Author Topic: Para Shura ★ [extra] DioJona  (Read 7197 times)


Kora

Para Shura ★ [extra] DioJona
« Topic Start: December 24, 2013, 10:39:40 PM »
Hello darkness my old friend...

Y aquí va un pedazo de mi alma... pero un Lannister siempre paga sus deudas (creo que nunca grité internamente tan fuerte cuando vi que había perdido la apuesta).
Aunque esto se haya llevado cualquier rastro de inocencia que pudiera quedarme, espero haber quedado a la altura y que lo disfrutes (pero no a lo Dio zorreando). Sobra decir que aunque haya sufrido es con amor ♥ nngss gracias por arrastrarme a este fandom, ya no necesito nada más en esta vida 8'>

Pls dont read es lo peor que he escrito nunca, nadie debería hacerle esto a Jonathan Joestar y se nota en la calidad ngggggggggsss un día te escribiré uno en condiciones ;_;

Advertencias: R-18, m/m, dubcon, Dio Brando, DIO FUCKING BRANDO, DIIIIOOOOOOOOO


Era imposible no ver la alta figura de Jonathan a través de la ventana, y aunque hubiera querido, tampoco podía apartar la mirada de la escena. Dio observaba la despedida entre la joven pareja y la sensación que revolvió sus entrañas era similar a la de descubrir un gato devorando un canario -- una mezcla de incómoda repulsa y curiosa morbidez que le hacía incapaz de apartar la vista.

Jonathan se había inclinado para dar un corto beso en los labios de Erina, y antes de que ésta pudiera reaccionar, entró a la mansión, cerrando la puerta tras de sí. Dio volvió la mirada a su libro rápidamente, tratando de disimular la mueca que empezaba a formarse en su rostro. Ambos habían entrado ya en la universidad, y sin embargo, Jonathan seguía actuando como un niño alrededor de Erina.

Aunque aquella inocencia era parte de su encanto, por muy molesta que resultara en ciertas ocasiones.

- Buenas tardes, Jojo. – Le saludó con tono indiferente, sin levantar la vista del libro, al oír sus fuertes pisadas dirigirse a las escaleras.
- ¡Ah! ¡Dio! – El joven se detuvo en seco, hablando rápidamente. – No te había visto, disculpa.
- Todos nos habíamos acostumbrado a tu estado de embriagadez tras ver a Erina, Jojo, pero últimamente estás empezando a descuidar tus modales.

Dio cerró el libro, y se giró hacia el otro, quien todavía tenía trazos de rubor en sus mejillas. Una sonrisa tímida se escapó de los labios de Jonathan, rascándose el cuello, y Dio sintió como una pequeña descarga eléctrica subía desde la parte inferior de su estómago.

- He estado… distraído últimamente. No era mi intención ofenderte, Dio.

La disculpa era implícita en su voz, pero Dio mantuvo silencio. Jonathan tenía la necesidad de llenarlos, y el más mínimo detalle que escapara de sus labios era un posible recurso en el futuro. Bajo el escrutinio de su mirada, no tardó en ceder.

- Erina será una mujer pronto, y he estado pensando… – El rubor en las mejillas de Jonathan se extendió, y éste se pasó la lengua por los labios. – Tras tanto tiempo… vaya, me da un poco de vergüenza, Dio…
- No tienes nada de qué avergonzarte, Jojo. – Dio le dedicó una sonrisa que sólo se dibujó en sus labios, y dio una palmada en el brazo del sillón junto a él. – Somos hermanos, ¿no? Puedes confiar en mí.

Vio a Jonathan titubear por un segundo. Habían pasado años desde que ambos pusieran sus diferencias a un lado, al menos de forma oficial. Pero Dio sabía que a pesar de que jurara ser su hermano, Jonathan todavía mantenía una punzada de desconfianza hacia él. Hacía bien.

Sin que desapareciera la duda en su expresión, Jonathan se sentó a su lado, con los brazos apoyados en las rodillas y entrelazando los dedos. Su posición defensiva contrastaba con la de Dio, relajado sobre el sillón como estaba.

- ¿Y bien, Jojo? – Preguntó, apoyando la barbilla sobre la mano, acercándose a él.
- Quiero… quiero pedirle matrimonio a Erina. – Jonathan desvió la mirada, sonrojándose completamente. – No hay nada más que desee en este mundo, y todavía no sé cuándo ni cómo pedírselo, o si aceptará… pero quiero pasar el resto de mi vida con ella.

No rodar los ojos exigió un esfuerzo sobrehumano. Cualquiera que les hubiera visto sabía que aquellos dos pájaros iban a terminar en un altar, más cuando Jonathan había empezado a mostrar cierto interés por la joyería femenina que no alcanzaba a disimular por mucho que lo intentara.

Sin embargo, aquello avivó en su interior las llamas de la posesividad. El castillo que había construído con todo lo que le había robado a Jonathan con los años, sin que éste apenas se diera cuenta o pudiera hacer algo al respecto, podía derrumbarse con dos simples palabras. Una vez Jonathan escapara de su alcance…

- Es una excelente noticia, Jojo. – Dio colocó la mano sobre el antebrazo de Jonathan, apretando con quizá un exceso de fuerza. – Pero debo decirte que me sorprende. Creía que Erina y tú no daríais ese paso tan pronto… por unos momentos temía que sólo estuvieras jugando con la pobre chica.
- ¿Qué? – Jonathan se giró hacia él, con los grandes ojos azules abiertos. – ¡No! ¿P-Por qué pensarías algo así?
-  Oh, es sólo… – Volviendo a su posición sobre el sillón, Dio hizo un gesto con  la mano. – Jojo, quieres que sea tu mujer, pero la tratas como una niña.

Sus palabras dieron en el blanco, a juzgar por la reacción de Jonathan. Éste se apoyó con ambas manos en el brazo de su sillón, acercando su cuerpo a él. Dio tenía toda su atención, y dedicó unos momentos a disfrutar de ésta como si fueran los cálidos rayos del sol.

- ¿Qué quieres decir, Dio? – Jonathan seguía ruborizado, pero la despreocupada alegría en su voz había sido reemplazada con duda e inseguridad. Dio casi se relamió los labios.
- Jojo, Jojo…

Negó con la cabeza, sin dedicarle siquiera una mirada. La indiferencia y la superioridad con la que había pronunciado su nombre parecían haber sacudido la confianza de Jonathan desde los cimientos. Aquella era la mejor manera de sacar cualquier cosa de él, pero tenía que ser paciente.

- Te has despedido de ella con un beso para luego huir como si todavía fuerais unos críos. ¿Cómo esperas que tome en serio tu propuesta? Pobre Erina… pobre, pobre Erina… – Negó con la cabeza, exagerando una piedad que no sentía en absoluto. – Debe estar preguntándose ahora mismo qué ha hecho mal…
- ¡Sólo… sólo intento no apresurar nada! – Se defendió Jonathan. – No quiero que se sienta incómoda…
- Las damas nunca dan el primer paso, Jojo. – Alzó una ceja, mirándolo con el rostro alzado. – Apuesto a que ni siquiera has tratado de tocarla nunca.

El rubor que cubría a Jonathan pasó a un rojo intenso, y apartó la mirada bruscamente, moviendo su cuerpo con él. Por supuesto que Jonathan no habría hecho el más impuro avance hacia Erina, no necesitaba ningun tipo de confirmación por su parte.

- ¡Claro que no! Jamás ensuciaría su honor de esa forma… – Jonathan clavó su mirada en el suelo.
- ¿No la deseas, Jojo? ¿Hasta cuándo vas a jugar con ella?
- Por supuesto que la deseo. – Los puños de Jonathan se cerraron. – Pero no tomaré nada que no sea mío… de los dos…

Si Jonathan le hubiera confesado que leía a escondidas las novelas románticas que tanto éxito empezaban a tener entre las jóvenes, Dio no hubiera sentido ninguna sorpresa. Pero aquello no era lo que le interesaba en aquel momento.

- Pero, Jojo, nunca has estado con una mujer, ¿o me equivoco? – Un sonido ahogado en la garganta de Jonathan no fue suficiente para detenerlo. – No quisiera imaginar la decepción de Erina, que tanto esperará su noche de bodas…
- ¡E-Eso no es asunto tuyo!

Jonathan se levantó del sillón, encarándolo con el rostro cruzado por la indignación. Dio hubiera querido reír, tanto por su expresión como por la facilidad con la que estaba caminando justo por la línea que le era marcada. Pero necesitaba hacerle creer que estaba de su lado para que su plan continuase.

- Dio, ¿es que sólo quieres burlarte de mí? – Jonathan frunció el ceño.
- ¿Burlarme? ¿Cómo puedes pensar eso?

Dio se levantó, acortando los pasos entre ambos, hasta que sus rostros estaban lo suficientemente cerca como para hablar en susurros.

- Jojo, sólo me preocupo por ti. No sabes lo feliz que me hace saber que vas a tomar un paso tan importante… – Aunque parecía reticente, Jonathan dejó que el dorso de la mano de Dio recorriera su mejilla, lentamente. – Sería muy triste que vuestra primera noche juntos quedara como un mal recuerdo…
- D-Dio…

Acercó sus labios al lado del rostro de Jonathan, casi rozando el lóbulo de la oreja al hablar con una voz que parecía más bien un ronroneo.

- Sólo quiero ayudarte, Jojo. – Dijo mientras alzaba una mano por el brazo de Jonathan. – Te enseñaré todo lo que necesitas saber.
- Dio…

Jonathan tragó saliva, claramente audible en el casi inexistente espacio que los separaba. La nuez se alzó para volver a bajar, marcada en el ancho cuello. Dio dejó vagar su mente unos segundos, tratando de imaginar la sensación de su lengua recorriéndola, y apretó el brazo de Jonathan con sus dedos.

- Dio, no entiendo cómo…
- Shh, Jojo. – Dio apartó su rostro hasta volver a encarar al otro. – Tan sólo confía en mí.

Durante unos momentos, Jonathan se quedó en silencio, pasando su mirada de un lado a otro. Pero Dio tenía la suficiente paciencia y seguridad en sí mismo como para darle unos segundos en los que creyese que tenía alguna opción. Finalmente, los rasgos angulares de Jonathan se suavizaron, volviendo a tomar su característica expresión inocente.

- De acuerdo, Dio. – Jonathan dejó caer los hombros con un corto suspiro. – Te… te escucho.

Dio disimuló la sonrisa satisfecha que se dibujó en su rostro con una suave risa, dando unas palmadas sobre el hombro de Jonathan con la mano que estaba sujetando su brazo. La oleada de satisfacción que lo recorrió era casi embriagadora.

- Jojo, esto no es algo que pueda explicarte aquí y ahora. – Ladeó el rostro, alzando las cejas. – Es un tema que requiere ciertas condiciones… como privacidad.
- Oh… sí, claro, quería decir-
- Sé lo que querías decir. – Dio se apartó de él, girando su cuerpo. – Ven a verme esta noche en mi habitación, Jojo. Sé que aprenderás rápido.

Recogió su libro, dejando a Jonathan poner sus pensamientos en orden antes de formular una respuesta coherente.

- E-Está bien, Dio. – Jonathan hizo un ademán de seguirle cuando Dio se puso en camino hacia las escaleras. – Sólo… ten un poco de paciencia, ¿de acuerdo?
- Por supuesto. – Incapaz de contenerse, Dio se giró para admirar el rubor en las mejillas del otro. – Te estaré esperando.
- Dio… gracias.

Se detuvo en los primeros escalones, apoyando un brazo en la barandilla de roble, y sus labios se curvaron en una sonrisa sibilina.

- No hay de qué, Jojo.

--

Los tres golpes en su puerta le hicieron detener los lentos movimientos sobre su erección. Desde que hubiera dejado a Jonathan en el recibidor y se había refugiado en la intimidad de su habitación había tratado de centrarse en sus estudios. Sin embargo, en anticipación, su mente se llenaba con las imágenes que ilustraban sus más perversas fantasías con Jonathan no podía evitar que su mano se deslizara hasta su entrepierna.

Pero no iba a permitirse el alivio que su cuerpo ansiaba tanto, no hasta que fuera el mismo Jonathan quien se lo ofreciera. Aún si requería un esfuerzo hercúleo, Dio era capaz de contenerse, y sabía que la espera merecería la pena.

Al abotonarse los pantalones sintió una presión ligeramente dolorosa, pero tras levantarse con un siseo, abrió la puerta para encontrarse con un tímido Jonathan al otro lado.

- Jojo, sí que has venido pronto. – Se pasó una mano por el pelo, apartándose unos mechones que se habían quedado pegados a su frente por la fina capa de sudor.
- Oh, lo siento. – Jonathan tiró de la solapa de su camisa distraídamente, dejando al descubierto más de su marcado cuello. – Quizá… ¿quizá debería volver más tarde?
- No he dicho que me molestara. – Dio le indicó con un movimiento del brazo que entrara. – Pasa, por favor.

Asintiendo, Jonathan dio unos pasos en la habitación. A pesar de los años que habían pasado desde que Dio se instalara en la mansión de los Joestar, Jonathan sólo había visto desde fuera el dormitorio en contadas ocasiones, y aquella era la primera que ponía pie en éste.

Distraído observando sus alrededores, Jonathan se sobresaltó ligeramente cuando Dio colocó su mano sobre su hombro.

- Me alegra que hayas venido. – Las palabras salieron de su garganta en un tono más bajo de lo que hubiera querido. – No sabes cuánto significa saber que confias de esta forma en mí.
- Dio, sé que no hemos tenido la mejor relación estos años… – El otro asintió, tratando de sonar confiado a pesar de su obvia incomodidad. – Pero sé que no ofreces tu ayuda tan gratuitamente, así que…

Y por supuesto que no lo hacía. Dio contuvo una carcajada ante la ignorancia del otro, pero simplemente lo condujo hacia el borde de la cama, tirando suavemente de su camisa.

- Siéntate, Jojo.

Apoyándose en el colchón con una pierna doblada sobre éste, Dio observó la rectitud con la que Jonathan se sentó en el borde con ambos pies plantados en el suelo, ganándose unas palmadas en el muslo. Por mucho que dijera que apreciaba el interés de Dio, tenía escrito en la cara la vergüenza que sentía al saber que iba a tener que tocar un tema tan delicado.

Guiado por las manos de Dio, Jonathan quedó encarando al otro, con las piernas separadas y dobladas sobre la cama.

- D-Dio… – Carraspeó tratando de disimular su incomodidad al sentirse expuesto de aquella manera. – Entonces, ¿qué se supone que-¡Dio!

Un grito ahogado interrumpió sus palabras cuando vio que Dio empezaba a desabrochar sus pantalones. En un acto reflejo llevó su mano para detenerlo, y Dio mostró su frustración con inocencia.

- Jojo, sabes que las relaciones íntimas son mucho más difíciles de llevar a cabo si se está vestido, ¿no? – Le dijo, alzando una ceja, como si regañara a un niño.

Las mejillas de Jonathan se habían teñido de un rubor aún más intenso, pero al menos no estaba forcejeando con él. La mano que sujetaba la muñeca de Dio no apretaba.

- No puedo enseñarte nada si no me dejas. – Insistió, acercando su rostro al de Jonathan, dejando ir una risa queda. – Este es un campo que requiere más práctica que teoría.
- Dio…

Jonathan había desviado la mirada, apretando la colcha entre sus dedos. De no ser por la posición en la que se encontraba, probablemente hubiera huido. Dio colocó una mano sobre su pecho, frotando ligeramente para relajarlo.

- Confía en mí, Jojo. – Apretó la mano contra su pecho, pudiendo sentir el cuerpo firme bajo la tela. – ¿De acuerdo?
- Está… está bien, Dio. – Respondió éste, mordiéndose el labio inferior, y finalmente apartando su mano.

Dio desabrochó los pantalones del otro y los bajó todo lo que pudo, dejando a la vista la entrepierna cubierta de Jonathan. Tentativamente, acarició el bulto que se marcaba en la tela, presionando con su palma en un movimiento vertical.

- ¡¡Dio!!

Como impulsado por un resorte, Jonathan se incorporó hacia adelante, cubriéndose con ambas manos. Dio hubiera sentido impaciencia de no ser porque antes de que le apartara, había notado cómo la entrepierna del otro empezaba a endurecerse nada más la había rozado.

- ¿Hm? – Fingir naturalidad sólo confundía más a Jonathan. – Jojo, empiezas a preocuparme. ¿Cómo crees que funciona esto? Me parece que no sabes nada…
- ¡C-Claro que lo sé! ¡No soy ningún niño! – Respondió Jonathan bruscamente. Aun si no estaba desnudo, la manera tan decorosa con la que se cubría era conmovedora. – Pero… pero que tú… me toques… no sé si...
- Oh, ¿prefieres hacerlo tú?

Dio se acercó a él, bajando la voz. Decidiera lo que decidiera Jonathan, iba a gustarle el resultado.

- Sólo tienes que conseguir una erección, Jojo. – Insistió Dio, entretenido. – Espero que al menos sí sepas cómo hacerlo.
- Sé cómo, Dio.

Jonathan cruzó la mirada con él por unos momentos, entrecerrando los ojos en ofensa, para volver a apartarle la vista.

- Sólo que… no mires, por favor.
- De acuerdo. – Dio se inclinó hacia atrás, ladeando el rostro.

Con menos gracia de la que probablemente  le gustaría admitir, Jonathan se incorporó sobre sus rodillas para bajarse los pantalones y la ropa interior hasta el punto más modesto que encontró, si es que podía llamársele así.

Una vez volvió a sentarse, envolvió su miembro con la palma, dando unas sacudidas firmes. Jonathan era de todo menos callado, y los gemidos quedos no tardaron en escapársele de los labios, por muy apretados que los mantuviera.

Dio notó como su propia entrepierna palpitaba al ver de reojo la expresión de Jonathan. El sonrojo se había esparcido hasta llegar al pecho, y había fruncido el ceño así como mantenía los ojos cerrados firmemente.

Aprovechando su distracción, giró el cuerpo hasta envolver los anchos hombros de éste, apoyando la barbilla donde empezaba el cuello. El contacto sobresaltó a Jonathan, que se detuvo inmediatamente.

- ¡Dio!
- No estoy mirando, Jojo. – Le replicó, riendo contra el marcado tendón en el cuello de Jonathan. – ¿Se te ha puesto dura ya?
- D-Dio…

Sin esperar a la avergonzada respuesta de Jonathan, Dio deslizó una mano para comprobarlo él mismo. No pudo contener un jadeo satisfecho al sentir la erección del otro, dura y caliente al tacto. Jonathan trató de apartarlo, pero usó su mano libre para detenerlo.

- Jojo, es mucho mejor cuando te lo hace otra persona. – Ronroneó en su oído, dejándose llevar por la excitación al ver el escalofrío que había recorrido a Jonathan. – Además, tendrás que dejar que sea Erina quien lo haga, ¿o la apartarías a ella también?
- N-no… pero Dio… eres… ah... eres un hombre… – Jonathan ya sólo trataba de resistirse verbalmente, con los gemidos que salían de él más altos aún al no tener la boca cerrada a presión.
- Por eso sé cómo hacerlo bien. – Dio soltó una risa. – Disfruta de esta ocasión, Jojo.

Si Jonathan quería seguir resistiéndose, no estaba dando el mejor ejemplo de ello. Las manos con las que había tratado de detener a Dio habían terminado en las caderas de éste, apretando con fuerza mientras trataba de contener sus gemidos.

- Vas a dejarme marcas, Jojo. – Le dijo Dio, rozando la punta de la nariz contra su cuello. Con la distracción que le estaba ofreciendo, Jonathan no rechazó el gesto. – A una mujer… podrías hacerle daño.
- Lo… lo siento… – Murmuró Jonathan entre suspiros. Tentativamente, apoyó las manos en la espalda de Dio, sin darse cuenta de que de aquella forma juntaba sus cuerpos. – ¿Me-mejor así?
- Mucho mejor.

Aunque tener a Jonathan en sus manos era placentero en sí, Dio no iba a permitir que quedara sólo en aquello. Cuando el otro bajó la guardia completamente, hundiendo los dedos en su espalda y jadeando cerca de su oído, Dio aprovechó para empujarlo con la otra mano mientras inclinaba su cuerpo hacia adelante.

La cama crujió bajo el peso de Jonathan, quien había soltado un grito ahogado ante el cambio de posición. Dio había quedado encima de él, con el rostro hundido entre cuello y hombro mientras seguía moviendo su mano lentamente, disfrutando de cada gemido y movimiento del otro.

Apoyándose con una mano en el fuerte pecho de Jonathan, empezó a descender por el cuerpo de éste. Éste se había sorprendido por el cambio de posición, pero cuando fue a decir algo, Dio giró la muñeca y cualquiera que fuera su queja quedó sólo en un largo gemido… el cual se convirtió en un grito ahogado cuando sintió la cálida humedad de la lengua de Dio en la cabeza de su erección.

- ¡¡Dio!! – Se incorporó, sobresaltado, mirando a Dio con los ojos como platos. – ¿¡Qué… qué estás haciendo!?
- ¿No te gusta?

Dio dejó caer los párpados, y recorrió el miembro desde la base hasta la punta de un sólo lametón. Jonathan soltó un gemido, aunque asombrosamente recuperó la suficiente conciencia para sujetarlo por el pelo.

- D-Dio… no… no puedes hacer eso…

Jonathan tenía las mejillas encendidas, con el pecho subiendo y bajando frenéticamente por sus jadeos. Por mucho que tratara de negarlo, el brillo en sus ojos era de deseo. La simple idea de que fuera él, Dio, quien lo estaba reduciendo a aquel estado ya era suficiente como para extasiarlo, pero la imagen que Jonathan ofrecía sólo avivava el fuego en su interior.

- ¿Por qué no? – Preguntó, usando de nuevo la carta de naturalidad que tanto desconcertaba a Jonathan.
- Los dos somos… D-Dio, no tienes por qué hacer esto… – Jonathan no sabía qué argumento usar, tratando de convencerse más a él mismo que otra cosa.
- No lo haría si no quisiera, Jojo, ¿por quién me tomas?

Como si estuviera reforzando sus palabras, volvió a su posición, introduciendo el miembro de Jonathan en su boca todo lo que podía. Sujetando la base con una mano, había deslizado la cabeza entre sus labios casi con hambre y apretaba la lengua contra una marcada vena en la carne. Jonathan echó la cabeza hacia atrás, cubriéndose la boca con una mano para ahogar un grito ante la sensación.

Dio cerró los ojos, disfrutando de la calidez y la textura en su lengua. Había imaginado infinitas veces cómo sería tener a Jonathan de aquella forma, pero ninguna de sus fantasías podía compararse a la realidad. Con un rápido movimiento, desabrochó sus pantalones, gimiendo cuando finalmente pudo liberar a su erección.

Tras haber estado llevándose al límite varias veces durante la tarde y la situación en la que estaba, Dio apenas necesitó poco más que unos cuantos movimientos rápidos y fuertes para llegar al orgasmo. Apartó sus labios de la boca de Jonathan y apretó los dientes mientras terminaba de derramar las últimas gotas de su éxtasis.

Por unos momentos la visión se le hizo borrosa, y apoyó la cabeza en el muslo de Jonathan, tratando de recuperar el aliento.

- Dio… – La voz quebrada de Jonathan lo devolvió a la realidad. El otro tenía aún la mano en su pelo, apretando lo justo.
- Hmm…quieres que continúe, ¿verdad, Jojo? – Alzó la vista, lamiéndose los labios para apartar la saliva y pre-semen que se habían acumulado.

La vergüenza había tomado forma en la expresión de Jonathan, quien sólo pudo emitir un sonido seco como respuesta. Dio todavía estaba sujetando su duro miembro, y le dio unas caricias juguetonas antes de incorporarse.

- Pero eso no sería cumplir con lo prometido. – Dijo mientras se desabrochaba la camisa. – ¿Verdad, Jojo?
- No entiendo…

Tras dejar la camisa aparte, Dio se tumbó sobre su espalda y empezó a bajar sus pantalones. Jonathan lo observaba, inmóvil, sin saber cómo reaccionar ante lo que estaba sucediendo.

- Ayúdame, Jojo. – Le ordenó al llegar hasta donde sus brazos le permitían. El otro permanecía inmóvil, y le golpeó suavemente con la pierna en el costado. – Jojo.
- Dio, ¿qué es lo que…? – Empezó Jonathan, aturdido.
- Creo que hasta ahora no he hecho nada que te disguste, ¿me equivoco?

Incapaz de responder, Jonathan simplemente terminó de desnudar la parte inferior del cuerpo de Dio. Las manos de Jonathan rozando su cuerpo mientras le quitaba la prenda enviaba descargas a su entrepierna, notando cómo su miembro empezaba a volver a endurecerse poco a poco.

Dio se apoyó en sus codos para mirar al otro de arriba a abajo. Jonathan todavía estaba completamente vestido, con los pantalones y la ropa interior a la altura de sus rodillas mostrando su dura erección como único atisbo de su desnudez.

- Te sugiero que hagas lo mismo. – Le comentó, alzando una ceja.
- ¿Qué… qué vas a hacerme, Dio?

Al hablar, la voz de Jonathan tembló ligeramente, y aquella vez, Dio no sabía si era miedo, excitación o ambos. Quizá la última, teniendo en cuenta que a pesar de todo estaba obedeciéndole, terminando de bajarse los pantalones primero.

- ¿Hacerte? – Dio extendió el brazo para tantear por la mesita de noche, tanteando en busca del frasco que había preparado. – Ahora te toca hacer a ti el trabajo.

Jonathan bajó la vista, mordiéndose el labio inferior, y empezó a desabrocharse la camisa. Observando como poco a poco quedaba más piel expuesta, Dio vertió parte contenido del frasco en su mano, y dirigió ésta hasta entre sus piernas. Sin dejar de mirar a Jonathan, empezó a extender el aceite entre el interior de sus muslos, siseando cuando su mano pasó por su entrepierna.

Un jadeo ahogado se escapó de sus labios cuando, tras quitarse completamente la camisa, Jonathan alargó la mano para ayudarle a extender el fluido. Dudó unos momentos al subir por la ingle, pero continuó, deslizando dedos temblorosos sobre el miembro de Dio.

- Jojo… – Dijo, sin poder evitar una sonrisa complacida.
- No sé qué se supone que vas a hacer, pero… – Jonathan no podía mirarlo a los ojos. – Es lo justo que te devuelva el… el favor…
- Oh, Jojo…

Aunque le hubiera encantado perderse en Jonathan y sus atenciones, Dio tenía que seguir con lo planeado. Dejando que Jonathan siguiera donde estaba, bajó su propia mano para terminar de lubricar toda la entrepierna. Dejó que pasaran unos minutos, con sus jadeos y el húmedo chasquido al extender el aceite como sonido de fondo.

- ¿Estás listo, Jojo? – Preguntó una vez se consideró preparado. – Quiero toda tu atención.
- S-sí, Dio. – Respondió Jojo, colocándose en una posición recta. Dio reprimió un gemido frustrado cuando soltó su erección. – ¿Qué tengo que…?
- Separa las rodillas.

Le indicó la posición correcta, deslizando su cuerpo por debajo del arco formado por los fuertes muslos, y colocó sus piernas juntas, pero sin llegar a presionar.

- Baja el cuerpo, Jojo… así. – Guió las caderas de éste apretando ambos costados con sus manos, hasta que la entrepierna de Jonathan estaba a la misma altura. – Ahora, escúchame bien. Voy a pensar que sabes lo básico, pero tienes que ir con cuidado.
- E-Entiendo…

Apoyando las manos a cada lado de los hombros de Dio, Jonathan asintió, tragando saliva. Dio cogió su erección, ganándose un jadeo entrecortado por parte del otro, y con una mano lo guió hasta donde se unían sus muslos. Con la otra, hundió los dedos en la nalga, empujando hacia abajo.

- Cuando entres en ella tienes que ser delicado al principio, Jojo. – Con los labios apretados en una fina línea, Jonathan cerró los ojos al notar el calor húmedo de los muslos de Dio. Su propia excitación hizo que clavara las uñas en la carne. – Jojo. Mírame.

Los párpados de Jonathan se abrieron vagamente, mostrando el húmedo velo de excitación que cruzaba sus ojos. Cuando Dio apretó los muslos, apresando su erección, un jadeo se escapó de sus labios, relajando su expresión.

- Así… muy bien… Ahora, muévete poco a poco.

La mano libre de Dio había ido a parar a la espalda de Jonathan, acariciándola con las uñas. Las caderas de Jonathan se movían lentamente, con Dio guiando sus movimientos al principio. Cada vez que descendía, rozaba el interior de la entrepierna, arrancando jadeos de ambos.

- Más, Jojo… – Dio arañó la piel de la espalda cuando el firme estómago de Jonathan presionó contra su erección. – Acércate más…
- Dio… – Gimió Jonathan, bajando la parte superior del cuerpo al apoyarse en los antebrazos, apretando contra el de Dio.

Con cada embestida de Jonathan, sus cuerpos se recorrían, moviéndose el uno sobre el otro. La erección de Dio estaba aprisionada entre los dos, haciéndole gemir cada vez que el otro se movía dentro de sus muslos.

- Muévete más, Jojo, muévete… más rápido, más fuerte...

Jonathan hundió la cabeza en la almohada, con la frente apenas sobre los hombros de Dio. Su movimientos se habían vuelto más rápidos y bruscos, creando fricción entre los dos cuerpos. Dio juntó sus rodillas con fuerza, sintiendo cómo Jonathan lo penetraba perdiendo poco a poco el control, con aquellos sonidos húmedos aumentando en ritmo. 

Las embestidas de Jonathan se tornaban cada vez más erráticas, y las manos de Dio manteniéndolo en la posición adecuada eran una necesidad. Dio se aferraba al poco control que le quedaba, pero tener a Jonathan sobre él, poseyéndolo y a la vez bajo su control, lo llevaba tan cerca del límite...

- Jojo, ahh… ¡Jojo! – Gritó su nombre al sentir cómo el otro frotaba su cuerpo contra su miembro frenéticamente. – ¡Más!

Clavó sus uñas en la espalda, sabiendo que estaba abriendo la piel bajo ellas, pero sólo le importaba que aquel contacto se mantuviera. Jonathan era suyo en aquellos momentos, sólo suyo, y no lo dejaría ir por nada del mundo.

- Dio… Dio, voy a… – Empezó Jonathan, interrumpiéndose a sí mismo con un jadeo entrecortado.
- Aguanta un poco más, Jojo.

Dio habló con el tono más firme que podía permitirse. Por mucho que supiera que Jonathan estaba al límite, quería aguantar al menos hasta que él volviera a alcanzar el clímax. Con un gemido, arqueó su espalda, moviéndose para frotar su erección contra Jonathan todo lo que pudiera. Él mismo estaba al límite, y su propia excitación no pudo ocultar la punzada de decepción.

- Jojo… Jojo, córrete dentro de mí… – Gimió, apretando con todas sus fuerzas a Jonathan entre sus muslos.
- Dio… ah… ¡¡Dio!!

Con un grito ahogado en su apretada mandíbula, Jonathan embistió dentro de él, y Dio notó cómo se esparcía algo espeso y caliente entre el interior de sus piernas. Dejando ir un largo jadeo, Jonathan siguió moviéndose, terminando su orgasmo dentro de él. Segundos después, Dio le siguió, dejando unas marcas que tardarían en curarse en la espalda de Jonathan mientras se movía contra él subiendo y moviendo su espalda.

- Jojo… – Susurró, lamiéndose los labios. Jonathan había dejado caer su cuerpo sobre el de él, y aunque hubiera estado dispuesto a concederle aquellos segundos de descanso, levantó su rostro con una mano. – Ah, Jojo, lo has hecho tan bien… para aplastarla al final.
- O-oh… ¡oh!

Jonathan rodó al lado, quedando bocarriba. Dio se giró hacia él, apoyando la cabeza en una mano, disfrutando de la vista. El cuerpo de Jonathan estaba cubierto en sudor, con el pecho subiendo y bajando aún frenéticamente. Con satisfacción, observó que había manchado el estómago de éste con su propia semilla.

- Has estado muy bien, Jojo. – Le dijo, ganándose una mirada avergonzada. – No me mires así. No hemos nada de lo que deberíamos arrepentirnos. Al fin y al cabo, ¿no te ha gustado?

Con un dedo recorrió la mejilla de Jonathan, bajando hasta el cuello y siguiendo hasta el pecho.

- D-Dio… – Jonathan se incorporó, apartando la mirada de él mientras buscaba su camisa. – Gracias… por todo… pero debería irme.
- Por supuesto. – Dio se recostó, sabiendo que no hacer nada por disimular su desnudez sólo aturdía más al otro. – Ya se ha hecho bastante tarde.

Tras subirse los pantalones, Jonathan se sentó en el borde de la cama. En los momentos que dudó qué hacer respecto a la mancha en su estómago, Dio aprovechó para arrastrarse detrás de él, apoyando las manos sobre sus hombros.

- Lo has hecho tan bien, Jojo… – Susurró en su oído, y deslizó una mano para agarrar su propia camisa y limpiar el desastre que había provocado. – Erina es una mujer muy afortunada.
- G-Gracias, Dio… – Respondió Jonathan, sin girarse.

Acariciando su hombro, Dio se inclinó para rozar con los labios la marca con forma de estrella en la espalda de Jonathan, pudiendo sentir cómo se erizaba el vello de éste en respuesta.

- No hay de qué. – Susurró. – Cualquier cosa que necesites, Jojo, puedes acudir a mí.
- Lo… lo sé… ¡ah! – Jonathan dejó ir un grito ahogado al notar dientes sobre la marca. – ¡D-Dio!
- Si alguna vez quieres que repasemos lo básico, sólo tienes que venir a mí. – Siguió murmurando. – Te enseñaré todo lo que quieras saber.

Jonathan se levantó, colocádose la camisa y abotonándosela rápidamente. Seguía sin mirarle, pero sus movimientos temblorosos y bruscos eran una victoria para Dio. Arrodillado como estaba, recorrió el interior de sus muslos con una mano para después dar un largo lametón a la palma.

- L-Lo tendré en cuenta. – Dijo Jonathan, abriendo la puerta del dormitorio. – Gracias… de nuevo.

Sin esperar respuesta, la puerta se cerró con quizá demasiada más fuerza de la que debería, dejando a Dio solo en su cama.

- Te estaré esperando, Jojo...

--

Habían pasado varios días desde aquel encuentro, y Jonathan había conseguido evitarle hasta en las comidas, excusándose con sus estudios o malestar. Dio empezaba a preguntarse si tal vez le correspondería ir tras él, pero de ser así, no pensaba darse prisa. Al fin y al cabo, cuánto más difícil de capturar era una presa, más satisfactoria era la caza.

Cuatro noches más tarde, sin embargo, oyó un suave golpeo contra su puerta. No fue una sorpresa ver a Jonathan, con las mejillas encendidas y la mirada baja, pero sí que era satisfactorio. Éste parecía intentar decir algo, saliendo sólo palabras entrecortadas e inciertas.

- Entra, Jojo. – Tiró de la camisa de éste suavemente, y deshizo el primer botón sin resistencia. – ¿Me has echado de menos?

fin




Sorry but you are not allowed to view spoiler contents.


Shura

Re: Para Shura ★ [extra] DioJona
« Reply #1: December 25, 2013, 12:51:04 PM »
Hola Alba.
Tu ya me conoces, soy el monstruo que vive dentro de Susana, este fic me ha alimentado tanto que seré yo quien lo comente.

¡Qué pasad-aaaaaaaAAAAAAAAAAAAAAAHHHHHHHH!!!
Es bordado! Ideal! Iba preparada al leer tu advertencia, tienes unas ideas endemoniadamente buenas, y ya conoces lo hijo de perra que es este jodido Brando, mis dudas con el fic han desaparecido nada más empezar a leer, que manera de clavar una escena. Dio es más miserable que nunca (aahh!!! te odio y te amo y me odio por ello! ...bueno, te amo más que te odio, jodido carismático de calcetines a rayas <3) Y este Jonathan es más cándido que nunca <3 y tan TAN inocente <3 ha sido una delicia ver como Dio iba tendiendo la trampa, y el otro cayendo en esta, ¡ese nivel de manipulacióóón! -Necesito oxigeno *respira*
Ya he renunciado a mi humanidad, tengo ese problema de que cuanto más te gusta algo, cuanto más puro y perverso es corromperlo... más divertido resulta verlo <3 y este fic ¡me ha divertido! wryyyyyyyy
Creo que has clavado a los personajes, *arhaghsh un dio jona donde el segundo es violado y el primero penetrado, gracias Dio.
Hablando de la perra, que manera de crear ambientación con la manipulación ¡y que manera de culminar con este final!!! IHHHHH regresando!!!! *me muero, llévame a casa*

Me lo guardo (como todo lo que haces jiji) me siento mal y bien por sentirme genial con este fic (kiwi, que ya lo he leído 4 veces!!!.... algo se rompió dentro de mi y es imposible de arreglar ji <3 )

Muchas gracias!!!!!! WRYYYYYYYYYYYYY