Otro arriba, que estamos de vacaciones.
Hogwarts AU
En la escuela de Magia y Hechicería de Hogwarts, el curso ya estaba bien avanzado y los alumnos tenían que estar especialmente concentrados en sus exámenes, los profesores no siempre estaban disponibles, o más bien decir, que no siempre estaban dispuestos para ayudar a los alumnos más retrasados del curso.
La biblioteca entonces se convertía en el improvisado aula para compartir estudio y que para otros alumnos ayudarán de forma voluntaria al resto. La afluencia y escándalo eran tan imparable, que la bibliotecaria únicamente servía como un espantapájaros que representaba el orden y que todos ignoraban respetando un un límite muy difuso.
Narancia, de la casa de Slytherin, era el más apurado a la hora de estudiar, llevaba horas intentando comprender el primer párrafo del pergamino de transformaciones.
-Fugo, por favor, ayudame…
Aunque fuera un curso por debajo, Fugo era un Ravenclaw de tomo y lomo, suspirando cansado, se acercó para ayudar al chico.
-Quizás sea mejor que vayas más a la práctica que a lo teórico… si lo ves, quizás lo comprendas.
Naracia asintió emocionado, prestando atención a las indicaciones de Fugo mientras la chica que acompañaba en la mesa a Narancia, Trish de Gryffindor, se alejaba de la mesa progresivamente, procurando que el libro le cubriera como un escudo la cara.
El chico de Slytherin, hizo una floritura con la varita apuntando a la pluma de escritura, la cual comenzó a zumbar como una avispa y a lanzarse contra Narancia, llenandole la cara de picaduras que no eran otra cosa que manchas de tinta.
-¡AAAAAAHHHH! -El grito alertó a toda la biblioteca, molestando a los que estudiaban alejados del grupo y provocando que la bibliotecaria chistase para intentar mantener el orden.
Fugo pusó los ojos en blanco, girando la cara como si no conociera a Narancia, su conclusión era de que aquella torpeza era de alguien que no prestaba atención: la barita se tenía que mover en círculos, no como dando punzadas.
Solo una persona se digno en ayudar a Narancia, Bruno, Prefecto de Gryffindor, detuvo la transformación, convirtiendo la pluma en el colibrí que originalmente tenía que ser.
-Aun recuerdo este examen -sonrió hacía Narancia-, era especialmente difícil.
-¡Eso mismo pensaba yo! -Narancia se dejó aconsejar por Bruno, que simplificaba al máximo la lección, pidiendo a Narancia que escribiera las palabras claves de un esquema que sería suficiente para el aprobado.
Trish también aprovechó para acercarse al alumno de su misma casa y así empaparse de las lecciones.
-Me parece bien convertir las cosas en animales, pero no entiendo porque hacer lo contrario, ¿quién quiere convertir a su gato en un cenicero? -Giorno, hacía florituras con su varita, transformando los libros de la biblioteca en pequeños jardines, sacando de las páginas llenas de pétalos, una pequeña fauna de mariquitas y mariposas.
-No me importaría hacer lo mismo con algunas personas… -Mista era de la misma casa que Giorno, Hufflepuff, pero ni mucho menos era tan habilidoso pese a ser mayor-. Me refiero que estaría bien convertir a las personas en objetos: hay más de uno que serviría como papel para limpiarse el culo.
Trish arrugó el labio ante lo vulgar del chico, mirando preocupada a Bruno que simplemente sonreía misterioso.
-Sería una idea original para una maldición imperdonable.
-¿¡Tuuu…!? -Narancia bajó el tono de voz-. ¿Tú conoces alguna maldición?
-Es posible...
El resto del grupo se congregó, prácticamente juntando sus cabezas para prestar atención a la respuesta de Bruno.
-Pero antes de aprender las maldiciones, tienen que saber lo más básico.
El grupo permaneció el resto de la tarde estudiando juntos, incluso Fugo, que pensaba que no necesitaba aprender más, se sintió sorprendido por la astucia e intuición con la que Bruno explicaba y demostraba las lecciones, algo que sin lugar a dudas le hizo admirarlo a otro nivel del académico.
-Sobre todo no os agobiéis si algo no os sale, si veis que el hechizo no es el deseado no intenteís arreglarlo, aplicarle uno más básico, aunque no os lo hayan pedido tendréis un gran terreno ganado para volver a empezar desde el principio. Siempre tenéis que tomaros vuestro tiempo.
Terminada la lección, Bruno se pusó en pie.
-Tengo que marcharme, tengo un par de tareas pendientes con el director.
-¿Luego… nos veremos en la sala común? -Trish se atrevió a hablar, sintiendo que se ruborizaba pero sin detenerse.
-Por supuesto, ahí nos vemos -Bruno sonrió provocando que la chica se revolviera inquieta, deteniéndose justo cuando el resto de los chicos le sonreían maliciosamente y le mandaban patadas por debajo de la mesa.
-Ya os vale -Trish dejó caer de golpe el libro sobre la mesa, provocando un estruendo que quería servir para acallar a los chicos, pero que consiguió surtir el efecto contrario.
-¡A Trish le gusta Bruno! -Narancia la señaló riéndose descaradamente.
-¡No es verdad! Él… -Trish guardó silencio cuando Giorno le ofreció una flor, tomándola bufando, pero prefiriendo terminar la discusión así que no tener que andar dando explicaciones con un niño que había comenzado a cantar el “mañanitas” junto con Mista, improvisando un baile moviendo la cabeza y agitando los brazos, muy al estilo de los ochenta y al que pronto se agregó Fugo.
-Bruno es una persona muy interesante -Giorno lanzó al aire su reflexión.
-¡Bruno es genial! -Narancia, levantó el pulgar, al ver su pergamino lleno de notas que le facilitaban el estudio.
-Es muy inteligente, y muy paciente, podría haber estado en Ravenclaw.
-Fugo, hubiera sido un Hufflepuff mucho más digno -Mista asentía ante su propia sugerencia- tiene un espíritu de trabajo enorme.
-¡Él está bien en Gryffindor!
-A mi me gustaría que estuviera en Slytherin, ganaríamos la copa todos los años.
-Bruno es una mierda.
Todo el grupo se giró mirando al alumno que había dicho aquella barbaridad, se trataba de Ghiaccio de Ravenclaw, y que aunque al principio se encogió por las miradas amenazantes, al sentirse amenazado se acabó por venir arriba para que no lo avasallasen.
-¿Qué has dicho mierda helada? -Mista le mostró el puño cerrado.
-Bruno es una mierda que sólo sabe sacar nota por hacer la pelota al director y ¡¡AAH!!
Narancia se abalanzó contra Ghiaccio, que recibió la varita clavada en el costado como si fuera un cuchillo.
La siguiente fue Trish que intentaba arañarle los ojos y acabó por romperle las gafas, el resto del grupo no se cortaron en darle patadas al caído Ghiaccio. Hasta que la bibliotecaria alertó a dos profesores y detuvieron la pelea.
El grupo, excepto Ghiaccio, recibió una bronca monumental y una temporada de castigo, que los alumnos asumieron hasta con orgullo, porque todo se trataba de defender el honor de Bruno.
-¿Sabéis qué? Pensaba que las Gryffindor eran como gatos sin dientes, y que no servían para pelear.
Trish se ruborizó por el comentario de Mista, aunque hubiera podido ser el arañazo en la cara que le había dado Ghiaccio.
-Y yo pensaba que los Hufflepuff no se metían en problemas… tampoco pensaba que los Ravenclaw podían pelear contra alguien de su misma casa.
-Se lo merecía, pero no he tenido ni la mitad de arrojo que los Slytherin.
Narancia comenzó a reír por el comentario, era el que peor estaba, con un gran tapón que impedía que le sangrara la nariz.
-¡Todos juntos somos lo mejor de Hogwarts!
-No es Hogwarts quién ha logrado esta unión, si no Bruno. -El resto asintió al comentario de Giorno-. ¿Y si creamos nuestra propia banda?
-¿La banda de Bruno? -Narancia resaltó la pregunta, pero la decisión estaba tomada-. No está nada mal.