52.1.
[spoiler]
Era todavía temprano y las clases aún no comenzaban, pero un mensaje alarmante llegó a la enfermería del jardín. Al parecer, una visitante había encontrado a una estudiante desmayada en uno de los parques del campus.
La enfermera notó a un carrito de golf conducido por uno de los vigilantes de turno, y salió para recibirles. Este vigilante levantó a la pequeña inconsciente y la cargó hacia el lugar para permitirle descansar.
“¡Por aquí!” indicó la joven enfermera, dirigiendo a los recién llegados. La enfermera se dirigió a la visitante, quien también había llegado. “¿Sabe qué fue lo que ocurrió?”
“Yo sólo… caminaba por los parques, cuando vi a la pequeña echada sobre el césped…” la dama de negro habló con una voz apagada y miró hacia abajo con preocupación. “Había decidido no acercarme, pensando que podía estar tomando una siesta… pero no tardé en notar lo pálida y débil que se veía…”
“Le agradezco mucho por llamar a seguridad y avisarnos,” la enfermera dio una reverencia, una que la dama de negro correspondió con la misma rapidez. “Esta pequeña es ligeramente débil y tiende a desmayarse, no es la primera vez que termina aquí. Pero no debe tardar en recuperarse,” se acercó a la inconsciente y le agarró la frente, descartando fiebre. “Es posible que sólo necesite un descanso.”
“Eso espero…” la visitante asintió, con una expresión preocupada.
“Si me vuelven a necesitar, no duden en contactarme,” dijo el vigilante, habiendo terminado con su trabajo al traer los objetos personales de la menor, que eran útiles escolares en su mayoría. “Debo seguir patrullando los parques.”
“Sí, muchas gracias,” respondió la enfermera, viendo al señor salir del lugar. Ella regresó su mirada a la tímida visitante. “No debe preocuparse más, lo tengo bajo control. ¿Desearía que le ofrezca algo para beber?”
“No gracias, yo sólo…” la dama de negro se vio interrumpida porque se oyó un teléfono timbrar desde el fondo de la enfermería.
“Disculpe, tengo que atenderlo. A-ahora vuelvo…” la enfermera corrió apurada a contestar.
Estando sola, la visitante dio una mirada más a la pequeña que descansaba sobre la cama en la enfermería. Habiéndole llevado a ese lugar, la dama de negro ya no tenía más obligaciones con ella, no por el presente día.
Se acercó a la menor, y despejó unos cabellos de su rostro como un gesto fraternal.
“Tranquila, pequeña…” la mujer sonrió ampliamente mientras le susurraba. “Nos volveremos a ver muy pronto…”
Abandonó la enfermería antes de tener que encontrarse nuevamente con la enfermera. Ya no necesitaba más de esas interacciones inútiles durante su visita.
Larsa había ido a su salón de clases temprano, como era usual en él, pero le sorprendió verse citado por secretaría mediante un mensaje automático en su celular. Ser llamado antes de clases era muy extraño, y no podía pensar en ningún motivo. No… aunque sí sentía algo raro en el presente día.
Era un ligero sentimiento de urgencia, uno muy típico en él que provenía de su propia intuición cuando algo estaba fuera de lugar. Larsa comprendía que le estaba comunicando que algo demandaba su atención, pero no podía venirse con nada. Sólo esperaba que no fuera grave…
Al llegar a la secretaría, le informaron que Alexei le había citado en una de las salas de visita. Sonaba un tanto extraño que el monje le hubiera citado ya que hasta el momento habían hablado casualmente, pero eso probó que era más que una simple conversación. No sabía qué esperar, pero considerando el lugar del reunión, tal vez le presentaría a alguien desconocido para él…
Y al llegar a la sala, lo comprobó. Tanto Alexei como una persona de apariencia similar a este se le dirigieron.
“…” Larsa miró de uno al otro y cerró la puerta detrás de él. Entonces, cerró los ojos para meditar en silencio. “Se parece mucho a ti, Alexei. ¿Acaso será…?”
“No me has dejado decir nada y ya pareces haberlo descifrado,” Alexei sonrió. “Precisamente. Larsa, te presento a mi hermano mayor, Ivan. Él ha venido a conocerte.”
“Sólo tengo intención de compartir pocas palabras contigo, y analizar el tipo de persona que eres,” explicó Ivan, con cierta indiferencia. “Este no es un buen lugar como para que nadie se conozca, menos gente como nosotros.”
“Tienes mucha razón,” Larsa le miró y le sonrió cortésmente. “Pero debo expresar que es un honor finalmente estar en su presencia. En todos los años que estuve bajo la tutela de nuestro maestro, siempre quise conocer a sus primeros aprendices. Tal vez no sea un buen punto para ninguna conversación, pero aprecio que hayas venido hasta aquí, Ivan.”
“…” el dirigido desvió la mirada y negó como si el menor no tuviera remedio. “Hablas igual que mi hermano. Esta cordialidad te sale muy natural.”
“Te aseguro que es natural,” Alexei sonrió. “Pese al título que él posee, está claro para mí que Larsa es una buena persona.”
“No estoy interesado en desarrollar calificativos de este tipo,” Ivan dio unos pasos hacia Larsa, y le miró detenidamente por un momento. “Ya veo… tu mente está hecha un desastre… supongo esa es otra similitud que tienes con Alyosha…”
“¿Perdón?” Larsa se confundió.
“Soy un telépata. En mi experiencia, un modo de ‘medir’ y juzgar a otras personas es revisar una cierta organización de sus mentes…” el mayor le miró con leve severidad. “Me reservaré la curiosidad de preguntar, pero está claro para mí que tu propia estabilidad y salud en el aspecto mental se ha visto dañada con el tiempo…” dicho esto, Ivan caminó hacia una ventana del cuarto, pensativo. “Respóndeme algo, Larsa…”
“…”
“¿Qué tienes en mente ahora? ¿Cuáles son tus planes?” él vio a varios estudiantes por medio de la ventana, camino a sus clases. “¿Cuál es tu intención al estar en este jardín, pretendiendo ser un niño normal?” le miró de reojo, con frialdad. “¿Piensas tomar un rol antagonista en este ecosistema? ¿Tienes interés de vengarte de los Neterianos por todo lo que te han hecho?”
“No…” Larsa contestó con firmeza, sin lugar a meditaciones. No tenía nada que ocultar. “Actuar de ese modo sería condenable bajo la tutela de nuestro maestro, ¿no lo crees?”
“…” Alexei se sorprendió.
“Nada bueno saldría de pensar en venganza. Más bien, hay mucho que perder,” Larsa negó y miró a Ivan con firmeza. “Lo único que quiero hacer es proteger a mis amigos. No tengo ningún otro plan aparte de ese. Es una lástima que tenga que ser en un lugar tan peligroso, justo frente a los ojos de Pram, pero mi motivación y pasividad no cambian.”
“…” Ivan sonrió con ironía y volvió a dirigirse al menor. “Cierto. No es como si tú hubieras escogido a dónde debías llegar. La gente de interés para ti estuvo reunida antes de tu llegada en este jardín tan controversial, ¿no es así? Pero, este lugar sí fue escogido por una persona específica como el punto donde todos estarían, y se encontrarían. Una persona lo manipuló para que tus ‘amigos’ estén aquí.”
“¿Qué?” Larsa pareció asustarse por un momento. “Con… ‘una persona’, ¿te refieres a alguien que ya sabe de nosotros?”
“N-no…” Alexei se vio incómodo. “Todavía no puedo entender la razón detrás de su decisión de ubicar a todos frente al ‘enemigo’, pero no es nadie nuevo en el asunto.”
“Fue el Trickster quien escogió a Balamb como el punto de encuentro,” reveló Ivan, sorprendiendo a Larsa. “Él fue quien se aseguró de conducir a varias personas a llegar al jardín por medio de distintos planes, incluyendo a tus ‘amigos’.”
“¿Q-qué dices?” Larsa se quedó un momento en silencio, intentando asimilar las palabras. “Él… sé que él tiene mi misma motivación de proteger a nuestros allegados… entonces, ¿por qué él…?”
“…” el monje no supo qué decirle. Él tampoco lo entendía y aquel ‘Trickster’ siempre había sido excelente para ocultar sus motivos, pensamientos e incluso emociones, además que él no le iba a confiar nada. “Él nunca iba a decirnos por qué, sólo nos pidió algunos favores para llevarlo a cabo, diciéndonos que era parte de un plan…”
“No te molestes en explicarte por él, ya le conoces,” Larsa negó y desvió la mirada, entrecerrando los ojos. “Sé… que debe tener una muy buena razón,” cerró sus ojos, rendido. “Mi hermano siempre ha sido de jugar los azares más peligrosos, y supongo no es la primera vez que nos arrastra a estar involucrados.”
“Tienes fe en él. Yo pienso que es un caso perdido,” Ivan negó. No había esperado al Dark Prince rendirse a aceptar las acciones del Trickster sin tantos problemas. “Habiendo cerrado esta conversación, no tengo más relevante que preguntarte. Entonces estás cometido a mantener la paz y adoptar un rol de observador.”
“Precisamente,” Larsa asintió.
“Es bueno saber que al menos uno de ustedes es prudente. Antes de conocerte, ya estaba ideando una mala imagen de tu grupo…” se cruzó de brazos.
“Me gustaría saber por qué lo dices… he estado ausente demasiado tiempo.”
“Puedes formular tus preguntas a tus tan estimados allegados. Yo no tengo nada que ver.”
“Fufufu…” Shinkouhyou apareció en el lugar. Él se vio entretenido. “Siempre he pensado que pierdes tu tiempo pensando tanto en tus ‘amigos’, Larsa. Todos siempre me han parecido demasiado egoístas e imprudentes como para compararlos contigo. Realmente no valen tu dedicación. Nunca les he visto hacer nada para siquiera merecerla,” sonrió malignamente. “A menos que ‘arruinar tu vida’ cuente como algo…”
“…” Larsa le miró con recelo.
“No deberías decir eso, Shinkouhyou,” Alexei negó, frustrado.
“Debiste haber estado esperando en el otro lado de la puerta para aparecer justo en el momento en que pudiste decir algo inapropiado,” observó Ivan, alzando una ceja. Él pasó a sonreír con indiferencia. “No podías quedarte sin escuchar el chisme más reciente, ¿o me equivoco?”
“Mi aparición aquí va más allá de oírles hablar sobre sus posibles tragedias o problemas personales con sus condiscípulos,” Shinkouhyou se encogió de hombros. “También considero este encuentro como una situación especial, y por ello mismo, no pierdo la fe que algo interesante puede ocurrir en este lugar. Me costará admitirlo, pero hay todavía ciertos misterios de ustedes que no termino por averiguar.”
“Es por la naturaleza de tu omnisciencia, ¿no es así?” preguntó Alexei al recién llegado. Shinkouhyou le miró de reojo. “Tienes una excelente habilidad de averiguar casi cualquier tipo de información del presente de manera intrínseca, pero ese tipo de información es la única que te llega fácilmente. Tu poder del presente no te da una visión clara del futuro… y todo el pasado que ocurrió antes de tu existencia es demasiado inaccesible para ti, ¿no es cierto?”
“Tu muy exacta diagnosis de mi poder me deja entender que nos conocemos demasiado,” Shinkouhyou negó, sonriendo rendidamente. “Mientras el presente es cristalino para mí, sólo puedo ver una cantidad asfixiante de posibilidades para el futuro, aunque a cierta medida puedo ‘predecir’ ciertas tendencias irrefutables. Lamentablemente, el pasado nunca ha sido mi fortaleza, y la única forma de aprender más de este es estudiarlo como cualquier persona normal hasta que mi poder me brinde cierta iluminación,” él dio un suspiro. “Odio admitir que como mis mayores, ustedes tres pueden guardar muchos secretos en sus vidas que posiblemente me conciernen.”
“Pero tu interés nunca estaría en nuestras vidas en sí, Shinkouhyou,” observó Larsa, pensativo. “Siempre has enfocado tu interés en observar sucesos ‘entretenidos’. Dudo mucho que nuestros pasados te sean de interés alguno, especialmente porque han ocurrido hace demasiado tiempo como para que sean relevantes para el presente.”
“¿Realmente lo crees, Larsa?” Shinkouhyou sonrió malignamente, notando cómo aquel ‘niño’ se vio incómodo por su pregunta. “Una de las pocas ‘tendencias’ que he podido observar en mis meditaciones es que el pasado está resurgiendo en el presente. Tu sola reaparición lo demuestra. Y mientras muchos están enfocados en lo que ocurrirá en el futuro, ¿no es mejor estar preparados para lo que nos puede sorprender del oscuro pasado de personas como ustedes?”
“…” Ivan sonrió con ironía. “Si lo que asecha a todos es algo de mi pasado, ciertamente yo debo de ser uno de los que menos se tendría que preocupar. Sin embargo, admito que tengo mucha curiosidad de poder averiguar todo lo que los otros inmortales de ‘mi generación’ han podido ocultar por tantos años.”
“…” Alexei desvió su mirada y entrecerró sus ojos. Esa ‘profecía’ de Shinkouhyou le incomodaba tremendamente, sobretodo porque sonaba demasiado posible… el hecho que todos ellos eventualmente ‘asecharían’ a los demás…
“Carezco de tu habilidad, Shinkouhyou, pero lo que dices tiene mucho sentido,” admitió Larsa, todavía pensativo. “Tengo el presentimiento que mucho está por ocurrir en el futuro, y de darse algún enfrentamiento, todos tendrían que usar sus mejores cartas. Si es así, aquellos con más antecedentes y más desconocidos del montón serían capaces de sorprender a sus oponentes. Esa sorpresa y experiencia adicional es ventajosa…” dio una corta pausa. Aun así, la mención de Shinkouhyou sobre la importancia de sus pasados seguía incomodándole. “Pero no hay punto de discutir al respecto de momento. Hablar sobre predicciones e inciertos no es práctico. No es algo que podamos atender.”
“Ciertamente no lo es,” Ivan asintió.
“Por supuesto que no es práctico. Sólo es entretenido para un espectador neutral como yo,” Shinkouhyou se encogió de hombros. “Está aun más dolorosamente claro que te asemejas más a tus colegas mayores que a tus propios allegados, Larsa. Hasta en la apariencia física, eres mucho más similar a ellos que a tu propio hermano.”
“Hm…” Larsa se extrañó un poco. “No lo había pensado, no sería descabellado decir que parecemos familiares.”
“Sí, ¿verdad?” Alexei ladeó la cabeza y sonrió entretenido.
“No gracias, ya tengo suficiente con un hermano menor,” dijo Ivan, cruzado de brazos. “Y Alyosha, no me alegraría mucho de ser tú. Si el Trickster fuera a oír no me sorprendería que se molestara.”
“No debo preocuparme de eso,” Alexei sonrió pícaramente. “Shinkouhyou fue quien lo mencionó, así que estoy libre de él.”
“Ese medio descerebrado del Trickster no se encuentra aquí,” Shinkouhyou negó. “Además, ¿qué sería capaz de hacerme?”
“Mejor no tientes al destino…” Larsa dio un suspiro. La conversación se había tornado extrañamente informal. “Supongo tiene sentido que no me parezco mucho a mi hermano. Sólo tenemos al mismo padre.”
“Daría valor a tus palabras si es que sus respectivas madres fueran de dos especies alienígenas diferentes,” el peliblanco negó. “Por cierto, no estaría de más mencionar que tu ‘colega’ no ha venido solo al jardín. Él ha llegado junto a unos allegados de él que en este momento deben estar paseando por las instalaciones de este instituto. Eso me da a entender que no has terminado con las introducciones.”
“La mayoría realmente no tiene mucho interés de conocerte,” observó Ivan. “Aunque una allegada estaba esperando verte con ansias.”
“¿A quién te refieres?” Larsa alzó una ceja, confundido.
“Por la forma que esa persona me ha hablado de ti, casi me dio la impresión que ustedes ya se conocen del pasado, y eso es algo que quisiera confirmar contigo. Lamentablemente, ella no es la persona más accesible.”
“¿Crees que ellos se conocen?” Alexei miró a su hermano, sorprendido. Shinkouhyou también pareció intrigarse.
“…” Larsa frunció el ceño, impaciente. “¿De quién hablan?”
“Me refiero a la líder de la región de youkai en el Netherworld, conocida mejor como la dama de negro, o Dark Mistress…” Ivan iba a continuar con detalles, pero al ver a Larsa quedarse en shock, supo que ya no era necesario. Entonces sí se conocían…
“…” él palideció. “¡¿H-Hagoromo Gitsune está aquí?!”
“Veo que sí la conoces,” Shinkouhyou se puso a pensar. “No lo habría imaginado…”
“Imposible…” Larsa bajó la mirada, todavía en shock. Ese mal presentimiento que había sentido se volvió extrañamente presente. Sí… por eso había tenido esa inquietud… ella estaba en el jardín, paseando como una visitante completamente inocente.
“Larsa…” Alexei estaba sorprendido por la reacción del otro. Podía notar cómo su estado anímico se había agitado considerablemente. Eso no era normal.
“Ya comprendo que ustedes dos sí se conocen de antes,” observó Ivan. “Ahora necesito que me des los detalles…”
“¡¿Por qué la has traído?! ¡¿Has perdido la cabeza?!” la exclamación de Larsa impresionó a los otros tres, quienes le vieron dar un paso hacia atrás. Entonces, un aura de oscuridad se formó alrededor del Dark Prince, quien trataba de calmarse, en vano. “This is bad… so bad…”
“Esto es tan poco característico de ti…” Shinkouhyou miró a Larsa con leve incredulidad. Verle rodeado de esa aura indicaba que él estaba sumamente afectado por las noticias. “No conozco a esta reina de los youkai demasiado, pero en una simple visita como esta, ella no haría nada imprudente. Este lugar está lleno de jóvenes que no llamarían su atención, te aseguro que ella detestaría verse rodeada de estudiantes.”
“No te concentres en los detalles, Shinkouhyou…” Larsa le miró molesto, comprimiendo sus puños. “Hagoromo Gitsune nunca vendría a un lugar como este si no hubiera nada que le llamara la atención… y yo no soy el único a quien ella tiene en la mira…”
“Entonces…” por las palabras del menor, Ivan parecía comprender algo muy lentamente.
“Deberías avergonzarte,” el Dark Prince le apuntó con su índice, indignado. “Traerla aquí sólo pone en peligro a nuestros allegados. Te advierto, si continúas con tu asociación con la dama de negro, terminarás por invertir las enseñanzas que nuestro maestro nos dio. Quizás nunca hemos sido dignos de tener aliados, pero si Hagoromo Gitsune sigue presente en nuestro ecosistema, realmente nos convertiremos en los enemigos de todos.”
Larsa no dio ni una palabra más porque salió corriendo, abriendo y cerrando la puerta con telequinesia. Su inesperada reacción dejó el ambiente en silencio por unos segundos.
“…” Ivan se cruzó de brazos y se limitó a pensar.
“La dama de negro siempre ha sido una figura de temer. Todos los que somos provenientes del Netherworld lo sabemos…” Alexei no estaba convencido. “Pero me da la impresión que Larsa sabe más sobre el tema que nosotros.”
“El Dark Prince y la Dark Mistress…” Shinkouhyou sonrió entretenido. “Seres que siempre han vivido en dos mundos y regiones completamente separadas… pero quizás haya una conexión que he perdido. Es refrescante sentir que hay un tema que aún no conozco bien.”
“No eres el único, pero habrá tiempo para pensar,” Ivan terminó por mostrar indiferencia y caminó hacia la salida de la habitación. “Puedo dedicar el tiempo que me queda a inspeccionar el jardín. Tengo todo el día libre…”
“H-hermano,” Alexei le detuvo. “¿No te preocupa la reacción de Larsa? Tú eres un asociado de Hagoromo Gitsune de hace varios años. Creo que tendrías que considerar la advertencia que acabas de recibir.”
“Ha sido una asociación de varios años exitosos, no me preocuparé por la advertencia de una persona que no sabe nada de mis asuntos,” dijo Ivan. “Tampoco me concierne la posible mala fama de mis allegados. Tú también eres una figura demasiado oscura en la historia del Netherworld, Alyosha. Me atrevería a decir que eres su equivalente humano. Creo que sé lo que hago.”
“…” Alexei se quedó sin palabras.
“…” y Shinkouhyou miró de reojo a Ivan. El peliblanco pudo detectar que este había comprendido algo de las palabras de Larsa. Se aseguraría de preguntarle más tarde, si es que tenía intención de responderle…
Mientras tanto, Larsa se había detenido entre dos edificios del jardín, y había sacado su celular para contactarse con Megumi. Intentaba tranquilizarse, pero todavía había restos de un aura oscura a su alrededor.
‘Megumi, ¿dónde estás?’Larsa esperó una respuesta, sin despegar sus ojos de la pantalla de su celular. Felizmente, no tardó en recibir un mensaje.
‘Acabo de llegar al jardín. ¿Sucede algo?’“…” al leer esa respuesta, Larsa dio un suspiro como si se hubiera quitado un tremendo peso de encima. Su nerviosismo desapareció, al igual que su aura. Sólo el hecho de haber recibido una respuesta de su parte era lo suficiente para saber que estaba bien. Pero sabía a la perfección qué debía hacer por el resto del día.
‘Hoy no podré ir a clases, no me siento bien. Sólo quería pedirte el favor de tomar notas por mí. Lamento el inconveniente.’Ni bien envió ese mensaje, apagó su celular. Ahora tenía la labor de ubicar a la dama de negro y vigilarla por el resto de su visita…
Cho acababa de llegar al jardín, y caminaba por uno de los pasillos, pensando en qué hacer. Ya se había despedido de Ayame y sus hermanos quienes estaban un poco tarde para atender sus respectivas actividades. Mientras, la peliceleste caminaba despejada. Le era un poco extraño no tener que atender a ninguna obligación. Sólo le quedaba esperar a que Sterk le contactara para practicar con su nueva espada, si es que este no tenía más que hacer. Aparte de eso, realmente tendría que venirse con algo que hacer durante esos últimos días de clases.
Vio a estudiantes más jóvenes correr hacia sus clases para no llegar tarde, y en poco tiempo, los pasillos se quedaron vacíos. Cho entonces caminó hacia un área de varias sillas y mesas frente a puestos de comida que todavía no abrían. Ahí podría relajarse un rato y disfrutar de la brisa de la mañana antes de pensar en qué hacer.
Al llegar, reconoció a lo lejos al grupo de demonios ocupando una mesa y trabajando arduamente en lo que parecía ser una tarea de matemática auto-impuesta, ya que ellas, al igual que otros de tercero, ya habían pasado todas sus clases. Eran admirables sin lugar a dudas, pero mejor mantenía su distancia. Almaz ya le había contado que las demonios eran capaces de arrastrar a cualquiera a estudiar. Por otro lado, Roxas y su grupo también hablaban, aunque ruidosamente. A simple vista parecía que estaban nuevamente discutiendo sobre algún tema ‘controversial’, por lo cual Cho no tenía la voluntad de acercarse a saludarles. Entonces, notó a otra persona un poco más cercana, que disfrutaba tiempo a solas.
Chidori había jalado una silla a la base de un árbol que estaba en medio de esa área de mesas, y al aprovechar la cómoda sombra, se había puesto a dibujar en un bloc de hojas blancas. Cho le observó de lejos y no evitó sonreír. Hace tiempo que no veía a Chidori realizando su pasatiempo favorito. La vista era casi nostálgica.
“…” la pelirroja finalmente miró a su observadora de reojo, de manera huraña. Cho se asustó un poco por ese gesto. “¿Qué miras?”
“Ehh, n-nada, perdón,” Cho dio una rápida reverencia, apenada. “Sólo estaba pensando que ha sido tiempo desde que estamos libres sin hacer nada. P-por ejemplo, no recuerdo la última vez que vi tu bloc…”
“Es cierto…” Chidori cerró su bloc, sin perder de vista a Cho. Eso le dejó entender a la peliceleste que su compañera le tenía cierto recelo. Supuso había invadido su espacio.
“Perdón, ehh… ah, ¿has visto a Sterk? Estaba esperando ponerme en contacto con él…”
“Fue a la biblioteca con Iksel, eso es todo lo que sé…” contestó la pelirroja indiferente. Ella notó la intención de Cho de agradecerle e irse, pero al final no llegó a tener más tiempo a solas porque justo apareció un grupo que no había esperado ver…
“Buenos días,” saludó Ryoji sonriente, llegando al punto con sus bros. “¿Qué hacen por aquí? Es un poco temprano considerando que estamos en vacaciones.”
“Yo ya me iba…” Cho dio un suspiro. Se sintió un poco mal por haber interrumpido a Chidori, y posiblemente por haber atraído a los bros hacia ella también.
“Diría que es aun más raro que ustedes tres tengan la disciplina para levantarse a esta hora,” Chidori miró a los chicos filosamente.
“Pues, ayer nuestro Internet se cayó así que no llegamos a desvelarnos como tuvimos previsto…” Yosuke se encogió de hombros. “Y mejor vamos a desayunar antes que los menús de desayuno se acaben por la hora…”
“¿Te gustaría desayunar con nosotros, Chidori?” le preguntó Junpei.
“No, no me gustaría,” ella entrecerró los ojos. “Y ya tuve un agradable y nutritivo desayuno con mi propio grupo. Esfúmate.”
“Oye, ¿por qué me tratas así? Te preguntaba amablemente.”
“…” Chidori le miró fijamente. “¿Incluso me preguntas por qué?”
“Pues por supuesto, no actúes tan irracionalmente,” Junpei se molestó, y sin querer hacía a su compañera molestarse más. “¿Acaso he hecho algo?”
“Bro… ¿puedes venir un momento?” preguntó Ryoji, frustrado.
“¿Eh? Pero estoy hablando con-AAHH,” Junpei no terminó de contestar porque sus dos bros le jalaron hacia atrás.
Ni bien los tres estuvieron reunidos, empezaron a cuchichear entre ellos.
“Bro, te estás imponiendo demasiado, le vas a incomodar,” le aconsejó Yosuke.
“Pero ustedes me dijeron que si quería llevarme mejor con Chidori, tenemos que conversar más,” dijo Junpei.
“Sí, pero no tan directamente,” Ryoji negó con una solemne expresión. “Debes actuar con mas cuidado. Ella todavía tiene que olvidar todas las malas experiencias contigo.”
“…” Junpei pareció torcerse por dentro al oír ‘todas las malas experiencias’. “P-pero, aun con todo lo que ha pasado no puedo estar tan mal, ¿cierto?”
“Junpei…” Yosuke negó. “¿Has olvidado la lista que hicimos ayer?”
“Listamos un montón de razones y eventos por los cuales ella puede odiarte, pero casi siento que nos olvidamos de algunas cosas…” Ryoji se puso a pensar. “Ah, ¿qué tal si le pedimos ayuda a Beryl y sus amigas? Ellas pueden acordarse de más cosas o ayudarnos a llevar un estudio.”
“No, no van a hacer de mi caso todo un estudio, me niego,” Junpei entrecerró los ojos.
“Si sigues tan testarudo, creo que deberíamos,” dijo Yosuke.
Ellos continuaron hablando y discutiendo en voz baja.
“…” mientras tanto, Cho se sintió fuera de lugar. “Y-yo… mejor me voy.”
“Te acompañó,” Chidori entrecerró sus ojos. “Mejor no me expongo a los tres.”
“Ehhh…” la peliceleste sonrió frustrada. Su compañera tenía la peor imagen de los tres, aun si sólo era Junpei el que le fastidiaba tanto. Las dos caminaron sólo unos pocos pasos porque vieron a Iksel y Sterk llegar a esa área acompañados de una extraña de cabellos lilas. Por su vestimenta informal, fue claro que no se trataba de una estudiante de jardín. Cho se confundió al verle, aunque Chidori no dudó en caminar a su grupo. Al menos no estaba sola frente a esos bros.
“Te has mantenido igual estos tres años, Iksel,” juzgó Satori, con seriedad. “Te encuentras en una de las edades más activas y de mayor cambio, pero tu actitud no ha cambiado en lo absoluto. A lo mucho te puedes haber vuelto menos colérico.”
“No lo sé…” Iksel dio un cansado suspiro. “¿Sabes? La mayoría de personas se alegraría de ver a un conocido después de tanto tiempo, pero sólo haces observaciones frías. Yo que estaba tan alegre de verte.”
“Te lo dije hace tres años. Es un periodo de tiempo sumamente corto para mí,” le miró de reojo, con cierta desconfianza. “De lo que sí puedo ‘alegrarme’ de ti es de verte con vida. Tu despreocupada pero colérica forma de ser puede matarte algún día.”
“Ustedes…” Sterk seguía desconcertado. Esos dos sí parecían conocerse bien…
“No necesitas saber los detalles de nuestra superficial afiliación, Sterk,” contestó Satori luego de leerle la mente. El pelimarrón se molestó por haber tenido su mente leída.
“¿Querías preguntar cómo así nos conocemos?” Iksel negó, algo frustrado. Cierto, Satori era de leer mentes al punto de ni dejar hablar a otros, un aspecto de ella que sin duda no había extrañado mucho. “Es una larga y muy complicada historia…”
“Sí, alrededor de veinticinco mil palabras en Word, así que no vale la pena compartir,” Satori habló con su clásica seriedad y monotonía, pero sus dos acompañantes le miraron raro por el comentario. Entonces, las dos chicas terminaron por acercarse.
“Pensé que estarían en la biblioteca,” observó Chidori.
“Estábamos en camino, pero vi que una amiga vino a visitar el jardín, así que felizmente el plan fue cancelado,” Iksel sonrió. “Te presento a Satori. Satori, ella es Chidori, mi otra compañera de equipo en el jardín.”
“Ya veo…” Satori cerró sus ojos y meditó profundamente. “Eres distinta de Iksel, aunque posees rasgos muy similares…”
“Un gusto conocerte también, supongo…” Chidori alzó una ceja.
“No te lo tomes personal…” dijo Sterk. “Satori es una telépata, y su forma de conocer a otros es analizándoles. No es precisamente la persona más socialmente correcta.”
“No es como si tú tuvieras derecho de decirlo, Sterk,” Iksel se encogió de hombros.
“Es verdad…” Chidori asintió. Sterk entrecerró sus ojos.
“En fin… y ella es Cho, una compañera de clases,” introdujo Sterk a la peliceleste.
“Mucho gusto…” Cho dio una reverencia a Satori. Esta detuvo su meditación y abrió sus ojos. Frunció el ceño, enseñando disconformidad e incomodidad, dirigida hacia Cho.
“No deberías estar aquí hoy…” dijo Satori. Su bajo tono de voz reflejó una extraña alerta.
“¿P-perdón?” tanto Cho como los demás se extrañaron e intercambiaron miradas. Esas palabras desentonaron completamente con el presente momento.
“¿S-Satori?” Iksel miró a la youkai. Esta negó sin explicarse y pasó a mirar a un costado.
“Otros estudiantes se acercan…” observó la pelilila. Chidori se giró con recelo, temiendo verse nuevamente acosada por los bros, pero resultó ser un grupo distinto.
“Buenos días,” dijo Roxas, acercándose junto con Kuroneko y Adell. “Sterk, tenemos unas preguntas para ti con respecto al viaje.”
“Estábamos intentando planear un itinerario entre nosotros para satisfacer las necesidades culturales de Roxas y mías, y las necesidades barbáricas de Adell, pero aún no sabemos los destinos que nos esperan en el recorrido,” observó Kuroneko, inmutada.
“Deja de decir eso…” Adell comprimió sus ganas de comenzar a llamarle la atención.
“Es por tu extremadamente barbárica naturaleza que tenemos que consultar el recorrido de antemano al ser tú tan distinto de nosotros,” Kuroneko se cruzó de brazos y desvió su mirada con rechazo. “Deberías estar agradecido.”
“En verdad tenemos curiosidad…” Roxas dio un suspiro.
“Aún no sé los detalles al pie de la letra, pero debo haber recibido información en mi correo, se los haré llegar…” Sterk negó. “Esta dinámica de equipo no es la más favorable, deberían tratar de llevarse mejor.”
“Eventualmente lo harán,” Iksel sonrió. “¿Acaso no recuerdas que cuando recién formamos equipo casi nos matábamos mutuamente en cada entrenamiento?”
“No lo digas como si fuera un grato recuerdo,” Chidori le miró con desapruebo.
“…” Satori miró a los tres estudiantes que acababan de llegar, y terminó deteniéndose a mirar a Roxas fijamente. “Entonces tú eres el príncipe mayor de Destiny Islands.”
“¿Eh?” Roxas miró a Satori como si no se hubiera dado cuenta de ella antes. “Oh, no me he presentado, disculpe…”
“Acabo de afirmar que sé tu identidad. También puedo leer tu nombre en tu mente, no necesitas decirlo,” Satori le miró impaciente. “Yo soy Satori. Tu identidad de príncipe de Destiny Islands saltó en mi cabeza porque te encuentras pensando en ello ahora…”
“Pues, en parte…” Roxas frunció el ceño, fastidiado. “Es sólo que mi hermano menor terminó olvidándose unos libros y recién se acordó cuando sonó la campana. Ha ido a su cuarto a buscarlos, pero conociéndole va a darse la mañana libre y faltar. Él debería pasar de regreso por aquí si va a clases, y como no le he visto no tengo muchas esperanzas… y pensar que es el príncipe heredero…”
“Es suficientemente malo que tengas un hermano así y que ya te hayas quejado con nosotros. No hay nada que puedes hacer,” dijo Kuroneko, indiferente.
“Lo sé, sólo me frustra…” Roxas dio un suspiro.
“A todos les frustraría por tratarse del comportamiento de un príncipe, es lamentable…” Satori negó en desapruebo.
“Eres una youkai, ¿no es así?” Adell le miró atentamente. “Tienes el ‘aura’ característica, diría yo…”
“¿Aura?” Satori ladeó la cabeza.
“No lo sé… he estado en presencia de varios youkai en el pasado, supongo he desarrollado un sexto sentido para identificarlos fácilmente.”
“Porque eres del Netherworld.”
“O-oye…” Adell se molestó un poco. “No deberías leer las mentes tan libremente.”
“Por tu apariencia, no creo que se deba ser telépata para adivinar de dónde eres,” observó Kuroneko, fríamente, ganándose otra mirada de reproche de su compañero.
“Hm…” Satori miró a la pelinegra por un momento. “Veo que no me recuerdas, Ruri.”
“¿Qué?” Kuroneko se sorprendió al oírle decir su nombre. Esa ‘youkai’ o como había sido llamada había reportado ser capaz de leer mentes como para saber su nombre pero… ¿se conocían?
“No hemos hablado directamente, pero sí he ido a visitar el área por donde vivías antes de venir al jardín, y sé que me has observado en el pasado,” Satori se aseguró de no mencionar Argentum. No sabía qué tan controversial sería decirlo, considerando la presencia del monje en Balamb. Al final, vio que la otra sí llegó a recordarle.
“Tú estás asociada con ese molesto otro telépata, ¿cierto?” Kuroneko frunció el ceño, recordando esa desagradable conversación que tuvo con el hermano de Alexei.
“¿Conoces a Ivan?” preguntó Iksel.
“¿Tú le conoces?” preguntó Sterk a su compañero.
“…” Satori dio un suspiro. “Sólo vamos a dar círculos si se preguntan mutuamente quién conoce a quién. No presten atención a eso.”
“Pero ese pedante telépata es demasiado insoportable,” Kuroneko se cruzó de brazos. “Esa persona no dejaba de leer mis pensamientos, ni me dejaba hablar apropiadamente.”
“Creo que esa es una característica de telépatas en general…” observó Adell.
“Y créeme, considero que Satori es peor en ese aspecto,” admitió Iksel, frustrado.
“Te he dicho que te acostumbres…” Satori le miró con reproche. Ella volvió a oír a más personas acercarse, y vio a un grupo de tres chicos que se acercaban, con uno renegando a los otros dos.
“Ya, no me anden recordando malas experiencias,” reclamó Junpei. “¿Saben qué? Creo que estoy mejor sin que me estén dando consejos o comentarios o quejas o lo que sea.”
“Tú fuiste quien lo pidió, bro,” Ryoji se lamentó. “Y no te vendría mal oírnos.”
“Olvídalo, Ryoji. Mejor que no nos meta en sus líos,” dijo Yosuke, incómodo.
“Buenos días…” saludó Roxas, confundido. “¿Qué pasó aquí?”
“Lo mismo de siempre, creo,” Kuroneko negó. “Los bros pensando en formas de actuar raro o molestar a Chidori.”
“¿Nos están poniendo en el mismo saco?” preguntó Ryoji, desconcertado. “Les juro que ese es sólo Junpei. Yosuke y yo no tenemos nada que ver.”
“Yo te creo, pero no me sorprende que otros tengan una mala impresión de ustedes, lamentablemente…” dijo Cho, apenada.
“Sólo por juntarse con él pierden credibilidad,” Chidori desvió la mirada.
“¿Qué tienen todos en mi contra?” Junpei miró a todos los presentes, incrédulo. “Deben estar bromeando, ¿doy tan mala apariencia?”
“Sí,” Iksel se le dirigió con fastidio. “No dejaré que sigas incomodando a mi amiga.”
“No seas tan antagónico, ni he hecho nada aún.”
“Nada aún, lo cual significa que hasta tú esperas hacer algo eventualmente.”
“¡N-no tuerzas mis palabras!”
“Puedo sentir que este muchacho te desagrada, Iksel,” observó Satori, inmutada. “¿De qué se le acusa, además de ser una molestia?”
“Pues, de eso básicamente, pero pese a sólo molestar es insoportable,” le contestó el pelirrojo, impaciente.
“¿Quién es ella?” Junpei apuntó a Satori, algo confundido. Su acción de apuntar fue perfectamente natural y espontánea, aunque la dirigida se la tomó insultante.
“…” Satori dio un par de pasos hacia Junpei, observándole fijamente. “Si tanto pretendes no merecer la fama que posees, deberías aprovechar este momento para comprobarlo.”
“¿Y quién eres? No pareces una niña, ya me das miedo,” dijo el bro, alzando una ceja. “Y tampoco andes diciendo que tengo mala reputación, ¿o acaso eres alguna partidaria de Iksel que quiere darle la razón?”
“Caer en ad hominem no te ayuda para nada,” la pelilila se disgustó, ignorando el rostro aún más confundido del bro. “Mejor me ahorro a comprobar el tipo de persona que eres escaneando tu cabeza.”
“Uhh, no creo que quieras hacer eso,” le advirtió Yosuke.
“¿Hasta tú me criticas?” Junpei desconoció a su bro.
“Eres impulsivo, y hablas sin pensar…” observó Satori, cerrando sus ojos. “Tu mente está muy reactiva, y piensas en defenderte primitivamente. Ciertamente, tus emociones están por encima de tus pensamientos. Habiendo visto tus expresiones, no me sorprende.”
“¿Ehh?” Junpei miró a la visitante con cólera. “¿Y a ti quién te da derecho de-?”
“No necesito de ningún derecho para hablar, y mi telepatía es capaz de brindar observaciones más exactas que cualquier otro método de análisis,” contestó Satori, optando por leer los pensamientos de Junpei para acortar la conversación. “No me distraigas, queda por evaluar los crímenes que has cometido.”
“¿M-me acusas de-?”
“Crímenes, exacto. Llámalos como quieras, pero si contaminas este ecosistema y la tranquilidad de tus compañeros, el nombre ‘crímenes’ es apropiado.”
“¡Yo no soy-!”
“El nombre es lo de menos, pero un criminal comete crímenes. Hazme el favor de no concentrarte en los detalles…” la pelilila le miró con reproche. “¿Es cierto que has estado extremadamente irritable y muy poco cooperativo estos últimos días, especialmente durante el examen Seed?”
“¿Qué? ¿De dónde-?”
“Tus compañeros no hablan, pero por mi poder, puedo oír una audiencia en tu contra en las mentes de los presentes,” Satori formó una sonrisa gatuna, visiblemente entretenida. Varios de los presentes intercambiaron miradas.
“…” Junpei se giró a sus bros. “¡¿Ustedes-?!”
“Incluyo a todos, y tus amigos son más probables de contener evidencia en tu contra, lo quieran aceptar o no,” dijo Satori.
“Pues… no es que vayamos a negar un consenso general…” admitió Ryoji, evitando la mirada de su bro.
“Iksel parece haberte apodado como ‘freak stalker’ por fastidiar a su amiga,” dijo la visitante al acusado. “¿Algún comentario con respecto a la validez del nombre?”
“¡Es una completa in-!” Junpei exclamó, pero volvió a ser interrumpido.
“Silencio,” Satori se llevó sus manos a los lados de su cabeza, levemente perturbada. “Mi audiencia mental acaba de hacer un bullicio repleto de acusaciones y experiencias personales con tus actos de agresión. Entonces no sólo Iksel piensa de ti como un ‘freak stalker’, ya veo…” miró a Chidori. “Lamento mucho tu agonía en todo este tiempo.”
“N-no…” Junpei miró de un lado a otro, donde todos los demás se dividían entre evitar mirarle y asentir con gesto de justicia. ¿Realmente todos le miraban tan mal? “¡Pero no son actos de-!”
“Huh, y al parecer tu acoso no sólo se extiende a Chidori…” Satori miró de reojo a Iksel.
“Así que leíste mi mente…” el pelirrojo dio un suspiro, perturbado.
“…” Junpei sintió un tic en el párpado. Tenía un mal presentimiento. “N-no me digas…”
“Muy mal,” Satori le apuntó energéticamente, con una expresión severa. “También acosaste a Iksel, y más allá del término stalker. Hm… y lo mismo hiciste con Sterk…”
“Oh, y también me acosó a mí,” Ryoji levantó la mano y asintió.
“Ryoji, cállate…” su bro se molestó.
“¿Eh?” Adell intercambió miradas con su equipo. “¿Me perdí de algo?”
“C-cambien el tema, por favor…” Sterk se incomodó bastante por el recuerdo.
“Pero tu instinto de estampar al freak stalker a la pared te defendió,” observó Satori.
“¿Eh?” Junpei se indignó. “¿Ahora tú también me-?”
“He comprobado que este apodo sí es apropiado para ti, así que pido el permiso de usarlo a partir de ahora.”
“No tienes que pedir permiso, creo que todos estamos de acuerdo,” Kuroneko asintió.
“¡Ya, para con tu-!” Junpei no llegó a terminar nuevamente. Pese a ser pequeña, Satori sabía imponerse para hablar encima de él.
“Aquí tú eres el de los abusos, joven,” ella le miró con desprecio.
“¡P-pero mueves a todos en-!”
“Yo sólo juzgo, todos ya estaban en tu contra desde antes.”
“¿Qué tienes tú en-?”
“Eres molesto, no haces más que ruido. Todos estamos en nuestro derecho de molestarnos con tu forma de ser.”
“¡Tú eres la que es mo-!”
“Te aseguro que trataría a todos del mismo modo de tener una discusión con ellos. Te ahorro el favor de hablar.”
“¡AAHHH! ¡Pero ni me dejas terminar una sola oración!” gritó el bro a todo pulmón.
“…” Satori le miró en silencio por unos segundos antes de continuar. “Acabo de dejarte terminar una oración, ¿no es así?”
“¿Qué? ¡Pero esa no cuenta, la usaste en mi contra!”
“…” ella negó, impaciente. “¿Y esa?”
“¡AAHHHH!” Junpei resistió las ganas de agarrarle a golpes.
“Y-ya fue suficiente, ¿no lo creen?” preguntó Yosuke, frustrado.
“¡S-son imposibles, no me amarguen el día!” Junpei terminó por irse del grupo y fue a sentarse en una silla a lo lejos, mirando en otra dirección. Vaya, ni sus bros decidieron ayudarle, ¿qué estaba ocurriendo?
“…” Satori negó y cerró sus ojos. “Los jóvenes de hoy…”
“Oye, eso fue genial,” Iksel sonrió. “Gracias por ponerlo en su lugar.”
“No me agradezcas, Iksel. No hice un favor a nadie. Sólo dije lo que pensaba.”
“Pues, eso es aun mejor. Pensamos igual,” asintió, entretenido.
“Ya casi me siento un poco mal por Junpei…” Roxas miró hacia el bro a lo lejos que intentaba despejar su cólera.
“Creo que yo también, pero sí se lo ha ganado…” dijo Cho.
“No tengan piedad con las molestias. Estas merecen sufrir,” dijo Chidori, fríamente.
“Ese comentario sonó un poco cruel…” comentó Adell. “Habrá molestado a todos, pero no me parece tan malo…”
“La sociedad no puede ser paciente con actos barbáricos o de mala educación,” observó Kuroneko, pausadamente. “No es algo que tú entenderías, Adell.”
“¡Te dije que la pares!”
“Ruido…” Ivan llegó al lugar acompañado de su hermano. Ambos habían podido observar a Satori correr a Junpei del grupo.
“Este tipo de riñas son de esperarse, creo…” Alexei dio un suspiro. Ellos terminaron acercándose lo suficiente para llamar la atención del grupo.
“…” Sterk se sorprendió de ver al hermano mayor del monje presente. Al mismo tiempo, Kuroneko le miró con gran recelo.
“Oh, hola Ivan,” Iksel le saludó, sonriendo. “¿Cómo has estado?”
“Nada importante que reportar,” le contestó, indiferente. “Veo que estás por terminar tu estancia en Balamb.”
“¿Se conocen?” preguntó Alexei a su hermano.
“¿Ustedes dos se conocen?” preguntó Iksel a ambos hermanos.
“Deténganse…” Satori entrecerró los ojos. “Nunca terminarán de preguntar quién conoce a quién si lo hacen. Por favor paren, ya me está molestando.”
“Sinceramente temo preguntar cómo así conoces a mi hermano, Iksel…” Alexei dio un suspiro, incómodo.
“Él conoció a Satori por una serie de eventos desafortunados, así que no tiene nada que ver conmigo,” resumió Ivan, indiferente.
“Entonces usted es el hermano de Alexei…” Cho miró a Ivan, algo intimidada. Sólo pudo hacer la simple y común observación mental de que, si bien sí se parecían físicamente, tenían actitudes radicalmente distintas.
“No way…” Iksel miró a Alexei completamente desconcertado. “¿Tú eres el hermano menor del cual he oído tanto hablar?”
“¿Has… oído hablar de mí?” el monje se preocupó. ¿Qué había oído respecto a él?
“Sí, eh… te habían puesto un apodo raro y he oído los peores rumores sobre ti-AAHH,” el pelirrojo no pudo continuar porque Satori le pisó el pie.
“Los relatos son confidenciales,” explicó Satori, en voz baja. Ella puso un dedo encima de su boca, indicándole que callara.
“Siento que nos hemos perdido de algo aquí…” Roxas estaba confundido.
“No me parece…” Kuroneko se cruzó de brazos y miró a Alexei molesta. “Yo quiero saber de qué rumores están hablando.”
“N-no es nada, en serio, preferiría no compartirlo…” el monje sonrió sumamente incómodo, y pasó a dirigirse a su hermano. “Ivan, ¿cómo pudiste compartirlo?”
“Fueron conversaciones sumamente simples y superficiales que en teoría no presentaban daño alguno, asumiendo que él nunca te fuera a conocer…” él le miró de reojo, con fastidio. “Supongo no consideré a fondo la posibilidad de que presentarías una aplicación de trabajo en un jardín extranjero como un instructor común y corriente.”
“No tengo ni idea de qué hablan…” Adell negó.
“Chismes sobre Alexei, al parecer…” Yosuke se encogió de hombros. “¿Pero qué importa? No debe ser nada importante.”
“Cierto, además Alexei ha probado ser un instructor genial, no deberíamos prestar mucha atención a rumores en su contra,” Ryoji asintió con certeza y sonrió. Él se dirigió a Ivan. “Un gusto conocerte. Te ves muy distinto de tu hermano, tienes una apariencia algo más intelectual y académica. Diría que se complementan bien, ¿no es así?”
“Cuando llegué, no evité presenciar tu acción, Satori,” Ivan se dirigió a la pelilila, completamente ignorando las palabras del bro. “Diste la imagen de una estudiante abusiva. Te divertiste torturando a ese estudiante, ¿o me equivoco?”
“…” Ryoji se quedó perplejo y se giró a Yosuke. “¿Qué pasó?”
“Creo que te ignoró,” su bro negó. “No sé, será del tipo poco amigable…”
“No lo habría llamado tortura, Ivan…” Satori alzó una ceja. Esa acción de ignorar a aquel joven fue poco característica del mayor. “El chico era ruidoso e irrespetuoso en el ecosistema, se lo buscó. Siento que varios de los estudiantes presentes lo confirmarían.”
“Yo lo confirmo, ese ‘bro’ me molesta,” admitió Kuroneko.
“A muchos de nosotros,” dijo Chidori. “Ya nos libramos de él, olvídenlo.”
“Siempre son tan duros con él…” Roxas se apenó un poco. El trato que todos le daban a Junpei le hacía recordar al ‘abuso’ que su hermano a veces tenía que aguantar de parte de La Resistance.
“Comienzo a adoptar una impresión muy negativa de él…” dijo Ivan.
“No es un estudiante tan malo. Sólo se trata que no es prudente con otros y no piensa mucho en sus acciones…” observó Alexei.
“Ah, ya veo,” Ivan miró a su hermano de reojo. “Si tú ves la necesidad de defenderlo, esa es la prueba definitiva que el joven es un mal elemento en el jardín.”
“Hermano…” Alexei le miró con cierto reproche.
“Pues, últimamente habrá sido algo más problemático, pero mi bro es un buen amigo, no deberías pensar tan mal de él,” dijo Ryoji a Ivan, pero el visitante estaba mirando a sus alrededores, desconectado de las palabras del estudiante. “Ehh… ¿hola?”
“Te ha vuelto a ignorar,” Cho se confundió. Era la segunda vez, así que era definitivamente a propósito. Ella intercambió miradas con varios estudiantes.
“Ivan…” Sterk tuvo el interés de preguntarle, pero una lejana aunque sumamente ruidosa reacción fuera del grupo terminó por distraer a todos. Otras personas más estaban a punto de hacerse notar.
“¡AAAHHHH!”
Fue como un grito de aquellos que se oían en las películas de terror, justo antes de que el asesino fuera a matar a su inocente víctima detrás de cámaras. Por ello, varios se extrañaron por aquella reacción. El grupo en general se giró y vieron a las tres demonios en un profundo estado de shock al identificar a quien había convertido su examen Seed en una completa pesadilla. Alexei dio un pesado suspiro.
“¡M-m-mi señora! ¡El evaluador del mal ha vuelto a aparecer!” exclamó Kyoko, aterrada.
“Aun habiendo regresado al jardín para esforzarnos y vivir nuestras vidas de estudiantes élites todavía no estamos libres de individuos como él…” Asuka se lamentó, visiblemente mortificada.
“Kyoko, Asuka, atrás,” Raspberyl dio unos pasos hacia el grupo, aunque todavía a una considerable distancia como quien se aseguraba. Ella apuntó hacia el visitante, mostrando determinación y seriedad. “¡No darás un paso más! ¡Hubiera esperado que villanos como tú se habrían contentado con el horrible día que nos causaste, pero hasta osas en invadir nuestro territorio!”
“¿Alguien sabe qué está pasando aquí?” preguntó Roxas, levemente desconcertado de tener a Raspberyl gritándoles.
“Sólo les vi tan torturadas cuando tocamos el tema del examen, debe ser eso,” Adell se encogió de hombros.
“Hm…” Kuroneko alzó una ceja. “No es una mala observación viniendo de un-”
“¡Ni lo digas!” Adell cortó a su compañera antes que esta volviera a molestarle.
“Estas demonios adoran casi irracionalmente a su instructor, pero odian al hermano del mismo,” Chidori se extrañó.
“Un buen ejemplo de lo distinto que ambos son,” observó Satori.
“Suena a que Ivan es esa persona que les amargó el examen…” recordó Yosuke.
“Pues, siendo él, no me sorprendería,” dijo Iksel. “Además es normal que alguien como él termine causando una leve reacción antagonista en la gente a la que se presenta, sobre todo si se tratan de personas tan correctas como las demonios.”
“Aunque esto no es nada leve…” Cho se puso a pensar. “Parece más una reacción entre un bloque de litio y un vaso de agua…”
“Ehh… ¿de dónde salió eso, Cho?” Ryoji le miró confundido.
“Hacen mucho bullicio,” Ivan salió del medio del grupo y se dirigió hacia las demonios, quienes se inquietaron casi como si se prepararan para atacar de ser necesario. El visitante sonrió entretenido. “No vayan a pensar que he venido de visita pensando en lo mucho que me puede gustar torturarles con mi presencia. Considerando el resultado del examen que les dí, deberían comprender que aún no valen la atención de nadie.”
“¡IIHHH, haré que retires tus palabras!” Raspberyl enseñó furia en sus ojos.
“¡D-deténganse!” Alexei corrió y se puso en el medio. “Chicas, no pueden actuar de modo tan impulsivo. Así no son mejores que sus agresores,” se volteó para encarar a Ivan. “Y hermano, debes detenerte. Ya les has puesto bajo demasiado estrés el otro día. Es mejor dejar este asunto de lado.”
“Me limitaba únicamente a bajarles de esa nube de auto-admiración de la que tanto abusan,” el mayor miró a las demonios con indiferencia. “Les viene bien ignorarme, que eso es lo que pienso hacer con ustedes. Ahora con permiso, aún no he tenido oportunidad de un paseo a solas por el jardín. La cantidad de estudiantes presentes me asfixia.”
Ivan no esperó ninguna palabra más y se abrió camino por su cuenta, saliendo de esa área sin molestarse en despedirse de nadie. Alexei entonces se acercó a sus estudiantes para apaciguarles, y eventualmente volvió a hacer que se enfocaran en su labor de estudio.
“…” Kuroneko miró a Alexei como si no tuviera remedio, y pasó a dirigirse a Sterk. “En fin… dijiste que podías tener más información del viaje y sus destinos. ¿Podrías enviarnos la información a nuestros correos?”
“Eh, claro… ni bien tenga acceso a una computadora, lo haré,” Sterk tomó un par de segundos en volverse a orientar luego de todo lo ocurrido. Todavía no podía creer que Ivan y sus allegados estaban visitando el jardín. Dudaba que fueran a causar algún problema, pero aparte de Ivan y Satori, nunca había sido capaz de confiar del todo en las otras dos visitantes, y ello le preocupaba.
“Bien, mejor me retiro antes que alguien más salga gritando por ahí,” Kuroneko se encogió de hombros.
“Yo todavía tengo que desayunar, y creo que estoy un poco tarde,” dijo Adell. “Con permiso, nos vemos luego.”
“Hm…” Roxas miró a su reloj de pulsera. “Ha sido un largo rato y no he visto a Sora regresar con sus útiles. Creo que le iré a buscar, no debe andar faltando clases.”
Ellos se despidieron brevemente del grupo y se fueron caminando. Ya comenzaba a ser hora de que todos siguieran con sus actividades personales.
“Sterk…” Cho se acercó a él. “M-me preguntaba si estabas libre para entrenar hoy. Justo quería preguntarte eso.”
“Cierto…” Sterk sintió pesar, pero negó con su cabeza. Algo le decía que mejor se mantenía atento a las visitas del día. “Hoy no podré, mañana será un mejor día para eso. Lo lamento mucho, sé que prometí entrenar.”
“Eh, no, descuida. Me estás haciendo un favor, de todos modos,” la peliceleste negó rápidamente. Vaya… había atendido al jardín al haber esperado comenzar con su entrenamiento, pero de haber sabido que no habría oportunidad, hubiera acompañado a Elizabeth en su itinerario del día. La peliplateada se había ido entusiasmada a un mall cercano y luego iba a inspeccionar un supermercado, al encontrar maravillas dentro de los detalles y productos cotidianos. En fin, Cho tendría que buscar algo dentro del jardín con lo que distraerse mientras sus hermanos terminaban con sus actividades del día.
“Nosotros estábamos en nuestro camino de ir a desayunar,” Ryoji miró a su amiga, sonriente. “¿Te gustaría venir con nosotros?”
“Ya desayuné en casa, pero puede ser…” Cho no podía venirse con nada más que hacer, aunque luego se vino con cierta incomodidad. “Pero Junpei no se va a poner pesado de nuevo, ¿verdad?”
“Lamentablemente, no te podemos dar ninguna garantía, aunque tal vez contigo presente él intente moderarse,” contestó Yosuke.
“Yo no iría de ser tú, Cho,” dijo Chidori, mirando a los bros con recelo.
“No nos veas tan mal, no somos como él…” Ryoji dio un suspiro.
“¿No son como quién?” preguntó Junpei, quien terminó por reintegrarse al grupo. Más tarde tendría que tener una larga charla con sus bros. “Oigan, ¿qué fue lo que pasó con Raspberyl y sus amigas? ¿Perdieron la cabeza?”
“Ivan fue quien les dio un examen Seed muy desagradable, al parecer…” observó Sterk. “No sé los detalles…”
“Y regresaste, pensé que ya te habías ido,” dijo Iksel, con molestia.
“Lo que ocurrió no me correría tan fácilmente, y aún tengo que ir a desayunar,” respondió Junpei, mirando al pelirrojo con recelo. “Tú no puedes andar decidiendo si debería estar aquí o no, no te pases.”
“…” Satori le miró fijamente, y entrecerró sus ojos muy rápidamente. Junpei dio un paso hacia atrás como si apenas hubiera escapado de la mordida de un perro.
“Ihh…” odiaba admitirlo, pero esa ‘niña’ le daba escalofríos. “O-oye, perdón si te ofendí o hice algo malo, ¿está bien?”
“Sólo mantén tu distancia,” Satori cerró sus ojos y giró su cabeza, con indiferencia. “Ustedes váyanse a desayunar, yo debo seguir con mi paseo…”
Entonces llegó una persona más al grupo, quien se acercó al ver un rostro familiar…
“Ah, no sabía si te vería por aquí, Iksel…” dijo Saya, sonriendo.
“Oh, ¿también has venido de visita?” Iksel se sorprendió, y le sonrió. “Tú siempre has sido de quedarte sólo en Chernobyl, Saya.”
“No puedo creer que también la conoces…” Sterk tensó su expresión.
“He dicho que no te molestes en cuestionar contactos,” le recordó Satori, impaciente.
“…” y en medio de todos los presentes, Chidori se quedó en shock al ver a aquella pelinegra. La pelirroja sintió escalofríos y un gran temor.
“Una visita a un país extranjero es muy poco común en nuestro grupo, y pensé que conocer Balamb podría ser de utilidad, es tan simple como eso,” respondió Saya. “¿No vas a presentarme a tus compañeros?”
“Claro que sí,” Iksel asintió. “En mi equipo está Sterk que creo que ya te conoce, y mi amiga Chidori. Pese a algunos problemas al inicio de nuestro entrenamiento, he tenido la suerte de tener un buen equipo. Todos somos funcionales.”
“¿Chidori, dijiste?” Saya no inmutó su sonrisa y miró a la pelirroja. Esta no evitó sorprenderse de ser prestada atención. Hubo una extraña pausa antes que la pelinegra sonriera amigablemente. “Eres una joven muy hermosa. Dime, ¿de dónde eres?”
Esa pregunta fue como la detonación de una bomba. Chidori se mostró visiblemente alterada y saltó hacia atrás, lanzando fuego hacia la visitante, sin detenerse a pensar en la proximidad de los demás.
“¡Ch-Chidori!” exclamó Sterk, viéndose cegado por las grandes llamaradas. Saya le hizo a un costado con calma y extendió una mano tranquilamente. Con ese gesto apagó las llamas antes que presentaran daño a los demás. El caballero miró de reojo a la visitante. Esa científica, tan tranquila y calculadora como siempre. En ningún momento se sorprendió de la acción.
“He asustado a la pobre,” Saya miró a Chidori a lo lejos, huyendo despavorida y perdiéndose entre edificios. La pelinegra mostró un muy leve pesar. “Es una pena, yo que esperaba tener una agradable conversación con todos.”
“¡Chidori, espera!” Iksel se puso a correr, esperando alcanzarle pese al ya haberla perdido de vista. Casi al mismo tiempo, Junpei también fue corriendo seguido de sus bros que también estaban desconcertados. Por un instante, Cho pensó en seguir a todos en búsqueda de Chidori, pero por una simple observación fue muy evidente que todos corrían más rápido que ella, además que no sentía que podía aportar en nada.
“Saya, ¿qué significa esto?” preguntó Sterk, con cólera.
“Puedo tener una idea, Sterk,” Saya se le digirió, sonriendo profesionalmente. “Es normal en la naturaleza de los humanos temer en ocasiones. Yo además creo que cada uno de nosotros tenemos un terror primal, sea un concepto o una entidad que nos aterra y nos paraliza. Sería como nuestro depredador por excelencia al cual somos completamente impotentes. ¿Comprendes de lo que hablo?”
“Corta con la palabrería y respóndeme de una vez,” él apretó sus dientes, molesto. Cho no evitó sorprenderse por esa actitud tan agresiva dirigida a aquella tan calmada y sonriente visitante.
“No me comprendes porque eres afortunado. Siendo una entidad tan fuerte, seguramente nunca has sido presentado a tu mayor terror…” Saya se tomó la libertad de acercarse al caballero para susurrarle en el oído. “Yo soy el mayor terror de tu compañera…”
“¿Qué dices?” Sterk retrocedió, en shock. No podía dejar eso desatendido, así que fue corriendo para buscar a su compañera.
El mayormente ameno grupo terminó desarmándose con una sorpresiva rapidez. Saya miró a los varios chicos ir corriendo detrás de su compañera. Esta era muy afortunada de tener a tanta gente preocupada por su bienestar. La pelinegra sonrió y se dirigió hacia Cho.
“Lamento que haya habido inconvenientes, espero no haberte incomodado,” se disculpó Saya, amigablemente.
“P-pues…” Cho no sabía qué decir. No llegó a oír lo que la mujer le dijo a Sterk en el oído, pero el simple gesto y reacción del otro fueron demasiado sospechosos…
“…” Satori decidió no quedarse inactiva y se interpuso entre Cho y Saya, con una determinación poco característica. “Ni te atrevas…”
“Me estás tratando con una extraña desconfianza, Satori,” observó Saya, tranquilamente.
“Hay más de lo que podrías ocuparte ahora,” la pelilila no le perdía de vista. “¿Has ido a tomar tu café?”
“Sí, el príncipe de Destiny Islands fue muy amable al decirme dónde encontrar una máquina dispensadora.”
“Podrías ir a tomar otra porción…” Satori afiló sus ojos.
“Vaya…” Saya admitió derrota. “Ni me dejarás tener una tranquila conversación. Comprendo que debo ir a buscar algo más que hacer…”
Dicho esto, la pelinegra miró de reojo a Cho y se fue caminando, inmutada. La peliceleste estaba congelada en su sitio, completamente fuera de lugar. Ya casi se arrepentía de no haber seguido a los demás.
“Escúchame…” Satori se giró a Cho, mirándole fijamente. "Mantente alejada. Si vas a estar presente hoy en este lugar, al menos asegúrate de no estar sola.”
“Ehh…” Cho sintió nervios, pero terminó por asentir débilmente. Vio a la pequeña visitante dar un cansado suspiro y se fue hacia donde los chicos se habían ido. Satori le había dicho previamente que ‘no debía estar ahí’. Quería saber qué podía significar, pero temía averiguarlo.
El extraño día recién había comenzado.