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Eureka

HiMEverse Stories
« Topic Start: April 22, 2019, 10:40:47 PM »
The story goes on~

Un espacio para flashbacks y flashforwards del HiMEverse.

Lista
#1 - Beginnings - A: Eureka - P: Ken Kaneki - Flashforward: 7 años después
#2 - ?


Eureka

Re: HiMEverse Stories
« Reply #1: April 22, 2019, 10:43:19 PM »
#1 - Beginnings - A: Eureka - P: Ken Kaneki - Flashforward: 7 años después



Ken suspiró, haciendo a un lado las cortinas del izakaya y deslizando la puerta con rapidez.

Como era de esperarse, el lugar estaba repleto de comensales, la mayoría trabajadores de distintas empresas de la zona que asistían al pub después del horario de trabajo para relajarse por un par de horas. El espacio era reducido y amontonado, con las sillas de las mesas chocando contra las de los vecinos, la gente apretujada mientras comía y bebía. Sin embargo, los rostros felices de los clientes indicaban que la compañía, la comida y la bebida les ayudaba a ignorar aquellos detalles. Y, si era sincero consigo mismo, a él tampoco le importaban en lo absoluto ese tipo de nimiedades: lo principal de aquella noche era el ansiado reencuentro de su grupo de amigos, y no existía nada que pudiera aplacar su emoción.

Con la mirada consiguió ubicar la mesa de sus amigos en cuestión de segundos: localizados en una esquina, Oikawa, Kaworu y Souji conversaban animadamente. La presencia de este último le hizo recordar el favor que Souji le había pedido unas horas atrás, y Ken se sintió un tanto apenado por no haber podido cumplir con este: la reunión con su editor se había extendido demasiado y su terrible memoria había jugado en su contra. Sin embargo, estaba seguro de que Souji no se lo sacaría en cara. Al contrario, lo más probable es que anduviera más interesado en los comentarios de su editor.

Ken se apuró en caminar hacia la mesa de sus amigos. Kaworu fue el primero en distinguirlo a lo lejos, saludándolo con la mano. El rostro de Oikawa se iluminó al verlo, y Ken corrió hasta llegar finalmente a ellos.

“¡KEN-CHAN!” le lloró Oikawa, emocionado. “¡Ha sido un buen tiempo!”
“Hola, Ken,” le saludó Souji.
“Hola, Ken~” dijo Kaworu, con una sonrisa.
“Disculpen la tardanza.” Ken le sonrió a todos, a la vez que tomaba asiento en una de las sillas libres. “Por cierto… Souji, lo siento. No pude ir al márket por lo que me pediste. La reunión con mi editor se extendió y—”
“Tranquilo, no hay drama,” le aseguró Souji, con una sonrisa. “Pensé que tendrías más tiempo libre pero también saliste del trabajo tarde.”
“¿Qué querías que te compre, Souji-chan?” preguntó Oikawa, curioso.
“Algunos ingredientes para la cena de mañana. Quería invitarlos a comer y preparar algo especial por el regreso de Sho y el tuyo pero mañana veré cómo—”
“¡Mañana no tengo nada! Yo me encargo, lo prometo.” Ken sonrió.
“¿Seguro?” Souji se veía un tanto preocupado.
“¡Sí!” Ken sonrió. “Puedo ir con Sho, de hecho.”
“Mm.” Souji asintió. “Suena bien.”
“Hablando de Sho-chan, él y Eren-chan se están demorando un poco…” Oikawa suspiró.
“Bueno, Sho me dijo que no llegaría a la hora pactada. Se está viniendo directo del aeropuerto y el tráfico está terrible. Me sorprende Eren, eso sí.”
“Pero Eren siempre ha sido poco puntual,” comentó Kaworu. “Haha, tal vez Historia-chan es el motivo de su tardanza.”
“Haha,” Souji rio. “Puede ser.”
“¿Qué…? ¡Ah!” Ken se tapó la cara, avergonzado, cuando cayó en cuenta de todo.
“¡Awwww, Ken-chan, sigues siendo súper inocente!” bromeó Oikawa.
“…” Ken guardó silencio.
“Aún se sonroja y todo,” dijo Souji.

Ken intentó fruncirle el ceño, pero terminó sonriéndole: con el pasar de los años, se había dado cuenta de que era imposible enojarse con Souji.

Una voz en su interior le decía que aquel hábito estaba relacionado a los hechos de siete años atrás, pero Ken la ignoraba por completo.

“…” Ken suspiró. “¿Podemos hablar de cosas interesantes? Como tu partido más reciente, Oikawa-san.”
“¡Oh! ¡Viste el amistoso con Brasil!” Oikawa sonrió, emocionado.
“Leí… las noticias.” Ken desvió la mirada, un tanto avergonzado. Luego, volvió a prestarle atención a su amigo y le sonrió. “¡Felicitaciones!”
“¡Gracias, Ken-chan! Estoy muy feliz con esa victoria. Brasil es uno de los equipos más sólidos y fue… todo un drama vencerlos.” Oikawa suspiró. “Pero felizmente Iwa-chan y Ushiwaka-chan demostraron que no por nada son nuestro mayor orgullo.”
“Hehe~ Quién diría que terminarías siendo tan amigo de tu rival número uno,” dijo Souji.
“La vida te da sorpresas.” Oikawa rio. “Ushiwaka-chan terminó siendo una persona digna de mi confianza.”
“Ah.” Kaworu se detuvo antes de comentar algo cuando ubicó a Sho en la entrada del izakaya.

Se le veía perdido, agotado y muy incómodo, cargando con sus bolsas de viaje mientras observaba el poco espacio entre las mesas con visible preocupación en su rostro. Aprovechando su altura, Sho alzó el maletín y el morral y maniobró todo para llegar a la mesa de sus amigos sin ocasionar problemas al resto de comensales.

“¡Sho~!” lo saludó Kaworu, mientras lo vio acercarse.
“Yo,” saludó él, con una gran sonrisa. Sho dejó su equipaje en el suelo y uno a uno se levantaron a saludarlo: el pelirrojo estrujó en sus brazos a su hermano y a su pareja, mientras que compartió un choque de palmas con Oikawa y Kaworu. Luego de todo, Sho tomó asiento, cruzándose de brazos en la mesa y apoyando su cabeza en la palma de su mano. “Déjenme entender bien. ¿¡Llevan acá como hora y media y no han pedido nada!?” les reclamó, enojado.
“Bueno, pedimos algo de tomar…” dijo Souji, observando las bebidas en la mesa.
“No entiendo como no los han botado del izakaya,” comentó Sho. “Por cierto. ¿Dónde está Jaeger?” mencionó, irritado. “Él no tiene ninguna excusa.”
“Bueno, Eren es así de dramático,” comentó Kaworu. “De seguro ya está en camino.”
“Igual, creo que deberíamos ir pidiendo,” dijo Souji. “Así cuando llega Eren ya tenemos varios platillos y bebidas en la mesa.”
“Mm, buen punto,” dijo Ken. “¿Llamo a alguno de los meseros?”
“Sí, Ken, gracias.” Souji sonrió.

Ken no demoró en captar la atención de uno de los meseros, quien se le acercó al cabo de unos instantes para tomar la orden. La mayoría de la mesa intervino en el pedido, agregando platillos y comentando sobre estos. Sho era el único un tanto disperso, puesto que había optado por revisar su celular en vez de colaborar. Tecleó una respuesta rápida al mensaje de Kise: su amigo le preguntaba si ya había llegado a su reunión, comentando que andaba atascado en el tráfico hacia su domicilio. Sho le contestó rápidamente, indicándole que debían coordinar pronto una reunión con Souji y Oikawa ahora que todos estaban en Tokio.

El mesero se retiró con el pedido y la conversación en la mesa continuó. Sho estuvo dispuesto a involucrarse, pero algo -aburrimiento o curiosidad, no estaba seguro— lo llevo a desviar ligeramente la mirada hacia la entrada del izakaya. Allí encontró a Eren, quien acababa de ingresar al local y tenía un aspecto muy cansado y demacrado. Sho codeó a Ken, señalando a Eren con la cabeza, y el resto del grupo siguió la línea de mirada de los hermanos.

La cara de Eren parecía de un muerto viviente. Sus amigos se apiadaron un poco de él, puesto que daba la impresión de que algo le había succionado el alma. Su palidez era inigualable, y sus pasos parsimoniosos sólo podían indicar que algo terrible le había sucedido.

Al llegar a la mesa, no saludó a ninguno: sólo agarró la silla vacía que lo esperaba y se desplomó en el asiento al lado de Sho. Sin ninguna pizca de sutileza, agarró el vaso de shochu con té verde de su amigo y se lo tomó de golpe, dejándolo de vuelta en la mesa con una mirada perdida.

“Oi, Jaeger. Cualquier día te recriminaría por lo que has hecho, pero—”
“Voy… voy a ser papá.”

La mesa se sumió en un silencio sepulcral. Unos cuantos imaginaron que Eren estaba bromeando, pero al notar su expresión llena de preocupación y miedo, supieron que sí decía la verdad.

A su lado, Sho intentó no burlarse, pero eventualmente irrumpió en carcajadas. Se tapó la boca, intentando aminorar el volumen de su risa, pero era en vano: no podía dejar de reír. Ken y Souji lo juzgaron con la mirada, mientras Kaworu lo imitó con unas risas sutiles y Oikawa continuaba observando a Eren, preocupado.

“…” Souji suspiró. “Disculpa a Sho. No ha madurado en nada.”
“Sí. Más bien, ¡Felicidades!” le dijo Ken.
“¡Felicidades, Eren-chan!”
“¿¡…FELICIDADES!?” Eren los observó a todos como si fueran bichos raros. “¡NO ENTIENDEN! ¡YO NO PUEDO SER PAPÁ!”
“…Bueno, es cierto que ni puedes cuidarte a tí mismo.” Sho se encogió de hombros.
“¡No jodas, Minazuki!” Eren rodó los ojos.
“…Sho tiene razón. Lo siento, Eren, pero estoy muy feliz y muy preocupado por ti,” dijo Souji. “Un bebé es una gran responsabilidad y… no estoy seguro de qué tan preparado estés para eso.”
“¡LO SÉ!” Eren se veía demasiado preocupado. “Yo sé. Y sé que Minazuki es un imbécil pero en el fondo tiene razón. Mierda… ¿¡YO!? ¿¡PAPÁ!? ¡POR FAVOR!” gritó, y esta vez, agarró el vaso de Kaworu y se lo tomó de golpe.
“¿Pero estás seguro? ¿Historia se hizo la prueba?” preguntó Kaworu, quien no se había inmutado en lo absoluto.
“¿Cómo te lo dijo?” Souji se veía curioso.
“Habíamos quedado en almorzar juntos. Le dije para vernos en cierto restaurante: está en el presupuesto de ambos y es decente, así que usualmente vamos a comer allí. Pero llegó la hora y no estaba. Y eso que yo llegué tarde.”
“Classic Eren,” dijo Kaworu.
“…” Eren lo juzgó por unos instantes y luego continuó. “Al cabo de unos minutos, la llamé. Me dijo que no iba a poder ir, y que debíamos encontrarnos en su departamento. Sonaba… uh… extraña, así que fui a buscarla.”
“¡Y ahí te lo dijo!” comentó Ken.
“Exacto. Me mostró la prueba y todo. Yo… yo no sé qué hacer.” Eren se masajeó las sienes.
“Bueno, supongo que te dijo que lo quiere tener,” comentó Souji.
“Sí.”
“¿Y no estás seguro?”
“No sé.” Eren suspiró. “Sé que no puedo quejarme. Y tampoco puedo obligarla a nada. Pero nunca habíamos conversado sobre esto. De formar una familia… y esas cosas. ¿¡Cómo voy a cuidar de un niño!? ¿¡YO!?”
“Haha, sí, a quienes nunca imaginaría como padres son a Sho-chan y a ti,” dijo Oikawa.
“Como si tu fueras súper maduro, Oikawa.” Sho lo fulminó con la mirada.
“¡Al menos soy más maduro que ustedes dos!”
“Que hablen así de madurez dice mucho sobre ustedes~” canturreó Kaworu. Souji rio, ganándose miradas de pocos amigos por parte de los involucrados.
“Bueno, Eren-chan, creo que es simple. Se descuidaron y pasó. Historia-chan quiere tenerlo, así que debes apoyarla.”
“Y por fin madurar,” comentó Sho.
“…” Eren ni tuvo las energías como para refutarle aquella frase. “Ella… es mucho más responsable y cuidadosa que yo. Pero si les soy sincero, tampoco siento que esté preparada para esto.”
“Pero tú mismo lo has dicho, Eren.” Ken sonrió. “Tú no puedes decidir por ella. Estoy seguro de que Historia-san está tomando esa decisión porque se siente capaz. Y te tiene fe a ti también.”
“Kaneki tiene razón,” dijo Kaworu. “Ella confía en ti.”
“¿Qué le dijiste, a todo esto?”
“No pude esconder mi preocupación. Y uh… ¿me enojé? Por todo. Pero felizmente notó que era mi mecanismo de defensa. Me dijo que hablaríamos más tarde, cuando lo procesara bien. Y uh… ¿sigo sin procesarlo?”
“Es un tema delicado,” comentó Oikawa. “Pero deberías ser sincero con ella, Eren-chan.”
“Y apoyarla, en serio, no puedo estresar eso más porque en fin.” Souji suspiró. “Igual, acá estamos para ti, Eren. Si necesitas ayuda, sólo dinos. Claro, si Historia se siente cómoda con nosotros. Aunque… no dejaría a Sho cuidando del bebe.”
“¡Oye! ¡Yo podría cuidarlo sin ningún problema!”
“…” Souji se llevó un dedo al mentón. “¿No lo sé? Sería como tener a un niño de niñero. ¿No es un poco riesgoso?”
“¡SOUJI!” le reclamó Sho, enojado.
“Haha~” Oikawa empezó a reírse, y Kaworu lo imitó.
“…” Por primera vez en la noche, Eren sonrió un poco.
“…” Ken aprovechó que Sho andaba un tanto ocupado refutando lo que decía Souji para captar la atención de Eren, quien andaba sentado al otro lado de su hermano. “Tranquilo, Eren. Aquí nos tienes, ¿sí?”
“…” Eren asintió. “Gracias, Ken.”

Kaworu hizo un comentario en referencia a Eren y este volvió a prestar atención a la conversación del resto, dejando a Ken con sus propios pensamientos.

No podía evitar sentir que Souji y el resto tenían razón y hasta el mismo Eren lo afirmaba: no estaba preparado para ser papá y dudaba que eso cambiara en nueve meses. Eren era demasiado impulsivo y reactivo, con una tendencia a actuar sin pensar y reflexionar sobre lo que realmente debía hacer. Nadie podía negar que había cambiado para bien con el paso del tiempo, pero ciertos hábitos eran difíciles de abandonar y tal parecía que aún contaba con algunas actitudes que probarían ser negativas en el caso de que optara por apoyar a Historia y y hacerse cargo del rol que le correspondía.

Pero Ken no podía culparlo: Eren tenía la misma edad que él, y a los 26 años, pensar en hijos era una idea completamente loca. Implicaba una responsabilidad que Eren no había esperado tener en un futuro cercano. Ken estaba seguro de que su amigo no había planeado ser padre en un buen tiempo, por no decir “nunca”.

Por curiosidad, Ken dirigió su mirada a su hermano y luego la desvió hacia Souji. Se preguntó, por unos instantes, si ellos también habían discutido sobre eso. No era algo en sus planes y suponía que a ninguno se le había ocurrido hasta el momento.

A Souji sí podía imaginarlo como padre. Sabía que sería uno ejemplar: preocupado por su hijo, atento a sus necesidades y con un amor inigualable hacia él.

Sho, en cambio, era igual de inmaduro que Eren. Podía ser un basketbolista excelente, el mejor hermano y una buena pareja, pero Ken sabía que a la hora de la hora, no podría cuidar y criar a un niño.

Además, sentía que Sho no quería tener hijos. Cuando vivieron en Shinjuku durante sus años de colegio, Sho se había quejado de las familias vecinas en varias ocasiones, puesto que sus niños gritaban y hacían alboroto por todo. No sólo parecía reacio a la idea de tener pareja, sino que también rechazaba el prospecto de tener hijos y una familia.

Sin embargo, Souji había llegado a sus vidas y había cambiado un poco su perspectiva sobre las cosas. Tal vez, eventualmente, el tema de los hijos sería algo que cambiaría también para él.

Ken se imaginó la posibilidad de ser tío y el pecho se le llenó de una sensación cálida. Sin embargo, junto con esta, se hizo presente el vacío de la duda. ¿Realmente merecía estar al lado de ellos? Los años pasaban y no podía dejar de lado la culpa que sentía. Era cierto que cada vez se aminoraba un poco más, pero a veces era difícil ignorarla.

Lamentablemente, esa era una de aquellas oportunidades.



Para el final de la noche, solo la mitad del grupo había sobrevivido a la reunión. Sho, Oikawa y Eren andaban demasiado ebrios, tanto que el grupo optó por quedarse un rato más dentro del izakaya para que tomen agua y descansen antes de regresar a sus departamentos.

El restaurante se había vaciado en el transcurso de las horas y para ese momento sólo había un par de grupos aparte del de ellos. Sin embargo, Souji sentía que no debían demorarse más: estaban incomodando al dueño del izakaya y a los meseros, quienes de seguro querían terminar su turno lo más pronto posible.

Para su suerte, encontró que Eren, Oikawa y Sho habían recobrado un poco de lucidez.

“…Gracias,” dijo Eren, sorprendiéndolos a todos.
“¿Por?” preguntó Oikawa, confundido.
“No sé.” Eren desvió la mirada, avergonzado.
“Awww, nos está agradeciendo por acompañarlo.”
“No jodas, Nagisa.”
“¿Entonces?” Souji le sonrió de lado.
“¿Por… los consejos? Y la compañía, sí, basta.” Eren frunció el ceño y suspiró. “Luego de pensarlo bien… creo que llamaré mañana a Historia y conversaremos sobre esto. Si quiero ayudarla, sólo que no estoy muy seguro de cómo podré hacerlo. Y tengo… tengo miedo, supongo.”
“Es normal, Eren-chan.” Oikawa sonrió. “Cualquiera de nosotros tendría miedo de estar en tu posición. Como te dijimos, es una gran responsabilidad y sé que más allá de la madurez, cualquier persona se sentiría como tú.”
“Eso es cierto,” dijo Kaworu. “Pero lo importante es que tengas la disposición de apoyar a Historia con su decisión. Creo que ese es el primer paso.”
“Mm.” Eren asintió. “Igual…” Se sonrojó, con la mirada desviada. “Confío en que van a apoyarme.”
“¡Por supuesto!” le aseguró Kaneki. “Acá estamos para ti.”
“Heh.” Eren bufó y sonrió. “Gracias.”
“A cambio de eso, seremos los padrinos,” sugirió Oikawa.
“Yo paso, gracias,” dijo Sho.
“¡NI TE LO PEDÍ, MINAZUKI!”
“¡Y YA DIJE QUE NI QUERÍA!”

Souji fue el primero en irrumpir en risas: los años pasaban y Eren y Sho seguían siendo el dúo de comedia del grupo. Se le unieron Kaworu y Oikawa al cabo de unos instantes.

Ken observó a sus amigos y sonrió.

Haciendo a un lado sus preocupaciones, optó por unirse al resto con sus risas.



El trayecto a casa fue sumamente ruidoso: si bien los comentarios que Sho hacía eran cuerdos y coherentes, el pelirrojo seguía muy ebrio y era incapaz de medir su volumen. Su actitud alegre era contagiosa y Ken y Souji fueron víctimas de ella, conversando con él sobre las noticias de Eren. Los tres, por motivos distintos, andaban muy emocionados por el bebé  y no podían ocultarlo.

Cuando llegaron a sus departamentos, Ken se despidió de ambos con un abrazo que duró un poco más de la cuenta e ingresó a su vivienda. Al cerrar la puerta, escuchó un sonido similar del hogar de su hermano a través de la pared y sonrió. Ya estaba dispuesto a hacer su rutina nocturna de ver un par de capítulos de una sitcom y tomar una taza de té caliente cuando la puerta se abrió y Sho ingresó sin ningún reparo. Por obra y gracia de un ser todopoderoso, no se tropezó en la entrada, y consiguió sacarse las zapatillas sin caerse.

“¿Sho?” Ken lo observó curioso desde la barra de la cocina. Su hermano se veía más lúcido que antes, aunque aún contaba con un sonrojo muy notorio en sus mejillas.
“…” Sho se mantuvo de pie y en silencio por unos instantes… hasta que tambaleó y se apoyó en uno de los sofás de la sala. Optó por tomar asiento en este antes de terminar en el suelo, y suspiró. “Wow, estoy más ebrio de lo que pensé.”
“¿Quieres que llame a Souji—?”
“No, no. Estoy bien. No me confundí de departamento ni nada. Quería hablar contigo.” Sho le sonrió, y dio un par de palmaditas en el espacio a su lado en el sofá.

Ken le devolvió la sonrisa y le hizo caso: cruzó la sala y tomó asiento a su lado.

“¿Qué tal la reunión con tu editor?” le preguntó Sho, curioso.
“Dijo que la última versión que le mandé está mucho mejor, pero aún faltan algunas cosas por pulir,” dijo Ken. “Aún me cuesta dejar en claro ciertos temas sin tener que mencionarlos explícitamente. Es un poco complicado.”
“Bah, vas a lograrlo dentro de poco,” le aseguró Sho, rodeando su cuello con su brazo. Su otra mano pasó a revolverle los cabellos y Ken rio, intentando zafarse del agarre.
“¡Sho, basta!”
“Ah, extrañaba esto~” comentó, entre risas.
“¡No me despeines!”
“Igual te vas a dormir en un rato,” le recordó Sho.
“…” Ken suspiró. “Tienes… razón.”
“¿Ves?” Sho soltó una risotada.

Por el rabillo del ojo, Ken pudo observar que la expresión en el rostro de su hermano pasó a ser un tanto melancólica, y no pudo evitar sentirse preocupado.

“¿Sucedió algo? ¿Estás bien?”
“Eso debería preguntarte yo a ti.” Sho bufó. “No creas que no me he dado cuenta de que andas un tanto ansioso.”
“Pero… si nos hemos visto por unas horas.”
“Ken.” Sho volvió a reír. “¿Es en serio? Te conozco prácticamente de toda la vida. Unas horas son más que suficiente para notar cambios en tu humor. Y aunque es cierto que las noticias de Jaeger te alegraron— paréntesis. Me sigo riendo por eso.”
“¡Y yo ando muy emocionado!” dijo Ken. “Awww, el bebé va a ser muy tierno, de seguro.”
“No si sale con la cara de su padre. Jaeger vive con el ceño fruncido. Pobre niño.”
“¡Qué malo!”
“Qué pasa, sólo digo la verdad.” Sho le sonrió. “Bueno, cierro paréntesis,” mencionó, y su expresión se tornó un tanto seria. “Lo que quería decirte era algo muy concreto. Souji y yo notamos hoy que aún piensas en lo que pasó hace años.”
“Sho, es normal—”
“Yo sé que es normal,” lo cortó su hermano. “Hasta cierto punto, al menos. Lo que no es normal es que sigas culpándote por todo eso.”
“…” Ken desvió la mirada, un tanto apenado. “Pero—”
“Ken.” Sho lo tomó de la mejilla, obligándolo a encararlo. “Basta, en serio. No puedo estar tranquilo y bien conmigo mismo si tú sigues dándole vueltas al asunto. Han pasado tantos años… ¿Y crees que nos arrepentimos?”
“No es eso.” Ken suspiró. “Es sólo que… bueno. ¿A veces siento que no me lo merezco? Los hice sufrir tanto y—”
“Pero no fue tu culpa, Ken. Rizembool fue el culpable de todo, entiéndelo.” Sho suspiró. “Fueron eventos terribles, lo sé. Casi perdemos a Souji, casi te pierdo a ti… no creas que estoy bien del todo. Hace poco he vuelto a tener pesadillas.”
“Lo siento,” dijo Ken, preocupado. “¿Le has hablado a Souji de esto?”
“No.” Sho se separó de su hermano para recostarse en el sofá, a la vez que suspiraba levemente. “Él es el que mejor ha llevado todo esto. No sé cómo, realmente, pero supongo que se debe a su facilidad de perdonar y salir adelante. Y bueno, no quiero incomodarlo.”
“Deberías comentárselo… Igual, dudo que no lo haya notado.”
“Lo sé, Souji es muy observador— ¡Y oye! ¡No me vengas con eso cuando tú andas cerrándote en ti mismo!”
“¡Es distinto cuando se trata de ti!” le reclamó Ken. “Yo…”
“…” Sho se llevó una mano a la cara. “¿Sigues con eso?”

“Sho, les hice mucho daño.” Ken bajó la mirada. “No sólo a ustedes dos… Kana-chan, Eren, el resto… todos de alguna manera se vieron afectados por mí.”
“¿Pero acaso alguno de ellos te guarda rencor? Ninguno. Todos te perdonaron. Mira, sabes que Jaeger es igual de rencoroso que yo. No se atrevería a reunirse con nosotros si aún te tuviera cierto recelo o estuviera enojado con lo que pasó. Pero son siete años, Ken. Ya nadie piensa en eso.”
“Tú si.”
“Yo… sí, okay, no lo puedo negar. Pienso en eso un poco, como te acabo de comentar. Es difícil desligarme de ciertas imágenes… ciertos momentos. Pero estoy intentando reemplazarlos con los buenos recuerdos que tengo de estos años que siguieron.” Sho sonrió.
“Mm. Suena como una buena idea.” Ken le devolvió la sonrisa.
“Ken,” dijo Sho, y se incorporó para tomarlo de los hombros, mirándolo fijamente. “Prométeme que no vas a seguir dándole vueltas a todo esto. Y si es inevitable y empiezas a hacerlo… me llamas. No importa si estoy acá o estoy fuera del país. Lo digo en serio.”

Ken asintió: sabía que Sho no aceptaría un “no” como respuesta. Su hermano era demasiado terco para ello.

Aprovechó la cercanía para abrazarlo, rodeando su espalda con sus brazos. Sho no demoró en hacer lo mismo con él, apoyando su mentón en su hombro.

Luego de unos instantes de silencio cómodo entre ambos, Ken volvió a hablar.

“Gracias, Sho. Disculpa por intentar esconder todo esto.”
“Me alegra que hagas un terrible trabajo con eso. Eres demasiado obvio a veces.”
“Mira quién habla.” Ken rio, mientras se separaban. “Te has salvado porque has estado de viaje.”

“…” Sho rodó los ojos. “Sí, puede ser.”
“Por cierto, mañana tenemos que ir a comprarle ingredientes a Souji.”
“¿Para?”
“¿La cena? Lo dijo en algún momento de la noche. Tal vez estabas muy ebrio.”
“¿Qué… cena?” Sho se veía muy confundido.
“Souji quería prepararnos una cena e invitar a todo el grupo y a algunos más. A Kise y las chicas.”
“Ah. ¿Quiénes?”
“…Las chicas.” Ken suspiró.
“Sí, por eso. ¿Quiénes?”
“¿Kana-chan? ¿Eureka-chan? Historia-chan, también.”
“¿Kana y Eureka siguen vivas?”
“¿¡Dónde vives tú, ah!? ¿¡Bajo una roca!?”
“¿¡Por qué lo dices!?”
“Kana-chan es la hermana de Kise. Debes haber oído de ella porque pasas mucho tiempo con él. ¡Y Eureka-chan es la enamorada de Oikawa!”
“¡AHHHHH! Todo tiene sentido. Oikawa siempre decía cosas como ‘mi enamorada hizo esto’, ‘mi enamorada nosequé’, ah.” Sho asintió. “Ya entendí.”
“…” Ken suspiró. “No me sorprendería que varios del grupo estén como tú.”
“Gracias por tu cariño, Ken. Sé que con “varios” te refieres solo a Jaeger.” Sho rodó los ojos.
“…Oops.” Ken sonrió. “Conste que no he confirmado o negado lo que has dicho.”
“Tu silencio bastaba,” dijo Sho, e intentó pararse pero volvió a tambalear. Terminó sentado de nuevo, y con un mareo muy fuerte. “Oye, Ken. ¿Crees que me pueda quedar un rato a descansar aquí? Más tarde regreso a mi departamento.”
“No hay problema. ¿Te traigo agua?”
“Sí, por favor.”

Ken se levantó y caminó hacia el kitchenette al otro lado de la estancia. Sacó un vaso de la alacena y le sirvió agua de la jarra al lado del microondas. Lo llevó a la sala, donde encontró que su hermano había caído rendido y dormía plácidamente en una incómoda posición en el sofá.

Sonrió, a la vez que dejaba el vaso en la pequeña mesa del centro de la sala. Luego, fue a su cuarto en busca de una manta y la llevó a la sala para colocársela a Sho. Cuidando no hacer mucho ruido, salió de su departamento y tocó el timbre del contiguo.

La respuesta no tardó, y encontró a Souji en ropa de dormir y con una mirada cansada. Su labios esborzaron una gran sonrisa al notar a Ken en la entrada.

“Oh, Ken. ¿Sho se durmió?”
“Sí.” Ken rio. “Me dijo que más tarde regresará contigo.”
“Ah, lo dudo. No se va a levantar hasta el mediodía, de seguro. Bebió un montón…”
“Bueno, estaba emocionado. No podemos culparlo.”
“Tú y yo también andabamos preocupados y emocionados. Sho no tiene excusa.” Souji se permitió unas risas. Ken se le unió. “¿Y… conversaron?”
“Sí.”
“Me alegro.” Souji fue rápido en acercarlo a sí mismo y estrujarlo contra sí. Ken demoró en reacionar, pero le devolvió el abrazo. “Me tienes a mí también, no lo olvides,” empezó, en una voz diminuta. “Me alegra que me confíes tus preocupaciones sobre el trabajo u otros temas… pero también puedo ayudarte con lo que pasó durante el conflicto de Hanasaki y Rizembool. Sé que te cuesta y es comprensible. Pasó tanto, todos estuvimos en riesgo y el simple hecho de interactuar conmigo puede serte incómodo, pero siempre estaré para ti. No olvides que no tuviste la culpa y que no había nada qué perdonarte.”
“Souji…”
“Te quiero, Ken. Y debo… debo serte sincero. Con el tiempo, te he empezado a considerar como mi hermano. Te tengo un cariño muy especial.”
“¡No eres el único! ¡Te confiaría mi vida!”
“Yo igual.” Souji le sonrió, mientras se separaban. “Creo que es el peor momento para decirlo: ambos nos morimos de sueño y estamos en la puerta de mi departamento,” comentó, aguantándose la risa. “Pero en serio. No lo olvides. Te quiero, y me gustaría que dejes de cargar con estas cosas por ti solo. Sí me he dado cuenta que con el tiempo has mejorado, pero hay veces en las que recuerdas lo que pasó y Sho y yo lo notamos.”
“Es difícil esconderles ciertas cosas, ahora que lo pienso detenidamente.”
“Yo siempre he sido observador. Sho es muy despistado, pero cuando se trata de ti…”
“Eso cambia.”
“Exacto.” Souji sonrió. “No dudes en hablarlo con nosotros. Recuerda que ya pasó, que estamos bien. Y que no podría haber pedido una mejor vida que esta. Lo tengo todo: una familia, unos amigos increíbles, un trabajo estable, una pareja. Así que tranquilo, ¿sí?”
“Mm.” Ken asintió. “Gracias, Souji.”
“No tienes por qué agradecerme,” le afirmó él. “Ahora. Sé que andas un poco corto de tiempo por lo de tu manuscrito. Mejor déjale el encargo de los víveres a Sho. No me conviene que descuides tu trabajo por quedar bien conmigo.”
“No es eso—”
“Yo sé, yo sé. Pero tal vez la mejor manera de acostumbrarte a esto es que aceptes que no merezco un trato especial por lo que pasó. También cometo errores y también puedo pasarme de fresco.”
“Pero en serio no tengo problemas.”
“…Y me harías un mayor favor si te tomas ese tiempo en avanzar con las correcciones de tu libro.”
“…” Ken suspiró. “Okay, okay.”
“Muy bien. Ahora sí, vamos a dormir, que sino no me voy a despertar para el trabajo.”
“¡Sí! Ah, debo poner una alarma para empezar a trabajar temprano.”
“Yo debo poner como diez más. Hoy me levanté un tanto tarde.”
“Eres de sueño pesado, cierto.”
“Sí.” Souji suspiró. “Pero no te retengo más. Descansa, Ken.”

Ambos compartieron un último abrazo antes de despedirse. Souji le ondeó la mano y cerró la puerta, y Ken regresó a su departamento.

Encontró que su hermano se había desparramado por completo en el sofá, si bien su altura impedía que encontrara una posición cómoda. Aún andaba un tanto contorsionado y sus piernas no cabían en el sillón, pero Sho andaba sumido en un plácido sueño. De seguro se había movido mientras dormía, porque la manta había terminado en el piso.

Ken sonrió y volvió a colocársela encima.

Mientras iniciaba con su rutina nocturna, no pudo evitar sonreír para sí mismo. Los eventos del conflicto entre Hanasaki y Rizembool aún rondaban a veces por su cabeza, era cierto. Las cicatrices de Sho y Souji (y las suyas también) servían sólo para recordarle aquellos terribles momentos del inicio de su adultez. Pero lo que su hermano y su amigo decían era cierto: el tiempo había pasado y andaban en un mejor momento de sus vidas.

Los tres sobrevivieron y decidieron que aquellos eventos no los definirían. Sin embargo, Ken sabía que era imposible desligarse del todo, lo que explicaba sus episodios de ansiedad y depresión. Cada vez eran menos recurrentes, pero cuando aparecían, era un tanto complicado hacerlos a un lado.

Pero no estaba solo, nunca lo había estado. No sólo por Souji y Sho, sino también por el resto de sus amigos.

Luego de apagar la luz de la lámpara de su cuarto y acurrucarse en las sábanas, Ken supo que estaría bien.

Al lado de su hermano y de sus amigos, mejoraba cada día.
« Last Edit: October 10, 2019, 04:48:10 AM by Eureka »


Eureka

Re: HiMEverse Stories
« Reply #2: November 14, 2019, 10:45:13 PM »
#2 - Home - A: Eureka - P: Eureka & Oikawa - Flashforward: medio año después






“Okay. ¿Quién empieza?”
“¿Yo? Tú?”
“Tú.” Oikawa sonrió. “Quiero pensar bien en mis preguntas.”
“Genial.” Eureka asintió. “Entonces… ¿Cuándo te diste cuenta de que te gustaba?”
“Mm…”

Oikawa dejó su vaso en la mesa para tomarse unos breves segundos de reflexión. La pregunta era sumamente difícil de contestar, porque una sucesión de momentos lo había llevado a notar ese pequeño detalle. Habían sido meses de duda que, en retrospectiva, fue tiempo perdido por gusto, porque la respuesta siempre había quedado clara ante sus ojos.

Aún así, había un instante en especial que relucía en contraste al resto.

“¿Conscientemente?” Oikawa rodó los ojos, intentando hacer memoria de ello. “Cuando sentí celos por Madara-chan.”
“…” Eureka entrecerró los ojos, confundida.

En retrospectiva, Oikawa podía haber sentido celos en varias ocasiones. Madara era, actualmente, uno de sus amigos más cercanos y el proceso que tomó llegar hasta ese instante había contado con varios momentos ambiguos a los ojos de su enamorado.

“¿Cuándo?”
“Cuando lo conocimos. ¿En la grabación del videoclip?”
“Ahhhhh.” Eureka tomó su mentón, pensativa. “Juraba que antes de eso.”
“Inconscientemente, sí. Te mandé un mensaje, ¿recuerdas?”
“¿Qué?”
“…” Oikawa se tapó la cara, rojo hasta las orejas. “Te mandé un mensaje la primera vez que salí con Kaworu-chan y el resto. Tomé de más y bueno. Nunca supe exactamente lo que te dije, pero Luciel-chan me confirmó que era… terrible.”
“¡Ohhhh!” Los ojos de Eureka brillaron de una manera singular. “¡De seguro era una de las frases que usas para ligar! ¡Ay, tontito, me la perdí!” Eureka suspiró.
“Aw, qué linda~” Oikawa removió sus manos para dedicarle una gran sonrisa. “Ahora tienes derecho exclusivo a escucharlas siempre.”

“Sonso, no era un halago.” Eureka le sonrió, enternecida. “Pero wow. ¿En serio no recuerdas qué pusiste?”
“Sólo se que era horrible… tanto como para recurrir a Luciel-chan. Me carcomía la idea de que la vieras y pensaras mal de mí.”
“Lo dudo. En esos tiempos estaba con Lelouch. Y tú y yo éramos cercanos, pero en la vida habría imaginado que te gustaba.” Eureka rio. “De seguro, habría supuesto que lo mandaste por equivocación. Me habría reído un poco y punto.”
“Y pensar que por eso sacrifiqué gran parte de mis ahorros…”
“¿Cómo?”
“Ofrendas para Luciel-chan.”
“Hehe.” Eureka le dio un sorbo a su cerveza. “Seven siempre aprovechándose de nuestras metidas de pata.”
“Un clásico.” Oikawa rio. “Okay, ¿me toca?”
“¡Sí!”
“¿Qué es lo que más te gusta de mí?”

“¡Nooooooo!” Eureka se desparramó en la mesa.
“¡Tú fuiste la que sugirió que jugáramos esto!” le recriminó Oikawa, enojado. “Ahora contesta,” finalizó, con una sonrisa socarrona.
“Es más divertido cuando no soy yo la que tiene que decir cosas vergonzosas…” Eureka suspiró. “Pero okay, okay. Responderé, para alimentar tu ego.”
“¡Yahoooo~! ¡Una victoria más para Oikawa-san!”
“Creo que ya te lo he dicho. Tu pasión por el vóley es muy admirable. Es tu vida y me emociona ver lo mucho que te esfuerzas, pese a todo. Yo…” Eureka desvió la mirada, apenada. “Siento mucho lo de la incolle.”
“No es tu culpa, Eu.” Oikawa le sonrió. “A mí también me jode. Pero mi carrera no se termina por un campeonato que no gané. Quiero jugar en las ligas internacionales. Quiero entrenar con mis ídolos… ¡aún tengo tanto por hacer! ¡Tanto por mejorar!”
“Suena a que esa pep talk con el señor Blanco te subió un montón los ánimos.” Eureka sonrió.
“¡Sí!” Oikawa asintió. “Encontrarme con él hace poco ha sido excelente. Benditos sean los contactos de Ushiwaka-chan.”
“Le debes una muy grande a la vaca.”
“Sí.” Oikawa suspiró… y luego negó con la cabeza. “…No. Creo que ya cumplí con ser el responsable de su unión con Nejire-chan.”
“Uh. ¿Esa fui yo?” Eureka arqueó una ceja.
“Pero no habrías conocido a Nejire-chan de no ser por mí.” Oikawa le sacó la lengua.
“Okay, okay, tienes razón.” Eureka rodó los ojos. “Pero sí, nada fuera del otro mundo. Adoro verte dar lo mejor de ti. ¿También me gusta lo mucho que te preocupas por tus amigos? Incluso por los que odias.”
“No tengo amigos que— ¡Aaaah! ¡Tobio-chan!” Oikawa sonrió al iluminarse derrepente.
“Sí.” Eureka rio. “Me da risa cómo no lo niegas.”
“Bueno, luego de lo mucho que me he quejado de él, imposible negarlo. ¿Te conté? ¡Está en la selección nacional ahora!”
“Kageyama antagonizándote desde siempre…”
“¡Exacto!”
“Lo dije con sarcasmo.”
“¡Malvada! ¡Y caí redondito!”
“Siempre caes, bobo.” Eureka se aguantó las ganas de alzarse en la mesa para jalarle la mejilla. “Okay, mi turno, entonc—”
“Espera. Yo también quiero responder la pregunta.”
“Pero me toca preguntar a mí.”
“¡Pero quiero decir lo que me gusta de ti!”
“¡WAAAAH! ¡OKAY, OKAY!” Esta vez, fue Eureka quien se tapó la cara de la vergüenza. “…Habla,” dijo, abriendo ligeramente las ranuras de sus dedos para poder observar a Oikawa a través de estas.
“Me gusta tu decisión: cuando quieres algo, no descansas hasta conseguirlo. Ah, también me encanta lo sonsa que eres, metiéndote en líos sin pensarla dos veces.” Oikawa sonrió.
“¡Oye, no me insult—!”
“Estás siempre dispuesta a ayudar a tus amigos… y también a tus enemigos. ¿Nunca pides nada a cambio? Sólo te gusta ayudar.”
“¡Me encanta! ¡Es cierto!”
“Mm… Adoro tus chistes terribles. Y tu terquedad. Wow, eres bien terca. ¡Ah! Y verte en mi polera es—”
“YAAAAAAAA”
“Nunca pensé que lograría avergonzarte así.” Oikawa sonrió, orgulloso de sí mismo. “Quién lo diría~”
“…” Eureka suspiró, roja hasta las orejas y sin escapatoria. “Culparía a la cerveza, pero tengo más resistencia alcóholica que eso.”
“Me preocuparía si no la tuvieses.”
“Yo también.” Eureka rio. “Bueno. ¿Mi turno?”
“¡Mm!” Oikawa asintió.
“¿Por qué te demoraste tanto en hablar?” 
“…Ah… Esa es fácil. Juraba que te gustaba Madara-chan. Pasaban tanto tiempo juntos y supuse que esa admiración que sentías por él había mutado a un crush.”
“Bueno, no te equivocaste del todo. Sí tuve un crush en él.”
“Sí, comprensible.” Oikawa suspiró. “Madara-chan es muy lindo.”
“Lo es. Y un idiota.”
“También.” Oikawa asintió.
“Me interesaba porque te veía mucho en él. Mama odia que lo comparen, pero cuando se trata de ustedes dos, ¿es inevitable hacerlo? Es como tu hermano perdido o algo.”
“¿Ese no era Ryota-chan?”
“Kise es tu otro hermano perdido. Son trillizos.” Eureka rio. “Pero sí, cuando lo noté, me di cuenta de que realmente era por ti. Osea, bien mensa soy no, porque nunca dejaste de ser mi key.”
“Sí.” Oikawa rodó los ojos, aún a pesar de su sonrisa. “Un poco idiota.”
“¡TU IDIOTA!” Eureka se señaló a sí misma, orgullosa de su estupidez.
“¡Deja de robarte mis frases!” Oikawa bufó, aguantándose las carcajadas. “Pero sí, mi idiota.”
“Haha~” Eureka sonrió de lado. “Bueno, tu turno.”
“¿Puedo besarte?”
“Eso no es una pregunta.” Aún a pesar de sus quejas, Eureka se levantó de su sitio y le dio la vuelta a la mesa para quedar al lado de su enamorado. Lo tomó de las mejillas y acercó sus labios a los suyos, pero una carcajada la detuvo en seco. “¿¡Qué pasó!?”
“Nada, nada~” Oikawa la abrazó, recostando su cabeza en el pecho de la HiME. “Ahhh~ Ojalá Iwa-chan se demore en su cita.”
“¿Por qué?” le preguntó Eureka, confundida, mientras revolvía sus ondas. El cabello de su enamorado era muy suave, detalle que no le sorprendía en absoluto tomando en cuenta lo mucho que lo cuidaba.
“¿Eres o te haces?” Oikawa se separó un poco para juzgarla con la mirada.
“…¡AH!” Eureka saltó levemente al conectar las piezas. “Quieres vivir al extremo, al parecer.”
“Qué hablas, yo siempre vivo al extremo.” Oikawa la apartó y se levantó de su sitio.
“Quiero verte decir eso cuando Iwaizumi te parta en cincuenta trocitos.”
“Son 22 años de amistad y sigo vivo.” Oikawa rio levemente. “Dudo que lo haga recién ahora.”

Por unos instantes, Oikawa tuvo la intención de llevar los vasos al fregadero para lavarlos después y así evitar que Iwaizumi se quejara de su falta de responsabilidad como siempre. Sin embargo, su mirada se cruzó con la de Eureka y desertó de aquella idea, optando por ofrecerle su mano a su enamorada.

Eureka soltó un bufido a la vez que la tomaba y, juntos, caminaron hacia el cuarto de Oikawa.

“Aún no sé cómo le confesaré lo de la máquina de karaoke,” dijo Oikawa, derrotado.
“Wait. ¿Eso es lo que vamos a hacer?” Eureka bufó.
“…” Oikawa se detuvo en seco en medio del pasillo. “Oh.”
“¿EN SERIO?”
“Boba, no me refería a la máquina de karaoke.”
“…” Eureka se aguantó las ganas de reír, pero un par de risitas se le escaparon.
“¿O sí? Quién sabe~”
“Bueno, supongo que lo averiguaré pronto.”
“Exacto.” Oikawa le guiñó un ojo. “Pero digamos que, hipotéticamente, sí me refería a la máquina de karaoke—”

Prometía ser una noche divertida y de eso no cabía duda.
« Last Edit: November 15, 2019, 07:35:56 PM by Eureka »


Kana

Re: HiMEverse Stories
« Reply #3: November 07, 2020, 10:42:23 AM »
Con cuidado acarició la portada del libro que reposaba en la vitrina principal de exhibición. El tacto fue gentil, suave, efímero como si fuera un objeto ilusorio frente a él. Invadido por un halo nostálgico y a la vez de resignación. Suponía que el orgullo tenía que abordarlo en algún momento del día por su logro alcanzado, pero aún no sentía llegar esa anhelada felicidad.

Su última obra, la que, al igual que todas las demás, le llevó noches de desvelo e imaginaciones, se concluyó y salió a la luz del mercado ese mismo día. Pero el escritor no estaba convencido si realmente debió hacer ese final.
Tal vez le costaba “dejarlo ir” porque, al dar termino a la saga, era como dejar ir a aquel héroe inexistente que idealizaba.  El protagonista de su novela era todo lo que él admiraba en un ser humano: lleno de fortaleza, poder, genialidad y personalidad. Soltarlo después de años en que el héroe de su historia lo acompañó era como volver a estar solo consigo mismo y eso era, absolutamente, muy aburrido.

Definitivamente él era un ser humano bastante aburrido actualmente.

Se alejó un par de pasos de aquella llamativa vitrina hecha de madera tradicional. Algo que le alegraba era que la primera compra de sus ediciones fuera exhibida en aquella galería tradicional. La librería tenía un estilo asiático ancestral lo cual a él le encantaba y de vez en cuando se permitía pasar algo de tiempo en el lugar.

Nuevamente pasó su mano por sobre la portada del libro, tocando cada letra en kanji de su seudónimo.

“H-a-i-s-e” pronunció en su mente.

Haise, significaba mundo. Lo escogió por el nuevo mundo que deseó crear a partir de su… pasado oscuro. Un mundo que era mucho más iluminado y grato.

“…Sasaki.”

¿Por qué escogió Sasaki como nombre de su seudónimo? Detrás de ese nombre no tenía ningún enigma ni anagrama misterioso para completar su tesis de acertijos personales. Sasaki simplemente era el nombre que más le gustaba de toda la vida y quiso escogerlo nada más por aquello.
Sasaki se le hizo bonito, en pronunciación y en escritura.

“Quizá es muy temprano para tener sentimientos encontrados, ¿no crees?”
“…” Kaneki escuchó la voz conocida detrás de él, respingándose disimuladamente al ser sorprendido con la guardia baja. Se giró e hizo una reverencia torpe al pelicastaño, gesto que para el otro se le hizo encantador. “Yumeno-san, discúlpeme por no percibirlo. Estaba un poco… distraído.”
El otro le sonrió, meneando una mano en el aire indicándole que se despreocupara. Los dos se conocían porque eran novelistas y, por cosa curiosa ambos conocían la identidad detrás de sus seudónimos de escritores. Por supuesto, tenían una lealtad de oro en conservar el secreto del otro. Yumeno lo hacía porque sabía que detrás del popular Haise se escondía un joven que prefería una vida tranquila y sin contacto con sus seguidores, optando por conservar su privada vida familiar (la cual no se basaba ni en una esposa ni en hijos, sino en su hermano y su cuñado).
Por su parte, Kaneki reservaba la identidad de Yumeno porque entendía que detrás del seudónimo de Phantom existía un joven amante de crear historias sobre extraños y mentirillas que le llevaban a tener ciertos conflictos con los más sensibles por lo que, seguramente, más de alguno si descubría que Phantom era Yumeno dejaría de comprar sus novelas.

“Veo que el tomo final de tu novela ya salió” el escritor tomó entre sus manos uno de los libros de Haise de exhibición. “¿Puedo llevármelo?”
“Por supuesto.” Asintió, un poco cohibido. Era difícil creer que aquel genial escritor quisiera tener una de las copias. “¿Puede…?” por su parte, Kaneki sacó el más reciente libro de Yumeno.
“Ah, por supuesto.” Soltó una risita, divertido. Sacó su bolígrafo y le firmó el libro a Kaneki, dejando una dedicatoria para su colega. Por su parte, él exigió lo mismo en el libro que acababa de sacar, logrando que Kaneki se lo firmara y le dejara una dedicatoria también.
“Supongo que también me llevaré este.” Sacó uno de los libros de la vitrina. Observó con cierta picardía a Kaneki. “¿Tú…?”
“…” pero Kaneki sólo apartó la mirada, un poco ruborizado y apenado.
“Los libros eróticos de Doma-san son interesantes. Es como el Marqués de Sade japonés. Sólo que más… Perturbador, hehe.”
“Yo… estoy aquí de hace rato, así que… leí las primeras hojas.” Confesó avergonzado.
“¡Oh, que revelación!” expresó sorprendido con aquel novedoso acontecimiento. No esperaba que el reservado y tímido chico se atreviera a tocar tan siquiera el libro, pero, al parecer, su lado curioso le llevó a ser un tanto menos inocente de lo que era hace unos años atrás cuando recién lo conoció.
“Doma-san hace un par de años intentó enseñarme su estilo de escritura, claramente no es mi estilo y no lo pude seguir, pero… Siento que le debo respeto por sus consejos y por eso, al menos, intenté leer un poco para contribuirle, pero...” El rubor que lo acompañaba no se disminuyó.
“Supongo que es demasiado.” Le dio unas palmaditas en el hombro, mientras que con la otra mano abrazaba los libros a su pecho.
“…” Kaneki asintió.
“Por cierto, como dueño de esta librería tengo cierto privilegio de recibir gente muy vinculada al mundo de la fama. Nuevamente vino este joven actor consultando si puede tener una entrevista con el ¨grandioso Haise¨, lo dijo así; literal: ¨grandioso¨. Parece que tienes un fan muy devoto.”
“Ah…” Kaneki parpadeó un tanto ingenuo. “¿Por qué quiere hablar conmigo?”
“Quizá quiere hacerte una entrevista. O una firma en su libro o estudiar a fondo alguno de tus personajes. ¿Alguna idea?”
“Mh, tal vez será por esa obra que se hará basada en mi novela.”
“¿Quieres que les organice una reunión entre los dos? Puedo facilitarles la salita del té” Yumeno le señaló la tarjetita de presentación de aquel actor sobre su escritorio.
“…” Ken no supo que responder. De pronto sintió que debía evadir el asunto del modo más ridículo y sin afrontarlo. Hizo una reverencia al pelicastaño. “Yumeno-san, ¿puedo salir al corredor a contemplar las aves cantar?”
“Si así lo deseas, está bien. Siéntete cómodo.”
“Gracias” volvió a reverenciar y salió al corredor que conectaba con un pequeño jardín artesanal y tradicional que Yumeno pidió construir en su librería. Se sentó en el borde de madera y se dedicó a escuchar las aves cantar.

Cerró los ojos y se relajó escuchando las aves y el fluir del agua del pequeño estanque. Una pequeña hoja de flor de cerezo voló danzando con el aire y llegó hasta su rostro, Kaneki la tomó con cariño y la conservó. Ahora disfrutaba de los pequeños momentos de su nueva vida. Sabía que debía vivirla más plenamente cómo le había aconsejado Souji y perdonarse de una vez por todas, pero Kaneki todavía se sentía lleno de miedo al respecto creyendo que podría volver a perder el control. Además, no se sentía capaz de dejar del todo el daño que le había hecho a sus cercanos ni enterrar el pasado.

“Aquí estás.”
“¿Souji? Justo estaba pensando en ti.” Le sonrió al ver al peligris sentarse a su lado y relajarse con el paisaje.
“Qué curioso, porque llevó pensando en ti durante todo el camino, esperanzado de encontrarte aquí. Estamos conectados.”
“¿Vas a organizar una cena para Sho?” preguntó al notar la champaña y los alimentos en la bolsa de papel que traía consigo.
“A Sho ya le hicimos su celebración. Fue suficiente.” Soltó una risa encantadora. “Después se mal acostumbra y se engríe.” Señaló con la mirada la bolsa. “Esto es para ti. Con Sho queremos celebrar que tu novela salió al mercado.”
“Ah, eso no es necesario. Con todas las veces que me han celebrado cada libro es suficiente. Después me van a engreír a mí y me puedo mal acostumbrar” Ken jugo un poco con sus piernas, moviéndolas simultáneamente.
“Ahw, Ken, eres el que menos nos pide cosas. Además, no me puedes rechazar… Tengo que tener una justificación para el gasto exagerado que hice al comprar tanta carne Kobe. Déjame preparar una cena para ti.”
“…Bueno.” Aceptó un tanto apenado. “Pero sólo porque sé cuánto amas esa carne y porque me encanta como te queda.” 
“Genial.” Asintió, feliz. Seguidamente observó de reojo hacia atrás recordando lo que le comentaron momentos atrás “Por cierto, el dueño de esta librería me dijo que hay un actor que está interesado en tener una reunión contigo para hablar sobre tus novelas. Tengo curiosidad de si vas a aceptar.”
“N-no.” Negó con la cabeza. “Puede hablar con mi representante. Él le puede decir todo lo que necesita. Creo que es más claro en explicar las cosas que yo.”
“Pero nadie más que tú conoce a profundidad tus personajes. ¿Por qué no le das una oportunidad? Te hará bien ver como tus novelas son interpretadas por artistas famosos.”
“Creo que no estoy listo para interactuar con otros que no sean tú o Sho, Eren, Oikawa o Kaworu…” confesó, un poco deprimido, pero luego sonrió. “Pero te prometo que, cuando me sienta capaz, me daré la oportunidad de socializar con más personas.”
“Está bien, acepto tu promesa.” Souji asintió, dándole apoyo a Ken, aunque sabía que su cuñado no iba a cumplir con su palabra. Venía diciendo eso por años y Ken se bastaba y daba por cumplido con sólo hablar una vez en meses con alguna persona random que no fuera ellos. El joven tomó su bolsa y se puso de pie ofreciéndole una mano a Ken. “¿Nos vamos?”
“Sí.” Aceptó su ayuda y se levantó con la asistencia de Souji. Si bien estaba rehabilitado físicamente, de todos modos, existían pequeños movimientos que se le dificultaban y aún requerían de terapia.

Antes de salir de la librería se despidió de Yumeno-san y éste insistió en entregarle la tarjeta del artista que quería una entrevista con Haise. Ken negó recibirla, pero la insistencia del pelicastaño le ganó y la aceptó, con un poco de reparo.

Souji alcanzó a leer por encima el nombre que figuraba elegantemente en la tarjeta de presentación antes de que Ken la guardara entre medio de las hojas del libro de Phantom. Por algún motivo ese nombre se le hacía conocido. Luego trataría de recordar de dónde.

 
« Last Edit: November 08, 2020, 11:40:31 AM by Kana »


Eureka

Re: HiMEverse Stories
« Reply #4: November 30, 2020, 08:49:37 PM »
Siempre paso el NaNoWriMo con un fic de mas de 10k de una ship JAJAJA




Written in the Stars (1/2) - A: Eureka - P: Ken Kaneki - Flashforward: 9 años después





“Sasaki Shuumei.”
“¿Mm?” Sho alzó la mirada ante la voz de su esposo, muy confundido. “¿Qué cosa?”
“Sasaki Shuumei,” repitió Souji, levantándose del sofá y haciendo a un lado el libro que tenía en sus manos. “¿No te suena?” preguntó, caminando hasta sentarse en el reposabrazos del sofá de Sho.
“No sé de qué mierda me estás hablando, Souji.” Sho lo juzgó con la mirada, irritado.

Al dar por cerrada la conversación, Sho hizo el intento de seguir revisando el newsfeed de su Facebook sin mucho interés, pero Souji se sentó en su regazo de un momento a otro, cuidando que el celular no saliera volando por los aires en el proceso.

“Oye.”
“¿Qué?”
“…” Sho intentó quejarse, pero el brillo del anillo que colgaba de la pita en su cuello lo calló en el instante.

Aún no podía creer que habían tenido ceremonia y todo. Y es que, aunque siempre se quejaba de lo tanático que era Ken, Sho nunca se había proyectado como vivo a los veintinueve años, y menos aún, casado. Sin embargo, tal parecía que la vida estaba llena de sorpresas como todo el mundo decía.

…Como cuando Jaeger había llegado a llorarles que iba a ser papá unos años atrás y ahora tenía una niña de tres años. Quizá por eso no le había afectado verlo riéndose durante la ceremonia. Al lado estaba Historia jalándole las orejas y la niña rubia que tiraba de su pantalón era suficiente tortura para él. El karma existía, sin duda.

“Sasaki Shuumei es el nombre del actor que anda buscando a Ken.”
“Ah. ¿El de la tarjeta?”
“Sí.”
“Ken no lo quiere ver,” comentó Sho, más confundido aún.
“Eso dice, pero siento que no está seguro del todo. Tal vez me está haciendo caso al fin, y muy dentro de sí, tiene ese bichito por salir y abrirse más.”
“Bueno, yo le dije que era una reunión laboral y nada más. Porque, en resumen, es sólo eso, ¿no?”
“Sí, Shuumei tiene el papel protagónico de la obra teatral que adaptará uno de los libros de Ken.”
“¿Entonces? Ken tiene razón en dejárselo a su agente.”
“Pero quieres que lo contacte, ¿no? Al menos te ví con esa intención cuando discutimos sobre eso en la cena.”

Sho guardó silencio por unos instantes, un tanto pensativo.

Souji sabía que la pausa era innecesaria: tantos años a su lado le habían permitido leer a Sho al primer vistazo de su expresión.

“…Supongo.” Sho rodó los ojos, fingiendo irritación que no existía en su mirada. “Y ahora que me dices que es Shuumei, más aún. Él es un tarado, pero debe tener motivos para encontrarse con Ken. De seguro le preguntará por las intenciones del personaje o una cojudez así.”
“…Suena como si lo conocieras.”
“¿Sí?” 
“…” Souji se aguantó las ganas de darle un zape. “¿Quién es?”
“Es de mi promoción de Diseño Gráfico, un idiota que nos llevaba un año porque tenía estudios de artes escénicas truncos. Era más cercano de Marie y Anemone que de mí, pero coincidimos en salidas del grupo de la promoción. Hemos hablado un par de veces en los últimos años. Siento… que hasta Ken llegó a conocerlo,” comentó, llevándose la mano al mentón. “Tú también, creo. Estuvo en esa fiesta terrible de la Facultad de Psicología…”
“Haha. Eureka y Kana fueron las estrellas del evento. Y Eren. Y Chrom.”
“Todo el mundo brilló en su momento.” Sho parecía muy agradecido de tener las neuronas suficientes como para no haber hecho el ridículo aquella vez. “Curiosamente, tú estuviste sobrio durante todo el shitshow, lo que te salvó de ser otra estrella.”
“Tenía un mal presentimiento y me alegra haber sido precavido.” Souji sonrió, orgulloso de no haber sido tan idiota aquella noche… a diferencia del resto de ocasiones. “Pero bueno, no recuerdo haber tratado a Shuumei, la verdad.”
“Tal vez sólo se lo presenté a Ken…” Sho alzó la mirada al techo, intentando hacer memoria de aquel evento.
“¿Crees que tenga malas intenciones?”
“Nah, es tranquilo, como te dije.”
“Entonces sólo será algo relacionado al trabajo y ya… Aunque debe ser un tema que el agente de Ken no puede tratar por sí solo.”
“De seguro Shuumei quiere la perspectiva del autor o algo así.”
“Awn, espero que Ken se anime, entonces. Sé que no se cree muchos de sus logros, por mucho que se haya esforzado por llegar a donde está. Involucrarse en el proceso de adaptación de sus obras al teatro podría ayudarlo con eso.”
“Sí, puede que lo ayude a aterrizar un poco.”
“…” Souji se mostró pensativo, a la vez que se acurrucaba al lado de Sho y posaba su cabeza en el hombro del pelirrojo. “Bueno, al final de todo, depende de él. No podemos hacer más que apoyarlo en la decisión que tome. Ojalá se anime a salir de su zona de comfort, creo que le haría bien.”
“Mm…”

Sho se preguntó si eso sería posible: habían pasado ocho años desde aquellos trágicos sucesos que los habían marcado a todos y que, a la vez, los habían unido contra todo pronóstico. Y aunque con el tiempo se le había hecho más sencillo lidiar con aquellos sentimientos conflictivos, Sho sabía que ese no era el caso de su hermano. Ken tenía una especie de síndrome de impostor que no sólo se limitaba a sus logros, sino también a su persona en general: no entendía cómo la gente más cercana a él podía tratarlo con tanto cariño pese al daño que les había causado.

Sho tampoco lo comprendía, pero eso no negaba que estuviese dispuesto a perdonar a su hermano cuantas veces sea necesario. Era algo propio de él, que no cambiaría por nada que Ken le hiciese.

El tema aquí era que Ken no se podía perdonar a sí mismo, pero Sho sabía que no podía entrometerse en ese proceso.

Era cuestión de que otra persona le hiciera ver una perspectiva distinta, algo difícil tomando en cuenta que toda la gente cercana a él había estado involucrada en el problema.

Sho suspiró.





Sus intereses nunca habían sido estables: Sasaki pasaba de un libro a una serie sin darle mucha importancia al contenido que consumía. Si devoraba algún tipo de ficción era consecuencia directa de las recomendaciones de sus amigos más cercanos, que sí tenían hiperfijaciones más claras y más duraderas y no podían evitar contagiarle algo de la emoción que sentían por sus intereses. Verlos tan pendientes de la siguiente temporada de su serie favorita influía, al final, en la decisión de maratoneársela más allá de que el contenido le atrapara o no. Sin duda, la parte que más le había agradado de todo era poder compartir con sus amigos y conversar sobre la serie, la película, el libro o el manga al que todos andaban enganchados.

A sus treinta años, la promesa de aquella discusión amena sobre intereses en común se había desvanecido con el tiempo. No signficaba que estuviese ausente del todo, pero con su trabajo en el demandante mundo de las artes escénicas y los compromisos y deberes que ello acarreaba, era difícil encontrar un espacio para compartir con otros. Sasaki nunca había sido de muchos amigos, pero debía admitir que el número se había reducido drásticamente en los últimos cinco años. A esa edad, muchos habían sido absorbidos por su trabajo, y sus ocupados horarios impedían arreglar un almuerzo o una cena y conversar sobre sus vidas. Un tanto decepcionante, pero no había mucho que hacerle.

Era justo por eso que le sorprendía estar tan obsesionado con los libros de un autor en particular y, sorprendentemente, por iniciativa propia.

Todo había iniciado por aburrimiento: la rutina de maquillaje y peinado era algo a lo que se había acostumbrado más por la frecuencia a la que se sometía a ello que por sentirse cómodo realmente. Algunas maquilladoras, sin embargo, le permitían chequear el celular mientras lo preparaban para la entrevista, la presentación o, de ser un evento importante, algunas de las fechas de las obras en las que andaba participando como actor principal. En medio de ese proceso era que había puesto a curiosear la conversación grupal de whatsapp de su promoción de la universidad, en busca de las noticias que se traían sus ex-compañeros de Rizembool.

Encontró eventos predecibles, como que algunos se habían casado en los últimos meses que había ignorado el chat. Inicios de los treinta años era la edad perfecta para ello y todo el mundo andaba apurado en contraer nupcias, por lo que las noticias no le sorprendieron del todo. Sasaki tuvo que admitir que el rumor de que Sho Minazuki estaba entre los recién casados sí lo había descolocado un poco, pero recordar inmediatamente que el pelirrojo había estado en una relación por nueve años le dio la respuesta que necesitaba. Aunque un tanto reacio de hacerse presente en la conversación, Sasaki respondió con unas felicitaciones a los que sí se habían manifestado como recién casados en el chat.

Mientras esperaba que terminaran con la rutina de maquillaje y peinado, Sasaki se mantuvo pendiente de la conversación en el grupo. Justo en eso fue que un compañero mencionó su obsesión con cierto autor que se había hecho muy popular en los últimos años: su tocayo, un tal Sasaki Haise. Ante aquella coincidencia, Sasaki decidió que chequearía sus obras por pura curiosidad.

Aquella curiosidad no demoró en transformarse en interés puro: el autor tenía una forma singular de describir emociones y eventos, con historias muy atrapantes y personajes admirables. No sólo eso: aunque tenía dos géneros a los que se dedicaba, Haise-sensei era capaz de escribir excelentes novelas en ambos sin problema alguno. Su identidad era un misterio, pero los rumores indicaban que era un joven de no más de treinta años y ex-estudiante de su alma máter.

Tal vez por ello, llegar a formar parte del elenco que adaptaría una de sus obras al teatro sonaba como un sueño hecho realidad. Haber sido elegido para el papel protagónico sonaba difícil de creer, por más de que muchos habían afirmado que era algo de esperarse: el talento de Sasaki y su habilidad para adaptarse a un sinfin de historias y géneros le había otorgado cierta fama en el mundo del teatro.

Sasaki no se sentía tan merecedor de aquel honor, pero era imposible rehusarse a la oportunidad de estar más cerca de su escritor favorito.

No pudo aguantarse la risa ante sus propios pensamientos: sin duda, sonaba como un fanboy.

La tarjeta que había encomendado en manos de Gentaro Yumeno era prueba de eso.





Souji no era nada sutil a veces.

Al abrir la puerta de su departamento, un par de tickets y un papel cayeron del filo y llamaron su atención. Se trataba de unas entradas y una nota, cuyo autor pudo identificar al recogerla: predeciblemente, Souji estaba detrás de todo. En el papel, le contaba que andaba muy ocupado con su trabajo como para poder asistir a una obra de teatro a la que había sido invitado aquella noche. Se las ofrecía, por si andaba libre, pidiéndole que las usara sabiamente.

Sus intenciones no podían ser más claras: de seguro su cuñado quería que invitara a alguien para que lo acompañara y, así, lograr que saliera de su burbuja solitaria y se abriera un poco más. No era la primera vez que recurría a una táctica así, aprovechándose de la culpa que carcomía a Ken al ver dos entradas que se echarían al tacho de basura. Y aunque no lograba cumplir con las expectativas de Souji del todo, siempre se permitía ir al evento, al menos por su cuenta.

Esa no fue la excepción: Ken llegó al Teatro Público de Setagaya muy puntual, como siempre. Aprovechó el folleto que le otorgaron a la entrada para averiguar sobre el tipo de obra que iba a presenciar: se trataba de una historia contemporánea, como la mayoría que presentaban en aquel teatro. Era una nueva adaptación de “The Elephant Man”, obra de teatro basada en una historia real que también había sido llevada al cine. En el mundo de las artes escénicas, la obra era conocida por el reto que pretendía para el protagonista: el personaje principal tenía una grave desfiguración en la cara que debía retratarse mediante los gestos y la corporalidad del actor. La caracterización y el maquillaje estaban prohibidos para cerciorar que el talento de actor se luciera.

El rol había sido interpretado por estrellas famosas del mundo de las artes escénicas y cada una había buscado su propia manera de mostrar el carácter inocente y lleno de esperanza del protagonista sin descuidar la representación de su apariencia grotesca a través de su cuerpo. Era la primera vez que asistía a ver la obra, y aún a pesar del contexto detrás de la visita improvisada, Ken sentía cierta curiosidad por lo que vería.

Tomó asiento en silencio, observando sus alrededores sin mucho interés. La presencia dominante de un público femenino consiguió captar su atención, pero Ken optó por distraerse con su celular hasta que dieran inicio a la obra y no darle mucha importancia.

Una mirada en dirección al escenario consiguió responder la pregunta que debió haberse hecho: el actor principal era, de seguro, el motivo detrás de la gran cantidad de mujeres que habían asistido a la obra. Ken no podía distinguirlo con total definición debido a la distancia que los separaba —su butaca estaba en medio del auditorio—, pero se trataba de un hombre alto de cabellos rojizos, contextura delgada y facciones finas. Sin embargo, más que su apariencia, lo que lo atrapó fue sin duda su interpretación del personaje: había dudado un poco del método extravagante para presentar a un personaje con discapacidades, pero el joven no necesitaba de maquillaje para dejar en claro que su personaje contaba con cierta deformidad en el rostro.

Intrigado, Ken no pudo despegar sus ojos del escenario durante aquellas devastadoras dos horas. El tipo de trama y el personaje principal eran suficientes indicadores de que no se trataría de una historia con desenlace feliz, pero el final consiguió descolocarlo de igual manera, y hasta sintió unas cuantas lágrimas surcando sus mejillas.

Ken se limpió la cara con los dorsos de sus manos, un tanto sorprendido con las emociones que lo habían invadido de un momento a otro. Por un instante, juró haberse visto allí, en los zapatos del actor, gritando que no era un monstruo, era humano y estaba vivo.

En medio de su confusión y su sorpresa, Ken atinó a levantarse de su sitio para salir junto al resto de espectadores luego de la ovación que recibieron los actores al final de la obra. El público comentaba maravillado sobre el don del actor principal, cuya interpretación había conmovido a todos. Los ojos enrojecidos de varias personas le indicaron que él no había sido el único que había terminado llorando, y por el contrario, varios habían conectado de maneras inimaginables con el papel principal, justo como en su caso.

Por unos instantes, tuvo la idea alocada de ir a buscar al actor en los camerinos. No sabía exactamente para qué: ¿agradecerle? ¿felicitarle? ¿sólo… hablarle? No tenía sentido. Sabía que la existencia de fanáticos intensos era muy común —él tenía varios, y las cartas que le llegaban eran indicio de ello—, pero nunca había contemplado siquiera llegar a hacer algo así de intrusivo. Calmando su impulso, Ken optó por quedarse en una esquina del vestíbulo del teatro, esperando a que bajara la densidad del público para poder tomar un taxi de regreso a casa con más calma y menos presión.

Fue recién al cabo de media hora que el teatro se vació casi por completo. Ken guardó su celular en el bolsillo de su saco y salió del local, caminando tranquilamente por la vereda hasta llegar al paradero de taxis. Bordeaban las once de la noche, hora en la que la afluencia de vehículos bajaba considerablemente, pero Ken no andaba en apuros. Podía esperar con calma.

Las calles estaban casi igual de desoladas que la pista: pocos transeúntes caminaban de regreso a sus casas o, tal vez, con dirección a un izakaya para celebrar el fin de la jornada laboral. Un poco tarde, pero suponía que había gente work-a-holic que trabajaba hasta altas horas de la noche. Ken agradecía que su trabajo no demandara tanto de él… pero de ahí recordaba las varias noches en vela que había tenido que pasar para terminar los manuscritos. Trabajar desde casa daba la ilusión de que se invertían menos horas en el trabajo. Cosa que no era cierta.

Sumido en sus pensamientos, Ken demoró en notar que una persona se había parado a su lado, de seguro con la misma intención que él: esperar un taxi para ir de vuelta a su casa. Sin observarlo, supo que se trataba de un hombre considerablemente alto. Su primer pensamiento fue en el actor de la obra, pero hizo a un lado su fanatismo para contemplar otras opciones: tal vez se trataba de un espectador como él, que no había encontrado mejor forma de pasar su noche que yendo a una obra para matar el rato. Y, así como él, de seguro se había conmovido por lo que había transcurrido en aquel escenario.

Permitiéndose un poco de valentía, Ken volteó la mirada en dirección al hombre y se horrorizó al notar que, efectivamente, se trataba del actor principal de la obra a la que acababa de asistir. Más de cerca, era inevitable caer en los detalles de su forma: los piercings en su oreja, su mirada tranquila y cansada, sus labios fruncidos en una fina línea. Sin duda, era atractivo bajo los estándares de belleza de su cultura, y Ken podía entender la fascinación que tantas mujeres tenían con él.

“¿Tengo algo en la cara?” la pregunta del hombre lo hizo saltar del susto.
“¡Ah! Disculpa, no quise ser irrespetuoso.”
“Hehe.” El actor rio suavemente, y luego, se giró a sonreírle. “Está bien, lo hice a propósito.”
“…” Ken lo observó, confundido.

Debía haber sonado irritante, pero el carisma del hombre había logrado que su comentario fuera casual y para nada desatinado.

“Lo siento, no debí bromear así como si nada.” El actor se disculpó, llegando a conclusiones erradas por culpa del silencio que se había formado entre ambos. “Espero no haberte ofendido.”
“No, no.” Ken le sonrió. “Sólo me sorprendiste. Al final de la obra pensé en ir a buscarte, pero lo descarté porque no quería incomodarte. Y… ahora estás en frente de mí.”
“Ajá.”
“Y… no sé que decirte.”
“Eso suele pasar más a menudo de lo que crees.” El hombre rio. “Varias chicas solo… lloran cuando me tienen en frente de ellas.”
“También pensé en llorar, la verdad,” se permitió bromear, y el actor le siguió la corriente, soltando un par de risas ante su comentario. “Pero sé que eso hubiese sido mucho más incómodo para ambos.”
“Nah. Es muy conmovedor cuando sucede. Saber que mi interpretación mueve tanto a la gente como para hacerla llorar… es un gran halago.”
“Dudo que sólo lloren por tu interpretación.”
“¿Ah?”
“…” Ken quiso morirse de la vergüenza ahí mismo. No podía explicarle lo obvio: que de seguro muchas chicas andaban detrás de él también por su atractivo físico.

Wow, tal vez había tenido suficiente interacción social por ese día.

“N-nada.”
“Ah. ¿Te refieres a mi físico?”
“¿…Sí sabías a que me refería?” Ken arqueó una ceja.
“¿…Tal vez~?”
“Te gusta mucho molestar a la gente, por lo que veo.”
“A ciertas personas, no más. Y tú eres el tipo que más me entretiene~ ¿Cómo te llamas? ¿Puedo saber?”
“Ken Kaneki.”
“Kaneki-san… me suena.” El actor se llevó una mano al mentón. “Siento que lo he escuchado antes—”
“¡SASAKI!”

El repentino llamado captó la atención de ambos, en especial del actor, quien se giró hacia la fuente. Por un segundo, Ken sintió que se referían a él, pero la paranoia murió al notar que también parecía ser el nombre del actor principal.

Ken pudo divisar que el llamado provenía de uno de los actores secundarios, quien se acercó a ellos progresivamente.

“¡El director quiere hablar contigo algo urgente!” le dijo, ni bien los alcanzó.
“Ya estaba a punto de irme,” comentó… ¿Sasaki?, un tanto irritado.
“Es sobre la celebración de mañana.”
“…Eso no es urgente.”
“Tal vez sólo quiere que le vuelvas a prometer que irás. No hay nadie en la industria que no sepa que siempre te escapas para evadir las reuniones.” El actor sonrió. “Más bien, disculpa por interrumpir.”
“Ah, no estás interrumpiendo nada, descuida,” dijo Ken.
“¿Seguros?” preguntó el actor.
“…”

La expresión enojada de Sasaki lo confundió, pero Ken supuso que se trataba de su irritación ante las demandas raras del director. Tal vez andaba muy cansado y quería regresar a su casa lo más pronto posible. Hablar sobre una reunión que carecía de relación con el ámbito laboral sonaba un tanto inoportuno tomando en cuenta la hora.

Algo en la situación lo dejó un poco incómodo, y Ken supo que era una señal para escapar. Para su suerte, un taxi se manifestó en frente de él, y Ken agradeció la oportunidad de tener una excusa para poder removerse de allí.

“Sasaki-san, gracias.”
“¿Mm?” Sasaki lo observó, confundido.
“Creo que eso era lo que quería decirte.” Ken le sonrió. “Hasta luego,” dijo, e hizo una breve reverencia antes de tomar el taxi y salir de allí.

Luego de darle la dirección al taxista, Ken apoyó su cabeza en la luna del carro, pensativo. Había jurado ver a Sasaki intentando impedir que se fuera, pero tal vez era un producto de su imaginación.

Después de todo, él también andaba muy agotado.

Con aquel pensamiento surcando su mente, Ken sucumbió al cansancio poco a poco, tomando una pequeña siesta en el trayecto de vuelta a su hogar.





Ken cedió, eventualmente.

Souji tenía razón: un poco de interacción social de vez en cuando no era nada desagradable. En medio de todo, aquella salida al teatro había sido una experiencia positiva. Y aunque no había nada que le asegurara que la reunión con el actor de la tarjeta sería similar, Ken aprovechó que andaba sintiéndose un tanto optimista para aceptar juntarse con él.

Ken llegó al café antes de la hora pactada, con la intención de observar a los comensales que ingresarían desde ese momento. Su plan era juzgar la primera impresión que recibiría del actor y, en base a eso, quedarse o retirarse. No sabía nada de su apariencia, pero su mente contaba con un estereotipo común de la gente relacionada a industrias artísticas, y confiaba en su criterio como para identificarlo sin mucha dificultad.

El tiempo pasó y Sasaki Shuumei nunca llegó. Aún así, Ken no quiso atribuirle sentimientos negativos, y optó por justificarlo: de seguro le había salido un tema urgente o algún inconveniente y por eso no había podido llegar a la reunión. En vez de complicarse la vida, Ken pagó su cuenta y se levantó de su asiento, con la idea de dejar todo allí y listo. Se sentía muy viejo para guardar resentimientos.


“¿Kaneki-san?”

La mención de su apellido lo obligó a girarse en busca de la persona que lo había llamado. El portador de la voz resultó ser Sasaki, el actor de la obra a la que había asistido un par de días atrás. Ken se sintió un tanto extraño ante el nuevo encuentro: avergonzado por esas últimas palabras que había murmurado en apuro antes de subirse al taxi. Y, también, curioso, porque nunca habría imaginado que el actor lo recordara, siendo el encuentro que habían tenido un tanto fugaz y muy insignificante.

“…Sasaki-san,” dijo Ken, caminando hacia él.

Sasaki parecía haber estado esperando a alguien, justo como él, a juzgar por el café terminado  en su mesa.

“Lo siento. No soy así de irrespetuoso siempre. Tan solo que nunca llegué a escuchar tu apellido.”
“Descuida, no me presenté bien esa vez porque nos interrumpieron.” Sasaki le ofreció una sonrisa. “Mi nombre completo es Sasaki Shuumei. Aunque pensé que ya lo sabías… por la conversación que tuvimos esa noche. Parecía que habías ido a verme a mí, específicamente.”

Ah.

Era él.

Sasaki no había estado tarde, había llegado tan puntual que hasta de seguro estuvo en el café antes que él. Por eso nunca lo vio llegar.

El color en sus mejillas debía ser visible, no había forma de que Sasaki no lo notara.

Ken intentó desviar la atención del actor al tomar asiento en la mesa.

“Puedes llamarme por mi nombre, por cierto,” dijo Sasaki.
“N-no, eso sería muy atrevido de mi parte.”
“Descuida.” Sasaki rio. “No me incomoda. Pero si a ti sí, no hay problema. Me alegra verte de nuevo, Kaneki-san.”
“¿Sí?”
“Mm. Quería pedirte tu número ese día, pero con la interrupción y todo, te fuiste antes de que pudiera hacerlo.”
“¿Mi número?”
“Para salir, si te interesaba. Aunque estamos en algo similar en estos momentos.”
“…” Ken se sonrojó más ante las implicaciones detrás de las palabras de Sasaki. Nunca nadie había sentido ese tipo de interés en él, y más aún, siendo alguien tan insignificante y olvidable como Ken Kaneki. Sasaki aún no sabía de su identidad como Sasaki Haise, lo que hacía todo un poco más… intrigante. “¿Estabas esperando a alguien, Sasaki-san?”
“Sí. ¿Te pido un café?”
“Un té, por favor.”
“Claro.” Sasaki llamó a uno de los mozos. “Un té para el joven, por favor.”
“Por supuesto.” El mozo asintió y se retiró luego de una corta reverencia.
“¿Joven?” preguntó Ken, confundido.
“Te ves menor que yo. Pero no me atrevo a preguntarte la edad, eso sería sumamente irrespetuoso.” Aún a pesar de su comentario, Sasaki sonrió, divertido.
“Tengo 28.”
“Wow, no esperé que me la dijeras.” Sasaki rio abiertamente, enternecido con la sinceridad de Ken. “Estaba en lo cierto. Eres menor.”
“No puedes ser tan mayor.”
“No, son sólo dos años. Pero juraba que tenías 24 o algo así.”
“Sí, pareciera que soy menor,” admitió Ken. Su estatura no jugaba a su favor: siempre se había sentido más pequeño en comparación a Sho, Souji y el resto de sus amigos. Hasta Eren, uno de los enanos del grupo —como él—, había dado su estirón en los últimos años de universidad, sorprendiendo a todos.
“Debe ser por tus mejillas y tus ojos grandes.” Sasaki volvió a reír. Ken no tuvo chance de responder, porque Sasaki continuó hablando. “Pero sí, tenías razón. Estaba esperando a alguien. Actualmente, estoy involucrado en un proyecto que me emociona mucho. ¿Conoces a Haise-sensei? Es un autor muy famoso.”
“Sí, he leído algunos de sus libros,” mintió Ken… aunque suponía que sí era cierto. Al escribirlos, los leía, ¿no?
“Me puse a leerlo porque lo mencionaron en el grupo de Whatsapp de mi promoción de Diseño. Me cautivó muchísimo la manera en que escribe. No sólo a nivel emocional, porque sí, puedo conectar con sus personajes. Sino también las situaciones que crea y las descripciones de ambientes, sensaciones e intenciones. Tiene mucho cuidado en los detalles y se siente el cariño que le tiene a sus historias. Hasta he llorado en varias ocasiones, y yo no soy de llorar mucho con ficción.”

Ken supuso que debía verse como un tomate de lo rojo que andaba. Era imposible aceptar tremendos halagos de un desconocido, pero ahí estaba, escuchando todo como si se tratara de alguien ajeno a la situación.

Suponía que impactaba mucho en las vidas de otros. Las cartas que le mandaban le recordaban constantemente de ello. Pero oírlo directamente de alguien era otra cosa.

Se preguntaba como Sasaki podía mostrarse calmado cuando sus fanáticos le decían cosas así.

“Lo admiras mucho.” El mozo llegó en esos instantes y dejó el té de Ken en la mesa. “Ah, gracias.”
“Sí. Imposible no hacerlo.” La expresión emocionada de Sasaki se veía muy sincera. “Y bueno, justo por ello es que no puedo creer el honor que significa interpretar al protagonista en una adaptación teatral de uno de sus libros. Siento que lo voy a arruinar. Para evitar eso, quise reunirme con él y conversar un poco. Se que era una petición algo ridícula, pero no iba a quitarle mucho tiempo.”
“…” Ken probó de su té, observándolo en silencio.
“No puedo culparlo, tal vez andaba muy ocupado.” Sasaki suspiró. “…Ah. Siento haberte cargado con algo así de tonto.”
“Oh, no, descuida. Yo fui quien preguntó y no me molestó escucharte. Se que le tienes mucho aprecio a aquel escritor. Espero puedas conocerlo pronto.” Ken sonrió.
“Lo dudo.” Sasaki intentó sonreír, pero su mirada acongojada habló por él. “No pienso insistirle. Sabía que sería difícil de contactar, así que nunca tuve muchas esperanzas. Además, no fue en vano.”
“¿No?”
“Me encontré contigo. Y ahora sí me darás tu número.”
“…E-está bien.”
“No te estoy obligando, ¿o sí? Haha.” Sasaki rio. “No te sientas presionado si no quieres. Pero supuse que sí lo harías, sino no me habrías escuchado hablar como un tonto por tanto rato.”
“Yo… nunca le he dado mi número a nadie.”
“¿Ah, sí?” Sasaki recostó su codo en la mesa, apoyando su mentón en su mano, con una expresión curiosa. “¿O tal vez huíste antes de que se pueda dar la oportunidad?”
“¿…Me estás reclamando lo de la otra vez?” Más que enojo, Ken sentía curiosidad.
“No sé~”
“Lo siento. Sentí que andaba incomodándote.”
“¿Tú?” Sasaki bufó. “¿Por qué? Yo inicié la conversación esa vez. Y habría continuado si no nos hubieran interrumpido.”
“…” Ken escondió su mirada detrás de la taza de té. “¿…Fuiste a la reunión?” preguntó, para cambiar el tema. O esquivarlo. Lo mismo.
“No.” Sasaki se distrajo observando a una familia a unos metros de allí. “No me gustan las reuniones. Puedo dar una imagen distinta a la gente, pero siempre escapo de situaciones como esas. Creo que sólo he ido a un par en toda mi carrera. Así que tampoco te puedo culpar por lo del otro día. No me debes nada, tranquilo.”
“…Está bien.”
“No suenas muy convencido.” Sasaki volteó a mirarlo de nuevo.
“Es que… no me incomodaste. Yo también quería quedarme,” dijo, armándose de valor. “Pero supongo que tuve miedo.”
“¿Miedo de que? ¿De que te pida tu número?”
“…Sí. Te veías interesado en mí. Eso no ocurre muy a menudo.”
“Ah, Ken-san, sin duda no te ves como el resto del mundo te ve.” Sasaki sonrió, enternecido. “No te tengo pena,” mencionó, serio. “Ni te la tuve ese día. Me parecías una persona amena, y por eso te hablé. Y sigo sintiendo el mismo interés en ti. Más, aún, creo. Porque no esperé coincidir contigo de nuevo y aquí estamos.”
“Mm.” Ken sonrió. “Curiosa coincidencia.”
“Sí.”

El celular de Ken comenzó a sonar, llamando la atención de ambos. Ken lo sacó de su bolsillo para revisar de quién se trataba. Al ver el nombre de su hermano, Ken se excusó con la mirada. Sasaki le indicó con una señal que no había problema.

“¿Sho?”
Keeen, ¿te tocaba comprar los ingredientes para la cena de hoy? ¿O era mi turno?
“…Era el mío.” Ken suspiró. “Ah, lo olvidé por completo.”
Tranquilo, hay tiempo. ¿Estás ocupado? Puedo pasar por ti y vamos juntos. Ando libre.
“Estoy… algo ocupado.”
¿La editorial?
“No.” Ken observó a Sasaki, sin saber cómo explicarle a su hermano que había asistido a la reunión con el actor sin revelar su identidad como Haise.

Y sin que el mismo Sasaki se enterara.

“Estoy con Shuumei-san.”
¿SHUUMEI? ¿EL ACTOR?
“Sí. Coincidimos de nuevo, curiosamente.”
¿Qué? ¿Cómo que de nuevo?
“Larga historia.”
Okay, de ahí me cuentas. Supongo que irás a comprarlos después. O sino voy yo y los compro.
“Yo voy. No te preocupes.”
¿Seguro? ¿No estás ocupado?
“Sí, no hay problema. Iré más tarde a verlos.”
…Raro. Pero okay, te creo. De ahí nos vemos.

Los hermanos colgaron al mismo tiempo, y Ken volvió a dirigirle la mirada a Sasaki, un tanto apenado.

Agradecía, sin embargo, tener otra excusa para escapar satisfactoriamente.

“Disculpa, Sasaki-san.”
“¿Pasó algo?”
“Sí. Ceno dos veces a la semana con mi hermano y su esposo y me olvidé que esta vez me tocaba llevar los víveres.”
“Oh. ¿Te molestaría si te acompaño?”
“¿…?” Ken lo observó, confundido. “¿C-cómo así?”
“Tengo el resto del día libre, así que podría ir contigo a comprar. No me estoy autoinvitando a la cena, tranquilo.” Sasaki sonrió.
“Ah.” Ken suspiró, aliviado. “Aunque mi cuñado no se opondría a la idea.”
“¿Y tú?” Sasaki sonrió de lado.
“…Tampoco, supongo.”
“Haha, nunca suenas muy convencido~” Sasaki rio. “¿Vamos?”
“Mm.” Ken se terminó el té de un solo sorbo.

Tuvo la intención de sacar su billetera, pero Sasaki fue mas rápido y dejó un par de billetes en la mesa. Se levantó, arreglando su saco y su peinado y lo esperó en silencio. Ken lo imitó y juntos salieron del café.





Nunca había salido a comprar ingredientes con un completo extraño, pero Ken suponía que siempre había una primera vez para todo. Era curioso, sin embargo, cómo sentía que Sasaki no era tan ajeno como parecía ser. Al igual que él, tenía la ligera sensación de que se habían conocido antes. Lamentablemente, no contaba con alguna prueba de ello, y Ken prefirió hacer a un lado la intriga para priorizar su misión de conseguir los ingredientes que Souji le había pedido.

Sasaki era muy ameno. Era sencillo seguirle la conversación. Cuando no encontraba que decir, él respetaba su silencio sin reclamarle al respecto.

Aún así, Ken intervenía recurrentemente: por algún motivo, era fácil conversar con él, y hasta le motivaba a seguir haciéndolo.

Ken esperó que la pequeña salida con él terminara una vez estuviesen comprados los ingredientes, pero un mensaje de Souji le hizo dudar.

Quote
From: Souji

To: Ken
>Ken, Sho me dijo que estás con Sasaki. Invítalo a cenar con nosotros, puedo hacer magia con los ingredientes que traigas.

“¿Ken-san?” preguntó Sasaki, curioso. Ken había dejado de responder y se veía distraído con el celular, acción que no había realizado hasta ese momento.
“Ah, lo siento. Mi cuñado acaba de mandarme un mensaje invitándote a cenar con nosotros.”
“Lo conoces bien.”
“Once años.” Ken sonrió, muy alegre. Souji era como otro hermano para él, a estas alturas. “¿Estás libre, Sasaki-san?”
“¿Me quieres ahí? No quiero… incomodar, en serio.” Sasaki se veía un tanto avergonzado, lo que le dio ternura a Ken.
“Claro. ¿Por qué no?”
“…Bueno, no me opongo.” Sasaki asintió.
“Okay, dame un segundo y le respondo.”

Quote
From: Ken
To: Souji
>Ahí vamos. Souji, no le he dicho que soy Haise, así que cuéntale a Sho para que no meta la pata.

La respuesta fue inmediata.

Quote
From: Souji
To: Ken
>¿QUÉ?

Ken suspiró.

Quote
Ken: Tengo mis motivos. Ya de ahí te cuento.
Souji: Okay. Los esperamos.

Ken se giró hacia Sasaki, y le sonrió.

“Listo. Estás invitado.”
“Gracias~” Sasaki le devolvió la sonrisa, y retomaron el paso juntos. “Por cierto. ¿Qué tal cocina tu cuñado?”
“Oh, no tienes idea. Pudo haber sido chef, la verdad. …Pudo haber sido varias cosas… pero terminó dedicándose a la ingeniería, su carrera.”
“Suena como una persona muy habilidosa. Pero no te veo quejándote de él, así que deben llevarse bien.”
“Es un amor de persona. Era muy popular en nuestra universidad justo por eso, siempre fue de un trato muy agradable y mucha disposición a ayudar a los demás. Las chicas y los chicos andaban detrás de él.”
“Supongo que todas las universidades tienen a alguien así. En la mía, estaba este chico de una carrera de ciencias. ¿Souji Seta? Tal vez escuchaste algo de él. Era muy popular entre la gente de nuestra edad.”
“Ah.” Ken se detuvo en seco. “Él es mi cuñado.”
“…” Sasaki lo imitó y se giró hacia él, confundido. “¿…Qué?”
“Souji Seta es mi cuñado,” repitió Ken.
“Entonces tu hermano es… ¿Sho Minazuki?”
“¿…Lo conoces?” Ken no pudo esconder su sorpresa, confundido.
“¡Estudié con él!” dijo Sasaki, igual de sorprendido. “Somos de la misma promoción de diseño. Pero yo no terminé la carrera porque comencé a trabajar como actor. ¿Tú también eres de Rizembool?”
“¡Sí!” Ken bufó. “Estudié Ingeniería Genética Humana. Pero estoy trabajando como ingeniero informático con Souji, como te conté.”
“Haha, supongo que eso ayuda a la afinidad que se tienen.” Sasaki sonrió.
“Sí.” Ken asintió. “…Wow, el mundo es pequeño. Esta cena será más una reunión de ex-alumnos de Rizembool que otra cosa.”
“Justo el otro día estuve pensando en Minazuki, porque las noticias de su boda habían llegado al grupo de Whatsapp.”
“De seguro Marie-san y Anemone-san fueron las del chisme.” Ken suspiró.
“Ellas, siempre.” Sasaki rio.

Se acercó un poco más a la pista, con la intención de parar un taxi. Ni bien le hizo caso uno, Sasaki se giró hacia Ken para llamarlo, y no demoraron en subirse.

“Hace años que no veo a Minazuki. Espero que no siga siendo el renegón que conocí en la universidad.”
“Oh, disculpa de antemano. Sé que va a pegar el grito al cielo cuando te vea en la puerta. Pero eso de seguro porque Souji no le avisó nada.”
“…Tu familia suena muy divertida, Ken-san.”
“Lo es, sin duda.” Ken rio.





Efectivamente: Sho gritó de la sorpresa al ver a Sasaki en el marco de la puerta, muy campante y alegre como si no se reencontraran luego de tantos años. Ken quiso disculparse, pero Souji se apuró en invitarlos a pasar y quitarles las bolsas de víveres. Todos ignoraron a Sho, indignado, quien eventualmente tuvo que encargarse de cerrar la puerta detrás de los invitados.

Ken se preocupó por la falta de comunicación entre Souji y Sho, porque esto le permitía suponer que Sho no andaba enterado de la mentira sobre su identidad. Aún no entendía bien por qué quería evitar que Sasaki se enterase de que él era Haise, pero por mientras y para evitar confusiones y malentendidos, era mejor guardarse ese dato.

A estas alturas, Souji parecía tener una conexión telepática con los hermanos, porque se dio cuenta de la incomodidad de Ken en cuestión de instantes. Para evitar un desastre, Souji le pidió a Sho que lo ayudara con la cena, y el pelirrojo no tuvo de otra que acceder a regañadientes.

“Seta y Minazuki… Wow,” comentó Sasaki, sentado junto a Ken en los sofás de la sala.
“¿Te sorprende?”
“Un poco. Han sido tantos años… Y sé que la mayoría de relaciones que se formaron en la universidad no son de durar mucho que digamos.”
“Oh, eso de seguro lo dices por tu grupo. Todos mis amigos tienen relaciones que iniciaron en la universidad.”
“¿En serio? ¡Qué raro! Las gente de mi promoción tiene esposos o parejas fuera de la universidad. Bueno, excepto Minazuki. Y Kusumi, creo.”
“Sí, Marie está con Iwaizumi-san desde la universidad.”
“…Sigo sorprendido con lo pequeño que es el mundo. Creo que por eso te me hacías conocido. Alguna vez interactuamos en esas épocas.”
“Tal vez, gracias a Sho.” Ken sonrió. “No me sorprendería.”

Sasaki lo miró, atento, en silencio. Algo en la intensidad de su mirada lo obligó a desviar la suya, y Ken dio con que su hermano observaba sus interacciones con visible confusión en su rostro.

Aunque Sho juzgara día y noche a Marie, él también era de lo más chismoso, y Ken supo que luego lo iba a intervenir con cincuenta preguntas respecto a lo que andaba pasando entre Sasaki y él.

…Que no era nada significante. Eran dos extraños que habían coincidido en un café y que se llevaban bien.

Sólo eso.

Para su suerte, a su hermano le ganó la curiosidad y se escapó de la cocina para interactuar con Sasaki y con él, aliviándolo de aquella tensión extraña que había empezado a formarse entre ambos.

Sasaki y Sho se actualizaron, contándose sobre sus ocupaciones y chismeando sobre su promoción. Alguna que otra vez mencionaron temas comunes a todo tipo de ex-alumno de Rizembool, y Ken intervino en aquellos momentos. Pero la verdadera conversación sobre sus experiencias en Rizembool comenzó cuando se sentaron a cenar, con Souji presente. Comentaron anécdotas de todo tipo y la noche se pasó entre risas y comida.

Al final de la noche, Ken se ofreció a acompañarlo a tomar un taxi, y Sasaki accedió, despidiéndose de Souji y Sho con una sonrisa agradecida.

“…” Souji se quedó observando la puerta, con una ceja arqueada.
“¿Souji?” Sho lo llamó, confundido.
“Sasaki sabe.”
“¿Qué cosa?”
“Que Ken es Haise. O lo sospecha, pero tiene una corazonada o algo así.”
“Con razón andaba babeando detrás de él.” Sho rodó los ojos. “De seguro es su fan.”
“Oh, no, esa baba es romántica.” Souji le sonrió. “A Sasaki le gusta Ken.”
“¿¡…QUÉ ACABAS DE DECIR!?”
“Ay, Sho, está muy claro.”
“…No voy a dejar que salga con él.”
“¿Qué harás? ¿Encerrarás a tu hermano?”
“Tengo un mal presentimiento. Shuumei es… escurridizo…” Sho suspiró.
“¿Al nivel de Oikawa en la universidad?”
“Ha.” Sho bufó, divertido. “Me divierte que Oikawa siga siendo nuestro peor ejemplo.”
“Lo más divertido es que nunca fue tan fácil como lo planteamos.” Souji rio. “Pero bueno. ¿Así como lo exageramos?”
“No, no. Pero era muy popular… y muy solitario, también. Sólo tengo cierto recelo, supongo.”
“Bueno, no voy a permitir que te involucres donde no te han llamado. Así que sólo observa y no digas nada.”
“Pero Ken—”
“Nada. Ni tienes derecho a quejarte cuando gran parte de tu vida universitaria intentaste hacerle de celestino.”
“…No quería que se quede solo.”
“¿Entonces?”
“Ugh.” Sho rodó los ojos. “Okay, confiaré en él. Y en Shuumei también.”
“Genial.” Souji le sonrió. “Ya era hora.”





“Cuando salí de mi casa hoy, no esperé cerrar el día cenando junto a Seta y a Minazuki,” comentó Sasaki, entre risas.
“La vida te da sorpresas.” Ken le sonrió. “…Fue agradable tenerte ahí, gracias por venir.”
“No hay problema, lo disfruté mucho.” Sasaki observó la pista desolada, contemplativo. “Hasta me alegra no haber conocido a Haise-sensei, si te soy sincero.”
“…” Ken se sorprendió ante las palabras de Sasaki.

Por unos instantes, le invadió la necesidad de revelar su secreto y contarle la verdad. Tenía cierta intriga por ver cuánto cambiaría la actitud de Sasaki al enterarse de que Ken era aquel escritor al que tanto admiraba.

Sacudió la cabeza, haciendo a un lado esa idea.

“Sasaki-san. Nunca intercambiamos números.”
“Ah, ya me andaba olvidando de eso~” Sasaki sonrió. “Me alegra que te interese.”
“C-claro.” Ken no sabía si se refería a él mismo o a la acción de intercambiar números, pero de todas formas sintió cómo sus mejillas se acaloraron de la vergüenza.

Sacó su celular y abrió los contactos, creando uno nuevo. Sasaki hizo lo mismo, e intercambiaron celulares para agregarse mutuamente. Una vez hecho eso, los celulares volvieron a su dueños.

“Ahora sí, me puedo ir en paz.”
“…Aún no pasa ningún taxi.”
“Bueno, vendrán.” Sasaki le sonrió. “No me gustaría que te quedes aquí afuera esperando conmigo, hace frío.”
“Mm-mm.” Ken negó con la cabeza. “No hay problema, quiero acompañarte.”
“¿Seguro?”
“Sí.”
“…” Sasaki suspiró, aún con una sonrisa en sus labios.

Ken imaginó que insistiría, pero no musitó nada más.

Compartieron un silencio agradable hasta que llegó un taxi al paradero, y Sasaki se despidió de él ondeando la mano.

Ese día, Ken se quedó en el paradero un poco más del tiempo usual, sintiéndose un poco perdido.





Eureka

Re: HiMEverse Stories
« Reply #5: November 30, 2020, 08:51:58 PM »



Written in the Stars (2/2) - A: Eureka - P: Ken Kaneki - Flashforward: 9 años después





“Conocí a alguien hace un mes,” comentó Sasaki.
“¿Haise-sensei?” preguntó Claude, curioso. Hawks bufó, a lo lejos, desde su posición en las butacas del teatro. “Nunca nos contaste.”
“…Y ya ni sé por qué les cuento.” Sasaki suspiró.
“Oye, yo no me burlé,” se defendió Claude, mientras continuaba con los estiramientos. El castaño desvió su mirada hacia su otro amigo, irritado. “Y Hawks. Creo que merezco preguntar… ¿Qué haces tan cómodo ahí?”
“¿Yo? Flojeando.”
“Eso queda claro.” Sasaki rio un poco.
“Es que aún no llega nadie, qué flojera.”
“Y eso que nos dieron el teatro todo el día para esta sesión de impro.”
“El problema es que fue muy improvisada.” Hawks se levantó, y comenzó a caminar hacia el escenario. “Pero bueno, nos cuentas bien el chisme, ¿Sasaki?”
“Sí.”
“¿Conociste a Haise-sensei?”
“No.”

Tal vez.

Aún no tenía pruebas, pero tampoco podía sacarse de la cabeza aquella pequeña posibilidad de que Ken Kaneki fuese Sasaki Haise. Era sólo su intuición, porque Ken no había hecho nada extraordinario que confirmase su verdadera identidad.

Sin embargo, no le preocupaba tanto confirmar la verdad. Habían otros temas mucho más angustiantes. Como, principalmente, esa necesidad que sentía de conocerlo más y verlo de nuevo lo más pronto posible.

Se sentía en secundaria una vez más, con un interés en un chico lindo, tranquilo y agradable.

“Le rogué a Yumeno-sensei para que me dejara darle mi tarjeta y, eventualmente, me contó que Haise-sensei había aceptado. Pero cuando fui al café el día en que acordamos reunirnos… nunca se apareció.”
“Triste.”
“Ya te habías enamorado del escritor. O escritora. No sé,” comentó Hawks, subiendo al escenario de un salto. Se sentó al lado de Claude, y comenzó a estirar justo como él.
“No.”
“¿Entonces? ¿A quién conociste?” Claude arqueó una ceja, confundido.
“No sé si conocer es la mejor palabra. Me reencontré con él.”
“¿Ya lo conocías?” preguntó Claude.
“¿Quién es?” cuestionó Hawks.
“Es un ex-alumno de Rizembool, como nosotros. El hermano de un compañero de mi promoción de Diseño.”
“Ah. Qué aburrido.” Hawks rodó los ojos. “Pensé que era algo más… caliente.”
“¡HAWKS!” gritó Sasaki, indignado. La vergüenza lo llevó a taparse la cara con una mano.
“Haha, te sonrojas como si aún estuvieramos en secundaria.” Claude sonrió de lado.
“Eso es porque Sasaki aún está en secundaria.”
“No jodan. Sólo no… me gusta la idea de tener relaciones en la primera cita.”
“¿QUÉ?” Claude saltó, interesado. “¿Saliste con él en una cita? ¿O ya han sido varias?”
“Fue… raro. Nos encontramos ese día de la reunión frustrada con Haise-sensei. Y bueno, conversamos un rato y de ahí lo acompañé a comprar víveres. Luego fuimos al departamento de su hermano a cenar. Hemos salido un par de veces luego de eso, pero nada significante ha ocurrido.”
“Wow, hasta la familia ya te dio la bendición. Las cosas son serias.” Hawks bufó.
“La cena se dio la segunda vez que nos vimos. No hay forma.” Sasaki se tapó la cara por completo, abrumado.
“Siento que hemos regresado en el tiempo a unos catorce años atrás, es alucinante.” Claude rio. “No sabía que eras tan casto para estas cosas, Sasaki.”
“Lo siento. Yo no tengo la misma pareja desde hace 2348093 años… Huh. Ken tenía razón.”
“¿Ken?” Hawks arqueó una ceja. “No estás hablando de… ¿Ken Kaneki?”
“…” Sasaki lo observó, indignado. “¿Lo conoces?”
“Quién no. Creo que alguna vez hablamos del conflicto de los rebels y ahí salió el tema. Fácil no nos prestaste atención.”
“Yo sólo recuerdo que Hawks era la mano derecha de uno de los hombres más degenerados de Rizembool.”
“Todos cometemos errores,” dijo Hawks. “Al final ayudé a derrotarlo, así que siento que resarcí todos los daños que ocasioné.”
“…Claro que sí.” Claude suspiró. “Yo no tuve mucho que ver.”
“¿No fuiste rebel?” preguntó Sasaki.
“Ah, sí. Pero no le causé mayor daño a mi HiME. Eventualmente, me rendí.”
“A diferencia de Kaneki.” Hawks silbó. “Él fue todo un drama.”
“¿Cómo así?” Sasaki se mostró interesado.
“No sé si debería chismearte esto. Puede que arruine la imagen de tu amado.”
“No es…” Sasaki suspiró, sin terminar su oración. “Cuéntame, no más.”
“Kaneki fue parte del grupo de rebels que más problemas le dio a Rizembool. Como varios, lo sometieron a una serie de experimentos para acrecentar sus habilidades y capacidades. En algún momento, se salió de control, y comenzó a atacar gente aleatoriamente. Un exrebel, Souji Seta, quedó en coma producto de eso. Y no fue la única víctima de Kaneki, varias personas salieron heridas por su culpa.”
“…” Eso explicaba las cicatrices en el rostro de Ken.

Lo de Seta nunca lo habría imaginado, eso sí.

“Eventualmente, se formaron comisiones de alumnos de ambas universidades, Hanasaki y Rizembool, para lidiar con casos como el de Kaneki. Su hermano logró salvarlo de sí mismo.”
“Estás muy enterado de todos esos casos,” comentó Claude.
“Sólo se de los más problemáticos, porque formé parte de las comisiones y llegaron a mis oídos,” explicó Hawks. “¿Y? ¿Te arruiné la ilusión?”
“No.” Sasaki sonrió. “Al contrario, gracias. Siento que con eso he entendido mejor ciertas cosas.”
“¿Como?” preguntó Claude.
“Como la falta de comentarios sobre el conflicto durante la cena.” Y, también, varios elementos de las novelas de Sasaki Haise. “Nadie lo mencionó, y es una experiencia que todos compartimos. Supongo que era algo delicado y por eso nadie lo quiso sacar a la luz.”
“Sí, y de seguro se les habría hecho difícil fingir que todo había sido tranquilo en el caso de ellos,” comentó Hawks.
“Y no querían espantarte,” dijo Claude.
“Y no lo hicieron.”
“Está bien, ya te contará todo con el tiempo.”
“Sí, es algo delicado así que tiene sentido que no lo haya mencionado en estas primeras citas.” Hawks esbozó una sonrisa burlesca. “Pero quién diría, Sasaki Shuumei encontrando pareja a sus… ¿30? ¿años?”
“Hablas como si nunca hubiera estado con alguien.”
“Nunca nos contaste.” Claude rio. “¿Creo que tuviste enamorado los primeros años de universidad?”
“Sí. Esa ha sido mi única relación.”
“¿Por qué?” cuestionó Claude.
“¿Por qué qué?” Sasaki ladeó la cabeza, confundido.
“¿Por qué no has salido con nadie más en…? No sé. ¿Diez años? ¿Un poco menos?”
“Nadie llamó mi interés.”
“¿Y Ken Kaneki sí?” Hawks se veía un tanto incrédulo.
“…Sí. Me divierte hablar con él.” Sasaki volvió a taparse la cara, avergonzado.
“Supongo que lo estarás mensajeando recurrentemente para no perder el contacto,” dijo Hawks.
“…Sí. Aunque hoy no le he mandado nada.”
“¿¡Son casi las doce del mediodía y no le has mandado NADA!?” gritó Claude, indignado. “Sasaki, ¿dónde quedó tu don de casanova?”
“Haha.” Sasaki bufó. “El burro hablando de orejas.”
“Sasaki tiene razón. Tú no puedes hablar, Claude.”
“¡Como si yo no fuera el único que tiene pareja estable aquí!”

Aprovechando que Hawks y Claude continuaron conversando sobre estupideces, Sasaki se dispuso a iniciar el mensaje, un tanto dudoso. La pantalla de la aplicación de mensajería por Whatsapp brillaba en su celular, y Sasaki sentía que no contaba con la más mínima idea de lo que quería decirle.

No hablaban muy a menudo por mensajes. Preferían platicar frente a frente, y para eso, debían hacerse espacios en sus atareadas agendas, lo que los llevaba a verse una vez cada dos semanas, a lo mucho. Por ello, en total habían coincidido sólo dos veces luego de la cena en la casa de Seta y Minazuki.

Era frustrante. Pero Hawks tenía razón: los mensajes podían ayudar a acortar la distancia entre ambos.

Luego de un debate interno innecesario, Sasaki comenzó a tipear un mensaje. Al presionar la flecha de send, sólo espero lo mejor.





“¿Con quién conversas?” le preguntó Souji, curioso.
“…” Ken saltó en su sitio. Gracias a sus reflejos, evitó que el celular cayera a la arena, y suspiró aliviado ante eso.

Souji, Sho y él se habían escapado un fin de semana a la playa, aprovechando las pocas semanas que le quedaban al pelirrojo a Japón. Y mientras Sho andaba disfrutando del paseo al máximo, Ken… parecía un tanto distraído, para sorpresa de Souji.

Tenía una ligera sospecha de quién se trataba, pero no podía afirmar nada a ciegas, a menos de que Ken le contara.

Y por eso, Souji esperaba muy paciente a ese momento.

“Souji…” empezó Ken, un tanto inseguro. “Hay algo que quiero comentarte.”
“¿Mm?” Souji alzó sus lentes de sol, colocándolos en su cabeza. “¿Pasó algo?”
“No… es sólo que… he hecho un amigo.”
“Eso es grandioso, Ken.” Souji se sentía muy orgulloso de él. “¿Es Sasaki?”
“…Sí.” Ken suspiró. “¿…Soy así de predecible?”
“Creo que Sasaki es la única persona que has dejado entrar… figurativa y literalmente. No esperé que accedieras a llevarlo a cenar con nosotros esa vez, hace un par de meses.”
“…A mí también me sorprendió.”
“Lo has seguido viendo, ¿no?”
“Sí, salimos de vez en cuando.”
“Nunca le dijiste que eres Sasaki Haise.”
“…No.”
“Mm.” Souji dejó el libro que andaba hojeando en su regazo, mientras dirigía su mirada a Sho, haciendo el ridículo en la orilla. Andaba peleándose con un niño que, de seguro, se quejaba del castillo destruido a un paso de ellos. “¿Eso te incomoda?”
“Me molesta escondérselo, pero me da miedo que su trato conmigo cambie por ello.”
“¿Cómo?”
“Siento que se decepcionará si se entera que su autor favorito es alguien tan… aburrido como yo.”
“Y aún así, te busca constantemente. Y salen y conversan y no puedes dejar el celular en un paseo a la playa.”
“A-ah.” Ken desvió la mirada. “Eso es porque me daría pena dejarlo hablando solo.”
“Hehe.” Souji soltó un par de risitas. “No tienes que justificarme nada, Ken. Yo sólo quiero que te cuides. Y no hablo precisamente de él, Sasaki suena muy agradable.”
“¿A qué te refieres?”
“Siento que sigues siendo muy duro contigo mismo. No quiero que eso llegue a interponerse en tus relaciones con los demás.”
“…” Ken suspiró: Souji tenía algo de razón en sus palabras. Aún así, por más de que Sasaki
había afirmado varias veces lo contrario, Ken sentía que era inútil creer que alguien podría encontrarlo interesante. Tal vez Sasaki sólo estaba siendo amable con él.

Un mensaje lo distrajo de sus pensamientos deprimentes, y Ken hizo a un lado sus preocupaciones para prestarle atención.

Quote
From: Sasaki-san
To: Ken
>¡Tráeme un recuerdo!

Ken bufó: Sasaki no sabía leer, al parecer.

Quote
From: Ken
To: Sasaki-san
>¿No te dije que estoy en Odaiba? Estás proyectando a Okinawa en todos lados.

La respuesta de Sasaki tomó unos instantes en llegar.

Quote
From: Sasaki-san
To: Ken
>Será motivo para ir juntos.

Esta vez, el celular de Ken sí salió volando por los aires y terminó en la arena.

“¿Ken? ¿Estás bien? Estás rojo.”
“S-sí, todo bien.”





Esa noche, Sasaki se había librado de un ensayo nocturno gracias a un milagro divino: el director se había enfermado y, en vez de insistir con que el elenco avanzara por su cuenta, prefirió darles el resto del día libre, prometiendo que retomarían la práctica al día siguiente. Con la noche despejada y sin mucho que hacer, Sasaki probó su suerte contactando a Ken, sin muchas expectativas. Ken Kaneki era una persona que vivía con su vida planeada hasta el más mínimo detalle: no había necesitado tratarlo por mucho tiempo para notar que aborrecía los planes improvisados y las visitas sin previo aviso.

Justo por ello, la respuesta afirmativa lo sorprendió considerablemente. Tal vez Ken necesitaba despejarse con una salida nocturna, que coincidía con su invitación.

O… tal vez, Ken también quería verlo.

Sasaki sacudió la cabeza, avergonzado. No podía dejar que sus deseos influyeran en su percepción de la realidad.

Se juntaron en una cafetería artesanal que los colegas de Sasaki le habían recomendado. Su ambiente privado y tranquilo era uno de sus puntos a favor, pero lo que sin duda primaba por sobretodo era el sabor del café. Ken, con su experiencia como barista y como ávido consumidor, pudo garantizar la calidad de los granos y darle el visto bueno.

Ken no era mucho de dominar la conversación: lo había hecho pocas veces en los meses que llevaban siendo amigos. Sin embargo, esa vez, habló muy emocionado sobre las variedades de café y sobre su experiencia como barista en sus primeros años de universidad. Le contó un poco sobre la ausencia de figuras parentales en la vida de él y de su hermano, pero remarcó que eso no había impedido que crecieran bien, en medio de todo.

Por supuesto, Ken evadió el tema del conflicto de Hanasaki y Rizembool, y Sasaki no hizo esfuerzo en presionarlo para ello. Ya llegaría el momento.

“Ken-san.” Sasaki interrumpió el silencio agradable que se había formado entre ambos de camino por un parque. “Tengo… una pregunta.”
“¿Mm?” Ken le dedicó una mirada confundida. “Espero que no sea sobre café, porque me verás hablando por otras dos horas más.”
“Haha.” Sasaki bufó. “Yo feliz de escucharte. Pero no, no es sobre café.”
“…” Ken le cuestionó con la mirada.
“Es… sobre lo que me dijiste aquella vez.” Sasaki tomó asiento en una banca, y Ken no demoró en imitarlo, guardando una distancia entre ambos. “No sé si lo recuerdas. La primera vez que hablamos, luego de la función que viste de The Elephant Man.”
“¿A qué te refieres?”
“A ese agradecimiento, al final. Siempre me dio curiosidad, pero sentía que era algo muy íntimo a ti, por eso no insistí en preguntar sobre ello.”
“Oh. Lo que te dije antes de irme.”
“Sí.” Sasaki lo observó, curioso. “…Aunque está bien si no lo recuerdas, han pasado varios meses.”
“No, no. Sí me acuerdo.” Ken sonrió. “Te agradecí porque me conmoviste.  Tanto que hasta llegué a proyectarme en ti… Y no dudo que varios espectadores hayan compartido mi experiencia. El punto del protagonista era que diera pena y empaticemos con él, pero creo que varios llegamos a un nivel mayor que eso gracias a tu interpretación. Tu voz, tus gestos, tu corporalidad… transmitían mucho. Brillabas en el escenario.”
“…” Sasaki se tapó el rostro con una mano, avergonzado.
“¿Sasaki-san? ¿Estás bien?”
“…No estoy tan acostumbrado a halagos tan directos.”
“¿Pensé que sí?”
“Que la gente llore o me diga que le gusta mi trabajo es otra cosa. Lo que acabas de decir es… distinto.”
“Hehe. No sabía que te podías avergonzar así.” Ken intentó aplacar sus risitas con su mano.
“¿Por qué te proyectaste en mi personaje? ¿Has sentido esa sensación de no encajar antes?”
“…” Ken guardó silencio.

La incomodidad en su rostro habló por él, y Sasaki le sonrió.

“Disculpa si fue muy intrusivo. No quiero presionarte a nada.”
“Yo… no sé qué tan bueno sea contarte sobre esas cosas,” habló Ken, sin encararlo.
“Descuida. No tienes que hacerlo. Si algún día te animas, te escucharé. Pero por mientras… todo bien.”
“…”

Sasaki disfrutó del silencio por unos instantes. Aún así, no demoró en retomar la conversación, por temor a incomodar a su compañero.

“Siempre me sentí raro.”
“¿Mm?”
“Como que no encajaba en ningún grupo social. No sólo en el colegio, sino también en la universidad. Todos tenían grupos de amigos y yo sólo… iba de grupo en grupo, interactuando con la gente si era necesario. Había algo que me impedía sentir comodidad al lado de ellos.”
“¿Te sentías ajeno a ellos?” Ken le dedicó una mirada intrigada.
“Un poco. Nunca me han agradado los grupos de gente, y me era imposible congeniar con ellos. Si lo hacía, sentía que era una versión acartonada de mi personalidad la que interactuaba con el resto. Era muy raro.”
“Me diste una impresión distinta, entonces.”
“Oh. Suele pasar.” Sasaki rio. “La gente me ve más sociable. No significa que no tenga amigos… tengo algunos. Y sí, eventualmente encontré un grupo. Pero sigo sintiendo esa dificultad de conectar con nuevas personas.”
“Podría decir que estamos en las mismas.”
“Mm. Es difícil ser sociable. Por eso creo que tu amistad es muy valiosa.”
“U-uh…” Aquel comentario lo había tomado desprevenido, y Ken sólo pudo desviar la mirada, avergonzado. “Gracias.”
“Haha, estás todo rojo,” comentó, enternecido.
“No.” Ken negó. “Sólo… me tomaste por sorpresa con tu sinceridad.”
“Ah. Lo mismo podría decir de los halagos que me lanzaste hace un rato.”
“Estamos a la par, entonces.”

Sasaki soltó una risotada, inspirando el aire húmedo de aquella noche de verano.





La adaptación teatral del libro de Ken al fin estrenaba su primera temporada de funciones. Mediante Yumeno, la compañía de teatro se había encargado de hacerle llegar a Ken entradas de cortesía por su status como autor del libro. Sin embargo, Ken prefirió usar las que el mismo Sasaki le ofreció, e invitó a Souji y a Sho para que lo acompañaran a la función de apertura.

Los tres conocían aquella historia: era uno de sus primeros libros, y más que recordarlo por haberlo leído, Sho y Souji lo tenían muy presente por los comentarios que Ken les había hecho al respecto durante el proceso de escritura. Era una trama de época, un poco basada en sus propias vivencias pero, principalmente, en la relación que tenía con su hermano, quien era el protagonista. Esa metáfora, por supuesto, había pasado desapercibida a ojos de Sho, mientras que Souji sí la había captado sin mucho problema.

Fue justo por estos detalles que a todos les sorprendió lo que observaron en el escenario: el protagonista de esta adaptación no era el personaje basado en Sho, sino el que estaba basado en Ken. Sucedían los mismos eventos, pero el libretista había conseguido contar la historia desde el punto de vista del hermano menor. El personaje era protagonista y antagonista al mismo tiempo, y, fiel a la historia original, conseguía redimirse al final, antes de morir.

Esa novela era lo que Ken había deseado que pasara, muchos años atrás. Durante varios años había tenido el mismo sueño de morir para resarcir los daños que había causado en sus seres queridos y en todas las personas que habían terminado involucradas en el conflicto. Con el paso del tiempo, y gracias a la ayuda de la terapia continua y de sus amigos y familia, Ken había dejado atrás aquellos pensamientos tanáticos, pero la culpa seguía presente.

Le alegraba, al menos, sentir que ese final ya no era justo para su doble.

Sin duda, Sasaki no se parecía en nada a él. Eran completos opuestos, y aún así, Ken volvía a sentirse reflejado en su interpretación, tal como había sucedido casi medio año atrás, en el Teatro Público de Setagaya. Se podía ver a sí mismo allí, agradeciéndole a su hermano por su cariño y prometiendo que se volverían a ver.

La sobrecarga de emociones logró aturdirlo, pero Ken sintió orgullo de sí mismo al notar cómo pudo contener sus reacciones. Ya luego buscaría una forma de botar esa energía: tal vez escribiendo, o tal vez de otra manera.

La obra llegó a su fin, y el escenario se sumió en penumbras para luego revivir con luces cegadoras que revelaron los saludos del elenco. Entre ellos, Sasaki parecía lucir un poco más que el resto, sin duda emocionado con la oportunidad de interpretar una nueva perspectiva de la novela de uno de sus escritores favoritos. Ken encontró, allí mismo, que podían ser similares, aún a pesar de que la primera impresión de él le había indicado lo contrario.

El público se alzó en aplausos. Ken sonrió al ver que Souji y Sho también habían disfrutado de la función, y se planteó preguntarles al respecto más tarde.

Poco a poco, los espectadores empezaron a vaciar el teatro, y entre el mar de gente, Souji, Sho y Ken se dispusieron a salir como el resto.

“Ken, espera,” le dijo Souji, y jaló a su cuñado y a su esposo fuera de la estampida de gente.
“¿Pasó algo?”
“No, no. Estaba pensando que sería bueno que fueras a felicitar a Sasaki.”
“¿No deberíamos ir todos? Wow, ese hombre no mentía cuando decía que sí sabía actuar,” dijo Sho.
“No. Nosotros fuimos invitados por Ken, y él es su amigo. Tiene sentido que sólo él vaya.”
“…”

Contrario a lo que Souji decía, no tenía sentido, pero Ken suponía que era un intento por parte de su cuñado de motivarlo a ser sociable. Lo normal en situaciones como esa era salir a celebrar, y conociendo a Sasaki, él no querría ir con sus colegas. Souji tenía todo planeado, al parecer.

“Iré, pero no me demoraré mucho.”
“Ah, descuida.” Souji le sonrió. “Demórate cuanto desees. ¿Tal vez Sasaki quiere salir a celebrar? No le puedes negar ese derecho.”
“…Supongo que no.”
“Sí, Ken. Anda, no te preocupes por nosotros,” dijo Sho, ocasionando confusión en su familia. Sin embargo, ninguno se atrevió a cuestionarlo, priorizando el tiempo sobre la extraña bendición de Sho.
“…Okay, cualquier cosa les aviso.”
“Tranquilo, nosotros nos regresamos por nuestra cuenta.” Souji sonrió.
“Los veo más tarde, entonces.”
“Cuídate.”

Souji y Sho se despidieron de él ondeando la mano y comenzaron a caminar hacia la salida junto al resto de espectadores. Ken, por su lado, consultó a uno de los trabajadores del teatro dónde se encontraban los camerinos, para esperar a Sasaki en la puerta.

Cuando llegó a su destino, los nervios lo invadieron de una manera poco característica. No tenía sentido: por más de que Souji había sugerido la idea de salir a celebrar, Ken sólo pensaba felicitarlo y ya. No había razón detrás de las cosquillas en su estómago y las náuseas que lo llegaban a marear.

Por un momento, Ken tuvo la idea de retirarse y mandarle las felicitaciones por mensaje. Algo cobarde, pero muy digno de él: de seguro Sasaki entendería sus motivos y lo perdonaría.

Para su mala suerte, no dio ni dos pasos hacia la salida cuando escuchó una voz que lo llamaba.

“¡Ken-san!”

Ken se detuvo y se giró a encararlo: Sasaki parecía apurado en fugarse de allí, respetando su tradición de aguafiestas. Sin dejarlo musitar palabra alguna, el pelirrojo lo tomó del brazo y lo guió, con la intención de llevarlo por una salida alterna, para evitar el tumulto de espectadores.

Corrió junto a él, sin cuestionarse nada. Por unos instantes, se sintió como un niño en primaria, haciendo travesuras a espaldas de los profesores. Ese había sido más Sho que él, pero Ken se le había unido de vez en cuando.

Sasaki abrió una puerta, esperando que los llevara a un pasillo que daba a la salida, pero terminaron en un salón amplio de ensayo.

“Ah.”
“¿Sasaki-san?”
“C-creo que me perdí,” mencionó, titubeando levemente y girándose hacia él. “Pero está bien, tal vez quería perderme.”
“¿…?”
“Ken.” El mencionado saltó ante la falta de honorífico. “¿Qué tal te pareció… la obra?”
“…Hermosa.” Ken se detuvo un momento para organizar sus pensamientos y, luego, continuó: “Eres sumamente talentoso, y de hecho, quería verte para felicitarte por ello. No pude hablar mucho con mi familia, pero sé que también quedaron encantados con tu trabajo.”
“Me alegra. Le pusimos mucho empeño y estoy contento con lo que salió. Por ahí hay un par de ajustes que hacerle, pero nada muy grave. Algunos de los chicos del elenco querían salir a tomar para celebrar, pero me rehusé. Tengo algo más importante que eso.”
“Ah, entonces… no te quito tiempo.”
Sasaki rio. “Me refería a ti.”
“…Oh.”
“Ken. Lamento ser tan… directo, pero no hay otra forma de decirlo.” Sasaki suspiró. Sus manos tomaron suavemente sus mejillas, y Ken sintió que era una forma de enjaularlo para evitar su escape.





Ken quería huir. Tenerlo tan cerca era una tortura.

Pero eso no era tan terrible como lo que se venía: Sasaki ya había confirmado de seguro que él y Haise eran la misma persona.

Y, tal vez, estaba decepcionado de haber sido engañado por tanto tiempo.

De seguro ya no quería ser su amigo.

“Ken,” repitió, acercándose a él cada vez más. “Me gustas.”
“…”

Ah, era eso.

¿Era… eso?

“Te ves decepcionado,” comentó Sasaki, curioso.
“Pensé que me dirías otra cosa.” Ken desvió la mirada, avergonzado por la confusión y la suposición errada.

Y la confesión, por supuesto.

Para evitar un desastre, Ken le tapó los labios, guardando distancia.




“¿Códfjlmo qusdfklé? ¿Qudfke ejklfresdl Sakldjfs Haijdsklf?”
“¿Ah?”
“…” En un acto sumamente descabellado, Sasaki besó su mano, obligándolo a separarse de él. “¿Que eres Sasaki Haise?”

Su sonrisa sincera descolocó a Ken, quien no pudo atinar a hacer algo más que observarlo.

“…” La mirada de Ken lo delató antes de poder inventarse una farsa. Suponía que sus defensas no podían funcionar correctamente con la tensión que se sentía en el aire.
“Descuida, no te delataste. Ni lo averigüé, aunque tuve la intención. Me di cuenta con los meses.”
“¿Cómo?”
“Kuro… mi personaje. Es una autoficción, ¿no?” Sasaki esbozó una sonrisa calmada.
“…Yo… lo siento, Sasaki-san.”
“Ken—”

Mareos y náuseas lo invadieron, impidiéndole pensar racionalmente. Su cuerpo entro el alerta y lo movió a escapar de la situación y, Ken, acostumbrado a ello, no hizo más que validar la necesidad y hacer caso, huyendo de allí.

Correr en ese estado sólo empeoró su condición, y para cuando encontró la salida alterna del teatro, Ken andaba peleando contra los inicios de un ataque de pánico. Respirar era una tarea demasiado difícil, sus sentidos se habían nublado y sentía que se moría allí mismo. Eran sensaciones conocidas, pero llevaba tiempo sin lidiar con ellas, lo que empeoró su respuesta ante la situación.

Souji y Sho no estaban para ayudarlo. Y acababa de alejarse de la única persona en la que confiaba lo suficiente como para permitirle ver esta parte de él, así que estaba solo.

Sin duda, siempre arruinaba todo.

En medio de la ansiedad y la falta de aire, Ken logró apartarse de las calles y llegar a un callejón donde, a solas, se obligó a calmarse.

Para su suerte, la avenida se vació poco a poco mientras reguló su respiración. Eventualmente, salió en busca de un taxi, y gracias a la falta de transeúntes, no tuvo dificultad en esperar en el paradero. El trayecto de vuelta a su departamento se hizo eterno, pero el alivio que sintió al reconocer la cuadra de su hogar hizo que todo valiera la pena. Por un momento, Ken tuvo el miedo de encontrarse con Sasaki en la puerta, pero al verla vacía, sintió algo de decepción, sorprendiéndose un poco a sí mismo.

“¿Ken?” la voz de Souji lo sacó de sus pensamientos.

Sus movimientos mecánicos lo habían llevado, de alguna manera, a la puerta de su departamento. Tal parecía que el sonido de sus llaves había alarmado a Souji, quien salió del suyo para recibirlo.

“¿Estás bien?”
“…” Ken fingió una sonrisa. “Sí.”
“Ken.” Souji lo tomó de la muñeca. “Ven con nosotros, ¿sí?”

Ken se dejó llevar por su cuñado, quien lo llevó al interior de su departamento.

Ante la visita repentina de su hermano, Sho corrió hacia él, una mezcla de preocupación y enojo en su rostro.

“¿Qué te hizo Shuumei?” preguntó Sho, irritado.
“Él… no hizo nada malo,” comentó Ken, tomando asiento en la mesa de la cocina. Sho lo imitó. Por su lado, Souji empezó a preparar té, mientras conversaban. “Se me confesó.”
“Oh.”
“Ese ‘oh’ no denota sorpresa.” Sho rodó los ojos.
“Bueno, es que para mí no es una sorpresa. Pero, de seguro, para Ken, sí.”
“…Sí.” Ken desvió la mirada, avergonzado. “Nunca he sido muy bueno leyendo a la gente.”
“Al menos eres mejor que Sho. Eso es algo.” Souji sonrió.
“OYE”
“¿Y qué le dijiste?”
“Nada. Nunca pensé en esa posibilidad… y lo que dijo después me impidió pensar correctamente.”
“¿Qué dijo?” Sho arqueó una ceja.
“Que sabía que yo soy Sasaki Haise.”
“Oh.”
“SOUJI”
“Bueno, no es información nueva para mí, no puedo evitarlo.” Souji suspiró.
“¿Soy muy obvio?” dijo Ken, temor visible en su rostro. “No quiero que se enteren de que soy Haise. Siempre he tenido mucho cuidado con eso porque no quiero causarles problemas a ustedes…”
“Descuida, siempre has sido muy precavido con eso. El tema aquí es que Sasaki es distinto. Él hizo la conexión por su cuenta. Debo suponer que mucho de ti mismo está impregnado en tus historias. Es inevitable que todo lo que creamos sea, hasta cierto punto, autobiográfico, aunque no sea una acción consciente.”
“Sí. Justo quiso explicarme algo de eso, pero huí. Y de ahí me dio un ataque de pánico y bueno, estoy aquí.”
“…Ken, debiste empezar por eso.” Sho se mostró preocupado. “¿Estás bien? Tal vez debiste irte a descansar.”
“No, tranquilo.” Ken sonrió. “Quería conversar con ustedes. Si me quedaba solo, me hubiese puesto peor.”
“Me alegra que hayas aceptado venir, entonces.” Souji sonrió.
“No te sobreesfuerces,” le pidió Sho.
“Sí, no se preocupen.” Ken asintió. “Si me siento mal, les aviso.”
“…Okay.” Sho no se veía tan convencido de sus palabras, pero el pelirrojo optó por retomar el tema. “¿Y? ¿Rechazaste a Shuumei?”
“Si no te gusta, no tienes que sentirte obligado a corresponderle. Siento que serías tan amable de decir que es mutuo para no herir los sentimientos de la otra persona.”
“Y eso te haría mucho daño, también.”
“No sé… qué siento, exactamente,” admitió Ken, confundido.
“¿Cómo así?”
“Me siento muy cómodo a su lado, pero nunca lo pensé como algo romántico porque seamos sinceros, eso nunca me va a pasar.” Ken sonrió, apenado.
“Haha, me divierte la convicción con la que lo dices, tomando en cuenta que ya te está pasando,” dijo Souji, mientras servía el té en el counter de la cocina.
“N-no. Aún no he dicho nada.”
“¿Y qué piensas decir?” Sho lo observó, curioso.
“No sé.”
“Mm…” Souji se giró hacia ellos, llevando primero la taza de Ken.
“Gracias.”
“Creo que la mejor forma de darse cuenta es preguntarse cómo te sentirías si otra persona estuviese con él. ¿Te darían celos? ¿O te daría igual?” Souji le dio su taza a Sho y, con la suya, tomó asiento en la mesa.
“Piensa en esa cercanía que tienen. No tiene que ser romántico, siquiera,” comentó Sho.
“Así fue que Sho se dio cuenta.”
“…” Sho desvió la mirada, avergonzado. “Supongo.”
“Y para alguien que nunca ha sentido algo así… es difícil darse cuenta.”
“No me sentiría cómodo con ello,” dijo Ken, tapándose parte de la cara con la taza. “Con… que fuera así de cercano con alguien más.”
“Hehe.” Souji rio. “Lo sabía.”
“…” Sho rodó los ojos.
“Eso no significa que tienes que estar con él inmediatamente. Puedes pedirle tiempo para aclarar cómo te sientes.”
“Sí, eso me preocupa… pero más me angustia que su interés sea sólo porque soy Sasaki Haise. Y que se lleve una tremenda decepción cuando note que soy muy aburrido.”
“Lo entendería si hubiese demostrado interés en ti desde que hizo la conexión. Pero… él no sabía nada cuando te habló esa vez que se reencontraron, ¿no?” comentó Souji.
“…Es cierto.”
“Y esa conexión no pudo haberse dado de inmediato. Poco a poco te ha ido conociendo, y poco a poco ha ido asociándote a las novelas que leyó de Sasaki Haise.”
“Shuumei es un tarado. Si te dijo que no se acordaba de ti de la universidad, es porque era cierto. Así que si te habló, fue por un impulso propio y no por una influencia externa.”
“Igual, valido que tengas dudas al respecto. Aún así, si tanto te agobia, podrías conversarlo con él. Mañana, por supuesto. Creo que ya es tarde para eso y debes andar agotado, peor aún luego de tu ataque y todo.”
“Me siento bien, en serio.” Ken sonrió. “Pero sí, le hablaré mañana. Ya lo incomodé suficiente hoy.”
“No hay apuro,” dijo Souji. “Así que tranquilo.”
“…Ahora. ¿Podemos hablar de la obra?” dijo Sho, entusiasmado. “Porque wow, no pensé que sería tan excelente.”
“Yo tampoco lo imaginé, me encantó la adaptación,” dijo Ken, emocionado.

El resto de la noche se pasó tranquilamente y, por unas horas, Ken pudo olvidarse de la ansiedad en su pecho. Sin embargo, una vez a solas en su departamento, la sensación regresó, y Ken intentó distraerse de mil maneras… pero todas fueron en vano. Seguía dándole vueltas a lo que había ocurrido en el teatro.

A Sasaki, confesándole lo que sentía. A su reacción, de priorizar su identidad sobre los sentimientos de su amigo.

Ken era un completo estúpido, sin duda alguna.

Una mirada rápida en dirección al reloj le indicó que era demasiado tarde para volver a salir, pero no le dio importancia. Cogió sus llaves y su celular, y luego de apagar las luces de su departamento, Ken salió en busca de un taxi, camino al de Sasaki.





El sonido del timbre, a tales horas, era un extraño acontecimiento.

Sasaki tenía pocos amigos que se sintieran en la confianza de visitarlo a tales horas, por no decir que sus únicos dos amigos eran los únicos capaces de hacer semejante atrocidad. Era demasiado tarde para recibir a alguien, y aunque la tentación de irse a dormir e ignorar el timbre era muy grande, su curiosidad le ganó, llevándolo a revisar la pantalla del intercomunicador.

La persona que vio en su puerta lo dejó atónito.

Sasaki corrió a la puerta, esquivando mueblería y adornos en el proceso. La abrió, sin entender lo que sucedía, pero con ganas de buscar respuestas.

Aún en la poca iluminación del pasillo, Sasaki pudo notar el sonrojo en las mejillas de Ken y su expresión decidida.

“¿Ken-san?” Sasaki lo observó, confundido. “¿Qué haces aquí? Son las—”

Ken no le dejó revisar su reloj. Lo tomó del polo, y luego de empinarse para alcanzar su altura, juntó sus labios con los suyos en un beso rápido y brusco.

“…Buenas noches,” dijo, al separarse de él.

Sasaki demoró en reaccionar, su confusión nublando cada pensamiento cuerdo que amenazaba con surgir en su mente. La falta de respuesta motivó a Ken a girarse para hacerse caso a sí mismo, pero Sasaki fue más rápido y lo retuvo al abrazarlo por detrás.

“No puedes besarme e irte así no más,” le susurró Sasaki en el oído.
“…S-sólo quería… enmendar lo de hace un rato. No debí dejarte.”
“¿Con un beso?” Sasaki rio suavemente, mientras lo obligaba a girarse. “Vaya manera de subir los ánimos de tu amigo.”
“No… sé si somos amigos.”
“Pensé que no te gustaba… Estoy confundido.”
“Somos dos.” Ken sonrió, apenado.  “Disculpa por venir tan tarde.”
“¿Te vas?”
“…” Dudó, pero eventualmente, negó con la cabeza. “No, creo que tenemos que hablar.”
“Me alegra. Ya pensaba que habías cruzado toda la ciudad para besarme y eso me estaba emocionando más de lo que debía.”
“¡Sasaki-san!” le reclamó, avergonzado.
“¡No es lo que piensas!” se defendió Sasaki, soltándolo para taparse la cara. “¿Podemos… conversar adentro, mejor?”
“S-sí…”

Ingresaron juntos al apartamento, Sasaki cerrando la puerta detrás de los dos.

Si mal no recordaba, Ken lo había visitado sólo un par de veces en el medio año que llevaban siendo amigos, detalle que explicaba la incomodidad notoria en el rostro del peligris. Sin embargo, Sasaki apreció que, pese a todo, Ken hubiese optado por quedarse. Estaba tan acostumbrado a huir que la situación definitivamente era un reto para él. 

Tomaron asiento en el mismo sofá, guardando una distancia considerable entre ambos. Sasaki pensó en respetarla, pero se levantó y se acomodó hasta quedar al lado de Ken, aún a pesar de sentir el pequeño salto del susto que dio su amigo.

“Lamento no haberte dicho lo de Haise antes.”
“Descuida, sé que tenías tus propias razones. Tal vez… sentiste que eso cambiaría las cosas entre nosotros.”
“Ese era mi mayor temor. Y es, también, el motivo principal de mis dudas. Siento que te estás dejando llevar por eso…”
“Haha, qué gracioso eres.” Sasaki rio. “Osea que piensas que me enamoré de ti porque eres el escritor famoso, Haise.”
“…S-sí.”
“¿Por qué no podría enamorarme de Ken Kaneki?”
“Soy aburrido. No tengo nada interesante que ofrecerte.”
“¿Por qué crees que te hablé esa noche, entonces?”
“Porque… no sé.” Ken no se atrevió a encararlo. “Tal vez te di pena.”
“Recuerdo habértelo dicho hace un tiempo, y sé que no cambia mucho que lo repita, pero nunca me has dado pena. Ese día me acerqué a ti porque te veías divertido. Y me lo confirmaste en segundos.”
“¿Con?”
“Con tu mirada atenta y tus respuestas controladas. Esperé que te enojaras, pero ese enojo nunca se filtró en tu tono de voz. No me habría acercado de haber sido otra persona. Me acerqué porque eras tú quien me interesaba. Y me diste confianza.”
“…”
“No voy a negar que sospeché lo de Haise ese mismo día que nos encontramos en el café. Tuve la sensación de que tú y él eran la misma persona. Pero releer la novela y comentarla con el guionista fue lo que me convenció por completo.”
“¿Quién fue el de la idea de cambiar el punto de vista?”
“Nació de mí. Fue todo un reto cambiar el guión y el casting, pero me alegra haberme arriesgado. Siento que así tiene más sentido.”
“Pues sí, me gustó mucho la adaptación.”
“Para que veas.” Sasaki le sonrió. “Si puedes ser protagonista. Tu hermano no es el único que debe llevarse los créditos de eso.”
“Suenas… enterado de cosas que no hemos conversado aún.”
“Tengo amigos de Rizembool. Cuando comenté que habíamos empezado a salir, tu nombre les llamó la atención.”
“Y te contaron…”
“…Sí.” Al sentirlo algo tenso, Sasaki lo tomó de la mano y entrelazó los dedos de ambos, acariciando sus nudillos. “Tranquilo, no me dijeron mucho. Y tampoco pedí que me hablaran más del tema. Sé que es algo delicado para ti y no tienes que contarme si no deseas.”
“Gracias.” Ken se giró hacia él. “No es nada agradable y no me gustaría que eso cambie tu percepción de mí.”
“No creo que eso suceda,” le aseguró. “Pero respeto tu decisión.”
“Dame tiempo,” rogó Ken.
“Okay.”
“También… para lo otro.”
“¿Para?” Sasaki ladeó la cabeza, confundido.
“Para lo que me dijiste.”
“Ah. ¿Que me gustas?”
“…” Ken se escondió detrás de su flequillo. “S-sí.”
“Por supuesto.”
“…Siento que aún no estoy listo para una relación, pero no puedo negar que me atraes. ¡N-no sólo por tu faceta de actor o tu atractivo físico! Sino también por cómo eres.”
“Haha, qué lindo eres.” Sasaki rio. “Lo sé, te atrae todo de mí, entonces.”
“SASAKI-SAN”
“Es la verdad, ¿no?”
“…” Ken retiró su mano para taparse la cara, avergonzado y rojo a más no poder. “Sí.”
“Ken,” lo llamó suavemente.

Su nombre fue la única advertencia que le dio: de un momento a otro, Sasaki apartó sus manos de su rostro para tomarlo de las mejillas y rozar sus labios con los suyos. El contacto fue efímero, cuidadoso y suave, como si Ken fuese algo frágil y valioso a los ojos del otro.

“…Lo siento,” se disculpó Sasaki, aún cuando su rostro contradecía sus palabras. “Sí quiero respetar el tiempo que me pidas, pero también te pido que seas paciente conmigo.”
“¿Por qué?” Ken parecía distraído con las manos que acariciaban su rostro.
“Porque no puedo evitar ser cariñoso con la persona que me gusta.” Algo en su voz y su mirada se oscureció, y por un instante, Ken se sintió como presa a punto de ser cazada. “Tenerte tan cerca es… tentador.”
“Sasaki…”
“¡Me llamaste sin honoríficos!” Sasaki saltó de la emoción. Su expresión se iluminó y dio un giro de 180 grados. “Haha, gracias~”
“Llevas un tiempo haciendo lo mismo conmigo…” Ken desvió la mirada, avergonzado.
“Y no me has dicho nada, así que supongo que está bien.”
“Mm.” Ken se levantó de golpe, sorprendiendo a su amigo. “…Bueno, creo que ahora sí debo irme.”
“¿Tan rápido?”
“Es tarde… y no quiero incomodarte más.”
“Ken.” Sasaki se llevó una mano a la frente, indignado. “No incomodas a nadie. Dios, ¿acabo de besarte y aún sientes que me incomodas?”
“…” El rostro de Ken se ruborizó en tiempo récord. “Pero es tarde—”
“Quédate un rato más,” le pidió, tomándolo de la mano. “Prometo no hacer nada que no quieras. Sólo podemos conversar y ya.”
“…”

Ken volvió a tomar asiento a su lado y, en un acto de valentía, reposó su cabeza en el brazo de Sasaki.

“…Está bien.”
“¡Grac—!”
“A cambio de algo.”
“¿Qué cosa?”
“¿Te parece… si vamos juntos a la celebración de cierre de temporada?”
“Pensé que no te gustaban ese tipo de reuniones.” Sasaki lo observó, confundido.
“No me gustan. Pero mereces que celebren tus logros. Siento que evades esas reuniones justo para que nadie te rinda flores.”
“Mm… Eso me suena conocido.”
“Es cierto, no eres el único que no puede con tanto halago.” Ken bufó. “¿…Entonces?”

Sasaki asintió, con una sonrisa deslumbrante en su rostro.

“Okay, iré. Si estás ahí, será divertido.”
« Last Edit: November 30, 2020, 08:54:36 PM by Eureka »


Eureka

Re: HiMEverse Stories
« Reply #6: November 30, 2020, 08:53:52 PM »
Pensé en poner este fic en otro tema porque siento que no tiene suficiente del HV para estar aquí (y medio que son side characters), pero a la vez hay muchas refs al HV así que... aquí está u_u




Adam & Eve - A: Eureka - P: Hiyori Tomoe - Flashforward: 5 meses después





En medio del sopor y la pereza, Hiyori pudo divisar que las luces del pasillo se prendieron y apagaron de un momento a otro. 

Bostezó, peleando en contra del sueño que lo entumecía para darle prioridad a su propia curiosidad. Chequeó su celular y encontró que eran las dos y media de la mañana. Indignado, se cuestionó en su mente quién era el bobo que se levantaba en la madrugada a merodear por el penthouse. Su instinto fue culpar, de frente, a Ibara, pero recordó inmediatamente que él había optado por dormir en su propio departamento esa noche, así que sólo podía tratarse de Jun o Nagisa.

Hiyori rio, a la vez que se incorporaba en la cama. Jun dormía como una roca y eso empeoraba en días tan agitados como por el que justo acababan de pasar, así que sólo podía tratarse de Nagisa. El líder de Eden mantenía la rutina de salir a la terraza a ver las estrellas a altas horas de la noche, sin darle importancia a su cansancio o su estado de ánimo.

Hiyori lo acompañaba, a veces, cuando se despertaba de la nada en madrugadas como esa. Tal parecía que algo dentro de sí le indicaba que Nagisa andaba despierto y que debía aprovechar esos momentos a solas con él. Después de todo, había pasado un buen tiempo desde la última vez que habían coincidido.

Hiyori no la pensó dos veces y se levantó de la cama, saliendo de su cuarto en busca de su amigo. Era una oportunidad que no podía dejar pasar: nunca tenían tiempo libre y era peor al tomar en cuenta que estudiaban en universidades distintas. Hizo un puchero, enojado, mientras caminaba por el pasillo. Lo ponía verde de envidia recordar que Ibara podía ver a Nagisa más horas al día.

¡Era muy injusto!

“Esta vez, sí podría transferirme a Hanasaki…” contempló, cruzando la sala para llegar a las mamparas que daban a la terraza. “Mm. Jun se vendría conmigo, así que no me preocupo por él…”
“Hiyori,” lo saludó Nagisa, con una pequeña sonrisa. Se había girado hacia él desde que lo escuchó abrir la mampara, ignorando el cielo estrellado para dedicarle su atención.
“¡Na·gi·sa~!” exclamó Hiyori, corriendo hacia él.

Su instinto lo llevó a estrujarlo en sus brazos, algo que había dejado de hacer muy a menudo tan solo para evitarle problemas con CosPro y, principalmente, a Ibara. Luego de las sesiones de terapia grupal con Jinguji, Hiyori había entendido que debía aminorar el contacto físico con sus compañeros de unit: estaban siendo observados 24/7 y esas demostraciones de afecto probaban ser peligrosas. Existían paparazzis dispuestos a todo por conseguir la primicia y podían tergiversar lo que veían para crear escándalos. A Hiyori aún le parecía terrible que el doctor estuviese del lado de Ibara, pero suponía que tenía sentido: el bien mayor de Eden iba por sobretodo, aún si implicaba restringirse para ello.

Pero era imposible encontrar una primicia cuando nadie tenía acceso al penthouse donde vivían. La altura, además, impedía que los paparazzi fuesen capaces de observarlos desde edificios aledaños. Al menos en la comodidad de su departamento, Hiyori podía demostrarle a Nagisa lo mucho que lo adoraba.

Estaba eternamente agradecido de que Ibara se hubiese rehusado a la oportunidad de mudarse a los dormitorios recién estrenados de Ensemble Square. Pese a que garantizaban seguridad (de paparazzi o de intrusos), la idea de vivir en una construcción que le pertenecía a Eichi Tenshouin le daba urticaria.

Sin duda, ese penthouse era difícil de dejar atrás.

“¿No deberías estar durmiendo?” preguntó Hiyori, separándose de él. Nagisa lo tomó de las manos, mostrándose un tanto distraído.
“Lo siento, no puedo conciliar el sueño.”
“¿Pasó algo?” Hiyori ladeó la cabeza, confundido.
“No.” Nagisa alzó la mirada, observando las estrellas con visible curiosidad en su rostro. “Andaba reflexionando sobre algo que escuché el otro día.”
“¡Oh!” Hiyori se mostró curioso ante esto. “¿Qué cosa?”
“Hiyori, ¿sabes que es YOLO?”
“…” Hiyori se aguantó las ganas de irrumpir en risas allí mismo. La ingenuidad de su amigo era demasiado tierna y muy jocosa, especialmente cuando se relacionaba a jergas y memes. “Lo he escuchado. ¿‘You only live once’?”
“Mm.” Nagisa asintió “Lo mencionó Sora-kun el otro día y me dejó un poco pensativo. La vida es muy efímera…”
“Lo es. Pero creo que la frase se refiere más a vivir en el momento. A… mmmm.” Hiyori intentó dar con una analogía que lo ayudara a explicar el significado de la frase, pero su cerebro aún no hacía las sinapsis suficientes como para dar con un ejemplo preciso. “…Uhhhh.” Frunció el ceño, preocupando a su amigo.
“¿Estás bien?” Nagisa ladeó la cabeza.
“¡Sí! Es sólo que no ando tan despierto como para darte un ejemplo claro, lo siento,” se disculpó Hiyori. “Lo único que puedo atinar a decirte es que bueno, sí, la frase se refiere a vivir la vida al máximo, disfrutando cada momento aunque a veces tengamos que tomar riesgos.”
“…” la expresión de Nagisa se tornó pensativa ante esto, como si se tratara de un secreto del universo recién revelado ante él.
“No es tan común verte intrigado por algo así, Nagisa,” comentó Hiyori, enternecido.
“Últimamente estoy aprendiendo muchas de esas cosas al lado de mis nuevos amigos,” Nagisa volteó la mirada hacia las estrellas. “Pero eso también me ha hecho contemplar amistades pasadas.”
“…” Hiyori sintió algo de irritación ante la simple posibilidad de que se tratara de un rubio odioso. “¿Eichi-kun?”
“No. Tú.”
“¿…Ya no somos amigos?” dramatizó Hiyori, llevándose el dorso de la mano a la frente. “¡Me hieres, Nagisa!”
“…Siento que las cosas han cambiado, sí.”
“…” Hiyori se arrepintió de tratar la situación a la ligera, y su mirada lo traicionó, demostrando lo preocupado que se sentía ante lo que acababa de escuchar.

¿Nagisa ya no lo consideraba su amigo?

Habría tolerado no ser correspondido, pero ser sólo un compañero de unit a los ojos de Nagisa era algo que Hiyori no podía concebir en su cabeza, considerando que conocía a Nagisa desde hacía un buen tiempo y llevaban juntos tantos años.

“¿No entiendo? ¿Qué estás diciendo? ¿Ya no me quieres?” Hiyori maldijo internamente al sentir que la voz se le quebraba y los ojos se le llenaban de lágrimas. Pero era comprensible, tomando en cuenta los pensamientos que cruzaban por su mente y la tensión en el aire. Algo dentro de sí lo motivaba a ser paciente y esperar a la explicación de Nagisa, pero le abrumaba la sensación de pérdida que ya afloraba en su pecho.

Cualquier persona, menos él.

Menos Nagisa.

“…” Nagisa negó con la cabeza, en silencio. “Me puse a pensar… que ahora yo también siento esa necesidad de estar contigo en todo momento. Eso que me dijiste cuando te enteraste que había empezado a frecuentar la casa de Sora-kun.”
“¿Sí?” Hiyori se limpió los ojos, confundido. “¿Cómo así?”
“Supongo que es similar a lo de Jun con Megurine, también. Tienen esa necesidad de verse constantemente. Y claro, siento que tenemos más suerte, porque nosotros estamos en la misma unit—”
“¡Nagisa!” Hiyori lo interrumpió, emocionado al conectar las piezas del rompecabezas. “Si sabes lo que fueron y son Jun y Luka, ¿no? Ellos… no son amigos.”
“Mm.” Nagisa asintió. “Por eso mismo digo que las cosas han cambiado.”
“¡Aaaaaah!” Hiyori se lanzó a abrazarlo, llorando de la alegría.

Tal parecía que las lágrimas iban a estar presentes de todos modos.

“¡Nagisaaa~!” canturreó, sin poder hilar pensamientos coherentes. No podía creer lo que estaba sucediendo.

Era mutuo.

Los brazos de Nagisa rodearon su cintura y Hiyori aprovechó la cercanía para darle varios besos en la mejilla, tomándolo del rostro para ayudarse en la labor. Aún no sentía la valentía como para darle un beso en los labios, tomando en cuenta de que ello podía espantarlo.

Pero había tiempo para todo eso y más. Y no le molestaba esperar, nunca le había incomodado. Menos ahora, que podía confirmar lo que más había ansiado: Nagisa comenzaba a sentir lo mismo que él.

“Quiero preguntarte algo.” Nagisa interrumpió sus pensamientos con una expresión imperturbable, completamente apático ante la cercanía entre ambos.

Hiyori lo envidiaba: en su caso, era difícil hacer sinapsis con los labios de Nagisa a tan pocos centímetros. 

“¿Quién es más importante para ti? ¿Jun o yo?”
“…Siento que regresamos en el tiempo a nuestro primer año de universidad,” comentó Hiyori, riendo un poco.
“Sí… Recuerdo haberte hecho la misma pregunta aquella vez, y me dijiste que ambos teníamos el mismo rango de prioridad.”
“Fue la única vez que te he sentido celoso.”
“No ha sido la única.”
“¿En serio?”
“…” Nagisa asintió. “…Pero tal vez Jun ha escuchado más de eso que tú.”
“Awn, no tienes de qué preocuparte. No te puedo negar lo de esa vez: Jun sí era igual de importante para mí porque sentía que debía cuidarlo y criarlo por mi cuenta. Pensé que si lo dejaba de ayudar por un instante, desaparecería… como pasó contigo cuando éramos pequeños. Sé que no eras mi responsabilidad. Teníamos la misma edad, pero me afectó mucho que te llevaran lejos de mí.”
“Mm…” Nagisa apoyó su rostro en el hombro de Hiyori, inspirando su aroma y sonriendo, cómodo en sus brazos. “Pude notar algo de eso.”
“Pero como tú bien dices, las cosas han cambiado. Jun ya no me necesita. Ha crecido y ahora es un excelente idol. Sigo cuidándolo a veces, pero más como un amigo que como su senpai. No tienes de qué preocuparte, Nagisa.”

Hiyori lo obligó a encararlo al tomarlo de las mejillas, con la intención de demostrarle que su expresión sincera bastaba para darle la calma que tanto necesitaba. Pero Nagisa no se veía interesado en buscar respuestas en su mirada. Su líder optó por acercarse a él, pese al agarre en su cara, y capturó sus labios en un beso suave que lo dejó flotando ni bien terminó.

“…” Hiyori se peñizcó a sí mismo, sin poder creerlo. “¿Ii… hiyori?” ofreció… ¿confundido? ¿emocionado? ¿enamorado? Tal vez un poco de todo.
“Sí, es un buen clima.” Nagisa sonrió. “Pero tal vez deberíamos ir a dormir. Siento que Ibara nos obligará a arrodillarnos y a alzar un cartel como castigo por las ojeras que tendremos mañana.”
“Haha, eso suena muy él. Y ya lo ha hecho, ahora que lo pienso…” Hiyori recordó aquella vez del variety show en que Nagisa los había metido en contra de los intereses de Ibara.

Hasta él había terminado en el piso. Sí, para acompañar a Nagisa, pero es que no podía dejarlo ahi cumpliendo con el castigo por su cuenta.

“Podemos seguir hablando mañana,” le aseguró Hiyori. “Por si tienes más dudas.”
“…Mm.” Nagisa se separó de a pocos hasta que lo único que los conectaba eran sus manos. “No creo tenerlas, pero me agrada la idea. Te iba a sugerir que durmiéramos juntos, como lo hacíamos años atrás.”
“La idea me encanta.” Hiyori sonrió, emocionado. “Aunque dudo que pueda dormir. Estoy con tanta adrenalina y tanta alegría…”
“Lo siento…”
“Oh, querido, no te disculpes.” Hiyori mantuvo su sonrisa. “Es un sentimiento agradable. El problema de mis ojeras será de las maquillistas, no mío,” dijo, y sacó la lengua, guiñando un ojo.
“Espero que Ibara no te obligue a hacer dogeza.”
“No hay manera de que le haga dogeza a él.” Hiyori rio. “¿Vamos?” le preguntó, mirando hacia la mampara.
“Sí.”

Nagisa eventualmente tomó la iniciativa y lo condujo hacia su cuarto, cuidando no hacer mucho ruido para no despertar a Jun. Sin embargo, Hiyori sabía que esa hazaña era imposible de lograr, tomando en cuenta el cansancio de su amigo y su habilidad para dormir en completa paz aún a pesar de los gritos indignados de Hiyori en el fondo.

Ambos tomaron un lado de la cama y se recostaron, preparándose para dormir. Hiyori se alegró al pensar en que ya no necesitaría de sus almohadas de plumas o de su antifaz de satén para dormir cómodamente, más aún ahora que lo haría de nuevo al lado de Nagisa.

Sin tenerlo planeado, se giraron hacia el otro antes de sucumbir por el sueño, y tal como hacían de pequeños, cayeron en los brazos de Morfeo agarrados de las manos.

Su vida juntos continuaba, aunque un tanto distinta a como la había imaginado. Sin embargo, si algo le quedaba claro a Hiyori era que aún se venían más sorpresas y emociones positivas al lado de Nagisa.


Kana

Re: HiMEverse Stories
« Reply #7: December 16, 2020, 01:30:38 PM »
“Me encanta tu cabello. Tiene tan bonito tono.”
“…”
“Es suave y huele tan bien.” Sasaki jugueteó con el mechón de cabello blanco entre sus dedos, apoyando su rostro en la cabeza de Ken, sintiendo la dulzura de su fragancia “Mmh” aspiró profundamente aquel aroma.
“…” Ken sentía que el calor se agolpaba en sus mejillas, la cercanía de Sasaki todavía le provocaba aquella reacción torpe y ansiosa de la cual no podía evitar ligeros temblores que se producían en él cada vez que Sasaki lo tocaba. “Y-yo, no siempre lo tuve así, ¿sabes?”
“Hehe, no me lo imagino de otro modo.” Sasaki dibujó una hermosa sonrisa en su rostro al momento de buscar la mirada de Ken directamente. Le gustaban sus ojos, pero por sobre todo amaba la reacción que expresaba Ken cada vez que él se acercaba.

Era demasiado enternecedor verlo así de tímido. Eso le provocaba un shock de ternura que no podía controlar. Al verse incapaz de poder dominar su emoción, Sasaki se acercó a su cara efusivamente con la intención de besarlo, pero el escritor fue más rápido en tapar su rostro con sus manos para evitar el beso.

“¡S-S-Sasaki-san, alguien nos puede ver!” exclamó agitado, con las mejillas sonrojadas a más no poder y con el corazón latiéndole a mil por segundo. Retrocedió sin descubrirse el rostro, chocando su espalda con uno de los estantes de la salita de reuniones de la librería de Yumeno.
Afortunadamente estaban solos porque si no Ken se moriría allí mismo ante la idea de ser descubierto por Yumeno o alguna otra persona. 
“¡Lo siento! ¡No puedo evitarlo!” Sasaki lo abrazó aferrándose a él. “…” intentó contener su entusiasmo respetando la voluntad del otro, pero al tenerlo tan cerca no pudo hacer caso a su parte racional. Nuevamente se aproximó para besarlo y dar muestras de cariño hacia el escritor.
“¡…!” Ken sólo atinó a cerrar los ojos al no tener escapatoria. Era tan idiota que él mismo se había acorralado contra el estante y Sasaki.

Sasaki restó la poca distancia que los alejaba y lentamente se acercó al rostro del otro a quien sentía desvanecerse entre sus brazos. Tuvo que sostenerlo para evitar que eso sucediera.
El joven sonrió conmovido por la suave resistencia de Ken, lentamente acercó sus labios a una distancia corta de las pestañas del otro, explotó más con su sentido olfativo y respiró la fragancia de su compañero con calma, nadie lo apuraba, creando un momento único entre los dos donde él se deleitaba con cada detalle que podía contemplar minuciosamente en Ken y el otro experimentando por primera vez una gran mezcla de emociones gratas que, de algún modo irónico, le causaban felicidad y a la vez temor.

Sasaki intuyó que era momento perfecto para proceder, con delicadeza le dio un beso en la mejilla, luego en la frente y finalmente se acercó a su oído para susurrarle.

“Con esto me conformo. Gracias.” Se alejó de él para darle alivio. La sonrisa de Sasaki no podía ser más amplia al tener ese momento tan especial con Ken Kaneki, sin embargo, su rostro adoptó una expresión de preocupación al notar el estado del otro. “Ken, ¿te sientes… bien?” notó que se sujetaba el pecho como si estuviera a punto de tener un infarto. “¿Te hice daño?”
“E-Estoy bien…” muerto de vergüenza, le fue imposible verle al rostro. “S-Sólo pensé que… me besarías”
“¿Quieres que… te bese? ¿Aquí?” el pelinaranja sonrió coqueto, bromeando.
“¡NO!” exclamó.
“¿No te gusta que te bese?”
“¡N-no es eso!” se disculpó por su estupidez. Lentamente puso cada mano en los hombros de Sasaki permitiéndose apoyarse en él y demostrarle que no sentía ninguna clase de aversión hacia el actor. “Sólo que me moría de vergüenza si alguien nos veía”
“Lo sé. Me disculpo por mis arrebatos. Prometí no presionarte y mantendré mi palabra. Aunque a veces me cuesta ser discreto.” Rio, abrazándolo. Acarició su cabello trasmitiéndole tranquilidad y confianza.
“Pero…”
“¿Hm?”
“Sí quería que me besaras.” Ken escondió el rostro en el pecho de Sasaki, avergonzado.
“Lo sé.” El joven jugó a ser vanidoso, pero ciertamente la confesión del otro lo llenó de una espontánea y novedosa felicidad.
Sasaki tatareó una canción mientras acariciaba los cabellos de Ken.
“¿Qué cantas?”
“¿Esto?” siguió acariciando su cabello con delicadeza. “Es una canción que suelo escuchar cuando quiero sentirme tranquilo.”
“Esta linda.”
“¿Te sientes mejor?”
“Sí, gracias. Más bien, disculpa por reaccionar así.” Ken suspiró, apoyándose en el pecho de Sasaki y enredando sus dedos en el suéter del más alto “Perdón por preocuparte.”
“No tienes que pedirme perdón por algo que me encanta de ti.”
“Todavía no entiendo cómo te pueden agradar mis facetas más torpes.” Ocultó su rostro en el pecho del otro, nuevamente sonrojado. “Eres demasiado bueno.”
“No me des todo el crédito, Ken. Tú también consientes partes de mí que a otros los sobrepasa.”
“¿Eh? No puedo imaginar que alguien se moleste por algo de ti.”
“Pues, tengo un amigo que se desespera cuando me ve que fantaseo demasiado y cree que soy un completo bobo.” Sasaki pensó en Hawks.

Los dos estuvieron unos segundos más abrazados hasta que consideraron que era prudente volver a mantener su espacio personal para evitar ser vistos por algún testigo. En el caso de Ken, no había problemas que alguien lo viera con otra persona de forma más cercana puesto que “Ken Kaneki” no era una persona conocida (con la gente de Rizembool era un tema aparte) pero Sasaki era una figura pública por lo que podrían chismear sobre algún romance del actor y eso seguramente pondría incómodo a Ken quien cuidaba su privacidad.
El mismo Sasaki prefería mantener su vida personal en privado en lo posible, pero no siempre podía fiarse de ser lo suficientemente precavido con la prensa quienes se las ingeniaban para acosar a cualquiera.
Se separaron lentamente no sin antes mirarse y reírse como un par de bobos. Sin duda alguna, cualquiera que los viera de fuera pensarían que eran una pareja de adolescentes enamorados por su comportamiento tanto meloso como torpe.

“¿Tienes libre hoy? Podríamos salir a cenar juntos” el actor se acomodó su cabello. “Pensaba… Quizá te suene loco, pero pensaba que podíamos tener una cena elegante donde vayamos de etiqueta, compartamos un momento único y ¡está bien, lo admito! ¡Quiero una cita contigo!” el joven se cubrió el rostro, tapando su vergüenza súbita por la aclaración sin rodeos.
“…” Ken se llevó ambas manos al rostro, cubriendo su nuevo sonrojo y escondiéndose detrás de estas. 
“¡Ken-san! No es la primera vez que salimos juntos a cenar. No te sientas mal por mi petición, si quieres lo podemos ver como las salidas casuales que hemos tenido hasta ahora.”
“L-lo sé, pero… si lo llamas cita, es demasiado nuevo para mí.”
“Entonces, si quieres podemos salir como todas las veces que hemos salido antes.”
“…” bajó las manos despejando su rostro a medias, aún seguía muy sonrojado, pero necesitaba ver a Sasaki. El escritor se permitió unos segundos de silencio mientras contemplaba al actor.

Ahora que se daba cuenta, había muchos momentos en que se quedaba pegado viendo a Sasaki.
Cada característica de él la encontraba atractiva y fascinante. Adoraba el color de su cabello, la forma de sus ojos, su rostro en general, le atraía su estatura, su personalidad tan cautivadora, su sonrisa.
Todo. Sasaki era perfecto.

Por primera vez se sentía tan hechizado por alguien. Era primera vez que le gustaba alguien, de hecho, y se le hacía tan extraño que a sus veintiocho años estuviera por primera vez en la vida experimentando ese tipo de emociones que debió vivirlas en su adolescente.
Posiblemente haber bloqueado su adolescencia por centrarse en estudios y su adultez temprana postergarla por sus deberes en Rizembool lo habían bloqueado como ser humano de experiencia.

Sasaki era el primer amigo que tenía después de todos los hechos de Rizembool y estaba muy agradecido de él e incluso de la vida por haber tenido la oportunidad de conocerlo.

Lo que sentía por él todavía era demasiado novedoso para Ken y entendía que, por todo lo que había leído en libros y aprendido por observación en otras parejas, lo que sentía podía llamarlo amor.

No había otra forma. Eso era amor.

Porque desde que lo conocía no dejaba de pensar en él, de sentir cosas en conjunto, de querer pasar mucho tiempo con Sasaki, de pensar en él antes de dormirse y desear que tuviera una noche grata y que el día siguiente fuera maravilloso para el joven.

Todo lo que se ve en una pareja emocionalmente estable y con afecto compartido estaba en ellos.
Pero eran amigos.

Aunque el mismo Sasaki le ofrecía la posibilidad de ser pareja y la insinuaba sutilmente de vez en cuando ante la demora de decisión del escritor, era Ken quien prefería mantener las cosas como estaban.

Y era tonto, porque eran “amigos” pero unos amigos muy especiales puesto que se tomaban de las manos, se mandaban mensajes con contenido afectuoso, buscaban en lo posible estar juntos, se besaban…

Ken era la persona más idiota del mundo.

Le daba miedo experimentar estas nuevas emociones o fantasear con la idea de estar con Sasaki. Si bien el pelinaranja le entregaba toda confianza y se veía auténtico en su afecto hacia él, Ken temía arruinarlo todo incluso la amistad que nació entre ambos.
Tenía miedo de dar un paso más allá de esa “amistad” y arruinar las cosas. No dudaba de Sasaki en lo más mínimo, le tenía tanta confianza y sabía que sería una pareja maravillosa. Tampoco dudaba de sus sentimientos hacia él, Ken se había convencido de que lo amaba por mucho que intentó pensar en lo contrario, y también creía en las palabras de Sasaki cuando le profesaba su afecto.

En ese sentido sabía que los dos se querían mutuamente y podrían tener una relación de pareja muy bella.

Pero estaba lleno de inseguridad por otro tema. Porque, ¿Kaneki merecía una oportunidad en la vida? Todo el mundo le decía que sí, pero, independientemente de todo lo que pasó en Rizembool, sentía que Sasaki se merecía algo mejor.

Como aquellas parejas felices de gente del espectáculo que veía en las revistas (sí, Ken compraba esas revistas) donde lucían como parejas perfectas, tanto por la belleza de cada uno como también por el talento e importancia que poseían.
Pensaba que Sasaki merecía una pareja de portada.

Entonces era un problema de autoestima.

Su miedo, increíblemente, no estaba relacionado a aquella sombra que le persiguió durante años y que todavía tenían ciertas huellas en él sobre dañar a otros debido a lo sucedido en Rizembool.
Felizmente para la humanidad estaba tan “roto” físicamente que ni en mil años ni con mil antídotos podría recuperar el potencial que alguna vez tuvo y tampoco era como si él quisiera volver a vincularse a Rizembool (y bien, Rizembool no lo quería ver ni en pintura)

Definitivamente su temor no era ese.

El miedo era perder a Sasaki en todo sentido. ¿Qué tal si se volvían pareja y las cosas no resultaban y ya no podía ni siquiera aspirar a ser su amigo? Después de todo Ken Kaneki seguía sintiendo que era una persona a la que le faltaba mucho y se veía a sí mismo como un ser sin importancia, y no podía evitar pensar que Sasaki merecía a alguien superior.

“¿Ken?”
“…” pero quizá seguir poniendo obstáculos fundados en miedo terminaría alejando a Sasaki. No, no quería eso. Quería permitirse un poco más de las emociones gratas que experimentaba con Sasaki y por ningún motivo quería hacerlo sentir rechazado desde su persona. Ken tomó valor y se despejó de todos esos fantasmas internos. Tenía que ser honesto con otra circunstancia y sabía que Sasaki no le juzgaría por eso, “Sasaki-san, te sonará muy cursi, pero sería mi primera cita. No sé cómo comportarme y me da miedo hacer algo tonto que la arruine.”
“¿De verdad?”
“S-sí, siempre soy torpe y…”
“No, no.” Sasaki lo detuvo. “¿De verdad es tu primera cita?”
“Pues, sí.” Asintió, apenado. “Nunca me di la oportunidad de salir con nadie y realmente nunca me sentí interesado por otra persona hasta… ahora.”
“¿Entonces me estás insinuando que aceptas mi invitación?” intuyó, aunque todavía estaba extasiado por saber que él era la persona de interés de Ken y quien lo motivaba a tener su primera cita.
“¡AH!” desvió la mirada, avergonzado. “Sí…”
“¡Este día no puede ser más perfecto!” le tomó de las manos. “¡AH! ¡Y soy tu primera cita!” ya no pudo más con la emoción. Tenía que celebrar ese logro. “¡Y soy la primera persona que te interesa!” ahora era Sasaki el que tenía un leve rubor en sus mejillas.
Ken suspiró un poco más aliviado y contagiándose de la felicidad de Sasaki, le sonrió más tranquilo y encantado con la idea. “¿A dónde iremos?”
“Déjame planearlo todo y te mando las indicaciones por whatsapp” asintió Sasaki, besando una de las manos de Ken que aún sostenía.
“Creo que tu teléfono no ha dejado de vibrar.”
“¿Qué?” curvó las cejas, confundido ante el mensaje incoherente de su amigo, luego entendió a lo que se refería. “Ah, deben ser de la compañía porque ya me estoy tardando para el ensayo.” Soltó un suspiro hastiado. “Les diré que ya voy…” sacó su teléfono y se percató que los mensajes provenían de otro grupo de whatsapp. Al parecer ya había pasado el año de mantenerlo silenciado. “…” el actor no pudo evitar una mueca de desagrado, al fin y al cabo, un mensaje que no le importaba había interrumpido su momento con Ken.
“¿Pasa algo malo?”
“No. Son los de Rizembool organizando una reunión de ex alumnos. Parece que para la próxima semana. Me preguntan si confirmo o no.”
“Oh, ya veo…”
“Ya les he dicho que no.”
“¿Seguro? Quizá te pondría feliz encontrarte con algunos rostros.”
“No me llama la atención la idea. Además, las personas que para mí son significativas de Rizembool las veo en el presente sin necesidad de una reunión.” Guardó su teléfono. “Bueno, tengo que volver con la compañía para el ensayo, pero apenas pueda te mando un mensaje para ponernos de acuerdo.”
“Lo estaré esperando.” Ken asintió, manteniendo la sonrisa jubilosa dejándose sentir feliz por detalles como ese. “Yo también ya me voy, creo que nos pasamos de tiempo con la ¨reunión¨ aquí.”
“Yumeno-san es muy amable y afable en prestarnos su sala para conversar sobre los personajes de tus libros, aunque… es de lo que menos hablamos.” Sasaki sonrió con cierta picardía.
“B-bueno, ya habrá un momento para eso.”

Los dos salieron de la salita de reunión. Para Ken fue un alivio superior confirmar que la librería estaba totalmente sola. Sólo fue cuando los dos ya estaban en la salida que vieron llegar a Yumeno, intercambiaron comentarios con él y luego se despidieron. El castaño formó una sonrisa especial al notar que sí había podido concebir que el escritor se reuniera con el actor para conversar sobre los libros.
Aunque algo le decía a Yumeno que eso no era lo único.



Ken notó que la puerta del departamento de su hermano y su cuñado estaba entreabierta. Le llamó la atención ese detalle porque Sho era muy precavido en dejar cerrada la puerta para no tener invitados indeseados, quizá sería un buen detalle pasar cerca para cerrar la puerta en caso de que no se hayan dado cuenta de que esta quedó abierta.

No obstante, cuando escuchó a Sho recriminando furtivamente algo a alguien supo que tenía visitas y al escuchar la voz de Eren responderle se dio por enterado de que seguramente Sho dejo la puerta abierta para que Eren se fuera luego.

El joven se asomó por la puerta y vio a su hermano de brazos cruzados mirando con sorna a Eren, Sho al notar a su hermano le indicó con la mirada que pasara. Ken así lo hizo, saludó a Sho y a Eren quien le devolvió el saludo y luego continuó con la discusión que tenía con Sho.

Algunas cosas no cambiaban ni con los años.

Ken suspiró, entre nostálgico y feliz de ver que esos dos, pese a lo mal que se llevaban, mantenían la convivencia entre ellos y, pese a todo lo que pasó con él cuando era Rebel, Eren no parecía tener ninguna clase de rencor hacia él.

Notó que Souji no estaba en el departamento. Tampoco parecía que Historia acompañara a Eren. Ken se permitió recorrer el departamento buscando en las habitaciones a cierta persona hasta dar con el blanco: en un pasillo, acompañada por un oso de peluche, se encontraba una pequeña niñita de ojos azules y cabello rubio.
El peliblanco se inclinó y le hizo un gesto con la mano llamándola, la niña le sonrió enormemente y fue lo más rápido que pudo hasta él escalando y aferrándose a su cuello con cierta timidez y confianza al mismo tiempo. ¨La fiesta de té¨ de la niña y el oso de peluche se dio por concluída y Ken aprovechó la oportunidad de llevar a Rachel a su propio departamento para enseñarle el acuario que tenía en él.

“¡El pez!” Rachel movió sus manos efusivamente al reconocer que era el pez que ella le regaló a Ken.
“Ahora tiene castillo.” Apuntó el juguete en donde el pez entraba y salía campantemente. Ken recordó cuan resistencia había demostrado cuando le dieron aquel pez de regalo, porque no quería tener mascotas pensando que no prosperarían, pero al final el pez no le daba nada de trabajo y debía admitir que se relajaba viéndolo nadar.   
“Woh” la niña pegó sus manos al cristal y contempló el majestuoso reino del pez. Rachel era particularmente tranquila y se quedaba fija mirando algo que le llamara la atención, así que estuvo varios minutos pendiente de todo el transcurso del pez.
“Ah, aquí están” Eren soltó un suspiro de alivio al notar que Ken estaba cuidando de su hija. “Por un momento pensé que Minashit había lanzado a Rachel por la ventana y por eso no la encontraba.”
“Buscas excusas para justificar que eres un cero como padre. Ni te habías dado cuenta que tu cría no estaba.”
“Qué sabes tú de paternidad. Afortunadamente para la humanidad no te has reproducido.”
“Já, y tú tienes suerte de que esa mocosa sea idéntica a su madre en todo sentido y que no haya heredado tus genes irritantes. Debemos dar gracias que no grita desesperantemente como su padre ni tiene complejos de salvador del mundo.”
“Ya te he dicho miles de veces que no grito…”
“Oh, sí, el señor maduro. Todos sabemos cómo eras, te conocimos en tu fase más pend”
“Oigan, no discutan frente a la niña.” Les reclamó Ken, con calma.
“Lo siento…” los dos se disculparon al unísono. 
“Sho, ¿tienes helado en tu departamento?”
“N-no”
“…” Ken entrecerró los ojos.
“Bueno, sí. Pero tiene pasas al ron por si pensabas darle a la niña.”
“Uhh. Tal vez podría salir a comprar un poco.” Sugirió Ken.
“Aunque, ahora que recuerdo, hay un embace de helado de fresa sin abrir. Creo que Souji lo escondía para él, pero dudo que se moleste si le sacamos un poco.”
“Es mejor que el de pasas al ron.” El peliblanco volvió a regañar con la mirada a Sho.
“Y sigues igual de borracho…”
“Jódete, Jaeger, tú no eres el mejor ejemplo de dignidad de la vida.”
“¡No digas groserías frente a mi hija!” le reclamó el castaño.
“¿Quieres helado de fresa o no?” Sho ignoró a Eren y miró a la niña.
“S-sí.” Aceptó la rubia, un poco atemorizada por la mirada seria del mayor.
“Disculpa, pero no puede comer helado. Tiene que cuidar sus dientes.”
“Jódete, papi.”
“…”
“Jé” Sho sonrió orgulloso de la respuesta de la niña.



“Entonces Souji e Historia se fueron de compras al mall.” Repitió Ken, entendiendo por qué estaba Eren solo con su hija. Tomó asiento en la península de la cocina donde recibió el vaso de limonada que Sho le dio.
“Sí. Vine a buscarla pensando que ya había terminado de pasear con Souji, pero… Esos dos se pasan horas comprando.”
“Tal vez no quiere verte y por eso se tarda a propósito.”
“Podría decirse lo mismo de Souji.” 
“Claro, lo que digas.” Sho giró los ojos. Ese Jaeger era la persona más inútil y tonta del mundo.
“¿Le puedes mandar un mensaje a Souji y preguntarle si necesitan que los vaya a buscar o algo? Historia no me responde…Y, no, no es porque no quiera verme. Casi nunca toma en cuenta su teléfono.” Se adelantó a aclarar para que el pelirrojo no le soltara una broma sin sentido. Curiosamente, Sho no le dijo nada desagradable. 
“Souji tampoco me responde. Debe estar entusiasmado en las compras.”
“O tiene su whatsapp colapsado con mensajes de gente pidiéndole que asista a la reunión de ex alumnos de Rizembool” supuso Ken.
“¿Y eso?” Sho alzó una ceja, confundido. Como se había salido de todos los grupos no tenía idea de qué hablaba Ken. Es más, le llamaba la atención de que él supiera esa información antes que todos.
“Ehh, a Sasaki-san le invitaron a esa reunión y justo estaba con él cuando le llegó el mensaje.”
“¿Sasaki? ¿Quién es ella?”
“Antes de que metas la pata por años como lo hiciste con la ¨Señora Adachi¨ te comento que Sasaki es hombre.”
“Ah… Bueno, pero, ¿quién es?”
 “Un amigo mío.” Se apresuró Ken, desviando la mirada hacia un costado fingiendo poner atención al dibujo que le mostró Rachel de forma oportuna.
“¿Acaso ese no es también el nombre que ocupas como seudónimo?”
“Pues… sí. Es una curiosa coincidencia. Es interesante como el mundo a veces se hace pequeño y te pone en el camino gente tan amena como Sasaki-san con quien comparto esa pequeña eventualidad en nombres.” Instantáneamente Ken no pudo frenar la sonrisa ilusionada y ensoñada al recordar al actor.
“Ken...” Le susurró Sho notando que su hermano era demasiado evidente.
“…” Ken tosió, cubriéndose la boca.
“A veces se da esa casualidad.” Eren comentó, sin encontrar nada de extraño en la actitud de los hermanos.
“…” Al parecer Jaeger seguía sin tener mucha inteligencia emocional respecto a leer los sentimientos de otros (incluso más que él) Sho supuso que ni se había percatado de lo evidentemente enamorado que estaba Ken de Sasaki.

A Sho todavía no le convencía la idea de que a su sobreprotegido e inmaculado hermano le estuviera gustando justamente Shuumei, pero en mucho tiempo no había visto a Ken tan feliz como lo estaba siendo ahora, desde que conoció a Shuumei.   

De un momento a otro Ken sintió que tanto Sho como Eren lo miraron con preocupación.

“A mí no me invitaron a esa reunión, si es que están pensando que me iré a acercar por allá. No se preocupen, ni siquiera estoy agregado a los grupos. Yo creo que hasta me deben tener bloqueado” Ken les bromeó, soltando una risa ligera.
“Olvídate de esa gente. No valen nada. A mí también me tienen bloqueado por considerarme traidor.”
“Creo que en tu caso incluso te tienen más vetado que Ken. Tú te aliaste a Hanasaki al final.”
“Yo no me alié a Hanasaki. Yo iba por mi propia ideología, no soy un esclavo que se deja manipular por otros. No sé cómo no pueden entender eso. Yo quería eliminar a Hanasaki y a Rizembool por igual porque eran un mal terrible para el mundo.”
“Ya salió el complejo de héroe. Más encima, con ideas genocidas.” Sho se cansó tan siquiera habiendo empezado el otro. “Y no quiero que hablemos de esos temas aquí.” lo amenazó con la mirada.
“…Hm.” El castaño asintió levemente al recordar que era un tema tabú en el grupo en general y lo cual él mismo respetaba.

Poco después Souji e Historia llegaron al departamento. Apenas entrar y dejar las bolsas de las compras en los sillones, Souji notó que la pequeña Rachel lo miraba con ojos brillantes pidiéndole tímidamente que la alzara en brazos. Por supuesto, él cumplió el deseo de la pequeña rubia. 

“Definitivamente eres el primer amor de Rachel.” Le bromeó Historia.
“Debes estar cansado, no es necesario que la cargues inmediatamente.” Eren le hizo un gesto a su hija para que fuera a sus brazos, pero ésta se aferró más a Souji. Estaba demasiado fascinada con el peligris. “…” era inevitable sentir celos.
“Souji mantiene su efecto intacto.” Comentó Ken, tras analizar que su cuñado mantenía esa peculiaridad de hacer que muchos cayeran rendidos a sus pies, incluyendo a esa niña.
“Creo que exageran. Rachel tiene ese apego conmigo porque la conozco prácticamente desde que nació.”
“…” Sho sacó una de las botellas individuales de agua mineral que venía en una de las bolsas de compras. La abrió y se sirvió en un vaso.

Aunque Sho sintió la mirada insistente de Souji reclamarle atención, por algún motivo prefirió fingir mirar el agua que quedaba dentro de la botella para luego beber un poco.
Pero comprendió que su conducta evitativa se debía a algo en específico que prefería mantener lejos de su vida en lo posible y que, para su inquietud, su pareja daba ciertas muestras de anhelo hacia esos temas. 

“Souji sería excelente padre.”
“¡…!” Sho escupió el agua y por poco se ahoga cuando escuchó a la esposa de Jaeger decir eso.



Trató de controlar sus nervios, pero era difícil regular los niveles de ansiedad los cuales estaban tan altos. Era su primera cita y la expectación por saber cómo sería lo estaba volviendo loco. No quería cometer ninguna tontera que lo dejara como un tonto frente a Sasaki o hacer algo que incomodara al actor.

Sasaki le mencionó que el sitio escogido era un lugar elegante y que podían jugar a tener una cita de ensueño vistiendo para la ocasión. Ken no tenía muchos conjuntos que fueran parecido a lo que veía en los modelos cuanto usaban outfit elegantes y formales, cada vez que se presentaba a un evento ¨formal¨ solía usar un suéter y una chaqueta ancha o bien una yutaka cuando se requería mayor formalidad.
Por más que buscó en su armario no encontró nada que le pareciera tan bonito para presentarse y tampoco le podía pedir algo prestado a Souji o a Sho porque, bueno, evidentemente le quedaría muy grande.
Al final optó por un suéter de cuello largo color beige y una casaca formal del mismo tono. Esperaba que Sasaki no se tomara tan en serio lo de formalidad y apareciera con algo más bien casual.

Observó hacia la entrada del restaurant buscando con la mirada a Sasaki, pero éste parecía que aún no llegaba.

“Aquí.”
“…” al voltearse cuando escuchó su voz, el joven quedó anonadado al ver a Sasaki luciendo un conjunto elegante aunque semi formal que lo hacía ver completamente bello y digno de aparecer en la portada de una revista de importancia. El cabello lo llevaba peinado hacia atrás y ese detalle hizo que Ken quedara eclipsado por su hermosura. “Te ves lindo.”
“¿Eh?” el joven hizo un gesto indicando que no alcanzó a escucharlo por el tono bajo con el que se expresó Ken.
“¡Ah! Nada.”
“Hehe, sí escuché.”
“¡Sasaki-san!”
“Tú te ves hermoso.”
“Uh…”
“Lo digo en serio, no pongas esa expresión como si estuviera diciéndolo por cordialidad.”
“Perdón, no encontré nada tan elegante.”
“Oh, no importa. Luces grandioso.” Sasaki sonrió al notar como el otro evadía su mirada, avergonzado. “¿Listo para tu primera cita?”
“S-sí”



“Además de ser la primera persona que llama tu atención y tu primera cita, ¿hay algo más en este momento que sea tu primera vez?”
“Veamos…” Ken colocó un dedo en su mentón adoptando una pose reflexiva. “Pues, eres mi primer beso también…”
“Debo ser la persona más afortunada del mundo. Cuéntame más, ¿qué podemos hacer que sea primera experiencia para ti?
“Bueno, quizá te suene tonto… Pero nunca antes bebí vino en una salida.”
“¿En serio?”
“Cuando salía con mis amigos ellos bebían mucho y yo era… demasiado cobarde, así que solía pedir agua mineral. Lo curioso es que en los bares lo más caro es justamente el agua mineral así que salía muy mal parado. No pude evitar pensar que quizá debí probar vino cuando joven.” Llevó la mirada hacia el mesero para llamarlo. “Creo que me gustaría probar vino por primera vez y contigo, ¿puede ser?”
“¡Claro!” Sasaki asintió encantado. “¡Quiero ser todas tus primeras veces!”
“…”
“…E-En el sentido más puro que te puedas imaginar.” Sasaki se cubrió el rostro con una mano al apoyarse en ella para ocultar su sonrojo. “Perdón si sonó raro.”
“N-no, está bien. ¡Yo sé que es sin doble sentido!” se apresuró. “Sólo que me quedé pensando en que si de verdad tendrías tanta paciencia para cosas sonsas.” 
“Por supuesto que sí. Nunca lo dudes. Quiero estar para ti siempre.” Deslizó sutilmente su mano por debajo de la mesa esperando que Ken le respondiera. Gratamente para él, Ken titubeó un poco pero luego bajo una mano por la mesa para tomar la suya. Inevitablemente los dos se sonrojaron cual adolescentes. “Es primera vez para mi sentirme así. No puedo explicarlo bien.”
“Yo tampoco puedo explicarlo.”
Fueron discretos en soltarse de la mano cuando el mesero llegó a la mesa. Pidieron el mejor vino de la carta y aprovecharon de escoger el plato que más le llamó la atención.



“Como te dije, no siempre tuve el cabello así.” Le contó cuando Sasaki trajo nuevamente el tema a conversación recordando lo que había sucedido en la mañana. “Mi tono natural era un negro muy intenso, pero se puso naturalmente así de blanco después de… Bueno, me temo defraudarte al decirte que este tono claro no siempre fue así.”
“Yo creo que, sea blanco o negro, con los dos te vez lindo.” Sasaki se sirvió un poco más de vino al terminar su primera copa. Le ofreció a Ken llenar la suya y éste accedió. El joven pensó en los tiempos en que fue estudiante de Rizembool tratando de hacer memorias de ese entonces. “¿Sabes? Te puede sonar loco, pero creo que, ahora que me dices que tenías el cabello negro, puedo recordar fugazmente a un chico muy tímido que estaba con Minazuki y a quien quise hablarle, pero, por algún motivo, siempre pasaba algo que interrumpía el diálogo.”
“¿Sí?” Ken miró el vino en su copa y luego bebió un poco. “Y-yo, me acuerdo que una vez quedé absorto al ver a un chico en una fiesta de Rizembool y me pregunté si era normal encontrar que un compañero de mi hermano causara ese efecto.” Por su parte, Ken recordó cuando Sho le presentó a un compañero suyo pero el momento fue tan breve e invadido de gente que sólo se dijeron un ¨Hola¨ y cada uno fue llevado por sus conocidos a otro sector.
“¿Quién era?” y en verdad Sasaki hizo esa pregunta sin saber la respuesta.
“…Creo que eras tú, Sasaki-san. No puedo olvidar el color de tu cabello.”
“No puedo creer que nos hayamos conocido en esa época y no hayamos hablado. ¡Si es así, creo que siempre me llamaste la atención! No pude relacionarlo antes porque no sabía el detalle de tu cambio de color de cabello, pero me hace sentido que seas aquel chico que siempre estaba con Minazuki.”
“S-Seguramente era yo. Siempre fui su chicle personal, hehe.” Ken soltó una risita torpe, posiblemente se estaba sintiendo afectado por lo novedoso del vino. “¡Ah! ¿Qué dijiste sobre que llamé tu atención en ese entonces? ¡Eso sería imposible, Sasaki-san! En ese tiempo era incluso más insustancial que ahora. Si es que eso es posible.” 
“Definitivamente, eras tú.” Sasaki se convenció de las circunstancias. “Y no digas que no llamabas la atención. Yo tuve muchas ganas de hablar con el chico que Minazuki me presentó, pero nunca tuve la oportunidad de hacerlo.”
“Ah, yo… no sé qué decir.” Eran demasiadas emociones distintas vividas en sólo un instante. “Pero sí estoy seguro de que yo también quería hablar contigo en ese entonces. Aunque no sabía quién eras.”
“…”
“¿Pasa algo?” notó que Sasaki se quedó ensimismado en sus propios pensamientos y por un momento temió que estuviera preocupado por algo puesto que su expresión facial era tanto reflexiva como curiosa.
“Uh, sólo pensaba… Que si hubiéramos podido hablar en ese entonces… Quizá no habría podido resistirme a ti y te hubiera buscado siempre sin poder evitar querer acercarme.” Incluso se veía a si mismo siendo mucho más insistente en esos años, fantaseando con la idea de haber sido un chico más enérgico en intentar besar al Ken de ese entonces. “¿Puedes imaginarlo?” soltó una sonrisa ladina.
“Yo creo que habría sido lindo.” Respondió con cierta melancolía al pensar como su vida pudo haber sido distinta, pero, renegando de esa posibilidad porque seguramente la vida de Sasaki habría sido más compleja al soportarlo como Rebel y todo aquello. Quizá lo mejor fue no conocerse en ese entonces. 
“Tal vez hoy estaríamos viviendo juntos.”
“¿…Qué?” preguntó despistado, taciturno. Como había estado pensando en lo que le dijo anteriormente Sasaki no tuvo tiempo de procesar lo siguiente que le comentó. Sólo cuando se lo repitió mentalmente entendió a lo que se refería y Ken no pudo evitar reaccionar lleno de ansiedad. “¡Ah!”
“Quizá hasta estaríamos casados.” No podía evitar jugar y bromear al otro, amaba esas reacciones llenas de timidez y torpeza. Era una persona a la que le gustaba molestar con sus comentarios. “Piénsalo. Después de años y años de ser amigos, finalmente formalizamos nuestra unión. Tendríamos nuestra propia casa, viviendo con nuestro perro… o gato.”
“…” ¿Cómo podía pasar eso? Trataba de no seguirle el juego a Sasaki, pero por algún motivo no pudo evitar imaginar el escenario que le narraba aunque era muy distinto al que Sasaki describía.
“Salimos a cenar recurrentemente, nos tomamos de la mano al regreso a casa. Cosas así de cotidianas y lindas.”
“…” sintió nuevamente que el calor le subía a las mejillas y seguramente estaba rojo de vergüenza pero por algún motivo en esta ocasión sentía un cosquilleo mucho más intenso en el estómago. ¿Era por el vino? Quería pensar que así era.
“Y quizá tendríamos una vida ajustada de tiempos porque trabajíamos arduamente en nuestros respectivos trabajos, pero aprovecharíamos todos los momentos libres para estar juntos. Viajamos a un lugar nuevo cada año, ir a la cena de navidad con nuestros conocidos y—“
“¡Sasaki-san, y-ya….y-a basta!” pidió consternado, deteniéndole de golpe.
“¿Qué tiene de malo?” notó que Ken reaccionó un poco a la defensiva.
“¡No digas esas cosas tan complicadas!” le reclamó.
“¿No te…gusta la idea?” Sasaki comprendió que quizá se pasó y tal vez ofendió a Ken de alguna manera. “No quise molest—“
“¡Si dices esas cosas vas a hacer que me enamore más de ti y me va a doler más perderte!”
“Qué”
“¡Ah!” se cubrió la boca con ambas manos, abriendo los ojos enormemente por soltar sus sentimientos más internos de la forma más inapropiada posible. Un par de pequeñas lagrimillas se asomaron por cada uno de sus ojos cristalizándolos sutilmente a contra de su voluntad.
¡Que idiota! Toda su vida Ken fue muy bueno ocultando sus sentimientos y pensamientos, pero, de pronto, con Sasaki en frente suyo, no pudo ocultar lo que estaba pensando en ese momento.

“¡L-lo siento! N-no sé qué me pasó. Tal vez no debí beber vino, ¡eso debe ser!” porque nunca le había pasado algo así en la vida. “…”

Como siempre, Ken arruinaba las cosas. Era tan idiota que había arruinado la cita con Sasaki. 

“Creo que es mejor que… me vaya, Sasaki-san. Perdón por importunarte.” Sacó unos billetes para cancelar la cuenta. “¡Discúlpame!” se puso de pie y salió del local.
“¡…E-Espera!” Sasaki se apresuró en dejar unos cuantos billetes más y salir detrás de él. “No dejaré que te escapes de mi nuevamente.” Se dijo a si mismo mientras lo buscaba en la calle.

No le permitiría irse, así como así, menos con lo que acaba de decir. Corrió cuando lo vio unos cuantos metros más allá y lo tomó del brazo siendo un tanto impulsivo al tratar de impedir que se fuera. Lo abrazó para evitar a toda costa que se alejara de él.

“¡No te vayas!” Sasaki frotó su mejilla con la de Ken. “¡No me puedes dejar de nuevo así!” 
“S-Sasaki, N-no me iba a ir.” Habló con dificultad debido a la emoción del otro que no le permitía distanciarse de él. “Yo sólo salí un momento por un poco de aire. Pensaba volver cuando me calmara.”
“Pero, ¿y por qué pagaste y todo?” por fin le dio un espacio para mirarlo con preocupación.
“Es que en todos los negocios a esta hora es el cambio de turno y por experiencia propia supuse que el joven que nos atendió no podría irse hasta terminar con el servicio con nosotros. Entonces si me tardaba en volver al menos quería pagar la cuenta para que pudiera irse.”
“Pensé que había sido idiota contigo” por un momento Sasaki sintió que él mismo estaba a punto de ponerse sensible al mismo nivel que Ken hace un momento. Lo tomó de los hombros y no permitió que se le fuera a pesar de que Ken ya no parecía tener intenciones de querer escapar. “¡Pero no puedo evitar pensar en lo que dijiste allá adentro! ¿Eso es cierto, Ken? ¿Piensas que te puedes enamorar?”
“…”
“Sólo dime que no estuve escuchando cosas que no dijiste y que no estoy loco.”
“…”
“O si sientes que te da mucho miedo y vergüenza puedes decirme que me confundí producto del vino, ¡lo voy a entender!”
“Y-yo” bajó la mirada. “No puedo negar lo que escuchaste.”
“Ken…”
“Y no puedo negar lo que siento por ti. Soy muy cobarde todo el tiempo, pero algo me sucede que no pude ocultar mis sentimientos. M-me siento enamorado de Sasaki-san, pero también me siento lleno de miedo. Soy un caso perdido.”
“Yo, me siento demasiado feliz con lo que escuché, pero también me preocupa saber a qué le temes. Creo que fui claro en decir que mis sentimientos son auténticos hacia ti y—“
“Sasaki-san no pienses nunca que no creo en tus sentimientos.” Ken le había puesto un dedo sobre los labios del más alto para que no continuara. “Sólo que me cuesta imaginar todas esas cosas bonitas que contaste sobre nosotros porque, por más que intenté de visualizarlas juntos, se me hizo imposible. No porque no te quiera, es todo lo contrario. Justamente porque te quiero pensé que esas cosas maravillosas podrías vivirlas con alguien que valga más la pena. Mereces ser feliz con una persona perfecta y más llamativa.” 
“¿Qué?” el pelinaranja se mostró primeramente conmovido por sus palabras y luego no pudo evitar reflejar indignación. Tomó la mano que Ken había utilizado para acallarlo y la sostuvo con la suya. “No puedo creer que pienses tan siquiera que puedo ser feliz con otra persona por una imagen superficial de perfección. Estoy seguro que yo sería la persona más infeliz del mundo si eso pasara. Para mi tú eres ideal, Ken, por mucho que trates de convencerte de lo contrario.”
“Es que…”
“Y si es por tu pasado, yo ya te dije que nada de eso me importa. Me gustas mucho, Ken y lo que dijiste hace un rato me hizo la persona más feliz de la tierra.” Ahora tomó sus dos manos y besó los nudillos. “Nunca lo voy a olvidar.” 
“…Uh. Creo que no me libraré de ello por mucho tiempo.” Infló sus mejillas, dándose cuenta de que su desliz le traería grandes consecuencias con el actor.
“No. Te lo recordaré siempre.” Sasaki rio, orgulloso y feliz.  “¡Ken Kaneki está enamorándose de Sasaki Shuumei!” lo expresó como si se lo dijera a un público imaginario aunque sólo fuera para ellos.
“S-Sasaki…”
“Y no pararé de hacer y decir cosas que te enamoren aún más de mí.”
“Yo trataré de hacer bien las cosas para no causarte preocupación. A veces soy demasiado tonto en mis reacciones.”
“Ya somos dos.”
“Je” Ken acarició las manos de Sasaki, sonriéndole encantado con él. “Ya que pagamos y todo, ¿podemos dar un paseo por el borde del rio cercano a este lugar? Si estás de acuerdo, creo que nuestra cita debería continuar.”
“Claro. Me encanta la idea. Desde allí las estrellas se ven maravillosas.”
“Y…”
“¿Y?”
“Uh…” Ken entrecerró los ojos, desilusionado por la espontánea inocencia de Sasaki. “Podrías besarme cuando estemos allá.” Susurró.
“¿Ah?”
“¿Si sabes que ese es el rio de la buena fortuna para la gente que se quiere? El mito popular dice que es bueno besar a alguien de tu interés en dicho lugar y—“
“¿Qué tal si te beso ahora mismo aquí y luego allá?”
“No seas impaciente, Sasaki-san” Ken le tomó de la mano y comenzó a conducirlo mientras se reía de las ocurrencias del actor. “¡Vamos!” le sonrió con auténtica felicidad cuando lo llevaba consigo.

Sasaki también sonrió invadido por emociones demasiado hermosas. No sabía si era porque quizá Ken si estaba un tanto influenciado por el par de copas de vino que bebió en la cena, que ahora era tan espontaneo y un poco más decidido, incluso no soltaba su mano y se sentía muy cómodo consigo cuando en otras ocasiones prefería que los demás no los vieran tomados de las manos, pero le encantaba verlo así y estaba feliz de ser parte de ese momento.

Apretó más la mano de su acompañante y se posicionó a su lado mientras Ken le contaba una historia del tiempo feudal relacionada con ese mismo río que irían a visitar.