Someday, indeed...110.8.
…
Dijo que sería capaz de recordarlo, pero Tenshi terminó corriendo casi en círculos dentro del barco. Este resultó ser más extenso de lo que había imaginado, y al final optó por dar un golpe a cada pared en plena intersección a ver si encontraba el punto de interés, en vano.
“A ver, a ver…” Tenshi se apoyó en una pared y bajó su mirada en lo que hacía memoria sobre esa foto. Casi deseaba haber pedido que Norimune le guiara, pero Suzuka debía necesitar toda la ayuda posible en esos instantes, mayor razón por la cual debía apresurarse. “Había… algo colgando… sí. Era un flotador o algo así… ¿no? ¡Argh!” agarró su cabeza con ambas manos. “¡Ni golpeándolo podría detectarlo si se supone que es una puerta blindada! ¡Ni que se vaya a caer como prop de teatro!”
Sólo le quedó continuar corriendo por otro pasillo que ni sabía si había ya cubierto. Nuevamente llegó a otra intersección con una pared terminando con su pasillo y de frustración decidió darle una patada antes de girar y continuar con su corrida por el siguiente pasillo. Sin embargo, ese patadón le resultó doloroso e hizo temblar su cuerpo. Tenshi se cayó sentada al piso y se sorprendió. Alzó una ceja.
“¿Qué fue eso? Es como si fuera… otro material…” sonaba a que podría haber llegado a su destino, pese a no tener pruebas más allá de un parecer que podría ser resultado de alguna torpeza o desesperación. Aun así, no tenía nada más en qué apoyarse y decidió por ir con todo contra esa rara pared.
Dio un par de golpes con su fuerza sobrehumana. Esa simple fachada sí se desbarató sin problemas, y terminó por revelar una puerta blindada de metal. Pasada la sorpresa, sonrió con desafío y triunfo. Sabía que forzar algo tan pesado y macizo le dolería por los próximos días, pero ese dolor iba a valer la pena.
Le tocó dar golpes y patadas al metal que empezó a abollarse, sin ceder. Efectivamente, el material rebotaba sus golpes, algo que hacía retumbar sus huesos. Tenshi empleó su espada, con la cual pudo efectuar algunos cortes, pero todavía le faltaba más. Se acordó que había traído un rastro de tierra e invocó lo que pudo para ingresarlo en las comisuras de la puerta y procurar atacar con esas partículas por dentro en lo que ella continuaba con su asedio.
“Tsk… ¡ábrete… ya!” exclamó en plena serie de ataques con su arma. Siguió viendo a más mica fluir e ingresar a cualquier apertura e imperfección de esa fuerte puerta. Tenshi continuó martillando con todas sus fuerzas y comenzó a escuchar ligeros quiebres en la puerta que todavía no podía desmoronarse. Ya ni sabía si su fuerza sobrehumana sería suficiente. “¡Maldición… cede… de una vez… estúpida… puerta!”
Dio un fuerte empuje con su pie con el cual una de las bisagras terminó por estallar y la pesada puerta colgó de las restantes. Fue un primer paso, pero con este, destruir el impedimento sería mucho más sencillo. Tenshi tenía un mejor ángulo de ataque para derribar las otras bisagras y en un par de minutos pudo dar el ataque final que causó que esa puerta se colgara más y expusiera las barras de metal que actuaban como sus seguros. Con otros dos minutos, la HiME pudo finalmente hacer que la puerta precipitara al piso y descubriera esa habitación secreta.
Sus oídos retumbaban por el esfuerzo, por lo cual el silencio sepulcral restante le causaba una extraña vacía sordera. La habitación tenía la luz apagada, pero había algunos objetos luminosos. Lo primero que le llamó la atención fue una caja de considerable tamaño. Esta era plateada y tenía franjas de luces celestes. Ese contenedor estaba detrás de una vitrina hecha a su medida, con una pantalla rudimentaria en la base que, fuera de algunos términos y abreviaciones desconocidas, parecía indicar que todo estaba normal. Tenshi se acercó anonadada a lo que parecía ser un tesoro propio de alguna película de Hollywood. Pensó en sacar dicho descubrimiento, aunque sus ojos empezaron a acostumbrarse a la oscuridad, y con su vista periférica, detectó una forma rectangular a un costado semejante a una cama…
Se giró e instintivamente retrocedió un par de pasos por la sorpresa. Sí era una cama, más bien, parecía un féretro cristalino donde descansaba una chica inconsciente. Era alguien mayor a ella, fácilmente una estudiante de universidad. Se le veía ilesa, dormida, pero Tenshi sintió escalofríos de pies a cabeza. ¿Realmente se encontraba viva?
Se acercó y la vio conectada a suero. Con un poco más de detenimiento, sí parecía respirar. Ello bastó para hacerle dar un profundo respiro, y retornó a su misión. Suzuka había tenido la razón de infiltrarse desde el primer momento. Sí había alguien quien necesitaba de su ayuda, y Tenshi se aseguraría de salvar a esta chica a como diera lugar.
Desconectó ese raro féretro de una fuente de poder y con cuidado sacó la tapa superior. Tenshi le retiró dicho suero además de unos cables que monitoreaban sus signos vitales y la cargó encima de su hombro. Tenía que huir cuanto antes.
Sin embargo, cuando estuvo próxima a escapar, el misticismo de esa luz celeste volvió a captar su visión. Tenshi miró ese cofre tecnológico que a simple vista parecía ser el verdadero objeto de valor para los desalmados en Rizembool. Sabía que no le correspondía dedicar sus esfuerzos a algún objeto, pero a su vez podría ser algo de suma importancia por una gran lista de motivos que no tenía tiempo de listar. Ella también podía cargar ambas cosas por su poder HiME, y estando frente a ella, decidió que lo haría.
Ya no tenía que ser cuidadosa al no haber una persona de por medio, así que le dio una patada para volar el vidrio. Aparte de recibir algunos leves cortes, una ensordecedora alarma empezó a sonar proveniente de la base.
“¡Demonios!” exclamó y se puso a pisotear esa base para que se callara. Ese ruido pasó a parlantes por todo el cuarto, por más que Tenshi logró que la base dejara de funcionar, así que supo que tenía que irse con el cofre de inmediato. Lo intentó levantar, pero el mismo parecía arraigado en el mismo piso del cuarto. “¡AHHH!”
Dejó escapar un grito de hastío y frustración y dio una patada al contenedor para tratar de despegarlo del piso. Aquello reveló otra cosa, el hecho que dicho cofre tenía una tapa que acababa de desfasar. Tenshi dio una segunda patada a esa tapa y la voló. Así, se acercó a mirar los contenidos y descubrió… un segundo cofre, uno mucho más pequeño del tamaño de una pelota, pero pintado de un rojo inquietante. Casi parecía que ese cofre sangraba constantemente.
“¡IHH!” nuevamente retrocedió por la impresión. ¿Se suponía que debía cargar esa cosa? Tenshi se desesperaba más y más por la alarma que no tardaría en invocar a alguien, y se recriminó por no decidirse a hacer algo aún. Al final, por más asco que le producía, supuso que al menos intentaría cargarlo. Siempre podía botar esa cosa en el camino si cambiaba de parecer…
…
Apenas empezó a agacharse y con su mano libre extendiéndose hacia la caja misteriosa dentro del cofre, cuando un proyectil voló dirigido hacia ella. Tenshi tuvo que dar un salto hacia atrás y observó un pedazo de metal clavarse contra la pared, antes pasando por donde había estado su cabeza. Por las ondas y surcos en su superficie, debía ser un pedazo de contenedor…
“Tremendo desastre que has hecho aquí…” se lamentó con frustración una voz profunda y siniestra que la HiME ya conocía. Era nuevamente el encapuchado quien estaba de pie en el umbral de esa habitación secreta. Este ser tocó los restos doblados y deformados de una de las bisagras. “Eres más fuerte de lo que pensé… quizás debí haber dejado que te enterraran los contenedores…”
“Tsk, ya me arrepiento de haberme preocupado por ti…” Tenshi rechinó los dientes.
“Fufu… entonces ya somos dos…” dijo débilmente, aunque con gracia y aguantando una risa.
“¡No pongas excusas! ¡Te sepulté bajo mi propio esfuerzo! ¡Tú no me has ayudado en nada!”
“No me importa lo que pienses, HiME…” concluyó indistinto. “Me atrevería a acusarte que no sentiste empatía de que mi cuello casi se quebrara por el tremendo peso que lanzaste encima, hasta ya habiéndome enterrado… pero, tal vez lo hiciste, eres obviamente una pequeña aún…”
“¡¿Cómo te atreves?!” le apuntó con cólera. “¡Te enseñaré a no subestimarme!”
“Pienso que, si encontraste tu premio mayor, tienes cosas más importantes que hacer que buscar pelea o superioridad… ¿piensas que huirás de aquí tan fácilmente?”
“¿Premio…?” comenzó, pero fue muy claro lo que quiso decir. Tenshi frunció el ceño. “¿Te refieres a esta chica? ¿Acaso esto es un juego para ti? Miserable… tú bien sabías que había una chica atrapada e igual sigues las órdenes de Rizembool. ¡No tienes dignidad alguna!”
“Todo ello sobre dignidad, moralidad, entre otros, es relativo. Digo tu premio mayor porque lo más importante para ti es la chica que tanto intentas cargar y sacar de aquí, mientras que a personas como yo nos interesaría más qué es ese objeto que tanto querías sacar de esa caja.”
“…” Tenshi lo miró por un instante. “Se nota que a ustedes en Rizembool les importa más.”
“No me creerás, pero te he hecho un favor, niña,” dijo con una pizca de gracia. “Ese objeto tiene motivos de estar blindado fuera de cualquier valor que creas que significa para nosotros…” apuntó a la chica inconsciente que Tenshi tenía sobre un hombro. “¿Acaso quisieras terminar como esa víctima que estás cargando?”
“¿Qué… qué fue lo que le pasó?” preguntó aprehensivamente.
“Fufu… puede que lo sepa, o puede que no,” el incógnito se encogió de hombros. “Pero eso es lo de menos ahora…” su voz grave y tranquila se infestó de una creciente impaciencia. “Me dijeron que fuera suave con quien fuera a encontrarme, pero mis buenos modales se agotan. Ríndete y entrega a esa chica o tendrás que pelear conmigo, está vez seriamente…”
“¡No me intimidarás!” exclamó la peliazul, decidida y apretando el agarre que tenía sobre la inconsciente. Con el Rebel cubriendo la única salida, tenía que pensar en cómo zafarse y buscar una manera de escapar. Fuera lo que fuera esa extraña caja, ya se arrepentía de haberle prestado atención, pero no tenía el lujo de recriminarse.
Notando cómo su oponente se mantenía tranquilamente de pie y no tenía ninguna intención de empezar, Tenshi supo que le correspondía ver por dónde atacarle. No tenía mucho de su elemento presente, aunque decidió que lo usaría para entorpecerle. Por más que esa capucha prácticamente mágica escondiera su rostro por completo sin importar la luz o el ángulo, ese ser definitivamente debía tener ojos como cualquiera.
Así, la mica se levantó y voló como un torbellino de arena alrededor del Rebel. Sin embargo, este espantó este con un brazo y terminó abalanzándose contra la HiME de un solo impulso. Tenshi apenas invocó su espada en su mano libre, pero ni llegó a usarla para cuando el Rebel la tomó del cuello y la estampó contra la pared. Por haber sido un tan fuerte impacto, la HiME no pudo mantener su agarre de la chica inconsciente y esta se desparramó en el piso.
“Tch…” Tenshi trató de usar su espada, pero el Rebel usó su otra mano para torcer su brazo y forzarle a abandonar su arma. “¡AAHH!”
“Pensé que podrías contestarme más rápido, pero veo que te sobreestimé…” el incógnito habló con susurros que sonreían y se deleitaban con el sufrimiento que le causaba a su rival. Apretó más el agarre en el cuello de la HiME ni bien detectó más partículas de tierra a su alrededor. “…pero sí, te había subestimado antes… pudiste haber sobrevivido quedarte enterrada como yo lo hice… la fuerza que uso ya habría quebrado el cuello de una persona normal, pero tú sigues respirando…” le apretó más.
“¡AH!” apenas dejó escapar un alarido y trató de quitar esa mano del Rebel con sus dos manos. Por más fuerza que se suponía que tenía, no podía librarse de su agarre.
“No te desesperes, niña…” continuó con esa tranquila, aunque peligrosa voz. “No te mataré hoy. Me detendré ni bien crea que estoy a punto de eliminarte. Por mientras… que sufras la falta de oxígeno me haría mucho bien.”
Su vista se oscureció y sintió unos inquietantes escalofríos y hormigueos en lo que su vitalidad le abandonaba. Tenshi podía jurar que sí estaba por perder su vida.
…
Mientras tanto…
“Tienen que creerme, los orphans no les harán daño. Podemos escapar,” insistió Samidare al grupo de policías y trabajadores refugiados en el sótano. En su mano, tenía un video que había sacado al salir del muelle, donde se veía a un orphan apenas mirarle y marcharse caminando sin mostrar ninguna resistencia o agresión. “No hay gente de ninguna escuela presente en el momento, y ni bien escapemos, basta alcanzar el siguiente almacén para desviarnos del camino principal donde podríamos encontrarnos con alguien.”
Sin embargo, fuera de unas miradas de atención de sus oyentes, todos continuaban sentados sobre el piso, como si sus almas hubieran sido robadas por alguien.
“¿Por qué no se ponen de pie?” preguntó el pelilila, en shock. “¡Digan algo, al menos!”
“…pero puede haber peligro de todas formas,” comentó el jefe de aquel muelle, con una voz más apagada de la usual. Ese señor, al igual que todos los demás, parecían completamente resignados a esperar a que llegaran refuerzos de la policía.
“Lo habrá si nos quedamos esperando. No me cabe duda que personas de Hanasaki están prontos a llegar y ello resultará en una gran pelea,” explicó Samidare, amargamente. “Entiendan que por ello no estamos seguros en este sótano para nada. Bastaría una explosión encima de nuestras cabezas para comprometer la integridad de esta estructura.”
“No, este sótano no se desplomará tan fácilmente. Lo sé como el encargado,” agregó dicho jefe, ahora con más certeza. “Si cerramos la puerta con su tranquera, tomaría un fuerte ataque dirigido específicamente a este cuarto para alcanzarnos.”
“Tsk, ¿qué está diciendo?” Samidare comprimió sus puños. “Primero quiso ignorar la evacuación para trabajar en el desembarque bajo situaciones inciertas, ¿y ahora dice que está dispuesto a que la remota posibilidad de un ataque a ustedes pueda darse? ¿Es que acaso ni ha considerado escapar del muelle?”
“Eh, sí lo intentamos, Samidare,” observó un policía, dubitativamente. “Pero nos encontramos con orphans en la salida. Fue ahí que nos topamos con un enviado del muelle central quien nos dio el mensaje de tomar refugio aquí.”
“¿De qué enviado hablan?”
“Era un joven, no sé si nos dijo su nombre…” comenzó un trabajador, cabizbajo. “Dijo que intentaría mantener guardia, aunque no ha regresado. Espero que se encuentre bien.”
“…” Samidare frunció el ceño. Debía tratarse de ese muchacho, esa naga, como lo había llamado Norimune. “Creo que sé a quién se refieren, pero esa persona no trabaja aquí y no tiene autoridad para decirles qué hacer.”
“Sí es un trabajador del muelle,” afirmó el jefe. “No le reconocí al principio, pero vi su credencial y creo haberlo visto antes.”
“Es nuevo, el otro día hablé con él en la hora del almuerzo,” se sumó otro trabajador.
“También nos dijo detalles sobre la infraestructura y organización que sólo un trabajador sabría,” agregó uno más.
“…” ello confundió más a Samidare. Sí parecía ser una persona sospechosa, pero… ¿acaso también podía ser un trabajador del muelle después de todo? En fin, no importaba. “De todos modos, tenemos que huir. No hay moros en la costa y es el mejor momento…”
“Por todo esto, tenemos que quedarnos hasta que vengan a rescatarnos,” se oyó el jefe del muelle, obstinadamente. “Hay mucha incertidumbre afuera. Este lugar es el más seguro por mucho, tampoco podemos fiarnos de los orphans. Habrás tenido suerte con uno, pero aquel muchacho del muelle central llegó apenas esquivando sus ataques, y nosotros como un grupo grande sufriríamos más. No hay forma que pueda refugiar a todos mis trabajadores si corremos sin dirección ni garantías.”
“¡Pero!”
“Samidare, siento decir que estamos de acuerdo,” agregó otro policía, apenado. “Nosotros no podemos pelear como tú o Jizou-san y hay poco que nuestras armas pueden hacer contra los orphans. Las observaciones que el trabajador del muelle central nos dio nos han dejado saber lo suficiente y estamos en gran peligro afuera.”
“Más bien sería bueno que te refugiaras con nosotros,” dijo otro colega.
“No…” Samidare se encontraba confundido. Podría entenderlo a cierta manera de los trabajadores del muelle, pero ya tenía experiencia en otros sucesos relacionados a las escuelas en los cuales sus compañeros habían corrido con riesgos mayores mientras hacían su trabajo. Incluso si hubiera dudas sobre la presente situación y algunos hubieran sido derrotados por el temor, nunca esperaría ver a un grupo de gente tan unánimemente decidida a un solo plan de acción y con las mismas razones para seguirlo. Todos habían sido convencidos por completo por esa misteriosa persona, quien parecía haber aclamado autoridad absoluta sobre ellos. “Tsk…”
No sabía qué hacer, no le oirían, no podría siquiera tratar de jalar a alguno porque fácilmente ese unánime grupo saltaría en su contra. Algo sospechoso y potencialmente siniestro ocurría debajo de la superficie aparentemente tranquila.
Samidare también sabía que no contaban con más refuerzos que pudieran ayudarles. Los policías que no les habían acompañado al muelle estaban demasiado ocupados vigilando los perímetros y conteniendo los sucesos, también impidiendo que otras personas ingresaran o evidenciaran lo ocurrido. Por las llamadas de ayuda de los presentes, era posible que otros escuadrones fueran a llegar, pero por lo delicado del asunto, tal vez lo harían muy tarde.
Sonaba a un atrevimiento, pero Samidare sólo pudo pensar en un desesperado plan de acción. Tendría que decirle a Jizou lo que sabía. No era un refuerzo, pero como el jefe de los escuadrones, quizás él podría vencer el grado de convencimiento del sospechoso para conducir a todos a un lugar seguro.
“Tch… si quieren exponerse como moscas muertas, no podré disuadirles, pero sepan que se están poniendo en riesgo. En especial ustedes…” miró a sus compañeros con desapruebo. “Somos policías que velamos por el orden común y debemos nuestro sacrificio a los demás. Piénselo antes de rendirse.”
Les vio incómodos y no convencidos, pero al final, todos ellos bajaron sus miradas como si la decisión no estuviera en sus manos. Samidare tampoco se sentía con el derecho de recriminarles considerando que tenía sus propios planes egoístas… y que él mismo había permitido que todo sucediera en primer lugar.
“Iré por los refuerzos. Jizou-san nos dirá qué hacer,” ni bien lo anunció, se fue corriendo. Oyó detrás de sí a los refugiados asegurando la puerta ni bien partió y subió las escaleras de regreso al primer piso. Si tan sólo los demás hubieran podido ver cuánto se había movido fuera del barco en todo ese rato sin correr riesgo alguno. Marcó el número de su superior, quien contestó casi de inmediato.
“Samidare…” hubo una pausa. Por ella y el tono de voz apagado de su amable jefe, el pelilila lo interpretó como una decepción o llamada de atención. Tal vez este sabía lo que había hecho a esas alturas.
“¿Qué sucede?”“No creo poder explicarlo bien, pero lo abreviaré,” dijo mientras subía las escaleras. “Nuestros compañeros y los trabajadores del puerto han tomado refugio en el subterráneo. Sin embargo, tengo sospechas válidas que necesitan huir, aunque ellos quieren obstinadamente quedarse.”
“Es de esperarse, por el peligro de los orphans…”“No, los orphans no atacan a personas normales.”
“Lo sé. Una HiME que me acompaña lo ha confirmado. Dice que un Rebel se lo reveló.”“…” ello le generó sorpresa, aunque los detalles no importaban. No necesitaba explicar más sobre ello, al menos.
“Ya lo he comunicado a los demás, pero todos insisten en esperar a más refuerzos. Eres el único quien quiere evacuar, Samidare.”“¿Ya se los habías dicho?” se sorprendió. Entonces su único plan de que su jefe les convenza no iba a funcionar.
“¿A qué se debe tu decisión? ¿Qué es lo que piensas que sucede? No me contactarías a menos que fuera una emergencia.”“Es que…” se detuvo a la cima de las escaleras. “Me encontré con la persona que les convenció que se refugiaran, y con Norimune-san. Este último se refirió a esa persona como una naga y me recomendó que intente sacar a todos de aquí.”
“…”“Jizou-san… usted sabe a lo que se refirió, ¿no es verdad?”
“Sé que no estuviste con los demás y fuiste por tu cuenta, con tus propias intenciones.”“…” no había esperado que se lo restregara en su cara, menos en ese momento.
“…por eso piensas diferente a los demás. Samidare…” hubo otra pausa y la voz del superior se tornó decidida y raramente siniestra.
“No hay mucho que puedes hacer por tu cuenta. Escucha atentamente. Lo más que puedes hacer en esta situación para velar por los demás es esconderte y observar. Identifica a la persona que vaya a buscar a todos en el sótano y avísame ni bien veas algo sospechoso.”“…lo dice como si fuera una certeza absoluta,” ¿realmente ellos eran algún blanco?
“O quizás… no valga la pena que lo hagas. Ser testigo de esa persona es lo único que podrías ser. No vale el riesgo, tú no puedes hacerle frente a nadie de ninguna escuela. Si no, te convendría que evacúes cuanto antes y me des el alcance. Estaré yendo con los policías disponibles inmediatamente.”“Jizou-san…” Samidare frunció el ceño. “Le agradezco su preocupación, pero no pienso huir para salvar mi propio pellejo. Me quedaré y le informaré de lo que pueda ver. Seré cuidadoso.”
“…no creo poder confiar en tus palabras en este momento, Samidare. Por ello quisiera al menos velar por tu bienestar.”“Realmente se lo agradezco, pero le ruego que no se preocupe por mí. Hágalo por los demás, parecen a la merced de alguien.”
“…” se oyó un suspiro por el otro lado de la línea.
“Hablaremos seriamente sobre esto luego. Ten cuidado.”Luego de terminar la llamada, Samidare regresó al primer piso y miró hacia el barco. Era una vista aparentemente tranquila bajo la ausencia de personas, pero esta vez vio rastros de alguna previa pelea. En particular, había una rampa de tierra que podía permitir a cualquiera subir.
“…”
Era como si su intuición le gritara que era la señal que había estado esperando. Nuevamente podía subir y buscar el momento preciso para acceder al cuarto clandestino. Por esa rampa, asumía que seguramente Norimune sí habría podido acceder al navío y muy probablemente habría dirigido a una de las HiMEs intrusas hacia el punto de interés…
De todos modos, dudó esta vez, puesto a que había la urgencia de encargarse del inminente, aunque desconocido, peligro que parecía asechar a sus compañeros y los trabajadores de ese lugar. Samidare no reaccionó con rapidez como usualmente lo hacía y lo meditó. Para variar, no se sentía con el derecho de continuar con su misión. Se recordó que su trabajo policial había surgido como desencadenante de sus investigaciones personales, y que, ante las presentes circunstancias, ya había dado mucho de sí para ayudar a otros. Incluso había estado dispuesto a renunciar a su plan de sacar información del barco si es que los demás hubieran oído sus indicaciones de evacuar. Su jefe hasta había dicho que no había nada que podía hacer solo.
…y aun así se encontró con sentimientos encontrados. Comprimió sus puños, intercambió miradas entre las escaleras del recinto y la rampa improvisada, y finalmente, volvió a optar por su proyecto personal. El pelilila corrió hacia dicha rampa para aprovechar que no había nadie en su camino. Esperaba poder terminar con ello lo antes posible…
Sin embargo, una chica apareció del mismo aire frente a él. Luego de la sorpresa, Samidare le miró con seriedad y tranquilidad. Era una joven de cabellos plateados y un traje muy semejante al de una ama de casa.
“Lamento la intromisión, no estoy en su contra, espero que no me malentienda…” Sakuya se explicó en lo que asentía de manera respetuosa. “Sin embargo, he visto que hay un Rebel muy habilidoso dentro del barco quien detectará su presencia de inmediato. Por ello le detengo.”
“¿Quién es usted?”
“Entiendo que se encuentra como un investigador, sea de la policía, o quizás independiente,” la chica sonrió complacida. “Somos semejantes, estimado señor. Vengo en planes de investigación, aunque me encuentro menos preparada que usted para extraer lo que busco.”
“…”
“Dígame, si usted cuenta con tiempo y paciencia, ¿le gustaría colaborar con mi persona?”
…
“…”
Fuera del peligro y lejos de cualquier otro presente, Hakuzosu finalmente se dejó precipitar y cayó boca abajo sobre el suelo entre diversos contenedores. El gravemente herido orphan miró su mano extendida a un lado en lo que su visión se nublaba. Sus agudos sentidos se apagaron y concentró el resto de su frustración y deseos en esa mano que veía, la cual se estrujó en un puño con gran impotencia. Sentía que iba a desfallecer. El gran dolor de sus heridas no impedía su potencial pérdida de conocimiento. No sabía si iría a despertar luego de ese inminente apagón de sus sentidos que no podía controlar. Percibió una angustia por su respiración que no le era suficiente, pero que tampoco probaba mantenerle despierto. Al final, todo parecía que se desvanecería y le arrastraría a la inexistencia, al menos momentáneamente, como si nada realmente valiera la pena…
Cerró sus ojos por inercia, pero no perdió el conocimiento del todo. Repentinamente, sintió calor y con este un surgimiento de tranquilidad y energías. El orphan volvió a abrir los ojos y percibió unas llamas que le cubrían, pero que no se alimentaban de él. Más bien, parecía lo opuesto.
En poco tiempo, él tuvo fuerzas para sentarse en el piso y miró entre sus extremidades con gran curiosidad y confusión. Se había recuperado considerablemente en cuestión de un minuto. Aquel fuego que iba apagándose tampoco era suyo. No podía explicarse qué acababa de suceder…
Hasta que oyó la voz de una chica.
“Ya está, le curé, ahora puedes dejar de preocuparte,” dijo esa voz, casi de manera frustrada y desinteresada, aunque con una extraña paciencia en la misma.
“¡…!” Hakuzosu se erizó y se giró. Sin embargo, antes de poder ver a esa chica, se topó cara a cara con otro humanoide semejante a él, quien le miraba con ojos ampliamente abiertos y una sonrisa tranquila y juguetona. “¡¿Q-quién eres?!” de inmediato retrocedió un poco como un cangrejo y se tensó considerablemente.
“Oye, tranquilo, estarás mejor pero no te sobresaltes así,” una chica de cabellos blancos abundantes y ropas abultadas y varoniles se hizo oír detrás del otro humanoide. Ella se rascaba la nuca y miraba a Hakuzosu con naturalidad y neutralidad. “Mi curación todavía tardará un poco más en surtir efecto.”
“Tú…” comenzó Hakuzosu, claramente tenso. “¿Eres una HiME?”
“¿Me veo como las HiMEs?” ella frunció el ceño y rodó los ojos. El comentario le hastiaba, aunque tampoco parecía rendirle importancia. “Soy más una Princess, digámoslo así.”
“…” pese a la respuesta, continuó mirándole con aprehensión y desconfianza. El humanoide frente a él ladeó la cabeza, lo cual le hizo nuevamente mirarle. Este tenía grandes orejas, unos amplios ojos ámbar y un pelaje blanco, aunque con tonalidad azul verdosa. De describirlo, notó cómo casi podría describirse a sí mismo…
“Hmm…” ese ser frente a él lo pensó un poco, con un tono de voz todavía distraído y alegre. “Mokou te ha curado, también te ha dicho que es tu aliada, pero no te ves muy dispuesto a confiar en ella…”
“…no tengo razones para confiar abiertamente en nadie,” Hakuzosu apretó sus dientes. “Pues bien, me han sanado, ¿ahora qué quieren a cambio? ¿Esperan que vaya de regreso a atacar a esas malditas HiMEs?”
“¿Por qué querríamos eso?” continuó el otro humanoide, perdidamente.
“Es un punto válido, tiene mucho sentido,” Mokou se encogió de hombros. “Pero no, no es nada de eso, orphan. Mi acompañante aquí te vio huir en muy mal estado y me suplicó que te sanara. Por eso te dimos el alcance.”
“¿Eh?” Hakuzosu frunció el ceño con gran duda. “¿Por qué harían eso?”
“¿Por qué, dices?” el otro ser sonrió ampliamente. “Porque somos de la misma especie, ¿no es así? Yo también soy un orphan, y somos kitsune. Hehe, eso me hizo preocuparme por ti.”
“…” continuó mirándole con incomprensión, aunque poco a poco iba bajando su guardia.
“Al menos me alivia verte mejor, ¿sabes? No suelo usar mi magia sanadora con otros,” la peliblanca desvió su mirada, con leve incomodidad. “Normalmente no tengo buena compatibilidad, y en tu estado podrías haber sufrido efectos secundarios…”
“Pero no ha ocurrido,” continuó el otro kitsune, alegremente. “Hehe, ¿será que él será más compatible contigo?”
“¿De qué hablan con compatibilidad?” Hakuzosu se impacientó.
“Eh, nada que te interese,” la chica se encogió de hombros. Esta le miró de reojo y dio un suspiro. “Oye, en serio, no queremos nada de ti, puedes relajarte un poco.”
“Tch, no esperen nada de mí. Sigo dentro de este infierno donde sólo valgo si puedo pelear. ¿Por qué ustedes andan tan desconectados de todo esto? ¿No deberían ir detrás de las HiMEs?”
“Actúas muy responsable para un orphan a quien le disgusta ser un perro faldero…” dijo Mokou.
“¡No soy un perro!” finalmente se puso de pie para reclamarle con un puño comprimido. “¡Y si vas a llamarme algo, mi nombre es Hakuzosu, Princess maleducada!”
“Ya, lo siento, Hakuzosu, veo que toqué alguna fibra sensible,” volvió a dar otro suspiro. “Pues, no lo creerás, pero nosotros dos fuimos instruidos a no entrometernos, por eso damos vueltas.”
“¿Cómo así?” alzó una ceja, sumamente extrañado.
“Es extraño,” el otro orphan continuaba sentado en el piso y miró hacia arriba para dirigirse a su igual con leve duda. “Mokou es muy fuerte, hubiera defendido el muelle sin problemas. Hubiera sido bueno que peleara hoy para prevenir complicaciones, pero es como si la autoridad de Rizembool quien supervisa lo que ocurre quisiera que las cosas se compliquen más…”
“De nuevo echándome humos, tú también eres más fuerte de lo que aparentas,” Mokou sonrió y revolvió los cabellos del orphan.
“¡Haha, pero no me comparo ante ti!”
“…” Hakuzosu les observó con cierto recelo y frustración. Eran un dúo que desentonaba con lo que conocía de Rizembool hasta el momento. No daban ningún indicio de agresión o segundas intenciones, también parecían genuinamente llevarse bien, por más que uno de los dos fuera ‘inferior’ a un ser humano. Bajó su mirada. Era… casi desagradable de ver…
“Dime, Hakuzosu, ¿qué tal si nos acompañas en lo que queda del evento?” preguntó el otro orphan, amenamente.
“¿Qué cosa?” este se sorprendió por la sugerencia.
“Ya que nosotros no vamos a participar, sólo miraremos lo que sucede a distancia, y si nos acompañas, podemos reportar que te vimos e hiciste de tu parte,” sonrió contento. “Hehe, y ojalá no sea la única vez que crucemos caminos. ¡Podrías unirte a nuestro grupo!”
“…”
“No es por arruinarte los planes, pero Hakuzosu es un orphan humanoide como tú,” dijo la chica, rendida. “No es un orphan cualquiera y es bastante fuerte. Ya debe tener una afiliación y a superiores que no lo rendirían a nuestro bando tan fácilmente.”
“Afiliación… heh…” Hakuzosu sonrió con ironía. “Esa palabra es para los humanos. Sí tengo un jefe, y es como lo sospechan. Es un desalmado que se andará entreteniendo por el desastre que todos están haciendo hoy, por eso no quiere que haya mucha ayuda.”
“Hm…” el otro orphan le miró con atención.
“Y pues, gracias por la ayuda, y por la invitación, supongo, pero quiero estar lo más lejos de todo este lío. Que los humanos se maten entre ellos, ¿a mí qué me importa? Yo ya di una vida peleando hoy, merezco irme de aquí.”
“Eh, no te culpo,” dijo Mokou, con leve fastidio. “Me dan ganas de espantar a las HiMEs pese a las órdenes que tengo. No es que me guste ver todo el lío tampoco. Sólo no andes metiéndote en problemas con Rizembool. Como lo insinúas, eres un orphan, y sólo puedo imaginarme lo duro que lo tienes…”
“Hmpf, ni para que lo menciones,” se dio media vuelta.
“Eh, Hakuzosu,” finalmente, el otro orphan se puso de pie. Se veía preocupado. “Yo tampoco puedo hablar por ti, siendo orphan y todo… realmente, los humanos pueden ser muy crueles.”
“…”
“Pero ten mucho cuidado. No dejes que ellos te quiten tus ganas y deseos. Tienes que ser tú sin importar qué suceda.”
“¿Es que en verdad eres un orphan?”
“¿Eh?” le vio girarse. Sonreía, pero a la vez contenía una ira latente que parecía querer burlarse.
“Se supone que somos seres dispensables y con poca inteligencia. No poseo vínculos ni metas en la vida. Sólo poseo el odio y la furia de esta realidad por la que debemos pelear. Pero sí, al menos eso es cierto…” comprimió sus puños sin borrar su sonrisa. “Nadie que quitará esto que siento por los malditos humanos.”
“…” el otro asintió. Se le vio apenado, aunque no pareció verse disuadido. “Supongo que todavía no ves lo que llevas dentro, pero sé que es cuestión de tiempo que lo hagas. Puedes sentir mucho más que odio y tener verdaderos anhelos, al igual que yo.”
“Tch, no me interesa…” borró su sonrisa.
“Hasta la próxima vez,” el otro más bien volvió a sonreír. “Es un gusto, Hakuzosu.”
Ya había perdido mucho tiempo hablando con ese par de inesperados benefactores. Hakuzosu se fue corriendo con unas energías prestadas que podrían haberle regresado a la vida. Todavía no sabía qué comprender de todo el asunto. Se sentía en deuda, quizás en falta… era molesto, no quería deber ningún favor ni imposición que no hubiera aceptado de haber sido presentado los términos y condiciones, y desconocía cualquier posible acto de caridad. Asumiendo que fuera ello, su falta de comprensión sobre cómo actuar ante ese escenario le frustraba tremendamente.
Tener algo aparte de su odio y deseo de pelear arraigado en sus propios genes… sonaba a un chiste y a una debilidad… a un sueño despierto y una esperanza vacía que no poseía valor. La sola existencia de orphans era irracional para un gigante tecnológico que se beneficiaría mucho más de robots desempeñando la misma labor. Toda libertad y desorden de una vida inferior e inútil estaba destinada a desaparecer sin significancia alguna… al igual que los propios humanos o cualquier animal bienvenido por la naturaleza, pero incluso entre todo lo perecible, los orphans eran menos significantes dentro de la ilusión de importancia que todos debían tener para justificar su existencia.
Por ello se reía de la insinuación de perder su tiempo ideando algo más de su ser.
Sin embargo, una parte de su odio acababa de contradecir su función como un arma suicida. Hakuzosu había huido para no darle el gusto a sus enemigos de acabar con él… quizás también había huido para revelarse a su destino de seguir lo que Rizembool dictaba. Sí había sentido miedo en medio de su ira… sí había notado una extraña frustración de completar su supuesta meta en la vida que no debía tener.
Y entonces, se detuvo en un área solitaria, para percatarse que corría en dirección opuesta al lugar de interés, como si esperara escapar del perímetro del puerto. Se paralizó… su jefe y secuaces le habían hecho saber repetidamente que escapar no era una opción, pero sin el collar con el cual le restringían con facilidad, podría tratar de irse y asegurar su supervivencia, al menos por esa noche…
Podría seguir siendo un orphan por el resto de su existencia, pero… quizás… podría buscar hacerlo a su manera…
Tal vez… podría verdaderamente descubrir algo más en su corta vida sin valor.
“Tch… tonterías…” gruñó y apretó sus dientes. No tenía por qué rendir importancia a los disparates de ese otro orphan que por sus gestos parecía más joven que él mismo.
No, de eso no se trataba… Miró en la dirección donde estaba el barco y recordó a las HiMEs… estaba muerto si regresaba allá. Miró en la opuesta donde se ubicaban las mallas que delimitaban la zona en cuarentena… si los secuaces de su jefe daban con él luego de escapar, tal vez ni estaría muerto… tal vez le esperaba algo peor que ello.
Pero, Hakuzosu recordó que quedarse de pie no era una opción, o más bien, que él ya había huido de esa pelea. Quedarse donde estaba era huir, por su acción antes… o por su inacción en el presente…
Estaba destinado a morir esa noche, o a algo peor…
“Tsk…” afiló sus garras. Entonces lucharía para esa mínima oportunidad de otro destino. Corrió a toda velocidad hacia las rejas con las garras en sus manos listas para abrirse camino.
…
“¡Oye, ¿a dónde vas?!” repentinamente, Shiyoon se interpuso en su camino. Se le notaba perdido y alertado.
“¡Tch!” Hakuzosu tuvo que frenar y lo encaró apretando sus dientes. “¡Salte de mi camino, Shiyoon! ¡He tenido suficiente de todos ustedes!”
“Espera, calma, por favor,” el chico hizo un gesto con sus palmas para enfatizar sus palabras. “Piensa en lo que estás haciendo. No puedes huir a la ciudad si no camuflas tus rasgos de orphan. Podrías causar problemas.”
“Tsk… ¡no me importa! ¡Tú no sabes por lo que he pasado, las HiMEs casi me matan!” lo gritó con cólera y terminó por sonreír con gran ironía y frustrado. “Heh… pero tú no me creerías. No tengo heridas, ¿verdad? No poseo credibilidad alguna.”
“Tus ropas están rasgadas, así que no es del todo increíble…” el otro lo meditó con una mano en su mentón. Terminó por sonreír. “Pero no es que a mí me importe. Soy tu supervisor hoy y puedo abogar por ti. Todo con tal de llevarnos bien~”
“…” gruñó por lo bajo.
“Oh, pero veo que no tienes tu collar puesto, ¿se destrozó?” se impresionó.
“…” ahí estaba, mencionando ese objeto que lo tenía a la merced de sus superiores. Por supuesto que eso sería lo más resaltante para un secuaz de su jefe.
“Eso significa que sí has tenido una horrible pelea. Sólo me puedo alegrar que tu cuello no se quebró junto a ese collar. Sin duda eres muy duro de roer, ¿no?”
“Cállate, imbécil…” se estremeció de cólera.
“Hm, sí la has tenido duro si andas tan arisco, y con esta prueba por supuesto que te creerían. Vamos, Haku,” le sonrió con simpatía. “Ya pasó y verte de pie y en buen estado me deja saber que has sido afortunado. Calculo que nosotros ya no tenemos más por hacer aquí, así que podríamos irnos. Al jefe no le importará.”
“…” comprimió sus puños.
“Sí estás muy inquieto…” se sorprendió ligeramente y volvió a sonreír. “Pero, no te olvides que te debo tu aburaage mañana. Realmente te lo has merecido.”
“Yo no… soy un perro para que me trates así…” dijo cabizbajo y temblando ligeramente.
“No es para que lo iguales a ser un perro. A los humanos también nos gusta comer…” dio un suspiro y mantuvo una sonrisa frustrada. “Realmente no sé qué más decirte, Haku. Si no me explicas lo que pasó, no podré darte mejor consuelo. Entiendo que ha sido peligroso, y las HiMEs en general no son cuidadosas con los orphans. En verdad es difícil, pero…”
“…” finalmente, Hakuzosu le dio una mirada colérica y fulminante que hizo retroceder un poco al otro. “¿Tú qué sabes, humano? ¿Qué pensabas decir para minimizar mis problemas? Tu vida posee valor intrínseco a diferencia de mí.”
“Pues, sin duda sí recibo más empatía y recepción de otros por cómo me veo, pero sobre el valor…” comenzó a divagar amenamente.
“¡Cállate, deja de mentirme! ¡Yo… yo no quiero seguir siendo parte de esto! ¡Si ustedes humanos tanto quieren matarse inútilmente en una guerra sin sentido, entonces exclúyanme! ¡No me necesitan para esa meta!”
“Haku, ¿de dónde ha salido eso?” preguntó impresionado. “Espera, entiende que tampoco nos podemos desentender de esto.”
“¡No me importa si puedo meterme en problemas! Yo…” el orphan bajó su mirada con ojos alterados. Su ira dio espacio a un terror interno que fallaba en demostrar del todo con su congelada expresión. “…vi qué tan poco valgo para esas chicas. Sufrí una guerra injusta y una tortura… cada una de ellas saltó a encararme bajo excusas de proteger a sus amigas, cuando no hacían más que ensañarse contra mí y sólo pelear cuando les era conveniente… a ellas no les importa nada…” entrecerró sus ojos y comprimió sus puños. “…a ninguno de ustedes lo hace. Sólo velan por su pellejo y su propia conveniencia. No tienen vergüenza alguna…”
“…”
“Y esa HiME… esa de cabellos celestes… usó un terrible poder para torturarme y tratar de borrarme en ese momento…” enseñó sus colmillos. “La odio… juro que me vengaré.”
“Un momento, Haku…”
“¡Te he dicho que no me llames así! ¡No soy tu mascota, tengo un nombre y lo sabes!”
“Creo que entiendo qué pasó…” Shiyoon sonrió apenado. “Lo lamento, ¿sabes? Eres muy fuerte pero no tuviste a nadie a tu lado para pelear contra tantas HiMEs, ¿no es así? Los orphans que andan sueltos son muy débiles y no tienen capacidad de razonar. Por supuesto que temerías por tu vida. Por supuesto que todavía tienes tanto miedo ahora y sólo quieres escapar.”
“Yo…” ¿miedo? Sí, tal vez eso era lo que le tensaba y paralizaba… pero detestaba siquiera considerarlo. Él no podía ser tan débil.
“Pero el peligro ha pasado. Sigues siendo un orphan joven y una persona que necesita de más experiencia,” Shiyoon asintió y se vio convencido y animado. “La próxima que tengas otro trabajo, me aseguraré de apoyarte. Podría darte una mano para enseñar a esas HiMEs una lección por lastimarte así.”
“…” volvió a mirar al piso, paralizado.
“Ya has dado lo mejor de ti hoy, has tenido una experiencia desagradable, y ahora vas a crecer y aprender de ello para que la próxima te vaya mucho mejor. Hablo en serio, vámonos para que descanses. No estás en problemas conmigo y con el jefe. Todo está bien, confía en mí.”
“…” vio que le extendió una mano.
“Serás un orphan, pero no uno cualquiera. Todos vemos potencial en ti, todos sabemos que mereces mucho más que morir en un altercado como este. Yo te veo como otro compañero más y por eso quiero ayudarte. Ahora regresemos a nuestro círculo. Debe haber algo que ver en Netflix que te guste.”
“No veo televisión, idiota…” le miró con reproche.
“Haha, es que no le has dado una oportunidad,” rió entretenido.
“…”
El kitsune bajó su mirada y empezó a caminar lentamente hacia el pelimarrón. Su aura agresiva disminuyó y se resignó a oír al otro. La complicación de un orphan fugitivo se había evadido.
…o eso pareció por un momento.
A corta distancia y repentinamente, Hakuzosu hizo un ataque con sus garras al otro, quien se impresionó y tuvo que impulsarse hacia atrás. Este vio su camisa blanca rasgarse, con una mínima raspadura en su abdomen que comenzó a sangrar. El orphan frente a él optó por no continuar su asedio y aprovechó su desbalance para intentar su escape.
“Sé mejor que confiar en una naga como tú…” declaró con un tono sombrío y saltó para cruzar la reja, camino hacia la ciudad que todavía estaba muy lejos. Empezó a cubrir un área sombría que dirigía a un estacionamiento lejano y finalmente a su destino.
“…ah, menos mal tengo otros veinte de este…” Shiyoon se puso de pie y miró a su camisa rasgada. Vio al orphan huir a todo dar y sonrió con lamento. El miedo paralizante de este al hablar de huir tenía motivos muy válidos y, por su trabajo como el supervisor, Shiyoon sabía que era gran parte del origen del mismo. Este invocó su espada. “Lo siento, Haku…”
…
Fue otra explosión más por el impacto entre dos grandes bloques de concreto. Suzuka no podía creer que su Rebel fuera capaz de controlar la tierra procesada de aquella manera. Casi comenzaba a pensar que buscar tierra firme luego de la primera parte del enfrentamiento en las aguas había sido un error.
Como confirmación, el suelo se agrietó casi de manera espontánea y pasó a estallar para desestabilizarle por completo. Suzuka saltó una y otra vez en lo que escapaba del suelo agrietado e inestable. Sin embargo, al aterrizar cerca de un almacén, vio que las paredes del mismo ya se encontraban comprometidas, y esa estructura de inmediato se desplomó.
Fue una carrera muy súbita para no acabar sepultada y al final tuvo que lanzarse al suelo para evadir los últimos trozos de cemento. Su lanzada le produjo raspones por todo el material removido en el suelo.
“Tch…” Suzuka rechinó sus dientes. Una sombra le cubrió el rostro, y al alzar su mirada, vio a su Rebel de pie frente a ella y a menos de tres metros, quien le miraba nulamente desde arriba.
“No creo que esto sea todo lo que puedes hacer, Suzuka,” dijo con cierto juicio, dirigiéndose a los ojos casi como si la condenara. “No dependes solamente de tu espada para hacerme frente. Sólo pones resistencia, pretendes alargar esa situación sin llegar a ningún desencadenante…”
“…” ella se quedó devolviendo la mirada y se reservó respuesta alguna.
“¿Lo haces por esa otra HiME que ha venido contigo? Tú sí sabes que estuvimos conscientes que eran dos desde el inicio, ¿verdad? Si tanto te preocupas por ella, ¿por qué mejor no te rindes y la buscas para huir de una vez? ¿Tanto estás dispuesta a sacrificar su bienestar?”
“…ella se sumó con toda voluntad por más que intenté de disuadirle, y sé cómo es. Nunca aceptará que otros se responsabilicen por ella… por eso, por el esfuerzo que hace…” finalmente se levantó y encaró al Rebel. “…no puedo rendirme.”
“Tsk, no, eso no es lo que quiero decir,” para variar, el aura amenazante y gélida de Ootakemaru cedió para hacerle ver exasperado y frustrado con la situación. Este se dio un facepalm. “Escucha, Suzuka, tú creerás que soy el más problemático para ustedes las HiMEs y por eso te encargas de mí, pero no subestimes a mi compañero. Le he pedido que tenga cordialidad y respeto por tratarse del primer encuentro y de una situación complicada, pero conforme más tiempo pase, más temo que él pierda el control.”
“¿Qué quieres decir?” ella se extrañó. Nuevamente, era como si hablara con alguna persona común y corriente a quien ya conocía de antemano. No podía leer a ese Rebel que le daba demasiadas lecturas cruzadas.
“Él desea discreción así que no iré a detalle, pero es un peligro latente para ustedes. Su manera de actuar con sus oponentes es como si estuviera en la cima de la cadena alimenticia. En particular, si ve a alguna de ellas sangrar…” dejó de darse un facepalm y negó, para desviar la mirada.
“¿Sangrar? ¿De qué hablas?”
“Esos ya son detalles, pero te advierto que no le tientes a perder su paciencia. Si otras HiMEs fueran a llegar, no pienses que él estará en desventaja. Me sorprendería que haya otra HiME en tu entorno que sea la mitad de fuerte que tú.”
“…” le miró con ligero escepticismo, pero percibía sus advertencias como sinceras. “Lo tendré en cuenta, aprecio la honestidad.”
“Tsk, no me hagas arrepentirme, sólo me resigno porque veo que no me darás la pelea que esperaba de ti,” dicho esto, se encogió de hombros con fastidio. “Ya no hay nada positivo de esta noche. Este desastre debería acabarse lo antes posible.”
“…” y ahora parecía alguna especie de niño impaciente lanzando un berrinche. Suzuka pensó seriamente en las palabras. Bien podría haberlas recibido, pero a su vez sabía que Ootakemaru no le dejaría hacer lo que quisiera si es que seguía con su plan de inspeccionar el barco. Al menos quería darse un breve salto a cerciorarse que Tenshi se encontraba bien, pero no estaba segura sobre cómo hacerlo.
…
“Dices eso, pero…” Norimune caminó a ellos desde un área que no había sido afectada por los poderes del Rebel. El arma mayor sonreía tranquilamente mientras miraba al Rebel con perspicacia. “Te he visto muy contento de pelear, aun sin poder ir seriamente…”
“¿N-Norimune?” Suzuka le miró atónita. “¿Q-qué haces aquí?”
“Hola, querida hija,” este sacó su abanico y lo abrió para cubrir la mitad inferior de su rostro con un muy índice falso de angustia. “¿Es que acaso no te alegras de verme? La joven Tenshi me comunicó lo tanto que te hacía falta…”
“¿Te has visto con Tenshi? ¿C-cómo está ella?”
“Ah, la vi muy bien, logró retrasar a su Rebel un instante y luego de que le mostrara la ubicación del cuarto clandestino del barco, ella se fue por su cuenta…”
“Espera, ¿encontraron ese escondite?” preguntó Ootakemaru, sorprendido.
“…pero, por más bien que la haya visto, las cosas pueden cambiar de un momento a otro con suma rapidez. Ruego que te apresures a darle el alcance.”
“…” Ootakemaru frunció el ceño y le apuntó con su arma. “No esperé que actuaras como un detective y ayudaras la causa desde otro ángulo. Veo que te subestimé.”
“Oh, para nada, me duele admitir que la información que recaudé la encontré de manera muy accidental. No he sido la ayuda que mi hija necesita…” cerró su abanico y continuó hablando amenamente, casi con un poco de picardía. “Pero te debo un agradecimiento, secuaz de Rizembool. Dentro de este enfrentamiento, y mirando los destrozos productos de tu poder, has podido cuidar a mi hija mucho mejor que lo que yo podría hacer. Cualquier atronado en tu lugar no habría aguantado la tentación de hacerle daños graves…”
“Oye, soy su Rebel, ¿e igual me agradeces?” este alzó una ceja, con incredulidad.
“No voy a retirar lo dicho por un asunto tan trivial. Has actuado como un caballero dentro de los parámetros de la guerra que nos definen. Sólo expreso mi apreciación.”
“¿Qué tonterías estás diciendo…?” Suzuka se quejó en voz baja. Ella pasó a confundirse al ver a su Rebel reírse.
“¡Haha! Pues no eres aburrido, te daré eso,” comentó entretenido y sonrió malignamente. “Entonces, siguiendo ‘esos parámetros’, como un Rebel, ¿se supone que te agradezca por haberla abandonado al peligro y darme la oportunidad de atacarla sin la posibilidad de defenderse?”
“Oh…” Norimune se sorprendió y pasó a extender sus brazos a sus costados y sonreír frustrado. “Ahh, me haces ver terriblemente mal, estimado joven, pero no tengo la posibilidad de contradecirte…”
“…” Suzuka notó a su oponente distraído por su arma y decidió que podría tratar un ataque sorpresivo a ver si podía regresar al muelle y buscar a Tenshi. Ella sacó otro dardo escondido en su manga, pero no llegó a tomar una acción.
“Ah, Suzuka, no interrumpas la amena conversación que estamos teniendo,” le pidió su arma, quien de inmediato notó sus intenciones. Con ello, Ootakemaru también descubrió su proyectil.
“Eh, ¿un ataque sorpresa? Si esa no eres tú,” este le miró con juicio.
“Tsk, ¿qué haces, Norimune? Es una emergencia, ando preocupada por Tenshi.”
“Ello no quiere decir que, como tu padre, estaría contento de ver a mi hija rebajarse a artimañas que sé que no la definen.”
“¡No eres mi padre ni soy tu hija, deja esos disparates de lado!” le reclamó y la HiME pasó a darse un facepalm con tortura. “No puedo creer que me estés causando tanta vergüenza…”
“Curiosa arma que posees, sin duda no esperaba que tu espada gigante tuviera tanta personalidad,” observó el Rebel, entretenido.
“No me lo recuerdes…” la HiME desvió su mirada.
“…” Ootakemaru se vio complacido, y pasó a sonreír ferozmente. “¿Eso quiere decir que finalmente podrás pelear en serio conmigo?”
“Así parece que va a ser, sin embargo, si me permiten…” Norimune apoyó su abanico cerrado en su mentón y observó el muelle de interés, para luego mirar a ambos presentes de reojo. “Más HiMEs están en camino y presumo que traerán a Rebels. A su vez, puede que haya algunas culebras escurridizas merodeando por los alrededores. Fuera de pelear por el hecho de definir quién hará su voluntad, les pido humildemente que se enfoquen en terminar con este altercado para evitar más complicaciones.”
“Culebras…” Ootakemaru se vio serio, y pasó a frustrarse y cansarse. “Ya veo que el destinatario se impacientó con su pedido. Qué fastidio que sus subordinados estén por aquí…”
“¿De quién hablas, Norimune?” preguntó Suzuka, perdidamente.
“No es nada que debas saber en el presente, habrá otro momento para discutirlo.”
“Tú…” ella estaba frustrada, enfadada, pero, por encima de todo, se le vio decepcionada e incómoda. “A veces me pregunto si realmente estás de mi lado…”
“…” el arma se sorprendió por esas palabras y dio un suspiro. Sonrió apenado. “Por supuesto que sigues molesta por mi ausencia. Perdóname, Suzuka. Sin embargo, es como ya te lo he dicho. Yo siempre estaré de tu lado, todo lo que hago es apuntando a tu bienestar,” asintió y dirigió su mirada al cielo nocturno, inspirado. “Porque es este amor lo más poderoso que existe…”
“…” era igual de vergonzoso oírle con su obsesión por el amor, realmente tenía un arma demasiado romántica. Ni sabía qué era lo que quería decir con sus palabras.
“Sigo siendo tu arma, así que se hará tu voluntad. Ten cuidado, presumo que tu Rebel no es tu única amenaza esta noche.”
“Lo sé, desconozco lo demás, pero lo tendré en cuenta. No me descuidaré,” dicho esto, Suzuka extendió su mano diestra hacia su arma, quien finalmente cerró sus ojos y en un haz de luz se transformó en la enorme espada curva que la HiME empuñó. “Ootakemaru…”
“…” el Rebel le miró con expectativa.
“Lo lamento, pero esta vez no podremos pelear como gustas. Tengo un deber con las demás HiMEs, así que tengo que sacarte del camino.”
“Heh, claro, adelante…” entonces, el Rebel se rodeó de una amplia aura de electricidad. Incluso sus ojos brillaron de la misma. “¡Si es que puedes!”
…