Can't believe I wrote this in a day, kinda proud of myself (...)81
Era temprano y las clases en Hanasaki Middle aún no comenzaban. Después de aquella tarde de fallidos intentos en los estudios, Iwatooshi se encontraba acompañando a Imanotsurugi para dejarle en su colegio antes de ir a la universidad.
“Iwatooshi, ¿por qué teníamos que venir tan temprano?” preguntó el pequeño, aún algo somnoliento. “Hoy no me toca limpiar el aula. ¿Acaso tienes que estar temprano en Rizembool?”
“Sí, principalmente es por eso,” le dijo encogiéndose de hombros. “Perdón por levantarte antes de tiempo, pero olvidé que tenía un entrenamiento temprano hoy y no me parecía correcto que le pidiéramos el favor de traernos a más de un chofer.”
“Está bien, estoy de acuerdo con ello,” le sonrió ampliamente. “Aunque al menos podrías haberle pedido que te dejara en Rizembool también.”
“Me gusta darme la caminata, no hay ningún problema.”
Entonces, frente a las puertas, vieron a Nio acercarse junto con Ayesha.
“¡Ah, hola Ima-chan!” saludó la chica con buenos ánimos. “¡Buenos días a los dos!”
“¡Nio-chan, qué sorpresa!” exclamó Imanotsurugi, contento. “También estás aquí temprano, pero tampoco te toca limpiar el salón.”
“En verdad suelo venir temprano casi todos los días,” levantó un pulgar. “Así se comienza el día de la mejor manera.”
“Ehh, sí, pero podríamos dormir un poco más algunos días, Nio…” se lamentó su hermana.
“No, onee-chan,” la pequeña llevó sus manos a sus caderas. “Tienes que aprender a ser puntual y levantarte rápido, también a estar lista en todo momento. Tenemos el fin de semana para descansar todo lo que queramos.”
“Sí, lo sé…” dio un pesado suspiro. Entonces, Ayesha miró al amiguito de su amiga. “Oh, Nio me dijo que habías tenido una mala nota en matemáticas. Si necesitas algún apoyo con ello, podríamos ayudarte.”
“Hehe, muchas gracias, pero Mikazuki-sama ya dijo que podría conseguirme un tutor.”
“¿Un tutor? Pero no es necesario,” Nio negó y frunció el ceño. “Espero que no estés siendo un problema con tus parientes.”
“Pues no…” llevó sus manos a su espalda y desvió su mirada, incómodo.
“Yo sé que sí, ya te puedo leer bien,” la pequeña asintió decidida. “Ya que estamos temprano, ¿qué tal si practicamos el tema de la clase de hoy? Así no te quedas perdido.”
“¿P-perdón?” Imanotsurugi se alertó.
…
Así, no pasaron ni quince minutos y los cuatro encontraron una banca externa y cerca de la salida de ese colegio, donde Nio sacó sus apuntes y se dedicó a instruir a su amigo.
“Entonces, como dije antes, tienes que ir resolviendo las funciones desde afuera hasta adentro cuando tratas con paréntesis,” explicó Nio mientras apuntaba a un ejercicio. “¿Ves cómo la exponencial ha pasado a afectar las variables de un paso a otro?”
“Ehhh…” Imanotsurugi miraba asustado a dicho papel y tragó saliva. “O-o sea… ehhh hehe…” sonrió nervioso. “S-sí, lo veo, pero…”
“Ima-chan, ya sabes que puedes preguntarme ni bien hay algo que no entiendes.”
“Pues, medio sí entiendo todo, pero no se ve como algo que podría recordar más tarde. Es muy denso para mí,” admitió cabizbajo.
“Ah, eso tiene sentido,” su amiguita sonrió. “Entonces saca un papel. Te voy a dar un ejercicio ahora mismo.”
“¿E-en serio?” el chico se espantó.
“Así es como te familiarizarás y ya no te vas a olvidar,” le aseguró asintiendo.
“Nio-chan, es muy temprano, por favor…” dio un suspiro.
“No, no hay excusas.”
“¿Q-qué tal si mejor lo practicamos durante el descanso?” dicho esto, el pequeño pretendió recoger sus cosas lentamente para ver si podía escaparse de la imposición.
“Oh, bueno, no te puedo obligar,” y Nio sonrió ampliamente, aunque sus ojos adoptaron picardía. “Pero si te vas y me dejas sola ahora nunca te lo perdonaré.”
“¡Ahh, n-no digas eso!” ello asustó a Imanotsurugi, quien se resignó y se quedó sentado. “Ya, está bien, pero no te molestes conmigo, Nio-chan, por favor.”
“No lo haré si pones de tu parte,” dijo la chica, frustrada. “Perdón Ima-chan, pero velo por lo mejor para ti. No dejaré que vuelvas a reprobar, ¿has entendido?”
“Sí…” dijo cabizbajo.
“Vaya, eso fue cruel…” Iwatooshi se impresionó por la crudeza de esa simpática amiga de su joven pariente.
“Uhh, sí, Nio siempre me hace eso…” se lamentó Ayesha. “Mi hermanita es muy cumplida y disciplinada todo el tiempo. Creo que sabe cómo lidiar con la gente que no obedece.”
“Ya veo…” el pelinaranja estaba impresionado por ver a esa pequeña lograr que Imanotsurugi se ponga a practicar ejercicios de matemática, luego de todos sus intentos fallidos.
“Ehh, pero puedes confiar en mi Nio, Iwatooshi,” le aseguró la hermana mayor, sonriendo incómoda. “Ella le apoyará por aquí.”
“Sí, muchas gracias por el ofrecimiento,” el chico hizo una reverencia. “Significa un montón para todos nosotros. Aun así, veré que puedo hacer por casa.”
“Te deseo mucha suerte con ello,” dijo amablemente.
“Aprecio que me lo digas…” sonrió frustrado. No iba a ponerse a compartir las idiosincrasias de su familia con ella.
Así, el día comenzó para los pequeños, uno que comenzaría de buenos ánimos y sentimientos de esperanza y unión, pero que terminaría por tornarse incierto y desconcertante.
…
Pasaron unas horas y se encontraban en medio de un cambio de clases del salón. Ese pequeño break entre materias sirvió para varios estudiantes para relajarse y conversar entre ellos, con algunos terminando tareas del día apresuradamente.
“Vaya, Nio te hizo estudiar a las siete de la mañana,” Luso le dio su más sentido pésame a Imanotsurugi. “Ahh, yo creo que hubiera tenido un cortocircuito mental en tu lugar.”
“Hehe casi se sintió así,” el pelicenizo sonrió con torpeza, y terminó dando un suspiro. “Pero supongo me lo merecía. Iwatooshi ha estado muy preocupado por mí y no me porté bien con él ayer. Sé que Nio-chan sólo quiso hacerme un favor.”
“Pues sí, y ya sabes que nuestras sesiones apenas comienzan,” le aseguró la chica, quien vino acompañada de Elise y Hirano. Ella pasó a sonreír. “Aunque ya terminamos por hoy. Ayer después de clases todos nos pusimos de acuerdo para organizar un pequeño picnic y compartir juntos durante el recreo.”
“¡Sí! ¡Hemos traído toda la comida y snacks necesarios!” exclamó Elise feliz de la vida.
“Yo me encargué de los platos, vasos y el mantel para poder sentarnos cómodamente,” informó Hirano, asintiendo.
“Ohh, ¿planearon todo eso?” Imanotsurugi se sorprendió. “Aw, me hubiera gustado saberlo. Les habría traído algunos dulces tradicionales que tengo en casa…”
“Es que lo planeamos para animarte los ánimos, Imanotsurugi-san, debía ser una sorpresa para ti,” informó el Toushirou, quien desvió su mirada dubitativo. “Pero me pareció entender que ha causado estragos en su casa, así que nuestras intenciones no deberían alentarle a ello…”
“¡Pero qué lindos que son!” el pelicenizo se emocionó y terminó por dar un abrazo a Hirano. “¡Sobre todo tú, Hirano-chan! ¡Es verdad que no debería hacer a mi hermanito de cariño preocuparse de más por mí, perdón~!”
“E-está bien, Imanotsurugi-san, suéltame, por favor,” dijo este, avergonzado.
“¡Realmente les agradezco mucho!” extendió sus brazos. “Pero no quisiera que esta sea una reunión sólo para mí. ¡Hay que hacerlo porque todos somos muy buenos amigos!”
“Sí es una buena razón,” Nio asintió.
“Definitivamente,” Elise juntó sus palmas. “Y bueno, yo estoy feliz porque esta tarde mi hermano mayor invitará a su compañero de clases a la casa para trabajar en el proyecto que han tenido juntos. No será por motivos personales, pero siempre he querido que Leo se abra un poco más a los demás. ¡Y es un paso importante!”
“Sí lo es, me alegro mucho por ti, Elise,” dijo Hirano. “Pero tu hermano no se veía muy contento cuando lo decidieron.”
“¡Haha está bien!” rió como si hubiera escuchado lo más ocurrente del mundo. “Su mal humor era obligatorio. Lo importante es que lo aceptó y no hay vuelta atrás.”
“Ehh… ya veo,” ladeó su cabeza.
“¡Ahh, ya sé!” Luso golpeó su palma con su puño. “¿Qué tal si todos pensamos en una razón personal por la cual celebramos hoy? Hehe, ¡así cuando llegue el recreo las celebramos todas!”
“¡Esa es una excelente idea!” exclamó Imanotsurugi. “¡Ya, lo voy a pensar mucho!”
“Yo también,” Nio sonrió y el grupo de amigos se disolvió ante la llegada del profesor. Faltaba poco para el recreo y para darse ese lindo momento entre todos.
Mientras tanto, la directora Miranda se encontraba en su oficina en Hanasaki U. Había parado sus deberes para enfocarse en la ficha de estudiante de una alumna en particular. Su contemplación había sido extendida y ya no servía propósito que te dedicara tanto tiempo a un caso aislado, mas no podía evitarlo. Era un caso sin precedentes.
“…” dio un pesado suspiro y se agarró la unión entre la nariz y la frente. Tan solo considerarlo era agobiante.
“Miranda…” Fran le miró inmutada.
“No tengo por qué prolongar esto más tiempo, Fran, lo sé,” dio un suspiro. “Pero…”
“…” asintió. “Posee un gran potencial. De ser aceptada como HiME, ella podría tornarse en una gran aliada. Sin embargo, merece atención especial. Es todavía muy joven.”
“No sólo se trata del poder… no sé si ella esté consciente de las circunstancias, o tenga la suficiente estabilidad para lidiar con el peso que es ser una HiME.”
“Eso es cierto…”
“Pero Rizembool no nos va a dar ninguna ventana para tan solo considerarlo,” declaró la directora, resignada y decidida. “Revisé las declaraciones que recolectaste del ataque del Rebel de Youmu Konpaku en la previa residencia de los Tanaka. La señorita Konpaku reportó que su Rebel parecía ser capaz de detectar a las HiMEs intrínsecamente. También fue él quien se encontró con esta alumna. Es como si hubiera sabido que iba a ser HiME.”
“Es un riesgo real. No sería la primera vez que Rizembool apunta a las HiMEs aparte de asignarles Rebels,” argumentó Fran.
“Y es algo que debemos evitar,” Miranda frunció el ceño y presionó un botón en su escritorio. “Ritsu, acude a mi oficina a la brevedad posible, por favor.”
La secretaria no tardó en aparecerse apresurada y un tanto corta de aire.
“¡A-aquí estoy!” dijo haciendo una rápida reverencia. “M-mis disculpas por no venir antes. Mi silla casi me hace tropezarme y una trabajadora tenía algunas preguntas.”
“Está bien, Ritsu…”
“¡Ah, pero no toqué la puerta antes de ingresar como debería!” exclamó horrorizada. “¡D-decidí venir a la brevedad posible, pero ello no justifica una falta de modales así! ¡Y seguramente no es que se trate de una emergencia!”
“Descuida…”
“¡Perdónenme! ¡Tal vez ha llamado a la persona incorrecta para esta labor!”
“Ritsu, calma y escúchame, por favor,” dijo la directora un tanto frustrada. Tal vez sí escogía a la persona incorrecta para esa tarea, pero un poco de aire fresco le haría muy bien a su subordinada y la labor en sí era muy simple. “Tengo a una HiME que reclutar, y quisiera que fueras tú quien se le acercara para convocarla a la oficina después de clases.”
“¿Y-yo?” la secretaría se quedó en blanco. “N-no quiero negarme, pero… ¿podré hacer este trabajo bien?”
“Estoy segura que sí,” Miranda le sonrió. “Fran podría intimidarle, y yo tengo una junta con los dirigentes de la facultad de negocios internacionales. Te diré lo que tienes que hacer y no habrá inconvenientes. De paso le avisas a la secretaría del colegio para que sepan sobre tu misión y tu presencia, sólo en caso de cualquier imprevisto.”
“Sí, por supuesto,” asintió. “¿Y a dónde debo ir?”
Llegó la hora del descanso y los estudiantes se esparcieron por el colegio para aprovechar su tiempo libre al máximo.
Sayo se encontraba sentado en la rama de uno de los árboles más grandes, donde desempacaba su almuerzo. Observó un kaki en su lonchera, el cual le hizo pensar en el pequeño árbol de esa fruta que tenían en casa, plantado especialmente para él. Lo dejó de postre e inició a comer su merienda de mediodía cuando bajó su mirada y observó al grupo de Imanotsurugi a no mucha distancia, quienes habían armado un picnic en un punto donde gozaban de la sombra de varios árboles. Le llamó la atención, ya que ellos no solían andar por ahí.
“¡Salud!” exclamó Elise y todos chocaron sus vasos de plástico llenos de gaseosa. “¿Y bien? ¿Ya pensaron en sus motivos para celebrar? Yo ya les compartí el de mi hermano, así que les doy la palabra a ustedes.”
“Pues, pensé en tu motivo de alegrarte por tu hermano mayor y me di cuenta que tengo una razón muy similar,” Hirano asintió y sonrió con gran ilusión. “Atsushi-niisan está regresando a casa la próxima semana.”
“¡Ohhh! ¡¿Ya es oficial?!” exclamó Imanotsurugi en shock y pasó a alegrarse un montón, para abrazarlo al otro de costado. “¡Ahh, qué alegría! ¡Me alegro mucho por ti! ¡Sin duda lo vamos a celebrar en grande!”
“Haha, muchas gracias, Imanotsurugi-san,” el pequeño sonrió con torpeza, pero muy contento.
“¿Ese hermano es el que estaba en el extranjero?” preguntó Nio, con curiosidad.
“Ese vendría a ser otro, pero Atsushi-niisan sí ha pasado tiempo en el extranjero durante su entrenamiento. Estoy seguro que se ha vuelto muy fuerte,” asintió y comprimió sus puños frente a su pecho. “Siempre he oído historias de él, de que es muy disciplinado y enfocado en mejorarse a sí mismo todo el tiempo. Siento que puedo aprender mucho de él.”
“Suena bastante a ti, Hirano. ¡Lo vas a hacer!” Luso le alzó un pulgar. “Te felicito por ser tan responsable y te deseo lo mejor.”
“Muchas gracias, Luso,” asintió.
“Y por cierto, ¿tú e Imanotsurugi se conocen desde antes?” preguntó confundido. “Parece que sus familias están familiarizadas.”
“¡Sí~!” Imanotsurugi alzó una palma como si tomara la palabra. “Nuestras familias son allegadas desde hace generaciones por tener trasfondos en común. Somos de familias de samuráis~ Por eso Hirano-chan es como mi hermanito~”
“¡Ohh qué genial!” los ojos de Luso brillaron. “¡Si es así les pediría que me enseñen a pelear! ¡Yo también quiero maniobrar una katana! ¡Desde que vi Kill Bill me fascina la idea!”
“Ehh, pues yo realmente no peleo bien, sólo sé lo básico,” contestó Hirano, sonriendo incómodo y dio un suspiro. “Me avergüenzo de reconocerlo porque mis hermanos mayores son muy fuertes, aunque aquí Imanotsurugi-san pelea al nivel de un adulto. Es por eso que mis hermanos y yo le tenemos mucho respeto.”
“Hehe no es para tanto,” este rascó su nuca. “Sigo siendo un niño, me falta experiencia.”
“¡Ahh, mi hermano mayor también sabe pelear con espadas!” exclamó Elise, emocionada.
“¿En serio, Elise?” Nio se impresionó. “No me da la impresión para nada.”
“Sí, es que nuestra familia también tiene descendencia de caballeros,” la rubia asintió. “O sea, a mí nunca me han dejado practicar, dicen que soy todavía muy niña, pero también mis mayores son fuertes.”
“¡Aww, toda esta conversación de espadas me hace querer aprender a pelear con una~!” dijo Nio, emocionándose. “Pero sé que mi onee-chan se negaría rotundamente. Ya se lo he pedido, al menos para aprender defensa personal, y me ha dicho que no.”
“Sí veo que tu hermana quiere que te comportes como una damita, pues así son los mayores que deciden cosas por nosotros,” Luso le dio un guiño. “Pero siempre podemos ir detrás de sus espaldas, ¿verdad? ¡Tenemos a Imanotsurugi-sensei!”
“Hahaha, me encantaría, pero mis parientes siempre me dicen que tengo mucha ímpetu e inmadurez,” reconoció el pelicenizo, sonriendo con torpeza. “Amaría enseñarles, pero no quiero lastimar a nadie.”
“Vamos, a mí no me puedes lastimar,” declaró Luso, sonriente y golpeándose en el pecho. “¡Estoy hecho de acero! He cometido un millón de travesuras y me he salvado de un montón de problemas y persecuciones de mi primo. ¡Esto no sería nada!”
“Haha, eres gracioso, Luso,” Elise se rió.
“Creo que podría decir lo mismo, ¡pero yo soy muy elástico para estar hecho de metal!” Imanotsurugi se puso a pensar. “Hmm… ¿entonces de qué estaré hecho?”
“Ehm, sólo les pido que no se metan en muchos problemas, por favor,” dijo Hirano, frustrado. “Por cierto, hablábamos de celebraciones. ¿Alguien quiere compartir el suyo?”
“Pues, para cerrar el tema, yo quiero celebrar porque me estoy volviendo más fuerte,” Imanotsurugi asintió. “Hehe, ayer en plena práctica, mi pariente me dio un muy leve cumplido luego de una pelea. Él que es tan serio no lo haría por hacer, ¡lo cual me hizo muy feliz!”
“Presumo que hablas de Hizamaru-san,” Hirano asintió. “Sí es una sorpresa.”
“¿Verdad~?”
“Aw, pero se me hace tan lindo,” Nio asintió. “Cuando habla con su hermano mayor se vuelve todo acomedido y servicial. Me gusta la familia que tienes, Ima-chan.”
“¡A mí también!” exclamó contento. “Bien, ¿y ahora por qué otro motivo celebramos?”
“En verdad no tengo nada específico que celebrar, pero sí estoy muy feliz de estar aquí estudiando en Hanasaki y haberlos conocido a todos desde el primer día,” dijo Luso, contento. “Temía tener problemas haciendo nuevos amigos, pero veo que no los tuve, ¡así que les agradezco por ser tan buenas personas!”
“Tú también lo eres, Luso,” dijo Elise. “Si bien no nos diste la mejor primera impresión, no fue difícil de verlo en ti.”
“Sí, y nosotros felices de conocerte a ti también,” agregó Imanotsurugi. “¡Ahora creo que tengo a un compañero de travesuras! ¡Ojalá nos vengamos con algo pronto!”
“¡Haha, ojalá que sí!”
“Ehm, Nio-san, ahora sólo faltarías tú,” dijo Hirano, amablemente. “¿Tienes algo para celebrar que compartir?”
“Al igual que Luso, he tenido problemas viniéndome con algo,” admitió con torpeza. “Pero si tengo algo por lo cual sentirme dichosa es que mi día a día es muy lindo y agradable. Tengo a mi onee-chan a mi lado todo el tiempo, me encantan sus amigas, me fascinan ustedes, simplemente parece que todo está en su lugar,” asintió contenta. “Cuando vivía en Inglaterra, apenas tenía a mi hermana, pero desde que me mudé al Japón, me siento más acompañada que nunca.”
“Nio-chan…” Imanotsurugi se sorprendió.
“Ehh, pero…” ella se detuvo y se avergonzó un poco. “Uhh, perdón, no quiero arruinar los ánimos de fiesta que tenemos justo ahora. Ehm, entonces… ¡ah, ya!” asintió decidida. “Estoy muy feliz que ya quedamos todos para pasear por el festival al que vamos a ir el domingo. Sí van a poder, ¿verdad?”
“¡Sí, Leo ya me dio el permiso!” Elise asintió y se tomó la libertad de agarrar los cachetes de su amiga. “Aww, y no te avergüences así, Nio, que te me hiciste tan hermosa y apachurrable. ¡Me encantaron tus palabras!”
“Hahaha gracias Elise…” ella sonrió incómoda y se soltó.
“Yo también iré, y esperaba traer a mi hermano menor si no hay problemas,” dijo Hirano.
“Por mí perfecto, mientras más, mejor,” Luso asintió. “¿Y cuántos años tiene tu hermanito?”
“Pues, en verdad somos mellizos…”
“¡¿Qué?! ¡¿Tienes un gemelo?!” se quedó en shock.
“L-Luso-san, ¿estás bien? No es que sea tan extraño, y somos mellizos, no gemelos.”
“Yo creo que son gemelos, lo único que les diferencia es el tono de castaño que tienen y el largo de su cabello…” dijo Imanotsurugi, quien dio un alarido. “Ahh… Nio-chan, perdóname, pero durante clases Mikazuki-sama me envió un mensaje diciéndome que ha conseguido a un tutor de matemáticas para el fin de semana, así que no podré ir con ustedes.”
“Ohh, ¿en serio?” Nio se desanimó al igual que los demás.
“¡Ahh, lo siento mucho!” Imanotsurugi juntó sus palmas e hizo una pronunciada reverencia. “Ustedes que han organizado este picnic por mí y ahora yo soy quien les bajo los ánimos…”
“Me da pena, Luso, pero tiene sentido, no te preocupes,” dijo Elise, sonriendo apenada. “Entonces con más razón quedaremos para otro día, ¿sí?”
“De todos modos hay que hacerlo, Ima-chan,” le aseguró Nio, sonriéndole. “No te preocupes por desanimarnos. Más bien, pese a que quisiera que nos acompañes, me alivia un poco saber que andarás estudiando y mejorando tus notas. Puede que te pierdas de este festival, ¡pero habrá otros paseos más adelante! ¡Hay que proyectarnos!”
“Es verdad, entonces haré lo mejor de mí para ir investigando otras cosas que podemos hacer,” dijo Luso, sonriendo ampliamente. “¡Déjamelo a mí!”
“Esfuérzate en estudiar, Imanotsurugi-san,” dijo Hirano, asintiendo y le sonrió. “Confío en tus habilidades. Te nivelarás en el curso y podrás acompañarnos para otras ocasiones.”
“Sí, muchas gracias a todos,” el pelicenizo sonrió incómodo. “No les volveré a defraudar.”
A poca distancia, escondida por el tronco de un árbol y ya con muchas miradas curiosas de otros estudiantes yacía Ritsu. La secretaria llevaba un rato espiando a ese animado grupito de niños hablar felices de la vida y simplemente no encontraba el momento indicado para interrumpirles y darles las noticias. A su vez, se le partía el alma hacerlo.
Entonces, vio que los niños se percataron de su presencia y de inmediato le miraron con duda y aprehensión como si fuera un acosador.
“¿Q-quién es ese?” preguntó Luso, apuntándole. “Se le ve… inestable.”
“¿Hm?” Elise ladeó su cabeza. “No sé. Tal vez sólo sea tímido.”
“Ehh, no lo sé, me da mala espina,” Hirano sintió escalofríos. “¿Por cuánto tiempo nos habrá estado espiando?”
“No me gusta, no puede comportarse así,” Nio intentó levantarse. “Le hablaré para que nos deje en paz.”
“Espera Nio-chan, yo lo voy a hacer,” Imanotsurugi se puso de pie y puso sus palmas a los costados de su boca para hablarle en voz alta y a distancia. “¡Hola! ¡Oye, persona que nos espía! ¡¿Qué te trae por aquí?!”
“¡IHHH!” Ritsu se estremeció y aterró ante ese llamado y el hecho que todos a la redonda la miraban como un depredador o un caso perdido. Instintivamente, se arrodilló en el piso y se agarró los cabellos al entrar en una leve histeria. Tal vez ese trabajo era demasiado para ella.
Su reacción dio mala espina a todos los pequeños, quienes supieron que mejor evadían a esa persona. Así, ellos lentamente fueron empacando el picnic para huir cuanto antes.
“¡AAHHH! ¡Esperen!” y Ritsu entró en pánico al verles tratar de escapar. “¡P-perdón, p-p-pero no se vayan…!”
“¿Q-qué hacemos?” preguntó Hirano, visiblemente asustado.
“No lo sé, nunca he visto a alguien así,” dijo Imanotsurugi, confundido. “No sé si es bueno o malo, siendo sinceros…”
“No creo que sea malo,” Elise se encogió de hombros. “Sólo parece un poco inepto para hablar. A ver, yo me acercaré y les digo qué quiere, ¿les parece?”
“¡Oye no!” Luso le agarró de un brazo. “Es alguien claramente alterado y quizás mal de la cabeza. Me recuerda a todos esos capítulos investigaciones de asesinatos que he visto en los Estados Unidos.”
“¿Tú crees?” la rubia ladeó la cabeza.
“Uhh, ya me están dando miedo…” Nio se acongojó. Ella miró a la secretaria y entonces sus ojos se encontraron.
“¡Ahh, s-señorita!” exclamó Ritsu al sentir que tenía una oportunidad.
“¡Ihhh!” pero Nio se asustó por notar que parecía ser su blanco principal.
“¿Eh? ¿Vendrá por ti, Nio-chan?” preguntó Imanotsurugi.
“¡No hay tiempo de empacar! ¡A escondernos!” Luso los dirigió a un grupo de arbustos cercanos donde se escondieron para decir qué hacer.
“¡Ahh, ehh!” y Ritsu estiró su mano hacia los pequeños, pero no sabía cómo acercárseles. “¡N-no quiero lastimarles, en serio! ¡D-déjenme hablar con ustedes, por favor!”
“¡No vamos a creer en tus mentiras!” le gritó Luso asomando su cabeza por un arbusto, para luego regresar detrás del follaje y dirigirse a sus amigos. “Ya, ¿qué hacemos?”
“Ehm, no soy un experto ni nada, pero tal vez no deberíamos responderle así, Luso-san…” observó Hirano, nervioso.
“Claro, buen punto, perdón,” este dio un suspiro. “¿Y ahora?”
“Pues sí, puede que yo hablar con él no sea lo más prudente, hmm…” Elise asintió. “¿Y si uno de nosotros va a llamar a algún profesor?”
“Ah, suena a una buena idea, Elise,” Nio asintió. “¿Pero quién?”
“Tal vez tú, Nio. Creo que te tiene en la mira, es mejor que te alejes,” dijo la chica.
“No, si Nio-san es el blanco, puede que la siga sólo a ella,” dijo Hirano, con una mano en su mentón. “Ella no puede quedarse sola.”
“Sí, tampoco sabemos el físico de ese sujeto, aunque como adulto será más rápido que ella.”
“¡Entonces tú ve, Imanotsurugi!” exclamó Elise, sonriendo con victoria. “¡Tiene sentido! ¡A ti no te atrapará!”
“¡Oh, no, no hay forma!” este negó rotundamente y con sus palmas. “Soy el único aquí que puede pelear. Si los dejo solos estarían a su merced y no lo permitiré.”
“Ah, verdad, quizás contigo no tenemos por qué preocuparnos,” Luso se alivió. “Hehe, vaya susto por nada.”
“Hmm, sí, pero como luchador uno no puede descartar nada,” observó Imanotsurugi. “¿Y si esa persona porta un arma?”
“¡Ihhh!” a los demás se les erizó la piel.
“Ch-ch-chicos… p-perdónenme, perdónenme y-yo…” Ritsu caminaba muy lentamente hacia el arbusto en un intento de prevenir que se escaparan, descorazonado, mientras contenía sus ganas de exclamar sus disculpas. Nunca consideró que su manera de ser podría aterrar tanto a los niños y era algo que le dolía en el alma.
“…” por su parte, Sayo observaba el desarrollo al igual que muchos otros alumnos, pero a diferencia de ellos, yacía sumamente confundido y escéptico. Dicha persona era claramente no una amenaza, y fácilmente lo contrario. “¿Qué están haciendo…?”
Un corto rato después, todos se animaron a una medida desesperada.
“¿Estás seguro, Imanotsurugi?” preguntó Luso, seriamente.
“Sí,” este asintió. “No es prudente huir y no puedo enfrentarme a esa persona si ustedes andan visibles, así que muévanse al arbusto detrás de este ni bien yo salte.”
“Ten mucho cuidado,” le pidió Nio, preocupada.
“Sí, y pues, intenta no lastimarle mucho,” dijo Elise. “Sólo en caso que sea un malentendido y nos terminemos por meter en problemas.”
“Está bien,” él sonrió. “Sólo le intimidaré. Si lo veo con ganas de agredirme, sé que puedo ganarle en reflejos.”
“Sí, eres increíble, Imanotsurugi-san,” Hirano asintió.
“P-pequeños…” dijo Ritsu caminando ida y torturada, con su mano extendida hacia los arbustos. La distancia se acortaba dolorosamente y no sabía ni qué decirles para calmarles, cuando entonces hubo un desarrollo inesperado.
Imanotsurugi dio un impresionante salto fuera de los arbustos, durante el cual se dio dos vueltas enteras, y aterrizó frente a Ritsu en estancia de ataque, con su cuerpo de perfil, sus piernas flexionadas y sus palmas listas para pelear.
“¡Hiya!” exclamó Imanotsurugi.
“¡AAAAAAAHHHHHH!” tal sorpresa probó ser la experiencia más aterradora que la pobre secretaria había tenido en toda su vida. Esta se cayó para atrás donde siguió gritando, pero repentinamente llevó sus manos a su corazón. “¡AAAHHH! ¡A-ayuda…!”
Perdió el conocimiento bajo la impresión de tener un ataque al corazón que dejó a todos los alumnos a la redonda mirándole en un silencio mortal y sepulcral.
“Ihh, lo sabía…” se lamentó Elise con cargo de consciencia. “Fue un malentendido…”
“¿Eh?” Imanotsurugi también se vio aterrado por lo que acababa de hacer, y sintió el golpe de un filo de mano en su cabeza. “¡Ah!”
“¿Qué acabas de hacer, Imanotsurugi-san?” le reprochó Sayo, mirándole con molestia.
…
Pasaron unos diez minutos y los estudiantes fueron llamados a la secretaría, donde fueron explicados sobre lo ocurrido.
“Sentimos mucho este malentendido,” dijo una secretaria. “Comprendemos que se puedan haber asustado, pero Ritsu Sohma es una de las personas de confianza de la directora Miranda Lot. Ella sólo quería hablar con ustedes.”
“…” Sayo asintió. “¿Esa persona se encuentra bien?”
“Fue llevada por los paramédicos. Dicen que ha sido una falsa alarma y ya la estabilizaron.”
“…” ello resultó en un profundo suspiro aliviado de todos.
“Aun así, le pedimos que sea más cuidado la próxima vez, joven Sanjou,” dijo la adulta con severidad. “Entiendo que la secretaria de la directora les asustó, pero necesita ser más responsable con otros.”
“Sí, sí, lo sé, lo lamento mucho…” dijo apesadumbrado.
“¿Por qué esa persona se nos acercó?” preguntó Elise. “¿No hubiera sido más fácil que alguien nos convocara? Es normal desconfiar de desconocidos.”
“Es cierto, pero ella misma nos dijo que lo haría por su cuenta, pese a nuestras insistencias,” se expresó frustrada. “Aunque bueno, con las explicaciones dadas, me toca a mí cumplir con su trabajo,” ella miró a Nio.
“¿Eh?” la pequeña se sorprendió. Efectivamente, ella había sido la buscada.
“La directora Miranda Lot desea hablar con usted después de sus clases, a la brevedad posible. Le pedimos que asista, por favor.”
“¿Nio?” preguntó Elise, confundida.
“…” tanto Imanotsurugi como Sayo abrieron sus ojos como platos e intercambiaron miradas.
“¿Por qué?” preguntó Nio, ladeando su cabeza.
“La directora desea hablarlo con usted personalmente. Es todo lo que sé,” dijo la mujer. “Mis disculpas, señorita Altugle.”
“Bueno…” se mostró perpleja.
“Está bien, nosotros siempre vamos juntos a Hanasaki para encontrarnos con nuestros parientes,” le aseguró Luso, contento. “Si quieres te acompaño.”
“Eh, sí, gracias,” ello le animó y Nio sonrió.
“Ahora pueden irse. Las clases están por reanudarse,” dijo la secretaria.
Todos caminaron juntos de regreso a su aula.
“Tengo mucha curiosidad también, Nio, pero no podré acompañarte,” dijo Elise, haciendo un puchero. “Debo encargarme que mi hermano no vaya a cancelar sus planes o se ponga difícil.”
“Está bien, si quieres te lo aviso por mensajes cuando termine,” dijo la otra, tranquila.
“¡Claro, lo apreciaría!”
“A mí también, por favor. Lamentablemente también tengo que irme rápido hoy día,” dijo Hirano. “Sólo espero que todo esté bien, Nio-san.”
“Pues, seguramente lo está,” Nio seguía con sus dudas pero no lo estaba pensando mucho. “Haha, tal vez mi onee-chan rompió muchos vasos de precipitados en el laboratorio y quieren hablar con su guardiana al respecto. Ustedes descuiden.”
“Hehe, puede ser,” Elise se vio entretenida por su ocurrencia, al igual que Hirano y Luso.
“Nio-chan…” Imanotsurugi estaba cabizbajo y su voz sonaba sombría. “¿Puedo acompañarte yo también?”
“Eh…” Nio se extrañó por verlo así y asintió. “Claro, por supuesto.”
“Gracias…” él mantuvo su mirada en el piso.
Hubo un incómodo silencio entre todos. Sayo por su parte se vio satisfecho por la atención de Imanotsurugi al tema y supo que no tenía más que hacer ahí. Se apresuró para marcharse del grupo y llegar más rápido a la clase.
En medio de las hipótesis, el miedo mayor era latente, y estaba pronto a ser confirmado.
…
“Aruji, ya terminé con los tubos de ensayo,” reportó Kashuu, sonriente, quien traía una bandeja con estos limpios y colgados boca abajo para secarse. “Creo que me he vuelto muy bien con esta labor de limpiar.”
“En verdad que sí, te agradezco por tu ayuda,” Cho asintió de buenos ánimos.
Ellos juntos con Ayesha y los demás estudiantes del laboratorio estaban en la parte de limpieza al final de la práctica del día. Al ser conocidas como las más meticulosas y lentas a la hora de limpiar, Cho pudo convencerle a Astrid de dejar entrar a Kashuu para ayudar con esa parte de la sesión, lo cual había probado ser de gran ayuda.
“Ah, eres una bendición, Kashuu,” Ayesha se alegró. “Por favor, ponlo en el estante de arriba en nuestra estación. Ahí se secarán.”
“Claro,” el chico siguió lo pedido.
“Muy bien, sólo tengo que terminar de lavar este balón de evaporación…” Cho seguía restregando ese pequeño globo de vidrio con un cepillo para dejarlo cristalino, pero la labor le estaba tomando mucho tiempo. “Sólo un poco más.”
“Esos siempre son pesados,” Ayesha dio un suspiro. “Y a mí se me rompen ante el menor descuido. Te agradezco por siempre encargarte de maniobrarlos.”
“No te preocupes, Ayesha,” Cho asintió. “Tú tienes un mejor pulso que yo. Es bueno que nos podamos ayudar.”
“Es cierto, soy feliz de que podamos contar mutuamente entre nosotras. Eh, voy a desechar nuestros desperdicios, ya vuelvo.”
La rubia fue a encargarse de esa labor mientras Cho procedía a enjuagar el globo para deshacerse de todo el detergente que había usado.
“Hemos terminado temprano hoy, qué alegría…” comentó la HiME aliviada, y entonces vio que Kashuu observaba a un estante a distancia, ensimismado. Ella de inmediato lo entendido. “Y Kashuu, lo siento, pero ya te lo dije. Esa botella de acetona es para usos de laboratorio solamente. No la puedes usar para hacerte mantenimiento de uñas.”
“Creo que mentiría si dijera que estoy satisfecho con eso, pero no me haré de rogar, aruji,” Kashuu asintió. “Aunque me da pena. La acetona pura trabaja mucho mejor y tiene un olor frutal muy agradable.”
“Es cierto,” Cho sonrió. “En un inicio me causaba repulsión, pero luego de usarla tantas veces sí le noto ese aroma sutil y agradable. El hecho que tú lo hagas te haría un buen químico.”
“Será porque siempre ando pintándome las uñas,” el arma se tomó un momento para observar sus manos. “Sí, están en perfecto estado, pero me las arreglaré cuando volvamos a casa.”
“Haha, ya veo,” rio un poco. Tal vez a esas alturas su arma tenía más contacto con la acetona que ella misma.
“Pero sólo sería un buen químico por canalizarte a ti, aruji,” comentó Kashuu, meditativo. “Tengo aprecio y respeto por esa rama, pero me considero alguien más afín a las apariencias. Los cursos a los cuales me he inscrito me lo confirman. Y de paso puedo ver cómo mejorarte a ti, aruji. Es mi deber.”
“Eres muy amable, pero no tienes que hacerlo…” dio un suspiro. Todavía tenía miedo del makeover que Kashuu y Ryoji le habían dicho que le harían. Entonces, Cho vio que Ayesha regresaba mientras leía su celular. Al deshacerse de los desechos y lavar los vasos, su amiga finalmente había podido quitarse los guantes, algo que haría ella misma ni bien terminara con ese problemático globo. “Ayesha, ¿todo bien?”
“Oh, Cho, ehm, creo que sí,” dijo sonriendo incómoda, y pasó a confundirse y perder sus ojos en el aire. “Pero no sé cómo tomarme el mensaje de mi Nio.”
“¿Cómo así?”
“Es que dijo que la directora Miranda le ha citado para hablar con ella ahora que sale de clases,” musitó pensativa.
“¿Qué dices?” Cho se espantó e intercambió miradas con Kashuu.
“¿Pero por qué la directora aquí? Espero que Nio no haya hecho alguna travesura…”
“I-imposible…” ante el shock, a Cho se le escapó el globo y este estalló en mil pedazos.
Todos miraron a las chicas por ello y Astrid procedió a acercárseles.
“Vaya, ahora resulta que tenemos a dos rompedoras de vidrio aquí,” comentó con ironía. “Cho, me debes ese balón. Va a tener que salir de tu bolsillo, ya lo sabes.”
“¡S-sí, mil disculpas, profesora!” ella hizo una reverencia y agarró a Ayesha del brazo. “¡Tenemos que irnos!”
“¡C-Cho!” Ayesha se asustó ante su reacción.
…
Los estudiantes de la secundaria de Hanasaki salían por las rejas luego del término de otro día de clases. En medio de ellos, un frustrado Leo era acompañado de Monoyoshi, quien presentaba sus grandes ánimos de siempre.
“Hehe, muchas gracias por invitarme a tu casa, Leo-san,” le dijo con una sonrisa.
“Yo no te invité, fue Elise, y te agradecería si no me lo recordaras,” dijo impaciente.
“¿Que no te lo recuerde?” se confundió. “Pero si ya estamos en camino.”
“Olvídalo,” desvió su mirada, hastiado. No había punto de hablar con él.
Ellos habían salido con la intención de caminar hasta el middle school para ir a recoger a Elise, pero grande fue la sorpresa de ambos cuando vieron a la pequeña correr donde ellos apenas salieron de la entrada de la secundaria.
“¡Hermano!” Elise se detuvo y agarró sus rodillas para darse un descanso y respirar profundamente.
“¿Elise? ¿Qué haces aquí?” le preguntó este. “No tenías que venirnos a buscar. Yo siempre voy por ti.”
“Buenas tardes, es un gusto volverte a ver,” le saludó el pelirrosa.
“Buenas… tardes… Monoyoshi…” dijo jadeante por la carrera que se había dado.
“Tu colegio sale unos minutos después del nuestro,” le recalcó su hermano. “No deberías apurarte así para darnos el alcance.”
“Es que…” la pequeña se repuso y llevó sus manos a su cintura. “Eres problemático. No quería que rechazaras a tu compañero luego de haber quedado los tres. Vine para asegurarme que esto no fuera a suceder.”
“Vamos, no soy tan irresponsable,” el mayor se mostró insultado y entrecerró los ojos. “No estaré de acuerdo pero nunca traicionaría mi propia palabra.”
“Hmpf…” la pequeña mantuvo su puchero y desvió su mirada.
“¿Qué es? ¿Qué hice ahora?” le cuestionó frustrado. “No te pongas así sin motivo.”
“Eh, Leo-san, no seas dura con ella, por favor,” le pidió Monoyoshi, sonriendo incómodo.
“Te agradezco por velar por mi hermana, pero este no es tu asunto, Monoyoshi.”
“No es eso,” negó y se acercó a la pequeña. “Elise, ¿qué sucede? Te noto muy preocupada. Vamos, puedes compartirlo conmigo.”
“…” al oír la comprensión del otro, Elise desinfló su mal humor y miró al piso con tristeza.
“…” Leo se sorprendió y pasó a preocuparse. “¿Ocurrió algo?”
“Sólo tengo una duda…” la pequeña agarró las manos de ambos y los jaló. “¿Podemos hablarlo durante el camino?”
La llegada a Hanasaki U fue como muchas otras, salvo por la presencia de Imanotsurugi, quien había retornado a sus energías de siempre y procuraba mantener a sus amigos despreocupados, pese a no sentirse así por dentro.
Ellos pasaron por una secretaría donde les condujeron a la oficina de la directora, quien apenas les hizo esperar menos de diez minutos antes de pedirles que pasen. Ella misma se sorprendió un poco al observar a la joven Nio acompañada de un par de amigos, pero tenía sentido. Quizás era mejor que no estuviera sola.
“Eh, buenas tardes, directora,” Nio asintió y los otros dos chicos asintieron también.
“…” Imanotsurugi le miraba atentamente, ensimismado.
“Buenas tardes, señorita Altugle, también buenas tardes a ustedes dos,” la directora les sonrió. “Me gustaría saber sus nombres.”
“Claro, yo soy Luso Clemens,” dijo sonriendo traviesamente y llevando ambas manos detrás de su nuca. “Y pues, ojalá no llegues a conocerme mejor más adelante, pero suelo meterme en problemas seguido.”
“…” la directora rió un poco. “Me recuerdas al amigo de una de las HiMEs, un tal Sora Aoi.”
“Uhh…” Luso dio un suspiro, con fastidio. “Sí, me parezco físicamente a él. Somos primos.”
“Ah, vaya, qué sorpresa,” sonrió con cordialidad, pero percibió ironía y frustración ante dicha coincidencia. Era como si la historia volviera a repetirse. Miró al pelicenizo. “¿Y tu nombre?”
“Eh, Imanotsurugi, directora…” dijo en un inicio rápidamente al verse despertado, y luego bajó sus ánimos. “Usted es la directora Miranda Lot.”
“Así es.”
“¿Por qué ha llamado a Nio-chan tan repentinamente?”
“Estamos por hablarlo entre todos, no te preocupes,” le aseguró. “Señorita Altugle, acabo de enviarle un mensaje a su hermana mayor para que se nos una, pero mientras la esperamos, podemos ir despejando dudas. Para empezar, no estás en ningún problema disciplinario. Ese es un temor común por mi cargo en Hanasaki.”
“Pues, sí, lo había pensado, pero no tenía sentido,” la pequeña asintió.
“Te he llamado aquí por un descubrimiento que ha realizado Fran, mi asistente, sobre ti,” la directora hizo una pausa y se dio un respiro. Su suave sonrisa se borró y adoptó una mezcla de seriedad y tristeza. “Es algo muy pesado que revelarle a cualquiera y sobre todo a alguien de tu edad, pero ya es inevitable…”
Hubo un corto silencio. Nio pareció comprenderlo a plenitud, aquella pequeña duda que había tenido en su cabeza, pero que continuaba negando precisamente por ser tan joven. Imanotsurugi, en cambio, lo supo desde un inicio, pero no hubo punto en tratar de evadirlo. Esas cosas debían ser atendidas y resueltas lo antes posible.
“E-esperen…” por su parte, Luso recién conectó los cabos sueltos y se asustó. “No me digan.”
“Señorita Altugle,” Miranda asintió. “Es mi deber informarle que usted posee la posibilidad de ser HiME, y una HiME con un gran potencial a pesar de su edad. La he invocado aquí para dárselo a conocer y, de decidirlo junto a su hermana, brindarle la oportunidad de convertirse en una HiME de nuestra institución.”
“¿Y-yo? ¿HiME?” Nio dio un paso hacia atrás. Ella se asustó y recordó la destrucción en la previa casa de Cho, aquel día en el cual todos se pusieron de acuerdo a ayudarles con la limpieza. Nio se había topado frente a frente con el Rebel que causó tremenda destrucción en la estructura, el cual le había dicho una sola palabra: ‘Todavía…’
Todavía… ¿acaso era porque ella ‘todavía’ no era una HiME? ¿Acaso ese Rebel lo supo desde un inicio?
“Señorita Altugle, comprendo que es difícil de procesar, pero mi misión aquí es principalmente dejárselo saber. Preciso esperar a su hermana antes de considerar cualquier decisión.”
“Yo…” ella estaba asustada y en blanco.
“Directora,” Imanotsurugi dio un paso adelante. El pequeño mostró seriedad y se mantuvo firme. “Pienso que tiene razón. Es importante que Nio-chan o cualquier HiME lo sepa. Es un tema serio, algo que no se puede tomar con trivialidad.”
“Es cierto, Imanotsurugi.”
“Aun así…” el pequeño se tensó. “Usted… ¿usted ya ha considerado la posibilidad de que Nio-chan se convierta en una HiME? ¿Usted pretende tratar su caso como si fuera el de otra HiME más que le gana en edad?”
“…” Miranda se impresionó por la severidad del pequeño. “Su caso sería distinto. Es por ser tan joven que le buscaría mentores y toda la ayuda que fuera a necesitar, de una manera más urgente que para otras HiMEs, al ser un caso tan excepcional.”
“No me refiero a eso, directora,” Imanotsurugi frunció el ceño y se puso por delante de su amiga. “Nio-chan es una chica muy inteligente, muy intrépida, pero prudente a la vez. Podría decir que es madura para su edad, pero ella sigue siendo joven, y no es una luchadora.”
“…” le prestó atención.
“Creo que muchas HiMEs deben tener ese mismo problema, y puede que me esté cegando al hablar de mi amiga, y apenas saber los casos de un puñado de HiMEs en el pasado…” admitió inquieto y cabizbajo, para regresar su atención a la persona al frente de él. “Pero estás esperando que una niña como Nio-chan se interne a una batalla mortal con una persona que nunca ha visto en su vida, alguien que tal vez le gane tanto en experiencia como en edad,” comprimió sus puños. “Es un gran estrés, la mentalidad de un luchador es muy distinta. Si Nio-chan debe adaptarse a algo así con tan poco tiempo para participar en una guerra de esta escala sería el equivalente a criar una mercenaria y arruinarle el resto de su vida.”
“…” Nio se asustó al oír a su amigo hablar así. Nunca había visto a Imanotsurugi irradiar un aura tan sabia e intensa a la vez.
“Si dices que una Nio-chan es una HiME joven con un gran potencial fácilmente podría significar que dicho poder le ganaría y se apoderaría de ella. La guerra le terminará haciendo daño antes que su Rebel lo haga.”
“…” Miranda cerró sus ojos. “Eres inteligente, Imanotsurugi.”
“…”
“Todo lo que dices es un riesgo a correr, un riesgo presente en todas las HiMEs, y uno mucho mayor en el caso de tu amiga.”
“Lo sé bien, no tiene que decirlo, directora.”
“Sólo alguien con la mentalidad de un guerrero lo sabría tan bien. Tú debes ser así.”
“…”
“Por ello mismo es que debemos hablarlo, y es verdad que no he descartado la posibilidad de que la señorita Altugle sea HiME, pero nunca lo impondré,” admitió. “Me pesa en el alma poner a mis HiMEs en riesgo y no quiero sumar a chicas a esta guerra a la cual no tenemos opción, pero es todo lo que podemos hacer. Nunca sabemos cuándo Rizembool está presente.”
“…”
“Pero, en el caso de la señorita Altugle, mi razón principal para ofrecerle ser una HiME es porque Rizembool ya sabe que tiene el potencial,” recalcó la directora.
“¿Qué dice?” preguntó Luso, en shock, al igual que Imanotsurugi.
“Ese Rebel…” musitó Nio. “Ese de cabellos largos y ojos rojos… ¿él lo sabía?”
“Así parece. Mi asistente no lo ha confirmado aún, pero tiene grandes sospechas que el Rebel de Youmu Konpaku es un Rebel capaz de medir el potencial HiME en las estudiantes de Hanasaki,” Miranda dio un pesado suspiro. “Aquí en Hanasaki intentaríamos mantenerle bajo cuidado y observación, y queremos tenerla lista para cualquier imprevisto. Nunca sabemos lo que Rizembool podría planear con HiMEs inactivas. Ante ello, deberá mantenerse lo más segura posible en todo momento.”
“Entiendo…” dijo Nio, en voz baja.
“Nio-chan…” Imanotsurugi le miró de reojo y su amiga pasó por su costado para acercarse a la directora. Él se asustó. “¡N-Nio-chan!”
“Directora, yo… perdón…” dijo apenada y acongojada por todo lo oído. Su semblante era triste, temeroso, e inmerso en conflicto interno. “Perdón, pero no puedo ser una HiME. No puedo hacerle esto a mi onee-chan.”
“Señorita…” Miranda le observó atentamente, y vio a la pequeña comenzar a llorar.
“Esto… da miedo…” admitió mientras lloraba desconsoladamente. La niña se sobaba los ojos con ambos puños en un intento fallido de parar sus lágrimas. “Ihh… llevo conociendo a la amiga de onee-chan mucho tiempo… también a su prima… y a las otras nuevas HiMEs… y nunca capté el miedo con el cual tienen que lidiar… ni siquiera en ese ataque en la playa durante el verano… Ima-chan peleó tan bien… él sabe lo que dice y cómo es todo… y yo creo que soy incapaz de algo semejante…”
“N-Nio…” Luso se asustó y se le acercó para agarrarle de ambos hombros en un abrazo de costado. “Ya, tranquila, vamos. No te pongas así…”
“Ahora que escucho esto… ahora que oigo el miedo de Ima-chan… sus palabras… la realidad… la crudeza de esta guerra… y-y aun así sé que todavía no entiendo nada de nada… tengo miedo.”
“Está bien, señorita Altugle, no se preocupe,” Miranda asintió. Se sintió fatal por dentro. Esa conversación se había salido de sus manos y no era capaz de consolarle. “De todos modos, aquí en Hanasaki nos aseguraremos de mantenerle a usted y a su hermana fuera de peligro. Comprendemos que usted es muy joven y que necesita de toda nuestra ayuda, y así será.”
“P-perdón…” dijo tratando de calmarse y temblando mínimamente.
“Nio-chan…” Imanotsurugi se afligió, y en aquel momento las puertas se abrieron de golpe.
Ayesha llegó seguida de Cho y Kashuu, y se abalanzó sobre su hermanita para abrazarla con fuerza. Al verla llorar terminó por llorar ella también mientras encaraba a la directora.
“¡Directora, ¿es verdad?!” preguntó Ayesha en shock. “¡¿Es verdad que quiere que mi Nio sea HiME?!”
“Señorita, descuide, no lo va a ser…”
“¡No, mi Nio no puede ser HiME, por favor! ¡No Nio!” le suplicó. “¡No mi hermanita!”
“Onee-chan,” Nio le abrazó de vuelta.
La directora continuó despejando sus dudas y les dio el tiempo que necesitaban para calmarse y consolarse mutuamente antes de asegurarse de explicarle todos los detalles a la hermana mayor. Los demás observaron a ambas en silencio y con pena y conflicto. Definitivamente nadie ahí quería que ellas fueran a inmiscuirse en la guerra.
…
“¿Crees que tu amiga vaya a ser una HiME?” preguntó Monoyoshi a Elise, sorprendido.
Los tres habían llegado a una casa no muy lejos de Hanasaki, donde Elise les había servido unas bebidas para alentarles con el trabajo que debían hacer. Sin embargo, la atención principal de los presentes seguía siendo la inquietud de la hermanita.
“Eso estaba pensando, por más increíble que suene…” Elise asintió, cabizbaja. “Para que la directora de la universidad la llame pese a ser tan joven…” se desanimó. “Y demasiado joven…”
“Tsk, sí, no tiene sentido,” Leo se indignó. “Hanasaki debería de ser más decente que Rizembool, ¿no es así?”
“Hmm…” Monoyoshi se puso a pensar. “Pues es cierto, no sabría decir qué otro motivo podría tener la directora…”
“Nio…” la menor se preocupó.
“No te preocupes, Elise,” le aseguró su hermano, frustrado aunque mostrándose más tranquilo al dirigirse a su hermanita. Negó y dio un suspiro. “Incluso de ser el caso, tengo entendido que las HiMEs tienen opción y son ellas quienes deciden serlo o no. Confío en que tu amiga es sensata como para rechazar la oferta.”
“Sí, eso espero…”
“¿De casualidad ustedes han conocido a una HiME?” preguntó Monoyoshi.
“¿Por qué preguntas eso tan repentinamente?” le cuestionó el rubio.
“Sí,” contestó Elise, asintiendo.
“¡O-oye!” Leo se alarmó ante su soltura. “¿Qué haces contestándole así?”
“Es verdad, hermano, no tenemos por qué ocultarlo,” dijo la pequeña, frunciendo el ceño.
“Ya pues, pero no tenemos que hablar al respecto,” Leo miró al invitado. “Pues sí, una persona cercana a nosotros fue HiME. Por eso nos resulta familiar hablar al respecto, como debes haber notado, Monoyoshi.”
“Sí, lo supuse,” este asintió, sonriendo. “Y está bien, no tienen que decirme detalles, sólo me había dado esa impresión, perdón.”
“Está bien, está bien,” Elise le sonrió de vuelta y asintió. “Tú también pareces saber sobre el tema. ¿Conoces a alguna HiME?”
“Pues no realmente, y si conozco a alguna no sabré que lo es. No soy muy cercano a las personas en general,” admitió.
“Eso me cuesta creer,” le sonrió simpáticamente, y dio un suspiro. “Uhh, pero sí, sólo espero que Nio se sienta bien. Me preocupo mucho por ella. Todavía no me manda información sobre qué hablaron ni nada.”
“Puedes ir a verla si gustas, Elise,” le dijo su hermano.
“No, tenemos visita,” recalcó con leve demanda. “No quiero que seas un anfitrión severo a nuestro invitado y como fui yo quien lo invité soy especialmente responsable.”
“Hehe, agradezco tu dedicación, Elise, pero tampoco quisiera que te quedes preocupada,” le aseguró el pelirosa. “No te inquietes por mí. Percibo que Leo-san es una buena persona. No me intimidaría su carácter.”
“Ohh, me alegra~” la pequeña se maravilló. “No muchos dicen eso. Mi hermano es tan necio y honesto que tiende a repeler a otros, así que aprecio tu parecer.”
“Para nada, sólo digo la verdad.”
“Hehe, pues sí~”
“¿Qué hacen hablando sobre mí si estoy aquí?” se quejó Leo, frustrado. Él miró a Monoyoshi. “Insististe venir para trabajar, así que comencemos de una vez. Podemos terminarlo rápido.”
“Es cierto, no les distraigo más,” comentó el pelirrosa, contento. Abrió su maletín y empezó a sacar sus útiles.
Verles ponerse en plan de trabajo hizo que Elise se desanimara un poco. Ella no quería perder la oportunidad de que su reservado y frío hermano pudiera hacer algún amigo, y aquel chico no era espantado con facilidad, además de ser una buena persona. La pequeña se puso a pensar de pie hasta que su hermano reparó en su presencia.
“¿Qué haces aquí?” le preguntó mirándole de reojo. “Debes también tener cosas que hacer, Elise. Ve a hacer tu tarea.”
“Uhh, pues sí tengo, pero…” hizo un puchero y lo pensó un poco. “¡Ah, pero puedo hacer mi tarea aquí junto a ustedes!”
“Por mí encantado,” dijo Monoyoshi amenamente. “Es más, si necesitas ayuda con algo con mucho gusto te auxilio.”
“¡Aw, muchas gracias~!” la pequeña se enterneció.
“Pues yo no lo apruebo, así que déjanos solos,” dijo Leo. Este miró a la pequeña con reproche. “Sé lo que tramas y no dejaré que te salgas con la tuya. Es suficiente atenderle el día de hoy.”
“No te dolería ser más amable, Leo…” le recriminó. De todos modos, no iría a protestar, pero antes de irse, tuvo una pequeña y desesperada idea. “¡Ah, eh, Monoyoshi! ¿Por casualidad tú sabrás pelear con espadas? Es que hoy andaba hablando con unos amigos y ellos vienen de linajes de guerreros.”
“¿Qué clase de pregunta es esa, Elise?” le cuestionó su hermano, confundido. “No todos los japoneses son samuráis.”
“Yo sé que no…” Elise regresó a su puchero y desvió su mirada. Tal vez sí fue una pregunta sonsa y potencialmente insultante.
“Haha, está bien, Leo-san,” pero Monoyoshi rió un poco y sonrió radiantemente. “A decir verdad, sí. Los Sadamune somos una familia de ese tipo, por ello también sé pelear.”
“¿Hablas en serio?” le cuestionó el rubio. “No tienes esa pinta en lo absoluto.”
“Ehh, yo sé que no, pero es verdad…” sonrió incómodo.
“¡Ohh, Bingo!” y Elise celebró alzando sus brazos. “Pregunto porque nuestra familia también lo es en nuestro país de origen, y Leo sabe pelear con espadas.”
“¿En verdad?” Monoyoshi se sorprendió y ladeó su cabeza. “Pero Leo-san no tiene la pinta.”
“La tengo más que tú al menos…” se resignó y notó que su hermanita contuvo una risita. No podía reprocharle al chico si es que él le había dicho lo mismo. “Imagino que no mientes.”
“No tengo intenciones de mentir, Leo-san,” Monoyoshi asintió. “Si peleas, quizás te podría servir de compañero de práctica algún día. ¿Estarías interesado?”
“Ehh…” se congeló brevemente ante aquel ofrecimiento. Realmente sí le vendría bien antes que fuera a oxidarse, pero… ¿por qué tenía que ser ese chico tan pesado?
“¡Leo está interesado!” exclamó Elise con alegría. “¡Yo les haré barra! ¡Pueden quedar cuando gusten! ¡Yo puedo irles a recoger como hoy!”
“Hehe, estoy disponible cuando gusten, dependerá de ustedes,” dijo el pelirrosa.
“Tsk, suficientes distracciones, ustedes dos,” el rubio se impacientó. Fuera como fuera, había tenido suficiente exposición al pelirrosa por el resto de la semana. “Tenemos que trabajar en esto, tengo otros cursos que atender.”
Se terminó la conversación y el trabajo se llevó a cabo de manera rápida y eficiente. Ese encuentro dio paso a otros a futuro.
Unos minutos después, los Nio y los demás salieron de la oficina de Miranda para tomar un respiro en lo que procesaban lo que acababa de ocurrir. La idea de que la pequeña hermanita de Ayesha tuviera un enorme potencial de HiME sería algo que les inundaría la mente por un buen tiempo, por más de que ella se hubiera negado.
“Onee-chan, perdón por preocuparte,” dijo Nio, cabizbaja. “Pero no tienes que temer. No me apuntaría así sin más.”
“Sí, Nio, no te disculpes conmigo, por favor,” Ayesha negó y le sonrió suavemente. “Tú te negaste antes de que siquiera llegara. Eso demuestra que no tenía de qué preocuparme. Sí tienes tus prioridades en orden. Sólo me alegro de que estés bien.”
“Sí…” la pequeña asintió. “Gracias…”
“Y tampoco me lo agradezcas. Sólo me hubiera gustado que la directora me avisara sobre esto antes, en vez de esperar a que tú estuvieras en camino. Las dos al menos debimos enterarnos a la vez sobre esto.”
“Sí, eso tiene perfecto sentido,” Luso asintió y frunció el ceño. “Qué raro.”
“Creo que ni Miranda supo cómo lidiar con esta situación…” comentó Cho, meditativa, y entonces notó cómo todos pasaron a mirarle. “Ehh, y no es por querer defenderla ni nada. Yo también siento que Nio no debería ser HiME. Es sólo que la directora también estaba incómoda al respecto, fue evidente.”
“Es un tema sensible, y más con alguien tan pequeño como Nio,” dijo Kashuu, frustrado.
“…” Nio se mantuvo cabizbaja y meditativa.
“Entiendo que le tienes respeto a la directora de Hanasaki, Cho,” observó Imanotsurugi.
“Pues, supongo que sí, pero respeto no es la primera palabra que se viene a mi mente,” observó la HiME. “Sí es admirable lo que hace, y da miedo estar a cargo de tanto y tantas personas a la vez, pero más que eso, siento que puedo confiar en ella, en el hecho que vela por nosotras en lo que puede.”
“Ya veo…” el pelicenizo se puso a pensar.
“Parece que no te ha dado una buena impresión a ti, Imanotsurugi,” observó Luso. “Realmente le reclamaste muchas cosas.”
“¿En serio?” preguntó Ayesha, sorprendida, quien intercambió miradas con Cho.
“En verdad no la conozco como para saber qué pensar sobre ella, Luso,” admitió el joven Sanjou. “Sólo le comenté mis mayores preocupaciones. Tampoco me pareció que era alguien malo, es sólo que…” llevó una mano a su mentón. “Temo que sea alguien que ya haya normalizado la guerra, eso es todo…”
“Ya veo…” se impresionó un poco.
“Pero perdón por ser tan duro de repente, Nio-chan,” dijo el pelicenizo, apenado. “Siento que puse mucha presión en ti y te asusté. No quise hacerlo. Sólo estaba preocupado por ti.”
“No te preocupes, Ima-chan. Muchas gracias por estar de mi lado,” dijo Nio, quien sonrió un poco. “Sé que hiciste lo que pudiste para defenderme. En verdad eres un buen amigo.”
“No, no es nada,” él negó y se animó. “Lo importante es que ya tomaste una decisión. Todos nos pegamos un susto, pero nada más.”
“Es cierto, ahora podríamos olvidarlo yendo a tomar algún refresco,” sugirió Kashuu. “¿Qué te parece, aruji?”
“Pienso que es lo mejor, Kashuu, tienes razón,” Cho asintió. “Hay un puesto por aquí cerca que les recomiendo.”
“Ah, excelente, me vendría bien saberlo,” dijo Luso, sonriente.
“Hehe, a mí también. Dudo que venga a pasearme muy seguido por aquí, pero siempre es bueno tener información,” comentó Imanotsurugi. “Oh, pero no creo que pueda quedarme mucho rato. Iwatooshi podría preocuparse por mí.”
“Si le avisas desde ya va a estar tranquilo, no te preocupes,” dijo Ayesha, gustosamente. “Y gracias por cuidar de mi Nio. Me alegro mucho que Luso y tú la hayan acompañado.”
“Está bien, somos amigos~” canturreó.
“Sí, por supuesto, nos apoyamos mutuamente,” afirmó el pelimarrón.
De aquel modo, los seis se encaminaron a aquel puesto cercano de comida. Ayesha optó por hablar un poco del laboratorio que había tenido aquel día, con cierto énfasis en sus percances u errores para así avivar y entretener a su hermanita. Nio le respondió, pero se le notaba todavía un tanto ensimismada, lo cual era de esperarse por la impresión que se dio.
Así, lo más pesado del día llegó a su fin, pero aquel no fue el final del asunto.
Y el tiempo siguió con su curso.