Author Topic: Para Cho ★ [FIC] Paradoxical Existence -part 1-  (Read 7124 times)


Isumi

Para Cho ★ [FIC] Paradoxical Existence -part 1-
« Topic Start: December 27, 2013, 03:53:43 PM »
Ok, como la primera parte me quedó ya bastante larga, decidí dividirlo en partes (que calculo serán 6 en total, 4 capítulos + el prólogo y epílogo), este fic contendría las primeras dos, epílogo y capítulo 1. Debo decir que una vez que la idea vino a la mente, todo fue tan emocionante de escribir, aun con este capítulo no se entiende mucho, pero igual es una introducción y espero tener todo lo demás dentro de poco <3 y espero que te guste tanto como a mi uwu

ROBANDOLE IDEAS A SAYI SINCE FOREVER


“Ayame ha regresado.”

Fueron las palabras de su hermano pequeño, Megumi, quien se encontraba leyendo un libro al lado de su hermana mayor.

-Ya veo.- Le respondió Saki cerrando su libro. Entonces se levantó y se dirigió hacia la puerta de su habitación. –Hace bastante tiempo que no sentía sus ondas.-


-¿Dónde está toda mi hermosa familia~?- Fueron las primeras palabras de Ayame al cruzar la puerta de entrada.
-Bienvenido a casa.- Le dijo una de sus hermanas pequeñas sonriendo y haciéndole una reverencia, como siempre solía hacer.
-Hola pequeña Hotaru.- Le respondió él agachándose hasta la altura de su cabeza, aun inclinada. Poniendo los dedos en su mentón, hizo que la chica mirara hacia el frente levantando la cabeza. –Podrías abrazarme de vez en cuando también.-
Al escuchar esas palabras, la chica no pudo contenerse y saltó a los brazos de su hermano. -¡Te extrañé tanto!- Exclamó ella con una gran sonrisa.
-¡Ha ha ha ha! ¡Lo sé! ¡Por eso he vuelto!-
-¡¿Enserio?!- Le preguntó ella emocionada.
-No.- A responder esta vez fue Saki, quien había llegado a la escena junto con Megumi. –Creo que tienes noticias de nuestros padres ¿no es así?-
Ayame entonces dejó bajar a Hotaru para acercarse a sus otros dos hermanos. –Ustedes podrían abrazarme también, ¿saben?-
Silencio e inmovilidad fue la respuesta de ambos.
-Tan fríos y oscuros como siempre- Dijo Ayame con un tono falsamente dramático mientras se secaba su imaginaria lágrima.
-¿Es verdad eso? ¿Tienes noticias de nuestros padres?- Le preguntó Hotaru.
-Hmm, entiendo su impaciencia pero, mejor si nos sentamos y tomamos algo antes de comenzar ¿les parece?-
Saki sabía que esas palabras no podían significar nada bueno, pero no podía cuestionar a su hermano mayor. –Traeré las galletas.-
-¡Ah! ¡Yo me encargo del té!- Dijo Hotaru apresurándose hacia la cocina.

---

Una vez sentados todos en la mesa, Ayame fue el primero en hablar.
-Hm… no veo a Shinobu por ningún lado. ¿Acaso se fue de casa de nuevo?- Fue la despreocupada pregunta que hizo Ayame, como de rutina.
Pero las respuestas no eran las mismas de siempre. Ya que el preámbulo silencioso implicaba que algo había sucedido.
Y entonces Megumi habló.
-Todo depende de lo que tengas sobre Papá y Mamá.-

Era otro modo de decir que ambas cosas estaban relacionadas, aparentemente.

-Padre y Madre… han desaparecido.-

Las reacciones de sus hermanos no fueron nada nuevo. Simplemente no hubieron reacciones, ya que aquella no era una noticia nueva. Sus padres llevaban desaparecidos desde hace ya bastante tiempo.

-Eso ya lo sabíamos, Ayame.- Dijo Saki luego de beber un sorbo de su té. –No nos hagas perder tiempo con tus…-
-No- La interrumpió el hermano mayor. –Desaparecieron completamente de este mundo.-
-…-

Esta vez si hubieron reacciones diferentes. Saki y Megumi abrieron ambos los ojos de par en par. ¿Era ese acaso otro modo de decir que habían muerto? ¿Por qué lo diría así y no directamente? ¿Era por eso que quería que todos se sentaran a tomar un té antes? ¿Eran esas las malas noticias?

Pero Hotaru supo leer la expresión de Ayame, y su rostro no mostraba tristeza o desesperación, más si confusión y ansiedad.

-No están muertos ¿verdad?- Le preguntó la chica con una expresión seria.
Ayame se giró hacia ella. –Veo que entiendes, pequeña Hotaru.- Dijo él forzando una sonrisa. –Así es, no están muertos.-
Saki y Megumi se calmaron. Y ahora sus rostros reflejaban aquel de su hermano mayor. -¿Qué quiere decir eso?- Le preguntó Saki.
-Tal y como lo escuchas. Desaparecieron de este mundo, pero no están muertos.-
-¿Y cómo puedes estar tan seguro de eso?-
-Unos compañeros de mi universidad me lo aseguran.-
-¿Y quienes son ellos para asegurar algo tan absurdo?-
-Científicos.- Mucho no aclaraba aquella respuesta. Pero Saki se quedó en silencio por un momento. No quería perder la cordura en un momento como ese. Y como nadie más hablaba, Ayame continuó. –¿Recuerdan lo que buscaba antes de irme la última vez?-
-Objetos pertenecientes a papá y mamá, ¿verdad?- Le respondió Hotaru.
-Sí, pero más específicamente, buscaba rastros de su ADN.-

Los tres hermanos tragaron saliva. ¿A qué iba todo eso?

-Mis compañeros científicos me los pidieron. Me dijeron que podrían hacer un experimento para comprobar a dónde podrían encontrarse. Todo esto llevó más de un año en completarse. Y yo estuve ayudando, por supuesto.
-Y el resultado fue…-
-Que no hubo resultado. Terminado todo, el monitor solo nos mostraba que no había correspondencias de esos dos ADNs en ninguna parte del mundo. Incluso si estuvieran muertos, sus cuerpos podrían haber sido encontrados con ese método. Incluso sus cenizas. Pero nada. Cualquier otra muestra de ADN mostraba siempre donde aquella persona se encontraba. Siempre, sin falta. Pero con esas dos muestras de ADN no mostraba nada.-
-¿No estarían corrompidos o algo?-
-No, antes de comenzar con el experimento, hicimos un test de ADN comparándolos con el mío, nos mostraba claramente que yo era hijo de las dos personas poseedoras de esas muestras de ADN.-
-…- Y ya nadie más supo que decir. Ahora todos se encontraban en la misma situación que Ayame. Una situación en la que solo una cosa se te pasaba por la cabeza, y eso era siempre la misma pregunta: ¿Qué significa todo esto?

-Entonces, ¿Dónde se fue esta vez Shinobu?- Por sus reacciones, la aparente conexión entre la desaparición del segundo hermano y la de los padres no era muy clara tampoco para ellos.
-Shinobu… él…- Comenzó Hotaru.
-Perdió el control de sus poderes.- Sentenció Megumi.
-¡¿Qué?!- Ayame se alarmó. –Eso nunca había pasado antes… ¿qué sucedió?-
-No sabemos. La información que tenemos está toda en la carta que nos mandó.- Dijo Saki y enseguida se levantó para buscar dicha carta. –Aquí.- Se la entregó a Ayame.
El hermano mayor no perdió tiempo y enseguida la abrió. Lo primero que pudo notar fue el hecho de que no estaba escrita a mano, si no a computadora:

“¿Qué debería decir? Ah, ehm, hola hermanos. Me voy, no me busquen. Adiós. ¿Eh? ¿Cómo que es muy corta? Pues sí pero es que más información pongo y más van a querer buscarme. ¿Ah si? ¿Así funciona? Entonces debería decir más cosas eh… aunque me buscarán de todas formas, no pueden vivir sin mi mis hermanitos. Ejem… espera ¿has escrito todo eso? ¿Entonces por qué escucho el ruido del teclado cada vez que hablo? Bueno, no importa… ejem. Queridos hermanos, esta mañana ha sucedido una tragedia en mi trabajo y creo que la razón soy yo. No puedo acercarme más a ustedes, no puedo acercarme más a nadie. Estoy seguro que la desaparición de nuestros padres tuvo que ver conmigo también, yo les traje desgracia a todos y por eso desaparecieron. Creo que he perdido el control de mi poder. La verdad es que no pensaba ni siquiera enviarles una carta, pero entonces pensé ‘quizás si no la escribo yo directamente no les llegará la maldición’, así que la está escribiendo por mi alguien más en una computadora, porque no quiero arriesgarme a traerles más desgracia siquiera tocando la máquina donde está siendo escrita. Ah, y no se preocupen por la persona que se encuentra conmigo, no le pasará nada porque al parecer es inmune a mi poder por alguna razón. Así que de ahora en más viviré con él y…¡¿eh?! ¡Dijiste que me mantendrías en tu casa para siempre! ¡Oye no es lo que acordamos! ¡Yo iba a ser la mujer y tú mi esposo! ¡AMAME TAKE—”

Y así terminaba la carta.

-Como puedes ver, no hace falta su escritura o su firma para saber que efectivamente esas palabras son suyas.- Dijo Saki ignorando el hecho de que solo las partes estúpidas de la carta eran prueba suficiente para decir eso. –Pero lo importante es lo que dijo sobre su poder.-
-Nunca había pasado algo así en nuestra familia.- Repitió Ayame posando la carta en la mesa. –Los llamamos ‘poderes’ pero podrían bien ser habilidades o coincidencias… esto es absurdo.-
-No sé cuan absurdo pueda ser en comparación a lo que nos acabas de decir sobre nuestros padres.-
Saki exponía un buen punto. Pero solo hubo silencio después de eso.

La familia Kurano ( 暗能 ) era una familia que, si bien podía parecer anormal a los ojos de terceros, nunca nadie pensaría que aquella anormalidad escondería realmente poderes paranormales.
Pero como bien había dicho Ayame, aquellos ‘poderes’ podían ser simplemente coincidencias del destino, ya que nunca antes habían sido realmente probados para propósitos específicos.

Ayame, veintiséis años y hermano mayor, poseía la ‘capacidad’ o mejor dicho la bendición de la salud y la fortuna. Más que un descubrimiento de su poder, fue una realización de parte de sus padres. Ya que en sus veintiséis años de vida nunca le había ocurrido nada malo, ya sea en cuanto a salud que en cuanto a su vida personal. Y es dicho que una vez cada tres generaciones, en la familia Kurano, nacería un miembro con pelo blanco y ojos dorados en vez del típico negro, y que aquella persona poseería una habilidad ‘no oscura’ a diferencia de todos los demás.

Shinobu, veinticuatro años y el segundo hermano, poseía la habilidad de traer desgracia a las personas. Hasta hace unos momentos aquella habilidad era solo una especulación. Ya que solo sucedía cuando a Shinobu no le caía bien alguien y al día después esa persona sufría algún tipo de desgracia. Y la especulación era debida al hecho que era difícil caerle mal a Shinobu, ya que él siendo una persona muy positiva y activa, recibía a cualquiera con brazos abiertos. Solo dos veces había podido ser comprobada dicha habilidad.

Saki, veinte años, y la tercera hermana, poseía la habilidad de detectar las ‘ondas electromagnéticas’ de las personas. La suya era la habilidad más ‘táctil’ de todas, ya que Saki misma lo decía que aquellas ondas que ella sentía no eran más que los pensamientos de las personas traducidos en emociones. Por lo que ella podía saber claramente como alguien se estaba sintiendo en un preciso momento. Y aquello había podido ser comprobado por todos los miembros de la familia, haciendo de su habilidad la más real.

Megumi, doce años y el más pequeño, poseía aparentemente la habilidad de maldecir a las personas. A diferencia de Shinobu, Megumi puede activar dicha habilidad al pronunciar el nombre de la persona que quiere maldecir. La única en haberlo visto maldecir a alguien fue Saki, pero ella nunca quiso hablar al respecto. Es por esa razón que su habilidad no está confirmada al 100% y tampoco se sabe exactamente qué es lo que dichas maldiciones comportan.

Hotaru, diecisiete años y la cuarta hermana, poseía una habilidad aun desconocida. A pesar de no ser la más pequeña, su habilidad aun no había sido descubierta por nadie, ni por ella misma. Ayame había especulado que su gran habilidad de aprendizaje podría ser su ‘habilidad oculta’, pero sus padres se lo negaron, diciéndole que ese tipo de habilidad puede tenerla cualquier niño normal. Y por esa razón, aun en el presente, su habilidad real permanecía un misterio.
Lo único realmente anormal sobre Hotaru, eran momentos o incluso días durante su vida en los que, sin razón aparente, se comportaba de modo diferente y olvidaba cosas. Cuando esos momentos pasaban o cuando se despertaba al día siguiente, ella no recordaba nunca lo que había pasado. Por lo que aquellos eventos eran solo comprobados por quién se encontraba a su lado en aquel momento. Pero nada de eso había llevado a alguna conclusión sobre la que podría ser su habilidad oculta.

Y ahora Shinobu había perdido el control de su habilidad. Una habilidad que solo había utilizado inconscientemente un par de veces.
La primera vez, en el jardín de infantes, cuando un niño le destrozó su avioncito de madera, Shinobu lo odió tanto que al día siguiente el padre de aquel niño murió en un accidente aéreo. Y la segunda vez, en su universidad de arte, unos chicos de otros cursos le jugaron una broma al mejor amigo de Shinobu, quién se había esforzado por meses en una escultura que representaba su nota final y que fue corrompida. Ya sea por partes del cuerpo cortadas que otras partes pintadas. Al día después, a la madre del líder de aquel grupo, le había sido diagnosticado un cáncer maligno, no mucho después tuvieron que amputarle partes del cuerpo solo para que pudiera vivir unos pocos meses más.

Y ahora aquella habilidad estaba ‘fuera de control’. En primer lugar ¿qué significaba eso? ¿Cómo se supone que se activaba dicha habilidad? Si el modo de activarla era ser odiado por Shinobu, y ahora estaba fuera de control, podría significar solo que aquel método no funcionaba más como detonante. Si no que había algo más que detonaba el utilizo de su poder.

-Hace rato que llevo pensando esto…- Dijo finalmente Hotaru, capturando la atención de todos quienes se encontraban sumergidos en sus propios pensamientos. –Shinobu suele siempre exagerar un poco con todo ¿no? Él dice que aquella tragedia en su trabajo sucedió por su culpa ¿pero sucedió algo más? Además de eso, no nos da más informaciones. Y lo que sucedió, si es que sucedió, bien podría ser una coincidencia. Yo creo que él nos está escondiendo algo. Quiero decir, aun no sabemos ni siquiera qué tipo de trabajo tiene. Es casi como si lo hubiese hecho a propósito. No sabemos dónde trabaja y por ende no sabemos donde buscar sobre esa tragedia. En las noticias no reportaron nada. ¿Cómo se supone que podemos confiar en lo que dice? Si lo de la tragedia es verdad, tenemos que averiguarlo. Tenemos que confirmar con nuestros propios ojos que su habilidad está fuera de control.-

Sus hermanos se quedaron mirándola expectantes de lo siguiente que Hotaru iría a decir, pero a proseguir fue Ayame.

-¿Estás diciendo que deberíamos ir a buscarlo?-
-Sí.- Respondió ella con toda la seguridad del mundo. –Yo creo que Shinobu sabe algo sobre nuestros padres también. Y creo que de alguna manera lo que está haciendo, lo está haciendo para protegernos a todos.-

Todo eso tenía sentido. Shinobu era el segundo hermano mayor con solo dos años menos que Ayame. Siempre preocupándose de sus hermanos pequeños a pesar de su excéntrica personalidad. Era imposible que, si todas esas eran mentiras, las estuviera contando para hacerles mal. Si había una razón detrás de todo eso podría ser solo que Shinobu los estaba protegiendo… o simplemente era muy idiota y exagerado.

---

Aquella noche, Ayame durmió en la misma habitación de Hotaru. No habiendo tenido preaviso sobre su llegada, la habitación del hermano mayor había quedado cerrada por mucho tiempo y no estaba en condiciones para que nadie durmiera dentro. Saki y Megumi dormían siempre en la misma habitación, y la habitación de Shinobu estaba misteriosamente cerrada con un extraño mecanismo que solo él podía abrir. Por lo tanto no le quedaba más opción que dormir en un futon al lado de la cama de su hermana.

-¿Estás seguro que estás bien ahí?- Le preguntó ella preocupada.
-No te preocupes, siempre he preferido tu habitación a la de Saki y Megumi. Por alguna razón es más calentita.- No hacía falta preguntarse la razón de eso. –Hotaru…- Dijo él poniendo un rostro más serio.
-¿Si?-
-¿Recuerdas la última vez que viste a nuestros padres?-
-Claro, estábamos todos en un restaurante y luego…- Hizo una pausa. -espera ¿o era un parque? Era un parque… o era en la escuela…- Hotaru comenzaba a hablar cada vez más bajo. –A-Ayame… creo que lo he olvidado.-
-Lo imaginé.- Dijo él, a lo que Hotaru se sorprendió. –A mi me está ocurriendo lo mismo.-
-¿Eh? ¿Tampoco recuerdas?-
-No. Y estoy seguro que Megumi y Saki tampoco lo recuerdan.-
-¿Por qué crees eso?-
-Es una teoría… que tienen mis dos compañeros de la universidad. Pero no te preocupes por ello ahora. Necesitas dormir para comenzar con la búsqueda mañana. Oh, no te he dicho, pero esos dos compañeros vendrán con nosotros, les he pedido su ayuda.-
-¿Con el mecanismo del ADN?-
-Exacto. Me dijeron que pueden traerlo hasta aquí. De ese modo podremos saber donde se encuentra nuestro hermano.-
-Qué alivio…- Dijo Hotaru contenta. –No sé qué haríamos sin ti, hermano.-
-Yo tampoco sé qué harían sin mí. ¡HA HA HA HA!- Se rió Ayame con toda su fuerza haciéndoles preguntar a Saki y a Megumi por qué habían empezado a extrañarlo.

Unos minutos pasaron, o quizás había sido una hora. Pero Hotaru aun no podía dormirse. Si bien estaba contenta de que su hermano hubiera regresado, seguía preocupada por su otro hermano y por sus padres.

“Espero que mañana lleguen temprano sus compañeros de la universidad…”

Y fue entonces que Hotaru se percató de una cosa que hasta ese momento había obviado por completo. ¿Universidad? ¿No había ya comenzado a trabajar desde hace dos años Ayame?
Pero decidió esperar hasta el otro día para preguntarle. A diferencia de ella, su hermano ya estaba profundamente dormido.

α

A la mañana siguiente, Hotaru se despertó poco a poco, con dificultad abrió los ojos y comenzó a notar una extraña sensación en su cuerpo.
-¿Qué… qué es esto?- En sus brazos se encontraba un peluche. –Oh… es Supandaman.- Dijo reconociendo a su juguete preferido de pequeña. -¿Por qué lo tengo en mis brazos? ¿Me lo habrá dado Ayame?- Y entonces se destapó y en ese momento notó que sus brazos no habían alcanzado a destaparle todo el cuerpo como ella había calculado. -¿Eh…?- Y fue entonces que notó que en efecto, todo su cuerpo se había achicado.

Enseguida miró hacia el piso, el futon de Ayame no se encontraba allí.

-¿Qué es esto? ¿Qué está pasando?- Se miraba sus ahora diminutas manos en confusión. -¡AYAMEEE!- Gritó con toda su fuerza y unos pocos segundos más tarde, se escucharon unos pasos acercarse velozmente a su habitación para luego abrir la puerta de la misma. -¡Ayame!- Exclamó la chica bajándose de la cama. Pero enseguida pudo notar que aquella persona no era su hermano mayor… más bien, su padre. –¡Pa… papá!-
-¡¿Qué sucede Hota…?!- Pero Hotaru no le dejó terminar y enseguida corrió a abrazarlo.
-¡Papá papá!- Repetía ella emocionada.
-Si si, aquí estoy… ¿pero qué estabas diciendo antes? ¿Por qué gritaste?-
-Papá… ¿Dónde está mamá?- No pudo contenerse ella en preguntar.
La respuesta de su padre fue simple. –Pues en la cocina… preparando el desayuno. ¿Pero qué te sucede…?-
-¡MAMÁ!- Gritó Hotaru saliendo de la habitación a toda velocidad y dirigiéndose hacia la cocina donde su madre la esperaba. -¡Mamá!- Volvió a gritar para luego abrazarla por detrás sorprendiendo a la mujer.
-¡Hotaru! ¡Qué enérgica que estás esta mañana! ¿Qué te ha sucedido?-
-¡Eso me gustaría preguntarles a ustedes…!- El tono de voz de Hotaru fue bajando cuando notó lo alta que era su madre a diferencia de unos pocos años atrás, y con su padre había sido lo mismo. Pero entonces se giró y se reflejó en el vidrio del horno de la cocina. Era tan pequeña que su cuerpo entero entraba en aquel reflejo.
Entonces Hotaru volvió a la realidad y comenzó a alarmarse. Pero antes de que pudiera decir una palabra, el llanto de un niño se escuchó desde la otra habitación.
-Oh, es Megumi.- Dijo la madre para luego gritar. -¡Saki! ¡Ve a controlar a tu hermano por favor!-
La respuesta de Saki fueron simplemente ruidos de pasos dirigiéndose hacia la habitación de Megumi quien luego de unos segundos dejó de llorar.
-No sé qué hará esa chica… pero siempre logra calmarlo. Hahaha, es un alivio tenerla como hija.-
-…- Hotaru seguía aun sin palabras. Sin dudas no se encontraba más en su tiempo, no había necesidad de preguntar siquiera el año tampoco. Considerando que ella dejó de dormir con Supandaman un año después que Megumi naciera, aquel era seguramente el año en el que su hermano pequeño había nacido, ella tendría entonces cinco años. Y considerando la temperatura invernal, habían pasado solo unos pocos meses desde su nacimiento.

En esos períodos, Shinobu (doce años) y Ayame (catorce años) iban a la escuela más temprano que ella y Saki (ocho años) y regresaban a las dos de la tarde. Shinobu entonces solía encerrarse en su habitación haciendo… quién sabe qué y Ayame salía con sus amigos. En aquel período, Ayame no era el ejemplar hermano mayor en el que se había convertido más adelante. Hotaru lo recordaba bien.
Cuando volvía por la tarde, era ella quién lo recibía. Pero Ayame, sin decir nada, dejaba su chaqueta y se dirigía a la cocina o a su habitación e ignoraba a Hotaru como si su existencia fuera más insignificante que la del mismo aire.
Esa clase de hermano era Ayame.

Hotaru sabía muy bien que si se encontraba en el pasado, era por una razón específica. Y por lo tanto no debería absolutamente hablar de modo extraño delante de su familia.

-¿Entonces, Hotaru? ¿Me vas a decir a qué se debía toda esa emoción de antes?-
El padre se acercó a ambas y Hotaru entendió que ya había metido la pata una vez. Necesitaba arreglarlo.
-Es que… tuve un sueño muy feo en el que papá y mamá desaparecían…-
-¿Hm?- La madre se agachó hasta la altura de la niña. -¿Qué es esa hablada tan adulta?- Le preguntó. Hotaru no supo que responder. ¿Qué se refería con eso? ¿Acaso no estaba hablando como una niña? No lograba recordar como se suponía que ella hablaba de pequeña.

-¡Eso eso! ¿Adonde se fue el ‘¡Hotaru pichin!’ y el ‘¡Hotaru no quiere ir a la escuela!’?- Decía su padre divertido.
“Eso era…” Recordó entonces ella su hábito de hablar en tercera persona cuando era una niña. –Es que… el sueño…- Trató de arreglar lo más que podía intentando hacerse la asustada. Y una vez más tuvo que utilizar aquel ridículo modo de hablar. –Ho…Hotaru… tuvo mucho miedo…- Dijo con dificultad, lo que fue interpretado por sus padres como, efectivamente, miedo.
-Aww ¡venga aquí con su padre!- Le dijo alzándola del suelo y acariciándole la cabeza con el puño. -¡No tienes nada que temer con tu padre aquí!-

Hotaru sonrió nuevamente. Todo parecía realmente un sueño, un sueño del que nunca querría despertarse. Pero sabía que no podía durar para siempre. Ya que si el alma de una Hotaru más crecida se encontraba ahora en ese cuerpo… ¿dónde se encontraba el alma de la Hotaru de aquel tiempo?

-Así que no digas esas cosas tan feas como la que dijiste ayer. Sabes que yo siempre estaré aquí para ti.- Prosiguió su padre.
-¿Eh?- Por supuesto ella no podría recordar lo que había dicho el día anterior de ese año. Pero tendría que preguntárselo como lo haría una niña de cinco años olvidadiza. –¡Hotaru… no recuerda todo lo que dice durante un día, papá!-
-Hahaha ¡pues mejor! Ese tipo de cosas es mejor no recordarlas.- Dijo él dejándola bajar.

Y entonces Saki hizo aparición en la habitación con Megumi en sus brazos. –Dijiste ‘No sé qué haría Hotaru sin ti, hermanito.’.- Repitió Saki sus palabras pero de un modo muy críptico.
-¡Saki! ¡Acabo de decirle que es mejor olvidarlo!- Obviamente sus intenciones no eran que ella olvidara lo que había dicho, si no a quién se lo había dicho.
-Lo siento.- Dijo ella no sintiéndolo para nada. –No volveré a hacerlo.- Pero era obvio que la hermana mayor se lo había recordado para quitarle el momento de gloria a su padre.
-Siempre dices lo mismo…-

Pero nada de eso había aclarado lo que ella quería saber. ¿Quién era ‘hermanito’? ¿Por qué Saki no había especificado de quien se trataba? Seguramente no era el recién nacido Megumi, por lo que debía ser Ayame o Shinobu.

-Pueees, yo no sé ustedes pero el desayuno hace rato que está listo.- Los interrumpió la madre. –Así que todos a la mesa, ¡rápido!- Ante aquella exclamación, el padre salió corriendo para sentarse primero en la mesa. De los tres niños presentes, el que más aparentaba serlo era él.

Entonces Hotaru miró la hora. –Las nueve…- Dijo en voz baja. -¿Las nueve?-

Muchas cosas no podía recordar del pasado, pero algo que se mantuvo igual hasta hacía no mucho en el presente, era la presencia de su padre a esas horas de la mañana. No tardó en concluir que si aun estaba en casa, podría solo significar que era Domingo. Otra prueba era que Saki no se había puesto su uniforme aun.
Pero entonces, ¿Dónde estaban Ayame y Shinobu?

Al llegar a la mesa no tardó en recibir una respuesta. “¡Ayame…!” Pensó, pero enseguida aquel pensamiento fue interrumpido. Ayame no era rubio.
-Shinobu ¿te has lavado las manos?- Le preguntó el padre a lo que él respondió poniéndole las manos en la cara para que las oliera. -¡De acuerdo de acuerdo! ¡Ya entendí, están limpias, ok!- Entonces retiró sus manos y procedió a comer.
¿Ese era Shinobu? ¿Por qué estaba rubio? Pero sobretodo ¿dónde estaba Ayame?

-¿Hotaru?- Dijo la madre interrumpiéndole sus pensamientos. –Realmente estás muy extraña hoy… te levantas emocionada por vernos a nosotros pero cuando se trata de tu hermano preferido te quedas parada sin decir una palabra…- ¿Su hermano preferido? ¿Desde cuando Shinobu -rubio- era su hermano preferido? No que no le quisiera, pero no recordaba tener ese tipo de relación con Shinobu de pequeña. Esta vez sí que no sabía cómo actuar.
Pero entonces una idea le vino a la mente. –Es que… Shinobu rubio es raro.-
Toda la habitación se quedó en silencio observando a Hotaru.
-¿Qué quieres decir con eso, pequeña?- Le preguntó el padre.

“¿Qué? ¿He fallado?”

-Shinobu ha sido siempre rubio.- Prosiguió la madre.

“¿Eh? ¡No es verdad!”

-¿Recuerdas?- Continuó Saki. –Una vez cada tres generaciones nacería un hijo rubio en la familia Kurano.-

“¡No, no no! ¡Es un hijo con el cabello blanco y ojos dorados! ¡Y ese es Ayame!”

Hotaru no pudo contenerse más.

-¡¿Dónde está Ayame?!-

Sus padres la miraron como si aquellas palabras hubieran salido de la boca de una extraña.
-Hotaru… ¿de quién hablas?- Le preguntó el padre.

No podía ser. Ese no solo era el pasado, si no que también era un pasado sin Ayame. ¿Qué estaba pasando?

Pero entonces la pregunta de la madre le trajo un poco de luz a su situación.

-Hotaru… ¿cómo sabes tú de Ayame?-

Y entonces todo comenzó a cobrar sentido.

El padre miró a su esposa. -…Cariño…-
-Lo siento.- Le respondió ella tras un intenso silencio. –Nunca te he contado sobre Ayame porque… pensé que nunca me creerías.- Comenzó ella a explicar. –Dos años antes de quedar embarazada de Shinobu, esperaba otro hijo, su nombre iba a ser Ayame, como mi abuelo.-
-Pero eso…- El padre comenzaba a no creer lo que escuchaba. -¿Lo perdiste?-
-Eso fue lo que pensé. Por eso un día fui al hospital a que me controlaran y lo que encontraron no fue nada.-
-¿No fue nada…?-
-Quiero decir, que lo que encontraron fue nada. No había ‘perdido’ el hijo, si no que el feto había desaparecido como si nunca hubiese estado embarazada en primer lugar.-
-…- El padre no sabía qué decir.
-Los doctores sabían aparentemente de las supuestas ‘habilidades ocultas’ de la familia Kurano, pero nunca creyeron que algo así podría suceder jamás. Por eso les dejé una copia de la última ecografía que mostraba a Ayame.-
-¿Entonces por qué no me dijiste esto antes? Con la ecografía podría haberte creído…-
-¡NO!- Gritó la madre en desesperación y comenzando a sollozar. -¡Tenía miedo…! ¡Tenía miedo que me consideraras una loca y me dejaras! ¡Bien podrías haber creído que le había robado la ecografía a alguien más! ¡Que era una stalker! ¡O peor, que solo te quería por dinero! ¡No tienes idea de lo que pasé durante ese período!- Llorando y en desesperación, la madre se tapaba la cara con las manos para evitar que sus hijos la vieran en ese estado. Pero entonces el padre se levantó y se acercó a ella para abrazarla y consolarla.
-Lo siento…- Dijo.

-Hotaru.- Habló esta vez Saki con un tono más frío del usual. -¿Cómo es que sabías tú sobre algo que ni siquiera papá estaba enterado?-

Si bien hasta ahora le había salido bastante bien esconder su real proveniencia, esta vez no había escapatoria. Considerando que incluso podría no ser siquiera su real pasado, ya que en sus recuerdos nada de eso había pasado y Ayame hacía parte de su presente, decidió confesarlo todo.

-La verdad es que yo…-

Pero entonces todo se volvió blanco por un instante. Y un momento después se había desmayado.


“No me arruines la diversión tan temprano, pequeña Hotaru.”



to be continued in β


With the kids sing out the future
Maybe, kids don't need the masters
Just waiting for the little Busters