlo.”
“Agradezco tus palabras, pero no te preocupes por mi. Yo entiendo” le respondió “No te habría creído si me hubieras dicho que no sientes nada por él, pero tu sinceridad me dice mucho de ti.”

Ahí estaba. Sayi decidió creer en sus propias palabras. Al decirlas frente a Haru, sentía cómo se asentaban en su corazón.
Su historia con Bou ya estaba escrita, y lo único que quedaba era terminar este conflicto para poder continuar con sus vidas; esta vez, como amigos.

Una ola de nostalgia llenó su pecho, pues este momento se sentía como un punto final a sus esperanzas con el peligris. Su amigo. Y ahora, finalmente, podía mirar hacia adelante.

“¿Hay algo que pueda hacer para ayudarte? Con todo este asunto HiME…” le preguntó Haru, y Sayi le sonrió, pensando en cuánto ya le había ayudado con solo hacer la pregunta.

Pero no tuvo tiempo a responder, pues su teléfono comenzó a vibrar. La pelirrosa se disculpó mientras lo tomaba, y Haru le hizo un gesto indicando que no era problema alguno.

La voz de Ichigo llenó su oído.

“¡¡SAYI!! ¡¡KAIEN!!” exclamó el rubio, al otro lado de la línea “¡Kaien regresa a Japón, permanentemente!”

Y hablando de nostalgia…

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Mimi Tachikawa

Hoi hoi minna aqui vengo con el fic del mes, con la introduccion de Haruka, un niño un poco especial....

advertencia: el capi contiene habla acerca de asesinatos y de una mente retorcida.

----------------------------------------------

Haruka Sakurai no era diferente por elección, sino por condena. Desde muy pequeño, algo en él no encajaba del todo con el mundo que lo rodeaba. Mientras otros niños de su edad corrían, reían, aprendían con facilidad y se adaptaban a los ritmos esperados por la sociedad, Haruka parecía vivir a contratiempo. Su mente vagaba en caminos lentos y confusos, donde las instrucciones simples se volvían laberintos y las expectativas ajenas eran imposibles de cumplir. Sus padres, Sumiko y Daichi Sakurai, alguna vez soñaron con un hijo brillante, un reflejo de sus propios logros. Pero pronto, esos sueños se vieron reemplazados por la frustración, el silencio y la negación.

A los siete años, Haruka fue diagnosticado con un trastorno del desarrollo que dificultaba su aprendizaje y habilidades sociales. La noticia golpeó a sus padres como una sentencia vergonzosa que preferían ocultar. Desde entonces, en casa se hablaba poco de Haruka, aunque él estuviera presente. Su existencia se volvió una sombra entre las agendas laborales, las reuniones sociales y las exigencias de un mundo que no tiene tiempo para los que se quedan atrás. Su habitación, siempre cerrada, era una cápsula de soledad. Y en esa soledad, Haruka empezó a construir una realidad alterna, donde él no era el problema, sino la víctima de un mundo injusto.

La escuela tampoco fue un refugio. Los profesores lo etiquetaban como "lento", los compañeros lo evitaban o se burlaban de su torpeza, y la administración lo mantenía apenas al margen, lo suficiente para llenar una cuota de inclusión. Haruka nunca tuvo un amigo real. Cada intento de socializar terminaba en rechazo o incomodidad. Sus notas eran mediocres, su autoestima inexistente. Pero dentro de su mente, se gestaba algo más: una rabia silenciosa, alimentada día a día por la indiferencia.

Conforme pasaban los años, esa rabia se convirtió en una necesidad: ser visto, aunque fuera por miedo. Ser escuchado, aunque fuera a través del horror. Haruka no quería ser un monstruo, pero tampoco podía soportar seguir siendo invisible. A los 15 años, se encontraba atrapado entre la desesperación y la necesidad de gritar. Y en un momento de quiebre, descubrió que la oscuridad que tanto lo consumía podía convertirse en un arma.

La primera vez no fue planeada. Fue un impulso, una reacción desbordada contra alguien que lo humilló en público. Lo que siguió fue una mezcla de pánico, euforia y, sobre todo, atención. Por primera vez en su vida, alguien preguntó por él. Se habló de Haruka. Los ojos se posaron sobre su existencia. Y eso, por enfermizo que parezca, le dio sentido.

A partir de ahí, cruzar la línea fue cada vez más fácil. Cada acto, más meticuloso. Cada víctima, un símbolo de los que lo ignoraron, lo minimizaron o lo borraron. Haruka no asesinaba por placer, sino por desesperación. Para él, cada crimen era una carta abierta, una súplica distorsionada de ayuda. Pero el mundo, en su ceguera, solo veía a un joven trastornado. Nadie se preguntaba por qué.

----------------

El cuerpo yacía inmóvil en el callejón, envuelto por la oscuridad de una noche sin luna. Haruka lo observaba en silencio, con las manos aún manchadas de sangre tibia y un leve temblor recorriéndole los dedos. No era miedo lo que sentía. Tampoco culpa. Era algo mucho más profundo, más antiguo. Como si su alma hubiese estado esperando este momento toda su vida.

El muchacho a sus pies se llamaba Takumi. Era uno de los que se reían de él en el instituto. Siempre el primero en empujarlo en los pasillos, en ocultarle los libros, en imitar su manera de hablar con esa voz pastosa que Haruka odiaba escuchar en sí mismo. Esa noche, Haruka lo siguió. No planeaba matarlo. Solo quería… confrontarlo. Pero algo dentro de él cambió cuando lo vio solo, vulnerable, sin público, sin risas. En ese instante, la rabia reprimida por años encontró una salida, y sus manos actuaron antes que su mente.

Lo extraño fue lo que sintió después.

No fue alivio. No fue miedo.

Fue claridad.

Mientras se limpiaba las manos en la camiseta del muerto, sintió que algo encajaba dentro de él, como una pieza perdida que finalmente encontraba su lugar. Por fin había hecho algo que nadie podía ignorar. El lunes siguiente, todo el instituto hablaba del asesinato. Las noticias mencionaban a un joven asesinado a cuchilladas, sin móviles claros. La policía buscaba pistas. Nadie sospechaba de Haruka. Nadie jamás lo haría. Él era invisible.

Y ahora, por primera vez, eso jugaba a su favor.

Haruka empezó a llevar un diario. No uno cualquiera, sino uno escrito con una tinta oscura, obsesiva, hecha de pensamientos retorcidos, dibujos de rostros distorsionados y frases repetidas como mantras:
"Si no me ven, los haré mirar. Si no me escuchan, los haré gritar."

El siguiente objetivo fue más fácil de elegir: una profesora que lo había humillado durante años, cuestionando su inteligencia frente a toda la clase, tratándolo como si fuera menos que humano. Haruka la estudió durante días, observando sus rutinas, sus horarios, sus distracciones. No quería improvisar esta vez. Quería que doliera. Quería que fuera un mensaje.

Y lo fue.

Su cuerpo fue encontrado en su coche, la garganta cortada con precisión quirúrgica, y una nota escrita con la misma tinta que Haruka usaba en su diario:
"Uno por cada año de silencio."

Ahora sí, las noticias ardían. La policía hablaba de un posible asesino serial. Un joven, probablemente. Inteligente, metódico. El terror se esparció por la ciudad como una infección sin cura. Padres no dejaban salir a sus hijos. Escuelas cerraban temprano. Alarmas de seguridad se instalaban en cada esquina. Pero nadie miraba hacia Haruka. ¿Por qué lo harían? Él siempre fue un cero a la izquierda. Una sombra.

Haruka fue capturado en otoño, una estación que odiaba. Las hojas muertas caían como los secretos que intentó enterrar. Fue un error simple. Una cámara de vigilancia que no debió estar ahí. Una gota de sangre en el lugar equivocado. Su rostro, por primera vez, fue identificado. Y así, el chico invisible se volvió el monstruo que todos querían ver enjaulado.

Tenía quince años cuando lo arrojaron a una celda. Demasiado joven para la prisión de adultos, pero demasiado peligroso para un centro juvenil común. Lo enviaron a una institución especial: un lugar gris, clínico, con pasillos que olían a desinfectante y desesperanza. Le pusieron una camisa blanca, le rasuraron el cabello, le dieron pastillas para "calmarlo", y lo encerraron con el título oficial de "psicópata juvenil". Pero Haruka no gritó. No lloró. No suplicó. Estaba acostumbrado a vivir en una celda; esta solo tenía barrotes visibles.

Y entonces, apareció ella.

Junko Enoshima era un enigma con labios rojos y ojos que brillaban como cuchillas afiladas. No era doctora. No era policía. No era familiar. Pero logró entrar. Dijo tener autorización para “observar al paciente 103-11” como parte de una iniciativa psicológica experimental. Y nadie se atrevió a cuestionarla. Su manera de hablar hipnotizaba, su presencia exigía respeto, y sus métodos... no estaban en ningún manual.

La primera vez que se vieron, Haruka no dijo nada. Ella, en cambio, sonrió como si lo conociera de toda la vida.
—Así que tú eres el pequeño Haruka. Te imaginaba más... roto. —dijo, sentándose frente a él con las piernas cruzadas y la mirada como un bisturí.

—¿Quién eres tú? —susurró Haruka, con una voz que no usaba desde que estaba libre.

—Soy lo que tú podrías ser... si dejaras de esperar que alguien te salve.

Junko lo visitaba cada semana. Luego cada día. Las sesiones se volvieron confidenciales. Los doctores desaparecían del cuarto cuando ella entraba. Pronto, Haruka comenzó a hablar. Luego a confiar. Luego a depender.

Junko lo entendía de una forma que nadie más lo había hecho. Ella no lo corregía. No lo medicaba. No lo juzgaba. Le hablaba como a un igual. Le enseñaba que el mundo era una mentira construida por los que fingen ser normales. Que su rabia no era una enfermedad, sino una respuesta lógica. Que la oscuridad no debía ser escondida, sino celebrada.

Haruka, por primera vez, sintió algo similar al amor.

Pero no un amor sano.

Junko se convirtió en su guía, su voz interna, su nueva realidad. Con palabras dulces y veneno disfrazado de afecto, lo moldeó como arcilla. Y en un acto que parecía imposible, logró convencer al instituto de salud mental de que Haruka debía estar bajo su tutela “para una rehabilitación integral en entorno controlado”. Lo presentó como un caso de estudio, un experimento viviente.

Y lo consiguió.

Haruka fue liberado bajo supervisión directa de Junko Enoshima.

Vivía ahora con ella, en una casa que parecía sacada de una película: ordenada, limpia, con paredes llenas de fotografías... y secretos. Junko lo llamaba "mi niño" frente a los pocos visitantes. Le cocinaba, lo cuidaba cuando tenía pesadillas, lo abrazaba cuando temblaba. Pero también lo entrenaba. Lo exponía a ideas retorcidas. Lo hacía leer libros sobre manipulación, control mental, asesinos históricos. Haruka, roto por dentro, absorbía todo como un niño pequeño que finalmente recibe atención.

Y en su corazón, confundido, crecía la certeza de que por fin alguien lo amaba.

—Haruka —le susurró Junko una noche, mientras él descansaba la cabeza sobre sus piernas—. El mundo nunca te quiso. Pero yo... yo sí. Y tú me perteneces.

---------------------------

matta nee

« Last Edit: April 30, 2025, 08:56:40 PM by Mimi Tachikawa »


Cho

Uhh quiero avanzar más rapido, el próximo mes me desquito. Regreso con el icon que falta.

115.9.




“Hmm… creo que mejor vamos de regreso, ¿no lo creen? No hay nada que hacer aquí,” comentó Tenshi al aire a su grupo. Ellos andaban caminando por un sendero cercano al estadio, casi oscurecido por completo por las otras estructuras cercanas.
“Pienso que ha sido un simple ejercicio, tienes razón,” Suzuka asintió, y entonces dio un suspiro. “Aunque siendo sincera, prefiero estar aquí afuera que regresar a la inmensidad de gente.”
Debo admitir lo mismo,” Roxas desvió su mirada.
“Ah, ciertamente me preocupa que la juventud de ahora se aísle tanto,” Norimune expresó su lamento a pesar de mantener su sonrisa. “Y en particular que mi bella hija haya comenzado con dicho desdén…”
“Eh, no, sólo decía mi punto de vista,” Roxas se confundió.
“Por favor no le tomes en serio,” Suzuka negó y miró a su arma con desapruebo. “No hay nada de malo preferir las afueras, Norimune, por favor no intentes comenzar drama ahora.”
“Reconozco que soy culpable de querer fastidiarte un poco para ver tu reacción, mi estimada,” este se encogió de hombros. “Pero igual me preocupa saber que salvo la buena Tenshi, los demás parecen ser más reclusos.”
“Apuesto a que fuera de tus observaciones tú tampoco eres de participar en eventos así, no creas que no me di cuenta de que evadiste mencionarte,” le reprochó Kashuu. Este terminó por sonreír con autoconfianza. “Y para tu información, sé que puedo desenvolverme en un ambiente social si es necesario, simplemente estoy más satisfecho acompañando a mi aruji a donde sea que vaya.”
“Por algo eres un buen bouzu cuando deseas serlo, bien hecho,” le felicitó como si reconociera una ocurrencia positiva de su nieto.
“Qué pesado que eres, kuso jiji,” entrecerró los ojos. “Aunque estoy de acuerdo que este paseo se ha prolongado mucho. Nos haría bien cambiar de actividad,” entonces, se giró a Cho. “Aruji, ¿qué te parece?”
“…” por su parte, Cho miraba hacia un costado, perdidamente. Se le notaba algo pálida.
“Aruji…” Kashuu se alertó y caminó para estar en su campo de visión. “¿Te sientes bien?”
“Eh… yo… perdón,” Cho terminó agarrando su frente con una mano con pesar, como si sufriera de un debilitante dolor de cabeza. “Es sólo que… hay una extraña niebla, ¿no les parece?”
“¿Niebla?” Tenshi se extrañó. Ella junto con los demás miraron a sus alrededores. “Hm… no puedo decir que veo nada.”
“…” Norimune frunció el ceño y abrió su abanico, con el cual cubrió medio rostro en plena meditación. “Es una niebla roja, ¿no es así?”
“Roja…” Roxas invocó una keyblade y la usó para invocar un haz de luz. Con este, los demás pudieron finalmente notar cierta difusión en el aire, producto de una muy leve manifestación. “Sí hay algo…”
“Realmente no podría verlo si es que no fuera por tu elemento, Roxas,” Suzuka se puso a pensar. “Pero el color es preocupante. ¿Acaso es obra de un Rebel?”
“¿Tú crees?” Tenshi se alertó. “Pues si es así, no hay forma que le dejemos hacer lo que plazca. Habrá que ver si podemos deshacernos de la niebla. Ehh… ¡Cho! ¿Crees que puedes quemarla?”
“¿Y-yo?” ella ladeó la cabeza.
“Oye, espera un momento,” Kashuu miró a la peliazul con reproche. “No creas que puedes mandar a mi aruji. Ella no se siente bien, para empezar.”
“Tranquilo, no es que la obligue,” Tenshi alzó una ceja. “Sólo vale el intento.”
“Como siempre admiro tu ímpetu, pero tengo que tomar el lado de bouzu aquí,” comentó Norimune a la joven HiME. “Antes de pretender buscar a cualquier causante de esta posible niebla mágica, opino que lo mejor es llevar a nuestra aliada de vuelta al estadio para que descanse un poco.”
“E-eh, estoy bien, no se preocupen por mí,” Cho se alertó y agitó sus palmas.
“No, es verdad, por favor no te esfuerces,” le pidió Suzuka, todavía pensativa. “Si tu debilidad se debe a esta niebla para empezar, no podemos ignorar el posible peligro.”
“Pues…” la peliceleste se vio perdida. No creía que su fuerte dolor de cabeza se debía a la niebla en sí, más presentía que se trataba del daño que había sufrido en el puerto. Sin embargo… “Ustedes dicen que esta niebla apenas se puede ver, pero… es bastante densa para mis ojos.”
“Aruji, ¿en serio?” Kashuu se alarmó.
“Cho…” Roxas también se mostró preocupado. En eso, el grupo fue alcanzado por Reimu y Youmu, quienes llegaron corriendo.

“Oigan, ¿de casualidad ustedes también pueden ver una rara niebla aquí?” preguntó Youmu.
“No parece muy notoria, pero al usar la luz pude detectarla,” dijo Reimu, pensativa.
“Sí, justo acabamos de verlo, Roxas nos lo mostró,” contestó Tenshi. “Eh, un momento, ¿dónde están Enmusubi y Sohaya? Pensé que las habían acompañado.”
“Surgió una emergencia,” comenzó Youmu, pensativa. “Eh, no es nada serio, supongo, pero Ayesha llamó a Enmusubi para reportar que Nio se había separado de ella, así que los dos fueron de regreso para ayudarle.”
“Ah, es una pena, aunque viendo el rostro de disconformidad de la pequeña, no puedo decir que me sorprende del todo,” comentó Norimune, con algo de gracia y frustración.
“Es mejor que no saquemos conclusiones, puede que no haya sido su intención,” dijo Suzuka.
“Eh, no, conociéndola imagino que sí se escapó…” Kashuu dio un suspiro.
“Aun así, Nio parece ser bastante sensata, dudo que haya hecho algo imprudente… pero…” Cho bajó su mirada. Podía imaginar lo consternada que se encontraba Ayesha, además del hecho que algo extraño parecía ocurrir en esos instantes.
“¿Qué deberíamos hacer ahora?” preguntó Roxas. “Imagino que nuestros mentores se encargarán en el estadio. ¿Deberíamos dar otra vuelta en caso veamos a Nio?”
“Sí, justo eso pensaba. El perímetro es bastante amplio,” observó Tenshi, algo impaciente y esperando poder moverse pronto.
“Oigan, mis estimados, no se olviden que nuestra compañera no se siente muy bien,” observó Norimune, sonriendo con paciencia. “Voto a que regresemos al estadio primero antes de decidir qué más podemos hacer.”
“¿Quién se siente mal? ¿Ocurrió algo?” preguntó Reimu.
“Eh, estoy bien, sí me duele la cabeza, pero velar por Nio es más importante ahora,” dijo Cho, decidida. “No se preocupen por mí.”
“Insisto, no estamos en plena emergencia, al menos tú ve a descansar. Deja que bouzu te acompañe, ¿no te parece?”
“Pero…” la peliceleste se sintió con cargo de consciencia. Esa arma tenía una extraña autoridad detrás de su actitud sosegada. Aun así, no evitaba pensar en esa situación como su responsabilidad por tratarse de la hermanita de su amiga…






“Deténganse, gente de Hanasaki.”

De la nada, una voz seria se hizo oír, seguida de la aparición de un joven apenas un poco mayor que la mayoría presente. Este pelinegro estaba vestido de negro con un saco cuyo cuello le cubría la mitad inferior del rostro. Debido a su severidad y apariencia, su público pasó a mirarle con desconfianza y suma atención.

“¿Quién vendrías a ser tú?” le cuestionó Kashuu, alzando una ceja.
“Es obviamente de Rizembool por cómo nos habló,” Roxas frunció el ceño.
“¿Acaso tú eres el responsable de la niebla roja?” preguntó Tenshi, inquisitoriamente.
“Niebla roja…” ese individuo se oyó meditativo. “Será que algo ya se está manifestando…”
“¿Es que acaso eres un Rebel?” Youmu invocó sus espadas.
“Oye, un momento, Youmu,” le recriminó Reimu. “Se verá sospechoso, pero todavía no sabemos si es un enemigo.”
“Cierto, no podemos saltar a atacar aún, hay que ser cuidadosos,” Suzuka se puso a pensar. “No sabemos si él es el responsable.”
“Esperen, yo no soy el responsable de ninguna niebla,” recalcó esa persona, quien se dio el momento de mirar juiciosamente, y quizás algo alarmado, hacia Youmu. “¿En serio tomó sólo eso para que saques tus armas? No sean impulsivos, por favor.”
“¿Q-qué dices?” la susodicha pareció en aprietos, sin saber si reclamarle la observación o disculparse.
“Fufu, estoy de acuerdo con usted, joven. Temo que mi querido elenco aquí todavía tiene mucho que aprender,” Norimune se tomó la libertad de avanzar casi como si estuviera en pleno diálogo social y libre de estrés. “No obstante, por tratarse de personas inmersas en una pelea incierta, es normal que busquen tener mucho cuidado. Por favor explique su presencia aquí, así podemos calmar las aguas.”
“…” este miró a Norimune con algo de extrañeza, pero terminó asintiendo y encaró al grupo en general. “No he visto la niebla roja personalmente, pero he venido a comunicarles que existe un peligro latente en los alrededores del estadio esta noche. Tienen razón al concluir que soy de Rizembool, pero no soy un Rebel activo y meramente estoy ayudando con el control de la paz del evento. Por eso estoy aquí hablando con ustedes.”

Luego de sus palabras, los demás intercambiaron miradas. Pese a su brusca llegada, al mantenerse serio y concentrado en el punto, no daba la pinta de ser algún impulsivo o peligroso Rebel. Realmente sonaba a alguien dedicado a la vigilia. De todos modos, no era como si pudieran cerciorarse de eso.

“Me pregunto si nos puedes confirmar lo que dices,” preguntó Roxas, no convencido.
“Entiendo que ese es un dilema, pero si dicen que han podido ver una extraña niebla, pienso que les haría bien oír lo que tengo que decir,” argumentó el otro.
“Eh, claro, pero o sea si la niebla ya se está manifestando a nuestro alrededor en este momento, ¿de qué nos sirve escuchar a alguien que sólo es alarmista?” preguntó Tenshi, encogiéndose de hombros.
“Ehm, pues, no es que le hayamos dado mucho espacio para explicarse todavía…” comentó Cho, dubitativamente.
“¿Dicen que esa niebla nos está rodeando?” preguntó dicho muchacho, algo sorprendido.
“Hm, parece que ni vino listo a investigar por su cuenta,” concluyó Kashuu, con indiferencia y cierto desdén.
“Tsk…” Suishinshi pasó a entrecerrar sus ojos. “¿Entonces qué hacen teniendo esa actitud? Deberían alejarse de aquí lo antes posible.”
“Estábamos decidiendo qué hacer, ¿pero por qué reaccionas así? ¿Es tan serio?” preguntó Reimu.
“Dígame usted,” Norimune sacó su celular y usó su linterna al espacio entre todos. Era más difícil de visualizarlo con esa luz más tenue y de menor amplitud, pero esa difusión roja igual pudo manifestarse lo suficiente. “Ahora que lo puede ver, ¿podría explicarnos lo que sabe?”
“…” afiló sus ojos. “Síganme, caminemos hacia el estadio inmediatamente.”
“Espera, nosotros podemos pelear, ¿busca resguardarnos?” preguntó Tenshi, impaciente. “Si podemos hacer algo lo antes posible.”
“Podemos hablar mientras caminamos… sinceramente…” aseveró su tono de voz. “¿Crees que puedes ganarle una pelea al aire? Les conviene oír la información que poseo.”

Así, este joven caminó hacia dicho estadio, el cual seguía bastante lejos del claro donde estaban. La mayoría se vio confundida, aunque luego de que Reimu se mostrara ambivalente como para seguirle y Norimune terminara por alentar a los demás con un movimiento de su cabeza, ellos siguieron a ese joven, en un inicio en silencio hasta que, luego de que este mismo comprobara que ya no había niebla con su propio celular, él decidiera esperarles.

“Entiendo que ustedes no ven con buenos ojos a Rizembool y tienen razones muy válidas para desconfiar de gente como nosotros, pero al menos espero que entiendan que cualquier alboroto tendría repercusiones severas para ambas instituciones esta noche, y es por eso que les pido que trabajemos juntos en este instante,” dijo nuevamente adoptando neutralidad en su voz. El grupo igual continuó caminando lentamente de regreso al estadio.
“¿Qué es lo que sucede?” preguntó Suzuka.
“Uno de los principales encargados del control de daños en Rizembool nos ha informado que hay un individuo, un prospecto a Rebel, quien podría desencadenar una pelea en los alrededores al estadio,” informó sin rodeos ni titubeos. “También nos dio más detalles sobre el modus operandi de dicha persona, motivo por el cual les he pedido que me sigan.”
“Modus…” comenzó Youmu, ladeando su cabeza.
“Es decir, la forma en la cual aquel Rebel opera. Quizás cómo se comporta, cómo apunta a sus víctimas, o qué estrategias toma…” explicó Cho, pensativa. Esa densa niebla había sido dejada atrás, pero todavía notaba indicios de la misma. No dejaba de preguntarse por qué ella podía verla más que los demás.
“Es correcto, pero además de ello, sé cómo este usa su magia y la forma en la cual puede desencadenarse,” Suishinshi asintió. Dio un suspiro antes de continuar. “Parece que nos hemos alejado una buena cantidad de nuestro punto de encuentro. Ahora que guardamos esta distancia, me toca ser sincero con ustedes.”
“¿Cómo así?” Tenshi le miró con desconfianza. “¿Nos estás intentando engañar?”
“…se nota que realmente miran a Rizembool con malos ojos, pues, no que no esté acostumbrado desde ya…” negó. “Ese individuo busca ocasionar una pelea con personas que usan poderes. La niebla que hemos visto debe ser el medio sobre el cual oí, cómo el principal poder del prospecto de Rebel se trata de invocar a orphans del mismo aire.”
“¿Orphans?” Roxas se sorprendió. “Si es necesario, podemos pelear contra estos.”
“No, les pido que desistan,” estresó el pelinegro. “Les saqué de esa área porque ustedes no saben cómo lidiar con la amenaza de esta noche. Esos orphans son peligrosos porque son tan indestructibles como el mismo aire, y si pelean contra estos sólo fomentarán la formación de más orphans. La situación podría salirse de control muy rápidamente.”
“Suena a que tenemos las manos atadas, pero esto no puede quedarse así,” reclamó Reimu. “Si dices que una persona que monitorea lo que la gente hace en Rizembool te informó de esto, ¿por qué no han cortado el problema de raíz? Si esperas que nosotros en Hanasaki no nos involucremos, ¿qué están haciendo en Rizembool para ponerle un alto a esto?”
“Entiendo tu punto de vista, pero puedo asegurarte que hay encargados que son parte del control de daños quienes tomarán acción y buscarán detener a esa persona,” contestó decidido. “Sé que hay Rebels preparados quienes tienen experiencia suficiente para lidiar con este problema, por eso les pido que sean pacientes y se mantengan al margen.”

Nuevamente hubo otro intercambio de miradas de los demás. Por el incremento de detalles, sonaba cada vez más difícil de creer sin mayores pruebas.

“Nada mal, si me permite,” Norimune asintió con aprobación al término de la explicación. “Una duda, en caso de que haya personas que estén por llegar tarde al evento, o quizás el mero hecho de algún transeúnte merodeando cerca del área que hemos abandonado, ¿se podrá garantizar que estarán del todo a salvo bajo esta amenaza? ¿Qué tan rápido se piensa resolver el problema?”
“…” Suishinshi asintió antes de contestar. Por esa ligeramente larga pausa, pareció que él mismo buscó cuidar sus palabras. “No soy la única persona que he sido contactado para guiar a otros fuera del perímetro. Hay otros voluntarios redirigiendo a personas, por lo cual hemos evacuado esa zona lo mejor posible. No puedo garantizar que no habrá problemas, tampoco puedo hablar en el lugar de aquellos encargados en controlar los daños, no tengo un contacto con ellos, pero entiendo que la obligación que todos tenemos aquí es no complicar el asunto con nuestra presencia, por eso les pido que le escuchen.”
“Hm, ya veo…” ensanchó su sonrisa, con ligero entretenimiento.
“…me da la impresión que usted no confía en lo que digo, entiendo que no he podido abogar por mi rol o mi conocimiento, pero…”
“Oh, no, descuide, yo personalmente le creo. Puedo ver que trabaja muy duro para mantener el orden y a todos nosotros a salvo,” Norimune rió para sus adentros. “Sólo me pregunto por qué no se ha presentado por su nombre, o más bien, por su conexión con alguien a quien sí conocemos.”
“Norimune…” Suzuka se confundió. Como siempre, su espada parecía poseer un conocimiento que trascendía lo que este debería saber.
“U-usted…” el pelinegro pareció sorprenderse un poco. “¿Usted sabe sobre mí? ¿Acaso… ella le ha dicho? Me suena increíble…”
“Pienso que nunca he hablado con ella fuera de comentarios sueltos en medio de aliados de Hanasaki,” concluyó alegremente. Norimune miró fijamente al otro. “Yo más bien sé de usted por medio de otra persona. Ciertamente, a mi parecer, usted es alguien dedicado a su rol y a sus responsabilidades, quizás todavía con mucho por recorrer, aunque igualmente noto su seriedad y decisión a ser lo mejor posible. Por supuesto, no podría no reconocerle por las múltiples admiraciones de un amigo de usted, quien parece verle como un ejemplo a seguir.”
“¿De quién habla…?” para variar, su serio tono de voz se contagió de ligeros nervios.





Sin embargo, dicha conversación no continuó ya que otras tres personas finalmente le dieron el alcance.

“¡Suishinshi!” exclamó Taikei, feliz de la vida. Junto con él venían Saki y Tsubasa, la primera claramente cansada de aguantar al niño y la segunda sonriendo nerviosamente al notar que habían interrumpido un momento serio.
“Taikei, ¿qué hacen fuera del estadio? Te dije que se pusieran a salvo,” le reclamó.
“Y lo intenté, pero tu hermanita estaba super preocupada por ti~” contestó el peliazul, en un tono juguetón. “Yo le insistí que debía resguardarse adentro, pero ella estuvo toda ‘noo~ a mi hermano se lo van a comer las HiMEs~ no quiero que lo maten~-AHHH”
“Si no te callas ya, te mato,” Saki terminó jalándole de ambas orejas a la vez, irradiando un aura apropiadamente asesina.
“Eh, hola a todos, veo que también los han evacuado,” saludó Tsubasa, amenamente.
“¿Qué está pasando aquí?” Reimu alzó una ceja.
“¿Acaso Saki realmente dijo eso?” Youmu se puso a pensar muy severamente.
“Ehm, oye, obviamente el otro la fastidiaba,” Tenshi negó frustrada.
“Entiendo que Taikei exageró sus expresiones, pero no tenías que buscarme, Saki,” dijo Suishinshi a la menor, en lo que su amigo se sobaba sus orejas. “Ya no seré un Rebel, pero tengo más experiencia que tú. Sé arreglármelas.”
“…” esta dio un suspiro. “No me preocupa tu habilidad de sobrevivir por tu cuenta. Vine a buscarte porque eres tan serio y seco que podrían malinterpretar tus palabras, y también porque podrían no tomarte en serio. Apuesto a que ni les dijiste de nuestro parentesco.”
“No pienso apoyarme en tu reputación, Saki. Es más que un tabú que una HiME esté relacionada a un exRebel.”
“No es que tenga una reputación para empezar,” ella negó y le miró cansadamente. “Deja de caminar entre vidrios rotos conmigo. Todos aquí saben que soy la hermana de un exRebel. No quiero que te compliques la vida intentando cuidarme, por favor.”
“Saki…” el otro se sorprendió. Para variar, era como si viera a su hermanita haber crecido y dejado sus problemas del pasado detrás. Al menos le aliviaba verla superar esos inconvenientes de hace años. Terminó por asentir, y volvió a mirar a los demás. “Lamento no ser del todo honesto con ustedes. Llámenme Suishinshi, soy el hermano mayor de Saki.”
“Vaya, hubiera sido más fácil haberlo sabido, pero bueno,” Kashuu sonrió con ironía. Luego de aquel preámbulo del par de parientes dialogando entre sí, este pudo probarse como más que un honesto guardián en el evento. Realmente había llegado con buenas intenciones.
“¡Y yo soy Taikei Naotane, un amigo!” exclamó el chico menor, extendiendo sus brazos en una pose. “¡Un gustazo! ¡Seguro que Suishinshi ya les explicó todo el rollo, pero fuera del lío, me alegra que trabajemos juntos hoy!”
“No hay necesidad de trabajar en sí, siempre y cuando nos quedemos fuera del perímetro,” le recordó Suishinshi, pacientemente. “Por favor no alientes ninguna acción innecesaria.”
“Awn~ no tienes que ser serio todo el tiempo, especialmente si hablas con amigos de tu linda hermanita~” insistió juguetonamente.
“Pues, fuera de Tsubasa no consideraría a nadie aquí mis amigos, si apenas los conozco,” dijo Saki, encogiéndose de hombros. “Así que mejor nos comportamos bien.”
“Awn~ deberían divertirse un poco, ustedes dos~” continuó suplicando.
“Fufu, da la impresión que tenemos a nuevos integrantes en nuestro grupo, al menos su mera presencia será muy entretenida,” comenzó Norimune al aire, sonriendo con aprobación.
“Eh, supongo, aunque qué lástima que no hagamos nada esta noche,” Tenshi dio un suspiro. “Y, por cierto, ¿cómo dijiste que conocías al hermano de Saki desde antes?”
“Eso quiero saber, a veces pienso que debería encerrarte de noche,” Suzuka le miró de reojo.

Cho observó con leve entretenimiento a Norimune desviar la conversación como siempre y aprovechar otro momento más para fastidiarla como su querida hija. Tal parecía que, pese a la incertidumbre de un radical libre de Rizembool causando revuelos, todo estaba bajo control, o al menos, era algo de lo que no debía responsabilizarse. Luego de los sucesos del muelle, debía reconocer qué caía bajo su responsabilidad, y para variar, le tocaba tener fe en que Rizembool podría resolver el problema por su cuenta.




Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 468 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 3431 palabras
Kana :: 0 palabras
Eureka :: 0 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1549 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 1261 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...


Kana

AHHH! nunca voy a terminar esto


Por fortunios de la buena suerte, los dos jóvenes de cabellos de plata llegaron intactos a los decenios de los territorios del magistral poderío de los Lancaster. El problema recaía en que Allen apareció en el jardín de laberintos, mientras que Kana se materializó de forma accidental en el interior del castillo Lancaster. Lo cual no dejaba de ser curioso, porque la HiME nunca estuvo antes en ese enorme castillo como para mentalizarlo y aparecer allí.

—Allen. — llamó la peliplateada al albino, tratando de que su tono de voz fuera lo suficientemente bajo para no delatar su presencia. Ella estaba asomada en una de los miles de ventanas, mirando hacia el jardín donde Allen lucía perdido. 
—¿Cómo lograste entrar y burlar a la guardia? — habló Allen en susurro, pero lo suficientemente fuerte para que su amiga pudiera escucharlo. —Bueno, no importa. Haz dado en el clavo. Trata de encontrar a Cain lo más rápido que puedas antes de que sus guardaespaldas te descubran y saquen a patadas.
—¿Cómo se supone que debo saber dónde está? ¡Este lugar es inmenso! Y… creo…— Kana husmeo con la mirada hacia el interior del castillo. —Que deben tener una celebración o algo, escucho música de orquesta de fondo y percibo un ambiente social. 
—Oh… Debe ser alguna ceremonia de la familia. Con mayor razón habran doblado las guardias. Ten cuidado, Kana.
—¡Ven aquí y busquemos al Judas juntos!
—Mira, trataré de buscar el modo de infiltrarme, pero no prometo que no me saquen a patadas. El patriarca de los Lancaster me tiene en su lista negra y, pues, Cain también. Así que soy persona no grata aquí, jaja.
—¿Cómo te puedes reír en un momento como este?
—Trata de buscar una máscara o algo para ocultar tu identidad. — Allen le hizo un gesto con las manos indicándole que ella entrara con normalidad al hermético y ocultista castillo de los Lancaster, cosa que lleno de ansiedad a Kana especialmente cuando vio que Allen se le perdió de vista.

La joven miró por unos segundos el espléndido paisaje mágico frente a sus ojos. La luna llena brillaba con intensidad, derramando una luz plateada sobre los vastos jardines de la mansión Lancaster. La imponente estructura de piedra, con sus torres y ventanales góticos, parecía un castillo sacado de un cuento antiguo. ¿Cómo no? Si Lancannia era el castillo donde todos los reyes Lancaster nacieron y cuyas piedras sirvieron de protección en la Guerra de las Dos Rosas.

En fin, no podía distraerse con historias y arquitecturas. La peliplateada siguió las indicaciones de Allen, entró en una de las habitaciones con una suerte por fin jugando a su favor encontrando un montón de antifaces. Se colocó uno, suspiró hondo y salió encaminando sus pasos hacia el enorme salón de dónde provenía la música.


Dentro, la fiesta de alta sociedad se desarrollaba con elegancia y brillo, muchas personas estaban reunidas allí, Kana se maravilló por la elegancia de sus trajes, el porte esplendido de los varones, la finesa de las mujeres, y que todos le parecieran sacado de un libro de vampiros. Pero desde la sombra, su figura enmascarada caminaba con cautela, decidida a no ser vista y encontrar al símbolo de sus desgracias; Cain.

Sabía que su pobre presentación la delataría como una impostora. Su vestido de “princesa” comprado en Ginza con meses de ahorro y esfuerzo no se comparaba con los trajes de lujos que los invitados lucían, notoriamente hechos incluso con incrustaciones de diamantes y fibras de oro. El vestido de Kana era simple, blanco, con corte de princesa, con listones azules y que, a su juicio, le salió un ojo de la cara, pero en valor comparado con la gala frente a sus ojos era una miseria. De todos modos, agradecía haber estado usando su vestido nuevo cuando de improvisto decidieron con Allen tele trasportarse por un portal.

Como esto salió de la nada, antes de que Allen saliera con la ocurrencia de viajar a Inglaterra por el portal, Kana había planeado vestirse bien porque iba a ir a un restaurante de un hotel relativamente caro en Tokyo (esto gracias a que Kise le compró el pase a modo de pagar años de rabias que le hizo pasar a Kana por sus cuidados), así que estaba algo arreglada.
Su cabello plateado que caía en ondas suaves sobre su espalda, su piel pálida como la luna, y una máscara azul que cubría la mitad de su rostro, ocultando su identidad. Vestía un vestido largo y blanco, que se fundía con la luna llena, y en su mano llevaba un pequeño bolso de encaje que alguna vez compró en Harajuku. Su apariencia llama la atención además de ser exótica su cabellera entre tanta gente rubia en dicotomía con otra línea (menor) de la familia Lancaster que poseían cabellos de ébano. Su presencia allí era un secreto por lo que muchos trataban de deducir quien era ella.

Kana había llegado a la fiesta en silencio, infiltrada en la alta sociedad que la rodeaba por fuera, pero que desconocía su verdadera historia. La máscara era su protección, un escudo contra la curiosidad y las miradas indiscretas. Ella no buscaba atención, solo estaba allí con la misión de encontrar a “Judas” es decir, Cain y le pareció ver su figura oscura y taciturna entre tanta gente rubia, pero, debido a las miradas sobre ella que comenzaban a ser avasalladoras, Kana no pudo concentrarse en él.

La respiración de la peliplateada comenzaba a ser más agitada, angustiada de ser descubierta y expulsada del lugar como un perro pulgoso.

Mientras avanzaba entre las figuras elegantes, con ya en ese punto de la noche la intención de escapar de ese lugar al sentir que la curiosidad de mucho podían delatar su noble cuna y ser sacada como un estropajo al atreverse a ensuciar tan elegante fiesta, intentó persuadirse de las personas pasando a través de ellos.

Kana se sintió en pánico, porque las miradas seguían sobre ella. Claramente la habían descubierto. Se sentía como dentro de una película de vampiros donde se convertía en el claro objetivo donde hincar los colmillos y absorber su sangre, pues, justamente toda esa gente era tan hermosa, elegante, pálida y de ojos intensos como los vampiros.

Cuando pensó que todo estaba acabado para ella, su mirada fue atrapada por un joven que destacaba entre los demás: era Henry. Sus indiscutibles ojos calipsos y brillantes los podría reconocer en cualquier lugar. Alto, con una cabellera rubia que reflejaba la luz de los candelabros y el oro de la sala, y sus ojos calipsos como un mar que parecían profundizar en su alma. Henry era parte de los Lancaster por tanto de linaje azul, heredero de la fortuna Lancaster, conocido por su belleza y su carácter relajado, pero era tan diferente del rígido protocolo que rodeaba a su familia.

Henry la observó desde lejos, intrigado por esa figura enigmática. Cuando sus miradas se cruzaron, Kana enseguida apartó la vista, intentando ocultar su nerviosismo y tontamente pensando que aquel ángel rubio repudiaría su presencia. Pero Henry, con una sonrisa natural y segura, decidió acercarse lo cual inmediatamente llamó la atención de todos los que compartían su sangre; el segundo heredero en la línea de los Lancaster siempre fue un joven que prefería quedarse al margen de los demás, muchos pensando erróneamente que era tan egocéntrico como Cain por lo que “no se mezclaba” con los demás viéndose a sí mismo en un pedestal superior, pero Henry era todo lo contrario a lo que todos pensaban de él.

—¿Puedo invitarte a bailar? —preguntó con voz suave, extendiéndole su mano.

Y eso terminó de paralizar a toda su familia; Henry no invitaba a bailar a nadie salvo a Euphemia, su amiga de infancia, preso de una timidez que lo limitaba a estas demostraciones ceremoniosas de baile únicamente con gente con la que se sentía cómodo.

Los murmullos se escucharon a pesar de la música de la orquesta que, chismosamente, los músicos disminuyeron su volumen a propósito del espectáculo de la noche.

La peliplateada titubeó por un momento, dudando si debía aceptar. Pero algo en la calma de Henry la convenció, en cierto modo entendió que Henry la descubrió y en su infinita bondad vino a su rescate. Aceptó su invitación.

La música comenzó a sonar, suave y envolvente, y ambos se deslizaron al centro del salón. La danza fluyó con naturalidad, como si hubieran bailado toda la vida. Kana sintió cómo sus miedos se disipaban, entregándose a la melodía y a la presencia de rubio que parecía entenderla sin palabras.

Enigmáticamente, sintió como si el momento aquel fuera un deja vú, como si lo hubiera vivido en una especie de vida pasada. ¿Por qué se sentía tan familiarizada y cómoda con Henry? ¿Por qué lo quería tanto si lo conocía tan poco? ¿Acaso en su vida pasada sus líneas estuvieron unidas? A Kana le costaba creer en esas teorías, pero un fuerte sentimiento en su pecho le hacían pensar que tal vez, solo tal vez, con Henry tuvo una historia en una vida pasada.

Henry, mientras tanto, no podía apartar la mirada de ella. La belleza de Kana era solo la superficie; ella siempre le había llamado su atención como un hermoso recuerdo que atesora en su alma, aunque no logre descubrir el origen de este recuerdo.

Henry y Kana eran un mundo aparte entre ellos. Pero para el resto de Lancaster, un sin fin de rumores los alborotaba dentro de toda su frialdad. Algunos se fijaron en la vestimenta de la joven sospechando su pobre cuna y rechazando que estuviera cerca del “sol de los Lancaster” otros se cuestionan el por qué el siempre distante Henry ahora parecía tan familiarizado con una figura enigmática.

—Eres diferente a las demás —susurró Henry, sin dejar de bailar. Sus rubios cabellos se mantenían tan perfectos a pesar del movimiento del baile. —Pude reconocer que eras tú aun con el antifaz.
—Gracias por salvarme. Ya no sé cuántas veces me has salvado, me siento en deuda contigo. — Kana sonrió tras su máscara, sintiendo una calidez en su pecho que no había experimentado en mucho tiempo. La noche parecía detenerse alrededor de ellos, mientras el mundo exterior desaparecía. Incluso olvidó que debía encontrar a Cain para que éste, con su maldita inteligencia, le aclarara sus males.

A medida que avanzaba la noche, Henry no soltó la mano de Kana, y la invitó a escapar un momento del bullicio. A tal punto de la noche Kana se olvidó por completo de la misión, de “Judas” y de Allen. El rubio la llevó por pasillos escondidos del castillo de Lancannia, hacia una puerta que conducía a un ala secreta del castillo, un lugar que pocos habían visto. Incluso, pocos miembros de los Lancaster conocían ese lugar.

Se encontraron en un pasillo adornado con tapices antiguos con los escudos de la familia bordados en ellos y lámparas de aceite en la pared que revelaran la antigüedad del ala oculta. Kana se detuvo frente a una puerta de madera pesada. Henry la abrió y ambos entraron en una galería de arte, iluminada por la luz tenue de las lámparas. La atmósfera era mágica, casi mística y Kana se sintió trasportada al menos dos o tres siglos atrás, reconstruyendo la historia de las dos rosas de Lancaster.

La HiME quedó fascinada ante los cuadros de óleo que adornaban las paredes. Retratos de antiguos miembros de la familia Lancaster, los reyes del linaje real, escenas de la campiña inglesa, y paisajes que parecían cobrar vida en sus ojos. Pero uno en particular capturó su atención: un retrato de Henry, con su familia, en un escenario que parecía sacado de un sueño.

—Este cuadro —susurró Kana, fijándose en todos los miembros retratados en ese cuadro. Eran tantos y solo reconocía a Henry y a Cain. —Ese eres tú y él es Cain, puedo reconocer su expresión deprimente en todas partes.

Henry se acercó y la miró con una expresión nostálgica.

—Es mi familia. La mujer sentada en el sitial es mi madre, Frill, a su lado mi padre, Edward. —

Kana puso atención a los dos nombrados. Frill era una mujer de cabellos negros como el ébano y ojos intensamente verdes, era la misma, pero la mismísima imagen de Cain. Por un momento, Kana pensó que era Cain con vestido y peluca. Era casi perturbante ver que no había diferencia alguna entre Cain y su madre. En tanto, Lord Edward era idéntico a Henry, su cabello rubio y sus ojos calipsos los había heredero Henry, pero la mirada del hombre impregnaba magnánima mientras la de Henry era dulce. Henry le explicó a Kana que sus padres eran primos, ¡como no! Y que la línea materna venía de una antigua casta, los Hargreaves. En el cuadro estaban Cain y Henry como los hermanos mayores, ¡eran tan distintos entre ellos! Cain con su cabello negro y ojos verdes idénticos a los de su madre, parecía ser digno de una historia de Castlevania, mientras que Henry era el perfecto príncipe azul. Es resto de niños e infantes eran los hermanos menores de ambos, los cuales eran muchos.

Henry siguió mostrándole a Kana el resto de cuadros de sus familiares, ahora, los de sus antepasados.

—Mi ancestro, Lord Richard Lancaster, y mis antepasados. Hay… una historia que rodea estos cuadros, una leyenda que pocos conocen. — se encogió de hombros.

Kana se volvió hacia él, interesada.

—¿Qué leyenda?

Henry respiró profundo, como si preparara para contar un secreto.

—Se dice que en estos pasillos acecha el espíritu de Lord Richard. Que su alma no descansa, atormentada por un pasado oscuro. Hay quienes dicen que su fantasma aparece en los cuadros, que sus ojos parecen seguirte. Por eso, estos pasillos no son visitados con frecuencia, y la galería ha quedado en silencio durante años. Lord Richard Lancaster fue Rey de Inglaterra, muerto en batalla a traición y su cuerpo, al ser un hombre odiado por los nobles, no tuvo sagrada sepultura. Incluso, una historiadora nos ha dicho que sus restos están enterrados en un estacionamiento de un centro comercial. Por eso dicen que su fantasma atormenta este castillo y cobra vidas llevándose sus almas consigo… Otras leyendas dicen que Lord Richard reencarna en cada primogénito de la generación.— los rumores más atrevidos incluso aseguraban que su hermano Cain fue poseído por el espíritu de Lord Richard, pues pasó de ser "un chico cínicamente amable" a un "sujeto directamente frívolo y sin empatía"

—¿Y tú crees en esas historias? — Kana fruncio el ceño, intrigada

Henry sonrió con una chispa de ironía. Su sonrisa juvenil embobaba a cualquiera.

—No del todo. Pero, a veces, la belleza de estos cuadros y la leyenda que los acompaña los hacen aún más fascinantes. Como tú, ¿no sientes como si nos conociéramos de hace siglos aún cuando sólo nos conocemos hace unos meses? ¿No se te hace eso fascinante?

—Y-Yo, justo había pensado hace un rato eso mismo. Que es como si nos conociéramos de antes. — Kana sintió un rubor subir a sus mejillas, y en ese instante, Henry se acercó más, bajando la voz, lo cual a Kana le hizo temblar por su cercanía.

—¿Sabes? Esta noche, contigo, siento que todo es posible. Que podemos escapar de las sombras y las historias viejas, y simplemente ser dos personas que han encontrado un momento de paz. Tu presencia alegró mi corazón sumido en la monotonía de los protocolos. No quería ser parte de esta celebración, pero, cuando te reconocí, todo mi ser se sintió vivo.

Ella le devolvió la mirada, sintiendo que su corazón latía con fuerza. Se sentía tan agradecida de Henry que le tenía un cariño muy especial, pero, al mismo tiempo, irónicamente se llenaba de miedos y angustia hacia él, como un miedo inexplicable de perderlo por una tragedia que en realidad no existía.

De repente, un sonido lejano rompió la calma. La familia de Henry empezaba a buscarlo, inquieta por su ausencia y muriendo de curiosidad por su extraño comportamiento nunca antes visto. Ambos supieron que era hora de partir.

Henry con su mano enguantada tomó la mano de Kana y la guió rápidamente por los pasillos oscuros, hacia la salida. La noche los recibió con su manto de estrellas, y juntos, cruzaron los jardines en silencio, huyendo del castillo y sus sombras.

Llegaron a un pequeño claro, donde Henry por fin se detuvo.

—¿A dónde vamos? —preguntó ella, riendo ligeramente.

—A un lugar seguro, donde podamos seguir hablando.

Kana se llenó de curiosidad y hasta llegó a fantasear con ese príncipe azul que todas codiciaban.

—¿Te gustaría ir a la capilla conmigo?
—¿Eh? — Evitó mostrar su desilusión. Olvidó por completo que Henry era extremadamente católico y oraba seguido. ¡Pero ella no era de esa línea!
—Creo que no es la opción más idílica. — Henry sonrió. —Mejor te llevo a la sala de astronomía que queda en medio del fiordo, sé que te gustará. Desde el observatorio podemos ver todos los astros de las constelaciones. 

Y así, en la quietud de la noche, Kana y Henry partieron hacia el mágico observatorio que parecía sacado de una escena surrealista del Studio Ghibli, dejando atrás la mansión y sus leyendas.
« Last Edit: May 29, 2025, 11:07:42 PM by Kana »


Eureka

Se logró aaaaaa



“…”
“Eureka-chan.” Oikawa la miró, preocupado. “¿Podemos hablar un ratito a solas?”
“Sí, sí~” Gojo los empujó fuera de la oficina. “Adelante. Me avisan cuando terminen. Quiero saber qué se les ocurrirá para lidiar con todos sus problemas.”
“…Gracias.” La respuesta unísona de HiME y key sonó tan desanimada como la expresión que compartían en sus rostros.

En el pasillo, ambos pensaron lo mismo: mucha gente transitaba por las oficinas de los profesores de aquella facultad. Entre alumnos, maestros y personal administrativo, varias personas se cruzaron con ellos. Lo mejor era encontrar un lugar para conversar sin ningún tipo de interrupciones… y sin oídos a su alrededor.

Eureka lo llevó a uno de los patios internos de aquel edificio. Era una zona tranquila con bancas, arboles y una pileta grande al centro. Oikawa la siguió hasta una de las bancas, donde tomaron asiento.

La HiME suspiró de manera exagerada.

“Lo siento,” le dijo, visiblemente preocupada. “Siento que cada vez te meto en más y más problemas. ¡No es justo! Debería ser más considerada, pero…”
“Bueno, hay cosas que se escapan de tus manos.” Oikawa le dio un par de palmaditas en el hombro. Habría querido abrazarla, pero la paranoia lo invadió antes de que pudiera hacerlo: ¿qué pasaba si se daba cuenta de lo que sentía por ella?

Era demasiado arriesgado.

“No me molesta… si eso es lo que te preocupa,” le aseguró. “¡Y así como tú quieres apoyarme, yo también quiero hacer lo mismo contigo!”
“Es que… ugh.” Eureka se llevó una mano a la cara. “No entiendo cómo llegamos a esto. Yo estaba tan segura de que Mona había nacido gracias a ti… y no importa de dónde salió, la verdad. ¡No quiero que desaparezca! Le agarré muchísimo cariño y no puedo quedarme con los brazos cruzados. El tema es que no quiero forzar a ninguna HiME a crear un vínculo con él solo por mi egoísmo. Le quitaría la oportunidad de crear un Child con la persona que más quiere… Y eso sin mencionar que deberíamos buscar una HiME adicional para el Child que mencionó Gojo. ¿Venti creo que se llamaba?”
“Yo había pensado en sugerirte a Maka-chan. Se lleva bien con Mona-chan y podría ser su nueva dueña, ¿no crees?”
“También pensé en ella… pero ¿no sería un poco desatinado? Soul era mi arma y pasó a ser la suya. ¿Y ahora también voy a heredarle mi Child?”
“Bueno, podría tomarlo un poco mal.”
“¡Eso es justo lo que pienso!” La chica removió sus manos para mirarlo, indignada. “¡¿Qué pensará?! ¡¿Que la veo como una recicladora o qué?!”
“Dudo que piense así, pero sí te entiendo… un poco.”
“Pero de ahí… no sé. No creo que pueda decirle lo que pasa a Kana, Cho o Sheryl. Me sentiría muy mal si lo hago.” Eureka suspiró. “Tienen sus propios problemas. No tienen por qué lidiar también con los míos.”
“Al menos podrías decirles que le pasen la voz a las HiMEs que conocen para que más chicas sepan sobre eso. Podrían ser vínculos temporales, ¿no? Hasta que encuentres a alguien que sí esté dispuesta a quedarse con él.”
“¡Aaaaah!” Eureka se revolvió los cabellos, estresada a más no poder. “¡¿Y qué voy a hacer con Neuvillette?! ¡¿Dónde lo voy a meter?! Gojo tiene razón. Podríamos dejarlo con él, pero me da miedo. ¡¿Y si lo convierte en un fuckboy?!”
“Un… ¿qué?”
“¡Pero hasta ahora no he hablado con mis padres para que me den dinero para la renta! Y aun si lo hago, ¿quién dice que me lo darán?”
“Tengo una pregunta. ¿Cuánto dinero te dan al mes?”
“Am… ¿Mil quinientos dólares? A veces cien o doscientos menos. Pero entre taxis, comidas y…”
“Guau. No puedo creer lo que voy a decir, pero es poco.”
“Tal vez eres más privilegiado de lo que creía.” Eureka le sonrió.
“E-espera.” Oikawa comenzó a procesar la respuesta de su amiga. “¿Cada uno te da eso?”
“¿Sí?”
“Entonces… ¿¡son tres mil dólares!?”
“Más o menos.”
“¡¿Por qué no sacas de ahí para la renta?!”
“¡Un piso decente en Tokyo cuesta 170000 yenes!” Se quejó la chica. “¡Y no te olvides que a los extranjeros les cobran más! O incluso los rechazan si les da la gana.”
“Sé que suena descabellado, pero… podríamos vivir juntos,” le ofreció Oikawa, sonrojado. “¡C-con Iwa-chan y Hakuryuu-chan, obvio! Podríamos alquilar un departamento de cuatro cuartos y saldría un poco más barato para todos. Iwa-chan y yo podemos regatearle al casero o casera para que nos lo deje a un buen precio.”
“Ah, qué lindo.” Eureka le sonrió. “Wait. ¿Hakuryuu-chan? Ah, Neuvillette.”
“Sí, me cuesta llamarlo por su nombre.”
“Lo imaginé.” Eureka soltó una risita… y luego lo miró, seria. “Pero ¿qué hay de tu apartamento? ¿No firmaron un contrato por un año?”
“Bueno, estaría dispuesto a cubrir la penalidad por mi cuenta. Sé que Iwa-chan se indignará cuando le cuente.”
“Pero no te preocupes. ¡No es necesario! No quiero meterte en problemas con Iwaizumi. Ya había pensado en mudarme con Kanone, Hizumi y Ryoji. Me dijeron que saldrán de la mansión Vi Brittannia dentro de poco.”
“…Ah.” Oikawa se deprimió ante ello.
“Aunque sería mejor tenerte cerca.” Eureka se llevó una mano al mentón, pensativa. “Por otro lado, Mama me dejaría vivir con él sin cobrarme ni un centavo. Su departamento tiene 3 cuartos de huéspedes y de seguro dejaría que Neuvillette se quede también. Pero no quiero causarle problemas…”
“¡Ajá! Entonces, no lo hagas. ¡Múdate conmigo!”
“¿Estás seguro? Siento que empezarás a detestarme cuando veas cómo vivo.”
“Yo tampoco soy tan organizado que digamos.” Oikawa le sonrió. “Vamos, anímate. Sé que te sentirás más tranquila con eso.”
“¿Y qué hay de Iwaizumi? Siento que te estás pasando de valiente. Ante la sugerencia, te matará en el acto.”
“Bueno, no le caes mal. Y yo me haré responsable de las cosas que no hagas. Además, dudo que Hakuryuu-chan no te apoye. ¡Ya verás! ¡Todo saldrá bien!”
“…” Eureka asintió. “Bueno. Tendremos que buscar departamentos en estos días.”
“…Y tendré que contarle la noticia a Iwa-chan.”
“Espero que no te haga problemas. Siempre está la opción B, lo de Kanone y el resto.”
“Pero ¿dónde meterías a Hakuryuu-chan en ese departamento? Dudo que encuentren un departamento de 5 cuartos.”
“…Buen punto. Ya no solo tengo un gato… también tengo un dragón. ¡Ah!” La HiME se levantó de un momento a otro.
“¡¿Qué pasó?!”
“Nada. Me di cuenta de que tendría que pagar el doble por Neuvillette. ¿No sería mejor lo de Mama, entonces?”
“¡Y-yo te apoyo!” gritó, desesperado, y se levantó como ella.
“¿Eh? ¿Por qué lo harías?”
“Aaah…” Oikawa se apuró en buscar excusas. “Bueno, también es mi hijo, ¿no? Podríamos pagarlo entre los dos.”
“Esa oferta me conviene. Si yo pago todo por mi cuenta, me quedaré con poco dinero para el mes. Sin contar que debo comprarle comida y eso… ¡Tengo que pedirle más dinero a mis papás!”
“Podrías aprovechar que están separados para engañarlos y decirles que el otro te dio más.”
“¡Excelente idea! Y como son tan competitivos, ¡aceptarán!” Eureka lo observó con los ojos brillosos. “¡Guau, eres un genio!”
“¡Gracias, gracias!”
“Ah, me siento un poco más tranquila gracias a eso. Ahora solo falta solucionar lo de las HiMEs… Pensaba contárselo a Miranda, pero supongo que Gojo ya lo hizo.”
“¿HiMEs?”

La voz ajena y desconocida los obligó a girarse hacia el lugar de donde provenía.

Encontraron que su portador era un chico bajito de cabello azul, mirada divertida y hábitos curiosos… porque estaba sentado en la rama de uno de los árboles del patio.

Tal parecía que había escuchado gran parte de la conversación.

“Ah… n-no. ¡No sé de qué hablas! ¡Jaja!”
“¡Jeje!” El chico saltó hasta quedar en frente de ellos. “Aprecio que quieran buscarme una HiME, pero no tienen que sentirse tan presionados~ ¡No sé cuántos meses de vida me quedan, pero sé que todo saldrá bien!”
“…” Eureka arqueó una ceja. “¿Mona?”
“¡No!” Oikawa la corrigió. “¡Es Venti-chan!”
“¿Ven…?”

El peliazul sonrió de oreja a oreja.

“¡El mismo que viste y calza!”


Mimi Tachikawa

Hoi hoi vengo con un fic

-----------------

El sol apenas despuntaba por el horizonte cuando Sakura y Mashu llegaron al pequeño santuario a las afueras de Kioto. El aire de la primavera estaba impregnado del dulce aroma de los cerezos en flor, cuyos pétalos comenzaban a caer lentamente como una lluvia suave. Ambas chicas llevaban semanas esperando este momento, después de tantos acontecimientos que habian sucedido alrededor de su clan y de sus amigos próximos, pero ninguna estaba realmente preparada para la emoción que las embargaría.

Sakura, con sus cabellos castaños cortos sujetados en ganchos en forma de hojas de cerezos, observaba el camino de piedra con el corazón latiendo a mil por hora. Mashu por su parte, siempre serena, ajustó sus lentes y trató de mantener la compostura, aunque sus manos temblaban ligeramente. Lo sabían: sus padres adoptivos por fin llegarían ese día, después de años de comunicación por cartas y videollamadas, pero sin un encuentro físico desde que eran niñas.

Y entonces, entre el murmullo del viento y el canto de los pájaros, los vieron.

Primero apareció Wei Wu Xian. Su figura era inconfundible: alto, de cabello negro largo atado en una coleta alta, con una sonrisa tan brillante como el sol de la mañana. Llevaba su túnica tradicional negra con detalles rojos, ondeando al ritmo de sus pasos largos y enérgicos. A su lado, caminando con elegancia y calma, venía Lan Wang Ji, con su porte digno, su túnica blanca inmaculada, su cinta en la frente tan pulcra como siempre. Su rostro serio apenas mostraba emoción, pero sus ojos -esos ojos que lo decían todo sin palabras- brillaban con una calidez contenida.

- ¡Sakura! ¡Mashu! - exclamó Wei Wu Xian, abriendo los brazos con una alegría incontenible.

Las dos chicas corrieron hacia ellos sin pensar, como si retrocedieran en el tiempo y volvieran a ser niñas corriendo al encuentro de sus padres.

Wei Wu Xian las atrapó en un abrazo amplio, envolviéndolas con su energía desbordante. Reía con ese tono contagioso que Sakura recordaba haber escuchado en las grabaciones que conservaba de su infancia. Mashu, normalmente más comedida, se dejó llevar por la emoción y escondió el rostro en su hombro, conteniendo lágrimas.

Lan Wang Ji se acercó con paso más lento, pero cuando Sakura se volvió hacia él, no dudó en inclinarse levemente y abrazarla con firmeza. Sus manos grandes y cálidas en la espalda de ella ofrecían más consuelo que mil palabras. Luego hizo lo mismo con Mashu, posando una mano sobre su cabeza con suavidad.

-Hemos tardado mucho... -murmuró Lan Wang Ji, con su voz baja y profunda- Pero al fin estamos aquí.

Wei Wu Xian, como siempre, rompió la solemnidad con una carcajada.

-¡¡Y mira lo grandes que están!! Ya no son las niñas pequeñas que saltaban sobre mi cama ni las que se robaban mis talismanes para jugar. ¡Ahora son mujeres! ¡Mujeres hermosas e inteligentes! ¡Estoy tan orgulloso que podría gritarlo en medio del tren bala!

-Por favor, no lo hagas —dijo Lan Wang Ji con un suspiro, pero con una curva casi imperceptible en sus labios.

Los cuatro caminaron por el jardín del santuario mientras conversaban. Sakura contaba sobre sus estudios, sus pasatiempos, cómo había aprendido a preparar té siguiendo las recetas que Wei Wu Xian les mandaba desde China. Mashu compartía sus investigaciones, sus lecturas, y cómo aplicaba los principios del Gusu Lan a su vida diaria. Wei Wu Xian los interrumpía constantemente para hacer bromas o recordar anécdotas del pasado, mientras Lan Wang Ji asentía con orgullo cada vez que sus hijas hablaban.

Finalmente, se detuvieron bajo un gran cerezo en flor. Wei Wu Xian sacó una botella de vino que había escondido en su túnica y la agitó.

-¡Para celebrar el reencuentro familiar! Aunque probablemente Lan Zhan me regañará por esto...

-No es apropiado aquí —dijo Lan Wang Ji, aunque no se la quitó.

-Entonces beberé por ti también -respondió Wu Xian guiñándole un ojo.

Sakura y Mashu se sentaron sobre un mantel que habían preparado, y los cuatro compartieron una comida sencilla pero significativa. Era un momento que parecía congelado en el tiempo. No importaban los años de distancia ni las diferencias culturales o lingüísticas. Allí, entre risas, miradas cómplices y recuerdos, eran simplemente una familia.

-¿Sabes? -dijo Wei Wu Xian mientras observaba el cielo azul entre las ramas del cerezo- Hubo días en los que temí no poder volver a verlas. Temía que el tiempo y la distancia nos cambiaran demasiado... que ustedes se olvidaran de nosotros.

-Jamás podríamos -respondió Mashu con firmeza.

-Ustedes son nuestra familia -añadió Sakura, mirando a Lan Wang Ji, quien tomó su mano con gentileza.

Wei Wu Xian tragó saliva y se limpió una lágrima que se le escapó.

-Ya crecieron tanto que me están haciendo llorar. ¡Qué vergüenza!

-No es vergonzoso -dijo Lan Wang Ji, colocándole una mano en el hombro- Es natural.

El cielo comenzaba a teñirse de naranja cuando Lan Wang Ji se volvió hacia sus hijas. Sus ojos, serenos pero siempre atentos, captaron un leve cambio en la atmósfera. Algo en la forma en que Sakura jugueteaba con una flor caída, o cómo Mashu desviaba la mirada hacia el horizonte, le hizo saber que aún quedaban palabras no dichas.

-Mashu. Sakura -dijo con suavidad- ¿Hay algo más que debamos saber?

Sakura levantó la vista, y sus ojos verde esmeralda se encontraron con los de su padre. Por un instante quiso decir “no”, sonreír y fingir que todo estaba bien. Pero ya no era una niña que podía esconder verdades importantes. Miró a Mash, quien le dio un leve asentimiento.

-Sí...- hay algo más.

Wei Wu Xian, que había estado tarareando y recogiendo pétalos caídos, se detuvo al notar el cambio de tono. Se sentó con las piernas cruzadas, mirándolas con curiosidad y un atisbo de preocupación.

-¿Qué pasa? No me digas que van a decirnos que se escaparon de clases o que destruyeron un laboratorio de alquimia -bromeó, aunque sus ojos estaban alerta.

Mashu respiró hondo. La responsabilidad de lo que iba a decir pesaba sobre ella, más aún porque ella es la mayor de las dos hermanas.

-Tiene que ver con Sakura…- y con los últimos eventos que sucedieron en el Instituto Hanasaki, lugar donde estudiaba Sakura.

Sakura apretó las manos sobre su regazo. Las palabras eran difíciles de decir, pero ya no había marcha atrás.

-Hace unos meses, el Instituto fue atacado por un rebel, perteneciente al instituto Rizembool, donde estoy estudiando actualmente. Su nombre es Gilgamesh.

Ambos padres se tensaron al escuchar ese nombre. Lan Wang Ji frunció ligeramente el ceño; Wei Wu Xian dejó de sonreír.

-Gilgamesh… ¿ese Gilgamesh? -preguntó Wu Xian, ahora completamente serio.

Mashu asintió.

-Cuando Sakura se manifesó como HIME de Hanasaki, fue a la mansión del clan Kinomoto para atacarla. Sakura se enfrentó a él.

-Junto a mi child de nombre Orthos-añadió Sakura, alzando la vista con firmeza-

Lan Wang Ji dio un paso adelante, su voz era tan baja como el trueno en la distancia.

-¿Estuviste en peligro?-

-Sí -respondió Sakura sin rodeos-. Pero no había otra opción. Y al final, logré contenerlo y se retiró.

Wei Wu Xian la observó con los labios entreabiertos, tratando de procesarlo.

El silencio fue profundo. Lan Wang Ji bajó los ojos por un momento, en contemplación. Wei Wu Xian lo rompió con un suspiro largo.

-¿Y me entero así que nuestra pequeña niña ahora es una Hime? ¡Hime! ¡Eso es como ser emperatriz estudiantil con deberes místicos! -Se tapó la cara con las manos- ¿Por qué no me avisaron antes? Hubiera traído un estandarte, un desfile, ¡algo!

Lan Wang Ji finalmente habló.

-Estoy… orgulloso. -Sus ojos eran profundos, sinceros- Pero debiste habérnoslo dicho.

-No quería preocuparlos -dijo Sakura.

-Ya lo hiciste de todos modos -replicó Wei Wu Xian-

Y entonces, un silbido en el viento.

Lan Wang Ji fue el primero en notar la sombra sobre ellos. Todos alzaron la vista. A lo lejos, flotando con gracia sobre alas translúcidas, se acercaba una figura casi infantil.

-Orthos… -susurró Sakura.

El ángel bajó del cielo lentamente, descendiendo sobre el claro como una estrella fugaz. Su cabello blanco brillaba bajo la luz del atardecer, y sus alas —blancas con bordes dorados— lo envolvían como un manto celestial. A pesar de su apariencia joven, su mirada era antigua, profunda.

Wei Wu Xian se puso de pie de inmediato, entre sorprendido y encantado.

-¿Y este pequeño ángel? ¿Qué es esto, una novela de fantasía?

-Él es... mi child -dijo Sakura con suavidad-. Nació durante la prueba que tomé para convertirme en HIME. Su nombre es Orthos.

Lan Wang Ji ladeó la cabeza.

-¿Un ser espiritual? ¿Un familiar?

-Más que eso. Tiene conciencia, voluntad propia-. Es… una parte de mí, y al mismo tiempo, un ser independiente.

Orthos se posó junto a ella con elegancia, sin decir palabra. Pero hizo una leve reverencia hacia Wei Wu Xian y Lan Wang Ji, como si los reconociera.

-Y hay algo más… -añadió Mashu con firmeza-. Sobre Syaoran.

De entre los árboles, salieron Syaoran y Shinobu. Ambos llevaban los emblemas del clan Li en sus vestimentas.

Wei Wu Xian levantó una ceja.

-¿Syaoran? ¿Ese Syaoran?-

-Sí -respondió Sakura entre sonrojada y nerviosa-. Estamos comprometidos.

La reacción fue instantánea. Wei Wu Xian se atragantó con el aire. Lan Wang Ji se quedó inmóvil, como una estatua.

-¿Perdón? -repitió Wu Xian, con la voz más aguda que de costumbre.

Mashu asintió.

Wei Wu Xian se giró hacia Lan Wang Ji, con los ojos como platos.

-¡¿Escuchaste eso, Lan Zhan?! ¡Nuestra hija está comprometida con el heredero del clan Li!-

Lan Wang Ji respiró hondo. Caminó hasta estar frente a Syaoran, que se inclinó en una reverencia respetuosa.

-Prometo protegerla -dijo Syaoran-. No por deber, sino porque estoy enamorado de ella.

El silencio se hizo de nuevo, hasta que Lan Wang Ji simplemente asintió.

-Entonces no tienes derecho a fallar.-

Wei Wu Xian, aún en shock, abrazó a Sakura con fuerza.

-No puedo creerlo. ¿En qué momento creciste tanto? Me siento viejo.-

Y mientras el sol terminaba de esconderse, el viento trajo consigo no sólo el aroma de los cerezos, sino la promesa de una nueva etapa, en la vida de las hermanas Kinomoto.Mashu decidió por el momento no hablar de ella y su relacion con Tsumugi ya que eran muchas sorpresas para sus padres por el dia de hoy.

---------------------------

matta ne!!


Cho

Un poquito más esta vez yay~ Regreso con los icons que faltan.

115.10.





Sin embargo, pese a los deseos colectivos de mantener la situación bajo control…

“Ah, por supuesto que él ya se encuentra expandiendo su poder, y con gran fuerza,” Shiyoon se encogió de hombros y dio un suspiro. Él caminaba junto con Floyd fuera del estadio, en dirección al área donde había la manifestación de la niebla roja.
“Hm~” Floyd ensanchó su sonrisa curiosa. La niebla roja continuaba tan tenue y desapercibida que antes. Sin embargo, para ambos, era más bien la habilidad de detectar la propia magia de aquel Rebel tentativo, y en particular, Floyd podía resonar con aquellas vibras. Apretó el agarre que tenía en un tubo de metal, el cual descansaba encima de un hombro. “Es obvio, ¿no? La niebla tiembla de agresión. Esos orphans están a punto de salir~”
“Eh, ¿de dónde sacaste ese tubo?” preguntó el otro, sonriendo incómodo.
“¿Qué? El tubo estaba apoyado en la entrada al estadio junto con otros, por eso lo agarré,” respondió con toda naturalidad y una pisca de aburrimiento. “Dices que orphans van a aparecer, ¿no? Yo no soy Rebel aún, así que tengo que defenderme con algo.”
“Creo que ya te dije que no tienes que pelear, yo me encargo…”
“¿Pero dónde está la diversión en eso, Shiyoon? Siempre eres el que hace cosas divertidas,” se quejó de mala gana. “Si sólo me usas de guía para encontrar al revoltoso, más me asemejo a una aburrida hadita luminosa. Así mejor no hubiera venido.”
“Y no tenías ninguna obligación de acompañarme,” se frustró un poco. Si bien Shiyoon era de mantener su buen humor ante cualquier circunstancia, sí había muy contadas personas que podían impacientarle, como aquel desenfrenado gemelo.

El par se adentró en el área marcada como en cuarentena. Una vez ahí, les tocaba inspeccionar el área y poder ubicar al causante de aquel hechizo para prevenir que causara algún revuelo. O al menos, aquellas habían sido las intenciones de Shiyoon cuando estuvo operando solo. Este mismo sabía que, al ser alguien con habilidades de Rebel, su mera presencia incentivaría la aparición de los orphans, motivo por el cual tenía que apurarse a rastrear a su objetivo. Pero, por supuesto, no había llegado por su cuenta.

“Pues, parece que tal cual esperé, esta niebla se está volviendo más densa,” observó Shiyoon, mirando de un lado a otro. “Así es difícil detectar de dónde viene. ¿Puedes notar algo, Floyd?”
“Hehe~” por su parte, el peliverde ya estaba armado con su tubo, al cual agarraba como si se tratara de un bate de baseball.
“Ehm, Floyd, ¿acaso estás esperando a los orphans?” preguntó, sonriendo nervioso. “Te aseguro que no son tan divertidos de pelear, ya lo he hecho.”
“Oye, no me mates el suspenso, quiero conocerlos por mi cuenta,” dijo en lo que dio un golpe al aire a manera de calentar sus extremidades. “¿Son orphans aleatorios? ¿Serán tipo dragones? ¿Quizás algún zombie? ¡Hehe, totalmente me apunto a un zombie apocalypse!”
“Haha, admito que no me molestaría que veamos cómo hacer una simulación de eso de alguna manera, pero pues, ahora he venido con un rol…” le recordó amablemente, lo cual le hizo ganarse una mirada de desdén del otro. “Ah, ¿qué tal si luego le digo al jefe que te prepare una pelea con estos orphans? Así no te pierdes de nada.”
“¿Pero por qué esperar si puedo hacerlo ahora?”
“Por favor recuerda que nuestra misión es que nadie salga herido.”
“Ese es tu problema, ¿no? Yo sólo ando aquí de curioso…” se volvió a desentender y continuó practicando su mejor golpe en el aire.
“Sabía que no me ayudarías para nada e igual estoy decepcionado…” dio un pesado suspiro. “Dijiste que podías leer las vibras en el aire para encontrar al responsable. ¿Acaso no te interesa conocerlo? Realmente es todo un personaje, te lo aseguro.”
“Hmm…” para variar, el peliverde se mostró curioso y lo meditó un poco, casi convencido.

Pese a ello, la niebla finalmente se condensó lo suficiente como para que los primeros orphans se manifestaran frente a ellos. Se trataban nuevamente de las enshyoujos, las cuales de inmediato se enfocaron en Floyd al notar sus intenciones de pelear.

“¡Ohhh! ¡¿Vampiresas?! ¡¿Cómo así recién me entero?!” exclamó casi eufórico, mientras sus ojos se afilaban. Alzó su tubo con toda la intención de aniquilarlas. “¡Hahahahaha!”
“Uhh…” Shiyoon dejó caer su cabeza hacia el frente, grandemente cansado y frustrado. Ahí estaba, la responsabilidad que su yo del pasado le había lanzado por decidir no pensarlo dos veces cuando Floyd quiso apuntarse. Lo peor del asunto era que, por más ‘entusiasta’ que el otro se mostrara de pelear, él no podía contra esos orphans a largo plazo y podría ser descuartizado ni bien se le acabaran las energías, así que ni podía confiarle solo en lo que pretendía terminar con su trabajo.
“¡Y están apareciendo más!” observó entusiasmado en lo que más de las enshyoujos hacían acto de presencia. “¡Nada mal, ya estaba demasiado aburrido!”
“Eh, Floyd…” y sí, acababa de fallar en su trabajo de control de daños, ya que las enshyoujos continuarían multiplicándose desenfrenadamente ante la agresión. “Ahh… no me sorprende que ocurra esto, pero debí haberlo evitado…”

Por más que la prognosis a largo plazo no estaba a su favor, Floyd demostró una muy impresionante habilidad con su improvisado tubo y rápidos reflejos para desnucar, lanzar y dislocar a sus múltiples enemigas. Las enshyoujos gritaban de manera ensordecedora con evidentes intenciones de matar al joven, aunque de momento el otro se mantenía firme, con una algarabía que no tenía nada que envidiar al instinto salvaje de sus oponentes inhumanas. Mientras tanto, Shiyoon se abría paso entre dichos orphans en un intento de llegar donde el otro, procurando no llamar la atención y volverse un segundo blanco al mantenerse sin intenciones de combatir frente a ellas. Sin embargo, aquello no fue posible por más tiempo, ya que a poca distancia del peliverde, este por poco y es alcanzado por una enshyoujo que pasó a través de otra que acababa de ser derrotada.

Shiyoon tuvo que invocar su espada y con una rápida serie de cortes, desintegró a todos los orphans que les rodeaban.

“Ya, te tengo, ahora vámonos,” dijo agarrándole del brazo. A pesar de sus intenciones, no iba a serle fácil de convencer al otro.
“¡Haha, no way!” Floyd se zafó justo cuando todas las enshyoujos descuartizadas en el aire volvieron a regenerarse. “This is some Castlevania level shit! ¡Tengo que pelear!”
“¡Oye!” intentó volver a alcanzarle, pero por haberle protegido, las enshyoujos también comenzaron a tratarle como un oponente, así que había pasado a tener el doble de trabajo.

Pues… al menos le quedaba el consuelo que había otros agentes de Rizembool en stand-by listos para ayudar a disipar esa tormenta de orphans.





El grupo de HiMEs con el par de chicos de Rizembool ya había estado cerca de regresar al estadio. Sin embargo, no tardaron en oír unos gritos desgarradores femeninos, los cuales pusieron los pelos de punta a más de uno.

“¡¿Q-qué es eso?!” exclamó Tsubasa.
“¿Alguien necesita ayuda?” preguntó Roxas, listo para regresar por donde habían llegado. Sin embargo, Norimune le agarró de un hombro.
“No tan rápido, joven Key,” este, para variar, miraba hacia la ahora muy visible niebla roja con una determinación y seriedad poco características de él.
“Norimune…” Suzuka se quedó impresionada. “¿Qué sucede?”
“Tal parece que alguien habrá comenzado la susodicha tormenta…”

Entonces, esa niebla comenzó a extenderse más cerca de ellos, y pronto notaron a unas figuras que pertenecían a orphans con apariencia de vampiresas. Estos monstruos aparecieron uno detrás de otro.

“Tch…” Suishinshi entrecerró sus ojos. La situación se estaba tornando seria. “Recuerden lo que les he dicho, no nos toca pelear, debemos ingresar dentro del estadio y prevenir que más salgan.”
“Entendido,” Saki asintió. Pese a esas instrucciones…
“¡No, más bien nos toca eliminar este peligro!” Tenshi se aventuró a pelear con aquellas figuras siniestras, sorprendiendo a todos.
“¡Maldición, escucha para variar!” le requintó Reimu, ya muy tarde.
“Creo que lo ha usado de excusa por lo aburrida que estaba,” Youmu dio un pesado suspiro.
“¿Eh? ¿Está haciendo algo riesgoso por estar aburrida?” Taikei parpadeó confundido. “Pero eso no tiene mucho sentido. Uno siempre puede buscar hacer algo divertido luego de las obligaciones. ¡Yo estaba por sugerirles que de aquí vayamos a un karaoke! ¿Qué piensan?”
“Eh, no es el momento, parece que algo serio ocurre…” Kashuu le miró como bicho raro.

Efectivamente, luego de que Tenshi partiera a un par de orphans con su espada con aparente facilidad, estos seres pasaron a regenerarse como si nada hubiera ocurrido. Más bien, cuatro más surgieron de la niebla a corta distancia.

“¡¿Q-qué es esto?!” la peliazul se quedó en shock.
“¡Ah, demonios!” Suzuka había querido seguir las recomendaciones, pero no podía dejar a Tenshi sola en medio de ese bizarro y aparentemente invencible peligro. Ella partió corriendo para ayudar a su kouhai. Un frustrado Norimune apenas se encogió de hombros con cansancio para entonces volverse en un haz de luz y tomar la forma del arma de su susodicha hija.
“Y ahora… ¿qué hacemos?” Roxas dio un suspiro. “Normalmente pensaríamos en ayudarles, pero…”
“…” Suishinshi cerró sus ojos.
“¿Qué tienes en mente?” le preguntó Taikei, mirándole atentamente.
“Espero que no te sientas obligado en ayudarles. Fuimos advertidas, hasta ahí se extiende tu responsabilidad,” le recordó Saki. “Ya no eres un Rebel como para que tú pelees.”
“No sé cómo harán las cosas en Hanasaki, pero en caso de que alguien desacate el sentido común, nadie debe verse con ninguna obligación de ayudar a los faltantes, al menos según mi experiencia propia,” comunicó, tranquilamente.
“Entiendo, pero…” Youmu se alertó.
“Sin embargo, hay personas que ayudarán a derrotar a estos orphans, gente con experiencia que saben cómo lidiar con ellos…” Suishinshi volvió a abrir sus ojos y observó a ese par de HiMEs ya comenzar a tener líos para defenderse de la lluvia de orphans que continuaba incrementando. “No es un caso perdido. Lo único que necesitan hacer es resistir el ataque hasta que reciban el auxilio que ya está en camino,” él miró hacia Saki y Tsubasa. “Y desde ya les indico que ustedes no las van a ayudar. Son todavía inexperimentadas.”
“E-entiendo, no creo que lo pueda hacer de momento,” Tsubasa asintió.
“No pensaba hacerlo, pero que me llames así me dan ganas de darte la contra,” su hermana menor le miró con cierto desapruebo, y vio a su mayor apenas negar impaciente.
“No estoy en posición de juzgar a las demás HiMEs presentes al desconocer sus casos, tampoco tienen ninguna responsabilidad de auxiliarles, pero eso lo dejo en sus manos,” Suishinshi se dio media vuelta. “Taikei, ingresemos al estadio. Nuestro trabajo ha terminado.”
“Hmm, ¿sabes? Podríamos quedarnos a hacerles compañía~” sugirió juguetonamente.
“No lo volveré a repetir, vámonos ya,” insistió con severidad.
“Uhh…” el menor hizo un puchero, y terminó por sonreír apenado a los demás. “Eh, lo siento, pero ya nos tenemos que ir. ¡Suerte y ojalá nos volvamos a ver pronto!”
“…” Saki les vio partir. El más joven intentaba dialogar con su hermano a manera de tratar de animarle, pero este ni siquiera volvió a girar la cabeza para mirarles. Alzó una ceja.
“Hehe, tu hermano se toma su labor muy seriamente, ¿no es así?” Tsubasa sonrió.
“Es frustrante, él en verdad no es para nada tan serio…” dio un suspiro. “Casi no parece él.”
“…” Youmu dio un respiro profundo e invocó sus armas. “No estoy contenta con el ímpetu de Tenshi, pero no podemos dejarlas así a su suerte…”

Justo en ese momento, Tenshi gritó hacia las demás para demandarles que se les unieran.

“…” y sólo por eso, la previamente voluntariosa peliblanca se mostró inconforme.
“Yo que tú dejo que los orphans la abollen un poco, en serio,” dijo Reimu, impaciente. “Aquí a la que podríamos ayudar es a Suzuka, al menos ella fue cuidadosa esta vez.”
“Entiendo eso, pero andan tan juntas que ayudarlas es como un paquete de dos,” observó Kashuu, rodando los ojos.
“Igual si fue irresponsable, no deberíamos dejarla expuesta al peligro,” Tsubasa frunció el ceño. Casi le daban ganas de intentar ayudar al ver que los demás no saltaban al peligro.
“Y no, serás la presidenta de la clase, pero ahora estás fuera de tu elemento, tú no haces nada,” observó Saki, severamente, en lo que le agarraba de un brazo.
“De todos modos tenemos que ayudar a nuestra senpai, eso solo lo vale,” finalmente, Youmu terminó de convencerse y adentrarse en medio de la horda de orphans.
“Al menos sus esfuerzos parecen estar focalizando un poco a los orphans, pero sí, se regeneran constantemente…” Roxas se puso a pensar. Intentaba ver cómo poder ayudarles efectivamente.

Entonces, Cho terminó por caerse de rodillas al suelo.

“A-aruji,” Kashuu se alarmó y se agachó a su costado. Su HiME se veía consternada y cubría sus orejas con ambas manos. “Aruji, ¿te sientes bien? ¿Qué sucede?”
“Cho…” Roxas fue despertado y también se le acercó. “Tsk, perdón, verdad que intentamos regresar porque no te sentías bien…”
“Estos gritos de los orphans…” dijo la HiME con una mueca de dolor. “…no es la primera vez que los escucho…”
“¿Cómo así?” preguntó su hermano.
“¿Acaso son como ese extraño grito interno que a veces oyes desde la noche en el muelle?” preguntó Kashuu, atentamente y agarrándole de los hombros a manera de reconfortarla.
“…” Cho asintió un par de veces.
“…” Roxas volvió a mirar a esos orphans que no paraban de gritar. Era bastante desconcertante, pero sabiendo cómo su hermana había podido notar la niebla desde mucho antes que los demás y a mayor intensidad, era posible que el ruido la estuviera afectando más que a la mayoría, por algún motivo que no podía entender. Él apretó sus puños y terminó por ayudar a la peliceleste a ponerse de pie. “No, no hay forma que vaya a pelear ahora. Vamos al estadio donde los demás.”
“Eh, pero…” ella se preocupó.
“Prefiero asegurarme de que estés bien. No me gusta la idea de que te tenga que dejar de lado todo el tiempo porque todavía puedo pelear, aparte que ni sabemos lo que te ocurre,” admitió el rubio, algo contrariado y desviando su mirada. “Así como estás no estaré tranquilo a menos que pueda quedarme de tu lado…”
“…” Kashuu le miraba intensamente.
“…y presumo que no tienes nada de qué criticarme por mi decisión, ¿verdad?” le reclamó el Key, impaciente.
“No, más bien casi no pareces ser tú, no eres de poner a aruji primero en momentos así,” observó con un cierto dejo de aprobación, sin despejar su escepticismo. “Estoy de acuerdo.”
“Eh… ya veo…” Roxas se extrañó.
“O sea, es bueno que lo hagas, para variar,” se encogió de hombros.
“Tsk, no intentes buscarme bronca ahora, no es el momento,” entrecerró los ojos.
“…” Cho sintió cierta frustración, aunque al menos parecía que su arma intentaba tragarse un poco su orgullo. Era sin duda algo reconfortante.
“Eh, lo lamento, pero tenemos que irnos. Tengan mucho cuidado, por favor,” dijo Roxas.
“Sí, muchas gracias, ustedes también,” Tsubasa asintió.
“…” Saki dio un suspiro. “No es que nosotras podamos hacer mucho, pero me sentiría mal si las abandonamos del todo. Veremos qué hacer.”
“Por favor vayan a descansar, Cho se ve fatal,” observó Reimu. Ella les vio partir y pasó a frustrarse. De las tres restantes, era sin duda la que más ‘experiencia’ tenía, apenas por ser mayor y contar con quizás unos meses adicionales de ser HiME, pero bueno… esperaba no tener que sentir que era necesitada.

Sólo podía quedarse al pendiente para ver cuándo los supuestos expertos irían a llegar.


“¡Muchas gracias!” Dash sonrió ampliamente en lo que entregaba una ficha con sus datos a un encargado, así asegurando su participación en las competencias de atletismo.
“No hay de qué, te esperamos mañana a las ocho de la mañana para la orientación y toda la información referente a tu número como participante y tu horario personal,” contestó esa persona, amable y entusiasta. “Te deseo lo mejor, da tu mejor esfuerzo.”
“¡Oh, sí que lo haré!” sus ojos brillaron con estrellitas y asintió efusivamente.

Al lograr su meta de la noche y saber que figuraría entre los muchos estudiantes participantes, Dash dio espacio para la siguiente persona a ser atendida y caminó dando saltitos sin darse cuenta. Podía sentir que el rumbo de su vida mejoraba cada vez más, y luego de observar la inmensidad de la impresionante universidad de Hanasaki, le anhelaba pensar que podría ser una estudiante más de aquella prestigiosa institución.

Su caminata le llevó cerca de una de las salidas del estadio, la cual pasaba mayormente desapercibida para los presentes. Dash no pudo evitar mirar hacia la noche por medio de esa puerta abierta. Pensó en su camino de regreso a casa al término del presente evento, recordó la posibilidad que seguramente Rita volvería a darle un mal rato por alguna indescifrable razón… pero, por sobre todo, se concentró en la oscuridad de la noche, el recuerdo de la brillante luna y sutiles estrellas… en ese vacío de las tinieblas que le recordaba lo pequeña que era, pero que a su vez, le hacía sentir como un pequeño destello en el centro de su corazón, en medio de la fría inmensidad de todo lo demás.

Sintió la dicha de seguir con vida y poder brillar al igual que los demás, a su propia manera.

“¿Eh?” entonces, en medio de su contemplación, notó que había una rara niebla rojiza al exterior, algo que no podía detectar bien a menos que se acercara más al ingreso, lo cual quiso hacer…
“¡Dash!” repentinamente, Rin se le saltó encima y le dio un fuerte abrazo.
“¡Ah!” esta no evitó asustarse por la sorpresa.
“¿Qué te tiene tan nerviosa? A mí me gusta lo apachurrable que siempre eres~” canturreó la gemela, sin soltarle.
“Eh, no, no es nada, sólo que…” Dash miró hacia la puerta, aunque curiosamente un par de porteros habían aparecido justo para cerrar la salida. “Pues… me pareció ver algo afuera…”
“Dime, ¿pudiste inscribirte para tus competencias?” preguntó Len, dándoles el alcance.
“Ah sí, ya está todo confirmado,” dejó de ser abrazada y asintió efusivamente. “¡Ahora sólo me queda dar todo de mí! ¡Al menos esa es la parte menos intimidante!”
“Oh, bien por ti, yo en tu lugar tendría muchos nervios antes de la competencia,” admitió Rin.
“Eh, no que no los tenga, pero…” curiosamente, la decidida Dash terminó viéndose inquieta por aquel recordatorio, y terminó sacudiendo su cabeza. “O sea, es la parte que depende solamente de mí ahora que terminé con las formalidades, y pues, prefiero encargarme de eso.”
“Bueno, eso tiene sentido,” Len asintió y le dio un panfleto.
“¿Qué es eso?” preguntó Dash, confundida. Incluso Rin se acercó para leerlo.
“Horario de buses…” leyó la rubia.
“Como los eventos van a ser tanto en Hanasaki como en Rizembool, han habilitado unos buses especiales que conectan a las dos universidades para que todos los asistentes puedan transportarse rápidamente. Estos parten cada quince minutos,” explicó. “Aquí figuran los paraderos y las horas.”
“¡Ohh, ni lo había pensado, muchas gracias!” la pelinegra se emocionó.
“Hm, no sabía, pudiste haberme traído uno, Len,” le recriminó su hermana.
“Por supuesto que no sólo agarré uno, tengo una copia para los dos,” contestó con otro panfleto.
“¡Ah, perfecto!” así, Rin se lo arrancó y lo revisó entusiasmada. “¡Bien hecho, así es como debes tener a tu hermana mayor en mente!”
“¡Oye, no sólo es para ti, y no eres mayor, somos de exactamente la misma edad!” le reclamó el chico, frunciendo el ceño.
“No, obviamente eres el menor, le puedes preguntar a cualquiera,” Rin sonrió con superioridad. “Ya mucha gente me ha dado la razón, ¿no te acuerdas?”
“¡Sólo lo hacen porque siempre empiezas autodeclarándote como mayor que yo!” se quejó. “¡Ya les das la idea antes de que lo puedan pensar por su cuenta!”
“Haha…” Dash rio un poco. Era sin duda una discusión que no oía por primera vez.
“Bueno, ya mucho, hermanito, no hagamos a Dash esperar.”
“¡No insistas!”
“Dime Dash, ¿has probado dippin’ dots? ¡Hay un puesto no muy lejos de aquí!”
“Eh, no, ¿qué es eso?” no llegó a contemplarlo, ya que Rin de inmediato le jaló y los tres fueron en dirección a ese lugar.
“¡Es helado congelado con nitrógeno líquido en bolitas! ¡Apuesto a que te va a gustar!” explicó en lo que avanzaba rápidamente.
“E-espera, ¿podemos ir más lento, Rin?”
“Uhh, no, si ya nos separamos antes porque un grupo de fans nos detuvieron para hablar con nosotros,” Rin negó e hizo un puchero. “Así que así nos exponemos por menos tiempo a cada posible transeúnte. ¿No tiene sentido?”
“Yo más bien creo que avanzar rápido nos hace llamar más la atención, Rin,” Len dio un suspiro.
“Hehe…” Dash pensó lo mismo que Len, pero decidió no meterse en el asunto.

Felizmente, pudieron llegar a aquel puesto bastante popular, el cual al igual que la mayoría servía sus productos gratuitamente al público en general.

“¡Ohh, se ve bonito! ¡Me pregunto si Rita o Horizon los han probado antes!” exclamó Dash, aunque ella misma se detuvo y sonrió incómoda. “Eh, no, ¿qué estoy diciendo? A Horizon no le gustaría el helado…”
“…” tanto Rin como Len se sorprendieron e intercambiaron miradas.
“Eh, chicos…” ladeó su cabeza.
“¿Por qué dices eso, Dash?” preguntó Len, curiosamente.
“¿Será que a tu supervisora no le gusta la leche? ¿Tendrá intolerancia?” Rin lo meditó.
“Eh, pues, n-no, más bien… ¡Oh, sí, creo que es eso! O-o sea, Horizon es muy particular con las cosas que come, por eso lo digo…” la pelinegra se vio nerviosa. “Ehm, ¡¿qué tal si hacemos la fila desde ya?! Creo que hay más gente que viene.”
“Gracias, pero Rin y yo ya comimos varios bocadillos antes que llegaras,” admitió Len, sonriendo con torpeza.
“Uhh, sí, tú sabes que tenemos que cuidarnos como los idols y streamers que somos,” Rin asintió, sonriendo ampliamente. “¡Pero descuida, estamos aquí por ti! ¡Date el gusto que sé que te gustará! ¡Te esperamos!”
“Aw, bueno, ojalá la próxima podamos compartir algo juntos. ¡Ahora vuelvo!”

Así, la chica se unió a la cola, la cual efectivamente recibió al grupo que había estado cerca. Luego de verla distraída con el menú y el producto en sí en lo que este era servido, los gemelos se mostraron entre preocupados y aliviados.

“Uhh… qué cerca estuvo…” Rin se dio un facepalm. “Qué bueno que no me vio acercarme porque creo que corrí más rápido que la gente promedio.”
“Me sorprende que en plena emergencia de orphans todavía osen por tener las puertas abiertas…” Len negó, y miró al lado opuesto del estadio, el cual efectivamente tenía todas las salidas descubiertas. “Entiendo que la manifestación es del otro lado, pero nadie debería salir en lo que se pone bajo control.”
“Hm, no sé, Len,” Rin le dio un vistazo. “Igual hay porteros, y con un lado del estadio cerrado, supongo que mantienen el otro abierto para todavía dar un ambiente de normalidad.”
“Pues, tiene sentido, igual da miedo…”
“Me alegro mucho por Dash que quiera apuntar a estudiar en una escuela privada como Hanasaki, pero a la pobre le tocará estar expuesta a estas cosas…” Rin bajó su mirada.
“Sí pues…” Len miró hacia las luces del estadio, contemplativo. “¿Tú crees que deberíamos resguardarla tanto, Rin?”
“¿Eh? ¿Por qué no? No es que la hayan aceptado aún,” alzó una ceja.
“Lo sé, pero o sea… sus dos supervisoras que la cuidan no son ajenas a las instituciones,” llevó una mano a su mentón. “Y podríamos decir ‘pero Dash seguro que no lo sabe’, pero…”
“Sonó a que quizás sabía la verdad sobre Horizon, ¿no?”
“Hmm…” Len terminó cruzándose de brazos, con cierto conflicto interno. “Exacto…”
“Entiendo que parte de mí quisiera que Dash sí supiera más cosas, tal vez así nosotros también podríamos ser más honestos con ella, pero no lo sé, Len…” Rin volvió a mirar a Dash, quien ya se notaba maravillada y emocionada de ser la siguiente en ser atendida, debido a aquel muy raro postre que estaba por probar. “Temo que Dash no sólo pueda ser una posible estudiante de Hanasaki. Creo que ella sería una HiME.”
“¿Eh?” Len se sorprendió. “¿Por qué lo dices? De ser así, seguro que ya la habrían intentado reclutar y no tendría que rendir ninguna prueba o competencia para aplicar a una beca.”
“Tú sabes por qué lo digo,” Rin se impacientó. “¿Recuerdas la noche en la que la conocimos?”
“…” el otro se vio preocupado y desvió su mirada. “Lo sé…”
“Y ni sabemos qué es de ese tal Jin que se aparece cuando quiere… uhh, ojalá fuera sólo un amigo imaginario de Dash, pero sabemos que sí existe…”
“Cierto, es alguien de quien no sabemos nada y no puedo pensar en otro caso así…” cerró sus ojos con fuerza. “Hmm… dudo mucho que un ser tan misterioso se acerque a alguien que es completamente normal…”
“¡Ahh!” la rubia se agarró la cabeza con ambas manos. “¿Acaso nos toca estar rodeados de personas que corren riesgo permanente? Qué frustrante. Esperaba que Dash no fuera así.”
“Pero no podemos preocuparle, Rin. Suena a que aquella Rita ya le hizo sentir mal de hasta venir,” observó Len, meditabundo. “Quizás era su manera de prevenir que Dash llegara a Hanasaki, o algo, pero si no vamos a hacer honestos con Dash, no hay por qué incomodarle…”
“Sí lo sé…” ante esas palabras, Rin llevó sus palmas a sus cachetes. “No puedo verme inquieta por nada. Imagínate si hay un paparazzi y se inventa un drama de mí. Todos nuestros followers van a llovernos mensajes y hacer videos de youtube al respecto.”
“Eh, me sorprende ese enfoque…” pese a la observación, Len fue sacado de cuatro por dicha posibilidad.
“¿Qué? Es mi manera de cambiar de conversación. Funcionó, ¿verdad?”
“Creo que un poco, pero…” dio un suspiro. “¿No pudiste venirte con algo positivo?”
“No me mires a mí, al menos yo intenté algo, a diferencia de ti.”
“Hai, hai…”
“¡Rin, tenías razón! ¡Es increíblemente delicioso!” exclamó Dash con su vasito de dippin’ dots. “¡Nunca los he visto antes! ¡Tengo que hacerle probar a Rita, de todas formas!”
“¡Ah, me alegra mucho!” Rin le dio un abrazo de costado. “¡Qué linda que eres para pensar en tu mayor, pese a lo que pesada que es contigo!”
“Ehehe, me cuesta entenderle, pero sé que Rita se preocupa por mí, ¡por eso quiero corresponderle!” exclamó Dash. “¿En serio no quieren? Son vasitos chiquitos.”
“Haha, gracias, pero sigue siendo bastante,” Len negó con sus palmas, sonriendo incómodo.
“¡Más bien hay que buscar más cosas para que comas!” dijo Rin. “Ahora que ya estás libre de las formalidades, ¿se te apetece algo?”
“Eh, no es que tenga nada en mente…” desvió su mirada. “Gracias por estar al pendiente de mí, pero esto debe ser aburrido para ustedes. No tienen que acompañarme a comer.”
“No digas eso, estamos pasando un rato como amigos, ¿verdad?” le preguntó el chico.
“¡Sí, sí, y no es algo que nosotros podemos hacer con frecuencia por nuestros horarios! ¡Aparte que este es un momento tan importante para ti! ¡Sigamos paseando!” procedió a darle media vuelta y empujarle hacia un área con más puestos de comida. “¡Demos un vistazo!”
“¡B-bueno!” Dash sonrió con torpeza. Le costaba creer que fueran tan amables con ella, pero podía decir que eran honestos. Eran amigos que apenas había conocido hace poco tiempo, aunque se sentía muy agradecida de los dos.

Así continuó una noche mayormente tranquila para los tres en lo que disfrutaban del momento.




“Hm, no entiendo…” Hiiro estaba pensando muy duramente.
“No tiene mucho sentido que ese portero no te haya dejado salir, pero bueno…” Kotegiri dio un suspiro. “Tampoco era para que te prepararas para atacarle.”
“Ah, sólo puedo imaginar que eso ya ha pasado varias veces…” Gumi se dio un facepalm. Pese a que el pelirrojo era un chico muy amigable y con la mejor disposición, por cosas como esa comenzaba a comprender por qué el buen Kotegiri vivía tan perpetuamente al pendiente de él (además de más que un poco estresado). Al menos lo pudieron prevenir esa vez.
“Nos hemos disculpado muy profusamente y prometimos que nos portaremos bien y seguiremos un buen ejemplo,” les recordó IA, alzando un índice. “Y sé que lo vamos a hacer, pero ahora que nos hemos calmado, deberíamos hablar con el señor para preguntarle por qué no podemos salir.”
“No lo sé, o sea, las puertas del otro lado están cerradas de la nada,” Gumi alzó una ceja. “Quizás deberíamos esperar a que las abran.”
“Eh, yo voto por eso, es raro, pero tal vez tienen un buen motivo,” Kotegiri asintió.
“Hm…” por su parte, IA hizo una especie de pequeño puchero, el cual el par no evitó ver como sumamente adorable. “No quiero ser innecesariamente curiosa, pero deberíamos saber…”
“¡Oh! ¡Tal vez los eventos competitivos acaban de empezar!” exclamó Hiiro en un momento de gran inspiración. Este sonrió de oreja a oreja en lo que comprimió un puño. “¡Claro, debe ser un acertijo que nos toca resolver para poder salir!”
“Ehm, no lo creo, Hiiro…” comentó su amigo, sonriendo incómodo.
“¿Eh? ¿Entonces será otro tipo de prueba?” lo volvió a meditar. “Hmm… creo que oí a unos compañeros de nuestra clase de baile conversar sobre algo en grupo que se llama… Battle Royale, o por ahí…”
“Eeeesperemos que no, haha,” Gumi rió un poco. Sin duda decía las cosas más graciosas, aunque el hecho que lo comentaba con tanta inocencia y seriedad simultáneas era un poco desconcertante. Sin duda un gimnasio lleno de gente se prestaría demasiado para la idea, así que mejor ni lo pensaba más.

“Oh, buenas noches a todos, veo que finalmente nos encontramos,” saludó Hyuuga cordialmente y dirigiéndose principalmente a IA. “¿Cómo les está yendo?”
“Ah, Hyuuga,” la rubia se acercó a su viejo amigo y asintió atentamente. “Muy bien, sólo parece que no nos quieren dejar salir. ¿Y ustedes?”
“Excelentemente, puedo reportar que mi documentación de mis presentes experiencias en plena velada se está llevando a cabo de maravilla,” él le extendió el pequeño cuaderno de apuntes. “No te obligaré, pero si pudieras añadir un comentario sobre tu parecer con respecto a la organización y efectividad del presente evento, te lo agradecería.”
“Hm, sí, pero déjame pensarlo un poco,” ella le sonrió. “Con mucho gusto.”
“Oh…” Taikogane pasó de frustrarse por la etiqueta de su compañero de clase a sentir que su corazón se pasmó por aquel semblante angelical de quizás la chica más bella en toda su secundaria.
“¡Hola! ¿Qué tal si seguimos paseando todos juntos?” preguntó Sora, contento.
“Haha, me parece bien,” Gumi asintió. “Aunque no andamos trabajando en el ensayo al igual que ustedes, pero de por sí felicidades por su esfuerzo.”
“Créeme que sólo es él…” Taikogane dio un suspiro. Le hubiera gustado agregar más quejas, aunque por saber cuánto IA lo estimaba, no quería quedar mal frente a ella.
“Hm, quizás yo también debería tomar algunas notas, al menos cómo poder comenzar,” observó Kotegiri, quien miró a Shiro y Kuro. “Buenas noches a los dos, ¿se están divirtiendo?”
“Eh, sí,” Shiro sonrió tímidamente, aunque agradecido por la atención a los dos. “Es mi primer evento de este tipo, y lo encuentro muy agradable.”
“Hehe, me alegro. Son muy generosos por tanta comida. A divertirnos con las actividades de los próximos días, hay que dar lo mejor.”
“Claro que sí.”
“…” Kuro le miró fijamente, y terminó por asentir.
“Hm…” Kotegiri se confundió un poco por su actitud, aunque pudo ver que era la forma del silencioso peliblanco de interactuar.
“¡Haha!” Sorita terminó por extender su palma a Kotegiri.
“¡¿Eh?!” este se alertó. “Eh… Harukawa-san, ¿sucede algo?”
“High five! ¡me gusta el color que tienes!” exclamó el rubio, alegremente. “¡Eres una buena persona, Sora está feliz!”
“Eh, g-gracias…” con algo de duda le extendió su palma y el otro finalizó el choque.
“¡Y llámame Sora, te llamaré Kotegiri! ¿Está bien?”
“B-bueno…” sonrió. En ese corto tiempo había terminado por llamar a más gente sin honoríficos, algo no muy característico de él, pero no le importaba mucho, ya que le gustaba tener a tantos amigos, por más que algunos fueran un tanto revoltosos…
“Así que eso fue lo que pasó. Malinterpreté el gesto del guardia y supongo que por mi actitud nos ha castigado,” Hiiro hizo una reverencia. “¡Lo siento! No es justo que los demás tengan que pagar por mi error.”
“¿En serio quisiste pelear contra él?” Taikogane alzó una ceja.
“Tal parece que es algo que hace de vez en cuando, recién me voy enterando,” Gumi sacudió una palma, intentando restarle importancia.
“Pero me parece muy raro, Hyuuga, entiendo que lo impacientamos, pero si no nos dejan salir merecemos respuestas,” observó IA. “Estaba por ir a preguntar si ocurre algo.”
“Por supuesto, te acompaño,” Hyuuga asintió, sonriendo tranquilamente.
“Ah, muchas gracias,” contestó contenta.
“¡Eh, vamos todos, suena muy interesante!” se apresuró en decir el peliazul, dirigiéndose a la chica. “Seguro que no podrían negarse si le pides amablemente, pero te apoyamos.”
“Eh, bueno,” ella ladeó su cabeza. “No creo que sea necesario, pero está bien.”
“Está bien, a resolver el misterio,” Gumi se encogió de hombros. Considerando que estaban en Hanasaki y era un evento de Hanasaki y Rizembool, tal vez tendría algo que ver con la usual guerra de siempre, motivo por el cual quiso ignorarlo, aunque no se opondría a los demás si estaban tan interesados en el asunto.

Así, el considerable grupo llegó donde la misma puerta que antes. Efectivamente, a pesar de que esta se encontraba abierta y se podía ver la tranquila y solitaria noche, el guardia encargado de aquel punto no tardó en interponerse.

“He sido claro con ustedes,” espetó, mirando a Hiiro con desapruebo. “Si insisten puedo reportarles a sus superiores por mal comportamiento.”
“Por favor, no meta a los demás en problemas por lo que hice, en verdad lo siento mucho,” dijo el pelirrojo, con leve tortura. Entonces, este notó que Hyuuga pasó por su costado, a manera de representar al grupo.
“Descuide, ninguna falta disciplinaria será necesaria, hemos venido únicamente por respuestas,” este se presentó con su seria y perspicaz sonrisa. “Comprendo que hay un motivo por el cual no quiere que nos retiremos y aprecio su dedicación. Sé por su comportamiento y prioridades que usted es un guardia entrenado en Rizembool. Estoy incluso más agradecido con usted por su leal trabajo a mi alma mater.”
“Eh, usted es…” ese guardia casi se vio en aprietos y agachó su cabeza. “Siento la falta de respeto, Masamune-sama, no me di cuenta que estaba presente.”
“Oh, no se preocupe por mí, vengo acompañado de estimados compañeros y amigos, no sería justo darme un trato especial.”
“C-cierto, lamento haberme comportado indebidamente con todos,” dicho esto, pese a claramente dudarlo por un segundo, se hizo a un lado. “Confío en su conocimiento y nivel en Rizembool. Pueden salir.”
“Eh, ¿está seguro?” Hyuuga le miró casi perdido. Sin embargo, fue jalado por Taikogane.
“Oye, abriste las aguas como Moises, ahora cruza nomás,” le regañó un poco y lo jaló. Así, el grupo se aventuró a la noche.
“Wow…” Gumi continuaba impresionada. Ella miró a Sora. “Ehm, ¿esto es normal?”
“Hm, sí, supongo,” él asintió y sonrió. “Hace un par de semanas, él le comentó a nuestra maestra de matemática que nos había dado un problema muy bien redactado y formulado en la tarea, y todos lo volvimos a ver en los próximos dos pasos.”
“Eh, con otros números, pero sí,” Shiro sonrió incómodo.
“Hm… ahora que lo piensan, sí recuerdo ese problema repetido,” alzó una ceja.
 “Pues, parece que sí llegamos a salir pese a todo,” Kotegiri sonrió incómodo.
“Sí, pero… igual no tenemos respuestas,” IA lo pensaba un poco. Sin embargo, la rubia se encontraba inconforme.
“¿Pasó algo?” preguntó Hiiro.
“Ese señor se intimidó por Hyuuga, no me gustó,” miró al otro con seriedad. “Creo que es un gran problema que la gente lo no pueda ver por lo adorable que realmente es.”
“¿Adorable?” Kotegiri se confundió e intercambió miradas con el pelirrojo.
“Sí,” IA volvió a alzar su índice. “No sé si existe un código social que impide a chicos verse entre ellos como adorables, pero Hyuuga siempre ha sido muy adorable para mí. Ahora mismo no fue más que respetuoso y atento, pero es como si nadie lo pudiera ver.”
“Eh, s-supongo que es porque no lo conocen como tú…” comentó Kotegiri, sonriendo. Sí que lo estimaba mucho. Y seguramente se trataba de eso, ya que, en su punto de vista, ese peligris casi le inspiraba un aura un tanto siniestra en ocasiones por lo cortés y ‘bajo control’ que parecía.
“Una pregunta,” Hiiro alzó un poco su palma.
“Sí, dime,” IA le miró atentamente.
“¿Qué es adorable?”
“¿Eh?” los otros dos se confundieron.
“Creo que ya lo han dicho antes, y perdón si pregunto algo que no debería,” asintió con pesar por nuevamente causar inconvenientes. “Pero entiendo que no puedo atender lo que está mal ahora si no lo comprendo. ¿Qué es lo que me estoy perdiendo?”
“Hiiro,” entonces, IA le dio un efusivo abrazo. “Ahora mismo pienso que eres muy adorable, así que eso es lo que es. El algo que inspira un deseo grande de abrazar a alguien y que te da mucha felicidad y dicha por dentro.”
“Oh…” este se quedó en blanco en lo que algunas tuercas dentro de su cabeza se sincronizaban. “No sé si lo entiendo del todo, pero tiene algo de sentido. Muchas gracias.”

Mientras tanto el resto miró a esos tres ya que la acción de IA les había llamado la atención. Hyuuga sonreía gustosamente al ver a su amiga tan feliz por algún motivo que desconocía.

“Eh, IA…” sin embargo, Kotegiri sintió la necesidad de realizar un posible control de daños. “Creo que hay que explicárselo un poco mejor a Hiiro…”
“Prometo que lo iré entendiendo, Kotegiri. Hm, ahora que lo pienso…” el pelirrojo lo pensó. “Si, creo que tú también eres muy adorable.”
“¿P-p-perdón?” se quedó en shock.
“¡Sí, tiene sentido! ¡Tú me ayudas todo el tiempo a aprender mucho de la ciudad y a entrenar para ser un idol! ¡Puedo decir que tu apoyo me hace muy feliz y lo aprecio mucho!”
“Eh, pues, d-de nada, pero espera…” dijo ya algo mentalmente agotado.
“Pero, ¿eso significa que debería sentir el deseo de darte un abrazo?”
“¡N-no, es algo completamente diferente!” exclamó alarmado.

Encima de aquel estadio, un par de Rebels estuvieron a punto de atender el asunto de la niebla roja, aunque se detuvieron al notar a ese grupo de estudiantes salir del seguro estadio.

“Dijeron que les darían excusas creíbles a los asistentes para no salir, pero han dejado que estos niños salgan…” Ootakemaru agarró su nuca, a manera de disipar aquel ligero fastidio.
“Por más que el suceso ocurra del otro lado del estadio, sólo basta un paso en falso o un mero destello de poder, y esas enshyoujos podrían aparecer frente a ellos…” Matsui estaba usando aquella capa negra que, por sus modificaciones tecnológicas, cubría su rostro en tinieblas sin importar el ángulo o luz por el cual se le viera. “Uno de nosotros debe pedirles que regresen al interior. Parecen estudiantes de Rizembool.”
“Hm…” el otro alzó una ceja. “Pues eso quiere decir que la explicación será fácil al menos. Ya, yo me encargo.”
“Waka-sama, mejor lo haré yo,” este hizo una leve reverencia. “Déjeme asegurarle que yo personalmente le veo como un ser admirable y exalto su apariencia. Sin embargo, la gente promedio podría juzgarle por los cuernos que posee.”
“¿No serán más asustados por el hecho que no te pueden ver?” le cuestionó Ootakemaru.
“Fufu, seguro que así será, pero al menos yo ya estoy acostumbrado a que me rechacen, lo hace más fácil para mí,” lo comentó con un dejo de diversión.

Sin más que decir, él saltó hacia abajo y prácticamente de ese simple salto aterrizó frente a aquel grupo de estudiantes.

“¡Ohh!” Taikogane casi se cae para atrás y todos en general retrocedieron instintivamente, con distintos grados de aprehensión ante la llegada de aquella sombra humana.

Curiosamente para muchos, Shiro y Kuro de inmediato avanzaron al frente a manera de encararle, pero la tensión del par se apagó ni bien Hyuuga puso una mano en el hombro de cada uno y, de nuevo, tomó el liderazgo del grupo con suma calma.

“Buenas noches,” le saludó Hyuuga, con un semblante serio, aunque tranquilo. “¿Cómo le podemos atender?”
“No hay tiempo de charla…” dijo la voz con frialdad. “Regresen al estadio de inmediato.”
“…” el peligris asintió y sonrió comprensivamente. “Lo entiendo, disculpe las molestias.”
“!!!” en eso, Matsui pudo mirar atentamente a los demás en ese abundante grupo hasta llegar hacia el final de mismo, donde había una chica de cabellos rubios largos, un pelirrojo, y…
“Eh,” Kotegiri se confundió al notar cómo ese ser intimidante de la nada dio un salto y desapareció en medio de la noche. Pese a que este había llegado de la misma manera, casi pareció como si hubiera huido despavorido. Sin embargo, no llegó a considerarlo mucho…
“S-Sora,” Shiro instintivamente se acercó al rubio, quien de inmediato le abrazó. “Ya pasó.”
“Oye, Sora, ¿estás bien?” preguntó Taikogane, alarmado. Le vio asentir sin decir nada.
“No te preocupes, también me impresionó, pero parece que no era más que una especie de guardia,” observó Gumi, atentamente. “Parecía que nos estaba aconsejando.”
“Gracias, y perdón…” ya más tranquilo, Sora se soltó de Shiro y miró a todos. “Es sólo, esa persona, no me gustó el color que tenía… era un color muy inquietante, no puedo explicarlo.”
“Seguramente se trataba de un Rebel, para poder moverse así,” dijo Hyuuga. Este sonrió. “Descuiden, sólo regresemos al estadio, les aseguro que todo está bien. Es posible que esté ocurriendo una inconveniencia menor del conflicto entre las escuelas, pero seguramente todo se encuentra bajo control. De lo contrario, yo ya habría sido informado.”
“Eh, bueno, seguramente, por el overlord que eres,” Taikogane rodó los ojos, y terminó por arrepentirse al notar la mirada desaprobatoria de IA. “¡Q-quiero decir…!”
“Vamos, o si no regresará alguien a asustarnos de nuevo,” Gumi dio un suspiro.

El una vez animado grupo se mostró tenso en lo que caminaban de regreso a la entrada. Al notar eso, Hyuuga observó a los demás hasta notar a Hiiro meditar en silencio.

“Oh, Amagi-san, ¿de casualidad tiene alguna duda?” le preguntó amablemente.
“¡Ah, puedes llamarme Hiiro, entiendo que es la etiqueta en nuestro colegio!” dijo gustosamente. “Sólo estaba considerando la razón por la cual no pudimos salir antes. Entiendo que era por algo que ocurría afuera y no por tratarse de alguna actividad, así que mi deducción había sido incorrecta.”
“Fufu, no hay nada de malo en ello, más bien aplaudiría si nos fueran a asignar una actividad sorpresa en esta velada,” comentó entretenido. “Haría por una buena descripción para el ensayo que tenemos que escribir.”
“¡Es una buena manera de verlo! Por un momento pensé en aquello que otros llaman como una Battle Royale, como si todos estuviéramos en una dentro del estadio.”
“¿Eh? ¿Como Squid Game o algo?” preguntó Taikogane.
“¿Qué son esas palabras?” le preguntó Hiiro.
“Heh, es una ocurrencia muy interesante, Hiiro-san,” Hyuuga asintió. “Por más que no nos encontremos en un Battle Royale, ¿qué tal si todos ahora entretenemos la idea?”
“Ah, suena divertido,” IA asintió.
“Sé que no sucede ahora, pero, ¿qué es Battle Royale?” preguntó Hiiro, curiosamente.
“Es una pelea o competencia en la cual todos los participantes tienen que derrotarse mutuamente hasta que sólo uno queda en pie, el cual se convierte en el triunfador,” explicó Hyuuga. “Es la supervivencia del más apto, simplemente.”
“Ohh…” los ojos de Hiiro brillaron.
“H-Hyuuga-san, ehh…” por su parte, Kotegiri comenzó a asustarse.
“A pesar de no ser nuestra realidad, podríamos pensar en nuestras estrategias personales para sobrevivir o derrotar a otros, digamos, como una especie de entretenimiento mental,” dijo el peligris gustosamente.
“Entrenamiento mental…” Hiiro asintió un par de veces, a manera de tomar nota.
“Eh, no sé si deberíamos…” Gumi comenzaba a preocuparse.
“Para variar suena divertido, pero sólo lo pensaría si estuviera en un estadio con gente que sabe pelear,” Taikogane lo meditó. “No me gustaría ir seriamente contra gente común y corriente.”
“¡Haha, pero no hay que tomarlo con seriedad!” Sora sonrió animado. “¡Lo que más me gusta es correr y saltar así que yo sería puramente de defensa!”
“No soy muy atlética, pero de inmediato llamaría a Sakuya para que me proteja,” IA asintió.
“Y podríamos formar alianzas y tener nuestros equipos,” se sumó Shiro. “Tampoco soy de pelear, pero Kuro tiene más experiencia que yo.”
“No me opongo a equipos, pero por motivos del Battle Royale, es mejor ver lo que cada uno de nosotros puede hacer por su cuenta,” Hyuuga sonrió para sus adentros. “Me hace falta mayor entrenamiento, aunque pienso que sé defenderme bien con las espadas. Hiiro-san, ¿has podido pensar en una estrategia?”
“¡S-sí, he sido entrenado en pelea cuerpo a cuerpo!” este agarró su brazo con su otra mano, inspirado. “¡Pienso que puedo dar gran pelea! ¡Y si alguien me derrota entonces es porque no he sido lo suficientemente fuerte así que totalmente lo merecería! ¡No tengo miedo!”
“Es una buena actitud de tener,” Hyuuga asintió. “¿Y usted, Gou-san?”
“Llámame Kotegiri, por favor, y eh, tengo algo de experiencia con kendo, pero no mucho…” dijo dolorosamente. No le gustaba aquel ‘entrenamiento mental’ que estaba haciendo con Hiiro, sentía que era algo que le tocaría desenseñarle al pelirrojo después.
“Fufu, gracias por entretener el juego. Quizás no todos estemos igual de dispuestos a participar en una pelea así tan seriamente, pero como alguien en entrenamiento, es importante acoplarse ante la idea de estar listo para defenderse de otros o de atacarlos. Sin duda en un Battle Royale uno tiene que estar permanentemente listo para pelear contra todos.”
“¡Ehh!” no, Kotegiri definitivamente debía parar el coche.
“¡Es muy cierto!” aunque quizás ya era tarde. Los ojos de Hiiro se llenaron de llamas pasionales. “¡Pienso que fuera de las competencias, determinar quién es el ganador en una batalla puramente a base de nuestro potencial interno es mucho más importante! ¡Habría que buscar a la directora de Hanasaki para sugerírselo! ¡Habría que aprovechar que todos estamos encerrados!”
“Haha, todos igualmente esperan participar en sus disciplinas, así que una batalla seria que demande mucho de todos sería contraproducente, ¿no lo crees?” le preguntó Hyuuga.
“Hm, es cierto, hmm…” Hiiro volvió a cruzarse de brazos hasta que se vino con otra idea. “¡Entonces que sea para la clausura!”
“Ihh…” Kotegiri miraba con horror cómo la mayoría continuaba echando leña al fuego y encontrando las reacciones de Hiiro como graciosas, mientras él mismo temía que su muy voluntarioso roommate fuera a prender ES en llamas. No sabía si contaba con las energías o habilidad de rectificar el daño accidental que IA y Hyuuga le habían causado al muy inocente pelirrojo.
...


Sayi

Chupific!



Bou cerró los ojos y dejó que las gotas de sudor recorrieran su cuerpo. Pensó que había pasado el tiempo suficiente, así que se puso de pie y salió del sauna.

Aunque había pausado sus estudios y sabía que su prioridad era ayudar a Sayi y Hige a terminar con el conflicto HiME/Rebel, Taikoubou también había decidido comenzar prácticas laborales en uno de los hospitales de su familia. Lo que no anticipó fue lo rápidamente que su agenda se llenaría, dejándole apenas tiempo para descansar.

Mucho menos había esperado que Haru terminaría siguiéndole a Japón, y verse obligado a contarle la verdad de la guerra HiME/Rebel. No era que hubiese querido ocultarle la verdad… pero es que la verdad era tan extraña que pensó lo más fácil hubiera sido excusarse por unos meses. Pues esperaba que no durara más que uno, quizás dos semestres.

Luego de una fresca ducha y tras un cambio de ropa, Taikoubou se percató que no había comido nada desde el almuerzo. Tras salir del gimnasio ubicó el 7/11 más cercano y empezó a caminar en esa dirección. Las calles de Minato aún se encontraban pobladas de coches, taxis, y personas saliendo luego de trabajar sobre tiempo. A la distancia, podía ver la torre de Tokyo iluminando el oscuro cielo.

Abrió sus mensajes. En las últimas dos horas que había pasado en el gimnasio, más de veinte mensajes se habían acumulado en su lista de no leídos.

Un par de amigos en Beijing todavía le escribían con regularidad, y aunque eran amistades relativamente recientes, le alegraba que lo siguieran incluyendo. El chat grupal con Hige e Ichigo traía la noticia que Kaien estaba regresando a Japón a continuar sus estudios acá. Taikoubou se preguntó si, al igual que él, esa decisión tenía que ver con la guerra… aunque imaginó que lo averiguaría en un par de semanas.


El último mensaje sin responder había sido de Haru, su novia, quien le informaba que no podía quedar a verlo hoy pues seguía conversando Sayi. El mensaje era breve y sobrio, como todos los que habían intercambiado desde que ella llegó a Tokyo.

Taikoubou sonrió para si mismo. Entendíq que Haru aún no lo perdonara por no haberle dicho la verdad del asunto… pero se preguntaba por qué había decidido quedarse, y no regresar a Beijing tras haber descubierto la falta de honradez de su pareja.

Estuvo a punto de responder, cuando una voz que no escuchaba desde hacía años le heló la sangre.

“Taikoubou Shizuka” su mirada se disparó hacia el frente, plantándose en los ojos del castaño “Ha pasado mucho tiempo”

Soujirou Seta se encontraba de pie, con su sonrisa de siempre extendiéndose despreocupada por el rostro, como si los años no hubieran pasado en absoluto.

- - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - - -
Oh, dream maker, you heart breaker
Wherever you're goin', I'm goin' your way


Cho


Hello gals <3

Para cualquier duda y/o consulta las invito a postear en el foro de planeación.

Sin más preámbulos~

*top 4*

*conteo*

Sayi :: 459 palabras
Nite :: 0 palabras
Cho :: 7843 palabras
Kana :: 2866 palabras
Eureka :: 1342 palabras
Puri :: 0 palabras
Mimi Tachikawa :: 1720 palabras
Mery :: 0 palabras
Apple :: 0 palabras
Miyu :: 0 palabras


Now, let's carry on with those big HiME dreams...