Aquí vengo con un último prompt que me inspiré de repente. Lo siento porque es exageradamente largo pero no pude detener el flujo (y tampoco me veo continuándolo en el patio de juegos). Cuenta de todos modos para 1k nomás y no le exijo a nadie que lo lea (...) En verdad lo siento, no volverá a suceder...
- Dos de tus personajes tienen que casarse por un matrimonio arreglado. Arranged Marriage AU.
Era el momento. El momento decisivo. La princesa Tomohime del reino Takino acababa de cumplir dieciséis años, por lo cual le tocaba el arreglo que menos le gustaba en su familia; la boda planeada.
Desde el inicio de su hermosa y lujosa vida como princesa, sus padres le habían informado que, para mantener alianzas con los reinos vecinos, debía casarse con unos de los príncipes al llegar a la precisa edad. Tomohime temió que ello terminara atándole a un hombre tonto, machista o demasiado mayor por el resto de su vida, pero sus padres habían escogido a quien pareció ser la persona indicada para ella desde hace casi una década. La princesa lo conoció una vez hace varios años. Se trataba de un príncipe muy apuesto y con un espíritu aventurero y energético como ella, que además tenía su misma edad. En fin, podría no haber amor de por medio, pero al menos contaba con su apruebo.
Sólo que, hace un par de meses, el reino de dicho príncipe fue arrasado por un terrible desastre natural, el cual cobró la vida de todos los habitantes, incluyendo a la realeza.
Sin dicho arreglo de hace muchos años, Tomohime estaba nuevamente en el aire, y sus padres decidieron que su hija se casaría con el príncipe más merecedor, en una competencia que se celebraría en ese mismo cumpleaños.
Y el tan esperado día había llegado. Los príncipes de distintos reinos estaban siendo recibidos con calidez por la gente del reino Takino, esperando formar alianzas y asegurando el próspero futuro en caso de salir victoriosos…
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Mientras tanto, en la enorme habitación de Tomohime…
“Tomo… oye, Tomo… ¡Despierta!” gritó Yomi, corriendo las densas cortinas al mismo tiempo.
“¡AHH, déjame dormir!” Tomohime se acurrucó con sus sábanas, no queriendo abandonar la comodidad de su cama.
“Oye Tomo, son las nueve y media de la mañana, y los eventos empiezan a las diez. Eso que todavía te hace falta arreglarte y desayunar,” Yomi se mostró sumamente frustrada. Ella era una noble que fue criada con la princesa, y de paso es como su consejera, y en algunos casos su niñera al ser mucho más madura y cumplida. La amiga dio un pesado suspiro. “Y eso que te vine a avisar desde hace una hora y media. Hasta te hice pararte y caminar al baño. ¿Qué pasó con eso?”
“Lo dices como si no me conocieras…” dijo Tomo a regañadientes. “Oye, si fueras mi amiga, me dejarías disfrutar estos últimos minutos en mi habitación.”
“Pues, soy tu amiga y como tal te estoy avisando para que te encargues de tus quehaceres. Si te dejara quedarte, luego tu madre va a estar como una furia por todo el castillo.”
“Meh, te echaré la culpa.”
“Sinceramente, ¿crees que te creería antes que a mí?” Yomi alzó una ceja.
“¡AHH, qué cólera!” sin importar cuánto lo intentara, la presencia y voz de Yomi no iban a dejar a Tomo descansar por más tiempo, por lo cual se rindió a sentarse en el filo de su cama de golpe y hacer algo de berrinche. “¡Soy una maldita princesa, no un contrato parlanchín andante!”
“Hm…” Yomi desvió su mirada. “Quisiera apoyarte con la observación, pero no puedo hacerlo lamentablemente.”
“¡Y así te atreves a llamarme mi amiga!” Tomo le apuntó con un dedo. “¡Tú no vas a ser empaquetada a quién demonios sabe dónde en la noche, no entiendes!”
“De todos modos tengo que acompañarte como tu asistente…”
“¡Pero tú no eres la vendida, cállate!”
“Tomo…” Yomi se encogió de hombros. Ya habían tenido esa conversación miles de veces, básicamente todas las veces en las que Tomo estaba de mal humor, y realmente no sabía qué más decir. “Sí, no estoy en tu posición, pero al menos trata de ver el lado bueno de todo el asunto.”
“¿A qué te refieres?”
“Tus padres decidieron que tú pusieras condiciones a los príncipes elegidos. Así te has evitado conocer a príncipes de casi el doble de tu edad o con malas reputaciones. Muchas princesas no tienen ni siquiera esa voz, además este reino es uno de los más privilegiados, por lo cual si ocurre cualquier perjuicio a tu persona, recibirás mucho apoyo y asistencia sin importar las circunstancias.”
“Sí, sí se eso…” Tomo se quedó sin palabras por un instante y miró hacia el frente como quien buscaba más imperfecciones que gritar a los alrededores. “Es que… ah, qué cólera que ese príncipe se extinguiera con todo su reino. Era un lugar bonito y el tipo me caía bien. Siento que no volveré a encontrar un trato tan bueno como ese.”
“Al menos alégrate que el desastre natural no haya ocurrido contigo ahí. Ese sitio siempre había sido geográfica y climáticamente peligroso.”
“¡No me des la contra! ¡¿Ves que no eres mi amiga?!”
“Sólo decía…” Yomi dio otro suspiro. “Como los invitados ya han sido invitados dentro del palacio, le diré a una mucama que te traiga tu desayuno en un plato. Volveré en diez minutos y espero verte cambiada. De lo contrario obligaré a las mucamas a que te arreglen como ellas gusten.”
“Abusiva…” Tomo hizo un puchero, y vio cómo su amiga se retiró sin más consideraciones, cerrando la puerta detrás de ella. A esas alturas, ni Yomi podía hacerle escaparse de su deber. Luego de más guerra interna, Tomo se rindió a aceptar sus limitaciones y cambiarse. No quería que esas mucamas vuelvan a ponerle un corset que no le dejara respirar. Desmayarse en plena subida de escaleras una vez fue suficiente.
Sólo le tocaba tragarse su orgullo y esperar que ocurriera lo mejor.
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Eran las diez de la mañana y Tomo estaba bastante ocupada poniéndose los últimos sujetadores en su desarreglado cabello, mientras corría por las escaleras acompañada de dos mucamas que no dejaban de aplicar lo último del maquillaje. Estaba tarde y seguramente había perdido la pequeña bienvenida en el salón real, por lo cual estaba camino hacia el patio fuera del castillo donde iniciarían las pruebas. No le importaba perderse de formalidades. Tan sólo esperaba que su madre no se molestara tanto con ella.
Llegó al primer piso y confirmó que los invitados y nobles de su propio reino ya estaban sentados en las gradas afuera, mientras que sus padres y Yomi saludaban a los príncipes presentes y allegados. Parecía que todavía no habían explicado toda la dinámica, por lo cual no se había perdido de mucho.
Tomo pretendió salir, pero los guardias le detuvieron. La princesa tuvo la intención de llamarles la atención por su insolencia, cuando entonces notó que Yomi le miró, y luego de rodar sus ojos, interrumpió la amena conversación que uno de los candidatos estaba teniendo con los reyes.
“Disculpen la interrupción, sus majestades,” pidió Yomi con una elegante reverencia. “Es finalmente hora que todos conozcan a la princesa. Damas y caballeros, nuevamente les damos la bienvenida a este tan esperado evento real, y con ustedes, les presento a la princesa Tomohime Takino, primera de su nombre, e hija única de nuestros reyes del próspero reino Takino.”
Con esa introducción, la orquesta sonó y Tomo fue acompañada de la mucama y los guardias hacia su asiento al costado de sus padres. Una desubicada Tomo pasó a saludar a los presentes con leve torpeza, al no haber esperado esa entrada. Vaya que Yomi era buena improvisando pese a que la entrada tardía no había sido programada… o quizás Yomi sí esperó que se tardara desde antes. No sabía cuál fuera el caso, pero lo seguro era que Tomo sentía que debía molestarse con su amiga.
Ni bien Tomo se sentó, vio a su padre levantarse de su asiento, y con una señal paró a la orquesta, además de acaparar la atención de todos los presentes.
“Mis estimados súbditos, es para mí un gran orgullo presentarles a mi hija, de la cual me siento muy orgulloso,” les saludó el padre. Tomo le miró con cansancio. Claro, frente a todos se portaba bien y ‘digno’, cuando en verdad lo dos tenían el mismo carácter. “Ahora que la homenajeada de este día está presente, quisiera que nuestros príncipes candidatos se presenten ante ella.”
El pedido del rey fue inmediatamente aceptado por todos, y así, príncipe por príncipe comenzó a presentarse formalmente.
El primer grupo era de un príncipe de estatura un tanto baja, acompañado de varios guardias que en general le ganaban tanto en tamaño como en físico. Uno de los guardias más altos dio un paso adelante para presentar al príncipe.
“Buenos días, princesa,” saludó Almaz. “Le habla el guardia principal Almaz von Almadine Adamant, y estoy aquí para introducir al príncipe del Netherworld, Mao.”
“¿Cuántas veces te he dicho que te ahorres tu redundante nombre?” Mao se molestó con su allegado, y luego regresó su atención a la princesa con cansancio. “Ah sí, gusto conocerte, supongo.”
“…” Tomo sintió un tic en la ceja. Lo acababa de tachar, así que más le valía no ganar.
El segundo grupo era uno un tanto menos formal. Por la apariencia de los guardias y el mismo príncipe, parecía que venían de un reino tropical. En este caso, unos acompañantes del príncipe que parecían ser familiares fueron los que hablaron.
“Princesa Tomohime, es un honor estar en su presencia,” saludó Roxas. “Somos príncipes del reino de Destiny Islands.”
“Estamos aquí para acompañar a mi hermano,” dijo Blanc, la hermanita, con un tono más monótono y desinteresado. “Este es Sora Aoi.”
“Oye, no me trates de ‘este’,” recriminó Sora a su hermanita, y luego pasó a aclarar su garganta. “Estoy aquí esperando formar alianzas con usted y su reino. Le agradezco la oportunidad de participar.”
“Eh, sí, de nada,” Tomo se extrañó al responder eso. No es como si le estuviera haciendo el favor a nadie, y con sólo ver a ese príncipe, se notaba que él también estaba participando por obligación y posiblemente presión, pero al menos tenía una mucha mejor disposición que el primer candidato. Con la introducción, sólo tenía una pregunta… “Eres tú quien está de pretendiente, no tu hermano. ¿Cierto?”
“Sí…” Sora se confundió, ya que debía ser muy claro que sí era él.
“Entiendo…” Blanc negó. “Mi hermano mayor es mucho más apuesto y más recomendable en un montón de aspectos, pero él ha jurado servicio a su país como estratega y dirigente de muchas labores, por lo cual no es el heredero. ¿No te parece una pérdida que sea Sora el prometido?”
“¿Eh? Pues…”
“¡Blanc, deja de hacerme quedar mal!” Sora resondró a su hermana, algo ofuscado, mientras Roxas negaba muy frustrado. En fin, Tomo todavía los posicionaba mejor que el otro peliblanco altanero, pero toda faltaban más personas por presentarse.
El tercer grupo consistía de varios guardias con pesadas armaduras, dando a impresión que venían de un lugar robusto. Sin embargo, el príncipe no se veía precisamente así, hasta parecía un tanto enclenque pese a su posible corte militar. Dos asistentes dieron un paso adelante para hablar.
“Hola, es siempre un gusto conocer a una princesa,” dijo Ryoji, sonriendo. “Ahora es hora que conozcas a nuestro príncipe.”
“Le presento al príncipe del reino minero Phlogiston, Junpei Iori,” dijo Yosuke.
“Eh, buenos días,” dicho príncipe no se veía del todo cómodo por el arreglo, pero decidió dar un paso adelante. “Sé que es la primera vez que nos vemos, pero al menos podemos hacer esto funcionar…”
“S-supongo…” Tomo notaba las cero ganas del chico de participar en el evento, pero por la actitud frustrada que tenía, medio le hacía recordarse a sí misma. Aunque debía admitir que no le gustaba la apariencia del príncipe. Sus asistentes eran mucho más presentables que él. “Y tus amigos…”
“¿Mis amigos qué?” Junpei frunció el ceño. No era la primera vez que alguien parecía confundirlo con sus amigos.
“Sólo somos nobles,” resumió Ryoji. “Pero no te preocupes, princesa. Nuestro bro es una persona espectacular.”
“Lo es, lo único que necesita es conocerlo,” afirmó Yosuke, mientras miraba al otro asistente con algo de reproche. No podían ser tan informales ahí como para decir ‘bro’. Tomo decidió conformarse con posicionar a ese príncipe debajo del segundo príncipe en su ‘lista de prioridades’.
Y finalmente, el cuarto grupo era uno ominoso. Todos los guardias y hasta el mismo príncipe vestían con armaduras anchas y capas negras, ocultando sus rasgos. Todos menos un informante, que tenía una apariencia simple y profesional. Tomo miró a ese mensajero, y se veía como un chico de apariencia muy limpia y educado. Ojalá esa fuera una imagen de referencia para saber qué esperar con el príncipe.
“Princesa Tomohime, buenos días, es muy grato conocerla. Le saluda Naoto Shirogane, del reino Dunkelwald,” dijo el mensajero con una pausada reverencia. “Es mi privilegio presentarle a nuestro príncipe, el príncipe Schwartz. Por motivos de seguridad y fama, ha decidido mantenerse desconocido hasta terminada la ceremonia.”
“…” el príncipe Schwartz dio una reverencia muy pronunciada hacia Tomo, mostrando gracia y respeto hacia ella. Tomo se quedó sin palabras. Nunca había escuchado de ese reino. Ese último príncipe era como la caja sorpresa de todo el evento.
“Gracias a cada uno de ustedes por presentarse ante nuestra hija,” esta vez fue la reina quien se levantó, y procedió a terminar con la introducción del evento. “Para determinar quién recibe el honor de casarse con la princesa, cada príncipe de cada reino ha sugerido una prueba en la cual retarán a sus oponentes, y al finalizar los cuatro eventos, habrá una deliberación para escoger al ganador. Sin más preámbulos, comenzaremos con el primero de los eventos. ¡Que el mejor príncipe gane!”
Y con la exclamación de la reina, se oyeron trompetas y la orquesta animar el ambiente, mientras las tribunas aplaudían y animaban a las personas presentes. Tomo tragó saliva. Hasta el momento no le convencía ninguno. Tan sólo esperaba que las cosas comenzaran a mejorar para ella…
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Comenzó la primera propuesta, de parte del reino de Destiny Islands. Era una competencia de natación para cruzar el río principal del reino Takino.
Al haber sido previamente informados, todos los príncipes se alistaron con sus ropas de baño. Sorprendentemente, el príncipe Schwartz siguió con su casco y sólo se despojó de la armadura de sus extremidades y su capa, así aligerando el peso que cargaba, pero todavía manteniendo su identidad en secreto.
“Las reglas son simples,” dijo Yomi por un altavoz desde el otro lado del río. “Los cuatro candidatos nadarán a través del río hasta estas orillas, y el primero en llegar gana la competencia. ¡En sus marcas, listos, ya!”
Un disparo anunció el inicio de la competencia y Sora y el príncipe incógnito saltaron al agua sin pensarlo dos veces, empezando a nadar con técnica y agilidad. Por su lado, un nervioso Junpei miraba de lado a lado para tratar de hacerse un camino seguro por el cual nadar, pero terminó por convencerse de sólo nadar y seguir a los otros antes que fuera demasiado tarde. Mientras tanto, Mao miraba al caudaloso río con aprehensión.
“Deben estar bromeando…” Mao parecía ni querer ser impactado por una gota de agua, a pesar de estar usando su enterizo para nadar.
“Ehh, príncipe, ¿acaso le teme al agua?” preguntó Almaz, confundido.
“¡Cállate o haré que te decapiten!” le gritó.
“R-realmente no es un río tan rápido ni caudaloso, sólo debe nadar por encima para evitar las rocas del fondo…” el guardia dio un suspiro. Mao estaba muy acostumbrado a darle amenazas de muerte por cualquier cosa.
“Pero soy un príncipe. Estas demandas físicas sólo le corresponden a la milicia,” Mao se cruzó de brazos. “Me niego a participar. Sé que deslumbraré en los siguientes eventos.”
“Mao…” Almaz se frustró. Ya estaba convencido que su príncipe no ganaría.
Mientras tanto, los otros tres participantes ya habían cruzado la mitad de la carrera, aunque Junpei parecía tener dificultades para continuar y comenzaba a quedarse atrás.
“Nuestro bro se ve en aprietos,” observó Ryoji, quien estaba con los demás al otro lado de la línea de meta.
“Nuestro ‘príncipe’. Pero todavía se ve bastante firme,” dijo Yosuke. “Sabes que no podemos interferir.”
“Hay que darles crédito. Cruzar aguas en movimiento no es tan fácil como muchos creen,” dijo Blanc. Su hermano estaba a la delantera, pero aquel ‘príncipe Schwartz’ estaba demasiado cerca. “Pensé que Sora tendría más ventaja.”
“Cierto, yo también…” Roxas vio que la carrera estaba por terminar. Por un lado, vieron a un agotado Junpei empezar a llamar por ayuda, por lo cual varios guardias corrieron para sacarlo del agua.
Al final, Sora salió primero a la orilla, pero el príncipe incógnito salió del agua de un salto justo detrás de él. Sora se sorprendió. Había ganado, pero acababa de ver quién iba a ser su mayor contendor.
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Era hora de la segunda propuesta del reino Phlogiston. Ante los cuatro príncipes había una roca gigante para cada uno, y la labor era extraer el mineral dentro con cualquier método que quisieran emplear.
En este caso, Sora fue quien tuvo más problemas. Él agarró un pico y empezó a clavarlo a la roca para tratar de quebrarla, pero en más de una ocasión, el propio temblor del impacto le dejó aturdido y desestabilizado. Esa cosa era más dura que todos los cocos que había partido en su vida. Por su lado, Junpei también empleaba una herramienta similar, pero parecía tener método y más resistencia. Con golpes precisos y bien escogidos, ya estaba deshaciendo la estructura. Por su lado, el príncipe incógnito usaba un mazo gigante y pretendía golpear la estructura con impactos devastadores. La descomunal fuerza del príncipe Schwartz dejó a todos impresionados, pero al faltarle el conocimiento de cómo partir una roca y cómo ubicarla, estaba usando bastante de esa fuerza sin la precisión correcta.
Por su lado, Mao estaba sentado en el piso en plena mezcla de varias soluciones que había traído, y muy ensimismado en su labor, al punto que muchos pensaron que también había abandonado esa competencia. Sin embargo, eventualmente se levantó, agarró un pico, y empezó a verter su nueva solución en un punto específico de la roca.
“Heh, bárbaros como ustedes no reconocen la estructura de los minerales,” Mao sonrió con superioridad y pudo desintegrar la dura roca. El empleo del pico sobre la estructura debilitada fue todo lo que bastó para cavar a través, y por su trabajo con reactivos químicos, comenzó a ponerse al día en la competencia.
Al final, Junpei probó ser primero en su especialidad. Mao y el príncipe Schwartz le siguieron en segundo y tercer puesto, aunque por sus métodos, el cristal fue extraído algo derretido y quebrado respectivamente. Y a Sora no le quedó de otra que ser descalificado.
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Llegó la tercera competencia desde el Netherworld. Mao preparó materiales iguales para los cuatro y una simple misión: hagan algo deslumbrante y llamativo. Pero claro, todos los materiales dados consistían de soluciones altamente inflamables y algunos explosivos.
“Esto es bastante peligroso,” Yomi estaba algo inquieta, mientras miraba a los príncipes trabajar en mesas separadas. “Espero que no se lastimen con esto.”
“Pues, si ocurre una explosión envolvente y los cuatro son consumidos por llamas… ¿significa que tendré otro año más siendo soltera?” Tomo sonrió por la idea.
“Si deseas que los otros tres príncipes se mueran por no trabajar con estos materiales, entonces te casarás con ese molestoso de Mao,” observó Blanc.
“¡O-oye, no me hables así, soy una princesa!”
“Yo también soy una princesa. Estamos al mismo nivel,” Blanc se encogió de hombros. Esa chica no le caía bien. Esperaba que su hermano no fuera a ganar, aunque por la presente prueba que requería conocimientos y cuidado, esperaba que le fuera mal.
Mao se notaba trabajar con mucha pasión y placer. Por otro lado, Junpei sorprendentemente también tenía familiaridad, aunque por venir del reino minero, también fue una competencia en la cual tuvo cierta ventaja. Sora y el príncipe incógnito estaban simplemente probando pequeñas reacciones como quienes se familiarizaban con lo que tenían al frente, y en más de una ocasión, producían una inquietante llamarada. Luego de algunas combinaciones, cada uno se puso a trabajar en algo individual.
Se acabó el tiempo y cada príncipe tenía que demostrar lo que hicieron al público. Mao deslumbró a todos con un excelente y complicado show de fuegos artificiales. Luego, Junpei demostró la fuerza y precisión de su reino al hacer un punto muy específico de tierra explotar, y manteniendo lo aledaño intacto. Luego, Sora quiso mostrar una gran explosión, pero por falta de cálculo, él salió volando y guardias tuvieron que impedir que el fuego vaya a quemar su cabello. Y por último, el príncipe incógnito se limitó a llevar una bandeja llena de pequeñas envolturas de papel hacia la princesa y nobles.
“¿Eh?” Tomo miró al príncipe incógnito con confusión.
“Tome uno princesa, no se preocupe,” le alentó Naoto, quien decidió dar el ejemplo. Este mensajero agarró una envoltura y la lanzó al piso. La empaquetadura resultó ser una cantidad pequeña de pólvora que hizo una pequeña y segura explosión al impactar el piso. Todos entonces hicieron lo mismo, y notaron que el príncipe Schwartz les había regalado un pequeño juego y pasatiempo. Quizás esa demostración careció de presencia como las otras, pero sí dejó una buena impresión.
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Y llegó el último desafío del reino Dunkelwald. Todos los príncipes iban a participar en una competencia de jalar soga, rodeando un círculo marcado en el piso. El sistema era de cuatro sogas unidas en una argolla gruesa de metal, y la única regla era que, si en algún momento los otros competidores forzaban a uno a pararse dentro del círculo de referencia, este quedaba fuera y volvían a comenzar con un participante menos.
Escucharon la pistola sonar y los cuatro príncipes jalaron con todas sus fuerzas, de momento manteniéndose parejos.
“Nunca había visto a cuatro personas jalar soga al mismo tiempo,” Tomo estaba confundida.
“Esta es una competencia amistosa común en mi reino,” le informó Naoto. “Al haber competidores jalarse además de la dirección opuesta, salir victoriosos depende de más que fuerza bruta. No lo parecerá a simple vista, pero se requiere de gran estrategia.”
“¿En serio?”
“Hm, lo puedo ver,” Yomi asintió. “Una fuerza perpendicular a la tuya en el momento inoportuno te sacaría de la competencia, sin importar cuán fuerte seas.”
“Me alegra que lo comprendas,” Naoto sonrió con perspicacia.
Los cuatro continuaban jalándose, y entre todos, Mao parecía tener mayores inconvenientes al ser el menos fuerte. Sin embargo, esperó a un momento preciso y al ver a Junpei descuidar su lado, jaló en una dirección sorpresiva. El príncipe de Phlogiston se desestabilizó, y mantenerse de pie costó pisar el círculo central.
“¡El príncipe de Phlogiston queda fuera!” declaró un referee. “¡Empezaremos la siguiente ronda con los tres candidatos restantes!”
“¡Eso fue trampa!” declaró Yosuke, indignado.
“Así es el juego, tal y como Naoto nos lo ha explicado,” observó Roxas. “Su príncipe se concentró en jalar en una sola dirección, y por ello no tuvo buena defensa.”
“Lástima que nuestro bro no es el mejor pensando,” se lamentó Ryoji.
Comenzó la segunda ronda con los tres príncipes distanciados a ángulos iguales. Desde el inicio se volvió a ver a Mao mucho más inestable y teniendo problemas de mantener el ritmo con los demás, pero este estaba más al pendiente de los gestos y movimientos de sus oponentes que en sus propios pasos. Entonces, notó cómo el ángulo entre sus dos oponentes de abrió más, y sorpresivamente, se posicionó perpendicularmente y dio su mejor jalada. Tal y cómo Yomi lo explicó, los otros dos príncipes fueron jalados violentamente de costado y Sora pisó dentro del círculo. El príncipe Schwartz por poco y lo hace también, pero tuvo suerte de mantener mejor el balance.
“Wow…” Almaz no podía reconocer a su príncipe. Mao estaba ganando únicamente por aprovechar los vectores de fuerza de sus oponentes, y por poco gana por completo en esa ronda. Aunque lamentablemente… “Pero ahora que es él contra el príncipe Schwartz, ya no tiene oportunidades de ganar…”
Inició la tercera ronda, la cual fue mucho más rápida que las otras, ya que al ser uno contra uno, sólo bastó una fuerte jalada del príncipe Schwartz para arrastrar a un enclenque Mao dentro del círculo.
El referee anunció a dicho príncipe como el ganador, y las deliberaciones estaban por comenzar.
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El proceso de decisión fue más rápido de lo esperado. En todas las competencias, el misterioso príncipe Schwartz había deslumbrado aun de no siempre ganar. Tomo esperaba finalmente ver el rostro de ese príncipe, pero sus acciones impecables y gran desenvolvimiento fueron lo suficiente para convencerle de aceptar la decisión de su padre, y de hacer oficial el arreglo matrimonial del cual no podía escapar.
“¡Damas y caballeros!” anunció el rey, para cerrar la ceremonia. “Les agradezco por su presencia y atención. Este es un momento muy feliz para mí y mi familia, al haber finalmente decidido el mejor pretendiente para mi hija. ¡Declaro que el príncipe quien tomará la mano de Tomohime Takino es… el príncipe Schwartz de Dunkelwald!”
Las tribunas estallaron en aplauso y la orquesta tocó una de sus canciones más alegres y victoriosas. Los príncipes perdedores variaron entre aplaudir al ganador y retirarse de golpe (como el caso de Mao). El incógnito príncipe caminó hasta estar frente al rey y la familia real, y se arrodilló con sumo respeto. La madre de Tomo procedió a dar empujones a su hija para que se parara frente a su futuro esposo oficial, y esta fue a regañadientes. Al menos hasta el momento ese raro enmascarado se portaba bien.
“¿Algunas palabras que quiera decir, princesa?” le preguntó su padre.
“C-claro…” Tomo dio un suspiro. Ya no tenía de otra. “Eh, ehem… es un gusto conocerle y estaré bajo su cuidado a partir de este momento… sólo tengo un pedido que hacerle. Ahora que vamos a vivir juntos, ¿podría ver su rostro por favor?”
“…” el príncipe se levantó del piso y pasó a hablar con una voz pausada y extrañamente femenina. “Por supuesto, princesa.”
“¿Eh?”
Fue un shock enorme ver la pesada armadura caer en el acto, y todos presenciaron a una chica fornida, bronceada, de proporciones envidiables y con un fuerte y animado espíritu. No era ningún príncipe… ¿entonces qué era?
“Eh-eh-eh-eh-eh-…” Tomo estaba de pie, en estado catatónico. “¡¿EEEHHHH?!”
“Permítanme presentarles a nuestra princesa guerrera del reino de Dunkelwald: Suruga Kanbaru,” dijo Naoto muy oportunamente. “Es nuestra tradición que las mujeres de la familia real sean la máxima autoridad, y ellas también tienen la obligación de aliarse con otros reinos al casarse con princesas extranjeras.”
“Sí,” Suruga asintió con una sonrisa justiciera y apuntó a Tomo. “Porque no existe un amor más fuerte, inocente y puro que el compartido entre dos mujeres.”
“¡¿Q-qué demonioooos?!” Tomo estaba completamente traumada. Sus padres estaban completamente tranquilos, además de otras personas presentes. “¡¿Eras mujer?!”
“¿No lo sabías?” preguntó Roxas, confundido.
“Alguien debió haberse quedado dormida en sus clases de historia…” Blanc se encogió de hombros, mientras una muy diminuta sonrisa delataba que estaba muy entretenida.
“¡I-imposible, yo estoy aquí por un príncipe, no una princesa!” exclamó Tomo.
“En nuestro reino, la máxima autoridad que es la princesa es el equivalente a un príncipe en diplomacia internacional,” dijo Naoto.
“¡¿P-pero por qué no puede ser un chico apuesto, como tú?!”
“Yo también soy una chica…”
“…” Tomo se desestabilizó y se cayó de rodillas al piso. “¡AHH, mi cabeza! ¡N-nunca había escuchado de este reino demente!”
“Seguro habrás oído mucho del reino, pero no por su nombre,” Junpei se encogió de hombros. “Se les conoce como ‘ese reino lleno de amazonas guerreras’.
“¡¿A-amazonas?!” ahora Tomo temía por su vida. “¡Y-Yomi, ¿tú sabías?!”
“Tenía mis sospechas…” Yomi desvió su mirada.
“Lamento ocultar mi identidad, pero decidí presentarse incógnitamente para que fuera tu corazón y no tus prejuicios quienes me eligieran,” explicó Suruga, restando importancia al asunto. “Para mí tú eres una princesa sensacional. ¡Te prometo que en cinco años las dos seremos las amazonas más fuertes de mi reino!”
“¡AAAAHHHH!” Tomo no lo podía aceptar. “¡Esto no es justo! ¡NOOO! ¿Y quién demonios le pone un nombre alemán a un reino de amazonas? ¡Maldición!”
“¡Tomohime, compórtate!” le reclamó su madre, la reina. “Todas tus cosas ya han sido empacadas y están a bordo del barco de Dunkelwald hacia tu nuevo reino. Yomi querida, prométeme que la cuidarás y la educarás para que se acostumbre a su nueva vida.”
“Por supuesto, su majestad,” respondió Yomi con una reverencia.
“¡No pueden hacerme esto!” Tomo entonces se sorprendió cuando su ‘príncipe’ le levantó y la subió sobre un hombro.
“¡Vamos de una vez, tenemos mucho entrenamiento físico que hacer!”
“¡AAAAHHHHH!”
Tomo se vio cargada por su nueva acosadora y vio cómo toda esa guardia ominosa de Dunkelwald se deshizo de sus trajes para mostrarse como mujeres amazónicas que le llevaban al menos dos cabezas.
Con esto terminó el evento, y el giro de ciento ochenta grados de la vida de Tomohime recién estaba comenzando.