63.2.
Los pedidos no tardaron en llegar y todos en el restaurante comenzaron a degustar de sus platos y a conversar entre sí.
“¡Wahh! ¡Es un hermoso milkshake!” exclamó Natsuki, maravillado ante su enorme copa de milkshake de fresa con muchos acabados, toda cantidad de syrups y adornos, y varios aditivos decorativos comestibles.
“¡Ohh! ¡Sí es muy bello!” comentó Hotarumaru, sumamente asombrado y con sus ojos brillantes. Asintió dos veces. “Hmhm, me aseguraré de pedirlo la próxima vez.”
“¡Y tu torta helada no se queda atrás!” continuó el enorme rubio, emocionado. “¡Seguramente está muy delicioso!”
“Ya casi me da pena comerla…” el pelicenizo sacó su celular para tomarle una foto.
“Ah, si quieres te puedo tomar una foto con tu postre,” se ofreció Natsuki.
“Oh, muchas gracias,” Hotarumaru asintió. “Hehe, y puedo hacer lo mismo para ti.”
“¡Ah, encantado!” juntó sus palmas.
“Debo admitir que este club sándwich está bien hecho,” comentó Syo, impresionado, luego de haberle dado una mordida. “Había temido la elección de los ingredientes o que no tostaran bien el pan, pero está en su punto.”
“Y también es ligero y nada gracioso,” Shinano asintió.
“Por mi parte, estoy satisfecha con mi medium rare,” Mai asintió, inmutada. “Puedo considerar venir aquí a menudo.”
“¡Claro, no hay pierde!” Taikogane alzó su pulgar. “Micchan es un excelente cocinero y este restaurante está entre los mejores.”
“¡Sí, debo venir con mis hermanos algún día!” exclamó Sora, radiante de alegría. “Hehe~ mis gnocchis están deliciosos~”
“Me alegra verlos satisfechos, chicos,” Tsurumaru sonrió animado. “Eso me deja saber que he cumplido con mi deber de asesor por el día de hoy.”
“Hahaha, todavía me cuesta creer que lo eres, Tsuru-san,” Taikogane se rió con ganas.
“A mí también, Sada-bou, haha.”
“Tú no deberías encontrarle gracia, Tsurumaru…” se lamentó Hotarumaru, frustrado. “No te olvides que tienes trabajos que hacer hoy en el laboratorio.”
“Sí, iré más tarde. Tú tranquilo, Hotaru-bou.”
Por su parte, Yukko se encontraba degustando de la gran fuente de aperitivos y también del par de postres que habían comprado para compartir con cierto cargo de consciencia. Apenas pudo costearse ese té verde de maracuyá (el cual estaba exquisito) y por más que sepa de la buena voluntad de su círculo, se lamentaba no poder ayudarles con la cuenta.
“Has estado muy callada, Hanasaki-chan,” observó Tsurumaru, sonriéndole amablemente. “¿Qué sucede? ¿Sigues teniéndole miedo a Mitsu-bou?”
“¿Eh? ¡N-no es eso!” negó rotundamente, incómoda.
“¡Hahaha, fue tan gracioso para mí verte tan impresionada! Mitsu-bou es fácilmente el más intachable de todos aquí.”
“P-pues sí me sorprendí por su parche y apariencia ruda…” admitió bajando su mirada.
“¿Por qué? ¡Su look lo hace muy cool!” exclamó Taikogane, emocionado.
“Haha, es entendible que no todos se lleven esa impresión,” dijo Shinano, sonriendo.
“N-no es por faltarle el respeto ni nada, más bien sí me ha dado una buena segunda impresión. Es sólo que, supongo tenía una idea distinta sobre cómo podría ser, nada más.”
“¿Eh? ¿Cómo así?” preguntó Natsuki, ladeando su cabeza.
“O sea, le llamaban Micchan y Mitsu-bou. Por un momento pensé que era otro niño prodigio como Hotarumaru, o una persona sumamente adorable…”
“¡Hahaha, verdad que tiene sentido!” exclamó Tsurumaru, entretenido. “Haha, es sólo por cómo nos llevamos con él, pero ya lo has podido presenciar. Tú tranquila.”
“¿Aunque por qué le llamarías bou a alguien de su apariencia? No tiene sentido,” opinó Yukko, incómoda y avergonzada. “Esperaría que fuera mucho menor que tú. Por su apariencia, no sé, es como si fuera unos meses menor a ti o algo así…”
“Pues, sí lo es,” Tsurumaru se mostró un tanto perplejo. “¿Por qué lo dices como si fuera lo más raro del mundo?”
“En verdad, es normal,” opinó Syo, quien miró a Natsuki de reojo. “Y conozco a ciertas personas que llaman chan a sus superiores. No es que sea tan extraño.”
“¡Ehh, ehhh! ¡Ah, ni sé qué estoy diciendo!” Yukko se horrorizó y agarró su cabeza, torturada. “¡N-no sé, ando confundida todavía! ¡Disculpen!”
“Y-ya, no te inquietes tanto, Yukko,” le pidió Shinano, incómodo. “Está bien…”
“Hanasaki-chan es de sobresaltarse y perder los cabales con facilidad, no le prestes atención,” Mai se encogió de hombros y comió otro pedazo de carne.
“¡Hahaha, ya veo! Perdón, Yukko, no es que haya intentado cuestionarte,” dijo Tsurumaru, animado.
“Sí que eres un poco nerviosa,” Taikogane dio un suspiro. “Vamos, no puedes vivir así, estamos en confianza.”
“¡Es verdad!” exclamó Sora. “¡Sonríe, Yukko-chan~!”
“Yukko, sigue degustando de los platillos,” dijo Hotarumaru, con una pequeña sonrisa. “Hehe, comer siempre me hace sentir mejor, vamos.”
“S-sí, gracias, son tan generosos conmigo, quisiera recompensarles…” dijo la chica, afligida y asintiendo mínimamente.
Entonces, el grupo vio a Mitsutada regresar y acercarse a la mesa.
“Espero que la comida sea de su agrado,” dijo el mayor, con una cordial sonrisa. “¿Se les ofrece algo más?”
“Todo está perfecto, Mitsu-bou. No seas tan etiquetoso,” comentó Tsurumaru, sonriendo con ironía.
“¡Micchan! ¡Siéntate con nosotros!”
“Haha, sabes que no mientras estoy trabajando, Sada-chan,” rio un poco. “Estoy aquí para cumplir mi función como un chef. Mi labor va mucho más allá de servirles una comida bien preparada. También es mi deber serles un buen anfitrión y hacerles sentir como en casa. ¿Quisieran que les sirva más agua?”
“Oh, eh, sería genial, si no es mucha molestia,” pidió Syo, sonriendo incómodo. El chef rápidamente fue a una columna cercana donde recogió una jarra de metal lista y sirvió agua a todos los vasos vacíos. “Debo observar que tienes una gran disposición y mucha voluntad de servicio. Heh, puedo aprender de ti.”
“Gracias por el cumplido,” sonrió con leve torpeza. “Y también tengo que felicitarte por tu excelente actuación en tu serie de acción de la temporada pasada. Miré los capítulos junto a Sada-chan y eres muy bueno en el combate.”
“¡Ahh, es un honor que hayas visto mi serie! ¡Te lo agradezco!”
“Ohh, si has recibido un cumplido así de Mitsu-bou, significa que sí eres bueno luchando,” comentó Tsurumaru, impresionado. “Nuestro gentil chef también es un as en el combate.”
“¡Syo-chan es bastante fuerte!” exclamó Natsuki. “En verdad me siento muy orgulloso de él.”
“¡Oh, me encantaría luchar contra ti, Syo-san!” exclamó Taikogane, emocionado. “Todavía tengo mucho que aprender, pero confío en mis habilidades. ¿Sabes pelear con katanas?”
“Eh, no, es un proyecto pendiente porque me encantaría, pero sólo he entrenado en combate cuerpo a cuerpo hasta el momento,” Syo sonrió incómodo. “Aunque también me gustaría retarte algún día. Tengo que pedirle a Shinano que me enseñe.”
“¡N-no, no, no!” el pelirrojo se inquietó y agitó sus palmas en lo que negaba repetidamente. “Vamos, Syo, ya te he dicho que yo apenas sé ponerme en posición de defensa. Ahh, tendrías más suerte pidiéndole ayuda a cualquiera de mis hermanos mayores.”
“Un momento,” Mitsutada se vio un poco sorprendido. “Sí dijiste que te apellidabas Toushirou. ¿Acaso eres uno de los hermanos de Ichigo Hitofuri?”
“¡Ohh, sí, sí!” Shinano se emocionó ante la mención de su hermano mayor y asintió feliz. “¡Veo que conoces a Ichi-nii! Sí, soy uno de sus hermanitos~”
“Todos parecen conocerse de algún modo u otro en nuestro entorno,” comentó Mai con leve desinterés.
“E-en verdad,” por su parte, Yukko se sintió intimidada y un poco fuera de lugar.
“Conozco a Ichigo-san por medio de Tsuru-san, además que él viene en ocasiones para almorzar y dialogar un poco conmigo cuando estoy a cargo de la barra,” comentó el chef, amenamente. “Tienes suerte, tu hermano es una gran persona.”
“Hehe~ me alegra que lo pienses,” Shinano ensanchó su sonrisa. “Mis hermanos lo son todo para mí, y son de lo mejor.”
“Hihi, me alegra oírlo,” Sora asintió. “Sí, la familia es muy importante. Sora lo sabe bien.”
“Y sé que ustedes son bastante unidos,” Taikogane asintió. “También conozco a Ichigo-san y me he encontrado con Gotou con frecuencia, aunque no sabía que existías. Mis disculpas.”
“Ehh…” eso hizo que Shinano se incomodara y sintiera un tic en la ceja.
“¡Hahaha, descuida Sada-bou, que yo tampoco lo sabía!” exclamó Tsurumaru, riendo un poco. “Me agrada tu honestidad, así no me siento solo.”
“Pues sí somos muchos…” el pelirrojo hizo un pequeño puchero.
“Sada-chan, sé amable con las personas, por favor,” le pidió Mitsutada, con paciencia y un tono de voz juguetón.
“Heh, lo siento, no lo dije con malas intenciones,” el pequeño peliazul se rascó la nuca y se dirigió a Shinano. “Más bien, nuestras familias son allegadas, ¿lo sabías?”
“Hm, eso explica por qué conoces a Gotou,” Shinano se vio intrigado.
“Sí, o sea, soy el más joven y no suelo estar al tanto de los deberes u obligaciones de mi círculo, supongo no tienen confianza en mí…” al decir eso, se vio un tanto impaciente, pero rápidamente recobró su compostura y volvió a sonreír. “Aunque, en fin, Gotou es buena gente y he tratado con él varias veces. Es genial cómo sus obligaciones no lo han hecho aburrido. Parece ser muy cool a su manera, y eso lo apruebo.”
“Haha, me alegra que lo pienses,” rió un poco. “Estoy de acuerdo.”
“Hablando del tema, debo regresar a la cocina,” Mitsutada revisó un recibo de una orden. “Tengo un pedido del laboratorio de Yagen que debo terminar.”
“Espera, ¿qué dices?” Tsurumaru se sorprendió. “¿Yagen tiene el poder de pedir platos de este restaurante a domicilio?”
“Tiene el poder de sacar duplicados de la llave de tu apartamento, que no te sorprenda,” comentó Mai, encogiéndose de hombros. “Esto es mínimo en comparación.”
“B-buen punto,” Hotarumaru se vio mínimamente preocupado.
“Sí, no puedo negarlo…” el asesor dio un pesado suspiro.
“Esperen, ¿qué están diciendo?” Shinano se quedó en shock. “A ver, recapitulen, por favor.”
“Ehh, creo que eso lo abrevia bastante bien, Shinano…” Yukko sonrió incómoda.
“No veo por qué les sorprende,” Mitsutada se vio entretenido. “Pese a no ser un profesor, Yagen tiene cargo de personal y docente además de científico y doctor en Rizembool, y es nuestro deber abastecerles de alimento cuando lo necesitan.”
“Sí, no que lo vaya a negar, sólo que no lo sabía,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Yo no puedo hacerlo e Ikari-sensei ya se negó a hacer pedidos a su laboratorio, aunque ahora sé que puedo pedirle a Yagen que me pida algo.”
“¿Por qué? Si tienes hambre mejor ven y visita a Micchan,” recalcó Taikogane.
“Hm, tiene sentido. Movilizarse es muy saludable,” Sora asintió.
“Ahh, no puedo creer que Yagen se presta a ese capricho de pedir cosas a distancia, estando todo el tiempo en la universidad,” comentó el pelirrojo, frustrado.
“Es difícil sacarle de su laboratorio. Me he dado cuenta de eso,” dijo Hotarumaru.
“Hm, verdad que también conozco a ese hermano tuyo,” el peliazul menor frunció el ceño. “Es amable, pero me da una rara vibra. No sé qué pensar de él, a decir verdad.”
“Es hermano de Shinano-chan, seguramente es tan lindo como él en el fondo,” opinó Natsuki, sonriente.
“No diría lo mismo, pero dudo que sea una mala persona,” dijo Syo.
“Hay pocas veces que pasa por aquí y terminamos hablando,” dijo Mitsutada, sin mutar su sonrisa. “Pese a esa impresión extraña que da en otros, Yagen es más simple de lo que creen. Nos llevamos bien.”
“¡Hahaha, pienso que tú eres el único que diría eso, Mitsu-bou!” Tsurumaru rió con ganas. “Sin duda muy pocos te igualarían a la hora de tratar con la gente.”
“En verdad que es una persona muy sencilla, más bien quisiera pedirte que no le des tantas razones para fastidiarse, Tsuru-san,” Mitsutada sonrió incómodo. “Suele quejarse de alguna de tus faltas cuando nos vemos.”
“Me caes bien, pero intenta no tomar lados en este asunto, por favor,” se encogió de hombros.
“Bueno, con permiso, debo regresar a mi trabajo…”
“Ohh, espera un momento,” Shinano se levantó. “Ya que le estás enviando algo a Yagen, quisiera agregarle un postre a su orden. ¡Quiero escoger uno de la barra de postres y escribirle alguna dedicatoria!”
“Haha, ¿qué dices?” Mitsutada rió un poco. “Dudo mucho que lo aprecie, y no parece que comería postres occidentales.”
“La dedicatoria es lo más importante, pero sí quisiera que recibiera algún postre de mi parte,” sonrió traviesamente. “Es mi manera pesada de hacerle pensar en mí, después de todo.”
“Bueno, supongo haré una excepción,” el mayor se encogió de hombros. “Sígueme, Shinano.”
“¡Muchas gracias!”
“¡Oh, les acompaño!” se sumó Taikogane, y los tres se excusaron de la mesa.
“Ese Shinano nunca va a cambiar…” Syo dio un suspiro.
“Parece que se pone un poco infantil cada vez que habla de sus hermanos,” observó Yukko, confundida.
“Sí, se vuelve mucho más adorable, ¿verdad?” preguntó Natsuki, quien sonrió cálidamente. “Puede parecer extraño para algunos, pero se puede palpar ese cariño que siente por su familia, y pienso que es muy adorable. En verdad que es muy afortunado.”
“Es cierto,” Hotarumaru asintió.
“¡Me alegro mucho por él!” dijo Sora, emocionado. “Sora tiene la oportunidad de vivir con sus hermanos en el presente, y es una gran experiencia. Haha~ me alegra verle tan feliz.”
“Es verdad que ese pelirrojo estuvo en el extranjero,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Aunque comprendo que tú también estuviste lejos de casa, pequeño Sora, ¿no es así?”
“Hmm, más bien me he incorporado a una nueva casa con mis medios hermanos. Es una larga historia…” el pequeño lo meditó, pero decidió no molestarse en narrar los detalles. “Lo que importa es que somos felices juntos y compartimos un montón de cosas. También nos comprendemos muy bien mutuamente. Hehe~ debe ser lo mismo para Shinano, ¿verdad?”
“Será, además que parece ser ese tipo de persona en general,” Mai se encogió de hombros. “Esto nos demuestra que no sólo tiene un crush con su hermano militar.”
“¡Hahaha, me hubiera encantado estar ahí para verlo!” exclamó Tsurumaru, estallando en risas.
“Me seguiré preguntando cuántos hermanos tiene Shinano, nunca quiere decir un número,” dijo Yukko, meditativa.
“Suena a que será un misterio que no podremos resolver,” Hotarumaru asintió. “Casi da la impresión que tendrá una razón para no querer decirlo.”
“Quizás queda pendiente la posible introducción de más hermanos llamativos tanto dentro del fic como en el propio juego,” opinó Mai. “Es una medida de seguridad.”
“¿Juego? ¿De qué juego hablas, Mai-neechan?” preguntó Sora, perplejo.
“Haha, ignórala, es su sentido del humor,” dijo Tsurumaru, entretenido.
“Yo tampoco sé a qué se referirá Mai, pero…” para variar, Syo se mostró un poco incómodo, y desvió su mirada. “Shinano sí tiene un motivo por el cual no quiere decir cuántos hermanos son.”
“¿Eh? ¿En serio?” Yukko se sorprendió. “¿Hay un motivo válido?”
“Oh, ¿en verdad?” Natsuki se puso a pensar, y entonces se quedó en shock. “¡Ah, ¿te refieres a eso que pasó poco después de conocer a Shinano-chan?!”
“Me sorprende que lo recuerdes, Natsuki.”
“Pues…” este bajó su mirada, con leve tristeza. “Es algo importante para Shinano-chan, y fue un poco duro, pese a que él solía ser tan pequeño en aquel entonces…”
“Si mal no recuerdo, ustedes tres son amigos de la infancia,” observó Mai. “Suena a algo bastante antiguo.”
“Vaya, ni idea de a qué se pueden referir,” incluso Tsurumaru se vio intrigado. “¿Qué sucede? ¿Acaso hay un hermano alejado o que se murió o algo así?”
“O-oye, no digas cosas así tan súbitamente,” Syo se alarmó y le miró con reproche. “Esto es un tanto delicado, aunque no puedo negar tus hipótesis. Es algo de ese tipo.”
“Mo…” Hotarumaru se impresionó. “¿En serio?”
“Ya casi lo había olvidado…” Natsuki sonrió con tristeza. “Es una pena, seguro que Shinano-chan todavía no se siente cómodo hablando al respecto, pero no se preocupen por él,” iluminó su sonrisa. “Es algo que sí pasó hace mucho tiempo, y él nunca estaría solo.”
“Verdad que ni Yagen me ha dicho cuántos hermanos son. No que me haya interesado, pero sí es un poco raro,” Tsurumaru alzó una ceja. “Me da curiosidad, pero tarde o temprano correrá el chisme. Veo que ustedes dos no serán quien nos cuenten la historia.”
“No me presto para esas cosas, y sé un poco más respetuoso, por favor,” observó Syo, con leve reproche. “Y pues, si soy sincero tampoco recuerdo el número exacto de hermanos que son, pero son más de doce…”
“¡Doce! ¡Ese es un número impresionante!” observó Sora, sorprendido.
“Es extraño,” Mai llevó una mano a su mentón y se puso a pensar críticamente. “Para un tenebroso científico de Rizembool, el doctor tiene demasiados puntos débiles.”
“Ehh, Mai, ¿qué estás diciendo…?” preguntó Yukko con leve miedo.
“¡Hahaha, siempre sabes decir las cosas más ocurrentes!” exclamó Tsurumaru, entretenido. “No serías tú sin un poco de humor cruel y guerrillero, sin lugar a dudas.”
“Pensar que ellos se han visto separados de algún hermano, o algo similar…” Hotarumaru agachó su mirada. “Suena a algo muy triste. Espero que estén bien…”
“Anímate, no te preocupes por ellos,” dijo Syo, sonriendo con energías. “Es un tema incómodo, pero eres testigo de lo unidos que son, y confío en que todo está en orden. Ahora hay que continuar con los ánimos de siempre, ¿de acuerdo?”
“Tiene mucho sentido,” dijo Sora. “¡Entendido, así será!”
“Oh, Shinano-chan y Sada-chan ya vienen de regreso,” observó Natsuki. Aquel par regresó a sus sitios en la amplia mesa.
“¡Misión cumplida!” exclamó el pelirrojo, muy contento por realizar su pequeña travesura. “¿Nos perdimos de algo?”
“¡Ehh! ¡N-nada!” exclamó Yukko, forzando una sonrisa. “¡Todos estamos bien! ¡S-sólo hablábamos de las vacaciones y algo así! ¡Sí, serán geniales!”
“Yukko, ¿estás bien?” preguntó el pelirrojo, confundido y ladeando su cabeza.
“En serio…” Taikogane frunció el ceño, con leve sospecha.
“Hahaha, ignoren a nuestra linda Hanasaki-chan,” Tsurumaru le restó importancia, completamente relajado.
“¡Ohh, Shinano me dijo que están juntos en el club de drama!” dijo el peliazul a Syo, emocionado. “¡Qué genial! ¡Debe ser muy divertido!”
“Sí, es una gran experiencia,” el actor asintió. “Cuando entres a la universidad podrías considerar unirte. Te aseguro que te divertirás un montón.”
“¡Claro! ¡Quisiera ser tan cool como tú!”
“Puede que también me vaya muy bien ahí,” dijo Sora, contento. “Maestro me dijo que uno de sus senpais es quien dirige ese club, y si esa persona es alguien a quien maestro reconoce como senpai, debe ser muy hábil.”
“¡Ahh, qué sorpresa! ¡Estamos de algún modo conectados por medio de Wataru-chan!” exclamó Natsuki. “Seguramente él te recibiría con los brazos abiertos.”
“¡Sí, le preguntaré a maestro cuando entre a la universidad!” asintió obedientemente. “De momento sigo entrenando bajo lo que maestro me indica. ¡Oh, verdad, debo encontrarme con él dentro de poco!”
“Buen punto, nuestra reunión de drama comienza pronto también,” dijo Yukko, sorprendida por la hora que era.
“Si tienen que irse, hay que terminar la comida que queda cuanto antes,” dijo Taikogane. “Pero asegúrense de saborearla bien, ya que Micchan la hizo especialmente para nosotros.”
“Estoy convencido que he traído a nuevos clientes frecuentes hoy, Sada-bou. No te preocupes,” opinó Tsurumaru.
De aquel modo, el grupo siguió con esa degustación antes de que la mayoría tuviera que retirarse a encargarse de otros asuntos.
Mientras tanto, en la casa de los Kotetsu, Mariko bajaba las escaleras para llegar al primer piso. Tal y como Horikawa había anunciado en el desayuno de aquella mañana, el señor Kotetsu iba a hacer acto de presencia para hablar con todos en el comedor tradicional de aquel hogar con respecto a las vacaciones. Era la primera vez que la pelirrosa se iba a encontrar con el líder de la familia, por lo cual se sentía un poco tensa.
Llegó al primer piso y vio que Cho, Kashuu y Roxas se encontraban esperándole.
“¿Eh? ¿Todavía no han ido al comedor?” preguntó la menor, confundida.
“Aruji supuso que te sentirías intimidada, así que estamos aquí para acompañarte,” dijo el arma, con una cordial sonrisa.
“Entiendo tu nerviosismo, pero él es una persona razonable,” comentó Roxas. “Te advierto que su apariencia y severo semblante son un poco impresionantes, aunque es muy paciente.”
“Es cierto. El señor Kotetsu es muy gentil y sencillo pese a no demostrarlo,” dijo Cho.
“Él vendría a ser tu padre, ¿verdad?” preguntó Mariko a Roxas.
“Pues sí, todavía me cuesta creerlo, pero lo es…” dio un pesado suspiro. Pese a que llevaba varias semanas viviendo en aquel lugar, todavía no estaba del todo acostumbrado a su nueva realidad. Urashima, Horikawa y Nagasone ya comenzaban a sentirse como familia, y Sora también estaba congeniando bien, pero Roxas seguía sintiendo a su padre muy ajeno, seguramente por todo el tiempo que este pasaba inmerso en negocios y deberes familiares. “Todavía tengo que conocerle mejor, pero me parece una buena persona.”
“¿Y dónde está Ayumu?” Mariko se vio un poco confundida ya que hubiera esperado que su prima sería quien le esperara en esas circunstancias.
“Ya está en el comedor,” Cho sonrió. “Se lleva bien con el señor Kotetsu.”
“Hmm, eso me sorprende un poco,” la pelirrosa se mostró levemente escéptica.
“Vamos, nos están esperando,” dijo Kashuu.
Los cuatro llegaron a ese comedor y vieron a los demás ocupando varios sitios, con el imponente señor Kotetsu a la cabecera de la mesa. Curiosamente, Osaka se encontraba sentada a su costado y organizando una serie de papeles con sumo detenimiento. Mariko quiso hacerle alguna observación, pero de inmediato imitó a los demás a sentarse, y la reunión dio inicio.
“Buenas tardes con todos,” dijo Osaka, sonriendo profesionalmente. “Soy la secretaria de esta reunión y tengo el honor de presentar al señor Kotetsu ante ustedes.”
“Buenas tardes,” dijo el susodicho, con seriedad e inmutabilidad.
“¡Buenas tardes, papá!” exclamó Urashima, emocionado y agitando una palma.
“…” por su parte, Mariko estaba en shock y con los ojos abiertos como platos. “I-imposible…”
“Ehh, ¿estás bien?” le preguntó Kashuu.
“N-no le ha llamado kotatsu…” susurró anonadada.
“Sí, es una rara excepción que nadie entiende…” comentó Roxas.
“El primer asunto que atender es la llegada de Mariko Kurama y su presentación formal al líder de la familia,” siguió Osaka, quien miró a su prima con un rostro neutro. “Kurama-san, sírvase a ponerse de pie, por favor.”
“Ehm, ehh…” esta no supo qué decir, y siguió el pedido por inercia. Vio al señor Kotetsu levantarse y caminar donde ella. Por su gran estatura, Mariko se sintió como una hormiga y un tanto incómoda, pero este hizo una venia muy respetuosa.
“Bienvenida a nuestro hogar. Tu prima me ha hablado mucho sobre ti,” dijo Taroutachi, con una voz cadenciosa y amable pese a mantener su severo semblante. “Te ofrezco de mi hospitalidad y ayuda en caso la necesites.”
“S-sí, muchas gracias, todos son muy amables aquí,” se apresuró a decir e hizo un par de rápidas venias de saludo y agradecimiento.
“Sigamos con la reunión por favor…”
“Sí…” Mariko le vio regresar a su asiento y ella volvió a ocupar el suyo.
“El siguiente punto a discutir es el tema con respecto a las actividades durante estas vacaciones de verano,” narró Osaka, con gusto y dedicación. “Es el motivo principal por la presencia del señor Kotetsu, así que escuchen con atención.”
“Muchas gracias,” el dueño de casa asintió a Osaka en señal de agradecimiento y tomó la palabra. “Siendo este el último día de clases, quisiera comentar un compromiso muy importante que le corresponde a nuestra familia,” dicho esto, Taroutachi miró fijamente a Roxas, quien se sorprendió por recibir su atención tan repentinamente. “Al haber sido incorporado a nuestro hogar hace poco tiempo, es importante que te llevemos a conocer a nuestros parientes y familia extendida, y presentarte debidamente ante ellos. Iremos a la residencia principal de los Kotetsu durante las vacaciones para una reunión especial en tu nombre.”
“¿E-e-en serio?” preguntó Roxas, un poco pálido. Sonaba a un gran evento.
“Claro, es sólo normal,” dijo Nagasone, sonriendo tranquilo y decidido. “Todos están con ansias de conocerte y como uno de los hijos del líder, debes reconocer tu puesto en nuestra familia.”
“S-supongo, pero…”
“¡No te preocupes, Roxas-niichan!” exclamó Urashima, radiante de alegría. “Te aseguro que te encantará nuestro hogar allá y todos estarán más que contentos de verte. Además de eso iremos juntos y te guiaré por todos lados.”
“La residencia es un lugar enorme, y podría decir el único donde Urashima no se perdería. Puedes confiar en él,” comentó Horikawa, sonriendo.
“Uhh, oye, Horikawa…” el Kotetsu menor se deprimió un poco.
“Haha, sabes que bromeo, Urashima. No me tomes a mal.”
“Debo agradecer tu constante ayuda en este hogar, Kunihiro, y pedirte el favor que nos acompañes en este evento,” pidió Taroutachi, calmadamente.
“Sería un honor, señor Kotetsu,” dijo el amigo de la familia, haciendo una venia.
“Ante esto, es mi turno de pedirle disculpas a los demás,” el líder de casa se dirigió al resto del público, inmutado. “Esta es una reunión formal y privada donde sólo se aceptan a los miembros de sangre y familias allegadas y de confianza. Prometo organizar otra oportunidad para que visiten nuestra residencia, pero estas vacaciones no será posible extenderles la invitación.”
“No se preocupe, ya le debemos demasiado por todo el apoyo que nos da,” dijo Kashuu, sonriendo comprensivamente. “Les deseamos una próspera reunión. Nosotros nos encargaremos de mantener la casa durante su ausencia.”
“Sí, muchas gracias por todo,” Cho asintió respetuosamente.
“No hay de qué…”
“Ehh, pero…” Roxas miró a su hermana brevemente, con cierto temor. Le incomodaba pensar que estaría días alejado de las personas más cercanas a él e inmerso en un mundo que apenas sabía que existía bajo el rol de una persona distinta a él…
“Puedo notar que estás nervioso, pero te aseguro que todo estará bien, Roxas,” dijo Nagasone. “Más bien, hay que aprovechar que el dojo dentro de la casa ha sido terminado. Como familia guerrera, vas a tener que demostrar tus habilidades, así que puedo comenzar a entrenar más a menudo contigo.”
“Ehh, ¿voy a tener que probarme a mí mismo?” preguntó en shock.
“No va a ser una prueba en sí, y sé que tus parientes entienden que has tenido una educación distinta,” le aseguró Horikawa, amablemente. “Ellos estarán principalmente felices de que un nuevo Kotetsu haga aparición. Ah, y también te ayudaré con tu entrenamiento, así que cuentas con nosotros.”
“¡De todos modos! ¡Yo sé que Roxas-niichan tiene un gran potencial!” exclamó Urashima. “Kamekichi piensa lo mismo que yo. ¡Nunca dudes de ti mismo!”
“Sí, eh, gracias por sus palabras…” asintió y se resignó. Tenía todo el sentido del mundo que tuviera que presentarse debidamente y volvió a recordar lo poderosa y reconocida que era la familia Kotetsu. Le tocaba acostumbrarse a ello.
“Aparte de este evento, no tengo ningún otro plan, y quisiera decirles que son libres de sugerir cualquier actividad o viaje en caso deseen organizar algo,” comentó Taroutachi, pausadamente. “Sería provechoso que todos pudiéramos conocernos mejor y deseo brindarles un hogar unido y ameno como sea posible.”
“Gracias nuevamente…” Mariko asintió. “Pues, iré a pasar un tiempo con mis padres en Osaka, pero sí estaré aquí la mayor parte del verano. Con gusto acomodaré mis planes a los de ustedes.”
“Continúo definiendo la fecha de la reunión de mi familia. Ayumu se encargará de avisarles a la brevedad posible,” dicho esto, el señor miró a Osaka. “Eso es todo.”
“A continuación, un refrigerio cortesía de Horikawa,” anunció formalmente.
“Claro, enseguida,” el chico se levantó sonriente. “Esperen un momento, por favor.”
“Oh, te ayudo,” dijo Kashuu, quien le siguió hacia la cocina.
Ello terminó con la formalidad del diálogo y el ambiente se volvió más natural.
“Te agradezco por ayudarme a dirigir esta reunión,” dijo Taroutachi a Osaka, con una corta sonrisa. “Has demostrado prudencia y desenvolvimiento apropiado.”
“Hehe, me halagas mucho. Yo feliz de ayudar,” dijo la chica con su sonrisa sonsa de siempre y terminando con su rol de secretaria. “¡Y qué genial la reunión que van a tener! Espero que se diviertan mucho por allá.”
“Así será, gracias por los deseos,” asintió y se levantó. “Un momento por favor. He recordado que tenía una llamada telefónica pendiente. Volveré enseguida.”
“¡Sí!” asintió obedientemente y comenzó a guardar sus apuntes.
El señor Kotetsu caminó hacia la salida, y vio que la pelirrosa se levantó y se le dirigió.
“Ehh, u-un momento, por favor,” dijo Mariko.
“¿Qué sucede?” le preguntó tranquilamente.
“Pues, ehh…” la exHiME miró brevemente a su prima que estaba curiosamente escribiendo los minutos de la sesión. “S-sólo quisiera agradecerle por cuidar de Ayumu y que sea tan paciente con ella. Ehm, tiende a ser un poco difícil de tratar.”
“Su prima es una joven prometedora. No necesitas dudar de ella.”
“Ehh, no que realmente lo haga… sólo me preocupa a veces.”
“Estará bien, te lo aseguro,” asintió y sonrió con leve nostalgia. “Me recuerda un poco a mí.”
“¿H-habla en serio?”
“Con permiso.”
“S-sí…” Mariko se quedó anonadada.
“¿Todo bien, prima?” preguntó Urashima. “Hmm, te ves un poco sorprendida.”
“No sabría decir cómo solía ser mi padre en su juventud, pero sí suele ser un poco distraído y despistado, por más que no lo parezca,” comentó Nagasone, encogiéndose de hombros. “Será por eso que Osaka ha sido compatible con él desde un inicio.”
“Debe ser, me alegro por ella,” Cho asintió.
“¿Eh? ¿Qué sucede?” preguntó Osaka, quien se acercó una vez tuvo todos sus documentos en orden. “¿Mariko-chan? ¿Acaso algo te ha asustado?”
“¡Ayumu!” sorprendentemente, Mariko se emocionó y abrazó a su prima. “¡Sí hay esperanzas para ti! ¡Qué alegría!”
“¿Eh? ¿Qué quieres decir con eso?” Osaka frunció el ceño, con leve preocupación. Vio a su primita romper el abrazo y agarrarle con firmeza de ambos brazos.
“Escúchame, pasa todo el tiempo posible junto al señor Kotetsu, ¿has entendido?” le pidió con cierta severidad. “Sé que él es una gran influencia para ti. Por favor, haz lo que te digo.”
“Eh, sí nos llevamos bien, sería un gusto,” la chica asintió y sonrió. “Tú tranquila, Mariko-chan.”
“Interesante…” Roxas se puso a pensar. Debía haber algo extraordinario en su padre para que Osaka se volviera más eficiente a su alrededor, aunque no podía imaginar qué podría ser.
Los demás no tardaron en regresar e inició una degustación del refrigerio en lo que todos comenzaron a hablar sobre las vacaciones y detalles sobre la residencia de los Kotetsu. Tenían todo un verano por delante.
La limpieza del aula de Gokotai y áreas aledañas avanzó lento, pero seguro. El pequeño se esmeró y trabajó intensamente en su parte pese a no considerarse muy adepto a esas tareas. De todos modos, a manera de ayudar un poco a aquel senpai que siempre velaba por él, no iba a darse por vencido.
“Ehh…” el pequeño barría el piso con leve dificultad al no poder recoger todo el polvo con el recogedor, y estaba en un círculo vicioso de retroceder para volverlo a intentar repetidamente. Su gran enfoque le llevó al pasillo antes de darse cuenta, donde alzó su mirada y captó el silencio y vacío de aquella gran escuela.
Seguramente los encargados de limpieza de cada salón ya habían terminado como para no percibir la presencia de nadie más. Ello le desanimó un poco. Si bien sabía que al menos tres personas solían ayudar para la limpieza, temía que su trabajo no estuviera siendo lo suficientemente bueno…
“Gokotai, ¿todo bien?” preguntó Monoyoshi, saliendo del aula. Este sonrió animado. “Ya terminé con el salón. ¿Cómo te va por el pasillo?”
“¿E-ehh? ¿Terminaste con el salón?” le preguntó impresionado. “P-pero me correspondía limpiar algunos de los pupitres…”
“Ya me encargué de eso. No te preocupes, a mí me gusta mucho la limpieza. Es uno de mis pasatiempos favoritos.”
“¿E-en serio…?” ladeó su cabeza y se quedó en blanco.
“¿Por qué te confundes? Es natural para mí.”
“Es que cosas como limpiar suelen ser odiadas o evadidas por todos…” se puso a pensar. Podía recordar varias veces en que algunos de sus hermanos renegaban o se resignaban a esa labor, además del estado desordenado de la habitación de algunos de ellos. “A mí se me hace difícil, y no es fácil encontrar a alguien que lo disfrute.”
“Hm, ya veo.”
“¡Ehhh! ¡P-p-pero no es que quiera decir que está mal, senpai! ¡Pienso que es admirable que te guste y seas bueno en ello! ¡En verdad! ¡P-perdón si te hice sentir mal!”
“Haha, no te inquietes, lo comprendo,” el pelirrosa le sonrió amablemente. “No hay nada de malo con tu parecer, Gokotai. Es normal que las tareas sean pesadas o difíciles. Sólo necesitas recordar que cada uno de nosotros somos distintos, y eso está muy bien, te lo aseguro.”
“Senpai…”
“También tengo costumbre y disciplina de limpiar en mi hogar. Ello lo hace fácil para mí.”
“Pero…” el peliblanco agachó su cabeza, apenado. “¿No es difícil? ¿No te resulta cansado siempre estar trabajando por todos y ayudando a todos cuando te lo piden? Yo… no quiero darte ese peso tampoco…”
“No te preocupes,” le dijo con una brillante e inmutable sonrisa. “Estoy bien.”
“Pero…”
“¿Sabes?” Monoyoshi aspiró y encaró hacia las ventanas de su salón desde el pasillo. Él sonrió con una gran paz interior en lo que recibía los rayos del atardecer que comenzaban a teñir a la ciudad de colores cálidos. “Siempre me he considerado una persona muy afortunada y bendecida. Quizás no sea muy obvio, pero tengo una gran suerte, y estoy eternamente agradecido por la vida y facilidades que me han sido otorgadas.”
“…” Gokotai le miró atentamente, intrigado por sus humildes palabras.
“La vida puede resultar difícil y solitaria en ocasiones, pero en aquellos momentos hay que aprender a concentrarnos en el lado positivo, y en comprender lo dichosos que en verdad somos,” el pelirrosa volvió a dirigirse a su menor y le sonrió ampliamente. “Y es mi mayor deseo el transmitir a todos este sentimiento tan simple, esta dicha de estar vivos.”
“Senpai…” se vio impresionado. La luz que provenía del salón tintaba a Monoyoshi de un brillo que acentuaba sus cabellos rubios rosáceos y ojos miel, al punto de invocar un aura etérea a su alrededor. Siempre había sentido admiración por la gran y bondadosa persona que era, pero en momentos como el presente no evitaba pensar que él provenía desde fuera de su propio mundo.
“Sea ayudar a otros con sus clases o limpiar este salón, me motiva saber que soy capaz de cuidar de los demás, y deseo fervientemente que al realizar estas labores sea capaz de inspirar alegría y bienestar en nuestros compañeros. Ese simple deseo es el que me da fuerzas, Gokotai. Me hace feliz saber que tengo el poder de ayudar a quienes me necesitan.”
“Ya veo…” Gokotai asintió y sonrió con torpeza. “Tiene sentido… eres muy admirable.”
“No, sólo hago lo que puedo,” Monoyoshi negó. “Creo que hemos terminado.”
“Eh, sí…”
El par recogió los instrumentos que emplearon y, luego de guardarlos, se retiraron del edificio de clases camino a la salida de esa secundaria. Fue una caminata tranquila y despejada, y Gokotai compartió un poco sobre lo que tenía planeado para el verano.
“Ah, entonces irás de paseo con tus hermanos a su casa de playa,” observó Monoyoshi. “Hehe, un verano no está completo sin una visita al mar, ¿cierto?”
“Sí, es verdad,” Gokotai asintió y sonrió. “Lo estoy esperando con ansias. Este paseo es una tradición familiar y la zona a donde vamos es segura y suelen organizarse matsuri con frecuencia. Va a ser genial.”
“Sí lo suena. Te deseo un muy próspero viaje.”
“Muchas gracias, senpai. Ehm… ¿y cuáles son tus planes para las vacaciones?”
“¿Eh? Hm, no sabría decirte,” alzó su mirada a las nubes con cierto dejo de confusión. “Si no me equivoco tengo un par de eventos sociales a los que ir para representar a mi familia… aparte de ello no tengo más en mente.”
“¿En serio? Pero sería bueno que aproveches a ir a la playa o a viajar,” observó el peliblanco con leve preocupación. “Ehh, podría preguntarle a Ichi-nii si puedes ir con nosotros.”
“Está bien, no tienes que hacer eso,” dijo Monoyoshi rápidamente con una sonrisa incómoda y agitando sus palmas. “Lo más probable es que sí termine yendo a algún lado. Lo que sucede es que no suelo ser yo quien se viene con los planes en mi hogar.”
“Ehh, ya veo…” ello hizo confundir a Gokotai, quien ladeó su cabeza. “Sería bueno que también pudieras decidir… supongo…”
“Sea como sea, tendré unas vacaciones tranquilas y tengo gran fe en la organización de mi hogar. No te preocupes.”
“Bueno, sí tú lo dices, senpai,” ello le entristeció un poco, y bajó su mirada. “Ahora que lo pienso… no recuerdo que en algún momento hayas mencionado a tu familia. Sólo sé que tiendes a estar ocupado con algunos de sus deberes…”
“Es posible que no haya hablado al respecto, es verdad…”
“¡Ehh! ¡P-pero no estoy diciendo que debes hacerlo! ¡T-tampoco quisiera obligarte, senpai! ¡Y-y-ya de por sí quizás sea yo quien habla de mi familia demasiado! ¡Ehhh!”
“Tranquilo, tranquilo, está bien,” le pidió amable y pacientemente en lo que le sonreía. “La familia es muy importante, tienes razón. Supongo debo admitir que la mía no es muy unida. Es normal que no les mencione con frecuencia por ese motivo.”
“¿Por qué…?”
“No sabría decirte el porqué, sólo se ha dado así. Pero es normal para nosotros. Pese a la distancia, nos llevamos bien y cuidamos el uno del otro cuando es necesario,” asintió convencido. “Yo más bien pienso que en ese aspecto tú eres el afortunado. Tienes una hermosa familia y un montón de hermanos que te quieren y cuidan de ti, y a su vez tú les dedicas todo tu esfuerzo y atención. En verdad me alegro mucho por ti, Gokotai.”
“Eh, muchas gracias…” el pequeño sonrió un poco al pensar en sus hermanos. “De todos modos… no es por querer imponer nada, pero quisiera que intentaras conectar un poco con tu propia familia, senpai. La familia sí es importante… no sé qué sería de mí sin mis hermanos… y quisiera esa felicidad para ti también…”
“Eres muy amable. Tus deseos significan mucho para mí, en verdad,” le contestó animado y tranquilamente.
Aquella conversación les llevó hacia la salida, donde Gokotai no tardó en reconocer a Namazuo, quien ni bien le vio corrió donde el par con una amplia sonrisa.
“¡Gokotai!” exclamó el pelinegro, quien apachurró a su hermanito con mucha alegría. “¡Aquí estabas, precioso~!
“¿N-Namazuo-niisan? ¿Qué haces por aquí?” preguntó con leve curiosidad.
“Akita y Houchou me dijeron que te habías quedado a limpiar y no pudiste acompañarlos a ir a comer helados,” dijo el mayor, quien le soltó y le revolvió los cabellos. “Hehe~ y no iba a dejar que te regresaras por tu cuenta, así que he venido a recogerte.”
“Eh, muchas gracias, espero no haberte preocupado.”
“Para nada, eres muy lindo y estoy orgulloso de ti por ofrecer tu ayuda,” luego de atender a su pequeño, Namazuo se dirigió a Monoyoshi. “Ohh, y tú eres su senpai, ¿verdad?”
“Sí, buenas tardes,” dijo Monoyoshi, haciendo una respetuosa reverencia. “Gokotai fue una gran ayuda para mí.”
“Vamos, tú también le ayudaste al irle a visitar cuando estaba resfriado, así que estamos en confianza,” le dio un guiño. “Y te debo por siempre cuidar tan bien de él.”
“No es nada. Soy afortunado de tener a Gokotai como mi compañero de clase,” dicho esto, hizo otra reverencia. “Debo irme. Les deseo unas placenteras vacaciones.”
“S-sí, muchas gracias, igualmente,” se apresuró a decir Gokotai.
“¿Eh? ¿No quisieras que te llevara a tu hogar?” preguntó Namazuo.
“Muchas gracias por la oferta, pero tengo que ir a realizar unas compras. Mi retorno se va a prolongar,” sonrió con torpeza. “Lo siento…”
“Heh, bueno, no te obligaré. ¡Ve con cuidado!”
“Claro, igualmente,” Monoyoshi volvió a hacer una reverencia y siguió su camino hacia las afueras de la secundaria.
“Ya que has sido un muy buen niño, te llevaré a comer unos helados~” exclamó el mayor. “Sí hay que celebrar por estas vacaciones cuanto antes, ¿no te parece?”
“Hehe, muchas gracias, Namazuo-niisan,” Gokotai sonrió gustosamente. Iba a estar rodeado de sus queridos hermanos a partir de aquel momento, así que le tocaban unas vacaciones muy felices y agradables.
El par de hermanos fueron hacia el estacionamiento para partir rumbo a la heladería antes de regresar a casa, donde podrían disfrutar de esa tan esperada libertad.
Un par de horas pasaron y llegó el anochecer en la universidad de Rizembool. El lujoso restaurante comenzaba a llenarse de más gente y los pisos superiores fueron habilitados para acomodar a más clientes, con varios de ellos siendo de mayor rango. El sexto piso deslumbró su pecera y acabados especiales, y el profesional servicio continuó como programado.
Luego de cumplir con su turno como chef, Mitsutada estuvo a cargo de atender la barra en el sexto piso. Sin embargo, la todavía moderada clientela le permitía entretener a sus amigos que estaban presentes. A ellos se sumó Ichigo, quien acababa de llegar.
“No había esperado verte hoy,” observó Mitsutada, con una sonrisa cordial. “Es un agrado.”
“Lo mismo digo, Mitsutada-san,” dijo el peliceleste, sonriendo amablemente y asintiendo. “Sin embargo, he tenido una faena especialmente difícil hoy y pensé que sería mejor tomar un respiro antes de regresar a casa. Siempre eres muy reconfortante.”
“Tú eres igual que yo en ese aspecto,” asintió y le extendió una carta. “Si tienes alguna consulta sobre las bebidas que ofrezco no dudes en preguntar. También puedo darte sugerencias.”
“Eh, eres muy amable, pero yo no tomo bebidas alcohólicas,” dijo alzando sus palmas y sonriendo con torpeza.
“Heh, no me sorprende de ti, Ichi-nii, pero relájate,” dijo Tsurumaru sentado a su costado en lo que degustaba de una pequeña botella de sake que había pedido. “Tus admiradores hermanos no están presentes.”
“No me llames Ichi-nii, por favor,” le pidió Ichigo con amabilidad.
“Ohh, yo ya quisiera ser legal para tomar alguna bebida de alta calidad,” observó Taikogane. Él apenas había pedido una Ginger Ale. “¡Vamos, Micchan, puedes confiar en mí! ¡Sírveme algo!”
“Haha, sabes que no, Sada-chan,” el mayor rió un poco y negó.
“Hm, creo que yo no querría tomar alcohol cuando crezca,” observó Hotarumaru, quien desentonaba del grupo al estar degustando de una trufa de chocolate. “Suena a un vicio…”
“Comer dulces perpetuamente también es un vicio, Hotaru-bou,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Aunque sí, mejor mantén tu distancia. Si te exponemos a algo inapropiado, sé que Akashi nos sacará los ojos.”
“Seguramente Akashi-san sólo quiere velar por el bienestar de su querido hermano menor, pero él no sería agresivo con nadie,” opinó Ichigo. “Entiendo su preocupación. También me inquietaría si uno de mis queridos hermanitos fuera a adoptar algún vicio, especialmente si es algo como tomar alcohol.”
“¡Hahaha!” Tsurumaru rió con ganas. “Yagen no será legal aún, pero le he visto tomar en reuniones y convenciones científicas.”
“¿Q-qué dices?” ante eso, Ichigo puso una cara de espanto y pareció que algo se quebrantó dentro de él.
“Ehh… Ichigo-san…” Mitsutada intercambió miradas con el peliblanco.
“Uhh, sé más amable, Tsurumaru,” reclamó Hotarumaru, haciendo un puchero.
“Sí, perdón, perdón,” el mayor sonrió apenado y agitó una palma. “Pero tú no te preocupes, Ichigo. Él es responsable y sólo toma cuando es una etiqueta social. No lo trates como un niño por más que lo parezca en tu punto de vista.”
“Pero…” el peliceleste se mostró un poco inquieto. “Temo que ese sea un posible desencadenante a algo más serio. También sé que gusta de tomar café cargado.”
“No hay nada de extraño en eso, yo también lo hago,” dijo el chef, sonriendo comprensivamente.
“Ojalá yo también algún día, pero todavía no me acostumbro al amargo del café,” comentó Taikogane con leve torpeza.
“Eh, no tienes que esforzarte, Taikogane,” observó Hotarumaru, con curiosidad.
“Supongo no he llegado a acostumbrarme al hecho que no conozco muy bien a todos mis hermanos,” Ichigo dio un suspiro y sonrió incómodo. “Mis disculpas, no quise inquietarles.”
“Estás en confianza, Ichigo-san,” Mitsutada asintió. “Has venido para darte un respiro, como bien dijiste. Déjanos ayudarte.”
“Lo aprecio mucho.”
“Yo pienso que eres un hermano mayor muy genial y cool,” opinó Taikogane, sonriendo ampliamente. “Heh, hasta sé que tienes muchas fans por todo Rizembool. ¡En verdad que tus hermanos son muy afortunados de tener a alguien como tú!”
“Ehh, no es para tanto…” el peliceleste se vio confundido. “Y dudo tener a tantos fans.”
“Siempre me sorprende lo poco consciente que eres sobre ello, pero, en fin, va con tu humildad,” Tsurumaru se encogió de hombros. “Aquí Mitsu-bou también se está haciendo popular entre las chicas. A todas les gusta un hombre que cocina, ¿cierto?”
“Haha, ¿qué dices, Tsuru-san?” entonces, Mitsutada recibió un par de papeles de un mesero. “Oh, un momento, por favor, tengo unos pedidos que atender.”
“Descuida, Micchan, te esperamos~” dijo su pequeño admirador, quien volvió a dirigirse al peliceleste. “Ah, más temprano vino un gran grupo de estudiantes y entre ellos conocí a Shinano. Es un chico divertido, ¡y tiene de amigo a un actor que es súper cool!”
“Ohh, ¿Shinano pasó por aquí?” preguntó Ichigo, un poco sorprendido.
“Sí, Tsurumaru nos trajo,” Hotarumaru asintió. “Él tuvo que irse a su práctica de drama.”
“Ya veo, me alegro que ya se haya hecho de muchos amigos. Sin duda, él tiene un gran corazón y un fuerte carisma.”
“Heh, interesante,” Taikogane se animó. “Shinano tuvo varias cosas positivas que decir de ti también. Entiendo que ese es el espíritu de tu familia. Vaya, qué envidia, ya quisiera tener hermanos como ustedes, me llenarían de energías todo el tiempo.”
“Hahaha, tú no necesitas que nadie te llene de energías, Sada-bou,” Tsurumaru rió un poco.
“Y, de por sí, pienso que tienes una familia muy noble y bondadosa, Taikogane,” comentó Ichigo. “No tienes nada que envidiarnos, a mi parecer.”
“No, sé que eres buena gente y dices cosas amables todo el tiempo, pero mi familia no es nada especial,” el pequeño peliazul frunció el ceño y desvió su mirada con desinterés. “No somos nada unidos, ni nos entendemos, y sé que yo soy la oveja negra por no ser diplomático o formal o estudioso o lo que sea. Uhh, y el heredero de mi familia es un ser incorregible y desagradable. Micchan siempre será mi verdadero hermano.”
“Taikogane…” Ichigo se mostró afligido por esas palabras, especialmente por el grado de desinterés con las cuales fueron dichas.
“Pero no te preocupes por mí, Ichigo-san,” este le sonrió. “Si bien mi familia es un ensarte, reconozco que no son malos, y tengo la suerte de contar con grandes amigos como ustedes. Oh, aunque me falta conocer a más de tus hermanos. Seguro que son tan buenos y cool como tú.”
“Ehh…”
“Oh, hay un pequeño savage de anteojos que si mal no recuerdo comenzará a estudiar en tu colegio después de las vacaciones,” dijo Tsurumaru. “¿Verdad, Ichigo?”
“Eh, sí,” el peliceleste negó y recobró su sonrisa y cordialidad. “Hakata se integrará a tu secundaria dentro de poco. Sería un agrado que los dos pudieran llevarse bien.”
“¡Claro! ¡Con gusto le mostraré todo el campus!” asintió cometido a sus palabras.
“Hmm, Maeda me dijo que su hermano iba a estudiar parte del tiempo en la secundaria y parte en la universidad,” observó Hotarumaru. “Al parecer es muy inteligente.”
“Vaya, ya casi me siento intimidado,” Taikogane sonrió. “¿Y cuántos hermanos son en total?”
“¿Cuántos somos?” Ichigo se vio brevemente perplejo por la pregunta, y sonrió con humildad. “Somos muchos, supongo.”
“¿Eh? ¿Quieres hacer suspenso?” el peliazul se confundió.
“…” por su parte, Hotarumaru intercambió miradas con Tsurumaru. Hubieran esperado una respuesta ambigua de parte del juguetón de Shinano o del misterioso de Yagen, pero si incluso Ichigo no daba una respuesta firme significaba que sí había gato encerrado. Las palabras de Syo comenzaban a tener más peso.
“Listo, ¿me perdí de algo?” preguntó Mitsutada, luego de que un mozo se llevara los tragos recientemente preparados.
“Voy a estudiar con uno de los Toushirou, Micchan,” reportó Taikogane, sonriente.
“Ah, me alegra mucho. Asegúrate de ser amable con él y ayudarle en lo que necesite.”
“¡Por supuesto!”
“Ohh…” de repente, Hotarumaru miró hacia la pecera y se quedó anonadado. “¿Ese de ahí es un pez león?”
“Ah, salió de su escondite,” observó Tsurumaru, entretenido.
“Sí, hay dos, y también muchos peces increíbles que mejor se aprecian de cerca,” dijo Taikogane. Este se levantó de su butaca de un salto. “Ven, déjame mostrarte.”
“Oh, muchas gracias,” asintió y le siguió rápidamente.
Los menores fueron a la pecera donde Taikogane comenzó a apuntar a los peces e introducírselos al pelicenizo, quien prestaba atención y asentía repetidamente. El trío restante en la barra les observó brevemente, hasta que Mitsutada sirvió una taza de té a Ichigo, quien se sorprendió.
“No llegué a pedir nada…” dijo impresionado.
“Es cortesía de la casa,” sonrió con cierta perspicacia y amabilidad. “He podido notar que te encuentras triste y meditabundo, y mi vocación de chef y anfitrión me inclina a velar por ti. También quisiera oír qué tienes en mente.”
“Realmente eres admirable, Mitsutada-san…” Ichigo sonrió agradecido. Agarró su taza suavemente y miró el contenido. “Te agradezco por tu hospitalidad…”
“Confía en nosotros, Ichigo,” Tsurumaru le agarró de un hombro y le movió un poco como quien le despertaba. “Avívate.”
“Haha, no tienes que sacudirme,” dijo el peliceleste, con torpeza. “Es sólo que, luego de los más recientes eventos, he podido presenciar que hay mucho que se escapa de mis manos. Quisiera poder velar por mis queridos hermanos y serles un confiable hermano mayor, pero dudo que todos me vean así,” agachó su cabeza. “Ahora mismo que escuché las incomodidades de Taikogane con su propia familia no puedo evitar preocuparme por él, y también… me pregunto si alguno de mis hermanos se sentirá de aquel modo.”
“Sada-chan mencionó a su familia, ya veo…” Mitsutada miró frustrado a su pequeño amigo verse tan animado como siempre mientras hablaba con Hotarumaru. “Tampoco estoy conforme con su presente realidad y su manera de ver las cosas, pero quizás lo más saludable es dejarle que interprete su vida y aprenda con el paso del tiempo. El primogénito de su familia me pidió hace tiempo que cuidara de él ya que sus superiores están en el extranjero, y precisamente porque los dos son muy incompatibles…”
“Siempre tengo curiosidad de aquel ‘heredero’ del que siempre se para quejando,” dijo Tsurumaru.
“Le conocí una vez hace varios años, cuando yo apenas me recuperaba de perder la memoria,” dijo Ichigo, haciendo memoria. Él sonrió con tristeza y nostalgia. “Fue una figura bastante imponente, y quien me llamó la atención para que despertara de mi letargo. En aquel entonces, no estuve consciente de la carga que Gotou sostenía para velar por nosotros, y la preocupación de nuestro allegado y sus exigencias me hicieron recapacitar en velar por mis hermanos. Me apena que Taikogane se queje de él tan amargamente.”
“Ehh, pues, ustedes no lo conocen,” Mitsutada sonrió incómodo. “Los motivos de Sada-chan de quejarse de él se deben más a su personalidad que a las aptitudes que tú recuerdas de él, Ichigo-san. Es que es todo un personaje.”
“Haha, para que Mitsu-bou diga que alguien es todo un personaje seguro que sí es un ensarte,” comentó Tsurumaru, sonriendo con ironía. “Pero ya, no te andes deprimiendo por lo que escuchaste de Sada-bou. Tú eres el infalible Ichi-nii y todos tus hermanos te tienen un gran respeto, y en verdad que te lo mereces.”
“Espero que sí…”
“Seguro que andas preocupado por Yagen como es usual, ¿cierto?” Tsurumaru se encogió de hombros. “Déjalo ir. Él no es tan niño como parece. Es una gran molestia, según yo.”
“Vamos, Tsuru-san, no digas esas cosas,” Mitsutada sonrió incómodo. “Pese a no conocerle bien, sé que Yagen les tiene en consideración y se preocupa por todos sus hermanos. También sé que te tiene en gran estima, Ichigo-san.”
“Es un pensamiento agradable, pese a no haberle sido de gran apoyo…”
“Heh, no te expreses con duda, es evidente,” el peliblanco rió un poco. “Además, pese a que los dos sabemos lo pesado que es con Namazuo, nunca le he visto desconocerle como uno de sus mayores. Obviamente a ti te idolatra, al igual que tus otros hermanitos.”
“Muchas gracias por sus palabras…” asintió y sonrió con torpeza. “Es un poco vergonzoso hablar de estas cosas y contarles mis inquietudes. Lamento las incomodidades.”
“Es nuestro agrado oírte, Ichigo-san. Reflejas una genuina preocupación por tu familia,” observó el chef, tranquilamente.
“Ahora que inician las vacaciones, estoy esperando organizar suficientes actividades para integrar a todos mis hermanos. Está el viaje a nuestra casa de playa, como siempre.”
“Oh, no te olvides que ya me apunté,” dijo Tsurumaru, animado. “Haha, no dolería ver si para variar puedo tomar un poco de color en vez de sólo enrojecerme por dos días.”
“Hahaha, no sé si tu piel es capaz de tomar color, Tsuru-san,” Mitsutada rió modestamente.
“Si ustedes pudieran unírsenos a ese paseo, sería muy oportuno,” dijo el peliceleste.
“Claro, sé que Sada-chan estaría encantado, y si no es inmediatamente después del semestre, contaré con tiempo de sobra.”
“Me alegra oírlo,” asintió y su expresión volvió a contagiarse de leve nostalgia y tristeza. “Además de ello, pensé en organizar otro paseo corto en los próximos días.”
“Oh, eso es nuevo,” Tsurumaru se impresionó. “¿A dónde irían? Me libro mañana del laboratorio así que con gusto iría con ustedes, si es que no es nada limitado a tu familia.”
“No lo será, esperaba extenderle la invitación a los Yukimitsu, aunque Mikazuki y su familia no podrán acompañarnos.”
“Haha, suerte con eso,” rió un poco.
“Yo sólo… intenté buscar información entre los álbumes familiares y los propios diarios de mi padre sobre las actividades que solían realizarse cuando mis progenitores seguían con vida…” comentó Ichigo, meditabundo. “Es mi gran pesar decir que hay muy poca información disponible. Esperaría gran cantidad de fotos, al menos, pero es como si esos recuerdos también hubieran desaparecido…”
“Pues, no sabría qué decirte…” Mitsutada desvió su mirada, apenado.
“Yo sí, lamentablemente…” Tsurumaru sonrió con ironía y un poco de pena. “Conociendo a Yagen y dándome una idea sobre sus hermanos ‘contemporáneos’, seguramente ellos han decomisado y desaparecido esos recuerdos en lo posible.”
“Debo admitir que tengo las mismas sospechas, Tsurumaru-san…” agachó su mirada. “Comprendo que ese pasado les corresponde más a ellos que al resto de nosotros, y seguramente no querrían incomodarnos con esos recuerdos, pero…”
“Pero tú tranquilo,” el peliblanco le dio una palmada en un hombro. “Precisamente por ello, no es como si se hubieran deshecho del pasado. Sólo espera a que se sientan más cómodos de hablar de ello contigo, y muy probablemente sacarán aquel tesoro de su escondite. Es definitivamente algo muy importante para ellos también.”
“Gracias, tienes razón,” ante esas palabras, Ichigo se vio levemente perplejo.
“¿Eh? ¿Qué sucede?” Tsurumaru se confundió.
“Oh, nada, descuida,” el peliceleste sonrió agradecido. “Aprecio mucho tus palabras, y suelo olvidar lo analítico y atento que eres. Nuevamente gracias por tu comprensión, Tsurumaru-san.”
“Tsuru-san sí es una persona muy sabia, pese a no querer mostrarlo,” Mitsutada asintió.
“Prefiero ser un ruidoso amigo que anima el ambiente, ya me conocen,” negó frustrado. “¿Y a dónde ibas con todo este relato, Ichigo?”
“Sí, lo que sucede es que encontré la mención de un bosque a unas horas de la ciudad donde una vez mis padres fueron de viaje junto a nosotros, cuando sólo éramos los tres mayores,” narró el peliceleste, con una suave y apenada sonrisa. “No soy capaz de recordarlo, pero por el modo en el cual mi padre se expresó de aquel lugar en su diario, suena a un bosque que él visitó varias veces en su vida. Sin embargo, en ningún momento en estos nueve años hemos ido de paseo por allá. Quisiera ir a ese sitio con mis hermanos a manera de honorar nuestros orígenes.”
“Es una meta iluminadora, y sensible, como lo esperaría de ti, Ichigo-san,” Mitsutada sonrió comprensivamente. “Me gusta tu visión, y les deseo un próspero viaje. Estoy convencido que a tus hermanos les encantará la idea.”
“Muchas gracias, Mitsutada-san,” asintió. “Quisiera ser capaz de averiguar más de mi pasado, pero incluso esos diarios son escasos. Ojalá algún día pueda encontrar los más recientes…”
“Pero ya tienes algo de utilidad, te viene bien aprovecharlo,” observó Tsurumaru.
“Sí, eso haré,” Ichigo sonrió. “Lo espero con ansias. He leído que es un bosque muy extenso y hay varias cosas por hacer. Si puedes invitar a más personas, sería lo mejor.”
“Claro, apuesto a que Hotaru-bou aceptaría sin pensarlo dos veces.”
“¿Eh? ¿De qué hablan?” preguntó el susodicho, quien acababa de regresar con Taikogane.
“Nice timing, pequeño,” dijo el peliblanco. “Ichigo está organizando un paseo a un bosque cercano por unos días. ¿Te animas?”
“Ohh, suena genial,” los ojos de Hotarumaru se iluminaron. “¡Claro que sí! Seguramente Kuniyuki seguirá muy perezoso como para organizar algo, así que con mucho gusto.”
“Haha, es de esperarse.”
“¡Ahh, me encantaría ir también!” exclamó Taikogane.
“A mí también, Sada-bou, pero voy a estar ocupado por eventos de fin de semestre al menos por una semana y media,” observó Mitsutada. “Aunque tú podrías apuntarte.”
“No, no, ya te prometí que te ayudaría, Micchan,” sonrió ampliamente. “Está bien, siempre hay otra oportunidad.”
“Más adelante tendremos un viaje a nuestra casa de playa,” dijo Ichigo. “Si están disponibles para ese entonces, con mucho gusto les extiendo la invitación.”
“¡Eso está mejor!” exclamó el pequeño peliazul.
“Hehe, también me gustaría ir a ese, y sé que Kunitoshi estaría tan emocionado como yo,” Hotarumaru asintió.
“Bien, suena a que nos divertiremos mucho,” Tsurumaru sonrió. “Me alegra. La vida ya se andaba poniendo monótona.”
“Tú te aburres con mucha facilidad, Tsuru-san,” observó Taikogane.
“Haha, tú déjame ser. Así de paso me ocuparé en entretenerlos a todos.”
“Entonces contamos contigo,” dijo Mitsutada, animado.
El grupo siguió hablando en lo que conversaban sobre los planes que tenían para las vacaciones. Les esperaban varias actividades, diversos desarrollos y momentos de esparcimiento y meditación sin precedentes que irían cambiando sus rutinas.