ustedes: fiorella, sho y souji son los protagonistas de tu historia en el himeverse. les vas a hacer historia en DD. ya PARALA
yo:
Era común para Souji quedarse en el salón de conferencias un par de horas más luego de dictar clases cada viernes. No había otro profesor que hiciera uso de aquel salón aquellos días, por lo que el staff de Clock Tower no le hacía problemas, optando por dejarlo trabajar sin interrupciones. Después de todo, era beneficioso para ellos, porque Souji era tan workaholic que usualmente avanzaba con la estructura y las presentaciones de sus siguientes clases y, asimismo, con sus investigaciones de las líneas ley, su campo de trabajo y estudio.
No le costaba nada admitir que aún le faltaba mucho por hacer para conseguir el nivel de renombre y fama que tenía su maestra. No era su meta en la vida: sin embargo, su puesto como profesor le había abierto las puertas a varias fuentes de investigación que hasta ese entonces habían sido denegadas por su condición como un miembro común de la asociación de magos. Y esa oportunidad debía aprovecharla.
Enfrascado en los detalles de la anomalía de las líneas Ley en Helsinki, Souji no se percató de la persona que había ingresado al salón hasta que el sonido de los tacones sobre el piso de mármol le hizo elevar la mirada y dirigirla a la derecha, donde yacía la puerta. Allí notó como Marie, una de sus amigas más cercanas y colega investigadora, se acercaba a él progresivamente. La joven revisó el salón vacío, fijándose en el desnivel de los pupitres y en la pizarra llena de anotaciones. La luz del proyector iluminaba aún los apuntes y garabatos de Souji, que de seguro habían sido su forma de explicar ciertos fenómenos de las líneas ley a sus alumnos.
“Workaholic como siempre, por lo que veo,” dijo Marie, una vez cerca de Souji. El peligris se levantó de su sitio para darle un abrazo a su amiga, quien lo abrazó con la misma emoción.
“Es lindo verte, Marie,” mencionó, separándose de ella. Marie le sonrió.
“Sería más lindo si te dejaras ver más veces al mes, ¿No? Pero el profesor Seta está muy ocupado con sus niños.”
“¿Niños?” Souji la observó, confundido.
“Tus estudiantes. Son como tus hijos.”
“Sí, es inevitable.” Souji sonrió, recordando a cada uno de sus estudiantes. La promoción del 2019 era su primera clase, y les guardaba un especial cariño por ello. Cada uno tenía una especialidad, y Souji esperaba ayudarlos con sus consejos y constante guía. “Me alegra que se lleven bien conmigo, considerando que soy nuevo en esto…”
“Siempre has sido un buen profesor. Aún recuerdo tu dedicación a ayudarme con los exámenes y pruebas durante la Academia.”
“No iba a dejar que reprobaras. No había forma.”
“Era un desastre. Salvaste un desastre.” Marie rio. “Pero supongo que te indignaba que no hiciera un esfuerzo, cuando tú la habías tenido más difícil que yo.”
“Sí. Felizmente tuve algo de suerte con mi maestra.”
“¿Algo, no más? Aoko Aozaki es la magi más impredescible de la Asociación. Bueno, lo era, antes de retirarse. Que se haya fijado en tu potencial es algo increíble.”
“Me halagas de más.” Souji se veía un tanto avergonzado. “Por cierto, ¿tú cómo estás?”
“Bien, bien,” dijo Marie, tomando asiento en la mesa de Souji. “Un poco atareada… encargarse de los escándalos públicos es agotador. Pero a cambio me permiten revisar el archivo y eso me conviene, así que no me quejo.”
Marie formaba parte de la división de control, encargada de lidiar con otras fuerzas como la policía, la Iglesia, y otras organizaciones. Eran los principales protectores del secreto de los magi, y buscaban disipar rumores y solucionar conflictos y escándalos públicos que implicaban a civiles y magos. Su amiga llevaba un par de años dentro de aquella división que le permitía, como bien había dicho, acceder a varias fuentes de investigación adicionales y reservadas para grupos cerrados de miembros de la Asociación. Era, básicamente, como su propio caso, sólo que Marie y él tenían cargos distintos.
“Felizmente eres una de las mejores y tienes un equipo muy bueno.”
“Basta con los halagos, Seta.” Marie desvió la mirada, avergonzada.
“Haha, olvidé que te incomodaban~”
“Claro que sí.” Marie rodó los ojos y, luego, cogió uno de los papeles en la mesa de Souji. Lo revisó, curiosa. “¿Qué tal vas con las investigaciones de las líneas ley en Helsinki?”
“Aún no puedo descifrar el motivo detrás de la anomalía. Es curioso, porque pensé que se debía a un conflicto entre las familias más poderosas de aquella zona, pero acabo de enterarme que han mantenido una tregua por casi veinte años. Sin embargo, la única explicación que le encuentro a la pérdida progresiva de energía de aquellas líneas implica el uso de magia en esa zona. Ha aumentado considerablemente en comparación a décadas pasadas…”
“Tendrás que ir a averiguarlo.”
“Sí. Siento que mis alumnos me odiarán por el viaje tan repentino que tendré que hacer.” Souji suspiró.
“Suerte con eso.”
“Gracias. ¿Crees que me dejen ausentarme por una semana? Ese periodo de tiempo bastará para investigar la ciudad.”
“¿Creo que te llevabas bien con el jefe de tu departamento? Si es así, no veo problema.”
“Sí, tenemos una buena relación. Espero que no le moleste mi ausencia…”
“Tranquilo, de seguro no.”
“Ojalá.”
“Bueno.” Marie se paró de un salto. “Ha sido lindo verte, aunque fue en contra de tu voluntad y por poquísimo tiempo.” Marie rio. “Si me disculpas, debo ir a terminar de alistar mis maletas. ¿Te acuerdas que mencioné mi viaje la otra vez que salimos por unos tragos con el resto del grupo?”
“Ah, claro. Sí me acuerdo de eso.”
“Me pidieron que chequee el caso de una escuela para señoritas en París que anda siendo atacada por hadas.”
“Eso suena… dramático.” Souji rio.
“Sí. De seguro hay una maga por ahí que esta harta del bullying y está tomando el toro por las astas. Pero de la peor forma. No sabe que eso puede sepultar a su linaje dentro de la Asociación.”
“Suerte con tu trabajo de niñera.” Souji y ella compartieron un abrazo. Cuando se separaron, Souji se mostró un tanto apenado. “Me da pena que te vayas tan pronto, eso sí.”
“¿Por qué?” Marie arqueó una ceja. “Creo que comenté la fecha en la reunión pasada.”
“Ah, es que pensé que estarías cuando él regrese.”
“¿Quién regresa?” Marie se veía aún más confundida que antes.
“Sho.”
“…” Marie lo juzgó con la mirada y bufó, indignada. “Esta es la cosa menos saludable que he escuchado en toda la semana. Y eso que la persistente fijación de Yosuke en Yukiko está muy cerca, pero no, lo tuyo es peor.”
“Bueno, entiendo a Yosuke.” Souji rio. “Me pasa algo parecido.”
“Al menos lo tuyo es mutuo…” Marie suspiró. “Bueno, ahora que lo pienso, puede que no. ¿Cómo sabes que se acordará de ti?”
“Cuando lo convoqué en la guerra pasada, estaba vivo en su línea de tiempo, o algo así me dijo. Por lógica, debería acordarse de mí.”
“Eso es cuestionable.” Marie se llevó un dedo al mentón, pensativa. “Pero puede que sea cierto. No estoy informada lo suficiente como para decirte que no. No lo sabrás hasta que lo veas de nuevo.”
“Sí.” Souji sonrió, enternecido.
“…” Marie rodó los ojos. “Tienes la misma cara que una colegiala enamorada. Es perturbador verlo en un hombre de veinticuatro años.”
“Llevo esperando este momento por ocho años, Marie, déjame ser.”
“¿No tienes miedo de que te toque otro servant?”
“No.” Souji se veía muy decidido. “El grial sabe que Sho debe ser mi servant. Estoy seguro de ello.”
“Esperemos que así sea.” Marie suspiró. “¿Sabes qué familias participarán esta vez?”
“Tengo entendido que será el debut de los herederos de las familias fundadoras, Tsukinaga y Zoldyck. No los conozco, pero he escuchado rumores sobre ellos dentro de la Asociación. Parecen ser oponentes formidables, aún a sus cortas edades.”
“¿Cuántos años tienen?”
“Entre diecisiete y veinte, creo.”
“Souji… tú participaste a los dieciséis.”
“Sí.” Souji ladeó la cabeza, confundido.
“Creo que eso es incluso más increíble que esos niños de papá lanzándose a la guerra con todo el back-up de sus linajes.”
“No juzgues a un libro por su portada,” mencionó Souji, mientras ordenaba sus papeles en un pequeño cerrito y los metía dentro de su maletín. Cerró su laptop y también la metió allí. “De seguro son excelentes magi, más aún con los linajes que tienen. Sólo espero que acepten mi tregua: en serio no quiero pelear contra nadie.”
“Tú sólo quieres buscar la forma de que Sho se quede contigo.”
“No. Esta vez… quiero que él sea feliz.”
“Qué.” Marie quería que rueden cabezas.
“Voy a consultarle qué es lo que quiere. No voy a guiarme por mis propios deseos,” mencionó, caminando hacia la salida. Marie lo siguió de cerca hasta pasarlo. Le impidió el paso al colocarse en frente de él.
“Haha. Y de seguro planeas volver a verlo en ocho años. Y así repetirás esto hasta el fin de tus días.”
“No pienso sacarlo de su época sólo por mi egoísmo, Marie.” Souji se hizo a un lado y salió del salón. Marie no demoró en alcanzarlo, caminando a su lado hacia la salida del edificio.
“¿Y qué pasa si él desea lo mismo que tú?”
“No… no lo sé.” Souji desvió la mirada. “Tendré que hablarlo con él.”
“Primero lo convocas, de ahí lo discuten.” Marie suspiró.
“Sí, ese plan suena bien.” Souji sonrió.
“Escucha…” Marie se detuvo a unos pasos de la puerta principal. “Ten cuidado, ¿sí? Existe la posibilidad de hacer una tregua con los Zoldyck y los Tsukinaga, pero no sabes quiénes serán el resto de masters. Puede haber gente de la Iglesia involucrada y eso sería un tanto preocupante.”
“Sí. Tomaré mis precauciones, en todo caso.”
“Me alegra.” Marie y Souji compartieron un último abrazo. “Me llamas cualquier cosa, por favor.”
“Te mantendré al tanto de todo.”
“Y recuerda pedir ayuda si la necesitas. Todos tus amigos estamos aquí para ti.”
“Sí.” Souji le sonrió. “Gracias.”
“Ahora sí me voy. ¿Tú también regresas a tu casa?”
“Pediré un uber.”
“Podría jalarte, si gustas.”
“No, no, no quiero hacerte perder tiempo.”
“Está bien. Me avisas qué tal te fue.”
“Suerte a ti también.”
“La necesitaré.” Marie suspiró. “Nos vemos, Souji.”
“¡Cuídate!”
Souji observó cómo Marie salió del edificio y se perdió entre la multitud de gente que transitaba las calles aledañas a la sede de la Asociación. Sacó su celular del bolsillo de su saco, y buscó un taxi de aplicativo.
Le esperaba una noche muy larga.
Se había debatido entre recitar el encantamiento o dejarlo para mañana por cerca de una hora, llegando a frustrarse tanto que terminó fumando un cigarrillo en las escaleras fuera del almacén donde yacía el círculo de invocación. Era tan sencillo como ir, tocar el círculo, decir unas palabras y esperar, pero la posibilidad de conseguir un servant distinto al que esperaba le preocupaba. Entendía que el Santo Grial elegía al servant en base a la naturaleza y la habilidad del master, y aunque le había sorprendido conseguir un assassin del nivel de Sho la vez pasada, nada le garantizaba lo mismo para esta ocasión.
No era tanto por el nivel o la grandeza del servant… sino más por el personaje en cuestión. No servía de nada convocar a alguien que no fuese Sho: después de todo, su intención no era luchar por el grial. A diferencia del resto, su objetivo yacía en hacer que su servant fuera feliz, ya sea quedándose a su lado o modificando su pasado. Nunca le había preguntado a Sho qué deseaba, pero si era necesario, lucharía por el grial sólo por él, no por su propio deseo.
Souji rio al imaginar que, si Marie hubiera leído sus pensamientos, le habría dado un asco tremendo por la sinceridad y el cariño que le tenía al servant. Sólo habían compartido un par de meses hace ocho años, pero Sho y él habían crecido y aprendido mucho juntos. Era inevitable quedarse prendido de una relación como la que él había tenido con el pelirrojo.
En cierta forma, se acordó del caso de su amigo, Yosuke, y de su eterno amor por Yukiko. No podía culparlo, y era sincero con sus palabras, porque él sentía algo parecido.
Un poco más decidido, Souji se levantó de golpe, lanzó su cigarrillo a la tierra y se apuró en apagarlo con la suela de su mocasín. Regresó al almacén, arrodillándose frente al círculo de invocación, y lo tocó con las puntas de sus dedos. Luego de recitar el encantamiento en un susurro, el círculo comenzó a brillar, llenando la estancia de una luz cegadora. Souji escudó su vista con sus brazos hasta que, poco a poco, la luz se disipó. El círculo mantuvo cierto brillo, y luego de remover sus brazos, Souji pudo observar cómo empezó a materializarse una silueta en frente de él. La tenue luz del almacén le impidió discernir por completo la aparencia del servant, pero el cabello rojo y la armadura en su pecho bastaron para reconocerlo. Era Sho Minazuki, no había forma de confundirlo.
Fiel a su protocolo, Minazuki sacó sus espadas gemelas de las vainas que colgaban de su cinturón y las blandió sin tiempo que perder, obligando a Souji a reaccionar rápido y dar una voltereta al lado para esquivar el ataque. Las espadas del servant destruyeron el piso del almacén, y Souji se lamentó en silencio, pensando en la excusa que inventaría cuando sus padres le preguntaran sobre ello al retorno de su viaje.
Souji convocó su espada, materializándose en sus manos con un brillo celeste muy sutil. Luego, corrió fuera del almacén, esperando darle la batalla en el descampado de su jardín. Sho pareció seguirle el ritmo, porque le dio el encuentro en el lugar pactado, como había sucedido ocho años atrás.
Master y servant se encontraron al medio del campo. La lluvia de choques entre las espadas de ambos bandos retumbó por el jardín, pero poco le importó a Souji, puesto que al vivir en una mansión en las afueras de la ciudad, las probabilidades de captar la atención de humanos corrientes era muy baja, hasta casi inexistente. El patio trasero se extendía a un bosque que formaba parte de su propiedad privada, por lo que sabía que no contarían con interrupciones.
Souji alzó la palma de su mano para convocar un haz de luz que dejó ciego por unos instantes a Minazuki. Sin embargo, el intervalo de tiempo no fue suficiente para sacarle ventaja, porque el servant consiguió defenderse del derechazo que le propinó Souji sin mucho problema. Sho capturó su puño, soltando una de sus katanas en el proceso. Con pura fuerza bruta, aprovechó la conexión para mandarlo lejos. Souji dio una voltereta en el aire para que, en vez de chocarse contra el almacén, aprovechara el contacto para impulsarse de vuelta hacia Minazuki.
Souji lanzó al aire un par de turmalinas, piedras que crearon discos de energía direccionados hacia el servant. Sho las esperó, paciente, y ni bien lo alcanzaron, deflectó los ataques con las hojas de sus espadas. Las piedras lograron su cometido, porque distrajeron al servant del ataque principal: Souji apareció entre los ataques de energía, y su espada quedó a centímetros del cuello del servant. Cuando el brillo de los ataques mágicos se disipó, Souji notó que se encontraba en la misma situación que Sho: el pelirrojo, antes de quedar en jaque, había dejado una de sus katanas muy cerca del pecho de su master.
Sho y Souji intercambiaron miradas, y el servant fue el primero en soltar sus armas, arrodillándose en frente de él. Souji, con un gesto de su mano, logró que su katana desapareciera, y dio unos cuantos pasos, hasta quedar a escasos centímetros de Sho. El pelirrojo no necesitó ninguna indicación adicional, porque se levantó del suelo de un momento a otro, y se acercó a él, inspeccionándolo con curiosidad.
“¿No me reconoces?” le preguntó Souji, enternecido. Sho bufó.
“No es tanto eso. Es más que… me cuesta acostumbrarme a los cambios.”
“Solo he crecido, Sho.”
“¿Seguro?” Sho sonrió de lado. “Porque veo varias arrugas en tu rostro. No me quiero imaginar qué pasó con el resto de tu cuerpo.”
“Haha, qué gracioso.” Souji se cruzó de brazos, un tanto enojado. “Hablas como si fuera un abuelo.”
“¿…Cuántos años tienes ahora?”
“Veinticuatro.”
“Wow.” Sho se agachó para recoger sus katanas y colocarlas de nuevo en sus respectivas vainas. “Ocho años.”
Ocho años que, para él, habían sido de seguro un par de segundos. Sho, por lógica, mantenía la apariencia de ese entonces: un muchacho alto y fornido de veinte años, vestido con una capucha color vino, una armadura que cubría su pecho, unas hombreras grises y pantalones oscuros con botines.
“Y, aún así, no pude llegar a ser más alto que tú.” Souji suspiró, resignado, a la vez que se acercaba para rodear su cuello con sus brazos. Por inercia, Sho lo tomó de la cintura, aunque se le veía un tanto avergonzado por aquella acción. “Por cierto, no lo dije antes pero… Me alegra que no te hayas olvidado de mí.”
“¿No te lo expliqué la otra vez? Siempre recordaré los hechos de guerras pasadas porque… bueno.” Sho desvió la mirada. “No soy un espíritu heróico, a diferencia del resto de servants. No llegué a morir en mi línea de tiempo, por lo que no pude unirme al trono de héroes.”
“Oh, he leído sobre casos parecidos al tuyo. Algo así sucedió con un par de servants que investigué hace unos años.”
“Sí.” Sho asintió. “Pero somos pocos, según lo que tengo entendido.”
“Es una pena. Mira lo que el trono de héroes se está perdiendo.”
Sho soltó una carcajada. “Pero eso te beneficia a ti.”
“Lo sé, lo sé.” Souji le sonrió.
Souji no cabía en su alegría. La suerte había estado de su lado y le había permitido reencontrarse con Sho luego de tanto tiempo. Todo parecía haber funcionado tal y como había esperado, pero no podía cantar victoria aún: debía investigar sobre el resto de masters y servants, al menos para desarrollar estrategias de defensa en caso tuviesen las intenciones de eliminarlos de la guerra. Y aunque ese parecía el problema principal, también estaba el de su deseo. No tenía idea de cómo sacar el tema a colación, pero sabía que eventualmente tendrían que discutir sobre ello.
Cuando cayó en cuenta de la mirada curiosa de Sho, Souji le sonrió. De seguro había fruncido el ceño de pura preocupación y su servant no pudo evitar notar aquellos pequeños detalles de su expresión.
“Bienvenido,” le susurró Souji, abrazándolo.
Sho lo estrujó de vuelta.