Yo al llegar a 9k: Oh, ya estoy por terminar~
...yeah right (...)
Un fic ocioso que hace tiempo quería escribir, aunque me ha tomado demasiado. Lo único relevante está en el mero mero final. Gracias Mimi por prestarme a tus personajes~
77, how ironic (?)77.1.
Llegó el domingo a las seis de la tarde, y los abundantes invitados llegaron al salón de conferencias asignado dentro de Rizembool para celebrar una reunión por el cumpleaños de Ritsu. El salón tenía una pinta elegante con varios ventanales, un techo alto adornado por bellos candelabros de cristal y una mesa larga donde había un buffet variado con aperitivos, junto a otra de igual magnitud que parecía lista y servida para alguna futura comida de fondo. En esta última se encontraba a un extremo el enorme pastel de cumpleaños, el cual yacía oscurecido por una campana de metal, todavía esperando el momento para cantar.
Luego de que cada uno se acercara y dejara sus pertenencias en sus sitios escogidos en la mesa principal, todos comenzaron a degustar del buffet, a hablar con el cumpleañero y a tomar asiento en otras sillas esparcidas por el gran salón.
“Excelente elección de local,” dijo Shishiou al homenajeado y con sus grandes ánimos de siempre. “Uno no esperaría que Rizembool tuviera algo así, pero realmente le viene bien a la mayoría. Y feliz cumpleaños, por supuesto.”
“Sí, gracias,” Ritsu se encogió de hombros. “Hm, ¿y tú eres…?”
“Cierto, mi nombre es Shishiou, soy uno de los que ayuda a Shinano para formarse en su carrera artística,” le explicó.
“Ah ya veo, el stalker Toushirou…”
“¿Eh? ¿Stalker?”
“¡Hahaha!” por su parte, Seija se puso a reír con ganas. “¡Se nota a leguas que ese santito no haría nada malo, pero me encanta que lo fastidies! ¡Ya, yo también le llamaré así!”
“¡Seija!” Shinano captó eso a corta distancia y de inmediato se acercó para defenderse. “¡Por favor, no le sigas la corriente!”
“Tu obsesión con mi apodo a ti sólo te hace ver más culpable, stalker…” dijo Ritsu, quien dio un bostezo antes de continuar. “Uhh… ya ni recuerdo por qué te llamo así, pero si te puse stalker, quizás sí lo seas un poco.”
“Fue completa invención tuya, yo no hice nada…” el pelirrojo hizo un puchero.
“Ehh…” Namazuo también se les acercó sonriendo incómodo. “Ritsu-chan, por favor, te pido piedad por mi hermanito. No le tomes tanto el pelo, ya lo estás haciendo sufrir.”
“Ya te lo dije, necesito encontrar un apodo que venza mis ganas de llamarle stalker, Nama-kun,” se explicó cansadamente.
“Y por cierto, ¿estamos esperando algo?” preguntó la Princess, confundida. “O sea, desde que llegamos la mesa está servida y el pastel anda cubierto. ¿Van a poner una pista de baile o mariachis o algo?”
“Pues no, soy aburrido. Sólo quería hacer un breve evento para verlos a todos y partir el pastel…” Ritsu dio otro bostezo. “Uhh… pero unos amigos míos que esperaba ver van a llegar en como una hora, así que andamos esperándolos. Por mientras come todo lo del buffet como puedas. Es gratis.”
“Hehe gracias~ me caes bien,” los ojos de Seija se iluminaron. “Sí soy conocida por mi apetito voraz, lástima que no traje recipientes para llevarme los bocadillos.”
“Me alegro que no lo hayas hecho, aunque en parte me sorprende que así sea,” confesó Shishiou.
“Cierto, ya los estoy decepcionando de mí,” la chica se cruzó de brazos. “Tengo que reponérselos de algún modo…”
“Uhh, ya nos causas suficientes revuelos, Seija,” le reclamó Shinano. “Hasta eres una Princess. Pórtate mejor, por favor.”
“No puedes hacerme la contra todo el tiempo con eso de que soy Princess, por favor,” la chica se encogió de hombros y le revolvió los cabellos. “Haha, ya no exageres con mis travesuras. Tú tranquilo, Shinanon~”
“Hm…” de repente Ritsu se puso a pensar críticamente. “Shinanon, me gusta. Creo que te llamaré así.”
“¿Eh?” el pelirrojo se confundió. “Pues sí es un apodo más lindo, pero…”
“Haha, pienso que te queda bien, Shinanon,” comentó Shishiou, sonriendo.
“Ehm… tú no me llamabas por apodos, Shishiou…”
“Ya no te resistas si tú mismo dijiste que era lindo, Shinanonon~” canturreó el cumpleañero.
“N-no agregues más ‘no’s, por favor…”
“¡Awww, Shinanonon!” Namazuo se lanzó al pelirrojo y le dio un abrazo de oso. “¡Totalmente lo apruebo!”
“S-suficiente…” dijo mientras se asfixiaba.
Por otro lado, Tsurumaru acababa de acercarse a sus tres kouhais, quienes estaban acompañados por Aizen.
“Yo! Me alegro de que también hayan sido invitados hoy,” dijo el peliblanco, saludándoles con una palma. “Y Aizen, qué bueno verte por la universidad para variar. Heh, asumo que no pudieron despertar a Akashi para que les acompañara.”
“Sí, ni lo intentamos esta vez,” dijo el pequeño pelirrojo, encogiéndose de hombros.
“Hm, aunque más tarde se levantará de hambre…” Hotarumaru bajó su mirada, pensativo. “Quizás debamos comprarle algo de comer de regreso…”
“Él se las arreglará, Hotaru. No podemos engreírle tanto.”
“Al parecer el cumpleañero ha invitado a varios, pero no parece conocerlos a todos,” dijo Mai mientras escaneaba el amplio espacio. La cuatro ojos tenía a uno de los tigres de Gokotai, al cual acariciaba permanentemente.
“En la tarjeta de invitación de Yukko decía que invitara a sus amigos. En la nuestra también decía lo mismo,” recordó Hotarumaru. “Es una lástima que ni Hajime, ni Syo ni Natsuki pudieron venir con tan poca anticipación.”
“Sí hay el suficiente espacio para aún más gente,” comentó Aizen.
“Pese a ser un tanto difícil de conocer, Ritsu se ve del tipo que aprecia la compañía,” opinó Tsurumaru, sonriendo con simpleza. “Heh, e invitó a todos los que fuimos al paseo del bosque, aunque evidentemente no todos están aquí. No veo a Tharja o su hermano, y pese a que yo le di la invitación a Ai, este se negó.”
“Me hubiera gustado ver a Ai de nuevo, aunque verdad que no es del tipo sociable,” dijo el pelirrojo.
“Sí, apenas se aparece por el laboratorio y no es de ponerse a dialogar,” el pelicenizo asintió y notó ver a sus amigas intercambiar miradas. “Ah, cierto, Ai es un idol que viajó con nosotros. Está en nuestro laboratorio también,” sonrió un poco. “Hehe, es reservado y un poco parco, pero una buena persona. Ojalá lo lleguen a conocer pronto.”
“Espero que sí, Hotarumaru,” Yukko le sonrió alegremente. En verdad le encantaba ver a su petizo sonreír.
“Te tomo la palabra, pero me preocupa…” Mai dio un suspiro. “Suena a que corro el riesgo de que haya otra persona parca y bien intencionada en tu vida además de yo…”
“Mai-neechan…” el niño ladeó la cabeza claramente confundido.
“Oye, ni estamos seguros si eres bien intencionada para empezar,” recalcó Aizen, mirándole con desconfianza.
“¡Hahaha, cómo me animan el día!” Tsurumaru se rió con ganas. “Pero ya, vengo a buscarles para llamarles la atención al buffet. Ya he comido un par de cosas y están muy deliciosas,” alzó un pulgar. “¡Como senpai, me preocupo mucho de su alimentación!”
“…” por su parte, Yukko frunció el ceño y le miró con reproche.
“Oye, Hanasaki-chan…” eso hizo que la sonrisa del peliblanco se incomodara. “¿Qué te ocurre? Tú no eres de molestarte conmigo tan espontáneamente…”
“Veo que ya lo olvidaste,” observó Mai, inmutada.
“¿Eh? ¿Qué cosa?”
“La broma pesada que le hiciste el viernes, Tsurumaru,” Hotarumaru frunció el ceño. “Le pusiste una salsa muy picante en su gaseosa durante el almuerzo. ¿Cómo no te acuerdas?”
“¡Ahh, eso, hahaha!” se rió, lo cual sólo hizo a Yukko molestarse más. “¡Perdón, perdón! Juro que esta vez no tengo nada planeado.”
“No lo sé…” dijo en voz baja y sin perderle de vista.
“En serio, te lo prometo,” Tsurumaru alzó sus palmas y sonrió ampliamente. “Sí que no eres compatible con el ají. Tu rostro se puso tan rojo que pensé que estallarías.”
“Oye…”
“No lo estás haciendo mejor, Tsurumaru,” dijo Aizen, dando un suspiro. “Y si mi memoria no me falla, ya le hiciste esa broma a Hotaru hace un tiempo. ¿Acaso no deberías dejar de hacerlo?”
“¿Qué es del mundo sin las sorpresas? Juro que no quiero lastimar a nadie, y sin duda no con una salsa súper picante. Quería sorprender a nuestra estimada Hanasaki-chan que andaba estresada con sus clases, aunque sí que nos dio un show…” se encogió de hombros y sonrió con leve gesto de culpa. “Pero ya, lo siento, te prometo que no volverá a suceder.”
“B-bueno…” dio un respiro con leve alivio al saber que eso había sido dejado de lado…
“¡Haha, pero en serio dudo mucho que alguien pueda ser más impresionado que tú por esa travesura! ¡Creo que por eso mismo tendré que venirme con otra broma práctica a futuro!” exclamó con alegría y se dio media vuelta para caminar hacia el buffet. “Pero olvídenlo, hay que comer este exquisito buffet.”
“…” Yukko sintió un tic en la ceja.
“Oye, Tsurumaru, eso no fue una disculpa,” Hotarumaru infló sus cachetes y siguió al mayor junto con Aizen.
“Puedo ver que la ira todavía no se te pasa…” Mai se encogió de hombros y siguió a los demás.
Mientras tanto, Hakata se encontraba hablando con Monaca, y ellos vieron a Marisa, Hirano y Maeda llegar donde ellos con algunos platos llenos de bocadillos.
“Aquí tienes, Monaca-san,” dijo Maeda servicialmente mientras le entregaba un plato con bocadillos selectos. “Espero haber hecho una buena selección.”
“Hehe, sin duda sí lo has hecho, Maeda-kun,” la chica le sonrió simpáticamente. “Muchas gracias, sé que puedo confiar en tu manera tan servicial de ser. Eres un buen chico.”
“No es nada, y tú también eres una buena persona.”
“Significa mucho que me lo digas,” asintió y pasó a meditar con un dedo en su mentón y sus ojos perdidos hacia arriba. “Aunque no sé qué tan buena sea, en verdad…”
“Vamos, no tienes que decir esas cosas,” su amigo sonrió con torpeza.
“¡Haha, me encanta tu humor!” Marisa rió con gusto y le dio un guiño a la peliverde. “Te entiendo completamente. Siempre he sido una pequeña bandida, pero igual podemos ser muy lindas con los demás, ¿verdad?”
“Sí pienso lo mismo, Marisa~” Monaca ladeó su cabeza con una simpática sonrisa. “Entiendo que fuiste junto con los Toushirou durante las vacaciones de verano. Entonces eres como una amiga de la familia.”
“Una muy reciente, pero me llevo bien con todos y han sido muy amables conmigo,” la rubia asintió. “Hehe, más bien me sorprende que me hayan invitado al cumple como amiga extendida que soy, pero este Ritsu se ve muy ameno.”
“Sí, Ritsu y yo también nos conocemos. Tenemos muchas cosas en común,” Monaca asintió y juntó sus palmas con gran alegría. “A ambos nos gusta hacer postres deliciosos, preparar estrategias maquiavélicas y fastidiar a los demás sólo un poquito~”
“¡Haha, entonces me llevaré con él de maravilla!”
“¡Yay!”
“Ehh…” Hakata alzó una ceja e intercambió miradas confundidas con Hirano.
“Monaca-san tiene un sentido del humor un tanto… controversial en nuestra clase, pero todos la estimamos mucho,” explicó Maeda, amenamente. “Es de esas personas que saben cómo dirigir a los demás y cómo levantarles los ánimos. Sólo tienen que conocerla.”
“Como siempre eres tan atento conmigo, Maeda-kun,” dijo la pequeña. “Lo aprecio mucho.”
“Sólo estoy diciendo la verdad,” le aseguró su amigo, dando una discreta reverencia. “¿Y cómo así conoces a Ritsu-san?”
“Justo lo conversaba con Hakata-kun,” Monaca asintió. “Ritsu va a visitar el laboratorio de Yagen-niichan de tanto en tanto, y hemos coincidido algunas veces. Sin duda conectamos bien cuando nos dimos cuenta que ambos preparamos postres.”
“Ah, ya veo. Es interesante que Ritsu-san tenga la autorización de ingresar a esa zona…” Maeda se puso a pensar.
“¿Eh? ¿Tú también puedes ingresar, Monaca-san?” preguntó Hirano, confundido.
“Sí, pese a mi linda apariencia soy también muy inteligente,” le aseguró Monaca con alegría y tranquilidad que le daba una pinta madura. “Realmente no he trabajado en proyectos con Yagen-niichan, pero él está asociado con Ikari-sensei y Tsuru-niichan y es por esa asociación que he tenido la suerte de ser cercana a él.”
“Vaya, impresionante…” el gemelo mayor se quedó anonadado.
“Pero eso no es nada. Justo hablaba con Hakata-kun, quien sí se merece todos los elogios por su proyecto, ¿no es así?” preguntó la peliverde al rubio, con una amplia sonrisa. “Tsuru-niichan me contó todo el cuento. Me encanta que tengas un espíritu tan aventurero~”
“Eh, gracias, pero terminé causando muchos revuelos entre mis hermanos…” confesó el rubio, un tanto cansado.
“Shinano me dijo algo al respecto, aunque de paso se oyó muy orgulloso de ti,” Marisa le dio un guiño. “Y pienso que es una oportunidad muy linda. Te deseo lo mejor.”
“Es verdad, lo mismo digo,” Maeda asintió. “Habías expresado lo mucho que querías aprender de Yagen-niisan, así que es un sueño hecho realidad para ti. Te felicito.”
“Yo también, y por lo inteligente que eres te irá muy bien, Hakata,” le aseguró Hirano.
“Ehh, gracias a todos…” el rubio sonrió incómodo y se rascó la nuca. “Heh, van a hacer avergonzarme…”
“…” Hirano sonrió levemente al ver a su hermano tan contento, cuando entonces notó que Monaca se encontraba mirando fijamente a Maeda. La chica tenía una sonrisa un tanto irónica en su rostro que le dio algo de nervios. El chico observó a su gemelo, aunque este se veía tan alegre y tranquilo como de costumbre. No entendía qué ocurría…
“¿Eh? ¿Hirano?” de repente, Maeda notó que este lo observaba y se confundió. “¿Sucede algo?”
“Eh, no, no es nada, perdón…” dijo de manera atolondrada y desviando su mirada.
“Vamos, no te incomodes, hermano,” el menor le sonrió amenamente. “Está bien.”
“Pienso que podríamos degustar los bocadillos que muy amablemente nos trajeron,” sugirió Monaca con alegría. “Eso es algo que todos debemos haber estado esperando.”
“¡Muy cierto!” Marisa asintió. “Y todo se ve tan rico. ¡Hay que aprovecharlo, pequeñines!”
“…” hacia un extremo del buffet, Yagen se encontraba observando algunos aperitivos sin realmente animarse a agarrar alguno.
“¿No tienes hambre?” le preguntó Honebami.
“No, y las elecciones aquí no van con mi propio régimen…” dijo tranquilamente aunque con leve frustración. “Pese a ello, siento que debería honorar la invitación y aceptar algo. Ritsu es capaz de obligarme si ve que no estoy siendo partícipe.”
“…” asintió.
“Y podría preguntarte lo mismo, Honebami. Eres libre de comer lo que gustes, como lo dije.”
“No gusto de la oferta…” negó. “Concuerdo. No van con mis preferencias alimenticias. Prefiero comer algo distinto más tarde.”
“Bien por ti. Al menos Ritsu parece saber que no puede obligarte a hacer nada…” se encogió de hombros. El doctor sonrió con leve ironía. “Has tenido un entrenamiento con Izuru Kamukura antes de venir. Puede que comer ahora también sea contraproducente.”
“…”
“¿Cómo juzgas su desempeño?”
“Completaré un informe a la brevedad posible, pero su desarrollo es mejor al esperado,” reportó inmutado y con su mirada perdida en el buffet. “Parece haberse adaptado a su propio físico como para prevenir descontroles de poder…”
“Es bueno oírlo. Desde un inicio dio buenos resultados y comprendo que no ha cambiado…” dio un suspiro. “Rizembool espera ver más de su rendimiento. Considerando nuestros planes de la próxima semana, puede que aquel sea un escenario donde estudiarle mejor.”
“…” Honebami asintió. “Entendido…”
Entonces, ambos fueron interrumpidos por Gotou, quien acababa de llegar y se les acercó al ser los más cercanos a la puerta.
“Vaya, vaya…” el pelimarrón llevó sus manos a las caderas y negó con leve fastidio. “Estamos en una fiesta y ustedes dos siguen aislándose como siempre. ¿Por qué no van a hablar con alguien más para variar?”
“Hm…” Yagen alzó una ceja y sonrió con ironía. “Como la fiesta en la que estamos, podrías intentar no venir para aguar los ánimos con tus quejas, o al menos ve donde Ritsu para darle tu saludo, Gocchan.”
“Tsk, verdad que ese chico me llama así…” dijo exasperado. “Pero tú ni me fastidies, Yacchan, que tú odias tu apodo tanto como yo odio el mío.”
“Sin embargo, me considero más maduro que tú para sobrellevarlo. Por ello mismo, Gocchan no te queda nada mal.”
“Tú cállate…” Gotou se tensó. “Si lo dices mucho, Namazuo nos va a oír y él sí nunca nos dejará en paz.”
“Buen punto, está bien…” el doctor se encogió de hombros. Pese a pararla, Shinano se había dado cuenta y se acercó a sus hermanos con gran emoción.
“¡Hermanos, hola!” exclamó el pelirrojo feliz de la vida y con ojos relucientes que le delataban que estaba en un modo engreído, lo cual hizo a Yagen y Gotou intercambiar miradas hastiadas. “Les oí llamarse apodos lindos~ vamos, vamos, díganme alguno~ podría usar unos mimos de ustedes dos justo ahora~”
“¿Hablas en serio?” le preguntó Gotou con gran frustración.
“Sí, no te hagas de rogar, Gotou-nii…” le dijo con ojos suplicantes.
“Ya te hemos dicho que dejes de llamarnos ‘nii’. Somos semejantes,” recalcó.
“Gotou y yo andábamos en otra de nuestras riñas, así que dichos apodos fueron equivalentes a ataques, no que deba explicártelo a decir verdad…” comentó el doctor cruzado de brazos y con cierta indiferencia. “Si sigues con estos berrinches de tu parte, tendremos que incluirte a ti. ¿Qué era lo que Ritsu te llamaba? Stalker, ¿cierto?”
“Ehh…” Shinano se quedó pasmado y congelado en su sitio.
“Uhh, no me gusta que Shinano ande engriéndose con nosotros, pero eso también me dolió a mí,” admitió Gotou.
“…y yo que estaba tan feliz de verlos hablar espontáneamente…” comentó el pelirrojo con la cabeza agachada y el corazón roto. “¿Por qué tienen que ser tan malos conmigo…?”
“No es para tanto, Shinano, no te lo tomes a mal, perdón…” dijo el pelimarrón, quien entonces se dio cuenta de lo que decía. “Esperen, ¿por qué me disculpo yo? Fue Yagen el que te llamó así, ah pero en fin, tú tranquilo…”
“¿Eh? ¿Gotou, no ibas a venir con Ichi-nii?” preguntó Shinano, confundido y al parecer haciendo borrón y cuenta nueva en su estado anímico. “No lo veo…”
“Justo me preguntaba lo mismo,” admitió Yagen.
“Pues…” Gotou entrecerró sus ojos al comprender que su atolondrado intento de empatía terminó en el tacho y negó para despejar sus ideas. “Sí, Ichi-nii y yo llegamos juntos, pero justo afuera de este edificio de conferencias él se encontró con unas chicas que habían estudiado con él en uno de sus cursos y se quedaron conversando. Decidí adelantarme.”
“¡Ah, qué genial!” Shinano juntó sus palmas con emoción. “Había escuchado que Ichi-nii es muy popular, pero veo que esto lo confirma. Hehe, ya quisiera poder presenciarlo por mi cuenta.”
“Es un dolor de cabeza. No puedes ni tener una conversación con él sin que alguien te interrumpa…” admitió el doctor.
“Eso sólo demuestra que Ichi-nii es una gran persona. No sólo lo decimos como nuestro hermano mayor~” canturreó Shinano, con los ojos brillantes. “Mi meta es ser alguien como él.”
“Creo que es algo a lo que todos aspiramos de distintas formas, Shinano,” Gotou sonrió y asintió. “Estoy de acuerdo.”
En ese momento, el grupo de hermanos notó que Gokotai, Akita y Houchou se acercaron a ellos. El primero traía a uno de sus tigres en sus brazos mientras que el otro par tenía platos con distintos bocadillos del buffet.
“Ehh, hermanos…” dijo Gokotai tímidamente.
“¿Qué les trae por aquí, pequeños?” le preguntó Shinano con una sonrisa dulce y apoyando sus manos en sus piernas a manera de estar más cerca de sus alturas. “¿Les podemos ayudar?”
“Pues, nos surgió una duda, y llevamos pensándola pero no pudimos resolverla,” dijo Akita, pensativo. “Quizás ustedes nos lo pueden resolver.”
“Haremos el intento,” contestó Yagen. “¿De qué se trata?”
“Estábamos hablando sobre las vacaciones y cómo hay distintos tipos de hoteles y resorts a los que ir, pero…” Houchou ladeó su cabeza, claramente confundido. “De ahí recordamos que a veces hay hoteles o moteles por todos lados que no se ven nada vistosos y tienen ‘promociones para parejas’, o cosas así. ¿A qué tipo de parejas están buscando?”
“…” ello dejó a sus mayores en blanco.
“Ehm…” Gokotai se confundió por dicha reacción y bajó su mirada. “Espero que no les incomodemos, aunque realmente no tiene sentido. Son locales dentro de la ciudad. Uno que vive aquí no tiene por qué ir a ellos…”
“P-pues…” Gotou no sabía qué decir, aunque ese asunto no terminaba.
“¡Oh!” Hotarumaru captó lo que habían preguntado y se acercó seguido del resto de su grupo. “Yo tengo la misma pregunta. ¿Por qué hay zonas menos vistosas de la ciudad con tantos hoteles de bajo presupuesto? Creo que una vez escuché una mención breve por la televisión sobre una ‘zona roja’ con varios locales de ese tipo…”
“¡H-Hotaru!” Aizen estaba asustado por esa mención tan inocente.
“¿Qué sucede, Kunitoshi?” le preguntó.
“Ehh, n-nada…” agitó sus palmas y sonrió incómodo. “S-sólo pienso que no es el momento para hablar de cosas así. Esto es una fiesta de cumpleaños, n-no lo olviden.”
“¿Por qué dices eso?” preguntó Houchou. “¿Es algo malo?”
“Parece serlo…” Akita se puso a pensar.
“No que sea malo, aunque puede no ser el mejor momento para explicarlo, ehh…” dijo Shinano, sonriendo incómodo.
“¡Hahaha, qué santitos son ustedes!” Tsurumaru se puso a reír por ese tema un tanto controversial. Él pasó a sonreír con leve travesura y miró a Yagen. “Oye, ¿acaso no eres un genio? ¿Por qué no se los explicas a tus hermanitos?”
“Tch, ¿qué haces poniéndome en el centro del asunto, grulla?” se quejó este. Sin embargo, el doctor notó que sus hermanitos le estaban mirando, lo cual hizo que su fastidio se cambiara por incomodidad, y desvió su mirada. “Ehm, veamos…”
“Es recreacional…” dijo Honebami con su inmutabilidad de siempre. Su repentina respuesta captó la atención de todos. “Un hotel cerca del hogar del consumidor posee un fin aparte del de alojamiento. Al igual que resorts con múltiples actividades, un hotel local puede prestarse para otros fines. Son actividades normalmente reservadas a los adultos, dicho está. Lo comprenderán tarde o temprano.”
“Wow…” Shinano se quedó anonadado y pasó a emocionarse con ojos brillantes. “¡Excelente respuesta, Honebami-nii!”
“Sí, A+,” Mai dio su visto bueno asintiendo y levantando un pulgar. “Eso es todo lo que Hotarumaru necesita oír. Sigue siendo muy joven.”
“S-sí, y es un asunto un tanto difícil de explicar…” Yukko sonrió incómoda.
“Hm…” Hotarumaru se puso a pensar. “Ah, recuerdo que Ai me había dicho que hay hoteles por China y el sur de Asia cuyas habitaciones vienen con un gameroom con consolas y un par de computadoras de última generación para gamers. ¿Es algo así?”
“…” Honebami asintió.
“Ehm, no precisamente, pero dejémoslo así…” Tsurumaru se encogió de hombros.
“Bueno, seguimos siendo menores. Imagino que poco a poco aprenderemos más sobre el tema,” dijo Akita, sonriente. “Muchas gracias, Honebami-nii.”
“Entonces es un gusto de adultos. Con razón nunca he considerado ir a un hotel para pasar el tiempo libre…” comentó Houchou, pensativo. Los demás mayores intercambiaron miradas ante su inocente interpretación. Entonces, él miró a Tsurumaru inquisitoriamente. “Tú vendrías a ser un adulto, ¿verdad? ¿Eso quiere decir que eres del tipo que va a hoteles?”
“¿Eh?” el peliblanco se impresionó por su casi acusación y pasó a reírse con ganas. “¡Hahaha, me sorprendiste, pequeñín! Pues, en términos generales, sí por la edad que tengo, aunque lo mismo puedo decir de varios de tus hermanos mayores,” Tsurumaru pasó a darle un suave codazo a Gotou. “Hasta tú estás incluido. Sé que ya eres mayor de edad.”
“¿Qué haces incluyéndome en esto?” le preguntó el aludido con cierta desconfianza. “Ni que fuéramos amigos. Tampoco es algo que fuera a hacer, no alargues el tema.”
“…” Yagen dio un suspiro y miró a Honebami a su costado. “Me salvaste de contestar. Te lo agradezco.”
“…” este negó. “No necesitas agradecerme. Sólo respondía la pregunta…”
Finalmente, Ichigo hizo su llegada y se acercó al grupo.
“Me alegra verlos de buenos ánimos,” dijo con amabilidad y llevó una mano a su pecho, para hacer una respetuosa reverencia. “Buenas tardes a todos. Lamento la demora.”
“¡Ichi-nii!” los tres pequeños se acercaron a su hermano, quien les acarició los cabellos.
“¿Cómo lo están pasando?”
“¡Muy bien! ¡Ritsu pidió un buffet delicioso!” exclamó Houchou. “¡Tienes que probarlo!”
“Haha, con mucho gusto,” le contestó alegremente. “Apreciaría si pudieras darme tus recomendaciones personales, Houchou.”
“¡Hehe, por supuesto!”
“Yo, Ichigo,” Tsurumaru se le acercó con una palma en señal de saludo. “Qué bueno que finalmente te apareces. Temía que tu fan club te hubiera secuestrado.”
“¿Qué cosas dices, Tsurumaru-san?” preguntó este, sonriendo incómodo. “Es también un agrado verte. Te agradezco por estar al pendiente de mis hermanitos.”
“Ehm, pues no he hecho nada en particular…”
“Tsurumaru-san ayudaba a resolvernos una pregunta que teníamos,” informó Akita, contento.
“¿Cómo así?” el peliceleste parpadeó confundido.
“No, no es nada importante, olvídalo,” Tsurumaru agitó una palma.
“¡Ichi-nii!” Shinano también se acercó. “¡Gotou me dijo que te quedaste entreteniendo a unas amigas tuyas, ¿verdad?! ¡Sin duda eres muy popular en Rizembool!”
“No es para tanto, Shinano,” Ichigo asintió y sonrió tranquilamente. “Son unas estimadas compañeras de clase que siempre están al pendiente de mí y con quienes he tenido varias conversaciones agradables. Hemos compartido varias de nuestras clases, aunque es una coincidencia muy grata para mí.”
“Heh, ¿coincidencia, no?” Tsurumaru rodó sus ojos y sonrió con ironía. Su bien intencionado amigo sería demasiado bueno como para darse cuenta de lo stalkers que esas chicas realmente eran con él.
“Ah, suenan como muy lindas personas, Ichi-nii,” Gokotai sonrió tímidamente.
“Espero que se dé la oportunidad para que las conozcas también, Gokotai. Sería un agrado.”
“¡Sí!” asintió contento. “Ehehe, podríamos tomar el té todos juntos. Y luego supongo podrías irte a un hotel para divertirte con ellas.”
“…” Ichigo miró en shock y pasmado a su hermanito.
“Oh crap…” Tsurumaru también se quedó frío, al igual que varios de los presentes. “O-oye, Gokotai, no digas eso.”
“¿Eh?” el pequeño ladeó su cabeza. “¿Pero no dijiste que mis hermanos también podían ser de ese tipo de personas…?”
“¡N-no dije nada así!” exclamó asustado.
De repente, todos sintieron que el aura alegre y ligera de ese espacio se sobrecargó de una pesada y venidera tormenta. Los tigrecitos que cargaban Gokotai y Mai comenzaron a temblar y se acurrucaron en sus humanos. Entonces, Tsurumaru sintió un fuerte agarre en su hombro, proveniente de Ichigo.
“Tsurumaru-san…” comenzó el usualmente benévolo y pacífico primogénito.
“…” Tsurumaru tragó saliva y se estremeció al sentir dicho agarre incrementar en presión. El peliceleste mantuvo su sonrisa pero sus ojos yacían en sombras y su voz se había tornado pausada y peligrosa.
“¿Se podría saber sobre qué estuviste hablando con mis queridos hermanos…?”
“¡N-no, espera, e-esto es un malentendido, Ichigo!” exclamó el peliblanco, muerto de miedo. “¡T-tus hermanitos tenían una pregunta incómoda y ehh… Honebami se los explicó vagamente! ¡D-díselo, Honebami!” sin embargo, Tsurumaru vio que dicho mellizo estaba marchándose completamente desconectado de la situación. “¡Ahhh, Honebami, vuelve por favor!”
…
Pasaron unos diez minutos y el complejo malentendido fue explicado. Así, el grupo se dividió, aunque ese pequeño desarrollo terminó siendo un tema de conversación dentro del ambiente.
Hirano y Maeda se comentaban al respecto claramente confundidos y un tanto preocupados por haber visto a Ichigo tan molesto repentinamente, mientras Marisa les calmaba y les pedía amenamente que lo dejaran de lado.
“Ahh…” Hakata se dio un facepalm. “Esos tres son mayores que yo. ¿Cómo así no saben lo que significan esos hoteles?”
“Haha, veo que eres más despierto que tus hermanos, me gusta,” admitió Monaca, entretenida. “Fufu, más bien me da risa ver lo incómodos que se ponen los mayores al hablar de estos temas con los pequeños. Como si fuéramos hechos de cristal.”
“En serio, siempre he detestado que me traten con tabús…” Hakata dio un suspiro exasperado.
“¡Sabía que estarías de acuerdo conmigo!” declaró la peliverde juntando sus palmas. Su sonrisa pasó a contagiarse de travesura. “Pero ya que tenemos a adultos tan pudorosos rodeándonos, al menos nos lo pagan al verse tan incómodos frente a nuestros ojos. Es una pequeña recompensa, ¿no lo crees?” dijo con un tono dulce.
“Vaya…” el rubio le miró de reojo con leve escepticismo. “Eres muy diferente a Maeda.”
“Los mejores amigos son los que se complementan, ¿no?” preguntó amenamente.
“Aww, ya pasó, mis terrones de azúcar~” canturreó Namazuo, quien se encontraba apachurrando a los tres hermanitos y consintiéndoles como si fueran las cosas más puras en la faz de la tierra. “Ustedes no se preocupen de nada~ en verdad son tan lindos~”
“G-gracias, Namazuo-niisan…” Akita estaba perdido. “Siento que quizás no debimos haber dicho nada, pero…”
“No, no, está bien que nos pregunten todas sus dudas, pero luego lo hablamos, ¿sí?” le dijo el mayor, quien volvió a abrazarle.
“Supongo ya hubo mucho revuelo. No es que sea importante…” Houchou hizo un puchero y desvió su mirada. Era evidente que se perdían de algo, pero decidió desistir.
“S-sólo espero que Ichi-nii se encuentre bien…” dijo Gokotai, cabizbajo. “M-me dio un poco de miedo de la nada…”
“Hehe, fue un malentendido, pero no está molesto con ustedes. Ninguno de nosotros lo estaría,” le aseguró Namazuo con energías. Este soltó a Akita para abrazar a los otros dos. “¡Ya, una vez más no duele! ¡Vengan aquí!”
“Fufufu…” Ritsu observaba la interacción cruzado de brazos y sonriendo entretenido. “No pude haber pedido mejor entretenimiento para el evento…”
“¡Hahaha, sí, todavía me ando riendo!” exclamó Seija, quien ya se agarraba el estómago. “¡Ay, si alguien me lo cuenta no lo creería!”
“Comprendo que te parezca gracioso, pero ya te has reído mucho,” comentó Shishiou, dando un suspiro.
“¡Pero sí es gracioso, haha!”
“Nuevamente lamento haber dudado de ti, Tsurumaru-san…” dijo Ichigo, apesadumbrado.
“¡Hahaha, tú descuida, Ichigo! ¡Realmente sonó muy mal!” exclamó el peliblanco, quien luego del susto se había puesto de buen humor. “¡Hace años que algo no me aterraba tanto, hahaha!”
“Ehh…”
“¡Ya pasó, ya pasó!” le dio palmaditas en un hombro. “Yo que ando jugando bromas a la gente ya me tocaba sufrir un poco, y pese al susto siento que he recuperado energías. Las sorpresas rejuvenecen a uno,” le sonrió simpáticamente. “Tú más bien pareces haber perdido unos años de vida, así que relájate.”
“Este fue un muy extraño suceso, pero no te preocupes más, Ichi-nii,” le aseguró Gotou. “Tú siempre estás al pendiente de los pequeños. No es justo que te estreses por cualquier cosa, aparte que no te culpo por desconfiar de este de acá.”
“Ehh, tu hermano ya parecía querer decapitarme…” comentó Tsurumaru, sonriendo incómodo. “No intentes hacerme ver mal, por favor.”
“Ciertamente es como dices, grulla. Alguien debería hacerte pagar por tus constantes fastidios y bromas, aunque no quisiera que Ichi-nii se ensucie las manos contigo,” dijo Yagen, indistinto. “Pero ya, dejemos esto de lado. Estamos aquí por el cumpleaños de Ritsu.”
“Es verdad, todavía no le he dedicado mi saludo,” recordó Ichigo. Él hizo una torpe reverencia. “Eh, con permiso…”
Así, el peliceleste fue hacia el cumpleañero seguido por Yagen, Gotou y Honebami. Al verles, Tsurumaru dio un suspiro.
“Es la primera vez que veo al sensible de Ichigo así, quién lo diría,” comentó sonriendo rendido.
“S-se nota que se preocupa mucho por sus hermanitos,” dijo Yukko, sonriendo un poco.
“Sin duda. Ichigo es un buen hermano,” le aseguró Hotarumaru alegremente. “Se puede ver por el estima universal que todos sus hermanitos le guardan.”
“Kuniyuki podría aprender de él, sin duda…” Aizen rodó los ojos.
“Pero es extraño que esto haya ocurrido,” comentó Mai, pensativa. “El hecho que esos tres hermanos menores son tan inocentes como no para saber sobre los hoteles o la zona roja…”
“¿Es extraño?” Hotarumaru ladeó la cabeza. “Yo tampoco lo sé, Mai-neechan…”
“Tú eres distinto, Hotarumaru,” le aseguró la chica con una mínima sonrisa. “Eres un pequeño puro e inocente de doce años que ilumina nuestro día a día con su belleza y ternura. Por otro lado, esos hermanos son mayores que tú y están a un año académico de pasar a la universidad,” asintió y adoptó severidad en su inexpresión. “Por ello mismo, merecen ser corrompidos…”
“¿C-corrompidos?” preguntó el pelicenizo, perdido.
“¡O-oye, Mai!” Tsurumaru se alertó y agarró a la chica de los hombros de manera protectora. Entonces, el senpai miró de un lado al otro y dio un pesado suspiro. “Uhh, falsa alarma. Sus hermanos mayores no te oyeron, pero ya viste que puedes meterte en problemas hasta con el más buenito de ellos. Ten cuidado…”
“Sabía que no me oirían…”
“¡Oigan, yo sigo aquí y tampoco apruebo lo que has dicho, Mai!” reclamó Shinano.
“Hahaha, sí te vi, pero tú no eres una amenaza,” confesó Tsurumaru, riéndose.
“Uhh…” Shinano hizo un puchero.
“Yo tampoco estoy feliz con lo que has dicho, Mai,” agregó Aizen. “Y Hotaru está aquí.”
“Tienes razón, hay que velar por él…” dijo la cuatro ojos.
“Ya, no tienen que tratarme como un niño todo el tiempo…” Hotarumaru frunció el ceño.
“Ehh, Shinano, no te lo tomes a mal, por favor,” le pidió Yukko. “Sabes que Mai tiene su forma de ser, pero lo decía de broma…”
“No puedes estar segura…” dijo Mai, ajustándose las gafas.
“M-Mai, no estás ayudando…” su amiga le miró con reproche.
“Imagino que lo dijo así, descuida Yukko…” Shinano dio un respiro y sonrió amenamente. “Gracias por alentarme. Ehh, más bien siento un poco el show que hemos causado. Han sido unas complicaciones inesperadas…”
“Y yo sigo sin entenderlo…” musitó Hotarumaru cabizbajo. Esa mención causó que Mai le sonriera y le acariciara los cabellos con una mano, a lo cual frunció el ceño.
“No te preocupes. Me gusta mucho cómo te llevas con tus hermanos. Todos son tan amables y cuidadosos entre ustedes.”
“Es verdad, estoy agradecido todos los días por tener la familia que tengo,” Shinano asintió y ensanchó su sonrisa. “Bueno, ya que dejamos este asunto por olvidado, podría comer algo del buffet. Todavía no me sirvo nada.”
“Cierto, y ya me entró hambre de nuevo,” Tsurumaru se encogió de hombros.
“Apenas comenzamos a degustar de la variedad, hay que seguir,” Aizen asintió.
“Sí, aparte que ahí veo unas trufas que me han tenido atento desde hace un rato,” dijo Hotarumaru, decidido. “Vamos todos, Yukko, Mai-neechan.”
“Eh, paso, más bien quiero darme un respiro de comer,” dijo Yukko, sonriendo con torpeza. “A este paso no podré comer torta.”
“Lo mismo digo. Gocen de sus metabolismos de hombres jóvenes,” Mai asintió inmutada.
“¡Haha, qué graciosa eres! Eso haremos,” Tsurumaru les dio un guiño y así las dos chicas se quedaron solas.
“Hehe, bien por ellos que pueden comer todo lo que les apetece sin engordar,” comentó Yukko al aire. Vio que Mai acababa de soltar a su tigre, el cual se fue corriendo para pasearse aleatoriamente, y pasó a revisar su celular. “Hmm, y me pregunto qué sorpresa nos tendrá Ritsu para más tarde…”
“No lo sé…” dijo la otra distraídamente. “Sí nos mencionó que tenía una sorpresa para cuando todos sus invitados lleguen, pero soy alguien difícil de sorprender y esto es un cumpleaños. Dudo que sea interesante.”
“Ehm, quizás tienes razón, pero es su cumple. Hay que darle crédito.”
“Es por ser su cumple que debe tratarse de algún tema trivial que no nos concierne, pero sí…” Mai miró de reojo a dicho cumpleañero a distancia. “Se ve como alguien distinto y extraño. Podría ser entretenido…”
“S-supongo que alguien que maneja armas y explosivos como tú no se sorprende por muchas cosas, tienes razón…”
“Más bien…” Mai observó a Tsurumaru escogiendo bocadillos a lo lejos. “Hablando de algo interesante, esta podría ser la noche en la cual haces pagar a nuestro senpai por la broma pesada del otro día.”
“¿Eh?” Yukko se impresionó por dicha sugerencia y sonrió incómoda. “M-Mai, estamos en un cumpleaños, ¿de qué hablas?”
“El lugar es precisamente el adecuado para camuflar tu broma y agarrarle de sorpresa,” comentó la otra. “Todos andamos comiendo bocadillos, así que si fueras a usar esa salsa súper picante que Tsurumaru usó en ti para aderezar su comida, podrías esconderlo bien. Tienes también múltiples oportunidades para hacerlo.”
“Eh, ehh…” Yukko observó brevemente a su senpai comer y sacudió su cabeza. “N-no, ni puedo estar pensándolo. O sea, sigo molesta de que me haya hecho eso, pero…”
“…” asintió. “Lo comprendo.”
“¿L-lo comprendes?” le miró sorprendida.
“Eres Hanasaki-chan, por lo tanto nunca te defenderás y serás presa fácil,” dijo indiferente. “Con razón Tsurumaru te apuntó, y sin duda lo volverá a hacer en el futuro.”
“Uhh… eso comprendes…” se deprimió.
“También puedo ver el perfecto escenario para jugarle la broma,” Mai contempló la mesa central que estaba servida y donde todos habían apoyado sus pertenencias en sus sitios. “El buffet está servido, sin embargo, nadie se ha servido nada de tomar. Los vasos de cada uno están puestos en la mesa de allá. Podrías servirnos gaseosas a todos en una bandeja y entregar a Tsurumaru el vaso con la salsa súper picante. Sí…” asintió. “Es muy fácil.”
“M-me sorprende que te vengas con eso tan rápido…” Yukko se quedó impresionada por dicho análisis. “Tiene sentido… ¡ahh, ¿pero qué estoy diciendo?! ¡N-no hay forma!”
“Hm…”
“O sea, aun si quisiera hacerlo, no tenemos una salsa súper picante aquí…”
“Eso no es cierto,” sorprendentemente, Mai sacó una botellita de salsa de su otro bolsillo.
“Eh, ¡¿eh?!” Yukko dio un paso atrás con terror. “¿D-de dónde sacaste eso?”
“Es la misma salsa que Tsurumaru usó contra ti,” comentó Mai. “Él la descuidó y al final ni se acordó de ella, así que me la quedé. Pensé en quizás usarla para alguna broma…” entonces afiló sus ojos y miró a Yukko intensamente. “Pero no, es el destino. Tú eres quién la usará. Es el momento perfecto…”
“¡B-bromeas!” exclamó aún en shock.
“Pero no te obligaré, pese a que es la perfecta oportunidad de hacerlo,” a pesar de sus palabras, Mai le dio la botellita. “Tú verás qué harás. Lo dejo en tus manos. Ojalá Hanasaki-chan pueda valerse por sí misma y defenderse ante la mano opresora de Rizembool, pero esos son sólo mis deseos. Todo depende de ti ahora…”
“Uhh…” Yukko le miró con reproche al notar claramente que la chica seguía instigándola, cuando entonces Gokotai se acercó a las dos.
“Ehh, e-espero no incomodarlas, perdón…” dijo el chico cabizbajo y con nervios.
“N-no te preocupes, dinos qué te trae por aquí,” dijo Yukko sonriendo incómoda y apenas pudiendo esconder la botella de picante en su bolsillo.
“Intentamos agrupar a mis tigres, les toca su hora de comer…” explicó y miró a Mai. “Ehm, Mai-neesan, parece que tu tigre se escapó. ¿A dónde se habrá ido?”
“Yo lo dejé ir…” la chica asintió y le revolvió los cabellos. “Descuida, te ayudaré a buscarlo. No puede haber salido de aquí.”
“¡Ah, muchas gracias, Mai-neesan!” Gokotai se alegró y asintió contento.
“En marcha…” así, Mai se marchó con el pequeño.
De repente, Yukko se encontró sola. Parte de ella quiso acompañar al par a encontrar al tigre perdido, la otra pensó en alcanzar a los chicos degustando el buffet para olvidarse del asunto… y una tercera optó por hacerle caminar a la mesa central, al lugar de Tsurumaru.
“No… ¿qué estás haciendo?” musitó a sí misma en shock por encontrarse frente a dicho vaso descartable en ese puesto. Cerró sus ojos con fuerza y tembló mínimamente. “No, esta no eres tú, ¡esta no eres tú!”
Sin embargo, sintió una enorme presión por ya encontrarse ahí y terminó siguiendo la inercia. Luego de mirar de un lado a otro repetidamente para descartar atención, abrió la botella y comenzó a sacudirla mínimamente para hacer que unas pocas gotas de la salsa precipitaran al vaso. Yukko se inquietó al ver que nada caía y que los segundos transcurrían, y dio una agitada más fuerte, la cual causó que más salsa de la que hubiera deseado se derramara.
“¡Eep!” ella misma se tapó su boca para no levantar su voz, y cerró y guardó la botellita como si su vida dependiera de ello. La travesura estaba ahí, y le tocaba concretarla lo antes posible. Lo primero que debía hacer era buscar una botella de gaseosa…
“¡Yukko!” exclamó Marisa detrás de ella.
“¡AAHHH!” Yukko casi siente que su corazón se escapa por su garganta y se giró de relámpago.
“Oh, perdón, no quería asustarte,” dijo la rubia de buenos ánimos. “Qué sorpresa verte sola por estos lares. Vamos, ven conmigo. Justo andaba hablando con unos de los retoños.”
“Ah, eh, ahh…” la chica se llevó unas uñas al filo de sus labios con tremendo nerviosismo. “S-sí, ehh, no ahorita, pues, estoy haciendo algo.”
“¿Eh?” Marisa ladeó la cabeza y miró hacia la mesa servida. “¿Qué cosa?”
“¡N-no, nada importante!” exclamó Yukko, sonriendo nerviosa y agitando sus palmas compulsivamente. Por dentro se requintó al casi confesar de su travesura.
“No sé qué te trae así, pero tú tranquila. Estamos en un cumpleaños,” le recordó sonriente.
“Uhh, sí, es el momento para divertirnos y ser felices, verdad…” dijo desposeída. No podía soportar la presión. Ya se arrepentía de haber caído ante la presión de Mai.
“Hehe, no te veas tan triste. ¡Ven conmigo!” Marisa le agarró de una muñeca y le jaló.
“¡E-espera, ehh!” Yukko se erizó pero al final no pudo resistirse.
Pasaron los que debieron haber sido apenas unos cinco minutos trascurrieron con la misma rapidez. Yukko llegó al grupito de Marisa y se reencontró con Monaca, quien mostró interés en oír de sus vacaciones.
“Ah, entonces tú fuiste invitada por los Toushirou para las vacaciones a la playa,” concluyó la peliverde, sonriente. “Hehe, tienes mucha suerte. Espero que lo hayas pasado bien.”
“Eh, sí, muchas gracias…” dijo Yukko, sonriendo incómoda. Su broma le carcomía por dentro y le hacía buscar el menor descuido para excusarse y concretarla sin llamar atención o curiosidad, pero simplemente no lo veía. “Todos han sido muy amables conmigo.”
“Ha sido un gusto tenerte como huésped, Yukko-san,” le aseguró Hirano.
“Sí, siempre eres bienvenida en nuestro hogar,” dijo Maeda, amablemente.
“Hehe, gracias pequeños…”
“Aparte que Shinano parece dedicarte una atención especial, ¿no es así~?” canturreó Marisa.
“Ehh…” Yukko se incomodó. “N-no sé lo que dices. Vamos, no me fastidies, Marisa.”
“¡Haha, qué fácil es avergonzarte!” la rubia se rió ampliamente.
“Uhh…”
“No prestes mucha atención a Shinano, Yukko,” dijo Hakata, sin darle importancia. “Él es un poco needy e invasivo. Puede intimidar a algunos por lo abierto y cercano que se vuelve, pero no tiene malas intenciones.”
“Haha, no digo que las tenga, pequeño~” Marisa sonrió pícaramente y tocó la punta de la nariz del cuatro ojos de manera juguetona. “Pero te falta edad para comprender a qué me refiero~”
“¿Q-qué haces?” Hakata se ofuscó y sacudió su cabeza.
“Aw, qué lindo eres~” la rubia se enterneció por su reacción, lo cual fastidió un poco al pequeño prodigio e hizo a sus dos hermanos sonreír incómodos.
“Hm…” Monaca meditó ese dato brevemente, y entonces miró hacia otro costado y sus ojos se iluminaron. “¡Ah, qué bueno, ya están comenzando a servir las gaseosas!”
“¡Oh, finalmente!” exclamó Marisa, contenta.
“…” Yukko se quedó fría y observó la mesa, para notar con gran terror y escalofríos que todos los vasos descartables habían sido recolectados y estaban a un rincón de dicha gran mesa. Namazuo y Shishiou estaban en plena labor de llenar de una gaseosa no transparente los últimos. “¡¿Q-qué?!”
“Con todo lo que hemos comido, me vendría bien algo de tomar,” dijo Hakata.
“Es verdad. Prefiero el té, aunque gaseosa está bien por ahora,” comentó Hirano.
“Vamos antes que nos ganen, chicos,” les alentó Monaca.
“Parece haber suficiente para todos, Monaca-san,” dijo Maeda. “Te llevo.”
“Yo puedo empujar su silla de ruedas, descuida,” le aseguró Marisa.
“Muchas gracias, Marisa~” canturreó la peliverde.
Así, ellos caminaron hacia allá mientras Yukko continuó congelada de pie sin saber qué hacer. Regresó a la vida al observar a varios de los pequeños Toushirou llegar y tomar un vaso cada uno. Tenía que apurarse, aunque estaba tarde.
“¡Salud con todos!” exclamó Namazuo, alzando su vaso. “¡Por Ritsu!”
“Gracias, Nama-kun, me ahorraste el trabajo,” dijo el cumpleañero con su vaso. “También a ti, Shishiou…”
“Es un gusto ayudar,” declaró el rubio con una sonrisa decidida. “¡A brindar!”
“E-esperen…” dijo con un hilo de voz por temer el desenlace de que alguien inocente fuera a sufrir por su garrafal descuido. Conociendo su mala suerte, Tsurumaru no sería el premiado, y tuvo razón.
Sin embargo, subestimó tremendamente la mala suerte que siempre le plagaba…
“¿E-eh?” Gokotai dejó de tomar la gaseosa, y su sorprendido rostro comenzó a infestarse de shock y desesperación.
“¿Gokotai?” Akita miró a su hermano. “¿Eh? ¿Qué te pasa?”
“¡T-tú cara se está poniendo roja!” exclamó Houchou.
“¡Q-quema! ¡Quema mucho!” el pequeño peliblanco retrocedió en lo que soltó su bebida. De repente, su respiración se aceleró y se cayó sentado en el piso, para comenzar a toser.
“¡Gokotai!” Namazuo corrió donde su hermanito y lo agarró antes que este precipitara por completo. “¡Gokotai! ¿Qué ocurre?”
“No puedo… respirar…” dijo con lágrimas en los ojos y una expresión de terror. Dicho esto, su rostro comenzó a hincharse frente a todos y hubo un susto general.
“¡G-Gokotai!” Ichigo también se acercó, pero Yagen fue más rápido y se abrió caminó para arrodillarse al costado del pequeño y de inmediato preparar una inyección.
“Tsk… es anafilaxia, ¿pero por qué está ocurriendo?” murmuró mientras inyectaba una dosis de adrenalina a su hermanito. “Está bien, no te preocupes, Gokotai. Todo está bajo control…”
“He-hermanos…” el pequeño pareció tranquilizarse un poco, y ante ello perdió el conocimiento.
“¡Gokotai, responde!” exclamó Namazuo, en shock.
“Tranquilo, está bien,” le aseguró Yagen, tomando el pulso del peliblanco. “Sus signos vitales están normales y la adrenalina lo estabilizará. Lo más probable es que se haya impresionado y desmayado. Necesita reposo, nada más.”
“…” el otro continuaba en un visible shock sin saber qué decir o hacer. Terminó por observar a Gokotai en sus brazos y afligirse. “¿Por qué…? ¿Por qué tiene que pasarle esto…?”
“Yagen…” Honebami se acercó con el vaso de la víctima.
“…” el doctor lo recibió e inspeccionó el contenido. No tardó en ver cierta capa de viscosidad en el fondo y, sin pensarlo dos veces, tomó las pocas gotas de gaseosa que quedaban.
“¡Y-Yagen! ¿Qué haces?” Ichigo se alarmó.
“Descuida, Ichi-nii…” Yagen entrecerró sus ojos con disgusto. “Tch, alguien puso una salsa picante en el vaso de Gokotai y le causó está reacción alérgica severa.”
“¿Qué dices?” preguntó Gotou, en shock.
“¡Ahh, no!” Shinano se horrorizó y llevó sus manos a sus cachetes. “¡¿Quién querría hacerle daño a nuestro preciado Gokotai?!”
“Va a estar bien, ¿verdad?” preguntó Hakata un poco asustado.
“Lo estará…” Yagen asintió y pasó a mirar a Tsurumaru con gran desconfianza. “Pero…”
“¡N-no, espera, sé lo que estás pensando!” este negó y agitó sus palmas con gran nerviosismo y una sonrisa incómoda. “Juro que no he jugado una broma a nadie hoy, y sin duda no me metería con tus hermanos. Digo la verdad, en serio.”
“¿Eh? ¿Dicen que esto es una broma o algo así?” preguntó Seija, mareada.
“Tiene que serlo…” Ritsu dio un suspiro. “Conozco bien a los Toushirou y estoy al tanto de las múltiples alergias de Gokotai. Le di la larga lista de agentes nocivos para él a los chefs que prepararon la comida de hoy, así que este picante sin duda fue introducido adrede, con el motivo de lastimar a alguien…”
“O-oye, esa es una acusación severa, Ritsu,” comentó Shishiou, impresionado.
“Pues si no fue el prankster entre nosotros, ¿quién más habrá sido?” preguntó el cumpleañero, encogiéndose de hombros. “Tampoco sabemos sus intenciones, ¿no es así?”
“S-sí, pero o sea… suena a una broma usual…” dijo Marisa, sonriendo incómoda. “Creo que sería gracioso en alguien sin alergias, ¿no les parece?”
“Tch, ¿qué hay de gracioso en esto?” preguntó Namazuo con gran amargura.
“¿Eh?” Marisa se quedó en blanco.
“Mi hermano ha sido lastimado por la falta de consideración de alguien, y osas de decir que no es más que una broma,” Namazuo apoyó a Gokotai sobre el suelo y se levantó para encarar a la chica con una impresionante ira. “¡¿Cómo te atreves a minimizar la situación?!”
“¡Ihh, n-no hago eso, en serio! ¡P-perdón!” la chica tembló de pies a cabeza y pasó a agarrar el brazo de su hermano a manera de protegerse detrás de él.
“¡¿Quién fue?!” exclamó el pelinegro a todos los presentes. “¡¿Quién le hizo esto a Gokotai?! ¡Juro que no te saldrás con la tuya, así que te conviene admitir lo que hiciste!”
“…” Yukko estaba temblando mínimamente, todavía pasmada y sumamente arrepentida de lo que acababa de causar.
“¡Namazuo-niisan! ¡Tranquilízate, por favor!” le suplicó Maeda.
“Detente, Namazuo…” dijo Honebami en voz baja y acercándose a su mellizo.
“Que no te consuma la ira, hermano,” le aconsejó Ichigo. “No te preocupes. Confío plenamente que no hubo malas intenciones de por medio, pero encontraremos la verdad. Y Gokotai estará bien, no temas por él.”
“…” Namazuo miró al primogénito y asintió, para bajar su mirada y comprimir sus puños.
“No dejen que este suceso se salga de control…” Yagen se puso de pie. “Necesitamos llevar a Gokotai a reposar. También debo contactar a los paramédicos por otra dosis de adrenalina en caso sea necesaria. Debo retirarme.”
“Voy contigo, Yagen,” Ichigo asintió y fue a cargar al inconsciente Gokotai. De inmediato notó que los cinco tigres se alarmaron y le rodearon los talones. “Heh, ustedes tranquilos.”
“Bueno, vayan de una vez,” dijo Gotou. “Y no se preocupen. Nosotros nos quedaremos a resolver el misterio.”
“Ah, pero llévense a los pequeños con ustedes,” sugirió Shinano. “Quiero que estén con Gokotai cuando este despierte. Así lo animarán y ellos estarán más tranquilos también.”
“¿Eh? ¿Quieren que vayamos?” preguntó Hirano, sorprendido.
“Pero me sabe mal dejarlos aquí…” dijo Hakata, meditativo.
“Lo mismo digo…” Akita asintió.
“No, vayan. Cuiden de Gokotai por nosotros, por favor,” les alentó Gotou.
“Tú también ven con nosotros, Namazuo,” dijo Yagen.
“¿Eh?” este se desconcertó.
“Tus nervios e impresión afectarán tu juicio. Pienso que sería irresponsable de mi parte dejarte aquí con los demás.”
“No, me quedo,” entrecerró sus ojos. “Tengo que saber qué pasó. Se lo debo a nuestro hermano.”
“Namazuo…”
“No podrás disuadirme, Yagen,” espetó impaciente.
“…” el doctor se impresionó levemente y dio un suspiro. “Como digas. Honebami, mantenle un ojo encima.”
“…” este asintió.
“Supongo me quedaré también,” dijo Maeda, determinado. “No sé qué podré hacer, pero daré un intento.”
“Sí, pienso igual,” Houchou frunció el ceño.
“Entiendo sus decisiones, lo respeto,” Ichigo asintió. “Pero no se esfuercen mucho, por favor. Les contactaré dónde encontrarnos lo más pronto posible. Por favor acudan a nosotros si nos necesitan.”
De aquel modo, el grupo de hermanos con Gokotai se marchó para buscar un lugar de reposo para el afectado. Ni bien se fueron, Ritsu cerró la puerta del salón.
“Bueno, lo mejor es ir al fondo del asunto, ¿no?” preguntó Ritsu, frustrado. “Este suceso es de suma importancia para los Toushirou, así que mientras el responsable no salga a la luz, nadie más tiene permitido salir.”
“…” Mai asintió, inmutada. “Tiene sentido. Estoy de acuerdo.”
“Ihh…” Yukko soltó un mínimo alarido de terror que pasó desapercibido por todos.
“Pero antes de cualquier complicación, por favor, si saben algo cooperen,” dijo Tsurumaru amenamente y llamando la atención de todos. “No se dejen intimidar. Mientras más silencio, peor será, ¿entendido? Confíen en lo que digo.”
“Creo que podríamos sugerir un periodo de amnistía, Tsurumaru,” opinó Hotarumaru, levantando su mano. “Entiendo que quieres ser un mediador, pero sigues intimidando.”
“Entiendo lo que dices, Hotaru, pero…” Aizen sintió escalofríos y bajó su mirada. “Ver el rostro de Gokotai hincharse de un momento a otro fue aterrador…”
“¡Exacto!” Houchou agitó sus puños de arriba abajo. “¡Quien sea que le hizo daño no puede irse sin castigo! ¡Los ataques de alergia de Gokotai ponen su vida en riesgo!”
“Eso es verdad, pero puede que este sea sólo un accidente, Houchou…” dijo Maeda, precavidamente.
“No podemos ser suaves, Maeda,” dijo Namazuo, frustrado y frunciendo el ceño. “Juro que encontraré lo que ocurrió aquí, sin importar lo que deba hacer.”
“P-pero Hotarumaru tiene razón, no podemos asustar a los presentes…” comenzó Shinano, quien dio un pesado suspiro. “Ahh, esto se está complicando desde ya. Ichi-nii debería estar aquí.”
“¿Entonces nadie tiene nada que decir?” preguntó Gotou con sus manos en las caderas. Chasqueó la lengua al ver miradas nulas o confundidas del montón. “Tch, pues bien, podemos quedarnos aquí toda la noche si es necesario. No dejaremos que nadie salga de aquí hasta que sepamos exactamente qué ocurrió.”
“Preferiría no quedarme aquí por el resto de mi cumple, pero bueno…” Ritsu se encogió de hombros. “Simpatizo con ustedes. Mucha suerte resolviendo el caso…”
...